Maditacion Atención Plena

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  • INTRODUCCIN A LA PRCTICA MEDITATIVA (LA ATENCIN PURA). SOLO PARA MASONES

    El maestro masn sabe que cuando medita, nunca est sentado solo, con l est siempre todo el universo.

    Todos disponemos de un sentido que mantiene el vnculo con la totalidad. Se

    llama Consciencia. Etimolgicamente, la palabra proviene del latn cum-scientia, es de-cir, el conocimiento que toda persona tiene de s y de su entorno.

    Por otra parte, en lenguaje inicitico, la Atencin es la mayor o menor capacidad de ser consciente del momento presente. Por tanto, la Atencin Pura es la consciencia plena de la experiencia presente. En rigor, la atencin pura al presente no es una tcnica, sino una forma de ser, es decir, de sentir, de ver, de experimentar Sin embargo, se la suele entender como una habilidad que se desarrolla con la prctica.

    En efecto, aunque la Atencin Pura o Plena no es un estado del Ser, sino el Ser,

    sin embargo, la mente lo experimenta como un estado. En cuanto Ser, la Presencia Interior de cada uno es Una (o nica) y, por tanto, es la misma que la Presencia Inter-ior que hay en todos los seres vivos. No es algo colectivo, porque no consiste en la suma o aportes de los diferentes individuos. Es Una, no-dual, sin partes, homognea, y est ms all del espacio, el tiempo y las formas.

    Aunque es difcil distinguir entre el Ser y la experiencia del Ser (sensacin de S Mismo), podemos denominar a dicho estado como Presencia Interior (tambin puede definirse como una Ausencia del ego). Es el estado de Inmortalidad, Eterno Presente. Quien experimenta o mora en tal estado paradisiaco ha bebido de la Fuente de la Eterna Juventud.

    Para estar en el presente, lo primero es darse cuenta de que la mayor parte del tiempo, nuestra mente est sumida en recuerdos (el pasado) o proyectos (imaginando el futuro), es decir, est en algo que no existe. El pasado son solo recuerdos en nuestra mente, y el futuro est por venir. Solo tenemos el Ahora. Solo existe el presente, pero como la mente cree que en el presente no hay nada que experimentar, busca alicientes entretenindose en su mundo imaginario lleno de pensamientos de todo tipo. De esta manera, vivimos capturados por el tiempo distrados por nuestras propias ensoacio-nes, y en vez de pensar, ms bien somos pensados. De hecho somos adictos al hbito de pensar en el pasado y en el futuro para aliviarnos de la toxina yo.

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    Hasta qu punto el Vivir en el tiempo, es decir, en modo automtico, nos proporciona respuestas y satisfaccin autnticas?, No es ms ms bien una forma de escapar de la rutina, la agitacin, la ansiedad, que enmascaramos con paliativos o entre-tenimientos como el exceso de trabajo, la comida, la televisin, el sexo, etc., etc.?

    Por eso se explica que hay dos maneras de experimentar la vida; el modo Ser y el modo piloto automtico o a-consciente.

    Mientras que el modo Ser es el modo natural (la mente pura), la mente en modo piloto automtico est constantemente juzgando, valorando y comparando todo. Es un saco de reproches que culpa a todos, incluido uno mismo.

    La Pura Atencin ayuda a darse cuenta de estos bucles mentales para salir de ellos, sustituyendo la tendencia a la ensoacin por la de estar atento, o la de juzgar o culpar por la de aceptar, desarrollando la capacidad discriminar y ver las cosas con obje-tividad y neutralidad.

    En la terminologa masnica, la expresin Al Orden! equivale al estado de Atencin Pura o Plena. Es aceptar el Ahora y dejar todas las preocupaciones.

    He aqu un cuadro que explica estos dos modos de vivir: Piloto automtico Vivir en el tiempo

    Modo natural o al Orden! Vivir en el ahora (eterno presente)

    Sin prestar atencin, inconscientemente Atentos a los que somos o hacemos. Detecta automatismos

    Oscilamos entre el pasado y el futuro de manera involuntaria y aleatoria

    Estamos en el presente, que es lo nico que hay y es.

    Es involuntaria Ms que pensar, somos pensados

    Requiere decisin de estar en el ahora (una determinada determinacin)

    mente de mono, noria hedonista Mente calma, unificada y centrada Juzga, valora y compara Se identifica con un hacedor

    Neutral, no prejuzga No se considera hacedor

    La Atencin Pura, no pretende satisfacer las necesidades o deseos de la vida a-

    consciente. La sed de experiencias de la mente es total y absolutamente insaciable. Con la prctica de la Atencin Plena se trata de descubrir los mecanismos de la mente y sor-prenderla como al nio con las manos en el tarro de miel.

    No se pretende alcanzar ningn estado especial. Se trata de aprender a observar las experiencias con naturalidad, sin implicacin, sin pretender cambiar nada, sin lamen-tarlas ni apegarse a ellas. Experimentis los que experimentis, limitaos a observar lo que hay con aceptacin y sin tensin. La autntica Atencin Plena es sin esfuerzo, rela-jada Y eso es estar verdaderamente al Orden!

    Una vez preguntaron a un anciano maestro masn por qu, a pesar de sus mlti-ples ocupaciones, era capaz de estar tan sereno, a lo que contest: Cuando estoy de pie, estoy de pie; cuando ando, ando; cuando estoy sentado, estoy sentado. Sus interlocuto-res le interrumpieron diciendo: Eso tambin lo hacemos nosotros; pero aparte de eso, qu ms haces?. Y de nuevo dijo: Cuando estoy de pie, estoy de pie; cuando ando, ando; cuando estoy sentado, estoy sentado. Otra vez le dijeron: Eso mismo tambin

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    lo hacemos nosotros. Pero l les dijo: No, cuando estis sentados, ya estis de pie; cuando estis de pie, ya estis corriendo; cuando corris, ya estis en la meta.

    Suele distinguir entre atencin y concentracin como etapas de la prctica medi-tativa.

    La palabra concentracin procede del latn cumcentrum, y define la accin de

    buscar un nico centro. Es una actividad de la mente que lleva a la plena consciencia en la medida en que se encamine a centrar y calmar el torbellino de los pensamientos. Para ello, inicialmente la concentracin implica pasar de la atencin a los pensamientos a conseguir centrarse en un nico pensamiento. A partir de ah, una vez calmada la mente, se puede pasar a la meditacin o a la Atencin Plena. Deca un sabio que La criatura ms dbil, concentrando su energa sobre un solo objeto puede realizar grandes cosas; mientras que el hombre ms fuerte o el ms hbil que disperse sus fuerzas sobre muchas cosas, no lleva a cabo ninguna. Una gota que cae continuamente consigue horadar la ro-ca, mientras que el torrente impetuoso la inunda sin dejar huellas.

    Por su parte, el verbo atender procede del latn attendre, formado del prefijo ad- que es sinnimo de hacia, el verbo tendere,estirar o tensar (un arco) en el sen-tido de dirigir la atencin hacia algo o alguien. Cuando la atencin es Plena, define un estado de sosegado de alerta amplio, omniabarcante y global, no reducido a nada espec-fico.

    Aun cuando ambas actividades parecen implicar un cierto esfuerzo o tensin, lo cierto es que, con la prctica deben volverse naturales y espontneas. De hecho la ver-dadera definicin de la Atencin Plena es atencin sin tensin.

    La existencia de tensin, expectativas, esfuerzo, etc., es lo que diferencia la con-centracin o atencin espirituales de las formas de concentracin o atencin del mundo profano. Por ejemplo, la atencin del cazador que acecha a su presa implica un esfuerzo porque est condicionada por la expectativa de abatir su pieza. Por el contrario, la co-rrecta actitud de atencin sin tensin implica una aceptacin, neutralidad y desapego a los acontecimientos y a sus resultados. La aceptacin sincera evita la tensin o esfuerzo. Implica no tratar de escapar del presente, de querer cambiarlo o buscar beneficios con la prctica de la Atencin Plena

    La prctica de la Atencin Pura ensea a ver las cosas tal y como son las cosas, no cmo queremos o creemos que son. Por otra parte, cuando se trata de problemas per-sonales, la atencin con aceptacin, al no ofrecer resistencia al malestar y asumirlo ple-namente, ayuda a aumentar nuestra capacidad para soportarlo y, por tanto, a superarlo. La Atencin plena cambia nuestra relacin con las experiencias difciles; en vez de re-sistirlas, combatir y agotarnos en la lucha contra ellas generando ms frustracin, aprendemos a aceptarlas, examinarlas y contribuir a que se debiliten. Se ha dicho que si el psicoanlisis de Freud trataba de convertir la miseria humana en una infelicidad co-rriente, es decir, de mover al paciente de menos cinco a cero, la Atencin Plena trata de ir de cero a cinco.

    Eso es lo que se llama la noria hedonista: DOLOR+RESISTENCIA = SUFRI-

    MIENTO

    Para la mayor parte de las personas la vida consiste en una bsqueda de felici-dad. Para ello tendemos a maximizar el placer y a minimizar el dolor. Sin embargo,

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    creemos que para ser felices hay que evitar todo malestar o incomodidad. Pero esa mis-ma resistencia es lo que causa el miedo y la ansiedad. A estos efectos, hay que distin-guir entre el dolor fsico y el sufrimiento. Mientras que el dolor fsico es algo inevitable en la vida (por ejemplo, un dolor de muelas), sin embargo la mente tiende a sobreponer inmediatamente un proceso emocional que acaba transformando tal dolor en sufrimien-to. Es el caso de las preocupaciones obsesivas sobre si ese dolor se ir, o si obedece a otras causas ms graves, etc. La mente puede acabar por convenceros de que un simple dolor de muelas puede ser una forma extraa de cncer de huesos. La duda convierte el dolor en miedo y sufrimiento, y este deriva en una situacin de estrs y ansiedad. Pero la realidad es que la ansiedad, que es siempre anticipatoria (de ah la etimologa de pre-ocupacin), est imaginando un sufrimiento futuro que no existe necesariamente. Se sa-be que entre el 60 y 80% de las visitas al mdico se deben a trastornos relacionados con el estrs, es decir, a un dolor fsico simple sobre el que sobreaadimos un componente de resistencia o preocupacin que deriva en estrs, ansiedad y finalmente depresin. Y como el esfuerzo por liberarnos del sufrimiento produce ms sufrimiento de la misma manera que el esfuerzo por liberarnos de la ansiedad produce ms ansiedad, acabamos alimentando un bucle enfermizo.

    Los sabios y tambin los cientficos actuales llaman noria hedonista a un curioso y extendido fenmeno. La mayora de las personas conciben la vida como una bsqueda y acumulacin constante de experiencias placenteras. Ello se traduce en una carrera por obtener xito amoroso, econmico, laboral, social en la que hemos de competir y, por tanto, ganar o perder. Pero como sealan los cientficos, tal estrategia es siempre perde-dora porque la mente es, por naturaleza, insaciable; se acostumbra pronto a lo consegui-do y siempre querr ms. Por muchas experiencias placenteras que tengamos, siempre acaban en el mismo reproche; estoy insatisfecho quiero ms.

    Por tanto, la bsqueda de la felicidad produce ms infelicidad. Y es precisamen-te tal bsqueda lo que nos vuelve ms infelices. La paradoja de todo esto reside en que somos ms felices cuando no buscamos la felicidad, es decir, cuando aceptamos lo que Es.

    Precisamente la meditacin ayuda a comprender que es la bsqueda incesante de placer lo que nos hace mendigar experiencias y nos torna infelices. CARACTERES DE LA ATENCION PURA:

    Todo conocimiento que se puede llamar verdadera-mente inicitico resulta de una comunicacin estable-cida conscientemente con los estados superiores (Re-n Gunon).

    - Aceptacin implica no perseguir un resultado, porque ello genera expectativas, esfuer-zo y la duda de si obtendremos resultados. Solo cuando se abandonan las metas y los re-sultados, se elimina tambin la frustracin o las ideas de que no hago bien la medita-cin o hoy no he sacado provecho de la meditacin. La prctica implica un proceso, y todo lo que ocurre forma parte de ese proceso. Cuando uno comprende eso y hay aceptacin total, no puede haber decepcin. Si no hay lucha o resistencia, nunca podis perder. Si la meditacin es codiciosa, se vuelve estril porque el proceso requiere entre-ga inegoista. Nunca se insistir lo suficiente en que la meditacin no pretende controlar o cambiar la realidad, es decir, el presente, sino tomar conciencia de ella y aceptarla.

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    Ciertamente, es legtimo meditar para estar mejor, pero asumiendo que sus efectos son ms ntidos en la medida en que nos desapeguemos a sus resultados. Los masones di-cen, acepta y sers completo. Y una vez completo, el Mundo es tu hogar. - La aceptacin del presente no es la perezosa indiferencia que deja que las cosas os res-balen. Aceptar no es resignarse, tolerar, estar conforme con ciertas cosas o renunciar a vuestros valores o principios. No supone que no queris cambiar lo que consideris in-justo, negativo o errneo. La aceptacin no es fruto de la debilidad, sino que, por el con-trario, emana de la Presencia Interior. Estamos hablando de una actitud objetiva ante la vida; aceptar lo que ya ha sucedido porque no se puede cambiar el pasado (son solo re-cuerdos en la mente). Por otra parte, hay que afrontar el presente sin apego y sin deseo de apropiacin para no encadenarse al resultado de sus obras y generar ms sufrimiento. Esta es la razn de que los masones deban hacer las cosas a la Gloria del Gran Arqui-tecto del Universo, de igual manera que los Templarios tenan por lema No a nosotros, Seor, no a nosotros, sino a tu nombre da Gloria (Salmos 115,1) o los jesuitas A ma-yor Gloria de Dios.

    Sobre esto hay un relato muy bello. Se cuenta que una noche, mientras un masn intentaba meditar, se vio interrumpido por el constante arrullo de una paloma. Pero, al ver que todos sus esfuerzos por ignorar aquel sonido resultaban intiles, se asom a la ventana y grit: Silencio! Estoy meditando!. De inmediato todo ser viviente acall su voz para crear un silencio que pudiera favorecer su meditacin. Pero otro sonido vino entonces a perturbar al masn: una voz interior que deca: Quizs a Dios le agrade tan-to el arrullo de esa paloma como tu meditacin. El masn se asom de nuevo a la ven-tana y orden: Canta! Y el rtmico arrullo de la paloma volvi a llenar el aire, con el acompaamiento de todas las palomas del lugar. Y cuando el masn prest atencin al sonido, ste dej de crisparle, porque descubri que, si dejaba de resistirse a l, el arru-llo de las palomas deca claramente, Yo soy tu, Yo soy tu. Y una vez descubierto esto, el corazn del masn se sinti en armona con el universo, y por primera vez en su vida comprendi lo que significaba meditar. - No es Tcnica de relajacin, aunque la prctica de la meditacin facilita la disolucin o integracin de los nudos psquicos y mentales. Durante la prctica, se trata de prestar atencin a esa tensin y aceptarla tal y como se presente. Si hay algn dolor, hay que prestar atencin a esa parte del cuerpo sin resistirse o intentar aliviarla. Con ello aumen-tamos nuestra capacidad de tolerar el dolor. La paradoja es que la prctica sin buscar resultados acaba produciendo resultados por s misma. - No es mtodo para aliviar el dolor o el sufrimiento, aunque disminuir notablemente en la medida en que aprendamos a no rechazarlos. En efecto, al aceptar los procesos emocionales desagradables, aumenta nuestra desensibilizacin o capacidad para sopor-tarlos, y lograremos que nos afecten menos. Por tanto, la Atencin Pura crea el espacio emocional adecuado para ser amables con el dolor y evitar que derive en sufrimiento. Al limitarnos a observar la mente, conseguimos modificar nuestra relacin con los proce-sos emocionales. Por tanto, no se trata de renunciar a las emociones o de aliviar las que son dolorosas. Por el contrario, la prctica el cultivo de la Presencia Interior nos ensea a ser ms fuertes. - Para algunos, el estado de Atencin Pura puede parecer algo forzado o antinatural. Pe-ro en ms bien al revs. Nuestro estado original es consciencia pura que presencia los pensamientos sin identificarse con ellos. En la Presencia Interior nuestro compulsivo parloteo mental se apaga y devenimos conscientemente Nada, es decir, Todo. All no

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    hay angustia, ansiedad, miedo, ni tampoco sus contrarios, como el placer, felicidad, etc. Hay perfecta paz neutral no sujeta a cambios mentales. El resultado de vivir en modo automtico es la ansiedad. Por el contrario, estando al Orden, se detiene la agitacin mental y el desasosiego. Finalmente, cuando se presencia al Veedor, acontece una expe-riencia suprahumana que da paso a un estado supraindividual. - No es una religin, aunque desde siglos haya sido practicada y perfeccionada por mon-jes de todas las creencias y haya tenido su origen en mbitos iniciticos o espirituales. - No nos hurta tiempo para nuestras tareas o la vida familiar. La meditacin desarrolla la habilidad para concentrarse sobre cualquier tarea. La Auto-atencin y el desapego pro-porcionan la objetividad necesaria para la sabidura prctica. Ensea a ver a las personas como son, a acogerlas y ser un ejemplo para ellas. La compaa de una tal persona pro-duce paz por donde pasa. Por tanto, no hay nada ms prctico que la Atencin Plena porque ensea a vivir ms objetivamente la vida ordinaria y a hacernos ms receptivos y solidarios con el prjimo. - Al contrario que la contemplacin, la meditacin no trata de vaciar la mente de pen-samientos o ponerla en blanco. Se trata de prestar atencin a lo que hacemos en cada momento, incluso de ser conscientes de estar pensando. La Atencin Pura nos permite distanciarnos de ellos, analizarlos y facilitar la convivencia con ellos una vez que hemos desactivado sus posibles efectos alienantes. Con la prctica no se persigue eliminar los pensamientos, sino de cambiar de perspectiva para ver como surgen nuestros propios pensamientos y comprender que ellos no reflejan la realidad. Se trata de observar nues-tros pensamientos, darnos cuenta de que estamos pensando y no dejar que su flujo nos atrape, y nos venda la moto. - No es una evasin de la vida profana. El cultivo de la Presencia Interior no es una des-viacin egosta o una introversin morbosa. Se trata de descubrirnos a nosotros mismos, de ayudarnos a nosotros mismos y, si esa es nuestra decisin, ayudar a los dems. Pues cmo ayuda a conocer a los otros si no nos conocemos a nosotros mismos? Por el con-trario, la Atencin Plena es un potente antdoto para evitar el daino individualismo, el egosmo y, en definitiva, la sobre-identificacin con el cuerpo-mente. Por eso, con la prctica desarrollamos la autoconsciencia, la objetividad, y la capacidad de reflexin y distanciamiento necesarios para evitar dejarnos arrastrar por los acontecimientos. - Frente a los practicantes primerizos que piensan que la Atencin Pura o Plena es algo aburrido, cansino, vaco, inasible o algo aparentemente frio y lgubre, la verdad es que, para un practicante experimentado, la Presencia Interior es en realidad inacabablemente satisfactorio, absolutamente fascinante. Solo all el hombre que se ve a S mismo y tiene el encanto de ser verdaderamente libre. All no hay ningn momento aburrido. Es el mundo profano de nuestra montona y subalterna periferia, en el que parecen acontecer las cosas, el que finalmente aburre, cansa y deprime. Si la Atencin Plena cansa es con-secuencia de que el practicante quiere sacar algn provecho o experiencias, y al no ob-tenerlos, acaba abandonando so pretexto de que esto no es para m, esto es aburrido, esto no funciona, no noto ningn resultado El cansancio o el aburrimiento proce-den del deseo de obtener resultados o de querer que las cosas sean de una manera y no de otra. Nos agotamos cuando nos apegamos al resultado. La verdadera Atencin acon-tece sin tensin, sin esfuerzo, con desapego al resultado. En suma, el aburrimiento en la meditacin es un claro indicio de que no se est en la actitud correcta. Cuando adopta-mos la atencin correcta, el Ahora tiene un sabor especial, se vuelve vivo y cautivante. La Atencin Pura vuelve la meditacin tan fascinante, que no se desea ms que conti-

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    nuar en ella. Pero si no nos centramos en el presente, sino en lo que vendr luego, si nos ocupamos mentalmente de algo o deseamos lograr algo, entonces lo que queremos es terminar cuanto antes con la meditacin y el tiempo se hace largo. - Finalmente, algo muy sutil; cuando el observador presta atencin a los eventos de ma-nera adecuadamente intensa y estable, la Atencin es Pura. Entonces Quin es el que observar al observador? Esa es la Presencia Interior. El secreto de su poder reside en que no est interesado en los aconteceres; no se involucra ni intenta apropiarse de ellos. Sabe que son como una pelcula de la que su personaje forma parte Pero es consciente de ello! Esa experiencia est la Atencin Pura al momento presente. Advirtamos que la meta de la iniciacin no es el xtasis, sino la experiencia de la unidad en todas las for-mas manifiestas. Esa experiencia lleva a la comprensin de la unidad esencial de todos los seres y de que, por tanto, lo que hago a los dems, me lo hago a m mismo. Esa es la Va. Ese es el Arte Real.

    En suma, la prctica de la Atencin Pura proporciona los siguientes beneficios:

    - No elimina el dolor aunque, al ayudar a gestionar el sufrimiento, lo mitiga o lo elimi-na. En el ahora no hay preocupaciones porque no hay futuro en el presente. Ensea a no crear sufrimiento sobreaadido. - Ensea a no estar condicionado por los recuerdos del pasado o bloqueado por eventos futuros. Es un hecho que pasamos la mayor parte del tiempo pensando en la vida, ms que experimentndola. La bsqueda del placer nos mueve a huir del presente porque es-peramos ms placer en el futuro. Cuando estamos en veranos, esperamos la Navidad. Cuando estamos en la Navidad ya estamos planificando la Semana Santa. As, nunca disfrutamos de las presentes vacaciones. - La mente se centra y deviene ms tranquila, eficaz y relajada. FORMAS DE PRACTICAR LA ATENCIN PURA

    Un aprendiz pregunt a un maestro masn; Siempre nos cuentas historias, pero nunca nos revelas su significado. El le replic: Te gustara que alguien te ofreciera fruta y la masticara antes de drtela?.

    Por supuesto que hay muchas formas de practicar la Atencin Pura sin tener que fijarla en la respiracin. Hay formas de meditacin interna que consisten en concentrar-se en un solo objeto (la respiracin, un sonido, un dibujo, un punto de luz, etc.) para se-renar la mente e impedir que se disperse a travs de la informacin que llega por los sentidos.

    Pero tambin hay formas de practicar la atencin a los eventos externos, es decir, a la informacin que procede de los sentidos. Podemos centrarnos en actividades rutina-rias como el ducharnos, cepillarnos los dientes, pasear, comer, etc. siempre que lo ha-gamos pausada y amablemente. Esta forma de meditacin externa o de campo abierto ayuda a llevar la vida de manera sosegada aceptando lo que es.

    En suma, hay dos formas bsicas de practicar la Atencin Pura; la interna (medi-tacin) y la externa, volcando la atencin sobre objetos.

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    FORMAS DE MEDITACION EXTERNA Atencin global al conjunto de lo percibido:

    Atencin orientada hacia el conjunto de percepciones que componen el Ahora, de manera global, es decir, sin concentrarnos preferentemente en algo concreto. Incluso nuestro cuerpo no es ms que una percepcin entre otras. La atencin ha de estar exenta de juicios o valoraciones. Atencin a los dems:

    Atencin al otro, a la conversacin, a su presencia, sin ningn juicio, dejando que se desarrolle espontneamente la comprensin profunda, el afecto, la solidaridad, el afecto, la compasin y el sentimiento de unidad. Atencin particular a un elemento del mundo:

    Atencin sobre un elemento particular del mundo; una cosa, un sonido, un paisa-je, sin valoraciones mentales. Atencin al cuerpo y la actividad fsica:

    Atencin externa o interna sobre el cuerpo y la actividad fsica realizada, los gestos, reacciones, lugar en el espacio. Sensaciones de pesadez, calor, energa vital. Ob-servar con atencin actos tan aparentemente cotidianos como cepillarnos los dientes, pa-sear, comer... Con ello practicamos la autoconsciencia a fin de de calmar la mente y profundizamos en nuestra independencia frente a l. Atencin a la actividad intelectual:

    Atencin hacia la actividad intelectual realizada, permaneciendo como Observa-dor o Testigo de la globalidad de dicho trabajo y profundizar en nuestra independencia frente al pensamiento reflexivo y las conceptualizaciones humanas. Hacia el placer:

    Atencin externa al placer intenso, cualquiera que sea su origen o naturaleza, centrando nuestra atencin hacia nuestra Presencia en el centro del pecho, para encon-trar all la Fuente de donde brota el placer y ser el Testigo de la experiencia. FORMAS DE MEDITACION INTERNA Hacia nuestra Presencia Interior (Atencin a la respiracin):

    Atencin interiorizada hacia nuestra Presencia, sin formulaciones conceptuales, juicios ni valoraciones. Para ello nos servimos de la atencin a la respiracin. Es la for-ma de meditacin esencial y punto de partida de cualquier prctica meditativa. Atencin para etiquetar los pensamientos (Meditacin del Aprendiz):

    Atencin orientada hacia las producciones involuntarias de la mente: pensamien-tos, sentimientos, emociones. Observando y etiquetando atentamente y sin implicacio-nes lo que es repetitivo, deseado, doloroso, obsesivo, patolgico. Atencin a las sensaciones de dolor, el sufrimiento y lo ciclos biolgicos (Medita-cin del Compaero, de la Viuda o del Oriente Eterno):

    En caso de un dolor o sufrimiento importante, habiendo tomado las curas y me-dicamentos necesarios, prestando Atencin en dicho dolor, rechazando todo pensamien-

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    to que constituya una distraccin, con el fin de no resistirnos y aceptarlo. As, el pensa-miento de dolor o sufrimiento va desapareciendo. Hacia la repeticin de una palabra o frase activadora de la Presencia (Mantra):

    Atencin orientada hacia la repeticin de una palabra o frase activadora de la Presencia (mantra) y su significacin. Su mencin o recitacin ayuda a volver al estado de Observador o Testigo neutral con el fin de pacificar la mente. Esta forma de atencin tambin puede realizarse en cualquier momento del da, caminando, haciendo deporte, etc. Las afirmaciones activadoras de la Atencin

    Para mantener con ms facilidad la atencin en la respiracin puede ser til ayu-darse con una palabra o frase que simbolice nuestra determinacin de permanecer en el Santuario. La finalidad de tales afirmaciones activadora de la Presencia Interior es des-pertarnos de nuestra ensoacin y sacarnos del modo de vida en piloto automtico. Nos ayuda a retirar la atencin del pasado (recuerdos) y del futuro (planes) para centrarnos en lo nico que tenemos; el Presente. Pero adems, ciertas afirmaciones activadoras de la Presencia Interior se dirigen no solo a nuestro estado consciente de la mente, sino tambin a otros niveles de la consciencia con el fin de activar o desbloquear determina-dos patrones de conducta con el fin de sustituir los patrones de pensamientos negativos u obsesivos, por otros ms positivos o liberadores.

    Todas las tradiciones iniciticas han utilizado tales afirmaciones activadoras de la Presencia Interior como instrumentos para facilitar la atencin. De hecho, la palabra mantra, etimolgicamente significa herramienta o ayuda de la mente. En la Edad Me-dia, los masones operativos recurran a la frase; Yahwe auxliame.

    Puedes elegir una palabra corta como Jakn o Boaz u otras similares. Tambin puedes utilizar su significado en espaol; Que l erija (Jakim) esta casa... con poder (Boaz) expulse de estas puertas a todos sus enemigos [los pensamientos] (I Reyes 7, 21). Tambin recomendamos la palabra Acepto y, sobre todo, Presente! porque expresa claramente nuestra determinacin de permanecer en el Presente.

    Tambin es muy eficaz contar series de tres o hasta diez, varias veces, haciendo

    coincidir cada nmero con el ritmo respiratorio.

    Entre las diversas afirmaciones activadoras de la Presencia Interior estn: mi fuerza est en Dios, Quiero estar en el presente, No hay ms tiempo que el pre-sente, No hay nada ms que Dios (Deut. 4, 25), Hay Uno, pero no tiene segundo. No tiene ni hijo ni hermano (Eclesiasts 4, 8). LA ORIENTACIN CORRECTA ES ESTAR AL ORDEN!

    Rogu al almendro que me hablara de Dios, y empez a florecer. Rogu al masn que me hablara de Dios, y se puso al Orden.

    El hombre puede volverse haca Oriente o hacia el mundo sensorial. La ms co-rrecta manera de Orientarse, es decir, de situarse o dirigirse a Oriente, es ponerse al Orden! Precisamente, el sentido de la expresin masnica pronunciada en logia -Hermanos Al Orden!- constituye una de las tantas invitaciones que hace el ritual a que el masn se despoje de los metales cuadrando la auto-atencin.

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    Al Orden! no significa estar presente, sino estar en el Presente, en el Ahora, es

    decir, Atencin Plena.

    Meditar no significa pensar en, sino prestar atencin a. Una cosa es pensar que meditamos y cosa distinta es prestar atencin a los pensamientos

    Muy importante; en las primera etapas de la meditacin no solo se trata de estar atentos al presente, tambin es muy importante la determinacin o compromiso de vol-ver al Ahora cada vez que nos distraigan los pensamientos. Cada vez que nos demos cuenta de que nos hemos distrado, hay que agradecer ese momento de lucidez y, con amabilidad, volver a prestar atencin al presente (el santuario de la respiracin). Insisto. Si te das cuenta de que te has distrado, es porque eres consciente, es decir, ests en el umbral del Presente. Cruza la puerta y abandnate En suma, hay que aceptar las dis-tracciones como parte natural de la meditacin. Cada vez que te des cuenta de que ests fuera del Ahora, es una oportunidad para despertar de la ensoacin.

    Se requiere de una determinada determinacin. No hay que moverse por el re-sultado, sino por el sincero compromiso de no busca beneficios. De hecho, en la medida en que la Atencin Plena se produce con desapego, prospera ms cmoda y fcilmente. Por eso, una manera de favorecer de la Atencin Plena consiste en ofrecer el tiempo de la prctica al Gran Arquitecto del Universo y ponerse en sus manos con pensamientos tales como; Este tiempo de meditacin te lo ofrezco a Ti. Estoy a tu disposicin. Tambin es bueno concluir la meditacin con un examen de conciencia para comprobar si se ha meditado para Dios o para buscar beneficio. Por ejemplo, si terminados con sensacin de frustracin o ansiedad es que buscbamos algo para nosotros, y al no obte-ner el provecho esperado, nos contrariamos. En tal caso es mejor pensar; Seor, la me-ditacin fue poco satisfactoria, pero hice lo que pude y por eso estoy contento. La actitud correcta no es ninguna actitud, nada o, si se prefiere, aceptacin y entre-ga. El Arte Real no consiste en hacer sino en dejar que suceda.

    A fin de cuentas, el Tiempo es un movimiento de la Consciencia. Por eso, cuan-do ese movimiento cesa, no hay tiempo y la Consciencia est en el Ahora. Entonces, el masn est verdaderamente AL ORDEN

    La correcta intencin implica la constancia y la paciencia. Un sabio explicaba que la prctica de la meditacin es como el agitada agua turbia de un vaso en el que los posos se van asentando. De igual manera, la mente se asienta por s sola ante el silencio de la meditacin. El progreso en la prctica Atencin Pura es lento e imperceptible. Es como el nio que crece todos los das aunque los padres no sean capaces de percibirlo.

    La prctica ha de ser sin tensin, sin esfuerzo. No se trata de hacer o de ser ms, sino de ser lo que ya somos eliminando las sobreimposiciones. Como no hay bsqueda de resultados, no puede haber fracaso o frustracin alguna. Est por encima del xito o del fracaso porque no espera resultados. Si alguien se desanima al no obtener resultados es porque no ha respetado el principio fundamental de la meditacin; aceptar lo que es, es decir, el Presente. En suma, como no hay metas, los esfuerzos por llegar a algn sitio, lugar o estado, son intiles. A lo ms, podra afirmarse que no meditamos para mejorar-nos, sino para terminar con nuestro esfuerzo compulsivo de obtener resultados. Ahora bien, la paradoja es que la mejor manera de obtener resultados es no pretender sacar provecho de la prctica.

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    En los primeros pasos de la prctica meditativa, pueden salir a la luz ciertos pro-blemas y emociones tales como tristeza, duda, pena, frustracin, ira, culpa, ansiedad, etc. Lo importante es dar por hecho que van a surgir y no rechazarlos; aceptarlos, y ser testigo de ellos. Una vez expuestos a la luz de la Atencin Plena, se irn debilitando por s mismos. Es un error intensificar la meditacin para enfrentarte a ellos. La lucha solo los reforzar. Y si combats perderis. Limitaos a presenciarlos y examinarlos para des-cubrir su origen. La mayor parte de las veces son solo autosugestiones, pensamientos bloqueados u obsesivos que una vez expuestos, se disuelven. EL SANTUARIO DE LA ATENCIN A LA RESPIRACIN Y LA ENTRADA A LA CMARA DEL MEDIO

    La meditacin es un intento deliberado de penetrar en los estados ms altos de la consciencia y finalmente ir ms all de ella (Sri Nisargadatta, Yo Soy Eso, Madrid, 2011, p. 450).

    Al intentar meditar nos encontramos con el torbellino de los pensamientos. Es necesario un mtodo solvente y contrastado que facilite que la mente se relaje y nos permita prestar atencin al presente Cmo separarnos del flujo mental? La mente en modo automtico es como una radio desintonizada que emite un murmullo montono y espeso. Al igual que la radio, la mente puede sintonizarse. Recordad que durante el rito de vuestra iniciacin masnica, al entrar en la logia y efec-tuar los tres viajes, al principio el ruido era estrepitoso y ensordecedor. Con ello se sim-bolizaba el estado mental del hombre profano enturbiado por sus pensamientos. En el segundo viaje, el ruido disminuy simbolizando con ello la paulatina paz obtenida tras la prctica de la Atencin Pura. Finalmente, el tercer viaje se realiza en silencio porque se ha logrado disciplinar y acallar la mente. Finalmente la retirada de la venda simboliza el reencuentro con la Presencia Interior, la luz del templo.

    Cmo enfocar la mente? Hay muchos mtodos basados en un elemento comn; la concentracin o atencin a un solo objeto (un sonido, una luz, un dibujo, etc.). De to-dos ellos, el ms practicado desde hace siglos es el de la atencin a la respiracin por considerarse el ms natural, fcil y eficaz de centrar la mente y evitar que se distraiga.

    Es natural porque la respiracin forma parte de nuestro ser, es algo con lo que estamos familiarizados. Es fcil de observar porque se trata de un movimiento autom-tico del cuerpo que no requiere esfuerzo personal alguno. No se trata de modificar el ritmo de la respiracin, sino, por el contrario, que transcurra de manera espontnea. En suma, la atencin a la propia respiracin es un mtodo sencillo, familiar, automtico y previsible.

    Ms adelante se dar el paso de prestar atencin a los propios pensamientos. Pe-ro tal mtodo es ms difcil porque fluyen tan rpido y estamos tan identificados con ellos que corremos el riesgo de autosugestionarnos pensando que estamos meditando. Pero una cosa es observar los pensamientos y otra cosa distinta es pensar que ests me-ditando.

    Ya en la ms remota antigedad, los msticos y buscadores espirituales descu-brieron que hay un cordn umbilical que nos conecta con el instante presente; nuestra respiracin. Ciertamente, se trata de un mtodo de respiracin que encuentra anteceden-

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    tes en otras tradiciones contemplativas como en el taosmo, el hinduismo (por ejemplo el prnyma). Tambin Pitgoras y sus discpulos dominaban todo tipo de tcnicas de sabidura, pues haba adquirido un inmenso tesoro en sus pulmones, porque cuando concentraba toda la fuerza de sus pulmones, sin esfuerzo alcanzaba a visualizar en deta-lle las cosas de diez o veinte generaciones de hombres (Porfirio, Vida de Pitgoras, 31). La atencin a la respiracin es tambin el mtodo de desapego a los pensamientos en el Hesicasmo del cristianismo ortodoxo. Tambin san Ignacio de Loyola, fundador de la Compaa de Jess , recomendaba como modo de orar que con cada un anhlito o resuello se ha de orar mentalmente diciendo una palabra del Pater noster o de otra ora-cin que se rece, de manera que una sola palabra se diga entre un anhlito y otro, y mientras durare el tiempo de un anhlito a otro, se mire principalmente en la significa-cin de la tal palabra, o en la persona a quien reza, o en la baxeza de s mismo, o en la diferencia de tanta alteza a tanta baxeza propria; y por la misma forma y regla proceder en las otras palabras del Pater noster (San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 258). Tambin en el Islam ciertas cofradas sufs conceden mucha importancia a la res-piracin acompasada como medio para relajar la mente y concentrarse en la recitacin (Mafjir, 130-132 y Kamajnawi, mi170).

    La atencin a la respiracin es uno de los mtodos tradicionales de prestar aten-cin a la sensacin de ser de la que hablan los maestros orientales y occidentales (por ejemplo, el monje del siglo XVI autor de La nube del no-saber). En diversas Tradi-ciones iniciticas, la atencin a la sensacin de ser es definida como atencin a Yo Soy. Y ese Yo soy, en cuanto puerta a los estados supraindividuales, ha servido para dar nombre a Dios. En efecto, etimolgicamente, Brahman, Yahveh o Alah, derivan del verbo Ser; significan Yo Soy o Lo que Es.

    La esencia de esta prctica se basa en que resulta imposible respirar con un rit-mo plcido y estar al mismo tiempo volcado en el mundo externo. O dicho en otros tr-minos; la respiracin nos conecta con el presente porque en el pasado y en el futuro no existe respiracin. Solo se respira ahora. Por eso, fijando la atencin en nuestra respira-cin conseguimos salir de las ensoaciones del pasado y del futuro y permanecer en lo que Es, dando paso a la Presencia Interior.

    Aunque solo es necesario fijar la atencin en la respiracin, lo ms eficaz es prestar atencin a la respiracin abdominal, es decir, fijando la atencin en la parte baja de los pulmones, es decir, llevar el aire hasta la parte baja de los pulmones. Para apren-der esta tcnica, inicialmente basta con sacar un poco la tripa al tomar aire. Con ello ha-cemos espacio a la parte baja de los pulmones para llevar el aire.

    Tanto los cientficos como los expertos meditadores coinciden en que, en s misma, la respiracin abdominal relaja porque acta sobre un centro nervioso situado en el bajo vientre (nervio vago), tambin denominado Hara en la tradicin Zen. En maso-nera es una puerta que da entrada a la Cmara del Medio.

    Normalmente solo utilizamos el 20% de la capacidad pulmonar. Pero cuando nos conectamos conscientemente a la respiracin abdominal, provocamos un ligero au-mento de la oxigenacin en el cuerpo y, por tanto, una mayor fluidez mental. No con-viene exagerar el ritmo respiratorio. Ha de ser natural para no provocar una hiperventi-lacin, es decir, un desequilibrio entre el oxgeno y el dixido de carbono consecuencia de una respiracin forzada.

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    En suma, prestar atencin a la respiracin no implica forzarla o controlarla. Se trata de sentirla, atender a la sensacin de respirar.

    Atender a la respiracin es como una vieja amiga porque nos calma y aleja del torbellino de los pensamientos, nos abre la puerta al presente y, por tanto, a la Presencia Interior. Por eso en masonera, fijar la atencin a la respiracin se denomina Santua-rio. Y de ah tambin, que el estado de Atencin Plena reciba el nombre de Cmara del Medio.

    En cualquier momento del da, puede tomar Santuario para entrar en el Ahora fijando tu atencin a la respiracin y despertar de las agitadas ensoaciones de la mente y de los torbellinos creados por los pensamientos. En la rueda de la vida, solo el eje cen-tral permanece inmvil; es la Cmara del Medio.

    Recordad; anclaros o conectaros a la respiracin es tomar Santuario. La Aten-cin Pura o Plena es la Cmara del Medio. En ella reside la Presencia Interior que sois Vos. PROTOCOLO PREVIO; LA RELAJACIN CORPORAL

    Los primeros momentos de la meditacin conviene dedicarlos a relajar el cuerpo aliviando tensiones musculares. Aunque la relajacin corporal no forma parte de la me-ditacin, en las primeras etapas es necesario dominar esta tcnica para facilitar la relaja-cin de la mente. El dominio de esta tcnica puede llevar das o meses, pero es necesa-rio conseguir un cierto estado de relajacin fsica que facilite la des-identificacin entre el cuerpo-mente y el Observador. Para ello, hay que proceder a revisar todas las zonas del cuerpo de modo que, cuando localizamos una zona tensa, la relajamos o ablandamos situando la atencin en ella. La respiracin puede contribuir a la relajacin corporal si hacemos que con cada espiracin e inspiracin sentimos que nos vamos hundiendo cada vez ms en un estado de calma total. Al inspirar tomamos paz, y al espirar, exhalamos cansancio, ansiedad, tensin.

    - Elegid un lugar tranquilo y agradable en el que no os interrumpan durante la prctica.

    - Podis encender un bastoncito de resina olorosa (favorece la concentracin). - Para predisponeros u orientaros adecuadamente hacia la meditacin es reco-

    mendable recitar previamente alguna oracin o jaculatoria que tenga significado para vos.

    - Sentaos cmodamente con la espalda recta, sin cruzar las piernas y con las ma-nos sobre los muslos (Sirve cualquier otra postura tradicional de meditacin dado que lo importante no es tanto la forma como la determinacin de meditar).

    - Cerrad (total o parcialmente) los prpados. - Esbozad una ligera sonrisa en los labios para simbolizar la alegra de entrar en

    un espacio sagrado. - Ejecutad durante unos segundos el signo de fe como smbolo de que ponis

    vuestra confianza en el Gran Arquitecto del Universo. Algunos Hermanos, mientras lle-van la mano al corazn, dicen mentalmente A la Gloria del Gran Arquitecto del Uni-verso en seal de que dedican los minutos de meditacin a Dios. Otros prefieren decir Yahveh auxilia expresando su conviccin de que estamos en manos de Dios.

    - Finalmente, haced tres respiraciones lentas y profundas para relajar los pulmo-nes.

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    - Seguidamente, nos fijamos en las sensaciones fsicas del cuerpo, desde arriba a abajo buscando zonas de tensin con el fin de relajarlas. Comenzamos por situar la atencin en las diversas partes de la cabeza comenzando por la parte superior, la frente los pmulos... la nuca la barbilla. Las repasamos lentamente y si encontramos tensin en alguna zona, aflojamos los msculos liberando la tensin. Si notamos tensin en las mandbulas, sentid durante unos instantes el movimiento de la respiracin en los mscu-los de las mandbulas y notad como se van relajando paulatinamente. - Tras relajar la cabeza, ahora, con suavidad, bajamos la atencin al cuello. - Luego ponemos nuestra atencin en la barriga y el pecho, utilizando los movimientos de inspiracin y espiracin para relajar esas zonas del cuerpo... - Si nos distramos, volvemos con amabilidad la atencin hacia la zona corporal en la que estbamos. - Cuando hayamos relajado la parte frontal del tronco, situamos la atencin en la espal-da inferior media y superior, tratando de aliviar las tensiones utilizando la respira-cin para ello... - Despus fijamos la atencin en el brazo derecho comenzando por el hombro y si-guiendo por el brazo... antebrazo... mueca... palma de la mano... dorso de la mano y dedos. Sentid en ellosila respiracin para relajarlos y notad como se van aflojando hasta casi hundirse en el suelo. - Despus fijamos la atencin en el brazo izquierdo comenzando por el hombro y si-guiendo por el brazo... antebrazo... mueca... palma de la mano... dorso de la mano y dedos. Si percibimos cualquier tensin o resistencia, la relajamos... - Ahora bajamos la atencin hacia las caderas, las ngles y los glteos buscando cual-quier tensin muscular para aflojarla. - Seguimos bajando por el muslo derecho, relajando cualquier tensin muscular. Siente la respiracin en l y notars como se distiende. Prosigue recorriendo el resto de la pier-na, contina prestando atencin a la pantorrilla derecha... el tobillo... el empeine... los dedos... la planta del pie y, finalmente... el taln derecho. Permanece unos instantes para comprobar que no hay tensin en ninguna parte de la pierna derecha. - Si os habis distrado, volved suavemente la atencin hacia el cuerpo. -Cuando notis relajada la pierna derecha, fijad la atencin en vuestro muslo izquierdo y continuad el ejercicio de relajacin aflojando cualquier tensin muscular. Proseguid re-corriendo el resto de la pierna, continuad prestando atencin a la pantorrilla izquierda... el tobillo... el empeine... los dedos... la planta del pie... y el taln izquierdo... Permane-ced unos instantes para comprobar que no hay tensin en ninguna parte de la pierna iz-quierda. - Finalmente, haced un recorrido o escaneo rpido por todo el cuerpo para comprobar si todas sus partes estn relajadas. Si encontris alguna zona que ha vuelto a ponerse en tensin, fijar la atencin en ella y relajadla. Inicialmente, este ejercicio puede durar de 10 a 15 minutos. Con el tiempo, la relajacin corporal se logra en unos pocos segundos, transcurridos los cuales, se puede proceder a la meditacin interna. MEDITACIN DE ATENCIN PLENA A LA RESPIRACIN

    Cuando el zapato es el adecuado, se olvida el pie. Cuando el cinturn es el adecuado, se olvida la barriga. Cuando la atencin es la adecuada, se olvida el ego.

    Comencemos por el ejercicio fundamental:

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    La prctica de la meditacin suele durar unos 15 a 20 minutos dos veces al da o

    una sesin diaria de 30 a 20 minutos. Es aconsejable hacerlo todos los das. En todo ca-so, interrumpir el proceso puede ser contraproducente.

    Observad que la mente se distrae continuamente. En ese caso, cada vez que os deis cuenta de que la mente ha dejado de prestar atencin al Santuario de la respiracin, volveris suavemente y con amabilidad a fijar la atencin en la respiracin. No tratis de encontrar las razones de la distraccin, simplemente volved a poner vuestra atencin en la respiracin sin juzgar ni valorar nada.

    La experiencia meditativa os demostrar que la mente vaga errtica entre recuer-dos, juicios y planes con los que entretenerse. Observars que al intentar contar hasta diez prestando atencin a la respiracin, apenas has llegado a contar tres y ya los pen-samientos te han sacado de la meditacin. No hay que desesperarse. No hay que luchar ni hacer esfuerzo no solo no sirve de nada sino que es contraproducente porque solo provoca frustracin y resistencias. Aceptad las distracciones como parte del proceso. A fin de cuentas si os habis dado cuenta de la distraccin es porque ya estis en el Pre-sente. Agradeced la oportunidad de haberos dado cuenta y volved al santuario de la res-piracin Pronto llegaris hasta diez sin perder la atencin.

    Cuando podis mantener la atencin en la respiracin con cierta comodidad, in-tentad ampliar el campo de vuestra consciencia en torno al estmago y el pecho para in-cluir la sensacin de nuestro cuerpo como conjunto mientras estamos sentados.

    Recordad; atender a la respiracin no es pensar en la respiracin sino sentir-

    la sin resistencias y con aceptacin.

    Protocolo de meditacin de atencin pura a la respiracin - Sentaos cmodamente con la espalda recta, sin cruzar las piernas y con las manos so-bre los muslos - Cerrad (total o parcialmente) los prpados. - Esbozad una ligera sonrisa en los labios para simbolizar la alegra de entrar en un es-pacio sagrado. - Ejecutad durante unos segundos el signo de fe como smbolo de que ponis vuestra confianza en el Gran Arquitecto del Universo. - Finalmente, haced tres respiraciones lentas y profundas para relajar los pulmones y... adentro! - Llevad la atencin a la respiracin, es decir al movimiento de los pulmones y, si es po-sible, a la parte baja de los pulmones. - Prestad atencin al movimiento de inspiracin-espiracin de manera natural, sin forzar el ritmo. Dejad que el cuerpo respire automticamente - Liberaos de la tendencia a controlar todo. Sentid como al inspirar se infla suavemente el abdomen y como al espirar se desinfla. Notad cmo entre cada inspiracin y cada es-piracin hay un pequeo momento de pausa. No pretendis alterar el ritmo de la respi-racin. Limitaos a fijar la atencin en ella y observarla. - Permitid que la mente se familiarice con la prctica y al poco tiempo sentiris cmo el ritmo de las inspiraciones y espiraciones van cambiando poco a poco hacindose ms espontnea y natural.

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    - Para ayudarnos a retomar la atencin a la respiracin podemos recurrir a una palabra activadora de la Presencia o mantra. Tambin podemos ayudarnos contando series de diez haciendo coincidir cada nmero con cada espiracin. Con un poco de prctica cada da conseguiris mantener la atencin unos segundos ms. - Cada vez que os deis cuenta de que los pensamientos os han alejado de la respiracin, simplemente haceos conscientes de ello y, con mucha suavidad y sin ningn reproche, volved la atencin a la respiracin. Si estabais contando cada inspiracin, volved a con-tar desde cero. Recordad que no hay objetivo de llegar a ningn nmero ni de superar ningn reto. Solo hay que limitarse a la pura observacin de lo que sucede en nuestra mente con plena aceptacin. - Si la mente os aleja cien veces de la respiracin, volved a ella otras tantas veces con insistencia paciente y amable sin que os importe el tiempo en que ha estado distrada. Lo importante es que os deis cuenta de las distracciones. - Transcurridos 15 20 minutos de prctica, la damos por concluida haciendo una incli-nacin con la cabeza en seal de respeto, abrimos los ojos y lentamente, con suavidad, abandonamos la meditacin. MEDITACION DEL HERMANO APRENDIZ (ETIQUETAR LOS PENSAMIEN-TOS)

    En una ocasin alguien pregunt a tres masones ocu-pados en la construccin de una Catedral, qu estaban haciendo. Uno dijo; pico piedra. Otro contest: Me ga-no el pan. Y el tercero respondi: Construyo una cate-dral!.

    Es una meditacin muy eficaz para los aprendices que se inician en la prctica de la Atencin Plena. De hecho, puede ser alternada con la prctica de la atencin a la respiracin.

    Consiste en crear la suficiente distancia entre la Consciencia (el Observador) y el flujo mental hasta poder observar nuestros propios pensamientos y ponerles etiquetas. Al hacerlo veremos que la mayor parte de ellos son juicios de valor, comparaciones, cr-ticas, planes, recuerdos, dudas, lamentos, fantasas Conforme los veamos aparecer procedemos a ponerles una etiqueta y seguiremos obser-vando ms pensamientos.

    Algunos ejemplos de pensamientos frecuentes son: - tengo que acabar pronto la meditacin porque tengo pendiente (planificando). - vaya! qu torpe soy etiquetando pensamientos (juzgando). - oh! parece que esto funciona porque veo mis pensamientos (juzgando). - creo que me suenan las tripas (oyendo). - si se me diera bien esto podra ser maestro de meditacin (fantaseando). - que bien lo pas el otro da (recordando). - oh! me he distrado, pero no s qu estaba pensando (distrado)

    Con esta prctica estamos entrenando nuestra capacidad para observar el funciona-

    miento de nuestra propia mente. Estamos creando la distancia necesaria para compren-der los automatismos que mueven la mente y ser nosotros lo que observemos la mente. Atendemos a la mente en vez de ser pensados por la mente.

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    Protocolo de la meditacin del Hermano Aprendiz (etiquetar los pensamientos) - Sentaos cmodamente con la espalda recta, sin cruzar las piernas y con las manos so-bre los muslos - Cerrad (total o parcialmente) los prpados. - Esbozad una ligera sonrisa en los labios para simbolizar la alegra de entrar en un es-pacio sagrado. - Ejecutad durante unos segundos el signo de fe como smbolo de que ponis vuestra confianza en el Gran Arquitecto del Universo. - Finalmente, haced tres respiraciones lentas y profundas para relajar los pulmones y... adentro! - Fijad la atencin a la respiracin, es decir, permaneced en el Santuario, dos o tres mi-nutos hasta alcanzar un cierto estado de quietud mental. - Seguidamente, dejad de atender a la respiracin y prestad atencin a los pensamientos. Nos damos cuenta de que estamos emitiendo constantemente diferentes formas de pen-samientos. Segn vayan surgiendo, con suavidad tratamos de ponerles una etiqueta. - Si me veo criticando o valorando lo que hago o hacen los dems, la etiqueta es juz-gando. - Si me veo pensando en lo que he hecho o dejado de hacer hace unas horas, la etiqueta es recordando. - Si me veo pensando en lo que he de hacer maana, la etiqueta es planificando. - No se trata de encontrar la etiqueta ms adecuada a cada pensamiento. No es un ejerci-cio de precisin lingstica, sino de atencin a los pensamientos. Si no acertis a etique-tar un pensamiento, simplemente denominadlo... distraccin. - Cada vez que os distraigis, volved con suavidad y paciencia a etiquetar los pensa-mientos. Recordad que las distracciones forman parte de la meditacin y que son una oportunidad para reafirmar vuestra decisin de practicar el Arte Real. - Tras 15 minutos de meditacin, volved al Santuario de la respiracin durante un par de minutos y concluid el ejercicio haciendo una inclinacin con la cabeza en seal de respeto. Abrid lentamente los prpados, moved suavemente los dedos y extremidades y dad por concluida la prctica. ATENCION A LAS SENSACIONES CORPORALES (Escaneo corporal)

    Frente a la meditacin de relajacin corporal antes explicada, la atencin a las sensaciones corporales no pretende la relajacin, ni resultado alguno, porque se encami-na a aceptar cualquier sensacin corporal sin resistencias. No se trata de pensar o de imaginar las diferentes partes del cuerpo, sino de explorarlas y sentirlas con aceptacin, incluso si hay alguna zona especialmente dolorida. Para facilitar la atencin corporal podis ayudaros colocando la mano, ejecutando algn signo, en la zona de la garganta, del pecho o del vientre segn vayis repasando el cuerpo.

    Se trata de fomentar la curiosidad por las sensaciones corporales como medio de

    fortalecer el poder de atencin al Presente. No se trata de cambiar ninguna sensacin, sino de aceptarlas con naturalidad. No

    se pretende relajar el cuerpo sino de estimular la atencin y la aceptacin de cualquier sensacin corporal.

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    Protocolo de la atencin a las sensaciones corporales (escaneo corporal) - Sentaos cmodamente con la espalda recta, sin cruzar las piernas y con las manos so-bre los muslos - Cerrad (total o parcialmente) los prpados. - Esbozad una ligera sonrisa en los labios para simbolizar la alegra de entrar en un es-pacio sagrado. - Ejecutad durante unos segundos el signo de fe como smbolo de que ponis vuestra confianza en el Gran Arquitecto del Universo. - Finalmente, haced tres respiraciones lentas y profundas para relajar los pulmones y... adentro! - Comenzad la meditacin fijando la atencin en las sensaciones que se producen en el abdomen al respirar.

    Sentiris que vuestro abdomen se dilata suavemente al entrar el aire en los pul-mones hinchndose lentamente y cmo se va desinflando a medida que el aire sale del cuerpo. Observad el tiempo que dura la toma de aire o inspiracin y lo que tarda el cuerpo en soltar el aire durante la exhalacin. Notaris cmo en algunos momentos la respiracin es profunda y larga, mientras que en otros parece ms superficial y breve. Observad si al inspirar percibs alguna sensacin de energa o bienestar. Notad tambin si al exhalar sents que el cuerpo se libera de tensiones y de toxinas.

    Una vez que la atencin se ha familiarizado con el proceso de la respiracin po-dis comenzar a efectuar un recorrido o escaneo por todo el cuerpo.

    Si en algn momento os dais cuenta de que os habis distrado, volved a fijar la atencin en aquella parte del cuerpo en donde la dejasteis, sin inquietaros o disgustaros. Recordar que si perdis la concentracin, siempre podis retomarla volviendo la aten-cin al santuario de la respiracin. Una vez recuperada la concentracin, podis volver al proceso de escaneo corporal.

    Ahora vamos a proceder a trasladar la atencin por todas las partes del cuerpo, explorndolo detenidamente como si se tratara de una linterna que ilumina las distintas zonas corporales con el fin de sentir todas sus sensaciones. Comenzad fijando la atencin en la cabeza prestando atencin a la zona de lo alto de la cabeza o coronilla, y siguiendo hasta la nuca, para completar toda la exploracin de la cabeza. Al llegar a la cara dejis que las exhalaciones contribuyan a la relajacin de los msculos. Proseguimos por la frente, buscando cualquier sensacin que exista en este momento...

    Ahora llevad la atencin al ojo derecho, explorando la cuenca del ojo, la ceja, el prpado Desde aqu, pasad por el entrecejo, al ojo izquierdo, explorando la cuenca, la ceja izquierda, el prpado, hasta recorrer toda la zona de los ojos.

    Tambin podis explorar la nariz, los laterales, la punta de la nariz, y luego con-tinuar con el resto de la cara. La mejilla derecha, hasta la oreja derecha. Luego seguid recorriendo tambin el lado izquierdo de la cara, empezando con la mejilla izquierda y la oreja izquierda.

    Podis aprovechar la siguiente exhalacin para dejar que toda la cabeza se relaje tanto como sea posible, se libere de tensiones, y desaparezca del foco de la atencin. Continuad fijando la atencin en la barbilla, explorando la mandbula derecha la mandbula izquierda la zona de los labios; el labio superior, el labio inferior.

    Proseguid explorando todo el cuello llevando ahora la atencin a la zona de la garganta. Quiz notis las sensaciones en la piel del contacto con la ropa...

    No intentis juzgar ni rechazar ninguna sensacin. Limitaos a observarla, aco-gerla y aceptarla tal y como venga.

    Vamos a llevar ahora la atencin al brazo derecho, bajando desde el hombro, la axila el antebrazo el codo y la mueca

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    Seguidamente desplazis la atencin hasta la mano derecha, intentando sentir las sensaciones que hay en la palma de la mano, el dorso de la mano, los nudillos, los dedos y las yemas de los dedos.

    Cuando hayis explorado todo el brazo derecho, podis notar el efecto de la res-piracin en todo su recorrido.

    Podis aprovechar la siguiente exhalacin para que el brazo derecho se relaje tanto como sea posible, se hunda sobre el asiento y desaparezca del foco de la atencin.

    Ahora desplazad la atencin hasta el hombro izquierdo, y vais bajando comen-zando por la axila el antebrazo el codo y la mueca. Seguidamente desplazis la atencin hasta la mano derecha, intentando sentir las sensaciones que hay en la palma de la mano, el dorso de la mano, los nudillos, los dedos y las yemas de los dedos.

    Podis aprovechar la siguiente exhalacin para que el brazo izquierdo se relaje tanto como sea posible, se hunda en el asiento y desaparezca del foco de la atencin.

    No prestis atencin a ningn pensamiento que aparezca en la mente. Si la men-te quiere actividad, recordar que no es el momento. Ahora toca disciplinar la atencin aprovechando el inters por las sensaciones corporales.

    Tras recorrer ambos brazos, fijad atencin en el pecho. Comenzad por las clav-culas. Seguid por el centro del pecho. Podis deteneros unos instantes en el movimiento de las costillas o el latir del corazn o cualquier otra sensacin. Si notis los latidos rtmicos del corazn podis permanecer ah sintiendo el ritmo que mueve la vida. Bajad ahora la atencin haca la zona del ombligo sentid cmo se hincha y se deshincha, acompasadamente.

    Ahora situad la atencin en la espalda, desde la nuca la zona cervical omo-platos hasta los riones o zona lumbar. Recorred ambos lados de la espalda compa-rando sendos costados tratando de ser consciente de las sensaciones que haya en cada lado.

    Explorad detenidamente la columna vertebral, empezando desde el cuello y des-cendiendo lentamente hasta la zona del coxis. Observad si hay tensin, adormecimiento o relajacin.

    Desplazad la atencin hacia la parte baja del tronco, explorando la zona de los glteos, los genitales, rodeando toda la parte baja del tronco, intentando sintonizar con las impresiones que all aparezcan, y si no aparece ninguna, permaneced unos instantes en esa ausencia de sensacin...

    Durante unos segundos, Inspirad y espirad profundamente observando la cabeza, brazos y todo el abdomen en su conjunto. Permitid que cada inspiracin aporte energa y bienestar, y que cada exhalacin contribuya a liberar cansancio y toxinas.

    Ahora continuad el recorrido desde la cadera derecha hasta la ingle derecha Explorad el muslo derecho como si la pierna derecha se fuera quedando cada vez ms relajada y se hundiera un poco ms en el suelo y se desvaneciera del foco de la atencin. Limitaos a observar y aceptar las sensaciones que percibis sin juzgarlas o intentar mo-dificarlas.

    Cuando lleguis a la rodilla derecha exploradla con ms detenimiento buscando sensaciones. Si no sents nada, esperad un instante y si no surge nada proseguid el reco-rrido sin preocuparos por ello. Bajad la atencin a la pantorrilla o espinilla derecha y permitid que la inspiracin aporte energa y bienestar. Observad tambin la parte trasera donde estn los gemelos. Podis aprovechar la prxima exhalacin para sentir el tobillo y continuar el escaneo corporal hacia el pie derecho.

    Primero llevad la atencin al empeine luego al taln y a la planta del pie prestando atencin a las sensaciones que se producen en esa parte del cuerpo

    A continuacin, fijad la atencin en los dedos del pie derecho, sin moverlos. Po-dis explorar los dedos uno a uno. Es posible que notis hormigueo, cosquilleo, frio o calor, tal vez humedad o picor. No importa. Tal vez sintis alguna sensacin en un dedo

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    en particular o la falta de sensaciones no importa en absoluto. Lo importante es man-tener la atencin con curiosidad sin perder el inters. Podis aprovechar la siguiente ex-halacin para soltar cualquier tensin que quede en toda la pierna derecha dejando que se hunda en el suelo y se desvanezca del foco de la atencin.

    Ahora abandonad la atencin en la pierna derecha y desplazadla a la cadera iz-quierda... De all pasad a la ingle izquierda y bajadla al muslo izquierdo... Limitaos a observar y aceptar las sensaciones que percibis sin juzgarlas o intentar modificarlas

    Cuando lleguis a la rodilla deteneos unos instantes buscando sensaciones. Si no sents nada, esperad un instante y si no surge nada proseguid el recorrido sin preocupa-ros por ello. Bajad la atencin a la pantorrilla o espinilla izquierda y permitid que la ins-piracin aporte energa y bienestar. Observad tambin la parte trasera donde estn los gemelos. Podis aprovechar la prxima exhalacin para sentir el tobillo y continuar el escaneo corporal hacia el pie izquierdo.

    Primero llevamos la atencin al empeine luego al taln y a la planta del pie prestando atencin a las sensaciones que se producen en esa parte del cuerpo.

    A continuacin, fijamos la atencin en los dedos del pie izquierdo, sin moverlos. Podis explorar los dedos uno a uno. Es posible que sintis hormigueo, cosquilleo, frio o calor, tal vez humedad o picor. Tal vez notis alguna sensacin en un dedo en particu-lar o la falta de sensaciones no importa en absoluto. Lo importante es mantener la atencin con curiosidad sin perder el inters. Podis aprovechar la siguiente exhalacin para soltar cualquier tensin que quede en toda la pierna izquierda dejando que se hunda en el suelo y se desvanezca del foco de la atencin.

    Tras haber recorrido todo el cuerpo podis sentirlo como una unidad completa percibiendo el ritmo de la respiracin desde la cabeza a los pies y desde los pies a la ca-beza. Dejaos mecer por la respiracin consciente, permitiendo que cada inspiracin aporte energa y bienestar a cada msculo, a cada rgano, a todos los tejidos hasta llegar a cada clula del cuerpo. Aprovechad cada exhalacin para permitir que se liberen las tensiones acumuladas, expulsar las toxinas, y relajar el cuerpo tanto como sea posible sin tratar de cambiar nada, aceptando este momento tal y como es. Permitid que la respi-racin consciente, con pura atencin, sea vuestro santuario y reserva inagotable de equi-librio y energa. - Finalmente, vais a concluir la meditacin. Volved al Santuario de la respiracin duran-te un par de minutos y concluid el ejercicio haciendo una inclinacin con la cabeza en seal de respeto. Abrid lentamente los prpados, moved suavemente los dedos y extre-midades y dad por concluida la prctica. MEDITACIN PARA BURILAR LAS EMOCIONES

    Se trata de meditar sobre el dolor o el sufrimiento propio no para aliviarlo o evi-tarlo, sino para conocerlo, averiguar su origen y aumentar nuestra capacidad de tolerar-lo.

    Con frecuencia las emociones perturbadoras se localizan en partes concretas del

    cuerpo. As por ejemplo: Ira; tensin en el cuello. Tristeza; opresin en el pecho. Vergenza; cara o parte superior de la cabeza. Miedo; nudo en el abdomen.

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    Mientras ms permanecemos atentos a un dolor ms habremos aprendido a acep-tarlo y a hacernos ms fuertes. La finalidad de la prctica no es hacer que desaparezcan las sensaciones desagradables, sino aumentar nuestra capacidad para soportarlas. En vez de resistir o lamentarnos por los pensamientos negativos, la atencin nos facilita el ver-los como fenmenos pasajeros que vienen y se van y acaban pasando. Hay que ver el lado positivo de las cosas; cada episodio de ansiedad, miedo, ira, etc. no es un problema, sino una oportunidad para practicar la Atencin Pura y aumentar la ca-pacidad para soportarla. No debes sobredimensionar los problemas. Imaginaos el pro-blema como si fuera un nio asustado o un cachorro de perro que ha perdido a su madre. Basta un poco de atencin sostenida para que desaparezca.

    No estamos ante una forma de autosugestin, auto-programacin o evasin de la realidad. No se trata de meter los problemas personales bajo la alfombra. Se trata de aprender a ser neutral para descubrir las causas de la resistencia, y evitarla para no gene-rar sufrimiento. Tampoco es una forma de sadomasoquismo, porque abrirse al dolor no es autocomplacencia, sino una tcnica contrastada para evitar sufrimiento innecesario.

    Como diran en Oriente, meditar es como encerrarse en una jaula con un tigre (la mente). La solucin no es salir fuera y ver encerrado al tigre. La solucin es aprender a cabalgar el tigre. Protocolo de la meditacin sobre las emociones: - Sentaos cmodamente con la espalda recta, sin cruzar las piernas y con las manos so-bre los muslos - Cerrad (total o parcialmente) los prpados. - Esbozad una ligera sonrisa en los labios para simbolizar la alegra de entrar en un es-pacio sagrado. - Ejecutad durante unos segundos el signo de fe como smbolo de que ponis vuestra confianza en el Gran Arquitecto del Universo. - Finalmente, haced tres respiraciones lentas y profundas para relajar los pulmones y... adentro! - Fijad la atencin a la respiracin y permaneced en el Santuario unos dos o tres minu-tos hasta alcanzar un cierto estado de concentracin o de quietud mental. - Si nos distraemos, volvemos suavemente hacia la respiracin. - Seguidamente, dejamos de atender a la respiracin y efectuamos un recorrido o esca-neo por todo el cuerpo para detectar cualquier sensacin de ansiedad, miedo o tensin. - Una vez localizada la zona del cuerpo en la que se percibe la ansiedad, el miedo o ten-sin, intentemos aumentarla con pensamientos perturbadores. Observad cmo aumenta el ritmo del corazn, la frecuencia respiratoria, el sudor o la tensin muscular. No com-batis tales reacciones. Limitaos a aceptarlas con curiosidad. Se trata de aumentar artifi-cialmente la sensacin desagradable a fin de comprobar que podemos soportarla. Las primeras veces, la angustia puede parecer muy intensa, pero con 3 4 sesiones ms, la ansiedad, el miedo, la tensin, etc. comienzan a disminuir porque necesitan resisten-cia para alimentarse. Al entrar en ella, aceptarla y no combatirla, pierde fuerza. - Finalmente, localizada la parte del cuerpo donde ms claramente se siente el males-tar inclinaos mentalmente hacia ese lugar para acogerlo y recibirlo con amabilidad. Abandonad el deseo de que desaparezca tal malestar e incluso decid mentalmente por tres veces; acepto, acepto, acepto. - Para terminar el ejercicio, pasados unos 20 minutos volved al Santuario de la respira-cin dos o tres minutos ms y concluid el ejercicio haciendo una inclinacin con la ca-beza en seal de respeto. Abrid lentamente los prpados, moved suavemente los dedos y extremidades y abandonad la meditacin.

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    MEDITACION DEL HERMANO COMPAERO

    Al meditar se activa una ley natural en un nivel supe-rior. Quien medita por alguien, quien est lleno de amor y compasin por alguien, est activando energas de cu-racin y de ayuda. No son energas personales. Son energas csmicas, que forman parte de las estructuras de la evolucin.

    Esta es una de las formas de meditacin ms potentes. Se trata de desarrollar el compaerismo, la amabilidad o el afecto con uno mismo, pero no para potenciar el yo, sino para tomar conciencia de que la felicidad es una legtima aspiracin personal. Pero tambin pretende exteriorizar la amabilidad, la solidaridad o compasin con el prjimo. En esta prctica meditativa, compartir o desear buenos sentimientos hacia los dems, nos hace sentirnos ms felices y contentos. A pesar del nombre, puede practicarse junto con los Hermanos Aprendices.

    Recordad que la palabra compasin, del latn cum passio, significa compartir o acompaar al prjimo en su padecimiento, deseando aliviarle. Se trata de que el compaero haga su peregrinaje o tour haca s mismo y tambin hacia los dems saliendo de su cascarn para tomar conciencia del otro, el prjimo.

    Como es sabido, hay personas que meditan mejor recitando palabras. Otras pre-fieren formas de meditacin afectivas o devocionales a travs de los sentimientos. Otras necesitan imgenes que le faciliten la concentracin. Precisamente, la meditacin del compaero integra las tres tcnicas.

    En diversas ocasiones, cuando no estamos a gusto con nosotros mismos, gene-ramos procesos emocionales y mentales negativos o autodestructivos como la autocrti-ca, el aislamiento, el pesimismo, etc. Esta falta de aceptacin personal, se afronta con la autocompasin.

    El compaerismo nos ensea a ser amables y a generar sentimientos positivos hacia uno mismo y hacia los dems.

    No se trata de un ejercicio de autoprogramacin mental, sino de cultivar la ama-bilidad con uno mismo y con los dems Al permitir la conexin con el prjimo y ge-nerar sentimientos positivos ests rompiendo la rutina hedonista, es decir, el aislamiento cmodo. Practicar esta forma de meditacin es lo ms parecido a reencontrarte con tu amigo ms querido.

    No se trata de crear buenos sentimientos, puesto estos, como todo, vienen y se van. Se trata de crear las condiciones naturales para que se produzcan por s mismos porque el hombre es bueno por naturaleza. As, de manera natural, ellos sern platafor-ma o soporte para cultivar la Atencin Pura. Protocolo de la meditacin del compaero - Sentaos cmodamente con la espalda recta, sin cruzar las piernas y con las manos so-bre los muslos

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    - Cerrad (total o parcialmente) los prpados. - Esbozad una ligera sonrisa en los labios para simbolizar la alegra de entrar en un es-pacio sagrado. - Ejecutad durante unos segundos el signo de fe como smbolo de que ponis vuestra confianza en el Gran Arquitecto del Universo. - Finalmente, haced tres respiraciones lentas y profundas para relajar los pulmones y... entra en el Santuario. - Fijad la atencin a la respiracin y permaneced en el Santuario dos o tres minutos has-ta alcanzar un cierto estado de quietud mental. - Si nos distraemos, volvemos suavemente hacia la respiracin. - Seguidamente, dejad de atender a la respiracin y visualizad, durante unos tres minu-tos, vuestro propio rostro frente a vos y deseaos buenos deseos. Por ejemplo: Que yo est a salvo. Que yo sea feliz. Que yo est sano. - Despus visualizad durante otros tres minutos el rostro de una persona a la que apre-ciis especialmente y deseadle lo mismo: Que X est a salvo. Que X sea feliz. Que X est sano. - Si perdis la atencin, volved a la prctica con amabilidad y sin contrariaros. - Dedicad otros tres minutos a visualizar el rostro de una persona neutral; un compaero de trabajo, un vecino, y deseadle lo mismo. Que X est a salvo. Que X sea feliz. Que X est sano. - Despus elegid a una persona con la que tengis una relacin difcil. Visualizad su ros-tro y deseadle lo mismo durante unos tres minutos. Que X est a salvo. Que X sea feliz. Que X est sano. - Si os distrais, no os preocupis; volved con suavidad y paciencia a la meditacin. Es-tis tratando de ensear a un nio pequeo o a un cachorro. - Finalmente, visualizaos junto a esas tres personas y enviad a todos los mismos buenos deseos: Que estemos todos seguros. Que seamos todos felices. Que estemos todos sanos. - Para terminar el ejercicio, volved al Santuario de la respiracin durante un par de mi-nutos y concluid el ejercicio. Abrid lentamente los prpados, moved suavemente los de-dos y extremidades y haced una inclinacin con la cabeza en seal de respeto. - Algunos consejos:

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    Para facilitar la aparicin de sentimientos positivos hacia vos, elegid una foto de cuando erais nio y dejadla en un lugar visible durante unos das para estimular el afecto duran-te la meditacin. Si veis que la meditacin de amabilidad afectuosa hacia vos os cuesta, podis desear buenos pensamientos a todos en general: Que todos los seres estn a salvo. Que todos los seres sean felices. Que todos los seres estn sanos. Y seguidamente decid mentalmente: Que yo y todos los seres estemos a salvo. Que yo y todos los seres seamos felices. Que yo y todos los seres estemos sanos. MEDITACIN DE LA VIUDA

    Yahveh, Dios mo, aun a la viuda que me ha hospe-dado has afligido, haciendo morir a su hijo? Y se ten-di sobre el nio tres veces, y clam a Yahveh y dijo: Yahveh, Dios mo, te ruego que hagas volver el alma de este nio. Y Yahveh oy la voz de Elas, y el alma del nio volvi y revivi (Reyes I, 17, 20-22).

    Tenemos un instinto natural a evitar las experiencias negativas y a desentender-nos del sufrimiento ajeno. Para burilar esta tendencia insolidaria, hay ciertas prcticas meditativas que se dirigen a absorber de buen grado y reciclar el dolor de otra persona y enviarle salud y paz. No se trata de interiorizar o somatizar el sufrimiento, sino de pres-tar atencin al sufrimiento ajeno sin combatirlo para evitar que crezca y ser compasivos con l. Al atenderlo, paulatinamente se libera el malestar y acaba por desaparecer. Aun-que tal prctica nos ayuda a aumentar nuestra capacidad de soportar el sufrimiento, su finalidad reside en prestar atencin al sufrimiento ajeno.

    Concretamente, la prctica consiste en inhalar sufrimiento y exhalar bienestar, lo cual entraa una paradoja, dado que lo normal sera inhalar bienestar y exhalar sufri-miento. Al inspirar imaginemos que respiramos el dolor de esa persona, y con cada es-piracin enviamos a esa persona alientos de paz y felicidad. Protocolo de la meditacin de la Viuda - Sentaos cmodamente con la espalda recta, sin cruzar las piernas y con las manos so-bre los muslos - Cerrad (total o parcialmente) los prpados. - Esbozad una ligera sonrisa en los labios para simbolizar la alegra de entrar en un es-pacio sagrado. - Ejecutad durante unos segundos el signo de fe como smbolo de que poneis vuestra confianza en el Gran Arquitecto del Universo. - Finalmente, haced tres respiraciones lentas y profundas para relajar los pulmones y... adentro! - Fijad la atencin a la respiracin y permaneced en el Santuario unos dos o tres minu-tos hasta alcanzar un cierto estado de quietud mental.

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    - Seguidamente, dejad de atender a la respiracin y visualizad a una persona conocida que est padeciendo algn problema. - Asociad ese malestar a vuestra respiracin. En cada inspiracin, aspirad el malestar imaginando que est siendo transformado en el vaco entre la espiracin y la espiracin. As, ese malestar es llevado al vaco, la nada y reciclado. Espirad alivio y bienestar. - Tras 15 minutos de meditacin, volvemos al Santuario de la respiracin durante un par de minutos y concluimos el ejercicio haciendo una inclinacin con la cabeza en seal de respeto. Abrimos lentamente los prpados, movemos suavemente los dedos y extremi-dades y concluimos la prctica. MEDITACIN PARA ACERCAR COLUMNAS

    Donde estn dos o tres reunidos en Mi Nombre, all es-toy yo en medio de ellos (Mateo 18,20).

    Dado que la meditacin es un trabajo interior, ha de ser practicada individual-

    mente. Pero es sumamente beneficioso recorrer el camino acompaado de los Hermanos del taller y ayudados por el ritual. Todas las prcticas aqu mencionadas pueden y deben ser realizadas tambin en el Taller, ya sea antes de la apertura de los trabajos, bien en asuntos generales en inters de la Logia, o bien suspendiendo momentneamente los trabajos.

    Concretamente, esta forma de meditacin est pensada para ser realizada en Lo-gia. Se trata de sentir al Hermano del Taller, estimulando la solidaridad, el sentimiento de unin fraternal y, con ello, burilar y desbastar las sensaciones, sentimientos y, en de-finitiva, resistencias que nos impiden acercarnos o relacionarnos con todos los Herma-nos de logia.

    Para ello, lo ms adecuado es suspender los trabajos durante la prctica. Inme-diatamente, los hermanos situados en Oriente y en la columna del norte, acercarn una silla para sentarse cada uno frente a los Hermanos sentados en la columna del Sur, a una distancia aproximada de un metro y con las luces muy tenues. Los emparejamientos han de resultar espontneos, aunque el Venerable puede intervenir si lo considera oportuno. Caso de ser un nmero impar, el Venerable permanecer en su sitio leyendo el texto de esta meditacin y marcando los tiempos de cada una de sus fases. Tambin se puede op-tar por conectar el archivo de audio de esta meditacin. Protocolo de la meditacin para acercar columnas: - Sentaos cmodamente con la espalda recta, sin cruzar las piernas y con las manos so-bre los muslos - Cerrad (total o parcialmente) los prpados. - Esbozad una ligera sonrisa en los labios para simbolizar la alegra de entrar en un es-pacio sagrado. - Ejecutad durante unos segundos el signo de fe como smbolo de que ponis vuestra confianza en el Gran Arquitecto del Universo. - Finalmente, haced tres respiraciones lentas y profundas para relajar los pulmones y... adentro! - Fijad la atencin a la respiracin y permaneced en el Santuario de tres a cinco minutos hasta alcanzar un cierto estado de quietud mental.

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    Pasados esos minutos, el Venerable dir con voz suave; Al pecho. Entonces, durante otros tres a cinco minutos, con los prpados entreabiertos, fijaremos la atencin en el pecho del Hermano que tengamos enfrente, tratando de sentir su espiracin e ins-piracin imaginando que respiramos juntos con la misma cadencia.

    Seguidamente, el Venerable dir suavemente; a los ojos. Entonces levantare-mos la mirada para fijarnos en los ojos de nuestro Querido Hermano. Durante unos cin-co minutos, mantendremos la mirada sin tratar de comunicar ni juzgar nada. Simple-mente se trata de estar con l.

    Imaginaremos las diversas etapas de su vida; su nacimiento sus primeras se-manas de vida su infancia rodeado de sus familiares su adolescencia Imaginmosle con sus padres, compartiendo momentos de alegra o tristeza. Tambin con su pareja o sus hijos... Recordemos los momentos compartidos en Logia Imagi-nemos tambin cmo ser de anciano, sus enfermedades y limitaciones... Igualmente, asumiendo que algn da morir, imaginemos su cadver y el entierro de su cuerpo en el cementerio acompaado de los Hermanos del Taller y sus familiares

    Seguidamente, el Venerable dir reflexionemos con los ojos cerrados. Cerra-remos los ojos y examinaremos durante unos minutos los sentimientos que han brotado en cada fase de la prctica meditativa si hemos estado cmodos al compartir la medi-tacin con un Hermano del Taller o si, por el contrario, hemos notado alguna resisten-cia. En este ltimo caso, hay que insistir en la prctica individual o colectiva de este ejercicio para encontrar las causas de esos obstculos y seguir desbastando nuestra pie-dra.

    Finalmente, a la voz de Al Santuario, atendamos a nuestra respiracin, fija-remos la atencin a nuestra respiracin durante un par de minutos y concluiremos el ejercicio.

    A la voz de Hermanos, ocupemos nuestros puestos, haremos una inclinacin con la cabeza en seal de respeto, abriremos lentamente los prpados, moveremos sua-vemente los dedos y extremidades y volveremos a nuestro lugar para que los trabajos recobren fuerza y vigor. MEDITACION DEL PASE AL ORIENTE ETERNO

    Nadie tiene el poder de herirte. Lo nico que puede herirte son tus propios pensamientos sobre las accio-nes de alguien (Epcteto, Enquiridion 20).

    Esta forma de meditacin ensea al masn a asumir y aceptar con naturalidad los ciclos naturales de la vida, los cambios fsicos, psquicos y mentales a fin de evitar mie-dos, angustias y ciertas resistencias sobre la vejez, la enfermedad o la muerte que pue-dan derivar en problemas psicolgicos. En algunos momentos de la vida somos presa de bucles de pensamientos, que pueden llegar a ser obsesivos, al suponer que no estamos aprovechando suficientemente nuestra vida, que no hemos sido afortunados en las rela-ciones sentimentales, la salud, el trabajo, las relaciones sociales, etc. Lo nico cierto es que la resistencia a aceptar tales situaciones provoca ms sufrimiento y una actitud pesimista o de tristeza ante la vida que puede derivar en angustia y tal vez, en depresin.

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    En medios cientfico hay unanimidad en que, una vez cubiertas nuestras necesi-

    dades bsicas, gran parte de nuestra felicidad procede ms de la forma en que interpre-tamos nuestra situacin que de la situacin en s. Por ejemplo, creemos que el dinero ga-rantiza la felicidad, pero es un hecho que hay ricos que no lo son. Contrariamente, hay personas a las que consideramos pobres, que son felices. Por tanto, no es la realidad, si-no las expectativas sobre la realidad, lo que provoca el sufrimiento. Es la resistencia a aceptar lo que es, lo que nos produce el malestar.

    Por eso hay que distinguir entre el malestar y el miedo a sentir el malestar. Co-mo deca Epcteto, Lo que nos perturba no es lo que me ocurre, sino nuestros pensa-mientos sobre lo que nos ocurre y que Nada externo puede perturbarnos. Solo sufri-mos cuando queremos que las cosas sean diferentes de cmo son (Epcteto, Enquiri-dion 5). Precisamente, la meditacin trata de romper el ciclo miedo-somatizacin-ms miedo.

    De entre los cambios biolgicos, la muerte es el que ms significado simblico tiene para el masn. Para aceptar el hecho biolgico de la muerte se recomienda visitar cementerios, leer lpidas. En logias tradicionales, antes de la exaltacin o elevacin al grado de maestro, se le pide al aspirante que redacte su propia nota necrolgica para ser leda en cmara de compaeros. Es una plancha de efectos muy poderosos que debera ser comn en todas las logias. Se debe aconsejar al Hermano Compaero que sea since-ro al escribirla, como si no fuera a ser leda en logia. Que incida tanto en los defectos como los aspectos positivos de su vida y carcter. Tambin en lo que le hubiera gustado que fuera distinto. Puede mencionar a las personas que ms aprecia y los acontecimien-tos ms relevantes de su vida. Se le debe indicar que, conforme la redacte, debe estar atento a los sentimientos y emociones que surjan sin resistirse a ellos y que los acoja con hospitalidad. La finalidad de tal plancha no la de ser leda en logia (aunque sea le-da) sino la de tener la oportunidad de efectuar un poderoso ejercicio de introspeccin.

    El candidato a la maestra ha de considerar que no slo vivimos en Dios, tam-bin morimos en l. Pero morir no significa estar muerto. Morir quiere decir entrar mis-teriosamente en el Ser de Dios. Y por tanto, comprender el estado del Ser que siempre fuimos. Eso es la Inmortalidad o la Eterna Juventud, pues quita el miedo a morir, dado que lo que profundamente somos no conoce la muerte. En consecuencia, la muerte es como la fiesta de regreso a nuestro origen.

    En suma, con esta meditacin se comprende que: - Todo cambia constantemente - Aferrarnos a lo que cambia nos hace infelices. - Lo nico real que tenemos es el momento presente. - Nuestros pensamientos no son la realidad, sino que son espejismos o ensoaciones

    de lo que creemos que es la realidad.

    Protocolo de la meditacin del pase al Oriente Eterno - Sentaos cmodamente con la espalda recta, sin cruzar las piernas y con las manos so-bre los muslos - Cerrad (total o parcialmente) los prpados. - Esbozad una ligera sonrisa en los labios para simbolizar la alegra de entrar en un es-pacio sagrado. - Ejecutad durante unos segundos el signo de fe como smbolo de que poneis vuestra confianza en el Gran Arquitecto del Universo.

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    - Finalmente, haced tres respiraciones lentas y profundas para relajar los pulmones y... adentro! - Fijad la atencin a la respiracin y permaneced en el Santuario un par de minutos para centrar la mente. - Seguidamente, imaginad vuestra infancia, en el colegio, jugando, con vuestros padres, familiares y amigos - Imaginaos a la edad de 3 a 5 aos aproximadamente, desnudo ante el espejo. Observad vuestros diminutos pies piernas, tronco, cuello, cabeza... Tratad de habitar y sentir vuestro cuerpo infantil durante unos minutos - Volved al santuario de vuestra respiracin durante un par de minutos - Si os distrais, no os contrariis volved suavemente a la atencin a la respiracin. - A continuacin imaginaos como joven adolescente, ms alto y esbelto y con los cambios propios de la edad. Tratad de recordad la vitalidad y fuerza corporal de esa poca. Imaginaos desnudo ante el espejo. Observad vuestros pies y piernas, el tron-co, el cuello y la cabeza... Reparad en los cambios fsicos de la edad - Volved a fijar la atencin a la respiracin durante un par de minutos. - Ahora imaginaos en la edad actual, desnudo ante el espejo. Observad vuestros pies y piernas. El tronco, el cuello y la cabeza. - Volved a fijar la atencin en la respiracin durante un par de minutos. Imaginaos ahora el aspecto que tendr vuestro cuerpo en la vejez. Observad ese cuerpo desnudo como ante el espejo. Reparad en vuestras arrugas, flacidez y la disminucin de pelo y en las canas. Observad los pies y piernas, el tronco, cuello y cabeza. - Volved unos instantes al Ahora fijando la atencin en vuestra espiracin. A continuacin, imaginad vuestra muerte... Observad vuestro cuerpo rgido e inanimado en el fretro. Presenciad vuestro velatorio Contemplad vuestro entierro - Finalmente, dedicad unos minutos de reflexin para comparar las emociones y senti-mientos surgidos al visualizar cada una de esas etapas de vuestra vida. Tratad de detec-tar cuales os han provocado ms rechazo y cuales estis ms predispuesto a aceptar. De esta manera, en sucesivas meditaciones, tratad de dirigir amor y bondad hacia aquellas imgenes de las etapas de la vida que os provocan ms perturbacin. Para ello podemos decir Que tengas salud, que seas feliz, que ests libre de sufrimiento. - Terminada la meditacin, volved al Santuario de la respiracin durante un par de mi-nutos y concluid el ejercicio haciendo una inclinacin con la cabeza en seal de respeto. Abrid lentamente los prpados, moved suavemente los dedos y extremidades y dad por concluida la prctica. MEDITACION Y CONTEMPLACION

    Si el simbolismo masnico no representara ms que ideas morales, la Masonera no contendra nada que no fuera bien conocido por todo no-masn, de modo que la simple asociacin de esas ideas con los tiles de la construccin no sera ms que un juego de nios (Ren Gunon).

    Todas las tradiciones iniciticas distinguen entre meditacin y contemplacin. Mientras que la primera consiste en una auto-indagacin mediante pensamientos, en la contemplacin o meditacin pura, por el contrario, se persigue el mayor alejamiento po-sible de los deseos y pensamientos e incluso la supresin de toda forma discursiva. Por eso la contemplacin, al no necesitar de pensamientos ni raciocinios, es un mtodo ms

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    descansado y simple porque el silencio mental no pretende conocer ni reflexionar sobre nada.

    La diferencia entre la meditacin y la contemplacin es bien ntida. Mientras que con la primera se utiliza el pensamiento, el raciocinio, la reflexin, la imaginacin y los sentidos para burilar la piedra (meditare, del latn medire; medir, comparar), lo qie lla-mamos contemplacin conlleva el desapego de los pensamientos, por ms excelsos y elevados que stos sean. Esto implica que, para acercarse al Gran Arquitecto del Uni-verso, toda idea o imagen que hagamos sobre El ser un obstculo que int