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Cuadernos LIRICO 10 (2014) El XIX en el XX ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Sandra Contreras Los tiempos de Lucio V. Mansilla ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Advertencia El contenido de este sitio está cubierto por la legislación francesa sobre propiedad intelectual y es propiedad exclusiva del editor. Las obras publicadas en este sitio pueden ser consultadas y reproducidas en soporte de papel o bajo condición de que sean estrictamente reservadas al uso personal, sea éste científico o pedagógico, excluyendo todo uso comercial. La reproducción deberá obligatoriamente mencionar el editor, el nombre de la revista, el autor y la referencia del documento. Toda otra reproducción está prohibida salvo que exista un acuerdo previo con el editor, excluyendo todos los casos previstos por la legislación vigente en Francia. Revues.org es un portal de revistas de ciencias sociales y humanas desarrollado por Cléo, Centre pour l'édition électronique ouverte (CNRS, EHESS, UP, UAPV). ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Referencia electrónica Sandra Contreras, « Los tiempos de Lucio V. Mansilla », Cuadernos LIRICO [En línea], 10 | 2014, Puesto en línea el 15 marzo 2014, consultado el 30 marzo 2015. URL : http://lirico.revues.org/1710 Editor : Réseau interuniversitaire d'étude des littératures contemporaines du Río de la Plata http://lirico.revues.org http://www.revues.org Documento accesible en línea desde la siguiente dirección : http://lirico.revues.org/1710 Document generado automaticamente el 30 marzo 2015. Tous droits réservés

Los Tiempos de Lucio v Mansilla

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  • Cuadernos LIRICO10 (2014)El XIX en el XX

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    Sandra Contreras

    Los tiempos de Lucio V. Mansilla................................................................................................................................................................................................................................................................................................

    AdvertenciaEl contenido de este sitio est cubierto por la legislacin francesa sobre propiedad intelectual y es propiedad exclusivadel editor.Las obras publicadas en este sitio pueden ser consultadas y reproducidas en soporte de papel o bajo condicin deque sean estrictamente reservadas al uso personal, sea ste cientfico o pedaggico, excluyendo todo uso comercial.La reproduccin deber obligatoriamente mencionar el editor, el nombre de la revista, el autor y la referencia deldocumento.Toda otra reproduccin est prohibida salvo que exista un acuerdo previo con el editor, excluyendo todos los casosprevistos por la legislacin vigente en Francia.

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    Referencia electrnicaSandra Contreras, Los tiempos de Lucio V. Mansilla, Cuadernos LIRICO [En lnea], 10|2014, Puesto en lnea el15 marzo 2014, consultado el 30 marzo 2015. URL: http://lirico.revues.org/1710

    Editor : Rseau interuniversitaire d'tude des littratures contemporaines du Ro de la Platahttp://lirico.revues.orghttp://www.revues.org

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    Cuadernos LIRICO, 10 | 2014

    Sandra Contreras

    Los tiempos de Lucio V. Mansilla1 En noviembre de 2011 aparece en Buenos Aires una revista llamada Mancilla, con c.

    El subttulo, muy pequeo, que desaparecer luego en los siguientes nmeros, deca Lapoca. Mancilla. La poca. Por cierto, la frmula tena mritos para llamar la atencin conun par de guios que parecan querer decirnos algo: el cambio de la s por la c, comoreproduciendo y transformando la operacin que el mismo Mansilla haba realizado con otropar de sibilantes (la z por la s en el apellido de Rozas en el estudio que escribi hacia1898), pero tambin la asociacin del nombre de Mansilla con el concepto de la poca,esto es, la conversin de Mansilla en santo y sea de un tiempo que, a diez aos del crtico2001, no poda estar sealando sino, evidentemente, la primera dcada del siglo XXI. Ladirigen, o la hacen, como lo declaran en su editorial, un colectivo de jvenes integrado,entre otros, por Juan Laxagueborde, Nicols Maidana,Florencia Minici. Cada nmero cierracon un eplogo dedicado a la obra de Lucio V., y abre con un dossier dedicado a unaciudad/zona del pas (hasta ahora Baha Blanca, Neuqun, Mar del Plata, Delta del Paran,Cuenca del Riachuelo), a excepcin del primero, que lleva por ttulo Textos y texturas delkirchnerismo.1 Con lo cual queda claro, de entrada, que es el kirchnerismo, pensado nodesde la razn gubernamental sino como nombre que tie la poca en su conjunto y revitalizaconstantemente nuestras interpretaciones2, el primer territorio, nacional, que estos jveneseligen como propio : la poca kirchnerista como un territorio que es una atmsfera y untiempo poltico en el que reconocerse como un pas y como un proyecto. No me ocupar,aqu, de la revista. Solo me interesa llamar la atencin sobre la pregunta que la convocatoriade su ttulo parece habilitar : qu significa o qu puede seguir significando el nombre deMansilla hoy ? Si los jvenes vanguardistas de los aos 20 identificaron su intervencincultural bajo la advocacin de Martn Fierro, cul puede ser la vigencia de Mansilla para unosjvenes de filiacin kirchnerista, lo que, segn los trminos en que lo formulan, quiere decirjvenes con pasin por pensar el conglomerado de tensiones irresueltas3 que se abri con elproceso post-2001 y, sobre todo, a partir del 2003? No se trata, por supuesto, de identificar,ni siquiera de comparar, un movimiento de vanguardia esttica con una intervencin comosta que, ms especficamente, tiene como objetivo poder problematizar la atmsfera culturaly social argentina desde lo que emerge como novedad o desde lo que est en el pasadopara hacer estallar los lenguajes del presente : los libros, las palabras, las imgenes, loslenguajes crticos4. No deja de ser interesante, sin embargo, la resignificacin poltica delgesto: convocar e intervenir el nombre de Mansilla para pensar el presente poltico, social,cultural. Ms an; si se tiene en cuenta que tambin en noviembre de 2011 se cre el InstitutoNacional de Revisionismo Histrico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego que, bajola direccin de Mario Ernesto (Pacho) ODonnel, tiene como uno de sus prceres estrella aJuan Manuel de Rosas, podra pensarse la aparicin de la revista no solo como una intervencinpropia del clima de fiesta de las elecciones de octubre de 2011, que ratificaron de modocontundente el segundo mandato de Cristina Fernndez y tercero en el ciclo de los Kirchner,sino tambin, tal vez, como un retorno del apellido familiar favorecido por un generalizadonimo nacionalista que, en el marco de los festejos por el Bicentenario, decret por ejemplocomo Da de la Soberana Nacional al 20 de noviembre, que tuvo al padre de Lucio V. comohroe de la Vuelta de Obligado5. No sera justo, sin embargo, atribuirle a este colectivo dejvenes una ascendencia de estirpe revisionista y nacionalista, cuando el suyo es, claramenteen otra direccin, un espritu atento a las heterogeneidades culturales como el que inspira, entodo caso, al colectivo de Carta Abierta.6 El eplogo de Mara Pa Lpez, que cierra el primernmero, funciona de algn modo como manifiesto: el Mansilla que vuelve con los jveneskirchneristas es el Mansilla de la Excursin, el de la frontera entendida como un territorio que,ni firme ni ntido, es explcitamente impuro, reclama perseguir y capturar las diferenciasque all refulgen y requiere por lo tanto de una epistemologa del matiz.7 Hay matices,

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    deca Vias. Se va viendo as lo que indica, y suple, esa c: se tratara menos de mancillara Mansilla, en el sentido etimolgico del trmino (la fama, tpico mansilleano si los hay),que de trabajar con las manchas, las heridas, las mancillas, que revela ese nombre en tornodel cual podran reunirse, como un conglomerado de tensiones irresueltas, los matices dela Argentina del presente.

    2 Seguramente, nada le hubiera gustado ms a Mansilla que ver asociado su nombre con laposibilidad de interpretar una poca. La conexin con la poca, no en el sentido de la urgenteintervencin poltica tan propia de los escritores del XIX sino en el sentido del establecimientode un vnculo con un tiempo de larga duracin, con el tiempo amplio en que se despliega unacivilizacin a ser interpretada en el futuro, fue una aspiracin que el propio Mansilla tuvo paracon su obra. Dice, por ejemplo, en una de sus ms clebres causeries:

    Si a la sociedad de ahora no la describimos con pelos y seales, los que quieran saber, dentrode dos mil aos, cmo viva un argentino en el ao de gracia de 1889, o durante la guerra deParaguay, o en los tiempos de violn y violn, no hallarn un solo documento autntico que se lodiga, y todas sern conjeturas e interpretaciones. Por eso el padre, el fundador, el primero de losautores naturalistas modernos, el inimitable, el incomparable, el estupendo Balzac, ha hecho unverdadero monumento arqueolgico, escribiendo su Comedie Humaine. No; describir los usos,las costumbres, las rarezas, hasta los sarcasmos de una civilizacin (esta palabra es muy elstica),para explicarse su vida, nunca ser un acto ocioso.8

    3 Y no es otro el ncleo que sostiene medularmente las Causeries: la ambicin de lograr, comoel genial y admirable Balzac, una gran obra que, a la vez que compendie su filosofa prctica,describa y haga vislumbrar los usos, las costumbres, las rarezas, las tendencias, de su poca.Enfocada desde este ideal balzaciano que Mansilla enuncia como potica personal cada vezque puede los volmenes de Entre-nos pueden ser ledos como la vasta obra de un escritor quese pens como un arquelogo anticipado de la Argentina del siglo XIX. Claro que, resultadode las ancdotas, relatos y experiencias, que l mismo protagoniza o atestigua, la Argentinadocumentada del causeur-cronista se extiende hasta coincidir, elstica, con la civilizacinMansilla. Y es precisamente porque aun mejor que nadie esa documentacin a su propiomito personal, que Mansilla bien podra considerarse el primer escritor de ficcin, en el sentidoen que hoy hablamos de ficcin, de la literatura argentina del XIX. Por esto, tal vez, sea nuestroms estricto contemporneo.

    4 Pero si en este sentido Mansilla merece considerarse un escritor ms propio del siglo XX quedel XIX, es preciso decir que es un escritor de un siglo XX muy tardo, que no fueron sinola crtica y la literatura del ltimo cuarto del siglo las que, recin, lo convirtieron en nuestrocontemporneo, esto es, en precursor de algunas de nuestras prcticas y sobreentendidos. Siuno de los errores fundacionales de Ricardo Rojas fue el de consolidar hacia los aos veintela idea de que la fascinacin que produca el personaje de Mansilla no haba alcanzado paracimentar, por su inconstancia e inestabilidad, una obra literaria madura ni, por consiguiente,al gran escritor que hubiera podido ser, es cierto tambin que ni el reconocimiento, locale internacional, que le asegur de entrada a la Excursin un lugar indiscutido en el canon dela literatura argentina del siglo XIX, ni la celebridad que detent temprana y constantementecomo hombre de letras, fueron suficientes como para que esa condicin de escritor ensuspenso que le atribua la primera Historia de la literatura argentina no se mantuviera firme,por lo dems durante largo tiempo.9 Todava en 1964 David Vias seguira registrando, comoEzequiel Martnez Estrada en 1946, que, convertido en libro de entretenimiento, la Excursinnecesitaba an de una lectura que le hiciera justicia.10

    5 Con todo, la indiferencia ms notable, y por cierto la ms interesante, de la que fue objetoMansilla a lo largo del siglo XX es, claramente, la de Borges. Puede subrayarse, desde luego,ese conocido pasaje en el que, trazando una genealoga para el idioma de los argentinos, Borgesle atribuye a las obras fundadoras de Echeverra, Sarmiento, Fidel Lpez, Wilde y Mansilla, elvalor singularsimo de una escritura cuyo tono fue el de su voz11. Pero esta mencin, que sino me equivoco es la nica, no bastara para decir como sostiene Ivonne Bordelois- que lasCauseries imantarn la atencin de Borges entre el corpus de obras del ochenta.12 El modelode prosa de sobremesa, prosa conversada como ideal de una prosa sin supersticin de estilo

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    al que bien podran responder los tomos de Entre Nos- es, para el Borges de los aos 30,Cervantes, y no Mansilla. Nunca tuvo el causeur, en este sentido, la fuerza de un precursor enla potica borgiana del ideal de la voz. Tampoco la tuvo el coronel, que fue Jefe de fronterascomo su abuelo el coronel Francisco Borges, y que por esos mismos aos, entre 1870 y 1872,tambin testimoni, como su abuela inglesa, la historia de una cautiva que, ya casi olvidadade la civilizacin, rechaz la posibilidad de volver.13 Es casi imposible que Borges, siempreatento a la proyeccin de los pormenores circunstanciales, desconociera estas coincidencias.Al mismo tiempo que es evidente que materiales, tanto anecdticos como formales, habasuficientes en la obra de Mansilla como para merecer su atencin. Motivos para la indiferencia,sin embargo, tampoco faltaron. Si la relacin familiar con Rosas seguramente no debi habersido uno de los menores, la incompatibilidad del estilo y del mundo imaginario de Mansillacon la potica y la poltica borgianas fue, en rigor, el de mayor peso: ni la opcin por lasformas menores, que en Mansilla se traduce en opcin por la literatura ligera pero tambinen debilidad por la digresin, poda cuajar en una potica sinttica del relato, ni la opcin porla barbarie de la cautiva inglesa, que en Borges funciona como puro desafo y por lo tantocomo una de las tantas variantes de la pica del individuo contra el Estado, poda filiarse enel estilo tan directo como melanclico con que el cronista atestigua la historia de FerminaZrate mientras emprende el regreso de su viaje a los ranqueles.14 Todos estos sealamientos,sin embargo, no tienen otro propsito que el de llamar la atencin sobre el hecho paradjicode que haya sido justamente Borges quien no vio en el escritor ms moderno del siglo XIX nisiquiera al precursor de la boutade con la erudicin, esto es, la filiacin que, por ejemplo, Elacercamiento a Almotasim podra haber reconocido en la inteligencia con que el escritor deCatherine Necrassoff y Bis bromea, y se divierte con, el lector. Esa paradoja, esa irona(como quien dice, esa irona del destino), es uno de los signos ms palmarios del tiempo queMansilla demor en encontrar su lector.

    6 A esta altura resulta bastante obvio recordar que fue la imaginacin crtica de David Viasla que instal a Mansilla, definitivamente, en el siglo XX. Y no porque se haya ocupadode canonizarlo su trabajo consisti, por el contrario, en desmontar el desplazamientoneutralizador del que las Causeries y sobre todo la Excursin haban sido objeto por parte delo que Vias llamaba el discurso literario administrativo15- sino porque esa casi obsesin quelo llev a volver a su obra una y otra vez a lo largo de cuarenta aos le concedi a Mansilla,un siglo despus, lo que su escritura siempre reclam: visibilidad. Solo que el Mansilla delsiglo XX que hoy nos sigue llegando de la mano de Vias y que es, por supuesto, el de losjvenes kirchneristas de 2011, no es el de Literatura argentina y realidad poltica, de 1964, niel de De Sarmiento a Cortzar, de 1971, sino aquel que despus de Indios, ejrcito y fronteras,de 1982, y en los aos de la vuelta a la democracia, empez a releerse en las clases de launiversidad pblica y a reescribirse en los artculos publicados en los suplementos culturalesde mediados de los aos 80. Y la diferencia de perspectiva entre los dos Mansillas de Viases, entiendo, importante.

    7 Como lo precisa Claudia Torre cuando repasa estos aos, Literatura argentina y realidadpoltica funcion como un aparato crtico que en las dcadas de 1950 y de 1960 discuta conel peronismo y la revista Sur pero que en los aos 80, a partir de su reedicin en CEDAL yen tndem con las clases que comenzaron en 1986, pareca estar sumamente preparado pararecuperar un espacio de debate poltico y volver a funcionar, aun en las nuevas coyunturas(polticas, tericas), como un mquina hermenutica poderosa.16 Sin embargo, el presupuestode la determinacin de clase segn el cual Vias reduca a las Causeries a un estilo parala oligarqua, limitando sus alcances a las pautas y los gustos de un pblico de elite yobturando, por consiguiente, la posibilidad de leer en su afn por seducir y entretener la notablepredisposicin de Mansilla para captar los gustos y la sensibilidad del pblico moderno delsiglo XIX17, ese frreo corset interpretativo que Vias ajust entre 1964 y 1971, empezara aflexibilizarse en la serie de artculos que, en la forma de un montaje de fragmentos recurrentes,publica en Cultura y Nacin, La Razn/Cultura, Crisis, entre 1985 y 1987.18 Dnde podranencontrarse las razones de ese mnimo aunque decisivo giro? Por un lado, seguramente, en

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    la forma ensaystica; podra decirse que la forma misma, fragmentaria, que en esos artculospona en escena una capacidad espectacular tanto para sintetizar intuiciones deslumbrantescomo para interrumpir y dejar abierto el desarrollo de la argumentacin, revirti sobre laposibilidad de empezar a descomponer el modo comprehensivo y totalizante con el que,despus de todo y aunque en clave de crtica ideolgica, Literatura argentina y realidadpoltica haba vuelto a clausurar la imagen de Mansilla. Pero no solo esto. El prlogo queHoracio Gonzlez escribe para su reedicin en 2003 muestra que probablemente sea en Indios,ejrcito y frontera, escrito en el exilio y publicado por primera vez en 1982, donde puedasituarse el punto de inflexin de esos cuarenta aos de lectura. Desde luego, la Excursin formaparte de esta antologa de textos que Vias defini como un collage problemtico y a partirdel cual propona interpretar a los indios como los desaparecidos de 1879. Pero la sensibilidadcrtica de Gonzlez llama la atencin sobre el corazn estremecedor y problemtico de eselibro, sobre ese ncleo que no sera otro que la verdadera cicatriz que para Vias lleva elnombre Mansilla: el pluralismo mvil de ese viejo seor criollo proustiano que enfrenta aVias dice Gonzlez- con el problema de la conciencia posible (era posible que Mansillafuera ms all?) y, ms an, con el problema vital, al que quizs el conjunto de su obra ledebe su impulso angustioso y dramtico, [y que] es el de dnde colocar definitivamente a lafigura de Mansilla, y acaso dnde colocarse a l mismo.19

    8 Me interesa la imagen de esa cicatriz, inscripcin en el cuerpo de la herida que produce elencuentro incmodo (lacerante ?) con la voz de la lite que seduce. Podra verse en ellael reverso anticipado de la relacin novelesca que, en el sentido amplio del trmino, Viasentablar desde los aos 80 con la obra de Mansilla, y que el gran libro que estaba escribiendohacia el ao 2000, retrospectivamente, nos hace ver mejor. Mansilla entre Rozas y Pars,ese libro inconcluso que hoy puede consultarse en la Biblioteca Nacional y cuya versinestablecida reemplazar definitivamente la deficiente biografa de Enrique Popolizio20, setrama sobre una cantidad descomunal de documentos artculos, partes, recortes periodsticos,informes y cartas: sobre todo cartas- que Vias fue reuniendo a lo largo de una dcada paratrabajar con ellos de primera mano. En la entrevista que mantuvo con Amrico Cristfaloy Hugo Savino en el ao 2000 y que recientemente public El interpretador, Vias deca,mientras se entusiasmaba en mostrarlos y comentarlos, que all, en esos documentos que ibanacumulndose en las cajas, estaba la novela del siglo XIX argentino.21 Lo cual quera decir,para Vias, que eso era una maravilla, un noveln, pero tambin y sobre todo, que ahestaba todo. O bien: que eso era una maravilla porque ah estaba todo. Y es que finalmente,podramos decir, Vias encontraba en Mansilla -en los escritos que lo rodeaban, que lepertenecan o que le concernan- el monumento arqueolgico balzaciano al que aspiraronsiempre las Causeries: todo el XIX argentino, nuestra gran novela. Y si esto se haca posibleera porque haba dado con una nueva forma de totalidad para leer a su autor fetiche: la clavemarxista traducida en clave lukcsiana, la novela como compendio y expresin de una totalidadsocial.

    9 Destaco en el manuscrito dos grandes captulos, aquellos compuestos a partir de las cartasdiarias que Mansilla enva, a distintos destinatarios, entre 1865 y 1870, mientras particip dela Guerra del Paraguay (IV Momento: Cartas del Paraguay), y a lo largo de 1869, mientraspreparaba la excursin a los ranqueles (V Momento: Frontera. Tcticas y disputas: amagosy ensayo general). Vias se interna en ese material, revisa otra vez todos y cada uno de losdocumentos que haban usado Popolizio o Caillet-Bois, encuentra nuevos, y, como productode esa incursin, el estilo y el tiempo de su escritura cambian, sensiblemente.22 Mientrasparafrasea los envos y respuestas de las cartas pero prcticamente una a una, da por da,casi rengln por rengln-, el despliegue argumentativo de Vias, ms narrativo que nunca,se demora y se prolonga segn un estilo por completo diferente de la forma sinttica quecaracteriza a las intuiciones fragmentarias de los aos 80.23 Como si nada quedara sin registrar;como si todo, cada frase, cada detalle, cada conexin, se volviera relevante; como si el mundoy los intervalos de esos das quisieran recomponerse, por completo. Y sin embargo, es precisala intervencin suplementaria de una genuina y productiva relacin con lo fragmentario paraque ese todo comprehensivo funcione, ahora bajo un signo novelesco, en un sentido por

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    completo divergente del que resulta de la interpretacin totalizante de Literatura argentinay realidad poltica. Me estoy refiriendo a esa singular relacin entre intuicin fragmentariay captacin de la totalidad novelesca que volvi al segundo Mansilla de Vias un Mansillams real, ms verdadero. Cuando lee La cabeza de Washington, en el fragmento que titulaLo indescriptible (incluido en su artculo Trece hiptesis), Vias observa que el estilo denotacin, por cierto singular en el conjunto de las causeries, es fotogrfico en el sentido zolianodel trmino. Pero lo observa y esto es lo que aqu nos interesa- como si hubiera sabido quemientras Mansilla escriba esta causerie a bordo del Iberia, iba leyendo y traduciendo nadamenos que La novela experimental, como si hubiera sabido que a poco de desembarcar enFrancia iba a entrevistar y a departir, de silla a silla, con el mismo Zola en su escritorio.24 Yes que en esa espectacular capacidad para captar anticipada y fragmentariamente una verdadse pone en juego otro tipo de totalidad y otra forma de montaje: no el polmico collage quecompone la antologa del enemigo en Indios, ejrcito y frontera, sino la conexin novelescaque opera a base de intuiciones y vislumbres. No casualmente es entonces Roberto Arlt quienoficia, y dos veces, como mediador en la relacin de Vias con Mansilla: una vez, cuando enuno de los fragmentos del 80, invoca la figura de Astier para decir que es la traicin el nicomtodo posible para vincularse con una obra que no se haba escrito para nosotros; otravez, cuando en su gran novela del 2000, convierte al fracasado y endeudado buscador de oroen el Erdosain del siglo XIX.25 Curioso, e interesante: era precisa la mediacin de Arlt, delnovelista del siglo XX pero tambin del escritor anti-elite, tironeado entre la humillacin y laseduccin26, para que la relacin novelesca de Vias con la obra de Mansilla quede fundada.

    10 Pero en torno a 1982, mientras volva de la mano de Vias con la democracia, la Excursinretornaba adems por otras vas. Permeaba tambin las literaturas de Osvaldo Lamborghini yCsar Aira a travs de dos humores, por lo dems, muy propios de Mansilla: la melancolay la felicidad.

    11 As, en las primeras pginas de Las Hijas de Hegel:

    En cuanto a literatura, yo prefiero los vislumbres de "La excursin" de ese coronel Mansilla,sus ojos presentados como puntos ciegos de la trama doble, doble trama del relato como cuentoy como tal, y como tambin, como adems, trama del hecho histrico que pasa a narrar, pasa yse va: el hecho histrico se pone a narrar; queda entonces el Desierto como un misterio, yotro misterio tierra adentro, tierra adentro del primero: por qu los indios se negaron a canjearal doctor Macas, que en nada los beneficiaba, despus de haber consentido en ello? El doctorMacas medio loco ya, medio perdida la razn. Hasta hubo una ltima parada, con los caballosde refresco. Hubo ese ltimo momento de espera. Hubo idas y hubo vueltas. Hubo un triste finalinacabado, porque no, a ltimo momento no lo devolvieron a Macas; nunca sabremos nada desu propia tierra adentro. El desierto27

    12 Es cierto que la lectura de Lamborghini es incompleta, o fallida, porque el doctor Macasfinalmente se suma a la comitiva de regreso. Pero no importa eso ahora. Lo que interesa essu fijacin en el momento melanclico del episodio. Si la nostalgia es el signo del no lugarde la cautiva y atraviesa, con la fuerza negativa de lo inviable, ese momento clave que es,despus del rapto, el regreso28, los impedimentos y las negativas que suspenden una y otravez la salida de Macas de los toldos de Mariano Rozas tienen como marco el mismo viajede regreso de Mansilla que, adems de demorarse a lo largo de los doce captulos finales, esuno de los momentos ms inquietantes, e interesantes, de la Excursin. La Junta termin, losacuerdos fueron ratificados, y, desplazndose ahora con pesada lentitud entre los que vuelveny los que se quedan en el desierto, Mansilla da comienzo a las despedidas y a los preparativosdel regreso para terminar preguntndose, con las ltimas luces de la tarde, qu vago y falsopresentimiento oprima angustiosamente [su] pecho29. Es el momento depresivo del relato, elmomento en el que la melancola da la nota de una atmsfera por completo diferente de aquellaque en el comienzo los haca galopar en aras de la impaciencia y la curiosidad30. Y es tambinel momento en que el desierto aparece con toda la fuerza de un espacio fantasmagrico queahora produce no tanto sueos como imgenes onricas que el excursionista se trae del viajecomo una cauchemar31, y en que el mismo se revela -y el episodio de Macas es su mejor cifra-como una encrucijada con un poderoso y desasosegante poder de retencin.

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    13 Es entonces este Mansilla melanclico, que capta en Macas una existencia con algode potico, de novelesco y de misterioso, el que resuena en la imaginacin de OsvaldoLamborghini de 1982, en ese relato que con sus fechas -17 de octubre, 16 de setiembre, 1982-pasa por colisiones revoluciones, golpes, guerras- y encuentra en la vuelta la forma dedescomponer la totalidad pedaggica de la nacin y el progreso de la historia. Si en el relatocentral, la guerra es aludida en su carcter movilizador y como fuerza de aglutinacin nacional("Las Malvinas en el corazn de Buenos Aires"), es decir, como un lugar al que "se va" y unlugar en el que est representada la nacin, en la primera y en la ltima parte del texto, encambio, la guerra es el lugar del que se vuelve, malvencido, a ningn lugar. Pero es la vueltamisma la que fractura no solo los espacios de representacin nacional sino tambin la frase y elrelato: entre el amague de la frase ("Regresar. Regresar otra vez. Regresar de una buena vez") yla vuelta una y otra vez sobre lo mismo, el regreso de la guerra es lo que en Las Hijas de Hegel,contra la dialctica hegeliana de la guerra como progreso del relato, no se puede (terminarde) contar. "Regresar. Ex-Malvinas, ex Viet-Nam. Regresar. ...No voy a contar el cuento". Lamelancola lamborghiniana interrumpe entonces la escena en que Mansilla lucha, parecieraque vanamente, por sacar a Macas del desierto, para acentuar el carcter desasosegante de eseregreso fallido, o porque ese punto en el que todas las negociaciones estn a punto de anularselo imanta como un fracaso, un triste final inacabado.

    14 Pero en el captulo previo al episodio de Macas, cuando la gran Junta haba finalizado, laspaces ya estaban hechas, y el regreso empezaba a anunciarse en las despedidas, Mansilla,cansado, se echa sobre la yerba y se qued[a] pensativo un rato viendo a los indiosdesparramarse como moscas en todas direcciones y desaparecer veloces como la felicidad.Las novelas de la pampa de Aira podran leerse, por cierto, como el espectacular desarrolloimaginario de esta imagen: los indios, veloces como la felicidad. Si Vias ley la inclinacinal placer de Mansilla como degustacin y despilfarro, al mismo tiempo que, desde una moralde izquierda casi victoriana, lo sancionaba, la literatura de Aira, contempornea de la relecturaque se pona en marcha en los aos 80 y mientras reinventaba la pampa argentina, extrajo deldesierto de Mansilla las dosis de placer, deseo y extravagancia que la Excursin como nos lohizo ver definitivamente Cristina Iglesia- pona en primer plano.32

    15 No podra decir si Aira efectivamente tiene a Mansilla in mente, pero lo cierto es que loslectores cremos ver el mundo de Mansilla resonando en sus relatos. As, el vestido rosa,ese objeto minsculo sin explicaciones, evocaba de inmediato, en la memoria literaria dequienes lo leamos, en 1982, el choque del vestidito de brocato con las botas de potro quevolvindose ya, en las ltimas escenas, Mansilla experimenta en el bautismo de su ahijadacomo una curiosidad rara, como una incongruencia extraa que le haca preguntarse una yotra vez: Qu vestido es ese? de dnde vena? Quin lo haba hecho? Y la nouvellede Aira pareca traducir ese eco inolvidable que Mansilla deca traerse del desierto parasiempre, ese souvenir pesadillesco y fantasmal, a una incongruencia mayor: la desproporcinentre las causas nimias y domsticas y los efectos masivos e histricos, lo que es, comosabemos, una de las formas en que Aira desnaturaliza el gran relato histrico del siglo XIX.Del mismo modo, el trastrocamiento de las perspectivas que termina por hacer visible esasingular arquitectura de planos superpuestos y trayectorias envolventes que teir de extraezalas geografas argentinas de Aira, parece un amplio despliegue de esa nube de arena que soloel ojo finsimo y moderno de Mansilla pareca poder captar en el siglo XIX. Dice Mansilla, ylo cito en extensin porque parece adelantar punto por punto la pampa y los efectos pticosde La liebre, la novela de la felicidad, escrita en 1987:

    La nube de arena haba llamado mi atencin antes de empezar el dilogo con Mora, se movay avanzaba sobre nosotros, se alejaba, giraba hacia el poniente, luego, hacia el naciente, seachicaba, se agrandaba, volva a achicarse y a agrandarse, se levantaba, descenda, volva alevantarse y a descender ; a veces tena una forma, a veces otra, ya era una masa esfrica, yauna espiral (); creamos acercarnos al fenmeno y nos alejbamos, creamos alejarnos y nosacercbamos, creamos descubrir visiblemente en su seno objetos y nada veamos, creamosjuguetes de la ptica la imagen de algo que se mova velozmente de un lado a otro, de arribaabajo, que iba y vena, que de repente se detena partiendo sbito luego : bamos a llegary no llegbamos, porque el terreno se doblaba en mdanos abruptos, subamos, bajbamos,

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    galopbamos, trotbamos con la imaginacin sobreexcitada, creyendo llegar en breve a unadistancia que despejara la incgnita de nuestra curiosidad; pero nada, la nube se apartaba delcamino como huyendo de nosotros, sin cesar sus variadas y caprichosas evoluciones, burlandoel ojo experto de los ms prcticos, dando lugar a conjeturas sin cuento, a apuestas y disputasinfinitas. (Una excursin a los indios ranqueles, captulo 22)

    16 Pero fue Ema la cautiva, fechada en 1978 y publicada a fines de 1981, leda en su momentocomo una reescritura y deconstruccin de La cautiva, la que implicaba a Mansilla, antesque a Echeverra, de un modo capital33. Conectada con la sensibilidad imaginaria de esecoronel dandy y afrancesado que transfigura a la pampa en un espacio apto, casi ideal, paraexperimentar el placer de los viajes y que, internndose en los recintos vedados de las tribusranquelinas, convierte al mundo indgena en un mundo de etiqueta y de artificio, Ema saturaa ese universo, tanto el de la frontera como el de los territorios salvajes, con todos los signosde la hipercivilizacin: las delicias de la ms amplia y variada gastronoma, los interioressobrecargados de mobiliarios y dependencias, los cuerpos indgenas resplandecientes entorneos de elegancia. Pero adems Ema, la cautiva llevaba al extremo la reinvencin deldesierto que haba logrado Excursin: no slo porque no tiene como objetivo, en absoluto,relativizar a cada paso la dicotoma civilizacin-barbarie sino porque la disposicin hednicapara el ocio, que define toda la atmsfera de la novela apenas se aparta de la rbita de la leypara instalarse en la lnea de Pringles, se exhibe como signo de un mundo de refinamientosobrehumano en el que todo es lujo y excedente. Tambin porque el cultivo artificial de laindiferencia es signo, en el mundo indgena, de un valor supremo para mirar de frente a lafrivolidad y disponerse al Arte como fin ltimo de la mana melanclica. Una melancola,sin embargo, en otra clave. La nostalgia tpica de la cautiva no solo pierde dramatismo en lacontinua y libre circulacin de Ema por el desierto sino que es objeto, a su vez, de una singulartransfiguracin. A travs de los mapas, esto es, a travs de la localizacin de un lugar dondeinstalarse, Ema sale de la melancola que se haba convertido en la atmsfera del desierto; soloque ese apartamiento no se traduce, como en los hombres y maridos que la rodearon, en certezade la nada o indiferencia ante la inutilidad, sino en una singularsima prisa de invencin. Elpasaje a la Accin, esa urgencia por crear un mundo por completo nuevo, es el mtodo con queAira pone en marcha, con Ema, un centro de reproduccin tan artificial como desmesurado einfinito, y la forma en que acomete, con su primera novela de estirpe mansilleana, la fundacinmitolgica de Coronel Pringles.

    17 Promediando los aos 80, entonces, Mansilla vuelve a escena en las clases performticas deVias, en la melancola nacional de Lamborgini, en la felicidad pampeana de Aira. Y en tornoa los aos 90 pero sobre todo a partir del ao 2000, Mansilla vuelve, por derecho propio, por lava de los periodistas cronistas, gnero en el que, despus de todo, l confesaba haberse hechoescritor.34 Pienso, naturalmente, en Mara Moreno; tambin en Osvaldo Baigorria.

    18 Aunque el pretexto de Correras de un infiel sean las Memorias del Coronel Manuel Baigorria,que vivi entre los ranqueles a mediados del siglo XIX, y aunque el fif de Mansillasolo se invoque cada tanto como una referencia bibliogrfica del cronista-filsofo-coronel yetngrafo amateur, la palabra correra en la tapa as como la primera lnea que dice Soyranquel y los dos primeros captulos titulados El llamado de las erres y De chinas ycristianos traen, de entrada, en el relato de Baigorria, la atmsfera de la Excursin. Si biensu propsito es investigar su probable filiacin con el autor de las Memorias, algunos de msrelevantes motivos que empujan a Mansilla tierra adentro -la seduccin de la barbarie, eldeseo vehemente por internarse entre ranqueles y la indecible curiosidad que despertaronen la frontera ciertas relaciones ntimas- son los que definen, y masivamente, los trminosdel universo imaginario y ertico que atraen a Baigorria en su viaje al monasterio dondeespera encontrar documentos decisivos: primero la curiosidad, pero despus la seduccin, eldeseo, las relaciones ntimas. Y es que la gauchesca ertica de Baigorria que por fin puededice- hablar en voz alta, en el siglo XXI, de aquello que nadie en el mundo de los blancosquera escuchar (el goce de la raptada en el desierto), y completar as los puntos suspensivoscon los que Mansilla haba dejado abierta las insinuaciones de alguno de los refugiados,constituye una exploracin sobre el deseo, sobre las liberacin de las ataduras de la vida

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    domstica, sobre la poligamia en clave de multiplicidad de la vida sexual en el mundo de lacontracultura. Me interesa aqu sobre todo el modo en que la resonancia de la Excursin esocasin para otra variante del uso ficcional de la nocin de salvajismo, en el sentido en que, deun modo ms primario que la operacin poltico-estratgica de Mansilla, las fantasas erticasde las correras de este infiel evocan ese momento histrico cultural en el que, antes deconvertirse en herramienta de crtica intracultural, el salvaje comenz a transformarse en idealde humanidad libre para escritores que encontraban en el retorno a los orgenes la va paraponer en crisis la opresiva cultura oficial y expresar sus deseos ms ntimos de liberacin.35 Laautoirona, sin embargo, cubre toda la operacin. La exploracin culmina en una conversinhacia la experiencia amorosa, como efecto de la cual el viajero en dispora perpetua quedafinal y gozosamente cautivo del lazo femenino, al mismo tiempo que el ensayo no se eximede una estereotipia machista (el machismo implcito en la idea de placer de la cautiva) queprecisamente la mujer que lo acompaa la Beatriz interlocutora, pareja y gua- no deja deobservar(le) a cada paso. Pero la inteligencia de Baigorria no deja de advertir, adems, que,fugitivo de todas las ataduras, no pudo sin embargo escapar al lazo de la poca. Y en efecto, elsalvajismo del infiel se revela entonces tributario del discurso terico, poltico- del presente:es el manifiesto de un devenir menor e impuro, la opcin por la propia tribu mltiple,el otro de los otros como identidad en adopcin. La autoirona con que se confiesa estasumisin a la poca muestra, sin vueltas y sin escrpulos, la autntica incomodidad queinsiste, necesariamente y todava hoy, en la incursin al espacio del otro. Podra tener en eseepisodio en que el Mansilla militar cae en la trampa del archivo de Mariano Rozas su escenaprecursora.36

    19 La devocin de Mara Moreno por Mansilla, con quien declara haber contrado su segundomatrimonio literario, es, a diferencia de la debilidad que Vias finalmente admite en laentrevista del ao 2000, una recurrente declaracin de fanatismo. Si esta misma declaracinparece, por anticipado, volver redundante nuestras observaciones crticas, intentaremosigualmente ensayar algunas hiptesis sobre los modos en que precisamente la nica dandymujer que en palabras de Alberto Giordano- dio hasta ahora el gnero autobiogrficoargentino37 reactualiza al escritor y personaje ms moderno del siglo XIX argentino.

    20 Mientras escribe sobre el arte de Alejandro Kuropatwa, Moreno abre un parntesis para decirque el editor del suplemento donde publica le hace notar lo agobiante que resulta que cite todoel tiempo a Mansilla. Ante lo cual comenta, ah mismo en el parntesis: es que viene a tancuento!38 Y en efecto, no solo el caseur es invocado una y otra vez como un pan precursorde los gneros del siglo XXI bloguista avant la letrre, adelantado en el goce del contactodel chat-, no solo el cronista de la Excursin es reconocido siempre como un maestro de unaserie de tips que Moreno, lenguaraz entre el siglo XIX y el XXI, se ocupa de traducir parael ejercicio de la crnica contempornea, sino que, sea como una referencia para pensar, porejemplo, en la msica de Fogwill, o como un trmino de comparacin para hacer, otro ejemplo,un elogio de la mugre, Moreno trae a Mansilla, cada vez que tiene ocasin, a la conversacin.39

    21 Pero Mansilla despunta tambin como la forma misma de la escritura all donde Moreno seautodefine en el gnero del periodismo, del ensayo, de la crnica. O exhibe, por ejemplo, supropia lengua al modo en que Mansilla lo haca con su erudicin a la violeta en la Excursin:Aqu furiosamente lacaniana, all de un demaggico populismo, a veces en vena mstica,otras haciendo uso del sermn laico que la lengua poltica suele llenar de ripios40. O definesus intervenciones como una articulacin entre filosofa menor y capricho al mejor estilo delDiario de mi vida o de las Causeries : minihiptesis filosficas, con las que casi siempreestoy ahora en desacuerdo pero que gozan de la impuridad de haber sido enunciadas como loscaprichosos parlamentos de un personaje literario41. Por lo dems, as como el primer prrafode los Preliminares a El fin del sexo y otras mentiras puede leerse como una reescritura deese relato de origen que es la causerie De cmo el hambre me hizo escritor -escribir sobrelo que no se sabe o sobre lo que no se conoce como ltima razn del arte periodstico-, elcomienzo del prlogo que titula Entre Nos para presentar Vida de vivos declara, con ademnpropio de causeur, que ese espacio introductorio destinado a dar cuenta del gnero entrevista

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    a partir de su propia experiencia es, en realidad, un pretexto para entregarse al impulsode contar [su] propia vida al mismo tiempo que, segn un tpico clsicamente mansilleano,tranquiliza de antemano al lector en relacin con su pulsin digresiva.42

    22 Ahora bien, si bien es cierto, como dice Giordano, que Moreno piensa la realidad de las cosasde la cultura argentina con calculada irresponsabilidad terica, un fervor poltico que sabeconservarse alegre y, sobre todo, o en principio, con voluptuosidad (Giordano 56), la ntimarelacin de Moreno con Mansilla no pasara de coquetera dandy si la cronista no transitaratambin por la Excursin, segn los ajustes que hoy exige la historia poltica argentina reciente,y segn los cuales Moreno, tironeada tambin entre la atraccin y la incomodidad, tiene quevrselas con el coronel como emisario del exterminio. Lo hace en una serie de textos en losque ronda en torno de la(s) memoria(s), del archivo, y de los restos de Mariano Rozas; msconcretamente, en torno del crneo, esto es, para decirlo segn el emblema mismo de Mansilla,la cabeza. Los textos de Mara Moreno sobre la restitucin del crneo de Mariano Rozas enjunio del 2001 podran titularse, y con los mismos signos de admiracin que us Mansilla en1878, Esa cabeza ranquel!.43

    23 El texto central, Siempre es difcil volver a casa, es la crnica que Moreno escribe apenasregresada de la excursin de tres das en la que acompa, desde la ceremonia oficial en elMuseo de Ciencias Naturales de La Plata hasta las honras fnebres definitivas que tuvieronlugar en Leuvuc, la devolucin de los restos de Mariano Rozas a la nacin ranquel. Enprincipio, y de acuerdo con la tica que la caracteriza, la de abrir grietas en la cultura, la crnicaprocura sustraerse, cada vez que puede, a las posiciones polticamente correctas, e ironiza yse divierte con, por ejemplo, el festn para semilogos que despliega la multiplicidad de signosaptos para la interpretacin en este nuevo encuentro de culturas. Pero lo que verdaderamenteimporta es la exploracin de la cronista sobre los alcances y los lmites de la incursin. Mientrasel fallido emperador de los ranqueles, que desde luego vuelve en el recuerdo, es desplazadoal lugar de un fantasma carcajeando detrs de su capa de ceremonia, y mientras el lugar de laflotante y palpitante cabeza toba que obsesionaba a Mansilla en Maracay es ocupado aqu, yahora, por las cuencas oculares de Mariano Rozas brillando en la oscuridad, la cronista midea cada paso, y tcitamente, la profundidad posible de su incursin en la ceremonia. Hastadnde es posible adentrarse? Qu y hasta dnde es legtimo mirar y cul tendra que ser latica de ese registro? En este sentido, como el coronel en 1870 en su camino a Leuvuc, MaraMoreno oficia de escucha en los fogones que se arman espontneamente en Victorica, y lasautobiografas orales que all atestigua siguen enuncindose con el tono del lamento (aunqueno se trata ya, desde luego, del testimonio de las vctimas de la justicia letrada que buscabanrefugio en el desierto sino del de sus descendientes discriminados en los pueblos o ciudades delsiglo XX). Pero la cronista realiza las entrevistas a esos nuevos marginados del cuerpo nacionalcomo dando un paso hacia atrs y declinando todo protagonismo. Y es esta actitud corporal la nica, por lo dems, acorde con la tica testimonial que exige la viabilidad del movimientoindgena en el siglo XXI- la que convierte a la crnica y a los desplazamientos que registra enun incmodo ejercicio de exploracin sobre el lugar del testigo. La autoirona, sin embargo,retorna, porque de nada huye ms Mara Moreno que de la seguridad que suponen tanto losprivilegios de pertenecer a la cultura como de las posiciones irreprochables cristalizadas. Elmovimiento es, entonces, doble. Por un lado, la cabeza vuelve, fantasmal, en 2002, en unartculo en el que Moreno recorre una serie de cabezas como si recorriera un inventario delos lugares o pretextos para actos de (in)justicia (condena frenolgica, discriminacin racial,crimen mafioso, despojo y restitucin) reeditando los devaneos de Mansilla en su escritoriode Maracuy: cmo y qu leer en una cabeza separada del cuerpo?44 Por el otro, cuandovuelve a pensar en Mariano Rozas para subrayar, una vez ms, la escena del archivo, Morenorecuerda cmo llor en la ceremonia de restitucin en Leuvuc, pero tambin cmo llor en lamuestra de Arte Pampa del Bicentenario ante el poncho que el cacique le haba regalado alcoronel. Y lo hace y todo el inters est aqu- sin dejar de confesar la frivolidad de ese llantode tinte culturoso. Se lee en la primera entrada de Subrayados (La escena del archivo):

    Llorando vi [los] cabezales y [los] estribos [de Panguitruz Guor] en la muestra Las pampas: artey cultura en el siglo XIX en la galera Proa, quinientas piezas de platera, ponchos y mates fruto

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    de la donacin, de la compra y la venta, pero sobre todo del saqueo. [] Llorando vi el entierro dela calavera de Pantaguitruz Guor en Leuvuc, rodeado de una comunidad de empleados pblicos,de porteras y maestras a las que el historiador Jos Depetris les restituy con sus investigacionessu sangre azul ranquelina [] Dems est decir que yo no lloraba de progre sino porque rara vezse puede asistir al entierro de un personaje literario.

    24 La transmutacin de la cicatriz de Vias en el lloriqueo frvolo de Moreno, de una expresincorporal en otra, podra estar sealando la parbola que dibujan los diversos usos, crticosy polticos, que desde el retorno a la democracia la intelectualidad argentina hace de losimaginarios asociados con Mansilla. Mara Moreno, que en 2004 organiza en el CentroCultural Ricardo Rojas un Parlamento Mansilla para que escritores, performers y profesoresse reconozcan, entre el juego y el ejercicio de la crtica, en el placer de la opcin esttica,trae a Mansilla a la conversacin como un guio de un signo por completo distinto al de lossobreentendidos de David Vias. No lo hace, sin embargo, como tampoco lo haca Vias, paraacompaar un proceso poltico determinado. El Estado no es el lugar en que se reconoce sudiscurso. Y puede usar entonces, crtica y polticamente, a Mansilla, sin mayores escrpulosni responsabilidades. Lo hace con la libertad que le da una tica comprometida con las heridasy mancillas de su presente, aunque no adscriba su escritura a una funcin estatal.

    Notas

    1 Los nmeros son los siguientes: Mancilla. La poca. Ao 1, N1, noviembre 2011; Mancilla. Ao 2,N2, abril 2012; Mancilla. Ao 2, N3, agosto 2012. Mancilla. Ao 2, N4, diciembre 2012; Mancilla.Ao 2, N5, junio 2013; Mancilla. Ao 3, N6, noviembre 2013.2 Epgrafe del dossier Textos y texturas del kirchnerismo en Mancilla. La poca 01, p.4.3 As lo define Gisela Catanzaro en la entrevista que le hacen, para el primer nmero, Minici,Laxagueborde, Maidana y Carams. Mancilla 01, p.35.4 Epgrafe del dossier Textos y texturas del kirchnerismo en Mancilla. La poca 01, p.4.5 Las elecciones presidenciales, en las que Cristina Fernndez renov su mandato con el 54% de losvotos, tuvieron lugar el 23 de octubre de 2011. El Instituto Manuel Dorrego se cre el decreto 1880/2011el 17 de noviembre de 2011. La Batalla de La Vuelta de Obligado, en la que la Confederacin Argentinaenfrent a la escuadra anglo-francesa, tuvo lugar el 20 de noviembre de 1845 y el encargado de la defensadel territorio nacional fue el general Lucio N. Mansilla, padre de Lucio V.6 Segn se definen en su pgina institucional, Carta Abierta es un espacio no partidario ni confesionalconformado por personas de la cultura, la educacin, el periodismo, las ciencias, el cine, las artes, lapoesa y la literatura, entre otras disciplinas [que] surgi en marzo de 2008, en defensa del gobiernodemocrtico amenazado por el conflicto suscitado por las patronales agropecuarias, y distinguindosesiempre por la preservacin de la libertad de crtica. Adems de Horacio Gonzlez y Mara Pa Lpez,dos miembros destacados de Carta Abierta, tienen un espacio importante en la revista escritores y crticosprximos a estas posiciones como Alejandro Rubio, Damin Selci, Sergio Raimondi.7 Mara Pa Lpez: Lucio V. (Anotaciones sobre la frontera), Eplogo en Mancilla 01, pp.76-80.8 Lucio V. Mansilla: Un hombre comido por las moscas en Entre-nos. Causeries del jueves. BuenosAires, Librera Hachette: 19639 Ricardo Rojas, Los modernos, tomo II Historia de la literatura argentina, Buenos Aires, Librera LaFacultad, 1925.10 Cf. David Vias, Literatura argentina y realidad poltica, Buenos Aires, Centro Editor de AmricaLatina, 1982, p.192, y Ezequiel Martnez Estrada: Sarmiento, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2001,p.111.11 El idioma de los argentinos. Buenos Aires, Seix Barral, 1994, p.145.12 Cf. Ivonne Bordelois : El idioma de los argentinos. Cultura y discriminacin en http://www.lehman.cuny.edu/ciberletras/v06/bordelois.html13 Me refiero al ensayo La supersticiosa tica del lector (Obras Completas, Buenos Aires, Emec,1974, p.203) y el relato Historia del guerrero y la cautiva (Obras completas, ed. cit., pp.558-559).14 En relacin con la pica del individuo contra el Estado, remito a mi trabajo: Breves intervencionescon Sarmiento. A propsito de Historias de Jinetes en Jorge Luis Borges: polticas de la literatura.Juan Pablo Dabove, editor. Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2008, p.84.15 David Vias: Indios, ejrcito y frontera. Buenos Aires, Santiago Arcos Editor, 2003, p.160. (Primeraedicin: Mxico, Siglo XXI, 1982)

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    16 Claudia Torre: Ms all de la letra. Literatura argentina y realidad poltica en la dcada de 1980.Prismas. Revista de historia intelectual, N 14, 2010, pp.177-181.17 Desarroll esta hiptesis en Lucio V. Mansilla : cuestiones de mtodo en Historia crtica de laliteratura argentina, director: No Jitrik. Volumen 3: El brote de los gneros, dirigido por AlejandraLaera. Buenos Aires, Emec Editores, 2010, pp.199-23218 Los artculos son: David Vias. Las miserias secretas, entrevista de Carlos Dmaso Martnez, en LaRazn/Cultura, 10 de noviembre de 1985; David Vias: Trece hiptesis en La Razn, 16 de febrerode 1986; De duelos, chinas y memorias en Clarn. Cultura y Nacin, 22 de mayo de 1986; . Dandys,heterodoxias y traidores en Crisis, N 53, abril 1987. Mansilla, el insolente se public en Radar librosel 10 de enero de 1999.19 Horacio Gonzlez: Prlogo a David Vias: Indios, ejrcito y frontera, ed. cit., pp.10-11.20 El manuscrito puede consultarse en la seccin Archivos y Colecciones Particulares de la BibliotecaNacional. Ser publicado por la editorial Santiago Arcos, en 2015, como el sexto volumen de laColeccin David Vias que dirige Amrico Cristfalo para la editorial, con trabajo preliminar y trabajode archivo de Andrs Tronquoy. Un adelanto del libro, el captulo Mansilla entre Daro y Proust, yel artculo de Andrs Tronquoy sobre el trabajo de edicin, Un Vias indito, pueden leerse en LaBiblioteca, N12, Primavera 2012, pp.68-81.21 Amrico Cristfalo y Hugo Savino: Entrevista a David Vias Mansilla: una novela argentina delsiglo XIX [2000] Publicada en El Interpretador n37/38, 2011; http://www.elinterpretador.net/22 Para una lectura del Mansilla de Vias como un efecto de archivo y como la versin perfecta ydesbocada del libro que se continu en forma ininterrumpida durante cinco dcadas, ver el excelenteartculo de Juan Pablo Canala : Mansilla y Vias : desvelos de archivo en La Biblioteca, N 12,primavera 2012, pp.82-91.23 Un ejemplo de la minuciosa reconstruccin narrativa de las cartas que puede leerse en V Momento:Frontera. Tcticas y disputas : amagos y ensayo general : El 13 de marzo del 69, Arredondo lemanifiesta el deseo de que a mediados de abril est sobre el Ro 5. Mansilla contesta: Estoy prontoa moverme por maana mismo. S. Si me manda caballos. No hay respuesta. Adems se asegura queel prximo invierno ser crudsimo.24 Vias lee La cabeza de Washington en la versin incluida en los tomos de Entre-nos. Causeriesdel jueves. Desconoca la publicacin del artculo en La Tribuna Nacional, el 10 de abril de 1881, ascomo el texto Sobre cuberta, publicado en el mismo diario el 29 de marzo de 1881, donde Mansillatraduce un fragmento de La novela experimental que va leyendo mientras se traslada a Europa en elIberia. Este material fue dado a conocer en Lucio V. Mansilla: El excursionista del planeta. Escritos deviaje. Seleccin y prlogo de Sandra Contreras. Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2012.25 Me refiero al apartado titulado Arlt, Mansilla ; traidores y heterodoxias incluido en DavidVias : Dandys. Heterodoxias y Traidores, art. cit., y al apartado Oro y literatura en el captuloprovisoriamente titulado VII Movimiento : Peste y oro, Avellaneda y el Chaco del manuscritoMansilla entre Rozas y Pars que se encuentra en la Biblioteca Nacional.26 El escritor vacilante: Arlt, Boedo y Discplo en De Sarmiento a Cortzar, Buenos Aires, SigloVeinte, 1974, p.63 y p.67.27 Osvaldo Lamborghini: Novelas y cuentos, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1988, p.144.28 Cf. Cristina Iglesia: La mujer cautiva: cuerpo, mito y frontera en La violencia del azar. Ensayosobre literatura argentina. Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2002.29 Una excursin a los indios ranqueles, captulo 68. Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina,1980, Tomo II, p.189.30 Una excursin a los indios ranqueles, captulo 20. Ed. cit., Tomo I, p.129.31 Cf. el episodio del vestido en el captulo 58.32 Cf. Cristina Iglesia Mejor se duerme en la pampa. Deseo y naturaleza en La violencia del azar,ed. cit.33 Desarroll estas hiptesis en Prlogo a Ema, la cautiva, de Csar Aira. Buenos Aires, Eudeba,coleccin de Clsicos argentinos dirigida por Sylvia Satta y Jos Luis de Diego, 2011.34 Me refiero a la causerie De cmo el hambre me hizo escritor, incluida en Entre-nos. Causeriesdel Jueves.35 Cf. Hayden White: The forms of wildness. Archeology of an idea en Tropics of discourse. Essaysin Cultural Criticism. Baltimore, The John Hopkins University Press, 1978.36 Me refiero al captulo 40 de la Excursin, al episodio en que Mariano Rosas le muestra el archivode artculos de La Tribuna en que se habla de la intencin del Estado de hacer pasar un ferrocarril porlas tierras ranqueles. En relacin con la lectura de la novela de Baigorria, cito aqu el comentario deJavier Gasparri a la lectura de parte de este trabajo en las III Jornadas internas del Centro de Estudio

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    en Literatura Argentina que tuvieron lugar e la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario, el 18-19de noviembre de 201 : Correras de un infiel, por supuesto, completa los puntos suspensivos queMansilla haba insinuado, en relacin con los placeres en el desierto, pero adems lo lleva ms lejosen el gesto indagador: la novela de Baigorria comienza all donde Mansilla se detiene: en el espaciode la orga y la poligamia. Claro est que Baigorria escribe su relato con el siglo XX y sus propiasvivencias tras de s, por eso la imaginacin del desierto con la que nos encontramos est procesada por lascorrientes contraculturales y libertarias (lo que vuelve, entonces, sera menos un desierto con Mansillaa caballo que una road movie, o un Mansilla-beatnik, o procesado con Kerouac). A partir de all secomprende la alusin al fif de Mansilla en la novela: como el reclamo de un libertario hacia un liberal.Por eso, el imaginario que permea la novela de Baigorria se hace presente a partir de lo que l mismoentender como amor libre, para lo cual se necesitan dosis parejas de inocencia y experiencia (queno deben confundirse con ingenuidad y cinismo, respectivamente), y cuyo principio no est dado por lamera posibilidad de tener mltiples relaciones sexuales sino por la de amar a varias personas al mismotiempo (Baigorria 2006: 7 y 11). En este sentido, Baigorria se muestra atento a las complejidades,tensiones y fragilidades de la conflictiva pareja de Eros y Anarqua. De lo que se desprende que, enla novela, el salvaje funciona menos como un ideal de humanidad libre para poner en crisis la culturaoficial opresiva, que como una autntica transfiguracin imaginaria corporalizada, es decir, provista decuerpos (deseantes y deseables) en uso y de carne en movimiento. Y al mismo tiempo, s hay algo decrtica intracultural, que ya no ser la torsin civilizacin-barbarie como Mansilla, sino la crtica a losestilos de vida (monogmicos, conservadores, institucionalizados, etc.). Finalmente, Mansilla vuelve enBaigorria en ciertas operaciones de escritura: no tanto en el tono (claramente autoirnico en Baigorria,que puede deberse a cierta recuperacin de la lnea libertina), sino en el modo de hacer ficcin: de lapropia vida al relato (autoficcin), al ensayo y a la conversacin digresiva con el lector. Referencia:Baigorria, Osvaldo: El amor libre. Eros y Anarqua. Buenos Aires, Anarres-Utopa Libertaria, 2006.37 Alberto Giordano: Mara Moreno: la entrada en la cultura en El giro autobiogrfico en la literaturaargentina actual. Buenos Aires, Mansalva, 2008, p.57.38 En Superficies de placer, Radar, 9 de febrero de 2003.39 Remito al Prlogo a Una excursin a los indios ranqueles. Buenos Aires, Ediciones Terramar,2010, y a los artculos publicados en Radar: Msica, 29 de agosto de 2010; Elogio de la mugre,11 de agosto de 2002.40 Preliminares en El fin del sexo y otras mentiras. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2002, p.7.41 Locuelas en A tontas y a locas. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2001, p.10.42 Entre nos (apuntes para una teora de la entrevista) en Vida de vivos. Conversaciones incidentalesy retratos sin retocar. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2005, p.7.43 Los textos son: Siempre es difcil volver a casa, Radar, 1 de julio de 2001; Cabezas, Radarlibros, 29 de setiembre de 2002; La escena del archivo en Subrayados. Leer hasta que la muerte nossepare. Buenos Aires, Mardulce, 2013. Mansilla incluye Esa cabeza toba! en los volmenes de Entre-nos, pero haba escrito y publicado el artculo en 1878, durante su estada en las Minas de Amambayy Maracay, en Paraguay.44 El artculo, publicado el 29 de setiembre de 2002, se titula Cabezas y enseguida es incluido comouno de los apartados del captulo Postales publicado en El fin del sexo y otras mentiras en noviembrede 2002.

    Para citar este artculo

    Referencia electrnica

    Sandra Contreras, Los tiempos de Lucio V. Mansilla, Cuadernos LIRICO [En lnea], 10|2014,Puesto en lnea el 15 marzo 2014, consultado el 30 marzo 2015. URL: http://lirico.revues.org/1710

    Autor

    Sandra ContrerasCONICET-UNR

    Derechos de autor

    Tous droits rservs

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    Cuadernos LIRICO, 10 | 2014

    Resmenes

    Este artculo se ocupa de trazar el mapa de interpretaciones, reescrituras y usos de los que esobjeto la literatura y el nombre de Lucio V. Mansilla desde la segunda mitad del siglo XX hastael presente: desde la indiferencia de Borges hasta la fascinacin de Mara Moreno, pasandopor la crucial obsesin de David Vias, las escenas de Osvaldo Lamborgnini y de Csar Aira,el relato de Osvaldo Baigorria y la intervencin poltica de los jvenes kirchneristas de larevista Mancilla. El objetivo del trabajo es dar cuenta de la vigencia de Mansilla como escritordel siglo XX a travs de sus diversos retornos a lo largo de las ltimas cinco dcadas en lacrtica y literatura argentinas.Lobjectif de cet article est de dessiner la carte des interprtations, rcritures et usages dontont fait lobjet la littrature et le nom de Lucio V. Mansilla depuis la seconde moiti du XXesicle et jusqu la date daujourdhui: de lindiffrence chez Borges la fascination chezMara Moreno, en passant par lobsession rcurrente chez David Vias, les scnes dOsvaldoLamborgnini et de Csar Aira, le rcit dOsvaldo Baigorria et lintervention politique desjeunes partisan des Kirchner de la revue Mancilla. Il sagit de rendre compte de la persistancede Mansilla comme crivain du XXe sicle travers ses diffrents retours au cours des cinqdernires dcennies dans la critique et la littrature argentines.The main purpose of this paper is to draw the map of interpretations, rewritings and usesof Lucio V. Mansillas literature and Lucio V. Mansillas name from the second half of the19th century to the present. From Borges indifference to Mara Morenos fascination, a widerange of positions can be observed : David Vias obsession, Osvaldo Lamborgninis andCsar Airas scenes, Osvaldo Baigorria narrative and the political action of young Kirchnersupporters writing in Mancilla magazine. The aim of this article is to report on the importanceof Mansilla as a writer of the 20th century, studying his presence in argentine criticism andliterature in the last five decades.

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    Mots-cls :Lucio V. Mansilla, rcritures, lectures, XXe sicleKeywords :Lucio V. Mansilla, rewritings, readings, 20th centuryPalabras claves :Lucio V. Mansilla, reescrituras, lecturas, siglo XX