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102 En el aula, la profesora pregunta: “¿Cuál es el libro más importante que Dios escribió?” Casi a coro los niños responden: “La Biblia!”. ¿Respuesta correcta? I. Los Dos Libros de Dios Decía San Agustín: Dios escribió dos libros. El primer libro no es la Biblia, sino la creación, la naturaleza, la vida. Es por el Libro de la Vida como Dios quiere hablar con nosotros. Dios creó las cosas hablando. Dijo: “¡Luz!”. Y la luz comenzó a existir. Todo lo que existe es la expre- sión de una palabra divina. Cada ser humano es una pala- bra ambulante de Dios. ¿Tenemos consciencia de eso? Mucha gente mira la naturaleza y no piensa en Dios. Ya no nos damos cuenta de que estamos viviendo en medio del libro de Dios y de que somos una página viva de ese libro divino. Agustín dice que fue el pecado, o sea, nues- tra manía de querer dominar todo y de pensar que somos dueños de todo, lo que nos hizo perder la mirada de la contemplación. Ya no conseguimos descubrir cómo Dios está hablando en el Libro de la Vida. Por eso -así lo decía Agustín-, Dios escribió un «se- gundo libro», la Biblia. No fue escrita para sustituir al Libro de la Vida. Al contrario. Fue escrita para ayudarnos a entender mejor el Libro de la Vida y a descubrir en ella las señales de su presencia amorosa. La Biblia -decía también Agustín- nos devuelve la mirada de la contem- plación y nos ayuda a descifrar el mundo y a hacer que el universo se torne nuevamente revelación de Dios, y vuelva a ser lo que es: “el Primer Libro de Dios”. ¿Cómo fue escrita la Biblia? ¿Cómo lo hizo Dios? El texto de la Biblia no cayó listo ya, del cielo. Nació poco a poco, a lo largo de los siglos, como fruto de un demo- rado proceso de interpretación de la vida, de la historia, de la naturaleza. Impulsado por el deseo de encontrar a Dios, el pueblo fue descubriendo las señales de la presencia divina en la vida, y las trasmitía para las gene- raciones siguientes. Al final, acabó escribiendo sus des- cubrimientos en un libro. Ese libro es la Biblia. La Biblia trae el resultado de la lectura que el pueblo hebreo hizo de su vida e historia. El Segundo Libro de Dios, como decía Agustín, le ayudó a descubrir el hablar de Dios en el Primer Libro... Todo esto ocurrió con el Pueblo de Dios del que nosotros los cristianos somos herederos. Pero nosotros no somos los únicos que sienten en el corazón la búsqueda de Dios. Lo mismo ocurría y continúa ocurriendo con los pueblos de Asia y de África, con los indios aquí de Amé- rica Latina, con los pueblos de Europa. Todos los pue- blos de todas las culturas y religiones, a lo largo de su historia, fueron descubriendo los rasgos de Dios dentro del Libro de su Vida. Como el pueblo hebreo, todos ellos buscaban formas de expresar sus creencias y convicciones en ritos y doctrinas, en historias y normas, en libros y templos, en celebraciones y oraciones, en imágenes y símbolos de Dios, para que no se perdiese la riqueza de esta sabiduría acumulada a lo largo de los siglos. No se trata aquí de que un pueblo piense que su tradición religiosa sea mejor que la de los otros, ni de que un pueblo quiera convertir a otro a su religión. ¡No! El año 2000, en Jerusalén, hubo un encuentro de oración por la paz en el que participaron los tres representantes máximos de los judíos, de los cristianos y de los musul- manes. Estaban allí el Gran Rabino de los judíos, el Papa y el delegado del imán supremo de los musulmanes. Los tres representaban ¡más de tres mil millones de seres humanos! Cada uno hizo una breve exposición sobre el significado de aquel encuentro. Juan Pablo II dijo algo bien sencillo y muy importante: Estamos aquí no para convertir al otro a nuestra religión, sino para aprender unos de otros cómo alabar a Dios, cómo servir al prójimo y cómo defender juntos la Paz, y para nunca utilizar la fe para legitimar guerras ni masacres. II. El gran desafío En toda la historia de la humanidad, nunca hubo una época con tantos cambios en tantos niveles diferentes y en tan poco tiempo como en estos últimos cien años. La ciencia está revelando cosas nuevas del Universo, en el Primer Libro de Dios, cosas que ni nuestros antepasados, ni San Agustín podría imaginar o sospechar. Por eso, la concepción que tenemos hoy del Universo es radicalmen- te diferente, por ejemplo, a la del tiempo en que se hizo la descripción de la Creación en el libro del Génesis. Antiguamente, pensábamos que la Tierra era el cen- tro del Universo. Hoy descubrimos por la ciencia que la Tierra no pasa de ser un grano de arena en medio de montañas inmensas, de una gota de agua en medio de un océano. El sol no pasa de ser una pequeña estrella, perdida en la periferia de nuestra galaxia. Hoy, así pare- ce, quien está ayudándonos a descubrir mejor las cosas de Dios en el Libro de la Naturaleza, ya no es la Biblia, como enseñaba Agustín, sino las investigaciones cien- LOs dos libros de Dios Carlos Mesters São Paulo SP, Brasil

Los Dos Libros de Dios - Mesters

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Los dos libros de Dios San Agustín

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    En el aula, la profesora pregunta: Cul es el libro ms importante que Dios escribi? Casi a coro los nios responden: La Biblia!. Respuesta correcta? I. Los Dos Libros de Dios

    Deca San Agustn: Dios escribi dos libros. El primer libro no es la Biblia, sino la creacin, la naturaleza, la vida. Es por el Libro de la Vida como Dios quiere hablar con nosotros. Dios cre las cosas hablando. Dijo: Luz!. Y la luz comenz a existir. Todo lo que existe es la expre-sin de una palabra divina. Cada ser humano es una pala-bra ambulante de Dios. Tenemos consciencia de eso? Mucha gente mira la naturaleza y no piensa en Dios. Ya no nos damos cuenta de que estamos viviendo en medio del libro de Dios y de que somos una pgina viva de ese libro divino. Agustn dice que fue el pecado, o sea, nues-tra mana de querer dominar todo y de pensar que somos dueos de todo, lo que nos hizo perder la mirada de la contemplacin. Ya no conseguimos descubrir cmo Dios est hablando en el Libro de la Vida.

    Por eso -as lo deca Agustn-, Dios escribi un se-gundo libro, la Biblia. No fue escrita para sustituir al Libro de la Vida. Al contrario. Fue escrita para ayudarnos a entender mejor el Libro de la Vida y a descubrir en ella las seales de su presencia amorosa. La Biblia -deca tambin Agustn- nos devuelve la mirada de la contem-placin y nos ayuda a descifrar el mundo y a hacer que el universo se torne nuevamente revelacin de Dios, y vuelva a ser lo que es: el Primer Libro de Dios.

    Cmo fue escrita la Biblia? Cmo lo hizo Dios? El texto de la Biblia no cay listo ya, del cielo. Naci poco a poco, a lo largo de los siglos, como fruto de un demo-rado proceso de interpretacin de la vida, de la historia, de la naturaleza. Impulsado por el deseo de encontrar a Dios, el pueblo fue descubriendo las seales de la presencia divina en la vida, y las trasmita para las gene-raciones siguientes. Al nal, acab escribiendo sus des-cubrimientos en un libro. Ese libro es la Biblia. La Biblia trae el resultado de la lectura que el pueblo hebreo hizo de su vida e historia. El Segundo Libro de Dios, como deca Agustn, le ayud a descubrir el hablar de Dios en el Primer Libro...

    Todo esto ocurri con el Pueblo de Dios del que nosotros los cristianos somos herederos. Pero nosotros no somos los nicos que sienten en el corazn la bsqueda de Dios. Lo mismo ocurra y contina ocurriendo con los

    pueblos de Asia y de frica, con los indios aqu de Am-rica Latina, con los pueblos de Europa. Todos los pue-blos de todas las culturas y religiones, a lo largo de su historia, fueron descubriendo los rasgos de Dios dentro del Libro de su Vida. Como el pueblo hebreo, todos ellos buscaban formas de expresar sus creencias y convicciones en ritos y doctrinas, en historias y normas, en libros y templos, en celebraciones y oraciones, en imgenes y smbolos de Dios, para que no se perdiese la riqueza de esta sabidura acumulada a lo largo de los siglos.

    No se trata aqu de que un pueblo piense que su tradicin religiosa sea mejor que la de los otros, ni de que un pueblo quiera convertir a otro a su religin. No! El ao 2000, en Jerusaln, hubo un encuentro de oracin por la paz en el que participaron los tres representantes mximos de los judos, de los cristianos y de los musul-manes. Estaban all el Gran Rabino de los judos, el Papa y el delegado del imn supremo de los musulmanes. Los tres representaban ms de tres mil millones de seres humanos! Cada uno hizo una breve exposicin sobre el signicado de aquel encuentro. Juan Pablo II dijo algo bien sencillo y muy importante: Estamos aqu no para convertir al otro a nuestra religin, sino para aprender unos de otros cmo alabar a Dios, cmo servir al prjimo y cmo defender juntos la Paz, y para nunca utilizar la fe para legitimar guerras ni masacres.II. El gran desafo

    En toda la historia de la humanidad, nunca hubo una poca con tantos cambios en tantos niveles diferentes y en tan poco tiempo como en estos ltimos cien aos. La ciencia est revelando cosas nuevas del Universo, en el Primer Libro de Dios, cosas que ni nuestros antepasados, ni San Agustn podra imaginar o sospechar. Por eso, la concepcin que tenemos hoy del Universo es radicalmen-te diferente, por ejemplo, a la del tiempo en que se hizo la descripcin de la Creacin en el libro del Gnesis.

    Antiguamente, pensbamos que la Tierra era el cen-tro del Universo. Hoy descubrimos por la ciencia que la Tierra no pasa de ser un grano de arena en medio de montaas inmensas, de una gota de agua en medio de un ocano. El sol no pasa de ser una pequea estrella, perdida en la periferia de nuestra galaxia. Hoy, as pare-ce, quien est ayudndonos a descubrir mejor las cosas de Dios en el Libro de la Naturaleza, ya no es la Biblia, como enseaba Agustn, sino las investigaciones cien-

    LOs dos libros de DiosCarlos Mesters

    So Paulo SP, Brasil