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Los Ramos Basado en un hecho absolutamente real, nos relata una extraña e inexplicable coincidencia:
Durante la ejecución de un vuelo de mantenimiento en un avión Queen Air A-80, este se
precipita a tierra y fallecen los dos pilotos; 12 años después, en el quehacer aeronáutico, los
nombres de ambos pilotos se unirían nuevamente
¿Mera coincidencia?
“Los nombres de Jorge Ramos y Daniel Gutiérrez se unieron en una muerte
accidental, y de algún modo romántico por el modo en que los sorprendió la
muerte, en un avión sirviendo a su patria, dejando la sensación de que esas vidas
tenían todavía algunas historias por contar…”
Daniel Gutiérrez De Souza
Desde su ingreso a la FAP como aspirantes a cadete en 1960, Daniel Gutiérrez
Espinoza y John Gottfried Silva fuero escogidos como sus “perros” por el
cadete de cuarto año Jorge Ramos Echevarría, enemigo de la temida
“saladera”, autorizó a ambos a que en las horas de fajina permanecieran en
su dormitorio “arreglando” el ropero y otras tareas menores, con la finalidad
de sustraerlos al excesivo rigor al que con frecuencia eran sometidos los
“perros”, tal como hacerlos correr alrededor del patio sin motivo alguno y
otras “lindezas” por el estilo; esta relación de superior a subordinados se
evolucionó hacia una estrecha amistad
Transcurridos los años, tras servir en diversas unidades de la Fuerza Aérea los
tres viejos amigos coincidieron, en 1978, en un destino común, Piura, Jorge
Ramos con el grado de Comandante y Daniel Gutiérrez, con el grado de
Mayor, al Ala Aérea N*2, en tanto que el Mayor John Gottfried fue
nombrado al Grupo Aéreo N*7.
Ese año, en su nueva colocación, a Ramos y a Gutiérrez les asignaron para su entrenamiento el avión Beechcraft A-80 “Queen Air”, a Ramos como piloto en calificación y Gutiérrez como Piloto Instructor; el sábado 31 de enero, efectuando un vuelo de mantenimiento, se accidentan y fallecen en el A-80 FAP 731.
El mayor John Gottfried fue el encargado de recatar los restos del comandante Jorge Ramos y, lo más duro, los de su entrañable amigo y compañero de promoción Daniel Gutiérrez; esa noche ambos pilotos fueron velados en Piura, y al día siguiente los féretros embarcados a Lima en un Antonov 32
Faltando escasos minutos para iniciar el descenso hacia el aeropuerto de
Lima se produjo una tierna y conmovedora escena, Jorge “Coco” Ramos, hijo,
que hasta ese momento había permanecido en silencio y con la cara entre las
manos, se puso de pie y se abrazó al ataúd que contenía los restos mortales
de su padre, hondos sollozos lo sacudieron mientras estrujaba la bandera
que cubría el féretro, inmediatamente Daniel Gutiérrez hijo, Danny, de once
años, se le acercó arrodillándose a su lado
- No llores Coco, ahí están nuestras mamás…
JORGE “COCO” RAMOS FRANCO
Hacía ya dos meses del fatal accidente de Jorge y la familia Ramos se había
instalado en su nueva casa en Lima, al comienzo todo fue un caos pero la realidad se
impuso, la vida de la familia tenía que continuar, habían muchas cosas que organizar
y arreglar y una de ellas era enviar a los chicos al colegio; Marcela, la viuda, sin
dudar los matriculó en el Colegio FAP José Quiñones donde, por supuesto, le dieron
todas las facilidades para los dos mayores, Jorge de catorce años recién cumplidos e
Hilda de once, Silvia, la menor, aun no asistía al colegio.
Sabedores de la desgracia sufrida por Coco, sus compañeros lo recibieron con
amabilidad, al mismo tiempo que con la curiosidad propia de los adolescentes pero,
dado que hasta ese año había estudiado en Talara, Coco se mostraba retraído y poco
comunicativo con sus nuevos compañeros, no obstante encontró más afinidad con
Luis Quiñones Valdez, “Luchín”, afinidad que con el correr de los días y los meses
se convertiría en estrecha amistad.
Poco a poco el tiempo fue haciendo su trabajo, su herida fue haciéndose menos
dolorosa aflorando su verdadera personalidad, cortés y muy educado resultó ser
también un buen deportista, alto y delgado pronto destacó en la práctica del vóley,
haciéndose muy popular entre las chicas. Pese a que desde los siete años requería el
uso de anteojos, con frecuencia manifestaba su deseo de ser piloto, a Marcela no le
hacía ninguna gracia pero no le preocupaba demasiado porque con anteojos ¿cómo
iba a ser piloto? por lo menos piloto de la FAP no sería, y para piloto comercial
había mucho pan que rebanar, no obstante le hizo saber que no lo autorizaría de
ninguna manera, Coco no insistió, pues comprendía el sentimiento y la actitud de su
mamá sin que por eso abandonara la idea de ser piloto como su padre; fue durante el
viaje de promoción que hicieron a Iquitos el año 1981 cuando Coco habló
seriamente con su amigo Luchín
- Luchín, quiero ser piloto civil ¿tú qué piensas?
- Sí, ya lo sé, me lo has dicho varias veces, pero ¿qué le vas a decir a tu vieja?
- No sé, por eso te pregunto
- Lo que yo sé es que si no tienes 18 años necesitas autorización de tu padre o
apoderado, y tú estás en los 16 ¿entonces?
- Entonces tengo que hablar con mi vieja, aunque ya me ha dicho que ni lo
piense
Efectivamente Coco habló con Marcela, o por lo menos lo intentó porque
inmediatamente ella dio su veredicto.
- Coco, por enésima vez te digo que no ¿no entiendes? de ninguna manera te
daré autorización ¿qué cosa quieres, matarte como tu padre? ¡No, es no!
Primero estudia una carrera, me traes tu cartón y después haz lo que te dé la
gana.
Al tener la batalla perdida, pero no la guerra, Coco se decidió por estudiar Economía
en la Universidad Ricardo Palma, a la que ingresó el año 1983, sin que ello
significara olvidar su deseo de ser piloto; a fines de 1985 recibió una llamada de
Luchín Quiñones, que por entonces laboraba en la Municipalidad de Lima, para
proponerle que vaya a trabajar con él como Jefe de la Dirección de Señalización de
la Secretaría Municipal de Transporte Urbano; vehemente y voluntarioso como era
aceptó de mil amores, una de las funciones principales del puesto era pintar la
señalización de las pista, labor nocturna que se hacía dificultosa porque demandaba
mucha mano de obra y porque ese año, 1986, la ciudad de Lima se encontraba bajo
toque de queda y era necesario que cada obrero contara con un salvoconducto que
había que tramitar diariamente, todas las mañanas Coco se reunía con Luchín para
informarle las ocurrencias de la noche anterior y presentar la relación de obreros que
laboraría esa noche, fue en una de esas reuniones que Coco trajo el tema a colación.
- Lucho, quisiera tu opinión sobre un asunto
- Bueno, dime ¿Es algo de la chamba?
- No, nada de eso… quiero operarme el ojo
- ¿Qué? No te entiendo ¿De qué estás hablando?
- Lo que pasa es que el año pasado me hice un examen de vista y me declararon no
apto para piloto porque tengo un problema en un ojo
- Entonces no puedes ser piloto pues sonso
- Es cierto, no puedo ser piloto FAP pero puedo ser piloto civil, sólo necesito
corregir esa deficiencia
- Pucha, qué terco compadre
- No es terquedad, es vocación
- Bueno ¿Y qué vas a hacer?
- El oculista me ha dicho que se puede corregir con una operación que hacen en
Estados Unidos ¿Tú qué opinas?
- No sé qué decirte, no tengo ni idea de ese tema ¿Te vas a operar?
- Sí, eso quiero, ya hice las averiguaciones y me podría operar en el Bascom
Palmer Eye Institute de la Universidad de Miami
- ¿Y qué problema tienes en el ojo?
- Un defecto congénito consecuencia de que, al nacer, el ojo no había madurado lo
suficiente, pero se puede corregir con un lente intraocular
- ¿Un solo ojo? Un ojo bien atojado, te digo, pero bueno ¿Has pensado que
necesitas pasaje, alojamiento y el costo de la operación? ¿Cómo vas a hacer?
- Mira, en Miami tengo una tía, así que no tengo problema de alojamiento, tu papá
una vez me dijo que me podía conseguir un pasaje de cortesía
- Parece que todo lo tienes calculado, pero no has dicho nada del costo de la
operación y el lente
-
- Ya lo tengo calculado, el oculista del hospital FAP conoció a mi viejo y me ha
hecho el favor de averiguar todo lo de la operación, tengo guardado algo de
plata, todavía me falta, pero tengo tiempo
- Bueno, si ya lo tienes organizado veo que lo tienes todo calculado ¿ qué te puedo
decir?
- Mi pregunta es si se lo digo a mi vieja, o no
- Por supuesto que vas a tener que decírselo a la tía Marcela, pero no se lo digas
todavía, díselo cuando la cosa sea inminente.
Coco, que había continuado sus estudios en la universidad presentó su renuncia al
cargo de la municipalidad a mediados de 1987 y, sin decírselo a su madre, empezó
los trámites para seguir el curso de piloto civil en la Escuela de Aviación Civil de
Collique (EDACI).
- Mamá, me voy a Relaciones Exteriores a sacar mi pasaporte
- ¿Pasaporte? ¿Adónde te vas? No me habías dicho nada – Marcela estaba
perpleja
- No mamá, el tío Lucho Quiñones me ha conseguido un pasaje de cortesía a
Miami y quiero aprovechar lo que me queda de vacaciones para pasearme un
poco, no voy desperdiciar la oportunidad ¿no?
- No, claro que no, aprovecha que en Miami vive tu tía Liliana y te puede alojar ¿y
por cuánto tiempo te piensas ir?
- Sólo por quince días, o menos – Coco se mostraba dubitativo – todo depende de
la plata y de lo que pueda coordinar el pasaje…como es de cortesía
- Humm, no sé por qué me suena medio raro tu viajecito ¿Qué te traes entre
manos? ¿No andarás en malos pasos no?
- Ay mamá, cómo se te ocurre, ya te dije que depende de lo que pueda coordinar lo
del pasaje, nada más, además voy a casa de la tía Liliana ¿Qué más que eso? –
se refería a Liliana Boggiano, pariente de su mamá
- Bueno, sí, está bien – Marcela no se quedó muy tranquila pero tuvo que aceptar el
razonamiento de su hijo
Cuando Coco llegó a Miami, y ya instalado en la casa de la tía, esta lo interrogó
directamente.
- Coco, tu mamá me llamó un poco preocupada, me dijo que tu viaje le parecía un
poco raro y que te echara un ojo ¿A qué has venido realmente?
- Bueno tía,realmente no he querido alarmar a mi mamá, ni preocuparla con la
razón de mi viaje porque no sé el resultado
- Caramba Coco, me asustas ¿de qué se trata?
En pocas palabras Coco le explicó a la buena señora la verdadera razón de su viaje
- No te preocupes hijito, conozco a un par de señoras que se han hecho esa
operación y están de los más contentas… - Liliana se explayó sobre las personas
que conocía, y otras que no, mientras Coco escuchaba pacientemente - …y no te
preocupes, yo misma te llevo a tu consulta y por supuesto a tu operación, me
han dicho que…
- Tía, sólo te pido que no le digas nada a mi mamá, quisiera darle la sorpresa de
verme sin anteojos
La operación de colocarle un lente intraocular fue una intervención sin
complicaciones y pronto estuvo de alta, apenas si habían transcurrido diez días
cuando Coco consideró que era momento de regresar; pese a estar en casa de su tía
sus recursos no eran muchos y prefirió ahorrar para otro fin más importante para él.
La sorpresa para Marcela fue mayúscula, no sabía y, por cierto, no esperaba una
cosa así, se sorprendió un poco cuando lo vio sin lentes pero no tuvo tiempo de
preguntar nada.
- Mira mamá ¿Qué tal me veo sin lentes?
- Cómo que sin lentes ¿Ya no…?
- Ya no mamá, me he operado en Miami y ya no necesito usar lentes
- ¡Pero Coco! ¿Cómo es que no me habías dicho nada? …Y Liliana tampoco
me…
- Yo le pedí que no te dijera nada, mamá, quería darte la sorpresa
- Y vaya que me has sorprendido
- Ahora ya puedo ser piloto mamá, sin limitaciones
- Coco……-Marcela se interrumpió y guardó silencio por un momento, no quiso
insistir en su oposición explícita – será cuando termines tu carrera.
Durante todo el día Marcela se había sentido desasosegada y no sabía la razón, el día
anterior involuntariamente había escuchado a Coco conversar por teléfono con
alguien, no lo estaba espiando ni intentaba inmiscuirse en los asuntos de su hijo,
pero de lo poco que alcanzó a escuchar le llamó la atención la palabra
“…decano…”; alrededor de las cinco de la tarde llegó Coco a su casa, Marcela se
sintió curiosa porque si bien no tenía horario fijo, muy rara vez llegaba tan
temprano.
- Coco ¿Qué milagro a esta hora?
- Mamá, ya saqué mi título, ya soy economista, aquí están mis papeles de
bachiller, puedes empapelar tu dormitorio si quieres pero ahora voy a volar, voy
a ser piloto.
Jorge “Coco” Ramos Franco
Marcela se quedó sin habla por unos segundos, se le hizo un nudo en la garganta,
parecía no saber qué hacer ni qué decir, por su mente pasaron velozmente muchas
escenas de su vida, los avatares de su etapa de enamorada con Jorge, el papá de
Coco, los momentos de angustia cuando temía que descubrieran alguna de las cartas
que le escribió, las discusiones con su padre y las razones de este al oponerse a su
romance
…Hijita hay muchos accidentes, no quiero que te quedes viuda apenas empezando a
vivir….Hijita eres muy joven, no conoces nada de la vida… recordó su matrimonio
como si se hubiera realizado la víspera, en la capilla del colegio piurano y sólo
gracias a un permiso especial, sus años de feliz unión con Jorge quien se desvivía
por ella y sus hijos, hasta el día del fatal accidente en que fallecieran Jorge y Daniel
¡Y ahora esto! Encontrarse en un trance similar, oponiéndose al deseo de su hijo
“Coco” quien no atendía sus razones y sus temores, las mismas razones y
argumentos que le diera su padre al oponerse a sus amores con Jorge, se estremeció
al pensar en la posibilidad de que el destino la castigara dos veces con el mismo
inmenso dolor; Marcela se acercó a su hijo, lo besó en la frente, luego le hizo la
señal de la cruz.
- Hijito, más no puedo hacer, cumple tu destino y que Dios te proteja - Fue todo lo
que dijo Marcela
3
COLLIQUE
La hermosa camioneta 4 x 4 avanzaba velozmente, de color negro con lunas
oscurecidas, llamaba la atención de los pocos peatones de las inmediaciones, y es
que en el distrito de la Victoria no era muy frecuente ver ese tipo de vehículos; la
camioneta se detuvo en una esquina de la Unidad Vecinal Matute donde un hombre,
de estatura algo menos que mediana y que parecía un tanto nervioso, le hacía señas,
el personaje en cuestión abrió la puerta y subió rápidamente al vehículo
- ¿Qué pasa Eduardo, estás nervioso? – preguntó el chofer del vehículo
- ¡Oye Fernando, primero buenos días! ¡mira la hora que es! vamos a llegar tarde
otra vez ¿por qué siempre eres tan demorón?
- No seas exagerado, de aquí a Collique llegamos en un santiamén..- la camioneta
dio un bandazo cuando Fernando Alvarado giró el timón para evitar un bache de
regular tamaño
- Fernando, ya te he dicho más de una vez “Es preferible explicar una demora que
tratar de explicar un accidente, o no tener siquiera la oportunidad de explicar
nada” – Eduardo Castello, Instructor de Vuelos en la Escuela de Aviación Civil
de Collique lo reprendió calmadamente, y es que Fernando Alvarado era su
amigo pero no su alumno – ¿Nunca te lo ha dicho Cecilia? – Se refería a Cecilia
Gazzolo, instructora de Fernando - Mañana, si es que me recoges, procura venir
más temprano, yo sí tengo que llegar puntual, no quiero que me boten… aunque
tal vez no sea necesario
- ¿Qué dices? No te entiendo ¿A qué viene eso?
- No te lo había dicho porque todavía lo estaba pensando
- Habla de una vez que me tienes en ascuas ¿Qué es lo que pasa? – Fernando
estaba intrigadísimo.
- Mira, tú sabes que el sueldo que paga la FAP es poquísimo, con eso no llego ni
al día 20, todo el tiempo ando “arrancado”, ya estamos 1991 y no veo
perspectivas de mejora, por las puras soy instructor …– Castello parecía tener
necesidad de desahogarse, como si hubiera estado contenido mucho tiempo -
….mi viejo ha sido mecánico de Faucett y ya te imaginarás los esfuerzos que ha
tenido que hacer para pagarme las horas de instrucción para que yo sea piloto
…ahora soy piloto… pero misio
- ¿Y qué has pensado, dedicarte a otra cosa?
- Nooo, tú sabes que el papá de Lucho Defeudis es accionista de Aerotaxi y hay
una vacante por cambio de equipo, van a traer otro avión, así que queda un
hueco y me lo han ofrecido, pero tengo que dar respuesta antes de mayo
- ¿De mayo? Pero si faltan menos de quince días
- Así es… bueno, ya llegamos… y ya me decidí… ¡Me voy a Aerotaxi!
Había transcurrido casi un mes exacto desde que Eduardo Castello, que había dejado
su cargo en EDACI contratado por AEROTAXI, y en la cafetería de Collique un
grupo de pilotos, Rucova, Guzmán, Alvarado, Ramos, Torres, Castillo, entre otros,
conversaba animosamente respecto al vuelo que la Escuela había planificado para
ellos, Collique – Chiclayo con escala en Trujillo para recargar combustible; a unos
les serviría para aumentar sus horas y alcanzar el número necesario para obtener la
licencia de Piloto Privado, en tanto que a otros, les sería útil para cumplir con los
requisitos para Piloto Comercial.
El 22 de junio, según lo planificado, se efectuaría el vuelo con cuatro aviones, dos
T-41D, con motor de 210 HP, equipados para vuelo instrumental, y dos T-41A con
motor de sólo 172 HP y sólo para vuelo visual; los aviones estuvieron listos desde
dos días antes, y los instructores serían Cecilia Gazzolo Pardavé, responsable de la
operación, Luis Guzmán “Guffi”, Gilberto Zúñiga y Gregory Zamoluk.
Era ya el cuarto día de espera y las condiciones meteorológicas no eran lo
suficientemente buenas para emprender vuelo, la quebrada de Collique parecía
acumular toda la neblina y todas las nubes de Lima, estaban ya a día 25 y las
condiciones no eran ni siquiera las mínimas; Wilbur Chávez, el Técnico de la FAP
encargado de la torre de control, se veía asediado por los alumnos que, impacientes,
se acercaban en grupos de dos o tres para presionar al operador y conseguir la
autorización de decolar, la modalidad era sencilla, se acercaban cada diez o quince
minutos a preguntar si las condiciones ya permitían la partida, a pesar de que era
evidente que las condiciones eran inadecuadas para el vuelo; les era indispensable
decolar al medio día a más tardar, so pena de no alcanzar a llegar a Chiclayo con luz
diurna, con lo cual se verían obligados a pernoctar en Trujillo, cosa que nadie
quería; vehemente e impetuoso, Jorge “Coco” Ramos era el piloto que más insistía,
una y otra vez se acercaba al técnico Chávez a preguntar si las condiciones ya
permitían salir a volar, estaba muy resfriado y aun así presionaba e insistía en que se
iniciara el vuelo, ya tenía licencia de Piloto Comercial pero le faltaba efectuar 10
horas de vuelo instrumental y 10 horas de vuelo nocturno, requisito indispensable
para volar multimotor; ambas calificaciones, vuelo instrumental y nocturno las
cumpliría en Chiclayo y, según decía, su urgencia era porque tenía un ofrecimiento
de trabajo, aunque nunca dijo en qué compañía.
Al medio día la torre de control autorizó el decolaje y Gazzolo decidió que
decolaran, con la esperanza de que el cuello de Ancón estuviera con mejor
visibilidad; Eduardo Alvarado una vez más llegó tarde, estaba programado como
piloto alumno en el T - 41A OB 1089 con Luis Guzmán como “ayudante de
instructor”, los aviones ya estaban con los motores funcionando, por lo que
decidieron que vaya como pasajero en el T – 41A OB 1090, que estaba al mando
de Gregory Zamoluk, con Jorge Ramos y César Lozada; los tres primeros aviones
pasaron a la línea de costa, mas no así el OB-1090; infructuosamente lo llamaron
una y otra vez, Collique reportó que no había regresado ni tampoco llegado al Jorge
Chávez, tuvieron que aceptar que se había estrellado.
“Desde siempre las mujeres han perdido hijos, el dolor de madre es el más
lacerante, el más hondo, se les rompe el corazón pero deben seguir viviendo
para y por sus hijos, porque la vida es un río siempre en movimiento, con
emociones, dolores y alegrías siempre nuevas”
Meses después, en uno de sus periodos de descanso de volar en la selva, Eduardo
Castello fue de visita a la EDACI de Collique donde se reencontró con sus viejos
amigos, luego de unos minutos de charla decidieron ir una pequeña bodega cercana
para tomar unas bebidas gaseosa, cuando súbitamente apareció, rugiendo, una
potente moto
- ¡Llegó el sobreviviente, ahorita viene! – dijo uno del grupo
- ¿El sobreviviente? – preguntó Castello, pero no recibió respuesta porque el
motorista había dado una vuelta y regresado a unirse con el grupo de contertulios;
después de un rato de conversación, y sin mucho preguntarle, el motociclista les
relató que él había formado parte de las tripulaciones que habían efectuado ese
vuelo en que uno de cuatro aviones se había accidentado a poco de partir de
Collique; según dijo, la víspera del accidente había llegado “ a las justas” porque
había estado en un compromiso social bastante “agitado” y que en cuanto subió al
avión se puso a dormir, no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado cuando
lo despertaron unos gritos, eran sus tres compañeros de viaje gritando,
increpándose entre sí, no sabía el motivo pero se le hizo obvio que estaban en
peligro, estaban volando dentro de las nubes y no se veía absolutamente nada al
exterior, el altímetro indicaba descenso y lo más grave, el compás magnético
señalaba 90 grados, cuando debería marcar 330, es decir 120 grados fuera de
rumbo y dirigiéndose directamente hacia los cerros.
Daniel Gutiérrez De Souza, hijo de Daniel Gutiérrz Espinoza, fallecido en un
accidente aéreo 12 años antes, entró apresuradamente a su dormitorio,
mecánicamente encendió el televisor, se quitó la camisa y se dirigió al baño para
asearse preparándose para asistir a una fiesta en la casa de un condiscípulo de la
universidad, estaba afeitándose, ensimismado en sus pensamientos sin prestar
atención alguna al programa de televisión, especulando sobre qué chicas nuevas al
grupo irían a la fiesta, distraído como estaba se sobresaltó cuando repiqueteó la
campanilla del teléfono.
- ¿Aló?
- ¿Daniel, Daniel Gutiérrez?
- Sí, yo soy ¿Quién habla? - la voz le resultaba familiar pero de primera intención
no la reconoció, tal vez algún condiscípulo de la universidad ¿Quién sería?
- Te habla Perico, del colegio ¿Te enteraste de lo de Coco?
- ¿Del colegio? ¿Perico? ¡Ah sí! ¿Qué Coco? – Hacía ya buen tiempo que no lo
veía ¿Cómo le iba a reconocer la voz?
- ¿No has escuchado la noticia en la televisión? ¡Coco Ramos, Jorge Ramos!
estaba en la avioneta de Collique, la que se ha perdido, creí que sabías algo,
por lo de tu viejo, mira la televisión.
- ¿Mi viejo? ¿Jorge Ramos? ¿Qué tiene que ver mi viejo? – no recibió respuesta,
su amigo había cortado la comunicación.
Daniel se acercó al televisor pero el programa no estaba propalando noticias, no era
hora de los noticieros, aunque faltaba poco – Bueno, más tarde lo veré – terminó de
afeitarse, se puso la ropa que había escogido para ir a la fiesta, y ya estaba por
apagar el televisor cuando apareció un cintillo de letras en la parte baja de la
pantalla, lo que leyó lo impresionó de tal manera que decidió esperar la ampliación
de las noticias; se sentó al borde de la cama hundiéndose en sus recuerdos, un tanto
vagos.
Efectivamente, diez minutos más tarde el noticiero informó que cuatro aviones
habían decolado de Collique para hacer una travesía a Chiclayo, con escala en
Trujillo para recargar combustible y que solamente habían llegado tres, de la cuarta
aeronave no se tenía información alguna; el Servicio de Búsqueda y Rescate había
sido informado oportunamente pero no podían tomar acción porque las condiciones
meteorológicas no permitían la búsqueda, tendrían que esperar al siguiente día, pero
que había aparecido un sobreviviente.
EL CHANCHERO
Cuando despertó, en medio de la obscuridad más absoluta, todo era silencio, no
sabía si estaba vivo o muerto porque no sentía dolor ni escuchaba sonido alguno y
no veía ni escuchaba nada, se sentía como flotando en medio de la nada, poco a poco
fue recuperando la conciencia y a sentir dolor, se palpó y sintió algo pegajoso,
gelatinoso, y supuso que era la sangre coagulada de sus heridas, tenía serias lesiones,
pero estaba vivo; se esforzó por recordar lo que había pasado y entonces cayó en
cuenta – Nos estábamos yendo a Chiclayo ¡Nos hemos estrellado! ¿Pero de noche?
¿Dónde estoy? ¿Cuántas horas han pasado? - El cuerpo le empezó a doler
horriblemente, pero sobre todo la cara, se palpó, la sintió desfigurada ¿Me habré
roto la mandíbula? Como pudo salió de los restos del avión y se dirigió hacia unas
lucecitas que veía cuesta abajo; lentamente, a trompicones, fue bajando, hasta que
alguien, un hombre que olía bastante mal, lo llevó hasta la comisaría donde informó
lo que había sucedido, poco después César Lozada, el único sobreviviente, fue
trasladado al hospital de la FAP en una ambulancia, los otros ocupantes del avión,
Gregory Zamoluk, Fernando Alvarado y Jorge “Coco” Ramos perecieron en el
accidente.
Daniel trató de no darle mayor importancia a la noticia que había propalado la
televisión acerca del accidente aéreo, en realidad hacía ya varios años que había
perdido contacto con “Coco” y todo lo que sabía de él era que se había salido con la
suya pues estaba estudiando para piloto en Collique, y ahora esto, en fin, pobre Coco
- ¡Llegó el chanchero, llegó el chanchero!- fueron las voces con que Daniel fue
recibido por sus compañeros cuando llegó a la fiesta, y así siguieron llamándolo
esa noche.
- ¿Daniel, escuchaste que el chanchero con quien se encontró “Coco” Ramos
también se llama Daniel Gutiérrez, como tú?
- Y como mi viejo
“Le habló, no a su cuerpo ya sin vida, sino a él, le dijo cuánto lo amaba,
le dijo cuántas veces había sufrido su muerte cuando él insistía en ser
piloto como su padre, para finalmente morir como él, recorrió los años
felices, le dijo que mientras ella viviera, ellos, los dos Jorge no morirían,
porque los llevaría siempre en el alma y el corazón, aun sabiendo que,
tal vez, sea un camino largo y doloroso. Sé que es una herida que nunca
sanará, que sangrará hasta el día que cierre los ojos para reunirme con
ellos”
“Los nombres de Jorge Ramos y Daniel Gutiérrez se unieron en una muerte
accidental, y de algún modo romántico por el modo en que los sorprendió la
muerte, en un avión sirviendo a su patria, dejando la sensación de que esas vidas
tenían todavía algunas historias por contar, y de cualquier manera coincidiremos
en que es una muerte más noble que las que tendremos algunos de nosotros que
abandonaremos el mundo de viejos casi empujados por la vida, cuando la fiesta ya
terminó hace rato para nosotros y somos los únicos en no darnos cuenta. Esos
nombres volverían a juntarse aproximadamente diez años después en circunstancias
casi esotéricas en que los laberintos del destino se encargaron de concertar esa
ancestral cita, las siguientes son sólo repeticiones, Platón o Sócrates, uno de ellos,
dijo ya en ese tiempo que todas las historias estaban contadas y las siguientes son
sólo repeticiones en las cuales cambian los personajes, tal vez esa sentencia tenga
mucho de cierto, así cada historia de amor tiene en el fondo la misma sustancia y
son sólo las personas y los tiempos los que cambian. El caso de Daniel Gutiérrez y
Jorge Ramos asombraría a esos filósofos griegos, no sólo se repetiría la historia
sino también los nombres haciendo el círculo perfecto, no esperando el destino cien
o mil años para repetirse, haciéndolo solo al cabo de un decenio”.
Daniel Gutiérrez De Souza
Nota: No se pudo identificar al, o los autores de los párrafos en negrita
Ernesto Burga