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Prácticas pedagógicas emancipadoras Luis Fortunato Iglesias, Maestro Hablar de prácticas pedagógicas emancipadoras en la escuela pública nos remite inevitablemente a Luis Fortunato Iglesias, maestro único entre 1938 y 1955 de la Escuela Rural N° 11 de Esteban Echeverría, provincia de Buenos Aires Acuciado por el problema de enseñar simultáneamente a alumnos de los siete grados de la escuela primaria, creó una metodología de trabajo y modalidades funcionales de organización escolar; construyó, en síntesis, un proyecto pedagógico del que generosamente informa en sus libros, relato detallado de sus días y sus trabajos de maestro rural. Pero, en ellos, no se reduce a describir lo que hacía sino que responde los interrogantes-clave de la práctica pedagógica: por qué, para qué, qué, quién, cómo, cuándo, dónde. Es por eso que su pensamiento y su acción trascienden la especificidad de la enseñanza rural para iluminar el trabajo de educadores de todos los niveles, así como el de quienes asesoran y supervisan, proyectan y conducen la política educacional. Maestros y profesores, directivos y supervisores, especialistas y técnicos, encuentran en sus libros la práctica y sus fundamentos conceptuales, los propósitos formativos y la cosmovisión que los sustenta, el material- herramienta y los modos de elaborarlo La conclusión es obvia: Iglesias debe ser leído y releído por todos los que quieran desprohibir la educación, por todos los que piensen que la crónica crisis educativa no se 1

Luis Fortunato Iglesias, por Marta Marucco

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Prácticas Pedagógicas Emancipadoras

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Prácticas pedagógicas emancipadoras

Luis Fortunato Iglesias, Maestro

Hablar de prácticas pedagógicas emancipadoras en la escuela pública nos remite inevitablemente a Luis Fortunato Iglesias, maestro único entre 1938 y 1955 de la Escuela Rural N° 11 de Esteban Echeverría, provincia de Buenos Aires

Acuciado por el problema de enseñar simultáneamente a alumnos de los siete grados de la escuela primaria, creó una metodología de trabajo y modalidades funcionales de organización escolar; construyó, en síntesis, un proyecto pedagógico del que generosamente informa en sus libros, relato detallado de sus días y sus trabajos de maestro rural. Pero, en ellos, no se reduce a describir lo que hacía sino que responde los interrogantes-clave de la práctica pedagógica: por qué, para qué, qué, quién, cómo, cuándo, dónde.

Es por eso que su pensamiento y su acción trascienden la especificidad de la enseñanza rural para iluminar el trabajo de educadores de todos los niveles, así como el de quienes asesoran y supervisan, proyectan y conducen la política educacional.

Maestros y profesores, directivos y supervisores, especialistas y técnicos, encuentran en sus libros la práctica y sus fundamentos conceptuales, los propósitos formativos y la cosmovisión que los sustenta, el material-herramienta y los modos de elaborarlo

La conclusión es obvia: Iglesias debe ser leído y releído por todos los que quieran desprohibir la educación, por todos los que piensen que la crónica crisis educativa no se resuelve repitiendo fórmulas improductivas sino haciendo lo que hacía el maestro: generando lo que él denominaba la escuela de la abundancia; una escuela donde se hable mucho, se escriba mucho, se lea mucho, se discuta mucho; donde se esté en permanente movimiento; donde sean inconcebibles el silencio y la quietud.

Estamos seguros que antes de leer a Iglesias y, en particular, mientras se lo lee, surgen interrogantes ineludibles: ¿Quién es este maestro? ¿Cuáles son sus posiciones filosóficas y políticas? ¿Están en lo cierto quienes piensan que “perdió” veinte años de su vida en un ignoto

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establecimiento rural; que “malgastó” su juventud compartiendo el destino de boyeritos, tamberos, reseros y peones?1

El propio Iglesias nos incita a bucear en la trama de su vida cuando afirma: Para decir cómo se piensa es necesario decir a cada paso quién se es y de dónde se viene2.

Buscando saber quién es y cómo piensa recorrimos sus publicaciones

El linaje y los orígenes del maestro

Luis Fortunato Iglesias nació el 28 de diciembre de 1915, fue hijo de inmigrantes gallegos llegados a la Argentina en 1911. Su padre había sido herrero de minas en Galicia, minas que explotaron los ingleses hasta agotar la médula metalífera cantábrica. Al instalarse en Tristán Suárez, pequeño pueblo de la campaña bonaerense, situado allí donde empieza la pampa, siguió templando el acero, pero ya no para producir herramientas mineras, sino las rejas de los arados. Cuenta el Maestro que sus padres inmigraron con la esperanza de ganar lo necesario para volver a su tierra natal, comprar una casa y reencontrarse con las dos hijas pequeñas que habían dejado a cargo de familiares. El sueño no se cumplió y en sus nuevos pagos pampeanos nacieron otros dos hijos Un testimonio de la importancia de la historia familiar en la vida de

Iglesias lo constituye el haber dedicado su libro “Didáctica de la libre expresión”, aparecido en 1979, al recuerdo de su madre analfabeta Las vivencias infantiles que se expresan en la siguiente dedicatoria

influyeron decisivamente en su convicción sobre la importancia de la lectura.

Mi madre nació en una aldea del campo gallego, donde no había escuela. Nadie le enseñó el arte de leer y escribir. Y cuando vino a la Argentina, dos hijas pequeñas quedaron con los abuelos en prenda del regreso. En los años que vinieron después, aunque muy espaciadamente, a nuestra casa llegaban cartas que mis hermanos mayores leían en voz alta, para toda la familia. Y era en esos días cuando mi madre, enloquecida de impotencia y ante nuestro terror de niños, golpeaba su noble cabeza contra los muebles

1 Bianco, Augusto, Luis F. Iglesias: un maestrillo gigante. Revista Educoo, N° 9, noviembre 1992.Pág. 132 Discurso pronunciado al recibir el Premio Aníbal Ponce-1985 en el Salón de actos de la Sociedad Argentina de Escritores. La Asociación Amigos de Aníbal Ponce lo distinguió con la 11a. entrega de su premio anual. Fue el segundo de los numerosos premios recibidos por Iglesias, entre ellos: Primer Premio Nacional de Ciencias de la Educación otorgado por la Subsecretaría de Cultura de la Nación a la producción científica, artística y literaria del período 1977-1980 (1994) - Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (1994) -Plaqueta de reconocimiento junto con los pedagogos Paulo Freire y José Lunazzi como los mejores educadores vivos de América (1994) reconocimiento otorgado por la UNESCO al celebrarse el II Congreso Íbero-americano de Historia de la Educación Latinoamericana. Campinas (Brasil) – Profesor titular adjunto del Instituto Superior Pedagógico de Cuba, entregado en La Habana en ocasión del “Encuentro Pedagogía´95” ante 5000 maestros delegados de toda América Latina – Ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires otorgado por el gobierno de la CABA en 1996

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y las paredes de la casa; bloqueada por ambos caminos, no podía leer y releer por sí y para sí los magros mensajes que traían noticias de sus hijas y tampoco podía trasmitirles palabra por palabra, línea por línea, sus profundas conmociones de cariño, de dolor, de esperanza.

Por eso este libro que habla del nacimiento de la palabra escrita y de su trascendencia humana como entrañable vínculo de expresión y comunicación, en primera instancia va dedicado al recuerdo de Doña Joaquina, mi madre gallega3

En varias oportunidades, el Maestro declaró haber aprendido desde pequeño, a través de las conversaciones familiares, cómo se exprimía a los trabajadores para que rindieran mucho y cobraran poco, cómo el latifundio y la iglesia eran los responsables de la opresión económica e intelectual del pueblo. Iglesias afirmaba: Yo absorbí la injusticia de bienes como injusticia ideológica, porque desde niño comprendió cuáles eran las causas estructurales de la miseria y del dolor del pueblo. Así nació lo que denominaría más adelante su rebeldía social

Luis trabajó desde pequeño en la herrería de su padre: era el encargado de encender y llevar al rojo vivo el fuego de la fragua. Recordando su experiencia de trabajador prematuro, escribe

las influencias vivenciales y formativas que dieron a mi infancia los días y los oficios de la herrería, muchos y duros, tienen rastros en mi recuerdo de las maravillosas tonalidades moradas que veía entonces cambiar y crecer velozmente en los filos de las rejas bien templadas4

Muchos años después se enteraría de que el plástico Juan Carlos Castagnino5 realizaba la misma tarea en el taller de su padre. Ambos coincidirían en la impronta formativa que dejó en ellos ese trabajo infantil. Iglesias lo relata de este modo:

Habíamos descubierto de muy parecida manera las formas y la rotunda presencia de las cosas que nos rodean, la riqueza de coloridos y matices y aprendimos casi al mismo tiempo el poder que tienen la imaginación y las manos. Junto al fuego de la fragua que encendíamos y llevábamos al rojo vivo con propio esfuerzo, conocimos e intimamos con gentes de todas las edades, de infinita variedad de características humanas, humildes y

3 Iglesias, L. F. (1979) Didáctica de la libre expresión. Bs. As., Ediciones Pedagógicas4 Discurso de recepción del Premio Aníbal Ponce, p. 235 Juan Carlos Castagnino, quien a través de sus obras denunciara la injusticia y anunciara el nacimiento de una nueva sociedad sin explotados ni explotadores, integró en 1933 el grupo fundador del primer sindicato argentino de artistas plásticos. Junto a Antonio Berni y Lino Eneas Spilimbergo colaboró con David Alfaro Siqueiros en la realización del mural Ejercicio plástico, restaurado y exhibido actualmente en el Museo del Bicentenario

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comunes unas, bravías y clausuradas otras. Gentes sin asentamientos duraderos los más, sin escuela ni rangos (…) Desde las difusas dimensiones y perspectivas de nuestras infancias, las veíamos como gentes comunicativas, ricas en sus modos creativos de hablar y narrar, capaces de trabajar para vivir y de vivir para trabajar y de convivir para subsistir. Asistíamos así a una insólita escuela abierta y libre de realidades vivas, y aprendimos allí conocimientos básicos que servirían invalorablemente a nuestros aprendizajes y oficios, ya fuera en arte, ya fuera en pedagogía6

Posiblemente, he aquí una de las claves de la pedagogía de Iglesias: la observación sistemática de la realidad tal como ella se manifiesta y es aprehendida por los sentidos.

Los cuadernos de pensamientos propios en los que los niños dibujaban y escribían su cotidianeidad es una demostración del lento pasaje de lo observado, lo concreto sensible, a lo conceptualizado, lo concreto pensado.

De los múltiples testimonios que nos ofrece la antología de creaciones infantiles, publicada en 1950 con el nombre de Viento de estrellas, seleccionamos algunos pensamientos con los que intentamos avalar nuestra suposición

Julián Jaureguiber escribe y dibuja, a los 10 y a los 12 años respectivamente:

Victorio tiene un gato que se sube al techo de casa y grita de noche

Me levanté y estaba lloviendo. Me puse un saco y fui a buscar las vacas. Por el camino las lechuzas me chillaban, y como yo las imitaba, más se enojaban. Volví al corral y apoyé; una vaca, cuando la estaba maneando me tiró una patada y le pegó a su ternerito. Después, cuando largamos el tambo, traje los caballos. A la tarde le saqué las cepas a la alfalfita. Enseguida fui a trasplantar repollitos. Me subí a la plante de mimbre y corté una varita. Cuando sacaba las vacas del monte, una perdiz silbaba a lo lejos y a mí me parecía que estaba al lado mío Al oscurecer miré hacia mi escuelita y me pareció una calandria volando en tiempo de primavera7

Francisco Calvo registra en su cuaderno de pensamientos a los 8 y 10 años:

Yo tengo dos pichoncitos de paloma

6 Discurso recepción premio Aníbal Ponce, p.237 Julián Jaureguiber abandonó la escolaridad al finalizar 3° grado. Por un tiempo siguió enviando a su maestro sus dibujos y sus escritos entre los que se cuenta el Diario de un día de octubre que hemos transcripto

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Una rama con tres guindas, una rama con dos y otra sin nada. Pero ella tiene la esperanza8

Todas las noches, el padre de Iglesias, después de trabajar de sol a sol, leía el diario completo para toda la familia y comentaba cada noticia. El maestro da cuenta de la significación que ese hecho tuvo en su vida docente

Nunca agradeceré bien la suerte de que mi padre lo hiciera. (…) Oyéndolo aprendí a participar en la vida del mundo entero. (…) Después comprendí muy bien que no se puede ser maestro, que no se debería llegar a serlo, si no se está ligado de raíz a los aconteceres contemporáneos, dolores y alegrías de la vida humana.9

Leyendo y releyendo su libro Los guiones didácticos10, más de una vez nos hemos preguntado por qué y para qué enseñar a niños campesinos temas tan alejados de su realidad como el tranvía, el telescopio, ciudades incaicas en tierras peruanas, la caza de la ballena en Nueva Zelandia, seis mil esquimales habitan la zona ártica del Canadá, fijación de dunas en la costa atlántica. La experiencia infantil de escuchar a su padre herrero la lectura del diario, convirtió a Luis y a sus hermanos en ciudadanos del mundo y ello podría ser un indicio que asigna sentido a la enseñanza de contenidos que aparentemente no lo tienen Acaso, la vivencia diaria de conocer y analizar los sucesos ocurridos en

el país y fuera de él, aproximaron al niño Luis Iglesias al proverbio latino: Hombre soy; nada humano me es ajeno; y llevaron al maestro Luis Iglesias a hacer suya la reformulación de Miguel de Unamuno:

Y yo diría más bien, soy hombre, a ningún hombre estimo extraño. Porque el adjetivo humano me es tan sospechoso como su sustantivo abstracto humanidad. Ni lo humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple ni el sustantivado, sino el sustantivo concreto: el hombre11

Años después, Paulo Freire volvería sobre el tema al plantear: No puedo

ser profesor a favor simplemente del Hombre o de la Humanidad, frase de una vaguedad demasiado contrastante con lo concreto de la práctica educativa12. Para concluir que la ausencia de neutralidad de la educación, exige al docente tomar posición, definirse, escoger entre esto y aquello, pues no se puede ser educador a favor de quienquiera y a favor de no importa qué8 Francisco Calvo, al igual que Julián, dejó la escuela en 3° grado. Ambos arrojados al callejón amurallado del peonazgo, donde el recuerdo de su mundo con pájaros y promesas, ahora bailará al viento como un barrilete acribillado (Viento de estrellas. Primer edición, p. 23) 9 Iglesias discurso recepción Premio Aníbal Ponce, p. 2510 Publicado en 1988 por su amigo y editor de la mayoría de sus obras Juan Jesiot11 Unamuno, M. Del sentimiento trágico de la vida. Primer ensayo: “El hombre de carne y hueso”. Espasa Calpe Argentina, 194212 Freire, P. (2002) Pedagogía de la autonomía. Bs. As., Siglo XXI, p.99

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La definición, la toma de posición de Iglesias consistió en concebir a la escuela como el “comienzo de la aventura de la cultura humana”13. En consecuencia, todo lo que fuera expresión del trabajo del pueblo, de los haceres y los pensares de los contemporáneos, podía y debía constituirse en contenido de estudio para todos y no solo para algunosEn una escuela situada a 8 kilómetros de Tristán Suárez, el pueblo más

cercano, los sucesos de la provincia, del país y del mundo se hacían presentes en el periódico mural

Durante todo el año escolar, cada alumno tiene la responsabilidad de la búsqueda, selección y recortado de noticias en los diarios que llegan a algunos hogares o a la escuela. Todos los días al comienzo de la jornada se dedican alrededor de 20 minutos a la lectura, la ubicación geográfica del hecho en los mapas murales y a los comentarios explicativos de los acontecimientos (…) Mensualmente se realizan los resúmenes de la planilla de control para destacar a los corresponsales más activos. Al respecto, es interesante señalar que hubo de limitarse la cantidad de noticias diarias por alumno, ya que llegaban a un alto número e imposibilitaban su apropiada consideración

Iglesias ilustra la información transcribiendo la crónica encontrada en

el cuadernillo de pensamientos propios de Juan Alberto Costamagna, 11 años, 3° grado, 1954

“El mejor corresponsal de “Noticias Argentinas”

Robertito parece que me quiere ganar trayendo más noticias que yo. Porque yo, el día 6 tenía 19 noticias y le dije: -¿Vas a traer noticias, mañana?Me dice: -Yo no traigo más. ¿Para qué si me vas ganando?Y bueno. Al día siguiente, trajo 5Y yo le dije: -¿Cómo? No ibas a traer …Me dice: -No, no: no iba a traer, pero traje. No traigo másY al día siguiente trajo 5 másYo digo: -Ajá, querés ganarme. Bueno, no me vas a ganar más … ¡macaneador de Noticias Argentinas!14

A continuación, el maestro comenta:

Ningún asunto de interés humano, ocurrido en cualquier lugar de la tierra, escapa a la posibilidad de ser aquilatado, ubicando a nuestra escuela y a nuestro niño en un mundo real, vivo, que se transforma día por día bajo sus ojos; actualizando la enseñanza, ya que ese contacto ininterrumpido con una realidad de semejantes proporciones, en movimiento, dinamiza la totalidad del conocimiento adquirido

13 Entrevista al Maestro Luis Iglesias. Novedades educativas, año 7, N° 5714 Iglesias, L. F. (195) La escuela rural unitaria. Bs. As., Magisterio del Río de la Plata, pp.295/6

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Evocando su infancia, el maestro la califica de feliz. Como carecía de juguetes, después de haberlos observado atentamente allí donde los veía, los fabricaba con sus propias manos en la herrería-carpintería de su padre. Cuando carecía de medios, se ingeniaba para venderlos y ganar algunos centavos. Por eso cuando llega a la Escuela N° 11 y se encuentra con un ranchito,

parador de las carretas que en la época colonial iban a buscar sal al interior del país, resuelve reconstruirlo empleando todo lo que había conocido de artesanías trabajando junto a su padre y todo lo que había aprendido en su infancia de niño constructivo y creativo, como se autodefine15.

De una escuela desnuda y mustia, en un proceso de inventiva e ingenio, sin costos, pasamos a construir una escuela provista y alegre, casi diríamos jubilosa, serenamente jubilosa; una escuela de puertas abiertas, con libros, juegos, música, cine y vida cálida, como tiene que ser una escuela común para niños comunes, para que cada uno, cada niño, transite su propio derecho a crecer, aprender y crear, como niño16

A su infancia feliz, sin embargo, le faltaron los libros. Lo explica así:

“Mi drama fue que en el pueblo de mi nacimiento no había libros. (…) Los busqué desesperadamente, casa por casa, mueble por mueble, y al no encontrarlos porque no existían, los inventé, los escribí, los armé con pobrísimos recursos y mucha fantasía creadora. Para mí, entonces, me fue dado saber, de una vez y para siempre, que el libro es tan indispensable como el pan”17

Cuenta que acompañaba a su padre a las casas a las que concurría para arreglar las bombas, el molino, la cocina, y se metía en los distintos ambientes buscando libros, revistas. Si los encontraba, ya sabía él cómo pedirlos. La provisión de material de lectura le fue difícil, pero podía conseguirlo desplegando mucho ingenio. Por eso, como maestro, una de sus mayores preocupaciones fue abastecer a sus alumnos de materiales de lectura. En el aula, ocupaban un lugar preferencial:

La Biblioteca mayor, plena de textos, diccionarios y obras de divulgación, contenía, también, colecciones de cuentos, novelas, poesía. Dickens, Tolstoi, Cervantes, Schiller, Hernández, son nombres de autores que pueden hallarse en el carnet de cualquiera de nuestros lectores.

El objetivo central era formar al lector ávido y comprensivo. Por eso, recién a fines de 5° o 6° grado, cuando cada alumno ya había leído varias decenas de obras, el maestro le proponía escribir sobre su lectura 15 “Luis F. Iglesias. Toda una sinfonía”. Entrevista publicada en Educación… una revista cubana que hace esencia de pensamiento. N° 85/ mayo-agosto 1995/ Segunda época16 Iglesias, discurso Premio Aníbal Ponce, p. 3117 Iglesias, discurso, p.25

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respondiendo sencillos cuestionarios, que exigían releer total o parcialmente cada volumen

He aquí el comentario de Carmen González, alumna de 6° grado, de 13 años de edad, sobre una de las novelas leídas:

Yo he leído el libro Gil Blas de Santillana en el mes de noviembre del año pasado. Su autor es A. R. Lesage. El libro pertenece a la colección Billiken de la serie Roja18 y tiene escasas ilustraciones, algunas en colores

Los personajes principales son: Gil Blas, tío Gil Pérez, Leonarda, Rolando (jefe de ladrones), el Negro, doña Mencía de Mosquera, don Matías, el señor Menéndez, etc

Es una novela que cuenta la vida de un muchacho corajudo e inteligente. De los cuentos y novelas de la colección Roja, es el que más me ha gustado

En mi casa también lo han leído papá y mi hermanita Mirta. Cuando papá, que es español, lo leía, decía:

-Mi primo fue a Salamanca… Peñaflor está como de aquí a Turdera del caserío de mi padre19

La Biblioteca menor, para los más chicos, es como un escaparate que ofrece su mercadería al público exponiendo las tapas policromas de los cuadernillos y libros. El mueble diseñado para esta biblioteca debe, en consecuencia, responder a la tendencia de los chicos de elegir los libros por sus tapas e ilustraciones

El Maestro plantea que si el niño lee la literatura que corresponde a su edad, que es la que comprende y disfruta, llegará más adelante a leer El Quijote, La Odisea o Martín Fierro, con verdadero placer.

Como ocurre con los procesos del dibujo y de la expresión escrita, los alumnos que llegan ya crecidos con etapas salteadas necesitan recorrerlas antes de acceder a las esperables para su edad Así, por ejemplo, Blanca, una alumna que ingresó en 5° grado a la Escuela N° 11, tenía conflictos diarios con los bibliotecarios porque pedía los libros más ingenuos, de hadas y príncipes. Cuando las protestas trascendieron a toda la clase, se discutió colectivamente la situación, hasta que la misma niña halló una fórmula de transacción, proponiendo llevar un libro de los pequeños cada vez que anotaba uno correspondiente a su edad

La Mesa de revistas, en la escuela, cumple la función de dar la oportunidad de acceder con continuidad a las publicaciones periódicas. No solo las revistas escolares sino todas las que interesen a los niños, en particular aquellas donde la acción, la aventura, prometen hermosos momentos al vuelo imaginativo. Sin fantasía ni fabulación el hombre nunca llegaría a ser un gigante, comenta Iglesias

El maestro cierra la caracterización de los espacios de lectura existentes en su escuela señalando: La pregunta que no olvidamos nunca 18 Colección de obras de la literatura universal adaptadas para niños y adolescentes19 Iglesias. La escuela Rural Unitaria, pp.309/310

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al encontrarnos con uno de nuestros niños, dentro o fuera de la escuela y sin diferenciación de edades, es: -¿Qué estás leyendo?20

Su pasión por la lectura generó en el adolescente Luis F. Iglesias un conflicto vocacional: ser escritor o maestro. A los 15 años, escribió una novela para niños titulada: El Tamborcillo. Alegato antiguerrero, que en 1936 fue editado por sus compañeros de estudio y distribuido gratuitamente entre los alumnos de la Escuela Normal de Lomas de Zamora

Finalmente triunfó su vocación de maestro común para la escuela popular, fuertemente estimulada por la decisión y persistencia tenaz de Joaquina, su madre analfabeta, y su maestra, Isolina Maffía, luchadora, socialista, pacifista, gran lectora y defensora de la dignidad del trabajo humano, quien reforzó su inquietud por lo social. Para costearse los estudios, trabajaba como caddie en los campos de golf, próximos a Tristán Suárez

Recuerda esa etapa de su vida con vergüenza y dolor ya que muchos años después se enteraría que sus padres debieron decidir cuál de sus hijos seguiría estudiando y al elegirlo a él descartaron las aspiraciones de su hermana Carmen, que quería ser maestra y los proyectos de su hermano mayor de ser mecánico de autos

Cerramos este intento de caracterizar los orígenes ideológicos de Luis Fortunato Iglesias con dos referencias tomadas de Augusto Bianco quien parafraseando al Maestro escribe:

Durante sus casi veinte años de maestro rural, Iglesias estuvo solo, pero una multitud de voces lo acompañaba en su interior. Más que el escuálido bagaje de la escuela normal, llevaba consigo la voz de su conciencia, forjada al calor de una infancia de voluntad y de lágrimas, de lecturas arrancadas con los dientes y de tertulias sin tiempo con soñadores como él. Carlos Gorostiza, Pepe Averás, Floreal Mazía, Pedro Asquini, Guillermo Etchebehere, Ricardo Nervi, eran de la partida.

Él también como Jesualdo pertenece a la desmadejada familia de los que luchan para que todos los hombres tengan su pan, su techo, su libro y su entero pensamiento

Por todo el entramado de su obra se advierte la misma voluntad en las manos que sostienen los hilos: el anhelo por preservar al niño en su estado de deslumbramiento creador (…) Iglesias cree que allí, en esa etapa de la vida, está la semilla de la libertad, del saber, de la solidaridad. Si no se cultiva, se pierde21

Porque ha sido uno de los nuestros, el primero entre sus pares, sigamos sintiéndolo entre nosotros y con nosotros. Y no dejemos de leerlo y releerlo porque

20 Iglesias Op. Cit. P.30321 Luis F. Iglesias: un maestrillo genial. Revista Educoo, N° 9, noviembre 1922

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en sus libros están sus trabajos y sus días de maestro de aula, lo que equivale a decir están las incitaciones y las claves para seguir construyendo una escuela pública que quiera y sepa abonar el camino de la emancipación

Marta Marucco Otoño de 2013

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