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Paracelso médico-alquimista

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Paracelsomédico-alquimista

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Patrick Rivière

PARACELSOmédico-alquimista

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Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o trasmitirse por nin-gún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almace-namiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito de DE VECCHI EDICIONES.

Editorial De Vecchi, S. A. de C. V.Nogal, 16 Col. Sta. María Ribera06400 Delegación CuauhtémocMéxico

A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no puedenen modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en eltexto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular,que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. DE VECCHI EDICIONES, S. A.

© De Vecchi Ediciones, S. A. 2012Avda. Diagonal, 519-521 - 08029 BarcelonaDepósito Legal: B. 2012ISBN: 978-17-816-0441-0

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Índice

AÑOS DE JUVENTUD E INICIACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

AÑOS DE VIAJES Y APRENDIZAJE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

MÉDICO EXTRAORDINARIO Y HOMBRE GENIAL . . . . . . . . . . . . 29

ÚLTIMOS AÑOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

PARACELSO, EL MÉDICO «FILÓSOFO POR EL FUEGO» . . . . . . . 45La filosofía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45La astronomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46La alquimia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48La virtud (Proprietas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

LAS TEORÍAS PARACELSIANAS A LA LUZ DE LA ALQUIMIA . . . . . 51Los tres principios y los tres humores . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53La teoría de los semejantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58

LA TEORÍA DE LAS MARCAS EN LA NATURALEZA . . . . . . . . . . . . 63Utilización de los simples . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64

PARACELSO Y LA FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA . . . . . . . . . . . 71La luz de la Naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71El Arché (el principio de la vida) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74El Yliaster . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75

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El Cagastrum . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76PARACELSO, EL MÍSTICO Y EL OCULTISTA . . . . . . . . . . . . . . . . . 79El misticismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80El ocultismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86Las predicciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90

DEL TRATADO DE LAS NINFAS... A LAS VIRTUDES DEL IMÁN . . . . 95«Sobre las fuerzas del imán» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104

EL ARTE DE LA ALQUIMIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

SOBRE LA GRAN OBRA ALQUÍMICA O DE LA TINTURADE LOS FÍSICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133De la Tintura de los Físicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133

EPÍLOGO: PARACELSO, EL «IRRECUPERABLE» . . . . . . . . . . . . . 139

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Al «alma» del Rebis, cuyo destino no sabría ser otro

que el de las alas que yacen en la tierra...

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Años de juventud e iniciación

eofrasto (el futuro Paracelso) nació el día 10 de noviembre de1493, en Einsiedeln, una población suiza de la región de Zú-

rich, en la ruta de los peregrinajes del Etzel. Fue el único hijo deElsa Oschner y de Wilhelm von Hohenheim, descendiente de losilustres Bombasto de Suabia que eran originarios de Hohenheim,cerca de Stuttgart.

Lo bautizaron con este nombre en recuerdo del pensador griegoque fue discípulo y amigo de Aristóteles, Teofrasto Tyrtamos deEreso, un físico especialista en las propiedades medicinales de lasplantas y de los minerales por el que sentía una admiración sin lími-tes el padre de Teofrasto, el doctor von Hohenheim, el cual ejercíala profesión de médico y al mismo tiempo se dedicaba al estudio de la química antigua, es decir, la alquimia.

Debido a las guerras suabas, el doctor von Hohenheim tuvo quetrasladarse en el año 1502 con su familia a Villach, en la región mi-nera de Carintia. Allí, además del tiempo que dedicaba a la activi-dad médica, se convirtió en instructor de la Escuela de minas, ytambién fue allí donde comenzó a ejercer gran influencia en el des-tino de su hijo, al hacerle descubrir cada día las maravillas de la Na-turaleza.

Su madre, empleada en el convento de Nuestra Señora de la Her-mita y gran piadosa, se encargó de inculcarle una fe inquebrantableen Dios, una fe que Teofrasto manifestó a lo largo de toda su vida.

Por desgracia, perdió a su madre muy pronto, cuando era todavíamuy niño. A causa de su naturaleza débil y su propensión al raqui-tismo, el padre se ocupó de él muy atentamente, prodigándole cui-dados constantes. Se ocupó también de forma admirable de su edu-cación, uniendo lo útil con lo agradable; el doctor von Hohenheimvisitaba a menudo a sus pacientes acompañado de su hijo, lo que

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permitía a este último sacar provecho de los beneficios que la vida alaire libre supone para la salud. Los largos paseos a los que estabaacostumbrado desde su más tierna infancia lo habían llevado por en-cima del Etzel, más allá de las poblaciones que se encontraban a ori-llas del lago de Zúrich. De esta forma, el joven Teofrasto entró muypronto en contacto con la Naturaleza, a la que más tarde llenó dealabanzas, calificándola de gran laboratorio y exaltando de ella supropia luz, superior a la del sol. Pero por aquel entonces se confor-maba con aprender de las páginas de su gran libro, que su padre ojea-ba con gran delicia haciéndole descubrir las virtudes curativas de lasplantas que se encontraban por los prados y los bosques cercanos alSihl, en el que se sucedían por turnos, según los periodos de flora-ción, prímulas, gencianas, salvia, ranúnculos, manzanilla, cólquico,angélica, adormidera, belladona, datura, dedalera, achicoria y toron-jil. Por otro lado, los libros mágicos de esa época otorgaban propie-dades especialmente mágicas a algunas de estas plantas; con toda se-guridad, estos conocimientos impresionaron al niño, que de la manodel doctor asistía ya maravillado al milagro de la Naturaleza.

Padre e hijo también debieron recorrer a menudo los antiguosbosques de alerces que jalonaban la ruta de Bleiberg, en las pen-dientes de Dobratsch, para observar los minerales en sus diversosaspectos y las transformaciones que experimentan después de suextracción. Por otra parte, Paracelso evocará más adelante el graninterés suscitado por estas minas, cuya indeleble huella permaneceríaen el corazón de su memoria:

En Bleiberg se puede encontrar un maravilloso mineral deplomo que abastece a Alemania, Panonia y Turquía, desdeItalia a Hutenberg; hay mineral de hierro que contiene unacero excelente y muchos minerales de alumbre, así como vi-triolo muy concentrado, mineral de oro y mineral de cinc, unmetal raro y que no se encuentra en ningún otro lugar de Eu-ropa. Hay también un excelente cinabrio que contiene mer-curio y otros metales, pero no me es posible mencionarlos to-dos. Así pues, las montañas de Carintia son como un cofreque, al abrirlo con una llave, revelara preciosos tesoros.

(Crónica de Carintia)

Estas minas pertenecían a la famosa familia de los Fugger deAugsburgo, que habían fundado la Escuela de minas en la cual eldoctor von Hohenheim enseñaba a los capataces las particularida-des de la química metalúrgica.

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PARACELSO, MÉDICO-ALQUIMISTA

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Teofrasto seguía también a su padre en esos menesteres y asistíaa los cursos que impartía, aunque se trataba de cursos para adultos.Es necesario aclarar que su padre realizaba un gran número de ex-perimentos en el pequeño laboratorio que había construido en suresidencia, en el número 18 de la plaza del mercado, en Villach, yque por lo tanto el niño estaba familiarizado desde muy pequeñocon algunos rudimentos de la química antigua. Indudablemente, esfácil adivinar cierta predestinación en el futuro Paracelso.

Muy pronto llegó el momento en que el niño tenía que recibir laeducación que correspondía a su edad. Entonces su padre decidióenviarlo a la famosa escuela de los benedictinos del monasterio deSan Andrés, en Lavantha, en la que el joven cumplió con sus deberesreligiosos. La instrucción religiosa que recibió animó su creencia enun Dios de amor trascendental, principio único del origen de todo,pero también en un Dios profundamente inherente a la Naturaleza y,como consecuencia, al hombre. La vida interior y espiritual del jovenTeofrasto se desarrolló, por lo tanto, muy temprano. El encuentrocon el obispo Eberhard Baumgertner, que también era alquimista,contribuyó a ello con toda seguridad, sobre todo porque el obispopracticaba la alquimia en los laboratorios de los Fugger.

No debemos olvidar que Wilhelm von Hohenheim era invitadoigualmente con bastante frecuencia a practicar la alquimia, a vecesen presencia de su hijo, que asistía maravillado a la magia del crisolal rojo vivo en un fuego de fusión que separaba el metal de los ma-teriales inútiles. A continuación se realizaban los múltiples juegosde manos y operaciones secretas que participaban en lo que se po-dría considerar como una auténtica transmutación de la materia.

Seguramente, Teofrasto realizó allí su aprendizaje de alquimista,rematando los conocimientos adquiridos en la escuela minera de Hu-tenberg sobre el arte de la transformación de los minerales en meta-les y la observación del crecimiento de los minerales en el interior dela explotación minera de los Fugger. Sin duda, ya participaba en ladura labor de los mineros. La vocación alquimista tuvo que nacer porentonces en el futuro Paracelso.

Muy pronto, el joven Teofrasto mostró un carácter turbulento peroávido de conocimientos, en el que ya se podían percibir los inicios deuna fuerte personalidad. Seguramente, su carácter era en parte pro-ducto de la genética, pues su abuelo paterno estuvo dotado de una es-pecial valentía, salpicada de fogosidad y de ímpetu. En efecto, GeorgeBombasto von Hohenheim, caballero de la orden de San Juan, se ha-bía ilustrado acompañando a su soberano Eberhard el Piadoso durante

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un periplo aventurero en Palestina. Además, era un verdadero caba-llero andante, y actuó como caballero solitario en más de una ocasión.Tomó partido en contra de la dieta del Imperio mostrando su de-sacuerdo con vehemencia, así era el abuelo del futuro Paracelso: indi-vidualista, vengativo, incluso violento si lo creía necesario. El niño te-nía de dónde sacar ese temperamento impetuoso que manifestaba sinvergüenza y que caracterizaría su tormentoso destino...

Sin embargo, esto no mancillaba de ningún modo sus preocupa-ciones místicas, alimentadas por sus preceptores eclesiásticos (que,como ya hemos visto, no eran personas corrientes), a las que pode-mos imaginar que se añadieron los conocimientos ocultos de unprestigioso abad de Sponheim, Johannes Trithemius, el abad Tri-theim. Se dice que este dirigió una sociedad secreta de herméticosa la que parece ser que perteneció el joven Teofrasto. Se estudiaba,de forma paralela a los misterios de la Madre Naturaleza, los nu-merosos secretos disimulados detrás de las parábolas y las alegoríasde las Sagradas Escrituras, a las que evidentemente el abad otor-gaba una importancia primordial. El joven Paracelso heredaría suspreciosos conocimientos de tendencia pansófica o universalista.

Llegó después el tiempo de los estudios oficiales propiamente di-chos. Teofrasto estudió desde los 14 años, como estudiante nómada,en las universidades europeas de mejor reputación. En efecto, estetipo de enseñanza era el más adecuado para formarse una opinión,puesto que entre las universidades existían divergencias de opinio-nes y aparecían a menudo fuertes controversias en materia de cono-cimientos médicos. Sin embargo, tras sus estudios superiores en laescuela de Basilea, obtuvo su diploma de bachiller en Viena (el hu-manista Joachim Viadam era su rector). Después decidió ir a Italia, yen el año 1513 se inscribió en la Universidad de Ferrara, de la quesaldría en 1516 con el diploma de doctor en Medicina, Doctor inutraque medicina, siguiendo la fórmula utilizada en el norte de Italia.

Teofrasto von Hohenheim se había convertido en Paracelsus unosaños antes, en Basilea, donde existía la costumbre entre los estu-diantes de helenizar o latinizar su nombre, como Erasmus o Frobe-nius, por ejemplo; aunque es posible que el origen de este nombrese encuentre en su padre, que quizás consideró que su hijo era mássabio que Celsus, un famoso médico romano de la Antigüedad, na-cido en el siglo de Augusto y calificado como Cicerón de la Medicinapor la pureza de su estilo al describir, en su obra De arte medica,aproximadamente doscientas cincuenta plantas con sus propiedadesy aplicaciones terapéuticas, acompañadas de un tratado sobre higiene

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PARACELSO, MÉDICO-ALQUIMISTA

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médica. Es posible también que el seudónimo Paracelso tenga suorigen en el propio patronímico de Hohenheim, que significa «eltraslado de la morada o del hogar a las nubes espirituales».

AÑOS DE JUVENTUD E INICIACIÓN

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EL ABAD TRITHEIM

El abad Tritheim, hermético y ocultista de renombre, maestro y amigodel famoso pintor Alberto Durero y del notable médico, filósofo y alqui-mista Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim, supo dar una perfec-ta definición del Espíritu de la Naturaleza:

«El arte de la magia divina reside en la facultad de percibir la esencia delas cosas en la luz de la Naturaleza (Luz astral) y en el empleo del poderdel alma y del espíritu, para poder producir cosas materiales obtenidas deluniverso invisible, y en estas operaciones lo que está Arriba y lo que estáAbajo tienen que estar reunidos y obligados a actuar de forma armoniosa.El Espíritu de la Naturaleza (la Luz astral) es una unidad que crea y cons-tituye todas las cosas y que, al actuar con la colaboración del hombre,puede producir cosas maravillosas.

»Estos procesos se llevan a cabo conforme a la ley. Aprenderéis a cono-cer la ley en virtud de la cual estas cosas se realizan, si aprendéis a cono-ceros a vosotros mismos. La conoceréis gracias al poder del espíritu quereside en vosotros y os conformaréis uniendo vuestro espíritu con la esen-cia que se desprende de vosotros. Si queréis tener éxito en esta tarea, seránecesario conocer la forma de separar el alma astral que se encuentra envosotros y hacerla tangible; después de eso, la sustancia del alma aparece-rá visible y tangible, hecha objetiva a través de la potencia del espíritu».

Esforzándose en permitir al adepto el acceso a una especie de saberuniversal a través del dominio de los símbolos que reflejan los mecanis-mos de la Naturaleza, el abad Tritheim aparecía como un ilustre repre-sentante de la tradición cabalística que va de Ramón Llull a GiovanniPico della Mirandola y a Giordano Bruno, pasando por HeinrichCornelius Agrippa.

El autor de Poligrafía y Escritura Cabalística Universal, de laEstenografía y de las Siete Causas segundas, luchaba contra la falsamagia sublevándose contra el ocultismo descarriado, y se esforzaba por ini-ciar a sus alumnos en la escritura secreta y sagrada de los alquimistas quehabían encontrado la Gran Obra (la piedra filosofal). Desgraciadamente,muchos de estos escritos fueron destruidos u ocultados bajo la presión cons-tante de la Santa Sede.

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Sea como fuere, Paracelso había nacido; este nombre se iba a ha-cer famoso con el tiempo, y no sólo en la historia de la Medicina, talcomo veremos más adelante.

Pero, por ahora, el Paracelso que más nos interesa es el médico,y no podemos dejar de lado la enseñanza didáctica a la que se viosometido durante sus estudios.

Con Hipócrates, la observación de la Naturaleza se legitimó; conAristóteles (384-322 a. de C.) aparecieron las bases del método ex-perimental. Galeno, médico griego del siglo II, se basó en las teoríasde estos dos predecesores para crear sus obras, que perduraroncomo principal fuente de saber médico hasta medidados del si-glo XVII. Un centenar de sus tratados se han conservado hasta hoy,aunque escribió muchos más. Al preocuparse del valor terapéuticode las drogas vegetales se convirtió en precursor de la farmacopeallamada galénica, que tan de moda estuvo durante siglos.

Fue el primero en conceder gran importancia al estudio de la ana-tomía, en una época en que nadie hubiera podido dedicarse a la di-sección de cadáveres. El hecho de observar y curar las heridas de losgladiadores de los que era médico le facilitó seguramente la tarea.Fue el único maestro de anatomía durante doce siglos. Hasta la EdadMedia, esta ciencia se enseñó además según la fórmula: «Comoafirmó Galeno...». Su obra descansaba sobre bases prácticas y teoríascuriosamente trazadas y alejadas del sistema aristotélico. Además, susopiniones se encontraban frecuentemente en desacuerdo con las de

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PARACELSO, MÉDICO-ALQUIMISTA

HIPÓCRATES

Hipócrates (460-377 a. de C.) es el más importante médico de laAntigüedad, considerado en un principio como el padre de la Medicina,era miembro de una familia de médicos, los Asclepíades; fue autor deun Corpus Hippocraticum dedicado al tratamiento de las enfermeda-des y formado esencialmente por remedios vegetales y regímenes ali-mentarios a base de frutos y verduras frescas. Puso su empeño en que laMedicina empezara a alejarse de los mitos y de la magia. Sus aforismosy, sobre todo, su famoso juramento, que en la actualidad siguen reali-zando los médicos recien titulados, lo han inmortalizado.

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Hipócrates, lo que dio lugar al nacimiento de la frase: «¡Hipócratesdice sí, Galeno dice no!». Su notoriedad fue tal, que cuando los ára-bes invadieron Europa, Avicena y Averroes se plegaron a su autori-

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Patio trasero de la casa donde nació Paracelso, en Einsiedeln. A la izquierda, su retra-to, y a la derecha, el de su padre