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-Manifiesto por una nueva corriente política anticapitalista, por Democracia Socialista El presente texto es un aporte al debate que se está desarrollando en el seno de la izquierda social e independiente sobre la posible construcción de una herramienta política de conjunto. Nuestra posición es la de impulsar marcos de unidad superiores entre agrupaciones hermanas y lanzar un proceso de construcción de una nueva organización política que esté a la altura de nuestra época, una organización revolucionaria que luche por un socialismo democrático, feminista, ecológico y libertario. Una alternativa política para la emancipación. 1. Asistimos a significativas transformaciones a nivel internacional. Las evidencias son múltiples: la progresiva deslocalización del centro de gravedad del capitalismo hacia la bahía del Pacífico, el agravamiento de la crisis ambiental, la expansión del capitalismo a regiones anteriormente bloqueadas a la explotación directa, la crisis capitalista de 2008, la explosión de protesta de la “primavera árabe” y de los indignados en Europa. En términos históricos más amplios estamos aún ubicados en la época de “crisis de alternativa” al capitalismo, abierta por la desarticulación del “campo socialista” y la derrota de las experiencias revolucionarias del siglo pasado. Con la caída del muro de Berlín se cerró un ciclo histórico, el correspondiente al “corto siglo XX” abierto con la primera guerra mundial y la revolución de Octubre. La mayor parte de los enunciados estratégicos de la tradición marxista revolucionaria de los que aún somos hacedores fueron forjados al inicio del anterior periodo histórico y hoy nos enfrentamos, entonces, a la reconstrucción del proyecto emancipatorio sobre nuevas bases. Esto no significa que empecemos de cero: hay una memoria, una historia, una experiencia teórico-práctica de más de un siglo de movimiento socialista que hay que recuperar, actualizar y recrear. En este terreno debemos afrontar la tarea de construir los instrumentos organizativos de la próxima etapa. Es decir, una organización revolucionaria que pueda recoger lo mejor de la militancia social y política del último periodo, que contribuya a la lucha social y contra-hegemónica y sirva para impulsar la construcción de movimientos anticapitalistas de masas, abiertos, enraizados en las luchas y que aporten a que la juventud y los

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-Manifiesto por una nueva corriente poltica anticapitalista, por Democracia Socialista

-Manifiesto por una nueva corriente poltica anticapitalista, por Democracia Socialista

El presente texto es un aporte al debate que se est desarrollando en el seno de la izquierda social e independiente sobre la posible construccin de una herramienta poltica de conjunto. Nuestra posicin es la de impulsar marcos de unidad superiores entre agrupaciones hermanas y lanzar un proceso de construccin de una nueva organizacin poltica que est a la altura de nuestra poca, una organizacin revolucionaria que luche por un socialismo democrtico, feminista, ecolgico ylibertario. Una alternativa poltica para la emancipacin.1. Asistimos a significativas transformaciones a nivel internacional. Las evidencias son mltiples: la progresiva deslocalizacin del centro de gravedad del capitalismo hacia la baha del Pacfico, el agravamiento de la crisis ambiental, la expansin del capitalismo a regiones anteriormente bloqueadas a la explotacin directa, la crisis capitalista de 2008, la explosin de protesta de la primavera rabe y de los indignados en Europa. En trminos histricos ms amplios estamos an ubicados en la poca de crisis de alternativa al capitalismo, abierta por la desarticulacin del campo socialista y la derrota de las experiencias revolucionarias del siglo pasado. Con la cada del muro de Berln se cerr un ciclo histrico, el correspondiente al corto siglo XX abierto con la primera guerra mundial y la revolucin de Octubre. La mayor parte de los enunciados estratgicos de la tradicin marxista revolucionaria de los que an somos hacedores fueron forjados al inicio del anterior periodo histrico y hoy nos enfrentamos, entonces, a la reconstruccin del proyecto emancipatorio sobre nuevas bases. Esto no significa que empecemos de cero: hay una memoria, una historia, una experiencia terico-prctica de ms de un siglo de movimiento socialista que hay que recuperar, actualizar y recrear.En este terreno debemos afrontar la tarea de construir los instrumentos organizativos de la prxima etapa. Es decir, una organizacin revolucionaria que pueda recoger lo mejor de la militancia social y poltica del ltimo periodo, que contribuya a la lucha social y contra-hegemnica y sirva para impulsar la construccin de movimientos anticapitalistas de masas, abiertos, enraizados en las luchas y que aporten a que la juventud y los trabajadores se organicen con fuerza capaz de cambiar la vida y transformar la sociedad.2-La crisis econmica internacional que comenzen2007/08enlos EE.UU. no muestra todava una perspectiva cierta de solucin. Inclusos los economistas burgueses empiezan a dar por supuesto que la crisis se extender alrededor de una dcada ms. Ensu primera fase,en2008/09,lasburguesas de los pases centrales olvidaron la consigna de menos Estado y sus gobiernos inyectaron miles de millones de dlares enla economa, para salvar al sistema financiero y alasgrandes empresas. Desde 2010, la orientacin de la poltica econmica se modific y apunt, en lo fundamental, a reducir los dficits pblicos y a controlar el crecimiento de los stocks de deuda. Aunque no alcanza por el momento para relanzar la acumulacin capitalista a nivel internacional, la industrializacin china funciona de reserva para al capitalismo mundial, expandiendo la zona de explotacin del capital internacional a travs de la proletarizacin masiva a bajo costo. A su vez, el desarrollo chino modifica las relaciones de fuerza entre Estados, incluyendo la insercin internacional de los pases latinoamericanos que logran amortiguar el impacto de la crisis en base al intercambio comercial de bienes primarios con el gigante asitico, y habilitando la emergencia de economas en ascenso en la geopoltica mundial (los BRICS).La constatacin de la existencia de crisis recurrentes es un elemento fundamental en el anlisis crtico del capitalismo, pero no debe confundirse con las presunciones vulgares de supuestas crisis sin salida, o con la subestimacin de la capacidad del sistema social para regenerarse y relanzar la acumulacin sobre nuevas bases. Todo depende de la lucha. Y a este respecto, es importante advertir que asistimos, desde 2011, a una situacin internacional de crecientes movilizaciones sociales. La primavera rabe ha abierto un largo proceso de movilizacin y transformacin; en Europa se producen las manifestaciones de los indignados, en conjunto con procesos de huelgas y luchas contralaspolticas de austeridad; el occupy Wall Street se extendi por los EE.UU., moviliz a los estudiantes chilenos y de Quebec y reuni a multitudesen lascallesde Turqua y Brasil.En algunos casos, y enregiones clave del planeta, los levantamientos populares derrotan regmenes, cambianla correlacin de fuerzas y reconfiguran el orden regional.Enel norte de frica y Oriente Medio los procesos revolucionarios permanecen inconclusos, en situaciones muy complejas, amenazados tanto por la dominacin imperialista, como por el fundamentalismo islmico vinculado a las burguesas locales.3. Con luchas, insurrecciones y algunas victorias parciales contralaspolticas neoliberales de principios de siglo XXI, los pueblos de Amrica Latina fueron protagonistas de enfrentamientos contra el imperialismo, dando inicio en Venezuela a un proceso de cambio que instal a nivel de masas, al menos en el aspecto ideolgico, la cuestin del socialismo. El ciclo de luchas latinoamericano dio lugar a gobiernos con caractersticas anti-imperialistas (Venezuela y, en menor medida, Bolivia), que cuestionaron la lgica de la divisin internacional del trabajoenla regin. El proceso de ruptura en estos pases cuestion el uso de los recursos naturales y la mercantilizacin de los bienes comunes, aunque no exento de vacilaciones y contradicciones. La nacionalizacin del petrleo (Venezuela) y del gas y el agua (Bolivia), permiti abrir una brecha paralaspolticas sociales y la redistribucin del ingreso. Al mismo tiempo estos gobiernos desarrollaron una poltica exterior de mayor independencia de la regin, como lo muestra el ALBA, que tambin contribuy a rescatar a Cuba del aislamiento impuesto por EEUU. Ms all de la capacidad o no de estos procesos para radicalizarse, y de las limitaciones que han manifestado en los ltimos tiempos, no podemos dejar de tener en cuenta el rol poltico progresivo que estos gobiernos desempearon en el actual periodo de recomposicin de una perspectiva de cambio social. Por todo esto, la regin sigue siendo un objetivo importante de los EE.UU. que, a modo de advertencia, reactiv la Cuarta Flotaenel Atlntico Sur, promoviendo golpes de EstadoenHonduras y Paraguay a partir de conspiraciones y artilugios institucionales, y otros intentos msenpases del ALBA.4. Nuestro pas se encuentra frente a un impacto relativamente reducido de la crisis internacional, pero tambin frente a un marcado agotamiento del ciclo de acumulacin pos-convertibilidad. Surgido en una etapa marcada por la crisis de hegemona de 2001, el kirchnerismo supo articular algunos elementos que lo proyectaron como una experiencia poltica de largo aliento: trab compromisos estratgicos con el desarrollo del agro-negocio y de un modelo extractivo en el marco de un modelo neo-desarrollista que desvi parte de la renta agraria para el estmulo de algunas industrias locales, a la vez que otorg ciertas concesiones sociales y democrticas a los sectores populares. Medidas, estas ltimas, con rasgos progresivos que consiguieron cautivar a vastos sectores de la poblacin, de las organizaciones populares y las sensibilidades de izquierda. Tal como lo demuestra la experiencia del peronismo y el desencuentro histrico entre la clase trabajadora y la cultura y la poltica de la izquierda marxista en nuestro pas, un fenmeno poltico de esta naturaleza, populista o nacionalista, signific siempre un importante desafo para la izquierda anticapitalista y su capacidad de interpelacin real a los sectores populares.Asistimos a la declinacin de la etapa caracterizada por un alto crecimiento econmico y una dosis no insignificante de concesiones sociales y democrticas. Avanzamos hacia una nueva situacin poltica, probablementems compleja, con ms luchas y menor capacidad por parte del Estado de contener polticamente la lucha social. Ms all de que es probable que el Gobierno sea sucedido por sectores que propongan una continuidad con cambios (Scioli o Massa) y aun cuando no est planteado un regreso a polticas de ajuste neoliberal clsicas, las caractersticas ms independientes del kirchnerismo que le permitieron restablecer y conservar la gobernabilidad capitalista se estn progresivamente apagando. Aunque probablemente se recurra a una nueva apelacin a medidas de impacto popular para enfrentar el reciente retroceso electoral, es visible que la tendencia general de la poltica gubernamental es hacia la moderacin y la incorporacin de demandas de la derecha. Estos lmites del neo-desarrollismo, que se evidencian progresivamente, ensanchan el campo para el crecimiento de la izquierda radical y anticapitalista.5. El auspicioso crecimiento electoral de la izquierda en los recientes comicios modifica parcialmente las coordenadas polticas bsicas del conjunto del espectro anticapitalista.Con una performance destacable de parte de la mayora de laslistas de izquierda, el gran capitalizador del proceso fue el sector de la izquierda tradicional organizado en torno al FIT, que obtuvo varias bancas parlamentarias en diversos distritos, mientras que el resto de las expresiones de izquierda -aun con buenos rendimientos- no trascendieron los mbitos locales.Adems de la virtud de una referencia unificada a escala nacional, e instalada a fuerza de varias dcadas de intervencin electoral, el resultado conseguido por la izquierda tradicional fue facilitado por el acierto de organizar su campaa electoral en torno a reivindicaciones sentidas por los sectores populares, superando el declaracionismo abstracto y el maximalismo caracterstico de estas corrientes. Dicho xitono desmiente, sin embargo, las limitaciones estructurales que conservan sus fuerzas integrantes para desarrollar una insercin genuina en el movimiento de masas. Ms bien, el resultado expresa una virtud para detentar la referencia de izquierda,en una coyuntura signada por el xodo de votantes desencantados por el kirchnerismo y las diluidas variantes progresistas; y ante la ausencia de una propuesta unificada a nivel nacional del archipilago de experiencias que constituyen el todava difuso mbito de la nueva izquierda.Por otra parte, este rendimiento electoral muestra que la cultura de izquierda en el pas es amplia y persistente, y que bien pudiera aflorar como un actor poltico de relevancia si fuera capaz de dotarse de instrumentos organizativos y polticos flexibles para ensanchar su convocatoria e interpelar a sectores sociales ms amplios, lo que nosotros definimos como un movimiento nacional, democrtico, popular, de carcter claramente anticapitalista. Se le ha presentado a la izquierda la posibilidad histrica de impulsar un gran movimiento de masas independiente del kirchnerismo, pero para eso es necesario que supere sus histricos rasgos sectarios y auto-proclamatorios. Saludablemente, la izquierda militante de nuestro pas desde hace tiempo no se reduce a las organizaciones partidarias tradicionales. Desde hace ms de una dcada asistimos a un lento y molecular proceso de recomposicin poltica de las clases subalternas que tuvo una de sus manifestaciones en un conjunto de experiencias organizativas de la izquierda social e independiente que se desarrollaron al margen de los partidos de la izquierda tradicional.Esta nueva izquierda est actualmente avanzando en mayores marcos de unidad y proyectndose hacia la lucha poltica. Estos avances, sin embargo, son todava insuficientes, lo cual debe llamarnos a la reflexin y autocrtica. Debemos alentar estos procesos de politizacin y convergencia, con la expectativa de que sean el embrin de un amplio movimiento poltico democrtico, anti-imperialista y anticapitalista, donde puedan convivir diferentes tendencias, sensibilidades y tradiciones polticas, abierto al debate pluralista y a la intervencin unitaria. Es una tarea central de la actual etapa la de aportar a la construccin de una referencia poltico-electoral que instaure una referencia anticapitalista con perspectiva de poltica de masas, acorde a las nuevas necesidades que se imponen para la acumulacin de fuerzas.6. La denominada nueva izquierda no constituye una unidad poltica sino un campo inestable de fuerzas en proceso abierto de conformacin. Se trata, en todo caso, del nombre de un trayecto comn que fue produciendo rasgos compartidos: el de apostar a convertir a la militancia social desarrollada durante el ltimo periodo en el embrin de una nueva experiencia poltica que pudiera renovar el proyecto emancipatorio.La primera fase de ascenso de las luchas, iniciada a fines del siglo pasado, debi lidiar con un contexto marcado por el ms amplio desarme poltico y organizativo de los sectores populares, producto de la derrota histrica que sufri la clase trabajadora en las ltimas dcadas de contra-ofensiva neoliberal. En tal etapa, el surgimiento de las luchas sociales ms elementales, de movimientos reivindicativos sin mayor elaboracin programtica, constituyeron una genuina forma de lucha poltica para un momento en que lo prioritario pasaba por la regeneracin del tejido social y organizativo, precondicin para una posible reconstruccin poltica del movimiento socialista. El medio que se encontr para empezar a proyectar polticamente a las nuevas experiencias organizativas y profundizar la recomposicin poltica popular pasaba por generar relaciones horizontales entre las nuevas agrupaciones sectoriales, corrientes multisectoriales con fuertes rasgos federativos que procuraban respetar el tiempo y el protagonismo del conjunto de la militancia de base. Este proceso constituy un momento precioso en el proceso de recomposicin organizativa del sujeto popular. Sin embargo, en las puertas de una nueva situacin poltica, es importante reconocer la insuficiencia de estas formas organizativas para enfrentar las tareas de la prxima etapa. En lugar de fetichizar las actuales formaciones organizativas, creyendo que nos encontramos frente a la forma poltica finalmente encontrada, tenemos que entenderlas como una etapa valiosa que permiti preparar las siguientes. En ciertos momentos, el medio para defender la acumulacin poltica construida no pasa por preservar los instrumentos construidos, sino por forjar las nuevas organizaciones que sean eficaces para afrontar las tareas del momento. Actualmente, debemos superar las coordinaciones polticas federativas en dos sentidos complementarios. Por un lado hacia convergencias amplias de carcter ms poltico, que sobre la base de la multiplicidad de experiencias, sensibilidades y tradiciones, puedan instituir un bloque social y poltico contra-hegemnico, con capacidad de intervencin dinmica y unitaria. Por otro lado, hacia corrientes polticas revolucionarias, con un mayor grado de homogeneidad y centralizacin poltica, que cumplan la funcin de referencias poltico-ideolgicas, con capacidad de intervencin poltica y reflexin estratgica.Es polticamente decisivo incorporar de forma sistemtica en nuestras agendas la cuestin de la unidad poltica genuina, transformando la cultura de las izquierdas y pasando de los inslitos niveles de fragmentacin e infinidad de siglas existentes inaccesibles a la comprensin popular, a formas creativas y maduras de integracin poltica. Apostamos entonces, a iniciar colectivamente un proceso de sntesis poltica que nos contenga y nos trascienda a la vez.La centralizacin no es una determinacin administrativa, sino un proceso orgnico por el cual se concentran energas, se hacen experiencias comunes, se delibera de conjunto, se decide y se revisan las decisiones segn mecanismos democrticos. Las coordenadas metodolgicas sobre las que deberan fundarse una nueva corriente poltica deben partir de una fuerte sensibilidad hacia la cuestin democrtica, el respeto a la autonoma de los organismos de masas, la superacin de todo monolitismo ideolgico y la apertura a un amplio pluralismo poltico.7. La actual etapa exige empezar a visibilizar una alternativa poltica de los de abajo, una izquierda nueva, no dogmtica, comprometida con las luchas sociales, donde se avance en la actuacin en el campo electoral e institucional pero al servicio de la auto-organizacin y la movilizacin social. Una alternativa de estas caractersticas solo puede surgir de la convergencia de varias experiencias organizativas y de distintas tradiciones, que pueda dar lugar a un frente social y poltico persistente. La necesidad de impulsar un reagrupamiento de estas caractersticas no reemplaza, sino que por el contrario refuerza, la necesidad de construir una organizacin poltica revolucionaria que sea digna de nuestra poca. Una corriente anticapitalista formada en un marxismo crtico y abierto, feminista, ecosocialista, libertario, latinoamericano e internacionalista que pueda tambin dialogar e integrar los mejores aportes provenientes del nacionalismo revolucionario, el indigenismo, el ecologismo radical y los nuevos movimientos sociales.No pretendemos establecer las bases ideolgicas de una nueva construccin poltica en unprograma completo, en una concepcin del mundo homognea o en un acuerdo estricto sobre todos los aspectos de la estrategia revolucionaria. Ms bien, necesitamos dar lugar a una compresin comn de los grandes eventos histricos, la etapa poltica y las tareas correspondientes, a partir de un proceso de intercambio sincero y de debates transparentes. Es decir, los rasgos esenciales de una orientacin poltica y una estrategia, aunque deje abiertos algunos trminos que no son decisivos en el actual periodo.8. Sin la pretensin ingenua de construir islas de comunismo en el seno de la sociedad burguesa, apostamos a que nuestras construcciones prefiguren la sociedad que anhelamos, en la lnea del Marx que consideraba a los sindicatos como escuelas de socialismo. Es decir, desarrollar experiencias de anticipacin social y poltica en tanto momentos del empoderamiento de las clases subalternas, de transformacin subjetiva y organizativa de las mismas, de visibilizacin material de las posibilidades de organizar sobre nuevas bases los diferentes aspectos de la produccin y reproduccin de la vida social. Esto es lo que nosotros denominamos construccin de poder popular y de nuevas subjetividades. El desarrollo de una cultura socialista, las prcticas moleculares anti-burocrticas, la politizacin de la vida cotidiana no reemplazan las luchas estrictamente polticas, pero s son su condicin y reaseguro.9. El replanteo radical de las cuestiones metodolgicas se torna fundamental para la reconstruccin de una estrategia anticapitalista que rescate a las aspiraciones libertarias e igualitarias del socialismo de las experiencias burocrticas que se arrogaron su nombre en el pasado. La cuestin democrtica constituye el hilo conductor de cualquier tentativo proyecto de emancipacin. A su vez, el anhelo por construir una nueva cultura poltica intenta dar respuesta a una problemtica de largo aliento para la militancia socialista: la ruptura y fragmentacin creciente de sus organizaciones sin grandes fundamentos poltico tericos.Las prcticas sectarias y auto-proclamatorias de la izquierda tradicional tienen fundamentos tericos y programticos de fondo. Se vinculan con una concepcin del papel de la organizacin poltica y de las tareas de vanguardia, en relacin a cierta caracterizacin sobre la declinacin del capitalismo, que minimiza las cuestiones relativas a fortalecer los organismos de masas y prioriza la disputa por la direccin. Esta concepcin encierra una relacin partido/clase que conduce a la instrumentalizacin de las demandas reivindicativas y de los mbitos autnomos de los sectores populares. La prioridad, a fin de cuentas, est colocada en la acumulacin partidaria de un modo absoluto, en detrimento de la unidad y la organizacin del movimiento popular. La pretensin de cada grupo pasa, entonces, por convertirse en una vanguardia efectiva de las masas a partir de destruir polticamente al resto de las corrientes que compiten por el mismo objetivo. Esto suele convertir a la militancia de izquierda en una interminable interna entre las diferentes organizaciones, llegando a apelar a mtodos brutales, en la disputa por el pequeo activismo que los rodea, el cual habitualmente se siente expulsado de la vida gremial y poltica por estos mismos mtodos. No pretendemos desconocer ingenuamente la necesaria lucha poltica e ideolgica entre tendencias, aspecto irreductible que empieza por el enfrentamiento contra los sectores burgueses y burocrticos, sino que apostamos a fundarla sobre mtodos que no destruyan los mbitos unitarios y la construccin conjunta. Mientras algunos grupos reducen la nocin de frente nico a luchas defensivas y a momentos excepcionales, nosotros aspiramos a recrear esta idea en clave constructiva y ampliarla a las tareas de acumulacin social y cambio cultural en los sectores populares. La izquierda tradicional se ha caracterizado por subestimar las cuestiones metodolgicas recurriendo a la remanida expresin: lo que importa es la poltica. Pasa inadvertido para esas posiciones que, por ejemplo, traicionan el pensamiento del propio Marx, quien se detena a considerar a la Comuna de Pars como la forma poltica finalmente encontrada para la emancipacin econmica del trabajo. Es decir, Marx identificaba la articulacin orgnica entre cierto contenido (la emancipacin de la clase obrera) y algunas formas especficas (la Comuna, un rgimen poltico basado en rganos de auto-organizacin de la clase obrera, con altos niveles de participacin directa).La relevancia de replantear a fondo las cuestiones metodolgicas responde, entonces, a la necesidad estratgica de propiciar la construccin de espacios orgnicos de frente nico sostenidos en el tiempo. Debemos estar atentos a la reproduccin de estas prcticas y metodologas en nuestras propias experiencias. Construir una nueva cultura militante es fundamental para superar la fragmentacin y avanzar hacia reagrupamientos superiores y ms efectivos. Sin nuevas formas de construccin se va a volver ms difcil dar lugar a nuevas sntesis polticas entre las diferentes expresiones organizativas y tradiciones terico-ideolgicas que estamos comprometidas con la renovacin de la izquierda en nuestro pas.10. Para el desarrollo de una perspectiva socialista y democrtica ser vital que la clase trabajadora asuma un rol hegemnico capaz de organizar una fuerza social emancipatoria que agrupe a un conjunto de fuerzas populares y sectores sociales. Esta centralidad de la clase trabajadora la entendemos por fuera de cualquier concepcin apriorista o esencialista del sujeto social. La hegemona que emana de la lgica de produccin y reproduccin del capital no ha dejado de ser vertebrante de nuestro ser social, si bien no explica la totalidad de las relaciones de poder que atraviesan a los mltiples sujetos sociales. Los conflictos en torno a las cuestiones de gnero, ambientales, de identidades sexuales, tnicas o nacionales precisan, por su parte, de una vocacin militante regida por objetivos y prioridades particulares, pues no son reductibles, no se superponen ni se subsumen en la contradiccin capital-trabajo, pero a la vez estn ntimamente vinculados y funcionalizados por los mecanismos actuales de apropiacin del capital y explotacin del trabajo. Una perspectiva emancipatoria debe colocar en un lugar central la lucha contra la opresin de la mujer y los gneros. El htero-patriarcado es un sistema de dominacin que atraviesa los diferentes modos de produccin a lo largo de la historia y no se reduce, por tanto, a mera manifestacin particular de la contradiccin de clase. Pero el capitalismo no se limita a reproducir una opresin milenaria sino que la resignifica de acuerdo a sus propias necesidades, dndole un tono particular. Necesitamos construir un feminismo socialista y complejo, que pueda articularse con la lucha anticapitalista sin indistinguirse, que pueda dar un combate a fondo contra el patriarcado en todas sus manifestaciones, sin aislarse ni sectarizarse.11. Por sus propios medios, el capitalismo conduce a la destruccin creciente de la naturaleza. Esto se manifiesta en la polucin ambiental, el calentamiento global, la prdida de la biodiversidad, etc. Por esto mismo la lucha por el socialismo en nuestros das requiere plantearnos no solo desarrollar fuerzas sociales productivas sino desarrollarlas en otra direccin. Muchas de las fuerzas productivas creadas por el capitalismo son en realidad fuerzas destructivas de la naturaleza y de la sociedad, tales como la dinmica que tiene la industria del automvil, la industria de armamentos, de plsticos para embalaje y publicidad, de formas extractivas contaminantes que arrasan tierras y comunidades. Este desarrollo capitalista se sostiene en un supuesto crecimiento infinito que se contradice con la base material limitada de recursos naturales. De profundizarse esta tendencia, el capitalismo conducir a nuevas catstrofes ecolgicas. Algunos sectores de las clases dominantes han tomado nota de estos problemas, lo que se refleja en la popularizacin de los temas ambientales y en acuerdos diplomticos. Sin embargo las resoluciones de los organismos internacionales se quedan en el papel. La principal potencia econmica militar del planeta sigue rechazando los acuerdos para limitar la emisin de gases (Tratado de Kioto). En la Argentina se concede la urgencia del tema al mismo tiempo que se promueve desde los gobiernos la inversin destinada a la extraccin de recursos naturales con mtodos devastadores del entorno y las comunidades (fracking por ejemplo). En los aos recientes han surgido fuertes resistencias en las provincias a estos proyectos, siendo el ms conocido el movimiento triunfante en la localidad de Famatina en La Rioja, que se suma al tambin emblemtico caso de Esquel en Chubut. Luchas similares se estn dando en distintos puntos del pas. La produccin de soja con base en el uso de fertilizantes txicos vendidos por la multinacional Monsanto presenta otro frente de lucha en curso de grandes dimensiones. En funcin de la perspectiva ecosocialista que defendemos, debemos promover la resistencia a estos proyectos, pero tambin fomentar la alianza entre la movilizacin ecolgica con los dems movimientos, especialmente con el movimiento obrero, todava bastante anclado en una concepcin corporativa industrialista.12. Es posible que las situaciones de agudas crisis social y poltica que se desenvuelven en varios lugares del mundo, susciten importantes procesos de movilizacin social pero que no lleguen romper con las instituciones capitalistas ni a forjar una alternativa revolucionaria con peso de masas. Estas situaciones pueden conducir a la emergencia de fenmenos gubernamentales complejos, intermedios, irreductibles a la categorizacin clsica del bonapartismo, en situaciones donde la burguesa no puede seguir controlando el poder poltico, pero tampoco los sectores populares logran una ruptura decisiva con el estado burgus. Los casos de Venezuela y Bolivia, as como un posible gobierno de izquierdas encabezado por Syriza en Grecia, sirven de ejemplo de procesos de auge de masas que son hegemonizados por direcciones reformistas que, pese a sus limitaciones y vacilaciones, pueden servir en mayor o menor medida para apuntalar los crecientes conflictos de clase y la participacin popular. Se trata de gobiernos nacionalistas o reformistas de izquierda que instauran una ruptura, aunque parcial, con el imperialismo. Durante su exilio latinoamericano, Trotsky dio algunas indicaciones polticas y tcticas a propsito del gobierno de Lzaro Crdenas en Mxico en los aos treinta o del APRA en Per. Estos gobiernos que se oponan al imperialismo deban ser apoyados en esa lucha, pero conservando a su vez una estricta independencia poltica frente a sus direcciones. Son necesarias la independencia programtica y la iniciativa organizativa puesto que al interior del campo anti-imperialista se da una lucha entre revolucionarios, reformistas, nacionalistas, donde se dirime en buena medida el desenlace de estos procesos.En experiencias de esta naturaleza, se hace evidente la improcedencia del vanguardismo sectario que acomete directamente contra los gobiernos reformistas, desprendindose del desarrollo subjetivo de los sectores populares. Se torna prioritario all acompaar la experiencia poltica de las masas, participar de instancias de frentes nico anti-imperialista, oponerse a los embates golpistas de las derechas y apuntalar cualquier tendencia que permita radicalizar el proceso poltico. En Venezuela, por caso, no se puede hacer poltica revolucionaria sin comprender esa dialctica y por eso las pequeas organizaciones venezolanas vinculadas a la izquierda sectaria local cumplen un papel directamente regresivo. Sin embargo, para el desarrollo de una poltica emancipatoria resulta tan ineficaz el sectarismo vanguardista como la adaptacin y el seguidismo hacia las direcciones reformistas o nacionalistas. La necesidad de una delimitacin estratgica respecto del reformismo y el nacionalismo hace a un debate fundamental para la izquierda latinoamericana. Dicha independencia es decisiva para apuntalar la movilizacin autnoma de las masas y el desarrollo de organismos de poder popular, en la perspectiva de sedimentar las condiciones para una ruptura decisiva con el rgimen burgus. No se trata solamente de no sectarizarse frente al desarrollo subjetivo de los sectores populares, apoyando y apostando a profundizar los mejores elementos del proceso poltico, sino tambin de construir organismos de masas con capacidad de radicalizar el proceso ms all de los lmites de la poltica gubernamental (y contra ella, cuando fuera necesario). Reconocer que entre los nuevos gobiernos y los movimientos populares se ha trabado, en los mejores momentos, una dialctica abierta y progresiva no justifica que el socialismo desde abajo que pregonamos se detenga ante las razones de Estado de los gobiernos reformistas.13. Un balance de las experiencias populares latinoamericanas que evite las tentaciones simtricas del sectarismo y la adaptacin populista, es decisiva para situar una estrategia socialista en nuestras condiciones sociales y polticas nacionales. En buena parte de los nuevos movimientos sociales y polticos se tiende a proyectar abusivamente las caractersticas del proceso bolivariano y se insta, por tanto, a empalmar inmediatamente con sectores nacionalistas o reformistas, sobre todo provenientes del kirchnerismo (o, en su defecto, tambin de la centro-izquierda no kirchnerista, como la CTA).Es importante partir del reconocimiento de que una poltica de masas no puede basar su marco de alianzas solamente en la demarcacin ideolgica o programtica, y que es necesario alentar y acompaar los eventuales intentos de radicalizacin de sectores vinculados al bloque dominante. Es insoslayable reconocer que una fuerza de masas anticapitalista incluir elementos provenientes del nacionalismo revolucionario y el reformismo, perono se debe olvidar que la constitucin de una fuerza social y poltica emancipatoria en las condiciones nacionales precisa actualmente de otras mediaciones.La hiptesis que apuesta a desarrollar, en base a rupturas del kirchnerismo o junto con las corrientes reformistas, una alternativa de poder en un horizonte de corto plazo, pierde de vista la magnitud de la tarea y la distribucin de las relaciones de fuerzas en la superestructura argentina, exponindose a serios riesgos de seguidismo y exageradas expectativas en los sectores organizados delreformismo, con el consecuente peligro de adaptacin al rgimen a travs de su expresin progresista.En nuestra coyuntura, la izquierda anticapitalista debe fortalecerse, con amplitud y sin sectarismo, como tendenciaque intervenga en la vida poltica nacional, que marque posiciones y proyecte alternativas de poder, sin aislarse de los elementos progresivos presentes en los procesos existentes. En relacin al kichnerismo, corresponde apoyar de manera crtica las medidas que representen concesiones a las demandas populares, pero denunciando siempre el carcter global capitalista dependiente del gobierno y planteando la necesidad de otro camino.En ese sentido, no es exactamente la constitucin de unaopcin de masas (al estilo venezolano o boliviano) la tarea inmediata que se haya planteada en el escenario actual, sino la de una referencia poltica nacional con capacidad crtica que permita acumular posiciones polticas y desarrollos organizativos, e impulsar la apropiacin en los sectores populares de una alternativa de poder.Es a partir de un tal polo poltico, hoy inexistente, que podemos pensar en tcticas de interpelacin a los elementos organizados y militantes de la base social del kirchnerismo y las corrientes reformistas radicales en el perodo que se abre.Confundir la tarea, y descuidarla en busca de un atajo demasiado prematuro puede tener como corolario la adaptacin a las expresiones polticas existentes.14. Proponerse construir una corriente poltica anti-capitalista supone asumir una cierta concepcin de la relacin entre lo social y lo poltico, temtica presente y debatida durante el ltimo ciclo de luchas, de la mano de los nuevos movimientos sociales. La relacin entre partidos u organizaciones polticas, con los sindicatos y movimientos sociales es una problemtica de largo aliento en la tradicin socialista. Para nosotros, el punto de partida es reconocer que durante las ltimas dcadas se ha producido una ampliacin y diversificacin de los puntos de conflicto y lucha contra el capital. Este fenmeno responde a una tendencia de fondo, esto es, la creciente complejidad de las sociedades contemporneas y la pluralidad de los mbitos sociales, irreductibles a las grandes sntesis a priori. En segundo lugar, hay que superar la supuesta divisin rgida de tareas entre lo social y lo poltico: los movimientos sociales tambin producen politizacin, por ejemplo cuando el movimiento feminista pone en cuestin las relaciones personales y la divisin sexual del trabajo. Y las organizaciones polticas, a menos que pretendan reducirse a una herramienta meramente super-estructural o a una maquinaria electoral, deben enraizarse en las luchas y los movimientos sociales. Por otra parte, hay que reconocer la multiplicidad y complementariedad de las organizaciones de las clases subalternas, que cuentan con niveles autnomos, irreductibles a la verticalizacin y uniformizacin partidaria. Las organizaciones polticas deben respetar la autonoma del movimiento social, sin confundirse o identificarse con l, defendiendo sus tiempos y sus mecanismos democrticos. Pero a su vez, no se puede desconocer la irreductibilidad de la lucha poltica, que no es una mera continuacin de la lucha social sino que cuenta con una lgica y mecnica propia. La indistincin o fusin de lo social y lo poltico bien puede llevar, ms all de la pretendida intencin democrtica, a despolitizar lo poltico y/o a sobreideologizar lo social. Por su parte, las formas de proyectarse polticamente puede admitir muchas formas, dinmicas, flexibles, cambiantes. Sin idealizar ni fetichizar ningn modelo organizativo, debemos manejar una amplia ductilidad organizativa que permita incorporar, en la actual etapa, a las nuevas camadas de activistas y a los movimientos sociales a la construccin de un nuevo sujeto poltico. La construccin de una alternativa poltica anticapitalista va a requerir tanto de formas flexibles, amplias, democrticas, como de corrientes ideolgicas, capaces de intervenir polticamente y reflexionar en trminos estratgicos y programticos.15. Para poder llevar a la prctica las tareas y la orientacin que aqu empezamos a delinear, la apuesta que hacemos es la de iniciar un camino de unificacin con organizaciones hermanas y lanzar este proceso de construccin de una nueva organizacin poltica que enfrente los desafos de nuestra poca, convocando a otras organizaciones, corrientes y militantes para, con nosotros, tornarse protagonistas de esta iniciativa: la construccin de una organizacin revolucionaria que est a la altura de nuestros sueos.