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 V Congreso “Católicos y Vida Pública”. “¿Qué cultura?” Mesa 4 C. La industria cultural. Fundación Universitaria San Pablo - CEU. Madrid, 14, 15 y 16 de noviembre de 2003. Mini manual del activista cultural. Por José Ignacio Echániz Valiente (Madrid) y Fernando José Vaquero Oroquieta (Pamplona) 1. Introducción. Es bastante común encontrar, también en ambientes católicos, a un tipo humano especialmente consciente de las implicaciones y repercusiones del “mundo de las ideas” en la vida cotidiana, muy motivado por estas cuestiones y, derivado de ello, impulsor de concretas iniciativas culturale s. Este parti cul ar gr upo de activ ist as est á int egrad o, de for ma no pl ani fic ada, por per sonas, en muc has ocasi ones, autod ida ct as, y que no han seguido unos cauces orgánicos o un itinerario específico que “cultive” esta vocación especial. Aparentemente dis per sos, forman una inter esa nte  constelación  human a inte gr ad a por si mpat ía s, afinidades, preferencias, gustos comunes, etc. y también, por rivalidades, malentendidos y prejuicio s, “capillas ”... La llamada industria cultural, en la actualidad, se encuentra en manos de grandes entidades, ya públicas o privadas, que aparentemente controlan ese “flujo” misterioso de las ideas hacia la sociedad y vicev ersa. Y, en realidad, lo control an, lo propician e, incluso, lo determinan en su mayor parte. Pero en su  periferia  se dese nvue lven acti vist as que también trabajan en el mundo de la cultura -ya fuera de esas entidades, incluso a veces en su seno- y que son capaces de influir, facilitar, presentar o proponer, otras alternativas filosóficas y vitales en determinados ámbitos sociales y humanos. En resumen: el activista cultural es a la industria cultural, lo que el guerrillero a la guerra convencional. Otras tácticas, otra perspectiva, otra motivación, otros medios, otros recursos… y unos mismos objetivos: ganar una peculiar “guerra”, es decir, facilitar que el influjo de determinadas corrientes de pensamiento y “valores” sustente comportamientos individuales y sociales. En esta comuni caci ón no vamo s a sent ar “doc trin a”. Tamp oco pre tend e ser una comunicación “técnica”. Por el contrario, aspir amo s a resumir alg unas experiencias y ens anzas que hemos adquiri do al cab o de uno s cuantos os de dedic aci ón a est a part icul ar voc ació n que nos moti va e ilus iona . Tampoco pr eten de ser un “vad emec um” exhaustivo; una guía total. Pero sí, proporcionar pistas seguras, líneas de trabajo, algunas

Manual Del Activista Cultural

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La cultura como espacio para construir ciudadania y democracia. Se incentiva la participacion comunitaria en la solucion de los problemas cotidianos.

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  • V Congreso Catlicos y Vida Pblica.Qu cultura?

    Mesa 4 C. La industria cultural.Fundacin Universitaria San Pablo - CEU.Madrid, 14, 15 y 16 de noviembre de 2003.

    Mini manual del activista cultural.

    Por Jos Ignacio Echniz Valiente (Madrid) y FernandoJos Vaquero Oroquieta (Pamplona)

    1. Introduccin.Es bastante comn encontrar, tambin en ambientes catlicos, a un tipo humano

    especialmente consciente de las implicaciones y repercusiones del mundo de las ideasen la vida cotidiana, muy motivado por estas cuestiones y, derivado de ello, impulsor deconcretas iniciativas culturales.

    Este particular grupo de activistas est integrado, de forma no planificada, porpersonas, en muchas ocasiones, autodidactas, y que no han seguido unos caucesorgnicos o un itinerario especfico que cultive esta vocacin especial. Aparentementedispersos, forman una interesante constelacin humana integrada por simpatas,afinidades, preferencias, gustos comunes, etc. y tambin, por rivalidades, malentendidos yprejuicios, capillas...

    La llamada industria cultural, en la actualidad, se encuentra en manos de grandesentidades, ya pblicas o privadas, que aparentemente controlan ese flujo misterioso delas ideas hacia la sociedad y viceversa. Y, en realidad, lo controlan, lo propician e, incluso,lo determinan en su mayor parte. Pero en su periferia se desenvuelven activistas quetambin trabajan en el mundo de la cultura -ya fuera de esas entidades, incluso a veces ensu seno- y que son capaces de influir, facilitar, presentar o proponer, otras alternativasfilosficas y vitales en determinados mbitos sociales y humanos.

    En resumen: el activista cultural es a la industria cultural, lo que el guerrillero a laguerra convencional. Otras tcticas, otra perspectiva, otra motivacin, otros medios, otrosrecursos y unos mismos objetivos: ganar una peculiar guerra, es decir, facilitar que elinflujo de determinadas corrientes de pensamiento y valores sustente comportamientosindividuales y sociales.

    En esta comunicacin no vamos a sentar doctrina. Tampoco pretende ser unacomunicacin tcnica. Por el contrario, aspiramos a resumir algunas experiencias yenseanzas que hemos adquirido al cabo de unos cuantos aos de dedicacin a estaparticular vocacin que nos motiva e ilusiona. Tampoco pretende ser un vademecumexhaustivo; una gua total. Pero s, proporcionar pistas seguras, lneas de trabajo, algunas

  • sugerencias certeras...Pero empecemos por el principio. Dnde encontramos al activista cultural? Es

    fcilmente identificable?

  • 2. El francotirador y el grupo.Durante muchos aos, este tipo humano generalmente- era un clrigo. Muchos

    sacerdotes santos y numerossimos religiosos desarrollaron un apostolado extraordinarioen el entorno de la cultura de su tiempo, promoviendo iniciativas de todo tipo: docencia einvestigacin (pensamiento y ciencias experimentales), implantacin de colegios,asociaciones culturales, excursionistas, folklricas, artesanas, etc. En la actualidad, sonlos laicos los que han tomado, en muchos casos, el relevo, con una notable diferencia: elEstado del bienestar se ha apropiado de buena parte de ese espacio del desarrollo moralde la persona, tomando como misin esa promocin y accin culturales, tanto desde losentes locales, como autonmicos y estatales. Esa es una de las primeras conclusionesque la sociedad actual debe hacer propia: la Iglesia catlica ha asumido e impulsado,durante siglos, actividades culturales de todo tipo, ante las lagunas existentes en esasrespectivas pocas; naciendo este impulso en los dos ltimos siglos- de la novedosaDoctrina Social de la Iglesia y de la larga trayectoria eclesial de potenciacin de lossaberes humanos y las capacidades individuales y colectivas. Esa genialidad de la Iglesiano puede sustraerse de la verdad de la historia. Pero, aunque no lo sea, de nada servir anuestros contemporneos si no sigue siendo posibilidad de renovacin humana yrevitalizacin cultural y social.

    Esa es una de las grandes novedades del catolicismo: la capacidad de creacin deuna cultura y un juicio crtico que nacen de la presencia terrenal y misteriosa de la propiaIglesia en su interaccin con los hombres y las realidades de cada poca.

    Pero hagamos un esfuerzo de concrecin y reflexionemos en torno a cuestionesms inmediatas y, aparentemente, menores.

    Hay que empezar definiendo a este tipo humano en la Espaa del ao 2003. Enprimer lugar hay que delimitar su figura con otras que pudieran confundrsele. No es unfilsofo. No es un creador de ideas. No es un docente. No es un investigador. Pero s esun poco filsofo, s difunde ideas, tambin investiga algo, incluso puede ensear.

    Un trmino muy utilizado en dcadas anteriores, y que puede asimilrsele dealguna manera al de este atpico activista, es el de propagandista: ya lo sea de unasideas, de ejercicios espirituales, de un estilo de vida. De una misin evangelizadora, enltima instancia.

    Y, en la actualidad, un trmino que en muchos sentidos se le puede asociar, es eldel animador socio-cultural que cultiva la pedagoga especializada.

    El activista cultural, al que nos referimos, tiene una particular sensibilidad frente lasideas que circulan en la sociedad, los movimientos de opinin, la fuerza de los mensajes,el impacto de los poderes terrenos en las conciencias, las grandes corrientes de lahistoria Por todo ello, considera que deben difundirse determinadas ideas, conceptos orealidades, que pueden alcanzar a las personas e incidir a travs de ellas en la mismasociedad y, as, transformar, un poquito, el mundo.

    Adems, y es su sello fundamental, es catlico sincero y firme.El activista cultural, al que aqu nos referimos, casi nunca vive de ello: trabaja en la

  • cultura de forma gratuita, generalmente. Adems, puede trabajar slo o en grupo. Sitrabaja slo, nos referimos as al llamado francotirador. Por su cuenta y riesgo, puedeimpulsar iniciativas muy concretas a partir de sus propios medios y recursos, o trabajar enel seno de determinadas entidades neutras, laicas, intentando ser fermento evanglicoentre extraos o indiferentes. En muchos de esos casos, en que trabaja dentro deorganizaciones ms amplias, tendr que ocultar su identidad cristiana, diluirla, buscarpuntos de encuentro con las identidades laicistas all predominantes y aportar propuestasque no sean rechazadas a priori por su excesivo catolicismo. No es imposible trabajar enesas circunstancias.

    Mltiples iniciativas admirables se han desarrollado en medios extraos, ajenos oindiferentes al catolicismo. Pero muchas son las dificultades, y crecientes, en la actualidad.Para conseguir frutos en ese clima seco y duro, sin duda, es imprescindible una condicinprevia que permita mantener el norte y empuje inicial: un entorno humano que le apoye,oriente y sostenga en la promocin de los valores propios. Y ese entorno puede ser unaparroquia, un movimiento, una estructura diocesana De no tener tales apoyos, suidentidad perder consistencia y su esfuerzo no trascender sus buenas intencionesDifcilmente mantendr plenamente la tensin y su identidad neta ante todas lasdificultades que encontrar con toda seguridad.

    Un grupo constituye la mejor alternativa para trabajar en el mundo de la cultura, dela difusin de las ideas, de los valores que proporcionan consistencia al cristiano y a losciudadanos. Difundir ideas es positivo, pero debern arraigar en personas concretas queprecisan un encuentro con el cristianismo; la posibilidad de proporcionarle su verdaderorostro. No se puede sembrar en el aire. Hace falta tierra y condiciones para que la siembrefructifique. Y el grupo puede encarnar, mejor que las personas aisladas, la Iglesia que atravs de esa accin cultural se ofrece a s misma como posibilidad redentora a cadapersona. Adems, el grupo reparte responsabilidades, divide el trabajo, facilita y suma losesfuerzos, respalda al activista, le proporciona un reposo.

    No todos los grupos culturales son iguales, y siempre acechan determinadosriesgos: capillismos, luchas intestinas, protagonismos exagerados Los grupos quenacen de un carisma eclesial concreto no eliminan la posibilidad de ese tipo de riesgos;pero los reducen considerablemente, al permitir que jueguen con mayor determinacinotros factores: la comn educacin en la fe y los valores humanos, la caridad entrehermanos, la autoridad ejercida legtimamente y aceptada con sabidura.

    Si el activista viene desarrollando su trabajo por su cuenta, difcilmente se integraren un grupo ms amplio. Pero ello no quiere decir que no se pueda aprovechar su acervoe impulso. En ese sentido, es conveniente ofertarle espacios y posibilidades decolaboracin. El francotirador puede promover y aportar muchas ideas y experiencias agrupos o personas que aspiran a una actuacin cultural determinada. Por afinidad oanaloga, podr realizar muchas aportaciones que, de no hacerlo, pudieran equivaler ameses -incluso aos- de experiencias no siempre satisfactorias.

  • 3. Caractersticas del activista cultural.Qu impulsa, en sus iniciativas, al activista? Una particular sensibilidad, una clara

    percepcin del impacto en los hombres de determinadas ideas y concepciones de la vida;la conciencia de que algunos terrenos del mundo de la cultura no estn cubiertos por laactividad diocesana o lo estn defectuosamente Difusin, promocin, son trminos queel activista maneja constantemente en sus acciones y juicios.

    Pero, ya trabaje slo o en grupo, sea ste catlico o no lo sea, siempre se requierenunas condiciones para sacar adelante incluso- el proyecto ms modesto: una idea, unosmedios materiales y personales, una financiacin, unos contactos que faciliten suelaboracin y desarrollo, una programacin.

    Pero no basta con lo anterior. Necesita tener una formacin cultural (que puede serautodidacta), capacidad de dilogo y don de gentes, un buen conocimiento de los recursosculturales pblicos y privados locales, una cierta disponibilidad de tiempo (el desarrollo demuchas gestiones requieren, ante todo, paciencia y tiempo). Y mucha voluntad, junto auna clara perspectiva a largo plazo.

    Quien se inicia en estas lides, tal vez al principio carezca de los contactos,habilidades y recursos imprescindibles para la accin cultural. Pero todo viene rodado sise trabaja con respeto al otro, paciencia, perspectiva de futuro, ganas de aprender.Muchas puertas se abrirn; otras nunca podr ser franqueadas. Y, sobre todo, hay queevitar entrar en rencillas y resquemores ajenos. Puede existir mucha rivalidad entrediversos agentes culturales; incluso dentro de una misma entidad. Neutralidad, discrecin,tacto, ausencia de contradicciones, transparencia...

    Y no olvidemos lo fundamental. Unas convicciones que no nacen del propioesfuerzo, del propio proyecto. Una vida que considera que, por mero agradecimiento y concelo misionero, debe transmitirse a los dems a travs de esas propuestas y accionesculturales.

  • 4. La accin cultural.Una idea, una intuicin Ese es el punto de partida de la accin cultural. Un autor

    de inters, una teora histrica, un libro que merece la pena difundir, una amistad que tepide difundir una experiencia, una tradicin que puede recuperarse o debe apoyarsePero hay que dar forma a esa intuicin mediante una programacin. Aunque seamnimamente, debe programarse, perfilarse esa idea, concretarse, buscar el vehculoadecuado para su difusin. Un calendario, unos cauces materiales, unos medios paradifundir la convocatoria, unos contactos personales o institucionales que permitan accederal entorno docente, poltico o de un autor muy concretos En este sentido, trabajar engrupo facilita un buen desarrollo de la accin cultural, aunque en este caso serimprescindible una actividad precisa: la coordinacin, para repartir trabajo, llegar a msmedios y recursos, evitar dispersin y duplicidades

    Sin ideas, no hay accin. Pero la accin por la accin no genera obra duradera. Ypara el cristiano constituye, la accin cultural, otro instrumento de evangelizacin. Elencuentro personal, mtodo fundamental en la historia de difusin del cristianismo, puedehacerse vida a travs de la accin cultural. Y cultura, tengmoslo presente, puede sercasi todo.

  • 5. Forma legal.El trabajo en grupo se articula, generalmente, bajo la frmula legal de la asociacin

    cultural. Exige unos sencillos requisitos mnimos: denominacin, acta de constitucin, unosestatutos, un domicilio social (que puede ser el de uno de los promotores), unos pocoslibros y unos cargos electos. Despus debern legalizarse y cumplimentarse esos librosde contabilidad, registro de socios y de actas. No exige un presupuesto econmicomnimo, salvo que se indique expresamente en los estatutos; y para la legalizacin ante elregistro correspondiente (Delegacin del Gobierno o Departamento o Consejera deInterior autonmico) se dan facilidades, proporcionando textos, modelos de actas yestatutos, en los diversos organismos y entidades. Tambin existen muchos recursosdocumentales en internet; caso de la completa webasociaciones. org.

    Otra frmula es la de la Fundacin; pero aqu se exige un cierto capital asignado aesos fines concretos y requiere algo ms de complejidad burocrtica a efectos fiscales.

    Para acceder a muchas ayudas y recursos gratuitos es imprescindible revestir unade ambas frmulas. Es ms sencillo y factible empezar con la de la asociacin. De contarcon la posibilidad de unos recursos econmicos amplios de procedencia privada, puedeplantearse la frmula de la fundacin.

    En el funcionamiento ordinario hay que ser fiel a los estatutos redactados y yaaprobados. Pero no hay que obsesionarse por ello. Los estatutos, los cargos, lasformalidades, estn al servicio de las gentes; no al revs. Deben entenderse como unaayuda, no como una dificultad.

  • 6. Aspectos formales: logotipo, empleo de internet, normalizacin e imagen.Toda asociacin grupal debe tener, sea su forma la de asociacin cultural o la de

    fundacin, un logo que la identifique grficamente, integrndolo en sus impresos ydocumentos normalizados, as como en la web que pueda disponer en internet;instrumento de comunicacin y escaparate que -hoy da- es imprescindible disponer.

    Como todo logotipo, debe reunir en poco espacio y escasas letras o caracteres,suficientes elementos grficos que lo asocien con los objetivos, nombre u orientacin de laentidad. En una sociedad de la imagen, no se puede prescindir de un aspecto que marcauna entidad y sus actuaciones futuras.

    Internet constituye un medio barato, accesible y cmodo, para la comunicacininterna, la externa, la oferta de documentacin de inters para la asociacin o el activistacultural, la difusin de actividades y propuestas, etc. A travs de una pgina personal, o dela asociacin, todo ello puede facilitarse, recurrindose a la enorme gama de recursosgratuitos disponibles en la red. Es conveniente, no obstante, contratar un dominio (.com,.es o .org) para cubrirse de garantas ante posibles ataques, denuncias falsas u otrasactuaciones malintencionadas que pretendan silenciar la web en cuestin. No obstante, laimportancia de internet debe matizarse. No debe olvidarse que una comunidad virtualnunca suplir las plenas exigencias de comunicacin, relacin social y actividad humanade las personas. En definitiva, internet debe ser un medio y no un fin o una excusa.

  • 7. Financiacin.Los recursos econmicos son imprescindibles. Pero, con dignidad, se pueden

    reducir gastos en determinadas actividades sencillas. As, el acceso a medios gratuitosaminora notablemente los gastos de determinadas convocatorias. Por ejemplo, para laarticulacin de una conferencia existen tres grandes captulos de gastos: difusin de laconvocatoria, acceso a una sala adecuada y, por ltimo, gratificacin al conferenciante. Decontarse con concretos recursos gratuitos, caso de la cesin gratuita de una sala pblicade conferencias (de una Ayuntamiento, entidad privada, etc.) mediante el correspondienteconvenio, los costes se abaratarn considerablemente. Tambin en determinadasocasiones se puede acceder a vas de difusin de la convocatoria de forma gratuita:breves comunicados en agendas de actividades de prensa escrita, radios y televisioneslocales, programaciones culturales peridicas, internet... Por ltimo, algunosconferenciantes pueden conformarse con un obsequio o una mnima dieta de viaje. O, porel contrario, se exigirn dietas y retribuciones segn las prcticas habituales del sector.Ah entran las simpatas personales e ideolgicas, los buenos contactos, los favoresmutuos

    Existe un captulo de gastos que difcilmente se sustraer del recortepresupuestario: invitaciones, servicio de correos, carteles (si bien para la edicin de losmismos puede encontrarse patrocinadores como libreras, establecimientos comerciales,Cajas de Ahorros, Universidades). Pero, en cualquier caso, una mnima aportacineconmica habr de realizarse con fondos propios, ya sean personales o de una entidadgrupal.

    Por otra parte, los Ayuntamientos y determinados Departamentos de lasComunidades Autnomas (Cultura, Deporte y juventud), disponen de fondospresupuestarios anuales para actividades culturales a los que se acceden, generalmente,mediante presentacin de exhaustivas memorias con detalle de actos, previsin de gastosy origen de la financiacin. Acceder a tales fondos requiere una trayectoria en el tiempoque avale la peticin del solicitante, someterse a posibles fiscalizaciones contables de lasactividades financiadas, respeto a los plazos y, ante todo, una programacin (de nuevo, latemida palabra).

    No obstante, existen frmulas imaginativas o militantes, segn el caso, parafinanciar determinadas actividades. Es el caso de la cena - conferencia en que cada unode los asistentes abona el importe del cubierto, al que se suma una cantidadcorrespondiente al prorrateo entre los mismos de los gastos ocasionados por laorganizacin del acto (dietas, alquiler sala, propaganda...). Se precisa, eso s, un mnimode asistentes: en torno a 40, aproximadamente. De esta forma, la actividad no reporta niprdidas ni beneficio. Naturalmente, ello requiere un pblico, aunque sea reducido,entusiasma, muy motivado y casi seguro.

    Otra modalidad es la conferencia a cuyo acceso se cobra una entrada. Se trata deuna frmula escasamente empleada en Espaa.

    Por ltimo, mencionemos, como frmulas de financiacin modesta y tradicional, las

  • rifas, ventas de lotera, donativos particulares...Pero no olvidemos un aspecto decisivo a este respecto. Si una asociacin dispone

    de una base de socios motivados, tal ser la principal fuente de financiacin queproporcione a ese proyecto cultural, independencia, autonoma y fidelidad a sus principiosinspiradores.

  • 8. Medios materiales y medios personales de una asociacin cultural.En el apartado anterior ya hemos visto un aspecto fundamental, que es el de la

    financiacin, de los medios materiales, y que puede facilitarlos o, por el contrario, alcarecerse, constituir una pesada losa a remover trabajosamente (principal fuente deagotamiento de los activistas culturales).

    No es imposible organizar ciertas actividades culturales a ttulo personal: con unmayor o menor acceso a recursos gratuitos, con una modesta aportacin econmicapropia, con la contratacin de servicios especializados de disponerse de una buenafortuna personal Pero todas las gestiones recaern en una nica persona:programacin, contactos para perfilar la actuacin cultural de que se trate, gestiones antelos titulares de los recursos a emplear, detalles de ltima hora, acceso a medios dedifusin, elaboracin de los mismos (tarjetas, carteles, textos de la convocatoria), etc.

    Una asociacin, o una Fundacin, dispondrn, de ser entes realmente vivos, de unmayor nmero de personas entre las que distribuir el trabajo, pudindose especializaralguna de ellas en reas concretas, lo que supondr para el futuro un aprendizaje y unanotable economa de medios.

    Un administrativo a tiempo completo o parcial, un responsable de prensa, unosvoluntariosos militantes que pueden por ejemplo- colocar en pocas horas cientos decarteles en lugares estratgicos o rellenar y cumplimentar sobres con la convocatoria;todos esos recursos humanos son lujos que no pueden desdearse y que, al contrario,simplifican considerablemente el trabajo. Es ms, su existencia son un termmetro delpulso vital de la entidad.

    Un ordenador personal, una web de la entidad actualizada, un despachoo local donde trabajar. Las reflexiones anteriores, tambin, son por completo aplicables aesos deseables recursos materiales de una asociacin.

    9. Recursos gratuitos.Un buen conocimiento de los recursos pblicos (Ayuntamientos y Comunidades

    Autnomas) o privados (Cajas de Ahorro y Fundaciones de algunos Bancos, Ateneos,Casinos, gestores privados de servicios culturales, etc.), puede ser determinante para unrpido encaje de la actividad prevista y la obtencin de una financiacin semigratuita. Nosreferimos, especialmente, a las salas de conferencias y exposiciones.

    Una dificultad: de existir tales recursos, debe reservarse fecha y hora con meses deantelacin, generalmente, lo que requiere previsin, cierta flexibilidad y, en definitiva,programacin.

    Lo mismo ocurre con los medios de difusin. Un buen conocimiento de ellos permiteacceder a los mismos y, de esta forma, llegar al mayor nmero de posibles interesados.

    Un consejo: en muchas ocasiones la persona que tendr la llave para poderacceder a un recurso de este tipo no ser su mximo responsable, ni un miembro de unPatronato, de un Consejo de Direccin, tampoco un Concejal; por poner ejemploscaractersticos. As, ser la amable auxiliar administrativa, en atencin al pblico (la de laventanilla o mostrador), quien, provista de un buen conocimiento de la realidad de los

  • mecanismos internos de estas entidades, facilitar unas gestiones fructferas.

    10. Programacin.Para el buen desarrollo de una actuacin cultural concreta, y para el acceso a la red

    de recursos pblicos y privados, se exige una capacidad de trabajo que se concreta en elconcepto programacin. Ello exige cierta continuidad en el tiempo, trabajar conformeobjetivos y calendarios, ser fieles a un proyecto. Supone, en definitiva, una solvenciapuesta por escrito- que puede abrir puertas.

    La programacin de una actuacin requiere: determinacin de la accin y losobjetivos perseguidos, asignacin de medios humanos y materiales, financiacin,objetivos, posibles beneficiarios, personal docente, calendario de las gestiones,responsables de la accin, valoracin de la actuacin.

    Puede cubrir una nica accin espordica, unas semanas, unos pocos meses o, loque es ms comn, un curso acadmico.

    La programacin para el acceso a determinadas subvenciones o recursos debeceirse a un espacio temporal: un ao, trimestre Calendario de actuaciones, entidadresponsable, presupuesto de gastos total, objetivos, evaluacin. Todo ello tambin deberrecogerse con precisin y concisin.

    No hay que tener miedo a las palabras. A programacin, tampoco. Ordenar lasideas en torno a un calendario de actuaciones, concretar unos objetivos, poner por escritoesas ideas que se llevan en la cabeza desde unas semanas atrs y ya tenemos elborrador de una programacin que siempre ser una buena ayuda en s misma.

    11. Actuaciones especficas.El activista cultural, o la asociacin en su caso, fuera de las grandes

    programaciones diseadas por la industria cultural, puede desarrollar numerosasmodalidades de actuaciones; algunas de ellas con posibilidades de alcanzar ciertaresonancia casi siempre deseable- meditica. De todas formas, algunas de susexpresiones son ms factibles y ms habituales. Mencionmoslas.

    Conferencias y mesas redondas. Un tema objeto del encuentro, una o varias personas querealicen reflexiones o aportaciones novedosas, unas cuestiones que cuentan con unpblico interesado, y el posible inters de algunos medios de comunicacin. Juntmoslo yya tenemos una concreta accin. Se trata de una de las ms sencillas para desarrollar. Esms. Una vez realizada una, se allana el camino de las siguientes. De ah el inters deque no se trate de acciones aisladas y muy espaciadas temporalmente. Continuidad; esuna palabra clave.

    Presentaciones de libros. Con una gnesis similar a la actuacin anterior, constituye otrade las modalidades ms sencillas de organizacin. Existen, adems, espacios fsicos einstitucionales muy concretos para este tipo de acciones El Corte Ingls, FNAC,Bibliotecas pblicas, Cajas de Ahorros. En ocasiones incluso- se podr vender el libro alpblico asistente. Al igual que en el caso anterior, es del mayor inters rentabilizar los

  • esfuerzos aplicados en el acto, buscando su repercusin meditica, a travs de su reseaen la prensa escrita u otras modalidades. Una entrevista al autor del texto, por ejemplo,llegar a un mayor nmero de personas que la presentacin ms exitosa. Y redundar enlas ventas ulteriores del libro.

    Exposiciones. Esta accin ya requiere mayor infraestructura e imaginacin. Una persona,salvo que disponga de cuantiosos medios econmicos, no podr asumir todo el proceso.Existen, igualmente, medios gratuitos asociados a determinadas salas de uso pblico:soportes, materiales complementarios, personal de apoyo Respecto al material aexponer, supone un coste muy elevado, salvo que pueda accederse a exposiciones quese trasladan de ciudad en ciudad, en el entorno de determinadas organizaciones. Unejemplo son las exposiciones fotogrficas que, desde la vitalidad desplegada cada ao entorno al multitudinario Meeting de Rimini (una de las mayores expresiones colectivasculturales del catolicismo moderno, nacida en la vida del movimiento eclesial Comunin yLiberacin), se ofertan a las diversas entidades interesadas. De notables efectospedaggicos, particularmente si se puede motivar e implicar a colegios y asociacionesculturales como una actividad programada propia, no debe desdearse. Se facilita eldebate cultural, el intercambio de ideas y, lo que es de suma importancia, los encuentrospersonales al servicio de la difusin de la fe.

    Cenas culturales. Un personaje interesante puede suscitar mucho inters. Con unamnima infraestructura es sencillo organizar una cena con motivo de alguna cuestin de laactualidad que vincule a ese experto. Se le puede proporcionar trascendencia meditica atravs, por ejemplo, de unas entrevistas en medios de comunicacin locales. En cualquiercaso, una red tupida de amistades, interesados y contactos, permiten organizar un eventode estas caractersticas en cuestin de horas.

    Concursos. Un concurso literario que ponga su objeto en la presencia de determinadosvalores en los relatos de los concursantes, por ejemplo, constituye otra actividad culturalrelativamente sencilla de organizar. Un patrocinador que proporcione lotes de libros paralos premios, unos colegios que hagan propia la convocatoria o una ONG que la difundaentre sus bases asociativas proporcionando una base de participantes; facilitan el xito yalcance de la convocatoria. Por el contrario, sin alguno de tales factores, difcilmentetendr alcance alguno.

    Ediciones. Siempre es una atractiva tentacin. Pero una tentacin cara, poco rentable(pensemos en la distribucin, almacenaje, devoluciones...), salvo que se cuente con ungeneroso patrocinador que asuma el gasto correspondiente (siempre muy alto). Editarlibros, folletos, conferencias no puede ser objetivo prioritario de una asociacin cultural,salvo que cuente con unas poderosas finanzas. Actualmente, internet es una alternativa ala edicin clsica, pudindose proporcionar libros, documentos audiovisuales, etc., atravs de la web de la entidad difusora. Y si, a pesar de todo, nos entra la tentacin, noolvidemos nunca que la edicin de libros y colecciones de folletos ha arruinado a ms de

  • una asociacin y fundacin

    Cursillos. La primera cuestin que se plantea es si el cursillo es residencial (lo quefavorece estrechar los lazos amistosos y el espritu de grupo) o no residencial. En elprimer supuesto, el cursillo puede ser subvencionado, de contarse con una buena baseeconmica o a cargo de los mismos cursillistas. El principal coste de un cursillo es elcorrespondiente al cuadro docente y sus gastos. Se puede recurrir a locales pblicos oprivados de cesin concertada gratuita. De contarse con la amistad de esos docentes, losgastos se reducirn a unas comidas y regalos, as como a la propaganda para la captacinde alumnos que, segn las circunstancias, puede ser mnima si se recurre a unaUniversidad afn, un entorno cultural prximo, parroquial, de movimientos, etc. Un diplomade asistencia, la elaboracin de unas conclusiones escritas y difundidas en algunosambientes, pueden ser el broche de oro de una actividad fcil de organizar. Y seamosdetallistas: con los conferenciantes, patrocinadores y alumnos. Constituye una ocasinmagnfica para conocer personas, estrechar lazos, difundir propuestas; salvo que sloconstituyan una excusa para el turismo cultural.

    Promocin de tradiciones y actos folklricos. Esta posibilidad ha sido trabajadahistricamente con gran dedicacin por clrigos y religiosos catlicos a lo largo del sigloXX, en conexin con las expresiones vivas de la llamada religiosidad popular.Igualmente, el resurgir cultural de muchas regiones espaolas nicamente escomprensible desde el impulso y acogida generosa de las Iglesias locales. Tambin enestos terrenos encontramos que los hombres de la Iglesia se van retirando. Pero loscontactos persisten, la presencia parroquial tambin; lo que constituye una posibilidad queno debe pasarse por alto. Revitalizar una tradicin local, organizar incluso una asociacincultural que la mantenga viva de ao en ao, bsqueda de peticiones en mediosinstitucionales... Es una posibilidad, de trabajo cultural, que se viene desarrollando ennumerosas expresiones comunitarias por toda la geografa espaola. Requiere arraigolocal, buenos contactos, una idea precisa, delicadeza y, en particular, mucho realismo.

    12. Tcnicas de difusin.Para la difusin de una actividad y la captacin de pblico, existen diversas

    tcnicas. Veamos algunas de ellas.

    1. 1. Carteles anunciadores en la va pblica. Poco efectivos, pues se debecompetir con las empresas que sistemticamente empapelan los lugares reservados, atales efectos en las ciudades espaolas, con inmensos carteles de espectculos diversos.Pero tambin tienen su pblico.2. 2. Carteles en bibliotecas pblicas, centros de enseanza, parroquias,libreras... De mayor efectividad que la tcnica anterior, especialmente si se insertan enbuenos espacios de libreras especializadas junto a invitaciones tipo tarjetn. Requierecierto esfuerzo paciente para llegar a todos los objetivos.3. 3. Anuncios de pago en diarios y emisoras. Costoso, pero garantiza llegar algran pblico.

  • 4. 4. Invitaciones personales por correo. Un tarjetn o folleto, en la medida de loposible personalizado, alcanza una alta efectividad. Es costoso, pero garantiza un nivel deasistencia superior al conseguido por otras vas.5. 5. Invitacin por correo electrnico. Requiere disponer de una base dedirecciones previa. Bastante eficaz. De todas formas, numerosos organismos(universidades, administraciones, colegios profesionales...) disponen de completas websen las que se proporcionan domicilios personales y profesionales, as como muchoscorreos electrnicos. Implica un trabajo paciente y bastante tiempo ante el ordenador. Sise comparte el esfuerzo, mejor. Y, una vez obtenida la base de datos, se trata deactualizarla, lo que supone un menor esfuerzo.6. 6. Referencias de la actividad en las agendas culturales de los medios decomunicacin locales o regionales. Tales agendas cuentan generalmente con un pblicofiel que se nutre de las convocatorias all recogidas. Para figurar en ellas, nada mejor queuna buena relacin personal con el jefe de seccin correspondiente. Habr que insistirle,no obstante, pues las convocatorias son numerossimas.7. 7. Insercin de anuncios en prensa gratuita. Pueden serlo tanto de pago comogratuitos. Aunque con buenas tiradas, su alcance es muy irregular, al no gozar decontinuidad en muchos casos y figurar junto a otras convocatorias poco claras y solventes(sectas, iluminados, etc.).8. 8. Incorporacin de la actividad en la programacin oficial de una entidadpblica o privada. Ello asegura una publicidad gratuita, amplia y de prestigio. Estasociada al acceso a un local pblico (tipo sala de conferencias), generalmente.9. 9. Y la principal de todas: la invitacin personal, directa, humana. Amigos,familiares, colegas, socios, militantes de asociaciones o movimientos afines... Siempreconstituyen el ncleo ms fiel, seguro y entusiasta. Si se cuenta con esa base, porreducida que sea, y su capacidad de movilizacin es moderadamente alta, parte de losobjetivos de asistencia de la convocatoria se cubren con ella.

    13. Bancos de ideas. Contactos.Los llamados Bancos de ideas vienen siendo potenciados por algunas

    fundaciones culturales en los ltimos aos. Se trata de acumular ideas, proyectos endefinitiva, para desarrollarlos en el futuro conforme los planteamientos de accin y losprincipios programticos de la entidad. Siempre con perspectiva de futuro. Pero proyectosdesarrollados en la mayor parte de sus detalles. As, una vez surja la ocasin, se recurriral proyecto congelado para su inmediato desarrollo y ejecucin.

    Este planteamiento, casi consumista, est en relacin con la dimensin de losnecesarios e imprescindibles contactos que facilitan las gestiones, subvenciones,informaciones, etc.

    Es imprescindible el calor humano. El desarrollo de una afinidad entre personas,una corriente de ida y vuelta de proximidades temperamentales y de perspectiva cultural,pueden impulsar un proyecto ms que el resto de factores en juego. La otra parte puedeser un periodista, un poltico, un agente cultural profesional o por libre, un activista poltico,un alto cargo pblico... o simplemente una persona vivaz y responsable cuyo trabajo sedesempee en una ventanilla en contacto con el pblico.

    Unas buenas relaciones son la garanta de un proyecto. Se contrastar la idea conesa otra persona, quien a su vez podr facilitar otros contactos o perspectivas que puedan

  • limar la idea inicial hasta su perfil definitivo. No hace falta insistir en que los afinesideolgicamente encajan mejor, a priori, en esta categora. Pero siempre podremosencontrar apoyos partiendo de una buena presentacin, modales correctos, inters sano ydiscreto por el otro, sinceridad, sentido comn...

    En torno a una mesa siempre se han realizado grandes pactos, conspiraciones,componendas. Sigue siendo un buen mtodo para entablar relaciones, mejorarlas,remover dificultades. Es un instrumento en principio propicio. Se puede emplear bien... omuy mal. Seamos inteligentes y aprovechmosle.

    14. Relaciones con las administraciones pblicas.Las diversas administraciones pblicas (ayuntamientos, autonmicas, estatales,

    universidades...) constituyen hoy da el principal agente cultural. Su red de centros cvicosy culturales, sus fondos econmicos, su personal dedicado en exclusiva a la animacinsociocultural, etc., no admiten comparacin con las entidades privadas dedicadas a losmismos fines.

    Interesa conocer sus recursos en el entorno territorial en que el activista culturalopere. Por ejemplo:

    10. 1. Salas disponibles, recursos complementarios (megafona, etc.), acceso a lasanteriores...11. 2. Convocatorias peridicas de subvenciones a entidades y actividadesprivadas.12. 3. Medios de difusin de las redes pblicas (publicaciones, invitacionespersonales, comunicados o anuncios en medios de comunicacin).13. 4. Asesoramiento a entidades privadas.

    Es muy importante conocer la direccin poltica de esos gestores, no tanto paracaer en amiguismos que a corto plazo siempre pasan factura y cierran puertas, como paraver los huecos, espacios que pueden suplirse y, en definitiva, las posibilidades reales deuna colaboracin leal y transparente. Recordmoslo de nuevo: primera premisa, realismo.

    Tal vez estos recursos pblicos hayan alcanzado un protagonismo exagerado.Debieran cubrir, subsidiariamente, los espacios no cubiertos por la iniciativa privada. Pero,ya por imposicin ideolgica, como por carencias evidentes de la articulacin social, esaes la realidad que hay que conocer, asumir y a la que recurrir sin complejos.

    Y aqu tambin sirve lo que ya hemos indicado en otros momentos. En muchasocasiones, ms eficaz es el contacto con el administrativo de la ventanilla deldepartamento de que se trate, que formales y correctsimas reuniones con los mximosresponsables. No lo olvidemos. Los polticos pasan, los funcionarios, permanecen.

    15. Niveles de compromiso.El activista cultural tiene un perfil muy determinado, ya lo hemos visto. Una

    tentacin para el mismo, siempre, es el individualismo: querer gestionar personalmentetodos los recursos en juego, poner el color y toque propios. No es fcil articular a activistasveteranos en una misma entidad. Pero la suma es incuestionable y los beneficios,

  • mltiples.En definitiva: es precisa la existencia, en toda asociacin, de un ncleo dirigente y

    activista. Y tratndose de asociaciones generalmente pequeas, nunca ser tal un nmeroelevado. Al contrario, media docena de activistas es garanta para una eficaz accin ycontinuidad.

    Ser ese ncleo militante, que coincidir o no con los directivos nominales de laasociacin, el que impulse la vida real de esa entidad. Se repartir el trabajo, se distribuirla responsabilidad, etc. No es bueno que el hombre est solo... tampoco el activistacultural.

    Pero es muy importante, adems de la existencia de ese ncleo militante, la de unabase asociativa que nutra muchas de las actividades propuestas y organizadas por elmismo. Ya lo haga como pblico, ya como cotizante. Cuanto ms amplia sea esa base,mayor ser el fondo econmico de soporte y el nmero de asistentes seguros o posiblesbeneficiarios de las actividades propuestas. Pero, salvo que nos conformemos con laendogamia del propio grupo, si de lo que se trata es de llegar a medios sociales ajenos ala vida de la asociacin, habr que aspirar siempre a pensar en clave externa: noprogramar slo para los asociados, sino para otras personas ajenas a la cosmovisin deesa entidad. Ah est la clave para el debate que facilita el encuentro personal:aproximaciones interdisciplinares, incluso desde pticas ideolgicas distintas, a un aspectode la realidad que afecte la vida de las personas de forma cotidiana. Nada de falsosdebates que no interesan a casi nadie. Buscar el corazn del hombre en cada situacin.

    16. Formacin.Una buena formacin ayuda mucho. En ningn sitio expiden un certificado de

    activista cultural. En realidad, para esta labor no hace falta. Se puede ser, por ejemplo, unauxiliar administrativo con intereses culturales, buenas relaciones personales, algo de ojoy perspectiva de futuro y ser el mejor de los activistas. Con amigos que te ayuden, mejorque mejor. Naturalmente existen posibilidades de formacin. Desde los diversos centrosen los que se trabaja y se forma en la llamada Animacin Socio Cultural, pasando porcursillos especficos de universidades pblicas y privadas enfocados a la formacin dedirectivos y trabajadores en la gestin administrativa, econmica y de recursos deentidades de este tipo. No es imprescindible. Pero puede ayudar. Tambin existenentidades, tipo fundacin u ONG, entre cuyas finalidades figura la formacin ycapacitacin de directivos de asociaciones culturales. Es el caso de la Fundacin LuisVives.

    Pero, lo que ms ayuda, es el propio instinto, el estar permanentemente informado,al loro de lo que pasa en tu ciudad, pendiente de los autores de xito, de las corrientesculturales... con ideas previas claras y una visin de la vida slida y firme.

  • 17. Algunas conclusiones.Hemos realizado un viaje, un poco catico, por algunas experiencias propias y

    ajenas vinculadas a la accin cultural. Si algo se reprocha a algunos de esos activistas, esla falta de concrecin. Intentemos, pues, ser breves y precisos y propongamos, comoresumen, algunas conclusiones que orienten al novato y futuro activista cultural.

    1. 1. Al activista cultural le gusta trabajar por libre. Pero agrupado, obtienemayores beneficios. Si adems esos compaeros de viaje son afines, aumentanexponencialmente las posibilidades de xito. Y de satisfaccin personal.2. 2. La asociacin cultural constituye un buen marco jurdico para este tipo deactividades, lo que permite trabajar en el mundo de la cultura en niveles muy modestos y,tambin, en otros de mayor alcance. De tener posibilidades de contar con un patrimonio, lafundacin es la frmula ms adecuada.3. 3. Hay que cultivar los contactos personales. Tanto en mbitos privados, comopblicos. Y no siempre con los peces gordos. Un modesto oficinista puede abrir mspuertas que toda una coleccin de altos cargos.4. 4. Existen magnficos recursos gratuitos a disposicin de los activistasculturales. Hay que conocerlos y saber acceder a los mismos.5. 5. La financiacin es palabra sagrada. Pero se le puede echar imaginacin ovoluntarismo. Y si se dispone de una cierta base asociada, el primer paso ya estar dado.6. 6. Quitmonos el miedo a la palabra programar. Ayuda para trabajar mejor,anticiparse en el futuro y facilita un sano realismo. Pero, sobre todo, es una exigenciaformal y material para el acceso a esos recursos que estn esperando al activista cultural.7. 7. El activismo cultural, si no se limita a seguir sus propios gustos osimplemente a perpetuarse, puede constituir un magnfico instrumento evangelizador.8. 8. Internet es parte del presente. Comunicacin, informacin, difusin, rapidez...Una web personal o de la asociacin, puede ser su mejor tarjeta de presentacin.9. 9. Una buena base asociativa proporciona independencia econmica,expectativas de futuro y, adems, controla los excesos del activista cultural.10. 10. No se puede desdear a nadie. Debe haber impulsores, militantes, simplesasociados... pero tambin las colaboraciones espordicas pueden ser preciosas (aunquevayan generalmente por libre).11. 11. Menos temores ante las Administraciones pblicas. Hagamos Bancos de ideas.Conozcamos las tcnicas de difusin. Tres factores dados por supuestos que siempre hayque tener al da.

    La accin cultural puede ser apasionante. En realidad, ES apasionante. Casi unavocacin. Y un instrumento para llegar al corazn de los dems. Por todo ello, un catlicopuede y debe- sentirse reclamado a la accin cultural, o acaso la Iglesia no tiene unaasombrosa capacidad de transformar en sugestiva propuesta cultural su propia vida?

    Madrid Pamplona, septiembre de 2002.