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De la Historia 93 Los judíos de las Cinco Villas en la Edad Media: Historia de una convivencia dual 3 Asentamientos y comunidades La presencia judía en la comarca de las Cinco Villas se remonta a los siglos XI y XII –los testimonios arqueoló- gicos en Ruesta, el asentamiento más antiguo del Ara- gón cristiano junto con Jaca, y Uncastillo datan del rei- nado de Sancho Ramírez–, creciendo conforme avanza la Reconquista y los musulmanes se retiran, tras ser de- rrotadas sus guarniciones, al sur del Valle del Ebro. Es- tos factores permitieron que sus familias se propagaran con facilidad, beneficiándose de los derechos contem- plados en las cartas de población –que no discrimina- ban por razones religiosas, ya que convocan universal- mente, tanto en Ejea como Tauste, a quantos veneritis ibi populare o quod totos ibi veniatis populare– y de los incentivos fiscales que promovían. Durante este periodo se vive un intenso impulso económico, que auspiciará la llegada de todo tipo de colonos, gracias al auge mercantil, el incremento de tie- rras labrantías, el aumento de la cabaña ganadera, la expansión demográfica, la consolidación de la demanda y la gestación de una modesta actividad manufac- turera. Además, en este contexto sociopolítico, donde la población mudéjar, por motivos de estrategia y seguridad, fue inexistente o testimonial, los judíos, que presentan un valioso perfil profesional en la nueva arquitectura territorial y po- lítica, se transforman en la única minoría, ostentando así un protagonismo cuan- titativo y cualitativo superior al desempeñado en los confines de Sefarad. De este modo, entre los años 1274 y 1294, según atestiguan los padrones fisca- les más antiguos, en un clima de paz social y prosperidad comercial, cuando el Camino de Santiago se ha transformado en la vía de peregrinación y europeidad más importante del Medievo, estas agrupaciones originarias se transforman en concejos o aljamas, con una rudimentaria estructura administrativa, inspirada en la cristiana, que toman como modelo. Acceden a esta categoría los asentamientos de Ruesta, Uncastillo, Sos, Luna, Tauste, Ejea de los Caballeros, Biel, El Frago y Luesia, que permanecerán activos MIGUEL ÁNGEL MOTIS DOLADER

Los judíos de las Cinco Villas en la Edad 3 Media

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De la Historia 93

Los judíos de las Cinco Villas en la EdadMedia: Historia de una convivencia dual3

Asentamientos y comunidades

La presencia judía en la comarca de las Cinco Villas seremonta a los siglos XI y XII –los testimonios arqueoló-gicos en Ruesta, el asentamiento más antiguo del Ara-gón cristiano junto con Jaca, y Uncastillo datan del rei-nado de Sancho Ramírez–, creciendo conforme avanzala Reconquista y los musulmanes se retiran, tras ser de-rrotadas sus guarniciones, al sur del Valle del Ebro. Es-tos factores permitieron que sus familias se propagarancon facilidad, beneficiándose de los derechos contem-plados en las cartas de población –que no discrimina-ban por razones religiosas, ya que convocan universal-

mente, tanto en Ejea como Tauste, a quantos veneritis ibi populare o quod totosibi veniatis populare– y de los incentivos fiscales que promovían.

Durante este periodo se vive un intenso impulso económico, que auspiciará lallegada de todo tipo de colonos, gracias al auge mercantil, el incremento de tie-rras labrantías, el aumento de la cabaña ganadera, la expansión demográfica, laconsolidación de la demanda y la gestación de una modesta actividad manufac-turera. Además, en este contexto sociopolítico, donde la población mudéjar, pormotivos de estrategia y seguridad, fue inexistente o testimonial, los judíos, quepresentan un valioso perfil profesional en la nueva arquitectura territorial y po-lítica, se transforman en la única minoría, ostentando así un protagonismo cuan-titativo y cualitativo superior al desempeñado en los confines de Sefarad.

De este modo, entre los años 1274 y 1294, según atestiguan los padrones fisca-les más antiguos, en un clima de paz social y prosperidad comercial, cuando elCamino de Santiago se ha transformado en la vía de peregrinación y europeidadmás importante del Medievo, estas agrupaciones originarias se transforman enconcejos o aljamas, con una rudimentaria estructura administrativa, inspirada enla cristiana, que toman como modelo.

Acceden a esta categoría los asentamientos de Ruesta, Uncastillo, Sos, Luna,Tauste, Ejea de los Caballeros, Biel, El Frago y Luesia, que permanecerán activos

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hasta el mismo momento de la expulsión. Desde entonces pagan regularmentesus impuestos (pechas) al soberano, aunque los tres últimos entren a formar par-te de las posesiones del arzobispo de Zaragoza durante buena parte del Cuatro-cientos, periodo en que viven altas cotas de esplendor y tolerancia.

Estos enclaves, que no se comportan como células independientes, sino que te-jen entre sí una tupida red de relaciones mercantiles, afectivas y familiares, seencuentran muy próximos entre sí –a no más de 15 ó 25 kilómetros–, lo que lespermitía ir y volver en la misma jornada, sabiendo que, en caso de necesidad,no tendrían problemas para pernoctar en casas de amigos o familiares. Esta con-vicción fomentó un trasiego continuo de personas e ideas, que no se reducía ala convocatoria de ferias y mercados, cuando el dinero circulaba con mayor in-tensidad.

En su momento de máximo esplendor la población judía superó con holgura elmillar de personas, duplicando o triplicando el promedio que registran en otrosreinos hispánicos, pues llegan a alcanzar, en según qué casos, la tercera o cuar-ta parte del vecindario donde residen. A comienzos del siglo XV, si desglosamosla evaluación establecida en el fogaje o recuento de unidades familiares (casa-tas) de las Cortes de Maella (1404), y las complementamos con los datos proce-dentes de las fuentes notariales y municipales, obtenemos unos resultados bas-tante aproximados a la realidad:

Localidad Casas Individuos

Ruesta 15 60-65

Biel 51 200-225

Luesia 30 120-135

El Frago 15 60-65

Sos 21 85-90

Uncastillo 29 115-130

Luna 20 80-90

Tauste 22 90-100

Ejea 59 240-270

Asimismo, a lo largo del siglo XIV se detectan pequeñas colonias efímeras, porlo general en tierras de señorío, aunque no siempre, en Sádaba –con importan-tes intereses laneros–, Biota (quince familias en la segunda década de la centu-ria), Layana, Erla, Farasdués, El Bayo o Castiliscar. Ninguna de ellas fraguó, aun-que se registraron repetidos intentos, por la presión de sus aljamas de origen,que se negaban a perder contribuyentes y porque los efectivos poblacionales nopermitían dispersarse por demasiadas localidades.

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Juderías, sinagogas y cementerios: espacios simbólicos

La mayoría de las villas aludidas trazan una de las líneas defensivas más sólidasdel territorio, concebida para repeler los ataques de musulmanes en los prime-ros estadios de la conquista cristiana. Por norma general, a los nuevos morado-res se les asigna un barrio –ellos no lo escogen libremente– al abrigo de las mu-rallas y en lugares elevados –es típica la implantación en el distrito de La Coronade Ejea o El Frago–, siendo obligados al mantenimiento de sus dotaciones mili-tares y baluartes a través de impuestos específicos, denominados caballerías otenencia del castillo.

En esta sintaxis, la judería, o logar do viven los jodios, toma como referente elsímbolo del poder político o religioso de turno –el castillo o la iglesia parro-quial, por encima de los cuales las sinagogas no debían competir en altura–, em-plazándose, por consiguiente, en lugares clave. Así, Ruesta (en las inmediacio-nes de la torre del homenaje), Luna (calles Puyfranco y Herrerías), Biel (calleBarrio Verde y plaza de Capdevilla), Uncastillo y Luesia (calle Barrionuevo), ElFrago (calle Infantes), Sos del Rey Católico (plaza de la Sartén y calles Luna yMentidero), Ejea de los Caballeros (calles Portaza, Enmedio y La Puebla) y Taus-te (calles Pedro IV y San Bartolomé).

En un principio no son espacios delimitados y clausus, ya que la convivencia yla inexistencia de tensiones sociales –salvo en periodos de crisis económica opor conflictos nacidos del préstamo– lo hacía innecesario, pero sí dotados deuna particular fisonomía que permite que se coloquen trenques o portales en lasembocaduras de las vías públicas, las cuales se cerraban por la noche en casode peligro o en determinadas festividades (Corpus Christi, Semana Santa).

La villa de Luna ofrece un modelo de integración plena, pues no existe un ba-rrio propiamente dicho –las fuentes nunca emplean el término judería–; aun-que la congregación tiende a asentarse en un área determinada, la mayoría delos domicilios lindan con vecinos cristianos. No obstante, en otras latitudes,un deseo expreso de intimidad yprotección induce a las autoridadesde Sos a solicitar al rey en 1301 queles permita cerrar su distrito; posi-blemente de esta época data el por-tal que se levantaba poco despuésde la capilla de San Martín o el si-tuado en las proximidades del Por-tal de la Reina.

Sólo a comienzos del siglo XV, la ne-cesidad de aislar a los conversos desus antiguos correligionarios y lasnuevas directrices emanadas de Be- Judería de Biel. Calle del Barrio Verde

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nedicto XIII y su acólito Vicente Ferrer, plasmadas en la Bula aprobada tras laConferencia de Tortosa, obligará a la segregación de la población judía en ba-rrios delimitados mediante muros de rejola o ladrillo. Tauste es, quizás, el ejem-plo más determinante, pues su sinagoga lindaba, casi pared con pared con la er-mita de San Antón: aquí sus ordenanzas negociadas en el estío de 1414 imponenque les habitacions dels juheus de la dita vila se encuentren claramente separa-das de les habitacions dels cretians.

En su fisonomía, a pesar de un entramado laberíntico e introvertido, típico deuna concepción espacial judeoislámica, condicionado también por la orografía,se percibe un eje central organizador del espacio, conocido como la carreramayor, uno de los pocos viales que permite la circulación rodada. En un rangoinferior confluyen los callizos o gallizos, con o sin salida, por las que se accedea las viviendas, los cuales también cumplen la función de desagües, adarves opequeñas conexiones con el exterior practicadas en la muralla.

Dentro de la morfología urbana –recreación vivencial y simbólica de sus gen-tes–, se distingue el sector habitacional y el destinado a la actividad fabril, así co-mo un cinturón hortofrutícola, pero no siempre, que provee de alimentos deprimera necesidad. El barrio de la sinoga concentra la zona residencial –muydeseada por las clases elevadas– y es sede de los principales edificios públicos.

Además, en área perimetral o en lu-gares marginales del hábitat se habi-litan espacios artesanales –por tratar-se de actividades nocivas o molestas(curtidurías y talleres textiles)–, co-rrales y establos. Una vez consumadala expulsión de 1492, el recinto esbautizado con el nombre genérico deBarrio Nuevo (Uncastillo, Luesia,Tauste y Sos) o Barrio Verde (Biel),que mantendrá en líneas generalessu identidad y acogerá una elevadadensidad de judeoconversos.

La sinagoga o sinoga cumple unafunción estructurante y vertebradoradel tejido urbano, enclavándose enuna posición central en la red vial yequidistante con las puertas del ba-rrio. Orientada hacia Jerusalén, clavepara la oración colectiva, y con unaescrupulosa disposición de la bimah,se sitúa próxima a los cursos de aguapor necesidades rituales, derivandolas sobrantes a baños o artesanías.

Luesia. Esquina de la calle de la Sinoga(Sinagoga)

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No se ingresaba directamente desde la calle, sino a través de un patio o atrio la-teral (azarah) que permite aislarla del ruido exterior.

La casa de la sinoga mayor de Uncastillo –que como la de Biel se convertirá enla Casa del Concejo inmediatamente después de la expulsión, sin necesidad depracticar reformas, mientras que la de Ejea es posible que fuera el edificio ma-triz del futuro Estudio de Artes– cuenta con un entramado pluricelular, puespresta determinados servicios comunitarios, entre los que se cuenta: un espaciosegregado para las mujeres (la sinoga de las muxeres), el horno (la casa del for-no), un patio que solia ser e se llama el banyo de los judios, un columbario y, ensus proximidades, la casa de l’ascuela de los judios.

A la par, la alimentación, sujeta a numerosas prescripciones rituales, exige lapresencia de unos establecimientos que garanticen el suministro de alimentosbásicos como la carne kasher o apta para la ingesta (carnicerías), el pan maçoto ácimo típico de la Pascua (hornos), etc. Asimismo, el agua presenta una pe-culiar trilogía que atiende a la purificación (miqwe), la higiene (baños públicos)y el consumo (pozos y fuentes).

La institución de la casa es capital, porque el hogar perpetúa no a los individuossino a la familia. De hecho, guarda relación con la institución foral del casa-miento en casa y la sucesión patrilineal hebrea, que llega a su máxima expre-sión con el levirato, que impone el matrimonio con la mujer del hermano si és-te ha fallecido sin descendencia para que no se pierda el apellido.

En cuanto célula sustentante y código genético de la familia, la casa como tal, laconstrucción, estable y duradera, denotará el rango de sus moradores. Es llama-tivo, por otro lado, que quizás el único elemento que se asocia a la vivienda ju-día, como es la oquedad o hendidura tallada en la parte superior de la jamba de-recha de la puerta de entrada donde se colocaba la mezuzah –pequeño estucheque contiene el texto versificado de la Semah, o profesión de fe del judaísmo–,haya sido sustituida por una cruz. Los materiales constructivos, que obedecen alos parámetros de la arquitectura popular, dependen del medio físico con el queconviven, alternando el ladrillo y elmampuesto de la zona meridionalcon el sillar en su área septentrional.

La estructura de la propiedad se ade-cua a la red viaria estrecha y zigza-gueante, con parcelas rectangularesde lacónica fachada, entre ocho ydieciséis codos de anchura comopromedio. Las casas se suman y aco-plan unas a otras, lo que origina nu-merosos conflictos vecinales a pro-pósito de las obras de reforma (muy

Sos del Rey Católico. Plaza de la Sartén,antigua judería

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intensas en Uncastillo) y de las lesio-nes en los derechos de luz, vistas yaires, ya que no existe el conceptode fachada. Este fenómeno explicaque en el plano parcelario las pro-piedades se entremezclen e invadanespacios colindantes, dependiendode las necesidades de uso y de lasparticiones de herencias, creando uncomplicado laberinto de estanciasque huyen del sentido ortogonal mo-derno y tienden a una concepción deespacios fragmentados.

Como pauta, las edificaciones se co-rresponden con viviendas unifamilia-res, generalmente entre paredes me-dianeras, alcanzando tres alturas,incluidos sótanos y cilleros. En la ju-dería de El Frago, de típica parcela-ción gótica, las casas vierten a doscalles: de distinto nivel, cuadras y bo-degas, por un lado, y a la vivienda,por otro. En la agregación de variasviviendas a modo de manzana es tí-pico que los patios o lunas, en torno

a cuyos espacios se agrupan dependencias comunes a varias familias, donde síse asoman galerías en su parte elevada y rafes.

Se accede a la planta baja mediante un zaguán o vestíbulo –cuyo suelo se deco-ra con motivos geométricos a base de cantos rodados, losas de piedra o baldo-sas de barro cocido–, en torno al cual concurren pequeñas estancias anejas re-lacionadas con distintos menesteres: bodegas, lagares, almacenaje de utillajeartesanal, etc. Al fondo, arrancan las escaleras. En la primera planta se sitúan lashabitaciones destinadas a vivienda propiamente dicha: la sala, el comedor y lacocina –con fuego bajo y campana central o lateral rodeada de cadieras–, así co-mo las alcobas –estancias o cubículos reducidos con acceso desde la sala, cerra-das con cortinas de lana o lino– resguardadas del frío y con una temperatura es-table. La última planta o falsa se destina a secadero y almacén de productosdomésticos, granero y frutos que se airean durante el verano o como tendede-ros para la ropa. He podido calcular, a través de los catastros más antiguos, queen Uncastillo el espacio habitable en planta se halla cercano a los 27 m2.

En fin, el cementerio se encuentra extramuros porque transmite impureza, enuna posición elevada, sobre una ladera y circundado por un curso fluvial cerca-no. Las sepulturas no se improvisan, y el terreno, inculto y virgen –en cuyas pro-

Judería de Uncastillo

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ximidades hay campos de cultivo, principalmente viñedos–, debe cumplir el im-perativo religioso de hallarse en declive, con las tumbas abocadas hacia Israel yel difunto con el rostro arriba, para que al tocar el shofar Moisés el día del Jui-cio pueda dirigirse hacia Israel. Se conoce el emplazamiento de los fosares deBiel, Sos, Uncastillo y El Frago.

De estas dos últimas localidades proceden unos textos epigráficos muy signifi-cativos, entre los que destacan, en Uncastillo, el correspondiente a la tumba delanciano, el justo y sabio rabí Meir, hijo del honorable rabí Ya’aqob, desgraciada-mente desaparecida, mientras que en El Frago, en una fachada de la calle Tré-vedes, se aprecia una inscripción donde se lee ésta es la tumba de rabí Yom Tob,hijo de rabí Yishaq, o las recientemente exhumadas de dos mujeres anónimas(la niña Ester y Orovida u Orosol).

Aljama y organización política

Los judíos tienen un estatuto jurídico especial, derivado de su directa vincula-ción con el monarca –fideles o cofres del rey– del que son vasallos, pero nosúbditos, condición que sí cumplen los cristianos. La aljama, nacida por unanecesidad puramente fiscal, tiene capacidad legislativa y un aceptable gradode autonomía, que se traduce en la promulgación de ordenaciones o regla-mentos (haskamot) para el regimiento interno. Cuenta, asimismo, con un dis-positivo de obtención de recursos y capacidad sancionadora, que ejerce me-diante la imposición de multas o la aplicación del herem o excomunión en losdelitos graves.

Como contrapartida a los privilegios obtenidos, y que sustentan el marco de re-lativa emancipación, siempre supeditado al ordenamiento foral y a la voluntaddel soberano, han de satisfacer unos impuestos ordinarios (pecha, cena de au-sencia y de presencia, lezda, caballerías, etc.) y extraordinarios (coronación, ma-

Inscripción hebrea de El Frago

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trimonio, subsidios, demandas, etc.). En el primer tercio del siglo XIV los judíosde las Cinco Villas contribuyen con un 8% del total recaudado en Aragón.

Las decisiones soberanas, a priori, corresponden adoptarlas a toda la aljama oconcello general e plega, reunida en sesión plenaria –no suelen celebrarse másde tres o cuatro cónclaves ordinarios–, donde los cabezas de familia o los varo-nes adultos adoptan las decisiones de mayor relevancia: impuestos, elección decargos, suscripción de deuda pública, nombramiento de procuradores y juristas,refrendo de estatutos aprobados por los jurados, etc. Todas ellas se celebran,salvo excepciones, en la sinagoga –do otras vegadas por tales o semblantes actosson acostumbrados plegar– después de ser convocados por un corredor me-diante crida o pregón.

Desde mediados del siglo XIV los negocios de la mayoría se delegan, ante la im-posibilidad de reunirse permanentemente, en un cuerpo ejecutivo o consejo degobierno que toma las principales decisiones en voz de la aliama, es decir, pordelegación. Genéricamente se denominan adelantados, aunque también se usala terminología hebrea de ne’emanim o muqademim. Por lo común son tres,salvo en las colectividades más pequeñas que cuentan con sólo dos, y actúancomo únicos interlocutores legítimos ante los poderes públicos edilicios o rea-les, ya que se les ha encomendado la representación y defensa de los interesesde la cosa pública. Por lo demás, son los encargados de convocar las plegas, fi-jar el orden del día y aplicar los acuerdos alcanzados, así como, allí donde no seconsolida el cargo de clavario –sólo sucede en villas importantes como Tauste yEjea–, administran los recursos comunitarios.

Junto a ellos, un Consejo o consello consultivo –en Luna toma el nombre de ma-hamat, inspirado en su homólogo árabe–, donde están representados los tresestratos socioeconómicos, supervisará sus decisiones y será una instancia decisi-va y vinculante en todo lo que compete a la política fiscal y tributaria.

Cuenta también con un albedí con atribuciones judiciales –desempeñadas en al-gunos momentos también por los propios adelantados–, al que se exige rectituden la aplicación del Derecho y lealtad a los derechos del monarca. Una scriba-nia a la que se adjudica al menos un fedatario o çoffer, se ocupa de elevar a es-critura pública los documentos generados en el seno de la aljama.

Para garantizar unas prestaciones sociales mínimas y el funcionamiento de la ad-ministración interna se reconoce a esta micro sociedad la capacidad de recaudartasas y gravámenes entre sus miembros. Entre los impuestos directos destaca lacapitación –de carácter mensual–, en que los contribuyentes se dividen en dosgrupos: la cabeça maior y la cabeça menor; las rentas del trabajo y las activida-des profesionales, declaradas semanalmente, con un tipo básico del 8%; y rentasdel capital mobiliario (préstamos) e inmobiliario (rústico y urbano), gravadodesde un 1,25 hasta un 2,5%. En cuanto a los impuestos indirectos figuran lamercaduría –que afectan a las compraventas en general– y el forniment, apli-

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cado a la adquisición de alimentos (harina, pescado, gallinas, pollos, queso,miel, etc.) y bienes de consumo (ropa y ajuar para el hogar, carbón, leña, zapa-tos, etc.) sobre los que pesan unas tasas que rondan el 1 o el 2,5%.

Pluralidad social y estructuras familiares

El individuo en sí mismo es vulnerable, por lo que precisa de unos anclajes o re-sortes que le socialicen. De ahí nacen los fuertes vínculos de solidaridad hori-zontales y verticales fundados en la familia (célula de subsistencia y reproduc-ción), la corporación (producción), la cofradía (asistencia mutua), la aljama(organización política) y la comunidad religiosa (creencia e identidad).

Dado que la expectativa media de vida se sitúa en torno a los cuarenta años –loque supone que aproximadamente la mitad de los hijos alcancen la mayoría deedad con uno de los progenitores fallecidos–, la importancia desempeñada porlas madres liderando la célula familiar es incuestionable. En consecuencia, setiende a primar el modelo de hogares extensos, que incorporan ascendientes(padres, abuelos y tíos), descendientes (nietos y sobrinos) o colaterales (herma-nos, primos), junto a los agregados de la familia política (yernos, cuñados).

Las circunstancias excepcionales vividas por el casi centenar de judíos de Sosdel Rey Católico –muntan en universo LXXXVIII personas chicas y grandes– enlos meses previos a la expulsión, reportan una valiosa información sobre la

Judería de El Frago. Calle Trévedes

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composición familiar, dado que solicitan a los funcionarios regios, después dehaberles incautado todos sus bienes, que les entreguen por casero o marido ymuxer, es decir, por cabeza de familia o matrimonio, una manta o edredón (li-tera) y dos sábanas (linzuelos) para las noches que habían de permanecer toda-vía en la villa antes de su partida.

Cada casata registra un promedio de 4,5 miembros, entre afines y consanguíneos,teniendo en cuenta que las madres o las suegras, tras la muerte de sus maridos,son acogidas por el depositario de la jefatura del linaje, esto es, el hijo o el yer-no. Es más, dentro de la categoría de personas grandes constato que conviventres generaciones: los adultos-maduros (el núcleo conyugal), los adultos-jóvenes(hijos casados y/o mayores de catorce años que viven en el domicilio paterno)y los ancianos (viexos, por lo común población femenina, al tratarse de suegraso madres viudas). De este modo, ensayando una división basada en criterios deedad, el resultado depararía un 18% para la población infantil, un 27% para lajuvenil y adulta-juvenil, un 46% para la adulta-madura y un 9% para la madurezavanzada-senectud.

Por lo que concierne a la articulación del entramado social, se conjugan tres ele-mentos básicos: el prestigio derivado del estudio de la Torah –los cinquo librosde Moysen– y las prácticas piadosas; la estirpe y los ascendientes –si una perso-na tiene noble linaje alumbrará un hijo como él– y los medios de fortuna.

Bien es cierto que no siempre existe concordia entre la fortuna inmaterial y lamaterial, es decir, entre las clases sociales, donde la estima intelectual y religiosacuenta muchísimo, y los niveles económicos; es lo que denomino sapientia, pie-tas, auctoritas et civilitas, o dicho de otro modo, el prestigio, que se traduce endiversos exponentes: asistencia frecuente a las reuniones de la comunidad; lugarpreferente ocupado en la sinagoga; desempeño de cargos públicos, por lo ge-neral a partir de los treinta años; tratamiento de don o dominus, que no pareceheredarse y que recae sobre el patriarca; coronación de los estudios talmúdicos;condición de rabino; limpia ejecutoria de servicio a la comunidad, y la anciani-dad, en cuanto sabiduría.

La información que poseemos sobre los tres estratos sociales o manos –mayor,mediana y menor– se basa en las manifestaciones externas de riqueza: los nota-blemente ricos (clases elevadas), los que poseen recursos moderados (clasesmedias) y los pobres. Entre otros muchos indicadores válidos, el régimen de te-nencia de la vivienda –en propiedad o en arriendo– señala un neto deslinde en-tre las clases ricas y las más humildes.

En las colectividades más numerosas y complejas se documenta una clase elevada,con hacienda arto riqua; un segmento medio-alto del que tiene bien en que bevir ybuenas posesiones; un amplio sector que tiene razonable hazienda; un umbral deextrema modestia que apenas tiene en que pasar su vida (alimento, vestido y vi-vienda), y los que dependen de la caridad por ser muy desamparados y pobres.

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Téngase en cuenta que para tributar el judío debe poseer una vivienda y un vi-ñedo; una vivienda, ajuar y dinero –en efectivo o créditos ejecutables–; tan sóloajuar y dinero –efectivo o fiduciario– o, como mínimo, ser menestral, es decir,tener un oficio reconocido que le procure ingresos regulares. En cierto modo, ysintetizándolo al máximo, ser propietario y/o tener un trabajo retribuido porcuenta propia o ajena.

La marginación y la pobreza, al cabo, incluye a los incapacitados, cuya disfun-ción motriz o perceptiva les impedía realizar un trabajo remunerado (cojos, cie-gos y lisiados), y a los que recurrieran a la mendicidad pública y habitual; en su-ma, los que van ad prender de dia e de nueyt e otro menester no han ni fazen.El incremento paulatino de las miserables personas et de flaco poder, es decir, delos pobres sin recursos, pretenderá ser paliado con la fundación de cofradíasasistenciales, fruto de la iniciativa pública o privada, con sólo relativo éxito.

Corporaciones artesanales, mercado y crédito

La abundancia de materias primas y su calidad condicionan la actividad produc-tiva. La comunidad hebrea, única minoritaria confesional, se encuentra muy in-tegrada en la vida económica, destacando su protagonismo en ciertos sectoresmanufactureros, el control de la riqueza pecuaria y la producción lanera (Luna,Biel, Ejea), así como el crédito comercial y de consumo.

Los obradores de pañería, que utiliza la lana como materia prima, se orienta haciauna demanda interior de campesinos, aldeanos y modestos artesanos. En cuanto alcuero y el calzado, destaca la manufactura de cordobanes (piel de cabra curtida) ybadanas (cordero y oveja). Por su parte, el cáñamo y el lino jugarán un papel no-table en la fabricación del atalaje de las bestias. No en vano, en lugares como Bielo El Frago los linares representan casi la mitad de las fincas de los pequeños pro-pietarios judíos. Este porcentaje se invierte en favor de los viñedos en Tauste, Un-castillo, Sos y Ejea, donde llegan a significar las tres cuartas partes de las explota-ciones, tanto por el importante papel desempeñado por el vino kasher en la dietaalimenticia como por tratarse de un producto muy rentable y especulativo.

Las fuentes notariales de la segunda mitad del siglo XV refrendan una elevada ydiversificada presencia de menestrales y artesanos preocupados no tanto en laproducción de bienes de equipo o transformación primaria de productos agro-pecuarios como en los bienes de consumo, sujeta a la ley de la oferta y la de-manda. Basta trazar los valores porcentuales, que plasmo en el histograma infe-rior, para percatarnos de la preeminencia de la industria de la piel (zapateros,pelaires y albarderos) y textil en su doble vertiente de fabricación y confección(tejedores, sastres). Tan sólo zapateros y sastres representan, por sí mismos yrespectivamente, un tercio de los profesionales en edad de trabajar, en Ejea delos Caballeros, Tauste, Sos del Rey Católico, Biel o Uncastillo.

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40%

30%

20%

10%

0Zapateros Sastres Tejedores Pellejeros Otros

BielSosUncastillo

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La riqueza derivada de la lana permitió consolidar poderosas estirpes de merca-deres, incluso en localidades demográficamente modestas, lo que explica queun testigo presencial declare a fines del siglo XV que oyo dezir a muchos jodiosque mas valia lo que en la aliama del Frago havia, que en todas las mas aliamasde Biel ni de Luesia. Los linajes más importantes de mercaderes judíos –Ambrón yRaenas (Ejea de los Caballeros), Atortox (Tauste), Jana (Biel), Abenreina (Luesia),Elisa (Luna)– basan su estrategia en esta materia prima, cuya compra se realizamediante la entrega de una fianza en los puntos de producción (pactando conlos vendedores en la feria de Sádaba). La calidad de los vellones indujo a algu-nas fortunas de Zaragoza, como Juce Abuzmel, a desplazar agentes comercialesasociados con los correligionarios locales.

La presencia del sector sanitario es notable. Alguno de sus futuros profesionalesse trasladan a Zaragoza para adquirir formación entre los galenos cristianos, pe-ritación que es muy costosa y que no todos pueden permitirse. Entre ellos se en-cuentra Juce Albó que, tras el examen realizado ante un protomédico real el año1480, obtiene lycenciam, permisum et facultatem utendi dicta arte medecine,imperativo en el ejercicio profesional. Linajes como los Abenforna, Abendaut,Albó y Atortox, se consagrarán en la comarca tanto de médicos de cabecera co-mo de cirujanos.

Tanto los mercados semanales como las ferias –a excepción de Luna (1206), ca-si todas las concesiones se encuadran en el primer cuarto del Trescientos: Sos(1302), Ejea de los Caballeros (1319) y Uncastillo (1327)– apenas rebasaron elestricto marco mercantil, no teniendo la dimensión financiera de otras plazascon rango de ciudad. La exención de determinados impuestos (peaje, portazgoy lezda) impulsó la actividad mercantil dentro de Aragón y con el vecino Reinode Navarra, si bien su alejamiento de las principales rutas comerciales del Ebroy la que se trazaba desde Zaragoza hacia Castilla, atravesando Calatayud, o el ra-mal que se dirigía a Soria a través de Borja y Tarazona, les perjudicó.

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Los miembros de esta minoría tienen la facultad de prestar al coto e manda-miento del senyor rey, desde la disposición adoptada por Jaime I el año 1254,donde se establece no tomar a logro si no es quatro dineros por libra, es decir,un veinte por ciento anual, segund fuero et costumpne d’Aragon.

El judío de media fortuna –son escasísimas las familias que se dedican profesio-nalmente a la actividad crediticia, y que no excede la décima parte de las cen-sadas– encuentra aquí un espacio en el que se desarrolla formidablemente bien,nutriendo de capital al pequeño campesino y al modesto artesano, cuya capaci-dad de endeudamiento permisible equivaldría al salario anual bruto o la mitaddel valor de su patrimonio.

Sólo las compras al detall, bien sea la cesta de la compra o enseres de poca en-tidad, se abonan en metálico, porque la masa monetaria que obra en poder delas familias es más bien escasa. No sucede lo mismo con la adquisición de bie-nes o servicios, en que, salvo excepciones y en una mínima escala, no se reali-za al contado ni en el acto. Casi todos los pequeños comerciantes y artesanosacuden a esta modalidad por pura necesidad, salvo que se expusieran a la pér-dida de la clientela del barrio. También hacen frente a situaciones difíciles deenfermedad, multas, liquidación de deudas o préstamos anteriores, dotes, etc.

No en vano, el promedio del capital prestado se sitúa en los 150-200 sueldos–límite que establecen los fueros como préstamos de menor cuantía–, mientrasque el plazo de amortización oscila entre seis y nueve meses, y la liquidación seefectúa en fechas claves del calendario agropecuario y mercantil (San Juan, SanMiguel y San Martín).

Judería de Ejea. Calle de la Puebla

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Si atendemos a criterios geográficos, se advierte en Tauste un primer círculo si-tuado en un radio de 20 kilómetros (Alberite, Alcalá de Ebro, Boquiñeni, Maga-llón y Mallén) y un segundo nivel que alcanza 50 kilómetros (Malpica, Sádaba oUncastillo). En lo referente a Ejea de los Caballeros, la máxima intensidad no ex-cede los 25 kilómetros de distancia (Biota, Erla, Farasdués, Layana, Luna, Orés,Rivas, Sádaba, Tauste), mientras que disminuye notoriamente su influjo entre los40 y 50 kilómetros (Sos, El Frago y Uncastillo).

En todo el territorio analizado, en torno al 60 ó 75% de las operaciones de prés-tamo recaen en la población de la que son originarios, de ahí que actúen comoun formidable motor de desarrollo para la economía local y actúe como baró-metro fiable de la salud del tejido productivo.

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