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Las Tentaciones, Zurbarán (detalle) ¿y No se Lraduce el sonido de las sílabas, pero se traduce su vibración en el alma, que es lo que importa. Lo demás, fácilmente lo adivinará quienquiera que tenga sentido poético. Menéndez Pelayo studio

Los traductores transparentes. Historia de la traducción en Francia

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Las Tentaciones, Zurbarán (detalle)

¿y

No se Lraduce el sonido de las sílabas,pero se traduce su vibración en el alma,

que es lo que importa. Lo demás,fácilmente lo adivinará quienquiera que

tenga sentido poético.Menéndez Pelayo

studio

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CHRISTIAN BALLIU

LOS TRADUCTORES TRANSPARENTESHISTORIA DE LA TRADUCCIÓN EN FRANCIA

DURANTE EL PERÍODO CLÁSICOCHRISTIAN BALLIU

Institut Supérieur de Traducteurs et Interprètes de Bruselas

Chacun de nous a près de soi, sur sa table ou son bureau, un jeu d'invisibles, d'intellectuelles balances aux

plateaux d'argent, au fléau d'or, à l'arbre de platine, à l'aiguille de diamant, capables de marquer des écarts de

fractions de milligrammes, capables de peser les impondérables .'...

L'essentiel est la Balance où nous pesons ces mots, car tout le travail de la Traduction est une pesée de mots.

Valéry Larbaud: Sous l'invocation de saint Jérôme, 1946

I. INTRODUCCIÓN

Et pour peu qu'on manque de délicatesse, a lieu de di-vertir on ennuie.

Perrot d'Ablancourt: Luciano, 1654

El traductor, como cualquier otro protagonista dela vida social, pertenece a una época y a un entornosociológico y cultural del que no sólo forma parte,sino con el que se compromete por su labor creado-ra. La traducción, se considere como arte o comociencia, es el testigo privilegiado de un mundo conel que se comunica, a través de la elección de lalengua-fuente, del tema y, finalmente, del original.Esta innegable verdad se constata en la literaturamás que en otros campos de la vida humana, al serel divertimiento y el ocio los compañeros obligadosdel hombre en su búsqueda cotidiana de la felicidad.

La Francia del siglo XVII es una sociedad encontinua evolución, cuya característica transcen-dente es el afán insaciable de romper con un pasa-do todavía cercano. Sin embargo, como veremosmás adelante, el legado del siglo XVI seguiráimponiéndose como cimiento de la producciónliteraria y científica ulterior y la sombra transparentede los autores y traductores pasados se mantendráen la producción futura como un telón de fondo deimposible elusion.

La Francia del clasicismo será, por motivoshistóricos y sociológicos que analizaremos másadelante, la época en la que la traducción de lostextos clásicos llegará a su apogeo. Las traduccio-nes francesas de los grandes textos clásicos,manifiestas sobre todo a partir del Renacimiento,acabarán con el oscurantismo característico de laEdad Media, cuando el acceso a los originalesantiguos no era posible por razones lingüísticas y,en última instancia, ideológicas.

El ingente interés del siglo XVII por el legado dela Antigüedad será la consecuencia de una políticaliteraria enérgica; por otra parte, la traducción,considerada entonces como un género literario,influirá a su vez en la literatura y en las concepcio-nes estéticas, al tener un indiscutible protagonismoen la querella de Antiguos y Modernos.

II. DE LA EDAD MEDIA AL RENACIMIENTO

El amanecer del Renacimiento no fue repentino yel siglo XV aparece en muchos aspectos como untiempo de transición. Incluso en el siglo XVI, elpensamiento y sensibilidad de la Edad Media no handesaparecido por completo: basta con leer a Ra-belais o Clément Marot para convencerse de ello.Los libros de Rabelais fueron condenados tanto porlos teólogos católicos de la Sorbona como porCalvino, el chantre de la Reforma. Sus libros degriego fueron incautados por considerarse esteidioma como «lengua satánica». Pese a estos pesa-res, Rabelais enriqueció la lengua francesa conmuchas palabras creadas a partir del griego y dellatín, demostrando así la pobreza del léxico francésen los campos de la filosofía y las ciencias.1

En Francia, desde la subida al trono en 1515 deFrancisco I, fueron surgiendo ideas y aspiracionesnuevas tendentes a contrarrestar el ascetismo y lamística austera de los siglos pasados. Estas ideasse arraigan en los nuevos horizontes proporciona-dos al hombre por los fantásticos descubrimientosde la época. La invención de la imprenta, los viajes

1 Véase Manuel de Diéguez: Rabelais, Ecrivains de tou-jours, Seuil.

îeronvmus

El mundo de la Traducción

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Los traductores transparentes

de Colón y Magallanes y la ciencia postridentina,tributaria de las aportaciones de Galileo y Copérni-co, iban a tener repercusiones importantes en lamentalidad de los contemporáneos, al sumarse ladifusión cultural al progreso científico.

Por otra parte, gracias al contacto con Italia,donde el Renacimiento viene floreciendo desde haceun siglo, Francia va a apoderarse de la culturaantigua. En Italia, que siempre permaneció atenta alas fuentes latinas, se habían exilado no pocoseruditos griegos con manuscritos antiguos, huyendodel yugo otomano a raíz de la caída de Constanti-nopla en 1453. Desde 1494, los contactos entreambos países se habían multiplicado con motivo delas guerras de Italia.

De manera indirecta, la caída del imperio bizanti-no permitió el éxodo de conocimientos ocultados operdidos en Francia, donde la labor de las Universi-dades se había estancado en la enseñanza de lafilosofía escolástica, la lógica formal y la retórica.Con excepción de algunos eruditos, casi nadieconocía el griego en la Edad Media, de forma que lavuelta a los textos originales, incluso en el caso dellatín, era rarísima. La formación, reservada parauna elite e impartida en francés o en un latín deescuela muy ajeno al latín clásico, consistía enanalizar comentarios de textos, sin acceso al pen-samiento original ni posible contradicción de unateoría heredada por autoridad.

En ese contexto cultural, no cabe duda de que latraducción de la cultura antigua casi no podía existir:por escasez de fuentes de primera mano y porcarencia lingüística. Sin embargo, la actividad dealgunos reyes descorrerá el cerrojo, pero, pese asus esfuerzos, la obtención de originales griegosseguirá siendo un obstáculo, como lo fue en el casode la escuela de Toledo hasta el siglo XIII.2 Tambiénla ignorancia generalizada del idioma griego, salvopor algunos eruditos como Sébillet, trabará las tra-ducciones directas, favoreciendo el auge de versio-nes indirectas, características de los albores delRenacimiento.

Gracias a la generosa actividad de algunos reyesde Francia, como Juan II el Bueno (1319-1364) yCarlos V el Sabio (1337-1380), a partir del siglo XIVla lengua francesa había logrado situarse al lado dellatín sin poder ni querer sustituirle. Esta promocióndel idioma nacional tenía por forzosa necesidad queinspirarse en obras científicas y literarias de otrasculturas con un fondo lingüístico más asentado,como son la griega y la latina. El recurso a latraducción era, por consiguiente, un paso obligado,

por no decir natural, con el fin de proporcionar a lacultura francesa los medios discursivos imprescin-dibles para su desarrollo y que permitirían, almismo tiempo, enriquecerla con la introducción deobras hasta la fecha desconocidas en Francia por lamayoría de la gente, ajena a la lengua de Cicerón.

Sin embargo, este éxito muy parcial de la traduc-ción era el fruto de una labor inmensa dedicadaantes que nada a contrarrestar la influencia omnipo-tente del clero, que, apoyando su control casiabsoluto de la cultura y su propagación en lengualatina en la posesión exclusiva de las bibliotecas,venía reservando desde la Edad Media el saber auna minoría de eruditos. El latín era entonces elidioma predilecto de la ciencia, las universidades ylos documentos oficiales del Estado. Carlos V elSabio, quien «aimait la compagnie des clercs del'Université»3 poseía la Biblioteca del Louvre, creadaen 1367. Con el fin de difundir la cultura y fortalecerel poder monárquico, el rey impulsó la eclosión y elflorecimiento de una verdadera cantera de traducto-res, siguiendo modelos tan prestigiosos comofueron las escuelas de Bagdad y Toledo. El reyconfirió de este modo una legitimidad inédita alidioma francés y su gran acierto fue integrar a losmismos clérigos en el proceso entablado. Mencio-nemos como ejemplo que uno de los traductoresfavoritos de Carlos V era Nicole Oresme (hacia1320-1382), obispo de Lisieux, autor, a petición delrey, de traducciones y comentarios de Aristóteles.Con Oresme, el francés llega a adquirir el status delengua culta al ir acogiendo paulatinamente en suregazo los campos filosófico y científico. Se haacabado definitivamente una época y la voluntadreal aparece como un progreso decisivo. Dice elpropio Oresme: «c'estait bien de translater lessciences de grec en latin» y «sont pluseurs gens delangue françoise qui sont de grant entendement etde excellent enging et qui n'entendent pas souffi-sanment latin, et pour ce les vaillans roys de Franceont fait aucuns livres translater en françois»4

La actividad del traductor llega a ser casi política,lo que hace de esta labor un verdadero oficio, de talforma que en muchas ocasiones el traductor oculta-rá al autor y llegará hasta adueñarse del contenidode las auctoritates. Son los tiempos de los prefaciosargumentativos, los llamados prohesmes, de la tra-ducción-comentario y corrección del autor. Así escomo Mathieu le Vilain, en el siglo XIII ya, anotó lasiguiente advertencia: «Or semble, sire comte, que

2 Theodore Savory: The Art of Translation, Londres, Cape,1968, p. 38.

Georges Bordonove: Les rois qui ont fait la France,Charles Vie Sage, Paris, Marabout, 1990, p. 221.

1 Cit. por Jacques Monfrin: «Humanisme et traduction auMoyen-Age», en Actes du Colloque de l'Université de Stras-bourg, Paris, Klincksieck.1964, pp. 229-232.

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El mundo de la Traducción

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ceste parole soit contraire à ce qu'il avoit dit devant...Mais ce n'est pas contrariété».5 El traductor inclusose representa en la obra bajo forma de miniatura,dedicando su labor al soberano.

A principios del siglo XVI, la puesta a punto de lasherramientas lingüísticas, tanto para las lenguasclásicas como para el francés, así como la afluenciade originales griegos y latinos vinieron a formar elcaldo de cultivo necesario para el desarrollo de latraducción de los clásicos. La inmensa labor defilólogos como Lefévre d'Etaples, traductor de laBiblia, y Budé desembocará en la publicación de lasgrandes obras griegas y latinas, en textos muypróximos a los originales.

III. LA HERENCIA DEL RENACIMIENTO

En casi todos los países de Europa, incluso-def-Este, el Renacimiento iba a caracterizarse por unadifusión acrecentada del saber por medio de latraducción, cuyo aliado sería la invención de laimprenta por Gutenberg alrededor de 1440. EnFrancia, a pesar de la ingente actividad desplegadapor Luis XII durante su reinado (1498-1515), elnúmero de traducciones sigue siendo muy reducidoy será menester esperar hasta mediados del sigloXVI para que la cantidad de libros publicados enfrancés se pueda equiparar con la abundancia delibros editados en latín.

En el plano estilístico, todo quedaba por hacer,permaneciendo el idioma francés en estado degestación. A finales del siglo XV y a principios delsiglo XVI, la prosa vulgar, es decir, la escrita enlengua francesa, no podía ni en cantidad ni encalidad competir con el latín de los letrados y el dela composición poética.6 Encontramos algunos testi-monios de la flaqueza del francés y sus dificultadespara expresar el riquísimo fondo semántico yestilístico de las lenguas-fuente. Así, podemos citara Claude de Seyssel (hacia 1450-1520), el gran tra-ductor de Luis XII, que vertió al francés la Anabasisde Jenofonte y la Guerra del Peloponeso de Tucídi-des. Se proponía de Seyssel latinizar el francés pormotivos estilísticos que aparecen en la elección delos textos originales y en su manera de trabajar. DeSeyssel no conocía el griego y solía traducir a partirde una versión latina intermedia hecha por uno de

CHRISTIAN BALLIU

sus contemporáneos. De esta manera, Jehan Las-cary, su asistente en materia de traducciones,tradujo al latín la Anabasis, como reconoce el propiode Seyssel en el siguiente fragmento:

Et avecques moy se trouva messire Jehan Lascary,

homme tresexcellent tant en lectres grecques que lati-

nes, vostre ambassadeur à présent à Venise, qui est

natif de la cité de Constantinople, de moult noble et an-

cienne lignée, uquel, en recherchant aucuns livres es-

criptz en langaige grégeois, cheut entre mains ¡celle

histoire... Si me déclara le contenu et la matière d'icelluy

livre, queje trouvay belle et plaisante à merveilles... Et

considérant qu'elle estoit bien digne d'être entendue et

cognue par Vostre Majesté... priai ledit Lascary qu'il

voulsist cette histoire me déclairer et exposer en latin,

afin que je la peusse de latin translater en françoys: le-

quel l'a tresvolontiers faict7

Se ubica así de Seyssel en la estela de los gran-des traductores franceses de la Edad Media, ya quetrabaja al servicio del rey y le dedica la obra traduci-da en el prefacio. Pero la latinización del francés amarchas forzadas se encontraba in articulo mortis.

Esta voluntad de latinizar a toda costa el idiomafrancés la combatió Etienne Dolet, otro de losgrandes traductores del Renacimiento. Dio así laseñal de partida a la controversia sobre la necesariaprimacía de la lengua fuente o de la lengua término.

Dolet (1509-1546) era de los que considerabanque las lenguas «non reduictes en encore art certain& repceu»,s entre ellas el francés, no podían serinfluenciadas por las lenguas clásicas, para asegu-rarles un desarrollo armonioso. Su deliberada aten-ción al destinatario y al idioma meta se manifiestasin reparos en el siguiente fragmento:

S'il advient doncques, que tu traduises quelcque Livrelatin en ycelles (mesmement en la Francoyse) il te faultgarder d'usurper mots trop approchants du latin, & peuusités par le passé9

El golpe decisivo lo asestó Francisco I en 1539 alpromulgar la Ordenanza de Villers-Cotterêts queimponía el uso del francés en las sentencias de lostribunales. Creó así una justicia por encima de losobstáculos lingüísticos y, por ende, asequible atodos. Nueve años antes, Francisco I, aconsejadopor Budé, había fundado el Collège des lecteurs

6 Cit. por Paul Chavy: «Les premiers translateurs français»,en The French Review, vol. XLVII (3), 1974, p. 560.

6 Robert Aulotte: «Jacques Amyot et la formation de la pro-se littéraire française», en Travaux de linguistique et delittérature, Univ. de Estrasburgo II, Centre de philologie et delittérature, 1980, p. 49.

7 Claude de Seyssel: Epître dédicatoire à la traduction del'Anabase, 1504-1505.

8 Etienne Dolet: «La meilleure manière de traduire d'unelangue en aultre», en L'Orateur français, Lyon, chés Doletmesme, 1540, quarte reigle

9lb.

îeronymus

u tens isEl mundo de la Traducción

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royaux, el actual Collège de France, para que laenseñanza del hebreo, latín y griego corriera acargo de profesores pagados por el rey, sin depen-der de la Sorbona. El mismo año 1539, RobertoEstienne,10 eminente lexicógrafo e impresor deFrancisco I y Enrique II, censurado por la Sorbona acausa de su adhesión al protestantismo, crea elverbo traduire para reemplazar el antiguo translater.Lo que muestra claramente el nuevo equilibrio en larelación de fuerzas entre la lengua fuente y lalengua término.

En 1549 Joaquín du Bellay publicó su Deffence etillustration de la langue françoyse, manifiesto delgrupo de la Pléyade, cuya defensa a ultranza de lalengua francesa reveló ser, en cierta medida, unfreno a la actividad de los traductores. Según DuBellay, la traducción de los poetas y oradoresclásicos podría en algunos casos obstaculizar lacreación en lengua vernácula e impediría que elfrancés se alzase al rango de lengua literaria. DuBellay se muestra más bien propenso a valerse delas lenguas clásicas para crear en francés. De estemodo lucha contra la concepción de traducción-imitación de Clément Marot, fustigado por su casiignorancia del latín y del griego, y sobre todo contralas malas traducciones, acusadas de pervertir unalengua todavía frágil y en trance de constitución. Heaquí cómo entierra a los malos traductores:

qui, pour acquérir le nom de savants, traduisent à créditles langues, dont jamais ils n'ont entendu les premierséléments, comme l'hébraïque ou la grecque..."

En realidad, Du Bellay no se oponía tanto a lalabor traductora como se pudiera creer a primeravista; vertió en 1552 el cuarto libro de la Eneida deVirgilio. Un análisis más detenido nos enseña que laclave del pensamiento de Du Bellay es menosestilística que ideológica. Radica en el binomiociencia/poesía, por el cual las ciencias serían unaliado del progreso al favorecer la difusión delconocimiento. Por el contrario, la traducción depoesía pondría trabas al florecimiento de una litera-tura original, amordazada por la afluencia de textosprocedentes del extranjero que inundarían la pro-ducción nacional. La piedra angular de la argumen-tación de Du Bellay es la convicción de que todoslos idiomas son iguales y que el francés está encondiciones de acoger a los grandes textos de laculturas clásicas. Lo demuestra, a ciencia cierta, elcapítulo sobre el origen de las lenguas:

10 El padre de la lexicografía francesa es también el autordel Thesaurus linguae latinae.

11 Joachim du Bellay: Deffence et illustration de la languefrançoyse, cap. VI.

Les langues ne sont nées d'elles-mêmes en façond'herbes, racines et arbres: les unes infirmes et débilesen leurs espèces, les autres saines et robustes, et plusaptes à porter le foin des conceptions humaines... Cela(ce me semble) est une grande raison pourquoi on nedoit ainsi louer une langue et blâmer l'autre...12

La postura de Du Bellay es de suma importanciapor prefigurar lo que será la literatura francesa delsiglo XVII y anunciar las opciones traductoras delclasicismo. Esta postura es doble: se trata deprivilegiar el esteticismo de la lengua término en lastraducciones y partir, con este fin, de los autoresclásicos. De esta manera, Du Bellay sustituye elconcepto de imitación de los Antiguos por el princi-pio de traducción-imitación de Marot. Sin embargo,su recelo hacia la literatura clásica no será compar-tido, ya que el siglo de Oro de la literatura francesabebe sobre todo en la fuente de los clásicos.

Reforma y traducción

El protestantismo estaba en el siglo XVI en plenoauge en muchos países de Europa, entre ellosFrancia. Las guerras de religión, que giraban entorno a las distintas interpretaciones de los textosbíblicos, eran, sobre todo, guerras de traducción yde traductores. Cada uno de los bandos en litigiointentaba sacar fuerza y legitimidad de una interpre-tación propia y argumentada de los textos sagrados.

El Humanismo y la Reforma parten de unapreocupación compartida: inspiración en los textos ysentido crítico. El principio de autoridad avanzadopor la Sorbona es combatido por el libre albedrío. Laseparación entre el rey y parte del pueblo debilitaráal país hasta que Enrique IV promulgue el Edicto deNantes en 1598.

Estas guerras de religión, incluso en el sentidollano de la palabra, se alimentaban gracias a laparticipación de los reyes, al ser alguno de ellosclaramente calvinista, como Enrique IV. Antes deque se promulgara el Edicto de Nantes, garantizan-do la libertad religiosa en el reino de Francia, dece-nas de miles de personas, entre las cuales secontaban muchos traductores, perecieron en lasllamas de las hogueras. El Concilio de Trento de1546-1548, que marca el inicio de la Contrarrefor-ma, y la famosa noche de San Bartolomé, en 1572,son dos de los mayores hitos en esta carrera por ladominación religiosa.

Como la mayoría del pueblo no entendía el latín,y menos aún el griego, los conflictos pasaban

"Ib., cap I.

12 íeronymus¿omplutcnsisEl mundo de la Traducción

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ineludiblemente por la pluma de los traductores,cuyo oficio era en aquella época de los más peligro-sos. En 1546, el mismo año en que empezaba elConcilio de Trento y moría Lutero, Dolet, cuyassimpatías por la Reforma no dejaban lugar a dudas,fue quemado en la plaza Maubert de París, porhaber negado la inmortalidad del alma en su versióndel Axíochos de Platón:

Parquoy elle [la muerte] ne peult rien sur toy, car tu n'es

pas encores prest à décéder; et quand tu seras dece-

dé. elle n'y pourra rien aussi, attendu que tu ne seras

plus rien du tout. Par ainsi, c'est une sotte douleur de te

tourmenter d'une chose qui n'est, ny ne sera jamais, en

toy"

El texto griego dice «où yàp OÙK ëor)», queDolet tradujo por «rien du tout». La censura estimóque «rien du tout» no estaba en el original y eltraductor fue condenado a muerte por herético.

La constitución de las lenguas vulgares al lado delas clásicas y su comparación gracias a las traduc-ciones, no dejaban de ser el caldo de cultivo idóneopara idear nuevas teorías y rechazar concepcionesdudosas. La aparición de ciertas teorías de traduc-ción como la de Dolet, que autorizaban a alejarsedel orden inamovible de un original intangible,amenazaba en la mente de algunos censores condesviar verdades indiscutibles y, a veces, sin discutirdesde la Antigüedad. En efecto, el latín seguíasiendo el sello de la verdad en el siglo XVI y lostraductores y memorialistas eran casi los únicos enusar la lengua francesa.

El protestantismo, por razones ideológicas y polí-ticas, desempeñó un papel de gran relevancia nosólo en las traducciones de la Biblia, sino tambiénen las traducciones de obras filosóficas y científicas,ya que el saber era imprescindible para dominar yadoctrinar al pueblo. Poseer las claves de la cienciasignificaba asegurarse el poder.

El protestantismo representaba la posibilidad detraducir los textos, ya no según prejuicios monolíti-cos e incuestionables, sino más bien valiéndose desus propias convicciones humanas. La posibilidadde múltiples interpretaciones y la fe en una metodo-logía científica -que fuese histórica, lingüística oambas a la vez- para desvelar el pensamiento realde los autores, iba a inaugurar una era de libertad,aunque todavía muy precaria, en el universo de latraducción. El protestantismo permitió principalmen-te un nuevo enfoque de la noción de sentido, asícomo una diversificación en la elección de losoriginales.

CHRISTIAN BALLIU

En los cimientos de la Reforma, la literaturafrancesa erigió sus primeros monumentos. Enefecto, las discusiones teológicas y filológicas seestablecieron en francés y la literatura - la poesía enprimer lugar- empezó a beber en las fuentes de laAntigüedad. Al luchar con armas iguales, literaturaoriginal y traducción competían entre sí, lo cual ibaa refrenar a finales del siglo XVI el auge del arte detraducir.

Jacobo Amyot ola transición a las Bellas Infieles

Jacobo Amyot (1513-1593), protegido por Fran-cisco I y encargado en 1557 de la educación de losfuturos Carlos IX y Enrique III, es uno de los máscélebres traductores franceses. Fue un traductor deCorte y, durante la segunda mitad de su vida,obispo de Auxerre, lo que demuestra una vez más laatención particular que los reyes prestaban a latraducción. Amyot vertió las Troyanas de Eurípides,texto que permaneció sin imprimir. Pero su traduc-ción más famosa es, sin lugar a dudas, la de lasVidas paralelas de Plutarco, iniciada en 1542 yacabada en 1559. En 1572, Amyot editará las Obrasmorales del mismo autor.

Amyot parece, a imagen de Dolet, haber forjadola lengua francesa, especialmente en el campoléxico, ya que escoge en el repertorio de palabras:

ceux qui sont les plus propres pour signifier la chose

dont nous voulons parler... qui sonneront le mieux à

l'aureille, qui seront plus coustumierement en la bouche

des bien-parians, qui seront bons françoys et non es-

trangers..u

La voluntad de adornar y enriquecer el francéstambién se nota en el prefacio A los lectores quecompuso para introducir las Vidas paralelas:

Mais si, peut estre, Ion ne trouve le langage de ceste

translation si coulant, comme Ion a fait de quelques au-

tres miennes, qui de pieça sont entre les mains des

hommes, je prie les lecteurs de vouloir considérer que

l'office d'un propre traducteur ne gist pas seulement à

rendre fidèlement la sentence de son autheur, mais

aussi à représenter aucunement et a adombrer la forme

du style et maniere de parier d'iceluy, s'il ne veut com-

mettre l'erreur que feroit le peintre, qui ayant pris à

pourtraire un homme au vif, le pendroit long, là ou il se-

Etienne Dolet: Axiochus, 1544, p. 111.

14 Jacques Amyot: Projet de l'éloquence royale (hacia1574, dedicado al rey Enrique III) Versalles-París, Pierre yLamy, 1805.

1 Paul Chavy: Traducteurs d'autrefois, Moyen-Age et Re-naissance, vol. I, Ginebra, Slatkine, 1988, p. 72.

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(2<> m p l u t e n s i sEl mundo de la Traducción

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Los traductores transparentes

roit court, et gros, là ou il seroit gresle, encore qu'il lefest nafrvement bien ressembler de wsage.15

El prefacio nos demuestra que Amyot no permiteninguna concesión al genio de la lengua francesa yque esta postura le otorgó celebridad en vida.Veamos, por ejemplo, cómo considera Montaigne,el heraldo de la tolerancia frente al fanatismo deinspiración religiosa, a Amyot: « Je donne avecraison, ce me semble, la palme à Jacques Amiot surtous nos escrivains françois...»™

Vaugelas tampoco ahorra los elogios:

Et quelle gloire n'a point encore Amyot depuis tant d'an-nées, quoy qu'il y ait un si grand changement dans lelangage? quelle obligation ne luy a point nostre langue,n'y ayant jamais eu personne, qui en ayt mieux sceu legénie et le caractère que luy, ny qui ait usé de mots, nyde phrases si naturellement françoises, sans aucunmeslange des façons de parler des provinces, qui co-rrompent tous les jours la pureté du vray langagefranco/s.17

El comentario de Vaugelas es indispensable paraentender la importancia de Amyot en el siglo XVI yel cambio de rumbo que dará la traducción enFrancia a partir de las traducciones de Amyot.Vaugelas era también traductor y vertió del españollos Sermones de Cristóbal de Fonseca. Esta obra,publicada en 1615, tuvo un gran éxito en Francia aldesarrollarse también la traducción a partir de otraslenguas vulgares. Realizó una traducción inédita deQuinto-Curcio que le costó treinta años de labor.Además, en 1612 Vaugelas acompañó en calidadde trujamán al duque de Maguncia en su viaje aEspaña. Se trataba de negociar la boda de Luis XIIIcon Ana de Austria. De estos elementos que aca-bamos de mentar se puede deducir que Vaugelasentendía mucho de traducción y también de lenguafrancesa. Ingresó en la Academia Francesa el mis-mo año de su creación (1634) y su obra maestra de1647, Remarques sur la langue françoise, no es, adecir verdad, la de un gramático, sino la de unusuario que da primacía a la lengua cotidiana:«L'usage est le roi ou le tyran, l'arbitre ou le maîtredes langues»™

Con Amyot, la traducción en lengua francesaentra en el universo de una elocuencia y estilopropios, que se desprenden para siempre de lamordaza latina. El traductor, gracias a un estilo

natural, oculta al autor y llega a ser tan importantecomo éste. Como dice Michel Brix: «Double passionde clarté et d'harmonie. Avec Amyot, et à partird'Amyot seulement, la phrase française tend vers laphrase moderne».™

No obstante, no todos los críticos reconocieron sutalento y Bachet de Méziriac, contemporáneo deVaugelas tiene una opinión totalmente opuesta a lade éste:

Toutefois j'estime que nul ne révoque en doute qu'il n'yait beaucoup à redire au style d'Amiot, & qu'il ne soit en-core bien éloigné de la pureté du langage, qui se voitaux ouvrages de ceux qui sont en réputation de bienécrire aujourd'hui... Cela est cause que ceux qui re-cherchent curieusement les belles paroles plutôt que ladoctrine solide, se dégoûtent de la doctrine de Plutar-que... Si est-ce pourtant que j'ose bien assurer que j'airemarqué plus de deux mille passages dans le Plutar-que François, où non seulement le sens de l'Auteurn'est pas fidèlement exprimé, mais il est entièrementperverti, comme je le ferai voir quelque jour, s' 'e Cielm'est si favorable.. 20

Otro gran mérito de Amyot, que no se ha estudia-do bastante hasta ahora, es haber escogido conPlutarco y Eurípides a autores griegos, sin menos-preciar evidentemente a autores latinos como Cice-rón, del que repasó las traducciones hechas por elduque de Orleans, el futuro Carlos IX. Como yacomentamos, hasta el Renacimiento la lenguagriega ya casi no se conocía en Francia y el traducira partir del griego era una aventura peligrosa. Comodice Cary:

La première Bible traduite par référence au grec avaitété brûlée: le grec était une langue impie et le retour auxsources ne pouvait être que suspect... Traduire direc-tement à partir d'un original grec, et prendre celui-cicomme critère de sens vrai constituait une hardiesse.On préférait procéder par retraduction, il importait moinsde savoir ce que l'auteur avait effectivement voulu direque ce qu'il était censé avoir dit, le latin constituant undiplôme d'acceptabilité.2^

Amyot, por su conocimiento del griego y, sobretodo, por su interés por la cultura y las obras litera-rias helénicas, es un verdadero humanista y encar-

16 Pierre de Montaigne: Essais, vol. Il, 4.17 Vaugelas: Remarques sur la langue françoise, en Jean-

ne Streicher: Commentaires sur les remarques de Vaugelas,Paris, Droz, 1936, pp. X-XI

18 Dictionnaire des Lettres françaises, siglo XVIII, p. 1.000.

19 Michel Brix: «La fortune des traductions de JacquesAmyot», en Les Études classiques, vol LVIII, 1, Namur, 1990,p. 52.

20 Gilles Menage: Menagiana ou les bons mots, vol. Il,Paris, Vve Delaulne, 1729, pp. 414-416.

21 Edmond Cary: Les Grands traducteurs français, Gine-bra, Lib de l'Université, 1963, p. 8.

14îeronymus

¿omplutensis

El mundo de la Traducción

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CHRISTIAN BALLIU

na la apertura del Renacimiento a otras fuentes delsaber. Rompe con una tradición traductora repre-sentada por Marot y de Seyssel,22 los especialistasde la traducción indirecta, con originales de segundamano, víctimas del inmenso movimiento escolásticoy eclesiástico de la Edad Media. Esta vuelta a lasfuentes griegas originales no nos parece ajena a laaparición de teorías sobre la traducción en el sigloXVI. El texto griego obliga a los traductores france-ses a desprenderse del ritmo y de la sintaxis origi-nal, tan fácil de respetar con textos latinos. Esrazonable pensar que, paradójicamente, la elecciónde una nueva lengua fuente favoreció el apogeo dela lengua término.

También el modelo literario griego influirá en granmedida en los temas, géneros y estilos que seimpondrán en Francia en el siglo XVII. Racine, en suprefacio a Müridato,23 confiesa haber reproducidolas palabras de Plutarco «íe//es qu'Amyot les atraduites»24 No olvidemos tampoco que las Vidasparalelas constituirán para Shakespeare una granfuente de inspiración, de la que sacó muchasinformaciones útiles para sus piezas basadas enmodelos antiguos. El rebrote de un interés generalpor la cultura antigua generará en el siglo XVII lafamosa querella de los Antiguos y Modernos, cuyomayor reto es el dominio de la lengua y cultura.

Por lo que a los temas se refiere, la traducción dePlutarco introdujo en la sociedad francesa el con-cepto de modelo histórico y de punto de referencia.Los griegos y los latinos proporcionarán muy rápi-damente héroes a la literatura francesa y la tragediaclásica. Amyot encarna, en un plano ideológico, laruptura con el orden establecido por el Medioevoque se nutría exclusivamente del cristianismo,rechazando el legado anterior a los padres de laIglesia. Por lo cual, la actividad traductora quedabamuy reducida durante la mayor parte de la EdadMedia.

Amyot, como casi todos los grandes traductoresde la historia, es el producto de su época, a la que,a su vez, influencia por el vigor y rigor de su trabajo.Con Amyot cambiaron los tiempos e inconsciente-mente anticipó el movimiento conocido en la historiade la traducción bajo el nombre de Bellas Infieles. Sino se pueden comparar Godeau y Perrot d'Ablan-court con Amyot, verdad es que todos procuraron

De Seyssel tradujo también algunas Vidas de Plutarco:Vie d'Antoine y Fin de la Vie de Demetrius, a partir de fuenteslatinas.

23 Mitridato era, en el primer siglo a. de C, el más encarni-zado enemigo de Roma y su ideología era claramente«helenista».

24 Racine: Œuvres complètes, vol. I, París, Gallimard,p.602.

adaptar los originales al público de su época. Laintroducción del lector al lado de la pareja tradicionalautor-traductor es una característica que compartenAmyot y los representantes de las Bellas Infieles. Eléxito de las obras clásicas pasa necesariamente poruna adaptación a los requisitos lingüísticos y socio-lógicos coetáneos del traductor. No cabe duda deque la importancia concedida al lector también fueproducto de una reacción desmesurada contra elconcepto de traducción literal e indirecta en la que ellector no se reconocía.

Tal adaptación, imprescindible con vistas a que elpúblico entendiera y aceptase las obras, no seconsideraba a la sazón como una traición a losautores y al concepto de fidelidad, tal como locomprendemos hoy; era, en el siglo XVII, unafidelidad a los cánones estéticos de la buena socie-dad. Ahí estriba la gran oposición entre Amyot y susseguidores: bajo Luis XIV, el público ya no era el deAmyot, sino el de la Corte, condenado al buen gustoy al esteticismo.

La concepción de la fidelidad al original dependede cada contexto sociológico y el Gran Siglo francésserá el de la interacción entre sociedad, literaturaoriginal y traducciones. Incluso los Dacier, conside-rados a contracorriente de las Bellas Infieles, siguenla moda vigente sin dejar de proclamar su fidelidadcon respecto al autor. El que Amyot haya influen-ciado de manera decisiva a los grandes autores delsiglo XVII parece obvio y, en cierto modo, el GranSiglo exacerbará los rasgos traductores de Amyot.

IV. LÖS AVATARES DE LA TRADUCCIÓN

Los siglos XVII y XVIII, Edad de Oro de la literatu-ra francesa, se conocen como el período de lasBellas Infieles. Esta metáfora no es moderna; seremonta al siglo XVII y la debemos a Ménage:

Lors que la version de Lucien de M. d'Ablancourt parut,

bien des gens se plaignirent de ce qu'elle n'étoit pas fi-

dèle. Pour moi je l'appelai la belle infidèle, qui étoit le

nom que j'avois donné étant jeune à une de mes

maîtresses. Ce mot plaisoit si fort à M. le premier Prési-

dent de Lamoignon, qu'il ne me vofoit jamais qu'il ne me

pariât de la belle infidèle... // [d'Ablancourt] étoit fort sa-

vant, & possédoit les Langues. Il disoit de si bonnes

choses et si agréables dans la conversation, que M.

Pellisson disoit qu'il au mit été à souhaiter qu'il eût tou-

25 Menage: o. cit., vol. I, Paris, Pierre Delaulne, 1694, pp.329-330. Nótese que la variante de Cary con la alusión a laciudad de Tours (o. cit., p. 29) no se encuentra en ningunafuente.

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jours eu un Greffier à ses côtés pour écrire tout ce qu'ildisoit26

El fragmento muestra claramente que el sigloXVII alababa la belleza, aun a costa de la fidelidadsi fuese necesario. Sabemos que la lengua francesaclásica se fue constituyendo entre 1600 y 1660 yque la lengua de Racine ya no era la de Corneille.Los héroes de las tragedias de Racine hablan elfrancés de la corte de Luis XIV y la Marquesa deSévigné, la lengua de los salones parisinos. El granéxito de las Cartas provinciales de Pascal (1656-57)se debe más al análisis teológico y al poder depersuasión del autor que a cuestiones estilísticas.Esta herramienta lingüistica cobra todo su valor alfundamentarse en un uso real. En el siglo XVII,como jamás antes, la lengua de referencia, es decir,el buen gusto, se impondrá desde las altas esferasde la sociedad y la forma de traducir será, salvoescasas excepciones, el puro reflejo de la políticalingüística del poder, difundida por los eruditos y laAcademia francesa.

El período de las Bellas Infieles abarca los años1625-1665 que son precisamente años de transiciónhacia la literatura clásica. Curiosamente la traduc-ción, que desde mediados del siglo XVI se conside-ra como un género literario, aunque menor, escapaa las dudas y cavilaciones que envenenan a losotros géneros literarios. En Francia se vuelve atraducir mucho, tras los años de escasez en laproducción de finales del siglo XVI y principios delsiglo XVII.

En efecto, a partir de 1550, la obra de destrucciónde Du Bellay empieza a surtir efectos. El traductorno es, para Du Bellay, un escritor ya que le falta elpoder creador. El orgullo poético de Du Bellay leinclina a fustigar a los traductores de obras poéti-cas. El ocaso momentáneo de la traducción coinci-dió naturalmente con el florecimiento de la prosapoética.

Chapelain es un buen ejemplo del malestar deltraductor. Empieza su traducción del Guzmán deAlfarache por la siguiente advertencia anónima:

Traduire est une chose vile, et la traduction en ceux quila professent présuppose une bassesse de courage etun ravalement de l'esprit. Les généreux en desdaignentl'exercice. 26

Afortunadamente, la traducción volverá a la vidaalrededor de 1620, gracias a la acción postuma de

prosistas como Montaigne y la Boétie que no habíancedido a la moda de la prosa poética. Montaigne leea Plutarco en la traducción de Amyot y se interesapor los autores clásicos, latinos y griegos. Devuelvea su lector el libre albedrío perdido y hace delhombre el protagonista central de las preocupacio-nes vitales:

Je veux qu'on m'y voie en ma façon simple, naturelle etordinaire, sans contention et artifice... Ainsi, lecteur, jesuis moi-même la matière de mon livre27

En realidad, es sobre todo François de Malherbequien depuró la lengua francesa y preparó el terrenoa la prosa clásica, a pesar de no ser un gran teórico.Malherbe percibía la importancia de los Antiguos,pero desconfiaba de una imitación demasiado servil;en consecuencia, tomó como regla el uso de supropia época. La escuela de Malherbe será la de lasimplificación de la poesía y prosa.

La reacción contra la prosa poética se plasmaráen el redescubrimiento de Dolet y Amyot y el triunfoconsecutivo de la prosa natural, sencilla, sin ador-nos exagerados. La prosa se confundirá entoncescon la traducción, siendo dos de los modelos traduc-tores.

Se va multiplicando durante esos años el númerode traductores -atraídos por la herencia de Dolet yAmyot- partidarios de una lengua pura, caracteriza-da por giros brillantemente ejecutados. Antoine Go-deau representa a la perfección el estilo del tiempo.

Antoine Godeauo la importancia concedida a los Antiguos

Antoine Godeau nació en Dreux en 1605. Fre-cuentaba muchos salones, especialmente el de Ma-dame de Rambouillet, en los que se encontraba conConrart y Chapelain. En 1629 publica el Discourssur les œuvres de Malherbe, que es un panegírico ala gloria del autor y donde abundan las reflexionessobre el arte de traducir. Este Discours inaugurará laedición de 1630 y se reproducirá en todas las edi-ciones del siglo XVII, proclamando así la adhesiónde la época a las tesis de Godeau y al estilo deMalherbe. Es una fuente única sobre las concepcio-nes y aspiraciones de la época en materia de estiloy traducción. Vamos ahora a analizar las ideasprincipales de Godeau al respecto.

La inspiración en los antecesores es necesaria yes menester desconfiar de los méritos que uno

26 Jean Chapelain: Opuscules critiques, Avertissement aulecteur, A. Hunter, París, Droz, 1936. Cit. por Roger Zuber:Les «Belles Infidèles» et la formation du goût classique, Paris,Armand Colin, 1968, p. 26. 1572.

Michel de Montaigne: «Avis au lecteur», en Essais,

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atribuye a su talento innato sin reconocer el valor deotras obras. Empieza así el discurso:

On remarque d'étranges antipathies dans la nature,

mais je crois que la plus irréconciliable est celle qui se

trouve entre les grands esprits, et ceux qui ne savent ni

faire les bonnes choses, ni les connoître; ou qui n'ado-

rant que tes ouvrages de leurs mains, pensent qu'on

leur dérobe quelque chose, lorqu'en leur présence on

donne des louanges à ce qu'ils n'ont pas fait™

Entre las fuentes de inspiración en las que Go-deau aconseja beber se sitúan en primera fila losAntiguos, cuya excelencia no deja de ponderar.Según Godeau, Malherbe es el digno heredero delos Antiguos:

On trouble tous les jours les cendres de ces illustres

anciens, sans qui les sciences se fussent perdues aussi

bien que les Etats dans lesquels ils ont vécu... Les plus

excellents poetes de l'antiquité ont eu des rivaux, qui

n'ont pu supporter leur lumière; et leur parti, qui étoit le

plus juste, n'a pas touours été le plus fort. Mais la pos-

térité leur a bientôt rendu la justice qu'ils n'avoient pu

obtenir de l'ingratitude de leur siècle... Je veux croire

que Malherbe ayant souffert une semblable persécution,

recevra une même couronne.22

Los Antiguos cobran así una transcendencia tantocientífica como literaria y Malherbe es su dignorepresentante en el siglo de Godeau:

Malherbe, l'honneur de son siècle, les délices des rois,

l'amour des Muses et l'un de leurs plus accomplis

chefs-d'œuvre..30

Sigue después la apología de la traducción y lacrítica de la época recién pasada, en la que losliteratos consideraban indigno el oficio de traductor:

II y a beaucoup de personnes qui croient que la traduc-

tion est indigne d'un homme courageux, et que., un es-

prit ne doit s'adonner à expliquer les autres, que lorsqu'il

se reconnoit incapable de produire quelque chose de

lui-même. Mais je ne saurais être de cet avis. Au con-

traire, il me semble que pour réussir en la version d'un

grand auteur, il ne faut guère moins de doctrine, de ju-

gement, et d'éloquence, que dans les ouvrages d'inven-

tion3'

be:

28 Antoine Godeau: «Discours sur les œuvres de Malher-», en L. Alanne: Œuvres complètes de Malherbe (éd. de

La formación del buen gusto, en marcha desde1600 aproximadamente, determinará el estilo de lalengua de llegada. Godeau se centra en la cuestiónde la anacronía. El estilo de los autores antiguos nose puede reproducir invariablemente en el idiomadel siglo XVII. La imitación de los Antiguos es unaimitación a distancia, basada en la perfecta ade-cuación entre estilo y época. Respetar el estilo delos Antiguos significa ubicarlo en el período históricoal que pertenece. La imitación de los Antiguos seplasmará en la literatura clásica francesa en laadaptación del estilo a la época, es decir, a loslocutores y lectores.

En la deseada sincronía de estilo del siglo XVIIvemos que Malherbe, pese a su admiración jamásdesmentida por los Antiguos, es un autor moderno.Godeau subraya los méritos de la literatura moder-na respecto a la literatura de los autores clásicos, enalgunas ocasiones menos escrupulosos al cuidar elritmo de la lengua:

Mais s'il y eut jamais quelque notable diversité dans la

façon d'écrire, elle se trouve sans doute entre la nôtre et

celle des Latins, qui n'ont garde d'être si scrupuleux que

nous, soit à éviter la répétition des mots, soit dans le

rapport des comparaisons, dans l'observation de la

suite, et l'usage des métaphores. Leurs oreilles sou-

ffrent un style serré, et quelquefois rompu, ce qui nous

seroit insupportable32

La inseguridad estilística de la época y la posturapoco clara de Malherbe con respecto a los autoresantiguos se advierte en la supresión que hizo Go-deau en la edición de 1631, donde llega a rechazarla fidelidad estilística para satisfacer las normasmodernas. Examinemos el cambio:

C'est pourquoi, [encore qu'il fût à souhaiter pour uneplus grande perfection qu'à force de méditer sur sonoriginal, il en exprimait jusques aux moindres traits etqu'il prit même son style, néanmoins (1630)] son princi-pal dessein doit être de rendre le sens avec une exactefidélité (1631)33

La fidelidad estilística tiene que ser dinámica yapuntar a una equivalencia de efectos. El movimien-to de las Bellas Infieles encuentra en este tipo deafirmaciones un excelente limo para desarrollarse.Pero como ya hemos señalado, la traducción seráuna mera puesta en práctica de los preceptosvigentes en la prosa francesa, cada vez más regu-

1631), París, Hachette, 1862, p.29 Ib., pp. 366-367.

Jlb.,p. 367.11b., p. 368.

2 Ib., pp. 369-370.3 Ib. p. 370.

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lada por las intervenciones de los eruditos, y a partirde 1634, de la Academia francesa.

No es de extrañar que la teoría traductora deGodeau se base en un traductor que, antes quenada, es escritor y busque una justificación a travésde las reglas de la elocuencia. La elocuencia es elcoto vedado de la actividad pública y los asuntosestatales, siguiendo la regla de que el ejemplo tieneque ir desde arriba hacia abajo. Lo que más tardese llamará preciosismo se confunde con el afán deperfección y moderación que ya encontramos en laquinta regla de Dolet:

Laquelle est de si grande vertu, que sans elle toutecomposition est lourde et mal plaisante. Mais qu'est ce,qu'elle contient. Rien aultre chose, que l'observation desnombres oratoires: c'est asscavoir une liaison, & as-semblement des dictions avec telle doulceur, que nonseulement l'ame s'en contente, mais aussi les oreillesen sont toutes ravies, & ne se faschent iamais d'une te-lle harmonie de langage34

La comparación con el texto de Godeau no dejade sorprender, incluso en las opciones léxicas:

Les maîtres de l'art donnent plusieurs règles pour re-connoitre quand cette partie, qu'ils appellent composi-tion, est parfaite...: l'ordre, la liaison ou la suite, et lenombre... Le nombre chatouille les oreilles parla caden-ce agréable des périodes, lesquelles... forment unecertaine hanrtonie, sans laquelle il n'y a point de pen-sées qui ne dégoûtent incontinent35

Cabe subrayar que Malherbe también se interesópor la traducción. Criticó la traducción versificada delos Salmos de David hecha por el abad Desportes,36

poeta de Corte. Desportes se puede considerarcomo heredero del Renacimiento por el enfoquecientífico de su trabajo y la diversidad de las fuentesconsultadas. Al enterarse de la publicación, Malher-be se muestra reacio a la traducción de Desportes,ya que el estilo francés sigue la tradición de laPléyade. Lo que Malherbe fustiga es la lengua deRonsard y Du Bellay por ser una imitación casifotográfica del estilo de los Antiguos. Publica elfamoso Commentaire sur Desportes, conjunto decríticas anotadas en un ejemplar de la obra deDesportes y relativas a arcaísmos y palabras vulga-res.

El deseo de Malherbe de despojar la prosa y lapoesía de arcaísmos no sólo se evidencia en el

trabajo crítico sobre Desportes, sino también en lasdistintas traducciones que realizó a partir del latín,mostrándose otra vez contrario a las teorías de DuBellay que, en lo que atañe a la poesía, preconiza laobjeción perjudicial tan analizada por Mounin yLadmiral. En efecto, la crítica no se puede concebirsin hacer también traducciones y Malherbe vertióLes Questions naturelles, Le traité des bienfaits yLes Epistres de Séneca, publicado por Baudoin en1637, sin olvidar el Libro XXXIII de Tito Livio, quesalió en 1616. La elección de un tema histórico,obviamente ilustrado por la última traducción,demuestra la preocupación de la época, y princi-palmente de la nobleza, por la lección de los ante-pasados y la ruptura con la Edad Media. Noolvidemos que Coeffeteau publicó en 1615, y apetición del rey, la Historia romana de Floro, reno-vando una tradición histórica maltratada durantesiglos. Gracias al impulso conjunto de Godeau yMalherbe, el concepto de imitación de Du Bellay,que se había establecido a expensas de la labortraductora, cedió el paso a un rebrote de la actividadde los traductores, concebida en lo sucesivo bajo elángulo de traducción-adaptación. La política diná-mica de Luis XIV logrará imponer la ley del buengusto, aun cuando el mismo campo de los literatosse dividía entre Antiguos y Modernos.

Godeau, por su postura moderada, vuelve ainiciar el antiguo debate sobre la fidelidad en tra-ducción. La indiscutible fidelidad al sentido deloriginal pasa por una adaptación formal a loscriterios estilísticos de su época y país. Pero laaceptación de una obra por un público implicaasimismo una comprensión y aceptación del conte-nido, por lo cual, en no pocas ocasiones, el sentidose va sacrificando en aras de un esteticismo omni-potente. Este esteticismo ya no es el de un DuBellay, obsesionado por la imitación indiscriminadade los autores clásicos, sino el de una lenguavaciada de la antigua retórica.

Su primer ensayo sobre las Sagradas Escriturasse titula Paraphrase des Ep'itres de saint Paul auxCorinthiens, aux Galates et aux Ephésiens37 y se pu-blicó en 1632; en realidad era una traducción co-mentada del texto sagrado con algunas adicionespara aclararlo.

Godeau era amigo de Conrart, quien ocupó entre1635 y 1640 una posición central en el universo dela traducción francesa y evidentemente, según laexpresión de Zuber, «Académiciens ou non, beau-coup de ses amis et de ses relations sont ou seront

34 Etienne Dolet, o. cit., La cinquiesme reigle.35Godeau, o. cit., pp. 372-373.36 V. Ferdinand Brunot: La doctrine de Malherbe d'après

son commentaire sur Desportes, Paris, Masson, 1891.

37 Es interesante recordar que el gr iego de San Pablo era elde la koinè, con muy pocos a t ic ismos, al s imbol izar és tos elidioma afectado de las capas más altas de la soc iedad.

38 Roger Zuber, o. cit., p. 53.

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des traducteurs»36 Godeau publica en 1630 elDiscours sur la traduction du Traité des causes de lacorruption de l'éloquence, dedicado por Giry aConrart. En él Godeau hace hincapié en las dificul-tades de traducir bien a los buenos autores ya quecada idioma tiene sus virtudes, difíciles de trasladara otro idioma. Alaba la labor de Giry y Amyot. Estatoma de posición no puede extrañar, siendo lastraducciones de Giry prototipos de Bellas Infieles.Además, la meticulosa elección de los autoresoriginales no dejaba lugar a dudas sobre la corrienteliteraria seguida por Giry: citemos, entre otros, aTertuliano y el Apologeticum, Cicerón y el De Vinsillustrious, y Tácito con el Dialogus de Oratoribus,obra ésta que motivó el discurso de Godeau de1630. La traducción de Tertuliano fue apreciada porRichelieu, y Vaugelas le agradece a Giry haberlogrado con su elocuencia «transformer les rocherset les épines de l'auteur latin en jardins délicieux»39

A partir de 1630, lee las Sagradas Escrituras,traduce el Cantar y los Salmos, cuyos versos dedi-cará a Richelieu y reunirá bajo el título de Œuvreschrestiennes. La amistad con Conrart, miembroinfluyente de la Academia y la estima de Richelieuasegurarán la continuación de este pensamientoclásico.

En 1648, haciéndose eco de la crítica de Malher-be contra los Salmos del muy católico Desportes,Godeau publica la Paraphrase des Psaumes deDavid, traducidos en versos franceses, fruto de unesfuerzo de quince años. Explica su metodología enel prefacio:

J'ay pris le milieu entre la Version et la Paraphrase etencore qu'en la pluspart des Pseaumes, je sois plutôtdemeuré dans les bornes estroites de l'une que je mesuis échappé dans la libre étendue de l'autre, j'aynéanmoins donné ce dernier nom à mon livre... ne vou-lant pas aussi avoir la louange d'une sévère contraintequeje n'ay pas toujours gardée et queje n'ay pas creudevoir garder.

Incluso en los textos bíblicos, la traducción libregoza de preferencia para darle al lector el placer dela lectura. Conrart y Chapelain -para quien la labordel traductor era despreciable- revisaron el texto deGodeau y no ocultaron su admiración por su colega.Boileau se mostró poco convencido por el estilo deGodeau y Vavasseur redactó en 1647 un libelotitulado Antonius Godellus utrum poeta. Sin embar-go, la presencia simultánea en el seno de la Aca-demia francesa de literatos como Conrart y Chape-

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lain y traductores como d'Ablancourt y Godeau, daráun impulso decisivo al arte de traducir.

Academia y fijación de la lengua literaria

Richelieu eligió a Conrart (1603-1675) comoprimer secretario de la Academia. Durante el reinode Luis XIV (1648-1715), la lengua de los textosliterarios se verá dominada por el esteticismo.

Esta corriente, que aboga por una discreciónsevera y una relativa pobreza en el vocabulario,imperará sin ninguna oposición, si se exceptúa elelenco más amplio de Racine, por adecuarse a losgustos del público. Si bien se nota un empleomodesto de las metáforas, no obstante la lengua esbrillantísima y corresponde, según Vaugelas, al usode los salones. El estilo esmerado traduce la con-versación de la clase acomodada y la pluma noaltera la expresión.

La segunda característica nos aproxima a laspreocupaciones de la traducción. Se ha ido tomandoconciencia de la superioridad de la lengua francesa,lo cual viene a constituir un paso adicional enrelación con el Renacimiento, donde todo parecenatural, razonable y espontáneo. Por ejemplo, losgramáticos ponen de manifiesto que la frase france-sa empieza con razón por el sujeto, es decir, elnominativo, contrariamente a lo que sucede con ellatín. El padre Bouhours, el gramático jesuítaadmirador de Conrart, insiste en el progreso poli-sémico del léxico francés. Como dice, el francés«prend plaisir à renfermer beaucoup de sens en peude mots».40

La acción de la Academia se verá ampliada por lapublicación en 1660 de la Grammaire générale etraisonnée de Port-Royal, influenciada por Descartesy Vaugelas. Descartes insistió en que el discurso noobedece a objetos exteriores que se verían someti-dos a una mecánica interna: al contrario, es elproducto del pensamiento. Para Vaugelas, la lenguaestá regida por el uso, sin el cual el discurso llega aser irrazonable. Ambos preceptos coinciden enreconocer la supremacía de la reflexión sobre ladevoción ciega a modelos preestablecidos. Eldirigismo académico culminará con la aparición desu Diccionario en 1694, anticipado por los de Riche-let (1680) y Furetiére (1690).

El clasicismo será un humanismo basado en laimitación regulada, la razón y la naturaleza. Larazón no se debe percibir únicamente como unanoción cartesiana; traduce una voluntad persuasivaencaminada a autoafirmarse. La naturaleza noinvoca la realidad, sino una dinámica de creación

39 Alusión clara a los jardines de Le Nôtre, también miem-bro de la Academia Francesa. tes entretiens d'Ariste et Eugène.

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que evita el dogmatismo y se abre a la novedad.Refiriéndose a la historia de la retórica, el escritorfrancés se siente, desde el principio del siglo XVII,aticista. A partir del Renacimiento se venia llamandoaticistas a los oradores y prosistas que rechazabanla exuberancia estilística y preferían un estilo domi-nado. Este aticismo garantiza una lengua pura ypreciosa, apta a seducir el público, como en otrostiempos solía hacer Cicerón. La noción de aticismosigue innegablemente vinculada a la de placer.

Como ya anunciaron Godeau y Malherbe, laimportancia -vital o secundaria- que incumbeotorgar a los Antiguos dará nacimiento a la famosaquerella de Antiguos y Modernos, no sin repercusio-nes en el campo de la traducción, y que nutrirá laspasiones literarias en las postrimerías del siglo.

Claude-Gaspard Bachet de Méziriaco la fidelidad frustrada

Claude-Gaspard Bachet de Méziriac (1581-1638)era uno de los hombres más eruditos de su siglo,pero un poeta mediocre, tanto en francés como enlatín e italiano. Este excelente gramático, brillantehelenista y destacado critico ingresa en la Academiafrancesa en 1635. Su discurso de ingreso lo pro-nunciará Vaugelas el 10 de diciembre, lo que de-muestra las disposiciones literarias de Bachet deMéziriac.41 Vaugelas era amigo de Méziriac desdeque se conocieron en Roma, atraídos por la bellezade la poesía italiana.

Méziriac era también matemático e hizo editar en1613 el libro Problèmes plaisants et délectables quise font par les nombres, valorado por Descartes ydesdeñado por Malherbe, lo que no está exento deinterés en el tema que nos ocupa. El desdén deMalherbe ya contiene los signos precursores de laoposición entre Méziriac y Godeau.

Una de sus principales contribuciones a la tra-ducción es indudablemente su traducción francesade Ovidii Epistolae,*2 acabada en 1626 e iniciadasiguiendo el ejemplo de su hermano mayor que yatradujera la Epístola V. La traducción es bastantedifusa y torpe, pero los comentarios que la acompa-ñan sedujeron a sus contemporáneos por su erudi-ción, estilo claro y buen sentido de las críticas.Méziriac prometió redactar una segunda parte que,desgraciadamente, nunca vio la luz.

Sus ideas más acertadas sobre la traducción lasencontramos en su discurso de ingreso en la Aca-

demia, reproducido por primera vez en el Menagia-na de 1715, y que vamos a analizar a continuación.

De entrada, Ménage señala que Méziriac tenía laintención de emprender una nueva traducción de laobra completa de Plutarco, lo cual viene a desmentirla modestia que caracteriza el principio del discurso:

Que pourhez-vous espérer d'un homme qui... n'a jamaisaspiré à la gloire de l'Eloquence? Si j'ai pris quelque pei-ne pour acquérir une médiocre connoissance des lan-gues étrangères, c'a été avec dessein de contentermon esprit, plutôt que d'en faire parade*3

Desgraciadamente, la publicación del Plutarco deMéziriac llegó a ser papel mojado; su tradución ma-nuscrita, conservada por su viuda, entró para laeternidad en la biblioteca del rey.44

Sigue la admiración por el saber de los autoresantiguos, principalmente los griegos, sin pretenderimitar su estilo:

...parvenir à l'intelligence des anciens Auteurs, afin depuiser les sciences dans leur source, sans m'amuser...à l'élégance du style. . Un des meilleurs moiens d'enri-chir notre langue, est de la faire parier aux plus doctes &plus fameux Auteurs de l'Antiquité, principalement auxGrecs qui nous ont donné tous les arts, & toutes lessciences en un si haut degré de períectíon, que lesmédiocres esprits de ce tems ne comprennent qu'avecdifficulté, ce qu'ils nous ont laissé par écrit. . ,45

La parte más interesante del texto es la crítica dela traducción de Amyot, muy severa, en la queMéziriac enumera dos mil errores de sentido. Sinembargo, la escritura de Amyot goza del favor deMéziriac «parce qu'il l'a traduite en un fort beaustyle, & qui approche de la perfection autant qu'ilétoit possible, en un siècle où les esprits n'étoientpoint encore parfaitement polis»46 Esta advertencianos proporciona una imagen clara del concepto defidelidad en la primera mitad del siglo XVII, conside-rada como una adecuación al sentido y una adap-tación estilística a la sociedad esmerada de aqueltiempo. La comparación con el pintor es acertada:

...le peintre qui voulant tirer un pourtrait au vif, donne àson ouvrage un fort beau coloris, mais au reste n'obser-ve pas les proportions, & représente mal tous les traitsdu visage.'17

41 Paul Pellisson Fontanier: Histoire de l'Académie françai-se, París, J.-B. Coignard, 1701, p. 104.

42 Les Epitres d'Ovide en vers français, avec des com-mentaires fort curieux, première partie, Bourg-en-Bresse,Jean Teinturier, 1626.

Menagiana, Paris, Delaulne, 1729, p. 412.44 René Peter: Vie secrète de l'Académie Française, vol. I,

Paris, Librairie des Champs-Elysées, 1934-1940, p. 119.i!i Menagiana, pp. 412-413.46Ib., p. 414.47 Ib., pp. 415-416.

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La recensión sistemática, por no decir científica,de las faltas de Amyot le permite a Méziriac deducirtres reglas imprescindibles de observar para obteneruna traducción fiel: no se puede añadir, restar nimodificar cualquier cosa que pudiese alterar elsentido. Por orden de gravedad, la omisión, síntomade un descuido, es el error menor. Cualquier modifi-cación con respecto al original simboliza la igno-rancia. El defecto más grave es la adición, pordemostrar arrogancia y temeridad.

Son precisamente las adiciones que forman lamayoría de los reproches de Méziriac. Las faltas decomprensión atañen tanto al conocimiento del léxicogriego como a su gramática por fallar en muchoslugares la construcción sintáctica. Por fin, Amyotprocura a veces corregir al autor y, en realidad, lofalsifica por desconocer el contexto histórico querodea la obra de Plutarco:

Je soutiens qu'il n'avoit pas un fond de doctrine suffisant

pour sortir heureusement d'une si difficile & si laborieuse

traduction... Or j'avoue qu'Amiot avoit une médiocre

connoissance de la langue Grecque, & quelque légère

teinture des bonnes lettres'"

A través de Amyot, presenciamos con Méziriac laruptura con la tradición renacentista de la traducciónque favorece una traducción-adaptación cercana auna re-creación moderna de textos antiguos einadaptados al mundo del traductor. En este senti-do, Méziriac va a contracorriente de la política de laAcademia, y también de la herencia de Amyot, quetendrá mucho éxito con el advenimiento de lasBellas Infieles. La oposición con Godeau quedaclarísima, dado que el estilo de la traducción no sepuede dilatar a expensas del sentido.

Haremos nuestro el siguiente comentario del sigloXIX:

Les bons auteurs du siècle de Louis XIV... avaient man-qué de cette intuition des temps et des lieux qui donnela couleur là où l'intelligence grammaticale ne donne en-core que le dessin. Pour n'avoir pas pénétré dans la vieantique, ils avaient vu l'Antiquité sous un faux jour; aulieu de l'éclairer du beau soleil de la Grèce et de l'Italie,on aurait dit qu'ils ne voulaient la contempler qu'à laclarté ménagée de nos demeures ou à la lumière artifi-cielle de nos salons*9

Más adelante veremos cómo d'Ablancourt seempeñará en defender a Amyot en contra de laopinión de Méziriac.

Ib., pp. 442-443.49 Alfred Maury: L'Ancienne Académie des Inscriptions et

Belles-Lettres, vol. Il, Paris, üb. Académique, 1864, p. 233.

fy»

V. EL APOGEO DE LAS BELLAS INFIELES

Podemos decir que a partir de 1640, el génerollega a su apogeo y su importancia se debilitará enla década de 1650. Parece como si las discrepan-cias entre autores tan prestigiosos como Godeau yMéziriac y las distintas tomas de posición de otrosmiembros de la Academia, como el secretarioConrart y Vaugelas, hubiesen alimentado la pasiónpor una manera de traducir ya estrenada por Amyoty que correspondía plenamente a las esperanzas delpúblico.

Es más, la voluntad de codificar la lengua y elcompromiso de Malherbe tranquilizaron a lospotenciales lectores, confiriendo a la lengua moder-na sus títulos de nobleza. El indefectible vínculoentre literatura y traducción se había consumado yla aguda oposición de algunos como Chapelain,más proclive a revisar y criticar las versiones queejercitarse en el duro oficio de traductor, no invirtie-ron el rumbo tomado por el género.

Tampoco conviene menospreciar la actividadepistolar de gentes tan influyentes como Patru oGuez de Balzac, el digno sucesor de Amyot, queempujaron a muchos autores a que tomaran lapluma para dedicarse a la traducción. Si los traduc-tores no se agrupan en lo que se podría llamar unaescuela, tampoco se desgarran en nombre devisiones antinómicas de su arte. El impulso dadopor Luis XIII y Richelieu refuerza el sentimiento deunidad en el panorama de la traducción. De talforma que el número de traducciones va a disparar-se.en yjnos pocos años.

La característica fundamental de este granmovimiento es la voluntad de imitar a los Antiguos,con lo cual los traductores se sitúan a la perfecciónen las preocupaciones de sus contemporáneos. Adecir verdad, las Bellas Infieles participan en laformación del gusto clásico al proporcionar a losliteratos puros -los que se dedican exclusivamente ala literatura creadora - modelos afrancesadosreproducidos fielmente a partir de moldes clásicos.Los ejemplos clásicos también vienen a enriqueceruna cultura francesa todavía pobre en modeloshistóricos procedentes de la Antigüedad.

El afán imitativo no significaba en modo algunodar rienda suelta a la improvisación estilística nidesprenderse de nociones metodológicas. El traduc-tor infíel del siglo XVII es el precursor de los metodó-logos modernos de la traducción. Las traducciones,salvo contadas excepciones, van acompañadas porprefacios o comentarios que apuntan a plantear yresolver cuestiones metodológicas. En ellas, la

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argumentación filológica, siguiendo la tradición re-cién estrenada por Budé, se compagina con unanálisis histórico riguroso. Contrariamente a la opi-nión tan difundida entre el público, las Bellas Infielesobedecen más a una devoción al sentido -dentro delos cánones de la época- que a una traición desca-rada al autor por el canal de la contaminacióninterlingüística.

La fidelidad al sentido pasa por una adaptaciónformal a los gustos de los lectores y la traducciónliteral se ve rechazada en virtud de preceptosjeronimianos y ciceronianos. Es menester verter nonut interpres, sed ut orator50 El tema de la fidelidadfue el núcleo de las preocupaciones de los traducto-res del siglo XVII. Se discutía aduciendo ejemplosprácticos que muy a menudo daban nacimiento acontroversias encarnizadas, sin apelar a grandesdebates filosóficos y teóricos ajenos a la prácticacotidiana del oficio.

Otra característica del movimiento es la ausenciacasi total de tratados teóricos sobre el arte detraducir. Si el Renacimiento, con autores como DuBellay o Dolet, tendía a manifestar preocupacionesevidentemente reguladoras, el siglo de Oro francésdesplazó el lugar de emisión de reglas. Sabemosque el traductor del Renacimiento, en contraposicióncon el pasado escolástico de ocultación de fuentes,experimentaba la insaciable necesidad de codificarun oficio maltratado y peligroso, todavía al alcancede cualquiera. Muy al contrario, a mediados delsiglo XVII, la traducción, considerada como ungénero literario y, por ende, regida por las mismasleyes, ya no estaba en condiciones de regular suactividad propia ni dictar pautas que pudiesencontradecir los preceptos intangibles formulados porla Academia. Es más, la traducción tenía forzosa-mente que obedecer las reglas del buen uso, tantomás cuanto que no pocos de los grandes traducto-res de la época formaban parte de la Academia,donde se codeaban con los pensadores del idioma.

Tal panorama, sintomático de una sociedadautárquica, más centrípeta que abierta a la culturaexterior, conllevaba ya los estigmas de su decaden-cia. La reflexión de los traductores, confinada en losmuros achicados de la buena sociedad, carecía dela envergadura imprescindible para el desarrollo desu arte. Una posible explicación sería que la nega-ción de la tradición medieval hubiese impulsado alos traductores a ampararse en modelos tan inata-cables como los clásicos.

El afán meramente metodológico, dentro de unamordaza teórica imposible de desatar, impidió laaparición de otra corriente creadora, lo cual demues-tra claramente que las Bellas Infieles no coincidencon un movimiento creador incontrolado, sino quesimbolizan una fidelidad incuestionable a prejuiciosliterarios de los que no lograron escapar. La cues-tión del cómo traducir sólo sirve para acreditar lastesis lingüísticas impuestas por los académicos,preocupados por amoldar la lengua a la voluntad dealgunos. Esta política, de difícil contención, dio a laluz traducciones magníficas que no discrepan tantode nuestras concepciones modernas, como son laequivalencia dinámica o la importancia de losreales.

Para ilustrar el movimiento de las Bellas Infieles,seguiremos los pasos de su más célebre represen-tante, Nicolas Perrot d'Ablancourt, que hará deanfitrión.

Nicolas Perrot d'Ablancourt

Nicolas Perrot d'Ablancourt (1606-1664) nació enChâlons-sur-Marne y fue educado en un medioprotestante. A los 20 años se convierte al catoli-cismo y vuelve al protestantismo en 1634. En sujuventud traba amistad con Patru. Sabía hebreo,griego, español, latín e italiano, por lo que Conrart leanimó a hacer traducciones, particularmente de Lu-ciano.51 El que el primer secretario de la Academiafavorezca la producción de traducciones demuestrael interés que esta institución manifiesta por elgénero.52 D'Ablancourt empieza la traducción delOctavius de Minucio Felice, publicada en 1637 y quededica a Conrart. El mismo año ingresa en laAcademia donde cobra tanta fama que Colbert, conayuda de Chapelain, lo elige como historiógrafo delrey en 1662. Pero el rey se niega a aceptar lacandidatura por ser d'Ablancourt protestante.

1637 fue un año clave en la carrera de d'Ablan-court: emprende la traducción de las obras deTácito, dedicada a Richelieu y publicada en distintasediciones entre 1640 y 1651. Entre sus produccio-nes clásicas destacan cuatro Oraciones de Cicerón(1638), las Guerras de Alejandro de Amano (1646),la Retirada de los diez mil de Jenofonte (1648), losComentarios de César (1650), su Luciano (1654), laHistoria de la Guerra del Peloponeso de Tucídides,

Nicolas Perrot d'Ablancourt: «Avertissement au Lecteurdes Œuvres de Tacite» (1644), en Roger Zuber: Lettres etpréfaces critiques de Nicolas Perrot d'Ablancourt, Paris,Didier, 1972, p.129.

51 La dedicatoria a Conrart es digna de interés: «Et vérita-blement, Monsieur, puisque c'est vous principalement quim'avez fait entreprendre cette Version, vous devez avoir partau blâme ou à la louange qui en pourra revenir...», en Lucien,1923.

52 Sobre el papel destacado de Conrart en la Academia,véase Pellisson Fontanier, o. cit.

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continuada por Jenofonte (1662), las Estratagemasde Frontino (1664) y los Apotegmas de los antiguosde Plutarco (1664).

Su labor, como vemos, es principalmente la detraductor, siendo los prefacios sus únicas obrasoriginales. Como dice Zuber, «voilà donc un inven-teur, dont l'ouvrage consiste en copies».53 A partir de1637, pues, vierte casi únicamente autores latinos ygriegos, pese a traducir al francés la Descripción deÁfrica de Luis del Mármol y Carvajal en 1667.También vertió del hebreo, como ejercicio, losSalmos de David y los libros de Salomón, pero,descontento de la traducción, los quemó.54

En realidad, como él mismo confiesa, sus textosse parecen más a transposiciones que a traduccio-nes. Al respecto, queda muy claro en sus prefacios:procura retratar a los autores clásicos tal comohubiesen sido si viviesen en el siglo XVII. Lejos detraicionarlos, es su servidor, porque, si el autor fueagradable de leer en el original, tiene que serlotambién en francés. El estudio de la retórica latinano nos parece ajeno a la formación estilística denuestro traductor. En este sentido, la admiración dePatru, Vaugelas y Boileau no es de extrañar. Por locontrario, Gilles Ménage,55 que nunca llegó a entraren el cenáculo de la Academia y le llamaba «le hardid'Ablancourt», se mostró muy reticente con sustraducciones.

Ya consideremos los autores clásicos o la excep-ción de Luis del Mármol y Carvajal, los temaselegidos por d'Ablancourt proceden todos de laelocuencia, la historia clásica y la prosa moral, demodo que no parece aventurado pensar que estasobras contienen un valor pedagógico para la época.Con otras palabras, la vocación de d'Ablancourttiene mayor trascendencia que su alcance literario;él es un artista comprometido en los asuntos públi-cos. No cabe duda de que su ingreso en la Acade-mia comportaba ciertas obligaciones políticas comola de servir al Estado y que, para los traductores, laelección de los temas y autores no era en absolutocasual. Además, este control informal -¿u organi-zado?- sobre los traductores les permitía a losgrandes literatos inspirarse en los héroes, e inclusoel estilo, de los originales clásicos.56 Esta costumbre

53 Roger Zuber, o. cit., p. 165.54 Para más informaciones sobre la vida de Perrot d'Ablan-

court, véase «Vie de Monsieur d'Ablancourt» redactada en1681 por Olivier Patru, en Roger Zuber, o. cit., pp. 424-433.

55 Todos temían el tono acerbo de Ménage en el siglo XVI I :Molière lo representa bajo el nombre de Vad ius en LasMujeres sabias de 1672.

56 En el prefacio a Britannicus, Racine descr ibe a a lgunosde sus personajes de conformidad con el Tácito de d 'Ablan-court.

perdurará más allá de la época de las Bellas Infie-les.

Por otra parte, si la Academia tenía prerrogativassobre sus miembros, éstos también podían, graciasa sus obras, influenciar la vida no sólo literaria, sinotambién política. Así es como Ménage, llamado porBayle el «Vairon du XVIf siècle», subraya qued'Ablancourt deseaba que los príncipes estudiaran ellatín, «parce que par là ils apprenoient des Anciensdes choses qu'on ne pouvoit leur dire; & qu'ilspouvoient voir les honnêtes gens de l'Antiquité fairele procès aux Princes qui ne font pas leur devoir»57

Podemos notar a partir de 1638 el paso rápido delas obras de elocuencia (Minucio Felice y Cicerón) alos temas históricos (Tácito, Tucídides...), a los quededicará poco menos de quince años. Al final de suvida, de 1552 a 1664, traducirá obras morales queserán un testamento para exorcizar el miedo a laenfermedad y la vejez. Las orientaciones consecuti-vas no fueron el resultado de cambios repentinos einexplicados en los gustos de d'Ablancourt, sino elreflejo de una trayectoria concertada con algunosmiembros influyentes de la Academia, lo que hoy sepodría llamar un plan de carrera.

La primera época de d'Ablancourt corresponde ala adhesión a la Academia y búsqueda de protec-ción que encontrará en personalidades como Con-rart, Patru, Chapelain y otros. Sería inexacto decirque d'Ablancourt tenía una vocación de traductor abincunabulis. Profesaba más bien una pasión por lasletras y su primera producción digna de mentar es elprefacio anónimo y bastante largo (unas 1.000 li-neas) a la segunda edición de Lhonneste femme deDu Boscq (1633). Du Boscq era discípulo de Mon-taigne, se reclamaba de Plutarco y el prefacioanticipa las futuras opciones de d'Ablancourt en elterreno de la traducción, especialmente los recelosque conviene tener de las teorías: «la pratique estpresque tousjours contraire à la toy».58 Además, elprefacio es un panegírico a la gloria de Guez deBalzac, bajo cuyas alas d'Ablancourt se amparaba ycuyo estilo ciceroniano anunciaba ya el triunfo delclasicismo en la segunda mitad del siglo. La apolo-gía del autor es una característica recurrente end'Ablancourt y la admiración por los contemporá-neos se convertirá con el tiempo en veneración delos antiguos. Los héroes de su época ya no figura-rán en la portada, sino que serán objeto de adver-tencias en los prefacios o notas a pie de página.

67 Pierre Bayle: Dictionnaire historique et critique, vol III,Rotterdam, Michel Böhm, 1720, p 2.259. Bayle cita elMenagiana.

58 Jacques du Boscq: L'Honneste femme, París, J. Jost,16332, prefacio de d'Ablancourt, línea 437.

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En tomo a 1637 la carrera de d'Ablancourt sevuelca hacia la traducción y su primer trabajo serála versión francesa del Octavius de Minucio Felice.Esta obra sin firmar la dedica d'Ablancourt a Con-rart. ¿Se trataba acaso de entrar en el círculo de laAcademia o es que el anonimato ocultaba unapersonalidad tímida, insegura de su valor literario?Lo que sí es cierto es que Conrart le pide la traduc-ción de las Oraciones de Cicerón. Más precisamen-te, será un trabajo de equipo; cuatro traductores,d'Ablancourt, Patru, Giry y Du Ryer, se encargan dela misión. D'Ablancourt verterá cuatro de las ochoOraciones: Pro Quinctio, Pro lege Manilla, ProLigario y Pro Marcello. La Academia, por boca deChapelain, dará preferencia al trabajo de d'Ablan-court, lo que indudablemente le lanzó para siempreen esta vía. Godeau, primo de Conrart, volvió aencontrar en d'Ablancourt la traducción libre quetanto le había gustado en Malherbe y que habíacelebrado en su discurso de 1630.

El parentesco entre Amyot, Godeau y d'Ablan-court llevó a nuestro autor a criticar con firmeza laincompetencia de Méziriac en el Prefacio a Tácito:

Et un critique de nostre temps a remarqué deux millefautes dans le Plutarque d'Amiot... peut-estre pour nepas sçavoir que la diversité des Langues et des stilesoblige à des traits tout differens, parce que l'éloquenceest une chose si delicate... Mais tout le monde n'est pascapable de juger d'une traduction, quoy que tout lemonde s'en attribue la connoissance..59

Su Tácito, empezado en 1637, se publicará endos partes, la primera en 1640, la segunda en 1644.D'Ablancourt no oculta el indiscutible alcance políti-co de su traducción, por ser el reinado de Tiberio unejemplo que seguir en la conducta del Estado:

...c'est icy le chef-d'œuvre de Tacite, et la vie d'un grandpolitique, qui est la partie en quoy nostre Auteur exce-lle... pour escrire la vie d'un Prince comme Tibère, il fa-loit un Historien comme Tacite, qui pût démesler toutesles intrigues du Cabinet, assigner les causes véritablesdes evenemens, et discerner le pretexte et l'aparence,d'avecquela venté60

En el citado fragmento, la exaltación de Richelieucorre pareja con el imprescindible análisis políticoque debe hacer el autor y, a través de él, el traduc-tor. D'Ablancourt nos demuestra que la corriente delas mal llamadas Bellas Infieles es, en realidad, una

escuela de estudio, erudición e intuición que com-pagina la elocuencia con la necesaria abundanciade documentación. Desgraciadamente, el público,generalmente mal enterado de los requisitos de laépoca, considera que la belleza del resultado sebasa en una mera inspiración, desprendida depreparación filológica e histórica rigurosa. Patru,coautor de la traducción de las Oraciones de Cice-rón, insistió en el inmenso esfuerzo de documenta-ción desplegado por d'Ablancourt.61

Nos vamos a detener ahora en el Tácito ded'Ablancourt, convencidos de que el prefacio contie-ne las principales opciones traductoras de d'Ablan-court. Además, el prefacio nos proporciona datosdignos del máximo interés a la hora de analizar lamisma noción de Bellas Infieles.

El Tácito o el Arte de traducir

De entrada d'Ablancourt estima que el oficio deun buen traductor consiste en clarificar al autorcuando éste ha cometido imperfecciones o faltas, yescrito frases oscuras. La fidelidad al original esdoble: respetar el sentido sin concederle nada a laestética textual. Este concepto de fidelidad no sepuede en ningún caso concebir como una importa-ción ingenua del texto fuente en la sociedad france-sa del siglo XVII. Es, en realidad, una apropiación,una adaptación del texto a las concepciones moder-nas; dicho de otro modo, se trata de lograr unaadecuación semántica y estilística de efectos sinmueha preocupación por los reales del autor. Segúnd'Ablancourt, es la única forma de integrar a losautores antiguos en el Gran Siglo francés, sin lacual no se podrían apreciar.

La prioridad absoluta se concede al estilo francés,que, a tenor de las reglas del buen uso, debe serdepurado; el traductor se verá, pues, encargado depulir el texto original con el fin de borrar las aspere-zas producidas por las diferencias entre los períodoslatinos y franceses:

...// faut perdre une partie, comme dans les ouvragesqu'on polit, pour pouvoir exprimer le reste sans choquerles délicatesses de nostre Langue, et la justesse du rai-sonnement.62

Cuando la adaptación no plantea ninguna dificul-tad, el autor respeta hasta el alma:

59 D'Ablancourt: Les Annales de Tacite. Première partie.Contenant la vie de Tibère, Paris, Vve Camusat, 1640,prefacio, líneas 133-145.

60 Ib., líneas 65-76.

61 Olivier Patru, o. cit., líneas 245-255.62 D'Ablancourt: Annales de Tacite, Prefacio, 1640.

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Par tout ailleurs je l'ay suivy pas à pas, et plustost en

esclave qu'en compagnon, quoy que peut-estre je me

pusse donner plus de liberté...6i

Llegamos así a la idea básica de d'Ablancourt: lalengua francesa de su época no refleja fielmente elestilo de los autores de la Antigüedad. El calco servildel original deforma la verdadera imagen del texto yproduce una supuesta fidelidad que enajena allector. Tal es la definición y la suerte de las traduc-ciones pésimas:

...il faut à tous coups changer d'air et de visage, si l'on

ne veut faire un corps monstrueux, tel que celuy des

traductions ordinaires, qui sont ou mortes ou languis-

santes, ou confuses et embrouillées, sans aucun ordre

ny agrément 64 II faut donc prendre garde qu'on ne fas-

se perdre la grâce à son Auteur par trop de scrupule, et

que de peur de luy manquer de foy en quelque chose,

on ne luy soit infidèle en tout65

La ceguera de algunos críticos y traductoresprocede de una falsa interpretación del oficio. Eloriginal y la versión nunca se deben comparar,porque ello significaría negar la misma función deltraductor. La traducción debe reemplazar, es decir,ocultar, el original; la versión no puede servir deapoyo filológico al análisis y comprensión del textofuente:

...on fait un travail qui doit tenir lieu de l'original, et qu'on

ne travaille pas pour faire entendre aux jeunes gens le

Grec ou le Latin55

Esta cita nos muestra a un d'Ablancourt eminen-temente moderno, que privilegia el arte en compa-ración con la enseñanza de la traducción. Estepunto de vista nos recuerda la crítica de la versiónpedagógica e imperativos hipotéticos expuesta porLadmiral.67 Nos podemos preguntar si la preemi-nencia de los aspectos interlingüísticos, situaciona-les y etnológicos en d'Ablancourt no anticipa losdebates modernos entablados por Sapir y Nida, delos que Ladmiral se hace eco:

C'est ainsi qu'on a pu dilater le concept linguistique de«langue» aux dimensions d'un «langue-culture» ou

bJlb.64 Entre las numerosas traducciones de Tácito, la de Ro-

dolphe Le Maistre, de 1636, se considera literal a ultranza y noes imposible que d'Ablancourt aluda precisamente a estaversión.

65 Ib.66 Ib.67 J e a n - R e n é Ladmi ra l : Traduire: théorèmes pour la tra-

duction, cap. 2 y 3, Paris, Payot, 1979.

thématiser la «périlangue» culturelle, situationnelle et

comportementale qui en est solidaire66

En el Avertissement de 1644, se refiere a lasNoches áticas de Aulio Gelio (125-175), gran defen-sor de la traducción libre y discípulo de Horacio yQuintiliano en este terreno:

...le plus grand tort qu'on puisse faire à une coppie, c'est

de luy montrer son original, veu qu'elle perd toute sa

grace devant luy, et que la Nature mesme a peine à fai-

re deux choses qui se ressemblent.69

El argumento final desvela el error común que seha cometido en la valoración del movimiento de lasBellas Infieles. El «todo por el lector», si se entiendecomo sacrificio del autor, apunta, a decir verdad, auna glorificación del escritor por el público de unasociedad que exige una sincronización con eloriginal, única garantía para descubrir las virtudesde la obra en su propia época.

El triángulo autor-traductor-lector, consideradopor algunos analistas como una concepción hiper-moderna de la traducción, lo pusieron de manifiestod'Ablancourt y otros adeptos a las Bellas Infieles.Parece como si los prefacios respondiesen a otroobjetivo que la traducción: ésta se dirige al públicomientras que aquélla justifica opciones filológicas yestilísticas ante los censores y doctos académicos,de entre los cuales muchos no se habían dedicadonunca a la traducción. Los traductores son losúnicos capacitados para juzgar la validez de unatraducción.

El aval de ios Antiguos le da a d'Ablancourt sustítulos de nobleza. Si las obras literarias de losAntiguos constituyen un modelo para la literatura delsiglo XVII, también pueden servir de ejemplo para elarte de traducir por la prioridad que les otorgan alestilo y a la rítmica. De este modo, las traduccionesde mediados del siglo XVII influyeron en granmedida en la prosa original en lengua francesa.Paradójicamente, la prosa de la época, cuya únicapreocupación era la de asegurarse los favores delpúblico, iba a recurrir a la nostalgia de un pasadoremoto para conseguir este propósito. El aticismo,al que ya se adscribía d'Ablancourt al aludir a AulioGelio en el prefacio a Tácito, vuelve al honor en suversión de Luciano, por lo cual no es de extrañarque fuese precisamente esta traducción la que levalió el nombre de Bellas Infieles a la corrientepropugnada por d'Ablancourt.

Ladmiral, o. cit., p 18.69 Les Annales de Tacite. Seconde Partie. Contenant le

regne de Claudius et de Néron, Paris, Sommaville et Courbé,1644 (Avertissement).

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Luciano o la vocación de infidelidad

Esta obra de 1654, también dedicada a Conrart,es quizá la obra más representativa del arte ded'Ablancourt. En ella se mezclan todas las dudas deltraductor y acaso por ello d'Ablancourt defiende susopciones basándose no sólo en los Antiguos sinotambién en traductores de su época.

Como de costumbre d'Ablancourt insiste en elmérito del autor:

...c'est une grande preuve du mérite et de l'excellencede ses Ouvrages, qu'ils se soient conservez jusqu'ànous, veu le peu d'affection qu'on avoit pour leur Auteur,et le naufrage de tant d'autres pieces de l'Antiquité..70

El mérito del Luciano fue reconocido por otrostraductores que lo vertieron al latín y cuyo ejemploreivindica d'Ablancourt para dar su propia versiónfrancesa a partir del texto griego. Tradujeron aLuciano humanistas como Erasmo y Tomás Moroen el siglo XVI y, como es lógico, d'Ablancourtrecurre a estas personnes doctes a la hora depresentar su trabajo.

La sutil interacción entre fondo y estilo, clave dela postura de d'Ablancourt en el terreno de la tra-ducción, se repite con fuerza, y el amoldar el origi-nal al buen gusto no significa que se pierda lanoción de traducción:

et je suis d'autant moins blâmable, quej'ay retranché cequ'il y avoit de plus sale, et adoucy en quelques en-droits, ce qui estoit trop libre... je luy ai laissé ses opi-nions toutes entières, parce qu'autrement ce ne seroitpas une Traduction...71

Sin embargo, d'Ablancourt hace algunas conce-siones al sentido, cuando estima que el autor se haequivocado o cuando el pensamiento planteado nose puede doblegar sin adaptación al público meta. Acuantos le replicaran que este procedimiento nocorresponde a la definición de la traducción, lescontesta que es la forma más acabada de traduc-ción y que los antiguos siguieron precisamente estapauta:

Je ne m'atache donc pas tousjours aux paroles ni auxpensées de cet Autheur; et demeurant dans son but,j'agence les choses à nostre air et à nostre façon. Lesdivers temps veulent non seulement des paroles, maisdes pensées différentes; et les Ambassadeurs ont

coutume de s'habiller à la mode du pals où l'on les envo-ye...72

La adaptación del sentido, que d'Ablancourt seempeña en considerar como la mejor forma detraducir, viene justificada por la práctica de losautores latinos de la Antigüedad que no dudaban enactuar del mismo modo con los autores griegos quevertían. D'Ablancourt cita muchos ejemplos, entrelos que se destacan Cicerón (con el De Offíciis,imitación de un tratado de Panetius de Rodos, o elPro corona, inspirado en Demóstenes y Esquines) yVirgilio (con la Eneida que se inspira entre otros enHornero o las Églogas en el estilo de Teócrito).

Cuesta hacer suyas las argumentaciones ded'Ablancourt relativas a los autores clásicos. Enefecto, en el caso de Cicerón y Virgilio, se trataba deuna re-creación en lengua latina de un argumentodesarrollado anteriormente. Con el fin de avalar atoda costa su método de trabajo, d'Ablancourtabarca en el terreno de la traducción actividades tandiversas como son la imitación o la re-creaciónactualizada. Las dos actividades que acabo de citarno son, a nuestro parecer, compaginables con lalabor traductora por servir únicamente al segundoautor. El pseudo-traductor ya no se oculta tras unautor a quien introduce en la cultura meta, sino quese sustituye al autor después de haberle vaciado lasfuerzas vivas.

No se trata, por supuesto, en la mente de d'Ablan-court de una errónea concepción del oficio detraductor, sino de aprovechar la carencia en suépoca de reglas de traducción. No sería insensatopensar que justamente esta carencia es la que va asellar el destino de las Bellas Infieles. La desapari-ción del género en la segunda mitad del siglocoincidirá con una reformulación de reglas a partirde 1660 con Gaspard de Tende y Huet.

D'Ablancourt interpreta a su manera los preceptosde Dolet que llevan ya un siglo de existencia: cabebeber en las fuentes de los Antiguos y al mismotiempo conformar su discurso a la realidad presente.La actividad de d'Ablancourt termina en vísperas deestallar la contienda entre Antiguos y Modernos.D'Ablancourt era, en cierto modo, un puente entreestas dos filosofías, al valerse de los modelosantiguos para mejorar la literatura moderna. Laopinión de Saint-Evremond73 subraya la deuda ded'Ablancourt para con los Antiguos:

...// [d'Ablancourt] a l'obligation de ces avantages au dis-cours des Anciens qui regle le sien; car si tost qu'il re-

] D'Ablancourt: Lucien, Paris, Th. Jolly, 1664, prefacio.1 Ib.Mb.

Saint-Evremond no sabía griego; había leído a Plutarcoen la versión de Amyot, la única existente hasta que el abadTallemant publicase la suya en 1663-1665.

26 íeronym usy l u t e n s i s

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vient de leur genie au sien propre, comme dans ses

Prefaces et dans ses Lettres, il perd la meilleure partie

de toutes ces beautez; et un Auteur admirable tant qu'il

est animé de l'espht des Grecs et des Latins, devient un

Ecrivain mediocre, quand il n'est soutenu que de luy-

mesme. C'est ce qui arrive à la pluspart de nos Traduc-

teurs..7A

Conviene señalar aquí hasta qué punto lospreceptos humanistas de Dolet y Amyot son eternosya que resisten a las modas. Seguirán vigentes aúntras el ocaso de las Bellas Infieles que pervirtieronsu pensamiento.

VI. EL OCASO DE LOS DIOSES

Seria un error garrafal pensar que la corriente delas Bellas Infieles, aunque muy poderosa, invadiósin resistencia todo el panorama francés de latraducción a mediados del siglo XVII. Hubo ciertasreacciones, más bien aisladas, para cambiar elrumbo elegido por los traductores de la época. Unade dichas excepciones la encarna Ana Dacier, cuyapostura equivale a rehabilitar al autor original entodos sus aspectos. Las traducciones de Ana Dacierson posteriores a las de d'Ablancourt (de 1680 a1700 aproximadamente) y no nos parecen tanto unarespuesta deliberada a d'Ablancourt (como muchasveces se la ha presentado), como el mero reflejo deuna sociedad que va cambiando. Es importantepercatarse de que Ana Dacier, pese a sus afirma-ciones de fidelidad al texto fuente, sigue formandoparte del mismo movimiento que d'Ablancourt eincluso lo reivindica:

Quand je parle d'une traduction en prose, je ne veuxpoint parier d'une traduction servile; je parie d'une tra-duction généreuse & noble, qui en s'attachant fortementaux idées de son original, cherche les beautés de salangue, & rend ses images sans compter les mots. Lapremière, par une fidélité trop scrupuleuse devient très-infidelle, car pour conserver la lettre, elle ruine l'esprit.75

A decir verdad, Ana Dacier encabeza una reac-ción interna a las Bellas Infieles y, a semejanza desu predecesor, no deja de tomarse ciertas libertadescon su autor. No obstante, Zuber casi no se refiere aella en su estudio.76 En algunos aspectos, Ana

Dacier prefigura la famosa querella de Antiguos yModernos.

Las reacciones, que son principalmente de índoleideológica, se enmarcan en la afirmación rotunda ytodopoderosa del clasicismo, respaldado por unaAcademia que ha sabido resolver las oposicionesintestinas que presidieron a su formación. Ya no esuna entidad que se busca a sí misma sino el máxi-mo gobierno de las bellas letras.

Madame Dacier u Hornero revisitado

Ana Lefèvre nació en Saumur en 1654. Estudióen la academia protestante de Saumur donde seencontró con Andrés Dacier, eminente filólogo, conquien se casó en 1683. Andrés Dacier era hijo de unabogado protestante y entre 1681 y 1689 publicóuna traducción de Horacio en diez volúmenes. En1685 abjuraron del protestantismo.

Andrés Dacier vertió al francés las Reflexionesmorales de Marco Aurelio (1691), la Poética de Aris-tóteles (1692), Edipo y Electra de Sófocles (1693),las Obras de Hipócrato (1697), algunos Diálogos dePlatón (1699) y las Obras de Pitágoras (1706). Porfin, su versión de las Vidas de los hombres ilustresde Plutarco (1721) le aportó la gloria. Mientras tantohabía ingresado en la Academia francesa en 1695,de la que llegó a ser secretario perpetuo en 1713.Murió en 1722, apenas acabado su Plutarco.

Ana Lefèvre empezó su carrera de traductora conlas poesías de Anacreón y Safo, publicadas en1681. Siguió con tres comedias de Plauto en 1683(Anfitrión, Rudens y Epidicus), dos comedias deAristófanes en 1684 (Plutus y Nubes) y las seiscomedias de Terencio en 1688. Su obra maestraserá la traducción de Hornero que le costó unostreinta años. Ya rozaba los sesenta cuando su Ilíadasalió a la luz en 1699, seguida en 1716 por laOdisea. Con motivo de su Hornero y pensando ensu marido, dijo que era «le mariage du grec et dulatin». Todas sus traducciones las hizo en prosa,considerando que la elección del verso no puedemás que traicionar la obra original.77

El rechazo de la versificación, característicatranscendente de la obra de Dacier, constituye unode los ejes alrededor de los que giró la querella deAntiguos y Modernos, el debate clave de la traduc-ción en las postrimerías del siglo XVII.

Veamos ahora cómo justifica la ausencia deversificación en su traducción:

74 Paul Ternois: Œuvres en prose de Saint-Evremond, vol., París, Didier, 1962-1966, pp. 100-101 (ed. de 1684).

75 Anne Dacier: Préface de l'Iliade, Paris, 1711, p. 35.76 Roger Zuber, o. cit.

La primera traducción en prosa de Hornero es obra dedu Souhait, publicada en Paris en 1617.

El mundo de la Traducción

27

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Los traductores transparentes

On dit sur cela qu'il y a un moyen plus sûr d'approcherde l'original, c'est de le traduire en vers; car ajoute-t-on,il faut traduire les Poètes en vers pour conserver tout lefeu de la Poésie. Il n'y au mit assurément rien de mieuxsi on le pouvoit; mais de le croire possible c'est une

La imposibilidad de traducir a Hornero en versose debe a la flaqueza léxica y sintáctica de la lenguafrancesa en fase de desarrollo. La consiguientepérdida rítmica en la lengua término se puedecompensar mediante la imitación estilística de loshebreos, que no tenían arte poético:

...tâcher d'imiter les Hébreux, qui n'ayant pas dePoésie... ont fait de leur prose une sorte de poésie parun langage plus orné, plus vif & plus figuré..79

Llegamos con esta aserción al meollo mismo delpensamiento de Ana Dacier, que es, a decir verdad,una concepción de la traducción-imitación de losAntiguos con el fin de adornar y enriquecer lalengua francesa. Asistimos asimismo a un rebrotede la antigua querella entre Ou Bellay y la escuelamarótica que había dividido el panorama literariofrancés del siglo XVI. Son los mismos demonios losque van a resuscitar bajo forma de oposición entreAntiguos y Modernos al final del siglo. ¿Qué pensa-ría Du Bellay de la siguiente afirmación: «La prosebien travaillée est l'imitation de la poésie»?*0

Ana Dacier se viene situando, sin lugar a dudas,en la estela de los más grandes traductores de laépoca, y sigue la misma pauta en cuanto a fidelidadse refiere. La belleza y pureza de la expresiónfrancesa es una prioridad absoluta y hasta alcanzala nobleza al valerse de palabras extranjeras. Porotro lado, al reconocer que el francés no posee losmismos recursos expresivos que el griego milena-rio, se debe prescindir de las palabras viles que eltraductor va a omitir:

...elle [el francés] ne sait que faire d'un mot bas, dur, oudesagréable; elle n'a rien dans ses thresors qu'ellepuisse employer pour cacher ce qui est défectueux...81

El prefacio a su Ilíada es una justificación delestilo por ella adoptado en la traducción francesa.Ana Dacier no traduce para los sabios, sino para lagente que no entiende el griego. La atención alreceptor guía su labor:

...je n'écris pas pour les Savans, qui lisent Homère ensa langue... j'écris pour ceux qui ne le connoissentpoint, c'est-à-dire, pour le plus grand nombre, à l'égarddesquels ce Poète est comme mort..*2

Además de la primacía concedida al lector que nosabe griego, Ana Dacier no llega a olvidarse de suformación filológica porque procura escribir tambiénpara los eruditos que empiezan a estudiarlo, demos-trando así el cambio de rumbo experimentado por lapolítica lingüística respecto a los idiomas de laAntigüedad. Tampoco se puede descartar la hipóte-sis de que insistió en la vertiente filológica paracontrarrestar la versión de La Valterie, editada en1681, inadecuada y probablemente inspirada en unaversión latina:

& j'écris encore pour ceux qui commencent à le lire, &qui doivent travailler à l'entendre, avant qu'ils puissentêtre en état d'en sentirles beautés63

La conjunción entre opción filológica y enfoquereceptor da nacimiento a una concepción de lafidelidad que oscila entre rigor científico y clasicis-mo formal, pese a que se negó a seguir el carácterformulario de la lección homérica.

La omnipresencia en Hornero del hexámetrogriego, dictado por el uso de la época, la viene asustituir Madame Dacier por el estilo clásico usualde su propio tiempo. Al cambiar la letra sin dañar elespíritu del original, afirma la dominación de lalengua clásica en la Francia de principios del sigloXVIII: pretendía demostrar que había en Hornerotanta naturaleza y razón como en las obras contem-poráneas. El uso jónico del siglo IX a. de C. da pasoen la obra de Dacier al uso clásico de su sociedad.La labor de Dacier es sobre todo una investigaciónsociolingüística en las peculiaridades de las lenguasfuente y término. Tan grande fue el éxito de AnaDacier que hubo que esperar más de sesenta añospara que otra versión en prosa saliera en Francia.84

Interesante es también recordar el juicio del román-tico Chateaubriand sobre las virtudes y vicios de laversión de 1711:

Les autres défauts de cette savante dame tiennent pa-reillement à une loyauté d'esprit, à une candeur demoeurs, à une sorte de simplicité particulière à ces

Anne Dacier, o. cit., p. 42.Ib., p. 45.Ib., p. 46.Ib., p. 38.

Ib., p. 40.83 Ib.81 Se trata de fIliade de Lebrun que salió en 1776.85 François René de Chateaubriand: Le Génie du Chris-

tianisme, suivi de la défense du Génie du Christianisme, et dela Lettre à M. de Fontanes, vol. Il, Delevingne et Callewaert,Ixelles, 1850, pp. 31-32.

28 îeronym us^omplutcnsis

El mundo de la Traducción

Page 22: Los traductores transparentes. Historia de la traducción en Francia

CHRISTIAN BALLIU

temps de notre littérature... S'il fut jamais un siècle pro-

pre à fournir des traducteurs d'Homère, c'était sans

doute celui-là, où non seulement l'esprit et le goût, mais

encore le coeur, étaient antiques et où les moeurs de

l'âge ne s'altéraient point en passant par l'âme de leurs

interprètes*5

La fidelidad al espíritu de la obra

Ya hemos visto que el paso de la versificacióngriega a la prosa francesa no se considera como unproblema de fidelidad. La fidelidad atañe más bien ala antigua dicotomía entre traducción literal y tra-ducción libre, fuera de los cánones de la versifica-ción. La versión en prosa no se analiza como unmedio para conseguir una fidelidad al número otextura de las palabras del original, sino como unamanera de alejarse de los requisitos formales deltexto homérico. He aquí un pasaje muy relevante:

Quand je parle d'une traduction en prose, je ne veux

point parler d'une traduction servile; je parle d'une tra-

duction généreuse & noble, qui en s'attachant fortement

aux idées de son original, cherche les beautés de sa

langue, & rend les images sans compter les mots. La

première, par une fidélité trop scrupuleuse devient très-

infidelle, car pour conserver la lettre, elle ruine l'esprit, ce

qui est l'ouvrage d'un froid & sterile genie; au lieu que

l'autre, en ne s'attachant principalement qu'à conserver

l'esprit, ne laisse pas, dans ses plus grandes libertés, de

conserver aussi la lettre; & par ses traits hardis, mais

toujours vrais, elle devient non seulement la fidelle copie

de son original, mais un second original même66

Para desengañar a los lectores ingenuos, pocoacostumbrados al proceso de la traducción, laaparente infidelidad al original se convierte enviático insoslayable para alcanzar la tan deseadafidelidad.

En ello estriba el análisis erróneo que en algunasocasiones se ha hecho de la obra de Ana Dacier. Seha barajado la hipótesis -que a veces se ha trans-formado en axioma- de que Madame Dacier encar-naba en un panorama literario plegado a unainfidelidad preciosa y exacerbada, la única posibili-dad de obtener una fidelidad formal y estilística,concebida hasta la saciedad como una copia servilemprendida palabra por palabra. Sin embargo,Madame Dacier abogaba por el mismo tipo de«traición» al original que los más empedernidospartidarios de las Bellas Infieles.

Los análisis hasta ahora llevados a cabo hanhecho caso omiso de las circunstancias sociolin-

güísticas del siglo de Luis XIV. La preciosidad eramás bien una escuela de rigor literario que un afánde imaginación desenfrenada al servicio de unaruptura voluntaria con la lengua corriente de laépoca.

Réplica a De la Mottey consideraciones sobre Antiguos y Modernos

Si Ana Dacier veía en Hornero al poeta perfecto,exento de cualquier defecto, Houdar de la Motte,convencido de lo contrario, publicó en 1714 supropia traducción versificada de la Ilíada, reducida a12 cantos en lugar de 24. El prefacio titulado Dis-cours sur Homère, al que aludiremos más adelante,recalcaba las lagunas del texto griego, ponía demanifiesto los problemas mitológicos y explicaba elporqué de las enmiendas adoptadas en francés. Laopción «moderna» de De la Motte, amigo de Pe-rrault y Fontenelle, volvió a desencadenar la ira delos Antiguos, entre ellos Ana Dacier, quien escribióel mismo año su famoso y voluminoso Des Causesde la Corruption du Goust para oponerse a De laMotte. El título se refiere a Quintiliano o a Tácito, locual trasluce los favores de Ana Dacier por losautores antiguos. En este sentido Ana Dacier siguelos pasos de Perrot d'Ablancourt.

La polémica fue acerbísima como demuestra lasiguiente frase:

...& M. de la Motte qui avec un genie supérieur vient

nous ouvrir les yeux, & nous faire voir les bévues in-

nombrables de ce Poète; & qui non seulement s'est cru

capable de le corriger, mais encore de l'embellir!fl?

La contienda se desarrolla en dos frentes: laescasez léxica del francés y la elección del verso ode la prosa para verter el original. Según De laMotte, el francés está en condiciones de expresarcualquier giro ajeno, mientras que para Ana Dacierla carencia de recursos léxicos en francés constituyeun obstáculo dificilísimo de salvar a la hora deverter los textos clásicos de la Antigüedad. Por otraparte, De la Motte no deja de afirmar que unatraducción versificada puede reflejar los pensamien-tos del autor gracias a equivalencias. Al contrario,para Madame Dacier: «Une Traduction en vers faitepar équivalents, est un monstre, & non pas uneTraduction »s&

86 Anne Dacier, o. cit., p. 47.

Anne Dacier: Des Causes de la Corruption du Goust,Paris, Rigaud, 1724, pp. 11-12.

88 Ib., p. 346.

îeronymus£ o m p I ii t e M s i s

El mundo de la Traducción

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Los traductores transparentes

Querella de Antiguos y Modernos

La autoridad- de los Antiguos le permitía al hom-bre del Renacimiento criticar la tradición cristiana yMontaigne había recalcado su veneración poraquellos autores, entre ellos Séneca y Plutarco: «Jesuis dégoûté de la nouvelIété, quelque visage qu'elleporte».89 Malebranche le respondió a distancia en1674: «Un trait d'histoire ne prouve pas; un conte devieille ne démontre pas...: cependant les Essais nesont qu'un tissu de traits d'histoire, de contes devieille...»90

Los Modernos creen en el continuo progreso y elpoder de la novedad, susceptibles de alcanzar elideal de perfección. Cualquier sumisión al pasadoahogaría la evolución.

En el Traité sur le vide de 1647 (publicado en1779), Pascal critica las anteojeras impuestas por laautoridad al razonamiento y experiencias. Descar-tes, partidario de los modernos, recalca la «expe-riencia de las cosas», que rechaza la escolástica yla física heredada de Aristóteles. El progreso en lasciencias va a condicionar muy rápidamente el afánde progreso en la vida artística. Houdar de la Motteapuesta por la idea de progreso continuo y coincidecon Fontenelle que toma en consideración doscategorías de producciones humanas: las ciencias,que pueden progresar, y las artes, que se funda-mentan en la imaginación y en las que los Antiguoshan sabido alcanzar la perfección.

Charles Perrault (1628-1703) publicó, cuandotodavía estaba en el colegio, una Enéide travestie91

(en realidad el Libro VI de la obra de Virgilio), conayuda de sus hermanos Nicolas y Claude. Trasingresar en la Academia francesa en 1671, diolectura en 1687 a un poema titulado Le Siècle deLouis XIV. En él Perrault alababa la superioridad delos autores modernos sobre sus predecesores. Acontinuación publicó cuatro volúmenes tituladosParallèle des Anciens et des Modernes en los quedefendió la misma tesis. Boileau y Racine, historió-grafos del Rey, exasperados por los privilegios delos que disfrutaba Perrault, reaccionaron con vehe-mencia. Boileau reconoce en los autores antiguos asus maestros y en sus obras modelos para imitar.Si trata de imponer los modelos antiguos en el sigloXVII, también los moldea para que sean aceptados.Así es como en su Huitième Réflexion sur Longin(1694), defiende a Píndaro, tan fustigado por Pe-rrault, Hornero y Virgilio, invoca el juicio de los

especialistas y rebusca los favores de personalida-des tan influyentes como Conde, Conti o el presi-dente de Lamoignon.

La querella también afectaba a la vida pública;por ejemplo, las inscripciones en las medallasconmemorativas y monumentos públicos se redac-taban tradicionalmente en latín. El problema cobrótanta importancia que Colbert decidió crear unacomisión en 1663 para elegir la lengua de lasnuevas inscripciones. A partir de 1680, los moder-nos se muestran más activos y Charpentier redactapara unos lienzos de Versalles inscripciones enfrancés. En 1683 afirma la superioridad del francésen su libro Défense de l'excellence de la languefrançaise.

A decir verdad, la corriente de traducción desem-peñó un papel nada desdeñable en el movimientopendular entre Antiguos y Modernos, al enlazar lacultura y lengua antigua con las preocupacionesestéticas del siglo XVII. Este movimiento cobrófuerza gracias a los vínculos privilegiados entreliteratura y traducción: del mismo modo que en elsiglo XVI, los grandes traductores se recluíantambién entre los literatos más destacados comoRacine, Molière, Boileau y La Bruyère, entre otros.

Los Modernos, que disponen de un periódico, LeMercure Galant, toman la delantera a los Antiguos yel ingreso de Fontenelle en la Academia (1691) seconsidera como una victoria casi definitiva. Elsiguiente comentario del abad Trublet (1697-1770)no carece de interés:

L'Iliade, Poëme avec un Discours sur Homère, en 1714,est celui de tous les Ouvrages de Mr. de la Motte qui aenfanté une plus longue querelle. Le Discours quiprécède cette traduction, ou plutôt cette espèce d'imita-tion de /'Iliade Grecque, souleva contre lui les partisansdes Anciens, déjà blessés de ses jugemens sur Pinda-re, Anacréon & Horace, & de son Ode de l'Emulation,adressée à Mr. de Fontenelle. Celui-ci, comme on sait,avoit pris parti dès 1688 dans la dispute sur les Anciens& sur les Modernes, & s'étoit déclaré pour les der-niers92

En realidad, la querella vuelve a cobrar fuerza en1699 con la publicación de la Iliada por Ana Dacier.La reacción de Houdar de la Motte consistió en supropia traducción de la Iliada en doce cantos (1714).Fénelon apagó la hoguera en su Lettre à l'Académiede 1714:

89 Essais, I, p. 23.90 De la recherche de la venté, II, p. 5.91 El Dictionnaire Universel de Furetière (1690) define así

el verbo travestir: «traduire un auteur en un autre style, desorte qu'on ait peine à le reconnaître».

92 Abbé Trublet: Mémoires pour servir à l'histoire de la vieet des ouvrages de M. de Fontenelle et de M. de La Motte,Amsterdam, Rey, 1761. Trublet dedicó además en Le Mercurede France que se llamaba Le Mercure Galant entre 1672 y1717 varios artículos a Fontenelle, de 1756 a 1760.

30leronymus

(2.O m p l u t en s i sEl mundo de la Traducción

Page 24: Los traductores transparentes. Historia de la traducción en Francia

CHRISTIAN BALLIU

Les anciens ne seraient pas moins excellents qu'ils l'onttoujours été, et les modernes donneraient un nouvel or-nement au genre humain93

Antoine Houdar de la Motteo el arte de la falsificación

Antoine Houdar de la Motte (1672-1731) entró enla Academia en 1710 y se declaró rápidamente afavor de los Modernos, siendo amigo literario deFontenelle y gran admirador de Perrault.

Muy comprometido con la literatura, De la Mottecriticó las tres unidades clásicas de la tragedia,indicando que las unidades de lugar y tiempo noeran convenientes para el desarrollo de intrigascomplejas, cuyo desenlace sólo podía tardar unaspocas horas. LLegó a ser famoso con su Inés, quefue el mayor éxito del teatro francés después delCid. El éxito de De la Motte se podría explicar -porlo menos en parte- gracias al apoyo del Duque deOrleans, a quien dedicó todas sus obras. Pidióademás que las tragedias no se escribieran más enversos, pensando que el recurso a la prosa era elmejor medio para aproximarse a la naturaleza.

Pero Houdar de la Motte es muy conocido en lahistoria de la traducción por la versión francesa quedio de la Ilíada de Hornero y su oposición decidida ala traducción anterior de Ana Dacier. Ya hemos vistoque con la desaparición de d'Ablancourt, Ana Dacierhabía inaugurado lo que podríamos llamar unatradición filológica de la actividad traductora. Alpronunciarse sin ambigüedad por los Modernos,Houdar de la Motte debía situarse en las antípodasde cualquier preocupación filológica en el campo dela traducción: por ejemplo, no conocía el griego, locual recuerda ciertas costumbres medievales detraducciones indirectas como las de Laurent dePremierfait o Claude de Seyssel, quien se basabapara traducir a los autores griegos en las versioneslatinas de Lascaris.

En el elogio del abad Terrasson por d'Alembert,traductor de Tácito, leemos que «Madame Dacieravoit encore moins de Logique, que Mr. de la Mottene savoit de Grec».94 Trublet añade el siguientecomentario:

// n'en savoit pourtant point du tout; & Madame Dacier

ne concevoit pas comment avec cette ignorance du

Grec, il avoit osé juger /Iliade d'Homère.95

La Ilíada en XII Cantos

Las poesías de De la Motte constituyen, sin lugara dudas, la parte más débil de su obra. Su expe-riencia más triste fue su desgraciada parodia delpoema homérico. No tradujo la Odisea.

En realidad, su traducción de la Ilíada respondíamás bien a su empeño de contrarrestar la influenciatodavía importante de los Antiguos que a criterioseminentemente estéticos. La intromisión de De laMotte en el original del autor es un modelo decensura, que va más allá de la práctica de lostraductores medievales franceses que perseguíanuna legitimidad al afirmar su presencia a lo largo dela obra traducida. Con De la Motte el traductor vienea sustituir al lector en el orden de las prioridades. Deesta manera De la Motte quiso corregir los erroresde Hornero y suprimir los pasajes erróneos o super-fluos. La labor de De la Motte se caracteriza sobretodo por un profundo desconocimiento de la Historiaque desemboca en anacronismos e inverosimilitu-des socioculturales. Si el lector de principios delsiglo XVIII no podía reconocer el estilo de Hornero,tampoco reconocía los cánones estilísticos de supropia sociedad. Veamos el epigrama compuestopor el poeta Jean-Baptiste Rousseau, candidatofrustrado a la Academia:

Le traducteur qui rima Vlliade,De douze chants prétendit l'abréger;Mais par son style aussi triste que fadeDe douze en sus il a su l'allonger.Or le lecteur, qui se sent affliger,

Le donne au diable, et dit, perdant haleine«Eh! finissez, rimeur à la douzaine»;

«Vos abrégés sont longs au dernier point»

Ami lecteur, vous voilà bien en peine:Rendons-les courts en ne les lisant point

Como dice acertadamente Paul Dupont, «touteson Iliade, depuis le premier vers jusqu'au dernier,n'est qu'un seul et énorme contre-sens».96 Podemosdecir, sin miedo a equivocarnos, que fue gracias ala traducción y comentarios de De la Motte comoMadame Dacier llegó a ser considerada el prototipode la traducción fidedigna en pleno período deBellas Infieles. La pésima versión de De la Mottehizo de la traducción de Dacier un modelo dehonradez filológica cuando ella también pagaba untributo elevadísimo a los gustos del siglo.

93 Fenelon: Lettre à l'Académie, cap. X, 1714.94 Abbé Trublet, o. cit., p. 343. Notemos que el abad Te-

rrasson había escrito la Dissertation Critique sur l'Iliaded'Homère.

96 Ib.

96 Paul Dupont: Un poète-philosophe au commencementdu dix-huitième siècle. Houdar de la Motte (1672-1731), Paris,Hachette, 1898, p. 33.

îeronymus( 2 .omp lu tens i s

El mundo de la Traducción

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Page 25: Los traductores transparentes. Historia de la traducción en Francia

Los traductores transparentes

La Ilíada de De la Motte disgustó al público yMarivaux fue tal vez su único admirador en Francia.En el prefacio a su Homère travesti, ou l'Iliade envers burlesques (1717) escribe:

Pourquoi n'avoir pas travaillé sur /Iliade d'Homère, plutôtque sur /Iliade de M. de la Motte? C'est que celled'Homère est un Ouvrage de trop longue haleine, & qued'ailleurs M. de la Motte me semble avoir acquis uneassez grande estime dans le monde, pour que l'on soitcurieux de sçavoir comment ses idées, jiontes à cellesd'Homère, seront travesties...

Je me sçais bon gré de n'avoir jamais lu l'ancienne Ilia-de dans son original; car après la lecture des Causes dela Corruption du Goust, Livre fait par Madame Dacier, jecommence à croire que l'ancienne Iliade esf pernicieuseà qui peut la lire..97

Como hemos dicho, Marivaux es una excepciónen el juicio de sus contemporáneos. A nuestroparecer, Houdar de la Motte no es un digno repre-sentante de las Bellas Infieles ya que no consiguióalcanzar belleza alguna en su «traducción poética».Incluso la etapa de adaptación a las normas socio-culturales del naciente siglo XVIII no alcanzó losresultados esperados. Con Houdar de la Motte lasBellas Infieles llegan al ocaso de su vida, pese atener la infidelidad, incluso revestida con las luces,un gran porvenir en los siguientes siglos.98

La profesión de fe del traductor

Los criterios adoptados por De la Motte en elcampo de la traducción son, a decir verdad, susconvicciones sobre el discurso poético y estánexpuestas en el Discurso sobre la Poesía: la ele-gancia y brevedad son imprescindibles con el fin deseducir al lector. Pero la característica esencialestriba en la novedad como medio para alcanzar losublime:

La plupart des Ecrivains devroient rechercher un peuplus la nouveauté, au péril de donner moins d'Ouvra-ges. Ils pensent que pour copier ce qu'ont dit de grandshommes, ils sont eux-mêmes de grands hommes. Maisle Public ne s'y trompe pas comme eux; & il sçait mépri-

97 Pierre de Marivaux: Œuvres Complètes, vol. X, Paris,Vve Duchesne, MDCCLXXXI, pp. 123 y 127.

98 A pesar de lo que af i rma Leconte de Lisie en el Aver-tissement a su t raducc ión de la Ilíada. Ver a este propósito:Lieven d'Hulst: Cent ans de théorie française de la traductionde Batteux à Uttré (1748-1847), Lille, P resses Univ., 1990.

99 Anto ine Houdar de la Motte: «D iscours sur la Poes ie»,en Œ u v r e s de Monsieur Houdar de la Motte, vol . I, Par is ,Prault, 1754, p. 37.

ser des Auteurs qui ne lui disent que ce qu'il a cent foisadmiré"

En este Discurso sobre la Poesía, ya podemosintuir la toma de posición, a veces moderada, afavor de los Modernos. Esta toma de posición seexplicita inmediatamente:

Qu'on ne dise pas qu'il n'y a plus de pensées nouvelles,& que depuis que l'on pense, l'esprit humain a imaginétout ce qui se peut dire. Je trouveras aussi raisonnablede croire que la Nature s'est épuisée sur la différencedes visages, & qu'il ne peut plus naître d'homme à l'a-venir qui ne ressemble précisément à quelqu'autre quiait été:00

El engrosar las filas de los Modernos equivalíanaturalmente a reemplazar el estilo homérico por elgusto del siglo, lo mismo que hizo Madame Dacier,con la salvedad de que su rigor analítico y filológicola llevó a pararse a medio camino y no permitirselos atavíos traidores de un De la Motte.

Sería, sin embargo, desviar el pensamiento de Dela Motte el presentarle como el portavoz de lostraductores infieles. La infidelidad en él es conscien-te y responde a una atención enorme dedicada allector, objeto de todos los favores. Por ejemplo, loque no se ha subrayado bastante es su recurso a lacompensación para rescatar el cambio u omisión depeculiaridades estilísticas. He aquí uno de los esca-sos extractos en los que esboza una teoría de latraducción:

Rien ne refroidit tant le génie qu'un respect superstitieuxpour l'original. Il est cause ordinairement qu'un traduc-teur idolâtre, pour vouloir rendre exactement toutes lesbeautés de son Auteur, n'en rend en effet aucune... Ondoit quelquefois négliger les mots moins importans, pourenchérir, s'il se peut, sur les essentiels, afin de rendrepar ces compensations, plutôt le génie & l'agrémentgénéral, que le détail scrupuleux des phrases, toujourslanguissant & sans grace. C'est par-là qu'un Traducteurpeut être excellent; c'est par-là qu'un Lecteur équitabledoit juger de son mérite™

La compensación así enfocada no es una justifi-cación a posteriori de la infidelidad concebida comoaxioma, sino una manera económica de lograr «eltodo por el lector». Las justificaciones seguirán lapublicación de Des Causes de la Corruption duGoust de Madame Dacier. De la Motte responde a

Ib.Ib., p. 49.

32 îeronymus

El mundo de la Traducción

Page 26: Los traductores transparentes. Historia de la traducción en Francia

Madame Dacier el mismo año en sus Réflexions surla Critique (1714).

Lo que primero salta a la vista en este libro es lavoluntad de objetividad del autor, que no quierecriticar a la persona de Dacier, sino más bienentablar una discusión de fondo. Va a comparar«ses raisons & les miennes, comme si elles étoientégalement mes propres idées, & qu'il s'agit de medéterminer entr'elles par la seule force de Féviden-ce»:02

Por añadidura confiesa ignorar el griego103 sin in-dicar las fuentes que venia utilizando a lo largo desu trabajo. No es insensato pensar, al igual que VanHoof,104 que recurrió a una versión latina intermediaaunque no tengamos pruebas de ello. Lo más sor-prendente es que un poco más adelante declare losiguiente sin darse cuenta de la contradicción:

L'Iliade d'Homère... m'a paru mériter d'être mise en Vers

François, pour amuser la curiosité de ceux qui ne sça-

vent pas la langue originale. Pour cela j'interroge Home-

re; c'est-à-dire queje lis son Ouvrage avec attention; &

persuadé en le lisant que rien n'est parfait™5

Resulta, pues, obvio que sin entendimiento deloriginal griego, De la Motte no podía adjudicarse eltítulo de traductor, aunque lo hizo. Su elección de laimitación como modo de representación de losAntiguos venía dictada por la necesidad. De formaque la infidelidad, como adaptación al gusto delpúblico, se ve condicionada también por el desco-nocimiento del idioma fuente.

En lo que a querella de Antiguos y Modernos serefiere, adopta un punto de vista muy moderado aldecir que a los Antiguos «il faut les estimer & leslire»:06

A pesar de la postura de Zuber, que sitúa ladesaparición del género de las Bellas Infieles en lasegunda mitad del siglo XVII, no parece erróneorelacionar a autores como De la Motte con el mis-mo. Con la entrada en el siglo XVIII, se puedeconsiderar que el género desaparece por completo.

102 «Réflexions sur la Critique», en Œuvres de MonsieurHoudar de la Motte, vol. Ill, París, Prault, 1754.

103 Ib., p. 6.10/1 Henri van Hoof: Histoire de la traduction en Occident,

Louvain-la-Neuve, Duculot, 1991.105 «Réflexions sur la Critique», p. 8.106 Ib., p. 16.

CHRISTIAN BALLIU

Vil. JANSENISMO Y TRADUCCIÓNREGLAMENTADA

Con la aparición y difusión del jansenismo, lareligión iba a influenciar el pensamiento y la crea-ción literaria del siglo XVII -como fue el caso delRenacimiento. Hacer caso omiso de esta corrienteherética equivaldría a perder una cara entera delpanorama literario, cultural y político del Gran Siglo.

Con la publicación postuma del Augustinus deJansenius (Cornelio Jansen) en 1640, los jansenis-tas acrecientan su lucha con los jesuítas y suvoluntad de compaginar cristianismo y mundomoderno. Los jansenistas asientan su teoría entorno a una vuelta a las fuentes, es decir a losEvangelios y a los Padres de la Iglesia, principal-mente a San Agustín.107 Se oponen especialmenteal optimismo de los jesuítas, partidarios de la liber-tad humana, propugnando la omnipotencia divina.

En realidad, la dicotomía girará en torno a lanoción de gracia, el tema predilecto de San Agustín,que viene a condicionar el desarrollo de la vidahumana y la misma concepción de la salvación.Para los discípulos de Jansenius, la gracia no laotorga Dios a todos los hombres, ni aun a todos losjustos, y sin ella el hombre queda sometido alpecado.

Este principio de vida no podía dejar de influir enla vida social de la época, por considerar que lasociedad en su conjunto había sido infectada por elpecado original. En tales condiciones resulta impo-sible moralizar el poder y, por consiguiente, espreciso negarse a participar en la injusticia delmundo. Así se explican las famosos retiros de losjansenistas.

El centro material y espiritual del jansenismo lovenía constituyendo el convento de monjas de Port-Royal-des-Champs. Angélica, una de las hijas deAntoine Arnauld, reforma el convento en 1608 envirtud de los principios emanados del Concilio deTrento. En 1625 parte del monasterio y se traslada aParís, que se convierte en sede del agustinianismoen Francia. A partir de 1638 se vienen sucediendolos retiros, empezando por Antoine Le Maistre,abogado brillante, seguido por sus hermanos LeMaistre de Séricourt y Le Maistre de Sacy.

Se va formando de este modo un centro intelec-tual en el que los miembros se dedican a la oracióny a cometidos literarios: así es como Le Maistre deSacy traduce la Biblia y Arnauld d'Andilly las Confe-siones de San Agustín. Esta versión despertó la

Hubo mucho traductores de San Agustín en el sigloXVI; entre ellos destacan Gentian Harvet, traductor de laCiudad de Dios en 1570 y Aymar Hennequin, traductor de lasConfesiones en 1582.

íeronymus¿omplutensis

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admiración de la Sorbona que decía: «On peuts'assurer d'avoir maintenant les Confessions de saintAugustin telles que ce docteur incomparable les eûtlui-même données, s'il eût écrit en notre langue et ennotre temps». Por añadidura, la enseñanza llegó aocupar un puesto destacado en la célebre École desGranges. En ella Lancelot enseñó griego y Nicoleética.

El Augustinus de 1640 desencadenó la ira de losmolinistas, a la que Arnauld, el hermano de Angéli-ca, responde en 1643 con su Théologie morale desJésuites que ataca antes que las Cartas provincialesla casuística jesuíta.

La oposición entre ambos campos culminará conla condena de Jansenius en 1653 por Inocente X yhabrá que esperar hasta 1669 para que Luis XIV yClemente IX decidan acabar con las persecucionesde los jansenistas y decreten la Paz de la Iglesia pordiez años (1669-1679).

Vemos, pues, que Port-Royal intenta reconciliar lareligión con la ciencia naciente. Los más ilustresdiscípulos de Port-Royal serán Pascal y Racine,quien, con sus tragedias, representa la ineludiblefatalidad humana.

El pesimismo social y la sumisión tácita de losjansenistas despertaron la cólera de Luis XIV que nopodía aguantar la sustracción a su influencia departe de los intelectuales. En efecto, los jansenistasnegaban al rey cualquier autoridad en comparacióncon Dios. El poder se hubo de inquietar muy rápi-damente ante una ideología que reclutaba a susmiembros en el seno de los «servidores reales» y laburguesía, tanto más cuanto que esos herejesteorizaban su oposición al absolutismo del monarca.

Si el jansenismo era, por lo menos en un princi-pio, un movimiento estrictamente religioso, sus im-plicaciones políticas no podían dejar indiferente alpoder, coincidiendo religión y Estado en la personadel rey. De forma que toda oposición religiosa eraintolerable en un estado como Francia.108 El janse-nismo era la negación misma del principio cuiusregio eius religio.

Alrededor de los jansenistas duros giraban tam-bién intelectuales más moderados como Nicole y elteólogo Arnauld, caracterizados por su cartesianis-mo. En 1660 publican la famosa Grammaire généra-le et raisonnée de Port-Royal, que sigue la mismalínea de pensamiento. En esta gramática se nota lainfluencia de Descartes y Vaugelas, que someten elpensamiento y, por ende, la lengua, imagen yexpresión del espíritu, a la sola razón que todo loexplica y avala.

La Gramática de Port-Royal es de suma impor-tancia en el proceso de desarrollo de la literatura ytraducción en la segunda mitad del siglo XVII. Sucarácter científico se plasma en una reflexiónalimentada por el pensamiento, en la que la volun-tad de respetar un modelo discursivo desaparecepor completo. Para Nicole y Arnauld las irregulari-dades lingüísticas se pueden explicar y a vecesanticipar con ayuda de la razón.

Los eruditos jansenistas inician así una lucha conel Diccionario de la Academia (1694) que se niega acambiar la ortografía aprobada cuando Port-Royaldesea imponer una letra en la que cada signoencontrase eco en la pronunciación.109

Será sobre todo la tendencia más dura del janse-nismo la que nutrirá los grandes textos procedentesde Port-Royal, como los Pensamientos de Pascal(1670), aun cuando en las Cartas provinciales(1656-1657) insistió más en la libertad de concien-cia, lo cual denota una postura más moderada.Verdad es que las grandes persecuciones empeza-ron sólo en 1661.

Port-Royal era sobre todo un centro doctrinal, conun proselitismo importante y escuelas destinadas aformar la futura elite jansenista. Al lado de lasciencias tradicionales -y ya hemos señalado quecreación literaria y científica participaban en el sigloXVII del mismo movimiento de ruptura con unpasado no tan remoto- se impartían también, y conpredilección cursos de ciencias humanas con refe-rencias continuas a los autores clásicos. En estesentido Port-Royal profesaba una gran admiraciónpor los Antiguos al prorrogar en tiempos difícilespara ello la tradición de los estudios clásicos.

El estudio de los autores clásicos se fundamen-taba indudablemente en ejercicios de traduccióndirecta e inversa a modo de explicación de textos yaprendizaje tanto del idioma extranjero como de lalengua materna. La enseñanza desempeñó así enPort-Royal no sólo un papel educativo y religiosocon objetivos políticos y sociales, sino que dionacimiento a una verdadera tradición pedagógica dela traducción, desgraciadamente infravalorada si lacomparamos con otros ejemplos más ilustres comofueron las escuelas de Bagdad y Toledo. El esfuerzocrónico por sistematizar y objetivar los problemasde traducción desembocaron en la formación de unelenco teórico inédito en el siglo.

A imagen de la actividad desplegada en Bagdad apartir del siglo IX, la escuela de Port-Royal tambiénse encargaba de labores relacionadas con la pro-ducción de traducciones. Los solitarios se hacían

108 Véase Marande: Les Inconvéniens d'Estat procédansdu jansénisme, 1654.

109 Nótese que Perrot d'Ablancourt también se pronuncióen sus Prefacios a favor de una ortografía nueva, con pocoscambios, a decir verdad.

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cargo de la impresión y, a veces, de la difusión delas obras traducidas, lo cual era una necesidad enaquella época atormentada por las querellas religio-sas y quizás una herencia del Medioevo francés,durante el cual el traductor desempeñaba un papelimportante hasta representarse a sí mismo en lasminiaturas que acompañaban a su versiones.

La forzosa implicación de Port-Royal en la im-presión de sus obras fue dictada por los recelos delos jesuitas, especialmente activos bajo la Inquisi-ción y alentados por las persecuciones de la décadade 1660-1670. He aquí cómo Sainte-Beuve caracte-riza la destreza de los editores jansenistas:

Dès lors nous entrons dans cette carrière de lutinerie et

presque de magie, en matière d'impression, où les Jan-

sénistes sont passés maîtres. Au XVIIf siècle, le Lieu-

tenant de police Hérault, visitant une maison où on lui

avait dit que s'imprimaient les Nouvelles ecclésiastiques

[periódico jansenista], et n'y ayant rien saisi, trouvait, en

rentrant dans son carrosse, des paquets tout humides,

tout fraîchement imprimés, du nouveau numéro qu'on y

avait jetés, pour le narguer. L'abbé Grégoire, tout édifié,

ajoute: «L'habileté avec laquelle les auteurs de cet ou-

vrage ont trompé la vigilance de l'Inquisition française

peut servir de modèle...» Ce nouveau mérite des Jan-

sénistes remonte à l'impression des Provinciales.110

Por consiguiente, Port-Royal llegó a ser tambiénun centro de traducción de primera relevancia,importantísimo por los temas escogidos y la manerade tratarlos a través del canal de la traducción. Loscuatro grandes traductores de la Escuela fueronAntoine Arnauld y Robert Arnauld d'Andilly(hermanos de Angélica) y sus sobrinos Antoine LeMaistre, el defensor de las paráfrasis y Le Maistrede Sacy, famoso por su literalismo. El ser simultá-neamente profesor de traducción y traductor profe-sional les otorgaba mucho crédito y prestigio. Alcontrario que en el siglo XX, los teóricos que perte-necen a la historia de la traducción practicabantambién el difícil arte de verter, y Port-Royal noescapa a la regla.111 El jansenismo constituía, pues,un crisol extremadamente peligroso para el catoli-cismo y particularmente para los jesuitas, poractuar, al contrario que la Reforma en el sigloanterior, como caballo de Troya.

Se puede decir que los jansenistas cambiaron encierto modo la historia del siglo XVII en Francia ysobre todo el panorama de la traducción. Uno de losgrandes traductores formados en Port-Royal -por

motivos familiares, como veremos más adelante-es Isaac-Louis Le Maistre, llamado Lemaistre deSacy.

Le Maistre de Sacyo la otra vertiente de la traducción

De Sacy (Sacy es el anagrama de Isaac) nació enParís en 1613 y murió en 1684. El haber cursadoestudios en Beauvais con su tío Antoine Arnauld ibaa determinar el curso de su carrera. Estaba másdotado para la literatura que para la filosofía y dejoven sus poesías ya mostraban un talento deescritor.

Sabemos que estaba en Port-Royal en 1638, añode la primera dispersión de los solitarios. A partir de1650 llegó a ser el principal director de esas perso-nas tan estimadas, a las que el disgusto de lasociedad había llevado a refugiarse lejos del mundoen la soledad del monasterio. La primera obrapolémica de Le Maistre de Sacy fue su panfleto enversos Les Enluminures de l'Almanach des Jésuites(1654), dirigido contra la ofensiva de los jesuitas enLa Déroute et la Confession des Jansénistes de1653.

A raíz de la terrible persecución de 1661 Sacyabandonó Port-Royal, fue encerrado en la Bastidaen 1666 y liberado en 1668. Durante la cautividadinició la traducción del Antiguo Testamento y tras suliberación contribuyó de manera decisiva a latraducción del Nuevo Testamento emprendida porlos doctores de Port-Royal y publicada en 1667 enMons sin el nombre de los traductores. Aprovechólos años de Paz de la Iglesia para imprimir la Bibliade Port-Royal (1672), fruto de tantos esfuerzos.Dedicó la última parte de su vida a publicar explica-ciones sobre su versión bíblica. Fue enterrado enPort-Royal-des-Champs.

En el campo de la traducción destacan las si-guientes obras: Les Fables de Phèdre traduites enfrançois (1647), Les Comédies de Térence, traduitesen françois, et rendues très-honnêtes en y chan-geant fort peu de chose (1647) y Traduction desquatrième et sixième livres de l'Enéide de Virgile(1666) bajo el seudónimo de Bonlieu.

Sacy, como la mayoría de los traductores dePort-Royal no sabía hebreo. Tampoco conocía elgriego, por lo cual vertió la Biblia a partir de laVulgata. Como subraya Sainte-Beuve, «en général,on le [el hebreo] savait fort peu à Port-Royal».112

Pese al desconocimiento del griego, su versión notenía los defectos de la del padre Bouhours, eminen-

110 Charles Augustin Sainte-Beuve: Port-Royal, vol. II, libro3, París, La Pléiade, Gallimard, 1972, p. 81.

111 Véase la opinión de Ladmiral sobre la dicotomía entretraductores y teóricos, o. cit., p. 7.

112 Charles Augustin Sainte-Beuve: Pages choisies dePort- Royal, por M. Allem, vol. I, Paris, Garnier, 1934, p. 213.

îeronymus^omplutcnsisEl mundo de la Traducción

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te jesuíta, que tradujo el Nuevo Testamento a partirde la Vulgata durante los últimos quince años de suvida. Bouhours hacía hablar a los evangelistas a laRabutina.

Es muy relevante señalar que Sacy no presentó alo largo de su vida una unidad estilística capaz decompetir con la homogeneidad de su pensamiento yel monolitismo de su doctrina. Influenció de maneradecisiva el conservadurismo del movimiento janse-nista:

Si... Port-Royal a conservé son unité jusqu'au bout,c'est à M. de Saci qu'on le doit, c'est en lui qu'on latrouve. Sa vie est la ligne droite de Port-Royal"3

No se puede decir lo mismo de su estilo, quedesde su libertad juvenil pasó a coagularse enmateria de traducción de textos sagrados. Sainte-Beuve critica de la siguiente manera un poema deljoven Sacy:

Pur style de précieuses, on le voit ! ...Il avait de la facili-

té à ce jeu de rimer: mais l'art, le goût, le talent en un

mot, et lui, ne s'y sont jamais rencontrés""

Sin embargo, hay algunas excepciones como lade Antoine Le Maistre, hermano de Sacy y sobrinode Arnauld d'Andilly, quien tradujo el Salterio connotas sacadas de San Agustín y el Tratado delsacerdocio de San Juan Crisóstomo. Su labor prin-cipal en Port-Royal, al lado de su actividad docente,era verter a los Padres griegos de la Iglesia. Lainfluencia de Antoine Le Maistre en la doctrina dePort-Royal, y más especialmente en la carrera de suhermano, no deja lugar a dudas. Ayudó a Pascal arecolectar documentación para las Cartas provincia-les y participó en el Nuevo Testamento de Sacy.Además Racine fue uno de sus alumnos. Antoine LeMaistre enseñó en Port-Royal de 1638 a 1658.Como es el caso de los otros traductores jansenis-tas, su influencia culminará después de su muerte.

De lo que hemos visto más arriba podríamosdeducir que Sacy se empeña en contrarrestar lainfluencia filológica de los solitarios de Port-Royal.En realidad, la Grammaire générale et raisonnée dePort-Royal (1660) procuraba entender las motiva-ciones de los usos y separar lo universal de loparticular. Para los gramáticos de Port-Royal todaslas lenguas son particulares y equivalentes; porequivalentes se entiende que los idiomas tienen lamisma mecánica de distinción entre unidadesléxicas y sintaxis. Antoine Arnauld solía oponer el

particularismo, fruto y reflejo de las instituciones, alo universal, producto de la razón.

En la Logique de Port-Royal Arnauld y Nicolesuponen que el pensamiento anticipa el lenguaje yno lo necesita para expresarse. Traducen así elorgullo cartesiano de una lengua universal. Laproblemática de Arnauld y Nicole no era la de hablary escribir bien sino la de examinar los cimientos dela lengua. Coinciden con la mayoría de los clásicos,apologistas del uso, en considerar que el lenguajees la representación del pensamiento.

De esta forma la Gramática de Port-Royal vaconstituyéndose en ciencia del lenguaje al promul-gar una teoría universal del sentido de cualquierenunciado y proponer un espacio común a todas lasgramáticas posibles, cualquiera que fuese la lenguaconsiderada.

Es precisamente este interés por el pensamiento,anterior al discurso y que se refleja en él, el queexplica las opciones traductoras de Sacy. Es parti-dario del literalismo y reconoce en San Agustín sumodelo. Así es como en su traducción del NuevoTestamento va añadiendo gran cantidad de notaspara ofrecerle al lector tanto la letra como el sentido.Tal intromisión personal del traductor en su versiónrecuerda ineludiblemente a San Jerónimo que tam-bién experimentaba la necesidad de explicar científi-camente sus posturas en materia de traducción. Eraasimismo, teniendo en cuenta el contexto literario dela época, una forma de acabar definitivamente conla herencia de d'Ablancourt, lo cual vino a constituiruna prioridad en el pensamiento de los jansenistascomo veremos más adelante al estudiar la doctrinade Gaspard de Tende. Parece como si Sacy sólo sehubiese inspirado en los Padres de la Iglesia sinremontarse a autores clásicos como Cicerón oconsiderar a autores más modernos como Dolet oMalherbe. Sacy aparece, pues, como un autor«fuera del mundo». En realidad Port-Royal dionacimiento a otros autores que, en un marco filoló-gico común, expresaron su pensamiento de otromodo, en forma de reglas, por ejemplo. Tal es elcaso de Antoine Le Maistre (1608-1658).

Se puede decir sin miedo a equivocarse que Sacyfue a contracorriente de la mayoría de las versionesde Port-Royal, que integran el mismo movimientorenovador de las Bellas Infieles. A riesgo de déplai-re us Sacy se pronuncia en contra de las BellasInfieles y se presenta, en nombre del fervor religio-so, como el digno precursor de Madame Dacier.Desde este punto de vista lo podemos comparar consu contemporáneo Huet. Como Joubert escribió en

Sainte-Beuve, o. cit., vol. Il, cap. XVII, p. 762.O. cit., vol. II, cap. XVII, p. 764

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Nuevo Testamento, Prefacio, 1668.Sainte-Beuve, o cit., vol. Il, p. 794.

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1797: «De Saci a rasé, poudré, frisé la Bible, mais aumoins il ne l'a pas fardée»."6

Antoine le Maistre o la traducción codificada

El análisis de la actividad de Sacy podría llevar apensar que el modelo literalista era el único en vigoren las escuelas de Port-Royal. La realidad es muchomás compleja y hasta podemos decir que Sacyconstituía una excepción en un panorama generaldonde prevalecía, incluso a través modalidadesexpresivas diferentes, un rigor doctrinal plasmadoen reglas de traducción expresadas por Antoine LeMaistre. Coincidimos con Munteano cuando dice:

caracteriza, pues, el estilo diplomático de Le Mais-tre.

La primera regla contiene la esencia del pensa-miento de Le Maistre al formular casi paradójica-mente la difícilmente alcanzable alianza entre elcriterio de fidelidad -que se asemeja al literalismoy el respeto estilístico al idioma francés:

1. La première chose à quoi il faut prendre garde dans latraduction françoise, c'est d'être extrêmement fidèle etlittéral, c'est-à-dire, d'exprimer en notre langue, tout cequi est dans le latin & de le rendre si bien, que si, parexemple, Cicerón avoit parié en notre langue, il eûtparié de même que nous le faisons parier dans notretraduction.''''9

Je prétends, simplement, qu'il existe, toute formulée,une méthode et même une doctrine port-royaliste de latraduction et que cependant -d'assez bonne heure,aux environs de 1650, et jusque vers la fin du sièclecette méthode souleva de graves difficultés, suscitamême de véritables cas de conscience"7

Para Le Maistre la traducción era una actividadfundamental y debía responder a criterios y objeti-vos pedagógicos. Hay en Le Maistre un vínculoestrecho entre la práctica profesional del oficio detraductor y la práctica pedagógica de su labordocente en Port-Royal. Es una contradicción bastan-te difícil de resolver, por ser el público (el lector)muy diferente en ambos casos; esta dicotomíaaparecerá con claridad en su método de traducción.

Autor de obras religiosas, Le Maistre vertió a SanJuan Crisóstomo, pero, como ya indicamos, sededicó más a la enseñanza e impartió clases aljoven Racine.118 Además ayudó a Pascal en laredacción de las Cartas provinciales. A diferencia deSacy no era, con respecto al número de obras por éltraducidas, un traductor fecundo sino un pedagogomás propenso a la explicación de textos. Su con-cepción le situará a medio camino entre un litera-lismo imprescindible y un interés especial concedidoa la expresión en lengua meta.

A petición del joven Du Fossé, un alumno suyo,redactó diez Règles de la Traduction françoise que leentregó en 1656 y que Fontaine se encargó depublicar en sus Memorias de 1736. De las diez re-glas, cuatro apenas se refieren a la traducción mien-tras que las otras remiten al arte de la prosa. Elcompromiso entre lengua fuente y lengua término

117 Basil Munteano: «Port-Royal et la stylistique de la tra-duction», en Cahiers de l'Association internationale desÉtudes françaises, 8, París, Les Belles Lettres, 1956, p. 152.

118 Véase William Me. C. Stewart: «L'éducation de Racine:le poète et ses maîtres», en Cahiers de l'Association interna-tionale des Études françaises, 3,1953, pp. 63-69.

La segunda regla es la de imitación y equivalen-cia estilísticas en las que se perfila de forma implíci-ta el fantasma de Du Bellay. Aboga por una equiva-lencia dinámica, gracias a la ley de compensa-ciones, y se pronuncia decididamente a favor de lalengua término. En esta regla repite la imagen delvivo retrato del original:

2. // faut tâcher de rendre beauté pour beauté, & figurepour figure; d'imiter le stile de l'auteur, & d'en approcherle plus près qu'on pourra: varier les figures & les locu-tions, & enfin rendre notre traduction un tableau & unereprésentation au vif de la piece que l'on traduit: ensor-te que l'on puisse dire que le françois est aussi beauque le latin, & citer avec assurance le françois au lieudu latin:20

La cuarta regla corresponde a una visión con-trastiva de las lenguas presentes en el proceso detraducción. Se percibe la omnipresencia del latíncomo modelo todavía insoslayable para la lenguafrancesa y, a imagen de la segunda regla, undesinterés por el idioma griego:

4. // ne faut dans notre traduction, ni faire de longues pé-riodes, ni aussi affecter un stile trop concis. Et commenotre langue est de soi plus longue que le latin, & de-mande plus de mots pour exprimer tout le sens, il fauttâcher de garder un juste milieu entre l'excessiveabondance de paroles qui rendroit le stile languissant.& la brièveté excessive qui le rendroit obscur121

La sexta regla, sin duda la más científica yfilológica, concierne a la humilidad y responsabili-dad del traductor y se inspira, a ciencia cierta, en su

119 Nicolas Fontaine: Mémoires pour servir à l'histoire dePort-Royal, vol. Il, Colonia, aux dépens de la Compagnie,1736,p.175.

120 Ib.121 Ib.

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El mundo de la Traducción

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Los traductores transparentes

experiencia de la traducción de los Padres de laIglesia:

6. // ne faut rien mettre dans notre traduction dont on nepuisse rendre raison, & qu'on ne puisse dire pourquoion l'a mis; ce qui est plus difficile qu'on ne pense122

Las otras reglas atañen a la diferencia entreprosa y poesía, así como a reflexiones orgánicassobre la división de los períodos en las frases. Estasreglas no pasan del nivel léxico y sintáctico; organi-zan la traducción como una máxima utilización delas reglas gramáticas en aras de un conceptoclásico del estilo. La influencia de los trabajos deNicole y Arnauld queda clarísima al respecto.

La actitud contrastiva sigue prevaleciendo en eltrabajo teórico de Antoine Le Maistre y toma laforma de una comparación obsesiva entre el ritmolatino y la amplitud de la frase francesa. Ello de-muestra la influencia todavía sensible del latín en laformación de la lengua francesa literaria, incapaz ala sazón de distraer su mirada del espejo latín.

Antoine Le Maistre vertió tres tratados de SanBernardo: De la Conversion des moeurs, De la Viesolitaire, Des Commandements et Dispenses, publi-cados en Paris en 1656. Participó además en latraducción del Nuevo Testamento de Sacy, publicóel Traité de la Mortalité de San Cipriano, el Salteriocon notas de San Agustín en 1674 y vertió el Trata-do del sacerdocio de San Juan Crisóstomo con unprefacio en 1699.

Este señor de las paráfrasis había sorprendido alpúblico de su época con sus traducciones de losPadres de la Iglesia, aun cuando seguía dominandola figura de d'Ablancourt. He aquí lo que dice Fon-taine de las producciones de Antoine Le Maistre aprincipios de la década de 1640:

On fut un peu surpris de voir cette nouvelle manière defaire paraître en notre langue avec tant de pompe et demajesté les ouvrages des anciens. Mais il se trouvaquelques personnes qui étant accoutumées depuislongtemps à la manière brute et gauloise des traduc-tions... craignirent qu'on ne donnât trop à la beauté auxdépens de la fidélité.™

¿Una doctrina jansenista de traducción?

El casi irresoluble debate fidelidad-belleza seencuentra, por consiguiente, en el núcleo de laproblemática traductora de Port-Royal. Los traducto-res jansenistas -Antoine Le Maistre abre la vía-intentarán compaginar, y con bastante éxito, las dos

tendencias. De forma que, ya hacia 1650, la prima-cía de d'Ablancourt, o al menos de su estilo, empie-za a agrietarse bajo los golpes inconscientes de unoficio que va determinando las reglas del verter.

Para los traductores jansenistas la fidelidadliteral, la única posible para muchos críticos, es unarma de doble filo por ser ilusoria. Teniendo encuenta la necesaria diferencia entre las lenguas, yespecialmente en el terreno discursivo y estilístico,la literalidad llega a convertirse en una condiciónsine qua non de infidelidad. Para huir de la literali-dad-infidelidad el traductor deberá apegarse másbien al espíritu de la obra que a la letra del original.El conciliar sentido y belleza seguirá nutriendo todoel pensamiento jansenista,124 incluso el de suspresuntos herederos como Gaspard de Tende.

En la práctica cotidiana, sin embargo, la ecuaciónfidelidad-belleza se traducirá a menudo por com-pensaciones bajo forma de notas en las que sepercibe sin duda alguna la influencia de la forma-ción clásica de los solitarios. Las notas aportabanun remedio semántico y matizador a las lagunasexpresivas de la lengua término. Incluso se puedeadvertir, como fue el caso de San Jerónimo, lareferencia a autores profanos como Horacio.125

Thomas Guyot compara a los malos traductores,quienes hacen «parler latín avec des termes fran-çais», con «un mal-habile tailleur qui, voulant faire unhabit à l'Espagnole, se contenterait de le faire dedrap d'Espagne...»™

Es precisamente la voluntad exasperada deescapar del original a toda costa la que dará naci-miento al recurso crónico a las paráfrasis, prueba decierta carencia retórica de Antoine Le Maistre.

El estudio de Sacy y Antoine Le Maistre de-muestra que la corriente de Port-Royal, de índoledoctrinal, no es tan monolítica como parece aprimera vista. Si Antoine Le Maistre y otros comoArnauld d'Andilly y Thomas Guyot eran más pro-pensos a sacrificar algunos matices estilísticos en elaltar de la lengua meta, el Sacy de la segundaépoca siguió fiel a la protección a ultranza del ritmooriginal.

Así es como la escuela de Port-Royal tuvo queresolver con auténticas contorsiones filológicas yracionalistas el dilema entre fidelidad -en la que eloriginal desempeña un papel trascendente ybelleza, la cual precisa una expresión idónea enlengua meta para ser alcanzable. Se nota al respec-

124 P. ej., Pierre Coustel: tes Regles de l'éducation, vol. Il,1687, pp. 189 y 193-194.

122 Ib.123 Nicolas Fontaine, o. cit., vol. Il, pp. 136-138.

Véase la noción del fidus Interpres en el Arte poética54-135).Lettres morales et politiques de Cicero

lector, aludido por Munteano, art. cit., p. 163.

(w. 134-135).126 Lettres morales et politiques de Cicerón, 1666, Aviso al

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to cuan importante fue la toma de posición de unDescartes, poco preocupado por asuntos traducto-res, pero sí por cuestiones lingüísticas.

En 1629 el padre Mersenne mandó a Descartes elproyecto de una «lengua nueva» redactado por elabogado Des Vallées. Pese a la petición del Carde-nal de Richelieu de imprimir el proyecto, éste per-maneció en los cajones de Des Vallées y el secretoacompañó a su autor hasta la muerte.127 Descartespensaba que la creación de esta lengua filosófica apriori necesitaba una gramática que desdeñase lasdificultades propias de las lenguas naturales paradoblegarse a los principios de razón y universalidad.Para ello se debe forjar un sistema filosófico capazde definir las razones claras y distintas que generenuna expresión matemática del pensamiento regidopor leyes circunscritas. Esta búsqueda de la lenguaperfecta, actualización en el siglo XVII de la lenguaprimitiva, prebabélica, parece condenada a vaivenesbaldíos entre teoría fictiva y aplicación imposible:

Or, je tiens que cette langue est possible, et qu'on peut

trouver la science de qui elle dépend, par le moyen de

laquelle les paysans pourraient mieux juger de la vérité

des choses, que ne font maintenant les philosophes.

Mais n'espérez jamais la voir en usage; cela présuppo-

se de grands changements en l'ordre des choses..™

Queda patente la influencia y voluntad primariade la Grammaire générale et raisonnée que seenmarca en el deseo de propugnar una gramáticauniversal, siguiendo así a cuatro siglos de distanciael ejemplo de Roger Bacon con su De linguarumcognitio de 1262, que no fuese de índole empírica ycontrastiva, fundamentada en el elenco de laslenguas existentes, fruto de la confusio linguarum.Los gramáticos de Port-Royal ideaban, por elcontrario, un sistema global, válido para cualquieridioma, cuyo único coto analítico lo vendría consti-tuyendo una lengua vulgar y modélica, es decir elfrancés. Se trata, por consiguiente, más bien de unenfoque hipotético-deductivo basado en la madurezde la lengua francesa.

La doctrina de Port-Royal se resume entonces enuna concepción filológico-política que le concede laprimacía al francés, pero no se menosprecia el ori-ginal en el proceso traductor al ser la versión unmedio perfecto para competir con las lenguasclásicas. Es así como en el siglo XVIII autores comoBeauzée y Du Marsais (quienes también participanen la redacción de la Enciclopedia) procurarán

definir un isomorfismo total entre idioma, pensa-miento y realidad.

Esta gramática «modista», que afirma la exis-tencia de universales lingüísticos y de la que Des-cartes se hacía eco, ya la podemos intuir en el Demodis significandi de Boecio de Dacia. Este autor,que influyó en la forma locutionis de Dante, opinaque cualquier idioma consta de reglas gramaticalesuniversales, sin tomar en cuenta el griego o el latín.

Por otra parte, el desconocimiento casi generaldel hebreo en Port-Royal no parece ajeno a la tesispoligenética y pansófica que ya empieza a brotar enla segunda mitad del siglo y que los filósofos de laIlustración barajarán con bastante éxito.129 Además,si a finales del XVI y a principios del XVII la Refor-ma y el furor etimológico130 habían propugnado elestudio del hebreo al desear que los letrados volvie-sen a leer las Sagradas Escrituras en el textooriginal, los eruditos del siglo XVII van abandonandoel concepto del hebreo como lengua sagrada yconsiderando la confusio como un fenómeno natu-ral, irreversible y lógico. Los estudios lingüísticos sebasarán por ende en la lengua francesa antes queen cualquier otra.

El anonimato o los pseudónimos131 que carac-terizan la firma de las traducciones jansenistas sepueden achacar tanto al espíritu de equipo y temor alas posibles persecuciones como a las pretensionesuniversalistas de las labores jansenistas.

VIH. LOS ALBORES DE LA TRADUCTOLOGÍA

La tradición traductográfica es milenaria y, deaceptar la enseñanza de la Biblia, empezaría sucarrera con motivo del castigo babélico, respuestadivina al orgullo humano. Sabemos que ha existidodesde que el hombre jnventó la escritura y, por loque a la interpretación se refiere, se remonta al usode la lengua oral a fines de comunicación interlin-güística con otras culturas. Los ejemplos másremotos que tenemos a disposición atañen a lacivilización del Antiguo Egipto, bien se trate de lasinscripciones en tablas, obra de los príncipes deElefantina, o de episodios legendarios, como elfamoso sueño de Imhotep.

Umberto Eco: La Recherche de la langue parfaite,París, Seuil, 1994, p. 249

128 René Descartes: Œuvres et lettres, por A. Bridoux,Paris, Gallimard, 1953, p. 915.

129 Véase, p. ej., el Essai sur l'origine des langues deRousseau de 1781.

130 P. ej., el Harmonie étymologique des langues de Gui-chard (1606) y el Thrésor de l'histoire des langues de cetunivers de Duret (1613).

131 Fontaine y Sacy se amparan tras el pseudónimo dePaul-Antoine de Marsilly al firmar los Sermons et homélies desaint Jean-Chrysostôme sur saint Matthieu (1665).

îer ony mus

¿omplutensis

El mundo de la Traducción

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Los traductores transparentes

Cabe decir al respecto que la traducción literariay científica tienen el mismo recorrido y que latraducción científica (o especializada) tiene unatradición tan antigua como la literaria.

Los primeros testimonios sobre el arte de latraducción aparecerán más tarde por motivos sobretodo socioculturales. En efecto, las civilizacionesegipcia, mesopotámica y cartaginense no teníanbastante experiencia de la versión como actividadsui generis como para discurrir sobre la lengua ysus avatares traductores.

Tampoco la civilización griega, más preocupadapor cuestiones panhelénicas que por asuntos comu-nicativos, generó una reflexión sobre el arte deverter, a pesar de que en el terreno lingüísticodesplegó una actividad científica sumamenteimportante. La reflexión griega en materia de tra-ducción se inició a partir del reinado de AlejandroMagno,132 cuyo afán de conquistas iba a despertar,por forzosa necesidad política y mercantil, uninterés cultural por los ßapßccpoi:

L'intérêt déjà scientifique porté parles Grecs à leur lan-gage accentue par contraste leur incuriosité quasi tota-le en face des langues étrangères. Le mot de Barbaresest éloquent: né par harmonie imitative pour indiquerles cris d'oiseaux, puis appliqué péjorativement à ceuxqui ne parient pas le grec, il évoque l'attitude fréquentechez les peuplades primitives, pour qui une langueseule mérite le nom de langue, les autres langues étantpresque toujours rapprochées des productions anima-les ou pathologiques.^33

La única obra destacada en ese panoramabastante sombrío será la traducción del AntiguoTestamento por los Setenta (entre el año 250 y 150a. de C, aproximadamente). Esta versión seguirásiendo muy influyente durante la Antigüedad ybuena parte de la Edad Media, debido tanto alprestigio del griego como a motivos mágicos 'pues-tos de manifiesto por la Carta de Aristeo, aludidapor Filón el judío en su Vida de Moisés. La Septua-ginta fue además el primer ejemplo conocido detraducción en equipo.

En el siglo II d. de C. tres versiones de las quesólo nos quedan algunos fragmentos vinieron acompetir con el texto de los Setenta: la de Aquila,muy servil; la de Teodoción, que se parece más biena una revisión de la Septuaginta; y, por fin, la de

Símaco, mucho más libre y respetuosa con el geniode la lengua griega.

La civilización romana, recuperadora de laherencia griega, se mostró mucho más abierta a lasposibles aportaciones culturales y lingüísticas proce-dentes de otros pueblos. Se puede decir que elimperio romano presencia intra muros un augeinédito de las traducciones, particularmente a partirde su antecesor griego. Los grandes traductores dela Antigüedad latina se llaman Livio Andrónico yCicerón.

La época romana fue la primera en proporcionaruna base teórica a la actividad de traducción sintener la capacidad de crear una literatura latinaoriginal hasta el siglo I a. de C. Como subrayaBallard,134 por primera vez en la historia, los traduc-tores firman sus producciones.

Por lo que a la teorización se refiere, Cicerónanaliza el problema en el De óptimo genere orato-rum (46 a. de C) , prefacio a su traducción de dis-cursos de Esquines y Demóstenes:

...traduje los dos discursos más célebres de los dosoradores áticos más elocuentes, dos discursos que seoponían entre sí: uno de Esquines y otro de Demóste-nes. Y no lo traduje como intérprete, sino como orador,con la misma presentación de las ideas y de las figuras,si bien adaptando las palabras a nuestras costumbres.En los cuales no me fue preciso traducir palabra porpalabra, sino que conservé el género entero de las pa-labras y la fuerza de las mismas. No consideré oportu-no el dárselas al lector en su número, sino en supeso...135

Este saltus mortalis de la teoría a la práctica fueseguido por otros como Quintiliano, que aboga porsustituciones de figuras con el fin de enlazar lasdiferentes estructuras de los idiomas, y Aulio Gelio,quien en las Noches Áticas defiende la traducciónlibre:

Quando ex poematis Graecis vertendae mutandaequesunt insignes sententiae, non semper aiunt enitendum,ut omnia omnino verba in eum in quern dicta sunt mo-dum vertamus. Perdunt enim gratiam pleraque, si quasiinvita etrecusantia violentius transferantur.'36

Se puede decir que, a imagen de la literaturaprofana, la literatura religiosa en el mundo latino

132 Sabemos que Alejandro Magno se habría relacionadocon intérpretes persas, sogdianos e indios durante su campa-ña en el Asia central.

133 Georges Mounin: Histoire de la linguistique des originesau XX° siècle, París, PUF, 1976, pp. 94-95.

134 O. cit., p. 38.135 Trad. Miguel Ángel Vega en: Textos clásicos de teoría

déla traducción, Madrid, Cátedra, 1994, p. 77.136 Libro 9, cap. 9.

40 íeronymus£ o m p l u t e n s i s

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CHRISTIAN BALLIU

nació a partir de traducciones hechas para losprosélitos de las provincias. El retroceso del griegoa partir de la segunda mitad del siglo III y, sobretodo, a partir del siglo IV alentará la producción deversiones latinas de la Biblia, especialmente las deRufino y Jerónimo (347-420). Tal situación seexplica por el bilingüismo del imperio romano137 ypor los numerosos intercambios comerciales entreOccidente y Oriente.

La Vulgata, traducción de la Biblia por SanJerónimo, realizada entre 390 y 405, es la obra deun traductor comprometido con la fe católica: «...etab ipsis, ut it a dicam, incunabulis catholico sumuslacté nutriti...»:3S No obstante, el compromiso deJerónimo corre parejo con una devoradora pasiónfilológica que le llevará a justificar sus opcionestraduc-toras, sin llegar, no obstante, a redactar unverdadero tratado de traducción. La Carta aPammaquio (LVII), subtitulada De óptimo genereinterpretandi, nos ofrece en el capítulo 5 la ideabásica que rige la producción bíblica de Jerónimo:

Ego enim non solum fateor, sed libera voce profiteorme in interpretatione Graecorum absque scripturissanctis, ubi et verborum ordo mysterium est, non ver-bum e verbo sed sensum exprímere de sensu™9

En Europa occidental habrá que esperar la EdadMedia, y más exactamente en Francia el siglo XIV,para encontrar nuevas huellas de reflexión traductoT

lógica, impresas en el limo de los prefacios. Estosprefacios, característicos de la producción medievalfrancesa, nacieron indirectamente a raíz del impulsodado por Juan II el Bueno (1319-1364) y su sucesorCarlos V el Sabio (1337-1380), quienes se rodearonde traductores consejeros con el fin de «translaterpour le bien commun». Así es como Juan II el Buenose aseguró el concurso de Pierre Bersuire comosecretario y traductor de Tito Livio.

Carlos V el Sabio, cuando todavía era delfín, yahabía encargado una traducción de Ptolomeo ypedía consejo a científicos, asegurando así elindispensable vínculo entre traductor y experto delcampo estudiado. El rey buscaba «la compagnie desclercs de l'Université» y poseía algunas «librairies»(bibliotecas), entre las cuales destaca la del Louvre,creada en 1367 y que más tarde se llamaría Biblio-

Se usaba mucho el griego en algunas ciudades de lacosta mediterránea como Cartago y Oea.

138 Epístola LXXXII, 2.139 En realidad las opciones traductoras de Jerónimo, in-

cluso en lo que a Biblia se refiere, son mucho más complejas.Cf. Ch. Balliu: «San Jerónimo. Las dudas metafóricas deltraductor», en /Acias de los V Encuentros Complutenses entorno a la traducción, Madrid, Univ. Complutense, 1995.

teca real. Entre los traductores famosos que giranalrededor de la persona del rey, podemos citar aRaoul de Prestes, traductor de San Agustín, a JeanGolein y Nicole Oresme, quien vertió a Aristóteles yenriqueció el léxico francés con más de 1.500palabras. La abundancia de preceptos reales riguro-sos y ordenados incitó a los traductores a quejustificasen su labor en prefacios muy útiles a lahora de estudiar la producción de los tiempos.Además un verdadero movimiento «nacional» detraducciones se puso en marcha y sabemos que losduques de Borgoña, Borbón y Berry tenían suspropios traductores.140

Los prefacios, anticipación de los futuros tratadosde traducción, se caracterizan por una vertientedecididamente didáctica (preocupación recuperadaen el siglo XVII por los traductores jansenistas) yuna apropiación del texto fuente. Como dice acerta-damente Jacques Monfrin:

II semble bien qu'on ait rarement eu, avant la fin du

Moyen-Age, le souci historique et philologique de

laisser ou de retrouver l'œuvre d'un auteur sous la for-

me exacte que celui-ci avait voulu lui donner. Suivant

une idée généralement répandue, tout écrit destiné à

instruire est perfectible et du moment qu'on le transcrit

et qu'on le traduit, on ne voit aucune raison pour ne pas

le modifier au goût du jour ou l'améliorer en le complé-

tant à l'aide de renseignements puisés à d'autres sour-

Tal búsqueda de legitimidad del francés frente allatín -que sigue siendo la lengua de las Universida-des, del clero, de la ciencia y documentos oficialesdel Estado- continuará sin descanso hasta elRehacimiento y Nicole Oresme (hacia 1320-1382)justifica del siguiente modo una labor traductora enlengua vulgar:

...sont pluseurs gens de langue franco/se qui sont degrant entendement et de excelleent enging et qui n'en-tendent pas souffisanment latin, et pour ce les vaillansroys de France ont fait aucuns livres translater enfrançois"2

La literatura de ficción llega a ceder el paso a lastraducciones del latín y los traductores, en lugar detraducir los vocablos latinos al francés, preferían,

140 Sobre la importancia y la cant idad de t raducc iones en elsiglo XIV, véase el capítulo de M. A. Piaget en Petit deJulleville, Histoire de la langue et de la littérature française, II.

141 «Humanisme et traduction au Moyen-Age», en Actesdu Colloque de l'Université de Strasbourg, Parts, Klincksieck,1964, pp. 217-218.

142 Ib., p. 229.

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Los traductores transparentes

por motivos de comodidad literaria, recuperarlosañadiéndoles una desinencia francesa. Esta quiebraterminológica vino en realidad a constituir una bazanada desdeñable en el desarrollo de la lenguafrancesa, enriqueciendo para la eternidad un léxicotodavía limitado. En comparación con el siglo XIII,se emprende un esfuerzo sistemático por«naturalizar» los vocablos latinos, hasta caer en elfuror imitativo.

Volviendo a los prefacios, los prohesmes sirven,a imagen de las numerosas notas que abundan enel mismo texto, para vincular al traductor con suautor. Se trata de una tendencia claramente alservicio de la lengua término, cuyo principal centrode interés es, en definitiva, el lector. También secentran en las dificultades de traducción inherentesal genio sintético de la lengua latina. El sistemaflexional permite, en efecto, una extensión y plastici-dad mediante subordinadas -el ablativo absoluto,por ejemplo- que difícilmente se compaginan con lapobreza sinonímica del francés del siglo XIV. «¿esconstructions d'icellui [étant] si trenchies et si brie-ves, si suspensives et de si estranges mos», deforma que los traductores optaban necesariamentepor las perífrasis y ampliaciones sintácticas segúnel modelo: «ce qui semble trop brief je le allongeray,en exposant par mots et par sentences».u3

De tal manera que, más allá de la vertientedidáctica que corresponde a la voluntad de «demo-cratizar» la cultura, se sitúa una estrategia lingüísti-ca transparente: formar y fijar una lengua francesa,apta para competir con el latín. Pero la competenciatiene que plasmarse en una orientación filosóficainexpugnable en la que la ortodoxia de la Corterivaliza con las aspiraciones culturales del traductor.No ya el autor, sino el traductor es el garante de laverdad científica y se le concede, casi con derechodivino, un status de revisor y corrector.

Raoul de Presles, traductor de De Civüate Dei deSan Agustín, para el que habría recopilado unostreinta manuscritos y leído unos doscientos libros,apunta en su Prólogo al Rey:

Et si je ne ensuis en ceste translación les propres motzdu texte et que je y voyse aucunes foys par une ma-nière de circonlocution ou autrement, il me sera par-donné pour ce que vous m'avez commandé, pour lamatière esclarcir, que je ensuyve la vraye, simple etclere sentence et le vray entendement sans ensuyvirproprement les motz du texteU4

Así se justifica plenamente el rechazo de latraducción palabra por palabra, verdadera políticade Carlos V el Sabio y que proseguirá hasta elRenacimiento. La democratización de la culturapasa, en efecto, por la educación y la claridadexpresiva. Por otra parte, la omni presencia deltraductor en la obra influirá incluso en la mismacomposición del libro, al verlo en miniaturas, arrodi-llado ante el Rey al que presenta su traducción.

Durante el Renacimiento, los prefacios siguenexistiendo -por ejemplo, bajo la pluma de Claude deSeyssel, el traductor de Luis XI I - pero son másescasos, dado el estancamiento que sufre la tra-ducción en Francia hasta 1530. A partir del reinadode Francisco I, aunque la cantidad de traduccionesse dispara, los prefacios ya parecen pasados demoda.

De este análisis se desprende que la produccióntraductográfica, viva desde los tiempos más remo-tos, no se fundamentó en una visión traductológicaorganizada. No se fijan antes del siglo XVII loscimientos de una teorización de la actividad traduc-tora; sólo aparecen reflexiones fugaces de traducto-res aislados que consignan observaciones acerca desu trabajo.145

Con la llegada del clasicismo durante el sigloXVII y la explosión del número de traducciones, lanecesidad de reglar la actividad se respaldará en lavoluntad intangible de la Academia de reglamentarel uso del idioma, incluso en el campo de la traduc-ción. Los grandes traductores de la época, ademásde codearse con académicos tan ilustres comoVaugelas, Conrart, Séguier, Chapelain, Pellisson-Fontanier y otros muchos, a menudo formabanparte de la misma. Es el caso de d'Ablancourt,Houdar de la Motte, Bachet de Méziriac, AndréDacier, por citar sólo a algunos.

La influencia conjunta del auge traductográfico yde los abogados del idioma dará nacimiento a unverdadero e inédito brote traductológico que, pese aciertos declives momentáneos, seguirá desarrollán-dose hasta nuestros días. Se puede decir que elprimer tratado verdadero de traducción lo escribióGaspard de Tende en 1660.

Gaspard de Tendey la supervivencia de la traducción jansenista

Bisnieto de Claude de Savoya, conde de Tende,nació en 1618 en Manne (Provenza) y murió enParís en 1697. Después de servir de voluntario en elregimiento de Aumont, se destacó durante el asedio

143 Cit. por P. A. Horguelin: Anthologie de la manière detraduire. Domaine français, Montreal, Linguatech, p. 31, § 37.

144 Ed. Galliot du Pré, 1531.

145 Las periodizaciones de Steiner al respecto son intere-santes {AfterBabel, Londres, Oxford UP, 1975, pp. 236-237).

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de Landau en 1644. Sabemos que dedicaba sushoras libres a las bellas letras y el deseo de ahondarsus conocimientos lo llevó a Polonia, donde entró alservicio de la reina Louise-Marie de Gonzague,esposa del rey Casimir V. Ocupó el cargo hasta1668, cuando el rey abdicó, y volvió con él a Franciaen 1669. Poco después, en 1674, regresó a Poloniaen calidad de secretario del cardenal Forbin deJanson, embajador extraordinario de Francia cercade la Dieta. Gracias a la influencia de Janson, JanSobieski, famoso por sus hazañas militares146 fueelegido rey de Polonia en 1674. A raíz de estamisión de Tende regresó definitivamente a Francia,donde murió.

Estas consideraciones exclusivamente biográfi-cas me parecen sumamente importantes a la horade estudiar la obra de Gaspard de Tende y particu-larmente las fuentes literarias y doctrinales en quebebió. De él tenemos las Regles de la traduction, oumoyens pour apprendre à traduire de latin enfrançois, Tirez de quelques-unes des meilleuresTraductions du Temps (Paris, 1660).147 Tambiénescribió en Varsovia la Relation historique de Polog-ne, contenant le pouvoir de ses rois, leurs élections,les privilèges de la noblesse, la religion, la justice, lesmoeurs et les inclinations des Polonais, publicada enParis en 1688 y 1697. Como queda claro, su obrano es la de un traductor, sino la de un políticoatraído por la literatura. Su tratado de traducciónparece nacer de la nada, pues -hasta donde alcanzanuestro conocimiento- no tenemos noticia de quehubiera traducido con anterioridad.

Su interés por el oficio de traductor proviene talvez de su misión diplomática en el extranjero opuede ser consecuencia directa de su entornofamiliar o del círculo de sus amigos. Vamos ahora aanalizar el primer gran tratado de traducción de lahistoria.

La introducción del libro -Epistre à Madame laMarquise de Sablé - , además de contener la dedica-toria que solicita el amparo de la nobleza, nosrecuerda los prefacios de la Edad Media por su afánde justificación. El autor lo consagra a «une Per-sonne qui pust le deffendre & le proteger, nonseulement par la grandeur de sa Naissance, maisencore par l'étendue de son autorité & de soncredit».14S En esta frase encontramos la dobletrayectoria diplomática y literaria de Gaspard de

Basta con recordar la célebre victoria de Chocim contralos turcos en 1673.

147 Cabe recalcar que el título varia según las fuentes: laBibliographie universelle y la Bibliographie française mencio-nan el Traité de la traduction. Nuestro título procede de laedición de 1660.

148 Epistre, II.

Tende, y será antes que nada la vertiente filológicala que primará en el resto de la introducción:

le ne parieray point de la premiere que tout le monde

connoît, mais seulement de la seconde, qui n'est con-

nue que des savans. Car ie say que les Maistres de

nostre Langue vous consultent dans leurs doutes,

vous font Arbitre de leurs differens, & se soumettent à

vos decisions. En effet vous estes, Madame, la Per-

sonne du monde qui savez le mieux toutes les loix &

toutes les resgles du discours... qui savez le mieux

toutes ces délicatesses, & tous ces mystères du stile

dont parle Monsieur de Vaugelas.U9

El tratado de traducción de 1660

El Tratado de traducción de Gaspard de Tende esel primer libro importante sobre el arte de verter,tanto desde el punto de vista cuantitativo comocualitativo. En efecto, consta, además de la Epístolade cuatro páginas, con un Prefacio de quince y uncuerpo de 386 páginas, dividido en tres partes.

El autor supera el propósito didáctico fijado porlos traductores jansenistas y, pese a la influencia deéstos, procura concederle a la traducción un alcancecientífico que ya se podía encontrar en ciertosescritos de Port-Royal como la Grammaire généraleet raisonnée, pero que no hicieron suyo los traducto-res pedagogos. Por añadidura, de Tende deja delado cualquier actitud especulativa que abriese unabrecha entre teoría y aplicación práctica para fun-damentar su edificio teórico en cimientos extraídosde la práctica cotidiana del oficio. Esta voluntadaproxima su obra, al menos en este aspecto, a lalabor de Vinay y Darbelnet.150

En su Prefacio, De Tende se circunscribe a supúblico:

...cela pourra estre utile, non seulement aux enfans & àceux qui les instruisent, mais encore à tous ceux quiveulent apprendre le Latin; puisque la Traduction estsans doute un des moyens le plus court & le plus facilepour apprendre les Langues.

...Voila certainement des Regles pour former un exce-llent Traducteur.^

En la última página del Prefacio sitúa el autor elclásico topos de la excusatio al que ya aludimosdurante el estudio de los traductores medievales. Eneste sentido se puede decir que De Tende es pro-

" 9 Epistre, III.150 Stylistique comparée du français et de l'anglais, Paris,

Didier, 1958.151 Pp. Il y XIII.

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ducto de una larga tradición en el arte de verter quese remonta más allá de los jansenistas:

...que tous ceux qui liront ces Regles excusent les dé-fauts qu'ils y verront... C'est la grace que j'espère deleur bonté; & la recompense que ie leur demande pourl'intention quej'ay eue de diminuer la peine des Traduc-teurs, en leur proposant des Regles pour traduire, &embellir leurs Traductions152

cuando la palabra «adeps» significa en francés«graisse» (grasa), sino por «fleur de froment» o «purfroment». Esta regla aboca, pues, a un estudio delas posiciones.

La quinta es la de la equivalencia dinámica oequilibrio estilístico entre el original y su versión,cuando las discrepancias lingüísticas, y sobre todometalingüisticas, no permiten una traducción direc-ta:

A despecho de la ineludible herencia del pasado,Gaspard de Tende es, sin lugar a dudas, un héroede su tiempo. Lo demuestran hasta la saciedad laspalabras usadas con insistencia en el Prefacio:«Traité», «Regles», «Raison». Se trata, por consi-guiente, de un método racionalista que participaplenamente de su época, lo que se refleja en quelas nueve reglas se enuncian ya en el Prefacio,cuando, en realidad, se van deduciendo de unabundante corpus de traducciones analizadas ensus ocurrencias y coocurrencias.

La primera regla atañe al buen conocimiento delas dos lenguas, «mais sur tout la langue Latine», ala comprensión del pensamiento del autor y alrechazo de la traducción literal. La influencia de lastres primeras reglas de Dolet es aquí indudable.

La segunda regla insiste en la transmisión de laspropias palabras del autor cuando son importantes,y parece, así a primera vista, contradecir la primeraregla. En realidad se trata más bien de una pres-cripción relativa a las citas necesarias. El autorcobra así una importancia que había perdido enmuchas traducciones anteriores.

La tercera subraya el respeto al estilo original yregistros lingüísticos. Distingue entre la arenga, quese caracteriza por períodos largos, y la narración,corta y precisa. La traducción debe parecerse a unaobra original:

Et comme une copie, pour estre bien faite, ne doit pointparoistre une copie, mais un veritable original; de mê-me une Traduction, pour estre excellente, ne doit pointparoistre une Traduction, mais un ouvrage naturel, &une production toute pure de nostre esprit™3

Esta tercera regla anticipa la cuarta, que recalcala preeminencia del buen uso y de las palabras ygiros por él consagrados. Otro signo de los tiemposes la necesidad de usar términos simples y natura-les. De ahí viene el ejemplo citado por De Tende: laexpresión latina «ex adipe frumenti» no se debetraducir al francés por «graisse de froment», aun

...s'efforcer de rendre beauté pour neauté, & figurepour figure; lors qu'il arrive que les mêmes graces nese rencontrent pas dans les deux Langues, comme ilarrive souvent, & qu'on ne sauroit exprimer les mêmesfigures, & les mêmes beautez.154

La sexta concierne a las ampliaciones léxicas,que traicionan la quiebra creadora y estilística deltraductor, al mismo tiempo que alteran la fuerza y elsentido del autor. De Tende lucha así con lo que hoyllamamos el «cociente de dilución» que separa unatraducción de su original. En otras palabras, laversión debe ser tan corta como la obra traducida.Esta sexta regla remite a la vertiente didáctica de laobra al aludir a los alumnos de latín.

La séptima prescribe la división fraseológicacomo medio de aclarar el sentido de períodoslatinos demasiado amplios. Corresponde al afán declaridad expresado por los principios clásicos delsiglo XVII.

La octava sirve de contrapeso a la precedente,pues propone reunir períodos demasiado cortos sinque ello afecte al estilo general.

La novena y última, quizá la más interesante yrica, hunde al traductor en los abismos del texto, enbusca de la estructura profunda y subyacente de lostextos:

...de ne pas rechercher seulement la pureté des mots& des phrases, comme font beaucoup de personnes,mais de tascher encore d'embellir la Traduction par desgraces & des figures qui sont bien souvent cachées, &qu'on ne découvre qu'avec grand soin. Car il est rai-sonnable, que non seulement on rende en François lesbeautez qui sont visibles dans le Latin; mais mêmequ'on s'efforce de découvrir toutes ces beautez lorsqu'elles sont cachées.155

El respeto a estas reglas le permitirá al traductor«suivre la fidélité du sens, sans blesser ielegancedes paroles, & à imiter l'elegance sans blesser lafidélité»™

154

Ib., p. XV.Ib., p. VIII.

Ib., p. IX-X.165 Ib., p. XII.156 Ib., p. XIII.

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Contrariamente a lo que se podría pensar enprimera instancia, no se trata de axiomas dados apriori sino más bien de reglas derivadas del análisisriguroso de un corpus eminentemente moderno.Gaspard de Tende no proporciona la bibliografía delos extractos utilizados; tampoco menciona a losautores de los que se valió al constituir el corpus,que sólo ofrece la solución francesa sin mencionarla versión original. Sin embargo, como señalaZuber, el corpus es posterior a 1640, lo cual de-muestra que De Tende es un autor muy comprome-tido en su época. Además esta fecha es simbólica,ya que a partir de entonces empezó la produccióntextual de los jansenistas.

Las citas se desglosan así:- 255 sacadas de las Confesiones de San Agus-

tín de Arnauld d'Andilly;- 180 sacadas de la Vida de San Bernardo, del

mismo autor;- 61 sacadas del Poeme de Saint Prosper contre

les Ingrats de Le Maistre de Sacy;- 11 ejemplos sólo de Perrot d'Ablancourt, lo cual

se explica por su fama de «infidelidad» en el campode la traducción.

Ballard puso de relieve con acierto el caráctercientífico de la obra al observar De Tende la pro-ducción de los traductores y no la suya y al deducirreglas a partir de la recurrencia de las solucionesprácticas.157 No obstante, esta voluntad científica nodebe ocultar la omnipresencia de la Academiafrancesa en el escenario lingüístico en el que latraducción ocupa -y el fenómeno es nuevo- unpuesto trascendente. Desde esta perspectiva, esinteresante mencionar que si las nueve reglas sonproducto de la práctica coetánea, también dimanande autores en los que De Tende bebe, a veces sinnombrarlos por razones todavía no descubiertas.

He aquí sus fuentes de inspiración declaradas:- reglas 1, 3, 7: Vaugelas;- reglas 2 y 5: Le Maistre de Sacy;- regla 4: posiblemente el abad Terrasson:- las otras: sin precisar.158

Los tres libros de que consta el Tratado seocupan de las siguientes materias:

- el libro I analiza los procedimientos de traduc-ción directa y oblicua, enfocados principalmente anivel léxico. También las ampliaciones léxicas en elcaso de nombres propios, para atribuirles el trata-miento idóneo conforme su rango en la sociedad: es

157 «Gaspard de Tende, théoricien de la traduction», colo-quio sobre La traduction en France à l'Age classique, Lille,1994, Actas en prensa.

158 Zuber (o. cit., p. 151) opina que la regla VI se inspira enThomas Guyot. No obstante, Guyot publicó sus Lettresmorales et politiques de Cicerón a son amy Attique en 1666.

el síntoma de los tiempos que exigen el uso delbuen gusto y precedencia en las relaciones urbanas.Abundan los apelativos «Monsieur» o «mon cher»inusitados en latín.

- el libro II abarca el elenco estilístico de lasbuenas traducciones por orden alfabético. El ordencanónico, es decir, impuesto por el genio francés, seestudia en relación con la sintaxis latina, más librepor el sistema flexional. El estilo francés correspon-derá a la doble finalidad de traducir el sentido dellatín al desprenderse de una reproducción formal einaceptable del texto original. Una vez más, DeTende concede prioridad a la comparación estricta-mente sintáctica, por no decir gramatical, y pasa poralto la problemática de la equivalencia dinámica queva más allá de la superficie lingüística del enuncia-do. Ello demuestra que el Tratado de Gaspard deTende se destinaba más bien a alumnos que atraductores curtidos, los que vienen a constituir unmodelo para futuras generaciones:

Mais comme je n'ay envisagé dans ces Règles que

l'utilité des enfans, j'ay creu que cela [escribir un trata-

do más amplio sobre verbos] seroit inutile, et qu'il ne

serviroit, qu'à leur donner dans la traduction plus de li-

berté qu'ils ne doivent prendre; ayant reconnu par ex-

périence qu'ils ne s'en donnent toujours que trop.:59

- el libro III, indudablemente el más débil, procu-ra encauzar el uso de las conexiones entre lasdistintas partes del discurso. Se nota en él el can-sancio del autor y la repetición de constataciones yapresentes en el libro II.

La obra de Gaspard de Tende es, por consi-guiente, un estudio de lingüística contrastiva, basa-do en las discrepancias estilísticas que rigen losdistintos idiomas. Las leyes son, sobre todo, fórmu-las de transferencias y compensaciones dedicadas aequilibrar los textos en tratados. Se intuye así unaprimera concepción de unidades de traduccióndeslindadas por las mismas transferencias.

Más curioso resulta que los elementos socio-lingüísticos se silencien en pleno siglo de BellasInfieles, aun cuando esta corriente ya decaía. Taltoma de posición se comprende si admitiésemosque se trata de una obra jansenista, lo cual no escierto porque De Tende cita a otros autores comoVaugelas.

El Tratado de Gaspard de Tende no tendría tantainfluencia como hubiese merecido. Su larga estan-cia en Polonia y su simpatía hacia los jansenistasconstituyeron, tal vez, un obstáculo difícil de salvar

Gaspard de Tende, o. cit., p. 253160 Recordemos que el libro se publicó con el seudónimo

de Hauteville.

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pese a la doble edición de su Relación histórica dePolonia (1688 y 1697).160 Acaso se ocultó tambiénsu producción a raíz de la publicación al año si-guiente (1661) de otro tratado, con objetivos diferen-tes y a veces opuestos, el de Huet.

Pierre-Daniel Huet o la traducción erudita

Pierre-Daniel Huet nació en la ciudad de Caen en1630. Era un converso del protestantismo. LosPrincipios de Descartes, que salieron a la luz en1643, le gustaron mucho, pero más tarde habría decriticarlos.161 También le sedujo la Geografía deSamuel Bochart, salpicada de frases griegas yhebreas, de tal forma que retomó el estudio delgriego y aprendió solo el hebreo. Con este zoólogoviajó a Dinamarca.

A los dieciocho años traduce las Amours deDaphnis et Chloé de Longus. Al volver de la Corte dela reina Cristina, trae a Francia su versión de Orige-nis comentan! En 1661 publica su De Interpretatio-ne162 que consta de dos libros: el De óptimo genereinterpretandi, cuya filiación parece obvia, y el Declaris interpretibus. Esta obra le permitirá ingresar enlos salones y en la Corte. Observa el cometa Halleyen 1664; era un polymathe, como se decía en elsiglo XVII. Parece, además, que su casa se hundióbajo el peso de su enorme biblioteca.

A partir de 1670 goza de la confianza de Luis XIVy se encarga con Bossuet de la educación del delfín.Con ayuda de cuarenta colaboradores emprende lapublicación de los clásicos latinos y griegos adusum Delphíni. En 1674 entra en la Academiafrancesa. Será nombrado obispo de Soissons en1685 y de Avranches en 1692. Muere en 1721.

El De Interpretatione, redactado en latín, sepresenta como un debate alrededor de las BellasInfieles, tomando por modelo los autores neolatinosdel siglo XVII. Se abre con un diálogo entablado aprincipios del siglo XVII por los tres humanistas queson Isaac Casaubon, De Thou y Fronton du Duc, yque refleja el ansia de un pasado humanista perdi-do. Esta obra es el fruto de sus reflexiones contem-poráneas de la traducción del Orígenes y de suencuentro con numerosos traductores en su trabajode editorialista.

De entrada, las ideas de Huet aparecen clara-mente al pretender «refréner la licence effrénée destraducteurs». La traducción es, en su opinión, laversión de un discurso en otra lengua para cumplircon dos objetivos principales: aprender un idioma

(versión pedagógica) o dar a entender un discursoincomprensible para muchas gentes. Cabe señalarque Huet no aborda la traducción inversa, ejerciciomuy vigente por entonces gracias a la influencia dePort-Royal.

La concepción de Huet es la de una traducción«erudita», es decir, imprescindible para acceder aciertos conocimientos, que, por otra parte, debenverterse fielmente para que no sean desviados delpensamiento original ni adulterados por una media-ción exacerbada del traductor. Así es como se debehuir de la traducción libre, la que favorece el epíto-me que abrevia y la paráfrasis que alarga el textooriginal. Godeau se ve así condenado por habersustituido al autor en sus Salmos.

También conviene evitar cualquier filotía, carac-terística del scriptor más que del traductor. Seopone Huet a Antoine Le Maistre, quien en susreglas consideraba que la elocuencia francesa y lafuerza estilística de las palabras venían constituyen-do el eje central de una traducción. De esta formalos traductores del latín del siglo XVII cometenmuchas omisiones al centrarse más en la expresiónque en el sentido oculto de los textos.

Inspirándose en maestros como Rufino, Orígenesy San Jerónimo,163 Huet hace suyo el sistema deasteriscos y obelos para señalar las variaciones conrespecto al original. Siguiendo el modelo de lasExaplas, se pronuncia a favor de traduccionesyuxtalineales que permitan comparar un original consu versión.164

La primera parte del libro, que se titula De óptimogenere interpretandi, establece una tipología de losgéneros y se fundamenta sobre todo en la Biblia.Huet se opone a Gaspard de Tende, cuya reflexiónparte de Vaugelas y de la noción de uso, al alegarque la lengua francesa no es el elemento fundamen-tal en la traducción. Huet estima, lo cual no es ajenoa sus preocupaciones bíblicas, que el traductor debedoblegarse al texto original; siguiendo el lema rebusnovis nova nomina, emplea el sistema de notas paraaclarar lo que el texto de partida deje ambiguo.

También critica a d'Ablancourt, quien se negabaa que el original se publicara junto a la versión. Eneste campo, Huet coincide con Dacier. De hecho,

En la Censure de su filosofía (1689).162 Petri Danielis Huetii De Interpretatione libri duo, quorum

prior est De óptimo genere interpretandi, alter De clarisinterpretibus, París, Séb. Cramoisy, 1661.

163 No podemos coincidir con Ballard (De Cicerón àBenjamin, p. 185) cuando afirma que Huet se opone aJerónimo por haber defendido éste la traducción libre. Lasopciones de Jerónimo son mucho más complejas comodemuestra nuestro artículo: «San Jerónimo en sus epístolas:las dudas metafóricas del traductor», en Actas de los VEncuentros Complutenses en torno a la traducción, Madrid,Complutense, 1995.

164 Sobre asteriscos, obelos y Exaplas, véase el artículocitado en la nota precedente.

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opta por la traducción-erudición165 al considerar queel oficio de traductor implica más una concienciadoctrinal y exegética que lingüística.

La segunda parte, el De clans interpretibus, seabre con una historia de las traducciones bíblicas enla que se analizan detenidamente las versiones deRufino, Orígenes y Jerónimo. La historicidad apare-ce como la clave del pensamiento hueciano, ya queel enfoque histórico permite poner de manifiesto lastraiciones a la verdad original: es de la lengua de laque hay que desconfiar.

La fidelidad al original plantea entonces el pro-blema del ornatus, es decir, la forma de encontrarun término medio entre la imprescindible memoriade las lenguas y la lengua meta, tan defendida pord'Ablancourt. En realidad, Huet pretende reconstituiruna lengua latina nueva sin conquistar el terreno delfrancés. Su postura se sitúa, pues, a medio caminode las preocupaciones de Port-Royal. Su sentido dela humilidad del traductor se refleja en el siguienteextracto:

Traduisez Alistóte en périodes cicéroniennes, vous

faites une caricature; si vous imitez l'oiseau intrus qui,

ne se bornant pas à déposer ses oeufs dans le nid

d'autrui, renverse à terre la couvée légitime, vous ne

traduisez plus, vous interpolez.:66

A Huet se le puede considerar como el últimohumanista, de tal manera que escribió su biografíaen latín. Se puede decir que con él viene a acabarseun largo movimiento de traducción que habíaechado sus raíces en la persona de Amyot. Elpropio Huet reivindica la herencia de Amyot:

At superiorum omnium diligentiam, meojudicio, vicit la-cobus Amyotus, Altissiodorensium Antistes, liberal/disciplina eruditus, ingenio acutus... ut in eo primúmGallica facundia vires suas experta fuisse videatur: isPlutarchum tanta stili amoenitate, sed & tam integra, &tam raro ñútante fide interpretatus est, ut eorum facilequerelas possit contemnere...167

Desgraciadamente, por razones difíciles de expli-car, la traducción no será un género favorecido enel siglo XVIII. Los tratados de De Tende y Huet notuvieron mucho éxito, tal vez por ser aquél de

165 Marie Delcourt empleaba el giro «traducción arqueoló-gica» en su: Étude sur les traductions des tragiques grecs etlatins en France depuis la Renaissance, Bruselas, MauriceLamertin, 1925.

166 Huet traducido y citado por Léon Tolmer: Pierre-DanielHuet (1630-1721), Humaniste-Physicien, Bayeux, Colas,1949, p. 222.

167 De Claris Interpretibus, MDCLXI, p. 184.

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obediencia jansenista y por haber dado éste prefe-rencia al latín sobre el francés, lo cual no cabía enlas preocupaciones filosóficas y enciclopédicas deaquellos tiempos. En efecto, en el siglo XVIII, elinterés de los traductores se volcará hacia la litera-tura inglesa y alemana, y la «naturalización» de lasobras, vasto movimiento emprendido por d'Ablan-court, acabará con los esfuerzos de Huet y DeTende. La traductología entró en el siglo XVIII en unlargo período letárgico del que sólo saldría en lasegunda mitad del siglo XX.

IX. CONCLUSIÓN

On ne traduit pas in vitro, in abstracto er ne varietur.

// n'existe ni perfection absolue ni fidélité totale.

Edmond Cary: L'indispensable débat, 1963

El clasicismo francés representa un hito ineludi-ble a la hora de estudiar la producción traductoló-gica de la cultura francesa. No se puede encontraren ningún período anterior o posterior tan ingenteriqueza y diversidad de pensamientos. Que se tratede traducción-erudición, imitación o adaptación,todas las opciones sin excepción alguna se analiza-ron durante el Gran Siglo.

Los traductores franceses del siglo XVII intuyeronque el dilema traducibilidad-intraducibilidad, tanestudiado por Mounin y Ladmiral, ocultaba enrealidad otro problema, mucho más acuciante, el dela fidelidad. El siglo XVII será el del status científicode la traducción y pondrá de relieve la plasticidad dela noción de fidelidad. Ésta no se deja reducir a unamera descripción teórica, sino que se enmarca enun panorama sociocultural omnipresente y muyvariable según las épocas.

Todos los traductores, cualesquiera que fuesensus opciones traductoras, se empeñaron en serfieles, los unos al pensamiento del autor, los otros asu época. A primera vista, las dos posibilidadesparecen contradictorias, pero, a decir verdad,apuntan a un objetivo único: la fidelidad al receptor,que se confunde con el público. En la realidad, cadatraductor vierte para su propio público: si su públicoconsta de eruditos, la traducción será naturalmentede índole arqueológica; si forma parte de una castade literarios, como fue el caso de los traductoresque se ampararon a la sombra de la cúpula de laAcademia, su obra será más bien la de un literatoafanado en imitar el uso propugnado por los aca-démicos.

De todos modos, la reflexión clásica giraría entorno a concepciones especialmente filológicas y

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literarias, con lo que la traducción científica ytécnica, pese a los esfuerzos desplegados por losjansenistas, no llegó a ser un objeto de observaciónteórica. Tal situación sigue vigente en nuestro siglo,como si los textos especializados no fueran obra deliteratos y escapasen, por consiguiente, de cualquieranálisis literario. La influencia de Du Bellay, un siglodespués de su muerte, y la famosa dicotomíaciencia-poesía no me parecen ajenas a esta consta-tación.

Vemos así que la fidelidad es un concepto que noresiste la presión sociológica e incluso alcanza unvalor político en todas las épocas.169 Algunos creenque la verdad podría encontrarse a medio caminoentre una adaptación a los gustos de la época deltraductor y la preservación del carácter original de laobra traducida. Es una postura de conciliación entrela traducción-integración y la traducción-reconstitu-ción. Tal era la opción de Rivarol en su versión de laDivina Comedia:

comentaristas anacrónicos, también presionadospor su entorno cultural.

Se trata, por ende, de un concepto extremada-mente plástico y muy difícil de definir. Quizá poreludir tan irresoluble cuestión y restablecer el con-tacto directo entre autor y lector los traductoresclásicos del siglo XVII decidieron ser transparentes.

// doit suffire aux amateurs que la physionomie deDante et l'odeur de son siècle transpirent à chaque pa-ge de cette traduction. Il doit suffire aux gens de lettresque notre poésie française puisse s'accroître des ri-chesses du poète toscan; il doit suffire aux uns et auxautres que, sans le trop écarter de son siècle, on l'aitassez rapproché du nôtre 169

Rivarol, autor del siglo XVIII, prefigura así encierta medida la corriente dominante del siglo XIX,que inaugurará una vuelta a la noción de literalidad.A modo de ejemplo, podemos citar a Leconte deLisie y su Ilíada. He aquí lo que escribe en suAvertissement à la traduction de l'Iliade (1850):

Le temps des traductions infidèles est passé II se faitun retour manifeste vers l'exactitude du sens et la litté-ralité. Ce qui n'était, il y a quelques années, qu'unetentative périlleuse, est devenu un besoin réfléchi detoutes les exigences élevées. Le public s'est épuré ens'élargissant.

Por consiguiente, la fidelidad no remite a unadoctrina elaborada in abstracto, sino a un movimien-to pendular generado por consideraciones exterioresal oficio de traductor. La fidelidad es una fidelidad aun entorno cultural que siempre ha dictado y siguedictando la actividad de estos testigos que son lostraductores. Por otra parte, la infidelidad es unaconcepción nacida a posteriori en la mente de

168 Véase mi artículo: «La fidélité et ses avatars», en Equi-valences, Bruselas, ISTI, 1995, en prensa.

169 «Discours préliminaire» de la traducción de L'Enfer,Paris, Didot, 1783, pp. 7-8.

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