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Los descubridores del Antiguo Egipto

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    Joyce Tyldesley

    Los descubridores del antiguo Egipto

    Traduccin de Patricia Antn

    | Coleccin imago mundi Volumen 98

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    Ttulo original: Egypt. How a lost Civilization was rediscovered

    Crditos de las ilustraciones: Primer pliego: Con el permiso de la British Library(746.e.7) (pgina 1, parte superior); akg-images/ Laurent Lecat (pgina 1, parteinferior); akg-images (pgina 2, parte superior); Topfoto.co.uk / Coleccin Roger Viollet(pgina 2, parte inferior); con el permiso de la British Library (pgina 3); Photo RMN (

    Ren-Gabriel Ojda (pgina 4, parte superior); The Art Archive / British Library (pgina5, parte superior); con el permiso de la British Library (1899.g.33) (pgina 5, parteinferior); Werner Forman Archive / Sir John's Soane's Museum, Londres (pgina 6,parte superior); Archivo Geodia, Italia (pgina 6, parte inferior); Photo RMN / GrardBlot (pgina 7); Werner Forman Archive (pgina 8). Segundo pliego: Topfoto.co.uk /Coleccin Roger Viollet (pgina 1, parte superior); Cortesa de la Egypt ExplorationSociety (pgina 1, parte inferior) ;J. Stevens (Ancinet Art and Architecture CollectionLtd. (pgina 2 y pgina 3, parte superior); akg-images / Franois Gunet (pgina 2, parteinferior); Ancient Art and Architecture Collection Ltd. (pgina 3, parte inferior); RobertPartridge / The Ancient Egypt Picture Library (pgina 4, parte superior); Petrie Museumof Egyptian Archaeology, University College, Londres (pgina 4 y pgina 5, parteinferior); akg-images / Erich Lessing (pgina 4, parte inferior derecha); Petrie Museumof Egyptian Archaeology, University College, Londres (pgina 6); akg-images / FranoisGunet (pgina 7, parte superior); www.bridgeman.co.uk / Egypt National Museum, ElCairo (pgina 7, parte inferior); The Art Archive / Egyptian Museum, El Cairo / DagliOrti (A) (pgina 8, parte superior); Corbis / Roger Wood (pgina 8, parte inferior).Tercer pliego: Birmingham Library Services (pgina 1, parte superior); M. Jelliffe /Ancient Art and Architecture Collection Ltd. (pgina 1, parte inferior); Werner FormanArchive / Egyptian Museum, El Cairo (pgina 2); Borromeo / Art Resource, Nueva York(pgina 3); Griffith Institute, Oxford (pgina 4, parte superior); Ancient Art andArchitecture Collection Ltd. (pgina 4, parte inferior, y pgina 5); UNESCO (pgina 6y pgina 8, parte superior); cortesa de Manchester Mummy Project (pgina 8, parte inferior).

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro,ni su incorporacin a un sistema informtico, ni su transmisinen cualquier forma o por cualquier medio, sea ste electrnico,mecnico, por fotocopia, por grabacin u otros mtodos, sin elpermiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

    Joyce Tyldesley 2005 BBC Worldwide Limited, 2005Los descubridores del antiguo Egiptose public en 2005por BBC Worldwide Limited con el ttulo Egypt. How a lostCivilization was rediscoveredbajo licencia de BBC Worldwide Limited. Ediciones Destino, S. A.

    Diagonal, 662-664. 08034 Barcelonawww.edestino.es de la traduccin, Patricia AntnPrimera edicin: junio 2006ISBN-13: 978-84-233-3854-2ISBN-10: 84-233-3854-1Depsito legal: M. 21.796-2006Impreso por Artes Grficas Huertas, S. A.Camino Viejo de Getafe, 60. 28946 Fuenlabrada (Madrid)Impreso en Espaa - Printed in Spain

    http://topfoto.co.uk/http://topfoto.co.uk/http://topfoto.co.uk/http://www.bridgeman.co.uk/http://www.edestino.es/http://www.edestino.es/http://www.bridgeman.co.uk/http://topfoto.co.uk/http://topfoto.co.uk/
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    NDICE

    Introduccin............................................................................... 9

    PRIMERA PARTE

    LOS EXPLORADORES ............................................................. 25

    I. Los primeros egiptlogos....................................................... 27II. Una tierra redescubierta ...................................................... 43III. Descifrando las piedras......................................................... 61

    SEGUNDA PARTE

    LOS COLECCIONISTAS ........................................................... 79

    IV. El gran Belzoni .................................................................... 81V. Los buscadores de tesoros...................................................... 101VI. Los piramidlogos................................................................ 120

    TERCERA PARTE

    LOS ARQUELOGOS............................................................... 133

    VII. Protegiendo los monumentos ............................................. 135VIII. Flinders Petrie, padre de los pucheros ........................ 157IX. El valle de los Reyes ............................................................ 187X. Cosas maravillosas................................................................. 205

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    CUARTA PARTE

    LOS CIENTFICOS .................................................................... 237

    XI. Fuera del valle ..................................................................... 239XII. La egiptologa hoy en da .................................................. 259

    Notas ........................................................................................... 277

    Otras lecturas recomendadas........................................................ 285

    ndice de nombres ....................................................................... 289

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    INTRODUCCIN

    Hace cinco mil aos la tierra del papiro y la tierra del lotose unieron para formar un pas largo y estrecho gobernado porun nico rey semidivino, o faran. Durante los tres mil aos si-

    guientes Egipto hara gala de una cultura tan caracterstica queincluso hoy en da, unos dos mil aos despus de que el ltimofaran ocupase el trono de las Dos Tierras, se la reconoce ins-tantnea y universalmente.

    Que esa cultura antiqusima ejerce una poderosa fascina-cin sobre los observadores occidentales es innegable. Por ques as no est tan claro. Por qu las salas egipcias de nuestrosmuseos estn a rebosar de visitantes mientras que las salas veci-nas permanecen vacas? Por qu los programas de televisinsobre Egipto atraen audiencias enormes, mientras que los pro-gramas sobre otras culturas igualmente antiguas no? Por qu, enuna poca en que el estudio de las lenguas clsicas disminuye aritmo alarmante, ms y ms gente decide estudiar los jeroglfi-

    cos? No existe una respuesta sencilla para tales cuestiones, ymuchos egiptlogos no son capaces siquiera de explicar el por-qu de esa atraccin tan intensa que sienten. Han vuelto susmiradas hacia el antiguo Egipto en una suerte de bsqueda per-sonal, a la espera de obtener respuestas especficas sobre la vida,la muerte y la religin? Es la belleza innegable del arte, la ar-quitectura y la literatura egipcios aquello que los atrae, o quiz

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    las certezas teolgicas y las singulares prcticas funerarias? Lamayora, sospecho, se siente atrada por un Egipto que es unatierra a un tiempo agradablemente extica y sin embargo c-modamente reconocible y segura. Las gentes del antiguo Egipto,o as nos parece con frecuencia, comparten muchos de nues-tros intereses y preocupaciones; nos da la sensacin de que casilos conocemos.

    Nuestra obsesin por todo lo egipcio ha llevado a muchos a

    la bsqueda de tesoros en las arenas de Egipto. A todos ellospuede clasificrselos en general como egiptlogos, o espe-cialistas en el estudio del antiguo Egipto, pero sus mtodos ymotivos varan muchsimo. Algunos son arquelogos que viajana Egipto para excavar bajo el sol ardiente. Otros son lingistasque trabajan en oscuras bibliotecas y apenas ven la luz del da.Cada vez ms, muchos de ellos son cientficos que ven el anti-

    guo Egipto a travs de la lente de un microscopio. Unos cuan-tos han trabajado abiertamente y sin reparos por una recom-pensa econmica, sacando tajada de la buena disposicin deOccidente a pagar por objetos e informacin. Otros se hanvisto inspirados por la curiosidad erudita y la bsqueda de unsaber mayor. Ms de un puado de personas, ha de admitirse,se han visto acicateadas por el deseo de la fama personal pormedio de la que ahora se percibe como una carrera llena deglamour, incluso romntica. Indiana Jones tiene mucha culpade que sea as!

    Unidos, su trabajo se combina para convertirse en la histo-ria del descubrimiento del antiguo Egipto, la historia de este li-bro. Pero vayan primero unas palabras de advertencia. Todos

    los exploradores de Egipto, llevados de la necesidad, han tra-bajado conforme a los conocimientos y limitaciones de su poca.El lento pero constante aumento de una conciencia lingsticay cientfica, as como una creciente sensibilidad hacia otras cul-turas, han transformado a los rudos cazadores de tesoros dehace dos siglos en los precisos cientficos de hoy en da. Debe-mos tener la extrema cautela de no aplicar juicios de valor mo-

    dernos a los exploradores del pasado. Los primeros coleccio-xxxxxxxxxxxxx

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    nistas se sirvieron, de forma simple e inmisericorde, de una

    fuente inesperada de antigedades en una tierra cuya historiaantigua se haba desvanecido, al parecer para nunca recupe-rarse. Se hace difcil no esbozar una mueca de dolor cuandoleemos que Giovanni Belzoni pisoteaba despreocupadamentemontones de momias, y, desde luego, ningn egiptlogo que seprecie actuara de semejante forma hoy en da. Pero debemosesbozar esa mueca y continuar leyendo. Belzoni era un hombre

    de su tiempo y no conoca otra forma de actuar; de hecho, fueconsiderablemente ms cuidadoso en su trabajo que muchosde sus contemporneos. Al menos comprendi la importancia dedejar constancia de lo que vea.

    La egiptologa es una ciencia relativamente nueva, de ape-nas dos siglos de edad. Aun as, ha tenido la suerte de contarcon una cuota de personajes fascinantes mayor de lo habitual,algunos de los cuales, en virtud del tamao desmesurado desus personalidades, sus curiosos hbitos o descubrimientos es-pectaculares, han llegado a dominar la escena a expensas desus menos extravagantes colegas. Muchos de estos egiptlogosChampollion, Belzoni, Edwards, Petrie y Carter entre elloshan sido objeto de largas biografas, y algunos hasta han es-

    crito sus autobiografas. Me ha sido imposible incluir aqu la la-bor de todos y cada uno de los egiptlogos; de hacerlo as, estelibro, ya largo, habra aumentado sus pginas hasta convertirseen una enciclopedia. Me he centrado principalmente en la la-bor de los egiptlogos europeos. Con todo, soy plenamenteconsciente de haber omitido a artistas que hicieron muchopor preservar los monumentos ahora desaparecidos y a lin-

    gistas que trabajaron muy duro para traducir los textos recindescifrados. No puedo sino disculparme ante aquellos lectoresque sientan que se ha despreciado a su hroe particular. Pro-bablemente no sea consuelo que mi favorito, el reverendo Ja-mes Baikie, un hombre que escribi de forma amena y congran autoridad sobre todo lo egipcio desde un emplazamientotan poco extico como su casa de pastor en Torphichen, Es-

    cocia, sin haber visitado nunca Egipto, haya quedado fueraxxxxxxxxxxxxx

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    tambin. Aunque, como fuera uno de los primeros en escribir

    una historia de la egiptologa, le he permitido tener una vozen sta y en todas las introducciones posteriores. Baikie, queera de los que no se andan con rodeos, pinta muy bien el es-cenario:

    ... la historia temprana de la exploracin de Egipto no es la

    historia de la investigacin puramente dicha, emprendida por el

    amor a la verdad y a la antigedad, sino que con mucha frecuen-

    cia es simplemente la historia de cmo el representante de Francia

    luch con el representante de Inglaterra o Italia por la posesin

    de algn antiguo monumento cuya conquista poda traer consigo

    la gloria de su nacin o beneficiar su propio bolsillo. Hay pocos

    captulos ms tristes en la historia de la fragilidad humana que

    aquellos en que los primeros exploradores de Egipto (si puedeconsiderrselos dignos de ese nombre) describen cmo rean e

    intrigaban, mentan y engaaban, por unas reliquias mutiladas

    cuya antigedad bien poda haberles enseado lo suficiente sobre

    la vanidad de los deseos humanos como para hacerles sentir ver-

    genza de su mezquindad.1

    No podemos apreciar la arqueologa de Egipto como es de-bido sin entender en cierta medida la larga historia de esta dis-ciplina.

    BREVE HISTORIA DE EGIPTO

    Los lectores que abordan por primera vez la historia deEgipto a menudo se sienten confusos e irritados por el uso de pe-rodos y dinastas en lugar de las fechas de calendario conven-cionales. Por qu se preguntan se fecha la historia deEgipto de forma tan peculiar e incmoda? La respuesta es sim-

    ple. Se trata sin lugar a dudas del mtodo ms exacto disponi-ble. El antiguo Egipto nunca desarroll un calendario continuoxxxxxxxx

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    como el que tenemos hoy en da, y los aos no se numerabansiguiendo un orden consecutivo desde un ao determinado.Los escribas fechaban los acontecimientos haciendo referenciaal reinado del rey que hubiese entonces: ao 5 del reinado deRamss II, ao 6, ao 7, etctera. Con cada cambio de mo-narca, se volva a empezar a fechar a partir del ao 1. Con al-gunos obvios contratiempos corregencias o dos o tres reyes

    en el mismo ao causan problemas evidentes, el sistema fun-cion bien durante tres mil aos, y funciona bien hoy en da,aunque los arquelogos modernos que se encontraron con latarea de catalogar almacenes enteros llenos de vasijas de vinocuyas etiquetas rezaban simplemente: Ao 7, ao 8, ao 9, et-ctera, tuvieron buenas razones para maldecir a unos escribasperezosos que no se haban dignado aadir el importantsimonombre del rey.

    A fin de seguir el hilo de su prolongada historia, los escri-bas de Egipto se vean obligados a llevar listados de reyes:catlogos cronolgicos de los reyes y la duracin de sus reina-dos consignndolos en papiro o tallndolos en los muros delos templos. Por suerte, han sobrevivido suficientes de esos lis-

    tados de reyes como para permitir a los egiptlogos recons-truir la secuencia de monarcas con cierto grado de exactitud.Sin embargo, hay huecos, errores y omisiones deliberadas queimpiden hacer coincidir plenamente los listados de reyes connuestro propio calendario, proporcionando fechas precisasantes de Cristo para cada reinado. As pues, en aras a asegu-rar la mxima exactitud en la datacin, los egiptlogos utili-

    zan los perodos de reinado. A efectos prcticos, los reinadosse agrupan en dinastas de reyes entre los que hay conexin,aunque no estn necesariamente emparentados, y las treintay una dinastas se subdividen en perodos con caractersticascomunes:

    Perodo Arcaico Dinastas I y IIReino Antiguo Dinastas III-VI

    Primer Perodo Intermedio Dinastas VII-XI (temprana)

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    Reino Medio Dinasta XI (tarda)-XIIISegundo Perodo Intermedio Dinastas XIV-XVII

    Reino Nuevo Dinastas XVIII-XX

    Tercer Perodo Intermedio Dinastas XXI-XXV

    poca Baja Dinastas XXVI-XXXI

    Perodo Romano

    El Perodo Arcaico es la poca en que Egipto se ve obli-gado a adaptarse a su condicin de un nico pas recin uni-ficado. Los tres Reinos son pocas de gobierno fuerte y cen-tralizado. Los tres Perodos Intermedios fueron tiempos degobierno dbil o fragmentado, y la poca Baja es el perodoconfuso que precede inmediatamente a la conquista de Ale-jandro Magno.

    El Egipto predinstico o prehistrico haba visto el valle delNilo y el Delta dominados por una serie de ciudades-estado in-dependientes y sus pueblos y aldeas satlites. En los inicios delPerodo Arcaico el rey guerrero del sur, Narmer, march haciael norte a conquistar tierras que unir a las suyas. Al hacerlo as,se convirti en el primer rey de la I dinasta. El y sus sucesoresgobernaron Egipto desde el norte, pero Narmer erigi su tumba

    de adobe en el emplazamiento sureo de Abidos. Al unirse elpas, los muchos dioses y diosas locales se unieron tambin paraformar un panten flexible. Reyes distintos honraran a deida-des distintas en pocas distintas, y la popularidad de dioses ydiosas ascendera y descendera, pero el panten bsico dura-ra hasta ms all de la era dinstica.

    Los monarcas del Reino Antiguo gobernaron Egipto desdela capital, Menfis (cerca de El Cairo moderno) en el norte.Rendan culto al dios del sol, Ra, en Helipolis, y enterraban asus muertos en las cercanas pirmides-cementerios de Guiza ySaqqara. Era aqulla una poca de estricto gobierno feudal enque se reverenciaba a los omnipotentes reyes como a seres se-midivinos, el nico vnculo entre el pueblo y sus dioses. La res-

    ponsabilidad ms importante del rey era el mantenimiento delmaat, el estado de rectitud, justicia u orden que mantena axxxxxxxxxxx

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    raya el caos (isfet). Esa necesidad de preservar el maat, de man-

    tener las cosas en un estado invariable de correccin lo queest bien, no hace falta arreglarlo persistira durante todala era dinstica, reafirmando la autoridad del rey y fomen-tando un conservadurismo natural que tendra como resul-tado que los egipcios evitaran la experimentacin por la expe-rimentacin. El rey demostraba su fidelidad al maat de muchasformas: aplastaba a los enemigos que acechaban en las fronte-

    ras de Egipto, mantena la ley y el orden en su tierra, restau-raba los monumentos daados de sus predecesores y hacaofrendas a los dioses.

    Se tena ya el convencimiento de que los muertos podanvivir ms all de la muerte en forma de espritus si el cuerposobreviva en una forma que el espritu pudiese reconocer. Losegipcios saban que, por improbable que pareciera, los cuer-pos podan preservarse intactos en su tumba porque los ce-menterios del desierto revelaban en ocasiones cuerpos enco-gidos pero en perfecto estado. Originalmente enterrados sinfretro, en simples fosas, esos cuerpos se haban desecado deforma rpida y natural por el contacto con la arena ardiente yestril. As pues, la teora era simple. Un cuerpo poda preser-

    varse si se enterraba en contacto directo con el desierto ca-liente. Pero las clases altas no queran que las enterrasen enhumildes tumbas de campesinos. Queran cementerios es-plndidos, tumbas de piedra, fretros de madera y espacio desobra para almacenar los ajuares funerarios que esperaban uti-lizar en la otra vida; y todas esas cosas, por supuesto, las distin-guan en la arena capaz de preservarlas. Durmiendo cmoda-

    mente en sus fretros, rodeadas por sus tesoros terrenales, lasclases altas empezaban a descomponerse en sus tumbas reves-tidas de piedra.

    Semejante hecho lanzara a los artesanos funerarios a unabsqueda de siglos de duracin para desarrollar un mtodo ar-tificial de preservar a los muertos. Sus primeros esfuerzos, queincluan envolver los cuerpos con vendas y cubrirlos de yeso,para moldear entonces las facciones, nada hicieron por dete-xxxxxxxxxxx

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    ner la descomposicin de la carne bajo el envoltorio endure-

    cido; no es de sorprender que hayan sobrevivido pocas de esasprimeras momias. Pero los artesanos funerarios inspirndosequiz en las prcticas de conservacin de las carnes para su pos-terior uso en la cocina acabaron por perfeccionar un sistemade evisceracin, secado con sal de natrn y posterior vendadoque preservara el cuerpo con una razonable semblanza devida.

    De forma lenta pero inexorable el enormemente centrali-zado Reino Antiguo se desmoron. Su inevitable fin se vio ace-lerado por una serie de menguas del Nilo que trajo consigo elincremento de la inflacin y la escasez de alimentos dentro deEgipto, y la hambruna en sus fronteras. El derrumbe del go-bierno central supuso que nadie ejerciera el control global, y elPrimer Perodo Intermedio nos muestra una vez ms a Egiptocomo una tierra de ciudades-estado independientes adminis-tradas por gobernadores locales. Semejante estado de cosas se-ra temporal. Las ciudades-estado formaran gradualmentealianzas que dieron lugar finalmente a dos centros de poder:una dinasta con sede en Tebas (la Luxor moderna) en el sur yuna dinasta con sede en Heraklepolis, en el norte. La histo-

    ria empezaba a repetirse.Los reyes tebanos marcharon hacia el norte para reimpo-

    ner la autoridad central, estableciendo una nueva capital en laciudad actualmente desaparecida de Itj-Tawy, de la que sabe-mos que estaba cerca de Menfis. El maat se haba restituido enEgipto, y el pas floreci. Los reyes tebanos trajeron consigo unnuevo estilo de reinado. Lejos quedaban los reyes-dioses duros

    e inquebrantables del Reino Antiguo. Los faraones del ReinoMedio ofrecan un rostro ms humano: eran los pastores de supueblo, y sus estatuas los mostraban como hombres compasi-vos que asuman valientemente las responsabilidades de surango. Bajo sus cuidados, Egipto volvi a ser una tierra pacficay prspera. La literatura y las artes florecieron, hubo un co-mercio con el extranjero cada vez mayor y, por si alguien con-funda el nuevo estilo compasivo con flaqueza, se lanzaron unaxxxxxxxx

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    serie de exitosas campaas militares en Nubia. Los faraones

    del Reino Medio continuaron con la tradicin de erigir pir-mides, pero stas se construyeron con ladrillo de adobe cu-bierto de piedra.

    El valle del Nilo, aislado por sus desiertos y altos farallones,estaba a salvo de cualquier invasin. El Delta, sin embargo, erallano y fcilmente accesible. Durante todo el Reino Medio ha-ba habido un flujo pacfico de gentes del este, o asiticos,

    tentados por la prosperidad de Egipto a abandonar tierras me-nos frtiles. Al principio los recin llegados fueron bienveni-dos, y sus dotes para la artesana muy apreciadas. Pero a medidaque empezaron a formar comunidades semiindependientes,los egipcios empezaron a abrigar recelos. Al mismo tiempo losgobernadores locales iniciaron una rebelin contra el gobiernocentral. Una serie de crecidas anormales del Nilo sealaron elprincipio del fin. El Reino Medio se derrumb, y el SegundoPerodo Intermedio fue testigo de una dinasta egipcia que go-bern desde Tebas, mientras que los hicsos palestinos goberna-ban el norte desde su nueva capital en el este del Delta, Avaris.

    Los reyes tebanos no estaban dispuestos a compartir su tie-rra con extranjeros. Se declar la guerra, y una vez ms un gue-

    rrero tebano march hacia el norte para volver a unir Egipto.El rey Ahmose expuls a los hicsos, dndoles caza hacia el este,hasta Canan. Y con ello estableci el Reino Nuevo. Si los fa-raones del Reino Antiguo eran semidioses, y los del Reino Me-dio pastores, los faraones del Reino Nuevo eran soldados inte-ligentes que saban demasiado bien que el pueblo apelara aellos para que defendieran su reino. Una sucesin de guerre-

    ros triunfadores se asegur de que Egipto, antao tan aislado,se hiciera con un imperio enorme que ira desde Nubia, en elsur, a Siria, en el este. De pronto Egipto era ms prspero delo que lo haba sido nunca. sa fue la poca de algunos de losreyes mejor conocidos de Egipto: los faraones guerreros Tut-mosis I y Tutmosis III, la reina Hatshepsut, el hereje Akhena-tn y su bella esposa Nefertiti, el rey-nio Tutankhamn y ellongevo Ramss II.

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    Amn el Oculto, dios del templo de Karnak, qued entro-

    nizado entonces ante todos como la principal deidad deEgipto, mientras que Tebas, su ciudad, se converta en la ca-pital religiosa de Egipto. Semejante cambio se vera sealadopor una revolucin en las tradiciones funerarias. Las pirmi-des, fuertemente asociadas con el culto al sol de Ra, propio delnorte, no eran del todo adecuadas para el entierro de los re-yes tebanos. En su lugar, los monarcas del Reino Nuevo seran

    sepultados en tumbas secretas horadadas en la roca, en el ma-cizo tebano. El macizo servira de pirmide natural para aque-llos que requiriesen el consuelo de este culto solar. Se espera-ba que all los reyes descansaran para siempre, con sus preciosasmomias a salvo de los ladrones que haban vaciado ya las pi-rmides. Los templos mortuorios o conmemorativos, fsica-mente separados de las tumbas pero espiritualmente unidos a

    ellas, ofrecan un refugio ms pblico para los cultos de los re-yes muertos. Hoy en da los arquelogos utilizan un sistemanumrico ideado por John Gardner Wilkinson para identifi-car las tumbas en el valle de los Reyes (KV) y en el cercano va-lle Occidental (WV): por ejemplo, KV16 es la tumba de Ram-ss II, y KV62 la tumba de Tuntankhamn.

    El Reino Nuevo tardo fue una poca de amplios movi-mientos de poblacin al este del Mediterrneo, y el frtil Egiptovolvi a ser objetivo de los grupos nmadas a los que no se po-da rechazar. Para entonces los reyes de Egipto se enfrentabana mltiples problemas. Descensos del caudal del Nilo, inflacin,desobediencia civil, una burocracia corrupta y unos sacerdotesde Amn cada vez ms poderosos se combinaban para desesta-

    bilizar el pas. Primero se perdi el imperio en el este, y luegoNubia. El final del Reino Nuevo vio a Egipto una vez ms divi-dido, con una dinasta local gobernando el norte desde unanueva capital, Tanis, y los altos sacerdotes de Amn gober-nando el sur desde Tebas.

    Al principio las cortes del norte y del sur cooperaron, perotal vez fue inevitable que tales buenas relaciones se deterioran.Sigui un perodo confuso, con varios jefes locales proclamn-xxxxxxxxxx

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    dose reyes de manera simultnea. Kashta, rey de Nubia, se aprove-

    ch plenamente del caos y, en 770 a.C, march sobre Tebas. Fueproclamado rey del Alto y el Bajo Egipto, pero sera su sucesor,Piye, quien llegara al Delta y reunificara la tierra dividida. Si-gui un siglo de estabilidad. En Egipto imperaba la paz, pero alotro lado de sus fronteras la situacin se deterioraba rpida-mente. En 671 a.C, fuerzas asirias conquistaron el Delta, obli-gando al rey Tanutamen a huir a Nubia. En 663 a.C. los asirios

    llegaron a Tebas.El inicio de la poca Baja fue testigo de la retirada de los

    asirios, y el pas se unific bajo una dinasta de reyes de cunaegipcia que gobernaban desde la ciudad de Sais, en el Delta.Sigui entonces un siglo de renacimiento cultural en que lossatas se inspiraran en los das gloriosos de los Reinos Antiguoy Medio. Pero la independencia ganada con sudores de Egiptono poda durar. En 525 a.C. el ejrcito persa conquist Egipto,para instaurar sus propias dinastas. Finalmente, en 332 a.C,lleg Alejandro Magno. La era de los faraones egipcios habaconcluido.

    GEOGRAFA

    Adems de comprender la historia de Egipto, conviene tam-bin tener en cuenta una geografa que ha tenido un efectoenorme en la preservacin de sus restos arqueolgicos.

    Los antiguos egipcios vivan en una tierra con dos partesmuy diferenciadas, unidas por la dependencia compartida delro Nilo. El Bajo Egipto, o septentrional, era la tierra del pa-piro, del Delta, la regin donde el Nilo se divida en siete ra-males antes de verter sus aguas en el mar Mediterrneo. Erauna extensin amplsima, llana y hmeda de campos, canales y

    marismas de papiro, cuya larga lnea costera y el puente de tie-rra del Sina permitan la conexin con el mundo mediterr-xxxxxxxxxx

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    neo. En ella, entre las verdes praderas, los egipcios erigan ciu-

    dades esplndidas, en las que construan enormes palacios deadobe que cubran con yeso, para luego alicatarlos y pintarlosde forma que lanzaran destellos bajo el sol radiante. Por des-gracia, la humedad no favorece la preservacin del ladrillo deadobe, material favorito para la edificacin en toda la arqui-tectura urbana de Egipto. El adobe resultaba barato, fcil deobtener, fresco durante el da y clido en las noches ms fras,

    pero era relativamente frgil. A los egipcios no les importabaque fuera as. No esperaban que sus palacios durasen ms queunas cuantas generaciones, y estaban ms que satisfechos conreconstruir cuando fuera necesario. Pero el adobe causa gra-ves problemas a los arquelogos. Hoy en da las antao mag-nficas ciudades de adobe del Delta han desaparecido casi porentero bajo los campos cultivados, mientras que los cemente-

    rios del Delta se han desintegrado en el terreno. Hasta fecharelativamente reciente pocos arquelogos se decidan a exca-var en el Delta puesto que se crea que los resultados eran in-significantes.

    En comparacin, el Alto Egipto, las tierras del valle del Nilo,era una regin angosta, calurosa e independiente centrada en

    el ro. A lo largo de ambas riberas se extenda la estrecha franjade la Tierra Negra, oscura, rica y frtil. Ms all se extenda lainhspita Tierra Roja, el desierto, y ms all de ella se alzabanlos riscos que provean de piedra a los constructores de Egipto.Los egipcios edificaban sus casas de adobe en los lmites de laTierra Negra. Los primeros templos urbanos se erigirieron alltambin, construidos con ladrillo de adobe, carrizo y zarzo.

    Pero las modas cambiaban y haba piedra fcilmente disponi-ble, y los dioses de Egipto no tardaron en verse acogidos en im-presionantes templos de piedra que dominaban las viviendasde adobe. Mientras que la mayor parte de la arquitectura do-mstica ha desaparecido hoy en da erosionada, desmenu-zada, aplastada bajo construcciones posteriores o esparcida porlos campos como fertilizante, los templos de piedra perma-

    necen en pie como mudo testimonio de las ciudades perdidas.

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    Entretanto, la Tierra Roja, el desierto yermo, era un vastocementerio. All, en aquella tierra de fantasmas donde no po-dan vivir sino los muertos, los egipcios erigieron las pirmides,templos mortuorios y tumbas que albergaban y loaban a los fa-llecidos. Esa arquitectura, la arquitectura de la muerte, ha so-brevivido ms o menos intacta en la arena seca y ardiente. Noes de sorprender que los primeros egiptlogos tuvieran comoobjetivo los emplazamientos fnebres ms importantes en lacerteza de que les brindaran generosas ganancias. Y no asom-

    bra en lo ms mnimo que, a la par que los museos occidenta-les se llenaban de momias, sarcfagos, vasos canopos y ajuaresfunerarios, los egipcios se ganaran la reputacin inmerecida deser un pueblo profundamente morboso y obsesionado con lamuerte. Hoy en da se est corrigiendo este desequilibrio, pueslos arquelogos rechazan los cementerios y vuelven su atencinhacia el Delta y a los pocos emplazamientos domsticos y mili-

    tares que han sobrevivido.La construccin de la Gran Presa de Asun a finales de la

    dcada de 1960 trajo consigo una beneficiosa regularidad enlos suministros de agua y electricidad egipcios, pero transformpor completo el ritmo natural del ciclo agrcola. Durante milesde aos el Nilo haba crecido hasta desbordar sus riberas en losltimos meses de verano, extendiendo agua y cieno frtil sobrelos campos que flanqueaban el ro. Esa temporada de inunda-cin, el perodo en que los campos eran inaccesibles, dejabadisponible a una vasta poblacin activa para trabajar para el Es-tado. La retirada de las aguas dejaba los campos hmedos y lis-tos para la siembra, sin necesidad de mtodo artificial algunode irrigacin. Una frtil cosecha poda recolectarse entonces

    en primavera, antes de que el sol ardiente cociera la tierra y ex-terminara sus plagas.

    Con la construccin de la presa, esa inundacin anual se in-terrumpi en seco. Egipto tiene ahora un alto nivel freticopermanente. El efecto en sus monumentos ha sido muy perju-dicial. Antiqusimos edificios de adobe y eso incluye todos lospalacios reales de Egipto son ms proclives que nunca a de-

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    sintegrarse y desaparecer. Las edificaciones en piedra, disea-das para permanecer hmedas tres meses al ao y completa-mente secas durante nueve, se encuentran ahora plantadas so-bre un terreno hmedo los doce meses del ao. Ms quenunca, es necesario excavar, investigar y conservar los tesorosde Egipto antes de que sea demasiado tarde.

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    PRIMERA PARTE

    LOS EXPLORADORES

    LA HISTORIA DE LOS COMIENZOS

    DE LA INVESTIGACIN DE LAS MARAVILLASDE LA ANTIGEDAD EN EGIPTOES EXCEPCIONAL POR LO MENOS

    EN UN SENTIDO.EN NINGUNA OTRATIERRA UN EJRCITO CONQUISTADOR MARCHA

    A LA CABEZA DE LOS PIONEROSDE LA EXPLORACIN...

    J. Baikie,A century of excavation in

    the land of the Pharaohs (1923)

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    I

    LOS PRIMEROS EGIPTLOGOS

    En 1400 a.C. las tres pirmides de Guiza, las tumbas de los re-yes de la IV dinasta, tenan ya mil aos. Abandonadas por sus sa-cerdotes mucho tiempo atrs, yacan abiertas y despojadas de sucontenido; sus preciosas momias haban desaparecido. A suspies se agazapaba la otrora poderosa esfinge, enterrada ahorahasta el noble cuello en la arena que haba arrastrado el viento.Las pirmides estaban pasadas de moda. Se enterraba a los reyesen tumbas secretas horadadas en la roca, en el sur de Egipto, y

    los cementerios reales septentrionales eran curiosidades, recor-datorios tangibles de la desaparicin de una era casi mtica.

    Era un da caluroso y el prncipe Tutmosis, el hijo menordel rey de la XVIII dinasta Amenofis II, estaba cazando gacelasen el desierto de Guiza. Al medioda el exhausto Tutmosis vis-lumbr un refugio del intenso sol. Aprovechando la sombraofrecida por las antiguas ruinas, salt de su carro y se tendi en

    el suelo. Bebi con ansia de su odre de agua y, con la espaldaapoyada en la cabeza de piedra caliza de la esfinge, se quedamodorrado. No tard en quedarse profundamente dormido ytuvo un sueo muy curioso. El dios Hor-em-akhet (Horus en elhorizonte), el espritu con cabeza de halcn de la esfinge, sepresent ante l. El dios estaba descontento. Le implor a Tut-xxxxxxxx

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    mosis que restaurara su abandonada estatua. A cambio, se ase-

    gurara de que Tutmosis se convirtiera en rey de Egipto. El am-bicioso Tutmosis jur que cumplira los deseos del dios. Aspues, hizo quitar la arena para revelar el cuerpo largo y leoninode la esfinge, repar una garra rota y rellen un agujero del cas-tigado pecho. Repint entonces la esfinge utilizando los azules,rojos y amarillos ms vivos, de manera que el dios resplandecial sol. El dios qued encantado con su vistosa estatua y Tutmo-

    sis, por supuesto, se convirti en rey de Egipto. El recin coro-nado Tutmosis IV mand grabar su extraordinaria historia enuna losa de piedra, la Estela del sueo, y la coloc entre las garrasde la esfinge, donde contina en nuestros das.

    Ciento cincuenta aos ms tarde, Ramss II estaba en eltrono. En ese momento las antiguas pirmides necrpolis deSaqqara y Guiza atraan a los turistas y un flujo constante de vi-sitantes recorra el camino hacia el desierto para maravillarseante los monumentos y los grafitos tallados en la piedra:

    Ao 47, segundo mes de invierno, da 25 [enero de 1232 a.C],

    el escriba del tesoro Hednakht, hijo de Tjenro y Tewosret, fue al

    oeste de Menfis a darse un agradable paseo y con su hermano

    Panakht... Dijo: Oh vosotros los dioses del oeste de Menfis... ymuertos ensalzados... concededme una vida completa al servicio

    de vuestros placeres, un fastuoso entierro tras una feliz vejez, como

    vosotros mismos...1

    Pero los cementerios estaban mal conservados, las tumbas

    reales en un estado penoso, y en algn momento todo volvi acubrirse de arena. El prncipe Khaemwaset, cuarto hijo de Ram-ss II, era un respetado erudito y anticuario, al que se reveren-ciara como mago tras su muerte. En ese momento el prnci-pe asumi la restauracin de los monumentos. Por supuesto,Khaemwaset no se ensuci las reales manos pero supervis muyde cerca que sus trabajadores limpiaran, barrieran y repararan,

    y tallaran llamativos rtulos grafitos sancionados oficialmen-te en pirmides, tumbas y templos. Cada rtulo luca el nombrexxxxx

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    del propietario original del monumento, el nombre de Ramss II

    y, cmo no, el nombre del propio Khaemwaset.Tanto a Tutmosis IV como al prncipe Khaemwaset se les

    ha dado el ttulo de primer egiptlogo del mundo. Pero no fue-ron en ningn caso los primeros egipcios que mostraron un inte-rs en preservar y restaurar el pasado de su pas. Ya en 2680 a.C,el rey de la tercera dinasta Djoser haba incluido unos cuarentamil platos, tazas y vasijas antiguas de piedra, algunos con inscrip-

    ciones de los nombres de los faraones de la I y II dinastas, en lascmaras de almacenamiento de su pirmide escalonada de Saq-qara. Parece improbable que esas vasijas de segunda mano repre-sentaran la coleccin de Djoser; procedan algunas de las anti-guas tumbas y de los almacenes que debieron destruirse paraconstruir la pirmide de Djoser? Fuera cual fuese su procedencia,es interesante que Djoser se mostrara reacio a destruirlas.

    De hecho, Djoser actu con el mayor decoro al cuidar de laspropiedades de sus ancestros. Todos los monarcas egipcios te-nan el deber de mantener y renovar los monumentos de los re-yes anteriores. se era un aspecto importante de sus obligacio-nes para mantener el maat, o el orden, y desterrar el caos. Larestauracin de los lugares sagrados (los templos y las tumbas)

    era un sistema obvio de demostrar que se estaba conteniendoel caos. As que cuando la reina de la XVIII dinasta Hatshepsutalarde de que haba restaurado los monumentos de sus an-cestros, daados durante el turbulento Segundo Perodo In-termedio, tena sus propios planes. En una inscripcin talladaen el Speos Artemidos, un templo en el Egipto Medio dedicadoa la diosa con cabeza de len Pajet, mostr que, aunque fuera

    mujer, era una soberana de lo ms cabal:

    He hecho estas cosas siguiendo un plan de mi corazn. Nome he dormido ni he sido olvidadiza, sino que he reforzado loque estaba deteriorado. He levantado lo que estaba desmante-lado, ya desde la primera vez en que los asiticos estuvieron enAvaris del Bajo Egipto, con hordas itinerantes entre sus filas de-rribando lo que se haba construido...

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    En teora, la responsabilidad real del mantenimiento del

    maat debera haber asegurado que la mayora de los antiguosmonumentos egipcios permanecieran en un excelente estadode conservacin. Pero no todos los reyes contaban con los re-cursos econmicos necesarios, y los que podan permitrselotendieron a concentrarse en renovar los monumentos de susinmediatos predecesores. Era poco corriente ocuparse tanto deun pasado tan lejano como hicieron Tutmosis y Khaemwaset.

    Renovacin, en la mayora de los casos, significaba restaura-cin: demolicin completa seguida por una reconstruccin auna escala mucho mayor. En particular, se fue el caso duranteel Reino Nuevo, cuando Karnak, el templo de Amn en Tebas,sufri una oleada tras otra de restauraciones. Algunas de laspartes ms hermosas del complejo del templo, incluidos elQuiosco Blanco del rey de la XII dinasta Sesostris I y la Capilla

    Roja de Hatshepsut, reina de la XVIII dinasta, fueron desman-teladas en esos das. Por fortuna, los ahorrativos trabajadoresreutilizaron los bloques en paredes y puertas, y los arquelogosmodernos han sido capaces de recuperar los bloques y encajar-los de nuevo como si se tratara de un puzzle gigante en tres di-mensiones. Se han recreado estos dos edificios perdidos y elmaatmoderno ha vencido al antiguo caos.

    A medida que el Reino Nuevo se iba acercando a su fin,Egipto se sumerga en una crisis econmica. En Tebas, el ad-ministrador municipal se encontr sin fondos para pagar a losempleados de los cementerios reales. Las consecuencias fueroninevitables: los trabajadores empezaron a robar, y el valle de losReyes se convirti en un lugar inseguro. Ramss XI abandon

    su tumba a medio construir con precipitacin e hizo planespara que lo enterraran en el norte. Las tumbas reales no tarda-ron en encontrarse en una situacin vergonzosa. Alarmadospor lo que vean, los sacerdotes de Amn se embarcaron enuna misin de rescate arqueolgico. Los reyes de Egipto iban aexhumarse para enterrarlos de nuevo.

    Los sacerdotes abrieron las tumbas y trasladaron los lasti-mosos restos a talleres temporales. Por suerte, le haban per-xxxxxxxxxx

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    dido el rastro a Tutankhamn y se le permiti descansar en paz.

    Los sacerdotes repararon las momias utilizando vendas coet-neas, arreglaron los miembros rotos y remendaron y zurcieronlo necesario. Al mismo tiempo despojaron los cuerpos de las jo-yas y amuletos que les quedaban, una brutal profanacin quequiz justificaran con el razonamiento de que protegera a losmuertos de futuros robos. Volvieron a envolver las momias y lascolocaron de nuevo en sus fretros originales, desnudos ahora

    de toda lmina de oro. Se etiquetaron las momias y los fretros,y a continuacin las momias se almacenaron distribuidas porgrupos en cmaras por todo el valle y sus alrededores. De vezen cuando esos grupos se fusionaban entre s hasta que al finalhubo un gran almacn de momias reales en la tumba familiarde Pinudjem II en Deir el-Bahari, y otro almacn ms pequeoen la tumba del valle de Amenofis II. Con el valle despojado

    ahora de sus tesoros, los ladrones perdieron el inters por lastumbas reales y los sacerdotes el inters por la arqueologa.

    Los reyes de la XXVI dinasta sata mostraron un afn porexplorar y restaurar los antiguos monumentos egipcios quefue mucho ms all de su deber para conservar el maat. Recindeclarada la independencia, el Egipto de la poca Baja, exul-

    tante al verse liberado del control de Asia y con los reyes ku-shitas humillados y cautivos en Nubia, poda una vez ms sen-tirse orgulloso de su patrimonio. Una ola de patriotismobarri el pas. Inspirndose en el arte y las esculturas de losReinos Antiguo y Nuevo, los artistas egipcios se pusieron a tra-bajar para demostrar una continuidad con su glorioso pasado.Los reyes satas edificaron sus seguras tumbas dentro del rea

    donde se erigiran sus templos, en el Delta, donde los sacer-dotes, siempre alertas, podan vigilarlas. Pero reverenciaban alos constructores de las pirmides y la mayora de nobles sa-tas aspiraban a ser enterrados en los cementerios de las anti-guas pirmides. En Saqqara se construy una nueva entradapara permitir el acceso a una red de pasadizos secretos que lossatas horadaron bajo la pirmide escalonada. Y en Guiza, la

    pirmide de Micerinos, un hroe de los satas, fue entregadaxxxxxxxxxx

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    con un fretro de madera que luca una inscripcin dedicada

    al difunto rey:

    Osiris, el rey del Alto y Bajo Egipto, Micerinos, el que vive por

    siempre. Nacido del cielo, concebido por Nut, heredero de Geb,

    su bienamado. Tu madre Nut se despliega sobre ti haciendo ho-

    nor a su nombre de seora de los cielos. Hizo que fueras un

    dios e hicieras honor a tu nombre de Dios. Oh rey del Alto y

    Bajo Egipto, Micerinos, el que vive por siempre.3

    Debemos suponer que el fretro sata contena una momiade los satas, una sustituta del cuerpo perdido de Micerinos queayudara a su espritu difunto a volver a la vida. Cuando fue re-descubierta en el siglo XIX, el fretro contena partes del cuerpo:una variopinta coleccin de restos humanos que incluan unpar de piernas, la parte inferior de un torso y algunas costillasy vrtebras. Sin embargo, se ha determinado mediante anlisisde radiocarbono que pertenecen al perodo romano, mientrasque el fretro, que data sin duda de la dinasta sata, es seis-cientos aos ms viejo. Parece ser que la momia enterrada con-cienzudamente por los satas fue en algn momento reempla-zada por un cuerpo romano.

    Los reyes persas derrotaron a los satas. El emperador Cam-bises era ahora faran de Egipto y, tal como hacen constar loshistoriadores griegos, que no son famosos precisamente por suimparcialidad, no estaba ni remotamente interesado en respe-tar o restaurar las antiguas tradiciones. En respuesta a un in-tento de levantamiento, Cambises arras el templo de Ra enHelipolis, de dos mil aos de antigedad. Orden incluso que

    se sacrificara el sagrado buey smbolo de Apis en Menfis. Sinembargo, senta cierta curiosidad por las prcticas de enterra-miento locales y se dice que abri las antiguas tumbas para exa-minar su contenido.

    Durante siglos, Egipto haba mantenido estrechos lazos po-lticos y econmicos con Grecia. Los dos pases formaban partede una red comercial en el Mediterrneo que vio navegar barcosxxxxxxx

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    hacia el este desde Menfis a travs del Delta, a lo largo de lacosta de Levante y hacia el oeste pasando por Turqua y Grecia,antes de cruzar hacia la costa africana y regresar hacia el este aMenfis. Ignoramos cundo se estableci por primera vez estecircuito, pero ya funcionaba con eficacia durante el ReinoNuevo y seguramente ya exista desde mucho antes. Las mer-cancas egipcias (no las antigedades sino productos de con-sumo diario como lino y grano) viajaban con regularidad a Gre-

    cia mientras que los manjares griegos, entre ellos el vino y elaceite, viajaban en direccin opuesta. La gente tambin viajaba.En los tiempos de los satas haba un nmero significativo demercenarios griegos en el ejrcito egipcio, y en el ao 610 a.C.un asentamiento griego se haba establecido en Naukratis, enel Delta occidental, cerca de Sais. Como era inevitable, Egiptoempez a atraer a turistas griegos que, como era tradicin, em-

    pezaron a tallar sus grafitos en templos y tumbas. Homero,mientras escriba su Odisea durante el siglo van a.C, nos cuentaque el rey Menelao estaba entre estos visitantes, pues de caminoa casa, de vuelta de la guerra de Troya, se entretuvo en Egipto.

    El historiador Herodoto de Halicarnaso (c. 484-420 a.C.)viaj a Egipto poco despus del fin del perodo sata, y recorriel Delta y tal vez llegara tan al sur como a Asun, aunque por susescritos parece que jams visit Tebas. Los detalles de estas aven-turas estn incluidos en los nueve volmenes de sus Historias, delas cuales el segundo libro, Euterpe, est dedicado por completoa su experiencia personal en la tierra de los faraones. Su relato esuna atractiva mezcla de historia, geografa, economa y antropo-loga ligadas por crnicas de sus visitas a algunos de los lugares

    de Egipto ms antiguos y sazonadas con sus prejuicios persona-les. El relato resulta tan ameno ahora como lo fue hace dos milaos, un logro impresionante para cualquier autor.

    Herodoto, acostumbrado a la cultura patriarcal griega en laque los hombres participaban en la vida pblica mientras quelas mujeres permanecan con recato en casa tejiendo lana, sesinti intrigado y algo impresionado por lo muy distintas que

    eran las gentes que encontr:

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    No slo el clima es diferente al del resto del mundo, y los ros

    distintos de cualquier otro ro, tambin lo es la gente en la mayorparte de sus usos y costumbres, pues exactamente contrarios a las

    prcticas comunes del gnero humano. Por ejemplo, las mujeres

    acuden al mercado y comercian en tanto que los hombres se sien-

    tan en casa ante el telar; y aqu, mientras el resto del mundo pasa

    la trama una vez dispuesta la urdimbre, los egipcios lo hacen al re-

    vs. Las mujeres acarrean cargas sobre los hombros mientras que

    los hombres lo hacen sobre las cabezas. Las mujeres orinan depie, los hombres sentados. Para reposar se van al interior de las

    casas, sin embargo comen los alimentos en las calles... Una mu-

    jer no puede servir a un sacerdote, ni al de un dios ni al de una

    diosa, pero los hombres pueden ser sacerdotes para ambos. Los

    hijos no tienen que hacerse cargo de los padres a menos que de-

    cidan hacerlo, pero las hijas deben hacerlo tanto si lo desean

    como si no... Amasan el pan con los pies, pero mezclan barro eincluso cogen las inmundicias con las manos. Son las nicas per-

    sonas en el mundo ellos y los que han aprendido tal prctica de

    ellos que utilizan la circuncisin. Los hombres llevan dos pren-

    das de vestir por cabeza; sus mujeres, en cambio, una.4

    Como todo buen turista, Herodoto se acerc a visitar las pi-rmides de Guiza, a las que identific correctamente como lastumbas de los reyes egipcios ms antiguos. Escuch all a losguas tursticos y record sus historias:

    Keops [Khufu] lleg al trono y se dedic a hacer toda clase demaldades. Cerr los templos y prohibi a los egipcios los sacrifi-

    cios, forzndolos en su lugar a trabajar, todos y cada uno de ellos,a su servicio. A algunos se los oblig a arrastrar bloques de piedradesde las canteras de las colinas arbicas hasta el Nilo; otros reci-bieron los bloques despus de que stos se hubiesen transportadoen barco por el ro... Cien mil hombres trabajaban constante-mente, y cada tres meses eran reemplazados por un grupo fresco.El pueblo sufri diez aos de opresin slo para construir el pasoelevado para transportar las piedras...

    La maldad de Keops alcanz tal extremo que, cuando hubo

    gastado todo su tesoro y quiso ms, envi a su hija a los burdelesxxxxxxxxxxxx

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    con rdenes de procurarle una suma determinada (cunto no los decir, ya que nunca me lo dijeron). Ella se la consigui y, al

    mismo tiempo, decidida a levantar un monumento a su propiamemoria, orden que cada hombre le regalara una piedra. Conestas piedras construy una pirmide... 5

    Para algunos, Herodoto ser siempre el venerable padrede la historia, expresin cariosa utilizada por primera vez por

    el estadista Cicern. Sus obras sern siempre respetadas, ya queconservan una gran riqueza de pequeos detalles y tradicinoral que de otro modo se habran perdido. Por citar tan slo unejemplo, la descripcin de Herodoto de la momificacin, en laque refiere con adecuado detalle morboso el proceso que llevade la muerte al vendaje, se ha demostrado particularmente va-liosa y, tal como ha confirmado un reciente anlisis cientfico,

    casi correcta del todo:

    El mtodo de embalsamamiento, acorde con el proceso msperfecto, es como sigue: primero cogen un trozo de hierro do-blado y lo utilizan para sacar el cerebro por los orificios nasales.Un enjuague con frmacos elimina todo resto del interior del cr-neo. A continuacin cortan a lo largo del costado con una afilada

    hoja etrusca y extraen todo el contenido del abdomen, que actoseguido pueden limpiar... Despus, rellenan la cavidad con la mi-rra ms pura machacada, con canela y toda suerte de especias di-ferentes, con la excepcin de incienso, y cosen la abertura. Se-guidamente se coloca el cuerpo en natrn y se cubre porcompleto durante setenta das. Cuando ha pasado ese tiempo, yno debe excederse, se limpia el cuerpo y se envuelve de los pies ala cabeza con las finas vendas de lino recubiertas de resina... para

    acabar devuelven el cuerpo a sus parientes, quienes lo colocan enun atad de madera con silueta humana antes de encerrarlo en unatumba, de pie y apoyado contra la pared.

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    Otros, menos caritativos, lo han tildado de padre de las men-tiras, poniendo en duda la mayora de sus historias, sugiriendo

    incluso que podra haber sido un escritor de viajes de saln, quefantaseaba sobre el extico Egipto sin haber abandonado nuncaxxxxxxx

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    su hogar. Parecen acusaciones demasiado graves. Mientras Dio-

    doro anuncia altanero que debemos omitir de nuestra historialos cuentos inventados por Herodoto y ciertos escritores acercade Egipto que deliberadamente prefieren las fbulas a los he-chos, el propio Herodoto se muestra crtico con los historiado-res perezosos que confan en fuentes dudosas: Los griegos cuen-tan muchas historias sin la debida investigacin. Por supuesto,l cuenta algunas historias poco probables y en algunos casos

    est claro que ms bien se equivoca. Tras un anlisis detalladocasi todas sus historias se desmoronan levemente. No existeprueba alguna que apoye su afirmacin de que Keops fuera unrey cruel. La Gran Pirmide no fue construida por cien mil hom-bres trabajando duramente en condiciones de abyecta opresin,sino que fue erigida por equipos de veinte mil trabajadores libresy bien alimentados a los que sus capataces trataban con respeto.

    Y lo mismo ocurre con otras afirmaciones. Pero Herodoto no eraomnisciente; era un extranjero que escriba acerca de una tierramuy extraa. Los errores honestos son sin duda perdonables.Herodoto no tena libros de referencia para consultar. Obtenala informacin de los sacerdotes y de los escribas que encontrabaen sus viajes, y a menudo esos supuestos expertos estaban equi-vocados. En algunos casos parece que sus fuentes podran habersucumbido a la tentacin, bien conocida por los guas tursticosmodernos, de engaar al crdulo extranjero.

    Los lectores contemporneos no tuvieron ningn problemaen aceptar las historias de Herodoto y muchos las utilizaroncomo fuente para sus propias obras. Destacan entre stos el his-toriador Diodoro Sculo (siglo i a.C.) y el gegrafo Estrabn

    (c. 63 a.C. -21 d.C.). Diodoro incluye una detallada descripcinde Egipto en su Bibliotheca Historica, una ambiciosa historia delmundo que cubre todos los acontecimientos conocidos hasta laconquista de la Galia por Csar. A pesar de que se inspira en ex-ceso en Herodoto, Diodoro tiene algunos fragmentos origina-les e incluye hechos que Herodoto omite. Su descripcin delproceso de momificacin, por ejemplo, presenta sutiles dife-

    rencias respecto a la ofrecida por Herodoto.

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    ... Uno de ellos mete la mano en el pecho por la herida del

    cuerpo y lo saca todo, excepto los riones y el corazn. Otro hom-

    bre limpia las entraas, lavndolas con vino de palma mezclado

    con incienso. Para acabar, tras haber limpiado todo el cuerpo, pri-mero lo tratan diligentemente con aceite de cedro y otros produc-

    tos durante treinta das, y entonces con mirra, canela y otras espe-

    cias... Tras haberlo tratado, se lo devuelven a sus parientes con

    todos los miembros preservados tan perfectamente que incluso

    conservan las pestaas y las cejas; todo el aspecto del cuerpo se con-

    serva tal como era y sus facciones son perfectamente reconocibles. 7

    Diodoro nos revela el coste de este elaborado ritual, un ta-lento de plata, y aade que la mayora de los empresarios fune-rarios, no sin razn, exigen el pago por adelantado.

    Estrabn vivi durante un tiempo en Alejandra y por lotanto conoca bien Egipto y a sus gentes. Viaj a lo largo del va-lle del Nilo con su amigo Elio Galo, el procnsul de Egipto, yjuntos visitaron todas las ciudades principales. Su obra, en va-rios volmenes, Geografa trata ampliamente la regin del Deltay las descripciones de las ms conocidas atracciones tursticasde Tebas, entre ellas el Coloso de Memnn y las tumbas de losreyes del Nuevo Reino de la orilla occidental:

    Sobre el Memnonium [el Ramesseum], en cuevas, estn las

    tumbas de los reyes, que estn labradas en piedra y son unas cua-

    renta, maravillosamente construidas y un espectculo que vale la

    pena contemplar.8

    La llegada de Alejandro Magno trajo consigo una nueva ca-pital en Alejandra y, tras la prematura muerte del macedonio,de una nueva familia real en el trono. Ahora Egipto estaba go-bernado por los griegos ptolomeos. Los griegos estaban muy in-teresados en los logros intelectuales de los egipcios. Alejandra,hogar de un esplndido museo y de la mayor biblioteca delmundo que, albergaba aproximadamente un milln de ejem-

    plares, atraa estudiosos de renombre internacional, ansiosospor aprender de los maestros egipcios. La filosofa, la religin,xxxxxxxx

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    la arquitectura y las matemticas egipcias no tardaron en serexportadas a un mundo mediterrneo ms amplio. Mientrastanto, los griegos que vivan en Egipto en nmero cada vez ma-yor sufrieron un proceso de egiptinizacin considerable. Acep-taron las tradiciones egipcias, incluidas la momificacin y lacostumbre para la familia gobernante de casarse entre herma-nos, y construyeron templos para los antiguos dioses, entre ellosel templo de Isis en Fil, en un estilo egipcio algo distorsionadopero an reconocible.

    Cuando Julio Csar visit a la ltima reina de Egipto, Cleo-patra VII, ambos se tomaron un respiro de sus apretadas agendaspara disfrutar de un crucero de placer bajando por el Nilo,acompaados, de forma no muy romntica, por una flota debarcos cargados de tropas. Pasaban los das maravillndose antelas antigedades; y las noches en la barcaza oficial de Cleo-patra. Los romanos, interesados principalmente en el trigo

    egipcio, optaron por una actitud enrgica y materialista res-pecto a los tesoros egipcios. Adoptaron los reyes egipcios Isistendra un gran xito en el mundo romano y se llevaron susmonumentos ms fciles de transportar. Tras haberse anexio-nado Egipto en el ao 30, se pudieron llevar todo lo que qui-sieron. As pues, mientras que en Egipto el sistema de vida tra-dicional se ahogaba bajo un grueso manto de culturaromana, en Roma y sus provincias las esfinges y los obeliscosegipcios se erguan (o en el caso de las esfinges, yacan) algotmidamente junto a las estatuas de los nobles romanos queadornaban las plazas pblicas. En el Campo de Marte deRoma, un obelisco egipcio se utilizaba de gnomon (varilla)para un gigantesco reloj de sol. El historiador Plinio el Viejo

    (23-79) qued muy impresionado por esta novedosa forma demedir el tiempo:

    Augusto utiliz el obelisco en el Campus Martius de manera

    prodigiosa: atrapando la sombra de forma que midiera la longi-

    tud de los das y las noches. Una zona se paviment en relacin a

    la altura del monolito, de modo que la sombra a medioda del da

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    ms corto alcanzara el borde del pavimento. Cuando la sombra se

    encoga o creca, se meda con varillas de bronce distribuidas en

    el pavimento.9

    Los romanos eran ingenieros expertos, pero quitar, trans-portar y volver a erigir como mnimo trece obeliscos, ademsde varias estatuas de gran tamao, represent un objetivo sinprecedentes. Los obeliscos son pilares largos y delgados talladosen el duro granito. Dedicados por el rey al dios del sol Ra, se le-

    vantaban por parejas ante las puertas de los templos egipcios,donde las puntas, cubiertas de lminas de oro, centelleaban ala luz del sol. Algunos de los mayores obeliscos medan ms detreinta metros y pesaban ms de cuatrocientas cincuenta tone-ladas; slo podan transportarse en enormes barcazas y era unaconstante preocupacin que se rompieran al subirlos o bajarlosdel barco. Plinio dedic un captulo completo a los obeliscos y

    su transporte en el libro 36, Piedra, de su enciclopedia detreinta y siete volmenesHistoria Natural:

    Se cav un canal desde el ro Nilo hasta el lugar donde yaca

    el obelisco y dos amplios navos, cargados de bloques de un me-

    tro cuadrado de piedra similar la capacidad de carga de cada

    barco era el doble de grande y por lo tanto el doble de pesadaque el obelisco se colocaron a sus pies. Los extremos del obe-

    lisco se apoyaban en ambas orillas del canal. Se quitaban los blo-

    ques de piedra y los navos, al disminuir poco a poco su peso, re-

    ciban la carga. 10

    Los objetos egipcios viajaron por todo el mundo romano,dejando rastros que sin duda confundiran a los arquelogos delfuturo. Mientras tanto, los artesanos locales copiaban y adapta-ban las antigedades egipcias importadas, de manera que los ob-jetos romanos de estilo egipcio se hicieron corrientes. Pirmidesa escala reducida realzaban ahora los cementerios de Roma, yfalsificaciones de jeroglficos sin sentido se limitaban a decorar

    objetos romanos. Al menos a un obelisco autntico se le aadiun falso texto egipcio para incrementar su atractivo. Cuando An-xxxxxxx

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    tinoo, el apreciado favorito del egiptfilo emperador Adriano,

    se ahog en el Nilo en el ao 129, su apenado seor lo deific aimagen y semejanza de Osiris; su estatua, recuperada en la VillaAdriana, en Tvoli, lo presenta en la tpica pose de un faran, in-cluso con el nemes (el tocado) y la falda. Slo le falta la barba; esde suponer que les pareci que estropeara la impecable y com-pletamente clsica cara de Antinoo.

    Pero volvamos a Egipto, donde se haba producido un de-

    sastre cultural. En el ao 47, mientras Julio Csar intentaba to-mar Alejandra, la gran biblioteca se quem hasta los cimientos.Con ella se perdieron la mayora de los libros que detallaban elglorioso pasado de Egipto, entre ellos la irremplazable Historiade Egipto, un completo listado de todos los reyes de Egipto mi-nuciosamente compilado por Maneto para Ptolomeo I. Porsuerte, algunos fragmentos de la gran obra de Maneto se hanconservado en los libros de otros autores.

    Lo peor estaba por llegar. El cristianismo haba llegado ya aEgipto, donde sin prisa pero sin pausa consegua conversos dela antigua religin. En 391 el emperador romano Teodosioapresur los acontecimientos al prohibir todo culto pagano ycerr todos los templos paganos de su imperio. Esta conversin

    forzosa puso un abrupto final a tres mil aos de continuidad re-ligiosa en Egipto. Con ella lleg el inevitable fin del arte de lamomificacin. Los griegos y los egipcios de Egipto haban acep-tado de buen grado los ritos funerarios locales, adaptndolospara que encajaran con sus propias creencias. Pero los cristia-nos egipcios, los coptos, practicaban un culto ms estricto y as-ctico. Crean que abandonaran sus cuerpos terrenales al mo-

    rir y no tenan ningn inters en pagar para conservar unarmazn corporal vaco, siendo partidarios en su lugar de unentierro sencillo, sin embalsamar y sin enterrar sus bienes. Lamomificacin estaba, en cualquier caso, demasiado contami-nada por el culto a Osiris para que les resultara aceptable a loscristianos.

    Los templos cayeron entonces en el descuido, se abandona-ron las valiosas bibliotecas, se fundieron los dolos de metal y sexxxxxx

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    fragmentaron las estatuas de piedra. Los fundamentalistas ata-

    caron el Serapeum, las catacumbas subterrneas diseadas porel prncipe Khaemwaset para albergar los entierros de los bue-yes sagrados de Apis, y quemaron su valiossima biblioteca. En-tretanto, turistas curiosos continuaban visitando los cemen-terios dinsticos, dejando a su paso los inevitables grafitos. Elsolitario valle de los Reyes se convirti en hogar de una comu-nidad de cristianos eremitas que tuvieron que hacer frente a

    unas severas condiciones para construir iglesias y casas en lastumbas en desuso. Se pintaron entonces consignas cristianas enlas paredes para coexistir, de manera bien poco afortunada,junto a las imgenes de los dioses del antiguo Egipto:

    Te suplico, Jesucristo, mi seor, que no permitas que me rinda

    ante el deseo; no permitas que mis pensamientos me dominen;no permitas que muera en pecado; acepta en cambio a tu sir-

    viente para hacer el bien.10

    Con los templos cerrados y sus sacerdotes dispersados, la es-critura jeroglfica empez a ser superflua. Los jeroglficos siem-pre haban estado reservados para los anuncios oficiales reli-

    giosos, funerarios, histricos y textos reales, normalmentegrabados en piedra. Los complicados caracteres jeroglficoseran bonitos, pero se necesitaba mucho tiempo para reprodu-cirlos y nunca se los haba considerado adecuados para el tra-bajo rutinario de oficina. Los atareados escribas egipcios, quetrabajaban ms con papiro y pincel que tallando la piedra, pre-feran la ms rpida escritura cursiva hiertica, una forma abre-viada de los jeroglficos. A finales de la era dinstica, sta evo-lucion hacia la escritura demtica, igual de gil. La escriturademtica, utilizada desde 700 a.C. hasta 500 de nuestra era, fuea su debido tiempo reemplazada por el nuevo estilo de escri-tura copta. Los coptos conservaron el antiguo lenguaje egipcio,pero escriban utilizando una combinacin de letras griegas y

    signos demticos. Pero, segn iban muriendo los ancianos sa-cerdotes, no quedaba nadie que supiera leer los extensos textosxxxxxxxx

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    que se conservaban en los templos egipcios ni, por supuesto, en

    los obeliscos que todava embellecan las plazas de Roma. Lavasta historia de Egipto sencillamente desapareci y las curiosas

    inscripciones empezaron a tener el estatus de runas mgicas y

    msticas.

    Durante doscientos cincuenta aos, mientras el Imperio ro-

    mano daba paso al bizantino, Egipto sigui siendo un pas cris-

    tiano. Entonces, en 640, lleg la conquista rabe. Alejandra

    cay bajo las fuerzas del general Amr Ibn-al-As y casi instant-neamente Egipto se vio apartado del mundo occidental. En

    todo Egipto la iglesia cristiana se redujo con rapidez a medida

    que las masas se convertan al islamismo, y de forma creciente

    se aplicaron castigos a los disidentes. El copto se convirti esen-

    cialmente en una lengua muerta confinada a las pocas iglesias

    que quedaban y el rabe pas a ser el idioma oficial hablado y

    escrito de Egipto. Cuando en 1517 el imperio turco-otomano

    tom el control, Egipto se gobern desde Constantinopla, pero

    poca cosa ms cambi. Doscientos cincuenta aos ms tarde,

    los turcos continuaban ejerciendo el poder nominal, pero el

    poder real estaba en manos de los mamelucos, descendientes

    de esclavos trados de Asia Central y el Cucaso, que haban

    evolucionado para convertirse en una casta militar gobernante.Sera un grave error imaginar el Egipto rabe como un p-

    ramo cultural sumido en la ignorancia. El Cairo, por lo menos,

    floreci bajo el gobierno rabe, convirtindose en el sofisticado

    centro de la cultura musulmana. Pero, a todos los efectos,

    Egipto permaneci a partir de entonces oculto a ojos occiden-

    tales y los cristianos no eran bienvenidos.

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    II

    UNA TIERRA REDESCUBIERTA

    Egipto se haba convertido en una tierra ignota; sus glorias

    se vislumbraban tan slo a travs de la Biblia y las obras de losautores clsicos. Los comerciantes rabes no tenan problemaspara moverse por el pas, pero se mostraban indiferentes antelas curiosas reliquias de unos habitantes desaparecidos hacamucho. Los pocos comerciantes europeos que consiguieron lle-gar a El Cairo se maravillaron ante las pirmides, pero se les ad-virti de que era difcil y peligroso viajar ms hacia el sur. El

    fraile alemn Felix Fabri fue uno de los pocos que documentsus aventuras en el norte de Egipto. Su Evagatorium in TerraeSanctae (publicado en ingls como The wanderings of Felix Fabri,[Las andanzas de Felix Fabri]) habla de su visita a Egipto en1482, cuando viaj por el Sina hasta llegar al monasterio deSanta Catalina (el presunto lugar donde ardi la zarza de Moi-

    ss) y visit la cripta de El Cairo donde se sabe que se escondidel rey Herodes la Sagrada Familia.

    Los propios egipcios no tenan inters por la arqueologaen s misma, pero, al igual que romanos, griegos, persas y losantiguos egipcios antes que ellos, reconocan que sus antiguostemplos y tumbas constituan unas excelentes canteras. Nadiecon un poco de sentido comn se pondra a cortar, dar forma

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    y transportar un bloque de piedra cuando los desiertos estaban

    repletos de tumbas que se desintegraban poco a poco y cuyasparedes de piedra imploraban ser reutilizadas. El reciclaje erauna prctica habitual, y una piedra tallada de forma conve-niente poda tener una larga y provechosa vida como parte in-tegrante de varios edificios antes de que finalmente encontrarael reposo en un museo.

    Ni siquiera Tutmosis IV, el primer egiptlogo y restaura-

    dor de la Esfinge cubierta por la arena, vio nada malo en ta-llar su Estela del sueo en el dintel de una puerta arrancado delvaco templo mortuorio del rey Kefrn. De todas formas, a Tut-mosis no le habran hecho ninguna gracia los maliciosos actosdel jeque suf Mohammed Saim el-Dahr el del ayuno perpe-tuo, que en 1378 llev a cabo la agresin en la cara y las ore-jas de la Esfinge. Una vez ms Hor-em-akhet pas a la accinpara proteger su estatua, esta vez cubriendo una aldea vecinade arena. Los aldeanos a los que cubri la arena, muy irritadospor lo ocurrido, tomaron represalias y lincharon al entrome-tido jeque. Ms tarde, se culpara de su acto de vandalismo a lossoldados franceses que servan bajo las rdenes de Napolen.

    Originariamente, las tres pirmides de Guiza estaban cu-

    biertas de un fino revestimiento de piedra caliza que provocabaque relucieran como espejos bajo la clara luz el desierto. Partede ese revestimiento se haba quitado ya, para molerlo y hacerargamasa romana. Lo que quedaba se arranc y se reutiliz enla construccin de El Cairo medieval. Hoy en da slo la pir-mide de Kefrn conserva, en su punto ms alto, rastros del re-vestimiento original. La piedra caliza de Tura que una vez fuera

    de un blanco deslumbrante se ha amarilleado a causa de los si-glos de contaminacin de El Cairo. Semejante historia de des-truccin se repiti a lo largo del Nilo, ya que en todas partes losconstructores se ayudaban de los antiguos restos. Mientrastanto, los buscadores de tesoros, convencidos de que los mo-numentos albergaban incalculables riquezas, realizaban suspropias excavaciones. La obra de explicito ttulo Book of buriedpearls and of the precious mystery: giving the hiding places of finds and

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    treasures [Libro de las perlas enterradas y del valioso misterio: larevelacin de los lugares ocultos de hallazgos y tesoros] ofrecauna gua inapreciable para encontrar antigedades, no sloporque prometa una exacta localizacin de tesoros fabulosos,sino porque adems contena poderosos encantamientos quegarantizaban la victoria sobre los espritus guardianes de pir-mides y tumbas. Nadie se par a pensar por qu los autores dela gua haban preferido publicar tan valiosa informacin en lu-gar de excavar en busca de los tesoros ellos mismos, y muchos

    se vieron estimulados a cavar. Aunque la gua era un flagrantefraude, parece poco probable que todos los buscadores de te-soros regresaran con las manos vacas.

    El fsico Abd el-Latif de Bagdad, que visit El Cairo a finalesdel siglo XII, guard un minucioso registro de sus viajes. Y nosha legado una repugnante historia de una excavacin que cier-tamente no sali como se esperaba.

    Una persona de confianza me dijo que, tras unirse en una

    ocasin a una expedicin a la bsqueda de tesoros, su grupo en-

    contr cerca de la pirmide una vasija muy bien sellada; la abrie-

    ron, y al encontrar miel en su interior, se la comieron. Uno de

    ellos observ que se le haba quedado pegado un pelo en el dedo:

    tir de l hacia s y apareci un nio pequeo; todos sus miem-bros parecan haber conservado su frescura original...

    1

    El ms conocido de los primeros excavadores de Egipto, yuno de los pocos que ha dejado alguna constancia de sus obras,es el califa del siglo VIII el-Mamun, hijo del califa Harun el-Ras-hid. Se sabe que el emprendedor califa empap la cara nortede la Gran Pirmide con vinagre caliente en un vano esfuerzopor romper los bloques y acceder a sus tesoros, pues l, comotodos los dems, estaba convencido de que la pirmide rebo-saba de oro y joyas. Al final recurri a la fuerza bruta y utilizun maltrecho ariete para lograr entrar; su boquete es la entradaque los turistas utilizan hoy en da. Consigui abrir un tnel ha-

    cia arriba, excavando entre los bloques de piedra que bloquea-xxxx

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    ban los pasadizos interiores, hasta que se encontr en una es-tancia (conocida ahora como la Cmara de la Reina) repleta demurcilagos monstruosamente grandes y extemporneas mo-mias de la poca Baja. Desplazndose ms hacia arriba, acabpor descubrir la cmara fnebre (la Cmara del Rey), donde, serumorea, hall la momia incrustada en oro del rey Keops ya-ciendo en su fretro, con una espada en la mano y un rub deltamao de un huevo en la frente. Sin embargo, dado que sesabe que la pirmide se abri y se vaci durante el Reino Medio

    y que los rubes eran desconocidos durante el Reino Antiguo,parece improbable que aqul fuera el Keops original. Si escierto que el califa encontr algo falsos rumores de hallazgosespectaculares de oro se asocian a todas y cada una de las ex-cavaciones en Egipto debi de tratarse de un sustituto deKeops, cuidadosamente enterrado por los reyes satas.

    En Europa, el Renacimiento, o nuevo despertar de la cul-

    tura, de los siglos XV y XVI se alej de la introspeccin de la EdadMedia y estimul una gran curiosidad por un mundo ms ex-tenso. Oriente Prximo, Egipto incluido, al fin haba logradouna estabilidad que result atractiva para los mercaderes. Fueuna era de intrpidos exploradores, de apertura de rutas co-merciales y en la que se lea mucho y sobre temas muy variados.Poco a poco la Biblia se hacia accesible para todos, y la Bibliamencionaba Egipto muchas veces. Se despert un nuevo inte-rs por las civilizaciones de Grecia y Roma, y la recin nacidaciencia de la arqueologa se desarroll de la mano de los rela-tos de los autores clsicos, Homero y Herodoto entre ellos, ten-taban a los estudiosos con insinuaciones de la existencia de ciu-dades desvanecidas y una sabidura perdida haca tiempo.

    Esta renovada conciencia del mundo clsico trajo consigoun deseo entusiasta por descifrar los jeroglficos que adorna-ban tantos monumentos. Muchos crean, como crey la Romaimperial, que los antiguos egipcios haban estado en poder deun verdadero conocimiento esotrico. Quiz incluso conocanla verdadera historia de los orgenes del mundo y de sus gentes.Se crea que el lenguaje copto, que todava utilizaban los cris-

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    tianos egipcios, poda albergar la clave de esa sabidura que serade gran beneficio para el gnero humano. Por desgracia, los as-pirantes a traductores estaban confusos a causa de los falsos je-roglficos y las copias plagadas de errores de los textos verda-deros que adornaban las piezas egipcias falsas, y sus esfuerzosestaban condenados al fracaso.

    Un serio problema conceptual estaba obstaculizando el de-sarrollo de la arqueologa. Todo el mundo en la Europa cris-tiana aceptaba que la Biblia relataba la verdad literal, que era la

    palabra de Dios revelada al hombre, y nadie se atreva a pensarlo contrario. Por lo tanto, la historia antigua al igual que laprehistoria, la geologa, la biologa y todas las ciencias debaadaptarse para encajar con las historias de la Biblia. El primerlibro de la Biblia relata en un lenguaje bello y muy claro los de-talles de la creacin del mundo:

    En el principio cre Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba

    desordenada y vaca, y las tinieblas estaban sobre la faz del

    abismo, y el Espritu de Dios se mova sobre la faz de las aguas. Y

    dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

    Y vio Dios que la luz era buena; y separ Dios la luz de las ti-

    nieblas.

    Y llam Dios a la luz Da, y a las tinieblas llam Noche. Y fuela tarde y la maana un da... Entonces dijo Dios: Hagamos al

    hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y se-

    oree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias,

    en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

    Y cre Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo cre;

    varn y hembra los cre.

    Yfueron la tarde y la maana el da sexto. 2

    En 1650 James Ussher, arzobispo de Armagh, calcul una fe-

    cha para tan trascendental acontecimiento: el mundo se haba

    creado a medioda del 23 de octubre de 4004 a.C. Cmo lleg

    a esa fecha tan concreta? Como saba que un da es para el Se-

    or como mil aos y el mundo se haba creado en seis das, de-dujo que el mundo iba a durar tan slo seis mil aos. Reparti

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    esos seis mil aos en cuatro mil antes del nacimiento de Cristo

    y dos mil despus de l. Entonces realiz un pequeo ajuste. Sa-ba que Herodes haba muerto en el ao 4 a.C; eso significabaque Cristo deba de haber nacido en el ao 4 a.C. La fecha de4004 qued pues establecida. En cuanto al mes, eligi el me-dioda del primer domingo tras el equinoccio de otoo (el mo-mento en que el da y la noche duran lo mismo) porque sabaque al principio Dios cre la luz.

    La fecha oficial del principio de la vida se imprimi sin nin-gn empacho en la Biblia para que todos la supieran. Nada po-dra haber existido antes de esa fecha. As que aunque los grie-gos y los romanos haban sabido que el mundo era mucho msviejo, toda la historia y la prehistoria tenan ahora que encajaren un perodo de tiempo muy corto. Los arquelogos britni-cos se vieron forzados a aceptar que las hachas de mano de s-lex encontradas junto a los mamuts fosilizados deban ser cu-riosas reliquias de la invasin romana (quiz los romanoshaban llevado elefantes consigo?), mientras que los egiptlo-gos deban desestimar a los primeros reyes de Egipto conser-vados en la obra de Manetn, por tratarse de personajes deficcin. Est claro que aquello no poda funcionar, y la dificul-

    tad para aceptarlo creci paulatinamente segn salan a la luzms y ms descubrimientos arqueolgicos. Durante muchosaos los arquelogos, los egiptlogos entre ellos, se atrevierona pensar lo impensable. Pero hasta 1859, el ao en que CharlesDarwin public El origen de las especies, la verdadera edad delmundo no fue comnmente aceptada.

    En 1580 los comerciantes ingleses estaban sujetos a un

    acuerdo formal con la Sublime Puerta, el tribunal turco y elgobierno. La mayor parte del comercio pasaba de largo deEgipto, pero haba una ruta comercial muy activa y especfica-mente egipcia con el oeste. En 1564 el rey de Navarra haba en-viado a su mdico personal, Guy de la Fontaine, a Alejandra enbusca de momias. En 1586 el mercader britnico John Sander-son export un surtido de trozos de momia con un peso totalde quinientos quilos para los boticarios de Londres. Estos cuer-xxxxxxxx

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    pos y trozos de cuerpo se molan hasta convertirlos en polvo y,

    tras mezclarlos con hierbas y especias, se tragaran o se aplicarancomo cataplasma. Era la maravillosa medicina curalotodo, laViagra de su tiempo. Los boticarios haban confundido mumia(un betn o alquitrn poco comn y muy caro que se filtrabaen las montaas persas) con mummies (momias) (egipcios muer-tos mucho tiempo atrs, vendados y cubiertos con resina). Elmdico griego Dioscorides (40-90) y el mdico persa Avicena

    (980-1037) fueron dos de los que cometieron este error crucial:ambos mantenan que ese polvo de momia poda curar un grannmero de enfermedades, que abarcaban desde los abscesoshasta la parlisis y, en cierta manera sorprendente, pues mu-chos de los que tomaban el polvo negro lo vomitaban de inme-diato, las nuseas. En 1657, The Physical Directory [Directoriomdico] incluy mumia: algo parecido a la brea y alert a aqu-

    llos con una sensibilidad delicada de que esa utilsima sustanciase extraa, cmo no, de tumbas antiguas.

    Esta pincelada macabra no empa en nada su atractivo.Contaba con el apoyo de celebridades como Catalina de Me-did, Francisco I de Francia y Francis Bacon, quien reconocique la momia posea un gran poder para contener las hemo-

    rragias, y se embarcaron cientos de cuerpos desde Alejandra.Algunos de ellos eran sin duda momias dinsticas. Pero se esta-ban acabando las reservas: las momias genuinas eran caras yexista una alternativa barata al alcance de la mano. Algunas delas momias que llegaron a los botiquines de Europa eran bur-das imitaciones: muertos recientes (con frecuencia criminales,a los que no reclamaba nadie, o vctimas de una grave enfer-

    medad), a los que se haba vendado, para enterrarlos a conti-nuacin un par de aos o secarlos al sol antes de molerlos paraexportarlos para enfermos y crdulos. Este desagradable co-mercio acab en el siglo XVIII cuando los gobernantes otoma-nos de Egipto, recelosos de cualquier trfico de cuerpos, apli-caron un fuerte impuesto sobre las momias. Es probable que laprimera momia que entr en Inglaterra intacta en lugar de en

    forma de polvo fuera la que se rumorea que Carlos II le regalxxxxxxxx

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    a Nell Gwyn, su querida. Esa momia est ahora en el Museo Bri-

    tnico, en Londres.Los exploradores y misioneros empezaron a escribir relatos

    cada vez ms detallados de sus viajes a Egipto. El venecianoannimo, un comerciante desconocido, dej un relato de susaventuras en Un viaje quehice en el ao 1589 desde El Cairo a Ebrinremontando el Nilo: A decir verdad, mi vida estuvo en peligromuchas veces y sufr el trrido calor, y a menudo tena escasez

    de cebollas al igual que de otra comida.... George Sandys, elhijo ms joven del arzobispo de York, visit Egipto en 1610 y en-contr rarezas inimaginables: pirmides y cocodrilos. PublicRelato de un viaje en 1615. Treinta y un aos ms tarde, el astr-nomo John Greaves public Pyramidographia, el primer registrocientfico de las pirmides. Una serie de resueltos viajeros eu-ropeos alcanz la pequea y ms bien destartalada ciudad deLuxor, donde nadie supo reconocer en el montn de piedrascadas y parcialmente enterradas los restos de la que fuera lagran ciudad de Tebas, la de las cien puertas, tan elocuente-mente descrita por Homero. Hasta 1707, un misionero jesuita,el padre Claude Sicard, no estableci la conexin y reconocila verdadera naturaleza del valle de los Reyes.

    Estos sepulcros de Tebas forman tneles en la roca y son de

    una profundidad asombrosa. Vestbulos y cmaras estn todos

    pintados de arriba abajo. La variedad de colores, casi tan frescos

    como el da en que se pintaron, ofrece un efecto admirable. Hay

    tantos jeroglficos como animales y objetos representados, lo que

    nos hace suponer que ah tenemos la historia de las vidas, virtu-

    des, actos, combates y victorias de los prncipes que estn aqu en-

    terrados, pero nos es imposible descifrarlos en este momento.3

    Sicard viaj ms al sur, convirtindose en el primer europeoque llegaba a Asun en varios siglos. Consigui visitar la impre-sionante cifra de veinte pirmides y veinticuatro templos antes

    de sucumbir durante la peste en El Cairo, en 1726. En la d-cada de 1730 el reverendo Richard Pococke se convirti en elxxxxxxxxx

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    primer viajero ingls que llegaba ms all de El Cairo; su obra

    en dos volmenes Descripcin de Oriente y otros pases (1743), in-clua detalles de los monumentos de Asun y planos que mos-traban la localizacin de las tumbas de Tebas, cuya imprecisindesconcert a los arquelogos durante siglos. Un dans con-temporneo suyo, Friderik Norden, viaj todava ms hacia elsur, hasta llegar a Derr, en Nubia, y su obra profusamente ilus-trada Viajes por Egipto se public de forma pstuma. Poco des-

    pus, en 1768, el explorador ingls James Bruce recorri el ca-mino hasta el valle de los Reyes, donde descubri la tumbadecorada del faran de la XX dinasta Ramss III (KV11), aun-que, por supuesto, no tena ni idea de lo que haba descubierto.

    Es [el valle] un lugar solitario, y mis guas, debido a la natural

    impaciencia y el desagrado que sienten estas gentes por este tipode trabajo o por sus temores a que los bandidos que viven en las

    cavernas de las montaas sean reales, me importunaron para que

    volviera al barco, incluso antes de que hubiese empezado mi bs-

    queda o hubiese llegado a las montaas en las que hay tantas es-

    tancias, sas que yo estaba buscando.

    Dentro de uno de estos sepulcros, en un tablero en el suelo,

    haba varios instrumentos musicales, principalmente de la clasede la dulzaina [oboe], con una boquilla roja... En los tres table-

    ros siguientes, pintadas al fresco, haba tres arpas que merecieron

    especial atencin...4

    Bruce comenz a bosquejar uno de los arpistas pero se vio

    obligado a abandonar el dibujo cuando sus guas, cada vez msnerviosos debido a los bandidos, le hicieron marcharse por supropia seguridad:

    Con gran clamor y signos de descontento... lanzaron sus an-

    torchas contra el arpa ms grande y salieron como pudieron de la

    cueva, dejndonos a m y a mi gente en la oscuridad, y durante

    todo el camino de salida iban denunciando a voz en grito los tr-

    gicos sucesos que les ocurriran en cuanto abandonaran la cueva.

    No hubo posibilidad de hacer ms.5

  • 7/30/2019 Los descubridores del Antiguo Egipto

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    La publicacin del boceto despert gran inters: a partir de

    entonces a la cueva se la conoci con el nombre de tumba de losarpistas o tumba de Bruce.

    Lenta pero inexorablemente, Egipto se despojaba de suvelo. Entonces, en 1978, la egiptologa dio un tremendo e in-voluntario salto adelante.

    Un general de veintinueve aos llamado Napolen Bona-parte haba desarrollado un plan increblemente audaz. Lospuertos franceses bullan de actividad con los preparativos dela flota. El objetivo al que se dirigan, un secreto muy bien guar-dado, era Egipto. Napolen haba decidido seguir los pasos desu hroe, Alejandro Magno. Por medio de la liberacin y civili-zacin de los oprimidos egipcios esperaba asestar un golpe in-directo al archienemigo de Francia, Inglaterra. Tambin tena

    otros planes ms prcticos, como el de abrir un canal por Suez,proporcionando as a los barcos franceses un fcil acceso hacialos ricos mercados de frica oriental y Asia. Tras reemplazar elgobierno otomano por el de Francia, se desplazara a la India,donde, con alguna ayuda local, los britnicos seran derrocadosy se abriran lucrativas rutas de comercio. Sus superiores en Pa-rs aprobaron por completo su estrategia; parece que estaban

    encantados de quitarse de encima al joven general, excesiva-mente ambicioso. Sin duda todo aquello preocup a los ingle-ses, quienes, desde el otro extremo del canal de la Mancha, tu-vieron que ver a su enemigo de siempre prepararse para laguerra. El Domingo de Pascua, el Bell's Weekly Messenger expreslo que muchos londinenses pensaban:

    Sera sin duda terrible que fuese necesaria una guerra. Lu-

    char para frenar la ambicin francesa... Inglaterra, doblegada ya

    bajo el peso de un imperio colonial demasiado extenso, bien

    poco puede ambicionar una herencia de masacre perpetua y re-

    belin inven