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1. Después de la muerte de Ignacio Lewkowicz y Cristina Corea, hay una pregunta que aparece una y otra vez: en qué andan los compañeros con los que, cada quien a su modo, hemos participado de esa plataforma de experimentación del pensamiento que fue el Estudio LWZ. ¿En qué están aquellos amigos con los que hemos compartido lecturas y discusiones grupales en torno a la coordinación de Ignacio? Claro está que no se trata de una pregunta impulsada por la curiosidad, aunque tam- bién hay algo de eso. Se trata, sobre todo, de una interro- gación que busca trazar un balance respecto de una expe- riencia de pensamiento colectiva y poderosa. Ahora bien, como estamos ante una experiencia colec- tiva, su lectura y procesamiento no pueden ser individua- les. Es decir, no alcanza con las operaciones y los proce- dimientos de un yo. Requiere de un balance de otro tipo. Nos preguntamos, entonces, qué estamos pensando los que alguna vez pensamos juntos, nos preguntamos por los efectos actuales de esa experiencia de pensamiento compartida. 2. Finalmente, esa pregunta se transformó en una con- vocatoria. Queríamos ver, efectivamente, qué hemos hecho, a la luz de nuestros actuales trayectos, con aque- lla experiencia colectiva: intentamos un balance práctico. Esa convocatoria se materializa, ahora, en un conjunto de textos que reunimos en esta edición de Campo Grupal. En diálogo con el pensamiento de Ignacio (con un con- cepto, un texto, una figura o un argumento), produjimos una variedad de conceptos, textos, figuras y argumentos. Pero esta producción, será necesario destacarlo, no es un homenaje al amigo. Tampoco una muestra que se preten- da representativa de los efectos que generó el pensamien- to de Ignacio. Más bien, es un recorte arbitrario de algu- nas derivaciones. En definitiva, se trata de un emprendi- miento de un grupo de amigos, colegas y compañeros dispuestos a revisar en qué andan, en qué andamos pens- ando. 3. La cesación del Estudio nos enfrentó con un proble- ma. Además de la muerte de Ignacio y Cristina, nos enfrentamos con el desarmado de una plataforma de pen- samiento. Percibimos, para algunos por primera vez, que el pensamiento requiere de ciertas condiciones para su despliegue. Y el Estudio fue, sin dudas, un sitio genero- so para tal experiencia. ¿Cómo hemos elaborado esta disolución? La desintegración de Estudio nos enfrentó con una tarea: producir, diseñar, construir nuevos espacios. Claro está que no se trató de armar un estudio alternativo sino de inventar otros formatos, nuevas posibilidades, distin- tas asociaciones. Sospechamos que la tristeza creció cuando nos abandonamos a las viejas variantes, sospe- chamos que la alegría emergió cuando transitamos nue- vos territorios. Lo que sigue, entonces, puede ser leído como una apuesta: renovar complicidades entre quienes elabora- mos proyectos vitales al ritmo de esos conceptos y afectos que nacie- ron del trabajo con Ignacio. El com- plot no se interrumpe. Más bien, muta y toma formas diversas. Otra vez la tarea invita a contactar nuevos e inesperados socios de pensamiento. Mariana Cantarelli y Diego Sztulwark 83 Las derivas de un pensamiento A PROPÓSITO DE IGNACIO LEWKOWICZ Año 9 Nº 83 • Octubre de 2006 $ 4.- Yo te pienso / tú me piensas nosotros nos pensamos María Emilia López El nacimiento de una generación política Mariana Cantarelli Hacer un lugar Pablo Sztulwark Sobre las ventajas del pensamiento heterodoxo Carlos García Mac Gaw De la conquista del mundo a la producción de mundos posibles Francisco Ferrara Los vínculos actuales: confianza o amenaza Elina Aguirre y Miguel Burkart El materialismo de las nominaciones y la práctica teórica Franco Ingrassia Humanidad instituida, expulsión y subjetivación Julián Gallego La figura ‘hermanos ilegibles’ Denise Najmanovich ¿Pensar sin estado? Diego Sztulwark La noción de práctica dominante Marcelo Campagno Sólo hay encuentros María Celia Labandeira Una subjetivación docente Osvaldo Bonano La responsabilidad como recurso para morar el Estado Gabriel Paz En busca del encuentro perdido Carlos Gutiérrez Director: Román Mazzilli

María Emilia López - Escuela de Psicología Social de ...psicosocial.edu.uy/bahia/83.pdfmiento de un grupo de amigos, colegas y compañeros dispuestos a revisar en qué andan, en

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1. Después de la muerte de Ignacio Lewkowicz yCristina Corea, hay una pregunta que aparece una y otravez: en qué andan los compañeros con los que, cadaquien a su modo, hemos participado de esa plataforma deexperimentación del pensamiento que fue el EstudioLWZ. ¿En qué están aquellos amigos con los que hemoscompartido lecturas y discusiones grupales en torno a lacoordinación de Ignacio? Claro está que no se trata deuna pregunta impulsada por la curiosidad, aunque tam-bién hay algo de eso. Se trata, sobre todo, de una interro-gación que busca trazar un balance respecto de una expe-riencia de pensamiento colectiva y poderosa.

Ahora bien, como estamos ante una experiencia colec-tiva, su lectura y procesamiento no pueden ser individua-les. Es decir, no alcanza con las operaciones y los proce-dimientos de un yo. Requiere de un balance de otro tipo.Nos preguntamos, entonces, qué estamos pensando losque alguna vez pensamos juntos, nos preguntamos porlos efectos actuales de esa experiencia de pensamientocompartida.

2. Finalmente, esa pregunta se transformó en una con-vocatoria. Queríamos ver, efectivamente, qué hemoshecho, a la luz de nuestros actuales trayectos, con aque-lla experiencia colectiva: intentamos un balance práctico.Esa convocatoria se materializa, ahora, en un conjunto detextos que reunimos en esta edición de Campo Grupal.En diálogo con el pensamiento de Ignacio (con un con-cepto, un texto, una figura o un argumento), produjimosuna variedad de conceptos, textos, figuras y argumentos.Pero esta producción, será necesario destacarlo, no es unhomenaje al amigo. Tampoco una muestra que se preten-da representativa de los efectos que generó el pensamien-

to de Ignacio. Más bien, es un recorte arbitrario de algu-nas derivaciones. En definitiva, se trata de un emprendi-miento de un grupo de amigos, colegas y compañerosdispuestos a revisar en qué andan, en qué andamos pens-ando.

3. La cesación del Estudio nos enfrentó con un proble-ma. Además de la muerte de Ignacio y Cristina, nosenfrentamos con el desarmado de una plataforma de pen-samiento. Percibimos, para algunos por primera vez, queel pensamiento requiere de ciertas condiciones para sudespliegue. Y el Estudio fue, sin dudas, un sitio genero-so para tal experiencia. ¿Cómo hemos elaborado estadisolución?

La desintegración de Estudio nos enfrentó con unatarea: producir, diseñar, construir nuevos espacios. Claroestá que no se trató de armar un estudio alternativo sinode inventar otros formatos, nuevas posibilidades, distin-tas asociaciones. Sospechamos que la tristeza creciócuando nos abandonamos a las viejas variantes, sospe-chamos que la alegría emergió cuando transitamos nue-vos territorios.

Lo que sigue, entonces, puede ser leído como unaapuesta: renovar complicidades entre quienes elabora-mos proyectos vitales al ritmo deesos conceptos y afectos que nacie-ron del trabajo con Ignacio. El com-plot no se interrumpe. Más bien,muta y toma formas diversas. Otravez la tarea invita a contactar nuevose inesperados socios de pensamiento.

Mariana Cantarelli y Diego Sztulwark 83

Las derivas de un pensamiento

A PROPÓSITO DE IGNACIO LEWKOWICZ

Año 9 • Nº 83 • Octubre de 2006 • $ 4.- Yo te pienso / tú me piensas nosotros nos pensamosMaría Emilia López

El nacimiento de una generación políticaMariana Cantarelli

Hacer un lugarPablo Sztulwark

Sobre las ventajas del pensamiento heterodoxoCarlos García Mac Gaw

De la conquista del mundo a la producción de mundosposiblesFrancisco Ferrara

Los vínculos actuales: confianza o amenaza Elina Aguirre y Miguel Burkart

El materialismo de las nominaciones y la prácticateóricaFranco Ingrassia

Humanidad instituida,expulsión y subjetivaciónJulián Gallego

La figura ‘hermanos ilegibles’Denise Najmanovich

¿Pensar sin estado?Diego Sztulwark

La noción de práctica dominanteMarcelo Campagno

Sólo hay encuentros María Celia Labandeira

Una subjetivación docenteOsvaldo Bonano

La responsabilidad comorecurso para morar el EstadoGabriel Paz

En busca del encuentro perdidoCarlos Gutiérrez

Director: Román Mazzilli

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Yo te pienso / tú me piensas/ nosotros nos pensamosMaría Emilia López

Una pregunta rueda como una piedrapor el costado del hombrey en lugar de caer en el vacíoencuentra un valle que la sostiene.

Ya no se trata de hombres ni de dioses.Ya no se está en el sitio de las respuestas.El propio eco se ha convertido en valle.

Roberto Juarroz

En el año 2003 pensábamos con Cristina Corea e IgnacioLewkowicz “el desfondamiento de las instituciones educativas”, unaexperiencia de investigación que, como sostiene Mariana Cantarelli enel prólogo de “Pedagogía del aburrido”, se detiene en las estrategias decomposición en el medio educacional y pone en cuestión los procedi-mientos de la pedagogía, tanto clásica como crítica. Agregaría que pen-sar en términos de “desfondamiento” lejos estuvo / está de proclamaruna declaración de fracaso, como podría leerse a simple vista. Pensaren esos términos implicó / implica una operación de sentido por sobrela ineficacia de muchas prácticas actuales sobre las problemáticas edu-cativas contemporáneas. Los que siguen son algunos registros de situa-ciones / pensamientos en voz alta, que operan hoy sobre el desfonda-miento, e intentan producir algún sentido.

Escucho decir a una madre que ella no está de acuerdo con que suhijo sufre las separaciones. Su hijo tiene dos años, concurre al jardínmaternal desde los dos meses de edad. Durante los primeros meses sedormía a upa de sus maestras, pero luego ellas no podían pasarlo a sucunita porque se despertaba sobresaltado, estallaba en llanto, no tole-raba la separación corporal. Fueron largos meses de trabajo con sumamá, pero ella no recuerda esos episodios. Le cuento a esta mamáque estamos un poco preocupados porque Martín está angustiado en eljardín, no puede jugar, grita indiscriminadamente, llora sin parar; lepregunto a la mamá cómo lo ve ella en su casa, qué cree que le puedeestar pasando. Escucho en su no sé la desorientación total, nada queremita al pensamiento. ¿Y yo qué pienso? Intuyo / hipotetizo que lareedición de la separación y el encuentro que significa la asistencia dia-ria al jardín maternal, le está resultando a Martín compleja de transitar.Propongo mayor acompañamiento por parte de su mamá. Pero lamamá no está de acuerdo, dice que esas cosas son “evolutivas”, y unaaparente amnesia la sustrae de la dificultosa historia vincular de su hijoen el jardín.

Escucho a un padre protestando porque se le hace tarde para ir a tra-bajar, mientras arroja a su hijo de dos años en la sala de su jardín mater-nal, a las 8 de la mañana, y se va corriendo. Escucho la demanda de suhijo, que ahora se convierte en lloriqueo, descontento con cualquierjuego que se le ofrezca, dos o tres empujones a los amigos que tienemás cerca, y de paso un mordiscón.

Escucho a la maestra que intenta frenar el impulso de pegar de loschicos, que busca contener el llanto (de los chicos), que trata de jugarmientras recibe a los demás, que van llegando como pueden, entre dor-midos y apurados y desorientados.

Escucho a viva voz el grito del desamparo, de la fragmentación, deldesconcierto.

Escucho y pienso, me pregunto y busco en los breves intersticios enque se sostiene el vínculo, dónde está el vínculo. Pienso en la disper-

sión, pienso en cohesionar, busco en mi caja de herramientas algúnatisbo de lucidez para llegar a cada madre o padre, a cada niño, a cadamaestro, para lograr tomar aunque sea el más mínimo recurso disponi-ble y hacerlo funcionar.

Cambio de escena

Adultos entre adultos. Docentes de jardín de infantes que se estánespecializando. Escucho a cada uno, o trato de escuchar. La opiniónpor sobre el pensamiento, la confrontación por sobre la escucha. Elpensamiento crítico agotado. La crítica que descarna y abre grietasdonde no hay nadie que construya alternativas. Escucho entre las vocesla queja y el agobio, las salas repletas de niños repletos de problemasrepletos de ausencias. Escucho a los maestros que intentan frenar elimpulso de gritar, que buscan contener el llanto (¿de quién?), que tra-tan de plantear entre la queja el malestar, el descontento, el agobio delsistema que arma / impone estrategias / currículo / objetivos descarna-dos de la historia más precisa de cada niño / escuela / padre / madre /docente desolado.

Escucho y pienso cómo intervenir, ¿qué se espera de mí? Descubroen el transcurso de una clase muy (¡muy!) poblada intersticios que pro-meten pensamiento. Allá voy.

…Que si la directora te dijo que se iba a hacer cargo de acompañar-te con la nena con síndrome de down que iban a integrar y ahora seborró… que si los padres no se hacen cargo de nada la escuela nopuede hacerse cargo tampoco… que si vos no sos creativa para quésos maestra… que cómo querés que lea si trabajo en tres turnos y mebanco los gritos de 30 pibes en cada uno de ellos… que la cuestión esponer límites y nadie sabe cómo… que me siento una bruja diciendotodo el día “basta” y cargándolos de actividades para que no tengantiempo de pelearse… que ahora jugar se convirtió en una mala pala-bra… que el problema es que con 30 pibes nadie puede trabajar… queno es que a mí no me importen los pibes lo que pasa es que con 15bebés no hay tolerancia que te alcance…

El vínculo, pienso en eso: debo rescatar el vínculo, el de ellas con loschicos, el de ellas entre sí, y andamiar el de ellas conmigo. Primeroeso: hacer “nosotros”. Escucho, pienso en voz alta, pregunto, inte-rrumpo las confrontaciones (alguien podría objetar que dejo poco espa-cio de opinión, cosa que es verdad, y además deliberado). ¿Estrategiasde intervención docente? Estrategias de intervención humana, preferi-ría llamarlas yo, porque lo que antecede al encuentro pedagógico es elencuentro vincular, pero no sólo en el sentido en que se acostumbra apensarlo desde el entre comillas progresismo de la educación, sinodesde un lugar más primario, más íntimo, más cohesivo del propio “serhumano”. Descubrir que entre nosotros podemos pensar la situación,que pensar crea sentido, desmontar el sinsentido de la queja, advertir laposición más responsable y efectiva de buscar la pertinencia de cadaintervención, y entonces baja naturalmente el nivel de confrontación.Comienza a gestarse un valle. De la impotencia a la expectativa, de larabia a algún atisbo de sosiego. Fin de la clase (3 horas es un tiempoconsiderable). Piden más. Habrá más.

¿Para bien o para mal?

La escuela ya no es lo que era. Sobre eso no hay dudas. La familiano se le queda atrás, o por decirlo de una manera más amplia, los apa-ratos de sostén intersubjetivo son los que demuestran su agotamiento,su impotencia, su impertinencia. No traigo por azar como ejemplorecurrente una institución alternativa de la crianza, como es un jardínmaternal, o un grupo de “andamiadores de la subjetividad”, como sonlos docentes de jardín de infantes. Tal vez estas instituciones ofrezcanun carácter esclarecedor para pensar las condiciones subjetivas con-temporáneas, porque reúnen la vulnerabilidad insoslayable de la infan-cia con la fragilidad de época de los adultos acompañantes, y ponen enjaque además los constructos históricos acerca del Estado y sus insti-

Director

DirectorRomán MazzilliSecretario de redacciónWalter VargasRedacciónLuis Gruss, Patricia Mercado,Denise Najmanovich, Daniel SeghezzoPublicidadMaría Eugenia Conde Colaboran en esta ediciónMarcelo Campagno, MarianaCantarelli, Diego Sztulwark:Pablo Sztulwark, Elina Aguirre,Miguel Burkart, María Emilia LópezJulián Gallego, Carlos García MacGaw, Francisco Ferrara: Carlos Gutiérrez, María CeliaLabandeira, Franco Ingrassia: Gabriel Paz, Osvaldo Bonano,Valeria Rena, Enrique Guinsberg,Marcelo Miceli, Fernando Vico.

Redacción y PublicidadArgerich 2543 Dto. B (1417) Capital - ArgentinaTel/fax: 4501-1701E-mail: [email protected]: www.campogrupal.comImpresión: Genesis S.A.Campo Grupal es una publicaciónde Ediciones Presencia.

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tuciones. Si lo más primario del vínculo, ese “nacer” al vínculo delniño pequeño, ya no ocurre necesariamente en la familia, en el uno auno de la madre y el bebé, es de suponer que el devenir subjetivo demuchos de nuestros chicos se transformará sustancialmente. ¿Para bieno para mal? Depende… ¿De qué depende? Probablemente de la capa-cidad que tengamos para advertir cómo reunir los fragmentos en losque se diseminan las experiencias en la era de la fluidez. Si un niño estádesolado por estructura, cuánto más se desintegrará en un medio queno sólo no puede pensarlo sino que además no puede pensar que elniño piensa, porque no llega a registrar la operación misma del pensar.¿Las docentes que participaban de esa clase registraban sus modos deinteracción? ¿Se preguntaban sobre su condición de pensadoras?

Que un niño piensa es una afirmación algo difícil de suponer en elimaginario de muchos adultos contemporáneos. Mi trabajo me predis-pone al encuentro permanente con niños pequeños, con sus padres, conotros adultos acompañantes, y con el pensamiento. O en su defecto,con una especie de vacío vincular que al menos en los ámbitos que mealojan se repite insistente. Para quien cree que un niño piensa, el diálo-go y la escucha son herramientas imprescindibles del vínculo, porquela manera más a mano de compartir el proceso de pensamiento con unniño y acompañarlo es la palabra, o la mirada, o el juego, o la escucha,o la atención.

Los niños piensan y mientras piensan tal vez se pregunten quiénadvierte sus procesos del pensar. ¿Cómo será para ellos la experienciade que su lógica no encuentre el eco vivo del que escucha, o del queestá a su lado? Tal vez les dé miedo… pienso yo a veces, que no enten-damos lo que les pasa por sus cabezas, y es probable que no entenda-mos porque estamos dando por supuesto que allí no hay pensamiento.Tal vez sea ese miedo el que los vuelve tan inestables, el que “desor-ganiza la conducta”, el que hace que los jardines de infantes contengantanta fragilidad… Tal vez no advirtamos que no entendemos, porque sino hay pensamiento supuesto no hay nada del otro que interpele elentendimiento.

Hay niños que no piensan por estructura, por su corta edad. Pero sonniños que están aprendiendo a pensar… si son pensados. Ser pensado,y Pensar entre dos, como si hacer el pensamiento fuera igual a hacerel amor, dice Roberto Juarroz1. Desafíos en “la era de la fluidez” queandamian el vínculo, tal vez la base de la experiencia de pensamiento.

El nacimiento de una generación políticaMariana Cantarelli

El prólogo de Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la flui-dez1 empieza con una afirmación poderosa: “Diciembre de 2001 liqui-da nuestra posmodernidad”. No se trata solamente de la operación deun historiador que organiza un antes y un después, un ayer y un hoy.Más bien, esa marcación temporal es fundamentalmente la marcaciónde un espacio de pensamiento. Es como si el amigo Lewkowicz nosdijera y fundamentalmente se dijera: “bueno, che, finalmente surgióotra cosa”. Respecto de ese nuevo comienzo, el libro es testimonio deun proceso de conversión. De alguna manera, Ignacio presenta el reco-rrido de pensamiento que lo condujo un poco más allá de nuestra pos-modernidad.

Ahora bien, qué nos dice Pensar sin Estado sobre las condicionespost-2001. O más específicamente, qué campos de pensamiento einvestigación compone. En principio, el asunto no son las mutacionesobjetivas del Estado. No hay dudas de que ése es un gran problema,pero no es el problema cardinal del libro. Más bien, la interrogación encuestión se hace fuerte cuando se detiene en el agotamiento de la sub-jetividad y el pensamiento estatales. Entonces, emerge sin vacilacionesla cuestión: qué es pensar sin Estado, gran pregunta para el pensamien-

to crítico pero también para el pensamiento propiamente estatal. Lanueva generación política -el movimiento de pensamientos, sentimien-tos y acciones que nace con el 2001-, es heredera de esa interrogación.En definitiva, nuestra subjetividad y nuestro pensamiento se arman yse vuelven a armar al ritmo de esa canción.

Pero qué nos preguntamos cuándo nos preguntamos qué es pensarsin Estado. Y ahora ya no estoy pensando en el libro de Ignacio sino enla pregunta de una generación política. Sospecho que nos preguntamosvarias cosas a la vez. Nos preguntamos por el estatuto actual del Estado(sus formas, sus operaciones, sus funciones, sus procedimientos) perotambién nos preguntamos, por un lado, en qué consiste la ocupaciónactual del Estado; por el otro lado, qué es criticarlo, suponiendo que laoperación en juego siga empecinada en conservar esa memorablenominación moderna.

Así definida, la consigna pensar sin Estado no es una consigna anti-estatal. Más bien, se trata de una invitación a pensar al pie de unaépoca. Algo de eso intuimos cuando escribimos Del fragmento a lasituación. Notas sobre la subjetividad contemporánea2. ¿Qué es lo quepensamos, entonces? ¿Qué pensamos antes de diciembre de 2001?Pensamos fundamentalmente un movimiento: el agotamiento delEstado Nación como práctica dominante, el agotamiento del EstadoNación como meta-institución donadora de sentido y de destino.Declarado el agotamiento y tras el 2001, la declaración devino insufi-ciente. ¿Qué hay, un poco más allá del agotamiento? ¿Con qué térmi-nos bautizamos la estatalidad actual? No es una mera cuestión semán-tica. Más bien, el problema consiste en construir una nominación capazde producir en nuestras circunstancias.

¿Qué es el Estado, entonces? ¿Qué es el Estado para esta genera-ción? No pretendo repasar aquí las definiciones actuales de Estado. Porotra parte, tampoco estaría en condiciones de hacerlo. Más bien, meinteresa concentrarme en un efecto de la pérdida de centralidad estatal.Efecto, por otro parte, sobre el que conversamos con Diego Sztulwarke Ignacio Lewkowicz más de un vez.

La pérdida de centralidad del Estado describe la alteración de unafuerza. Según Lewkowicz, pasamos de la soberanía a la influencia,aunque no estamos ante cualquier influencia. Más bien, estamos anteuna influencia empecinada en marcar. La hiperactividad actual delEstado, sospecho, es una respuesta ante ese pasaje. Cuando la sobera-nía, hija de la centralidad, se desvanece; la hiperactividad estatal (elconjunto de operaciones y procedimientos que a veces se articulan,otras se superponen y algunas veces se chocan sin suerte) resulta unamanera de influir. Claro está que no se trata de un plan quinquenal,tampoco de una versión moderada de un despliegue más grande.Estamos ante funcionamiento nuevo. Podrá objetarse que siempre fueasí. En definitiva, que está “en la naturaleza del Estado”. Presumo quetrazar esa continuidad impide rastrear qué hay de nuevo y nos distan-cia de la pregunta de marras.

La hiperactividad, tal vez, no sea un rasgo exclusivo del Estado sinouna manera de pensar, sentir y actuar específica de las configuracionescontemporáneas. En El nuevo espíritu del capitalismo, Bolstanki yChiapello3 se preguntan por esas nuevas formas de existencia y res-ponden que hoy los dispositivos sociales son inevitablemente conse-cuencia de un proyecto. Es cierto que el proyecto fue una categoríarelevante de la construcción política durante los siglos XIX y XX.Pero este proyecto no es aquel proyecto. Proyectar en un mundo dondeel Estado es el centro es muy distinto a proyectar en un mundo en elque el Estado perdió centralidad. ¿Qué es proyectar, entonces? En prin-cipio, interrumpir un destino. Como el destino, en nuestras condicio-nes, es la dispersión, proyectar es una operación de concentración deenergías que -sin esa mediación- tenderían a la dispersión. La hiperac-tividad, así comprendida, es el subproducto de un proyecto y el recor-datorio de una concentración que compuso cierta unidad.

El pensamiento crítico pero también el estatal, en nuestras condicio-nes, resultan impensables por fuera del proyecto y la hiperactividad.Cuando las formas de existencia tienden a la fragmentación, el pensa-miento trabaja para la unidad. El pensamiento contemporáneo, en cual-

Campo Grupal / 3 El hecho más importante sobre la nave espacial llamada Tierra es que vino sin instrucciones. R. Buckminster Fuller

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quiera de sus formas, está marcado a fuego para esa condición deépoca. Pensar sin Estado, entonces, dibuja el contorno de una tareageneracional indeducible de la experiencia histórica previa. Por esomismo, Pensar sin Estado es -ante todo- una invitación a un pensa-miento de la composición.

Recuerdo que Ignacio decía que una generación se constituye engeneración política cuando piensa a partir de un problema común. Nose trata, entonces, ni de un corte por edades ni de enlaces que resultande respuestas aproximadas al problema. Lo que enlaza es un problema,lo que produce clima generacional es la sensación de andar pensandoen torno de lo mismo. Intuyo que las condiciones post-2001 produje-ron una herida que sólo puede ser procesada en clave de generación.Intuyo que cierto problema común liga las orillas más distantes. En esoandamos, en eso no podemos dejar de andar. En eso también andába-mos con Cristina e Ignacio.

1 Lewkowicz, Ignacio: Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de lafluidez, Paidós, Buenos Aires, 20042 Grupo doce/Coordinadores: Cantarelli, Mariana y Lewkowicz, Ignacio:Del fragmento a la situación. Notas sobre la subjetividad contemporánea,Gráfica México, Buenos Aires, 20013 Boltanski, Luc y Chiapello, Eve: El nuevo espíritu del capitalismo,Editorial Akal, Madrid, 2002

¿Pensar sin estado?Diego Sztulwark

Lo que Borges admiraba de Pierre Menard era la obstinación por ladificultad. Escribir nuevamente el Quijote no exigía aprender el caste-llano del siglo XVII, ni transplantarse a aquellas condiciones que hicie-ron posible tal escritura por primera vez. No se trataba para nada de“volver a ser” Cervantes, ni de suponer las premisas epocales que tra-bajaban interiormente esa escritura original. Una segunda escritura delQuijote sería un desafío mucho más riesgoso, en la medida en que talempresa exigía colocarse a la altura de cada expresión de la obra sincontar a su favor con aquellos rasgos compartidos de la lengua, de laexperiencia y de las precomprensiones comunes a través de las cualesen un escritor, habla su tiempo.

¿No nos sucede algo de este orden cada vez que un pensamiento nosconmueve infligiéndonos la necesidad de volver a él para recomponer-lo íntegramente en nuestro propio idioma? ¿Y cómo proceder a estarecomposición sino a partir de los recursos más elementales de nues-tras imágenes afectivas y sus enlaces, tal como existen en nuestras pro-pias condiciones vitales?

Esta tesis sobre la traducción como recomposición sensible y perso-nal de aquello que nos inquieta me parece útil para comprender esosimpulsos que nos llevan a apropiarnos del pensamiento de otros, asícomo de las exigencias que conllevan tales actos antropofágicos.

Hace algo más de dos años siento la necesidad de discutir y cotejarmis impresiones –sino mis ideas- con la presencia que en mí tieneIgnacio Lewkowicz. No se trata de una voz solitaria. Como les sucede-rá a otros, supongo, cuento con un puñado de voces internas que difí-cilmente se ponen de acuerdo entre ellas, pero que constituyen algo asícomo mis más valiosos recursos pensantes. Cada una de estas vocesparticipa de un modo mas o menos evidente en la elaboración de mispreguntas, y me resulta vital volverlas audibles en el momento en quealguna de ellas empieza a agitarse demandando ser sintonizada conprecisión acústica, señal inequívoca de un estado de urgencia expresi-va.

Ignacio irrumpe entonces recordándome su voluntad de participar enla confección de un mapa-diálogo. Esa fue por muchos años la escenacompartida: la de quienes nos pre-ocupamos por ensayar modos dedespegar el pensamiento político de las determinaciones estatales.¿Cuántas de aquellas febriles elaboraciones retienen validez ante las

transformaciones sociales en curso? * * *

Luego del “fracaso” (quién sabe qué efecto espero de estas comillas)de las revoluciones socialistas del siglo pasado y del pronunciamientodel subcomandante Marcos en torno a la “no toma del poder”, se abrióentre nosotros un terreno de discusión que permitía desligar política dela emancipación de estado, lo que dio curso, antes de los sucesos del2001, a numerosas consignas que intentaban sintetizar lo que se abría.

Pensar a distancia del estado. La fórmula es de Alain Badiou. Entanto garante del orden del capital global, el estado y su forma demo-crático-parlamentaria se opone a la política (decisión subjetiva de rup-tura y aplicación del principio igualitario) y tiende a sustituirla.

La política ya no pasa por la política. Surgió de una colaboraciónentre el Colectivo Situaciones y Miguel Benasayag. Dado el agota-miento de una fase histórica que pensaba la transformación subjetivadesde “arriba”, suturando el “cambio social” con el partido político yla toma del poder estatal y forzando una equivalencia inmediata entrela macro política y los movimientos de transformación subjetiva, serequiere una nueva hipótesis: distinguir los dos planos en su diferencia,y producir operar en sus relaciones evitando que la “gestión” macropo-lítica subordine a la “política” (la dinámica de creación) o borre suprioridad –si cabe- “ontológica”.

Cambiar el mundo sin tomar el poder. Al ser la que mejor condensóla preocupación general esta ingeniosa consigna de John Holloway ter-minó imponiéndose. Se proponía captar al estado como forma del capi-tal, y como trampa última para las fuerzas del trabajo y de creación.Parece que Toni Negri alteró la consigna proponiendo “cambiar elmundo efectuando el poder”, a favor de un planteo más acorde con suteoría de la multitud.

Pero todo esto es hoy suficientemente sabido.* * *

Luego de diciembre del 2001, surge un nuevo enunciado: Pensar sinestado. Ignacio Lewkowicz sorprendía con su forma radical de plante-ar una modificación fundamental en la posición del estado respecto alas prácticas sociales y a la producción de subjetividad: el estadonación ya no es una práctica dominante en relación al resto de las prác-ticas sociales. Influye pero no determina las situaciones. Ya no coordi-na las instituciones productoras de subjetividad. Ahora es el mercadoquien se ocupa, en su no ocuparse, de atender los asuntos de las almasy los cuerpos.

Pensar sin estado funciona como una denuncia, una ambigüedad yuna orientación. Una denuncia, en tanto evidencia un cambio de esta-tuto en la relación entre pensamiento y poder. Una ambigüedad: “sinestado” no es un juicio en torno de la (in)existencia del estado sinosobre la forma en que configuramos nuestro pensamiento. En vanobuscar una inspiración antiestatal (o pro-estatal) en estos enunciados.Que el estado haya modificado sus funciones, que ya no determinenuestros modos de pensar, no equivale a predicar su inexistencia. Quepersista en su existir no dice nada sobre su metamorfosis, sobre susnuevas potencias. Una orientación: pensar las situaciones de acuerdo aun nuevo potencial constructivo, que ya no tome como premisa delpensamiento una posición de principio frente al estado.

Presiento que esta formulación de la cuestión presenta también unaambivalencia: el estado ya no está en el origen absoluto de las políti-cas. En tanto activismo de impulsos oscilantes y zonas atrofiadas cadavez impresiona menos como el cuerpo-fetiche de una síntesis social.Pero este del monopolio soberano no es el fin de nuestros problemas.Su superación se da, como dice Paolo Virno, sobre los propios princi-pios de la soberanía estatal, es decir, promoviendo una secreta compli-cidad entre estado de excepción y nuevos poderes productores de exis-tencia (dispositivos de mercado).

* * *Pensar sin estado es otro nombre para “19 y 20”. Sólo que mientras

el último nombra una incertidumbre que debe determinar su desarrolloa partir de una sensibilidad, el otro se auto inscribe como avatar purodel pensamiento. Ambos nombres conciben un movimiento de confi-

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guración y se ubican en su inmanencia.* * *

Me pregunto si el declive del estado como organizador centraldisuelve los términos presupuestos en las políticas emancipativas. Meparece necesario colocar algunas objeciones al razonamiento para des-cubrir la productividad de la tesis.

La primera surge de la coyuntura que vive hoy la Argentina (y, convariantes, la región). Asistiríamos a un giro inesperado del papel de losestados nacionales; a una alteración de la relación entre gobernantes ygobernados. Esta mutación se expresa en una recuperación de la sobe-ranía estatal- nacional, que funciona ahora como barrera ante lainfluencia del capital global.

Una segunda –desde una perspectiva opuesta- sugiere que el declivede los estados nacionales no se refuta sino que se confirma plenamen-te con el surgimiento de una nueva forma estatal, toda vez que ellaexpresa no su renacer sino su reformulación definitiva al interior de unproceso de constitución de una institucionalidad global, proceso abier-to y en disputa, donde el antagonismo político conoce su horizonteregional, o global.

La primera objeta en el pensamiento de Lewkowicz no tanto un diag-nóstico errado, sino una perspectiva conformista que desdeña las rever-sibilidades en la historia. La segunda, en cambio, señala una subesti-mación del proceso largo (mutación de las formas de regulación haciauna red global) a favor de la impresión del momento (máximo en la cri-sis durante diciembre del 2001).

* * *Parece que cierta revitalización de las formas estatales surge de

manera directa de agudos procesos de ruptura, y por sus agentes: unnuevo protagonismo social. La legitimidad de los nuevos gobiernosdepende estrechamente su capacidad de reconocer el agotamiento deun modo de gobernar signado por la alianza entre el neoliberalismo ylos restos del estado nación. Surge una lengua para una nueva gober-nabilidad. Y en ella se confiesan las alteraciones del lazo social: en lasvariaciones de los nombres para pensarlas, en las técnicas con las quese las modula y en los procedimientos e instituciones con que se lasgobierna: un nuevo código (variable según los casos) para la relaciónentre movimientos sociales y los nuevos gobiernos en consolidación.¿Puede este mix de hegemonía neoliberal y reconocimiento social rei-dentificar política y estatalidad?

* * *Supongamos que llamamos fluidez a la dinámica del capitalismo

postfordista, con su valorización financiera, su proliferación de subje-tividades flexibles, sus dispositivos de control basados en la informa-ción y de la imagen, la publicidad y las tecnologías de la distancia. Estemundo tiene como base la productividad vital de las subjetividades fle-xibles y las luchas del trabajo vivo contra explotación disciplinaria dela vida. La fluidez bien puede ser comprendida entonces como el dia-grama de control sobre estas subjetividades bajo dominio del capital.

Supongamos que esta “recuperación” de los modos “flexibles” tie-nen efectos de lo más ambiguos sobre los modos de politización: si deun lado anacronizan ciertos aspectos rígidos de las políticas emancipa-tivas (que, como todos sabemos sacrificaban la democracia interna y elpotencial creativo de los sujetos de esas luchas) que ya no encuentranjustificación en una presentación igualmente “dura” del poder capita-lista, por otro lado torna redundantes las formas más “blandas”, que yano encuentran rigideces por disolver (salvo las “izquierdas duras” locual hace de esta competencia entre izquierdas duras y blandas unauténtico absurdo).

Supongamos que estos modos “flexibles” conviven muy bien conformas ultra rígidas y represivas de gestión de la exclusión y que, pre-cisamente, estas formas represivas están al servicio de la fluidez.

Supongamos también que en este nuevo contexto todo se torna inme-diatamente político, porque no hay práctica que no configure modos deser. Y que por tanto, más allá de la escala y de la naturaleza reivindi-cativa o no de tal o cual experiencia, todo aquello que mueve, que inte-rroga, que construye es ya y en sí mismo, movimiento social.

Supongamos finalmente, que a cada quien, en tanto potencial movi-

miento, se le presente el desafío de apostar por restaurar una pequeñacomunidad en base a rasgos compartidos, o bien de construir nuevasexperiencias recurriendo a capacidades comunicativas, creativas.

* * *Pensar sin estado implica interrogarse sobre el estado de “líquidez”

propiciado por los modos flexibles de regulación de la vida social, ypor los efectos de un cúmulo de luchas antidisciplinarias; pero tambiénsobre las nuevas formas de gobernabilidad que reglan estas dinámicas,como condición positiva para las políticas constituyentes.

La nueva gobernabilidad se ofrece como una disyuntiva de hierropara los movimientos que protagonizaron la dinámica de la crisis: com-prometerse en ella forzando una nueva apertura de posibilidades, o pro-fundizar el desarrollo de una autonomía que se funda en la desconfian-za de la institucionalización, evitando todo compromiso con los modosde regulación por el capital.

Esta disyuntiva (dentro-fuera) que por momentos juega con la rei-dentificación entre gestión estatal y política emancipativa, subestima elaprendizaje hecho. Pensar sin estado es la operación que hace fracasaresa pretensión, y repone la diferencia entre los términos. Diferenciatanto más relevante cuanto que ella permite pensar la operatoria lasfuerzas del mercado y de los grandes actores empresariales como disol-vente directo de sus propias bases de sustentación, desafío que cual-quier tentativa autónoma debe enfrentar. La disyuntiva dentro-fuerafracasa por una tercera razón: la insistente capacidad del pensamientopara desplazar los términos iniciales del problema inventando unanueva dinámica constructiva en donde parecía no haber más opciones.Pensar sin estado podría nombrar, para nosotros, esa cualidad impres-cindible para armarnos de una “paciencia activa”, abierta a capturar lascombinaciones vitales que dan forma a toda nueva política.

En busca del encuentro perdidoCarlos Gutiérrez

“Bajo la sombra de la anécdota histórica como fantasma inmundocorrerá el agua clara de las fundaciones legítimas” (O. Masotta)

“… pero esa páginas no me pueden salvar, quizás porque lo buenoya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradi-

ción” (J.L. Borges)

El estatuto siempre incierto del autor encuentra una duplicación desu dificultad al momento de producir un texto de a dos. Sin reglas a lavista, esa autoría duplicada resulta un enigma sobre el que sólo cabeinventar, cada vez, los modos de volver posible un escrito.

La escritura en común realizada junto a Ignacio Lewkowicz de dosartículos1 cuenta con algunos momentos previos que resulta significa-tivo describir para situar algo de la función autor. (La mención de algu-nas situaciones que hacen a la historia de un encuentro de escrituramerece que se la distinga de lo obsceno de la anécdota personal: setrata sólo de las condiciones en las que un escrito fue producido.) Enun segundo momento, este artículo hará referencia a un encuentro con-ceptual entre un historiador y un psicoanalista.

Desencuentro en la enunciación

La víctima fue un artículo publicado en abril de 1997, firmado porCarlos Gutiérrez y corregido por sugerencias de Ignacio Lewkowicz.Algunos meses más tarde se difunde el texto Víctimas de víctimas: lasideologías de la memoria, firmado por Ignacio Lewkowicz, que reto-maba el artículo anterior y avanzaba lúcidamente sobre algunos de sustópicos e incluyendo otros. En un espacio de trabajo compartido en lacátedra de Psicología, Ética y DD.HH., una integrante del grupo serefiere al tema tratado por IL en su artículo. Éste, sorprendido por la

Campo Grupal / 5"Un experto es una persona que ha cometido todos los errores posibles en un campo muy estrecho. Niels Bohr

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Primera reunión informativa

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referencia, dice ¿Qué artículo? Fue CG el que escribió sobre eso. Talequívoco resulta una magnífica ocasión para situar a la escritura comoajenidad; la que implica siempre alguna forma de extrañamiento sobreaquello que la vanidad y el mercado de los derechos de autor conside-ran, sin vacilar, como propio, sin la opacidad que afecta a la relaciónentre el escrito y aquel que se cree su dueño. Fue a partir de esa refe-rencia, de esa manera de nombrar la propiedad e impropiedad que afec-ta a todo escrito, que resultó posible a uno de los autores construir unsolo texto de lo que parecían ser dos. Ese nuevo escrito fue remitidocon el siguiente encabezado: pastiche, refrito o collage entre Víctimasde víctimas: las ideologías de la memoria (I. Lewkowicz) y La víctima(C. Gutiérrez) Versión ensamblada, corregida y aumentada por uno delos autores para provocar al otro. Estado actual del escrito: bosquejo,esbozo o bostezo, a la espera de algo mejor.

Aclaración: prestá mucha atención a los párrafos escritos por vosporque introduje algunas cosas: a veces frases cortas, otras vecespárrafos más extensos.

El texto final, Memoria, víctima y sujeto, resultado de ese cruce, ¿aquién pertenece?

El otro artículo, El mito del amor familiar: contextos alterados deadopción, fue iniciado por IL y entregado a CG para que lo continuaraen el punto en que, según entendía, debía continuarse, y para que lediera un cierre. Sin respetar esa intención, el texto fue modificado ensu conjunto y remitido nuevamente a su iniciador, quien introdujo suscambios y lo entregó para su publicación. Poco después, IL comentabagraciosamente a un tercero las condiciones en las que se produjo eseescrito: escribimos un artículo juntos pero separados. Esa fórmulaexpresa, inadvertidamente, el modo de toda escritura. Escribimos conla palabra donada por Otro, y jugamos a la pretensión de propiedad deltejido que forjamos con ese hilo ajeno. Juntos pero separados es la fór-mula de la escritura, en la que un psicoanalista cree encontrar la opera-ción de la alienación-separación en la que un sujeto se produce; en estecaso, bajo la figura del autor. Dividido por esos dos campos insepara-bles se funda una enunciación en la que sólo cabe ubicar un lugar ynunca un sujeto. Darse cita allí para escribir es entregarse al ejercicioimposible de escribir de a dos para que finalmente nos sea revelado quese trata tan sólo del sitio entre dos; como sucede con toda escritura.

Ahora bien, este asunto no se detiene en la función autor (que tantascontroversias generó en personas allegadas a él acerca del alcance dela autoría de muchos de sus escritos). También pone sobre la mesa untema sobre el que hemos mantenido una permanente polémica: IgnacioLewkowicz se proponía pensar en la singularidad desanclada de todamarca previa, el acto como acontecimiento puro, una pura sincronía sindiacronía en la que producirse, una posesión ajena a toda herencia, enla separación sin alienación. ¿No se trata acaso de una aspiración condestino de fracaso? ¿No sería suficiente señalar que él puso en acto esaimposibilidad produciendo casi toda su obra en colaboración? Perotambién ha escrito con su sola firma, podría objetarse. Sí, pero en eseúltimo libro –Pensar sin Estado, que publica antes de morir y quefirma con su nombre solitario–, ¿no está precisamente allí otra pruebaque expresa esa pretensión imposible? En las tres últimas líneas de esaobra nombra su herencia: Dejo a los varios porvenires –no a todos– mijardín de senderos que se bifurcan; el futuro llegó hace rato; bienveni-dos al jardín de los presentes. En esas pocas palabras se agolpan reta-zos de Borges, el Indio Solari y Spinetta. Un párrafo construido conesos retazos de lectura. Es el modo en que elige dejarnos su herencia:la recibida y la que nos lega. Una escritura hecha con lo que ha leído.El encuentro en la escritura exige el desencuentro en la enunciación.

Encuentro en el enunciado

La presencia de una ideología de dureza granítica que sostiene ladefensa irrestricta de las víctimas y una predicación ilimitada de lasvirtudes de la memoria ha sido unos de los puntos de encuentro entreun historiador y un psicoanalista. En particular, porque tal posicióninvolucra una decisión en el campo de la ética.

Si se afirma sin vacilar que los pueblos que no conservan la memo-

ria están condenados a repetir su pasado y que sólo tal conservaciónevita el ciclo de repeticiones, nos enfrentamos con una memoria sacri-ficial que se alimenta sin cesar de los más crudos lamentos de los pasa-jeros del horror. Habitar ese lugar significa ubicarse como objeto de lasreivindicaciones sociales y de las políticas de Estado que operan ennombre de los derechos del viviente. Ese que sufre sosteniéndose en laposición de objeto y afirmándose en la identidad que le confiere esediscurso, es una pieza viviente en el museo del martirio que atesora loque ha sufrido para no olvidar.

Este forzamiento a la identidad de la víctima con su dolor constitu-ye una operación victimaria que deja a la víctima como rehén de lamemoria. De este modo opera como el recubrimiento tenaz de cual-quier marca singularizante al impedir cualquier sustracción del campode identidad sufriente.

Sólo la historización crítica de las marcas de la memoria –que inter-pelan al sujeto para conservarlas o para dialectizarlas ficcionalmente–permite ubicar a un sujeto responsable al señalar los modos en que unsujeto responde a esta invitación de las marcas.

La primera de las posiciones vive (sobrevive) de las marcas. Lasegunda, vive a partir de las marcas.

En estas dos matrices de pensamiento es posible ubicar dos posicio-nes de sujeto, dos modalidades de relación con el pasado. El sujeto noes función de la víctima; la historia no es función de la memoria.

1 Memoria, víctima y sujeto, en Indice, Revista de la DAIA, año 36,N? 23, Bs. As., septiembre de 2005 y El mito del amor familiar: con-textos alterados de adopción, en Familia y Adopción, Nº 1, 1999.

Sobre las ventajas del pensamiento heterodoxoCarlos García Mac Gaw

Los grupos de estudio son espacios de producción del saber con ungrado de institucionalización relativo, si se los compara con el marcoque proveen las estructuras como las universidades, en donde los sabe-res tienen marcos referenciales voluntariamente delimitados.

Ignacio transmitía sus ideas dentro de ese marco laxo, en la medidaen que las mismas transcurrían en espacios cuya delimitación no podríaser claramente fijada por los parámetros de un único saber institucio-nalizado. Pero esta práctica organizó sus (de Ignacio) – nuestros (deamigos que estudiamos junto con él) saberes en un período en que lasinstituciones recientemente salían del control totalitario del Estado dela dictadura. Durante varios años compartimos esta práctica leyendo adiferentes pensadores. Como estudiantes de historia prestamos particu-lar atención a los textos de K. Marx aunque desde una perspectiva cla-ramente heterodoxa. El hundimiento del socialismo real y la estampi-da de los intelectuales marxistas que abjuraban del dogmatismo teóri-co-político fueron el marco de un pensamiento en retirada que necesi-taba re-fundar sus cimientos.

Hoy, en perspectiva, esta tarea parece totalmente fuera del marco delas posibilidades tomada en su conjunto. Sin embargo, la reflexiónsobre ciertos aspectos parciales de la problemática planteada por elmarxismo en su totalidad, quizás ayude a un pensamiento crítico desíntesis y de superación.

Un problema central de nuestro análisis fue la cuestión del modo deproducción esclavista. Al entrar en los textos y las problemáticas pro-pias del mundo clásico las certezas del pensamiento organizado sobretal concepto rápidamente entraron en crisis. Crisis fomentada desde lamisma reflexión marxista a partir de las Formen del propio Marx, endonde se esbozan categorías como la de modo de producción antiguoque invitan a una reflexión profunda de los elementos que caracteriza-ríamos como centrales para la comprensión de la lógica que organizaa las relaciones de producción de la sociedad greco-romana.

Campo Grupal / 6 Lo que hoy ha empezado como novela de ciencia ficción, mañana será terminado como reportaje. Arthur C. Clarke

Enrique Guinsberg [email protected]

No, esta vez esta columna notocará la muy compleja situaciónpolítica mexicana. Es de suponerque los lectores de Campo Grupalsaben que la decisión judicial ratifi-có que el candidato oficial asumirála presidencia el 1 de diciembre, yque el opositor López Obrador fuedesignado “presidente legítimo”por una llamada ConvenciónNacional Democrática y hará lomismo el 20 de noviembre.Aunque vinculado con tal situa-ción, interesa ver una problemáti-ca con ello relacionada, pero quees válida para toda nación o socie-dad: ¿cómo es posible que en unasituación, esta y tantas otras, elcampo intelectual se divida en almenos dos campos tajantementeantagónicos, donde uno entiendeque en esas elecciones no huboningún tipo de fraude y las institu-ciones electorales y políticasactuaron de manera limpia, y elotro piense exactamente lo contra-rio? ¿Y cómo tales posturas lastienen sectores más o menos defi-nidos que en otras circunstanciastambién tuvieron diferencias simi-lares?Porque aquí no se trata de distin-tos campos ideológicos y políticos,donde las posturas pueden serlegítimamente contrastantes, sinode hechos concretos que inclusohasta pueden o podrían verse omedirse: la realización de un posi-ble fraude electoral donde elmismo Tribunal Federal Electoralque convalidó el proceso recono-ció muchas de las críticas que hizoel bloque opositor (entre ellasimportante y desmedida interven-ción del Presidente del país -queaquí está prohibida, la intervenciónde sectores empresarios, unaimportante diferencia de votos enel conteo posterior que se hizo enen menos del 10% total de lascasillas,etc.). No se trata entonces de personasque se mueven por intereses ofactores emocionales sino que sededican al estudio, análisis einvestigación tanto en generalcomo, algo seguramente másgrave, dentro del campo político ysocial, es decir que -se supone-cuentan con marcos teóricos, ins-trumentos y metodologías que lespermiten tener una visión más omenos “objetiva” de lo que ocurre.En otras palabras, no se trata deuna pintura, por ejemplo, dondepuede gustar o no a distintos espe-cialistas en el tema, sino de datosduros, o sea comprobables y veri-ficables.¿Qué confianza se puede tenerentonces en intelectuales que vena una misma cosa como blanca onegra, de acuerdo a su orientacióno intereses? Porque las distintasposturas no se han dado en todotipo de intelectuales sino de mane-ra bastante clara: por sectores queahora y antes apoyaron a losgobiernos anteriores, y otros conun planteo en diversos niveles deoposición a la hegemonía existen-te. Lo que por supuesto explicabastante la cuestión.Claro, puede decirse que esto noes nada nuevo y que siempre haocurrido y volverá a ocurrir, y quése está descubriendo el agua tibia.No, para nada, no se trata de nin-guna ingenuidad, sino recordarotra vez cómo es en las situacio-nes de crisis donde las cosas seven marcadamente claras. Anteesto ¿alguién puede seguirhablando del fin de las ideologías?Universidad AutónomaMetropolitana-Xochimilco

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¿Cuál es el lugar de las relaciones de producción esclavistas en lassociedades antiguas occidentales? ¿De qué manera pensar el lugar delas relaciones económicas en sociedades en donde los elementosextraeconómicos organizan aspectos centrales de su funcionamiento?¿De qué manera la política, como aspecto dominante del funciona-miento de estas sociedades, se articula con la economía? Preguntascomo éstas no enfocan sólo el problema del papel de las relacionesesclavistas en el mundo antiguo, sino también de los aspectos específi-cos propios de la sociedad antigua clásica y, en un plano más amplio,de los modos de producción precapitalistas.

El concepto del modo de producción antiguo puede ser planteadocomo un recurso intelectual que permita formalizar de forma más ade-cuada las estructuras de la sociedad grecorromana. Las relaciones deproducción esclavistas pueden estudiarse dentro de ese marco mayorcomo una forma, entre otras tantas, de explotación de la fuerza de tra-bajo. Su coexistencia con otras formas igualmente "típicas", como losilotas, los penestas, los colonos. etc., lleva a repensar su centralidad enlas relaciones sociales de producción.

El avance de la arqueología ha contribuido de manera importante aldesarrollo de estas ideas, alterando incluso el criterio mismo de "sitio"arqueológico. El empleo de técnicas de prospección de superficiecomo la que propone la nueva arqueología del paisaje proveen elemen-tos novedosos, como la reflexión sobre patrones de asentamiento queaumentan la posibilidad de acercarnos a una demografía en el mundoantiguo (lo que decididamente ya había sido descartado al plano de lautopía por muchos historiadores). Elementos como estos ayudan acomprender de manera más acabada la forma en que se organizaba, porejemplo, la villa esclavista romana republicana y alto imperial o laaldea campesina ilota en las zonas de Mesenia dominadas por losespartanos en el período arcaico. De igual manera, el cambio en el focode atención de los estudios, pasando de los esclavos a los campesinoslibres, permite resituar la problemática del esclavismo en el marco másamplio de la estructura de producción campesina que no necesariamen-te debe partir de la unidad productiva de la plantación esclavista. Asíse puede pensar la especificidad de la sociedad ateniense del períodoarcaico desde la capacidad de resistencia de las estructuras campesinasa la imposición de formas de renta por parte de la aristocracia.Estructuras que, por otra parte, explican la particularidad de la organi-zación de la polis (la ciudad-estado griega) que se construye sobre fun-cionamientos propios de la aldea campesina, donde la política (las for-mas jurídico-políticas sería más propio) tiene un lugar central en laorganización de las relaciones sociales de producción.

En el caso del mundo romano la aplicación de estas ideas puede ayu-darnos a entender procesos sociales de cambio de extremada compleji-dad, como el paso de las de la antigüedad al feudalismo. La posibilidadde poder pensar a la economía romana de forma más amplia a la queproponía la presencia dominante de la villa esclavista hace caer la pro-blemática de la transición del esclavismo al feudalismo. Ya no se tratade la alteración de la dominancia de la forma de explotación de la fuer-za de trabajo, es decir el paso al colonato bajoimperial (figura que enla teleología histórica anuncia el surgimiento de la servidumbre de lagleba) que reemplaza a la mano de obra esclava. La centralidad en estecaso podría observarse en relación con la crisis de las estructuras de laciudad-estado frente al creciente avance de la concentración del poderautocrático imperial.

Como se puede observar, la importancia de esta problemática es pro-funda, y alcanza campos lejanos del saber histórico y sociológico. Laagenda de nuestra reflexión está cargada y el panorama no es sencillo.Sin embargo desde el pensamiento heterodoxo se puede relativizar elaspecto negativo que supone la crisis del pensamiento marxista, ya quedicha crisis permite articular en profundidad una reflexión que tiendahacia la no-dominación. La cuestión del papel de las relaciones escla-vistas de producción en el mundo antiguo es tan buena como cualquierotra.

De la conquista del mundo a laproducción de mundos posibles

Francisco Ferrara

¿Pueden unos movimientos campesinos, diseminados por el país,estar poniendo en práctica modos de apropiación y gestión de la vida,diferentes de los prescriptos por el sistema imperante en la globaliza-ción?

¿Permite la confrontación de esto de hoy con experiencias realizadastreinta años atrás en el ámbito rural advertir las notas de lo nuevo, loque se abre como posible, lo que muestra en fin tanto las mutaciones

en este sistema como los cambios en los modos de enfrentarlo y trazarrumbos diferentes?

Estos interrogantes son los que provocaron la realización de unainvestigación1 que permitiera su abordaje y la producción de pensa-miento sobre los tiempos actuales, utilizando estas experiencias amodo de disparadores. Esta decisión abrió, como es de suponer, otroabanico de preguntas y una trama de hipótesis acerca de los fenómenosen juego.

Una primera aproximación a los movimientos campesinos y agrariosactuales implicó eludir la tentación de sentirse trabajando sobre “loscampesinos” o “los problemas agrarios” y ceñir la operación a la bús-queda de notas nuevas presentes en el horizonte de los movimientossociales, en este caso específicamente en el campo argentino. La inves-tigación llevada a cabo con las experiencias existentes en varios pun-tos de la geografía agraria nacional, trató de evitar la sectorización delas notas nuevas allí manifiestas o el agotamiento en términos de laspeculiaridades propias de campesinos o pequeños chacareros. DiceAlain Badiou2 que el mundo de nuestros días está organizado por undoble movimiento impuesto por el capital: una “homogeneización abs-tracta” producto de la configuración del mundo como mercado mun-dial, lo que se expresa en la masificación y uniformización del consu-mo; y al mismo tiempo “un proceso de fragmentación de identidadescerradas” perfectamente sintónico con el anterior. Este movimientocontribuye a forjar identidades, archipiélagos, encerramientos, inco-municaciones y se articula con “la lógica capitalista del equivalentegeneral” para escamotear, según Badiou, un procedimiento de verdad.

En este sentido, busqué dar cuenta de singularidades antes que iden-tidades, singularidades universalizables que permitieran realizar undoble movimiento diverso, antagónico del impuesto por el sistema: elreconocimiento de la singularidad de los procesos aquí trabajados y lacomprensión de las operaciones capaces de expresar la universalidadde esas experiencias.

Sus denominaciones son Movimiento Agrario Misionero (MAM),Granja Naturaleza Viva en el norte de Santa Fe, Apenoc en Córdoba,UST en Mendoza, Mocase en Santiago del Estero, La Red Puna enJujuy, Acocal en Salta, Productores Familiares de Bs. As.

Un puñado de cuestiones presentes en la conformación de estosmovimientos y en la vida de sus integrantes aparece en casi todos ellos,formando parte de una fisonomía particular. Hay una común preocupa-ción por la preservación del medio ambiente, hay también construcciónde mercados cooperativos no presididos por la variable del lucro, hayuna búsqueda de integración de aquello que el capitalismo disgrega ydesmembra, hay, en fin, una pelea por todos los aspectos de la vida queson comunes a experiencias realizadas tanto en las tierras secas men-docinas, como en el valle de Traslasierra cordobés, la intensidad tropi-cal misionera o el cinturón de huertas de los alrededores de BuenosAires. Pero ¿podrían estos aspectos ser vistos como una modalidad deinterpelar al mundo de una manera muy precisa, antagónica del modoen que el capitalismo hace lo propio desde su lógica y sus necesidades?¿Habría tal vez un modo de reapropiación del mundo, expresando unaspotencias que, aunque en condiciones precarias, señala aperturas y selanza a explorarlas?

Producen yerba mate, cabritos, lácteos, dulces, conservas, luchan porlas tierras, resisten a los desalojos, despliegan una vasta actividad decapacitación, montan ferias francas, organizan de modo particular susexistencias generando operaciones que inducen subjetividad y abren laexploración de posibles en diversas direcciones.

Y desde ahí se inauguran redes de comunicación, productivas, deformulación de demandas, de comercialización con una impronta par-ticular, con un modo de organizar todos los aspectos de sus existenciascreativamente, tan creativamente como sea posible en la producción dehorizontes nuevos, de mundos diferentes del que comanda el capitalis-mo.

Una suerte de espacio de experimentación recibe producciones hete-rogéneas y las organiza en una gestión que va delineando los contornosde un modo de ser, de una subjetividad que se afirma en primer lugaren las condiciones de autonomía que rodean su construcción.

Entonces es posible cerrar las divisiones y oposiciones (hombre-naturaleza, producción-producto) y cualquier operación disyuntiva,abriendo paso a innovaciones tal como se advierte en el flujo afectivoen las ferias francas, en la relación productor-consumidor, en el enfo-que biodinámico, todas actividades productivas en el sentido másamplio, en el alcance de producción de sentido, de subjetividad, en últi-ma instancia de mundos posibles.

Pareciera que, en la medida en que el capitalismo abarca el mundotodo y todas las esferas de la vida para ponerlas al servicio de la pro-ducción, cuando alcanza su máxima expresión el control social pormedio de la difusión de las tecnologías de última generación (no sólola electrónica sino también el marketing), comienzan a advertirse estasincipientes formas de gestión que abren espacios de autonomía y cons-trucción subjetiva y que replantean la mirada sobre el mundo, lo inter-

Para mi, pintar es una manera de olvidarme de la vida; es un grito en la noche, una risa asfixiada. Georges Rouault Campo Grupal / 7

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pelan de una manera novedosa, explorando los posibles que supropia actividad hace accesibles.

Se abren aquí inevitablemente interrogaciones que se nosantojan centrales para los tiempos que vivimos: ¿Cuántosaspectos de la producción de las existencias de estos campesi-nos están siendo ya gestionados por principios no mercantiles?¿En qué medida la cooperación no lucrativa, la integración deaspectos disociados, la defensa del medio ambiente, la incorpo-ración de la dimensión afectiva a sus actividades constituyensoportes de una nueva subjetividad que se construye en tanto escapaz de producir mundos? ¿Hasta dónde podrán desarrollarseestas operaciones generando espacios fuera del territorio delmercado y de las prácticas capitalistas?

El trabajo se integra con la inclusión a modo de apéndice devarios capítulos de un libro que escribí en 19733 y que acercalas modalidades de lucha de entonces y las conceptualizacionesen boga como un testimonio de la distancia no solo temporalque separa estos dos momentos de nuestra historia.

Una lectura atenta de las experiencias registradas en estainvestigación y su confrontación con el material representativode los años ’70 tal vez proporcione elementos para dilucidarestas y otras cuestiones, permitiendo imaginar modulaciones deapertura y autonomía en relación con la hegemonía globalizadadel neoliberalismo contemporáneo.

En otros tiempos el imperativo era conquistar el mundo paralograr la emancipación de los explotados. Tal vez hoy la alter-nativa sea la apuesta por lo novedoso, la impronta situacional,la producción, en última instancia, de mundos posibles abiertosa otra gestión de la vida y la emancipación.

---Inevitablemente, estos apuntes permiten la resonancia de

intensos y fecundos encuentros con Ignacio, cuando nos pre-guntábamos acerca de las pistas que ayudan a dar cuenta de lastransformaciones provocadas en nuestro tiempo y en nosotrospor la hegemonía del neoliberalismo. En el epílogo de mi libroMás allá del corte de rutas, Ignacio plantea que una operaciónfeliz es “la que configura a la vez una circunstancia y un sujetocapaz de habitarla.” En la continuidad y despliegue de esta idease inscribe la investigación sobre los movimientos campesinosque dan origen a estas notas.

1 A publicarse proximamente en Tinta Limón Ediciones..2 BADIOU, Alain. San Pablo. La fundación del universalismo. Edit.Anthropos. Barcelona, 1999, págs. 10 y 11.3 Qué son las Ligas Agrarias. Edit. Siglo XXI, Bs. As., 1973.

Los vínculos actuales: confianza o amenaza Elina Aguirre y Miguel Burkart

A principios del año 2003, Ignacio y Cristina nos propusierona un grupo de personas –algunos psicólogos y una licenciada enletras–, relacionadas de alguna u otra manera con el Estudio,reunirnos para comenzar a pensar situaciones concretas y actua-les, situaciones ligadas con nuestros ámbitos de trabajo, o quesimplemente nos “tocaran” de algún modo. Llamamos a ese

grupo Situaciones Clínicas, y durante todo aquel año nuestrométodo se apoyó sobre la idea básica de que en la fluidez delsuelo contemporáneo no es posible pensar teóricamente sin unasituación que sirva de referente, que permita armar interrogan-tes comunes sobre lo que acontece. Aquel dispositivo de traba-jo inauguró para nosotros un modo muy potente de interrogar elmundo, que todavía hoy sigue operando cuando nos dispone-mos a pensar.

En el transcurso de aquel año, y a causa de algunas situacio-nes que nos llevaron hasta allí, nos detuvimos en un elementoque insistía en la composición de los vínculos actuales: la con-fianza. Advertimos el papel central que juega la confianza en eltrazado de los vínculos contemporáneos. Ignacio sostenía quelos vínculos en condiciones de incertidumbre se sostienen fun-damentalmente en la confianza; o, dicho de otro modo, que elmundo de la incertidumbre plantea que hay que confiar, pero noporque haya algo confiable –esa es precisamente una de las con-secuencias de la caída del estado y el consiguiente agotamientode la "maquinaria" que instituye al otro como semejante–, sinoporque si no se confía, se derrumba aquello que intentamoscomponer. Ahora bien, ¿cómo confiar en un otro que no es otroen el sentido de semejante, es decir, que no es un otro institui-do como otro? Si admitimos que el mundo actual es un mundocaracterizado por la fragmentación y la diferencia radical, laconfianza deviene una operación subjetivante.

Hace unos meses, nos topamos con una película –Vidas cru-zadas, o Crash en su versión original–, que nos llevó a pensarnuevamente el papel de la confianza en la composición de losvínculos contemporáneos; e intentando asignarle a este film elvalor de situación, se nos abrió una línea para desarrollar, paraseguir pensando esas ideas. Lo que queremos plantear aquí, eneste pequeño texto, algunos años después y como efecto deaquella experiencia iniciada en el Estudio, es precisamente esaserie de ideas. La hipótesis es que esa diferencia, esa multipli-cidad propia de un mundo fragmentado es vivida como amena-za. Por tanto, si no hay confianza, hay amenaza –al menos,hasta que se demuestre lo contrario–.

El "choque" es un intento desesperado de encuentroNo hace falta estar muy atento para percibir que existe cierto

estado de susceptibilidad entre nosotros, entre la gente. Muchasveces tenemos la sensación de que todo puede estallar de unminuto a otro, en cualquier momento y en cualquier lugar, en lacalle, en un bondi o incluso en un country. Existe algo así comoun umbral de tolerancia bajísimo ante cualquier tipo de diferen-cia. Si nos preguntamos por ese estado de susceptibilidad,advertimos que en el "fondo" nos habita una sensación de peli-grosidad ante la presencia del otro, de cualquier otro, diferente,desconocido.

Al comienzo de la impactante película Crash1, una voz en offdice: “el problema de la gente de hoy es que no se toca, vivimosdetrás de vidrios y rejas para protegernos de los demás y no nostocamos, no tenemos contacto...” Hasta ahí, describe más omenos lo que todos percibimos del modo de vida contemporá-neo, pero luego prosigue esbozando una hipótesis que vale lapena pensar: "la gente choca justamente por eso, como nopuede tocarse choca para acercase al otro”.

Llevado al lenguaje con el que Ignacio Lewkowicz pensó lavida en los flujos, esto podría equivaler a decir que donde nohay encuentro hay choque, o también podría ser entendido

como: el choque es un intento fallido (desesperado) de encuen-tro. Desde esta perspectiva, el encuentro podría ser pensadocomo ese común mínimo e indispensable que abre la posibili-dad de producción de un vínculo. Por el contrario, el choquesería ese puro impacto con otro, que regenera la sensación depeligro y amenaza.

Intuimos que en el paso del choque al encuentro se producealgo vital. En el paso de una experiencia a la otra se juega laexistencia. Porque es la dispersión del mundo actual –los múl-tiples choques– sobre la que debemos trabajar para compo-ner/componernos en una situación compartida.

Ahora, cuando nos preguntamos qué es lo que permite el pasode un choque a un encuentro, nos topamos con el valor de laconfianza como componente esencial de los vínculos actuales,que comenzamos a pensar en la experiencia de aquel grupo enel Estudio. De algún modo, la confianza es lo que nos permitedejar de percibir al otro como una amenaza, un peligro al queestamos expuestos y, al mismo tiempo, experimentar unencuentro, delimitar un "común" que abra un diálogo.

Pero sospechamos que esta confianza, que cobra tanta rele-vancia en la construcción de los vínculos contemporáneos, noestá hecha de la misma "pasta" que aquella que se ponía enjuego antiguamente en las relaciones. El ejercicio de la confian-za, cuando se realiza en una figura conocida, apoyándose sobreuna relación previa, cuenta con preconceptos que constituyenuna base que lo hacen posible. Ahora bien, necesariamente lapráctica de la confianza cambia si el suelo donde se apoya setrasforma: si el estatuto del otro se altera y, por tanto, el víncu-lo con el otro deja de estar determinado, la confianza ya no esese voto incondicional y duradero que depositamos en otro, porel hecho de encarnar la figura de aquel que desde lo social esdesignado como digno de confianza: un amigo, un hermano, enfin: un semejante. En las nuevas condiciones, la confianza esmás bien una apuesta que nos jugamos ante un otro totalmentedesconocido que, en el mejor de los casos, lo convierte de ame-naza en aliado. La confianza en el mundo actual es una apuestasin garantías, y no un voto que expresa una decisión concienteapoyado sobre la "seguridad" de un vínculo preexistente, el vín-culo con el prójimo, el semejante.

Ese terreno en que se abre la desesperada opción confianza oamenaza, es el terreno que se predispone a mostrar Crash, y esen este punto que nos interesa tomarla como insumo para pen-sar el suelo en el que se juegan los vínculos contemporáneos.Ese territorio que ya no admite ser pensado desde los esquemasde la inclusión-exclusión, mayorías-minorías, según los cualeslos que sufren son las minorías que no tienen acceso al modo devida de las mayorías hegemónicas. El suelo que muestra el filmes un territorio donde “todos somos minorías”, cualquiera seael sector social del que provenimos, cualquiera sea el acceso alconsumo que tengamos. Allí quizás se aloja su potencia: Crashdenuncia un problema de “todos”, violentando nuestras viejasrepresentaciones de buenos y malos, victimas y victimarios, sindejar un solo personaje con el cual querer identificarnos, pero ala vez sintiendo que tenemos un poco de cada uno de ellos.

Desde este suelo de desencuentro, la película cuenta diferen-tes historias que a medida que el relato avanza comienzan amostrar sus puntos contingentes de entrecruzamiento. Estoscruces contienen un potencial de afectación altísimo, tanto en elsentido de producir vida como en el de destruirla. El punto des-esperante es que a lo largo de toda la película en ningúnmomento se puede anticipar hacia dónde se va a desencadenarla situación. No hay nada previo que permita calcular si se va aproducir un encuentro o un choque. Pero al mismo tiempo, entodo momento se impone una decisión a la hora de transitarcada situación y operar en algún sentido determinado.

¿Qué hace que se pase de ser una “amenaza” a compartir unmínimo de “confianza”, aunque sea por un momento fugaz?Veamos la escena en la que el policía vuelve a encontrarse consu víctima en una situación completamente diferente. En eseotro momento, la mujer prefiere morir antes de que el policía,que abusó de ella en aquel entonces, le vuelva a poner una manoencima; pero vaya a saber uno movido por qué fuerza, el poli-cía insiste en querer sacarla del auto a punto de estallar, arries-gando su vida. Y sólo logra calmarla de su estado de pánicocuando le dice: "no te voy a hacer daño". Está bien, quizás se leolvidó decir: “por esta vez no te voy a hacer daño". Esta escenanos muestra algo, nos muestra cómo alguien puede pasar de unminuto a otro de ser enemigo a ser nuestro “salvador”. En rigor,lo que muestra la escena es la contingencia en la que estamoscuando nos encontramos en un medio fluido.

La secuencia de la escena nos muestra de qué manera cadauno define sus encuentros y la legalidad que los atraviesa demomento a momento, de situación en situación. El que activa-mente es una amenaza en un momento determinado puede pasara ser, en el momento siguiente, la persona que te salva la vida.La pregunta es qué pasa en el medio, cuáles son las operatoriasque permiten pasar de una situación a otra.

Del signo al gestoLa película engaña. Sí, para una mirada tomada por el discur-

so ideológico, esta película puede parecer un film sobre el grantema del racismo y la violencia en los EEUU. Pero esa miradatendrá que hacer un gran esfuerzo para seguir en la misma posi-ción durante el transcurso de la película. Al principio se van pre-sentando los personajes: los negros, los chicanos, los árabes, los

Campo Grupal / 8 Lo único que pueden hacer los jóvenes por los viejos es escandalizarlos y ponerlos al día. George Bernard Shaw

SEMINARIO PRACTICO - VIVENCIAL DE "KINESIA PSICOSOMATICA"

Dictado por la Lic. Klga. Susana Berman2 y 3 de Diciembre del 2006

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blancos racistas de los EEUU. Pero a medida que se van suce-diendo las escenas aparece la confusión, y uno comienza adudar si en verdad se trata de racismo.

Varias escenas nos dan una pista para salir del discurso ideo-lógico. El policía joven que ya no quiere trabajar con su com-pañero racista, termina matando a un negro en la carretera. Lamujer fina y desdichada que se cae por las escaleras, encuentrasu única amiga en la mujer que limpia su casa. El negro queafirma que jamás le robaría a un negro, termina intentandorobar la camioneta del director de cine negro. Una y otra vez,la película nos dice "no hay ideología". ¿Qué hay entonces?Pequeños gestos, mínimos, insignificantes, que se hacen enor-mes en cada situación y terminan configurando su sentido ydesenlace. Gestos que son leídos en algunos casos como unaamenaza y en otros como un acto de confianza. No importamucho la identidad de la persona, importa más el gesto. Dehecho, la misma persona puede tener gestos muy diferentes endistintas situaciones (el policía que termina salvando a su vícti-ma, etc., etc., etc.).

No hay negros contra blancos. No es tan simple la cosa. Hay,como primer dato de la existencia, amenaza. Y en algunoscasos, la amenaza deviene encuentro; en otros, la amenaza seafirma y hasta llega a provocar el fin de la existencia. Los per-sonajes van tanteando el terreno, van con cuidado, temerosos,y a veces, sólo a veces, deciden confiar, apostar al encuentro.Pero siempre se la juegan porque no hay garantías de nada apriori. Ningún signo puede indicar el sentido de la escena, ninegro, ni blanco, ni chicano, ni camioneta último modelo, nipolicía bueno, ni el barrio, ni la clase social...

En la ontología de los vínculos actuales, podríamos admitirla hipótesis de que estamos ante el debilitamiento del signo, yla consecuente imposición del gesto como materia prima de laproducción de vínculo. El gesto es, en definitiva, el único y frá-gil indicio con el que contamos en el encuentro con otro, elindicio que nos orienta ante la opción desesperada entre con-fianza y amenaza.

1 Preferimos el título original, Crash, porque nos remite al sentidoque queremos destacar en este texto: choque.

El materialismo de lasnominaciones y la prácticateóricaFranco Ingrassia

Desde el principio había algo claro: no se trataba tanto de loque se aprendía en contacto con Cristina e Ignacio sino de lastransformaciones operacionales que encontrábamos luego en latarea de pensar las situaciones en las que nos hallábamos impli-cados.

Luego de leer a Cristina, luego de conversar con Ignacio,nuestro pensamiento funcionaba distinto. Se trataba de un tra-bajo de puesta en suspenso de todo lo que bloqueaba el trabajodel pensamiento como actividad de reconfiguración subjetiva,un conjunto de procedimientos de elusión de las “recaídas idea-listas-mentalistas” que nos esperaban en cada pliegue de nues-tra participación en una experiencia.

“No hay pensamiento crítico sin dispositivo crítico”, “Unpensamiento es un conjunto de operaciones de subjetivación”,“el método es seguir al pie de las nominaciones”. Me gustaríasituar la mayor potencia del legado aquí: en los modos de pen-sar que Cristina e Ignacio exploraban.

Y tal vez sea tiempo de que asumamos que, para algunos denosotros, gran parte de nuestros trayectos y operaciones previasal contacto con el estilo de Cristina e Ignacio no son más que laprehistoria de nuestro pensamiento.

En “Releer Althusser” Bruno Fornillo y Alejandro Lezamaentrevistan a Ignacio y le preguntan sobre los efectos de sus pri-meros contactos con el pensamiento de Althusser. La descrip-ción es, literal y literariamente, impresionante. Se trata de unaexperiencia intensísima, una reconfiguración subjetiva profun-da que redefine radicalmente la actividad que Ignacio veníadenominando como “pensamiento”.

Es difícil sustraerse a la tentación de pensar el encuentro conIgnacio y Cristina en los mismos términos. El enunciado meretorna constantemente “fue allí donde aprendí qué es pensar”,en ese encuentro, a partir de ese contacto.

Lo que estaba en juego de forma embrionaria, creo, es lo quetiempo después se formularía en Sucesos Argentinos como “elmaterialismo de las nominaciones”. Aquella operatoria en lacual no son las categorías prefabricadas las que se utilizan paraorientarse en las situaciones sino los nombres que emergeninmanentemente, las nominaciones prácticas que operan en unaconfiguración dada y aquello que dichas nominaciones hacenpensar.

Por supuesto que a partir de allí, a partir de la adopción de esaposición surgen los antagonismos. Dejamos de llamar pensa-miento al conjunto de proyecciones categoriales que constitu-yen la operatoria de las ciencias sociales, para comenzar asituarlas dentro de los regímenes de opinión. Pero la reacciónsimétrica no tarda en imponerse. El precio a pagar por estenuevo materialismo es quedar prácticamente excluido de lamaquinaria académica de la universidad instituida. Algunoslamentarán más esta consecuencia, pero en mi caso todo sereduce a cierta sorpresa por la virulencia de las reacciones antela presentación de una lógica alternativa.

***Por otro lado, se abren un conjunto de problemas que, creo,

aun no han encontrado configuración colectiva para ser pensa-dos: si bien uno puede verificar que el pensamiento situacionalgoza de buena salud en una multitud de experiencias, hay unapregunta que insiste: luego del Estudio LWZ, ¿dónde desplegarla práctica “pensar la heterogeneidad radical en la que transcu-rre la experiencia del pensamiento contemporáneo”? ¿Qué tipode composición configurar para elaborar este tipo de pregun-tas?

“Laboratorio teórico” y “práctica teórica” surgen como posi-bles expresiones candidatas a nominar ese tipo de trabajo depensamiento específico que opera no tanto sobre las operacio-nes situadas del pensamiento sino sobre el modo en el que seconstituyen nociones como “operaciones situadas del pensa-miento”.

Si íbamos al encuentro del Estudio LWZ, si producíamosasociaciones y composiciones allí era porque además de losproblemas, las prácticas de pensamiento y las situaciones nece-sitábamos de alguna otra instancia, una deslocalización quepermitiese retornar a la implicación desde un punto o bajo unamodalidad distinta.

En nuestras condiciones actuales la pregunta insiste: ¿dóndevamos ahora?

Hacer un lugarPablo Sztulwark

Este texto es consecuencia de una invitación. No se trata decualquier invitación, se trata de una invitación que nos impulsaa indagar en qué andamos pensando. Por eso mismo, resulta

atractiva e irrevocable. Pero, además, es una propuesta que nosexige rastrear qué de lo que estamos pensando está vinculadocon el querido Ignacio Lewkowicz. Claro está que, en estaoportunidad, el asunto no consiste en delinear antecedentes, tra-zar influencias y marcar continuidades. Tampoco es el juego delas diferencias y las rupturas. Más bien, la invitación puede serla ocasión para volver a considerar el campo problemático queredefiní en diálogo con el amigo historiador. En función deesto, me tienta hacer eje en algunas derivas de ese encuentro enmi territorio: el de la arquitectura.

IResulta difícil imaginar que un psicólogo promedio pueda

esquivar sistemáticamente la pregunta por el inconsciente.Ahora bien, cuando este tipo de interrogación aparece, no esta-mos ante una pregunta que resolvemos con un buen concepto.Más bien, estamos ante un campo problemático que exige, detanto en tanto, redefinición. Tratándose de arquitectura, tam-bién contamos con “nuestro inconsciente”; con ese problemaque nos acompaña y no deja de requerirnos pensamiento. Unaderivación del encuentro con Ignacio se juega en este punto:¿qué es proyectar? Pero sobre todo qué es proyectar despuésdel encuentro con el pensamiento de Lewkowicz.

La problematización del proyecto (de la noción de proyecto)nos pide tomar distancia de cierto sentido común entre arqui-tectos. Según ese sentido común profesional, proyectar esresolver un problema o satisfacer una necesidad. Así definida,la especificidad problemática de nuestro quehacer queda redu-cida a un programa meramente técnico. Entonces, el arquitectodeviene especialista de lo material: un experto en viviendas,oficinas, hospitales, etc. Pero proyectar puede ser otra voca-

Campo Grupal / 9"Si el lenguaje fuera una invención de la lógica y no de la poesía, tendríamos sólo uno. Christian Friedrich Hebbel

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ción, otras operaciones y procedimientos, otra subjetividad. Un pocomás allá de la variante técnica, proyectar implica construir mundosmateriales que alojen vida. ¿Qué significa esto? Según esta otra defini-ción de proyectar, significa que la arquitectura es un pensamiento sobreel espacio pero también sobre las formas de vida que ese espacio pro-duce, rechaza, recibe, impugna, induce y excluye. Proyectar es lamanera de construir ficciones que permitan esas vidas. En definitiva,proyectar es HACER UN LUGAR para la vida.

IICuando los arquitectos nos pensamos como hacedores de espacios

que alojan vida humana, el problema se inunda de indeterminación.Entonces, ya no es posible ni activo imaginarnos como técnicos. Enotros términos: qué podría hacer una subjetividad técnica con la inde-terminación. Poco, muy poco. Pero la pregunta no es ésa, la preguntaes: qué implica pensar desde la indeterminación en arquitectura.Estamos ante otro efecto del encuentro con Ignacio.

Para los arquitectos, la interrogación por la indeterminación no esuna interrogación exclusivamente académica. Más bien, es una pregun-ta bien específica del quehacer pero imposible de transitar solamentecon los recursos de nuestra disciplina. Cuando nos preguntamos por laindeterminación, con procedimientos propios y “ajenos”, nos pregun-tamos por el habitar. Entonces, nos enfrentamos con un problema biencomplejo. Por ser humano, el habitar no puede ni podría ser una difi-cultad técnica, es decir, un contratiempo que resolvemos con un instru-mento o una herramienta previamente disponible al asunto de marras.La problematización del habitar, en tanto que experiencia de la indeter-minación, enfrenta al arquitecto con una cuestión verdaderamente sub-jetiva que demanda pensamiento e invención.

Ahora bien, por qué la pregunta por el habitar es un modo de pregun-tarse por la indeterminación. Para rodear esta consulta, partamos deuna bella figura. Un animal vive en un mundo perfecto, la casa del hor-nero es una casa perfecta, determinada y precisa. Además: fue, es yserá así. En cambio, la casa del hombre es una problematización querequiere de un proyecto. Si la casa del hombre fuera como la del hor-nero, no haría falta ni arquitectura ni arquitecto. Pero el habitar huma-no es ineludiblemente problemático, ¿por qué? Por ser indeterminado,imperfecto y sujeto a configuraciones diversas. En síntesis, por ser unaestadía que nunca puede ser totalmente determinada.

IIIAdemás del espacio vital, el pensamiento arquitectónico hace con el

tiempo. Pero no se trata de una dimensión secundaria o complementa-ria de una instancia más relevante o mayor. Más bien, la ciudad esespacio y tiempo. Por eso mismo, la pesquisa por el tiempo es una pes-quisa constitutiva del arquitecto.

No hay dudas, la ciudad está marcada por el tiempo, es tiempo ymemoria. Y la memoria también es territorio del arquitecto, dijimos.Respecto de ese territorio, hay modos distintos de transitarlo. Segúncierta modalidad más o menos extendida, la memoria es fundamental-mente recordatorio. Una suerte de ritual de la repetición. Tratándose dela ciudad, la memoria que recuerda es una operatoria que trabaja a par-tir de ciertas marcas (acontecimientos, fechas, sitios) que construyecomo trascendentes, determinadas e inmóviles. Políticas de objetiva-ción. Ahora bien, hay otras maneras de transitar el territorio de lamemoria en general y de la urbana en particular. Para que esto acontez-ca, resulta necesario dejar de pensar la memoria en clave de objeto his-tórico y empezar a pensarla como proceso histórico, devenir, autogene-ración, performance. Así definida, la memoria es en movimiento. Nose trata de un objeto, construido de una vez y para siempre, sino de unadinámica en actualización permanente.

En un bello libro: Mal de alturas. Viaje a la Bolivia insurgente, elcolectivo situaciones también se pregunta por el estatuto de esa memo-ria que es nutriente de la vida. Cuando lo hace, nos ofrece una distin-ción que nos permite volver a considerar la distinción entre recordato-rio y actualización. Dicen: “ciertos picos del pensamiento filosóficoadmiten una doctrina según la cual lo viejo no es lo más antiguo, ni lonuevo lo más reciente, sino que lo viejo nace viejo y lo nuevo lo es porla eternidad. Lo viejo no es lo anacrónico y lo nuevo no admite la lógi-ca de la moda y el snobismo. Lo viejo sería aquello que está separadode la capacidad de crear. Siempre separado, siempre impotente. Lonuevo, en cambio, es la añeja posibilidad de producción. Por eso, loviejo es lo contemporáneo no renovado, y lo nuevo debe actualizarse”.¿Por qué esta cita? En primer lugar, porque es muy bella. Pero ademásporque viejo y nuevo, antiguo y contemporáneo no están pensadosdesde el pasado sino desde el presente. La actualización, entonces, esuna operación sobre lo antiguo (no sobre lo viejo). Es decir, sobre y conaquel material subjetivo que está ligado a la capacidad de crear. Se tratade la memoria de una potencia que exige renovación. Sin actualiza-ción, permanecemos en el terreno del recordatorio. No importa si eserecuerdo es bello, triste o conmovedor. Lo que importa es que estésometido a un proceso de actualización permanente. En definitiva, a unacto creador.

La ciudad pensada como objeto de recordación se empobrece. Porotro lado, la ciudad pensada como territorio de actualización devieneun conjunto de fuerzas activas que hacen de ella un lugar para la vida.La memoria es memoria cuando HACE LUGAR.

IVCuando escribimos Arquitectura Plus de sentido con Ignacio, escri-

bimos –entre otras cosas- sobre la ciudad. O más precisamente sobre laciudad contemporánea: esa configuración múltiple de lugares y flujos.Sin dejar de considerar los contenidos más específicos del planteo, esaexperiencia de pensamiento me condujo a leer la ciudad desde otraperspectiva. La tensión entre lugares y flujos (o la coexistencia) nos

obligaba a concebirla como ciudad pero también como urbanidad. Enotros términos, en su dimensión planificada (a la que estamos másacostumbrados los arquitectos) pero también en sus construccionesdeslocalizadas, precarias y singulares que producen urbanidad (a la queestamos menos acostumbrados).

Nuevamente, el eje del asunto es la indeterminación. ¿Qué implicapensar la ciudad desde la planificación? ¿Qué implica diseñarla desdela indeterminación? Dos mundos, dos experiencias, dos arquitecturas.Mientras para la mirada determinada, la ciudad es fundamentalmenteplanificación; para la mirada urbana, importan otro tipo de marcas.Más bien, importan los vínculos no forzosos y laxos, los encuentrosestratégicos pero fortuitos, los acontecimientos inesperados pero pode-rosos que arman ciudad.

VIgnacio Lewkowicz decía que un pensador era grande cuando altera-

ba la definición de lo que era pensar. En este sentido, Ignacio era ungran pensador. Pero sospecho que un gran pensador es grande cuandoaltera los modos de pensar de otros. En este sentido, Ignacio tambiénera un grande pensador. Yo soy testigo de lo primero pero fundamen-talmente de lo segundo, y estas notas quieren ser un registro del pensa-miento que resultó de ese encuentro y que sigue trabajando, producien-do, componiendo.

Sospecho que el encuentro de pensamiento con Ignacio no terminó.Claro está que su muerte alteró las condiciones del encuentro, tambiénes cierto que su presencia opera en otro nivel. La actualización, laactualización entendida como esa condición que nos impulsa a re-pen-sar en diálogo con lo antiguo, es un modo de estar presente. Tal vez,hoy el encuentro con Ignacio sea justamente eso: UN LUGAR, unlugar para seguir pensando.

La responsabilidad comorecurso para morar el EstadoGabriel Paz

Las líneas que siguen constituyen un homenaje a Cristina Corea y aIgnacio Lewkowicz; al mismo tiempo, la primera persona que pormomentos asoma en el texto, hace resonar un infinito agradecimien-to...Entonces...ambos. Dejarse afectar por un pensamiento: transfor-marse.

Una de las cosas que aprendí a lo largo de estos años, es que la per-tinencia de un concepto no se limita al marco teórico en el que se ins-cribe. Aprendí que un pensamiento construye su morada en torno de unproblema -reconocí también que el mercado inmobiliario es amplio:que hay problemas y problemitas-. De tal modo, un pensamiento pro-duce, en aquello extraño o arrasado que nos interpela, una familiaridad.Podríamos imaginar entonces una suerte de mapa en el que junto a lasmoradas, coexisten lugares inhóspitos, y hasta imposibles. Podemosimaginar también que ese mapa lleva por título: agotamiento delEstado. Esto es llamativo, porque el título refiere a la imposibilidad deencontrar un espacio que efectivamente cumpla con esas característi-cas. En realidad, a través del mapa, su autor nos provee otra indicación:señala que el Estado no constituye el parámetro contemporáneo paramorar.

Pero a veces, quizá el azar, nos pone en un lugar impensado; resultaasí que en los últimos tiempos transité ese sitio imposible que resultaser el Estado. Desde ya, no parece a primera vista un sitio muy agrada-ble, en la medida en que todo indica que es fuera de ese espacio dondeel despliegue de la subjetividad es pura potencia; donde el aconteci-miento es posible; donde la contingencia está de nuestro lado.

Las líneas que siguen, constituyen, aunque no lo parezcan, pregun-tas. Preguntas surgidas en la tensión y el diálogo entre el pensamientode IL y CC y la interpelación de morar el Estado. No se trata de un diá-logo en tercera persona, sino de un diálogo que siento, al mismo tiem-po, interno y práctico.

Intentar morar el Estado, y no simplemente cumplir con el automa-tismo de recorrer sus pasillos, actualiza una pregunta inquietante queIL y CC formulan ante la posibilidad de la existencia de un pensamien-to infantil. ¿Hay pensamiento estatal? No pensamiento sobre el Estado,no teoría del Estado; sino la posibilidad de constituir algo efectivo apartir de estar en él, de transitar por él, de hallarse inscripto en sus, hoy,agotadas figuras. Y si es así ¿cuál es la instancia, imposible, que puederealizar esa tarea? Y de hecho ¿es una tarea que podemos dejar a otro?No será en realidad que hay algo engañoso en estas preguntas. Nosuponen vacilar, en el punto en que sabemos que nuestro desafío noconsiste en tomar el Estado, sino en dejar de imaginarlo donde ya noestá.

Pero el agotamiento del Estado, no es su muerte. El registro de lamuerte, permite el duelo y la elaboración. El agotamiento del Estado,es un “acontecimiento” sin sujeto. Puro hecho, sin política, ni pensa-miento.

Pienso lo que me piensa, dice IL en la existencia de nosotros. Laexistencia soporta en la posibilidad pensarse allí donde se es pensado.

En el recorrido por el Estado, me acompaña una extraña sensación:¿estará el Estado en busca de una instancia que lo piense? Si esto es así,buscar esa instancia afuera, en una entidad que le sea superior, pareceun camino inútil. Quizá el Estado busca ser pensado por los únicos quepueden hacerlo: por aquellos que están obligados a permanecer en él.Tal vez, resuena un pensamiento aquí, una paradoja lógica -decidirpensar el Estado desde la interioridad de su agotamiento- puede ser un

Campo Grupal / 10 "Mucha gente cree que está pensando cuando sólo está reordenando sus prejuicios. William James

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AGENDA

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punto de afirmación subjetiva. Quizá, la paradoja, nos confronta con unpunto en el que hay que decidir, en la medida en que no hay otra formade constituir nuestra existencia.

En, a la sombra del yo, IL se pregunta por la responsabilidad. Estaresulta, en nuestras condiciones, una tarea respecto de nosotros mis-mos: consiste en la inconcebible tarea de hacernos existir. La respon-sabilidad adquiere entonces, otra connotación. Ya no se trata del deberque segrega una estructura, sino que resulta condición de posibilidadde la existencia misma. Torna, por ello inconcebible, en la medida enque nos evoca la tarea de un Dios: debemos darnos existencia a noso-tros mismos.

La dimensión de la responsabilidad, entendida de esta forma, despla-za el problema del lugar-rol-deber, al de la existencia. Quizá me seaposible ahora reformular el problema. ¿Puede ser la responsabilidaduna herramienta para morar el Estado? ¿Puede constituir un recursopara existir en sus pasillos? Y en la medida en que respondamos afir-mativamente: ¿cómo entender la responsabilidad de aquel que está enel Estado, y para el cual, la norma (agotada o no), es una instancia queno puede desconocerse? En este punto -el del agotamiento del Estado-quizá sea necesario reconsiderar la articulación entre las dos dimensio-nes de la responsabilidad – una existencial y otra normativa-; dado quesabemos que tanto en el automatismo de la norma, como en la incon-cebible tarea de darnos existencia, la morada torna inhabitable o impo-sible.

El agotamiento del Estado, “acontecimiento” sin sujeto, produjo ladesarticulación de las dos dimensiones de la responsabilidad. Si lo queocurre es del orden del puro hecho, estrictamente, me es radicalmenteajeno; por tanto, no tengo forma de establecer con él una conexiónefectiva, ni desde la norma, ni desde el deseo. La búsqueda de la causa,o del culpable -que para el hecho es lo mismo- pareció poder restituirla conexión entre mi lugar en el mundo y aquello que ocurría.Imaginamos que hallar al culpable, dar cuenta de aquello corrompido,podía restituir la efectividad de la norma y por tanto, resolver el pro-blema de nuestra relación existencial con el mundo. Hallar al culpable,restituir la situación a la normalidad y reintegrar la responsabilidad asu cause. Pero sólo imaginamos. Producir condiciones para morar elEstado, requiere repensar la relación entre las dimensiones, existencialy normativa de la responsabilidad.

Al transitar por el Estado uno comprende, que agotado o no, conser-va, lo que podríamos llamar, una antigua costumbre: tiende a poner loscuerpos unos al lado de los otros. Quizá sea esta la tarea específica delEstado en condiciones de agotamiento: no tiene la potencia para pro-ducir subjetivamente, sino sólo para juntar los cuerpos unos con otros.Quizá valga aquí un ejemplo. Hace unos pocos meses me tocó partici-par en una actividad de capacitación para docentes en el interior delpaís; de esas en las que es posible reconocer, por lo menos, el gestoestatal: setecientos cincuenta docentes en un hotel sindical durante cua-tro días. Lo que me interesa puntualizar, más allá de los pormenores, esque algunos de los talleres, entre ellos el que me tocaba coordinar, serealizaron en lugares, que no llegaban a ser ni inapropiados. Quedabanaquí dos caminos. Uno consistía en responsabilizar plenamente alEstado por su ineficacia (cosa de por más llamativa, proviniendo de susagentes) y desresponsabilizarse. La consecuencia de esta alternativaera la inexistencia plena. El otro, consistía en asumir los límites delEstado, y de la norma. No se podía pedir más, estábamos unos al ladode los otros. La consecuencia de esta decisión implicaba reconocernuestra responsabilidad respecto de aquello que se produjese en lasituación. Lo que ocurriese en ese taller, su potencia, dependía ahora denosotros; la existencia se jugaba en ello.

Como tantas veces pensamos y conversamos: hay que decidir.Podemos descansar en el automatismo de la norma, seguir buscandoalgún culpable, y esperar para volver a existir -por lo menos estatal-mente- a que del mismo modo en que el Estado agotó su potencia, ellaretorne. La otra, la decisión, supone pronunciarnos por la norma, en lamedida en que decidimos hacerla operar efectivamente. Esta distanciaentre la norma y lo que efectivamente ordena, se presenta como la tareaespecífica que conecta, en el Estado, la dimensión normativa y existen-cial de la responsabilidad.

Humanidad instituida,expulsión y subjetivaciónJulián Gallego

Lo que hoy llamaría, con retroactividad, mi primera sorpresa ante laperspectiva que la historia debía generar respecto del presente, es lalectura que Ignacio había hecho de José Luis Romero. Su exploracióndebió ocurrir durante 1984, o tal vez antes. En todo caso, cuando tuve

conocimiento de ella, ya hacía un tiempo que la había hecho. Recuerdoun cuaderno “Arte” lleno de notas con una letra de caracteres redon-deados sobre La revolución burguesa en el mundo feudal. En esemomento, había una dimensión en su lectura de Romero en la queIgnacio insistía con pasión: un historiador pensando el parto de unanueva era. Últimamente, y tal vez sin buscarlo, o como un sustrato sub-yacente del pensamiento, había producido una mirada historiadora queal pensar el problema de la subjetividad en la era de la fluidez habíaencontrado un punto de fidelidad con Romero. Pero, ¿cómo se piensaesa mirada historiadora? El hecho de compartir su pensamiento deRomero fue, tal vez, una primera forma del nosotros que con Ignaciose armaba para pensar. Es cierto que también compartíamos ciertorecorrido por el marxismo, pero el problema al que nuestro nosotrosleyendo a Romero nos había abierto era el de la mirada historiadorafrente a la necesidad de pensar lo que entonces aparecía como un ros-tro aún sin imagen.

En esta orientación, una de las tesis más impresionantes es la quepostula, en Pensar sin Estado, una transformación en el sentido prácti-co de la idea de hombre. Si hoy en día no es la explotación sino laexpulsión la que ocupa el lugar fundamental en las situaciones socia-les, es porque, justamente, un a veces imperceptible deslizamiento hahabilitado la posibilidad de unas prácticas sociales que nos abisman:“no todos los biológicamente homo sapiens son socialmente hombres”.Los registros de este desplazamiento son diversos.

Las naciones, otrora organizadas sobre la base de una ciudadaníadeclamada como universalmente aplicable a cada ser humano y garan-tizada legalmente por Estados soberanos, desdibujan sus fronteras,tanto literal como metafóricamente, ante el avance de espacios “inte-grados” por los mercados. La figura del consumidor emerge como basede estos espacios, delimitando un marco global, sí, pero al que no seaccede mediante la aplicación de un derecho sino mediante la posesiónde capital. Si en teoría la humanidad entera es potencialmente consu-midora, es una condición práctica mercantil la que habilita el acceso alconsumo, condición tanto más aleatoria por cuanto que depende delpropio mercado. La ecuación, en definitiva, es la siguiente: se essocialmente hombre si se es consumidor, y se es consumidor si se acce-de al mercado. Quienes queden excluidos no serán simplemente noconsumidores sino que socialmente habrán caído fuera de la humani-dad instituida.

Las cárceles, otrora al servicio de un Estado apoyado sobre la ideade ciudadanía y destinadas, por ende, a reconvertir al reo en un ciuda-dano útil, se han transformado en depósito de presos. La exclusión dela humanidad instituida se consuma como expulsión que clausura laposibilidad de humanización, según las pautas socialmente vigentes, deaquellos que, fuera de las cárceles, podrían aleatoriamente incluirse enel mercado mediante alguna forma de consumo, es decir, volversehumanos en tanto que consumidores.

Ciertamente, en abstracto parecería tratarse de una mera cuestiónvolitiva: quien se lo propone puede incluirse. Pero, en realidad, la diná-mica mercantil genera la exclusión/expulsión como una situación quese reproduce, incluso de manera ampliada, y que potencia el “no-retor-no” al mercado y al consumo. Que algún ejemplo muestre que alguienlogró zafar de esta condición no desdice sino que, en rigor, reafirma lacapacidad de interpelación ideológica de la figura de la humanidadconsumidora. Así, el tránsito por las sinuosidades de la subjetividad

Campo Grupal / 11 "Si la gente se comportara como las naciones, todos tendrían puestas camisas de fuerza." Tennessee Williams

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instituida, esto es, el “tipo de ser humano que resulta de las prácticasdiscursivas propias de una situación”, no produce ningún punto de sub-jetivación, esto es, un plus, un algo más, que “permite criticar o desar-ticular o ir más allá o destotalizar ese tipo de humanidad específica quese ha instituido en esa situación”.

En algún momento, la lectura de José Luis Romero nos llevó a inda-gar la función social de la historia. Si la imagen del historiador frentea una mutación de proporciones encuentra una línea de acoplamientoentre Romero e Ignacio –en tanto que las hipótesis planteadas no alum-bran un camino que transcurre de manera externa al pensamiento sinoque trazan justamente un punto de intervención en el que un pensa-miento permite habitar la situación que al mismo tiempo diseña–, ellector que cada mirada historiadora interpela difiere radicalmente,efecto claramente de las mutaciones a las que Ignacio se aboca. Ya nose trata de escribir para aquél al que se considera sujeto de la historia,para configurarlo como sujeto y para colaborar en la construcción deun proyecto que lo realice como sujeto. Esto era viable en una épocade solidez, en la que el Estado operaba como fundamento y cuya trans-formación aparecía como un proyecto que se imponía al sujeto de lahistoria. Pero en la era de la fluidez, sin fundamento para el sujeto, ¿elhistoriador escribe para alguien? ¿Configura a algún sujeto? ¿Hayalgún proyecto en construcción al que se pueda colaborar como modode realización de un sujeto?

Sólo cabe decir aquí que hay subjetivación pero que su modo de serno está prescripto. Ya no se trata de escribir para moldear un sujeto; setrata de pensar que el pensamiento es el modo de constitución subjeti-va ante unas condiciones que fluyen. Ante la mutación implicada en lacaída del Estado como ordenador (y donador) de la existencia, ante unamateria humana sometida a los flujos del mercado –que se instituyesocialmente como ser humano incluyéndose como consumidor, o seexpulsa de la humanidad instituida para caer en una inexistencia socialabsoluta–, la constatación del historiador ya no predice qué sujeto sehará cargo del porvenir sino que plantea el pensamiento como condi-ción de existencia: la experiencia contingente de un pensamiento, puespensar implica poner condiciones para existir. La constitución de unafigura subjetiva acorde a esto es una comunidad, un nosotros, queemerge como encuentro de pensamientos en una circunstancia y no entodo momento y lugar.

Por otra parte, si para Romero, tal como señalaba Paul Valéry, la his-toria proporciona los medios para pensar la imagen de un porvenir sinrostro, la condición actual ya no tiene reservada para el historiador latarea del cirujano plástico. En todo caso, la historia puede constituirseen un campo de pensamiento, una superficie de experimentación. En laGrecia clásica (terreno que también se constituyó en un campo de pen-samiento con Ignacio), la hipótesis de una mutación en el sentido prác-tico de la idea de hombre habilita la posibilidad de pensar situacionesen las que los griegos comienzan a esclavizarse abiertamente unos aotros –dejando de lado el criterio de que pertenecer a una pólis impli-caba ser hombre de acuerdo con las formas subjetivas vigentes–, mien-tras que algunas poblaciones hasta entonces esclavizadas se conviertenen griegas y se liberan de la situación de dominación que las oprimía ylas deshumanizaba. Ciertamente, la fluidez que delinean estas imáge-nes históricas no configuran un rostro para un porvenir, justamente porel carácter multifacético de los procesos que brevemente esbozamos,pero muestran la potencia de una tesis que permite pensar no la merafacticidad de los hechos sino la existencia misma como efecto de unpensamiento (en este caso, histórico), cuya circunstancia no es el pasa-do griego sino un presente que resultará nuestro en tanto se configureun nosotros capaz de pensar la condición actual, entre otras cosas, dela Grecia antigua…

La figura hermanos ilegibles1

Denise Najmanovich

(En diálogo virtual con Ignacio Lewkowicz)Denise: Ignacio ya no está…pero sigue estando aquí porque segui-

mos dialogando con él, sintiendo la fuerza de su pensamiento y produ-ciendo a partir del encuentro con sus textos. De ese modo su potenciasigue latiendo en nosotros.

Ignacio: En las instituciones de amparo de la infancia, las historiasde vida de los ‘chicos de la calle’ exhiben una característica significa-tiva: son relatos en los que la historia fraterna no aparece o, si lo hace,es de forma absolutamente marginal. El hecho no deja de sorprender yaque se trata de chicos que provienen en general de familias con muchoshijos; supuestamente de esa cantidad de hijos derivaría un conjunto dehermanos. Sin embargo, en las historias de vida la presencia de los her-manos resulta absolutamente marginal. La pregunta inicial es: ¿Por quéaparece tan poco la historia fraterna entre los chicos de la calle? Unaprimera hipótesis a modo de respuesta sería: por razones instituciona-les.

En efecto, según una lectura atenta de las historias de vida, éstas apa-recen no como testimonios individuales sino como ajustadas a un géne-ro discursivo preestablecido. Surge de aquí una segunda pregunta: ¿Dequé manera la institución, con sus teorías y sus prácticas, afecta la con-figuración de las historias de vida?

Si los chicos producen un tipo de discurso dentro del espacio de lainstitución y otro diferente fuera de él, no es porque deban callar u omi-tir algo. Es que en la institución habla la subjetividad instituida —ins-tituida por la institución—. Y esa organización institucional suprime apriori la figura del hermano para los chicos de la calle, bajo el supues-to de que la categoría chicos de la calle está incluida en la de huérfa-nos. Los chicos de la calle son huérfanos para la institución. En conso-nancia, para el discurso institucional la orfandad deberá expresarse

como un relato típico, carente de singularidad. Denise: Extraña frase la que antecede a esta: ¿por qué la supuesta

orfandad suprime a la figura de los hermanos? Ignacio lanza unabomba, describe sus efectos pero no nos cuenta los detalles de su cons-trucción. Deja a sus lectores un espacio de pensamiento que es el quehoy me habilita a seguir dialogando con su texto. Si la palabra “huér-fano” es el nombre que se le da a “una persona de menor edad a quiense le han muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmenteel padre.” Y también puede caberle a todo aquel a quien se considera“falto de algo, y especialmente de amparo” (Definiciones de la RealAcademia Española). ¿Por qué la institución exige la orfandad a sus“beneficiarios”? Algunas hipótesis extra son necesarias para com-prender a fondo la propuesta por Ignacio. En particular, es precisodestacar la concepción vertical del “amparo” que implica la elecciónde la figura del huérfano para el niño institucionalizado (o institucio-nalizable). Es imprescindible degradarlo, impotentizarlo, suponerlototal y absolutamente desamparado para convertirlo en “beneficia-rio” del sistema de “protección.” Es más, esta operación permitesimultáneamente atribuir toda la potencia al “benefactor” (la institu-ción, desde luego) que ha de ejercer el amparo al modo en que la leylo establece para la “Patria Potestad”.

Ignacio: Existe en la institución otro imposible estructural querechaza cualquier posibilidad de creación de vínculos electivos en lacalle. Más radicalmente, la calle representaría la supresión general decualquier vínculo y de cualquier elección. La calle es el opuesto de lainstitución. En la medida que la calle no es institución, es imposibleconcebir que en ella se genere ningún tipo de vincularidad. Así enten-dida la calle no es un lugar, la calle es un no-lugar, es la pura disper-sión de la barbarie insensata. Allí la condición fraterna queda excluidaa partir de la postulación efectiva del supuesto de orfandad.

Denise: No solo la condición fraterna sino también toda elección. Elhuérfano o desamparado será un mero “paciente” (en el sentido clá-sico que entiende por tal lo contrario al “agente”). El niño será elreceptáculo inerte (u obediente) de la “bondad” institucional a la quedeberá agradecimiento eterno. Así lo exige la piedad filial del modelofamiliar-institucional que es puramente vertical. Para el sistema loshermanos son “fatalidades” derivadas del hecho de tener los mismopadres y no pueden ser elegidos,. Tales hermanos tampoco son pensa-dos nunca como amparo por la institucionalidad estatal moderna.Según esta mirada solo los padres, los adultos, las autoridades orga-nizan el sistema de parentesco y la jerarquía social capaz de brindaramparo,.

Ignacio: Toda presunta elección que los chicos puedan realizar en lacalle será una elección forzada, urgida, obligada por las circunstanciaspara la óptica institucional y por lo tanto no será propiamente una elec-ción. De este modo, la operatoria institucional producirá en el relato unefecto de supresión de los vínculos adquiridos en la calle —vínculosque han configurado de hecho la existencia de ese chico como existen-cia humana—. Este efecto de supresión representa un corte en lamemoria del chico.

La lectura de las historias de vida cuyo guión está afectado por el dis-positivo institucional de enunciación revela un imposible: las institu-ciones no pueden asimilar, tolerar ni considerar que la calle sea resul-tado de una elección. Si el chico quiere ir a la institución, hay allí unainstancia electiva, pero si quiere permanecer en la calle es porque notiene otra opción. No es elección sino resultado de la imposibilidad deelección. En la calle los hermanos no existen.

Para las teorías profesionales, el punto de partida de la existencia delchico es el hijo. De aquí que para la institución el chico de la calle esel que ha perdido la condición de hijo. Si padre y madre no existen,menos aún existirá el hermano.

Denise: El saber estatal instituido, incluido en él TODO saber dis-ciplinario, supone la necesidad de la estructura porque se rige por unaestética de pensamiento que sólo puede hacer equivaler orden o formaa estructura. Sin embargo, en las últimas décadas ha cobrado fuerzauna mirada distinta: la de la estética paradójica, no-lineal y autorga-nizadora que propone otro modo de pensar las formas organizativassin excluir lo diferente como in-forme, o desvalorizar como deformesa las estéticas relacionales que no encajan en los modelos ya acepta-dos.

Ignacio: En el relato típico es posible ver que los padres —en reali-dad, más frecuentemente los padrastros—van rotando, mientras quelos hermanos permanecen. La permanencia de los chicos en torno a lamadre muestra que la presencia paterna es ocasional, mientras que lafraterna resulta estructural. Es notable cómo esta reversión se hace visi-ble con sólo puntuar el relato típico ya no según los supuestos teóricos,sino según las prácticas efectivas. Porque si bien la institución puedeser elegida por el chico, su eficacia operatoria no depende del modo enque es valorada socialmente, discursivamente. Depende del modo enque es valorada en la relación efectiva con el chico.

Denise: Más que estructural la estabilidad fraterna es estructuran-te ya que no se trata de una condición a priori sino de una elección enla vida. Lo que desaparece de la gramática paradójica no-lineal ocompleja es el adjetivo estructural y el sustantivo estructura para darlugar al verbo estructurar. La estructura ya no es condición a-priorisino el fruto (variable) de la actividad configurante.

Ignacio: Si la institución parte de la suposición de que no haymemoria, inducirá un quebranto en el chico y la volverá inelegible paraél. La memoria personal se quiebra cuando se denomina familia —ymemoria correlativamente—, no a lo que aparece en el relato sino a losdatos que surgen de la planilla institucional. Allí se deja constancia delos lazos de parentesco oficiales según han sido probados por elEstado.

Denise: La historia misma es una creación moderna instituida comola narrativa por excelencia. Una estructura lineal causal organiza la

Campo Grupal / 12 La fotografía es verdad, y el cine es verdad veinticuatro veces por segundo. Jean-Luc Goddard

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experiencia de un modo en que necesariamente quedan fuera de ellatodo lo que la subjetividad estatal no puede admitir o digerir. En elcaso de los chicos de la calle esta necesidad de expropiarles la expe-riencia es crucial para los modos de institucionalización. Más aún entiempos de erosión del estado en que el espacio público está privatiza-do –no necesariamente por empresas privadas sino también y espe-cialmente por los “cotos” políticos y sus derivaciones profesionales-Es por eso que una de la tareas urgentes que tenemos es encontrarnuevas formas de contar(nos) que no se limiten a cambiar de argumen-to sino que nos permitan crear, habitar, compartir nuevas éticas y esté-ticas relacionales…..

…no sabes Ignacio, cuánto se te extraña en esta tarea y, al mismotiempo, estas siempre presente en un diálogo que aún reverbera.

1 Esta nota es parte de la que será publicada en el libro “Te acordas her-mano. Configuraciones de lo fraterno-fraterno” de Juana Droeven (en prensaGrama ediciones) y es parte de un diálogo comenzado con Ignacio hace unos6 años como parte la investigación que dio origen al libro cual ha sido yapublicado con el título “Sangre o elección, construcción fraterna”, JuanaDroeven (comp.), Ed. Zorzal, Buenos Aires, 2002”.

Sólo hay encuentros María Celia Labandeira

"El día que sepa a quién dar las gracias, lo sabré todo y podré moriren paz."

Jacques Derrida, El monolingüismo del otro.

En el prefacio de Para leer El Capital, Althusser dice que así comoa partir de Freud comenzamos a sospechar lo que quiere decir escu-char, y por lo tanto lo que quiere decir hablar y callarse, es a partir deMarx que deberíamos comenzar a sospechar lo que quiere decir leer, ypor lo tanto escribir. Yo agregaría hoy que fue a partir de IgnacioLewkowicz que muchos comenzamos a comprender lo que quieredecir pensar, y por lo tanto existir.

Lo conocí en la Facultad de Filosofía y Letras, durante los primerosaños de los '80. Ambos éramos estudiantes de la carrera de Historia.Lewkowicz se destacaba en las clases por sus comentarios lúcidos yprovocadores. Su gesto era genuino, sin poses. Le gustaba la figura deloxímoron. Quizás porque le permitía comprender su serena ansiedad.O el aturdimiento que provocaba su voz casi inaudible cuando hacíaalguna de esas intervenciones con que acertaba enfrentarnos a un realinsoportablemente verdadero. El planteo de una hipótesis, la configu-ración de alguna idea, cualquiera fuera, propia o ajena, lo volvíaradiante. La desolación de su mirada lo hacía particularmente intenso.Concebía la angustia como condición de posibilidad para la emergen-cia de un pensamiento nuevo que inaugura existencia y no como laescena dramática de un espectáculo superfluo —ése que gozamossecretamente cuando nos representamos como víctimas. Cuando unsujeto se decide a pensar su angustia pensándose en ella, establece lascondiciones para atravesarla fundándose a sí mismo en esa nueva prác-tica de pensamiento. Sin retorno. Mucho tiempo después supe que éstahabía sido para mí su primera enseñanza. Yo comenzaba así a com-prender la activa potencia subjetivante del pensamiento. Un pensa-miento que deja huella en quien lo piensa porque lo transforma irre-mediablemente en otro. Pensar. Existir.

Pasaron algunos años. Una tarde Lewkowicz llamó a mi casa parainvitarme a participar de un grupo de estudio que él mismo dictaríasobre El Capital. Acepté la propuesta y llegué puntual a la primeraclase. Era sábado por la mañana. Nos reunimos en su casa deRivadavia y Medrano. En aquel momento yo ni siquiera podía imagi-nar el carácter inaugural que esa experiencia tendría en mi vida."Estamos estudiando a Marx", les contaba a mis compañeros de facul-tad que no se habían anotado en el curso de los sábados. Pero un Marxque en poco o nada se parecía al que enseñaba la Academia y la mili-tancia partidaria. Lewkowicz proponía una lectura singular.Perturbadora. No daba tregua. Hacía lo imposible para que lográramosplantear nuestras propias preguntas a los textos que íbamos estudian-do. Preguntas desde el desencanto. Pero persistentes. Formuladas apartir de nuestras nuevas y complejas situaciones. Sin tributación algu-na a problemáticas heredadas. En esos años aprendí a pensar el discur-so marxista buscando comprender en él la singularidad de su enuncia-ción. No se trataba de desconocer los efectos que los textos de Marx yel marxismo posterior habían provocado en el pasado. Se le rendíantodos los "honores" a cada una de sus "glorias". Pero era imperiosoevaluar su eficacia actual para dar cuenta de lo nuevo y, de no pasarsatisfactoriamente la prueba, atreverse a asumir su agotamiento e inau-gurar un pensamiento propio. Un pensamiento que no enmascare suimpotencia refugiándose en la repetición de rituales consagrados. Unpensamiento que se arriesgue a pensar su propio imposible —aunquedespués de hacerlo deba, incluso, renunciar a sí mismo y ensayar algu-na otra forma de existencia. Entonces entendí como nunca antes aque-lla famosa sentencia marxiana sobre farsa y tragedia. Sabía ahora ladiferencia entre serie y acontecimiento. La práctica de pensamientoque Lewkowicz proponía pronto me hizo comprender que para poderseguir pensando yo tenía que renunciar a lo que me llegaba ya pensa-do por otros, en situaciones ajenas a las mías. A pesar de mi resisten-cia, la identidad marxista æque en gran parte me constituía y me pro-metía una seguridad garantizadaæ comenzó a fracturarse de modo irre-mediable. Incluso arrastraba con ella en su caída a otras identidadesmás antiguas que, ingenuamente, yo creía haber podido desalojar "gra-cias al marxismo" cuando, en realidad, lo único que había logrado era

reacomodarlas para que quedaran intactas. Descubría ahora que, aun-que renovado, mi sistema de identificaciones aún conservaba su sólidaconsistencia. Y yo, cínicamente, me había amparado en ellas por temoral efecto devastador que cualquier otra novedad pudiera provocarme.Experimenté esa extraña incomodidad que produce aquello que siendoentrañablemente familiar comienza a resultar ajeno. Conocí lo sinies-tro. Pero no en los "horrores del mundo" que insistía en denunciar conprogresista y mezquina indignación sino en la intimidad de mi propiaestructura. Me defendí como pude y en vano intenté inútiles coartadasde reaseguro. Lewkowicz lo advertía, pero sabía acompañarme.Siempre supo hacerlo. Ni siquiera hoy siento que me abandona a misuerte. Yo había hurgado en mi propia trama, pero del lado del revés.Había examinado no sólo los pensamientos que me constituían sinotambién los dispositivos que los producían y reproducían en serie. Yeso tenía su costo. Algo de mí no resistió esta nueva mirada. Por pri-mera vez advertí el gran lastre de repetición que puede albergar unapretendida novedad. Aprendí a ponerme a mí misma bajo sospecha. Adesconfiar de la confortable seguridad de mis certezas, de los indul-gentes relatos con los que todavía insisto en contarme mi propia histo-ria. Estudiando las operaciones de pensamiento de Marx en las diver-sas situaciones de sus intervenciones teórico-políticas, Lewkowicz mehabía enseñado, sin que yo lo advirtiera, a pensar mi propio pensa-miento. Pensar. Existir.

No tardamos mucho en comenzar a estudiar a Louis Althusser. O porlo menos eso fue lo que yo hice: me anoté en todos los cursos queLewkowicz dictaba sobre él. Todavía recuerdo el impacto que me pro-dujo la tesis de los Aparatos Ideológicos de Estado. Las cosas para míya no serían las mismas después de esa idea. Comprendí entonces queel Marx que discutíamos en los grupos de estudio era producto de lalectura de Althusser. Pero también aquí la apropiación singular: leía-mos al Marx que leyó el Althusser leído por Lewkowicz. Dicho de otromodo, Lewkowicz enseñaba a leer las operaciones de lectura en que seva constituyendo un pensamiento. Leíamos a Marx a partir de la lectu-ra de Althusser. Leíamos a Althusser a partir de la lectura deLewkowicz. Lectura de lectura. Lewkowicz ponía el acento en laempresa de pensamiento althusseriana. No enseñaba el Althusser de ladoctrina partidaria comunista sino aquél que se proponía pensar másallá de sus condiciones, pero no para negarlas o renegar de ellas sinopara asumirlas plenamente y así poder suplementarlas con sus propiastesis. Desde el partido, más allá del partido. Para Lewkowicz,Althusser mostraba cómo un pensamiento se constituye a sí mismocomo pensamiento situacional: sólo puede pensar a partir de sus deter-minaciones y no desde una ilusoria representación de sí o desde unaabolición utópica de las exigencias que lo emplazan. Y en esa creaciónde sí mismo, sólo puede ser fiel a su propia práctica pensante, deján-dose andar hasta donde llegue, sin clausurar su impredecible punto dellegada. Sí, Althusser asumía la identidad comunista, pero ponía lascondiciones teóricas para estallarla. El pensamiento no se detiene enningún sistema cerrado de saberes y convicciones. No deviene identi-tario. No transmite, produce. No confirma, subvierte. Así aprendí amantenerme alerta de mí misma y a desactivar a la "persona" que creo"ser" para poder dar lugar a los sujetos en que voy existiendo.Pensamiento que se piensa. En fidelidad a la práctica de pensar y no ala repetición/confirmación de lo pensado. El pensamiento como prác-tica de subjetivación. La subjetividad sin la ideología del sujeto.Pensar. Existir.

Siguieron otros estudios. Pero siempre el retorno a Althusser. Sustextos no cesaban en convocarme. Después de un tiempo decidí sus-pender los encuentros sistemáticos de los grupos de lectura. Seguí endiálogo con Lewkowicz, pero ahora a partir de inquietudes específicasal interior de mi práctica profesional. Me dediqué a mis clases de his-toria en la escuela secundaria y de teoría política en la universidad. Sinproponérselo, Lewkowicz también me había enseñado mucho del ofi-cio de enseñar. Organizaba sus grupos de estudio como experiencias depensamiento. Procuraba que algo nuevo ocurriera allí. Concebía susclases como situaciones en sí mismas que se justificaban en su propiainmanencia. Evitaba la transmisión de saberes —aunque no carecía deellos. Prefería la fecunda producción de ideas. Ideas individuales ycolectivas. Cualquiera fuera su naturaleza. Pensaba y caminaba en susclases. Daba vueltas, se detenía por un momento y volvía a ponerse enmarcha. Se movía como pensaba. Como si temiera que al detener suandar, también pudiera quedar detenido su pensamiento, congelado enalguna estéril certeza identitaria. Se entusiasmaba con cualquier atisbode hipótesis y sin demoras, casi con desesperación, lo convertía en unpensamiento lúcido, activo, siempre bello. Hoy, en mis clases, sigoensayando su forma. Las "perplejas" instituciones educativas, con gra-ves dificultades para generar efectos de sentido, no son ajenas al "des-fondamiento" propio de estos "tiempos de fluidez". Comprendí que laproducción de pensamiento individual y colectivo puede ser una formade habitarlas para los sujetos —yo incluida— que pasan por ellas.

Campo Grupal / 13 "El arte es la expresión de los pensamientos más profundos de la manera más simple. Albert Einstein

www.varones.com.arHacer realidad los deseos postergados/Transformar las crisis en oportunidades

Sábado 28 de Octubre del 2006 de 14 a 18 hs.

Coordina el Lic. Guillermo Augusto Vilaseca y equipoCon inscripción previa al 4804-5811correo-e: [email protected]

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Teatro Gestáltico (Octubre)El teatro gestaltico es el resultado deuna alquimia entre el teatro y la gestalt.Ambos trabajan en el tiempo presente,ambos sondean en lo mas profundotratando de poner en luz todos los per-sonajes ocultos en la sombra de nues-tro interior. Ambos se apoyan en aque-llo que sí poseemos para empezar ahabilitar aquello otro que creemos notener. Y en esta alquimia entre teatro ygestalt nos adentramos en un procesoúnico y transformador, que nos puedecolocar en un lugar mas fluido paranuestra existencia.Coordina: Prof Marta López PardoViernes de 18:30hs a 21:30hsLugar: Vuelta de Obligado 1593,Informes: Vuelta de Obligado 1593,Belgrano Tel: 4781-3752Santa Clara 161, San Isidro Tel: 4742-9957 / [email protected]

XXIX Jornada Anual "Redes, Grupos yVincularidad"Nuestro encuentro apunta a expandirlas miradas de la clínica, que han asen-tado tradicionalmente en recortes depsiquismo considerado “individual”.Intentaremos registrar entrelazamien-tos con teorías y prácticas de vinculari-dad, sostenidas con grupos, institucio-nes, familias, parejas y redes socialescomunitarias. Sábado 21 de octubre de 9 a 16 horas Actividad aranceladaAuditorio San Rafael - Ramallo 2606,Informes e inscripción: FedericoLacroze 2391, Capital. 4772-1854 (lunes a viernes 12 a 21hs)[email protected] www.cep-argentina.com

Enfermedad crónica: cuando el cuer-po no acompaña a la menteConversando de Salud Mental en ElBANCADEROEspacio propuesto para el intercambioy el debate 2º lunes de cada mes 20:30 hs. 09/10/06 A cargo de: AlejandroPrósperi - Lic. Patricia Pugliese“Enfermedad crónica: cuando el cuerpono acompaña a la mente”El Bancadero Asociación Mutual deAsistencia PsicológicaCarlos Gardel 3185 2º E C.A.B.A4865-0923 / 4862-0944 secretaria delunes a viernes de 16 a 20 [email protected]

Recursos Creativos para CoordinarGrupos En el Instituto de InvestigacionesGrupales que dirige Graciela Jasiner serealizará el Taller de RecursosCreativos a cargo del Equipo del IIG, elSábado 21 de Octubre de 11 a 13hs,en Guatemala 4334.(011) 4833-7808 [email protected]

Incidencias en el psicoanálisis de laobra de Michel FoucaultA.L.E.F. invita a la charla a cargo deMauro Vallejo, debatidores Dr. AlfredoEidelsztein y Dr. David Szyniak Lunes 9 de Octubre 21.00 hs. Entrada libre, inscripción previaTel/fax 4833-3395. [email protected] www.alefpsi.com

Becas en la Escuela de Terapia EscénicaEsta abierta la inscripción para elsegundo módulo 2006 de la Escuela deTerapia Escénica: "La Creatividad comocamino". Empieza en septiembre. No serequiere haber cursado los anteriores,ya que nuestra propuesta de formaciónes de cuatro módulos cuatrimestralesno correlativos. Se dictará en dossedes: Haedo Norte, los sábados de 10a 12 y Córdoba y Pueyrredón, los jue-ves, de 20 a 22 . Se otorgarán dosmedias becas a psicólogos o psiquia-tras de potencial creativo. Charla infor-mativa sin cargo y sin compromiso,con previa inscripción únicamente, al 4659-4007, 4443-8965 o a [email protected]

AGENDA

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Pensar. Existir.Durante estos años seguí estudiando a Marx y a Althusser, pero

desde otras perspectivas. Si con Lewkowicz había aprendido a pensarla enunciación de los textos marxianos y no a buscar la confirmaciónde sus enunciados, ahora comprendo que para dar cuenta de esa singu-laridad enunciativa sobre la que él insistía, es imprescindible someteresos mismos textos a un análisis lingüístico y discursivo. En relacióncon Althusser, me concentré en la producción de sus últimos diez años.Tiempo en el que Althusser adhirió a lo que él mismo denominó "mate-rialismo del encuentro" o "materialismo aleatorio", lo cual le permitióseguir pensando más allá del propio marxismo. Esta "corriente subte-rránea" que recorre la historia de la filosofía implica una nueva y pro-vocadora "posición" filosófica que, al incorporar el principio de lo"aleatorio", pone en tensión y obliga a repensar algunas de las conclu-siones althusserianas más clásicas. El "materialismo del encuentro",configurado a partir del clinamen de los átomos de Epicuro, se basa enla interpretación de una única proposición: hay, e interviene teórica-mente dando cuenta de cualquier encuentro aleatorio que haya tenidolugar; "levanta acta" del hecho consumado y piensa la contingencia desu necesidad como efecto de la necesidad de su contingencia. Algoocurre: encuentros. Y sólo una vez producido el encuentro ?nuncaantes? un mundo toma forma, se estructura un orden a partir de sus ele-mentos. El encuentro inaugura, a la vez, una determinada forma deseres, en una determinada forma de orden, con un determinado senti-do, pero la determinación sólo es producto de la estructura del encuen-tro de sus elementos y no de los elementos en sí mismos antes de talencuentro. El ser de los elementos es aleatorio, nunca necesario ya quesólo son en tanto posibilidad de ser a partir del encuentro y no antes.Por lo tanto, no habría ni origen, ni causa, ni razón, ni sentido, ni fin,ni sujeto que haga existir lo que hay. Y debido al fondo aleatorio sobreel que se sostienen, las leyes de un mundo pueden cambiar sin razóninteligible y a cada instante ya que la sorpresa adviene en un encuen-tro impredecible, haciendo posible el comienzo de otro nuevo mundo.La "filosofía del encuentro" permite pensar así el acontecimiento, lanovedad radical, la singularidad enunciativa que subvierte la serie deun estado de situación. Si en sus últimos textos Althusser había logra-do pensar más allá de sí mismo, las hipótesis de Lewkowicz sobre la"subjetividad en la fluidez" y el "pensamiento situacional" logranpotenciar su pensamiento tardío y conducirlo a donde ni siquiera elpropio Althusser podía prever. Nuevamente, lectura de lectura. Adonde el pensamiento quiera llevarnos. Ninguna identidad a resguardo.Sólo encuentros por habitar. Pensar. Existir.

Pienso estas notas como una suerte de registro de inventario quebusca "levantar acta" de un "encuentro" aleatorio y decisivo para mí.Mi encuentro con Ignacio Lewkowicz. Con quien todo empezó.

Una deriva de La historia sinobjeto: la noción de prácticadominanteMarcelo Campagno

En 1998, publicamos con Ignacio un libro llamado La historia sinobjeto. En tiempos de desvanecimiento de un objeto unificado de lahistoria, proponíamos allí otro tipo de herramientas y de estrategiasteóricas para pensar situaciones históricas. El libro tuvo sus derivas,fue leído en diversos ámbitos, de distintos modos, y por ello teníamosel plan de reeditarlo. La muerte de Ignacio trastocó ese plan, pero elproyecto se ha repuesto, y el libro se halla en vías de ser publicado nue-vamente.

Para la nueva edición, pretendíamos acompañar al texto original conalgunas consideraciones que dieran cuenta de esas derivas. Eso es loque se hará, y me gustaría detenerme aquí en una de ellas, relacionadacon el concepto de práctica dominante. Según el esquema conceptualque surgía de La historia sin objeto, una situación histórica resulta dela articulación de una serie de prácticas. Para que tal articulación seproduzca, se requiere que, del juego de fuerzas entre prácticas, emerjauna que se determine como dominante y ejerza su hegemonía sobre lasotras prácticas. El efecto hegemónico de la dominante sobre la situa-ción implica que la dominante impone el código, el lenguaje de lasituación: las prácticas subordinadas a la dominante se organizan así enlos términos de la lógica que instala la práctica dominante.

De acuerdo con lo que se planteaba en el libro, este esquema no pre-tendía ninguna validez universal. Surgía de la circulación de herra-mientas teóricas empleadas en el análisis de dos situaciones históricas:las relativas al surgimiento del Estado en el Antiguo Egipto y de laconstitución de la agogé en la Antigua Esparta. A partir de las conside-raciones sobre la práctica del parentesco como dominante en las comu-nidades aldeanas, sobre la práctica estatal como dominante en Egipto ysobre la práctica de la agogé como dominante en Esparta, se podía con-siderar un tipo de situaciones en las que existe una práctica que ejerceun control exhaustivo de la situación, que se alcanza por imposición desentido. En esas condiciones, el efecto de homogeneidad de la situa-ción se produce como resultado del proceso de compatibilización delas prácticas ejercido por la dominante, de modo tal que sólo aquelloque resulta compatible forma parte de la situación.

La utilidad de este esquema para pensar otras situaciones, según seafirmaba en La historia sin objeto, debería ser puesta a prueba en cadaocasión en que se intentara disponer de él. Así, por ejemplo, este usodel concepto de práctica dominante resultó eficaz para interpretar las

situaciones organizadas bajo la hegemonía de los modernos Estadosnacionales. En efecto, como ha sido destacado hasta el cansancio, entales situaciones, un mismo sentido recorría e integraba la multiplici-dad aparente de las prácticas familiares, escolares, militares, fabriles,sanitarias, penitenciarias. En los términos del esquema conceptual pro-cedente de La historia sin objeto, se trata de un tipo de situacionesorganizadas en torno de una práctica dominante específica, que seríalícito denominar práctica estatal-nacional. En su condición de domi-nante, la práctica estatal-nacional organiza la situación articulando ysubordinando –esto es, normalizando– esas prácticas.

Pero no había garantías de que el esquema resultara igualmente efi-caz en otros análisis. En este sentido, al abordar aquello que podemosdenominar situaciones de mercado neoliberal, se planteó un problemade consideración. Es que, en efecto, se trata de un tipo de situacionesradicalmente diversas respecto de las mencionadas hasta aquí. Allídonde, por ejemplo, las situaciones articuladas por la lógica estatal-nacional constituían el reino de la consistencia, las situaciones mercan-tiles aparecían como el reino de la contingencia. Allí donde las prime-ras eran el escenario de una dominante que prescribía sentidos fijospara cada práctica de la red, las segundas eran más bien el terreno dela volatilidad de unos sentidos transitoriamente detentados. En fin, allídonde las situaciones organizadas por la práctica estatal-nacional cons-tituían un mundo signado por la solidez, las situaciones mercantilesofrecían la imagen de un mundo signado por la fluidez. Y lo que a pri-mera vista se halla ausente es, precisamente, el conjunto de procedi-mientos de articulación simbólica, de cohesión, de normalización pro-pios de la práctica dominante. ¿Significa esto, entonces, que se trata desituaciones sin práctica dominante?

La clave se halla aquí en la determinación de los rasgos que caracte-rizan esta dinámica mercantil. Tal parece que –al ritmo vertiginoso eimprevisible de los flujos del capital financiero– las situaciones mer-cantiles se constituyen en un ámbito signado por la fluidez, en dondelas prácticas se conectan y desconectan a una gran velocidad, lo quepone de relieve el sesgo fuertemente contingente de las redes de prác-ticas que se configuran. Sin embargo, aun en semejantes condicionesde fluidez, es posible considerar la presencia de una regularidad: la queremite a ese mecanismo de conexión y desconexión de prácticas. Aquíse propone que ese mecanismo opera como la práctica dominante espe-cífica de este tipo de situaciones.

Por cierto, se trata aquí de un concepto de dominante sensiblementediferente de aquel que surgía de La historia sin objeto. Probablemente,los hábitos profesionales del historiador hacen que conectemos concierto automatismo el término dominante con la idea clásica de ladominación, de la imposición de unos grupos sociales sobre otros. Sinembargo, es posible suplementar ese sentido con otro, referente a laidea de condición más destacada de algo, como cuando se habla delrasgo dominante de un paisaje. Aparece aquí un sentido más próximopara caracterizar este tipo de dominante, que es condición sine qua nonpara la constitución de las situaciones mercantiles, aun cuando noimpone sentidos específicos a la red de prácticas que conecta ni preten-de normalizar las prácticas por la vía de la compatibilización, ni pre-tende aniquilarlas cuando, simplemente, las desconecta.

El primer sentido de la práctica dominante, el sentido de la domina-ción, se hace plenamente visible en las situaciones en las que la prácti-ca dominante opera como ordenador simbólico. Se trate del ordenparental y el estatal en Egipto, de la homoioia en Esparta o del ordena-miento propio de los Estados Nacionales, la práctica dominante asignasentido y trabaja en la sujeción de las prácticas a esos sentidos. Pero enlas situaciones de mercado, la práctica mercantil opera, antes que comoun ordenador simbólico, como un atractor de prácticas, que conecta ydesconecta sin un plan determinado. Ciertamente, parece comprender-se más claramente el carácter dominante de prácticas como la estatalen Egipto o la homoioia espartana: sin embargo, quizá tal cosa se debatambién a los hábitos profesionales, forjados en ámbitos instituciona-les cuya existencia venía determinada por una práctica dominante queoperaba en el sentido de la dominación. Las prácticas institucionales–tanto las más reproductivas como las más críticas– no parecen poderreconocer con comodidad la existencia de otras lógicas de organiza-ción situacional, ajenas a las de su propia experiencia. Y la lógica mer-cantil dominante, respecto de la estatal-nacional en las que tales prác-ticas institucionales se forjaron, constituye un tipo de operatoria radi-calmente divergente.

Se advierte, pues, que sólo es posible mantener el concepto de prác-tica dominante para analizar las situaciones de mercado neoliberal enla medida en que se somete tal concepto a una sensible reformulación.Dicho en otros términos, para que el concepto sea de alguna utilidad enel análisis de este tipo de situaciones, es preciso sustituir el sentido dedominación simbólicamente exhaustiva en un medio sólido, con el queemergió de los otros análisis, por un sentido de condición general deafectación en un medio fluido. En estas situaciones mercantiles neoli-berales, tan pronto como una práctica es susceptible de ser integrada ala red de prácticas, la dominante mercantil neoliberal la afecta, laconecta. Y tan pronto como resulta superflua para esa red, la dominan-te la desafecta. Si la metáfora de la solidez es la que conviene para lassituaciones con dominante a la manera estatal, en donde la imposiciónde sentido permanente es la norma, es la idea de la fluidez –un asuntoen el que Ignacio había profundizado en los últimos años– la que resul-ta útil para referir a las condiciones de mercado neoliberal, en dondelas redes de prácticas adquieren un carácter mucho más contingente,como efecto de las sucesivas reconfiguraciones que induce tal dinámi-ca de conexión y desconexión.

¿Qué queda, entonces, del esquema propuesto en La historia sinobjeto para el análisis del ámbito mercantil neoliberal? La posibilidadde reconocer allí la existencia de situaciones, entendidas en términos

Campo Grupal / 14 Las películas deben comenzar con un terremoto e ir creciendo en acción. Cecil B. DeMille

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Campo Grupal / 15 Una persona aburrida es alguien que, cuando preguntas cómo está, te cuenta. Bert Leston Taylor

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Escuela Psicoanalítica de Psicología SocialEscuela Psicoanalítica de PsicologíaSocial inscribe para Primer año de lacarrera de Psicología SocialPsicoanalítica intensivo y a Distanciahasta marzo, para iniciar entonces 2ºaño Presencial o [email protected] tel-fax 4433-4988

Fuerzas y afectos en PsicodramaSeminario - "La pontecia que genera elInstante Escénico: aperturas a múlti-ples sentidos."Comienza el 14 de octubre.Coordina Claudio Mestre(Psicodramatista - Coordinador de tra-bajo grupal - Operador social)4450-8447 [email protected]

Danza Soul TeatroEsta abierta la inscripción para lostallers de danza soul teatro y Trabajocorporal con la docente Lic.CarolinaPavlovsky.Comunicarse al 4778-0195 [email protected] Espacio Grupos Psicodrama yCreatividad. Dir. Gral. Eduardo Pavlovsky

V Jornada Anual - Práctica Clínica yde Investigación “La Clínica en la Emergencia”Sábado 21 de octubre de 2006 Sede: Hipólito Yrigoyen 3242 (aula 14) Coordinador: Lic. Horacio ManfrediActividad no aranceladaMás información: www.psi.uba.ar

Actividad Cientifica "Jugando cuentos"

Taller vivencial a cargo de Lic. BibianaReibaldiUn cuento es algo no terminado, quesiempre se está haciendo, no tieneprisa. Sigue y sigue gestándose ennuestro interior. Fecha: Sábado 7 de Octubre de 2006,de 10,30 a 12.30 horasAranceles: Socios y alumnos SAP: $ 5.-No socios - Amigos SAP: $ 10.-Actividad con inscripción previaInformes e Inscripción en Secretaría(lunes, miércoles y jueves de 17 a 21horas)Sociedad Argentina de Psicodrama Thames 620 (1414) Ciapital - [email protected] www.psicodramasap.com.ar

Psicología, cultura y salud Miercoles 18 Octubre - 19 a 20 hs.Prof. Ma. Martina Casullo Comprender, analizar y evaluar diver-sos procesos de socialización en rela-ción con diferentes sistemas de creen-cias. Conocer los principales aportesde la Psicología Cultural yTransculturalUniversidad de Palermo - Facultad deCiencias SocialesDepartamento de Psicología - Centrode Estudios PosgradoMario Bravo 1050, Planta BajaCiudad Autonoma de Buenos Aires

El perfeccionismo en los trastornosde ansiedad Octubre 26, jueves, 19:30 hs.Expositor: Lic. Laura CocciaInformes e inscrpicón: AsociaciónAyuda - Tratamiento y recuperación detrastornos de ansiedadMansilla 3624, Capital 4825-3838 / 4822-9966

Para publicar en Agenda, enviar gacetillas a [email protected]

de redes de prácticas, conectadas a partir de un principio general dearticulación. Por cierto, la índole de este principio varía sensiblementerespecto del concepto de práctica dominante enunciado en aquel libro.Se trata de una variación que puede ser interpretada en términos deganancia conceptual: la variante constituye otro concepto para el aná-lisis de otras situaciones, otro concepto para la caja de herramientas delhistoriador.

Una subjetivación docenteOsvaldo Bonano

Caben dos aclaraciones: I –Partes no muy discernibles de este texto son una suerte de glo-

sas disparadas por el texto de Pablo Hupert, Ignacio Lewkowicz,Andrés Pezzola, UM99: La Toma, Agotamiento y fundación de la uni-versidad pública, texto que sus autores prefirieron llamar “folleto” yque estimo iba a ser sometido por Nacho a revisión y reescritura parasu publicación como libro, dentro del plan que quedó interrumpidopor su muerte. Vale, empero, una precisión más bien teórica: las notasque aquí se presentan refieren a unos dispositivos de intervención -que acaso habiliten procesos de subjetivación- en una lógica no tri-butaria de las proposiciones de Badiou respecto del Acontecimiento;tampoco suponen ni bregan por la constitución de un sujeto políticocolectivo; se trata, antes bien, de la efectuación de unas prácticaspropias de uno de los modos del ejercicio de un oficio –en este casola docencia en Psicología- que apostó a transformar las condicionesen las que esa misma práctica había devenido imposible. Este pensarsobre las propias prácticas es lo que caracterizó y caracteriza aúnhoy al estilo de la relación con Nacho: co-pensarlas con él.

II –Es esta una versión fragmentaria de un trabajo mayor, en cursode elaboración, surgido de las experiencias que desde 2002 se vienenhaciendo en Psicoterapia II, materia del 5° año de la Carrera dePsicología de la Universidad de la Plata, en la que Raquel Bozzolo esdesde entonces Profesora Adjunta Ordinaria a cargo y el autor es JTPOrdinario desde 2004. Las tesis que se presentan en este texto surgende la experiencia del autor al frente de una de las comisiones de tra-bajos prácticos en 2005 y no pretenden sintetizar ni representar alconjunto de la experiencia.

(…) Respecto del docente la actitud más generalizada es desconfia-da, reticente; no lo instalan como referente ni esperan su saber; másbien lo desestiman o lo ignoran en todo lo que no sea un interés dura-mente utilitario: el docente es un “aparato que pone notas”. Este enun-ciado desolador, que algunos de nuestros Auxiliares Docentes regis-traron como una de las condiciones de su padecimiento y acaso desub-jetivación, se situó en punto de partida de las operaciones de la cáte-dra en tanto dispositivo de intervención sobre tales condiciones.

Es insistente la discusión acerca de cuánto de Estado-Nación aúnsubsiste, qué son y como operan los “islotes”. En nuestro caso: quéaspectos de lo instituido universitario perduran con un mínimo depotencia efectiva, es decir de capacidad de ordenar efectivamente lasprácticas que los actores efectúan y los significados que constituyen yen los que se amparan

Por cierto que siguen subsistiendo las comisiones de TrabajosPrácticos, el pasaje por la Bibliografía indicada por la cátedra, las eva-luaciones parciales, los exámenes finales y las clases o exposicionesteóricas y ciertas funciones docentes convencionales, pero para cadauno de estos “islotes” hay recorridos, y en especial modos de uso quetal vez no los hagan ya ser otra cosa, pero tampoco son lo que eran.Los intentos de basar una operatoria en la representación que se tienede esos procedimientos u operaciones típicos de una Universidad“normal” será castigado por un brutal desacople entre esas represen-taciones y la realidad efectiva de esas prácticas o modos de uso. Solola operatoria efectiva de un dispositivo pertinente y la práctica porparte del equipo de cátedra de posiciones subjetivas ya alteradas, pro-ducen la “revelación” de la realidad efectiva de ciertos islotes univer-sitarios tradicionales.

Los modos como los “docentes” pensaban, o más precisamenterepresentaban a los “alumnos -respecto del par opositivo “alum-nos/docentes”- revelaron si la posición subjetiva de los docentes ope-raba o no desde la propia alteración.

La llamada por nosotros durante cierto tiempo “subjetividad alum-no”, objeto de diatribas y fuente de desconfirmación de cualquieridentidad que quisiéramos asumir, no es un real preexistente, sino pro-ducto de la eficacia de las operaciones del dispositivo ComunidadClínica. Solo luego de introducir la operación de interpelar a losalumnos como futuros psicólogos se produjo la figura del estudianteque estudia… solo para recibirse más rápido, y su puesta en regla con-ceptual como modulación singular de la constitución de la subjetivi-dad consumidora.

Hemos dado en llamar a un cierto tipo subjetivo: subjetividad ges-tionaria; de eso se trata: leer en cierta semana ciertos textos para apro-bar un parcial, “estudiar” mecánica y utilitariamente las palabras queel docente quiere oír; tratar de lograr más turnos de exámenes, menoscorrelatividades, más plazos (turnos) para regularizar la condición detal o cual materia, solicitar postergación de la fecha de un parcial deuna materia para poder cumplir con las exigencias de otra, estas sonlas constantes gestiones que ocupan la vida del estudiante y que satu-ran su interés y sus afanes. Muchas veces nuestras reuniones docenteshan terminado colonizadas por estas cuestiones que nos desquician yatacan nuestro pensamiento. Cursar y aprobar es un trámite, una ges-tión para la que hay que estar entrenado, ¡y vaya si lo están! Caída ya

la institución del saber, extenuado el “contrato pedagógico”, lo quequeda es esta gestión, cuyo sentido no es otro que el vértigo de unamarcha lo más rápida posible hacia el título.

Se éstas son las condiciones de partida y sus rasgos constituyentes,nuestro dispositivo propone una condición clave: convocarlos a co-pensar clínicamente las expresiones inmanentes de la ruina de la sub-jetividad universitaria heredada y los problemas que ella presenta, asícomo la potencia de unos modos de estar y hacer, diversos y hetero-géneos a la subjetividad heredada.

Una queja marcó durante cierto tiempo la impotencia docente: “losalumnos no leen”. El despliegue de las operaciones propias del dispo-sitivo implementado mostró la futilidad de ese lamento, que, ademásde ser pronunciado desde la queja, lo era desde una suposición, que lascondiciones alteradas lo mutaban en un abuso de suposición. No escierto que los alumnos no lean; sí lo es que lo hacen de acuerdo a unaescansión temporal de precisión quirúrgica, según la cual destinan talsemana a leer para el parcial de tal o cual materia, y leen para apro-bar; en general no lo hacen para aprender ni para saber, y muchomenos lo hacen de acuerdo a las demandas que los docentes les diri-gen ni a las instrucciones que reciben. A tal modo de uso no hay conqué darle, por una razón bien sencilla: es el modo que permite lasupervivencia, lo cual es decir mucho en las actuales condiciones decontingencia y superfluidad.

En los haceres de este tipo subjetivo no leen (ya) para saber, nisiquiera para aprender; leen en una suerte de hábito “domesticado,pero sin consentimiento subjetivo, para entregar en un examen parciallo que suponen (o francamente saben) que el docente está esperandoescuchar. Este modo de uso descalabra todo hábito docente más omenos establecido de suponer o confiar que los alumnos hayan leídola bibliografía indicada para el despliegue de las operaciones espera-bles en un práctico de una carrera de Humanidades o CienciasSociales, que a su vez sostenía la posición subjetiva convencional deldocente.

La configuración orgánica del Estado Nación se correspondía con laconstitución también orgánica de los saberes, que se conforman encorpus de lecturas según la asignatura y el programa definido por eldocente. De este modo, bajo esa lógica son ‘alumnos’ aquellos queincorporan saberes bajo prácticas de lectura razonada de textos. No esesto lo que hacen nuestros alumnos, sino que usan el corpus textualcomo información, cuya configuración les es impresa por modos uti-litarios; si el saber se incorporaba como estructura, a la información sela hace fluir por la mayor cantidad de “terminales”: despojos de sabe-res que se presentan en la “terminal” del parcial o final de tal o cualmateria, bajo la forma de repetición ecolálica de esos retazos. Pareceque el manejo de los textos ya no se da en términos de relación conlos saberes, sino de manejo de la información; mientras tanto, la posi-ción docente “normal” sigue esperando-suponiendo prácticas delsaber, lo cual hace explotar un desacople radical entre aquellas prácti-cas y estas suposiciones.

Desde las precisiones implementadas en 2005 se dejó expresamen-te aclarado que la relación con los textos era cuestión de ellos y queno asumiríamos ninguna función de control o imposición ‘docente’ alrespecto. El primer parcial pasó a ser un trabajo de elaboración, conindicaciones de plasmar un análisis clínico de lo sucedido en laJornada de Multiplicación Dramática y el acontecer semanal de laComisión. De este modo, lo aportado por los textos pasa a engrosar unflujo permanente de materiales. El eje y definición pertinente de latarea es co-pensar clínicamente materiales, en este caso el materialaportado por la propia comisión en su marcha semanal en la senda queel dispositivo le impulsa, con las herramientas conceptuales aportadaspor textos pero no solamente por ellos

Esta estrategia logró interrumpir la lógica del “pequeño teórico” enlos trabajos prácticos, y, como se dijo pasó por impulsar flujos: de cró-nicas, de textos literarios, traídos tanto por el docente como por losalumnos, interpretaciones, señalamientos y puntuaciones que en lainmanencia de la situación clínica despliegan fragmentos ad-hoc dehebras conceptuales. Estas intervenciones -que no siempre fueronhechas por el docente- son relanzadas, intensificadas y amplificadascuando son leídas, cosa que sucede cuando en la reunión posterior serepasa la crónica de la semana anterior, y vuelve a suceder cuando losalumnos en la elaboración de ambos parciales, necesariamente debentrabajar el conjunto de ese corpus, que se diferencia marcadamentedel corpus exclusivamente textual de autores consagrados, propio delas operaciones tradicionales.

Entre los muchos que enganchan en la propuesta, a partir de lasafectaciones que conmovieron y acaso alteraron su posición subjetiva,hay también muchos respecto de los que resta establecer si también setocó este punto subjetivo central. Se puede postular –y aquí el pensa-miento vacila- que la experiencia muestra como improbable que hayaverdadero efecto de capacitación sin un mínimo de devenir o altera-ción subjetiva, precisamente en el punto de composición activa de unamáquina acoplada de pensamiento (clínico) en la que se haya disueltola bi-partición inicial alumnos/docentes y constituido situacionalmen-te la pertinencia en las intervenciones de los co-pensores.

Rescatamos la potencia de un operador clave: la propuesta de reci-procidad, aún dentro de los márgenes de cierta asimetría. Reciéncuando los alumnos interrumpen la objetalización del docente (“apa-rato de poner notas”), pueden concebir y poner en acto el sostén recí-proco al emplazarlo en la condición de co-pensor. Debe operarsesobre una condición para que esto pueda producirse: que el “docente”-desde el punto de vista de su posición subjetiva- ya se vaya destitu-yendo –en ese proceso recíproco- en tanto tal y se proponga y funcio-ne efectivamente como co-pensor, reclamando y ayudando a producirla reciprocidad de esta posición.

AGENDA

Page 16: María Emilia López - Escuela de Psicología Social de ...psicosocial.edu.uy/bahia/83.pdfmiento de un grupo de amigos, colegas y compañeros dispuestos a revisar en qué andan, en

LennaLuis Gruss

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1/ Conocí a Lenna por error. Era o debe seguir siendo la jovende lentes oscuros que hace tres años fue mi traductora enHelsinki y otras ciudades del país. Ella no es rubia ni tetonacomo sus compatriotas. Lenna era o es delgada y fría. Sonríeapenas y lo hace como un deber de conciencia. Yo había viaja-do a Finlandia en mi asumida condición de geógrafo; necesita-ba tomar datos para escribir un libro sobre países de climasextremos. En la oficina donde debía aparecer una tal Dana sepresentó Lenna. El cambio inicialmente me fastidió. Pero notuve a quién quejarme. Con el tiempo Lenna se convirtió en micasa, mi perro, mi niñez. En el norte habíamos pasado más decincuentas día sin ver el sol, circunstancia que aproveché cuan-tas veces pude para desabotonarla por completo y quitarle supesada falda en las interminables veladas del hotel: nada mejorpuede hacerse en una noche del círculo polar que dura dosmeses y con una amplitud térmica que no baja de los ochentagrados. Con Lenna habíamos planeado conocer la región de losmil lagos. Pero al final terminábamos desnudos en la sauna otomando cerveza en los bares de Turku, jugando a las cartas yriéndonos de un probable casamiento en Buenos Aires o en losllanos de Ostrobotnia. Fue en una aldea de esa zona, creo, cuan-do una tarde sonó el celular que Lenna guarda o guardaba en sucartera de piel de reno; se levantó demudada del sillón de plu-mas, se despidió con un gesto que hoy me animaría a calificarde sobreactuado y desapareció de mi vida para siempre.

2/ Vuelvo ahora a la menuda figura de Lenna derivando porel bosque. La veo parada como antes al pie de un monte cubier-to de hojas tiernas que al quebrarse exudan una leche densa ypegajosa. Lenna soltándose el pelo para volver a sujetarlo consincera indiferencia. El aire inquieto acechando, la intemperieantes del viaje, sus piernas blancas, la corteza de los abedulesllena de arrugas leves e indefensas. El sonido de un alambregolpeaba el mástil, un santuario en los troncos recién derriba-dos, la sombría amenaza del hacha, los cazadores furtivos y entensión. Nuestros cuerpos tendidos en un claro del bosque seretorcían junto al espectro de los tiempos. Astillas quebradas alcaer, un vendaval de flores amarillas y el viento liviano y extra-ñamente dulce. La caminata se iluminaba aún más tras la caída.Tal vez hubiera una cima luego del recodo, un collar con lascuentas desparramadas, el aullido de un lobo herido de muerte.Y todo se resolvió camino a la tundra, jugando con la sombra yacercándonos al lago erizado por el viento; cerca de ahí descu-brimos ardillas en los huecos y hasta una forma de oso agitadaen la espesura. Traté de robar una fruta roja en un jardín priva-do pero Lenna me rogó que no lo hiciera. Y la vi luego alejarse(luz de Finlandia/lirio del campo) como un grajo bajo el cielo apunto de romperse.

3/ Antes de conocerla tenía un sentido diferente del placer.Hoy sigo fiel al cordero de dos cabezas. Renuncié a la autopis-ta y tomé el camino de cintura. Para mí ya no hay ruta sino sen-deros tortuosos, llenos de tosca y pozos negros. La amenaza esconstante y el riesgo evidente. Algunos piensan que estoy locoy debo estarlo. Todavía pego fotos de Lenna en las ciudades. Enel extremo superior de los carteles se lee la palabra BUSCADA.

4/ Perdido el hilo todo es laberinto.

El competidorMarcelo Miceli

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Los deportistas trasladan su impronta victoriosa hacia cual-quier actividad que desarrollen. Los anima la fecundidad de tes-tosteronas que provoca el espíritu competitivo. Son botellas degaseosa tibia sacudiéndose en un camión de reparto.

En la casa de mis padres hay una vitrina donde copas y meda-llas no se distinguen sino por acumulación. Papá repasa susconquistas y la de mis hermanos cada domingo al atardecer, enun momento de soledad que bien podría acompañar con pipa.Es un mueble poco pretencioso y se asemeja al que los clubesadecuan en el pasillo hacia el buffet. La mayoría de los trofeoscorresponden a los alcanzados en torneos de tenis, aunque tam-

bién los hay de golf, fútbol y natación. Los de canasta son demamá y míos no hay ninguno.

Decidí abandonar cualquier práctica deportiva a los catorceaños, cuando una pelota de tenis me pegó en el estómago. Perono fue el golpe sino la reacción de papá, mi compañero dedobles, que en lugar de tomárselo a risa empezó con su bravatade técnico sabelotodo. El siguiente me dio en la cabeza y el últi-mo en la boca. Papá pidió disculpas porque su verdadero hijojugador no pudo venir, y suspendió el partido.

Contado así parece un episodio traumático, aunque la exage-ración en algunos detalles corre por mi cuenta. No estoy segu-ro de que papá haya dicho eso y tampoco recuerdo con exacti-tud si el pelotazo en la boca fue en ese u otro partido. Pero sí séque desde entonces tengo aversión por competir en cualquiercosa y cada vez que me siento inseguro veo cómo una pelota detenis viene hacia mí.

En la última semana se sumaron dos hechos que desmienten

todo lo anterior. Contados así, en el orden que están contados, ycon la selección de escenas que estoy haciendo, todo da pie parahistorias con moraleja a las que soy propenso, estilo “no sepuede evadir la propia naturaleza”.

Sabiendo de mi afinidad por la natación, un amigo me invitóa participar de una competencia interclubes que organizaba suescuela. Se hacía un domingo a la mañana en un barrio tranqui-lo del oeste. Existían dos posibilidades de inscripción: novatoso master. Me explicó que los novatos representaban esa partedel deporte, la de jugar por jugar, que solo vi en películas. Poreso no habría vencedores. Por eso los nadadores tendrían todoel tiempo del mundo para recorrer la cantidad de piletas asigna-das a cada estilo.

Me inscribí en croll, que ellos llaman libre.Caminé al cuarto andarivel cuando oí mi nombre. A mi dere-

cha había un anciano en buen estado físico, aunque con el shortpor encima del ombligo. A mi izquierda, junto al número tresdel piloncito, un chico de similar edad y contextura. Tambiénhabía dos participantes más en los extremos.

Tras el silbato me tiré al agua con inéditas ansias victoriosas.Desesperado por llevar la delantera olvidé las técnicas de respi-ración a la quinta brazada. Tragué agua y se me acalambraronlas piernas. Fui un desecho a la mitad del recorrido. Las antipa-

rras se salieron y los ojos se enturbiaron. No sé en qué momen-to, pero ahí fue que pensé de la relación entre falta de vista yfalta de aire. Encima el short se fue aflojando.

Los últimos cincuenta metros (eran cien en total) se me hicie-ron eternos. Pero llegué a la meta.

Ultimo. El medallón entregado por la Escuela de Natación “Al agua

pato” tiene como emblema a un pato con lentes y visera, ama-rillo, con un salvavidas rojo que camina sonriendo como puedecaminar un pato rumbo al agua. Abajo dice que “Yo participé”.

Saqué las copas de champagne del modular y ahí lo puse. Losdomingos después de comer lo miro mientras fumo pipa. Unacostumbre que empecé hace poco.

Parte de quéFernando Vico

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Si yo fuera un buen escritor, este texto debería finalizar con lafrase “el desvío es parte del camino”. Para eso tendría queinventar o rememorar (da lo mismo) una historia conmovedorarelacionada con un personaje valiente, supongamos, un inmi-grante italiano que llega a la Argentina a comienzos del siglo(del siglo pasado, obvio) y se hace anarquista y pelea en huel-gas durísimas y tiene dos hijos a los que apenas puede alimen-tar. Emocionante, claro. Pero como soy cualquier cosa menosun buen escritor voy a terminar hablando de trivialidades parallenar el espacio de esta columnita. Por ejemplo, las viejas quecaminan debajo de techitos con sus paraguas enormes durantelas tardes de lluvia. Me pregunto para qué necesitan ir debajo delos toldos si tienen paraguas. ¿Serán parte del desvío?Otra cosa de la que me gustaría hablar (aunque en realidad estoy

escribiendo y no hablando) es de aquellos que se van al exteriorseis meses y vuelven al país y simulan haber olvidado los girosidiomáticos del porteño. Entonces dicen “cogeme a la salida delmetro” o “platiquemos en el bus”. En fin. ¿El lenguaje es partedel camino de la vida? Si yo fuera un buen escritor (y a esta altura del partido ya sabe-mos que no lo soy) debería buscar una frase que le dé sentidoy unidad a este texto. Una iluminación, una sinécdoque (¿qué?)o algo que le permita al lector decir “mirá vos” y luego haga ungestito con las cejas antes de continuar leyendo los otros textosde mis compañeros. Pero como no tengo ningún elemento aglu-tinador, me voy a quejar de la mala utilización de los contesta-dores automáticos. Usted está comunicado con el centro de asis-tencia al suicida. Si tiene un arma en la mano marque el uno. Siacaba de tomarse cincuenta pastillas presione el dos. Si en ver-dad no es un suicida y solo está tratando de asustarnos, porfavor cuelgue y vuelva a llamar en unos minutos. Desvíos parauna comunicación eficiente, diría mi amigo el gerente de recur-sos humanos. Al final, entre todas las tonteras que puse, ya nosé si el desvío es parte del camino o es otra cosa. Si fuera unbuen escritor, pensaría en una frase canchera. Pero no puedo.Confieso que me perdí. Por eso tengo una última pregunta.¿Perderse es parte del camino o parte del desvío?

Campo Grupal / 16 Una palabra rara es en una página como un adoquín levantado en una calle. Wenceslao Fernández Florez

EL DESVÍOVivir es desviarse. Lo dijo Kafka y de inmediato aclaró que nos desviamos a tal punto que ya no

sabemos de qué nos alejamos. El pez plátano se corrió una vez del camino correcto yentró a una cueva por una delgada grieta. Comió sin

parar 78 bananas y tanto engordó que ya no pudo salirde esa trampa mortal. ¿Hizo mal? ¿Hizo bien? Para

responder habría que desviarse para siempre de la jaulamoral, ideológica o estética. Eso hacen los autores

en esta página desviada.