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Los desafíos de la intervención en la Ruralidad actual Paola Cáceres Corral Socióloga Área Desarrollo Sustentable. Fundación CRATE La Fundación CRATE nace como Institución en 1976, motivada por un contexto histórico en donde el mundo rural requería apoyo, con el propósito de ir paulatinamente recobrando los elementos básicos para la producción familiar, que se vieron menoscabadas por la instauración de diversas políticas nacionales. Los primeros esfuerzos de la Institución, se realizan en una época que ha quedado grabada en nuestro inconsciente colectivo como “la imagen” de la ruralidad tradicional, es decir de la predominancia de las familias campesinas numerosas, que centraban su vida en la temporalidad de los ciclos agrícolas. En pocas décadas y al pasar los años, esta imagen se comienza a desdibujar y estas familias campesinas van cambiando; la tierra y sus quehaceres van perdiendo la centralidad de antaño, los hijos migran a los centros urbanos en busca de nuevos horizontes, cambian las expectativas de futuro y el panorama se transforma a un ritmo acelerado y sin precedentes. La modernidad, llega de la mano de los monocultivos , de los empleos de temporada, de la masificación de los medios de comunicación, del mejoramiento de las rutas que comunican con las ciudades, del aumento de la escolaridad y todo va pasando a la historia.. Efectivamente, hemos sido espectadores y protagonistas de estas transformaciones; como profesionales que trabajamos en las zonas rurales, vemos que los nuevos tiempos nos van exigiendo nuevas miradas y un cambio de enfoque con el que observamos el desarrollo rural; esta labor no es sencilla, nos sitúa en un momento donde requerimos en primer término detenernos, ser autocríticos, conversar e intercambiar visiones y una acción que es más necesaria que nunca: Escuchar, realmente oír, ya no desde nosotros y nuestras visiones románticas de la antigua ruralidad, sino desde sus propios protagonistas: los que habitan, los que viven en estos territorios, que ya no son ni tan rurales ni tan urbanos, desde donde - en consecuencia- surgen nuevas problemáticas que debemos ser capaces de visualizar. Este ejercicio es necesario no solo por realizar un ejercicio intelectual, sino porque sobre la base de lo que “vemos” interpretamos y sobre lo que interpretamos definimos una perspectiva, que se traduce finalmente en líneas de acción e intervenciones concretas. Desde nuestra perspectiva, creemos que el tipo de desarrollo rural, debe fundarse en la familia rural y sus expectativas, punto de partida relevado por la Fundación CRATE desde sus comienzos, y que hoy en día también es necesario reflexionar y que se nos plantea como primer desafío. El andar nos ha dado ciertas pistas en nuestro rol, que se relaciona con realizar acciones que apunten a dignificar aún más las familias, uno de ellas es valorar

Los desafios de la intervencion en la ruralidad actual

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Los desafíos de la intervención en la Ruralidad actual

Paola Cáceres Corral

Socióloga Área Desarrollo Sustentable. Fundación CRATE

La Fundación CRATE nace como Institución en 1976, motivada por un contexto histórico

en donde el mundo rural requería apoyo, con el propósito de ir paulatinamente

recobrando los elementos básicos para la producción familiar, que se vieron menoscabadas

por la instauración de diversas políticas nacionales. Los primeros esfuerzos de la

Institución, se realizan en una época que ha quedado grabada en nuestro inconsciente

colectivo como “la imagen” de la ruralidad tradicional, es decir de la predominancia de

las familias campesinas numerosas, que centraban su vida en la temporalidad de los ciclos

agrícolas.

En pocas décadas y al pasar los años, esta imagen se comienza a desdibujar y estas familias

campesinas van cambiando; la tierra y sus quehaceres van perdiendo la centralidad de

antaño, los hijos migran a los centros urbanos en busca de nuevos horizontes, cambian las

expectativas de futuro y el panorama se transforma a un ritmo acelerado y sin precedentes.

La modernidad, llega de la mano de los monocultivos , de los empleos de temporada, de la

masificación de los medios de comunicación, del mejoramiento de las rutas que comunican

con las ciudades, del aumento de la escolaridad y todo va pasando a la historia..

Efectivamente, hemos sido espectadores y protagonistas de estas transformaciones; como

profesionales que trabajamos en las zonas rurales, vemos que los nuevos tiempos nos van

exigiendo nuevas miradas y un cambio de enfoque con el que observamos el desarrollo

rural; esta labor no es sencilla, nos sitúa en un momento donde requerimos en primer

término detenernos, ser autocríticos, conversar e intercambiar visiones y una acción que es

más necesaria que nunca: Escuchar, realmente oír, ya no desde nosotros y nuestras visiones

románticas de la antigua ruralidad, sino desde sus propios protagonistas: los que habitan,

los que viven en estos territorios, que ya no son ni tan rurales ni tan urbanos, desde donde -

en consecuencia- surgen nuevas problemáticas que debemos ser capaces de visualizar. Este

ejercicio es necesario no solo por realizar un ejercicio intelectual, sino porque sobre la base

de lo que “vemos” interpretamos y sobre lo que interpretamos definimos una perspectiva,

que se traduce finalmente en líneas de acción e intervenciones concretas.

Desde nuestra perspectiva, creemos que el tipo de desarrollo rural, debe fundarse en la

familia rural y sus expectativas, punto de partida relevado por la Fundación CRATE desde

sus comienzos, y que hoy en día también es necesario reflexionar y que se nos plantea

como primer desafío. El andar nos ha dado ciertas pistas en nuestro rol, que se relaciona

con realizar acciones que apunten a dignificar aún más las familias, uno de ellas es valorar

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y respetar su conocimiento y sus ritmos, hecho que nos sitúa en una posición de

facilitadores de conocimientos más que de instructores, partir desde fomentar su

autodeterminación alimentaria y de autogestión comunitaria son elementos primordiales

que apuntan en este sentido.

Un segundo desafío y no menor, es como ir avanzando para observar y concebir esta

realidad rural actual desde la perspectiva de oportunidad, es decir, de visualizar como ante

este contexto, también pueden surgir aspectos que potenciar y que se transformen en ejes de

desarrollo sustentables y que apoyen el proceso “real” de las familias, porque

concordemos: la ruralidad no se extingue ( como algunos han anunciado) sino que

reaparece con otra forma, heterogénea y muchas veces contradictoria pero existe, y desde

ella pueden relevarse elementos que el mundo actual ya está valorando, no es al azar que

los habitantes de las grandes urbes aspiran vivir en lugares rurales, que paulatinamente las

nuevas generaciones valoren la posibilidad de generar sus propios alimentos, que se valore

lo autóctono como factor que nos identifica como país, etc.

Esperamos sumar a más personas en esta reflexión desafiante y compleja, pero

tan fructífera si la realizamos entre todos (as).