Marcela P. Ferrari _La Lucha Por El Espacio_El Peronismo Entre Los Mariscales de La Derrota y Los Albores de La Renovación

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Política Argentina

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    La lucha por el espacio. El peronismo entre los mariscales de la derrota y los albores de la renovacin

    Marcela P. Ferrari

    El retorno democrtico de 1983 hizo necesaria la (re)construccin de una clase

    poltica 1. La mayora de los dirigentes provena del perodo previo a los aos de

    plomo. De hecho, pese a la pesada herencia de represin y desmovilizacin de los

    cuadros polticos que acarre la dictadura militar, al menos desde 1981 algunos

    miembros de los partidos ms tradicionales como el radicalismo y el peronismo, del

    Partido Intransigente y la Democracia Cristiana haban dado a luz una Multipartidaria

    que tmidamente sala al cruce del gobierno del Gral. Viola, evitando de ese modo que

    el rgimen dictatorial quedara como el nico responsable de la apertura poltica a la vez

    que contena posibles desbordes de sectores polticos ms radicalizados (Portantiero,

    1987). Pero con posterioridad a la derrota de Malvinas, una vez que la dictadura colaps

    y dio comienzo el proceso de transicin hacia la democracia, la civilidad polticamente

    organizada enfrentaba el desafo de improvisar una dirigencia que fuera capaz de

    hacerse cargo del gobierno. La tarea no era fcil y result en la organizacin de elencos

    nutridos por viejos representantes de los partidos, por militantes de los partidos armados

    y sus organizaciones de superficie, por individuos que tuvieron vinculacin con los

    militares del Proceso y hasta por recin llegados (Romero, 2003: 279-281).

    Este complejo y heterogneo conjunto comparta algunas caractersticas, no obstante

    sus diferentes adscripciones partidarias. Todos sus miembros se haban formado en la

    cultura poltica autoritaria del siglo XX, nutrida de denegacin de legitimidad del

    adversario. Los dirigentes de los partidos polticos mayoritarios, radicalismo y

    peronismo, compartan una concepcin de origen: la representacin del todo social.

    Sumaban adems las rmoras de las experiencias militares que la ltima dictadura haba

    llevado al extremo. Adems, esa clase poltica nacida de un sistema poltico inestable y

    autoritario, no estaba habituada al control institucional propio de los poderes

    republicanos de gobierno que iban a ejercer, ni a debatir opciones o alternativas (Ibid).

    1 La nocin de clase poltica es utilizada en este artculo en sentido amplio como sinnimo de elencos polticos dirigentes. Es cierto que el concepto de clase puede inducir a un equvoco en tanto no permite expresar la separacin entre quienes ocupan puestos de gobierno y quienes detentan la propiedad de los medios de produccin. Cf. R. Aron, 1965.

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    Qu caractersticas de las enunciadas asumieron los dirigentes peronistas de la

    provincia de Buenos Aires? La respuesta es compleja. Los trabajos previos que

    abordan directa o indirectamente el proceso han dado prioridad a la emergencia de

    renovacin peronista frente al aparato oficial partidario (De Ipola, 1987; Altamirano,

    2004). Durante el perodo que se inici en 1983 luego de la derrota electoral y

    concluy con la asuncin de Antonio Cafiero a la gobernacin provincial y la

    presidencia del partido, se produjo el desplazamiento de los mariscales de la derrota

    que en la provincia de Buenos Aires estaban enquistados en la conduccin y cuyo

    principal representante era Herminio Iglesias. En esos trabajos la figura de Cafiero

    aparece como la del artfice de la renovacin: contaba con credenciales histricas,

    capacidad de movilizacin y una formacin intelectual que le permitieron articular un

    discurso que avalaba la necesidad la lucha por la idea, de definir el sentido de la

    renovacin en trminos ideolgicos y () unificar el movimiento renovador en torno

    de esa definicin (Altamirano: 60) que persegua un doble objetivo: renovar la

    dirigencia partidaria y cooptar el voto del electorado de clase media independiente

    que se haba volcado hacia el alfonsinismo (Aboy Carls, 2001, 2004).

    Esos estudios pioneros resultan muy estimulantes para pensar el fenmeno

    peronista y avanzar en la discusin de algunos supuestos que sern profundizados en

    instancias posteriores. En este artculo se sostiene que identificar a Antonio Cafiero

    como figura emblemtica de la renovacin es explicar el proceso desde el punto de

    llegada. Este dirigente histrico, procedente del principal distrito electoral del pas, la

    provincia de Buenos Aires, con fuerte presencia en la Capital Federal y en el orden

    nacional, fue quien mejor capitaliz un fenmeno que lo exceda, del cual particip y

    del que se apropi sistematizando un discurso que pareca tanto ms de su propia

    elaboracin cuanto que los medios de comunicacin de alcance nacional le daban

    espacio. Pero, si bien fue quien mejor desarroll una explicacin de la Renovacin,

    recogi las transformaciones propuestas por la mayora de la dirigencia peronista del

    perodo. La renovacin slo puede ser comprendida como un proceso nacional en el

    contexto de la crisis peronista de la cual emergi y que llev a las distintas ramas del

    movimiento en cada uno de los distritos a plantearse qu tena que hacer el peronismo

    para recuperar el rol protagnico en la conduccin de los destinos del pas.

    El perodo que se pone en observacin (1983-1985) est signado por cuestiones

    novedosas para el peronismo: desaparecido el lder y habiendo atravesado el

    desgobierno de Isabel Pern, el bao de sangre previo al 76 y la represin de la

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    dictadura que castig principalmente a la juventud ms activa del movimiento y al

    sector obrero en 1983 por primera vez sufra una derrota electoral en elecciones sin

    proscripciones. Otras de las particularidades del peronismo post 83 era que su

    columna vertebral, la rama sindical algunos de cuyos lderes haban mantenido

    contactos estrechos con los militares durante el proceso- estaba afectada por

    cuestiones estructurales, la principal de las cuales fue la quiebra del sistema

    productivo industrial que haba expulsado a numerosos trabajadores, debilitando las

    bases del movimiento justicialista. Sumado a ello, menos obreros se sindicalizaban

    (Levitzky, 2005). Ello no obst, y tal vez impuls, la energa con que los cuadros

    sindicales ms fuertes hicieron sentir su peso dentro del movimiento. Lorenzo Miguel,

    lder de las 62 Organizaciones y vice-presidente 1 del consejo nacional partidario (R.

    Gutirrez 1998), contaba con especial gravitacin dentro del peronismo y la rama

    sindical an era, pese a todo, la ms fuerte dentro del partido. La rama juvenil haba

    desaparecido y slo pacientemente se iba reconstituyendo sin recuperar nunca el rol

    de la Jotap en los 70.

    En este contexto resulta interesante analizar el comportamiento de los actores del

    espectro peronista en crisis, colocando el punto de mira en los dirigentes de la

    provincia de Buenos Aires, entre la derrota del 30 de octubre y las elecciones de

    renovacin legislativa de 1985. En trminos de cantidad de electores la provincia era

    y sigue siendo- el principal distrito de la Repblica; all tena el peronismo la mayor

    cantidad de afiliados; en ella fincaron sus redes de poder algunas de las principales

    figuras de la ortodoxia y de la renovacin partidarias. Pero no podra explicarse lo que

    ocurre en la provincia sin tener en cuenta la fuerte imbricacin de sus dirigentes con

    los del resto del peronismo del pas -fundamentalmente, de la Capital Federal. El

    peronismo es un partido que en todo el pas se encontraba atravesado, con sus

    particularidades, por los mismos problemas. Es posible entonces hablar de un

    peronismo bonaerense? Aqu se prefiere hablar de los avatares del peronismo en la

    provincia de Buenos Aires que con su gravitacin, sus caractersticas y los rumbos

    que sealaba su dirigencia slo pueden comprenderse en el contexto del movimiento

    nacional en el que estaba integrado.

    El seguimiento se ha realizado preferentemente a partir de la consulta de El

    Periodista, una publicacin semanal de centro izquierda, dirigida por Andrs Cascioli

    y que hizo su aparicin en enero de 1984, al calor de la efervescencia democrtica. La

    eleccin no es casual. Se fundamenta en el hecho de que el pblico lector al que

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    apuntaba la revista era nutrido por esa misma clase media independiente e ilustrada-

    que presumiblemente haba engrosado las filas del radicalismo y a cuya cooptacin

    apuntaba el peronismo renovador. La llegada a un pblico amplio y la riqueza de este

    medio en la produccin de representaciones y autorrepresentaciones del peronismo

    motiv que su exploracin fuera estimada como ms relevante que la de

    publicaciones partidarias pues permite observar cmo se brindaba a la sociedad una

    imagen del cambio del peronismo, evaluando los alcances y lmites de la

    transformacin.

    La dirigencia peronista de la provincia de Buenos Aires: ortodoxos y

    renovadores

    Qu hacer con el peronismo? La pregunta que durante los aos sucesivos al

    derrocamiento de Pern en 1955 haba desvelado al espectro antiperonista luego de

    octubre de 1983 vino a quitar el sueo a los dirigentes justicialistas. No era para

    menos. La derrota electoral fue el corolario de una crisis profunda y de larga data,

    pese a que tambin fue inesperada para un peronismo que hasta entonces haba

    resultado victorioso en elecciones competitivas. En la provincia de Buenos Aires, el

    bastin partidario, la frmula de candidatos a gobernador y vice-gobernador,

    Herminio Iglesias-Jos Carmelo Amerise, recibi 210.000 adhesiones menos que la

    encabezada por el binomio Lder-Bittel para presidente y vicepresidente de la

    Repblica. Esa cifra representaba ms del 75 % de las diferencias de votos peronistas

    entre el nivel presidencial y el provincial en todo el pas (Maronese y otros: 1985, 51).

    La sorpresa fue seguida por el reparto de responsabilidades, cuando no de culpas. Y

    estall la crisis interna del partido justicialista (PJ). Superado el estupor, la evidencia

    oblig a los elencos dirigentes a repensar el fracaso y, ms ampliamente, el partido y

    el movimiento.

    Independientemente de la voluntad de numerosos dirigentes con afn renovador y,

    fundamentalmente, de las bases, el aparato peronista segua en manos de los mariscales

    de la derrota, entre ellos Lorenzo Miguel, Isabel Pern (la lejana presidenta del

    movimiento) y Herminio Iglesias. En Capital Federal se llevaban a cabo conversaciones

    entre el FUP (luderista), el bloque poltico sindical de las 62 organizaciones, Cabildo

    Abierto, Convocatoria, Liberacin, Intransigencia y Movilizacin y las unidades bsicas

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    que respondan al gremialista tabacalero Roberto Dign para realizar en diciembre un

    congreso unificador en el que se podran tratar reformas a la carta orgnica.

    Qu pasaba en la provincia de Buenos Aires? El espectro peronista era amplio y los

    vnculos entre sus distintos componentes fueron inestables. Antes de las elecciones de

    1983 se distinguan cinco grupos: la corporacin de rgida estructura que apoyaba a

    Herminio Iglesias; los representantes de la alianza Robledo-Mattera; Gestin y Enlace,

    ex Guardia de Hierro; el verticalismo independiente cuyas adhesiones abarcaban desde

    Jos Carmelo Amerise hasta la fuerza del norte de Buenos Aires que responda al ex

    gobernador Calabr; y el conjunto - qumicamente puro segn el diario La Nacin-

    conformado por los luderistas, el MUSO (Movimiento de Unidad, Solidaridad y

    Organizacin) de Antonio Cafiero y la izquierda del movimiento cuyo candidato

    provincial era Andrs Framini2.

    Poco a poco se fueron alineando en dos tendencias, an antes de las elecciones de

    octubre de aquel ao, y en torno a sendas figuras. La ortodoxia peronista se encolumn

    tras el caudillo de Avellaneda, Herminio Iglesias, candidato a gobernador en las

    elecciones del 30 de octubre de 1983. Recibi el apoyo de Lorenzo Miguel aunque,

    como se ha sostenido, la relacin entre ambos era de mutua colaboracin y recelo

    debido a que Iglesias tena sus reparos ante el avance sindical en las candidaturas para

    ocupar cargos partidarios o de gobierno y Miguel entenda que Iglesias no slo era

    riesgoso porque quera reemplazar al sindicalismo en el partido sino tambin porque

    desincentivaba el apoyo electoral no peronista (Ollier). No obstante los recelos, la red

    de poder sindical fue fundamental a la hora de lograr afiliaciones peronistas (Novaro:

    2006, p. 149) favorables a Herminio Iglesias. Gan las elecciones internas de la

    provincia el 14 de agosto al frente de la lista Azul y con el apoyo de otras tres listas,

    Iglesias consolid una posicin que no estuvo dispuesto a ceder.

    Segn sugieren algunas interpretaciones, su candidatura a gobernador fue fruto del

    sistema de elecciones internas indirectas, viciadas en el origen. Fue votada por un

    congreso partidario provincial cuyos miembros haban sido elegidos, como estableca la

    carta orgnica, en proporcin al nmero de afiliados de cada zona y no a la cantidad de

    votantes en las internas. Aparentemente, antes de que venciera el plazo de presentacin

    de afiliaciones a la justicia electoral en marzo de 1983, la derecha verticalista del

    partido habra realizado falsas afiliaciones que no fueron debidamente controladas por

    2 Indefiniciones sobre apoyos del justicialismo bonaerense. La Nacin, 12/8/83.

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    la justicia electoral en virtud de la celeridad con que se realiz la revisin judicial de las

    afiliaciones3.

    Iglesias encarnaba los principales defectos atribuidos al peronismo. Su figura en

    extremo grotesca y tragicmica, su estilo poltico patotero y clientelar, su disposicin

    a darle un viso popular a un posible golpe de estado eventualmente perpetrado por

    sectores de las FFAA a las que segn su testimonio- se haba sometido a la

    marginacin, son en extremo conocidos4. Resisti cuanto pudo cualquier tipo de

    cambio interno para perpetuarse en el poder. Por retribucin de favores o por el uso

    de una metodologa coercitiva, Herminio Iglesias logr retener un poder poltico

    considerable y mantener una cantidad de funcionarios fieles en los veintinueve

    municipios controlados por el peronismo en la provincia despus de las elecciones del

    83. Entre sus seguidores se encontraban los diputados Norberto Imbelloni, Alberto

    Brito Lima, quien en su momento fuera jefe de los camisas azules del Comando de

    Organizacin, y Mario Gurioli, de Guardia de Hierro, y aspirantes a ocupar una banca

    como Manuel de Anchorena, fundador del Movimiento Juventud Federal (1969),

    nacionalista con base en los viejos caudillos del interior de la provincia, Rubn

    Sarboli y Alberto Fonrouge5. Adems, eran conocidos sus vnculos con el general

    Verplaetsen, jefe de la polica de la provincia durante la dictadura, con el general Juan

    Carlos Trimarco, Monseor Antonio Plaza y el dictador Alfredo Stroessner6. En

    suma, tras l se encolumnaba la derecha autoritaria.

    Frente a los ortodoxos fueron tomando cuerpo los elencos renovadores,

    organizados en una corriente que exceda la jurisdiccin provincial. La renovacin,

    nacida de sucesivos intentos por darle una organizacin que contuviera a los sectores

    ms progresistas se gest a nivel nacional. No era un bloque homogneo pero sus

    adherentes se nucleaban en torno a tres reclamos: reemplazo de la conduccin

    burocrtica y autoritaria a la que se le atribua la derrota electoral, predominio de los 3 El proceso de afiliacin cerr en marzo de 1983. El peronismo present 3.079.000 fichas que representaban el 18% del padrn electoral nacional. L. Maronese y otros: 250-251. 4 Herminio Iglesias lanz una amenaza desde La Prensa descubrindose como futuro lder de un frente que evolucionaba hacia la extrema derecha, sin excluir a sectores de las FFAA. Peronismo: renovacin o derechizacin?, Germn H. Rodrguez, en El Periodista, Ao 1, N 24, Febrero 22 al 28, 1985, p.4. Asimismo, cabe recordar que en 1983 sali a la luz la desaparicin de expedientes de cuatro causas penales que algunos aos atrs se haban instruido a H. Iglesias, con las correspondientes fichas. La Nacin, 26/9/1983. 5 G.H.R., Iglesias se va quedando solo, art. Cit. J. Ladeuix La mazorca de Pern: prcticas e ideologa de la derecha peronista. Una aproximacin a partir de un estudio de caso. Mar del Plata, 1970-1976. Ponencia presentada en las X Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Rosario, 2005. 6 Jos Antonio Daz, Los peronistas contra Pern, en El Periodista, Ao 1, N 5, octubre 13 al 19, 1984, p. 52.

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    rganos polticos sobre los sindicales y voto directo en las internas (Gutirrez: 1998).

    Esta depuracin interna se complementaba -hacia fuera del partido-, en el intento de

    cooptar al electorado independiente de clases medias y recuperar a los simpatizantes

    peronistas que se haban volcado preferentemente hacia el radicalismo (Aboy Carls:

    2001, 2004). A grandes rasgos, el auge y la declinacin de esta corriente de cambio

    dentro del peronismo puede sintetizarse en pocas lneas: luego de numerosas instancias

    que incluyeron el enfrentamiento con los sectores ms ortodoxos del peronismo y se

    expresaron en la presentacin a elecciones legislativas de noviembre de 1985 con listas

    propias, los renovadores conocieron su momento de auge en 1987. Haban logrado

    encolumnar tras de s a la dirigencia partidaria y ganar las elecciones de renovacin

    parlamentaria y de gobernador de la provincia de Buenos Aires, en parte por mritos

    propios, en parte recogiendo los beneficios secundarios del fracaso del Plan Austral con

    la consiguiente escalada inflacionaria y la decepcin popular ante la resolucin

    presidencial del levantamiento militar de Semana Santa. Al ao siguiente, el gobernador

    Antonio Cafiero fue electo presidente del PJ. Sin embargo, pronto se opac la buena

    estrella de los renovadores. La inflexin se puso en evidencia cuando un renovador

    pionero del interior, el riojano Carlos Menem, volviendo a poner en escena las

    propuestas y el folklore tradicionales del peronismo y logrando la adhesin de votantes

    internos que en buena medida integraban clientelas bien organizadas y oportunamente

    movilizadas, venci al presidente del partido en las elecciones internas como candidato

    a presidente de la Repblica. A sta siguieron otras instancias que sellaron la defuncin

    de la renovacin en trminos de corriente interna del peronismo, no obstante lo cual

    muchos de sus actores polticos siguieron teniendo protagonismo en virtud de

    realineamientos internos y en el contexto de la crisis de representacin caracterstica de

    los aos 90 (Novaro: 1994).

    El alcance y las limitaciones de la renovacin se comprenden mejor si se observa la

    gestacin de esta corriente que despert tantas expectativas en los primeros aos de

    recuperacin democrtica, cuyas posibilidades de xito fueron puestas en dudas por

    muy pocos de contemporneos. Uno de ellos fue Emilio de Ipola, quien a partir del

    anlisis de discursos peronistas dejaba filtrar algunas dudas respecto de las posibilidades

    de democratizacin del partido teniendo en cuenta la falta de una memoria democrtica

    en el peronismo y la permanencia de muchas de las figuras que lo integraban (De Ipola:

    1987). El futuro de la corriente le dara la razn a quien haba buceado agudamente en

    la gestacin de la misma.

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    La renovacin inicialmente fue impulsada por la llamada Liga de gobernadores

    conformada por Carlos Menem, de La Rioja; Carlos Jurez, de Santiago del Estero,

    entre otros, quienes dados los triunfos electorales obtenidos en sus respectivas

    provincias estaban en mejores condiciones que el resto de los peronistas para estimular

    una revisin del justicialismo. Adems, esos gobernadores tenan la posibilidad de

    lograr que, en sus provincias, el partido adoptara medidas pioneras que impulsaran la

    transformacin del peronismo en su conjunto.

    Tal el caso de la provincia de Tucumn, gobernada por el justicialista Fernando

    Riera - un hombre decisivo para mantener la unidad del peronismo en su distrito y

    lograr el triunfo electoral-, donde el congreso partidario provincial aprob medidas

    democratizadoras que fueron introducidas en su carta orgnica: la aplicacin del voto

    directo de los afiliados para nombrar dirigentes partidarios y seleccionar candidatos para

    ocupar cargos electivos de gobierno; la ampliacin de dos a siete circunscripciones

    electorales para garantizar un mejor ejercicio democrtico y una mayor

    representatividad de los elegidos que, se esperaba, tendran una relacin ms directa con

    su territorio y poblacin; la incompatibilidad de cargos electivos y partidarios, con

    excepcin del puesto de gobernador. La reforma permiti que el 25 de noviembre de

    1984, los peronistas tucumanos fueran los primeros en designar sus autoridades internas

    y los candidatos a cargos electivos provinciales y nacionales para la convocatoria de

    19857. Tucumn hizo punta a la hora de renovar al partido mas no fue una excepcin

    entre las provincias. En Chaco, Ro Negro, Santa Fe, Mendoza, Entre Ros y Crdoba

    tambin se formaron comisiones para estudiar reformas a sus respectivas cartas. San

    Luis y La Pampa se sumaban a la aspiracin de establecer el voto directo. Es decir, los

    aires renovadores emanaron desde el interior hacia Capital Federal y Buenos Aires, dos

    distritos donde la batalla contra la ortodoxia fue muy dura debido a que seguan en

    manos de los mariscales de la derrota.

    En la provincia de Buenos Aires, Antonio Cafiero fue el dirigente provincial que

    ms atencin recibi como representante de esa corriente. Integrando sucesivos

    movimientos con fines renovadores el primero de los cuales fue el MUSO- persisti en

    el enfrentamiento con los denostados dirigentes de la cpula partidaria provincial y

    nacional hasta articular una propuesta que atrajo a la mayora de su partido y del

    electorado. Sin embargo, esto no implica que fuera el ms destacado de los dirigentes de

    7 G. H. R. (Germn H. Rodrguez?), Iglesias se va quedando solo, en El Periodista, Ao 1, N 4, octubre 6 al 12, 1984, p. 6.

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    la primera hora en la renovacin partidaria bonaerense. En esos comienzos, el

    movimiento renovador

    lo expresan los intendentes Carpinetti y Duhalde; Cano, consejero partidario; Kunkel, dirigente de Intransigencia y Movilizacin; Cafiero, a pesar de sus conocidas indecisiones y algunos integrantes del Comando Superior, que propician la no concurrencia al congreso convocado por Iglesias para el 6 de octubre en Lans, y forzar as un llamado a elecciones internas este ao, conforme al artculo 47 de la carta orgnica. A posteriori, las nuevas autoridades introduciran el voto directo para cargos electivos y autoridades partidarias8.

    De la cita anterior se desprenden varias cuestiones. Primero, la renovacin

    peronista provincial no marchaba tras un referente sino que era una expresin colectiva.

    En segundo lugar, Cafiero no era representado como el alma de la renovacin. Al

    contrario, estaba incluido en ella a pesar de sus conocidas indecisiones. En tercer

    trmino interesa destacar la prioridad atribuida a dos intendentes del conurbano

    bonaerense, destacados por sus contactos con las nuevas bases sociales peronistas. En

    este sentido, cabe recordar las afirmaciones de S. Levitzky (2005) quien destaca el rol

    central de la reconstruccin del peronismo a partir del control de las bases territoriales y

    de la profundizacin del perfil clientelar sobre el cual la dirigencia peronista refund los

    vnculos con los sectores ms bajos de la poblacin, afectados por la aplicacin de un

    modelo socio-econmico de exclusin. Eduardo Duhalde, intendente de Lomas de

    Zamora y activo miembro de la renovacin, llev a cabo una poltica social definida en

    ese sentido. En un reportaje recogido en El Periodista, sostiene que los sectores

    marginales que ya haba en su partido cuando fue desplazado de la intendencia en 1976,

    se haban multiplicado enormemente en seis aos. Frente a ello, al asumir el ejecutivo

    municipal comenz a dar de comer a 22.800 nios y a enviar diariamente vehculos con

    alimentos a los bolsones de pobreza en los que el barrio, organizado para recibirlos,

    sustitua todo tipo de estructura orgnica municipal para asegurar su distribucin. Pero

    su gestin no se limitaba a atender las urgencias de los sectores ms carenciados. En el

    mismo reportaje se autorrepresentaba como un combatiente contra el flagelo de la

    drogadiccin que afectaba a distintos sectores sociales. Para ello, sostena, involucraba a

    las fuerzas vivas del distrito (estudiantes, instituciones de bien pblico, profesionales

    en la materia) y buscaba alternativas como inducir a los jvenes a practicar deportes, 8 G.H.R., Iglesias se va quedando solo, art. Cit.

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    utilizando las calles de su distrito durante los fines de semana como canchas deportivas,

    previo apoyo de los vecinos9. A la hora de enfrentar a adversarios polticos internos o

    externos, el vnculo directo con la gente era un recurso importante.

    Ciertamente, los intentos renovadores excedan la rama poltica del movimiento.

    Lo ocurrido en el sector sindical durante el perodo merecera una atencin especial. Era

    el campo de poder de Lorenzo Miguel y por ello no es de extraar que hubiera un gran

    nmero de indecisos en la definicin entre ortodoxia y renovacin. As, un representante

    de las 62 Organizaciones en la provincia de Buenos Aires muy prximo Miguel, que en

    el momento analizado se ubicaba tibiamente entre los renovadores, el economista

    Eduardo Setti, no se pronunciaba ni a favor ni en contra de la reforma. Sostena que el

    voto directo dificultara la formacin de un frente, pues a la hora de intercalar

    candidatos extrapartidarios en las listas iba a despertar escaso eco entre quienes tenan

    que ceder sus puestos. Pero consideraba imprescindible desplazar a Iglesias. Tambin el

    diputado Diego Ibez, sindicalista del petrleo, presidente del bloque de diputados

    peronistas, aliado hasta poco tiempo antes de Herminio, comenzaba a oponrsele10.

    Pero si alguna rama estaba con la renovacin era la Juventud Peronista

    Unificada. La JP, que nunca volvi a tener la gravitacin alcanzada en los 70 antes de

    que Tendencia Revolucionaria pasara a la clandestinidad y que fue diezmada por la

    violencia y la represin, comenzaba a reorganizarse procurando fortificar el movimiento

    de base con autonoma11. Dos eran los principales referentes de esa JP Unificada: Dante

    Gullo, que se haba forjado en la conduccin de las JP Regionales antes del golpe de

    estado, y una joven Patricia Bullrich. La JP unificada agrupaba a lneas internas como el

    MUSO, Intransigencia y Movilizacin, las reflotadas JP Regionales, la JP Renovacin

    (ex Convocatoria de Carlos Grosso) y otras expresiones locales. Desde el origen, estaba

    por la renovacin, contra las cpulas y contra Isabel, por las reivindicaciones sociales y

    polticas de la clase obrera, la reconstruccin orgnica y programtica desde abajo sin

    dar lugar al extremismo desde arriba o desde afuera, por alianzas contra el enemigo

    comn, con la conviccin de que el proyecto alfonsinista no era para la sociedad

    argentina. Mas los jvenes peronistas declaraban que slo lanzaran una propuesta

    definida, que presuponan frentista, despus de las elecciones sindicales, puesto que la

    9 Eduardo Duhalde. Intendente de Lomas de Zamora, entrevista de Mara Esther Gilio en El Periodista, Ao 1, N 13, diciembre 8 al 14, 1984, pp. 34 y 35. 10 G.H. R., Iglesias se va quedando solo, art. Cit. 11 Jos Antonio Daz, La Jotap sin Pern, en El Periodista, Ao 1, N 4, octubre 6 al 12, 1984, pp. 10-11.

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    interna peronista dependa de la interna sindical. Sin embargo, la JP no tena gravitacin

    en el partido. Tampoco la tena la rama femenina aunque algunas mujeres participaron

    en calidad de dirigentes.

    La lucha por el espacio

    El enfrentamiento entre los mariscales de la derrota y la renovacin peronista fue

    dirimido entre octubre de 1984 y noviembre de 1987. En esa lucha, los destinos del

    peronismo de la provincia de Buenos Aires y los del resto del pas fueron inescindibles.

    Una sucesin de acontecimientos casi diarios, plagada de congresos provinciales y

    nacionales, reuniones y entretelones, deriv en lo que finalmente tom estado pblico:

    la renovacin gan la partida. Pero si bien su triunfo permiti la adopcin de algunos

    cambios de carcter instrumental, esta etapa signific mucho ms el desplazamiento de

    figuras denostadas de la cpula ortodoxa que el triunfo de un proyecto alternativo

    definido. Tampoco implic, como la palabra renovacin podra inducir a pensar, una

    circulacin importante del personal poltico dirigente, ya que el nuevo consejo peronista

    qued en buena medida en manos de polticos con trayectoria dentro del partido. En

    cambio durante los aos que dur la lucha por el espacio lo que se logr fue que

    algunos polticos con mejor imagen pblica que la cpula burocrtica tradicional, de

    estilo poltico dialoguista, ocuparan posiciones dirigentes centrales. Se responda as a

    las demandas de una sociedad que senta asco por la cpula dirigente ortodoxa, segn

    las palabras de un analista del peronismo contemporneo de estas transformaciones12.

    Esos aos fueron ms de reorganizacin que de renovacin y posibilit el avance hacia

    la lucha por la idea, hacia un nuevo proyecto de partido. Las representaciones del

    peronismo de entonces son poco menos que caticas y dejan ver que durante ese tiempo

    el acontecimiento era rey.

    El desplazamiento de la cpula herminista se inici en el congreso provincial

    convocado el 6 de octubre de 1984 en el club Wilson de Valentn Alsina13. Los

    ortodoxos que estaban al frente del partido pretendan modificar el artculo 47 de la

    carta orgnica partidaria para que las autoridades elegidas en eleccin interna

    permanecieran en funciones por ms de un ao despus de las primeras elecciones 12 En la calle hay asco por la cpula peronista. La calle no aguanta ms a estos dirigentes, esta lacra que el peronismo tiene en su cpula, expresiones de Alvaro Abs tomadas de la Conversacin con tres intelectuales justicialistas. El peronismo se derrot a s mismo, coordinada por Carlos Gaveta, en El Periodista, Ao 1, N 21, Febrero 1 al 7, 1985, p. 5. 13 Jos Antonio Daz, Los peronistas contra Pern, en El Periodista, Ao 1, N 5, octubre 13 al 19, 1984, p. 52.

  • 12

    nacionales. Esto los afectaba directamente porque de no lograr la modificacin, su

    mandato caducaba a fin de mes. Como los renovadores no asistieron, no hubo qurum.

    Iglesias y sus seguidores estallaron en gritos y no faltaron los insultos proferidos por

    Imbelloni contra Alfonsn, ni las amenazas de Iglesias de abandonar el partido para dar

    ms batalla desde el movimiento. En la oportunidad reapareci el folklore derechista:

    alusiones a la sinarqua y la masonera, a la necesidad de expulsar del movimiento a los

    alcahuetes de Alfonsn, con el agregado de amenazas de desatar una caza de brujas. El

    congreso provincial fue un fracaso.

    Tres das despus los renovadores reunidos en el Hotel Buenos Aires de la

    Capital Federal, constituyeron una Mesa de Unidad del Movimiento Nacional

    Justicialista de la provincia de Buenos Aires, procurando revertir el proceso de

    dispersin y las falencias programticas. Cafieristas, adeptos a Carlos Grosso, varios

    intendentes y legisladores, sectores ortodoxos ahora enemistados con la conduccin,

    Intransigencia y Movilizacin, la JP Unidad y, fundamentalmente, corrientes

    independientes locales, propusieron trabajar para ofrecer una alternativa

    programtica. Ellos mismos desarrollaran una gran campaa de movilizacin de los

    afiliados por el voto directo y la renovacin de las autoridades partidarias14.

    Pese al revs sufrido el 6 de octubre, la cpula oficial peronista pareca no tocar

    fondo en su incomprensin del humor pblico de las mayoras que el partido apuntaba a

    recuperar. Ante el plebiscito por el diferendo austral con Chile convocado para el 25 de

    noviembre de 1984, los dirigentes declararon la abstencin, probablemente porque no

    quera volver a perder otra eleccin15. Esa posicin sostenida por Iglesias y el viejo

    dirigente catamarqueo Ramn Saadi, se impuso sobre la de Lorenzo Miguel, partidario

    del s. Rpidamente se pronunciaron en contra los renovadores Julio Brbaro, quien

    sostuvo que con esa decisin el peronismo reavivaba la violencia, y el riojano Carlos

    Menem. Los resultados de la consulta popular no pudieron ser peores para la cpula

    oficialista del PJ. Fue la ms baja performance electoral alcanzada por el justicialismo

    en toda su trayectoria: la abstencin fue repudiada por ms del 70% del padrn que

    14 Ibd.. 15 El peronismo se suicida?, en El Periodista, Ao 1, N 8, noviembre 3 al 9, 1984, p. 2.

  • 13

    concurri a votar voluntariamente16. Al respecto, el economista Guido Di Tella sostuvo

    que el movimiento corra riesgos de extincin si no se daba una solucin renovadora17.

    En medio de esa crisis, el justicialismo metropolitano convoc a un nuevo congreso

    el 30 de noviembre. Ante la posibilidad de que el aparato de las 62 Organizaciones

    saboteara el encuentro, nueve agrupaciones internas de la Capital amenazaron con

    intentar la revocacin del mandato de los congresales, incluido Lorenzo Miguel18. Lo

    ms remarcable fue la unanimidad que manifestaron los peronistas porteos en cuanto a

    la necesidad de modificar la carta orgnica y llamar a elecciones. Siguiendo los pasos de

    algunos distritos del interior, elaboraron un documento destinado a ser propuesto en el

    nuevo congreso nacional partidario que propona consagrar el voto directo de los

    afiliados para la designacin de los candidatos y las autoridades del partido, un paso

    decisivo en la democratizacin del movimiento. Ante ello,

    algunas corrientes internas vinculadas a las 62 Organizaciones trataron de mediatizar el efecto depurador del voto directo, mediante la aprobacin de un sistema de eleccin previa de candidatos que permitira la digitacin; pero el mismo hecho de que hayan tenido que admitir pblicamente la necesidad de implantar una nueva prctica de votacin confirma la existencia de una conciencia poltica transformadora, ante la cual las viejas estructuras antidemocrticas manifiestan un sentimiento vergonzante19.

    Adems, se conoci un documento suscripto por lneas opuestas a la cpula

    peronista promoviendo una autoconvocatoria a asamblea nacional partidaria para el 7 de

    diciembre con el objetivo de definir un programa de liberacin nacional y social y

    organizar la franja de transformacin del justicialismo20. Esta asamblea desembocara

    en una concentracin en la cancha de Atlanta, cuarenta y ocho horas antes de la apertura

    del congreso nacional, donde estaran presentes los opositores a Herminio Iglesias.

    Finalmente, el 15 de diciembre se realiz el congreso del Teatro Oden21. All se

    dieron cita las 62 Organizaciones, lideradas por Lorenzo Miguel; la red de intereses,

    favoritismo y acciones de choque de Herminio Iglesias; el Comando de Organizacin y 16 Enrique Vzquez, Intento de explicacin de algo que no comprendo. El peronismo: diez aos despus. Humor, N 143, diciembre de 1984, pp. 29-31. 17 Alberto Catena, La desobediencia peronista, en El Periodista, Ao 1, N 12, diciembre 1 al 7, 1984, pp. 2 y 3. 18 Entre ellas Liberacin, Intransigencia y Movilizacin, Cabildo Abierto, Asamblea Peronista, Convocatoria Peronista, Interlneas de Mujeres Independientes y 17 de octubre. Alberto Catena, Entre la democracia y el viejo estilo, en El Periodista, Ao 1, N 11, noviembre 24 al 30, 1984, p. 7. 19 Ibd. 20 Los mentores de la convocatoria eran Miguel Unamuno, Armando Cabo, Avelino Fernndez, Sebastin Borro, Dante Gullo y otros. Ibd. 21 La guerra de los peronistas en El Periodista, Ao 1, N 15, diciembre 22 al 28, 1984, p. 2 y 3.

  • 14

    Guardia de Hierro entre otras minoras. Se eligi un nuevo Consejo Nacional, en el que

    Iglesias qued aislado tras la decisin de Miguel de dar otro paso al costado. Otros

    miembros, como Torcuato Fino, tambin tomaron distancia. Al lado de Herminio

    Iglesias qued el gobernador santafesino Jos Luis Vernet, vicepresidente del PJ, de

    dudosa representatividad.

    Del otro lado quedaron por lo menos diez gobernadores, veinte de los veintin

    senadores nacionales, setenta diputados nacionales y lneas internas opositoras a la

    conduccin como el ex MUSO, Liberacin, Intransigencia y Movilizacin y Cabildo

    Abierto; corrientes sindicales antiburocrticas como los 25 y la JP Unificada. De esa

    vasta heterogeneidad emergan personalidades capaces de aglutinar al movimiento tras

    el afn democratizador que se expresaba en dos objetivos inmediatos: voto directo y

    nueva conduccin. Entre ellos se destacaban Italo Luder, Antonio Cafiero, Carlos

    Menem, Carlos Grosso, Miguel Unamuno y el dirigente tabacalero Roberto Dign.

    Algunos referentes no se pronunciaron ante la divisin, como Sal Ubaldini quien

    ofreci su mediacin. La mitad ms uno de los dos tercios de los congresales, o sea

    cuatrocientos cuarenta y siete, estaban dispuestos a autoconvocarse en Tucumn el 2 de

    febrero. Muchos afirmaban, y Lder lo explicit, que era muy difcil renovar al

    peronismo poltico si previamente no surga consolidada una lnea renovadora en el

    sindicalismo. Y en esa rama se estaban produciendo modificaciones interesantes.

    Aunque Lorenzo Miguel haba sido reelecto secretario general de la UOM, su

    ratificacin era relativa. En treinta de las sesenta y cinco seccionales que conformaban

    ese sindicato, la oposicin los 25- o haban ganado o no haban podido presentar

    listas (como en la Matanza, San Martn, Caseros, Quilmas, Villa Constitucin y Salta).

    En Capital, Avellaneda, Vicente Lpez, Rosario, Crdoba y Mendoza, las principales

    concentraciones industriales, no hubo elecciones.

    A esa altura era clara la ruptura del peronismo: el oficialismo convoc a un

    congreso a reunirse en Capital Federal el 1 de febrero y los renovadores al suyo el 2 de

    febrero, en la ciudad de Ro Hondo.

    Los segundos se integraron al grupo de los 48, un intento que procuraba nutrir

    al PJ de un proyecto que acabara con la imagen de patota22. Apuntando al nuevo

    congreso, programaron una reunin para el 17 de enero a la que asistieron once de los

    doce gobernadores justicialistas y los presidentes de cada distrito provincial del partido

    22 Peronismo. El otro 17, de Germn Rodrguez, en El Periodista, Ao 1, N 17, enero 5 a 11, 1985, pp. 6 y 7.

  • 15

    para intercambiar argumentos y tender las bases de un nuevo perfil partidario que

    atrajera al electorado de cara a la renovacin parcial del parlamento en octubre. Dentro

    del grupo haba posiciones divergentes. All se reunan el senador puntano Oraldo

    Britos, el vicepresidente del bloque de diputados del PJ, Jos Luis Manzano y el

    senador Vicente Saadi -que luego de la derrota sufrida con motivo de la consulta sobre

    el diferendo austral abandon a Iglesias- y lderes provinciales como el sanjuanino

    Csar Rioja, el misionero Jorge Humada y el entrerriano Dardo Blanc, entre otros. A

    estos dirigentes del interior se unieron luego bonaerenses y porteos. El diputado

    nacional bonaerense Alberto Meln tambin rompi con Iglesias. La unificacin de

    criterios con los peronistas de la legislatura de Buenos Aires como los senadores Luis

    Macaya y Abasto- signific otro aditamento. Antes y despus del Oden se sumaron a

    los 48: Antonio Cafiero, Carlos Grosso, Eduardo Vaca, Roberto Garca, Julio

    Brbaro, Miguel Unamuno y otros. Este ltimo grupo era el que ms claramente

    pretenda lograr la reforma de la carta orgnica a fin de determinar la eleccin directa,

    que a esa altura ya haba sido adoptada no slo en Tucumn, sino tambin en Mendoza

    y San Juan23.

    La ruptura peronista se manifest tambin en el parlamento. Los ciento once

    diputados justicialistas se dividieron en dos bloques: uno de cuarenta y cuatro

    representantes y otro de sesenta y siete. Esto no impeda que diputados de uno y otro

    bloque votaran juntos en los congresos partidarios. Las alianzas se afirmaban o se

    deshacan en cuestin de horas. Asimismo, la conduccin parlamentaria estaba dividida:

    el presidente Diego Ibez estaba con el sector minoritario y los dos vicepresidentes con

    el mayoritario24.

    La provincia de Buenos Aires tambin era escenario de diversidades e

    incoherencias. Por su parte, Herminio Iglesias inici una gira por las provincias de

    Jujuy, Salta, Misiones, Chaco y Formosa para influir sobre el flanco ms dbil del polo

    renovador: ciertos caudillos locales del interior interesados en hacer jugar sus

    respectivos aparatos sostenidos por las administraciones provinciales o por las

    estructuras del PJ. Mientras tanto, la Mesa surgida del congreso peronista bonaerense

    del 6 de octubre (Rubn Srboli, Norberto Imbelloni, Ricardo Gerona) anunci que

    haba mantenido una sesin secreta donde se analiz la conducta de quienes trataban

    23 Ibd., p. 6. 24 Enrique Vzquez, Intento de explicacin de algo que no comprendo. El peronismo: diez aos despus. Humor, N 143, diciembre de 1984, pp. 29-31.

  • 16

    de convertirse en fiscales de justicialismo, acusndolos de mal intencionados,

    maliciosos y maledicentes25.

    A los renovadores tampoco les faltaban diferencias. El intendente de Lomas de

    Zamora, Eduardo Duhalde, consideraba que si el peronismo no extirpa la mafia, la

    mafia acabar con l, motivando reacciones del vocero de la quinta seccin electoral,

    el senador provincial Luis Macaya, quien acusaba de incapacidad a la dirigencia para

    generar una propuesta en vez de hacer antiherminismo. Macaya propona un mayor

    trabajo de vinculacin con las bases a travs de los dirigentes de distrito, caminar las

    zonas, convocar a asambleas del peronismo con todos los afiliados y hacer una

    asamblea por distrito para llevar una postura al congreso del 2 de febrero26. Pero no

    logr acordar con Duhalde ni con Carmelo Amerise, el ex candidato a vicegobernador,

    para convocar la asamblea conjunta. A esa altura, El periodista calculaba que cuatro de

    los dieciocho senadores provinciales justicialistas, ocho o nueve de los treinta y siete

    diputados, la mitad del Consejo del partido provincial, varios intendentes y congresales

    provinciales y nacionales ya no respondan a Iglesias27. Y aluda a que todos los

    sectores mencionaban la falta de una plataforma poltica unificadora del peronismo

    renovador y, a la vez, reconocan que ya no les quedaba tiempo para elaborarla antes del

    2 de febrero. En sntesis, algunos de los renovadores bonaerenses opinaban que primero

    haba que sacar a la patota y despus discutir polticas, a lo que otros replicaban que si

    no haba acuerdos en la poltica no podran desplazar a los aparatos.

    En cuanto a la rama sindical, era difcil que el incipiente proceso de renovacin

    antiburocrtica registrado en algunos gremios como SMATA, ATE, FOETRA Capital,

    Luz y Fuerza, Unin Ferroviaria, Camioneros y Judiciales, se pusiera en evidencia en

    Ro Hondo, dado que los congresales que asistiran haban sido elegidos antes de la

    transformacin28. Mientras tanto, Lorenzo Miguel haba adoptado una actitud

    negociadora. Su reeleccin como Secretario General de la UOM, que equivala a

    manejar lo fundamental de la estructura gremial peronista, lo converta en un

    interlocutor vlido y muy preciado.

    Hasta las reuniones de los dos congresos justicialistas de febrero de 1985, las

    tensiones se agudizaron. En algunas oportunidades no faltaron balazos o bombas frente 25 Jos Antonio Daz, Dilema del peronismo bonaerense. Gatopardismo, renovacin o ruptura, de Jos Antonio Daz, en El Periodista, Ao 1, N 19, enero 18 al 24, 1985, p. 6. 26 Ibd. 27 Ibd. 28 Jos Antonio Daz, El encuentro peronista de Ro Hondo. Cmo juega el poder sindical. De Jos Antonio Daz, en El Periodista, Ao 1, N 20, enero 25 al 31, 1985, p. 6

  • 17

    a la casa de los adversarios29. Pero hubo tambin tensiones generadas por

    enfrentamientos judiciales ya que los renovadores impugnaron el congreso del Oden y

    los oficialistas la convocatoria de Ro Hondo. El juez fall dejando sin sustento legal a

    ambos congresos30. Los renovadores apelaron y continuaron trabajando con miras a la

    realizacin del congreso en Ro Hondo, tomando medidas para garantizar la presencia

    de ms de 400 congresales.

    La noticia desalent el entusiasmo gestado en la asamblea realizada en el Club

    Alvarado de Mar del Plata, donde los congresales nacionales de la provincia de Buenos

    Aires tal como pretenda Macaya- deliberaron el sbado 26 de enero para disponer la

    participacin en el Congreso Nacional de Ro Hondo. All propondran la intervencin

    del distrito, pero un posterior llamado a elecciones para el 19 de mayo dej marginada

    esa idea extrema. La reunin cont con la presencia de unas tres mil personas entre

    delegados y dirigentes que se hicieron presentes para expresar su solidaridad con el

    grupo.

    Entre tanto, la conduccin oficial del PJ ratificaba su decisin de convocar a un

    nuevo congreso para el 1 de febrero en Buenos Aires, que continuaba con el realizado

    en el Oden, basndose en las actas que puntualizaban que el congreso est en sesin

    permanente, una frase burdamente agregada por Torcuato Fino con posterioridad, que

    gener una nueva demanda. Por si fuera poco, en medio de esta guerra de

    declaraciones y reuniones, Herminio Iglesias convoc un congreso bonaerense - la

    continuacin del realizado en el club Wilson- que cont con la convalidacin de la

    justicia electoral, donde fue proclamada su candidatura a diputado nacional.

    Por fin, lleg el 1 de febrero de 1985. El congreso convocado en Buenos Aires

    por la conduccin oficialista transparent una decadencia apenas disimulada por el

    estruendo de los bombos. Ante su debilidad, los mariscales de la derrota intentaron la

    negociacin. Lorenzo Miguel acu la frmula del tercer congreso unificador y dej la

    puerta abierta a los renovadores, intentando que no se constituyera una conduccin

    paralela en Ro Hondo31. Pero, tal como era previsible, fue desodo.

    Las deliberaciones de los renovadores se llevaron a cabo en el Centro Cultural

    San Martn de Ro Hondo. Fueron pacficas y abiertas a la prensa. Por provincia y en 29 El balazo a Biondi, apunt al congreso?en El Periodista, Ao 1, N 20, enero 25 al 31, 1985, p. 6. 30 G. H. R. (Germn H. Rodrguez?), Cnclaves justicialistas. La justicia dijo no, en El Periodista, Ao 1, N 21, Febrero 1 al 7, 1985, p. 7. 31 Jos Antonio Daz, El congreso de Iglesias y Miguel. Los sntomas de la decadencia, en El Periodista, Ao 1, N 22, Febrero 8 al 14, 1985, p. 5.

  • 18

    forma nominativa, cada congresal eligi el sistema de eleccin de autoridades internas y

    candidatos a cargos electivos que se incorporara a la Carta Orgnica del PJ32. Se

    presentaron dos mociones: una propona convertir al pas en distrito nico para que los

    afiliados eligieran a las autoridades en forma directa, contemplando modos de equilibrio

    a fin de compensar el peso de los grandes distritos electorales. La otra fijaba la eleccin

    directa de cuatro representantes por distrito, los que luego designaran a los miembros

    del consejo y dispondran los cargos que cada uno ocupara. Gan la segunda mocin

    por ciento noventa y siete a ciento cincuenta y tres votos. Se dispuso, adems, la

    participacin de las minoras: quien ganase el distrito tendra el 75% de los cargos y el

    resto correspondera a los segundos en votos siempre que obtuvieran no menos del 25%

    de los sufragios emitidos.

    Una decisin trascendental que se adopt pese a la resistencia de algunos

    gobernadores fue la intervencin al partido en la provincia de Buenos Aires. Con ello,

    se imposibilitaba una eventual negociacin con Herminio Iglesias.

    Tambin fue reformado el artculo 26 de la Carta Orgnica del PJ, estableciendo

    que todas las provincias tendran el mismo nmero de representantes en el Consejo

    Nacional del partido33. Este punto, de clara intencin federalista, aseguraba el

    desplazamiento de la anquilosada conduccin en las elecciones internas que tendran

    lugar el 15 de diciembre. Permita que todas las provincias, independientemente de la

    cantidad de afiliados, pudieran llegar a acuerdos y dominar el Consejo Nacional.

    Del Congreso de Ro Hondo result adems la conformacin de la numerosa

    mesa directiva de conduccin, provisoria, integrada por veintisis representantes, en la

    cual, paradjicamente, quienes se haban identificado con las posiciones de minora

    ocuparon los puestos con mayor poder de decisin. Entre ellos, Oraldo Britos accedi a

    la vicepresidencia por apoyo unnime; Jos Manuel De la Sota fue proclamado

    secretario general; la sanjuanina Olga Rioutor de Flores, vicepresidenta tercera en

    representacin de la rama femenina y los gremialistas de los 25 y Gestin y Trabajo

    lograron que su delegado ocupara la segunda vicepresidencia. En cambio, Rubn

    Cardozo, autor de la mayora de las mociones aprobadas en el Congreso, qued casi con

    las manos vacas, ocupando la secretara internacional. Tambin los santiagueos

    32 Germn H. Rodrguez, Ro Hondo. Peronismo: nuevos tiempos, nuevo estilo, en El Periodista, Ao 1, N 22, Febrero 8 al 14, 1985, pp. 4-5. 33 Ibd.

  • 19

    consideraban un premio escaso la secretara de la juventud, ocupada por Gustavo

    Gauna, afn a Dante Gullo34.

    Ro Hondo fue fundamental en el camino de la renovacin. Pero no todos se

    manifestaron conformes. El rionegrino Juan Bolsn evalu que el congreso no cumpli

    con las expectativas porque se discuti una poltica del espacio de los sectores. No se

    discuti la crisis de credibilidad del movimiento, no se permiti la participacin efectiva

    del pueblo por voto directo. Se aprob una Carta Orgnica que debilitaba al movimiento

    obrero, por aplicacin de un concepto equivocado sobre la federalizacin del poder

    gremial. Buenos Aires y Capital, que concentraban la mitad de la poblacin designaran

    a dos representantes gremiales al consejo nacional y las provincias restantes a otros

    veintitrs35.

    Tambin el Congreso dej dudas en cuanto a medidas vividas como

    claudicaciones por los sectores ms progresistas del movimiento36. Por ejemplo, al igual

    que en el congreso del Oden, se eligi presidenta del partido a la viuda de Pern. Por

    otra parte,

    el sentido mismo del congreso de Ro Hondo era restituir la soberana a las bases, llamando a elecciones internas. Esas elecciones fueron diferidas hasta diciembre (sin hablar del dudoso sistema electoral) Prcticamente un ao entero sin que los afiliados puedan hacerse or. Est en condiciones el peronismo de subsistir ese lapso sin erigir una nueva legitimidad? Lo menos que puede decirse en ese plano es que se actu al margen de la ciudadana justicialista.

    Pero hay algo peor. Al otorgar a los senadores un mandato para rechazar el acuerdo sobre el Beagle, el congreso de Ro Hondo se puso en contra del

    34 Si bien no estaban enfrentados, los referentes de la JP Unificada eran dos: Patricia Bullrich y Dante Gullo. El segundo reuni en Mar del Plata a 250 delegados juveniles de todas las secciones electorales de la provincia de Buenos Aires acordaron que cada distrito sera el ncleo bsico donde se discutiran polticas y se comenzara a organizar esta rama del PJ. Dispusieron impulsar una campaa de afiliacin como parte de la movilizacin dispuesta. Redactaron el documento Vos sos el peronismo, que se pronunciaba a favor de conformar un bloque fuerte de intereses nacionales reestructurado en un Frente capaz de forjar la unidad nacional para la liberacin. Adems de criticar al gobierno radical por ser un mero administrador de la crisis, el documento inclua como propuesta para la juventud contribuir a transformar al peronismo en crisis, reorganizar la reivindicacin social, desarrollar prcticas de carcter movimientista para canalizar las expectativas y deseos de transformacin social, abriendo y proyectando a la JP al campo popular y no girando solamente de cara al peronismo. La JP en esa instancia hizo suya la idea de la democracia y se proclam dispuesta a luchar para que se aplicara de manera real y profunda en su propio seno, en el Movimiento y en el pas. Germn H. Rodrguez, La interna del peronismo joven. En busca del tiempo perdido, en El Periodista, Ao 1, N 21, Febrero 1 al 7, 1985, p. 6. Vase adems Jos Antonio Daz, Dos congresos, un destino, en El Periodista, Ao 1, N 21, Febrero 1 al 7, 1985, p. 6 35 Germn H. Rodrguez, Ro Hondo. Peronismo: nuevos tiempos, nuevo estilo, art. Cit. 36 lvaro Abs, Ro Hondo. Esperanzas y realidades, en El Periodista, Ao 1, N 24, Febrero 22 al 28, 1985, p.4.

  • 20

    pueblo argentino. Y de la clara mayora peronista que sufrag por el s el 25 de noviembre37 .

    En suma, el congreso fue efectivo para asegurar los mecanismos para triunfar en

    la lucha por el espacio. Dej pendientes cuestiones de fondo pero los renovadores se

    posicionaron mucho mejor. Desde ese nuevo lugar, Oraldo Britos declar que a partir de

    ese momento buscaran el dilogo con los compaeros del Oden, ya desde una

    posicin de superioridad.

    Los efectos de Ro Hondo no se hicieron esperar. Setenta y tres legisladores

    nacionales peronistas reunidos el 13 de febrero resolvieron designar a Rubn Cardozo

    presidente interino del bloque antes de designar presidente y vice-presidente primero y

    citar a los ciento once diputados del PJ a una reunin el 22 de febrero. Diez

    parlamentarios estaban indefinidos y entre 23 y 37 miembros parecan afirmarse en

    torno a Iglesias y Miguel. Pero los presentes decidieron adherir a los postulados de Ro

    Hondo: participacin y contacto fluido de la conduccin con las bases. En el caso del

    bloque parlamentario, esto se expresara en reuniones peridicas entre la presidencia y

    las bases para comenzar a poner en prctica una poltica parlamentaria de oposicin, que

    contara con el asesoramiento de un centro de elaboracin de proyectos, integrado por

    tcnicos y profesionales del partido38.

    Pero el principal problema organizativo continuaba en la provincia de Buenos

    Aires, donde los acercamientos extraoficiales entre Luis Salim, senador santiagueo, y

    Herminio Iglesias se enturbiaron cuando se anunci la conformacin de una comisin

    interventora conformada entre otros por el mismo Salim, el senador riojano Libardo

    Snchez, el diputado misionero Hctor Dalmau y el diputado cordobs Julio Badrn

    quien entre otros planes, propona lograr la reforma de la carta orgnica partidaria del

    distrito.Los das de la gestin de Herminio Iglesias parecan contados.

    Durante los cinco meses sucesivos los renovadores desplegaron una actividad

    febril para consolidarse como la nueva conduccin del partido. Su entusiasmo tena

    fundados motivos. En la provincia de Buenos Aires algunos dirigentes se despegaban de

    Herminio Iglesias. Por ejemplo, buena parte de su poder se asentaba en el trpode

    constituido por el intendente de La Matanza, Federico Russo, el de Lans, Manolo

    Quindimil, y el dirigente de Avellaneda, Jorge Argento. Quindimil, desplazado de la 37 Ibd. 38 Germn H. Rodrguez, Justicialismo. Los nuevos rumbos, en El Periodista, Ao 1, N 23, Febrero 15 al 21, 1985, p. 6.

  • 21

    secretara del PJ en el congreso del Oden sin aviso previo, se distanci; Russo tambin

    se alej tras la pretensin de ser consejero de su seccin para aspirar luego a la

    presidencia del partido. De los tres, Iglesias slo retuvo a Argento.

    Sumado a ello, el peronismo de la provincia emprendi su labor unificadora,

    exprsndola a travs de la constitucin de coordinadoras de agrupaciones, mesas de

    unidad, frentes, tratando de limar discrepancias y reemplazar al herminismo. En la

    primera seccin, por ejemplo, exista la Mesa de Reconstruccin Peronista, en la cual

    convivan cafieristas, settistas e independientes desde haca ms de un ao, pero que

    slo lograron actuar con coherencia a partir del congreso de Ro Hondo. En la quinta

    seccin electoral el peronismo renovador era fuerte con intendentes ponderados por sus

    funciones, como Domingo Taraborelli, de Necochea; Juan de Jess, del Municipio

    Urbano de la Costa; Juan Veramendi, de Ranchos; adems, all fincaban su poder el

    diputado nacional marplatense Miguel Landn y el senador bonaerense Luis Macaya, de

    Tandil. Se anunciaban reformas a la carta orgnica del partido que daran posibilidades

    a los afiliados justicialistas para elegir a los consejeros que integraran la futura

    direccin provincial, los candidatos a concejales municipales y de los diputados y

    senadores provinciales39.

    Sin embargo, el optimismo renovador encontr pronto sus lmites. Desde marzo

    la reaccin del sector odeonista y sus adherentes de primera o ltima hora- pusieron en

    marcha prcticas gregarias en pos de la unidad del aparato peronista ortodoxo, que

    empez a cerrar filas. El zigzagueante Vicente L. Saadi -que antes de octubre de 1983

    estaba alineado con el sector de ex montoneros, se acopl al herminismo despus de la

    derrota del plebiscito por el canal de Beagle y no pudo imponer su voluntad en Ro

    Hondo a travs de su hijo- convoc a un asado multitudinario en Tortuguitas en pos de

    la unidad peronista. A esta reunin informal siguieron otras menos masivas, de cpula.

    Los efectos aglutinadores que ya estaban en vistas de Lorenzo Miguel en el congreso

    del Oden cuando propuso la convocatoria a un congreso de unificacin, pudieron ms

    que las acusaciones de Oraldo Britos y Jos Manuel de la Sota en contra de eventuales

    adhesiones golpistas de la ultraderecha partidaria o los intentos de salidas concertadas40.

    39 Germn H. Rodrguez, La interna peronista bonaerense. Cmo ganarle a Herminio, El Periodista de Buenos Aires, N 27, 15 al 21 de marzo de 1985. pp. 8 y 9. 40 Germn H. Rodrguez Un almuerzo que tiene su miga. El encuentro Britos-Miguel. El Periodista de Buenos Aires, N 28, 22 al 28 de Marzo de 1985, p. 6 y, del mismo autor, Ro Hondo contra los golpistas infiltrados. El Periodista de Buenos Aires, N 32, 19 al 25 de abril de 1985, p. 4.. Alvaro Abs, Los borrachos en el cementerio. El Periodista de Buenos Aires, N 29, 29 de Marzo al 4 de abril de 1985, p. 11.

  • 22

    Los odeonistas fueron ganando espacio al rearmarse en torno a la UOM y las 62

    Organizaciones: Lorenzo Miguel recuper su protagonismo, trabajando en silencio,

    en alianza con el sindicalista petrolero Diego Ibez y el gobernador Luis Vernet41. Pero

    tambin un sector del radicalismo jug su carta de triunfo a travs del ala alvearista

    identificada con la figura del ministro Trccoli, quien se reuna con sindicalistas como

    Lorenzo Miguel o Diego Ibez, a quienes consideraba los ms serios del peronismo.

    En las representaciones del perodo figuran aquellas que afirman que esos acuerdos eran

    funcionales a la UCR que lograba desunir ms- al principal opositor y ubicarse a la

    izquierda del mismo, logrando retener al electorado independiente que haba influido en

    la victoria de Alfonsn.

    A partir de entonces, los renovadores comenzaron a preocuparse debido a las

    fuertes presiones en pos de un congreso por la unidad que no slo provenan de los

    sectores ms tradicionales del partido. Los gobernadores peronistas teman que en sus

    provincias el justicialismo fuera dividido a elecciones y, como consecuencia de ello,

    perdieran las legislaturas. Asimismo, la posicin que asumiran algunas

    individualidades que sin demasiada claridad ideolgica se subieron al carro renovador,

    como Humberto Romero, Deolindo Bittel, Adam Pedrini, Antonio Cafiero y otros les

    sumaban dudas e intranquilidad a los ms definidos de la corriente42.

    Despus de una reunin de cpulas realizada en el domicilio del dirigente

    correntino Julio Romero a favor de un congreso de unidad, la suerte de la corriente

    presidida por Oraldo Britos y el riohondismo pareca condenada a desaparecer. Hubo,

    no obstante, algunos encuentros en los que la renovacin bonaerense intent afirmarse.

    En el club Alvarado de Mar del Plata se reunieron en asamblea ms de setecientos

    dirigentes del justicialismo de la provincia de Buenos Aires. Entre ellos se encontraban

    los presidentes de partido de todos los distritos de las ocho secciones electorales,

    titulares de concejos deliberantes, legisladores y congresales. El principal objetivo era

    darle carcter orgnico a las diferentes corrientes opuestas a Herminio Iglesias. All se

    eligi una mesa de cincuenta miembros para representar a la conduccin del grupo la

    que elegira una mesa ejecutiva de entre ocho y diez personas43.

    41 Germn H. Rodrguez, El neovandorismo contra Ro Hondo El Periodista de Buenos Aires, N 36, 7 al 13 de junio de 1985, pp. 2 y 3. 42 GHR El pacto Miguel-Troccoli, El Periodista de Buenos Aires, N 40, 17 al 20 de junio de 1985, p. 5. El uso de negrita es de la autora. 43 Germn H. Rodrguez Vivir la renovacin?, El Periodista de Buenos Aires, N 41, 21 al 27 de junio de 1985, p. 5. Adems, Los renovadores bonaerenses El Periodista de Buenos Aires, N 42, 28 de junio al 4 de julio de 1985, p. 4.

  • 23

    Herminio Iglesias se hizo fuerte a partir del control de la fuerza con que

    manejaba a ciento cuarenta congresales. Pretenda adems, perpetuar la digitacin de la

    conduccin y no dar lugar a la eleccin directa de los diputados nacionales de Buenos

    Aires, armando listas por acuerdo en las que, debajo de primeros puestos dados a

    hombres de prestigio pudiera filtrar su candidatura y la de sus seguidores44.

    El 6 y 7 de julio de 1985 se realiz el congreso de la unidad en Santa Rosa de

    La Pampa, en el Colegio de Don Bosco. Desde el comienzo fue desfavorable para la

    corriente renovadora. La ubicacin misma de los ciento ochenta herministas frente al

    palco y los renovadores dispersos en las ltimas filas era un smbolo de lo que la

    reunin de ortodoxos y renovadores anunciaba. Oraldo Britos fue expulsado y tras l se

    retiraron ms de trescientos congresistas. Ni la rama femenina ni la juventud tuvieron

    lugar en el congreso. Las pocas mociones que se escucharon de boca de sus

    representantes no fueron aprobadas. Los renovadores no presentaron mociones firmes.

    Se debatieron entre la posibilidad de quedar como referentes polticos de la rebelin

    peronista o ganar la conduccin del PJ. Optaron por lo tico-ideolgico, segn el

    periodista que sigui toda la interna, Germn H. Rodrguez. Ni siquiera haban resuelto

    conjuntamente si designar a Isabel Pern al frente de la lista o no; ante ello, dirigentes

    como Carlos Jurez, Humberto Martiarena, o Julio Romero se negaron a enfrentarse al

    fantasma del apellido. Y lograron que se aprobara. Cada una de las expectativas de los

    renovadores se fue frustrando. Fracasaron al defender el voto directo con el pas como

    distrito nico. Puesta la mocin en discusin el mendocino Jos Luis Manzano, joven

    presidente del bloque de diputados de tan slo 29 aos, intervino para condicionar el

    uso de ese mtodo slo a la rama poltica, con lo cual desvirtu la propuesta renovadora

    de hacerla extensiva a las otras ramas y ech por tierra uno de los postulados de la

    renovacin. Se propuso presentar la lista de la esperanza integrada por todos los

    miembros de la generacin intermedia, encabezada por De la Sota luego de Isabel

    Pern; tambin fue Manzano quien abort la presentacin argumentando que no slo

    perderan la votacin sino que adems quienes la integraran quedaran aislados

    polticamente. De manera que a la hora de elegir autoridades partidarias, los

    renovadores slo se presentaron para dar testimonio y justificar su abstencin. Casi nada

    logr la renovacin: la posibilidad de incorporar el voto directo, la rama juvenil y la

    femenina al partido fueron apenas recomendaciones para una comisin que se

    44 Ibid.

  • 24

    encargara de reformar la Carta Orgnica en ciento veinte das. Por supuesto, los

    miembros de dicha comisin responderan a la conduccin de Saadi-Herminio45.

    Poco quedaba por decidir. Restaurado el poder de la ortodoxia peronista,

    Herminio Iglesias volvi a recuperar fuerzas, aunque por poco tiempo. Impidi

    nuevamente las elecciones internas de candidatos en la provincia de Buenos Aires y

    recin entonces Cafiero asumi una posicin ms definida. Rompi con el partido y

    organiz el FREJUDEPA (Frente de la Justicia, la Democracia y la Participacin), en

    alianza con el Partido Popular una fuerza provincial- y la Democracia Cristiana de

    Carlos Auyero. Luego, Carlos Grosso se sum al Frente46. El peronismo acudi dividido

    a las elecciones del 3 de noviembre, que operaron como una eleccin interna del

    peronismo. En ella se obtuvieron resultados semejantes a los que probablemente se

    hubieran dado si se aplicaba el voto directo tal como proponan los renovadores. Cafiero

    no logr imponerse en las elecciones generales pero su ventaja sobre Herminio Iglesias

    lo llev, ahora s, a consolidarse como la principal figura de la renovacin en la

    provincia de Buenos Aires. A partir de entonces el ascenso a la gobernacin y a la

    presidencia del Consejo Nacional Justicialista, son ms conocidos. Y la estrella de

    Iglesias comenz a apagarse.

    Algunas reflexiones

    Las marchas y contramarchas por las que atraves el partido peronista a partir de

    octubre de 1983 supusieron un reacomodamiento de fuerzas cargado de conflictos y

    tensiones. La interna peronista entre ortodoxos y renovadores termin por resolverse en

    las elecciones generales de renovacin parlamentaria de noviembre de 1985 cuando el

    fiel de la balanza se inclin a favor de los segundos. Hasta entonces y desde la derrota

    electoral de 1983 los dirigentes peronistas pensaron al movimiento y al partido con

    todos los elementos que tenan a su disposicin en funcin de lo cual actuaron. Los

    renovadores, que comenzaron a desafiar a los conductores identificados con el fracaso

    tuvieron que desarrollar una ardua tarea que se expres al luchar por los espacios

    internos de poder. La resistencia de los ortodoxos, enquistados en el aparato sindical y 45 Germn H. Rodrguez, Nueva conduccin peronista. Las ilusiones perdidas. El Periodista de Buenos Aires, N 44, 12 al 18 de julio de 1985, pp. 2 y 3. 46 Mara Teresa Brachetta, La Renovacin peronista. Promesa y decepcin del peronismo en los 80. Indito, XI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Tucumn, 2007.

  • 25

    poltico fue ardua y tens las relaciones hasta obligar a quienes proponan cambios

    inicialmente a realizar congresos paralelos. El de Ro Hondo fue apenas el comienzo de

    una tarea de renovacin ms profunda en el PJ. All se logr ms de lo posible y menos

    de lo esperado47. A partir de entonces pareca haber quedado explcito un hecho

    innegable: se haba agotado un estilo violento de hacer poltica identificado con la

    ultraderecha y con la figura de Herminio Iglesias. Y sin embargo, las negociaciones de

    cpula y el trabajo silencioso de lderes experimentados, entre otros Lorenzo Miguel,

    hicieron fracasar en pocos meses esas alternativas. La renovacin fue vencida

    nuevamente en el congreso de Santa Rosa de La Pampa. A partir de entonces, qued

    claro que el nico camino para la renovacin era acudir a los comicios por fuera del

    partido. Fue recin entonces cuando un dirigente dubitativo hasta ese momento en

    cuanto a su rol en la renovacin, Antonio Cafiero, se lanz a elecciones por fuera del

    partido y se impuso a la ortodoxia.

    Ese 3 de noviembre fue el principio del fin para el caudillo de Avellaneda. Por

    demrito propio y por mrito de sus adversarios internos y externos, su buena estrella

    se apagaba. La derrota electoral frente al adversario interno fue un hito en la victoria

    sobre el herminismo. En poco tiempo sera desplazado de los espacios de conduccin

    partidaria y los renovadores volveran a actuar desde el partido. La lucha por el espacio

    haba sido ganada. Slo ella permiti avanzar en la lucha por la idea.

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    47 Germn H. Rodrguez Rio Hondo. Peronismo: nuevos tiempos, nuevo estilo, en El Periodista, Ao 1, N 22, Febrero 8 al 14, 1985, pp. 4-5.

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