80
-Los «desguazadores» que vienen por - dijoimpetuosodonJoséMaríalevantándose deunsalto . -¡VirgenSantísima!-clamólaseñorapues- taderodillas,implorandoantelaVirgen,ybaña- doelrostrodelágrimas- .¡Sálvanos,poramor deDios! Elilustrehombreseacercóaunadelasven- tanasconelobjetodeescrutarlosrostrosdelos reciénllegados . -¿Oyes? - ledijoenvozbajaasuesposa . Yellarespondióparaengañarsucorazóny mitigarlaangustiaquelaahogaba . -Debeserlaronda,larondaquese va .. . Deunsoploapagólalamparitaylaestancia quedóaoscuras .Peroenseguidasonóelaldabo- nazo,quecayócomoungolpedemuertesobre elalmadeloscircunstantes .Tomasitacorriódeso- ladahaciasumadreysearrojóllorandocon desconsuelosobresuregazo,mientrasdonJosé Maríaibaaabrirlapuerta . -Buenasnoches,señores-lesdijoalgrupo queesperabaafueraconsusrostrospatibularios yfieros- .¿Quéselesofrece? -¡Québuenasnochesniquéniñomuerto¡ -respondióelqueservíadejefe- .¡Queremos ahoramismomilpesosonorespondemosdevues- travidanideladelossuyos¡ DonJoséMaría,abrumadoporelterror,corrió asurecámaraytrajonosóloeldineropedido sinolasprendasdesuesposaparasaciarlasexi- genciasdelabandadecriminales . Cuandoyaseretiraba,unodeelloslotomó porelcuelloyledijo : -¡AbajoelmaldecidoHerrera¡ Yéltuvoquerepetirelgrito . Lacasaquedóenvueltaenunapenumbrade 153

-Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-Los «desguazadores» que vienen por mí- dijo impetuoso don José María levantándosede un salto .

-¡Virgen Santísima! -clamó la señora pues-ta de rodillas, implorando ante la Virgen, y baña-do el rostro de lágrimas-. ¡Sálvanos, por amorde Dios!

El ilustre hombre se acercó a una de las ven-tanas con el objeto de escrutar los rostros de losrecién llegados .-¿Oyes? - le dijo en voz baja a su esposa .Y ella respondió para engañar su corazón y

mitigar la angustia que la ahogaba .-Debe ser la ronda, la ronda que se va . . .De un soplo apagó la lamparita y la estancia

quedó a oscuras . Pero en seguida sonó el aldabo-nazo, que cayó como un golpe de muerte sobreel alma de los circunstantes. Tomasita corrió deso-lada hacia su madre y se arrojó llorando condesconsuelo sobre su regazo, mientras don JoséMaría iba a abrir la puerta .

-Buenas noches, señores -les dijo al grupoque esperaba afuera con sus rostros patibulariosy fieros-. ¿Qué se les ofrece?

-¡Qué buenas noches ni qué niño muerto¡-respondió el que servía de jefe- . ¡Queremosahora mismo mil pesos o no respondemos de vues-tra vida ni de la de los suyos¡

Don José María, abrumado por el terror, corrióa su recámara y trajo no sólo el dinero pedidosino las prendas de su esposa para saciar las exi-gencias de la banda de criminales .

Cuando ya se retiraba, uno de ellos lo tomópor el cuello y le dijo :

-¡Abajo el maldecido Herrera¡Y él tuvo que repetir el grito .La casa quedó envuelta en una penumbra de

153

Page 2: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

terror. En un rincón de la sala, la señora, abraza-da a su hijita, lloraba sin consuelo, mientras donJosé María trataba de alentarla ahogado por lapena.

-¿Ya se fueron? - preguntó Tomasita levan-tando sus ojos cuajados de lágrimas .

Un sirviente que oyó el llamado quiso entoncescerciorarse y abrió la ventana en el preciso mo-mento en que pasaba un «desguazados» rezagadode la cuadrilla .

El mulato asomó la cabeza escrutando la oscu-ridad de la calle y el machete del criminal se alzóviolento para caer de un tajo sobre su nuca .

Fue un grito, un grito pavoroso el que se oyódentro de la casa, con la misma celeridad delmachetazo. i Y el cuerpo del hombre quedó colgan-do en el marco de la ventana, mientras el «desgua-zador» se alejaba lanzando al aire su espeluznantecarcajada!

Aullaba el viento en los cantiles de la costa, enlos resquicios de las paredes, en el alero de lostejados. La luna salió triunfante tras los densosnubarrones que anunciaban la tormenta y bañóde luz la macabra escena.

A la mañana siguiente, mejoró el tiempo. Yalos «desguazadores» se habían recogido en el cuar-tel después de una fructífera batida .

Gabriela se levantó muy temprano y salió alpatio a cortar magnolias para el altar de la Virgen .

Desde la instauración de la tiranía, su padrele había prohibido que saliera sola, y con dolor ensu alma tuvo que prescindir de las misas tan su-gestivas del padre Gracián . Y como no pasaba porla tienda de Chico, que a esas horas despachabaen la carnicería, ignoraba las andanzas de Daniel .

Después que hubo terminado su tarea, se sentóen el portal de la casa a repasar la ropa. Era una

154

Page 3: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

mañana de gloria, y el aire traía el bálsamo acari-ciador de los perfumes silvestres . Pero ella noatendía a sus quehaceres porque dejaba vagar supensamiento en alas de los recuerdos que ahorase le hacían ingratos .

Los rumores de que estaban acorralando aDaniel en alguna casa de la ciudad se hacían cadavez más persistentes. Las visitas de Gonzalo a supadre menudeaban, porque él insistía en buscarun indicio que le descubriera el escondite del quemás que enemigo era su rival afortunado .

Se decía que el ejército de Herrera, medianteuna hábil maniobra del Comandante Obaldía sehabía apoderado del Castillo de Cragres sin dispa-rar un tiro e hizo prisionero al Comandante Hand .

Se contaba que Daniel era uno de los cabeci-llas que había entrado en la ciudad burlando lavigilancia de los guardianes para levantar el pue-blo en rebelión .

Se rumoreaba que estaba refugiado en unacasa de distinguida familia panameña y que elGeneral Urdaneta estaba ya sobre la pista .

¿Pero qué podía decir Gabriela si ella mismaignoraba los pasos de Daniel, porque él la enga-ñaba también como si fuera su enemiga?

Mientras tanto la duda seguía corroyendo sucorazón. No eran celos, ella misma lo aceptaba,pero una eterna congoja la abatía hasta llevarlaa la desesperación .

¿Por qué Daniel la trataba así? ¿Qué lazos lounían a Alicia Delvalle para que buscase refugioa su lado y evitara el encuentro con ella?

El mismo tío Agustín evadía sus preguntas .-Eres muy niña para que comprendas ciertas

cosas - le respondía cariñoso .Y ella tenía que aceptar en principio esa razón

porque lo único que sabía era que ambos se ama-

1 55

Page 4: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

han, y esperar cuando se cree en el corazón esuna dulce espera .

Tan distraída estaba en sus pensamientos quese asustó al ver frente a ella a un mulato, de ros-tro desagradable, que se acercó llevando colgadaal brazo una canasta . Llevaba al cinto un largocuchillo ensangrentado y reía mostrando los dien-tes sucios y puntiagudos .

-Aquí le manda estas lengüecitas de res elzambo Guerrero - le dijo .

Ella notó en seguida que era un sicario de Al-zuru en completo estado de beodez, y llenándosede valor se dispuso a afrontar la situación condignidad.

-Yo no he encargado ninguna lengua de resa Chico - respondió altiva.

-No me engañe, patroncita, que en su rostrode virgen le conozco la mentira . ¿Tiene acasomiedo?

-¡Yo no le tengo miedo a nadie!-¿Entonces por qué no me hace caso?Gabriela no quiso insistir y llamó a Chanita

para que recibiera la canasta . Pero él se acercómás a la muchacha que retrocedió asustada hastala pared del portal .

-¿Para qué la llama, si es a usted a quien quie-ro regalárselas? Mírelas no Más, patroncita, queson frescas - le dijo poniéndole la canasta cercadel rostro.

Ella entonces levantó la tapa y reconoció conhorror, la cabeza ya fría del sirviente de los Jova-nes. Tenía la lengua sanguinolenta afuera, y losojos vidriosos se le saltaban de las órbitas comosignificando aún la desesperación de su agonía .

Gabriela no pudo resistir la impresión . Se llevólas manos al pecho y lanzando un grito cayó a lospies del .desguazador» .

1 56

Page 5: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¿No le dije, mi niña, que estaban fresquitas?¡Si las cortaron anoche mismo!

La tienda de don Antonio Escobar era unamplio bodegón situado en el barrio de Boyaín .Dueño de una apreciable fortuna, pagaba mal asus empleados y procuraba compensar esa eco-nomía con su trato cortés y refinado .

Era muy amigo de dar consejos, aún en losasuntos amorosos, en los cuales se consideraba laautoridad que le daba el ser prometido oficialde la señorita Ramona Urriola.

Aunque entre la gente del arrabal se rumorea-ba que la bella dama comenzaba a inclinarse porel apuesto Coronel Herrera, esos comentarios nose hicieron latentes temerosos de que la vengan-za de Alzuru fuera a llegar hasta los padres deella.

Como don Antonio era lego en el arte de es-cribir y todo su interés se fincaba en los números,que eran los que le daban dinero, los ratos quesu contador Arturo Delvalle tenía libres, los dedi-caba a redactarle las cartas a la señorita Ramo-na, que el acaudalado comerciante firmaba consus garabatos parecidos a los jeroglíficos .

Delvalle se avenía a todos los papeles que po-día desempeñar. Tan apegado estaba al puestoque ya lo consideraba parte de su vida y al arran-carlo de allí se le hubiera condenado a un letargomortal.

Cuando llegaba el invierno, tenía que cuidarsede que las goteras no dañases los pesados libro-tes en donde llevaba la contabilidad de la casa conesos hermosos números que no tenían rival enla ciudad. Era de ver cómo se llenaba el viejo

157

Page 6: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

de noble orgullo cuando algún comerciante soli-citaba a don Antonio el favor de «prestarle» a sucontador para que le arreglara tal o cual cartao le hiciese el balance de fin de año .

-Si ustedes tuviesen a un hombre de la ca-lidad de Delvalle -les advertía con lástima - nose quejarían de los malos tiempos y supieran,como yo, los datos exactos de las ganancias .

El mismo Gobierno, con frecuencia requeríalos servicios del hábil contador para que revisaracuentas .

Pero Escobar no aumentaba el miserable suel-do de su fiel empleado y los pagos del Estadotenían retraso de muchos meses : La única re-compensa la recibía para Navidad cuando le ob-sequiaba el patrón alguna caja de turrones espa-ñoles que había recibido de muestra. Delvalle loagradecía porque Alicia se desvivía por el dulce .Su hija era el único rayo de sol de su existencia,porque con su sonrisa le consolaba las penas yalejanas de su juventud, pero inolvidables, y consus palabras le aligeraba las preocupaciones dia-rias unidas a su eterno rodar de simple empleadode comercio.

-¡Si yo fuera rico ! -solía decir a menudo.Y los que lo oían quedaban en suspenso sin

llegar a saber jamás lo que el inocente don Artu-ro hubiera hecho con dinero .

Don Antonio no veía la manera de acrecentarsus caudales a pesar de que era el almacén mássurtido y solicitado de la ciudad. Y como las me-didas que se relacionaban con la economía lasempleaba siempre con su personal, cuando Alzuruse lanzó al atraco para obtener dinero con quépagar a su tropa de desalmados, don Antonio hallólógico, después de una rápida concepción quecreía fruto de su brillante ingenio comercial, re-

158

Page 7: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

bajar los sueldos de sus subalternos . Así se con-graciaba con el tirano, y sus intereses económi-cos no sufrían menoscabo alguno.

Cuando don Arturo llegó a su casa y contó lamiseria de su patrón, Mariquita habló de ir a in-juriarlo por su actitud ingrata . Pero Alicia, másapacible y sensata, calmó a la pobre tía con argu-mentos que pesaron lo suficiente para conven-cerla .

Alicia tenía un profundo ascendiente sobre latía Mariquita, a quien quería como una madre yaconsejaba como una hermana . Daniel, que sedesesperaba ya de pasar los días en el altillocuando sus sentimientos eran los de lanzarse a lacalle a desafiar la tiranía de Alzuru, oyó despuésde labios de Mariquita la tragedia económica deDelvalle. Y tuvo que callar derrotado, porque erainútil su ayuda en esos momentos de peligro, yaque su hacienda estaba en manos del Gobierno,y por otra parte estaba seguro de que Alicia ja-más le hubiera aceptado un solo centavo .

Sin embargo, no por eso se abatió el viejo . Suhija se repuso valientemente, y a pesar de las pro-testas de su padre instaló una dulcería que muypronto se hizo popular entre las gentes del barrio .

Cuando Delvalle regresaba cansado del traba-jo, le dolía el corazón al ver las finas manos desu hija trabajar con harina y huevos para hacersabrosas «bicotelas» y exquisitos «merengues» .

-Si yo fuera rico . . . - decía suspirando .-¿Qué harías, papá? - preguntaba ella dulce-

mente.Y él tenía que encogerse de hombros y meterse

en su cuarto porque se sentía impotente para con-testarle .

Como eran tiempos de persecuciones y zozo-bras, con las primeras horas del crepúsculo, Alicia

1 59

Page 8: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

retiraba la mesa que había puesto en el portalpor temor a que los .desguazadores . llegasen y co .metiesen con ella los ultrajes a que estaban acos-tumbrados .

El dinero obtenido de los dulces bastaba paracubrir la rebaja del sueldo de su padre, y así elinfeliz viejo no se vio privado de su eterno tabaco y de las idas a las tertulias de .La Estrella delIstmo. .

Ya la tienda había perdido mucho de su presatigio y de su alegría, pero don Arturo siempre laencontraba sugestiva, a pesar de que los patriotasse habían alejado del lugar y en cambio el nú-mero de militares cobró incremento .

Una noche, al entrar y notar la ausencia derostros conocidos, pensó retirarse. Pero uno delos concurrentes que se encontraba en una mesasolo, lo reconoció como el contador que arreglabalos balances de los libros del cuartel y se apresu-ró a ofrecerle asiento y compañía.

-¡General Urdaneta! -exclamó don Arturoconfundido ente tanta gentileza.

-¡&U querido amigo Delvalle 1 ¡Cuánto honores tenerlo entre nosotros!

-¡El honor es mío, Excelentísimo Señor¡Rudecinda se acercó melosa a atenderlos, y el

General pidió dos piscos chilenos.-¿Y cómo le va en su trabajo amigo mío? -le

inquirió Urdaneta.-Los mismos desvelos y las mismas desilusio-

nes mi General.-Pero siempre esas cosas son recompensadas

con dinero, y usted debe saber que satisface todaslas necesidades y los placeres.

-Desgraciadamente, General, yo no recibo loque en realidad debe pagárseme .

-¿Su sueldo, es de cuarenta pesos?

160

Page 9: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-Oh, no tanto, General - respondió avergon-zado el viejo-. Apenas alcanzo la mitad .

-¿Veinte pesos? ¡Eso es inhumano¡ -excla-mo Urdaneta fingiendo indignación- . Un hombrede su mentalidad y su eficiencia no merece tan ri-dícula subvención .

-Esa es la verdad, la verdad amarga - dijoDelvalle moviendo con tristeza la cabeza .

-¿Y el Gobierno no lo remunera por sus ser-vicios?

-Hace muchos meses deja de llamarme. Ade-más me debe. . .

Delvalle cortó repentinamente la frase, porquehabía notado, sin desearlo, que estaba haciéndolegraves cargos a la administración.

Pero el militar, que era un profundo psicólogoy llevaba a su acompañante por otro camino, son-rió con benevolencia .

-No se apene, don Arturo, y dígame toda laverdad. ¿Tiene alguna cuenta pendiente?

-Sí, Excelencia .Urdaneta guardó silencio un instante, y al cabo

le dijo :-Mañana le llevaré el dinero. ¿Dónde es su

casa?-No se tome esa molestia, General, yo mismo

iré al Cuartel .-Tendré infinito placer en visitarlo .-Mi humilde hogar está a tres cuadras de

aquí. Es una casita verde, sembrada de arbustosen el portal.

-Mañana en la tarde pasaré por allá. ¿Vive us-ted solo?

-Con mi hija Alicia y su tía Mariquita .-Y Daniel . . . Daniel Montenegro ¿no vive ya

con usted?-No, mi General . El vivió cuando era niño,

161

Page 10: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

pero al regresar de sus estudios en Bogotá se fuepara su hacienda.

-Pues yo creía que se había radicado, comoera natural, entre ustedes, por eso me extrañó quela noche del baile que dio el Prefecto se hospeda-ra en su casa.

-Siempre que viene a la ciudad llega dondenosotros . Yo lo quiero como a un hijo, General, Ymi hija Alicia le cuida su dormitorio como si es-tuviese presente.

-Yo estaba en un error, insistió Urdaneta, per-sistiendo en su idea . Creía hasta este momentoque Daniel residía con usted . Hasta me parecioverlo varias veces acompañándolo .

-Es muy posible, General, pues él no tienedías fijos para venir a la ciudad .

Habían terminado de tomar el pisco y la tien-da, con excepción de ellos y de Rudecinda que ca-beceaba de sueño en un rincón, estaba desierta .

Urdaneta se levantó y acompañó a don Arturohasta la puerta. Allí le dio la mano y se despidiócon fingido afecto . Afortunadamente ninguno deellos notó que una sombra, escondida tras el en-trepaño, había seguido el hilo de la conversacióny antes de que salieran, se deslizó por el patio, sal-tó la tapia y se perdió en la noche.

Pero Rudecinda, quien a pesar de su sueño nose le escapaba el más leve movimiento, lo alcanzóa ver cuando huía escondiéndose de la luz de losfaroles tras los pilares de las casas, y sintió conorgullo :

-Este marido mío es una prenda - se dijo.Y de un sombrerazo apagó el candil quedando

la tienda a oscuras .Chico Guerrero no fue lo suficiente rápido para

ganar una apreciable delantera a don Arturo niescapar, al cruzar la esquina, a las miradas escru-

162

Page 11: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

tadoras de Urdaneta. El tendero miró hacia atrássin notar la persecución de que era objeto, peroel General se lanzó en seguida tras sus pasos, tra-tando de ocultarse tras los huecos de los portones .

La ciudad estaba dormida y el viento en calma .Ni siquiera el mar entonaba la romanza de susolas, y en el ambiente de la naturaleza toda flota-ba una melancolía indefinible .

Delvalle había tomado la calle Real para alar-gar la caminata . Entonces Chico atravesó audaz-mente los patios que daban a la calle siguiente, yechó a correr sin pensar que podía atraer las sos-pechas de algún sereno .

Urdaneta, asombrado de la desaparición, noatinó a seguir la pista. Tuvo que regresar malhu-morado al Cuartel, con el amargo quebranto deperder, quizá, una pista que le hubiera indicadoel escondite de algún cabecilla revolucionario .

Cuando Chico llegó a casa de los Delvalle, yaAlicia se preparaba a dormir, cansada de esperarsu padre que seguramente había encontrado al-

gún viejo amigo con quien formar tertulia en laplaza .

El le relató la conversación que había oído en-tre su padre y Urdaneta, con todo el lujo de deta-lles de que siempre hacía gala. Montenegro oyó elrumor de voces y al reconocer a Chico bajó delaltillo. Cuando se enteró de que el General ven-cría al día siguiente a entregar los sueldos atrasa-dos a Delvalle, su imaginación sagaz abarcó enseguida los motivos de tan precipitada visita y lamanera fácil como había arreglado la cuenta, enesos días en que el erario era insuficiente parasatisfacer siquiera la paga del ejército . Y comohallaba peligroso el escondite, no tuvo otra solu-ción que acudir al subsuelo.

Ayudado por Guerrero, levantó cuidadosamen-

163

Page 12: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

te las tablas del cuarto de Alicia, justamente de-bajo de su lecho. Con una azada y un pico, comen-zó a cavar en seguida un hueco, ante el asombro-de la muchacha y la admiración del tendero.

-Id vosotros llevando la tierra al jardín y re-gándola con cuidado, de tal manera que parezcaabonada.

El viejo Delvalle, que llegó en medio de la ta-rea, comprendió entonces que había estado a pun-to de vender al hombre que quería como a unhijo, y se prestó a cargar, con una vieja lata, latierra que iba sacando Daniel .

A la mañana siguiente, ya el valiente caudilloestaba debidamente instalado en su nuevo escon-dite, que, aunque reducido, le permitía con todaseguridad ocultarse a las pesquisas de Urdaneta.

Alicia le bajó suficiente agua y alimentos paraque pasara las horas del día, y ella misma se arre-gló con la sencillez con que acostumbraba presen-tarse. Así, a la hora en que llegó el General con eldinero de don Arturo, la encontró en el portal te-jiendo una blusa, y estaba tan bella y radiante,sin los rasgos que pudieran acusar la fatiga de lanoche en vela, que Urdaneta se sintió indefenso ycomprendió que sus cálculos habían fallado .

Para disimular su desilusión comenzó a alabarlas manos maestras de la muchacha que se des-empeñaban tan maravillosamente en el tejido .

-Oh, no crea, General - le respondió ella co-hibida-, está usted equivocado . Así como puedenser tersas en las labores de la costura, también semarchitan cuando cultivan las flores .

-¡Pero usted es una amita de casa múltiple!Sin duda alguna habrá hecho del jardín un pri-mor. No me extraña que sus plantas produzcanunas flores tan hermosas como la magnolia quetiene prendida en sus cabellos .

164

Page 13: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-Es usted muy galante, General, pero estasflores crecen lozanas por la tierra y no por la jar-dinera.

-Dicen que la curiosidad es innata en las mu-jeres, pero yo quiero cerciorarme de las razonesque usted aduce - dijo él levantándose de la silla .

Fue entonces cuando comprendió Alicia quelas circunstancias que la rodeaban eran peligro-sas. Y cerrando los ojos a la realidad y el cora-zón a las emociones que pudieran delatarla, res-pondió :

-Puede usted pasar, General, a sabiendas deque nos honra con su visita .

La tía Mariquita se disponía a sacar agua delpozo de brocal cuando notó que se abría la rejillaque separaba el patio de la casa. Y vio tanta in-quietud en la mirada que le dirigió Alicia, quecomprendió al instante sus deseos .

Junto a ella estaba la azada que la noche ante-rior habían usado en la ingrata tarea de abrir elhueco para esconder a Daniel. Ella la cogió apa-rentando ignorar la presencia del visitante y sepuso a remover la tierra aun fresca y húmeda .

Urdaneta pasó los ojos interesados por el jar-dín profusamente florido, mientras Alicia se diri-gía con natural desenfado a la tía para que prepa-rase un fresco con las granadillas recién cortadas .Cuando se lo ofreció al General, le temblaban lasmanos, pero él no sospechó la causa de esa de-sazón porque observaba con deleite los ramos dejazmines y magnolias cuyo aroma le traía el vien-to en suaves y pausados giros .

Don Arturo no había llegado aún del trabajocuando él se despidió de Alicia, tranquilizado por-que no había muestra alguna de que Montenegroestaba en la casa.

Dolorosamente aceptaba que el Gobierno había

1 65

Page 14: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

cancelado una deuda sin obtener los resultadosque deseaba.

i ∎

Sobre las paredes blancas, casi desteñidas delas casas, el viento arrojaba ráfagas de lluvia . Elmar estaba encrespado y en el cielo, las nubes ini-ciaban una tumultuosa carrera .

Ramona Urriola llegó completamente empapa-da a casa de los Delvalle, y tocó en la puerta . Latía Mariquita salió a recibirla y la instó a que en-trara.

-¡Pero, criatura, cómo la encuentro 1 - excla-mó ella apenada.

-No es nada, señora, y perdone que venga amolestarla con este tiempo, pero me urge hablarcon Daniel.

-¿Con Daniel? El no vive aquí . . .Ramona sonrió con candor .-Es inútil, señora; Chico me dijo que estaba

escondido aquí. No tema, que yo también soy pa-triota. Créame que es de tanto interés la noticiaque le traigo, que usted se arrepentirá si me loniega.

Mariquita, que estaba sola porque Alicia habíasalido antes de que comenzara la lluvia, fue a lla-mar a Daniel .

-¿Por qué se oculta de mí? - le preguntó Ra-mona tendiéndole la mano .

-No sabía que era usted, señorita. Hay tanpoca lealtad en los corazones, que uno teme hastade su sombra porque la sombre lo vende .

Con tanta amargura hablaba, que ella se turbóun momento.

-¿Sabe que Gabriela está enferma? - le dijoal cabo.

166

Page 15: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¿Enferma? ¿De qué? - exclamó él, asustado .-Desde el día aquel en que recibió la ingrata

impresión en el portal, no la abandona la fiebre .¡Usted ignora todo lo que ella esá sufriendo¡

-¡ Yo sé todo, señorita Ramona 1 ¡ Yo com-prendo todo lo que la martiriza 1

-Ella cree que usted ya no la quiere, que cadadía se aparta más de su lado.

Daniel cerró los ojos con vergüenza. ¿Qué po-día responder si todo se conjuraba contra la ver-dad? Quería seguir siendo firme, leal a sus convic-clones y seguro para defender a Gabriela de uninútil sacrificio. Pero las palabras de Ramona sig-nificaban la desesperación, y eso lo turbó .

-¿Verdad que la ha olvidado? - insistió ella.-No, no la he olvidado.¡Qué frías sonaron sus palabras¡ ¿Por qué no

tenían ya el calor de las lejanas emociones, cuan-do pensaba que nunca dejaría de quererla ni ja-más habría fuerza en el mundo capaz de sepa-rarlos?

Por un momento deseó rebelarse a la ruta queescogió su destino, y sobre la cual marchaba conlos ojos vendados y el corazón ajeno a la quimera .

La voz serena, dulce, de ella lo sacudió nueva-mente .

-¿Por qué, entonces, se esconde, Daniel? ¿Porqué le huye si acaso no la ha olvidado? ¿No com-prende lo que ella sufre con su ausencia?

-Yo no le huyo, no ¿por qué había de huirlesi la quiero cada día más?

-Hace muchos días que ella no lo ve ; sus úl-timas palabras no fueron de amor, porque lasideas de una revolución lo cegaron y le hicieronolvidar que ella estaba junto a usted ¡ para seguir-lo, para defenderlo aún con el escudo de su pro-pia vida 1

167

Page 16: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-Ella no puede hacer eso, ella no puede sacri-ficarse por mi, señorita Ramona. ¿Ya ve entoncespor qué me alejo de su lado? ¿No comprende quelo que quiero es salvarla?

-Cuando dos corazones se encuentran, debenmarchar por un mismo camino, ya esté sembradode rosas, o erizado de espinas . ¿Por qué no es lealcon ella?

Hizo con tanta pena la pregunta, que él se sin-tió derrotado y bajó la cabeza .

-¿No me contesta? - insistió Ramona .-¡Oh, Dios mío l ¿Será tan fatal mi destino

que me obligue a renunciar a las promesas de an-taño? Hace días sufro en esta oscuridad, usted nosabe señorita Ramona, sin hallar quietud en mialma. No tengo paz, no tengo la seguridad de sen-tirme amado, porque todo se conjura para hacer-me ingrato el tiempo. Y alguna vez tendré quedesafiar el peligro porque siento que ella podríaolvidarme .

-Ella lo espera todas las noches, ¡lo esperarásiempre !

-¡Qué buena es usted, señorita, ¿por qué haceeso por mí? Dígale que iré esta noche aunque des-pués me cojan prisionero .

Ramona tembló de pesar .-¿Va a ir pues? ¿Y si lo persiguen?-No lo harán, porque yo sabré de qué valerme .Enternecida le cogió la mano entre las suyas,

y él se dejó subyugar por tanta ternura, porqueya estaba vencido y era incapaz de rebelarse .

Sin embargo, cuando estaba ya junto a lapuerta, él se llenó de miedo y le preguntó :

-¿Y si, luego, no quisiera recibirme?-Gabriela nunca hará eso . ¡ Lo quiere por en-

cima de todo!Esa misma noche él salió del hueco en donde

168

Page 17: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

yacía envuelto en silencio y humedad, y disfraza-do de campesino desafió con valor el peligro queentrañaba su presencia en las calles vigiladas dela ciudad. La barba le daba un aspecto respetabley el vestido andrajoso y polvoriento lo puso a cu-bierto de cualquier sospecha .

Iba triste y cansado, como si un presentimien-to cruel le avisara la cercanía de la muerte.

Cuando llegó a casa de los Ocampo, se deslizópor el portal y golpeó con el puño la puerta quedaba a la sala .

Todo daba la impresión de que no había na-die. Un silencio absoluto rodeaba la calle enteray Daniel temió que no lo escucharan . Pero notuvo que insistir porque el propio Goyo le abrióla puerta en el instante en que Ocampo pregun-taba

-¿Quién es, Goyo?-¡ Soy yo, don Octavio, soy Daniel !-Adelante, mi querido amigo, pase sin temor .Daniel entró con el sombrero en la mano y

sonrió al notar el gesto de sorpresa de Ocampo .-Pero, ¿por qué andurriales se ha metido us-

ted, amigo mío?-Soy un sencillo campesino, don Octavio, y a

pesar de ello, sentía miedo de que me fuera a re-conocer una banda de «desguazadores..

-Tiene entonces una suerte espantosa, porquea estas horas el que se aventura por esas calles vaa dar en la cárcel o en el cementerio .

-Y Gabriela, ¿cómo sigue? - inquirió él .-Hoy ha pasado el día sin fiebre . ¿Quiere

verla?Cuando entraron en la alcoba, Gabriela dor-

mía. Pero su padre alzó la luz de la lámpara y sureflejo hizo que despertara . Daniel se acercó allecho y la miró con honda ternura .

169

Page 18: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Don Octavio se retiró, dejándolos solos .-Daniel - dijo ella al notar su presencia -

¿es realmente usted? Si me parece que es unsueño.

El no pudo responder porque su corazón sediluyó en una onda sentimental . Gabriela estabapálida entre las almohadas de fundas tejidas, quele daban un aspecto desfalleciente .

-¿Por qué no había venido antes? - prosiguióllena de tristeza- . ¿Pensaba que lo había olvida-do, o temía caer en manos de los «desguazadores»?

El movió la cabeza, deseoso de que todo pasa-ra, que no hubiese necesidad de una explicación,que el cielo se aclarara para ellos y volvieran aser los de antes.

-Una vez me mandó llamar para que lo ayu-dara y fui. ¿Cree ahora que porque estoy enfermaya no puede contar conmigo?'

El lo negó con un gesto porque no tenía pala-bras para destruir su error . Ella jamás le habíahablado así, y al verla olvidar la desconfianza deantaño, le parecía que había perdido el ánimode ocultar las cosas.

-Es verdad que ahora soy una inútil - prosi-guió Gabriela con un dejo de amargura- . Mi ca-beza sigue desvariando por efecto del golpe ysiento mis manos vacías como si todo lo que yopodía hacer se hubiera ido con mi salud. Ya séque no puedo ayudarlo, Daniel, ¿Es por eso por loque me tiene olvidada?-¡Oh, Gabriela!, ¿por qué habla así? ¡Si us-

ted está casi buena, si todo lo que ha hecho pormí no podré pagárselo nunca! Usted me ha hechosentir la ilusión más grata de mi vida, por ustedestoy luchando contra fuerzas superiores, por us-ted me he lanzado a esta aventura que su amordefiende. Ahora comprendo por qué me sentía tan

170

Page 19: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

desamparado. ¡Y era que usted estaba enferma yyo no lo sabía ¡ ¡Ya ve si tanto necesito de su pa-labra para conformarme, que cuando estoy solome vuelvo cobarde!

Ella sonrió levemente, y respondió :-Un hombre que se ha echado sobre sus hom-

bros la responsabilidad de una revolución no pue-de ser cobarde . ¿Por qué entonces no se entregóaquella noche a sus perseguidores? ¿Por qué tan-tas veces como ahora ha desafiado al enemigo pararecorrer la ciudad que lo tiene encerrado en susmurallas?

-Así es, Gabriela, pero ya esos hechos son pa-sados y mi estado de ánimo es distinto . Tal vezhice aquellas cosas cegado por la ira, como unotiene a veces ciertos ímpetus inspirado en el licor,en la cólera, en la venganza. Y eso no es valor . Yotengo la infinita fatalidad de ser oscuro en misapreciaciones y cuando dejo de sentir una voz deesperanza como la suya, decaen mis ambiciones .

-Usted puede luchar sin mi, Daniel, porquehay algo más efectivo en este momento que yo ;y es la patria que está en peligro, son sus amigosque confían en Ud., con sus parientes que esperande usted su salvación.

-Hay ciertos hechos en la vida, Gabriela, queaparentemente carecen de importancia . Yo estabaacostumbrado a marcar mi derrotero de acuerdocon mi corazón, sin intromisión de nadie . Si en-contraba una dificultad, la vencía porque tenía di-nero, o la apartaba de mi lado . Desde niño mefueron acostumbrando a hacer de mis deseos unmandato. Por eso la vida tenía para mí el ropajeblanco ajeno a las contrariedades. Pero cuandosurgió la tiranía de Alzuru y en mi alma creció uninstinto rebelde de combatir, aprendí a saber loque es no bastarse a sí mismo, ceder ante ciertas

171

Page 20: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

imposiciones que son convenientes a la causa,usar de la paciencia y de la astucia para llegar altriunfo final, desligarse de ciertos seres a quienesuno ama, para que sobre ellos no caiga la injusti-cia de una represalia .

Ella temió haber llegado al momento dolorosode oír un nombre y ciegamente lo precipitó :

-Pero nadie sospecha de los Delvalles - dijocon voz indecisa.

-Ya llegará el momento en que los descubran.Me duele tanto la situación de mis tíos . . .

-Y Alicia, ¿no piensa usted en ella?-Alicia está tan ligada a mi vida, Gabriela -

respondió él ingenuamente - que la quiero comoa una hermana. Alguna vez la conocerá usted yestoy seguro de que llegará a quererla tanto comola quiero yo .

-¿Sabe ella de los pasos que usted está dando?-Yo le he comunicado algunos detalles para

que no esté desprevenida, pero quiero alejarla delos sucesos graves porque es capaz de complicarseen defensa de mi vida . La noche última, cuandollegué, tuve que avisarle que no podía ocultarmeen su casa porque necesitaba con frecuencia delos servicios de Chico .

Mientras Daniel hablaba con ese dejo de me-lancolía que conmovía a la muchacha, ella tratabade atar las expresiones y analizarlas en su fondopara formarse un concepto real de su estado deánimo. Pero cuando él habló de Alicia y le explicólas causas que lo atraían a ella, sintió unos de-seos de correr a su lado, de recostar su cabeza so-bre los hombros de él y pedirle perdón por haberdudado de su cariño .

Lo miró entonces con una expresión de ternu-ra infinita, como si en sus ojos cristalinos sur-giera una nueva luz, más vivificante que la de las

172

Page 21: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

estrellas y en donde sus almas se bañaran parasentir un alivio eterno .

Era ya la media noche. El se levantó y la mirópor última vez . Se encaminó entonces a la puerta .Todo parecía brillar a su alrededor : el suelo, losmuebles, los cuadros de la alcoba que se imagina-ba esplendorosamente iluminada .

Y recogiendo su sombrero se volvió hacia ellay le dijo sencillamente :

-Adiós, Gabriela . Sólo puedo agregarle que suamor sigue siendo mi única guía .

Aquellas palabras fueron para la muchachauna revelación más que la conmovió intensamen-te. Y cuando él cerró la puerta, pensó que la luzde la lámpara se había apagado y la alcoba habíaquedado en penumbra.

Cuando Daniel salió por la puerta principal,encontró al viejo Ocampo dormido en una mece-dora de la sala .

A esas horas, las calles estaban solitarias . Peroél temió que lo estuviesen espiando, y se deslizópor entre los portales .

Al llegar junto a la plaza notó que un grupode soldados venía en dirección contraria . Rápida-mente se ocultó tras una de las columnas del Ca-bildo, con tan mala suerte que se le cayó el cu-chillo que llevaba al cinto .

-¿Qué pasa allí? - preguntó el Teniente Hi-nestroza dirigiéndose al sitio donde él se hallaba .

Daniel se sentó entonces en la base e inclinan-do la cabeza sobre uno de sus hombros cerró losojos y se echó el sombrero sobre la frente .

La tenue luz de la luna menguante no alcanza-ba a alumbrar lo suficiente la escena . A pesar deque los hombres estaban cerca, sus rostros no sedistinguían claramente. Daniel sintió que la san-gre se le helaba en las venas, porque aunque no

173

Page 22: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

había visto al militar que los dirigía, esa voz bas-taba para reconocerlo. Se mordió los labios deimpotencia y como siempre, se abandonó a su des-tino.

Gonzalo se acercó con recelo y de un golpe letumbó el sombrero, pero el sujeto no se movió .

-Es un infeliz campesino que se habrá toma-do más tragos de la cuenta - dijo desilusionado.

-No vale la pena desplumarlo, mi Teniente -agregó otro- porque seguramente todo lo quetenía se lo habrá gastado .

-¿Entonces qué disponemos?-Dejémoslo, Teniente, que la noche avanza y

tenemos prisa .-i Qué lástima que no sea un soldado del mal-

vado Herrera! - exclamó Hinestroza dándole unplanazo con su espada en el hombro .

Cuando se perdieron en la próxima bocacalle,Daniel se levantó de un salto y exclamó :

-!Gran Dios y el galón que acaba de perdereste imbécil!

Y tomando nuevamente su camino se perdióen la noche.

La noticia de la toma del Fuerte Chagres porlas tropas del Coronel Herrera causó profundadesazón en el ánimo de Alzuru . A los pocos díaslas avanzadas que tenía en Capireja al mando deuno de los Comandantes en quien tenía fe ciega,José Pío V. Delvalle, se rebelaron contra el Go-bierno y se pasaron a las filas del Ejército Liber-tador.

Herrera resolvió entonces no esperar los re-fuerzos que prometió enviarle el General Luquedesde Santa Marta y comenzó a moverse hacia la

174

Page 23: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

capital, para lo cual transportó sus tropas de Por-tobelo a Chagres en los barcos «Zullas y «Pro-tector» .

De esta última población marchó por tierrahacia Gorgona. A través de selvas inhóspitas, don-de las fieras acechaban el paso de los soldados,parecía una caravana famélica que en vez de lavictoria buscaba la muerte .

Pero los corazones se engrandecieron en mediode las penalidades, y después de varios días deangustiosa marcha llegaron a su destino .

Allí pernoctaron tres días. Después de haberrecibido municiones de Chagres, avanzaron haciala capital por la ruta de La Chorrera y acamparonen la hacienda del Aguacate, cerca de los llanosde Bique .

Un emisario audaz y valiente atravesó las lí-neas de defensa de la atemorizada ciudad, y avisóa los conjurados que había llegado la hora de le-vantarse en armas . Una gran cantidad de riflespudo ser introducida procedente de la aldea de laBoca, y depositada en una casa que Agustín Talla-ferro poseía en el barrio de Boyaín.

Después del toque de ánimas, Daniel salió delrefugio en que a duras penas podía mantenerse ybajó la luz de la lámpara colocada en la mesa delcomedor. Se sentó con las manos en la cabeza,mientras Alicia lo miraba con profunda inquietud .

A lo lejos se oía el grito del sereno, y aratos, una brisa fría mecía las persianas de laspuertas .

Don Arturo y la tía Mariquita se habían acos-tado. En la penumbra del comedor, Alicia parecíadominada por el sueño. Pero no dormía, atenta almenor movimiento de Daniel cuya vida estabaahora más en peligro que nunca .

Daniel estaba intranquilo. A veces cerraba los

175

Page 24: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

ojos y aparecía Gabriela, llena de amor y de fe,como si quisiera infundirle ánimo. Pero, cuandovolvía a abrirlos, quedaba otra vez vagando en laoscuridad de la Indecisión, en el silencio, enla nada.

La queja del viento, que se hizo más intensa,lo volvió a la realidad. Y como había dispuesto iresa noche a buscar las armas para la revuelta encompañía de Tallaferro y los valientes hijos deLasso de la Vega y González, se levantó a escrutarla calle, a esa hora callada y medrosa .

Se volvió luego para decirle a Alicia que podíaacostarse y notó con desasosiego que la silla esta-ba vacía. Frunció el celo con malicia y ya iba ainiciar su búsqueda cuando ella apareció despavo-rida por la puerta que daba al jardín :

-¡ Daniel, Daniel, escóndete 1 1 Vienen a bus-carte l ¡ Oh, por Dios, no demores que ya se acer-can por la tapia de atras !

El se llenó de sobresalto, pero no por ello sedejó convencer. Se embonó rápidamente en la capay salió al jardín en donde se ocultó tras el brocaldel pozo .

Un golpe suave como si hubiese sido dado pornudos femeninos, y luego un minuto de inquietudsuprema. Entonces Daniel se acercó con audaciay abrió de un golpe la puerta .

-Buenas noches, mi amito .-Entra Chanita . Ya me tenías desesperado .

¿Viste si alguien venía siguiéndote?-No, mi amo. Nadie me seguía. El niño Chico

me dijo esta madrugada que uté me necesitabadimpué del toque a las ánimas, y aquí me tienepara serví a Dió y a uté .

-Muchas gracias, Chana. Ven acá.Y llevándola de la mano al comedor, le pre-guntó:

176

Page 25: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¿Conoces la casa del tío de tu amita?-¿El niño Agutín? Sí, pué, batante recao llevo

de niña Gabriela.-Pues bien, llévale esta carta ahora mismo, y

no te la dejes ver de nadie .-No tenga cuidado, mi amo.-Fíjate que no tiene ningún nombre escrito

en el sobre, pero eso no importa porque ya él sabede qué se trata . Y toma estos dos reales para quete compres unos tamalitos .

-Mucha gracia, mi amo . Su mercé pué confiaren mí .

Cuando la negrita se fue, Daniel volvió dondeAlicia. Ella, que conocía todos los pormenores dela revolución, le cogió la mano entre las suyascon indecible ternura.

-Tengo miedo, Daniel, tengo mucho miedo deque te maten .

-No seas tontuela, Alicia, ten confianza en midestino como lo tengo yo. Anda a dormir y rezapor nuestra próxima victoria.

Y para que ella olvidara los sinsabores de laespera y tuviese un sueño consolador, le tomó elrostro entre sus manos frías y la besó en los la-bios. Era la primera vez en su vida que ella sentíaesa caricia y sonrió a través de sus lágrimas, por-que inocentemente creía que su amor florecíacomo en la noche oscura resplandecen las es-trellas.

Rato después él se deslizó por el patio, saltó lamuralla y se encaminó al barrio de Boyaín, enuna de cuyas casas estaban escondidas las armas.

Urdaneta no volvió a visitar más a don Arturo.Pero aunque no pudo descubrir indicio alguno dela existencia de Daniel, no por eso abandonó laidea de ejercer cierta vigilancia en los alrededo-del barrio .

1 77

Page 26: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

El mismo se dedicaba a veces a recorrer lascalles. Nunca se acercaba al hogar de los Delva-lles, a pesar de que le atraía la belleza sencilla deAlicia. Una noche, sin embargo, llegó hasta la es-quina, solitaria y lóbrega porque ya no se encen-dían los faroles, y ya iba a regresar cuando divisóuna sombra que salía del patio. En seguida sospe-chó algo inusitado y se recostó a la pared en elmomento en que ella cruzaba hacia la acera deenfrente. Entonces pudo reconocer a una mulati-ta y le siguió los pasos .

La ciudad estaba desierta. Hasta las mismasrondas y los serenos parecían haberse esfumadode las calles dormidas, y eso llenó de temor aChanita que echó a correr como una desesperaday pasó muy cerca a Urdaneta. Este salió entoncesde su escondite y comenzó una singular perse-cución .

Calle arriba, las dos sombras trataban de des-pistarse, una con la ligereza de sus piernas, otracon la astucia de sus movimientos . Y así ibanacortándose las distancias hasta el momento enque, de improviso, apareció en la esquina próximaun soldado que a una señal de Urdaneta atrapó ala chiquilla.

Ella trató de luchar en vano para zafarse delas manos que como garras la aprisionaban, y alintentar tragarse la carta para cumplir su palabraempeñada aunque le costase la vida, el Generalanduvo más activo y se la arrebató violentamente .

-¿Sabes que eres demasiado lista?-Déme esa carta, que es ajena - respondió

ella temblando de miedo .-Eso quisieras tú, bribonzuela, pero éstas no

son horas de llevar mensajes . Debías estar dur-miendo en tu casa, y para que veas que no soycruel, te enviaré a un buen sitio .

178

Page 27: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-Llévela al Cuartel y manténgala a buen re-caudo, sin permitirle que hable con nadie - agre-gó dirigiéndose al soldado .

-Pierda Ud. cuidado, mi General.El soldado tomó por un brazo a Chanita y la

llevó al Cuartel en una de cuyas celdas fue alo-jada .

La negrita era valiente y audaz, pero las cir-cunstancias en que se hallaba no eran propiciaspara desempeñarse con la sangre fría que el mo-mento exigía.

El sitio donde había sido llevada era estrechoy húmedo. Una reja defendida por gruesos barro-tes dejaba entrar un aire frío que hacía más des-agradable la estancia . De vez en cuando se oía elgolpe sordo de las olas contra el acantilado de lasBóvedas .

Chanita volvió los ojos hacia la reja y notó condesaliento que por allí no había señal de salva-ción. Buscó luego la puerta y la encontró inexpug-nable, con la barra de hierro que la atravesaba .

Entonces comenzó a invadirla la desespera-ción. Pensó que el viejo Goyo había descubiertosu fuga y se la había comunicado a la niña Ga-briela. Seguramente ella habría llorado muchoporque la quería como una hija, y luego, acom-pañada de Goyo, habría salida a buscarla por laciudad .

Tal vez pasarían por la tienda de Chico, a esashoras desierta de parroquianos, y habrían inquiri-do por ella . Ante el dolor de la amita, Guerrerose habría compadecido viéndose obligado a reve-lar el secreto, ese secreto inviolable por el queella hubiese dado la vida. Continuaba luego la bús-queda incesante, Gabriela temblando de miedo,Goyo con el látigo en la mano, dispuesto a «mar-carla a cuerazos». Pero los Delvalle, a quienes

179

Page 28: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

habrían ido a preguntar, ignorarían también elrumbo que ella había seguido. Sólo Daniel sospe-charla entonces la triste verdad, su persecución,su lucha inútil por salvar la carta, y finalmente, suencarcelamiento.

¡Por primera vez en su vida había dejado decumplir su palabra! Y sintió tanto dolor y tantadesventura que se echó a llorar sobre las frías lo-sas de la celda hasta que se quedó dormida.

Había caído el invierno con mayor dureza queotros años . La lluvia se desmenuzaba en diminu-tas gotas formando charcos y lodazales en las ca-lles lóbregas y silenciosas .

La casa que Agustín Tallaferro poseía en el ba-rrio de Boyaín tenía un amplio patio atrás, sem-brado de naranjos . Una tapia de piedras que elmusgo y la maleza habían cubierto por completo,la defendían de la curiosidad popular. Como teníamucho tiempo de estar desocupada, daba la apa-riencia de una casa triste y medrosa .

Daniel llegó primero a la cita, y entró por unarejilla falsa que ocultaba la hiedra . Mientras sesacudía la capa de las gotas de lluvia, llegaron La-sso de la Vega y el hijo del Dr . González .

Se dieron la mano calurosamente y penetraronen la casa a oscuras . Daniel prendió una vela desebo y se sentaron a esperar a Tallaferro . El teníala llave del cuarto en donde se guardaban lasarmas.

A cada momento se asomaba González a unaventana, salía al patio, escrutaba la calle .

-Todavía no llega - decía lleno de desaliento .-No te impacientes, que aún es temprano -

manifestaba Daniel con su habitual sangre fría .

180

Page 29: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¿Y tú quedaste en avisarle?-Esta noche le envié un mensaje, y aunque

no le decía el sitio, él debía comprenderlo de an-temano .

-¿Es fiel el mensajero? - preguntó Lasso dela Vega .

-De mi absoluta confianza. Estoy seguro deque ha recibido la carta .

-l Es raro que no haya venido!En ese momento se oyó el ruido de una rama

al quebrarse y los tres se levantaron instantánea-mente. Pero antes de que llegaran a la puerta,sonó un golpe tremendo y una voz que gritaba :

-!Ríndanse en nombre del Gobierno!Lasso de la Vega y González sacaron sus pisto-

las y se agazaparon debajo de la mesa. Daniel seocultó en un rincón y preparó su sable .

La puerta crujió al empuje que los soldadoshacían con las culatas de los rifles y se abrió degolpe. Los asaltados respondieron disparando va-rios pistoletazos que tendieron sin vida a los pri-meros que penetraron .

Pero los soldados se repusieron y cargaron asu vez con saña cruel . La estancia se volvió en-tonces una confusión enorme. Los valientes cons-piradores se defendían con desesperación, atacan-do y respondiendo a los numerosos ataques queles caían como un alud.

Daniel comprendió que la acción estaba perdi-da, y de un sablazo tumbó la vela quedando elcuarto a oscuras . Se entabló así un combate cuer-po a cuerpo en el que no se distinguían unos deotros. El aire se hacía cada vez más irrespirablepor el humo de la pólvora y el jadear de unos semezclaba con los ayes de los otros . Lasso de laVega y González cayeron al fin mortalmente heri-dos y Daniel se replegó hacia la puerta trasera

181

Page 30: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

que abrió de un formidable empellón, y siguió lu-chando con el sable dando tajos a diestra y si-niestra .

Tenía una herida en el hombro que comenzabaa dolerle intensamente y el sombrero se le habíacaído en la lucha dejando al descubierto su cabe-llera hirsuta .

Cuando pudo al fin acercarse de espaldas a latapia, dio un salto magnífico y huyó por la calleperseguido de cerca por la soldadesca sedienta desangre .

Como era más ágil que sus enemigos y conocíalos dédalos del barrio, bien pronto pudo mante-ner una distancia apreciable . Las sombras de lanoche ocultaban la escena y él las aprovechó parameterse entre unos matorrales y salir al patio dedon Pedro Urriola .

Tocó a la puerta quedamente y al rato le abrióuno de la servidumbre. Sin identificarse penetrócomo un desesperado y se escondió en la cocina .Allí lo encontró Ramona, que se había levantadoal ruido de voces, y al saber de quién se trataba,lo acogió resueltamente .

Le curó la herida, que por fortuna era leve ylo mantuvo escondido hasta el día siguiente por lanoche. De casa de los Urriola salió con otra ves-timenta que le proporcionó Ramona y penetró enla Estrella del Istmo», situada apenas a dos cua-drás. Chico estaba en ese instante guardando laleña cuando se le apareció Daniel . Al oír de labiosdel aguerrido revolucionario la persecución de queera objeto, lo llevó al desván en donde lo ocultóentre cajas de víveres y sacos de maíz .

-La revolución está a punto de fracasar, Chi-co -le dijo tristemente-. El armamento conque contábamos ha sido capturado por Alzuru, yno sabemos nada de don Agustín Tallaferro .

1 82

Page 31: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-La niña Gabriela anda desesperada buscan-do a la negrita que se ha perdido, después queusted me mandó a llamarla - manifestó Guerre-ro sin aprensión .

-¿Cómo dices, Chico? ¿Chinita perdida?-Como usted lo oye, don Daniel .-!Entonces la han capturado!Sólo así vino a comprender Montenegro la cau-

sa por la cual Tallaferro no había acudido a lacita y el descubrimiento del complot por los sica-rios del Gobierno.Cuando llegó el alba, se había rendido al sue-ño y al pesar.

La noticia del fracaso de la conspiración paraderrocar a Alzuru y abrir las puertas de la ciudadal Ejército del Coronel Herrera produjo un estu-por enorme en los sectores de la sociedad istme-ña. La muerte de dos de sus valerosos miembroscausó, más que indignación, tremendo descon-cierto. Pero cuando se supo que el más peligrosoy audaz había logrado escapar, una esperanzaalentó en todos los corazones .

Había que ayudarlo a huir, que precipitar losacontecimientos, que levantarse en armas antesde que fuese demasiado tarde. Pero faltaba la ca-beza y era necesario conseguirla .

Muy pronto los «desguazadores» iniciaron labúsqueda del cabecilla, registrando cuidadosamen-te las casas. Daniel comprendió que su situaciónse hacía insostenible y en la noche abandonó re-sueltamente la tienda para ir a refugiarse en lacasa del Dr. Blas Arosemena .

El inclito varón le arregló un escondrijo provi-sional, porque el objeto de Montenegro era acer-carse a la playa para escapar en una de las balan-dras surtas en la bahía .

Uno de los sirvientes del Dr. Arosemena se en-

183

Page 32: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

cargó de conseguir entre los marinos fieles, elpiloto que estuviere dispuesto a jugarse la vidaen ejecutar la empresa.

Después de ciertas investigaciones, el mulato,que era muy ladino, obtuvo los servicios de Ze-nón, un apacible marino de la Playa de Trujillo,quien se aprestó inmediatamente para el zarpe.

Pero como le faltaban ciertos aparejos de lanave, fue a su casa en busca de ellos. Su mujer,que lo esperaba para la cena, se extrañó de lospreparativos del marino, y como era maliciosa ypersistente, lo obligó a confesarle la magnitud dela obra.

Cuando Zenón se fue, ella, que estaba orgullo .sa de que su marido participara de la gloria de larevolución, lo contó a una vecina cuyo hijo traba-jaba de aseador en el arsenal.

El muchaco oyó la noticia y alentado por unarecompensa, sin penetrar en la villanía que entra-ñaba la acción, y en el golpe que le daba a la re-vuelta de sus propios paisanos, corrió a casa delGeneral y delató la fuga .

Antes de regresar a la nave, Zenón pasó a casade los Arosemena y dio a Daniel las últimas ins-trucciones en relación con el sitio de embarque ylas precauciones que debía tomar .

Pero al bravo muchacho no le interesaba ya lacautela de sus pasos, porque tenía el presenti-miento de la derrota. Sobre su alma iban cayendo,gota a gota, las contrariedades del movimiento .Parecia faltarle nuevamente el apoyo de Gabriela,su palabra que lo empujara a seguir adelante .

Su corazón, lleno de contradicciones, se seresnaba a ratos ante la imagen de ella, que en la úl-tima noche le indicó su verdadero destino. Perodespués volvía a caer en un marasmo desconsola-dor, y a pesar de los medios que le proporciona-

184

Page 33: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

ban para salvarle, no se cuidaba como aquel náu-frago que rehuyó salvarse para no quebrantar suvoluntad de rendirse a la oscuridad del mar.

El Dr. Blas Arosemena estuvo hasta el últimomomento de partir dándole consejos .

El Gobierno vigilaba todas las salidas . La ciu-dad había llegado a la cumbre de las zozobras .Había que llegar cuanto antes al lado de Herrerapara avisarle que una flota de barcos saldría enbreve a obstaculizar su marcha por el Río Grande .

Daniel no le oía, atento como estaba a otrascosas que le parecían menos inútiles .

De repente, sintió una loca ambición de lanzar-se a la lucha para que lo mataran y olvidar así lacongoja que lo abatía . Sólo así podría olvidar elfracaso de la reunión, en la que hallaron la muertesus amigos Lasso de la Vega y González . Se sentíaculpable de esa sangre inocente que le pesabacomo un fardo en el corazón .

Cuando el Dr. Blas lo despidió, él le dijo llenode amargos presentimientos

-Doctor, voy en busca de la muerte o de lavictoria. Si la suerte me es adversa, dígale a Ga-briela que mi último pensamiento fue para ella .

El ilustre ciudadano lo abrazó emocionado . Ledio luego un par de pistolas inglesas y le pusola capa. Parecía un padre que diera el adiós a suhijo. Daniel se escabulló por la calle oscura y soli-taria. Hacía un frío húmedo y tuvo que apresurarel paso porque ya el alba no tardaría en despun-tar. No había una sola sombra que llenara suespíritu de temor. Sin embargo, tenía miedo deabandonarse a su debilidad y jugarse tan fríamen-te la vida al azar .

Antes de llegar a la playa, quiso pasar por .LaEstrella del Istmo» para decirle a Chico su parti-da. Si algún transeúnte hubo que se lanzó a esas

185

Page 34: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

horas a la calle, no lo determinó, porque jamásse imaginó que él pudiese ser el hombre cuya ca-beza había puesto a precio el Gobierno .

Mas al doblar la esquina cerca a la iglesia deSan Felipe Neri, oyó pasos atrás y se volteó conrapidez llevándose las manos al cinto en buscade las pistolas .

Pero tuvo que enfundarlas de nuevo porqueera una dama cuyo rostro apenas se distinguía porla mantilla que lo ocultaba. Cuando estuvo cerca,él tuvo que hacer un esfuerzo supremo para nocaer allí mismo de rodillas .

-¡Gabriela, es usted! ¿Por qué sale a estashoras?

-¡ Oh, Dios mío ! -respondió ella, volviendolos ojos al cielo -. ¡ Dad fuerzas a mi corazón!

-Si está enferma, Gabriela, ¿por qué sale enesta madrugada tan fría? ¿No ve que puede ha-cerle daño?

-Gracias, Daniel, pero hoy he venido a con-fesarme con el padre Gracián . - Y agregó con vozdesfallecida- : ¿Se va?

-Sí, Gabriela, usted debe saber que me estánpersiguiendo.

-Papá sentirá mucho su partida - respondióella tratando de disimular su angustia.

-Ya no puedo demorarme más, Gabriela . Todoestá listo para mi fuga .

-Pero Daniel, ¿por qué se va si todas las sa-lidas están bloqueadas por los soldados de Alzuru?

-El movimiento en la ciudad ha fracasado ydebo agregarme cuanto antes a las fuerzas delCoronel Herrera .

Los ojos de Gabriela eran tristes, llenos de unacongoja que no podía disimular. Para no restarlevalor a él, los bajó un momento y Daniel compren-dió que ella no quería venderse .

186

Page 35: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Estaban, como siempre, frente a frente, tra-tando de ocultarse las debilidades para que suamor no se mellara con rasgos imprecisos y faltosde fe .

-¿No teme usted que lo maten, ahora que noquiere seguir mi consejo? -le preguntó ella- .Siempre sigue con el deseo de enfrentarse a lascircunstancias ciegamente, amparado por su estre-lla. ¡Si supiese lo valioso que es la prudencia!

El no temía ya al peligro que lo cercaba, porqueencontraba otra vez la palabra de ella que vivifi-caba sus intenciones de seguir luchando . Y si poruna ingratitud del destino caía víctimas de lasbalas enemigas, ella debía tener la seguridad deque había muerto en defensa de la patria y porsu amor.

-¡ Oh! - dijo Gabriela desfallecida .-Perdóneme si le he hablado así. Pero usted

debe ser valiente en estas horas aciagas que nosrodean, sobre todo ahora que vamos a separamos .

En ese momento se acercó Zenón, que veníade la playa y le dijo que se apresurara pues habíanotado ciertos movimientos sospechosos cercanosal lugar del embarque .

En efecto, Urdaneta, apenas recibió el aviso dela fuga de Daniel, distribuyó varias patrullas endiversos puntos de la costa. Escondidos entre losmatorrales, entre las murallas, entre las barcasviejas y carcomidas, los soldados esperaron lallegada del fugitivo. Pero ellos no escaparon ala curiosidad de Zenón quien, intranquilo por lademora del revolucionario fue a buscarlo .

Daniel comprendió dolorosamente que era horade partir. Tomó a Gabriela por los hombros y se laquedó mirando. En sus ansias, creía notar su ima-gen en las pupilas de ella y recoger toda la emociónque se asomaba silenciosa . Pero Gabriela no se

187

Page 36: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

dejó dominar por la impresión de la despedida yexclamó impetuosa, tuteándole por primera vez :

-¡Yo también me voy, Daniel! ¡No me dejes,Daniel, por favor!

Estaba derrotada, completamente vencida porel dolor de la separación, y el descorazonamientola invadió por completo. Recostó su cabeza so-bre el pecho de él y comenzó a llorar en silencio .

-¡Gabriela, mi dulce amaga! ¡Tú no debesllorar por eso!

Ella comprendió que estaba haciendo mal ehizo un esfuerzo por serenarse . A través de laslágrimas sonrió para engañarlo .

-¿Ves que ya no lloro? Vete ya, Daniel, antesde que sea tarde .

-Adiós, Gabriela . ¿Rezarás por mí?Ella no pudo contestarle. Daniel le tomó la

cabeza entre sus manos febriles y la besó enla boca, con un beso muy largo y muy hondo yhuyó después entre las sombras de la noche quese iba .

Ya el alba despuntaba en oriente y el vientocomenzaba a traer el rumor de la marca creciente .

En el camino se lo unió Zenón, que lo aguar-daba impaciente .

-Corra, don Daniel, que la cosa se está agra-vando .

Resguardándose en la oscuridad de los aleros,marcharon un largo trecho hasta que llegaron aun claro cercano a la playa . Se detuvieron un mo-mento indecisos, mientras Daniel observaba a sualrededor. De pronto exclamó :

-¡Oiga, Zenón, parece que alguien nos sigue!El marino se escondió entre varios matorrales

y observó unas sombras que se movían incesantes .La barca estaba cercana y había que decidirsepronto. Daniel hizo carrera frenética . Pero cuando

1 8 8

Page 37: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

llegaron al trecho de la plana que los separaba dela balandra, los ralearon los secuaces de Urdanetaintimidándoles rendición .

Ante el ataque inesperado, Daniel no tuvo tiem-po siquiera de acudir a las pistolas . Se encogió dehombros y dejó que lo ataran lo mismo que aZenón. El propio Urdaneta se extrañó de la pasi-vidad del revolucionario, que sólo dejó entreveruna sonrisa de amargura .

En el instante en que la patrulla llegaba jubi-losa al Cuartel, salía disparada la mulatita Chana .Se detuvo para dar paso al grupo y reconoció enseguida a uno de los prisioneros a Daniel .

Al llegar a la casa ante el asombro de Goyoque la creía perdida, relató la odisea de su vidaen la prisión, y el encuentro casual que había te-nido con Daniel . Estos datos la salvaron de unasegura tunda que Goyo le tenía preparada, porqueel viejo mayordomo se olvidó de ella para correrdonde Gabriela y darle la triste noticia .

Cuando él se fue Gabriela rompió a llorar comouna chiquilla. Había tenido hasta entonces, la fuer-za de los cantiles que soportaban el golpe de lasolas. Los momentos de paz que habían sido leves,no pudo disfrutarlos porque sentía que males ma-yores vendrían alguna vez a continuar golpeando,como el mar, su corazón. ¿Cómo pudo entoncesser dueña de su conciencia y de su voluntad siestaba atada al destino de un hombre que llevabatras sí el sello de la persecución?

Por eso, cuando al fin quiso detenerse en unremanso de paz que deseaba con toda su alma,se rindió al cansancio de la eterna aprensión yaque su cuerpo le negaba apoyo aunque fuese paraanunciarle una pena mayor .

Todo el día estuvo luchando con la tristeza yel desaliento que la invadían . Hubiera querido ir

1 89

Page 38: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

a la iglesia a confesarse, y que la palabra divinadel padre Gracián le iluminara el corazón .

Pero las calles estaban patrulladas por los sol-dados y «desguazadores», y su padre no le permi-tía salir .

Una fuerza incontrolable le impedía marchara la prisión y ofrecer su vida si era preciso porsalvar al hombre que era toda su esperanza . Perouna sombra parecía opacar después sus ansias in-finitas y volvía a caer en un marasmo desconso-lador.

Todo lo que la rodeaba era sombrío, como laniebla que en las mañanas lluviosas cubría la cimadel Ancón. Parecía encontrarse más sola que antes,desde la muerte de su madre, en que creyó quepara ella no había más mundo, y después de sudolor no quedaba algo más aterrador que la afec-tara.

¡Qué noble había sido Daniel! Tenía deseos deir a la prisión y echarse en sus brazos para llorarcon sus pobres ojos y decirle lo orgullosa y a lavez desesperada que estaba ahora .

Evitaba el encuentro con todos. Ramona Urrio-la fue a verla varias veces y se fingió dormida .Goyo, Chanita, hasta su mismo padre estaban olvi-dados en sus horas aciagas .

Cuando llegaba la hora de comer, se hacía ser-vir en la alcoba o acudía al comedor después quesu padre había terminado. Las veces que lograbaencontrarse con él, lo hallaba tan triste y acongo-jado, contagiado tal vez de su desventura que ledolía no tener fuerzas para consolarlo .

La casa fue cayendo en un abandono que dabalástima. Había perdido la elegancia y el prestigioque antaño fuera el orgullo de los Ocampos .

Goyo no se preocupaba por sacarle brillo alcoche. Chanita no atendía al jardín . La enredadera

1 90

Page 39: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

de .cundeamores» que daba sombra al pozo, undía se secó . Y así pareció que el dolor de Gabrielaimpregnaba las cosas con un aliento fatídico y mis-terioso .

A veces llegaba su tío Agustín, escapado mila-grosamente de caer prisionero gracias a la habi-lidad de Daniel y al valor de Chanita que se negóa delatarlo a pesar de las torturas a que la some-tieron, y la consolaba con palabras de esperanzaque ella sabía que eran engañosas. Porque él sesentía cobarde para decirle la cruel verdad, eldestino fatal que esperaba al infeliz revolucio-nario .

Un día, compadecido de su dolor silencioso,prometió hablarle al Teniente Hinestroza, conquien lo ligaba cierta amistad, para que le conce-diese una entrevista. El era el guardián de Daniely podría ablandarse su corazón ante el ruego de lamujer que callada e inútilmente seguía amando .

Esta vez lo pasó embargada por el soplo sutilde una esperanza. Pero al llegar la noche parecíanuevamente cansada de la lucha y cerró los ojosal sueño como un consuelo final que la arrastraraa la voluntad de Dios .

f • k

Una mañana, antes de que Arturo Delvalle sefuera al trabajo entró Alicia a su alcoba y le dijo :

-Papá, el Gobierno asaltó una casa en Boyaíny cogió preso a Daniel . Dicen que lo van a fusilar .

La buena estrella había salvado al viejo em-pleado de que Urdaneta pudiera encontrar en sucasa indicios de estar mezclado, en alguna forma,en los sucesos de la rebelión . El sagaz militar noestaba seguro del sitio de que había salido la mula-ta Chanita la noche aciaga de su captura . A esa

191

Page 40: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

casualidad y a la impresión que en el Generahabían causado la belleza y los modales sencillosde Alicia, debió el que no fuera molestado por laspatrullas que saqueaban sin tino los hogares ist-meños .

Pero cuando recrudeció la tiranía y Alzuruacudió a la fuerza para obtener dinero con quepagar a sus secuaces, se suprimieron muchos ser-vicios entre los cuales estaba el de auditor de cuen-tas. Y fue así como el viejo Delvalle dejó de verpor muchos días a Urdaneta y creer que habíaperdido el favor oficial .

Nuevamente se vio obligado a reducir sus gas-tos, pensando en su adorable Alicia, que no teníamiradas más que para su vejez .

Por eso cuando aquella mañana la vio con losojos arrasados en lágrimas decirle que a Daniello iban a matar, y sabiendo que en su alma rena-cía una ilusión olvidada tal ve? norque había cre-cido al soplo del olvido, penso que ella queríaverlo .

El día era triste y amenazaba lluvia . Las callesestaban desiertas y tras las celosías, los rostrosse ocultaban ante el temor de las venganzas quevolvían a encenderse .

Don Arturo marchaba casi arrastrado por suhija que iba pensando cosas tristes y amargas .$1 viejecito trataba de buscar alguna cara cono-cida en los rostros patibularios de los soldadosque de vez en cuando encontraban patrullando laciudad. Pero no había en ellos un gesto de piedadporque tenían endurecidos los corazones y cerradael alma a nobles palpitaciones .

Un sentimiento adverso le cegaba para culparal destino de su desencanto . Si Daniel, en vez defomentar una revolución hubiese continuado en suhacienda sembrando pastizales, criando ganado,

1 92

Page 41: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

cultivando caña, rodeado de plácidas colinas yquietas florestas, con la riqueza de los bosquesy el manantial de estrellas por techumbre, ella nohubiese tenido que sentir la rotura de su corazón,y su propia vida sería dulce y serena como lasalboradas en el mar .

Ella no podía concebir cómo Daniel buscabala muerte en una aventura de guerra que no lle-gaba a un práctico final . ¡Si hubiese sido por con-quistar tierras, por aumentar sus caudales, pormerecer un amor! Pero no, en su obstinación seimpuso la responsabilidad de destruir un régimenque no se había cruzado aún en su camino .

¡Nada de lo que había hecho le enseñó a serprudente! ¡Oh, Daniel, cómo te equivocaste hastacaer tan hondo!

En las ramas de un naranjo florido cantaba unazulejo. Ella lo miró saltar jubiloso en el follajetachonado de azahares y se detuvo a observarlo .

¡Oh, no! ¿Por qué había sido tan ciega? ¿Cómopudo pensar que la jornada de Daniel era inútilsi con ella se buscaba la libertad? ¿Cómo podíanvivir los hombres enjaulados en las rejas de unatiranía, si afuera estaban el aire y la tierra y elmar para trabajarlos y amarlos sin que la volun-tad de uno de ellos se opusiera?

¡Qué noble filosofía encerraba el azulejo en elnaranjo florido! Su padre, al notar que ella separaba a contemplarlo, preguntó :

-¿Qué te pasa, hija mía? ¿Ya te arrepentistede ir?

-No, papá. Al contrario . Vamos pronto, antesde que se vaya el General .

Cuando llegaron al Cuartel, el propio Urdanetales salió al encuentro, y al conocer el objeto de lavisita, él mismo los condujo a la celda donde es-taba Daniel .

1 93

Page 42: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

El prisionero se sorprendió de verlos, mas nose mostró resignado y dispuesto a la muerte parano atormentar a Alicia .

-Gracias, mi hermanita buena, y usted tam-bién, tío Arturo; no saben cómo me conmuevenlas cosas que hacen por mí. ¡Y pensar que les hecausado tantos disgustos . . . !

Ella se sentó en el duro lecho, y él le tomóuna de sus manos entre las suyas, mientras le rela-taba sus últimas andanzas, los sinsabores que ha-bía sufrido en aquellas horas, las más negras desu vida, las astucias de que tuvo que valerse paraescapar de sus perseguidores, y finalmente, su cap-tura, debido a una traición .

Preguntó después por la tía Mariquita .-Ella quedó muy apesadumbrada - respondió

don Arturo -, pero afortunadamente creo quepronto acabarán nuestras angustias. El GeneralUrdaneta nos ha prometido un salvoconducto paracruzar las líneas e irnos a vivir al interior .

El pobre viejo se envanecía de su influencia conel militar, ya que era difícil conseguir permisopara salir de la ciudad . Alicia no podía disimularel dolor de abandonar a Daniel, ahora que nece-sitaba de consuelo .

-¿Por qué no esperamos, mejor, papá, que sedefina esta situación? Dicen que el General Herre-ra entrará pronto en la capital y entonces Danielquedará libre .

-No se detengan por mí, Alicia, que la ocasiónes propicia para que se salven. Los triunfos denuestro libertador crean represalias y ustedes pue-den ser víctimas del odio de Alzuru .

Y como ella no pudiese soportar más el llanto,él prosiguió conmovido por su sufrimiento :

-No llores, Alicia, no llores y ten confianza enDios, que El es justo y me salvará .

1 9 4

Page 43: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Ella era profundamente religiosa y creyó ensus frases alentadoras .

-Que El oiga tus palabras - respondió.El tiempo corría y era preciso despedirse. Da-

niel los acompañó hasta la puerta de su celda, ycuando se iban, ella le preguntó con un leve tem-blor en la voz :

-Y ella . . . ¿no ha venido?El le respondió con la cabeza que no, y vio

tanta dicha en sus ojos que sintió no haber avi-vado ese fuego lento de amor que encendió en susprimeros años. En ese momento fugaz, Alicia apa-recía ante él con el ropaje de una novia dolientey silenciosa .

Cuando llegaron al portón, el viejo Delvalleinquirió por el General Urdaneta .

-Está en audiencia con el Coronel Alzuru -lecontestó un ordenanza .

Y tuvieron que irse y esperar mejor ocasiónpara solicitar el salvoconducto.

Las noticias que llegaban a la ciudad en rela-ción con los movimientos del Coronel Herrera eranalarmantes. El entusiasmo en los pueblos del in-terior se desbordaba, y sin interrupción iban loshombres a enrolarse en las filas libertadoras .

El ejército montaba ya a mil quinientos hom-bres entre los cuales figuraba la guarnición deNatá al mando del aguerrido Coronel José AntonioMiró, que anteriormente se había distinguido enlas campañas del Perú . Figuraban además el Ge -neral José de Fábrega, el Comandante MarianoArosemena, don Sebastián Arze, que había esca-pado de la ciudad a raíz de la muerte de su hijo,el Comandante Juan de la Cruz Pérez y don JustoParedes, ex Prefecto .

Mientras tanto, Alzuru continuaba su obra ne .fasta de crímenes .

195

Page 44: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

La ciudad asistía consternada a los horroresde las más injustas persecuciones. Reclutaba alos niños, amenazaba a las mujeres, despojabaa los hogares de todos sus haberes . Y como sehacía necesaria una flota para enfrentarse a lamandada por el Capitán Daniel George, se apode-ró de las naves que estaban surtas en la bahía yordenó a Urdaneta que zarpara en busca del ene-migo .

Cuando el General bajó del despacho del tira-no, ya no encontró al viejo Delvalle y a su hija . Seencogió de hombros, displicente, y en seguida mar-chó a la playa para preparar la salida de la impro-visada escuadra .

* R !

Bajo la luz del sol, las piedras brillantes de lacalle parecían dilatarse misteriosamente .

Gabriela caminaba llena de angustias, como siuna sombra fatal la persiguiera, tratando de ocul-tarse de unos ojos delatores porque creía quepronto conocerían en su azoramiento la tormentaque la martirizaba.

Parecía que todas las desventuras se habíanconjurado para hacerla sufrir; había huido de sucasa, enferma de tristeza y de pesar, con la ideade que su padre volviese de casa de los Jovanésy notara su ausencia .

Y era porque estaba sola, sola frente al hori-zonte oscuro de su vida . Su tío Agustín, el viejoGoyo, la misma Chanita no hacían nada por hallaralivio a su dolor . Gabriela comprendía que un se-creto amargo los separaba, y ellos, ignorantes dela fortaleza de su alma, se negaban a confiárselo .

Como una sombra pasó muchas veces por sumente, la idea de la muerte . Hubiera sido un des-

1 96

Page 45: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

canso eterno, porque ya no abrigaba esa fe reli-giosa que un día la hizo resignada para recibirla desolación de una amargura .

Era inútil ya que pudiera asirse a una manoleal, porque todos tenían miedo de un gesto quelos delatara, todos se empeñaba en huir de lacaridad que bien salvaría a un alma de la desespe-ración como también la precipitarían a la muerte .

Por eso esa mañana, después de haber pensadoy soñado su destino, creyó haber encontrado elsendero que la llevaría a su anhelo final .

Iría al arsenal y buscaría al Teniente Hines-troza. Ella no creía que él fuese tan innoble pararechazar su petición de indulto. Por el amor quele profesaba, por ese amor que tuvo la constanciaa pesar de su ingratitud, él no dejaría que ellasufriera, no, él no tendría valor para olvidarla ydejarla morir de desesperación y abandono .

El alma parecía llenársele de gratitud, y cuan-do llegó al Cuartel, entró con la seguridad dehaber vencido con sus lágrimas y con su piedad .

El ambiente estaba caldeado de angustias, por-que nadie tenía tranquilidad en la conciencia. Lossoldados la miraron con desconfianza, porque sesospechaba de todos : ¡el amigo de la amiga, elhermano de la hermana, el padre del hijo!

Todos temían ser delatados y todos eran dela-tores, no porque pertenecieran al partido de Al-zuru sino porque temían las represalias y busca-ban un pretexto para asegurar sus vidas .

!Cuántos ojos se quedaron secos de llorar ycuántos cabellos encanecieron en una sola noche!

Gabriela se sintió arrepentida de su audacia .Los soldados seguían mirándola recelosos, y ellatuvo intenciones de huir. Pero cuando se proponíahacerlo apareció en una de las puertas lateralesdel vestíbulo el Teniente Hinestroza .

197

Page 46: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-Gabriela - exclamó alborozado, saliendo asu encuentro-. ¿Qué fin la trae por aquí? ¿Porqué no se anunció antes?

Ella vaciló al principio. Su orgullo de mujerrenació cegándola. Volvió ante su mente el recuer-do impetuoso de sus desdenes anteriores, pero laidea de la misión que llevaba la obligó a olvidarpor esa vez, los mandatos de su corazón . Y bajóla cabeza humillada .

El la invitó a pasar a su despacho, con esasmaneras pedantes y deslucidas con que siempreactuaba .

-Seguramente Ud. no viene por mí, Gabriela .¿Por ventura hay bajo este mismo techo alguienmás feliz?

-Me alegra tener que ahorrar palabras, Te-niente. Es Ud. muy perspicaz y le agradezco deantemano todo lo que haga por mi .-Ud. sabe que siempre he sentido una devo-

ción sin límites por Ud . ¿Será ésta la ocasión dedemostrársela?

-De Ud. depende, si es Ud . el guardián de unprisionero .

-¿Daniel Montenegro?-¿Para qué nombrarlo? Ud . lo sabe mejor

que yo.-Ese prisionero, Gabriela, se encuentra en una

situación muy difícil . Ha conspirado contra el Es-tado, fomentando una revolución ; se ha agregadoa un ejército que ha sido declarado fuera de laley por un decreto de S . E. el Coronel Alzuru, ypor último, ha levantado los ánimos del pueblotratando de desviar su opinión hacia derroterosantipatrióticos. El castigo que merece ese prisio-nero, Gabriela, les la muerte l

Ella se quedó asombrada . Asida a una débilesperanza, no había tenido aún oportunidad de

198

Page 47: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

ofrecer hasta su vida en cambio de la libertadde Daniel .-Ud. puede evitar esa injusticia, Teniente Hi-

nestroza -respondió con voz apagada- . Los car-gos que se le imputan no tienen pruebas paraque se le condene ciegamente . Ud. es más religiosoy yo sé que Dios es muy grande para premiar lanobleza de su alma . ¿Se manchará con la sangrede un inocente?

-La justicia, Gabriela, es una sola, y está eneste Cuartel . Me pide que la viole, que rompa mijuramento de soldado, que destruya el código dehonor, basado en sentimientos de humanitarismo .Pero, olvida que si se hubiesen llevado a cabolos planes de Montenegro, ¿cuántas madres nollorarían hoy la desaparición de sus hijos, cuántasviudas la de sus esposo, cuántas novias como Ud.la de sus novios? Me pide la vida de un reo conde-nado a muerte, de un traidor que ha atentadocontra la seguridad de mi patria que es tambiénla suya, de un hombre a quien se me ha confiadoporque creen en mi palabra de soldado y en mirectitud de patriota . ¿Y Ud. Gabriela, quiere quelo olvide todo, que destruya mi vida pasada, quelevanté con desvelos y sacrificios, para satisfacerlos deseos de su corazón? Además -prosiguióHinestroza- el General Urdaneta me lo confióy si yo accediera a su petición, él comprenderlaque había sido débil por Ud. y tarde o tempranopagaría la culpa de los dos .

-No me importa mi vida si la de Daniel estáen peligro .

-¿Tanto así lo quiere? ¿No ve que él pien-sa más en la gloria de su patria que en el amorque le ha inspirado?-Ud. parece odiarlo . ¿Por qué es tan cruel?

¿Qué mal le ha hecho?

199

Page 48: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-Ninguno. Yo solamente cumplo con mi deber .-¿Su deber? ¿Acaso es el de matar a un pri-

sionero?-A veces la muerte de ellos es más feliz que

la de uno .-No lo comprendo .

-El ha logrado realizar la más cara ilusión desu vida y puede sentirse feliz de haber vencido sucorazón. El tiene unos ojos que lloran su tristeza,un alma que sufre sus desventuras .

Gabriela lo miró fijamente tratando de desci-frar el verdadero sentido de las palabras .

-¿De qué sirven estas esperanzas -respon-dió al cabo- si se las destruye sin misericordia,como si fuera fruto de una venganza?

-¿Venganza? ¿Por qué persiste en creer quesoy yo quien desea su muerte? ¿No comprende aúnque soy yo quien no quiere que usted sufra? ¡Queme martiriza ver sus ojos arrasados en lágrimas!¡Que me duele infinitamente su humillación?

-¿Entonces por qué lo va a matar? - inquirióella alentada por un rayo milagroso .

-Si en mis manos estuviese su destino . . . yo loperdonaría por Ud. Pero la orden es superior yhay que cumplirla .

-¿Quién dictó esa orden?-El General Urdaneta.-No lo creo capaz de esa infamia . ¿Podría ha-

blar con él?-Es inútil, Gabriela .-¿Me niega esta súplica?-El General Urdaneta no está aquí . Partió esta

madrugada en busca del Coronel Herrera .Ella bajó los ojos, desconsolada .-Entonces . .. ¿no queda ninguna esperanza?Gonzalo fijó su mirada en el rostro de ella,

como si quisiera sugestionar su voluntad .

200

Page 49: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-Ud Gabriela -dijo quedamente - es unamujer comprensiva y sagaz . ¿No ve acaso quequien la mira por primera vez no puede olvidarlanunca? ¿Por qué pretende salvar de la muerte aun hombre que su fiel mulatita delató? Ayer nomás sentía desconfianza por él . Ud. no me puedenegar que le dolía ese gesto muy natural en élde posponer la dicha de su amor por el peligro delas aventuras revolucionarias. ¿Por qué quiereahora que ofrezca una ilusión si ya el destino quisosepararlos?

-Eso fue antes, Teniente - contestó ella conhondo acento de amargura-. Estaba ciega, ciegade amor, y no comprendía la sublimidad de sualma, el sacrificio de su propia vida en aras de esapatria que Uds. están traicionando . Pero ya hevisto la verdad y creo que debo salvarlo .

-¿Para bien de su amor y deshonra de sunombre?

-No sé lo que piensa de ello, pero lo que síle aseguro es que Dios premiará su acción.

-Yo no quiero bienaventuranzas en el cielo .-¿Entonces qué pretende?-Hace poco me dijo Ud . que sólo ansiaba sal-

var la vida al reo para tranquilizar su conciencia,aunque tuviese que ofrecer su vida . Ud. Gabriela,debe haber pensado mucho lo que dice, y ni él,que cree amarla tanto, piensa el daño que suspalabras le causan. Porque por encima del amorque le profesa, están sus compromisos con la pa-tria. ¿Si yo le concedo la libertad, seguirá Ud .atada a él? Tendría la suficiente entereza de carác-ter para amoldarse a una situación molesta enla cual siempre, como un fantasma, surgiría elrecuerdo de su gesto? ¿Acaso no le duele el cora-zón al pensar que él fue cobarde para atarla asu destino?

201

Page 50: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Gabriela bajó la cabeza, vencida . Hasta ellallegaban los ecos del choque de armas, del pasode soldados, del grito de los oficiales . Y sintiópor todo su cuerpo un frío que se imaginó el dela muerte .

-¿Tiembla? -le preguntó él con cinismo- .¿Por qué tiembla si a una palabra suya quedaríalibre?

-¿Aunque se mancillara su honor de soldado?-¿No le he dicho que por Ud . sacrificaría todo,

porque, quién no lo sacrificaría después de haberlaconocido?

-Y esa palabra, Teniente Hinestroza, ¿cuálsería? - inquirió ella con desconfianza .

-¿Aún no comprende? ¿Cuánto tiempo ha per-manecido ciega que no ve la llama de amor queme atormenta? ¿Será preciso que me arrastre asus pies, que bese su falda, que me postre dehinojos para que calme la sed que me abrasa?

Y diciendo estas palabras el Teniente trató decoger una mano de Gabriela para llevársela a suslabios, pero ella retrocedió indignada hacia lapuerta, roja de cólera, e irguiéndose inspiradapor su dignidad de mujer herida, le respondió :

-¡ Jamás!, ¿oyó? ¡ Jamás permita Dios que unmismo techo nos cobije siquiera un instante, aun-que tenga que morir Daniel, aunque sea precisomatar a mi padre, aunque Ud . sacie su venganzacon mi desaparición!

Y dando un portazo violento, salió del Cuartel .

a +

Cayó la noche del 21 de agosto con su velo demisterios, y el mar, picado ligeramente, comenzóa invadir de espumas los peñascos de las Bóvedas .

El tirano, desde una de las ventanas del Arse-

202

Page 51: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

nal, contemplaba la salida de la escuadra que almando del General Urdaneta iba en busca dela flotilla del Coronel Herrera, mandada por el Co-mandante George .

Sobre su mesa de trabajo reposaban los partesde sus oficiales, algunas sentencias en espera desu firma y otros detalles relacionados con la cam-paña.

El alma de Alzuru era negra como la noche . Laindecisión comenzaba a quebrantar su voluntadantes férrea, y por todas partes creía ver descon-fianza, traiciones .

Las noticias que le traían del campo enemigoeran cada vez más desalentadoras . La marcha delejército libertador hacia la capital continuaba conímpetu arrollador. En la hacienda de Bique, enlas sabanas de Bernardino, don Carlos Icaza ydon Luis Lasso de la Vega le habían proporcio-nado caballos, y de la ciudad salían frecuente-mente hombres a engrosar sus filas, a pesar de lavigilancia de los guardias .

El ruido de la puerta que se abría, le hizovolver la mirada . Era su Secretario Privado, elDoctor González, que entraba .

-¿Su Excelencia tiene algo que mandar? - lepreguntó temeroso .

-Venga y siéntese junto a mi mesa -respon-dió él con ceño torvo-. Tendremos que trabajarmucho. ¿Ya despacharon los partes para nuestrasavanzadas?

-Se hizo como Ud. lo mandó, Excelencia.-¿Qué informe ha rendido Estrada de los sol-

dados que mandó asesinar al traidor Herrera?-Desgraciadamente fueron descubiertos antes

de que llenaran su cometido .-¡Imbéciles! Bien merecieron su muerte .-Perdone, Excelencia .

203

Page 52: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¿Ah?-El Coronel Herrera . . .-¡Qué Coronel ni qué ocho cuartos! El bribón

Herrera .-El bribón Herrera les perdonó la vida-asin-

tió meloso González .-Es inaudita su osadía . ¿Qué pretende con esa

medida? ¿Ablandar los corazones?-Así lo creo, Excelencia . Pero está perdido

porque aquí no hay uno que no palpite de gra-titud por Ud .

--¿Por mí? ¡No sea zonzo, González! ¿Cómopuede ser eso si estoy rodeado de enemigos?

—Ya Estrada está dando cuenta de ellos .-¿Y qué me importan los «desguazadores»?

Todos ellos son mis enemigos . ¡Mientras se de-dican al saqueo se escapan los prisioneros!

-Sin embargo . . .-Sin embargo, ellos, y no los istmeños, son los

que deben ser fusilados. Siquiera éstos tienenvalor y no son hipócritas y cobardes .

-i Excelencia!-Si yo estuviera en el puesto de Estrada nadie

hubiera escapado de la ciudad . ¡ Pero yo no pue-do estar en todas partes!

-Recuerde su Excelencia que a su valor sedebió el asalto y prisión de los conspiradores.

-¿Y qué me importa eso si no se pudo saberquiénes formaban el resto de los que estaban com-prometidos en el golpe?

-Es cierto, pero el prisionero no tardará encantar .

-¿En cantar qué? ¿La Marsellesa?-i La verdad de todo, Excelencia! Los secre-

tos del Coro . . . del bribón Herrera - respondióGonzález con voz insegura .

-No sea niño, González, él no hará lo que Ud .204

Page 53: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

quiere ni aunque lo sometan a los más cruelestormentos, porque él sí es un hombre valiente, apesar de que es mi enemigo. l Y ésos son los hom-bres que yo necesito, no los que aquí tengo queen vez de pantalones deberían llevar faldas!

-Es verdad, Excelencia .-Déjese de cuentos, González, y sepa que lo

que mis ojos ven es un grupo de traidores . Eltiempo pasa y nuestra seguridad peligra . Dígalea ese bandido de Estrada que quiero vivo omuerto a Herrera . Mientras él se dedica a aterro-rizar a unos niños, el autor principal se acercaa la ciudad. ¿Tendré necesidad de salir a buscarlo?

-Oh, no, Excelencia . Ud. es muy digno paraque se constituya en carcelero de un bribón . Inme-diatamente voy a transmitir sus órdenes .

El secretario quiso aprovechar, el momentopara salir escapando de la furia que Alzuru desen-cadenaba sobre su cabeza . Pero él lo detuvo conun gesto :

-No se vaya, que lo necesito . Vamos a des-pachar estos asuntos que están pendientes . Sién-tese .

González acercó la silla a la mesa . Alzuru co-menzó a leer la lista de los condenados a muerte .

-¿Cómo se llama el prisionero?-Daniel Montenegro, Excelencia .-¿Y cómo no está en la lista?-Porque el General Urdaneta pensaba que él

podía dar ciertos detalles que nos interesan, acambio de su vida .

-¡ Otro pazguato que cree en la debilidad delos hombres! Ponga en seguida su nombre paraque lo fusilen dentro de tres días . Vamos a some-terlo antes a las torturas del hambre .

-¡Su Excelencia es un genio!-i Y a Ud. sólo le faltan unas orejas muy gran-

205

Page 54: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

des para que se convierta en burro! A ver, siga.¿Qué carta es ésta?

-Yo creo que no es muy interesante - res-pondió el Secretario .

-¿Por qué? ¿Cuándo vino? ¿Quién la trajo?-Es del campo enemigo, Excelencia . La traje-

ron anoche dos emisarios del bribonazo de Herre-ra. Son un anciano y su hijo .

-Léala sin pérdida de tiempo .González la desdobló y comenzó a leer :«Las medidas adoptadas por mí, la calidad de

mi Ejército, el descontento que reina en todo elpaís por su administración y el apoyo que mebrinda el Presidente de Colombia, me obligan adirigirme a Ud . para proponerle una honrosa capi-tulación . . . »

-¡Basta! -gritó exaltado el tirano, dando unpuñetazo en la mesa -. ¡ Rompa esa carta y ordeneque fusilen en seguida a los emisarios!

-¡ Excelencia 1-¿No ha oído? ¡ Y como dentro de una hora

no se haya cumplido mi orden, entonces será Ud .el fusilado!

El Doctor González se retiró confuso del des-pacho. Tras sí parecía sentir la furia de un hom-bre a quien todos temían .

Cuando llegó a la planta baja del Cuartel, en-contró al Teniente Hinestroza y le relató la conver-sación tenida con Alzuru .

-Vamos a ordenar el pelotón -respondió élimpasible-. De paso diga al carcelero que le sus-penda la comida al prisionero Montenegro y saquea los emisarios de la celda para conducirlos alpatio de las ejecuciones .

-¿Al niño también?-¿No ha comprendido, Doctor González, la

orden de su Excelencia?

206

Page 55: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¿Y hará la ejecución de noche?-¡Mejor! ¡Así a la luz de las estrellas, les pa-

recerá más sentimental el adiós a la vida!

El 22 del mismo mes, la escuadra enviada porAlzuru atacó al Coronel Herrera en las márgenesdel Río Grande .

El Comandante George, que dirigía las opera-ciones, resistió el ataque contra una cañonera, unalancha y cinco canoas que lanzó Urdaneta conrelativo éxito .

Las fuerzas libertadoras se defendieron brava-mente, pero una de sus naves encalló en uno delos numerosos bancos de arena del río, y Herreratuvo que desempeñarse con heroísmo y habilidadpara salvar a sus soldados de un desastre .

La noticia de la victoria de Urdaneta enardeciólos ánimos en la ciudad . Las esperanzas de unosse mezclaban con los temores de otros.

En los hogares istmeños reinaba un caos enlo-quecedor; los «desguazadores» buscaban presas enquienes saciar su sed de sangre ; los soldados,ebrios, corrían en sus caballos a galope, de unoa otro confín de la ciudad, celebrando el triunfoprematuro .

En el patio del Cuartel de Chiriquí se habíareunido la turba de militares y escasos amigos deAlzuru que ¡barra felicitar al tirano .

Entre ellos no faltaba esa clase de esbirros,formada por mulatos del arrabal, genuinos expo-nentes del pueblo istmeño, que por temor o pordinero, o por saciar venganzas injustas en los pa-tronos o amos, eran partidarios de la tiranía.

Alzuru gustaba de la lisonja, y ese espíritu devanidad que siempre anidó en su alma, encontró

207

Page 56: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

un ancho horizonte en esa plebe que estimuló susinstintos y que él recompensó con largueza .

Porque Alzuru era un hombre de palabra ; laspromesas las respaldaba con hechos . Muchos deesos mulatos formaban parte de los «desguazado-res» de Estrada . Además de los órganos de eje-cución, eran delatores cuyos corazones no cono-cieron jamás la piedad .

Así, muchas veces olvidaron aquellos hogaresen donde un día se les dio trabajo, se les propor-cionó pan y lecho a sus hijos, para después calum-niarlos y llevarlos finalmente a la muerte .

Una frase sencilla, un sentido figurado de lascosas, un color insignificante, una mirada, ungesto, bastaban para que surgiera la acusación .No era necesario que las autoridades conocierandel hecho. Bastaba una orden arbitraria de un sar-gento ignorante o de un simple =desguazado»para que al día siguiente en el hogar que habíasido la víctima, apareciera el llanto y el luto .

Por eso, cuando Alicia supo que el GeneralUrdaneta había partido con la escuadra sin ha-berle entregado los salvoconductos para salir dela ciudad, pensó que ya no habla nadie que losamparase de la venganza . Aún parecía sentir ensus espaldas las miradas espiadoras de la solda-desca, y se lo dijo a su padre .

¡Era, pues, preciso huir!El mismo Daniel, que trató en vano de alentar-

la con el engaño de una liberación, se lo había su-plicado. Y ella no iba a ser tan cruel para exponera su padre y a su tía Mariquita a una suerte ignotaen aras de un amor lleno de desventuras .

Pero, ¿quién podría ayudarla en ese trance tandifícil si ya no se creía en nadie? ¿En quién con-fiar si todos temían ser delatados, si todos semiraban como enemigos?

208

Page 57: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

!Como un rayo improviso de luz, le vino en.tonces el recuerdo de Chico, dei fiel Chico Guerre-ro que seguramente los ayudaría! Y como elmomento no era de indecisiones, apenas llegó asu casa, engañó a su padre con un pretexto baladíy se fue a «La Estrella del Istmo» .

Con el advenimiento de la tiranía, la populartienda de Guerrero había perdido mucho de suprestigio. Una tristeza amarga la invadía al caerla noche, cuando las calles se iban quedando oscu-ras y en silencio. Ya el banco de la carniceríaestaba sumido en un letargo piadoso; las mesas,los mostradores, todo el salón que abrigaba ani-madas tertulias, estaban llenos de una melancolíaque al mismo Chico y a Rudecinda los llenabanel alma de infinito pesar .

Cuando Alicia llegó, los dueños, sentados ensendos taburetes en el portal que daba al patio,callaban por no hablar de los infortunios que losconsumían.

-Niña Alicia, ¿es usted? - exclamó Chico conla sorpresa pintada en el rostro .

-Ya ve, Chico, en la situación en que me en-cuentro. Ud. no sabe lo que he sufrido en estosúltimos instantes . Sólo Dios ha querido conservar-me la vida, y sin embargo, no por eso he dejadomis temores .

-! Qué infamia, Virgen Santísima, se está cometiendo con nosotros! - exclamó encolerizadaRudecinda-. Pero ya les llegará a ellos la horade pagar sus culpas. Nuestro amado Coronel He-rrera no tardará en entrar en la ciudad .

-Calla, calla, Chinda, que las paredes tienenoídos y en el momento menos pensado caen loscriminales «desguazadores» sobre nosotros y enun abrir y cerrar de ojos nos rematan .

-Tiene razón, Chico - dijo Alicia con triste

209

Page 58: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

za-. Aquí no podemos confiar en nadie porquetodos son delatores . ¡Allí está el pobre Daniel pu-driéndose en una celda, víctima de la traición deotro istmeño!

-¡Gracias a Dios, niña Alicia, que encuentrouna persona que me dé noticias de él!

La muchacha, que ya estaba tranquila y sose-gada, volvió a sentir una ola de decaimiento entodo su cuerpo . Cegada por una luz de esperanza,había vacilado en decirle la cruel verdad a Chico,pero de nuevo surgió el valor de la conformidadde su alma, y con un supremo esfuerzo le contólos últimos acontecimientos que habían dado altraste con la conspiración ; la muerte de los vale-rosos compañeros ; la huida y la prisión de Daniel .Y aun tuvo fuerzas para decirle que había sidocondenado y moriría dentro de breves días .

-Antes de despedirnos me rogó que huyera dela ciudad. Pero el General Urdaneta, que prometióa papá un salvoconducto, se fue a buscar la flotanuestra y ya no tenemos amigos que nos ayudena escapar .

-¿Alguna vez la hemos abandonado nosotros,niña Alicia?

-¡Nunca, Chico, nunca!-¿Entonces, por qué no confía en mí? Si Ud .

quiere, esta misma noche puedo conseguir unabalandra en la playa de Trujillo .

-¿Y si nos cogen prisioneros como a Daniel?-No, porque ahora los acompañaré yo .Ella bajó la cabeza y no contestó .-¿Qué piensa para decidirse? ¿Qué la detiene?-Mi padre.-¿Dónde está? ¿Por qué no vino con Ud .?-Porque no sabía que yo buscaba un amigo

para poder huir . A estas horas debe haber notadomi ausencia y estaría ansioso .

2 10

Page 59: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Chico quedó un rato pensativo, y de pronto,dándose con la mano en la frente, exclamó

-¡Ya está el asunto arreglado, niña Alicia!Rudecinda se va ahora mismo a su casa y le avi-sará a su padre y a su tía que apenas caiga lanoche, se vayan a la playa de Trujillo y me es-peren .

-¿Y si los sorprende una patrulla?-Ellos pueden disimular haciéndole alguna vi-

sita a algún vecino .-¿Y yo?-Ud. se quedará tranquila en esta casa mien-

tras yo busco la balandra . Necesita de reposo parasoportar los peligros que pronto la rodearán .

-¡Pero si yo no tengo nada! ¡Es preciso quevaya a mi casa a buscar ropa!

-La ropa la tiene aquí .-¿La de Rudecinda? - inquirió ella con ironía .-La mía. Ud. en adelante será un simpático

marinerito . Vaya aprendiendo a decir unas cuan-tas palabritas vulgares por si acaso la sorprendeun «desguazador» .

Alicia abrió los ojos inocentes, en un gesto desorpresa .

-Pero Chico, ¿por qué no huimos mejor porla Puerta de Tierra? Si usted quiere disfrazarmede marinero, bien puede hacerlo de campesino .

-Imposible, niña Alicia . Ud. no sabe cómoestá de vigilada esa salida . Al primer paso quediéramos nos cogerían a todos y nos fusilarían .

-¿Y acaso no vigilan con el mismo celo lacosta?

-Ahora no, porque el General Urdaneta cargócon casi todos los buques para el Río Grande. Labalandra que tengo contratada está en Boca dela Caja . Esta noche se acercará a la orilla y noso-tros andaremos listos para abordarla .

2 1 1

Page 60: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¿Y Ud. cree que no nos descubrirán?-Tendrían que volverse gatos para vemos en

esta noche sin luna .En Alicia había vuelto a renacer la esperanza.

Estrechó las manos de Chico con gratitud y ledijo conmovida :

-Gracias, Chico . Ud. no sabe cuánto le agra-dezco esta sacrificio suyo . -Y añadió dolorosa-mente- : ¡Si Daniel lo supiera!

Pero Chico eludió las muestras sinceras de Ali-cia, y para olvidar los recuerdos ingratos que letaladraban el corazón siguió explicando los demásdetalles de la fuga :-Ud. no tiene más que seguir mis pasos, sin

demostrar que me conoce. Si Dios quiere, mañanaestarán en una tierra libre y bendecida .

-Y mañana también - agregó ella - habráquedado un hombre abandonado a su suerte, por-que fue demasiado ciego para comprender quealgún día podían traicionarlo .

Chico supuso, por las últimas palabras de ella,a quién se refería, y cuando Alicia continuó di-ciendo

-¡Pobre Gabriela! ¿Qué hará ella ahora? - Elvio una dulzura inmensa en sus ojos y adivinó lacaridad que se asomaba con lealtad al borde desu alma.

-Y Ud., Chico, ¿por qué no trata también desalvarla? - preguntó al notar que no le respondía .

-Ella no corre peligro, por ahora, y si huyesospecharían de su padre. -Hizo una pausa, yal cabo agregó, vacilante- : Además, ella no que-rrá salir de la ciudad mientras don Daniel estécon vida.

-Yo lo quiero a él como a un hermano y sinembargo me voy porque comprendo que sólo Diospuede hacer el milagro .

2 12

Page 61: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Chico tomó el borde de la falda de ella y besán-dolo exclamó

-¡Bendita sea Ud . una y mil veces, mi niña!-No haga eso, por Dios, y preparémonos que

la noche se nos viene encima .Cuando Rudecinda regresó con el consentimien-

to de Don Arturo encontró a Alicia vestida de ma-rinero, y a fe de todos se veía linda y airosa consu ropa masculina . La abrazó entonces con lágri-mas en los ojos y Chico, que no gustaba de lasescenas enternecedoras, le dijo :

-Vamos, mujer, no llores que eso es señal demal agüero. Y Ud., niña Alicia, no se amilane ysiga mis pasos aparentando que no me conoce .

Guerrero se echó a la calle y detrás siguió in-trépida la muchacha.

La noche era tranquila y en el cielo brillabanlas estrellas. Una brisa suave y fresca bajaba delAncón despeinando las solitarias y enhiestas pal-meras. El mar, oscuro y silencioso derramaba susolas sin rumor en los pequeños arenales de lacosta .

Alicia seguía a duras penas la marcha forzadade Chico, atormentada por ideas desalentadoras .Su padre tal vez no habría comprendido las seña-les; afectado por la edad confundiría, en las som-bras, las calles y las casas ; la misma tía Mariquitalo orientaría mal en medio de la zozobra ; ¡tal vezuna ronda los habría sorprendido, obligándoles aconfesar las causas de la fuga y ellos, llenos depanico, delatarían a todos!

«¿No tendría aún tiempo de evitar el desenla-ce?», se preguntaba su espíritu desviado .

«¡Tengo que salvarlo antes de que sea dema-siado tarde!», repetía semiinconsciente .

Y entonces echó a correr en dirección a la pla-ya por una vereda distinta a la que seguía el ten-

2 1 3

Page 62: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

dero . No le importaba saber si la seguían o no.Ante ella se desenvolvía el trágico panorama de lahuida de su padre, y después de las amargurasque había bebido hasta las heces, los suplicios, lastorturas, la misma muerte no le importaba ya .

Pero al llegar a una explanada la detuvo unasombra que se le plantó de improviso :

-¡Niña Alicia! ¡Niña Alicia! ¿Por qué huye?-Ah, ¿es Ud Chico? ¿Y mi padre, dónde está?-Cálmese, niña Alicia, que no corre peligro .

Venga por este camino que allá abajo está espe-rándonos con su tía Mariquita .

-¡Qué bueno es Ud ., Chico! ¡Si no hubierasido por Ud . quizás estaríamos en la cárcel!

-¡No piense en eso ahora, niña Alicia, y vengaconmigo que el peligro no ha pasado !

Ella se apoyó en el brazo de él y ambos comen-zaron a descender la cuesta hacia el mar .

En ese momento se acercaba una balandra ala costa, con una de sus velas desplegadas . Bajo elleve soplo del viento corría con un ligero declivea estribor; mientras en la proa un marinero atis-baba el movimiento de las personas que estabanen la orilla .

-¡Marcelo! - gritó Chico en medio del si-lencio de la noche .

-Ya lo vide, Chico ; déjeme arrimar no más- le respondió el aludido .

La balandra se inclinó más y enderezó la proahacia los fugitivos .

Alicia, la tía Mariquita y don Arturo embarca-ron en seguida, ayudados por el marinero y porChico, y cuando la muchacha vio que él se queda-ba en tierra se dejó dominar por la angustia .

-Chico, ¿por qué no viene con nosotros?-No, niña, yo tengo que quedarme en tierra.

¡Quiero estar junto a él para salvarlo!

2 1 4

Page 63: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¿No me engaña, Chico? - preguntó ella ado-lorida .

-¿Por qué va a dudar ahora de mí, si Diosquiere que salve a la patria?

El capitán ordenó alzar la mayor y la balandradando un tumbo sobre las aguas enfiló mar afuera .

-¡Adiós, mi niña! -gritó Chico emocionado .Y ella, que estaba asida a las jarcias de la

nave, sin prestar atención a su padre y a tía Mari-quita que preparaban el lecho en la cubierta, nopudo responderle porque estaba llorando .

Era porque su pensamiento volaba hacia unacelda inmunda donde se consumía el hombre aquien había entregado su alma sin ser compren-dida. Allí se iría muriendo con lentitud de lashoras que suenan y no llegan nunca ; con la angus-tia de oír las descargas y no sentir el plomo en suscarnes ya cansadas ; con la tristeza de sentirse olvi-dado en los momentos en que necesitaba más deuna palabra de amor.

i Todo acabaría para él : glorias, riquezas, es-peranzas, vida! Y ella tendría que soportar laingratitud de los recuerdos que la azotaban in-clemente, con el silencio cómplice que le daba suresignación .

Se sentó luego junto a la borda con la miradaperdida en las sombras que ocultaban la ciudad,mientras su padre refunfuñaba en voz baja :

-Si yo fuera rico . . .Y se fue quedando dormida bajo el murmullo

de las aguas serenas y el soplo escalofriante delviento .

Creció la luz del amanecer en los horizontes, yen la celda del prisionero se difundieron los pri-meros resplandores .

2 1 5

Page 64: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Daniel despertó al ruido de los tambores enla plaza y se asomó a la ventanilla .

El ejército comenzaba a organizar sus filas . Laguerra seguía favoreciendo a la tiranía y las espe-ranzas de los patriotas eran cada vez más lejanas .

Herrera se había retirado a Bique, a la hacien-da de don Carlos de Icaza, mientras el GeneralFábrega, que había logrado burlar la vigilanciade Alzuru, llegaba a Santiago a tiempo de levantarun nuevo ejército .

Sin embargo, los soldados de Herrera habíandemostrado que no temían al enemigo, y que laderrota de Río Grande no significaba para ellosel descalabro final .

Los primeros heridos llegaron a la ciudad y elhospital de San Juan de Dios se vio insuficientepara recibirlos. Por primera vez se sentían los ale-tazos de la batalla, en esa caravana horrible delamentos y de sangre .

El dinero escaseó en forma alarmante y laspersecuciones cobraron mayores bríos . En vez delos impuestos, ya insostenibles, se puso en prácti-ca la extorsión . Los precios de los alimentos sehicieron prohibitivos y la carne dejó de expen-derse al público para dársela a los soldados . Unosdías de penuria llevaron a los habitantes de laciudad atemorizada a las puertas del hambre .

Pero a Gabriela Ocampo no parecían afectarleya las cosas que le rodeaban . En su hogar acomo-dado, en donde jamás se conocieron las privacio-nes, vagaba insensible a las quejas de la servidum-bre y al silencio desolador de su padre . Y eraporque su mente volvía a los lejanos tiemposiguales a éstos en las horas, pero fugaces porqueestaban saturados de una dicha que ella creyóeterna .

La guerra, con su intenso panorama de luchas

216

Page 65: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

y persecuciones, había cegado de un soplo las dul-ces promesas de amor, de ese amor que nació contodo el aliento de su vida, y que estaba condenadoa perecer .

Después de la prisión de Daniel, ella creyó, porun momento, que las fuerzas avasalladoras del Co-ronel Tomás Herrera llegarían a tiempo de salvar-lo. Pero el General Urdaneta, con un golpe deaudacia y aprovechando una maniobra infeliz delComandante George, se había lanzado en las aguasdel Río Grande asediándolo contra la ribera, yfinalmente dispersándolo .

La noticia de la victoria cayó en Panamá comouna bomba. ¡El General Urdaneta ha derrotadoa las fuerzas invasoras ! ¡El enemigo en plena de-rrota ! ¡Un golpe más y se rendirá !

Esas calles cobraron una falsa animosidad, ex-citadas por las bandas de «desguazadores» quedemostraban eterna sed de venganza .

¡Ahora verían los istmeños cómo iba a ser pul-verizado su ejército! i Ahora contemplarían entoda su plenitud la fuerza invencible del Gobiernoa quien osadamente Herrera había querido opo-nérsele 1 ¡Ahora sabrían lo que era la formidablemaquinaria que así como arrasaba soldados des-truía conciencias !

El comienzo de la guerra había sido propicioa la tiranía . El primer encuentro demostraba alas claras que los imberbes soldados del CoronelHerrera no habían podido soportar el choque con-tra los maduros guerreros que dirigía Urdaneta.

Entonces salió Alzuru de la ciudad al mandode novecientos hombres .

El día amaneció nublado . Una ligera llovizna

217

Page 66: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

caía incesante sobre la ciudad, y del mar venía unviento en ráfagas violentas .

Gabriela salió al portal . Desde allí dominabala calle desierta a esas horas, como su alma queno había perdido el aliento de luchar .

Silenciosamente, con ese silencio que le hacíaver la aridez del camino por donde transitaba,pensaba en el amargo calvario de su vida . Porqueahora comprendía que era una la ruta que habíaescogido con la ceguedad que le inspiraba su amor,y ni la fuerza de su voluntad ni los deseos de suespíritu habían podido desviarla a tiempo paradejar de enfrentarse a la adversidad .

Su mente era un vaivén de ideas desoladoras .A veces creía tener la seguridad de la dicha queentrañaba el sacrificio en aras de la patria . Y sur-gía así ese orgullo de los Ocampos que con tantocariño defendió su madre . Pero después reflexio-naba y comprendía que era más cruel el dolorde no haber realizado la ilusión de sus sentimien-tos ahora atormentados por la soledad, más tardepor el olvido. Y cerró los ojos dejándose llevarpor los recuerdos ingratos con la seguridad de quehabía sido débil para oponerse al mundo, y dema-siado tierna para ser vencida por el destino .

Mientras tanto, en la oscuridad del calabozo,Daniel comenzaba a padecer las torturas del ham-bre. Difícilmente podía levantarse del duro lechoy llegar hasta la ventanilla para aspirar el cálidoaire del mar . A veces daba varios pasos alrededor,y se desplomaba sobre las frías baldosas, hastapermanecer en un marasmo horrible . El odio deHinestroza crecía intensamente. El sabía que ja-más llegaría a conseguir el corazón de Gabriela .Y como tenía la certeza de su fracaso, su espírituse solazaba ahora en realizar lenta y cruelmente lavenganza tantas veces esperada .

2 18

Page 67: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Alguna vez, cuando la revolución hubiese sidoahogada, él le llegaría a contar los últimos díasdel prisionero, y sentiría el placer de torturarlacomo ella un día torturó sus quimeras .

Pero llegó el 25 de agosto, y las noticias quevenían del frente comenzaron a llegar en mediode una espantosa zozobra . Una gran batalla se es-taba llevando a cabo en la Albina de Bique. Lasfuerzas sutiles del General Luis Urdaneta habíanacosado sin cesar al Coronel Herrera, quien semantenía a la defensiva .

El pueblo se lanzó a la calle, a las plazas, a loscuarteles, ávido de noticias. El pánico comenzabaa apoderarse de las guarniciones .

Nadie sabía lo que estaba ocurriendo a pocasmillas de la ciudad .

Al mediodía llegó un soldado de las fuerzasde Alzuru. Venía cubierto de lodo, extenuado porla dura jornada . Las tropas comenzaban a cederante el empuje de los veteranos de Yaguachi, yAlzuru trataba de retirarse hacia la hacienda deCárdenas, pero el fango impedía la rapidez de susmovimientos .

Las horas pasaban en medio de una cruel in-certidumbre y sobre la ciudad cayó un velo deindecisión. La lluvia cesó de pronto pero el cielocontinuó oscurecido como si se tratara de rodearel ambiente de misterio .

En las esquinas y portales se formaban corri-llos tratando de comentar las incidencias de labatalla. Los rumores de que los soldados de la tira-nía habían sido despedazados, de que Urdanetavenía desesperado hacia la ciudad con el fin deorganizar la defensa, de que Alzuru huía en deman-da de las selvas para salvarse de la captura, llena-ban los ámbitos de la ciudad .

Algunos corrían a los cuarteles, otros hacia la

2 19

Page 68: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Puerta de Tierra tratando de escapar a las furiasque pronto se desatarían sobre ellos .

Los hombres discutían en voz baja ; las mujerescallaban, pero sus ojos parecían hablar de las an-gustias que sufrían . Porque la que no tenía un hijo,tenía un hermano, un esposo, un padre. Y ellosdebían estar peleando en la batalla, en la granbatalla por la causa de la libertad .

Y la fe que siempre las había acompañado através de las horas amargas de la tiranía que pare-cía derrumbarse, las daba fuerzas para soportarla ingrata nueva de su muerte. Su desapariciónsignificaba para ellas la ofrenda de sus vidas en,,ras de una causa justa cuyo final sería la victoria .

Y así podían caer muchos como caen las hojasde los árboles con las primeras brisas del verano,pero vendrían otros a ocupar sus puestos, ya queestaban inspirados en la bendición de un Diosjusto y en el heroísmo de un Tomás Herrera.

r

La lluvia se derramó sobre la ciudad anhelosa,aumentando la aprensión en los habitantes deses-perados y cansados ya de la lucha. Gabriela sentíacon la llegada de los rumores sobre la marcha vic-toriosa de Herrera, que su alma se llenaba nueva-mente de gratos resplandores .

Ante la situación halagadora, cobró valor yhubo veces en que se lanzó a la calle para escu-char con afán los comentarios y relatos que sehacían en las esquinas, sin temor a las represaliasde los desconcertados «desguazadores» . Pero cuan-do vino la calma y la ciudad se envolvió en unsiniestro silencio, a ella le pareció que el final esta-ba cercano.

Tras el primer soldado que llegó herido pro-

220

Page 69: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

cedente de las líneas de Alzuru comenzó la cara-vana incesante a arribar en caballos que parecíancaerse de cansancio, en carretas tiradas por bue-yes, a hombros de aquellos que aún soportabanel peso de la retirada . Algunos iban desmayados,mezclada la sangre de sus heridas con el lodo, bajola frialdad de la lluvia que no cesaba de caer. Elhospital estaba colmado. No había vendajes y mu-chos morían sin recibir el primer auxilio .

¡Tres días antes, cómo gritaba y amenazaba lasoldadesca que venía ahora a implorar clemencia!¡ Entonces no se compadecía de la pobreza del pue-blo, de las lágrimas de las mujeres, de los ayes delos niños!

¡Tres días apenas que a Gabriela le parecierontres años! ¡Pero después habían venido una seriede combates, de batallas, de ataques desesperados .Las tranquilas aguas del Río Grande, las llanadasdel Aguacate, los campos anegadizos de Bique yano tenían la sugestión de los paisajes . Ahora esta-ban teñidos en sangre, olientes a pólvora, estreme-cidos por las interjecciones militares y los gritosde dolor de los moribundos. Por donde antes tran-sitaban los campesinos con sus carretas llenas deprovisiones, pasaban ahora los soldados iracundos,los cañones pesados, los caballos con sus bocascubiertas de espuma, en un incontrolable deseo dedestruir, de matar, de arrasar.

En la tarde del 25 de agosto llegaron noticiasmás precisas . Ese mismo día, a las tres de la ma-nas, el ejército de Alzuru había roto el fuego,secundado por los soldados de la escuadrilla deUrdaneta. El Coronel Herrera había contestadoal ataque y aunque el batallón Ayacucho, defensorde la tiranía, probó a lucir sus antiguos bríos, fuecontenido por las avanzadas del valeroso Yaguachiy de la columna Protectora . Alzuru no había con-

?11

Page 70: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

tado con los accidentes del terreno y el avancede sus tropas le ocasionó su desastre, pues se atas-caban en el cieno de la albina, y los fusiles, húme-dos los cebos, no daban fuego .

Herrera, colocado en la altura, dominaba aque-lla frágil pampa sin hacer mucho caso a los ata-ques que por retaguardia recibía de la flotilla deUrdaneta, y así se mantuvo con sus tropas en laactitud de un sereno cazador, ejercitando sus tirossobre una segura presa.

Cuando Alzuru vio que se había consumado eldesastre, se retiró con más de trescientos de sussoldados en dirección a Arraiján, en cuyo lugarlanceó personalmente al Alcalde Lorenzo de Ho-yos, heroico sostenedor del ejército de Herrera .Mientras tanto Urdaneta se volvió a Panamá endonde entró como un fugitivo .

Esas noticias bastaron para que la población seconmoviera de júbilo. Gabriela, intranquila, se pre-guntaba por qué no habían entrado ya las fuerzaslibertadoras de la ciudad . ¿Acaso iban a permitirque los deshechos cuerpos de la tiranía se refu-giasen en las murallas para oponer resistencia?

Cientos de hombres habían quedado atascadosen la albina, y Herrera se limitaba a salvarlos, enuna tarea más difícil que la de haber destruidolas fuerzas de Alzuru . Había dejado que el tiranohuyera sin perseguirlo . Días después el ejércitoque comandaba el General Fábrega lo atacaba enla hacienda del Aceituno y lo tomaba prisionero .

Gabriela regresó a su casa y se quedó en el por-tal esperando nuevas noticias. Hubiera queridocorrer a la cárcel y pelear con los soldados parallegar hasta la celda y salvar a Daniel . Pero Goyose mantenía vigilante y después de su corta salidala había retenido como si se tratara de una chi-quilla.

2 22

Page 71: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¿Uté no sabe que todavía hay sordaos en elcuarté? Ta uté bucando que la maten y er niñoDanié no la vaya a vé má .

.Este mulato se ha vuelto muy insoportable»,decía ella para sus adentros. El no conocía elcarácter de Hinestroza para pensar que estabamartirizando al prisionero, con ese espíritu ven-gativo que lo cegaba. Daniel tal vez se estabamuriendo de hambre y de sed, en esa celda fríaque el mar golpeaba con lúgubre acento.

Ella nunca había estado en una cárcel, pero seimaginaba que debía ser un suplicio, ya que Cha-nita le relató las horas angustiosas que pasó cuan-do fue encarcelada . ¡ Y eso que apenas fue uncorto lapso! ¡Ahora aquellos que no volvieron aver nunca más el sol y que tuvieron el océano portumba !

¡Pero no! ¡Daniel no podía estar moribundo!¡El era un hombre fuerte y cualquier cosa habríahecho para no morir de inanición!

¿Qué sería de ella, después de todo, si él moría?La idea resultaba demasiado inoportuna para to-marla en consideración .

Uno de los soldados que venía en busca de refu-gio pasó por el portal y ella corrió a detenerlo poruna manga del uniforme .

-Dígame, por favor, ¿ya viene el ejército deHerrera? - le preguntó .

El se encogió de hombros, como cansado de lamarcha y de tener que contestar algo . Poco des-pués siguieron pasando otros y ella los llamabasuplicante, pero nadie le hacía caso . Algunos son-reían con tristeza al verla tan linda y con la ansie-dad demostrada en sus gestos . Después seguíancon pasos vacilantes, llenos de lodo, de pólvora, desangre, con los zapatos rotos y el vestido en ji-rones .

223

Page 72: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Chanita le recordó que era la hora de la cena .Su padre salió al portal y la condujo del brazo .

-Ven a descansar, hijita, que mañana seráotro día .

¡Qué solitario y grave estaba su pobre papá!Las penalidades habían pasado por su cabeza en-caneciéndola más, llenándole la frente de arrugaspronunciadas .

Aunque la noche no había llegado, el comedorestaba en penumbra .

-Prende las lámparas, Chanita - ordenó ellaa la mulatita .

-No hay lú, mi amita. Ya la tienda no tienenada que vendé.

Padre e hija se sentaron a la mesa y comenza-ron a tomar la única sopa que había podido haceresa tarde la cocinera .

-No hay nada más, hijita - murmuró don Oc-tavio con pena .

-No importa, papá, con esto y un vaso deleche tenemos suficiente .

-Las vacas las mataron «ellos», Gabriela .-Bueno, estaremos sin leche. Mañana desayu-

naremos con tomates .-Tampoco hay. La tropa arrasó con la horta-

liza y la parra de granadilla . ¡Como tienes tantosdías de no asomarte al jardín no has notado loarruinado que está!

Ella trató de sonreír a pesar de su tristeza . Ensus ojos había una dulce expresión de reprochea su padre, por hablar de cosas que para ella notenían importancia, y a él lo hacían sufrir .

Terminada la cena salió nuevamente al portal .La calle estaba desierta . Los soldados habían de-jado de pasar. No se oía ruido de carretas, de pisa-das sobre las piedras vivas de las calles, de golpesrecios sobre los charcos de agua sucia .

2 24

Page 73: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

La sorpresa de una transición tan rápida teníaanonadada a la ciudad . No creían que la tiraníatan sangrienta como había sido la de Alzuru fueseaplastada en tan poco tiempo. Cuando estabanabatidos por las persecuciones, los asesinatos, losdestierros, se imaginaban que su destrucción re-quería una lucha titánica, algo así como un sitioa la ciudad, asaltos a los cuarteles, combates sinpiedad, en donde tenían que parapetarse tras lascasas, las murallas, los patios llenos de maleza.Y ahora sucedía que una victoria bastaba paradestruir esa maquinaria formidable que reinó enel Istmo por breves meses .

Gabriela no debía, pues, sorprenderse del es-tado asombrado de la capital . Largo tiempo per-maneció recostada en un pilar de la casa sin oír elmás leve rumor. Su padre, cansado de la zozobra,se había acostado .

Tenía intenciones de entrar en la casa, cuandooyó de pronto un tumulto en dirección de la plazaMayor. Y antes de que Goyo se diera cuenta y ladetuviese, se lanzó ansiosa con la esperanza dela llegada del ejército libertador .

De muchas casas comenzó a salir la gente. Nosabían si se trataba de organizar una resistenciao de la huida final . Muy pronto los últimos solda-dos que estaban de guardia en los cuarteles aban-donaron sus puestos. Todos trataban de eludir elencuentro con las fuerzas de Herrera . Y fue cuan-do el pueblo comprendió que la derrota de Alzuruestaba confirmada y que la tiranía había dejadode existir. El propio General Urdaneta, el Secre-tario Privado doctor González, Francisco Arau-jo, Manuel Estrada, cayeron en manos de losistmeños que trataban de restablecer el orden enla ciudad que despertaba a la libertad .

Gabriela avanzaba entre el tumulto con la an-

225

Page 74: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

gustas pintada en su rostro. A veces era empujadapor la ola de gente que no llevaba rumbo fijo, ytenía miedo de desfallecer. Pero recordaba quedebía llegar a la cárcel a salvar a Daniel antes deque pudieran matarlo .

Al pasar junto a la esquina del Cabildo encon-tró un <<desguazador» que había sido linchado porla multitud, y estaba moribundo . De su frente salíaun hilo de sangre. El la vio avanzar irresoluta ysusurró :

-¡Déme agua, por favor!Se detuvo un momento buscando a su alrede-

dor y encontró un barril viejo que la lluvia habíallenado de agua. ¿Cómo darle de beber si no habíaun recipiente? El tiempo apremiaba y el hombreseguía quejándose. Entonces ella, revistiéndose devalor y sacando fuerzas de su flaqueza, rodó elbarril hasta el herido y lo vació sobre su cabezaardiente, cubierta de lodo y de sangre .

Allí quedó después, con la cabeza ladeada porla agonía. Ella se alejó silenciosamente para quepensara que no estaba solo en la muerte que levenía como una beatífica bendición .

Cuando se fue acercando al Cuartel, comenzóa temblar de miedo . Había cesado de llover, perola tarde continuaba nublada. Ella no se daba cuen-ta de que no era la oscuridad sino la espera laque la mortificaba. Quiso apresurar el paso peroun grupo de soldados que huía ante el desastrela atajó .

La mayor parte de ellos no portaba armas, ysus uniformes estaban desgarrados, como si aca-baran de sostener una cruenta lucha . Confundidosasí con el pueblo que se dedicaba a celebrar lavictoria, a buscar sus parientes, a tomar vengan-zas, formaron una ola tan compleja que Gabrielacreyó que la ahogaban .

226

Page 75: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

-¡Déjenme pasar -gritaba enfurecida-, dé-jenme pasar! ¡Cobardes!

Pero nadie le hacía caso porque todos tratabande buscar una salida por alguna parte .

Varias veces estuvo a punto de rodar por elsuelo y otras tantas se vio sostenida por alguienque, inconscientemente la empujaba levantándolasobre la marejada de cuerpos jadeantes .

Al fin, después de una lucha tremenda, con elcabello suelto y la ropa desgarrada, pudo salir aun claro en el momento en que aparecía un mili-tar. Gabriela lo reconoció en seguida, a pesar deque su rostro estaba desfigurado por el terror.

-¡Gonzalo, Gonzalo! -clamó agarrándolo porlos hombros-. ¿Y Daniel?

El se volvió asombrado .-¿Daniel Montenegro? Allá quedó en la cárcel,

esperándola. Vaya pronto antes de que lo matela alegría - respondió torpemente .

Gabriela tuvo miedo de que la engañase y quisocorrer tras él para inquirirle sobre más detalles .Pero Hinestroza no se detuvo, ansioso como esta-ba de llegar pronto a la playa y escapar en unbuque antes de caer en manos del enemigo .

Ella sintió entonces que su odio cobraba nue-vos ímpetus, y siguió avanzando entre las sombrasde la tarde.

Al llegar a la plaza apareció la mole del Cuartel,oscura, tétrica . Las lluvias habían formado gran-des pantanos y tuvo que hacer un esfuerzo supre-mo para no hundirse en el fango . Los zapatoshumedecidos, el traje en jirones, cansado el cuer-po como si la hubiesen azotado ; en otras épocasse hubiera dejado caer al suelo y allí hubieradormido el resto de la noche hasta que la desper-tase el sol. Pero estaba sola, sin un blando lechoque la acogiese entre la blancura de sus sábanas

227

Page 76: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

de hilo, sin unos gallos arrogantes que la desper-tasen con su canto, sin una Chanita que le fuesea llevar la leche recién ordeñada por Goyo .

Los recuerdos surgieron impetuosos para lle-narle el corazón de una amargura infinita . Ya nopodía volver atrás porque lo había abandonadotodo para salvarlo a él . Abrigaba la esperanza deque después volverían los dos juntos, a disfrutarde las riquezas de su cariño, olvidadas para siem-pre las tragedias que una vez los separaron .

¿Y si Gonzalo lo hubiese matado, en dónde que-darían sus sueños de amor, sus esperanzas? ¿Cómoiba a regresar a su hogar con las manos blancasy el corazón vacío?

Pero volvió a surgir en su mente afebrada lasombra del Teniente : «Vaya pronto, antes de quelo mate la alegría» . .

¡Entonces estaba vivo, desesperado quizá por-que ella aún no había acudido a libertarlo!

Echó a correr empujada por una alegría im-prevista y cuando llegó a la puerta la golpeó conansias que no podía contener. Como nadie respon-día, la abrió de un empujón y tuvo que reprimirun grito. Ante ella, una chiquilla sollozaba dolo-rosamente junto al cadáver de un hombre. Al no-tar que la puerta se abría alzó su rostro demacra-do por el llanto y murmuró :

-¡Era mi papá, señorita, y cuando ellos seiban lo sacaron de la celda y lo mataron!

Gabriela se estremeció de pavor y se tapó elrostro .

-¿Y los demás dónde están? - preguntó de-sesperada .

-¿Quiénes, los otros presos?-Sí, ¿hay muchos?-No, señorita. Allá arriba debe haber algunos .Ella corrió hacia las escaleras húmedas y res-

228

Page 77: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

baladizas y las subió como una exhalación . Portodas partes reinaba el silencio .

-¡ Daniel! ¡ Daniel 1 - comenzó entonces a gri-tar-. ¿Dónde estás?

¡ Y el eco respondía al trágico llamado 1Parecía que el Cuartel estaba poblado de fan-

tasmas. A través de las rejas se colaba un airefrío que daba la sensación de la muerte .

Al fin, después de una búsqueda angustiosa,llegó a la última celda cuya puerta estaba abierta,y se acercó llena de esperanzas.

Ya el ejército libertador del Coronel Herrerapenetraba en la ciudad, que se había rendido sindisparar un tiro, y las primeras avanzadas llega-ban a la plaza en el momento en que se oyó ungrito pavoroso dentro del cuartel .

Los soldados, que tenían alma de acero, nopudieron evitar un estremecimiento, y uno de ellos,más audaz, se atrevió entonces a penetrar en eledificio y llegar hasta la fatídica celda .

De pronto se oyó una carcajada y el soldadoretrocedió lleno de horror. Ante él apareció Ga-briela, pálida como un sudario, con el cabellosuelto y la mirada perdida, y en la boca un rictusde sarcasmo . Al notar su presencia, preguntó :

-¿A quién busca, a Daniel?Y como él no respondía porque el terror lo

paralizaba, ella prosiguió :-Dígale al Coronel Herrera que ahora no pue-

de recibirlo, porque está dormido .Ya la noche había caído completamente y las

sombras invadían el Cuartel . En la lejanía sona-ban las dianas .

Y su rumor llevado por el viento, llegó dema-siado tarde para hacerle comprender a la mentedesvariada de Gabriela, la inútil victoria .

FIN229

Page 78: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí
Page 79: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

Esta quinta edición de la novela "TUSOLA EN MI VIDA", de Julio B . Sosa(1910-1946), estuvo a cargo de la Li-brería Cultural Panameña, S.A ., y ter-minó de imprimirse el mes de julio de1971 en los Talleres Rapid Offset, S .A .El tiraje de esta edición es de 2,000ejemplares.

Page 80: -Los «desguazadores» que vienen por míbdigital.binal.ac.pa/bdp/tusola3.pdf · 2006. 4. 24. · tejados. La luna salió triunfante tras los densos ... tes sucios y puntiagudos.-Aquí

.~`.~ .

'luna a

A~/c.~p~~'s~~~x~^

'-f_*u ti

-''

'-- -