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Revista de historia regional de Mexicali y su valle Año V, núm. 17, julio-septiembre de 2012 Universidad Autónoma de Baja California Los primeros veinte años de Mexicali

Los primeros veinte años de Mexicali - CESUcesu.uabc.mx/images/cesu/magazine/pdf/17-el-rio-imprimible.pdf · Manuel M. Monge contrajo matrimonio en el año de 1957 con Ruth Amezcua,

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Revista de historia regional de Mexicali y su valleAño V, núm. 17, julio-septiembre de 2012

Universidad Autónoma de Baja California

Los primeros veinte años de Mexicali

Familia Monge AmezcuaR.C.B.

1968. En la foto, de izquierda a derecha, de pie: Alejandra, Manuel, José y Bruni. Sentados: Sra. Ruth Amezcua, en sus brazos Ricardo; Carlos, don Manuel M. Monge y, en sus brazos, Gustavo. Todavía no nacía Arturo, el menor.

2008. Manuel M. Monge contrajo matrimonio en el año de 1957 con Ruth Amezcua, nativa de Mexicali e hija del capitán Pedro Amezcua, pionero de Mexicali. Procrearon 8 hijos.

En la foto, de izquierda a derecha, de pie: Ricardo, Gustavo, Arturo y su esposa María Lucía, José y su esposa Ana Laura y Manuel. Sentados: Elena (esposa de Ricardo), Bruni, Sra. Ruth Amezcua, Sr. Manuel M. Monge, Alejandra y Carlos.

En la celebración de los 90 años de don Manuel.

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ÍndiceRetratos de familia i n t e r i o r p o r t a d a

R.C.B.

Editorial 3

Sergio Noriega Verdugo

La canción de Joe Hill y la revolución

floresmagonista de 1911 4

Gabriel Trujillo Muñoz

Episodios universitarios 8

Fernando Medina Robles

Los primeros 20 años de Mexicali 12

Carlos Reyes

Colonia Carranza, el corazón del valle 28

Yolanda Sánchez Ogás

Manuel M. Monge (1918-2012), constructor 31

Rubén Castro Bojórquez

Arturo Esquivias Ojeda (1931-2012)

Creador emérito 35

Austreberto Silva Olivares

Crónicas de mis barrios: La Junta de Mejoras de

Pueblo Nuevo y la construcción del Puente Blanco 37

María Isabel Verdugo Fimbres

Historias de lo cotidiano: El cachanilla

de cuatro ruedas 40

Miguel Esteban Valenzuela Robles

Nomenclatura de Mexicali. Historias de los

nombres de avenidas, bulevares, calles,

parques y plazas: La calle de los cinco nombres 44

Miguel Ángel Lino

Páginas de historia 46

Luz Mercedes López Barrera

Libros, reseñas, comentarios... 47

Sergio Noriega Verdugo

Episodios universitarios interior contraportada

R.C.B.

Postales de mi pueblo contraportada

Gerardo Sánchez Benavides

4

8

12

28

37

40

Foto

s de

por

tada

:

1919. Vista desde la avenida Juárez hacia el oeste, casi esquina con calle Altamirano. Al fondo el templo de la

iglesia metodista.

1916. Vista sobre la línea internacional entre Mexicali y Caléxico, hacia el oeste. Al fondo el tanque elevado de Caléxico.

1922. Cabaret Mexicali, esquina sureste de avenida Reforma y calle Azueta.

Sociedad de HistoriaCentenario de Mexicali A.C.

Marco Antonio Buruel BeltránPRESIDENTE

Miguel Esteban Valenzuela RoblesVICEPRESIDENTE

Austreberto Silva OlivaresSECRETARIO

Julio Carlos Pérez SolorioTESORERO

PRESIDENTA HONORARIA VITALICIA

Yolanda Sánchez Ogás

INVITACIÓN

La Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C. invita a todas las personas amantes de la historia, aficionadoso expertos, a asistir a sus reuniones y, de ser el caso, a formar parte de ella como socios activos.

Las sesiones se llevan a cabo todos los miércoles a las 18 horas en la Sala Junta de Gobierno del Centro de Estudios Sobrela Universidad de la UABC, ubicada en la planta baja del edificio de Investigación y Posgrado en bulevar Benito Juárez.

Teléfonos: (686) 566 9592 y (686) 841 2076

Esta revista se distribuye gratuitamente. Si desea obtener un ejemplar, puede solicitarlo en las oficinas del CESU-UABC

o con cualquier miembro de la sociedad.

Las fotografías utilizadas en la elaboración de esta revista pertenecen a las colecciones de:

Archivo Histórico del Estado de Baja California • Archivo Histórico del Municipio de Mexicali • Centro de Investigaciones

Culturales (CIC) Museo UABC • Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU-UABC) • Biblioteca Pública Central Estatal

• Instituto Municipal de Investigación Urbana de Mexicali • Particulares.

El Río es una publicación trimestral de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C. en coedición con la Universidad Autónoma de Baja California para la divulgación histórica regional sobre el municipio de Mexicali, Baja California, México. Tiraje 900 ejemplares.

Revista El Río DIRECTOR Y DISEÑADOR: Rubén Castro BojórquezCOMITÉ EDITORIAL: Luz Mercedes López Barrera, Rubén Castro Bojórquez, Miguel Esteban Valenzuela Robles,Sergio Noriega VerdugoCAPTURA: Catalina Rojas Monzón y Ana Isabel León GonzálezDIGITALIZACIÓN Y APOYO TIPOGRÁFICO: Lydia Coronel YáñezREVISIÓN: Luz Mercedes López BarreraAPOYO LOGÍSTICO: María Teresa Ponce LeónElaborada en CESU-UABC

Universidad Autónomade Baja California

Dr. Felipe Cuamea Velázquez RECTOR

Lic. Ricardo Dagnino MorenoSECRETARIO GENERAL DE LA UABC

M.C. Miguel Ángel Martínez RomeroVICERRECTOR CAMPUS MEXICALI

Arq. Rubén Castro BojórquezCOORDINADOR GENERAL DEL CESU-UABC

Directorio

El Río

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E d i t o r i a lE d i t o r i a l

Sergio Noriega Verdugo

La historia del hombre es una invitación para conocernos mejor. Es un intento de trazar la evolución de la humanidad. Es una forma de enterarnos cómo las personas de otros tiempos y latitudes enfrentaron sus problemas para sobrevivir y progresar. Desde aquellos pueblos que

vivieron en la Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates (donde hoy se encuentra Irak), unos tres mil años antes de que iniciara el calendario cristiano, hasta el pasado reciente. Desde luego, el recorrido del hombre es mucho más largo, ya que la historia comienza después del invento de la escritura. Por ahora no es necesario asomarse a la prehistoria, baste considerar los escritos de los antiguos y las interpretaciones de los modernos sobre los pueblos del pasado.

Nos conoceremos mejor si hacemos un recorrido a través de lo que vino a llamarse la Creciente Fértil, donde actualmente se encuentran los países de Palestina, Israel, Líbano, Jordania, Siria e Irak. Pues fue allá en la antigua Sumeria, donde los caldeos iniciaron la escritura, llamada cuneiforme. Con símbolos en forma de cuña y en tabletas de barro procedieron con la comunicación escrita para beneficio no solo de su región, sino para nuestra generación y las que vendrán en el futuro.

Gracias a ello sabemos que los asiriocaldeos fueron agricultores y este importante avance se dio por medio de la irrigación. Pues durante varios siglos ellos crearon canales, compuertas y reservorios para manejar el agua de sus ríos y poder alcanzar un mayor nivel de producción. Así que el desarrollo agrícola del valle de Mexicali cuenta con antecedentes históricos, que no debiéramos descartar por el solo hecho de ser remotos, porque pueden servirnos para aquilatar las modalidades de nuestro progreso.

Por nuestras limitaciones y la extensa experiencia humana, preferimos, como es natural, la historia regional a la universal. Algunas razones de ello son obvias. La historia de nuestra región es testimonio viviente de lo que somos: un pueblo de inmigrantes surgido del desierto gracias a la introducción de agua del Río Colorado. Un caso de buena vecindad en la frontera de México con Estados Unidos. Una capital de un estado federativo, joven, en busca de modernidad e identidad. Con apenas un siglo de memoria, la historia de nuestra región parece adecuarse bien a nuestro interés por el pasado.

La historia regional, a través de fotografías, nos proporciona un contraste visual entre lo que fue y lo que ahora es nuestra ciudad. Con los viejos planos del pueblo de Mexicali podemos apreciar los primeros trazos de las calles y avenidas, el cambio de nomenclatura de sus vías, y extensión. También podemos constatar su crecimiento y sentirnos satisfechos de la transformación de nuestro entorno.

Pero para conocernos mejor se requiere de esfuerzos adicionales. No basta conocer la cronología de eventos sino conocer más de cerca a sus protagonistas. Y los más viejos de ellos vinieron de otros lugares. Norteamericanos, chinos, japoneses e hindúes para mencionar los “extranjeros” más notorios. La mayoría de los viejos residentes de Mexicali llegaron aquí de otras entidades, como Baja California Sur y Sonora. Por lo tanto, no debemos aislar a Mexicali del contexto al que pertenece, ni cercenar lo próximo e inmediato de lo remoto.

Nuestra historia regional y su contexto

4

Pocas veces es posible ver cómo un fantasma recorre el mundo y lo estremece, cómo un personaje logra escapar de su propio tiempo y mantenerse en la memoria de

las siguientes generaciones. Para que eso ocurra es necesario que esta persona deje una huella indeleble en la imaginación de sus contemporáneos y un legado que suene y resuene más allá de su muerte. Tal es el caso de un hombre que vivió con su guitarra al hombro mientras recorría los caminos y pueblos de América del Norte, un pionero en una nueva forma de contar la realidad, un líder obrero que luchó siempre por el ideal de una sociedad justa e igualitaria, un músico y compositor que regresó a la conciencia del mundo más de 50 años después de haber sido fusilado frente a una multitud hostil, que lo veía como “un peligro para el país”, como un subversivo al que había que callar a como diera lugar. Pero, como hoy sabemos, a casi cien años de su muerte, eso no es posible porque su mensaje de solidaridad, de indignación contra los males de la sociedad y el autoritarismo del gobierno, sigue siendo un mensaje vital y pertinente para el mundo actual.

El festival de rock de Woodstock, el más célebre festival de música de todos los tiempos, fue descrito como tres días de amor y paz. Pero fueron, en realidad, tres caóticos días en que una serie de grupos, de muy distinta procedencia y actitudes, tomaron el escenario y crearon un concierto memorable, un mito que se mantiene hasta hoy. El primer día del festival, el viernes 15 de agosto de 1969, todo comenzó tarde, debido a que los organizadores nunca esperaron tanta gente. De tal forma que Joan Baez empezó su concierto hasta la una de la mañana del sábado 16 de agosto. Joan Baez, una de

La canción de Joe Hill

y la revolución floresmagonista de 1911Gabriel Trujillo Muñoz*

las cantantes más famosas del movimiento por los derechos civiles de Estados Unidos en aquella época, se presentó sin ningún exceso. Sólo ella y su guitarra acústica.

De pelo corto, con una pañoleta anudada a su cuello, tocó una decena de canciones de protesta. La cuarta canción fue “Joe Hill”, una pieza compuesta en los años treinta. Para la generación hippie que la escuchaba, más de 200 000 jóvenes rebeldes con el mundo que les había tocado vivir, aquel nombre no les decía nada. Pero entonces Joan les contó la vida de Joe Hill (Suecia, 1879-EUA, 1915), quien había sido el primer cantante de protesta americano del siglo XX:

Yo soñé la noche pasadaQue vi a Joe HillTan vivo como tú y yo,De pie y tan grande como la vida mismaY sonriendo con sus ojos.De San Diego a Maine,En cada mina o molinoDonde hay obreros defendiendo sus derechos,Ahí está Joe Hill.

La canción que interpretara Joan Baez apenas duró un minuto y cuarenta y siete segundos, pero hizo un impacto tremendo en la nueva generación de jóvenes estadounidenses, para quienes Joe Hill era una figura desconocida. Y lo mismo sucedería cada vez que Baez cantara esta canción, como ocurrió en 2005, en Washington, en el concierto que se organizó para protestar contra la ocupación de Irak por las tropas del país vecino.

* Mexicalense. Miembro de la Sociedad Mexicana de la Lengua A. C. Ha publicado más de 100 libros de su autoría y otros 50 en edición colectiva y participaciones

especiales.

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Poco a poco, en la segunda mitad del siglo XX y en las primeras décadas del nuevo milenio, Joe Hill volvía a estar de regreso del olvido y se iba convirtiendo en el precursor de todos los cantantes de protesta, desde Woody Guthrie hasta Bob Dylan, pasando por Phil Ochs, Bruce Springsteen, Tupac Shakur o Billy Bragg. Joe Hill, quien había nacido en Suecia bajo el nombre de Joel Hágglund y que al emigrar a Estados Unidos cambió su nombre, como tantos inmigrantes lo hicieron, al de Joe Hillstrom, que luego sus amigos abreviarían a Joe Hill, fue unos de los primeros compositores americanos en considerar a sus canciones como armas políticas, como manifiestos públicos del sentir de los obreros y campesinos.

Al unirse al sindicato conocido por todos como los IWW (Industrial Workers of the World), Hill asumió los dos ideales máximos de esta agrupación: la unión solidaria de todos los trabajadores, no importando su raza o nacionalidad; y el anhelo de organizarse para luchar por sus derechos laborales, de libertad de expresión y de libertad ideológica. Para Joe Hill, como para sus camaradas, la humanidad había nacido para ser libre y poder expresar todas sus capacidades creativas. Los miembros del IWW eran diferentes a otras asociaciones políticas: ellos y ellas sabían divertirse, sabían bailar y cantar porque gozaban la vida.

De esta manera, Hill estaba ni mandado a hacer para integrarse a un sindicato donde los cantantes no eran considerados vagos sino hermanos, trovadores del espíritu fraterno universal. Un sindicato que no discriminaba a nadie por su origen o por su color de piel y, por ende, aceptaba a todo mundo en igualdad de condiciones. De ahí que muchos mexicanos, exiliados en los Estados Unidos a causa de la dictadura porfirista, descubrieran que en los edificios sindicales del IWW eran bienvenidos y allí contaban con techo, comida y albergue seguro contra linchamientos o ataques de la población anglosajona en general. Allí, entre caucásicos, afroamericanos, asiáticos y latinoamericanos, contaron sus penas, pero también sus sueños de un día hacer la revolución en México. Y al hacerlo supieron que muchos

de aquellos sindicalistas les juraron acompañarlos en tal empresa libertadora.

Para diciembre de 1910, Joe Hill vivía en California. Primero en Fresno y más tarde en San Pedro, un pueblito costero colindante a la ciudad de Los Ángeles. En la biografía más reciente de Joe Hill, The Man Who Never Dead. The Life, Times and Legacy of Joes Hill, American Labor Icon (2011), William M. Alder, su autor, afirma que a fines de 1910, “la porción de México que compartía frontera con el estado de California era un caldero en ebullición. Unos cuantos meses más y Joe Hill y unos centenares de wobblies (el nombre con el que se les conocía a los miembros del IWW) iban a saltar a él”. En buena medida, como Adler lo expone, el campo de batalla entre el IWW y los poderosos magnates de California no tenía fronteras, pues el adversario principal eran el general Harrison Gray Otis y su yerno, Harry Chandler, los propietarios de medio Los Ángeles y los dueños de Los Angeles Times, quienes conducían una campaña mediática contra los derechos laborales de los trabajadores del estado.

Por eso, cuando el Partido Liberal Mexicano (PLM), un partido de exiliados mexicanos dirigido por Ricardo Flores Magón y cuyas oficinas principales estaban en Los Ángeles, pidió el apoyo al IWW, en recursos humanos y monetarios, para llevar a cabo la revolución mexicana en Baja California, tal propuesta fue aceptada de inmediato ya que Gray y Chandler eran, gracias al general Porfirio Díaz, el presidente

1911. Revolucionarios floresmagonistas en Mexicali.

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vitalicio de México, dueños de casi un millón de acres en el valle de Mexicali. Y es que tanto Díaz como Gray eran militares de puño duro, que querían imponer sus puntos de vista sin importar el derramamiento de sangre. Por eso Alder llama a la unión del IWW con el PLM (de ideología anarcosindicalista)

una convergencia de política y sindicatos, de movimientos

radicales en la frontera con sueños locales de ambición mundial,

de teoría revolucionaria y su puesta en práctica. Y es también

la historia de una transformación: la de una banda de rebeldes

sindicalistas y revolucionarios nativos que súbitamente se

transformaron en un ejército combatiente que, en los primeros

meses de 1911, no sólo eran una fuerza combatiente que peleaba

sino que obtenía victorias.

Desde que los revolucionarios floresmagonistas toman el poblado fronterizo de Mexicali, el 29 de enero de 1911, Joe Hill es uno de los primeros en percatarse de la importancia de esta

revolución y de que es una oportunidad única para probarse como combatiente por la libertad. Aunque no hay datos precisos, se sabe que Hill estuvo en las batallas de Mexicali del 15 de febrero y la del 8 de abril, bajo el mando de Stanley Williams. Luego regresó a California para atraer a más sindicalistas a la lucha armada de sus “hermanos mexicanos”. A principios de mayo regresa a Baja California y se une a las tropas de la Segunda División del ejército floresmagonista. Bajo las órdenes de Caryl Pryce participa en la toma de Tijuana, el 8 y 9 de ese mes, y su liberación de la dictadura porfirista. Como lo dijera en su canción Si tengo que ser un soldado (1911):

Si tengo que ser un soldadoBajo la bandera roja pelearé;Si un arma debo cargarSerá para derrocar al tirano;¡Únete al ejército de los libertadores,Esclavos del mundo, levantaos!Hagan su deber por la causa,La causa de la tierra y la libertad.

El 22 de junio de 1911, cuando ya el general Porfirio Díaz había dejado el poder, en una acción armada ilegítima, el ejército federal atacó por sorpresa a las fuerzas floresmagonistas en Tijuana. Para Joe Hill y sus camaradas el sueño revolucionario terminó abruptamente y tuvieron que huir a San Diego para salvarse. Pero un centenar de ellos perecieron en aquel combate. En la caricatura donde se dibujó a sí mismo, Hill se describe con sus cananas cruzadas sobre el pecho, su rifle viejo, su sombrero de ala ancha y su caballo que apenas se mantiene en pie, posando frente a una cantina de Tijuana.

Cuatro años más tarde, en 1915, cuando iba a ser ejecutado en Utah por un asesinato que no cometió, Joe Hill diría que aquellos tiempos revolucionarios fueron los mejores días de su vida y que fue “un honor haber servido en el campo de batalla bajo la bandera roja”. Se sabe, también, que Hill regresó a Mexicali en julio de 1911 y vivió una temporada en el Valle Imperial, apoyando a los supervivientes de la gesta floresmagonista, a los revolucionarios mexicanos y estadounidenses por igual.

Caricatura realizada por Joe Hill, como revolucionario.

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En su monumental historia de las canciones de protesta, 33 Revolutions per minute (2011), Dorian Lynskey advierte que escribir esta clase de música “es llamar a los problemas, es meterse en líos, pero que esta forma artística es de gran vitalidad pues su combustible es la ira, la duda, las preocupaciones sociales expresadas con emoción sincera, con sentimientos espontáneos. Son actos de bravura que hacen preguntas necesarias para todos”. Lynskey define a Joe Hill como “el primer cantante americano de protesta que fue una estrella de su tiempo, de tal forma que su nombre y su trágica historia han sobrevivido más allá de su música”. Lo considera “un músico crudo pero vigoroso”, que hoy en día, a casi un siglo de su muerte, ya es todo un mito: el cantante que le dio voz a la clase trabajadora y el mártir que fue fusilado por oponerse al sistema, que en su caso fueron los magnates de las minas de cobre de Utah.

Pero queda otra faceta de Joe Hill menos estudiada: la de un joven revolucionario que luchó, hombro con hombro, al lado de indios bajacalifornianos y mexicanos floresmagonistas, para echar abajo una dictadura infame, para liberar a México de un tirano. Ese Joe Hill es el que falta por apreciarse en todo su valor, en toda su valía: como un ejemplo a seguir, como un hombre libre y universal. Ese es el Joe Hill que sigue pendiente de estudiarse de cara a la historia de la frontera norte, de cara a la revolución mexicana, en su ala más radical, de la que él y muchos otros

revolucionarios de diferentes partes del mundo participaron, dando la vida por ello o definiéndose a partir de aquel aprendizaje bélico como hombres civiles luchando en pro de una causa justa: el derrocamiento de un dictador, la caída de un régimen oprobioso.

Y hay que reconocerlo aunque nos duela: ellos se atrevieron a realizar lo que muchos mexicanos, lo que muchos bajacalifornianos no se atrevieron a hacer: levantarse en armas contra una situación social y política intolerable, defender sus derechos en el campo de la acción política y la lucha armada. Como lo hizo Joe Hill, un emigrante sueco, o José María Leyva, un sinaloense, o Simón Berthold y Margarita Ortega, ambos sonorenses, o Emilio Guerrero, un indio bajacaliforniano. Todos unidos por la misma causa: tierra y libertad. Todos solidarios unos con otros: más allá de idioma, raza o nación.

BibliografíaAlder, William M., The Man Who Never Dead. The Life,

Times and Legacy of Joes Hill, American Labor Icon, Bloomsbury, EUA, 2011.

Lynskey, Dorian, 33 Revolutions per Minute. A History of Protest Songs, Ecco/HarperCollins, EUA, 2011.

Trujillo Muñoz, Gabriel, Los hombres salvajes de la bandera roja, AHEBC, 2010.

1911. Revolucionarios floresmagonistas en

Mexicali. Al fondo la primera plaza de toros del

poblado.

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Mi relación de cercana amistad y gran estimación con el doctor Santos Silva Cota, rector de nuestra máxima casa de estudios (1959-1966), fue

determinante en mi participación directa en la creación de la Escuela Superior de Ciencias Sociales y Políticas.

Al terminar la secundaria, los que deseábamos llevar estudios superiores tuvimos que salir de Baja California para asistir a las universidades del centro del país ya que en Mexicali sólo había hasta dicho nivel. La mayoría de los que salimos a estudiar fuera de Mexicali nos reintegramos a nuestra comunidad para establecer nuestra práctica profesional.

Fernando Medina Robles*

La Escuela Superior de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Autónoma de Baja California: su creación

Yo me hice cargo del despacho de Servicios Fiscales y Contables, el Despacho Medina, establecido en 1929 por mi padre el contador Fernando Medina de la Vega.

Nos tocó ver nacer, en 1952, nuestro estado de Baja California, asimismo, en 1957, la creación de la Universidad Autónoma de Baja California durante la administración del licenciado Braulio Maldonado Sández.

Con gran satisfacción para nuestras familias, el doctor Santos Silva Cota fue nombrado rector de la UABC, cargo que desempeñó hasta 1966.

Después de terminar nuestras labores, nos reuníamos en las tardes a tomar café y comentar sobre los eventos locales, especialmente so-bre temas de educación, con los profesores Salvador Jiménez Gómez y Joel de la Peña, dos grandes edu-cadores, en el restaurante Bum Bum, propiedad de Asis Nahul, ubicado en la calle F; en este lugar, en una de esas tardes, Santos y yo reanudamos nuestra amistad.

Tanto Santos Silva como Salvador Jiménez y Joel de la Peña insistían en que ingresara a la universidad

Episodios universitariosEpisodios universitarios

Invitación a la ceremonia de graduación. 1969.

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.

9

y cursara la preparatoria para así poder continuar mis estudios superiores.

Una tarde, estando reunidos en el café, Santos me informó que me había inscrito en la Preparatoria Mexicali, que ya estaba pagada la inscripción y que me presentara con el licenciado Carlos Juvera Calderón, director de la escuela, para que me asignaran horarios en el turno vespertino. Ya no tuve justificación para negarme a ingresar a la universidad, y en 1961, a la edad de 38 años, inicié mis estudios de preparatoria.

Para sorpresa mía, en el turno vespertino el promedio de edad de los alumnos era arriba de 22 años. Unos eran empleados del sector público, o de empresas, y algunos, como en mi caso, tenían actividad profesional establecida.

En 1963 logramos celebrar el Primer Congreso de Estudiantes de la UABC en la Casa de la Juventud y formamos la Primera Federación de Estudiantes de la UABC de la cual fui electo presidente.

Estas circunstancias generaron una más estrecha amistad con el doctor Santos Silva Cota y un trato e intercambio cercano sobre nuestro tema favorito: la Universidad Autónoma de Baja California.

Al terminar la preparatoria, los miembros de la generación de 1961-1964 nos dimos cuenta de que la Universidad ofrecía sólo las carreras de Enfermería y Pedagogía y que tendríamos que salir del estado para continuar estudios superiores. Como todos teníamos un empleo o actividad profesional, y otros eran casados y con familia y empleo seguro, limitaba el ir a estudiar fuera.

Organizamos un grupo de egresados para ocurrir con el rector doctor Santos Silva Cota y pedirle que interviniera ante la Aso-ciación Nacional de Uni-versidades e Institutos de Educación Superior (ANUIES) para que se autorizara una escuela de

ciencias sociales y políticas que ofreciera una licenciatura en administración pública y una en ciencias sociales.

Nuestra idea era que los profesionales de esas carreras, especialmente la de administración pública, tendrían un excelente mercado profesional en Baja California, tanto en el sector público municipal como en el estatal y posiblemente en el federal. A su vez, el campo profesional de los licenciados en ciencias sociales como los de administración pública servirían a la misma universidad, como académicos en las carreras de humanidades.

Al doctor Santos Silva Cota le parecieron legítimos nuestros argumentos y procedió a solicitar ante la ANUIES la autorización para la organización e instalación de la escuela que pedíamos. En principio se concedió la autorización con el compromiso de abrir la escuela totalmente organizada con la currícula de materias elaborada, los programas de estudio correspondientes, la planta de maestros y el espacio físico adecuado.

La Escuela Superior de Ciencias Sociales y Políticas tenía que abrir sus puertas y recibir su primera generación de alumnos en el mes de agosto de 1964.

Cada año, aprovechando el receso de verano, Santos Silva tenía que ir a la ciudad de México para tramitar el subsidio anual que otorgaba la ANUIES a la UABC; además de presentar el informe anual de las actividades de la Universidad.

Invitación a la ceremonia de graduación. 1969.

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Antes de partir al D.F., Santos citó al licenciado Arturo Ibarra Ojeda, a quien después de insistirle mucho había aceptado ser el director de la naciente escuela, y a mí.

En esa reunión nos informó que había logrado rentar un edificio en el número 361 de la calle B entre las avenidas Obregón y Lerdo donde había estado en funcionamiento una secundaria, en el cual quedaría instalada la escuela. El edificio necesitaba ser acondicionado porque había estado sin uso y sin mantenimiento por algún tiempo.

Dicho lo anterior, Santos nos indicó que, dada la confianza que tenía en nosotros, a Ibarra Ojeda por su calidad académica y su experiencia profesional y en mi persona por nuestra larga amistad, nos encargaba la tarea de organizar y hacer todo lo requerido para echar a andar la escuela.

Al licenciado Ibarra le encomendó el diseño de la currícula para la carrera de Administración Pública y la de Ciencias Sociales y Políticas, así como los programas de estudio correspondientes. En mí delegó el acondicionamiento del espacio físico, edificio y servicios, y para ello me entregó 30 000 pesos. A ambos nos encargó la tarea de localizar y comprometer a los profesores que impartirían las

materias, siempre a reserva de que Santos a su regreso los contrataría.

Bien dicen que los problemas compartidos hacen amistades duraderas. Arturo Ibarra y yo, desde entonces nos hicimos grandes amigos.

Los dos cumplimos con nuestras respectivas tareas. El licenciado Ibarra, apoyándose en los programas de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y haciendo las adecuaciones necesarias para el ambiente de Baja California, diseñó las carreras de Administración Pública y de Ciencias Sociales y Políticas. Ambas de cinco años de estudio.

El edificio se restauró, se colocaron pisos nuevos, se repararon los sanitarios y el sistema de agua y drenaje, los techos, pintura de interiores y exteriores; en los salones de clase y oficinas se colocaron aparatos enfriadores del aire conocidos como coolers, se adecuó una pequeña sala de lecturas, se arregló un jardín central y se colocó el asta bandera en el mismo. Este edificio no sólo albergó la escuela sino proporcionó espacio para la Rectoría, la Secretaría General, el Departamento Escolar, el Departamento de Difusión Cultural y la primera

1967. Edificio de la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas de la UABC. Edificio rentado ubicado en calle B núm. 361,entre las avenidas Obregón y Lerdo, segunda sección. Mexicali, B. C., ahí también funcionaron las oficinas de Rectoría,

Secretaría General, departamento Escolar y Difusión Cultural.

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Biblioteca Central de la Universidad. El presupuesto asignado por Santos fue suficiente.

Logramos integrar la primera planta de maestros, comprometiendo a todos los amigos que pudimos convencer a participar como catedráticos en la nueva escuela.

La Escuela Superior de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Autónoma de Baja California fue la segunda escuela que se fundó en el país, después de la escuela de la Universidad Nacional Autónoma de México. La tercera escuela se fundó en Ciudad Juárez, Chihuahua.

La Escuela Superior de Ciencias Sociales y Políticas recibió a su primera generación de alumnos en el mes de octubre de 1964.

La “Generación Doctor Santos Silva Cota, 1964-1969”, se graduó en junio de 1969. En Ciencias Sociales: Fernando A. Medina Robles, Ramón Paz Ramírez, David Anguiano Heredia y María Sofía Reyes Ayala; en Administración Pública: Jesús María Alanís Villanueva, Ángel Rivera Granados, Salvador Ramos García, Ernesto Íñiguez García,

Rosa María Agúndez Ramírez, Héctor Lugo Domínguez, René Cardoza Márquez, Raúl Armando Contreras Lizárraga, Gildardo García Rodríguez, Raúl Cuevas Aguilar y Ricardo Méndez Aguilar.

En 1965, el ingeniero Raúl Sánchez Díaz, gobernador del estado (1965-1971), me nombró jefe de asesores del Ejecutivo (1965-1971). Nuestra oficina ocupaba un espacio (puerta de por medio) contiguo a la oficina del Ejecutivo. Con la autorización del ingeniero Sánchez Díaz se integró el personal de la oficina con varios miembros de la generación, aún estudiantes del tercer año de Administración Pública. El gobernador aceptó nuestra petición, con la condición de que también sería el personal de apoyo en investigación y estudios, no sólo para el Ejecutivo, también se comisionarían a las dependencias que solicitaran nuestra colaboración en la integración de información estratégica.

Todos los nombrados arriba, de la carrera de Administración Pública, excepto Jesús María Alanís, que trabajaba en Recursos Hidráulicos, ingresaron al servicio público en 1967.

1968. Reunión-Cena de miembros de la Primera Generación “Dr. Santos Silva Cota” de la Escuela Superior de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Autónoma de Baja California. De izquierda a derecha: Raúl Cuevas Aguilar, Fernando A. Medina Robles, Jesús María Alanís Villanueva, Gildardo García Rodríguez, Rosa María Agúndez Ramírez, Ernesto Íñiguez García, René Cardoza Márquez, Ricardo Méndez González, Salvador

Ramos García, Héctor Lugo Domínguez, Cruz Álvarez Enríquez, René Aguilar Pinto. Restaurante Carmina, Mexicali, Baja California.

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Carlos Reyes*

Los primeros veinte años de Mexicali

Mexicali, Baja California, es una ciudad fronteriza y, por ende, su desenvolvimiento está ligado a los acontecimientos que se generan tanto en la

vida nacional, como en la de Estados Unidos y en forma especial a las acciones y sucesos de relevancia que se llevan a cabo en la región del sur del vecino estado de California. Estas conexiones se entrelazan en todos los aspectos, desde aquellos de tipo económico y social hasta los concernientes con su medio ambiente circundante, que en conjunto tienden a definir la identidad cultural de la región. El reflejo de esta identidad se manifiesta directamente en la forma urbana y visual de las poblaciones y nos acerca a una escala más local que abarca los valles de Mexicali e Imperial.

Al hablar sobre el origen y evolución de nuestra ciudad no podemos desligar su relación con lo experimentado en el vecino Valle Imperial y en especial con la ciudad de Caléxico. En estos tiempos es difícil de pensar en la vida sin el apoyo de la infraestructura carretera, aeropuertos, los sistemas de generación y distribución de energía eléctrica, los de gas, y de los adelantos tecnológicos en redes telefónicas, radiocomunicación y sistemas de localización satelital que nos hacen partícipes en forma instantánea de lo que se suscita no sólo en el país, sino en todo el mundo.

A finales del siglo XIX, nuestra región era un sitio prácticamente desconocido para la mayoría de la población del país de ese entonces, la enorme distancia que la separaban de los núcleos poblacionales de importancia, la falta de medios de comunicación eficientes y seguros y su condición climática difícil hacían muy complicado su desarrollo; sin

embargo, su enorme potencial la hizo presa de conflictos de intereses que nunca se concretaron en acciones acordes con la capacidad de desarrollo de la región. La actividad económica se centraba en la explotación de la riqueza superficial que proveía el paso de la corriente fluvial del Río Colorado. El ejemplo más representativo de ello lo fue Ciudad Lerdo, localizada sobre la margen izquierda del río en el vecino estado de Sonora, cuya sola explotación del cáñamo del río, así como la falta de diversificación económica marcaron la vida efímera de la población, aunque no se puede negar que existieron esfuerzos importantes que aún se conservan, como el desarrollo primeramente del rancho y en forma posterior del poblado de Los Algodones. Las etnias locales como los cucapá se establecieron en esta región cientos de años antes que cualquier tipo de colonización mexicana o europea, y practicaron una agricultura de subsistencia, en total armonía con su medio ambiente, pero su destino, al final de cuentas, estaba marcado y su expulsión paulatina de las zonas más ricas del valle se llevó a cabo, como años antes había acontecido con otros grupos indígenas en las tierras más útiles de California.

En el otro lado de la frontera se empezaron a hacer estudios en forma buscando las potencialidades de la región, en los albores de la mitad del siglo XIX, cuando Estados Unidos se apoderara de más de la mitad de nuestro territorio, se realizaron reconocimientos en la zona. La expedición Kearney llevada a cabo en 1846, y los estudios realizados por Barlett y Williamson en 1850 demostraron la factibilidad de llegar a California a través de estas tierras, evitando los pasos

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.

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montañosos y la nieve de latitudes más septentrionales. La diferencia básica entre los intentos de desarrollo de esta región realizados en nuestro país, comparados con los de nuestro país vecino, además de la incuestionable diferencia en la capacidad tecnológica, económica y en la definición de estrategias de colonización, en el lado estadounidense de la frontera se tenía una meta muy definida, el concretar la comunicación de su país con la región más productiva de California, en forma específica los puertos de San Diego y el de Los Ángeles, con las potenciales rutas comerciales que ofrecía el océano Pacífico. Durante la fiebre de oro en California un pariente de Abraham Lincoln instaló una conexión vía ferry para cruzar el Río Colorado en la confluencia con el río Gila, años después, se estableció una ruta transcontinental en donde para cruzar el desierto del Colorado, como se le denominaba a la región que actualmente ocupa el condado de Imperial, California, se utilizaron setenta y cuatro camellos y dromedarios traídos de África. En 1857 se estableció una ruta bimensual de diligencias entre San Antonio, Texas, y San Diego, California, hasta que finalmente el gobierno de Estados Unidos estableció la Butterfield Overland Mail que comunicaba a San Luis, Missouri, con San Francisco, California, en una travesía que incluía el actual valle de Mexicali. Este sistema de transporte fue la principal arteria de comunicación entre el este de Estados Unidos y la costa del Pacífico, hasta su desaparición motivada por la guerra civil norteamericana. La Pony Express tomó su lugar, comunicando Salt Lake City, Utah, con San Francisco, California, pero en 1865 la ruta sur, que cruzaba la zona del desierto del Colorado fue prácticamente abandonada. Años después, el ferrocarril logró restablecer la comunicación en forma permanente, aunque en una ruta más al norte de la que manejó el sistema de diligencias, pasando fuera de lo que hoy es el Valle Imperial.

En el lado mexicano no existía una estrategia definida para establecer los parámetros efectivos de colonización de la región, fuera del acaparamiento de tierra por parte de compañías deslindadoras que por lo general nunca mostraron un interés tangible por desarrollar este apartado rincón del país, determinando desde un principio, que el nacimiento de nuestra ciudad estuviera más ligado a los esfuerzos realizados en la contraparte de California.

En Estados Unidos se empezó a visualizar la posibilidad de transformar el desierto en una región agrícola rentable

aprovechando las aguas del Río Colorado. A mediados del siglo XIX, al cruzar la depresión del Salton, el doctor O.M. Wozencraft observó que en el fondo de la cuenca había depósitos de aluvión y que todo este gran territorio se encontraba por debajo del nivel del mar, por lo que tenía la posibilidad de ser irrigado. Llegó a la misma conclusión que años antes había dado a conocer el profesor Blake: con un sistema adecuado de riego la depresión del Salton podría transformar sus yermas tierras en una zona fértil. Durante más de cinco años promovió con sus propios medios, las estrategias de irrigación del desierto. El Ingeniero Ebenezer Hardley, contratado por Wozencraft, realizó las propuestas de localización de los canales de riego, un proyecto que cuarenta años más tarde fue adoptado en el diseño del Valle Imperial. En 1859, Wozencraft pidió, a través del apoyo del poder legislativo de California, que el Congreso de Estados Unidos cediera al estado tres millones de acres del desierto del Colorado para desarrollo agrícola mediante riego; sin embargo, esta propuesta no tuvo éxito debido a que en ese tiempo la iniciativa no se veía como una alternativa de inversión seria.

En 1891 John C. Beatty se interesó en el potencial que tenía el desierto del Colorado para ser irrigado y formó la California Irrigation Company contratando al ingeniero Charles Robinson Rockwood para realizar el estudio correspondiente. El ingeniero Rockwood comprobó que la depresión del Salton podía ser irrigada desde una toma del Río Colorado, pero su travesía inicial la tenía que hacer a través de territorio mexicano, utilizando para ello una de las viejas barrancas generadas por el Río Colorado en sus anteriores incursiones a la zona. Debido a la inexperiencia de Beatty en este negocio, en 1893 condujo a la bancarrota a su compañía, y Rockwood, como derecho de pago, se quedó con toda la información técnica del sistema. Gracias a la firme convicción de Rockwood por este trabajo, logró convencer a un grupo de inversionistas para proseguir con el proyecto, y en 1896 formó en Nueva Jersey la California Development Company y, tiempo después, su subsidiaria en México, la Compañía de Irrigación y Terrenos de Baja California, conformada esta última para poder realizar trabajos en nuestro país, ya que la propuesta del ingeniero Rockwood incluía realizar obras en territorio mexicano. En este tiempo las compañías existían sólo en papel y había la necesidad de conseguir más inversionistas, aun en lugares tan distantes

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como Europa. En 1898 Rockwood obtuvo el apoyo de un grupo de inversionistas de Nueva York, pero con la guerra en la que se vieron involucrados Estados Unidos en Cuba, se desvaneció esta posibilidad de inversión.

George Chaffey, ingeniero canadiense radicado en Los Ángeles, California, tenía conocimiento en la implementación de sistemas de riego y las había llevado a la práctica en varias zonas de California, pero inicialmente no le había convencido el desarrollo del ahora Valle Imperial, por sus altas temperaturas, pero después de haber realizado trabajos en Australia, en regiones con climas parecidos al de esta zona, se decidió por participar como inversionista. En 1900 se convirtió en uno de los principales inversionistas y presidente de la California Development Company, propuso algunos ajustes al proyecto de Rockwood como el utilizar el lecho del río Álamo como fuente de ingreso de agua y estableciendo la bocatoma del Río Colorado en la zona del

Pilot Knob y no en Pot Holes como se había considerado inicialmente. Al año de tomar posesión de la presidencia de la compañía entró el vital líquido a través de la toma antes mencionada, el 14 de mayo de 1901.

La visión de Blake, y la de Wozencraft, así como la acción ejecutiva de Rockwood con el apoyo técnico y financiero de Chaffey y sus asociados se concretó en una labor titánica que transformó el desierto en un vergel, que en su tiempo era comparado con el desarrollo agrícola del desierto de Egipto aprovechando las aguas del río Nilo.

Hasta este punto es en donde la mayoría de los historiadores comparten estas acciones de desarrollo, como preámbulo al inicio de las comunidades en ambos lados de la frontera, pero es de llamar la atención que a partir de esta página de la historia parece como si se marcara una línea divisoria en la investigación y en forma independiente la historia del origen de Caléxico se inicia prácticamente sin Mexicali y viceversa.

1904. Panorámica de Caléxico y Mexicali.

1904. Jardines de la California Development Company, Caléxico.

Caléxico Mexicali

Primer derecho de

vía del ferrocarril.

Actual cauce del

río Nuevo

California Development Company

Aduana mexicanaLínea internacional

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En la descripción de los primeros capítulos del inicio de las actividades en cada poblado, se relaciona la existencia del otro como una circunstancia meramente casual. Mexicali, desde el punto de vista del inicio de Caléxico, aparece como un asentamiento irregular depauperado aledaño a su estructura urbana en franco desarrollo, y en el caso de Mexicali, la vecina ciudad se describe sólo con base en su actividad comercial de apoyo.

Mexicali no se inició por casualidad en el lugar y fecha donde actualmente se encuentra, como tampoco lo fue la llegada de los primeros pobladores. Para poder entender este acontecimiento es necesario analizar en forma conjunta el desarrollo del Valle Imperial y el de nuestra región.

Los primeros añosLa California Development Company se dedicaba bási-camente al negocio de vender agua, sin un interés por hacerse dueña de los terrenos que estaba irrigando; para aprovechar la oportunidad que se estaba presentando se formó una compañía subsidiaria que promoviera la colonización de la zona; de esta manera, en marzo de 1900 se formó la Imperial Land Company. Chaffey, a través de esta compañía emprendió una gran campaña publicitaria que atrajo colonizadores e inversionistas de todas partes de Estados Unidos. Como parte de las estrategias de esta campaña publicitaria se cambió el nombre al desierto del Colorado por el de Valle Imperial y se realizaron los emplazamientos para las primeras poblaciones del valle. En el otoño de 1900, la Imperial Land Company trazó los sitios en donde se emplazarían Imperial, Caléxico, Brawley, Heber, Holtville y Silsbee. El poblado de Imperial sería el emplazamiento urbano más importante donde se iba a concentrar la principal actividad económica del valle, razón por la cual se trazó primero; Caléxico surgiría como una población campamento de la compañía que desarrollaría el sistema de riego y la preparación y nivelación de terrenos para la explotación agrícola del Valle Imperial. La California Development Company se considera como el punto de origen de Caléxico.

Un aspecto curioso de esta historia binacional es que de acuerdo con historiadores estadunidenses los nombres de Caléxico y Mexicali se deben a L.M. Holt, quien fue el que conjuntó los nombres de México y California para nombrar a ambas comunidades. A él también se le atribuye el haberle dado el nombre al Valle Imperial, aunque el crédito le fue

concedido al ingeniero Chaffey. En el caso de la versión mexicana de la historia, el nombre de Mexicali se le atribuye al coronel Agustín Sanginés.

El Valle Imperial fue trazado respetando una retícula ortogonal que ha servido como base para el desarrollo urbano y rural de todo el oeste de los Estados Unidos, exceptuando principalmente las comunidades de la costa californiana que se desarrollaron previo a la implementación de este sistema.

El eje vial más importante de Caléxico, la avenida Imperial, sigue el eje de 115 grados, 30 segundos longitud oeste, que concuerda en su extremo norte con la actual población de Niland, anteriormente llamada Old Beach y que era la estación que conectaría al Valle Imperial con la vía que comunica a Los Ángeles con Yuma y el resto de Estados Unidos; en el extremo sur se definiría en las inmediaciones de este punto el cruce de la vía hacia territorio mexicano para establecer desde ese entonces, la columna vertebral de la comunicación en el Valle Imperial siguiendo en la medida de lo posible estas coordenadas.

La California Development Company se estableció sobre esta ruta en terrenos aledaños a la línea divisoria. Además de su importancia estratégica sobre el eje ferroviario más importante del Valle Imperial, para el desarrollo de este proyecto, el agua constituía la herramienta más importante, cualidad que aún sigue conservando en la actualidad. Después de habilitar el cauce del río Álamo en territorio mexicano para llevar agua al Valle Imperial, se construyó un canal a lo largo de la línea divisoria para conducir agua a Caléxico, el que se ubicara sobre la línea divisoria se debió a que era el lugar más alto y del cual se podía derivar agua a los diferentes puntos de la población hacia el norte que se encuentra en un nivel de terreno más bajo. La localización de las instalaciones de la California Development Company en terrenos aledaños a la línea divisoria le permitía recibir agua en forma directa de este canal. En junio de 1901 entró por primera vez el agua al sistema de riego del Valle Imperial, y para el otoño de este año el personal de la California Development Company se encontraba en operaciones en estas instalaciones. Es importante hacer notar que antes de esta fecha, es decir, entre el otoño de 1900, fecha de la definición del poblado y junio de 1901, el agua era traída con mulas desde Indian Wells, lo que hacía muy problemática la colonización del lugar ya que el agua de la laguna Cameron y la del río Nuevo en general, no era muy buena para consumo humano.

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1904. Mexicali. Primera reubicación. Superposición de planos de Mexicali.

1904. Panorámica de Mexicali.

1904. Vista de la avenida Ramón Corral (hoy avenida Reforma) desde el actual barranco del río Nuevo. A la derecha se aprecia la primera aduana fronteriza. Al extremo izquierdo se localiza el hotel del señor René Grivel, en construcción, y detrás de este se percibe la arboleda que señalaba

la línea internacional.

Caserío en avenida Ramón Corral (hoy avenida Reforma)

Plano de 1904 Ferrocarril 1904Mexicali actual

Ferrocarril

actual

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El edificio de la California Development Company fue el primer inmueble con estructura formal construido en la región de Caléxico y Mexicali, precedido por dos construcciones pequeñas a base de adobe, una de ellas utilizada después por las oficinas de la Imperial Valley District. El edificio de la California Development Company, por su tamaño, se debió de haber visto a una gran distancia; además, el conjunto poseía una extensa área verde localizada entre el canal de riego que respetaba el alineamiento de la frontera con nuestro país y la edificación. En esa época debió de ofrecer un panorama bastante contrastante con su entorno seco y polvoriento. La California Development Company constituía el primer punto de contacto con la actividad económica que empezaba a desarrollarse en el Valle Imperial, lo cual se traduce en la oportunidad de trabajo y el canal de suministro de agua sobre la línea internacional, la fuente para poder sobrevivir, por lo que es congruente pensar que fueron estos los motivos que orillaron a los primeros pobladores del actual Mexicali a asentarse en este lugar. Existen fotos aisladas de los asentamientos que se dispusieron sobre este sitio; sin embargo, es realmente elocuente una fotografía en donde se reúnen banqueros y empresarios ferrocarrileros en los prados del jardín de la California Development Company y al fondo de esta imagen se perciben, mimetizadas entre la maleza, las viviendas de los primeros pobladores de Mexicali.

No se puede asegurar que el reacomodo de este primer asentamiento mexicano haya sido por decisión tomada en esta reunión de empresarios, pero concuerda que posterior a ella se implementó el primer trazo de Mexicali y como parte de esta acción, se limpió de toda presencia de viviendas a la zona contigua al jardín de la California Development Company. Tiempo después se empezaron a edificar construcciones sobre la avenida Ramón Corral, actual avenida Reforma, en el tramo de la confluencia de la calle Azueta y el actual barranco del río Nuevo, en una zona bastante alejada del desarrollo americano. En un principio Caléxico y un Mexicali reacomodado evolucionaron juntos, pero respetando un estratégico distanciamiento.

Antonio Heber presidente de la California Development Company, al separarse del cargo el Ing. Chaffey el 3 de abril de 1902, adquirió el terreno donde se encontraba el primer asentamiento en donde se emplazó Mexicali, y aprovechó la oportunidad inmobiliaria para hacer negocio y ordenar el incipiente poblado de acuerdo con sus propios intereses y con los de la compañía que representaba.

El trazo de Mexicali lo realizó el Ing. Rockwood, quien tiempo antes había desarrollado el de Caléxico. El proyecto respetó una traza ortogonal al igual que la población vecina, de hecho hizo concordar sus trazos, pero a diferencia de aquella no fue realizada con potencial de crecimiento hacia las zonas más activas del valle. Mexicali fue trazado en una versión más austera que la de Caléxico sin callejones de servicio y con una sola posibilidad de crecimiento hacia el este, sin conexiones claras hacia ningún sector, ya que no había un plan integral que considerara la planeación total del área irrigable del valle, debido a que la compañía no tenía intereses en propiedades en esta zona fuera del canal el Álamo.

Una de las peculiaridades del trazo es que entre la línea internacional y el poblado se definió una franja libre de construcción dividida en varias manzanas que de manera eufemista se etiquetaron con el nombre de plazas; hay diferentes versiones que justifican esta delimitación, desde especificaciones del tratado internacional de los límites entre los dos países hasta determinaciones de demarcaciones territoriales federales; sin embargo, esta zona libre de construcción junto a la línea internacional sólo se dio del lado mexicano, en la contraparte estadounidense se definió en forma posterior y por otras circunstancias. Este espacio sirvió, como hemos descrito, para separar el desarrollo de ambos poblados.

Las vialidades de Caléxico y Mexicali en su sentido norte-sur concuerdan entre sí, existen diferencias principalmente en su amplitud, las del lado mexicano fueron consideradas con mayores dimensiones. Al analizar la lotificación de las manzanas, todo parece indicar que esta se hizo cuando todavía no tenían la propuesta de por dónde iba a pasar la vía del ferrocarril, y prueba de ello es que en el plano definitivo que sirvió como base para la venta de terrenos la vía y el espacio requeridos para las maniobras propias del ferrocarril se presentan sobrepuestos sobre las manzanas, truncando la lotificación propuesta inicialmente. Es por ello que en esta zona se detecta gran número de lotes de forma irregular, algunos de ellos con pocas posibilidades de desarrollo inmobiliario por sus escasas dimensiones o por las características poco rentables de su polígono.

En el caso de Caléxico, la zona de cruce internacional se dispuso desde octubre de 1902 sobre la avenida Imperial, aledaña a las instalaciones de la California Development

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Company, y proseguía hacia el lado mexicano a la avenida Internacional, desaparecida después de la inundación de 1906. La conexión entre los espacios de las dos vialidades se realizaba a través de un sencillo puente de madera que cruzaba el canal de surtimiento de agua que iba paralelo a la línea internacional. El puerto fronterizo mexicano instalado en 1903 se localizaba al este del cruce a través del mencionado puente de madera y se limitaba a una sencilla tienda de lona. Una situación curiosa que se presentaba es que la garita tenía una hamaca que se localizaba en una arboleda ubicada a lo largo de la línea internacional del lado americano. Este era el único elemento dispuesto sobre la franja de espacio abierto que separaba a ambos poblados.

Físicamente, la línea internacional estaba delimitada por el canal de agua que surtía a Caléxico, y a lo largo de ella se desarrollaba una arboleda, constituida principalmente por álamos, que enfatizaba espacialmente el límite entre Estados Unidos y nuestro país. En los primeros años del poblado no había infraestructura formal instalada, el agua se llevaba a través de pequeños canales a cielo abierto que bordeaban las

manzanas, a lo largo de este se disponían hileras de árboles que cumplían varias funciones, proteger los canales y brindar una imagen más agradable al entorno. Del lado mexicano no había instalaciones ni agua, por lo que el desarrollo fue más lento y no se dispuso de mucha vegetación, ya que resultaba muy cara su adquisición y mantenimiento.

Fuera de la estructura de madera de la California Development Company y de sus compañías subsidiarias, la mayor parte de las construcciones en ambos lados de la frontera entre 1901 y 1903 eran carpas de lona y viviendas improvisadas a base de enramadas con estructuras hechas de troncos de mezquite cubiertas con cachanilla, ocotillo, tule, lonas y lo que encontraban en los alrededores; no fue hasta la llegada del ferrocarril a Caléxico que se empezaron a realizar obras más permanentes por la oferta de madera ya que hasta para hacer adobes se necesitaba de ella. En el otoño de 1902, la compañía Southern Pacific empezó a construir un ramal desde Old Beach a Caléxico, terminándolo en mayo del siguiente año. El día de la llegada del ferrocarril fue considerado como día de fiesta, debido a que con él

1906. Mexicali durante la inundación. Vista desde el tanque de agua de Caléxico.

1906. Estación del ferrocarril. 1906. Avenida Ramón Corral.

Avenida Ramón Corral Estación del Ferrocarril

Avenida Madero

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también llegaría la posibilidad de contar con hielo. En el caso de Caléxico se empezó a poblar en la zona ubicada una milla al este del límite de Caléxico y un cuarto de milla al norte de la línea internacional, en los alrededores de una tienda de abarrotes (Barnes), ya que inicialmente se consideraba a Caléxico como parte de las instalaciones de la California Development Company; sin embargo, al empezarse a ubicar negocios en la calle Segunda, como la Oficina de Correos, los pobladores comenzaron a ocupar su polígono y desapareció el vestigio del primer asentamiento. En el lado mexicano, como se había mencionado, después del reacomodo se reinició el desarrollo principalmente sobre la avenida Ramón Corral entre la calle Celso Vega, hoy calle Azueta, y la calle Luis E. Torres y en puntos vecinos, asimismo se generó actividad en la zona cercana a la ribera del río Nuevo. Antes de la llegada del ferrocarril a Mexicali había construcciones, principalmente viviendas localizadas paralelas al río Nuevo; pero, con la implementación de la vía ferroviaria y los espacios propios de su actividad, todo este territorio y en general toda la actividad de esta zona empezó a limpiarse como se hizo anteriormente con el espacio paralelo a la línea internacional, para dar paso al futuro desarrollo que representaba esta importante empresa de comunicación.

Con base en el auge agrícola, Caléxico se empezó a poblar con gran rapidez: se establecieron escuelas, iglesias, casas habitación más formales y se empezó a desarrollar el comercio con actividades muy diversas como tiendas de abarrotes, implementos agrícolas y domésticos, madererías, lecherías, carnicerías y en general la industria de transformación de productos agrícolas. El Calexico Chronicle, de acuerdo con Margaret Romer en su libro History of Calexico, narra que nació con una imprenta debajo de un mezquite en 1904. En estas fechas también se consolidó una fábrica de ladrillo con los que se construyeron el noventa y cinco por ciento de los edificios de Caléxico y algunos, los menos, en Mexicali, en un periodo que abarcó de 1904 a 1910.

Del lado mexicano vivían los empleados del trabajo generado en diversas partes del Valle Imperial.

Aun cuando la Ley Seca se implementó a partir de 1919, en el Valle Imperial se tenía un control muy estricto relacionado con la venta y consumo de alcohol, generándose una importante oportunidad de comercio en el incipiente Mexicali. En forma rudimentaria se empezó a realizar la venta de licor y actividades complementarias como el juego,

que atraía a un gran número de estadounidenses, dando inicio a una actividad que por muchos años promovió el progreso del poblado.

La gran inundación1905 y 1906 fueron años difíciles para la región y en particular para ambos poblados, por problemas en el manejo en la conducción del agua del Río Colorado. El acumulamiento de sedimento en la bocatoma original y la constante demanda del vital líquido por parte de los agricultores del Valle Imperial orilló a la California Development Company a realizar una nueva bocatoma en un lugar menos protegido, pero una inesperada crecida del Río Colorado propició que la mayor parte de su corriente invadiera los cauces del río Álamo y del río Nuevo. En el caso de este último, afectando parcialmente el área construida de Mexicali, y llevándose consigo la vía y estación del ferrocarril. En Caléxico, la gente se preparó para la contingencia y con la participación de prácticamente todos los habitantes del poblado se crearon bordos de protección utilizando sacos rellenos de tierra con una altura que alcanzaba los seis pies. Mucho se habla de que Mexicali desapareció con la inundación; sin embargo, al analizar fotografías de antes y después del suceso se puede percibir que los daños, aunque cuantiosos, no borraron el poblado, pero perdió la mitad de su traza, en ese entonces ocupada principalmente por las instalaciones del ferrocarril.

La mayor parte de la población se resguardó en la vecina población estadounidense en los peores momentos de la inundación, pero al concluir la problemática, Mexicali se volvió a integrar. Esta situación marcó el inicio del fin de la California Development Company ya que además de los problemas legales y económicos que tuvo que enfrentar por las demandas y reparaciones en el sistema de riego, tierras y cultivos dañados, sus instalaciones en Mexicali y Caléxico se vieron seriamente afectadas. La California Development Company se vio en la necesidad de vender sus propiedades al Ferrocarril Southern Pacific, quien a su vez las vendió al Distrito de Riego del Valle Imperial que se integró en 1911.

La venta y registro de lotes en Mexicali se inició en 1904 y después de este año y sobre todo después de la inundación la población siguió creciendo; sin embargo, con la muerte de Heber en 1906 y la falta de claridad de gestión de una California Development Company en decadencia,

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un numeroso grupo de personas aprovechó la situación y tomaron posesión de los lotes desocupados. La mayor parte de la superficie de lo que hoy es el Centro Histórico y Comercial de Mexicali fue ocupada por posesionarios, situación que se vino a regularizar hasta 1926. Este proceso irregular de ocupación afectó de igual manera el trazo de los predios, de ser un poblado concebido con calles rectas y lotes rectangulares, las calles perdieron su simetría y los lotes se convirtieron en figuras irregulares.

Después de la inundación en 1906, la garita internacional se cambió a la calle Luis E. Torres a unos pasos de la línea internacional, en un punto cercano en donde hoy se encuentra el monumento internacional 220A erigido en 1909, frente, pero aproximadamente a 100 metros de distancia

de su contraparte norteamericana que se había reubicado en esquina noroeste de la confluencia de la calle Primera y avenida Rockwood desde 1904.

La nueva vía del ferrocarril se terminó en 1908, en un terreno más alto hacia el este, afectando la lotificación de las manzanas 4, 5, 6, 7, 8 y 16; y en el caso de Caléxico el final de la avenida Imperial y la calle Primera. El nuevo trazo apenas libró las instalaciones de la California Development Company, pero depreció mucho su valor y marcó la desaparición temprana del primer edificio formal en la región.

La nueva disposición de la vía del ferrocarril trajo como consecuencia la primera expansión hacia el oriente del poblado hasta ocupar la totalidad de la extensión del

1911. Caléxico. Planta de agua. 1911. Oficinas del ferrocarril.

1911. Mexicali, al sur. 1911. Caléxico, al norte.

1903. Aduana. 1911. Caléxico. Avenida Imperial.

Línea internacional

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predio adquirido por Heber. En 1911 aparece un plano en donde se visualizan por primera vez las calles México, Bravo y Oriente, hoy Pedro F. Pérez, cuya diferencia básica con respecto a las vialidades más antiguas, es que se hicieron con menores dimensiones en su ancho y el trazo de las mismas, ya no seguía la orientación norte-sur como el patrón utilizado en esas vialidades y en Caléxico, sino que iban perpendiculares al alineamiento de la línea internacional; las avenidas que circulaban en la orientación este-oeste, seguían una direccionalidad paralela a la línea internacional. Solo la avenida Porfirio Díaz, hoy avenida Madero, conservó desde un principio su trazo paralelo a la línea internacional. La calle Morelos marca el límite entre el viejo trazo hacia el oeste, orientación norte-sur y el nuevo hacia el este con orientación normal a la línea internacional; a lo largo de la calle Morelos es fácil percibir la discontinuidad de las calles entre un trazo y otro, como la avenida Reforma que viene del este y remata en Catedral y la que viene del oeste pasa a un costado de ella. Lo mismo ocurre con las avenidas Juárez, Lerdo y Zuazua, que no concuerdan con sus contrapartes de la zona oriental, algunas de ellas ni siquiera en nombre.

El 1 de julio 1910 cambia de nuevo el emplazamiento del cruce fronterizo, en un sitio en lo que hoy es la calle Melgar que en ese tiempo no existía; en el caso de Caléxico sobre la calle Heffernan. La garita americana siempre estuvo alejada de su homóloga mexicana, pero a partir de esta fecha por primera vez ambos edificios se encuentran contiguos. En el caso de la instalación estadounidense se localizaba sobre la acera oeste de la calle Heffernan en las inmediaciones de la línea fronteriza. Esta mudanza determinó el inicio del emplazamiento de la calle Melgar.

Durante esta época la avenida Porfirio Díaz, hoy Madero, empieza a consolidarse como la vía comercial del poblado y la calle Carbó, hoy calle Altamirano, con la estación del ferrocarril se empieza a manifestar como una vialidad importante, a lo largo de esta se localiza una incipiente chinesca y la plaza de toros.

La incursión armada del norteLa única incursión armada que se presentó en Mexicali en tiempos de la revolución mexicana fue la protagonizada por las fuerzas armadas compuestas por integrantes extranjeros con “ideales” magonistas. El 29 de enero de 1911 se dio el primer hecho de armas en la región, aunque

las acciones bélicas se dieron principalmente en las afueras del poblado. Gran parte de la población de Mexicali huyó hacia Caléxico en busca de protección, los heridos y muertos de los agresores fueron atendidos por gente organizada en las iglesias de Caléxico. Fuera del pillaje, dentro de los daños más representativos fue la quema del edificio de madera de la garita internacional. El movimiento duró poco tiempo, en junio del mismo año quedó prácticamente extinguido.

Otra de las influencias indirectas de este movimiento fue la disposición, a partir de 1911, de un campamento militar en Caléxico en una zona aledaña a la línea internacional, aproximadamente entre las actuales calles Heber y Mary. Con la incursión de Estados Unidos en la primera Guerra Mundial se instaló un campamento de mayores proporciones al anterior, pero aproximadamente a una milla de la línea internacional, a la altura de la actual calle Morelos. A partir de los años de 1920, el campamento militar se dispuso más en forma al noroeste del poblado, pero por un corto tiempo, para posteriormente reubicarse en la ciudad cabecera del condado, El Centro, California.

En el caso de Mexicali, posterior al movimiento armado, se realizó la obra del cuartel militar para alojar el 25 batallón de infantería. Este se ubicaba en la esquina de la calle Altamirano y callejón Lerdo.

La Colorado River Land CompanyA raíz del desarrollo del Valle Imperial, el paso del agua por suelo mexicano sentó las bases para el desarrollo de las tierras que en ese entonces eran propiedad de Guillermo Andrade, y que era dueño de la mayor parte de lo que hoy es el valle de Mexicali y de algunas regiones vecinas del estado de Sonora.

En una transacción realizada con un grupo de norteamericanos, las propiedades de Guillermo Andrade pasaron a formar parte de la Colorado River Land Company, quien siguió un esquema de desarrollo diferente al modelo estadounidense que motivó la colonización del Valle Imperial, ya que la Colorado River Land Company se dedicó a explotar la actividad agrícola como una sola entidad en donde subarrendaba sus propiedades a trabajadores principalmente de origen chino, japonés e hindú, para evitar el reclamo de tierras por parte de connacionales.

En su primera etapa del desarrollo de Mexicali no hubo mayor influencia de la Colorado River Land Company, debido a que este poblado surgió como una oportunidad de negocio

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de la compañía que estaba trabajando en el Valle Imperial. Su influencia en la estructura urbana de Mexicali se vio reflejada en el impacto económico de la zona al generarse una actividad agrícola importante entre 1912 y 1913, y en la construcción de la primera infraestructura soporte reflejada en la creación de empresas del ramo agroindustrial a lo largo de la vía del ferrocarril.

El mayor impacto se reflejó al momento de que Mexicali requirió de territorio para poder crecer y desarrollarse. Los proyectos y negociaciones se iniciaron en la época del coronel Cantú a partir de 1915, pero se empezaron a reflejar en forma a partir de los años de 1920. En 1918 se proyecta la Segunda Sección y años después Pueblo Nuevo, pero no fue hasta el gobierno de José Inocente Lugo en 1921 que se negocia la adquisición formal de los terrenos con las compañías que eran propietarias de esos terrenos entre ellas la Colorado River Land Company.

La era de Esteban CantúCon Esteban Cantú, Mexicali no sólo se convirtió en la capital del Distrito Norte de Baja California, como se le conocía en ese entonces al hoy estado de Baja California, sino que aprovechando el potencial agrícola de su valle y los negocios relacionados con la venta de licor y el juego, se inició la transformación del poblado en una pequeña ciudad con infraestructura y equipamiento, que fue desechando los vestigios de un asentamiento que guardaba las características de un campamento temporal.

En 1913 inicia sus operaciones el AWB Owl (Bar el Tecolote) que definiría la pauta a seguir en la implementación y manejo de centros nocturnos en la región, al cual le

siguieron el Clímax Café, El Hotel Imperial, Gambrinus, San Diego Café, y que en poco tiempo definirían una vida nocturna bastante intensa para un pequeño poblado que no pasaba de 5 000 habitantes. La influencia más palpable de estos negocios fue el uso de una tipología arquitectónica, que dejó huella en el primer cuadro de la ciudad y que determinó el ejemplo a seguir para la realización de las edificaciones posteriores. Aparecen el porticado, así como los espacios amplios en las áreas peatonales y el lenguaje arquitectónico que la mayoría de la población relaciona con el Mexicali antiguo, y que es compartido con las edificaciones de la época construidas al otro lado de la frontera.

Mexicali era una ciudad muy joven en ese entonces, y su ambiente natural difícil de entender: tierra arcillosa, clima extremoso y zona de movimientos telúricos. Desde los inicios y a partir de la incursión a la zona de nuevos materiales constructivos, se fue probando su efectividad en la zona. El clima, los incendios, y el 22 de junio de 1915 un temblor de proporciones mayores puso a prueba la forma de construir en nuestra región (los temblores aún lo siguen haciendo) la mayor parte de los edificios de ladrillo de Caléxico se derrumbaron o sufrieron daños de consideración. En Mexicali, el edificio del AWB Owl se desplomó con el temblor de 1915, y empezaron a surgir de nueva cuenta los edificios con estructura de madera y de adobe.

Los incendios fueron los que posteriormente ajustaron los sistemas constructivos regionales. El nuevo edificio del AWB Owl edificado sobre la avenida Reforma se quemó en los años de 1920. Algunos dicen que el incendio fue intencional, causado por los grupos prohibicionistas del Valle Imperial.

1915. Avenida Porfirio Díaz (hoy avenida Madero). 1927. Calle Oriente (hoy Peritus).

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Hay muchos ejemplos de edificios devorados por las llamas en ese entonces, la propia Chinesca fue incendiada en dos ocasiones. Sin embargo, los métodos constructivos y las medidas de seguridad se van ajustando y perfeccionando para reducir al máximo estos percances y definir una estrategia constructiva afín a las condiciones de la región. Muchos edificios del centro de la ciudad, que se adaptaron a estas circunstancias, aún sobreviven, sobre todo los que adoptaron el concreto armado como estructura base, proceso que se inició localmente con la construcción de la Escuela Cuauhtémoc en 1915, e inaugurada el 16 de septiembre de 1916.

En ese tiempo, Caléxico tenía un desa-rrollo considerablemente mayor al de Mexi-cali, ya que contaba con infraestructura hidrosanitaria, así como una planta genera-dora de electricidad. Las calles del centro de la ciudad estaban pavimentadas y contaba con banquetas en gran número de sus vialidades.

Sobre la avenida Imperial y calle Segunda se ubicaban los principales comercios, aunque sobre la calle Segunda en el tramo de la calle Imperial, hasta media cuadra al este de la calle Heffernan se disponían a ambos lados de la vialidad, edificios de dos niveles en donde se alojaba el comercio de mayor prestigio. En la calle Primera y en la primera cuadra de la calle Heffernan de la línea internacional a la calle Primera, se encontraba el área internacional, por nombrarla de alguna manera, en donde se encontraban los negocios que pertenecían a ciudadanos de origen mexicano y chino. La zona institucional del poblado estaba claramente definida sobre la calle Heber, en donde se ubicó el City Hall, la biblioteca, parque público y área escolar. La zona industrial estaba ubicada contigua a la vía del ferrocarril, al este de la avenida Imperial, evitando cualquier interferencia con la actividad comercial y de vivienda.

1918. Escuela Cuauhtémoc. Avenida Madero.

1922. Edificio de la Bancaria Peninsular. Avenidas Madero y Altamirano.

1924. Escuela Industrial. Avenidas Madero y Morelos (hoy edificio de Correos).

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1920. Avenida Madero, hacia el este.

1920. Waldorf Bar. Madero y Azueta.

1922. Cabaret Mexicali. Reforma y Azueta.

1922. Calle Azueta, hacia el norte.

1927. Vista aér

Escuela Cuauhtémoc

Río Nuevo.

Área de cultivo.Canal del río Nuevo.

Ferrocarril La Chinesca

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ea de Mexicali.

1922. Casa Blanca Café. Reforma y Azueta.

1922. Desfile por avenida Reforma.

1920. Maderería del Valle. Calle Altamirano.

1922. Garita, en calle Melgar, hacia México (al sur).

Templo Metodista de

avenida Juárez, 79.

Río Nuevo

Área de cultivo

Caléxico

Mexicali

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La diferencia entre el desarrollo urbano de Caléxico y el de Mexicali es que el primero prácticamente se estabilizó y estancó en este sector hasta los años setenta del pasado siglo y evolucionó a una velocidad muy lenta hasta nuestra época, contrario al desenvolvimiento experimentado por Mexicali que ha sido muy acelerado, sobre todo a partir de la década de los cincuenta del siglo pasado.

De regreso a la época del coronel Esteban Cantú, la construcción del edificio de la Escuela Cuauhtémoc marcó un sistema constructivo que definiría la tipología arquitectónica a seguir en lo relativo a la modalidad de edificios que deberían considerarse, si se trataba de reflejar una actividad importante y siguiendo el patrón de las nuevas construcciones que se estaban realizando sobre todo en la calle Segunda y área institucional de Caléxico. En años posteriores le siguieron edificios como el del Palacio de Gobierno del Distrito hoy edificio de Rectoría de la UABC, el inmueble de la Escuela Leona Vicario y el de la Escuela Benito Juárez, y otros como los de la Biblioteca Pública muy parecido al de la Biblioteca Carnegie ubicado en la calle Quinta y Heber de la vecina población de Caléxico.

A partir de esta época se empezaron a diferenciar zonas con características comunes, como una especie de barrios dentro del poblado.

Después del reacomodo inicial, la actividad comercial de Mexicali reconoció a la avenida Ramón Corral, hoy avenida Reforma, como su vialidad más importante. Posterior a la inundación de 1905-1906 la actividad, ya con un carácter más comercial se empezó a centrar en la avenida Porfirio Díaz, hoy avenida Madero. En ella, en el tramo comprendido entre la calle Luis E.

1920. Oficinas de la Imperial Irrigation District en Mexicali. Ubicadas en el hoy bulevar López Mateos, entre las calles Melgar y Azueta.

1920. Despepitadora de Mexicali. Ubicada en el hoy bulevar López Mateos, entre las calles Morelos y México.

1920. Patios del Ferrocarril. Actual cruce de bulevar López Mateos y calle Morelos.

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Torres, actual callejón Zorrilla y la calle Azueta, se ubicaron los negocios de entretenimiento, como bares, casinos, cines y hoteles. En esta misma vialidad, a partir de la calle Azueta hasta la calle Morelos, en su acera norte, se dispuso la zona institucional, conformada por la aduana fronteriza, la Casa Municipal, el parque Héroes de Chapultepec, la Escuela Cuauhtémoc y, posteriormente, la planta de agua. El resto de la vialidad estaba ocupada por viviendas. La calle Altamirano se consolidó como una vía comercial y estratégica en su conexión con el llamado camino nacional que comunicaba a Mexicali con Tijuana y Ensenada. A lo largo de ella, además de la estación de ferrocarril y la Chinesca, se encontraba la Escuela Cuauhtémoc, el cuartel militar y el Puente Colorado (único puente vehicular sobre el río Nuevo).

La vida nocturna de Mexicali se concentraba en bares que, además de la comercialización del alcohol, proporcionaban diversión a través de entretenimiento en vivo, funciones de cine y en forma un tanto más discreta, la prostitución. Aledaño a estos sitios se apiñaban cuarterías que además de apoyo a estos lugares daban alojamiento a la gran cantidad de población flotante que trabajaba en Mexicali en las temporadas de cosecha y empresas agroindustriales.

Dentro del poblado se localizaban barrios chinos que todavía subsisten. El más importante se localizaba en la llamada manzana de La Chinesca (manzana 8) y sus zonas vecinas de las avenidas Juárez y Reforma y calles Altamirano y Azueta. La otra demarcación poblada por ciudadanos de origen chino se localizaba sobre la avenida Reforma entre Altamirano y Morelos en su acera norte.

El progreso de la actividad comercial relacionada con la transformación de los productos agrícolas que se cultivaban en el valle de Mexicali se empezó a consolidar a partir de 1913, desarrollándose a los costados de la vía del ferrocarril a partir de la calle Morelos hasta la calle Bravo. La principal industria fue el despepite de algodón y se construyeron una serie de locales industriales que le dieron una imagen más dinámica al poblado, la actividad de estos establecimientos abarcaba un periodo corto de trabajo, del mes de octubre al mes de marzo.

Desde 1908 se presentó un Mexicali dividido en dos partes separadas por la vía del ferrocarril, y desde un inicio se le dio preferencia a la parte norte, la cual tenía la conexión

con Caléxico y mayor potencial de crecimiento, con edificios importantes y sus calles principales pavimentadas. La parte sur, aislada por las vías férreas y sus patios de maniobras, incomunicada a veces por las actividades propias del ferrocarril y confinada por los barrancos del río Nuevo y el dren 134, promovieron un desarrollo más desfavorable y un tanto desintegrado al resto del poblado. Esta situación tuvo como consecuencia una influencia similar en el posterior emplazamiento de Pueblo Nuevo, que se encontraba aledaño al área aislada del poblado. Pueblo Nuevo por su aislamiento, se mantuvo un tanto al margen de la evolución del resto de la mancha urbana, que creció primordialmente hacia el este.

Uno de los últimos ajustes realizados al trazo de este sector fue el adaptar la calle Oriente que originalmente respetaba el límite este del terreno de Heber, con trayectoria norte-sur, por una orientación perpendicular a la línea internacional. Al hacerse ese ajuste algunos de los lotes crecieron con dirección este y en la parte meridional de la calle se creó una nueva manzana, que es en la que actualmente se ubica el Mercado Municipal.

La actividad de la calle Oriente antes de entrar a la década de los años de 1920, no se encontraba fincada, años después el desarrollo de este espacio se dedicó a un uso primordialmente institucional, donde se construyeron el Palacio Municipal, la Biblioteca Pública, el teatro Rex, la Escuela Leona Vicario, el Banco Agrícola y el propio Mercado Municipal.

En las postrimerías de la época de Cantú el proyecto de expansión de la ciudad hacia el oriente integró en su desarrollo la construcción al final de la avenida Independencia hoy avenida Obregón, al edificio del Palacio de Gobierno del Distrito rodeado de jardines, como un elemento de atracción hacia el este, fuera de la concentración antigua y con una tipología de trazo de una ciudad con mayores aspiraciones. Dentro de este esquema, no se trata de una simple regularización de ocupación de predios, sino de un concepto de ciudad con calles amplias con lotes de dimensiones generosas y banquetas de cinco metros de ancho, con la posibilidad de generar espacios arbolados dentro de ellas. La obra de construcción y desarrollo urbano que no le tocaría a Cantú poner en marcha en su gobierno y que formaría parte de otro capítulo de nuestra rica historia mexicalense.

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El 24 de diciembre de 1937, por decreto del presidente Cárdenas fue autorizada la venta de terrenos a los arrendatarios de la Colorado que formaban las

colonias Venustiano Carranza, Nuevo León, Coahuila y Baja California; tal decreto fue publicado en el Diario Oficial de la federación el 14 de julio de 1938. Las parcelas se entregaron en mayo de 1938.

La colonia Venustiano Carranza quedó dividida en cinco secciones, la primera era El Caimán, donde existía el principal núcleo de población; segunda, poblado Cuatro Ciénegas; cuarta, poblado Guadalupe; tercera y quinta, sin poblados.

Después de recibir sus tierras, una de las primeras acciones de los arrendatarios fue nombrar el consejo directivo de la colonia. Se reunieron en El Caimán, y de esa reunión quedó conformado el consejo de la manera siguiente: como director, Pedro Amezcua Rodríguez; secretario, profesor Jesús Grijalva; tesorero, profesor Guilebaldo Zavala; vocales, Juan Quiñones, Pedro Cassio, Alfonso García y Teodoro Rentería.

Ya organizados, los colonos empezaron a solicitar y recibir apoyos del gobierno. Se entregaron a Amezcua comestibles para que los repartiera entre los colonos. Solicitaron un apoyo de $60 000 para abrir un sistema de bombeo y el canal del norte.

Con Alberto Aldrete, gerente de la Maltera de Tecate, gestionaron la refacción para adquirir semilla de cebada.

Los colonos esperaban apoyos del Banco Nacional de Crédito Agrícola, pero este no se conseguiría en el corto plazo y a ellos les urgía contar con alimentos, semillas y, sobre todo, agua para iniciar los trabajos agrícolas. Con el objetivo de sembrar por primera vez algodón, el consejo, en representación de los colonos y con la aprobación del gobierno del Territorio, hizo un convenio con Sawnie Robertson, un arrendatario de la Colorado.

Robertson les ofreció instalar inmediatamente bombas para regar 1 500 hectáreas, asegurando tres o cuatro riegos por siembra de algodón durante tres años. Debían estar instaladas en noviembre de 1938 para la siembra de trigo y en marzo para la siembra de algodón. Les vendería el agua a seis dólares por acre el primer año, cuatro el segundo y tres el tercero. También daría agua para una extensión pequeña sembrada con trigo, alfalfa, maíz y otros cereales.

Robertson se comprometía también a dar refacción consistente en pastura, combustibles, madera y un peso por cada treinta acres para alimentación a cada colono. Para formalizar el compromiso, los colonos firmaron pagarés para pagar la refacción y permitieron que Robertson vendiera el algodón a la empresa que a él conviniera. Inicialmente se proyectó el cultivo de 2 000 acres de trigo y 7 000 de algodón.

La delegación Venustiano Carranza fue creada en 1940 y quedó integraba por varios ejidos y colonias. El primer delegado fue Jesús Flores. La colonia Venustiano Carranza si bien existía desde 1937, sus pobladores vivían dispersos en sus parcelas, pero a partir de la construcción de la carretera al poblado Kilómetro 57 se aceleró el crecimiento del lugar donde actualmente se localiza.

En la Sección Primera, conocida como El Caimán, existía mayor número de casas y una escuela primaria. En ese lugar, Robertson construyó un edificio de piedra que fue usado como tienda y posteriormente como iglesia, y aún se encuentra en pie. También existía una celda.

Como El Caimán se encontraba al sur de la colonia y para algunos hijos de colonos que vivían lejos, era difícil asistir a la escuela, en 1946 se solicitó al gobernador una escuela más accesible. El 18 de octubre de 1946, el gobernador del Territorio, Alberto V. Aldrete giró un oficio al secretario de gobierno para ver si se podía disponer de dinero para

Yolanda Sánchez Ogás*

Colonia Carranza, el corazón del valle

* Cronista de la ciudad y presidenta honorífica y vitalicia de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.

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construir una escuela en la colonia Carranza, que costaría entre 36 000 y 40 000 pesos. Debido a que la población estaba diseminada por los ranchos, se pensó en buscar un lugar factible, un punto central donde los muchachos de los ranchos lejanos tuvieran que caminar menos para llegar a la escuela.

El nombre de la escuela era Constituyentes de Querétaro y contaba con diez aulas con los números de artículos constitucionales: 123, 115, 107, 27, 20, 7, 3, 1, Ley del 6 de Febrero y aula Plan de Guadalupe. Tenía dirección, biblioteca y sanitarios para hombres y para mujeres. La escuela se construyó cerca del río, cuando todavía no existía el bordo de defensa, en un sitio donde en invierno trasminaba el agua del Río Colorado, impidiendo el tránsito de vehículos y el paso de las personas, por esa razón no pudo usarse y fue abandonada. En 1953 se construyó una nueva escuela en el naciente poblado de la colonia Carranza, con características similares a la primera

Debido a la importancia agrícola que adquirió la delegación Venustiano Carranza se proyectó una escuela especial, con el objetivo de preparar mejor a los hijos de campesinos. Se pretendía resolver de una forma práctica los problemas que afectaban a la población campesina y formar a los profesores que faltaban en el medio rural. Para ello, se creó la escuela de Capacitación Agrícola y Normal Rural.

El 28 de septiembre de 1949, el secretario de Agricultura Nazario Ortiz Garza citó a los dirigentes de la Unión Agrícola Regional a una junta en Tijuana. Estuvo el gerente de

operaciones del Distrito de Riego del Río Colorado, ingeniero Leza y otros representantes relacionados con el campo.

El ingeniero Armando Lizárraga constituyó el patronato Pro Escuela de Agricultura. Lo integraron los gerentes de despepitadoras, del Banco Ejidal y Banco Agrícola, compradores de algodón, nueve exportadores, agricultores y los representantes de la Liga de Comunidades Agrarias.

Primero se planeó ocupar el edificio abandonado de la escuela Constituyentes de Querétaro, para crear la de agricultura, pero los campesinos no aceptaron porque seguía el problema de que el agua trasminaba, que impidió el uso de la escuela como primaria.

Un líder natural durante muchos años fue Gregorio Martínez (don Goyo), quien consideró que el ejido Oviedo Mota y el Indiviso estaban demasiado lejos, animó a algunos de los ejidatarios a buscar un mejor lugar. Así llegaron a la Carranza y se establecieron allí fundando un poblado al que llamaron Doctor Alberto Oviedo Mota Reacomodo.

Actualmente la colonia Carranza está integrada por cuatro poblados; la llamada Colonia Carranza, el poblado Doctor Alberto Oviedo Mota Reacomodo, el poblado González Ortega Tres y el Chaparral. El poblado Carranza creció a partir de que se construyó la carretera El Faro-Kilómetro 57, durante el gobierno de Braulio Maldonado, en 1957.

En 1979, el poblado original González Ortega sufrió una inundación que arrasó con las viviendas; los soldados sacaron a los habitantes y los trasladaron a la colonia Carranza. Los ubicaron entre El Oviedo Mota Reacomodo y la Carranza, a

1953. Escuela Constituyentes de Querétaro,

en la colonia Venustiano Carranza.

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su poblado le llaman González Ortega Tres, también conocido como “Triques”, según sus pobladores por tres o porque al ubicarlos hacían que movieran sus triques de un lado a otro.

La zona de El Chaparral fue una extensión de la Carranza, el dueño de un terreno fraccionó y llegaron personas de diversas partes que compraron lotes. Se llamó El Gran Chaparral, porque en ese tiempo se trasmitía por televisión el programa El Gran Chaparral y decían que se parecía al lugar, porque los chamizos nomás pasaban volando.

El Reacomodo Oviedo Mota ha crecido casi tanto como la Carranza. Sus habitantes se mantuvieron unidos y su poblado pronto progresó; construyeron la iglesia de Cristo Rey, el jardín de niños y las escuelas primaria y secundaria técnica. El ingeniero Jesús Brenes fue el primero que salió a estudiar a la ciudad de México y concluyó su carrera de ingeniero agrónomo.

La iglesia de Cristo Rey, que tiene un teatro donde se presentan obras con los jóvenes, se construyó gracias a la labor de las misioneras eucarísticas de la Santísima Trinidad, Luz María Valdez y Teresa Guerra, quienes supieron inducir a la gente a participar para resolver sus necesidades. Actualmente, la población celebra las procesiones de Semana Santa, las peregrinaciones de la Virgen de Guadalupe y la procesión de Cristo Rey. Empiezan en las Cuatro Esquinas y terminan en la iglesia de Cristo Rey.

Una de las tragedias que se recuerdan en la comunidad es la inundación de 1941. Ese año hubo una fuerte avenida que arrasó varias colonias y ejidos del valle y causó varias muertes; en las colonias Zacatecas, Leona Vicario y Carranza. Aquí se recuerda al señor que con su maquinaria quiso hacer un bordo de defensa y el agua se lo llevó con todo y máquina; nunca se volvió a saber de él.

Un policía muy recordado por los colonos es Manuel Villalpando, por su probidad y atención a la población. Murió en 1998 y en su memoria, la biblioteca lleva su nombre. Otro personaje que dejó honda huella en la comunidad fue el doctor Mario Chacón. Llegó en el tiempo en que la mayor parte de la población vivía en El Caimán. Cuando se construyó la carretera y la gente cambió al actual poblado, el doctor Chacón hizo lo mismo: edificó su casa y una clínica de adobe acostado que todavía existe, donde prestó sus servicios durante 20 años, después se trasladó a Mexicali. Actualmente, en esa clínica vive la familia Carrera.

Entre las tradiciones que se conservan están las ferias del trigo en la Carranza y del algodón en el Reacomodo. Durante muchos años estuvieron muy bien organizadas y se recuerdan como algo espectacular. En los últimos años se celebran de manera muy sencilla y con escasa asistencia.

Plano del valle de Mexicali donde se localiza la colonia Carranza.

Colonia Carranza

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El lunes 12 de marzo de 2012, la familia Monge Amezcua, Ruth y sus hijos, depositaron en las criptas de la iglesia de San Francisco Javier del

fraccionamiento Los Pinos, en Mexicali, la urna con las cenizas de don Manuel Matías Monge Tamayo. En el nicho depositaron también una ficha de dominó, blanca con negro: la mula de seises.

Manuel fue un empedernido jugador de dominó, no perdía la oportunidad de aprovechar todas las tardes para jugar con sus amigos. Ya no podrá jugar más (le ahorcaron la mula de seises), a menos que en la otra vida haya torneos de dominó.

El domingo 11 de marzo a las 8:00 a.m. falleció Manuel M. Monge a los 93 años de edad.

En 1936, un joven de 18 años llegó a Mexicali; como muchos otros, arribó a nuestra ciudad, procedente de Sonora, buscando oportunidades que le permitieran encontrar su destino, con un ímpetu poco común, laborioso y audaz.

Manuel, su madre y 6 hermanos (Eugenio Ildeberto, Marco Antonio, Leonor, Eloina y Ana) fueron una familia que en la década de los años de 1930 se incorporaría al crecimiento inusitado que tuvo Baja California en las décadas siguientes.

Manuel M. Monge

(1918-2012), constructor

Rubén Castro Bojórquez*

1945. Manuel M. Monge.

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C.

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A su vez, todos ellos formarían otras familias, que con el correr de los años se incorporarían a la comunidad mexicalense.

Eugenio, el mayor, por muchos años se dedicó al comercio y fungió como comisionista del gobierno del estado; Ildeberto, empresario ferretero, formó su familia casándose con María Cruz Rangel y procreó siete hijos: cuatro hombres: José Ignacio, Luis, Leonardo y Guillermo y tres mujeres: Emilia, Yolanda y Patricia.

Manuel M. Monge representa a aquellos hombres que en forma empírica aprendieron el arte de la construcción, antes de que en los años de 1960 llegaran a esta ciudad los profesionistas, arquitectos e ingenieros civiles y mucho antes de que la Universidad Autónoma de Baja California se consolidara a partir de la década de 1970 y formara la gran pléyade de profesionistas que hoy atienden todas las actividades profesionales de nuestro estado. Esos constructores, como Manuel, levantarían esta ciudad: edificios, viviendas, urbanización, calles y servicios y solo por mencionar a algunos que quedaron en nuestra memoria: don Ventura Jáuregui, Conrado Mendoza, Eduardo Búfalo Ávila, Enrique G. Santamaría Basich, Garín, Derbez, Rivera Domínguez, Hernández Chacón, Camilo Sánchez, Pedrero, Valenzuela, los Amaya (Mario y Alfonso), Aureliano Tamai, Sal Mena y muchos otros más.

A este grupo de hombres perteneció Manuel, primero como surtidor de materia prima para la construcción, adquiriendo camiones de volteo y proporcionando revestimiento, arena, grava y tierra para carreteras (carretera Mexicali-San Felipe); poco después, colocando cordones y banquetas en las calles de penetración que se construyeran en los periodos de los gobiernos de Braulio Maldonado, Eligio Esquivel Méndez y Raúl Sánchez Díaz, para luego pasar a construir obra arquitectónica y civil: Parque Cri-Cri, Puente Independencia, fuentes de Palacio de Gobierno (hoy Rectoría). Los primeros dos edificios de la UABC de la Unidad Mexicali en el año de 1971,

1962. De izquierda a derecha, de pie: Bruni y Manuel; sentados: señora Ruth con José, y don Manuel con Alejandra.

1972. Toma de protesta de la directiva de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción. En la foto, de izquierda a derecha: Lic. Santiesteban, Manuel M.

Monge, Rubén Castro Bojórquez y Ramón Burgos.

1982. De izquierda a derecha, de pie: José Ignacio Monge y Rubén Castro Bojórquez, sentados: Eugenio Cajigas Tamayo, Florentino Pereira Moreno y Manuel M. Monge.

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más de 100 casas del fraccionamiento Calafia y muchas obras más.

Por esos años iniciales de la década de 1970, instaló el negocio que atendería con gran esmero y dedicación los últimos cuarenta años de su vida: la Maderería Tres Emes (M.M.M.). Patrimonio que hoy atienden su esposa Ruth y sus hijos: Manuel, Bruni, Alejandra, José Carlos, Gustavo, Ricardo y Arturo.

Manuel M. Monge era veinte años mayor que el que escribe; sin embargo, la diferencia de edades no fue obstáculo para que compartieramos una amistad de casi cincuenta años, junto con otros amigos mutuos: Daniel Gutiérrez Carrera, Florentino Pereira Moreno, Roberto Gómez Delgado, Rogelio Blanco Jester, David Sánchez Ramírez (†), Teodoro Vázquez Carrera, Fernando Uro Jumper y Luis López Moctezuma; a todos nos unía la pasión por nuestras profesiones, la arquitectura y la ingeniería civil.

Algunas anécdotas de nuestra relación de amistad, las reseñé en el prólogo del libro que sobre su vida escribió el profesor Gustavo Casanova.1

Solo relataré en este artículo aquella que pinta de cuerpo entero a Manuel y su pasión por el dominó.

En 1970, en el periodo del licenciado Rafael Soto Gil como rector de la UABC, Manuel Monge ganó el concurso de obra para construir los dos primeros edificios de la Unidad Universitaria Mexicali. Y, por otro lado, el rector me nombró supervisor de la obra por parte de la Universidad (en ese año yo fungía como director de la Escuela de Arquitectura).

Esta nueva obra permitió que continuara nuestra relación de amistad y que surgieran nuevas anécdotas. Durante todo el proceso de la construcción, Manuel Monge permanecía

1975. Puente Independencia en construcción sobre las vías del ferrocarril.

1970. Colocación de la primera piedra en el primer edificio de la UABC de la Unidad Universitaria Mexicali: Lic. Rafael Soto Gil, Rector, Manuel M. Monge, constructor y

el mayordomo de la obra.

Primer edificio de la UABC en la Unidad Universitaria Mexicali.

1 Gustavo Casanova y Raúl Mejía (2007). Manuel M.

Monge y la carretera Mexicali-San Felipe. 1948-1952.

Edición particular. Mexicali.

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de siete de la mañana hasta las nueve de la noche en la oficina que había acondicionado en el terreno. Y yo, como supervisor, recalaba todos los días a las seis de la tarde, revisaba el avance de la construcción, llenaba la bitácora de obra y me quedaba una o dos horas a jugar dominó con Manuel. Desde las primeras partidas, era común que de cinco, yo ganara cuatro; y esa proporción se repitió por días y probablemente por meses (llegué a pensar que me había convertido de un ponedor de fichas a un excelente jugador de dominó).

Cierto día, comentando esta situación con el arquitecto Teodoro Vázquez Carrera (maestro de la Escuela de Arquitectura y excelente jugador de dominó), sorprendido me comentó “¿Le ganas a Manuel Monge al dominó?”, le contesté, “sí, tengo rato ganándole, rara vez me gana”; Teodoro, con una sonrisa burlona, me dijo “pues qué raro,

Manuel es campeón de dominó del Burrito, del Casino y del Banuet” (restaurante el Burrito, la barra chica del Casino de Mexicali, y el hoy Merendero Manuet), y continuó diciéndome: “lo que ha de estar sucediendo es que como eres su supervisor, se deja ganar”.

Esa noche cuando le comenté a Manuel lo dicho por Teodoro, no paró de reírse; una carcajadota muy característica en él. Manuel jugaba dominó todos los días desde los años cuarenta, en aquellos días lo hacía en la cantina El Tecolotito, bajo un refrescante cooler que los mantenía todos mojados, pero frescos, lo acompañaban sus amigos Narciso Trujillo, Jesús Valenzuela, Ángel Vildósola y Samuel Ramos Díaz (padre del expresidente municipal de Mexicali, 2004-2007). Manuel continuó jugando dominó hasta los últimos días de su vida con amigos igual de apasionados que él, entre otros, José Antonio Sánchez Hernández y don Raúl Uro Monraz.

1982. De izquierda a derecha: Arq. Javier Jiménez Esquivel, Arq. Fernando Uro Jumper, Ing. Ricardo Valenzuela S.,Arq. Rubén Castro Bojórquez, Manuel M. Monge, Florentino Pereira Moreno y Arq. Teodoro Vázquez Carrera.

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Austreberto Silva Olivares*

Arturo Esquivias Ojeda (1931-2012)

Creador Emérito 2003

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C.

1970. Arturo Esquivias Ojeda.

Laguna Hanson.

Arturo nace en el poblado de Jaral del Progreso, en el estado de Guanajuato, el 21 de noviembre de 1931. En 1939 cambia su residencia a León, Guanajuato, y a temprana edad manifiesta su

interés por la fotografía. A la edad de 15 años realiza su primera experiencia fotográfica sin cámara (un fotograma) y su primera cámara fue una Brownnie. En 1954 ingresa al Club Fotográfico Leonés, A.C.

En 1958, una vez que bebió agua del Río Colorado, fija su residencia definitiva en esta ciudad de Mexicali y trabaja en el Banco Mercantil de Baja California; conoce a una bella compañera de trabajo: Anita Yee, y se casa con ella. Tuvieron tres hijos: Arturo, Adriana y Aracely. Diez años más tarde, se convierte en uno de los fundadores del Grupo Fotográfico Imágenes.

Su currículo como creador en fotografía es impresionante: su obra se dio a conocer desde el año de 1957 al publicar sus fotografías en la revista Jueves de Excélsior y al siguiente año obtuvo el Premio Nacional de Fotografía en Irapuato, Guanajuato.

Su obra mereció innumerables premios y reconocimientos nacionales e internacionales, entre los que destacan los siguientes: Participó en más de 100 salones internacionales; 180 aceptaciones en la Photographic Society of America; primer premio en la X Reseña Internacional de Fotografía en Alassio, Italia; medalla de reconocimiento por la donación de tres de sus fotografías al Musée Français de la Photographie para integrarlas a la colección de dicho museo; primer premio en la apertura de The Perception Galleries, en Nueva York; gran premio “Winner Over All” del concurso de la International Photographic Society, en Washington, D.C., entre más de 6 000 fotografías del mundo y con jueces de la National Geographic Society; primer premio del concurso “Desierto del Mundo” del Desert Botanical Garden, de Phoenix, Arizona

Dentro del Grupo Imágenes se distinguió su entusiasmo por la fotografía, así lo constatan sus numerosos premios y, particularmente, su calidad de socio activo que siempre manifestó. Sus fotografías aparecen en las portadas de libros y revistas de la UABC y en otras publicaciones. En 1996, el Instituto de Cultura de Baja California, entonces bajo la dirección de Francisco Bernal, editó su magnífico libro: Esquivias, Paisajes de tiempo: Obra fotográfica, con la que culmina una rica etapa de arduo trabajo y dedicación.

Entre los eventos internacionales del Grupo Imágenes, destaca su labor junto al Dr. Heliodoro Osuna L. (†) como organizadores excepcionales de los cuatro Salones Internacionales de Color en los años 1974, 1975, 1976 y 1977 que se

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La Rumorosa.

Camino a San Felipe.

Golfo de Cortés.

realizaron en esta ciudad. Esto fue motivo para que la prensa mencionara que “la ciudad de Mexicali pasó a formar parte del mapa del arte fotográfico internacional, ya que en cada concurso se lograba la participación hasta de 400 concursantes de 26 países”.

Después de varias insistencias, por fin Arturo accedió a ser presidente del Grupo Imágenes en el año de 1981.

Arturo Esquivias hacía fotografías en blanco y negro y era un maestro en esa técnica; sin embargo, también dominaba el color en la técnica de diapositivas. Su talento para la composición, así como su paciencia para destacar el momento preciso, eran innatos, le gustaba leer y era un agudo observador. Arturo deja la cámara y el laboratorio, pero su pasión por este arte lo indujo a participar en publicaciones y exhibiciones El rápido avance de la tecnología digital en el ámbito de la fotografía despierta en Arturo, no la simple curiosidad por los nuevos métodos electrónicos, sino la “necesidad” de utilizar la nueva tecnología para trabajar con sus negativos y diapositivas de color. Pronto, compra computadora, escáner e impresora y se procura de valiosa asesoría para incursionar en la fotografía digital.

Después de 57 años de haber hecho su primera fotografía con los procedimientos tradicionales, cambia estos métodos por la desbordante tecnología digital, desde la comodidad de su sillón y con su computadora. Su calidad humana le condujo a utilizar solamente sus propias fotografías para lograr las nuevas imágenes digitales que sacaría a la luz para seguir sorprendiendo al público con sus resultados. El 16 de junio de 2003, el periódico La Crónica publica su primera fotografía digital como evidencia de esta su nueva inquietud.

Arturo siguió trabajando los siguientes años, digitalizando sus fotografías y creando imágenes manipuladas a partir de ellas, varias adornan portadas de la Revista Universitaria. Su última aportación artística la hizo el año de 2011 para el libro La Sierra de Juárez editado en Tijuana por Conaculta, y presentado el 14 de marzo de 2012 en el Ceart de Mexicali; con la presencia de Virgilio Muñoz, director del Centro Cultural Tijuana (Cecut) y coordinador de la obra, así como del Dr. Felipe Cuamea Velázquez, rector de la UABC y del escritor, Gabriel Trujillo Muñoz.

El libro contiene muchas de sus fotografías, incluyendo la de la portada. Su enfermedad no le permitió asistir a la ceremonia de presentación.

El 27 de marzo de 2012, falleció este distinguido fotógrafo del siglo XX. ¡DESCANSA EN PAZ, ARTURO!

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En 1918 se constituyó en Pueblo Nuevo, barrio recientemente establecido, la Junta de Mejoras Materiales, cuyos directivos estuvieron encabezados

por un presidente, un secretario y un tesorero, que en ese año fueron, respectivamente, una persona de apellido Gaxiola, Alejandro Vázquez y Pedro Benítez, este último bastante conocido pues era regidor en la época de Francisco Bórquez.

El objetivo de este comité era ayudar a solucionar los problemas urbanos del barrio, además de apoyar a las autoridades municipales en la introducción de agua potable, drenaje, luz, escuelas y un puente que uniera a las dos secciones de Mexicali.

Ma. Isabel Verdugo Fimbres*

Entre sus actividades, el comité realizó también kermeses y rifas para de esta manera, con los fondos recaudados, construir un “canalito” desde la compuerta del Rancho Verde hasta las viviendas de los pobladores, donde cada vecino hacía un “reservoir” o depósito para almacenar agua, según el testimonio de Donato Benítez Perales recogido por el profesor Felipe Güicho en su libro Y nació Pueblo Nuevo.

Durante un tiempo, este barrio fue conocido como “Colonia o Barrio Nuevo”, según documentos de la época, y estuvo atravesado por canales que se azolvaban constantemente. A iniciativa de Raimundo Landgrave y socios, el 7 de abril de 1922 se pedía a las autoridades municipales que desazolvaran

La Junta de Mejoras de Pueblo Nuevo

y la construcción del Puente Blanco

CRÓNICAS DE MIS BARRIOS:

* Cronista de Mexicali e integrante de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.

1920. Primer puente (peatonal) entre Pueblo Nuevo y el centro del poblado

de Mexicali. Se localizaba donde luego estuvo el Puente Blanco, luego el Puente Leyes de Reforma, y en la

actualidad se construye nuevo puente. Partía de la avenida Reforma hacia la

avenida Baja California.

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el canal que surtía de agua a sus terrenos y servía para el abastecimiento de vital líquido a dicha colonia.1

Al mismo tiempo que se trataba de resolver el problema de la conducción del agua, se hacía necesaria la construcción de un puente, especialmente para poder atravesar el barranco, como se aprecia en las fotografías que se presentan.

Hacia 1920 existía el Puente Colorado, construido cinco años atrás, pero había necesidad de otro; por ello, Simón Pedro Anguiano, prominente habitante del barrio, el 30 de abril solicitó permiso al Ayuntamiento para colectar fondos entre los pobladores a fin de construir un puente. En principio no se le concedió esa petición, pero sí se le

comunicó a la Junta de Mejoras Materiales de Pueblo Nuevo que tuviera en cuenta ese proyecto.

Días después, Anguiano envió otro oficio a las autoridades para que reconsideraran su solicitud; esta vez se le autorizó a levantar una lista con las personas que estuvieran de acuerdo en contribuir económicamente para llevar a cabo dicha obra, anotando la cantidad que cada uno entregaría; se le recomendó formara una mesa directiva que se encargara de dirigir ese asunto, y en vista de lo que resultara, se le resolvería la autorización para recaudar los fondos.2

En 1921, el regidor Guillermo Z. Lugo propuso en asamblea de cabildo que los regidores comisionados en

1 Archivo Histórico del Estado de Baja California, Fondo Distrito Norte.2 Periódico Oficial. Órgano del gobierno del Distrito Norte de la Baja California, 1920.

1930. Puente Blanco, construido entre 1923 y 1924. Funcionó hasta 1957 en que fue sustituido por el Puente Leyes de Reforma.

1917. Puente Colorado. Construido por Cantú para librar el río Nuevo cuando se construyó el Camino Nacional Mexicali-Tijuana, estuvo al final de la avenida Zuazua y Altamirano y llegaba a la avenida Jalisco de Pueblo Nuevo.

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mejoras materiales se acercaran a los vecinos de Pueblo Nuevo y se pusieran de acuerdo sobre la construcción del citado puente; el munícipe y profesor Francisco L. Rodríguez propuso en esa asamblea se construyera un acueducto para Pueblo Nuevo, con un costo aproximado de 600 a 700 pesos oro nacional, siendo aprobadas ambas propuestas.

Al año siguiente, Maximiliano Chávez, presidente del Comité de Mejoras, notificaba al Ayuntamiento que de acuerdo con el ingeniero de la ciudad, se había fijado el lugar donde se construiría el multicitado puente, ordenándosele al ingeniero que presentara dos proyectos relativos a la construcción del mismo. En abril de 1922, el Comité de Mejoras y los vecinos del barrio habían determinado ya el lugar para su edificación.

Para la crónica de este episodio, y siguiendo con el tema de la construcción del puente, se da a conocer el corte de caja relacionado con la corrida de toros celebrada en la Plaza Mexicali el 9 de julio de 1922 para beneficio del barrio:

1. Boletos vendidos en la taquilla del sol $75.752. Boletos de sombra $48.003. Boletos de palco $34.004. Dinero de traspuerta $14.855. Boletos vendidos en el cuartel, pendientes de

liquidar$105.75

Suma total de entrada: $278.35

Gastos 1. Cuatro toros vendidos por don Cruz Rivera, a

cinco centavos libra, 3 532$176.60

2. Baqueros ( ) por traerlos 8.003. Servicio de toriles 5.004. Servicio de plazas y taquilla 7.755. Por chuses de banderillas a .15 cvos 4.506. Treinta palcos ind. a.10 cvos 3.007. Papel y goma ind. 1.508. Rótulo para el carro del convite 3.509. Pago por reparto de programas 2.25

10. Imprenta, programas y boletos 32.00

Total: $244.10

El saldo a favor del comité fue de 34.25 pesos; asimismo, se consideró una cantidad de $170.00 por el remate de un toro a R. Lomelí y la mitad fue para el Comité de Mejoras.3

En esta información, obtenida del periódico El Monitor, se especifica que Timoteo Rosales, Daniel Gaona, Cipriano Núñez

(mayordomo y arreador, respectivamente) y Manuel Manríquez trabajaban en la construcción de la terraza del puente a Pueblo Nuevo, y los sueldos iban desde los dos a los tres dólares diarios, ya que la suma total estaba hecha en esa moneda extranjera.4

Las gestiones emprendidas por estos pobladores, más el apoyo de las autoridades, permitieron que esta vía de comunicación quedara concluida en la administración de Abelardo L. Rodríguez, permitiendo que las secciones primera y tercera quedaran relacionadas, asimismo el acueducto para conducir el agua a Pueblo Nuevo. Éste contó con tubería de hierro de diez centímetros de diámetro interior y partía de “las últimas ramificaciones del servicio de agua de las secciones Primera y Segunda, y atravesaba el cauce del río Nuevo hasta llegar al centro de la Sección Tercera”.5

El Puente Blanco quedó concluido entre 1923 y 1924 con una longitud de 120 metros de largo por 7.50 metros de ancho, prestando un valioso servicio a la comunidad durante más de 20 años. Hacia 1948 estaba inutilizable y en 1954 empezó a ser reconstruido; para ello desalojaron a las personas que vivían en los bajos del río Nuevo. Esta obra tuvo la característica de ser un puente-mercado en la época de Rodolfo Escamilla Soto. Así, hacia 1957 estuvo concluido, recibiendo el nombre de “Leyes de Reforma”, que aún conserva en la actualidad, no así el mercado que hubo sobre su estructura. Actualmente el puente está siendo reconstruido para dar mayor afluencia al tráfico vehicular que cada vez va en aumento.

BibliografíaArchivo Histórico del Estado de Baja California, Fondo Dis-

trito Norte. a. 1920.Periódico Oficial. Órgano del gobierno del Distrito Norte de

la Baja California, Mexicali, B.C., 1920.El Monitor, periódico bilingüe. Mexicali, B.C., julio de

1922.Rodríguez, Abelardo L., Memoria administrativa del Go-

bierno del Distrito Norte de la Baja California, 1924-1927, Col. Baja California: Nuestra historia, 5, Mexicali, UABC, 1993.

3 Periódico El Monitor, Mexicali, B.C., julio de 1922.4 Idem.5 Abelardo L. Rodríguez, Memoria administrativa del Gobierno del Distrito Norte de la Baja California, 1924-1927, Col. Baja California: Nuestra historia, 5, Mexicali,

UABC, 1993.

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El cachanilla de cuatro ruedas

HISTORIAS DE LO COTIDIANO

Miguel Esteban Valenzuela Robles*

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A.C. correo electrónico: [email protected]

En la cotidianidad del siglo XXI, la computadora y el procesamiento de información son los argumentos básicos de la vida moderna. Para nadie es un secreto

que esta dualidad de tareas que la modernidad impone son parte de la vida misma y nadie, en su sano juicio, debiera de prescindir del uso de los mismos. Hace 100 años se vivió un proceso similar, cuando a Mexicali empezaron a llegar los primeros automóviles, y con ello se impuso un ritmo de movilidad y traslado muy diferente al desarrollado por otras ciudades en nuestro país. De esta forma y, apenas con pocos años de producción en serie, la consolidación del uso del “cuatro ruedas” fue imponiendo a la naciente capital bajacaliforniana un ritmo de modernidad en su desenvolvimiento, lo que derivó en una modalidad de expresión muy propia del cachanilla.

En el abundante material gráfico de los años de 1920 y 1930, donde en cualquier imagen de la ciudad, paisaje, edificio o en la traza de una simple calle, aparece un automóvil, la inconfundible aparición de un “cuatro ruedas” expresa lo que Mexicali empezaba a consolidar: una ciudad sin igual. El término no resulta ocioso dado que la propia traza de la ciudad no es, particularmente dicho, un trazo mexicano; como no lo son su diseño de calles, como no lo fue su motivo

de fundación y, como no lo ha sido, el habitual, necesario y hasta adictivo uso del automóvil.

El material fotográfico que ha capturado el desarrollo de Mexicali muestra automóviles por todos lados; ya sea transitando o estacionados, el automóvil está presente en cada momento de la historia local, lo que es digno de mención porque esta particularidad ha generado mucho de la personalidad de esta ciudad. Si se revisan los materiales históricos de otras ciudades, la aparición del automóvil no es tan frecuente, más bien es esporádica. Mexicali, por su parte, ha crecido con el apego al automóvil y desde sus inicios “el cuatro ruedas” ha protagonizado importantes capítulos de la vida local.

Desde inicios como centro de población, Mexicali estuvo atendida por diversas modalidadesde autotransporte. En la mayoría de los registros fotográficos se constata la presencia

de automóviles, lo que hace ver la importancia que estos desarrollaron en el crecimientoy consolidación de la ciudad como una fuente de modernidad.

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En las fotografías que ilustran este artículo se observa que desde el inicial negocio de esparcimiento el traslado de los turistas ha sido a través del automóvil y podrá notarse cómo en los rumbos de ubicación de los casinos, hoteles y las diversas casas de juego, no podía faltar el estacionamiento y, por supuesto, lleno de ocupantes motorizados. De hecho, el inicial cruce de garita ya registra filas de acceso vehicular desde Caléxico. Era la época de “los locos años veinte” cuando el furor de la algarabía y el desenfreno nocturno señalaban a Mexicali como interesante punto de visita. Si bien no existe algún dato oficial que permita señalar el primer registro vehicular en la ciudad, sí es oportuno reconocer que la antigüedad de algunas fotografías facilita

deducir que el uso de vehículos era algo común en esa naciente localidad fronteriza.

Introducido por los visitantes estadounidenses, el automóvil ha crecido localmente junto con la ciudad. Así podrán encontrarse fotografías que señalan los caminos de Yuma a Los Algodones y de cómo, desde 1916, el cruce ya se realizaba en vehículos motorizados para adentrarse hasta Mexicali. El propio Rodolfo Valentino, en su filmación de El Sheik, utilizó una amplia caravana para los traslados del equipo de producción y para sus momentos de esparcimiento en Mexicali. Hacia la década de los años de 1920 se volvía común el paseo motorizado por la recién inaugurada avenida Obregón cuyo remate oriental daba acceso a las

Durante los años de 1920 los casinos y los centros de espectáculos fueron los imanes

del turismo, que acudía a las atractivas noches de juerga. Largas caravanas

de automóviles cruzaban la garita de Caléxico hacia Mexicali, familiarizando a

la población en el ritmo y ruidodel traslado motorizado.

Al paso de los años el uso del automóvil se popularizó y facilitó el crecimiento del comercio, además de fomentar el

desarrollo de los negocios de servicios automotrices y de las agencias

distribuidoras de vehículos nuevos.El automóvil dejaba de ser novedad

para convertirse en algo más de la cotidianidad mexicalense.

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El Studebaker junto con el Oldsmobile, fueron de los más codiciados automóviles del mercado local. Esta agencia distribuidora lo ofrecía como una

innovación con “cautivador estilo aerodinámico”, algo muy emblemáticoen los tiempos de la posguerra.

amplias arboledas que circundaban el también recién inaugurado Palacio de Gobierno. Se construía así, el primer eje de tráfico local y que, rápidamente, incluyó servicio de taxis, vigilancia en motocicletas, así como paso obligado de quien estuviera en Mexicali por alguna razón.

Es importante señalar que, por la magnitud en el uso del automóvil, por esos años se crearon nuevos oficios relacionados con el manejo y servicio de choferes, talleres mecánicos, refaccionarias, gasolineras y otros servicios necesarios para el buen funcionamiento del naciente parque vehicular. Estos nuevos oficios, sobre todo el de choferes, protagonizarían los cambios sociales en la estructura laboral y política de Mexicali; lo que dio origen al sindicalismo local. En la década de 1920 se forma el Sindicato de Choferes, lo que podría considerarse como la primera agrupación sindical en la ciudad.

Es innegable el potencial de vida social y económica que el automóvil ha representado en la formación de los núcleos urbanos. En esa dinámica, Mexicali no es la excepción. Su estructura económica tiene una fuerte base de apoyo en el automóvil y que data desde los inicios de los años de 1930. La multiplicación de los talleres de servicio mecánico, gasolineras, tiendas de refacciones y, por supuesto, las agencias concesionarias. En esta ciudad no hubo limitación para el desarrollo del negocio de venta de autos nuevos, incluso, la propia prosperidad económica de los años del “oro blanco” amplió las potencialidades de este giro comercial.

Resulta trascendente identificar el rol que jugó el uso masivo del automóvil en la configuración urbana y social de esta ciudad. Hoy en día pareciera ocioso el acercamiento al estudio del automóvil como objeto histórico; sin embargo, su uso en la vida cotidiana es una de las realidades de desarrollo de una urbe personalizada con la modernidad. Así, a lo largo del tiempo, el automóvil consolidó su presencia en la naciente sociedad cachanilla y vino a representar, en muchos de los casos, el trofeo del progreso. Muchas han sido las historias de aquellos agricultores, quienes producto del apogeo del algodón, lo primero que consiguieron fue poner un Cadillac o un Oldsmobile en la puerta de su casa. Lo mismo

1950. Interior de la agencia Studebaker. Avenida Reformaentre Azueta y Altamirano.

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sucedía con la aparición de otros modelos de mayor lujo; todos, automóviles que cuando se les presentaba alguna falla mecánica eran, en no pocas ocasiones, desechados por la compra de un nuevo automóvil; claro, de otra marca.

En esa cultura de consumo y de imagen y progreso, Mexicali fue forjándose como una ciudad hecha para el automóvil; no por su infraestructura al carecer de pasos a desnivel o de pavimentos hidráulicos, sino por la traza de sus calles. Amplias avenidas, bulevares bien nivelados y el acercamiento de nuevos fraccionamientos con accesos para el tránsito, todos estos, elementos propicios para la mejora de una calidad de vida. Probablemente por eso la ciudad

En esta publicidad de 1946 es posible apreciar la calidad de la oferta automotriz para un mercado ávido en el uso de los automóviles.La propia marca “DE SOTO” fue hasta 1960 un concepto apegado al lujo.

ha carecido de un eficiente sistema de transporte colectivo. La facilidad de posesión y el sentido de libertad que el uso del automóvil representa, lo transforman en una especie de trofeo social.

Mexicali no ha podido separarse de este elemento del progreso; más bien, ha sido el automóvil el que le ha definido el trazo, el crecimiento y mucho de la personalidad de ciudad. Históricamente presente en todas las etapas de la formación de esta ciudad, el automóvil no ha dejado de ser un protagonista del progreso de sus habitantes, por lo que su dominio y posesión siguen siendo símbolos sociales, a pesar de la cotidianidad que el objeto representa.

En esta conocida imagen de la avenida Reforma se aprecia cómo se iniciaba la congestión de automóviles. La década de 1950 era los años de la prosperidad y la abundancia de dinero que facilitó la adquisición de automóviles para un gran sector de la población.

El automóvil adquirió entonces la connotación de “trofeo social”.

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Miguel Ángel Lino*

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A.C. Correo electrónico: [email protected].

** Las fotografías son propiedad y cortesía de la “Colección Fundación Pedro F. Pérez y Ramírez”.

La calle de los cinco nombres

NOMENCLATURA DE MEXICALI. HISTORIA DE LOS NOMBRES DE AVENIDAS, BULEVARES, CALLES, PARQUES Y PLAZAS

Con ocho bocacalles, incluidos dos callejones, una peculiar calle de Mexicali ha tenido cinco nombres: Oriente, del Árbol, Ley de Alfabetización, del

Comercio y Pedro F. Pérez y Ramírez, mejor conocido como “Peritus”. Nombre que debería ostentar por ser más afable, corto y fácil de recordar, y no haber tenido que mostrar la improbable abreviatura “RMZ” porque no cupo el segundo apellido Ramírez en el letrero que exhibe un pequeño e inútil patrocinio de una clínica dental. Comercialización que me parece indebida y hasta ofensiva para un personaje histórico.

Desde su origen, la calle Oriente ha sido el límite de la Primera Sección de Mexicali y el primer cambio de nombre está consignado en el Periódico Oficial del 19 de febrero de 1934, para conmemorar “El día del árbol” que se celebraba con el inicio de la primavera. Diez años después, el 21 de agosto de 1944, siendo secretario de Educación el doctor Jaime Torres Bodet se promulgó la Ley de Alfabetización, lo que motivó el segundo cambio de calle del Árbol a Ley de Alfabetización. También en los años de 1940, la Cámara de Comercio de Baja California construyó su propio edificio en la calle aludida en donde operó por muchos años; el edificio fue remodelado en 1969, y en la actualidad es ocupado por el Instituto Federal Electoral. Lo que no se puede precisar es en qué año se le nombró como calle del Comercio.

Ahora bien, y de acuerdo con el Reglamento de Nomenclatura del Municipio de Mexicali, se debe procurar que —además de hechos históricos— las vialidades lleven nombres adecuados de personas “ya fallecidas” ya sea por sus virtudes cívicas o servicios prestados a la colectividad, como es el caso de Peritus, quien sin duda cumple con la normatividad al pie de la letra, y en 1988 se cambia el nombre de la calle del Comercio por Pedro F. Pérez y Ramírez, Peritus.

El escritor, poeta, periodista e historiador, Pedro F. Pérez y Ramírez nace el 5 de julio de 1908 en San Pedro Piedra Gorda, hoy ciudad Manuel Doblado, Guanajuato. Sus padres fueron Martín Pérez Meza y Dorotea Ramírez Patiño. Eran

los tiempos de la revolución mexicana, y Peritus lo describió poéticamente así: “Nací, cuando la imponente tempestad de mi patria / germinaba en la lira, en el puño, en la idea / cuando la rebeldía chorreaba en torrentes / en los pechos desnudos de los peones / y de corderos se tornaban leones / con una “X” de balas por presea”.

Peritus llega a Mexicali el 17 de abril de 1923 a la edad de 14 años e inicia una larga y fructífera vida en las letras, la crónica histórica y el periodismo en el lugar que adoptó para que también fuera su tierra. En 1940 se casó con doña María del Pilar Román con quien procreó siete hijos: Raquel, Víctor Manuel, Martín (†), Ana María, Pedro, Cuauhtémoc y

Pedro F. Pérez y Ramírez, Peritus.**

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Netzahualcóyotl. De quienes Peritus escribiera: “Y ese orgullo compartimos ella y yo, ya que nuestros hijos están sirviendo a sus familias, a su ciudad, a su estado y a su México”.

Durante los festejos del 67 aniversario de la fundación oficial de Mexicali, el Concejo Municipal designa a Pedro F. Pérez y Ramírez cronista de la ciudad, en solemne acto, con la presencia del entonces gobernador, ingeniero Raúl Sánchez Díaz Martel.

El poeta, narrador y periodista que siempre habitó en Peritus, lo hizo historiador porque su pluma en prosa o en verso fue fiel al devenir de los aconteceres de su tierra natal y, más aún, la de su tierra por adopción. De la que escribió con inspiración, pero también con realismo: “Mexicali tiene barrios, / barrios cachorros golosos / donde se apila la vida / en laberintos airosos. / Barriadas, notas vibrantes, / en su variedad de tonos / de la esencia nacional, / ¡que hace olvidar su abandono!”.

En 1988, siendo presidente municipal Guillermo Aldrete Hass, se toma la decisión, plenamente justificada, de cambiar el nombre de la calle Del Comercio por el que hoy ostenta: Pedro F. Pérez y Ramírez, Peritus.

1988. Doña María del Pilar Román viuda de Pérez, con sus hijos Cuauhtémoc, Pedro y Netzahualcóyotl, y autoridades, entre quienes se encuentran Enrique Estrada Barreda, ingeniero Guillermo Aldrete Hass, presidente municipal (1986-1989), y el profesor Maldonado Tapia; recibiendo placa conmemorativa del cambio de nombre de la

calle Del Comercio a Pedro F. Pérez y Ramírez (Peritus).

Guillermo Aldrete Hass, entonces presidente municipal de Mexicali, colocando la señalización de la nueva nomenclatura.

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PÁGINAS DE HISTORIA

* Integrante del Comité Editorial de la revista El Río.

La otra historia de Baja California, de Gabriel Trujillo Muñoz La explotación de las riquezas naturales, motines, naufragios y encallamientos: un ecocidio permanente; la extinción de los nativos bajacalifornianos, los tesoros perdidos de Baja California, forajidos del viejo oeste; inundación de Mexicali en 1906; El Chinero y la Chinesca, la Zona Libre; incendios célebres: el Coliseo y la estrella Azul son algunos de los temas que trata este libro. El autor nos habla de los capitanes y soldados que conquistaron la gran Tenochtitlán en 1521, y ello sirve de antecedente para unir datos y acontecimientos ocurridos en diferentes siglos, décadas y años que han tenido que ver con los hechos y personajes que han impactado la vida cultural de Baja California: la expulsión de los japoneses, la pérdida territorial de Baja California. Esta obra fue seleccionada en el concurso organizado por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Baja California, para publicarse dentro de la colección del Fondo Editorial de Baja California. La otra historia de Baja

California, formato rústico, 428 páginas de 21x 13.5 cm, Instituto de Cultura de Baja California, 2009.

El infierno en la tierra. El desierto de Sonora-Baja California. Sus hazañas y tragedias, de Gabriel Trujillo Muñoz. El desierto es el eje temático de este libro: el desierto que va del valle de Mexicali y del Puerto de San Felipe a Sonoyta y Altar, y que abarcan desde Yuma y Tucson hasta Jacumba y el Valle Imperial; obra en la que el autor presenta un panorama multicolor: entre la arena y el mar; entre el clima extremoso y los personajes que lo han recorrido. El desierto milenario, Médanos de fuego, los límites del Imperio, el Viejo Oeste en vivo y en directo, morir ahogados, las auténticas ciudades de oro, Gritos de guerra, las rutas del desierto, 1937: la tragedia ferroviaria, Tierras de paso, Las lecciones olvidadas, Misterios por resolver, Arte y desierto: el pasaje como creación literaria, Música e imágenes en movimiento, Visiones y espejismos, Treinta y dos fechas memorables. El infierno en la tierra. El desierto de Sonora-Baja California. Sus hazañas y tragedias está editado en formato rústico, 552 páginas de 13.5 x 21 cm, UABC, 2008.

Pasiones fronterizas. Dos mo (nu) mentos de la literatura bajacaliforniana, de Gabriel Trujillo Muñoz. Esta obra escudriña y analiza los textos de Pedro F. Pérez y Ramírez y de Rubén Vizcaíno Valencia. El autor entabla un diálogo fructífero a base de acercamientos a sus textos y de indagaciones alrededor de sus respectivas personalidades. Las aportaciones de ambos, de don Pedro y de don Rubén, dice el autor, son fundamentales para entender cómo han ido evolucionando las manifestaciones artísticas y culturales de nuestra entidad, por sus contribuciones en poesía, cuento y crónica en el caso de Pedro F. Pérez y Ramírez, y en poesía, novela y periodismo cultural en el caso de Rubén Vizcaíno Valencia. Esta obra es Premio Estatal de Literatura 2008, en la categoría de ensayo. El libro consta de 240 páginas en formato rústico, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto de Cultura de Baja California, 2009.

La canción del progreso. Vida y milagros del periodismo bajacaliforniano, de Gabriel Trujillo Muñoz. En el prólogo de esta obra el autor “muestra la imagen de la sociedad bajacaliforniana en el espejo de la prensa: sus cambios de actitud, sus querencias y diversiones, sus intereses y transformaciones como comunidad desde mediados del siglo XIX hasta el arribo del siglo XXI”. La prensa en La canción del progreso. Vida y milagros del periodismo bajacaliforniano es el sujeto actuante entre el poder y la sociedad. De esta manera en La canción del progreso se incursiona en un territorio todavía virgen, inédito en la investigación en ciencias de la comunicación. El libro consta de 614 páginas en formato rústico de 13.5 x 21 cm, publicado por Editorial Larva y el Instituto de Arte y Cultura del XVI Ayuntamiento, 2000.

Luz Mercedes López Barrera*

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Libros, reseñas, comentarios...Sergio Noriega Verdugo*

• Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A.C.1 Luisa, una de las seis hermanas, se casó con Manuel Hernández Gándara, padre de don Mario Hernández Maytorena.2 Luis Emeterio Torres fue el primer jefe político y comandante militar del Distrito Norte de Baja California en 1888. Ramón Corral fue secretario de gobernación

y vicepresidente de México de 1904-1911.

José María Maytorena. Una biografía política, de Laura Alarcón Menchaca

Este es un libro sobre Sonora, la tercera entidad más grande en extensión del país, que al

inicio de la revolución era apenas la vigésima más populosa. La población de México alcanzó los 1511601389 habitantes en 1910, según el censo de ese año. Sonora entonces tenía 2651383 habitantes, y Baja California, es decir el Distrito Norte, llegó a los 91760; la penúltima entidad con menos pobladores del país (INEGI, 1996).

El libro del que hablamos es una biografía política de don José María Maytorena Tapia, nacido el 18 de junio de 1867 en San José de Guaymas y fallecido el 17 de enero de 1948 en la ciudad de México. Don José María, cuarta generación de Maytorenas nacidos en Sonora, perteneció a una familia terrateniente y acaudalada y él fue hombre progresista de múltiples negocios, gobernador de Sonora de 1911 a 1915, y general de división. Don José María fue el primogénito de sus padres y tuvo dos hermanos y seis hermanas.1 (Alarcón: 37-42).

El padre de nuestro protagonista, José María Maytorena Goycochea, también exitoso hacendado, fue de simpatías liberales y mostró resistencia a los tres gobernadores porfiristas de Sonora: Rafael Izábal (1891-1895;

1903-1907), Luis E. Torres (1883- 1897; 1891) y Ramón Corral (1887-1891; 1895-1899).2 Según la autora del libro, Maytorena Goycochea participó “en los movimientos antirreeleccionistas y se pensó que por su militancia se le podían llegar a expropiar o afectar los bienes de su familia...” (Alarcón: 54).

Aunque el estado de Sonora prosperó bajo el gobierno porfirista, al igual que otras partes del país, no toda la élite sonorense quedó satisfecha. La construcción del Ferrocarril Sud Pacífico de Nogales a Guaymas fue un motivo de controversia. La familia de los Maytorena hizo notar sus diferencias con el gobierno central del país. Cuando murió su padre en 1903, Maytorena Tapia encabezó los negocios de la familia de su madre y hermanos. Con respecto a la rivalidad de grupos políticos dentro del gobierno de Porfirio Díaz, la actividad política de Maytorena Tapia se intensificó. Por un lado, destacó José Ives Limantour, favorito del grupo de los Científicos y por otro el general Bernardo Reyes, entonces secretario de guerra. Citando a un escrito del propio Maytorena, la autora nos transcribe: “Me afilié al partido del General Reyes y fui su jefe en Sonora, con la salida del general Reyes a Europa, los Reyistas nos quedamos sin jefe”. (Alarcón: 74). Y posteriormente

añade, “Así como Maytorena fue uno de los representantes más importantes del reyismo en Sonora, también fue el brazo derecho del maderismo” (Alarcón: 83). “Los hacendados (puros) sonorenses fueron la materia inflamable que guió los destinos del maderismo en Sonora”. (Alarcón: 84).

Con la renuncia de don Porfirio Díaz, se instaló el gobierno provisional de Francisco León de la Barra, el 26 de mayo de 1911. En Sonora también se instaló más de un gobierno provisional. Pero el 30 de julio de 1911 se realizaron las elecciones y el 18 de agosto el Congreso del estado declaró a Maytorena y Gayou, quien antes había sido gobernador provisional, los ganadores. (Alarcón: 111).

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Las dificultades de los gobiernos ema-nados de la revolución no demoraron.

Las crisis del gobierno central se

manifestaron en Sonora: fracturas

dentro del grupo revolucionario, desa-

cuerdos entre el Poder Ejecutivo y el

Legislativo, movilizaciones laborales,

el levantamiento orozquista y las

rebeliones de los indios yaquis, todo ello

ocasionado por el incumplimiento a las

promesas hechas por parte del gobierno

revolucionario. (Alarcón: 114-115).

El análisis del gobierno de Maytorena, por parte de Laura Alarcón Menchaca, resulta penetrante y convincente:

Así como Maytorena exaltaba la

democracia como un valor indispensable

en el ejercicio político, en la práctica

no aprendió a dialogar y negociar con

las diferentes fuerzas políticas para

sumar esfuerzos. Proponía la apertura

democrática, pero a la vez fortalecía

sus redes compartiendo intereses y

favores recíprocos. Su actitud vacilante

y a veces intolerante no permitió crear

una democracia deliberativa y acentuó

el enfrentamiento con diversos grupos

políticos. (Alarcón: 120).

El golpe de estado en contra del gobierno de Madero en febrero de 1913 provocó descontrol, desconfianza y temor en muchas partes del país. Alarcón Menchaca en su libro nos explica que a pesar de ciertas “vacilaciones”, “Carranza y la Legislatura local rechazaron al gobierno de Huerta el 19 de febrero y desconocieron todas las medidas que dictara el presidente usurpador y otorgaron facultades extraordinarias al Ejecutivo del esta-do”. No obstante, la mayoría de los

gobernadores del país reconocieron a Huerta. (Alarcón:185-186).

Por cuanto a Sonora, dice la autora, la indecisión del gobernador Maytorena a comprometerse con la revolución se debió por: “El temor fundamental de Maytorena era ser un caso aislado de rechazo al gobierno de Huerta”.

Ante la incertidumbre y con el pretexto de mala salud, “el Congreso local le concedió a Maytorena la licencia hasta por seis meses para ausentarse del cargo y nombró al diputado Ignacio L. Pesqueira como gobernador interino”. (Alarcón: 195). Éste desconoció al gobierno de Huerta el 4 de marzo de 1913. Unos días antes, Maytorena salió de Hermosillo y se trasladó a Tucson, Arizona.

Enseguida se dieron combates entre las tropas federales posicionadas en Sonora y las leales al gobierno de la entidad. Las tropas sonorenses bajo los mandos de Álvaro Obregón, Benjamín Hill y otros ganaron las primeras batallas en Nogales y Cananea. Para el mes de abril se insinuó el deseo de Maytorena de retomar la gubernatura; sin embargo, hubo disidencia en la legislatura del estado (Alarcón: 211). Maytorena le escribió a Carranza, reconociéndolo como primer jefe y procurando su apoyo para retomar el gobierno de su estado. Sin embargo, Carranza se mostró primero ambivalente y después lo procuró subordinar invitándolo a participar en su gabinete (Alarcón: 217).

A pesar de sus detractores, como Ignacio L. Pesqueira y Plutarco Elías Calles, Maytorena retomó el poder el 4 de agosto de 1913. La lucha por el poder civil y militar se agravó, Maytorena se alió con Francisco Villa y Venustiano Carranza con Obregón y Calles.

La autora de nuestro libro señala el acontecer histórico:

El 15 de julio (1914) renunció Huerta

y (Francisco) Carvajal tomó posesión

como presidente interino de México. Con

la caída de Huerta, el escenario político

y militar de México cambió. A partir de

ese momento el enfrentamiento entre

los revolucionarios se acentuó aún más.

(Alarcón: 268).

Los constitucionalistas encabezados por Carranza, avanzaron su posición con la entrada de Álvaro Obregón a la Ciudad de México, el 15 de agosto de 1914. Esta no prosperó a pesar del esfuerzo de unir las fracciones revolucionarias en la Convención de Aguascalientes.

El tomo de Laura Alarcón Menchaca sobre José María Maytorena es un aporte histórico, no solo sobre a la trayectoria de un empresario y político mexicano, sino también del violento conflicto que fue la revolución mexicana y de los sonorenses que contendieron en ella.

El libro fue publicado por El Colegio de Jalisco, El Colegio de Sonora y la Universidad Iberoamericana en el 2008, y consta de 477 páginas.

BibliografíaAlmada, Francisco R., Diccionario en

Historia, Geografía y Biografía So-norenses, Chihuahua, Chihuahua, febrero 1952.

INEGI, Estados Unidos Mexicanos: Cien Años de Censos de Población, Aguas-calientes, Aguascalientes, 1996.

Villa, Eduardo W., Galería de Sono-renses Ilustres, Hermosillo, Sonora, Impulsora de Artes Gráficas, 1948.

Episodios universitariosEpisodios universitariosR.C.B.*

2002. En la foto, miembros de la Junta de Gobierno de la Universidad, el rector y la vicerrectora Campus Ensenada: De izquierda a derecha: licenciado Francisco Gutiérrez Espinoza (secretario), licenciado Luis Javier Garavito Elías, doctor Román Lizárraga Arciniega,

cirujano dentista Javier Aguilera Núñez, maestra Guadalupe García y Lepe (vicerrectora), doctor Alfredo Ramírez Oviedo, doctor Alejandro Mungaray Lagarda (rector), arquitecto Rubén Castro Bojórquez (presidente), doctor Alberto Padilla Sánchez,

doctor Leonel Cota Araiza, doctor David Piñera Ramírez, ingeniero Julio Torres Coto y licenciado Héctor Manuel Gallego García.

El 6 de diciembre de 2002 tomó protesta como rector el doctor Alejandro Mungaray Lagarda (2002-2006) quien fue nombrado por la Junta de Gobierno de la

Universidad Autónoma de Baja California el 30 de noviembre de ese mismo año. De los primeros nombramientos realizados por el rector Mungaray fue el de la maestra María Guadalupe García y Lepe, quien entre otros méritos, contaba con haber sido directora de la Facultad de Ciencias Marinas de Ensenada y la primera mujer en formar parte de la Junta de Gobierno de la Universidad. A su salida de la Junta fue relevada por el doctor Román Lizárraga Arciniega quien también había ocupado la dirección de la misma Facultad y además director del Instituto de Investigaciones Oceanológicas y director general de Investigación y Posgrado de la UABC.

La Junta de Gobierno que se observa en la foto, ese mismo año también nombró a los miembros del Patronato

Universitario para el periodo 2002-2008. Representando a Mexicali, el ingeniero Ricardo Valenzuela Stevenson; Tijuana, licenciado Francisco Rubio Cárdenas; Ensenada, ingeniero Jorge Guevara Escamilla, y por Tecate, José Manuel Jasso Peña, a quien los mismos patronos nombraron presidente del organismo para esa gestión.

La Junta de Gobierno de la UABC renueva un miembro por año, nombrado este por el Consejo Universitario; a la fecha (2012) la actual Junta está totalmente renovada, solo permanece en ella, de aquel año de 2002, el doctor Román Lizárraga Arciniega.

Posterior al rector doctor Alejandro Mungaray Lagarda (2002-2006) fungió como rector el doctor Gabriel Estrella Valenzuela (2006-2010) y a él le sucedió el actual rector doctor Felipe Cuamea Velázquez (2011-2015)......

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C.

Postales de mi puebloGerardo Sánchez Benavides*

1916. Parque Héroes de Chapultepec.

1965. Parque Héroes de Chapultepec visto desde la planta alta de la Escuela Cuauhtémoc. Al lado izquierdo sobre la avenida Madero se observan los edificios sobre la acera sur. Destaca el edificio de la Estrella Azul.

*Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C.