maquiavelo guerra y civiles

Embed Size (px)

Citation preview

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    1/10

    Mara Griselda Gaiada

    MAQUIAVELO, TRATADISTADE LA GUERRA.VIDA CIVIL Y MILITAR (1)

    207

    Mucho se ha escrito sobre el pensamiento poltico de Nicols Maquiavelo (1469-1527). Algunos lo han asociado con prcticas polticas de venalidad, latrocinioe hipocresa, sobre la base de la escisin entre la esfera pblica y la privada; almodelo de la virtud antigua, en el que todo bien privado deba estar orientado

    al bien comn, opusieron la imagen de un Maquiavelo cuyo realismo poltico serva parajustificar cualquier desvo, corrupcin, rgimen tirnico o autocracia. Pero lo cierto es que

    Maquiavelo fue un digno hijo del Renacimiento, toda su obra es un encarecido tributo a susverdaderos maestros, los autores griegos y latinos. Ellos lo acompaaron durante sus aosde solaz en bibliotecas y plazas pblicas, cuando Maquiavelo no era todava un funciona-rio pblico y poda pasearse libremente curioseando en las calles de su Florencia natal.

    Sin duda, supo lograr la sntesis egotista de su propia dualidad. Por un lado, fue un inte-lectual que se dej conquistar por la filosofa e historia antiguas, capaz de reconcentrarseen la lectura autodidacta del griego, amante de las letras a tal punto que hizo exclamar asu madre, la poetisa Bartolomea Nelli, se dedicar a la literatura!. Y quienes se hayanacercado a los mrgenes de su legado literario, habrn comprendido la sentencia de esaprofetisa. Por otro lado fue un hombre de accin porque saba, seguramente como apren-diz de los maestros griegos, que la Poltica es conocimiento prctico, es ante todo, praxis oaccin. Por ello, cuando tuvo que salir a escena a interpretar su papel de diplomtico desegunda, de eminencia gris de aqullos cuyo apellido ameritaba el ttulo de embajadores,

    Mara Griselda Gaiada es Licen-

    ciada en Filosofa y Comunica-cin Social (UNLP).Becaria de CONICET para Docto-rado en Filosofa (UNLP) encurso. Trabaja en docencia einvestigacin en UNLP y UBA.Dicta Sociedad, Estado y Merca-do en Escuela Naval Militar.Varios artculos publicados enreas de Filosofa del Lenguaje,Metafsica y Filosofa Poltica,disponibles en revistas tcnicasy pginas web especializadas.

    BOLETN DEL CENTRO NAVAL

    Nmero 825SEP / DIC 2009

    Decid escribir lo que s del arte de la guerra.

    Y aunque sea atrevimiento tratar de algo que no es mi profesin,

    No creo errar al acometer de palabra algo que otros,

    Con mayor arrogancia, acometieron de hecho;

    Porque los errores en que yo pudiera incurrir escribiendo,

    Se podran corregir sin dao alguno,

    Mientras que los que se han cometido en el terreno de los hechos,

    Slo se pueden conocer tras la ruina de los imperios.MAQUIAVELO,El arte de la guerra

    (1)Debo este papera todos y cadauno de los cadetes de la promo-cin 141 de la Escuela Naval Mili-

    tar, que supieron integrar la vidamilitar a mi vida civil.

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    2/10

    no dud en lanzarse a la accin para llevar adelante los interesesde Florencia. Fue al encuentro de las principales personalidadeseuropeas: Catalina Sforza, Luis XII, Csar Borgia, Julio II, Maximilia-no I, siempre con su escarcela vaca, pues la Repblica de Soderi-ni bien saba que a ese toscano, de linaje noble pero cuna empo-brecida, poco le valan las riquezas con tal de que le dejasen poner

    a prueba su ingenio poltico.

    En la actualidad, Maquiavelo es conocido por esa pieza obligada atodo gobernante, asaz citada en los discursos de presidentes ylegisladores norteamericanos, elevada a manual de todo hombrede mando, jaln impostergable de los tratadistas y columnistaspolticos, a saber, El Prncipe (1513). Esta obra naci de su forzadoexilio tras la restauracin medicea, cuando por las noches sumemoria regres ms de un decenio atrs a las audiencias conCsar Borgia, el nico hombre de Estado que haba logrado turbar-lo con sus silencios inquietantes y sus ojos siempre entornados.Ambos queran la unificacin de esa Italia desgarrada. Csar lo

    haba conseguido mediante las armas en la Romaa y habra idopor ms, si no fuera porque Fortuna (2) hizo su giro loco e impre-visible y le abandon en su suerte. Maquiavelo se adelant tressiglos teorizando a favor de un proceso unificador, sentando lasbases polticas de lo que habra de ser un Estado nacional. Descu-bri en Csar Borgia el talento de hacerse temer y amar al mismotiempo, la fina precisin del que calibra en su favor las tan excita-bles pasiones del pueblo, la fuerza militar con la que quiso lograr laexpulsin de los brbaros (3) para as restituir a Italia su gloriosaunidad.Aut Cesar, aut nihil.

    Otra obra fundamental del pensamiento poltico de Maquiavelo son

    los Discursos sobre la primera dcada de Tito Livio. Es conocido elhecho de que interrumpi la redaccin de los Discursos para escri-bir El Prncipe y que, una vez concluido ste, retom la escritura deaqullos. An hoy se siguen conjeturando hiptesis acerca de cmoconciliar ambos textos en apariencia contradictorios. En los Discur-sos lleva adelante una ardiente defensa del ideario republicano(libertad, igualdad e independencia material) encomiando el mode-lo antiguo de la Repblica Romana: la divisin y el mutuo control delos poderes sobre la base de una repblica perfecta, capaz derepresentar en su justa proporcin la autoridad de la corona, de lanobleza y del pueblo. Las tres formas de gobierno (monarqua, aris-tocracia y democracia) que all describe pronto tienden a corrom-

    perse: el principado fcilmente se vuelve tirnico, la aristocraciacon facilidad evoluciona en oligarqua, y el gobierno popular se con-vierte en licencioso sin dificultad (demagogia). (4) (5) Lo ms juicio-so, entonces, es evitar estas formas de gobierno en estado puro yelegir una tal que participe de todas ellas, pues as cada podercontrola a los otros, y en una misma ciudad se mezclan el princi-pado, la aristocracia y el gobierno popular. (6) La libertad republi-cana adquiere, pues, un sentido positivo, (7) el de la participacinextendida en la cosa pblica (res publica).

    De inmediato se ve que la reluctancia al principado que se des-prende de los Discursos no resulta fcilmente conciliable con lastesis que sostiene en El Prncipe. El puente se ha trazado de dife-rentes maneras. Por un lado, se ha credo que Maquiavelo juzg

    MAQUIAVELO, TRATADISTA DE LA GUERRA. VIDA CIVIL Y MILITAR208

    (2)Es sabido que Maquiavelo otorgun lugar bien encaramado aFortuna como regente de losdestinos humanos. La llam lasuerte verde en alusin a unacarta que recibi de Csar Bor-gia, en la que ste le declaraba:

    la Fortuna es verde. (Brion,2003: 136). En la tradicin anti-gua, los romanos representabana Fortuna, primognita de Jpi-ter, llevando en su mano izquier-da una cornucopia repleta degranos de maz, smbolo de laprodigalidad, pero su mano dere-cha se alzaba sobre el timn, demodo tal que en cualquiermomento poda efectuar su golpeimpredecible para situar los des-tinos afortunados en el peor delos lugares. (Rescher, 1997: 21y ss.) Como heredero de estatradicin, Maquiavelo recogi el

    smbolo de esa rueda siempreinconstante, contra la que nadiepuede oponer resistencia cuandoha oficiado su compensacin. Espreciso, pues, que los hombrespblicos sean poseedores tam-bin de la suerte verde. La vir-tud poltica aparece estrecha-mente ligada a saber reconocer yaprovechar los instantes de For-tuna, as como a rehuir a tiempode las ocasiones desfavorables.

    (3)En ese momento Italia era uncontinuo teatro de operaciones.Desde el reinado de Carlos VIII,Francia haba mostrado su incli-nacin a intervenir en los asun-tos italianos. Luis XII tena aspi-raciones sobre el ducado deMiln, que justificaba a partir delos ttulos heredados de su abue-la, Valentina Visconti. Las tropasfrancesas desfilaban una y otravez desde los Alpes hasta Sicilia.Miln echaba mano de ellaspara resolver sus luchas intesti-nas por el poder, a costo inclusode que el ejrcito liberadortoda vez se convirtiese en ejrci-

    to de ocupacin. En tal escena-rio, la neutralidad era imposible.Luis XII haba buscado la alianzacon la familia opositora de losSforza, con los Borgia (el papaAlejandro VI y su hijo Csar) ycon Venecia para destronar aLudovico, el Moro. Incluso Csarjuzg conveniente en esa coyun-tura participar de la toma deMiln, pero bien saba que unaItalia unificada exiga ante todoel derecho de autodeterminaciny la expulsin de los brbarosdel Milanesado.Por otra parte, Npoles perte-

    neca a la corona espaola.Desde la conquista de Alfonso V,rey de Aragn, este reino pas,

    por derecho de sucesin, a susherederos aragoneses hasta queen 1504 Fernando, el Catlico,lo incorpor formalmente a losdominios de la recin nacidaEspaa. La presencia de Espaaen todo el sur de Italia era unaespada clavada en el bajo vien-

    tre de quienes luchaban por launificacin. Csar Borgia socon llevar adelante el destinohistrico del gran unificador; sibien slo consigui aglutinar lapluralidad de pequeos estadosque poblaban la Italia central yentronizarse como el Prncipeindiscutible del Gran Ducado dela Romaa. Su absurda muerteen una guerra por una causaque no fue la propia dej truncoaquel proyecto que haba per-geado en sus tiempos de gloria.

    (4)

    Los parntesis son mos.

    (5)Maquiavelo, 1987: 35.

    (6)Maquiavelo, 1987: 38.

    (7)La distincin entre libertad posi-tiva y libertad negativa se hizofamosa gracias a la conferenciainaugural que Isaiah Berlin rea-liz como Chichele ProfessordeOxford en 1958, intitulada Twoconcepts of liberty. Lalibertadpositiva se entiende como auto-legislacin moral (esto es, darsea s mismo la ley), el hombrelibre es sujeto de derecho propio(sui iuris), como escribi Berlin:la libertad que consiste en serdueo de s mismo (Berlin,1958: 9). Es un concepto ligadoa la virtud antigua: alguien eslibre cuando sus pasiones no loesclavizan, puesto que el yoracional las constrie bajo su ley.El sentido poltico de esta liber-tad se manifiesta toda vez que elhombre en autogobierno pos-

    terga su egosmo y orienta susfines particulares (bien privado)al bien comn. Lalibertad nega-tiva se identifica con la ausenciade interferencia, a saber, eneste sentido la libertad polticaes, simplemente, el mbito enque un hombre puede actuar sinser obstaculizado por otros(Berlin, 1958: 3). El sentido pol-tico de esta clase de libertadprocura no comprometerse conuna moralidad (o sentido dejusticia natural) de los indivi-duos. Puesto que difcilmente seencuentren hombres que poster-

    guen sus apetitos egostas conmiras al inters comn, sernecesario interferirlos con la ley.

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    3/10

    que la transicin hacia una Italia unificada slo poda proceder deuna autoridad fuerte, concentrada en un monarca; nicamentedespus de un proceso as podra tenderse a una Repblica ogobierno mixto. En este sentido, El Prncipe no habra sido ms quela respuesta a una situacin histrica signada por un estado deguerra permanente entre polticos de mentalidad localista, que se

    cobraban sus vendettas echando mano de toda clase de miliciasmercenarias, siempre vidas de prestar su fuerza al mejor postor.Pasar de un patriotismo local (8) a un patriotismo de carcternacional exiga, pues, la figura de un monarca fuerte que sustraje-se a Italia de la guerra civil y de la injerencia extranjera.

    Por otro lado, los tributarios de la tradicin republicana han queri-do ver en El Prncipe lo ms custico de la pluma maquiavlica, pre-cisamente la escritura que desnuda sin ambages la lgica hartoaviesa del poder. Segn esto, El Prncipe sera fruto de la letra quedescribe antes que de la que prescribe. Si hay algo que ha de pres-cribirse a los Estados es justamente que se ordenen conforme al

    ideal de una Repblica perfecta.

    Por ltimo, hay quienes han pretendido exacerbar la separacinentre lo pblico y lo privado para interpretar la dualidad maquiav-lica como sigue: El Prncipe constituira el recetario que ha de guiarlas acciones del gobernante en la trastienda de los bureaux pbli-cos; mientras que los Discursos habran de ser el conjunto de ideasy principios que ha de venderse a la opinin pblica, es decir, elseuelo con el que atrapar las voluntades del gran pblico.

    Pero ms all de las salidas propuestas como modo de saldar suscontrovertidas tesis polticas, lo cierto es que poco se ha dicho

    sobre Maquiavelo como terico de la guerra. Es curioso que en elmbito de la teora poltica se lo haya relegado como tratadista dela guerra, dado lo subsidiario que es el arte blico de la accin yreflexin polticas. Si hay algo innegable es que a este toscano lomovi tambin la pasin por la guerra; no en el sentido de los con-dotieros (9) de la poca, cuyo entusiasmo proceda principalmentede la accin en el campo de batalla, sino en el sentido del obser-vador atento, que eleva su mirada del campo a la teora, para darla regla a ese amalgamado de conocimientos intuitivos que loscapitanes de fortuna extraan de su propia experiencia.

    Maquiavelo se elev por sobre ese hombre prctico, que sin

    duda daba al condotiero la superioridad que el experto arranca dela accin, para detenerse a pensar la guerra con la actitud reflexi-va de quien juega una partida de ajedrez. (10) Fue un estrategapor vocacin, que extrajo de cada tctica romana, de cada batallade la que fue testigo, el verdadero sentido de la finalidad de la gue-rra. El arte de la guerra (1520/21) constituye as el gran aporteque completa el mbito de sus inquietudes polticas. Paradjica-mente en el momento en que renaca el esplendor del arte clsicopara otorgar su regla a la pintura, la escultura, la arquitectura y lamsica, el nico arte, que Maquiavelo (11) reconoci como tal, fueel arte de la guerra.

    En esta obra, en la que un lector poco avezado correra el riesgo deperderse en un prolfico anecdotario y ceder a la apariencia de un

    209BCN 825

    Este es el sentido de la clebrefrase de Thomas Hobbes en suLeviathan: la libertad estdonde calla la ley (Hobbes,1997: XXI, 175). La influenciade ambas categoras ha sidosumamente significativa en todala teora poltica contempornea.

    (8)En trminos de (Brion, 2003:180).

    (9)Este trmino tiene su origen enla palabra italiana condotta.Con el mismo se identificaba alos capitanes de las miliciasmercenarias que celebrabanuna condotta o contrato dealquiler mediante el cualponan a disposicin su fuerzaprivada de las ciudades-Estadoitalianas. Eran las fortunas per-

    sonales las encargadas de ins-truir a la infantera y a la caba-llera en el uso de las armas.La conformacin de estos ejr-citos se haba extendido con elcometido de liberar a los Esta-dos de la erogacin que suponela organizacin de ejrcitosregulares; sin embargo, laexperiencia condotierademostr que tales gastossiempre sern preferibles antesque quedar a merced del espri-tu de lucro de mercenarios sinbandera. Si bien el recursomercenario contaba con la apa-rente ventaja de no paralizarlas actividades de la vida civil,lo cierto es que esta clase devida militar demostr lo fcil-mente corruptible que se vuelvecuando nada la une al interscomn. Frente a esa realidad,Maquiavelo fue el primero enteorizar a favor de que slocorresponde al Estado el mono-polio de la fuerza pblica.

    (10)Brion, 2003: 169.

    (11)Maquiavelo permaneci indife-rente a las colosales obras dearte que se elevaban en Roma yen Florencia. En esta ciudad,donde el gusto por la belleza eraun culto, Maquiavelo, sin embar-go, fue una rara excepcin.Mientras Leonardo da Vinciprestaba sus servicios comoingeniero militar de Csar Borgiay diseaba la ms variadamaquinaria de guerra y piezasde artillera, como paroxismo delmodelo de hombre universaldel Renacimiento, Maquiavelo

    jams demostr un pice deinters por el nombre de Leonar-do ni por su arte como inventor.

    Lejos estaba de poder compren-der las dotes del innovador queen todo sitio y lugar pone aprueba el juego libre de suimaginacin. Maquiavelo cono-ci a Leonardo, pero ste tuvoa sus ojos menos importanciaque un capitn de fortuna o que

    un secretario de embajada(Brion, 2003: 174).Lo mismo sucedi con Miguelngel, el artista preferido delPapa guerrero, el condotieroJulio II (Giuliano Della Rovere).Ambos fueron clebres por sunaturaleza enrgica, por susexplosivas discusiones durantelos aos de trabajo en la CapillaSixtina; es indudable que elPapa se reconoca en el genioindomable del artista y ste a lavez en el talante spero deaquel soldado que deba toda sufama a la fe ciega en sus impul-

    sos. Si bien, durante el pontifi-cado de Julio II, Miguel ngel yMaquiavelo estuvieron a puntode entrevistarse personalmente,tal encuentro finalmente no seprodujo (Brion, 2003: 162).Durante el saqueo de Roma (6de mayo de 1527 16 de febre-ro de 1528), cuando el ejrcitoimperial de Carlos V, compuestode mercenarios espaoles, italia-nos, suizos y 18.000 lansquene-tes, ingres en la ciudad,Maquiavelo fue convocado porlos Estados Pontificios como con-sejero poltico. Haca faltaalguien que tomase las riendasde la situacin, que fuese capazde concertar una estrategia alos torpes movimientos de infan-tera que comandaba el irresolu-to Duque de Urbino. En esemomento, Maquiavelo estaba acargo de la tarea de fortificarFlorencia. Dej esta obra arqui-tectnica en manos de Miguelngel y sali al auxilio de Cle-mente VII (Giulio de Medici), quepara ese entonces haba huido arefugiarse tras las murallas deSantAngelo.

    Maquiavelo sufri como nadie ladevastacin de la ciudad enmanos de los alemanes y lossuizos: los soldados entraron asaco en Roma, saqueandocasas e iglesias, profanando lasreliquias, jugando a la pelotacon los crneos de san Juan,san Pedro, san Pablo, violandoa las religiosas, humillando a losprncipes de la Iglesia, despojan-do a la poblacin de todo cuan-to tena valor y entregndose altrfico de obras de arte []Desde los tiempos de las inva-siones brbaras, la capital del

    mundo cristiano nunca habasufrido un ultraje semejante(Prez, 1998: 108,109).

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    4/10

    inventario ms que apretado de hechos histricos, pueden reconocerse lo que he de lla-mar los principios maquiavlicos de la guerra. No hay que olvidar que el inters deMaquiavelo no fue otro que el de sentar las bases tericas de la organizacin de un ejr-cito regular, proclamando la muerte de esa ralea indeseable que constituan los condo-tieros. Como buen amante del mundo antiguo, concibi este escrito bajo la forma del di-logo, siguiendo el modelo de la filosofa platnica. No debe extraar, sin embargo, que

    coloque en boca de un condotiero, el clebre Fabrizio Colonna,(12)

    los conocimientos rela-tivos al oficio de la guerra y la experticia (13) militar; tampoco ha de sorprendernos que lasinquietudes polticas acerca de ese arte encuentren su expresin en las preguntas deCosme de Medici, a cuya familia, luego de la reconciliacin, debi Maquiavelo el mece-nazgo poltico.

    La pregunta troncal que recorre los siete libros que componen esta pieza, la cual nuncatuvo ocasin de finalizar, (14) es cmo ha de organizarse un ejrcito regular. La formula-cin de este interrogante es tan simple como compleja su respuesta. En cuanto a losaspectos tcnicos, el sesudo anlisis comienza obviamente por las condiciones del reclu-tamiento, luego se dirige a las formaciones de combate, de all al modo en que se pasadel orden de marcha al de combate; por ltimo, se detiene en el acuartelamiento (15)

    (libros I a VI). (16) Sin embargo, este esqueleto extrado de su obra poco tiene de letramuerta. Es verdad que simboliz con la frialdad de un lgico cada formacin de infantera(rectangular, doble cua y plaza central), donde capitanes, piqueros, escudados, (17) arca-buceros, ballesteros, tamborileros y sealeros reciban su letra del alfabeto latino, mien-tras que la ubicacin de la artillera de fuego, caones, bombardas y falconetes recibasu cdigo del griego antiguo; pero es innegable que sus pginas son al mismo tiempo elregistro vivo del clima febril del campo de batalla, en el que suenan los pfanos, atruenanlos caones, desfilan acorazadas las legiones romanas, rugen las arengas de AlejandroMagno Y esto es as, porque para Maquiavelo la guerra es, antes que nada, un artevivo; del mismo modo que la estrategia es siempre una ciencia viva.

    Con respecto a los aspectos polticos de la pregunta que vertebra

    esta obra, es claro que la organizacin de las fuerzas armadasencuentra cabal sentido toda vez que su sitial entronca con la arti-culacin poltica del concepto de Estado. Es en este sentido quepuede afirmarse que los principios maquiavlicos resultan meri-dianos y de absoluta vigencia. El primero de ellos sostiene de mane-ra irrevocable que nicamente corresponde al Estado decidir cun-do es ocasin de hacer la guerra y de establecer la paz. (18) Al aten-der al oficio de la guerra, nadie dudara de que slo le correspondesu ejercicio a una repblica o a un reino. (19) De aqu Maquiavelodesprende otra tesis subsidiaria, que no es ms que el reverso deaquel principio: jams una repblica o un reino bien ordenados per-mitieron que sus ciudadanos o sbditos ejerciesen las armas por su

    cuenta. (20) Los ejrcitos irregulares, en cualquiera de sus formas,han demostrado ser causantes de la anarqua, nacen asociados aun oficio rapaz, fraudulento y violento, (21) al latrocinio, el saqueo yla muerte; tal es el oficio de la guerra cuando no est ennoblecidopor la direccin del gobierno; slo el Estado puede honrarlo elevn-dolo a la defensa del inters comn de una nacin.

    Maquiavelo fue testigo de la venalidad mercenaria, de la interrup-cin continua de la paz por esos hombres que no saban hacer otracosa que no fuera la guerra, de los desrdenes que brotaban deluso de las armas en beneficio propio. Los mismos florentinos lohaban acuado con el dicho popular: la guerra hace al ladrn y lapaz lo ahorca. (22) Mientras las tropas mercenarias haban demos-trado amar la guerra por encima de la paz, porque de aqulla

    MAQUIAVELO, TRATADISTA DE LA GUERRA. VIDA CIVIL Y MILITAR210

    (12)Famoso condotiero que en 1501luch contra las tropas francesasen Npoles. Fernando, el Catli-co, lo design jefe mximo acargo del ejrcito espaol en elreino de Npoles.

    (13)En el sentido derivado del ingls:expertness (destreza, habilidad,pericia), cuya raz latina es lafamilia de palabras, experientia(ensayo, prueba, experiencia),expertus (probado, experimenta-do), expertus belli (valeroso,aguerrido).

    (14)Pareciera ste un destino comnde los tratadistas de la guerra:tampoco Carl von Clausewitzlleg a concluir su obra titnica

    Vom Kriege (De la guerra), cuyaextensin y el rigor que le dieracomo militar prusiano prevalecie-ron ampliamente sobre el trata-miento aficionado de Maquiavelo.

    (15)Con respecto al orden expositivo,Maquiavelo seala: tal vezhubierais preferido que primeroos hablara del acuartelamiento,luego de la marcha y por fin delcombate, y hemos hecho lo con-trario. Pero haba que procederas, porque para explicar cmohace un ejrcito para pasar del

    orden de marcha al de combate,tenamos necesariamente quehablar antes de la formacin decombate (Maquiavelo, 2004:141). Es claro que al orden cro-nolgico que desemboca en elcombate, Maquiavelo antepone elorden lgico de la exposicin.

    (16)El libro VII lo dedica a los sistemasde defensa en los asedios de lasciudades: abarca desde los tiposde fortificacin artificial ms reco-mendables hasta la organizacinde los sitiados para evitar ser

    reducidos por hambre o por lafuerza de las armas (Maquiavelo,2004: 174).

    (17)Debo al cadete de la promocin141, Sebastin Marcelo Dursi(2do. 1ra. Cdo. Naval), la pro-piedad del uso del trminoescudado, que Maquiavelo uti-liza para designar a los soldadosde infantera pesada que portanescudo y espada, frente a lo quesera un error de traduccin enla edicin de Libertador que utili-za la palabra escudero, cuyo

    sentido es el del siervo quecarga con el traslado del escudodel caballero.

    (18)Puede leerse aqu la influenciade las tesis maquiavlicascuando Hobbes enumera laspotestades que correspondenal poder absoluto del soberano(Hobbes, 1997: 166). Elmonopolio de la fuerza pblica,que slo puede ejercerLeviatn, es el nico modo deevitar la disolucin del Estadoa causa de la guerra civil,simbolizada por Hobbes con lafigura de la gran bestiaBehemoth, tomada de latradicin antiguo-testamentaria

    (Job 40, 15-24). Sobre el usode la fuerza que correspondeal Estado y las guerras deconquista, consultarLeviathan,captulo XX: Del dominiopaternal y del dominiodesptico.

    (19)Maquiavelo, 2004: 22.

    (20)Maquiavelo, 2004: 23.

    (21)Maquiavelo, 2004: 22.

    (22)Maquiavelo, 2004: 23.

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    5/10

    dependa su salario, del botn conquistado, su riqueza y posicin social; Maquiavelo volvisu mirada a la virtud militar del mundo antiguo para sentenciar que todo buen soldadodebe amar la paz y saber hacer la guerra. (23) Su segunda tesis es, pues, la sustitucinde las milicias mercenarias por un ejrcito regular, esto es, por un ejrcito tal cuya instruc-cin militar est en manos del Estado. De este modo:

    Una nacin bien ordenada reducir la prctica militar durante la paz a simple ejerci-cio, se valdr de ella en la guerra por necesidad y para su gloria, pero exclusivamentebajo la direccin del gobierno, como hizo Roma. El ciudadano que persiga con ello otros

    fines, no es bueno; y la nacin que no se gobierne as no estar bien organizada. (24)

    No obstante, no se conform Maquiavelo con la sola constitucin de un ejrcito regular,sino que busc que fuera a la vez un ejrcito nacional. Si bien l carg en sus espaldas conla creacin y organizacin de la milicia florentina, (25) que le insumi buena parte de losaos 1506 y 1507, no juzg suficiente que esa fuerza se redujera a la expresin del senti-miento local de cada ciudad-Estado. Maquiavelo fue el padre del patriotismo italiano; sloun ejrcito que fuera la genuina manifestacin del carcter nacional de un Estado podapreciarse de tener un alma (26) y una moral propias. Transformar el patriotismo comarcano

    en un patriotismo nacional fue el privilegio de esa mente adelantada a su tiempo.

    El remedio a la contratacin de ejrcitos extranjeros slo ha de pro-venir del reclutamiento obligatorio que realiza el Estado de todos ycada uno de sus ciudadanos. Pronto se ve que esta tercera tesis esel fundamento de lo que ms tarde se conocera como el servicio mili-tar obligatorio. El delecto, nombre que los romanos otorgaban alreclutamiento, no puede ser voluntario. El voluntariado suele estarligado al outsidersocial, a aquellos hombres que nada pierden, por-que nada dejan al concurrir al alistamiento. Pero conformar un Ejr-cito sobre la base de revoltosos, holgazanes, licenciosos, blasfemos,

    jugadores (27) entraa un grave riesgo: cuando la materia es mala,

    el reclutamiento nunca puede ser bueno. (28) Por ende, el gobiernodebe reclutar a todos sus ciudadanos en edad de tomar las armas yasegurarles la instruccin militar. Slo mediante el recurso al delectoforzoso pueden seleccionarse los ms aptos para el oficio de la gue-rra. Sin embargo, no puede dejar de sealarse aqu la importancia dela conformacin de una identidad ciudadana: solamente cuando lapoblacin civil est apegada a su tierra, profesa devocin por los sm-bolos nacionales, se siente unida a los dems ciudadanos mediantelazos de concordia civil, y alberga en su corazn el amor a la patria,entender su obligacin de ceder parte de sus libertades individua-les (el lugar que ocupa en su sociedad) para defender una libertadms importante, a saber, la libertad pblica del Estado, toda vez que

    se vea amenazada desde el exterior. (29)

    Como heredero de la tradicin helnica, Maquiavelo insiste en quehay que hacer de los hombres primero ciudadanos. La superioridadmilitar reside en la fuerza de ese elemento aglutinante que es laciudadana. Mientras el mercenario se esforzaba en dar lo menosposible al mayor precio, (30) el ciudadano expresar su lealtad civil

    jurando incluso dar aquello a lo que nadie pone precio, la propiavida, en defensa de los intereses soberanos de la nacin. Exaltadopor la lectura de Tcito, Tito Livio y Csar, Maquiavelo crey ver queen el elemento ciudadano resida el xito militar de las legionesromanas. Pese al elevado nmero de mercenarios (artilleros grie-gos, caballera rabe y germana, honderos baleares, (31) etc.), queconstituan las tropas auxiliares (las allae o aliadas), lo cierto es

    211BCN 825

    (23)Maquiavelo, 2004: 28.

    (24)Maquiavelo, 2004: 24.

    (25)Sobre esta tarea que le encargel gobierno de Soderini, Brionrelata: su despacho se habaconvertido en un verdadero des-pacho de reclutamiento donde seamontonaban las listas de lascompaas, los inventarios desuministros, los pedidos y lasfacturas. Se ocupaba tanto delmaterial como de los hombres,de la artillera y de la intenden-cia. Era a la vez el responsablede llevar las cuentas y de pagar,y el encargado del almacn, elcontable y el armero. De vez encuando abandonaba su mesa,siempre repleta de papeles, parair a azotar a algn desertor opara llevarse por la fuerza a los

    insumisos (Brion, 2003: 177).

    (26)Puede verse aqu al Maquiavelotributario de la tradicin griega.Platn es el primero que compo-ne la figura de un ejrcito comouna gran familia, slo los guar-dianes fraternizados en la custo-dia de la polis conforman unasola alma: todos quieren lomismo de la misma forma, asaber, el bien comn de la Rep-blica. Sobre este tema, ver Rep.,libro V. Es claro que sigue siendola presencia de las categoras

    antiguas, la mayora de las vecesinadvertida, la que legisla en unsinnmero de usos coloquiales.

    (27)Maquiavelo, 2004: 29.

    (28)Maquiavelo, 2004: 30.

    (29)Dentro de la corriente republica-

    na, John Rawls analiza el funda-mento terico de la conscripcin:sta slo es permisible si sehace necesaria para la defensade la libertad misma, incluyendoaqu no slo las libertades de losciudadanos del Estado en cues-tin, sino tambin las libertadesde personas de otras socieda-des. Por tanto, si la conscripcinmilitar no ser probablementeinstrumento de invasiones injusti-ficables, puede tener justificacinsobre este fundamento, a pesarde que el reclutamiento infringelas libertades de los ciudadanos.

    Pero, en todo caso, la prioridadde la libertad requiere que sola-mente se utilice la conscripcincomo la garanta que la libertadmisma necesita. Consideradodesde el punto de vista de lalegislacin (la etapa apropiadapara este problema), el mecanis-mo de reclutamiento slo puedeser defendido por este motivo.Los ciudadanos consienten esteacuerdo como medio justo decompartir las cargas de la defen-sa nacional. Desde luego, losriesgos que cada uno ha deafrontar son en parte resultadosde acontecimientos accidentalese histricos, pero, en cualquiercaso, en una sociedad bien orde-nada estos males se producenpor ataques injustificados desdeel exterior (Rawls, 1995: 58).

    (30)Brion, 2003: 181.

    (31)Tito Livio destaca el empleo quehaca Roma de los mercenarioshispanos. En este sentido, aun-que Roma haba empleado auxi-

    liares itlicos desde hacamucho, la primera vez quereclut mercenarios fue precisa-mente en Hispania, en al ao213 a.C., cuando los generalesromanos necesitaron tropas msflexibles que los pesados legiona-rios para las duras campaaspeninsulares (Quesada Sanz,2002: 78, 79). La habilidad bli-ca de los honderos baleares fuemuy codiciada como refuerzo delas legiones. Es interesante lainterpretacin que Quesada Sanzbrinda de los mercenarios hispa-nos: ante la idea tan difundida,

    en parte acuada por el mismoMaquiavelo, de que al compo-nente extranjero slo lo alienta el

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    6/10

    que el ncleo, la legin, estaba constituido nicamente por ciudadanos romanos. As, pues,la nica forma de lograr un ejrcito eficaz es reclutndolo de entre los propios ciudadanos;las razones maquiavlicas son contundentes:

    Cuando por imperativo legal y del gobierno se han entregado las armas a los ciudada-nos o a los sbditos, jams han causado dao; al contrario, se han revelado tiles,

    contribuyendo a mantener por ms tiempo la paz en los Estados, que si se hubieracarecido de ellas. Roma fue libre durante cuatrocientos aos porque estaba armada;Esparta, ochocientos. Otras muchas naciones no han tenido ejrcito y han sido libresmenos de cuarenta. (32)

    He aqu otra tesis fundamental en materia de asuntos blicos: la carencia de fuerzas arma-das o la reduccin de la fuerza real a mera nominacin no hace ms que exponer a lasnaciones inermes al riesgo de la esclavitud. El dominio de la fuerza, como garanta disua-soria del principio basal de la libertad, no puede ser aplazado en el marco de una buenaadministracin de las polticas de Estado.

    Si bien Maquiavelo defendi la constitucin de ejrcitos regulares sobre la base del reclu-

    tamiento obligatorio, con el objeto de servirse de la ciudadana cuando fuera necesario, esjusto aclarar que no los concibi como ejrcitos profesionales. Por el contrario, juzg queen la excesiva profesionalizacin del ejrcito romano residi la causa principal de rebelina los mandos polticos. A partir de los tiempos de Octaviano Augusto y de Tiberio (20 a 14a.C. y 14 a.C. a 37 d.C.), cuando se constituy la guardia pretoriana, siempre estacionadaen las murallas de Roma, comenz el perodo de las rebeliones:

    Las facilidades que entonces se dieron para que los individuos enrolados en aquellos ejr-citos se convirtieran en profesionales, llevaron a que stos se rebelaran, hacindose temi-bles para el Senado y dainos para el Emperador. Muchas muertes caus su rebelda,

    porque le daban y quitaban el mando a quien les pareca, y hasta lleg a ocurrir que almismo tiempo hubiera varios emperadores, nombrados por los distintos ejrcitos. (33)

    Incluso para Maquiavelo esto no slo fue causa de la divisin del Imperio, sino tambin unode los factores decisivos de su cada. Crey que un ejrcito profesional de asalariados eraun signo de corrupcin de las instituciones, no por la erogacin que significase para lasarcas pblicas, sino porque supuso que el mismo Estado pona a disposicin de tales pro-fesiones, ociosos en tiempos de paz, los medios materiales que podan conducir a larebelin. Es en esta direccin que debe entenderse el sentido del delecto obligatorio:

    Una Repblica prudente no debe pagar a sus mandos militares; en la guerra debetomar a los jefes de entre los ciudadanos, y en la paz devolverlos a sus habitualesocupaciones.

    Slo si el Estado puede estar seguro de que los soldados depondrn las armas para retor-nar contentos a los tiempos de paz, mandndolos a sus casas a vivir de su trabajo, (34)

    estar asegurada la estabilidad de las instituciones pblicas. Pronto se advierte que estaidea es producto de las contingencias histricas que Maquiavelo atraves. Podra asegurar,aun bajo el riesgo falaz de los condicionales contrafcticos, que si Maquiavelo hubiera pre-senciado el nacimiento de los Estados nacionales habra asentido en la necesidad deacompaar ese proceso con la conformacin de ejrcitos profesionales. En todo caso,habra apostado, como sin duda lo hizo, a despertar una conciencia militar atenta siemprea la lealtad institucional.

    Maquiavelo, que fue testigo del modo reprobable en que los condotieros se servan de lafuerza para acceder a los cargos pblicos, (35) confi en los mandos militares como factoraglutinante hacia abajo y como principal elemento de lealtad hacia arriba. Son los genera-les los responsables de evitar la discordia, ya sea entre la propia tropa, ya sea como quie-

    MAQUIAVELO, TRATADISTA DE LA GUERRA. VIDA CIVIL Y MILITAR212

    afn de lucro y la avaricia delbotn, Quesada Sanz sostiene queaquellos hombres llevaban unaexistencia dursima, a cambio deuna escasa soldada, que lamayora de las veces fueroncarne de can y que ms deun general negoci la salvacin desus tropas ciudadanas, a cambio

    de abandonar a los mercenarios asu triste destino (Quesada Sanz,2002: 77).

    (32)Maquiavelo, 2004: 32, 33.

    (33)

    Maquiavelo, 2004: 26.

    (34)Maquiavelo, 2004: 27.

    (35)Maquiavelo cita el ejemplo delcondotiero Francesco Sforza(1401-1466), abuelo de la cle-bre Catalina, quien enga a losmilaneses, a los que serva como

    soldado, quitndoles la libertad yconvirtindose en su seor(Maquiavelo, 2004: 23).

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    7/10

    bre institucional, ya que el Estado deposita en ellos el resguardo de la concordia civil: laorganizacin militar de ninguna manera fomentar la desunin [] porque al reclutar a loshombres se les dan armas y jefes. (36) Incluso el cambio de destino tiene para Maquiaveloeste sentido:

    Hay que disponer las cosas de manera que cada ao los jefes cambien de destino, por-

    que el mando permanente sobre los mismos hombres crea entre ellos tal unin quefcilmente puede volverse en perjuicio del propio gobernante. (37)

    Ntese que Maquiavelo concibe la organizacin de los ejrcitos regulares asentando subaza en una cuidadosa exposicin de la relacin entre los mandos polticos y militares. Nohay que olvidar que su objetivo no es otro que el de llevar adelante la justificacin tericadel rol de las fuerzas armadas como pilar fundamental dentro de un Estado, pues comomuchos censuran la milicia, es menester defenderla. (38) Para el florentino, ningn sabio opersona sensata puede hablar mal de la organizacin militar; (39) ya que no es concebibleningn rgimen poltico que pueda carecer de defensa militar; quienes no lo comprendanas, pecan de estulticia.

    Ahora bien, Maquiavelo no slo atiende a los aspectos tcnicos y polticos de la organiza-cin militar, sino que tambin dedica, quiz sus pginas ms bellas, a lo que podran lla-marse los aspectos psicolgicos del arte de la guerra. Una de sus mximas al respecto esque el general debe evitar entrar en combate si su tropa est baja de moral o desconfa dela victoria. (40) La autoconfianza es un elemento esencial del xito militar y el secreto de ellano puede buscarse en el cuerpo, sino en la cabeza que lo comanda. El recurso a la arengadebe ser privilegio de todo buen general. Persuadir a unos pocos es cosa fcil, (41) porquese puede recurrir al castigo y a la autoridad; pero cuando hay que convencer a toda unamultitud, ah slo cuentan las palabras. Fue el arte de la persuasin, que Alejandro cultivde la mano de Aristteles, el que le permiti con sus clebres arengas enardecer a los sol-dados para que stos, ricos como eran por los botines que haban logrado, le siguieran,arrostrando tantas penalidades y fatigas por los desiertos de Arabia y la India. (42) He aqu

    otro de los principios maquiavlicos, los grandes generales han de ser a la vez grandes ora-dores; ellos son el termmetro que calibra la moral de su tropa. Maquiavelo describe la ml-tiple finalidad de la arenga como sigue:

    Las arengas anulan el temor, enardecen los nimos, aumentan la tenacidad, descu-bren engaos, prometen premios, muestran peligros y el modo de evitarlos, con ellas, seruega, se amenaza, se llena de esperanza, se alaba, se insulta y se manejan todos losmecanismos que hacen encenderse y apagarse las pasiones humanas. (43) (44)

    Hay en esta cita un aspecto interesante que entronca nuevamente con la tradicin helni-ca. Los griegos usaban el trmino logos con una triple acepcin: razn, palabra, discurso.En su filosofa, el autodominio del yo se logra por va de la razn, toda vez que el hombre

    gobierna sus pasiones. Ntese aqu la sutileza maquiavlica: la arenga (palabra, logos)brota de la razn y se dirige a las pasiones. Si bien no es explcito, puede pensarse queMaquiavelo concibi el modelo del general como aquel que gobierna con su razn laspasiones de su tropa.

    Otro factor psicolgico de relevancia es la fama del general, pues de ella depende la uninde un ejrcito. (45) Para Maquiavelo la fama nace exclusivamente de su capacidad, (46) nohay nobleza, estirpe, linaje preferenciales ni grado militar que pueda procurrsela a quienno es capaz de ejercer el liderazgo. La ligazn entre los soldados depende en gran medidadel lder que los cohesiona; como apunt el toscano: ms que ningn otro factor, lo quemantiene unido al ejrcito es la fama de su general. (47)

    Tambin el elemento supersticioso (48) tiene un lugar central en esta obra. El general debedemostrar su ingenio interpretando a su favor toda clase de seal o presagio. Las legiones

    213BCN 825

    (36)Maquiavelo, 2004: 39.

    (37)Maquiavelo, 2004: 40.

    (38)Maquiavelo, 2004: 41.

    (39)Maquiavelo, 2004: 31.

    (40)Al respecto sentencia: la derrota essegura, si no se confa en la victo-ria (Maquiavelo, 2004: 115).

    (41)Maquiavelo, 2004: 117.

    (42)Maquiavelo, 2004: 117.

    (43)La cursiva es ma.

    (44)Maquiavelo, 2004: 117.

    (45)En este sentido, Sigmund Freudseal la importancia de los lazosafectivos entre los individuos comomodo de evitar la disolucin en elejrcito. Acu el concepto de dobleligazn libidinal: la ligazn horizontalde los soldados entre s se producegracias a la ligazn vertical de todosellos con su jefe. Cada individuotiene una doble ligazn libidinal: conel conductor, [] el general en jefe,y con los otros individuos de lamasa (Freud, 2007: XVIII, 91).Explic este fenmeno como sigue:es evidente que el soldado toma porideal a su jefe, en rigor, al conductordel ejrcito, al par que se identificacon sus iguales y deriva de estacomunidad del yo los deberes de laayuda mutua y el reparto de bienes,que la camaradera implica (Freud,2007: XVIII, 127). El cese de lasligazones que cohesionan a los solda-dos conduce en la situacin de peli-gro al pnico, caracterizado por elhecho de que ya no se presta odo aorden alguna del jefe, y cada unocuida por s mismo sin miramiento

    por los otros. Los lazos recprocoshan cesado y se libera una angustiaenorme, sin sentido (Freud, 2007:XVIII, 91). Sobre esta misma razn,puede explicarse tambin lo que seha hecho en tantas batallas, asaber, ocultar la muerte del jefe parasostener cohesionada a la tropa(Freud, 2007: XVIII, 93).

    (46)Maquiavelo, 2004: 159.

    (47)Maquiavelo, 2004: 159.

    (48)

    Agradezco a los cadetes de la promo-cin 141 el modo en que me ilustra-ron sobre las supersticiones a bordo.

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    8/10

    romanas eran muy supersticiosas. Cuando en sus interminables marchas, la contingencianatural haca caer un rayo, ocultaba los astros o produca un temblor, los soldados le atri-buan el sentido de un mal augurio. Por ello, el jefe deba ser gil en dar siempre con laspalabras justas. Maquiavelo cita el ejemplo de Csar, quien, al caerse al suelo cuandodesembarcaba en frica, exclam:frica, te tengo en mis manos. (49)

    Y no slo la supersticin, sino tambin la religin es un factor psicolgico impostergable.Desde la Grecia antigua, la religin adquiri su valor como autoridad disciplinante; (50) alactuar sobre las conciencias, canaliza el orden social, cuando no se aparta de esta va lla-mando a la sedicin. Para Maquiavelo, es deseable que los soldados experimenten algunaclase de sentimiento religioso, porque la disciplina castrense puede fortalecerse tambincon el uso apropiado de las creencias de la tropa. No slo la psicologa del creyente resul-ta ms proclive a la subordinacin a la autoridad, sino que, en caso de que no se lograra ladisuasin mediante la aplicacin de penas militares, siempre podr apelarse al temor deDios. Si bien esta idea puede parecer demod ante la tendencia progresiva a la seculari-zacin de las fuerzas armadas, no hay que olvidar la estrecha relacin que se ha estable-cido entre ejrcito e Iglesia como poderes disciplinantes.

    Adems la religin, en su aspecto ms mitolgico, ha contribuido a fabricar la imagen delconductor del rebao. Es lcito recordar que el historiador personal de Alejandro, Calste-nes, quien lo acompa durante sus conquistas militares a Persia, lo apod en sus crni-cas el hijo de Zeus. (51) Los soldados crean que a aquella voluntad indoblegable la impul-saba el designio de los dioses. En el mismo sentido, Maquiavelo evoca la reciente expul-sin de los ingleses durante el reinado de Carlos VIII de Francia. Fue una joven enviada porDios, universalmente conocida como la doncella de Francia, lo que le dio la victoria. (52)

    Mucho ms cercano en el tiempo es, por ejemplo, el uso que la propaganda nazi hizo delas predicciones de Michel de Nostradamus, interpretando la homofona del trmino his-ter en favor del destino histrico que Hitler vena a liderar.

    Por ltimo, el juramento tiene su sitial bien encaramado dentro de los aspectos psicolgicos.

    Su frmula es tan simple como una lnea geomtrica de fcil construccin, pero de efectosincalculables. Comprometerse a querer maana lo que se quiere hoy, inaugura la dimensinde futuro. Ante los cambios, vicisitudes, riesgos, desventuras y peligros, el militar estar dis-puesto a ofrecerlo todo en defensa de aquello por lo que ha jurado. Su psique queda ligadaal acto performativo (53) del juramento y el incumplimiento de lo que all se ha prometido con-lleva necesariamente la carga del dolor moral. Es posible que a esto se refiriera Maquiavelocuando declara que el juramento contribuye mucho a mantener la disciplina.

    Ahora bien, podra extenderme en un sinfn de asociaciones. El texto maquiavlico es tanrico que cada prrafo da lugar a ms y nuevas interpretaciones. He pretendido sistema-tizar esta pieza, diferenciando los aspectos tcnicos, polticos y psicolgicos de la orga-nizacin militar, categoras que obviamente Maquiavelo no hace explcitas, pero que

    recorren de modo subrepticio la totalidad de su escrito. Adems, la obra recoge un con- junto de consejos prudenciales de gran valor operativo. As, pues, todo general debeestudiar el teatro de operaciones; conocer al enemigo; evaluar las condiciones climti-cas; juzgar el inicio, aplazamiento y duracin del combate; conocer a sus propios hom-bres; identificar a los ms leales; saber premiar el mrito; saber aplicar las penas, casti-gando duramente a desertores e infractores de la guardia; preocuparse por la intenden-cia; rodearse de buenos administradores; unificar el horario del rancho; evitar la impru-dencia de combatir en invierno; etc.

    Pero quiz la pregunta ms basal es a quines destin Maquiavelo El arte de la guerra?Lo escribi para la vida militar, que ya era, en buena parte, la depositaria intuitiva de esaserie de reglas operativas? O su reflexin estaba dirigida fundamentalmente a la vidacivil? Entiendo que no puede dudarse de que busc la manera de acercar a los profanosa los asuntos de la guerra, de iniciar en este arte a los civiles que nada entendan de los

    MAQUIAVELO, TRATADISTA DE LA GUERRA. VIDA CIVIL Y MILITAR214

    (49)Maquiavelo, 2004: 159.

    (50)Platn en LeyesX hace una claraexposicin del sistema jurdicoantiguo en el que los delitos deimpiedad deban ser fuertementecastigados. Codific tres delitos:(1) creer que los dioses no existen;(2) atribuirles existencia, pero juz-garlos indiferentes a los asuntoshumanos; (3) suponerlos soborna-bles mediante el culto privado. Lasleyes prescriban rendir culto a losdioses slo en los templos pbli-cos. Pese a lo que suele creerse,en Atenas imper una visin man-comunada del Estado con la reli-

    gin, pues sta cumpla una fun-cin social prioritaria, a saber, elmantenimiento delstatu quomediante la modelacin de con-ciencias sumisas al orden social.

    (51)La misma madre de Alejandro,Olimpia, haba hecho correr elrumor de que su hijo haba nacidode su unin con Dionisio.

    (52)Maquiavelo, 2004: 118.

    (53)Performativo, en el sentido de lapalabra que hace acto.

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    9/10

    asuntos militares. (54) Ya en esa poca dos posturas se presentaban como irreconcilia-bles: (55) la vida civil y la vida militar. (56) Maquiavelo explic:

    Cuando un hombre se propone hacer carrera en la milicia, no slo cambia de vestimen-ta, sino tambin sus costumbres, sus usos y su manera de hablar [] Y es por esto quehay tanta gente que considera a la vida militar tan alejada de la vida civil. (57)

    Los usos y costumbres de la vida militar, el uniforme, que iguala a los camaradas y dife-rencia de quienes no lo son, pueden obrar como una imagen distorsionante, que impone laseparacin en lugar de integrar. Por eso, Maquiavelo quiso poner a disposicin de la vidacivil el conocimiento que tena de la vida militar. Si es verdad que slo se ama lo que seconoce, se propuso ensear al pueblo la composicin y manutencin de un ejrcito, expli-carle las causas de su necesidad, llevarlo de la pequea patria (58) hacia una gran patria,encender los corazones civiles cantando las hazaas picas de los hroes de guerra. Y todoesto porque bien saba que necesitaba de la adhesin civil para la reforma que preconiza-ba. Habl a la sociedad civil y a los hombres de Estado; antes que nada, comprendi quetena que ganar el apoyo del gran auditorio para la transformacin que haba proyectadode las instituciones militares. Incluso en la prctica, cuando organiz el ejrcito florentino,

    llev al terreno sus ideas:

    De entrada, se aplic en persuadir a los dos Soderini, el gonfaloniero vitalicio y el carde-nal, cuya cooperacin reclam. Quiso implicar tambin al propio pueblo, a los magistradosque lo representaban, a la conciencia colectiva y la opinin pblica. Se esforz por crearun movimiento de opinin y, con este fin, organiz frecuentes paradas, en el transcurso delas cuales aquella nueva milicia florentina que l haba reclutado, equipado, armado yadiestrado con gran esfuerzo e ingentes gastos desfilaba por las calles y maniobraba enlas plazas. (59) Esas manifestaciones que interesaban al pueblo, al que apasionaban losespectculos gratuitos, son un claro ejemplo de los esfuerzos que realiz Maquiavelo pordotar a su ciudad del ejrcito nacional que le faltaba. (60)

    El genio indiscutible de Maquiavelo le permiti evaluar su presente tomando lo bueno delpasado. No encontraramos cosas ms unidas, ms concordantes y que tanto se estima-sen mutuamente como la vida civil y la militar, porque todo cuanto se establece en unasociedad para el bien comn, todas las instituciones que regulan la vida en el temor de laley, resultaran vanas si no se dispusiera de mecanismos que las defendiesen. (61) Las ins-tituciones antiguas lo comprendieron, pero tambin es cierto que, cuando el ejrcito sedesvi de su finalidad, surgieron esas funestas opiniones que hacen odiar la milicia y evi-tar el trato de quienes la ejercen. (62) La inteligencia de Maquiavelo entendi que nos espreciso retornar al ideal de la sociedad bien ordenada, aquella que orienta su presente envista de un futuro comn. El beneficio de la mirada retrospectiva no ha de colocar al pre-sente las anteojeras del pasado, aquellas que le sustraen de la imperiosa reconciliacin,sino que ha de extraer de la memoria ejemplar las reglas de accin que muevan el presente

    hacia el inters comn, el cual slo ser posible cuando civiles y militares privilegien entreellos el ideal maquiavlico de una patria grande. Y as lo areng a los gobernantes quepretendiesen edificar recortando en la techumbre:

    El mejor de los regmenes polticos, sin la defensa militar, correra la misma suerte quelas estancias de un soberbio y real palacio que, aun resplandecientes de oro y lujos,carecieran de techo y no tuvieran cmo resguardarse de la lluvia. (63) n

    215BCN 825

    (54)Brion, 2003: 180.

    (55)Maquiavelo, 2004: 11.

    (56)Maquiavelo, 2004: 11.

    (57)Maquiavelo, 2004: 11.

    (58)En trminos de (Brion, 2003:183).

    (59)La cursiva es ma.

    (60)Brion, 2003: 182.

    (61)Maquiavelo, 2004: 11.

    (62)Maquiavelo, 2004: 12.

    (63)Maquiavelo, 2004: 11.

  • 8/7/2019 maquiavelo guerra y civiles

    10/10

    BIBLIOGRAFA

    n Aristteles, tica a Nicmaco, Madrid, Instituto de Estudios Polticos, 1970.

    n Aristteles, Poltica, Barcelona, Altaya, 1997.

    n Berlin, I. (1958), Two concepts of liberty, en: http://www.nyu.edu/projects/nissenbaum/papers/twoconcepts.pdf

    n Bertomeu, M. J. Republicanismo y propiedad, en www.sinpermiso.info, 05/07/05.

    n Brandi, K., Carlos V, Buenos Aires, Juventud Argentina, 1944.n Brion, M., Maquiavelo, Buenos Aires, Vergara, 2003.

    n Freud, S. Psicologa de las masas y anlisis del yo en Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, 2007.

    n Hobbes, T., Leviatn, Barcelona, Altaya, 1997.

    n Maquiavelo, N., Del arte de la guerra, Buenos Aires, Libertador, 2004.

    n Maquiavelo, N., Discursos sobre la primera dcada de Tito Livio, Madrid, Alianza, 1987.

    n Maquiavelo, N., El Prncipe, Madrid, Alianza, 1998.

    n Miller, D. & Embleton, G. A., The Landsknechts en Men at Arms (Windrow, M. ed.), London, N 58, 1976.

    n Prez, J., Carlos V, soberano de dos mundos, Barcelona, Ediciones B y Gallimard, 1998.

    n Pettit, Ph., Republicanismo. Una teora sobre la libertad y el gobierno , Barcelona, Paids, 1999.

    n Platn, Leyes en Dilogos, Madrid, Gredos, 1999, Tomo IX.

    n Platn, Repblica, Buenos Aires, Losada, 2005.

    n Quesada Sanz, F., Los mercenarios hispanos en el Mediterrneo, en La aventura de la historia, Madrid, N 39, enero de 2002, pp. 74-79.

    n Rawls, J.,Teora de justicia, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1995.

    n Rescher, N., La suerte, Santiago de Chile, Andrs Bello, 1997.

    n Wise, T. & Mc Bride, A., The Conquistadores en Men at Arms (Windrow, M. ed.), London, N 101, 1980.

    MAQUIAVELO, TRATADISTA DE LA GUERRA. VIDA CIVIL Y MILITAR216