14

Los tiempos medievales - aragon.esaragon.es/estaticos/GobiernoAragon/Departamentos... · M AR A LUZ R ODRIGO E STEVAN ... la expansi n y consolida- ... to, el valle del Ebro se convirti

Embed Size (px)

Citation preview

De la Historia 69

MARÍA LUZ RODRIGO ESTEVAN

Los denostados y mal calificados «oscuros» tiempos me-dievales constituyen una de las etapas históricas más in-teresantes para comprender las claves de unas formacio-nes sociales, políticas, económicas y mentales que rigierondurante centurias la vida en las localidades que integranhoy la comarca de Campo de Cariñena. La huella me-dieval todavía pervive no solo en lo más evidente –tra-zados urbanos, torres y castillos, arte y arquitectura– sinotambién en la construcción del paisaje, en las formas deexplotación del entorno, en los modos de relacionarsegentes y territorios o en las maneras más cotidianas depensar la propia existencia.

Las primeras etapas medievales: visigodos y musulmanes (siglos VI-XI)

La actual comarca de Campo de Cariñena ha proporcionado a arqueólogos e in-vestigadores restos de pequeños hábitats prehistóricos y de poblados iberos, sien-do indiscutible la ocupación y organización territorial de la zona antes del proce-so de romanización. Si Roma conquistó militarmente el valle del Ebro, fundó centrospolíticos y administrativos, articuló vías de comunicación y puso en explotaciónel territorio, el testigo de la colonización fue pasado a los visigodos –germanos quese instalaron en la Galia como aliados de Roma– quienes en el año 472, sin en-frentamientos y gracias al apoyo de la aristocracia local, incorporaron Zaragoza ysu tierra al reino visigodo de Tolosa como territorio clave para la inminente ocu-pación de la Península Ibérica y, tras la consolidación de la nueva capital en To-ledo, como enlace viario entre el nuevo centro rector visigodo y sus posesionesultrapirenaicas.

La continuidad de las formas administrativas romanas, la expansión y consolida-ción del cristianismo, la presencia de aristocracias locales con grandes propieda-des agrarias donde se desarrollan fórmulas de dependencia campesina y el retro-

Los tiempos medievales2

ceso urbano y económico sonlas características de los dos si-glos (VI y VII) de dominio vi-sigótico. Salvo para la capitaldel Ebro, contamos con escasasfuentes arqueológicas y docu-mentales en las tierras de Cari-ñena, cuyos límites permane-cieron, hasta la llegada de losmusulmanes, incluidos en lallamada Terra Cesaraugustana,administrada por una elite ur-bana de grandes propietarioshispanorromanos con cargosfuncionariales, de autoridadesmilitares godas y de jerarquíaseclesiásticas.

En los siglos de dominio visigodo, el debilitamiento de las estructuras públicas depoder, la inseguridad provocada en el mundo rural por asaltos de grupos arma-dos y la recesión económica y poblacional conllevaron la fortificación de algunoslugares y el declive y desaparición de otros. No obstante, núcleos como Aladrén,Aguilón, Cariñena o Longares, cuyos nombres parecen denotar un origen roma-no, lograron subsistir durante este periodo y el siguiente, continuando su devenirhistórico durante la etapa musulmana y cristiana medieval.

El éxito de la conquista musulmana y el cambio político que produjo hicieron po-sible que las formas de vida y cultura musulmanas estuvieran presentes entre loshabitantes del valle del Ebro durante casi un milenio, desde el año 714 en que fue-ron ocupadas estas tierras hasta el abandono definitivo en 1610 de los colectivosmoriscos, que supuso la despoblación total de lugares como Alfamén, Mezalochay Muel.

La decadencia del estado visigodo, en una situación de guerra civil y anarquía, ex-plica la rapidez en la conquista y dominio de la Península en apenas diez años.La ocupación de Zaragoza y su territorio en la primavera del 714 se atribuye al go-bernador del Magreb, Musa ibn Nusayr, que debió de lograr una rendición pacta-da pues la capital del Ebro conservó sus murallas y templos cristianos. Muy pron-to, el valle del Ebro se convirtió en la frontera extrema del Islam peninsular y secreó la Marca Superior de al-Andalus, una amplia franja fronteriza que se exten-día desde el Mediterráneo hasta las actuales tierras riojanas y navarras y se dividíaadministrativamente en cinco provincias, siendo la más extensa, poblada e im-portante la de Zaragoza.

El geógrafo almeriense del siglo XI al-‘Udri narra en su obra que la provincia deZaragoza se dividía en varios distritos administrativos. La actual comarca de Cari-

Comarca de Campo de Cariñena70

Tosos. Ruinas del castillo del Alcañicejo (en origen castillomusulmán del poblado de Alcanit de la Huerva).

ñena quedaba incluida en el llamado distrito de Qutanda, que se iniciaba dondenace el Huerva, y en el distrito de Baltas, que comprendía el valle de este río desdeMuel hasta Zaragoza. La dependencia política teórica de estas tierras correspondióen un primer momento al califa de Damasco a través de sus gobernadores del Ma-greb y de Córdoba y en un segundo momento, desde el año 756, a los emires yluego califas independientes de Córdoba. Sin embargo, el alejamiento de Córdo-ba, la situación de frontera y la existencia de poderes locales bien asentados pro-piciaron una vida política agitada, desobediente e incluso rebelde al poder central.Finalmente, tras la disgregación del Califato en 1031, la independencia política sematerializa en la creación del reino o taifa de Zaragoza, uno de los más florecientesde la península con la dinastía tuyibí y, sobre todo, con la hudí que, con ayudamilitar del Cid y la firma de pactos de no agresión mediante tributación –pago deparias–, logró mantener la soberanía frente a las aspiraciones de otros reinos cris-tianos y musulmanes circunvecinos hasta que, en 1110, los almorávides o monjes-guerreros llegados del norte de África incorporaron el reino de Zaragoza a su im-perio.

Los siglos de dominio islámico conllevaron una reorganización del espacio y dela población. Al amparo de castillos y guarniciones militares establecidas en un pri-mer momento, surgieron ciudades de nueva planta –Calatayud y Daroca– y po-blaciones más modestas como Muel –que deriva del nombre árabe de su castillo,Muwala–, utilizada a comienzos del siglo X por las expediciones cordobesas quesometieron Zaragoza a la autoridad califal (937), según relata Ibn Hayyan.

La ribera del Huerva concentró la mayor parte de la población y se originaron nú-cleos rurales como Mezalocha en lo que habían sido villas romanas. Otras locali-dades como Alfamén –cuyo topónimo árabe significa ‘el baño caliente’– surgieronen la ruta de Córdoba a Zaragoza, bien descrita por el geógrafo al-‘Udri. Así pues,el territorio y la población que conforman hoy la comarca de Campo de Cariñe-na se organizaron durante la etapa musulmana en torno al valle del Huerva, a lasvías de comunicación que en-lazaban la Marca Superior conla capital andalusí, al amparode enclaves militares y de al-querías y almunias que, en al-gunos casos, aprovecharon elabandonado sistema de fortifi-caciones ibero y romano yotros asentamientos humanospreislámicos.

La llegada de árabes del sur(yemeníes), de bereberes y deárabes del norte (sirios) fuemuy escasa y no supuso unaporte poblacional cuantitati-

De la Historia 71

Torres cristianas que evocan tiempos de alminares ymezquitas (Longares).

vamente importante. Sin embargo, el proceso de islamización y arabización de lapoblación autóctona fue intenso, como en el resto del territorio peninsular, y per-vivió durante siglos a través de los mudéjares y moriscos que optaron por seguirsu religión, sus modos de organización y su cultura bajo poder cristiano, desde elsiglo XII hasta el edicto de expulsión de 1610.

El crecimiento demográfico y económico de la capital, Saraqusta, supuso un re-vulsivo para el desarrollo de la producción agraria en el espacio rural circundan-te. Las estructuras hidráulicas heredadas de época romana, como la presas de Muelo de Longares, se reutilizaron y se integraron en una red de canales y acequias másamplia que, aprovechando las aguas del Huerva y de diversos arroyos, permitióponer en marcha regadíos en un sistema de agricultura intensiva donde los cere-ales, la hortofruticultura y la vid tuvieron un papel destacado. A pesar de que Za-ragoza centró la actividad comercial y artesanal, la industria alfarera de Muel pa-rece que despuntó ya en época taifal y continuó activa tras la conquista cristiana.

El poder cristiano: conquista, fueros y repoblación

La ocupación cristiana del valle del Ebro, protagonizada por el rey Alfonso I de Ara-gón y sus ejércitos, significó la mutación radical de las estructuras políticas, reli-giosas, demográficas y económicas que durante cuatro siglos habían regido esteterritorio y sus gentes. Aunque no existen datos precisos de la capitulación de loslugares que integran la actual comarca de Campo de Cariñena, la conquista de Za-ragoza el 18 de diciembre de 1118 supuso, como sucedió en Huesca o Barbastro,la rendición de las poblaciones circunvecinas. Sin el control efectivo de este territoriono se hubieran podido incorporar en 1120 los valles del Jalón y del Jiloca.

Aunque buena parte de la población musulmana permaneció en los lugares quehabitaba, bien como mudéjares, es decir, conservando su religión y sus estructu-ras organizativas, bien como conversos a la fe de los nuevos dominadores, algu-nos núcleos se vieron afectados por la marcha de una parte o de la totalidad desus habitantes con el consiguiente abandono de casas y campos. Además, fuera delos valles fluviales, la escasez de enclaves habitados era manifiesta. Por ello, trasla conquista, el gran esfuerzo consistió en poblar nuevas zonas, repoblar los vie-jos asentamientos y poner en explotación los recursos del territorio. Con este ob-jetivo el rey actuó directamente o a través de sus colaboradores y delegados, me-diante la concesión de cartas de población, fueros y privilegios y la firma decontratos agrarios colectivos.

El afán colonizador destaca en el documento que Alfonso I el Batallador extendióen septiembre de 1124 a favor de Pere Ramón, a quien concedía como propieda-des libres todas cuantas tierras pudiese poblar y cultivar en Carengena, Cariñena.Los resultados de la puesta en marcha fueron rápidos en la zona pues en torno a1128 el propio rey, al constituir la milicia de Monreal del Campo decide susten-

Comarca de Campo de Cariñena72

tarla, entre otras, con rentas reales procedentes del llamado puerto de Cariñena.Pese a todos estos esfuerzos, la muerte del Batallador en 1134 supuso una crisissucesoria cuyas consecuencias inmediatas fueron el retroceso de la frontera fren-te al Islam y la ocupación castellana del reino de Zaragoza.

La crisis se solventó con el nacimiento de Petronila, hija de Ramiro II el Monje, yel acuerdo matrimonial de la niña con el conde de Barcelona Ramón BerenguerIV. Actuando como príncipe consorte y gobernador de Aragón, el conde priorizólas tareas de consolidación de la frontera y de repoblación de las tierras incorpo-radas por Alfonso I. En octubre de 1138 dio pautas para la colonización efectivadel término de Zaragoza: fomentó el asentamiento de gentes de armas con repartosde tierras y solares en un área periurbana que se extendía por el sur hasta el puer-to de Paniza. Todas las tierras de este inmenso espacio se repartieron entre los ve-cinos de Zaragoza que no tenían casa en la ciudad a razón de dos yugadas paracada caballero y una para cada peón. Los pobladores debían asumir sus obliga-ciones fiscales en Zaragoza y pasaron a habitar y revitalizar las abundantes almu-nias existentes en el término señalado.

Un nuevo esfuerzo repoblador en la zona se emprende en 1142 con la confirma-ción del fuero de Daroca, un instrumento jurídico especialmente diseñado para po-blar territorios fronterizos con los musulmanes mediante la concesión de privile-gios a quienes se instalaran en un amplio término cuyo límite septentrional llegabahasta Villanueva de Huerva, Longares, Cosuenda y Alfamén. El fuero dota a la villade capacidad para administrarse a sí misma y a su término a través de asambleas

De la Historia 73

Vistabella, localidad surgida con la repoblación a fuero de Daroca del siglo XII.

vecinales constituidas en con-cejos (ayuntamientos) que eli-gen anualmente a sus princi-pales cargos y poseen supropio ejército. El disfrute deprivilegios militares, fiscales yeconómicos caracterizó la vidade las aldeas incluidas en el tér-mino darocense y de las crea-das durante el proceso repo-blador, como Vistabella oVillanueva, bautizadas con untopónimo psicológicamenteatractivo para las gentes llega-das al sur del Ebro en busca denuevas oportunidades de vida.

Las normas establecidas en el fuero permitieron, además, que los pobladores, a lavez que guerreaban con los musulmanes, se ocupasen también de desempeñar ac-tividades agrícolas, ganaderas, artesanales y comerciales. Actividades todas ellas queel texto foral trata de potenciar mediante la defensa de la paz social y el recono-cimiento de ventajas jurídicas, fiscales y económicas.

Cariñena, Cosuenda, Aladrén, Paniza, Vistabella y algunos otros núcleos hoy des-poblados pasaron en distintas fechas a formar parte de la Comunidad de Aldeasde Daroca, entidad jurídica creada en 1248 e integrada por más de un centenar depoblaciones que lograron cierta independencia respecto a Daroca. Dotada de ór-ganos propios de autogobierno y de cierta capacidad fiscal y legislativa, la Co-munidad pervivió administrativamente hasta 1837 organizada en pequeños distri-tos o sesmas. Las sesmas de Langa y Trasierra eran las que se extendían por unaparte del solar de la actual comarca de Campo de Cariñena.

Tierras de señorío, tierras de realengo

En el proceso de reconquista y repoblación del territorio, los reyes cristianos ara-goneses contaron con activos colaboradores –la nobleza laica y eclesiástica, los mo-nasterios y las órdenes militares fundamentalmente–, cuyo esfuerzo fue compen-sado con la entrega en propiedad o con el disfrute de determinadas rentas quepermitían a los beneficiarios administrar, defender o explotar recursos, hombres yterritorios en los espacios incorporados a la Corona. De este modo, frente a las lo-calidades y gentes de realengo, que dependían directamente de la administraciónreal, se configuraron los señoríos, donde nobles, abades, obispos, comendadoreso los propios concejos urbanos tenían reconocidos amplios derechos y poderes ju-risdiccionales sobre la tierra, sus frutos y las gentes que allí habitaban.

Comarca de Campo de Cariñena74

Aladrén formó parte de la Comunidad de Aldeas deDaroca.

Dependiendo de quién fuerasu titular, se crearon señoríoslaicos o seculares, eclesiásticosy de órdenes militares. Algunasde las aldeas incluidas en lasáreas forales de Zaragoza y deDaroca fueron tempranamentecedidas, compradas o donadasa señores laicos y eclesiásticosque se encargaron de repo-blarlas y poner en explotaciónsus tierras. Mediante la conce-sión de fueros, privilegios ycartas de población se concre-taron las relaciones de depen-dencia del territorio con suseñor natural, el rey, o con los señores a los que el monarca cedía temporal, vi-talicia o permanentemente la posesión de un lugar.

Aguarón perteneció al señorío eclesiástico de la abadía cisterciense de Trasobaresdesde que Alfonso II firmó en 1188 una carta de donación a favor de este convento.Encinacorba estuvo vinculada a la orden militar del Temple tras ser donada en 1176por el obispo de Zaragoza para que este lugar desierto y yermo fuese poblado ypuesto en explotación a fuero de Zaragoza; más tarde, cuando en 1312 fue disueltoel Temple, los caballeros hospitalarios detentaron la mayor parte de los derechoseconómicos y jurisdiccionales de la localidad, aunque el justicia y los jurados deDaroca se reservaron algunas potestades sobre los vecinos de Encinacorba y deAguarón, enclavados ambos núcleos señoriales en el territorio de la Comunidad deAldeas de Daroca.

Villanueva de Huerva fue temporalmente de la familia Sesé para pasar a la ordende Santiago a fines del siglo XIII. El lugar era regido por jurados y prohombres queobedecían al administrador del comendador de Montalbán. Las rentas pagadas ala encomienda comprendían derechos señoriales sobre casas, hornos, campos,viñas, huertos y aprovechamientos forestales y ganaderos.

La fortaleza de Longares y su término se incluyeron en la política repobladora deRamón Berenguer IV que convertía en propietarios francos e ingenuos –es decir,sin ninguna dependencia jurídica o económica de señores feudales– a quienes abrie-sen casa, trabajasen campos abandonados, roturasen yermos y habitasen el lugardurante un determinado tiempo. Sin embargo, los vecinos de Longares dependie-ron hasta fines del siglo XII del obispo de Zaragoza, fecha en la que la propiedady derechos sobre este lugar fueron cedidos al Puente Mayor de Zaragoza y, porende, al concejo de Zaragoza. Como propietarios del lugar, los administradores delPuente Mayor detentan el derecho a percibir anualmente de cada familia un canonsobre los bienes muebles y otro sobre los inmuebles, tienen el monopolio del

De la Historia 75

Encinacorba. Restos del castillo hospitalario junto a laiglesia parroquial.

horno, conservan diversas propieda-des inmuebles y reciben los derechosde hueste, cabalgada y monedaje asícomo las multas o calonias prove-nientes del ejercicio de la justicia civily criminal. A cambio del respeto delos derechos señoriales, consignadosen una carta de población, los longa-rinos se convirtieron en propietariosde las tierras que trabajaban y lascasas que habitaban, teniendo ademásacceso al uso y disfrute de los montesdel término.

Mezalocha, Muel y Alfamén tambiénformaron parte de señoríos laicos cuyos titulares –Sancho de Huerta, Juan de Cos-cón o las familias de los Cornel y los Luna– ejercieron el poder sobre un vecin-dario musulmán en su práctica totalidad. La administración y jurisdicción sobre estascomunidades mudéjares, sin embargo, siempre estuvo limitada por la autoridad realque, además, se reservaba la percepción de algunas rentas. Tosos es otro de loslugares cuya administración fue cedida por la monarquía al señorío secular, for-mando parte de un marquesado.

Aguilón, Cosuenda, Cariñena o Vistabella fueron tierras de realengo vinculadas siem-pre a Daroca y a su Comunidad de Aldeas. Sus habitantes se rigieron por el fuerode Daroca y, una vez reconocida jurídicamente la Comunidad de Aldeas, por lasnormativas que ordenaban la vida aldeana en lo institucional, económico, fiscal ymilitar.

Otras localidades estuvieron en dis-tintos momentos de su historia vincu-ladas al realengo y al señorío. Es elcaso de Alfamén, administrada du-rante el siglo XIII por funcionarios re-ales, antes de ser incluida en el seño-río de Pedro Cornel y, más tarde, yaen el siglo XV, en el del noble Juan deLuna. La administración de Paniza,Aladrén y los actuales despoblados deAlcañicejo y Luco son un ejemploclaro de los enfrentamientos políticosy armados entablados entre la mo-

De la Historia 77

Página izquierda: Longares. Puerta Somera (siglo XVI), una de las dos puertas originales conservadas delantiguo recinto amurallado.

Muel. Restos del castillo bajomedieval, propiedadde los marqueses de Camarasa a partir del sigloXVII.

Tosos. Castillo de la Casaza, en el despoblado deAlcañiz de la Huerva

narquía y la nobleza en el periodo de las Uniones aragonesas. Tras el triunfo dePedro IV en 1348, muchos nobles levantiscos se vieron privados de sus propiedades,que el rey retuvo para sí o utilizó para premiar la fidelidad de sus colaboradoresen el conflicto. Los cuatro lugares señalados, en manos de Jimeno de Urrea y sufamilia durante varias generaciones, fueron vendidos en 1348 a la Comunidad deAldeas de Daroca, a la que se incorporaron de manera efectiva cuando el rey huborecuperado los derechos sobre estas tierras cedidos temporalmente a sus más di-rectos colaboradores.

Una población heterogénea

Los nuevos pobladores llegaron de dentro y fuera de Aragón y de ambas vertien-tes del Pirineo: junto a los aragoneses del norte del Ebro, estas tierras acogierona navarros, gascones, francos, vascos y catalanes, entre otros. Sus maneras de pen-sar y de entender la vida así como su aporte profesional y demográfico fueron fun-damentales para la configuración de las nuevas sociedades surgidas en las tierrasarrebatadas al Islam.

La tendencia a la igualdad jurídica de todos los grupos sociales, incluidos morosy judíos, las facilidades para el acceso a la propiedad privada con la cesión de tie-

rras y solares y la posibilidad de nuevas rotu-raciones, la protección de la familia, la defensadel territorio o el goce de privilegios militares,fiscales o económicos son rasgos que caracteri-zaron la vida en los lugares repoblados tanto afuero de Daroca como a fuero de Zaragozahasta que se produjo el despegue urbano, eco-nómico y demográfico de los siglos bajomedie-vales.

En algunos enclaves, la repoblación configuróvecindarios de población mayoritariamentemusulmana. Así sucedió en Muel, Alfamén yMezalocha donde, como en los sitios en los quelas familias mudéjares eran minoritarias, forma-ron comunidades o aljamas que se administra-ban a sí mismas mediante procuradores, alfa-quíes o sabios en derecho, alamines yescribanos, solventando los asuntos cotidianoscon los dictados de la sunna y el derecho con-suetudinario. Vivieran en realengo o en señorío,todos los moros eran propiedad del rey y apor-taban jugosas rentas a la Corona a través delpago de diversos impuestos y subsidios.

Comarca de Campo de Cariñena78

Encinacorba. Del recinto amuralladoque la defendía solo queda en pie lapuerta de Santa Cruz.

Los censos bajomedievales, aunque no ha-blan de individuos sino de unidades fis-cales, reflejan la recesión demográfica quese vivió en los siglos XIV y XV y apuntanque Cariñena era la población más im-portante desde el punto de vista pobla-cional, seguida de Longares, Paniza, Muely Encinacorba. El padrón de 1495 consig-na un total de 1137 fuegos fiscales, esto es,en torno a unos 5.000 habitantes en el te-rritorio de la actual comarca de Cariñena;destaca el porcentaje de mujeres que tri-butan como cabezas de familia (hasta un14% en Cariñena) y la existencia entre losantropónimos de un significativo númerode apellidos que perviven en la actualidad:los Cebrián de Aladrén y Paniza, los Mai-nar de Vistabella, los Pons o Mateo deAguilón, los Tejero, Melguizo, Amigo, Cres-po o Briz de Cariñena, los Mozota de Lon-gares, los Felipe y Gonzalvo de Tosos, losLagunas o Simón de Villanueva, etc.

Las actividades económicas

A lo largo del periodo medieval, la cultura cristiana va a lograr que el cereal y elvino adquieran absoluta primacía en el campo de la alimentación. De ahí el esfuerzode todos y cada uno de los protagonistas sociales por cultivar la vid y cereales pa-

De la Historia 79

Muel. Su pasado musulmán aún se percibeen calles y pasadizos.

1375 1488 1495Aguarón 86 fuegos 67 fuegos 60 fuegosAguilón 56 fuegos 84 fuegosAladrén 11 fuegos 3 fuegosAlfamén 37 fuegos 38 fuegosCariñena 357 fuegos 347 fuegosCosuenda 56 fuegos 41 fuegosEncinacorba 56 fuegos 84 fuegosLongares 128 fuegos 117 fuegosMezalocha 20 fuegos 35 fuegosMuel 70 fuegos 99 fuegosPaniza 93 fuegos 102 fuegosTosos 39 fuegos 38 fuegosVillanueva 30 fuegos 62 fuegos 84 fuegosVistabella 8 fuegos 5 fuegos

nificables allí donde fuera menester y por ajustar la producción a la creciente de-manda de los recintos eclesiásticos, las cada vez más pobladas ciudades y los nue-vos asentamientos poblacionales que crearon una tupida red de núcleos y luga-res. Este proceso se intensificó a partir del siglo XII, al ritmo de los avancesreconquistadores y repobladores, y promovió los empeños roturadores de monarcas,monasterios, señores feudales, municipios y particulares. Hasta que el peligro mu-sulmán no se alejó y se produjo la consolidación de líneas fronterizas del sur deAragón, las dificultades del transporte propiciaron la extensión del viñedo y del ce-real como única solución para satisfacer el consumo interior del reino.

Las roturaciones y puesta en cultivo de parcelas se realizaron bajo dos fórmulasjurídicas que permitieron a los nuevos pobladores el acceso a la propiedad de latierra. La fórmula más habitual en los lugares de señorío fue la complantatio: enun plazo determinado –entre 4 y 7 años– el señor daba licencia para roturar tie-rras y plantarlas de vides o cereal; al cabo del tiempo estipulado, la parcela se di-vidía, quedándose el campesino la mitad o dos tercios de la misma y el titular delseñorío la mitad o tercio restante. En el caso de nuevas viñas también se empleóla presura: se trataba del derecho de propiedad adquirido por el campesino querotura un campo sin dueño declarado, planta una viña y la cultiva sin que nadiele reclame nada «hasta que tenga tres hojas, lo que sucede con el trabajo de tresaños», según señala el fuero aprobado en las Cortes de 1247.

En algunos núcleos como Paniza, el monocultivo de la vid se impuso temprana-mente. En Longares, el término se dividió entre los pobladores en lotes de 20 ca-

Comarca de Campo de Cariñena80

El Santo (Tosos). Ruinas del monasterio cisterciense situado en el despoblado de Alcañicejo.

hizadas para plantar trigo, ordio, avena y centeno. En otros lugares se mantuvo unaproducción diversificada que aprovechaba al máximo las características de los sue-los. Así, en Aguarón, las partidas de la Acequia del Molino, El Espino o La Fuen-te concentraban huertos, frutales y algunos olivares, el azafrán se hacía un huecoen la loma de Rincasiega, los campos de cereal, olivos y nogueras formaban el pai-saje de las partidas de Los Regadíos, Las Cañadas o Las Barranquillas y las viñasse concentraron en las partidas de La Plana, Las Salegas, Los Pozuelos y La Matay en el entorno de los principales caminos y las vías vecinales.

La ganadería y los aprovechamientos forestales fueron también recursos básicos que,en no pocas ocasiones, enfrentaron a localidades limítrofes. La actividad ganaderatenía como principal destino el abasto de las carnicerías locales y zaragozanas asícomo el suministro de materias primas para diversas actividades artesanales. A finesdel siglo XV, por ejemplo, se destinaban anualmente a la cofradía de zapateros deZaragoza 400 docenas de cordobanes adobados provenientes de las corambres (pie-les y cueros) carniceras de Paniza, Cariñena y Longares, entre otros lugares.

Alfamén tenía extensas dehesas de pastos y Longares gozaba, al ser dependientede Zaragoza, de los mismos privilegios de pasto que esta ciudad a lo largo y anchode todo el territorio aragonés. El uso indebido en el aprovechamiento de pastospor ganados circunvecinos promovió enfrentamientos, delimitaciones de términosy reclamaciones ante el monarca. Fue el caso de la elevada en 1291 por el con-cejo de Alfamén, solicitando de Jaime II que invistiera de poder al alcaide para hacerrespetar los derechos ganaderos locales frente a los hombres de Muel, Longares,Aguarón y Cosuenda que constantemente llevaban sus ovejas a pernoctar a los am-plios pastos adjudicados a Alfamén por privilegio foral.

Pleitos similares originaban los aprovechamientos forestales, una fuente de recur-sos complementaria que aportaba madera, leña, caza, pesca y frutos silvestres. Deello tenemos constancia en lospactos firmados entre Cariñenay Longares a comienzos delsiglo XV con la intención de re-gular la explotación de losmontes comunes: se regulanlos tiempos y modos del cortede carrascas y rebollones, seprohíben estas actuaciones endeterminadas dehesas, asícomo el uso de perros y redespara cazar en determinados pe-riodos del año.

Las actividades artesanales y co-merciales fueron muy básicassalvo en Cariñena, donde la ma-

De la Historia 81

Villanueva de Huerva. Molino harinero y lavadero.

yor población, la existencia de un mercado semanal y su posición intermedia en-tre dos polos económicamente activos, Zaragoza y Daroca, posibilitaron un mayordesarrollo de estos sectores. Los padrones fiscales confirman la existencia en cadalocalidad de los oficios más imprescindibles: molinero, sastre, herrero, zapatero y te-jedor. Paniza, Aguilón, Longares y Cariñena contaban con barbero, que hacía las ve-ces de cirujano y médico. Aguarón y Longares tenían notario y en Cariñena sabe-mos que, al menos, había cinco personas ejerciendo este oficio a fines del siglo XV.

Tanto particulares como municipios vivían en el marco de una economía precariaque obligaba a un continuo endeudamiento a través de la solicitud de préstamosy comandas y, en el caso de los concejos, mediante la emisión de deuda pública,los censales. Los testamentos y los contratos matrimoniales son los mejores testi-monios escritos para acercarnos a unas vidas llenas de dificultades, de logros y es-peranzas, unas vidas marcadas por el trabajo, las carencias materiales, los víncu-los familiares y vecinales y una profunda religiosidad de la que hoy, todavía,perviven abundantes manifestaciones.

Comarca de Campo de Cariñena82

Lápida hallada en el recinto fortificado que perteneció a la orden del Hospital.