DESDE SAN BERNARDO

MARCAS

Durante este fin de semana en la ciudad de Santiago se realiza la Expo- Tatto que reúne alrededor de 120 exponentes nacionales e internacionales, donde el tatuaje es el protagonista. Seguramente habrá de todos los tipos: pequeñas mariposas en las espaldas como también personas que logran que todo su cuerpo sea un tatuaje.

Al iniciar una clase hace un par de días atrás pregunté a los estudiantes si alguno de los presentes tenía un tatuaje. De un grupo de 25 alumnos dos de ellas comenzaron a contarnos lo que querían decir por medio de esa imagen que perpetuamente quedaría en ellas. Nos dijeron que: por una parte era la afirmación de un recuerdo importante que marcó sus vidas, como también la consolidación en un espacio físico de una verdad que les hacía sentido y por la cual querían mantener en su cuerpo.

Es que las marcas son indelebles. No se borran fácilmente, aunque hayan venido de afuera, se reafirman personalmente y de algún modo manifiestan la prioridad de las verdades y acontecimientos que marcan la vida de cada ser humano.

Así es como me pongo a pensar qué tipos de marcas optamos los seres humanos para tatuarlas como parte esencial de nuestra vida. Una marca no puede ser de algo que esté asociado a la incertidumbre sino más bien a las verdades que he descubierto. En ese preciso momento surge el tatuaje: una flor diente de león donde cada pétalo que cae son las personas que siempre sentiré que son importantes, o una oruga convirtiéndose en mariposa que será la convicción de ir siempre mutando con la intención de ser mejor persona.

Es cierto entonces que las marcas nacen de una decisión, donde cada persona opta por qué diseño quiere posar en su cuerpo. Pero hay otras marcas que vienen no más, que se posan en alguna parte del cuerpo, y se quedan allí para siempre, anidando en el corazón hasta que podamos verla y transformarla en tatuajes. Son marcas que asoman como sorpresa, como la ocurrida en Valparaíso en el voraz incendio ocurrido hace un par de semanas atrás. Hay varios que caminan hoy por ese bello puerto, que no tienen tatuaje visible, pero si en lo más profundo del corazón se encuentra, que para verlo hay que conversarlos. Todos ellos quedaron marcados, no sabemos de qué tamaño es la marca, sólo sabemos que al escucharlos asoma una historia de dolor y de esperanza para sus vidas.

Hacerse un tatuaje entonces es afirmar o consolidar las propuestas más esenciales que solidifiquen nuestra vida. Abogo por que haya más tatuajes en medio nuestro, para que cuando caminemos por la calle reconozcamos no sólo opiniones sino convicciones que alientan la vida, recogiendo la historia que anima a la plenitud.

Buen panorama querido lector: tatuar convicciones…

ARRE