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www.unamiradaalaciencia.unam.mx LA UNAM presenta el quehacer de los científicos al alcance de nuestros lectores E l astrónomo profesional del siglo XXI de alguna forma pierde el contacto directo con el cielo. La mayor parte del empo realiza su trabajo mirando hacia la computadora porque, en nuestros días, para invesgar los astros se necesita usar instrumentación altamente especializada que envía sus datos a una máquina. Ahora estudiar el cielo a simple vista ya no es suficiente. Sus calendarios Jesús Galindo Trejo, invesgador del Instuto de Invesgaciones Estécas de la UNAM y especialista en arqueoastronomía, explica que muchas de las culturas anguas se dieron cuenta que el movimiento aparente de Sol en el cielo tenía un ciclo de 365 días e hicieron calendarios, que no son otra cosa que un producto cultural de la observación sistemáca de algún objeto del cielo. Los pueblos mesoamericanos mantuvieron, durante casi 3 000 años, la costumbre de levantar grandes estructuras arquitectónicas y orientarlas de acuerdo con la posición de los astros en el horizonte. Orientación calendárico-astronómica En la actualidad, especialmente en las ciudades, se ha perdido el hábito de observar el cielo, además para nosotros una fecha en el calendario significa un número en una hoja de papel o electrónica que nos ayuda a organizar nuestras acvidades. Pero para las culturas anguas una fecha en el calendario significaba de manera muy clara un día en que determinado astro, por ejemplo el Sol, la Luna o Venus estaba en cierto lugar específico del cielo. Un ejemplo del uso que dieron las culturas prehispánicas al conocimiento que los sacerdotes astrónomos adquirieron del cielo, es la orientación calendárico astronómica. Esta consisa en ubicar las estructuras arquitectónicas, como pirámides y otros edificios de acuerdo con la posición de los astros en el horizonte. La pirámide de Cholula está alineada con la puesta del Sol en el solscio de verano. También la cancha del juego de pelota, en la zona arqueológica de Xochicalco, en los días del equinoccio, el Sol coincide con los marcadores circulares de las paredes paralelas. Estas alineaciones con fenómenos del cielo como solscios, equinoccios o pasos cenitales, son comunes y los comparmos con otras culturas anguas del mundo, pero en Mesoamérica hay algo único y especial, explica el doctor Jesús Galindo, numerosos edificios y pirámides, e incluso ciudades enteras están orientadas a fechas que son importantes en el calendario ritual o religioso de 260 días. “Un ejemplo de este po de orientación es la Pirámide del Sol en Teohuacán (y toda la angua ciudad), que se encuentra girada 15 grados y medio respecto de la posición este-oeste. En los días 29 de abril y 13 de agosto, el astro se pone en el eje de simetría de la pirámide. Estas fechas se encuentran a 52 días cada una antes y después del solscio de verano. Además, entre el 13 de agosto y el 29 de abril del siguiente año hay precisamente 260 días”. Este es solo un ejemplo, pero orientar enormes y suntuosas estructuras arquitectónicas con fechas del calendario solar o ritual fue una prácca extendida en Mesoamérica. El arqueoastrónomo destaca que era un intento de los soberanos por mostrar que sus obras materiales se encontraban en armonía con el orden del cielo y de los dioses. “En Mesoamérica el sistema calendárico consisa a su vez en dos calendarios uno llamado Xiuhpohualli, que está basado en el movimiento aparente del Sol y consiste en 365 días organizados en 18 periodos de 20 días y 5 días que tenían que agregarse. La otra cuenta era un calendario ritual con usos religiosos y adivinatorios de 260 días divididos en 20 periodos de 13 días. Al cabo de 260 días, las dos cuentas se desfasaban y tenían que pasar 52 ciclos de 365 días para que volvieran a coincidir”. Este calendario estuvo vigente durante cerca de 3 mil años en la región de Mesoamérica. En Mesoamérica, pueblos como los mayas, los mexicas o los teohuacanos contaban con personas que aún sin telescopios que pudieran potenciar su visión, estudiaban el movimiento de los astros con mucha paciencia y minuciosidad. Con el empo esos observadores anguos se familiarizaron con los objetos del cielo y reconocieron patrones que se repean. ¿Cómo sabemos hasta dónde llegaba su saber astronómico? ¿Qué pensaban sobre el Universo que alcanzaban a observar? ¿Para qué ulizaban el conocimiento que iban adquiriendo? La arqueoastronomía, una disciplina cienfica que estudia las zonas arqueológicas tomando en cuenta los conocimientos astronómicos de las culturas anguas, ofrece muchas respuestas. Director General: Dr. José Franco, Director de Medios: Ángel Figueroa, Edición: Alfonso Andrés Fernández, Asistente: Alejandra Encinas, Documentación: Xavier Criou, Soporte Web: Aram Pichardo © 2015 DGDC - UNAM Escríbenos a [email protected] o llámanos en el D.F. al 5622-7303 Texto: Naix'ieli Castillo Diseño: Susana Tapia

Los pueblos mesoamericanos mantuvieron, durante casi 3 000 ... · en el cielo tenía un ciclo de 365 días e ... Un ejemplo del uso que dieron las culturas prehispánicas al ... conocimientos

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Page 1: Los pueblos mesoamericanos mantuvieron, durante casi 3 000 ... · en el cielo tenía un ciclo de 365 días e ... Un ejemplo del uso que dieron las culturas prehispánicas al ... conocimientos

www.unamiradaalaciencia.unam.mxLA UNAM presenta el quehacer de los científicos al alcance de nuestros lectores

El astrónomo profesional del siglo XXI de alguna forma pierde el contacto directo con el cielo. La mayor parte del tiempo realiza su trabajo mirando hacia la computadora porque, en nuestros días, para investigar los astros se necesita usar instrumentación altamente especializada que envía sus datos a

una máquina. Ahora estudiar el cielo a simple vista ya no es suficiente.

Sus calendarios

Jesús Galindo Trejo, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y especialista en arqueoastronomía, explica que muchas de las culturas antiguas se dieron cuenta que el movimiento aparente de Sol en el cielo tenía un ciclo de 365 días e hicieron calendarios, que no son otra cosa que un producto cultural de la observación sistemática de algún objeto del cielo.

Los pueblos mesoamericanos mantuvieron, durante casi 3 000 años, la costumbre de levantar grandes estructuras arquitectónicas y orientarlas de acuerdo con la posición de los astros en el horizonte.

Orientación calendárico-astronómica

En la actualidad, especialmente en las ciudades, se ha perdido el hábito de observar el cielo, además para nosotros una fecha en el calendario significa un número en una hoja de papel o electrónica que nos ayuda a organizar nuestras actividades. Pero para las culturas antiguas una fecha en el calendario significaba de manera muy clara un día en que determinado astro, por ejemplo el Sol, la Luna o Venus estaba en cierto lugar específico del cielo.

Un ejemplo del uso que dieron las culturas prehispánicas al conocimiento que los sacerdotes astrónomos adquirieron del cielo, es la orientación calendárico astronómica. Esta consistía en ubicar las estructuras arquitectónicas, como pirámides y otros edificios de acuerdo con la posición de los astros en el horizonte. La pirámide de Cholula está alineada con la puesta del Sol en el solsticio de verano. También la cancha del juego de pelota, en la zona arqueológica de Xochicalco, en los días del equinoccio, el Sol coincide con los marcadores circulares de las paredes paralelas.

Estas alineaciones con fenómenos del cielo como solsticios, equinoccios o pasos cenitales, son comunes y los compartimos con otras culturas antiguas del mundo, pero en Mesoamérica hay algo único y especial, explica el doctor Jesús Galindo, numerosos edificios y pirámides, e incluso ciudades enteras están orientadas a fechas que son importantes en el calendario ritual o religioso de 260 días.

“Un ejemplo de este tipo de orientación es la Pirámide del Sol en Teotihuacán (y toda la antigua ciudad), que se encuentra girada 15 grados y medio respecto de la posición este-oeste. En los días 29 de abril y 13 de agosto, el astro se pone en el eje de simetría de la pirámide. Estas fechas se encuentran a 52 días cada una antes y después del solsticio de verano. Además, entre el 13 de agosto y el 29 de abril del siguiente año hay precisamente 260 días”.

Este es solo un ejemplo, pero orientar enormes y suntuosas estructuras arquitectónicas con fechas del calendario solar o ritual fue una práctica extendida en Mesoamérica. El arqueoastrónomo destaca que era un intento de los soberanos por mostrar que sus obras materiales se encontraban en armonía con el orden del cielo y de los dioses.

“En Mesoamérica el sistema calendárico consistía a su vez en dos calendarios uno llamado Xiuhpohualli, que está basado en el movimiento aparente del Sol y consiste en 365 días organizados en 18 periodos de 20 días y 5 días que tenían que agregarse. La otra cuenta era un calendario ritual con usos religiosos y adivinatorios de 260 días divididos en 20 periodos de 13 días. Al cabo de 260 días, las dos cuentas se desfasaban y tenían que pasar 52 ciclos de 365 días para que volvieran a coincidir”.

Este calendario estuvo vigente durante cerca de 3 mil años en la región de Mesoamérica.

En Mesoamérica, pueblos como los mayas, los mexicas o los teotihuacanos contaban con personas que aún sin telescopios que pudieran potenciar su visión, estudiaban el movimiento de los astros con mucha paciencia y minuciosidad.

Con el tiempo esos observadores antiguos se familiarizaron con los objetos del cielo y reconocieron patrones que se repetían. ¿Cómo sabemos hasta dónde llegaba su saber astronómico? ¿Qué pensaban sobre el Universo que alcanzaban a observar? ¿Para qué utilizaban el conocimiento que iban adquiriendo? La arqueoastronomía, una disciplina científica que estudia las zonas arqueológicas tomando en cuenta los conocimientos astronómicos de las culturas antiguas, ofrece muchas respuestas.

Director General: Dr. José Franco, Director de Medios: Ángel Figueroa, Edición: Alfonso Andrés Fernández, Asistente: Alejandra Encinas, Documentación: Xavier Criou, Soporte Web: Aram Pichardo © 2015 DGDC - UNAMEscríbenos a [email protected] o llámanos en el D.F. al 5622-7303

Texto: Naix'ieli CastilloDiseño: Susana Tapia