1111MRINNIIIIInIMM/M111

Pladosisima Madre de la Merced, regad por nosotras.

(300 días de indulgencia cada vez.)

.1n1•CMIIMIMMI

MADRID15 DE E NUO

-DE 1930 -^

Orgapo äe sa VeperableOräep Cercera y (ofraäíasDirección y Administración:

PP. MERCEDARIOSSilva, 39.-Madrid (12)

Tit terr15 DE ENERO DE 1930

NÚM. 1

S T.J M A IR. 10SAN PEDRO NOLASCO, por Fr. M. Escánez.—UN HOMENAJE A TIRSO, por Fr. E. Silva.—

LA BELLA DE LOS CANTARES, por Fr. J. S. Crespo.—PR0FILAX1A SOCIAL, por Fr. R. Del-gado Capeáns.—NUESTRA SEÑORA DEL PUIG, por Fr. M. Ortúzar.—VEINTE MIL VALENCIA.-

NOS EN EL PLIIG.-LOS DOCUMENTOS HISTÓRICOS DE LA MERCED EN AMERICA, por Fr. PedroN. Pérez.—LAS MISIONES MERCEDARIAS EN ESMERALDAS, por Fr. Guillermo Vázquez.—PÁGINA MISIONAL-LA FIESTA DE LA INMACULADA EN HÚMERA, Corresponsal. -Los PRIME-

ROS DÍAS DEL HOMBRE, por Fr. R. Sanjurjo.—Los LIBROS SANTOS, por Fr. Carlos Silva.—LA EMPLEADITA, por J. G. Herreros.—SUSCRIPCIÓN PARA UNA BECÀ. ----TESORO ESPIRITUAL

Y LIMOSNAS PARA LAS MISIONES DEL COLEGIO DE LA MERCED EN MARQUINA. - FAVORESRECIBIDOS DE NUESTRA SANTÍSIMA MADRE.-NOTICIAS, - INDULGENCIAS D

(Evocación poética (1) de su tránsitoglorioso.)

fué una noche de Navidad enjo-yada, apacible, dulcemente medite-rránea. En los tejados y campanariosde la noble urbe barcelonesa, tembla-ba una escarcha de luna, de luna si-lenciosa, tocada de nardos y de azucenas. Bordonea, suave, la brisa so-bre el dormido mar de plata...

En el vial de luz de una calleja em-baldosada, proyectase, en sombras

(1) Con este adjetivo no pretendemos sino re-cordar al lector que no es nuestro intento «hacer»historia en el riguroso sentido de la palabra, auncuando en ella basemos esta relación.

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2221fiärjak(de los

de un pa del-67 la grácilcresteria de una torre gótica, el anchoy labrado alar de una casona hidal-ga... Son las doce de la noche. Loscanes callejeros husmean ávidos enlas basuras, atraídos por el olor delos desperdicios de las viandas depascua.

Las vidrieras policromas de lostemplos refulgen con destellos de unasuave luz devota. En, el interior deéstos hierve el gentío en un aprietomareante por asistir a la Misa delgallo. Tibias oleadas de vaho demuchedumbre, mezcladas con el per-

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SAN PUDRO NOLAScaprichosas, elbalcones

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2 — 3 ----

fume del incienso, empañan el serenocristal del aire frente a sus pórticos,

Clarinean los gallos entreverandosu canto madruguero con la ingenuamúsica de los villancicos de IVavi-dad. El esquilón de algunos conven-tos de monjas voltea llamando a mai-tines. En el de las mercedarias resue-na el canto litúrgico y unísono de susreligiosas, acompañado de dulces yafinados instrumentos — flautas deboj, arpas, sambucas y ducemel...

Una virgencita novicia que ha sa-lido al jardín a cortar unas cameliastempranas para el «Nacimiento», haquedado sobrecogida al contemplaren la oscuridad de la noche, un an-cho camino de luz sembrado de flo-res y de estrellas... Arranca del huer-to de Santa María del Mar hasta per-derse en la inmensidad de los cielos.Ha corrido a contárselo a su buenamadre y maestra María de Cervellón.Esta, aun cuando no ignora el signi-ficado de tal prodigio, ha reservadoen su pecho la noticia sin darle lamenor importancia. La jovencita hapodido darse cuenta, sin embargo,de que algo extraordinario ocurreen el convento de los Padres de laMerced...

* * *

La virgencita mercedaria no seengañaba. San Pedro Nolasco, elPatriarca y fundador de los Merce-darlos, acababa de expirar dulcemen-te en el Señor. Era la noche de Na-vidad del año de gracia de 1256.Sus labios y sus ojos hubieron decerrarse para siempre al finalizar elsuave verso del Salmista: (envió el

Señor redención a su pueblo»... Elpincel enérgicamente asceta de Zur-harán nos ha dejado en un lienzo(divinamente sorprendida) la escenaconmovedora de su tránsito. Soste-nido entre los brazos de uno de sushilos, sobre una tarima casi a ras delpiso de la estancia, y vestido de unapobre túnica de lana blanca, apareceagonizante el Santo Patriarca. Con-tra su pecho aprieta una imagen delRedentor crucificado.

Un ángel le indica, sonriente, queJesús su dulce amigo y María, el máspuro amor de su vida, lo aguardanpara coronarlo. Rodéanlo, solícitos,otros religiosos, rezándole las pre-ces consoladoras de la Iglesia, ocul-tando los más las lágrimas y el dolorque les causa la separación irreme-diable de su buen padre y maestro...Tal es la bella (estampa» mercedariaque legó a la posteridad este reciopintor español...

* *

.,. Y aquella noche florecieron conrosas blancas muchos de los rosalesdel huerto de Santa María del Mar.Con ellas y con tempranas cameliashan' amortajado los mercedarios elcuerpo de su santo Padre... La estan-cia espaciosa está henchida de unaceleste fragancia. Cuatro gruesos ci-rios arden en ella con lento chispo-rroteo.

Algunos de sus hijos contemplan lafaz divinamente sonrosada del cadá-ver. Diríase que la muerte no ha que-rido estampar su fría huella en aquelsanto cuerpo. Rezan otros el salterio.Guardan con amor, después de be-

serios, los 1.4ocos y pobres objetos deSil uso. Con ellos viene a su mente ya su corazón el recuerdo de sus he-roicos ejemplos, ae sus buenos con-sejos, del amor de caridad con quelos amaba y procuraba que informa-sen aún sus obras más insignifican-tes... Sus ojos tórnanse de nuevo aempañar de lágrimas.

El santo Bernardo de Corbera seha puesto a hojear devotamente elviejo y amarillento libro de horas delSanto. Hay en él, manuscritas, pia-dosas oraciones-jaculatorias a JesúsRedentor, ingenuas miniaturas repre-sentando a Nuestra Santísima Madre,Piadosas invocaciones a San Ramón,su hijo predilecto, cuyo glorioso se-pulcro habla tenido el consuelo devisitar días antes de su muerte...

Háganse también en él breves no-tas con los nombres de los cautivosmás necesitados de pronta redención,peticiones y súplivas de pobrecitasviudas, de madres de familia, de ar-tesanos y huérfanos y menestralesque lloran la ausencia y cautiverio desus más queridos allegados.

El Beato Guillén de Bas, su íntimoconfidente, ha permanecido durantelargo rato en muda contemplacióndelante de aquel santo cuerpo: —/Sí!ha suspirado al fin hablando con-sigo—tenía que morir.

No podía crecer su corazón al com-pás de su amor. La catástrofe era,pues, inevitable. Al cabo y a la pos-tre, al suyo, humano corazoncillo debarro, tenia que sucederle lo que alos diques y muros de contención delos grandes ríos cuando se observa.

la lenta, pero pertinaz crecida de susaguas... todo acabará destruido yarrasado. Y así le ha acontecido alcompasivo corazón de nuestro Pa-dre... Cuando torna a mirarlo y a vercómo estrecha contra su pecho laimagen del Redentor crucificado, cru-za por su mente esta idea: Jesús Re-dentor quiso que este Santo fuese porun milagro de su gracia, en ciertomodo, un vivo «facsímil» suyo. Con-tra la Humanidad Santísima de Jesúsen el Calvario fueron a embestir, amanera de «toros» furiosos, todos lospecados de los hombres. Fué aquellauna ola espantosa que «condensó»,por así decirlo, su fuerza y su furorcontra su propio divino Corazón;pero otra ola inmensamente más po-derosa—la de su amor infinito hacialos hombres— hubo de esperar a piefirme sobre aquel mismo corazón di-vfilo el rudo y feroz embate de la pri-mera. Quedó, pues, ésta deshecha,aniquilada, pero también destrozado,traspasado y exangüe aquel Corazóndulcísimo, que hubo de aguantar tanhorrendo choque... Algo semejante,pensaba él, quiso Nuestro Jesús quese realizase en el pecho de éste tanbello y puro dechado suyo.

Permitió que en él se dieran «cita»las lágrimas y las penas de una granparte de la Humanidad. Vióse tam-bién su corazón anegado, oprimidoentre la ola del dolor ajeno, que nopodía aliviar sino en parte, y la deldivino amor que lo arrastraba a pre-tender ahogar entre su pecho todo elllanto de los afligidos, todas las pe-nas de los que sufren, todo el dolorde sus pobrecitos cautivos...

Per sonalidades que asistieron a la Velada-homenaje a (‹Tirso de Molina, en el Teatro:Español.

4 5

El resultado del encuentro de estasdos terribles fuerzas en el puro vasode aquel corazón, era fácil de pre-ver... Por eso cesó de latir. Su vidafué una oblación que, a imitación desu divino maestro, le llevó a morircomo «víctima de amor» por sus se-mejantes. Eso ha sido este gloriosopadre mío, acababa exclamando parasi aquel venerable varón; será siem-pre flor (escondida y pura» de/jardínde la Iglesia, la delicadeza de cuyafragancia no acertarán a percibirnunca los olfatos « vulgares», lasalmas « corrientes» ni los espíritusmezquinos...

Cuando Fray Guillén de Bas inte-rrumpía aquella piadosa considera-ción sobre la vida de su santo Padre,comenzaba a despertar la brisa sobreel dormido mar de plata, agitando lafronda de los olivos y naranjos delhuerto. Cansada y exangüe, dormía-se la luna sobre la escarpada crestade una montaña lejana. Sus últimosrayos temblaban descoloridos y yer-tos sobre el pavimento del claustro através de uno de sus románicos ven-tanales...

Y horas después, cuando tras elalbor primero de la aurora, alzábase,radioso, el sol en el azul horizontemediterráneo, derramando una pau-sada lluvia de rosas de luz sobre elencaje inmaculado de sus ondas, ri-maban tristemente con el arrullo delas palomas del convento de SantaMaría del Mar, los sollozos conmo-vedores de una ingente muchedum-bre, que ante las puertas de aquel

mismo monasterio pugnaba por con-templar y decir su adiós postrero alsanto, al bondadoso, al misericor-dioso «Padre de los cautivos» quetantas lágrimas les habla enjugado,en tantas penas aliviado, en tantosdolores y angustias y tribulacionesmisericordiosamente socorrido...

FP. MIGUEL ESCÁNEZSan Claudio (Oviedo).

Un horrienaie a Tirsoen el Teatro Español

El día 4 de Diciembre pasado tuvolugar, en el vestíbulo del TeatroEspañol, de Madrid, la solemneinauguración de un busto de Tirsode Molina. «El busto, decía A B Cdel día siguiente, ha sido colocadoen el salón principal del teatro,frente a los retratos de Calderón yLope de Vega, únicos que figuranen dicho salón. Descuella el bustoante un entrepaño de damasco azul,que lleva una corona de laurel do-rada. Fray Gabriel Téllez apareceen el traje de la Orden Mercedaria,labrado en mármol blanco, sobreun pedestal de dos columnas, decapiteles y basas dorados, con unacartela donde se lee en letra de oro:«Tirso de Molina». La obra de Cou-llant Valera, muy bien realizada,ha merecido grandes elogios.

Por fin comienza Madrid a reco-nocer algo de la inmensa deuda quetiene contraída con uno de sus másinsignes hijos. A este acto concu-rrieron el Alcalde de Madrid, señor

Aristizábal, que presidió el acto,acompañado de varios Concejales;la Marquesa de Alcalá Galiano, elMinistro del Uruguay, Sr. Fernán-dez Medina; el Cónsul general deColombia, Walter Mac Lellan; el

Conde de Michelangeli, Embajadordel Perú ante la Santa Sede; elConde de Bárcenas, el Conde deMirasol, el Conde de Cedillo, el cro-nista de Madrid, Pedro de Répide;etcétera, etc.

Asistieron además y hablaron enel acto de la inauguración, la eximiaescritora D.' Blanca de los Ríos deLampérez, el Excmo. Sr. Duque deAmalfi y el R. P. Guillermo Váz-quez, Mercedario.

D. Blanca de los Ríos, de pie,ante el busto del Mercedario, leyóun bellísimo discurso sobre Tirso ysu obra. Comenzó por aplaudir alAyuntamiento de Madrid, que poriniciativa del anterior Alcalde,

Conde de Vallellano, llevada a feliztérmino por el actual, Sr. Aristi-zábal, ofrendaba a Tirso el primerhomenaje público de Madrid.

Sabido es cómo se hacía, no hamuchos arios, la biografía de Tirso.Un truhán y libertino que despuésde entregarse a todos los vicios,por fin, arrepentido en su vejez, seentraba en un convento de la Mer-ced. D.' Blanca se yergue valiente-mente contra tan insidiosa calum-

111111..

nia, y con documentos en la mano,valiéndose sobre todo de la Historiade la Orden ms., del mismo Tirso,refuta tal error, y prueba la estimay veneración de que siempre gozóen el convento, debido a sus dotesde bueno y sabio religioso.

Con este motivo se hace cargola oradora de aquella tan peregrinaopinión de D. Alberto Lista, segúnel cual, Tirso era maligno y satí-rico, pues no creía «en el amorcomo una pasión moral», «y pintó alas mujeres livianas, inconstantes,traviesas y vanas, separándose delejemplo que le dió Lope» (son pala-bras de Lista). Lo más suave quepodía decirse contra esto, era queD. Alberto desconocía por igual elteatro y la vida de ambos drama-turgos. Ya tiempo ha MenéndezPelayo había dicho que ¡qué diríael cándido D. Alberto Lista sihoy viviese y conociese la tranquilavida del fraile de la Merced, y porotra parte la turbulenta del Fénixde los Ingenios! El conocimientoque Fray Gabriel Téllez tenía delmundo y de las pasiones femeninas,no se debía, de ningún modo, a suvida licenciosa, pues por ningunaparte consta que tal haya sido;sino el confesonario, que es quizála mejor escuela de psicología queexiste.

Continúa después la ilustre damarefiriéndonos sus descubrimientosacerca de Tirso; en primer lugarmenciona la Historia de la Orden dela Merced por ella encontrada en laAcademia de la Historia de Madrid,escrita de puño y letra del mismo

Tirso. En ella se encuentran abun-dantísimas noticias sobre su viday la de sus maestros y condiscí-pulos. En general, nos dice, Tirsose halla todo entero en su Historiay en sus restantes obras: Deleitaraprovechando, Cigarrales de Toledo,Comedias, etc. De éstas también sevale para probar la autenticidad dela partida hallada por ella en laparroquia de San Ginés, de Ma-drid, según la cual (de ser la pro-pia de Fray Gabriel, cosa todavíadiscutible) Tirso habría sido un se-gundón descendiente de los Gi-rones.

De los juicios sobre Tirso ante-riores a los descubrimientos acercade su vida, deduce la imposibilidadde un criterio certero estético sinel conocimiento propio de la histo-ria. Encarece la nota distintiva delas mujeres de Tirso en sus come-dias, que, sean santas o pecado-ras, siempre descubren la racialestirpe del poeta dramático. Pro-mete probar en la Biografía com-pleta de Tirso, en que está traba-jando hace ya treinta arios, que elgran drama histórico «El Rey DonPedro en Madrid», es de Tirso yno de Lope, como opinaba Me-néndez Pelayo.

Por fin se congratula de ver rea-lizada una ansia de gran parte desu vida con la inauguración delbusto de Fray Gabriel Téllez, ycon_ arte verdaderamente divinonos hace una semblanza del poeta,glosando la escultura con tantoacierto ejecutada por Coullant Va-lera.

Al terminar fue aplaudida conentusiasmo por el numeroso pú-blico que ocupaba el salón.

El Duque de Amalfi, con decla-mación gallarda, que para sí qui-sieran muchos actores de nota, re-citó una hermosa composición suya,en que venían a saludar a Tirsolos principales personajes por élcreados, recorriendo con ellos elmundo de sus dramas y viniendoa hacer alto en el Corral de la Pa-checa, donde se representaron mu-chos de ellos, y cuyo solar ocupahoy el Teatro Español. Fué aplau-didísimo.

Habló luego el P. Guillermo Váz-quez agradeciendo, en primer lu-gar, en nombre suyo y de la Orden,al Ayuntamiento de Madrid y demáspersonalidades que tomaron parteen ello, el homenaje que rendían alínclito hermano de hábito; porquelos religiosos, decía el orador, tie-nen tal solidaridad y espíritu deunión entre sí, que las emocionesque experimentan en su roce conlas cosas de sus antepasados, supe-ran con frecuencia a las que por lamisma causa se suelen experimen-tar en la misma familia. Por esolos mercedarios no han sido nuncaindiferentes con Fray Gabriel Té-llez, y aunque los tiempos aciagosporque han pasado las órdenes reli-giosas en el último siglo no han per-mitido ningún estudio serio sobreél, con todo, el primer esbozo de labiografía de Téllez hízolo el bene-mérito P. Garí y Simuell.

Actualmente, algunos merceda-rios han hecho varios descubrimien-

tos notables de la vida del gran dra-maturgo, pero con noble generosi-dad se los han comunicado todos anuestra ilustre cronista D. Blancade los Ríos, que lleva largos ariostrabajando por hacer una biografíacompleta de Tirso, y que hizo másque nadie por ensalzar su nombre ycolocarlo a la par y aun por encimade nuestros mayores ingenios.

Hoy, prosigue el P. Vázquez, pa-sadas felizmente las corrientes delpseudoclasicismo, que fueron tanfunestas para nuestras letras, yér-guese de nuevo gloriosa la figuradel insigne mercedario entre Lope,el Monstruo de la naturaleza, queabruma con la variedad y abun-dancia de su fabulosa producción,y Calderón el inmortal, autor delos Autos Sacramentales, pero yaun tanto amanerado y conceptista.Tirso, comparando aisladamentesus obras con las de los otros dosgrandes corifeos, es superior enmucho a ellos.

Hizo, por fin, el P. Vázquez unaalusión a los flamantes desamorti-zadores del siglo XIX, que reduje-ron a escombros la iglesia y el con-vento donde por tantos arios moróel gran dramaturgo. Y como si estono fuese un acto de barbarie, cam-bian el nombre a su solar y llá-manle plaza del Progreso, colocan-do en ella, para más infamia, unaestatua del gran inculto Mendizá-bal. Bien está, prosigue, este bustodel poeta en el salón del Teatro Es-pañol, pero el lugar adecuado paralevantarle una estatua en Madrides, sin duda, el solar de nuestro an-

tiguo convento, y tarde o tempranoesto tendrá, sin duda, su realiza-ción. (Grandes aplausos.)

Para dar fin al acto, el Alcalde deMadrid, Sr. Aristizábal, pronuncióun elocuente y bien pensado dis-curso. Dijo que llevaba la adhesióndel Ministro de Instrucción pública,el cual no asistía por ocupacionesurgentes inherentes a su cargo.Dió las gracias a D. Blanca de losRíos por lo mucho que había labo-rado en pro del nombre de Tirso.Lo mismo hizo con el Duque deAmalfi y con el P. G. Vázquezpor su valiosa cooperación paraaquel acto. Hizo luego alusión a

aquel conocido juicio de MenéndezPelayo sobre Téllez, expresado enlas Ideas Estéticas, según el cualTirso ocupa el lugar medio entreCervantes y Lope, no lejos de Sha-kespeare. Es necesario que honre-mos y hagamos estimar a nuestrosgenios, terminó el Sr. Aristizábal.Los valores espirituales son los quemás enaltecen a los pueblos.

A continuación, se representó «ElVergonzoso en Palacio», y en losentreactos, Ricardo Calvo declamóla poesía del Sr. Duque de Amalfi,y una actriz el discurso de D.' Blan-ca, para el gran público que nohabla podido entrar en el salón.

FR. EMILIO SILVA

9—.

6 Afuera las cortinasdonde el viento, con ira, brama

[fiero:

Lä bella de los Cantares ")

11

(A la «Morenita» del Olivar).

Deja, Señora mía,que te requiebre un corazón

[amante;y, porque en mi porfíamejor tus gracias cante,vuelve hacia mí piadosa tu sem-

[blante.2 Mas los ojos que asomas,

del inocente velo mal velados,tienen de palomaslos fuegos tan marcados¿no dicen que me miran apiada.

[dos?(1) Mosaico poético formado con versículos del

C. de los Cantares, principalmente del Cap. IV yleído en la velada con que la Comunidad de Poyoobsequió al Rvmo. P. Juan del C. Garrido, Maes-tro General de la Orden de la Merced, el día 11 deoctubre de 1929.

3 Cierto que eres morena,mas esta no es razón por te

pues, de bondades llena,te puedo comparara las tostadas tiendas de Cedar.

4 Que, si por fuera oscuras,esconden los tesoros más busca-

[dos:

adentroadentro ricas Prendas,las perlas más extrañasrobadas de la mar a las entra-

[fías;

cuando, trotando ufana,sin permitirse tregua,sigue fresca tragando legua y

[legua.

La púrpura bermeja,(en que, tan diestro, el lirio se

[envanecede no encontrar pareja)con verdad me pareceque el rojo de tus labios la envi-

[lece.

10 Pie visto mi rebañode nevadas ovejas trasquiladasno más salir del baño:van todas igualadasY unas con otras marchan api-

[Fía das.

Yo, siempre que risueña •me dejas ver, ¡oh Virgen!, la lin-

[dura

12 Muy blanca me parecela leche de las cabras del Amana;mas.., pienso la oscureceesa parla que manadel labio de coral de mi galana.

13 Pues ¿qué será, mi Amada,ese rostro de rizos mal cubier-

[lo?Un trozo de granadado a distinguir no aciertodel rojo el blanco y veo .su con-,

[cierto.14 Val ver de tu garganta

la sin igual albura y gentileza,la compostura tanta,pasó por mi cabezala memoria de altiva fortaleza;

15 Yen los ricos collaresque al redor de tu cuello van pen-

[dientescreí ver los millaresde escudos relucientescon que guardan un fuerte los

[valientes.

16 ¿Pensaste por venturaen la gracia que ofrece la ma-

[nadaque escalando la alturade una cumbre empinadapor lodo el monte vaga disper-

[sada?

17 Hora dime ¿qué fueradel Galad, en rebaños abundoso,de no ver su laderatocada sin reposocon un manto a los ojos tan gus-

18 No menos el cabello [toso?

que te cae por los hombros indo-[lente

9

acu-[sai

allí mil hermosurasen bronce, allí labradosen oro y plata objetos variados.

5 Eres como las tiendasdo mora Salomán en sus campa-

[ñas:

es ella más airosaque el sol cuando se asomamatutinal tras apartada loma.

8 Es ella más lozanaque no de Salomón la elguida ye-

[gua

allí lluvias confinas,allí el rigor de enero,allí el relente helado mañanero.

Mas, cuán gentil y hermosaes mi amada.. sus ojos de pa-

[loma,

de tu boca pequeña,al ver tu dentadurarecuerdo de mis hatos la blan-

[cura.

— 10 —

20 Pues así son tus pechos:inocentes cual toda tú, Señora,iguales ambos hechos,y dónde el que te adorapureza mama si sediento llora.

21 Ay, y cómo robastemi corazón con uno de tus ri-

[zos!Ay, que me enamorastesin otros bebedizosque tu bondad, Señora, y tus he-

Lchizos!

22 Ay, y cómo prendistemi corazón con uno de tus ojos!¡Ay! desde que me heriste,todo me causa enojos,y tengo del llorar fuego en los

[ojos!

23 En fin, Amada mía,por suspender mis ansias de

cesando en la porfía [loarte,

de hallar a qué igualarte,con un jardín veré de compa-

[rarte:

por su espalda rocosaexpande aquí su ramay el recinto de olores embal-

[sama.

26 Tú eres el amenojardín, donde el que te ama se re-

[crea:jardín de encantos llenoa todo el que deseaservirte, oh. dulce!, y en tu amor

[se emplea.

27 Márchate, cierzo fiero,no me dejes sin hojas mi arbo-

[leda!Márchate que no quieropensar en mi alamedaque sin flores ni olores quedar

[pueda!

28 Tú, céfiro templado,cuyo apacible soplo me recrea,ven a mi huerto amado,sus árboles menea,y haz que brote su fruto y dulce

[sea!

FR. J. SANTIAGO CRESPO

hermosea tu cuellohaciendo que en tu frentela gracia y la blancura se acre-

[ciente.

19 , ,Quién dirá los hechizosque ofrecen y el donaire y trave-

[surados cabritos mellizos, 25 Toda planta ólorosaiguales en figura, que del Líbano nace y se enca-que entre azucenas pacen con sol- [rama

[tura?

24 Cuán grato es el paseoque se da en una huerta delei-

[tosasi acaricia el oreocon la mano amorosacon que halagó la flor de la mi-

[mosa!

— 11 —

Profilaxia socialExiste en la actualidad

un grave peligro que amenaza nuestra raza y el fu-turo de nuestra nacionali-dad: la tuberculosis.

En el Preventorio InfantaBeatriz.

Hace pocas semanas visité el Pre-ventorio Infanta Beatriz, de Guada-rrama, de reciente fundación, diri-gido por las beneméritas HermanasMercedarias de la Caridad, eminen-temente especializadas para la acer-tada dirección de Sanatorios, Clíni-cas, Preventorios y otras Institucio-nes similares. La Madre Superiora,Sor Julia Núñez, con la exquisitabondad y competencia que la carac-terizan, fué enseñándome los diver-sos departamentos del vasto y regioedificio, observando en todo la últi-ma palabra de la ciencia en estaclase de establecimientos, pues pue-de competir con los mejores de suclase del extranjero. Un cuadrosimpático, atrayente, se presentó ami vista; en un amplio salón dos be-neméritas religiosas Mercedariasdistribuían la merienda a más de'doscientos niños de ambos sexos, ymientras ellos, simpáticos, bullicio-sos, alegres, saboreaban la gustosanaranja valenciana y el sabroso pancastellano, yo no pude contenermey dije a la Madre Superiora: ¡Quétriste ver a estos niños llegar a lasPuertas de la vida y encontrarsecon el dolor perenne que, a la cortailo oas! la larga, puede acabar con suPaupérrima existencial ¡Pobres ni-

Allí concebí la idea de escribireste modesto trabajo de higieniza-ción social, a fin de contribuir, con migranito de arena, a combatir la tu-berculosis que está diezmando nues-tra juventud, cierra los horizontesa un glorioso porvenir, mina nues-tra raza e inutiliza los fecundos cau-ces de la vida.

Principales causas de latuberculosis.

Vamos a examinar brevementelas principales causas de la propa-gación e incremento de la tubercu-losis.

Alcoholismo.—Además de los inmen-sos daños que en otro orden causael alcoholismo, refiriéndonos a latuberculosis, degenera rápidamentela raza, deprime sus defensas orgá-nicas, debilitando notablemente elorganismo humano y prepara pau-latinamente los organismos para lagerminación del agente patógeno dela tuberculosis.

La falta de alimentación.—Atendien-do a las necesidades y exigenciasde la vida moderna, se observa quelas clases poco acomodadas y sobretodo la obrera, no se alimentan su-ficientemente; a esto hay que aña-dir el exceso de trabajo que llevaconsigo un gran desgaste de fuer-zas físicas, lo que constituye ungran factor de propagación de latuberculosis. La deficiencia de ali-mentación coloca al organismo hu-mano en fácil disposición de mayorvulnerabilidad, por eso escoge susvíctimas entre las personas débiles.Esta debilidad hace que esos orga-

--- 13 —

nismos carezcan de medios propiosde defensa y no puedan contrarres-tar la actividad del agente mor-boso.

La carestía de la vida.—La carestíade la vida, el alza de los alquileresy el afán desmedido del lujo, sonfactores que dificultan la suficientealimentación de la clase media y dela popular, y las obliga a vivir encasas y habitaciones insalubres,antihigiénicas, en peligrosa promis-cuación y en mayor número de loque la capacidad del local admite.

Aguas estancadas.—Hay que teneren cuenta las aguas estancadas quesuele haber en las calles de los pue-blos y aldeas del campo y aun enlos suburbios de las ciudades, que noson más que focos de peligrosas in-fecciones, factores que contribuyenen gran escala al desarrollo de tanterrible flagelo.

Los Centros docentes.—Si se atiendeal estado y condiciones higiéni-cas en que se encuentran muchosCentros docentes y, sobre todo,algunos locales de Escuelas prima-rias de los campos, adonde la niñeztiene que concurrir forzosamente enla época de mayor peligro, por lavulnerabilidad de su organismo, seobservará que carecen en absolutode las indispensables condicioneshigiénicas, falta de aseo, de luz,aglomeración de niños y jóvenes enlocales de poca capacidad, faltos deaire y, por consiguiente, de oxíge-no; locales que se debieran de des-infectar todos los días.

Hospitales.—En algunos Hospi-

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tales, sobre todo de provincias, seobserva, tal vez por falta de salasapropiadas, la mezcla y confusiónde enfermos tuberculosos con losdemás, debiendo los primeros tenersalas exclusivamente para ellos, afin de estar completamente aisladosde todos los restantes enfermos.

Ciudades y pueblos del interior.—Estaenfermedad era antes muy rara enlas ciudades y pueblos del interior>dado el medio social y las condicio-nes climatológicas que poseen. Peroahora, en la actualidad, el bacilo deKoch se está desarrollando con unarapidez alarmante.

Otros factores de propagación.Vistos los factores de carácter so-

cial, expondré ahora otras causasque favorecen la difusión y propa-gación de la tuberculosis, a fin deatacar el mal en sus orígenes.

En primer lugar está la ignoran-cia de la educación profiláctica, queviene a favorecer eficazmente elcontagio de persona a persona, por-que no se conocen los medios depropagación de la enfermedad. Na-die ignora que el período de vida enel cual el organismo se halla máspredispuesto para el contagio de latuberculosis, es la infancia, por lo.mismo que el niño no tiene aún unorganismo fuerte y vigoroso paraluchar contra los agentes patóge-nos del bacilo de Koch.

Es propio de los tuberculosos laexpectoración; lo hacen, por lo ge-neral, en el suelo de las habitacio-nes o donde se encuentren; estosesputos desecados se pulverizan, y

al barrer se levantan e impregnanla atmósfera, saturándola de micro-organismo, los que por la respira-ción penetran en los pulmones delas personas sanas y las contagian.No se detiene aquí el contagio; elmismo polvo que contiene bacilostuberculosos, al depositarse en losalimentos, líquidos o sólidos, cons-tituyen un medio de contagio.

El médico alemán Fingge traeotro medio de contaminación, y es elde las partículas de mucus y salivaexpulsadas de la boca del tubercu-culoso durante la tos. Estas dimi -nutas gotitas bacilíferas, al ser ex-pedidas, se van depositando en losmuebles, en las ropas, en el sueloy demás enseres de la habitación;al realizarse la desecación, viene lapulverización, como en los esputos,lo que constituye otro factor de con-tagio.

Otro agente de contagio son losutensilios de mesa que usa el enfer-mo, en los cuales con frecuencia seencuentra el bacilo de Koch; no essuficiente el lavado ordinario paradestruirlas, es necesario la ebulli-ción por varios minutos.

La alimentación de leche de va-cas contaminadas, si es cruda o queno fue suficientemente hervida, esotra fuente de contagio, muy espe-cialmente para los niños. Hay queprevenir. Nunca se debe tomar laleche sin antes ser hervida.

Estas son las principales fuentesde contagio.

Campaña sanitaria.Ante los avances aterradores de

tan destructor mal, urge intensifi-car la campaña contra los terriblesdarlos que está causando la tubercu-losis en nuestros pueblos; pero ésta,para que sea fecunda en prácticosresultados, dada la complejidad queencierra, no está sólo al alcance delos Poderes públicos, o a la acció núnica del pueblo; tiene que ser lacombinación armónica de todas lasfuerzas vivas de los filántropos y dela caridad cristiana.

Hay que convencerse que para em-prender esta campaña sanitaria, nosólo hay que dirigirla acción tambiéncontra las fuentes de contagio, sinocontra las de carácter social, contrael alcoholismo, la morfina, la cocai-na y demás alcaloides; contra la ca-restía de la vida, la deficiencia enla alimentación, las habitacionesantihigiénicas, los excesos del lujo;hay que vigilar la entrada de losmenores en las fábricas, en los talle-res; la reglamentación del trabajo,la prohibición estricta de las pelícu-las pornográficas, la vigilancia so-bre la venta de novelas sicalípticasy de toda esa literatura enfermiza,agónica.

Debemos prestar toda nuestraatención a todas estas enfermeda-des de trascendencia social; no de-bemos permanecer indiferentes enesta campaña redencional. Hay quetrabajar por el mejoramiento delbien público, por elevar el nivelmoral de nuestras clases trabajado-ras, por infundir en las almas saviacristiana.

Todas las naciones modernas hancomprendido que el deber primor-

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dial de todo pueblo civilizado es laprotección del niño, de la infancia,no sólo dándole y proporcionándolela lactancia maternal y todos losdemás medios de defensa, sino pre-servándole del contagio del bacilo,si es que existe en el seno de la fa-milia. Al Estado le conviene procu-rar que el niño no esté expuesto auna muerte prematura, sino que,convertido en un hombre fuerte, vi-goroso y físicamente dotado de unpecho de bronce, de unos brazos deacero, de unas piernas de atleta,convierta sus actividades, sus ener-gías, sus entusiasmos, en provechode la colectividad social en que vivey en pro del engrandecimiento de lapatria.

Los Sanatorios y las HermanasMercedarias de la Caridad.

España ha comprendido la impe-riosa necesidad de intensificar estacampaña sanitaria para salvar nues-tra raza y el futuro de nuestra na-cionalidad. Los Poderes públicos,sobre todo el actual ministro deGobernación, general Martínez Ani-do, con un gran sentido práctico,han prestado especial atención a lahigiene social, a la política sanita-ria y a la fundación de Sanatoriosantituberculosos, Pr e ventorios yotras instituciones análogas, cose-chando ya los resultados positivos,pues el porcentaje de la mortalidadtuberculosa ha disminuido en estosdos últimos años.

Tiene España magníficos y es-pléndidos Sänatorios en el Guada-rrama, Madrid, como son los de Ta-

blada, Valdelatas, Húmera, el Pre-ventorio Infanta Beatriz, el RealSanatorio del Dr. León, todos ellosdirigidos, con gran aplauso del Go-bierno y de la sociedad, por lasHermanas Mercedarias de la Cari-dad. A éstos hay que añadir otrosmuchos de propiedad particular.

Estas iniciativas del Gobierno sonsecundadas por las demás regiones,las que están levantando hermososSanatorios, que son una esperanzade salvación de la raza y de lapatria.

Algo de lo mucho que se debehacer en esta campaña.

La tuberculosis es un devastadorflagelo que requiere toda nuestraatención y reclama apóstoles abne-gados que dediquen toda su exis-tencia a combatir el mal; pero nc>basta esto, es necesario poner enacción todos los recursos de la pro-filaxis social y de la moral cristia-na. A nadie le es lícito permanecerinactivo en esta campaña reden-tora.

En esta lucha antituberculosa hayque tener en cuenta dos factores: e/económico para que lleve a cabo laeducación profiláctica del pueblo, afin de evitar el contagio de personaa persona; y el social, que reclamala acción coordinada y armónica delos Poderes públicos, de las muni-cipalidades, de las sociedades filan-trópicas, de la prensa, etc., etcé-tera, porque son muchas las refor-mas de carácter social que hay queemprender y las mejoras que hayque introducir en las ya existentes.

He aquí algo de lo mucho que de-bemos hacer, y que no dudo repor-taría inmensos beneficios en la sa-lud pública y no tendríamos tantasbajas en el capital humano.

I. A imitación de otras nacionesir a la dictadura sanitaria. Esto eslo que se necesita, porque en elloestá vinculado la defensa de la razay el engrandecimiento de la patria.

II. En todos los Hospitales debehaber salas especiales para tubercu-losos, a fin de estar completamenteseparados de los demás enfermos,evitando la promiscuidad de losmismos.

III. Una intensa propaganda adomicilio, en los talleres, en las fá-bricas, en los campos, en los cole-gios, escuelas, centros, etc., etc., defolletos, cartillas de enseñanza pro-filáctica, boletines, hojas, a fin deque, si en el seno del hogar, si exis-te algún tuberculoso, conozcan to-das las medidas y precauciones quedeben tomar y eviten así todo me-dio de contagio. En esta campañadebe hacerse mucho hincapié sobrelos niños.

IV. En los colegios, escuelas ydemás centros docentes iniciar cur-sos de enseñanza práctica de higie-ne, fijar carteles, con el mismo ob-jeto, en sus locales y patios de re-creo; lo mismo se debe hacer en lostalleres, fábricas, hoteles, casas depensión, cuarteles, peluquerías, ofi-cinas públicas, en los coches de losferrocarriles, locales de espectácu-los publicos, tranvías, etc., etc.

V. Incorporar en los programasy estatutos de las sociedades cultu-

rales, de recreo, deportivas, etc., et-cétera, el de defensa contra la tu-berculosis.

VI. Intensificar la campaña an-tialcohólica mediante conferencias,folletos, ligas, carteles murales, et-cétera, etc.

VII. Prohibición de la venta denovelas, revistas, folletos porno-gráficos, lo mismo la representaciónde películas inmorales.

He aquí un plan cuya aplicaciónes muy factible y de fácil ejecución.A todos nos incumbe el ineludibledeber de trabajar por la defensa so-cial contra la tuberculosis, a fin deconducir la nación a su prosperi-dad futura y a la sublime realiza -ción de sus grandiosos destinos, aque está llamada en el correr de laHistoria.

FR. R. DELGADO CAPEÄNSO. de M.

Nuestra Sra. del PuigTodo mercedario debe vivir eterna-

mente agradecido al actual Arzobispo deValencia Dr. D. Prudencio Melo y Alcal-de; después de recordarlo con íntima sa-tisfacción, debemos unir su nombre anuestras oraciones y sacrificios.

Cuando se haga la historia del glorio-siSimo monasterio, su nombre tendráque aparecer en el primer lugar.

A la munificencia del Beato 12ibera,insigne antecesor suyo en la Sede Me-tropolitana, debemos los mercedarios laconstrucción del torreón sudoeste delCastillo-monasterio; al actual Arzobispodeberemos la posesión definitiva y plenade uno de los Santuarios más históricosde la Orden con una riqueza artística

El Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Prudencio Melo y Alcalde, Arzobispo deValencia, protector entusiasta de nuestro Monasterio del Puig.

ras prácticas de devoción a la VirgenMaría ha de consistir en restaurar, dice,este Hogar de la devoción mariana en latierra del Levante, devoción que es lafuerza más poderosa que se oculta en lahistoria de su civilización.

Bien seguro estoy de que no se limitaa meras palabras quien muestra convic-ción tan viva como el santo Prelado deValencia; porque cuando una idea setransforma en pasión, ésta es vapor quearrastra a la primera hasta las últimasconsecuencias prácticas.

No me sugestiona el entusiasmo al es-tampar estas palabras y no me crea na-die en un momento de ensimismamiento.

En estas colinas marianfsimas delPuig de Santa María se ag'ta un germennuevo, esbozo de vida cada vez máscomplicada y perfecta.

¡Que el Señor conceda a Nuestro ama-do Padre muy largos arios de vida yNuestra Santísima Madre le llene de ben-diciones, una de las cuales sea ver res-taurado y lleno de religiosos este inmor-tal monumento de la misericordia deNuestra Santísima Madre!

PP. MAPTIN ORTUZAPProvincial de Valencia

Peal Monasterio del Puig de SantaMaría, Diciembre de 1929.

Veinte mil valencianos en el Puig

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aún muy notable a pesar del siglo XIX:la tumba de Margarita de Latiría, Gui-llén de Entenza, los Alber, los Amer,Gilabert y tantos otros preclaros nom-bres en la piedad y nobleza secular.

El día de la peregrinación gozó muchonuestro Arzobispo; el gran devoto deMaría sentía una profunda sacudida alcontacto de esta tierra santificada contantos signos sobrenaturales de la Ma-dre de Dios. Pudo verlo cualquiera enaquella magnífica improvisación con que

tan gratamente nos sorprendió a todos,peregrinos y frailes. Al subir a una po-bre mesa que hacía de tribuna, en el pa-tio inmenso, Su Excelencia se transfor-mó, empleaba exactamente el mismolenguaje que utiliza el hombre cuando escapaz de concebir un gran amor o ungran odio. La condición del monasterio,que amenaza ruina en varios puntos, esun reactivo de especial energía que ponede manifiesto su gran afección a Nues-tra Santísima Madre. Una de las mane-

El célebre santuario me,rcedario,relicario venerando de nuestras máscaras tradiciones, se sintió reanima-do el domingo 22 de diciembre. Losvalencianos quisieron celebrar elseptuagésimo aniversario de la pro-clamación de la Inmaculada Con-cepción, dirigiéndose en masa haciael histórico cerro del Puig, cunaverdadera de la reconquista de Va-lencia, donde la Santísima Virgense dignó reanimar las decaídas fuer-zas del ejército cristiano con su pre-sencia sensible.

Desde la mañana se vieron afluiral Santuario grupos innumerablesde la capital, de Sagunto, de todoslos pueblos de la vega incompara-ble, que precedidos de sus párrocosy con insignias religiosas iban lle-nando el inmenso claustro, dondehabía de celebrarse la misa.

A las diez hacían su entrada en elSantuario el Arzobispo Sr. Melo, elGobernador civil, el Alcalde Mar-qués de Sotelo con todo lo más dis-tinguido de Valencia. Pero la misano pudo celebrarse hasta dos horasmás tarde para acomodar en las ga-lerías a los 20.000 peregrinos queesperaban en las afueras del mo-nasterio.

Celebró el santo sacrificio el Pro-vincial de los Mercedarios PadreOrtúzar.

En los divinos oficios tomó partela muchedumbre, que bajo la batutadel Padre Carbonell, que desde unatribuna la dirigía, secundó en todomomento a la «Schola Cantorum,del Seminario en la interpretaciónde la Misa de Angelis.

Al Evangelio, el Doctor Chillidadirigió la palabra al religioso audi-

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torio, y fue su oración encendidaglosa de los motivos de la peregri-nación. Comenzó evocando las gran-dezas de Valencia, cuyo nacimientoa la libertad del cristianismo y desu vinculación al progreso políticoaquí habían tenido su cuna, por elpoder del brazo de Jaime I, auxilia-do por la Virgen del Puig. Hablódel milagroso hallazgo de la «Marede Deu» ante el Patriarca San Pe-dro Nolasco, y de la decisiva bata-lla que, comandando a los cristia-nos don Bernardo Guillem de En-tenza, puso en manos de éstos vir-tualmente las llaves de Valencia.Después, la decisión del Rey donJaime de no abandonar el cercohasta rendir la ciudad, con el tiernoepisodio de levantar la tienda realy encontrar el nido del «rat penat»,que adoptase después como símbo-lo, y que hoy era Valencia bajo latienda azul, que es el manto de la«Mare de Deu » , tal como se apare-ció ante San Pedro Nolasco.

En una bella recitación líricaexaltó la gloria de Valencia por bo-ca del poeta de nuestro renacimien-to, y dijo que hoy no podía menosque resonar la lengua valenciana,con la que juró D. Jaime y concedióy redactó para Valencia sus fuerosy libertades, y la que vibró en la Bi-blia políglota de nuestro San PedroPascual.

Clamó después por la resurrec-ción de las glorias del gran monas-terio del Puig, iluminando las gran-des figuras cuyos sepulcros aquí seveneran, de los Jofré, Entenzas yLauras, y terminó evocando los

bellos postulados que son motivo deesta peregrinación: la devoción dela Virgen en el tercer jubileo de ladeclaración dogmática de su Inma-culada Concepción, el año jubilardel Papa y de su libertad, la peti-ción de la declaración dogmática dela Asunción de la Virgen y el acre-centamiento y propagación de ladevoción en el pueblo valenciano ala «Mare de Deu» del Puig.

El momento de la consagraciónfué de emoción extraordinaria, puestodas las bandas, y destacando so-bre ellas la de trompetas de Vinale-sa, interpretaron la Marcha Real.

Terminada la Misa—era ya launa—el Excmo. Sr. Arzobispo, re-vestido de pontifical, dió la bendi-ción al pueblo y a continuación su-bió a la tribuna, emplazada junto alaltar.

Visiblemente emocionado dijonuestro bondadosísimo Prelado quedespués del discurso del Sr. Magis-tral, y satisfecho y conmovido anteel espectáculo que presenciaba, sólotenía que pronunciar una palabra:Gracias.

Gracias, porque habéis escucha-do—añadió—y obedecido la voz devuestro Prelado, habiendo venidodesde todos los pueblos, presididospor vuestros celosos Párrocos yCoadjutores, a la gran parada glo-riosa del Puig, ante la Santa «Marede Deu» de vuestros antepasados yque sigue siendo la Madre de Valen-cia. De esta Valencia que si da ver-geles de flores en sus tierras, da jar-dines de devoción mariana en lasalmas de sus habitantes.

La visita del monasterio suscitabaen su alma la santa reconquista deValencia por Jaime I y las grande-zas de su historia, y dijo que paraser dignos sucesores de nuestros an-tepasados había que hacer algo ge-neroso y grande para la conserva-ción del monasterio, que se estáarruinando por las injurias del tiem-po y de nosotros si no sabemos im-pedirlo.

Regresad ahora a vuestras ca-sas—dijo—con un pensamiento: elde una perseverancia intensa envuestro amor a la Virgen Inmacula-da, haciéndoos dignos de su cons-tante y secular protección. Regre-sad con la certeza de mi sincera fe-licitación, por el gran espectáculoedificante de vuestra manifestación,y de paternal bendición que espe-cialísimamente os doy desde el fon-do de mi corazón.

El bondadoso Prelado dió la ben-dición a todos los peregrinos, quedevotamente la recibieron, y leyó lasolemne consagración a la Virgenen un momento que fué para todosde intensa emoción.

Inmediatamente se dijo en la igle-sia una Misa rezada.

La salida de los miles que tuvie-ron la fortuna de presenciar los ac-tos de la mañana fué poco menos di-ficultosa que la entrada, costandomás de una hora el desalojar el pa-tio y los claustros, en los cuales que-daron aún muchos peregrinos queallí decidieron comer.

La hora de la comida.A las dos de la tarde la gente se

desparramó por las inmediacionesdel monasterio y por los montículosinmediatos, para comer al aire libre.

El espectáculo era por demás cu-riosísimo.

La Comunidad obsequió al exce-lentísimo Sr. Arzobispo, que sentóa su mesa a los Rvdos. Padres Pro-vincial, Superior y Administradorde los Mercedarios, al Padre Car-bonell, a D. Miguel Fenollera y anuestro Director D. Luis Lucia.

Se suspenden los actos de latarde.

Una vez terminados los actos dela mañana se reunió el Comité di-rectivo de la peregrinación, y envista de la enorme multitud aglome-rada, del peligro que, dado el esta-do del monasterio, suponía el volvera reunir en él a los miles de peregri-nos congregados, y del retraso su-frido, que imposibilitaba el regresode éstos a la hora fijada en el hora-rio de las Compañías ferroviariasacordó, previa consulta con el ex-celentísimo Sr. Arzobispo y auto-ridades, suspender los actos de latarde, en que habían de hablar donLuis Lucia y D. Manuel 011er.

Para asistir a dichos actos habíanllegado tres o cuatro mil personasmás en los trenes de la tarde.

El número de peregrinos.

Por los datos de las Compañíasferroviarias y de tranvías, de laslíneas de autobuses y de los CurasPárrocos, podemos asegurar que,sin contar el personal que llegó por

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la tarde, acudieron el domingo alPuig más de veinte mil peregrinos.

El vecindario del Puig.

Como no podía menos de esperar-se de la catolicidad del vecindariodel Puig, y más cuando se trata dehonrar a «su Mare de Deu», comocariñosamente llaman a la Virgendel Puig, se adhirió al acto de modoostensible, adornando con colgadu-ras las casas y levantando sober-bios arcos, que fueron justamenteelogiados, así como las atencionesque tuvieron para con los peregri-nos.

Acaso más de algún aficionado anuestra historia habrá preguntadoen España: qué han parado losdocumentos, copiados durante diezarios, en el Archivo General de In-dias, por el P. Fray Pedro NolascoPérez, mercedario de la provinciade Chile?

Agradeciendo el piadoso recuer-do, responde el infrascripto, que laspreciadas copias, hasta la hora pre-sente, no han padecido detrimento;pero que duerme apacible sueño,semejante aldel olvido, dentro deun estante de su celda del conventode Santiago. Durante los tres ariosen que nada he publicado, bien pu-dieron ver la luz dos gordos volú-menes, si no fuera que «cuando uno

Gratitud al Sr. Gobernador.

La Junta organizadora de la pe-regrinación nos ruega hagamosconstar su gratitud a las autorida-des y pueblo del Puig por el esplén-dido acogimiento que prestaron alos peregrinos, y al Excmo. SeñorGobernador, que envió numerosasfuerzas de la Guardia civil de Infan-tería y Caballería, las cuales, conexquisito tacto y corrección, con-tribuyeron a organizar las mani-festaciones y garantizaron el ordenen todo momento.

(Tomado del «Diario de Valencia.).

se propone » , suele suceder que«Dios dispone » lo contrario.

A mi regreso de Europa, fuí ele-gido, nullis meis mentís, Provin-cial de la Merced en Chile; y, a lospocos días perdí la quietud de espí-ritu y me faltaron las horas largasy serenas que disfruté en Sevilla,sin las cuales no es posible llevar afeliz término estos trabajos, que sonfrutos sazonados de mucha pacien-cia y de atención continuas. Ya sesabe que este cargo, en todas partesy especialmente en América, abun-da en preocupaciones que turban lapaz y embargan la atención, y, portanto, los manuscritos es mejor nomeneallos.

A la pregunta que suelen hacer-

me de que cuándo publicaré mianunciada Historia de las Misiones,respondo con el mismo achaque dela falta de tiempo y de sosiego. Peropara decir toda la verdad del caso,hay que agregar algo más, a saber:que es menester acrecentar la docu-mentación, estudiando los archivosde los principales países america-nos, en donde los mercedarios tuvie-ron sus doctrinas y misiones de in-dios. Sin esta diligencia, no es posi-ble presentar una historia que in-forme medianamente al lector, delos sucesos acaecidos durante tressiglos, en los diversos pueblos diri-gidos espiritualmente por los misio-neros de la Merced.

Bien saben los entendidos que enel Archivo General de Indias, porarte de los ladrones y otros acciden-tes, no se encuentra hoy todo el ma-terial histórico que el escritor hamenester. Allí encontré poco másdel esqueleto de mi proyectada his-toria, contenido en cartas, notas einformes oficiales, remitidos por lasautoridades civiles y prelados deAmérica a S. M. Católica y al Sobe-rano Consejo de las Indias. Pero lospormenores de la organización, deldesarrollo y del gobierno de las mi-siones, hay que buscarlos en lo s.países americanos, especialmenteen los archivos episcopales. Los ar-chivos civiles y eclesiásticos delPerú, Argentina, Centro América,etcétera, conservan, sin duda, pa-peles interesantes, que es forzosoconsultar para no defraudar al es-tudioso lector.

En el mes de Febrero próximo

termina mi mandato, y, Deo volente,recobraré mi libertad de investiga-dor de archivos. Para entonces es-pero que mis dignos superiores,imitando a otros Prelados modernosen el favor y ayuda que prestan asus escritores, me honrarán contodas las licencias y favores queson menester para sacar a luz miprometida Historia de las Misionesde los Mercedarios en América.

Y aquí deja en paz la pluma y sa-luda cortésmente a los amantes denuestras glorias, el Padre

FR. PEDRO N. PEREZ

Las Misiones Merce-darias en Esmeraldas

Un cuadro importante.El diligente historiador quiteño

de las Bellas Artes don J. G. Nava-rro, cónsul general de su patria enMadrid, tuvo la fortuna de encon-trar en nuestro Museo Arqueológi-co un cuadro importantísimo paraesclarecer los orígenes de la pintu-ra en Quito: el de Adrián SánchezGalque, natural de aquella ciudad,con los retratos ejecutados en 1599de una familia de mulatos que do-minaba en el país de las Esmeral-das.

Adrián Sánchez viene a ser elprimer pintor de valía nacido enAmérica, y esta obra suya la únicaidentificada hasta el día. El cuadro,actualmente en la Exposición de Se-villa, nos muestra a un mulato, donFrancisco de Arobe, de cincuent ya

Los documentos históricos de la Merced enAmérica

Mulatos convertidos por los mercedarios en Esmeraldas (Ecuador).Retratos enviados en 1599 a Felipe III.

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seis años, con sus dos hijos don Pe-dro, de veintidós, y don Domingo,de dieciocho, vestidos a la moda es-pañola de entonces con capa y va-lona, pero conservando en las na-rices, labios y orejas, los adornosde l os salvajes y teniendo en lamano la chonta o lanza de los in-dios.

La inscripción que hay en unacartela a la derecha explica el ori-gen del cuadro: «Para Felipe III,Rey Católico de las Esparias y de lasIndias, su señor, lo mandó hacer asus expensas el doctor Juan Barriode Sepúlveda, oidor de su Audien-cia de Quito el ario 1599. » Esta de-dicatoria recuerda un episodio muyconocido en la historia del Ecua-dor.

Poco después de conquistado elPerú, bajaba hacia Lima un barcoespañol cargado de sedas y otrasmercaderías, que dió al través en lacosta de Esmeraldas. Entre los pa-sajeros iban muchos negros escla-vos, que se internaron en el país,haciéndose a poco'cluerios de él porsu energía muy superior a la de losindios. Eran los principales entrelos negros Alonso de Illescas, quehabía vivido en Sevilla, y otro lla-mado Antonio. El oidor Salazar deVillasante, en una relación de 1569,dice ya que los negros huyeron tie-rra adentro y «no pudieron ser ha-bidos; han hecho un pueblo y toma-do indias y casádose con ellas ymultiplican; y suelen allegar a lacosta y si ven españoles que hansaltado en tierra a tomar agua, los

matan o roban, y lo mismo hacen enrobar a los indios» (1).

Era de grande importancia paratodos los españoles establecidos alSur del Ecuador el pacificar aquellacosta y así no faltaron intentos deatraerse a los negros, que, habiendovivido entre cristianos, conserva-ban algún cariño por nuestra civili-zación. En 1576, el negro Illescasofreció someter la provincia si leenviaban un sacerdote que bautiza-ra sus hijos, perdonándole sus fe-chorías pasadas y dándole lo nece-sario para vivir. Aceptó la Audien-cia de Quito, pero las divisiones yrecelos que surgieron entre los in-dios malograron el proyecto.

Hasta 25 expediciones militaresse organizaron contra las Esmeral-das, pero también sin resultado. Porfin, en 1593, la Audiencia encargóel asunto al oidor Barrio de Sepúl-veda que, conocedor del éxito obte-nido por los mercedarios en la evan-gelización del Norte de Quito, deci-dió valerse de ellos.

Los mercedarios, en efecto, ve-nían trabajando hacía muchos añosentre los indios de Otavalo, y bienconocidas son las relaciones de aque-llas misiones hechas en 1582 por losPP. Andrés Rodríguez y Jerónimode Aguilar, Curas, respectivamen-te, de Lita y de Caguasqui, publica-das por Jiménez de la Espada (2),en cuya obra se mencionan tambiénlas doctrinas de los PP. Andrés de

(1) Jiménez de la Espada: RelacioRes Geográ-ficas de Indias, I, 31.

(2) Ibidem, III págs. 121 y 124.

Almao y Bartolome Martínez, enGualla y Cachillata.

El oidor Sepúlveda se dirigió alComendador de la Merced de Quito,llamado Fr. Juan de Salas, «Reli-gioso de muy buen espíritu, que ha-bía servido muchos arios de Misio-nero en la provincia de Yumbos ytambién en los pueblos de Tulcán yde Huaca, cuyas Iglesias había edi-ficado desde sus cimientos.»

« Elegido Comendador de Quito,

ofreció que tomaría de su cuenta elenviar misionercs a la provincia deEsmeraldas y destinó para tan san-to ministerio al P. Fr. Gaspar deTorres y otros dos religiosos más.El P. Torres se internó en las tie-rras de los Cayapas y se establecióallí de asiento hasta que tuvo la sa-tisfacción de administrar el bautis-mo a mil ochocientos individuos,entre niños y adultos; fundó en elterritorio de la misma tribu de loscayapas dos pueblos, al';uno de loscuales puso el nombre de Nuestra

Señora de Guadalupe y P1 otro elde Pueblo Nuevo del Espíritu San-to.»

«También de este mismo Conven-to de Quito fué enviado otro religio-so, el P. Juan Bautista de Burgos, elcual se estableció cerca de la bahíade San Mateo, para evangelizar alos indios Campaces, entre quienesvivía la familia del negro Illescas.Por este tiempo el negro viejo habíamuerto ya, y su hijo Sebastián era

el que tenía la autoridad de jefe y elmando sobre la tribu. Resistió el ne-gro tercamente por unos meses almisionero, pero al fin se rindió y pi-dió el bautismo.»

«Fray Juan Bautista de Burgosfundó además otro pueblo en el te-rritorio de la tribu principal de losCampaces y lo llamó San Martín.Construida la Iglesia celebró en ellala fiesta de la Presentación de laSantísima Virgen el 21 de noviem-bre de 1600, diciendo Misa y bauti-zando a la mujer del negro Sebas-

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tián y a otros mulatos e indios sal-vajes» (1).

En 1598 salió de Esmeraldas elP. Torres con algunos indios y unode los más famosos mulatos, llama-do Juan Mangache. El oidor Sepúl-veda los agasajó y regaló esmera-damente y aun hizo retratar al mu-lato para remitir el retrato al Rey.En 1600 salió a su vez el P. Burgos,trayendo a Quito al negro Sebas-tián y a varios indios neófitos, aquienes se les hizo la más entusias-ta acogida, y el Obispo Solís les ad-ministró, con gran solemnidad, elSacramento de la Confirmación enla Iglesia de San Blas. A alguna deestas expediciones corresponden,seguramente, los retratos de Fran-cisco de Arobo y de sus hijos.

La relación de estos prósperos su-cesos llegó a manos del cronistamercedario Fr. Bernardo de Var-gas, que con ella tejió una corona alP. Pedro Romero y a Fr. Juan Bau-tista de Burgos. De él tradujo susnoticias Tirso de Molina para suHistoria General de la Merced, manuscrita, y otros historiadores pos-teriores le copiaron también.

Pero unos y otros ignoraron, al pa-recer, que aquella misión fué rega-da con sangre. Los PP. Torres yBurgos rt gresaron a Esmeraldas,donde habían quedado los PP. Fer-nando de Hincapié y Pedro Rome-ro. Continuaban prósperamente sustrabajos cuando los indios Malabas,sospechando que los españoles tra-

(I) Historia General del Ecuador, por FedericoGonzález Suárez, Arzobispb de Quito. Tomo IV,33 y siguientes. Obra muy documentada.

taban de entrar en sus tierras, ha-llaron manera de enterarse de susproyectos.

Mezclados los Malabas con losCayapas y fingiéndose todos Gaya-pas y cristianos, se presentaron aloidor Sepúlveda y le preguntaroncon admirable sagacidad cuanto in-tentaban descubrir acerca del plande reducción, y conseguido el objeto regresaron a sus montes. Afor-tunadamente, el oidor no les hablómás que de enviar misioneros y deotros medios pacíficos.

Pero más tarde, cuando Sepúlve-da fue destinado a Lima, fué envia -da a Esmeraldas una expediciónmilitar mandada por el capitán Die-go de Ugarte, que fundó en la des-embocadura del río de Santiago elpueblo de San Ignacio de Montes-claros. Tal población duró muypoco, porque se alzaron los indios,dieron de súbito en ella y mataron acuantos españoles pudieron sor-prender; otros huyeron heridos, yentre ellos el P. Romero, con cincoheridas, a consecuencia de las cua-les falleció poco después. Era estoel 1611 (1).

El P. Romero era castellano y fueal Perú muy joven, tomando el há-bito de la Merced en el Convento deLima, donde profesó. El P. Burgosera andaluz, natural de Lebrija. ElP. Torres parece haber sido quite-ño, pues tomó el hábito y profesó

(1) González Suárez, lugar citado, pág. 37. LaRelación de estos sucesos, enviada por la Audien-cia de Quito al Rey, está ya publicada, si mal norecuerdo, en la Colección de Documentos Inédi-tos para la Historia de España.

en el Convento de la Merced el 7 dejulio de 1577, según consta del librode profesiones que se guarda en elConvento de Quito.

El P. Francisco de Vera, en su co-nocido Memorial de 1638, añade queel Rey, agradecido a los buenos ser-vicios del P. Torres, le hizo mer-ced de renta en su caja real, quegozó toda su vida, como Felipe II

DEL JAPÓN

Tokyo 15 de agosto de 1929.R. M. Natividad Urizar.

Madrid.Madre queridísima y recordadísi-

ma: un ario ha transcurrido desdeque le escribí la última, y seis me-ses desde que recibí su atenta con-testación; es decir,,escribió una ge-neral para todas las de Saipán, sibien me quedé yo con ella, pues larecibió la M. Margarita aquí. en To-kyo a nuestra vuelta de las islas, yme la entregó a mí. Si poco le heescrito, mucho en cambio la he re-cordado y recuerdo siempre.

Vaya hoy mi felicitación con unnovenario de tesoro espiritual quepor sus intenciones ofreceré en losnueve días anteriores a su fiesta, yello le dirá que María Loreto es laagradecida de siempre, aunque consu tosco carácter no demuestre na-da a nadie. He de darle gracias porlas oraciones que por mi salud hi-cieron. No sé lo que tuve, tal vez

la había otorgado arios at rás al Pa-dre Diego de Porres.

Todos estos documentos, íntegroso en grandes extractos, los publica-rá seguramente nuestro diligentísi-mo P. Nolasco Pérez, actual Pro-vincial de Chile, en la Historia quetiene preparada de nuestras mi-siones.

FR. GUILLERMO VAZQUEZ

nada, sino un poco de debilidad.Pasó a la historia, pero aprendí quees necesaria mucha virtud para lle-var bien la enfermedad; no precisa-mente los dolores o desganas, sinolo que unido a esto viene, siemprepor permisión del Señor, pero quees mucho más costoso que lo otro...

Sabrá, sin duda, cuál es nuestravida por ahora, pero se la repetiré.Nos ocupamos en estudiar el enre-dado idioma japonés, y cuidamosde la limpieza y compostura de or-namentos de la Iglesia Catedral(provisional), adonde acudimos to-dos los días, pues no tenemos capi-lla en casa. Anunciamos leccionesparticulares, mas son pocas las quehan pedido; tal vez por septiembrecon el nuevo curso vengan algunasmás.

Los Padres de esta iglesia sonfranceses, de la Congregación deMisiones extranjeras de París. Unode éstos es confesor ordinario, perosabe algo de español. Extraordina-rio, por ahora, es el R. P. Fáber,

PAGINA MISIONAL

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-41111111n-_

S. J., que es además el Procuradorde las Misiones de las islas. DichoPadre, aunque americano, puededecirse ser español, ya por su ca-rácter, ya por el tiempo que ha es-tado en España donde hizo todos losestudios, etc. Conoce a los PadresAparain, Ascondo, Zameza, etcéte-ra, aunque el es mucho más joven,pues acaba de cumplir los cuarenta.

Días antes de salir de Saipän, re-cibimos una carta del Sr. ObispoEijo, contestando a la que desde di-cha isla le escribí yo con gran atre-vimiento. Cuando leí su amable, ca-riñosa y atenta contestación (queno esperaba, pues me parecía nomerecerla), ¡me alegre tanto de ha-berme atrevido a escribirle! Comola carta fue para las que estábamosen Saipán y yo no estoy ya allí, nohe tenido ocasión de agradecérsela.Madre, si le parece bien, manifiés-tele mi agradecimiento, y no deje dedecirle que diariamente le enco-miendo. Fue para mí un verdaderoPadre en las ocasiones que tuve detratar con él, y por eso no le olvidoen mis oraciones. ¡Cuánto me ale-gro que se interese tanto por esaComunidad y que V. R. tenga en éltantísimo apoyo! A la Madre Pre-sentación, muchas cosas; que agra-decí tanto sus oraciones y recuer-dos, y que la encomiendo todos losdías. Ruego también por toda esaComunidad, y no digo nada lo queencomiendo todas sus intenciones,Madre querida.

Termino rogándole de nuevo meencomiende y repitiendo las felici-dades. Sean llenas de las gracias

que a Nuestra Madre Santísima pi-do y pediré por V. R. Hija suyaagradecida y que desde aquí laabraza,

SOR MARIA LORETOO. de M.

DE CHINAWuhú 13 de Octubre de 1929.

R. M. Natividad Urizar.Madrid.

Amadísimas en Jesús: Esta cartava para las dos berriztarras, con-testando a sus gratas y felicitandoa la M. Presentación su fiesta del 29del mes próximo. Le deseamos mu-chísimas felicidades y un sinnúmerode bendiciones de todas clases paraque se santifique mucho y haga queotros se santifiquen también.

No le han de faltar nuestras ora-ciones, pero también esperamos queS. R. nos recuerde mucho y no digonada la M. Natividad. Aquí hay ne-cesidad de que almas buenas pidanpor la paz formal y estable y paraque desaparezca la plaga de bandi-dos esparcida por todas partes, yque impide mucho el trabajo de losMisioneros. Hace poco han asesina-do, bastante lejos de aquí, a cuatrofranciscanos belgas y uno de ellosnada menos que Obispo. Sabemosque varios Religiosos Dominicos es-tan en poder de otros bandidos ysabe Dios lo que harán con ellos.

Aquí estamos bien, pues es unapoblación grande y con mucha tro-pa, y además casi siempre hay en elpuerto barcos de guerra extranje-ros, de modo que esa gentuza no seacerca. Aun en el interior, a los Pa-

dres de este Vicariato no les ha su-cedido nada desagradable, graciasa Dios, aunque sí algún pequeñosusto.

El verano lo hemos pasado bien apesar de lo insufrible del calor, yaunque no nos han faltado achaqui-llos propios del tiempo, no han sidocosa de importancia.

Las jóvenes estudiando de lleno,y es a lo único que casi se dedican;de modo que con ellas no tenemosayuda por ahora, pero nos sacrifi-camos esperando el bien que nostraerá el que ellas posean bien elidioma.

Sentimos mucho la enfermedadde M. Presentación y vemos lo quetiene que sufrir. No hay más reme-dio que abrazarse con la Cruz, seala que fuere, y adelante. Pedimospara que se ponga bien, si conviene.

Hace tres días salió el P. Muguiroa dar los Sacramentos a un enfer-mo, y como es imposible caminarde día por el calor, hizo el viaje denoche en compañía de un criado, yya muy lejos de Wuhú, en los cam-pos, le salieron varios bandidos quele apuntaron con sus fusiles, perono sé cómo se las arregló que no lehicieron nada. Es muy peligrosopasar de noche esos caminos solita-rios, pero como a veces para dar laExtremaunción a un enfermo tienenque dar caminatas tremendas, no esposible hacerlas de día en tiempo deverano.

De Berriz estamos casi en ayunasde noticias por la cuestión chino-rusa que impide algo el transibe-riano. Todo es cuestión de paciencia.

A esas buenas Madres y Herma-nas les pido una oración por las ne-cesidades de China y por la pazcompleta. Un saludo para cada unay que esta carta la reciban comoescrita por cada una de las seis se-mi-chinas que les mandan abrazosa montones.

Saben cuantísimo les ama en Je-sús y María su afectísima sobrina,hermana, etc., etc.,

SOR AUXILIO DE MARIA URIZAR

VERIN

El pueblo de Verín, siempre entu-siasta para favorecer toda obramercedaria, aporta su ayuda parala misión del Piauhy. La Presidentade la Obra Misional señorita doñaElvira Pazos, trabaja sin descanso ylogró recaudar una suma crecida,205,25 ptas. Que cunda el ejemplo.

La fiesta de la Inmaculada enel Sanatorio de Húmera

Día 8 de diciembre. Fecha memo-rable, porque la Iglesia conmemoraen tal día la proclamación de unode sus dogmas: la Purísima Concep-ción de la Virgen. Este ario se hacelebrado dicha fiesta con muchamás solemnidad que ningún otro.Lo mismo en el último rincón deEspaña que en las capitales deprovincia no podían faltar en esedía actos religiosos, por insigni-ficantes que fuesen, encaminadosa celebrar la festividad de la Inma-culada. Bajo un cielo azul purísimo,que parecía vestir su mejor manto,

Sanatorio de Húmera (Pozuelo).—Manuel García Zarza, deveintitrés años, que hizo su primera Comunión el día de la

Inmaculada.

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salieron procesiones, se adornaronlos balcones con preciosas colgadu-ras y hubo jubileo de flores y lumi-narias en los templos.

Por esto, también en la Capilla

del Sanatorio de Nuestra Señora delas Mercedes, sito en Htimera, secelebró el domingo pasado una granfiesta religiosa.

Consistió el acto en la celebraciónde una solemne Misa, en la que sedió la Sagrada Comunión a los en-

fermos. Uno de ellos, llamado Ma-nuel García Zarza, de veintitrésaños de edad y natural de Aran-juez, tomó el sagrado Pan de losAngeles por primera vez en su vida.

Este joven, que desde su infanciahabía estado apartado por completode las creencias religiosas, una vezingresado en el Sanatorio de Húme-ra, fué objeto de acertadas y piado-sas reflexiones por parte de las Her-manas de la Congregación de la

Merced, encargadas de la adminis-tración del Sanatorio, y de sus com-pañeros de enfermedad que decidie-ron llevarle al buen camino, prepa-rándole en las prácticas cristianas,para que en el día de la PurísimaConcepción pudiese hacer su prime-ra Comunión.

Actos como este realizado en elSanatorio de Húmera, merecen serpropagados para conocimiento detodos.

CORRESPONSAL

Los primeros días delhombre

Habíamos quedado en nuestro ar-tículo anterior, viendo al hombrehecho troglodita, es decir, habi-.tante de las cavernas, a causa delfrío producido por la última in-vasión glacial, en el período mus-teriense.

La cultura del hombre primitivosufre un cambio de importancia sin-gularísima, pues desde ahora hastala terminación del paleolítico, apa-recen los primeros esbozos de sualma de artista, oculta bajo la brus-ca corteza del cazador aguerrido.

El trabajo de la piedra sufre unretroceso, pues casi desaparece lagran hacha de mano, consistiendoel material de piedra de la nuevaera en puntas y raederas.

El trabajo de las nuevas armas yutensilios se hace por una sola cara,y sólo hacían saltar unas lascas,para que tuvieran un corte indis-pensable.

Utilizarían la lanza de maderacon punta de piedra, que ofrecíanotable ventaja sobre el hacha demano, en la lucha contra las fieras;

y la gran cantidad de raederas seexplica porque el frío obligaba avestirse con pieles, y los instru-mentos de madera no se presta-ban bien para limpiarlas de carne.

En este período comienza el tra-bajo de grabar en los huesos figu-ras y símbolos.

Una observación antes de seguiradelante. El período musteriensees el último del paleolítico infe-rior. El paleolítico superior se ex-tiende desde que el hombre habitólas cavernas hasta que sale afuera,construyendo sus primeras casas.Tres son sus períodos: el auriña-cense, el solutrense y el magda-leniense.

El troglodismo en el hombre escausa de que alcance una civiliza-ción tal que habrán de pasar mu-chos siglos hasta que pueda ser su-perada.

Lo característico e interesante deeste período es la aparición del arte,que llega a su apogeo en la fasemagdaleniense y desciende luegohasta borrarse por completo de lamente humana.

Las largas horas pasadas en lacueva modificaron mucho al hom-bre primitivo, y quizá el contactoíntimo de la familia le sirviese defecunda inspiración.

Su vida ya no podía ser nómada acausa del frío; y los restos de comi-da encontrados a la entrada de lascuevas, nos indican el larguísimoespacio de tiempo que las habitó.

Dos son hoy las razas admitidasen Prehistoria: la de Neanderthal,ipo a que se atribuye la población

del paleolítico inferior, y la de Cro-Magnon, a la que se asigna el pa-eolítico superior; y es la creadorae las figuras pintadas en las cue-

vas y abrigos naturales y de losgrabados sobre asta de reno, hue-os y marfil.Y ahora una distinción entre los

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grabados de las cavernas y de losabrigos al aire libre.

.En el interior de las cavernas,dice J. Cabré (1), el hombre primiti-vo tendía a copiar en los muros,más o menos fielmente, la fauna desu época, y tan sólo indicios vagosse han logrado, por ciertos graba-dos o pinturas murales, de algunosde sus cultos (2). Consiguió despuésde cambios variados de táctica, her-manar la línea y la forma de lafigura del animal que representaba,con la expresión y vida del mismo;pero no pasó de ahí, de obtenerimágenes bastante realistas. Enlas rocas pintadas de Calapatá,Cogue, Albarracín, etc., en unapalabra, en todas las del Orien-te de España, teniendo también si-luetas de animales que no desmere-cen en nada de los del Norte o delinterior de las cavernas, que riva-lizan artísticamente con ellos; allado de representaciones humanas,figurando escenas de caza, bélicas.danzas rituales, etc., etc., de cuyoestudio pueden colegirse los trajes,armas y costumbres, mitos y reli-giones de un pueblo tan primitivo'como ignorado e interesante».

Es de advertir que las cuevas quecita están al aire libre. Alguien creeque las cuevas fueron talleres deentrenamiento, pues con frecuenciase ven sobrepuestas las figuras, yen las rocas sería donde trazabansus monumentos con el cariño e in-terés del que quiere que sean impe-recederos. Los dibujos encontradosen las cuevas, si se exceptúan losde animales, son objeto de contro-versia entre los sabios.

Hay quien opina que en el paleo-lítico el hombre construyó los pri-meros palafitos, o poblados sobreestacas dentro de los lagos, aunquese cree que no empezaron hasta el

(1) El Arte Rupestre en España. Madrid, 1915.(2) Sobre esto hablaremos en artículo aparte.

Neolítico, o edad de la piedra puli-mentada.

Las ideas expuestas en los dibu-jos y el lenguaje humano, así comola forma y elegancia del hombreprimitivo es también objeto de dis-cusión, según las distintas ideas re-ligioso-filosóficas de los autores quetratan de ello.

Por hoy nos quedaremos aquí. Enel artículo próximo diremos algodel arte primitivo y enumeraremoslas principales cuevas, haciendouna breve descripción de la de Al-tamira, que mereció el nombre deCapilla Sixtina del arte - cuater-nario.

Resumiendo: la vida del hombreen este período dejó de ser nómada;formó hogares y salía a cazar cuan-do el tiempo lo permitía; vestía pie-les y todavía no cultivaba la tierrani domesticaba los animales. Se de-dicó en sus ratos de inspiración allenar los techos y las paredes degrupos de figuras de animales, sim-bolizando en ellos escenas de caza;grabó en huesos y astas de renofiguras de esos mismos animales, ycuando salió de las cuevas ya el fríohabía desaparecido.

FR. R. S.Poyo.

ESPIRITLI Y VERDAD

Los Libros Santos.Nuestro segundo auxilio.

Al cumplimiento exacto de la vo-luntad divina precede necesaria-mente el adecuado conocimiento deella. Para este conocimiento nadapuede servir tanto como la lecturade aquellos libros que el mismo Diosinspiró.

También se utilizan fructuosa-mente en la encuesta del divino be-neplácito los libros que nos legaron

los santos y teólogos. De esta se-gunda clase de santas lecturas es-tuve pensando si sería oportuno ha-blarte, pero, asunto tan lato no esmateria de un artículo. Sólo te feli-citaré, porque supongo que ya es-tás al tanto de las modernas corrien-tes de doctrina mística, promovidasen España y fuera por el lloradoPadre Arintero, y acogidas y trata-das por muchas inteligencias de teó-logos y almas espirituales (1).

Acerca de la Sagrada Escrituraentenderás que no es igual la can-tidad de doctrina de cada uno desus libros, ni la preparación teoló-gica que exigen para su buena in-teligencia. Razón por la cual se de-be trazar un cierto orden al que em-pieza. Este orden no se puede esta-blecer teóricamente, pues unas per-sonas tienen mayor cultura, otrasmenos; unas son jóvenes, otras an-cianas, etc., mejor se lo señalará acada persona el director espiritual.Con todo, yo, haciendo cuanto de miparte está, te lo indicaré a grandesrasgos.

Por la mayor importancia pondréen primer lu crar los Evangelios, quecontienen la doctrina y las obras deJesucristo (en los demás libros de laBiblia nos es trasmitida la palabrade Dios por medio de hombres ins-pirados; pero en los Evangelios labebemos de la boca del mismo «Di-cho» de Dios humanado (2). Soncuatro los evangelistas, o sea los

(1) Permitirás que me dé a la desconfianza desi te será el Padre Arintero conocido sólo denombre, y en esta sospecha te dé una notita de él:Digno religioso dominico, se dedicó con granaprovechamiento en su juventud a las ciencias na-turales, las cuales utilizaba para destrozar las la-ñas de la Filosofía racionalista y atea. Tocadomás fuertemente por el Espíritu Santo emprendióel estudio de la fe en sí misma, y alcanzó talestriunfos, que todos lo reconocen como principalentre los maestros de espíritu. Nos dejó por elcielo hace un ario y medio. Podrás comenzar la lec-tura de sus obras por la que se titula «CuestionesMísticas», y en ella verás anunciado lo demás queescribió.

(2) El logos de los Griegos y verbum de loslatinos significa «dicho) o palabra en castellano.

que, cada uno a la manera que elEvangelio Santo le ordenaba, escri-bieron la vida y milagros de nues-tro Salvador; el que leerás antes esSan Lucas (1), y, aun sin leer losotros, pasarás a las epístolas o car-tas de San Pablo y de San Juan (sa-biendo que las epístolas de San Pa-blo son de doctrina muy elevada), y-hay que esforzarse algo en su lec-tura para que no aburran al princi-pio; mas cuando se empiezan a en-tender, entonces agradan que no sepueden dejar de las manos. Si te fa-tigares al leerlas, déjalas temporal-mente, no considerándolas nadafeas, sino creyéndote indigno de lagracia que el Espíritu Santo da paracomprenderlas y, suplicándole conmayores instancias que ilumine tuentendimiento, vuelve luego a sulectura. Urge que leas también elevangelio de San Juan y los Hechosde los Apóstoles. .

Las partes de la Biblia que se es-cribieron antes de la venida deNuestro Señor Jesucristo, se llamanel Antiguo Testamento. Lo comen-zarás por el primer libro: el Géne-sis, y continuarás con esas bellísi-mas historias de Tobías, Ester, Rut,etcétera, interrumpiendo de vez encuando con los llamados Sapiencia-les: Sabiduría, Proverbios.

Si parece que vas aprovechandoen la vía de la perfección, podrásver el relato de tu alma en el Can-tar de los Cantares. Cuando te ha-lles con hastío y desees solazartecon alguna lectura sugestiva, noabras ninguna novela, antes lee lahistoria, más maravillosa que nin-guna novela, de los fuertes Maca-beos, libro que retrata al vivo lasheroicidades que habremos de veri-ficar al fin de los tiempos los defen-sores de la verdadera religión. Sinotares que tu espíritu se encuentra

(1) Por haber guardado el orden cronológicode los sucesos.

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elevado por hallarte plácidamenteen tarde serena a la vera del mar ode rumoroso río, toma entonces enlas manos el Apocalipsis, que es larevelación (1) de las señales porten-tosas que presenciaremos en los úl-timos tiempos del mundo.

Lo importante es, ¡oh lector!, quevayas aficionándote a estas lectu-ras. ¡Ha sido el Señor tan misericor-dioso dignándose revelarnos las con-diciones que nos exige para donar-nos la gloria! y ri_o habíamos deagradecérselo infinito?, y ¿tiene piz-ca de gratitud el que tranquilamen-te se pasa sin dignarse abrir estetestamento divino como si contu-viese en sus páginas cosa fútil y ba-ladí que nada le interesase? Lector:si alguien, sea el que fuere, te acon-sejase que no leas la Biblia, no leoigas, húyele como al enemigo 37busca consejo en otro más aconse-jado que te señale la lectura orde-nada, según tu conveniencia; o sino, sin más orden que tu afición, quese supone sincera, lee y lee, que nodejarás de sacar fruto.

Podía confirmarte el consejo quete doy con un sinnúmero de citasde la Biblia y de los santos Padres.Te alegaré dos o tres para que pue-das asentir creyéndote a tí mismo,sin serte preciso ejercitar la fe cre-yendo bajo mi palabra: «Dijo Ya-jué... No se aparte el libro de estaley de tu mente, antes rumiaráslode día y de noche para que puedasobservarlo y obrar lo que en él semanda: de esa manera será recto tucamino y lo andarás con inteligen-cia (2). Si la buscares (la prudencia,dicen los Proverbios) (3) como eldinero, y tuvieses el afán del quecava para hallar el tesoro, entoncesencontrarás la ciencia de Dios. In-

(1) Apocalipsis significa revelación. Llámaseasí este libro por la palabra con que empieza.

(2) Josué 1, 8.(3) II, 4, 5.

vestígala, y se te manifestará... (1).Hijo, si me estuvieses atento, apren-derás, y si sometes tu atención, se-rás sabio, y si gustares de oir, sa-bio serás » . Es decir: que el esfuerzode nuestra parte es esencial para al-canzar la prudencia, la sabiduría yla ciencia de lo que debemos hacer:y la orientación de ese esfuerzo hade ser indagar y aprender lo que elEvangelio Santo tuvo a bien de en-señarnos, según el dicho del Após-tol (2): «Que la palabra de Cristoresida en vosotros con abundancia,de tal modo, que podáis mutuamen-te instruiros y advertiros con sabi-duría, y al influjo de la gracia vues-tros corazones se expansionen ha-cia Dios con cantos, salmos, him-nos y cántigas espirituales » . .Quéotra «palabra de Cristo» es a la quealude, sino los evangelios y lo de-más que Dios habló por los profe-tas?; .qué otros «cantos, himnos ysalmos » , sino los salmos de Davidy los himnos y cantos de la Biblia,únicos cantos religiosos de los cris-tianos de aquel tiempo?

De entre los Santos Padres sólote alegaré el testimonio de San JuanCrisóstomo: « e:Cómo vamos, dicen,a leer los libros sagrados si no en-tendemos lo que contienen? Esto esun pretexto y un disimulo de lapereza. No lo entiendes: y .cómolo habrás de entender si ni ligera-mente te detienes a mirarlo? Tomala Biblia en las manos, lee, procurarecordar lo que comprendiste, y lascosas oscuras, si no pudieses escla-recerlas con una lectura atenta y-asidua, consúltalas con los enten-didos o coméntalas con tus familia-res. Así, al verte Dios tan afanoso,premiará tu solicitud, de suerte quesi no hallares a nadie que te expli-que lo que investigas, sin duda Elmismo suplirá y te declarará.

(1) Sabiduría IV, 28, 33, 34.(2) Colos. III, 16.

Recuerda al eunuco de la Reinade Etiopía (1), que siendo pagano,estando lleno de preocupaciones,rodeado de mil negocios, ademásno comprendiendo la lectura, él leíasentado en el coche; que si tanto in-terés mostraba de viaje, figúrate elque tendría en casa, y cuánto noleería así que comprendió, quienleía tanto no entendiendo? Pues porel afán que mostró al leer sin en-tender, por eso tan presto hallóquien le explicase. Halló Dios sualma dispuesta, y en seguida leenvió doctor.

—IPero ahora ya no existe Fe-lipe!

—Mas el Espíritu que movió aFelipe, sí, existe.

Aunque no entendieses los mis-terios escondidos, la misma y solalectura engendra gran santidad.Aunque no entiendas, lee sin em-bargo (2).» Hasta aquí San JuanCrisóstomo. Te digo que aunquecreas que no vas a entender, lee,sin embargo, pues entenderás sinduda alguna.

«El labrador cultivando la tierra(dice el P. Scío) (3) y el pastor apa-centando su ganado, podrá cantarhimnos y salmos, aunque no com-prenda todo el sentido y misteriosque contienen. Las vírgenes medi-tando los ejemplos de pureza queleyeron u oyeron leer, se pondránen estado de conservar con mayoratención y vigilancia un tesoro queguardan en vasos de barro frágilesy quebradizos. Los casados, a lavista de los ejemplos y lugares querecomiendan la continencia y feconyugal, se contendrán en los lí-mites que prescriben la ley y larazón, y serán fieles en cumplir lasobligaciones de su estado. Los pa-dres aprenderán el modo de educar

(1) Véase «Hechos de los Apóstoles», VIII,26-40.

(2) De Lázaro. Contio, 3, 2-3.(3) Introducción a las Sagradas Escrituras.

a sus hijos y de inspirarles la fe yel santo temor de Dios...»

Este consejo del insigne escolapiono te lo figures cosa nueva. En lossiglos primeros de la Iglesia, eracosa común oir al orador asido a laesteva y al pastor en seguimientodel rebaño cantar salmos de Davidde los que hoy sólo usamos los clé-rigos en nuestros rezos; mas hoynos suelen cantar los campesinoslos coup/ets y otras mil sandecesobscenas; en aquellos tiempos habíapersonas de todas categorías ysexos que leían a menudo y se sa-bían de memoria los libros de laBiblia: hoy, el cristiano que deseasacar conversación de uno de estossantos libros, teme ser tildado desanturrón... ¡Así está hoy el pueblocristiano.',. razón tenía un autor queal pensar en aquellas palabras deSan Pablo (1): (Cristo crucificadoes escándalo ante los judíos y ne-cedad ante los paganos»; les añadía:«lo uno y lo otro para muchos quese llaman cristianos.» Que esto nopueda aplicarse a tí, caro lector.

Tercer auxilio.Cuando cayó sobre San Pablo,

camino de Damasco, el rayo de lagracia divina, exclamó: Señor, ¿quequeréis que haga?, y no explicó elSeñor su voluntad, sino con estaspalabras: Vé a Damasco y allí tedirán lo que debes hacer (2).

Este es el sistema ordinario de ladivina Providencia: servirse de loshombres para dirigir a los hombres.Pero sobre esto no intento hablarteporque habrás de estar bien ins-truido por los libros, y aún es re-ciente lo que en esta revista vinoescribiendo el P. G. Vázquez. Sóloresolveré una dificultad que tal vezse te haya presentado: quizá nohayas encontrado aún director a tu

- (1) I Cor., I, 23.(2) «Hechos de los Apóstoles», cap. IX.

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gusto. Te harás digno de hallarlo siobrando en todas las cosas a mayorgloria de Dios, según tu conciencia,le pides con fe y humildad que teilumine y dirija, como San Pablo.El Señor, viéndote con recta inten-ción, no dejará de favorecerte comoal Eunuco etíope que te cité antes.

FR. CARLOS SILVA CASTRO

LA EMPLEADITA(CONCLUSIÓN)

IIILa misma Pura salió a abrir..1\4e conoció? No sabré decirlo;

pero su rostro enrojeció para que-dar luego más pálido aún.

---Qué deseaba, caballero?—pre-guntó con su acento tímido pero lle-no de dulzura.

—Señorita—dije quitándome res-petuosamente el sombrero—. Mehan dicho que escriben ustedes amáquina y tenía un trabajo que en-cargarles.

Me hizo pasar a una piececita queera sala, comedor y alcoba a la vez.

Un cuadro de pobreza desgarra-dora, pero de una pobreza pulcra yllena de dignidad, se ofreció a misojos.

En un viejo sillón, con las piernascubiertas por una raída manta decoche, estaba un anciano de blan-quísima barba y calva cabeza, re-luciente como marfil bruñido; a suspies, sentados en el suelo, dos niñosde ocho y nueve arios, se entrete-nían en ver un gran catálogo ilus-trado, otra niña mucho más peque-ña mecía en sus brazos un lío de tra-

po que su fantasía convertía en mu-ñeca.

Otra niña de unos doce años, muysemejante a Pura, remendaba ropa,sin duda bajo la dirección de su her-mana mayor, que tenía el dedalpuesto y unas hebras de algodón so-bre su hombro.

Despojada de su abrigo y su som-brero, la empleadita parecía aúnmás joven y más linda; su hermosacabellera negra naturalmente ondu-lada, la embellecía sobremanera ysu talle fino y esbelto tenía la gen-tileza de la palmera.

Saludé con respeto al anciano, queme respondió con noble urbanidad,y al sentarme en la silla que Purame ofrecía, pude ver un gran retra-to que representaba a aquel mismohombre, veinticinco arios atrás, lle-no de distinción y elegancia, pu-diendo observar con profundo asom-bro en un ángulo del cuadro un es-cudo de armas con corona de Con-de.

Ví sobre mí la mirada del ancianoy bajé la vista avergonzado de miindiscreción.

—Perdone si mi padre no le ha-bla—dijo Pura, que no pareció vernada de aquello—, está completa-mente sordo y es muy penoso hacer-se entender de él... solo nosotras,con la costumbre...

—Venía, señorita—dije inclinán-dome con el respeto que lo haríaante una reina—a solicitar de ustedque hiciera un trabajo de mecano-grafía...

Pura meneó tristemente la ca-beza.

—Lo siento, caballero—dijo mien-tras sus ojos se humedecían—. Hacedías hubiera podido... hoy, me esimposible.

—¿Tienen rota la máquina?—dijeindicando al mueble que la sopor-taba—. Si es así., puedo esperar aque la compongan.

Pura enrojeció.—Esa máquina no es nuestra—

dijo en voz baja—. Van a venir arecogerla.

—La han vendido acaso?—Per-done mi indiscreción, pero...!

La joven me miró; tal vez leyó enmi rostro el profundo interés y ver-dadero respeto que me inspiraba,pues respondió con noble fran-queza:

—No, señor—no podíamos ven-derla, pues no la hemos acabado depagar..., la compré a plazos..., cre-yendo poder pagarla, pero he esta-do enferma... dos o tres plazos, yhoy se la llevarán.

Y un sollozo alzó su pecho al aña-dir:

—Más de un ario he estado pa-gando diez duros mensuales... ¡paraperderlos!

Esta confesión era la que yo es-peraba para llevar a cabo el planque estaba forjando desde que oílas confidencias de la portera.

—10h! ¡Qué feliz coincidencia!—exclamé con verdadero júbilo—.¿Usted tendrá fe en la Providencia,verdad señorita?

Un poco asombrada la joven memiró.

—Que si tengo fel—dijo casi conarrobamiento—. Si no fuera por esa

fe bendita, creo que no hubiera po-dido muchas veces resistir.

—Hace usted bien, querida niña—repuse limpiándome una lágrimarebelde—. Y si usted quiere conser-var su máquina, puede hacerlo;figúrese que tengo una cantidad queme ha entregado una señora cari-tativa, que no quiere dar su nom-bre, para que desempeñe máquinasde coser y de escribir a personasque vivan de su trabajo y esténamenazadas de perderlas... ¿No esesto providencial?

Pura se puso muy pálida a impul-sos de su violenta emoción.

—¡Oh, señor!—dijo juntando susmanos con suprema angustia—. ¿Esverdad lo que me dice, no me enga-ña usted?

- por qué había yo de enga-ñarla, querida niña? Sería indigno.

- esa señora?...—Ya la he dicho que no quiere

dar su nombre.La joven titubeó un instante. Yo

esperaba anhelante su decisión.Su mirada se posó en su padre,

cuya cabeza inclinada sobre el pe-cho parecía ceder al peso de ungran cansancio; luego miró a sushermanitos.

—Ceda usted, hija mía—dije dul-cemente—. Ceda por su padre y esospobres niños.

Ella levantó hasta mí sus hermo-sos ojos llenos de lágrimas.

—Ah, señor, qué bueno es us-ted!— murmuró—. Usted sabe sinduda lo que es para mí recobrar esamáquina... ¡Tengo tan poco suelda

en el Almacén!.., y luego, como heestado enferma...

--Enferma?—repuse.—Sí, señor; con fiebre cerebral...

a consecuencia de un disgusto; peroya estoy bien, gracias a Dios. Y enel Almacén me esperan... son muybuenos.

—Razón de más para que acepteusted—insistí.

—Y acepto reconocida, sí señor;otra cosa sería una ingratitud y unorgullo injustificado—dijo vivamen-te Pura—. Dios le pague su caridad,señor.

—A mí no, hija mía.Y para que vea usted si tengo fe

y confianza en Dios, vea usted.Y señalando un cuadrito del Sa-

grado Corazón, ante el que ardíauna lamparilla en un vasito de cris-tal.

—Cuando murió mi pobre madrey me vi sola con mi padre enfermoy mis hermanos tan pequeños y des-validos—dijo con voz que temblabapreñada de lágrimas—, vine anteesta santa imagen y le ofrecí que sime concedía un medio de sostener alos míos, nunca le faltaría esta luz,aun cuando tuviera yo que quedar-me sin comer; pues bien, a poco merecibieron en el Almacén y... ya veusted, hoy que parecía amenazar-nos de nuevo la desgracia, El le en-vía a usted. ¡Bendito sea!

—Sí; ¡bendito sea!—repetí pro-fundamente conmovido ante las pa-labras de la joven; y ahora démesus recibos de la máquina, yo mis-mo iré a pagar y mi hermana ven-drá a traerla el recibo definitivo.

- hermana?—preguntó Puracon asombro.

Sí—dije sonriendo—. Mi hermanaes una excelente criatura, tendráverdadero placer en conocerla.

Comprendió Pura mi intenciónde quitarla su último escrúpulo?, talvez, pues sonriendo con reconoci-miento, volvió a exclamar:

—Qué bueno es usted! ¡Que Diosle bendiga!

IVReferí a mi hermana mi c a ventu-

ra» y la entregué el recibo definitivode la máquina de escribir para quese lo llevara a Pura.

Hablaba yo con demasiado calortal vez, pues mi buena hermana memiró fijamente, diciendo:

—Tú no hubieras hecho lo que eltarambana de Pepe, ¿verdad?

—Sin duda—dije—. Eso es in-digno.

Mi hermana sonrió bondadosa-mente.

—Estudiaré a esa niña—dijo a suvez—. Y si es como tú la pintas...

No la dejé terminar.—No creas que hay en mí la me-

nor idea interesada, empecé a decir.Pero ella me interrumpió a su vez,

diciendo:—Lo sé; pero Dios concede mu-

chas veces la recompensa de unabuena acción en la acción mismay... quién sabe...

Y como yo la mirara interrogati-vamente, añadió:

—Quién sabe si esta buena accióntuya será el fundamento de tu feli-cidad.

J. G. HERREROST. M.

Suscripción para una beca.Pesetas.

Suma anterior 1.221,00Una terciaria 5,00

TOTAL 1.226,00

Tesoro espiritual y limosnasrecibidas para las Misionesen este Colegio de la Mercedde Marquina durante el año de

1928 al 1929.Tesoro espiritual.

Misas 2.738Comuniones 2.292Comuniones espirituales... 5.300Partes de Rosario 5.629Mortificaciones y venci-

mientos 3.500Padrenuestros y Avemarías 48.000

Cuotas y limosnas de lassocias de los coros mer-cedarios

Cuotas de los coros de laSanta Infancia

Una señora para ayuda deuna beca

Varias ex colegialas Limosnas varias

Suma total de lo recibido...

Gastos del Ropero Gastos varios

Suma total de gastos.. .

Queda disponible para lasMisiones

que se han distribuido de la manerasiguien te:A la Misión Mercedaria del

Piauhy, para la beca deun seminarista

Al Ilmo. P. Aguirre (Chi-na)

A la obra de la Santa In-fancia

Para propaganda misione-ra

Total 500,00En el Ropero de Misiones se han

trabajado las prendas siguientes:Dos manteles de altar, cinco ro-

' quetes, cuatro juegos de corporales,cuatro amitos, ocho paños de ma-nos, 16 purificadores, dos cortini-llas, dos corporales de Sagrario, uncubre-copón y 300 escapularios in-teriores y .100 exteriores bordadosen sedas.

COLEGIO DE LA MERCED

Favores recibidos de NuestraSantísima Madre

Primero: Tuve un tumor muy ma-lo y necesitaba que el médico me loabriera. Pero yo, no sólo por el su-frimiento, que era bastante, sinopor la vergüenza que me daba, leprometí a la Sma. Virgen de la Mer-ced oir una Misa en la iglesia dellConvento y publicarlo en LA MER -CED; y casi cuando había perdido laesperanza de que me lo concediera,ya iba a ir a ver al médico, pero enel mismo día se me abrió, sin darmeapenas cuenta.

Segundo: Otra cosa que yo creíamuy imposible, y a costa de muchossufrimientos, cuando ya no lo espe-raba y cuando me parecía no poder

Visitas a jesús Sacramen-tado

Limosnas.3.050

Pesetas.

250,00

35,00

60,0055,00

326,25

726,25

181,7544,50

226,25

500,00

365,00

65,00

35,00

35,00

— 36 — — 37 —

- 58 — — 39 —

reijo y Lorenzo Santamaría. Fueron 1.024 ejemplares, y tiene la Bibliotecapadrinos sus primos D. Luis Sierra 234 volúmenes.Bermejo y D. Carmen Sanfiz Alvaro Lástima grande que no se extiendande Sierra Bermejo, y predicó en la más estas Bibliotecas Circulantes, a finmisa su tío D. Julio Gracia, Cura Ecó- de desterrar de nuestra juventud y denomo del Buen Consejo, de Madrid. los hogares las malas lecturas, queNuestra más afectuosa enhorabuena al tantos daños causan a las almas y a lanuevo sacerdote, y que el Señor le sociedad.conceda muchos arios de fecundo apos-tolado.

Huéspedes ilustres.Lo han sido durante unos días, el

M. R. P. Miguel López, ProcuradorGeneral de la Orden, que tan gratosrecuerdos ha dejado de su antigua re-sidencia en la Corte, donde goza detantas simpatías; el M. R. P. MartínOrtúzar, Provincial de Valencia, tanapreciado en esta casa, y el P. Francis-co Freiría, Comisario General de laMisión del Piauhy.

ENGUERA (Valencia).Nos es muy grato consignar el movi-

miento que durante el ario de 1929 huboen la Biblioteca Circulante LA MER-

CED, de dicha población, que habla muyalto de la cultura de la misma y delbien inmenso que está produciendo enlas almas y en los hogares. Fueron2.016 los ejemplares que sacaron de laBiblioteca. Esta tiene una vida muypróspera, debido al celo y entusiasmode la Junta directiva y de la fecundalabor de las Hermanas Mercedarias dela Caridad. Cuenta en la actualidad con754 volúmenes.

resistir ya más el sufrimiento mo-ral, Dios Nuestro Señor, por inter-cesión de su Madre Santísima, bajola advocación de la Merced, me loconcedió.

E. y.Terciaria de la Merced.

NOTICIASBuena Dicha.

La Congregación de San Estanislaode Kostka, establecida en la iglesia delos Padres Jesuitas de la calle de laFlor, celebró un triduo a su Santo Pa-trono los días 21, 22 y 23 de Noviembreen nuestra iglesia de la Buena Dicha,por no poder hacerlo en la suyapropiaa causa de las reparaciones llevadasa cabo en ella por la reforma del tercertrozo de la Gran Vía. La iglesia, her-mosamente adornada por las camare-ras de Nuestra Santísima Madre, viósellena de congregantes en las tres tardesconsecutivas. Predicaron los dos pri-meros días los Padres Larragän y La-ría, S. J., y el tercero el Rvdmo. PadreInocencio, Mercedario. El domingo 24se cantó la Misa del Santo, haciendosu panegírico el P. Ponce, Director dela Congregación. Muy complacidos dehaber prestado este pequeño servicio alos Padres de la Compañía, con quienessiempre nos han unido vínculos de fra-ternal amistad.

También la Congregación de SantaBibiana, Abogada especial de los niños,celebró el triduo con que todos losarios honra a su excelsa Patrona. Losdías 1 y 2 de Diciembre hubo el JubileoCircular de las Cuarenta Horas. El úl-

FERROL

Damos gracias a la SantísimaVirgen y a la Beata Mariana por elfavor alcanzado por su intercesión.

MARIA Y ASCENSION

R.ODRIGUEZ SAN MARTINTerciarias.

timo día se impuso el cordón a unamultitud de niños.

Como en arios anteriores, el 25 deDiciembre, fiesta de la Natividad delSeñor, empezó el octavario al NiñoJesús. El coro de señoritas, muy nu-trido por cierto, con los hermosos vi-llancicos del P. Miguélez, Director dedicho coro, hizo las delicias del pú-blico, que cada día siente mayor entu-siasmo por tomar parte más activa enel canto religioso conforme a los deseosde la Iglesia, tan repetidas veces mani-festados por los Sumos Pontífices. Eldía 1.° de Enero, último del octavario yXI aniversario de la fundación de los«Jueves Eucarísticos ' en esta iglesia,por la mañana hubo Misa de Comu-nión, y por la tarde solemne Hora San-ta, predicada por el Rvdrno. P. Inocen-cio, terminándose con el «Te Deum» yjura de la bandera.

Con gran solemnidad celebró su pri-mera misa, el día 1.° de ario, el P. Fer-mín Alvaro Gracia, hijo de Madrid yalumno de nuestro Constado de Poyo.Hizo de padrino de altai , el M. R. PadreMiguel López, Procurador General dela Orden, y de Diácono y Subdiácono,respectivamente, los Padres José Ce-

ILLESCAS (Toledo).La Biblioteca Circulante fundada en

el Colegio de las Religiosas Merceda-rias de la Caridad, y que dirige ungrupo de distinguidas señoritas de lalocalidad, ha tenido un movimiento ver-daderamente halagador. Desde la fechade su inauguración, que fué en Abrildel próximo pasado ario, han sacado

Preventorio Nacional InfantaBeatriz (Guadarrama).

Nuestras Hermanas Mercedarias dela Caridad cuentan con un Sanatoriomás en el Guadarrama. Aun cuandotodavía no se ha inaugurado solemne yoficialmente, están ya prestando susservicios, con gran aplauso del Go-bierno. Cuenta más de 200 niños deambos sexos. El establecimiento estámontado con todos los adelantos mo-dernos, y no dudo afirmar que es unode los mejores de Europa. Están a sufrente un grupo de Religiosas Merce-darias, muy bien preparadas y casitodas tituladas por la Facultad de SanCarlos. La R. M. Superiora, Sor JuliaNúñez, dado su talento, preparación yamor a los niños, sabrá llevar adelantetan importante fundación.

Nos reservamos dar a nuestros lecto-res una reseña detallada de este bené-fico establecimiento cuando sea lainauguración oficial.

JUNQUERA DE AMBÍA(Orense).

No cabe duda alguna al afirmar lagrandeza de la obra espiritual, de sa-crificio y abnegación, que están llevan-do a cabo los beneméritos religiososde la Orden Mercedaria, aquí estable-cidos. En los dos arios de vida parro-quial que en esta feligresía llevan, múl-tiples beneficios podían enumerarse,pero temerosos de ofender su peculiarmodestia, nos limitamos a consignarlos últimos actos por ellos realizados.

— 40 —

Ultimamente se ha celebrado en estaiglesia Colegiata una solemne novena-ejercicios, consagrada a honrar a laInmaculada Concepción de María, pre-dicada por el R. P. Ricardo DelgadoCapeáns, de la Residencia de Madrid.A todas las distribuciones de mañanay tarde, las amplias naves de la histó-rica Colegiata estaban llenas de un nu-meroso público, ávido de escuchar lassublimes enseñanzas cristianas. Diötambién el P. Delgado conferenciaspara hombres, en las que trató detemas de palpitante actualidad, y lomismo en las que dió a señoras. Losúltimos días los dedicó a celebrar: el5, el Día del niño; el 6, el Día de lajoven; el 7, el Dia de la esposa y de lamadre, y el 8, el Día del hombre, conun programa atrayente y sugestivo.

El día 8, festividad de la Inmaculada,a las cinco de la mañana, coincidiendocon la Misa de los adoradores, huboMisa de Comunión general, en la quese acercaron a la Sagrada Mesa másde 200 hombres y 300 mujeres. Fue unacto verdaderamente emocionante, cal-deado con los sentidos fervorines delP. Delgado y los cantos del numerosopúblico, que así testimoniaba su fe y sureligiosidad. Después de la Misa, sepaseó triunfalmente al Santísimo porlas naves del templo en medio de doslargas filas de adoradores nocturnos yde numerosos fieles. Este acto dejaráuna impresión en las almas que jamásse borrará, porque fueron muchas laslágrimas que hemos visto correr pormejillas no acostumbradas a llorar. A

las ocho de la mañana hubo la segundaMisa de Comunión; más de 500 fieles deambos sexos se acercaron a recibir elPan de los Angeles. A las cinco de latarde, cantó las glorias de María Inma-culada el P. Delgado. A continuaciónbendijo la bandera de los Tarsicios,pronunciando una sentida alocución;impuso la insignia y se celebró la pri-mera Vigilia.

Durante la novena fundó el P. Del-gado, a iniciativa de los Padres Bóveday Manuel Fernández, la Juventud Ca-tólica, ingresando en ella 58 jóvenes;los Tarsicios, jurando la bandera 67niños; una Biblioteca Circulante, laque, dado el celo y entusiasmo de lasseñoritas que forman la Junta direc-tiva, se inauguró con 100 volúmenes;reorganizó las Hijas de María y elApostolado de la Oración; están muyadelantados los preliminares para elestablecimiento de la Acción Católicade los Padres de Familia. No dudamosque el fruto que la villa de Junquerade Ambía y pueblos inmediatos han decosechar, ha de ser muy abundante.

Indulgencias del mesde Febrero.

Día 2.—La Purificación de Nues-tra Señora. Absolución general yotra indulgencia plenaria, visitandola iglesia.

Día 22.—Cuarto sábado. Indul-gencia plenaria, asistiendo a la Mi-sa de Nuestra Santísima Madre.

CON LAS DEBIDAS LICENCIAS

Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.