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Periodismo Cultural. Prensa. Uruguay.Este trabajo es un intento de entender la situación actual del periodismo cultural en las páginas de los diarios y semanarios uruguayos. A través del análisis de los distintos integrantes del ámbito del periodismo cultural (periodistas, editores, protagonistas, público) se busca ver el pensamiento que rige en las actuales páginas de cultura en los medios escritos.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL URUGUAY

Facultad de Ciencias Humanas

Memoria de Grado

Licenciatura en Comunicación Social

Los del altillo:

El periodismo cultural en la prensa uruguaya

Martín Fernández Yurcho

Tutor: Tomás Linn

Montevideo, marzo del 2010

En lo más alto de la torre, inalcanzable, vivía encerrada la princesa. Ajena a todo lo que pasaba, idealizada, y presa a la vez, esperaba ser rescatada. Pero en cierta forma también disfrutaba de su aislamiento, de ser un objeto de deseo lejano, accesible solo a los más capaces.

En la sala de redacción del semanario Búsqueda hay un entrepiso al que llaman “El altillo”. Metidos en ese rincón trabajan los periodistas

de cultura.

_____________________________________________________________________________________

Los autores de la memoria de grado son los únicos responsables por los contenidos de este trabajo y por

las opiniones expresadas que no necesariamente son compartidas por la Universidad Católica del

Uruguay. En consecuencia, serán los únicos responsables frente a eventuales reclamaciones de terceros

(personas físicas o jurídicas) que refieran a la autoría de la obra y aspectos vinculados a la misma.

Síntesis

Las páginas culturales en la prensa uruguaya no satisfacen. Plantean problemas de perfil, contenidos y calidad. Las secciones culturales de los diarios se han inclinado por cubrir temáticas relacionadas con el showbussiness y las trivialidades, eligiendo un tratamiento llano de sus contenidos. En cambio, los suplementos de los diarios y las secciones de las revistas semanales marcaron una clara tendencia hacia la especialización, con contenidos reservados a un sector “entendido”. Quedó casi al margen la inclusión de contenidos culturales de carácter periodístico para el público en general, y las páginas de la prensa actualmente carecen de un periodismo cultural de calidad, correcto y adecuado.

Pese a esta situación, el periodismo cultural tiene cabida en la prensa local, pues es un género que, bien explotado, resulta de interés al público lector de prensa.

Este trabajo es un intento de entender la situación actual del periodismo cultural en las páginas de los diarios y semanarios uruguayos. A través del análisis de los distintos integrantes del ámbito del periodismo cultural (periodistas, editores, protagonistas, público) se busca ver el pensamiento que rige en las actuales páginas de cultura en los medios escritos. Se analiza el periodismo cultural en productos periodísticos para el público en general, no en revistas especializadas ni suplementos o fascículos ocasionales, a través del perfil, las temáticas, la calidad de los contenidos y la relevancia noticiosa de esta área del periodismo.

Estudiaré la viabilidad de los contenidos culturales en los diarios, pues confío en que es posible que exista un periodismo cultural periódico y bien hecho.

Descriptores: Periodismo, cultura, periodismo cultural, comunicación, prensa.

ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN 1 2. PLANTEO DEL PROBLEMA INICIAL 6 3. DEFINICIONES CONVENCIONALES 9 Definición de periodismo cultural 9 Qué incluye el periodismo cultural 10 Las distintas facetas del espectáculo 15 ¿Qué tipo de periodismo cultural es el correcto y adecuado? 16 ¿Qué elementos debe haber en una sección para considerarla cultural? 18 Tiene que haber 18 Puede haber 18 Se puede colar 19 No debe haber 19 Aparte 20 4. PERIODISMO Y CULTURA: DOS CONCEPTOS EN PUJA 21 Periodismo “blando” = ¿Poco interés? 21

Las distintas “culturas” 24 Qué cultura entiende el periodismo 28 ¿Todo es periodismo cultural? 31

Periodismo cultural y de espectáculos 32 Contenido chatarra, entretenimiento, cultura y rating 35 5. ENTENDIENDO UN POCO EL PRESENTE 43

Ejemplos emblemáticos del periodismo cultural 44 Maldoror 45 Marcha 46 Entregas de La Licorne 49 Los huevos del Plata 49 Sur 50 Otros grandes aportes 51 El suplemento como espacio para la cultura 52 El País Cultural 53

Periodistas de peso en el periodismo cultural 55 6. EL PERFIL DE LA CULTURA EN LOS DIARIOS: ¿AUSENTE? 60

A cada diario con su librito 60 Semanario “Brecha” 61 Semanario “Búsqueda” 62 Diario “El Observador” 63 Diario “El País” 64 Diario “La Diaria” 65 Diario “La República” 67 Diario “Últimas Noticias” 68 Conclusiones del análisis 69

7. LA AGENDA DEL PERIODISMO CULTURAL 70

Relevancia noticiosa de la cultura 72 La “contraagenda” 75

Las “roscas” 77 La cartelera y las gacetillas 80 ¿Canibalización de las otras áreas o poco interés? 84 La cultura “vende” 86 8. ENTRE LA MARGINACIÓN Y EL DIVISMO: EL PERFIL DEL PERIODISTA CULTURAL 89 “Los del altillo” 92

Particularidades del periodista cultural 94 Dos tipos de periodista cultural: Críticos y Buscadores 95 La importancia de la pluma 96

Ser arte y parte 103 La formación periodística del periodista cultural 105 El multiempleo 109 El editor de cultura 111 Derecha en Economía, Centro en Política e Izquierda en Cultura 113 9. EL PERFIL DEL CONSUMIDOR DE PERIODISMO CULTURAL 119 ¿Un público “culto” o un público “masivo”? 122 La cultura es de interés 127

10. DESDE EL OTRO LADO: LOS PROTAGONISTAS 130 El papel del estado en el periodismo cultural 130

Los generadores de cultura y su relación con la prensa cultural 133 11. QUÉ SUCEDE EN OTROS PAÍSES 140 Mirando a la región: Argentina, Brasil y otros rumbos 141 Otros casos del Mundo 144 12. CONCLUSIONES 146 BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS 153 Bibliografía 153 Artículos 155 Fuentes de internet 156 Entrevistas realizadas 158 Otras intervenciones 159

Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|

___ Martín Fernández Yurcho|

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1. INTRODUCCIÓN

La cultura está muy mal cubierta en el periodismo uruguayo. A nivel cultural

ocurren muchas cosas, constantemente, y eso no se ve reflejado en los medios de

comunicación. Los diarios uruguayos, encargados de hacer comprender lo mejor posible

la realidad a través de cada una de sus secciones, están fallando en su manera de

transmitir al público lo que pasa a nivel cultural. Intentar ver por qué ocurre esto es el

motivo principal de mi investigación.

Mi hipótesis inicial era que el periodismo cultural en prensa estaba en problemas.

Hoy me resulta muy difícil siquiera afirmar que existe el periodismo cultural en los

diarios uruguayos (salvo escasas excepciones). Esta forma de periodismo quedó relegada

a duras penas al espacio de los semanarios, mensuarios y revistas especializadas. Los

diarios actualmente abarcan algo parecido a una agenda de espectáculos y chimentos,

introduciendo esporádicamente contenidos periodísticos culturales en los espacios

sobrantes.

Pero no quiero ser tan pesimista de arranque, pues no tendría sentido este trabajo.

Pese a la actual situación, el periodismo cultural tiene cabida en la prensa local. Solo hay

que encontrar cómo.

Esta memoria de grado es un análisis sobre el periodismo cultural en la prensa

uruguaya actual. Quiero hacer un estudio de lo que cubre esta área, pasando por la

realidad del periodista cultural y la forma en que se hace este tipo de periodismo en

comparación con otras secciones en la prensa escrita.

En vistas de enriquecer el análisis de esta sección se tocarán determinados temas

que no son el centro de la investigación, pero ayudan a comprender la situación actual de

la cultura en los diarios. El siguiente trabajo no busca hacer un análisis de la historia del

periodismo cultural en la prensa uruguaya, ni trata de trazar una línea de tiempo con las

publicaciones que históricamente han marcado el rumbo del periodismo cultural de este

país. Pero sí se tomarán en cuenta aspectos de estas publicaciones que explican su

situación actual. Solo en forma lateral se cubrirá la historia del periodismo cultural en

Uruguay, y de la misma manera se realizará la comparación con la actualidad de esta

sección en otras partes del mundo. Se hará referencia lateralmente a las grandes revistas

literarias que hicieron vanguardia en la región, los suplementos clásicos de contenidos

culturales y los escritores y periodistas que pisaron fuerte en este género. No son el centro

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___ Martín Fernández Yurcho|

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de este trabajo, pero serán mencionados para entender sobre qué legado se apoya el

periodismo cultural uruguayo y comprender la situación actual de esta sección.

Sección que tiene sus propias reglas de juego, pautas a seguir, estructura, temática

definida y hasta una jerga que debe cumplir para pertenecer a este género, que es un

mundo aparte dentro del periodismo.

Esta tesis no pretende ser tampoco un relevamiento ni un repaso descriptivo de los

medios culturales actuales. No busco realizar un trabajo teórico, sino que intentaré

entender la realidad desde la práctica cotidiana y la labor de los periodistas culturales. El

abordaje teórico será mencionado solo a los efectos de complementar los discursos de la

acción periodística. Lo que importa en esta investigación es lo periodístico, como

fenómeno periodístico en sí mismo. Este trabajo se refiere a la sección cultural de diarios

y semanarios, por lo que es un análisis del periodismo cultural en productos periodísticos

para el público en general, no en revistas especializadas para unos pocos entendidos ni

en suplementos o fascículos ocasionales.

Mi investigación buscará integrar a través de bibliografía, entrevistas y

seguimiento de los contenidos en la prensa escrita (analizando las temáticas que cubren y

su valor noticioso), distintos aspectos de la realidad del periodismo cultural en Uruguay.

Estudiaré la viabilidad de los contenidos culturales en los diarios, ya que confío en que es

posible que exista un periodismo cultural periódico y bien hecho.

Las personas entrevistadas fueron elegidas por su idoneidad sobre el tema

periodismo cultural, ya sea por el lugar que ocupaban en el medio en ese momento o por

su experiencia previa en esta área. La lista de entrevistados podría ser infinita, así que

decidí acotarme a quienes durante el período de la investigación trabajaban en periodismo

cultural, y de esas personas, las que ocupaban un lugar importante de decisión en el

medio (o lo ocuparon anteriormente y luego ejercieron otras funciones vinculadas a la

cultura). Si bien el medio del periodismo cultural es pequeño, consideramos junto a mi

tutor que la lista de entrevistados era adecuada, sumada a la bibliografía y el análisis de

los contenidos.

Por un tema de accesibilidad, y porque lo considero pertinente y representativo, es

que el seguimiento de prensa local se basa en los cinco diarios más importantes

actualmente (El Observador, El País, La Diaria, La República y Últimas Noticias1) y los

1 Si bien se trata de un análisis de los diarios, es imposible dejar de lado los suplementos y las revistas especializadas locales, por lo tanto, serán tenidas en cuenta en tanto enriquezcan este trabajo.

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dos principales semanarios (Búsqueda y Brecha, ambos con una fuerte importancia en la

elaboración de contenidos culturales). Además de la revisión periódica realizaré un

análisis cuantitativo de sus contenidos, tomando un mes al azar (los números de mayo del

año 2007 contra los de mayo del 2008) para comparar cómo se cubre la cultura en los

mencionados diarios y semanarios. Fundamentalmente, haré el seguimiento de los

distintos diarios y semanarios para establecer comparaciones: descripción y análisis de

los contenidos, qué se repite, qué es predecible, qué es novedoso, qué es relevante, qué es

noticia y qué noticias van a primera plana.

Si bien este será el eje central de lectura, también seguiré de cerca al periodismo

cultural en otros soportes. Pretendo tocar el periodismo cultural de radio, televisión e

internet solo a modo de analizar a grandes rasgos qué es lo que ocurre (sería iluso ignorar

la fuerte incidencia que tienen estos otros soportes en los contenidos que actualmente

aparecen en los diarios), pero siempre teniendo en cuenta que el eje de mi investigación

será sobre la prensa escrita “convencional”.

Este trabajo se desarrolla en el siguiente orden:

Comenzaré planteando el problema que inició mis cuestionamientos sobre el

periodismo cultural, su definición en la teoría y su aplicación práctica en los medios

locales.

Luego analizaré la cuestión más básica y necesaria como punto de partida a esta

tesis: la trilogía entre “periodismo”, “cultura” y “periodismo cultural”. Se verá cómo

estos conceptos son entendidos en los medios y cómo se relacionan, para luego llegar a

una definición más completa de lo que se entenderá como periodismo cultural de aquí en

más en este trabajo. A partir de esta definición intentaré delimitar qué incluye y qué no,

qué debería incluir y qué no, analizando además la situación del periodismo de

espectáculos.

A continuación se realiza, solo a modo descriptivo, un breve listado de las bases

en las que se apoya el periodismo cultural, sus orígenes tanto a nivel internacional como

local, y los distintos actores que han influido en cómo se hace periodismo de cultura en la

actualidad.

Si bien el trabajo está enfocado al cuerpo de los diarios, es inevitable hacer

referencia, aunque sea en breves capítulos, a la importancia de los suplementos culturales,

cómo han generado una definición propia de cultura y de periodismo cultural, con sus

aciertos pero también con sus carencias, y cómo han determinado el encare de las

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secciones de los diarios a partir de lo que incluyen y lo que omiten. Por su relevancia

histórica y por su vigencia e influencia es que dedicaré un espacio especial al más

conocido suplemento cultural de los medios masivos uruguayos: El País Cultural.

Luego vendrá la parte descriptiva de la sección cultural en los diarios y

semanarios actuales: cómo se integra cada uno de ellos, cantidad de páginas que tienen

designadas, cantidad de periodistas que integran la redacción, cantidad de noticias que

cada medio logra publicar en primera plana… en fin, se tratará de analizar la importancia

que cada diario y semanario de los mencionados le da a la cultura.

En base a este análisis descriptivo, se discutirá sobre la agenda del periodismo

cultural. Se verá si existe, si se respeta, si tiene relevancia como noticia, si debería existir

una agenda o si los diarios apuntan a competir por otros lados. En vista también de lo

analizado se discutirá si la sección cultural tiene lo que se merece en relación a las otras

áreas de la redacción. Además se intentará ver dónde está el problema, analizando las tres

partes que participan: el periodista de cultura, la dirección del diario, y el lector de los

diarios. Todo esto en función de facilitar la comprensión del problema que actualmente se

vive en el periodismo cultural local.

Por eso es que seguidamente se analiza la situación actual, comenzando por el

perfil del periodista cultural, sus rasgos, sus defectos, sus requisitos, y cómo debería ser

este perfil. Se analizará también en este aspecto la importancia del editor y la imagen que

se tiene sobre el periodismo cultural desde otros sitios, así como los preconceptos que se

tienen desde adentro de la sección de cultura.

Luego se pasará al otro lado, al del lector, para analizar el debate sobre cuál es o

debería ser el perfil del público que lee periodismo cultural. Además se verá si esta es un

área que le puede interesar al público consumidor de diarios.

Otro punto de este análisis viene de la mano de la relación entre el Estado y la

cultura, y cómo esta relación incide en la manera de hacer periodismo cultural. Luego se

analizará la relación entre el periodismo cultural, los productores de cultura, las fuentes

del periodismo cultural y cómo se dan estos múltiples vínculos.

Finalmente dedicaré un capítulo a las distintas referencias significativas en el

mundo: revisaré qué se está haciendo, si hay características comunes en las secciones

culturales de otros lugares que falten en las ediciones uruguayas, qué funciona y qué falta

en la prensa local para competir a ese nivel. Los diarios internacionales serán tomados

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como una referencia, para ver si ocurre algo similar, pero no como motivo central de la

investigación.

La siguiente Memoria de Grado se resumirá en grandes pilares que deseo

investigar, que atravesarán los distintos capítulos: El perfil del periodismo cultural, las

temáticas que cubre, la calidad de los contenidos y la relevancia noticiosa de esta área,

vistas tanto desde el propio periodismo cultural como desde afuera. Las páginas

culturales en la prensa uruguaya no satisfacen, y encuentro que hay carencias en la

práctica profesional dentro de los distintos pilares. Esto fue lo que me impulsó a

investigar sobre el problema del periodismo local de cultura en la actualidad: saber por

qué existen estas carencias y delimitar cuáles son.

Sé que me metí en un tema difícil y que puede decirse que no tengo experiencia

en el medio como para venir a criticarlo. Es un riesgo que asumo porque me parece un

tema necesario de debatir, así que desde esa inocencia me tiro al agua a plantear lo que

considero un asunto muy importante. Pongo muchas declaraciones que pueden sonar

polémicas o cuestionables. Las dejé a propósito para azuzar, pinchar, molestar, irritar con

ideas que tengo o que otros declaran con respecto al periodismo cultural. Pero si estas

palabras mueven a la reflexión sobre este tan complejo y apasionante tema estaré más que

satisfecho con mi trabajo.

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2. PLANTEO DEL PROBLEMA INICIAL

“Aquí hubo una tradición de cultura en los diarios. La página de cultura de El País

fue muy importante, con columnas muy ambiciosas”, recuerda la periodista Ana Inés

Larre Borges. Pero hubo un momento de quiebre en el que la cultura se comenzó a alejar

de esas páginas periódicas. La periodista cultural Emma Sanguinetti lo explicó de la

siguiente forma: “Lo que se escribía en las páginas de cultura comenzó con cierta

tendencia hacia lo académico, lo aburrido, lo que no le interesa a nadie y solo le interesa

al autor o a los cinco de ese mundillo. No eran notas periodísticas. Parecían una revista

académica de facultad. Entonces frente a esa situación, con lógica empresarial, los

gerentes de los diarios decidieron sacar la crítica de literatura y de arte. Desaparece

entonces la página de cultura y quedó una sección de `arte, ciudad y espectáculos´ donde

se mantuvo el crítico de cine, los comentarios de libros, un poquito de teatro y

eventualmente alguna noticia de otras áreas por agencia de noticias”. Pero no con

periodismo cultural.

Al parecer, en un momento el periodismo cultural tuvo espacio en las páginas de

los diarios, pero su formato aburrido y desprendido de la realidad lo fue alejando de los

propios lectores, creándose una etiqueta de la que incluso hoy es difícil salir.

Desde mediados de los 90 la forma de cubrir el periodismo cultural se ha

radicalizado, dividiéndose a grandes rasgos en dos posturas extremas: una “banalizada” y

otra “especializada”. Generalmente, la primera línea, más liviana, se destacó en los

contenidos de la sección de cultura dentro del cuerpo de los diarios, mientras que la línea

especializada, más elitista y compleja, se radicó en los suplementos y semanarios2. Es así

que las secciones culturales del cuerpo de los diarios se han inclinado por el primer

camino, cubriendo temáticas relacionadas con el showbussiness y las trivialidades y

eligiendo un tratamiento llano de sus contenidos, provocando una “chabacanización” del

periodismo cultural. En cambio, los suplementos de los diarios y las revistas semanales

2 Aclaremos que se entiende por sección del diario a toda parte integrada en el cuerpo fijo de los contenidos del diario. Una sección es aquella que se mantiene todos los días entre las noticias del diario. El suplemento, en cambio, es una entrega separada del cuerpo central del diario, cuya edición se hace con otra asiduidad (semanal, quincenal o mensualmente, por ejemplo). Aclaremos también que hay una tendencia a la “suplementización” de ciertas secciones, por ejemplo la sección deportiva “Ovación” del diario El País o la sección “O2” de El Observador. Pese a venir en páginas separadas y formatos distintos, estas son secciones fijas y no pueden ser vistas como entregas separadas del diario. Los mismos editores y periodistas las consideran como parte del cuerpo fijo del diario. Por lo tanto estas serán consideradas como secciones y no como suplementos.

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marcaron una clara tendencia hacia los contenidos “para entendidos”, reservados a un

sector especializado.

Los diarios quedaron entonces con una sección de espectáculos que introduce de

vez en cuando otros contenidos culturales. Pero no cualquier sección de espectáculos,

sino una parte del periodismo de espectáculos más vinculada con la chismografía, que

hace años se abrió su propio espacio en los medios internacionales (sobre todo en la

televisión), pero no tuvo esa tan clara diferenciación en Uruguay; menos en prensa. La

prensa escrita local adaptó esos códigos de “espectacularización” (en el sentido

“cholulo”) de la cultura que surgieron desde la televisión, introduciendo nuevas formas

(frívolas) de periodismo en las secciones de cultura de los diarios, que por primera vez

incluían chismes, rumores y novedades de la nueva farándula, entre otras cosas. Hay que

aclarar que el éxito de ciertas formas y contenidos televisivos incidió en que ocurrieran

estos cambios en los diarios.

En respuesta a la banalización anteriormente dicha, el periodismo escrito

reaccionó -a grandes rasgos- con dos medidas: los diarios se alinearon a la propuesta

televisiva, en base al éxito de las mediciones de audiencia, y comenzaron a tratar los

temas que funcionaban en televisión. Los semanarios, en cambio, se volcaron hacia un

periodismo cultural especializado y analítico, más profundo, pero muchas veces alejado

de los aconteceres cotidianos3.

Se fue construyendo así la imagen de que un contenido cultural debe ser lento,

aburrido, pausado, recargado, redundando constantemente sobre los mismos autores y

citando frases grandilocuentes y pomposas. Esta imagen parece mantenerse vigente en

pleno siglo XXI. Y esta imagen, que aparentemente legitima a los contenidos culturales,

se extralimita en algunos medios escritos, tornándose a veces inentendibles para aquellas

personas no especializadas (y por lo tanto alejándose completamente del cometido que

debe tener un diario, que es el de informar).

Ya sea por un caso de banalización de la sección cultural o por causa de su

excesiva especialización, el periodismo cultural está llegando poco al público consumidor

de cultura. Pero esto no significa que estemos ante una “crisis cultural”: contrariamente a

esos diagnósticos apocalípticos, hay una fuerte y pujante producción intelectual y artística

que crece y se profesionaliza constantemente. El problema es que no se refleja en las

3 Más adelante veremos cómo se refleja esta tendencia a los contenidos complejos y especializados (dirigidos a pocos) en los semanarios, y a los contenidos “light” y triviales que abundan en los diarios.

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páginas que deberían hacerlo. Y se hace muy poco para atraer al potencial público que

aún no la consume.

El periodismo cultural es visto y puesto en la práctica como un género aparte del

periodismo tradicional político, económico, policial o deportivo, aunque estos también

tienen sus particularidades. Estas particularidades, existan realmente o sean una simple

etiqueta, diferencian al periodista de cultura y lo aíslan en la redacción (¿o se aíslan

ellos?), generando una imagen que vale la pena analizar.

Por otro lado está el factor noticia. Prácticamente no hay primicias en esta

sección. En el ámbito cultural no se tienen tanto en cuenta las noticias de lo que ocurre en

el momento. Se manejan tiempos distintos (ni mejores ni peores, sino particulares), que

muchas veces convierten a la sección en una burbuja aislada de lo que ocurre en el resto

de la redacción.

Ante las evidentes carencias del género, muchos son los que creen que el

periodismo cultural no existe en este país. “Acá en Uruguay no hay periodismo cultural

en los diarios o hay muy poco”, comentó el periodista y editor de cultura Elvio Gandolfo.

No es el único. Sofi Richero, periodista cultural del semanario Brecha, parece coincidir

con esta visión: “No hay periodismo cultural en los diarios. En los diarios se hace

periodismo de espectáculos en tanto se da cuenta de lo que ocurre, de cubrir, cubrir y

cubrir. Pero no periodismo cultural”. El periodista Alejandro Ferreiro sigue esta línea:

“Acá casi ningún diario puede decir que tiene periodismo cultural. Y bastaría con que

hicieran una o dos o tres entrevistas por semana para decir que tienen una parte de

cultura”. Lo mismo opina el periodista Leandro Delgado: “En Uruguay no hay

periodismo cultural. Hay una separación entre la cultura de espectáculos y la cultura

letrada, que acá no se juntan y hasta se desconocen, pero no periodismo cultural”.

Emma Sanguinetti, parece ir un poco más allá: “Periodismo cultural no hubo

nunca en el Uruguay. Lo que sí hubo fueron buenos espacios que cubrían las necesidades

culturales de una sociedad determinada en un momento histórico determinado”.

Y si se ha llegado a cuestionar su existencia, evidentemente es porque hay un

problema con el periodismo cultural.

Estos distintos aspectos de la realidad del periodismo cultural en Uruguay hacen

de esta sección un género muy especial digno de ser investigado, y son los que intentaré

dilucidar a continuación.

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3. DEFINICIONES CONVENCIONALES:

Para analizar qué es lo que se está haciendo en los diarios y semanarios con

respecto al periodismo cultural es necesario establecer algunas definiciones. Si bien son

conceptos que están en continua discusión, se aceptan ciertos convencionalismos que son

los que tomaré para trabajar y que permitirán entender mejor hacia donde dirijo mis

observaciones.

Definición de periodismo cultural

Dadas las complejas relaciones entre periodismo y cultura, y sus tan diversos

significados, es que el periodismo cultural ha tenido serios problemas para tomar una

definición. En este sentido, se hace de la sección cultural una suerte de recipiente donde

se coloca información muy diversa, sin un criterio claro.

No existe un consenso en la definición del periodismo cultural: lo que para

algunos debería ser el tema central del periodismo cultural, para otros es justamente lo

que no debería hacer. Los editores de los distintos medios, la bibliografía leída y mis

propias ideas previas mostraron no coincidir en muchos aspectos, chocando diversas

definiciones de lo que es y lo que debería ser el periodismo cultural.

En el intento de elaborar una definición de periodismo cultural intenté reunir los

puntos en los que más o menos todos coinciden, para de ahí en adelante configurar algo

que me permitiera formar una base para este trabajo.

Acoté mi estudio a una definición de periodismo cultural determinada. Esta

concepción la elaboré en base al análisis y lectura de la bibliografía relacionada

(fundamentalmente tomando en cuenta las definiciones elaboradas por el periodista

argentino Jorge B. Rivera, un referente de esta área), las opiniones relevantes de las

personas entrevistadas para este trabajo, y los contenidos que actualmente tiene (o debería

tener) la sección de cultura en la prensa uruguaya y del mundo. Y esto es lo que me

quedó:

Entiendo por periodismo cultural a toda la elaboración periodística relacionada

a la producción, divulgación y consumo de bienes intelectuales y artísticos a través de

los medios de comunicación masivos en una sociedad determinada, más

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específicamente, dentro de las distintas manifestaciones de las artes, las letras, las

ciencias humanas y las corrientes de pensamiento, mediante un enfoque analítico pero

de interés general y un tratamiento periodístico de la información. Esto incluye literatura,

teatro, música, danza, cine, plástica, eventos culturales populares en todas sus

manifestaciones (tales como el Día del Patrimonio, la Fiesta de la X, el Carnaval o la

Fiesta de la sandía, de la vid o de la yerra4), acontecimientos que contribuyan a la

formación de patrimonio e identidad local, subculturas, y fenómenos sociales, además del

seguimiento de los productores de estos valores culturales. Más adelante profundizaré en

el espectro temático que debe incluir.

El periodismo cultural puede ejercerse en prensa especializada, dentro de un

ámbito académico y reducido, o puede ejercerse en prensa dirigida al público en general.

A este último se dedica mi trabajo. Este periodismo trata en definitiva de promocionar y

difundir eventos cuya esencia sean las artes, artesanías, y temas sociales con cierto

enfoque, que sean de interés para cierto público masivo, y tengan valor informativo y

noticioso.

Pero el rol del periodismo cultural se complica desde el momento de las

definiciones, pues delimitar qué incluye es todo un problema ante visiones tan distintas.

Muchos sostienen que el periodismo cultural también es en sí mismo un productor de

cultura, no solamente un reproductor que aporta información5. Y al otro extremo se

ubican quienes reducen el campo del periodismo cultural a un espectro arcaico y

peligrosamente aburrido.

Qué incluye el periodismo cultural

Intentar delimitar qué temas se incluyen dentro del periodismo cultural es una

forma de entender cuál es la concepción de cultura que se maneja en los distintos diarios.

En este punto tampoco se coincide, pues las concepciones de qué entra y qué no entra

dentro de la sección cultura son muy distintas.

4 Que por cierto se suele cubrir en el suplemento de Agro y no en el de Cultura 5 Más adelante plantearemos este tema de ser “arte y parte” de la cultura, o “hacer arte con el arte”, donde hay distintas opiniones.

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El espectro temático del periodismo cultural parece no tener límites, abarcando

una lista de temas interminable que puede por momentos hasta parecer absurda. Un caso

emblemático de esta “ensalada temática” es la distribución de la sección O2 del diario El

Observador, que incluye desde noticias y entrevistas a personajes de la cultura hasta

temas insólitos con información totalmente descolgada. Pueden incluir desde noticias

sobre estrenos de películas, libros, videojuegos y problemas en las políticas culturales,

hasta un informe sobre la “Deuda con la comisión Ballenera Internacional”6, un listado de

“Las 10 herederas más deseadas del planeta”7, o un “Catálogo de prendas para el día de la

madre”8.

Este carácter ecléctico de las secciones denominadas “culturales” muestra que no

hay un eje común, sino distintas ideas de lo que se entiende debería ir en esa sección. La

agenda noticiosa es una mezcla donde nadie se pone de acuerdo.

Los diarios uruguayos incluyen dentro de la sección que entienden por cultural

temas vinculados a educación, música clásica y popular, historia, artes visuales,

programación televisiva, chismes y farándula, teatro, cine, literatura (muy poco, limitado

a reseñas de libros que son muchas veces la inclusión textual del comunicado enviado por

el sello editorial). Generalmente los diarios se limitan a cubrir básicamente televisión,

cine, teatro, música y farándula. Pero incluso se pueden llegar a encontrar columnas de

carácter filosófico y reflexivo, análisis de las distintas corrientes del pensamiento y

debates académicos.

El fenómeno de la publicidad también es tema del periodismo cultural. Las

publicidades en muchas ocasiones son productos artísticos de calidad. Por lo tanto, ya no

es vista solamente como financiadora de los medios (y gran parte de los espectáculos y

eventos), sino que además la publicidad es vista en sí misma como objeto de contenidos

culturales. En muchos medios aparecen noticias sobre esta veta artística de la publicidad,

independiente de las relaciones comerciales que las agencias puedan tener con los

medios.

Las posibilidades temáticas del periodismo cultural en los diarios parecen no tener

límites, llegando a cubrir temas como arquitectura, urbanismo, filosofía, ciencias sociales

o derecho. Esto tiene sus ventajas creativas, pero a veces también justifica lo

6 Publicado en diario El Observador, el 6/5/1007 7 Publicado en diario El Observador, el 21/5/2007 8 Publicado en diario El Observador, el 10/5/2008

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injustificable. Y no es solo en el caso de las secciones del diario. En los suplementos esto

también ocurre.

La heterogeneidad temática hace que los suplementos culturales puedan contener

información sobre ciencia, si bien el periodismo científico tiene un espacio bien

diferenciado del cultural9. El problema es que en los diarios locales el periodismo

científico no tiene dedicado un espacio, lo que hace que los contenidos de ciencias se

repartan entre las secciones de cultura y sociedad.

Visto este amplio panorama, parece que nada queda afuera del alcance del

periodismo cultural.

El periodista y editor Homero Alsina Thevenet10 (de quien hablaremos repetidas

veces) decía que el periodismo cultural es como un edificio con muchas puertas de

entrada (música, cine, teatro, etc). En una analogía similar, en la redacción del

Washington Post dicen que es como un supermercado donde se encuentran los mejores

productos en cada góndola11. Es decir, se puede encontrar de todo, mientras esto sea

bueno. Pero esto no significa que no pueda acotárselo y que haya personas que decidieron

limitar ese campo de acción.

Parafraseando a Jorge B. Rivera, se pueden ver tres enfoques del periodismo

cultural: uno que apunta a los problemas de políticas culturales y su implementación, otro

que incluye a científicos y humanistas y la difusión de sus conocimientos, y una tercera

vía que analiza las relaciones entre las artes y cómo estas son tratadas por los medios de

comunicación. A su vez, estos enfoques pueden ser tratados mediante tres posturas:

especializada, de divulgación (tratamiento más trivial), o como noticia cultural en los

medios masivos (cada una con un uso particular del lenguaje, la calidad informativa y los

temas a tratar). Las noticias culturales además pueden ser encaradas a través de tres

formas: la nota, la crítica y el ensayo cultural (valiéndose además de los géneros

periodísticos básicos como entrevistas y reportajes12).

9 Tomado de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Pág. 15 10 “La mayor gloria del periodismo cultural uruguayo”, como lo calificó el periodista Gustavo Laborde en su obituario el día 13/12/2005 publicado en el diario El Observador. En ese artículo además agregó que H.A.T. “Dignificó una especialización que no pone noticias rimbombantes en las tapas de los diarios, pero que los prestigia y se ocupa de los intereses de la masa lectora más crítica y sofisticada”. 11 Palabras del periodista Pablo Izmirlián en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007 12 Cabe aclarar que los géneros periodísticos del periodismo en general rigen también para el periodismo cultural, aunque con ciertas particularidades (Ver en anexos “Géneros del periodismo cultural”)

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13

La forma de encarar el periodismo de cultura excluye a la prensa literaria

especializada, ya que responde a otro lenguaje e intereses, pero no se puede negar que

muchas veces el periodismo cultural termina “pisándose” con los textos propios de una

revista literaria. La revista de crítica cultural sería un híbrido, un caso diferente13.

El subjetivismo de los periodistas también limita los temas que incluye el

periodismo cultural. Cada editor maneja “su librito” y mete lo que quiere dentro de él.

Esto puede ser normal hasta cierto punto y ocurre en todas las secciones. Incluso puede

llegar a ser un factor muy positivo para la imagen del medio; si la personalidad de un

editor da identidad a una sección (cualquiera sea), debe ser el motivo de que algunos se

coticen bien. El problema es cuando hay diferencias radicales en los conceptos de lo que

se incluye dentro de la sección cultural de la prensa14.

Para María José Santacreu, editora de cultura del semanario Brecha, todo puede

ser periodismo cultural si se le encuentra un enfoque adecuado: se puede hacer

periodismo cultural con cualquier tema, desde un lavarropas, una línea de cosméticos, o

hasta un ventilador, pues “el periodismo cultural tiene que ver más con la mirada que con

el contenido”. Según Santacreu “es una mirada sobre cualquier objeto, no necesariamente

de cultura, pero con una mirada cultural; relacionar un elemento de la cultura pero con

cualquier otro fenómeno”. La editora además agregó que el periodismo cultural es una

mirada cultural sobre el mundo, preferentemente sobre objetos culturales, pero que puede

ser “sobre cualquier otro objeto que amerite una reflexión, una idea”. El problema es que

no todos entendemos lo mismo por “enfoque cultural”, o qué enfoque se necesita para

que un tema vaya en cultura. Queda librado a la subjetividad de cada uno.

El periodista Jaime Clara va un poco más allá: “Cualquier cosa puede ser

periodismo cultural. Tenés que hacer convivir el travesti que está con Tinelli junto con el

aniversario de Kafka”. Como dijo la periodista Emma Sanguinetti, “El periodismo

cultural es algo muy amplio. Hay que ir más allá de la reseñita que está en todos lados”.

Pero no todos les editores están alineados con esta visión, y muchas veces “la

cultura” queda reducida en los medios a libros, música y plástica.

En una charla que asistí sobre periodismo cultural en la Asociación de la Prensa

Uruguaya (APU) los panelistas coincidían en que hay editores que no conciben que vayan

13 OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Págs. 19-25 14 Más adelante veremos esta importancia del editor y su subjetividad, pues se manejan criterios muy subjetivos para decidir qué va y qué no.

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14

dentro de la misma sección la ópera y la murga. O medios que antes no admitían que se

cubriera el rock en sus páginas de cultura. Igualmente a través de las entrevistas pude ver

que esta visión tiende a desaparecer, ya que de a poco la lista de temas se va ampliando y

enriqueciendo.

Pese a esto continúan al margen temas como la movida tropical, la cumbia, el

canto popular y las tradiciones, por poner algún ejemplo. Estos están estigmatizados en

las páginas culturales de los grandes diarios, salvo escasas excepciones15. Sobre esta falta

de atención a ciertos temas, José Gabriel Lagos, editor de La Diaria, comentó: “Se puede

argumentar que la música tropical es parte de la cultura. Pero no sé si en estos tres años

del diario habremos hecho siquiera una referencia lateral, menos una reseña de un disco

de cumbia, ni anunciar un espectáculo. Es más bien una limitación. Hay una falta de

interés consciente de hacerlo, pero también una falta de sinceridad, una falta de personas

adecuadas para hacerlo bien, no mirándolo como antropólogos que observan de lejos lo

que ocurre, porque eso también sería injusto comparado con el tratamiento que le das a

un disco de rock o a un libro que te interese”.

Evidentemente, el periodismo cultural es un terreno muy difícil de delimitar,

debido también a la flexibilidad y amplitud temática que ofrece. No es en sí mismo un

problema, pero sí que genera dolores de cabeza si uno lo quiere entender.

Las secciones se pisan, y esto es normal. Una misma noticia sobre una tribu

urbana que se forme en internet puede aparecer en el diario en cualquiera de sus

secciones, sin ponerse de acuerdo en dónde incluirlo. El problema es cuando la misma

noticia se repite en secciones distintas, como a veces ocurre (incluso con días de

diferencia). La cultura se filtra también en los suplementos especiales (el suplemento

dominical del diario El País, por ejemplo), sobre todo con algunas entrevistas a

personajes del ámbito cultural (salvo los personajes de la “alta cultura”, que solo están en

los suplementos culturales o los semanarios).

15 Curiosamente, son los géneros musicales más escuchados por los uruguayos. Según la última encuesta de consumo cultural (DOMINZAIN, S, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Segundo Informe sobre consumo y comportamiento cultural. Uruguay, 2009), el 38% de la población escucha folclore, el 27% cumbia y el 16% música tropical. Si bien es una encuesta cuestionable en cuanto a sus criterios de clasificación (por ejemplo, cuál es el límite entre cumbia y música tropical), creo que es pertinente mencionarla dada su importancia y magnitud. Además, “El ámbito en donde trabaja una mayor cantidad de intérpretes en vivo es el del circuito de música tropical” (Stolovich, L. y otros. La cultura da trabajo. Pág. 231). Quizás este género no coincida con el perfil del consumidor de diarios (esta relación no se ha estudiado aún, aunque se puede esgrimir que el actualmente bien escaso público lector de diarios no es exactamente fan de la cumbia), pero no se puede desconocer la importancia de estos géneros que casi no aparecen en los contenidos culturales de prensa.

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15

Las distintas facetas del Espectáculo

La palabra “espectáculo” tiene diversas acepciones dependiendo de cómo se

utiliza. En los medios de comunicación de masas generalmente se da esta confusión, pues

es un término que muchas veces se utiliza en forma peyorativa desde el periodismo

cultural. Pero no hay que confundir esta carga de la palabra con su significado en sí.

Una ópera, un guión bien hecho para una película, un estreno de teatro sobre un

texto de un ganador de premios, o con un actor de primera, es siempre un espectáculo y

va en Cultura, se llame como se llame a la sección. La parte más liviana del espectáculo

se ubica en la frontera de lo que es una página de Cultura y lo que llamándose

“Espectáculos” es en realidad entretenimiento de mala calidad y chismografía. Por eso

genera tanta discusión si son o no parientas.

La palabra “Espectáculo” refiere a las actividades para ser contempladas,

relacionadas a la diversión y el goce intelectual, al entretenimiento (la industria del

entretenimiento y el “mundo del espectáculo”). Esta visión muestra al espectáculo como

contemplación y como consumo de un público espectador que asiste y lo presencia. Pero

hay otro sentido que ha adquirido la palabra “espectáculo”, sobre todo en los medios de

comunicación.

Como escribe el filósofo francés Guy Debord, los medios de comunicación de

masas toman un aspecto restringido del significado de lo que es el espectáculo. ¿Cuál es

ese aspecto? Según este autor, el que los medios determinen como tal16, algo bastante

tautológico, pero que muestra que en definitiva queda librado al criterio de cada medio

qué es considerado espectáculo y qué enfoque se le dará.

El problema es cuando se utiliza despectivamente, viendo al mundillo interno del

espectáculo como un conjunto de chismes sin fundamento, escándalos y polémica de

personajes que muchas veces no tienen un mérito definido (como un travesti que cante

horrible o el vecino de una vedette que dice tener información sobre su vida sexual). La

palabra “espectáculo” no contempla esta definición en ningún diccionario o manual, pero

la vemos a diario en los medios. Esta derivación de “espectáculo” como entretenimiento

16 Debord, G. La Sociedad del Espectáculo. (Op. Cit. En bibliografía). Madrid, 2000. Cap. 1 / Tesis 24.

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16

liviano y frívolo, el discurso del espectáculo como “show” trivializado, es la que

denominaré como “Cholulismo”, ya que no es exactamente “farándula”17.

¿Por qué es que hay que hacer estas distinciones? Porque los términos se prestan a

la confusión no solo en sus significados, sino que también porque aparecen elementos de

un tipo de periodismo en secciones que corresponden a otro. Y porque el espectáculo es

parte del periodismo cultural, pero el periodismo cultural no es solo espectáculo.

¿Qué tipo de periodismo cultural es el correcto y adecuado?

Habiendo aclarado los términos necesarios y en vistas de que el espectro temático

de las secciones que cubren cultura en los diarios uruguayos es muy amplio, es necesario

establecer qué es lo que conforma un buen periodismo cultural. Esto me permitirá tener

un medidor básico que luego me servirá para hacer mis evaluaciones a lo largo de esta

Memoria de Grado.

Por periodismo cultural correcto y adecuado entiendo el que es

convencionalmente aceptado como tal. Extraigo esto de las lecturas y entrevistas

realizadas para esta investigación, así como de la comparación realizada con otros medios

extranjeros. No considero que haya que marcar dónde hay buen periodismo cultural y

dónde no lo hay, pues en realidad se hace buen periodismo cultural actuando con rigor y

profesionalismo, brindando información legítima y certera (los criterios son los mismos

que para el periodismo en general). Sí se puede distinguir qué elementos componen una

sección adecuada a cultura, qué elementos componen una sección de espectáculos y qué

una sección "cholula" o de chimentos.

¿Por qué se entremezclan las secciones? Algunos elementos que componen una

sección cultural se cuelan dentro de la sección de espectáculos de los diarios porque no

hay actualmente otro espacio en los diarios uruguayos. Si se mezclan es porque hay 17 La RAE define a la farándula como “Profesión y ambiente de los actores”, sin aportar muchos datos más. La palabra en sí no tiene una carga negativa. Pero su segunda derivación es la que más ha incidido en nuestra forma de utilizar la palabra “farándula”, con una connotación negativa: La palabra “farándula” se utiliza despectivamente en Argentina, Cuba, El Salvador, Uruguay y Venezuela, designando al “Mundillo de la vida nocturna formado por figuras de los negocios, el deporte, la política y el espectáculo”. Esta última definición es la que denominaré “cholulismo”, para distinguir de la otra acepción, juntándola con la derivación despectiva de espectáculo que vimos más arriba. Esta parte negativa de la farándula no incluye solo el “jet set” estelar y los personajes famosos de Hollywood o actores de teatro y telenovelas, sino que se trata además de famosos por nada en particular, por ser modelos de referencia sin ningún talento que los destaque más allá de ser mediáticos, por ser familiares ilegítimos de alguien, o simplemente porque sí.

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17

motivos para que se confundan. Pero que se presten a confusiones sólo significa

comprenderlas, no aceptarlas como buenas a todas. No se debería meter todo en una

misma bolsa: hay que intentar distinguirlas. Así sabremos qué está bien puesto y qué no

está bien puesto en cada sección, y cuál sección se acerca más a una visión consensuada

de lo que debería ser una página cultural. Y cuál no.

Ciertos espectáculos son más que adecuados para cubrir en una página cultural,

como vimos. El tema es que ese mundo deriva en otro, paralelo y casi contiguo, que son

los que trabajan en el mundo del espectáculo, cosa que puede ser interesante porque al

mostrar sus personalidades uno puede ver su capacidad creativa, su talento artístico, su

solidez actoral, etcétera. Pero que van en una sección propiamente de "Espectáculos". A

su vez, ya que todo eso cubre lo que se refiere a personas famosas que tienen sus vidas y

que son llamativas, de golpe podemos entonces encontrarnos con el "Cholulismo".

Esto me parece que es importante explicar, ya que si bien es necesario separar la

paja del trigo, hay razones valederas para que se confundan. No es casualidad que en

Uruguay muchas veces aparezcan en los diarios entreveradas. Diferenciar estas secciones

es justamente el gran desafío que le plantea al periodismo.

En ese sentido, un corte prácticamente ya realizado en casi todos los medios del

exterior, es el que separa “Cultura” de “Espectáculos” (pero en su corte más grueso). Las

páginas de cultura tienen excelentes notas sobre espectáculos, pero dejan para una

sección separada lo que es el Espectáculo como “Cholulismo” o “Show Biz”.

Todo esto implica que una definición está en la frontera de la otra, y esa en la

frontera de la otra. Por transitiva se llega a que "Cultura" y "Cholulismo" se confundan. Y

es un problema. Por ejemplo: Dinamarca está al lado de Alemania, que está al lado de

Francia que a su vez está al lado de España. Sí, todo está al lado, y la frontera que lo

separa es nada. Pero al final Dinamarca y España no tienen contacto alguno. Ese es el

entrevero a resolver, pues todo está "en la frontera de". Pero si prestamos atención, al

final lo que parece tan cercano (Dinamarca y España) en realidad no tiene nada que ver.

A mi criterio, para que haya periodismo cultural de calidad debe haber un

equilibrio de distintos elementos en cuanto a contenidos. El análisis de la calidad de los

contenidos se basará en buena parte sobre este equilibrio, analizando en cada medio si

hay algún desequilibrio y en qué forma. Donde hay desequilibrios tenemos problemas,

tanto en una como en otra dirección.

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18

¿Qué elementos debe haber en una sección para considerarla cultural?

Lo siguiente es lo que considero debe tener un diario en su sección cultural, se

llame como se llame o se subdivida como quiera18.

Tiene que haber:

Una sección cultural es ante todo actualidad de espectáculos en tanto la industria

del entretenimiento, además de literatura y exposiciones. En cuanto a los temas, debe

cubrir toda la información sobre cine, música, libros y artes escénicas (sea ópera, danza o

teatro)19.

Además, una buena sección debe cubrir las políticas culturales, exponiendo las

distintas visiones sobre un tema de agenda, además de temas como plástica, comic,

televisión, literatura, entrevistas a distintos agentes culturales, reseñas, recomendaciones

y avances, lenguaje, exposiciones, y eventos patrimoniales o fiestas populares

tradicionales.

Debería haber columnas de opinión especializadas sobre alguno de estos temas:

críticas de arte, de cine, de música, de teatro, de actualidad cultural en general deberían

también ser parte de la sección.

Puede haber:

Se puede incluir además de lo anterior debates intelectuales sobre algún hecho de

la agenda cultural, exponiendo distintas visiones sobre un tema de la agenda, así como

opiniones sobre la actualidad política desde un enfoque cultural.

Pueden cubrirse también temas como internet y ciberespacio (blogs, redes

sociales, curiosidades de internet), fotografía, noticias de la interna académica, cuentos

cortos, poesía, videojuegos, y tendencias.

18 La sección Espectáculos suele ser más restringida, y además el criterio de delimitación depende del diario (en el mundo generalmente se cubren los mismos temas que la sección cultural, pero en noticias breves y coloridas de la interna artística, generalmente más relacionado con los estrenos, “avant premieres” y eventos culturales). 19 El "cine arte" (por denominar a un tipo de cine "no taquillero") también debe ser contemplado. Lo mismo con la música "culta" y la “popular”; los géneros que cubra dependen del público al que se dirige cada medio, pero cuanto más contemple, mejor. Reseñas sobre libros considerados potenciales "best sellers", así también como los de "público restringido" deberían figurar en una sección cultural. Las artes escénicas también deben estar incluidas: teatro, danza, y las distintas ramas del carnaval.

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19

En menor medida, y con la relevancia noticiosa pertinente, pueden incluirse temas

sobre educación, ambiente académico, y la interna televisiva. Siempre que la agenda lo

amerite se puede hablar temas de lenguaje, filosofía e historia, o breves ensayos

reflexivos.

Se puede colar:

En la sección de cultura de un diario puede además, eventualmente, cubrirse

temas sobre fenómenos sociales, subculturas y tribus urbanas, sociología y consumo, y

aspectos tecnológicos y avances que inciden en la cultura. Es posible que estos temas

tengan una sección propia, pero se “cuelan” de otras secciones como parte de esta

interacción en los límites que mencionamos anteriormente.

Además pueden colarse temas como actividades de ocio y tiempo libre, como por

ejemplo, paseos culturales y moda. Cierta información sobre cultos y ceremonias

religiosas, así como festividades locales, pueden aparecer si la agenda lo amerita.

La información "cholula" es de lo más limitada en esta sección. Sólo en las

ocasiones que la agenda lo amerite, pueden colarse los contenidos “cholulos”, los que

incluyen la vida privada de las personas y el mundo del espectáculo (por ejemplo, en el

caso de polémicas por una herencia de un artista, por la autoría de una obra o temas

similares). ¿Hasta dónde está bien que se cuelen los contenidos “cholulos” en la sección

cultural? Ese criterio es fundamentalmente otorgado por la agenda y la relevancia

noticiosa.

Se pueden colar también (aunque es más propio de un suplemento cultural)

cuentos cortos, poesía, fragmentos de un libro, así como breves columnas de reflexión

filosófica, análisis discursivo puntual sobre los medios de comunicación o los dichos de

algún político en la semana y otras curiosidades semióticas

No debe haber:

La chismografía y rumores sensacionalistas no son para publicar

periodísticamente en una sección de cultura. Sí sirven para dar pie a la investigación de

un periodista (como un dato que lo motive a averiguar más), y que este luego elabore un

reportaje y corrobore o no esa información, pero no son publicables ni en Cultura ni en

Espectáculos. Sí en una sección aparte, de prensa rosa o periodismo de chimentos.

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Los ensayos literarios, temas de historia, pensamiento filosófico complejo, cine

antiguo, concursos y convocatorias culturales son temas propios de un suplemento

cultural más que de una sección diaria; lo mismo con las publicaciones de cuentos cortos,

poesía, fragmentos de un libro y reportajes intensivos. Aunque esto último es discutible

pues, siempre que no se abuse, estos temas pueden llegar a incluirse. Es que en los

últimos años la tendencia ha sido traspasar poco a poco estos temas al suplemento, y no

todos los diarios tienen un suplemento cultural.

Temas como ocio y tiempo libre, horóscopo, ciencia, tecnología, salud y sociedad

deberían ir en una sección separada.

Aparte:

Para cubrir la agenda cultural además, el diario debe ofrecer el servicio de

cartelera de cine, teatro, música, televisión y otros (exposiciones, actividades culturales,

ponencias y presentaciones).

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21

4. PERIODISMO Y CULTURA: DOS CONCEPTOS EN PUJA

El problema es de raíz, ya que las palabras “periodismo” y “cultura” parecen

enfrentarse desde su etimología: “El periodismo cultural es un campo demasiado extenso

y heterogéneo (…) Su propia enunciación sugiere oposiciones y disyunciones

nominales”20.

Las palabras “periodismo” y “cultura” sugieren desde sus significados una

problemática de enunciación, ya que desde sus raíces suponen una negación (un

“oxímoron borgeano”21, como dice Jorge B. Rivera, uno de los principales referentes

regionales si se quiere investigar el periodismo cultural22). Suele verse a la cultura como

algo estancado, arraigado y duradero, mientras que el periodismo se lo ve como

dinámico, temporal. No considero que esto sea exactamente así, pero son muchos los

autores que establecen esta dicotomía. Y como nos enfrentamos a dos definiciones muy

abiertas, es necesario discutir sobre qué es lo que entendemos cuando hablamos de

periodismo y de cultura.

Periodismo “blando” = ¿poco interés?

El periodismo tradicional suele hacer una separación entre periodismo “duro”

(político, policial y económico) y periodismo “blando” (cultural, social y de

espectáculos), suponiendo que el primero es un periodismo riguroso, que exige manejarse

con fuentes complejas, obligado a verificar los datos que consigue y exigido a dar hechos

y cifras precisos, mientras que el otro es de interés “humano”, “testimonial”, que se mete

en la vida íntima de ricos y famosos a través del chisme sin sustento y cubre temas

20

RIVERA, Jorge B. El periodismo cultural, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1995. Pág. 9 21 El oxímoron es una figura antitética, contradictoria, la conjunción de dos opuestos. Borges se valía muy seguido de esta forma, de 'la coincidencia de los opuestos', para crear su universo literario. Comenzó con expresiones más forzosas y artificiales, como 'lejanamente cercana', 'famosamente infame' y 'desesperadamente esperanzado', pero como dice el texto de Rafael Olea Franco, con el tiempo se complejizan las expresiones, adquiriendo otras riquezas: "silencio atronador”, “luz oscura”, “lleno de nada”, “tensa calma”, “fuego sin luz”, “soledad habitada y poblada”, “Historia de la Eternidad”, "paisajes invisibles", etcétera. La expresión oxímoron borgeano es un lugar común frecuentemente utilizado entre algunos intelectuales argentinos para hacer referencia a opuestos con cierta complejidad. (Tomado de Olea Franco, R. Borges: la búsqueda del estilo, págs. 181-182, Op. Cit. En bibliografía). 22 RIVERA, Jorge B. El periodismo cultural, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1995. Pág. 12

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22

“cholulos”. He tenido profesores en la carrera de periodismo que manifestaron coincidir

con esta postura dicotómica entre un periodismo “de verdad” y uno más liviano.

Pero esto no significa que haya sido siempre así, ya que el periodismo cultural

supo ganarse cierto prestigio cuando estaba integrado por críticos de renombre, muy

duros, que daban una identidad importante a los suplementos de los diarios. Además,

todo periodismo, sin importar su sección, debe cumplir con esos rasgos del “periodismo

duro”, no es excluyente. Hay periodismo cultural muy riguroso, que maneja fuentes con

seriedad, que verifica y aporta datos precisos. Pero el preconcepto existe, y si bien la

división es un tanto arbitraria, hay algo de cierto en ella.

Esta concepción podría también aportar a que haya poco interés por parte de los

propios estudiantes de periodismo por esta área, ya que estarían poco motivados por los

profesores a tomar este rumbo. Que haya un periodismo “duro” y otro “blando” puede

hacer que los propios estudiantes de periodismo en parte elijan ir hacia el periodismo

tradicional (predominantemente político). Como dijo la periodista Emma Sanguinetti, “es

lógico que así sea, porque la política mueve el mundo. Aquello que le afecta a la gente de

manera directa es lo político: si vivís en una dictadura te afecta de manera directa, si van

a poner un impuesto te afecta de manera directa. Que haya una exposición más o menos

de Torres García no te afecta de manera directa. Te puede ayudar a ver el mundo de otra

manera, que eso es lo maravilloso que tiene la cultura y el arte, pero a la hora de lo

práctico sin duda que un diario tiene que empezar con sus páginas políticas”.

Si esto fuera así y los profesores efectivamente disminuyen la importancia de esta

área dentro de la formación de futuros periodistas, entonces no es de extrañar que haya

pocos interesados, o que los potenciales buenos periodistas en este rubro no reciban las

influencias y la formación adecuada para introducirse en esta área. Pero esto es refutable,

pues también cuentan las motivaciones de cada estudiante en formarse culturalmente.

Quizás el motivo sea el contrario y en realidad son los estudiantes los que no están

formados ni interesados en formarse en lo cultural. Suele decirse que las nuevas

generaciones son “incultas”, desinteresadas por aprender, que no leen o leen cada vez

menos. La formación cultural “hoy no la está dando la enseñanza pública, ni la

privada”23. Jaime Clara, periodista cultural radial y docente de periodismo, da cuenta de

este problema: “Me acuerdo que en la universidad hicimos una prueba y un alumno

23 Palabras de Juio Villegas en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008 Pág. 341

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23

respondió que Mauricio Rosencof era un corredor de Fórmula 1, o que Horacio Quiroga

es el autor del Quijote, como me puso uno el año pasado en una prueba”. Clara además

agregó que “el problema viene desde la escuela, pero ni siquiera la universidad te genera

esas inquietudes”, lo que termina sacando periodistas ignorantes y, para peor, testarudos:

“He tenido discusiones con periodistas de televisión que me aseguran y me discuten que

Jorge Luis Borges se llamaba José Luis Borges”, comentó Clara como ejemplo.

Aparentemente hay poca oferta interesada por el periodismo cultural. María José

Santacreu, editora de Cultura del semanario Brecha, me comentó que necesitan

periodistas interesados en el área y que no los encuentran: “Creo que hay pocos

periodistas. Estando acá como editora me llama la atención que no haya una cola de gente

pidiéndome para escribir en cultura. Tenés que salir a buscarlos”.

Santacreu no es la única que me ha manifestado esta dificultad para encontrar

periodistas interesados en el área cultural. José Gabriel Lagos, editor de La Diaria,

coincide con esta curiosa realidad: “Nosotros pensamos que iban a llover currículums,

pero no. Son más los casos en que los tenemos que salir a buscar”.

Todo lo contrario piensa Mariana Percovich, ex periodista cultural y actual

coordinadora de artes escénicas de la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de

Educación y Cultura (MEC), quien afirmó que no está de acuerdo con esta sensación de

falta de periodistas interesados en cultura: “Yo de hecho vivo viendo periodistas

culturales… que duren es otra cosa”.

De esta realidad solo tengo opiniones. No hay datos concretos, por lo que no

puedo asegurar este problema de manera sólida. Simplemente me parecía importante

destacar que esta situación existe actualmente en algunos medios y llama la atención.

Sea una causa o la otra, el problema del periodismo cultural también pasa por

estos preconceptos: está puesto en un lugar menor en relación al “periodismo duro” y no

tiene una formación especializada, aunque no se puede determinar si no hay interesados

porque no hay formación específica o si no hay formación porque no hay interesados en

especializarse. Habrá que ver si fue primero el huevo o la gallina.

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24

Las distintas “culturas”

Si bien entrar en la discusión sobre qué es “Cultura” parece volver una vez más a

caer en el lugar común (prácticamente todos los libros que plantean esta temática saturan

en el análisis de la misma polémica), considero que es muy necesario y enriquecedor que

se discuta, aclare y defina de qué hablamos cuando hablamos de “cultura”. Aunque sea

por una vez más, esto no puede pasar por alto.

La noción de “cultura” es polisémica, tiene distintos significados que varían desde

la sobrevaloración del concepto hasta su subvaluación. Posee muchísimas definiciones

que van desde lo amplio y abarcativo a lo restrictivo y hermético.

Se pueden establecer dos grandes tradiciones: una clásica y otra antropológica. La

línea clásica entiende a la cultura como algo “ilustrado” o elitista, que delimita lo

“cultural” a una minoría privilegiada y al refinamiento de las bellas artes y el

enriquecimiento del espíritu humano (lo más “elevado” de la producción humana); esta

visión ve lo cultural como “el recorte escogido –destinado a una minoría de conocedores–

de las producciones más refinadas del espíritu humano”24. La otra tradición es la que

proviene de la antropología, que entiende a la cultura como vasta e integradora, donde

toda producción humana es considerada como cultura (concepción de E. B. Tylor forjada

en 187425). Como Raymond Williams ha delimitado, son dos estas grandes corrientes:

una que ve a la cultura como un todo, “implicado en todas las formas de actividad social”

(que es más o menos lo mismo que decir “toda la vida humana”) y una visión más

especializada (paradójicamente la más corriente) que ve a la cultura limitada a las

actividades intelectuales y artísticas, “aunque estas, a causa del énfasis sobre un sistema

significante general, se definen ahora con mucha más amplitud, para incluir no solo las

artes y formas tradicionales de producción intelectual, sino también todas las `prácticas

significantes´ -desde el lenguaje, pasando por las artes y la filosofía, hasta el periodismo,

la moda y la publicidad- que ahora constituyen este campo complejo y necesariamente

24 RIVERA, Jorge B. El periodismo cultural, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1995. Pág. 15 25 Definición de Edward B. Tylor: “La cultura o civilización, en sentido antropológico, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridas por el hombre en cuanto miembro de la sociedad”. Aunque hay que aclarar que Johann G. Herder fue el primero en hablar de distintas “culturas” en una misma nación (Tomado de WILLIAMS, Raymond. Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad. Ed. Nueva Visión. BsAs, 2000. Pág. 90)

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25

extendido”26. Si bien son dos grandes modelos de visión cultural (restrictivo y amplio),

evidentemente hay más versiones de esta confusa definición.

De todas las variantes que tiene la palabra “cultura”, Williams reconoce tres

categorías generales activas en uso:

I) “Cultura” como el sustantivo independiente y abstracto que designa un proceso

general de desarrollo intelectual, espiritual y estético (uso que comenzó a darse

a partir del siglo XVIII),

II) “Cultura” como el sustantivo independiente (general o específico) que indica

un modo de vida determinado, de un pueblo, de un período, un grupo, o la

humanidad en general (uso que comenzó con Herder y Klemm, luego retomado

por Tylor), y

III) “Cultura” como el sustantivo independiente y abstracto que describe las obras

y prácticas de la actividad intelectual y especialmente artística. Este uso de la

palabra “cultura” es relativamente tardío (fines del siglo XIX, principios del

XX), pero hoy parece el uso más difundido: cultura es música, literatura,

pintura y escultura, teatro y cine27.

El concepto de cultura es complejo y multidimensional. Se puede analizar desde

distintas acepciones: en un sentido objetivo (como producción humana en una época o

lugar geográfico determinados), en un sentido subjetivo (como cultivo o formación del

individuo), como oposición a naturaleza, como cultura académica o de élite (contrapuesta

a la cultura de masas o popular), o en sus aspecto social de cultura-subcultura-

contracultura, entre tantas otras perspectivas. En este relativismo cultural donde todo

vale, el campo del periodismo cultural sería ilimitado. Esto no es un peligro en sí mismo,

ya que si se hace un buen periodismo, serio y riguroso, no debería haber problemas.

El libro de Kroeber y Kluckhohn recoge 164 definiciones distintas de cultura28. Y

este libro fue escrito en 1952, por lo que no es novedad que este sea un concepto difícil

26 WILLIAMS, R. Cultura. Sociología de la comunicación y del arte. Paidós. Barcelona, 1981. Pág. 13 27 Tomado de WILLIAMS, R. Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad. Ed. Nueva Visión. BsAs, 2000. Pág. 91 28 Luego se expandió aún más con otros autores. Por ejemplo, Abraham Moles recogió luego más de 250 definiciones de cultura. Y el crecimiento no parece detenerse, lo que complejiza aún más la situación.

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para ponerse de acuerdo29. Como vemos, nadie tiene demasiado claro de qué estamos

hablando cuando utilizamos la palabra cultura.

Si buscamos en su etimología puede que nos acerquemos a lo que se entiende

como “cultura” en la prensa (al menos desde gran parte de los periodistas culturales

uruguayos). Etimológicamente la palabra “cultura” proviene del latín “colere”, que

significa labrar o cultivar el campo para hacerlo fértil30. Esto, tomado en sentido

metafórico, es lo que determinó el sentido formativo y evolucionista de la noción de

cultura, su función sanadora y pedagógica. Esta fue la primera idea del concepto, que

implicaba un desarrollo del alma en busca de un ideal de ser humano, un ideal científico,

moral y artístico31.

Esta concepción limitada degrada a “la masa”, “la plebe”, como si esta fuera

“acultural”, cuando en realidad es la que produce más cultura y con mayor frecuencia, si

nos regimos por la definición amplia. Esto no hace más que dificultar el acceso de

productos culturales, tanto a unos como a otros, ya que no posibilita la interacción entre

los pertenecientes a uno u otro grupo, perdiendo todos por igual.

La distinción entre “cultura elitista” y “cultura para la mayoría” suele asociarse

con una cultura cuya producción es creativa y original y otra cultura reproductiva, de

reproducción de la industria cultural, dirigidas respectivamente a un público

especializado (la primera) y a un público no especializado pero interesado32. Creo que

este tipo de relaciones bivalentes (cultura alta/baja, vanguardista/reproductora,

elitista/popular, tradicional/moderna, erudita/vulgar, arte serio/arte ligero, cultura

superior/cultura de masas) no hacen más que preservar una “xenofobia cultural” que aleja

a unos de otros, además de confundir el panorama, que ya de por sí es complejo. Son

clasificaciones erróneas, imprecisas y simplistas. Pero muchas veces las tenemos

incorporadas.

¿Desde dónde se planta entonces el periodismo cultural? ¿Desde una noción de

cultura fragmentada, divinizada y con escalafones? ¿Desde una noción de una cultura

29 Los propios Kroeber y Kluckhohn ofrecieron su definición: «un conjunto de atributos y productos de las sociedades humanas y, en consecuencia, de la Humanidad, que son extrasomáticos y transmisibles por mecanismos distintos de la herencia biológica»… no creo que sea la más adecuada al caso. 30 Tomado de WILLIAMS, R. Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad. Ed Nueva Visión. BsAs, 2000. Pág. 87 31 Tomado de FALGUERAS SÁNCHEZ, Francesc; FINA RIBÓ, Xavier. Análisis del concepto de cultura. En CHABANEAU, L. E. Introducción a la materia Gestión de la Comunicación. Ficha Nº1, UCUDAL, 2007. Págs. 7-30 32 Parafraseando a OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, 2007 (pág. 16) y RIVERA, J B. El periodismo cultural, Bs As, 1995 (pág. 16)

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homogénea y banalizada? ¿Desde otro lado? Como veremos más adelante, está en un

punto medio, ni un extremo ni el otro.

En la actualidad la prensa cultural diaria se ocupa de reproducir y divulgar lo que

respecta a la industria cultural y generalmente deja al margen otros contenidos.

Aclaremos que la industria cultural es la cultura producida para el consumo en

masa, que atiende las necesidades de valor de cambio y valor de uso, evaluada según su

aceptación del mercado y no por su valor estético, filosófico o literario intrínseco.

Theodor Adorno y Max Horkheimer, dos intelectuales de la Escuela de Frankfurt,

forjaron este concepto alrededor de 1945 como una dimensión “anticultural” o

“acultural”, una falsa conciliación entre producción material e ideal que no era

considerada como arte33. En sus comienzos el periodismo cultural entendía que la

industria cultural no era “cultura”. Según el periodista Gustavo Escanlar, pasó mucho

tiempo para que el cine fuera incluido en la agenda de las páginas culturales uruguaya:

“Aún antes que la cultura mediática se impusiera también estaban esos preconceptos. El

cine y el cómic eran considerados un arte menor en relación a los libros y el teatro,

incluso en los diarios. El cine empezó a asumir una mayor importancia mediática recién

en el año 58 ó 59, cuando entre el Cineclub y Homero Alsina en las páginas de El País

descubren a Bergman. Pero antes el cine era menor. Siempre estuvo eso de la cultura alta

y la cultura baja [en el imaginario colectivo]”. Si bien hoy en día no se puede negar que la

industria cultural es parte obligatoria de todo aquel que quiera cubrir la cultura, esta

denigración de la cultura masiva se mantiene en muchas esferas y suele ser el palo en la

rueda de los avances culturales.

Y si la noción de cultura es algo en lo que no nos ponemos de acuerdo, ni

hablemos del arte. La discusión sobre qué es arte o no escapa a los límites de esta

investigación, pero no puede quedar ajena. Es un término ambiguo y excesivamente

discutido. La noción de qué es considerado arte es aún más indefinida que la definición

de cultura. La idea de belleza ha cambiado a lo largo de la historia, las disquisiciones

sobre qué es lo bello dependen de una sociedad y un tiempo determinados y es un gran

problema que no puede obviarse.

33 Tomado de FREITAG, B. El histórico de la escuela de Frankfurt. En A teoría crítica – Ontem e hoje. Ed Brasiliense, San Pablo, 1990.

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Es por esto que, si el objeto del periodismo cultural es en su mayor parte la

producción artística, ya sumamos otro gran problema a los objetivos de esta

investigación.

Qué cultura entiende el periodismo

Si bien el periodismo cultural no es un espejo de la realidad cultural, sí es una

muestra de lo que cada medio entiende por cultura. Una forma de entender cuál es la idea

de cultura que se tiene en los medios es viendo qué contenidos incluyen los periódicos en

su sección cultural. Y que no haya sección cultural también transmite al lector una idea

de la cultura. Cada medio pone en su concepción de cultura (amplia o restringida,

dependiendo el caso) los contenidos que cree. Analizar y desglosar esta afirmación es

parte del desafío que impone mi investigación.

Históricamente el periodismo cultural ha entendido la cultura más bien en el

sentido especializado, limitando lo cultural al análisis literario y artístico, a la producción

intelectual y académica. Este periodismo estaba enfocado a la producción artística y del

pensamiento para trasmitir “la palabra” a la sociedad en general.

Esta idea de formación cultural se repite en los distintos medios. “Hay dos

actitudes al momento de escribir. Vos podés informar o podés formar. Informar está más

ligado a seguir la agenda de espectáculos, dar cuenta de las cosas que pasaron sin tomar

posición. Formar tiene que ver con hacer intervención en esa agenda, tomar temas que no

son tan obvios, que tienen que ver más con la curiosidad del periodista y con la idea de

difundir, de dar a conocer eso; teniendo también en claro que no es un fanzine y sabiendo

cuando es un cuelgue demasiado mío y que probablemente no le interese a muchos más”,

comenta José Gabriel Lagos, editor de cultura de La Diaria. Y esta es una línea seguida

por muchos periodistas culturales entrevistados.

Hay cierta visión pedagógica y formativa por parte del periodismo cultural, lo que

es un indicador de cómo los propios periodistas consideran a esta área del periodismo.

Son muchos los periodistas que creen que el crítico o reseñador no solo debe informar,

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sino también “elevar el nivel cultural de sus lectores, aconsejarles, ayudar con su criterio

a los artistas, ejercer de notario para la historia y divertir”34.

Efectivamente el periodismo cultural en tanto proveedor de una cierta información

puede contribuir a formar opinión en los lectores, despertar sensibilidades hacia

determinadas producciones, o la curiosidad e interés por conocer un poco más. Recuerdo

la importancia que le daba Barret Puig a la formación cultural; él impregnaba a la cultura

y a las artes que enaltecían y enriquecían el espíritu humano una serie de valores a

“cultivar” y en sus clases nos transmitía la importancia que esto tenía en la formación de

futuros comunicadores; aunque hay que tener cuidado, ya que no se puede confundir esta

formación personal con pretender uno formar al público (lo que es algo muy distinto).

Esta visión es propia del periodismo cultural, que muchas veces tiende a “educar”

a sus lectores: “El periodismo puede ser una excelente forma de evangelizar”, supo decir

el periodista (y sacerdote) Jaime Fuentes Martín en una entrevista35, quien por lo visto

utiliza las técnicas del periodismo para cumplir al mismo tiempo con su profesión

religiosa. Pero así se ve muchas veces el rol del periodista cultural, un rol mesiánico que

busca evangelizar al profano, civilizar al bárbaro lector. Paradójicamente esto va a

contrapelo de lo que buscan la mayor parte de los periodistas: “informar” al público, dar

elementos y datos, pero no “formarlo”.

Otros periodistas están alineados a esta idea: “La gente habla como se habla a

través de los medios, estructura su pensamiento de acuerdo a lo que ve en los medios,

sobre todo en la televisión. Yo cuando abro el micrófono pienso que si consigo decir una

frase bien construida estoy aportando a que la gente no hable mal; si consigo decir una

frase que contenga una metáfora estoy ayudando a la gente a pensar un poco más

elevadamente y si construyo una idea que le pueda modificar algo la vida o un concepto a

una persona estoy participando en la educación de esa persona”, dijo el periodista Víctor

Hugo Morales en una entrevista36.

Está bien considerar la responsabilidad del comunicador, pero de ahí a querer

“educar” hay un pequeño límite que roza con la persuasión, y evidentemente persuadir no

es el rol de un periodista. Creo que un buen consenso es el ejemplo que plantea el

periodista Jaime Clara: “Siempre se está formando, es la esencia de un medio de

34 TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Editorial ATE. Barcelona, España, 1982. Pág. 15 35 HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008. Pág 121 36 Palabras del periodista Víctor Hugo Morales en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008 Pág 189

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comunicación. El periodismo forma. No podés fijarte un objetivo docente, pero de hecho

lo sos. Hay que ver si los colegas son conscientes de que lo que hacen genera enseñanza,

cuando no revisan una fuente, cuando dicen cualquier cosa al aire. ¿Por qué las madres

llaman a la radio para pedir que las ayuden con los deberes del nene? Eso es porque algo

somos, porque confían en lo que decimos. Y lo hacen todo el tiempo”. Es por este motivo

que Clara se propone en cada programa de radio que sus oyentes “sepan” una cosa más,

pues de hecho todos los periodistas cuando cubren hechos y los divulgan están queriendo

que la gente “sepa” más, sin necesariamente estar “educando” a su público.

La visión utilizada por la prensa cultural en este país continúa con ese modelo

europeo de la noción de cultura, jerarquizado y con intenciones pedagógicas, aunque

incorporando algunos elementos de “conciencia” regional.

Otros, por otra parte, prefieren regirse en la idea de que todo es cultura, pasándose

para el otro extremo. Así se justifica que cualquier cosa puede ser periodismo cultural con

el enfoque adecuado, lo que puede ser una forma muy buena de ampliar la mirada, pero

que es también una salida muy fácil para el “todo vale”.

Muchas veces se introduce cualquier información irrelevante haciéndola pasar por

cultural, resguardándose en la noción “pancultural” (donde todo es cultura) y cayendo en

el relativismo cultural del que hablaba al principio. Esto no hace otra cosa que complicar

el espectro de lo que abarca esta forma de periodismo37.

Basándome en el análisis de los contenidos de la prensa escrita en la sección

dedicada a cultura durante el desarrollo de esta tesis (que más adelante detallaré), la

noción más manejada de cultura es un híbrido entre la visión amplia y la restringida, un

término medio que varía dependiendo de cada diario. Es híbrido en tanto toma ambos

aspectos en su criterio noticioso (si es que podemos llamarlo así): Se pasa de Puccini a

Britney Spears; de Shakespeare a Leonardo di Caprio en una misma página. No está mal

ni bien, pero llama la atención.

37 Es muy recomendable leer el texto “El premio”, de Leo Masliah (incluido en el anexo), que deja mucho para reflexionar sobre este tema.

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¿Todo es periodismo cultural?

Hay periodistas que sostienen que “todo es periodismo cultural”, porque todo

apunta a “una cosmovisión del mundo” inexorablemente determinada por valores

culturales38: “Todo periodismo, en definitiva, es un fenómeno `cultural´, por sus orígenes,

objetivos y procedimientos, pero se ha consagrado históricamente con el nombre de

“periodismo cultural” a una zona muy compleja y heterogénea de medios, géneros y

productos que abordan con propósitos creativos, críticos, reproductivos o divulgatorios

los terrenos de las `bellas artes´, las `bellas letras´, las corrientes del pensamiento, las

ciencias sociales y humanas, la llamada cultura popular y muchos otros aspectos que

tienen que ver con la producción, circulación y consumo de bienes simbólicos, sin

importar su origen o destinación estamental”39.

Esto tampoco ayuda en la definición, pues, como dijo el crítico Miguel Ángel

Dobrich, “si por cultura se entiende toda manifestación simbólica del hombre… estamos

en problemas; el terreno es ilimitado”.

El periódico es un canal más entre tantos de los que tiene la cultura para

difundirse, y a su vez es en sí mismo un exponente de la cultura (sería muy iluso pensar

que las páginas que no son culturales nada tienen que ver con la cultura). “El periodismo

es en sí mismo una creación cultural”40. Pero esto no equivale a decir que todo

periodismo sea cultural.

La noción de que todo periodismo es cultural es muy noble y considerada, en

teoría. Pero no es aplicable en los métodos actuales (y tradicionales) de periodismo. Si

nos rigiéramos por este concepto “pancultural”, no habría necesidad de seccionar los

medios en áreas, que en realidad facilitan mucho la estructuración y lectura (además de

especialización por secciones) de los distintos medios. La afirmación amplia es utópica,

pero no aplicable41. Por eso es que se necesita decantar el espacio de investigación.

38 Entrevista a Lil Bettina publicada en diario El Observador el 03/06/2007 Pág. 12 39 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Bs As, 1995 Pág. 19 40 TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Editorial ATE. Barcelona, España, 1982. Pág. 139 41 Algunos van más allá en la afirmación, como la periodista cultural Esther Burgueño, quien dijo en una entrevista al diario El Observador el 17/10/2005: “El ignorante se justifica llamando cultura a todo (…) La pauperización cultural es un hecho, ni siquiera es discutible a nivel estadístico. La consecuencia de esto es la proliferación del espectáculo fácil en el teatro, el rechazo por las complejidades de cualquier tipo en el cine o el rating de programas como Malos Pensamientos, donde la gente busca cinco minutos de “fama” aún a costa de su vida íntima”. La periodista además agrega que está en contra de la visión antropológica de la cultura, pues no se puede comparar la música “plancha” con la de Beethoven, ya que es una forma

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Lógicamente, la cuestión sintáctica influye: no es lo mismo decir que todo

periodismo sea cultural a que todo sea periodismo cultural. Tan indefinido como la propia

cultura es el límite entre lo que es periodismo cultural y lo que no.

Lo más simple sería definir al periodismo cultural como toda forma de conocer y

difundir los productos culturales de una sociedad a través de los medios masivos de

comunicación, es decir, todo lo que tenga que ver con cultura que aparezca en los medios

de comunicación. Para evitarnos demasiados problemas podríamos decir que periodismo

cultural es todo aquello que la prensa considere como cultura, un escape que usualmente

sirve como recurso para los que no tienen muy claro qué están haciendo en este lugar:

“para nosotros, cultura será aquello que la prensa considere como tal”42. Esto es casi tan

amplio y confuso como lo anterior.

Para muchos el periodismo cultural “va más allá del objeto y tiene que ver con

una mirada de las cosas”, como dice María José Santacreu, editora de Cultura de Brecha,

o como también agrega José Gabriel Lagos, editor de cultura de La Diaria: “creo que se le

puede dar un enfoque más interesante o más abarcativo a cualquier fenómeno”.

Igualmente, todos “más o menos” entienden (entendemos) que la sección cultural

no es lo mismo que la política, los policiales, o la de deportes. No es tan claro ese límite

entre el área cultural y el periodismo científico, o entre el periodismo cultural y el de

espectáculos (menos aún este último límite). Pero discutirlo de esta forma no aporta para

esta investigación, así que es necesario analizarlo a través de otros parámetros, de

opiniones consensuadas y pertinentes sobre el tema.

Periodismo cultural y de espectáculos

El periodismo de espectáculos es una parte del periodismo cultural que en los

diarios del mundo se lo separa como una sección distinta43. Pero en los diarios uruguayos

está dentro de la misma sección; no hay separación entre cultura y espectáculos: “En el

diario lo poco que sale de cultural sale metido en espectáculos; Espectáculos se ha

demagógica de democratización: “Estas falsas democratizaciones no sirven porque sean mejores; sirven porque justifican la ignorancia”. 42 TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Editorial ATE. Barcelona, España, 1982. Pág 11 43 Más adelante se comprueba que en el mundo la tendencia es a separarlos en secciones distintas (ver capítulo: “Qué sucede en otros países”).

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apoderado de la cultura, no hay una explicación concreta que explique esto, es algo

amorfo”, dijo el periodista cultural Elvio Gandolfo.

¿Por qué ocurre esto? La respuesta no fue fácil de encontrarla. Es que, si bien el

periodismo de espectáculos está comprendido dentro del periodismo cultural, hay un

aspecto del “periodismo de espectáculos” que ha sido manoseado y mal utilizado por el

“cholulismo” (como vimos al momento de definirlo) y que hace que muchas veces se

generalice despectivamente a la sección por esta parte44. Esta forma de hacer periodismo

de muy mala calidad (basada en el chisme y los rumores) hizo que el concepto de

“periodismo de espectáculos” esté actualmente denigrado y menospreciado. El show que

se ha construido alrededor del “cholulismo” ha connotado de una carga peyorativa a la

sección, que desgraciadamente es tendencia desde hace unos años.

Lo primero que hay que aclarar es que el periodismo de espectáculos es una de las

formas del periodismo cultural; no son sinónimos45. El periodismo cultural es más

amplio, incluye más temas que el de espectáculos. Abarca por ejemplo el periodismo de

rock, pero también el debate intelectual y la crítica de libros, entre otras cosas. Se puede

hablar más bien de subgéneros (que a su vez pueden ser un género aparte), nichos

contemplados dentro de ese gran espacio que es el periodismo cultural. A su vez el

periodismo de espectáculos contempla distintas vertientes, dentro de las que está el

periodismo de chimentos. Pero como aclaramos atrás, no todo el periodismo de

espectáculos es “cholulo”. Como dijo el periodista cultural Leandro Delgado, “podría

haber reflexiones muy profundas sobre espectáculos, pero en la prensa actual no las hay.

Yo no veo eso, o lo veo muy poco. Donde sí lo veo es en los blogs y en los comentarios

donde se generan discusiones riquísimas, pero en la prensa actual no”.

En Uruguay tradicionalmente cultura y espectáculos se fusionan. Pero “no ocurre

lo mismo en la prensa de otros países, como en el caso de México, el caso de Chile, o

España (parcialmente), donde los dos temas se separan”, como aclaró Henry Segura,

editor de espectáculos del diario El País. Segura explicó que “la tradición del diario El

País, desde la generación del 45, que fue la que abrió un poco la brecha para que

44 Cuando en realidad hay muy buen periodismo de espectáculos, como vimos: un concierto o un recital, una obra de teatro, una película, artistas y creadores de todo tipo (escritores, dramaturgos, guionistas, compositores, intérpretes, actores, directores, orquestistas) son periodismo de espectáculos, y están dentro del periodismo cultural. 45 Un claro ejemplo de esta emancipación, aunque extremo, es el caso de la denominada prensa rosa, o periodismo del corazón, que abrió su propio camino en paralelo y se ha convertido en un género independiente, con sus códigos propios y su área temática bien definida.

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existieran las páginas de espectáculos, es que en espectáculos también va lo cultural; más

allá que además esté el suplemento cultural”.

Hoy en día algunos editores y periodistas piensan que cultura y espectáculos

deberían ser lo mismo. “Cultura y espectáculos son lo mismo. Depende como lo encares”,

dijo Valeria García, editora de la sección O2 fin de semana del diario El Observador. Por

la misma línea va su compañera Mariana Álvarez, editora de O2 semanal, quien dijo: “No

creo que una sea más importante que la otra”. Y por este motivo es que agrega: “O2

integra cultura y espectáculos: desde entrevistas a escritores, pasando por dramaturgos y

directores de cine, hasta una vedette que viene a presentar un musical. Habrá algunas

figuras más frívolas que otras, pero también forman parte de la cultura”.

Otros editores no están de acuerdo, por distintos motivos: “Espectáculos es

distinto de cultura porque está marcado por la agenda y cultura no. Eso no quita que

aproveches cuando viene alguien y tomes como excusa esa visita para hacer una nota”,

comentó María José Santacreu, editora de Brecha.

No es la única que hace esta diferencia. José Gabriel Lagos, editor de cultura de

La Diaria también consideró esta separación de la agenda de espectáculos que cubren

todos los medios: “Nosotros lo que buscamos es escapar de la agenda, no reproducir una

gacetilla o un mail. Buscamos cubrir un hecho de espectáculos con una mirada cultural,

contextualizando, dando otro enfoque. Hay cosas de los espectáculos que no tienen por

qué estar en cultura”. Creo que es necesario aclarar la distinción entre gacetilla y agenda

(más adelante se plantea en detalle esta diferencia), pues aceptar que las gacetillas son las

que marcan la agenda sería paupérrimo para el periodismo. Y asociar a la cultura con lo

que no está en la agenda, mientras que el espectáculo sería todo lo que está en las

gacetillas es también un error. Es una diferenciación errónea y poco clara.

El periodista Gustavo Escanlar explicó que esta diferencia no está muy clara

porque tampoco está muy clara otra cosa: “No está muy claro de qué se trata el

periodismo cultural. Incluso cuando yo era editor de cultura de la revista Tres tampoco

tenía muy claro de qué se trataba, porque por un lado está la gran cultura que se encarga

de libros, teatro, etcétera, y por otro lado está la cultura mediática, la cultura masiva de

los espectáculos, que se encarga de televisión, cine y radio. Son dos cosas muy

diferenciadas y en casi todos los medios que uno ve cubren cultura y espectáculos como

cosas separadas. En este momento del mundo uno no puede diferenciar tan abiertamente

la cultura de los espectáculos”. Además agregó que, si bien tendría que ser algo unido, los

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medios aún no han logrado unir lo que tradicionalmente se entiende por cultura con la

cultura mediática y espectacular: “Ahora está mucho más separada y tajante la cultura y

los espectáculos. Eso habla de la incapacidad de los periodistas culturales, más que de la

sociedad, de leer códigos que no sean los aceptados. Por ejemplo: costó mucho que los

semanarios y los diarios tuvieran un espacio dedicado al video, al dvd, los videojuegos, o

la televisión. Les cuesta salir del formato libros, teatro y artes plásticas”.

El País y Últimas Noticias tienen claro que su sección es de espectáculos, aunque

casi siempre incluyen información cultural en esas secciones. La República hace

totalmente lo opuesto, negándose a tener una sección de espectáculos y explicitando que

su sección es cultural, aunque muchas veces ponen información propia de una sección de

espectáculos. La Diaria también tiene su sección con el nombre de “Cultura”, aunque sin

la justificación de La República. El Observador juega en un terreno más complejo: su

sección O2 es algo que muchas veces se torna indefinible. Más adelante se detalla un

poco más sobre cada uno de estos perfiles.

Por lo visto en los diarios uruguayos no hay límites entre cultura y espectáculos

(al menos no en contenidos), y se los pone a ambos dentro de una misma sección. Es por

este motivo que, cuando me refiera a “contenidos culturales” o “periodismo cultural” en

los diarios, en la mayoría de los casos esté hablando en realidad de notas culturales

puestas dentro de la sección de espectáculos. ¿Por qué? Al parecer porque para los diarios

“el peso del mundo del espectáculo [en el sentido de los chimentos] es bastante mayor al

que realmente tienen las actividades culturales46”, explicó Segura.

No pasa esto con los semanarios, donde el límite es un poco más claro.

Los medios generalmente entienden que cultura no es espectáculos (al menos no

en el sentido “chismográfico” que esta palabra ha tomado como acepción desde hace

unos años). Pero esto no significa que dentro del diario el límite esté establecido.

Contenido chatarra, entretenimiento, cultura y rating

Hablar de periodismo de espectáculos en este último sentido (como “cholulismo”)

obliga a tratar el tema de los contenidos denominados “basura”, el problema de la

televisión “chatarra” (que también es cultura), del que tanto se ha hablado últimamente a 46 ¿Acaso el mundo del espectáculo no es una actividad cultural?

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raíz de las declaraciones del entonces director de Cultura del Ministerio de Educación y

Cultura (MEC) Luis Mardones, quien dijo que habría que poner impuestos a estos

productos de mala calidad47. Las declaraciones, además de hacer reaparecer al

amenazante monstruito de la censura, pusieron nuevamente sobre el tapete esta

problemática sobre qué es considerado “cultural” y qué no.

Muchos representantes de la cultura parecen aterrarse de la misma forma. El más

conocido fue Jorge Denevi, entonces director de la Comedia Nacional, quien en junio del

2007 dijo en Radio Sarandí: "Lo lamentable es que se ponga gente que no vale un pepino

como los que aparecen en el programa de Tinelli. Lo peor es que se permita esto en

Montevideo. Yo no soy gobernante, no tengo la menor idea. Yo no puedo decirlo pero yo

no lo permitiría. Yo creo en la censura. Creo que hay cosas que no deben admitirse".

Estas declaraciones causaron un gran revuelo y muchos salieron a dar su opinión.

Dos años más tarde, en agosto del 2009, la polémica volvió a surgir con las

declaraciones del ex director de la filarmónica de Montevideo, Federico García Vigil,

esta vez en referencia a la música. El director dijo en una entrevista en O2 que la cumbia

villera es una “basura” que se consume como la “pasta base”.

Otros no llegan a frases tan duras como las de Denevi o García Vigil, pero sí se

mantienen alineados a que esto es un problema: “En Argentina y en Uruguay y en todas

partes, la cultura dominante promueve la promiscuidad, la falta de pudor y la

superficialidad”48. El periodista Elvio Gandolfo también está alineado con esta visión,

planteando que “la cultura no importa demasiado, no pesa mucho. Se impone lo berreta y

eso es lo que tiene éxito. Por desgracia todo se ha brutalizado”.

También es cierto que a veces son las propias personas quienes desean un poco de

distracción de la vida cotidiana y este tipo de contenidos entretienen: “Que sea un poco

superficial tampoco está mal. Se trata de entretener a un público heterogéneo,

absolutamente masivo, como lo es el de la televisión, que quiere entretenerse, descansar.

¿Por qué no todo el día programas intelectuales, National Geographic de la mañana a la

47 EL director del MEC Luis Mardones generó polémica en los medios tras declarar que la televisión "chatarra" debería tener una mayor carga impositiva y ciertos marcos regulatorios especiales para equilibrar entre contenidos educativos y frívolos. Mardones dijo al diario Últimas Noticias: “Algunos contenidos televisivos han demostrado que siempre pueden bajar un escalón más, sorprenden siempre y uno no vislumbra dónde termina todo esto (...) El problema es que cuando no hay otra oferta en los medios que la tontería y la frivolidad, el ciudadano se queda sin opciones, y cuando no hay opción no hay libertad. En esos momento manifiesto alarma”. (Últimas Noticias, 02/07/2008). 48 Palabras de Jaime Fuentes Martín en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008. Pág. 129

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noche? Porque es aburrido. Porque tampoco leemos a [Henrik] Ibsen mañana, tarde y

noche. (…) Claro que tiene que haber también espacio para programas culturales o de

investigación. Pero no es cierto que tengamos que estar todo el día informándonos y

capacitándonos. (…) Después de una jornada de trabajo, programas como Show Match o

Bailando por un sueño son lo máximo para descansar”, plantea Alexandra Morgan,

gerenta de producción del canal 12, en una entrevista49.

Creo que hay que sacar de una vez el estigma de que cultura y entretenimiento son

opuestos. Son opuestos como se hace acá, como estamos desgraciadamente

acostumbrados a que sea. Pero se puede hacer algo muy bueno, entretenido, y que a su

vez sea cultural.

La televisión, si bien tiene el estereotipo de ser un medio banal y ligero, puede

aportar mucho a la difusión de la cultura; aunque generalmente las producciones

culturales son emitidas en las “segundas cadenas” de los grandes canales de aire (“La

segunda”, “La tercera” –etcétera– de Televisión Española, por ejemplo).

Tradicionalmente los programas culturales han sido estereotipados de

impopulares, aburridos, dirigidos hacia una minoría calificada50. Por suerte este

preconcepto de la cultura como algo aburrido, o “algo para unos pocos entendidos” tuvo

su excepción en un histórico periodista cultural: Bernard Pivot. Este periodista y crítico

literario francés, demostró que se puede hacer televisión de cultura entretenida, de calidad

y de una amplia popularidad. Programas como “Abran comillas” (“Apostrophes” desde

1975 a 1986), "Sopa de cultura" (emitido hasta el 2001) y “Doble yo” (programa de

entrevistas a personajes del ámbito cultural emitido hasta el 2005), han marcado un estilo

de línea cultural de alta audiencia. Hay déficit, puede ser, pero a la vez hay demanda de

periodismo cultural.

Y no es el único ejemplo de un programa cultural exitoso. Sin ir más lejos, Simon

Schama, famoso historiador del arte, ganó un Emmy con su programa televisivo cultural

desfachatado (y también masivo). Incluso más cerca, cruzando el charco nomás, el

programa “Ver para leer” (el primer programa de televisión sobre literatura producido por

un canal privado en Argentina) conducido por el escritor y periodista Juan Sasturain, ha

49 Palabras de Alexandra Morgan, gerenta de producción de canal 12, en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008. Pág. 199-200 50 Esta visión se comprueba claramente en el chiste de Les Luthiers donde en la supuesta programación de un canal de televisión se ponía al programa “cultura para todos” en la madrugada. Esta visión se acerca a la noción restrictiva de cultura.

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ganado muchos premios y es un ejemplo más de que se puede hacer periodismo cultural

entretenido y de calidad. Espero pronto poder nombrar un ejemplo así en Uruguay (hay

cosas muy buenas en TV ciudad y Televisión Nacional, cierto, pero aún creo que falta un

poco para llegar a ese nivel51).

Por otro lado está la radio, un medio ideal para mezclar cultura y entretenimiento,

un medio por excelencia para el periodismo cultural. Es un espacio que se presta por su

eficacia e idoneidad para transmitir cultura; los tiempos radiales, a diferencia de los

televisivos, son más laxos, permitiendo el espacio para encarar lo cultural con la

profundidad necesaria y a la vez entretener. Aún así los programas culturales en radio se

cuentan con los dedos de la mano.

En Uruguay hay buenos ejemplos en radio, pero no son muchos. El más

emblemático y popular quizás sea “Sábado Sarandí”, conducido por Jaime Clara, que

hace ocho años se mantiene al aire con un buen nivel de aceptación por parte del público.

Pero este programa es una excepción en la grilla radial. Como dijo el propio Jaime Clara:

“Salvo mi programa, un programa en Centenario [CX 36], un programa en la 44 [CX 44,

AM Libre] y algo en el Sodre, creo que no hay programas culturales. Hay cartelera en

todos lados, entrevistas a actores, y eso. Pero no programas enteramente dedicados a la

cultura”52.

Pero, volviendo a la cultura en la prensa, hay que reconocer que en Uruguay es un

verdadero problema.

Para Mariana Percovich, ex periodista cultural y actual funcionaria de la

Dirección de Cultura del MEC, “ahora los medios se han farandulizado. Es más el artista

personaje y no tanto lo que produce. No se da el destaque de determinados

acontecimientos culturales. Y si no se les da visibilidad desde el periodismo, no existen”.

Además, como dijo el periodista Gustavo Escanlar, “Eso ha entrado a formar parte

del hecho cultural por más que nos pese. Hoy en día leés un libro y tenés acceso a datos

de la vida del escritor, al menos más que hace 20 ó 30 años. Y esos datos, que sepas más

o menos de la vida del autor, forman parte de que vos disfrutes más o menos del libro”.

51 “La Mano Que Mira”, programa dedicado al mundo de la animación llevado adelante por Tunda Prada y “Dos veces uno”, programa de entrevistas que conducía Alejandro Ferreiro, son lo más cercano a ese nivel de calidad y dinamismo en un programa cultural de televisión. Y últimamente se ven cada vez más buenos ejemplos de programación cultural en la grilla de TNU. 52 Las entrevistas realizadas por Gustavo Rey en su programa “Caras y Mascaras” y luego en “Abrepalabra”, ambos emitidos por Océano FM son también muy buenos ejemplos de cultura en radio. Lamentablemente ya no existe más el programa “Planetario”, de Alejandro Ferreiro, un programa de muy buen nivel que se emitía en El Espectador.

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Ya no alcanza con la obra en sí misma, y estos datos más cuestionables inciden cada vez

más en nuestras decisiones al momento de elegir consumir determinado producto

cultural. Como dijo Mariana Álvarez, editora de O2 del diario El Observador, “desde

Bailando por un sueño a Intrusos forman parte de la cultura del Río de la Plata, les guste

o no les guste a algunos”.

Si bien las encuestas de consumo cultural revelan que las personas quisieran una

televisión que muestre más a los departamentos del interior y con menos programas

argentinos y norteamericanos53, estos últimos son justamente los programas que más

miramos. Es probable que en una encuesta la persona diga lo “políticamente correcto”, el

“deber ser” de la programación televisiva. Pero por más que la gente se muestre

preocupada por la cultura en entrevistas y encuestas, en los hechos nadie mira los

programas culturales locales que tanto reclama. Mariana Álvarez, editora de O2 del diario

El Observador plantea algo que ocurre en la televisión: “La gente puede mirar canal 5 y

sus programas super culturosos, pero no lo hace y mira a Tinelli, y por algo es”. Si bien

vimos que hay excepciones, en Uruguay la oferta cultural no compite demasiado.

Por algo las noticias de esta índole están incluidas en la sección. “Creo que

quienes se quejan de que en la sección espectáculos aparezcan noticias sobre la intimidad

de estos personajitos medios locos como Britney Spears o Paris Hilton están

profundamente equivocados. Soy un profesional y entiendo que esos personajitos piden la

atención de la gente y la gente los pide”, explicó Henry Segura, editor de espectáculos del

diario El País. El problema no es si los escándalos de Britney Spears deben ir o no en los

diarios, pues evidentemente mucha gente los pide. El problema es si deben ir en el mismo

espacio que otras noticias culturales propiamente dichas. Ya aclaré que para mí debería

existir dicha distinción, no compartir las páginas culturales con las dedicadas

exclusivamente a los chimentos.

Pero para algunos el argumento del rating no alcanza: “No creo que la televisión

pase lo que la gente quiere ver. La gente elige entre una oferta bastante tautológica, y eso

no es elegir”, comentó la periodista Ana Inés Larre Borges, quien además agregó que los

consumidores eligen de acuerdo a lo que hay, no a lo que querrían ver. El periodista Julio

Villegas parece coincidir con esta postura: “Muchas veces, con el argumento de “lo que

53 ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed.Trilce, Montevideo, 2003. Pág. 32

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le gusta a la gente”, se olvidan de la responsabilidad de los medios de difusión, que es

muy seria”54.

También es cierto que “confrontado a un universo incierto, el consumidor prefiere

minimizar sus riesgos consumiendo los productos que le designa el star system, lo que

lleva a la concentración del consumo sobre algunos productos provenientes de aquellos

artistas o autores que tienen notoriedad”55. Se va a lo exitoso por un tema de seguridad y

aversión al riesgo. El “star system” (lo que funciona, lo exitoso) no necesita ayuda, ya

que solito se encarga de tener difusión: Tinelli es cultura, pero no es la única opción que

hay. Y el periodismo cultural puede hacer mucho para abrir el espectro.

Además, como si todo lo anterior fuera poco, la “ausencia de competencia no sólo

afecta la calidad de la producción cultural, sino que también atenta contra el propio

funcionamiento democrático”56.

El problema, como dijo Mariana Percovich, es que “si en un suplemento de

espectáculos te hablan de la gente que va a Tinelli, y si la parte de artes escénicas

nacionales es mínima o no hay un editor que esté pensando que es importante, ahí se

produce un vacío”.

¿Cómo equilibrar ese vacío? Para Percovich la solución se acerca a los

comentarios de Mardones o Denevi mencionados al comienzo de este capítulo: “La

cultura no vende, y a los privados no les va a interesar nunca. Salvo que el Estado haga

una ley que diga `cuota pantalla´. Los empresarios no piensan que la cultura importe.

Tinelli vende más. Por eso el Estado se tiene que ocupar de la cuota pantalla, de que la

producción nacional esté visible, por eso el Estado tiene que abrir un fondo concursable

para revistas de periodismo especializado. Esa es la relación entre los artistas, el

periodismo y el Estado. Es así”. Además Percovich agregó: “La farándula vende. Y el

medio tiene que vender (…) En la medida que el teatro y la danza no son masivos al

medio no le interesan, porque no venden”. Más adelante veremos que decir que la cultura

no vende y que no interesa a los empresarios son frases no del todo ciertas. Pero aún así

es complejo el problema de la intervención estatal.

Es cierto que es el Estado quien concede las ondas para los medios de

comunicación (en el caso de radio y televisión) y habilita permisos para lanzar un medio

54 Palabras del periodista Julio Villegas en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008. Pág. 338 55 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 25 56 Íbidem. Pág 173

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de prensa. El problema es que con la posibilidad de este control vuelve a aparecer el

monstruito de la censura en la vuelta, y eso no es para nada deseable. Percovich aclaró un

poco lo anterior: “No estoy diciendo que el Estado se meta en la línea editorial de un

medio. Lo que digo es que el estado se asegure de que haya una cuota de producción

nacional y de cultura. Tevé Ciudad es un ejemplo de que se puede hacer algo bueno. Le

corresponde al Estado plantearle a los privados que tienen que tener producción

nacional”.

Luciano Álvarez plantea una reflexión muy interesante con respecto a la

intervención estatal para la difusión cultural un poco menos extrema. La considera

pertinente, aunque este servicio debe estar enfocado a la televisión pública, pues este

medio, por sobre los otros, posee una doble virtud cívica y democrática: “en el marco de

la abundante oferta mediática, permite segmentar su oferta para ajustarla a una misión

cultural que esté disponible para todos, aunque no sea consumida por todos”57. Álvarez

propone una participación activa del Estado como actor cultural, pero limitada a ser una

voz entre tantas otras del complejo cultural integrado por otros actores (creadores,

consumidores, empresas privadas). Relevante, sí, pero en equilibrio con las demás. Este

carácter de actor hace que sea juzgable por la ciudadanía ante políticas injustas o

desmedidas. Volveremos sobre este debate más adelante en el capítulo sobre el papel del

Estado en el periodismo cultural.

Pero volviendo al rol del periodismo cultural de generar espacio a la cultura para

facilitarle la llegada al público, creo que hay algunos elementos que se deben aclarar.

El crítico y el periodista consagran valores a las creaciones, y el público reduce

sus riesgos en base a la confianza que deposita en estos líderes de opinión. “La crítica

puede contribuir al éxito o fracaso de una obra”, pero su incidencia es relativa58.

De más está decir que el éxito comercial de una propuesta artística depende de la

captación de público, no solo por los ingresos propios que aportan los consumidores

directamente (con su entrada, por ejemplo), sino también por la legitimidad que este da a

la obra, lo que conlleva a más inversiones de publicidad, esponsoreo, o mecenazgo. Es un

círculo vicioso en el que incide mucho el periodismo cultural: “Tanto en su carácter de

difusores de la producción musical como de formadores de opinión, los medios de

57 ÁLVAREZ, L. El ágora electrónica. Ed. Santillana. Montevideo, 2000. Págs. 74-75 58 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 26

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comunicación juegan un papel central en el mayor o menor éxito que pueda conseguir un

músico en su carrera y, en particular, en el suceso de cada disco o espectáculo”59.

Los periodistas, locutores, técnicos, se encuentran en una situación intermediaria

entre producto cultural y consumidor. De estos depende en gran parte lo que produzcan

unos y lo que elijan los otros.

Es indiscutible que los códigos de la prensa y los códigos de la televisión son

distintos, pues simplemente no son el mismo soporte. Por lo tanto, llegan de distinta

forma a consumidores diferentes y no cumplen las mismas funciones. Según comentó el

periodista Gustavo Escanlar, “ese problema de los diarios comenzó con el USA Today,

que creían que la forma de competir con la televisión era alimentándose de la televisión.

Y no: la forma de competir con la televisión es sosteniendo algo distinto que lo que

ofrece la televisión”. No se puede medir el público lector en base a los ratings

televisivos. Creo que los diarios deberían entender que no es lo mismo.

Esto no significa degradar a las noticias de farándula (como dijimos, también son

cultura y se puede hacer buen periodismo allí), sino preocuparnos por la vertiente

“cholula” que mencionábamos al comienzo. Como dijo el periodista Jaime Clara: “No es

lo mismo periodismo de espectáculos que el periodismo chismoso. Pero yo no sé si el

periodismo chismoso no es a veces una puerta de entrada a los fenómenos culturales para

cierto público, porque de paso mientras le hacen una entrevista a una actriz por un

escándalo también dan a conocer quién es esa actriz”. Es muy válido el planteo de Clara,

pero también es cierto que no siempre se entrevistan a los personajes en su calidad

artística, y que hay “personajuchos” que simplemente quieren sus 30 segundos de fama y

hacen cualquier cosa, que muchas veces alejan a la parte artística de la agenda.

Lamentablemente los ejemplos más cercanos que tenemos nos muestran al

periodismo de espectáculos en su peor y más descarnado aspecto.

Por suerte encontré una buena respuesta cuando, al revisar unos viejos apuntes de

periodismo, encontré una frase que me hizo recordar que el género en sí no es el

problema, sino la forma de hacer periodismo: “Generalmente se dice que hay dos formas

de hacer periodismo: que hay un periodismo sobrio y serio, de servicios, y otro

periodismo rosa, amarillo, de la crónica roja y sobre los ricos y famosos. Pero no es así.

Lo que hay es periodismo bien hecho y periodismo mal hecho. Y puede ser de cualquiera

de estos dos lados”.

59 Íbidem. Pág. 244

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5. ENTENDIENDO UN POCO EL PRESENTE

Para explicar la actual realidad del periodismo cultural es necesario antes ver sus

raíces, intentar entender cómo es que históricamente se realizó periodismo en esta área

para comprender un poco cómo se llegó a la situación de hoy.

Si bien en este trabajo importa lo que ocurrió a nivel local, no se puede dejar de

lado algunos puntos que influyeron a mayor escala.

El poeta y periodista español Iván Tubau establece dos pilares del surgimiento

periodismo cultural propiamente dicho, que generaron dos líneas distintas de periodismo

y dos formas de entender la cultura por parte de la prensa. Uno es el New York Times,

cuando es comprado por Adolph Ochs en 1896. Su esposa Iphigene, una mujer cultivada

con experiencia en la crítica literaria, lo persuadió de incluir en el periódico una sección

de crítica de libros (a Ochs no le apasionaba mucho la literatura). Decidió tratar a los

libros como noticias, comentadas con cortesía para no molestar a nadie60. El suplemento

dominical fue creciendo y ganando un gran renombre con los años, generándose por

primera vez una noción de “cultura en función de su interés noticiable”61.

El polo opuesto a esta visión “periodística” del periodismo cultural es la visión

“culturista” del periódico Le Monde de París, considerado como el periódico “culto” por

excelencia (incluso actualmente). Este diario apunta a un público altamente especializado

(más de la mitad de sus lectores tenía estudios terciarios ya en 1973), con un perfil

intelectual y elitista. Le Monde siempre incluye una noticia cultural en su primera página,

aunque haya que “forzar” un poco su interés noticioso. Luego de la sección “Cultura”

viene la de espectáculos y cartelera de radio y televisión, separadas, ya que en Le Monde

estos temas no son “Cultura”62.

Estas dos líneas marcaron dos formas de hacer periodismo cultural63. A grandes

rasgos se podría hacer una comparación entre el New York Times con el perfil noticioso

60 Tomado de TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 12 61 Íbidem. Pág. 13 62 Íbidem. Págs. 17-20 63 Otro modelo fuerte fue el Times Literary Supplement (TLS desde 1969), una revista literaria que comenzó como suplemento del diario Times de Londres en 1902 y rápidamente se convirtió en una publicación autónoma. El TLS tuvo una fuerte influencia en los 60, 70 y 80.

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que debería tener el cuerpo de los diarios, y Le Monde con el perfil de los suplementos

especializados y semanarios64.

Ejemplos emblemáticos del periodismo cultural

Si bien es cierto que este trabajo no tiene como tema central la historia del

periodismo cultural en el Uruguay, es inevitable mencionar los grandes mojones de

producción de este género que marcaron la actualidad de la cultura en los medios. Estas

publicaciones fueron en su momento fuertes emblemas, y toda persona que quiera

adentrarse en lo que es el periodismo cultural de esta región debe al menos saber de su

existencia. No solo por su prestigio, sino también por su relevancia, ya que esos espacios

de discusión y producción reflejan el nivel intelectual y muestran la situación cultural de

determinada época, cumpliendo un rol fundamental en la formación de la identidad

cultural de la región.

Y me refiero a una influencia “regional” pues, aunque a veces queramos

mostrarnos distantes, la producción hispanoamericana es muy influyente, más

específicamente si se trata de la relación entre Uruguay y Argentina.

El papel de las revistas ha sido fundamental en el aporte de contenidos culturales

de la prensa. Son reflejo de lo que ocurre a este nivel en la región, como muchas veces se

ha dicho, una fotografía de cierto momento cultural. Algunas revistas “fueron un modo de

pensar la literatura; otras, una forma de extenderla (…). Para muchos escritores la revista

fue sólo un noviciado, la antesala obligatoria para la `Obra´ con mayúscula”65.

Estos grandes portadores de la historia cultural del país fueron en general las

revistas literarias especializadas (que luego fueron ampliando su repertorio), más que los

suplementos de diarios. Pero la sección que cubre cultura en los diarios viene muy

empapada de las características delimitadas por estos pesos pesados.

64 Se pueden hacer otras relaciones, coincidentes con la mentalidad anglosajona y pragmática del New York Times, contra la visión latina y universalista de Le Monde. Más adelante vemos que estas dos formas del pensamiento se repiten en otros ejemplos (como el papel del estado en la cultura). 65 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, BsAs, 1995 Pág. 91

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Me basaré en las revistas elegidas por los investigadores Olivera y Ciancio como

paradigmáticas en su investigación66. Estas revistas son Maldoror, las Entregas de la

Licorne, la polémica publicación de Los Huevos del Plata, y la revista argentina Sur.

Además agregaré una quinta revista a la lista, que no fue puramente cultural pero su

influencia fue vital tanto a nivel político como intelectual: el semanario Marcha. Estos

números marcaron un camino que luego fue tomado por uno de los más importantes

suplementos de cultura de la actualidad, creado por Homero Alsina Thevenet, pero

empapado de toda la producción anterior: El País Cultural.

Revista Maldoror

La revista Maldoror atraviesa cuatro décadas de la historia uruguaya, reflejando

distintas generaciones de escritores y mostrando cómo funcionó la cultura en la sociedad

durante este período. Surge en 1967 como experiencia binacional, ya que fue formada por

intelectuales uruguayos y franceses. Nació buscando rescatar las vanguardias europeas,

resaltando la imaginación y la subjetividad de sus contenidos (la figura de Isidoro

Ducasse, conocido como el Conde de Lautréamont, es el faro guía de la revista). Jorge

Olivera delimita tres épocas en la vida de esta revista: Desde su fundación hasta 1973,

desde 1975 hasta 1992 y, luego de una larga ausencia, una tercera etapa en 2006. En la

primera etapa, desde su nacimiento hasta el número 9, se contó con la participación de

varios integrantes de la generación del 4567, y otros de la generación del 6068.

En esta primera etapa la revista era bilingüe, con artículos en español y en francés,

lo que demuestra la fuerte incidencia europea que tiene la producción cultural en este

país, apuntando a un público restringido y especializado. La exaltación por las revueltas

del mayo francés y la revolución cubana marcan una línea ideológica en la revista.

También se incluyen textos en portugués, por lo que se acentúa la noción de que es una

revista dirigida a unos pocos “exquisitos” y “refinados” políglotas. Esta primera etapa

66 Clasificación en la que se basa el análisis de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. 67 Como Mario Benedetti, Carlos Maggi, Carlos Martínez Moreno, Ángel Rama, Clara Silva, María Inés Silva Vila, Ida Vitale, Amanda Berenguer y Armonía Somers. 68 Como Gabriel Saad, Juan Carlos Somma, Jorge Musto, Miguel Ángel Campodónico, Héctor Galmés, Alejandro Paternain, Teresa Porzecanski, Ulalume González de León, Mario Levrero, Jorge Arbeleche, Hugo Achugar, Enrique Fierro, Carlos Pellegrino, Selva Márquez, Guillermo Chaparro, Saúl Ibargoyen, Esteban Otero y Cristina Peri Rossi. (Tomado de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Página 45).

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concluye cuando el golpe de estado de 1973 “introduce a Uruguay en la realidad

latinoamericana y aleja, por un instante, la mirada europeizada que proponía la revista”69.

La segunda época comienza con el número 10 en 1975, bajo la dirección de

Carlos Pellegrino y con secciones fijas delimitadas (narrativa, poesía, teatro, cine, ensayo,

plástica y música). Priman los grandes debates y discusiones entre los escritores de la

revista, sobre todo a nivel generacional (diferencias entre la generación del 45 y la del

60). La revista sigue asumiéndose como marginal para unos pocos, aunque los contenidos

en otros idiomas son menos. Temas como filosofía y teatro ganan importancia, así como

los ensayos y las reseñas, que dan un perfil más académico a la publicación. Se explicita

una “vocación por marcar, delimitar y observar hechos del panorama cultural”70,

mostrando los temas de discusión y preocupaciones del entorno cultural de la época. Pero

luego se vuelca a un perfil netamente académico y elitista. Predomina la discontinuidad

de la publicación, cuyo último número aparece en 1992.

La tercera época surge 14 años después, cuando en el 2006 se publican los

números 24 y 25. Se equilibra un poco el perfil académico de la segunda época, y la

revista está publicada predominantemente en español (con algunos textos en portugués,

pero siempre desde una óptica latinoamericana)71.

El semanario Marcha

En la formación de la actual noción de cultura (y de periodismo cultural) intervino

mucho la presencia del semanario Marcha, que estableció a través de la figura de su

fundador Carlos Quijano y un equipo periodístico sólido las pautas explícitas de lo que

entendieron se debía cubrir dentro de la sección cultural de un semanario. Su objetivo:

generar una “ciudad letrada”, con conciencia latinoamericana y crítica y en contra del

provincialismo y la chatura uruguaya.

El semanario Marcha es uno de los ejemplos más emblemáticos e influyentes del

periodismo cultural uruguayo (como dice el periodista Leandro Delgado, “Marcha es una

referencia indudable aunque nunca hayas leído Marcha”). Tan influyente que cruzó

fronteras y hoy es considerado un referente a nivel regional. Fundado en 1939 (y dirigido

69 OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Pág. 65 70 Ibídem. Pág. 87 71 Ibídem. Págs. 44 - 104

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casi ininterrumpidamente por Quijano hasta 1974), su objetivo era concentrar los temas

políticos y culturales de una semana en un día. Lo cultural, que en sus comienzos

ocupaba las últimas páginas del semanario, “fue creciendo sostenidamente hasta

hegemonizar gran parte de sus entregas”72. Mientras que las demás publicaciones que

menciono eran revistas hechas “por gente de la cultura para la gente de la cultura”,

Marcha era pensada para un público más amplio, por lo que necesariamente debía ser más

periodístico y menos endogámico.

Pero esto no quita su apuesta a incorporar grandes figuras a nivel intelectual y

cultural en su redacción: Juan Carlos Onetti (tanto en su rol de secretario de redacción

como en sus columnas bajo su seudónimo “Periquito el aguador”), Emir Rodríguez

Monegal, Ángel Rama, Jorge Ruffinelli, Heber Raviolo, Carlos Real de Azúa, Arturo

Ardao, Arturo Despouey, Homero Alsina Thevenet, Carlos Martínez Moreno y Carlos

Maggi fueron algunas de las personas que pasaron por sus páginas73. Y si bien el

semanario estaba integrado por una elite letrada, “el público marchista eran los lectores

de la clase media en ascenso, los jóvenes intelectuales universitarios, deseosos de

cambios en la cultura. El semanario llenaba los vacíos dejados por la cultura oficial cuya

característica quizás haya sido la difusión desde los años 30 de una cultura de corte

realista, escolar y consagrada”74.

Además del semanario se editaron los famosos “Cuadernos de Marcha”, que

consistían de textos que por su análisis en profundidad o por su extensión y estilo no

podían ser publicados en el cuerpo del semanario. Estos cuadernos eran entregas de

carácter casi monográfico, cierto vuelco teórico y profundo, de publicación mensual.

Una tercera veta fueron las publicaciones y ediciones de libros de la denominada

“Biblioteca Marcha”, donde escritores de peso publicaron algunos de sus textos (de la

talla de Julio Cortázar, Carlos Fuentes o Hector Borrat).

La influencia de Carlos Quijano en las decisiones editoriales de todo lo que pasó

por las páginas del semanario es muy fuerte. Como dijo el periodista Elvio Gandolfo, “sin

Quijano Marcha no es Marcha, al margen de lo que piense uno de Quijano”. Ya lo había

dicho antes el escritor Juan Carlos Onetti cuando escribió una semblanza tras su muerte

72 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995 Pág. 50 73 Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995 Págs. 50-52 74 PINO, M. El semanario marcha de Uruguay: una genealogía de la crítica de la cultura en América latina. Revista de crítica literaria latinoamericana, Nº 56. Pág 152

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cuyo título rezaba: “Quijano era Marcha”75. Pero no solo Quijano impuso un estilo, sino

que también fue resultado de toda la llamada “generación Marcha”.

Desde sus comienzos el semanario implantó su “latinoamericanismo” y la defensa

de la producción regional por sobre la extranjera, que en los años 60 devino en un

marcado antiimperialismo. “Este socialismo latinoamericano por parte del director de

Marcha propició que la columna cultural fuera quizás la parte más importante del formato

y que su objetivo fuera la difusión de la literatura latinoamericana. La página cultural,

situada al final del semanario, contiene una densidad de información que parte de las

reflexiones de los columnistas en un trabajo que se aleja de las columnas literarias

dedicadas al comentario descriptivo de un texto, autor o problemática. Los artículos son

un sutil tejido de información, replanteos, teoría y propuesta”76.

Su reivindicación a la producción intelectual local y sus críticas al excesivo

eurocentrismo influyeron mucho en la identidad cultural latinoamericana. Quijano

luchaba por esa formación de una “conciencia latinoamericana”, y el semanario era el

espacio de discusión y difusión de estas ideas (como vemos, el carácter moralizador y

pedagógico que actualmente se puede ver en el periodismo cultural tiene sus motivos).

Este último aspecto es el que puede cuestionar un poco la legitimidad periodística

de Marcha. Como plantea la periodista Emma Sanguinetti, “Marcha hizo mucho bien,

pero también hizo mucho daño. Tenemos una tendencia a idolatrar determinados

momentos históricos sin poner las cosas en su justo medio”.

Muchos sostienen que el semanario Brecha es un sustituto de Marcha, otros que

Brecha se quiere “hacer el Marcha” y no le sale, otros que Brecha ya hace rato se ganó su

espacio.

Sobre si Brecha sustituyó a Marcha hay opiniones encontradas: “No, yo creo que

no, porque nunca quiso ser Marcha. Le llevó muchos años ser Brecha. Eran tiempos

distintos y medios distintos”77. Por el contrario, el periodista Elvio Gandolfo opina:

“Brecha sigue queriendo ser como era Marcha, y se ve desde el número uno que no lo

es”. Todos tienen parte de razón.

75 Íbidem. Pág 141 76 Íbidem. Pág. 152 77 Palabras de la periodista María Urruzola en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008. Pág. 320

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Entregas de La Licorne

Entregas de La Licorne (1947-1961) fue una revista bilingüe creada en 1947 por

Susana Soca (1906-1959), una de las mujeres más influyentes del periodismo cultural,

esta revista estaba dirigida a la “elite” intelectual rioplatense. Fue concebida

originalmente en Francia (Cahiers de la Licorne), donde Soca residió entre 1938 y 1948,

y sus primeros tres números se publicaron desde allí, con la intención latente de un

intercambio entre la cultura francesa y latinoamericana. Este período duró hasta 1949. La

segunda época fue comandada por Soca desde Montevideo. Sus contenidos incluían

literatura, poesía, artes plásticas, escultura, filosofía y música, incluyendo también en

ciertas ocasiones artículos de viajes y de arquitectura. La muerte prematura de Susana

Soca en un accidente aéreo en 1959 hizo que la publicación dejara de existir al poco

tiempo, en 1961. Es muy importante el simbolismo que tiene el nombre de la revista, ya

que hace referencia a la figura astronómica del unicornio, una constelación pequeña y

discreta que pertenece al cielo del norte y es vista desde el hemisferio sur78.

Los huevos del Plata

Los huevos del Plata79 fue una revista contracultural de vanguardia, especializada,

dirigida por Clemente Padín. Su número 0 surge en 1965, buscando desde sus comienzos

ser una publicación marginal, rebelde e iconoclasta, a favor de las vanguardias y en

contra del sistema y la “cultura oficial” (sobre todo marcando una ruptura con la

generación del 45). Fue fundada por Clemente Padín, Héctor Paz, Juan José Linares y

Julio Moses y se caracterizaba por su constante innovación, casi dadaísta, jugando todo el

tiempo con el lector, variando su tamaño y cambiando constantemente de forma y

diagramación. Incluso llegó cambiar su nombre en un número, llamándose “La vaca

sagrada”, en referencia a lo que ellos entendían era la cultura hegemónica (a la que por

cierto también llamaban “la Gran Puta”). Era una revista aperiódica e informal, cargada

de ironía, con faltas de ortografía a ex profeso, buscando irritar e incomodar al lector o

jugar con él. Fue concebida más como un producto cultural, como un objeto artístico, que

78 Tomado de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Págs. 156 - 173 79

Ibídem. Págs. 105 - 126

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como una publicación de prensa cultural80. En esta revista participaron Mario Levrero,

Aparicio Vignoli, Horacio Buscaglia, Ruben Kanalenstein, Sergio Altesor, Roberto

Echavarren Walker, Néstor Curbelo y Dino, entre otras figuras del ambiente artístico.

Esta actitud crítica y desenfadada y su pretensión de derrumbar estructuras hicieron que

fuera una revista con más influencias que las que a simple vista parece haber tenido en lo

que para ellos era ese “producto pestilente y subalterno que es la cultura”81.

Revista Sur

No podemos dejar de lado a una de las más influyentes publicaciones culturales

del siglo XX (aunque del otro lado del Río de la Plata): la revista Sur.

Sur fue fundada en 1931 y llevada adelante por Victoria Ocampo (1890-1979),

precursora de gran presencia en la cultura regional. Estaba integrada por un comité

argentino y uno extranjero. Por el comité local de esta revista pasaron personas como

Jorge Luis Borges, Eduardo González Lanuza, Eduardo Bullrich, Oliverio Girondo,

Alfredo Gonzáles Garaño y María Rosa Oliver; mientras que el comité extranjero lo

integraban el francés Pierre Drieu la Rochele, el español José Ortega y Gasset, el

mexicano Alfonso Reyes, el suizo Ernest Ansermet, el italiano Leo Ferrero, el

dominicano Pedro Henríquez Ureña, el estadounidense Waldo Frank y el franco-

uruguayo Jules Supervielle. Era una publicación muy rigurosa, despojada de cualquier

ideología política (al menos en su intención), dirigida a un público “high-brow”, de alta

calidad y que exigía cierto esfuerzo por parte del lector82.

Esta publicación enmarcó la cultura rioplatense durante medio siglo, “aceptando

un modus vivendi y un modus operandi americano, y reforzando su idea de la tradición

europea en nuestra cultura como un valor agregado que nos singulariza a los

rioplatenses”83.

Tras la muerte de Victoria Ocampo en se realizaron algunos números especiales,

pero la revista ya no tuvo su frecuencia. Sin embargo, “[El investigador Mark] Falcoff

80 Se puede establecer cierto paralelismo con la actual revista “Un huevo”, aunque esta última es íntegramente de humor. 81 OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Pág. 114 82 Tomado de Ibídem. Págs. 156 - 173 83 Ibídem. Pág. 169

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cree que su cierre se debió a que no pudo sobrevivir al clima de una cultura que promovía

otros valores y copiaba espacios para imponer una línea ideológica”84.

Otros grandes aportes

A su vez, estos nombres que forjaron nuestra identidad local del periodismo de

cultura maman en su mayoría los valores de las grandes ediciones culturales del mundo

(no olvidemos el fuerte eurocentrismo cultural que siempre tuvo el Río de la Plata).

En cuanto a los grandes influyentes del periodismo cultural mundial, es necesario

mencionar a los cuatro referentes que Jorge B. Rivera señala como pilares de este género:

El Times Literary Supplement de Londres (fundado por Bruce Richmond), la Nouvelle

Revue Française de París (dirigida por Eugène Montfort), The Criterion (también de

Londres, bajo la dirección del poeta estadounidense T. S. Elliot), y la Revista de

Occidente (Fundada por José Ortega y Gasset, quien también fundó el folletón El Sol en

1928), de Madrid. Estas cuatro publicaciones más influyentes (europeas todas) fueron

tomadas como modelos a imitar por el periodismo cultural de Europa y América85.

Cabe destacar que estos cuatro suplementos nacieron impulsados principalmente

como revistas literarias especializadas y dirigidas a minorías entendidas.

La prensa norteamericana originalmente estuvo distanciada de los perfiles

culturales “highbrow”, avocándose a temas masivos y sensacionalistas. A principios del

siglo XX comienzan a surgir revistas con interés en lo cultural. The American Mercury

(dirigida por H. L. Mencken entre 1924 y 1933) es quizás uno de los más importantes

referentes de esta primera época. Luego de la depresión de los años 30 la problemática

social y sus cuestionamientos hacen que surjan revistas como The Partisan Review.

La opulencia y el consumo postguerra de los 40 hace que surjan dos grandes

líneas de periodismo cultural: las explícitamente ideológicas y políticas (como New Left

y Monthly Review) y las de sesgo más académico (como Chicago Review y NewYorker).

Luego seguirán revistas renovadoras, como Evergreen Review, New World Writing

84 LINN, T. Así concebidas. Nuestras democracias imperfectas. Colección Búsqueda. Ed. Fin de Siglo. Montevideo, 2008. Pág. 267 85 Está en nuestra naturaleza mirar a Europa para copiar sus éxitos, emular sus ejemplos. No vemos que probablemente la fórmula de éxito no vaya en la copia.

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Anchor Review, New American Review, Black Mountain Review y New York Review

of Books, y experiencias más atípicas, como Rolling Stone y el nuevo periodismo86.

En América Latina periódicos como La Gaceta y El Mercurio de México, La

Gaceta de Lima, el Diario Erudito, Económico y Comercial de Perú, el Papel Periódico

de Cuba, y las Primicias de la Cultura de Quito, afirmaron la línea iluminista y profética a

través del cultivo de las artes y letras87.

Claro que hubo muchas publicaciones más que influyeron en la concepción del

periodismo cultural local88.

El suplemento como espacio para la cultura

Si bien el eje de este trabajo es el cuerpo del diario, no podemos dejar de lado la

tremenda importancia de los suplementos culturales de los diarios. Los suplementos

especializados en cultura marcan una notoria influencia en la sección cultural del diario,

ya sea en tanto al uso de un lenguaje y jerga propios, una línea temática determinada y

hasta sirven (o deberían servir) de material de archivo para sustentar las notas que luego

irán en el diario: “Los suplementos son peligrosos, porque separan la cultura del resto del

periódico, pero permiten dar más información y ofrecen un espacio específico para la

crítica, la reflexión y el análisis”89.

El problema es que también en ocasiones los suplementos culturales y las

colecciones fasciculares de los diarios subestiman el plano periodístico y se da mayor

importancia a lo letrado, acercándose más a una revista literaria que a un suplemento

cultural periodístico, olvidándose que el lector no especialista debe entender al experto,

no éste último lucirse sobre él90.

Los suplementos están integrados básicamente por colaboradores especializados

en un área en particular, escritores, ensayistas, pero pocos periodistas. En general los

suplementos se manejan con críticos, a diferencia de las secciones de cultura, que son

86 Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Buenos Aires, 1995 Págs. 47-49 87 Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Buenos Aires, 1995 Pág. 49 88 Ver en anexos: “Otras publicaciones que influyeron en el periodismo cultural” 89 TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 37 90 Tomado de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Pág. 23

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integradas por buscadores de noticias91. Son espacios donde priman las “grandes firmas”,

que dan cierto prestigio intelectual. Entre estos suplementos, hay uno que no podemos

dejar de mencionar: El País Cultural.

El País Cultural

Es el suplemento de cabecera si se quiere estudiar la situación actual del

periodismo cultural de la región. Aclaremos que el suplemento Cultural del diario El País

es una de las tantas entregas que este diario lanza (tradicionalmente El País ha sido un

diario que apuesta fuerte a los suplementos y fascículos coleccionables de diversos temas

como un plus para competir en el mercado).

Este suplemento, en palabras del propio Homero Alsina Thevenet (su fundador),

“es uno de los diversos suplementos que edita el diario El País en Montevideo. Fue

iniciado en octubre de 1989. Se publica los viernes, en tamaño tabloide

(aproximadamente 27 x 35 cms.), con 16 páginas y en blanco y negro. No tiene páginas

en color, excepto un toque de sepia en la primera [aclaremos que actualmente la tapa

viene a color]. Es hecho por un equipo de coordinación integrado por cinco personas, que

se ha mantenido estable durante los últimos años. A eso se agrega un plantel de

colaboradores ocasionales, entre 30 y 40 personas, que aportan textos, fotos y dibujos, lo

cual se paga por unidad de trabajo entregado”92. 12 años después de estas palabras (y más

de 1000 números después de su lanzamiento) algunas cosas han cambiado, y ya no son

tantos los colaboradores del suplemento (apenas llegan a la mitad), ni tantas sus páginas

(entre 12 y 14). Pero el espíritu de hacer un suplemento cultural de calidad para un

público masivo sigue vigente (al menos en la intención).

El departamento comercial del diario el país define de la siguiente forma al

suplemento: “De gran interés para un amplio público, que gusta de estar informado de

todo lo que sucede en el ámbito cultural, cubriendo una variedad de temas: literatura,

teatro, ensayos, ciencia, música, cine, arquitectura, ciencias sociales y periodismo. De su

cobertura derivan notas y comentarios de las publicaciones de libros más recientes, que

llevan a desarrollar grandes biografías de personajes de talla mundial. Por ser una

publicación que busca llegar a todos los lectores del diario se evita la terminología

91 Más adelante aclararemos las diferencias entre estos dos tipos de perfiles 92 ALSINA THEVENET, H. Periodismo y cultura. Montevideo, Enero 1998 (citado en bibliografía).

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académica, utilizando un lenguaje accesible y una finalidad totalmente informativa”93. Si

bien el suplemento se jacta de no tener publicidad, el departamento comercial del diario

ofrece módulos y columnas publicitarias dentro de éste a un módico precio94.

Este suplemento no busca dirigirse a minorías especializadas y se enfoca

fuertemente en la cultura uruguaya en función de la cultura universal. Ante todo, intenta

que sea periodístico, que la comunicación se posibilite en todos los lectores con el rigor y

la exigencia debidos en la información. Este legado de Homero Alsina Thevenet

trascendió a su muerte: “El cambio lógico que hubo fue la muerte de Homero y la

dirección de László [Erdélyi], que le dio un perfil, pero lo básico no cambió”, comentó

Gandolfo. El periodista además agregó: “En la época de Homero se le daba mucho más

atención al cine antiguo, de la década del 60 para atrás, y no se le daba casi ninguna bola

a lo plástico, a la música popular… a la historieta sí, porque me encargué de que

estuviera”.

“Lo que nos legó Homero de verdad es la amplitud mental, el formato `objetivo´

en cuanto no haya una primera persona y demás, y la exigencia de que esté bien

corregido, que es algo que cuesta una barbaridad (…) y eso nos ha ganado un respeto

internacional”, dijo Gandolfo, quien además agregó: “La chapa internacional que tiene El

País se la da El País Cultural”.

“El Cultural” generalmente cubre pocos temas, pero en profundidad. Se puede leer

desde música clásica hasta popular y su relación con la sociedad, entrevistas a

protagonistas del arte, notas de teatro, el imaginario colectivo, literatura, biografías,

poesía, pintura y cine. Los temas son bastante amplios. Este suplemento casi no cuenta

con estructuras fijas, por lo que la información puede aparecer en cualquier orden. Salvo

por una sección llamada “Páginas”, donde generalmente hay una columna de opinión, un

breve ensayo, y alguna reseña, además de una corta recomendación sobre un libro,

llamada “Hay que leer”.

El País Cultural parece ir totalmente ajeno a las circunstancias del diario. Su línea

editorial es propia e independiente de los acontecimientos exteriores, manejándose más

bien como una continua colección de números culturales y no como el suplemento

cultural semanal de un diario. Gandolfo explicó que el suplemento se ha ganado el

derecho de piso: “No hay una incidencia del diario en El Cultural porque confían en que 93 EL PAÍS, Diario. Departamento Comercial. Perfil y tarifas suplemento Cultural. 94 La última vez que revisé el precio módulo columna del suplemento costaba $1.812. Esto es más barato que el suplemento Empresario (cuya publicidad cuesta $ 2.290), pero más caro que Qué Pasa ($ 1.263).

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el suplemento sigue siendo un lugar de fiar”. Podría perfectamente venderse por

separado95 como una revista independiente.

El equipo se maneja semanalmente de la misma manera hace años para el armado

del suplemento: “En el cultural se hace una reunión entre los que estamos fijos. Tenemos

una planilla donde está todo lo que entró y ahí hacemos la mezcla. Y hay cosas muy

elementales que curiosamente no se hacen. Una es la modulación: no podés meter tres

notas de literatura europea si hay cuatro o cinco en total. Eso Homero lo tenía clarísimo”,

comentó Gandolfo, quien agregó que en el suplemento hay actualmente unas 20 personas

que están en planilla como colaboradores.

Pese a haberse reducido en tamaño y preponderancia, no se puede negar que El

País Cultural es uno de los más importantes suplementos de los últimos 20 años en

Uruguay, y su influencia sobre todo lo que tenga que ver con la cultura en los medios es

incuestionable.

En los otros diarios uruguayos no hay actualmente un suplemento que compita

con El País Cultural. Hubo intentos de competencia, pero no fueron exitosos: La

República de Platón (suplemento del diario La República), suplemento “Culturas” (del

diario El Observador) fueron algunos ejemplos medianamente relevantes, pero ya no

están. Para Elvio Gandolfo, periodista cultural y editor de El País Cultural, estos

suplementos “estaban tan escandalosamente mal hechos, desde cualquier punto de vista,

que ni siquiera te ponían en la disyuntiva de tener que cambiar algo para competir. Los

suplementos, como son gratis, no están dependiendo de la competencia.

Periodistas de peso en el periodismo cultural

Históricamente eran escritores quienes llenaban las páginas de las revistas

culturales, no periodistas formados en periodismo (es una carrera relativamente nueva).

Hoy en día ha cambiado un poco, pero sin embargo las redacciones culturales siguen

siendo integradas por escritores.

El periodismo de antes era reconocido por estar integrado por generaciones de

grandes escritores que hacían periodismo. Un buen medio era aquel que contaba con

grandes figuras de renombre entre sus críticos de cultura. Cuanto más críptico e 95 De hecho, esto se hace en algunas ferias montevideanas con los números viejos.

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indescifrable escribieran, más “cultural” parecía ser la sección (de vez en cuando poner

una frase o palabra en latín o en francés ayudaba también para hacerse el culto96).

No se puede asegurar cuantitativamente, pero es cierto que el espacio en los

diarios y revistas permitió a los escritores a tener cierto renombre y repercusión a nivel

del público. Es probable que muchos escritores hoy famosos hubiesen pasado

desapercibidos si no fuera por sus trabajos en periodismo. También es probable que algún

potencial escritor de oficio no haya podido continuar con su carrera debido a la exigencia

del trabajo periodístico. Aunque es difícil de constatar, lo cierto es que el periodismo

cultural ha sido desde sus orígenes un claro receptáculo de estos escritores, y muchos de

los famosos de hoy se formaron en gran parte en las redacciones de prensa del pasado.

Así, las grandes figuras se fueron formando de a poco, generando cierto estatus y

valorización de parte de los lectores.

Las generaciones del 45 y del 60 desarrollaron un periodismo cultural muy

vigoroso e influyente, de eso no hay dudas. La figura de Mario Benedetti (1920-2009) es

un claro ejemplo de la zona de contacto entre producción cultural y periodismo cultural y

cómo ejercen influencias recíprocamente. Su participación en el semanario Marcha, el

diario La Mañana, las revistas Marginalia, Número y Maldoror, además de sus

colaboraciones en medios extranjeros (de México, Cuba, Argentina, España, Bolivia,

Perú y otros) son claros ejemplos de cómo un escritor muchas veces se gana la vida

ejerciendo el periodismo (incluso uno de la talla de Benedetti).

Este célebre escritor ejerció como periodista cultural (aunque sus artículos

tocaban temas de diversos ámbitos, como la política, el humor y hasta el deporte) y no es

necesario aclarar su influencia, fundamental en la cultura de la segunda mitad del siglo

XX. Su literatura se destaca por su sencillez de lenguaje, escribiendo claro y preciso, sin

pomposidades ni pretensiones barrocas (no puedo afirmar si esto influyó en su éxito

periodístico o si fue al revés), demostrando que así también se puede “escribir bien”.

Escribió en distintos medios como crítico teatral, de cine, cubría ciertos eventos

culturales, oficiando como un periodista, aunque sus textos nunca eran propiamente

noticiosos, sino que más bien eran “de corte más o menos ensayístico, o más o menos

96 Por cierto, el manual de estilo de El País de Madrid dice: “Debe evitarse el empleo de palabras o locuciones latinas, sobre todo en textos noticiosos. Constituyen un modo de hablar erudito, hoy poco conocido, si no en franco desuso, sólo permisible en artículos de colaboración. En todo caso, las palabras latinas se acentuarán de acuerdo a las leyes fonéticas para las voces castellanas —salvo que formen parte de nombres científicos— y se escribirán en cursiva —salvo que se trate de vocablos ya castellanizados–”. EL PAÍS de Madrid, Manual de estilo, Ed El País, Madrid, 1994. Pág. 67

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periodístico”97. Benedetti es el típico ejemplo de una persona que ofició a ambos lados

del mostrador, como crítico y como criticado, el escritor que hace periodismo y el

periodista que hace literatura98.

Otro notorio ejemplo es el de Juan Carlos Onetti99, quien bajo el seudónimo de

“Periquito el Aguador” era la cara cultural de las primeras editoriales culturales del

semanario Marcha. Bajo este personaje irreverente y poco complaciente, Onetti se

constituyó en “el alter ego cultural de Quijano”100, criticando y hostigando a la cultura

uruguaya. “Su mirada a la cultura uruguaya aborda todos los aspectos: desde los premios,

las omisiones, la calidad de la vanguardia uruguaya [nula y estancada] o el carácter de la

crítica literaria [que no debería ser distinta a la de un semanario para todo público],

hasta la ausencia de una literatura en ese país”101. Su labor será determinante en el

nacimiento y desarrollo de la que Ángel Rama bautizará como “Generación crítica”102.

Carlos Real de Azúa y Ángel Rama desde sus ensayos extensos y complejos en el

semanario Marcha, también harán sus aportes a la crítica cultural.

José Enrique Rodó y Francisco Espínola parecen ser ejemplos emblemáticos de

escritores que vivieron como periodistas. Pero la lista es larga de quienes llenaron las

páginas culturales: los escritores Mario Levrero, Enrique Amorim, Carlos Reyles, Emir

Rodríguez Monegal, Arturo Ardao, Carlos Martínez Moreno, Carlos Maggi, Raúl Forlán

Lamarque, Eduardo Galeano, Juan José Morosoli, Julio J. Casal, Julio C. Da Rosa, Hugo

Alfaro, Carlos Denis Molina, Arturo Sergio Visca, Eduardo Romano, Aparicio Vignoli,

Heber Raviolo, Héctor Galmés, Rafael Courtoisie, Fernando Andacht, Alejandro

Paternain, Hugo y Jorge Burel, Juan Carlos Somma, Jorge Musto, Mauricio Rosencof,

Miguel Ángel Campodónico, Eduardo Alvariza y Carlos María Gutiérrez (“el poeta que

vino del periodismo”, según lo tildó Benedetti103), las escritoras Clara Silva, Sylvia Lago,

María Inés Silva Vila, Idea Vilariño, Teresa Porzecanski, María Esther Gilio, Giselda

Zani y Armonía Sommers, los críticos Homero Alsina Thevenet, Jorge Ruffinelli, José

97 OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007 Pág. 119 98 Tomado de Ibídem. Págs. 117-142 99 Por cierto, Onetti también trabajó de “periodista general” para la agencia Reuters, por lo que no solamente se quedó en “lo cultural”. 100 PINO, M. El semanario marcha de Uruguay: una genealogía de la crítica de la cultura en América latina. Revista de crítica literaria latinoamericana, Nº 56. Pág. 146 101 Ibídem. Pág. 144 102 Ibídem. Pág. 147 103 OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Pág. 135

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María Podestá, René Arturo Despouey, Alejandro Peñasco, Washington Roldán, Manuel

Luz Alvarado, Julio Novoa, Fernando García Esteban, José P. Argul, Julio Bayce,

Enrique Mrak, Nelson Di Maggio y Luis Bravo, las poetas Nancy Bacelo, Ida Vitale,

Amanda Berenguer, Ulalume González de León (nacionalizada mexicana), Beatriz

Bayce, Selva Márquez y Cristina Peri Rossi, los poetas Juan Cunha, Jorge Arbeleche,

Hugo Achugar, Salvador Puig, Luis Eduardo Pombo, Enrique Fierro, Saúl Ibargoyen y

Jules Supervielle, y el ilustrador Hermenegildo Sábat. Otras figuras menos encasillables

como Horacio Buscaglia, Jorge Arteaga, el filósofo y rabino Ruben Kanalenstein, el

ingeniero Carlos Pellegrino, el escritor y actor Antonio "Taco" Larreta, el sociólogo

Rafael Bayce, la historiadora Milita Alfaro, la ecléctica Lisa Block de Behar o el doctor

Gabriel Saad, el arquitecto Carlos Herrera Mc Lean, el musicólogo Coriún Aharonián,

músicos como Daniel Viglietti, Hugo Balzo, Gastón Ciarlo (“Dino”) y Jorge Lazaroff, o

los artistas Roberto Echavarren Walker, Horacio Roldán y Sergio Altesor también

supieron integrar las filas del periodismo cultural.

Cabe destacar que muchos de los que hoy son reconocidos como escritores se

ganaban la vida ejerciendo como periodistas, y no necesariamente periodistas culturales,

sino también como cronistas de actualidad para la redacción general de un diario.

Del otro lado del río la crítica de Jorge Luis Borges sobre determinado libro tenía

mucho poder en la opinión pública (aunque fuera indirectamente). Si bien no es su veta

más conocida y analizada, la escritura periodística de Borges ha sido paradigmática en el

periodismo cultural. También lo supieron ser las opiniones de Bioy Casares, Julio

Cortázar, Victoria Ocampo, María Rosa Oliver, Julio Ardiles Gray, Aníbal Ford, Juan

Gelman, Guillermo Saavedra, Oscar Steimberg, Tomás Eloy Martínez, Elvio E. Gandolfo

(con un pie en cada orilla), Jaime Rest, Horacio González, Luis Gregorich, Christian

Kupchik, Nicolás Rosa, Jorge Lafforgue, Pedro Orgambide, Carlos Dámaso Martínez,

Alberto Girri, Víctor Pesce, Raimundo Lida, Blanca Rébori, María Rosa Lida de Malkiel,

Eduardo González Lanuza, Eduardo Bullrich, Oliverio Girondo, Alfredo González

Garaño, Francisco Romero, y Eduardo Mallea.

Fuera de la región son muy famosos (e influyentes a nivel local) los casos del

colombiano Gabriel García Márquez, el mexicano Octavio Paz, o el peruano Mario

Vargas Llosa. Los tres, de gran renombre, se han destacado por sus columnas

periodísticas. También han influenciado mucho los aportes de los mexicanos Alfonso

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Reyes y Enrique Krauze, el dominicano Pedro Henríquez Ureña y, más alejado en el

tiempo, el nicaragüense Rubén Darío.

Cruzando el atlántico tenemos a los españoles José Ortega y Gasset, Joaquín

Casalduero, Amado Alonso (nacionalizado argentino), Juan Cruz, Manuel Vicent, José

“Pepe” Ribas, Francisco Umbral, Ramón Gómez de la Serna…

… Y la lista es interminable.

Pero hoy no parece seguir vigente esa idea de fuertes pesos en las páginas de

cultura: “El periodismo cultural ha cambiado muchísimo, y para peor. Porque en este país

hay una larga tradición de críticos importantes. Existió una generación mítica que

cumplía una función fundamental, que era darte el contexto, por qué era importante tal

artista o tal espectáculo. Hoy no existe”, comentó Mariana Percovich, ex editora de

cultura de Búsqueda y actual funcionaria del MEC. También es válido preguntarse si es

que “hoy no existe” o simplemente por ser contemporáneos a nosotros, hay grandes

figuras que no logramos verlas.

Para María José Santacreu, entre la generación de esos grandes críticos, muy

fuertes, y la situación de ahora, “pasó la dictadura. Hubo como una especie de `big

crunch´ [una implosión, al revés del `big bang´] que a nivel cultural estancó toda una

generación. Es más complicado en realidad, pero creo que eso pesó mucho”.

El problema de que haya tantas figuras provenientes de la escritura es si saben

separar el rol de periodista de su rol como artistas104. Como comenta Andrea Bocco en su

trabajo, casi todos los escritores ejercieron el periodismo, ya que era la principal vía para

difundir ideas políticas, religiosas y estéticas. La crítica le asignó a la literatura ser

subsidiaria de la política105. Se buscaban objetivos no periodísticos a través del

periodismo. Claro que esto se aleja completamente de la idea de periodismo de hoy en

día, pero se trataba de escritores y no de periodistas106.

104 Como veremos más adelante cuando hablemos del problema de “ser arte y parte” de la cultura. 105 BOCCO, A. Literatura y Periodismo 1830-1861. Universidad Nacional de Córdoba, 2004. Pág. 19 106 Uno se puede quejar, aunque no tiene por qué recriminarles nada, ya que en esa época no había escuela en periodismo... y aún hoy en Uruguay no existe una formación específica en periodismo cultural (salvo talleres puntuales), por lo que es entendible (como veremos más adelante) que gran parte de los planteles de las secciones culturales de la prensa estén integradas por escritores, dramaturgos, y todo tipo de artistas.

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6. EL PERFIL DE LA CULTURA EN LOS DIARIOS: ¿AUSENTE?

Como ya hemos dicho, en la mayoría de los diarios uruguayos no hay establecido

un límite claro entre el periodismo cultural y de espectáculos. Lo que sí está claro es que

muchas veces estos temas se mezclan dentro del cuerpo del diario en distintas secciones.

De cualquier manera, parto de la base que los diarios, en comparación con los

semanarios, cubren de una manera muy poco eficaz las noticias culturales. Esto en parte

se debe a que un semanario, por tener más tiempo de preparación de las noticias (distinto

al del diario), se presta a un tratamiento más detallado y profundo de la información.

La información cultural en los medios analizados es de lo más ecléctica, habiendo

desde noticias sobre la farándula argentina, rumores de las estrellas de Hollywood,

taquilla de cine, lanzamientos de discos, y futuros conciertos y estrenos, hasta noticias

sobre escritores, obras de teatro, programas de televisión, comics, museos y ópera… y el

espectro podría ampliarse aún más107.

A cada diario con su librito

Los medios analizados (semanarios Brecha y Búsqueda, diarios El Observador, El

País, La Diaria, La República y Últimas Noticias) tienen una noción muy distinta de los

contenidos culturales que deben incluir. La muestra de campo realizada108 analizando los

diarios de mayo del 2008 en comparación con los del mes de mayo de 2007 dio que en

promedio los diarios dedican un 19% de sus páginas a contenidos culturales. Es

prácticamente el mismo espacio que se le dedica a las noticias de política (también 19%).

Sin embargo, la proporción se dispara al decidir qué es lo que irá en primera

plana. Cuando se tienen en cuenta las tapas de los diarios vemos que no es proporcional

la cantidad de noticias culturales en tapa en relación con la cantidad de páginas que le

dedica el diario. Por ejemplo, en promedio se dedica un 7% de las noticias en tapa de los 107 Ver anexo “Estadísticas de los diarios en Mayo 2007 y mayo 2008” 108 Realicé un análisis de los diarios y semanarios publicados en mayo del 2007 en comparación con los de mayo del 2008, evaluando distintos parámetros: Se analizaron los titulares culturales en primera plana en comparación con las noticias de otras secciones, qué noticias culturales iban a primera y con qué destaque, y la cantidad de páginas que cada diario dedicaba a cada sección. Si bien los meses elegidos son una muestra aleatoria, al constatar que los datos obtenidos fueron bastante similares en un mes y otro (pese al año de distancia) me parece que son datos representativos de la realidad cultural en la prensa uruguaya. Los resultados están en el anexo “Estadísticas de los diarios en Mayo 2007 y mayo 2008”.

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diarios a noticias culturales, mientras que un 48% de las noticias en primera son de la

sección política (también llamada “información” o “nacionales”, pero esencialmente son

contenidos políticos).

Aunque parezca “de Perogrullo”, cabe aclarar que no todos los diarios tienen la

misma distribución de sus secciones y que no es comparable la sección “Actualidad

Nacional” de El Observador con “Nacionales” de El País o “Política” de La República,

pues algunos pueden incluir noticias de otra índole dentro de ellas (por ejemplo

sindicales, municipales, salud, etcétera). También es discutible comparar a O2 de El

Observador con Espectáculos de El País y Cultura de La Diaria. Como dijo el periodista

Jaime Clara: “Tenés que legitimar, pero tampoco nos pongamos tan exquisitos con las

secciones. Porque las únicas secciones que se repiten en los diarios uruguayos son

rurales, deportes y los muertos [avisos fúnebres]. Después tenés un abanico de cosas que

no se sabe bien lo que son, todo es difuso. Entiendo que la legitimación del espacio le dé

cierta visibilidad, pero no es lo que más me angustia”.

A los efectos de esta investigación no es relevante ser tan rígido en estas

comparaciones, ya que simplemente se hace para tener una idea de la situación de la

cultura en los medios. Si bien hablar de la totalidad de diarios y semanarios no es

representativo de la realidad del periodismo cultural, a continuación se realiza un

desglose individual para tener una idea aproximada de cómo se cubre la cultura en los

diarios y semanarios mencionados.

Semanario Brecha

El perfil de Brecha está enfocado a la cultura y a la política (puede que por esto se

lo asocie al perfil del semanario Marcha). Desde su perspectiva de izquierda y sus

contenidos altamente politizados da una importante participación a lo cultural, cubriendo

y analizando las noticias desde una perspectiva cultural.

Brecha divide sus contenidos culturales en distintas sub secciones de manera

explícita, aunque a veces no delimita claramente en qué sección se encuentra el lector y

su diagramación resulta un poco confusa. Su suplemento fijo de cultura y espectáculos,

“El ocho” (similar a las secciones culturales del cuerpo de un diario), incluye cartelera de

espectáculos, reseñas de libros, de cine comercial y “alternativo”, exposiciones, crítica

teatral y música. Por otra parte la sección “Cultura” cubre también algo de esto, más los

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temas que usualmente cubriría un suplemento cultural de un diario del exterior (notas de

análisis, ensayos breves, reportajes, entrevistas de profundidad), abarcando temas

diversos como literatura, ciencias sociales, música, publicidad, cine, museos, y

patrimonio. Luego viene la sección “Literarias”, con reseñas de libros y muchas críticas

(de vez en cuando aparece una entrevista).

Cuando algún tema no se encasilla en ninguna sección va a “Fuera de lugar”, una

sección que aparece eventualmente y que “tiene un permiso para colocar temas medio

caprichosos que no son los que el lector espera de política ni de cultura”, como comenta

Sofi Richero, periodista y ex editora de Cultura de Brecha.

Brecha tiene en la sección Cultura cuatro periodistas fijas en su redacción. Luego

hay muchos colaboradores freelance (unos 15), con distintos ritmos de publicación. Lo

curioso es que las mismas personas escriben en las distintas secciones dependiendo el

énfasis de lo que hayan escrito. El editor decide si corresponde a su sección o se deriva a

otra. Esto podría explicar por qué las secciones “se pisan” en algunos temas.

El semanario dedica un 36% de sus contenidos a temas culturales. Las primeras

planas del semanario fueron en este sentido muy poco representativas: destinaron a

cultura un 8% de los títulos de primera (solo para hacerse una idea, la sección “Política”

ocupa un 25% de las páginas del semanario y el 46% de las primeras planas).

Semanario Búsqueda

Si bien Búsqueda es un semanario con un enfoque predominantemente político y

económico, tuvo una sección cultural muy desarrollada, a la que se le dedicaba cierta

importancia (durante el período analizado)109. El semanario intenta diferenciarse en los

contenidos que ya hay en la prensa local: “Nuestra sección no es exclusivamente cultura

ni exclusivamente espectáculos; es una mezcla”, dijo Daniela Bluth, entonces editora de

la sección Vida Cultural de este semanario.

El fuerte de Búsqueda radica en los temas locales, ya que los consideran un

servicio para el lector. Esta diferenciación también reside en la elección de los temas que

109 A mediados de los 90 Búsqueda tuvo un cambio importante con su visión de las noticias culturales. Mariana Percovich, ex editora del semanario y actual funcionaria del Minisrerio de Educación y Cultura (MEC), comentó: “El semanario Búsqueda me lleva a mí como editora y pasamos de una página a cinco”. Pero la crisis hizo que en 2009 la sección se redujera en su tamaño. Por lo tanto esta descripción se acota al período analizado (mayo del 2007 y 2008), cuando la sección ocupaba siete páginas.

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cubre el semanario: “Búsqueda no cubre radio ni televisión, como en los diarios, ni

tampoco farándula, y ese tipo de cosas. Tampoco cubrimos carnaval”, comentó la editora.

La sección tiene sus contenidos bien delimitados y definidos en la diagramación:

se cubre teatro, música, cine, novedades de libros y reseñas, artes plásticas, y políticas

culturales. El eje común son las pequeñas columnas de sus colaboradores de peso, que se

intercalan dentro.

Búsqueda tiene seis periodistas fijos y cuatro columnistas en su redacción cultural.

A criterio de la propia editora los recursos están bien en proporción con otras secciones

del semanario. También se puede considerar como un complemento a los contenidos

culturales del semanario algunos artículos que vienen en la revista “Galería”, suplemento

del semanario.

El semanario dedicó en promedio el 14% de sus páginas a la sección cultura,

mientras que destinó un 3% de los títulos de primera a temas culturales. Pero esto no es

tan representativo, pues la primera plana de Búsqueda generalmente tiene unas pocas

noticias y un criterio de diagramación distinto (Este semanario se caracteriza por una

primera austera en diseño, con pocos títulos y mucho texto).

Diario El Observador

El Observador tiene su sección especial denominada “O2”, donde se concentra

toda la información cultural, junto a otros temas110. O2 viene a ser un misceláneo entre

noticias culturales, de espectáculos y todo lo que no vaya en otra sección del diario.

Empero, es una sección con el mérito de obtener noticias propias111: “O2 es periodismo

antes que nada, queremos tener noticias antes que nada”, comentó su editora de O2

semana, Mariana Álvarez, quien agregó que O2 integra cultura y espectáculos, y es un

espacio de temas muy variados.

La editora de O2 fin de semana, dijo que esta sección tiene un perfil notoriamente

distinto al O2 diario (y por lo tanto tampoco es el mismo editor): “De lunes a viernes O2

es solo espectáculos: música, literatura, pintura, teatro, cine, y sociales, la cartelera, la

agenda. El fin de semana cambia: es tendencias, que también incluye espectáculos, pero

110 O2 es considerado la segunda parte del diario, una segunda sección, no un suplemento, ya que son parte del cuerpo del diario, como dijo Valeria García, editora de O2 fin de semana. 111 Igualmente muchas noticias se repiten, muchas salen tiempo después (bastante habitual en el periodismo uruguayo), y muchas son “refrites” de agencias de prensa.

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también sociedad, comportamientos, moda, diseño, ciencia, tecnología, gastronomía,

vinos, y todo lo que salga”. En definitiva, todo lo que no entra en otra área va para O2. Y

si el tema es más descolgado aún, va a O2 fin de semana. O2 semana tiene ocho páginas,

el fin de semana tiene 20 en sábado y 16 en domingo.

En O2 diario trabajan en total seis personas (tres periodistas generales, dos para la

cartelera y la editora). Este diario no suele contar con columnistas externos (salvo alguna

excepción) y llena sus páginas con periodistas de planta. Para O2 fin de semana hay una

editora, cuatro periodistas, y dos chicas que cubren sociales (pero que trabajan también

para el resto de la semana).

Cabe destacar que El Observador también da importancia a los temas culturales

desde los suplementos Cinemag y (hasta su cierre) VayVen112.

En cuanto a la muestra realizada, en promedio el 23% del diario fue dedicado a

O2. Las primeras del diario El Observador destinaron a temas culturales un 15% de los

títulos. A diferencia de otros diarios, este se propone poner siempre en primera alguna

noticia vinculada con la sección. Es parte de la diagramación, una regla que debe ser

cumplida.

Diario El País

El País tiene una sección diaria de Espectáculos y tiene también el suplemento

cultural semanal (El País Cultural113). La sección de espectáculos de vez en cuando

agrega otros contenidos culturales. El desequilibrio está inclinado hacia los espectáculos,

escaseando otros contenidos como libros y plástica. El suplemento cultural vendría a

cubrir esta carencia, poniendo la parte de cine arte, libros, plástica, reseñas y críticas

“pesadas”. El problema del suplemento es su carencia de actualidad.

La premisa de la sección de Espectáculos en este diario es que debe haber una

noticia, todo lo publicado debe tener valor noticioso. Los análisis más “sesudos” los

cubrirá el suplemento cultural. Pero aún con esta premisa muchas veces no hay noticias

112 Cinemag es una revista de cine que se compra aparte del diario. Y el misceláneo y superficial VayVen cerró en 2009. 113 El País es el único diario con un suplemento cultural en la actualidad. Brecha tiene separatas culturales, pero es un semanario, no un diario. El Observador tiene Cinemag, pero es una revista especializada en cine que se vende por separado. La República tiene “Cultura Rock”, que es más bien un fanzine de Rock que un suplemento cultural. La Diaria tiene suplementos de música de vez en cuando. Últimas Noticias tiene el suplemento Tevé y noticias, una separata de espectáculos. Pero ninguno un suplemento cultural.

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propias en la sección. En muchos casos las noticias de cultura aparecen en la sección

Ciudades, la página llamada Gentes y Cosas y hasta el suplemento de los Domingos. No

es problema que se “pisen”, sino que luego la misma noticia aparezca en Espectáculos

unos días después, como a veces sucede.

La sección B del diario se divide en Espectáculos, y Ciudades (sociedad). La

sección “está abierta en general a todos los temas que tengan relación con la vida de las

personas” 114. Espectáculos incluye entretenimientos y tiempo libre. Tiene además una

cartelera de TV junto a algunas noticias cortas y carteleras de cine, teatro y variedades.

Luego el diagramado es de lo más heterogéneo: música pop y “culta”, rumores de

farándula, reseñas de cine, columnas de opinión, crítica de teatro, columna de plástica,

crónicas de rock, y exposiciones en algún museo. Si bien Ciudades es el espacio de las

notas consideradas “sociales”, tiene muchas notas “culturales”: también cubre

exposiciones, entrevistas a escritores, artistas y otras figuras de la cultura. Los libros van

al suplemento cultural, salvo excepciones o noticias sobre “best sellers”.

Las noticias de esta sección que se publican en primera rara vez son obtenidas por

el medio, sino que generalmente son cables internacionales, noticias de agencias de

prensa o gacetillas. Cuando la primera tiene algún tema de cultura local o política

cultural, muchas veces uno se encuentra que está ubicada en otra sección.

El País cuenta además con otro suplemento "compensador": la revista Sábado

Show, que si bien trata sobre todo los temas de la farándula y el entretenimiento, también

de vez en cuando mecha algún contenido más profundo y sólido. Esta publicación

semanal cubre lo que sucede en el mundo del espectáculo (nacional y extranjero):

televisión, música, cine, video, cable, teatro, radio, ocio y tiempo libre.

En cuanto a la muestra realizada, en promedio el 14% del diario fue dedicado a la

sección Espectáculos. Un 7% de los títulos del diario fueron culturales.

Diario La Diaria

La Diaria se publica de lunes a viernes y se distribuye por suscripción. Es un

periódico relativamente nuevo (aunque ya tiene más de tres años) que se vende al nivel de

114 EL PAÍS, Diario. Depto. Comercial. Perfil de los lectores sección Espectáculos (cit. en bibliografía)

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los demás “grandes” diarios (tiene un tiraje de casi 7.000 diarios por día115). Así como

muchos comentan que Marcha se recicló en Brecha, también se compara a La Diaria con

Brecha, catalogándola como la “versión diaria” del semanario. Esta comparación claro

que no es correcta, pero tiene sus justificaciones en que ambos son medios calificados

como “de izquierda”, además que muchos de periodistas y editores pasaron por ambos

medios.

En cuanto a los temas que incluye la sección “Cultura”, José Gabriel Lagos, editor

de cultura del diario, comentó que no tienen limitaciones en cuanto a los contenidos por

ser un emprendimiento “nuevo”. Esta libertad lleva a notas de lo más curiosas, mezclando

sociedad con espectáculos y con temas antojadizos. Esto no es bueno ni malo en sí

mismo, pero simplemente es curioso y es parte de la decisión editorial de jugar con los

contrastes de la sección.

La Diaria maneja sus páginas de una manera muy flexible, no como la mayoría de

los diarios, que tienen una cantidad fija por sección. El criterio no es llenar determinada

cantidad de páginas, sino que se llenan en tanto sean de interés116. Así de flexibles son

también las ediciones especiales. Este diario cuenta con suplementos muy variados y de

frecuencia irregular. Como compensador puede verse el suplemento de música Rock y

Pop de ocho páginas llamado “R”. De vez en cuando también se dedica un espacio

especial a la fotografía y foto reportajes.

Para el editor Lagos, La Diaria quiso desde su lanzamiento darle un énfasis

especial a la cultura: buena parte del diario tiene información cultural y se da bastante

relevancia a lo cultural en primera. En la mayoría de los días incluyen alguna noticia

cultural en tapa. Cultura llega a ser el titular de cabecera del diario, lo que demuestra la

intención de darle cierta relevancia a lo cultural.

Cultura lo mantienen solo tres periodistas fijos: dos en la sección “Cultura” y uno

que se encarga de la cartelera (aunque la proporción se corresponde con el resto del

diario, que cuenta con un equipo reducido). “La sección de cultura está organizada de una

forma más parecida a la de un semanario que a la de un diario. Los diarios se manejan

115 Lo que demuestra el pobre tiraje que tienen los diarios en Uruguay, ya que hay días que los otros diarios no llegan ni siquiera a esta cifra de ventas. Esto es difícil de comprobar en números exactos, pues los diarios son muy poco honestos con sus cifras y el único que publica su tiraje es La Diaria. 116 Esto parece obvio, pero muchos diarios, por mantener la estructura, terminan “rellenando espacios”. Cultura puede tener cinco páginas si lo amerita, o solo una si ese día no ocurrió mucha cosa.

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más con periodistas de planta, mientras que nosotros lo hacemos con `freelance´”, agregó

Lagos. En un mes colaboran entre 12 y 15 “freelance”.

La Diaria dedicó un 23% del diario a la sección “Cultura”, mientras que en

primera plana dedicó a los temas culturales un 12%. Es el único diario que llegó a

dedicarle más páginas a cultura que a política. Aclaremos que es un diario muy pequeño

(apenas 15 páginas), por lo que no es tan complicado conseguir con qué llenarlo.

Diario La República

Su sección es llamada “Cultura”117, y pretende alejarse lo más posible del

“espectáculo” (en el sentido “cholulo”), no cubriendo farándula, chismes, ni las noticias

sobre las estrellas. Esto es por decisión de su editor Jorge Yuliani, quien busca

diferenciarse de los otros diarios cuyos contenidos (a su criterio) califica de más livianos

y comerciales: “No vale todo (…) Hollywood no entra. Sí cuando se estrena una película,

pero no seguimos el tema, no somos agencia de difusión de nadie”. Además, Yuliani

agregó: “Nosotros somos cultura, no espectáculos. Espectáculos está cargado de la

cholulez, la frivolidad, la trivialidad, la utilización de la farándula”. Pero muchas veces el

cine de Hollywood y películas de la industria estadounidense terminan siendo tapa de la

sección cultural de este diario.

La sección “Cultura” tiene por lo general noticias de artes plásticas, críticas de

arte, exposiciones, y algún artículo de periodistas freelance que van desde reseñas de

libros hasta críticas de ópera. Luego vienen las carteleras de cine, televisión y radio, con

alguna noticia breve de cine o música.

La “compensación cultural” del diario La República durante el período analizado

radicó en el suplemento “Cultura Rock”, un suplemento dedicado fundamentalmente a

este género musical, integrado por seis periodistas y colaboradores. Pero no se limita al

Rock, ya que incluye temas de todo tipo, desde entrevistas con actores pornográficos y

cantantes pop hasta temas de la farándula argentina.

En la sección “Cultura” de La República trabajan dos periodistas fijos más

colaboradores externos: un crítico literario, uno de cine, de plástica, de teatro y uno de

jazz. Son cuatro páginas de noticias y columnas y dos de carteleras.

117 La República y La Diaria, son los únicos diarios que denominan explícitamente a su sección cultural como “Cultura”.

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El diario dedicó en promedio el 12% a los temas culturales. Muy poco de estos

contenidos se refleja en primera: La República destinó apenas un 1% de los títulos de

tapa del diario a “Cultura”.

Diario Últimas Noticias

La sección “Espectáculos” maneja entre 3 y 4 páginas (sin contar avisos) llenadas

por 2 periodistas y el editor. Cabe aclarar que “Últimas Noticias” no sale los domingos.

En promedio el 10% del diario fue dedicado a la sección “Espectáculos”, mientras

que solo el 1% de los títulos de primera del diario fueron culturales118. Este diario casi no

tiene noticias culturales en tapa, pero en contratapa de vez en cuando sale alguna noticia

cultural. No es extraño leer errores en esta sección, nombres mal escritos, gacetillas de

prensa textuales, o noticias parafraseadas de internet. Los demás diarios también lo

hacen, pero Últimas Noticias lo ha repetido con más frecuencia en el período analizado.

La sección “Espectáculos” tiene principalmente noticias de cine, música pop,

televisión y farándula, con temas de teatro muy de vez en cuando. Lo que se mantiene

fijo es la cartelera de cine y televisión. Básicamente se cubre cine, música y televisión.

Casi no hay noticias de teatro (salvo grandes acontecimientos) y no se cubre libros.

Aunque suene extraño, la crítica teatral y los libros son cubiertos en el suplemento “TV

Noticias Espectacular”. La plástica no sale en ninguna de las dos partes, salvo casos muy

excepcionales.

Sus temas son exclusivamente de espectáculos, aunque “si no queda otra” y hay

que cubrir ciertos temas porque la noticia lo amerita, entonces los colocan allí. “Todo lo

cultural se cubre dentro de la sección de espectáculos”, dijo Hugo Fernández Dovat,

entonces editor de espectáculos de Últimas Noticias.

Últimas Noticias tiene el suplemento semanal “TV Noticias Espectacular”,

dirigido por la crítica teatral Myriam Caprile. En realidad el nombre no tiene mucho que

ver, pues incluye crítica de teatro y cine, moda, música, espectáculos, farándula y,

lógicamente, televisión. Salvo por teatro, los temas que cubren son casi los mismos que el

diario, aunque con un poco más de entrevistas y producción propia (es un complemento

un poco más profundo).

118 Igualmente cabe aclarar que muchas de las noticias culturales que aparecen en primera (además de ser pocas) no provienen de la sección Espectáculos, sino de otras secciones del diario.

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Muchas veces este diario obtiene noticias propias, cosa para nada menor. Pero las

noticias son tan pocas que la sección se le agota rápidamente al lector.

Conclusiones del análisis

Mirando los resultados se puede ver que los cinco diarios analizados y los dos

semanarios son bien distintos en su forma de encarar la cultura119. Pero se pueden sacar

algunas conclusiones a grandes rasgos.

El diario El Observador es quien dedica más titulares a cultura (en relación a los

contenidos que trae todo el diario), pero se explica por la “pastillita verde” que se

mantiene fija en primera, en la que se pone siempre alguna noticia de la sección O2, sin

importar su relevancia noticiosa o su interés (además, dentro de la sección puede haber

cualquier otra cosa). Luego viene La Diaria, que dedica un poco menos de páginas y de

tapa, pero donde las noticias en primera son puestas cuando merecen estar120, no con un

puesto fijo. Búsqueda y Brecha pueden tener muchos contenidos culturales en proporción

con otros contenidos, pero tienen pocas noticias en primera. El País es de lo más ecléctico

en su sección, mezclando desde chimentos hasta crítica de libros o entrevistas a

dramaturgos, pero las primeras que consigue son por lo general noticias de chimentos o

gacetillas. Últimas Noticias y La República parecen tener una sección con contenidos

culturales por tradición (o para rellenar hojas) que rara vez se acerca a la primera plana.

Este análisis no juzga la calidad de los contenidos, sino que muestra simplemente

la cantidad de páginas que se le da a la cultura en los distintos medios de prensa. Además,

asumiendo que la primera plana es lo que el diario considera una muestra representativa

de lo mejor que tiene (o lo que se puede leer más) es que también se analiza la relación

con el espacio en portada que se le otorga a las distintas secciones.

Pero al ser los contenidos tan heterogéneos (no toda la sección O2 es cultural,

Espectáculos de El País no es comparable a Cultura de La República, ni La Diaria tiene la

misma cantidad de páginas que Búsqueda), es imposible extraer conclusiones comunes a

todos los diarios más allá de mostrar un panorama de cada uno.

119 Para ver el análisis completo y detallado ver “Análisis medio a medio” en los anexos 120 O cuando no hay otra cosa mejor en otras secciones, eso no se puede saber.

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7. LA AGENDA DEL PERIODISMO CULTURAL

Como hemos visto, el espectro temático del periodismo cultural es muy amplio.

Pese a esto, muchas veces no hay noticias, y la agenda parece no importar demasiado. La

habitual lucha entre distintos medios para ver quién consigue la primicia casi no corre

dentro de esta sección. No parece importar en cultura. Daniela Bluth, editora cultural,

comentó: “No hay una carrera por la primicia ni trabajamos pensando en eso, pero sí hay

temas grandes que los sacás cuanto antes lo puedas hacer. Es más bien por un tema de

orgullo personal que por competencia”.

La agenda no parece marcar mucho la cancha; es más bien una “contraagenda”

con temas que muchas veces parecen ser seleccionados aleatoriamente sin un criterio

noticioso. Sin embargo, Bluth cree que “en cultura, al no ser una sección que esté

jugando permanentemente con la noticia, puede ser que se note menos que haya una

agenda, pero la hay”.

En los diarios la agenda marcada en cultura es la que propone la cartelera de

espectáculos. No se suele ir fuera de esa programación, salvo escasas excepciones

(especialmente en los semanarios). El peso de las productoras, los gestores culturales y

los intereses de quienes trabajan para estar en las páginas culturales es muy importante.

Incluso el Estado a través del MEC y la intendencia a través de su división cultural

proponen sus agendas. Esto no quita que lo que ofrezcan pueda también tener su valor

como noticia (los estrenos evidentemente son noticia hoy, no dentro de un mes). Y esto

último es lo que debe primar al momento de seleccionar la información que el medio va a

cubrir. Pero a veces los medios se quedan simplemente actuando como repetidoras de lo

que llega, sin importar el valor noticioso.

La pregunta que se desprende es si hay una falta de independencia marcada por

intereses comerciales del medio, si se trata de una falta de voluntad de escapar de la

agenda, si esto es lo que esperan y demandan los lectores, o si es simplemente por

costumbre. Es un resultado de todas estas cosas. Hay cierta falta de interés en la

producción de noticias del periodismo cultural, pero también hay intereses de las

productoras en que se repitan sus noticias, y el público demuestra que estos temas le

importan a través de los ratings televisivos.

Los intereses comerciales afectan a los contenidos que se publican. No es extraño

ver que un diario le dé más relevancia a un evento que tiene publicidad en sus páginas

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que a otro evento similar que no anuncie. Y, aunque no directamente, a veces estos

potenciales intereses ejercen sus presiones. “Recuerdo que una vez cuando trabajaba en

El País hubo un problema en cuanto a las críticas fuertes. Fue por un título que había

sonado un poco hiriente y la distribuidora se quejó. Entonces llegaron al acuerdo de que

de ahí en adelante el título simplemente debía ser el nombre de la película, mientras que

adentro se pudiera decir lo que uno quiera”, dijo Hugo Fernández Dovat, entonces editor

de espectáculos de Últimas Noticias.

De cualquier forma estas presiones son mínimas, porque las productoras tampoco

tienen demasiado con qué presionar si ni siquiera ponen avisos. “Los periodistas se

sienten presionados por los avisadores. El medio presiona más por los avisos que por la

política o por cualquier otra cosa”, comentó al respecto María José Santacreu, editora de

Brecha. Y como las editoriales y las productoras avisan poco, ni siquiera hay presiones

por ese lado. Los que sí parecen ser elementos de presión en el diario son los propios

protagonistas de la cultura, que se ofenden desmedidamente121, y los otros medios de

comunicación (sobre todo la televisión), que sí tienen una relación de amistad con los

diarios, pero más importante, tienen una relación económica.

Los propios medios presionan más a los diarios porque avisan en ellos. Y así

afectan a la propia agenda. El ejemplo de las noticias de farándula que giran en torno al

programa “Bailando por un sueño”, que se emite grabado, es clarísimo: “Es peligroso

porque de repente nosotros sabemos de antemano el puntaje del ganador porque ya lo

grabaron, pero como todavía no se dio hay que tener cuidado al manejarse con el canal.

No podemos publicar en la mañana `la echaron a fulanita´ antes que emitan el programa,

por la relación con el otro medio. Es una cuestión de buena relación, estamos sacando

avisos de ellos, no vamos a publicar algo de eso”, dijo el editor de Últimas Noticias. Se

termina entonces cubriendo las noticias según los intereses de un pequeño grupo y no

necesariamente lo que el público necesita saber. Aunque es válido preguntarse si eso es lo

que el público quiere leer en un diario.

121 Ver capítulo “Los generadores de cultura y su relación con la prensa cultural”

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Relevancia noticiosa de la cultura

Lo cultural parece ir en un tiempo distinto a la actualidad noticiosa de otras áreas.

En todos los diarios la sección cultural es la que termina su jornada más temprano y

generalmente los periodistas culturales son los que llegan más temprano a la redacción.

Como dijo José Gabriel lagos, editor de La Diaria: “El primer cierre es cultura porque no

tenemos noticias de último momento. Pero también entramos antes y trabajamos mucho

desde casa”.

Si bien es cierto que el concepto de qué es noticia amerita a una discusión mayor

(en la que no es pertinente entrar ahora), hay que aclarar que pocas veces se encuentran

noticias en la sección de cultura. Y generalmente, las que se hacen pasar por noticias no

son conseguidas por los periodistas, sino que son enviadas por los gestores culturales

(entiéndase productoras, agencias de prensa, gestores de prensa y otros actores)122. Al

respecto el periodista Gabriel Peveroni comentó: “Cuando empezamos a trabajar es

cuando nos damos cuenta que toda esa información cultural parte de gestores culturales,

de productores, de managers, en sí del negocio. El problema es cómo ser independientes

y evitar repetir lo que la banda o el manager quiere que nosotros digamos”123.

No es extraño que alguien diga entonces que la agenda cultural está en crisis:

“Hay veces que no hay noticias. Y es más común de lo que se piensa. Porque el valor

noticia no es algo que ocurra solamente, sino algo que realmente importe”, dijo Henry

Segura, editor de espectáculos del diario El País.

Incluso desde los propios editores de los diarios se piensa que en cultura no

interesan las noticias: “El lector que quiere noticias no va a espectáculos. Las noticias las

busca en economía, política y deportes”, dijo Valeria García, editora de O2 fin de

semana.

De vez en cuando salta algún tema de discusión en la agenda de los medios que

viene desde la cultura, pero son contados con los dedos de la mano y duran menos que un

122

Cabe destacar que la gestión cultural es una actividad que tiende cada vez más a profesionalizarse y desarrollarse como un factor clave en la promoción y divulgación de la cultura. Entiéndase a la gestión cultural como “la acción pública o privada relacionada con la producción, circulación y consumo de bienes y servicios culturales” (tomado de CHABANEAU, L. Op. Cit. en bibliografía, Pág. 4) y al gestor cultural como el profesional que favorece el desarrollo cultural y media entre los fenómenos culturales y el público consumidor. En este sentido es muy similar a la tarea del periodista cultural; la diferencia radica que el gestor responde a los intereses de la empresa o ente que lo contrate, mientras que el periodista responde (o debería responder) a su público. 123

Palabras de Gabriel Peveroni en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007

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suspiro. Como dijo María José Santacreu, editora de cultura de Brecha: “las noticias acá

se mueren muy rápido y para siempre. De repente explotan y de un momento a otro

desaparecen. Estaría bueno que en los medios se preguntaran qué pasó con aquella noticia

o en qué quedó tal tema”.

Ciertos temas de vital importancia y repercusión como la inundación de la

biblioteca nacional, la ley de cine, la ley de medios, la exoneración de impuestos a ciertas

actividades artísticas o musicales, o incluso cómo afectaba el IRPF a los músicos y

artistas124, tuvieron una cobertura bastante escasa en los diarios: si bien algunos medios

cubrieron los temas, otros los tocaban lateralmente tiempo después, o se publicaban, pero

en otras secciones o, en algunos casos, ni siquiera salían publicados. No es extraño que la

sección dedicada a cultura saque la noticia mucho tiempo después de ocurrido el hecho,

incluso luego de que el mismo diario la saque en otra sección.

El periodista Gustavo Escanlar recuerda que el tema de la primicia no perturbaba

tanto a los periodistas cuando era editor: “Cuando estaba en la revista [Tres] me acuerdo

que los de cultura podían cerrar una semana antes que no pasaba nada porque era muy

atemporal. Espectáculos en cambio tenía que cerrar el día anterior”. Esto es moneda

corriente en el periodismo cultural.

Y en el caso de los suplementos es peor. Los ensayistas de los suplementos

parecen ser el punto más extremo de lo no periodístico dentro de los contenidos del

periodismo cultural, siendo analíticos, especulativos, críticos, eruditos, conjeturales y

poco convencionales, primando lo estético por sobre lo periodístico en el abordaje de sus

notas. Más bien producen textos “de cruce” entre literatura y periodismo125. Muchas

veces la noticia, insumo fundamental del periodismo, ni siquiera aparece. Por ejemplo, el

suplemento cultural de El País a veces se cierra mucho tiempo antes, sabiéndose hasta

con 15 días de anticipación o más qué es lo que irá en los próximos números.

Los periodistas de cultura ven como algo negativo esta prisa del periodismo en

general: “Lo que pasa es que muchas veces el diario tiene una especie de burócrata

encargado de meter lo que sea absolutamente del día”, comentó Elvio Gandolfo, quien

agregó: “Trabajar en un suplemento te libera de presiones, porque lo que te envían para

sacar de urgencia lo derivás directo a espectáculos, que son los que tienen que hacerlo”.

124 Noticia que el diario “Últimas Noticias” obtuvo y luego todos los otros medios repitieron en cadena, como suele ocurrir. 125 Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Bs As, 1995. Pág. 27

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Esto hace que El País Cultural se permita cerrar sus números con tres semanas (o más) de

anticipación, lo que dice bastante de su valor “noticioso”.

A veces los tiempos se manejan con anticipación, pero otras también con retraso.

Por ejemplo, ocurre mucho con los comentarios de libros que salen mucho después de su

impacto inicial, lo cual tiene un similar efecto a lo anterior: se publica cuando ya no es

novedad.

Los ritmos que exige un diario hacen que por lo general sea un trabajo que roza

con lo insalubre, eso no es novedad: “El trabajo a presión de un diario lleva al tópico y al

descuido”126. Todos los periodistas se quejan de tener que escribir una noticia “a las

corridas” por los acelerados tiempos, siempre corriendo contra reloj. Pero en la sección

cultural se nota que, si bien no es un ideal, se juega con otras reglas. “A la una de la tarde

las páginas de espectáculos ya tienen recibidas las críticas de cine porque vienen hechas

de la noche anterior. No se trata de hacer las 36 páginas todas a las 11 y media de la

noche, tenés que ir haciéndolas con tiempo”, explicó Hugo Fernández Dovat, editor de

espectáculos de Últimas Noticias.

Para variar, aquí también volvemos al doble juego, al círculo vicioso de causa y

consecuencia: Las páginas culturales son las secciones que se comienzan a maquetar en el

diario y por lo tanto las que se terminan antes. Esto se explica por los tiempos de

diagramación, es decir, el armado a papel del diario. Generalmente las páginas culturales,

las cartas de los lectores y las páginas de editorial son las que quedan prontas antes. Este

armado se puede realizar de una forma más ordenada si ya se tienen listas estas páginas

antes que las demás, así se concentra el horario final sobre las páginas que “importan

más” (a las que les importa más el último momento). Es una forma de aligerar cargas y

amenizar el trabajo de los diagramadores.

Esta es también una buena manera de excusarse ante la carencia de noticias en la

sección, porque “los tiempos” son otros si se tiene que terminar primero. ¿Pero habilita a

preguntarse sobre poner contenidos que no sean noticias?

Creo que es necesario enfatizar que el criterio siempre debe ser noticioso. En

periodismo todo es noticioso, incluso en cultura. No serán grandes primicias, pero

siempre hay noticias para divulgar.

126 TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 155

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La “contraagenda”

Otro aspecto mediante el cual el periodismo cultural puede chocar con el resto del

periodismo es un tema de tiempos. La vorágine de la primicia es muy difícil de seguir

para los periodistas culturales. Por ejemplo, no es humanamente posible hacer una reseña

diaria de la enorme cantidad de libros que salen al mercado (como dijo la periodista Ana

Inés Larre Borges, “no podés hacer que una misma persona comente un libro todos los

días, eso es obvio”). El editor Jorge Yuliani aclara que estos tiempos son difíciles de

seguir para los periodistas culturales: “En un diario no tenés tiempo. Tengo compañeros

con una fuerte formación académica que quieren escribir todos los días la gran nota. Pero

el diario no permite eso, los tiempos son otros”.

El poco tiempo de preparación que tienen los periodistas es un problema bastante

grave, además de ser notorio para aquellos que son los verdaderos protagonistas de la

noticia: “Que un periodista no haya leído mi libro cuando me va a hacer una entrevista

me irrita y me ofende; que encima se jacte de ello (por cualquier excusa como que no

tuvo tiempo) me dan ganas de darme vuelta e irme”, dijo Miguel Ángel Campodónico127.

Esta molestia para con los periodistas que entrevistan a autores sin saber siquiera de qué

se trata el libro que escribieron es muy común en los distintos escritores y es una de las

críticas más comunes hacia el periodismo cultural “desde el otro lado”. Y como dijo el

periodista Jaime Clara: “Entrevistar a un escritor no es tan difícil como uno piensa. Pero

claro, hacés una charla interesante habiendo leído el libro. Si lo entrevistás solo con lo

que leíste en la solapa el resultado periodístico es una mierda”128.

Por otro lado, no es extraño que gran parte de los contenidos sean “atemporales” o

poco urgentes: Las noticias de prensa en general tratan sobre la actualidad. En cambio,

“el discurso cultural se hace más historiográfico y retrospectivo que “periodístico” en el

sentido señalado”129.

Esta atemporalidad tiene su explicación para algunos. Para la periodista Ana Inés

Larre Borges “la cultura no va pegada necesariamente a la agenda del momento. Hay una

127

Charla sobre periodismo cultural dada en la sede de la APU el 25/10/2007 (Cit. en bibliografía). 128 Puede que la mayoría no lea el libro que uno escribió (sobre todo en los magazines de televisión, donde el ritmo es otro y no necesariamente periodístico, aunque hay excepciones que importan). Pero es innegable que el alcance y la difusión que una nota puede darle al libro, haciendo que muchísima gente que no lee prensa se entere de su existencia. Hay que hacer estas diferencias, ya que el tema se relativiza si se toma en cuenta lo que logra la difusión. 129 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, BsAs, 1995 Pág. 33

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frase de Octavio Paz que dice que la ametralladora suplanta al arco y la flecha, pero que

La Eneida no suplanta a La Odisea. En arte la idea de progreso no es lineal. En

periodismo cultural podés hacer una nota de un clásico, mezclar, cruzar lo que ocurre con

otras cosas, jugar un poco con distintos contenidos”.

La Diaria, curiosamente, no piensa en “el día a día” para armar su sección:

“Armamos la sección pensando en lo que se le va a entregar al lector semanalmente,

cubriendo durante la semana distintas disciplinas de la cultura. Durante la semana

disponemos de unas 12 páginas y media; nosotros pensamos en el conjunto de la semana

más que en las de cada día por separado”, comentó Gabriel Lagos, editor de Cultura de

ese diario.

El periodismo cultural también se vale del recurso de la atemporalidad para

retomar temas que pueden ser de interés para el público. Si bien no es el cometido de un

diario, ofrece sus pequeñas ventajas. Estos aspectos hacen que el periodismo cultural se

maneje con otros tiempos distintos al común del diario: “Los valores deontológicos de

pluralismo, exhaustividad y objetividad que se esperan del periodismo informativo, no

pueden ser exigidos de la misma manera, o por las mismas razones, de un periodismo que

trabaja muchas veces sobre otros patrones de selección, restricción, subjetividad y

marginalidad, como suele ocurrir con algunas especies del cultural”130.

Pero esta laxitud en los tiempos también hace que la agenda sea muy subjetiva, lo

que no es exactamente lo mejor. Por otra parte también permite que se convierta en un

elemento para diferenciarse de los demás medios. Mariana Álvarez, editora de O2 entre

semana comentó: “Es muy fácil quedarte en la agenda y salir a hacerle entrevistas a los

de siempre”, y agregó: “cultura da para muchas cosas, es un espacio que se presta para

ser creativo más que otras áreas”. Valeria García, editora de O2 fin de semana consideró

que en esa creatividad está la posibilidad de competir: “La agenda la llevan todos los

diarios. Lo otro, las propuestas que generas vos, eso es lo interesante. Ahí es donde podés

hacer la diferencia”.

La idea de periodismo cultural como algo subjetivo y fuera de la agenda es la que

domina: “Yo veo que un periodista es más valioso si sabe hacer cosas fuera de la agenda,

con una mirada distinta”, dijo la editora María José Santacreu, del semanario Brecha. Sofi

Richero, ex editora del mismo semanario, coincide con esta visión: “Me parece que las

130

Ibídem, Pág. 40

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___ Martín Fernández Yurcho|

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notas que reflexionan sobre qué nos está pasando culturalmente en el Uruguay son las

más importantes que vamos a poder hacer”.

Pero muchos abusan de este permiso y ya aprovechan para excusarse de que

consigan pocas noticias, justificándose diciendo que la sección de cultura es el lugar de

descanso del lector entre tanta locura de las noticias cotidianas. Esto no está mal en parte,

pero no es excusa para ser permisivos. No debería ser del todo cierta la idea de que “las

páginas culturales sean un remanso de paz en la vorágine informativa: son también

vorágine”131.

Aclaremos que atemporalidad no es lentitud, pero en la prensa cultural uruguaya

ayudó a generar esa idea de un periodismo “lento”. “Somos la parte tranquila del diario”,

reconoce la editora Valeria García, de O2 fin de semana.

Por lo visto, la mayoría de los editores tienen una idea muy particular sobre la

agenda de la sección cultural. De cualquier manera la “excusa” noticiosa no puede quedar

de lado: se escribe sobre “La Odisea” en periodismo cultural cuando se lanza una nueva

edición, mejor traducida o mejor comentada del clásico. Esa versión hace que “La

Odisea” sea parte de “la agenda del momento”. De lo contrario, el medio se limitaría a

publicar apuntes para estudiantes. Y ese no es el cometido de una sección cultural de un

diario (si se quiere de un suplemento o un fascículo especial, pero no del periodismo

cultural). La reedición de un clásico, no el clásico, es lo que hace que tenga actualidad y

sea parte de una agenda. De Onetti se puede hablar cuando uno quiera, pero si se hizo en

2009 es porque se cumplen 100 años de su nacimiento. Siempre hay cosas que “agendan”

ese tipo de periodismo, y eso lo hace “noticioso”. Por ejemplo, durante un tiempo se

estuvo escribiendo en los diarios sobre Ernest Hemingway porque sus herederos querían

dejar bien parada a su segunda esposa y para ello retocaron su libro “Paris era una fiesta”.

A partir de ese hecho noticioso y actual es que se lo retoma. No se trata de que un

periodista extraiga un libro amarillento de su biblioteca y lo comente sin preámbulos,

como en muchas ocasiones ocurre, sino de buscar noticias. Como vemos, el criterio

siempre es la noticia.

Esto no quita ese otro “plus” que se puede dar en la sección cultural, que es muy

característico e importante.

131 TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 157

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Las “roscas”

Muchas veces el periodista cultural se limita a encasillarse “en su rosca”, es decir,

a funcionar con lealtad a una corriente cultural, una escuela, una tendencia, en detrimento

de otras. Esto hace que la única expresión cultural válida sea la de “mi corriente o

escuela”, y por lo tanto solo promuevo a mis amigos y cuestiono a los otros. Las roscas

son posturas únicas, pero esto no significa exactamente encasillarse a una sola

especialidad (que puede o no ser un problema según el caso), ya que hay periodistas

especializados en un solo tema que pueden escribir solo sobre su tema: el escritor

restringe su cobertura al ámbito literario, el músico se limita a las noticias musicales y el

actor a su sector. Cuando se trata de especialistas, columnistas o críticos no hay

problema, pues quien mucho abarca poco aprieta, pero a veces es un periodista el que no

quiere cubrir ciertos temas, o que da preferencia a los géneros que le gustan porque son o

no afines a su “rosca”, a su “barrita de amigos”.

Esto incide en la forma de cómo el periodista quiere que sea su sección. Por

ejemplo, la periodista Ana Inés Larre Borges llegó desde la literatura, y su visión de este

género está muy relacionado con sus orígenes: “El periodismo cultural lo relaciono

mucho con el ensayo literario. Es un género que tiene que seducir por la forma, opinar,

decir la verdad pero sin necesariamente demostrar todo. Es un lugar para tratar los temas

culturales con una gran libertad, y al mismo tiempo es un lugar donde siempre estás

siendo puesto a prueba”. Sofi Richero, también de Brecha (y también llegada desde la

literatura), está alineada con esta idea: “Me interesa que tenga el mismo cometido que

tiene el ensayo como género literario, un género que piensa un asunto como con cierto

capricho, pero al mismo tiempo hurgando y asociando cosas que aparentemente están

disociadas, como un tipo de cine con un tipo de literatura”.

Los lugares desde donde llegan los distintos periodistas culturales inciden en los

contenidos de los medios, y el músico preferirá escribir de música, o el cineasta de cine,

el dramaturgo de teatro y no de otro tema. “Hay muchos temas que no están en la sección

porque no hay interés por parte de los propios periodistas”, admite Richero. Y esto puede

ser muy grave, pues no solo se trata de temas que no le interesen al periodista, sino que a

veces el periodista pertenece a cierta área, forma parte de ella y cree que es la que todos

deberían seguir. Incluso puede llegar a escribir sobre un tema para que se instale,

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degradando aquellas formas de expresión que no comparta. Eso va más allá del “me

gusta-no me gusta”, pues el periodista se está involucrando.

Las roscas solo reflejan el interés de los que la integran, no necesariamente los del

público. La periodista Emma Sanguinetti lo retrató con un claro ejemplo: “En un diario

yo le quiero contar a la gente cosas que pasan y le interesan a cualquiera. Pero si nos

vamos a poner a hablar de `la teoría abstracta del constructivismo en cuanto a su

conceptualización de la regla áurea´, ¿a quién le interesa? A cinco. No quiero decir que

eso no sea importante, pero es un espacio que va en otro lugar”.

Estas roscas a veces reducen las posibilidades del medio. Por ejemplo, el caso de

una periodista que cubre música en Últimas Noticias, quien se limita solo a su área de

interés: “Ella está en la movida actual y cubre muy bien todo eso. Le interesa cierta parte

del rock y otros asuntos modernos, pero no conoce de historia y eso no le interesa”, dijo

su editor Hugo Fernández Dovat. Y lo que no le interesa no se cubre.

Como dijo María José Santacreu, los gustos de los críticos limitan las

posibilidades del medio: “No podés decir `yo escribo solo de Poe´, o `yo escribo solo de

literatura anglosajona´”.

El periodista no debe limitarse a escribir solamente sobre unos pocos temas que le

interesan. Un crítico sí puede, incluso si limita las posibilidades del medio, ya que puede

ser muy bueno en su especialidad y hasta trasmitirlo bien a cualquier persona que no esté

en el tema. Pero no los periodistas “buscadores de noticias”. Un buen periodista cultural

debería poder cubrir cualquier tema de cultura, con una buena preparación previa, claro.

Por otra parte, que el crítico sea muy bueno en su área no garantiza que lo pueda

trasmitir bien al público. “Yo plástica no leo porque los que escriben de plástica son

horribles”, comentó el periodista cultural Elvio Gandolfo. Y aunque la generalización sea

un poco exagerada, tiene sentido pensar que quizás la persona idónea no es la que mejor

puede transmitir algo en un diario. Por algo están los periodistas, y pensando en eso es

que luego Gandolfo agregó: “Básicamente lo que buscás es un buen periodista”.

Un elemento clave en esta área debería ser entonces la diversidad, es decir, tener

periodistas suficientemente flexibles como para amoldarse a cualquier temática (los

llamados “comodines”), que tengan la suficiente amplitud mental, un conocimiento

enciclopédico o voluntad de aprender como para estar dispuestos a cubrir temas que

vayan más allá de sus intereses personales, complementados además con personas con

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conocimientos especializados en las áreas que se cubren. Pero el factor económico no

siempre permite que se cuente con equipos tan sofisticados en las redacciones.

Además, sumado esto a la “contraagenda” mencionada anteriormente, dentro del

ámbito cultural hay muchas cosas que se dan por supuestas pero que no necesariamente el

público conoce. Hay datos o noticias que no se publican porque los editores culturales

suponen que “ya se sabe”. Quizás ocurra que los periodistas estén tan metidos en su

ámbito que no logren ver la noticia, o la den como un supuesto sabido por todos. Pero

esta puede ser una realidad no exclusiva del periodismo cultural, pues a veces ocurre lo

mismo con otras áreas (como deportes o economía, donde quien no maneja cierta

información previa difícilmente comprenda algunos códigos).

La cartelera y las gacetillas

Muchas veces las secciones de los distintos diarios aparecen con los mismos

contenidos. Las carteleras, las gacetillas y la labor de los gestores culturales contribuyen a

esta homogeneización.

Las carteleras de cine, televisión, música y teatro (en ese orden de importancia)

son una parte fija en todas las secciones culturales. Son sencillas de hacer, no exigen

demasiado esfuerzo y se actualizan prácticamente por sí solas. Pero la cartelera no tiene

ningún aporte en el que se puedan diferenciar un diario con otro, ya que en todos los

diarios debería ser igual (suponiendo que se hiciera correctamente), sería un problema si

no ocurriera así. La cartelera es un servicio y más vale que esté correcta.

Las gacetillas son algo distinto. Todos los días los diarios reciben cientos de

gacetillas informativas con los que armar sus carteleras, y no tienen que hacer ningún

esfuerzo. Y ésta es quien marca la agenda en la mayoría de los casos, la fuente por

excelencia en la sección destinada a la cultura en los diarios.

Las notas de prensa llegan al medio y estas se publican tal cual llegan, o con algún

recorte o parafraseo. Y las “gacetillas” (por denominar de alguna forma a esta

información empaquetada que nutre a la sección) son tanto de información nacional como

internacional. Casi toda la información internacional llega por agencias de prensa (salvo

muy escasas excepciones), pero también el contenido local está formado por este “recorte

y pegue”. El problema es que suele quedarse en esa comodidad del copy/paste, y como

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dijo el periodista cultural Elvio Gandolfo, “el periodismo cultural no es cortar un cable,

reformarlo y pegarlo, es mucho más”.

Como comentó Sofi Richero, esta cultura de la cartelera afecta a la agenda del

periodismo cultural en los diarios: “Se le da importancia a los estrenos, a lo que tiene

valor económico, y se termina reproduciendo una agenda en base a esos parámetros. Pero

no creo que se le dé importancia al periodismo cultural”. María José Santacreu, también

de Brecha, observa que es algo que ocurre en todos los medios: “las noticias del boletín

de cinemateca se reproducen en todos los diarios uruguayos”. La editora además agregó:

“si mirás las secciones culturales de cualquier diario de acá se le da mucha importancia a

cosas muy chiquitas del exterior”, y por ahora estas noticias de afuera llegan solo por

cables o por internet (rara vez los diarios cuentan con corresponsales u obtienen noticias

extranjeras por sus propios medios), lo que resulta en el clásico parafraseo de cables.

Pero el fenómeno de la gacetilla no es nada nuevo, sino que es una práctica

habitual en esta área. “Me acuerdo que antes se recortaba con tijera, se recortaban las

partes que servían de los comunicados y se pegaban una con otra, escribiendo algunos

caracteres para unir todo“, dijo Gabriel Peveroni recordando cómo se trabajaba hace 20

años132. El problema es que la vieja usanza de vieja no tiene nada. Hoy en día se ha

dejado el aspecto artesanal del trabajo, pero sigue haciéndose de manera digital.

Lógicamente, esto aporta a que se repitan las mismas noticias en los distintos

diarios: “En los años más recientes los suplementos culturales de los diarios de Buenos

Aires [y uruguayos, agrego] se han vuelto monótonos. Quizá porque se parecen mucho

unos a otros; tienen los mismos temas, los mismos reportajes, las reseñas de los mismos

libros. Creo que están muy próximos a confundirse con los folletos publicitarios de las

grandes editoriales”133.

También es válido plantear que hay ciertos contenidos que está bien que se

repitan, pues en definitiva los diarios se repiten, pero no los lectores. Los lectores de

diarios no compran “todos” los diarios, compran uno o dos (si compran), por lo que hay

cierta información fundamental que debería repetirse. Aunque no es lo mismo que se

repita la noticia a que se repita textualmente la gacetilla. La gacetilla en definitiva no es

más que eso: pastillas de información rápida y concreta. Si un diario en su sección

cultural tiene bien resueltas sus grandes notas, lo que viene de la gacetilla se acota a 132 Palabras de Gabriel Peveroni en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007 133 Palabras del narrador y periodista Carlos Dámaso Martínez en RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs.As, 1995 Pág. 194

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llenar espacios con este tipo de información básica, pero que hay que tener. Por lo tanto,

si se repite con otros diarios no es problema, siempre y cuando haya buenas notas propias

y la gacetilla se limite a ser un servicio. La producción periodística, la nota de fondo (que

puede surgir o no de una gacetilla), es entonces lo realmente importante. La gacetilla es la

fuente, el puntapié para que luego cada editor decida qué hacer con esa información. Sólo

así la misma noticia sale en todos los medios y todo el público se informa de forma

diferente según el perfil y las características de cada sección cultural de cada diario (o al

menos así debería ser).

Las noticias locales requieren cierta elaboración periodística para diferenciarse

con los demás medios (aunque sea una llamada telefónica). Es más difícil que las noticias

internacionales sean conseguidas por el medio local (aunque a veces ocurre) y en esos

casos se recurre a los cables de las agencias internacionales.

Otro factor que no puede quedar fuera es el comercial. Poner un aviso en un

medio es algo muy caro, un factor considerable en los costos de producción de una obra o

concierto. Es más fácil lograr hacer pasar esa obra como una noticia en las páginas

culturales, lo que es totalmente gratis, además de ocupar más espacio que el ofrecido por

un aviso pagado134. “Los editores [de sellos editoriales] llaman por teléfono a periodistas

de los medios de comunicación (…) para informarles sobre el nuevo libro a ser lanzado,

la temática que trata, los centros de interés, la utilidad potencial, etc. Regalan libros y les

solicitan a los periodistas especializados que publiquen o difundan por radio o televisión

comentarios sobre el libro. Luego envían invitaciones y/o catálogos para el lanzamiento

de la publicación, lo que implica otra instancia de difusión pública”135.

Los intereses de las productoras y los gestores son bien retribuidos por parte de las

páginas culturales. Muchas veces se ve la noticia sobre un concierto o una exposición y

en la misma página, o al dar vuelta la hoja, aparece un aviso pagado de esa misma

exposición o concierto. No es coincidencia, es un uso habitual que ocurre en todos los

diarios, sin excepciones. Al final parece que “si hacés el ejercicio de recorrer el mundo de

la prensa escrita a diario te vas a dar cuenta de las diferencias están dadas por razones de

mercado”, como explicó Henry Segura, editor de espectáculos del diario El País.

134 Por ejemplo: “Los chill out en La Paloma, espectáculos de música electrónica a la caída del sol, fueron el recurso de verano de Something Special. El último alcanzó una cobertura mediática que de haberse pagado como publicidad habría costado 25.000 dólares, según cálculos de los organizadores” (MELIÁN, V. El mundo de los eventos, los saladitos y los "perejiles". Cit. en bibliografía) 135 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 212

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Y los productores están mal habituados a que estos favores ocurran, es una

práctica tan usual que muchas veces se piensan que el medio está para responderlo.

Daniela Bluth, editora de la sección Vida Cultural del semanario Búsqueda, comentó que

las productoras muchas veces dan por hecho que lo que envían va a publicarse, y que

incluso hasta acuerdan entrevistas sin preguntar: mandan un mail con la información del

artista que llega con fecha y hora para que el medio vaya a entrevistarlo, sin consultar

siquiera si al medio le interesa esa entrevista. Si luego van o no es otro tema, y queda a

criterio del editor.

Incluso desde las productoras saben qué periodistas les convienen para la crítica

de sus libros: “Hay gente que le manda el libro al crítico que quieren que lo comente”,

comentó la periodista Ana Inés Larre Borges. Por eso es que en muchos medios se ha

decidido que los libros lleguen directo a la redacción, para que sea el editor quien decida

qué periodista se encarga de reseñarlo o criticarlo. Lo mismo ocurre con las invitaciones a

espectáculos, conciertos, muestras, etcétera (en la mayoría de los casos), por lo que ese

problema parece aparentemente resuelto.

Para otros ni siquiera hay grandes presiones por publicar o no una gacetilla. La

periodista Ana Inés Larre Borges dijo al respecto: “Si hay algo bueno del periodismo

cultural en Uruguay es que es independiente de las presiones de las editoriales, y de las

distribuidoras de cine, y ni hablar que del teatro. Capaz que no ejercen presiones porque

tampoco avisan tanto en los diarios, pero igual eso en otros lados no pasa. Recuerdo que

una vez hice una nota pegándole fuerte a los de Planeta y el periodista cultural Jorge B.

Rivera me comentó que en Argentina nadie sacaría eso contra Planeta. Acá más bien lo

que puede haber son presiones personales. Los que se ofenden son los propios autores”.

Al parecer en los medios no hay mayores compromisos con los que las

productoras puedan persuadir a los periodistas de que publiquen lo que les envían. Los

críticos de cine tienen un pase para las funciones, los de teatro consiguen sin problemas

las invitaciones (generalmente se destinan algunas a la prensa o se envían directamente al

medio), los libros llegan a través de las editoriales, y las entradas a conciertos y otras

artes escénicas son enviadas por las propias productoras. Salvo ocasiones muy exclusivas,

generalmente se consiguen las entradas y libros que se solicitan (y en casos muy

ocasionales generalmente el medio recurre a la compra de lo que falta).

Búsqueda por ejemplo encontró un mecanismo muy simple para obtener libros y

librarse de presiones: tras haber tenido problemas con algunas editoriales (como

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Santillana y Sudamericana) a raíz de malas críticas, decidió obtener los libros por un

convenio con una librería (Papacito), y así evitar al sello editorial. Y al parecer la

solución fue efectiva, pues no han tenido mayores problemas después. Sí es cierto que se

pueden quejar, pero no se llega más allá de la ofensa.

Desde Brecha se admite que las presiones no corren por ese lado: “Las

distribuidoras están curadas de espanto con las críticas de Brecha. Nos ha pasado más con

los propios autores que se sienten dolidos, o que nos reclaman que reseñen su libro”, dijo

Sofi Richero, periodista cultural y ex editora de ese semanario.

Parece que hay más temor a las quejas de los propios criticados que a las

presiones de las editoriales (esto se analiza en detalle más adelante).

Pero es válido plantear que si se publican gacetillas en los diarios es por un tema

de hacer más fácil el trabajo periodístico. Como dijo Luciano Álvarez, los periodistas

muchas veces son indiferentes ante los eventos culturales: “El problema que hoy vivimos

es un problema de pasión. Los periodistas culturales no van a los espectáculos, te piden

que les mandes un comunicado… falta pasión” 136.

Ya sea por falta de recursos (que no es muy distinta a la de otras secciones) o de

voluntad, es que esta sección muchas veces resulta un compendio de gacetillas sin

elaboración propia, lo que resulta monótono y poco competitivo.

¿Canibalización de las otras áreas o poco interés?

Uno de los grandes problemas del periodismo es saber cuál es el interés del

público al que se dirige, cuáles son las áreas que le interesan más al lector. Según el

escritor y periodista Miguel Ángel Campodónico, “existe una canibalización de la

información por las noticias políticas, policiales y deportivas”137. Esto sería en detrimento

de la información cultural, según opina este escritor y periodista.

Y esto no deja de lado el problema del periodismo cultural respecto a los otros

contenidos del diario. Si se toma la primera plana de un diario como la representación de

lo que le interesa al público (y lo que el diario cree que vende), entonces se nota que las

otras áreas son “más importantes”, como vimos en la muestra de campo. Si la primera del

136 Charla sobre periodismo cultural dada en la sede de la APU el 25/10/2007 (Cit. en bibliografía). 137 Ibídem.

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diario es su carta de presentación, su forma de mostrarse ese día, entonces uno debería

suponer alguna explicación. Y hay varias opciones: los temas culturales no le interesan al

público, “la cultura no vende”, los temas culturales no le interesan al diario, los

periodistas culturales no consiguen buenas noticias, los editores no buscan títulos (ya que

si no buscan seguir una agenda es difícil que puedan conseguir un título en primera). Y

ninguna de estas afirmaciones está mal ni bien del todo.

También es válido preguntarse: ¿Debería haber títulos culturales en primera?

La periodista Daniela Bluth, editora de Búsqueda, plantea que a la cultura se le

podría dar un poquito más de atención: “Muchas veces tenemos buenas notas que, como

no van en la tapa, se pierden. Nos perdemos el comentario de las radios, de los levantes

en otros programas de la mañana. Aunque eso no quiere decir que las notas no tengan

repercusión, porque el sector de los que leen cultura la leen igual, sin necesidad de que

esté en tapa”. También es cierto que muchas de las noticias que se levantan no están en

primera (justamente Búsqueda se caracteriza por no tener muchos títulos en tapa y sin

embargo tiene noticias muy “levantadas” por otros medios), por lo que están adentro del

diario o semanario. ¿Esto quiere decir que el periodista de radio o televisión ya elije de

antemano revisar adentro sólo lo que es político? No es posible afirmarlo, pero tampoco

hay que dejar de lado esta posibilidad.

Esta idea de ser poco considerados por los directores empresarios se repite en los

distintos medios. Para Jaime Clara, periodista cultural de Radio Sarandí, suele decirse que

el periodismo cultural no le interesa a nadie. “Los empresarios piensan que eso aburre; no

vende, no genera publicidad”, dijo138. Según este periodista, esta es la disposición inicial

de los tomadores de decisiones en los medios y por eso es que los programas culturales

uruguayos están al margen de la programación.

El periodista Elvio Gandolfo parece coincidir con este planteo: “Parte de la crisis

de la cultura viene por el lado de las empresas, que se dan cuenta que lo cultural no

importa tanto. Entonces es imposible convencerlos de que le paguen un gran sueldo a un

tipo con una buena firma”. Sofi Richero, periodista de Brecha, también piensa que “los

empresarios periodísticos no tienen un gran interés por la cultura. La tienen porque tiene

que estar, pero los intereses de las empresas periodísticas son otros”.

En parte puede que no haya tanto periodismo cultural porque, según la opinión de

la mayoría de los entrevistados, existe este preconcepto por parte de la dirección de los

138 Ibídem

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medios (aunque haya excepciones, como los ejemplos televisivos que vimos

anteriormente). Pero eso no significa deslindar de responsabilidades a los periodistas.

En el mundo la agenda es política, de eso no hay dudas. Como dijo Daniela Bluth,

editora de cultura de Búsqueda: “Siempre está el prejuicio de que política es jugar en

primera y el resto es segunda, que las estrellas están en política. Porque en parte la

política es lo que mueve al país, lo que importa”. El problema es por qué la agenda no

puede además ser de otros temas.

Ana Inés Larre Borges lo explicó de la siguiente forma: “Como se desconoce

mucho no se valora a Cultura, se la tiene como una isla. En Brecha, como no hay un

dueño, se lucha mucho por las páginas. Y con el argumento de que `toca ahora, si no

queda viejo´, te comen todo tu espacio. Y por eso también se escribe mucho de

espectáculos (…) El problema es que como los jefes de los diarios no conocen de los

temas culturales piensan que no son interesantes para publicar”.

Pero no debería ser así. Como dijo la periodista Emma Sanguinetti, si los diarios

hicieran la apuesta de darle un mejor espacio a la cultura, el negocio funcionaría mejor,

pero la cultura también tiene que hacer algo para ganarse ese espacio.

La cultura “vende”

En algunos casos la justificación de que haya pocos contenidos culturales es que

“la cultura no vende”, o que los contenidos culturales no son leídos por los lectores de los

diarios. “La cultura, es decir, aquello que hace que seamos como somos, que nos da

identidad, está totalmente subestimada; por prejuicios, por creer que eso a la gente no le

interesa”139. Alegan que es por eso que, si bien sigue habiendo información cultural en el

diario (aunque vaga y mal hecha), no se le da una importancia suficiente a la sección.

Pero el argumento de que “la cultura no vende” está totalmente infundado. Todo vende…

si está bien vendido.

Decir que los temas culturales no le interesan al público es una generalidad sin

sustento, probablemente arraigada en el mal periodismo cultural que se encuentra en los

diarios. La cultura genera un movimiento económico impresionante, aunque esto no es lo

mismo que decir que el periodismo cultural venda. Un problema de la cultura es que para 139 Entrevista a Lil Bettina Chouhy publicada en diario El Observador el 03/06/2007 Pág. 12

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saber de ella se asiste o se consume directamente. Más que ir al periódico a que me diga

algo sobre lo que voy a consumir, directamente voy al teatro, al cine, leo el libro; por lo

que no necesariamente el periodismo cultural “vende”. Pero si tengo una buena fuente

confiable, que me aporte buena información, quizás también quiera leer al respecto.

Pero la cultura vende. “El peso del sector cultura en la economía del país es

superior al de sectores considerados tradicionalmente como emblemáticos. Su valor

agregado, por ejemplo, es marcadamente superior al de las industrias pesqueras,

arroceras, harineras, aceiteras, de la curtiembre, para citar algunas. Pero la desatención de

este sector tan fuerte y desconocido lo ha marginado de políticas especiales de

inversiones, de financiación, de estímulo para su desarrollo, etc”140. El complejo cultural

y sectores conexos “equivale al 2,9% del Producto Bruto Interno del país y es superior a

lo que generan actividades tales como la industria pesquera, los molinos arroceros y

harineros, las plantas de cerveza y maltería o las curtiembres. El complejo cultural en su

conjunto alcanza magnitudes comparables o superiores a las del conjunto de las industrias

químicas o a las del conjunto de las industrias textiles. El peso relativo del complejo

cultural en la producción nacional de Uruguay es comparable al que tiene en países

desarrollados, como Estados Unidos y Francia, si bien (…) el componente de producción

propia es bastante inferior al de esos países”141.

A nivel mundial la cultura está sumamente valorada, ya que “las actividades

culturales constituyen un fenómeno económico de relevancia, que moviliza cuantiosos

recursos, genera riqueza y empleo”142.

En Uruguay, en ramas directa o indirectamente ligadas a la producción cultural se

emplean unas 61.000 personas (51.000 directamente culturales)143.

Otro problema es que el mayor ingreso de los medios son los avisos, y en cultura

aparecen muy pocos. Y una buena página cultural es costosa. Si no trae retorno en avisos,

entonces no es solo un tema que dependa del medio, sino también de los avisadores, que

140 Palabras de Gonzalo Carámbula en STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 9 141 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Págs. 147-148 142 Ibidem. Pág. 11 143 “La cultura es una importante fuente de trabajo para creadores, intérpretes, empresarios, empleados y trabajadores independientes de empresas productoras, industriales, de medios, de comercialización mayorista y minorista, de agencias de publicidad, instituciones culturales, etc., así como para quienes se ocupan en actividades anexas, encadenadas a la producción cultural, en servicios técnicos de apoyo, etc.” Ibidem. Pág. 289.

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consideran que este espacio no les genera retornos económicos. Habría que ver también

por qué se piensa esto.

“Si la cultura de este país no vende es porque tiene un formato decimonónico, un

formato aburrido. Ni hablar en la televisión. Yo, que supuestamente estoy en el tema y se

supone que me tendría que interesar, pongo un documental sobre Torres García en la tele

y me aburro tremendamente. Como los hacen acá, claro. Y eso que conozco, me dedico a

esto, lo debería ver por mi trabajo. Pero te juro que cambio al instante”, opinó Emma

Sanguinetti. Además agregó: “obviamente un editor de un diario te va a decir que la

cultura no vende, porque el formato que hay es erróneo. La cultura sí vende, el problema

es que se hace mal, o se cree que no vende porque siempre se hizo mal, porque no la

saben usar, ni manejar, ni estructurar y no están dispuestos ni a invertir, ni a fomentar, ni

a esperar que el cambio se produzca. Hasta que no se cambie esa cabeza, la cosa no va a

cambiar”.

La cultura vende y mucho. Y más adelante veremos que el público consumidor de

diarios puede ser el mismo que el consumidor de cultura, por lo que con más razón la

cultura debe ser un tema importante en los contenidos de los diarios. Y sin embargo estos

contenidos están ausentes.

Igualmente, decir que los temas culturales no le interesan al diario no es una

afirmación del todo válida. Algo (aunque sea mínimo) le interesan pues, siempre que hay

noticias interesantes y polémicas, estas aparecen en primera, hasta con cierta jerarquía. El

tema es que, como vimos, muchas veces es la sección de sociedad (ya sea “Comunidad”

en La República, “Ciudades” en El País, o secciones similares) la que consigue titulares

culturales. Esta sección, que cubre generalmente asuntos policiales, municipales, o

barriales, publica muchas noticias culturales en primera, compitiendo con la sección que

está destinada a esta temática. Esto nos lleva a una tercera afirmación: la posibilidad de

que los periodistas culturales no consiguen buenas noticias.

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8. ENTRE LA MARGINACIÓN Y EL DIVISMO:

EL PERFIL DEL PERIODISTA CULTURAL

Que son vagos, que son distraídos, que son locos, que son frustrados, que son

bohemios, que son culturosos, que son engreídos, que no les gusta el fútbol y no saben

quién ganó el domingo, que viven en una nube, que leen muchos libros pero no saben qué

ocurrió en la esquina.

Los periodistas culturales tienen una imagen en la redacción. En realidad, hay

“etiquetas” en cada área que definen que la sección de economía es más seria y formal, la

deportiva es más desorganizada y bulliciosa, y la de cultura es, generalmente, la más

bohemia: “Acá somos los locos, los volados. Preguntale a todos acá, yo soy el loco del

diario”, cuenta Jorge Yuliani, editor de cultura del diario La República. José Gabriel

Lagos, editor de La Diaria, bromea con este estereotipo: “No sé si son excentricidades de

la sección o de las personas. Puede ser que seamos los más borrachos”.

Según la editora Valeria García, el plantel de O2 tiene otra imagen: “En parte te

identifican como lo más glamoroso del diario: llevás modas, llevás tendencias, ese tipo de

cosas que te identifican de cierta forma. También somos de los que escriben mejor, los

que se encargan de tener una redacción creativa”. Mariana Álvarez, la otra editora de esta

sección, ofrece otro punto de vista más conciliador: “En O2 son perfiles muy distintos,

desde el súper culto que se devora todas las óperas y la música clásica y el que sabe pila

de televisión, la murga y la movida, hasta el que se lee tres libros por semana. Somos

todos de perfiles distintos y cada uno sigue sus áreas”.

“Generalmente el periodista de cultura es un tipo que trabaja mucho menos que

otros periodistas y a su vez no tienen una noticia urgente: entran más temprano, cierran

más temprano, se borran. Entonces hay una mezcla de desprecio y admiración”, dijo

Elvio Gandolfo, periodista y editor de El País Cultural. Sofi Richero, periodista de

Brecha, parece coincidir en parte con esta visión: “Tiende a haber una especie de

rivalidad, de mutuo recelo entre política y cultura. Muchas veces se piensa a cultura como

`estos que se dejan estar mientras nosotros salimos a la calle, manejamos fuentes y

hacemos el trabajo´. Y no tienen en cuenta que hacer una nota sobre un escritor muchas

veces significa leer 15 libros, y vos capaz que leíste unos cinco libros y te tenés que leer

los otros diez libros que no leíste para hacer la nota. Y eso implica mucho trabajo y

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dedicación. Creo que hay un prejuicio a la sección cultural como `esos que andan por el

aire y no se interesan por la vida real´, ajenos, cuando no es así”.

Este estereotipo parece compartirlo María José Santacreu, editora de cultura de

Brecha: “Para los otros periodistas los periodistas culturales vivimos en un mundo rosa,

como en una nube. Somos como los privilegiados, los que vivimos en una ficción”.

El periodista radial Jaime Clara no coincide con estas visiones, ya que manifiesta

estar por fuera de todo eso: “Mis colegas no me hacen sentir así, no participo de esa

discusión porque en el ambiente que yo me muevo no es así y no conozco ningún

periodista que se adapte a ese estereotipo”.

El estereotipo también plantea que, así como los periodistas deportivos son vistos

como futbolistas frustrados, los periodistas de cultura son vistos como escritores,

músicos, pintores, actores, u otro tipo de artistas que no lograron vivir de eso144. Esta idea

no salió de la nada, ya que de hecho muchos artistas de distintos ámbitos terminan

trabajando en periodismo debido a que es muy difícil poder vivir exclusivamente del arte

(generalmente). Es normal que el artista (al menos en América Latina) elija la vía del

periodismo como forma de vida, ya que en este contexto es muy raro que un escritor

pueda vivir de sus libros o un músico de sus discos y recitales. Pero su vocación seguirá

siendo (en la mayoría de los casos) artística, y no periodística.

El periodista Gustavo Escanlar reconoce que hay cierta verdad en esta etiqueta:

“Otro problema con el periodismo de cultura además es que habemos [sic] muchos

hacedores frustrados: cineastas frustrados que empiezan a escribir de cine, escritores

frustrados que empiezan a escribir de literatura… y entonces en esos casos la vocación no

es periodística, sino cultural. No llegan al periodismo a través del periodismo, sino de

otros lugares”. Además agregó: “Lo que termina pasando es que tipos a los que nos gusta

el cine y nos gusta entrar gratis al cine terminamos haciendo crítica de cine, tipos a los

que nos gusta la música y nos gusta tener gratis los cd´s terminamos haciendo crítica

musical. No porque nos apasione el tema periodístico, sino porque nos apasiona tener el

montoncito de cd´s que nos dan las empresas discográficas. Se trata de un periodista que

lo que le gusta no es el periodismo, sino que lo que le gusta es consumir cultura”.

Sofi Richero, en cambio, no ve que esto sea así: “La idea del periodista cultural

como un artista frustrado me parece absurda. Los grandes artistas son grandes críticos, y 144 Ante esta afirmación, quisiera evocar las palabras del docente y crítico Nicolás Rosa: “Los motivos con los que fundamos una revista son latentemente insinceros: escribimos una revista porque no podemos escribir un libro”. Publicado en RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, BsAs, 1995. Pág. 209

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hay muchos artistas que recurren al periodismo cultural como forma de ganarse la vida.

Pero hay periodistas culturales que no son artistas ni pretenden serlo y simplemente les

gusta lo que hacen”.

Pero como dice el periodista y escritor Alejandro Ferreiro, eso no debería ser

sustancial en la discusión: “también hay panaderos frustrados. No está mal que en una

desviación de la vocación un estudiante de humanidades pueda encontrar una nueva

vocación”.

Hasta ahora desde el lado de los periodistas culturales encuentro que se enfrentan

ante los periodistas de otros géneros en tres aspectos fundamentales: Espacio (por la poca

relevancia que se le da a este rubro), Estilo (por la prioridad a la pluma frente a la

redacción concreta y descarnada), y Forma de entender el periodismo (lo noticioso no es

siempre cubierto).

Pero, ¿Qué es lo que piensan desde el otro lado? ¿El periodismo cultural choca

con las concepciones de periodismo en general?

La imagen del periodista cultural tampoco está bien vista por el resto de la

redacción. Una fuente que prefiere no ser nombrada por su salud laboral me dijo: “Le

darán mucho hincapié a la escritura en las críticas y eso, pero cuando hay una noticia

parece que la escribieran con los codos. No te hacen un copete bien ni por casualidad”. El

estilo y la redacción son relativos, pues se puede escribir muy bien, pero también hay que

escribir con criterios periodísticos.

Como dijo el periodista y escritor Alejandro Ferreiro, estas etiquetas corren por

los dos lados: “Para los periodistas culturales los periodistas deportivos son unos burros y

para los deportistas los de cultura son aburridos, o le dan vueltas a todo. Y en realidad es

lo mismo de los dos lados. Pero la estructura de cómo se reparte hoy una redacción es

anacrónica Me parece insólito que estén en lugares separados, que no haya voluntad de

interacción”.

Los de cultura son “los distintos” de la redacción; se dice que no tienen disciplina,

que son “vedettes”, estrellas, que se creen mejores. Están alejados, pero hay que

investigar si se debe a que son marginados por el resto de la redacción o porque a los

propios periodistas de cultura les gusta regodearse en ese aislamiento. Los de cultura

están “en el altillo”, aislados del común de los mortales.

No solo están “en el altillo”, sino que, para el resto de los periodistas del medio,

son periodistas que no acatan los lineamientos de política editorial marcados por sus

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jefes. Son muy competitivos con sus editores (“¿Quién es él para decirme qué hacer a

Mí?”). No digo que esto sea exactamente así, pero es la imagen que hay de ellos que he

constatado en mi investigación.

Pero definir un perfil no se basa en tipificaciones y generalizaciones de este tipo.

El perfil de periodista cultural que intento establecer se basa en las visiones de ellos

mismos, así como de sus colegas, editores e incluso los protagonistas sobre quienes se

escribe en la sección.

“Los del altillo”

En la sala de redacción del semanario Búsqueda hay un entrepiso al que llaman

“El altillo”, que queda en la parte más alta del edificio. Metidos en ese rincón, ocultos,

ajenos a todo lo que ocurre en la redacción, trabajan los periodistas de la sección Vida

Cultural del semanario. Esta situación física los hace estar alejados del resto de los

periodistas. Se quejan del aislamiento, pero paradójicamente también les provoca cierto

gusto. “Con el altillo de Búsqueda hay una mística especial. Sin duda que hay una

mentalidad de altillo. Nosotros nos seguimos reuniendo entre los que trabajábamos ahí”,

dijo la periodista Emma Sanguinetti, quien supo integrar ese equipo “distinto”. Tomo

prestada esta “mentalidad de altillo” como metáfora que se vive en la actualidad del

periodismo cultural, no solo en aspectos edilicios, sino también, y sobre todo, en cuanto a

la imagen que los propios periodistas culturales tienen, tanto de sí mismos como hacia el

exterior145.

Como vimos, los periodistas de cultura son “los locos”, “los distintos”, por no

decir “los vagos”, los que terminan antes la jornada laboral, que van tranquilos, ajenos al

vertiginoso ritmo del diario. Y esto es reconocido tanto por los propios periodistas

culturales como por los periodistas de otras partes de la redacción. “Te etiquetan y vos te

ganás esa etiqueta. El periodista político te va a ver como un periodista menor. Hasta

145 De cualquier forma hay que recordar que el oficio de periodista en general era marginal en su origen, era el lugar a donde iban a parar los escritores poco exitosos que no llegaban a ser “artistas” ni “intelectuales”. La prensa era socialmente subestimada cuando surgieron las primeras gacetas. Probablemente por el carácter efímero y vulgarizador de la prensa es que incluso hoy en día algunos periodistas culturales siguen cuestionando publicar su producción intelectual en los diarios. La profesionalización de este oficio más cierto prestigio y reconocimiento viene cambiando este prejuicio, pero aún quedan vestigios de esta idea original (Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, BsAs, 1995 Págs. 105-111).

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geográficamente están separados, como en el caso de Búsqueda, donde los de cultura no

participan del día a día de La Redacción del semanario”, dijo el periodista Gustavo

Escanlar, quien además agregó: “El problema es un tema de etiquetas. Yo pensé que con

la aparición de las universidades y la enseñanza del periodismo se iba a desterrar, pero

no. El periodista sigue siendo el periodista de política y los otros son menores. Tanto los

periodistas deportivos como los periodistas culturales necesitan adjetivos para definirse.

No son `periodistas´, son periodistas deportivos o culturales. Deberían ser periodistas

primero, después lo otro”.

Esta doble imagen implica a la vez cierto gusto por ser “los del altillo”. Hay cierto

sabor agridulce en considerar a la cultura como un producto de segunda mano. Todos se

quejan, pero en cierta forma gusta ese sentido de pertenencia a una minoría marginal.

Como dijo la periodista Emma Sanguinettti: “hay un regodeo casi necrófilo por

ser los marginados, una necesidad de sentirse estigmatizado, de ser víctima, una

tendencia a autosatisfacerse con ser los mártires que hacen periodismo cultural. Es casi

onanista, un goce propio, personal y solitario. Pero si trasladás eso al periodismo cultural,

esa posición de víctima hace que el tipo termine envuelto y enarbolando como un

principio de pureza su propia marginación, cuando es exactamente al revés: sos un

estúpido. Yo quiero que el periodista cultural deje de ser un marginal mental, y eso sólo

va a ocurrir cuando decida en su cabeza darse cuenta de que tiene todas las herramientas

para hacer de su área de laburo algo de verdad, algo de lo que sentirse orgulloso. Porque

sentirte orgulloso de que sos un marginado, de que te pagan mal, de que no tenés

personal, es imposible”. La periodista además agregó: “El otro día leía las notas que

salieron en medios de otros países a raíz de los 1000 números de El País Cultural. Que el

gran mérito sea: `no vendemos, no tenemos un aviso, no llegamos al público, pero pese a

todo eso llegamos al número mil´, me parece terrible. Eso era lo que se resaltaba, lo

maravilloso que tenía El Cultural. Entonces, ¿estás orgulloso de que no te lee nadie, de

que nadie te quiere poner un aviso, de que das pérdida? Yo no estaría orgullosa de que no

me lea nadie. Yo no quiero dar pérdida. Eso es lo que hay que desmontar”.

También habría que tener en cuenta si esta marginación es efectivamente por

alguno de estos motivos, ya que en realidad las páginas culturales, aún mal hechas,

resultan salirle bastante caras al medio: “En Brecha la sección cultura es la que tiene más

alto presupuesto por sus colaboradores. Política tiene sus columnistas, pero no este staff

de colaboradores con los que cuenta cultura”, comentó Sofi Richero, periodista del

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semanario. Generalmente las páginas culturales tienen unos cuantos colaboradores que

escriben columnas especializadas, lo que las encarece bastante más que si se hicieran con

periodistas “de planta” (aunque esto depende de cada diario).

Hay gente supuestamente más especializada por páginas otorgadas que en otras

secciones, lo que encarece el costo. Al menos en los semanarios, ya que hay diarios que

no cuentan con un equipo tan importante de colaboradores externos (algunos sí).

La proporción de periodistas con respecto a otras secciones es un poco menor en

los diarios. Por ejemplo, Últimas Noticias cuenta con tres periodistas para llenar tres o

cuatro páginas (aunque una página ya se descontaría por la cartelera de cine y televisión,

además de algunos avisos publicitarios) y no cuenta con colaboradores fijos, salvo alguna

esporádica intervención freelance. Aunque también es cierto que este es el diario que

cuenta con un equipo más reducido en todas sus áreas (en información general tiene diez

periodistas para unas ocho páginas). De cualquier forma, la proporción páginas-

periodistas es menor en espectáculos que en información general. Si bien las cifras puras

y duras no tienen en cuenta otros aspectos, es un dato a considerar.

Particularidades del periodista cultural

Los periodistas culturales ejercen su trabajo generalmente de una forma muy

distinta a la de los periodistas de otras secciones. Su trabajo va a destiempo, no se dejan

llevar por la vorágine de los tiempos editoriales, siendo por lo general la primera sección

en terminar su jornada (ya hablé al respecto). Son pocos los periodistas fijos en esta

sección, pero con más colaboradores que intervienen con columnas, críticas y otros

enfoques.

El mejor periodista cultural para realizar su trabajo apela a un bagaje de

información, un tono, un estilo y un enfoque particular146: “La posesión de una buena y

actualizada información básica es el principal insumo del periodista cultural, junto con su

capacidad técnica para procesarla y plasmarla en una forma comunicacional

apropiada”147.

146 Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, BsAs, 1995. Pág. 11 147 Ibídem. Pág. 151

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Una buena base de datos, archivo, bibliografía actualizada y acceso a las obras de

consulta más idóneas son fundamentales para la buena labor periodística de cualquier

área, pues no debería haber diferencias con otros periodistas en este aspecto. Jorge

Yuliani, editor de cultura del diario La República, sostiene: “el periodismo es uno solo.

No hay un periodismo deportivo como una cosa menor y un periodismo cultural como

algo desprendido o superior. La actitud del periodista debe ser la misma”. Lo mismo

piensa Jaime Clara, periodista cultural, quien lo pone con el siguiente ejemplo: “Yo hice

hace mucho tiempo periodismo agropecuario. Después de muchos años dedicándome a

otra cosa que no tiene nada que ver, me di cuenta que el periodismo es uno sólo. Porque

con las herramientas que nos da el periodismo podemos hacer periodismo cultural,

político, policial o cualquier otro. Y muchas veces eso no se entiende, porque se llega por

lo específico”.

Otra cosa piensa María José Santacreu, quien dijo que para ella es distinto el tipo

de periodismo, ya que el periodismo cultural, si bien tiene que actuar como todo el

periodismo en términos del rigor en el tratamiento de la información, tiene también sus

particularidades.

Estas particularidades son las que veremos a continuación.

Dos tipos de periodista cultural: Críticos y Buscadores

El rol del periodista cultural debe ser uno de los puntos donde los entrevistados

menos se pusieron de acuerdo: hay quienes sostienen que esta sección debe ser creadora,

mientras que otros, más enfocados a la tarea periodística, sostienen que debe ser un

reflejo, una reproducción de la realidad cultural: “el intelectual creador crea (y publica en

revistas intelectuales de escasa difusión), el periodista –intelectual de a pie– refrita y

difunde en los medios masivos”148. Los primeros son los críticos y ensayistas, mientras

que los segundos son los “buscadores” que escarban para desenterrar lo que existe. Pero

es difícil distinguir el límite donde se deja de difundir cultura para pasar a hacerla.

148

TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 50

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El periodismo cultural no está solo compuesto por periodistas puros y duros, sino

también por especialistas que no vienen del periodismo149. Como dijo Jaime Clara: “El

periodismo cultural también supone integrar a los intelectuales, para que generen

conocimiento, investiguen, analicen ensayos sobre diversos temas y lograr trasmitirlos”.

“Hay periodistas más `periodísticos´ y otros más `críticos´, nosotros buscamos

gente que pueda hacer las dos cosas. Muchas veces el crítico tiene un estilo de crítico y

no te hace una entrevista porque no quiere, porque no lo disfruta, o no se siente

capacitado (…) No todo el mundo tiene ese perfil y es bueno que haya perfiles diferentes.

Es bueno que la nota la haga el que está más entusiasmado”, dijo Daniela Bluth, editora

de cultura del semanario Búsqueda. Ella también reconoció que está bien que exista esta

diferencia, ya que no todos los periodistas tienen que ser buscadores y tampoco es bueno

que el crítico escriba de todo, “porque pierde seriedad”. Una misma persona no puede

hacer crítica de plástica, danza, música, libros y teatro porque “al final no queda serio”.

Es entonces importante diferenciar lo que es el periodismo crítico de cultura, que

es el que asiste a los espectáculos, lee los libros y realiza su evaluación crítica, de quienes

salen a buscar las noticias. Ellos conviven en la misma sección, pero son dos tipos de

periodistas son bien distintos.

Claro que hay matices y algunos se acercan o se alejan más o menos a esta

definición.

La importancia de la pluma

El periodismo cultural le da un fuerte predominio a la pluma y busca

caracterizarse por un alto y atractivo nivel de escritura. Quienes llenan sus páginas son

escritores antes que periodistas, lo que también enriquece y da características propias a

esta sección. Como dijo el crítico Miguel Ángel Dobrich, “a diferencia de muchos otros

espacios, la sección cultural ofrece un espacio de lectura. Maneja de otro modo los

tiempos y plantea un juego estilístico, un juego formal y lúdico que, en el mejor de los

casos, es agradable, contextualiza e invita a acercarse críticamente al objeto sobre el que

149 Pero esto también ocurre en otras áreas del periodismo: no todos son buenos entrevistadores, no todos son buenos para obtener primicias, no todos son buenos analistas… al final no todo es tan distinto.

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versa o trata”. Esta es una característica que lo diferencia de otras áreas (claro que un

buen diario debería buscar una buena redacción y estilo parejo en todas sus secciones).

Pero todo con moderación, pues la pluma en exceso genera inconvenientes en la

llegada al público del periodismo cultural, y eso plantea ciertos dilemas que sí valen la

pena investigar.

El nivel de escritura es probablemente donde se hace la diferencia entre un diario

y otro. Si los contenidos son similares, entonces supongo que la competencia radica en el

estilo y una forma atractiva de escritura y un enfoque (o perfil) del medio.

“Toda la gente que trabaja en cultura escribe bien, y no siempre el fuerte del

periodista en otras áreas es escribir. En otras áreas hay sabuesos que encuentran la noticia

pero escriben más o menos. Acá no, todos escriben de bien para arriba. Es importante,

sobre todo para el tipo de notas que hacemos en el semanario. Capaz que en un diario

donde todo es más rápido no se permite tan así”, dijo Daniela Bluth, editora de cultura

Búsqueda.

Es por ejemplo uno de los caballos de batalla con los que busca competir O2 del

diario El Observador, quienes buscan diferenciarse de su competencia y del resto del

mismo diario con un nivel de redacción sumamente cuidado (que lo logren o no es otra

cosa). Debe estar “bien escrito”150.

El énfasis en la forma por sobre el contenido genera un problema con las escuelas

tradicionales de periodismo, y aparentemente hay un enfrentamiento con la prioridad de

informar. “Cada vez la información es más ponderada y cada vez menos ponderada la

escritura”, decía Sofi Richero, entonces editora cultural de Brecha, en una charla sobre

periodismo cultural151. Esta frase parece ir en contra del rigor periodístico, pero para la

editora ese es el problema que tiene el periodismo cultural hoy. En la entrevista me

confirmó su preocupación por la mala escritura: “En la prensa diaria me parece que en

general no hay prosas muy interesantes. La información es absolutamente importante,

pero tiene que estar bien escrito: un buen escritor está asociado a un buen lector, y hay un

importante déficit en la calidad de la prosa del periodismo cultural”. Según Richero, la

narración, el atractivo y el sentido de la escritura son más importantes.

150 Aunque esto debería ser condición básica de cualquier página, cosa que no siempre ocurre en los diarios. Como dijo el periodista Ryszard Kapuscinski en una entrevista: “se usa un lenguaje muy pobre en aras de la rapidez. El lenguaje nos tiene prisioneros en el periodismo, en especial en los diarios” (El Observador, publicado el 27/01/2007). 151 Charla sobre periodismo cultural dada en la sede de la APU el 25/10/2007 (Cit. en bibliografía).

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Para la periodista María Urruzola, que también estaba en la charla mencionada, la

cosa era muy simple: “a la gente le gusta escuchar cuentos” y esa es la forma en la que se

debería hacer periodismo cultural (y general)152. La calidad de la historia que tiene la

noticia es fundamental para seducir al lector. Pero una cosa no quita a la otra; la buena

escritura debe ir de la mano de la información legítima.

Pero la buena prosa, adornada y retórica, con artilugios y recursos literarios, ¿no

juega un poco en contra del periodismo propiamente dicho, el periodismo “puro y duro”?

No, si no se abusa de ella. Se puede escribir fácil pero con estilo y seducción. El

problema es que a veces se deja de lado el estilo económico, natural y directo del

periodismo153 para resultar en el abuso de páginas ampulosas e ineficaces, lo que termina

siendo lo contrario a una buena pluma.

En periodismo “buena pluma” es otra cosa: es escribir con un lenguaje despojado,

directo, ejemplos gráficos, vocabulario adecuado, y verbos justos que muestran acción y

permiten al lector generar una imagen correcta, lograr “ver” lo que escribe el periodista.

El buen periodista logra impactar con su pluma sin necesidad de ser complicado.

Es lógico que las distintas secciones tengan sus propias reglas de juego, ya que no

es el mismo lenguaje el que se usa para las noticias policiales, que el que se usa en las

deportivas o en las culturales. Pero eso no significa que un lector interesado por política

no pueda entender lo que se escribe en cultura.

Para el periodista Gustavo Escanlar el exceso de pluma es un problema genético

de los periodistas culturales: “Si uno lee la parte política de Búsqueda ve un tipo de

periodismo muy diferente al tipo crítico de periodismo de las páginas que hay atrás [en

cultura]. El tipo crítico del periodismo de cultura viene dictado todavía,

lamentablemente, por lo que hacía Marcha y la generación del 45: qué opina el crítico de

determinada cosa que acaba de leer. Eso es muy diferente al periodismo de las páginas

iniciales de Búsqueda, que muestra lo que está pasando. El tipo que lee la sección cultural

de Búsqueda no sabe qué está pasando a nivel cultural. Creo que es un mal de los

periodistas culturales más que de la sociedad”.

El periodista cultural suele caer en uno de los peores pecados que pueden

cometerse en el periodismo: escribir “en difícil”, que pretende demostrar lo bien

preparado que está el crítico con respecto al tema sobre el que escribe, su capacidad de 152 Ibídem 153 O más bien, que debería tener el periodismo, ya que a veces por ser tan simple y aséptico termina siendo una aberración a los ojos carente de coherencia textual.

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escribir con giros verbales y frases complejas. Esto hace que se escriban largas páginas

llenas de circunloquios, razonamientos pesados, imprecisos, sin ir al punto, gastando

páginas con lo que se podría haber escrito en pocas oraciones. Quienes escriben en las

revistas especializadas “en el mejor de los casos tienden al terrorismo cultural o a la alta

sofisticación estética, y en el peor a una pertinaz pedantería plúmbea o al circulismo

académico”154. Esto complica la lectura y dificulta la comprensión de muchos de los

textos culturales. Como reflexionó la periodista Juana Libedinsky en su columna del

diario La Nación: “Oscar Wilde escribió que la diferencia entre la literatura y el

periodismo es que la literatura no la lee nadie y que el periodismo es ilegible. En América

Latina esto tiende a ocurrir cuando el periodismo cultural se vuelve críptico”155. En fin, se

pone mucho sin decir nada, o diciendo para unos pocos.

José Gabriel Lagos, editor de La Diaria, parece estar de acuerdo con este

problema: “A veces los especialistas presuponen que uno está metido en el tema que

escriben. Ese es el defecto de las personas que no tienen estudios en comunicación (…)

Estaría bueno que los especialistas pensaran un poco más en escribir para sus lectores y

no para sus colegas, porque eso solo produce oscuridad”. Y además agregó: “También es

cierto que escribir bien es tener facilidad para hacer entender cosas complejas”.

La periodista Emma Sanguinetti dijo que este mal sigue ocurriendo en el

periodismo uruguayo: “Yo creo que hay una tendencia a escribir en difícil, a no entender

la diferencia entre lo que es el periodismo y lo que es lo académico156. Mucha gente que

trabaja en el tema cultural tiene un gran defecto que es el exceso de academicismo y unos

egos importantes. Y eso hace que en general los textos que tengan que ver con lo cultural

en el Uruguay tengan esa necesidad de parecer inteligentes. Entonces cuanto menos se

entienda, mejor porque el que lo lee va a decir: `pah, qué inteligente que es´. Y eso es

impublicable en un diario”. La periodista además agregó: “La gente que en general se

dedica a la cultura falla en el concepto periodístico de lo que debe ser el desarrollo de una

noticia, la comunicación de una noticia, y dentro de esa comunicación abordar cuatro o

cinco puntos que se traten de manera divulgativa y periodística, con gancho y con interés,

los temas culturales”.

154 TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 46. 155 LIBEDISNKY, J. Vale la pena hablar de cultura. Diario La Nación, 13/08/2007. Opinión (Pág.1) 156 Aclaremos que la escritura académica tiene las mismas reglas que el periodismo, con la salvedad que el periodista cita su fuente en la nota, mientras que el académico lo hace con una nota al pie. Aunque muchos académicos no lo entiendan y se vuelvan ilegibles, no hay “otro” estilo: las personas citadas utilizan la imagen del “texto académico” en el sentido estereotipado, pero no tiene por qué ser así.

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Daniela Bluth cree que esto es posible: “acá se puede hacer mejor periodismo

cultural. Hay muchas cosas pasando y se puede rastrillar un poco más. Pero se tiende a la

intelectualización de todos los temas, se cae en hacer de todo un análisis profundo, un

cimiento de la pluma. Entre los periodistas no siempre se valora la noticia, se valora más

la pluma pulida, la visión, la crítica, la firma. Falta buscar un poquito más”. Por cierto,

María José Santacreu, editora de Brecha, parece estar de acuerdo con esta necesidad de

traer gente más preocupada por conseguir contenido: “Si tengo que elegir entre un

periodista que escriba bien o uno que sea curioso, inquieto y tenga buenas ideas, prefiero

mil veces más al segundo. La escritura se corrige, lo otro no se aprende”. En definitiva el

mejor “estilo” termina siempre siendo el contenido, ya que una nota con “contenido” se

defiende por sí misma.

El crítico pasa más bien a ser un “críptico”, que tan solo busca destacarse y

conseguir renombre entre el pequeño núcleo al que pertenece. Abusa con soberbia de

neologismos, cultismos, tecnicismos, arcaísmos, y todos los “ismos” que pueda pensar.

Hay casos en que la persona medianamente formada no se entera de nada de lo que está

leyendo hasta avanzado el texto (incluso los títulos confunden más de lo que explican). El

nivel de encriptamiento de los textos hace que haya que leer un par de párrafos para

comenzar a intuir sobre lo que trata el artículo. Este divismo pretencioso y complejo no

hace otra cosa que perjudicar al lector, alejándolo aún más de las páginas culturales. Su

objetivo debería ser invitar al público a que se acerque a la cultura, y no que el público

sea el que busque con esfuerzo para llegar a ella. ¿Pero existen periodistas claros y

concisos en el periodismo cultural uruguayo? Claro que sí. Esta fuerte imagen es para

pintar uno de los problemas que están vigentes, pero no es algo que ocurra con todos los

periodistas culturales.

Esto puede ser uno de los motivos que alejan a la gente de la información cultural:

“Creo que acá mucha de la gente que escribe cree que hacer sentir a la gente como sapo

de otro pozo es tener nivel. Y allí hay un problema cultural importante, porque se separan

las aguas: vos sos culto o sos ignorante. Yo no tengo ganas de leer algo de alguien que

me está diciendo que yo soy una ignorante. Esto hizo que la gente se aleje de las páginas

culturales y que ahora todo sea espectáculos”, opina la periodista Emma Sanguinetti.

Claro que no es todo blanco ni negro, pero suma.

Como dice Sanguinetti (esta vez escrito en su blog), “por un lado, las artes

visuales se han aislado de los intereses de la gente común convirtiéndose en una

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expresión egocéntrica, extremista y exhibicionista, y por otro, los que escriben suelen

posar de complejos a partir de frases repletas de neologismos que solo parecen reflejar,

que ellos y los que hicieron las obras, son inteligentes y el resto del mundo es un obtuso”.

Y esto hace a veces que los periodistas, que son quienes deben comunicar, divulgar y

contribuir a la comprensión, sean en consecuencia confusos, aburridos y vacíos157. Para el

periodista Elvio Gandolfo también son aburridos y vacíos, pero por otros motivos: “La

mayoría del periodismo cultural uruguayo aburre poderosamente. Es una papilla

indigesta, pero no porque te caiga pesada, sino porque te cae tan liviana que no le prestás

atención”. Sea por pesados o livianos, el problema es que el periodismo cultural está

desprendido de su público y tiene poco contenido.

Creo que una buena síntesis es la anécdota que cuenta al respecto Jorge Yuliani,

editor de La República. Me contó que antes era un “intelectual de axila”, de los que se

pasean con los libros bajo el brazo hablando “en difícil”. Pero una vez un amigo le dijo

que así no lo entendía nadie, y le preguntó si hablaba para querer demostrar que sabe o

para que lo entendieran. Le respondió que hablaba para hacerse entender. Su amigo le

recomendó entonces que hablara de otra manera: “Y de eso se trata hacer periodismo, de

que todos entiendan lo que decís, no de hacerse el culto para aparentar que uno sabe”.

El problema es que muchas veces el periodista quiere demostrar cuánto sabe, todo

el conocimiento que posee. Y esto genera un periodismo en el que se termina luciendo el

periodista por sobre su entrevistado. Creo que el periodista Jaime Clara lo muestra con el

siguiente ejemplo: “A mí me dicen: `dejás hablar a los entrevistados´. Me parece de

Perogrullo eso, es el ABC del periodismo. Pero eso muestra otra costumbre del

periodismo cultural que es que el periodista da su opinión. Yo no doy mi opinión al aire”.

Hay un miedo terrible de parte de los periodistas culturales a mostrarse humano y

admitir que no se sabe de cierto tema, por más que no sea su especialidad: “Reconocer

que uno no sabe es una cuestión de honestidad intelectual. Yo no poso de sabio. Si en una

entrevista me preguntan si leí a tal autor y no lo conozco, simplemente les respondo que

no tengo idea quién es. Esa postura de ver quién sabe más me parece absurda. Y peor que

esa pose es creer que uno tiene la razón”, agregó Clara.

La línea entre el análisis literario publicado y la nota periodística es muy delgada

en estos casos. Este exceso no es imposible solucionar, sólo hay que reestructurar un

poco algunas cabezas anquilosadas. La periodista Emma Sanguinetti recuerda que para

157 SANGUINETTI, E (artículo). No lo busque porque no lo va a encontrar. Montevideo, 09/04/2008.

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escribir en periodismo le enseñaron una premisa: “El chueco [Eduardo] Alvariza me

enseñó que no hay nada en el mundo que no se pueda contar en menos de 4.000

caracteres. Todo se puede decir en ese espacio”.

Otro problema es la subjetividad, que muchas veces no tiene sustento. Como dijo

el periodista Gustavo Escanlar, “el periodismo cultural siempre tomó partido. En el

periodismo cultural no hay una `imparcialidad´, porque todavía no se ha salido del `me

gusta, no me gusta´. No hay una escuela de crítica que te dé herramientas. Es todo teñido

de blanco o negro, los críticos no te dicen si una película es buena con argumentos; te

dicen si les gustó o no”.

Además el problema de un crítico muy subjetivo es que puede perjudicar al

medio. “No podés dejar que el medio lo usen para otros fines, para que el crítico haga una

cruzada caprichosa contra alguien”, explicó Ana Inés Larre Borges.

Este tipo de problemas fueron detectados por muchos editores de cultura, y se

pretende erradicar. Bien supo advertirlo Homero Alsina Thevenet, quien se vio obligado

a intentar combatir este problema. En su decálogo para El País Cultural (aunque es

aplicable al periodismo en general) plantea este peso que hereda el periodismo cultural

uruguayo, e intenta que los periodistas que trabajen allí puedan limpiarse de estos malos

hábitos. Por ejemplo, no se puede escribir en primera persona, ni usar neologismos, ni

escribir “en difícil”, ni escribir de más, pues cada nota tiene su tamaño natural, y el

periodista debe saber más de lo que le dice al lector.

Pero que el problema haya sido detectado no significa que se haya resuelto. La

periodista Emma Sanguinetti reconoce: “Creo que el gran aporte de Homero fue el rigor

en la lengua. Pero también era un tipo que solo quería escribir de Bergman, y eso es para

cinco personas”. Igualmente agregó: “Cinemateca y los medios académicos son

necesarios. Pero acá estamos hablando de periodismo. No quiero decir que no haya que

escribir sobre cine iraní o cine argelino, pero las notas periodísticas son para otro lado”.

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Ser arte y parte

“El periodista cultural puede ser motivador y creador de una corriente de

pensamiento o puede ser simplemente un reproductor de un estado de cultura”158. Estas

palabras de Jorge Olivera se repiten en el pensamiento de la sección de cultura,

generalmente menospreciando la tarea periodística de este género (destáquese el adverbio

“simplemente”), lo que genera que los periodistas culturales prefieran pasar lo antes

posibles a la otra parte, la del crítico que firma. “El periodismo cultural no es un reflejo

de la cultura, sino que asume un rol activo en su construcción”159.

Los medios son también constructores de la realidad cultural, no solo espejos,

pero hay que saber diferenciar entre este análisis de la opinión y la creación artística

propiamente dicha, de hacerse protagonista del hecho.

Esto no excluye que el periodismo vaya más allá de la mera divulgación: “Una

parte importante del material ensayístico destinado al periodismo cultural tiende a

ubicarse frente a los temas, fenómenos o procesos con una actitud marcadamente

analítica, que establece un rasgo diferencial en relación con el carácter puramente

informativo y descriptivo de la prensa general, que muchas veces informa sin arriesgar

evaluaciones de ese carácter”160. Como dijo Jaime Clara: “No es solo informar, sino

también generar masa crítica, intercambios, debates sobre los fenómenos culturales”.

El límite entre difundir esas tendencias y ser un generador de estas (creando y

alimentando una ilusión, inventando su propia agenda) termina definiéndose en el

profesionalismo del periodista: “La sagacidad para detectar las tendencias vigentes es una

de las claves del periodismo cultural, pero podría decirse también que la capacidad para

generar una tendencia es la forma superlativa de esa clase”161. La discusión sobre si el

periodista debe ser creador o difusor de cultura va más allá de si es “crítico” o

“buscador”; plantea un problema ético sobre las tareas del periodismo general y cómo

éstas son vistas desde el periodismo cultural.

¿Pero esto está bien? ¿Qué se acerca más al periodismo cultural: el periodista

mediador que oficia entre quien produce y quien consume (suponiendo que fueran bien

158 OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura., UdelaR, Montevideo, 2007 Pág. 9. 159 VÁZQUEZ, M. E. Hacia una nueva definición del periodismo cultural (Tesina). Universidad de Belgrano, 2003. Pág. 8 160 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Bs As, 1995 Pág. 24 161 Ibídem. Pág. 34

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delimitados estos roles), o el creador que incorpora en sus artículos sus propias

reflexiones? Claramente no son excluyentes, sino que convive uno con el otro.

Un gran problema es que muchas veces en la prensa de cultura “resulta complejo

distinguir dónde termina la tarea creativa y dónde comienza la tarea de divulgación o

abordaje crítico de la realidad cultural”162, probablemente debido a que desde el propio

surgimiento de la prensa en América Latina los conceptos de prensa y literatura han

estado unidos163¿Se puede ser periodista de cultura sin ser creador de cultura?

Para muchos está claro que no es así, que el periodista no debe meterse en el

asunto que cubre: “No se puede ser arte y parte de la cosa”, dijo por ejemplo Daniela

Bluth, editora de Vida Cultural de Búsqueda.

Pero también es cierto que esto permitió a muchos escritores darse a conocer. Por

ejemplo, el escritor Rubén Darío comenzó a trabajar desde su rol como periodista,

lanzando publicaciones culturales que impulsaron lo que luego fue el movimiento del

modernismo. ¿Darío hubiera llegado a ocupar el lugar que finalmente ocupó en la

literatura si no se hubiese abocado al periodismo cultural y difundido desde allí los

valores del modernismo? ¿El propio movimiento literario del modernismo hubiese sido

tan relevante sin este apoyo desde la prensa? Otra vez la respuesta se divide en si fue

primero el huevo o la gallina.

Dilema similar es hacer “arte con el arte”, es decir, que una crítica sobre arte sea

“artística” en sí misma, por ejemplo: “La prensa cultural también es una fuente de

creación de capital, y en sí misma es capital objetivado. Conviene no olvidar, en

consecuencia, esta doble condición de creadora y reproductora”164. Muchas veces se

valora más a la crítica por estar bien escrita, o por ser de tal o cual autor, y no por lo que

realmente importa, por lo que trata la crítica. Se confunde dónde está el valor del artículo,

lo que me parece también un problema de divismo por parte de muchos críticos.

162 OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Pág. 36 163 Ibídem. Pág. 36 164 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995. Pág. 16

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La formación periodística del periodista cultural

En periodismo cultural no hay muchos profesionales que vengan del periodismo.

Esto obliga a debatir sobre si es necesaria la formación profesional en periodismo para

esta área. ¿Hay que hacer carrera de periodismo para cubrir cultura? No necesariamente.

Como dice el periodista Tomás Linn, no hay que hacer la carrera de periodismo para

trabajar en ninguna área del periodismo. Hay muchos egresados en filosofía, profesorado,

artes y letras haciendo periodismo cultural. Es algo que ocurre en los medios de todo el

mundo165. Es necesario ver si la formación periodística es tendencia en el rubro, como

ocurre en las otras áreas, o si las redacciones buscan otro perfil dentro de la sección

cultura166.

El número de periodistas formados como tales a nivel terciario tiende a ser cada

vez mayor en las redacciones de los diarios. “En el caso de la televisión, radio y prensa,

los recursos humanos tienden a exhibir paulatinamente mayores niveles de formación167,

lo que entre otras razones obedece a la existencia de una mayor oferta educativa en la

materia”168.

En cultura son pocos los periodistas que vienen de carreras en periodismo, y por

lo general son más las personas que vienen de otras formaciones, como humanidades,

letras, o incluso distintas ramas del arte. Por ejemplo José Gabriel Lagos, editor de La

Diaria, comentó: “Entre los freelance que tenemos en el diario, casi no hay gente de la

carrera de periodismo, ni estudiantes de periodismo interesados en entrar. Los dos

editores de cultura venimos de letras de la facultad de humanidades. Nuestro equipo

viene de otras ramas, no son gente cuya primera opción fue el periodismo, sino que

vienen de otras carreras o del arte. Y eso tiene ventajas y desventajas. Si quiero una

165 Es normal el cruce de intereses: hacer una “major” en Cultura y una “minor” en Periodismo (o al revés) es cada vez más frecuente. La formación no es estática como suele verse, sino que una persona puede hacer una licenciatura en un tema y una maestría luego para especializarse en lo que quiere trabajar. No es un compacto estancado. 166 Es necesario aclarar que no es la única sección en que trabajen personas sin formación periodística, ya que es normal que, por ejemplo, en la sección de economía haya más economistas que periodistas formados, o en la sección de Agro haya personas formadas en esa área específica. Esto no es un problema, sino que por el contrario es un complemento. No es indispensable que un periodista sea Licenciado en Comunicación, pero sí que tenga un buen nivel de formación. 167 A mayor oferta profesional, mejor calidad periodística. 168 “(continúa) Esta mayor oferta de educación ha traído también un fenómeno relativamente nuevo, como es el de las pasantías. La popularización de este sistema ha llevado, en algunas empresas, a la sustitución de personal efectivo por pasantes, lo que ha aumentado la situación de inestabilidad laboral”. STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 314.

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persona que escriba de artes visuales voy a buscar alguien que sepa de estética, no un

periodista llano que cubra la exposición”. Pero además agregó que es muy difícil

encontrar alguien que pueda entender una disciplina y a la vez esté desvinculada al tema

y tenga la capacidad de explicarla a la gente no especializada.

Los estudiantes de periodismo no parecen estar suficientemente preparados como

para cubrir cultura: “Yo veo que los que vienen de comunicación están entrenados para

ser más intermediarios, no se ven a sí mismos entre lo que pasa y el lector. No hay una

curiosidad, una guiñada, no hay un poquito de maldad o de sospecha, son muy técnicos.

Nosotros buscamos más sustancia”, comentó Lagos, quien agregó que si tuviera que

elegir entre una persona con conocimiento y otra con habilidades comunicativas elige al

conocimiento de la materia, pues como editor puede corregir la escritura, no la habilidad:

“Para mí es mucho más fácil corregir a alguien que hacerlo interesante”.

Sobre esta nueva ola de egresados terciarios en periodismo, el periodista Elvio

Gandolfo comentó: “Hay una camada de jóvenes trabajando que pueden ser buena gente,

pero están poco formados y son simplemente aburridos”.

Al parecer entonces la formación periodística tampoco garantiza mucho. “Yo soy

partidario de la formación, pero no de que sea una condición sine qua non para ser

periodista cultural. Las páginas de gloria de los diarios las hicieron personas sin

formación en periodismo cultural”, comentó el periodista Jaime Clara.

En Uruguay no hay una formación especializada en periodismo cultural (salvo

talleres puntuales dentro de las carreras de grado). La formación autodidacta es crucial en

esta área. Como dijo la periodista cultural Emma Sanguinetti: “Suceden dos cosas con

respecto a la formación: una, que no tenemos ninguna especialización ni ninguna

maestría que esté dedicada al periodismo cultural, cuando el periodismo cultural existe en

todas las universidades del mundo como posgrado o como especialización. Aquí [en

Uruguay] se forman comunicadores con una formación inclinada a lo periodístico y dejan

el resto librado a los intereses personales de cada alumno. Y esto no implica que los

egresados tengan una vasta cultura. Por el otro lado, la gente que puede llegar a escribir

sobre lo que el supuesto universitario formado no conoce no sabe hacer periodismo.

Entonces hay un choque: el que de repente puede tener una formación periodística no

tiene el bagaje cultural como para armar una nota, y la gente que sí tiene contenido no

tiene herramientas periodísticas. Con formación en periodismo cultural se podría volver a

ganar terreno dentro de los diarios”.

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Pero además, el periodista cultural no puede competir en su área si no tiene un

poco más que la formación general en periodismo. Como dijo la periodista Ana Inés

Larre Borges, “algunas áreas como la cultural exigen una especialización previa, otras

más generales se van haciendo sobre la marcha. El periodista de música tiene que tener

una formación musical, el de cine tiene que ser un ratón de cinemateca, aunque sea de

forma autodidacta”.

Los periodistas culturales deben tener una preparación especial: si llegan del

periodismo, deben formarse aparte en el área que vayan a cubrir; si llegan de un área

especializada, entonces precisan una formación en periodismo. Algunos van un poco más

allá: “Si vas a dedicarte a la cultura tenés que saber inglés, francés e italiano. Si no, no

arranques”, dijo la periodista Emma Sanguinetti.

Otro problema que existe en muchas áreas son aquellas personas “más hinchas

que periodistas”, un fenómeno que se ha dado mucho, por ejemplo, en la prensa rock del

Uruguay169. Suele pasar que quienes se acercan al periodismo cultural llegan interesados

por un área específica (ya sea literatura, rock, danza, teatro, etc), y esto, además de

generar contenidos acotados a su área (las “roscas”, como vimos anteriormente), también

hace que las noticias culturales sean cubiertas con poco rigor periodístico y hasta con

desprecio a otras áreas.

Hay algo que todo periodista cultural (y en general) debe desarrollar para mejorar

dentro del área: debe ser una persona asidua a la lectura, en constante formación, al tanto

de las nuevas tendencias y en la búsqueda constante de lo que ocurre, de las distintas

manifestaciones culturales que hay “en la vuelta”.

“Todo buen periodista cultural es, en primer término, un buen lector”170. Pero hay

ciertos requisitos indispensables para el periodista cultural: valoración e interés por las

temáticas culturales, conocimiento de las bellas artes (al menos alguna), un rico bagaje

cultural o al menos predisposición y apertura para aprender, dominio fluido del idioma,

capacidad de síntesis y aptitudes para la comunicación de esos conocimientos (si es con

un estilo atractivo, mejor). Aunque en realidad son rasgos que debería tener cualquier

periodista, en cultura son esenciales.

Cualquier periodista debe estar bien formado, sin importar el área de la que venga:

“Un periodista ignorante no es un periodista, es un tipo que tiene un título nada más. Una

169

Palabras Gabriel Peveroni en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007 170 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Editorial Paidós, Bs As, 1995. Pág. 113

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persona que no leyó historia, que no leyó filosofía, que no leyó arte, no puede

comprender el mundo”, opina Emma Sanguinetti. Pero no es la única: “Hay un problema

de cultura general en la sociedad. El periodismo es cultura. No podés ser periodista y no

ser culto (…) con afán de saber, de entender y de leer todo”171.

Ya sea que sean periodistas faltos de formación cultural adecuada, o que, al revés,

sean especialistas faltos de una buena técnica para informar, el periodismo cultural se

encuentra en un problema que lo aleja del diario y del público. Con más razón hace falta

una formación periodística en esta área. Aunque de a poco se va profesionalizando.

Luego de las distintas entrevistas pude llegar a la conclusión que los diarios

buscan “comodines”, personas versátiles que puedan conseguir información y cubrir

cualquier tema. Pero no por un tema de que sea el perfil que más necesiten, sino que es el

que mejor se adecua a la realidad de los diarios de hoy, donde los equipos de periodistas

son pequeños.

En los semanarios se cuenta con un equipo más especializado, pero también les

hacen falta periodistas que salgan a buscar noticias. Daniela Bluth, editora de Búsqueda,

dijo: “buscamos un perfil periodístico, que tenga un buen manejo de la información, pero

además que tenga una formación cultural un poco más grande, sobre todo porque acá

hacemos mucha crítica y para eso tenés que tener a alguien calificado”.

Sin embargo otros piensan que el ideal de periodista para este rubro no es el

“periodista-comodín”, sino un periodista especializado, que reúna las dos condiciones,

que combine su velocidad y precisión en dar primicias, con competencias en relación a

sus fuentes, dominio de su área y manejo de un buen archivo172. Como dijo José Gabriel

Lagos, editor de cultura de La Diaria: “Lo ideal sería que las personas que escriben

tuvieran conocimientos de comunicación. Igual todo el mundo va agarrando cancha en la

práctica”.

Muchas veces termina cubriendo cultura un periodista no especializado. El editor

cultural de La República Jorge Yuliani dijo: “A veces nos especializamos en ciertas áreas

por razones de formación personal, pero a veces no es por elección, sino por casualidad o

por necesidad de la empresa en la que trabajamos”. Y esta realidad no puede pasarse por

alto, ya que a veces el periodista cultural está para “tapar agujeros”.

171 María Urruzola en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Montevideo, 2008. Pág. 315 172 Tomado de TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 16

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La formación profesional periodística sirve incluso para superar el problema de

límites entre creación y difusión de cultura que existe actualmente (como se comentó en

la discusión de “ser arte y parte” del asunto). Y también para resolver el dilema ético de

que el periodista trabaje además de otra cosa. Aunque no sea una garantía, la formación

en periodismo ayuda un poco a generar ese filtro de calidad.

El multiempleo

“En este núcleo está muy difundido el multiempleo”173, no es raro que un mismo

periodista cubra un hecho para dos o tres medios distintos, lo que afecta la calidad del

trabajo. No es novedad que alguien diga que en Uruguay “escribir no es una profesión de

la cual se pueda vivir, [de hecho, muchos autores] desempeñan actividades en el

periodismo o en el campo profesional”174. El trabajo de un artista no es suficiente para

cubrir sus necesidades básicas, por lo que generalmente se dedica a un trabajo que le

asegure mejores posibilidades económicas175.

Está mal visto que un periodista que cubre política, por ejemplo, sea militante de

un partido político, o que un periodista de economía trabaje en una empresa de análisis

financiero. Pero en el caso de periodismo cultural se tolera, ya que por ejemplo hay

periodistas de cultura que a su vez pueden ser productores de una banda musical, o de

obras de teatro, o incluso tienen un conjunto al que promocionan desde las páginas del

medio en el que trabajan. A decir de Mariana Álvarez, editora de O2 del diario El

Observador, esta práctica no está tan mal vista: “Se acepta. Una vez acá tuvimos un

periodista de O2 que estaba trabajando en una productora de cine. Pienso que es

controlable, porque es difícil que a un periodista le dé la cara para decirle a su editor de

poner una noticia del otro lugar donde trabaja. Igual estamos de acuerdo que no es lo

ideal”. El problema es que a veces sí les da la cara.

Esto de que sean escritores antes que periodistas, si bien no es en sí un problema,

genera confusión en los roles. Muchas veces el periodista termina siendo novelista (caso

de Onetti y García Márquez, o Hemingway, que fueron a la vez periodistas generales) o

173 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 295 174 Ibídem. Pág. 208 175 Tomado de palabras de David Throsby en Ibídem. Pág 67

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al revés. Más peligroso es cuando se trata de un crítico de música que a la vez produce

una banda de rock, de un crítico literario que a la vez es jurado, o de un crítico de cine

que esté haciendo una película176.

En realidad cuestionar que un periodista cultural escriba poemas o toque en una

banda es como cuestionar que un periodista deportivo juegue con sus amigos al fútbol.

Siempre y cuando se esté hablando de una práctica amateur no debería haber ningún

problema. Más complicado es cuando se habla de un ámbito profesional, por ejemplo, si

el crítico literario publica una novela o el crítico de música tiene algún concierto. Ahí

juega mucho, lógicamente, el buen criterio de cada persona. Aunque la ética profesional

no sea muy explícita en este punto, no hay que ser un experto para darse cuenta que esto

es un problema. Algunos tienen formas bastante razonables de resolver esto:

“Directamente no hablaba de mis libros [aunque parezca evidente hay quienes sí los

comentan]. Nunca le hice una nota a las editoriales en las que publicaba”, dijo el

periodista y escritor Alejandro Ferreiro. Hay quienes van más allá y ni siquiera se

permiten hablar de libros de otros. Pero hay puntos más difusos.

Como cuenta Daniela Bluth, editora cultural de Búsqueda, “hay directores de

teatro que son críticos de teatro, o críticos de plástica que son curadores de alguna

muestra”. Bluth también agregó que hay ciertas excepciones: “Acá eso no pasa por la

exclusividad que tiene Búsqueda para con sus periodistas, salvo con los libros. Cuando un

periodista nuestro publica un libro, se le pide a alguien de afuera de la empresa que lo

comente”.

Bluth no es la única que me confirma este problema. Emma Sanguinetti agregó:

“Acá hay curadores que son jefes de sala, personas que tienen el poder de decidir cuándo

exponés y que además son periodistas. Y te venden el combo: sala, curaduría y prensa.

Eso no es ético. Le hace muchísimo daño al periodismo cultural y no es correcto. Son

actividades incompatibles. Si estás como gestor, como curador, o lo que fuere, no podés

bajo ningún concepto escribir sobre ese tema, aunque sea la cosa más aséptica e

informativa. Y eso en Uruguay es habitual. Sucede, se permite y hasta se incentiva. Pero

no debe funcionar así”.

Hay personas que saben que esto no es lo correcto y son consecuentes con esto,

como por ejemplo Mariana Percovich, quien renunció a Búsqueda para hacer su primera 176 El multiempleo es una característica en este rubro, ya que muchos periodistas culturales trabajan además de profesores, músicos, productores, escritores y otras ocupaciones que se tocan mucho con el objeto noticioso que cubren.

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obra de teatro: “En mi opinión está mal que un periodista trabaje en un medio y a la vez

sea director de teatro, actor, actriz, y a su vez el mismo medio en que trabaja lo cubre. Yo

renuncié y dejé el periodismo. Y no lo pienso retomar, salvo que quiera dejar el teatro.

Cuando pasé a ser artista me desenchufé del periodismo; pasé a consumirlo, pero dejé de

ser periodista. Eso es ética, no objetividad. Si vos sos artista no podés ser periodista

cultural. Punto”.

El editor de cultura

Los editores, directores, y responsables de llevar adelante el medio, nunca han

sido tan importantes como en esta sección. Sus figuras son las que delimitaron

históricamente el periodismo cultural más que en cualquier otro género de periodismo. El

editor en esta sección da su personalidad y tiene un fuerte peso en la decisión de qué

temas cubrir.

Como dijo Mariana Percovich, ex editora del semanario Búsqueda, “el editor es el

que sabe la línea editorial del medio. Él sabe qué tiene que transmitir su equipo de

periodistas y qué cultura va a difundir el medio”. Percovich agregó que el editor es un

reflejo de la idea de cultura del medio. “La cultura que difunde el medio es la definición

de cultura que le interesa a ese medio. Y esa definición va a cambiar según el medio en

que estés”. Aunque parezca redundante, es una buena forma de entender eso de que cada

diario y cada editor manejan su propio librito.

El editor marca una línea muy importante y a la vez muy subjetiva. “Por ejemplo,

en Clarín se encargaba Fernando García, quien llevaba un buen trabajo en lo cultural. Le

daba un toque personal, te dabas cuenta de qué tendencia tenía el que lo hacía, aunque no

firmara: destacaba al rock, a la historieta, es decir, te dabas cuenta que atrás había

alguien”, comentó el periodista Elvio Gandolfo.

Según la editora María José Santacreu, cada medio tiene sus particularidades:

“Búsqueda hace mejor el trabajo de conseguir información, de dar noticias, y son muy

precisos. Brecha habla más, intenta poner una mirada más analítica a lo que escribe. La

Diaria intenta mirar las cosas desde otro lado, una mirada nueva y joven. El Observador

también informa mucho y saca muchas noticias. No sé cómo hacen, pero las noticias

culturales salen generalmente de ahí”. Estas particularidades están asociadas a la idea que

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cada medio tiene de periodismo cultural, idea que está formada en gran parte por sus

editores y la concepción que impregnan de ellos mismos en las páginas.

Algo similar piensa Gabriel Lagos, editor de cultura de La Diaria, que también ve

diferencias entre los medios y su forma de encarar la cultura: “En El País el cuerpo del

diario se dedica a espectáculos y farándula, pero a la vez tiene sus columnas y sus

críticas, es raro. Cuando hay una noticia cultural es una irrupción. A O2 lo veo muy

frívolo. Lo que le critico a La Diaria es que a veces no tenemos investigación genuina y

nos tenemos que manejar con internet. Lo que veo en O2 es que pasa lo mismo, pero

tienen otros recursos, y que la parte en la que no se descansan en internet es muy light.

Últimas Noticias parece escrito por una sola persona, es como un diario que no existe. La

República es terrible, a veces tienen noticias, pero en general están muy cargados de

cosas innecesarias. Lo más cultural es lo que saca Búsqueda y Brecha”.

Pero la figura del editor no es la única. El director también tiene su peso (a veces

mucho) en la línea de lo que se publica. En muchos casos es el caudillo que saca adelante

a su medio y al grupo de periodistas que lo rodean.

Como bien dice Rivera, la figura del director es de gran influencia en las revistas

latinoamericanas. Es el caso de Quijano en Marcha, Jesús Silva Herzog en Cuadernos

Latinoamericanos y Fernando Ortiz en la Revista Bimestre Cubana: pueden ser vistos

como “el caso típico del director que define el perfil de una revista y la gobierna, de

manera inclaudicable, con una mezcla de laboriosidad, tesón, política y talento

editorial”177. Y hay muchos más: Octavio Paz con su revista Vuelta, Enrique Krauze con

Letras Libres, o, sin ir muy lejos, los casos de Danilo Arbilla en el semanario Búsqueda o

Daniel Herrera Lussich (“el Pingo”) en el diario El País.

Ahora, la cuestión es si está bien que exista esa subjetividad, ya que si bien

enriquece en muchos aspectos, también puede limitar los contenidos. Por ejemplo,

mientras que para Búsqueda y El Observador las políticas culturales deberían ser un tema

central del periodismo cultural, para Brecha no: “las políticas culturales no son tema del

periodismo cultural; son periodismo político sobre un objeto cultural, pero que se roben

un Torres García es una noticia de policiales, no de periodismo cultural”, dijo por

ejemplo María José Santacreu, editora de cultura del semanario Brecha.

177 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995. Pág. 53

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Los editores son muy subjetivos y eso se refleja en las páginas donde trabajan.

Jorge Yuliani sostiene esta subjetividad: “Desde que elijo publicar esto y no lo otro ya

estoy haciendo una selección. Desde que decido poner una nota como cabeza de página

arriba le doy más importancia que si la pongo en una columna al costado o si la pongo

abajo. Destaco lo que quiero destacar y minimizo lo que quiero minimizar”. Claro que

esto es relevante para cualquier área.

Esta subjetividad en los contenidos se puede ver en el siguiente ejemplo que

cuenta la periodista Emma Sanguinetti: “Hace poco hice una entrevista con

representantes del museo del Louvre que vinieron a organizar una exposición en la

rambla. Hice la nota y se la llevé a un editor. La respuesta del tipo fue: `a mí el Louvre no

me interesa´. Yo estoy convencida que lo que decía esa nota le interesaba a cualquier hijo

de vecino, pero el editor decide qué es lo que le interesa al público. Al final la nota la

vendí para afuera, pero siempre lo intento acá primero”.

Puede entonces que buena parte del problema sea de los editores.

La línea editorial de cada diario (en su mayoría) influye mucho en los contenidos

que se incluirán. Véase el ejemplo de La República, que no admite noticias de la

farándula (al margen de si eso es bueno o malo, o si le interesa o no a los lectores). O

Brecha, donde la línea editorial está más marcada por la literatura porque la mayor parte

de sus periodistas viene en su mayoría del ámbito de las letras. Todos los editores ponen

su impronta y su subjetividad, lo que hace que el perfil de cada sección sea tan distinto.

Esto no es bueno ni malo en sí mismo, ya que puede tener sus ventajas. Pero

también puede generar limitaciones. Como dice el periodista y editor Alejandro Ferreiro,

“Se supone que un editor es una persona informada sobre el mundo, que está informada,

que lee, que sabe hacia dónde van fenómenos, que ven las tendencias un poco antes que

todos. Se supone... ahora, si el editor se guía por encuestas de otro rubro, hay algo que no

está funcionando bien”.

Derecha en Economía, Centro en Política e Izquierda en Cultura

Otro aspecto que no quería dejar de lado en esta investigación es el perfil

politizado de la sección cultural en la prensa. En el libro “Paren las rotativas” de Carlos

Ulanovsky se le adjudica al periodista argentino Jacobo Timerman la frase de que un

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diario debía estar "a la derecha en economía, al centro en política y a la izquierda en

cultura”, y que este es el principio que Timerman utilizó para concebir el semanario

Primera Plana (fundado en 1962). Más allá de la autoría de esta frase, esta es una postura

bastante aceptada por los medios de comunicación, y es una actitud seguida en medios de

peso como el New York Times, El País de Madrid o The Times de Londres.

Se asocia a lo cultural con la izquierda. Pero ¿la sección de cultura de la prensa

está politizada? ¿Debe seguir este perfil (si es que lo tiene)? ¿Acaso hay una “cultura de

izquierda” y una “cultura de derecha”? Son temas pertinentes a los efectos de esta

investigación.

Es notorio que en cultura y periodismo cultural convergen muchísimas personas

con mentalidades e ideologías distintas, y puede que los agentes de la cultura en un

momento hayan tenido cierta inclinación política. Pero nadie se puede adjudicar la

cultura, por más que la mayoría de los agentes culturales sean de un cuadro o del otro: el

periodismo cultural debe ser políticamente abierto y plural.

Tomás Linn plantea que la cultura en América Latina “tiene dueño y se hace desde

una `pertenencia´, una membrecía o una identificación donde lo ideológico y la adhesión

a ciertas causas (la cubana entre ellas) son la prueba que permite ser parte de esa elite o

dejar de existir (…) Hay un `aparato´ con su sello oficializador y sus medios que marcan

por dónde debe pasar la cultura”178.

Este aparato está integrado por artistas, aunque también por los periodistas

culturales: “Hubo una época, décadas atrás, en que los grandes diarios y revistas

pensaban que era bueno que ellos se hicieran cargo de la línea editorial en temas de

política y economía, pero dejaran a los `progresistas´ las secciones culturales. Eran

liberales en la cobertura de las secciones tradicionales, pero cedían con generosidad la

`información cultural´ a la ortodoxia ideológica, pese a no compartirla”179. Igualmente, a

pesar de esta medida, los medios no dejaron de ser etiquetados como conservadores, por

lo que tampoco tuvo sus resultados. Pero sí es verdad que existe el preconcepto de que la

cultura (y el periodismo cultural) son de izquierda180.

178 LINN, T. Así concebidas. Nuestras democracias imperfectas. Fin de Siglo. Montevideo, 2008. Pág. 265 179 Ibidem, Pág 271 180 Aunque sea solo una anécdota, creo que es interesante recordar cuando Margarita Musto dijo en un discurso en el teatro El Galpón el 4/10/2004: “la inmensa mayoría de los artistas y trabajadores de la cultura del Uruguay fuimos y somos de izquierda”, adjudicándole al Frente Amplio el bastión de la cultura.

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Como plantea Linn, esto además se debe a que hay un público con expectativas

preconcebidas de lo que quiere leer sobre América Latina, y los autores responden a esa

dialéctica esperada, hecha de lugares comunes. Se trata de una cultura efectista a los

intereses de ciertas personas que consumen lo que esa oferta propone.

Puede que el núcleo cultural está enclaustrado en un grupo hermético e

ideológicamente marcado, lo que hace que también cueste mucho la renovación del

“plantel cultural”181 y no se dé espacio a los nuevos artistas; pero también es cierto que

hay muchos integrantes de la cultura que (quizás decepcionados por la izquierda en el

gobierno, quizás por una actitud crítica) se han alejado de estos viejos requisitos

ideológicos propios de la Guerra Fría.

De cualquier forma, no se puede obviar que la mentalidad sigue existiendo, y que

aún hoy Octavio Paz y Vargas Llosa siguen siendo mal vistos por el entorno cultural

“izquierdoso” (incluso son calificados como “traidores”). Esta visión existe, pero ya no es

tan pesada como supo serlo no hace mucho.

Puede ser que Uruguay tradicionalmente tenga un caudal de artistas de izquierda,

como dijo Sofi Richero, periodista del semanario Brecha, pero eso no significa que hoy

los periodistas culturales tengan esa inclinación. Ana Inés Larre Borges, también

periodista de Brecha, opina que si bien históricamente la cultura era de izquierda, hoy con

la izquierda en el gobierno las cosas han cambiado: “en este país hubo una tradición de

que la cultura fue de izquierda. Sobre todo después de los 60. Pero ahora que la izquierda

está en el gobierno encontrás que están más sueltos, menos comprometidos y más

críticos”182.

María José Santacreu, editora de Brecha, parece estar alineada con este

pensamiento: “La cultura uruguaya hegemónica es de izquierda. Después de este

gobierno capaz que empieza a cambiar un poco, porque la cultura tiende a reaccionar

contra el estatus quo”. Esta editora piensa además que esto no es un tema propio del área

cultural: “En realidad también pasa lo mismo con los periodistas deportivos. Todos te van

a decir que son hinchas de Racing por más que la mayoría sean de Nacional o Peñarol”.

181 Al parecer esto no es algo nuevo. Juan Carlos Onetti escribió en una de sus columnas: “Pensemos en esta realidad pavorosa: los mismos nombres que formaban la vanguardia de nuestras letras en 1930 aparecen en el 40 ocupando idéntico sitio, haciendo las mismas cosas. Y llegará el 50 y estarán allí publicarán el mismo libro cada año con distinto título”. (PINO, M. El semanario Marcha de Uruguay: una genealogía de la crítica de la cultura en América latina. Pág. 147) 182 Aunque que sean más críticos y menos comprometidos no necesariamente significa que no sigan siendo, en términos genéricos “de izquierda”.

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Mariana Percovich, ex periodista cultural, parece estar de acuerdo con esta analogía: “Es

como el periodista deportivo que no dice de qué cuadro es, pero es de un cuadro, aunque

sea en la secreta, en su dormitorio”.

José Gabriel Lagos, editor de Cultura de La Diaria, también parece coincidir: “La

cultura es crítica y está enfocada a una postura de transformación de las cosas. Y

generalmente esa postura de transformación está asociada a la izquierda. Pero ahora con

el gobierno de izquierda muchas de las críticas de la cultura están más alineadas con la

derecha, no tenés por qué coincidir con la visión de un partido”. Mariana Percovich fue

aún más allá: “toda la cultura y toda persona que le interese la cultura van a ir para ese

lado: va a ser amplia, va a ser democrática, abarcativa”. De cualquier forma ser “amplio”,

“democrático”, o “abarcativo” no es exclusivo de la izquierda.

Jorge Yuliani, editor de cultura del diario La República opinó que no es solo el

periodista cultural, sino que todos los periodistas tienen una intención ideológica, pues de

la manera en que uno escribe ya está “pasando ideología”. Richero concuerda un poco

con esta visión, estableciendo que cuando uno escribe se traducen las nociones o ideas

que la persona tiene, sea el tema que sea. Pero aclara que eso no significa asociar la

cultura a una ideología. Que estos valores se asocien a la izquierda (cosa que es muy

discutible) no hace necesariamente al periodismo cultural como algo de izquierda.

Para el periodista Gustavo Escanlar “todo el aparato cultural ha sido contaminado

o apropiado por la izquierda”. Esta visión de Escanlar generó revuelo en su momento,

tras sus polémicas cartas publicadas a fines de los 80 en distintos diarios y semanarios.

José Gabriel Lagos, editor de cultura de La Diaria, comentó: “El valor que le aportó

Escanlar a la autopercepción de la cultura uruguaya fue muy bueno y marcó fuerte en mi

generación. Escanlar cuestionó en los 80 el valor literario de Benedetti, diciendo que el

escritor hizo algunas cosas buenas hace mucho tiempo, pero después se mandó un

montón de cagadas y siguió vivo porque en esta sociedad la postura política hegemónica

en la cultura es la izquierda”.

En la actualidad ya no se considera que sea así: “El diario busca al público, a sus

intereses. Ya no corren esos asuntos”, dijo Hugo Fernández Dovat, editor de Últimas

Noticias. La periodista Emma Sanguinetti también concuerda con relativizar esto: “Hay

una especie de falsa oposición donde se cree que todo lo que tiene que ver con la cultura

desde el punto de vista político es de dominio de la izquierda, cosa que no es así. En una

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época pudo haberlo sido, pero eso hoy es un folletín viejo de otro tiempo. Es un grave

error pensar que si sos de la cultura tenés que ser de izquierda. Es una pose”.

Como dijo el periodista y escritor Alejandro Ferreiro, “la misma profesión del

periodista te hace ser más abierto, no encasillable ni de izquierda ni de derecha: Dudas

más, sos más flexible, no te embanderás con ninguna pasión sin primero querer

comprender las cosas”. Coincido en esta visión de Ferreiro, pues, como agrega, “el

periodismo te enseña tolerancia de una manera muy contundente” y la propia profesión

enseña a no dejarse llevar por “pasiones partidarias”.

Henry Segura, editor de espectáculos de El País, coincide en que esa frase ya no

corre, y va un poco más allá: “Eso es un prejuicio arcaico y creo que Timerman lo que

hace es lanzar una frase graciosa pero muy poco inteligente. No es así, es una barbaridad.

Esas conclusiones me parecen muy antojadizas, graciosas”. En realidad la “frase

graciosa” de Timerman no es tan antojadiza: esa Tesis fue aplicada de forma deliberada

por el propio Timerman en sus publicaciones (Primera Plana y La Opinión) y los hechos

demostraron que su esquema fue exitoso.

Escanlar agregó que esta ideología de izquierda influyó en la forma de hacer

periodismo, pues todavía tenemos esa herencia de Marcha, y eso hoy genera sus

problemas: “Todavía no se ha resuelto para qué se hace periodismo cultural. En su

momento en los años 60 estaba claro que era para iluminar a la gente, para señalarle a la

gente qué eran las cosas que tenía que ver o que hacer. Pero ahora no está claro, porque la

gente está mucho más avivada, consume lo que se le canta y no lo que vos le decís. No

hay un canon, no hay un bien y un mal que tengan que seguir. Hoy en día el papel del

periodista cultural está mucho más difuso”.

Emma Sanguinetti coincide en este punto con Escanlar: “Hay una estrechez

mental fruto de mentalidades que están anquilosadas en otra época. Estos no son los años

60, estamos en el 2009. El futuro ya no es lo que era antes. Hay que derribar un montón

de mentalidades que se arrastran de décadas en donde la cabeza de la gente estuvo metida

en la idealización, en los mundos divididos, en los extremos”. La periodista además

agregó que ya habría que “pararle el carro” a todos esos señores “engolados, envueltos en

banderas”, que aún piensan que van a hacer “la revolución intelectual”. El periodista

Jaime Clara parece coincidir con esta necesidad de cambio: “tiene que haber una apertura

de cabeza política, porque la cultura no es un reducto de la izquierda. Yo entrevisto a

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Daniel Viglietti y a Rodolfo Fattoruso en el mismo programa. ¿Y por qué no voy a

tenerlos a los dos en el mismo programa?”.

Con esto no niego que gran parte de los artistas uruguayos sean de izquierda.

Quizás sea una coincidencia, una moda, o una tradición, pero todos los periodistas

entrevistados coincidieron en que sus fuentes en Uruguay eran en su amplia mayoría

afines a estos ideales. Pero como plantea Linn, esta estrechez perjudica a la democracia, y

“para que una democracia tenga ciudadanos cuestionadores, la cultura monopólica en

nuestro continente debería terminar”183.

Además, “así generás un montón de problemas con los empresarios de los medios

y también estás dejando un montón de gente afuera. Hasta dejás una cantidad de público

afuera”, como plantea Jaime Clara, quien agregó: “A nadie le importa si yo soy de

izquierda o de derecha, yo no me manifiesto por ese lado. Menos públicamente”.

La mayoría de los periodistas entrevistados manifestaron estar alejados de esta

visión y rechazaron a los que siguen viéndolo así. Aunque esto no significa que el

periodismo cultural uruguayo siga teniendo esa imagen para muchos.

183 LINN, T. Así concebidas. Nuestras democracias imperfectas. Fin de Siglo. Montevideo, 2008. Pág. 263

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9. EL PERFIL DEL CONSUMIDOR DE PERIODISMO CULTURAL

El perfil del lector de periódicos es el de una persona con ciertos valores e

intereses determinados, aunque poco conocidos. Hoy en día es casi un capital, un bien

diferencial de personas con cierta actividad intelectual interesante para el mercado. Está

el preconcepto, quizás autoprovocado (como ya hemos dicho antes), de que los lectores

“no leen sobre temas culturales, en general porque los consideran aburridos e

imprácticos”184. Puede que esto en realidad no sea así.

Quizás el perfil del público lector de diarios coincide con el de una persona ávida

de consumir cultura. Como dijo la periodista Ana Inés Larre Borges, el medio debe tener

una fuerte sección de libros porque “el que lee, lee”. Valeria García, editora de O2 fin de

semana, coincide con esta postura: “no hay estudios concretos, pero se supone que el

lector del diario es un lector que lee”. ¿Pero esto es efectivamente así?

La respuesta no parece sencilla. Si bien a priori uno puede suponer que la persona

interesada en la lectura de periódicos podría ser una persona con vasta “cultura general”,

hay muchos casos en que los lectores de diarios “saltean” la sección cultural. “Es que esa

sección no se dirige a mí”, ha sido un argumento que he escuchado bastante, alegando

que los contenidos no son para todos, sino para algunos pocos que estén metidos en el

tema. Y puede que ahí radique el problema: si las páginas están hechas hacia los

“interesados” sin conocimiento especializado o si están pensadas para los “culturosos”

que están dentro del ambiente. También es válido el planteo del periodista cultural

Leandro Delgado, quien dice que no todos los lectores son para todas las secciones: “Yo

leo fútbol y no entiendo nada. Leo las páginas salmón y no entiendo nada. Pero tampoco

les reprocho nada. No veo por qué habrían de reprocharme ellos a mí”.

El público, que debería ser el principal objeto de atención a quien se dirige el

periodismo, termina muchas veces al margen de lo que ocurre (no solo en cultura). La

producción y difusión cultural termina en los mismos pequeños círculos de siempre, en

esa pequeña elite que conoce (y muchas veces guarda celosamente) su tesoro. Pero las

noticias no llegan al público en general.

El que compra los diarios y el consumidor de bienes culturales tienen mucho en

común y no es raro que sean más o menos el mismo público. La posesión de libros y la

frecuencia de lectura de diarios están muy relacionados, y ambos dependen de la misma

184 ALSINA THEVENET, H. Periodismo y cultura. Montevideo, (Enero 1998)

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forma del nivel educativo y el nivel de ingresos del hogar185. Está bien afirmar entonces

que “el que lee, lee”, y que el consumidor de libros es casi el mismo que el consumidor

de diarios186.

Como dice Alsina Thevenet, en Uruguay existe una “minoría culta que quiere

hacer las cosas bien” y esa minoría debe llegar a un público todavía alejado

(especialmente en el interior): “El diario El País financia a pérdida un suplemento

cultural, que no le trae publicidad comercial y que en el mejor de los casos sólo le reporta

prestigio”187. Más allá del hecho de que genere pérdida para el diario188, hay que rescatar

que quizás entonces quienes compran los diarios son quienes consumen productos

culturales y por lo tanto son personas interesadas en consumir periodismo cultural. ¿Esto

será así?

Aparentemente sí: “Los espectadores del tipo cultural, por su parte, poseen una

atracción mayor a la media, por programas propiamente culturales (documentales, ópera,

etc.), periodísticos políticos y deportivos no de fútbol”189, informaba un estudio del

mercado cultural uruguayo encabezado por el economista Luis Stolovich en 1997.

Como en todo, hay opiniones encontradas y ambas son en parte válidas. Para el

periodista Gustavo Escanlar el que compra El País nunca lo va a comprar por las noticias

de cine o por El País Cultural: “no sé si a la gente le interesa el periodismo cultural, creo

que le interesa más el deportivo o la política”. Lo contrario opina Jaime Clara, periodista

cultural de radio Sarandí, quien recuerda: “Seguramente nadie daba un peso por El País

Cultural pero, después que salió, el diario El País pasó a vender mucho más los viernes”.

Pero Escanlar tampoco es pesimista, ya que agregó que en Uruguay “hay un

consumo cultural interesante. El tema es si el periodista cultural está a la altura o no, si

ese espacio que tiene se logra acompasar a lo que la gente necesita”.

La periodista Emma Sanguinetti opina que los lectores están, pero el periodismo

no llega a ellos adecuadamente: “lo que pasa es que los diarios no se dan cuenta de que

hay que habilitar una nueva forma, que no podemos seguir prendidos al formato

académico. Todo pasa porque vos les tires algo provocador, que tenga un concepto

185 Tomado de ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed.Trilce, Montevideo, 2003. Pág. 58 186 También es válido aclarar que “hay lectores y lectores”, es decir, que no todos los lectores de diarios o revistas son también lectores de libros, y viceversa. 187 ALSINA THEVENET, H. Periodismo y cultura. Montevideo (Enero 1998) 188 Hecho para nada menor, ya que no debería ser un orgullo que un suplemento genere pérdida, como dijo Emma Sanguinetti en unas páginas atrás. Creo que es algo para reflexionar. 189 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 115

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adentro, buscar el gancho de aquello que le va a gustar al lector, a cualquier tipo común y

corriente. No al periodista. El otro peligro es por esto caer en lo banal”.

El periodismo cultural en los diarios debería buscar una difusión masiva para un

público masivo, no especializado. Pero “lo cultural” suele tener el prejuicio de ser ajeno a

los intereses del lector corriente. Si se siguiera al pie de la letra esta aparente

contradicción, no deberían existir las secciones culturales… evidentemente la realidad no

es así (a menos que estemos todos locos y nos guste tirar dinero en secciones que dan

pérdida y no aportan). El consumidor de cultura también consume periodismo cultural.

Cuando este es bueno, compra. El dilema entonces no es que la sección cultural llegue a

todo el mundo, sino si al menos llega al lector “interesado”. Si no lo hace, tenemos un

problema.

También es cierto que el costo de los diarios no los hace accesibles a cualquiera

(como sí lo son en otros países). En Uruguay los diarios son desproporcionadamente

caros y eso también perjudica su llegada al público. Bien lo dijo el periodista Gustavo

Escanlar: “O vas cuatro veces por mes al cine o te comprás una revista de cine. Creo que

la gente que consume cultura prefiere gastar esa plata en ir al cine”.

Puede que los lectores sean contemplados por el medio, el problema es que en ese

caso el perfil que un periodista o editor se arma de su lector no es necesariamente el

mismo que el que se imagina el otro periodista que tiene al lado. Y difícilmente puedan

verificarse esos intereses (además en una encuesta todos decimos que la cultura es

imprescindible, aunque después no nos interese). Valeria García, editora de O2 fin de

semana, explicó como se manejan los editores en su medio: “Marketing te puede decir

algunos estudios del público, pero todo lo que yo decido que va es instintivo. No sé cómo

explicarlo, lo sentís (…) es un poco de intuición y un poco de actualidad”.

Esta contemplación del lector determina los temas que se elijen publicar. Un

ejemplo de esto se puede ver en el caso que narra la editora de cultura Daniela Bluth:

“Por ejemplo nos ofrecieron una entrevista con Zambayonny [polémico músico

argentino] y dijimos que no, porque él no es para el público de Búsqueda y no vale la

pena darlo. Sin embargo, si nos ofrecen para entrevistar a Jean Luc Ponty [violinista

francés] sí lo damos, porque sabemos que a nuestro público le interesa”. Cuando pregunté

si había un estudio sobre los intereses culturales del lector del semanario, me dijo que no

conocía nada puntual, pero que se suponían ciertas cosas en base a estudios que se

realizaron, pero más generales y hace muchos años.

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El caso de Brecha es similar; se tiene una vaga idea del perfil del público en

general, pero no se tiene información de los intereses culturales de los lectores. Sofi

Richero, ex editora de cultura y actual periodista cultural del diario, comentó al respecto:

“Brecha encargó un estudio sobre las características de sus lectores. Eso ayudó para

entender o buscar contemplar a ese lector. Muchas veces el lector de Brecha que imagina

uno no es el mismo que imagina el otro. Pero ese estudio demostró que es un lector que le

interesa la política y la cultura, es lo que más atienden sus lectores”. Además agregó que

la agenda pasa muchas veces por contemplar esa idea de lector: “El equilibrio que

tenemos que hacer es generacional. Tenemos un lectorado veterano, y hay que conciliar

los contenidos para ese tipo de lectores con contenidos para gente de mediana edad y

otros para traer gente joven al semanario. Tenemos que conjugar notas que tengan interés

para esos tres públicos y no siempre resulta fácil”.

Además, como plantea Elvio Gandolfo, puede ser que se trate de un problema de

los periodistas de no atender los intereses de ese público: “En lo cultural hay una

resistencia biológica a cambiar. Brecha por ejemplo ha tenido varias consultas al público

sobre el semanario y todas las veces les dijeron que la sección de cultura era un plomo. Y

nunca la cambiaron”.

Los diarios tienen algunos estudios del público que los lee, pero los editores no

parecen estar al tanto de estos estudios, o tener datos suficientes para tomar medidas. A

criterio de los editores entrevistados, muy de vez en cuando se ordena algún estudio para

ver los intereses de los lectores, y generalmente los datos que aportan son insuficientes y

generales. Y los contenidos culturales son más puestos “por costumbre” que por pruebas

sólidas, por intuición más que por convicción.

Pero parece que este no es un tema exclusivo del periodismo cultural. Como dijo

el editor Jorge Yuliani, “en el periodismo nacional no importa lo que la gente quiere”.

¿Un público “culto” o un público “masivo”?

Delimitar el perfil del público que lee la sección de cultura de cada diario es de lo

más difícil. En la teoría el lector importa: “Cuando elaborás un diario estás pensando en

la gente que lo lee, te tenés que imaginar un diálogo previo con ese público, imaginar qué

le interesaría leer”, dijo Henry Segura, editor de espectáculos de El País. Pero

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prácticamente no hay estudios con respecto a los perfiles de los lectores, y si los hubo

alguna vez, los datos son de hace años y no representan la realidad actual.

Varios de los medios hicieron estudios, en especial en los años 90, y la verdad es

que en algunas áreas no les sirvieron para nada. Claro que en una encuesta donde se le

pregunte si el medio debe dedicarle más espacio a la cultura, un 90 por ciento te va a

decir que sí. Aunque después nunca la lea. Pocos admiten que eso no les interesa. Pero

existen otras estrategias para conocer al público. Hay buenos editores generales que saben

lo que su público quiere en función de muchas variables: el perfil del medio, lo que otros

medios dan y lo que cuesta que lo de ese medio190.

Además es imposible determinar el nivel de cultura de una persona. No se puede

decir que una persona es más culta que otra, pues todo depende con respecto a qué

parámetros se habla. Recuerdo que cuando en 2006 salieron los resultados preliminares

de la encuesta de consumo cultural191 (que detallaré más adelante), muchos analistas y

educadores ponían el grito en el cielo porque la mitad de las personas de los

asentamientos no sabían quién era Torres García, Juana de Ibarbourou o José Enrique

Rodó. Yo preguntaría a los escandalizados si saben quién es Gerardo Nieto o Carlos

Goberna y su “Sonora Borinquen”. Es que, parafraseando a Hugo Achugar, no existe un

“cultómetro”. La cultura no se mide; todos somos cultos de un modo diferente y en

diferentes culturas o subgrupos culturales, y toda persona puede ser “culta” en un

determinado universo cultural y a la vez ser totalmente ignorante en otro192.

Lo que sí se puede delimitar es el consumo de cultura. Todas las personas, no

importa el nivel socioeconómico que tengan, consumen productos culturales. La

diferencia, claro, está en el tipo de cultura que consumen y el dinero que disponen para

hacerlo. “El consumo cultural se distribuye desigualmente en función del nivel de

educación y del nivel de ingresos”193.

190 Por ejemplo, cuando la editora Daniela Bluth páginas atrás comentó que al público de Búsqueda no le interesa el carnaval, no significa que a muchos lectores no les pueda interesar. Pero ¿tiene sentido que Búsqueda para competir gaste en sueldos de periodistas calificados que entiendan de carnaval cuando el lector de Búsqueda, aun el fan de Carnaval, no es allí donde quiere encontrar notas de esa actividad? Son variables complejas que manejan los buenos editores, que se pueden sintetizar en “a nuestro público no le interesa”. La frase es sencilla, no el concepto detrás de la frase. Y esto hay que aclararlo. 191 CEIL-CEIU, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en la UdelaR. Encuesta de consumo y comportamiento cultural de los uruguayos (datos preliminares). Montevideo, 2006 192 Tomado de ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed.Trilce, Montevideo, 2003. Págs. 9-10 193 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 23

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124

De acuerdo al nivel de ingresos, Rivera plantea tres “modelos” de consumidores

de cultura:

El segmento de consumidores de “cultura superior” se mantiene invariado. Esta

“elite” de consumidores está formada por “profesores universitarios, científicos “duros” y

“blandos”, estudiantes superiores, escritores, artistas, profesores de enseñanza media,

profesionales de distintas disciplinas, periodistas y funcionarios de cierto rango, además

de cuadros políticos, tecnócratas, hombres de negocios y tal vez miembros del clero y las

fuerzas armadas”194. Por cierto, este es el público que suele dar más dinero a la cultura:

“El consumo en cultura tiende a concentrarse en los estratos de ingresos medios y altos.

El 30% más rico (…) realiza el 53,6% del gasto en cultura”195.

La “cultura media” toma como modelo a la superior, pero acorde a las exigencias

de mercado, con mayores posibilidades de heterogeneidad y mezcla temática, adaptando

la cultura clásica y la vanguardista con los medios masivos y las literaturas marginales.

La “cultura baja” tiene una posición favorable al mercado, pero sus medios son

más limitados. “Crónicas deportivas, literatura macabra, pornografía, fait divers, correos

del corazón y otras especies de ese tipo son los muros que la delimitan y constriñen

temáticamente, separándola de la cultura superior y de la cultura media”196.

Es posible conocer el perfil de los lectores a través de los estudios que realiza el

área de marketing de los diarios, pues los avisadores pueden ser un indicador

relativamente fiable. El problema es que justamente el área de marketing se dirige a los

posibles avisadores. No estoy cuestionando que los datos que pongan sean ciertos, pero

no se puede negar que, si su objetivo es vender, lo más probable es que las cosas las

digan de acuerdo a lo que les conviene. El diario El Pais, por ejemplo, en su estudio del

departamento comercial, se adjudica el 82% de los lectores de diarios197. Según este

mismo estudio, el 74,3% de sus lectores lee la sección “Nacional” (política), y el 66% lee

la sección “Espectáculos”198. Al parecer está bastante bien posicionada la sección de

acuerdo a los intereses de sus lectores. Y como vimos anteriormente, este interés no se

refleja en la cantidad de periodistas que tienen, ni en la cantidad de noticias que le dan en

primera. Es raro, pero por algún motivo los directores del diario manejan que un alto

194 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995 Pág. 29 195 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 119 196 RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Bs As, 1995 Pág. 30 197 EL PAÍS, Diario. Departamento Comercial. Perfil de los lectores del diario (sitio en bibliografía). 198 Ibídem

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porcentaje de sus lectores lee la sección y aún así no le dan la importancia que (a juzgar

por sus propios datos) merece. Más raro aún si se tiene en cuenta que las tarifas de todo el

diario papel son las mismas, excepto las de la sección “Espectáculos”, que tienen una

tarifa aparte para cine y teatro199.

Otros indicadores de lectura son los portales en internet que tienen cada uno de los

diarios. Allí se puede medir qué noticias son las más leídas, cuáles son los temas

elegidos, cuánto tiempo se queda el lector en la página, de dónde viene la visita… en fin,

los datos que aporta internet en cuanto a los lectores son muy enriquecedores. Aclaremos

que esto no es exactamente representativo de los diarios, pues el soporte digital llega a

otro tipo de lectores, además de ser gratuito (cosa que el diario evidentemente no es). Y

los datos que ofrece internet no son buenos: “el resultado es un gran 0 en todos los rubros

culturales”, escribe la periodista Emma Sanguinetti, quien además confiesa: “pienso que a

la gente ya no le interesa el arte y que los que escribimos no conseguimos provocarlos ni

siquiera a leer sobre arte” 200.

La sección O2 también se basa mucho en estos datos de internet para ver qué

incluye en sus páginas impresas: “Muchas veces la noticia de la semana en el portal de

Observa es sobre Marcelo Tinelli o Britney Spears”, comentó Mariana Álvarez, editora

de O2. Pero los clicks también dependen de la diagramación que elige el editor al

publicar las noticias y jerarquizarlas en la página. Y lo que no comenta esta editora es que

el portal de Observa no tiene una sección cultural en la que hacer click (ni siquiera una

sección de O2), sino una sección llamada “Vida”, una especie de miscelánea en la que

aparecen notas que van desde los escándalos de la farándula al calentamiento global. En

estos portales de los diarios es muy difícil llegar a noticias de cultura que sean de otros

temas, ya que por lo general en primera están las noticias “chabacanas” y curiosas, con

títulos llamativos y alguna imagen, mientras que las noticias culturales de otros temas

están más debajo en la pantalla y mucho menos destacadas. Esto hace mucho más

probable que los lectores “hagan click” en las primeras y apenas noten las segundas. No

es un argumento del todo válido, ya que la afirmación exige una investigación más

profunda (y no es el propósito de este trabajo, además es probable que el público de El

Observador coincida con el de Observa y esté realmente interesado en esos temas); pero

199 EL PAÍS, Diario. Departamento Comercial. Tarifas diario papel (sitio en bibliografía). 200 SANGUINETTI, E. No lo busque porque no lo va a encontrar. (sitio en bibliografía).

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al menos deja en la duda de cuál es la causa de que los lectores entren tan poco a las

secciones culturales en los portales de internet.

Otro dato es la televisión, que, aunque se trate de un soporte distinto, coincide con

muchos de los datos que brindan los portales de internet. Es cierto que el público

televisivo es mucho más masivo que el público lector de diarios y que poco deberían

tener que ver las temáticas de este medio con las del medio escrito. Pero los diarios se

basan en la errónea premisa de que “eso es lo que quiere la gente” (como suele decirse en

TV). Quizás no se dan cuenta qué poco tiene que ver un medio con el otro, y que el diario

es un espacio ideal para hacer la diferencia con lo que la televisión ya está dando de

forma gratuita.

Como ya dije, son datos que no aportan lo suficiente, ni el de televisión ni el de

internet. Es imposible comprobar si es el público el que determina lo que aparece en los

medios eligiendo un programa u otro, o si es lo que aparece en los medios lo que fija las

voluntades del público. Es (otra vez) un círculo vicioso donde el periodista presupone que

la noticia “no vende” y la coloca más debajo, lo que lógicamente hace que el lector tenga

menos facilidad de acceder a ellas.

En La Diaria “se hizo un estudio que arrojaba qué secciones preferían los lectores

de La Diaria. La primera fue obviamente política, pero segunda salió cultura, cosa que es

muy raro. Política tenía más o menos un 60%, cultura un 30, y después venían los demás

(al final estaba economía)”, comentó José Gabriel Lagos, editor de cultura de La Diaria.

Lo curioso es que mientras todos los diarios caen estrepitosamente en ventas, La Diaria

no solamente se mantuvo, sino que aumenta a un ritmo constante la cantidad de

suscripciones. Es un fenómeno que tiene muchas vertientes para analizar, pero no se

puede descartar si el éxito de La Diaria no está asociado a la importancia que le da a la

cultura. Sobre esta hipótesis (sin fundamentos por ahora), Lagos me dijo: “Yo tengo la

sensación de que sí. Nunca se hizo un estudio que compruebe eso, pero creo que un poco

tiene que ver con eso”.

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La cultura es de interés

Pese al desconocimiento manifiesto por parte de los editores de los diarios, hay

muchos datos de los consumidores de cultura y de los consumidores de diarios que se

podrían aprovechar.

La encuesta 2009 de consumo y comportamiento cultural realizada por el

Observatorio Cultural de la Universidad de la República (equipo liderado por Susana

Dominzain) arrojó ciertos resultados que demuestran los intereses de los uruguayos en lo

que respecta a sus gustos y preferencias al momento de consumir cultura que podrían ser

útiles para el periodismo cultural.

Por un lado, mientras que casi toda la población escucha radio (88%) y mira

televisión (99%), es importante destacar que el casi el 62% de los uruguayos encuestados

no lee nunca los diarios o los lee ocasionalmente (menos de una vez a la semana). Del

38% restante (que al menos una vez a la semana lee diarios), 10% lee todos los días, 16%

algunas veces por semana, y 12% solamente los domingos (cifras aproximadas). La

frecuencia de lectura depende fundamentalmente del nivel de estudios y de los

ingresos201. Estas cifras son inferiores a las de Argentina y similares a las de España,

aunque en el caso de la lectura diaria de prensa Uruguay es muy inferior que en estos

países (probablemente, explican, por el costo de los diarios).

Las secciones de deportes y de política son las preferidas por el público, leídas por

el 30 y 21% de los lectores respectivamente. En orden de interés le siguen las policiales

(19%), clasificados (19), sociales (14), culturales (10), espectáculos (9), internacionales

(7), y economía/finanzas (5). Esta encuesta separa Cultura de Espectáculos, como si en

los diarios hubiese tal separación (cuando en realidad no es así, aunque puede que la

gente sí haga dicha separación en su cabeza).

Cabe aclarar que los contenidos culturales suelen ser bastante homogéneos en

cuanto a preferencias de género, pero no frente a otros aspectos: Las personas con

educación terciaria, que son las que poseen y consumen más libros, son las que tienen

más preferencias por las secciones de cultura y espectáculos202… El que lee, lee.

201 Tomado de ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed. Trilce, Montevideo 2003. Pág 58 202 Tomado de Ibídem. Pág. 61

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Pero también es interesante saber por qué no lee el que no lee. El 28% manifiesta

que es porque no pueden comprarlo, lo que es entendible, ya que los diarios son bastante

caros en este país. Pero es importante destacar el alto porcentaje de personas que no leen

diarios porque no les interesa: un 27%. Esto significa que los diarios son de poco interés

para una gran parte de la población, que no tienen demasiado para ofrecer a un tercio de

las personas… y el desinterés aumenta al 41% si acotamos el espectro solo a los jóvenes.

La llegada de los semanarios es menor: “El 6,2% de la población lee semanarios

todas las semanas; el 22,5%, a veces, y el 70,4% no los lee nunca”203. En cuanto a las

revistas, el 6,8% las lee todas las semanas, el 33,5% a veces y el 59,4% restante nunca las

lee. Las revistas son en su mayoría de Argentina (52%), y luego de Uruguay (59%), en su

mayoría sociales (de farándula, como Caras y Gente).

Por otra parte, los uruguayos somos importantes consumidores de cultura, pero

con una pequeña particularidad: “Uruguay se ha desarrollado como un dinámico centro

de consumo cultural, aunque su consumo fundamental proviene de producciones del

exterior”204. Se vive una situación asimétrica entre la producción cultural local y la que

producen los grandes conglomerados transnacionales, quienes determinan la circulación

de los bienes y servicios culturales205.

Los productos culturales vienen en su mayoría del exterior206: “Los uruguayos

somos más consumidores que productores de cultura. Es mucho más la producción

cultural que se importa, que la que se produce y consume en el país”207.

“Las principales cadenas productivas o sectores del complejo cultural son: la

cultura escrita (industria editorial y publicaciones periódicas), la cultura audiovisual

(cine, video, televisión), la cultura sonora (música grabada y en vivo, radio), las artes

escénicas (teatro, ópera, ballet, conciertos musicales, festivales, el Carnaval), las artes

visuales (pintura, escultura, las artes gráficas -xilografía, litografía, huecograbado,

serigrafía, etc.-, el arte de la fotografía, las artes del fuego, del tallado en piedra, del

203 DOMINZAIN, S. Imaginarios y Consumo Cultural. Segundo Informe sobre consumo y comportamiento cultural. Uruguay, 2009. Pág. 57 204 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág 326 205 Tomado de STOLOVICH. Ibídem. Pág. 52 206 “La mayor parte de la producción cultural que satisface la demanda de los consumidores uruguayos es de origen extranjero [75% de los libros, ¾ partes de la música, gran parte de las publicaciones periódicas, la mayoría de los programas de TV, casi la totalidad del cine y los respectivos equipamientos tecnológicos relacionados con todos estos rubros son importados] (…) Una sociedad de poco más de 3 millones de habitantes no puede, en principio, autoabastecerse culturalmente, no puede generar la producción cultural que demandan habitantes cada vez más educados y abiertos al mundo” (Ibídem. 148-149) 207 Ibídem. 320

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metal, de la madera, etc.)”208. De este complejo cultural, “un 28% se financia mediante la

publicidad [casi la tercera parte], un 61% se financia directamente por el público

consumidor (mediante compra de bienes, servicios o derechos de acceso) y un 10% se

financia por el estado”209.

La cultura interesa, mueve plata, se consume, da trabajo… y en el mundo va para

el mismo lado. Existen otros modelos de periodismo cultural extranjeros, donde se

demuestra que la información cultural es cada vez más cotizada (ejemplos de diarios para

público masivo, como veremos más adelante), además de estar separada de los

espectáculos en la prensa diaria (cosa que aquí casi ni ocurre).

Visto todo esto es muy fácil deducir que el público es el gran olvidado del

periodismo cultural uruguayo. Veamos qué tal resulta el tercer integrante: los productores

de cultura.

208 Ibídem. Pág. 37 209 Ibídem. Pág. 154

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10. DESDE EL OTRO LADO: LOS PROTAGONISTAS

El tercer integrante de este triángulo es el objeto temático de la cultura: los

protagonistas de la noticia. Estos son los actores culturales, artistas, políticos, escritores y

público que participan de estos hechos.

También lo son las medidas políticas que se tomen con respecto a la cultura, pues

son temas que debería cubrir esta sección del diario y repercuten en la producción

cultural.

¿Cómo es la relación entre el periodismo cultural y sus fuentes? Es lo que viene a

continuación.

El papel del Estado en el periodismo cultural

El Estado uruguayo es un estado intervencionista en el ámbito cultural.

Históricamente ha destinado algún recurso que otro (a veces más, a veces menos,

dependiendo de las otras prioridades) a mantener cierta producción cultural. El Estado

financia directamente (ya sea a través del MEC o de los gobiernos municipales) muchas

ramas de la cultura: el SODRE (y por ende sus radios, la Orquesta Sinfónica, el Coro y el

cuerpo de Baile), la Orquesta Filarmónica de Montevideo, la Comedia Nacional,

institutos de formación de teatro, bellas artes, comunicación, bandas municipales y

policiales, canales de televisión, bibliotecas, museos… prácticamente no hay rubro

cultural en el que el estado no incida económicamente de forma directa. “El Estado

(Ministerios, Intendencias, Universidad) financia, además de su propia gestión cultural, la

producción propia de teatro y música, bibliotecas, la conservación de museos, la

formación en algunas áreas (teatro, música, bellas artes, comunicaciones, etc.), etc.

Subsidia, además, actividades privadas (teatro, prensa del Interior). Interviene, asimismo,

como consumidor de libros y otros bienes culturales”210.

Tradicionalmente hay dos grandes modelos en cuanto a la intervención del Estado

en la cultura: el modelo anglosajón (EEUU y Reino Unido), donde el estado es poco

intervencionista y fundamentalmente estimula la inversión privada; y el modelo latino

(Francia, Italia, España), en el que el estado interviene directamente con ayudas públicas. 210

STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 154

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Por ejemplo, el estado francés dedica casi el 1% de su presupuesto al sector cultural (en

Uruguay se buscaba llegar en esta administración a dicha cifra, pero no se ha logrado). En

ambos modelos la intención del apoyo estatal radica en promover el arte, pero a su vez

evitar la fuga de talentos. Evidentemente, el Estado uruguayo adhiere al modelo latino.

Según Stolovich se puede clasificar el accionar del Estado en el área cultural en

cuatro orientaciones generales: El subsidio de las actividades culturales en forma directa

(a través de los organismos públicos); la estatización y ejecución directa por el Estado de

las actividades culturales; la no intervención bajo ningún criterio directa o indirectamente

en la actividad cultural, al amparo de las “políticas neoliberales”; y la promoción del

financiamiento privado de las actividades culturales, mediante “incentivos fiscales al

patrocinio, el esponsoreo o el mecenazgo”211. En Uruguay funciona una mezcla de estas

cuatro orientaciones, pero con fuerte hincapié en las primeras dos.

Aclaremos que “la lógica estatal en lo que respecta al arte, no es de tipo

capitalista, los espectáculos no son realizados por razones de lucro, sino como un servicio

cultural a la población”212.

Este Estado tan proteccionista, incide mucho en nuestra forma de ver la cultura,

pero también influye en nuestra manera de consumir cultura. Muchas veces se pretende

que el Estado solucione todos los problemas del individuo, y la cultura no queda ajena a

esos reclamos. Pero, ¿debería estar la cultura y su difusión bajo su tutela?

Para la población uruguaya la respuesta es un rotundo sí. “Parecería que la

opinión nacional es consistente con la posición de que el Estado o, mejor, el dinero

público del Estado sea utilizado en la financiación tanto de un tipo de infraestructura

cultural como puede ser el Solís y el Sodre (que además parecen funcionar como íconos

de identificación nacional), pero también en el estímulo a la producción nacional de una

industria cultural sino “joven” por lo menos escasamente desarrollada en Uruguay. Los

niveles de aprobación a este tipo de políticas culturales reafirman que el rol del mercado

como factor fundamental de apoyo y de desarrollo cultural en Uruguay no convoca

grandes mayorías”213.

Mariana Percovich, ex editora de Búsqueda y actual funcionaria del MEC agregó

que una de las funciones del Estado es formar a la gente, que el Estado tiene que

211 Tomado de Ibidem. Pág. 88 212 Ibidem. Pág. 265 213 ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed.Trilce, Montevideo, 2003. Pág. 29

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encargarse de llenar esos vacíos en donde no hay formación. En la intención de amparar

ese derecho, el Estado se encarga de intervenir.

Evidentemente la dependencia que tenemos los uruguayos con el Estado es

importante. No niego que haya que destinar dinero público a la cultura, pero tampoco se

puede pretender que todo haya que reclamárselo a su santa intervención.

Quién debe financiar y gestionar los servicios culturales es todo un debate que no

tiene una solución concreta. La cultura puede ser objeto de intervención del Estado, pero

no lo es exclusivamente.

Hay quienes no están de acuerdo con esta intervención. Como plantea Linn, “sería

un error pensar que se necesitan `políticas de Estado´ para alentar el desarrollo cultural.

El único rol que cabe a los gobiernos, al ser responsables de administrar espacios y

territorios, es facilitar los lugares y los tiempos que contribuyen a generar la cultura, pero

no hacerla ellos mismos. Lidiar con el tema de la cultura (como con tantos asuntos en una

sociedad democrática) es algo que corresponde a los ciudadanos”214.

Aún así, es evidente que hay gran parte de la cultura que es llevada adelante por

políticas estatales. ¿Esto quiere decir que no hay intereses privados en este mercado? Ya

vimos que el cultural es un mercado que mueve muchísimo dinero (por ejemplo, la ópera

en Europa mueve miles de personas y millones de euros, y el marketing cultural es un

área en que las empresas cada vez invierten más, pues saben que los beneficia en su

imagen de marca) y hay muchas personas interesadas a nivel comercial.

Desde el Ministerio de Educación y Cultura hay un interés en jerarquizar y

fortalecer al periodismo cultural: “nos importa mucho porque cumple un rol de bisagra

comunicacional entre los productores de arte y cultura y los consumidores. Su tarea es

clave a la hora de difundir y comunicar, siendo además un área poco atendida y sin

posibilidades de formación en Uruguay”, dijo al diario “El Telégrafo” Luis Mardones,

entonces director de cultura del MEC215.

¿Y qué entiende el Estado por Cultura?

Según el periodista Gustavo Escanlar “en este gobierno tenés dos tendencias

culturales bastante claras: Por un lado el área del MEC, que se encarga de la vanguardia,

el teatro, los movimientos artísticos nuevos, y por el otro el área de la Intendencia que se

dedica a la cultura popular, la cultura de las esquinas, etcétera. Son dos zonas bastante 214 LINN, T. Así concebidas. Nuestras democracias imperfectas. Colección Búsqueda. Ed. Fin de Siglo. Montevideo, 2008. Pág. 270 215 Palabras de Luis Mardones al diario “El Telégrafo”. Paysandú, 25/07/2006. Pág. 1

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irreconciliables entre sí, y es la misma zona irreconciliable que hay en la política: por un

lado tenés a la postura del MPP, que consideran que la cultura es por y para el pueblo,

mientras que los otros consideran que la cultura tiene que ir abriendo caminos diferentes.

En esa área es donde hay un lugar desde donde se puede construir periodismo cultural.

Los periodistas deportivos son mucho mejores periodistas cuando se meten con la política

del deporte: investigan mucho más, tienen más fuentes, sacan mejores cosas. Lo mismo

con los periodistas culturales”.

Más allá del gobierno de turno, el peso estatal es muy grande en la cultura (y en

gran parte de la vida de los uruguayos). La relación entre estado y cultura ha sido muy

estrecha en América Latina. Incluso muchos artistas estuvieron en la planilla de pagos de

los gobiernos de sus países (en algunos casos como “indirectamente becados”

manteniendo su tarea, pero en otros como funcionarios burócratas), desde Rubén Darío,

Alejo Carpentier, Neruda y Borges, hasta Tomás de Mattos o Mario Delgado Aparaín a

nivel local.

Ahora bien, el Estado y las políticas culturales importan al periodismo cultural,

pero no son el centro de la discusión.

Los generadores de cultura y su relación con la prensa cultural

Por otra parte están los generadores de cultura, quienes desarrollan realmente lo

que después se difunde en las páginas culturales. Estos son los artistas, gestores

culturales, escritores, participantes de determinados eventos de relevancia noticiosa para

el periodismo cultural. No olvidemos que la sociedad es también muchas veces la

protagonista, ya que la temática del periodismo cultural incluye las dinámicas entre

grupos sociales. Pero estos son más difíciles de encasillar como “fuentes del periodismo

cultural”, así que voy al modelo clásico.

El periodista Jaime Clara comentó que hay un problema por parte de los propios

protagonistas: “el ambiente cultural no ha sabido hacerse su espacio en los medios, no ha

tenido sintonía con los medios, no ha sabido aceptar las reglas del juego. Creo que para

acercarte a los medios tenés que conocerlos y en ese sentido el ambiente cultural ha

pecado de cierta soberbia, de `soy lo que soy, aceptame como soy o sino mala suerte´. Y

eso es peor para ellos, no para los medios que siguen su ruta. Por otro lado, quizás a causa

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de esto, los medios consideran que esto no les es rentable. Y tampoco hay una estrategia

para que la cultura sea una fuente de generación de ingresos para el medio”.

Las fuentes artísticas no tienen muy claros los códigos que se manejan tácitamente

en otras secciones del periodismo. Suele haber más caprichos, fuentes que se sienten

ultrajadas porque el periodista publicó algo que “sin querer” (o sin pensarlo demasiado)

dijo la fuente en una entrevista. No hay conciencia del “off the record”, u otros códigos

periodísticos. El manejo con las fuentes de la cultura parece no regir con reglas de juego

tan claras como en el periodismo político o económico: “La gente de la cultura es difícil

para dar notas, siempre se está cuidando y cuida del resto: no quiere hablar mal de otros

porque se pueden enojar, no quiere opinar para que no haya problemas. Es gente difícil.

En política los ministros, diputados, etcétera, tienen mucho más claros los códigos del

periodismo; te dicen: `esto te lo digo como fuente´, `no pongas que esto te lo dije yo´,

`llamate a Mengano que tiene tal cosa para decir´, `te hago una entrevista pero dame un

título´… eso en cultura no se da, la gente no entiende esos códigos periodísticos”,

comentó Daniela Bluth, editora de cultura del semanario Búsqueda, quien además agregó:

“Acá siempre se están ocultando de los demás, a la gente no le gusta hablar. Y si a eso le

sumás que los propios periodistas no valoran la noticia y dan más atención a otras cosas,

o que si la conseguís no te dan la tapa, se termina en un círculo del que no salís más”.

Con respecto a este tema el periodista Gustavo Escanlar opina que “no hay una

costumbre de hacer periodismo en cultura. A la gente de la cultura no le gusta que digan

las cosas que pasan. Están muy habituados al favor, a la amistad, al `vos comentá mi libro

que yo comento el tuyo, siempre y cuando seamos amigos´. Si uno se pone a revisar las

páginas culturales ve mucho esos círculos [las roscas]”.

El editor Jorge Yuliani cuenta que tiene que lidiar con ese “acostumbramiento” a

diario: “No le hago promoción a nadie, no le facilito las cosas a nadie. A veces te llama

gente amiga pidiéndote que le des para adelante, que le hagas un favor. Yo les digo:

`somos amigos, pero ese es tu problema. El día que toques yo te anuncio, pero cuando

hagas algo´. No es mi función ser una herramienta laboral”.

Por esta inexperiencia es que hay muchos artistas que se sienten ofendidos, ya sea

por una crítica dura o por determinada información que no querían que se hiciera pública,

y le hacen “la cruz” al medio, dejando de dar entrevistas o enojándose si se publican

ciertas noticias que los puedan perjudicar. El ejemplo que últimamente ha sido más

notorio es el de la banda de rock “La Vela Puerca”, que por años no concedieron

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entrevistas al diario El País debido a un malentendido por una nota. Esto claramente le

genera al diario importantes carencias al momento de sacar noticias sobre una de las

bandas más populares del Uruguay. No quiero decir con esto que el diario sea una simple

víctima de la inexperiencia de los artistas, ya que sería una afirmación ilusa; pero este

ejemplo sirve para entender que la sensibilidad también cuenta (y mucho) en este rubro.

Pero, como dijo el periodista Jaime Clara, “si los artistas se niegan a hablar con un medio

después que no se quejen si les cierran las puertas”.

Como comentó Sofi Richero, “los actores culturales, a diferencia de los políticos,

tienen poca capacidad para los códigos del periodismo. Hay mucha susceptibilidad, todo

el mundo se enoja con lo que ponen de ellos y eso es alarmante. También es cierto que ya

no hay grandísimos críticos, se deslegitimó aquella figura del periodista cultural que

todos respetaban”. Además agregó: “Me parece que ahora se respeta menos a los críticos

y por lo tanto la gente se siente más autorizada a ofenderse, a considerar que la crítica es

injuriosa e injusta. Y muchas veces nos pasa que les damos el espacio a los ofendidos

para que argumenten y son ellos mismos los que no quieren discutir ni entrar en el debate.

No sé por qué ya no se producen esos grandes debates. No es lindo recibir una mala

crítica, pero me parece que forma parte de las reglas de juego y cuando una persona

entrega algo lo hace para que sea leída, criticada, juzgada, y debería estar más preparada

para tolerar juicios de todo tipo. No comprendo ese nivel de susceptibilidad”.

José Gabriel Lagos reconoce que con las editoriales este tipo de ofensas no pasan,

o varía cómo se lo toman: “Depende de las editoriales la actitud que tengan ante las malas

críticas. Hay gente que no se preocupa de que hablen mal o bien mientras se hable.

Después hay gente que se amarga, te llaman o cortan relaciones. Y después las vuelven a

retomar”. Es más el problema con los propios artistas que con sus representantes.

De cualquier manera las susceptibilidades no pasan más allá de la ofensa, es más

ruido que lo que realmente es. “Muchas veces he escuchado que un autor está buscando

al crítico para pegarle, diciendo que lo van a matar. Pero nunca le pegan, curiosamente

nunca lo encuentran”, comentó María José Santacreu, editora de cultura de Brecha. Un

buen ejemplo es el que cuenta José Gabriel Lagos, editor de La Diaria: “Una vez nos

llamó un artista para decirnos que borraba su suscripción porque hablaban mal de él. Son

quejas pero no presiones. Sí son presiones cuando el periodista se ve afectado por su

amistad o en su relación con la persona”. Esto no quita el hecho de que la autocensura se

dé por prevenir estas ofensas.

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También es cierto que si los críticos no son tan respetados es porque no han

puesto de su lado las herramientas suficientes: “El crítico tiene que legitimar, pero como

esto es muy chico, y como decía [Carlos] Real de Azúa esta es una sociedad

amortiguada, te cuesta encontrar gente que haga crítica de libros uruguayos”, comentó la

periodista Ana Inés Larre Borges.

Más o menos alineada con lo anterior está la periodista Emma Sanguinetti, quien

dijo: “Acá no encontrás periodistas que estén dispuestos a ser incisivos, a cuestionar a un

artista en una entrevista (…) En el mundo están acostumbrados a que la gente les

pregunte cosas, no a que vengan a decirles que son unos fenómenos como se hace acá”.

La periodista agregó que quizás esto se corresponda con la susceptibilidad del medio

artístico: “Te dicen de todo. El nivel de ofensa es brutal”. Sumado esto al amiguismo y a

que hay que cuidar las fuentes, el resultado es preocupante.

Otro problema puede ser la propia legitimidad del crítico, ya que en Uruguay no

hay academia, no hay una escuela que proporcione herramientas; el crítico es quien

finalmente determina la validez de un autor. Según Mariana Percovich, ex editora de

cultura del semanario Búsqueda, el crítico sigue teniendo influencias: “La figura del

crítico como formador de opinión es importante. Y hay medios que aunque no hagan

crítica son formadores de opinión, y si recomiendan algo la gente va, porque confía en

esos formadores de opinión”. Pero como vimos anteriormente, hay quienes descreen que

el crítico siga teniendo tal incidencia como antes.

Para la periodista Ana Inés Larre Borges, la cosa se explica de esta manera: “en

Uruguay hay una rispidez natural entre el artista y el crítico porque la concepción del

canon y quien determina frente a la sociedad quiénes valen y quiénes no valen, mal o

bien, sigue siendo el periodismo cultural. A diferencia de lo que ocurre en la Argentina,

donde la academia legitima autores y escritores, concede y consagra, aquí no ocurre y

queda limitado al periodismo de cultura. Esa crítica que se hace en los diarios es la que

termina legitimando los autores”. Es válido en muchas ocasiones que el artista se

cuestione quién es ese tipo que viene a perjudicar a su obra, está en todo su derecho. El

tema es que el crítico sepa argumentar lo que dice.

Claro que el hecho de que haya academia o que el crítico legitime al autor no es

garantía de nada. Como en todo, hay grandes excepciones. La crítica acierta, pero muchas

veces le erra: muchos ejemplos a nivel mundial y local demuestran que muchas veces “lo

que es juzgado irrelevante o de poco valor en una época histórica puede ser considerado

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extremadamente valioso como expresión artística en otra (…) De Simone nunca ganó un

premio y ahora sus cuadros son famosos y muy codiciados. A Figari los críticos le

dijeron que no sabía dibujar y a Torres García que era un atraso”216. A nivel internacional

el más claro ejemplo, que ya es casi un cliché, es el de Van Gogh, quien murió sin vender

un solo cuadro, pero también otros grandes pintores como Gaugin o Cézanne fueron

duramente cuestionados por la crítica.

En Uruguay esta crítica también hace que cueste la inserción de nuevos artistas en

el mercado cultural. Tenemos una tendencia a legitimar a la producción nacional cuando

esta triunfa afuera, cuando tiene el aval de otros. Esta reticencia por parte de los críticos

más conservadores, apoltronados en sus escritorios, aporta al estancamiento de la cultura

y por ende del periodismo que la cubre.

Y es algo que ocurrió históricamente: “Barradas y Torres García se tuvieron que ir

a España para hacer su propio arte. Y está el caso de Blanes, que mandaba los cuadros sin

firmar desde Florencia para que la gente pensara que eran cuadros de un pintor europeo,

porque si decían que eran cuadros de un pintor uruguayo no se los compraban”217. Lo

mismo ocurre hoy con músicos como Jorge Drexler, Luis Di Matteo o el Pájaro Canzani.

Parece que para hacerse reconocido acá hay que irse a vivir al exterior primero. Si bien es

cierto que son mercados más grandes, no se puede negar que hay poca receptividad de

parte de la crítica, pero también del público, para aceptar lo local (y este tiene que traer el

aval del exterior para que lo consideremos).

También es cierto que, si bien los artistas son figuras públicas, no es tan clara su

“obligación” de participar en la agenda de los medios. Es decir, un político puede verse

obligado en calidad de funcionario público a responder a los medios porque en definitiva

representa a todos los ciudadanos (al menos en teoría) y recibe un sueldo por su tarea que

es pagado con los impuestos de todos los ciudadanos. En este caso es más claro entender

que haya un control exhaustivo de las figuras públicas, porque son quienes deben estar

bajo la lupa para el mejor funcionamiento de la democracia. Nadie se cuestiona que un

jerarca del gobierno u otra figura pública de primer orden esté bajo el estricto control y

seguimiento de la prensa. Pero las fuentes en cultura no son así (salvo, claro está, cuando

se trata de medidas culturales impulsadas desde el gobierno y temas relacionados).

216Stolovich, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág 255 217 Marchand Ignacio Gutiérrez Zaldívar en STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997, citado de Búsqueda 4-7-1995. Pág 322

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La cosa no es tan clara en este otro tipo de figura pública que maneja el

periodismo cultural. Pero no hay que olvidar que el artista necesita de alguien que lo lea,

lo escuche, lo vea actuar, compre su cuadro o su disco. Ese alguien es el público. En este

sentido el periodismo cultural es tan importante para el artista como para el público, pues

oficia como mediador entre uno y otro. Es lo que da sentido al periodismo cultural.

Otro aspecto que se maneja es cierto “cholulismo” entre el periodista cultural y

sus fuentes famosas. Muchos periodistas culturales tratan con excesiva delicadeza la

relación con su fuente por la sensación autocomplaciente de sentirse en la movida, por

sentirse “amigos” de los famosos. Quizás el periodista lo haga porque le gusta poder

contar que es amigo de Jaime Roos y se toma un café con él, en lugar de contar que Jaime

no le habla más porque publicaron una noticia que lo perjudicó (cualquier semejanza con

la realidad es mera coincidencia). Aunque también existe la posibilidad de cuidar la

fuente, de hacerlos “amigos” para que no les ocurra lo mismo que le ocurrió al diario El

País con “La Vela Puerca” (aunque estas son cosas que vienen con el trabajo periodístico

y pasan también en el periodismo político o deportivo).

Como dijo la editora Mariana Álvarez: “En el periodismo cultural hay mucho

amiguismo, como un pueblo chico donde nos cuidamos todos”. La periodista además

agregó: “En mi experiencia nunca vi un editor que me pidiera que cuidara de un artista,

son los periodistas los que tienen `buena onda´ con ellos y se autocensuran”.

Sea por un motivo o por el otro, la autocensura por parte de los periodistas va

mucho por este lado, por cuidar la relación que se tiene con sus fuentes: “Siempre es una

presión hacer crítica en Uruguay. Es un trabajo un poco ingrato, porque es como un

pueblito y al otro día tenés que ver a la persona que criticaste. Eso lleva a cosas como la

autocensura y a veces no decir lo que se quiere decir”, comentó Sofi Richero.

El editor de cultura del diario La República Jorge Yuliani reconoce que en cultura

la autocensura está admitida por todos: “Acá se fomenta el `no te metas, hacé la tuya´”.

Incluso por parte de los propios protagonistas del asunto. En la cultura uruguaya no hay

polémica, o hay muy poca. Más bien se prefiere quedarse en la chiquita, en estar bien

todos con todos. Como dijo María José Santacreu, editora de Brecha: “Ningún escritor te

va a decir que la obra de otro escritor es una porquería. Eso en Buenos Aires pasa, se leen

todo el tiempo entre ellos para criticarse. Pero acá es un medio muy chiquito, nos

conocemos todos, ¿para qué voy a salir a hacer la gran polémica? No existe esa cosa

competitiva, cada uno hace lo suyo. Nadie sale y dice: `no puedo creer que le hayan dado

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este premio a este escritor porque es espantoso´ ¿O vos viste algún uruguayo que diga

`cómo le van a dar un premio a este, que es un idiota´? Salvo [Gustavo] Escanlar,

ninguno lo hace, y él porque puede hacerlo desde el personaje que ya tiene”. Es que,

salvo excepciones, el periodismo cultural siempre se queda en la reseña, en lo

descriptivo. Cuesta que salten cosas que generen revuelo.

Como nadie se mete, hay cosas que no se publican. Como dijo Santacreu, “una

característica del medio es que hay mucha distancia entre lo que se sabe y lo que se

publica. Es un medio pequeño, incestuoso, medio complicado, porque hay cosas que

nadie te va a decir. En lo privado se dicen cosas, pero el medio cultural es muy chico, son

cosas que no salen en la prensa”. Santacreu recuerda que una vez una periodista de

Brecha decidió publicar en una nota el debate que había sobre una directora del Museo

Nacional de Artes Visuales. Muchos cuestionaban si estaba calificada, si era idónea en

ese puesto, la criticaban, pero nadie daba sus declaraciones “on the record”. Era algo

sabido “a voces”, pero las fuentes se mantenían en el anonimato, y la periodista

simplemente puso sobre la mesa el debate, planteando la situación de secretismo que

existía. “Nosotros valoramos que era un debate a nivel subterráneo, toda la gente de artes

plásticas hablaba del tema. Pero nadie iba a decir lo que opinaba. Era inevitable publicar

esa situación. Esa nota fue muy criticada y a la periodista le causó muchos problemas”.

Este tipo de situaciones pasan muy seguido en el periodismo cultural: “Son cosas que te

rompen los oídos, pero que en la prensa no aparecen. Creo que es también porque tenés

más para perder que para ganar. Es un medio pobre, y nadie va a andar arriesgándose”,

agregó Richero.

Incluso algunos se cuestionan si las fuentes valoran estar en los diarios. Para

algunos periodistas, la televisión ha acaparado más la atención de los protagonistas: “A

los artistas les interesa muchísimo más ir a los programas de la mañana en televisión,

hacer tres pavadas y regalar un par de entradas al público que salir en la prensa, aunque

no la descuidan”, dijo Hugo Fernández Dovat, editor de espectáculos de Últimas

Noticias.

Quizás el problema es que la prensa no tiene nada mejor para ofrecerles.

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11. QUÉ SUCEDE EN OTROS PAÍSES

Otra punta que se puede desprender es si existe una tendencia al periodismo

cultural en el mundo o si, como en esta región, la tendencia es a los espectáculos en su

sentido “cholulo”. La respuesta es una clara diferenciación entre ambas, al menos en los

diarios. El lector recibe por separado una y otra cosa. Hay buenos ejemplos en el mundo

que muestran que puede hacerse un buen periodismo cultural. Eso es lo que intentaré ver

ahora218.

El periodista Gustavo Escanlar piensa que el problema de la espectacularización

(en el sentido “cholulo” de la palabra) de la cultura “no es un tema privativo de la prensa

uruguaya”. Pero no así la carencia de un espacio para el periodismo cultural. Como

sostiene la periodista Emma Sanguinetti: “No es un tema mundial. Vos agarrás un diario

español, brasilero, argentino o de cualquier parte del mundo y todos tienen su espacio de

cultura. Y en la prensa diaria: agarrás La Nación, Clarín, Página/12, Cero Hora de Brasil

y tienen sus páginas culturales. El fenómeno no es mundial, es de acá”. Sanguinetti

además agregó: “En El País de Madrid o en el New York Times cultura tiene tapa. Hay

noticias de cultura que salen en primera plana. Le Figaro dedica, de sus cuatro números

mensuales, por lo menos dos a cultura”. Elvio Gandolfo, periodista de El País Cultural,

coincide con que este no es un fenómeno mundial: “por ejemplo, Clarín o La Nación

tienen una sección en la que tienen que llenar tres hojas por día para cultura”. Además

agregó: “En el diario Perfil llegaron a salir bibliográficas diarias [hoy sale dos veces a la

semana] y además tenía un suplemento. Todos los días salían uno o dos comentarios de

libros. Mucha colaboración externa, difícil de coordinar, pero se hacía”.

El periodismo especializado en cultura es cada vez más cotizado en otras partes

del mundo. Andrés Gil, jefe de producción del programa de radio “En Perspectiva”, dijo:

“El periodismo cultural en Uruguay está muy subvaluado, poco valorado; en cambio en

Europa hay una fuerte demanda”219. Como contrapartida cabe destacar que el Washington

Post eliminó el suplemento semanal “Book World” (dedicado a libros, aparte de su

sección cultural) dentro de un drástico recorte presupuestal que hizo en febrero del 2009.

Aunque se puede esgrimir que este recorte es un síntoma más de la llamada “crisis de la

prensa papel” en general, no en particular del periodismo cultural. Es muy probable que 218 Para ver el informe en detalle sobre lo que se explica de los medios del exterior, ver “Análisis de los medios internacionales” en Anexos. 219 Charla que hizo el periodista Andrés Gil para clase de periodismo Radial en la UCU el 26/10/2007

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la confección de ese suplemento (básicamente por el pago de al menos media docena de

críticos por semana) lo hiciera tremendamente costoso. Hacer buen periodismo es caro (y

hacer buen periodismo cultural también), y es parte del problema que actualmente vive la

prensa220.

¿Y cómo está la prensa cultural uruguaya en relación a esto?

Henry Segura, haciendo referencia a la sección de espectáculos de El País dijo

creer que están bastante bien parados en comparación con la prensa internacional, que al

menos no se pasa vergüenza: “Estamos saliendo con cobertura prolija, llamativa. Y si se

la compara con los diarios de otros países la diferencia básicamente está en la forma en

cómo está redactada”, agregó Segura.

Mirando a la región: Argentina, Brasil y otros rumbos

La influencia argentina en el periodismo uruguayo es fundamental (si bien es una

influencia bastante recíproca). Es inevitable dar un breve pantallazo de lo que ocurre

entonces en el periodismo cultural de Argentina y la región.

La “Revista Ñ” del diario Clarín parece ser “el ejemplo a seguir” del periodismo

cultural. Es un suplemento de 40 páginas que sale todos los sábados y debate la realidad

cultural argentina de una manera ágil, bastante dinámica para el común de los

suplementos culturales. Clarín tiene además el suplemento “Si!” (también se escribe

“S!”), un suplemento juvenil de ocio y tiempo libre centrado en la cultura pop. El cuerpo

del diario Clarín cubre “Cultura” en una subsección dentro de la sección Sociedad,

mientras que dedica a Espectáculos una sección aparte. Las dos o tres páginas de

“Cultura” tienen que ver con lenguaje, cine, exposiciones, fotografía, y cómic, mientras

que la sección “Espectáculos”, en cambio, está en un cuerpo separado y se asemeja más a

lo que se cubre en los diarios uruguayos (mezcla de entretenimiento y cholulismo). Las

secciones “El País” y “Opinión” también tienen algún informe sobre cultura y medios de

comunicación, sin contar además con la enorme cantidad de revistas y suplementos que

Clarín saca continuamente, donde la cultura tiene gran protagonismo.

220 AGUILAR, J. ¿El fin del periodismo cultural? Revista Letras Libres. Julio 2009

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Por otro lado está La Nación y su suplemento cultural renovado: ADN221, un

intento de competir con Ñ de Clarín. Sus contenidos lo hacen más bien un catálogo

noticioso que una revista especializada (el periodista y escritor Elvio Gandolfo opinó que

ADN se defiende con una nota central larga que es buena, pero el resto es relleno). El

diario La Nación tiene además una revista (“La Nación Revista”, o LNR), que cubre de

todo tipo de información cultural. La sección “Cultura” está ubicada en el primer cuerpo

del diario. En una sección aparte está “Espectáculos”, además de la cartelera de cine y de

televisión, y una cartelera con las ofertas de turismo y de música clásica en FM.

El diario Página/12 cuenta con una sección “Cultura y Espectáculos”, pero

también tiene dos secciones culturales muy particulares dentro del cuerpo del diario: “La

ventana”, que habla de los medios de comunicación y las políticas culturales, y

“Mitologías”, donde se analizan los discursos del ambiente intelectual. Este diario tiene

tres suplementos dedicados a la cultura: “Radar”, “Radar libros” y “NO”. “Radar” es un

suplemento cultural que trata fundamentalmente las muestras y exposiciones. “Radar

libros” está enfocado a la literatura. El suplemento “NO” se opone al suplemento “Sí!”

(de Clarín), mostrando cierta rebeldía burlesca frente a la ingenuidad e inocencia de su

competidor. Su perfil es más rockero y desfachatado.

No quisiera dejar de lado el ejemplo del diario Crítica que, si bien su fuerte no es

lo cultural (se concentra más en el análisis político), ha generado un gran revuelo en la

región. Su sección “Culturas” está enfocada a distintos aspectos más allá de los libros y la

plástica, ya que cubre animación, cómic, moda, historia, ópera, cine, series de tv, y

opinión. Tiene además un espacio muy curioso donde analiza brevemente lo mejor y lo

peor de la televisión. Su sección “Sociedad” también tiene muchos contenidos culturales.

Brasil, continente aparte, parece tener dos grandes ejemplos de periodismo

cultural (al menos para los periodistas uruguayos entrevistados): Folha y O Estado,

ambos de Sao Paulo. Henry Segura, editor de Espectáculos de El País comentó: “la

prensa brasileña de espectáculos es muy nacionalista, ya que es un país que es un

continente en sí, como cinco países en uno. Los temas nacionales en suplementos como el

Folha o el Estado de São Paulo son muy fuertes, casi en una proporción de 80-20”.

El diario Folha de Sao Paulo divide sus contenidos culturales dentro de la sección

llamada “Folha Ilustrada”, donde se incluyen noticias de la farándula, teatro, televisión,

221 El suplemento tradicional de cultura de este diario, nacido en 1920, cambió en agosto del 2007 su tradicional edición dominical para pasar a los sábados, adquiriendo otro nombre.

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cine, música pero también fútbol y chismografía. Folha cubre la parte espectacular del

deporte dentro de su sección cultural, cosa que llama bastante la atención.

O Estado de Sao Paulo cubre sus noticias culturales a través de su sección cultural

llamada “Cuaderno 2”, una sección que incluye literatura, música, cine y televisión.

Además tiene la sección “Arte&Lazer” (artes y ocio), que cubre farándula, celebridades,

cine, variedades y horóscopo. Dentro de la sección “Nacional” está también “Mídia”,

donde se debate sobre los medios de comunicación.

En el diario La Tercera de Chile podremos corroborar que es muy similar a los

diarios de Uruguay. La Tercera tiene una sección llamada “Tendencias”, donde incluyen

información de sociedad, ciencia, y hasta fiestas populares tradicionales. La sección

“Cultura” incluye noticias de libros, plástica, música, y cine. Separada viene la sección

“Espectáculos”, donde aparecen las noticias de farándula y figuras mediáticas.

Es curioso el caso del diario El Mercurio, también de Chile, cuya sección

“Cultura” se dedica diariamente a aportar datos de plástica y de los grandes artistas de la

historia. Además cubren cine, danza, teatro, fotografía… todo en una página diaria, con

un claro énfasis en mostrar la “alta cultura”. El Mercurio tiene un suplemento dominical

llamado “Artes y Letras”, y una serie de revistas semanales, como “Ya”, dedicada al

público femenino, o “Wiken”, dedicada a los espectáculos.

El suplemento cultural del diario La Jornada de México divide cultura de

espectáculos. La sección cultural cubre cine, música, teatro, ópera, poesía, todo desde una

mirada elitista. Espectáculos, en cambio, cubre los temas “populares”. Además tiene el

suplemento “La jornada semanal”, donde se agrega información de poesía, reseñas de

libros, jazz, cine, artes visuales y columnas de opinión.

El diario El Comercio de Perú, no parece quedar atrás con la tendencia a una

sólida sección cultural. Toda su segunda parte (lo que sería el equivalente a la sección B

de El País, donde están Ciudades y Espectáculos) está dedicada a las noticias culturales.

También el diario Perú.21 dedica sus últimas páginas a cultura: su sección “Escenarios”

es una mezcla de espectáculos, noticias breves y chismografía, pero luego viene la

sección “Cultura” aparte.

Si bien esta es una selección bastante antojadiza, creo que está claro que cultura

en la región es considerada un tema con cierta importancia. Y en el mundo más todavía.

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Otros casos del mundo

Afortunadamente tuve la posibilidad de acceder a distintos diarios del mundo y

analizar cómo funcionaban las secciones culturales. Lo que pude ver es un esbozo, una

idea, pero permite reconocer a grandes rasgos cómo es tratada la cultura en otros países.

Si bien la selección es azarosa, creo que es pertinente. Me encontré con diarios de

distintos sitios del mundo (españoles, fundamentalmente) que me permitieron establecer

algunas comparaciones.

El País de Madrid, por ejemplo, tiene una subsección cultural de unas cuatro

páginas dentro de una gran sección llamada “Vida & Artes” (que vendría a ser la segunda

mitad del diario), donde también van las noticias de Sociedad y Deporte. Las páginas de

la sección Cultura son extensas, incluyendo desde ballet y música pop a entrevistas a

historiadores e inventores. El País de Madrid cierra su contratapa con alguna entrevista de

interés cultural.

El diario español El Mundo es muy similar. La sección “M2”, que vendría a ser

como la segunda parte del diario, incluye la información policial y de sociedad. Dentro de

M2 está la sección “Ocio”, una sección de espectáculos que parece más a una sección de

sociales desarrollada. La sección “Cultura”, además de agregar artes plásticas y libros,

cubre noticias más desarrolladas, con entrevistas, contexto y profundidad.

El Periódico de Catalunya tiene una sección llamada “iCult” dedicada a las

noticias de cultura, desde música, exposiciones, libros, y cine. Espectáculos es una

subsección dentro de “icult”, con noticias de la agenda de cine, teatro, música y danza.

El diario La Vanguardia tiene una sección llamada “Vivir”, donde se tocan temas

de sociedad, pero también de farándula, gastronomía, y cartelera de televisión y radio.

“Cultura” está en una sección posterior, y luego viene la cartelera de espectáculos. En la

contratapa se entrevistan a personajes del ambiente cultural.

Tanto El País, como El Mundo, El Periódico, y La Vanguardia tienen una

importante información cultural en el cuerpo de sus diarios, con la sección Espectáculos

separada. Vemos que los españoles han sabido destacar la información cultural dentro de

la prensa diaria. Pero en otros países ocurre lo mismo: la cultura es parte importante de

los contenidos de los diarios.

El diario Le Monde de Francia (ícono por excelencia del periodismo cultural)

hace una importante diferencia entre su sección “Culture” y el resto de las noticias de

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espectáculos. Su sección “Culture” está dentro de lo que es el primer cuerpo del diario222,

después de las noticias políticas, económicas y de coyuntura.

El diario The Times de Londres (otro emblema) es una publicación “seria”,

londinense y austera y ágil, de rápida lectura, y con una distribución de secciones muy

particular. No tienen una sección dedicada a la cultura, sino que las noticias culturales

aparecen en la sección “News”, la primera del diario. En esta sección prima la relevancia

noticiosa por sobre el “área temática” (similar al diario anterior).

El periódico alemán “Berliner Morgenpost” es un austero y acartonado diario

cargado de contenido, de tamaño incomodísimo para leer. Cultura y Espectáculos están

separados. Mientras que la sección “Kultur” (“cultura”) está dentro de la segunda parte

del diario, con las noticias de sociedad, la sección “Leute” (“gente”, que corresponde a

espectáculos) está en la tercera parte, con las noticias de deporte y automovilismo.

Para finalizar creo que es necesario ver cómo se desempeña The New York

Times, que estableció el otro gran modelo de hacer periodismo cultural (junto a Le

Monde). Su gran tamaño permite que esté muy concentrado y cargado de contenidos. La

sección cultural llamada “The Arts” (“las artes”) está al final, luego de los deportes.

Además cuenta con suplementos semanales como The New York Times Book Review o

The New York Times Magazine, donde también se profundiza la información cultural.

Y no podemos dejar afuera a los periódicos amarillistas de Inglaterra. Ellos son

los que asentaron las bases del periodismo de espectáculos en su forma “cholula” y la

descarnada intrusión en la intimidad de los personajes famosos.

Un fenómeno también necesario de considerar son los “diarios de metro”, un

producto con sus particularidades: No compiten ni pretenden ser competencia, ya que se

entregan gratuitamente y cumplen una función de entretenimiento más que de

información. Hasta esos pequeños diarios que regalan en el metro están surtidos de una

fuerte sección cultural.

Evidentemente, la cultura tiene otro destaque en el mundo.

222 Esto es bastante distinto a lo usual en los diarios, donde (pese a darle más importancia a la cultura que la que se le da aquí) la cultura aún se mantiene en la “segunda parte” de la mayoría de los periódicos.

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12. CONCLUSIONES

Aunque suene a frase prefabricada, estoy convencido que un mejor periodismo

cultural vende y se retroalimenta con la actividad que cubre. Un mejor periodismo

cultural crea más y mejor público, genera espectadores perspicaces y críticos. Y sobre

todo, más exigentes y deseosos de un mejor producto. Ese inconformismo hace que

inevitablemente suba la calidad de los contenidos, emparejando hacia arriba.

El problema del periodismo en cultura viene de distintas partes: es de los editores

y los dueños de los diarios, pero también de aquellos que escriben en sus páginas, de los

artistas y de quienes los entrevistan, de quienes se quejan y de quienes no hacen nada

para cambiarlo. El periodista Jaime Clara lo pone de la siguiente forma: “El problema es

de todos. Es de los periodistas, es de los hacedores del fenómeno cultural y de los

empresarios de los medios. Hay que entender la lógica de las tres partes. Y la del público,

porque también el público peca de sus preconceptos”. Espero que este trabajo haya

aportado suficientes pruebas de que hay problemas a mejorar en todas las patas de la

mesa.

Como dijo Sofi Richero, “Por un lado el problema es por un tema de escala:

somos un país chico y pobre. Pero por el otro hay poca inquietud, una merma por querer

decir algo. No ha habido mucha novedad en periodismo cultural, salvo todas estas

revistas de distribución gratuita [Freeway, Pimba!, Neo, etc.223], que en realidad no son

periodismo cultural, sino que están más cerca de ser guías de espectáculos”. Si no hay

voluntad, no se puede dar el primer paso para el cambio en la realidad de la divulgación

de la cultura.

La Diaria es un ejemplo de que con un reacomodo de cabeza se pueden hacer las

cosas mejor. Como planteé anteriormente, supongo que no es casualidad la relación entre

la importancia que se le da a la cultura y su aumento constante en las ventas (en un

panorama donde todos los diarios caen). El Observador también parece estar logrando

cosas interesantes con O2, aunque, a mi juicio, en ambos casos debería haber un poco

más de sustancia, pues queda la sensación de que la lectura se agota rápidamente en las

223 Los ejemplos de Freeway o Pimba! han aportado mucho: aunque con sus carencias periodísticas y otras salvedades (pues no son masivos y se dirigen a un público muy acotado, a una generación y grupos determinados), demostraron que se pueden elaborar productos culturales que tengan buena repercusión en el público reducido y específico al que apuntan.

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secciones de cultura. Y en otros casos (en los semanarios y revistas) se siente lo contrario,

que no termina más, que no se llega al punto de lo que se quiere decir.

Lo primero que hay que recordar es que los diarios son un soporte por excelencia

para el periodismo cultural. Y su terreno de juego debe ser distinto al de la televisión,

rigiéndose con otras reglas. No es admisible que se decida la agenda del diario por un par

de puntos de rating televisivos, pues evidentemente no son lo mismo. Los diarios se

prestan para el desarrollo profundo de distintas temáticas, y pueden llegar mediante otros

recursos a los lectores potencialmente interesados. Además, la convergencia de las

agendas también puede hacerse eco de estos contenidos, como ocurre con otras áreas

(donde los diarios obtienen las noticias y luego tienen sus “repetidoras” en radio y

televisión que las desarrollan) y por lo tanto expandirse por otros soportes. No debería ser

al revés.

La cultura puede ser una buena arma para combatir la actual crisis que se vive en

los diarios. Y no es un remedio mágico. Solo hay que ver cómo el desarrollo de

contenidos culturales en la prensa escrita de otros países hizo que mengüe la caída en

ventas de los diarios224, además de aumentar considerablemente la calidad y solidez de

sus contenidos. Varias veces se ha oído que el futuro de los diarios está en lo narrativo, en

el análisis en profundidad más que en la primicia, ya que la inmediatez va a ser cada vez

más un tema para internet. Como dijo el periodista Gustavo Escanlar, “el futuro del

periodismo cultural -y del periodismo en general- reside en el análisis, en lo que

trasciende al hecho del consumo artístico, lo que quieras leer más allá de consumir. Y eso

puede ir mejor por el lado de los mensuarios y los suplementos”. Yo creo que este tipo de

análisis también tiene cabida en los diarios.

En definitiva, “La gente no se entera por el diario, comprende por el diario”225.

Hacia este lado creo que debe ir orientado el esfuerzo del periodismo cultural (y en

general), al menos en prensa escrita.

Esto no significa que no pueda haber primicias, ni que cada vez se vaya a

informar menos, como mal pueden pensar algunos, ya que, como dijo el periodista

español Juan Cruz en una entrevista al diario El Observador, el periodismo no es otra

cosa que dar información: “Lo que tienen que buscar hoy los medios impresos es una

224 Salvo las excepciones ya mencionadas que respondieron a otros factores como la crisis mundial financiera. 225 Palabras del periodista Tomás Linn en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008. Pág. 162

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nueva dimensión de sus páginas, tienen que evitar decir lo que ya es común al día

siguiente, tienen que buscar perspectivas nuevas para contar una historia y una noticia”,

agrega el periodista226. Eso se logra con mejor periodismo, nada más.

También es bueno apoyarse en los otros soportes. Como dijo Mariana Percovich,

quizás para ciertos públicos reducidos las vías de comunicación son otras. Fenómenos

como Facebook, Twitter, redes sociales, blogs, o portales específicos han sido buenas

estrategias alternativas a la masividad. Pero eso sigue manteniendo al público en algo

reducido, y no llega al potencial público interesado. A través de los medios masivos y con

un buen lenguaje se puede hacer llegar esa producción cultural a las personas no

especializadas.

Además la colaboración es recíproca, ya que puede ser una forma muy eficiente

de acercar ese público concentrado en nichos hacia la prensa. Si se cumple con ciertos

criterios de calidad, seguro se acerquen también. Quizás el papel físico desaparezca, pero

no el periodismo escrito; y la estrategia puede ir por internet perfectamente, como un

apoyo común.

Contrariamente a lo que se piensa, el periodismo cultural tiene utilidad.

Parafraseando a la periodista argentina Juana Libedinsky, “muchos pueden pensar que

escribir sobre cultura en el contexto de América Latina, rodeado de problemas, puede ser

algo frívolo. Pero este contexto hace que con más razón haya que mantener el periodismo

cultural, ya que algún papel cumple, incluso más importante en países en vías de

desarrollo que en los países del Primer Mundo (como dice el escritor mexicano Carlos

Monsiváis, el periodismo cultural estimula la movilidad social a bajo costo). Pero aporta

mucho más: amplifica la voz de grupos minoritarios, contribuye a que el público tenga

herramientas para hacer una lectura crítica de la realidad, fomenta el entendimiento y la

comprensión de distintas realidades, en definitiva, genera una conciencia más amplia. El

periodista cultural cumple un rol importante, llevando al mundo las noticias sobre el valor

de lo que está siendo producido en el tejido social de la propia cultura y así está

contribuyendo a una creciente amplitud mental de las personas”227.

Viendo lo analizado, parece que es muy fácil ser crítico al enfrentarse a la realidad

local del periodismo cultural. No hay que hacer mucho esfuerzo para encontrar malos

hábitos de trabajo, poco profesionalismo, sin rigor y con muy poca producción de fondo.

226 Entrevista publicada en diario El Observador el 10/05/2008 227 LIBEDISNKY, J. Vale la pena hablar de cultura. La Nación, 13/08/2007

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Incluso algún editor de la sección de espectáculos dijo que no se hacía periodismo

cultural en los diarios. Por todo esto no sería extraño aproximar la conclusión de que en el

cuerpo de los diarios no es posible hacer periodismo cultural. Esta afirmación dejaría al

rubro limitado a los semanarios y a los suplementos o fascículos que cada diario pueda

tener (o no), restringiendo las posibilidades que tiene esta área del periodismo, que por

cierto ofrece muchísimas variantes con las que se podría trabajar.

Pero antes de explotar estas posibilidades habría que sacarse de encima algunos

preconceptos.

Suele hablarse de que Uruguay es un país culto, que tiene una tradición culta que

lo caracteriza. Nos seguimos creyendo cultos porque somos “más europeos que los

demás”. Eso no hace más que demostrar nuestra ignorancia. No hay más cultura o menos

cultura, no se puede cuantificar eso (como vimos, no existe un “culturómetro”).

Por otra parte hay que sacar ese olor a naftalina que tiene impregnada la cultura,

esa imagen en sepia con fotos avejentadas. Sacarle esa pretenciosa solemnidad que tiene

La Cultura; bajarla a tierra. Pero erradicar esa imagen aburrida o pomposa no significa

pasar al otro extremo y transformarla en algo burdo, llano y “espectacularizado” (en el

peor sentido de la palabra).

Hay que erradicar esa inseguridad disfrazada de soberbia por parte de los

periodistas culturales. Esto no es una competencia por demostrarle al otro quién sabe

más, quién conoce de memoria los nombres de todos los escritores ingleses del siglo XIX

(y encima da por sobreentendido que todo el mundo debería saberlo). No hay que llegar

primero que el lector para dejarlo atrás, porque si se va delante del lector este

simplemente se aleja y el periodista queda corriendo solo. Pretender lucirse frente a los

colegas con razonamientos rimbombantes y grandilocuentes que no dicen nada hace que

los lectores se harten y no se interesen. Esto no es literatura, no es una revista académica,

no es un ensayo para unos pocos. Es periodismo. Es comunicación.

También habría que dejarse de pretensiones de control. Apelar a un control

externo va en contra de la libertad de expresión y todos los “estandartes” que defiende el

buen periodismo. Como dice Elbio Rodríguez Barilari, “la única forma de votar contra el

cholulismo y la grasa chorreando de la pantalla es con el control remoto”228. Es imposible

decidir qué es chatarra y qué no, quién puede determinar eso y quién tiene la capacidad

de censurar a quién. La imagen de un “grupo de notables” decidiendo qué va o a qué

228 RODRÍGUEZ BARILARI, E. Parar la mano con la porteñada. El País, 02 de agosto del 2008

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contenido se le pone impuestos resulta inviable. Y si en las secciones culturales de los

diarios quieren poner en sus páginas contenidos llanos y chimentos faranduleros están en

todo su derecho. El problema es el rigor con que se cubran esos temas, y eso solo se

resuelve con el buen trabajo. Claro que se tienen que dar espacios a alternativas buenas y

que el público tome la opción de elegir. En definitiva es el público el que elige.

El periodismo cultural no tiene por qué regirse con reglas distintas a otros géneros

periodísticos229. Sí hay que formarse y especializarse, pero es de la misma forma en que

un periodista tiene que aprender de política o economía cuando tiene que cubrir su área.

Todas las áreas deben tener su formación especial, y lo lógico sería que hubiera

preparación formal para cada especialización. Aún así, que existan diferencias no

significa que el rigor en la información sea menor al que debe ser utilizado en otras áreas

del periodismo.

Sólo con una buena formación se puede producir un buen periodismo, accesible y

de calidad, cercano a lo que ocurre y a los intereses de sus lectores.

Si los diarios no tienen mucho más para ofrecer que la agenda y breves reseñas de

lo que ocurre, entonces no tienen armas para competir con la agenda y la información que

ya aporta internet, la radio y la televisión. La información cultural en los diarios de hoy se

ve casi limitada a eso, por lo que no veo motivos para gastar dinero en un diario, al

menos no por su información cultural.

Además, no tiene sentido estar pagando por algo que hoy en día es gratuito en

internet. En los diarios se está cobrando por algo a lo que hoy en día se tiene acceso

gratuitamente. Si bien hoy internet trae gratis títulos, cada vez está ofreciendo más

contenidos (muchos diarios ya ofrecen el diario digitalizado de forma gratuita para

competir contra esta realidad). Si eso no se cambia y se aporta algo más, tarde o temprano

no va a haber armas para competir. Como dijo la periodista Sofi Richero: “La

información cultural está muy a mano en la web. Si los medios escritos no ofrecen otra

cosa distinta a los próximos estrenos y la información básica que se consigue en cualquier

lado no sé por qué alguien habría de comprar un diario. ¿Para qué comprar algo en donde

se lee lo mismo que se encuentra gratis?”.

El buen periodismo cuesta caro, y la gratuidad de la web hace que cada vez se

invierta menos en ese periodismo. No pasa solo en la prensa. Es un cambio que necesita

darse a todos niveles, incluso en la televisión abierta. Con el fenómeno de la televisión

229 Ver en anexos “Géneros del periodismo cultural”

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digital cada vez más popular y accesible, de nada sirve que los canales televisivos sean

“repetidoras” de la programación del extranjero, porque las señales se van a poder ver

directamente. Si esto no cambia, difícilmente tenga cabida el espacio para los canales

locales. Los medios “deben apostar más a la cultura nacional, más que por razones

altruistas, porque en un futuro globalizado, el único espacio que les quedará es el que

surja del aporte cultural específico de su propio país”230. El periodismo cultural es un

lugar desde donde se puede ayudar mucho a superar este problema, valorando la propia

producción cultural y no copiando y pegando las gacetillas de agencias internacionales.

En suma, haciendo periodismo.

Hay que recordar que “la cultura da trabajo”, en todo sentido. “La visión simplista

de que `la cultura no es, ni puede ser negocio´, sostenida por agentes que hace décadas

están en el mercado, choca contra toda evidencia: por más `amor al arte´ o por más

`pasión político-ideológica´ que exista, ninguna actividad se puede sostener

indefinidamente, o por muchos años, si al menos no equilibra sus cuentas”231. Hoy se ve

más cine que nunca, se lee mucho más y masivamente (aunque en otros soportes y con

otros propósitos que los tradicionales). La cultura vende y mucho. El público está, pero

hay que tener algo digno como para que se acerque.

También hay que abrir un poco la cabeza desde adentro. Como vimos, los propios

autores “se constituyeron en toda una casta cerrada. Todo escritor que piense distinto es

descalificado y no se le cede lugar”232. Si no se abren estas puertas, la cultura

permanecerá estancada. Como plantea Linn, “entender que en los últimos 40 años, la

región se vio atascada por una única visión cultural que contaminó la educación, es el

primer paso para enfrentar los tiempos que vendrán”233.

Todos estos cambios no son algo imposible. Como dijo la periodista Emma

Sanguinetti, “mientras exista gente que esté dispuesta a querer cambiar esa cabeza no

tenemos por qué ser tan apocalípticos”. Eso sí: “siempre hablando de cosas a largo plazo,

pero se puede hacer algo. Entiendo las visiones apocalípticas, porque son fruto de que

uno ve el futuro negro y se sienta a mirarlo”. La periodista agregó que esto se resuelve

con la actitud de los periodistas: “Tenés que estar enamorado de lo que hacés. Y cuando

uno está enamorado quiere que las cosas funcionen, y pelea para que funcionen. No te

230 STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 326 231 Ibídem. Pág. 168 232 LINN, T. Así concebidas. Nuestras democracias imperfectas. Fin de Siglo. Montevideo, 2008. Pág. 263 233 Ibídem Pág 284

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sentás a mirar apocalípticamente a ver cómo pasa la cosa. Yo le quiero hablar a través del

periodismo cultural a ese 95% de las personas que no les interesa la cultura, a ese que

nunca vio un cuadro en su vida, el que piensa que el arte es superfluo. Ese es el que me

interesa, porque es a ese al que tengo que convencer. No al 5% que está formado y

concurre a las cosas, que por cierto es un 2% de gente que entiende y un 3% que se hace

el que entiende. Yo quiero ese 95% del mercado. Eso se hace sin 14 citas, sin

neologismos y palabras difíciles, hablando en español y haciendo periodismo, que es lo

que aquí no se hace. Aquí hay gente que habla de cultura, pero no hay periodismo

cultural. Y por eso no vende. Si se hiciera periodismo cultural vendería, de eso estoy

segura”.

Es todo una cuestión de voluntad. Claro que un poco de viento a favor desde los

propios directores de los medios no estaría mal. Deberían darse cuenta que el negocio les

sirve. El público está allí. Solo hay que saber cómo engancharlo.

Los requisitos para que un contenido sea de periodismo cultural son muy simples:

ser “periodístico” y ser “cultural”. Necesitan estar los dos. Esta afirmación parece obvia,

pero muchas veces falta uno de estos dos pilares en las publicaciones “culturales” de los

diarios. No se puede olvidar que el periodista cultural es, ante todo, periodista. Como tal,

su deber es informar, simplemente debiéndose a su público.

Si en el mundo funciona, ¿por qué acá no?

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BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS

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ENTREVISTAS REALIZADAS

Las personas entrevistadas se desempeñan en muchas otras tareas que las mencionadas, pero se destacan en esta investigación por su relevancia en el medio cultural.

Mariana Álvarez, editora de espectáculos de O2 en diario El Observador. 10/09/2008

Daniela Bluth, editora de sección Vida Cultural en semanario Búsqueda. 03/10/2008

Jaime Clara, periodista cultural de Radio Sarandí (“Sábado Sarandí” y “Al pan, pan”). 16/03/2009

Leandro Delgado, doctorado en Literatura Hispanoamericana, periodista y columnista cultural. 15/05/2009

Hugo Fernández Dovat, editor de Espectáculos del diario Últimas Noticias. 06/08/2008

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Gustavo Escanlar, ex editor de cultura de Revista 3, columnista cultural del semanario Búsqueda. 12/02/2009 (En 2010 fue designado editor de Vida Cultural en Búsqueda)

Alejandro Ferreiro, periodista en distintos medios y escritor. 06/06/2009

Elvio Gandolfo, escritor y editor del suplemento El País Cultural del diario El País. 23/08/2008

Valeria García, editora de O2 fin de semana en diario El Observador. 08/09/2008

José Gabriel Lagos, periodista y editor de Cultura de La Diaria. 04/03/2009

Ana Inés Larre Borges, periodista cultural y ex editora del semanario Brecha. 13/02/2009

Mariana Percovich, coordinadora de artes escénicas de la Dirección Nacional de cultura del MEC, ex editora y periodista cultural. 10/03/2009

Sofi Richero, periodista cultural, ex editora de Cultura del semanario Brecha.16/10/2008

Emma Sanguinetti, profesora y crítica de arte, periodista cultural y columnista en radio, prensa e internet. 20/02/2009

María José Santacreu, editora de Cultura del semanario Brecha. 24/02/2009

Henry Segura, editor de Espectáculos del diario El País. 09/09/2008

Jorge Yuliani, editor de Cultura en diario La República. 27/08/2008

OTRAS INTERVENCIONES

Miguel Ángel Dobrich, columnista de cultura y espectáculos de radio e internet. (Entrevista vía e-mail realizada el 20/07”2009).

Pablo Izmirlián en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007

Gabriel Peveroni en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007

Charla sobre periodismo cultural para programa de radio en emisora del SODRE dada en la sede de la APU el 25/10/2007. En la ponencia participaron Miguel Ángel Campodónico (moderador y conductor), Jaime Clara (programa cultural “Al pan pan” de radio Sarandí), Luciano Álvarez, María Urruzola y Sofi Richero (Entonces editora cultural del semanario Brecha)

Charla de periodista Andrés Gil para clase de periodismo Radial en la Universidad Católica del Uruguay el 26/10/2007

Charla del Dr. José Ramón Sáez para clase de Periodismo Escrito en la Universidad Católica del Uruguay el 23/10/2007

Agradezco a la profesora Rosario Sánchez por sus correcciones y a Pablo Romero por los interesantísimos artículos que me facilitó.