15
LOS FACTORES DEL CLIMA Y LA INFILTRA- crox EN EL PROCESO DE EROSION y UTILI- ZACION DEL AGUA La vegetación de un lugar es reflejo del clima que disfruta. Entre los factores que integran este último está la frecuencia de las lluvias y su intensidad, de don- de nace principalmente la ¡elación entre el clima y la erosión. En este aspecto de la erosión, conviene prestar atención primeramente a la normal o geológica, que no hay motivo para combatir, ni tampoco posibilidad, pero que ayuda a conocer la erosión acelerada, la provoca- da parla acción del hombre, al mismo tiempo que hace surgir ideas sobre las medidas inteligentes que deben adoptarse para combatirla.' En los climas húmedos la vegetación natural es el bosque, que con su follaje, el lecho de broza, la capa de tierra humificada, la estructura granular del suelo y su gran capacidad para el agua, como consecuencia, ha- cen que la tierra se encuentre defendida maravillosa- mente contra toda erosión perjudicial. Lo mismo ocu- rre en los climas subhúrnedos, en los que la defensa está encomendada a las praderas de.hierbas altas, y aun en los semiáridos, en que la vegetación se reduce de ta-

LOS FACTORES DEL CLIMA Y LA INFILTRA crox y · 2007-10-08 · En los climas húmedos la vegetación natural es el bosque, que con su follaje, el lecho de broza, la capa de tierra

  • Upload
    others

  • View
    5

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

LOS FACTORES DEL CLIMA Y LA INFILTRA­crox EN EL PROCESO DE EROSION y UTILI­

ZACION DEL AGUA

La vegetación de un lugar es reflejo del clima quedisfruta. Entre los factores que integran este últimoestá la frecuencia de las lluvias y su intensidad, de don­de nace principalmente la ¡elación entre el clima y laerosión. En este aspecto de la erosión, conviene prestaratención primeramente a la normal o geológica, que nohay motivo para combatir, ni tampoco posibilidad, peroque ayuda a conocer la erosión acelerada, la provoca­da parla acción del hombre, al mismo tiempo que hacesurgir ideas sobre las medidas inteligentes que debenadoptarse para combatirla.'

En los climas húmedos la vegetación natural es elbosque, que con su follaje, el lecho de broza, la capa detierra humificada, la estructura granular del suelo y sugran capacidad para el agua, como consecuencia, ha­cen que la tierra se encuentre defendida maravillosa­mente contra toda erosión perjudicial. Lo mismo ocu­rre en los climas subhúrnedos, en los que la defensa estáencomendada a las praderas de. hierbas altas, y aun enlos semiáridos, en que la vegetación se reduce de ta-

maño, pero sigue siendo igualmente eficaz. En las con­diciones naturales, es solamente en las regiones desér­ticas, donde la vegetación no puede defender al suelodel agua y del viento, o en los confines de las serniári­das, y aun en estos casos, las matas ralas que las pue­blan prestan su concurso aprisionando la tierra consus raíces.

Cuando el hombre destruye la vegetación talandoel bosque y llevando sus rebaños a la pradera, le quitaal suelo su principal defensa e inmediatamente las aguasempiezan a deslizarse sobre la superficie, arrastrandosuelo, cuanto más lluvioso en mayor cantidad, y apa­recen los barrancos, lo mismo que normalmente ocurreen los climas áridos, pero con ritmo mucho más acele­rado, porque el agua que barre la tierra es mucho ma­yor. Cuanto más lluvioso es el clima antes desapareceel suelo, y lo que la naturaleza creó en cientos de añosdesaparece en unos lustros, como resultado de la in­tervención del hombre. El proceso varía de un lugar aotro según la intensidad de las lluvias que ocurren,siendo más rápido en donde son más violentas y demayor duración al mismo tiempo.

Para comprender y combatir la erosión en una co­marca, es necesario conocer su régimen de lluvias. Nobasta conocer la cantidad de agua que cae en un año,ni su distribución por meses; se hace preciso tener pre­sente aisladamente cada uno de los períodos lluviososque ocurren, con sus intensidades y duración, porqueserá preciso tomarlos en consideración, cuando se ten­ga que defender el suelo con siembras, que deberán te­ner el vigor necesario al llegar los períodos temidos,como también será necesario conocer el detalle de los

períodos lluviosos, cuando se tengan que fijar las pen­dientes y secciones de los desaguaderos.

En general, las lluvias que abarcan una gran exten­sión son las de menor intensidad, las menos temibles,por tanto, en la erosión, produciendo, en cambio, elmovimiento de grandes masas de tierra. Las lluvias másintensas se localizan en área, suelen ser más violentasen verano que en invierno, pero en cambio, en veranotienen menor duración que en invierno corriente­mente.

Cuando la lluvia alcanza el terreno se infiltra elagua en el suelo, y si esta acción es suficientemente du­radera, parte de ella va a las capas más profundas, alas que no suelen alcanzar las raíces, para moverselateralmente y buscar la salida en niveles más bajosde la vertiente. Otra parte queda retenida por los di­fer-entes horizontes del suelo, para perderse por evapo­ración en la superficie o transpirada por la vegetaciónque la absorbe, y la que no se infiltra es la que discurrepor la superficie, llevándose la tierra que puede. Estascantidades de agua, perdidas en las profundidades delsuelo, retenidas por él, evaporadas, transpiradas o arro­jadas como sobrantes, están influenciadas por la can­tidad e intensidad de la lluvia, la naturaleza del suelo,su pendiente, clase y densidad de la vegetación que locubre, rugosidad de su superficie, como ocurre con losterrenos labrados, o los dispuestos en terrazas, y otrosmuchos factores, tales como la temperatura del aire yla velocidad del viento.

Si todo el agua que lloviese penetrara en el sueloen el mismo punto de su caída, no existiría el proble­ma de la erosión, por lo que para combatirla, lo quese persigue esencialmente, es conseguir la mayor infil-

-40-

tración posible en virtud de los métodos de explota­ción a que se somete el suelo. La cantidad de agua quepuede contener un suelo es sumamente considerable.Los espacios vacíos en muchos suelos llegan al 50por 100 de su volumen. Si se supone un suelo en quelos espacios vacíos sean la tercera parte de su volumen,en un metro de profundidad podría almacenar unacapa de agua de 333 milímetros de altura, y en sus pri­meros 30 centímetros, 100 milímetros. En estas cifrasse funda la importancia de disponer de un suelo que re­ciba el agua con facilidad.

El agua que penetra en el suelo por sus poros, lasgrietas, los conductos que dejan las raíces, los aguje­ros que excavan los animales o los huecos que produ­cen las labores, es el agua de infiltración. La parte que'gana las capas más profundas, para constituir el aguafreática, que en general queda perdida para la vegeta­ción del campo en que ha penetrado, después de lavar­nos la tierra, moviéndose principalmente por los con­ductos de mayor capacidad, aparece en manantialespara alimentar arroyos y fuentes, dejándose en el ca­mino las partículas que en un principio pudo arras­trar.

En el suelo queda retenida el agua de absorción,en virtud de las fuerzas capilares y moleculares, lascuales actúan también moviéndola para que llene losvacíos que existen. De esta agua viven las plantas, silas raíces consiguen alcanzarla, aun cuando las últi­mas porciones están tan íntimamente ligadas a la ma­teria de la tierra, que las plantas no pueden apropiarsede' ella, ni puede moverse de una partícula a la próxi­ma, constituyendo el agua higroscópica. Cuando las

-41 -

plantas se marchitan por no poder absorber agua de latierra, todavía contiene agua en libertad.

Es la infiltración, la capacidad de absorción y elpoder retentivo lo que se hace preciso aumentar en lossuelos para verse libres de los efectos de la erosión.Con el fin de conocer cómo se conduce el fenómeno dela infiltración. se han hecho experiencias en diversossuelos para observar su capacidad de infiltración, mi­diendo la cantidad de agua que penetraba el suelo enel transcurso del tiempo. Por ejemplo. Una tierra fran­ca, suelta, en los primeros quince minutos embebía elequivalente a una capa de agua de 10,5 milímetros dealtura, y en los quince minutos siguientes, se redujoa 3,5 milímetros la altura de agua que se infiltró. Enla primera media hora penetró una cantidad de aguarepresentada por una capa de 14 milímetros de altura,y en la segunda de 5,7 milímetros solamente. En laprimera hora, el agua infiltrada fué la equivalente auna capa de 19,7 milímetros, y en la segunda, el aguaembebida estuvo representada por una capa de aguade 10,5 milímetros de altura. En la tercera .hora la in­filtración fué igual que en la segunda, quedando ya es­tabilizada. Esta misma marcha de ritmo decrecienteha presentado la infiltración en todas las experienciasrealizadas, con suelos de dis tinta naturaleza, para es­tabilizarse desde después de terminada la segunda horahasta el final de la tercera, o lo que es igual, para ab­sorber, desde el momento de la estabilización, una can­tidad constante de agua en la unidad de tiempo.

En los suelos ensayados la media de la infiltraciónpor hora fué de 5',5 milímetros de altura de agua, parauno arenoso; 20,5 milímetros, para un suelo suelto pro­cedente de rocas primitivas; 13,75 milímetros, para un

-42-

suelo de composición media, y 2,5 milímetros, para unofuerte, arcilloso, relativamente impermeable. Se citanestos casos para mostrar la variación enorme de la infil­tración. Si ocurriese una lluvia sobre esas tierras, cuyaintensidad estuviese representada por una altura deagua de 25 milímetros por hora, en la primera no sepresen tarían aguas que arras trasen la tierra, en la se­gunda no llegaría a la quinta parte del agua llovidala que corriese por la superficie, en la tercera podríallegar a la mitad, y en la cuarta, prácticamente, todaella se deslizaría por la superficie y podría ocasionar losmayores arrastres.

Se infiltra el agua cuando el suelo es abierto, cuan­do las partículas forman canales grandes y por ellosllega a rellenar los espacios vacíos, que, cuanto mayo­res sean, tanta será el agua que pueden contener. Cuan­do los suelos están constituídos por partículas muy fi­nas, aisladas, ellas mismas rellenan todo el espacio enque están situadas y no dejan pasar al agua, y auncuando su capacidad de retención es grande, presentan~V inconveniente de almacenar poca agua, que ponen a

,:disposición de las raíces con gran dificultad, porque seapelmazan y no las dejan penetrar y ramificarse, agrie­tándose, para formar bloques que aprisionan dichaagua.

La duración de las experiencias reseñadas fué detres horas. Se comprende, que si hubiesen sido de ma­yor duración, conforme el suelo llega a su capacidad deabsorción, el agua de infiltración disminuye, hasta que­dar reducida a las cantidades, que descendiendo, aban­donan los. suelos para pasar a las capas freáticas.

Las labores del suelo, como las del subsuelo, al mu­llir la tierra, dejan grandes espacios vacíos y en con-

-43-

secuencia facilitan la infiltración. Esta acción persiste,hasta que el suelo por la acción de lluvias repetidas sesienta, se apelmaza, quedando rellenadas todas susoquedades. En una experiencia, un suelo apelmazadotomó una altura de agua de (g milímetros; el mismosuelo, labrado a 10 centímetros de profundidad, admi­tió 25 milímetros, y cuando se labró a 15 centímetros,admitió 30 milímetros de altura de agua.

El efecto de las labores es pasajero como consecuen­cia del apelmazamiento que sufren las tierras por elmartilleo del agua, y el relleno que experimentan todoslos vacíos, grandes y pequeños, por las partículas másfinas que el agua arrastra al interior. La acción de laslabores sobre la infiltración será, por lo tanto, más cor­ta en los suelos que estén compuestos de materiales conpartículas muy finas, y más todavía si son de carácterplástico, que es el caso de la mayoría de las arcillas.Son, por lo tanto, los suelos que hacen barro pegajoso10Sl que necesitarán 'más labores, y los arenosos, de par­tículas gruesas, los que menos.

Al incorporar abonos orgánicos a la tierra se au­menta considerablemente su capacidad de infiltración,dependiendo su duración del tiempo necesario para sudescomposición y desaparición del suelo. En una expe­riencia, un suelo sin estercolar tomó en dos horas unaaltura de agua de 50 milímetros; estercolado con (g,8toneladas de abono de cuadra por hectárea, admitió75 milímetros, y con 39,6 toneladas, (12 milímetros.Resultados semejantes se obtienen cuando las materiasenterradas son restos de cosechas, o siembras que seefectúan para enterrar en momento oportuno como abo­no verde, efecto que se manifiesta durante bastantetiempo por la estructura granular que adquiere el suelo.

-44-

Conviene insistir tercamente en esta propiedad dela infiltración del agua en el suelo. En cuatro lisíme­tros se colocó una tierra suelta, arenosa, en 25 centí­metros de altura. Se les echó agua clara y estuvieronfiltrándola durante dos semanas. A partir de ese mo­mento, a dos de los lisímetros, en lugar del agua clara,se les suministró agua turbia, con el 1,8 por 100 dearena impalpable y arcilla. En pocos instantes, el aguaque dejaban pasar se redujo a la décima parte de lacantidad que pasaba de agua clara. Dos semanas des­pués se repite la prueba con los otros dos lisímetros, yse obtuvo el mismo resultado. Cuando más tarde seles alimenta con agua clara, la cantidad que dejabanpasar siguió siendo un décimo de la que pasaban alprincipio de la experiencia. Se analizó la tierra de losIisírnetros, y se observó en su superficie una pequeñapelícula de la arena impalpable y la arcilla que se ha­bían incorporado al agua, ajustada a todas las sinuosi­dades para no dejar pasar el agua. El agua que cae enuna vegetación espesa llega tenuemente al suelo, no loperturba, es agua clara y se infiltra con facilidad, mien­tras que la que lo golpea, por estar desprovisto de ve­getación, se enturbia, tapona rápidamente los canalícu­los que existen y escapa por la superficie del suelo,arrastrándole. A lo largo de tres años y medio se hamedido la turbidez de las aguas que escurrían de cam­pos cultivados de alfalfa con gramíneas, y las proce..dentes de campos cultivados todos los años con maíz,en la misma clase de suelos, y se ha encontrado que lasprocedentes de los campos de maíz tenían veinte vecesmás materiales en suspensión que las procedentes delas praderas de alfalfa.

En un suelo gas tado se ha determinado la turbidez

Sudo- que arru ina la er u, lon en la prov incia de (;r:lll.lda ( F(JIllgr :¡i í:l' tlJl1¡;td¡¡ )desde 13 carretera que conduce a t\ lmc r ia.)

Suelo-, ma l dcfcndi.k» en 1,1' qu e ~~ C, l ;'1I1 pn,lien,l(I 1;:, pl .uu acione, de fr uta lr ­por efecto de la erosión . Carreter a de Alrneria a Xl álaga, (Fotos xl endizá bal,

Ingeniero Agr ónorno.)

II

II

II

I

II

II

II

I

II

II

I

II

II

II

I

II

II

II

I

I

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Cuenca del Anda rax, vista desde Alharna tAlmeria ). (Fotos Mendizábal, Ingenie­ro Agr ónorno.)

,../~

!

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

j

-45-

de las aguas de deslizamiento cuando se cultivó maízsin abonar, abonando con una cosecha verde enterraday abonando con estiércol de cuadra. Los materiales ensuspensión que contenía el agua eran 1,6 veces mayores.en el maíz sin abonar que en el abonado con plantasverdes enterradas, y 2,8 veces que cuando se empleó elestiércol de cuadra.

Repetidas experiencias con numerosas variedadesde suelos han demostrado, que la producción se resien­te enormemente cuando s,e pierde el suelo y tiene quecultivarse removiendo capas más profundas. Se atribu­yen estas disminuciones de cosechas a la falta de mate­ria orgánica, a la estructura deficiente del suelo, a laescasez de materias alimenticias para las plantas, y muyesencialmente, a la carencia de humedad del suelo, quetoma mal el agua y la conserva deficientemente.

El tener tierras que sean penetradas por el agua conla mayor facilidad debe constituir una ferviente aspi­ración del agricultor, lo mismo para combatir la ero­sión que para evitar en lo posible los perjuicios de lasequía, temible en los climas secos lo mismo que enlos húmedos.