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Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

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LA IRA DE

GABRIEL

LUIS M ANUEL SANCHEZ GARCIAL.M.S.G.

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Luis manuel sanchez garciaIlustraciones y portada: L.M.S.G

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escritade los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento, así como ladistribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo publico.

Deposito legal: ma 3809-2009l.m.s.g: 19/01/2009

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1974Todo comenzó una tranquila noche de invierno. Su

oscuridad, reinaba en lo mas alto, la pequeña presencia de diminutas nubes, cubrían el cielo, la temperatura oscilaba entre los 14º y los 16º grados, se sentía un frescor muy llevadero, que con un buen abrigo no seria problema para pasear, las farolas de la ciudad iluminaban las calles con intensidad, el fluir de gente era constante, algunos regresaban a sus casas, otros salían de ellas, para disfrutar de la noche, salir con los amigos, ir de cena, o pasear romanticamente con sus parejas, los ruidos de la ciudad, retumbaban por todos los recovecos de la noche.

De repente el cielo empezó a cambiar de color, esas diminutas nubes empezaron a disiparse, el cielo completamente oscuro, con pinceladas de estrellas, fue cambiando, pasando del negro intenso a un rojo anaranjado.

El tenue viento que soplaba se silenció, por segundos parecía que el tiempo se había detenido, la temperatura en cuestión de segundos, dio un brusco cambio, de los 15º grados de media, radicalmente paso a una temperatura veraniega, la temperatura subió a los 42º grados, los termómetros no recogieron la medición, pero en la calle la sensación de sequedad fue grandiosa, la gente que caminaba por sus calles abrigadas por el frío, no tardaron mucho tiempo en despojarse de aquellos abrigos y chaquetones, que ahora le sobraban, en el interior de los coches y de las viviendas, la reacción fue la misma, algunos apagaban la calefacción de sus vehículos, otros bajaban sus ventanillas, sacando las manos por fuera para notar aquel contraste, en las viviendas abrían sus ventanas de par en par, para dejar el paso del aire, que en ese momento era insistente, todo el mundo salio a la calle para contemplar aquello, en cuestión de una hora la temperatura tan alta que estaba aguantando la ciudad, volvió a su estado natural, el frescor volvió

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a cubrir la noche, dejando paso a un ensordecedor trueno que provocó la sensación de que el cielo se había partido en dos.

Fue un ruido seco y muy fuerte, el contraste de la noche, hizo estremecer a todo el mundo

Todo el mundo se quedó sorprendido por la magnitud del estruendo; los meteorólogos no comprendían el motivo de aquella súbita anomalía atmosférica. Todo fue muy rápido. Todos los sistemas de predicción meteorológico parecían fallar. Lo cierto es que sí funcionaban y los datos que daban los ordenadores, los sensores y todos los demás sistemas de seguridad eran correctos.

Pasada una hora, el cielo regresó a la normalidad, volviendo a su oscuridad de siempre. Las estrellas lucían como siempre y el leve viento que soplaba envolvió otra vez la noche, la temperatura volvió a los 15º grados de media, los transeúntes, volvieron a cubrirse con sus abrigos, los coches accionaron otra vez sus calefacciones y las viviendas, cerraron a cal y canto sus ventanas, para que el frió no penetrase en sus hogares, el invierno regreso a la ciudad, aquel espejismo de los 42º grados, solo permaneció durante una hora.

Los científicos llegaron a la conclusión de que todo había sido fruto de una fuerte tormenta eléctrica.

Boby Carter, es un magnifico estudiante desarraigado de su familia, durante su niñez fue pasando de hogar en hogar, su madre biológica lo abandonó cuando era un niño de unos dos años, y viajó por todos los orfanatos del país buscando una familia que le acogiese, a la edad de siete años un matrimonio mayor de Filadelfia lo adoptó y gracias a ellos recibió una educación, comprendió al fin lo que era una estabilidad familiar, los Dess que así se llamaba su nueva familia, procuraron que no le faltase nada y con mucho trabajo y esfuerzo, le convirtieron en

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lo que era ahora, un joven universitario con unos valores muy grandes, sentido de la responsabilidad y muy agradecido, sus padres adoptivos, fallecieron hacia un año de muerte natural, su padre el señor Peck sufrió un infarto y su madre la señora Sharon no pudo soportar la perdida de su marido y pasados tres meses murió de pena, sufría diabetes y su cuerpo no pudo aguantar la muerte de su amado, la muerte de sus padres le hizo mas fuerte y se volcó en sus proyectos.

La felicidad le duró poco, a los dieciocho años se volvió a encontrar solo, pero muy agradecido del amor de sus padres que le entregaron hacia el. Compartía sus estudios con un trabajo nocturno en una oficina meteoróloga de la universidad, también se vio sorprendido por el fenómeno que se estaba produciendo. Estaba sentado delante del ordenador mirando, como cualquier día, el estúpido monitor con los mismos gráficos y los mismos baremos. Estaba inmerso en su trabajo cuando, de repente, una inmensa oscuridad lo envolvió todo.

El despacho era pequeño. Lleno de papeles, ordenadores, lucecitas de todas las maquinas que necesitaba para su trabajo, y muchos libros. Tenía una ventana con vistas al patio donde se reunían los jóvenes universitarios; pero en ese instante estaba vacío, ya que debido a lo avanzado de la hora los jóvenes estaban en sus casas, o dentro de sus habitaciones.

La oscuridad que envolvió a Boby, fue de menos a más. Giró la cabeza pensando que podría ser un problema de las farolas del patio, pero su sorpresa fue enorme cuando divisó el maravilloso espectáculo de luces. Se levantó de la silla, y se dirigió hacia la ventana muy lentamente, la abrió de par en par, enseguida noto como la temperatura del exterior estaba cambiando, desde su frente unas gotas de sudor le resbalaban hacia la cara, cogió un pañuelo de su bolsillo y se secó el constante goteo de sudor, a la vez miró al termómetro que tenia

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colgado en el quicio de la ventana, la temperatura marcaba 16º grados, acercó su mano hacia el termómetro, dándole varios golpecitos al mercurio, aquel aparato ni subía ni bajaba, marcaba correctamente 16º grados, una vez allí escuchó un tremendo estruendo y rápidamente miró hacia los equipos de medición, todos estaban correctos, ninguno saltó, ni hicieron nada anormal. Todo era normal, demasiado normal.

Cuando cesó el trueno cogió rápidamente el teléfono que tenía en su mesa desordenada y llamó a su profesor. Estaba tan nervioso que no conseguía pulsar los números; lo intentó dos veces y, por fin, logró la deseada comunicación.

−Señor Parker, soy Boby. Imagino que estará viendo lo mismo que yo. No lo puedo creer.

−Boby, quiero que no te muevas de ahí. Llego dentro de una hora −fue la respuesta del señor Parker.

El señor Parker, profesor de meteorología de la universidad, de unos cincuenta y cinco años, había dedicado toda su vida al estudio del clima y sus alteraciones. Estaba soltero; con cara de persona malhumorada y muy despistado. Los alumnos le tomaban por loco y sus compañeros de trabajo por excéntrico. Lo cierto es que algo tenía de eso, pero era una persona soñadora y con un corazón enorme. Contrató a Boby para que trabajase con él, porque vio en sus ojos la misma mirada ilusionada que él tenía cuando era joven.

Parker conocía la historia de Boby y se sentía identificado con el, los dos estaban solos en este mundo, el cariño que le faltaba, se lo entregaba al joven, con su sabiduría.

Emigró desde Inglaterra a Estados Unidos, cuando era un joven de unos 24 años, se formó en la mejor universidad del país, la universidad de Cambridge, la segunda universidad mas antigua,

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después de Oxford, fundada en 1209 y forma científicos, escritores y políticos

Allí conoció todos los entresijos del mundo de la meteorología, cuando terminó su tesis, la universidad de Filadelfia le contrató para dar clases y le prometió un futuro mejor.

Nada le retenía en Inglaterra, sus padres habían fallecido y vivía con su hermana mayor, casada y con dos hijos, su cuñado taxista de profesión, pasaba horas y horas conduciendo por las calles londinenses, para poder alimentar a su familia, la casa donde vivían no era muy grande y se tenían que adaptar todos para poder llevar una convivencia buena, su cuñado como era lógico aveces se quejaba por tener que mantener una boca mas, Parker lógicamente se sentía molesto, su intención, no era la de molestar, pero a veces la tensión se podía sentir en el ambiente, su cuarto contiguo al de los niños, le distraía de sus estudios, sin pensarlo lo habló con su hermana y decidió cruzar el charco hacia una vida mejor, la carga que suponía su estancia en la familia la radicó, con una vieja maleta repleta de libros se embarcó dirección el nuevo mundo.

A la edad de cuarenta años su hermana falleció en Inglaterra, el marido de ella se trasladó al sur de Francia, concretamente a la región de Aquitania, allí se encontraba un pueblo llamado Lauzun de unos 751 habitantes, sus padres eran originarios del lugar y decidió pasar el resto de su vida allí, tras el fallecimiento de su esposa, su estado de salud empezó a decaer, ya no se valía por si mismo y un cáncer estomacal le estaba arrebatando la salud, los hijos acompañaron a su padre y rehicieron una nueva vida en otro país, el cambio de un clima mas cálido, que de la húmeda Inglaterra, le proporcionaría mejor calidad de vida, lo único que le unía a Inglaterra era su hermana, una vez desaparecida, tanto el contacto con su cuñado y sus sobrinos se desvanecieron, nunca supo mas de ellos.

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El profesor se encontraba en su casa corrigiendo exámenes, siempre se llevaba trabajo, le encantaba sentarse en su escritorio de nogal, a media luz, entre sombras, producidas por una pequeña lamparita de sobremesa de color verde, en el silencio de su hogar una música muy bajita envolvía su despacho, le encantaba la música clásica y Franz schuber, era su compositor favorito, no dejaba de escuchar una y otra vez la misma melodía, La bella molinera.

Estaba en pijama, se sentía mucho mas cómodo, era lo primero que hacia cuando llegaba a su domicilio, se desprendía del traje, de la corbata y se metía en su pijama de color azul de algodón, lo tenia hace años, algunos hilos le sobresalían por los bajos del pantalón y de las mangas, pero eso no era ningún motivo para cambiarlo, le tenia mucho cariño. Se puso lo primero que vio en el armario y salió corriendo hacia la universidad. Cogió las llaves del coche que estaban en la entrada de la puerta y, como alma que lleva el diablo, intentó arrancarlo. Tardó un poco en hacerlo, pues era un coche bastante viejo y de aspecto destartalado, pero lo único que le importaba a Parker es que lo llevaba donde quería ir, aunque a veces tardase más de la cuenta.

La gente había salido de sus casas para ver la anomalía meteorológica. Entre sorprendidos y atemorizados, lo observaban con admiración y temor. Era tan hermoso y siniestro lo que estaba sucediendo que sensaciones contradictorias de asombro y pánico se mezclaban entre los curiosos.

Durante el trayecto hacia la universidad Parker observaba, a través de la ventanilla del coche, a la gente, que en las aceras, comentaban sorprendidos lo que estaba sucediendo. Pasado un tiempo llegó a la universidad; aparcó el coche en la puerta de entrada, y como si tuviese veinte años, abrió la puerta y subió las escaleras hacia su despacho de dos en dos. Cuando llegó a su destino se sentó y empezó a coger aire, se sentía abatido.

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El despacho estaba en la tercera planta. No eran muchas las escaleras, pero lo que sí eran muchos, eran sus años.

Boby escuchó un golpe en la puerta y, extrañado, la abrió. Allí encontró a su profesor, sentado, sin aliento, lo miró y con una voz de pánico le dijo.

−Señor ¿Se encuentra bien?

−Ya sé por qué me dediqué a la meteorología y no al fútbol −susurró Parker sin aliento.

Boby ayudó a levantarse al señor Parker y entraron en el despacho. Pasaron toda la noche revisando datos, comparando previsiones y preguntándose el uno al otro, qué había sucedido, por qué todo estaba normal.

No encontraron una respuesta lógica a lo que había sucedido, fue muy humillante para ellos, y lo único de lo que no les cabía la menor duda era que lo que estaba ocurriendo no era normal y que algo desastroso podría pasar.

De repente todo volvió a la normalidad.

La gente volvió a sus casas y las conversaciones de esa noche fueron las mismas en todos los hogares: el fenómeno que acababan de contemplar.

Pero todo no era normal. En un plano no terrenal, en otra dimensión, todo fue muy distinto. Fue justamente donde todo el mundo miraba aquel espectáculo tan hermoso y tan siniestro, donde ocurrió todo. Nadie podía imaginar que ese escenario de luces, cambiaría la vida a mucha gente, tanto para bien como para mal.

En el plano donde se cruzaban los colores anaranjados y rojizos, legiones de ángeles del infierno se reunieron con los ángeles del cielo. Eran cientos de miles con sus largas y

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presuntuosas alas. Sus rostros se presentaban difuminados; no se podían distinguir con claridad, sólo se apreciaban unos ojos inyectados en sangre y con una altura corporal que ningún ser humano podría imaginar. Prácticamente, llegaban a medir, fácilmente, los tres metros, pero cuando desplegaban sus alas tenían una longitud de seis metros, desde la punta de un ala hasta la otra. Eran francamente hermosos.

Todos los ángeles estaban en formación. Alineados perfectamente; desde la altura, se apreciaba la exactitud de la formación, daba miedo.

Los ángeles del cielo, eran exactamente iguales a los del infierno. Tres metros de altura; las mismas dimensiones de las alas, y el mismo tono de color en sus ojos; la única diferencia, era el color de sus alas. Las del mal eran negras intensas y las del bien blancas impolutas.

El lugar de la concentración de tantos ángeles era infinito. Se encontraban en una explanada desértica, de color naranja, donde se apreciaba una leve brizna de viento que desplazaba sutilmente la arena del terreno. El silencio era tan sobrecogedor que podía oírse el crujido de la arena, desplazada por el viento, golpeando las alas de los ángeles.

Rompiendo la exactitud y belleza de la formación salió un ángel. Era hermoso. Su enorme altura; sus alas desplegadas; su mirada intensa, llena de fuerza; sus piernas musculosas con forma de ave; sus pies con garras afiladas y majestuosas; sus brazos también musculosos y sus manos con forma de garras, las cuales podían crecer a voluntad propia.

Recorriendo varios metros, se dirigió hacia una puerta. Era enorme, dorada, muy luminosa. Podría medir unos cincuenta metros de altura y veinte metros de ancho, en los lados se apreciaban unas inscripciones en arameo.

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Se encontraba cerrada, el ángel se paró frente a ella. La brisa del aire acariciaba sus alas. Las garras, clavadas en la arena, hacían surcos en el suelo.

Pasado algún tiempo la puerta se abrió dejando una apertura de unos cuatro metros. Cuando llegó a ella, el ángel del mal recogió sus alas y entró muy despacio. Lo hizo sin temor, sabiendo a quién se encontraría y qué iba a suceder.

Siguiendo el haz de luz que salía de la puerta, pasó, una intensa niebla blanca lo envolvió haciéndolo desaparecer; se cerró y todo quedó en una oscuridad abismal.

En el interior, el ángel del mal, se encontró con otro ángel, igual de hermoso que él. Su aspecto era sublime, alto, esbelto, fuerte, sus alas idénticas, de seis metros de longitud, su mirada intensa, su cara difuminada.

El interior del lugar era completamente blanco; mirases donde mirases, todo era de ese color.

Los ángeles hablaron brevemente.

El ángel del bien le comunicó sus intenciones.

−Pasados treinta y tres años las almas del la luz y de la oscuridad terminarán su cometido.

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ALFA Y OMEGA

1:11: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

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2007Boby Carter, el joven universitario, ya no era tan niño.

Habían pasado treinta y tres años. Se había convertido en un prestigioso meteorólogo. Trabajaba en la Universidad de New York, fundada el 18 de abril de 1831, constaba con mas de 40.870 alumnos y entre sus estudiantes salieron 23 premios Novel y 12 premios Pulitzer, sus conocimientos los entregaba a sus alumnos con tesón, disfrutaba mucho en la universidad, le encantaba entrar por las mañanas y respirar el ambiente de sabiduría que flotaba por todos los recovecos de la universidad, estaba contratado por el canal CNN de televisión para dar las noticias del tiempo. Su remuneración era excelente y le dejaba tiempo para dedicarse a sus tareas cotidianas.

Continuaba soltero, siguiendo los mismos pasos de su maestro, el señor Parker, pero no era tan excéntrico como él. Tenía una gran planta; un señor serio y muy atractivo.

Como cualquier otro día Boby llegó al estudio de televisión, para dar las noticias, sus instalaciones eran muy modernas, los estudios se encuentran en el edificio Trump Building, ubicado en la 36 y 42 de Wall Street, en 1930 fue el edificio mas alto del mundo, consta de 70 plantas, su altura es de 283 metros, tanto los estudios como los despachos ocupan tres plantas, desde la 35 a la 38, sus vistas son increíbles, divisando toda la magnitud de Manhattan .

Entró dando las buenas noches; se tomó un café de la máquina y directamente entró a maquillaje. Su comportamiento era mecánico. Soltó todos sus papales en la mesa de maquillaje y dejó trabajar a sus compañeros. Unas hábiles y profesionales manos quitaron los brillos de su cara, para dar bien en pantalla.

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El dueño de la cadena entró en maquillaje y, dándole las buenas noches, le preguntó qué tal sería el parte meteorólogo de esa noche y de todo el fin de semana, ya que era viernes.

Boby le comentó que en el fin de semana haría buen tiempo, por el día soleado y por la noche bajarían las temperaturas, pero que harían unas noches estupendas, perfectas para salir a dar una vuelta con la familia.

El dueño de la cadena se marchó, dándole las gracias y se dirigió a su despacho para seguir la emisión de las noticias.

Boby fue hacia el estudio donde se encontraban los presentadores, como

siempre, dando las gracias a los maquilladores, era muy respetuoso y educado con todo el mundo y la gente lo respetaba.

Se dirigió hacia la pantalla de plasma donde estaba el mapa del país; se colocó bien la corbata y se retocó el cabello, era un hombre muy coqueto y le gustaba dar bien en televisión.

Mientras, Tom Harrys y Jana Still, presentadores del noticiario, terminaban las noticias dando paso a Boby para que diese el tiempo.

−Buenas noches. Esto es todo por hoy −se despidió Tom Harrys.

−Esperamos que pasen un buen fin de semana. A continuación le dejamos con el tiempo. Adelante señor Carter −dijo Jana Still, introduciendo a Boby.

Con una sonrisa dio las gracias a sus compañeros y explicó a las espectadores las condiciones meteorólogas del fin de semana. Todas las predicciones eran buenas y con su

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incondicional verborrea comentó las agradables temperaturas que tendría el país.

−Se despide Boby Carter. Muchas gracias por su compañía y les deseo que pasen un estupendo fin de semana.

La emisión terminó como cualquier otra noche.

El meteorólogo se quitó la petaca y el micrófono de la corbata y se dirigió con sus compañeros del estudio a tomar un café de la misma máquina de todos los días.

No hablaban de nada importante, cosas del trabajo, otra vez del tiempo y temas banales. El dueño del canal salió de su despacho, se acercó a Boby, y le comentó que le tocaba a él pagar las cervezas. Todos los viernes seguían la misma rutina, terminaban el trabajo y se marchaban los dos, eran muy buenos amigos.

Se conocieron en la universidad de Filadelfia, cada uno estudiaba una carrera diferente, uno políticas y el otro meteorología, sus vidas se cruzaron en un local no muy lejos de la universidad, en la calle Brook ln esquina con Constance rd, situado debajo de una carnicería, que regentaba una familia marroquí, unos cuatro escalones por debajo del local, había una puerta verde , con un rotulo luminoso de neón, al cual la letra b de bar, se descolgaba por un lado y se juntaba con la letra de al lado.

Era una minúscula taberna irlandesa, rodeada de cuadros y pintas de cervezas por el techo, los dueños eran un matrimonio muy risueños, de complexión fuerte los dos, vestían trajes típicos, cada día para ellos era San Patricio y banderas junto con gorros decoraban el local, al fondo, una diana de madera colocada al lado de un perchero, destacaba entre los abalorios del bar, ese lugar llego a ser su sitio preferido, todas las tardes se sentaban alrededor de la diana y con sus pintas de cerveza charlaban y charlaban, su amistad crecía cada vez mas,

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formando fuertes vínculos.

En ese momento el estudio empezó a oscurecerse; fue de menos a más. Boby se percató en seguida y se dirigió corriendo hacia las ventanas del estudio, todos, viendo su reacción, le acompañaron hacia las ventanas, preguntándole qué pasaba.

El espectáculo era precioso; el cielo se transformó de un color rojo anaranjado y el viento dejó de soplar, la temperatura empezó a subir, dentro de los estudios la calefacción estaba conectada, marcando 23º grados, pero la sensación era mas alta, todo el mundo empezó a quejarse del calor, llamaron a mantenimiento, por que el calor cada vez era mas insoportable, los termómetros de la redacción marcaban 23º grados, todo era correcto, se formó un pequeño revuelo, a la gente le dio por pensar, que el edificio estaba ardiendo, la sensación de sequedad era altísima, las chaquetas empezaron a verse colgadas de los percheros, los nudos de las corbatas, desabrochados, los sudores empezaron a brotar en la gente, camisas empapadas circulaban por la redacción, las mujeres se desplazaban a los baños para poder aliviar el calor, con paños mojados, en las ventanas se apreciaban, gotas cayendo sobre ellas de humedad, la temperatura en el interior era de 42º grados, en el exterior igual, Boby acercó su mano a la ventana y con un dedo dibujó un circulo, la humedad hizo mantenerse aquella figura.

Boby, hablando para sí mismo, no paraba de decir:

−Está sucediendo otra vez.

De repente sonó un trueno ensordecedor; las ventanas vibraron, un pequeño temblor se percibió debajo de sus pies, todos los presentes se asustaron agachándose impresionados

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como acto reflejo. Todos menos Boby, él estaba esperando aquel trueno, se encontraba de pie, sereno, con la mano apoyada en la ventana, percibiendo la vibración de los cristales, su mirada perdida mirando el cielo, casi ni parpadeaba.

El dueño del canal le preguntó qué sucedía, estaba asustado, no paraba de temblar, con los pies fuertemente apoyados sobre el suelo enmoquetado y las manos agarrando con fuerza una de las columnas de la redacción, no dejaba de mirar a Boby, y éste le respondió, que no tenía idea, sólo sabía que todo esto ya había pasado y que era exactamente igual que en 1974.

Boby se disculpó ante el dueño de la cadena diciéndole que tenía que

marcharse, que después le contaría todo y que le debía una cerveza.

Su gran amigo agarrado fuertemente a la columna, que seguramente no soltaría en mucho tiempo, le dijo que no se preocupase, que hiciese lo que tuviera que hacer, que le esperaría, justamente, donde se encontraba ahora mismo.

Salió de la cadena de televisión, cogió su coche y condujo durante horas.

A través del cristal contemplaba la visión tan hermosa del cambio de colores de la noche, se podía apreciar la sequedad, los termómetros en la calle marcaban 15º grados, pero no cuadraba con el tremendo calor, que se hacia casi irrespirable, los transeúntes que se encontraban paseando por la ciudad, se desprendieron de algunas ropas que le sobraban, el sofocante calor, hizo que algunos niños que se encontraban con sus padres, se acercaran a una fuente, se despojaran de sus camisetas y se lanzaran al agua para refrescarse, era contradictorio, los relojes marcaban las diez de la noche, el mes era noviembre, el invierno se apoderó de la ciudad y los niños se bañaban en una fuente,

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para poder refrescarse del sofocante calor.

Pasada una hora todo volvió a la calma, la noche siguió siendo estupenda, aquellos niños que disfrutaban del agua, tuvieron que salir muertos de frío, sus caras desencajadas, junto con sus frágiles cuerpos, comenzaron a tiritar, los padres entre sonrisas, se despojaban de sus abrigos y los cubrían, las madres los abrazaban fuertemente entre sus brazos, dirigiéndose rápidamente, hacia el calor de sus casas, la ciudad volvió a sus 15º grados, una temperatura bastante agradable para ser invierno, las calles volvieron a su estado normal, tal como había predicho en el noticiario. Condujo hasta el amanecer.

Detuvo el coche en un lugar paradisíaco rodeado de árboles y naturaleza. Cerca había un lago, no era muy grande, pero sí muy tranquilo y acogedor. Junto al lago se alzaba un austero edificio, una residencia de ancianos.

El lugar estaba situado en el distrito de Newark (Ohio) a unas 509 millas de New york, un letrero de madera presidia el camino de tierra bordeado de arboles, por la linde del camino, centenares de piedras color blancas, adornaban la entrada, llegando hasta la misma puerta, en el se podía leer, residencia el viejo roble, el estilo de la residencia era colonial, completamente de madera, con unos ventanales enormes de color blanco, constaba de dos plantas, la planta baja para los ancianos que residían, la primera planta para el personal medico y residentes interinos que cuidaban a las personas mayores, en lo mas alto, en el lado derecho del tejado, una chimenea asomaba, rezumando un humo grisáceo, que proporcionaba calor al salón de la residencia, fundada en 1854, tenia un toque rustico, pero adaptada a las condiciones de sus clientes, el viaje fue largo y cansado, pero el estado anímico era muy bueno, en unos minutos volvería a ver a su maestro y mentor.

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Entró en la residencia. Nada más atravesar la puerta había una pequeña recepción, de color blanca con muchas flores y un olor especial a jazmines y pensamientos; se sentía una paz enorme acompañada por el piar de los pájaros, era precioso.

Boby dio los buenos días a la recepcionista, la temperatura era muy cálida y acogedora, los empleados iban con ropas muy ligeras, de manga corta, todos con unas chapas indicativas con sus nombres cosidas al uniforme, de color azul claro, le preguntó por el señor Parker. Una muchacha de tez blanca, con las mejillas rosadas, por el calor del interior y melena color castaño, amablemente, le indicó que se encontraba en el lago y que le haría mucha ilusión la visita, ya que no tenía muchas. Despidiéndose de la chica, con una sonrisa, se dirigió hacia el lago. Tenía que atravesar un pasillo muy largo, adornado con cuadros pintados por los paciente, tapices de ganchillo, fotos en blanco y negro de antiguos pacientes y de allí cruzar por el salón de juegos, donde los ancianos se entretenían en todo tipo de actividades y donde había una televisión enorme donde veían sus programas, una chimenea de piedra en un lado de la pared, centenares de libros sobre unas estanterías de aluminio y en un rincón junto a una ventana, una vieja gramola que todavía funcionaba, uno de los pacientes no dejaba de poner una y otra vez, discos de Sinatra.

Se detuvo en medio del salón; enfrente había unas cristaleras muy luminosas con una visión del lago y de una explanada ajardinada preciosa, llena de rosales, bancos para sentarse y columpios para los nietos de los residentes. Miró atentamente hacia el lago y vio al señor Parker.

Estaba sentado, mirando al agua sin ningún punto fijo y sin preocupaciones. Boby se le acercó y se agachó tocándole la mano. El señor Parker sentado en su silla de ruedas, mirando al lago, le dijo:

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−Te estaba esperando.

−¿Qué tal te encuentras aquí? ¿Te tratan bien?

−Tengo ochenta y ocho años; mis piernas ya no son lo que eran, pero no me quejo.

Estoy en un sitio idílico y he vivido todo lo que tenía que vivir. Me da mucha pena por el resto de la gente; no somos nadie.

−¿Por qué ese pensamiento, señor Parker?

−Llévame hasta el salón y hablaremos.

Boby cogió la silla, atravesaron el jardín, cubierto de flores de todos los colores y entraron al salón de juegos; se sentaron en la mesa más alejada y comenzaron a hablar, tomando una humeante y cálida taza de café.

−¿Qué está ocurriendo con el tiempo? No es normal que en el transcurso de una hora pase lo que hemos visto.

−¿Te acuerdas cuando eras mi alumno?, ¿Recuerdas el invierno de 1974? ¿A qué conclusión llegamos? A ninguna. ¿Cierto? El cielo enrojecido, el viento inexistente, todos los medidores correctos, la temperatura altísima y los mercurios no sufrían alteraciones, no teníamos ninguna idea lógica de lo que ocurría. He tenido mucho tiempo para pensar en lo ocurrido, aquí lo que mas tengo es tiempo; cálculos matemáticos, cambio climático, tormentas eléctricas etc. Sólo puedo pensar una cosa y como científico, no lo puedo aprobar.

−Puede que se deba al calentamiento global.

−Muchas gracias por tu visita. Me has hecho muy feliz, Boby. Cuídate y ten fe.

Parker llamó a la enfermera y le pidió que le llevara a su habitación.

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La enfermera empujó la silla, la cual una de las ruedas no paraba de chirriar, y lo condujo hacia su cuarto; mientras se alejaba de Boby, el señor Parker agarró con fuerza un crucifijo que tenía colgado al cuello, lo apretaba tanto, que sus nudillos se pusieron de color blanco y, pidiendo a la enfermera que parase, miró a Boby y le dijo:

−Siempre supe que serías un buen hombre. Ten fe y sé bueno de corazón; nuestra hora ha llegado y Dios pone a todo el mundo en su sitio. Gracias por ser amigo de este anciano; cuídate.

Boby sin saber muy bien que había querido decirle, se dirigió al coche.

Condujo todo el día de regreso. Durante todo el camino no dejó de darle vueltas en la cabeza a las palabras del señor Parker, hasta llegar a New York. Ya era tarde cuando abrió la puerta de casa, un frió húmedo cubría la ciudad, la escarcha en los coches, impregnaban los cristales; decidió descansar para estar en condiciones; mañana le esperaba un día muy duro.

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EFESO

2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

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LA LLEGADA

Legiones de ángeles llegaron a la cita fijada treinta y tres años atrás. Se dispusieron en formación, sus garras clavadas con fuerza en aquella tierra anaranjada, junto con la brisa que movía la arena que reposaba a sus pies, junto al leve movimiento de sus alas, esperaron hasta que la magnífica puerta, de enormes dimensiones se abrió.

El ángel negro, adelantándose de sus tropas, se dirigió hacia la luz, iba muy seguro, sus pasos firmes dejaban huella en el terreno, las zancadas eran grandiosas, su majestuoso caminar, era bellísimo, su gran envergadura con sus alas desplegadas, creaban adoración. De nuevo le estaban esperando. La reunión fue corta, pero muy tajante, la hora había llegado.

El ángel blanco, se acercó hacia el, forjándose en un fuerte abrazo, cuando terminó aquel intenso saludo, le cogió de los hombre con fuerza, le explicó que tenía que bajar a la tierra, y realizar todo lo que se había acordado. El ángel negro, arrodillándose ante él, le contestó que no fallaría en su misión, una lagrima le brotó de sus ojos, resbalándose por su cara, cayó al suelo, aquella lagrima de color rojo, se transformó en diminutas piedras, que se iban penetrando en el interior de la arena.

Atravesó la puerta lentamente y se dirigió hacia sus tropas con pasos firmes. No hizo comentario alguno; se colocó delante de ellos, desplegó sus alas, y salió volando hacia la tierra. Las tropas se arrodillaron y sin variar la formación se convirtieron en piedra, desde sus pies, poco a poco se fueron transformando, hasta llegar a sus enormes alas, fue majestuoso y aterrador a la vez el espectáculo.

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Desde el cielo se divisó al ángel; su vuelo era majestuoso. Con sus alas a medio desplegar y volando en caída libre, alcanzó una velocidad vertiginosa. Conforme se acercaba a la estratosfera una enorme bola de fuego se formó alrededor de su figura; desplegó sus alas frenando la caída. El haz de fuego seguía impregnando su cuerpo y aunque la velocidad disminuyó, seguía siendo altísima.

En las instalaciones de la NASA, confirmaron la presencia de un objeto no identificado sobrevolando espacio aéreo americano. Las alarmas saltaron. En los radares se apreciaba un punto luminoso, que se movía a gran velocidad, dos controladores siguieron aquel objeto con expectación, varios de sus compañeros se acercaron para observar aquella anomalía. El protocolo siguió su rumbo, dando conocimiento del a vistamiento al Pentágono Desde Little Rock Air Force, base militar de Arkansas, dos F-16 despegaron con la misión de identificar el misterioso objeto; tardarían en llegar unos doce minutos.

Al ángel le quedaban unos cien metros para posarse; el haz de fuego desapareció pero, según se acercaba a la tierra, el suelo empezó a temblar, los árboles se estremecieron, los animales que se encontraban cerca del lugar huían. Tomó tierra. Al posar sus garras en el terreno hubo una explosión y una onda expansiva arrasó unos quinientos metros cuadrados, el suelo se calcinó por completo, la tierra se empezó a desquebrajar, un color grisáceo cubrió todo el lugar. Se formó una gran nube de polvo y, de su interior recogiendo sus alas, salió caminando a la vez que se alejaba del tremendo agujero que había dejado.

Cuando había recorrido unos diez metros su aspecto empezó a cambiar. De un ángel majestuoso se transformó en una persona normal. Su aspecto era de un hombre alto, de 1,93 metros, complexión fuerte, pero no muy exagerada, pelo corto y

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oscuro, su tez rasgada, sus ojos grisáceos con mucha fuerza. Su atuendo era oscuro, pantalón y camisa negra y una gabardina larga que le llegaba hasta los tobillos, también negra. Se acercó hacia la carretera donde había una parada de bus, solitaria, un simple poste oxidado por el tiempo, con el numero 135 de color verde, se distinguía de la intensa vegetación que lo rodeaba, y esperó pacientemente hasta poder montar en uno.

Los F-16 sobrevolaron la zona y, desde el aire, observaron un gran cráter, con el terreno totalmente calcinado. Seguidamente lo comunicaron a la base recibiendo orden de regresar.

Cerca de allí, a unos cinco kilómetros, la policía del estado de Ohio se movilizó y varios coches se dirigieron velozmente al lugar donde se había producido la explosión.

El lugar era Findlay sede del condado de Hancock, ubicado en el noroeste de Ohio, se encontraba a 50 millas de Toledo, su población es de 38.967 habitantes, el lugar de la explosión fue bastante retirada de la zona urbana, justamente entre una zona de maizales y terreno salvaje.

Al fondo de la carretera divisó el bus que esperaba; por el otro lado, seis coches de policía local, con las sirenas y las luces encendidas, se acercaban a gran velocidad. Subió al bus y se alejó del lugar de la explosión. Se sentó al fondo y vio cómo los coches se detenían cerca del lugar de aterrizaje.

Pasadas unas horas, exactamente 2 horas y 49 minutos, el bus se detuvo en un lugar precioso, era la residencia donde descansaba el señor Parker. El ángel bajó pausadamente y se dirigió hacia la puerta de entrada, por el camino de tierra. Cuando llegó a la recepción divisó al señor Parker que se encontraba sentado en un rincón del salón, leyendo el periódico.

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El viejo profesor levantó la mirada del periódico y vio a una persona, de pie, al fondo del salón. La estampa del ángel era inmaculada y muy serena. Se dirigió hacia el viejo profesor; su caminar era pausado, su mirada no dejaba de observarlo y el ruido de sus zapatos sonaban como el tic tac de un reloj, a la vez la gabardina se le despegaba del cuerpo, pareciendo que una corriente de aire penetraba su piel, tanto las enfermeras como los residentes no dejaban de mirarlo fijamente, parecía como si algo sobrenatural les obligase a no perderle de vista, a su paso, los rostros de los allí presentes, se les dibujaba una sonrisa, cuando llegó a su lado, le puso la mano izquierda en el hombro y con la mano derecha le dió un trozo de piedra. Era negra, parecida a la pizarra. Se arrodilló ante él y le dijo:

−Mi nombre es Gabriel. Todas las respuestas a tus preguntas se encuentran en el trozo de piedra que te entrego. No tengas miedo a lo desconocido.

El ángel se incorporó y abandonó el lugar. Su caminar seguía siendo pausado, pero esta vez el ruido de sus zapatos desaparecieron, parecía no tocar el suelo de madera de la residencia. El señor Parker contemplaba como se alejaba aquella persona tan llena de paz; mientras lo hacía, miró la piedra y, sin saber cómo, ésta se convirtió en arena, las enfermeras también le seguían con la mirada, sin poder retirar sus ojos de él, una sonrisa les dibujó la cara.

El profesor se levantó de su silla de ruedas y se dirigió caminando hacia el lago; se descalzó, dejando sus zapatos al lado de la silla y, con los pies desnudos, disfrutando de la sensación del césped bajo sus pies, empezó a caminar sin rumbo.

El mullido césped le rozaba sus dedos y el rocío le humedecía sus pies descalzos, mientras caminaba una sonrisa le dibujó su cara y unas lagrimas le resbalaban por sus mejillas.

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En su mano derecha tenía la arena en que se había convertido aquella piedra y, poco a poco, la dejó caer; cuando el último grano de arena se depositó en el suelo, Parker cayó fulminado y una luz blanca y muy luminosa salió de su cuerpo. Por fin comprendió muchas cosas.

Boby se encontraba en su despacho de los estudios de televisión cuando, en una fría llamada telefónica, le comunicaron la muerte de su amigo y antiguo profesor el señor Parker. El viejo lobo solitario no tenía ningún familiar conocido, por lo que la única persona que figuraba en la residencia como familiar más cercano era él. Se quedó petrificado con la noticia. Comunicó a la gerencia que él se haría cargo de todos los gastos del funeral y que estaría allí al día siguiente, para ocuparse de todo. Cuando colgó el teléfono una lágrima corrió por su mejilla, el señor Parker era lo más parecido a un familiar que tenía.

Siempre se habían hecho compañía en su soledad, aturdido por la noticia, algo le hizo reaccionar. En los televisores de su despacho se repetía la noticia del impacto de un objeto extraño en Ohio. Las hipótesis que se barajaban, eran que se trataba de un meteorito, pero las noticias no daban más detalles.

Abandonó su despacho y se dirigió hacia el del dueño de la cadena. Abrió la puerta muy alterado y entró. Sentándose frente a su amigo le comunicó que necesitaba un helicóptero para dirigirse al lugar donde había impactado el supuesto meteorito.

Algunas veces Boby realizaba reportajes para la cadena, su extensa carrera como meteorólogo, sus centenares de tesis realizadas por la universidad y sobre todo la gran amistad que compartían, Boby tenia carta blanca para todo.

Tom Clen, lo miró pensativo y, sonriéndole, aceptó con la condición de que tendría que llevarse a un equipo completo para poder grabar e informar de todo lo que allí ocurría.

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Boby abandonó el despacho dándole las gracias y diciéndole que le debía otra cerveza.

Se dirigió a la redacción y buscó a Elvis, un joven cámara con muchas ganas de salir del plató de los estudios; siempre había soñado con acción pero, desde que estaba allí, aún no le habían dado ninguna oportunidad, por lo que la noticia casi le hace besar a Boby. Su nombre en realidad era Bili, pero debido a su veneración hacia el rey, todos lo llamaban con ese mote, cosa que a él, lejos de molestarle, le encantaba.

Sus padres eran de origen Escoceses, de Dundee situada en las tierras altas, en la costa este, en la parte norte de la bahía del río Tay, lejos del mundanal ruido, a unas 477 millas de Londres, sus padres llegaron a Estados Unidos cuando tenían 18 años, eran unos recién casados muy jóvenes, con muchos sueños e ilusiones, se pusieron a trabajar en lo que podían, la madre había estudiado enfermería y se colocó en una clínica dental, el padre de oficio cerrajero, trabajó muy duro en una fabrica de acero, pasado el tiempo, la vida le cambió y montó su propio negocio, el sueño de su vida, una cerrajería en Manhatan.

Bili a pesar de que naciera en Estados Unidos, no dejaba de pensar en el país de sus padres, procuraba leer todo aquello referente a Escocia, escuchaba música escocesa, sus poetas preferidos eran Allam Ramsay y Thomas Campbell, mantenía contacto mediante Internet , con jóvenes de su edad, al otro lado del charco.

Todo esto era secundario con la tremenda adoración que tenia hacia Elvis Presley.

Su aspecto no era como el de su ídolo, vestía ropas muy de segunda mano, barba de tres días y en el cuello siempre llevaba una bufanda muy larga que arrastraba por el suelo.

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Tenía al cámara, ahora le faltaba la presentadora. Miró a su alrededor y, cuando empezaba a desesperarse, la vio, era perfecta, sentada delante de su ordenador recabando todas las noticias para después dárselas a la presentadora oficial de la cadena, la cual, la única preocupación que tenía, era asegurarse de que su cabello estuviera perfecto. Se llamaba Julia y era la becaria de la cadena.

Su aspecto era delicado, una larga melena rubia le acariciaba los hombros, una nariz respingona y pequeña, se escondía entre sus ojos azules verdosos, que le iluminaban la cara, sus gafas azules le realzaba el rostro.

De familia acomodada, estudio en la Universidad privada de Boston, allí estudio periodismo, licenciándose con matricula de honor.

Ella sabia que gracias a sus padres, pudo conseguir todo, pero ahora estaba dispuesta a empezar desde cero y valerse por si misma, quería ser una gran periodista, descubriendo todos los entresijos, para ello tenia que empezar desde abajo, pero no le importaba, todo lo contrario, le fascinaba.

Boby con voz enérgica llamó a los dos.

−Elvis, coge todo lo que puedas de equipo, sube a la azotea y espera al helicóptero. Julia, vete con Elvis y esperadme arriba.

Se dirigió al almacén con un carro de supermercado y cogió todo lo que creía que podrían necesitar.

Julia, sorprendida, seguía a Elvis sin saber qué tenía que hacer.

Cuando tuvieron todo lo necesario, se dirigieron al ascensor para subir a la azotea. De repente, cuando se estaban cerrando las puertas, Elvis pulsó el botón de parada, ante el asombro y la

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perplejidad de Julia; se dirigió corriendo hacia su mesa y empezó a rebuscar en los cajones. Tras un momento que a la chica le pareció eterno el cámara gritó:

−Lo encontré.

Sonriente le mostró a la chica un CD del rey, del más grande, Elvis Presley. Una ocasión como aquella merecía el acompañamiento adecuado. Se volvió a subir al ascensor y pulso el botón de la última planta.

Boby los esperaba en el helicóptero que ya estaba en marcha. Abrió la puerta y gritó a Elvis y a Julia que se apresurasen, el fuerte viento que soplaba en lo mas alto del edificio y el que desprendía las hélices, les dificultaba el caminar, Julia se agarró fuertemente a Elvis, mientras él, con dificultad tenia que soportar el peso del carro con todo el material y ademas a su compañera. Ya dentro y acomodados los miró sonriente y con voz pausada les habló:

−Vosotros tranquilos, ésta va a ser la noticia del siglo y sé que lo haréis perfectamente.

Los chicos, emocionados, se dirigieron hacia él diciéndole que no le fallarían; que le agradecían la oportunidad que les estaba dando y que no le decepcionarían.

En ese momento el helicóptero se elevó, el fuerte viento desplazo el carro, chocando contra la cabina de la azotea, desde donde controlaban los despejes y aterrizajes de los helicópteros, y se alejó del edificio, perdiéndose entre la majestuosidad de los rascacielos de la ciudad.

Pasada una hora y treinta minutos, sobrevolaban el lugar donde había ocurrido el acontecimiento. Un inmenso cráter apareció ante sus ojos. Todos se quedaron de piedra. Elvis empezó a grabar todo desde el aire, estaba tan nervioso y emocionado que no paraba de temblar.

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Además del tremendo cráter, allí se divisaban cientos de militares. La zona estaba acordonada, había camiones, tanques y algunos hombres con trajes que parecían sacados de las películas de ciencia ficción.

De repente dos F-16 pasaron por delante de ellos a gran velocidad y seguidamente un helicóptero militar, se colocó de frente a ellos, amenazante, armado hasta los dientes de numerosas ametralladoras, les comunicó mediante megafonía que lo siguiesen, que serían conducidos a una zona de seguridad, en caso de que no acataran sus ordenes, estarían obligados a derribarlos. Era una zona acordonada vigilada por militares. Cuando aterrizaron, un coronel de las fuerzas armadas, les invitó a que le siguiesen; subieron a un vehículo militar y fueron conducidos a una tienda de campaña que habían habilitado para la prensa.

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ESMIRNA

2: 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

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EL PODER DEL ÁANGEL

Gabriel se encontraba en New York. En la Quinta Avenida veía a la gente deambular delante de él. Seguía caminando y de vez en cuando levantaba la mano muy lentamente a la altura de la cintura y con suavidad, tocaba a la gente, no la elegía al azar, él sabía a quien tenía que tocar.

Por su derecha se acercó un ejecutivo con su maletín negro, su traje de seda, perfectamente planchado, y con una corbata que seguramente valdría más de trescientos dólares, unos zapatos de Valentino y, a juego, su reloj y sus gemelos. Gabriel levantó su mano derecha y sin mirarlo lo tocó, el toque fue muy sutil y una brisa de aire le movió la gabardina. El ejecutivo no se percató de nada y, en un segundo se detuvo, puso la mano en su boca y empezó a toser, la mano se cubrió de sangre. La tos era cada vez más intensa.

Entró en la recepción de un hotel, pidiendo auxilio y nada más cruzar la puerta, cayó redondo, encima de una mesa de cristal que presidia la entrada, el golpe fue fortísimo, los cristales salieron despedidos por toda las direcciones, llegando a cubrir aquel lugar de diminutos cristales, que se esparcieron por todos los rincones del Hall.

La gente que se encontraba en el hall se acercó a socorrerle, pero no pudieron hacer nada, empezó a tener fuertes convulsiones y falleció. Del cuerpo salió una luz negra, nadie podía percibirla, solamente Gabriel. Continuó andando y vio otra víctima.

Era una persona totalmente diferente a la anterior. Se trataba de un pobre borracho que se pasaba las horas muertas en la avenida pregonando el fin del mundo. Estaba sobre un cajón de madera y, a su derecha, un carro de aeropuerto guardaba sus enseres más queridos: ropa, botellas de licor, un paraguas,

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etcétera. Encima de todas ellas había un perro que no paraba de ladrar, no era de raza, era una mezcla de labrador y chucho.

Gabriel se detuvo delante de él. El borracho no paraba de decir que el fin de los tiempos estaba cerca y que Dios mandaría a sus legiones para exterminar el planeta. El ángel lo miró detenidamente. El perro dejó de ladrar, agachó las orejas y se escondió entre los enseres con un miedo atroz. Gabriel, levantando la mano, se dirigió al borracho y le dijo:

−Jimy, no estoy aquí para destruir el mundo. Vosotros lo habéis destruido, yo sólo estoy aquí para salvarlo. La tierra no os pertenece, es de vuestros hijos.

El borracho se quedó petrificado. Aquel desconocido que le hablaba sabía su nombre. Durante los cinco largos años que estaba en esa calle, nadie le había hecho caso, sólo lo importunaban la policía o los de asuntos sociales.

Gabriel levantó su mano y le tocó. El borracho bajó del cajón, le dio las gracias y se alejó hacia un callejón, llevándose todas sus pertenencias, mientras caminaba, una sonrisa dibujó su cara y en sus mejillas unas lagrimas se resbalaban hacia la comisura de sus labios. El ángel lo seguía con la mirada y vio como al final del callejón el hombre cayó al suelo fulminado. En ese momento una luz blanca abandonó su cuerpo y el perro, muy calmado, empezó a lamer a su dueño. A la vez que el perro le demostraba su cariño, la frente del borracho empezó a sangrar, las gotas se le resbalaban por la cara, cubriéndole los ojos y la boca, se formó un charco en la acera, de su frente empezaron a marcarse una cicatrices, las cuales dibujaban un nombre. Esmirna. Gabriel, como si nada hubiese ocurrido, continuó su paseo contemplando la grandeza de la ciudad, escuchando a lo lejos el sonido de unas sirenas de ambulancias.

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Esas mismas, se dirigían hacia el aviso que los empleados del hotel realizaron a urgencias, los sanitarios se pararon en la puerta principal, corrieron rápidamente para auxiliarle, mientras, uno de ellos abrió la parte de atrás para bajar la camilla, otros dos entraron al hotel y se ocuparon del herido, cuando se colocaron al lado de él, le tomaron el pulso, le desabrocharon la corbata y le remangaron un manga del brazo, para poderle inyectar una vía, no tenia constantes vitales, lo que realizaron rápidamente fue un masaje cardíaco, pero no daba resultado, cuando dejaron de bombear el pecho, uno de los enfermeros miró hacia su reloj y confirmó la hora del fallecimiento, en ese instante del brazo derecho, fueron apareciendo unas cicatrices, empezaban desde la muñeca hasta el bíceps, resurgían desde el interior de la piel, los médicos se asustaron, complejos no dejaban de mirar las cicatrices y con curiosidad miraban atentamente lo que dibujaban esas heridas, uno de ellos, señaló con el dedo las marcas, pudiendo apreciar una palabra, se apreciaba claramente un nombre. Efeso.

Gabriel se detuvo ante un bar.

En el numero 798 de la 5 avenida, esquina al Central Park Zoo, la calle E 62 nd st, comunicaba hacia un bar, la fachada era negra, unos ribetes blancos realzaban las ventanas, en lo mas alto, un letrero de madera anunciaba el nombre del bar, era ilegible, apenas se apreciaba, solamente se podía leer; taberna.

El local era oscuro, cientos de trastos adornaban el bar, una radio de los años 50, molinillos de café antiguos, fotos en blanco y negro de New York y destacando de todo, un enorme cartel de cine antiguo, cuyos artistas eran, Marilyn Monroe, Tony Curtis y Jack Lemmon, su titulo, con faldas y a lo loco. El contraste de la claridad de la calle con la tenue luz del establecimiento, resultaba chocante.

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Cuando abrió la puerta todo el mundo miró hacia él, no por nada en especial, sino por la claridad que acababa de romper y la oscuridad del interior. Su gran silueta se realzaba en la puerta, con su altura y con el atuendo de su gabardina. Cerró la puerta y se dirigió hacia la barra. En el mostrador un camarero de corpulencia gruesa le dio los buenos días y le preguntó si quería algo para beber. Gabriel le miró intensamente y le pidió agua. El camarero, muy gentilmente, le sirvió un vaso de agua.

Al fondo del local había un billar. Dos hombres jugaban. A su lado se veía una mesa llena de botellas de cerveza de las que los jugadores habían dado buena cuenta de su contenido. Apoyada en el mostrador, a unos metros, se encontraba una joven tomando café rodeada de libros y papeles, seguramente preparándose para un examen o prueba de trabajo. La partida de billar terminó. Uno de los jóvenes se acercó para pedir más cerveza y, según lo iba haciendo, comenzó a mirar muy atentamente a la muchacha que se encontraba leyendo. El joven pidió las bebidas y groseramente empezó a meterse con la chica, no sólo verbalmente, también empezó a tocarla, acercó su mano sobre su cabello, acariciándole el pelo, su cara se acercó hacia la suya, desprendiendo desde su boca un olor nauseabundo, mezcla de cerveza y olor a cigarrillos, cada vez se acercaba mas, cuando su cara estaba a escasos tres centímetros, sacó su lengua, dándole un lametón en toda su mejilla. La chica le pedía que la dejase en paz.

El camarero enfadado le dijo que dejaran de molestarla y les conminó a que abandonaran el local. Ante los oídos sordos del joven, el camarero sacó un bate de béisbol de debajo de la barra y le volvió a pedir que soltase a la chica. El otro joven que estaba sentado en la mesa sacó una pistola y apuntó al camarero. Gabriel cogió el vaso de agua apurándolo de un trago y lo dejó sobre la mesa, se dio la vuelta y se dispuso a salir de allí.

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El joven que tenía el arma se dirigió hacia él diciéndole que a dónde creía que iba, que nadie saldría del bar sin su permiso. Gabriel se dio la vuelta y le contestó:

−Mi trabajo aquí no es necesario ya que vosotros lo haréis por mí.

El joven del arma se rió y le preguntó que si estaba loco, y en ese momento, martilleo su arma y disparó contra Gabriel. La bala le dio en el pecho, pero fue como si nada hubiera pasado. Volvió a disparar y esta vez le dio en la cabeza con el mismo resultado, nada, no le hacían mella las balas. El joven del arma estaba asustado, realmente lo estaban todos.

El otro joven que estaba con la chica cogió una botella de cerveza y se la rompió en la cabeza, pero el resultado fue el mismo, nada. Gabriel, se fue acercando lentamente, agarró al joven del cuello y lo lanzó contra la mesa de billar que se encontraba a más de cinco metros, las bolas del juego salieron disparadas y unos tacos de billar los partió con la espalda. Mientras lo tuvo cogido por el cuello las manos de Gabriel cambiaron y se transformaron en garras, de su espalda se desplegaron sus hermosas alas, su transformación fue completa dejando a todos los presentes paralizados. Dirigiéndose hacia los jóvenes los agarró por el cuello levantándolos más de metro y medio del suelo acercando su cara a las suyas, sus piernas no dejaban de patalear en el aire. Los jóvenes estaban aterrorizados al ver el aspecto de aquel demonio.

Cuando los tenía a unos escasos 3 centímetros de su rostro, les dijo:

−Habéis sido unos niños muy malos.

Gabriel los soltó y cayeron fulminados. Al hacerlo una luz negra salió de sus cuerpos, un montículo de arena negra se formo en el suelo del bar.

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Miró hacia el camarero y hacia la joven. El hombre de rodillas temblaba y le suplicaba que no lo matara y la joven lloraba incrédula por lo que acababa de presenciar. Después de mirarlos y verlos tan frágiles e indefensos, se volvió a transformar en una persona normal. Se acercó a la barra y le dio las gracias al camarero por el agua, y antes de salir del bar, les dijo:

−Barnie, eres una buena persona. No temas al futuro y tú, Sara, el trabajo será tuyo y pronto tendréis la recompensa.

Gabriel abrió la puerta dejando penetrar la claridad de la calle y se desvaneció.

Al escuchar las palabras de aquel hombre, tanto el camarero como la estudiante, de sus caras una sonrisa se dibujo, la sensación de paz se apoderó de sus cuerpos, respiraron profundamente y las lagrimas cayeron por si solas desde sus lagrimales.

Barnie, cogió el teléfono y llamó a la policía, una vez terminado de hablar, se acercó hacia los jóvenes, se encontraban tumbados boca arriba, con los ojos en blanco, cuando se encontró a los pies de ellos, sus ropas empezaron a deshacerse, parecía como si sus prendas estuvieran impregnadas de algún material corrosivo, a la vez que desaparecía la ropa, aparecían unas marcas, del brazo izquierdo de uno de los jóvenes empezaron a dibujarse unas cicatrices, de su compañero, las señales aparecieron en la pierna izquierda, el recorrido de las cicatrices del brazo iban desde la muñeca, hasta el bíceps, el de la pierna, seguía desde el pie hasta la rodilla, los nombres de Pergamo y Tiatira, se apreciaban con claridad.

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PERGAMO

2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.

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LA PLUM A

Boby se dirigió hacia la sala que los militares habían habilitado para los medios de comunicación, era una simple carpa de color mimetizada, en el interior una extensa moqueta de color azul cubría todo el suelo, las sillas se formaban en seis filas, haciendo un total de 36, al fondo, en un espacio de tres metros cuadrados, las cámaras se apretujaban para tomar las imágenes, frente a ellas un atril de metacrilato con el logo del ejercito, de los Estados Unidos.

Elvis colocó su cámara al final del recinto para poder grabarlo todo, pegándose con los demás compañeros de prensa para coger el mejor lugar. Julia se sentó en las sillas acondicionadas por el ejército para la rueda de prensa y Boby se colocó cerca de la puerta.

El coronel hizo su aparición en la rueda de prensa. Se situó en el atril, se quitó la gorra, colocándola junto a unos papeles que deposito en el atril y se dirigió hacia los allí presentes:

−Buenos días a todos. Soy el coronel Hataway, de las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América. Les he convocado para explicarles lo que está ocurriendo aquí, a setenta millas de la capital del Estado. Realmente no estamos autorizados para contarles nada, pero tranquilos, no es por que queramos ocultarlo, solamente es porque lo desconocemos. Lo único que les podemos decir es que hace unas horas nuestro satélite de información nacional detectó un objeto dirigiéndose hacia la tierra y, cuando supimos el lugar del impacto, varios F-16 salieron a investigar. Les ruego paciencia y que nos dejen trabajar; cuando sepamos algo más, yo personalmente se lo comunicaré. Ahora habrá unos turnos de preguntas y si puedo contestarlas, lo haré gustosamente.

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Periodistas de diferentes cadenas comenzaron a hacer preguntas, casi todos iban por el mismo camino de suposiciones, refiriéndose a algún tipo de meteorito, exceptuando a uno de una revista sensacionalista que lo único que tenía en mente era el aterrizaje de ovnis.

Boby en ese momento miró a Elvis, le guiñó un ojo y rápidamente salió de la sala de prensa. Nadie notó su ausencia. Se dirigió hacia la zona acordonada. El trasiego de militares era grandioso, dentro de las tiendas militares, se podía ver como recogían restos del terreno y allí mismo realizaban pruebas, Boby caminaba escondido entre las tiendas y los militares que no cesaban de entrar y salir, alguna vez se tubo que agachar y esconder tras las ruedas de un jeep, caminando durante 15 minutos entre los matorrales y las piedras, llegó al fin al lugar de la explosión.

El paisaje era desolador, una gran explanada quemada y del suelo imitando a un río sin agua. Una cinta amarilla cubría todo el perímetro, pero eso no le importaba, pasó por debajo de ella, penetrando hasta el mismo centro de la explosión, se puso de rodillas y cogió arena, era muy negra, no parecía quemada, más bien parecía tierra volcánica, aunque le desconcertaba el no ver ningún trozo de roca o mineral procedente del espacio, a la vez que recogía pruebas realizaba fotografías con una cámara digital.

Un soldado le dio el alto y le invitó a abandonar el lugar, argumentando que no podía estar allí. Sin poner objeción se marchó, pero cuando había recorrido unos tres metros, observó un árbol, completamente carbonizado, lo extraño no era el árbol, sino la enorme pluma negra que encontró, la cogió y la guardó en el bolsillo interior de su chaqueta. Era de un color negro como el carbón y de unas dimensiones enormes, su longitud era de unos cuarenta y cinco centímetros, demasiado grande para las aves autóctonas del lugar.

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Tras el descubrimiento, se dirigió hacia sus compañeros y les dio órdenes muy concretas. Les comunicó que se tendrían que quedar allí para recabar información; él tenía que acudir a una cita que no podía eludir y que mañana al mediodía, regresaría.

Boby se dirigió a la residencia de ancianos para encargarse del funeral del señor Parker.

Cerca de allí alquiló una habitación en el pueblo; se sentó en la cama del motel y del mueble-bar sacó una cerveza y, mientras se desprendía el nudo de la corbata, le dio un gran sorbo; se recostó en la cama y sacó del bolsillo la pluma que había encontrado; la dejó suavemente en la mesilla de noche, cerca de la cerveza y se durmió.

A la mañana siguiente se levantó y tomó un taxi hacia la residencia. El funeral fue muy íntimo, con una asistencia muy reducida. El cura que oficiaba la misa, la recepcionista de la residencia junto a la directora y Boby, en total cuatro personas, pero a él, no le sorprendió, ya que el señor Parker sólo lo tenía a él como amigo. El entierro se celebró cerca del lago, donde la residencia disponía de un lugar tranquilo y precioso para estos acontecimientos, el olor de aquel lugar era increíble, a jazmín y pensamientos, se podía escuchar el leve cantar de los canarios y el suave viento que se posaba en la cara.

Una vez finalizado el responso del cura, el ataúd fue bajado al fondo de la fosa y, tras arrojar unos ramilletes de jazmín sobre el ataúd, se dirigieron a la residencia donde había preparado un pequeño almuerzo para despedir al señor Parker. Tras compartir impresiones con los asistentes, Boby se dirigió a la directora y le preguntó dónde lo habían encontrado muerto.

La directora, muy amablemente, le narró como uno de sus celadores lo había descubierto en la orilla del lago; todo le parecía muy extraño; había pasado el día muy bien e incluso

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había tenido fuerzas para recibir la visita de un familiar.

Boby se sorprendió al oír lo del extraño familiar, él siempre se había considerado su única familia y si hubiera tenido algún familiar, lo habría sabido. Boby sabia que no tenia familiares en América, su hermana falleció hacia años en Inglaterra, perdiendo todo contacto con sus sobrinos y ademas residían en Francia. Desconcertado se dirigió al lugar donde encontraron el cuerpo, se agachó para coger unas piedras y lanzarlas al lago; según lo hacía se preguntaba en voz alta:

−¿Por qué? ¿Por qué, y quién es ese familiar que te visitó? ¿Por qué nunca había oído hablar de él?

Mecánicamente se agachó de nuevo para coger más piedras y lanzarlas al lago cuando algo le alertó, soltó las piedras que tenía en la mano y descubrió algo que lo desconcertó. Un pequeño montículo de arena negra, de igual color y tacto, que la que había visto el día anterior en el cráter, esta vez el montículo parecía que tenia forma, cogió su cámara y la fotografió, la arena formaba una letra, claramente se distinga la letra A. Depositó la arena en un sobre y, tras despedirse de los asistentes al funeral, se marchó. Destino la base militar.

Antes de marcharse, hablo con una de las enfermeras, quería saber el aspecto de aquella persona que había visto por ultima vez a su amigo.

La enfermera le comentó que aquella persona no le dijo su nombre y si lo hizo no lo recordaba, lo que si sabia es que era muy alto, guapo y llevaba una gabardina negra, durante unos segundos la enfermera se quedó callada, recordando, llegó a la conclusión que no le podía decir cual era su aspecto, era muy raro, todas las compañeras le estuvieron observando, pero no le pudo describir como era físicamente, la muchacha llamó a una

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compañera y le dijo:

– Lourdes, ¿ Te acuerdas del caballero que visitó al señor Parker?

– Como me iba a olvidar de el, era guapísimo, alto, bien vestido.- hubo un silencio-

– Te puedes creer, que no podría decirte como era físicamente.

Boby agradeció a todo el mundo el trato que recibió el señor Parker, y se dirigió hacia el taxi que le estaba esperando.

Durante todo el viaje de regreso no dejaba de darle vueltas al hallazgo. Nada más llegar se reunió con Elvis y con Julia. Les preguntó si tenían lo necesario para poder realizar la narración de lo que allí había ocurrido. Los dos jóvenes asintieron comunicándole que todo estaba preparado, lo único que les quedaba por hacer era montar las imágenes con el sonido y que lo terminarían en el estudio. Boby asintió y los tres se dirigieron hacia el helicóptero. Allí ya no había noticia.

De regreso a los estudios, se dirigieron a su despacho, miró a los chicos y empezó a hablarles con aspecto serio.

−Tengo que contaros algo. Cuando vosotros estábais en la rueda de prensa, salí a fisgonear cerca del cráter. Buscaba cualquier indicio que nos diera una idea de lo que allí había ocurrido. Recogí una cantidad pequeña de arena, me resultó extraña, pero cuando me alejaba de allí, a unos tres metros, encontré esto.

Sacó de su chaqueta la pluma y la puso encima de la mesa, junto al montón de arena. Sus compañeros no veían nada extraño. La arena podía ser del terreno y la pluma de cualquier buitre de la zona.

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−Recordáis que me tuve que marchar porque tenía cosas que hacer −continuó Boby− pues bien, a unos kilómetros mi amigo, el señor Parker, falleció y tuve que encargarme del funeral. Allí encontré esto.

Sacó el sobre de la chaqueta y volcó el contenido en su mesa, junto a la pluma y al montón de arena. Era la arena que había recogido en el lago, en el lugar donde su amigo había fallecido. Los dos montones eran exactamente iguales, el mismo color y la misma textura. Lo que le resultaba extraño no era la arena en sí, sino los lugares tan opuestos de donde procedían: el primero de un suelo muerto y el segundo de un frondoso y mullido césped. Elvis no acertaba a entender a dónde quería llegar su jefe con esas pruebas, pero le resultaba excitante.

Boby pidió a Julia que buscara en el ordenador y recabara información de todo lo ocurrido en las últimas setenta y dos horas, de cualquier cosa extraña, aunque le pareciese estúpido. La chica, sin pensarlo, se dirigió a su mesa y empezó a trabajar. Elvis, por su parte, ayudaría en todo a Julia, entregándole imágenes de hemerotecas y de cualquier cosa que le resultase sospechoso.

Boby se recostó en su sillón y, jugando con la pluma, pensaba en voz alta:

−¿Qué relación guardas en todo esto? ¿Qué significas? ¿Qué eres? o, mejor dicho, ¿quién eres?

Con las pruebas de la pluma y de la arena en la mesa, cogió su cámara mirando con atención, el montículo de arena que encontró en la residencia con la letra A, fotograma a fotograma, repaso las fotos que realizo en la explanada de la explosión, lo miraba despreocupado, cuando algo le llamó la atención, se fijó en que realizó una fotografiá al árbol, que se encontraba en el cráter completamente calcinado, acercó la imagen, cada vez mas

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y mas, allí descubrió que tenia una marca, centró la imagen, la volvió acercar, descubriendo que en el tronco había algo dibujado, se percibía claramente un símbolo, se levantó de la silla, se dirigió a un estante donde había centenares de libros y cogió uno de simbologia, sabia cual era perfectamente, pero lo miró igual, descubrió que aquello que se encontraba en el árbol era el símbolo de Omega.

De repente se levantó de un salto de su sillón, abrió la puerta de su despacho y se dirigió hacia la mesa de Julia.

−Julia quiero que busques en Internet sucesos extraños que hayan ocurrido en Ohio en un radio de cincuenta kilómetros del cráter, no preguntes y hazlo, sé que es una locura pero tengo una intuición.

Ya era tarde; la gente de la redacción se habían marchado. Eran las diez de la noche.

Boby estaba agotado, salió del despacho y les dijo a los chicos que se marcharan, tenían que descansar, ya que presentía que mañana iba a ser un día muy duro. Ante la insistencia de su jefe los chicos aceptaron a regañadientes, intentarían descansar para llegar al día siguiente con las pilas cargadas aunque sabían que no lo iban a conseguir. Estaban muy excitados por todos los acontecimientos.

Elvis, caballerosamente, se ofreció llevar a Julia a casa argumentando que era tarde y que a esas horas las calles eran muy peligrosas. Ella aceptó agradecida, recogió su bolso y se marcharon juntos. Bajaron a la calle. El coche de Elvis se encontraba dando la vuelta a la manzana; un viejo “Mustang”, color rojo y unas franjas azules horizontales, cubrían los laterales del vehículo, destartalado por fuera, pero en su interior tenía lo último en equipo de sonido; pulsaba un botón del CD y una

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pequeña pantalla de plasma salía del equipo, etapas de potencia en el maletero y cientos de vatios de sonido, parecía una discoteca. Elvis pidió a Julia que eligiese un CD de la guantera, pero lo gracioso es que no había donde elegir, todos los CD eran de Elvis Presley. Por fin pusieron uno y con la música del “Rock de la cárcel” se marcharon.

Boby se fue el último, apagó las luces de su despacho, se dirigió hacia los ascensores, cuando se paró en la planta baja, le dio las buenas noches a los guardas que vigilaban el edificio, decidió dejar el coche en el trabajo e irse paseando. La noche era preciosa, las luces de la ciudad iluminaban su cara, andaba con las manos metidas en los bolsillos y sin prisa, iba distraído, disfrutando del paseo. A unos metros de donde se encontraba, vio una tienda, donde vendían tabaco, licores, prensa, etcétera. Entró en ella.

La puerta se abrió con una musiquita de campanillas, siempre que se abría sonaba, como aviso de entrada y salida de clientes al establecimiento. Se dirigió al dependiente y le pidió un paquete de cigarrillos, mientras aguardaba, se dio una vuelta por la tienda; era pequeña pero muy larga; los productos estaban colocados de tal manera que los clientes daban una vuelta en círculo y al final llegaban a la caja. La recorrió muy despacio y tranquilo; pasó primero por los licores, después por los refrescos y, pasando las bebidas, al fondo, tenían prensa. Se detuvo para echar un vistazo, sin buscar nada en concreto, solamente mirar por mirar.

Tenían prensa financiera, la prensa diaria, deportes, revistas, pasatiempos, cuentos, etcétera. Se fijó en un periódico en especial, no era la típica prensa que él solía leer, se llamaba UFO, los temas que trataba eran de ovnis, marcianos, hombres lobo y todas las historias atípicas imaginables. En primera pagina había un titular que le llamó la atención: “Monstruo alado mata a dos

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jóvenes en un bar.” Cogió el periódico y empezó a ojearlo. En la portada, junto al titular, había un dibujo, parecía un águila enorme con forma humana; mirándolo detenidamente observó algo que le llamó la atención, las plumas de sus alas eran muy largas. Rápidamente su mente lo asoció con la pluma que había encontrado, pero no quería creerlo, él era una persona muy racional y no daba crédito a esas tonterías. Volvió a dejar el periódico en su sitio y se dirigió a la caja para pagar sus cigarrillos.

Finalmente dio la vuelta, cogió el periódico, el tabaco y salió de la tienda, dejando atrás el tintineo de campanillas que producía el avisador de la puerta.

A unas manzanas de distancia se encontraba una boca de metro. Decidió dar por concluído su paseo por la ciudad y marcharse a casa en tren. Bajó las escaleras y sacó un billete en la taquilla. El metro estaba solitario, no había nadie, solamente se cruzaba de vez en cuando con algún viajero despistado. Los pasillos eran largísimos; subió a una escalera mecánica, metió la mano en su bolsillo derecho y sacó el paquete de tabaco; se encendió un cigarrillo. En el brazo izquierdo, apretándolo con la axila, llevaba el periódico enrollado.

De repente sintió un escalofrío, los pelos de los brazos se le erizaron, sentía que alguien le seguía, miró hacia atrás en un acto reflejo y no vio a nadie; estaba nervioso. En ese instante una sombra pasó delante de él, pero no se percató de ello. Por fin llegó al andén. La estación estaba completamente vacía, solamente se encontraba el. El tren no había llegado aún, pero tardaría en hacerlo.

Podía escuchar cómo se acercaba; se quedó de pie sin moverse y esperó a que el tren parase. Antes de que lo hiciera vio, en el

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andén de enfrente, a un hombre vestido con gabardina negra, andaba muy despacio y tenía la mirada fija en él. El tren se detuvo frente a él y perdió de vista a aquella persona.

Las puertas se abrieron y pasó al interior pero, antes de hacerlo, el periódico que llevaba sujeto en el brazo izquierdo, se le cayó fuera del vagón. Se agachó para cogerlo, y en ese instante vio al extraño hombre frente a él con el periódico en la mano. Gabriel levantó la mano muy despacio y se lo entregó.

−Muy interesante lo que cuentan. El señor Parker también se interesaba por este tipo de lectura.

En ese momento las puertas del vagón se cerraron y el tren se puso en marcha. Boby estaba aterrorizado, no dejaba de mirarlo ni un instante. Las luces del tren se apagaron y se encendieron; fue todo muy rápido, no duró más de un segundo y, en ese instante, el ser desapareció. El tren se adentró en el interior del túnel y Boby perdió de vista la estación.

Gabriel paseaba por los pasillos del tren, a su paso, una mujer con su bebe en un carrito, se dirigía a la estación, su cara denotaba preocupación por lo tarde de la noche, a esas horas no era muy seguro caminar sola, justamente detrás de ella dos jóvenes la seguían los pasos, sus intenciones no eran muy buenas, ya en la estación, la mujer se encontraba impaciente por que el tren llegase, en ese instante uno de los jóvenes se acercó lentamente hacia ella, de su bolsillo sacó una navaja, la pobre muchacha vio las intenciones de aquel individuo y se puso a gritar, por detrás de ella se acercó el otro joven y la agarró fuertemente tapándola la boca, el de la navaja se acercó a ella colocando su arma en el cuello, la fue bajando poco a poco por su camisa, a la vez que le iba rajando los botones, la pobre mujer solo pensaba en su hija que se encontraba durmiendo en el carro, cuando la mujer se encontraba medio desnuda, con el sujetador a la vista, a lo lejos se apreciaba el ruido de unos

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zapatos, Gabriel se encontraba delante de ellos, los dos atracadores tiraron a la mujer hacia la pared de la estación, mientra uno de ellos amenazaba a Gabriel con la navaja, diciéndole que se marchase, que no pintaba nada allí, cada vez el ángel se acercaba mas al ladrón, cuando se colocó a dos metros de el, Gabriel le habló.

– Dejar a la mujer tranquila.-El atracador soltó una carcajada.-

– ¿Quien eres tu para mandarme algo?, el de la navaja soy yo, yo doy las ordenes, yo digo que se hace o se deja de hacer, marchate o te haremos mucho daño, solo queremos pasar un buen rato con esta preciosa mujer.

La mujer estaba muy nerviosa, no paraba de temblar, el otro atracador sacó un revolver del bolsillo y acercándose a Gabriel le apuntaba amenazante, la imagen del ángel cambió, transformándose por completo, al ver su imagen, uno de los atracadores salió corriendo, mientras huía se le escuchaba rezar el padre nuestro, el otro ladrón, temblando de miedo cogió la navaja que llevaba empuñada en su mano e intentó clavársela, los esfuerzos fueron inútiles, Gabriel lo cogió del cuello, sus garras crecieron, mientras apretaba con fuerza la garganta, se escuchó un chasquido seco, la soledad de la estación hizo retumbar aquel sonido, le seccionó por completo la traquea, después lo arrojó a las vías del tren, el ángel se acercó hacia la mujer ofreciéndole su mano, a la vez que se transformaba en humano, ella la aceptó y con fuerza la apretó, le rodeó con sus brazos dándole las gracias, Gabriel se marchó por el pasillo, dejando atrás a la mujer, cogió a su bebe, se acercó a las vías y vio a su atracador allí tirado, desde el interior del túnel, la luz cada vez se hacia mas intensa, el tren se paró en la estación, sin que el conductor se percatase del cuerpo que yacía en las vías y la mujer se montó en el vagón, su cara dibujó una sonrisa y unas lagrimas le brotaban de los ojos.

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A la mañana siguiente, Elvis y Julia entraron en el despacho de Boby. Él ya llevaba un par de horas en el trabajo. Les indicó que se sentasen y les preguntó si deseaban algo para tomar, un café o cualquier otra bebida. Julia pidió un café y Elvis una Coca-cola. Llamó a su secretaria y le pidió que, por favor, les trajese dos cafés y una Coca-cola y que no le pasase ninguna llamada, que nadie les molestara.

Julia empezó a hablar.

−Señor Carter.

−Por favor llámame Boby.

−Muy bien Señor Carter…, digo Boby. He buscado en Internet lo que me pidió, pero no he encontrado nada relacionado con meteoritos ni con pruebas militares, nada. Bueno, realmente sí he encontrado algo, aunque es estúpido lo que le voy a contar, es lo único que se sale de lo normal, perdóneme por no haberle sido de más utilidad.

−Tranquila. Realmente no sabemos lo que buscamos, por eso creo que cualquier cosa nos valdrá. Continúa sin miedo ¿Qué encontraste?

−Todo ha ocurrido aquí, en New York, no muy lejos de la Quinta Avenida. Dos hombres fueron asesinados en un bar; según los testigos, un hombre entró en el bar, los dos hombres asesinados estaban borrachos y ese ser misterioso, se transformó en una especie de demonio; los agarró con una especie de garras y los mató.

Cuenta el dueño del bar que le dispararon sin que le hicieran ni el más mínimo rasguño las balas, lo que me llamó la atención, es el montón de arena que encontraron junto a los cadáveres, me

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pareció estar relacionado, con nuestras muestras.

– Hace tiempo, estuve saliendo con un chico, la cosa no salió bien, pero quedamos como amigos, el trabaja en el anatómico forense de New York, al ver que mi búsqueda no daba resultados, le llamé, le pregunté si había pasado algo anormal en la ciudad, su respuesta me sobrecogió, en estos días a recibido cuatro cadáveres que están relacionados entre si, no por su estatus social, ya que uno, era un hombre de negocios, de unos 35 años, otro un borracho de 50 años y los otros dos, unos jóvenes de 22 y 23, delincuentes habituales de la policía, lo asombroso es que cada uno de ellos tenían unas cicatrices muy extrañas en su cuerpo, cada uno en diferentes partes del cuerpo, esas cicatrices eran palabras, Efeso, Esmirna, Pergamo y Tiatira.

En ese instante Julia recibió una llamada de teléfono, interrumpiendo la reunión, su amigo del anatómico, le comunicó que otro cadáver acababa de entrar en el deposito, tenia los mismos síntomas que los demás, esta vez la cicatriz ponía, Sardis, justo en la pierna izquierda, Julia colgó el teléfono agradeciéndole la información.- Continuo con su explicación- Pidiendo disculpas.

– Me informé de esos nombres, la conclusión es que, Efeso, fue en la antigüedad una localidad de Asia menor, en la actualidad, Turquia, Esmirna fue fundada hace 3000 años a. C. es una ciudad de Turquia, Pergamo fue fundada en el año 560 años a. C. situada al noroeste de Asia mayor ( Turquia), Tiatira era una ciudad de Turquia, ahora conocida como Akhisan, lo que no comprendo es que hacen los nombres de ciudades Turcas, cicatrizadas en el cuerpo de personas que han fallecido, Ahora mismo, la llamada era referente al caso, otro cadáver a entrado al deposito, con la palabra, Sardis , en la pierna izquierda.

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Boby abrió el cajón de su mesa y sacó el periódico que compró la noche anterior, lo puso encima de su mesa y les dijo:

−Tenemos que ir a ese bar.

Se levantó de su silla, cogió su chaqueta y se dirigió hacia la puerta del despacho. Elvis y Julia lo siguieron. Seguidamente subieron al ascensor y bajaron hasta el garaje para coger el coche de Boby. Sin decir una palabra, se dirigieron al lugar donde ocurrió todo. Al llegar vieron la puerta del local precintada; la cinta estaba colocada en los marcos de la puerta, pero no estaba cerrada, dentro se veía luz. Boby se agachó por debajo de la cinta y abrió lentamente la puerta. Elvis y Julia le seguían mientras, con voz contundente, comunicó que iba a entrar. Del fondo surgió una voz autorizándoles la entrada y diciéndoles que en unos segundos les atendería.

Se acercaron a la barra. Al fondo se apreciaba una silueta que se acercaba hacia ellos, era Barnie; tenía en sus manos una escoba y estaba recogiendo los restos de la pequeña batalla que allí se había producido. Por fin llegó hacia ellos y les preguntó qué deseaban.

−Buenos días, en qué puedo ayudarles.

−Buenos días. Mi nombre es Boby Carter, y éstos son mis compañeros, Elvis y Julia, somos periodistas de la CNN.

−No son los primeros periodistas que se interesan por lo sucedido. Un par de ellos ya han estado aquí, preguntando lo que pasó, lo que me extraña es que la CNN se ocupe de estos temas.

−¿Qué es lo que paso aquí? Sabemos que hubo una pelea y que dos jóvenes fueron asesinados. ¿Usted vio lo que pasó?

−¿Que si lo vi? Nunca se me olvidará aquella cara. Pero, por favor, siéntense.

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Siento el desorden. He pensado mucho en lo sucedido y he decidido venderlo todo y marcharme al campo a vivir, por eso estoy limpiándolo todo. Hoy precisamente he quedado con un grupo inversor que están interesados en el local, y con ese dinero y con lo que tengo ahorrado, pienso pasar lo poco que me quede de vida, disfrutando y lejos de aquí. Compraré una pequeña embarcación y pasaré el tiempo pescando. Pensaba que eran ustedes de la agencia.

−Cuéntenos qué pasó.

−Todo sucedió muy rápido. No puedo recordar como empezó la pelea, pero lo que se quedó grabado en mi memoria fue el aspecto de aquella cosa. Se me ponen los pelos de punta cada vez que lo recuerdo.

−Continúe, por favor. ¿Cómo era?

−Al principio su aspecto era el de una persona normal, vestía de negro y con gabardina, pero cuando agarró a los jóvenes del cuello, su aspecto cambió. Sus manos se convirtieron en unas garras brutales, sus brazos y sus piernas eran musculosas y de su espalda salieron dos alas enormes, podrían medir cinco, seis, ocho metros no lo sé. Lo que sí sé, es que eran gigantescas. Uno de los chicos le disparó y ni se inmutó, como si las balas fuesen de papel para él; los agarró del cuello y los levantó dos metros del suelo, los chicos podrían pesar entre ochenta y cien kilos, pero él los levantó como levanto esta taza de café.

−Su cara, ¿cómo era su cara? ¿Qué aspecto tenía?

−No lo sé, sólo vi dos ojos rojos que destacaban en ella.

-Lo único que les puedo decir con certeza es algo que me llamó la atención, cada vez que lo recuerdo se me ponen los pelos de punta, cuando aquel individuo se marchó, me acerqué para ver a los cadáveres, vi algo muy raro, sus ropas

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desaparecieron, parecía brujería, sus pantalones, sus camisas, todas su ropa desapareció, mientras eso ocurría de sus cuerpos empezaron a salir una cicatrices, lo mas macabro es que eso parecía significar algo, si no recuerdo mal, en uno de ellos se podía leer la palabra Pergamo y en el otro joven la palabra Tiatira.

Mientras Boby seguía charlando con Barnie, Gabriel continuaba con su misión.

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TIATIRA

2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido

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LA CASA DE DIOS

Gabriel paseaba tranquilamente por la Quinta Avenida. A la altura de la calle Queen había una iglesia; su arquitectura era de piedra, una enorme puerta de madera, con remaches negros a los lados y dos cruces a cada lado de los portones, destacaban y realzaban la majestuosidad de aquel lugar, se detuvo delante de ella y subió las escaleras que llagaban a la puerta, la abrió de par en par, golpeando fuertemente con una pila bautismal, la cual se partió por la mitad, cayendo todo su contenido, por el suelo, siguió caminando y entró. Al fondo se veía una imagen de Jesús crucificado, de madera, majestuosa; rodeando el crucifijo había muchos cuadros de imágenes religiosas, debajo de él, una enorme mesa con todos los utensilios que se utilizan para cualquier ceremonia religiosa, y el salón lleno de bancos para la oración. Gabriel caminaba despacio hacia el Cristo. En los bancos había unos pocos feligreses y, al fondo, se hallaba el párroco.

Mientras Gabriel se dirigía hacia él, los bancos de la sala se iban partiendo por la mitad, a medida que avanzaba, un ruido seco los iba seccionando. Los feligreses se levantaban asustados. Un hombre se dirigió hacia Gabriel para que no llegase hasta el párroco. Éste lo asió del cuello y lo lanzó encima de la mesa de ceremonias. Él seguía avanzando y los bancos seguían rompiéndose. A medida que proseguía su inexorable acercamiento, el ángel se iba trasformando. Desplegó sus enormes alas y en ese instante todos los presentes se quedaron petrificados. Al llegar a la altura del párroco le cogió la mano, éste enmudeció al sentir como aquellas garras agarraban su mano, le colocó una piedra en la mano derecha y le dijo:

−Cuando caiga el último grano de arena, serás juzgado. No eres digno de hablar en nombre de Dios.

Gabriel se dio la vuelta dirigiéndose hacia la salida.

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El párroco arrodillado entre sollozos pedía perdón a Dios. De repente las velas de la mesa se encendieron. Los cuadros empezaron a arder. Los cristales de las vitrinas estallaron en mil pedazos; todo el interior de la iglesia comenzó a inflamarse. Mientras Gabriel andaba muy despacio, todo se convirtió en un mar de fuego; abrió la puerta y miró hacia el párroco. Éste abrió la mano donde le depositó la piedra y vio como caía el último grano de arena, en ese instante miró a Gabriel, el ángel, transformado ya en persona, cerró la puerta; al hacerlo, la iglesia saltó por los aires. Una inmensa bola de fuego ocupaba el lugar donde estaba el edificio, el caos era tremendo, los cristales llegaron a la carretera y el tráfico tuvo que ser cortado.

Gabriel, mientras tanto, bajaba las escaleras muy tranquilo. Un coche de policía, que pasaba por allí, divisó en primera persona aquella explosión, se detuvo frente a él. Dos policías, apuntándole con sus armas, le dieron el alto, conminándole a que levantara los brazos, se pusiera de rodillas y colocase las manos en la nuca. Gabriel, con una sonrisa en su cara, obedeció en silencio y se puso de rodillas. Mientras un policía le seguía apuntando con su arma, el otro le colocó las esposas, lo puso de pie y se lo llevó al coche. Mientras lo hacía el policía que apuntaba a Gabriel llamaba a los bomberos y pedía refuerzos.

El estruendo de la explosión fue enorme; el ruido se escuchó a varias manzanas de allí; el estruendo llegó al bar donde se encontraba Boby. Todos los presentes en el bar se asustaron por el ruido ensordecedor. Rápidamente el periodista reaccionó ordenándole a Elvis que cogiese la cámara y se dirigieran al lugar de la explosión. Como un rayo fueron hacia la puerta; la abrió y miró en todas direcciones, repitió el gesto, pero no podía apreciar nada hasta que, al fondo, divisó una enorme columna de humo.

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Salieron corriendo en esa dirección, sorteando los coches y la gente que pasaba por allí. Al llegar al lugar de la explosión, se quedaron petrificados. El destrozo era enorme. La iglesia había quedado hecha añicos; el lugar que ocupaba era un amasijo de escombros; lo único que había quedado intacto era la imagen del Cristo de madera que no tenía ni un arañazo, ni tan siquiera estaba quemado. Era sorprendente ver aquella imagen de pie, intacta, impoluta, en medio de aquel destrozo, parecía como si alguien hubiese destrozado el edificio y seguidamente, colocada la imagen.

Elvis empezó a grabar todo lo que estaba pasando; la calle cortada por la policía; los bomberos sofocando el incendio y ambulancias esperando para recoger heridos o cadáveres. Nadie sabía aún la magnitud de lo que allí había ocurrido. Una multitud de curiosos se acercaban a mirar; la policía acordonaba la calle y daban paso a más coches de bomberos, la magnitud del incendio era espectacular.

Los bomberos empezaron a sofocar el incendio, los cascotes cubrían todo el lugar, un bombero se percato que al lado de la cruz había un cuerpo, rápidamente se dirigió con valor hacia el, sorteando el fuego, amasijos de hierro y demás desperfectos, al llegar junto al cuerpo, comprobó que se trataba del párroco, yacía muerto, a los pies del cristo, el bombero lo cogió en sus brazos, lo llevó a la carretera , colocándole una bolsa negra, cubriéndole el cuerpo.

Boby miró a los coches patrulla que se encontraban cerca del incendio y descubrió algo que le hizo estremecerse: dentro de uno de ellos se encontraba Gabriel. Rápidamente ordenó a Elvis que dejara de grabar el incendio y que dirigiera la cámara hacia la persona que tenía retenida la policía en el coche. El chico sin pensarlo se puso a grabar todo lo que ocurría en el interior del coche patrulla.

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−Jefe, qué ocurre. ¿Por qué quiere que grabe al individuo que está dentro del coche? ¿Cree que pudo ser él el que quemó la iglesia?

−No lo sé, puede ser. No dejes de grabar. Lo que más me llama la atención es que estoy seguro de haber visto a esa persona antes. Su rostro me es muy familiar.

En ese momento el coche patrulla arrancó y se dirigió lentamente a comisaria. Elvis seguía grabando y Boby no dejaba de mirar a la persona que se encontraba dentro del vehículo. Cuando el coche llegó a la altura de los periodistas, Gabriel levantó la cabeza, que la llevaba un poco reclinada y miró a Boby directamente a los ojos, en una décima de segundo la imagen de Gabriel se transfiguró en el ángel que era, la visión de sus ojos era aterradora. Boby, al verlo, se quedó petrificado. Reaccionó a los pocos segundos. Tenía la cara pálida y de su frente manaba un sudor frío.

−Boby, ¿se encuentra bien? Está pálido, parece que haya visto un fantasma −se interesó Elvis.

−Sí estoy bien. ¿Lo has grabado todo? ¿Has grabado el interior del coche patrulla? ¿Has visto lo que ha ocurrido dentro del coche?

−No se preocupe jefe, todo lo tengo grabado.

Boby se acercó al escenario de la catástrofe, el caos era grandioso, con mucho sigilo atravesó el cordón policial, escondido entre los coches de policía y de bomberos, consiguió acercarse al cuerpo que se encontraba tapado con una lona negra, se agachó ante él y muy despacio fue descubriendo el cuerpo, aparentemente no tenia ninguna herida visible, sus

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ropas estaban quemadas, pero su cuerpo no sufría ninguna quemadura, la ropa la tenia desgarrada, una herida cerca del pecho le llamo la atención, en el costado derecho tenia una cicatriz, la cual se percibía el nombre de Laodicea, Boby se quedó petrificado.

El coche patrulla tardó diez minutos en llegar a comisaría. Con Gabriel esposado entraron en el interior por la puerta de atrás y lo encerraron en una pequeña celda, donde lo encerraron junto a un violador, que esperaba el traslado a los juzgados.

−No tengo mucho tiempo caballeros, debo irme lo antes posible −dijo Gabriel muy tranquilo.

−Calla la boca pirómano, o te la tendré que cerrar yo −le amenazó uno de los policias.

−Muy bien señor agente, o puedo llamarle Scott. Por cierto, ¿qué tal están

Mandy, su esposa, y su pequeño Eliot?

−Cállate chalado, jodido loco. ¿Cómo sabes mi nombre y el de mi familia?

−Todo a su debido tiempo.

El policía, fuera de sí, sacó su porra y con rabia golpeo en los barrotes, ordenándole que se sentara. Gabriel muy despacio caminó hacia el banco que tenía la celda y se sentó. El violador se acercó hacia el, pidiéndole que le entregase sus zapatos y su gabardina, que le gustaban mucho, en ese instante Gabriel se levantó, se acercó lentamente hacia el, colocándole la mano sobre su cabeza, sus garras comenzaron a crecer, giró bruscamente su mano, su cabeza sonó fuertemente, lo recostó sobre un banco de madera y le colocó la chaqueta en el cuello que llevaba puesta aquel individuo, pareciendo que se

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encontraba durmiendo.

El inspector-jefe ordenó que le tomasen las huellas, y que le hiciesen las fotos de rigor. Scott se encargó de llevarle a la toma de huellas.

−Pon las manos donde las pueda ver. Tengo que quitarte las esposas y no quiero problemas, o te las verás conmigo −le conminó el policia.

−Tú mandas, Scott; pero dentro de muy poco me tengo que marchar.

−Deja de llamarme por mi nombre. Creo que estás muy equivocado, aquí te quedarás una larga temporada, amigo.

−Creo que tienes que llamar a tu mujer.

−Cállate.

−Eliot, te necesita.

−Te he dicho que te calles, jodido loco −y a la vez que le insultaba, le propinó un puñetazo en la cara. Gabriel ni se inmutó.

Scott llamó a un compañero y le pidió que si podía llevar a Gabriel para tomarle las huellas, que tenía que llamar urgentemente a su mujer; que ya no se fiaba de aquel loco. Scott llamó a Mandy. El pequeño Eliot se había tragado una pieza de un juguete y tenía que llevarlo a urgencias, su esposa estaba muy asustada. Gabriel tenía razón. Scott salió corriendo para su casa, pero antes de irse, le dijo al ángel que cuando volviese arreglarían cuentas. Éste lo miró y le dijo:

−No te preocupes, son cosas de niños. Para cuando vuelvas, Scott, yo me habré marchado.

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El compañero de Scott empujó a Gabriel y lo llevó a tomarle las huellas. Entraron en un despacho, le colocaron en una pared blanca, con distintas medidas de altura y le tomaron varias fotos. Después le acercaron a una mesa y le tomaron las huellas. Todo fue muy extraño, cuando le untaron la tinta en los dedos y los presionaron en el papel, no dejaron ninguna huella, lo intentaron una y otra vez con el mismo resultado. Todos se extrañaron.

De repente las manos de Gabriel empezaron a transformarse en garras. El policía que le sujetaba soltó la mano sobresaltado y se quedó boquiabierto. Los presentes retrocedían asustados no dando crédito a lo que estaba sucediendo. Gabriel se transformó completamente en ángel y se dirigió hacia los que se encontraban en la sala.

−Ahora me marcharé y no quiero que nadie me lo impida; no por mí, sino por vosotros. Más tarde me ocuparé de todos.

Se colocó frente a la pared y la golpeó abriendo un gran agujero. Salió a un callejón y, desplegando sus alas, miró hacia el cielo y se alejó volando. Mientras lo hacía, sus garras arañaban las paredes de los edificios haciendo brotar chispas de ellas, como si estuviera cortando hierro.

Los policías se quedaron petrificados. El aire que provocó el movimiento de sus alas hizo que la foto que le habían tomado cayera a los pies de éstos. Un policía con las manos temblorosas, cogió la foto y vio que no aparecía ninguna imagen y, mirando a sus compañeros, les dijo:

−Creo que me cogeré unos días libres.

Boby, que se encontraba en la iglesia, ordenó a Elvis que fuera a por el coche, dejando la cámara en el suelo se dirigió hacia el bar donde tuvieron la entrevista con Barnie, sorteando a la gente, corría como loco, cuando llegó a el, no acertaba a

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introducir las llaves en la cerradura, se encontraba muy nervioso, cuando lo logró, se introdujo en el, arrancó el motor, metió primera y haciendo ruedas, salió volando, dejando un surco de neumáticos sobre la carretera, dejando un olor a goma quemada en el ambiente, conducía a gran velocidad, sorteando los coches, subiéndose sobre las aceras, cuando se acercó a Boby, cogió el freno de mano y realizo un trompo delante de el, Boby levantó la mano derecha con el pulgar hacia arriba, seguidamente Elvis salió del coche, dejando el asiento libre a su jefe, cogió la cámara del suelo y se sentó en el asiento del copiloto, Boby ordenó a Julia que se subiesen al coche, tenían que ir a la comisaría.

Mientras conducía, Boby le pidió al chico que le enseñase la grabación, éste cogió su cámara, rebobinó la cinta y le mostró el contenido, el incendio, la explosión, todo. Lo sorprendente es que cuando llegaron a la imagen del coche patrulla que llevaba detenido a Gabriel, dentro del vehículo no se veía a nadie. Sólo aparecía la imagen de los dos policías y ningún rastro del extraño ser.

Llegaron a la comisaría al tiempo que se escuchó un ruido tremendo. Estaban en la entrada, Boby se dirigió hacia la parte trasera; llegó al callejón, bordeado de unos edificios, los cuales en sus laterales, unas escaleras de incendios, medio oxidadas, se elevaban hasta lo mas alto de sus paredes y, frenando bruscamente, se detuvieron, al lado de unos cubos de basura, frente a Gabriel. Elvis bajó del coche, abriendo la puerta con mucho sigilo, con la cámara entre sus manos, Boby lo hizo muy lentamente, seguido de Julia y observaron como el ser, en ese instante, salía volando, levantando una gran ventolera, restos de periódicos y papeles que se encontraban en el suelo, flotaban por el estrecho callejón, los periodistas se quedaron petrificados al ver aquel ser, sobrevolando sobre sus cabezas, a la vez que sus

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bocas se abrieron de asombro. Gabriel, sobrevoló toda la ciudad, toda la gente pudo divisar aquel ángel surcando los cielos, se posó en lo más alto del puente de Manhatann y se arrodilló. Se convirtió en piedra.

El cielo empezó a cambiar, su color cambió a un rojo anaranjado, de repente se escuchó un ruido seco y tremendo. El movimiento del mar se detuvo, los marineros que faenaban en sus barcos, se quedaron perplejos, al ver estancado el agua, en el casco de sus botes.

Una gran bola de fuego, con una estela anaranjada, procedente del cielo impactó contra el fondo marino. Se hizo un vacío tremendo. Visto desde el aire se observaba un enorme agujero; se podía distinguir perfectamente el lecho marino. Una gran ola empezó a aumentar de tamaño velozmente y se acercó en dirección a la ciudad. En unos instantes, la ola que medía más de cincuenta metros, destruyó el puente de Manhatann. Los vehículos que se encontraban sobre él, fueron arrasados y arrollados por la fuerza del agua. El puente se derrumbó, quedando ante la vista de los absortos espectadores sólo una columna en la que, en lo más alto, se encontraba Gabriel. Estaba de pie con las alas desplegadas, su aspecto era el de una persona normal.

Desde su atalaya podía ver como los vehículos caían al mar. El ejército y la policía se vieron desbordados; nadie había detectado la enorme bola que se dirigía a la tierra, por lo que la población no pudo ser alertada. Las alarmas de la ciudad se activaron. Los habitantes de la ciudad sólo pudieron ver impotentes como la enorme masa de agua se dirigía hacia ellos. Todo era un caos; la gente corría sin sentido, la policía era incapaz de controlar a la muchedumbre aterrada; el atasco en las calles era tremendo, los conductores abandonaban sus vehículos y huían despavoridos. Los barcos, que se encontraban en el

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puerto amarrados, cayeron al fondo; los tripulantes saltaban de ellos para intentar llegar al puerto, los que se encontraban en los muelles, corrían aterrorizados sin rumbo. Todos corrían hacia los edificios más altos para intentar ponerse a salvo.

Boby, Elvis y Julia, al ver el impacto de la inmensa bola de fuego, corrieron hacia un lugar seguro. Cerca de la comisaria donde se encontraban, estaba la universidad donde el impartía clases; era muy antigua y podrían resguardarse en la torre, encima de su despacho, la cual se unía, por una escalera de caracol, Su construcción era sólida, de materiales muy resistentes y pensó que si algún edificio quedaba en pie cuando pasase todo, ése sería uno de ellos.

Avanzaban con mucha dificultad porque el caos que reinaba en la ciudad había alcanzado grados de locura colectiva; la gente, aterrada, corría sin saber dónde dirigirse.

Tom Clem, el dueño de la cadena de televisión, amigo y jefe de Boby, lo telefoneó, estaba muy asustado, en las noticias pudo ver como aquel ángel volaba por la ciudad, como el puente se destruía y no comprendía que pasaba. Boby le dijo que ordenara a todos los empleados que subieran a lo más alto del edificio, que una enorme ola se acercaba velozmente a la ciudad; para intentar tranquilizarlo, bromeó dicíendole que si salían de ésta, las cervezas correrían por su cuenta. Cuando llegaron a la universidad, se dirigieron velozmente a la torre.

Allí se encontraba su lugar de trabajo y sus aparatos de medida. Encendió todos los monitores y varios televisores. Las noticias eran aterradoras; aquel caos era mundial, no sólo afectaba a Estados Unidos. Enormes bolas de fuego estaban cayendo en todas las ciudades del mundo.

La gran ola seguía su inexorable avance hacia la ciudad. Gabriel, transformado en ángel, parecía cabalgar sobre ella.

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La masa de agua había alcanzado los cien metros de altura. El extraño ser sobrevoló la ciudad, a escasos metros de las cabezas de los aterrados y perplejos habitantes. Lo que en un principio parecía una catástrofe natural, ante la visión de ese enorme pájaro ya no quedaba tan claro. Gabriel aminoró su vuelo y se posó en lo más alto de la torre de la universidad, donde se encontraban los periodistas. Boby, desde la ventana, vio como la enorme ola arrasaba la ciudad a su paso y pensó que dentro de muy poco les tocaría a ellos.

Gabriel se acercó a la ventana; su imagen era hermosa levitando con las alas desplegadas. Boby, al verlo, retrocedió asustado. El ángel entró por ella haciendo retroceder hasta la pared aterrados a los allí presentes. Gabriel cambió su imagen y se transformó en humano.

−Creo que así estaréis más cómodos con esta imagen.

−¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Qué quieres de nosotros? ¿Por qué está pasando esto? −preguntaba Boby incrédulo ante lo que veía.

−Tranquilo, Boby, todo a su debido tiempo.

En ese preciso instante, el rector de la universidad irrumpió en la habitación preguntando qué estaba sucediendo.

−Quiero que os sentéis y no os preocupéis −dijo pausadamente Gabriel.

−¿Quién es usted y por qué dice que nos sentemos? ¿Es que no ve lo que está sucediendo? −balbuceaba el rector con nerviosismo.

−Siéntate y obedécele. Si salimos de ésta te lo explicaré −le dijo Boby.

Todos tomaron asiento como Gabriel les había pedido y, en ese preciso instante, la enorme ola avanzó delante de ellos

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cubriendo todo el edificio. Los periodistas se tiraron al suelo con las manos en la cabeza, Boby se agarró fuertemente a una de las columnas que había en el campanario, Julia tumbada en el suelo, deslizó su mano por la tarima, agarrando a la mano temblorosa de Elvis, se apretaron fuertemente las manos y cerraron los ojos. Gabriel se mantenía de pie, delante de ellos, inmóvil, sus pensamientos, eran de la vulnerabilidad de los seres humanos.

Una fuerte explosión se escuchó a lo lejos; otra enorme bola de fuego había caído en el interior de la ciudad, creando una enorme onda expansiva que, ante la sorpresa de todos, no arrasaba indiscriminadamente edificios y personas, sino que lo hacía de una manera muy selectiva.

Cuando la enorme ola pasó, pudieron comprobar que la universidad apenas había sufrido daños; pero la onda expansiva de la segunda bola de fuego removió los cimientos del antiguo edificio, haciendo estallar todos los cristales que tan heróicamente habían resistido el empuje del agua.

Seguidamente se pudo percibir un crujir grandioso, todos alzaron su mirada a lo mas alto, se trataba de la viga de madera que sujetaba la campana de la torre, se astilló por completo, dejando caer la inmensa campana de una tonelada, que durante un siglo permanecía impoluta en aquel lugar, su peso destrozó la escalera de caracol, cuando se precipitó al despacho, lo atravesó, dejando un socavón enorme, su gran peso, fue destrozando planta por planta, cuando llegó a la planta baja, se detuvo, creando una fuerte polvareda y con ella, un ruido estridente que la acompañaba.

Una intensa luz blanca iluminó la habitación donde se encontraban y, en un instante, el rector desapareció.

Fue como si su cuerpo se convirtiese en arena, sus moléculas se desvanecieron de repente.

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−¿Qué ha pasado? ¿Dónde está el rector? −preguntó Boby.

−Hace dos mil años se os dio una oportunidad y no supísteis aprovecharla, ahora es tiempo de un cambio. Sólo la gente de buen corazón tendrá la oportunidad de volver a empezar. Es la última oportunidad que tendréis −sentenció Gabriel.

El ángel pidió a Boby que encendiese la televisión y que sintonizase cualquier programa de noticias. Tras varios intentos por encontrar un canal que continuara emitiendo, lo logró; la señal no era muy buena pero se distinguía bien. Las noticias no eran muy alentadoras. Comentaban que todo el país había sido arrasado por numerosas bolas de fuego caídas del cielo, y que Estados Unidos no era el único país que había sufrido tal daño, se hablaba de que la catástrofe era planetaria, cientos de bolas de fuego habían caído en Europa, Japón, África, Asia etcétera. Ninguna parte del mundo se había salvado.

Boby, con una voz entrecortada, preguntó a Gabriel qué estaba sucediendo.

−Tranquilos, esto que ha pasado no es obra nuestra, sino vuestra. Se os dio una oportunidad para vivir en este planeta; se os dieron recursos naturales, se os otorgó inteligencia, amén de muchas otras cualidades, pero siempre escogíais las opciones equivocadas. Vuestra historia está repleta de guerras civiles, mundiales, muertes, odio, exterminio de especies. Todo esto terminó. Hoy comienza una nueva vida para la especie humana. Boby , quiero que me hagas un favor, quiero a través de la televisión dirijas un mensaje a la población. Se han habilitado unos hangares distribuidos por todo el país, todas las personas tendrán que dirigirse a ellos, aunque siempre han estado allí, vosotros no podíais verlos. En esta tierra que vosotros llamáis América, han sobrevivido sólo doscientos cuarenta y tres millones de personas, el resto ha fallecido.

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Pensarás que no es justo, pero una gran parte de la gente que falleció están en un lugar mejor que éste, mientras que el resto lo están en un lugar donde vivirán una pesadilla eterna.

Cuando Gabriel finalizó de hablar, se volvió a transformar y salió volando por la ventana. Boby estaba perplejo ante los acontecimientos que acababa de vivir, el mundo que conocía ya no existía y ante ellos se abría ahora un futuro incierto.

Pasado un tiempo, cuando estuvieron mas tranquilos, pensaron lo que estaba pasando y resoplaron a la vez, el despacho estaba destrozado, cientos de libros tirados por los suelos, cuadros, trofeos, papeles y demás mobiliario se encontraban esparcidos por todos los lugares, ademas del tremendo agujero que la campana hizo en el suelo. - Boby empezó hablar.-

– Quiero que nos sentemos, donde podamos, nos relajemos si podemos y empecemos a pensar, lo que estamos viviendo es algo anormal, ilógico, en nuestra investigación queríamos saber, que era aquel cráter, quien o que lo había producido, pues bien, ahora lo sabemos, lo que tenemos que descubrir, es ¿por que?.

Juntaron todas las pistas que tenían, la pluma, la arena, los nombres de Efeso, Esmirna, Pergamo, Tiatira y Sardis, Boby comento que en el incendio de la iglesia, el hombre que sacaron de los escombros, tenia grabada la palabra Laodicea, en el lugar donde encontraron a su amigo, había escrita la palabra A, en un montón de arena, igual a la encontrada en el cráter, donde en un árbol, se encontraba grabado el símbolo de Omega.

Se pusieron todos manos a la obra, entre todos los libros que había en el despacho, rebuscaron datos, probabilidades, buscaban algo que tuviera sentido.

Pasadas unas horas, las pistas se hacían cada vez mas claras, las pistas obviamente iban dirigidas a estudiar e investigar cosas

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bíblicas, lo que sus ojo habían visto, no les dejaba ninguna duda, que, normal no lo era.

1- La pluma, claramente era del ángel.

2- la letra A, significa Alfa.

3- El símbolo encontrado en el árbol, Omega.

Alfa y Omega se relacionan, en hebreo significa Alef y Tau.

Apocalipsis 1:8, Yo soy el Alfa y la Omega--dice el Señor Dios-- el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

4- Efeso Apocalipsis 2:1-7 El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto . “y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco”.

Nicolaitas, Secta herética, pre-gnóstica, señalada en el Apocalipsis como activa en algunas Iglesias del Asia Menor.

5- Esmirna, Apocalipsis 2:8-11 El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto. Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás”.

6- Pergamo, Apocalipsis 2:12-17 “El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:”. En Hebreos 4:12 la espada de doble filo se utiliza para describir la Palabra de Dios que es la fuente de la Verdad.

7- Tiatira, Apocalipsis 2:18-29 “El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:”. No podría ser más claro. Aunque nacido de una virgen, Quien habla con fuego en los ojos debe de ser tratado como el Hijo de Dios, no de María.

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8- Sardis, Apocalipsis 3:1-6 El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto:” El Señor le recuerda a la Iglesia en Sardis Quién es el que les escribe. El es el Dador del Espíritu Santo, y del Guardián del ángel que los pastorea.

9- Laodicea, Apocalipsis 3:14-22 He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.

10- La arena, Apocalipsis 13:1 Y yo me paré sobre la arena del mar, y vi una bestia subir del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas; y sobre las cabezas de ella nombre de blasfemia.

Querían saber si el cambio de color del cielo significaba algo, el color rojo anaranjado que todos contemplaron con estupor, el significado seria este: Apocalipsis 12:3 Entonces apareció otra señal en el cielo: he aquí, un gran dragón rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas había siete diademas.

Sabían el nombre del ángel, Gabriel, ángel mensajero, es definido de muchas formas, entre ellas como el ángel de la anunciación, resurrección, misericordia, venganza y muerte.

Siempre se repetía el numero siete,una de las conclusiones, no les cuadraban, los nombres que aparecieron en los cuerpos de los cadáveres, eran los siete sellos, pero solo tenían 6, eso significaba que cuando apareciese el séptimo, seria el fin de la humanidad, la profecía del apocalipsis se realizaría, el ultimo nombre era Filadelfia.

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Filadelfia- Apocalipsis 3:7-13 Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.” Gabriel el mensajero, anunciara, vengara la muerte del todo poderoso, el séptimo sello, resurgirá desde los muertos, agua, fuego, la tierra llorara ríos de sangre, la oscuridad reinara el universo.

Las siete iglesias de Asia Menor, representan siete periodos de la historia de la iglesia.

1. Efeso Iglesia Apostólica 30 - 100 d.C

2. Esmirna Iglesia Perseguida 100 - 313 d.C.

3. Pérgamo Iglesia Estatal 313 - 590 d.C.

4. Tiatira Iglesia Papal 590 - 1517 d.C.

5. Sardis Iglesia Reformada 1517 - 1790 d.C.

6. Filadelfia Iglesia Misionera 1590 - 1900 d.C.

7. Laodicea Iglesia Apóstata 1900 presente

Bili se quedo con la mirada perdida, tardo un tiempo en reaccionar, cuando lo hizo, se dirigió a Julia.

– Quiero que me digas exactamente, donde estaban las cicatrices de los fallecidos.- Julia cogió su libreta y muy despacio las fue nombrando, con voz temblorosa.-

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– La primera, es Efeso las cicatrices salieron del brazo derecho, desde la muñeca hacia el bíceps, la segunda fue Esmirna, en la frente, la tercera, Pergamo, en el brazo izquierdo, desde la muñeca hacia el bíceps, la cuarta, Tiatira, en la pierna derecha, desde los pies hacia la rodilla, la quinta Sardis, en la pierna izquierda.

Boby interrumpió a julia, comentando:

– La sexta, Laudicea, en un costado, fue la cicatriz que vi en la iglesia que salio ardiendo, ¿sabéis que significa esto?, No solo son los brazos, las piernas y el resto.

Son las muñecas. Los pies, la frente y el costado, son las heridas de Cristo en la cruz, esas señales marcan los clavos de sus muñecas, los de sus pies, la corona de espinos sobre su cabeza y la lanzada de un romano en el costado produciéndolo la muerte, en 1974, el cielo también cambio de color, pero no paso nada, han pasado 33 años y todo es diferente, 33 años, la edad en la que Jesucristo murió.

– Lo que se me escapa a mi mente es, si cada nombre es una señal del sufrimiento de cristo, que significa Filadelfia, el séptimo sello, según todos los libros bíblicos, cristo tubo solo 6 heridas, significativas. - Elvis respondió a Boby-

– Jefe, referente a lo que nos a comentado de las señales de cristo, pienso que se equivoca, a Cristo lo crucificaron de los pies y de las manos, de las palmas, en todas las iglesias, su figura esta crucificado por las palmas de sus manos. - Rápidamente le contesto.-

– Si sus manos hubieran sido clavadas por las palmas de las manos, se abrían desgarrado, al clavarle en las muñecas, seria diferente, La muñeca está formada por numerosos huesos, y es el lugar donde se articulan la extremidad distal de los dos huesos que forman el antebrazo el cubito y el radio con el carpo.

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El carpo esta formado por 8 huesos pequeños que se disponen en dos filas una proximal (la más cercana al cuerpo) que se articula con el cubito y el radio y una fila distal que se articula con los metacarpianos (huesos que forman la mano), gracias a esos huesos, nunca se desprendería de la cruz, de ahí las cicatrices desde las muñecas.

Absorto en estos pensamientos cogió el coche y se dirigió a la cadena para cumplir las órdenes de Gabriel; junto a él, en el coche, Elvis y Julia no eran capaces de articular palabra. Mientras se acercaban a su destino pudieron observar la devastación de la ciudad: casas derruidas, coches destrozados, todo era un caos, pero no se veía ni un solo cadáver, sólo había gente caminando sin rumbo, aún sin dar crédito a lo que había sucedido.

Dentro del caos, Boby, pudo observar mientras conducía, como cientos de ángeles sobrevolaban sus cabezas.

A la vez que conducía, no dejaba de mirar las notas que habían realizado, dando vueltas a la cabeza, una especie de frases le parecía que tenia algo de sentido, paro rápidamente en la calzada, los jóvenes se asustaron un poco, rápidamente miro hacia los chicos y les explicó, lo que significaban aquellos datos que tantas vueltas habían dado.

– Juntando las palabras Alfa, Omega, Efeso, Esmirna, Pergamo, Tiatita, Sardis, Laudicea y Filadelfia, tenemos las palabras y frases, Gabriel, las 7 señales, el no vivo, con sus espadas de dos filos, el hijo de Dios con los ojos de fuego, el ángel guardián, la humanidad, riquezas, pobres, la luz se convertirá en oscuridad.

– Si todo lo unimos, la frase sera esta:

– El Angel guardian, Gabriel, el no vivo, el hijo de Dios, con sus ojos de Fuego, con su espada de dos filos, creara las siete señales, la humanidad que solo piensa en riquezas, morirá, la luz

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se convertirá en oscuridad.

– Señores, el fin del mundo a comenzado.

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SARDIS

3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.

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ITALIA

Al otro extremo del planeta quinientos ángeles se posaban en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Todos los turistas, peregrinos y visitantes, se sorprendieron con temor, con la masiva llegada de aquellos seres, un mar de gente corrían sin rumbo, desperdigándose por todos los recovecos de la plaza, los ángeles se posaron con fuerza, provocando enormes agujeros bajos sus poderosas garras.

Los visitantes que se encontraban en el recinto intentaban entrar en la basílica, pero las puertas estaban cerradas, la Guardia suiza, al ver que el cielo se cubría de demonios y se posaban en la plaza, bloquearon todas las puertas, prohibiendo el paso a todo el mundo, por lo que no les quedaba otro remedio que intentar resguardarse en la plaza como podían. Los ángeles formaron impecablemente y permanecieron inmóviles; entonces llegó Gabriel, y se situó al frente de ellos. La multitud rezaba asustada. Un niño, de unos cuatro años, soltándose de su madre se acercó a Gabriel, ante la mirada aterrorizada de la mujer.

La descomunal envergadura del ángel con sus alas desplegadas contrastaba con la fragilidad del pequeño. Gabriel se arrodilló ante el niño y, ocultando sus garras, le acarició la cabeza mientras le decía:

−No tengas miedo Franchesco. Ve con tu madre y cuídala mucho.

El niño se alejó corriendo hacia su madre abrazándola con fuerza.

Gabriel, incorporándose, se dirigió a la puerta de la basílica. Un sacerdote, corriendo hacia él, lo exorcizaba con un crucifijo en la mano sin dejar de repetir:

−Aléjate de aquí, Satanás. En el nombre de Cristo.

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Gabriel se detuvo y, mirándolo fijamente, le dijo:

−¿Satanás? ¿A qué te refieres, Piero. Piensas que soy el anticristo? ¿Que vengo a destrozar la fe cristiana?

−En nombre de Dios te ordeno que te marches −prosiguió el sacerdote.

−Vengo en nombre de Dios, y me parece que me quedo. Sólo sabéis hablar y hablar. Te haré una pregunta Piero. ¿Por qué la gente pobre y necesitada vive en las calles, pasando frío y penalidades? Mi nombre es Gabriel y, ahora, vais a ser juzgados.

Levantó su brazo y señalando con un dedo hacia Piero, le lanzó un rayo azul que le alcanzó el pecho y lo hizo retroceder hasta la multitud. No le dañó pero lo dejó más aterrorizado de lo que ya estaba.

En el interior del Vaticano los cardenales y obispos contemplaban todo lo que sucedía en el exterior, por unos ventanales. Estaban atónitos, algunos rezaban, otros corrían sin saber hacia donde; la Guardia Suiza protegía los aposentos del pontífice. Éste, en el interior, rezaba arrodillado con un crucifijo entre sus manos. Los guardias, con sus armas dispuestas, aguardaban la llegada del ser. Algunos temblaban sin poder ocultar el miedo que le invadían, sin dar crédito a lo que estaba sucediendo.

De repente, los ángeles rompieron la formación y comenzaron a volar sobre las cabezas de los pobres incrédulos, con sus garras iban cogiendo a la gente y se las llevaban volando, a otros los cogían de los brazos, de las piernas, del cuello, de todas las partes y los atravesaban con sus poderosas garras, la policía intentaba detener a los ángeles, pero todos sus intentos eran imposibles, a la vez que los disparaban, ellos racionaban con mas agresividad, clavaban sus garras en los techos de los coche patrulla y los lanzaban con virulencia contra las personas y

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los edificios colindantes. Gabriel se dirigió hacia las puertas del Vaticano que se encontraban cerradas; se detuvo delante de ellas , puso su mano y, en un instante, las puertas se deshicieron como si fuesen de papel.

En la entrada algunos guardias comenzaron a disparar hacia el ángel, descargando sus cargadores. Gabriel, sin inmutarse, continuó caminando hacia los aposentos del Papa, lentamente andaba por los pasillos del Vaticano, subiendo por las escaleras de mármol, se acercaba hacia su destino. El Santo Padre y su escolta sentían cómo se acercaba aquel ser. Escuchaban aterrorizados como los pasos se oían con más nitidez; de repente dejaron de sonar, todo daba a entender que se encontraba frente a la puerta.

En ese instante la guardia comenzó a disparar. Cientos de balas se dirigieron hacia ella, las molduras empezaron a saltar, restos de astillas se desconchaban de la puerta, decenas de impactos de bala dibujaban la majestuosa puerta, hasta que los cargadores quedaron vacíos. Todo quedó en silencio por unos instantes, los guardias estaban seguros que ningún ser podía haber soportado tal cantidad de disparos. La puerta de la estancia papal, de repente, saltó de sus bisagras cayendo estruendosamente. Allí, frente a ellos, se encontraba Gabriel mirando a los guardias y al Papa.

Los policías, volviendo a colocar los cargadores en sus armas, reanudaron la lluvia de fuego con el mismo resultado. Algunos de ellos cayeron al suelo convertidos en arena mientras que los restantes, al ver eso, corrían despavoridos.

Gabriel se quedó solo con el Papa. Se dirigió hacia él, su santidad empezó a retroceder, llegando hasta una esquina de su aposento, allí, cerró los ojos y comenzó a rezar, Gabriel lo cogió del cuello con sus garras, lo levantó del suelo y acercándose a su rostro le dijo:

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−Nuestro Señor nunca tuvo riquezas. Habéis profanado la palabra de Dios.

El Papa no pudo pronunciar palabra de lo asustado que estaba, pero tubo fuerzas para poder sacarse de su cuello, un cristo que tenia colgado, aquel cristo era de oro macizo y terminaba en punta, lo agarró con fuerza, levantando el brazo , le clavó el cristo en el cuello, en ese momento, parecía que aquel crucifijo había penetrado en la piel de Gabriel, la sorpresa fue, que cuando impactó en su cuello, aquel abalorio de oro, se partió por la mitad, Gabriel, apretó con fuerzas su mano, partiendo el cuello. El Papa se convirtió en arena.

Caminando por los pasillos del Vaticano, se dirigió hacia las catacumbas, el lugar era muy oscuro y húmedo, los escalones estaban desgastados por la humedad, en los lados un canalón bordeaba toda la escalera, el agua de las lluvias se filtraban por las paredes y las ratas corrían a sus anchas por el lugar, bajando las escaleras de piedra en forma de espiral, llegó a una puerta de madera maciza, con unos cerrojos de forja negra, la abrió con facilidad, siguió caminando, a los lados del pasillos centenares de huesos, reposaban en paz, decenas de cuerpos se formaban en unos habitáculos de unos cincuenta centímetros, inscripciones en latín, decoraban el lugar, las ratas jugaban con los huesos, la humedad se palpaba en el ambiente, el frió penetraba por las grietas de las paredes, a unos doce metros una puerta blindada, parecida a la de una caja fuerte de cualquier banco, destacaba en aquel lugar, se colocó frente a ella, la puerta empezó a derretirse, todo aquel acero se fue deshaciendo, a los pies de Gabriel, sus pasos lentos, entraron en la habitación, aquel lugar estaba completamente reformado, las paredes acolchadas, un sistema de ventilación, purificaba el aire, sistemas de alarma protegía la habitación, el lugar estaba repleto de libros, en el fondo dos atriles de cristal, encima de ellos, la sabana santa,

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enmarcada en un cristal de unos cinco centímetros de grosor, la iglesia realizó una copia, mandándola a la capilla real de la Catedral de San Juan Bautista, en Turín, también conocido como la Síndone de Turín, la Sábana Santa o el Santo Sudario, debajo de el, un atril, dentro un libro corroído por el tiempo, en sus hojas se podía leer:

El primero, amarás a Dios sobre todas las cosas.

El segundo, no tomarás el nombre de Dios en vano.

El tercero, santificarás las fiestas.

El cuarto, honrarás a tu padre y a tu madre.

El quinto, no matarás.

El sexto, no cometerás actos impuros.

El séptimo, no robarás.

El octavo, no dirás falso testimonio ni mentirás.

El noveno, no consentirás pensamientos ni deseos impuros.

El décimo, no codiciarás los bienes ajenos.

Los diez mandamientos, tenían un lugar apropiado en esa habitación.

En otro atril, solo se veía una pagina desgastada por el tiempo, en ella se leía:

El señor, no quiere riquezas, ni templos de oración, coge un tronco y allí estaré, levanta una piedra y contigo estaré, mi palabra sera tu palabra, mi alma tu corazón, a los que blasfemen mi voz, el Alfa y Omega, regresara, Filadelfia, sera el ultimo, siete trompetas sonarán, la luz se convertirá en oscuridad.

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Gabriel acercó su mano derecha hacia el atril, señalando con un dedo, de el una de sus garras, empezó a crecer, la acercó al cristal y empezó a rajarlo, se fue partiendo por la mitad, parecía mantequilla, cogió las dos partes del cristal, las lanzó hacia las paredes repletas de libros, recogió el contenido del interior y se marchó lentamente, a la vez que salia por la puerta, el sudario empezó a arder desde su interior, poco a poco, toda la habitación, se cubrió de llamas.

Antes de salir, el sistema, de seguridad se puso en marcha, desde la paredes unos cristales blindados iban cubriendo por completo la habitación, los aspersores comenzaron a desprender agua , el cometido de la seguridad, proteger todo el contenido que el Vaticano, guardaba con tanto recelo, mientras todo esto sucedía, desde las escaleras de caracol, un sacerdote bajaba con mucho sigilo, acompañado de una biblia y un crucifijo en sus manos, agazapado entre los escalones y las paredes, se acercó a Gabriel, extendió el crucifijo y con la biblia acercándola al pecho empezó a increparle oraciones y rezos en latín, Gabriel se acercó a el, extendió su mano hacia su cabeza, posandola con las palmas abiertas, el sacerdote dejó que aquel ser le tocase la cabeza, durante diez segundos, Gabriel mantuvo su mano en aquella posición, varios flash de imágenes, penetraron en la cabeza de Gabriel, las imágenes no eran del agrado del ángel, podía ver con claridad, como aquel sacerdote que con la biblia en la mano, el crucifijo en la otra, le increpaba que se marchase en el nombre de Dios, abusaba de niños, en aquella visión, veía al sacerdote realizando tocamientos, a los monaguillos de su iglesia, aquel personaje de unos 55 años abusaba de niños, diciéndoles que el señor quería que nos amasemos los unos a los otros, los pobres niños lloraban, pero aceptaban las condiciones de aquel párroco, cuando las imágenes terminaron, Gabriel giró bruscamente su cabeza, partiendole el cuello, el sonido del crujido retumbó en la

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habitación, los aspersores se pararon, los cristales de seguridad se rajaron y todo volvió arder.

La gente, aterrorizada en el exterior, esperaba una respuesta a lo que estaba sucediendo, cuando una fuerte explosión hizo volar por los aires el monasterio. Gabriel apareció majestuoso de entre las ruinas y, extendiendo sus alas, caminando lentamente sus pies apenas rozaban el empedrado suelo, colocado en el centro de la plaza, los demás ángeles le rodearon en formación, el suelo empezó a vibrar, trozos de arena rebotaban en el empedrado, decenas de grietas salieron sin rumbo desde sus pies, las dimensiones iban en aumento, a la vez que los transeúntes caían sin cesar, la gente corría aterrada, pero las enormes grietas iban sucumbiendo ante ellos, las columnatas de la plaza hicieron un efecto domino, caían sin cesar, aplastando a todos que se encontraban a su alrededor, la plaza se convirtió en una enorme escombrera, las tuberías de agua estallaban, las alcantarillas se elevaban por encima de sus cabezas, el fuego se hizo eco de todo el lugar,la plaza de San Pedro desapareció ante sus pies, una enorme bola de energía se formó alrededor de las grietas, debajo de sus pies, un sonido seco y grave retumbo en la inexistente plaza, tanto Gabriel como sus ángeles desaparecieron en el cielo.

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LAODICEA

3:19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.

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NEW YORK

En el otro lado del mundo Boby llegó a la cadena de televisión donde trabajaba. Entró al despacho de su jefe y amigo y le dijo:

−Tom , quiero que salgamos en antena. Tengo algo que contar al mundo.

−¿Qué sabes? ¿Qué has descubierto?

−Lo sabrás al mismo tiempo que el resto de la gente.

Tom se puso manos a la obra y, en cuestión de minutos, preparó un set para que Boby diese la noticia de lo que estaba ocurriendo.

El profesor, delante de las cámaras, con el rostro sereno, estaba preparado para informar a la población.

−Boby, conectamos en 5, 4, 3, 2, 1. Estamos dentro.

−Estimados conciudadanos, soy Boby Carter, normalmente me dirijo a ustedes para comunicarles las noticias meteorológicas. Hoy eso pasará a un segundo plano. Os estaréis preguntando, como yo, qué está sucediendo. Realmente no lo sé, lo único que puedo decirles es que en Estados Unidos hemos sobrevivido algo más de doscientos millones de personas. Todos nosotros tenemos que desplazarnos a unos hangares que han sido habilitados; la ubicación exacta la desconozco, pero según me han informado, los veremos con nitidez y sabremos dónde nos tendremos que dirigir, lo que voy a contar os parecerá una locura, pero creo que todos hemos visto, centenares de ángeles volando por la ciudad, así que pienso, que no se tratara de algo tan descabellado.

Lo que esta sucediendo, es el fin de la raza humana, hace unas horas mantuve una conversación con aquel ser que durante este

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tiempo aterrorizo la ciudad, su nombres es Gabriel, el arcángel Gabriel, el mensaje que trae, es que el ser humano no ha comprendido el mensaje de Dios, la iglesia oculto su mensaje y construyeron algo que nunca quiso el señor, la fe se encuentra en nosotros.

Muchas gracias por su atención y que Dios nos ayude.

−Corten. Estamos fuera de antena. ¿Qué hacemos? ¿Qué significa esto? −preguntó Tom francamente preocupado.

−No lo sé Tom. Creo que deberíamos hacer lo que nos digan.

En ese momento, la redacción se iluminó por completo. Rápidamente se dirigieron a las ventanas para descubrir el origen de esa extraña luz. Al fondo de la calle vislumbraron una especie de bola brillante; de ella salían unos haces de luz en forma de estrella señalando varias direcciones. Eran los indicadores que la gente debía de seguir para llegar a sus lugares de destino.

Todos comenzaron a hacerlo en silencio, familias enteras con sus hijos, gente en solitario... Lo hacían sin preguntar, unos con miedo, otros ilusionados, nadie se quedaba en casa. Era como si una fuerza sobrenatural los obligase a dirigirse hacia el lugar que tenían predestinado. La imagen era de todas las calles llenas de gente, todos en una misma dirección, ricos, pobres, blancos, negros, todos iguales, ahora nadie era diferente al resto de la población.

En el lugar de donde provenía la luz, se alzaba una enorme estructura de cristal de dimensiones iguales a la de una gran ciudad.

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Era majestuoso; su altura podría rondar los treinta kilómetros. Esa megalítica estructura había surgido de repente de las entrañas de la tierra.

Boby, al igual que el resto de personas, se dirigió hacia la luz, acompañado por sus compañeros de trabajo. Según iban caminando pudieron observar la devastación de la ciudad: calles destrozadas, coches ardiendo, tiendas derruidas, viviendas arrasadas… El caos era absoluto y había sido a nivel planetario.

Caminando por la ciudad, veían la devastación del lugar, lagunas de agua se formaban en calles céntricas, producidas por las olas, edificios derruidos o apunto de derrumbarse, los gases del alcantarillado flotaba por la ciudad, la gente que había sobrevivido se dirigía hacia la estructura, desde el aire se podía observar miles de personas, unas detrás de otras, caminando juntas.

Algunas tiendas eran saqueadas por vándalos, decena de personas entraban a los locales, saliendo con ropa, televisores y artículos de gran valor, la policía estaba desbordada, tenían que controlar a la masa histérica, pero también se dirigían hacia la estructura, el caos se apoderó de la ciudad, los ángeles poco a poco tomaron el control de la ciudad, la gente que no se dirigía hacia la luz, eran conducidos por ellos, sobrevolaban los cielos, cogían de sus garras a las personas y se las llevaban volando, los que intentaban resistirse, eran atacados y destruidos, cientos de ángeles surcaban los cielos, otros se dirigían caminando por las calles.

Mientras los ángeles caminaban por la ciudad, un joven de unos 30 años, se dirigió hacia una vivienda para esconderse, entró en un portal, con una pistola entre sus manos, de una patada entró en una vivienda, entrando en un cuarto se encontró a un niño de unos 12 años, le apuntó con su arma, obligandole a decir donde escondía el dinero, el niño estaba muy asustado, le comentó que

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había perdido a su madre, que el no sabia nada, que tenia mucho miedo y que solo quería encontrar a su madre, el ladrón le dio una bofetada, tirandole al suelo, se puso a rebuscar entre los cajones, tirando todo, descolocando la casa, un ruido de crujir, se escuchó desde la habitación, alguien subía por las escaleras, rápidamente, el ladrón agarró al niño del cuello apuntándole con su arma, se cubrió en uno de los rincones de la habitación, esperando que alguien entrase, aquel niño esperaba que fuese su madre, que volvía a recogerle, en ese instante la puerta se abrió, uno de los ángeles que andaba por las calles, entró a la casa, se dirigió hacia la habitación, colocándose de frente a ellos, desplegó sus alas y velozmente arrebató el arma al ladrón, lo cogió del cuello y lo lanzó hacia una de las paredes, chocó su cabeza sobre ella, partiéndose el cuello, luego se acercó al niño, lo cogió de la mano y le comentó que no tuviera miedo, su madre estaba en un sitio seguro, que no se preocupase que dentro de unos minutos, podría abrazarla, que su madre no se había olvidado de el, su madre le estaba esperando con los brazos abiertos.

En ese mismo edificio, en la tercera planta, cinco jóvenes se encontraban en el salón, sus edades comprendían desde los 18 hasta los 23, tres mujeres y dos hombres, la vivienda no era de ninguno, gracias al caos, irrumpieron en la casa para poder realizar una sesión de espiritismo, aquellos jóvenes estaban encantados de lo que estaba sucediendo, vestidos con ropas negras, maquillados con la tez pálida, habían dibujado un pentagrama en el suelo del salón, con pintura blanca dibujaron una estrella de cinco puntas, invertidas hacia abajo, para adorar al diablo, rodeados de velas negras, con las ventanas tapadas, para que la claridad no penetrase, empezaron a realizar rezos, invocando al diablo, alrededor del pentagrama unieron sus manos, cerraron los ojos y siguieron con sus oraciones.

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En ese instante entre la oscuridad del salón se pudo apreciar el ruido de unas pezuñas que se dirigía hacia ellos, un escalofrió les invadió el cuerpo a todos, cada vez el ruido se sentía mas, sus miradas se dirigieron al fondo del salón, de allí poco a poco se fue materializando la imagen de Gabriel, completamente transformado en ángel, se acercó a ellos, los jóvenes se soltaron de las manos, una de las muchachas, se levantó y se dirigió hacia Gabriel, diciéndole:

– Somos tus siervos, queremos recibir tu poder.-Gabriel, les respondió.-

– Queridos, niños, con estas cosas no se juega, puede que lo que veáis no os guste, esta sociedad piensa en el bien y en el mal, vosotros adoráis el mal , ¿que significa para vosotros el mal?, todo esta relacionado, ¿queréis ver al mal?, pues dejarme que os lo enseñe.

En ese instante Gabriel desapareció, un ruido de aleteo se escuchaba cada vez mas fuerte, los jóvenes lo escuchaban, cuando aquel ruido se hizo mas intenso, las ventanas del salón, saltaron por los aires, tres ángeles entraron por las ventanas, esparciendo cristales por toda la casa, los jóvenes se asustaron, se fueron arrastrando hacia las paredes de la habitación, mientras temblaban de miedo, aquellos ángeles los agarraron con sus garras y se los llevaron volando.

En la calle 216E con la 46 th st, a seis manzanas de Central Park, se encuentra la iglesia Bautista, el Sagrado corazón, allí centenares de feligreses, la mayoría de habla hispana, se reunieron para rezar, cuando la iglesia estaba al completo, varios feligreses fueron cerrando las puertas, el párroco se colocó en el púlpito, empezando su responso diario, la iglesia estaba abarrotada, los bancos de oración llenos, los pasillo repletos de gente, apenas cabía un alfiler, desde los laterales, unos feligreses

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empezaron a rociar la iglesia con gasolina, a la vez el párroco, comentaba desde megafonia, que el diablo nunca atraparían sus almas, estaban dispuestos a morir consumidos por las llamas, antes de ser arrebatados por los ángeles demoníacos, que habían llegado para derrotar la fe, del señor.

Todos los feligreses se abrazaban entre ellos, estaban dispuestos a morir, hombres, mujeres con sus hijos, hermanos, vecinos, familiares, todos querían que las llamas se llevasen sus almas, que Dios bajaría desde los cielos para recogerlas.

Cuando terminaron de vaciar los bidones de gasolina que esparcieron por toda la iglesia, el párroco cogió una vela, la acercó hacia un tapiz con la figura de cristo, mientras comenzaba arder, se santiguo, pidiendo al señor que protegiese a todas las almas que se encontraban en el interior, rápidamente el fuego se fue esparciendo por las paredes, el techo se trasformó en un manto de llamas, los humos empezaron a cubrir toda la iglesia, los feligreses aguantaban con fuerza, rezando y agarrándose entre ellos, algunos de ellos perdieron la fe, e intentaron sin éxito salir de aquel infierno, cuando el humo se hacia cada vez mas intenso, las vidrieras con imágenes religiosas, estallaron, a la vez que salían por los aires, decenas de ángeles entraron en el interior, sobrevolando por encima de la gran condensación de humo, los allí presentes, miraban con temor el vuelo de aquellos ángeles, una luz blanca penetró desde una ventana que se encontraba en lo mas alto del techo, su forma de cruz, dejo la imagen de la ventana reflejada en el suelo, a los pies del cristo que presidia la iglesia, desde lo alto, Gabriel se apareció ante todos los allí congregados, transformado en ángel, desplegó sus alas, se acercó hacia el cristo, arrancándolo de la base que le sujetaba, aquel cristo mediría unos seis metros de alto y pesaría alrededor de unos 300 kilos, una vez desencajado de su base, lo lanzó con virulencia, hacia las puertas de la iglesia, abriéndolas,

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dejando que el humo que se concentraba en el interior, saliese hacia la calle, todos los que se habían encerrados, comenzaron a salir hacia el exterior, el fuego empezó a desaparecer, mientras los ángeles volaban por encima de sus cabezas, fueron seleccionando a los niños mas pequeños, se lanzaban sobre ellos y con sus garras los atrapaban, llevándoselos lejos de allí.

Una vez que la iglesia estuvo completamente sola, Gabriel se dirigió hacia la puerta, se acercó al cristo, acariciándole la cara, a la vez que decía:

– No se por que la gente adora a una madera, tu estas en nuestro interior.

Desplegó sus alas y se perdió entre las nubes.

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FILADELFIA

3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.

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LA DECISION

El presidente de los Estados Unidos se reunió con los demás jefes de estado comunicándoles que todo el potencial militar que poseían, tendrían que dirigirlos hacia los hangares y comenzar una ofensiva definitiva contra los invasores. Todas las bases militares del país se movilizaron; en las de la fuerza aérea los aviones se abastecieron con su mortífera carga y se prepararon para la gran ofensiva; las del ejercito de tierra también estaban preparadas y en posición para el ataque; miles de soldados, cientos de tanques, armamento pesado y grupos de operaciones especiales, estaban a la espera de recibir la orden directa del presidente.

La marina había desplegado todos sus efectivos; barcos de combate, fragatas y portaaviones se encontraban en alerta, preparados para la gran batalla.

En la Casa Blanca todo estaba dispuesto para la evacuación del presidente. En el salón presidencial, los generales, ministros y jefes de gabinete abandonaron el despacho dejando solo al mandatario por petición expresa. Cogió una Biblia que tenía en el cajón y, asomándose a la ventana, pronunció unas palabras para sí mismo:

−Que Dios nos ayude.

La puerta se abrió y su secretario personal le indicó que el Air Force One estaba preparado para llevarle a un lugar seguro; debía de abandonar ya la Casa Blanca. Tomó asiento junto a su esposa y a sus dos hijas en el avión y aguardó el despegue. Éste fue tranquilo, rutinario, nada fuera de lo normal. Desde el avión, el presidente, telefoneando a cada uno de los generales, les dio luz verde para comenzar el ataque, mientras contemplaba la dantesca panorama de la ciudad.

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En ese instante el radar del Air Force One detectó un objeto acercándose a gran velocidad, era Gabriel. Cuando llegó a la altura del avión, se colocó en una de las puertas de emergencia y la atravesó incorpóreamente. Se materializó dentro del avión y se dirigió hacia donde estaba el presidente. Dos escoltas le cortaron el paso disparando sobre él sus armas, vaciando varias veces sus cargadores, pero sin éxito. Gabriel, cuando llegó a su altura, puso las manos sobre sus cabezas haciendo que éstos se desplomaran convertidos en arena.

El presidente, aterrado, corrió junto a su familia, que se encontraba en otro camarote al otro extremo del pasillo. Encontró a su esposa e hijas arrodilladas y abrazadas en un rincón. Se acercó a ellas y quedaron unidos enlazando sus manos.

Al otro lado de la puerta unos pasos se acercaban inexorablemente hacia ellos. De repente el pomo de la puerta giró, pero no se abrió; estaba cerrada con llave. Como hizo para acceder al avión el ángel atravesó la entrada como si fuera mantequilla, materializándose majestuosamente ante los aterrados ojos de los presentes, quedando frente a ellos con aspecto sereno. Se acercó a una silla y tomó asiento.

−No tengáis miedo, pequeñas; y tú tampoco Mila −refiriéndose primera dama−. Sólo estaré un momento; tengo mucho trabajo que hacer, sólo quiero decir a vuestro padre una cosa: presidente, todo depende de vosotros, sólo reaccionáis, si veis, pues aquí tenéis la respuesta.

Se incorporó de la silla y, transformándose en ángel, desplegó sus alas y atravesó las paredes del avión.

Cuando Gabriel se marchó, dos ángeles se posicionaron en las alas del Air Force One, sus garras se incrustaron en los motores, seguidamente los pilotos perdieron todo control del aparato,

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ahora estaban siendo dirigidos por aquellos seres, dos F-16 que escoltaban al presidente intentaron deshacerse de los monstruos alados, no sabían como, tanto los misiles como las ametralladoras del calibre 50, destrozaría por completo el avión, los pilotos hablaron con la base, ellos le comunicaron que abriesen fuego a su señal, los militares armaron sus ametralladoras, apuntaron hacia los ángeles, con las manos colocadas en el botón de fuego, esperaban el Ok de la base, su acción de fuego seria devastadora, 1200 disparos por minuto impactarían sobre los ángeles, o lo que es peor, sobre el Air Force One. Cuando los F-16 se colocaron en posición, con el blanco en sus radares, del cielo surgieron otros dos ángeles, se colocaron siguiendo su estela y como si fuesen de papel los partieron por la mitad, una enorme explosión se formó en el cielo.

El avión presidencial fue conducido al aeropuerto Ronald Reagan, en Washington, las terminales A y C estaban destruidas, decenas de aviones ardían, junto a ellos se apreciaba gente caminando hacia la estructura, el Air Force One aterrizó en la terminal B, una vez en tierra los dos ángeles entraron en el interior, cogieron a la familia presidencial y a los pilotos, y volando los llevaron hacia la estructura.

Una multitud enorme de gente que no sabia donde ir, vio como el avión presidencial tomó tierra, vieron como aquellos ángeles se llevaban a su presidente, el aeropuerto estaba destruido, al ver que en una de las pistas se encontraba el Air Force One, se dirigieron hacia el, sus intenciones eran de huir de allí, no sabían donde, pues el planeta estaba completamente bajo el mando de los ángeles, lo único que querían era huir, decenas de personas se dirigieron al avión, uno de los pilotos del Ronald Reagan, que se encontraba con varios compañeros, tomó la decisión de coger aquel aparato y marcharse muy lejos, sus compañeros le

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siguieron, una vez sorteado a la gente, entró en el interior del aparato, se colocó en la cabina, comprobó si tenia algún desperfecto o fallo, las condiciones eran casi perfectas, tenia combustible, todo parecía perfecto, los sistemas de seguridad, detectaron un fallo en las alas, justo al lado de los motores, esos fallos eran unos desgarros que tenían las alas, a consecuencia de los desgarros de los ángeles, pero eso no era ningún problema para despegar, encendió los motores y se puso en marcha para tomar pista, la gente corría alrededor del avión para subirse a el, con las puertas abiertas se podía ver gente intentando trepar al avión, el piloto accionó el botón de cierre de puertas, mientras el avión circulaba por una de las pistas, la gente se iba cayendo desde el, una vez cerradas, pudo divisar un trozo de pista que le daba margen para coger velocidad y poder despegar, aquel avión estaba repleto de gente, llevaba demasiado peso, pero eso daba igual, lo único que querían era marcharse de aquel infierno.

Con todos los motores funcionando a todo rendimiento, el avión fue acelerando cada vez mas, la velocidad era cada vez mas alta, el pensamiento de los allí dentro eran de libertad, que pronto estarían a salvo, desde el cielo se divisó Gabriel, se colocó al fondo de la pista, desde la cabina del avión podían ver aquel ser delante de ellos, pero el piloto estaba convencido que podría elevarse, dejándolo atrás.

Gabriel veía como el avión se acercaba hacia el, desplegó sus alas y se colocó de rodillas, el avión empezó a temblar, cada vez era mas intenso, el piloto cogió con fuerza los mandos y empezó a elevarlos, sus brazos vibraban junto a los mandos, antes que las ruedas despegasen del suelo, toda la pista empezó a desquebrajarse, inmensas grietas se fueron formando, por todos los lados, de frente a Gabriel, un enorme cráter se formó a sus pies, una de las ruedas del avión penetró en una de las grietas, el piloto perdió el control, el aparato empezó a escorarse hacia un

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lado, una de las alas chocó brutalmente contra el asfalto, los depósitos estallaron y en una gran bola de fuego cubrió el avión, en el interior los gritos se impregnaron junto al olor de queroseno, cada vez se hacia menos soportable el olor, el calor empezó a aumentar, el fuego penetró en todos los recovecos del avión, sin control ninguno, se dirigía hacia Gabriel, cuando quedaban escasos 100 metros, el cráter se partió por la mitad, decenas de grietas, partieron la pista, el avión fue tragado por la tierra, una inmensa bola de fuego cubrió la pista de aterrizaje.

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LA ESTRUCTURA

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EL ATAQUE

El primer ataque fue el de la marina. Toda la flota desplegó sus misiles y con una asombrosa coordinación los lanzaron al unísono contra la enorme estructura surgida de las profundidades de la tierra. Las mortíferas armas silbaban surcando el cielo hacia su objetivo. De repente y, sin saber de donde, cientos de ángeles aparecieron de la nada y, a una velocidad vertiginosa, chocaron contra los cohetes destruyéndolos todos, sin sufrir ellos ni un solo rasguño.

Los generales, atónitos, sin dar crédito a lo que sucedía dieron la orden de ataque a la fuerza aérea. Desde todas las bases del país, cientos de aviones despegaron rumbo al objetivo marcado. A medida que se acercaban a su objetivo rearmaron los misiles y se prepararon para el ataque. Cuando todo parecía preparado para ello, cientos de ángeles levitando se situaron frente a ellos. Los aviones dispararon su carga de muerte y, en ese instante, los ángeles en formación, desplegaron sus alas y crearon una especie de bola de energía, brillante y de color rojizo que, tras un seco estruendo, destruyeron todos los misiles. El haz de luz siguió su camino destruyendo además a los aviones que los habían lanzado, llenando el cielo de bolas de fuego provocadas por las explosiones. En tierra la gente observaba el desastre y se concienciaban de que cualquier acción por impedir lo que tenía que suceder estaba abocada al fracaso.

La última oportunidad de los militares era el ejército terrestre. Tras una orden ejecutoria cientos de tanques, vehículos y personal militar se dirigieron a su destino. Los ángeles desde el cielo observaban el despliegue militar y se disponían a atacar. En formación realizaron un picado sobre los atacantes y los rodearon. Comenzó el fuego; los ángeles desplegaron sus garras y, como si de mantequilla se tratase, los

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seccionaban por la mitad. Como era de esperar los disparos no hicieron ninguna mella en el ejército alado. El espectáculo era dantesco, miles de cadáveres se esparcían por el campo de batalla. Gabriel se posó suavemente en el suelo frente a las tropas; elevando su vista al cielo abrió los brazos desplegando sus alas. De repente una luz brillante de color azul, lo cubrió totalmente, formando a su alrededor una enorme bola de energía.

Tenía los ojos cerrados en absoluta concentración. Abrió los ojos y, desplegando sus alas hacia delante, lanzó la enorme bola de energía contra los atacantes. Todo lo que había a su alrededor fue destruido, incluidos máquinas y personas.

A varias millas de la estructura, 12 bombarderos Northrop Grumman B-2 Spirit, cargados cada uno con, 6 bombas, 2 de Uranio, 2 de Plutonio y 2 de Neutrones, se dirigían velozmente, hacia una de las estructuras,era su ultima carta, la velocidad de crucero que llevaban era de 720 km/h, su formación alineada daba miedo, apenas se escuchaban sus motores, eran invisibles para todo el mundo, uno de los pilotos, salió de formación, le siguieron dos mas, aceleraron la velocidad, activaron sus radares y fijaron su ataque a la estructura de cristal, que resurgió desde las entrañas de la tierra, si funcionaba, irían por todo el país destruyendo aquellas estructuras que aterrorizaban a todo el mundo, a escasos seis kilómetros, sus radares se activaron, se colocaron en formación y se situaron encima de la mega estructura, los tres aviones sobrevolaban sin ver a ningún ángel, les parecía muy extraño, pero eso no les iban a detener, con la estructura a sus pies, abrieron las escotillas de las bombas y comenzaron a soltarlas, 18 bombas empezaron a caer desde el cielo, a los militares no les importaba que dentro de la estructura y de sus alrededores, civiles estuviesen allí, para ellos lo mas importante era acabar con aquellos seres.

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Detrás de los 8 bombarderos, se encontraban una decenas de ángeles, se aproximaron hacia ellos y con sus garras, de los pies y de las manos, penetraron la coraza de los aviones, cuando los pilotos perdieron el control de sus naves, los ángeles desplegaron sus alas y se dirigieron hacia el espacio, velozmente fueron tomando altura, fueron atravesando cada capa de la atmósfera, a los 18 km pasaron la Troposfera, continuando la velocidad pasaron a la Estratosfera, los pilotos perdieron el control, cayendo desmallados, a unos 50 Km de altitud, la velocidad cada vez era mas alta, los aviones empezaron a temblar, la pintura que recubrían los aparatos, se fue desconchando rápidamente, cuando llegaron a la Mesosfera la temperatura bajo a -70º C, superando los 80 km, los ángeles volaban a mas de 1900 km/h, sus alas se cubrieron con una fina capa de hielo, atravesaron la Termosfera a unos 690 Km, dentro de los aviones solamente quedaban trapos, el vació que se produjo dentro de la cabina, junto las fuertes presiones, hizo que los pilotos, reventasen por dentro, cuando llegaron a alcanzar los 3.500 Km/h, llegaron a la Exosfera, las bombas estaban apunto de estallar, por los cambios de temperatura y de presión, cuando superaron los 800Km, de altitud, soltaron a los aviones y explosionaron, por la cantidad de bombas que almacenaban en su interior, se pudo observar desde la tierra, como se iluminaba el cielo, dejando una explosión de colores, parecía el cuadro de un pintor, el ruido también se pudo percibir, cientos de Kilotones explotaban en el inmenso mar de estrellas.

La gente que se encontraba en los alrededores de la estructura, veían caer aquellas bombas, un silbido se escuchaba en el aire, con una precisión absoluta, una a una fueron explosionando en la estructura, inmensos hongos de humo y fuego se formaron en lo mas alto, a su alrededor se formó una intensa concentración de humo, en el suelo se pudo percibir, un temblor, la

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muchedumbre, se arrojó al suelo, se cubrió la cabeza con las manos, esperando que todo pasase, cuando aquella condensación se disipó, tanto desde el aire, como desde la tierra, pudieron comprobar que la magnifica estructura, no había sufrido ningún daño, permanecía intacta, los pilotos se sentían conmocionados por el resultado, dieron media vuelta, marchándose a toda velocidad, descargados de sus potentes bombas, remontaron el vuelo hasta llegar a 3.985 Km/h, prácticamente casi superando los 4G, los ángeles que desde el espacio veían a los aviones huir, retomaron el vuelo en caída libre, sus cuerpos formaron una bola de fuego, se dirigieron hacia ellos, e impactaron sobre sus aparatos, desintegrándose en la majestuosidad del cielo, las opciones del ser humano había desaparecido, nadie ni nada, podía acabar con aquella presencia que estaba dispuesta a terminar con la raza humana.

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GABRIEL REGRESA A LA TIERRA

1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

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LA ESTRUCT URA

El grueso de la batalla había tenido lugar cerca del edificio al que se dirigían miles de personas, entre las que se encontraba Boby; milagrosamente nadie resultó herido.

Gabriel, transformado en humano, se acercó a Boby y, rodeándolo con el brazo, lo tranquilizó; todo iba transcurriendo según los planes establecidos. Lo acompañó hacía la entrada de la majestuosa estructura. Era cristalina de un color azul intenso, su forma era piramidal, sobresalían, por los bordes, partes de cristal en forma de diamante; era simplemente majestuosa. Cuando penetró en el interior, tomó conciencia de lo gigantesca que era. Mirase donde mirase, la inmensidad de la estructura era brutal, no había pasillos ni recovecos, todo era diáfano. Las paredes estaban cubiertas de pequeños habitáculos muy parecidos a ataúdes, con forma de diamante; su color era igual que el exterior: azul intenso. Lo que más le sorprendió fue que en el interior de los cristales se encontraban seres humanos. Había todo tipo de personas, niños, mujeres, ancianos... En la inmensidad de la estructura se podía ver a la gente en fila.

Los ángeles volaban libremente y de vez en cuando realizaban un picado y con sus garras segaban la vida, sin ningún miramiento, a aquellos que estaban esperando temerosos la muerte. Las personas estaban inmóviles; parecían muertos, pero no lo estaban, tenían conciencia.

Mientras Gabriel continuaba hablando con Boby, los ángeles que se encontraban en el interior de la estructura, introducían a las personas en sus habitáculos correspondientes; seguidamente, les tocó el turno a Elvis y a Julia, que fueron acompañados por dos ángeles y encerrados en sus cámaras. Tras un laborioso proceso de acomodo, todo concluyó, sólo quedaba Boby por ocupar su lugar.

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Gabriel le cogió del hombro y lo acompañó al lugar que le correspondía.

−No tengas miedo; todo terminó; te prometo que nadie sufrirá.

−Creo que te equivocas. Aquí dentro hay gente que no se merece esto −comentó Boby.

−Hay tantas cosas que el ser humano no merece.

En ese momento Boby entró en su habitáculo; el cristal se cerró quedando completamente inmóvil. Gabriel, frente a él, colocando la palma de su mano en el cristal, le dijo:

−Espero que podáis pensar bien lo que habéis hecho.

Todo el planeta, se encontraba en silencio, el trafico, las fabricas, el trasiego de gente, había desaparecido, el único sonido era el de los animales caminando libremente ajenos a lo que pasaba, el viento penetraba por las copas de los arboles, los ríos fluían libremente por su caudal, las olas rompían contra los espigones, la naturaleza había tomado el mando de la vida.

Dentro de las estructuras que resurgieron desde las entrañas de la tierra, que se habían alzado por todos los rincones del mundo , se empezó a escuchar un murmullo, iba en aumento, las palabras se escuchaban en arameo.

PADRE PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN.

Cuando se escuchó esa frase, todos los que se encontraban en el interior de los habitáculos, comenzaron a sangrar desde sus espaldas, decenas de cicatrices se dibujaban en sus cuerpos, eran muy profundas, las caras de los encerrados, gesticulaban, arrugando sus facciones, el dolor que percibían era muy intenso, brotándoles desde su cuerpo, ríos de sangre les iba resbalándo por sus piernas. - El arameo siguió sonando.-

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DE CIERTO TE DIGO, QUE HOY ESTARAS CONMIGO EN EL PARAISO.

En esta segunda frase, los brazos por si solos se colocaron en forma de cruz, los hombros crujieron, desencajandose de los omóplatos, la acción del gesto fue muy rápido, un ruido martilleante se escuchó en todo el recinto, fue seco, retumbando el lugar, todos los presentes empezaron a sangrar por la muñeca derecha, un gran agujero, se formó en su piel, atravesándola totalmente. - Otra frase retumbo, la estructura.-

MUJER, HE AHI TU HIJO, HE AHI TU MADRE.

La muñeca izquierda, recibió el mismo castigo, comenzó a sangrar, salpicando el habitáculo donde se encontraban atrapados, por los antebrazos un reguero de sangre, fluía por todo el costado, la cantidad de sangre que perdían se acumulaba en el suelo.

DIOS MIO, DIOS MIO, ¿PORQUE ME HAS DESAMPARADO?.

Otro golpe martilleante se escuchó, retumbando la estructura, los pies comenzaron a sangrar, los dos pies fueron atravesados por algo que no se podía ver, pero unas enormes heridas, se hicieron visibles, las sangre volvía a presidir, en aquel abitaculo.

TENGO SED.

Desde sus frentes, gotas de sangre se dirigían hacia sus caras, cubriendo los ojos y el rostro, fue bajando hasta sus pechos, impregnando la ropa por completo.

CONSUMADO ES.

Desde el costado derecho, empezó a brotar sangre, cayendo hacia el suelo, toda la sangre se estancaba en el mismo sitio, la imagen era dantesca, los cuerpos de todas las personas, llenas de sangre, daba una visión horrible, el sufrimiento cada vez era mayor y se retorcían de dolor, dentro de sus compartimentos.

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PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU.

Todos los encerrados en sus habitáculos, dieron una bocanada de aire, sentían como la boca se les llenaba de sangre, un sabor a oxido corría por sus gargantas, el pecho empezó a contraerse, buscando un poco de oxigeno, sentían como el alma se les iba arrebatando poco a poco, a continuación, cerraron sus ojos, y entraron en un sueño eterno.

Las heridas de cristo se plasmaron en todos los habitantes del planeta, comprobaron por si mismos, aquel sufrimiento.

Los ángeles se colocaron en formación en el centro de la estructura. Rodearon a Gabriel que aún tenía su forma humana; en cuestión de segundos se transformó en ángel. Todos desplegaron sus alas y se arrodillaron, después cubrieron todo su cuerpo con ellas y su piel comenzó a convertirse en piedra.

La imagen de aquellos ángeles, convertidos en piedra, y la de miles de personas a su alrededor, crucificadas, era tremenda.

Bajo los pies de Gabriel fue formándose una bola de luz color rojizo que aumentaba su tamaño rápidamente, hasta llegar a cubrir toda la impresionante estructura; la luz cambiaba de color, del rojo al azul y en su interior se podían apreciar destellos de rayos.

La esfera hizo explosión y su onda expansiva iba destrozando todo lo que tocaba. En el resto de los países sucedía lo mismo. Desde el espacio se podían observar cientos de explosiones; el planeta estaba condenado.

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De repente una descomunal explosión seccionó el planeta en dos; el mundo tal como lo conocíamos había desaparecido.

Desde ese instante en el sistema solar faltaba un planeta. La Tierra.

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El sufrir de cristo

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LA CUENTA ATRAS

Seis de la mañana. Un despertador suena. Boby se despierta sobresaltado y, a continuación, desconecta el insistente zumbido. Se sentía aturdido; no comprendía qué pasaba; se sentó en la cama y, pasados unos segundos, llegó a la conclusión de que todo había sido un sueño. Comenzó a reír y dio gracias a Dios; todo le había parecido tan real que aún temblaba. Se acercó a la ventana, la levantó dejándola a media altura, sacando la cabeza, observó que todo estaba en su sitio, cerró los ojos, respiró fuertemente, inhalando el aire de la madrugada, sintió como la frescura le penetraban los pulmones y respiró aliviado. Más calmado, fue a la cocina para prepararse un café. Con la taza en la mano se dirigió al salón. Se acomodó en su sillón favorito y al tomar un sorbo de café, vio algo que no debía de estar allí. En una silla sentado se encontraba Gabriel; no se le apreciaba bien el rostro. El salón estaba en penumbra, la madrugada era muy cerrada y solamente una lamparita alumbraba la sala.

−¿Cómo estás Boby?

−Confundido. Yo presencié todo lo que pasó; todo acabó destruido. Vosotros nos encerrásteis, acabásteis con la raza humana.

−Todo lo que pasó podría ser real, ningún ser humano puede derrotar al Señor, quiero entregarte esto.

Gabriel, se levantó de la silla, extendió su mano, entregándole una hoja, el manuscrito que cogió del Vaticano, se lo entregó a Boby.

Con las manos temblorosas, cogió aquel papel, y comenzó a leerlo.

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El señor, no quiere riquezas, ni templos de oración, coge un tronco y allí estaré, levanta una piedra y contigo estaré, mi palabra sera tu palabra, mi alma tu corazón, a los que blasfemen mi voz, el Alfa y Omega, regresara, Filadelfia, sera el ultimo, siete trompetas sonaran, la luz se convertirá en oscuridad.

Al terminar de leer, Boby quiso saber todas las dudas, que tenia.

– Tengo muchas preguntas que hacerte, ¿lo que paso, es real?, ¿tenemos tiempo para cambiar, la historia?, ¿que significa, Filadelfia?.- Gabriel, le respondió.-

– En 1974, se abrió el quinto sello, Tiatira, pasados 33 años, se abrió el sexto, Sardis, cuando se abra el séptimo, no habrá marcha atrás.- Boby, le respondió-.

– Si Efeso, Pergamo, son las heridas de cristo en las muñecas, Tiatira, Sardis las heridas de los pies, Esmirna, la herida de la frente, por la corona de espinos, Laodicea, la lanza que recibió en el costado,¿ Filadelfia, no tiene sentido?

– Los condenados a crucifixión eran flagelados habitualmente durante el trayecto que había entre el lugar donde se dictaba la sentencia y el del suplicio. El instrumento utilizado para la flagelación, fue el flagrum taxillatum, que se componía de un mango corto de madera, al que estaban fijos tres correas de cuero de unos 50 cms., en cuyas puntas tenían dos bolas de plomo alargadas, unidas por una estrechez entre ellas; Jesús fue flagelado por los romanos, recibió 39 latigazos,

Filadelfia, es la señal de aquellas heridas, Las bolas de plomo, caídas con fuerza sobre el cuerpo de Jesús, hicieron toda clase de heridas: contusiones, irritaciones cutáneas, escoriaciones y llagas.

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– ¿Cuando veremos, la séptima señal?

– Si nada cambia, la séptima señal, la veréis muy pronto, el eje de la Tierra al Polo Norte apunta a la estrella Polaris, la cual vosotros la llamáis estrella polar, Pero hace 5,000 años, el polo norte celestial se alineaba a la estrella llamada Alfa, creo que te suena ese nombre, la tierra y la mayoría de los planetas de vuestro sistema se alinearan con un agujero negro en el centro de la vía láctea, si el cambio no sucede, el séptimo sello se abrirá. Todo depende de vosotros.

Quiero que me acompañes, tengo algo que enseñarte.

Boby cogió el coche y se dirigieron hacia el centro de la ciudad.

El día era como otro cualquiera. La gente se dirigía hacia sus trabajos; en las calles se producían los atascos de siempre, todo era cotidiano y rutinario, el mundo no sabía lo que había pasado.

Cuando llegaron a la altura de Central Park, Gabriel le pidió que se detuviera. Bajaron del auto y comenzaron a pasear conversando animadamente. La gente, amontonada, comentaba algo mirando hacia un lugar específico. El ángel pidió a Boby que atendiera a lo que le iba a decir y que después no volvería a verlo más.

−Boby, quiero que cuentes todo, quiero que seas el nuevo Mesías; quiero que hagas comprender a la gente que la vida sólo se vive una vez y que hay que ser bueno y tener el corazón limpio. Si nos volvemos a ver, todo lo que has vivido y que tú sólo recuerdas, sucederá y esta vez no habrá una segunda oportunidad. El tiempo corre inexorablemente; cuando el reloj se detenga, volveremos y terminaremos lo que empezamos, mucha suerte. Lo que tarde en detenerse ese reloj depende de vosotros.

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Gabriel, extendió su mano, entregándole una caja de madera, dentro de ella, había una pequeña bola de cristal, en su interior un árbol, Boby removió la bola, comenzando a caer copos de nieve, cuando se depositaron en la base, un nombre había en su interior, Filadelfia.

En ese momento Gabriel desapareció.

Boby se dirigió hacia donde la gente miraba, mezclándose con ellos. El objeto de las curiosas miradas de los paseantes era una estátua de piedra con forma de ángel; su imagen era bellísima, de pie, con las alas desplegadas, alcanzando una altura similar a la de cuatro pisos.

Boby se quedó paralizado y empezó a comprendedlo todo. En los pies del ángel había una especie de reloj digital, con los números en rojo. Los dígitos del reloj estaban formados por unos extraños símbolos ininteligibles, en total había siete y cada uno se movía de forma diferente y sin sentido.

Para los curiosos observadores aquello no tenía sentido.

No comprendían que al ser humano se le había dado otra oportunidad.

¿Volveremos a estropearlo todo? ¿Comprenderemos al fin por qué estamos aquí? ¿Conseguiremos aprender de nuestros errores? ¿Aprovecharemos el tiempo que se nos dio para cambiar?

Nadie puede saberlo.

Sólo Dios tiene las respuestas a esas preguntas.

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Fin del planeta

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APOCALIPSIS

Capítulo 1

La revelación de Jesucristo

1:1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,

1:2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

1:3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

Salutaciones a las siete iglesias

1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;

1:5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

1:6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

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Una visión del Hijo del Hombre

1:9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

1:10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

1:11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

1:12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

1:13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

1:14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

1:15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

1:16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

1:17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

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1:18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

1:19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.

1:20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.

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Capítulo 2

Mensajes a las siete iglesias: El mensaje a Efeso

2:1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:

2:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;

2:3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.

2:4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.

2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

2:6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.

2:7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

El mensaje a Esmirna

2:8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:

2:9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.

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2:10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

2:11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

El mensaje a Pérgamo

2:12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:

2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.

2:14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.

2:15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.

2:16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.

2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

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El mensaje a Tiatira

2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:

2:19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.

2:20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.

2:21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.

2:22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.

2:23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.

2:24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga;

2:25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.

2:26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,

2:27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;

2:28 y le daré la estrella de la mañana.

2:29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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Capítulo 3

El mensaje a Sardis

3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.

3:2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.

3:3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.

3:4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.

3:5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.

3:6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El mensaje a Filadelfia

3:7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:

3:8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.

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3:9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.

3:10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.

3:11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.

3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.

3:13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El mensaje a Laodicea

3:14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:

3:15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!

3:16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.

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3:18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

3:19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.

3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

3:21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.

3:22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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Capítulo 4

La adoración celestial

4:1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.

4:2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.

4:3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.

4:4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.

4:5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.

4:6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.

4:7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.

4:8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.

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4:9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,

4:10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:

4:11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.

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Capítulo 5

El rollo y el Cordero

5:1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

5:2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?

5:3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.

5:4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.

5:5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

5:6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

5:7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

5:8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

5:9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

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5:10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

5:11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,

5:12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

5:13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.

5:14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.

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Capítulo 6

Los sellos

6:1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.

6:2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.

6:3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.

6:4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.

6:5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.

6:6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.

6:7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.

6:8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.

6:9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.

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6:10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?

6:11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

6:12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;

6:13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.

6:14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.

6:15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;

6:16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondernos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;

6:17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?

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Capítulo 7

Los 144,000 sellados

7:1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

7:2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

7:3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

7:4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.

7:5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.

7:6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.

7:7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.

7:8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.

La multitud vestida de ropas blancas

7:9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;

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7:10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

7:11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,

7:12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

7:13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?

7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

7:15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;

7:17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

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Capítulo 8

El séptimo sello

8:1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.

8:2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.

8:3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

8:4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.

8:5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.

Las trompetas

8:6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

8:7 El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde.

8:8 El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.

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8:9 Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.

8:10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.

8:11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.

8:12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.

8:13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!

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Capítulo 9

9:1 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo.

9:2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo.

9:3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.

9:4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.

9:5 Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre.

9:6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.

9:7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras eran como caras humanas;

9:8 tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de leones;

9:9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla;

9:10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses.

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9:11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.

9:12 El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto.

9:13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,

9:14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates.

9:15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres.

9:16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número.

9:17 Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre.

9:18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca.

9:19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban.

9:20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar;

9:21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.

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Capítulo 10

El ángel con el librito

10:1 Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

10:2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

10:3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

10:4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

10:5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

10:6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,

10:7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.

10:8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

10:9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

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10:10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

10:11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

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Capítulo 11

Los dos testigos

11:1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.

11:2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

11:3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

11:4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.

11:5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.

11:6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.

11:7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.

11:8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.

11:9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.

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11:10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.

11:11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.

11:12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.

11:13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.

11:14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.

La séptima trompeta

11:15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.

11:16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

11:17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.

11:18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

Page 143: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

11:19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.

Page 144: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

Capítulo 12

La mujer y el dragón

12:1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.

12:2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.

12:3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas;

12:4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.

12:5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.

12:6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.

12:7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguely sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;

12:8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.

12:9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

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12:10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.

12:11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.

12:12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.

12:13 Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.

12:14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.

12:15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río.

12:16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca.

12:17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.

Page 146: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

Capítulo 13

Las dos bestias

13:1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.

13:2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad.

13:3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia,

13:4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?

13:5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses.

13:6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.

13:7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.

13:8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.

13:9 Si alguno tiene oído, oiga.

13:10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto.

Page 147: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

Aquí está la paciencia y la fe de los santos.

13:11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón.

13:12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada.

13:13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres.

13:14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió.

13:15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.

13:16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente;

13:17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.

13:18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.

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Capítulo 14

El cántico de los 144,000

14:1 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.

14:2 Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas.

14:3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.

14:4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero;

14:5 y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.

El mensaje de los tres ángeles

14:6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,

14:7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

Page 149: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

14:8 Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.

14:9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano,

14:10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;

14:11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.

14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

14:13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.

La tierra es segada

14:14 Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.

14:15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.

Page 150: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

14:16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.

14:17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.

14:18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras.

14:19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.

14:20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.

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Capítulo 15

Los ángeles con las siete postreras plagas

15:1 Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios.

15:2 Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios.

15:3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.

15:4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.

15:5 Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio;

15:6 y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro.

15:7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos.

15:8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.

Page 152: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

Capítulo 16

Las copas de ira

16:1 Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.

16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.

16:3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.

16:4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.

16:5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.

16:6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen.

16:7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.

16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego.

16:9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.

16:10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas,

Page 153: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

16:11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.

16:12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.

16:13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas;

16:14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.

16:15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.

16:16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.

16:17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.

16:18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.

16:19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.

16:20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.

16:21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.

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Capítulo 17

Condenación de la gran ramera

17:1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas;

17:2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.

17:3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.

17:4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación;

17:5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

17:6 Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro.

17:7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos.

17:8 La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será.

Page 155: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

17:9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer,

17:10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.

17:11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.

17:12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.

17:13 Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.

17:14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.

17:15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas.

17:16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego;

17:17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios.

17:18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.

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Capítulo 18

La caída de Babilonia

18:1 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria.

18:2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.

18:3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.

18:4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas;

18:5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.

18:6 Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble.

18:7 Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto;

18:8 por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga.

18:9 Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio,

Page 157: Manuel Sanchez-la Ira de Gabriel

18:10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!

18:11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías;

18:12 mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol;

18:13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres.

18:14 Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás.

18:15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando,

18:16 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas!

18:17 Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos;

18:18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?

18:19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!

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18:20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.

18:21 Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada.

18:22 Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti.

18:23 Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones.

18:24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.

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Capítulo 19

Alabanzas en el cielo

19:1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro;

19:2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella.

19:3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.

19:4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!

19:5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.

19:6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!

19:7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.

19:8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

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La cena de las bodas del Cordero

19:9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.

19:10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

El jinete del caballo blanco

19:11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

19:12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.

19:14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

19:15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

19:16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

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19:17 Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,

19:18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.

19:19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.

19:20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

19:21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.

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Capítulo 20

Los mil años

20:1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.

20:2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;

20:3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

20:4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.

20:5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.

20:6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

20:7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,

20:8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.

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20:9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.

20:10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

El juicio ante el gran trono blanco

20:11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.

20:12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.

20:13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.

20:14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.

20:15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

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Capítulo 21

Cielo nuevo y tierra nueva

21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.

21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

21:3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

21:4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

21:5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

21:6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

21:7 El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

21:8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

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La nueva Jerusalén

21:9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.

21:10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,

21:11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.

21:12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;

21:13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.

21:14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

21:15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.

21:16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.

21:17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.

21:18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;

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21:19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;

21:20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.

21:21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.

21:22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.

21:23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

21:24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.

21:25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.

21:26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.

21:27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

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Capítulo 22

22:1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

22:2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,

22:4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.

22:5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

La venida de Cristo está cerca

22:6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

22:7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

22:8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

22:9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.

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22:10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.

22:11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.

22:12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.

22:13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.

22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.

22:15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.

22:16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

22:17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

22:18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.

22:19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

22:20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.

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22:21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

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Apocalíptico

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Índice

1974 …...................................................... 4

2007 …...................................................... 14

La llegada …............................................... 24

El poder del Ángel ….................................. 34

La pluma …................................................. 41

La casa de Dios …........................................ 58

Italia …......................................................... 79

New york ….................................................. 87

La decisión …................................................ 95

El ataque …...................................................101

La estructura ….............................................106

La cuenta atrás …..........................................112

Apocalipsis …................................................117

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SINOPSIS

NARRATIVA: Fantasía y Ciencia-Ficción.

El ángel Gabriel regresa a la tierra para abrir los siete sellos, en el año 1974 el quinto sello fue abierto, en el 2007 se abrió el sexto sello, puede que en este mismo año se complete el círculo y las siete trompetas retumben en el firmamento, la raza humana tiene la última palabra, el Apocalipsis regresa, las heridas de Cristo destruirán la Tierra.

Según el apocalipsis, cuando las siete trompetas suenen en el firmamento y los siete sellos sean abiertos, la raza humana será aniquilada, el fin está cerca, muy cerca.

LA IRA DE GABRIEL

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