503

Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

  • Upload
    others

  • View
    25

  • Download
    2

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra
Page 2: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

1

Margarita Rebozov

Jesús de Nazaret

Tomo I

Page 3: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

6

A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria.

A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra para revelar al Padre

y recordarnos que somos sus hijos inmortales, con infinita gratitud.

Page 4: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

8

INTRODUCCIÓN

Lo aquí escrito es un resumen fiel de la vida y enseñanzas de Jesús de

Nazaret, tomado de la saga “Caballo de Troya”, de J. J. Benítez.

Ésta, por pedido de la editorial, ha sido publicada bajo la categoría de

“Novela”. El señor J. J. Benítez ha declarado en diversas entrevistas que cree

que la historia narrada es real. La misma opinión tiene la autora del presente

libro.

El propósito es brindar al hipotético lector un relato cronológico y

fidedigno de la vida del Hijo del Hombre y, sobre todo, el conocimiento de sus

enseñanzas y revelaciones. Estas fueron copiadas literalmente de la citada

fuente.

Para una correcta comprensión de lo narrado a lo largo de los once libros

publicados en la versión original, es importante saber que esta historia fue

posible gracias a un proyecto secreto llevado a cabo por dos militares que

realizaron un viaje en el tiempo al Jerusalén del año 30 de nuestra era. El

objetivo era conocer a Jesús de Nazaret y saber acerca de su vida. Para ello, fue

necesario que ambos viajeros hicieran otro salto en el tiempo, al año 25, a fin de

acompañar, presenciar y narrar todo lo visto y oído en la vida pública y de

predicación del Maestro.

Jasón y Eliseo fueron los nombres elegidos por estos militares, quienes se

presentaron como dos comerciantes griegos interesados en conocer su mensaje.

Uno de ellos era médico y el otro, ingeniero. Tenían consigo un equipo de

tecnología muy “sofisticada”, que les permitió filmar y grabar gran parte de lo

ocurrido en aquel tiempo. Además, hablaban el idioma “koiné” o giego

internacional y el arameo.

Conviene tener siempre presente que las palabras de Jesús de Nazaret

tuvieron que adaptarse a la mentalidad de su época. Además, todas sus

revelaciones fueron una “aproximación a la verdad”, ante la imposibilidad de

expresar con el lenguaje humano lo divino, lo invisible, lo infinito y eterno.

Page 5: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

9

Agradezco profundamente a J. J. Benítez que me haya autorizado a

publicar este resumen en Internet.

Sólo se harán dos copias impresas de este resumen, para uso familiar.

Margarita Rebozov

“¡Sed fieles a mi mensaje!... ¡Contad la verdad aunque no guste!...

¡Llevad la buena nueva a todas las naciones!... ¡El mundo lo merece y

lo necesita!”

Jesús de Nazaret

Page 6: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

10

Page 7: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

12

JESÚS DE NAZARET

SU VIDA Y SUS ENSEÑANZAS

JESÚS DE NAZARET NACE AL MEDIODÍA DEL 21 DE AGOSTO DEL AÑO

MENOS 7 Y MUERE CRUCIFICADO EL 7 DE ABRIL DEL AÑO 30, A SUS

CASI 36 AÑOS DE EDAD.

BREVE SINOPSIS DE LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA DE JESÚS

AÑO -8

-En marzo se celebran las bodas de José y Miryam (verdadero nombre de

María). Ella contaba 13 años de edad; él, 21.

-A mediados de noviembre (octavo mes de casados), al atardecer, la joven

esposa recibe la misteriosa visita del ángel Gabriel, quien le dice: “Vengo por

mandato de aquel que es mi Maestro, al que deberás amar y mantener. A ti,

María, te traigo buenas noticias, ya que te anuncio que tu concepción ha sido

ordenada por el cielo. A su debido tiempo serás madre de un hijo. Lo llamarás

Yehoshu´a (‘Dios salva’, Jesús, en español) e inaugurará el reino de los cielos

sobre la Tierra y entre los hombres. De esto, habla tan sólo a José y a Isabel, tu

pariente, a quien también he aparecido y que pronto dará a luz a un niño cuyo

nombre será Juan. Isabel prepara el camino para el mensaje de liberación que tu

hijo proclamará con fuerza y profunda convicción a los hombres. No dudes de

mi palabra, María, ya que esta casa ha sido escogida como morada terrestre de

este niño del destino… Ten mi bendición. El Poder del más Alto te sostendrá. El

Señor de toda la Tierra extenderá sobre ti su protección”.

-En todo momento, María defendió la concepción “no humana” de su

primogénito.

Page 8: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

13

-José, durante algún tiempo, no consigue entender cómo un niño nacido de una

familia humana pudiera tener un destino divino. En un sueño, “un brillante

mensajero” lo tranquilizó con las siguientes palabras: “José, te aparezco por

orden de aquél que reina ahora en los cielos. He recibido el mandato de darte

instrucciones sobre el hijo que María va a tener y que será una gran luz en este

mundo. En él estará la vida y su vida será la luz de la humanidad. De momento

irá hacia su propio pueblo. Pero éste lo aceptará con dificultad. A todos aquellos

que lo acojan les revelará que son hijos de Dios”.

-El papel que debería desempeñar aquel “hijo del destino” provocaría un grave

confusionismo entre los allegados a José y María. La mayor parte de los

familiares acogió la noticia con escepticismo. Erróneamente, María identificó a

su Hijo con el Mesías o Libertador político de los profetas.

AÑO -7

-En febrero, María visita a su prima lejana Isabel. En junio del año anterior, el

ángel Gabriel se había aparecido igualmente a Isabel, comunicándole lo

siguiente: “Mientras tu marido, Zacarías, oficia ante el altar, mientras el pueblo

reunido ruega por la venida de un salvador, yo, Gabriel, vengo a anunciarte que

pronto tendrás un hijo que será el precursor del divino Maestro. Le pondrás por

nombre Juan. Crecerá consagrado al Señor, tu Dios y, cuando sea mayor,

alegrará tu corazón ya que traerá almas a Dios. Anunciará la venida del que cura

el alma de tu pueblo y el libertador espiritual de toda la humanidad. María será

la madre de este niño y también apareceré ante ella”.

Tres semanas más tarde, la futura madre de Jesús regresaba a Nazaret

definitivamente convencida del “papel político y libertador” que desempeñarían

su Hijo y Juan, su lugarteniente.

-El 25 de marzo nace Juan.

-Al recibirse en Nazaret la orden de empadronamiento, José dispone el viaje a

Belén, pero en solitario. María lo convence para que viajen juntos, a pesar de

encontrarse casi “fuera de cuentas”.

Page 9: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

14

-Al amanecer del 18 de agosto emprenden el camino, por el Jordán, hacia la

ciudad de David.

-Al atardecer del 20 de agosto entran en Belén, y se alojan en los establos de la

posada. Esa misma noche, María experimentaría los primeros dolores.

-Hacia las 12 del mediodía del 21 de agosto se producía el alumbramiento de

Jesús: el “bekor” o primogénito de María.

-Cuando el bebé contaba escasas semanas, recibe la visita de unos sacerdotes

astrólogos procedentes de Ur de Caldea. Zacarías les informa el lugar donde se

encuentra “el rey de los judíos” y, tras contemplar al niño, retornan a Jerusalén,

siendo interrogados por Herodes el Grande. El “edomita” intenta engañar a los

“magos”, pero éstos desaparecen rumbo a su país. Los espías de Herodes

buscan afanosamente al niño. José, advertido por Zacarías, oculta a Jesús en la

casa de sus parientes. La familia vive una angustiosa situación. José duda entre

buscar trabajo e instalarse en Belén o huir.

AÑO -6

-Desesperado ante la infructuosa búsqueda del “otro rey”, Herodes ordena el

registro de la aldea y la ejecución de cuantos varones menores de dos años

pudieran ser hallados. El aviso de un “funcionario” próximo a la corte del

“edomita” permite que José, María y el niño escapen a tiempo. En la “matanza”

–ocurrida en octubre– pierden la vida 16 niños ya que muchos lograron ser

salvados de la muerte. Jesús contaba con 14 meses de edad.

-La familia se instala en la ciudad egipcia de Alejandría, bajo la protección de

unos acaudalados parientes de José. Allí permanecen por espacio de dos años.

José aprende el oficio de contratista de obras. La comunidad judía termina por

saber el secreto de María y José e intentan convencer a los padres del “Hijo de

la Promesa” para que Jesús crezca y sea educado en Alejandría. Le regalan un

ejemplar de la traducción griega de los textos de la Ley, de gran importancia en

la posterior educación del joven Jesús.

-María se obsesiona por la integridad física de su hijo.

AÑO -4

Page 10: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

15

-En agosto, tercer aniversario de Jesús, la familia embarca con destino al puerto

de Joppa, a unas 300 millas de Alejandría. Primer viaje por mar de Jesús.

-A finales de ese mes de agosto, vía Lydda y Emmaüs, llegan a Belén.

Permanecen en la aldea durante todo septiembre. María es partidaria de educar

a su hijo en Belén. José, en cambio, se opone sugiriendo el regreso a Nazaret. El

carácter violento del nuevo tetrarca, Aquelao, sucesor de su padre, Herodes el

Grande, decide a José por la baja Galilea. María tiene que ceder. A principios de

octubre emprenden, por fin, el viaje hacia Nazaret. Al llegar a la aldea se

encuentran con la casa ocupada por uno de los hermanos de José. Las familias

llegan a un acuerdo armonioso.

AÑO -3

-En la madrugada del 2 de abril nace Santiago.

-A mediados de ese verano, José consigue uno de sus sueños: montar un taller

cerca de la fuente pública. Se asocia con dos de sus hermanos. Los negocios

prosperan. Reúnen una cuadrilla de obreros y recorren las aldeas y ciudades

próximas, trabajando, sobre todo, en la construcción de edificios. Poco a poco,

José abandona las labores de carpintería.

-Jesús empieza a oír los relatos de los viajeros y conductores de caravanas que

acuden al taller de su padre terrenal.

-En julio, una epidemia de una enfermedad intestinal obliga a María a salir del

pueblo con sus dos hijos, refugiándose durante dos meses en la granja de uno

de sus hermanos, cerca de Sarid. Jesús hace una especial “amistad” con una oca.

AÑO -2

-En la noche del 11 de julio nace Miryam. A punto de cumplir 5 años, Jesús

pregunta por primera vez sobre el misterio de la vida y del nacimiento de los

seres vivos. Su curiosidad insaciable ocasiona problemas a cuantos lo rodean.

-El 21 de agosto, en su quinto aniversario, Jesús, de acuerdo con la Ley, pasa a

depender de José en todo lo concerniente a su educación moral y religiosa. Y

empieza a aprender el oficio de su padre. María lo inicia en el cuidado de las

flores. Jesús garabatea sus primeras letras.

Page 11: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

16

-Primera gran desilusión del pequeño. Ese verano, un temblor sacude Nazaret.

Sus padres no saben explicarle el porqué del seísmo. Su continuo río de

preguntas obliga a José a esconderse, huyendo así de las embarazosas

cuestiones que plantea su incansable hijo.

AÑO -1

-María recibe la visita de su prima Isabel. Primer encuentro de Juan y Jesús.

Durante una semana, las familias hacen “planes” para el Libertador y su

“segundo”. Juan habla a su primo de Jerusalén y de su grandeza. Desde

entonces, no cesó de preguntar “¿Cuándo viajaremos a Jerusalén?”.

-Jesús manifiesta un “blasfemo” deseo de hablar directamente con Dios. Y le

llama “Padre”. José y María, aterrorizados, tratan de disuadirlo de semejante

idea.

-En junio, José toma la decisión de ceder el taller a sus hermanos, lanzándose de

lleno a la contratación de obras. María se opone. Pero los ingresos de la familia

mejoran considerablemente. Jesús acompaña a José en muchos de los viajes de

negocios por la región.

AÑO 1

-Su pasión por los juegos paganos y los continuos paseos por la colina del Nebi

Sa´in le valen una dura reprimenda. José le hace ver que debe someterse a la

disciplina del hogar.

-En enero-febrero recibe una de las más agradables sorpresas de su corta vida:

Nazaret está nevado.

-En julio, el primogénito rueda por los peldaños de la escalera adosada a uno de

los muros de la casa, cegado por una tormenta de arena. El percance resucitó en

María los viejos temores.

-El 16 de marzo, nace el cuarto hijo: José.

-En agosto, al cumplir los 7 años, siguiendo la costumbre, Jesús ingresa en la

escuela. Los “estudios elementales” se prolongaban hasta los 10 años.

Page 12: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

17

-Jesús continúa escuchando a los peregrinos y caravaneros. Ello le permite

perfeccionar el griego. Su madre le enseña a ordeñar, a preparar queso y a tejer.

-Por aquellas fechas, Jesús y su amigo íntimo Jacobo descubren el taller del

alfarero Nathan.

AÑO 2

-El buen hacer de Jesús en la escuela le supone una “licencia”: librar una de cada

cuatro semanas. Y el muchacho dedica esas “vacaciones” a la pesca, a orillas del

“yam” (mar de Galilea o mar de Tiberíades), y a la agricultura en la granja de su

tío. Su primera experiencia con una red tendría lugar en mayo.

-Aquel año aparece en Nazaret un misterioso profesor de matemáticas, oriundo

de Damasco. El enigmático “sabio” lo inicia en el mundo de los números y, sobre

todo, de la Kábala.

-Jesús enseña a su hermano Santiago los rudimentos del abecedario.

-Los maestros pierden la paciencia ante sus inquietudes y, a veces, “sacrílegas”

preguntas. Todo le interesa. Todo lo cuestiona. A su alrededor se gesta un

ambiente de rechazo y antipatía por parte de determinados círculos de la aldea.

-El deslenguado Zacarías revela a Nahor, profesor de una de las escuelas

rabínicas de Jerusalén, la existencia en Nazaret del Mesías. Nahor examina

primero a Juan y, posteriormente, se traslada a la Galilea. Aunque el “descaro”

de Jesús en temas religiosos no es de su agrado, decide proponer su traslado a

la Ciudad Santa, con el fin de que estudie. José no ve claro el proyecto. María,

en cambio, presiente que aquello puede ser la culminación de la “carrera

política” de su hijo. Ante el desacuerdo de los padres, Nahor consulta al

interesado. Jesús decide permanecer en Nazaret.

-En la noche del 14 de abril, llega al mundo Simón, el tercero de los hermanos

varones de Jesús.

-Jesús vende el queso y la mantequilla que él mismo preparaba. Con el dinero se

costea sus primeras clases de música.

AÑO 3

Page 13: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

18

-Jesús conoce las habituales enfermedades de la infancia. Su desarrollo físico es

espectacular, destacando entre la población infantil de la aldea.

-En invierno se registra un grave incidente. Jesús, excelente dibujante, comete el

“sacrilegio” de pintar el rostro de su maestro en el pavimento de la escuela. El

consejo de Nazaret se reúne y José es amonestado. La Ley judía prohíbe todo

tipo de representaciones humanas. El díscolo jovencito es amenazado con la

expulsión de la escuela. Jesús no volvería a pintar ni a modelar arcilla.

-En compañía de su padre escala por primera vez el monte Tabor.

-El 15 de septiembre nace su hermana Marta, la segunda de sus hermanas. El

alumbramiento obliga a José a ampliar la vivienda.

-Jesús trabaja ese año en labores de siega, en la granja de su tío. María se

indigna al saber que su hijo ha manejado una hoz.

AÑO 4

-A punto de cumplir los 10 años, la corpulencia física y la agilidad mental de

Jesús le convierten en el jefe de una “banda” de siete amigos. Jacobo, su vecino

e íntimo amigo, es uno de ellos. Jesús experimenta un rechazo natural ante la

violencia. Ello le ocasiona serios conflictos con sus compañeros de juegos.

-El 5 de julio tiene lugar un “suceso” que confunde a sus padres. Ese sábado, en

uno de sus habituales paseos por el campo, Jesús confiesa a José “que sentía

que su Padre de los Cielos le reclamaba y que él no era quien todos creían que

era”. A partir de esa fecha se tornaría taciturno y solitario, frecuentando la

compañía de los adultos.

-En agosto ingresa en la escuela superior. Sus “impertinentes preguntas” fueron

a más, provocando que el consejo llamara al orden a sus padres. Y los enemigos

de Jesús le acusaron de “soberbio, descarado y presuntuoso”.

-Su afición a la pesca crece. Hasta el punto que comunica a su padre que, en el

futuro, “desea ser pescador”.

AÑO 5

Page 14: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

19

-A mediados de mayo Jesús acompaña a su padre a la ciudad helenizada de

Scythópolis, en la Decápolis. La grandiosidad de los edificios y la belleza de los

juegos que presencia lo entusiasman. José se ofende y llega a zarandear a su

hijo en una acalorada discusión.

-El 24 de junio, María da a luz a Judá. A raíz de este parto, María cae enferma.

Jesús se ve obligado a suspender las clases en la escuela y a cuidar de su madre

y sus hermanos pequeños. Los juegos y distracciones se espacian. Las dudas

sobre su verdadera “identidad” siguen atormentándolo.

AÑO 6

-Jesús vuelve a los estudios. Su forma de ser cambia: de las constantes

preguntas pasa al silencio. Sus padres no entienden este extraño giro. María se

desespera. No comprende por qué su primogénito, “Hijo de la Promesa”, no

atiende y comparte sus directrices “para alzar a la nación judía contra Roma”.

Las discusiones entre los esposos, en este sentido, son continuas. Jesús guarda

silencio y se refugia en la música (tocando el “kinnor”, instrumento musical

parecido al arpa) y en el cuidado de sus hermanos.

-A final de año, a causa del demoledor “sometimiento” a las rígidas y absurdas

pautas religiosas de la comunidad, Jesús cae en un profundo abatimiento.

AÑO 7

-Jesús entra en la adolescencia. Su voz y cuerpo se modifican.

-En la noche del 9 de enero, nace Amós.

-En febrero, el espléndido joven supera su abatimiento. Conjugaría, de

momento, las férreas creencias de sus mayores con el secreto proyecto que

seguía germinando en su corazón: “Iluminar a la humanidad, hablándole de su

Padre celestial”.

-El 20 de marzo, tras una reposada y pulcra lectura en la sinagoga, el pueblo se

siente orgulloso de aquel hijo de Nazaret. Y resucitan los viejos planes para que

estudie en Jerusalén. Acudiría a la Ciudad Santa al cumplir los 15 años.

Page 15: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

20

-A principios de abril recibe el diploma por sus estudios. José le anuncia que,

como adulto ante la Ley, asistirá a su primera Pascua en Jerusalén.

-El lunes 4 de ese mes de abril, un grupo de 130 vecinos emprende la marcha

hacia la Ciudad Santa. En este viaje, la familia de Nazaret entabla amistad con la

de Lázaro, en Betania. En el atardecer del jueves, día 7, Jesús contempla

Jerusalén desde el monte de los Olivos.

-Al día siguiente, José llevó a su primogénito a una de las prestigiosas academias

rabínicas.

-8 de abril: esa noche, un ángel aparece ante Jesús y le dice: “Ha llegado la hora.

Ya es el momento de que empieces a ocuparte de los asuntos de tu Padre”. Y

Jesús, muy lentamente, va adquiriendo conciencia de su origen y naturaleza

divinos.

-9 de abril: ese sábado, Jesús es consagrado en el templo como “hijo de la Ley”.

Sufre una profunda decepción ante la teatralidad y el derramamiento de sangre

que acompañan a los ritos religiosos. Los desacuerdos con sus padres van en

aumento.

-El domingo, Jesús “descubre” las discusiones entre los rabinos y doctores de la

Ley. Antes de la partida a Galilea, queda fijado su ingreso en la escuela rabínica

para agosto del año 9. Jesús continúa asistiendo a las conferencias del templo,

pero no interviene.

-El 18 de abril, lunes, los peregrinos se concentran en las proximidades del

Templo y parten hacia Nazaret. María y José descubren la desaparición de su

hijo al llegar a Jericó.

-El mediodía de ese lunes, Jesús toma plena conciencia de la marcha de la

caravana. Pero decide quedarse y seguir asistiendo a las discusiones del Templo.

-A la mañana siguiente, al pasar por el Olivete, Jesús llora con amargura a la

vista de Jerusalén. José y María regresan a la Ciudad Santa y lo buscan

desesperadamente.

-En esa jornada, el adolescente habla por primera vez ante los rabinos,

provocando con sus preguntas y comentarios las más dispares reacciones.

Page 16: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

21

-La tercera jornada de Jesús en el templo constituye un gran triunfo para el

joven de Nazaret. La noticia de un niño galileo que ha dejado en ridículo a los

presuntuosos escribas y doctores de la Ley se difunde por la ciudad.

-El jueves, 21 de abril, José y María deciden buscar a Jesús fuera de Jerusalén.

Acuden al Templo para interrogar a Zacarías y José reconoce la voz de su hijo

entre los asistentes a uno de los debates. Esa misma tarde, en mitad de una

fuerte tensión, inician el retorno a la Galilea. El abismo entre las ideas de María

y las de su primogénito se hace casi insalvable.

-Al entrar en Nazaret, Jesús prometió a sus padres que jamás volverían a sufrir

por su causa. “Esperaré mi hora”, manifestó. Y María reavivó sus sueños

nacionalistas. Pero Jesús se encerró en un cerco de silencio, frecuentando, cada

vez más, la cima del Nebi.

-El “éxito” de Jesús en Jerusalén fue celebrado por sus profesores y convecinos.

Y muchos compartieron las ilusiones políticas de su madre: “De Nazaret saldría

un brillante maestro y, quizá, un jefe de Israel”.

AÑO 8

-El joven Jesús se convierte en un hombre de gran belleza (algunos años después

se lo describe con una altura de 1,81 metros, cuerpo fornido, cabellos largos

ondulados hasta los hombros de color castaño acaramelado, tez blanca pero

bronceada por el sol, prolija barba partida al medio y ojos color miel, con una

cautivante mirada “engalanada” por unas tupidas pestañas. De labios algo

carnosos, con una sonrisa encantadora que dejaba ver una perfecta dentadura

blanca. Nariz típicamente judía. En sus tiempos de predicación, siempre vistió

una larga túnica blanca que le llegaba a los pies, limpia y prolija, junto con un

manto de color vino. Ambas prendas fueron confeccionadas por María. Sus

manos largas y finas mostraban unas uñas cortas y limpias en todo momento).

Siguió trabajando como carpintero. Y su mente fue abriéndose a la realidad

divina. Pero los solitarios paseos y el acusado distanciamiento de las ideas de su

madre hicieron dudar a María del prometido destino de su Hijo. Además, el

siempre pensativo carpintero “no hacía prodigios”.

Page 17: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

22

-A pesar de la tensa situación familiar, José lo dispuso todo para el próximo

ingreso de su primogénito en la escuela rabínica de Jerusalén. El futuro parecía

prometedor.

-El 21 de agosto, al cumplir los 14 años, su madre le regala una espléndida

túnica de lino, confeccionada por ella misma.

-Pero, en la mañana del martes 25 de septiembre, la vida de Jesús y de toda la

familia sufrió un doloroso cambio: José había resultado herido al caer de una

obra en la residencia del gobernador, en la vecina ciudad de Séforis. El

contratista de obras del padre terrenal del Hijo del Hombre falleció poco

después, cuando contaba 36 años. Al día siguiente, fue sepultado en Nazaret. A

partir de ese día, la joven y prometedora vida de Jesús, todos sus proyectos, los

de su madre y los de la esperanzada aldea, fueron inhumados con el cadáver de

José. Jesús se vio al frente de una familia numerosa a la que había que

alimentar, educar y sacar adelante.

-En la noche del 13 de marzo del año 9, nace Ruth, hija póstuma de José.

(Fin de la sinopsis de los primeros años de Jesús)

Page 18: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

23

Jesús apenas si tuvo adolescencia. Sorpresivamente, se encontró con una

madre abatida y embarazada y con siete hermanos que alimentar. Y como

millones de humanos, tuvo que doblegarse a la disciplina de la miseria, de la

soledad y del miedo. Y con valentía, asumió su nuevo papel tomando las riendas

del entristecido y desolado hogar.

En el pueblo, ya nadie pensaba en el futuro “rabino de Jerusalén”. Estaba

escrito: Jesús no sería discípulo de nadie. Pero muchos vecinos del pueblo les

abrieron las puertas de lo poco que tenían, regalándoles consuelo y amistad.

Así, durante aquel invierno, rara era la noche que la casa no se veía invadida por

personas que venían a hacerles compañía, a oír a Jesús en sus habituales

lecturas de las Escrituras o a disfrutar de su música tocando el arpa. Con ello,

Jesús combatió su natural amargura.

José dejó a la familia en una relativa buena situación económica, fruto de

sus ahorros. De ellos siguieron viviendo. Jesús fue un hábil administrador,

generoso, pero ahorrativo. Tal como estipulaba la Ley, la familia imaginó que

recibiría la correspondiente indemnización por el accidente de trabajo de José.

Pero el reclamo de Jesús al tetrarca de Galilea, Herodes Antipas, no tuvo

éxito y el dinero nunca llegó. Al no contar con esos dineros, todo se desmoronó.

Antes de un año, los fondos acumulados por José se agotaron. La única opción

que les quedó fue vender una de las casas propiedad de José y del padre de

Jacobo, vecino e íntimo amigo de Jesús. Eso permitió un respiro.

Pero su destino estaba escrito con la tinta de la pobreza. De una situación

“medianamente acomodada” al cumplir Jesús sus quince años, la familia se

hundió en el pozo de la miseria. Jesús experimentó la estrechez y también la

impotencia ante la estrechez de los demás. Trabajó con coraje, tenacidad, con

sudor, en el cuarto de carpintería que tenía en la casa, para sacar adelante a sus

hermanos. Con casi quince años, madrugaba como la madre y se encerraba en el

Page 19: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

24

taller hasta más allá del ocaso. Aun así, llegó el momento en que se vieron

obligados a vender las palomas que cuidaba Santiago.

Audaz y obstinado como su padre, adquirió una vaca. Miryam, su

hermana, se ocupaba de la venta de la leche. De todos modos, las cosas no

mejoraron. El pago de los impuestos, al año siguiente, los hundió de nuevo

durante meses. Pero el esfuerzo colectivo –las ventas de leche de Miryam, los

esporádicos trabajos de Santiago en el almacén de aprovisionamiento de

caravanas, ahora propiedad de un hermano de José, la ropa hilada y

confeccionada por María y el jornal del joven Jesús– terminó por dar fruto. Y se

inició una lenta recuperación.

Por intermedio de sus familiares, Jesús consiguió que le concedieran una

parcela de tierra en la falda norte del Nebi. Ilusionado, la dividió en pequeños

huertos, encomendando su cuidado al resto de los hermanos. Así accedieron a

un complemento en su dieta diaria. Y Jesús soñó con tener, algún día, una

granja propia… Sus trabajos de carpintero gustaban, en especial los yugos,

disputados por los campesinos y las caravanas.

Al cumplir los 17 años, había reunido tres vacas, cuatro carneros, un

burro, un buen puñado de gallinas y un perro al que llamó Zal, su gran amigo y

compañero. Así, predicó con el ejemplo, poniéndose del lado de la Naturaleza.

Nunca perdió el interés por las novedades que siempre portaban los viajeros y

caravanas. Por su trabajo, Jesús no podía frecuentar el almacén de

aprovisionamiento y la posada, pero aprovechaba los continuos viajes de

Santiago a ambos lugares y las numerosas visitas de sus clientes, informándose

así de cuanto acontecía en el exterior. Aunque en diferentes oportunidades le

sugirieron que montara la carpintería en el barrio de los artesanos, siempre se

negó diciendo que en el taller de la casa podía velar por la seguridad de sus

hermanos y las necesidades de su madre.

En esos tiempos, Palestina estaba conmocionada como nunca por la

creencia de una inminente llegada del Mesías. María recordaba a Jesús que él

“era el hijo de la Promesa”, el futuro Mesías o Libertador de Israel. Pero su

inteligencia iba “despertando” o “tomando conciencia” de otra realidad que

nada tenía que ver con las muy humanas pretensiones de María. Al estudiar a

Page 20: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

25

fondo las Escrituras y todas las profecías relacionadas con el Mesías, Jesús

estaba convencido de que “aquél no era su destino”. La “llamada interior” que

lo alimentaba y sostenía no “hablaba de conducir ejércitos o rescatar el trono

del rey David”. Él era un libertador, sí, pero de otra naturaleza. Estaba llamado a

“educar”, pero lejos del silbido de las flechas. Él, quizá, era “el antimesías” (o, lo

que es lo mismo, el “anticristo”)1.

En ese año 9, Jesús, en uno de los rollos almacenados en la sinagoga,

descubrió “el libro de Enoc”. Y aunque era público y notorio que el mencionado

manuscrito podía tener un carácter apócrifo, lo leyó y releyó impresionado por

uno de los pasajes. En él aparecía la expresión “Hijo del Hombre”. El autor

hablaba con precisión, retratando a un Hombre que, antes de descender al

mundo para iluminarlo con la palabra, había cruzado los umbrales de la gloria

celestial, en compañía del Padre Universal, “su” Padre. Y decía también que el

Hijo del Hombre había renunciado a su majestad y grandeza, en beneficio de los

infelices y perdidos mortales a quienes ofrecería la revelación de la filiación

divina. Aquélla era la profecía que más se aproximaba a sus íntimas inquietudes.

Y Jesús se hizo la firme y secreta promesa de adoptar para sí tan hermoso título.

En el día de su decimoquinto cumpleaños, un sábado 21 de agosto, Jesús

fue autorizado a dirigir el oficio del sábado. Su lectura del texto elegido de la

Torá llenó a los concurrentes de paz y esperanza.

Un par de meses después, escribió su primera oración en una tabla de

cedro: el Padre-nuestro, con el fin de enseñar a su familia a hablar directamente

con Dios. El pueblo y su familia, desde siempre, se limitaban a recitar de

memoria las oraciones que marcaban la Ley y la tradición. Insistía en que “era

bueno improvisar y comunicar al Padre todas las inquietudes y problemas”.

Por mucho menos, habrían lapidado a otros… Pero Jesús insistió con su

sentir y fue recitando a su familia lo escrito: “Padre nuestro…”, y recorriendo los

1 Cabe mencionar que la tan nombrada palabra Cristo (del latín Christus, y éste del griego antiguo Christós) es una traducción del término hebreo “Mesías” (י Māšîaḥ), que significa “ungido”, para ,ָחַמָשִׁocupar un cargo relevante (Wikipedia). Por lo tanto, “Jesucristo” nada tiene que ver con Jesús de Nazaret. (Nota de la autora).

Page 21: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

26

asombrados ojos aclaró: “Porque Él nos ha creado en verdad, como la ola que,

sin desprenderse, se desprende del mar…”.

“Que estás en los cielos…”. Y guiñándoles un ojo señaló el pecho de

Santiago y dijo: “En los cielos del corazón”.

“Santificado sea tu nombre…”. Y sin dejar de sonreír, aclaró: “Santificado,

no solo porque lo ordene la Ley. Santificado porque nunca duerme. Santificado

porque nunca hiere. Santificado porque ahora, seguramente, sonríe ante los

problemas de mamá María y de este pobre carpintero…”.

“Venga a nosotros tu reino…”.

“¿Es que Dios es rey?”, lo interrumpió Santiago.

Y Jesús, señalando hacia el patio, alzó la voz y dijo: “El único, oídme bien,

capaz de armar el rojo de una rosa. ¿Podrías tú, Santiago, o tú, Miryam, o tú,

José, fabricar la geometría de las estrellas?”. Y con seguridad, sentenció: “Pues

ese es el reino de nuestro Padre: el de la belleza visible e invisible”.

“¿Belleza invisible?”, saltó Simón con sus siete años.

“Sí, pequeño: la que se adivina debajo de la justicia; la que sostiene un

beso de amor; la de los hombres que jamás reclaman; la que regala al mundo

sus cosechas; la que concede antes de que se abran los labios para rogar. Ese es

nuestro reino…”.

“Y hágase tu voluntad en la tierra y en los cielos…”. Y luego agregó: “Ya sé

que, a veces, el Padre de los Cielos parece como si se hubiera ido de viaje… No

temáis: es el único que jamás viaja…”.

“¿Nunca?”, dijo Marta. “Eso no es verdad… ¿Y qué me dices de Moisés?

¿No viajó con él por el desierto?”.

“Lo que quiero decir, Marta, es que nuestra voluntad no siempre coincide

con la suya. Pero Él, como mamá María, sabe bien lo que te conviene. Hacer la

voluntad del Padre –siempre, en cada instante, aunque no la comprendamos–

es el pequeño gran secreto para vivir en paz…”.

Y continuó: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy…”.

Page 22: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

27

“¿Pero quién nos lo da? ¿Mamá María, tú o Dios?”, preguntó Santiago.

“Mamá María y yo, por supuesto…, porque Él nos lo ha dado primero”.

Y añadió: “El Padre es sabio. Conoce a cada uno de sus hijos por su

nombre. Y dispone todo lo necesario para que, en forma de trabajo, de suerte o

de casualidad, ni una sola de sus criaturas quede desamparada. La codicia, la

ambición y la usura no son solo pecados contra los hombres. Son estupideces,

muy propias de los que han olvidado o nunca supieron que tienen un Padre…,

inmensamente rico”.

“Y perdona nuestras deudas”. Y añadió: “Sobre todo, las que nadie

conoce”.

Y Miryam le preguntó: “¿Y tú tienes deudas con el Padre?”.

A lo que Jesús respondió: “Tantas como virutas en mi taller…”. “Y no nos

dejes caer en la tentación”. Y bajando la voz dijo: “No en la tentación de violar

el sábado y las casi siempre interesadas leyes de los hombres. Decid mejor: No

nos dejes caer en la tentación de olvidarte, Padre de los Cielos”.

Poco a poco, Jesús entendió y aceptó que, a pesar de su “llamada

interior”, debía soportar primero la dura carga de la supervivencia de los suyos.

Esa, sin duda, era la voluntad de su Padre de los Cielos: el “descubrimiento” de

la vida, que es generalmente penoso.

A sus 16 años, ya era un joven fuerte y sano a pesar de la escasez de

dinero, que no permitía a la familia grandes lujos en la dieta diaria: carne, una

vez por semana y no siempre; leche en abundancia; pan de trigo o cebada;

legumbres, hortalizas y frutos de acuerdo con las épocas; pescado, menos de lo

aconsejable ya que el transporte desde el “yam” lo hacía casi prohibitivo. Solo

cuando empezó a frecuentar el lago con uno de sus tíos maternos, disfrutaron

de un suministro más regularizado.

Y a esa edad, a dos años de la muerte de su padre, el carpintero de

Nazaret empezó a destacarse en su oficio: yugos, arados, aperos de labranza,

bancos, arcas, puertas y enseres de madera guardaban la finura que sólo sabía

imprimir aquel Jesús de 16 años. Aunque desde los cinco años empezó a trastear

Page 23: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

28

a la sombra de su padre entre vigas, herramientas, virutas y maderas de muy

diversa índole, Jesús tenía la capacidad innata de identificarse y “hacerse uno”

con lo que llevaba entre manos.

La madera constituyó, durante años un íntimo y gratificante modo de

expresarse, desde la simple tala hasta el más profundo acabado. A sus 17 años

tomó la importante decisión de aguardar a que todos sus hermanos estuviesen

en condiciones de valerse por sí mismos. Sólo entonces emprendería su

ministerio como educador de la verdad: que hay un Padre Celestial que nada

tenía que ver con el Yavé de sus padres y mayores. Fue el sueño y el ideal que lo

sostuvo durante doce largos años.

En ese tiempo, sólo su hermano Santiago y su íntimo amigo Jacobo

supieron de su “sueño”.

En el año 10 Simón ingresó en la escuela. Al mismo tiempo, se planteó un

nuevo problema: la educación de las hermanas, Miryam y Marta. Tanto María

como Jesús coincidieron en que ambas tenían derecho a estudiar la Ley, aunque

públicamente les estaba vedado por ser consideradas las mujeres “ciudadanos

de segundo orden”.

María insistió en ir a hablar con Ismael, el jefe de la escuela-sinagoga,

quien también había sido maestro de Jesús. Ambos se presentaron con la

petición, pero ésta fue rechazada. Y las niñas tuvieron que ser instruidas

secretamente. Santiago y Jesús, cuando disponían de tiempo, fueron sus

maestros. Las enseñanzas de las Escrituras se extendieron a todos los hermanos.

Así estaba fijado por la tradición, y Jesús, siempre respetuoso, no quiso

apartarse de ellas.

Y aunque la sabiduría era la propia Torá, Jesús trató de alternar la

enseñanza con incursiones a la ciencia de la geografía, las matemáticas, la

astronomía, la historia, entre otras, disciplinas que en aquel tiempo se hallaban

abiertamente reñidas con la investigación.

Y dado que Jesús consideraba que un hombre que no dominara la lengua

“internacional” de su tiempo, el griego, era un ser “limitado”, puso especial

énfasis en que sus hermanos lo conocieran. Lo había visto en José, su padre en

Page 24: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

29

la tierra: sus negocios y sus viajes le exigieron aprenderlo, y también lo vio en su

madre, María. Era un griego simplificado con altos índices de contaminación

lingüística, procedente de los cuatro puntos cardinales. Y así era posible

entenderse con un funcionario egipcio, un notario de Chipre, un sanador de

Mesopotamia, un comerciante en vinos y maderas de Tesalónica, un poeta de

Roma, un vendedor de papiros mágicos de Éfeso o un conductor de caravanas

de la meseta de Anatolia.

Jesús no hablaba el griego de Platón, tampoco lo necesitaba. Pero el que

manejaba era suficiente para que su palabra llegara limpia y sin errores a oídos

del gobernador romano, del centurión de Nahum que solicitó la curación de uno

de sus siervos o de los muchos griegos y paganos que tuvieron la fortuna de

cruzarse en su camino.

En el año 11, llegaron a Nazaret algunos representantes del movimiento

“zelota”, un movimiento de insurrección judía contra la ocupación romana.

Estos guerrilleros de “extrema izquierda” se estaban organizando, además, por

el crecimiento de la venta de terrenos y propiedades por parte de los

extranjeros en la zona. Media Galilea, incluyendo las ciudades helenizadas, se

hallaba en manos de los comerciantes griegos, fenicios, romanos y egipcios.

Y sucedió que se acercaron a Jesús, quien, a fuerza de trabajar, de

reflexionar, de estudiar y de escuchar a los demás, había sabido ganarse las

simpatías de buena parte de los jóvenes. Se entrevistaron con Él, le expusieron

sus ideales, sus planes, su fervor patriótico. Jesús los escuchó hasta el final y

“declinó el honor”, refugiándose en la verdad: “Sus obligaciones familiares

estaban por encima de cualquier otro compromiso”.

Asumida le decisión de no participar en el movimiento de la liberación,

sus enemigos jamás le perdonaron el desplante. Desde aquel año, el ambiente

en la recóndita Nazaret fue enrareciéndose. Algunos le retiraron el saludo.

Otros, movidos por el odio de Ismael, pretendieron expulsarlo de la sinagoga. Y

por algún tiempo, hasta los encargos en el taller escasearon.

Santiago, lleno de fervor patriótico, se reunió con los jóvenes en presencia

de Ismael y el consejo y les dijo que no se preocuparan, que en el momento en

Page 25: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

30

que su edad le permitiera asumir las responsabilidades propias del cabeza de la

familia, Jesús se pondría al frente de los ejércitos de Israel. En otras palabras,

solicitó tiempo y paciencia. Y mal que bien, el discurso del joven Santiago, que

apenas contaba trece años de edad, surtió efecto, al menos durante una

temporada. Y todo volvió a la normalidad.

Santiago concluyó sus estudios elementales y, poco a poco, fue ocupando

el puesto del primogénito en el taller. Jesús, entonces, amplió el negocio

familiar. En aquellos años, el tema favorito de conversación con su familia era

acerca de su Padre Celestial. Hablaba de Él a todas horas e intentaba

convencerlos de que eran sus hijos, sin que importara la raza, la condición social

o el grado de bondad. Decía, incluso, que el Padre amaba lo feo, lo impuro y lo

deforme. Les mostraba una flor, un trozo de madera de su taller o a su perro y

exclamaba entusiasmado: “¿Sabéis de hombre alguno que haya logrado una

perfección semejante?”.

Algunas veces le preguntaron por el rostro de ese Dios, y contestaba con

dulzura: “¿Qué facciones tiene el amor? ¿Quién será capaz de dibujar la cara de

la sabiduría? ¿Tiene ojos la ternura, la tolerancia o la fidelidad? Pues bien, así es

el Padre de los Cielos: sin rostro y con los mil rostros de la belleza, del perdón,

de la risa, del poder, de la paz y, sobre todo, de la misericordia”.

Para la familia no fue fácil. El único Dios que habían conocido era el de

Moisés: justiciero, vengativo y colérico, abrasador a veces, conquistador y tan

remoto que solo el sumo sacerdote tenía acceso al “santo de los santos” y una

vez al año. ¿Cómo podrían hablar de tú a tú con ese Dios? La blasfemia era

flagrante.

A punto de cumplir los 18 años, la vida del modesto carpintero Jesús

experimentó un pequeño y agradable cambio. Con su hermano al frente del

taller, Jesús se dedicó de lleno al almacén de aprovisionamiento de caravanas,

ubicado en el diminuto barrio artesanal, muy cerca de la fuente. Esto le

proporcionó algo de lo que se había visto privado con la muerte de José: las

tertulias e intercambio de información con los viajeros y comerciantes, paganos

en su mayoría, llegados desde todo el país y más allá de las fronteras de Israel.

Page 26: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

31

Jesús les hacía infinidad de preguntas, y así la espera resultaba mucho

más agradable. Ismael lo amonestó en repetidas ocasiones, considerando “una

debilidad impropia de un judío” el conversar y tratar a los paganos igual que a

los judíos. Y Jesús le contestaba siempre lo mismo: “Grandes trabajos han sido

creados para todo hombre. Una sonrisa y una palabra amable hacen más ligero

el yugo”.

En el almacén vendía lo acostumbrado: cordelería, forraje, odres para el

agua y el vino, canastos, toda suerte de ropas de abrigo, cayados labrados por Él

mismo, víveres, a veces cocinados por María, las ánforas de Nathan, el alfarero,

los yugos y trabajos en cuero de Santiago. En fin, de todo.

Y el almacén fue convirtiéndose en algo más que un simple negocio: allí

recalaban cada año decenas de buhoneros, burreros, traficantes de grano, vino

y especias y un variopinto mosaico de caravaneros y comerciantes –minoristas y

al por mayor– de todas las razas y credos. Y muchos de ellos, viejos amigos,

terminaban la noche en la casa de la familia de Jesús, compartiendo lo poco que

tenían o lo mucho que traían.

De esta forma, Jesús y su familia supieron de otras costumbres, pueblos y

creencias, y gracias a Él, aprendieron la difícil lección de la tolerancia.

A las dos semanas de haber celebrado su cumpleaños número 18, Jesús

vio entrar por la puerta a Isabel y a su hijo Juan. Fue el mejor regalo. Hacía

mucho que no se veían. Su primo lejano, que más adelante se llamaría “el

Anunciador”, se hallaba confuso. Desde la muerte de Zacarías no tenía muy

claro su futuro. Isabel, como había sucedido con María, seguía trazando excelsos

planes para él. Ocuparía el segundo lugar en gloria y dignidad, al lado del futuro

Mesías Libertador.

Las oposiciones de Jesús a estas ideas mesiánicas lo condujeron a un mar

de dudas y pensó en retirarse a las montañas de Judá y dedicarse por entero a la

agricultura y a la cría de carneros. Juan y Jesús sostuvieron largas

conversaciones, analizando sus respectivas concepciones del Mesías, del Padre

de los Cielos, así como sus planes personales.

Page 27: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

32

Ante las divergencias entre ellos, de mutuo acuerdo decidieron separarse

“hasta que llegase la hora”.

Ese mismo año, cuando los asuntos materiales y económicos empezaban

a mejorar, una nueva desgracia se abatió sobre la casa. Súbitamente, murió

Amós cuando tenía sólo cinco años. La enfermedad, fulminante, se lo llevó en

una semana. María casi lo siguió a la tumba. El único que se mostró entero fue

Jesús. Y él mismo, con una serenidad y majestad envidiables, portó el cadáver

de su hermano en los brazos hasta la colina, presidiendo el cortejo fúnebre. Y al

depositarlo junto a los restos de José, lo besó y clamó con gran voz: “Padre mío,

esta es tu voluntad. Amós es tuyo y a ti vuelve. Y ahora líbranos de la tristeza: la

verdadera muerte”.

La casa, durante semanas, fue una garganta desierta. El pueblo desfiló por

ella de puntillas. Nadie hablaba y, a pesar de los esfuerzos y permanencia de

Jesús, María se negaba a comer. Llegó el momento en que Él posó sus manos

sobre los hombros de María, y dulcemente le dijo: “Madre, la pena no puede

ayudarnos. Hacemos cuanto podemos, pero no es suficiente. El Padre, ahora,

nos pide el tributo de una sonrisa. Concédenos la tuya. Así, todo saldrá mejor. Y

no pierdas la esperanza. Él sabe lo que nos conviene. También en el dolor está

su mano”.

Y consiguió lo que parecía un milagro. Su optimismo, paciencia y sentido

común fueron como un bálsamo. Y mamá María, poco a poco, recuperó las

ganas de vivir. A partir de ese duelo, Jesús fue reconocido unánimemente como

un jefe valeroso.

Y, por su prudencia, buen hacer y brillantez, amén de su aspecto físico

alto, fuerte, guapo, no pasó desapercibido a los ojos de los hombres y de las

mujeres.

Y una de esas jóvenes de Nazaret se enamoró de Él: Rebeca. Tenía dos

años menos que Jesús. Su familia, aunque económicamente muy bien situada,

era noble y cariñosa. Y un día, confesó sus sentimientos hacia Jesús a su

hermana Miryam.

Page 28: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

33

Y ella lo único que pudo hacer fue contárselo a su madre. Preocupada por

la situación, María junto con Miryam sostuvieron una larga y secreta charla con

Rebeca. Y María terminó confesándole lo que era un secreto a voces en la aldea:

que Jesús, su amado, era “el hijo de la Promesa”.

Emocionada, Rebeca, que amaba profundamente a Jesús, les contestó

que estaba decidida a correr la misma suerte. Si Él la aceptaba, sería la esposa

de un jefe nacional, acompañándolo en su carga. No había más que hablar.

Y María y Miryam regresaron a su casa… A los pocos días, a petición de

Rebeca, celebraron una nueva entrevista. Rebeca, previa consulta con su padre,

les hizo saber que estaba autorizada a decirles que el dinero y la dote no eran

problemas. Que su familia estaba dispuesta a renunciar a dicha dote y a

compensarlos generosamente. Las mujeres agradecieron el gesto, pero no

aceptaron y dieron por terminado el asunto.

La muchacha, sin embargo, volvió a intentarlo. Desesperada, convenció a

Ezra, su padre, para que visitara a Jesús. Y él así lo hizo. Jesús escuchó al padre

de Rebeca y luego sostuvo una larga entrevista con ella. Nadie supo de aquella

conversación, salvo lo manifestado por Ezra: “Ninguna suma de dinero lo

apartaría de su familia y del sagrado compromiso que había asumido”.

El rico hacendado de Nazaret puso punto final a la entrevista y a las

aspiraciones de su hija. Y antes de regresar a su casa, visitó a María dando

cuenta de lo ocurrido en el almacén de aprovisionamiento y manifestando: “No

podemos tenerlo como hijo. Es demasiado noble para nosotros”.

Y aquella Rebeca, a los 19 años de Jesús, terminaría por convertirse en

una de sus más íntimas y leales amigas. Ella, a diferencia de muchos otros, sí

entendió en profundidad la misión de Jesús. Nunca se casó, lo dejó todo y lo

siguió en la sombra. Fue una de las primeras convencidas –mucho antes que sus

íntimos– del divino papel de Jesús. Y vivió con orgullo sus momentos de triunfo.

Y aunque se supone que Jesús no llegó a saberlo, ella estuvo también muy cerca

de la cruz, acompañando a María.

De entre las mujeres que conocieron y admiraron al Maestro, Rebeca fue

la que más lo amó. Y con su enamoramiento, le hizo un sutil e involuntario

Page 29: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

34

“favor”. De acuerdo con las costumbres judías, cuando una mujer –como fue el

caso de Rebeca– expresaba su amor por un hombre y esa devoción era del

dominio público, el resto de las hebreas, aunque las bodas no llegaran a

consumarse, no osaba “penetrar” los sentimientos de la “otra”, a no ser, claro

está, que la enamorada contrajera matrimonio.

Por supuesto, el amor de la muchacha de Nazaret por Jesús no tardó en

propagarse. Y esto resultaría providencial. Desde entonces, ni una de las

mujeres que siguieron los pasos del Galileo se atrevió siquiera a confesarle su

amor. Desde sus 19 años, a efectos del pueblo, el nombre de Jesús estuvo ligado

al de Rebeca.

La Gran Inteligencia, una vez más, había sabido actuar como tal…

A fines del año 13, Jesús se vio obligado a vender su arpa para costear los

estudios de su hermano Judá. Se la vendió a Ismael, el saduceo maestro en la

sinagoga, ya que ese mismo año, además, Jesús tenía que cumplir con los

impuestos civiles y religiosos. También estaba la cuota mensual por el almacén.

El saduceo lo sabía y lo amenazó con el embargo. Toda la aldea estaba al tanto

de la afición de Jesús por la música y por su arpa. En los momentos de

agotamiento eso lo relajaba. Muy astutamente, Jesús se adelantó a las turbias

intenciones del sacerdote. En público, de forma que hubiera testigos, apareció

un buen día por la sinagoga con su “kinnor”. E Ismael, que perseguía desde

hacía tiempo el único entretenimiento de Jesús, lo aceptó codicioso. Cualquiera

de las magníficas piezas labradas del taller de carpintería hubiera resuelto el

problema. Pero el arpa guardaba un significado especial. Y el gesto de Jesús

impidió al jefe del consejo el embargo de la casa o de los negocios. ¡Nunca dos

denarios resultarían tan rentables! Cada año, mientras Jesús permaneció en

Nazaret, trató de recuperar el arpa. Siempre, casi como un ritual, poco antes del

pago de los impuestos, conociendo al saduceo, sabía de antemano la respuesta

a su petición. E Ismael disfrutaba con la negativa... De esta forma,

inteligentemente, lo mantuvo a raya mientras pudo… Una sencilla arpa los salvó

del embargo durante años. Y Judá pudo cursar los estudios básicos.

Page 30: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

35

LA ESTRATEGIA EDUCATIVA DE JESÚS A SUS 19 AÑOS

A grandes rasgos, ésta era la situación de la sociedad hebrea cuando

emprendió su revolucionaria política pedagógica: arraigada en los textos

bíblicos, la doctrina del común de los judíos a la hora de educar a sus hijos se

basaba en el principio de la negatividad. Cumplir la voluntad de Dios significaba

“no matar”, “no robar”, “no levantar falso testimonio”, etc. El temor a Yavé era

la corriente imperante en el pueblo elegido. Así había sido desde tiempo

inmemorial. Y los salmos y los proverbios se encargaban de recordarlo a todas

horas. Incluso los paganos que abrazaban el judaísmo eran llamados “temerosos

de Dios”.

Y en ese turbulento y humillado creer de un Israel que no se atrevía ni a

pronunciar el nombre de Yavé, surge un humilde jefe de un no menos humilde

almacén de aprovisionamiento de caravanas, de una humildísima aldea, que

empieza a predicar todo lo contrario. Primero en su hogar, con los hermanos.

Después a cara descubierta.

El mensaje de Jesús llamó la atención desde el principio. ¿Quién era ese

atrevido que rompe la tradición y clama en beneficio del amor divino? ¿Cómo

podía alzarse sobre las leyes, llamando a Dios “Ab-bá” (Padre)? Aquel “cabeza

de familia” de 19 años enseña a usar la fórmula del “positivismo”. De los

613 preceptos del judaísmo, “encomendados por el Señor a su pueblo”, 365

tenían un carácter negativo. El “no harás” es sustituido por el “harás”. E

inteligentemente, desterrando las prohibiciones, fue restando importancia al

mal, en beneficio del bien.

Éste fue el ambiente que procuró crear en la casa. Tenía una frase que le

encantaba repetir: “No seáis como esos lacayos que siempre esperan una

propina: servid al Padre gratuitamente”. “Piensa en lo bueno, porque el Padre

solo tiene memoria para lo bueno”. “Ignora la maldad del soberbio y el

engreído, porque el Padre le mostrará el camino, a su debido tiempo”. “Camina

en la confianza de que todo ha sido creado para el equilibrio”. “Elige pensar bien

de los demás. El Padre siempre concede el beneficio de la duda”.

Page 31: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

36

Jesús nunca experimentó la humana necesidad de rebelarse. En el hogar,

todos entendieron el principio de “no agresión” y de “no violencia”. Él dejaba a

la vida el “cobro” de las injusticias. ¿Para qué perder el tiempo y salud en

venganzas –predicaba– si de eso se encarga la Naturaleza? Su condición humana

era de una singular sensibilidad: amaba la Naturaleza, todas las expresiones

artísticas y cuanto podía rodearle. Era audaz, generoso, alegre y con un notable

sentido del humor. Era justo, tenaz y respetuoso con las ideas de los demás.

Procuraba vivir haciendo mayor uso del “sí” que del “no”.

Y sentía debilidad por los viajes: “salir al mundo”, abandonar Nazaret,

aunque solo fuera durante unas horas, lo “transformaba”. De momento, en

aquel año 14, obedeciendo a ese magnético impulso de viajar, Jesús se regaló un

pequeño “lujo”: iniciada la primavera, se dirigió a la Ciudad Santa. Su intención

era permanecer en la casa de Lázaro y su familia, por los que sentía un profundo

afecto.

Jesús experimentaba un profundo desagrado cada vez que visitaba el

Templo. En esta tercera entrada en Jerusalén, el repulsivo espectáculo de los

sacrificios y el descarado comercio en el atrio de los Gentiles destaparon sus

antiguos sentimientos.

“Aquello es una vergüenza. Paganos, sacerdotes y judíos han convertido

la fiesta de la Pascua en un latrocinio. Sólo les interesa el dinero. Y tienen el

atrevimiento de justificar su repugnante actuación ‘en el nombre de Yavé’. ¿A

qué clase de Dios creen que sirven? ¿Es que el derramamiento de sangre sirve

para algo más que para truncar la vida de un animal y revolver el estómago a los

sensibles? Mi Padre no es un Dios de sangre.”

Y se entristecía… Esta concepción de un Yavé al que había que aplacar le

resultaba pueril y propia de un pueblo primitivo. Ésa fue una de sus

permanentes batallas. Y movido por esa natural repugnancia, propuso a Lázaro

y a las hermanas de éste, Marta y Miryam, lo que, a partir de ese año 14, se

convertiría en un símbolo: festejar la Pascua prescindiendo del cordero. Y por

primera vez, aunque en secreto, un grupo judío quebró la sagrada Ley de

Moisés. En la mesa de Lázaro solo hubo pan ácimo y vino con agua.

Page 32: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

37

En un apasionado discurso, Jesús llamó a esos manjares el “pan de la

vida” y el “agua viviente”. Era la inauguración de dos conceptos que, con el paso

del tiempo, sufrirían la misma deformación que el célebre cordero pascual de

los hebreos.

Su veinte aniversario transcurrió sin mayores sobresaltos. La

preocupación de María era en ese momento la soltería de Jesús.

(La soltería no era el estado perfecto en la sociedad de aquel tiempo. Con

el mandato de Yavé “creced y multiplicaos”, el celibato era algo anormal y

discutido: el célibe no es verdaderamente un hombre. Las sucesivas

dispersiones del pueblo elegido hacían aconsejable –casi necesario– el

crecimiento demográfico. El matrimonio era la máxima bendición. Y aún más, la

prole, a ser posible, cargada de varones. La poligamia era una situación

legalmente aceptada. En caso de esterilidad –siempre femenina–, uno de los

máximos oprobios, el marido podía tomar concubinas o procrear con las

esclavas y sirvientas. Esto, para los pudientes. Los pobres no podían aspirar a

mantener a más de dos mujeres.)

Y María sostuvo una larga conversación con Jesús –ajeno aún a su

divinidad–, pero salió de ella tal y como había entrado: sin una idea clara de lo

que le reservaba el destino.

El “jefe” de la familia fue rotundo: “Su deber estaba allí, en la casa de

Nazaret”. En consecuencia, poco había que hablar. “Estas cosas llegarán… de la

mano del Padre. No ha llegado mi hora.”

El trabajo que su Padre le había destinado marcaría su destino. De ahí no

había forma de moverlo. Si el Dios de los cielos le hubiera revelado que debía

casarse, Jesús lo habría hecho con toda felicidad. Ninguno de los dos estados le

repugnaba. Era soltero, pero sabía del peso y de la responsabilidad de una

familia. ¿A qué angustiarse con algo lejano? Para Él, solo existía el presente. El

futuro, el mañana, eran la voluntad del Padre.

Fue también a sus 20 años cuando Jesús conoció a los Zebedeo, la

próspera familia de Saidan. La Gran Inteligencia actuaba de nuevo… En esa

época Jesús recibiría una agradable sorpresa: una modesta cantidad de dinero,

Page 33: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

38

procedente de la venta de la casa de Nahum, última propiedad de José. El

inmueble había sido adquirido por un tal Zebedeo, dueño de uno de los

astilleros ubicados en las orillas del “yam”. A partir de entonces, las relaciones

entre Jesús, Zebedeo padre y los hijos de éste irían a más, desembocando en un

mutuo y entrañable cariño.

También en ese año, el ingreso de José, el tercero de los varones, en el

taller de carpintería mejoró la economía familiar. Finalizados sus estudios en la

sinagoga, fue a ocupar el puesto de aprendiz al lado de Santiago. Eran ya tres los

hombres que ganaban un salario en el hogar de Nazaret.

El siguiente año 15 de nuestra era llegó otorgándoles un período de paz y

de asentamiento. Jesús siguió al frente del almacén velando por la educación y

la seguridad de sus hermanos más pequeños. El único “lujo” en su veintiún

cumpleaños fue acompañar a José a la Ciudad Santa en la Pascua para su

“mayoría de edad ante la Ley”. Y allí, como en las anteriores ocasiones, fue a

celebrar la fiesta en la compañía de sus leales amigos de Betania.

En sus viajes a Jerusalén, Jesús aprovechó para conocer las aldeas y los

pueblos a ambos lados del río Jordán.

La familia y los íntimos de Jesús tuvieron acceso a sus pensamientos hasta

cierto punto. Entre los 20 y 21 años aproximadamente, la vida interior del futuro

rabí de Galilea fue experimentando una decisiva mutación. Los suyos lo

percibieron, aunque no con total claridad. Era “un pozo oscuro e inaccesible”.

Sólo hablaba de su Padre de los Cielos. Jesús, ¿el Hijo del Dios Vivo? Jamás le

oyeron hablar de ello. ¿Sus poderes? Ni los mencionó ni hizo uso de ellos.

Naturalmente que era diferente a los demás. Había algo en Él, sí, pero no

pudieron verlo.

Para una mayor comprensión, se relata a continuación el personal

testimonio del Maestro para comprender su forma de vivir y de actuar durante

los últimos tiempos en Nazaret.

Para empezar, “Jesús se encarnó en la Tierra con una doble-gran finalidad.

Él, como uno de los ‘Hijos’ de ese gran Dios o Padre Celeste, ya había conocido

la gloria de la divinidad. Pero quiso ‘descender’ hasta uno de los más primitivos

Page 34: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

39

niveles de las criaturas dotadas de voluntad. Él, como Soberano y Creador de

esas mismas criaturas (llamadas seres humanos), deseaba compartir su

existencia.

Para ello, el “mejor sistema” era hacerse hombre y vivir como tal. Y

lógicamente, para lograrlo en plenitud, este “Hijo” del Padre tuvo que renunciar

–durante muchos años– a su, digamos, “memoria celeste” y a su poder y

naturaleza divinos. En otras palabras: por expresa voluntad, Jesús nació, creció,

aprendió, sufrió y experimentó como cualquier individuo de la raza humana y

absolutamente ajeno a su verdadera identidad.

“Solo así –dijo– era posible que mi Padre reconociera mi absoluta

soberanía sobre mi universo.” Enigmáticas palabras…

Concluida esta experiencia en la Tierra –algo que, sorpresivamente para

nosotros, tuvo lugar en vísperas de su etapa de predicación–, Jesús podría haber

“vuelto” al Padre. Su misión, al parecer, se hallaba culminada. Había “conocido”

a los hombres y hubiera obtenido de pleno derecho la referida y misteriosa

entronización como Soberano.

Pero he aquí otro “mágico” aspecto de la encarnación del Hijo del

Hombre: sin saber lo que se pretendía del Él, esa Inteligencia Superior se había

encargado de mantener el fuego sagrado de un “ideal”: revelar la existencia de

ese Padre Dios a la humanidad.

He aquí la segunda gran finalidad de su “visita” a la tierra.

Durante muchos años, Jesús fue consciente de ese segundo “ideal”,

aunque ignoraba quién era en verdad y por qué había nacido. La vida, su

experiencia humana, debía transcurrir como algo normal. Y la prueba es que,

hasta mediados del año 25 de nuestra era, Jesús tuvo una única manifestación

de índole celeste y sobrenatural: a sus casi 13 años en su primera visita a

Jerusalén. En dicha ocasión, la Gran Inteligencia “despertó” en Él, la realidad de

un Padre de los Cielos. Ese “fuego” no se apagaría jamás.

Desde su juventud hasta el histórico retiro a las montañas del Hermón, en

el verano del año 25 (pasaje confundido por los evangelistas con el posterior

segundo retiro en el “desierto” de la actual Jordania), el proceso de “apertura” a

Page 35: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

40

la divinidad fue muy lento y gradual. A partir de la experiencia en las cumbres

del Hermón (actual sur del Líbano), ÉL SUPO QUIÉN ERA.

Sólo después del bautismo en las cercanías del río Jordán, en el año 26,

plenamente seguro de su poder e identidad divinos, empezó a aceptar, de sus

amigos y discípulos, el título de Señor e Hijo de Dios. En resumen: la

autoconciencia de su divinidad fue un lento, gradual y doloroso “parto” de 31

años de gestación.

Luego de este paréntesis, volvamos a Nazaret.

Cuando Jesús tenía 22 años, en el año 16 de nuestra era, Simón, recién

terminados sus estudios, se unió a su hermano Santiago en la cantera. Jesús,

siempre previsor, había manifestado en repetidas ocasiones la necesidad de

diversificar los oficios. De esta forma y de común acuerdo, José se había

responsabilizado del taller de carpintería y Santiago fue especializándose en la

piedra.

Los tiempos no eran tan buenos y en concreto para los carpinteros, y

Jesús convino que era más práctico e inteligente romper la tradición familiar. Él

siguió en el almacén de aprovisionamiento de caravanas. Se las ingenió para que

Santiago alternara la cantera con el almacén. Simón era un buen trabajador y no

tuvo problemas a la hora de sustituir a su hermano.

A finales de ese año, Jesús convocó a una reunión familiar. Él y Santiago,

que por aquel entonces contaba con 18 años, se entendían con la mirada. Y

Jesús, tomando como excusa las nuevas y apremiantes circunstancias

económicas, manifestó su irrevocable voluntad de trasladarse temporalmente a

la vecina Séforis, a poco más de una hora de Nazaret.

María fue dándose cuenta de que su Hijo, como “padre y jefe de la casa”

del fallecido José, tenía el tiempo contado. Jesús, adoptando un tono solemne,

declaró que, en su ausencia, Santiago ocuparía su lugar. A partir de ese

momento desempeñaría las funciones de “jefe segundo”. En verdad, desde el

día en que Jesús salió hacia Séforis, Santiago ocuparía su lugar. Todo cayó sobre

su exclusiva responsabilidad.

Page 36: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

41

Y Jesús hizo prometer a sus hermanos (uno a uno) que le obedecerían y

respetarían en todo instante y circunstancia.

Jesús estuvo en Séforis seis meses, aunque visitó a la familia con

frecuencia. Tenía allí muy buenos contactos. Fue a trabajar como forjador, a la

fundición de metales.

Hasta ese año 16, Jesús había trabajado como carpintero, ebanista de

exteriores, jefe de un almacén de aprovisionamiento de caravanas, forjador y,

ocasionalmente como labrador, pescador en el “yam” e instructor y maestro

“particular” de sus hermanos.

Según manifestó a su vuelta, la experiencia en Séforis, ciudad de gentiles,

se hallaba cumplida. Y volvió para reanudar sus tareas en el almacén de

aprovisionamiento de caravanas. Y cumplió lo estipulado: Santiago siguió

ostentando la jefatura del hogar.

El amanecer del siguiente año 17 de nuestra era fue uno de los más

luminosos y esperanzadores para la familia. El desempleo se alejó de la aldea y

los jornales de los cuatro hijos mayores encauzaron la economía doméstica.

Miryam y Marta, la primera con la venta de la leche y la mantequilla y la

segunda ayudando a la madre en el telar, auparon la menguada talla de los

dineros. Más de un tercio del costo del almacén de aprovisionamiento se

hallaba satisfecho, y por primera vez en años, disponían de algunos ahorros.

Esto permitió a Jesús a acompañar a Simón, el cantero, a la fiesta de

Pascua. Como era habitual, eligió un viaje inédito: la Decápolis, Pella, la Gérasa

del sur, Filadelfia (actual Amán), Jesbón, Jericó y Jerusalén.

En este recorrido, atravesando las tierras del este del río Jordán, los

hermanos entablaron amistad con un hombre que, pocos meses después, se

convertiría en la cuarta “gran tentación de Jesús”.

El Hijo del Hombre, en cuanto hombre, fue tentado con proposiciones

muy seductoras a lo largo de su vida terrenal y tuvo que elegir.

Le fue ofrecida una “carrera”: una educación reinada en las escuelas

rabínicas de la Ciudad Santa.

Page 37: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

42

Pudo cubrirse de la dudosa gloria humana, participando en el movimiento

zelota.

Le fue dada la atractiva posibilidad de salir de la pobreza contrayendo

matrimonio con Rebeca.

El siguiente “canto de sirena” fue entonado por la cultura, para ser

exactos, por el señuelo de la enseñanza. A su paso por Filadelfia, Jesús y Simón

conocieron a un próspero y noble mercader de Damasco, dueño de

4000 camellos y ágil negociante, con intereses y mejores dineros repartidos por

todo el imperio. Se dirigía a Roma y, al ingresar en Jerusalén, invitó a Jesús a su

casa. La notable instrucción y saberes de aquel viajero cautivaron al Hijo del

Hombre. A su vez, el oriental recibió una fuerte impresión. Aquel galileo de

22 años destilaba “algo” especial. Y cuando Jesús se despedía, rumbo a Betania,

el banquero le ofreció un puesto en sus negocios de importación. Debería

acompañarlo a Damasco, y posteriormente por el resto del mundo conocido.

Jesús rechazó la oferta, escudándose en su familia.

Pero aquel mercader algún tiempo después volvería a la carga, con una

“tentación” de diferente corte.

Simón entró en la legalidad judía y por una semana él y su Hermano

disfrutaron de la libertad. Jerusalén, de fiesta, era un torbellino de lenguas,

colores y costumbres. Y Jesús se dejó llevar por el oleaje, participando en

decenas de cónclaves.

En uno de esas encuestas con gentiles y peregrinos, Jesús tropezó con un

griego en el espléndido palacio de los Asmoneos. El griego en cuestión, que

tenía por nombre Esteban, quedó conmocionado ante el estilo y las ideas de

Jesús. Y durante cuatro horas polemizaron sobre lo humano y lo divino. La

revolucionaria filosofía del Galileo acerca del Padre Azul lo dejó fuera de

combate. Nunca más volverían a verse ni saber el uno del otro. Sin embargo,

muy probablemente, aquel joven y fogoso griego pasaría a la historia como

aquel Esteban que sería lapidado a la puerta de Jerusalén hacia el año 36 de

nuestra era. Una muerte de la que nacería a la fe el célebre Saulo o Pablo de

Tarso, verdadero “fundador” del (mal llamado) cristianismo.

Page 38: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

43

El regreso a Nazaret transcurrió por nuevos escenarios: Lidda, la ruta de la

costa, Joppe y Cesarea y, rodeando el monte Carmelo, Akkó (Ptolemaida), hasta

la aldea. Así, Jesús conoció la Palestina al norte de Jerusalén.

Y el tímido salto a la cercana Séforis encontraría pronto su segundo

eslabón: Damasco. Jesús, jefe de una escuela de filosofía religiosa… Esta fue la

cuarta “gran tentación”.

Unas ocho semanas después de celebrar su cumpleaños 23, Jesús recibiría

una grata embajada. Un mensajero del rico comerciante de Damasco se

presentó en Nazaret con el encargo de invitar al jefe del almacén de

aprovisionamiento a trasladarse a la referida y próspera ciudad oriental.

María fue la única que se opuso. Pero el destino estaba trazado y el

Maestro partió. Su ausencia se prolongaría hasta los últimos meses de aquel

año 17.

¿Por qué aceptó Jesús? El mercader deseaba levantar en Damasco una

escuela filosófica capaz de hacer sombra a los prestigiosos centros de

Alejandría. Para ello, Jesús debía visitar los más nombrados foros culturales y

pedagógicos del orbe mediterráneo, bebiendo en la esencia de sus doctrinas y

enseñanza.

La seriedad del magno proyecto se vio refrendada por otros doce

banqueros, que se comprometieron a financiar la operación, siempre y cuando

Jesús se dignara a dirigirla.

Aquellos meses fueron peligrosos para Jesús. La tentación de enseñar y

difundir la cultura se hizo casi insoportable.

Finalmente desistió. Su acariciado “gran sueño” –revelar al mundo la

existencia de su Padre– apuntaba ya como un cegador amanecer. Trabajó en la

planificación del centro, ayudando a su amigo y benefactor. Tradujo numerosos

documentos y devoró todos los libros y manuscritos que cayeron en sus manos.

Y a punto de finalizar el año, ante el desconsuelo del mercader y de sus amigos,

emprendió el regreso a Nazaret. La tentación había sido vencida.

Page 39: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

44

Estos dos viajes fueron inmunizando a la familia, la cual empezó a intuir

que Nazaret era un “nido” extremadamente pequeño para la envergadura de

tan espléndida “águila dorada”. Sus “vuelos”, cada vez más altos y prolongados,

anunciaban un no muy lejano y definitivo éxodo. Y de acuerdo con la sabia

Naturaleza, ese despegue se forjó sin traumas y al compás del reloj de las

necesidades humanas.

En la primavera del año 18, una semana después de Pascua, un joven

judío residente en Alejandría visitó la casa de Nazaret, proponiendo “algo” que

el Maestro aceptó con placer: un cambio de impresiones con una selecta

representación de los sabios y rabinos que trabajaban en la referida metrópoli

egipcia.

Y en junio, a dos meses de su aniversario número 24, se sentó en Cesarea,

frente a cinco profesores. Las conversaciones giraron en torno a dos ideas y una

propuesta. Para aquellos judíos, Alejandría estaba llamada a ocupar el centro

cultural de mundo. Las corrientes helénicas imperaban en la cuenca

mediterránea, habiendo desbordado el pensamiento y la filosofía babilónicos.

En cuanto a la propuesta, fue para Jesús la atractiva “quinta tentación”:

Alejandría le ofertaba un puesto de profesor y ayudante del decano de la

sinagoga principal. Para ello, debería residir en Egipto.

Luego de la “cumbre”, Jesús meditó despacio y, tras “retirarse a consultar

con su Padre de los Cielos”, respondió a los embajadores de la cultura judía en

Alejandría: “Mi hora no ha llegado aún”.

Y confusos, antes de partir, trataron de compensar el tiempo perdido por

el Galileo con una suculenta bolsa. El Maestro la rechazó igualmente, diciendo:

“La casa de José nunca aceptó limosnas. No podemos comer el pan ajeno

mientras yo tenga buenos brazos y mis hermanos puedan trabajar”.

Los últimos seis meses de ese año 18 transcurrieron en paz. A fines de ese

año, Santiago conversó con Jesús acerca de su deseo de casarse. Y al saber el

nombre de su prometida, Esta, Jesús lo abrazó dichoso. Pero para obtener su

definitiva bendición, tuvieron que esperar dos años. Sabiendo que a José le

faltaban tres meses para cumplir los dieciocho años y que, en consecuencia,

Page 40: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

45

podría reemplazarlo en la dirección de los asuntos familiares, Jesús le exigió que

lo fuera preparando para tal menester. Esto estaba relacionado con la promesa

que se hizo Jesús a sus 16 años: esperar a que todos encauzaran su vida para

acometer su gran sueño.

Animada por esta situación, la hermana mayor, Miryam, se apresuró a

comunicar a Jesús que también ella estaba enamorada. Y Jesús le solicitó que su

futuro esposo se presentara ante Él para solicitarla oficialmente en matrimonio.

El novio, Jacobo, había conocido a Jesús desde que nació. Vivió a su lado día y

noche, pared con pared, compartiendo risas y lloros, juegos…, lo defendió y

protegió, se sentó a sus pies y aprendió, lo quería como a un hermano. Y Jacobo,

su mejor amigo y confidente, vestido de solemnidad, se presentó ante Jesús,

pero al momento le entró la risa. Contagiado, Jesús lo abrazó y lo llamó

“cuñado”. Doblados por las carcajadas, tuvieron que salir de la casa,

perseguidos a escobazos por su futura esposa y por la suegra… Pero Jesús les

anunció lo que ya sabían por Santiago: deberían esperar. Y Miryam se

comprometió a preparar a Marta, en lo referente a las tareas domésticas que

desempeñaba como hija mayor.

Un párrafo aparte merece la relación de Jesús con los niños. ¿Cómo era

“el tío Jesús” con ellos? Jugaba y tenía una especial debilidad por ellos. El

almacén de aprovisionamiento era llamado por los pequeños “la casa

encantada”. Jesús convirtió el recinto en un lugar mágico, abierto a las fantasías

infantiles. Sentía tal apego por ellos que, durante años, nada más abrir el

negocio, sacaba a la calle un laberinto de maderas, cestas y cuerdas en desuso. Y

como si de un rito se tratase, los niños acudían a las puertas, jugando y

fantaseando con los cachivaches. Cuando se cansaban, los más audaces

irrumpían en el interior y espiaban al “jefe”. Si adivinaban que no se hallaba

demasiado atareado, le tiraban de la túnica y entonaban la frase clave: “Tío

Jesús, sal y cuéntanos una historia”. Y allí estaba, sentado al pie del muro, con

los más “enanos” entre las rodillas y cercado por un enjambre de ávidos y

nerviosos soñadores… Aquellos cuentos e historias que gustaba contar Jesús

ocuparon muchos de sus ratos de ocio.

Page 41: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

46

Once años necesitó la familia para liquidar sus deudas. El “reflotamiento”

de la economía iniciado en el año 8 concluiría en el 19 de nuestra era. El

finiquito del pago del almacén de aprovisionamiento constituyó un alivio que

sólo aquellos que han enfrentado alguna vez la liquidación de un crédito, de una

hipoteca o de una compra “a plazos” podrían comprender en su justa medida.

La casa fue una fiesta. Los hermanos pequeños estaban a punto de concluir sus

estudios, todos gozaban de una excelente salud, en las arcas sonaban algunos

ahorros, el trabajo seguía alimentando sueños y un par de parejas alegraban las

ilusiones de María. Las bodas quedaron definitivamente fijadas para finales del

año 20.

Tres meses después del feliz y doble compromiso matrimonial, Jesús

invitó a su hermano más pequeño, Judá, a conocer Ciudad Santa. A mediados de

ese año 19, Judá cumpliría 14 años. Y fieles a la costumbre, para Pascua, se

pusieron en camino hacia Jerusalén. Nada más llegar allí, Jesús condujo a Judá al

Templo. Y se encontraron con Lázaro de Betania. Se entretuvieron conversando,

no prestando demasiada atención al eufórico y deslumbrado rebelde… El caso

es que en las inmediaciones del atrio de los Gentiles estaba apostado uno de los

romanos de guardia. Éste, al parecer, según Judá, gastó algunas palabras de mal

gusto al paso de una muchacha judía. La reacción de Judá no se hizo esperar.

Con la insolencia que lo distinguía, increpó al mercenario diciéndole de todo.

Jesús y Lázaro se acercaron para detener a Judá y calmar la cólera del soldado.

Pero, el mal estaba hecho y Judá fue detenido en el acto. Para colmo de males,

en lugar de guardar silencio, Judá se encaró nuevamente con el centinela,

manifestando con rabia sus sentimientos patrióticos y tachando a Roma de

“ramera”. Allí terminó la disputa. Ambos fueron detenidos y conducidos a las

mazmorras de la fortaleza Antonia. Jesús no quiso separarse de su hermano e

intentó acelerar el interrogatorio de Judá. Sus buenas palabras no sirvieron de

mucho. Y se vieron obligados a “celebrar” la cena de Pascua a pan y agua en los

mugrientos y húmedos calabozos de Antonia…

Al segundo día, Jesús, en representación de Judá, fue conducido a la

presencia del magistrado y sometido a interrogatorio. Ofreció toda clase de

disculpas, invocando en su defensa la extrema juventud del muchacho y el

innegable carácter provocativo del incidente. El juez romano aceptó los

Page 42: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

47

razonables argumentos. Y al ponerlos en libertad, advirtió a Jesús: “Debes vigilar

a tu hermano. Su ciego comportamiento puede ocasionar nuevos y muy graves

trastornos”. Y no estaba equivocado…

Judá no pudo asistir a su mayoría legal, pero lo hizo algunos años después

cuando se alistó en el movimiento zelota, y como pronosticó aquel magistrado,

Judá, irreflexivo, ególatra y violento, proseguiría su carrera de desmanes,

haciendo temblar las cuadernas de la casa.

La visita del Maestro en la primavera del año 19 a Jerusalén sería la última

de esa naturaleza, marcando el comienzo de la definitiva ruptura del Hijo del

Hombre con los lazos de la sangre y de la carne. El destino acampaba ya detrás

de las colinas de Nazaret, dispuesto a reclamar lo que era suyo.

El año 20 de nuestra era marcaría un hito en la carrera humana del Hijo

del Hombre: su cumpleaños 26 sería el último a celebrar en Nazaret. Jesús se

disponía a cambiar de lugar de residencia, de trabajo, de amigos y de proyectos.

La paciencia, el sometimiento a sus obligaciones familiares y, en definitiva, a su

Padre Celeste dieron sus frutos apetecidos: sus hermanos gobernaban ya sus

propias vidas y el rumbo del hogar paterno. En consecuencia, su presencia no

era imprescindible. Y el Destino llamó a su puerta. Consciente de su próxima

partida, dedicó buena parte de aquel año a largas e intensas conversaciones con

cada uno de los miembros del clan. Y poco a poco los fue preparando para algo

que era un secreto a voces. Su madre, María, que seguía sin entender el extraño

y blasfemo ideal de revelar al mundo la realidad de un Padre Dios, fue la que

más padeció con su decisión.

Y la vida tendió una alfombra roja a las puertas de la aldea: las saneadas

finanzas de la familia se vieron súbitamente bendecidas por el regalo del padre

de Esta: Santiago y su prometida recibieron, en concepto de dote, una

confortable casa a las afueras del poblado. Jacobo y Miryam, por su parte,

resolvieron la cuestión sin merma alguna para las arcas familiares: fallecido el

progenitor del albañil, antiguo socio de José, la pareja decidió instalarse en la

vivienda contigua a la de María. Respecto a Judá, “la oveja negra de la familia”

que se negaba a trabajar, era mentiroso, ladrón, egoísta y descarado, peleador y

pendenciero, enrareció tanto el clima familiar que Santiago, jefe de la familia,

Page 43: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

48

llegó a proponer su definitiva expulsión. Pero Jesús no lo consintió. Y pidió a sus

hermanos que “sean pacientes y consecuentes en sus propias vidas, para que,

de esa forma, Judá pudiera reconocer el camino de la honradez”. Y con

sinsabores, Jesús finalmente logró su propósito: luego de varios encuentros y

conversaciones, Judá le confesó que quería ser pescador. Y Jesús, de inmediato,

lo acompañó hasta la ciudad costera de Migdal, al servicio de uno de sus tíos,

dueño de una pequeña flota pesquera. La decisión resultó providencial y, a

partir de ese momento, el estilo del joven cambió radicalmente.

En noviembre de ese año 20, tras el feliz y doble acontecimiento de las

bodas de sus hermanos, Judá sostuvo una sincera conversación con José, el

flamante nuevo jefe de la familia, que le prometió cumplir con su deber. Y así

fue. La felicidad entró a raudales en la numerosa y asentada prole de José, el

contratista de obras. Y el Destino tocó en el hombro del Maestro. Su hora

estaba próxima.

Al día siguiente de las bodas, Jesús llamó al almacén a Santiago y le hizo

una innecesaria confidencia: se disponía a dejarlos. La alegría se mezcló con la

tristeza. Con su habitual generosidad, Jesús cedió la propiedad del negocio a

Santiago, designándolo “jefe protector de la casa de su padre”. A manera de

compensación, pidió a Santiago que, a partir de su marcha, corriera con la total

responsabilidad de las finanzas de la familia, descargándolo así a Jesús de dicho

compromiso. “En la medida en que sea posible –añadió–, seguiré enviándote

una ayuda mensual…, hasta que llegue mi hora. Emplea esos fondos como

estimes conveniente.”

La decisión de cortar la última amarra fue como morir un poco.

Y una lluviosa mañana de enero del año 21 de nuestra era, a sus 26 años,

tras besar a su madre, se perdió en el camino de Caná. La Gran Inteligencia –su

Padre Azul– acababa de abrir las puertas de su penúltima etapa en la tierra:

cuatro intensos, radiantes y viajeros años.

LOS GRANDES VIAJES DE JESUS, EL SUEÑO DE SU VIDA

Page 44: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

49

Corría el año 21 de nuestra era cuando Jesús partió de Nazaret. Contaba

27 años.

Durante el primer año, tras despedirse de su familia, se embarcó en una

apasionante gira por el Mediterráneo y parte de Oriente. Y, siempre de

incógnito –no había llegado su hora–, tras visitar Joppe y Cesarea, se dirigió por

mar hacia la ciudad egipcia de Alejandría. Allí permaneció un tiempo. Consultó

la célebre biblioteca y contempló las pirámides… una imagen desconocida de

Jesús, al pie de las imponentes construcciones faraónicas.

De Alejandría navegó hacia Creta y de allí a Cirene y Cartago. Jesús se

mezcló con los hombres. Los observó y aprendió de ellos. Otro gran misterio

para la mente humana. ¿Cómo un Dios puede aprender de sus criaturas?

De Cartago puso rumbo a la isla de Malta. De allí a Siracusa, en Sicilia.

Después, Messana (actual Messina) y, por mar, alcanzó las costas de la actual

Italia. Visitó Capua y, tomando la llamada Via Apia, entró en Roma, la capital del

imperio. Y durante la estancia en la Roma del emperador Tiberio, el Maestro

disfrutó también de los juegos y de la belleza de la Ciudad Eterna. Allí escuchó a

los más insignes filósofos de la época y, siempre de incógnito, adelantó parte de

su mensaje. Un mensaje que causó sensación, pero nadie supo quién era aquel

brillante orador…

De Roma, Jesús de Nazaret se dirigió a Tarento. Y de aquí prosiguió hasta

Corinto y Atenas. En la capital de la ciencia y el arte, el Maestro siguió

escuchando y observando. E hizo una advertencia clave: “La ciencia –afirmó–

nunca podrá demostrar la existencia del alma”.

Y los griegos, como los romanos, se preguntaron: “¿Quién es este sabio?”.

A esta etapa siguieron las de Éfeso, Rodas y Chipre. En esta última isla

Jesús habló por primera vez de la mente humana, siempre subordinada a lo que

definió como la “chispa” divina: una especie de “miniporción” de la sustancia

del buen Dios. Algo así como una “trillonésima” parte de su corazón, enviada y

regalada a cada ser humano del tiempo y del espacio en el instante en que el

hombre es capaz de tomar su primera decisión moral, aproximadamente a los

cinco años de vida. Otro profundo enigma…

Page 45: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

50

Y de pronto, la aventura del Maestro por el Mediterráneo cambió de

rumbo. De Chipre navegó a la ciudad siria de Antioquía y, desde allí, se adentró

en el Oriente. Visitó Sidón, Damasco, Ur de Caldea, Babilonia, Susa y Charax.

Finalmente regresó a Nazaret.

Más tarde, cuando Jesús estuvo a punto de cumplir 29 años, emprendió

una segunda y no menos fascinante gira. Desde Jerusalén hasta el remoto lago

Urmia en la región suroriental del actual mar Caspio, el punto más alejado al

cual llegó el Maestro. No es cierto, por tanto, que Jesús alcanzara la India o las

tierras de la actual Cachemira.

JASÓN Y ELISEO, LOS DOS NUEVOS MENSAJEROS DE JESÚS DE NAZARET

Al regresar de sus viajes por el mundo conocido, en agosto del año 25,

Jesús de Nazaret se retiró durante cinco semanas al pie de las nieves perpetuas

del monte Hermón.

Jasón y Eliseo, los dos nuevos mensajeros que acompañaron al Nazareno

con el fin de dar testimonio sobre quién era Él y sobre lo que deseaba su Padre

Celestial, se encontraron con Él en las laderas del monte Hermón. Y así lo

hicieron durante toda su vida de predicación, hasta su muerte y resurrección.

Cuando ambos llegaron a la cercanía del lugar, el Maestro se les adelantó

y salió a su encuentro pletórico de alegría y, abriendo sus brazos, estrechó a

cada uno de ellos diciéndoles: “¡Amigos! ¡Queridos amigos…! ¡Al fin!”.

Los contempló unos segundos y, acogiéndolos con una radiante e

interminable sonrisa, exclamó: “Sé que estáis aquí por la voluntad de mi

Padre…”.

El campamento se hallaba a 2000 metros de altura. Se trataba de una

meseta ovalada, de unos 100 metros de diámetro, cubierta por una alfombra de

hierba y cercada por los abundantes cedros del lugar.

Page 46: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

51

A un costado, Jesús levantó una pequeña tienda de dos aguas, armada,

como la de sus amigos, con negras y embreadas pieles de cabra.

Luego de un refrescante baño en la piscina natural entre las dos cascadas,

Eliseo se dirigió al Maestro preguntándole: “Señor, ¿qué haces aquí?”.

El Galileo no respondió y continuó con los ojos cerrados, ajeno a todo.

Jasón, creyendo que Él no deseaba hablar, fulminó con la mirada a Eliseo. Éste,

desolado, bajó la cabeza.

“No, Jasón –intervino el Maestro–, no reprendas a tu hermano porque,

como tú, ansía la verdad…”

Jasón quedó desconcertado. ¿Cómo lo hacía? ¿Cómo podía “ver” o “leer”

en los corazones? Si tenía los ojos cerrados, ¿cómo pudo…?

Jesús lo miró y le dijo: “Porque ahora, querido Jasón, finalmente, he

recuperado lo que es mío…”. Y volviéndose a Eliseo, sonriente, añadió: “Amigo…

haces bien en preguntar. Para eso estáis aquí. Para contar y dar fe de lo que soy

y de lo que desea mi Padre… Vuestro Padre…”.

“¿Has venido al Hermón para buscar algo que habías perdido?”

“Excelente pregunta, Eliseo… Recuérdamela después de la cena…”

Concluida la cena, allí, tendría lugar la primera de una serie de

conversaciones con el Hijo del Hombre. A excepción de la última semana, cada

jornada, a la misma hora, como algo minuciosamente “programado”, el Maestro

habló, abriendo mentes y corazones.

A pesar de los muchos apuntes y notas, tomados siempre tras las

animadas tertulias y en el silencio de la tienda, algunas de sus ideas y palabras,

muy probablemente, se perdieron. Pero ha quedado lo fundamental. Las

claves…

Una advertencia de Jasón: “Aunque he procurado reunir por capítulos los

asuntos de mayor calado, las intensas charlas no siempre fueron monográficas.

Como es lógico y natural, dependiendo de las circunstancias, saltábamos de un

Page 47: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

52

tema a otro. No obstante, para una mayor claridad, he buscado un cierto orden,

un hilo conductor…”.

Dicho esto, prosigamos.

El primero en hablar fue Él.

“Mis queridos ‘ángeles’… No os rindáis… ¡Ánimo!... Ni vosotros mismos

sois conscientes de la trascendencia de vuestro trabajo…”

“Mi Padre sabe… Llegará el día, gracias a vosotros y a otro ‘mensajero’, en

que mis palabras y mi obra refrescarán la memoria del mundo. Gracias por

adelantado…”

“¿Otro mensajero?”

El Maestro, sonriente, asintió con la cabeza. Pero los dejó en el aire2.

“Señor –terció Eliseo–, contéstanos ahora. Lo prometiste. ¿Qué es lo que

has perdido en estas montañas? ¿Por qué dices que has venido a recuperar lo

que es tuyo?”

“Hijo mío, lo que voy a comunicarte no es de fácil comprensión para la

limitada y torpe naturaleza humana. Sois los más pequeños de mi reino y

entiendo que tu mente se resista. Pero, en breve, cuando llegue mi hora, lo

comprenderás.”

Y desviando la mirada hacia Jasón, insistió: “Entonces, sólo entonces,

estaréis en condición de entenderlo. Ahora, por el momento, escuchad y

confiad…”.

“¡Confiamos, Señor! –dijo Eliseo–… ¡Tú lo sabes!”

“De acuerdo con la voluntad de mi Padre, ha llegado el momento de

restablecer en mí mismo la auténtica identidad del Hijo el Hombre. Mi

verdadera memoria, voluntariamente eclipsada durante esta encarnación, ha

vuelto a mí… Y con ella, mi ‘otro espíritu’…”

2 El Maestro se refería al hombre que recibiría toda la información de Jasón y Eliseo, quien la reescribiría

textualmente en idioma español, para su publicación y divulgación. (Nota de la autora).

Page 48: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

53

Y durante un largo rato descendió a los detalles informando del porqué de

su presencia en este mundo.

Según dijo, ésa era la voluntad de su querido Ab-bá, su Padre Celestial. Él,

como Hijo de Dios, debía vivir, conocer y experimentar de cerca la existencia

terrenal de sus propias criaturas. Eso era lo establecido. Ese requisito resultaba

vital e imprescindible para alcanzar la absoluta y definitiva soberanía como

Creador de su universo… Ése, en suma, era el precio para lograr la definitiva

entronización como rey de su propia creación.

Y advirtiendo la perplejidad de ambos, recalcó: “No os atormentéis…

Estáis en el principio de una larga travesía hacia el Padre. Ahora debe bastaros

con mi palabra”.

“Entonces, si no he comprendido mal –terció Eliseo–, tú eres un Dios…

‘camuflado’...”

El Maestro rió con ganas.

“¿Un Dios escondido?... Sí, de momento…”. Le guiñó un ojo y añadió: “Y

os diré más. Aunque tampoco es fácil de asimilar, de acuerdo con los designios

de Ab-bá, otro de los objetivos de esta experiencia humana consiste en ‘vivir’ la

fe y la confianza que yo mismo, como Creador, solicito de mis hijos respecto a

ese magnífico Padre”. Y subrayó con énfasis: “Vivir la fe y la confianza…”.

“Pero, no comprendo, ¿es que tú no tienes fe?”

La risa lo dobló de nuevo y, cuando acertó a recuperarse, aclaró: “Mi

querido ‘ángel’…, yo soy la fe. Pero aun así, conviene que sea probado”.

“Una experiencia… –musitó para sí Eliseo–. Tu encarnación en este

planeta obedece a eso, a la necesidad de experimentar…”

“Es el plan divino. Sólo así puedo llegar a ser íntima y realmente

misericordioso.”

“A juzgar por lo visto y oído –comentó Jasón– muy poco de lo dicho y

escrito tiene que ver con la verdad… Si no he comprendido mal, tú, Señor, no

estás aquí para redimir a nadie…”.

Page 49: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

54

Jesús negó con la cabeza y afirmó: “En su momento lo escuchaste del

propio Hijo glorificado: el Padre no es un juez. El Padre no lleva esa clase de

cuentas. ¿Por qué exigir responsabilidades a unas criaturas que no tienen culpa?

Cada uno responde por sus propios errores…”.

“Eso sí tiene sentido”, sentenció Eliseo.

Y Jesús, señalándolos con el dedo, remachó: “Estad, pues, atentos y

cumplid vuestra misión: debéis ser fieles mensajeros de cuanto digo. Que el

mundo, vuestro mundo, no se confunda”.

“Conocer de cerca a tus criaturas. Vivir y experimentar en la carne. Pero,

Maestro, ¿qué puedes aprender de nosotros?... ¿Qué hay de bueno en unos

seres tan mezquinos, brutales, necios, primitivos?...”

“¡Dios!”

“¿Dios?”

“Así es –explicó Jesús–. Ésa es otra de las razones, la gran razón, por la

que he descendido hasta vosotros. Revelar a Ab-bá. Recordar a éstas, y a todas

las criaturas de mi reino, que el Padre reside, per-so-nal-men-te, en cada ser

humano.”

Eliseo no se percató en ese momento de la importancia de la

revolucionaria afirmación del Galileo. Y se desvió.

“¿Otras criaturas?”

Jesús, sonriendo con benevolencia, asintió de nuevo con la cabeza.

“Pero, ¿cómo otras criaturas? ¿Dónde?”

“Querido e impulsivo niño… Acabo de decírtelo: estás en los comienzos de

una venturosa carrera hacia el Padre. Algún día lo verás con tus propios ojos. La

creación es vida. No reduzcas al Padre a las cortas fronteras de tu percepción. Y

te diré más: la generosidad de Ab-bá es tan inconmensurable que nunca,

¡nunca!, alcanzarás a conocer sus límites.”

“¿Estás diciendo –manifestó Eliseo con incredulidad– que ahí fuera hay

vida inteligente?”

Page 50: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

55

“Mírame… ¿Me consideras inteligente?”

Eliseo, aturdido, balbuceó un “sí”.

“Pues yo, hijo mío, procedo de ‘ahí afuera’, como tú dices…”

Eliseo cayó en un profundo mutismo. Jasón aprovechó el silencio y

preguntó: “Tu reino… ¿dónde está? ¿En qué consiste?”.

Jesús extendió los brazos. Abrió las palmas de las manos y lo miró feliz.

“Aquí mismo…”

Después, levantando el rostro hacia la apretada Vía Láctea, añadió: “Ahí

mismo…”.

“El universo, ¿es tu reino?”

“No, querido Jasón –dijo con aquella infinita paciencia–, los universos

tienen sus propios creadores. El mío es uno de ellos…”

“Eso tiene gracia –reaccionó Eliseo–. Tú, Señor, no eres el único Dios…”

“Te lo repito una vez más: la pequeña llama de tu entendimiento acaba de

ser encendida. No pretendas iluminar con ella la totalidad de lo creado. Date

tiempo, querido ángel…”

“¡Muchos Dioses!...Y tú, ¿eres grande o pequeñito?”

“En los reinos de mi Padre, querido ‘pinche’, no hay grandes ni

pequeñitos… El amor no distingue. No mide.”

“Señor, hay algo que no sé…”

“¡Por fin! –interrumpió Jesús a Jasón–- ¡Por fin alguien reconoce que no

sabe!”

“Esas criaturas, las que dices que también forman tu reino, ¿son como

nosotros? ¿Necesitan igualmente que les recuerdes quién es el Padre?”

“Toda la creación vive para alcanzar y conocer a Ab-bá. Ésa es la única, la

sublime, la gran meta… Algunos, como vosotros, están aún en el principio del

principio. Ellos, no lo dudéis, están pendientes de este pequeño y perdido

Page 51: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

56

mundo. Lo que aquí está a punto de suceder los llenará de orgullo y de

esperanza…”

Extrañas y misteriosas palabras.

“¿Y por qué nosotros? –atacó de nuevo Eliseo–. ¿Por qué has elegido este

remoto planeta?”.

“Eso obedece a los designios del Padre…, y a los míos, como Creador. En

su momento te hablaré de las desdichas de este agitado y confundido mundo.

Nada, en la creación, es fruto del azar o de la improvisación…”

Eliseo volvió a interrumpirlo, cortando lo que, sin duda, podía haber sido

una gran revelación. Pero Jasón no lo olvidó.

“Entonces, Señor, tú vas por tu reino, por tu universo, revelando al

Padre… ¿Ése es tu trabajo?”

La capacidad de asombro de aquel Hombre no parecía tener límite. Abrió

los luminosos ojos y, conmovido, replicó: “Sí y no… Entrar a formar parte de la

vida de mis criaturas, como te dije, es una exigencia para todo Hijo Creador.

Antes de esta encarnación, por ejemplo, yo he sido ángel. Y también me he

sometido voluntariamente a la naturaleza de otros seres a mi servicio. Otros

seres que tú, ahora, ni siquiera imaginas…”.

“¿Tú has sido ángel?... Pero, ¿cómo?”

“Hijo mío, ¿puedes explicar a los hombres de este tiempo de dónde

vienes y cómo lo haces?”

Eliseo negó con la cabeza.

“Pues bien, deja que el conocimiento y la revelación lleguen a su debido

tiempo. Disfruta de la maravillosa aventura de la ascensión hacia el Padre. Nada

quedará oculto…, pero ten fe. Aguarda confiado.”

Y agregó: “Dime: ¿crees en lo que digo?”.

Jasón se unió a la rotunda afirmación de Eliseo: “Absolutamente,

Señor…”.

Page 52: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

57

“Entonces, dejadme hacer. Mi Padre ‘sabe’. No lo olvidéis...”

“Ahora lo entiendo –susurró Eliseo, el ‘pinche’–, ahora lo entiendo…”.

Señaló las desdibujadas nieves del Hermón y proclamó triunfante: “Ha llegado

tu hora… El Creador ha recuperado lo que es suyo. Ahora sabe quién es. Aquí y

ahora se ha hecho el milagro. Jesús de Nazaret, el hombre, es consciente, al fin,

de su verdadera naturaleza divina…”.

“Hijo mío, eres afortunado… Es mi Padre quien habla por ti”.

Y Jasón y Eliseo fueron testigos de excepción del “gran cambio”…

En esas fechas, agosto del año 25, en la montaña santa, el Hijo del

Hombre, arrastrado por el Destino, “despertó”. Durante años, no supo quién era

en realidad. Él mismo, antes de su encarnación, se impuso esta condición. Sólo

así, con esa generosa renuncia, fue posible vivir, sufrir y experimentar, en

definitiva, la naturaleza humana. Y la lucha se prolongó, feroz, hasta ese mes de

agosto, cuando el Maestro estaba punto de cumplir 31 años…

¡Estaban en la presencia de un Dios! Sin embargo, no eran capaces de

distinguir la frontera entre lo puramente humano y lo divino. Un misterio.

Y otro dato más, oído de sus propios labios: justo en esos días, durante la

estancia en el Hermón, una vez asumida la genuina naturaleza divina, el

Maestro pudo haber abandonado el mundo de su encarnación.

Eliseo, pasmado, preguntó: “¿Qué dices? ¿Hablas en serio?”.

Naturalmente. A pesar de sus continuas bromas, el Maestro siempre

hablaba en serio.

“Mi trabajo –manifestó– ha sido culminado. He cumplido la voluntad del

Padre. Ahora conozco al hombre. De haber regresado a mi lugar habría recibido

la soberanía que me pertenece. Pero…” Hizo una pausa. Los miró con ternura y

añadió: “Pero me he sometido al Padre…”.

“¿Y qué ha dicho ‘el Jefe’…? ¿‘El Barbas’?...”

“¿El Jefe? ¿El Barbas?”, preguntó entre risas el Galileo.

Page 53: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

58

“El Padre… Tú me entiendes, Señor… Yo, al Padre, me lo imagino así…, con

barbas.”

“¿Y por qué con barbas?”

“Si es lo que dices, Señor, tiene que ser muy viejo… ¿Qué ha dicho?”

“Que mañana será otro día…, querido ‘pinche’. El ‘Barbas’ dice que es

hora de descansar. Para hablar de Él necesitamos tiempo. Mucho tiempo…”

PRIMERA SEMANA EN EL HERMÓN

A la mañana siguiente, al despertar, el Maestro no se hallaba en el

campamento. Frente a la tienda, dentro de una escudilla de madera, escrito con

un tizón, se leía: “Estoy con el ‘Barbas’. Regresaré al atardecer”.

Y así ocurrió a lo largo de aquellas semanas en el Hermón. Desayunaba

algo y, feliz, tomaba el rumbo hacia los ventisqueros. Poco antes del ocaso, lo

veían retornar y, siempre, siempre, aparecía alegre, renovado, casi

transfigurado… ¿Explicación? Ab-bá. Según Él, ese tiempo de íntima comunión

con su Padre Celestial era esencial. En varias oportunidades, obedeciendo sus

deseos, Jasón y Eliseo tuvieron ocasión de acompañarlo. Y descubrieron algunas

nuevas facetas de aquel increíble Hombre…

En cuanto al día a día, fue simple y espartano. Atendían los modestos

quehaceres domésticos, se relajaban en la “piscina” o caminaban por los

alrededores disfrutando de la magnífica naturaleza. Jasón, además, se ocupaba

del repaso de sus notas. Y en el ocaso, el instante culminante: el retorno de

Jesús de Nazaret. Después, tras la cena, las ansiadas tertulias…

Aquel martes, 21 de agosto, sería diferente…

Jasón, de pronto, revisando apuntes y memoria, cayó en la cuenta… Buscó

a Eliseo y, alborozado, anunció: “¿Sabes qué día es hoy?”.

“¿De qué tiempo? ¿Del nuestro o del actual?”, replicó burlón Eliseo.

Page 54: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

59

Jasón le mostró uno de los pergaminos y Eliseo leyó: “Veintiuno de

agosto. ¿Y qué?”.

“¿No lo recuerdas? Hoy es su cumpleaños. Su cumpleaños… Y hace… Creo

que treinta y uno… ¿Se te ocurre algo?”

“Puede ser…”, fue la lacónica respuesta de Eliseo.

Hacia la “décima” (las cuatro), puntual, Jesús de Nazaret irrumpió en el

campamento. Desde la espesura, venía cantando. Soltó el caldero que portaba.

Eliseo, curioso, se asomó al recipiente de hierro. ¡Nieve!

“Regalo del Jefe –intervino el Galileo–. Hoy, queridos ángeles, es un día

señalado…”

Jasón y Eliseo se miraron. Éste, comprendiendo, respondió con una rápida

sonrisa y un guiño. Algo estaba maquinando…

“¿Qué tramáis?”

“Nada, Señor…, cosas de ángeles…”

Mientras desplumaban unos patos sentados junto al fuego, Jesús les dijo

que escucharan con atención.

Según sus palabras, de acuerdo con los planes divinos, el hecho físico de la

experiencia humana se hallaba “limitado” por una serie de “condiciones”,

absolutamente inviolables. Estas “prohibiciones” –autoimpuestas por el propio

Jesús de Nazaret durante su estancia en el Hermón– resultaban casi de sentido

común…

En primer lugar el Hombre-Dios no debería dejar escrito alguno. Escritos –

entendieron sus amigos– de su puño y letra. De ningún tipo. Llevaba razón. Si el

Maestro hubiera puesto por escrito su doctrina y filosofía, los seguidores, muy

probablemente, habrían convertido semejante tesoro en un “artículo” de

veneración y, lo que podía ser más lamentable, en un motivo de permanentes

disputas e interpretaciones de todo tipo.

En segundo lugar –por sentido común– el Hijo del Hombre tomaría otra

no menos importante decisión: su imagen, su figura, no podría ser dibujada por

Page 55: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

60

manos humanas. (Cuando algunos, en su vida pública, trataron de retratarlo, Él

siempre se opuso.) Por el mismo motivo: esas pinturas podrían causar

problemas, en especial de índole idolátrica. Su imagen sí quedaría en este

mundo, pero “confeccionada” por otras manos…, y algo más.

Como decía con regularidad, “quien tenga oídos…”.

La tercera “autolimitación”, la decisión de no contraer matrimonio y no

dejar descendencia, formaba parte también de la rígida “normativa” divina. Eso

–dijo– era lo aconsejado por su Padre. Y como Creador no podía infringir la ley.

Eso era lo dispuesto, incluso antes de su encarnación. Ese era el “orden”

establecido por lo Alto. ¿Qué se supone que habría ocurrido con unos hijos,

nietos, etc., del Hijo del Hombre?

Jasón no dejó pasar la ocasión para preguntar: “Señor, ¿significa esto que

prefieres el celibato al matrimonio?”.

“Sabes que no he dicho eso. Y sé igualmente por qué lo planteas. Pues

toma buena nota: el matrimonio es tan digno como la decisión de permanecer

célibe. En el reino de mi Padre no hay matrimonios, tal y como vosotros lo

entendéis. Pero eso no importa ahora. Aquí, en la fraternidad humana, tanto

uno como otro tiene su papel y su justificación. Pero, ¡ojo, mi querido

‘mensajero’!, transmite bien mis palabras… Ningún célibe deberá considerarse

superior, ni más capacitado, a la hora de pregonar o practicar mi mensaje…”

Y añadió rotundo y sin contemplaciones: “Buscar al ‘Barbas’, y hacer su

voluntad, no depende de la categoría social, de las riquezas y, mucho menos, del

estado civil. Y te diré más: ni siquiera está sujeto a la inteligencia… El gran

secreto de la existencia humana, descubrir al ‘Jefe’, sólo puede ser desvelado

con la voluntad. Si lo deseas, sólo si lo deseas, hallarás al Padre y habrás

triunfado en la vida…”.

El Maestro, atravesando el pato con un largo palo, lo sometió al fuego,

flameándolo y purificándolo. Y con la vista fija en las llamas, dijo: “Queridos

hijos… ¿veis las lenguas de fuego?... pues ése, en cierto modo, es el trabajo que

le aguarda al Hijo del Hombre…”.

Page 56: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

61

Eliseo, con una broma, le dijo: “¡Bombero! ¿Piensas ejercer como la

‘militia vigilum’?”.

Jesús, atónito, echó a reír. Y de pronto… “¡El pato, Señor!”, gritó Jasón.

El sufrido pato ardía por los cuatro costados…

“¿Será posible?”

El Galileo, desconcertado, intentó apagar las llamas. Y lo logró, claro. Pero

el pobre pato, negro y humeante, estaba en las últimas.

“¿Será posible? –repitió Jesús mirando la carbonizada cena–. ¡Vaya Dios

más torpe!”

Eliseo, desconsolado, pidió disculpas: “¡Perdón Señor!..., ¡Perdón!”.

Y el Maestro, en otro ataque de risa, le exigió: “¡No, por favor!… ¡No más

perdón!... ¡Sólo nos queda un pato!”.

Así era aquel maravilloso Hombre…

Cuando los ánimos se calmaron, el rabí, absolutamente perdido,

preguntó: “¿Por dónde iba?”.

“Por los bomberos…”, terció Eliseo.

Imposible. Las carcajadas se hicieron dueñas y señoras del campamento.

“Queridos hijos –respiró al fin el Maestro–, ¿sabéis qué es lo más

hermoso y reconfortante de la risa? Lo más atractivo del sentido del humor es

que sólo es practicado por gente segura y confiada… ¿Sabéis que el humor es un

invento del Padre?”

“Entonces –proclamó Eliseo–, el Jefe se ríe…”

“Sobre todo cuando el hombre piensa…”

“Señor –intervino Jasón–, ¿por qué decías que tu trabajo es similar al de

las lenguas de fuego?”

“El Hijo del Hombre –retomó agradecido– ha venido también para sanear

la memoria humana. Ahora, no por vuestra culpa, se halla enferma. Dominada

Page 57: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

62

por la oscuridad. Sujeta al error y a la desesperación. Yo soy el fuego que

purifica. Yo os traigo la esperanza. Yo os anuncio que, a pesar de las apariencias,

todo está por estrenar. Dios, el Padre está por ‘estrenar’… Hoy, queridos

ángeles, como os dije, es un día especial… Ataquemos… ¡El pato es nuestro!

Después seguiremos con el ‘Barbas’…”

El Maestro se esmeró: pato asado con una jugosa salsa a base de cebolla

rallada, ajo machacado, dos o tres buenos pellizcos de jengibre, pimienta en

abundancia, sal y aceite. Y sin dejar de canturrear, pinceló el ánade por dentro y

por fuera, dorándolo despacio.

Después, fruta picada, ligeramente emborrachada con “arac” y vino

helado, cuidadosamente enterrado en la nieve del Hermón.

Al final, un brindis. El Maestro alzó la humilde copa de madera. Repasó las

estrellas y, descendiendo feliz a los corazones de sus “mensajeros”, pronunció

una de sus palabras favoritas: “¡Lehaim!”.

“Lehaim!”, replicaron al unísono sus amigos.

“¡Por la vida!”, repitió con voz imperativa.

Eliseo se levantó y, en silencio, se perdió en el interior de la tienda. Jesús,

impasible, continuó con la vista anclada en el tumultuoso firmamento.

Eliseo reapareció con las manos a la espalda y se plantó frente al rabí,

sonriente. Jesús lo miró curioso y desvió la vista interrogando a Jasón sin

palabras.

Ceremonioso, Eliseo fue a mostrarle lo que había ido a buscar. Y al

entregárselo, exclamó despacio y solemne: “¡Felicidades!... Un regalo de otro

mundo para el Señor de todos los mundos…”.

El Maestro, sorprendido y sonriente, tomó el vástago de olivo y replicó:

“¡Gracias!... ¡Gracias!”.

Y levantándose, tras observar el retoño celosamente conservado, colocó

su mano derecha sobre el hombro de Eliseo, exclamando complacido: “Un

regalo de otro mundo para el Señor de todos los mundos… No podías definirlo

Page 58: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

63

mejor… Lo plantaremos como símbolo de la paz… La paz interior: la más

ardua…”.

Acto seguido se retiró a su tienda para guardar el vástago. Y regresó,

aproximándose a las llamas. Los miró en silencio, serio, pero sus ojos hablaron.

Fue un “discurso” breve y elocuente. Su mirada era de amor y comprensión.

Parpadeó, relajó los corazones con una amplia y sostenida sonrisa y,

dulcemente, dijo: “Hoy, en mi cumpleaños número 31 en esta forma humana,

voy a pedir al Padre que os convierta en mis primeros discípulos… Y quiero

hacerlo solemnemente… Como corresponde a unos auténticos embajadores y

mensajeros…”.

Levantó los brazos y fue a depositar sus manos sobre sus cabezas. Fue

instantáneo. Una especie de frío, una llamarada helada los recorrió en décimas

de segundo. Aquella mano era y no era humana…

Guardó silencio. Después, con gran voz, prosiguió: “¡Padre!... ¡Ellos son

los primeros!... ¡Protégelos!... ¡Guíalos!... ¡Dales tu bendición!...”.

Entonces, intensificando la presión de las manos, añadió solemne y

vibrante: “¡Ellos, al buscarme, ya te han encontrado! ¡Bendito seas, Ab-bá, mi

querido ‘papá’…!”.

Nuevo silencio.

Y el Maestro, retirando las manos, los atravesó con la mirada. Aquellos

ojos eran y no eran humanos…

“Mis queridos ángeles… ¡Bienvenidos!... ¡Bienvenidos a la vida!...

¡Bienvenidos al reino! Y recordadlo siempre: este ‘viaje’ hacia el Padre no tiene

retorno…”

Acto seguido, uno por uno, los abrazó. Fue un abrazo sólido.

Incuestionable. Prolongado. Un abrazo que ratificó la inesperada y cálida

“consagración”. ¡Sus primeros embajadores! ¿Y por qué no? Ambos eran

observadores, sí, pero observadores “atrapados” por un Dios.

Page 59: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

64

Jasón, personalmente, se sitió feliz y agradecido. Continuó con su trabajo

como siempre, manteniéndose en la sombra, a cierta distancia, pero, en lo más

íntimo, compartiendo y aprendiendo.

Jesús de Nazaret llenó de nuevo las copas, y entusiasmado, gritó: “¡Por el

‘Barbas’! ¡Por Ab-bá!”.

Arrojó una carga de leña al fuego, se sentó frente a las llamas y entró en

su materia favorita: el Padre.

“¿Dónde estábamos?”

“Decías que tu trabajo ha sido culminado –recordó Eliseo–. Decías que

ahora que conoces al hombre, que podías regresar, si lo desearas, y asumir la

soberanía de tu universo… Decías también que, sin embargo, habías optado por

someterte a la voluntad del Jefe… Y yo te pregunté: ¿y qué ha dicho?”

“En palabras simples: que siga con vosotros, que cumpla el segundo gran

objetivo de esta experiencia humana… ¡Que os hable de Él!... ¡Que encienda la

luz de la verdad!”

“Señor, si vas a hablarnos del Padre –intervino Jasón– bueno será que lo

definas, que nos digas qué o quién es… No olvides que en el fondo, somos

hombres escépticos… ignorantes…”

“Eso, sí, querido Jasón… Pero no te alarmes. Ignorancia y escepticismo

tienen arreglo. Recuerda: para dar sentido a la vida, para saber quién eres, qué

haces aquí y qué te aguarda tras la muerte, sólo precisas de la voluntad. Si

quieres, puedes ‘saber’… Y ahora vayamos con tu pregunta.”

“Recordad siempre –arrancó con un preámbulo decisivo– que, en el

futuro, cuando llegue mi hora, hablaré como educador. Ése será mi papel. En

consecuencia, tomad mis palabras como una aproximación a la realidad… ¿Por

qué digo esto? Sencillamente, porque lo finito, vosotros, no puede entender,

abarcar o hacer suyo lo infinito. Y eso es Ab-bá: una luz, una presencia

espiritual, una realidad infinita que, de momento, no está al alcance de las

criaturas materiales… Pero lo estará.”

Page 60: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

65

“¡Una luz! –comentó Eliseo intrigado–. ¡Una energía que, obviamente,

piensa!”

“Obviamente…”

“¡Lástima! –lamentó Eliseo– … Lo de ‘Barbas’ me gustaba…”

El Maestro negó con la cabeza. Y corrigió a Eliseo.

“No, mi querido ángel. Eso está bien. ¿Por qué crees que utilizo la palabra

‘Padre’? Porque lo es. El Jefe, como tú lo llamas, y muy acertadamente, por

cierto, no tiene un cuerpo físico y material… Pero es una persona. Es un Ab-bá,

en el sentido literal de la expresión. Él es el principio, el generador, la fuente, el

que sostiene la Creación. Podéis imaginarlo como queráis. Podéis definirlo como

gustéis. Y yo os digo que siempre os quedaréis cortos…”

“¿Una persona?”, intervino Jasón. No entendía… una persona sin cuerpo…

“Es lógico que te lo preguntes. Mis pequeñas y humildes criaturas del

tiempo y del espacio, las más limitadas, tienen dificultad para imaginar una

personalidad que carezca de soporte físico visible. Pero yo te digo que la

personalidad, incluso en vuestro caso, es independiente de la materia donde

habita. Más adelante, cuando sigáis ascendiendo hacia el Padre, tu

personalidad, Jasón, continuará viva. Más viva que nunca, a pesar de haber

perdido el cuerpo que ahora tienes. Serán tu mente y espíritu quienes forjarán y

sujetarán esa personalidad. Así, de hecho, ocurre ahora mismo.”

Sonrió e hizo otra revelación.

“Es pronto para que lo entendáis con plenitud, pero en verdad os digo que

la personalidad humana no es otra cosa que la sombre del Padre, proyectada en

los universos. El problema, insisto, está en vuestra finitud. Estudiando esa

‘sombra’ jamás llegaréis a descubrir al ‘propietario’ y causante de la misma.”

Quedaron en silencio, pensativos. Tenía razón. Si alguien pretendiera

estudiar a un ser humano a través de su sombra, sencillamente, perdería el

tiempo…

Page 61: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

66

“Pero no os desaniméis. Todo en su momento. Llegará el día en que

estaréis en la presencia de Ab-bá. Entonces, sólo entonces, empezaréis a

comprender y a comprenderlo. Si Él careciese de esa personalidad, el gran

objetivo de todos los seres vivientes sería estéril. Es su personalidad, a pesar de

la infinitud, lo que hace el ‘milagro’… Al igual que un padre y un hijo se aman y

comprenden, así sucede con el gran Padre y todos sus hijos… Él es persona.

Vosotros sois personas. Pero como os digo, dejad que se cumplan los designios

de Ab-bá…”

“¿Sus designios? –clamó Eliseo contrariado–. ¿Y por qué no habla con más

claridad? ¿Qué quiere?”

“En primer lugar –replicó el Maestro al instante–, que sepáis que existe,

que sepáis que existe. Para eso estoy aquí. Para revelar al mundo que Ab-bá no

es un bello sueño de la filosofía. ¡Existe!”

Hizo una pausa, alzó la voz y repitió, haciendo retroceder cualquier

vestigio de escepticismo: “¡Existe!”.

“En segundo lugar, el Padre, tu Padre, desea que lo busques, que lo

encuentres…”

“¿Cómo, Señor? Tú mismo acabas de reconocerlo… Somos finitos,

limitados, lo último de lo último… Parece que el Jefe se descuidó al pensar en

nosotros…”

El Maestro acogió la broma con dulzura.

“No, querido ‘pinche’. En el reino de Ab-bá no hay descuidos. Todo se

halla minuciosamente planificado. Y, aunque no lo creas, vosotros sois y

seguiréis siendo la admiración de los universos.”

“¿Nosotros?”

“Imagina, ¿por qué?... Vosotros, lo más denso y limitado, poseéis algo de

lo que no disfrutan otras criaturas, creadas en perfección: tenéis la maravillosa

virtud de ascender y progresar…, sin saber, sin haber visto. Tenéis la envidiable

capacidad de creer, de confiar…, sin pruebas.”

Page 62: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

67

“Exageras…”

“No, no exagero. Y ése es el ‘cómo’. Ésa es la respuesta a tu pregunta. Al

Padre, de momento, sólo puedes buscarlo con la ayuda de tu confianza. Ése es

el plan. Eso es lo establecido. Progresar. Progresar. Progresar…”

“¿Aquí, en este basurero?”

“Aquí, en este atormentado mundo –corrigió el Maestro–, y en los que te

reservo después y siempre. Ya me has oído. Para llegar a la presencia de Ab-bá,

primero debes recorrer un largo, muy largo camino. Ése es el objetivo. Ésa es la

única razón de tu existencia: una aventura fascinante…”

“Un largo camino… Muchos, en nuestro mundo, piensan que el ‘Barbas’

los estará esperando al otro lado de la muerte…”

Jesús, divertido, escuchaba los razonamientos de Eliseo.

“… Dicen y creen que los justos serán recibidos de inmediato en su

presencia. Tú, en cambio, hablas de un largo recorrido…”

En esos instantes –¿casualidad?– una enorme y hermosa mariposa,

atraída por la luz de la fogata, fue a posarse en el extremo de la rama con la que

jugueteaba el Maestro. Y Jesús, aludiendo a la bella mariposa, respondió así:

“Dime, querido ángel, ¿crees que esa criatura está en condiciones de

comprender que un Dios, su Dios, la está sosteniendo?”.

“No, Señor. Hay demasiada distancia…”

Jesús, agitando el palo, la obligó a volar.

“Tú lo has dicho. Hay demasiada distancia… Pues bien, lo que ahora te

separa de Ab-bá es infinitamente mayor… Si un mortal fuera transportado, tras

la muerte, ante la presencia del Padre, en verdad te digo que reaccionaría como

esa mariposa. No sabría, no tendría conciencia de dónde está ni de quién lo

sostiene… –Y añadió feliz–: Afortunadamente, vosotros sois mucho más que una

mariposa. Y podéis estar seguros de lo que afirmo: llegará el día, cuando hayáis

crecido espiritualmente, cuando hayáis progresado, que veréis al Jefe y

comprenderéis.”

Page 63: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

68

“Pero –preguntó Eliseo–, ¿tan grande es?”

“No hay palabras, querido ‘pinche’. Sostiene y contempla los universos en

el hueco de su mano. Es todo presente, pero está en el futuro. Es el único santo,

porque es perfecto. Es indivisible y, no obstante, se multiplica sin cesar. Él te

imagina, y apareces…”

“Hermoso, muy hermoso –comentó Eliseo para sí–, pero la ciencia…”

El Maestro le salió al paso con contundencia: “No te equivoques… Ni la

ciencia ni la razón ni tampoco la filosofía podrán demostrar jamás la existencia

del Padre”.

Eliseo le miró perplejo. Y el rabí, penetrando en sus pensamientos,

sentenció: “Tu Jefe es más listo, imaginativo y amoroso de lo que supones. Él no

está a merced de hipótesis o postulados. Él solo está a merced del corazón…”.

Entonces, señalando el revoloteo de la mariposa, afirmó: “En eso le lleváis

ventaja… Vosotros sí podéis experimentar a Dios”. Y mirando intensamente a

sus dos embajadores, remachó: “He dicho experimentar, no demostrar… En esa

búsqueda, cuando el hombre persigue y ansía a Dios, su alma, al encontrarlo,

nota, percibe, experimenta su presencia. Eso es suficiente…, por ahora”.

“¿Experimentar al Padre? Y eso, ¿cómo se hace?, ¿cómo se sabe?”

“No has escuchado mis palabras, querido ‘pinche’. Cuando un ser humano

‘toca’ al Padre, cuando Él te ‘toca’, el alma se pone en pie. Es una sensación

única. Clamorosa. Y una magnífica seguridad te acompaña de por vida… Pero

ese benéfico sentimiento es personal e intransferible. Es difícil de explicar, pero

tan real como la visita de la ternura, de la compasión o de la alegría.”

Y volviéndose a Jasón, le dijo: “Por eso, Jasón, porque se trata siempre de

una experiencia, de un sentimiento personal, no escribas para convencer. Hazlo

para insinuar. Para ayudar, para iluminar… No ‘vendas’, querido ángel. No grites

el nombre del Padre. No obligues. No discutas. Cada cual, según lo establecido,

recibirá el ‘toque’ a su debido tiempo. No hay prisa. Ab-bá sabe. Ab-bá reparte”.

“Un Dios sin prisas –terció Eliseo–. Eso me gusta…”

“Un Dios amor que ya está en ti…”

Page 64: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

69

Y el Maestro, dirigiendo la vara hacia Eliseo, fue a tocar su pecho. Éste,

sorprendido, bajó la cabeza, observando el punto señalado por el Galileo.

“¿El Jefazo está aquí?”

“¿No me crees? Escucha atentamente. Escuchad los dos… Lo que ahora os

anuncio formará parte del mensaje cuando llegue mi hora. Pues bien, yo os digo

que el Padre ya está en vosotros…”

“Sí –concedió Jasón–, hace un momento lo has invocado. Has sido muy

generoso al convertirnos en tus embajadores.”

“No –se apresuró en corregirlo–, eso ha sido una consagración formal.

Pero Ab-bá ya estaba en vuestras mentes.”

“Claro –terció Eliseo–, muchas veces hemos pensado en Él.”

“No comprendéis. Os estoy hablando de uno de los grandes misterios de

la Creación. El Padre, en su infinita Misericordia, en su indescriptible amor, hace

tiempo que se instaló en vosotros…”

Jesús notó la confusión en sus amigos y profundizó: “Cada criatura del

tiempo y del espacio recibe una diminuta fracción de la esencia divina. El Padre,

como os dije, aunque único e indivisible, se fracciona y os busca. Se instala en

cada uno de vosotros, los más pequeños del reino”.

“¿Se trata de una parábola?”, preguntó Eliseo.

“No, Jasón, esto es real. Y no me preguntes cómo lo hace porque nadie lo

sabe. Es una de sus grandes prerrogativas. Él, así, ‘sabe’. Él, así, ‘está’. Él, así, se

comunica con la creación y se hace uno con cada mortal inteligente.”

“Pero, ¿cómo es eso?, ¿cómo un Dios puede habitar en mi interior?”

El Maestro se limitó a remover las brasas, levantando un fugaz

chisporroteo. Después, llamando la atención de Jasón y Eliseo, prosiguió: “¿Veis

las chispas?... Pues en verdad os digo que algo similar sucede con el Padre. Una

‘chispa’ divina, una parte de Él mismo, vuela hasta cada criatura y la hace

inmortal. A esto, justamente, he venido. A revelar al mundo que sois hijos de un

Dios… Y lo sois por derecho propio”.

Page 65: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

70

“Pero, Señor, yo no percibo nada raro… Si el Jefazo estuviera en mi

interior, tendría que notarlo.”

“Lo percibes, querido ‘pinche’, lo percibes… El problema es que, hasta

ahora, no lo sabías. Podías intuirlo, pero nadie te lo había confirmado.”

“¿Lo percibo? ¿Tú crees?...”

“Te diré algo. ¿Qué opinas de esa bella mariposa? ¿Por qué se siente

atraída por la luz?”

“Eso es algo instintivo…”

“Correcto. Ella no es consciente, pero ‘algo’ la empuja…” Jasón y Eliseo

asintieron en silencio.

“Pues bien, con vosotros, los humanos, ocurre lo mismo. ‘Algo’ que no

podéis, que no sabéis definir, os impulsa a pensar en Dios. ‘Algo’ desconocido os

proporciona la capacidad intelectual suficiente como para plantearos el

problema de la divinidad. ‘Algo’ sutil os arrastra hacia el misterio de Dios. Nadie

se ve libre de esas inquietudes. Tarde o temprano, en mayor o menor medida,

todos se hacen las mismas preguntas: ‘¿quién soy yo?, ¿existe Dios?, ¿qué

quiere de mí? ¿por qué estoy aquí?’”

Jesús volvió a remover las llamas con el palo y una nueva columna de

chispas se agitó nuevamente.

“¿Nunca has percibido esa inquietud?”

Eliseo reconoció que sí. Muchas veces…

“Ahora lo sabes. Ese impulso, esa necesidad de conocer, de saber de Dios,

está animado por la ‘chispa’ que te habita. Esa ‘presencia’ del Jefe en tu interior

es la que verdaderamente te hace distinto. La que te inquieta. La que

perfecciona y corrige tus pensamientos. La que, a veces, oyes en voz baja. La

que siempre tiene razón. La que, en definitiva, ‘tira’ de ti hacia Él.”

“Y la mariposa, Señor, ¿también es habitada por el ‘Barbas’?”

Jesús, soltando una carcajada, negó con la cabeza. Eliseo, sin embargo,

hablaba en serio.

Page 66: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

71

“No, querido niño… Te lo he dicho. Vosotros sois mucho más que una

mariposa. Los animales se mueven por instinto. En ocasiones pueden demostrar

sentimientos, pero ninguno, jamás, se plantea la necesidad de buscar a Dios. Ni

siquiera tienen conciencia de sí mismos. La ‘chispa’ del Padre, como te dije, es

un reglo exclusivo a los humanos…” Eliseo, inquieto, lo interrumpió.

“¿Y tus ángeles? ¿Reciben también la ‘chispa’ del Jefe?”

“No, querido… No me escuchas cuando hablo. Esa magnífica y divina

presencia del Creador os alcanza únicamente a vosotros, las criaturas del tiempo

y del espacio. Las más humildes…”

“¡Qué lujo! ¿Y por qué nosotros?”

“Eso lo irás comprendiendo poco a poco, conforme asciendas… el Padre es

así: un padrazo…”

Y entonces, dirigiéndose a Jasón, comentó: “Estás muy callado…”.

“Es demasiado para mi torpe y corto conocimiento, Señor… Pero, ya que

lo planteas, dime: ¿tiene esa ‘chispa’ algo que ver con la famosa frase…?”

El Maestro no le dejó concluir.

“Sí, Jasón… ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza’.”

“Ahora lo entiendo –clamó Eliseo–, ahora lo entiendo…” El rabí sonrió

satisfecho. Y manifestó: “Tú, mi querido ‘pinche’, eres igual a Dios porque lo

llevas en lo más profundo. Y no son meras palabras… Tú eres su imagen. Más

aún: ¡tú eres Dios!”.

“Yo, Señor, solo soy un pobre…”

“Y yo te digo que no.”

“¡Y yo te digo que sí!”

“¡Que no!”

“¡Que sí!”

Jasón terció conciliador: “¡Haya paz!...”.

Page 67: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

72

“Bueno –admitió Eliseo–, si tú lo dices…”

“Lo digo y lo mantengo. Y te diré más: algún día, ‘trabajarás’ a su lado,

creando y sosteniendo…, como Él.”

“¿Yo, un Jefazo?”

“¿Por qué crees que Ab-bá ha pensado en ti?”

“Buena pregunta –intervino Jasón–, ¿por qué, Señor?”

“Porque el amor no es posesivo. El amor del Padre, como la luz, sólo se

mueve en una dirección: hacia adelante. Él, aunque ahora no podáis

comprenderlo, os necesita. Él será Él cuando toda su creación sea Él.”

“Veamos si te he comprendido. ¿Estás insinuando que el ser humano es

inmortal?”

Jesús sonrió, pícaro. Y exclamó rotundo, sin contemplaciones. Con una

seguridad, que los dejó como estatuas: “No insinúo… ¡Afirmo!... ¡Sois

inmortales! Así lo ha querido el Padre. Estoy aquí para revelar al Padre. Para

decirle al confuso y confundido hombre que la esperanza existe… ¡Que sois hijos

de un Dios! ¡Que habéis sido elegidos por el infinito amor de Ab-bá! ¡Que estáis,

simplemente, en el principio!”. Y más sereno, añadió: “… Si Él no os hubiera

hecho inmortales…, todo esto sí sería una burla. Un trágica burla…”.

“Entonces –intervino Jasón–, eso de ganar o merecer el cielo…”

El Maestro le miró sin pestañear. Y solemne, pronunció una sola palabra:

“Mattenah”.

¡Un “regalo”! Eso significaba “mattenah”.

Y simulando que no había comprendido, Jasón repitió: “¿Un regalo? ¿La

inmortalidad es un regalo?”.

“Si, Jasón. Y recuerda bien el término que he utilizado. Recuérdalo y

escríbelo. El hombre debe saber que es inmortal por expreso deseo de mi Padre.

Haga lo que haga o diga lo que diga…” Jesús volvió a adivinar sus pensamientos.

Page 68: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

73

“De eso no os preocupéis. Ésa es otra historia. Para los que hacen daño o,

sencillamente, se equivocan, hay otros procedimientos… En verdad os digo que

nadie escapa al amor de Ab-bá. Tarde o temprano, hasta los más inicuos son

‘tocados’…”

“Pero, Señor –se desbordó Eliseo–, ¡eso que dices es magnífico!”

“No, muchacho, ¡el Padre es magnífico! ¡Es tu Padre el verdaderamente

grande y generoso!”

“¿De verdad es tan grande?”

Jesús abrió los brazos y gritó a las estrellas: “¡Tan inmenso que se pone en

pie en lo más pequeño!”.

Eliseo, entonces, exaltado, alzándose, exclamó: “¡Pues viva la madre que

lo parió!”. Y feliz añadió: “¿Sabes una cosa? Aunque fuera más pequeño,

también me caería bien…”.

Y antes de que el Maestro saliera de su asombro, se aferró a sus mangas

y, tirando de Él, lo apremió: “¡Vamos, Señor!... ¡Salgamos de aquí!... ¡Todo el

mundo debe saberlo!... ¡Vamos!”.

Después de calmarlo y serenarlo, el Galileo, echando mano de una

familiar frase, aclaró: “Deja que el Padre señale mi hora… De todas formas,

gracias. Ya veo que has comprendido…, y mucho más… ¿Percibes o no percibes

la ‘chispa’?”.

Jasón, sin poder contenerse, dijo: “Señor, ese nuevo Dios, ese magnífico

Padre…, no va a gustar a tu pueblo”.

“No he venido a imponer. Sólo a revelar. A recordar cuál es el verdadero

rostro de Dios y cuál la auténtica condición humana. Mi mensaje es claro y fácil

de entender: Ab-bá es un Padre entrañable, amoroso, que no precisa de leyes

escritas, ni tampoco de prohibiciones. El que lo descubre sabe qué hacer… Sabe

que todo consiste en amar y servir, empezando por el prójimo. ¿Sabéis por qué?

¿Sabéis por qué se debe auxiliar y querer a vuestros semejantes?”

“¿Por ética?”, replicó Eliseo.

Page 69: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

74

“No.”

“¿Por solidaridad?”, aventuró Jasón.

“No.”

“¿Por lógica?”, apuntó Eliseo, no muy seguro.

“Por sentido común –manifestó el Galileo con naturalidad–. ¿Recordáis la

‘chispa’ divina? Pensad… Si Ab-bá es el Padre de todos los seres humanos, si Él

reside en cada hombre, si Él os imagina y aparecéis, ¿qué sois en realidad?”

“Hermanos… en la fe”, replicó Eliseo.

“No. No sois hermanos en la fe. ¡Sois hermanos… físicamente! ¡Sois

iguales!”

Y aclaró: “Segunda parte del mensaje del Hijo del Hombre: si Ab-bá es

vuestro Padre, el mundo es una familia. Por eso debéis amaros y ayudaros. Por

sentido común. Todos tenéis el mismo destino: llegar a Él”.

“Lo dicho, Señor –intervino Jasón con desaliento–, eso no va a gustar.

Ricos y pobres… ¿iguales? ¿Esclavos y dueños? ¿Necios y sabios? ¿Judíos y

gentiles?”

“¿Y qué dices, Señor, de ese nuevo rostro del Padre? ¿Un Dios amoroso? –

añadió Eliseo–. A las castas sacerdotales no les gustará…”

“Acabo de manifestarlo. El Hijo del Hombre no viene a imponer. Sólo a

inspirar. Mi trabajo no consiste en demoler, sino en insinuar. Yo soy la verdad y

todo aquél que oiga mi palabra será tocado y removido. Dejad que la ‘chispa’

interior haga el resto…”

“Pero Yavé no es Ab-bá. Yavé castiga, persigue…”

“Os lo repito. Dejad que se cumplan los planes del Padre. Tienes razón, mi

querido ‘pinche’. Yavé no es Ab-bá, pero ha cumplido con lo dispuesto: el

hombre respeta la Ley. Ahora es el turno de la revelación. Por encima de la Ley

está siempre la verdad. Y la verdad es sólo una: sois hijos de un Dios-Amor.”

Page 70: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

75

Desde ese instante Jasón y Eliseo supieron también el porqué del trágico

final de aquel extraordinario Hombre. Su filosofía, su mensaje, eran

revolucionarios. Peligrosamente revolucionarios…

“Dejad que la ‘chispa’ interior haga el resto –murmuró Eliseo–. No sabía

que el Jefazo trabajase…”

“¿Qué pensabas? ¿Creías que esa presencia divina era un adorno?”

“¿Y qué hace?”

“Te lo dije: ‘tira’ de ti… Esa misteriosa criatura se ocupa, entre otras cosas,

de preparar tu alma para la vida futura, para la verdadera vida. En cierto modo,

te entrena…”

“Pues yo no me entero.”

“Es lógico. El Jefazo es muy silencioso. Tampoco le gustan los gritos. Se

limita a pulir y rectificar tus pensamientos. Pero lo hace en la sombra de tu

mente. Escondido. Casi prisionero.”

“¿Y cómo puedo ayudarlo?” Jesús sonrió complacido.

“Ahora lo haces. Basta con tu buena voluntad. Basta con el deseo de

querer, de prosperar en conocimientos, de aceptar que Ab-bá es tu Padre. Él,

poco a poco, estrechará esa comunicación. Y llegará el día en que no precise de

símbolos para decirte: ‘¡Ánimo! Estoy aquí. Escucha mi voz. Sube. Búscame…’.”

“Pero Señor, no entiendo… –acotó Eliseo–. El Jefazo debería ser más claro.

¿Por qué no habla un poco más alto?”

¡Cómo disfrutaba el Maestro con aquellas preguntas de Eliseo!

“No quiere y no debe. Además, tú mandas…”

“¿Yo mando?”

“Así es. Eso es lo establecido. Te pondré un ejemplo: tu mente es un

navío; Ab-bá, la ‘chispa’ interior, el piloto, y tu voluntad, el capitán. Tú

mandas…”

“¿Un navegante?”

Page 71: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

76

“¡El mejor! ¡Lástima que no os dejáis guiar por Él! Con frecuencia, su

rumbo es alterado por vuestra torpe naturaleza humana y, sobre todo, por los

miedos, ideas preconcebidas y el qué dirán…”

“¡Los miedos! –exclamó Eliseo convencido–. ¡Cuánta razón tienes! ¿Por

qué el hombre siente tanto miedo?”

“Muy simple. Porque no sabe, no es consciente de cuanto os estoy

revelando. El día que despierte, y no os quepa duda de que lo hará, y

comprenda que es hijo de un Dios, que es inmortal y que está condenado a ser

feliz, ese día, mis queridos ángeles, el mundo será diferente. El ser humano sólo

tendrá un temor: a no parecerse a Él… Pero ese ‘miedo’ también desaparecerá.

La ‘chispa’ lo sofocará.”

“Veamos –intervino Jasón sin demasiada seguridad–, si no he

comprendido mal, el buen gobierno de esa ‘chispa’ interior no depende de lo

que uno crea o deje de creer, sino de la voluntad, del deseo de hallar al Padre.

¿Me equivoco?”

“No, Jasón. Has hablado acertadamente. El éxito de mi Padre está

íntimamente asociado a tu poder de decisión. Si tú confías, Él gana. Poco

importa lo que creas. Si lo buscas, si lo persigues, la ‘chispa’ controla el rumbo. Y

tú, poco a poco, te vas haciendo uno con ‘ella’.”

Jesús guardó silencio. Sus palabras eran hermosas, esperanzadoras, pero,

a veces, de difícil comprensión.

“Os diré un secreto…”

Agitó de nuevo las llamas, y con una elocuencia estremecedora, afirmó:

“Observad la madera. Se hace uno con el fuego y ambos, sin remedio,

ascienden. Al fin son verdaderamente libres… ¡Mirad!”.

Y señaló la temblorosa espiral de humo, escapando hacia la noche.

“¡Mirad bien! Ahora, fuego y madera son uno… ¿Me habéis

comprendido?”

“Por supuesto…”

Page 72: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

77

“Pues bien, éste es el secreto. El hombre, la madera, que consigue

identificarse, hacerse uno con Ab-bá, el fuego… ¡no morirá! Su envoltura mortal

será consumida por la ‘chispa’, por el Amor, y no necesitará ser resucitado…”

Eliseo intervino con una cuestión que había quedado rezagada: “¿Por qué,

al mencionar la ‘chispa’ la has llamado ‘misteriosa criatura’?”.

“Porque lo es… Recordad la mariposa… Por mucho empeño que pongáis

no os entenderá. Si le dices quién eres, ni siquiera te escuchará. Tu pregunta,

querido ‘Elisha’ (Eliseo), me coloca en la misma situación. Aunque te revelara la

verdadera naturaleza de esa ‘chispa’… no comprenderías. Admite, pues, mi

palabra.”

Eliseo, asintiendo con la cabeza, lo animó.

“La presencia divina que te habita es una luz, un destello del Padre… con

su propia personalidad. Es, por tanto, una criatura, aunque desgajada del

Creador. Y no preguntes más… Te lo dije: también Ab-bá tiene sus secretos…”

“¿Y cuándo se instala en el ser humano?”

“Eso depende de Él… Pero, generalmente, cuando el niño es capaz de

tomar su primera decisión moral.”

“¿Y lo acompaña hasta la muerte?”

“Y más allá de la muerte. Recuerda, sois inmortales. El Padre, cuando da,

no lo hace a medias…”

Eliseo quedó pensativo. Jesús lo observó y, sorprendiéndolos, dijo: “Dilo…

Ésa es una buena pregunta…”. Eliseo, descompuesto, balbuceó: “Pero, ¿cómo lo

haces? ¿Cómo sabes lo que estoy pensando?”. El Maestro señaló las cumbres

nevadas del Hermón y recordó: “Ha llegado mi hora. Tú lo sabes. Aquí y ahora

he recuperado lo que es mío…”.

“Pregunta. ¿Qué sucede con la ‘chispa’ cuando alguien mata a su hermano

o se suicida?”

“Eso… –esbozó Eliseo nervioso–, ¿qué pasa con la ‘criatura’ (‘la chispa’) si

termino con una vida?”

Page 73: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

78

“Lo más triste y lamentable, querido ángel, no es únicamente que atentes

contra la vida, patrimonio exclusivo de la divinidad, sino que, súbitamente, sin

previo aviso, suspendes la labor de la ‘chispa’. Literalmente, la dejas huérfana…”

“En otras palabras: una patada en el trasero del Jefe…”

“Correcto –rió Jesús– … admitiendo que el ‘Barbas’ tenga trasero.”

“Con una acción así se demora, no se suspende, la escalada hacia el Padre.

Dejadme que insista: sois inmortales. Nadie puede privaros de esa herencia. Ab-

bá os la ha entregado por adelantado.”

“¡Inmortales!”

“Sí, Jasón… como suena. Ése es mi mensaje. A eso vengo… ¿Te parece

importante?”

“Para gente como yo –respondió Jasón– perdida y sin horizonte, lo más

importante… Está bien, Señor. Te hemos entendido. Todo consiste en descubrir,

en buscar al Jefe. Pero, ¿qué más?, ¿cómo lo materializo?”

El Maestro pronunció la frase clave: “Abandónate en sus manos”.

“¿Nada más?”, preguntó atónito Jasón.

“Nada más. Eso es todo.”

El Maestro tenía esa virtud. Hacía fácil lo difícil. Y se apresuró a vaciar las

dudas.

“Él se ha sometido a tu voluntad. Él está en tu interior, humilde, silencioso

y pendiente de tus deseos de prosperar mental y espiritualmente. Haz tú lo

mismo. Entrégate e Él. No seas tonto y aprovecha: abandónate en sus manos.

Deja que se haga su voluntad. Os haré otra revelación… Yo conozco al Padre.

Vosotros todavía no… Os hablo, pues, con la verdad. ¿Sabéis cuál es el mejor

regalo que podéis hacerle?”

Sus amigos se miraron. Ni idea…

Page 74: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

79

“El más exquisito, el más singular y acertado obsequio que la criatura

humana puede presentar al Jefe es hacer su voluntad. Nada lo conmueve más.

Nada resulta más rentable…”

“¿Quieres decir que debemos negarnos a nosotros mismos?”, preguntó

confundido Eliseo.

“No, yo no he dicho eso. Hacer la voluntad del Padre no significa

esclavitud ni renuncia. Tus ideas son tuyas. También tus iniciativas y decisiones.

Hacer la voluntad de Ab-bá es confiar. Es un estilo de vida. Es saber y aceptar

que estás en sus manos. Que Él dispone. Qué Él dirige. Que Él cuida.”

“Entiendo. Estás diciendo: ‘Es mi voluntad que se haga su voluntad’.”

“Exacto, Jasón. Tú lo has dicho. Cuando un hijo adopta esa suprema y

sublime decisión, el salto hacia la fusión con la ‘chispa’ interior es gigantesco.

Ésa es la clave. A partir de ahí, nada es igual. La vida cambia. Todo cambia. Y el

Jefe responde…”

Jesús inspiró profundamente. Y dijo algo que jamás olvidarían. Algo que,

poco a poco, irían verificando.

“El Padre responde y una fuerza benéfica, arrolladora, se pone al servicio

de aquella criatura. Cuando el hombre dice: ‘Estoy en tus manos’, lo da todo. Y

Ab-bá convierte a ese hijo en un gigante. Ni él mismo llega a reconocerse. Es

mucho más de lo que aparentemente es.”

“¿Una fuerza arrolladora?”

“Sí, Jasón… Ese hombre, el que decide hacer la voluntad del Padre, se

llena. Hasta sus más pequeños deseos se ven cumplidos. Sencillamente, como

os he dicho, despierta a la gloria y al Amor de Ab-bá. Es el gran hallazgo. Su vida,

a partir de ahí, es una continua y gratificante sorpresa. Es el principio de la más

fascinante de las aventuras…”

“Ponerse en sus manos, hacer la voluntad de Ab-bá significa, además

saber. Obtener respuestas… Por ejemplo, ¿quién soy? En ese momento es fácil.

Eres un hijo del Amor. Un ‘regalo’ del Jefe. Un ser inmortal. Una criatura nacida

en lo más bajo… destinada a lo más alto. Un hombre que empieza a correr. A

Page 75: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

80

correr hacia Él. Por ejemplo: ¿qué hago aquí? Al descubrir al Padre también es

fácil… Estás en este mundo para VIVIR.”

Jesús señaló a Jasón y prosiguió: “Escríbelo con mayúsculas… VIVIR… No

he dicho vivir, tal y como vosotros lo entendéis. Si el Padre os ha puesto aquí es

por algo realmente interesante… Interesante para vosotros. Escuchadme: ¡sois

inmortales! Ahora os encontráis sujetos en esta envoltura carnal pero, en breve,

cuando entréis en los mundos que os tengo reservados, este cuerpo sólo será un

recuerdo. Un recuerdo cada vez más difuso… ¡VIVID, pues, la presente

experiencia! ¡VIVID con intensidad! ¡VIVID con amor! ¡Con sentido común! ¡Con

alegría! Y recordad que sólo tenéis esta oportunidad. Después, tras la muerte,

VIVIRÉIS de otra forma… Por ejemplo: ¿cuál es mi futuro? Supongo que ya lo

habéis adivinado. Lo sé –comentó riéndose de sí mismo–, me repito mucho…

Insisto: vuestro destino es Él. No hay otra dirección. Vuestro futuro es llegar a Él.

Ser como Él. Ser perfectos. Conocerle. Trabajar hombro con hombro…”.

“¿Seremos socios?”

“Querido ‘pinche’, si decides ponerte en sus manos, si optas por hacer su

voluntad… ¡ya eres su socio! Él hará en ti maravillas. Él te cubrirá con un Amor

que te levantará del suelo. Y tus miedos, escucha bien, desaparecerán… Si tu

corazón se abre y se hace aliado de la vida, si te abandonas a su voluntad, nada,

dentro o fuera de ti, te hará temblar. Como un prodigio, tu alma caminará

segura. Nada, querido ángel, ¡nada te hará retroceder! Y esa sensación, ese

sentimiento de seguridad, te escoltará hasta el fin de tus días.”

“Pero no os equivoquéis. Al mismo tiempo que ese afortunado hombre

crece, así desaparece…”

“No entiendo.”

“Es fácil, querido ‘pinche’. El Amor que se derrama desde el Padre es

turbulento. No sabe del reposo. Y deberás irradiarlo. Compartirlo. Catapultarlo.

No es de tu propiedad. Pues bien, un día, sin previo aviso, caerás en la cuenta de

algo igualmente maravilloso: ¡no existes!, ¡has desaparecido para ti mismo! ¡No

cuentas! ¡No exiges! ¡No precisas! ¡No reclamas! ¡Habrás triunfado! En ese

momento, al fin, habrás comprendido, querido ‘socio’…”

Page 76: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

81

“¿Y qué pasa si me guardo ese Amor para mí mismo?”

“Se escurriría, sin remedio, por la sentina del bosque. Sería una lástima.

Tendrías que empezar de nuevo… Aquél que intenta encarcelar la verdad… la

pierde. Sois hermanos. Y te diré más: eso que propones no sucede jamás en un

auténtico ‘socio’. Te lo dije: se trata de un viaje sin retorno. Si Él te ‘toca’… nada

es igual.”

“¡Socios de un Dios!”

“En efecto, Jasón. Y todo depende de tu voluntad… Si dices ‘sí’, si te

abandonas en sus manos, si te dejas gobernar por ese ‘piloto’ interior, romperás

las barreras que te limitan. Y tu capacidad de asombro será desbordada una y

otra vez. Todo, a tu alrededor, estará a tu servicio. Tú ‘sí’ es el ‘sí’ de Ab-bá. En

palabras sencillas: habrás encontrado una mina de oro… Habréis encontrado

una mina de oro… ¡que funciona sola!” Y preguntó: “¿Os animáis? ¡Es gratis!”.

Entonces, señalando la casi extinguida fogata, se apresuró a comentar:

“Pensadlo. Y me diréis… Mejor dicho, se lo diréis a Él… Y ahora… descansad, si

podéis…”.

TERCERA SEMANA EN EL HERMÓN

Del domingo 2 de septiembre al sábado 8, la estancia en las cumbres del

Hermón experimentó un interesante cambio para Jasón y Eliseo.

Jesús continuó con sus habituales retiros, pero en tres de aquellas

jornadas, tuvieron la fortuna de acompañarlo. Ocurrió el lunes 3, el viernes 7 y

el sábado 8 de septiembre. El Hijo del Hombre, sencillamente, les pidió que lo

siguieran: “¡Acompañadme!... Los detalles también son importantes…”.

Atravesaron los espesos bosques de cedros hasta que llegaron a los

primeros ventisqueros. Durante el camino, observaron las huellas de una osa y

de su cría… Entre las rocas azules, la nieve escalaba la montaña santa, iluminada

por el sol brillante.

Page 77: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

82

El Maestro, canturreando uno de los salmos, se recogió los cabellos,

amarrándolos en su acostumbrada cola. Después, sonriendo, rebosante de paz y

felicidad, comentó: “¡Permaneced tranquilos!... Es el turno de mi Padre”.

Les guiñó un ojo y, despacio, se alejó hacia una de las cercanas lenguas de

nieve. Al poco se detuvo. Alzó los brazos y levantó el rostro hacia el azul

purísimo de los cielos. Y así permaneció largo rato.

Los griegos comprendieron sus palabras cuando dijo “los detalles también

son importantes”. Nunca habían visto a Jesús en comunicación con Ab-bá.

El Maestro no rezaba como el resto de los judíos. Al menos, en privado…

Lo hacía como el que conversa con un amigo muy querido. Y lo hacía sobre la

marcha: en pie, sentado, tumbado, mientras cocinaba, en pleno baño o en

mitad del trabajo…

Jasón, en un momento de esa mañana, le preguntó sobre aquella extraña

forma de orar.

“¿Extraña? ¿Y por qué extraña?”

“Digamos que no es muy normal…”

“Decidme, ¿qué entendéis vosotros por rezar?”

Ambos amigos, humildemente, le confesaron que jamás rezaban. El

Maestro, entonces, sonriendo, afirmó rotundo: “¡Pues ya va siendo hora!... ¡Es

muy fácil!... La oración, en realidad, no es otra cosa que una charla con la

‘chispa’ que os habita. Vosotros habláis. Conversáis con Él. Exponéis vuestros

problemas y, sobre todo, vuestras dudas. Y Él, sencillamente responde”.

“Y tú, Señor, ¿qué problemas tienes?... Te hemos observado y no has

parado de hablar con Él durante toda la mañana…”

“Bien –replicó el Maestro complacido–, de eso se trataba: que captéis

también los detalles… En cuanto a tu pregunta, mi querido e indiscreto ‘pinche’,

yo no tengo problemas. Durante estos retiros, lisa y llanamente, cambio

impresiones con Él. Repasamos la situación y, digámoslo así, me preparo para lo

que está por venir.”

Page 78: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

83

“Entonces –intervino Jasón– si no he entendido mal, cuando rezas,

cuando hablas con el Jefe, no pides nada…”

“¿Pedir? No, Jasón, con Él, eso es una solemne pérdida de tiempo. Lo

habéis oído y lo repetiré muchas veces. Ab-bá es AMOR. Recuerda: con

mayúsculas. Él te sostiene y te da… antes de que tú abras los labios. Todo

cuanto te rodea, cuanto tienes y puedas tener, es consecuencia de su AMOR.

¿Recuerdas?... ¡No seáis tontos! Cuando habléis con Él… ¡exprimidlo! ¡Sacadle el

jugo! ¡Pedidle únicamente información y respuestas!... En eso nunca falla…”

Les hizo un guiño y, alzándose, se excusó: “Y ahora, perdonad… Voy a

seguir ‘exprimiéndolo’…”.

En la segunda excursión, el viernes 7 de septiembre, ocurrió algo

“especial”.

Como de costumbre, el Maestro se movió resuelto y silencioso por el

ventisquero, siempre absorto con el rostro levantado hacia los cielos. A la hora

“sexta” (mediodía), compartieron un frugal almuerzo: miel, queso y fruta.

El Maestro, de un humor excelente, siguió hablándoles del Padre y de su

intensa comunicación con Él. Repitió una generosa ración de miel y se retiró de

nuevo a unos cincuenta o sesenta metros de sus acompañantes.

Unas dos horas más tarde, Jasón y Eliseo escucharon unos gruñidos y

unidos por el mismo presentimiento, se pusieron en pie. Miraron al Maestro, y

lo vieron con las palmas de las manos abiertas hacia el cielo y el rostro, como

siempre, directamente encarado a lo alto.

Ambos vieron, aterrados, aparecer un ejemplar de oso sirio, una hembra.

En un momento la osa se detuvo, levantó la enorme cabeza y olfateó. El

“maarabit”, el viento del oeste, por fortuna, no le proporcionó pista alguna

sobre los humanos que se hallaban frente a ella. El Maestro seguía inmóvil.

Ajeno. Absorto. En esos críticos instantes, por detrás de la vigilante osa, entró

en escena un osezno de unos seis meses, juguetón, inquieto y, sobre todo,

curioso. La osa, convencida de que el lugar se hallaba despejado, avanzó lenta y

vacilante. El osezno, confiado, la rebasó y a la carrera tomó la dirección en la

Page 79: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

84

que se hallaba el Maestro. Pero un súbito y oportuno gruñido de la osa lo frenó

en seco. La cría miró a la madre y la esperó.

El Galileo seguía ajeno a todo. ¿Cómo no oía los gruñidos?

De pronto, la osa se detuvo nuevamente y levantando el hocico volvió a

olfatear. El viento silbaba, evitando que la osa percibiera el olor corporal de

Jesús. La osa, entonces, cambió de dirección y se aproximó al saco de viaje de

Jasón y Eliseo. ¡Las provisiones! ¡Acababa de olfatearlas! Introdujo las fauces en

el petate dando buena cuenta de la comida. El osezno, jugueteando, se había

acercado a la piedra sobre la que oraba Jesús. Permaneció quieto, intrigado,

ante la presencia del inmóvil Jesús. Miró a la madre, pero ésta, encantada con la

ración de miel, no le prestó la menor atención. Entonces, decidido, levantó las

manos, apoyándolas sobre el filo de la roca. Aproximó su hocico, olfateando a la

extraña y alta criatura. De improviso, los bajos de la túnica, agitados por el

“maarabit”, fueron a golpearlo en plena cara, asustándolo. Aterrorizado, saltó

hacia atrás y corrió hacia la osa. Instantes después, concluido el festín, la osa se

alejó por donde había llegado, seguida de cerca por la incansable cría,

desapareciendo en el bosque de cedros.

Una hora más tarde –rondando la “décima” (las cuatro)–, Jesús abandonó

su aislamiento, reuniéndose con los maltrechos amigos. Algo notó en ellos e,

intrigado, preguntó que sucedía. Al explicarle, sonriéndoles divertido, exclamó:

“¡Una osa!... ¿Aquí?... ¡Y yo con estos pelos!...”.

Así era aquel Hombre. Aquel magnífico Hombre.

Esa misma noche, tras la cena, Jasón no pudo resistirse a la tentación de

exponer abiertamente a Jesús que no era normal lo que había sucedido a la

tarde. “Algo” invisible parecía preservarlo.

“No temas, Jasón –replicó el Maestro–, nada sucede, ni sucederá, sin el

consentimiento del Padre. ¡Estoy en las mejores manos!”

Jasón, entonces, le recordó el incidente en su infancia, en que una

tormenta de arena le provocó un peligroso tropiezo desde las escaleras que

daban acceso al terrado en su casa en Nazaret.

Page 80: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

85

“Has hecho un buen trabajo, mi querido embajador, pero recuerda mis

palabras: la vida es para VIVIRLA. Con mayúsculas… Y yo he venido también

para experimentar la existencia humana. Todo ha sido minuciosa y

escrupulosamente medido.”

“¿Quieres decir que un ángel te protegió?”, interrogó Eliseo.

“Es más complejo, pero vale…”

“Entonces reconoces que los ángeles existen…”

“Muchacho… ¿estás sordo?”

“Todavía no, Señor…”

“¿Cuántas veces tendré que repetirlo? El reino de Ab-bá es un hervidero

de vida.”

“O sea…, ¡existen!”

“Y en tal cantidad –replicó el Maestro– que no hay medida en la Tierra

para sumarlos.”

“¿Y cómo son?”

“¿Por qué no esperas a comprobarlo por ti mismo?”

“¡Ah!, entonces lo veré cuando pase al ‘otro lado’…”

“¿Al otro lado?”

“Ya me entiendes, Señor… Cuando muera.”

“Claro, mi querido ‘pinche’ Eso es lo establecido.”

“¿Tienen alas?”

“¿Alas? ¿Cómo los pájaros?”

“Como los pájaros…”

Jesús miró a Jasón y, suspirando, comentó derrotado: “De dónde lo has

sacado? ¿Es siempre así?” Jasón asintió sonriente.

Page 81: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

86

“Si quieres imaginarlos con alas… muy bien. Cuando pases al ‘otro lado’,

como tú dices, te llevarás una sorpresa… Mejor dicho, un susto...”

“¿Son feos?”

“Menos que tú, querido ‘pinche’…”

“Entonces son guapos…”

El Maestro volvió a mirar Jasón y musitó: “¡Incorregible!...

¡Maravillosamente incorregible!”.

“¿Guapos? –terció Eliseo cayendo en la cuenta de algo que

desencadenaría las risas del rabí–. ¿Es que no hay guapas?”

“Los ángeles son criaturas de luz. Pertenecen a esas ‘otras realidades’ de

las que ya te hablé. No disponen de cuerpos físicos. Han sido creados en

perfección y no saben de sexos. Son una ‘realidad’ muy parecida a la que os

aguarda en el ‘otro lado’…”

“¿Y si no hay sexo –preguntó Eliseo– ¿cómo se divierten?”

“¡No seas bruto!”, le reprochó Jasón.

“No importa –terció Jesús–. Me gusta su naturalidad… Hijo mío, ahora no

estás capacitado para entenderlo, pero hay otros placeres inmensamente más

intensos y gratificantes que el sexo. Te garantizo que, en el ‘otro lado’, no te

aburrirás…”

“Y esos seres de luz –preguntó Jasón–, ¿cuidan de los humanos?”

“Algunos sí. No todos.”

“¡El famoso ángel guardián!”

“Los famosos ángeles, Jasón, en plural…”

“¿En plural? ¿Cuántos tenemos?”

“Esas deliciosas criaturas son creadas siempre por parejas. Son dos en

uno. Cada mortal que lo merece, por tanto, recibe un custodio doble.”

“¿Y por qué dos?”

Page 82: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

87

“Cosas de Ab-bá. Ya sabes que es muy imaginativo…”

“¿Cada mortal que lo merece? ¿Qué has querido decir?”

“Observad atentamente: siempre regresamos al principio. Siempre se

vuelve al mensaje clave: ponerse en sus manos, hacer su voluntad, desencadena

una fuerza arrolladora y magnífica. Pues bien, cuando el hombre toma esa

suprema decisión, una pareja de serafines es destinada de inmediato a la

custodia del pequeño Dios. Y lo acompañará hasta la presencia del Jefe… y más

allá.”

“Un momento –clamó Eliseo desconcertado–. ¿Y qué pasa con los que

nunca han querido… o, incluso, no han podido hacer suya esa gran decisión?”

“Mi Padre, también te lo dije, tiene otros métodos y caminos. El Amor no

distingue. Vosotros habéis planteado algo concreto y yo he respondido.”

“Veamos –intervino Jasón–, ¿quiere eso decir que una mente subnormal,

por ejemplo, se halla indefensa?”

“No, hijo mío. Esas criaturas son especialmente cuidadas por los ángeles

al servicio de Ab-bá. ¡Especialmente!”

“En otras palabras –aventuró Jasón–, nadie queda sin protección.”

“Querido Jasón, el día que descubras hasta dónde llega el Amor del Padre,

esa reflexión te llenará de sonrojo.”

“Pero, Señor, no entiendo. Si toda criatura humana es guardada y

vigilada, ¿qué significado tiene esa pareja de ángeles que aparece cuando se

toma la decisión de hacer la voluntad de Ab-bá?”

“Muy sencillo. Te dije que el Amor es dinámico. Si tú prosperas, el Amor

prospera…”

“Entiendo –resumió Eliseo–. Esa pareja ‘extra’ es un lujo.”

“Dios es un lujo. Un continuo e inagotable lujo…”

“Y tú, Señor, como ser humano, ¿cuántos ángeles tienes a tu lado?”

El Galileo, divertido, miró a su alrededor.

Page 83: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

88

“Solo veo dos…”

Eliseo no captó la broma.

“¿Dos? ¿Y cómo son?”

“Uno… un ‘pinche’. Y el otro, un ‘friegaplatos’… “

No insistieron. Esta clase de “respuestas” marcaba casi siempre un punto

final en el asunto que trataban. El Maestro, por razones desconocidas, algunas

veces no respondía como ellos hubiesen deseado. Y en una oportunidad

respondió: “Mi querido ángel, la revelación es como la lluvia. En exceso sólo

trae problemas. Dejadme hacer…”.

Al atardecer del día siguiente, sábado 8 de septiembre, regresaron de la

tercera y última excursión a la cumbre de la montaña santa.

Por un error de comprensión de Jasón respecto a lo conversado en la

tarde anterior, el Maestro le dijo: “Jasón, el cielo, tal y como vosotros lo

interpretáis, tiene poco que ver con el ‘otro lado’…”.

Y así, mágicamente, fue a hablarles de ”algo” a lo que Jasón nunca quiso

enfrentar. Eliseo le puso el tema en bandeja.

“Ya que hablas de la muerte, Señor, dime: ¿no te asusta?”

La respuesta fue categórica, fulminante.

“Responde primero a otra pregunta: ¿te asusta dormir?”

“No, pero no veo la relación…”

“Es lo mismo.”

“¿Morir es dormir?”

“Así es, querido ‘pinche. Sólo eso.”

“¿Y después?”

“Después… ¡la vida!”

“¡Cómo me gustaría creerte!”

Page 84: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

89

“Vosotros, precisamente, lo sabéis mejor que nadie… ¿A qué vienen ahora

esas dudas?”

“Es que es muy fuerte, Señor…”

“Sí, lo sé. Ésa es otra de las razones de mi presencia entre los humanos.

Cuando llegue el momento… ya sabéis a qué me refiero, lo verán con sus

propios ojos. Verán al Hijo del Hombre resucitado de entre los muertos. Y lo

verán con una forma idéntica a la que todos disfrutaréis tras el sueño de la

muerte.”

“Pero, Señor, tú eres Dios. Tú sí puedes hacerlo. Nosotros, en cambio…”

“No, hijo mío, mi resurrección pondrá de manifiesto la gloria del Padre,

pero también tendrá una segunda y no menos importante justificación: la

esperanza. Te lo dije: sois inmortales. Seréis resucitados.”

“¿Seremos? ¿Por quién?”

“Justamente por mis ángeles.”

“¿Por los pájaros?”

“¿Pájaros? ¿Qué pájaros?”

Jasón intervino, amonestando a su compañero. Jesús, sin embargo, se lo

reprochó.

“Querido amigo, deja a tu hermano que se exprese. Cuanto más arriba

estés en la carrera hacia el Jefe, más gustarás del buen humor. Cuanto más

importante y serio es un asunto, más humor necesita… El sentido del humor, no

lo olvides, no fue inventado por el hombre. Es cosa de los cielos.”

Eliseo continuó preguntando.

“Pero, ¿dónde?, ¿cómo?”

“¿Recuerdas?: ‘En la casa de mi Padre hay muchas moradas’…” Asintieron

impacientes.

Page 85: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

90

“Pues eso. En mi reino hay unas estancias… digamos que ‘especiales’, en

las que volvéis a la vida. A la verdadera vida. Tras la muerte, tras ese fugaz

sueño, apareceréis en un mundo distinto.”

“¿Con casas?, ¿con árboles?, ¿con ríos?...”

“Sí, mi impulsivo amigo, igual a éste…, pero distinto.”

“Lo has dicho muchas veces, Señor…”

Captando el involuntario error, Jasón rectificó: “Perdón, lo dirás muchas

veces… ‘Cuando llegue la hora, despertaréis en un mundo que ni siquiera podéis

intuir’. Ahora dices que es igual a éste, pero diferente. No entiendo…”

“Es lógico, Jasón. Decidme: ¿imagináis unos cuerpos, una materia, que

son y no son materia? ¿Estás capacitado para comprender una carne que,

además es luz?”

¿Carne y luz al mismo tiempo? No, no eran capaces de asimilar ese

concepto.

“A eso me refiero cuando os digo que ese espléndido mundo es igual,

pero distinto.”

“¡Materia y luz!”

Eliseo recordó algo que había estado discutiendo con Jasón: una original

teoría, que compartió en ese momento con el Maestro, quien lo escuchó atento

y conmovido, asintiendo con la cabeza.

“¡Lo sabía!... ¡Mitad materia, mitad luz!”

“Más o menos, querido ‘pinche’. Más o menos… Comprendéis ahora por

qué os pido con tanta insistencia que VIVÁIS la vida? ¿Entendéis por qué he

dicho que estoy aquí para experimentar la existencia humana?”

“Déjame adivinarlo. Parece simple… –intervino Jasón, mirando sus

manos–. Esta forma de vida es única. Allá, en esos mundos especiales,

tendremos otros ‘cuerpos’… distintos. No podremos vivir como ahora. ¿Te

refieres a eso? ¿Estás hablando, Señor, de apreciar y aprovechar esta

Page 86: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

91

oportunidad? ¿Nos estás diciendo que VIVAMOS la vida porque no

disfrutaremos de otra semejante?”

“¡Perfecto, Jasón! VIVID intensa y generosamente. Saboread la vida.

Disfrutad cada instante. Amad la vida. Respetadla. Compartidla. Usadla con

inteligencia y moderación. Os lo dije: es un regalo del Padre.”

“Y allí, Señor, ¿qué se hace?”

“Te lo estoy diciendo, pero no escuchas: despertar a la verdadera, a la

definitiva vida. Ahí comienzas. Ahí arrancas hacia el Padre.”

“¿Se trabaja?”

“Por supuesto, aunque al principio todos necesitáis una ‘limpieza’…

Cuando seáis despertados a ese mundo, todo, prácticamente, será idéntico a lo

que acabáis de dejar aquí. Os lo repito: es un simple despertar. Pero los defectos

y vicios de la naturaleza humana seguirán pesando… en parte. Y los míos se

ocuparán entonces de ‘limpiarlos’. No os preocupéis: la ‘cura’ es rápida y sin

dolor. Comprendedlo: en esa otra realidad no cabe la densa y torpe herencia

que arrastráis. Os prepararán para un largo, muy largo, camino hacia el Jefe. Un

camino cada vez más espléndido. Una senda en la que poco a poco, la luz

dominará a la materia. Y llegará el día en que sólo seréis eso: luz.”

“Entonces veremos al Jefe…”

“¡Tranquilo, muchacho! Al ‘Barbas’ lo verás… a su debido tiempo.”

“Mitad luz, mitad materia… ¿Y cómo se sostiene es materia? ¿Se come en

el ‘otro lado’?”

“Se come y se bebe… pero no lo que tú crees.” Y no proporcionó más

aclaraciones.

“Seréis como ángeles…”

“¿Con esposa o sin esposa?”

“Querido ‘pinche’, por favor, escucha cuando hablo… Te decía que en esa

nueva realidad no se precisa de sexo tal y como lo entendéis en la Tierra. Allí no

Page 87: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

92

existen esas inclinaciones. Entre otras razones, porque la carne, el cuerpo

material, no pasa al ‘otro lado’. Aquí queda y aquí desaparece.”

“¡Maravilloso! –clamó Eliseo–. Entonces, si no hay esposa, tampoco hay

suegra…”

El Maestro levantó los brazos exclamando: “¡Me rindo!”.

“No, por favor… Sujetaré la lengua, pero continúa hablando…”

Jasón aprovechó para preguntar sobre un punto que no terminaba de

asimilar.

“Dices que somos inmortales. Así nacemos. Entonces, ¿por qué no

resucitarnos por nosotros mismos? ¿Por qué se precisa de tus ángeles?”

Jesús tropezó de nuevo con el gran problema de la limitación de la mente

humana…

“Hijo mío, no es mucho lo que puedo decirte… por ahora. Hay criaturas

del tiempo y del espacio que no estrenan siquiera su inteligencia. Por múltiples

razones se ven privadas de un mínimo de espiritualidad. Pues bien, según lo

establecido por Ab-bá, esos humanos no son ‘despertados’ tras la muerte.

Deben esperar, en un sueño colectivo, a que llegue su hora. Y no preguntes más.

Acepta mi palabra…”

“Sólo una cuestión, Señor. Otros muchos seres sí disponen de ese mínimo

de inteligencia y espiritualidad. ¿Por qué no resucitan por sí mismos?”

“También lo hemos hablado, mi querido y olvidadizo ángel. Sois

inmortales, sí, y por derecho propio. Así lo ha querido Ab-bá. Pero no confundas

inmortalidad con vida.”

“No comprendo… ¿No es lo mismo?”

“Sí y no. La vida precede siempre a la inmortalidad. Ésta, en definitiva,

depende de aquélla. Y no olvides que la vida es una prerrogativa del Padre. Yo

dispongo de ese poder por su inmensa generosidad. Vosotros, en cambio, no

estáis capacitados para ponerla en pie…”

Eliseo lo interrumpió.

Page 88: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

93

“¿Quieres decir que el hombre nunca creará la vida?”

“Así es. Mientras pertenezca al reino de lo material… nunca lo conseguirá.

¡Nunca!”

Aquel “¡nunca!” sonó rotundo. ¿Premonitorio? Todo un aviso… para

nuestro mundo. Y Jesús añadió con idéntica contundencia: “No lo olvidéis: la

vida es sagrada. Es patrimonio del Padre. Abortarla, suprimirla o herirla es un

desprecio a quien la entrega… gratuitamente.”

“Señor –continuó Eliseo–, si el cuerpo se queda aquí, en la tierra, ¿qué

sucede con la memoria? Cuando pase al ‘otro lado’, cuando tus ‘ángeles’ me

resuciten, ¿recordaré a este ‘friegaplatos’?”

“En el ‘otro lado’ recordarás y serás recordado. Reconocerás y serás

reconocido. Ninguna de tus cualidades se perderá.”

Jesús dudó unos instantes y, divertido, matizó: “La de ‘pinche’ de cocina…

no lo sé”.

“¿Recordaré todo?”

“Todo lo que merezca la pena. Todo lo que te haya emocionado y servido

para prosperar. El resto, las tendencias puramente animales, los vicios y

defectos, desaparecerán con el cerebro físico.”

“Señor, ¿veremos allí a nuestros padres?”

“Por supuesto, Jasón, a tus padres y a todos tus seres queridos. Ellos te

ayudarán, pero, insisto, aquel lugar no es como éste. Allí no existen los lazos

familiares tal y como los interpretáis aquí, en la Tierra. En esos mundos no

tienen cabida conceptos como ‘padre’, ‘familia’, ‘esposa’ o ‘hijos’… ¡Sois como

ángeles! En esa nueva realidad el Amor es tan pleno, intenso y limpio que los

pequeños Dioses no echan de menos los antiguos y limitadísimos afectos

humanos. Vuestra alma inmortal, libre al fin, quedará tan deslumbrada que

nada de lo que ahora estimáis como prioritario os hará sombra. Os lo repito:

habréis entrado en una aventura fascinante.”

Page 89: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

94

El Maestro, al referirse al alma, empleó el término “nishmah”, que

confundió a Jasón. El vocablo, en arameo, significa “espíritu o aliento”. El

“friegaplatos” lo asoció a la “chispa” divina, regalo de Ab-bá. Y preguntó:

“¿Chispa y alma inmortal son la misma cosa?”.

El rabí, impotente ante la anemia de palabras, suspiró ruidosamente. E

intentó descender al nivel de sus interlocutores.

“No, Jasón, no son lo mismo. Pero no te atormentes. Todo será revelado…

en su momento. Esa presencia divina, la ‘chispa’, cuando mueras, se ocupará de

custodiar tu memoria. Tu ‘dikron’. Ella la mantendrá a salvo hasta el momento

de tu resurrección. He dicho ‘dikron’ (memoria), no ‘bal’ (mente). Ésta, como

parte integrante de tu cerebro físico, se disolverá con el cuerpo.”

Entonces, retornando a la pregunta de Jasón, completó: “El alma inmortal

es otra criatura, independiente de la memoria y de la mente física. Y ésa, la

‘nishmah’, es acogida tras la muerte por tu ángel guardián. Él la mima y la

conserva, también hasta el sublime instante de la resurrección. Tened calma. Mi

Padre es sabio. Él sabe…”.

“Señor –le preguntó Jasón perplejo–,y qué sucede en el instante exacto de

la resurrección?”

“Sencillo: alma y memoria se reúnen. Y caminan juntas… para siempre.”

“¿Y la ‘chispa’?”

“También te lo dije: no te abandona jamás. Es el ‘tercer’ viajero hacia la

Perfección.”

“Y ese viaje, Señor, ¿cuánto dura?”

“Si lo expreso en términos humanos, querido ‘pinche’, no lo

comprenderías.”

“¿Me aburriré?”

“Lo dudo…”

“¿Y cuánto tiempo permaneceré como mitad materia, mitad luz?”

Page 90: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

95

“Lo justo y necesario. No mucho…”

“Señor, ¿qué te ocurre? Estás muy lacónico.”

“Compréndelo. No está bien que me tires de la lengua…” Eliseo no se dio

por vencido.

¿Y después? ¿Qué pasará cuando, al fin, sea un hombre-luz?”

“¡Sorpresa!”

“Entiendo… Veré al Jefe.”

El Maestro negó con la cabeza.

“¿No? ¡Pues sí que está lejos!”

“Por cierto, Señor –intervino Jasón–, en esos mundos, al pasar de un

estado de materia y luz a otro, ¿se muere de nuevo?”

“No.”

“Entonces, sólo se muere una vez.”

“Exacto. Os lo he dicho: Ab-bá es poderoso, pero prefiere la imaginación.”

Y señalando a la estrellas, exclamó: “Decidme: ¿Sabéis de algo en la Naturaleza

que se repita?”.

“No –respondió Jasón–, que yo sepa, nada es igual.”

“Muy bien, Jasón. ¿Y por qué el fenómeno de la muerte iba a ser una

excepción? Tu Padre ‘sabe’…”

“Señor, hay algo que me intriga… –comentó Eliseo–. ¿Por qué nadie

vuelve después de la muerte?”

“Te equivocas. Yo lo haré”

“Ya me entiendes… Me refiero a los ‘pinches’…”

“Son las reglas. Vosotros también tenéis las vuestras…”

“Qué cielo más raro…”

Page 91: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

96

“No, mi querido ‘pinche’, eso no es el cielo. Os lo dije: tenéis una idea

equivocada. El cielo, el Paraíso, está mucho más allá. Ahora es imposible que

captéis su auténtica naturaleza. En los mundos que os aguardan tras la muerte

tan sólo intuiréis esa inmensa, inmensa, maravilla.”

“¡Dios bendito! –estalló Eliseo–. ¿Cómo vamos a transmitir todo esto a

nuestro mundo? La ciencia no lo aceptará…”

“Mis queridos hijos: ¡dejad en paz a la ciencia! No estáis aquí para

convencer a nadie. Solo para transmitir. Dejad que la verdad toque los

corazones. Con eso es suficiente.”

Y continuó: “Queridos míos, la filosofía que rige los universos no puede

ser entendida por la inteligencia material. No os preocupéis… Respondedme: si

los hombres de ciencia no tuvieran la posibilidad de comprobar la metamorfosis

de una mariposa, ¿aceptarían que esa criatura ha sido primero una oruga?

Dejad que pasen al ‘otro lado’. Entonces verificarán que las leyes que gobiernan

esas otras realidades son tan físicas y rígidas como las del tiempo y el espacio.

La sorpresa, entonces, los desconcertará. Ellos, ‘orugas’ en la Tierra, se habrán

transformado en ‘mariposas’ ágiles y deslumbrantes. Vosotros sois testigos. El

Hijo del Hombre, una ‘oruga’ más, hará el milagro y se convertirá en ‘mariposa’.

Insisto: limitaos a ser mensajeros de mi palabra”.

“Por cierto, Señor, ya que lo mencionas, tenemos una ligera idea, pero

nos gustaría confirmarlo… ¿Qué ocurrió, perdón, qué ocurrirá, con tus restos

mortales? ¿Cómo desaparecerán de la tumba?”

“Cosas de ángeles… Tendréis que preguntárselo a ellos. Yo no tuve nada

que ver.”

Titubeó unos instantes y redondeó: “Mejor aún: interrogaos a vosotros

mismos. En cierto modo también sois ángeles y conocéis esas ‘técnicas’…”.

Entendieron. Casi sin palabras, el Maestro vino a ratificar las sospechas de

Jasón y Eliseo. Su resurrección, su retorno a la vida, nada tuvo que ver con el

hecho físico de la “disolución” del cadáver. La misteriosa desaparición del

cuerpo obedeció, muy probablemente, a una “manipulación” del tiempo.

Alguien, sus ángeles, “condensó” o “concentró” en décimas o centésimas de

Page 92: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

97

segundo los años que hubieran sido necesarios para ultimar un proceso normal

de putrefacción. Y la materia orgánica, mágicamente, se extinguió.

El Maestro, confirmando las apreciaciones de Jasón, concluyó así: “Mi

resurrección no depende de nadie. Yo soy la Vida. No caigáis en el error de

asociar ese gesto de piedad y respeto, por parte de los míos, con la realidad de

mi vuelta a la vida.”

Mensaje recibido.

Y exclamó, cerrando aquella inolvidable conversación: “¡Llenaos de

esperanza!... ¡La muerte sólo es un sueño!... ¡Sois inmortales por expreso deseo

de Ab-bá!... ¡Sois hijos de un Dios… ¡Transmitidlo!”.

CUARTA Y ÚLTIMA SEMANA EN EL HERMÓN

Fue la más dura. La más tensa y angustiosa. Fue, prácticamente, una

semana sin Él.

Sucedió al amanecer del domingo 9 de septiembre. El Galileo los reunió y,

con el rostro serio, anunció: “Escuchad atentamente. Ahora debo dejaros por

unos días. Es preciso que siga ocupándome de los asuntos de mi Padre…”.

Parecía preocupado, muy preocupado. Ni el tono ni el semblante eran los

habituales.

“Esperad tranquilos… Es la hora del rebelde y del príncipe de este

mundo…”

Cargó algunas provisiones, tomó su manto color vino y, sin despedirse,

desapareció entre los cedros, rumbo a los ventisqueros.

Aquél no era el estilo del rabí. Jesús de Nazaret difícilmente se enfadaba.

Sólo una vez se alteró, y con razón. Fue en el atrio de los Gentiles, en el Templo

de la Ciudad Santa, cuando abrió las puertas del ganado destinado a los

sacrificios, provocando una catástrofe entre los mercaderes y cambistas de

monedas.

Page 93: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

98

El domingo 16 de septiembre, poco después de la hora “nona” (las tres de

la tarde), de improviso, los amigos escucharon un lejano y familiar canturreo.

¡El Maestro!

Abrazándolos, Él susurró: “Se ha hecho la voluntad de Ab-bá… Ahora soy

yo el Príncipe de este mundo”.

Esa misma noche –la última en Hermón–, cálido y eufórico, explicó el

porqué de su repentino y dilatado aislamiento en la cumbre de la montaña

santa.

La cena, aunque frugal, resultó divertida, como siempre. El “cocinero-jefe”

se hallaba feliz y se esmeró echando mano de otra receta familiar: tortilla con

miel, al estilo de su madre, María, “la de las palomas”. Y al final, el brindis

favorito del Maestro: “¡Lehaim!”.

“¡Por la vida!”

Y el Galileo, ansioso por compartir su aventura en la soledad de las nieves,

inició así sus aclaraciones: “Os contaré un cuento…”.

“Hace tiempo, mucho tiempo, el gran Dios encomendó a uno de sus Hijos

la creación de un nuevo universo. Y ese Hijo construyó un magnífico reino,

repleto de estrellas y mundos. Era un universo inmenso.”

“Y aquel Hijo gobernó con amor y sabiduría durante miles y miles de

años.”

“Pero ocurrió algo…”

“Cierto día, en una apartada región, varios de los príncipes a su servicio,

jefes de otros tantos mundos, decidieron rebelarse contra la autoridad del Hijo y

soberano. No creyeron en su forma de gobierno e incitaron a otros príncipes

próximos a manifestarse contra lo establecido. E intentaron formar su propio

reino, rechazando al monarca y, en definitiva, al gran Dios.”

“El Hijo, echando mano del amor y la misericordia, trató de restablecer el

orden. Fue inútil. Los rebeldes, empeñados en el error, despreciaron todo

intento de reconciliación.”

Page 94: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

99

“Finalmente, ese Hijo divino tomó una decisión: viajaría de incógnito

hasta los lejanos mundos de los infractores, haciéndose pasar por un modesto

carpintero. Escogió uno de los planetas y allí nació como un hombre más. Y así

vivió, sujeto a la carne, y enseñando la verdad a las gentes. Les mostró quién era

en realidad el gran Dios. Habló del espléndido futuro que les aguardaba y, sobre

todo, recordó que eran hijos de ese maravilloso Padre.”

“Pero la fama de aquel Hombre-Dios terminó llegando a oídos de los

príncipes rebeldes. Y sucedió que, en cierta ocasión, cuando el carpintero oraba

en lo alto de una montaña nevada, dos de los traidores se presentaron ante él,

sometiéndolo a toda clase de preguntas.”

“¿Quién eres…? ¿Cómo te atreves a hablar de ese Dios?... ¿Quién te

envía?”

“Por último, convencidos de que se hallaban ante el Hijo y soberano del

universo, le hicieron una proposición: ‘¡Únete a nosotros!’…”

“Y el Hijo replicó: ‘Hágase la voluntad del Padre’…”

“Los rebeldes, derrotados, se retiraron. Y todo el universo, pendiente de

aquella entrevista, elogió la misericordia del Hijo y soberano.”

“Desde entonces, el Dios disfrazado de hombre y carpintero ostentaría

también el título de Príncipe de la Tierra.”

Terminada la historia, el Maestro descendió a los detalles, revelando algo

que, con el paso de los siglos, resultaría igualmente deformado.

Esto fue lo que Jasón y Eliseo acertaron a intuir:

Tiempo atrás, mucho tiempo atrás, en una minúscula región del universo

(en la nuestra), tuvo lugar una insurrección, más o menos similar a la expuesta

en el supuesto cuento.

Un viejo conocido de los humanos –Luzbel–, jefe de esa casi insignificante

parcela de la galaxia, se alzó contra el orden establecido, protestando por el

largo camino exigido para llegar al Paraíso. Al parecer, calificó esa “marcha” de

“fraude total”, dudando, incluso, de la existencia de Ab-bá. La rebelión, sin

Page 95: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

100

embargo, no alcanzó excesivo éxito. Sólo treinta o cuarenta mundos la

secundaron. La Tierra fue uno de ellos.

Pues bien, no deseando acudir a métodos más severos –a los que tenía

legítimo derecho–, el magnánimo Hijo Creador de este universo optó por

encarnarse y “camuflarse” entre las más modestas de sus criaturas. Justamente

entre las que habitaban en uno de esos mundos en rebeldía. Y se hizo hombre. Y

vivió como tal, anunciando a los infelices súbditos de los príncipes rebeldes

dónde estaba la verdad y quién era Ab-bá.

Pero la naturaleza divina del humilde carpintero no pasó desapercibida

para los jefes planetarios que encabezaban la insurrección. Y dos de ellos –un

alto representante de Luzbel y el propio príncipe del mundo seleccionado por el

Hijo divino– acudieron a su presencia. Y lo hicieron en aquellos días de

septiembre y en aquel lugar. Ésta, probablemente, fue la razón del súbito

ensombrecimiento del Hijo del Hombre cuando se alejó del campamento. Él

sabía lo que le aguardaba en la soledad de los ventisqueros. Sabía que estaba a

punto de ofrecer una nueva oportunidad a sus hijos descarriados.

Y se sometió, dócil, a los interrogatorios y proposiciones.

Pero, como decía el “cuento”, sólo se doblegó a la voluntad del Padre.

Y el universo de Jesús de Nazaret –según sus palabras– asistió perplejo y

conmovido a la “batalla dialéctica”.

Por último, estos seres no materiales –creados por el propio Hijo divino

en luz y perfección– se retiraron derrotados.

En esos momentos, el Hijo del Hombre, por expresa voluntad de Ab-bá,

fue investido como Príncipe de este mundo. Un título especialmente

importante, según Él.

A partir de ese suceso –afirmó Jesús–, la rebelión quedó “lista para

sentencia”. Al rechazar, una vez más, su misericordia, la suerte de todos ellos

depende ahora de “otras instancias”. Y así sigue.

Page 96: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

101

Esa “batalla” no se desarrolló a nivel físico. Si Jasón y Eliseo hubiesen

acompañado al Maestro, nada hubiesen visto, salvo unas luces azules, ni

tampoco oído…

No fue fácil para ambos mensajeros asimilar todas aquellas explicaciones

del espinoso problema.

Por ejemplo, según el Maestro, una de las razones de la violencia y el

primitivismo de la Tierra hay que buscarla, justamente, en las consecuencias de

esa desgraciada rebelión. Al traicionar las leyes divinas, nuestro mundo, como el

resto de los planetas que se levantó contra Ab-bá, quedó automáticamente

incomunicado y sumido en la oscuridad y la barbarie. Y “técnicamente”, así

continúa. Sólo cuando la “cuarentena” sea levantada, la humanidad –esta infeliz

humanidad– recuperará la normalidad.

“¿Cuándo llegará ese venturoso día?”

“Cuando los rebeldes sean juzgados… Pero eso no está en mis manos.”

Lo que sí estaba al alcance del Hijo del Hombre era consolar e iluminar a

las criaturas que padecen –y padecerán– este aislamiento. Y escogió uno de

esos mundos en rebelión, sembrando la semilla de la esperanza: Ab-bá existe.

Ab-bá espera. Ab-bá os ama…

Y llegó el final de la estancia en las cumbres del Hermón. Esa noche,

cercano el lunes 17 de septiembre del año 25 de nuestra era, antes de retirarse

a descansar, Jesús de Nazaret dio una última orden: “Preparaos. Mañana

partiremos. La Hora del Hijo del Hombre está próxima…”.

Y así fue. Su hora –la de su vida pública– se acercaba. Jasón y Eliseo

fueron testigos de excepción.

El 17 de septiembre del año 25, Jesús de Nazaret, junto a Jasón y Eliseo,

abandonó el campamento en el Hermón. Por la negra senda vieron ascender al

joven Tiglat, tirando del asno propiedad del Maestro, con las provisiones. En el

“refugio” de piedra, Jesús invitó a sus amigos a sentarse. Tiglat extendió una

estera de hoja de palma sobre la hierba y procedió a ordenar una serie de

Page 97: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

102

provisiones. Luego tomó algo entre sus manos y extendiéndolas, dijo: “Tarta de

semillas de amapolas…”.

Jesús tomó el pastel y procedió a trocearlo, repartiéndolo. Luego aclaró

las dudas del jovencito y de sus compañeros. Dijo que su hora estaba cercana y

debía regresar con los suyos, preparándose para el momento en que revelaría al

Padre. No habló de fechas. Y ante el asombro de Tiglat, el Maestro le cedió el

onagro, la tienda de pieles y la casi totalidad de las provisiones. Cargó algunas

viandas en su saco de viaje y, tras desear la paz al muchacho y a los suyos, se

alejó del lugar con sus típicas y rápidas zancadas. Eliseo y Jasón, desconcertados,

se deshicieron igualmente de la tienda y, sin casi despedirse de Tiglat, salieron

tras Él, a la carrera.

Caminaban hacia el “yam”. Serían las tres de la tarde cuando Jesús hizo un

gesto con la mano izquierda, señalando un desvío de la ruta principal. Al entrar

en el senderillo, el paisaje cambió y se vieron rodeados por una enredada

“jungla” de altísimas cañas y mucha vegetación, coronada por millones de

zumbantes y peligrosos mosquitos.

Era el camino que conducía al “kan”, el siniestro refugio en el que se

habían introducido cuando marchaban hacia el macizo montañoso del Hermón.

En estos refugios, siempre alejados de ciudades y aldeas, se aislaba a los

enfermos que carecían de medios económicos o que eran rechazados por la

sociedad a causa de su comportamiento o aspecto físico.

Un niño alertó a un hombre que estaba arrodillado. El hombre se

incorporó, miró y sonrió al Maestro. Y se dirigió a su encuentro. Al desearle la

paz y besarlo en la mejilla, Jesús le correspondió con el mismo saludo. Se

trataba de Assi, el esenio. Era el único en el “kan” que vestía de blanco

inmaculado. Lucía en el pecho la insignia de latón que lo acreditaba como

médico o “rofé”: una hoja de palma. Jesús era un viejo amigo de aquel egipcio,

destacado por la comunidad esenia de Qumran, en la lejana Gaulanitis, con la

finalidad de ejercer como médico entre los más desfavorecidos. Assi conoció al

Maestro en uno de sus habituales viajes a Nahum (Cafarnaúm). Allí nació una

sincera amistad. Jesús visitaba el “kan” con frecuencia y ayudaba, incluso, con

algunas contribuciones económicas. Aquel esenio dulce y compasivo, junto con

Page 98: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

103

los lisiados y dementes que habitaban el “kan”, jugarían, en un futuro cercano,

un papel importantísimo en uno de los prodigios del rabí de Galilea.

Allí había aproximadamente sesenta enfermos. Niños con retraso mental

y motor; paralíticos; ancianos en la fase más avanzada de Parkinson y Alzheimer

que se veían impedidos de valerse por sí mismos; esquizofrénicos; supuestos

“poseídos” o “endemoniados”, en realidad enfermos con trastornos mentales y

lisiados con daños cerebrales de todo tipo, oligofrénicos graves o profundos,

etc.

Estaban tratando de prender el fuego para preparar la cena cuando

oyeron un aullido desgarrador. No sabían si era de un animal o un humano. El

aullido se repitió y Assi, de pie, miró hacia una de las chozas próxima al camino

de acceso al albergue. Hizo un gesto a Denario, un niño sordomudo, y éste

corrió hacia el lugar indicado. Hombres y mujeres trabajadores en el “kan” se

movilizaron y se dirigieron a la choza en cuestión. Los aullidos arreciaron. Jesús

continuaba sentado en el mismo lugar, mirando fijamente las ramas

depositadas en el hogar que habían tratado de encender inútilmente.

Los aullidos, de pronto, cesaron, y también el vocerío. El Maestro,

entonces, levantó el rostro hacia el celeste de los cielos. Inspiró profundamente

y así permaneció durante algunos segundos, con los ojos cerrados. Y así como se

apagaron, así regresaron los aullidos, más lúgubres y prolongados… El grupo dio

un paso atrás. Aquello seguía avanzando. Algunas mujeres, aterrorizadas,

dieron media vuelta y escaparon entre agudos chillidos.

Cuando Jasón se dio cuenta, el Galileo se había incorporado y caminado

hacia el grupo. Jasón fue tras Él. Jesús, con paso decidido, rodeó a los

cuidadores y se situó a la cabeza de los nerviosos individuos, junto al esenio y a

Denario. Allí estaba el responsable de los aullidos. Se trataba de un joven

encadenado, de unos veinte años, negro como el carbón y “tatuado” de la

cabeza a los pies con pequeños círculos. Estaba desnudo, sudoroso, con el rostro

desencajado por la cólera y el tobillo izquierdo lacerado y sangrante por el

continuo roce del grillete que lo aprisionaba. Una cadena de gruesos eslabones,

de unos tres metros, lo anclaba a la base de una de las cabañas. Jadeaba

violentamente, amenazando a los habitantes del refugio con un pelícano

Page 99: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

104

muerto que sostenía por encima de la cabeza. Era alto y musculoso como el

Galileo. El desgraciado padecía un síndrome ligado a la locura que provocaba

furiosos ataques de ira. En esos momentos, se transformaba en una bestia

salvaje, sin control alguno, capaz de aplastar a quien se pusiera a su alcance.

Assi trató de calmarlo, pero sus palabras tuvieron un efecto contrario al

deseado. Y el negro, en plena crisis, ciego por la rabia, lanzó otro ataque. Esta

vez, frenado bruscamente por el grillete, aquella masa de odio y fuerza bruta

perdió el equilibrio y se precipitó contra la ceniza volcánica.

Jesús, entonces, se dirigió a su amigo, el auxiliador, y pidió que liberara al

negro. El rostro del Maestro continuaba serio. Assi se negó en rotundo,

argumentando, con razón, que el estado de Aru, así se llamaba el negro, era

peligroso para todos.

Según el esenio, Aru estaba poseído por un espíritu inmundo; liberarlo

sería una provocación para dicho demonio.

Jesús no replicó. Clavó la rodilla izquierda en la ceniza y, despacio, con

ambas manos, acarició el húmedo y “tatuado” cráneo del demente. Nadie

respiró. El grupo retrocedió otro paso e imaginando un feroz embate, se

disolvió, perdiéndose por la explanada y las chozas próximas. Assi lanzó un

grito, suplicando al Maestro que se alejara de Aru. Jesús siguió mudo. Sus largos

dedos se posaron una y otra vez sobre el pelado cuero cabelludo del agitado

negro. La respiración de Aru era convulsa. Continuaba boca abajo, tal vez

inconsciente. El Maestro miró al auxiliador, y sin mediar palabra, el esenio se

volvió a Denario, y por señas le indicó que buscara a alguien.

El Maestro, en silencio, terminó por doblar la pierna derecha,

arrodillándose frente al negro. Hizo girar el cuerpo de Aru y lo alzó con

suavidad, dejando que las espaldas descansaran sobre sus muslos. Inmovilizó la

cabeza sobre el vientre, buscó la cinta de tela que sujetaba sus cabellos y la

desató. Aru, con los ojos cerrados y la respiración entrecortada, parecía haber

perdido la conciencia. Una de las cejas, rota por el impacto contra la escoria

volcánica, manaba sangre en abundancia. El Maestro, entonces, se dirigió de

Page 100: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

105

nuevo al esenio y solicitó agua. Assi dudó, pero ante aquella voz afable y

decidida, dio media vuelta, obedeciendo.

Jesús plegó el “sudarium” que le servía habitualmente para recoger los

cabellos en las largas caminatas, y buscando una zona no contaminada por el

sudor, taponó la herida de la ceja, presionando delicadamente. Repitió la

operación, ya que la sangre seguía fluyendo, tratando de detener la hemorragia.

Para Jasón fue un momento largo, inolvidable y difícil de entender.

Un Dios, arrodillado, sostenía en su regazo a un mísero y anónimo negro.

La mano izquierda, firme y segura, velaba sobre la herida, y la derecha, con

dulzura, acariciaba la sucia mejilla de Aru. Los dedos se pasearon despacio por el

mentón y los labios, agrietados y casi irreconocibles.

Fue en esos instantes, mientras rozaba con las yemas de los dedos los

cerrados y ensangrentados párpados de Aru, cuando Jasón quedó prisionero de

los ojos del Maestro. No le fue posible desviar la mirada. Fue como si el universo

entero lo hubiera visitado. Los ojos, más expresivos que nunca, más vivos y

habladores, a pesar del silencio, se humedecieron. Y el rostro entero, dorado

por aquel sol cómplice, se transfiguró. Jasón vio la luz que lo bañaba y que se

convertía en su verdadera piel. Entonces, una lágrima rodó y se escondió en la

desordenada barba. Pareció una lágrima azul… Quizá fue la misericordia lo que

hizo rodar aquella lágrima azulada. Quizá fue su infinita piedad, el amor, el que

abrió la puerta de la ternura, conmocionando hasta la última célula de Jesús de

Nazaret. Él había aparecido en un mundo imperfecto y cruel, y ahora tenía a una

de esas imperfectas criaturas entre las manos. Quizá esa mezcla de misericordia,

piedad, amor y ternura hizo el prodigio…

Assi volvió con el agua y su inseparable caja de madera, en la cual tenía

todo “lo necesario” para ejercer como médico o auxiliador. Y con él, Denario y

Hasok, otro singular personaje que vestía una larga túnica roja que lo cubría

hasta los pies, ocultando, incluso, las manos. La cabeza estaba cubierta por un

manto negro. Del ceñidor de cuerda colgaba un manojo de largas y pesadas

llaves.

Page 101: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

106

Assi reclamó la atención de Hasok y ordenó que liberase el pie del negro.

El embozado permaneció indeciso. Era comprensible. Pero el esenio repitió la

orden: “Tinieblas, haz lo que te digo”. Y Hasok (“tinieblas” en arameo) soltó el

grillete y tras arrojar la cadena al pie de la choza, se mantuvo inmóvil y vigilante.

El Maestro retiró el “apósito” y verificó con satisfacción que la sangre

había empezado a coagular. Assi le proporcionó un nuevo trozo de tela

empapado en agua, y Jesús, con idéntica paciencia y delicadeza, dedicó un

tiempo a una minuciosa limpieza de la herida, retirando los granos de lava que

permanecían enterrados en la brecha. Assi abrió la caja de madera y le mostró

al Galileo algunos de los remedios que había que utilizar para ayudar a Aru.

Luego ayudó con el vendaje en torno a la cabeza y, cuando estaba terminando,

Aru abrió los ojos. Assi se echó atrás, tomando su caja. Jesús no se movió. El

negro paseó sus enormes y sorprendidos ojos a su alrededor y, al reparar en

Tinieblas, se incorporó asustado.

El Maestro, de rodillas, lo dejó hacer. Aru retrocedió un paso y,

súbitamente, se detuvo. Lanzó una ojeada al suelo de ceniza y, al comprobar

que no estaba encadenado, se inclinó y palpó el desollado tobillo izquierdo. Así

permaneció unos segundos. Y en cuclillas, entre la sorpresa y la confusión, Aru

desvió la mirada hacia el Galileo. El Maestro no movió un músculo. Tenía la vista

fija en el verde manzana de los ojos del corpulento muchacho. Ninguno de los

dos parpadeó. Y de la inicial firmeza, la mirada de Jesús se llenó de una dulzura

que podía tocarse. Y aquel hilo invisible entre el Dios y el hombre propició un

benéfico final.

Aru, para sorpresa de todos, sonrió. Se relajó y, curioso, tocó el vendaje

que protegía la ceja lesionada. El negro se alzó de nuevo. No parecía exhausto,

todo lo contrario… Reparó en su desnudez y, en un gesto instintivo, fue a tapar

sus genitales con ambas manos. Miró avergonzado y terminó por bajar la

cabeza.

El Maestro alivió la incómoda escena. Se deshizo del manto color vino y,

despacio, fue al encuentro de Aru. El negro, al principio, retrocedió. Jesús le

mostró el ropón de lana y, sonriente, siguió caminando. El muchacho,

comprendiendo, aguardó y el Galileo fue a cubrirlo. Y el Maestro, feliz, abrazó al

Page 102: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

107

joven. Aru, más confuso si cabe, no reaccionó y dejó hacer al extraño Hombre.

Poco después, tras aconsejar que le dieran de comer, el Galileo retornó al centro

del “kan”. Tinieblas, Denario y Eliseo lo siguieron. Jasón y Assi quedaron allí

vigilantes. Y el joven negro, arropado con el manto de Jesús, se dejó caer sobre

la ceniza, sentándose junto a la cadena. Al poco, Tinieblas retornó con dos

escudillas y las colocó frente al negro. Era pan oscuro y un cargado racimo de

uva blanca. Aru observó los alimentos y sonrió, con gratitud. Troceó el pan y

comenzó a comer con avidez. Luego, se recostó sobre la ceniza y cerró los ojos.

Assi y Jasón se retiraron, sin poder comprender lo que había ocurrido.

Concluidas las labores de alimentar a todos los enfermos del “kan”, Assi,

Jesús y Jasón se sentaron a descansar y a conversar al lado de la fogata. Al poco

se acercó Tinieblas, mano derecha de Assi en aquel lugar. Aunque no era un

fanático de la Ley, Assi creía en ángeles y demonios, en la pureza de la raza y en

las consecuencias de los pecados de los padres en su descendencia, de acuerdo

con las enseñanzas de Yavé.

Tinieblas, lentamente, retiró el ropón que lo cubría. El fuego lo iluminó y

Jasón comprendió por qué siempre se presentaba embozado. Sufría un mal que

provocaba el miedo y la repulsa de cuantos lo rodeaban. Era un “cara de perro”,

otro pobre enfermo aquejado de un hirsutismo o abundancia de pelo duro y

recio que afeaba el rostro y, probablemente, la totalidad del cuerpo. Las

conjuntivas enrojecidas, la carencia de dientes y las encías ulceradas e

inflamadas terminaban por convertirlo en un ser humano repulsivo, más

próximo al mito del hombre-lobo que a la triste realidad de un síndrome de

origen cromosómico. Por eso lo llamaban Hasok o Tinieblas. Difícilmente se lo

veía de día, y mucho menos con la cara descubierta. Sin embargo, todos lo

querían y lo respetaban. Su corazón, ignorando su propio problema, era amable

y cariñoso. Siempre estaba dispuesto a colaborar y a socorrer a los más débiles.

En su momento, en plena vida pública del Maestro, se convertiría en una

notable “referencia” para Eliseo.

Tinieblas agradeció a Jasón que no desviara la mirada y que no diera señal

alguna de horror o de rechazo y, sonriendo con los ojos, volvió a cubrirse,

humillando la cabeza.

Page 103: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

108

Assi trató en vano de ayudarlo. Lo suyo era incurable. Tinieblas confesó

que era un “halal”, un hijo ilegítimo de un sacerdote. Su madre, una esclava, fue

violada por uno de esos perros del Templo de Jerusalén. El gran “pecado” de

Tinieblas fue el hecho de haber sido concebido en una unión no autorizada por

Yavé. Esta mancha era una indignidad, y naturalmente Dios lo castigaba con

extrema crueldad. Éste era el pensamiento de Assi.

“Así lo quiere el Santo, bendito sea su nombre…”

Assi se alzó y tras desearles la paz, se dirigió hacia una de las cabañas.

Tinieblas iba tras él. Debían madrugar.

“¿Crees que el Padre lo quiere así? –replicó el Maestro–. ¿Crees que el

Padre condena a sus hijos a la enfermedad?”

“Lo importante, Señor, no es lo que yo crea, sino lo que ellos entienden.

Tú has enseñado que ese Padre es amor…”

En aquel tiempo, la enfermedad era una consecuencia directa del pecado.

Fue inventada por los mesopotámicos. La Biblia está sembrada de alusiones a

esa trágica ecuación: pecado = cólera divina = castigo (enfermedad).

“Lo que tú observes, lo que oigas y, sobre todo, lo que termines por creer,

sí es importante. Eres un enviado. Después, cuando regreses, sé fiel. Otros

descubrirán la verdad de tu mano. ¿Es importante o no?” Sonrió, acogedor.

“Responde a mi pregunta: ¿consideras que el Padre desea el mal y la

enfermedad?”

“Si yo tuviera un hijo, nunca lo castigaría con una enfermedad.

Probablemente –rectificó Jasón–, no lo castigaría…”

“En verdad te digo, Jasón, que estás próximo a la esencia de la cuestión. El

problema es que no conoces al Padre –todavía– y, por tanto, no sabes que las

palabras ‘castigo’ y ‘pecado’ no son concebibles para Él. Sois vosotros los que

habéis levantado esas calumnias contra Dios.”

El Maestro percibió la confusión de Jasón y, con una sonrisa, continuó:

“Empecemos por el final. ¿Qué es para ti el pecado?”.

Page 104: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

109

“Si yo fuera religioso, lo entendería como una transgresión de las leyes y

preceptos divinos.”

“¿Y cuáles son esas leyes y normas?”

Jasón quedó sorprendido. Jesús conocía la Torá y los 613 mandamientos

revelados por Moisés (365 prohibiciones, según el número de días del año solar,

y 248 órdenes positivas que –decían– correspondían a las partes del cuerpo

humano).

“¿Crees que el Padre dictó esas leyes?”

“Tengo entendido que fue Yavé…”

La mirada, como una daga, advirtió a Jasón.

“No estoy hablando de Yavé, sino del Padre, el Número Uno, como dice

Eliseo…” Y continuó: “¿Sabes cuál es la única ley para el Padre?”.

“El amor. Eso lo sabemos por ti…”

“Y el profeta Amós lo resumió en un solo mandamiento: ‘Buscadme y

viviréis’. Eso es lo que solicita el Padre: buscarlo. Ésa es la única ley.”

Y continuó: “Pues bien, dime: ¿qué castigo puede derivarse del

incumplimiento de esa ley? ¿Crees que si el hombre no busca a Dios es un

pecador?”.

Jasón quedó perplejo, una vez más.

“Pero ésa, querido amigo, aun siendo importante, no es la cuestión

principal. El problema, como te decía, es que la inteligencia humana no está

preparada para entender la naturaleza del Número Uno. Es lógico… Hay una

distancia tan inmensa que ninguna mente humana puede sospechar cómo es el

Padre. Lo finito (lo sabes muy bien) no está hecho para lo infinito. Mientras

viváis sumergidos en el tiempo y en el espacio, no podréis intuir siquiera qué

hay más allá, en las regiones del espíritu.”

Jesús alivió la tensión. Señaló el negro y parpadeante firmamento y

preguntó: “¿Podría captar la mente de Aru el orden que rige las estrellas? Y, si

no es así, ¿cómo aceptar que pueda ofenderlas? ¿Por qué sois tan vanidosos y

Page 105: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

110

engreídos? Si ni siquiera comprendéis a Dios, ¿cómo os atrevéis a colocarlo a

vuestro nivel? ¿Cómo es posible que lo juzguéis capacitado para ser ofendido y

para castigar?”.

“… ¿Pecar? ¿De verdad estimas que una criatura física puede molestar,

injuriar o provocar a Dios? ¿Crees que Dios es humano?”

“Tú, sin embargo, has hablado (y hablarás) del pecado y los pecadores…”

“Os lo dije una vez: cuando llegue mi hora hablaré como un educador. Tú,

mejor que nadie, deberías entender a qué me refiero. Habrá momentos en que

mis palabras deberán ser tomadas como una aproximación a la verdad. Ellos –

añadió, refiriéndose a los que habitaban el “kan”– son la consecuencia de una

época. Sólo conocen un lenguaje… Vosotros, en cambio, estáis más cerca…”

“Si el pecado no existe, al menos como ofensa al Padre, ¿qué sucede con

los asesinos, ladrones, etcétera? ¿No son pecadores?”

El Hijo del Hombre dibujó una media sonrisa y negó con la cabeza.

“Una cosa es intentar ofender al Padre (imposible, como te he dicho) y

otra muy distinta causar daño a tus hermanos, los seres humanos. Cuando

alguien incumple esas leyes, está infringiendo las normas que rigen entre los

hombres. No confundas ese pecado con el otro…”

“Pero, a fin de cuentas, Dios castiga a esos pecadores, digamos, ‘de

segunda’…”

“Nuevo error, querido Jasón. El Padre es amor. Ya lo hablamos. Si el

pecado no forma parte de la conciencia de Dios, y así es, ¿por qué pensar que es

un juez castigador? Ni pecado ni castigo son conceptos comprensibles para el

Amor. Y Él, tu Padre, el Número Uno, es el Amor…”

“Lo sé, con mayúsculas.”

“¿Crees entonces que Él desea y envía enfermedad?”

Y continuó: “¿Puedes admitir que una persona enamorada imagine

siquiera cómo ofender y castigar a su hombre o mujer amados?”.

Page 106: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

111

“El Padre (no Yavé) no lleva las cuentas. Te lo dije: confía. Ahora estáis

ciegos. Pero algún día se hará la luz en vuestras inteligencias. Todo obedece a un

orden, incluida la maldad.”

La palabra “orden” se propagó en el interior de Jasón. Era algo nuevo para

él.

“Lo sabes muy bien, Jasón. La enfermedad no es un castigo divino. Su

origen es otro. La enfermedad sólo existe en los mundos materiales. Forma

parte del proceso natural. Pero ¿cómo explicárselo a estos pequeñuelos?

¿Podríais hacerlo vosotros?”

“Necesitan tiempo”, murmuró Jasón con tristeza.

“Y vosotros también… Confía, querido amigo. Sólo se os pide eso:

confianza. En el amor no hay resquicios.”

“Entonces, Yavé, ¿quién es?”

“Di, mejor, quién fue…”

“Éste es otro momento en el que mis palabras sólo pueden aproximarse a

tu realidad. Digamos que fue un ‘instrumento’…”

“¿Quieres decir que no era Dios?”

Jesús no respondió. Su mirada buscó los rojos de la hoguera.

“¿Por qué tanta confusión?”

El Maestro volvió a negar con la cabeza. En parte Jasón comprendió su

impotencia a la hora de transmitir ideas.

“Te lo he dicho. Todo obedece a un orden. Nada es casual. Lo que tú

estimas como confusión es falta de perspectiva. Acabas de ser imaginado por Él.

Acabas de aparecer como criatura mortal. Todo te parece confuso. Eres un

recién llegado. Confía y recibirás la información…, en el momento adecuado.

Éstos conciben a Dios como un juez y creen que el ideal es la total sumisión a sus

preceptos. La justicia divina (para ellos) es algo lógico. En el futuro, gracias a

mensajeros como tú, eso cambiará. El mundo recordará mis palabras.

Page 107: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

112

Reconocerá el verdadero rostro de ese Dios-Padre y, sencillamente, lo

buscará…”

“Un momento –lo interrumpió Jasón–, ¿estás diciendo que algún día, en

el futuro, la justicia divina desaparecerá? No es fácil concebir a un Dios sin

justicia…”

“Ahora, así es. Ése es el orden del que te he hablado. El amanecer llega

siempre después de la oscuridad. Pero habrá un mañana y el mundo descubrirá

que el Dios justiciero (como Yavé) forma parte de un tiempo pasado. Es más: te

diré algo que ya deberías saber…”

Jesús observó a Jasón con picardía.

“El Padre nunca ha sido justo… Al igual que sucede con el concepto de

pecado, sois vosotros, los hombres, quienes habéis decidido que Dios imparta

justicia…”

“¿Y no es lo justo?”

“El amor no precisa de la justicia. Insisto: es el ser humano el que se

empeña a hacer a Dios a su imagen y semejanza. Yo dije en cierta ocasión que la

divina justicia es tan eternamente justa que incluye, inevitablemente, el perdón

comprensivo. Ahora, en el silencio de este lugar, te digo que mis palabras se

quedaron cortas. Ahora, y a ti, mi querido mensajero, te digo que el Padre jamás

ha necesitado de la justicia. Si el pecado, como ofensa a la divinidad, no forma

parte de la conciencia de Dios, ¿dónde queda la justicia? ¿Comprendes el

porqué de mis palabras? ¿Comprendes cuando digo que Dios nunca ha sido

justo?”

“Permite, Señor, que vuelva sobre mis pasos. Si el Padre no precisa de la

justicia, ¿qué hacemos con los malvados? ¿Quién los juzga? ¿Cómo y dónde

pagan sus atrocidades?”

El Hijo del Hombre inspiró profundamente. Sus ojos, lejos de reprochar,

miraron a Jasón con dulzura, y le dijo: “Éste es un lugar especial –hablaba de la

Tierra–. Aquí, por expreso deseo de la divinidad, se autoriza todo: lo más noble

y lo más bajo. Pero eso, Jasón, no significa que la creación se le haya ido de las

Page 108: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

113

manos al Padre. Te lo he dicho: nada escapa al amor del Número Uno. La

maldad, incluso, forma parte del juego…”.

“Pero, ¿quién hace justicia?, ¿quién pide cuentas?”, insistió Jasón.

“También lo hablamos. Después de la muerte, nadie juzga. El amor no

juzga. Sé paciente y confía. Existe un orden que tú apenas distingues…”

“Entonces, ¿qué debemos hacer?”

Jesús respondió con una sola palabra: “¡Yeda”!... ¡Dar gracias!”.

Así terminó aquella intensa jornada.

Al día siguiente, 18 de septiembre, se despertaron con revuelo en el

“kan”. Eliseo informó a Jasón que Aru había desaparecido. Minutos después,

Jesús se despidió de Assi y reemprendió la marcha hacia la carretera principal.

Fue a la vista de la posada de Sitio, el homosexual de Pompeya, cuando la

marcha se vio alterada. Un individuo, a la carrera, se dirigía hacia el Maestro. Al

llegar a su altura, se arrojó a sus pies, abrazándolos. ¡Era Aru!

De pronto, Aru retiró el ropón color vino que lo cubría y se lo entregó a

Jesús. Quedó desnudo. Jasón recorrió el musculoso cuerpo y descubrió que las

heridas del tobillo izquierdo, consecuencia del grillete, habían desaparecido. El

Maestro, sonriente, aceptó la entrega del manto y por toda respuesta, abrazó al

joven. Luego, invitó a sus amigos a seguir camino.

Y finalmente, llegaron a Nahum. Rodearon la aduana y el Maestro avanzó

por los senderillos que esquivaban los muretes de piedra negra que delimitaban

las decenas de frondosos huertos. Algunos respondieron al saludo del Maestro,

llamándolo por su nombre: “Yehosu´a” o “Yeshúa” (el Hijo del Hombre nunca

recibió el nombre de Jesús. Esa designación fue muy posterior, producto de la

“occidentalización” de su nombre). Y terminaron desembocando en el “cardo”,

la calle principal de Nahum. Siguieron caminando hacia el sur, en dirección al

puerto. Quizá a un centenar de metros del muelle, el Maestro se detuvo. La

mirada quedó fija en un muro de unos tres metros de altura. Era una típica

construcción de Nahum: piedra negra basáltica, con los intersticios rellenos de

barro y guijarros. Corría a lo largo de unos veinte metros y casi en el centro, se

Page 109: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

114

abría un portalón, a cuya base se llegaba subiendo tres escalones. Aquel

sistema, elevando el nivel de las construcciones, era muy útil. En invierno, con

las fuertes lluvias, evitaba que el agua inundara las casas.

Súbitamente, el Maestro entró y se perdió por el portalón de la casa judía

que había contemplado con tanto interés.

Jasón y Eliseo quedaron allí, sin saber qué hacer. De pronto, oyeron unos

gritos. Parecían voces de mujeres. Los vecinos se arremolinaron curiosos. Y

Jasón, como pudo, trató de ver qué sucedía en aquel patio abierto.

Lo primero que vio fue a una mujer que abrazaba fuertemente al Galileo.

Era joven. Detrás, otra mujer contemplaba la escena, con un niño sentado a su

lado.

“¡Es el “tektôn”! –exclamaron algunos de los que espiaban en el portalón–

¡Es el carpintero!... ¡Ha vuelto!”

Y la Señora, con el niño, se unió al abrazo, repitiendo: “¡Yeshúa!... ¡Has

vuelto!...”.

Era Miryam o María –la Señora–, la madre de Jesús de Nazaret. En ese

momento contaba con unos cuarenta y cinco años de edad. Conservaba parte

de su belleza: los ojos rasgados, color verde hierba, y los cabellos oscuros,

peinados con raya al medio y recogidos en la nuca.

“¡Decían que había muerto!”, aseguró uno de los vecinos.

“¡No –terció otro–, la familia mantenía que se hallaba en Alejandría,

estudiando!”

Jasón empezó a comprender. El Maestro había permanecido ausente

durante casi cuatro años, con dos o tres breves y esporádicas visitas a los suyos.

Fue el tiempo de los grandes viajes. Una etapa “secreta” –la única– que jamás

fue desvelada. Y corrió el rumor, efectivamente, de que el carpintero de Nazaret

estaba muerto o desaparecido. La última vez que lo había visto la Señora había

sido hacía cinco meses.

Page 110: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

115

Jasón notó que aquel abrazo de la Señora no fue tan efusivo como el de

su hermana menor, la pelirroja Ruth. ¿Por qué?

Al situarse en el umbral, Jasón y Eliseo repararon en la tercera mujer.

Estaba pegada a una de aquellas bajas e incómodas puertas. Estaba

embarazada. Era Esta, la esposa de Santiago, hermano del Maestro. Parecía

huidiza. Jesús se le acercó sonriente, esperó un saludo o una palabra de

cortesía. Esta, aturdida, sólo replicó con una media sonrisa.

Jesús, viendo a sus amigos, se dirigió a su madre y le susurró algo. La

Señora se acercó y, tras desearles la paz, rogó que tomaran posesión de la casa.

Ambos se sentaron bajo el granado. Las mujeres entraron en la casa.

Jasón aprovechó el momento para tomar referencias del lugar.

El patio a cielo abierto tenía forma de “L”. Dividía la propiedad en cuatro

bloques o unidades familiares. A la derecha del portalón se alzaban dos

dependencias. La primera se hallaba habitada por Santiago y su familia. Era el

único edificio de dos plantas. Una escalera de piedra, adosada a la fachada,

permitía el acceso a la azotea. La siguiente unidad, pegada a la anterior, era la

casa de la Señora. En ella vivía Ruth. Disponía de otra escalera exterior, que

conducía, igualmente, al terrado. Allí, frente a la puerta de entrada, a tres

metros, se abría un joven granado. Era el lugar habitual en el que se reunía la

familia durante el buen tiempo. Allí se desayunaba, se cenaba y se recibía a los

amigos. Junto a la casa de la Señora y de Ruth, se hallaba el corral. Allí tenían las

gallinas. Y en un rincón, junto a un cobertizo, se veía otra puerta. Era el llamado

“cuarto secreto”: un entarimado, un par de jofainas de metal y varias esponjas,

pinchadas en la pared, a un metro de la tarima, en sendos clavos, era todo el

ajuar del váter familiar. La chirriante puertecilla de tablones que cerraba el

corral hacía esquina con el tercer edificio, también de piedra negra. Se trataba

de la cocina-comedor, habitualmente utilizada en invierno, cuando el clima no

permitía estar en el patio. La sala, con dos niveles, era muy parecida a la casa de

Nazaret. Al fondo de la “L” había otra puerta, casi siempre cerrada, que

comunicaba con el exterior. Era una especie de “salida de emergencia”, utilizada

en muy raras circunstancias. Frente a la cocina de “invierno” se alzaba la cuarta

unidad familiar, similar a las anteriores, en el flanco izquierdo del patio. Era el

Page 111: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

116

granero y despensa. En él se había cavado una cisterna en la que se almacenaba

agua de lluvia. Todas las puertas, anchas y bajas, obligaban a agacharse. Y todas

presentaban la correspondiente cortina, hecha con una red embreada, que

protegía el interior de los insectos y de las miradas indiscretas. Aquel tipo de

patio era común en Nahum y en muchas otras poblaciones de las orillas del

“yam”. Era allí, sobre las lajas de piedra negra, a la sombra de los árboles y entre

las flores, donde discurría buena parte de la vida de los galileos, y por supuesto,

donde vivió también el Hijo del Hombre.

Jesús reapareció en el patio. Había cambiado su habitual túnica blanca,

por una de lino, pero en un rojo fuego, muy llamativo. En las manos portaba el

vástago de olivo que le habían obsequiado sus amigos semanas atrás, en el

Hermón. Se acercó a un cantero cercano a la despensa y se dispuso

cuidadosamente a plantar el retoño de olivo. Luego, se acomodó al lado de

Jasón y Eliseo, sobre las esteras. El Hijo del Hombre amaba el silencio… Y así

quedó, pensativo, hasta que Eliseo lo interrumpió con algo que lo tenía

intrigado. ¿De quién era aquella casa? ¿Por qué se habían trasladado de Nazaret

a Cafarnaum o Nahum?

Jesús, comprendiendo a sus amigos, cerró los ojos y fue recordando.

Sucedió cuatro años atrás, en diciembre-enero. En ese año 21 de nuestra era, en

una lluviosa mañana de domingo, Jesús se alejó de Nazaret. Quería ver mundo,

conocer a la gente. Su madre y sus hermanos no comprendieron… Estaba a

punto de estrenar la magnífica y secreta etapa de los viajes por el Mediterráneo

y por el Oriente.

Pero el Destino le salió al encuentro. Fue en el “yam” (lago), en la vecina

población de Saidan. Allí vivía una familia con la que José, su padre terrenal,

guardó siempre una entrañable y estrecha relación.

“Zebedeo”, pronunció Jesús sonriendo.

El viejo pescador y constructor de barcos era socio y amigo de José.

Habían trabajado y hecho negocios juntos. Toda la familia de Saidan conocía y

estimaba a Jesús. Por eso, cuando Él se presentó en el caserón de la playa, fue

recibido con los brazos abiertos. Fue en ese mes de enero cuando el Maestro

Page 112: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

117

inició su amistad con la citada familia. Fue en ese inicio del año 21 cuando

intimó con los hijos del patriarca, en especial con Juan.

Los Zebedeo necesitaban mano de obra en el pequeño astillero y,

conociendo la habilidad de Jesús como carpintero y forjador, le propusieron que

trabajara con ellos. Y Jesús aceptó. Vivió en el caserón de Saidan durante trece

meses. Todos lo querían, especialmente las cuatro hijas, hermanas de Santiago,

Juan y David. Durante esos meses, como prometió, Jesús envió dinero a su

familia de Nazaret. Sólo en octubre visitó de nuevo a su madre y asistió a la

boda de Marta, la segunda de las hermanas. Después desapareció y la Señora no

volvería a verlo en dos años. El Maestro se inscribió en el censo de Nahum. Allí

pagó sus impuestos. Este pueblo fue, en definitiva, “su ciudad”. Jesús figuró

como “artesano especializado”, sin más.

Y en el mes de marzo del año 22, el Galileo siguió su Destino. Ante la

desolación de los Zebedeo, se despidió, rumbo al sur, e inició el primero de sus

dilatados y apasionantes viajes. Antes de emprender el camino, el Maestro

solicitó un favor de su amigo Juan Zebedeo. Durante su ausencia debería enviar

regularmente una cierta cantidad de dinero a su madre, en Nazaret. Jesús había

preferido recibir una pequeña suma mensual –a cuenta del salario establecido–,

y guardar el resto para un futuro. Ahora era el momento de echar mano de esos

denarios, auxiliando así a su gente. El Zebedeo aceptó, comprometiéndose a eso

“y a lo que fuera menester”.

Cuando Juan le preguntó sobre el destino de su viaje y de su retorno,

Jesús respondió: “Eso lo decide mi Padre. Regresaré cuando sea mi hora”. El

Zebedeo no comprendió. Tampoco era su hora… Y Juan cumplió con su palabra.

Con el dinero acumulado respetó lo pactado e hizo algo más. Durante dos años

envió mil doscientos denarios de plata a la Señora, y con el resto –otros mil– se

aventuró a comprar una casa en Nahum. Justamente en la que ahora

descansaban. Pagó la hipoteca y procedió a la liquidación de la deuda,

extendiendo el título de propiedad a nombre de su amigo, “Jesús de Nahum”.

De esta forma, mientras se hallaba ausente, el Maestro se convirtió en

propietario. Fue la única propiedad a lo largo de toda su vida…

Page 113: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

118

Y a finales del año 23, al regresar a Nahum, el Maestro se encontró con

una doble y grata sorpresa. Por un lado, la titularidad de la referida casa, muy

cerca del muelle, y por otro, la presencia de Santiago, su hermano, en el astillero

de los Zebedeo. A petición de la familia de Saidan, Santiago había ocupado el

puesto que había dejado vacante Jesús. La vivienda era lo suficientemente

grande como para acoger a varias personas. Así que, generoso, el Galileo invitó

a Santiago y a Esta a que se trasladaran a la “casa de las flores” como la llamaba

Jasón. Y allí seguían, ocupando la primera de las dependencias.

Jesús acudió a Nazaret y visitó de nuevo a los suyos. Algunos lo creían

muerto. Otros estimaban que se hallaba en tierras de Egipto, estudiando en las

prestigiosas escuelas rabínicas. Ninguno acertó.

Y en el mes de marzo del año 24, el Maestro asistió a una doble boda: la

de Simón y Judá, sus hermanos, de 22 y 19 años, respectivamente. Sólo Ruth se

hallaba soltera. Era la única que vivía con María, la Señora.

Y el Destino volvió a llamar a la puerta del Galileo… Un segundo viaje

estaba a punto de iniciarse. Un viaje que se prolongaría durante otro año. Pero

antes de partir, el primogénito reunió a la familia y sugirió la posibilidad de un

traslado: la Señora y Ruth, “la pequeña ardilla”, podían mudarse a la casa de

Nahum, en compañía de Santiago. La idea fue discutida y, finalmente, aceptada.

La situación en Nazaret, además, merced a las venenosas intrigas del saduceo

Ismael, el responsable de la sinagoga, se complicaba día a día.

Y en abril de ese año 24 de nuestra era, al poco de la partida del Hijo del

Hombre hacia el este, su madre y su hermana viajaron a Nahum y se instalaron

en el edificio contiguo al de Santiago y Esta. Salvo contadas ocasiones, la Señora

no regresó a Nazaret. Vivió en Nahum y, al parecer, allí murió, al año más o

menos, de la crucifixión de Jesús (abril del año 30). Y allí, probablemente,

siguieron los restos, afortunadamente, en el anonimato.

Ruth acababa de cumplir 16 años…

En abril del año 25, el Maestro dio por finalizado su segundo viaje,

retornando a Israel. Pero fue por poco tiempo. Tras una fugaz visita a la familia,

Page 114: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

119

se alejó nuevamente y desapareció. Jasón y Eliseo lo encontraron en agosto, en

la cadena montañosa del Hermón, al norte.

Ese día, 18 de septiembre, Jesús había regresado a Nahum, a su casa,

después de cinco meses de ausencia.

Hacia las cuatro de la tarde, advirtieron la llegada de Santiago, el hermano

de Jesús. Al reconocerlo, se apresuró a reunirse con el grupo, abrazando y

besando a su hermano mayor. Tras las presentaciones de rigor –Jesús calificó a

sus acompañantes como “compañeros”–, Santiago se excusó y se retiró al

interior de su vivienda. Esta, su mujer, fue tras él.

Jasón intuyó que había algo extraño en la actitud de Santiago. Y asoció

ese “algo” con el rostro frío y severo de la Señora. Ambos parecían distantes. Al

poco, en el interior del inmueble de doble planta, se oyeron voces. El

matrimonio discutía. Jasón sólo captó una frase, pronunciada por el hombre:

“¿Por qué ha vuelto?”. La Señora miró con cierto reproche a Jesús. Lo hacía

responsable de la discusión entre Esta y Santiago. María y Ruth estaban

preparando la cena. Esta se unió a ellas y Santiago se acercó a su hermano y sus

compañeros. Santiago miró muy serio a su hermano. Jesús bajó la mirada, sin

decir nada. La Señora fue la primera en reaccionar e interrumpiendo el majado

de las especias, con voz segura, teñida por la tristeza, reprochó a Jesús: “¿Es que

nunca cambiarás?”.

Santiago movió la cabeza afirmativamente, apoyando a la madre.

“Eso, querida mamá María, está en las manos del Padre…”

Y antes de que la mujer replicara, el Galileo, alzándose, se alejó hacia la

casa de la Señora y de Ruth. Y desapareció tras la red… Nadie dijo nada. Y pocos

minutos después, Jesús volvió con su saco de viaje entre las manos. Todos, al

verlo, se equivocaron. El Maestro avanzó hacia el granado y arrodillándose

sobre las esteras, procedió a buscar en el interior del petate. Y misterioso, fue

extrayendo pequeños bultos envueltos en lienzos blancos. ¡Eran regalos! Los fue

repartiendo a cada uno, tan feliz o más, que sus hermanos.

La cena discurrió en una discreta calma. Ruth trató de sonsacar a su

hermano sobre los viajes, pero Jesús se resistió. Y esquivó el acoso de la

Page 115: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

120

pelirroja respondiendo con una parte de la verdad: “Me he limitado a estudiar a

los hombres…”.

“Pero, ¿por qué? –insistió la muchacha–. ¿Por qué dejar a los tuyos para

estudiar a los extranjeros?”

“Ésa es parte de mi misión. A eso he venido…”

La Señora, atenta, no desaprovechó la ocasión y proclamó con sarcasmo:

“¿A eso ha venido?... ¿Abandona a su familia durante casi cuatro años para

estudiar a los gentiles? ¡Cuatro años sin noticias!”.

Jasón, con el tiempo, pudo comprender lo que estaba pasando: La familia,

a excepción hecha de Ruth y de Judá, otro de los hermanos de Jesús, no

perdonó las prolongadas ausencias del Maestro. Mejor dicho, sus dilatados

silencios. Jesús no había dado señales de vida en dos años. Nadie supo si estaba

muerto, prisionero de los bandidos o esclavizado en alguna remota región. Y la

madre se consumió en una dolorosa agonía. Después fue otro año. Y de nuevo

la incertidumbre. Después, otros cinco meses…

“Tres años y medio de silencio ha sido mucho para todos. Jesús ha

regresado, pero eso no justifica el dolor provocado a la familia.” Ésa fue la

respuesta que dio Santiago a Jasón al respecto. El Maestro, naturalmente, tenía

otra forma de ver las cosas… Pero además, el problema de fondo que estaba

condicionando la actitud de la Señora y de Santiago era otro. El origen de aquel

malestar, de las críticas y de la tristeza de la Señora se hallaba a gran

profundidad, en lo más remoto del pensamiento de la madre de Jesús. El viejo

sueño de María se había esfumado. Casi no quedaba nada de lo construido a

raíz de la promesa del ángel Gabriel.

La oscuridad cayó de repente y las mujeres se apresuraron a encender las

lámparas de aceite y las depositaron sobre el enlosado del patio. Era tarde. Tras

desearse la paz, todos se retiraron a descansar. Sólo Jesús quedó con sus dos

compañeros. Los contempló y manifestó: “Ahora descansad… Yo siempre estoy

con vosotros, aunque dejéis de verme. El Padre tiene planes a los que, por

ahora, no tenéis acceso, pero confiad”.

Page 116: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

121

Jesús tomó las lucernas de barro, y los condujo hasta el lugar donde

descansarían: el terrado existente sobre la “cocina de invierno”. En esos

momentos, todavía temporada seca y calurosa, muchos de los vecinos de

Nahum y del “yam” preferían estas zonas a la hora de dormir. Las terrazas eran

la segunda vivienda. Allí se extendían los frutos, las cebollas y el lino para su

secado, y allí se lavaba, se tendía la ropa, se hilaba e, incluso, se rezaba. Era otro

lugar habitual de tertulia, juegos o retiro.

Jesús se despidió con un nuevo “Confiad…” y desapareció por la escalera

exterior. Jasón y Eliseo conversaron acerca de la conveniencia de buscar otro

alojamiento, visto el agrio ambiente que había en la familia. Y así lo decidieron.

Al alba de ese 19 de septiembre, de acuerdo con lo planeado, partieron de

Nahum. Jesús, sonriente, les deseó paz y repitió nuevamente: “Confiad…”.

El domingo 23 de septiembre Jasón y Eliseo regresaron a la “casa de las

flores”. Preguntaron por el Maestro y, sorprendidos, recibieron de Esta la

noticia de que no estaba, que se había marchado ese mismo día al amanecer. La

Señora le había preguntado por sus planes y Jesús le dio un solo dato: deseaba

estar a solas con su Padre, en la Ciudad Santa… Eso fue todo. María, desolada

por esta nueva marcha, cayó en otro episodio de profunda tristeza. Ruth y Esta

intentaban consolarla…

Jasón recordó las palabras del rabí poco antes de que los condujera al

terrado: “El Padre tiene planes a los que, por ahora, no tenéis acceso… Confiad”.

Los compañeros de Jesús decidieron salir de inmediato hacia Jerusalén. Lo

seguirían por el valle del Jordán. A cinco kilómetros del “yam” terminaba la

Galilea y empezaba otra región –la Decápolis–. El nuevo territorio, hacia el sur,

hacía frontera con la Perea de Herodes Antipas. Al llegar a la aldea de Yardena,

decidieron buscar un lugar donde pasar la noche. Allí supieron, por un grupo de

pastores de ovejas que se dirigían hacia el norte, que en las confluencias de los

ríos Jordán y Yaboq vivía un hombre que estaba revolucionando la región. Unos

aseguraban que era un profeta. Otros dudaban. Un iluminado más… El valle

entero, sin embargo, hablaba de él. Todos sentían curiosidad. Todos deseaban

Page 117: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

122

verlo y oírlo. Todos terminaban discutiendo sobre su misión. El nombre los dejó

sin habla: “Yojanán” o “Yehohanan” (el Bautista).

Y el Destino llevó a Jasón y a Eliseo hasta el vado de las Columnas, lugar

en el que acampaban los seguidores del Bautista. Allí tuvieron oportunidad de

conocer al Anunciador y de escuchar sus palabras. Eliseo enfermó y el planeado

viaje a Jerusalén quedó suspendido.

El jueves 18 de octubre, hacia la hora tercia (las nueve de la mañana),

Jasón y Eliseo se aproximaron a la “ciudad de Jesús”. Tal como lo habían

planeado, lo primero que hicieron fue buscar un hospedaje. Y lo encontraron en

un edificio, todavía en construcción, que se levantaba a escasa distancia de la

“casa de las flores”, la vivienda propiedad del Maestro. Para ser exactos, a unos

cincuenta metros, en la mano opuesta. Se trataba de una “ínsula”, un bloque de

casas populares de tres plantas, habitadas, en su mayoría, por las familias

menos pudientes.

Luego se encaminaron al mercado o plaza habitual de Nahum para

abastecerse de víveres. Jasón se detuvo en uno de los tenderetes, tratando de

elegir unos patos. Y en ese momento sintió una mano en su hombro izquierdo.

Sintió un escalofrío. Aquella mano… Y al volverse vio al Maestro sonriente, con

aquella luminosa mirada color miel. Jasón no supo qué decir. Jesús lo atrajo con

fuerza hacía sí, y tras besarlo en la mejilla derecha y luego, en la izquierda, le

susurró al oído: “¡Gracias por confiar!”.

¿Qué hacía Jesús en el mercado? Entre los judíos, eran los varones los que

se ocupaban de ir regularmente a la plaza, a comprar los artículos de primera

necesidad.

Jesús saludó a Eliseo con el mismo afecto y durante un rato se interesó

por las andanzas de sus amigos. Se limitó a escuchar con atención. No hizo

ningún comentario cuando le hablaron de Yehohanan. Y así llegaron a la “casa

de las flores”. La casa se hallaba vacía. La Señora y sus hijas regresarían antes

del ocaso. Se encontraban en la vecina Migdal. Allí vivía y trabajaba Judá, el

hermano menor, el que fue la oveja negra de la familia. Ahora, casado y con un

niño pequeño, había perdido la antigua agresividad. Había cumplido 20 años.

Page 118: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

123

Se acomodaron bajo el granado y Jasón se interesó por el viaje del

Maestro a Jerusalén. Y Jesús procedió a relatar lo ocurrido en aquellas casi tres

semanas de ausencia de su casa. El 23 de septiembre, en efecto, partió de

Nahum. Su intención era viajar a la Ciudad Santa y asistir a la solemne festividad

del Yom Kippur o Día del Perdón. Jasón se sorprendió, pero guardó silencio.

Caminó por la orilla norte del “yam” hasta llegar a la aldea de Saidan. Allí

convenció a Juan Zebedeo para que lo acompañase. Se detuvieron en la aldea

de Betania, cerca de Jerusalén, compartiendo algunas jornadas con Lázaro y su

familia.

Y durante tres semanas, el Maestro y el Zebedeo recorrieron la Ciudad

Santa. En ocasiones, Jesús se separaba de su amigo y se retiraba a las colinas

que rodeaban Jerusalén. Allí entraba en comunicación con el Padre de los

Cielos. Juan no comprendía bien esos retiros y, menos aún, el estrecho

“contacto” con Dios (algo incomprensible, casi prohibido en la religión judía). El

Día del Perdón, o de la Expiación, ambos acudieron al Templo, y asistieron a las

ceremonias y los sacrificios de animales. El Maestro, sincero como siempre, no

ocultó su desagrado por aquel ritual tan lleno de sangre. Se sintió frustrado. Eso

no era Dios. Días después, Jesús y Juan tomaron parte también en la fiesta de

“Succot” o de la “Tiendas” (Tabernáculos). Era otra celebración típica, que

duraba siete días, en la que los judíos daban por finalizada la recolección de las

cosechas en general y de la vendimia en particular. Y a media semana, Jesús se

despidió del Zebedeo y se retiró de nuevo a las colinas. Juan tampoco

comprendió aquella actitud.

Jesús regresó solo a Nahum, al amanecer del viernes 12 de octubre. Al día

siguiente, como todos los sábados, el Maestro se dirigía a la vecina aldea de

Saidan, prosiguiendo el dictado de sus “viajes secretos” al patriarca de los

Zebedeo. Así lo haría durante casi tres meses, desde el alba hasta la puesta del

sol.

Aquel sábado 13, el Hijo del Hombre planteó al jefe de los Zebedeo la

necesidad de trabajar y “mantenerse ocupado mientras llegaba su hora”. El

Zebedeo no lo dudó. Jesús había formado parte del astillero familiar. Conocía su

excelente forma de trabajar y lo contrató.

Page 119: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

124

El domingo 14, primer día de la semana para los judíos, el Maestro se

reincorporó al varadero ubicado a orillas del lago y cercano al muelle de Nahum.

Llevaba, pues, cinco días en aquel trabajo.

De pronto, vieron entrar a la Señora y a los suyos. La charla quedó en

suspenso.

Las mujeres se dedicaron a preparar la cena. Durante su transcurso, la

familia se interesó por el viaje al Jordán y, sobre todo, por Yehohanan. Santiago

y la Señora fueron los que más preguntaron. El hermano del Maestro se

aventuró en la duda principal: “¿Qué opinaban Jasón y Eliseo? ¿Era el Bautista el

precursor del Mesías?”.

“Jasón y yo somos extranjeros, no somos los más indicados para

responder a tal pregunta”, replicó Eliseo.

Jesús quedó mudo y atento.

Entonces intervino María, la Señora, y anunció: “Yehohanan es el

precursor, el hombre que abrirá la senda. El tiempo del cambio está próximo,

aunque algunos no quieran hablar de ello…”.

Y desembocó en el apacible rostro de Jesús. El Maestro, sin embargo, no

reaccionó.

“… Aunque algunos –repitió sin contemplaciones y con los ojos clavados

en los de su Hijo– quieran huir de su Destino…”

Y la mujer, dolida ante la postura del Galileo, remató sin piedad: “Él ha

sido más valiente. Yehohanan ya está en el camino, preparando el reino. Y tú, ¿a

qué esperas?”.

Esta vez, el Maestro, rotundo, corrigió a su madre: “Ese reino –e insistió

en el término “malkuta´di elaha´” (“reino de Dios”)– nada tiene que ver

conmigo…”.

La Señora replicó con un mohín de desagrado y mostró la oposición al

criterio del Hijo levantándose y desapareciendo tras la cortina de red de la

vivienda.

Page 120: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

125

El distanciamiento entre Jesús y parte de la familia parecía insalvable…

Era el momento de abandonar la casa.

Al día siguiente, 19 de octubre, Jasón y Eliseo decidieron solicitar trabajo

en el astillero de los Zebedeo, a fin de poder estar cerca del Maestro. Su misión

era seguirlo y dar testimonio de su vida y de sus palabras.

En aquel tiempo, el concepto de “astillero” era diferente. Allí se explotaba

el tanino que se extraía de las cortezas de los árboles, se labraban anclas de

piedra, se atendía la reparación de cualquier objeto o mueble de madera y, por

supuesto, se fabricaban embarcaciones que no excedían los diez o quince

metros de eslora. Los judíos nunca fueron marinos por vocación, como era el

caso de los fenicios.

Jasón y Eliseo, por intermedio de Jesús, fueron guiados hasta la presencia

del viejo Zebedeo. Éste aceptó, enumerando las condiciones, y ese mismo día

comenzaron a trabajar allí. Pero el Destino quiso que, unos días después, ambos

se encontraran en el valle del Jordán siguiendo los pasos de Yehohanan en

Enaván. Y fue allí, en una pequeña aldea cercana llamada Salem, donde Jasón

conoció al anciano Abá Saúl y a su esposa Jaiá.

Abá o “padre” Saúl era un anciano venerable. Había sido escriba y doctor

de la Ley en Jerusalén. Ahora, cansado, esperaba la muerte en aquel escondido

rincón, dedicado a su mujer, a sus “hijos”, a los libros y al cultivo de un pequeño

huerto. Aquel rabí había logrado la categoría de “doctor ordenado”, la máxima

dignidad entre los expertos de la Ley. Era un profesional de los libros. Toda la

casa estaba llena de rollos y más rollos.

Cuando Jasón lo conoció, le pidió un lugar donde refugiarse para pasar la

noche. Y Abá Saúl aceptó darle alojamiento. Y sucedió que uno de esos días el

anciano del cabello largo y blanco, vestido con su habitual túnica blanca, le

confió a Jasón una historia. Se cubrió la cabeza y los hombros con un manto

blanco y habló en voz baja, como el que revela un secreto…

“Fue hace mucho tiempo, en la época de nuestro padre Abraham. Un día,

en lo que hoy es la ciudad de Jerusalén, apareció un hombre. Era alto y con el

cabello blanco hasta la cintura… Vestía una túnica blanca. Sobre el pecho

Page 121: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

126

presentaba unos extraños círculos. Tres exactamente. Tres círculos de color azul,

como el cielo. Nadie supo de dónde procedía. Jamás mencionó a sus padres o

familia. Dijo ser un príncipe, al servicio del Altísimo. Se llamaba Malki Sedeq.

Ocurrió alrededor del año 1980 a. J. Aquel príncipe explicó a los hombres cómo

era Dios y, para eso, dibujó tres círculos concéntricos. Cada círculo representa

un atributo de ‘Elyon’ (Altísimo). El centro es el ‘presente para siempre’. El

príncipe lo llamó ‘amor’. De ahí brota todo lo demás. Ese centro flota en la

eternidad y en la infinitud de Elyon.”

Jasón comprendió que del Amor nace lo visible y lo invisible, lo infinito y

lo eterno.

“Los tres círculos, en suma, son la ‘bandera’ de Dios. Por eso el príncipe lo

llamó también ‘Ab-bá’ (‘papá’). Nosotros creemos que fue un enviado del

Altísimo. El primero. Después, algún día llegará el segundo. El príncipe lo

anunció…”

“¿Anunció al Mesías judío?”, preguntó sorprendido Jasón.

“No, Jasón, no fue eso. El príncipe anunció un ‘Bar Nasa’, un Hijo del

Hombre, alguien pacífico que nacerá de una mujer y refrescará la memoria del

mundo…”

“Pero…”

“Lo sé –adelantó el sabio–, todo ha sido cambiado. Fue Ezrah quien

empezó a modificar la sagrada tradición…”

Se refería a Esdras, el sacerdote que, al parecer, inició la labor de

recopilación que, posteriormente, daría lugar a lo que hoy conocemos como

Pentateuco. Esdras, judío de Babilonia, retornó a Jerusalén hacia abril del año

428 a. J.

“Después, mis propios compañeros, los escribas, alteraron los términos y

casi borraron al príncipe. El mesías del que tanto hablan, el libertador político, el

que devolverá la hegemonía y la gloria de Israel, es un invento de aquellos

bastardos. El ‘Bar Nasa’ que anunció el príncipe abrirá los ojos de los hombres a

Page 122: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

127

una realidad espiritual. Él mostrará una ‘cara’ del Altísimo que nada tiene que

ver con lo que pretenden esos ignorantes…”

“¿Por qué lo cambiaron?”

“El amor, amigo mío, no llena los bolsillos. Los sacrificios al Dios del terror

sí colman las arcas del Templo y mantienen sujeto al pueblo. A los escribas,

sacerdotes y demás ralea no les interesa perder sus privilegios. El príncipe

modificó los sacrificios a los dioses y el ritual de la sangre por la ofrenda de pan

y vino y por la promesa de un Dios ‘amor’. Es suficiente con buscar en uno

mismo, en el ‘círculo central’, para encontrar al Altísimo. Dios es un regalo, no

un contrato…”

“¿Y qué fue del príncipe?”

“Tenía casi cien años cuando desapareció. Nosotros creemos que fue un

‘mal´ak’ (literalmente ‘ángel’ o ‘mensajero’). Elyon lo envió, y Elyon lo arrebató

en uno de sus ‘paras’…”

Abá Saúl utilizó el hebreo, la lengua sagrada para referirse a “carro”

(“paras”), más exactamente al “carro que vuela y que es tirado por caballos”.

“¿Supones que no murió?”

“Fue el primero. Después le ocurrió a Moisés y también a Elías.”

“Pero…”

“Lo sé. La razón lo niega. Yo no estoy hablando de razón, sino de Dios.” Y

Abá Saúl brindó una segunda versión: “Otros dicen que el príncipe está

enterrado ahí arriba, en las ruinas que acabas de visitar…”.

“El ‘lugar del príncipe’ –exclamó Jasón–. ¿Y por qué eligió ese paraje?”

“Escucha con atención…”

El anciano alzó las manos, señalando su entorno.

“No oigo nada –replicó Jasón–. ¿A qué te refieres?”

El rabí llevó el dedo índice izquierdo al oído y le sugirió que prestara más

atención.

Page 123: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

128

“Lo siento –se rindió Jasón–, sólo oigo el silencio…”

“Exactamente. Por eso eligió este lugar. La paz prefiere anidar en el

silencio. Nosotros somos discípulos del silencio. El silencio es una ventana que

se abre directamente sobre Dios, pero el hombre todavía no la ha abierto.”

Según Abá Saúl, Salem o Salom (“paz”) fue el nombre impuesto por los

discípulos del “príncipe de la paz” a la “región que más amaba”. Allí, en lo alto

del cerro, transcurrieron sus últimos días en la Tierra.

“Nosotros. ¿Por qué hablas en plural?”

El anciano no quiso responder. Se limitó a sonreír.

“La verdad no ha sido hecha para ser pregonada. Cuando alguien cree

poseerla y la expone al aire libre, la verdad confunde la lengua de su amo…”

“Pero tú, vosotros, sabéis que el pueblo está en un error. El Mesías no

será un libertador político….”

“¿El pueblo? –sonrió con ironía–. Sólo importa el hombre. El mundo

cambiará cuando los gobernantes aprendan ese sencillo principio: cada hombre

es un mundo diferente, de la misma manera en que no hay dos círculos iguales.

No hay que hablar a las multitudes. Conviene hablar a cada corazón. Y eso es lo

que hacemos. Ahora te ha tocado a ti…”

“No comprendo. ¿Por qué dices que la verdad no está hecha para ser

pregonada? El príncipe de la paz lo hizo. Ese ‘Hijo de Hombre’ que llegará algún

día también la proclamará.”

“No te confundas, Jasón. Ellos no son como nosotros. La verdad es el

lenguaje de los Dioses. Los humanos ni siquiera sabemos hablar. El príncipe o el

próximo Bar Nasa no se refieren a la verdad, sino a una muy remota

aproximación a la verdad.”

Y continuó: “No te asustes, querido e impaciente amigo. La verdad existe,

pero no aquí. Si llegaras a poseerla, te consumiría como el fuego. Una cosa es

manifestar que la verdad está ahí, en el Altísimo, y otra muy distinta desnudarla

delante de los hombres”.

Page 124: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

129

Jasón aprovechó el momento e intentó sanear otra de sus dudas: “¿Por

qué insistes en llamarlo ‘príncipe de la paz’, cuando, en realidad, su título es

‘Malki Sedeq’ o ‘rey de justicia’? (Malki Sedeq significa ‘mi rey justo’)”.

“La justicia es para los hombres. Los que trascienden el ‘círculo central’

caminan por el territorio del amor. Es preferible pasar por esta vida dando,

mejor que exigiendo. La paz es más saludable que la justicia. ¿Comprendes por

qué cambiamos el título del príncipe? La justicia es ácida. Siempre con esquinas.

Es humana. Es vinagre. No es malo, pero sólo ayuda a condimentar. Preferimos

el vino, la paz.”

Esas palabras satisfacían las incertidumbres de Jasón respecto a

Yehohanan. Jesús no necesitaba de un adelantado como Anunciador. Malki

Sedeq preparó la senda del Galileo anunciando a un Dios altísimo (El-Elyon) que,

sobre todo, era “Ab-bá” (“papá”).

Jasón, como de costumbre, al ocaso volvía a su refugio, la casa de Abá

Saúl. Y una noche, durante la cena, el anciano habló de la sabiduría.

“¿Qué entiendes por sabio?”, preguntó a Jasón.

“La persona que tiene una información extensa y profunda…”

Abá Saúl negó con la cabeza.

“Ésos son los ‘tannaítas’ (‘repetidores’ de la Ley) o ‘cara de libro’…”

“No entiendo…”

“El verdadero sabio, amigo mío, es el que dispone de conocimientos, sí,

pero sobre sí mismo. Lo otro, almacenar información, no es sabiduría.” Y

añadió, seguro de lo que planteaba: “¿Qué sabes de ti mismo? ¿Sabes de dónde

vienes, por qué estás aquí y cuál es tu destino?”.

Teóricamente, Jasón lo sabía. Sólo teóricamente…

“Muy pocos alcanzan a descubrirlo. ¡Y pobre del que lo haga!”

“¿Pobre?”

Page 125: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

130

“Sí, el hombre lucha hasta que le llega ese momento. Si una de las

verdades le sale al paso y lo hace sabio, ¡adiós! Nada será igual… El hombre

pelea hasta que los cielos le descubren su Destino… La verdadera sabiduría, la

que informa sobre uno mismo, termina apartándote. Como te digo, nada es

igual a partir de esos momentos. Sabes pero no debes proclamar.”

“Conozco a hombres que, aun sabiendo quiénes son, han seguido en la

lucha…”

“Ésos no son hombres… ¡Son Dioses! ¡Son príncipes encarnados!”

“¿La verdadera sabiduría aparta?”

“Cada cual hará bien en ocuparse del agua de su propio pozo. Es el

Destino el responsable de llenarlos, o vaciarlos, según… Sólo el que ha recibido

esa revelación entiende lo que te digo. Aunque lo más exacto sería hablar de la

verdad… Es la posesión de cualquiera de ellas la que aparta.”

“¿Sabiduría y verdad son la misma cosa?”

“Sí, por eso el que ‘sabe’ no levanta la voz. Por eso las verdades no deben

ser proclamadas…”

“Eso no parece justo…”

“Te lo dije: las verdades son incendiarias. Deja hacer su trabajo al Destino.

No interfieras. Cada cual tiene marcada su hora. Insisto: no pretendas sacar

agua de dos pozos a la vez.”

“Pero yo, por ejemplo, quiero saber, y tú estás proclamando tu verdad…”

“No estoy proclamando, querido Jasón… Yo susurro…”

“Eso es hacer trampas…”

Abá Saúl, sonriente, tomó las manos de Jasón y las acarició con dulzura.

“El primer tramposo es Ab-bá… Todo sale de Él y todo regresa a Él. Los

círculos son su juego favorito. Arrancamos en el camino sin saber que

retornaremos al punto inicial… Dime, ¿quién hace trampas?”

Page 126: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

131

Y llegó el 23 de diciembre, día en que Jasón se despidió de Abá Saúl y de

su esposa. Eliseo lo estaba buscando y, finalmente, al encontrarlo en Salem

ambos partieron rumo a Nahum.

Al día siguiente ambos se dirigieron al astillero. Jesús de Nazaret no se

hallaba allí. Tampoco Yu, el carpintero jefe del astillero. El anciano Sekal les

informó que el Maestro, Yu y parte de los trabajadores habían partido tres días

antes. Era el tiempo de la tala y, como era habitual, permanecerían una o dos

semanas en los bosques, disponiendo la madera que se utilizaría el resto del

año. Se dirigieron hacia Jaraba, una de las aldeas al norte del “yam”, en la

Gaulanitis, en la tetrarquía de Filipo, otro de los hijos de Herodes el Grande.

Dicha aldea se hallaba entre los bosques, a unas dos horas de Nahum.

Y hacía allí partieron Jasón y Eliseo. Acompañaron a los Zebedeo y al

Maestro hasta el retorno del grupo a Nahum, el sábado 5 de enero del año 26

de nuestra era.

Cada cual se retiró a su hogar. El Maestro se alejó hacia la “casa de las

flores” y Jasón siguió camino hacia la ínsula, junto a Kesil, su fiel sirviente, y a

Minjá, un joven epiléptico que también vivía en la misma ínsula. El muchacho se

había unido al grupo de la tala y había sufrido un pequeño accidente. Ambos lo

acompañaron hasta su habitación.

Allí, el padre del muchacho reveló a Jasón un secreto oído por él en la

sede de la sinagoga, durante la reunión especial del consejo local. En dicha

sesión, en la que participaron, entre otros, Yehudá ben Jolí, el archisinagogo y

hermano de Natay, el limosnero, y Tarfón, el “sacristán” y hombre de confianza

de Yehudá, salió a relucir el nombre de Jesús…

Según el padre de Minjá, alguien, entre los discípulos del Anunciador,

había deslizado el nombre del Maestro “como el futuro Mesías”. El consejo

estaba al tanto de algunas de las manifestaciones del Bautista. Yehohanan, al

parecer, se había cansado de esperar y se dirigía, decidido, hacia Nahum, al

encuentro del futuro “rompedor de dientes” y líder soberano de la nación.

Page 127: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

132

El consejo local de Nahum se hallaba tan desconcertado que mandó

llamar a Jesús. Al no encontrarlo, fueron la Señora y Santiago, el hermano del

Galileo, quienes se presentaron en la sinagoga. Todo esto acababa de suceder.

La familia del Maestro no estaba al tanto de las palabras de Yehohanan y,

mucho menos, de sus intenciones de reunirse con el Hijo del Hombre. Y María y

su hijo, prudentes, dijeron no saber nada. El Maestro seguía en las colinas del

Attiq, talando árboles, según la mujer…

La mayoría de los “notables” se mostró cauta. No era bueno inquietar al

pueblo, y desestabilizar a una familia –la de Jesús– si no se disponía de pruebas

firmes. Sólo eran rumores. Y en esa misma sesión extraordinaria, los hermanos

ben Jolí sometieron el tema a votación. El resultado fue unánime: nombrarían

una comisión que viajaría al río Jordán e indagaría sobre los objetivos de

Yehohanan.

Jasón supo, según los rumores, que el Anunciador y su grupo en esos

momentos se hallaban en las cercanías de la ciudad de Pella, en la Decápolis.

Eso representaba alrededor de treinta o treinta y cinco kilómetros contando

desde la costa sur del “yam”.

Y sin querer, Jasón, desde la ventana de su habitación en la ínsula, alcanzó

a ver y a oír algunas palabras pronunciadas en la casa de Jesús: vio aparecer a

Ruth en el patio. Detrás llegó el Maestro y se situó cerca del granado y procedió

a lavarse en uno de los grandes barreños. Y súbitamente, se unió a ellos María,

la Señora. Se dirigió a Jesús, pero dada la distancia Jasón no pudo distinguir las

palabras. Ruth miró a su madre, pero no dijo nada. El Galileo siguió con el agua,

aseando el poderoso tórax. No abrió la boca.

Y la Señora, gesticulando con fuerza, levantó los brazos hacia el cielo y,

señalando el portalón de entrada, continuó interpelando a su Hijo. Pero Jesús

no replicó. El tono de voz de la Señora se elevó, y Jasón alcanzó a oír: “¡Debería

darte vergüenza!... ¡Él está al llegar…!”.

La temperamental María estaba solicitando una explicación a su

primogénito. La comparecencia ante el consejo local la había inquietado. El

Page 128: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

133

Maestro, sin embargo, no abrió los labios. Tomó el lienzo que sostenía su

hermana y se secó despacio, con los ojos bajos.

La Señora, cada vez más irritada, se plantó muy cerca de Jesús y lo

conminó a que diera la cara. Ruth rompió a llorar y escapó hacia la estancia más

cercana. El Maestro la siguió, y la Señora, furiosa, murmuró algo…

Jasón continuó atento. En esa última hora de luz observó que vecinos y

gente que no conocía se habían adentrado en el patio y conversaban con Esta.

Otros formaron corrillos frente al portalón de entrada. Se interesaban por el

asunto que había reunido al consejo. Era lógico. Las noticias volaban en una

población como Nahum. Esta reclamó al marido, y Santiago cerró la gran puerta

de madera. Asunto zanjado, de momento.

Bien entrada la noche, Jasón fue informado que medio pueblo sabía ya

que Yehohanan marchaba por el Jordán hacia el “yam”. Y los rumores se

propagaron con rapidez e intensidad. De pronto, lo que había sido una

curiosidad, más o menos polémica, se transformó en un “ejército nacionalista”,

acaudillado por un gigante de siete trenzas, que abría un período largamente

esperado. Hacía más de quinientos años que Israel no sabía de profetas.

Y Jesús de Nazaret aparecía en medio de semejante torbellino.

“¿Jesús, el hijo de María, la de las palomas? ¿Jesús, el viajero? ¿Vive aquí

el Mesías?”

Y la familia, cansada y temerosa, cerró las puertas…

La última información obtenida por el fiel amigo Kesil a través de Taqa, el

portero de la insula, fue que había “cierto nerviosismo” en la guarnición

romana, acantonada en el extremo norte del “cardo”. La noticia del avance del

Bautista llegó también a los romanos, así como la reunión de urgencia en la

sinagoga. Y Yejudá ben Jolí fue interrogado por los responsables de la

guarnición. El archisinagogo poco pudo decir. Aunque Roma, al igual que el

tetrarca Antipas y el Gran Sanedrín de Jerusalén, alimentaba a un ejército de

espías que la mantenía puntual y minuciosamente informada.

Page 129: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

134

En la mañana del domingo 6 de enero del año 26 de nuestra era, Jasón se

presentó en el astillero al amanecer. Al pasar por el portalón de la “casa de las

flores”, algunos curiosos aguardaban ya frente al muro…

Y vio llegar al Maestro, con unas ojeras poco habituales. Jesús vistió el

habitual peto, colgó el martillo y el saco de clavos de la cintura, y saltó al foso. Y

trabajó en silencio, sin cantar. Al mediodía no se movió del foso. Comió en

solitario.

Jasón se las arregló para interrogar discretamente a Santiago, su

hermano.

“Sois como de la familia… Después de lo ocurrido ayer, mi Hermano ha

optado por mudarse… Mamá María le preguntó por sus planes. El consejo habló

con claridad: Yehohanan se dirige hacia aquí. Dijeron que está dispuesto a

arrodillarse ante Jesús, el Mesías… Nosotros sabemos que Él lo es, y que

Yehohanan será su hombre de confianza, pero mi hermano no respondió. ¡No

abrió la boca! Y mi madre, contrariada, se lo echó en cara… Anoche lo vimos

hacer el saco de viaje. Después me comunicó su decisión de trasladarse,

temporalmente, a Saidan, a la casa de los Zebedeo… Sólo Ruth lloró… El resto

nos hemos alegrado… Es mejor así… Nosotros no lo comprendemos, y Él, a

juzgar por su silencio, tampoco nos entiende.”

Y al atardecer, el Maestro cargó su saco y embarcó junto con el

propietario del astillero, el Zebedeo padre, en la lancha que lo trasladaba a

diario desde Saidan. La tristeza iba con Él…

Y la vida siguió su curso.

Jasón decidió dirigirse al río Artal o meandro Omega, lugar del

campamento de Yehohanan y sus discípulos. Deseaba saber por sí mismo qué

estaba pasando. Era un grupo de unos veinte o treinta seguidores. Allí, el

Anunciador hablaba a los presentes de la pronta llegada del Mesías y bautizaba

a los que se acercaban para purificarse.

El lunes 14 de enero del año 26 fue un día especial.

Page 130: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

135

Yehohanan estaba bautizando. Llovía torrencialmente. Entre la gente que

esperaba, Jasón reconoció a Santiago, el hermano del Maestro. Quedó

sorprendido. Santiago sabía de las diferencias entre los pensamientos de su

Hermano y del Bautista. Y trató de acercarse al Anunciador para presenciar la

ceremonia. A cada toque de “sofar”, el candidato al “inminente reino del

rompedor de dientes” saltaba al cauce y, con el agua por la cintura, se situaba

frente al gigante de siete trenzas.

Y le llegó el turno a un individuo, también alto y corpulento, que se cubría

con un manto color vino. Tras él, un hombre más bajo, igualmente embozado

por el ropón. Por detrás estaba Santiago. Estaba a punto de “bajar al agua”. El

hombre avanzó hacia el Anunciador. De pronto, se detuvo y, lentamente,

levantó las manos hacia el embozo. El hombre retiró el manto y… ¡era Él! ¡Era el

Maestro! Se hallaba en el Artal, a punto de ser “purificado” por Yehohanan.

Jasón no comprendió el porqué de la presencia de Jesús en aquel ceremonial.

El Bautista no lo reconoció en el primer momento. Hacía trece años que

no se veían y la lluvia no ayudaba. Entonces, el Maestro dio un paso y miró a su

primo lejano con infinita ternura. Por fin Yehohanan lo reconoció y se asustó. Su

proceder y su tono de voz cambiaron notablemente.

“¿Tú?... ¿Por qué bajas tú al agua?”

“Para ser bautizado…”

“Pero soy yo el que debo ser purificado por ti…”

“Ten paciencia, y actúa como te pido, porque conviene que demos

ejemplo a mis hermanos…” Y agregó: “Todo el mundo debe saber que ha

llegado la hora del Hijo del Hombre… ¡Ahora es el principio!... ¡Ahora, el final es

el principio!”.

Y una descarga se ramificó sobre Omega. Lo extraño fue que el relámpago

fue azul y no se produjo la lógica detonación.

¿El final es el principio? Jasón sabía de esa frase… ¡“Omega es el

principio”! Y recordó la inscripción grabada en unos obeliscos de los “trece

hermanos”, en las proximidades de Yeraj. ¡Se hallaban en el meandro Omega!

Page 131: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

136

¡Allí arrancaba todo! ¡Omega, la última letra del alfabeto griego, el final,

simbólicamente hablando, era el principio!

Yehohanan depositó las puntas de los dedos sobre los hombros del

Maestro y, sin mediar palabra, lo empujó suavemente. El Maestro cerró los ojos

y se dejó caer, muy despacio, hundiéndose en la corriente del Artal. Luego de

unos segundos, el Maestro reapareció, pero su rostro era otro. Había una luz

azul que lo cubría. Y el Hijo del Hombre continuó inmóvil, con los ojos cerrados y

el rostro dirigido hacia los cielos. La lluvia caía con respeto. Y del cumulonimbo

bajó otro relámpago, igualmente azul. La “luz” azul que bañaba el rostro del

Maestro era del mismo color que los relámpagos. Era un azul “movible”: un azul

que se movía, que despegaba de la piel y que lo hacía “palpitando”. Y a cada

“palpitación”, o impulso, el azul cambiaba de tonalidad. Tan pronto era claro

como el agua marina, como turquesa o azul submarino e, incluso, con

irisaciones violetas.

Ésos fueron unos instantes especialmente sagrados para el Hombre-Dios.

Él se lo confirmó a Jasón después, camino de Beit Ids.

El “sofar”, ajeno a lo que sucedía, volvió a sonar autorizando la entrada en

el Artal al siguiente candidato. Era el hombre que precedía a Santiago. Antes de

ser sumergido, dirigió una mirada a Jesús. Éste le respondió con una sonrisa. El

Bautista lo hundió en las aguas, aturdido. El joven fue a reunirse con el Maestro

y aguardaron en mitad de las aguas. Se trataba de Judá, un hermano carnal muy

querido por el Maestro. Y llegó el turno de Santiago…

(Cuando Jasón retornó al “yam”, sus interrogantes fueron respondidos.

Santiago y Judá deseaban formar parte del movimiento que estaba naciendo en

torno a Yehohanan. Creían en el Mesías libertador político, y consideraban que

el bautismo era obligado. Pero, antes de dar el paso, Judá quiso consultarlo con

Jesús. Eso ocurrió el sábado 12 de enero, cuando Jasón se encontraba en

Omega. El Maestro solicitó un plazo. Tenía que reflexionar. Y al día siguiente, al

incorporarse al astillero, el Galileo habló con ellos. Judá había pospuesto el

retorno a Migdal. Quería conocer la opinión de su Hermano. Fue entonces

cuando Yu y el resto de los trabajadores, supieron de su decisión: “Había llegado

su hora”. Y Jesús, poco antes de la nona (las tres de la tarde), se deshizo del

Page 132: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

137

mandil de cuero y de las herramientas, y partió con Judá y Santiago al encuentro

de Yehohanan.)

Inesperadamente, se oyó un sonido. Jesús y sus hermanos, Yehohanan y

Jasón miraron hacia el cielo, y la base de la gran nube negra se volvió azul. Y de

ese intenso azul celeste pulsante, se desprendió una “lluvia” igualmente azul. Y

los empapó. Entonces, todo se volvió azul: las ropas, el río, las piedras negras de

basalto, los cabellos, la piel… Judá y Santiago se miraron y movieron los labios,

pero sus voces no salieron de sus gargantas. Jesús no se movió. Siguió con los

ojos cerrados y el rostro dirigido a los cielos. La “lluvia” azul lo había bañado,

como a sus hermanos, a Yehohanan y a Jasón. Jasón miró al resto de las

personas allí reunidas y seguían en lo suyo. Todo era silencio. La “lluvia” azul no

los alcanzó.

Y entre la lluvia, vieron una pequeña “esfera” luminosa, también azul,

pero de una tonalidad zafiro, con un tamaño no mayor a una mano cerrada.

Descendía rápido y fue a estacionarse sobre la frente del Maestro. Acto seguido,

el “zafiro” buscó el pecho del Galileo, y allí se mantuvo décimas de segundo.

Después, se perdió o desapareció en el interior del tórax de Jesús de Nazaret.

Y al instante, oyeron una voz que parecía brotar de todas partes, y de

ninguna: “¡Omega es el principio!”.

Jesús abrió los brazos y prosiguió con la cabeza levantada hacia la

misteriosa nube. Entonces movió los labios. Parecía hablar o rezar.

Y nuevamente, oyeron la “voz”. Pero no escucharon nítidamente las

palabras en hebreo. El Maestro continuaba con los ojos cerrados y los brazos

alzados. Su faz estaba serena, radiante.

(De regreso al “yam”, Santiago le relató a Jasón lo que él escuchó en el

Artal: “Éste es mi hijo, muy querido, en quien me complazco”. Para Judá, fue

algo diferente. Pero lo visto y oído en Omega afectó profundamente al siempre

equilibrado y sensato Santiago, el hermano de Jesús. Él creía en un Mesías

libertador político de su pueblo, y cuando vio lo que vio y oyó lo que oyó en el

Artal, se convenció: su Hermano era ese Mesías, tal y como aseguraba la Señora,

Page 133: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

138

su madre, desde el principio. Y lo importante era que había llegado la hora de la

sublevación.)

Jesús, entonces, comenzó a moverse. Avanzó entre las aguas hacia la

piedra sobre la cual se hallaba Jasón presenciando todo lo ocurrido. Las ropas de

Jesús aparecían secas, totalmente secas. Tenía el cabello seco. El cielo se

encontraba despejado. Y al llegar a los pies de Jasón, lo miró fijamente. Fue un

momento profundamente emotivo para Jasón. El Maestro, entonces, le tendió

la mano izquierda, en un claro gesto para que lo ayudara a salir del cauce. Y

Jasón creyó comprender: él, lo más bajo de la creación, era necesario para

elevarlo. Él rogaba que así fuera. Y una profunda emoción lo dejó sin habla.

Extendió el brazo y el Maestro se aferró con fuerza. Después, sin dejar de

mirarlo, tiró con el cuerpo y con el alma y el Hombre-Dios saltó sobre la piedra

negra, seca. Su mano continuó agarrada al brazo de Jasón durante un instante.

Le sonrió y, con una sonrisa dulce y acerada al mismo tiempo, exclamó:

“¡Vamos, ‘mal´ak’!... ¡Ha llegado la hora!”. Y le guiñó el ojo.

Después de ser bautizado por Yehohanan en el río Artal, Jesús recuperó su

saco de viaje y se alejó del lugar, sin mirar hacia atrás, para dirigirse, en

compañía de Jasón, a la pequeña aldea beduina de Beit Ids. Caminaron varios

kilómetros, rodearon Pella y se adentraron por un camino secundario hasta que

llegaron a esa aldea.

Era el lunes 14 de enero del año 26. Era el día en que Jesús de Nazaret

inauguró “oficialmente” su divinidad.

Allí permaneció durante treinta y nueve días, en una cueva cercana a la

aldea. Había una fuente. Para los “badu” era un lugar santo.

El propósito de ese retiro fue planificar junto con su Padre su próxima

misión de despertar al hombre. Su hora se acercaba… Pero antes de iniciar su

ministerio públicamente, debía esperar a que Yehohanan terminara con su

misión. ¿Por qué? Porque el Maestro hablaría de un “reino” del espíritu,

mientras que su primo lejano, el Bautista, y sus seguidores proclamaban la

venida del Mesías libertador de Israel del yugo de Roma.

Page 134: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

139

Los propósitos del Hijo del Hombre, al menos en aquel “ahora”, estaban

condenados al fracaso. Él lo sabía y, aún así, se sometió al “principio Omega”.

Jasón le preguntó sobre el particular y Jesús sonrió, con cierta amargura. “Es

preciso”, fue su única respuesta. Sabía que los hombres habían hecho un

negocio de los dioses, incluido el del Sinaí, y no resultaría fácil. ¿Alzar la voz y

pregonar que existe un Padre, pero que nada tiene que ver con los treinta mil

dioses del panteón romano o con el Yavé que defendía la pureza racial? ¿Cómo

convencer a fenicios, egipcios, mesopotámicos, asiáticos o árabes, entre otros

pueblos, de la inutilidad de sus creencias y de lo estéril de las divinidades a las

que temían? Y, sin embargo, Él prendió la llama…

Durante esas semanas, el Maestro salía al amanecer hacia las colinas y

regresaba antes del ocaso. Jasón se dedicaba a las “tareas domésticas” y a

escuchar las enseñanzas del Hijo del Hombre.

A continuación se transcriben, literalmente, las palabras del Maestro.

“Querido mensajero, cuando me oigas hablar, recuerda siempre que lo

dicho es sólo una aproximación a la verdad… La verdad no es humana. Vosotros,

ahora, no tenéis la posibilidad de asumirla… Ni siquiera de intuirla. Lo que

estimáis como verdad es una mezcla de deseos y de imposiciones exteriores.

Mejor así…”

“Si el Padre te mostrara la verdad, ¿qué quedaría para la eternidad?”

Jasón le preguntó por qué se bautizó en el río Artal o meandro Omega.

“Fue mi regalo al Padre…”

Y se extendió sobre el tema. Esto fue lo que entendió Jasón: “Al

sumergirse en las aguas, el Hijo del Hombre llevó a cabo un ritual personal –e

insistió en lo de ‘personal’–, y se consagró a la voluntad de Ab-bá, el Padre Azul.

Fue un ‘regalo’, mucho más simbólico de lo que podamos imaginar. Él quiso

inaugurar el principio de su ministerio con lo más sagrado de que era capaz:

‘regalar’ su voluntad al que lo había enviado… El ‘bautismo’, por tanto, fue un

gesto más santo, y delicado, de lo que siempre se ha creído”.

Page 135: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

140

Y los cielos se abrieron, como no podía ser menos, ante el “regalo” de un

Dios a otro Dios… Jasón recordó que el rostro del Maestro se iluminó, y de cada

poro nacía una increíble y bellísima radiación azul. La llamó azul “movible”…

Según el Maestro, ése fue el mayor de los prodigios que ha tenido lugar en la

carne. Y se aproximó un poco a la realidad. Su mente humana, o quizá su

naturaleza humana (no supo distinguir con exactitud a qué se refería el

Maestro), se hizo una con la mente divina, o con la naturaleza divina. Y al

“unificarse” ambas naturalezas –la del hombre y la del Dios–, se produjo el

milagro, el mayor prodigio de todos los tiempos. Fue en esos instantes cuando

Jesús de Nazaret se convirtió, VERDADERAMENTE, en un Hombre-Dios. En el

monte Hermón recuperó lo que era suyo –la divinidad–, pero fue en Omega

donde el Padre hizo “oficial” (digámoslo así) la divinidad de su Hijo, muy

amado… “Regalo” por “regalo”…

Algún tiempo más tarde, cuando el Galileo reveló su divinidad a los más

íntimos, no lo entendieron. Lo que no imaginaron es que alguien pudiera ser

hombre y Dios al mismo tiempo. Esa posibilidad no existía en lo establecido por

la ortodoxia judía. De ahí que Jesús, al declararse hijo de Dios vivo (hombre y

Dios), se colocara al margen de todo y de todos.

Esa mañana del 14 de enero, terminada la ceremonia de consagración a la

voluntad del Padre, el Hijo del Hombre se encontró en mitad de un “cruce de

caminos”.

Él no se encarnó para salvarnos, como aseguran las religiones. Ya lo

estamos, según sus propias palabras. El Padre nos ha regalado la inmortalidad.

Su presencia en nuestro mundo obedeció a otras “razones”, digamos, de índole

“personal”, y que podrían ser sintetizadas en la “necesidad de experimentar la

naturaleza del tiempo y del espacio”. Su experiencia en la carne quedó ultimada

con el referido e íntimo “regalo” ofrecido a Ab-bá en Omega. Pudo abandonar,

añadió, pero, una vez más, lo dejó en las manos del Padre. Y eligió continuar en

la Tierra, de acuerdo con la voluntad del Padre. Jesús entendió que, además de

su experiencia con los humanos, Él debía proporcionarnos otro “regalo”: la

esperanza. Él comprendió que, además de “enriquecerse”, podía

“enriquecernos”. El mundo estaba y está en la oscuridad. Esa mañana, en

Page 136: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

141

Omega, el Hombre-Dios tomó la firme decisión de revelar al mundo la existencia

de otro “mundo”: el del Amor con mayúscula, como a Él le gustaba… Ese día, Él

decidió permanecer con el hombre, un poco más…

Entonces, Jasón creyó entender la frase, cuando Jesús se hallaba en las

aguas, en el Artal: “Ahora es el principio –dijo–. Ahora, el final es el principio…”.

“Él, Ab-bá, es la luz. Él llega y lo perfuma todo, pero, previamente, otros,

su ‘gente’, han colaborado en el prodigio. Son incontables las criaturas que

participan en la belleza, en el amor, o en el simple avance de las leyes físicas y

espirituales. Lo visible está lleno, pero lo invisible está repleto.”

El Maestro tomó su frasco de perfume y explicó a Jasón cómo se obtiene

ese perfume: “Gracias a las plantas, a la luz y a cuanto rodea al sándalo, y a la

jara, y a la mandarina… Todos hacen el milagro, todos participan…”.

Así era. Las esencias, que posteriormente se convierten en aceites

esenciales o perfumes, mediante presión o destilación al vapor, aparecen en las

plantas como un auténtico “juego de manos” de la naturaleza. Las células

secretoras, altamente especializadas, “juegan” con la luz y se transforman en

estructuras químicas complejas. Y la planta combina esa energía con elementos

químicos del agua, del terreno, del aire e, incluso, de los excrementos que

pueden abonar el suelo. Es así como nacen los ácidos, los fenoles, los aldehídos,

las cetonas, los alcoholes, los ésteres, los terpenos y los sesquiterpenos. Y todos

ellos, como si de una orquesta se tratase, se reúnen y componen la “música” de

los perfumes. El Maestro hablaba con razón. Todos colaboran, aunque nada

hubiera sido posible sin la luz.

“Y Él está ahí, en lo grande y en lo pequeño. ¿Sabes de algún lugar donde

no está el Padre? Todo lo que es, o existe, lo es porque Él lo ha imaginado

previamente… Más aún: lo que no es… también es suyo.”

“El Padre imagina y es. El ser humano imagina porque ya es. Ésa es una de

las grandes diferencias entre el hombre y Dios.”

Eso significa que no podemos imaginar si lo imaginado no ha existido con

anterioridad. Todo, absolutamente todo…

Page 137: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

142

“Mi madre, mis hermanos, éstos, mis pequeñuelos de ahora, han sido

educados en un Dios al que hay que temer. Yo he venido a cambiar eso. ¿Cómo

puedes sentir miedo de la luz, que te ayuda y te vivifica? ¿Cómo debo hablar

con el Amor? Con el Amor, querido mensajero, ni siquiera es preciso hablar.

Pero, si lo haces, hazlo con la confianza, con el respeto, con la admiración, con la

alegría y, sobre todo, con la sencillez que proporciona un amigo…”

“El Padre es más que un amigo, y más que una novia o un novio. Háblale,

si lo deseas, como te hablas a ti mismo. En realidad, aunque no lo sepas, le

estarás hablando a Él. Para hablar con Él, no necesitas un motivo. No importa

cuándo ni por qué. ¿Necesitas una razón para amar o para soñar?”

“Al Amor no conviene pedirle nada. Es un error y, además, una pérdida de

tiempo. Si hablas con el Padre, no pierdas el tiempo. No solicites lo que ya

tienes o tendrás… Si Él te imagina, y es obvio que así es, puesto que estás ahí,

frente a mí, Él lo hace con lo necesario para tu supervivencia. Tú no dependes

de ti mismo, aunque creas lo contrario, sino de Él. Pues bien, si existes, porque

te ha imaginado, ¿por qué te preocupas de lo material? En el Amor, como en el

perfume, todo se ordena mágica y benéficamente.”

“Todo tiene un origen único, pero los humanos, limitados en la

comprensión de Dios, no sabemos distinguir. Una cosa es el amor humano y

otra, muy distinta, el ‘áhab’ o Amor con mayúscula.”

“Dijo que el Amor del Padre era un ‘fuego blanco’, como una llama que no

quema, que no es posible ver con los ojos materiales, pero que ‘incendia’ la

nada y proporciona la vida. Dijo que ese Amor es la ‘sangre’ de lo creado. Nace

del Padre y circula de forma natural, más allá del tiempo y del no tiempo, más

allá del espacio y del no espacio. No es Dios pero procede de Él, y sólo Él es

capaz de generarlo.”

Sus palabras recordaron a Jasón lo que en nuestro “ahora” conocemos

como combustible. Eso podría ser el “áhab” divino: una gasolina que mueve y

da vida, y que es mucho más que amor. No se trataría de un sentimiento, tal y

como la mente humana lo interpreta, sino de mucho más: pura acción, puro

combustible, puro “fuego blanco” que corre por las “tuberías” de lo creado y de

Page 138: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

143

lo increado, pura fuerza (desconocida), sujeta a las leyes del universo del

espíritu (más desconocido aún), pura “gravedad” nueva que mantiene y

equilibra (totalmente ignorada). El Amor, como la gasolina, huele, pero ese olor

no es la gasolina. Hoy los seres humanos asociamos determinados sentimientos

con el Amor del Padre. Estamos convencidos de que su Amor es eso:

sentimientos químicamente puros. Sí y no. Lo que Jasón creyó entender es que

los sentimientos que identificamos como Amor divino no son otra cosa que una

consecuencia de esa misteriosa e imparable “fuerza” que brota de la esencia del

Padre: el olor respecto de la gasolina. Y todo, absolutamente todo, depende de

esa ¿“energía”?; ¿una “fuerza”?, que está fuera del alcance de la comprensión

del hombre, como el arco iris lo está para un ciego de nacimiento. No es posible

aproximarse siquiera a la realidad del “áhab”, aquí y ahora. En consecuencia,

¿cómo pretender injuriar o molestar a ese Amor? ¿Es que un insecto está

capacitado para entender la naturaleza de un oleoducto y el sentido del mismo?

Él lo insinuó: pecar contra el Padre, contra el Amor, es tan pretencioso como

ridículo. El hombre está capacitado para ofender a sus semejantes, y a sí mismo,

pero no a lo que está más allá de las fronteras de su inteligencia. De ser así, ese

Dios sólo sería un dios.

“Y dijo que el Amor, esa segunda ‘gravedad’ que lo cohesiona todo, sea

visible o invisible, se derrama sobre nuestra inteligencia, y surge la poesía, la

solidaridad, el sacrificio, la bondad, la genialidad, la tolerancia, el humor y, por

supuesto, el amor. Es un ‘descenso’ lógico, y natural, previsto en las leyes físicas

de lo invisible. Jesús utilizó la palabra ‘nahat’ (‘descender’). Es literalmente

correcto que somos una consecuencia del Amor, del ‘áhab’ de Ab-bá. Somos

porque Él desciende. Somos porque el Amor nos ‘incendia’, como no podría ser

de otra forma. Por eso la justicia es humana. En las ‘tuberías’ de los cielos –eso

entendió Jasón– sólo circula el Amor. La justicia implica falta de amor, y eso es

inviable en el Padre. Jesús de Nazaret lo expresó con nitidez: Cuando despertéis,

cuando seáis resucitados, nadie os juzgará. En el reino de mi Padre, no existe la

justicia: sólo el ‘áhab’…”

“El Amor, por tanto, sólo tiene una lectura: se derrama. Es la ley de leyes,

la auténtica Torá. El que la descubre, o la intuye, entra en el reino de la

sabiduría. Y dijo: ‘El principio del saber no es el temor de Yavé, como rezan las

Page 139: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

144

escrituras. Yo he venido a cambiar eso. El sabio lo es, precisamente, porque no

teme’. Ésa fue otra de las claves a incluir en su ‘declaración de principios’: el

miedo no es compatible con el Amor.”

Jesús habló a Jasón de la luz intensa y benéfica que tenemos en nuestro

corazón. No usó la palabra aramea ‘leb’, sino ‘lebab’, con la que se indicaba

“corazón y mente”, como un todo. Para los judíos, la mente residía en el

corazón.

“Querido ‘mal´ak’, te contaré algo…” Fue así como Jasón supo de “K”.

“K”, o “Kui”, era una criatura perfecta, imaginada por el Padre Azul. Hoy la

identificaríamos como un ángel, pero, a juzgar por las palabras del Maestro, era

mucho más. “K” no era varón ni tampoco hembra. Era, simplemente. Reunía en

su naturaleza –no material– todo lo que podamos estimar como

complementario: luz y ausencia de luz, sonido y silencio, realidad y promesas,

yo y tú, el uno que produce dos, la fuente que mana hacia el exterior y, sobre

todo, hacia el interior, el haber y el no haber, el “áhab” que se basta a sí mismo,

pero que no puede detenerse, lo cerrado, que sólo puede ser concebido si está

abierto, la quietud y la aspiración, lo que actúa sin actuar, lo amarrado y lo

instintivo, la mitad de cada sueño, la libertad y el Destino, lo inminente que

nunca es, lo que vemos que, a su vez, nos ve, pensar y ser, el rojo del “adiós” y

el azul del “vamos”…

Él insistió en el término “qéren”, que podríamos traducir por dual o

dualidad. “K”, en definitiva, ¿sería lo que hoy entendemos como un ser?, con la

propiedad de presentar, o poseer, dos estados diferenciados e, incluso,

opuestos, y mucho más… Pero un día, “K” descubrió que existen el tiempo y el

espacio, a los que jamás había tenido acceso. Sintió curiosidad y quiso

experimentar. Y se asomó al tiempo. Entonces ocurrió algo nuevo: “K” se dividió

en dos. Una parte se hizo mujer; la otra, apareció como un varón. Eran las reglas

del juego. Si deseaba vivir en el tiempo –es decir, en la imperfección–, tenía que

aceptar la nueva dualidad (“K” siempre vive en el “Dos”). Y muy a su pesar, “K”

mujer y “K” hombre siguieron rumbos distintos. A veces coincidieron y vibraron,

pero los encuentros fueron breves, y la vida terminó distanciándolos. Ella lo

añora, y él, a su vez, la mantiene viva en su corazón, pero ninguno de los dos

Page 140: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

145

conoce el secreto de “K”. El juego prohíbe la reunión definitiva, al menos en los

mundos materiales. Él vive y ella vive igualmente, y experimenta. Ella crece y él

crece. Ella lo ama y él la ama, pero no saben por qué. Ignoran que fueron, y

serán, “K”. Y llegará el momento en el que mujer y hombre retornarán a su

primitivo estado –la forma espiritual– y serán “K”. Entonces, a su “áhab”

natural, habrá sido añadida la vivencia humana, el amor, con minúscula.

Jasón se atrevió a preguntar si “K” existe. La respuesta fue rotunda:

“¡’Itay’! (¡Existe!). ‘K’ no vive en el tiempo y en el espacio. De nuevo debo

aproximarme a la realidad, pero no es la realidad. ‘K’ vive en la eternidad…”. Y

Jesús empleó el término “´alam”, que en arameo quiere decir “tiempo remoto”,

en una aproximación, al concepto de eternidad.

“Todos seréis ‘K’, algún día. A eso he venido: para anunciaros la

esperanza. En realidad, la vida es un sueño… pasajero. Cuando llegue el

momento, tú, ella, todos, recuperaréis lo que, legítimamente, es vuestro…”

Y puso especial énfasis en la palabra “legítimamente”.

“¿Comprendes por qué, al descubrir la esperanza, descubres que lo tienes

todo?”

Fueron treinta y nueve días de reflexión, de constante comunicación con

el Padre de los Cielos, y de lo que Él llamó el “At-attah-ani”: un “proceso” por el

que el “At” (lo Femenino con mayúscula) aprendió a convivir con el “attah” (lo

masculino), con un resultado “milagroso”: un “ani” (yo) integrado por la doble

naturaleza anterior: la divina y la humana. Es decir, las naturalezas humana y

divina del Hombre-Dios aprendieron a convivir y a ser “dos en uno”. Ese fue el

“milagro”: el “tú” (femenino) y el “tú” (masculino) se reunieron en una sola

criatura, y apareció el Hombre-Dios. Jasón no comprendió, pero lo aceptó como

un acto de confianza en la palabra de su amigo. Como decía Él, quien tenga

oídos que oiga…

Cada mañana, al partir, el Maestro dibujaba en una de las maderas de

tola blanca algo escrito para Jasón que luego, a la noche, tiraba a las llamas de la

hoguera. Era como un juego, dejarle una adivinanza…

Page 141: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

146

“Te dejo con la ’nitzutz’…” Esa palabra hebrea, no demasiado clara, ni

siquiera para los iniciados en la sabiduría secreta de los textos santos,

significaría ‘chispa o vibración’...”

“¿Crees que lo que distingue al ser humano es su inteligencia?”

“Ha llegado el momento de abrir tus ojos. Eras un ‘mal´ak’, y deberás

transmitirlo…”

“La ‘nitzutz’ está en el interior… La ‘chispa’ o también ‘nishmat hayim’ –

‘Espíritu de origen divino’– es el Padre, en miniatura. La ‘chispa’ o ‘vibración’ es

lo que realmente nos distingue del resto de lo creado. La llamó también ‘regalo

celeste’ y ‘don del fuego blanco’. En realidad no es ‘luz’. La ‘chispa’ es Él, que

desciende. Otro gran misterio: lo más grande en lo más pequeño. Cada ser

humano la recibe. Cada ser humano es depositario del Número Uno.

¿Recuerdas? El Amor (Áhab), lo que sostiene lo creado, concentrado en el

interior: el Padre (‘Ab’) y el Espíritu (‘hé’) en el corazón y en la mente (‘lebab’).

Esa ‘chispa’ es y no es Dios… Lo que recibes, ese regalo azul, es el Padre, pero no

lo es, de la misma forma que una gota de agua pertenece al océano, pero no es

el océano.”

Lo importante es la revelación en sí misma: ¡el ser humano es portador

del Padre! ¡Portador de una fracción, de una “chispa” del Amor!

“Esa ‘chispa’ nos distingue. Es la envidia de las criaturas que viven en la

perfección. Sólo ‘desciende’ en los seres del tiempo y del espacio. Algunos ‘K’ –

insinuó– se asoman a la imperfección de lo material para llegar a sentir al Padre

en su interior…”

“No es la inteligencia lo que nos distingue del resto de lo creado, sino Él…”

“¿Y cómo se instala? ¿Cuándo llega? ¿Cómo puedo saber?...”

“¿Recuerdas tu niñez? Bien, imagina que tienes cuatro o cinco años, e

imagina que tienes un palo en las manos… Ahora, supón que soy un perro…”

Jasón levantó el trozo de madera y simuló que lo golpeaba. Jesús exclamó:

“¡Pégame!”. “¿Cómo dices?” “¡Que me pegues!” “De eso nada…” Jesús insistió

con una sonrisa maliciosa: “¡Pégame!”. Jasón palideció. ¿Estaba hablando en

Page 142: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

147

serio? Y observó cómo la sonrisa del Maestro se deshacía… Se negó

nuevamente. “Recuerda que eres un niño, con un palo, y yo, un perro…” “¡Ni

hablar! ¡No lo haré!” Y arrojó la madera a las llamas. Jesús, entonces, aclaró:

“Ese niño ha tomado una decisión, ¿no te parece?”. Jasón asintió, todavía

asustado.

“Pues bien, mi querido ‘mal´ak’, ésa es la respuesta a una de tus

preguntas: ¿cuándo llega la ‘chispa divina’ al ser humano? Cuando el niño toma

su primera decisión moral: ‘No pegaré al perro, porque no es correcto’…”

“Ahora comprendo”

“Te dejo con la ‘nitzuts’… Estaré con mi gente.”

“Su gente” eran los de las “luces” que, en determinados momentos en la

historia de la vida del Hombre-Dios, aparecían en los cielos.

Jasón recordó a un anciano desequilibrado que lo acompañó en el ascenso

a una de las colinas y formuló una pregunta al Maestro: “¿Qué sucede con los

seres humanos que no disfrutan de la capacidad de tomar decisiones morales?

Los hay a millones. ¿Qué debía suponer respecto a los niños con deficiencias

psíquicas? ¿Los habita la ‘chispa’?”.

“¿Crees que el Padre olvida a los mejores? Para ocupar esos puestos es

preciso mucho valor… Casi todos son ‘K’…”. Y añadió rotundo: “En esos casos, el

Amor desciende mucho antes…”.

“Y dónde reside ese fragmento del Padre?”, preguntó Jasón.

“Te lo dije allí arriba…” Cierto. Él mencionó el interior (“lebab”). Más

exactamente, el corazón y la mente, a un tiempo. Pero, ¿dónde?

“Si tú me dices dónde reside la inteligencia, yo te diré en qué lugar

permanece la ‘chispa’…”

Utilizó el término arameo “sokletanu”. “Sokletanu” era sinónimo de

“inteligencia”, pero en el más amplio sentido de la expresión: capacidad para

sobrevivir, sentido de la intuición, posibilidad de expresión en territorios como

el de la belleza, la justicia o la generosidad, y facultad de comprensión. Era

Page 143: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

148

imposible. Ni siquiera hoy, en nuestro “ahora”, se sabe con seguridad qué es la

inteligencia y, mucho menos, dónde descansa. Jasón se rindió y preguntó: “¿Y

para qué sirve? ¿Qué gano al recibirla en mi mente?”.

Jesús rió de buena gana. “Está bien… tú ganas: en la mente…”

“¿En la mente? Pero eso es como no decir nada…”

“Me asombras, querido mensajero. ¿Podrías decirme para qué sirve que

vosotros hayáis ‘descendido’ hasta aquí?” Y dio algunas pistas.

“¡Él es el Amor!... ¡Él te ha escrito en la eternidad!...”

“¡Eres suyo!... ¡Le perteneces, porque Él te ha imaginado, y eres!...”

“… Dame una razón, ¿por qué tendría que olvidar lo que es suyo?”

“¿Qué ganas al recibirla… en tu mente? De nuevo me veo obligado a

aproximarme, sólo aproximarme, a la realidad, no lo olvides…”

“El descenso del Padre en el ser humano provoca el nacimiento de otra

criatura, de la que hablamos en el Hermón: el alma inmortal.”

Él se refirió a la “nishmah” (“alma” en arameo).

“Una ‘hija’ de la ‘chispa’, aunque ella no lo sepa, de momento…”

Tuvo que hacer un nuevo esfuerzo. Esas realidades no pertenecen al

mundo de lo visible y no hay conceptos que puedan vestirlas. Se ajustó al

mundo de los símbolos, el más adecuado, aunque lejano…

“El alma, como un bebé, nace ignorante, aunque amorosamente abrazada

por el Amor. Necesitará tiempo para dar sus primeros pasos, ser consciente de

quién es y hacia dónde dirigirse. Como te digo, al aparecer, el alma no sabe que

es inmortal. Lo descubrirá, pero antes debe ocuparse de crecer. Ella será el

recipiente que acogerá la personalidad del nuevo ser humano. Ella es la

materialización del nuevo hombre, o de la nueva mujer…”

“Alma inmortal –murmuró Jasón–. Eso quiere decir que, una vez

imaginados, vivimos para siempre…”

Page 144: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

149

“Si, lo hemos hablado… La inmortalidad es uno de los regalos del Padre.

No depende de nada. Es un regalo del Amor. Como te he mencionado, el Amor

actúa, sin más. No precisa condiciones. No pide nada a cambio. No pregunta ni

tampoco espera respuesta. El Amor sabe. El Amor te cubre, y te arropa, porque

sí…” Y continuó:

“Inmortal, aunque ella no lo sepa, o no lo acepte. El alma está destinada a

Él. Terminará donde empezó, aunque no lo entienda. Ella ha sido dotada de lo

necesario para elevar al hombre por encima de lo material y, muy

especialmente, para buscar el Origen. Con ella nace el pensamiento. Ella es el

‘naggar’ del barco interior. Ella es la responsable de la arquitectura de la

personalidad. Ella está preparada para buscar, aunque no sepa qué. La ‘chispa’

le ha concedido el magnífico don de la ‘inquietud’ y no descansará hasta que

descubra quién es realmente, y de dónde procede. Ella está sujeta a la razón,

pero sólo hasta que decida poner en funcionamiento lo que tú llamas ‘principio

Omega’: hacer la voluntad del que la ha creado… Entonces, el alma será también

intuitiva, e iniciará la magnífica aventura del sabio que, además, sabe quién es.”

Abraham y Moisés heredaron este tesoro, pero, con el paso del tiempo, la

torpeza y la mezquindad de los hombres deformaron la luminosa información

de Malki Sedeq (1980 a. J.). “Ruah”, el espíritu”, y “neshmah” o “nishmah”, el

alma para los judíos, son dos de los vestigios de aquella revelación.

“El Padre nos imagina –Él sabe por qué–, desciende sobre nosotros, nos

habita, nos regala un alma inmortal y nos lanza a la más prodigiosa de las

aventuras: buscarlo. ¿Qué gano al recibir esa ‘chispa’ en mi mente?”

“La ‘chispa’ es una criatura que contagia por naturaleza. ¿Y qué transmite

el Áhab o Amor? Todo, menos miedo. Por eso, el miedo sólo es viable en

aquellos que todavía no han descubierto la ‘chispa’. Para el que sabe que está

ahí, en el interior, o, sencillamente, la intuye, la bondad es lógica, la acción es

continua, la serenidad es irremediable, la misericordia es el paisaje, y la

inteligencia es el ‘principio Omega’. La ‘chispa’ –insistió– lo contagia todo. Es su

característica. Él es así. Y no hay antídoto. La inmortalidad no tiene retroceso, ni

funciona con condiciones.”

Page 145: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

150

“La ‘nitzuts’, o ‘vibración’ del Padre Azul es una jugada maestra. Él

desciende y controla. Él vive porque tú vives. Él recibe y emite, del Padre y hacia

el Padre. Hoy la llamaríamos ‘baliza divina’. Él conoce cada milímetro de tu

recorrido, porque así lo (te) imaginó, y porque lo hace contigo. Él sabe del

número total de tus parpadeos, porque los cuenta. Él sí tiene información de

primera mano. Él sabe cómo te llamas, aunque nunca te reclamará. Eres tú

quien debe descubrirlo. Será el hallazgo de los hallazgos. Entonces

comprenderás todos los ‘por qué’. Él sólo lleva las cuentas de tus dudas, y cada

una la considera un éxito. Si Él deseara la certeza en tu corazón, no habría

permitido que te asomaras al tiempo y al espacio. Él es el misterio,

desgranado.”

“La ‘chispa’ es el ‘piloto’ del alma inmortal. Ella gobierna en el silencio, y

en la profundidad de las emociones. Ella es la fuente de los sentimientos. Ella es

la que susurra la piedad y la que inspira la confianza. Ella es la intuición, la

mirada del Padre. Ella es el cristal que te permite distinguir la belleza. Ella es el

espíritu que te mueve hacia los territorios de la generosidad. Ella es la voz que

confundimos con la conciencia. ¿Desde cuándo la mente tiene voz? Ella

mantiene el rumbo de tu destino, aunque no lo comprendas ni lo aceptes. Ella,

finalmente, te dejará el timón cuando la descubras (cuando comprendas).”

“La ‘nitzutz’ es tu mar interior. En todos los seres humanos es diferente.

En algunos, serena. En otros, bravía. Puedes navegarla, bucearla y, sobre todo,

disfrutarla. Si la dejas hablar, serás un sabio. Por eso, al descubrirla, los hombres

enmudecen. Y el silencio es la mejor de las respuestas. Ella es otro mundo (el

verdadero), sin salir del tuyo. Ella es el ‘reino de los cielos’, del que tanto hablé,

y que muy pocos comprendieron. Ella no es Yavé, ni remotamente…”

La “chispa” no es definible, como no lo es lo inmaterial. Lo “sin fin” no

puede ser amarrado con las cuerdas del entendimiento humano, que siempre

tiene fin. Todo lo que Jesús le reveló a Jasón es tan aproximado a la realidad

como Omaha al sol. Pero su deber era transmitirlo…

Y dijo también que la “chispa” –el gran regalo del Padre– es lo que queda

cuando te han abandonado, o cuando estimas que el fin te ha alcanzado. Con la

“chispa”, la soledad nunca es negra ni rabiosa. Ella siempre parpadea en algún

Page 146: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

151

momento, y hace el milagro: la esperanza está a tu lado, pendiente, y convierte

la supuesta negrura en penumbra. Somos tan limitados y poderosos, a un

tiempo, que creamos la oscuridad y, en el colmo de lo absurdo, nos la creemos.

“Chispa” y oscuridad son incompatibles. “A eso he venido –repitió una y otra

vez–. Ésa es la buena nueva: el Padre está en el interior, hagas lo que hagas, y

seas lo que seas…”

La “nitzutz” no depende de tu voluntad. Ella desciende, sin más. Eso es un

Dios de lujo. No hay trueque. Las condiciones las pone el hombre y, obviamente,

se equivoca. El Padre no requiere, ni necesita, ni exige, ni tampoco espera. La

“chispa” es suya, y a Él retornará cuando concluya la gran aventura del tiempo y

del espacio. E insistió: “¡Confía!”.

Es la “chispa” la que te hace fuerte, inexplicablemente. Es del azul del

“Áhab” de donde bebes, y del que consigues la fuerza de voluntad, incluso

cuando caminas detrás de ti mismo…

Es Ella el tronco del que florece la intuición. Cuanto antes la descubras,

más y mejor disfrutarás de la característica humana por excelencia. Cuanto más

próximo a la “chispa”, más intuitivo. Cuanto más intuitivo, más certero. Cuanto

más certero, menos necesitado de la razón. Cuanto más lejos de la razón, más al

sur de la mediocridad. Cuanto menos mediocre, más tú…

La “nitzutz”, además, contagia la imaginación. Ninguna otra criatura

mortal está capacitada para soñar despierta. Es otra de las distancias siderales

que nos separan del mundo animal. Ellos jamás podrán crear, o prosperar,

porque no disponen de la “gota azul” en el interior. Ellos, los animales, carecen,

por tanto, del alma que elabora el “Yo”. Ellos no saben quiénes son, ni lo sabrán

jamás. Ellos no se hacen preguntas, ni buscan a Dios. No es su cometido. Su

única inmortalidad está en nuestra memoria. Al practicar la imaginación, la

“chispa” entreabre la puerta del futuro y muestra cómo seremos: como Dioses

(con mayúscula). Dioses creadores de universos que sólo nosotros

imaginaremos. En realidad, eso es el Padre: la imaginación por encima del

poder. Ahora no lo sabemos, pero nunca somos tan iguales a Él como cuando

desplegamos la imaginación. Es la “chispa” la que desnuda la belleza y hace

concebir la poesía. Es Ella la que ordena los sonidos y los silencios, y dibuja la

Page 147: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

152

música. Es la “nitzutz” la que golpea la piedra y deja escapar el arte. Es Ella la

creadora de unicornios azules. Es Ella la que provoca los sueños y los archiva. Es

Ella, con la imaginación de la mano, la que anuncia el “reino” del que procedes –

tu “patria”– y al que, necesariamente, volverás. Un “reino” del espíritu, en el

que imaginar es ser. La “nitzutz” es la perla que sí hallarás en la amatista, si

sabes buscar. Ella es el genio que no descansa, y que bombea ideas. No importa

sexo, raza o condición. Es Ella la que nos hace espiritualmente iguales. La

“chispa” es la clave. Ninguna “gota azul” es mejor o peor. El Padre,

sencillamente, es. Todas las “chispas” son Él, y todas descienden de Él, aunque

Él es mucho más…

Ésta fue la “piedra angular” que sostuvo el magnífico “edificio” levantado

por el Hijo del Hombre. Pretender la superioridad, intentar acaparar la razón, o

creerse en la posesión de la verdad es no saber (todavía) que nos habita un Dios.

Y más aún: es no saber que esa “chispa” se reparte con el mismo Amor, y en la

misma “cantidad”. Jesús comparó la “chispa” con el mejor de los “mensajeros”.

Es la misteriosa fracción del Padre Azul, que un día toma posesión de

nosotros, quien se ocupa de sembrar esperanzas. Él las despabila y las reparte. Y

cada día se presentan ante nosotros. Otra cuestión es que alcancemos a verlas.

Pueden ser inmensas, o esperanzas que caben en la palma de la mano. Eso poco

importa. Lo fascinante es que, mientras hay “chispa”, hay esperanza. Y es

justamente la esperanza –la confianza en algo– el oxígeno de la jovencísima

alma que ha llegado al paso de la “chispa”. A más esperanza, más oxígeno.

Cuanto más oxígeno, más felicidad. Pero el cargamento de esperanza no

depende de nosotros. Cada ser humano nace con un cupo. Eso es lo que

entendió Jasón. Después, tras la muerte, la esperanza deja de ser intermitente y

nos abraza. Ya no será el doble renglón del libro de la vida. La esperanza será el

“ADN” del alma. Por eso no hay palabras. Por eso insistió, una y otra vez:

“Confía”. La esperanza es la sombra de la “chispa”. La primera no es posible sin

la segunda. “Confía”. Sólo los seres humanos disfrutan de un sentimiento tan

gratificante. ¿Has visto a un perro esperanzado? La felicidad de los animales es

la sombra de la esperanza humana. “¡Ánimo, ‘mal´ak’! Cuando experimentas la

esperanza –añadió feliz–, lo tienes todo…” La esperanza es otra demostración

de la existencia del Padre en el interior del hombre. Es un guiño del Amor. Sólo

Page 148: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

153

tú podrás comprenderlo. Sólo el ser humano reúne las condiciones necesarias

para acoger la esperanza y abrazarla. Si te aproximas a esta realidad te habrás

acercado a la mismísima esencia divina. “Confía, ‘mal´ak’.” La “chispa”, ahora,

prepara al hombre para un estado de felicidad casi completo, tan

incomprensible para la corta inteligencia humana como la estructura interna de

la inmortalidad. “Confía.”

Es Ella, en definitiva, la que nos hace humanos. Es la “nitzutz” la que nos

diferencia del resto de la creación. Ella es el milagro, y el gran enigma, no

resuelto ni por los ángeles. Nadie sabe por qué, pero el Padre ha elegido lo más

pequeño, y lo más primitivo, para acomodarse en el tiempo y en el espacio.

Somos unos recién llegados con suerte. Por eso decía que nos envidian. Por eso,

en parte, los “K” lo dejan todo, y descienden a la imperfección…

Es la “gota azul”, que nos distingue, la que tira del alma hacia Dios. Es

lógico que ella se incline hacia sí misma. Sólo su presencia justifica la

desbordante inquietud del ser humano por lo trascendente. Ningún animal se

atormenta con las grandes preguntas: ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí?, ¿qué

será de mí? Es el alma inmortal quien debe hallar las respuestas, siempre

susurradas por la “chispa”. Y llega el día, al intuir, imaginar o descubrir que el

hombre está habitado por el Número Uno, cuando la vida adquiere sentido.

Entonces, “Omega es el principio”. Entonces, al comprender, el alma se vacía

por sí misma y deja que la “chispa” la llene. Entonces, según el Maestro, al

arrodillarse y reconocer al Buen Dios que nos habita, es inevitable que nos

sentemos en sus rodillas y que dejemos hacer al Amor. Es lo que Jasón definió

como el “principio Omega” (hacer la voluntad del Padre). Y en ese instante,

“Áhab” hace el prodigio: la inmensa maquinaria del universo visible, y del

invisible, se coloca al servicio del más humilde. Es el secreto de los secretos, al

alcance de todos, aunque muy pocos llegan a destaparlo. “Confía, ‘mal´ ak’.

Existe un orden…”

Y la voz de la “nitzutz” se oye fuerte y claro: “Serás lo que Yo soy”. A partir

de ese prodigioso momento, cuando el ser humano se entrega a la voluntad del

Número Uno, la voz de la “chispa” deja de ser un susurro. Y la esperanza, al fin,

Page 149: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

154

se convierte en huésped permanente del alma. Es un anticipo de la “gran

aventura”…

Después la comparó con un “amigo fiel”, algo difícil de hallar, casi único.

Si Jasón no comprendió mal, el Maestro responsabilizó al fragmento

divino que nos habita de todas y cada una de las revelaciones a las que tenemos

acceso a lo largo de la vida. Ella, la “chispa”, las dosifica. De Ella proceden. Y se

vale de los medios más insospechados. No es la mente –criatura mortal al

servicio del alma– la que proporciona esas informaciones decisivas, que varían

el rumbo de criterios y actuaciones. Es Él, el Padre quien informa, y lo hace

oportunamente. No son los hombres, ni tampoco los libros, quienes iluminan. Es

Él, aunque, en ocasiones, puede servirse de ellos. Y añadió: “Esa revelación llega

por dos caminos: a través de la comunicación directa con el Padre, con la

‘chispa’, o porque así está establecido”. Jasón entendió que la primera vía es lo

que llamamos oración, aunque al Galileo no le gustaba el sentido ortodoxo de la

palabra. Prefería comunicación, o conversación, con la “nitzutz”. De ese diálogo,

en definitiva, nacen las revelaciones. De ahí la importancia de pedir

información, o respuestas; nunca beneficios materiales. De esto último se ocupa

el “Áhab”, el “combustible” que todo lo sostiene en la creación, el Amor del

Padre. Y no hay pregunta que quede sin respuesta, como tampoco hay sueño

que no se materialice…, ambos, en su momento. E insistió: “Ahora, en esta vida,

o después…”.

En cuanto al segundo camino, el Maestro prefirió no agotar a Jasón. Él

sabía que no estaba a su alcance. La revelación –sublime o doméstica– pasa

siempre por la “chispa”. Ella la autoriza y la deposita en el alma, como una flor

destinada a hablar en silencio. Es el alma inmortal quien deberá analizarla y

disfrutarla. A diferencia de las flores, las revelaciones no se marchitan jamás. Y

mañana proporcionarán hijos…

La revelación, sin embargo, termina aislando a quien la recibe. La verdad

no está hecha para ser proclamada; no en este mundo. Cuando la revelación

llega, si es de gran calibre, abre un enorme cráter en el ánimo del receptor, y

éste queda mudo. Si se atreve a hablar, nadie le cree. Desde ese momento, el

ser humano sólo crecerá hacia el interior. Entonces brillará con luz propia, pero

Page 150: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

155

nadie lo sabrá. Jesús lo llamó el “abrazo 3”, el único que “abraza sin poseer”. A

pesar de todo, a pesar de la soledad del que recibe, la revelación es un paso del

alma. El bebé está caminando…

“Presta atención, querido mensajero… Así está establecido… Ahora es el

momento. Ahora debes saber… Escucha mis palabras, para que lo que veas, y

oigas, sea comprensible para ti y, sobre todo, para los que llegarán después…

¿Sabes qué es el ‘tikkún’?”

Jasón sabía que, para los judíos, el “tikkún” era una especie de misión

sagrada. La traían cada hombre y mujer al nacer. Estaba relacionado con

recuperar y reconstruir la “Shekinah” o Divina Presencia, huida del Templo por

culpa de los pecados de Israel, y en esos momentos, en poder del invasor,

Roma. Cumplir el “tikkún” era contribuir a la llegada del Mesías libertador,

haciendo la voluntad del Santo. Y además, era el único camino para alcanzar la

salvación. Era una de las ideas que motorizaba la vida de Yehohanan (el

Bautista). El que lo rechazaba o descuidaba quedaba maldito y sujeto al estado

diabólico.

“También he venido para cambiar eso… Es cierto que existe un ‘tikkún’

para cada ser humano, pero no como lo interpretan los rabinos… El hombre no

necesita ser salvado. La inmortalidad no depende de su ‘tikkún’. Recuerda que

es un regalo del Padre. Eres inmortal desde que eres imaginado por el Amor.

Eres inmortal sin condiciones.”

“El hombre y la mujer nacen con un ‘tikkún’: vivir, sencillamente…”

“Asomarse a los mundos del tiempo significa experimentar la

imperfección. Vivir lo opuesto. Vivir lo opuesto a vuestra naturaleza original, la

del espíritu. Es lógico que nazcas para vivir… He venido a proclamar que cada

vida, cada ‘tikkún’ es una cadena de experiencias, enriquecedora. Nada es fruto

del azar. Todo, en el reino de mi Padre, está sujeto al orden, y al Áhab…”

“¿Tiene sentido el dolor, la enfermedad, la oscuridad…?”

“Hay lugares, como este mundo, en los que todo es posible, incluida la

maldad. Es parte de un juego que no estás en condiciones de intuir. Cada

‘tikkún’ es minuciosamente planificado… antes de nacer. Y todo ‘tikkún’

Page 151: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

156

obedece a un porqué. Nadie es rico, o negro, o esclavo, o ciego, o paralítico, o

ignorante, o pobre, o rey, por casualidad. Nadie vive las experiencias que le toca

vivir, simplemente porque sí, o por un capricho de la naturaleza.”

“¿Y quién decide que alguien viva en la sabiduría? ¿Quién establece que

uno sea más y otro menos?” Jesús sonrió malicioso.

“Quizá tú mismo…”

“¿Yo selecciono la pobreza o el sufrimiento? No lo creo…”

La sonrisa de Jesús permaneció firme e inmutable. No hubo palabras. Fue

la mejor respuesta.

“A eso he venido, querido ‘mal´ak’: a traer la esperanza, la presencia de

Ab-bá, a los que la han perdido. A eso he venido: a proclamar que cada vida,

cada ‘tikkún’, obedece a un orden, aunque no podáis comprender…”

“Y al nacer, todo queda olvidado…”, comentó Jasón.

El Maestro refrendó el comentario con un leve y afirmativo movimiento

de cabeza. Él no fue ajeno a esa circunstancia. Necesitó mucho tiempo –casi

31 años– para saber quién era en realidad y a qué vino. Todo tiene sentido. Sólo

es cuestión de vivir…

“Vivir en la seguridad de que todos son iguales, e importantes, para el

Padre. Todos cumplen una misión. Todos camináis en la misma dirección,

aunque no lo parezca… Vine a refrescar una memoria dormida. Y sé, igualmente,

que mis palabras serán olvidadas, y tergiversadas…”

“Lo primero que debes aprender esta noche es que ningún ‘tikkún’ es

reprobable.”

Cada persona, una misión. Cada ser humano, un destino. Esa fue la

revelación que recibió Jasón en aquella jornada en Beit Ids. Yehohanan, su

“tikkún”. Judas, el Iscariote, el suyo. Poncio, también. Cada hombre y mujer, el

que hayan elegido –y lo remarcó– “antes de nacer”. Poco importa el porqué de

cada “tikkún”. Estamos aquí, y esa es la única realidad.

Page 152: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

157

Vivir, eso es lo que cuenta. El alma, bajo el “pilotaje” de la “chispa”, se

ocupa de almacenar los recuerdos y de preservarlos. Parte de esa misteriosa y

delicada labor de selección y archivo se registra durante la noche, mientras

dormimos. No importa que los recuerdos se disipen y desaparezcan. Que

olvidemos no significa que las memorias se hayan desintegrado. Después, al

morir, el “cargamento” será custodiado por la “nitzutz”, y entregado al alma en

el “otro lado”, cuando “despierte”. En definitiva, vivimos para recordar, y

recordamos porque hemos vivido.

Con la caída del sol, Jesús retornaba a la caverna. Y conversaban. Él lo

ponía al corriente de algunos de sus pensamientos y, sobre todo, lo instruía,

adelantándole la esencia de lo que, a no tardar, constituiría su período de

predicación. Toda estaba y sigue estando, atado, y muy atado… Era el “tikkún”

de Jasón, según sus palabras.

Y tras la cena llegaba el mejor momento, el del “juego” con las frases que

dejaba el Maestro escritas en las maderas de tola blanca. En total, veintitrés

conversaciones, nacidas de otras tantas frases. Fueron veintitrés “visiones” del

Padre y del mundo, que le hicieron pensar y cambiar el rumbo de su vida a

Jasón. Fue la “chispa”, naturalmente, la que le habló…

He aquí dichas frases, en el orden en que fueron escritas sobre las viejas

tablas de “agba”.

“Dios no está para ayudar.”

Y el Maestro insistió en la inutilidad de solicitar favores materiales, y

lamentó que los seres humanos se acuerden del Padre, única y exclusivamente,

cuando “truena”… La “chispa”, aseguró, tiene cometidos mucho más

importantes…

“Morir es cuestión de tiempo. Vivir es lo contrario.”

Los esclavos del tiempo –eso creyó entender Jasón– viven para morir.

Page 153: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

158

“El miedo, desde este momento, es cosa del pasado.”

Si el Padre regala, ¿por qué temer? Los que odian sólo tienen miedo. ¿Y

qué es el odio?: amnesia. El que odia no “recuerda” que fue imaginado por el

“Áhab”, por el Amor. Miedo y odio –dijo– no tienen posibilidad en su “reino”.

Hay que hacerse a la idea…

“Vive más el que sueña.”

Y lo invitó a que aprendiera del alma de las mujeres. Ellas practican, mejor

que los hombres, el arte de la intuición. Soñar sólo es eso: caminar un paso por

delante de la razón. Y dijo más: en lo más recóndito y escondido de Dios “vive”

lo femenino, el Gran Espíritu. Jasón no comprendió muy bien en esos

momentos…

“No busques la verdad, porque podrías hallarla.”

Deja la “luz” para cuando seas “luz”. Deja lo sublime para el “no tiempo”.

El Padre –insistió– quiere que seamos santos, o perfectos, pero mañana. Hoy es

suficiente con “renacer”…

“¿Desde cuándo la muerte forma parte de la vida?”

El Padre regala inmortalidad (vida). ¿Por qué nos empeñamos en

confundir el puente con el río? ¿Quién termina desembocando en la mar, en el

Amor: el puente o las aguas de la vida?

“La verdad no grita. Susurra…”

La verdad es tan incomprensible para nuestra limitada naturaleza humana

que, ahora, solo conviene susurrarla. Y matizó: “Susurro interior, claro…”

“Es mejor hablar con los ojos.”

Después de todo, es el “te quiero” más veloz.

“No juzgues, aunque tengas razón.”

En la tabla de tola dibujó también la letra hebrea “vav”, que simboliza al

hombre. Y reiteró: cada cual se limita a dar cumplida cuenta de su “tikkún”, su

Page 154: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

159

misión en la vida. Ni siquiera cuando seas espíritu deberás juzgar. Ni siquiera los

Dioses lo hacen…

“Si descubres que vas a morir, continúa con lo que tienes entre

manos.”

No estamos en la vida para arrepentirnos, y mucho menos para pedir

perdón a Dios. Los hijos deben caminar con seguridad y confianza, no con

temor. Nadie tiene capacidad para ofender al “Áhab”. Ni siquiera los propios

Dioses (y volvió a utilizar la mayúscula).

“Lo más hermoso está siempre por suceder.”

Según entendió Jasón, ése es el gran secreto del Padre: experto en

sorpresas, experto en cocinar el día a día (con amor). Y añadió: “Lo mejor que te

ha ocurrido en la vida sólo es una abreviatura de lo que Él te reserva”.

“La lucidez obnubila.”

Cuanta más claridad mental (se refirió a claridad del alma), más lejos de la

razón y más cerca del “Áhab”. Y lo desmenuzó como si fuera el alimento de un

bebé (en realidad, lo era): cuanto más próximo a la “nitzutz”, cuanto más

consciente de la presencia divina en tu interior, más huidiza y breve te resultará

la realidad…

“Dios no duda, eso es cosa nuestra.”

La ley básica de la imperfección es la duda. Sólo el Padre acierta. Por eso

no podemos comprenderlo (ahora). Es la duda la que impulsa a caminar, no la

certeza. Por eso Dios no se mueve. Nosotros, algún día, tampoco dudaremos.

Jesús de Nazaret fue un “atajo”, pero muy pocos llegan a descubrirlo.

“Cuando comprendas, tendrás que decir adiós.”

Y lo representó con la “iod”, la letra hebrea que simboliza a Dios como

Ab-bá (Papá), y como origen del “Áhab”. Ese “despertar” nunca podrá ser en

vida. “Comprenderemos” cuando sólo seamos “interior”… Será la gran

“despedida” de nosotros mismos.

Page 155: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

160

“Dios no lucha, pero gana.”

Es el Gran Brujo, que dispone el final antes que el principio. Si

conociéramos el secreto del Padre, estaríamos por encima de Él. Y afirmó,

rotundo: “Alguien lo está… Por eso gana, sin necesidad de pelear”.

La revelación, como otras, superó a Jasón. No aceptó, lo que

evidentemente, estaba manifestando. No estaba preparado.

“Si tu dios pregunta, mal asunto.”

Escribió dios con minúscula (ab-bá). Y explicó: las preguntas son propias

de las criaturas del tiempo y del espacio. En la perfección, en el “reino” de Ab-

bá, todo “es”. Sólo la imperfección está capacitada para interrogar. No debemos

confundir dioses con Dioses.

“La sabiduría es una actitud.”

La auténtica, la que nace de la “nitzutz”, o fracción divina, es una forma

de comportarse. Cuanto más sabio, más tolerante. Cuanto más sabio, más

abrazo. Cuanto más sabio, más fluido. Cuanta más sabiduría, más amante.

Cuanto más sabio, más intuitivo. Cuanto más sabio, más enemigos…

“Dios no pide nada a cambio. No lo necesita.”

No hagáis caso de los hombres –proclamó–. Él, el Padre, está en cada uno

de vosotros. El concede antes de que puedas abrir los labios, y susurra de por

vida. Él no perdona, porque no hay nada que perdonar. Él sabe, aunque tú no

sepas. Él tiene, porque da. ¿Qué puede solicitar el Amor del amor? Le hizo un

guiño y aclaró: “Sólo que despiertes”. E insistió, e insistió, e insistió: somos

inmortales por naturaleza. Él ya lo ha dado todo. Algún día, cuando finalice

nuestro “tikkún”, la felicidad nos ahogará… “A eso he venido, querido ‘mal´ak’:

para recordaros que no hay condiciones…”

“La duda no es mal comienzo.”

Ejercitarla es alimentar el alma. Dudar es el estado natural del hombre.

Así ha sido dispuesto por los que no dudan. El que aprende a dudar respeta. El

que duda desempolva su corazón. El que practica la duda multiplica. El que duda

Page 156: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

161

admite sus errores y, sobre todo, los de los demás. La duda, entonces, nos hará

valiosos. La duda es un truco de la divinidad: cuantas más dudas, más recorrido.

Dudar es el pacto obligado con la “chispa”. Si el alma no dudara, ¿cómo podría

crecer? La duda embellece porque nos hace más humanos. Dudamos porque

vivimos. Dudamos porque buscamos. La duda es la mejor protección contra

fanáticos, salvadores y ladrones de voluntades.

“El que adora se asoma a Dios.”

O lo que es lo mismo: el que adora se asoma a la “nitzutz”. Adorar es

descubrir que “viajamos” juntos. Se trata de la máxima expresión de la

inteligencia humana. Sólo adoran los sabios; es decir, los que han “despertado”,

los que no dudan en empezar de nuevo, constantemente. Sólo adoran los que

empiezan a saber algo de sí mismos…

Y Jasón comprendió: él jamás había adorado a Dios. Confundió al Padre

con la religión. Adorar, en realidad, es un simple y bellísimo gesto de gratitud. Es

lo menos que se debe ofrecer al que nos ha imaginado. Entonces, al arrodillar el

alma, Él te levanta a la altura de sus ojos. Jamás, como criatura humana, podrás

estar tan próxima al poder y a la fuerza. Es el instante sagrado que Jasón

bautizó, acertadamente, como “principio Omega”. Al adorar, al abandonarse a

la voluntad del Padre, el alma entra en la edad de oro. Y repitió: la creación se

enciende a nuestro favor. Ya nada es lo mismo. La primitiva criatura humana se

ha declarado amiga del Número Uno. ¿A qué más puede aspirar un Dios?

“El que escucha habla doblemente.”

“De eso doy fe. Nada de cuanto he escrito habría sido posible si no

hubiera prestado atención a su palabra. Su presencia fue insustituible, y su

mensaje, eterno. Yo, ahora, hablo doblemente, por su infinita misericordia.

Hablo para mí, y para los que tienen que llegar. Nada de lo que contienen estos

diarios es lo que parece. Es mucho más. Es el ‘doble’…”.

Como repetía el Maestro: “Quien tenga oídos que oiga”.

Page 157: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

162

“Enamorarse es perder la razón, al fin…”

Y dejó la cuestión, intencionalmente, para el final. Habló del amor

humano como una interesante aproximación al “Áhab”. Y precisó: “Sólo una

aproximación…”. No debería sorprendernos, y mucho menos atormentarnos, la

fugacidad del amor humano. Enamorarse es prender una vela que, tarde o

temprano, se extinguirá. Pero, mientras dura, ilumina y nos aleja de la razón, la

gran enemiga de la duda. Enamorarse es intrínseco a la naturaleza humana, al

igual que dormir o alimentarse. No debemos avergonzarnos jamás por

experimentar lo que es inherente a la condición de la mujer y del hombre. Otra

cuestión es que el ser humano, en su ignorancia, le quiera otorgar un carácter

sagrado, que jamás ha tenido, como no lo tienen las funciones de imaginar,

reflexionar, reír o llorar. Y animó a Jasón a “confiar”, aunque su amor por Ruth

fuera imposible… “Lo imposible –sentenció– es, justamente, lo verdadero.”

En uno de sus retiros, Jesús tomó una decisión: “Renuncio a mi poder”. Y

le explicó a Jasón, en otra “aproximación a la realidad”.

Jesús de Nazaret, un Dios Creador, optó por prescindir de su poder.

El Maestro era un Dios. Exactamente, un hombre que fue capaz de

“identificarse” con la “chispa”, o fracción divina. Ahora, en vida, Él era hombre y

“nitzutz”, reunidos en un todo, un Hombre-Dios. Pues bien, aunque escape a

nuestra comprensión, esa parte divina, esa naturaleza “no humana”, continuaba

disfrutando del poder, entendiendo como tal la capacidad de crear y sostener.

Él, según explicó, era el Creador de un universo; uno de los muchos que

configuran la “parte visible” de la Gran Creación del Padre. Y como tal, como

Dios Creador, el Maestro disponía de una inmensa “fuerza”, capaz de

resucitarse y de devolver a la vida a los muertos, entre otros prodigios.

En esa colina –insistió– tomó la firme decisión de no hacer uso de ese

inmenso poder. Dicha opción afectaba a tres grandes capítulos. A saber:

renunciaba a su “gente”, a los prodigios, propiamente dichos, y a su defensa

personal.

Jasón preguntó, obviamente, pero, a pesar de la buena voluntad y de la

generosidad de Jesús, la “realidad” de la que hablaba se escurría como el agua

Page 158: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

163

entre los dedos. Aún así, Jasón se arriesgó a escribir lo que dio de sí su

entendimiento.

¿Quién era su “gente”? ¿Eran ángeles? ¿Quizá los seres que pilotaban?

¿Las “luces” que aparecían en los cielos? Eran criaturas, sin más, a las que no

pudo comprender (no mientras permaneciera en el tiempo y en el espacio), y

que fueron creadas por Él. Mejor dicho, “imaginadas”…

Eran incontables. No eran guerreros, como la pobre mente humana ha

llegado a suponer. Eran seres “nacidos” en la perfección, no materiales, que se

hallaban a su servicio. Desarrollaban las más asombrosas tareas: desde las

“comunicaciones” hasta el “transporte” de la vida, pasando por la “vigilancia”

de las criaturas mortales, su “despertar” tras la muerte, y otras funciones que

escaparon a la comprensión de Jasón. Entre esa fantástica “gente” había que

contabilizar a los “K”…

Esa “gente” sabía, perfectamente, de la encarnación de su Dios Creador y

Señor. Jamás lo mencionó, pero Jasón supo que siempre estuvieron con Él:

desde la concepción hasta después de su muerte.

Una sola palabra suya, una orden, y esas “legiones de ángeles” habrían

actuado. Algo le dijo a Pedro en el huerto de Getsemaní, cuando iba a ser

prendido en la madrugada de aquel viernes 7 de abril del año 30: “¡Pedro,

envaina tu espada!... ¿No comprendéis que es la voluntad de mi Padre que beba

esta copa?... ¿No sabéis que ahora mismo podría mandar a decenas de legiones

de ángeles…, que me liberarían de las manos de los hombres?”.

Jasón lo vio decidido. Pero entonces, ¿qué debía pensar sobre los milagros

que, supuestamente, le atribuían? ¿Qué decir de Caná? ¿El agua se convirtió en

vino? ¿Caminó sobre las aguas del “yam”? ¿Regaló la vista a los ciegos de

nacimiento? ¿Fue obra del Padre o de Él?

Jesús sabía de todas estas dudas, pero guardó un cerrado silencio.

Convenía que Jasón lo descubriera por sí mismo.

Por último, el Galileo se negó a utilizar su poder en beneficio de su

integridad física.

Page 159: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

164

Habló de la violencia. Él la rechazaba, pero Jasón no imaginaba hasta qué

extremo. Jamás se defendería, ni siquiera cuando le asistiera la razón. Cuidaría

de su cuerpo, obviamente, y trataría de no correr peligros innecesarios, pero –

insistió– no acudiría a su poder para librarse del dolor, o para satisfacer sus

necesidades básicas. No emplearía su capacidad creadora para favorecerse. Y lo

cumplió: auxilió a muchos, pero Él se olvidó de sí mismo.

Jasón tembló al pensar en algún accidente. El Maestro sonrió e intentó

tranquilizarlo: “No te alarmes. Nada se mueve sin el consentimiento del

Padre…”. Ese domingo 27 de enero del año 26 de nuestra era, el Hijo del

Hombre ya sabía cuál era su Destino. Lo supo durante uno de los retiros. Lo supo

cuatro años y sesenta y seis días antes de su crucifixión.

“Renuncio a mi poder…”

El lunes 28, el Maestro le comunicó a Jasón un cambio de planes. Durante

unos días suspendería sus visitas a la colina, y trabajaría con los “felah”, los

campesinos al servicio del jeque de Beit Ids. Recogería aceitunas. Era el final de

la campaña y una buena forma de agradecer la hospitalidad de Yafé.

Jasón continuó muy interesado en saber más acerca del Padre.

“Entiendo que desees conocer al Padre… Es la aspiración de todo hijo del

tiempo y del espacio, pero eso llegará… en su momento. No ahora. Vives en la

materia y en la imperfección, vives en el tiempo y, en consecuencia, no es

posible que el Padre pueda manifestarse tal y como es. Es Él quien acepta

manifestarse en la conciencia humana y sólo así puedes alcanzar una

comprensión –limitadísima– de lo No Limitado…”

“Ahora –prosiguió el Maestro–, en estos momentos, la naturaleza

humana no puede aventurarse en la Divinidad. No está preparada. Aunque

accediera a tus deseos, las palabras me cortarían el paso. No puedo darte

detalles sobre el Padre porque tu mente es humana y Él, en cambio, no lo es… Y

te diré más. Si el Padre se presentara ante ti, ahora mismo, y en toda su gloria,

quedarías anulado… Si Él, ahora, apareciera ante ti, y con su verdadera luz, no

desearías continuar. Es tal su grandeza que caerías en la Unidad y tu yo se

Page 160: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

165

extinguiría. Sencillamente, ‘mal´ak’, renunciarías a tu propia evolución. Es por

ello que debes ser paciente. Él se presentará ante ti cuando estés preparado.”

Jesús sonrió con benevolencia, tomó una de las brasas y la alzó agitándola

en el aire. El fuego se animó y se hizo más rojo. Entonces comentó: “Si tú eres

capaz de explicarle al fuego quién soy yo, entonces, querido amigo, yo te

explicaré quien es el Padre…”.

“No temas, lo importante, por ahora, es que sepas, y que sepas transmitir

que Él te habita.”

Y repitió, consciente de la importancia de sus palabras: “Que sepas, y que

sepas transmitir que Él te habita…”.

“Y una vez instalada en la mente del niño –continuó Jasón–, ¿qué

sucede?”

“Otro prodigio. El buen Dios, el Padre, tan lejano para la criatura humana,

abandona el Paraíso y se hace socio de lo más humilde y de lo más primitivo de

su creación material. Es el misterio de los misterios. Ni los ángeles saben cómo

se produce ese descenso. Él se fracciona y se presenta en la mente humana.

Dios en tu interior y como garantía de que será eterno. La chispa es la promesa

del Padre de que, algún día, serás inmensamente feliz. Será esa presencia

divina, tan real como este fuego que nos calienta, la que te empujará,

constantemente, a buscarlo, a saber de Él, a querer ser como Él… La chispa, una

vez en ti, prende la llama de la necesidad.”

“La necesidad de saber quién eres, por qué estás en la vida y qué te

espera después de la muerte. La necesidad y el anhelo de hallarlo.”

“¡Dios en mi interior! No puedo hacerme a la idea…”, murmuró Jasón.

“Sí, el Padre en tu interior y no diluido…”

“Dios, Ab-bá, y en estado puro…”, continuó murmurando Jasón.

“Así es, querido ‘mal´ak’. El Padre, fraccionado, pero no condicionado. El

Padre, sin mezclas. Dios mismo. Tal cual. Él y sólo Él…”

Page 161: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

166

“Segundo gran prodigio, igualmente notable… Al instalarse en tu interior,

la presencia del Padre, de la chispa, provoca el nacimiento de una criatura

bellísima que, poco a poco, muy lentamente, irá despertando. Esa criatura es el

vaso sagrado en el que cuajará la auténtica personalidad, tu yo. Una criatura

inmortal…”

Jasón sabía que Jesús se refería a la “nishmah”, el alma.

“… Mente más chispa = alma”, comentó Jasón.

La simplificación no le disgustó al Maestro. Era válida, pero recordó que

no olvidara que era una aproximación a la verdad.

“¿Cómo funciona la chispa? ¿Cuál es su cometido?”

“Prepararte para la verdadera vida… No te confundas: prepararte para la

que es, y será, tu auténtica realidad…”

“¿Te refieres a la vida después de la muerte?”

“Exacto. La chispa no se ocupa de los problemas que te salen al paso en

esta existencia. Los conoce y puede aconsejarte sobre el particular, pero su

misión es otra: ajustar tu mente humana a lo que verdaderamente interesa, a la

vida que te aguarda, a la vida eterna. Es decir: ella te prepara, te dirige e intenta

mostrarte tu destino final, la verdadera vida que te espera. Ella es un piloto.

Dios hace tan bien las cosas que, mucho antes de que ingreses en la eternidad,

ya te está preparando para ello.”

“Veamos si te he entendido. Dios llega a mi interior y capacita a mi joven

alma para que ascienda y siguiendo, justamente, el mismo camino que ha

tomado el Padre en su descenso desde el Paraíso. ¿Correcto?”

“Correctísimo, ‘mal´ak’.”

“Él baja y yo subo.”

“Correctísimo. Y llegará el momento, no olvides que mis palabras son una

aproximación a la verdad, en que ambos, la chispa y tú, seréis una sola criatura.

Os fusionaréis. Dios y el alma humana inmortal. Una sola cosa. La divinización

de lo más bajo y de lo último…”

Page 162: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

167

“Y eso, ¿cuándo ocurre? ¿Quizá en esta vida?”

“Muy pocos lo logran en esta existencia. Es después de la muerte cuando

se produce el ansiado encuentro: Él (Dios) y tú, al fin.”

“¿Para siempre?”

“’Siempre’ sólo existe en tu mente. En el reino de mi Padre no hay

tiempo. No hables, por tanto, de ‘siempre’...”

“La chispa ajusta tu pensamiento y lo moldea y lo dirige hacia lo bello,

hacia lo sabio, hacia lo misericordioso y hacia el servicio a tus semejantes. Ella

consigue el gran prodigio: termina borrando el miedo de tu mente, y tu alma

empieza a conocer la paz, la verdadera paz espiritual. Es la chispa la que te

proporciona la tranquilidad y la seguridad. Ella te muestra el camino. Ella te

hace la gran revelación: eres hijo de un Dios.”

“¿Es la voz de la conciencia?”

“No. Resulta difícil que llegues a oír la voz de la chispa. Se confunde en la

confusión de tu mente. A veces, sí, puedes descubrirla. Es como un eco lejano…”

“Entonces, casi nadie es consciente de la presencia de ese fragmento

divino…”

“El Padre es tan bondadoso, tan respetuoso, que camina de puntillas en

tu interior. Por eso, casi nadie sabe… He aquí otra de las razones por las que he

venido al mundo: para gritar que no estáis solos ni abandonados. Él reside en

nosotros y garantiza la inmortalidad y la felicidad futuras. Estoy aquí, querido

mensajero, para despertar al mundo. Cuando llegue el momento, regresa y

transmite lo que te estoy revelando.”

“Hablas también de la mente. ¿Qué es?”

“Una criatura prestada. Desaparece con la muerte.”

“¿Y qué gana el Padre instalándose en el interior de los seres humanos?”

“Recuerda que es ‘el misterio de los misterios’. Dios, Ab-bá, no está

capacitado para el mal. Su conocimiento de las cosas es absoluto y

preexistencial. Pero nada sustituye a la experiencia directa. Y eso es lo que hace

Page 163: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

168

el Padre: desciende hasta lo más bajo y vive, por sí mismo, cada aventura en la

materia. Vive contigo (y no es una metáfora) tus soledades, tus errores, tus

alegrías, tus lágrimas, tus dudas, tus odios, tus humillaciones, tus riquezas y tus

pobrezas, tus ansiedades, tus enfermedades, tu ignorancia, tu cobardía o tu

valor, tu generosidad o tu servicio a los demás… Él está ahí, casi desde el

principio, y vive contigo, en silencio. Él te regala la inmortalidad, y tú, a cambio,

lo ayudas a experimentar directamente…”

“Pero ése es un acto de humillación…”

“Lo es, querido ‘mal´ak’, lo más grande se humilla. Dios ‘crece’ en

dirección al hombre y éste ‘crece’ en dirección al Número Uno. Ambos se

benefician, ¿no crees?”

“¿Qué dices de los animales? ¿También disfrutan de la chispa divina?”

“No. Los animales pueden expresar emociones, pero no son capaces de

transmitir ideas, ni tampoco ideales. Ellos no sienten la necesidad de buscar a

Dios, ni se hacen preguntas al respecto. La chispa es un regalo del Padre, pero

sólo para el ser humano. Los ángeles, por ejemplo, si pudieran sentir la envidia,

os envidiarían por algo así.”

“¿Qué sucedería si el hombre dejara de recibir la chispa?”

“Eso no figura en los planes del Padre…”

“Pero, imagina…”

“La humanidad retrocedería. De la noche a la mañana quedaríamos sin la

necesidad de experimentar la belleza, la generosidad y la bondad. Todo eso le

ha sido dado al mundo por la presencia del Padre en cada uno de nosotros. Ésa,

como te digo, es la función de la ‘nitzutz’… ¿No has comprendido? La belleza

está en ti, físicamente, aunque no seas consciente de ello. Y así será para

‘siempre’…”

“¿Y cómo hago para prestarle mayor atención?”

“Te lo he dicho, y me oirás repetirlo infinidad de veces: deja que se haga

la voluntad del Padre, abandónate en sus manos, acurrúcate en la chispa. Ella

Page 164: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

169

hará el resto. Acepta que eres un hijo de Dios y que nada cambiará esa realidad-

regalo. La chispa, entonces, trabajará, y tú percibirás el cambio, poco a poco. El

miedo, como te decía, desaparecerá. Ya no te acobardarán las dificultades, ni

concederás tanta importancia a las angustias propias de la vida en la materia. El

dolor y el sufrimiento llegarán, pero no te derribarán. La vejez no te asustará.

Nada podrá ya atemorizarte. Serás libre, al fin. Estarás en el camino del reino…”

Así terminó aquella inolvidable conversación sobre la presencia del Padre

en el interior del ser humano: la chispa.

Conversación acerca del matrimonio

“El matrimonio no fue inventado por el hombre… El matrimonio es una

opción legítima, a la que yo tengo derecho… Pero, siempre me someteré a la

voluntad del Padre. Podría haber optado por el camino del matrimonio, y ello

no hubiera oscurecido mi trabajo, pero decidí oír a los que saben más que yo…”

“Aun no siendo una creación del hombre, el matrimonio no tiene carácter

sagrado… Es el hombre quien, una vez más, ha enredado a Dios en sus asuntos.

El matrimonio es un acuerdo entre dos partes. Y debe ser formalizado desde el

amor… Pero, insisto, eso no lo hace divino…”

“Entonces, si se rompe…”

“No mezcles a Dios en los negocios puramente materiales. Él está para

cosas más importantes. Si el matrimonio fuera sagrado, querido ‘mal´ak’, lo

sería en la materia y también lo sería en el reino espiritual de mi Padre. Allí, sin

embargo, no existe el matrimonio, tal y como lo interpretáis en la Tierra.”

Acerca del alma

Jesús habló de la belleza de esta criatura, que muchos confunden con la

chispa.

Page 165: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

170

“Nada tiene que ver la una con la otra –afirmó–, pero el alma no podría

ser sin la chispa. La ‘nishmah’ es hija de la mente y de la chispa divina y, por

tanto, doblemente bella. Su naturaleza –explicó con dificultad– no es material,

pero tampoco espiritual, al ciento por ciento.”

“No comprendo, Señor…”

“Es lógico. Es otra de las maravillas del Padre, a las que te irás

acostumbrando cuando pases al otro lado, como dice Eliseo.”

“Ni material ni espiritual…”

Jesús asintió con la cabeza y sonrió, pícaro.

“Una criatura doblemente bella…”

“Así es. La ‘nishmah’ eres tú, realmente… Mejor dicho, lo serás… Ahora,

en vida, va llenándose como una copa.”

“Se llena, ¿de qué?”

“De todas y cada una de tus experiencias. Eso la hace crecer. Ése es su

cometido: crecer desde dentro y hacia adentro. La ‘nishmah’ nace y vive para

alcanzar la perfección, aunque no aquí. Es un principio sin fin. Ella está

destinada a la eternidad. Ella, poco a poco, irá descubriendo quién es y cuál es

su futuro. Ella intuye que está creada para algo muy grande: la fusión con Dios,

con la chispa… pero dale tiempo. Conviene que digiera las experiencias como un

niño, masticándolas. Más aún: conviene que no sepa demasiado… Si lo supiera

todo, de golpe, escaparía… Todo está ordenado, y para bien… Mejor dicho, para

tu bien.”

“Es bueno que sepas que la ‘nishmah’ es una criatura real y que es de tu

posesión. Es el regalo del Padre cuando te imagina y apareces. Vive, por tanto, y

hazlo de acuerdo con la cordura. Eso es todo… Vive lo bueno y lo malo. ¡Vive! De

eso se trata. La experiencia en la carne es única… La ‘nishmah’ lo guarda todo

pero, especialmente, aliméntala con la imaginación. Sueña cuando puedas. Los

sueños son su debilidad. Los sueños la hacen crecer. En cada sueño se esconde

una perla y tú debes hallarla…”

Page 166: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

171

Jasón recordó lo que defendían los viejos alquimistas: “somnia dea missa”

(“los sueños son mensajes de Dios”).

“… La perla del sueño es el símbolo de la ‘nishmah’… Imagina cuanto

puedas y ella, el alma, se llenará de paz. Vive más el que sueña.”

El mundo de los símbolos

“Dios, el Padre, es el primero que echa mano de los símbolos. Fueron

imaginados por la Divinidad para contribuir al desarrollo espiritual del hombre.

Los símbolos son los escalones por los que desciende la Divinidad. No temas,

querido mensajero, que no te asusten. Obsérvalos como otra de las siembras

del Padre. Ellos te tomarán de la mano y te aproximarán a Él. Ellos te abrirán un

horizonte que niegan a la razón… Ellos, los símbolos, ampliarán tu conciencia y

te darán medida de lo que no tiene medida…”

“La conciencia…”, musitó Jasón.

“Sí, la conciencia, esa lenta y progresiva carrera hacia ti mismo.

¿Recuerdas?: el trabajo del alma… Sí –continuó el Maestro–, la finalidad del

símbolo es crear conciencia en las criaturas materiales. Conciencia de lo

inefable. Deja la razón a un lado… No te sirve en el viaje de la intuición… La

razón se estrella cuando pretende analizar y fragmentar el símbolo…”

“Así que el símbolo, si no he comprendido mal, es otra de las categorías

de lo invisible…”

El Galileo sonrió, satisfecho. Algo había captado su amigo Jasón…

“Te lo he dicho: ellos, los símbolos, llevan directamente a las

profundidades de la Divinidad… Ellos alejan y acercan, según… Ellos te

aproximarán a Él y te alejarán de ti… Ellos son un puente, pero sólo podrás

cruzarlo de la mano de la intuición… Presiéntelos. Sólo así serán símbolos vivos.

Si el símbolo no te transmite es que está por nacer…”

Page 167: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

172

“… Los símbolos, sobre todo, están ahí para que lo presientas a Él… Los

símbolos te llevarán más allá de las palabras… Te conducirán allí donde desea el

Espíritu, tu chispa…”

Jasón recordó una cita de Jung: “El símbolo remite más allá de sí mismo,

hacia un más allá inasible, oscuramente presentido, que ninguna palabra podría

expresar de forma satisfactoria”.

“… Fíjate en el arte… Se alimenta del símbolo…”

Jasón estaba de acuerdo. Es la simbología lo que hace innovador al arte.

“… Y volvemos a la imaginación, querido ‘mal´ak’…, a la necesidad de

soñar despierto, a la búsqueda de la perla del sueño, ¿recuerdas?”

“… ¿Qué crees que había antes de la creación? Imaginación… Antes de la

materia estaba el Pensamiento, el Símbolo por excelencia… Todo existía antes

de ser, y lo hacía en la mente del Padre. Lo que puedas imaginar ya fue…”

“¿Quieres decir que nada de lo que imagine el ser humano es nuevo?”

“Nada. Todo fue, pero está bien: debes utilizar la imaginación para ser

como Él… Te lo dije: la imaginación es el único camino. Cuanto más crezcas en

ese sentido, cuanto más imagines, cuánto más sueñes, cuanto más te empeñes

en la búsqueda de la perla, menos necesitarás la realidad… ¿Te gustaría vivir

otra realidad?”

“Naturalmente…”, contestó Jasón.

“Pues imagina, sueña despierto y esta realidad que ahora te rodea se

diluirá…”

Sonrió, feliz, y recordó algo que repetiría hasta la saciedad: “El reino del

Padre es otra realidad. He venido al mundo para recordarlo. Prepárate, pues,

imaginando. Utiliza los símbolos. Él los deja caer intencionadamente. No

analices. Siente. Estás aquí para experimentar la vida y el tiempo. Dios quiere

que pienses, sí, pero, especialmente, que sientas… Los símbolos te ayudarán a

descifrar las oscuridades de la vida. Ellos revelan, velando, y velan, desvelando…

Ellos son la explosión del Uno hacia el Todo… Ellos son la puerta del reino que te

Page 168: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

173

estoy ofreciendo… Y después, cuando abandones la materia, tú serás un

símbolo…”.

Tenía toda la razón. ¿Qué sería del mundo sin la simbología? Ellos nos

ayudan a iluminar el Destino, y en definitiva, son la llave que abre la mente a lo

desconocido. Jasón estaba de acuerdo con el Maestro: un mundo sin símbolos

sería irrespirable…

Y en esos momentos, avanzada ya la noche cruzó ante ellos una araña de

regulares dimensiones. Jesús, al verla a sus pies, guardó silencio. Marchaba

tranquila, luciendo aquel “emblema” en lo alto: presentaba en la espalda una

pequeña cruz blanquecina de unos 20 milímetros. Popularmente se la conocía

por dicho “emblema”: la araña de la cruz. ¿Casualidad? “Él, el Padre, deja caer

los símbolos intencionadamente.” Ese fue el final de la conversación.

Faltaban cuatro años y dos meses para aquel fatídico 7 de abril del año 30

de nuestra era, fecha de la crucifixión del Galileo.

Y el 20 de ese mes de febrero, miércoles, el Maestro, al retornar a la

cueva, anunció el final de la estancia en Beit Ids. Su “trabajo” –dijo– había

concluido. Había llegado el final de aquel período de reflexión y de intensa

comunicación con su chispa, con el buen Dios.

Mientras cenaban, Jesús profundizó en “su plan de trabajo”. Diseñó lo que

podríamos denominar las líneas maestras de su inminente vida de predicación.

Tomó decisiones de acuerdo con su Padre Azul.

Aseguró que su vida en la Tierra había llegado a su fin. En agosto de ese

año cumpliría 32 años.

“Ahora mismo podría volver con mi Padre. Mi trabajo está terminado. He

recuperado la soberanía de mi universo… Me encarné en este mundo para

experimentar, como vosotros, y eso está satisfecho… Pero no será así. He

tomado la decisión de regresar al mundo y apurar mi vida en la carne. Será

como Él quiera…” Y pronunció con un especial énfasis: “Mi voluntad es que se

cumpla la voluntad del Padre”.

Page 169: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

174

Jesús, en esos momentos, era plenamente consciente de su naturaleza

divina y, en consecuencia, de su inmenso poder. Era un Dios. Mejor dicho, un

Hombre-Dios. Si lo deseaba, podía alterar las leyes de la naturaleza. Sin

embargo, se propuso no utilizar ese poder, salvo que fuera deseo del Padre.

Sencillamente, renunció a los prodigios. Él sabía bien que el pueblo judío lo

aclamaría, y lo seguiría, si le proporcionaba señales y si daba muestras de su

poder. Pero no. Él deseaba atraer a las gentes por su palabra. Deseaba

convencer, no vencer. Su trabajo era revelar al Padre y lo haría de la forma más

sencilla y, a ser posible, de acuerdo con lo natural.

Explicó a Jasón que, a pesar de su firme decisión de no hacer milagros, su

“gente”, sus ángeles, por simplificar, sí estaban capacitados para llevar a cabo

obras así. Si era deseo del Padre, su “gente” podía hacer el prodigio, al margen,

incluso, de la voluntad del Maestro. Bastaba con que el Hijo del Hombre lo

desease. Era suficiente con que el Galileo sintiera piedad o misericordia. Si se

registraban esos sentimientos, y si era la voluntad de Ab-bá, su “gente” hacía el

resto y se producía el milagro. Y decidió ser fiel al devenir de la naturaleza y del

Destino.

En la colina estudió qué hacer a la hora de alimentarse o autoprotegerse.

Podía convertir las piedras en pan o volar por los aires si ése era su deseo.

Hubiera podido impedir su trágico final en la carne, pero optó por no

beneficiarse de dicho poder. Era cierto: ayudó a muchos, pero no se ayudó a sí

mismo… Sería un hombre más, y siempre sujeto a la voluntad de su Padre. Él

debía preocuparse, no de su seguridad, sino de algo más sublime: despertar al

mundo a la realidad de otra realidad…

Anunció que no se ocuparía de los asuntos terrenales. Él era un enviado

de los cielos, y para revelar asuntos espirituales. Prescindiría de la política, no

entraría en problemas sociales o económicos. No era su cometido. Él no había

venido para cambiar el orden del mundo. Él traía la esperanza y el “recambio”

espiritual. Él sabía muy bien que no era el Mesías esperado y pregonado por los

profetas.

Page 170: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

175

Jesús aceptó que su trabajo no sería fácil. Recordó la imagen de la araña

de la cruz. Pero estaba dispuesto: bebería el cáliz si ésa era la voluntad del

Padre… Regresaría a la Galilea y aguardaría su hora calladamente.

Otra decisión fue que no predicaría al mismo tiempo que su primo lejano,

Yehohanan, el Anunciador (conocido como Juan el Bautista). Esperaría. Dijo que

conocía su Destino y su trágico final.

Una síntesis de esos treinta y nueve días en las colinas sería la siguiente:

1. Jesús de Nazaret no ayunó. No era ésa su intención.

2. No se retiró al desierto, como aseguran los evangelistas.

3. No fue tentado por el diablo.

4. Planificó lo que debería ser su vida pública e hizo “At-attah-ani”.

5. Inició la construcción de un barco de ocho metros, llamado “Faq” (“Despertar”),

para el sheikh de los badu de Beit Ids.

6. Cosechó su primer fracaso y fue acusado de blasfemo, cuando, durante la cena

que ofreció el sheikh en su honor, Jesús habló de su Padre Celestial.

7. No fue alimentado por ángeles.

8. Su “gente” (alrededor de 72.000 criaturas celestes) permaneció con Él día y

noche. Y así fue hasta el final de sus días.

Llevó a cabo –sin querer– dos prodigios: en un joven negro, Aru, que

conoció en el ”kan” de su amigo Assi, el médico esenio, que estaba encadenado

a su choza por una enfermedad mental que lo hacía muy violento y peligroso. Y

en un niño mestizo y “mamzer” (bastardo), quien sufría serios problemas de

salud y que fue brutalmente golpeado y quemado por un grupo de bandidos. Su

nombre era Ajasdarpan. Ambos fueron totalmente sanados.

El viernes 22, al despertar, Jesús ya no estaba en la cueva. Jasón, al

prepararse para salir hacia el río para su aseo, oyó voces… Voces familiares.

Eran las de Juan y Santiago Zebedeo, entre otras. También reconoció la voz de

su compañero Eliseo. Jasón decidió esconderse en la cueva, suponiendo que

estaban buscando al Galileo.

Page 171: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

176

Los hermanos Zebedeo trataban de hallar a Jesús para averiguar lo

acaecido en el bautismo, en el Artal. Era lo que imaginaba Jasón. La noticia de

los hechos extraordinarios registrados ese 14 de enero, y de los que fueron

testigos Yehohanan, Santiago y Judá, los hermanos carnales del Maestro, y

Jasón, se propagó rápidamente. Alguien, en Omega, entre los discípulos del

Bautista, pudo aclarar que el Hijo del Hombre se había dirigido hacia el este. Y

los Zebedeo se dedicaron a peinar la zona, llegando, finalmente, a Beit Ids.

Pasaron por la cueva, pero al pensar que estaba deshabitada, siguieron su

camino, probablemente hacia la aldea de El Havi.

Jasón decidió ir en busca del Maestro, al lugar en el cual el sheikh había

instalado su pequeño astillero a fin de que el Maestro cumpliera con su gran

sueño: la construcción de su barco. Al llegar al lugar, le informaron que el rabí

no se encontraba, que pasó por allí y se despidió prometiendo volver. Jasón,

entonces, decidió ir a buscarlo a la colina. Y allí lo encontró, pero decidió no

molestarlo. Más tarde, volvió al astillero y allí encontró a Jesús. Y allí, también,

pasaron la última noche.

El sábado 23 de febrero, el Maestro despertó a Jasón al amanecer,

susurrándole suavemente: “¡Vamos, ‘mal´ak’…! ¡Despertemos al mundo!...”.

Llevaba el pelo recogido en la habitual cola y una cinta blanca, de lana,

alrededor de la cabeza. Eso significaba que Jesús se disponía a caminar y

durante un tiempo considerable. Él se adelantó y siguió caminando en solitario,

con sus zancadas largas y decididas. Aquella era otra “señal”: cuando deseaba

estar solo, el Maestro tenía por costumbre distanciarse unos metros. Jasón lo

respetó, naturalmente. Era sólo un observador…

Tomó el camino de Pella, rodearon la ciudad y fueron descendiendo hacia

el valle del Jordán. El Maestro respiraba optimismo. Parecía querer comerse el

mundo. Buscó la margen derecha del río Artal y fueron hacia el campamento de

Yehohanan.

“¡Mirad al Hijo de Dios, el Libertador del mundo!...”

“… ¡De éste es de quien he dicho: tras de mí vendrá el elegido que fue

antes que yo…!”

Page 172: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

177

Jesús oía impasible. Y Jasón se preguntó ¿quién era el que gritaba? Aquel

no era el estilo de Yehohanan. Aquella lucidez no era propia de él.

“… ¡Por esta causa he salido del desierto!... ¡Para predicar el

arrepentimiento y para bautizar con agua!”

“¡Se aproxima el reino del cielo!... ¡Aquí lo tenéis!”

Y señaló a Jesús. Después siguió con su extraña lucidez: “¡Ya viene aquél

que os bautizará con el Espíritu de la Verdad!...”.

El Maestro aparecía tranquilo y dejó que hablara.

“¡Yo he visto al Espíritu descender sobre este Hombre y he oído la voz de

Dios, que decía: ‘¡Éste es mi hijo muy amado de quien estoy complacido!’…”

Ése no era el Yehohanan que Jasón había conocido. Concluido el anuncio,

el Bautista regresó al “guilgal” (círculo de piedra). Nadie dijo nada. Jesús, en

silencio, fue a reunirse con Yehohanan y sus íntimos y se sentó cerca del

Bautista. Allí estaban Andrés y su hermano Simón (más tarde Pedro) y también

Judas, el Iscariote. Todos se miraban unos a otros, pero nadie hablaba. Fue un

momento tenso. Algunos de los discípulos del Bautista, los llamados “justos”,

bajaron las cabezas. Otros mantuvieron la mirada sobre el Hijo del Hombre.

Eran miradas acusadoras. ¿Qué había pasado?

Fue Jesús de Nazaret quien puso final a la tensa escena. Sin decir una

palabra, se levantó, cargó el petate y salió del “guilgal”. El Maestro caminó

despacio entre los “davidia”, aquellos bellos árboles que lucían miles de flores

blancas colgantes. Parecía buscar un lugar en el que descansar o pasar la noche.

Jasón fue tras Él, atento. De pronto Jesús se detuvo, al pie de uno de los

frondosos árboles y anudó el saco de viaje a una de las ramas.

En eso, alguien se acercó hasta Él. Llevaba prisa. Era Andrés, que se puso a

conversar con el Galileo. El Maestro, en uno de sus típicos gestos, terminó

depositando las manos sobre los hombros del hermano de Simón. Andrés bajó

la cabeza. Luego fueron hacia el “guilgal”.

Page 173: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

178

Jasón se interesó por lo que ocurrió después de su partida de Omega, en

aquel histórico 14 de enero, día del bautismo de Jesús. ¿Por qué tanta frialdad

cuando apareció el Maestro?

Abner, el más cercano al Bautista, hizo un resumen de la situación. A raíz

de los portentosos sucesos registrados en el río Artal en dicho 14 de enero, las

noticias sobre voces celestes y lluvias de color azul se propagaron en todas

direcciones. Y muchos acudieron al meandro Omega, con la esperanza de ver y

de oír al responsable de tales maravillas.

PRIMEROS DISCÍPULOS

Pero ese supuesto Mesías no se hallaba en el lugar y las noticias

terminaron desvaneciéndose. “Y perdimos otra magnífica oportunidad –aseguró

Abner–. Todo estaba a nuestro favor… Yehohanan sólo tenía que levantarse en

armas. El pueblo lo hubiera seguido…” Abner tenía razón, en parte. Yehohanan

no hubiera tenido problemas a la hora de encabezar una sublevación contra los

invasores, los “kittim” o romanos. Pero el vidente se echó atrás, y decidió

esperar el retorno de su pariente. Esto encendió la polémica entre los suyos y

entre sus seguidores. Él era el verdadero Mesías. No tenían por qué aguardar al

tal Jesús, ni a nadie. El nuevo reino era un asunto de poder, de poder y de

poder…

Fue en esos días cuando se presentó en el bosque una nueva

representación de los sacerdotes de Jerusalén. Llegaron con toda su pompa,

convencidos de que el vidente era un loco o un iluminado. Y preguntaron a

Yehohanan si era Elías, si era el Mesías del que hablaban las Escrituras. El

Bautista respondió que no, aclarando: “Yo os digo que si bien bautizo con agua,

algún día regresará aquel que lo haga con el Espíritu de la Verdad…”.

“Y los malditos sacerdotes y fariseos regresaron a la Ciudad Santa, pero

no comprendieron… Y nosotros tampoco.”

Page 174: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

179

Aquellos treinta y nueve días en Beit Ids destaparon algo inevitable: una

parte de los íntimos de Yehohanan rechazó al Maestro, incluso sin haberlo visto

y sin saber de su mensaje. Jesús de Nazaret se convirtió en el enemigo de su

líder. Por eso, al verlo sentado en el “guilgal”, lo despreciaron. Era un conflicto

que, tarde o temprano, tenía que estallar. Otros discípulos, los menos, echaron

en cara al vidente que no hiciera milagros. La noticia sobre la curación milagrosa

del niño mestizo en Beit Ids llegó hasta Omega, pero fue situada,

equivocadamente, en Pella. Yehohanan se mantuvo en silencio, dejó de bautizar

y entró en un estado de mutismo. Y se produjo un grave cisma entre los

seguidores del Bautista.

Hacia la hora décima (cuatro de la tarde), Jasón vio aparecer a Jasús y al

bueno y dulce Andrés. No se acercó al círculo de piedra y continuó hasta el

centro del bosque y se reunió con Jasón. Andrés estaba feliz. Sonreía por

cualquier cosa. Jesús extrajo del petate lo que sería la cena: carne salada,

nueces peladas, aceitunas en salmuera, dátiles de Jericó y pan negro. Andrés

aclaró que el Maestro se había ocupado personalmente de la compra, en la

ciudad de Pella. Y la pagó con su dinero.

Mientras Jasón y Andrés se ocupaban del fuego para la cena, Jesús tomó

su túnica de recambio y se dirigió al Artal. Ésa era otra de sus costumbres.

Andrés conocía a Jesús de tiempo atrás. Aunque nacido en Nahum

(Capernaum), el hermano de Simón residía desde hacía años en la pequeña

aldea de Saidan, el barrio pesquero de Nahum. Llegaron a trabajar juntos en el

astillero de los Zebedeo y coincidieron más de una vez en el “yam”, a la hora de

pescar.

“Siempre me llamó la atención aquel Hombre –resumió Andrés–. Yo sabía

que era especial…”

Andrés vivía en la casa de Simón. En esos momentos era soltero. Tenía

madre y tres hermanas. El padre había fallecido años atrás.

Camino de Omega, no pudo contenerse y manifestó al Maestro: “Te he

observado durante tiempo –dijo– y sé que eres alguien muy especial… Aunque

no entiendo lo que dices, me gustaría estar a tu lado y aprender… Si lo permites,

Page 175: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

180

me sentaré a tus pies y aprenderé la verdad sobre ese nuevo reino del que

hablas…”.

“Jesús me dijo que sí, que me admitía como discípulo suyo…”

Y miró a Jasón atónito, como si el asunto no tuviera mayor importancia.

Jasón continuó con la preparación de la cena. Andrés no era consciente de lo

sucedido de regreso al meandro Omega. Se había convertido en el primer

apóstol del Hijo del Hombre. Eso tuvo lugar entre la nona y la décima (entre las

tres y las cuatro de la tarde), de aquél sábado 23 de febrero del año 26 de

nuestra era. Él no supo explicarlo, pero desde ese momento se sentía pleno y

feliz. Y supo transmitirlo. Cumplió 33 años al ser elegido apóstol. Era el más

viejo de los doce, también el más capaz, aunque negado para la oratoria. Su

oficio: pescador y constructor de barcos. Socio de Santiago y Juan Zebedeo.

Andrés confesó a Jasón que tenía un gran deseo. Su hermano Simón era

un buen hombre, algo torpe en sus decisiones, pero honrado y sincero. No lo

veía como discípulo del Bautista y pensó que sería bueno que siguiera sus pasos

y aceptara convertirse en el seguidor del Maestro.

Andrés dejó lo que tenía entre manos y se dirigió al “guilgal”. Conversó

con su hermano y le contó lo sucedido con Jesús. Simón no se mostró feliz con el

nombramiento de su hermano. Eran discípulos de Yehohanan. No debían

abandonarlo, eso era traición… Pero Andrés conocía a su hermano y sabía de

sus cambios de parecer. Y finalmente, previo aviso de abandonar el grupo junto

con su hermano, Simón se alejó del “guilgal”. Y al llegar junto a Andrés, le dijo:

“De acuerdo. ¿Dónde está tu Maestro? Hablaré con Él…”.

Jesús volvió del Artal con su túnica blanca y, relajado, se sentó junto al

fuego. Y cenaron en paz y en silencio. Finalizada la cena, Andrés se decidió a

hablar y dando un rodeo, terminó exponiendo que su hermano Simón estaría

encantado de poder entrar al servicio del Hijo el Hombre.

“Simón –le dijo Jesús–, eres un hombre entusiasta, pero no piensas

cuando hablas…”

Page 176: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

181

Simón se quedó con la boca abierta y los ojos azules fijos en los del

Maestro. Andrés asintió con la cabeza y Simón bajó la cara reconociendo que

aquel Hombre tenía razón.

“… Eso es peligroso para el trabajo que voy a encomendarte… Te

recomiendo que pienses lo que dices…”

Simón respondió como un autómata, moviendo la cabeza

afirmativamente. Pero no dijo nada.

“… Desde ahora te llamaré ‘piedra’…”

Jesús pronunció la palabra aramea “êben”, que podría traducirse por

“roca” o “piedra”. Estaba claro. Jesús lo aceptó y, de paso, demostró su finísimo

sentido del humor. Lo llamó “piedra”, justamente por su debilidad de carácter.

Y Pedro y Andrés, sobre todo el segundo, se esforzaron por preguntar a

Jesús cuanto les vino a la mente. (Tanto el Maestro, como el resto de los doce,

nunca llamaron a Simón por el nombre de “Pedro”, sino por el ya citado apodo:

Êben. Sin embargo, por razones de comodidad y de hacer más comprensible el

presente texto, Simón será llamado como se lo denomina en la actualidad:

Pedro o Simón Pedro.)

El Maestro hizo lo que pudo. Y aunque su lenguaje era claro y muy

didáctico, las alusiones a un Padre Azul sustitutivo del colérico Yavé iban más

allá de la comprensión de aquellos dos pescadores.

El Hijo del Hombre acababa de inaugurar unas enseñanzas que se

prolongarían durante meses y meses… Era el nacimiento de un grupo, un

hermoso grupo, con el proyecto de Jesús de revelar la verdadera cara del Padre

y la hermandad entre los seres humanos.

Hacia las dos de la madrugada, Jasón, insomne, vio una luz amarillenta

que oscilaba y se acercaba al “guilgal”. Pudo distinguir que se trataba de dos

hombres. Despertaron a los “justos” y los oyó hablar, algo alterados. Allí

estuvieron cerca de una hora, discutiendo. Yehohanan no participó. Y de pronto,

la discusión cesó y la antorcha se agitó nuevamente, dirigiéndose hacia la

hoguera que alumbraba a Jasón. Los “justos” se tumbaron otra vez dentro del

Page 177: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

182

círculo de piedra. Los dos hombres que se acercaron eran Juan y Santiago

Zebedeo, que acababan de retornar de las colinas de Beit Ids. Juan pasó la vista

por la escena. Y Santiago, tras él, intentó persuadirlo de algo: “Dejémoslo. Es

muy tarde… Mañana preguntaremos”.

Pero Juan no respondió y fijando sus negros ojos en el adormilado Pedro

con una chispa de ira, se inclinó sobre él y lo zarandeó sin miramientos. Pedro

despertó sobresaltado. Y el Zebedeo, sin más, le preguntó a quemarropa:

“Dime, ¿es cierto que ahora eres un discípulo de Jesús? ¡Responde! ¿Es cierto?”.

“No sé… Sí, lo soy…, pero, en realidad, fue mi hermano…”

Juan, entonces, se dirigió hacia Andrés y repitió la escena. Santiago se

acercó y pidió a Juan que se comportase. “Ésas no son maneras…”, le censuró.

Pero Juan Zebedeo no respondió y siguió con lo suyo. “¿Es cierto que ahora sois

sus descípulos? ¿Es cierto que habéis traicionado al vidente?”

“Así es: ahora somos sus discípulos…”, contestó fríamente Andrés, a la

primera pregunta. A la segunda, no se dignó a contestar al soberbio y engreído

Juan.

“¡Traidores! –bramaba–, ¡traidores!”

Entonces presa de la ira, se arrodilló frente al Maestro y, cuando se

disponía a zarandearlo, Jesús abrió los ojos. Juan se contuvo. El Maestro se

sentó reclinándose en la davidia. Observó a los presentes y guardó silencio. La

mirada lo penetraba todo y también al impulsivo Zebedeo. Éste percibió el

fuego de aquellos ojos color miel, casi siempre dulces y pacíficos pero, en

ocasiones, temibles. Juan, entonces, echando mano de la moderación, habló así:

“¿Cómo puede ser que hayas elegido a otros cuando nosotros te conocemos de

antiguo?... ¿Cómo es posible que, mientras mi hermano y yo te buscábamos en

las colinas, tú hayas seleccionado a Simón y a Andrés como los primeros

asociados para el nuevo reino?”.

El Maestro dejó que se calmara y cuando lo estimó oportuno, dirigiéndose

a Juan y a Santiago, preguntó: “Decidme: ¿quién os mandó buscar al Hijo del

Hombre cuando se hallaba ocupado en los asuntos de su Padre?”.

Page 178: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

183

Nadie replicó. Pero Juan volvió a la carga, dando toda clase de

explicaciones sobre su infructuosa búsqueda.

“Debéis aprender a buscar el nuevo reino en vuestros corazones… –

agregó el Maestro, dedicando una fugaz mirada a Jasón–,… y no en las colinas.

Lo que buscabais ya está en vuestro interior.”

Y aclaró el asunto de la selección de Andrés y Simón Pedro.

“Vosotros, en efecto, sois mis hermanos y no necesitáis que yo os elija…

ya estabais en el reino… Levantad el ánimo… Preparaos para ir a Galilea…

Mañana partiremos.”

“Pero, dime –insistió Juan–, ¿seremos mi hermano y yo iguales a Simón y

a Andrés? ¿Ocuparemos el mismo puesto en el nuevo reino?”

“Vosotros ya estabais conmigo, en el reino, antes de que éstos solicitaran

ser mis discípulos… Aun así os digo que podríais haber sido los primeros si no os

hubierais dedicado a buscar al que nunca estuvo perdido… En el reino futuro

deberéis aprender a hacer la voluntad del Padre, y no a satisfacer vuestras

ansiedades.”

Jasón acababa de asistir a la aceptación del tercero y cuarto de los

apóstoles: Juan y Santiago Zebedeo. En realidad no hubo designación. Jesús no

los recibió como sus discípulos. No hubo un “sí” oficial. Ellos se unieron al grupo

porque eran amigos del Galileo, y de muy atrás.

Ahí concluyó el incidente. El Maestro rogó que descansaran, ya que al

alba se pondrían en camino.

(Santiago tenía 30 años cuando se unió al grupo de Jesús. Vivía en Saidan,

con su esposa y cuatro hijos. Era pescador y socio de Andrés y de Pedro. Juan

Zebedeo tenía en aquel momento 24 años. Era el más joven de los doce. Era

soltero y vivía en Saidan con sus padres y hermanas. Fue representante del

Maestro en asuntos familiares. Su oficio era el de pescador y socio de Andrés y

de Pedro.)

Al amanecer del día siguiente, el grupo se puso en marcha. Objetivo: la

Galilea.

Page 179: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

184

Pero antes, Jesús se acercó a Yehohanan y le dijo: “Mi Padre te guiará

ahora y en el futuro, como lo hizo en el pasado…”.

Nunca más volvieron a verse, al menos en la Tierra…

No habían caminado ni un kilómetro cuando Jesús se detuvo. Hacia Él

venía Felipe, llamado de Saidan. Ambos se conocían del “yam”, de vista, sin

más. Felipe vivía en Saidan y trabajaba en lo que fuere menester, aunque lo

suyo eran los aceites esenciales. Con él caminaba otro galileo, Natanael o Bar

Tolomay (en arameo: hijo de Tolomay, el que en la actualidad es conocido como

Bartolomé). No conocía a Jesús ni tampoco al resto de los discípulos. Bartolomé

era amigo y socio de Felipe en los negocios de exportación e importación.

Residía habitualmente en la aldea de Caná, en la Galilea. Según dijeron, se

dirigían al meandro Omega, para informarse sobre el supuesto Mesías, un tal

Yehohanan. Querían saber si se trataba del Libertador de Israel, como decían.

Pedro y el resto aprovecharon la ocasión para notificar a Felipe que

acababan de unirse a Jesús en lo que Pedro calificó como “la construcción del

nuevo reino”. Y sin más, lo invitó a que se uniera al grupo. Felipe, sorprendido,

se acercó a Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿debo llegar donde Yehohanan o

debo unirme a mis amigos y seguirte?”.

El Maestro, complacido, le sonrió y le dijo: “¡Sígueme!”.

Mientras Jesús hablaba con Santiago para explicarle el rumbo a seguir,

Felipe se acercó al olvidado Bartolomé y le dijo que había encontrado al

Libertador de Israel y que Jesús acababa de admitirlo en sus filas.

“¿De dónde viene ese Libertador?”, replicó el de Caná.

“Es Jesús de Nazaret, el hijo de José, el carpintero… Ahora vive en Nahum

y trabaja en el astillero de los Zebedeo.”

Bartolomé sonrió burlón y proclamó: “¿Puede algo tan bueno venir de

Nazaret?”.

Felipe arrastró a Bartolomé a la presencia del Maestro y el Galileo,

leyendo en los corazones de aquellos hombres, exclamó: “He aquí un auténtico

israelita… Un hombre sin engaño”.

Page 180: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

185

Volvió a sonreír, colocó las manos sobre los hombros de Bartolomé y

ordenó, rotundo: “¡Sígueme!”.

El de Caná permaneció con la boca abierta, sin dar crédito a lo que estaba

oyendo. Por último, dirigiéndose a Felipe, le dijo: “Es cierto… Tienes razón… Él

es un Maestro. Yo también lo seguiré, si es que soy digno…”.

Jesús, entonces, asintió con la cabeza y repitió: “¡Sígueme!”.

Ese día domingo 24 de febrero de año 26 de nuestra era, Jesús eligió al

quinto y sexto de sus discípulos.

Felipe tenía 27 años. Estaba casado, sin hijos. Oficio: pescador y hábil en

cualquier trabajo. Bartolomé tenía 24 años. Vivía en Caná, de Galilea, con sus

padres. Soltero. Era el menor de siete hermanos.

Hacia las once de la mañana, cerca de la localidad de En Harod, Jesús se

detuvo ante un corro de altas palmeras de aceite. Habló con Felipe y le entregó

unas monedas. Le pidió que entrara al pueblo y comprara algunos víveres. Y

Felipe asintió. Y desde ese momento, quizá por el gesto de Jesús, Felipe de

Saidan fue considerado el responsable del abastecimiento del grupo. Él corrió

con la tarea del necesario aprovisionamiento diario.

Felipe y Jasón hicieron las compras: varias y enormes tortas de flor de

harina, amasadas con aceite y perfumadas con comino, canela y hierbabuena. El

secreto se hallaba en el interior… A eso añadió queso de oveja, miel y fruta. Y

regresaron a las palmeras. Se reunieron y dieron buena cuenta del almuerzo.

Jasón fue el único sorprendido por el contenido de las tortas. Al morder notó

algo extraño, seco y duro. Disimuladamente, lo devolvió a la palma de la mano y

examinó. ¡Eran langostas! Alzó la vista y tropezó con la mirada del Galileo, que

lo contemplaba, divertido. Y terminó con su gesto favorito: le guiñó el ojo.

Y continuaron el viaje. Nadie sabía cuáles eran los planes del Maestro.

Pasaron cerca de la muralla de la ciudad de Naín y siguieron camino por la

planicie de Esdrelón. Después, llegaron hasta unas colinas. Y allí se presentó

Nazaret, “la blanca flor entre colinas”, como siempre, acurrucada entre quince

colinas. El Nebi Sa´in, la elevación más airosa, con sus 488 metros, reunía en su

ladera oriental el pequeño grupo de blancas casas que formaban la silenciosa y

Page 181: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

186

remota población. Desde el Nebi, bordeando la cara sur del poblado, bajaba una

inquieta y transparente torrentera.

Nazaret, cuando fue visitada por Jasón, contaba alrededor de cincuenta

familias, con un total de trescientos habitantes, más o menos.

Al entrar en la aldea propiamente dicha y cruzar frente a la fuente, el

Galileo se perdió entre las casas. Y a cosa de ochenta metros se detuvo. Allí

estaba la casa de María, “la de las palomas”, como la llamaban en Nazaret. Nada

había cambiado durante la ausencia de cinco largos años del Hijo del Hombre.

Los muros, encalados, la escalera de madera adosada al exterior seguía

trepando hacia la azotea. Y en lo alto, sobre el terrado, picoteaban y aleteaban

algunas palomas duendas y silvestres.

En la puerta, permanentemente abierta, según la costumbre de la aldea,

se hallaba sentado un niño de unos cinco años, de cabeza rapada. Cargaba en

los brazos un bebé semidesnudo. Jesús se le aproximó y le dijo algo. Luego tomó

al bebé, lo contempló y besó repetidas veces. El niño entró en la casa y gritó un

nombre, Tesoro. Al momento se presentaron dos niños más en el umbral de la

puerta y detrás, una mujer alta y corpulenta. La mujer gritó el nombre de Jesús y

se arrojó sobre el Maestro. Al poco se presentó José, hermano del Maestro, y en

esos días propietario de la “casa de las palomas”. Trabajaba en el taller de

carpintería adosado a la vivienda. En ese momento tenía 25 años. Todos se

abrazaron. Era una sorpresa. Nadie esperaba al Maestro. En realidad, nadie

sabía de sus andanzas. Algo oyeron sobre lo ocurrido en el río Artal durante el

bautismo. Decían que Jesús había abierto los cielos y que hizo el portento de

hacer llover una lluvia azul…

Terminados los abrazos, todos pasaron al interior de la vivienda. Jesús se

acercó a la puerta e hizo una señal a sus amigos para que se acercaran. Tampoco

el interior de la casa había cambiado. Presentaba los dos niveles habituales de

las viviendas judías: el de la izquierda, algo más elevado, servía de cocina y

dormitorio. Allí seguían el viejo arcón, destinado a la ropa y a los víveres, y el

fogón de ladrillo refractario adosado a la esquina izquierda. Y en las paredes,

revocadas con yeso, media docena de nichos en los que Tesoro almacenaba

vasijas, platos y otros útiles de cocina. En el nivel de la derecha, unos ochenta

Page 182: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

187

centímetros por debajo del superior, estaba la célebre mesa de piedra de un

metro de diámetro y veinte centímetros de altura, junto a la que tuvo lugar la

aparición del ángel a la Señora, nueve meses después de la boda de María y

José. Y al fondo, en la esquina derecha, las dos ánforas de piedra, sólidamente

ancladas al pavimento. En el suelo, las amplias esteras de hojas de palma, tan

acogedoras. Muy cerca de la puerta de entrada, a la derecha se abría el taller de

carpintería, iluminado por algunas lucernas.

La mujer terminó por indicar algo a uno de sus hijos y le ordenó que

avisara a alguien.

Jesús hizo las presentaciones y José fue correspondiendo con una leve

inclinación de cabeza. Los discípulos se acomodaron sobre las esteras y se

distribuyeron alrededor de la muela de molino que hacía las veces de mesa.

Y en eso, de pronto entró Miryam, la hermana del Maestro. Tras ella,

aparecieron el albañil y otros cuatro niños. Estaba bellísima. Vivía muy cerca, en

la misma calle. Jacobo, el albañil, era su marido. La hermosa mujer, de cabellos

oscuros, rasgos angulosos y ojos verde hierba, como su madre, buscó a Jesús

entre los allí reunidos y se lanzó a sus brazos. A Miryam se le humedecieron los

ojos. En esos momentos estaba por cumplir 27 años. Jacobo, pelirrojo de ojos

claros, había sido el amigo íntimo del Hijo del Hombre durante buena parte de

su infancia y de su primera juventud.

Jesús repitió las presentaciones, pero el llanto del bebé y los lamentos de

una cabra las hicieron naufragar. Miryam y Jacobo no lograban captar los

nombres de los discípulos. Ella, entonces, recordó al Maestro que no se habían

enterado de los nombres de las personas que lo acompañaban. Y el Maestro,

complaciente, los fue presentando, pero no dijo que eran sus discípulos. A Jasón

lo presentó como a un amigo.

Y llegó lo inevitable. Miryam deseaba cantarle las cuarenta a su hermano.

Habían sido años de silencio. Nadie sabía de Él. Nadie supo si seguía vivo o

muerto. Regresó, si, pero esos cinco años de angustia no eran fáciles de olvidar.

Y Miryam regañó a Jesús. Lo hizo cortésmente, pero con firmeza. No tenía

derecho a comportarse de esa manera… Jacobo asintió en silencio. Sabían que

Page 183: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

188

retornó a Nahum en septiembre, y estaban en febrero. ¿Por qué no acudió a

visitarlos mucho antes? El Maestro oyó en silencio y admitió las críticas.

Jacobo, inteligentemente, suavizó el momento preguntando cómo se las

arreglarían para dormir. Miryam cedió y dio las órdenes oportunas. Los

Zabedeo, Felipe y Bartolomé, el “oso” de Caná, descansarían en la casa de

Jacobo, con la totalidad de los niños. Los discípulos se apresuraron a tomar sus

zurrones y petates y siguieron a Jacobo. Los niños, encantados, fueron tras el

albañil.

Miryam aprovechó la ausencia de la mayoría de los íntimos de su

Hermano para solicitar explicaciones sobre los rumores que corrían por la

aldea…

“¿Rumores? ¿Qué rumores?”, preguntó el Galileo.

“Dicen que has hecho portentos en el Jordán… Y dicen también no sé qué

tonterías sobre los cielos. ¿Los abriste?... ¿Llovió agua azul?”

El Maestro comprendió y sonrió sin ganas. José oía, estupefacto. Andrés

no respiraba. Jesús esquivó las preguntas. ¿Cómo explicarle lo sucedido?

Pero Miryam volvió a la carga y esta vez con veneno en sus palabras: “¿Y

qué me dices de éstos?”.

“No entiendo”, replicó el Galileo.

“Éstos… los que te acompañan. ¿Quiénes son? ¿Por qué están contigo?”

“Son mis discípulos.”

“¿Tus qué…?

Miryam había oído perfectamente, pero no daba crédito a las palabras de

su Hermano.

“Mis discípulos –insistió el Maestro–. Con ellos iniciaré mi trabajo…,

cuando el Padre lo decida…”

Andrés intervino y confundió más a la mujer: “La llegada del reino. Ya

sabes…”.

Page 184: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

189

Y Miryam se vació, con un poco de ironía: “¿Y qué me dices de tus

hermanos? ¿También serán tus discípulos?...”.

“Mis hermanos son aquellos que hacen la voluntad de Ab-bá…”

“Entonces antepones los extraños a tu propia sangre…”

El Galileo negó con la cabeza. Aquel Hombre empezaba a batallar antes de

batallar. La escena fue algo así como un ensayo de lo que sucedería en breve

con el resto de su familia carnal. De improviso surgieron los celos. ¿Por qué

Jesús había elegido a seis extraños? ¿Qué pasaba con Santiago, su hermano, o

con Judá y con José, y con Simón, sus otros hermanos? ¿Por qué ellos no

contaban?

Jacobo suavizó la tensión desviando los dardos de su mujer preguntando

al Maestro si pensaba ir a la boda…

“¿Qué boda?”

“La del hijo de Nathan, en Caná. Todos hemos sido invitados. Esperamos a

tu madre y a Santiago…”

Jesús asintió con la cabeza, como si recordase de repente.

Y Jacobo añadió que tendría lugar el próximo miércoles. Estaban a

domingo.

Mientras Miryam y Tesoro fueron a preparar la cena, Jesús pidió a su

hermano José que lo acompañara al patio trasero de la casa. Allí se hallaba

también el llamado “cuarto secreto”. Jesús miró a Jasón y éste comprendió que

deseaba que fuera con Él.

Entraron al taller de carpintería, iluminado por un par de lucernas. El

Maestro empujó la hoja que lo separaba del patio a cielo abierto y Jasón quedó

observando el banco de carpintero. En las paredes colgaban las herramientas de

siempre: sierras, compases de bronce y de madera, cizallas, cinceles, gubias y

taladros de arco, entre otras. El suelo se hallaba alfombrado de serrín y de

virutas rizadas. En las paredes colgaban una serie de tablas de madera de

diferentes tamaños, algunas cuadradas, otras rectangulares. Jasón se aproximó

Page 185: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

190

y descubrió que eran pinturas y frases o dichos, en hebreo, igualmente pintados.

Eran 16 tablas, casi todas de roble, de escaso peso, y sujetas a las paredes por

sendos y sencillos clavos. ¡Admirable! Allí había paisajes. El Nebi, la colina

favorita de Jesús, se repetía en varias de las pinturas.

También había un par de retratos. Uno correspondía a María, la madre. El

otro, supuso Jasón, era de José, el padre terrenal del Maestro. El resto de las

tablillas contenían frases. Todas en hebreo clásico. Decían cosas así: “Dios no

envejece porque es eterno”, “Dios no es lo que parece, ni muchísimo menos”,

“Al Padre le chiflan los detalles”, “Dios, además de ser deslumbrante, es

económico”, “Dios echa a perder para ganar”, “El Padre no está para ayudar,

eso sería lo fácil”. En otras dos planchas de madera igualmente pulidas, podían

leerse los diez mandamientos. Todo, pintado por el mismísimo Hijo del Hombre.

María se ocupó de colgar en el taller las pinturas de su Hijo. Ella sabía que estas

manifestaciones artísticas estaban rigurosamente prohibidas por la ley mosaica,

pero no hizo caso. Y acertó. Jesús era un excelente dibujante y pintor.

De pronto, algo llamó la atención de Jasón. Provenía del patio trasero,

que servía de desahogo a la vivienda. Allí cultivaban algunas hortalizas y

amontonaban enseres y cachivaches más o menos inservibles. Vio levantarse un

fuego. El Maestro y José acababan de encender una hoguera. Mientras José se

preocupaba de alimentar las llamas, Jesús se hallaba sentado sobre una

pequeña tinaja. A su lado había un cesto de mimbre, repleto de algo que Jasón

no supo identificar. Se acercó, discreto. El Maestro tomaba el contenido del

cesto, uno a uno, y procedía a desenvolverlo. Eran pequeñas figuras de barro

cocido, protegidas con trapos. Parecían llevar mucho tiempo en aquel cesto. Y el

Maestro, sin más, comenzó a golpear una de las figurillas contra las lozas del

patio. Se hizo añicos. Y allí quedó el barro rojo, desmigado por el suelo. Y sin

decir una sola palabra, fue vaciando el contenido del cesto y quebrándolo. No se

inmutó. Se trataba de pequeñas esculturas, muy simples: un pastor con un

cordero sobre los hombros, un lobo o algo similar, una carreta, una casa típica

judía, la cabeza de un “kittim” y cosas así. En el cesto podría haber unas veinte o

treinta figuras, todas de barro rojo cocido. Todas fueron destruidas.

Page 186: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

191

Luego, faltando poco para la puesta del sol, el Maestro se puso de pie, y

con el rostro grave, entró de nuevo al taller de carpintería de su hermano. Jasón

lo vio descolgar las tablas de madera. Al poco regresó con ellas y se sentó de

nuevo sobre la cántara volcada. Jasón supo lo que iba a hacer y sintió una

profunda tristeza. Lo habían hablado en la cueva de Beit Ids. No podía quedar

nada en la Tierra que hubiera sido escrito por su mano. Y, lentamente, fue

arrojando cada tabla a las llamas. José no dijo nada. Y en mitad de la quema, se

asomó Miryam. Miró, incrédula, y, sin mediar palabra, se retiró con prisas hacia

el interior de la casa. Jasón dejó al Maestro frente a la hoguera y siguió los pasos

de la mujer. Algo tramaba… Ascendió al nivel superior y, decidida, abrió el viejo

arcón. Revolvió hasta que encontró lo que buscaba. Se trataba de algo envuelto

en un paño rojo, como de terciopelo, de unos treinta centímetros de lado. Era

prácticamente plano. Se hizo con un chal y se cubrió la cabeza. Ocultó el

envoltorio bajo el chal y se dirigió a los peldaños que llevaban al nivel inferior.

Presurosa, se dirigió a la calle. Al ver a Jasón, esbozó una sonrisa y le guiñó un

ojo… Y se perdió en la oscuridad. Nadie en la casa, se percató de la maniobra de

Miryam. Jasón tuvo un presentimiento. Jesús no lo había quemado todo.

Cuando la última tabla fue arrojada a las llamas, el Maestro, en silencio,

se levantó e ingresó al taller de carpintería. Nadie supo jamás que fue un buen

pintor y que sacrificó su obra…

Hacia las siete de la tarde, Jasón dejó el patio e ingresó a la casa. Hacía

rato que cenaban. La totalidad de los discípulos se hallaba reunida alrededor a

la mesa de piedra de la “anunciación”. Juan Zebedeo llevaba la voz cantante. El

Maestro comía en silencio, con una leve sombra de melancolía en su rostro: sí,

la quema de sus queridas pinturas lo había afectado…

Estaban cansados y el grupo comenzó a dormitar. Y de común acuerdo se

dio por terminada la tertulia. José se puso en pie y entonó las “Semoneh esreh”,

las diecinueve plegarias, la oración por excelencia del pueblo judío, que todos

estaban obligados a recitar tres veces al día. El Maestro se puso en pie, como

todos, pero no abrió la boca, permaneciendo con el rostro bajo. Él nunca

utilizaba esas fórmulas a la hora de dirigirse a Ab-bá.

Page 187: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

192

Jesús deseó las buenas noches a todos y anunció a Andrés que deberían

partir al día siguiente, “lo más temprano posible”.

Esa mañana, 25 de febrero, el grupo se despidió de los dos matrimonios.

Jesús, si era posible, procuraba no despedirse. Usaba expresiones como

“¡Suerte!” o “¡Hasta pronto!” o “Que Ab-bá te proteja”. Pero su expresión

favorita para esas ocasiones era “shalôm”, en el sentido de “paz”.

Los planes inmediatos del Maestro eran que los discípulos permanecieran

en Caná. Todos. Él continuaría hacia el mar de Tiberíades. Deseaba visitar a su

hermano Judá, el que había sido la oveja negra de la familia. Ahora residía en

Migdal, en la orilla occidental del “yam”, y se dedicaba a la pesca. Después,

según el “oso”, Jesús seguiría camino hasta Nahum. Allí se hallaba la Señora, su

madre, y dos de sus hermanos: Santiago, su esposa Esta, y Ruth.

El Maestro deseaba que sus discípulos se entrevistaran con Nathan, el

dueño de la casona en la cual se realizaría la boda, y prepararan lo necesario

para el miércoles 27, día del evento. Todos se alojarían en la casa de Bartolomé,

el “oso”.

Y hacia las ocho de la mañana, tras cuatro kilómetros de marcha, el grupo

se detuvo a las afueras de Caná. El Maestro se despidió con un cálido “shâlom” y

siguió camino acompañado por Jasón. Jesús pretendía llegar al “yam” y regresar

de inmediato a Caná para asistir a la boda del hijo de Nathan.

El martes 26 de febrero, Jasón, habiéndose apartado del camino del

Maestro, tenía como objetivo llegar a Caná el día antes de la boda.

Hacia las once de la mañana, Jasón divisó la aldea de Caná. En ese

momento sumaba unos 1800 habitantes. Se trataba de una localidad blanca y

estirada sobre la cima de una colina suave. Todo a su alrededor era verdor y

nuevas colinas. Era un pueblo orgulloso y próspero. Admitía a numerosos

trabajadores de las aldeas próximas, incluida Nazaret. Y entre ambas, existía

una más que vieja y afilada rivalidad.

Nada más pisar el pueblo, al consultar por la vivienda de Bartolomé, uno

de los vecinos llevó a Jasón de la mano hasta la casa de los padres del “oso”.

Empezó a llover. Bartolomé le salió a su encuentro y lo recibió con todos los

Page 188: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

193

honores. Le presentó a sus padres, ancianos y enfermos, y se excusó por el

desorden, debido a la súbita llegada de los discípulos. Y allí estaban los

Zebedeo, Simón y su hermano Andrés. Felipe no estaba. Aficionado a los aceites

esenciales, aprovechó la oportunidad para visitar a Meir, el experto en esencias

de rosas.

Jasón se sentó sobre las esteras, prestando atención a la conversación en

la que se hallaban enredados los discípulos. Nada nuevo, salvo un detalle. Juan

Zebedeo, como siempre, defendía que Jesús era el Mesías prometido. El resto

dudaba. Según él, Caná fue elegida por el Maestro como la población en la que

obraría su primer prodigio, la primera gran señal que estremecería al mundo y,

sobre todo, a Roma. En parte, acertó. Pero además, nada más entrar en el

pueblo, el día anterior, los discípulos se encargaron de propalar la noticia: el

Mesías llegaría en breve a Caná y haría temblar los cimientos del mundo

conocido. Caná era la ciudad elegida. Jasón no salía de su asombro. Y el padre

de Bartolomé, conocedor de la rivalidad entre su pueblo y la vecina aldea de

Nazaret, preguntó: “¿Es que de Natzrat (Nazaret) puede salir algo bueno?”.

La gente del pueblo, obviamente, dudó de las afirmaciones de aquel

grupo. Y por respeto al “oso”, escucharon las “absurdas palabras” de Juan

Zebedeo. Pero la semilla de la duda estaba sembrada. La boda del hijo de

Nathan era algo conocido, que tendría lugar en breve. Y la inquietud quedó

flotando en muchos de aquellos sencillos corazones.

La noticia de la llegada del supuesto Mesías, y de esa pretendida obra

extraordinaria que llevaría a cabo en Caná, terminó corriendo por la zona. Y en

cuestión de dos días se propagó hasta el “yam”.

El Mesías estaba al caer en Caná y sus discípulos aseguraban que haría un

gran milagro. Sería el principio del fin de Roma. Era natural que nadie quisiera

perdérselo. La considerable aglomeración de gente en la boda, por ese rumor,

fue lo que terminó provocando la falta de vino…

La casa de Nathan estaba a las afueras del pueblo, a unos quinientos

metros. Era una casona enorme de más de cien metros de largo, dentro de una

finca de considerables dimensiones. Nathan era un hombre rico. Disponía de la

Page 189: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

194

mitad de los granados de la región, así como de olivares, cuyos horizontes no

eran visibles. En la finca reunía ganado mayor y menor. El nombre de la casona

era “Sapíah”.

Según el “oso”, el número de invitados se acercaba a la cifra de

trescientos, pero el número de invitados a la boda crecía constantemente. La

supuesta llegada del Mesías, ese miércoles 27 de febrero, a la casa de Nathan,

estaba desbordando las cosas. El número inicial de invitados fue creciendo con

creces. Llegaban peticiones de todas partes y a todas horas. Todo era confusión,

todo eran problemas, idas y venidas para la familia de Nathan. El vino no

llegaba, nadie sabía si matar más corderos, llovía a cántaros…

Nathan era escéptico en lo que al Libertador de Israel se refiere, y mucho

más respecto a que dicho Mesías pudiera estar presente en Caná. Conocía a

Jesús desde que era niño. Sus familias eran amigas. No dio crédito a las

habladurías. Mascullaba maldiciones aquí y allá.

A la tarde, en la casa de Bartolomé, Jasón distinguió junto al fuego a dos

nuevos inquilinos. Eran Santiago y Judá, los hermanos carnales del Maestro. Se

alegraron de ver a Jasón. Hacía mes y medio que no se veían. La última vez,

coincidieron en el bautismo de Jesús, en el río Artal (14 de enero).

Santiago y Judá acababan de llegar. Procedían de Nahum y de Migdal,

respectivamente. Según comentaron, el Maestro y el resto de la familia se

hallaban en el caserón de Meir, el “rofé” de las rosas. Jesús y su familia eran

viejos amigos del anciano sanador. Fue Meir quien trató de sanar a Amós, el hijo

de José y de María, fallecido el 9 de enero del año 7 de nuestra era. Meir no

pudo hacer nada para salvar la vida del pequeño hermano de Jesús, pero aún

así, todos le estaban muy agradecidos.

Jesús, la Señora y Santiago habían hecho el viaje juntos desde Nahum.

Judá se unió a ellos en Migdal. Ruth decidió quedarse en la “casa de las flores”,

al cuidado de Esta, la esposa de Santiago, que estaba embarazada. Y en la casa

de Meir, en Caná, se reunieron con Miryam y su esposo Jacobo, el albañil,

procedentes de Nazaret. De común acuerdo, el Galileo, la Señora, Miryam y su

marido pernoctarían en la vivienda del “auxiliador”. Santiago y Judá optaron por

Page 190: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

195

reunirse con los discípulos, en la casa de Bartolomé. Pero la decisión no fue

casual… Santiago y Judá tenían un secreto propósito. Miryam, al parecer, les

había informado sobre la reciente elección de los seis discípulos. Meir se ocupó

de llevarlos hasta la casa del “oso”.

Y allí estaban conversando con el incipiente grupo. Santiago dijo que

tanto él como Judá sabían ahora que su Hermano era el Mesías prometido. Lo

sucedido en Omega había terminado por convencerlos.

“Nuestra madre tiene razón. Él es el Libertador de Israel, tal y como

prometió el ángel…”

No era cierto. En su mensaje a María, el ángel jamás habló de ese asunto.

“Nuestra familia –prosiguió Santiago con entusiasmo– está llamada a lo

más santo y a lo más grande. Él, nuestro Hermano, encabezará los ejércitos que

liberarán a nuestro pueblo… Es hora ya de ponerse en marcha. Él espera…

Mañana será el gran día… Mañana, mi Hermano convencerá a los descreídos. Él

hará un prodigio. Todos lo sabemos. Es la forma de decir al mundo quién es y

por qué está aquí…”

Santiago aclaró que, nada más tener conocimiento de que Jesús había

llegado a Saidan, tomó a su madre y se dirigió al caserón de los Zebedeo. Allí

estuvieron con Él y le hicieron muchas preguntas. ¿Era el Mesías prometido?

¿Qué planes tenía? ¿Qué lugar ocuparían ellos en el estado mayor del

Libertador? ¿Qué pasaría con Yehohanan? ¿Por dónde empezaría la

sublevación? ¿Quién costearía los gastos de los ejércitos? ¿Deberían seguirlo

físicamente? ¿Qué sucedería con la familia del Mesías? ¿Acudiría Jesús a la boda

de Nathan? ¿En qué prodigio había pensado para inaugurar el nuevo reino? Y

cosas así…

Jasón quedó impresionado. La familia no había entendido nada de nada…

“¿Y qué dijo Jesús?”, aventuró a preguntar Jasón.

“Lo de siempre… –replicó Santiago con amargura–. Que no había llegado

su hora, que era mejor que esperase, que tenía que hacer la voluntad del Padre,

o algo parecido…”

Page 191: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

196

La Señora, Santiago y Judá participaron activamente en la preparación del

ambiente de cara a ese inminente prodigio. Las palabras del Maestro cayeron en

saco roto y, al salir hacia Caná en la mañana del martes 26, todos estaban

felices. Especialmente la Señora. Cantaba, sonreía sin cesar. Y los tres se

ocuparon de difundir la buena nueva entre todos aquellos que se cruzaron en su

camino. “El Mesías había llegado, al fin, y se dirigía a Caná… Allí demostraría su

poder…” En cierto modo, María fue uno de los artífices de la tumultuosa

reunión en la aldea de Caná. Jesús, según sus hermanos, hizo el camino

tranquilo, sin prestar oídos a los comentarios de la madre. Era como si lo del

Mesías no fuera con Él.

La cena puso punto final a las explicaciones de Santiago. Fue un respiro…

Empezó a llover de nuevo, y con fuerza. El “oso” y sus padres se esforzaron en

resolver el problema de las numerosas goteras, distribuyendo cacharros por la

casa.

Durante la cena, Santiago preguntó sin rodeos, a su estilo: “¿Eran aquellos

hombres los discípulos de Jesús?”. Todos respondieron afirmativamente. Jasón

notó cierto malestar y una especial tristeza en los rostros de Santiago y Judá. De

nuevo los celos… Era evidente que a los hermanos de Jesús no les hacía gracia

que unos “extraños” ocuparan los puestos que, por lógica (la lógica de la

sangre), les pertenecían. Ese era el pensamiento de la familia de Jesús en la

víspera del gran día…

El miércoles 27 de febrero, amaneció nevado. Hacia las diez de la mañana,

ya había varios centenares de personas ante el portalón de la finca de Nathan. A

la hora quinta (once de la mañana), terminó el control del ingreso de los

invitados. Las ciento noventa y dos invitaciones cursadas por Nathan eran de

carácter colectivo. Aunque figuraba el nombre de una sola persona,

generalmente para el cabeza de familia, se hacían extensivas a toda la casa.

Jasón hizo algunas sencillas cuentas y dedujo que habían ingresado entre

quinientos y seiscientos invitados.

Entre los últimos se hallaban Jesús de Nazaret y los suyos.

Page 192: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

197

Jesús se presentó espléndido. Jasón quedó con la boca abierta. Vestía una

túnica, un “chaluk”, de color azul celeste, hasta los tobillos. Los zapatos,

cerrados, trabajados en piel, recordaban las tradicionales babuchas orientales.

Eran de un fino color burdeos. El ceñidor lo formaban dos cuerdas doradas. El

manto o “talih” era el que había visto en tantas ocasiones, haciendo juego con

el burdeos de los zapatos. Los cabellos se hallaban ocultos en un blanco e

inmaculado “cufieh”, un turbante de hilo, minuciosamente enrollado. El

bronceado del rostro lo hacía especialmente atractivo.

María, la Señora, estaba igualmente hermosa, con el cabello oscuro

recogido en la nuca. Lucía una túnica verde, a juego con los almendrados ojos

verde hierba. El manto, color canela, la favorecía. Al ver a Jasón, se le aproximó

y, sonriente, proclamó en voz alta: “¡Ha llegado la hora…!”.

Aquella mujer flotaba… Con ella, pasaron Santiago, Judá y el Maestro.

Después aparecieron Miryam, bellísima, Jacobo, el albañil, y el “oso” de Caná y

los discípulos. Todos impecables.

Nathan, con la familia, aguardaba a los invitados, recibiéndolos y

besándolos. La gente, poco a poco, fue tomando posiciones en el patio central y

en los pórticos. Las mujeres, según la costumbre, se aislaron en una de las

galerías. La Señora era el centro de atención de la mayoría de las hebreas.

Hablaba y gesticulaba, entusiasmada. Y todas, a su alrededor, parecían

perplejas. María había tardado poco en sacar el tema capital, el que

verdaderamente interesaba a la mayoría de los allí reunidos: Jesús de Nazaret,

el Mesías prometido en más de quinientos textos sagrados. Su Hijo…

Todos hablaban a la vez, todos preguntaban lo mismo. Todos querían

saber si aquel Hombre era el anunciado por los profetas. Todos lo devoraban

con la mirada. Lo recorrían de arriba abajo. Y Jesús, sin perder la alegría, cordial

con todos, no sabía hacia dónde dirigir la mirada. Estaba atrapado, no podía dar

un paso… Y los invitados, jóvenes, ancianos, ricos o menos ricos, asediaban al

Maestro con la misma pregunta: “¿Eres o no eres el Mesías anunciado?”.

Jesús, con una paciencia infinita, no dejaba de sonreír con aquel temple

sosegado, amable y generoso. Sus respuestas, sin embargo, eran esquivas. La

Page 193: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

198

expectación era total. En esos instantes, nadie pensaba en la boda del hijo de

Nathan. “¿Cuándo hará el prodigio que anuncian la madre y los hermanos?”

Unos aseguraban que lo haría antes de la ceremonia, otros se inclinaban por la

caída de la tarde, una vez concluido el ritual, y como “lógico regalo de bodas”.

Cuando el Zebedeo y el resto comprobaron que el Hijo del Hombre era el

centro de atención, sus caras fueron un poema. No daban crédito a lo que veían.

La gente se arremolinaba alrededor del Galileo como si fuera un héroe o un líder

o un profeta… Era la primera vez que asistían a un acto público en la compañía

del Maestro. Estaban asombrados, satisfechos y orgullosos. Él los había

admitido como discípulos. Fue más que un sueño. Apenas hacía tres días que lo

conocían o que se habían unido a Él…

Jesús logró desembarazarse un poco del grupo que lo rodeaba. Pero no

duró mucho. Otros invitados terminaron rodeándolo y vuelta a empezar… Jesús

no hizo un mal gesto. Dejó que preguntaran, que polemizaran entre ellos. Dejó

que lo tocasen y que lo besasen en las mejillas. Al lograr desembarazarse del

segundo grupo, tres de los discípulos, espontáneamente, lo rodearon y lo

protegieron, tratando de evitar que la gente se echara sobre Él.

Esos hombres fueron los hermanos Juan y Santiago Zebedeo y Simón

Pedro. Y actuaron muy bien, levantando un muro de hierro en torno a Jesús de

Nazaret. El resto de los discípulos aplaudió la medida y, a partir de ese día,

fueron estos tres galileos los que permanecieron junto al Hijo del Hombre, más

cerca que los demás. Jesús no dijo nada. Se limitó a aceptar lo que parecía una

medida prudente y de buena fe. Sin proponérselo, Simón Pedro, Juan y Santiago

Zebedeo se convirtieron, ese miércoles 27 de febrero, en los “guardaespaldas”

del Hijo del Hombre.

Se aproximaba el mediodía. El vino tinto y la cerveza habían empezado a

ser consumidos poco antes. El agua de las seis tinajas, como era costumbre,

había empezado a ser utilizada en las abluciones y en los lavados de las manos y

de los pies de los invitados. Fue empleada una y otra vez, y repuesta por la

servidumbre. Los fariseos invitados, cada vez que tocaban un manjar o una copa

de vino, regresaban a la esquina de las tinajas y se afanaban en un nuevo lavado

de manos. Era obsesivo. Ellos fueron los que estimaron que lo dicho por Yavé a

Page 194: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

199

Moisés era mucho más complejo e importante que lo recogido por la Torá

escrita. Fue así como nació la Torá oral: miles de normas. En los tiempos del

Maestro podían sumarse 613 preceptos (365 prohibiciones y 248 mandamientos

positivos), con una constelación de subpreceptos. Las ramificaciones eran tantas

que el pueblo se veía incapacitado para cumplirlas. Ni los expertos –escribas–

estaban en condiciones de retener en la memoria semejante tela de araña

jurídica. Era el “pesado yugo” al que haría alusión el Hijo del Hombre en varias

ocasiones…

La presencia de los fariseos en la boda de Caná no fue casual. Estaban allí,

al igual que otros invitados, por la amistad con las familias de los novios, por

curiosidad, y para “informar”, tanto al Gran Sanedrín como al tetrarca Antipas,

uno de los hijos de Herodes el Grande. Pero no todos los fariseos eran así. Los

había honrados, nobles y dispuestos a practicar el espíritu de la Ley: “No hagas a

otros lo que no quieres que te hagan a ti” (Hillel).

Entre los invitados también había saduceos, la clase aristocrática

(enemigos naturales de los fariseos), escribas (aliados de los “santos y

separados”) y sacerdotes (a cual más corrupto).

Hacia las doce del mediodía, como era la costumbre, se inició la

ceremonia de la “búsqueda de la novia”. Nathan con su familia y su hijo

sordomudo, Johab, el novio, subieron al carro de honor para presidir la

ceremonia. Jesús fue invitado a unirse a ellos. Detrás, iban otros carros hacia la

casa de la prometida, Noemí, acompañados con el son de las flautas, de los

tamboriles, arpas y panderos. Todos acompañaban al novio hasta el lugar donde

se encontraba la novia. El novio la tomaba y regresaban juntos a la casa, a

Sephías. Un año atrás, las familias se habían puesto de acuerdo y firmado un

documento con las condiciones de la boda. Así se inauguraba el período de

esponsales, previo a la boda. Durante ese año, la novia era la “prometida”. Las

relaciones sexuales, en ese tiempo de esponsales, no estaban bien vistas, pero

eran consentidas. Si nacía un hijo durante ese período era considerado legítimo.

Y el carro del novio llegó a la casa de la novia. Allí, entre música y lloros de

los familiares de la novia que dejaba la casa paterna, apareció Noemí. Y los

invitados estallaron en una cerrada salva de aplausos, vitoreando a los novios. Y

Page 195: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

200

de pronto, entre las nubes, se vieron relámpagos azules, sin truenos. La gente,

sobrecogida, enmudeció.

El novio, entonces, se dirigió a Noemí y por señas le dijo: “Vosotros sois

hoy testigos de que tomo a esta mujer por esposa”.

Y de acuerdo con la tradición, el suegro del novio pronunció la frase que

todo el mundo esperaba: “Hoy eres mi yerno…”.

La alegría se desbordó, siguió cayendo el grano tostado, como solicitaba la

“tradición de los padres”, y la música se hizo incontenible. La familia,

sencillamente, estaba feliz. El novio, entonces, tomó la mano derecha de Noemí

y la invitó a subir al carro presidencial, para dirigirse hacia la casona de Nathan.

El regreso fue penoso, ya que comenzó a nevar. Aquí y allá, se veían relámpagos

azules, sin truenos, que se sucedían sin cesar.

Finalmente, los novios llegaron a destino. Detrás de ellos, poco a poco,

fueron acercándose otros carros e invitados a la boda. El patio a cielo abierto

era un caos por el temporal, que felizmente ya había pasado. La servidumbre

limpió de nieve el patio central y los invitados fueron repartiéndose por el lugar.

Jasón alcanzó a ver al Maestro, cerca del acceso, junto a uno de los

candelabros. Permanecía en pie, con la cabeza ligeramente inclinada hacia

adelante. Una mujer, provista de un lienzo blanco, secaba vigorosamente los

cabellos del Galileo. El Hombre dejaba hacer. La mujer, casi tan alta como Él,

sonreía feliz. ¡Era Rebeca! Rebeca estuvo siempre perdidamente enamorada de

Jesús y lo siguió hasta la cruz… Desde la negativa del Maestro de contraer

matrimonio con ella, en Nazaret, se había trasladado a vivir a la cercana ciudad

de Séforis, capital de la baja Galilea, no muy lejos de Nazaret.

Súbitamente, entre los invitados, apareció la madre del Hijo del Hombre.

Contempló la escena y, sin dudarlo, se fue hacia Rebeca. La apartó dulce pero

con firmeza y se hizo cargo del secado de cabellos de su primogénito. Rebeca

bajó los ojos y desapareció entre el gentío.

El persa Atar, el maestro de sala, hizo circular un vino caliente al que le

habían añadido huevos batidos y miel. Serían las tres de la tarde.

Page 196: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

201

En la bodega, el negro a cargo de las ánforas de vino y cerveza estaba

preocupado. Las reservas habían descendido considerablemente. Quedaban

aproximadamente unos 400 litros de vino y de cerveza, pero no avisó a Atar ni a

Nathan. Quizá podían resistir. Solo faltaba el banquete… Jasón, preocupado,

calculó que allí había alrededor de mil personas o más…

Y llegó el momento de las obligadas bendiciones. Nathan las recitó a su

modo, bendiciendo al Señor, rey del Universo por todas las bondades recibidas.

Luego, dos de los siervos se acercaron al grupo familiar trayendo sendas

bandejas con veinte copas de metal, relucientes. Las copas fueron repartidas

entre los miembros de la familia. Pero sobraba una. Y Nathan buscó entre la

concurrencia. Cuchicheó algo al oído de Atar y éste, sin más, se dirigió al

candelabro junto al que se encontraba el Maestro. Llegó hasta Él, lo tomó de la

mano izquierda y lo obligó, prácticamente, a reunirse con la familia en la mitad

del patio. Hubo murmullos entre los que observaban la escena. Jesús seguía

siendo el invitado de honor. Aquel gesto lo ratificaba.

“¡Lehaim!”

La propuesta de Nathan (¡Por la vida!) fue acogida con entusiasmo. Y

todos alzaron las copas, proclamando “¡Lehaim!”.

El Maestro también levantó la brillante copa de metal que sostenía, y

gritó, radiante: “¡Lehaim!… ¡Por la vida!”.

Aquel brindis era uno de sus favoritos. Y bebieron. La boda estaba

prácticamente concluida. La servidumbre continuaba ofreciendo vino caliente y

cerveza.

Cuando el persa estimó que había llegado el momento, tocó la campana,

reclamando la atención de la concurrencia. Era el turno para la entrega de los

regalos a la pareja de recién casados. Los músicos se acercaron a la familia y se

prepararon. Esperaban la señal de Atar. Eran egipcios, vestidos de negro con el

pelo teñido de amarillo. Y comenzaron a tocar los flautistas, mientras los demás

acompañaban cuando era menester.

Page 197: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

202

Los obsequios fueron muchos y variados. Los fariseos se acercaban

removiendo sus bolsitas de dinero, para que todos los presentes pudieran ver su

“generosidad”. La Señora, acompañada por Miryam y Judá, entregó a Noemí

dos túnicas de lana, tejidas por ella misma, sin costuras, parecidas a la túnica

blanca que vestía habitualmente el Maestro, y que fue regalo de su madre.

Al terminar la recepción de los regalos, el persa regresó al patio con la

tropa de los siervos negros, cargando pesados tableros de tres y cuatro metros

de longitud. Se hicieron hueco entre los invitados y fueron montando las mesas

del convite. Había llegado el gran momento: el banquete de bodas propiamente

dicho.

Eran las tres y media de la tarde, aproximadamente. Y por las puertas de

las galerías empezaron a surgir bandejas y bandejas, con un menú tan exquisito

como interminable. La cena era un bufet, al estilo de los helenos y los romanos.

Y los invitados se precipitaron sobre las bandejas.

Jesús sugirió a sus discípulos que esperaran, no había apuro. Y así lo

hicieron. Cuando los comensales se calmaron, el grupo se dirigió a las mesas

para servirse y luego retornaron junto a la “menorá”. Jasón se sirvió su plato y

fue a situarse junto al grupo. El vino continuaba corriendo, no faltaba nada.

Los discípulos comentaban sobre los regalos recibidos por los novios

cuando, de pronto, la Señora y su hijo Santiago se presentaron frente al

candelabro. La Señora pidió a su Hijo que se apartase un momento. El Maestro

se puso en pie y escuchó a los suyos.

“Quisiéramos conocer tu secreto…”, le dijo María.

“¿Qué secreto?”, preguntó el Galileo con incredulidad.

“Tu hermano y yo queremos saber en qué momento harás el prodigio…

Tenemos derecho a saber y a estar preparados… ¿Cómo lo harás?”

Jasón pudo escuchar toda la conversación. No así los discípulos. El

Maestro, comprendiendo, se puso serio. No se enfadó, pero casi…

“Si en verdad me amáis, estad dispuestos a esperar… Debo aguardar a

que se cumpla la voluntad de mi Padre y no otra cosa.”

Page 198: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

203

Y dando media vuelta, regresó junto a los discípulos, tomó la copa de

metal y su plato, y prosiguió comiendo. Todos lo observaron, pero nadie quiso

intervenir en lo que –pensaron– se trataba de un asunto familiar.

María se volvió hacia Santiago y exclamó, confusa:

“No soy capaz de comprenderlo… ¿Qué ha querido decir? ¿Es que no

piensa terminar con esa extraña conducta?... ¡Soy su madre!”

Ninguno de los dos estaba al tanto de la reciente decisión del Hijo del

Hombre de no hacer prodigios. Pero Jesús sabía recuperarse con presteza. Y

terminó con el mutismo de sus íntimos, diciéndoles: “No penséis que estoy aquí

para hacer milagros…”.

Juan Zebedeo lo miró con la boca abierta.

“… No estoy en este lugar –prosiguió– para convencer a los incrédulos o

para dar satisfacción a los curiosos…”

Los discípulos se dieron por aludidos y algunos bajaron las cabezas,

avergonzados. A decir verdad, el Maestro les había hablado poco sobre sus

intenciones. Se hallaban confusos. Todo el mundo aseguraba que era el

Libertador de Israel. Su madre lo pregonaba a los cuatro vientos. ¿Por qué decía

ahora, que no haría ningún prodigio?

“… Estamos aquí, queridos amigos, para esperar que se manifieste la

voluntad de nuestro Padre que habita en los cielos…, y en cada uno de

nosotros.”

Tampoco entendieron gran cosa. ¿Cómo era que Yavé, el sanguinario, el

justo, y el vengativo, habitaba en el interior del hombre? Pero los comentarios

de los discípulos no fueron más allá, y Jesús tampoco habló de la “chispa”. Eso

sucedería después, en el “yam”.

El hambre fue satisfecha, y en los corrillos, con los ánimos adormecidos

por el abundante vino, se habló nuevamente del asunto del Mesías.

La Señora estaba triste y silenciosa, sentada en un rincón, junto a Miryam

y Rebeca. Aquella era una oportunidad excepcional para dejar claro quién era su

Page 199: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

204

Hijo y, sobre todo, dejárselo claro a Roma y a los enemigos de Israel. ¡Qué

diferente era esta María de la imagen que ha propagado la tradición a lo largo

de los siglos!...

Atar, el persa, estaba preocupado a las puertas de la bodega. Había

examinado las ánforas y estaban exhaustas. Podrían quedar unos 160 litros de

vino y unos 80 litros de cerveza. ¿Qué era eso para mil invitados que,

prácticamente, empezaban a cenar?

El jefe de la bodega habló con cordura. Necesitaban vino y con urgencia.

Entre 400 y 800 litros. La única solución más viable era ir a buscar vino a Séforis,

a una hora de viaje en carro.

Cuando Nathan fue informado del problema, entró a la bodega como un

tornado, y rojo de ira, pidió explicaciones al maestro de ceremonias. El persa

Atar rogó que se asomara a las ánforas. La bodega se llenó de maldiciones.

Nathan exigió soluciones. El encargado de la bodega le mencionó la posible

salida: comprar vino en Séforis. Y el dueño, con buen criterio, preguntó: “Y

mientras llega el vino, ¿qué?”.

Nathan volvió a jurar contra sus antepasados y reclamó al esclavo que

“rebajara” el vino con agua. El jovencito calculó que, con el vino existente,

podría “estirarlo” durante un par de horas.

La operación estaba en marcha. Cinco negros armados viajarían en el

“reda” de cuatro ruedas. La servidumbre se puso a disposición del “mezclador”,

que fue instruido por Nathan, de que hiciera el trabajo con agua tibia, “para que

esos borrachos no lo noten”. El persa se ocupó, personalmente, del suministro

de los licores a los invitados.

Cuando Ticrâ, la esposa de Nathan, se enteró de la situación, palideció.

Ella sabía lo que significaba que, en mitad del convite, faltara el vino. El exceso

de invitados no era excusa para muchos de aquellos oportunistas y chismosos.

Se reirían de ellos y, lo que era más doloroso, se mofarían de sus hijos, los recién

casados. Faltaba poco para la décima (cuatro de la tarde).

Una vez en el patio, Ticrâ dudó. No sabía hacia dónde ir. En un encuentro

posterior con Jasón, ella le confesó que su primera intención fue pedir ayuda al

Page 200: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

205

Galileo. Pero a último momento cambió de opinión. No se atrevió y optó por

acudir junto a la Señora. Ticrâ habló con María, pero en mitad de la

conversación rompió a llorar. María la abrazó y la mujer le expuso a la Señora la

falta de vino y, suave y dulcemente, preguntó si Jesús “podría hacer algo al

respecto…”.

María resucitó de las cenizas. Lo pensó dos segundos y, decidida,

respondió a la desolada Ticrâ: “No os preocupéis… Hablaré con Él… Mi hijo nos

ayudará…”.

María recuperó el optimismo. Impulsiva y animada, arrastrando a Ticrâ,

cruzó entre los invitados y se plantó de nuevo ante el Maestro. Reclamó a Jesús

y éste, cordial, se alzó y se aproximó a las mujeres con una sonrisa. Y los tres

caminaron despacio por la galería en dirección a las seis tinajas que contenían el

agua para los lavados y las abluciones rituales.

Y María, dibujando la mejor de sus sonrisas, le dijo a su Hijo: “No tienen

vino…”.

Jesús la miró, atónito. Y María insistió, inyectando en la voz todo su poder

de convicción: “Hijo, no tienen vino…”.

El Maestro se puso serio y replicó con firmeza: “Mi buena mujer, ¿qué

tengo yo que ver con eso?”.

“Tu hora ha llegado… ¿No puedes ayudarnos?”

Ticrâ temblaba como una hoja azotada por el viento. La Señora lo miró,

anhelante, y sonrió. Sin embargo, la dureza en el rostro del Hijo hizo que la

sonrisa se cayera lentamente. Supieron que no había nada que hacer.

El Maestro, tras aquellos segundos de angustioso silencio, proclamó, al

fin: “Nuevamente declaro que no he venido para hacer las cosas de esa

manera… –y mirando a la madre y a Ticrâ, prosiguió–: ¿Por qué me atormentas

con ese asunto?”.

María lo intentó de nuevo.

Page 201: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

206

“Les he prometido… He prometido tu ayuda… Por favor, ¿no querrás

hacer algo por mí?”

Las lágrimas la bloquearon. Ticrâ, arrasada por el llanto, se refugió en el

brazo derecho de la Señora.

“Mujer, ¿qué tienes tú que ver con esas promesas? No vuelvas a

hacerlas… Debemos esperar, en todo, que se haga la voluntad de Ab-bá…”

La Señora, definitivamente derrotada, se vino abajo y lloraba sin

consuelo.

El Hijo del Hombre, conmovido, se aproximó a las mujeres y fue a colocar

la mano izquierda sobre la cabeza de la Señora. Y el Maestro le habló. Esta vez

en un tono dulce y animoso: “¡Basta, mamá María!.... No llores por mis

palabras, aparentemente duras… ¿No te he dicho muchas veces que he venido

sólo a hacer la voluntad de mi Padre de los Cielos?...”.

María continuaba gimiendo.

“… Con cuánta alegría haría yo lo que me pides si ésa fuera la voluntad de

Ab-bá…”

Jesús dudó. Fue un instante, pero dudó.

Y el cielo se iluminó con un súbito relámpago azul, sin tueno. Los

invitados, perplejos, levantaron la vista hacia las nubes y lanzaron gritos de

sorpresa. Todos pensaron en otra nevada. Momentos después, ocurrió una

segunda “iluminación” azul. Y los invitados corearon otro grito de sorpresa y

temor. Jasón empezó a sentir un extraño cosquilleo en las manos y en los pies.

María también percibió algo singular. Algo sucedía… Y, de pronto, las lágrimas

cesaron. María recuperó la sonrisa, se lanzó al cuello del Hijo, y lo besó y lo

abrazó una y otra vez. María supo que Jesús había cumplido. ¡Había hecho el

prodigio!

Ticrâ estaba desconcertada. No sabía lo que ocurría a María. El Maestro, a

juzgar por su semblante, se hallaba tan o más perplejo que Ticrâ. Segundos

después, la Señora se separó del Hijo y, dirigiéndose a los siervos que cuidaban

de las cántaras, gritó: “¡Lo que mi Hijo os diga, eso haréis!...”.

Page 202: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

207

Tomó a Ticrâ de su mano y se alejó con ella hacia la zona de las mujeres.

El Maestro, pálido, no acertó a pronunciar una sola palabra. Y los siervos

se miraron entre sí, sin comprender. ¿Qué le pasaba a aquella hebrea? ¿A qué

se refería?

Al poco, se registró una tercera iluminación azul, más breve.

Y el Maestro por fin reaccionó. Miró intensamente a Jasón, dio media

vuelta y se alejó con sus típicas zancadas para desaparecer por una de las

escaleras que desembarcaban en el terrado.

Los discípulos continuaban al pie del candelabro, comiendo y bebiendo,

ajenos a lo que sucedía. Tampoco los invitados se hallaban al tanto.

Entonces apareció Ismael, el saduceo, responsable de la sinagoga de

Nazaret. Caminaba a los tumbos. Estaba borracho. Tropezó un par de veces y,

cuando se hallaba a dos pasos de las tinajas, tropezó nuevamente y cayó. Uno

de los siervos se acercó para ayudarlo a levantarse y pidió a uno de sus

compañeros un poco de agua. El segundo sirviente tomó un cacillo, lo introdujo

en una de las “câd” (tinaja), y se apresuró a llevárselo al que permanecía de

rodillas. El primer siervo empapó el lienzo con el agua y lo dispuso sobre la

frente del aturdido Ismael, para refrescarlo y devolverle un poco de

compostura. Pero el sacerdote reaccionó de forma extraña. Maldijo al esclavo y

retiró el paño de la frente. Después procedió a olerlo. Masculló algo

irreproducible y arrebató el cazo al sirviente. Y se bebió lo que quedaba.

Extendió el cacillo y reclamó otra ración. Los siervos se miraron, pero no dijeron

nada. Estaba ebrio “hasta más allá de los pensamientos”, como decían los

judíos. El segundo negro repitió la operación, pero cuando se disponía a

entregar el agua a su compañero, Ismael se desmoronó y perdió el

conocimiento. El sirviente no supo qué hacer e, instintivamente, se llevó el

lienzo a la nariz. El esclavo se puso en pie y se acercó a las tinajas. Observó el

líquido, acercó la nariz a la superficie del agua y la olfateó. Y, sin pronunciar

palabra, se hizo con otro cacillo, lo sumergió en el líquido, se lo llevó a los labios

y lo probó. Por consejo del negro, su compañero repitió lo mismo y probó. Y los

sirvientes se enzarzaron en una furiosa discusión, en una lengua que no se

Page 203: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

208

entendía. Un tercer esclavo se unió a sus colegas y probó el líquido, dibujando

una mueca de sorpresa. Y se incorporó a la disputa, gritando tanto o más que

sus compañeros.

Los invitados, ante la ausencia de resplandores, fueron recuperando la

calma.

Los tres negros acudieron de nuevo a las tinajas y extrajeron agua de cada

una de ellas. Y volvieron a degustar el contenido. Y regresó la polémica.

Parecían culparse los unos a los otros. De pronto dejaron de gritar y corrieron

hacia la puerta de la bodega. Ismael seguía sin sentido.

Jasón, finalmente, se acercó a una de las tinajas y bebió. ¡Aquello no era

agua! Era casi transparente, con un ligerísimo toque ambarino. ¡Era vino!...

dulce, intenso, bien estructurado, con aroma a almendras, ligeramente

frutado… Ideal para postres… Eso era lo que alarmó a los esclavos…

Era asombroso. Salvo los tres esclavos y Jasón, nadie, en “Sepíah”, se

había percatado del prodigio. María intuyó algo, pero no llegó a verificarlo. En

cuanto a Ismael… éste dormía plácidamente. Tampoco supo.

Jasón trató de poner en orden sus ideas. Y recibió una luz: fue la piedad y

misericordia del Hijo del Hombre las que dieron lugar al prodigio. No hubo

margen para más disquisiciones.

En eso se presentó la tropa: Nathan, Atar, el encargado de la bodega, los

tres esclavos que atendían las tinajas y otras personas. El primero en probar el

vino fue el dueño de casa. Se quedó mudo, de momento. Los invitados seguían

ajenos a lo sucedido. El persa preguntó, pero no obtuvo respuesta. Probó el vino

y dijo: “Es mejor vino que el de ese maldito Azzam… Hubiera sido bueno sacarlo

en primer lugar… No sé por qué lo has hecho así, pero está bien: problema

resuelto”.

El persa pensó que la presencia de aquel vino en las tinajas era

consecuencia de un error. El encargado de la bodega probó el vino, opinó lo

mismo que Atar, pero dudó del error. Él sabía muy bien lo que había en la

bodega, lo que entraba y lo que salía. Además, que setecientos litros de vino

fueran a parar a las tinajas era algo inexplicable.

Page 204: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

209

Nathan estalló, entre maldiciones, jurando terminar con la vida del

esclavo a cargo de la bodega. Lo hizo sufrir innecesariamente. Eso gritó. ¿Por

qué había escondido aquel vino? El negro protestó, pero no logró nada. Los tres

sirvientes que estaban junto a las cántaras le daban la razón al encargado de la

bodega, pero no dijeron nada. Ellos no se habían movido de allí y sabían que las

tinajas contenían solo agua.

Nadie mencionó la palabra “prodigio”, nadie se refirió al Mesías, ni a lo

que apuntaban los rumores.

Quizá fueran las cuatro y media de la tarde. Y la tensa calma se prolongó

un poco más. Pero la servidumbre terminó yéndose de la lengua y la noticia de

la conversión del agua en vino se propagó entre los invitados. Era lógico. Tenía

que ocurrir, tarde o temprano… El rumor corría y corría. Las miradas se dirigían

hacia la esquina de las tinajas. Algunos se acercaron para ver y probar. La

servidumbre no lo permitió. El ambiente se fue caldeando, hasta que se produjo

el “terremoto”.

La Señora, seguida de cerca por la dueña de la casa, se presentó en el

rincón de las tinajas. Tenía el rostro transfigurado. Le brillaban los ojos. Estaba

más que radiante. María preguntó a los siervos y también lo hizo Ticrâ, y antes

de recibir respuesta alguna, ambas tomaron sendos cacillos, los introdujeron en

uno de los recipientes y se los llevaron a los labios. La Señora lanzó el cazo por

los aires y gritó, entusiasmada: “¡Inon!... ¡Inon!... ¡Inon!...”.

La palabra Inon era otro de los nombres simbólicos del Mesías.

Y Ticrâ secundó las exclamaciones de María: “¡Inon!”

Todo el mundo se volvió, sorprendido. La servidumbre no sabía qué

hacer… Allí estaba la señora de la hacienda…

Y María, más que feliz, empezó a dar saltos, al tiempo que gritaba el

nombre de su Hijo.

“La profecía –repetía sin cesar– se ha cumplido… ¡Inon!... ¡Inon!...”

Page 205: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

210

Y la Señora, sin dejar de llorar, de reír, de gritar, de saltar y de cantar el

nombre de Jesús, se fue hacia los sirvientes y lo dispuso todo para que el “vino

milagroso” fuera distribuido allí mismo, de inmediato.

Fue el caos, fue la locura. María respondía a las preguntas de la gente,

deseosa de compartir su alegría. Hablaba de su Hijo, de los planes para la

sublevación, de los ejércitos que debían preparar, del mensaje del ángel en

Nazaret, de Yehohanan, lugarteniente del Libertador, de sus otros hijos, que

ocuparían puestos relevantes, de la gloria de Israel, ya próxima… Nathan, por

otro lado, insistía entre los invitados que todo era producto de una confusión.

Simón Pedro y Juan Zebedeo se acercaron con el “vino milagroso” a uno

de los corrillos. No sabían si reír o llorar. Y repetían: “¡Inon!”.

Santiago Zebedeo, más sereno, quiso equilibrar los ánimos de sus

compañeros y solicitó mesura. Y recordó a ambos que “quizá todo se debía a

una confusión…”. Juan saltó sobre Santiago y lo derribó y lo llamó de todo. Fue

preciso que vinieran Andrés y el “oso” para separarlos. Santiago dio la espalda y

regresó al candelabro. Allí estaba Felipe.

Jasón alcanzó a ver a Meir, el “rofé” auxiliador de las rosas de Caná. Oía a

la Señora con atención y, de vez en cuando, movía la cabeza negativamente.

Y en otro de los corrillos, silenciosos, Jasón descubrió a los hermanos Jolí

(Yehudá y Nitay), archisinagogo y limosnero de la sinagoga de Nahum,

respectivamente. No decían nada. Se limitaban a escuchar a la Señora. Y Jasón

intuyó algo: aquella situación era peligrosísima para el Maestro. Entre los

cientos de invitados, con certeza, tenía que haber numerosos espías y

confidentes del Sanedrín, del tetrarca Antipas y, por supuesto, de Roma. La

Señora, sin querer, estaba proporcionando carnaza a los futuros enemigos de su

Hijo…

Pero, como también era previsible, la versión de Nathan y de Atar fue

ganando terreno y se instaló en la mente de la mayoría. “Todo ha sido una

equivocación. El culpable (el negro a cargo de la bodega) ya había sido

castigado”, repetían toda vez que les era posible.

Page 206: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

211

Fue aquí, en Caná, donde nacieron los problemas de Jesús con los

fariseos, con los sacerdotes y con los saduceos.

Hacia las cinco y media de la tarde, los siervos prendieron las antorchas y

las copas de los candelabros. María continuó feliz, respondiendo a cuantos

preguntaban. Y en un momento, interrumpió las explicaciones y alzó la voz,

iniciando una canción de bienvenida al Mesías. Y todos, contagiados por el

fervor de la mujer, la acompañaron en el canto. Y levantando el puño izquierdo

repetía con toda fuerza: “¡Inon!... ¡Inon!... ¡Inon!... ¡Abajo el impío!”.

María, en efecto, no había entendido el pensamiento del Maestro.

Súbitamente, la canción amainó. La gente enmudeció poco a poco. Y fue

reinando el silencio.

En la escalera que bajaba del terrado, estaba Jesús. María fue la última en

verlo, y continuó cantando hasta que se percató del extraño silencio. Y al ver a

su Hijo, enmudeció. Jesús de Nazaret había terminado su retiro en el terrado y

regresaba al patio central. Presentaba un semblante serio. Sereno y relajado,

pero serio. Descendió los peldaños lentamente y fue a pisar las losas del pórtico.

Los comensales se apartaron de inmediato, abriéndole camino. Había miedo, un

miedo reverencial. No importaba si creían o no en el Mesías. No importaba si

habían negado el prodigio o si lo defendían. Todos, incluso los saduceos, dieron

un paso atrás. Estaban lívidos. Aquel Hombre, con su porte majestuoso y la

mirada limpia y penetrante, era algo fuera de lo común. Atraía y provocaba

respeto, a partes iguales. Nadie se atrevió a interrogarlo. No se levantó el más

frágil de los murmullos. Fue un silencio absoluto. Jesús recorrió, decidido, aquel

tramo de la galería, pasó frente a las seis tinajas sin mirarlas, y se detuvo frente

al gran candelabro, en el que había estado al iniciar la boda. Se inclinó sobre

Andrés y le susurró algo al oído. Después, dando media vuelta, se encaminó

hacia el portalón de entrada a la casa.

Los invitados seguían inmóviles y en silencio.

Sin decir una palabra, sin un solo gesto, el Hijo del Hombre abandonó

“Sapíah”. La boda, para Él, había terminado. Y desapareció en la oscuridad de la

noche.

Page 207: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

212

Andrés cruzó algunas palabras con sus compañeros y se alejó de la

“menorá”, en dirección a la salida. Santiago Zebedeo, Bartolomé y Felipe se

fueron tras él. Pedro y Juan Zebedeo permanecieron sentados con sendas copas

del “vino milagroso” en las manos. Se tambaleaban, incluso sentados.

Al pasar Andrés frente a Jasón, éste le preguntó: “¿Qué sucede?”.

“Partimos al amanecer…”

La fiesta continuaba…

La casa del “oso” se hallaba vacía. Toda la parentela estaba en la boda. El

Maestro, previsor, a la mañana, antes de ir a la boda, dejó el saco de viaje en la

casa de Bartolomé. Recuperó su túnica roja y ayudó a Bartolomé a preparar un

buen fuego. Luego, todos se sentaron en torno a las cálidas llamas, en silencio.

Fue Santiago quien inició el diálogo.

“¿Qué ha sucedido, Maestro?”

Jesús sonrió con cierta amargura.

“Lo habéis visto –declaró con voz templada–. Se ha hecho la voluntad de

Ab-bá…”

“SÍ, pero ¿qué ha ocurrido?... Todos hemos probado ese vino… ¿De dónde

salió?”

“Fue la voluntad del Padre…”

“Entonces, es cierto que ha habido un prodigio. Nathan y otros aseguran

que todo se debió a una confusión…”

Jesús no contestó. Sólo miró a Santiago fijamente. E intervino el “oso”.

“SÍ, rabí (maestro), pero no has contestado a la pregunta de Santiago: ¿de

dónde salió?”

El Galileo miró a Bartolomé y volvió a sonreír, al tiempo que señalaba al

techo. Y todos, miraron hacia lo alto. Allí solo había goteras…

El Maestro se percató de la inocencia de los galileos y aclaró: “Más

arriba…”.

Page 208: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

213

“¿Más arriba?”

“¿Te refieres a Yavé? ¿El prodigio lo ha hecho Dios, bendito sea su

nombre?”

“SÍ y no…”

La respuesta de Jesús los dejó confusos. Él había venido a cambiar el

rostro de ese Dios bíblico, colérico y justiciero, pero no era tan sencillo. Aquellos

hombres mamaron la idea de un Yavé vengativo y no les entraba en la cabeza

que ese Dios se dedicara a hacer favores a nadie, y menos en una boda. El

concepto de Padre estaba todavía muy lejos en sus mentes.

Y allí quedó el asunto. El cansancio terminó con todos y se dispusieron a

descansar. Pero la paz duró un par de horas. Simón Pedro y Juan Zebedeo

regresaban de la boda, muy alegres, sujetándose el uno al otro. Entraron

cantando la canción del Mesías y no tardaron en tropezar y rodar por el suelo.

Andrés se apresuró a ayudar a su hermano, reprochándole el lamentable estado

y lo ayudó a tumbarse a su lado. Juan imitó a Simón, pero se tumbó lejos de

donde descansaba su hermano. Y todo volvió a la calma.

DE CANÁ A NAHUM

Hacia las siete de la mañana de ese jueves 28 de febrero del año 26, el

grupo, con Jesús de Nazaret a la cabeza, partió de Caná.

Durante el camino, Jesús le preguntó a Jasón: “¿Es tan bueno como

dicen?... El vino…”.

Jasón estaba distraído.

“¿Es bueno el vino del prodigio?”, repitió Jesús.

“¡Oh, sí –balbuceó Jasón– por supuesto que lo es!... Tengo un poco.

¿Quieres?”

“Más adelante…”

Page 209: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

214

Jasón cayó en la cuenta de que Jesús de Nazaret fue el único que no probó

el vino milagroso de Caná. Y vino a confirmarle que Él no fue el responsable

directo del prodigio. Fue su “gente” (sus ángeles, paras simplificar) la que lo

logró. Él fue el primer sorprendido. Como se recordará, en Beit Ids, Jesús se

propuso firmemente no recurrir a su poder personal. Deseaba revelar al Padre

mediante la palabra, y no por signos maravillosos…

Pero la piedad terminó “perdiéndolo”. Cada vez que sentía misericordia o

ternura o compasión, “corría el peligro” de que lo deseado se hiciera realidad.

La cuestión es que Jesús de Nazaret experimentó dulzura y piedad por

aquella mujer que le había dado el ser y que, en mitad de la boda, suplicaba su

ayuda. Las lágrimas de la Señora abrieron su corazón y deseó, durante un

instante, que los sueños de María se cumplieran. Fue suficiente. Su “gente”

materializó el deseo del Hombre-Dios. Y el vino se hizo realidad.

“Tendré que estar despierto… Sí, ‘mal´ak’, debo aprender a ser un Dios

despierto. La misericordia es necesaria, pero en mi caso, debo administrarla con

prudencia.”

Eso, justamente, era lo que le distinguía. Jesús de Nazaret es el Hombre

que más misericordia ha derramado sobre la Tierra.

Jasón fue testigo de excepción. ¿Cuántos sucesos prodigiosos fueron

protagonizados por Jesús… sin que Él fuera consciente? ¿Cuántos prodigios

fueron consecuencia de su misericordia?

Y faltando una hora para la tercia (nueve de la mañana), el grupo se

detuvo frente a la posada del “tuerto”. Los discípulos aprovecharon para

descansar. Jesús tomó aparte a Felipe, le entregó unas monedas y rogó que se

hiciera con las provisiones necesarias para la jornada. Una vez en el “yam”, ya

verían.

Felipe ingresó en la posada, acompañado por Bartolomé. Y mientras

encargaba las viandas, Bartolomé, solemnemente, se dirigió al posadero y le

dijo que el deseado Mesías se hallaba a las puertas del albergue. Y advirtió al

“tuerto” y al resto de la clientela que Jesús acababa de obrar un prodigio en su

pueblo, Caná. Y explicó algo que el “tuerto” ya sabía: el agua de las abluciones

Page 210: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

215

fue convertida en vino… Las risotadas fueron generales. Al parecer, la noticia se

había propagado la tarde-noche anterior, y a gran velocidad. Ya era conocida en

la zona. Y la clientela se dobló de risa.

Felipe pagó y tiró del sofocado socio y amigo. Las risotadas continuaban

rebotando contra los muros.

Y prosiguieron la marcha. El Galileo fue turnándose mientras avanzaban.

Caminaba con unos y con otros, o con el grupo, según el momento. La pierna

izquierda de Bartolomé renqueaba.

A lo largo del camino, antes de llegar al desvío a Arbel, la aldea de las

redes, el Maestro fue explicando a cada discípulo que, en el futuro, deberían

evitar las ciudades de Séforis (capital de la baja Galilea) y Tiberíades. No dio

explicaciones. Y también recomendó que procuraran hablar lo menos posible

sobre lo ocurrido en la boda de Caná. “Un poco tarde”, pensó Jasón…

Una vez en el sendero que conducía a Arbel, el Maestro eligió un corro de

olivos, a la derecha del camino, y sugirió que descansaran. Era la hora del

almuerzo. Felipe y Andrés prepararon la comida, que se malogró, en parte. El

guisado tenía más años que el sol y la carne era como la piedra. Los discípulos

maldijeron al “tuerto”. “¡Maldito perro sarnoso!” Era curioso. De momento,

Jesús no parecía molesto con el lenguaje de los íntimos. No tomaba en

consideración sus maldiciones.

Y mientras descansaban, Jesús sacó de su bolsa el cáliz de metal con el

que había brindado y bebido en la boda de Noemí y Johab, en Caná. Ticrâ se lo

había obsequiado a la mañana siguiente, antes de partir. Y se lo entregó a Jasón,

rogándole que le permitiera probar el “vino prodigioso”. Jasón llenó la copa y

regresó junto al Galileo. Se la entregó y Jesús agradeció el gesto con una de sus

interminables sonrisas. Jesús alzó la copa, y el sol la llenó de reflejos. Y el

Maestro, en voz baja, entonó su brindis favorito: “¡Lehaim!” (¡Por la vida!).

Poco después, el grupo se puso en movimiento rumbo al mar de

Tiberíades.

Hacia las 17 horas, el grupo llegó a Nahum. Los discípulos, entusiasmados,

no dejaban de hablar del prodigio. Se detuvieron a saludar a numerosos

Page 211: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

216

conocidos, a lo largo de las calles de Nahum, y explicaron lo sucedido en Caná.

La gente los oía con admiración y con no poco escepticismo. “¿El Mesías? ¿En

Nahum? ¿Había convertido el agua de una boda en vino?”

El Maestro no se detuvo. No prestó atención a los comentarios de los

discípulos y, mucho menos, a la gente que se cruzaba con ellos. Pedro y Juan

Zebedeo eran los más exaltados. Daban saltos. Gritaban. Exageraban.

El Maestro se embarcó en el puerto de Nahum, cerca del astillero de los

Zebedeo, solicitando al barquero que los trasladara al barrio de Saidan. Simón

Pedro y Juan, entretenidos en las calles de Nahum, se quedaron atrás y tuvieron

que contratar otra lancha. Jesús no esperó.

Jesús pasó por delante de la “casa de las flores”, pero no se detuvo. Él

sabía que Esta, la esposa de su hermano Santiago, y Ruth, su hermana menor,

estaban allí. Esa noche, al saber que la Señora y sus hijos acababan de regresar a

Nahum, Jasón creyó comprender. Jesús no deseaba nuevos enfrentamientos, y

mucho menos con la madre.

Y el Galileo, sin dudarlo, acudió al caserón de los Zebedeo, frente a la

playa. Todo fue alegría al volver a verlo. La noticia del prodigio se había

extendido por la zona. Todos se preguntaban si era cierto y si era verdad que

Jesús de Nazaret era el Mesías prometido. En la casa de los Zebedeo,

prudentemente, nadie se atrevió a contestar. No fue preciso. Los discípulos se

encargaron de informar, puntualmente, sobre lo sucedido y lo no sucedido.

Pedro y Juan llevaron de nuevo la voz cantante.

La familia preparó la cena y dispuso el alojamiento del Maestro.

Y, durante la cena, salvo Andrés y Santiago, los discípulos se vaciaron,

discutieron y rieron. Pregonaban que el Libertador estaba allí, en aquella casa, y

que la liberación de Israel era cuestión de días o semanas.

Jesús cenó y lo hizo en absoluto silencio, con el rostro grave y los ojos

bajos. Zebedeo padre tampoco habló mucho. Miraba a unos y a otros, después

miraba a Jesús. Había en sus ojos un más que lógico escepticismo.

Page 212: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

217

Pero Juan, Simón Pedro, el “oso” y Felipe habían subido a los cielos.

Acababan de descubrir al Libertador. Eran sus generales. El mundo estaba a

punto de rendirse a sus pies. Dejarían las redes y el astillero, y los negocios

mundanos y se dedicarían a beber en copas de oro y a dirigir a los pueblos. El

Mesías tanto tiempo esperado les había dicho: “¡Sígueme!”. “¡Tiembla, Roma!”,

repetían a coro.

Y terminada la cena, el ardor y las promesas mutuas de poder y felicidad

se prolongaron durante un tiempo. Pero las cosas cambiaron en minutos. De

pronto, Jesús se puso en pie e indicó a los íntimos que lo siguieran. Jasón fue

tras ellos. Y salieron hacia la parte trasera del caserón, que daba a la playa.

El Hijo del Hombre, en tono afable pero firme, fue a exponer tres grandes

asuntos.

Jesús empezó diciéndoles quién era en realidad. No era el Mesías del que

hablaban las Escrituras. Era mucho más…

Los discípulos se miraban entre sí, pero no entendían.

Y les dijo que Él era un Príncipe, un Dios que gobernaba el universo que

ellos acertaban a ver, y mucho más. Algunos levantaron la vista hacia los

luceros, pero tampoco supieron de qué hablaba.

El Maestro leyó sus pensamientos y guardó silencio durante unos

segundos. Y a pesar del evidente fracaso continuó con su exposición.

Entonces explicó por qué había venido a este mundo. Él conocía al

verdadero Dios Padre (Ab-bá) y tenía la misión de comunicárselo a los hombres.

El Padre Azul, como lo llamó, no es vengativo, ni cruel, ni racista, ni lleva las

cuentas de los pecados de nadie; ni siquiera es justo. Es amoroso, que es mucho

más que justo….

Los discípulos pensaron que se refería al sanguinario y temido Yavé.

E intentó hacer ver que todo sucede por algo bueno, que todo está

diseñado para el bien, aunque no logremos entenderlo, y que Él estaba allí para

recordárselo al mundo y, sobre todo, para encender la llama de la esperanza.

“Hagáis lo que hagáis –manifestó–, estáis condenados a ser felices…” Pero

Page 213: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

218

seguían en blanco. No lograban comprender las extrañas palabras. “¿No era el

Mesías prometido? ¿Era mucho más? ¿Era un Príncipe, creador de las estrellas

que contemplaban? Él era de carne y hueso. ¿Cómo un Dios podía hacerse

hombre? ¿Y para qué descender a la Tierra a cambiar el rostro de Yavé? Estaban

bien como estaban, aunque no se atrevieran a pronunciar el nombre de Dios.”

El Maestro dejó que discutieran. Y, al rato, terminó su exposición con una

“bomba”. Y se hizo el silencio. Entendieron, pero no entendieron…

El Galileo, muy serio, anunció cómo se desarrollarían los acontecimientos

futuros, cómo serían perseguidos por sus enemigos y, finalmente, cómo sería él

ejecutado con vergüenza y con extremo dolor. Y pronosticó que el grupo

atravesaría momentos difíciles y angustiosos.

Las reacciones no se hicieron esperar. Juan Zebedeo se negó a aceptar ese

final. Pedro fue el más afectado por el anuncio de su muerte. Se puso en pie y,

en silencio, bajó los peldaños, perdiéndose en la playa. El “oso” miraba a unos y

a otros intentando confirmar lo que acababa de oír. Nadie se atrevió a repetir lo

oído. Nadie preguntó a Jesús. Nadie quiso volver a escuchar lo que acababan de

oír. Fue una negativa colectiva y silenciosa. “No era cierto lo que había referido

el Maestro. Seguramente se explicó mal.” Estos razonamientos fueron

escuchados por Jasón muchas veces durante los días que siguieron a esa

histórica noche en las escaleras del caserón de los Zebedeo. Felipe, Santiago y

Andrés se hallaban tan perplejos como el resto. Sus mentes no lograban

asimilar. Si aquel Hombre fue capaz de convertir el agua en vino, ¿quién

intentaría destruirlo y, sobre todo, con qué medios?

El Hijo del Hombre permaneció en silencio. Comprendió perfectamente: el

entusiasmo de sus íntimos se había evaporado. Andrés fue el único que se

atrevió a preguntar a Jesús, pero sus palabras se atropellaron las unas a las

otras. La confusión y la sorpresa los tenían maniatados. Eran rehenes del miedo.

Y en eso, en lo alto de la escalera, apareció Judá, el hermano de Jesús. El

Maestro lo vio y aprovechó la circunstancia para despedir a los discípulos. El

“oso” se fue con Felipe. Se alojaría en la casa del futuro intendente, en Saidan.

Andrés desapareció escaleras abajo, a la búsqueda del angustiado y confuso

Page 214: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

219

Pedro. Juan y Santiago se retiraron a su hogar. No dijeron ni adiós. Andrés,

antes de partir, solicitó instrucciones al Galileo. Quedaron para al día siguiente,

en la casa de los Zebedeo. Jesús daría las órdenes oportunas.

Y Judá, aproximándose a su Hermano, lo besó en las mejillas y se sentó a

su lado. Jesús no pronunció una sola palabra. Todo lo dijo Judá. Y fue sincero,

como siempre: “Nunca te he comprendido del todo… No sé si eres lo que dice

nuestra madre que eres… No comprendo bien eso del reino que está por llegar,

pero te diré algo: también sé que eres un Hombre poderoso y que perteneces a

Dios… Al igual que Santiago, yo también escuché esa misteriosa voz en Omega…

Sé que eres alguien importante, aunque no sé exactamente qué… No importa…

Creo en ti…”.

Jesús sonrió, agradecido.

“Ahora –concluyó Judá– regresaré a Migdal… Allí estaré para lo que

necesites.”

Sólo Judá, el que fuera la oveja negra de la familia, tuvo valor para buscar

a Jesús y confesar que creía en Él, pasase lo que pasase.

Y Jasón se quedó solo con Jesús. Él fue quien tiró de la conversación.

“¿Es tan difícil de entender que haya nacido para cambiar la imagen de

Ab-bá…? Ellos no modificarán sus ideas sobre el Mesías, también lo sé…”

Jasón asintió con la cabeza y continuó en silencio. Estaba en lo cierto. Los

discípulos habían nacido con el concepto de un Libertador político y casi lo

arrastraban en los genes. Eran muchas generaciones las que compartían la idea

de un Mesías “rompedor de dientes”…

Probablemente, a partir de esa noche, Jesús asumió esa situación y dejó

que se hiciera la voluntad del Padre. No discutiría, no llevaría la contraria

cuando alguien volviera a tomarlo por el Mesías “rompedor de dientes”.

Jasón decidió preguntar a Jesús sobre su muerte.

“¿No tienes miedo?”

“¿Por qué iba a tenerlo?”

Page 215: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

220

“Todos lo tienen… Lo tenemos”, rectificó Jasón.

“Tú, mejor que nadie, sabes que regresaré de la muerte… El hombre teme

a la muerte porque cree que es el final…”

“¿Y no lo es?”

“Sí y no…”

“¿Sí y no?”

“Es el final de esta vida, pero no el de la vida. En realidad, la vida, la

auténtica, empieza antes de la vida y continúa después de la vida.”

“Un momento… ¿La vida empieza antes de la vida?”

“Así es, querido ‘mal´ak’…”

“Pero… ¿cómo voy a estar vivo antes de la vida?”

“Lo estás.”

“¿Y después de la vida?”

“Eso ya lo hablamos, ¿recuerdas?”

“Sí, lo recuerdo. Según tú, después del dulce sueño de la muerte,

despertamos en otro lugar…”

“¡Vivos! Despertaréis vivos…”

“Cuando dices ‘vivo’ te refieres a vivo…”

“Claro. ¿A qué otra cosa podía referirme? Se trata de algo que podrás

constatar. Te levantarás de la muerte como si la vida hubiera sido un sueño. Te

despertarás de un sueño para regresar a la realidad… La vida, la auténtica,

empieza antes de la vida y continúa después de la vida.”

“¿Cómo podría estar seguro de lo que afirmas? ¿Cómo saber que viviré

después de la muerte?”

“Entiendo. Se trata de una experiencia personal, que nadie va a vivir por

ti. Pero, al menos, confía… Sabes que no miento…”

Page 216: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

221

“Entonces, al morir vuelvo a Dios…”

“No exactamente. Recuerda que Él ya está en ti. Para llegar al Padre,

necesitas consumir mucho, muchísimo ‘no tiempo’… Él te espera, físicamente,

en el Paraíso, pero no tengas prisa. La muerte, ‘mal´ak’, no es un capricho. Es la

mejor de las maneras de abandonar un sueño… Morir no es tan importante. Es

abrir una puerta, sólo eso. Morir, y quiero que lo transmitas así, es despertar, al

fin. Morir es despertar a la realidad. Lo que ahora vives es real, pero no es la

realidad final, la que verdaderamente cuenta. El sistema está tan bien armado,

querido ‘mal´ak’, que el ser humano cree que la vida es lo único que tiene… Así

es porque el Padre así lo ha programado. Es la única forma de que el ser

humano viva la vida con intensidad. Si tuviera la certeza de que hay otra

realidad, otra vida, no viviría con el mismo interés. ¿Comprendes?”

“El Padre está en mí, bien lo sé. Tú me lo has revelado. Él es la ‘chispa’ que

me habita, ciertamente. Pero, ¿cómo es eso de que, además, me espera en el

Paraíso? ¿Está adentro y está afuera?”

“No podías definirlo mejor… Algún día, cuando llegue tu hora, descubrirás

que ‘dentro y fuera’ vienen a ser lo mismo…, en el ‘no tiempo’... Ahora

descansa. Es mucho lo que debes presenciar y contar, y más aún, lo que debe

narrar tu mensajero… Y dile lo que ya te dije: ‘No escribas para convencer. Hazlo

para insinuar, para ayudar, para iluminar’…”

(El Maestro se refiere, en este último párrafo, a quien tradujo y entregó,

para su publicación, los diarios de Jasón y de Eliseo.)

Al entrar en la casa, Jasón tropezó con Salomé, la esposa del Zebedeo

padre, y ama y señora de la hacienda. Sus hijas estaban con ella. Era culta e

instruida. Hablaba varios idiomas y leía perfectamente el hebreo sagrado.

Procedía de una familia aristocrática, entroncada en una de las castas

sacerdotales. Era pariente de Anás, el que fuera sumo sacerdote y suegro de

Caifás. Su gesto durante la Pasión y Muerte del Maestro, acompañando en todo

momento a María, la madre de Jesús, con quien mantenía una antigua y sincera

amistad, diría mucho sobre su coraje.

Page 217: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

222

“¿Adónde crees que vas? Te quedarás en esta casa… el tiempo necesario.

¿Hablo con claridad?”

Estaba decidido. Lo había hablado con su marido, y el jefe de los Zebedeo

se mostró conforme.

Jasón no tenía dónde ir. Y dijo que sí de inmediato y encantado.

El matrimonio de los Zebedeo tenía siete hijos: tres varones y cuatro

mujeres. Juan y Santiago ya eran conocidos por Jasón. David, que llegaría a ser

jefe de los correos entre los seguidores de Jesús, conoció a Jasón en los trágicos

momentos de la Pasión. David entendió el mensaje del Maestro y creyó en su

resurrección desde el primer instante. Su trabajo a favor del reino fue

espectacular, pero jamás fue mencionado por los evangelistas. Juan y David

eran solteros. Santiago era casado y tenía cuatro hijos varones. En cuanto a las

cuatro hijas, la mayor se llamaba Iybar (Abril). Tenía un hijo pequeño. Abril se

había divorciado recientemente. La segunda era Elul (Agosto), la tercera llamada

Mar (diminutivo de Marjesvân: Octubre), y la última se llamaba Kis, en realidad

Kisleu (Noviembre). La familia estaba bien situada y contaba con importantes

medios económicos.

Salomé se hizo con un par de lámparas de aceite e indicó a Jasón que la

acompañara. Cruzaron el patio trasero y, frente a los establos, se detuvieron.

Salomé entregó a Jasón una de las lucernas y señaló los peldaños de

madera, adosados al muro de piedra volcánica.

La mujer lo condujo a la planta superior. Allí habían sido habilitadas dos

habitaciones, destinadas a los invitados. Anteriormente era un palomar. Una de

ellas era la de Jasón. La otra, la del Maestro. La habitación era pequeña y

sencilla. Las paredes estaban revocadas con yeso. El mobiliario, una cama con

pies en forma de tijeras, un arcón de madera de olivo y una alfombra de piel de

cabra, teñida en rojo rabioso. Sobre el arcón había una jarra de barro con agua,

una jofaina, también de arcilla roja, y un jarrón con un espléndido ramo de

lavandas con una fragancia exquisita, que hacía olvidar la peste procedente del

piso de abajo. Salomé señaló el arcón, recordando a Jasón que allí encontraría

un buen edredón, por si sentía frío.

Page 218: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

223

Eso fue todo. Deseó buenas noches, sonrió, cerró la puerta y desapareció.

El viernes 1 de marzo, Jasón descendió al lago, se aseó y regresó al

caserón de los Zebedeo, en Saidan.

Jesús y los discípulos desayunaban. Nadie hablaba. Los anuncios del

Maestro los habían aniquilado.

El Galileo dejó que terminaran el desayuno. A eso de las ocho de la

mañana, se decidió a hablar. Lo hizo despacio, con claridad. Y vino a decir que,

esa noche, tras consultar con su Padre de los Cielos, había tomado la decisión de

esperar.

“Esperaremos a que Yehohanan concluya su trabajo. En ese momento,

nosotros emprenderemos el nuestro.”

Jesús los miró y captó la confusión general. ¿Qué quería decir? Yehohanan

disponía de sus discípulos, los llamados “justos”. ¿Cuándo suponía que

terminaría su labor? Él, Yehohanan, decía ser el brazo derecho del Mesías, el

que estaba preparando el camino del Libertador. ¿Es que Jesús no pensaba

unirse al grupo del Bautista? ¿Por qué tenían que esperar? Mejor dicho, ¿a qué?

Juan Zebedeo lo preguntó, pero la respuesta de Jesús fue esquiva: “Es la

voluntad del Padre. Aguardaremos a que Yehohanan termine su predicación…

Cuando él concluya –insistió con énfasis–, nosotros proclamaremos la buena

nueva del reino de los cielos”.

Dicho esto los envió a sus casas y a sus trabajos habituales. Tenían que

retornar a sus oficios: a la pesca, al astillero, al comercio… Él les diría cuándo

suspender de nuevo las tareas…

“Ahora, amigos míos, debo dejaros. Es preciso que continúe en

comunicación con mi Padre…”

Y añadió que caminaría en solitario por las colinas próximas y que

volverían a verse a la caída del sol del día siguiente, sábado, en la sinagoga de

Nahum. Allí hablaría. Después se reuniría con ellos y les daría instrucciones. Se

levantó y abandonó al perplejo grupo.

Page 219: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

224

Al día siguiente, sábado a la tarde, Jasón preguntó a Salomé, la señora del

caserón, por el Maestro. Ella le contestó que había bajado al “yam” junto con

sus hombres. Y Jasón decidió esperarlos sentado en lo alto de las escaleras de

piedra que comunicaban la casa con la playa.

Una de las lanchas se despegó del resto de las embarcaciones y se dirigió

a la playa. Alcanzó la orilla, y los hombres saltaron a tierra: era Él, acompañado

por los seis discípulos y sus hermanos carnales, Santiago y Judá. No salieron a

pescar –comentó Andrés a Jasón–, sino que el Maestro les habló.

Jesús solicitó que aguardaran un instante. Dirigió la mirada hacia los

primeros luceros y habló así: “Ab-bá, Padre mío, te doy las gracias por estos

amigos. A pesar de sus dudas, sé que creen y que terminarán creyendo… Te pido

que aprendan a ser uno, así como yo y tú también somos uno…”.

Ahí terminó la jornada para los discípulos y para los hermanos. Jesús se

despidió con un “hasta pronto” y rogó que volvieran con sus familias y a los

trabajos habituales, tal y como habían acordado en el “yam”.

Después de la cena, y cuando todos se retiraron, Santiago Zebedeo le

informó a Jasón de lo sucedido aquel día:

A eso de la hora quinta (once de la mañana) de ese sábado 2 de marzo,

Jesús se presentó en la sinagoga de Nahum. Había solicitado hablar a la

concurrencia. Allí estaban todos. Desde los hermanos Jolí, sacerdotes

responsables de la sinagoga, hasta los notables de Nahum, pasando por los

hermanos del Señor, los seis discípulos y, por supuesto, María, la madre del

Maestro. Ésta acababa de llegar, procedente de la boda de Caná.

Los seis íntimos se sentaron en los lugares de honor, a petición del

Galileo. No así los hermanos carnales. Había gran expectación. A las noticias de

los sucesos sobrenaturales acaecidos en el río Artal, durante el bautismo del

Hijo del Hombre, se sumaron los procedentes de la boda de Caná.

Aquélla fue la primera aparición pública del Maestro.

Todos pensaban en un nuevo portento. La situación era similar a la de la

boda en Caná, con una diferencia: Nahum era la ciudad en la que el Maestro se

Page 220: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

225

hallaba empadronado. Era “su” ciudad. Todos hablaban de Él como el Mesías

prometido. Tenía que hacer algo demoledor. Allí también se encontraban los

“tor” y los “escorpiones” (confidentes del Sanedrín, de Antipas y de los

romanos). Hiciera lo que hiciera Jesús de Nazaret, las noticias volarían de

inmediato a Jerusalén y a Cesarea, capital administrativa del imperio romano,

para la provincia de Judea, como se llamaba a Israel.

Y en mitad de aquella expectación –según Santiago– Tarfón entregó al

Galileo uno de los rollos, con la Ley. Debía leer y hacer un discurso sobre el

pasaje elegido. Y Jesús, como “darshan”, o predicador, eligió a Isaías. Y procedió

a la lectura. La tensión podía palparse. Había llegado el momento. Jesús

actuaría, como en Caná.

“Nada. No pasó nada…”, sonrió Santiago, decepcionado. El Maestro

devolvió el rollo y no hizo “maftir”. Se refería a que no hubo discurso directo, al

alcance del pueblo. Se limitó a decir: “Sed pacientes y veréis la gloria de Ab-bá…

Del mismo modo será con aquellos que están conmigo y que aprenden a hacer

la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.

Eso fue todo. Y la gente se marchó a sus casas sin haber comprendido una

sola palabra. Muy decepcionados… Sobre todo la madre del Maestro.

Poco después, al regresar a Saidan, el Maestro solicitó a los discípulos, y

también a sus hermanos Santiago y Judá, que lo acompañaran al lago. Subieron

a una de las lanchas y remaron. Arrojaron el ancla y el Hijo del Hombre habló

durante largo rato.

Según Santiago, éstos fueron los asuntos destacados en la referida charla:

Jesús ordenó que volvieran a los trabajos habituales. Debían esperar el

momento oportuno para salir a predicar la buena nueva.

Él también se reincorporaría al trabajo en el astillero.

Era preciso que guardaran silencio sobre los planes del Maestro. Nadie

tenía que saber quién era.

La preparación de los discípulos sería lenta y difícil. Jesús se ocuparía de

esa labor.

Page 221: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

226

Nadie hizo preguntas. No comprendían el porqué de la espera. No

entendían por qué el Galileo renunciaba a su poder. ¡Era el Mesías, pero no

parecía darle importancia! Y dijo algo que tampoco entendieron: “Recordad que

mi reino no ha de venir con pompa y escándalo, sino más bien mediante un

cambio…”.

Y agregó Santiago: “… Dijo algo sobre el cambio que deberá llevar a cabo

el Padre en los corazones de los hombres… Sinceramente, no supe a qué cambio

se refería. Nos llamó sus amigos y dijo que confiaba en nosotros y que nos

amaba”.

Santiago se ruborizó. Aquellas no eran palabras habituales entre los

varones judíos. Era raro oír decir a un hombre respecto de otro hombre: “Te

amo”.

“Y dijo también que pronto seríamos sus socios. Y añadió: ‘mis socios

favoritos’… Recomendó que fuéramos pacientes y tiernos y que nos

abandonásemos de continuo a la voluntad de Ab-bá.”

Santiago no comprendió a qué se refería el Maestro cuando hablaba de la

voluntad del Padre.

“Después habló de ‘las dificultades que están por llegar’. Tampoco

entendimos.”

“Dijo que nos preparásemos para la llamada de ese reino y que

tuviéramos muy presente que dicho reino aparecerá en medio de grandes

tribulaciones. “El servicio al Padre –dijo– produce felicidad, pero llegarán

momentos terribles…”

Santiago Zebedeo miró a Jasón, incrédulo. Este último sabía a qué se

refería el Maestro: la persecución y muerte de algunos de aquellos discípulos,

incluido Santiago, pero guardó silencio.

“… Pero, para los que encuentren el reino –prosiguió el discípulo–, la

felicidad será completa. Y el Maestro añadió: ‘Y serán llamados benditos de la

Tierra’…”

Page 222: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

227

“¡Estad atentos!”, dijo Jesús. “No abriguéis falsas esperanzas… ¡El mundo

tropezará con mis palabras!”

“¿Qué quiso decir? ¿El mundo tropezará con su mensaje? Ya he empezado

a verlo. El mundo exige una cosa y Él pretende otra…”

No pudo definirlo mejor. Así sería el futuro inmediato y en el futuro a

largo plazo, en el mundo actual del siglo XX: lo que hoy defienden las iglesias no

guarda relación alguna con lo que quiso y con lo que reveló el Maestro.

“Y dijo también que nosotros, sus discípulos, tampoco entendemos su

mensaje… Y aseguró que trabajaríamos para una generación que sólo busca

portentos y señales… En esos momentos, amigo Jasón, nos miramos y sentimos

vergüenza.”

“Y el Maestro sentenció: ‘Exigirán prodigios como prueba de que soy el

enviado de Ab-bá… No saben, ni sabrán, cuál es mi trabajo en el mundo: la

revelación del amor del Padre’…”

“Y terminó con otras palabras misteriosas: ‘Algunos, sin embargo, en

otros lugares y en otros tiempos, sí comprenderán mi revelación’…”

Jasón no estaba en la barca, pero captó la intención del Maestro. Mensaje

recibido.

Al día siguiente, domingo 3 de marzo, Jesús de Nazaret se incorporó al

astillero de los Zebedeo, junto a la desembocadura del río Korazain, al este de

Nahum. Jasón fue tras Él y solicitó trabajo en dicho astillero. Era la única forma

de permanecer a su lado y de conocer sus movimientos. La alegría de todos no

tuvo límite. Estaban felices. El Galileo era un excelente “naggar” (carpintero de

ribera). A Jasón lo asignaron al departamento de pinturas, tintes, barnices y

protectores contra la carcoma. El Maestro se hizo cargo del entablamiento de

una barcaza de transporte.

Y a la puesta del sol abandonaron el “mézah”, el astillero.

Jesús, el jefe de los Zebedeo, Santiago (hermano del Maestro) y Jasón

embarcaron en una lancha y se dirigieron a Saidan, como era la costumbre.

Page 223: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

228

El Maestro se aseó y bajó a lo que era el comedor comunitario del

caserón. Una sala en la que la familia compartía desayunos y comidas y en la

que se deliberaba toda clase de asuntos. Jasón la bautizó con el nombre de

“tercera casa”. El caserón estaba integrado por un total de seis viviendas. En

ellas se repartían los miembros de la numerosa familia. En la primera residían

Juan Zebedeo y su hermano David (ambos solteros). En la segunda, vivían

Santiago, su esposa Hadar (Gloria), y los cuatro hijos. En la tercera casa se

encontraba el citado salón-comedor. En la cuarta se hallaban las cuatro

hermanas (tres solteras y una divorciada). La quinta estaba vacía. En la sexta y

última casa habitaban Salomé y el viejo patriarca, los dueños del caserón. Había,

además, un almacén para las redes y otros aperos, los establos y el viejo

palomar. Este último había sido refaccionado en dos habitaciones para

invitados, ahora ocupadas por el Maestro y Jasón. El caserón disponía también

de dos patios al aire libre. A uno de ellos asomaban las seis casas y el almacén

de redes. La puerta principal daba a una de las “calles” de Saidan.

Nada más oscurecer fueron llegando los “seis” (los discípulos).

Andrés, Pedro y los hermanos Zebedeo (Juan y Santiago) habían vuelto a

las redes y a los negocios de secado y venta de pescado. Felipe y Bartolomé (el

“oso”), por su parte, se entregaban a la importación y exportación de aceites

esenciales, la debilidad de Felipe.

Cenaron en la “tercera casa”, todos juntos, incluidas las mujeres de los

Zebedeo.

Al terminar la cena, Jesús se levantó e hizo un aparte con Juan Zebedeo.

Al momento, Juan fue a reunirse con sus padres, murmuró algo al oído de

Salomé y ésta, a su vez, conversó con el patriarca. El viejo Zebedeo comprendió

y, haciendo un gesto, ordenó a David y a las mujeres que salieran del comedor.

Hadar, la esposa de Santiago, se llevó a los cuatro hijos. Todos eran pequeños. El

mayor tendría seis o siete años.

En la sala quedaron el Hijo del Hombre, los discípulos, Santiago, el

hermano carnal de Jesús, y Jasón. El Galileo indicó que tomaran posiciones y los

discípulos fueron distribuyéndose alrededor del fuego. Jesús se sentó de cara a

Page 224: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

229

la puerta. Siempre que dirigió la palabra a sus hombres durante los cuatro

próximos meses, ésa sería su ubicación. Y así dio comienzo a las “clases”.

Durante 101 sesiones, siempre a la misma hora (tras la cena), el Hijo del Hombre

se esforzó por enseñar a sus íntimos. Fueron “clases” elementales, en las que

Jesús trató de transmitir la esencia de su mensaje: quién era Ab-bá, qué era el

reino de los cielos, cuál debía ser el trabajo de los discípulos en el futuro…

Y lo hizo lentamente, porque el grupo estaba incompleto. Faltaban otros

seis. Llegado el momento tendría que repetir las explicaciones. Jasón participó

de todas las “clases” a las que le fue posible.

Cada día, salvo los viernes y sábados, el Maestro se reunía con los suyos.

Las “clases” arrancaban más o menos hacia las ocho de la noche y se

prolongaban unas dos horas. La primera era de enseñanza. El Maestro hablaba y

todos oían. La segunda hora la dedicaban a preguntas.

Santiago, el hermano de Jesús, asistió a casi todas las reuniones. Era uno

más. A decir verdad, se sentía un apóstol, exactamente igual que el resto. Se lo

comentó a Jasón en varias oportunidades: ardía en deseos de salir a los caminos

y pregonar la buena nueva. Pero el Destino tenía otros planes…

Judá, su hermano, también fue invitado a las “clases”. Lamentablemente,

la esposa, Lelej (Noche estrellada), tenía una salud delicada. Judá no podía

abandonarla. Fue una pena. Se trataba de un hombre valioso y valiente.

Dos veces por semana, el Galileo suspendía las “clases”. Esos días, viernes

y sábados, todos se dirigían a la sinagoga de Nahum y consultaban y estudiaban

la Escrituras Sagradas. Jasón no terminó de entender el porqué de aquel afán. El

Yavé que aparecía en las lecturas era lo contrario de lo que Jesús predicaba.

Pero Él sabía lo que hacía…

Los hermanos Jolí, los sacerdotes de la sinagoga, se mostraron

complacidos y asombrados al mismo tiempo. No era normal que “una partida de

brutos” –como los llamaban– mostrara tanta dedicación y entusiasmo por la

palabra de Dios.

Con aquella primera “clase” del domingo 3 de marzo del año 26, a la

20 horas dio comienzo la “instrucción oficial” de los apóstoles. Y Jesús eligió

Page 225: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

230

para esa histórica “clase” su tema favorito: Ab-bá, su Padre Azul, el buen Dios…

Jesús empezó contando una historia.

“Hubo una vez un rey –arrancó–. Era poderoso y de gran generosidad.

Tenía muchos territorios. La gente era feliz. Pero ocurrió que, en cierta ocasión,

en una de sus lejanas tierras, aparecieron unos jefes, súbditos también del gran

rey. Y esos jefes, violando las leyes del reino, sometieron a hombres y mujeres a

todo tipo de crueldades. E, incluso, se acostaron con las hijas de los hombres y

nacieron unos varones, todos gigantes…”

El Maestro estaba haciendo alusión al Génesis. Los discípulos guardaban

silencio, atentísimos.

“A partir de esos momentos, en esa tierra remota todo fue confusión y

desesperanza. El rey se hallaba muy lejos. Y los tiranos, además de esclavizar a

los súbditos, borraron la imagen de aquel poderoso y magnífico monarca, y se

erigieron en los nuevos reyes y gobernantes. Aquella tierra quedó sumida en la

oscuridad…”

Algunos discípulos movieron las cabezas, desaprobando los actos de los

jefes rebeldes.

“… Pero la terrible noticia terminó llegando a oídos del buen rey… Y el

monarca –continuó Jesús–, deseoso de que todo volviera a la paz y a la felicidad

anteriores, envió mensajeros a los hijos rebeldes, ordenando que restablecieran

las leyes que gobernaban su inmenso reino. Pero los traidores desoyeron a los

enviados y aquel mundo continuó en tinieblas…”

El Maestro, hábilmente, interrumpió la narración y preguntó: “¿Qué

creéis que hizo el buen rey?”.

Pedro, exaltado, gritó con furia: “¡Castigar a esos hijos de…!”.

Juan Zebedeo le pisó la palabra y clamó: “¡Pasarlos a cuchillo!”.

El Galileo, con el rostro grave, prosiguió: “… Decidió darles otra

oportunidad…”.

Page 226: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

231

Simón Pedro y Juan Zebedeo movieron las cabezas, mostrando su

desacuerdo.

“… Y el poderoso monarca optó por enviar a uno de sus hijos… A él le

escucharán, pensó…”

“… El hijo llegó a la tierra gobernada por los rebeldes, pero tampoco lo

escucharon…”

Algunas exclamaciones escaparon de los decepcionados discípulos.

“… Y no satisfechos con ello –añadió Jesús bajando el tono de voz–, lo

torturaron y lo levantaron en un árbol, crucificándolo hasta morir…” Los íntimos

permanecieron en un silencio espeso, con las bocas abiertas.

Simón Pedro reventó: “¡Yo arrasaría esa tierra!”.

Jesús lo miró con dulzura y concluyó el “cuento”: “… Pero el buen rey era

en verdad el mejor… Y no sólo perdonó a los rebeldes, sino que permitió que su

hijo muerto pudiera resucitar y transmitiera de nuevo la esperanza a aquellas

gentes infelices y, aparentemente, sin futuro…”.

Pedro y Juan Zebedeo siguieron en sus trece. “Demasiada piedad –

dijeron–. Demasiada bondad…”

Jesús acababa de dibujar su futuro, pero ninguno de los presentes llegó a

captarlo.

Y concluido el supuesto cuento, el Maestro procedió a desplegar algunas

ideas básicas sobre aquel “buen rey”. E intentó explicar quién era Ab-bá.

Fue un notable fracaso… Los siete escucharon, atónitos. No daban crédito

a lo que oían.

¿Era Dios un ser lleno de dulzura, como aseguraba el Galileo?

¿Era Dios un amigo? ¿Estaban sentados en sus rodillas?

Los discípulos y Santiago fueron pasando de la incredulidad al espanto.

¿Un Dios al que se podía molestar a cualquier hora y con el que era

posible hablar a gritos o en voz baja? ¿Un Dios al que, fundamentalmente, había

Page 227: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

232

que solicitar información? ¿Un Dios que no estaba en el Templo de Jerusalén,

sino en el interior de cada ser humano? ¿Un Dios que regala vida e inmortalidad

sin pedir nada a cambio? ¿Un Dios intuitivo, como una mujer?

No comprendieron. Peor aún: no lo aceptaron.

Jesús hizo lo que pudo. Trató de aproximarse a la verdad, y con palabras

bellas y simples, pero aquellos galileos habían mamado otra idea. Yavé no era

amor, sino palo y tentetieso. Yavé no era imaginación, sino sangre y muerte.

Yavé no era tolerante. Defendía la esclavitud. Yavé no aceptaba un sacerdocio

con defectos. Yavé era partidario de la pena de muerte. Yavé era un Dios que se

había cansado de los seres humanos y casi los hizo desaparecer con un diluvio.

Yavé era el hacha en la base del árbol… Yavé era un Dios al que había que

temer. Ésa era la clave. Lo demás era herejía o blasfemia.

Esta idea sobre Dios estaba enraizada en sus mentes. Eran raíces muy

antiguas, alimentadas generación tras generación.

Las palabras de Jesús sobre el Padre de los Cielos sonaron a blasfemias en

la “tercera casa”. Nadie se atrevió a rasgarse las vestiduras, pero lo pensaron. Y

quedaron espantados. ¿Era Jesús el Mesías? El Libertador prometido era un

súbdito de Yavé. El Mesías no se hubiera atrevido a hablar de Dios en ese tono,

y mucho menos, a compararlo con la intuición y con la sensibilidad de una

mujer.

Llegó el turno de las preguntas, pero nadie abrió la boca.

Simón Pedro empezó a roncar (tenía una disfunción en el estado de vigilia

y sueño, además de ser sonámbulo).

Fue la señal. El Maestro dio por concluida la “clase”. Los siete estaban

espesos y agotados. Y algo decepcionado, Jesús se retiró a su habitación.

Durante dos semanas, día tras día, el Maestro continuó hablando sobre

Ab-bá y cosechando fracaso. Era una labor árida.

Las dos últimas semanas de marzo, las “clases” fueron orientadas hacia el

concepto de “reino de Dios”. Un reino completamente diferente al que

defendían los profetas (un reino físico y material, en el que Yavé reuniría las

Page 228: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

233

doce tribus de Israel e impondría el orden en la Tierra. Y Jerusalén sería el

centro de ese “reino”).

¿Un reino espiritual, ubicado fuera de la Tierra? ¿A qué se refería? ¿Un

reino sin tiempo? ¿Un reino formado por otra realidad? ¿Un reino en el que

Israel no sería Israel? ¿De qué hablaba? Discutieron entre ellos, aunque fue un

trabajo, aparentemente, inútil.

Pero no todo fue arisco en ese mes de abril del año 26. El miércoles, día 6,

Jesús recibió una pequeña-gran alegría. Hacia las once de la mañana, hora del

almuerzo en el astillero, Yu, el jefe de los carpinteros de ribera, reclamó la

atención del Maestro y rogó que lo acompañara. Se dirigieron al “pabellón

secreto”, en el que el chino trabajaba en sus experimentos. Yu abrió la puerta y

franqueó el paso al Hijo del Hombre y a Jasón. Y se inclinó sobre un pequeño

cajón de madera y extrajo algo. El chino se situó a espaldas del Hijo del Hombre

y reclamó su atención. Jesús se volvió y se encontró, de cara, con una grata

sorpresa. Yu lo mantenía en el aire, con los brazos extendidos hacia el

sorprendido Maestro. Su rostro se iluminó y, al instante, sus largas manos

acogieron lo que le entregaba el chino. Yu sonrió, complacido. El regalo, en

efecto, era del agrado del “naggar” de Nazaret.

“Es para ti”, anunció Yu sin disimular su satisfacción.

“¿Para mí? ¿Por qué? Hoy no es mi cumpleaños…”

El chino cruzó las manos sobre el pecho y replicó: “Los regalos son una

muestra de amor. ¿Qué importa que no sea tu aniversario? Yo amo cada vez

que puedo…”.

Jesús lo miró intensamente. Yu tenía razón. Los regalos son amor diluido.

“Te daré una explicación –añadió Yu– si es eso lo que deseas…”

Jesús parecía no oír. Estaba pendiente del regalo. Lo alzaba, lo miraba, lo

remiraba… Y terminó besándolo.

“… A todos nos ha alegrado que hayas regresado al astillero. Acepta este

humilde presente por tu amable gesto…”

Page 229: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

234

El Galileo miró fijamente el “obsequio” del chino y exclamó feliz: “Te

llamarás Zal, como aquel otro y querido compañero…”.

(Jesús tuvo en su juventud un hermoso perro. Para los judíos, el perro era

un animal impuro. Los fariseos los odiaban.)

Porque de eso se trataba, de un magnífico cachorro de perro pastor, una

preciosa “bola” de pelo blanco, tipo estaño, de unos tres meses, con unos ojos

vivísimos en un color miel, casi ámbar.

Yu prometió ocuparse del cachorro, al menos en lo básico, durante unos

meses. Allí permanecería, en el “pabellón secreto”. Todos cuidarían de él.

Zal fue la alegría del astillero. Yu lo dejaba suelto y el cachorro terminó

simpatizando con todos. Jesús lo alimentaba y Yu ayudaba. El Maestro estaba

fascinado con el perro. Lo acariciaba, lo lavaba, le hablaba y, más de una vez,

terminó dormido entre sus brazos. Zal captó enseguida quién era su amo.

Al principio, terminada la faena, el Galileo lo trasladaba al caserón de los

Zebedeo. Fue la delicia de las mujeres. Pero Salomé puso el grito en el cielo, y

con razón. Zal lo mordisqueaba todo. A los pocos días no quedaba un mueble

sano. Le encantaban las sandalias. Las hacía añicos. Después le dio por la ropa.

La arrastraba por los patios y terminaba dormido sobre ella.

Salomé llegó al límite de la paciencia y dio un ultimátum al Galileo: o el

perro o ella. Jesús no hizo mucho caso. Jugaba con Zal y muchas veces

terminaba por los suelos, peleando con él. Pensó que la dueña de casa

bromeaba. El Maestro se ocupaba de casi todo: recogía los excrementos, lavaba

al cachorro, le daba de comer, le limpiaba las lagañas con agua tibia, lo

cepillaba, le ensañaba a caminar, le reñía cuando hacía algo poco correcto y,

durante la noche, lo encerraba con él, en su habitación. En ocasiones, el Galileo

paseaba con Zal por la playa.

Pero un día lo cosa se puso seria. Salomé cambió impresiones con el

patriarca y el viejo Zebedeo no tuvo opción: habló con el Maestro y sugirió que

dejara a Zal en el astillero. El Maestro comprendió. Zal no volvería a pisar el

viejo caserón. Poco a poco, al Hijo del Hombre le serían arrebatadas toda las

alegrías, grandes y pequeñas. Era su Destino…

Page 230: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

235

Ese mismo miércoles, llegó una noticia del valle del Jordán. Hacía alusión

a Yehohanan, el Anunciador. Pocos días antes, el gigante de las siete trenzas

rubias había decidido ponerse en marcha, rumbo al sur. La gente que coincidió

con él aseguraba que el Bautista y los “justos” que lo acompañaban ya no

procedían a la inmersión de los conversos en el agua. Yehohanan, al parecer,

seguía confuso y triste. No estaba seguro de nada. Y repetía, cuando se hallaba

solo: “Todo es mentira…”.

Fue en esas fechas, marzo del año 26, cuando Yehohanan, nadie sabía por

qué, inició su particular campaña de desprestigio del tetrarca Herodes Antipas,

hijo de Herodes el Grande, que tenía a su cargo (bajo la tutela de Roma) los

territorios de la Perea, al sur, y de la Galilea, donde se encontraban el Maestro y

su gente.

En esos días, en una de las “clases” del Galileo en la “tercera casa”,

Santiago, el hermano de Jesús, le comentó a Jasón que la Señora, María, había

entrado en otra grave crisis porque no entendía a su Hijo. “No lo comprendo, no

lo comprendo”, repetía sin cesar. Y le explicó que tras la euforia de Caná, todo

se vino abajo para ella. “Jesús dio marcha atrás en la sinagoga de Nahum

cuando solicitó paciencia. ¿A qué esperaba? El poder y la gloria eran suyos. Era

el Mesías prometido. ¿Por qué no actuaba? Yehohanan seguía esperando. El

pueblo seguía esperando. Los ejércitos seguían esperando. Israel seguía

esperando…”

Santiago tampoco entendía lo que estaba pasando.

A esas alturas, casi dos semanas después del portento de Caná, la noticia

sobre el “vino prodigioso” había llegado, prácticamente, a todo el país. El

polémico asunto se hallaba sobre las mesas de las autoridades romanas, de los

responsables de las castas sacerdotales, de los saduceos, de Herodes Antipas, de

Filipo, su hermanastro, y del resto de las fuerzas vivas en general. Todos se

preocuparon de enviar espías a Nahum. Se los veía por las tabernas y posadas,

por los mercados y por los burdeles, interrogando a unos y a otros. “¿Quién es

ese Jesús de Nazaret?”

Page 231: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

236

El resto de marzo discurrió de la mano de una discreta paz. Sólo la Señora

fue la nota discordante. No lograba superar el abatimiento.

El Maestro no visitó la “casa de las flores” ni una sola vez. Él sabía…

Jasón asistió con regularidad a las enseñanzas del Hijo del Hombre. Siguió

hablando de Ab-bá y del nuevo “reino”, la realidad espiritual a la que estábamos

“condenados” (felizmente condenados), pero los “siete” no comprendían.

Parecía un trabajo sin futuro. La mayor parte de las “clases”, siempre en el

mismo lugar y hora, terminaba en discusión entre los discípulos. “Ese Dios Padre

no es vendible…” No les faltaba razón. Muerto Jesús, la primitiva Iglesia

continuó defendiendo el mismo principio: “Aquel mensaje no era vendible. Los

judíos no aceptarían un Yavé así”. Y pasaron los meses de abril y mayo.

Jasón había ocupado ese tiempo en seguir los pasos de Yehohanan y sus

discípulos.

El sábado 14 de junio, hacia la nona (tres de la tarde), Jasón regresó al

caserón de los Zebedeo. Jesús no se hallaba en la casa. Siguiendo la costumbre,

el Galileo y sus discípulos habían acudido a la sinagoga de Nahum. Allí

estudiaban la Ley.

Salomé le mencionó que María, la madre de Jesús, no se resignaba.

Quería ver a su Hijo en lo más alto, pero Él guardaba silencio. Desde una nueva y

grave crisis en la salud de Ruth, la hermana menor del Maestro, Él sólo la había

visitado en dos ocasiones. Un día, Ruth despertó medio paralizada y casi ciega. Y

así continuaba.

Salomé también dijo algo sobre otro problema. Algunas de las esposas de

los discípulos se habían presentado en el caserón e intentaron interrogar al

Maestro sobre aquella “locura” de salir al mundo a predicar.

Hacia las cuatro de la tarde llegaron Santiago Zebedeo, su hermano Juan y

el Galileo. Los Zebedeo saludaron a Jasón con frialdad y terminaron retirándose.

Jasón se puso de pie y Salomé guardó silencio.

El Galileo vestía la túnica roja. Tenía los cabellos más largos que lo

habitual, casi a media espalda. Los ojos, color miel, se iluminaron. Y una sonrisa

Page 232: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

237

fue amaneciendo en aquel rostro bello y único. Jasón no se movió. Él lo hizo

todo. Abrió los brazos y lo acogió, estrechándolo. Jasón también lo abrazó y

dejó su alma en aquel gesto. El Maestro lo percibió y lo abrazó con más fuerza.

Un abrazo del Hijo del Hombre era un renacimiento. Jasón nació muchas veces…

“¡Bienvenido, ‘mal´ak’!”

Y sin dejar de sonreír, lo invitó a que soltara el saco de viaje, a que se

instalara y que lo acompañara. Tenían mucho que hablar… Jesús le dijo que lo

aguardaba en la playa.

Jasón buscó al Galileo. Lo descubrió a lo lejos, caminando por la orilla del

“yam”. Alcanzó al Maestro y tras un momento de silencio, el rabí le preguntó:

“¿Qué has vivido esta vez?”.

La noticia del apresamiento del Bautista ya había llegado al “yam”. Jesús

la conocía, pero, aun así, Jasón se extendió en lo referente al secuestro de los

discípulos y a la captura del vidente por parte de la guardia pretoriana de

Antipas. El Maestro siguió caminando y escuchando. No dijo nada. Jasón tuvo la

sensación de que lo sabía todo…

Hubo un momento en que el Maestro negó con la cabeza, como si no

aprobase. Fue a la hora en que Jasón le comentara las filípicas del Bautista hacia

Antipas y su esposa Herodías.

Dieron la vuelta y regresaron a Saidan.

Una vez en la quinta piedra de amarre, frente a las escaleras que

conducían al caserón de los Zebedeo, el Maestro decidió sentarse sobre la borda

de una de las barcas. Jasón hizo lo mismo, a su lado.

Jasón pensando en la suerte que corrió Yehohanan, se dijo para sí: “Nadie

se merece una suerte así”.

“No debes hablar de buena o mala suerte –dijo el Maestro–. Si el buen

Padre es capaz de imaginar semejante belleza como lo es un arco iris, ¿no crees

que sabrá considerar, igualmente, o mucho más, la vida de las criaturas

humanas?”

Page 233: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

238

“Tienes razón, pero sigo sin entender. La vida es tan dura…”

“La vida es la vida, querido ‘mal´ak’. “

“Háblame de ella, lo necesito. Aproxímate. Con eso será suficiente.

Aproxímate a la verdad…”

“La vida no es lo que parece… La vida humana, naturalmente. La vida está

pensada para que parezca otra cosa… La vida no es sólo lo que se ve…”

“Sé que existe lo que no vemos…”

“Ahora hablo de la vida, no de la realidad… Ésta, la vida humana, no es la

realidad. Tú lo sabes. Algún día regresarás a la realidad. La vida humana está

imaginada de forma que creas que es lo único que tienes. Es otra genialidad del

Padre.”

“Cierto –ratificó Jasón–. La mayoría de los humanos considera que la vida

es lo único que tiene, lo único real…”

“Y así debe ser. De lo contrario, la vida solo sería una comedia.”

“¡Ah!, ¿es que no lo es?”

“Lo es, mi impaciente amigo, pero no debe parecerlo… Vivir es una

oportunidad. Es la oportunidad de hacer y de sentir cosas que nunca más

volverás a hacer o sentir… Vivir es un regalo. Te lo proporcionan para que

experimentes…”

“¿Para experimentar el dolor, la ignorancia y la desesperación…?”

“Para vivir todo eso y muchísimo más. Vivir es asomarse al tiempo.

Sentirlo, degustarlo. Allí, de donde vienes, y a donde regresarás, no hay tiempo.

Es aquí, en la vida terrenal, donde puedes experimentarlo. Después, cuando

regreses a la realidad, vivirás sin tiempo. ¿No crees que es bueno que seas

consciente de ello?”

“Entiendo. Para la mayoría de los seres humanos, el tiempo sólo es algo

que pasa…”

Page 234: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

239

“En cuanto al dolor, la ignorancia y la desesperación, ahora no lo

entiendes, pero también son experiencias únicas. Sólo en la materia, en la

imperfección, es posible la tristeza, la impotencia del enfermo y la amargura del

que sufre y del que ve sufrir… Mañana, cuando ya no estés, nada de esto será

posible. El reino de Ab-bá es un reino con otras leyes: la perfección invisible.”

“Experimentar… Ésa es la cuestión.”

“Experimentar –redondeó el Galileo– para que nadie te lo cuente… Vivir

es experimentar la limitación porque mañana serás ilimitado. Vivir es dudar,

porque en tu estado natural, no te lo puedes permitir… Vivir es estar perdido,

temporalmente. Después te hallarás a ti mismo, otra vez… Vivir es aceptar la

muerte; tú que, en verdad, jamás has muerto ni volverás a morir… Vivir es

entretenerte en lo aparentemente pequeño e insignificante. Mañana no será

así. Mañana, cuando regreses a la realidad, te esperan grandes cosas… Vivir es

mucho más. Sufrir es una parte del todo. Vivir es todo aquello que seas capaz de

imaginar…”

“¿Qué entiendes por vivir?”

“Vivir es despertar, regresar, llorar, soñar, ver y no ver, querer y no poder,

caer, alzarse, saber e ignorar, despertar en la oscuridad, hablar sin palabras, no

destacar, aborrecer, amar y dejar de amar, ser amado y dejar escapar, ver morir

y saber que vas a morir, trabajar sin saber por qué ni para qué, entregarte,

acariciar lo más pequeño, no esperar nada a cambio, sonreír ante la adversidad,

dejar que la belleza te abrace, oír y volver a oír, contradecirse, esperar como si

fuera la primera vez, enredarte en lo que no quieres, desear por encima de

todo, confiar, rebelarse contra todos y contra sí mismo, dejar yacer y, sobre

todo, mirar al cielo…”

“Y todo eso para que nadie te lo cuente después de la muerte…”

“Algo así, querido ‘mal´ak’…”

“¿La vida no consiste en ser bueno o malo…?”

El Maestro rió con ganas.

Page 235: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

240

“¿Cómo se te ocurren esas cosas? La bondad y la maldad forman parte de

la vida, pero no son el objetivo. Vivir, como te he dicho, es mucho, muchísimo

más… El Padre lo tiene todo ordenado…”

Y el Maestro señaló el doble arco iris que se veía en el horizonte.

“Aunque no lo comprendamos.”

Miró intensamente a Jasón y preguntó: “¿Entiendes ahora? La vida ha

sido dibujada de forma que parezca otra cosa…”.

Jasón entendió que la vida es mucho más de lo que dicen y ha sido

estructurada de manera que no conozcamos su verdadera intencionalidad. Es la

única forma de vivirla con intensidad y sin trampas. No, no es posible hacer

trampas con la vida…

“¿Por qué todo esto no es conocido?”, lamentó Jasón.

“A eso he venido: a descubrir que el cielo existe, querido ‘mal´ak’…”

La vida y sus dos caras…

“¡Levanta el corazón, querido ‘mal´ak’…! Todo está dispuesto y ordenado

para el bien, aunque ahora no sepas mirar al cielo… Confía. Yo te ayudaré. Para

eso estoy aquí. Tú harás llegar mis palabras a tu mundo, y mucho más: hay

gente que vive sin saber que vive…”

Y ambos se encaminaron hacia el caserón.

Aquel martes 18 de junio, Jesús y Jasón regresaron al caserón de los

Zebedeo con la puesta del sol. Jesús no habló durante todo el viaje. La tristeza lo

consumía. Ruth, su hermana más pequeña, estaba muy enferma, impedida, casi

muerta. Había sufrido un derrame cerebral. Sólo tenía diecisiete años…

Él podía sanarla, pero eso no era lo que acordó consigo mismo en las

colinas de Beit Ids.

Santiago, el hermano carnal del Maestro, llegó al caserón cuando

terminaban la cena. No dijo nada. Se sentó en el lugar habitual y se dispuso a

recibir las enseñanzas de su Hermano y Maestro. Santiago era frío y distante…

en apariencia.

Page 236: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

241

Y, por primera vez, el Galileo rogó a la familia de los Zebedeo que

permanecieran en la “tercera casa”. Tenía algo importante que comunicar…

Y empezó anunciando que no regresaría al trabajo, en el astillero, al

menos de momento.

Zabedeo padre fue el más sorprendido.

“Otros asuntos, relacionados con mi Padre de los Cielos, me reclaman…

Permaneceré ausente tres días…”

Pedro y Juan Zebedeo se ofrecieron a acompañarlo.

El Maestro solicitó calma. Agradeció el gesto, pero fue firme: “Allí donde

voy no podéis acompañarme… Confiad en mí…”. Y, sin más, pasó al segundo

punto.

Se dirigió a Santiago, su hermano, y rogó que se ocupara de hablar con los

responsables de la sinagoga de Nahum.

“Quisiera dirigir el servicio del sábado… Tengo algo que comunicar… Es

algo importante.”

Y el Maestro pasó al tercer y último asunto.

El domingo 23, los discípulos emprenderían una primera gira por las

orillas del “yam”. Eso dijo.

La satisfacción fue general. ¡Al fin!

Pero los discípulos no habían entendido. Y conforme Jesús hablaba, la

alegría iba resbalando de los rostros…

En ese primer contacto con la gente, los discípulos irían solos. Y subrayó:

“No podré acompañaros…”.

¿Solos? ¿Debían predicar solos? Los murmullos se extendieron por la sala.

“Es voluntad del Padre que sean doce los que me ayuden en la difusión de la

buena nueva… Vosotros deberéis seleccionar a los seis que faltan. Ése será

vuestro trabajo en esta gira por el ‘yam’…”

Page 237: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

242

Las preguntas se atropellaron las unas a las otras. Todos querían

información, detalles. Jesús sólo contestó a una de las cuestiones: “Será una

ausencia sólo de dos semanas”.

Los discípulos deberían partir el domingo 23 de junio y retornar el sábado

6 de julio.

El Maestro solicitó calma y adelantó que daría los detalles a su regreso.

Y prosiguió las enseñanzas, también sobre Ab-bá y sobre el reino de lo

invisible…

Tras despedir a los íntimos, el Maestro también se despidió de Jasón,

diciéndole que él tampoco podía acompañarlo.

A la mañana siguiente, miércoles 19, al bajar a desayunar, Jasón

comprobó que Jesús ya no se hallaba en el caserón. Nadie sabía nada.

De pronto, Jasón oyó voces. Procedían del patio trasero. Era temprano,

quizá las seis de la mañana. Se asomó, cauteloso, y alcanzó a ver a Salomé y a su

hija Abril, junto a la puerta de madera que daba acceso a las escaleras y a la

playa. Con ellas se hallaban otras dos mujeres, jóvenes. Una cargaba un bebé en

brazos. La otra aparecía acompañada por dos niños de corta edad.

Las mujeres discutían. Salomé, enfadada, era la que más gritaba. Al

momento se presentó la esposa de Santiago Zebedeo, con dos de sus hijos.

Finalmente, aparecieron las restantes hijas de Salomé y aquello se convirtió en

un manicomio. Todas gritaban, todas se insultaban. La voz más repetida en la

discusión era “shiga´ôn” (locura). Eran las desconocidas las que hablaban de

“locura” y las que se lamentaban. Pasada una media hora, las desconocidas

tomaron a los niños y desaparecieron, rumbo a la playa.

En el caserón, cada cual volvió a sus quehaceres. Jasón se acercó a Salomé

para preguntarle qué fue lo que pasó.

La que cargaba al bebé era Perpetua, la mujer de Simón Pedro. La otra era

Zaku (Inocencia), la esposa de Felipe. Los niños que Zaku llevaba de la mano

también eran hijos de Perpetua y Simón Pedro. Según Salomé, pretendían

hablar con el Maestro. Querían aclarar un par de cosas…

Page 238: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

243

“Querían hablar con el Maestro para que explicase lo de la gira por el

‘yam’. Es la segunda vez que lo intentan… Les hice ver que el rabí no se hallaba

en la casa y que tampoco sabíamos dónde se encontraba. No me creyeron y me

llamaron mentirosa. ¿Mentirosa yo? Dicen que están locos de atar… Y se

preguntan cómo sobrevivirán… Quién se ocupará de traer dinero mientras estén

afuera…”

Jasón imaginó que los discípulos comentaron lo de la inminente gira y las

mujeres, naturalmente, los interrogaron. ¿De qué iban a vivir durante esas dos

semanas? ¿Qué pasaría con ellas y con sus hijos? Estaba claro que Perpetua y

Zaku únicamente pretendían aclarar el asunto. Y pretendían hacerlo con el

responsable: Jesús de Nazaret.

El sábado 22, con el alba llegó el Galileo. Tenía el rostro resplandeciente.

Era otra persona. Se dio un baño, cambió la túnica roja por la blanca y desayunó

con el resto de la familia.

Y esa mañana, como estaba previsto, embarcó en la lancha que hacía la

travesía hasta Nahum. La familia Zebedeo se fue con Él.

La solicitud del Maestro para hablar en la sinagoga causó expectación,

una vez más. Todo el pueblo lo esperaba. Allí estaban los hermanos Jolí,

sacerdotes y responsables de la sinagoga, los notables de la población y de otras

ciudades y aldeas de la costa norte del “yam” y, por supuesto, espías y

confidentes de unos y otros.

Jesús departió, amabilísimo, con sus paisanos y amigos, permaneciendo

un rato a las puertas del edificio.

Y hacia la quinta (once de la mañana), cada cual tomó asiento. Jasón se

instaló en la planta superior, en la galería destinada a los gentiles y prosélitos.

Allí estaba Yu, el chino, carpintero jefe del astillero.

María, la Señora, se hallaba en la galería de las mujeres judías, en la

primera fila, aferrada a la reja que cerraba dicha sección. Después se unieron a

la Señora las Zebedeo. Salomé la abrazó y hablaron.

Page 239: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

244

Abajo, en la sala, en los asientos preferentes, se encontraban los

discípulos. Se los notaba eufóricos.

Santiago y Judá, los hermanos del Maestro, aparecían cerca de la puerta

principal, confundidos entre los que permanecían de pie.

El Hijo del Hombre ocupó su asiento en el estrado, en el que había sido

situada la “torre”, una pequeña mesa sobre la que se depositaban los libros de

la Ley y de los Profetas. Y empezó la ceremonia.

Tarfón, el funcionario que se ocupaba de casi todo en la sinagoga, abrió el

armario de los rollos de la Ley y extrajo uno de los estuches de madera y nácar.

En el interior se hallaba el rollo elegido previamente por Jesús. Retiró la funda

de lino que lo protegía y desenrolló el “libro” mostrando parte del texto. La

congregación prorrumpió un suspiro generalizado. ¡Era la Ley, la palabra de

Dios! Tarfón levantó entonces el rollo por encima de las cabezas e inició un

lento paseo. Y los fieles, emocionados saludaron el paso de la Ley con gritos y

vivas a la Torá. Finalmente, llegó frente al estrado y depositó el rollo sobre la

mesa. Buscó el párrafo seleccionado por el Maestro e hizo un gesto al

archisinagogo. Jolí asintió con la cabeza y se hizo el silencio.

Jesús de Nazaret se puso en pie y se aproximó al texto que marcaba

Tarfón con el dedo índice izquierdo. Y empezó a cantar el texto. La voz profunda

del Maestro se derramó por la sala.

“Vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes, gente santa…”

Se detuvo y el traductor se ocupó de la traducción del versículo al arameo,

la lengua popular.

“Yavé es nuestro juez… Yavé es nuestro legislador… Yavé es nuestro rey…

Él nos salvará… Yavé es mi rey y mi Dios… Él es un rey grande sobre la Tierra…”

El traductor intervino, impecable.

Y Jesús terminó: “La benevolencia recae sobre Israel… Bendita sea la

gloria del Señor porque Él es nuestro rey”.

Jesús regresó a su asiento y la asamblea se preparó para el momento

culminante: la “lección final”, un discurso, generalmente breve, en el que el

Page 240: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

245

predicador exponía sus ideas respecto al pasaje que acababa de leer. El Maestro

eligió el método que llamaban “maftir”: la enseñanza con palabras sencillas y

luminosas.

El Maestro contempló a los allí reunidos, con el rostro serio. El traductor

se preparó. Jesús hablaría en hebreo y, cada poco, el traductor haría la

traducción al arameo.

Y el Maestro rompió el silencio. Y dijo: “He venido para proclamar el

establecimiento del reino de mi Padre…”. Se detuvo y el traductor tradujo

correctamente.

Hubo comentarios: “¿El reino de su Padre? ¿Quién cree que es…?”. El

Maestro advirtió los murmullos, pero continuó: “Este reino lo forman las almas

de los judíos y gentiles, ricos y pobres, hombres libres y esclavos…, porque mi

Padre no tiene favoritos… Su amor y misericordia son para todos…”.

El Galileo se detuvo y animó al traductor a que prosiguiera. Éste lo hizo,

pero cambió el sentido de lo expresado por Jesús. La versión fue: “Este reino

sólo incluirá las almas de los judíos… Su amor y misericordia son para todos”.

El Hijo del Hombre dudó. Comprendió perfectamente, pero siguió con el

discurso: “El Padre de los Cielos envía su Espíritu para que se derrame en las

mentes de los humanos…, y cuando yo haya terminado mi obra en la Tierra…”.

Dejó que tradujera al arameo. Pero el funcionario volvió a tergiversar lo

dicho por el Maestro: “… para que se derrame en la mente de los judíos…”.

Jesús alzó la mano izquierda y detuvo la malintencionada versión del

traductor. Y cortésmente, pero con firmeza, rogó que volviera a su lugar. El

traductor enrojeció de vergüenza y se retiró. Yehudá ben Jolí, responsable de la

sinagoga, palideció. En esos momentos, Jasón supo que el archisinagogo y el

traductor estaban compinchados… Ese día, empezaron los problemas de Jesús

con la casta sacerdotal. Jolí lo tenía todo preparado para arruinar la plática del

Galileo. No lo consiguió…

El Hijo del Hombre se hizo de nuevo con la situación y prosiguió, pero en

arameo. La mayoría lo agradeció.

Page 241: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

246

“… Y cuando haya terminado mi obra en la Tierra, el Espíritu de la Verdad

será igualmente derramado sobre la carne.”

Jolí pasó de la palidez al rojo de la ira. Algunos notables murmuraron.

“Aquello no era ortodoxo… El ‘darshan’ no podía hablar directamente en

arameo.”

Pero el Maestro, impasible, siguió a lo suyo: “… Mi reino no es de este

mundo…”.

Y repitió: “Mi reino no es de este mundo…”.

La Señora estaba seria, muy seria.

“… El Hijo del Hombre no conducirá ejércitos, ni hará batallas para ganar

ningún trono…”

Guardó silencio y contempló a la asamblea. Los discípulos, especialmente

Juan Zebedeo y Simón Pedro, permanecían con la boca abierta, atónitos.

“… Yo soy el Príncipe de la Paz y la revelación del Padre Eterno…”

Muy pocos captaron el sentido de aquellas palabras.

“… Los hijos de este mundo luchan por el establecimiento de los reinos

materiales. Pues bien, en verdad os digo que los que me sigan entrarán en el

reino invisible de los cielos por sus decisiones morales y por sus triunfos

espirituales… Y allí hallarán alegría y vida eterna.”

A juzgar por los rostros, ninguno de los íntimos entendió. Lo que

apuntaban las Sagradas Escrituras por boca de los profetas, y lo que pretendía

Yehohanan, trataba de un reino físico y terrenal, gobernado por el Mesías y

sucesor del rey David.

Los murmullos de desaprobación se hicieron generalizados. La Señora

había bajado la cabeza, desconcertada o desconsolada. El único que sonreía y

asentía con la cabeza era Yu, el chino.

“… Si buscáis el reino de mi Padre, todo lo demás se os dará por

añadidura… Y os advierto: para entrar en ese reino es preciso que lo hagáis con

la confianza ciega de un niño…”

Page 242: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

247

La desaprobación fue en aumento.

“No os engañéis… No prestéis atención a los que aseguran que el reino

está aquí o allá… El reino del que os hablo no es visible para vosotros. En

realidad está en todas partes, pero no es de este mundo… En realidad está en

vuestro interior, pero no lo sabéis… He venido a quitaros la venda de los ojos…

Estoy aquí para proclamar que el Padre existe, pero que es mucho más de lo que

imagináis… Yehohanan os ha bautizado con agua, por la remisión de los

pecados, pero yo os digo que al entrar en el reino de los cielos seréis bautizados

con el Espíritu de la Verdad.”

Algunos pensaron que estaba loco y corrieron la voz…

“En el reino celestial no habrá judíos ni gentiles…”

Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia. Y la asamblea, arreada por

los notables, interrumpió al Maestro, llamándolo blasfemo y loco de atar.

María se puso a llorar y los discípulos se miraron, aterrorizados.

“… Y os adelanto –se impuso Jesús– que, dentro de poco, estaré sentado

con mi Padre, en su reino…”

Algunos, escandalizados, se levantaron y abandonaron el recinto.

Jesús esperó y el alboroto fue disipándose. Y cuando el silencio fue

medianamente aceptable, el Galileo reanudó su discurso: “Este nuevo reino

alado es semejante a un semilla que crece en tierra fértil. Necesita tiempo para

que desarrolle… Lo mismo sucede con lo que estoy anunciando… Y llegará el día

que se cumplirá el mandato de Ab-bá: seréis perfectos como Él es perfecto…”.

Y añadió con toda intención: “Pero no aquí ni ahora…”.

“He venido al mundo a revelar esta buena nueva. No he venido a

aumentar las cargas… No pido nada a cambio… Sólo confianza en el Padre…

Vuestro destino es espléndido, pero no lo sabéis… No penséis en ejércitos

marchando… No es ése el plan del Padre… No penséis en derrocamientos, ni en

sublevaciones, ni siquiera en el quebrantamiento del yugo de los cautivos… Os

hablo de otra cosa… Os lo he dicho: mi reino no es de este mundo…”

Page 243: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

248

La gente escuchaba, pero no lograba seguirlo. Era demasiado para sus

mentes.

Y el Maestro terminó: “Este reino es eterno. En su momento llegaréis a la

presencia del Santo. Sois sus hijos, no lo olvidéis… Y una última cuestión: no he

venido a reclamar a los justos, sino a los confusos…”.

Punto final. El Hijo del Hombre se retiró del estrado y se abrió paso,

saliendo al exterior. Jasón se apresuró a seguirle…

Aquél fue otro momento histórico en la vida de Jesús de Nazaret. Jasón

fue testigo de la primera enseñanza “oficial” del Maestro, que no fue entendido.

Eso era lo que le aguardaba: incomprensión, rechazo y burla.

Podrían ser las 13 horas. Jesús se hallaba frente a la fachada de la

sinagoga. Estaba rodeado por un nutrido grupo de judíos. Éstos, y en especial los

fariseos, lo increpaban severamente. Lo llamaban de todo. El Maestro los

contemplaba, pero no replicaba. Le dijeron carpintero loco, iluminado,

presuntuoso y blasfemo. Los “santos y separados” le recriminaron la falta de

respeto a la Ley y a las normas. Era la primera vez que alguien se dirigía a la

asamblea en arameo, sin el concurso del traductor. “Eso –decían– era

inadmisible.” Otros le echaron en cara que se autoproclamase enviado del Santo

(para los judíos, Yavé… para Jesús, Ab-bá, el Padre celestial).

“¿Quién crees que eres? –repetían–. ¿Enviado del Santo, bendito sea su

nombre? ¿Cómo puedes comparar a los judíos con los gentiles?... ¡El Santo,

bendito sea su nombre, sí tiene favoritos: el pueblo elegido! ¡Nosotros! ¿Quién

ha pedido que te pongas al frente de los ejércitos de liberación?”

Al principio, el Maestro miraba a los que le interpelaban, Después,

consciente de lo inútil de la discusión, bajó el rostro y permaneció en silencio.

“¡Blasfemo!... ¡Regresa con tu padre, el carpintero!... ¡Todos lo

conocimos!... ¡No era tan soberbio ni tan prepotente como tú…! ¡Maldito!....

¡Márchate a ese reino de afeminados!...”

Page 244: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

249

Pero el odio de aquellos energúmenos fue a más. Y algunos de los

fariseos, ciegos de cólera, empujaron al Hijo del Hombre por la espalda. Jesús se

tambaleó. Otros, contagiados, la emprendieron a empellones y a patadas con el

dócil Galileo.

El Hombre-Dios palideció, pero no ofreció resistencia. En mitad del

tumulto, Jasón vio aparecer a los Santiagos (el Zebedeo y el hermano carnal de

Jesús). Detrás llegó Judá, el otro hermano del Galileo. Éste portaba un “gladius”,

la temida espada de doble filo romana. Los “santos y separados”, cobardes, se

apartaron. Y los Santiagos tomaron a Jesús y lo rescataron de aquella piña de

fanáticos. Judá permaneció unos segundos frente al confuso grupo de exaltados,

con la espada en alto, amenazador. Después dio media vuelta y corrió tras su

Hermano. Una lluvia de piedras y de maldiciones siguió a los huidos… Y

desaparecieron hacia el centro de Nahum.

Al llegar al “cardo maximus”, la calle principal de Nahum, Jasón distinguió

a los discípulos. Se hallaban reunidos bajo un pórtico. Discutían. Pedro y Juan

eran los más excitados. Habían desenvainado las espadas y querían regresar a

enfrentarse con los “santos y separados”. Andrés y Santiago Zebedeo no lo

permitieron, obligando a sus hermanos a guardar las espadas, y los empujaron,

literalmente, calle abajo. Felipe y Bartolomé, confusos y sin decir palabra,

hicieron lo que recomendaban los prudentes Andrés y Santiago.

El Hijo del Hombre se detuvo en la “casa de las flores”. Así se lo hizo saber

a los íntimos.

Al llegar frente a la gran puerta de madera, los discípulos, de común

acuerdo, decidieron esperar en la calle y proteger al Maestro ante la posible

aparición de aquellos miserables. Así los llamaron.

Jasón, sin dudarlo, se coló y entró en el patio a cielo abierto. Ruth se

hallaba en la mecedora, con sus ojos color verde hierba perdidos en la nada. El

Maestro se encontraba a sus pies. Acariciaba y besaba las manos de la pelirroja.

Los hermanos, nerviosos, observaban al lado del granado.

Y, al poco, el Galileo se alzó y se dirigió a sus hermanos. El Maestro seguía

pálido. Y, con voz grave, sin titubeos, les dijo que no era aconsejable que la

Page 245: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

250

familia entrara a formar parte del grupo de discípulos que deseaba reunir, y que

le sucederían “cuando Él ya no estuviera”.

Santiago y Judá no entendieron, y el Galileo, paciente, volvió a explicarse.

Era una decisión fríamente meditada. La familia no formaría parte de los

íntimos que deberían acompañarlo durante la vida de predicación. Así de

simple. Y era una decisión no negociable. No deseaba que lo tomaran como un

desprecio. Todo lo contrario.

“Lo hago –añadió– por vuestra propia seguridad…”

Los hermanos no captaron la intención del Maestro y protestaron.

“Hemos estado contigo desde el principio, desde el bautismo en el

Artal…”

“Lo sé –manifestó– y lo agradezco… Sé lo mucho que os importa el nuevo

reino, pero la decisión está tomada… Es la voluntad del Padre de los Cielos…”

Los hermanos bajaron los ojos, contrariados. Todo estaba dicho.

Y cuando el Maestro se disponía a abandonar la “casa de las flores”, por

una de las puertas surgió la Señora. Caminó decidida hacia los hijos y se plantó

frente al primogénito.

“¿No sientes vergüenza…?”

Jasón dedujo que María había escuchado la conversación.

El Maestro la contempló en silencio.

E hizo lo único inteligente que podía hacer: no discutir. Miró a la madre

con tristeza, se dirigió después a Ruth, la besó y le hizo un gesto a Jasón para

que lo siguiera. Y se encaminó a la puerta. María, enfadada, gritó desde el

granado: “¡Así que prefieres a los extraños!...”.

Jesús no replicó y siguió su camino. Jasón iba tras Él.

En la calle, aguardaba otra sorpresa.

Jesús se detuvo junto a los discípulos. Allí estaban también Salomé, la

esposa del viejo Zebedeo; las hijas; la mujer de Santiago Zebedeo y Perpetua y

Page 246: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

251

Zaku, las esposas de Simón Pedro y Felipe, respectivamente. Acababan de

llegar.

Pedro y Juan discutían con Perpetua y Zaku. Al parecer, los discípulos

trataban de que regresaran a sus casas y “de que no se metieran en cosas de los

hombres”. Zaku gritaba más y los llamaba “irresponsables”. Jesús se dirigió al

confuso Andrés y solicitó que reuniera a los seis en el caserón de Saidan. Tenían

que hablar de la gira por el “yam”.

Zaku escuchó lo anunciado por el Maestro, olvidó a Juan y a Pedro, y se

acercó al Galileo. Y le habló con especial tacto… “¿Es cierto, rabí? ¿Es verdad lo

de la gira por el lago?”

El Maestro se limitó a asentir con la cabeza.

“Pero ¿de qué viviremos?”

Pedro trató de intervenir, dando por concluida la cuestión. Jesús no lo

permitió. Alzó la mano izquierda y solicitó calma. Felipe había palidecido.

“Os lo he dicho…”

Y Jesús señaló al norte, hacia el lugar que ocupaba la sinagoga.

“… Si buscáis el reino de mi Padre, todo lo demás se os dará por

añadidura…”

“Pero ¿de qué vivirán nuestros hijos?”, preguntó Perpetua.

Simón Pedro la incendió con la mirada.

Jesús alzó de nuevo la mano y, sin decir nada, reclamó silencio.

“No me escuchas –intervino el Galileo–. Os lo estoy diciendo… No

temáis.”

“Pero, rabí –intervino Zaku–, no tenemos dinero… Dicen que estarán

fuera dos semanas… ¿Quién traerá el sustento a casa?”

“¡Estúpida!”

El insulto de Pedro no gustó a Felipe y éste increpó a su amigo. Fue

Andrés quien intervino, solicitando paz.

Page 247: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

252

Entonces se oyó a Juan Zebedeo. Refiriéndose a las recién llegadas,

exclamó: “¡Mujeres!... ¡Siempre tienen que enredarlo todo!... No te preocupes,

Maestro… ¡Son mujeres!... Son poco inteligentes!”.

Jesús se puso serio y replicó a Juan: “Te equivocas… Para nacer mujer hay

que ser más valiente y más inteligente que para nacer hombre…”.

Nadie comprendió, pero ellas se sintieron recompensadas. Jesús se había

puesto de su lado. Finalmente, el Galileo fue a colocar sus manos sobre los

hombros de Zaku y la miró con ternura, al tiempo que reclamaba: “¡Confiad!...

Nada os faltará mientras ellos estén fuera. Mi Padre, y su gente, van un paso por

delante de vosotros…”.

Nadie entendió, y mucho menos lo de “su gente”.

Y el Maestro se alejó hacia el puerto.

Fue hacia la nona (las tres de la tarde) cuando el Galileo se acomodó en la

“tercera casa”, en el caserón de los Zebedeo, y se dispuso a informar a los seis

sobre los detalles de la inminente gira por el “yam”.

Los discípulos, nerviosos, no terminaban de creer que estuvieran a punto

de dejarlo todo para dedicarse al anuncio del nuevo reino…

Deberían partir de Saidan con las primeras luces del día siguiente,

domingo 23 de junio de ese año 26.

El Galileo fue muy explícito. No dejó cabos sueltos.

Marcharían por parejas: Andrés y Simón Pedro por un lado. Santiago y

Juan Zebedeo por otro y, por último, Bartolomé (el “oso” de Caná) y Felipe de

Saidan.

Serían ellos los que escogerían el pueblo en el que vivirían aquella

primera “experiencia personal”. No se trataba de predicar en público y tampoco

de bautizar. Lo repitió varias veces.

Pedro y Juan no escucharon. Y se felicitaron ante la posibilidad –al fin– de

salir a los caminos y anunciar la buena nueva: “El Mesías está aquí…”.

Page 248: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

253

Jesús se vio obligado a insistir: no deseaba que hablaran en público. Su

trabajo consistía en establecer contacto con las gentes y conocer sus problemas.

Jesús los animó a sentarse y dialogar, con todo tipo de personas –judíos o

gentiles, pobres o ricos, torpes o inteligentes, hombres o mujeres– y a saber de

sus inquietudes. Eso era todo.

“Mi Padre os guiará… ¡Y de qué forma! No os preocupéis por el dinero, ni

por el alojamiento, ni por esas cosas…”

Y mirando a Jasón intensamente, repitió: “Dejad que mi Padre, y su gente,

os guíen…”.

Jesús pidió entonces que decidieran las poblaciones a las que deseaban

dirigirse. No hubo acuerdo. Fue Andrés, siempre equilibrado, quien estableció el

sistema de elección: lo echarían a suertes. Se fue a la cocina y regresó con un

puñado de trocitos de cerámica. En ellos había escrito los nombres de una

docena de pueblos, todos en el mar de Tiberíades. Y fue mostrándolos: Nahum,

Tabja, Guinnosar, Migdal, Hamat, Tariquea, Hipos, Kursi, y Betsaida Julias, entre

otros. Las ciudades de cierto porte –como Tiberias o la “metrópoli”– fueron

excluidas, por expreso deseo del Galileo. Saidán tampoco entró en el sorteo.

Todos aceptaron. Andrés introdujo los trocitos de cerámica en un saco y agitó la

arcilla.

Pedro fue el primero en sacar su cerámica. El rostro se le iluminó y cantó,

feliz: “¡Nahum!”. La segunda pareja –la de los Zebedeo– debería trasladarse a

Kursi, a poco más de dos horas de Saidan. Felipe y Bartolomé extrajeron la

cerámica en la que se leía “Tariquea”, una población al sur del “yam”.

Y el Maestro pasó al último punto: la elección de los seis restantes

discípulos. Era deseo de su Padre Azul que el grupo que debía acompañarlo

estuviese formado por un total de doce hombres. Y recalcó: “Es la voluntad de

Ab-bá…”.

Cada discípulo tendría que seleccionar a otro compañero. Todos

trabajarían en la difusión de la buena nueva.

“Pero, Maestro –intervino Felipe–, ¿cómo hacemos una cosa así? ¿Bajo

qué criterio?”

Page 249: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

254

Jesús lo envolvió con una sonrisa, y declaró, al tiempo que miraba a Jasón:

“¡Sorpresa!... ¡Sorpresa!”, insistió el Galileo, acentuando la pícara sonrisa.

Pero Juan Zebedeo no estaba de acuerdo con la elección de los nuevos

discípulos y preguntó: “Maestro, ¿estás seguro de lo que dices? ¿Esos seis

compartirán con nosotros lo que hemos aprendido de ti? Hemos estado contigo

desde el principio, en el valle del Jordán. ¿Cómo van a ser iguales a nosotros?”.

Jesús lo reprendió con dulzura: “Estoy seguro… Esos hombres serán

exactamente igual que vosotros… Deberéis enseñarles, y con alegría, tal y como

yo lo he hecho”.

El Maestro, concluida la reunión, dejó la “tercera casa”, dirigiéndose a la

playa.

Y los discípulos se enzarzaron en nuevas discusiones. Pedro y Juan

mantenían una postura opuesta al Galileo. “Los nuevos no podían ser como

ellos”.

La discusión terminó gracias a la intervención de Andrés, a quien todos

consideraban ya como un “segan” o “jefe”.

“El Maestro tiene razón. Somos pocos para tan ambicioso trabajo… Es

bueno que aceptemos a esos discípulos… Todas las manos serán pocas…”

En esa ocasión, Jasón no bajó a la playa. Sabía que el Hijo del Hombre

quería estar solo. La tristeza regresó a su corazón. Ruth pesaba en su ánimo y la

brecha entre él y su familia se hacía cada vez más grande…

Y a la mañana del domingo 23 de junio, Jasón se encaminó a la fuente de

Saidan, junto al río Zají. Allí encontró a medio pueblo. Todos deseaban

despedirse de los “héroes”, como los llamaban. Nadie tenía en claro por qué

marchaban, pero lo importante era que se marchaban. En la pequeña Saidan

nunca pasaba nada y aquello era un suceso…

Y el grupo partió sin demoras, entre los vítores y gritos de la parroquia.

Juan tuvo tiempo de lanzar un último y encendido grito: “¡Abajo Roma!”.

Page 250: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

255

Hacia las seis de la mañana, Jasón desembarcó en el astillero. Jesús se

hallaba en su puesto, martilleando. Zal permanecía a su lado. El Galileo aparecía

serio. No cantaba, como era usual en Él.

Yu puso al corriente a Jasón. Todo el mundo hablaba de lo ocurrido el día

anterior en la sinagoga. Todos discurrían sobre las palabras del Maestro, pero

nadie llegaba al fondo del discurso. Lo malo es que los rumores no tardaron en

rodar… Rumores falsos y malintencionados. En relación con el incidente frente a

la sinagoga, las malas lenguas aseguraban que Jesús cayó de rodillas ante los

fariseos, que solicitó clemencia y que los “santos y separados” le perdonaron la

vida… Y decían que el Maestro había renunciado a su proyecto en beneficio del

Santo, de su pueblo y de su familia…

Jasón le advirtió a Yu que todo era falso. Yu sabía que eran mentiras, pero

se mostró preocupado. Y agregó: “La familia lo ha abandonado… Hoy al

amanecer, han alquilado un carro y han salido de Nahum…”.

“¿Él lo sabe?”, preguntó Jasón mirando al Maestro.

Yu asintió en silencio.

“¿Y la ‘casa de las flores’…?”

“Cerrada…”

Jasón abandonó el astillero y caminó hacia la “casa de las flores”.

Aparecía cerrada. Preguntó a los vecinos. Todos coincidieron. Acomodaron a

Ruth en un carro, junto con Esta, los niños y la Señora, y partieron hacia

Nazaret. Santiago iba con ellos. Jasón preguntó sobre la razón de la súbita

partida, pero no supieron o no quisieron aclararlo. Jasón creyó saber la razón:

por un lado, el discurso de Jesús en la sinagoga, que terminó de hundir a la

Señora, y el rechazo de Santiago y de Judá como discípulos. A eso había que

añadir la penosa situación de la pelirroja Ruth (Jesús, según su madre, no hizo

nada para curarla), y el cúmulo de roces anteriores…

Jasón retornó al astillero y se incorporó al trabajo.

Al regresar al caserón, notó que Jesús seguía visiblemente preocupado.

Casi no cenó. Y antes de retirarse hicieron un aparte. Jesús lo miró como solo Él

Page 251: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

256

sabía hacer, derramándose, y pidió sin pedir. Jasón dijo que sí de inmediato,

aunque no sabía a qué se refería. Finalmente, anunció que estaba decidido a

viajar a Nazaret y que deseaba un amigo en el que apoyar su soledad. Jasón

replicó con un “sí” que iluminó la “tercera casa”.

Partirían al alba.

Y Jesús, al retirarse a su habitación, lo abrazó. Esa vez fue Jasón quien lo

acogió entre los brazos. Y Él dejó que un humano aliviara la carga de un Dios.

Jasón se sintió feliz y compensado.

Aquel lunes 24 de junio, ambos se asearon, desayunaron y se despidieron

de Salomé y de los suyos.

Hacia las seis de la mañana saltaron a tierra en Migdal. Desde allí, al paso

rápido del Galileo, podrían llegar a Nazaret en poco más de cuatro horas.

Al cabo de caminar un rato, Jesús le comentó a Jasón que había estado

tentado de interceder ante Antipas por Yehohanan. Pero terminó dejando el

asunto en manos de su Padre Azul.

Y hacia la quinta (once de la mañana), divisaron la blanca Nazaret, al pie

del Nebi. Jesús cruzó la aldea sin detenerse. Y llegaron frente a la casa de María,

“la de las palomas”.

La vivienda se hallaba ocupada por José y su familia, otro de los hermanos

del Maestro. José era carpintero.

El Hijo del Hombre ingresó en la casa y Jasón hizo otro tanto. El lugar

estaba en penumbra, como de costumbre, y casi vacío. La Señora trasteaba con

los platos en el nivel superior. En el inferior, junto a las cántaras, se hallaba

Ruth. La habían sentado en una silla baja. Se oía un martilleo en el taller. Ni

Tesoro, la esposa de José, ni sus hijos estaban allí.

La Señora, sorprendida, permaneció unos segundos inmóvil,

contemplando a su Hijo. Comprendió por qué estaba allí. Y se dirigió a los

peldaños que unían los niveles. Jesús, con el saco al hombro, esperó.

Page 252: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

257

La mujer se aproximó y besó al Maestro. Éste correspondió con dos besos.

No fue un recibimiento cordial, como en otras oportunidades.

La Señora se encaminó a la puerta del taller y reclamó a José. Al punto

cesó el martilleo. El hermano lo recibió con la misma frialdad y distanciamiento.

Los besos fueron puro compromiso.

Jesús fue directo a lo que interesaba. Solicitó a la madre que convocara a

la familia. Tenía algo que decir…

La Señora obedeció de inmediato. Ella se ocuparía de Miryam y Marta.

José avisaría al resto. Ambos salieron de la casa y el Galileo, tras dejar el saco de

viaje en el suelo, se aproximó a Ruth. Y se arrodilló ante la muchacha. Jesús

tomó sus manos y las besó una y otra vez. No dijo nada. Sólo la besaba y la

besaba. Ruth tenía los ojos húmedos. Estaba a punto de llorar.

Jasón se preguntó: “¿No sentía piedad?, ¿por qué no la sanaba?”. No

lograba entenderlo, aunque sabía de la decisión que tomó el Maestro en Beit

Ids: no hacer prodigios. Pero era su hermana pequeña…

En eso irrumpieron en la casa la Señora y sus hijas Miryam y Marta.

Después llegó Tesoro. Se repitieron los besos y los saludos, pero también fríos. Y

a la espera del resto de la familia, hablaron de asuntos domésticos e

intrascendentes.

Marta cumpliría en septiembre veintitrés años. Era guapa… quizá

demasiado seria. Miryam, nerviosa, se acercó a Ruth y quedó a su lado.

Y hacia la sexta (mediodía) se unieron a las mujeres los otros hermanos,

José y Simón, y Jacobo, el albañil, marido de Miryam. Los saludos fueron

igualmente parcos. Santiago no se presentó.

Simón acababa de cumplir veinticuatro años. Era cantero de profesión.

Era un soñador empedernido, pero no comprendió a su Hermano. La mujer y los

hijos tampoco estuvieron presentes en esa reunión.

Jacobo, el albañil, el que fuera amigo íntimo del Maestro durante la

infancia y la juventud, fue el único que abrazó a Jesús con entusiasmo. Y le

comunicó que Santiago había declinado la invitación.

Page 253: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

258

El Maestro no replicó. Su rostro aparecía grave. Era obvio que Santiago no

deseaba ver a su Hermano. Apoyaría lo que dijera la Señora.

Judá tampoco estuvo presente en aquella decisiva reunión familiar. No

hubo tiempo material para avisarle.

Y el grupo fue acomodándose alrededor de la mesa de piedra; la histórica

mesa, junto a la que se presentó un ser luminoso en el mes de noviembre del

año -8, anunciando a la Señora la concepción y el nacimiento del Galileo.

Tesoro y José dispusieron nuevas lucernas y Jasón hizo ademán de

retirarse de la casa. Pero la Señora, con un gesto, indicó que permaneciera junto

a Ruth. María estaba muy seria.

Jasón miró al Galileo y éste asintió con un leve movimiento de cabeza.

Fue así como Jasón tuvo la ocasión de asistir a una conversación que

marcaría la ruptura definitiva entre el Maestro y su familia carnal.

El Hijo del Hombre fue derecho a lo que le interesaba. Y, conforme

hablaba, fue mirando a los suyos, uno por uno.

“No pretendo herir a nadie –anunció Jesús con suavidad, pero con

firmeza–. Estoy próximo a inaugurar mi carrera como educador y enviado del

Padre y sólo aspiro a hacer su voluntad… Es por ello, insisto, que me ajusto

siempre a esa voluntad divina… Es por ello que trato de seleccionar a doce

hombres que me acompañarán en lo bueno y en lo malo…”

La Señora torció el gesto. Aquello no le gustó.

“La elección de esos doce es voluntad de mi Padre. Y siempre cumplo su

voluntad… La familia debe permanecer al margen, por su propia seguridad…”

Ninguno de los presentes pudo captar la sutileza del Maestro. Nadie, en

esos momentos, podía imaginar lo que estaba por llegar… Y él añadió con gran

ternura: “No pretendo que aceptéis a ciegas mi mensaje… Pero, al menos, no

me saquéis de vuestros corazones. Sois mi familia y eso nunca cambiará.

Siempre estaré con vosotros…”.

El Maestro había terminado.

Page 254: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

259

Algunos se removieron, incómodos. Todos se refugiaron en aquel silencio

de plomo. Bueno, todos no…

La Señora tomó el mando y habló en nombre del resto. Nadie dijo que sí,

pero tampoco que no.

Y María, sin vacilación, fue a exponer sus condiciones. Si el Hijo no las

aceptaba, no habría trato; nadie lo seguiría. Sencillamente: se quedaría solo.

Esto es lo que Jasón recordó:

Primero: Santiago y Judá, los hermanos, serían admitidos como discípulos.

Más aún: serían la mano derecha del Galileo.

El Maestro escuchó atentamente.

Segundo: Jesús debería olvidar esas blasfemas ideas y pretensiones sobre

Ab-bá. Tendría que ajustarse a la tradición y a la Ley. Él era el Mesías prometido

y tenía que asumir su responsabilidad. Tenía que cumplir la profecía y alcanzar

la liberación de su pueblo.

El Galileo bajó los ojos.

Tercero: si fue capaz de convertir el agua en vino, podía también sanar a

Ruth y llevar a Israel a lo más alto de su gloria. Ése era su Destino…

Si aceptaba las condiciones, la familia, en bloque, lo acompañaría y lo

protegería.

Eso fue todo. Nadie hizo comentarios.

El Maestro, pálido y en silencio, se alzó, tomó el saco de viaje y se alejó

hacia la puerta de entrada.

Minutos después, desde las colinas, Jesús permaneció unos minutos con

la mirada perdida en la aldea. Y un par de lágrimas rodaron por sus mejillas…

En definitiva: el Hijo del Hombre fue rechazado primero por los notables

de Nahum y ahora por los de su sangre… Aquel lunes 24 de junio, fue otro día

amargo para el Hombre-Dios.

Page 255: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

260

Esa noche pernoctaron en Caná, en la hacienda de Nathan. Poco después

del alba, emprendieron viaje en dirección al “yam”.

El miércoles 26, el Galileo se reincorporó al trabajo en el astillero.

Jesús parecía tranquilo. Habló mucho con Jasón. Cada atardecer bajaban a

la playa de Saidan y paseaban, sin prisas. Y fue durante esa semana cuando

anunció que, en los próximos seis meses, si era la voluntad de Ab-bá, dedicaría

todo su empeño a la enseñanza de los discípulos. No se movería del lago hasta

que el mensaje fuera mínimamente comprendido. Eso significaba estar con sus

discípulos hasta fines de diciembre de ese año 26, o inicio de enero del año 27.

Pasadas dos semanas, los discípulos se presentaron en Saidan poco antes

del atardecer del sábado 6 de julio. Los “héroes” entraron en el caserón de los

Zebedeo dando gritos. Jesús estaba en la playa. Se hallaban eufóricos. Hablaban

todos al mismo tiempo. Ninguno había pasado por sus respectivas casas, salvo

los Zebedeo. Preguntaron por el Maestro. Salomé explicó que Jesús,

probablemente, se encontraba a orillas del lago. Y los seis corrieron hacia las

escaleras que unían el caserón con la referida playa.

Durante unos segundos fue imposible entender y hacerse entender. Tal y

como sucediera en el caserón, los seis hablaban, mejor dicho, gritaban, a la vez.

El Maestro miraba a uno y a otro, e intentaba escuchar. Tuvo que alzar las

manos y rogar un poco de calma. Andrés comprendió y tomó el mando.

El Maestro se sentó al pie de una de las barcazas y los discípulos lo

hicieron a su alrededor. Todos miraban al Hijo del Hombre como si acabaran de

conocerlo. Los ojos brillaban… Andrés fue concediendo la palabra, uno tras otro.

Pero el orden no siempre fue respetado y terminaban hablando a un tiempo. Y

Andrés y el Maestro, nuevamente, pedían calma. Fue a partir de ese atardecer

cuando Andrés empezó a recibir, de forma habitual, el sobrenombre de “sagan”,

que podría traducirse como “jefe”. Andrés se ganó el alias, no sólo porque fue el

primer discípulo, sino, sobre todo, por su serenidad y capacidad de

organización.

“Ha sido la experiencia más intensa de mi vida.”

Así se expresaron. Todos coincidieron.

Page 256: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

261

“La gente está hambrienta de consuelo… Escuchan con esperanza…

Desean saber más sobre el Padre Azul, tan distinto a Yavé…”

El Galileo oía con atención. Sus ojos color miel también brillaban. Se

sentía complacido.

“Eres el Mesías de las escrituras… Es preciso que hables a tu pueblo…

Todo es miedo y oscuridad, pero tú eres la luz…”

Los discípulos, según contaron, conversaron con unos y con otros. Ellos

fueron los primeros sorprendidos. No fue tan difícil. Cuando les tocó hablar, se

produjo un extraño y emocionante fenómeno: parecía como si alguien hablara

por ellos…

Hicieron lo que solicitó el Galileo… No predicaron en público. Se limitaron

a visitar a los amigos e intentaron conocer sus problemas. Era lo que el Maestro

pretendía: que tuvieran contacto con sus semejantes y que vivieran una primera

experiencia apostólica. Sus ideas sobre el Mesías no habían cambiado, pero eso

no importaba en aquellos momentos. Fue el bautismo de fuego de unos

hombres que jamás imaginaron que terminarían caminando de pueblo en

pueblo y hablando de un reino invisible y alado. Eso, al menos, fue lo sucedido

en vida del Maestro. Después, tras la muerte del Hijo del Hombre, las cosas

cambiaron. Pero ésa es otra historia…

En la cena, ante la expectación de la familia Zebedeo, cada discípulo siguió

contando y contando, y anunciaron quiénes eran los seis nuevos discípulos y

cómo llegaron a ellos.

El primero en hablar fue Andrés, que formaba pareja con Pedro. Explicó

cómo habían deambulado por Nahum y cómo, finalmente, se decidió por Mateo

Leví, el “gabbai” o recaudador de impuestos que trabajaba en la aduana. Andrés

lo conocía de antiguo y, no sabía por qué, pensó en él.

Hubo ciertos reparos, en especial por parte de los Zebedeo. “No es mal

tipo –expresó Juan–, pero es cómplice de los ‘kittim’ (romanos). Sería mejor

pensar en otro…”

Page 257: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

262

Se hizo el silencio y esperaron una respuesta de Jesús. El Galileo conocía a

Mateo. Prácticamente todo el mundo en Nahum lo conocía.

“Recordad –respondió el Maestro–, Ab-bá no tiene favoritos…”

Simón Pedro fue el siguiente en relatar su experiencia. Seleccionó al

Zelota. Vivía en Nahum. Simón el Zelota era un miembro activo de la

organización terrorista que guerreaba, como podía, contra Roma. Todo Nahum

lo sabía. Jesús, por supuesto, también lo sabía. Pedro le propuso ser discípulo

del Galileo.

Curiosamente, todos se mostraron de acuerdo con la elección. El Maestro

no abrió la boca. Y Juan Zebedeo habló por él y por su hermano: “Será un gran

discípulo. Sabe luchar contra los impíos”.

Y le tocó el turno a la segunda pareja, formada por Juan y Santiago

Zebedeo. Naturalmente, fue Juan quien explicó lo ocurrido: “Mi hermano y yo

pensamos mucho y llegamos a la misma conclusión. Los hermanos Alfeo, de

Kursi, son lo mejor de lo mejor: trabajadores, disciplinados, y obedientes… Son

pescadores. Gente de poco cerebro –añadió Juan–, pero de gran corazón…”.

La mayoría se encogió de hombros. No conocían a los Alfeo (Jacobo y

Judas), los gemelos.

Terminada la exposición, el Maestro intervino: “Tú, Juan, no lo sabes,

pero es mi Padre de los Cielos, y su gente, quienes seleccionan…”.

El Maestro miró a Jasón. Mensaje recibido.

Los discípulos no supieron a qué se refería.

A continuación habló Felipe de Saidan.

Felipe y Bartolomé, el “oso” de Caná, se habían dirigido a la pequeña

población de Tariquea. Felipe explicó: “Allí permanecimos unos días, confusos y

temerosos. No sabíamos qué hacer, dónde acudir, ni a quién seleccionar. No

conocíamos prácticamente a nadie. Y un buen día, cuando visitábamos uno de

los secaderos de pescado, vimos a Tomás y a Judas entre un grupo de obreros.

No los conocíamos”.

Page 258: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

263

“Entonces –intervino Bartolomé– se aproximó aquel tipo tan raro…”

“¿Raro? –preguntó Pedro–. ¿Por qué raro?”

“Era muy alto –continuó Felipe–. Como el Maestro, o más… Vestía una

túnica sin mangas. Era rarísima. Brillaba, según le diera la luz…”

“No entiendo…”, dijo Juan.

“Quiero decir que brillaba con diferentes colores. Cuando el tipo se

hallaba en la sombra, la túnica lucía en rojo, o en azul, o en verde, o en negro,

según…”

Los discípulos escuchaban con la boca abierta. Creyeron la historia de

Felipe. Jasón estaba perplejo.

“… El caso es que el hombre se dirigió a nosotros –continuó Felipe– y dijo:

‘Mirad a esos dos… Son los que buscáis…’…”

“Y sonrió con una sonrisa increíble. Nunca he visto una sonrisa igual –

redondeó el “oso”–. ¡El tipo de la sonrisa encantadora!”

Los discípulos seguían asombrados e incrédulos.

“Después se alejó. El corte de pelo también era muy extraño. Portaba un

cinturón con una estrella de seis puntas, como el escudo del rey David… Fue así

como llegamos hasta Tomás y hasta Judas, llamado el Iscariote…”

El Maestro no pudo evitarlo y buscó a Jasón con la mirada. Y le sonrió

levemente, con picardía.

Tomás, en teoría, fue seleccionado por Felipe. Vivía en Tariquea. Era

carpintero, albañil, y lo que fuera necesario.

El Iscariote, al parecer, se hallaba de paso. Fue “elegido” por Bartolomé.

Y Jesús solicitó de sus hombres que sometieran a votación lo que habían

oído. La selección fue aprobada. Todos se hallaban felices y entusiasmados.

Finalmente, el Maestro recordó que debían regresar con sus familias. Las

habían olvidado… Al despedirlos, el Galileo dio instrucciones a Andrés, el jefe: el

Page 259: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

264

lunes 8 de julio, emprenderían un recorrido por el “yam” y visitarían a los

propuestos como nuevos discípulos.

“Iremos a buscarlos”, comentó el Hijo del Hombre.

Los discípulos pasaron poco tiempo con sus familias. A la mañana

siguiente, domingo 7, se presentaron en el caserón con las primeras luces.

Simón Pedro y Felipe aparecían especialmente alarmados. Y fue Andrés, más

calmado, quien procedió a relatar lo sucedido.

Según contaron Perpetua y Zaku, esposas de Pedro y de Felipe,

respectivamente, el lunes 24, al día siguiente de iniciada la gira por el lago,

cuando el Maestro y Jasón se hallaban en Nazaret, alguien llamó a la puertas de

las casas de Pedro y de Felipe. Primero, a la de Perpetua. Era un personaje

extraño, que causó una viva impresión a cuantos lo vieron. Era muy alto, con

una vestimenta poco común, y una sonrisa encantadora. Jasón se atragantó con

la leche caliente. El Galileo lo auxilió con unas amables palmaditas en la espalda

mientras sonreía, divertido.

En resumen, según Perpetua, aquel hombre les entregó una bolsa con una

importante suma de dinero: 413 denarios de plata, como recién acuñados. Y al

depositar la pequeña fortuna en las manos de la esposa de Pedro, comentó: “De

parte de Ab-bá…, y de su gente”. Después se alejó. Eso sucedió hacia el

mediodía.

Poco después, siendo la nona (las tres de la tarde), la escena se repitió,

pero a las puertas de la casa de Felipe, también en Saidan. La cantidad de

monedas fue la misma, y también el comentario del “mensajero”.

Aquel dinero era suficiente para el sostenimiento de las familias durante

un año o más.

Pedro y Felipe traían los denarios. Deseaban que el viejo Zebedeo

administrara los dineros y les proporcionara un rédito.

Las Zebedeo se preguntaron por qué a Perpetua y a Zaku sí y a ellas no.

Los comentarios no llegaron a oídos del Maestro. La explicación para Jasón era

Page 260: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

265

simple: Perpetua y Zaku no disponían de los recursos económicos de los

Zebedeo.

A la mañana siguiente, lunes, Jesús y los seis embarcaron rumbo a

Nahum. Jasón se unió al grupo. Y todos se encaminaron directamente a la

Aduana.

Mateo Leví atendía un peaje. Andrés, que fue quien lo seleccionó, esperó

cerca. El resto se situó al pie del camino. Al terminar, Mateo se dirigió a Andrés.

Hablaron un minuto. El publicano parecía sorprendido…, casi había olvidado la

proposición de Andrés. Se acercó al Maestro y lo miró de frente. Se conocían de

vista. Mateo sonrió con timidez, sin saber qué hacer. Pero el Hijo del Hombre

facilitó las cosas. Miró intensamente al publicano y se limitó a comentar:

“¡Sígueme!”.

Eso fue todo. Mateo quedó tan aturdido y tan impresionado con aquella

mirada color miel líquida que no acertó a decir una sola palabra. El grupo lo

felicitó, a excepción de Juan Zebedeo, pero Mateo necesitó unos segundos para

reaccionar. Andrés lo animó a tomar sus cosas. Y Mateo así lo hizo y siguió al

grupo.

Poco después entraban en la casa de Mateo, en Nahum. Los había

invitado a almorzar. Jesús habló del nuevo reino, pero Mateo estaba más

pendiente de la comida y de que todo estuviera a gusto de los invitados. Dijo sí

a casi todo, pero no entendió casi nada…

Y hacia la nona (tres de la tarde), cuando el grupo se despedía, Mateo

reaccionó y dio las gracias al Galileo “por haberlo admitido entre los elegidos”.

El publicano sabía que sus vecinos lo despreciaban y aquel gesto del Maestro lo

llenó de satisfacción y de sincero agradecimiento.

Y ya en la puerta de la gran casa, Mateo se dirigió a Andrés y propuso

celebrar una cena homenaje al Maestro, como señal de bienvenida a ese “reino

tan prometedor”. Andrés transmitió el recado al Galileo y éste aceptó,

encantado. La reunión quedó fijada para esa misma tarde-noche, tras la puesta

del sol.

Page 261: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

266

Minutos después, por sugerencia del Hijo del Hombre, Simón Pedro los

condujo por las calles de Nahum, hasta el muelle. Pedro entró en uno de los

almacenes del referido muelle. En la entrada, en un rótulo, se aclaraba la

naturaleza del lugar: una empresa dedicada a la fabricación de cajas de madera

para el almacenamiento del pescado. Simón el Zelote o Zelota trabajaba en

dicha empresa, aunque, en realidad se trataba de una tapadera de la

organización terrorista zelota.

Pedro no tardó en regresar al muelle en compañía del Zelota. Éste

inspeccionó al Maestro y también al grupo. Y desconfió. Pero Pedro le susurró

algo al oído y el Zelota se acarició la crecida barba negra y miró al Maestro. Y

sucedió lo mismo que en la aduana. El Maestro caminó hacia los Simones y fue a

colocar las manos sobre los hombros del Zelota. Lo miró y le dijo: “¡Sígueme!”.

El Zelota parpadeó, desconcertado. Volvió a entrar en el almacén y al

poco regresó y, sin mediar palabra, se unió al grupo. Juan Zebedeo estaba feliz…

Esa noche, como había previsto Mateo Leví, todos cenaron en su casa.

Vivía en la zona norte, en el barrio de las villas. La vivienda era espléndida, muy

al estilo griego, bien surtida de mármoles, de estatuas y de fuentes. La

servidumbre era numerosa.

El recaudador se había dado prisa en invitar a otros “gabbai”, tan

“pecadores” como él, según el sentir de los judíos. Y allí se reunió la flor y nata

de los “traidores al pueblo de Israel”, según Juan Zebedeo. El discípulo maldecía

sin cesar… También fueron invitados los notables de Nahum, pero la mayoría, al

saber que se trataba de un homenaje al “carpintero loco”, buscó una excusa y

declinó la invitación. Los fariseos, morbosos, sí acudieron. Algunos de los

“santos y separados” que se reunían en la amplia casa de Mateo eran los

mismos que habían insultado y agredido al Maestro a las puertas de la sinagoga.

Simón Pedro iba de un lado para otro, furioso. El Hijo del Hombre tuvo

que calmarlo. Antes de la cena, animados por el vino, Juan Zebedeo y Simón el

Zelota, haciendo causa común, discutieron largamente con los publicanos y los

tacharon de “mendigos al servicio de los ‘kittim’”. Andrés se vio en la necesidad

de intervenir una y otra vez, y apaciguar los ánimos.

Page 262: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

267

“Pero todo eso –resumió Juan– está a punto de cambiar… El Mesías

romperá el cuello de la gran ramera.”

Se refería a Roma. Por fortuna, los vapores del vino hicieron efecto con

rapidez, y nadie prestó atención al acalorado discurso de Juan.

El Maestro se mostró cordial con todos, incluidos los fariseos. Parecía

haber olvidado los empujones y patadas que recibió al salir de la sinagoga. En

ningún momento habló del Mesías ni del Padre, o del nuevo reino. Sólo siguió la

corriente de algunas conversaciones intrascendentes.

Y llegó la cena. Como era la costumbre, el anfitrión abrió la ronda de los

brindis: “¡Por el Maestro!... ¡Por el nuevo reino, que nos sacará a todos de la

oscuridad!”.

Muy pocos alzaron las copas. Otros también brindaron.

“¡Por Roma!... ¡Por la paz y el orden!”

“¡Por la libertad!”

El brindis de Simón el Zelota fue seguido por una minoría.

Finalmente se levantó el Maestro, y se hizo el silencio. Alzó la copa y

proclamó: “¡Lehaim!... ¡Por la vida!”.

Mateo, entusiasmado, se unió al deseo de Jesús de Nazaret: “¡Lehaim!”.

“¡Por la vida!”, repitió el Galileo.

Hubo un murmullo de desaprobación entre los “santos y separados”. No

compartían el hecho de que el Maestro brindara con un “pecador”, pero no les

importaba sentarse a la mesa de ese “gabbai” y disfrutar (gratis) de su comida.

El Maestro los calificaría de hipócritas, y tenía razón.

Llegado el final del convite, tal y como marcaba la costumbre, el invitado

de honor pronunció unas palabras de despedida.

Jesús, muy serio, dijo lo siguiente: “Estamos aquí para dar la bienvenida a

la nueva hermandad a Mateo Leví y a Simón… Me complace presenciar vuestra

alegría, pero en verdad os digo que esto no es nada…”.

Page 263: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

268

El vino había hecho estragos. Muy pocos prestaban atención. Pero el

Galileo continuó: “… Debéis regocijaros porque, algún día, todos disfrutaréis de

una alegría y de un vino que no podéis siquiera imaginar… Será la alegría y el

vino invisible del reino que os anuncio: el de los cielos”.

Hizo una pausa y giró mirando directamente a los “santos y separados”.

Entonces proclamó: “Y a los que me critican porque como y bebo con publicanos

y pecadores, sabed que estoy aquí para despertar a los que duermen, para

liberar a los cautivos de sí mismos y para retirar el velo del miedo…”.

Los fariseos se revolvieron incómodos. Pero el Maestro no había

terminado.

“… Tengo que recordaros que los sabios, como vosotros, no necesitáis de

la luz. No he venido a despertar a los justos, sino a los que vosotros llamáis

‘pecadores’. Vengo a golpear a las puertas de los confusos, no las vuestras…”

Jesús volvió a sentarse y los fariseos, muy alterados, optaron por salir de

la sala. Ni siquiera se despidieron de Mateo. Ahí, prácticamente, terminó la

cena. Esa noche, todos durmieron, y muy cómodamente, en la casa de Mateo.

A la mañana siguiente, martes 9 de julio del año 26, Jesús y los suyos se

pusieron en marcha. Embarcaron en Nahum, rumbo a la ciudad de Kursi. Hacia

la quinta (once de la mañana), desembarcaron sin novedad.

Kursi, a orillas del río Samak, era una de las poblaciones más pujantes de

la costa este del mar de Tiberíades, populosa, con una importante flota

pesquera. Allí vivían, y en paz, diferentes razas, credos y lenguas.

Los Zebedeo preguntaron por los gemelos Alfeo, los pescadores y

candidatos al colegio apostólico. Nadie sabía nada y, luego de recorrer el

muelle, uno de los remendadores de redes habló de una lancha llamada “Másri”

y señaló hacia el lago. Los Alfeo, al parecer, estaban pescando. Regresarían a la

puesta del sol. No había más remedio que esperar. Y el Maestro solicitó calma.

Aprovecharían el día y visitarían a la familia de los Alfeo. A todos les pareció

buena idea.

Page 264: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

269

Cercanas las 13 horas alcanzaron el barrio de los pescadores. Se hallaba

próximo al puerto. Juan y Santiago Zebedeo marchaban a la cabeza, siguiendo

las indicaciones de los vecinos. Los Alfeo vivían al fondo, “junto a una gran

higuera”.

El barrio era enorme y “catastrófico”. Lo formaban cientos de chabolas de

madera y adobe, y casetas con los techos de paja. El suelo era tierra negra

apisonada. Y por todas partes suciedad, moscas pertinaces, niños desnudos con

las cabezas rapadas (para evitar los piojos), matronas habladoras y curiosas,

onagros hambrientos, chillidos, perros esqueléticos, ropa tendida con la que

tropezaban inevitablemente, montañas de redes, olores de colores, pescadores

borrachos y discutidores, y reverencias al paso del grupo; muchas reverencias…

Nadie sabía quiénes eran, pero parecían importantes.

Por fin llegaron a destino. Una enorme higuera había nacido,

milagrosamente, entre dos grandes y negras rocas de basalto. El ramaje cubría

una considerable extensión. Pues bien. A la sombra del árbol se sostenían (es un

decir) tres chozas de mediano porte, remendadas con maderas, pieles de cabras

y trapos viejos. Los techos eran de paja. Muy cerca rezongaba una enorme

cerda, embarrada hasta las cejas. Y por aquí y por allá, otros perros, otras

gallinas y más niños.

Juan Zebedeo se asomó a una de las oscuras bocas de una de las chozas y

preguntó. Vieron salir a varias mujeres, todas cargadas de hijos. Tres de ellas

estaban embarazadas. La suciedad las devoraba. Tras las mujeres aparecieron

más niños, entre quince o veinte.

Los Alfeo, en efecto, se hallaban pescando. Todas eran parientes de los

gemelos. Dos de ellas resultaron ser las mujeres de Jacobo y Judas Alfeo.

También eran gemelas. Eran de origen “a´rab” (árabe).

En suma, en las tres chabolas habitaban doce adultos y alrededor de

veinte criaturas. Todos los hombres eran pescadores. Todos estaban ausentes.

Los Alfeo no debían ser muy observantes en lo que a costumbres religiosas se

refería. De hecho se habían casado con árabes, algo prohibido en la ley mosaica,

al igual que la cerda…

Page 265: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

270

El sol apretaba y el Maestro buscó una sombra, sentándose al pie de la

higuera. Parte de los discípulos hizo otro tanto o se dedicó a estirar las piernas.

Andrés se acercó al Maestro y le recordó que tenían que comprar provisiones.

Jesús revolvió en su petate y entregó unas monedas al “jefe”. Y Andrés,

acompañado de Felipe, se alejó hacia la ciudad. Poco a poco se perfilaban las

responsabilidades. Andrés como “jefe” y responsable de los doce. Felipe como

intendente.

Serían las dos de la tarde y faltaban cuatro horas y media para el ocaso.

Los hijos de las familias Alfeo terminaron rodeando al Maestro. Y el Galileo los

animó a sentarse y fue preguntando sus nombres. Luego, empezó a contar

historias. La gente menuda y no tan menuda escuchó maravillada. Y así, volaron

aquellas horas.

Felipe y Andrés regresaron con las viandas y las madres terminaron

reclamando a la chiquillería. Sólo Da, una de las hijas de Jacobo Alfeo, y su

perrito “Migaja”, dormidos, permanecieron entre los brazos del Galileo. El grupo

se sentó en torno al Maestro, y Juan Zebedeo, señalando a la pequeña,

preguntó: “Rabí, ¿esa mestiza será como nosotros cuando entremos en el nuevo

reino?”.

El Galileo continuó acariciando una de las orejas de Da y replicó con cierto

cansancio: “¿Cuánto más tendré que ser paciente contigo, Juan…?”.

“Pero es una mestiza –replicó Juan sin inmutarse– y, por tanto, inferior…”

Da no era mestiza, aunque el hecho de que la madre no fuera judía la

convertía en “ciudadano de tercer orden”.

“Juan, en el reino de mi Padre no hay grados, salvo los obtenidos por la

experiencia, o porque Ab-bá así lo decide… El Padre no discrimina entre sus

criaturas… Todos sois iguales, todos tenéis el mismo origen e idéntico destino.

¿Recuerdas?”

“Pero, Maestro, eso no es lo que enseña la Ley…”

“No he venido a cambiar la Ley, sino a mejorarla. En el reino de Ab-bá no

hay hombres o mujeres, no hay judíos y gentiles, no hay hombres libres o

Page 266: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

271

esclavos… Todos son ricos. Todos son iguales a los ojos del Padre. Todos son mis

hermanos. Todos sois hermanos. Todos sois hijos de un Dios. Todos sois

inmortales por naturaleza. Todos habéis recibido la heredad antes de abrir los

ojos a la vida… en consecuencia, no os negaréis a partir el pan con los mestizos,

o con los fariseos, o con los ‘kittim’, o con los esclavos, o con las mujeres…”

Mateo estaba feliz. Juan, no tanto.

“En verdad, en verdad os digo –concluyó Jesús– que en ese reino no hay

puertas… Nadie entra en él porque todos estáis en él… Estoy aquí para retirar el

velo del miedo…”, subrayó.

Poco antes del ocaso el Maestro animó a los discípulos a volver al muelle

y esperar el arribo de los gemelos.

Por el camino, Andrés preguntó: “Creía, rabí, que el reino del que tanto

hablas estaba por llegar. Ahora te he oído decir que estamos en él. No

comprendo”.

Jesús se detuvo. La cuestión planteada por el “jefe” era importante.

Depositó sus manos sobre los hombros del sereno Andrés y comentó: “Debes

saber que en el reino no utilizamos las palabras…”.

Andrés miró a Jesús, pero no supo de qué hablaba.

“Aquí, ahora, las palabras no me ayudan…” Nadie entendió.

“… El reino está en vuestras mentes. El Padre está en vuestro interior,

pero muy pocos lo saben…”

Jesús se dio cuenta. Era difícil aproximarse a la verdad…

“No os preocupéis. Aunque el reino esté dentro…, lo buscaremos.”

Por fin apareció “Másri”, la lancha de los Alfeo. Todo colgaba en ella. Era

vieja. Atracaron con la excelente pesca. Con los Alfeo navegaban sus tres

hermanos y el suegro. Saltaron a tierra y los gemelos abrazaron a los Zebedeo.

Después, llegaron las presentaciones. Jesús no dijo nada.

Jacobo y Judas Alfeo eran idénticos: rubios, ojos verdes, muy delgados,

abrasados por el sol y el viento. Hablaban poco. Uno de ellos tartamudeaba.

Page 267: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

272

Los gemelos no prestaron atención al Galileo. Siguieron a lo suyo: a

descargar la pesca, contar los peces, ordenarlos por tamaño, limpiarlos, baldear

la cubierta. Juan Zebedeo, nervioso, no daba crédito a lo que veía. Trató de

hablar con los Alfeo y hacerles ver que el Maestro los esperaba. Jesús lo impidió

y rogó calma. El Hijo del Hombre estaba disfrutando con el quehacer de los

pescadores. En un momento determinado, el Galileo se acercó a las tilapias y las

examinó. Abrió la boca de una de ellas y extrajo un puñado de crías, diminutas.

Estaban vivas. Se aproximó al filo del muelle y las devolvió a las aguas. Los

discípulos lo imitaron, y cada cual se dedicó a salvar las crías que pudo.

El suegro de los Alfeo y los tres hermanos recogieron sus cosas y

emprendieron el camino de regreso a la aldea. Fue en esos instantes cuando los

gemelos se detuvieron frente al Hijo del Hombre y lo contemplaron en silencio.

Jesús sonrió, complacido, y se limitó a decir: “¡Seguidme…, cuando lo

estiméis oportuno!”.

No hubo comentarios ni felicitaciones por parte de los íntimos.

Los Alfeo recogieron la parte de la pesca que les había correspondido y

todos se dirigieron al barrio de las chabolas.

Esa noche, frente al fuego, cenaron tilapias asadas.

Luego de la cena, a raíz de las creencias de la gente del lugar de la

existencia de espíritus malignos que robaban a los niños y de ángeles buenos y

de los ángeles caídos por culpa de las mujeres, Jesús proporcionó algunas

revelaciones.

Jesús habló, en primer lugar, de la naturaleza de los ángeles. Dijo que

eran incontables. No tienen aspecto humano. Son luz. E insistió: “Luz inteligente

y bondadosa”. Son creación del Padre, y para siempre. No saben vivir solos. Son

creados en parejas. A veces abandonan su estado y se asoman al tiempo y a la

materia. “Pura experiencia… y nacen como un ser humano normal y corriente…”

No captaron la sutileza del Hijo del Hombre.

Y el Maestro enumeró algunas de las funciones de esas, para nosotros,

incomprensibles criaturas: “Son susurradores…”.

Page 268: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

273

A Jasón le pareció una aproximación a la verdad muy didáctica. Según el

Maestro acompañan al ser humano desde el principio de la historia. Son los que

“susurran” piedad, ternura, curiosidad, poesía, belleza, valor o miedo… Son los

que “leen” nuestro Destino.

El “oso” no pudo contenerse e interrumpió a Jesús: “Si no tienen aspecto

humano, ¿cómo son?”.

El Galileo señaló las llamas que bailaban frente al grupo y declaró:

“Imagina que ese fuego pudiera pensar…”.

“Si, Maestro, lo imagino.”

“Pues eso… Lo invisible piensa más que lo visible…”

Después se refirió a lo sucedido miles de años atrás, cuando los “´illek”

(literalmente “ellos”) decidieron rebelarse contra el orden de Ab-bá.

Los discípulos se interesaron vivamente por los ángeles “rebeldes”.

“¿Por qué se rebelaron?”

“Quizá pensaron demasiado…”

La respuesta del Galileo no convenció a Bartolomé y tampoco a Felipe.

“¿Pensar es malo?”

“No, Bartolomé, no lo es… Lo malo es pensar contra lo establecido.”

“¿Y qué es eso?”

“El Amor, con mayúscula. Y ese Amor establece un ritmo y una forma de

progresar. Los ‘´illek’ creyeron que los humanos tienen derecho a utilizar

atajos… Decidieron que la carrera del hombre hacia la perfección tenía que ser

más corta… Eso hubiera alterado los planes de Ab-bá…”

“¿Hubo guerra?”, preguntó el Zelota.

“No como tú imaginas, Simón… No se derramó sangre, pero sí lágrimas.”

“¿Y qué fue de los ‘´illek’…?”

“Están aislados y a la espera de juicio.”

Page 269: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

274

“¿Y qué tenemos que ver nosotros, los hombres, con esa rebelión?”,

preguntó Simón Pedro.

“Todo y nada… Sois víctimas, sin más.”

“¿Víctimas?”

“Fueron los responsables de este mundo los que eligieron el camino

equivocado. Vosotros, los humanos, no teníais capacidad para saber, y, mucho

menos, para decidir de qué lado estar…”

Y el Maestro, captando la inquietud general, los tranquilizó: “Todo está

bajo control. Los rebeldes fueron un puñado…”.

“¿Y qué sucederá cuando sean juzgados?”

“El mundo volverá a la luz…”

“¿Llegaremos a verlo?”

“Sí, Andrés, pero desde otro lado… Tú y tus hermanos ya no estaréis

aquí.”

“¿No estaremos en Nahum?”

La pregunta de Mateo Leví hizo sonreír al Maestro. La ingenuidad de

aquellos hombres era conmovedora.

“No, Mateo, no estaréis en Nahum…”

“Entonces, ¿dónde?”

“En mitad del reino…”

“¡Ah!, comprendo…”

No era cierto. Ni Mateo ni el resto entendieron las palabras del Maestro.

Pero Jesús no removió el asunto.

Entonces habló a sus discípulos sobre lo sucedido en lo alto de la montaña

sagrada, el Hermón. Y lo hizo con expresiones fáciles. Aún así, ninguno captó la

esencia de lo que estaba contando.

Page 270: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

275

Les dijo que, no hacía mucho (verano del año 25), ascendió al Hermón y

recuperó lo que era suyo: la divinidad. Tenía 31 años, recién cumplidos. Los

ángeles rebeldes supieron de la existencia de aquel Hombre tan singular, se

presentaron en la montaña, y lo interrogaron. “¿Quién eres? ¿Por qué estás

aquí?” Jesús manifestó quien era en verdad y los rebeldes trataron de

sobornarlo, ofreciéndole poder. “Sólo serviréis al único Dios”. Y los rebeldes

rechazaron la clemencia del Hombre-Dios. Fue en esos momentos históricos

cuando el Galileo fue proclamado Príncipe de este mundo.

Y Jesús añadió con énfasis: “Ningún rebelde puede ya molestar al

hombre…”.

Pedro no aceptó.

“Conozco a muchos endemoniados. Y éstos también…”

“En verdad te digo, Pedro, que el poder de los ‘´illek’ sobre el mundo se

ha terminado.”

Los discípulos no fueron conscientes de estas revelaciones.

Esa noche, todos durmieron al raso, al pie de la higuera. Pero no sin

problemas. De pronto se oyeron unos gritos que procedían de una de las

chabolas.

Jacobo Alfeo y su mujer, Kabar, discutían. Se gritaban y se insultaban sin

piedad. Ella lo llamó “calzonazos” y lo acusó de abandonar a sus hijos… “y al que

estaba en camino”. A la pelea se sumaron los padres de los gemelos. La frase

más repetida era “¿por qué te marchas?”. Jacobo titubeaba, y hablaba de un

“reino en el que no tendrían que trabajar”. Kabar se reía y lo llamaba

“retrasado”.

El Maestro y los demás escucharon las discusiones. Pero nadie hizo un

solo comentario ni se movió. La pelea remitió dos horas después.

Y llegó el miércoles 10 de julio del año 26 de nuestra era. Todos se

prepararon, desayunaron y se dispusieron para caminar hacia el muelle. El plan

era simple: viajar en lancha hacia la localidad de Tariquea, al sur. Allí debían

buscar a los dos últimos candidatos: Tomás y Judas Iscariote.

Page 271: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

276

Los Alfeo expresaron sus temores. El “qibela”, el viento que se había

colado el día anterior, se puso serio, y empezó a soplar con rachas que hacían

crujir el ramaje de la higuera.

De todos modos lo intentarían… Y el grupo se puso en marcha.

Jesús y los discípulos se distanciaron de las chabolas. Jasón había quedado

rezagado y eso le permitió ver aparecer a Kabar. Jacobo Alfeo se había

entretenido con Da, su pequeña hija. La tenía en sus brazos y la besaba. Y Kabar,

sin más, se arrojó a los pies del marido, y se aferró a ellos, gimiendo y

suplicando:

“¿De qué viviremos?... ¡No te vayas!... ¡No te vayas!”

Sólo gritaba y lloraba. Jacobo logró liberarse de su mujer y se alejó,

pálido. Fue entonces cuando Jasón vio aproximarse a Mateo Leví, que se

acercaba solo y con prisas. Portaba una pequeña bolsa de hule en la mano

derecha. Se cruzó con Alfeo, pero no hablaron. Y Mateo llegó hasta Kabar. La

mujer, desolada, continuaba llorando y gimiendo. La familia seguía inmóvil e

impasible. Y el discípulo, sin explicaciones de ningún tipo, depositó la bolsa de

hule en las manos de la árabe. Esbozó una leve sonrisa, dio media vuelta y se

retiró por donde había llegado. Kabar abrió la bolsa y fue a sacar un denario de

plata. Lo mordisqueó y ahí terminaron las lágrimas y las lamentaciones.

Revolvió el resto de las monedas, se alzó y corrió hacia la choza, desapareciendo

en el interior. La familia se fue con ella.

Nadie supo del gesto y de la generosidad de Mateo.

Los Alfeo estaban en lo cierto. El viento, fortísimo, levantaba olas de dos y

tres metros. Imposible navegar. El Maestro y Andrés consultaron con los

gemelos. Era mejor bordear el lago, o esperar. Jesús optó por la marcha a pie y

Pedro y el resto lo aprobaron. Era lo más sensato.

Tras casi seis horas de marcha, divisaron, al fin, la ciudad de Tariquea.

Cruzaron las callejas con prisas, y Felipe y el “oso” condujeron al grupo a

uno de los secaderos de pescado. Tariquea era algo menor que Nahum, pero

con una floreciente industria de pesquería y construcción de toneles. El trabajo

Page 272: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

277

en el secadero, al aire libre, había sido suspendido por el “qibela”, que soplaba

con más fuerza. Los operarios se refugiaron en dos grandes almacenes. Felipe se

interesó por los trabajadores que buscaban: Tomás, también conocido como el

“mellizo”, y Judas el Iscariote.

Encontró a Tomás. Del Iscariote ni rastro. Hacía días que no acudía al

trabajo. Nadie supo dar razón.

Felipe habló con Tomás, éste le respondía, pero no dejaba de martillear.

Felipe trataba de hacerle ver que el Maestro se había desplazado hasta Tariquea

para conocerlo y admitirlo en el grupo de los “luchadores por el reino”. Eso fue

lo convenido. Fue inútil. Tomás no se despegaba del tonel.

El discípulo regresó junto al Maestro y expuso la situación: “Dice que

tiene que terminar el trabajo… De lo contrario no le pagarán”. Jesús y el grupo

se resignaron, naturalmente. Esperarían.

Por fin, Tomás dio por terminado el trabajo. Cobró el salario y se dirigió a

quienes le aguardaban. Saludó brevemente y respondió a su manera a las

presentaciones que hizo Felipe de Saidan.

Y el Maestro le anunció: “Tomás, lo tuyo no es la fe…, pero te recibo.

¡Sígueme!”.

El discípulo no replicó. Ni siquiera levantó el rostro. Siguió removiendo y

contando las monedas en la palma de la mano. Dio media vuelta y regresó junto

al patrón del almacén. Discutieron. Por lo visto había un error. Jesús, sonriente,

estaba disfrutando… Tomás regresó de nuevo al grupo y dirigiéndose al

Maestro, comentó: “Me habían pagado de menos…”.

Y el grupo, a petición de Tomás, pactó que esa noche dormiría en la casa

del Mellizo.

La casa, a orillas del lago, era típicamente judía, con dos niveles, un corral,

y algunos animales. Tomás tenía cuatro hijos pequeños. La esposa era joven y

guapa. Los recibió con alegría. Sabía que el marido se disponía a abandonarlos,

pero no parecía importarle. Felipe le explicó a Jasón que “Eternidad” estaba

harta de su marido. Se llevaban a matar. Tomás había solicitado el documento

Page 273: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

278

de repudio o de divorcio. Según “Eternidad”, Tomás era insoportable, pesimista,

maníaco del orden, jugador y mujeriego. Estaba deseando que se fuera…

Bartolomé, el discípulo que había propuesto la candidatura del Iscariote,

se mostró preocupado. Judas no aparecía. Felipe se mostró de acuerdo con el

“oso” en salir y buscarlo. Fue entonces cuando Tomás exclamó: “¡Vamos!... Creo

que sé dónde encontrarlo…”.

Y Tomás, Juan Zebedeo, Bartolomé y Jasón se pusieron en camino, a la

búsqueda del Iscariote. Felipe permaneció en la casa, al cuidado del

desconsolado Judas Alfeo, quien rompió a llorar sufriendo una crisis de

nostalgia por su familia.

Durante más de una hora, los cuatro amigos de Jesús recorrieron las

callejas de Tariquea y, sobre todo, las tabernas y los garitos. Tomás era un

experto. Conocía a todo el mundo… Al final lo encontraron.

La taberna presentaba un cartel en la puerta en el que se leía, en “koiné”,

“El Pelícano Tartamudo”. La penumbra era densa. Todo eran voces, cánticos de

borrachos, luces amarillas en las paredes, mesas mugrientas, jarras de barro con

vino o cerveza, “burritas” con los pechos al aire y un tabernero que serpenteaba

entre los clientes y tartamudeaba: “¡Más vi-vi-vi-vi-vi… no!... ¡Más cer-ve-ve-ve-

ve…za!”.

Tomás sorteó a la parroquia y fue a situarse frente a una de las mesas, en

un rincón de la taberna. Allí se hallaba Judas Iscariote, en la compañía de dos

tipos de aspecto innoble, mal encarados y supuestamente borrachos. Judas

bebía vino y sin medida. Los vio, pero siguió indiferente. Tomás hizo un gesto y

los acompañantes de Judas se levantaron y desaparecieron.

Los discípulos se sentaron y el “oso” reprochó al Iscariote su falta de

palabra. Pero Judas, ebrio, se limitó a sonreír con desgana.

“El Maestro te espera… –comentó Juan Zebedeo–. Quedamos en

vernos…”

“Yo no he quedado con nadie… Además, no estoy seguro de querer

pertenecer a vuestra organización…”

Page 274: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

279

El “oso” insistió: “¿Por qué? Lo hablamos en el secadero…”.

Judas pidió más vino y lo hizo a gritos.

“No me gustó cómo trató a Yehohanan… Ese Jesús, el carpintero, es un

déspota, un prepotente, un blasfemo y un cobarde…”

Juan Zebedeo se puso rojo. Bartolomé pidió calma y preguntó: “¿Por qué

hablas así?”.

“Ese carpintero loco nunca atendió los requerimientos del verdadero

Mesías: Yehohanan…”

El Zebedeo interrumpió al Iscariote y recordó lo sucedido en Caná. Judas

se rió de las palabras de Juan: “Los magos egipcios lo hacen a diario… Os diré

más: si es el Mesías, como dices, ¿por qué no ha movido un dedo para librar a

Yehohanan?”.

Juan Zebedeo, que también fue discípulo del Bautista, tuvo que reconocer

que el Iscariote hablaba con verdad.

“No, no estoy seguro de querer asociarme con vosotros…”

Y el “oso” y el Zebedeo, en su afán de convencer a Judas, regresaron a lo

de siempre, y hablaron con entusiasmo del futuro reino…

“Dinero, Judas, mucho dinero…”

El Iscariote se encogió de hombros. No era el dinero lo que lo

atormentaba.

“El Mesías libertará a nuestro pueblo –continuó Juan– y nosotros

estaremos allí… Escribirán sobre nosotros, como lo hicieron con Pinjás, con Elías

o con los Macabeos…”

Ahí, Juan dio en el clavo. Judas se removió, inquieto. Pinjás (nieto de

Aarón) y también los hermanos Macabeos eran sus ídolos, los grandes

libertadores del pueblo. Él, de hecho, se autoproclamaba “guerrillero”.

“… ¡La gloria, Judas…!... ¡Nos espera la gloria!... Jesús nos guiará a la

victoria…”

Page 275: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

280

“¿Estás seguro? ¿Entra en sus planes la liberación de nuestro pueblo?”

“Así es, querido amigo…”, asintió el “oso”.

“Y no sólo la liberación de Israel –prosiguió el Zebedeo–. Si te unes a

nosotros podrás ser testigo de grandes prodigios. Lo de Caná sólo es el

principio…”

Juan no lo sabía, pero, en eso, acertaba.

“Y libertará a Yehohanan. No lo dudes… Y después, más gloria, y más

poder, y más dinero… ¡Judas, nadarás en oro y en plata! El reino que

anunciamos está al llegar. ¡Súbete al carro ahora que puedes…!”

Y brindaron con fervor: “¡Abajo Roma!”.

Y el Iscariote propuso otro brindis: “¡Por Yehohanan!”.

Pagó Bartolomé y Judas Iscariote juró fidelidad eterna a los discípulos y a

la causa. Y salieron de la taberna con otro “¡Abajo Roma!”.

Llegaron a la casa de Tomás sin saber muy bien cómo. Y fue así como el

Iscariote se unió al grupo del Galileo. Tomás buscó acomodo para todos. El

Maestro y los discípulos dormían.

Al día siguiente desayunaron y el Hijo del Hombre se aproximó al

Iscariote, diciéndole: “Judas, al recibirte, pido a Ab-bá que seas siempre leal…”.

El Iscariote, sentado en un rincón, ni siquiera se levantó. Tenía los ojos

vidriosos por la resaca. Y el Galileo terminó el recibimiento oficial: “… Todos

somos de la misma carne, no lo olvides… Y ahora, sígueme…”.

Los discípulos lo rodearon y lo felicitaron. Pero Judas no dijo nada. En

realidad no comprendía. No compartía las ideas del Galileo. Es más: recelaba de

Él. No sabía dónde ir. Su ídolo, Yehohanan, estaba preso…

Y ese jueves 11 de julio (año 26) permanecieron en la casa de Tomás. El

“qibela” silbaba amenazador. Los doce habían sido recibidos “oficialmente” por

el Hijo del Hombre. Y Jesús aprovechó el mal tiempo para escuchar a cada uno

de ellos. Todos hablaron, a excepción hecha del Iscariote, que casi no abrió la

boca.

Page 276: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

281

Así fueron sabiendo los unos de los otros, de sus respectivas familias, de

sus trabajos, de sus ilusiones, de sus carencias, de sus amigos y de por qué

estaban allí, junto al Maestro.

Mateo Leví tenía una preocupación que lo consumía: uno de sus cuatro

hijos, Telag, estaba enfermo. “Muy enfermo”, dijo, pero no aclaró el tipo de

dolencia. En una de las visitas a la casa, se sabría que el niño padecía del

síndrome de Down.

El Zelota se expresó con transparencia, tal y como era: su sueño era

arrojar a los “kittim” al mar.

El Galileo lo escuchó en silencio.

Y lo mismo defendieron los Zebedeo.

Felipe, más modesto, sólo deseaba reunir el suficiente dinero para

dedicarse –por entero– a su laboratorio de aceites esenciales, y poder viajar a la

lejana China.

Los gemelos no tenían aspiraciones.

Tomás se encogió de hombros y habló de su mujer, Eternidad, y de su

divorcio. “Quería ver mundo…”

Pedro aspiraba a tener su propia lancha. La llamaría “Êben” (en arameo

significa “piedra”, el alias que le puso Jesús), o quizá “Perpetua” (nombre de la

mujer), pero nunca “Amata” (la suegra).

Andrés sólo buscaba paz y salud.

El “oso” pronunció un discurso, dibujándose a sí mismo como un gran

terrateniente de Caná, dedicado, en su día, a los nietos y a los granados. Su

hacienda sería mayor que “Sapíah”, la finca de Nathan. Allí esperaba morir,

rodeado de libros…

En cuanto a Judas Iscariote, no fue posible arrancarle una sola

confidencia. Era frío, distante y desconfiado. Pero de pronto, ante la sorpresa

general, se dirigió a Jesús y se interesó por la suerte de Yehohanan.

Page 277: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

282

El Hijo del Hombre replicó con una frase: “Permite que el Padre haga su

trabajo…”.

Nadie entendió.

Entre esposas, hijos y otros parientes a su cargo, el grupo sumaba

alrededor de treinta y cuatro personas, o más, que dependían de ellos

directamente. En otras palabras: de sus salarios.

Fue una jornada agradable y práctica. Se conocieron un poco mejor y,

sobre todo, empezaron a amar al Hijo del Hombre. Bueno, todos no…

Eternidad preparó la comida y una sabrosa cena, a base de cordero asado

y legumbres del Jordán. Y Tomás terminó sacando los dados y jugándose las

barbas… El Maestro rió con ganas. Finalmente, se retiraron a descansar.

El viernes 12 de julio, embarcaron hacia Saidan. Eternidad daba saltos de

alegría en el embarcadero y gritaba con los brazos extendidos: “¡No vuelvas!”.

Tenían alrededor de tres horas de navegación.

El Maestro reclamó la atención de los discípulos. Todos se sentaron a sus

pies. Sólo Judas Iscariote permaneció alejado y absorto.

El Hijo del Hombre habló de un tema de enrome trascendencia que, por

supuesto, no captaron. Así era Él. Aprovechaba la menor circunstancia para

enseñar, y muy especialmente para educar.

Al principio, a juzgar por los rostros, pensaron que Jesús blasfemaba o que

estaba fuera de sí… “Pero ¿qué está diciendo?”

Sencillamente, Jesús empezó hablando de los “otros dioses”. Dijo que en

el reino de su Padre Azul había muchos dioses. Se dirigió a Jasón y puntualizó:

“Con mayúscula, querido ‘mal´ak’…”. Mensaje recibido: Dioses.

Uno de esos Dioses, de especial relevancia, era el llamado Espíritu de la

Verdad, el “Actor ignorado”. Así lo definió. Jasón entendió que se refería a lo

que los creyentes llaman Espíritu Santo (una redundancia, dado que los espíritus

–especialmente los Dioses– son santos, o perfectos, por naturaleza). Y aseguró

Page 278: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

283

que el Espíritu de la Verdad es también un Dios silencioso y vital. Habita en la

materia, en lo imperfecto y en lo limitado.

“Es su especialidad.”

Habita la materia –las rocas, las plantas, la lluvia, el rayo, la mar, la

noche…– para divinizarla.

“Y de esa manera, la Divinidad, en su conjunto, está al día…”

Si Jasón no entendió mal, al igual que el Padre, se fracciona y se instala en

la mente del hombre (a partir de los cinco años), el Espíritu de la Verdad lo hace

en la materia inanimada (o supuestamente inanimada). Si esto es así, cada

planta, cada animal, cada roca, cada color, cada rayo “encierra” una fracción

divina.

“… Un Dios que anima, que cuida, y que se informa…, a cambio.”

“¡Que diviniza la materia!”

El Maestro observó que los discípulos no lo seguían y echó mano de un

ejemplo. Buscó el agua del “yam”, la presentó en las palmas de ambas manos y,

acto seguido, la derramó sobre la cubierta. El agua empapó la madera y ambos

elementos se hicieron uno. Aún así, no acertaron a entender.

“El Espíritu de la Verdad –prosiguió Jesús– es agua viva que habla…”

Era ese Espíritu, ese Dios, quien se “presentó” también en el agua de las

cántaras de Caná… por expreso deseo del Padre.

Estaba hablando de un Dios derramado, capaz de ocupar el cuarto nivel,

el más bajo, por puro placer de “regalar” o, como Él dijo, “para divinizar lo

imperfecto”.

Según eso, todo es sagrado… Fin de la enseñanza.

Jasón no podía negarlo. El Maestro supo seleccionar. Aquel grupo de

hombres (once galileos y un judío) era la viva representación del pueblo (en

esos momentos). Pescadores, campesinos, carpinteros, albañiles, comerciantes

e, incluso, un odiado recaudador de impuestos. No faltó un revolucionario

(Simón el Zelota), y tampoco un traidor (Judas Iscariote, hijo de un matrimonio

Page 279: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

284

de ricos saduceos). Cuidó, incluso, de que dos de ellos (los gemelos Alfeo) no

alcanzaran el mínimo de inteligencia. Otro fue soberbio y engreído (Juan

Zebedeo). Simón Pedro no reflexionaba cuando hablaba. Era valiente, pero

inseguro. A otros sólo les importaba el dinero (Felipe y Mateo Leví). Se rodeó

igualmente de un filósofo (Bartolomé) y de un incrédulo y misógino (Tomás).

La lancha se alejó rumbo a Nahum. El grupo desembarcó frente a la quinta

piedra, muy cerca del caserón de los Zebedeo.

Salomé, la dueña, no puso buena cara al ver tanta gente…

Jesús la tranquilizó. Los “extraños” no tardarían en marchar. Y así fue.

Jesús habló con Andrés, el “jefe”, y éste organizó el asunto de los hospedajes.

Los gemelos Alfeo dormirían en la casa de Pedro y de Andrés. Tomás y el

Iscariote fueron acogidos en el hogar de Felipe, junto con Bartolomé. Era lo

natural. Con Mateo Leví y el Zelota no hubo problemas, se dirigieron a Nahum, a

sus respectivas casas. Y Salomé respiró aliviada. En el caserón no había sitio

para nadie más.

Quedaron en verse al día siguiente. Seguirían organizándose.

Al día siguiente, sábado 13 de julio del año 26, los discípulos se

presentaron en el caserón y se pusieron a las órdenes de Andrés. El Maestro se

retiró a las colinas próximas. Tenía que conversar con el Padre.

Según Andrés, el Galileo le había encomendado la organización del grupo.

Y así se hizo. Durante cinco días, los íntimos se reunieron en la “tercera casa” y

hablaron y hablaron. Cuando el Maestro regresaba, vencida la jornada, los

discípulos se retiraban. Estaba claro que el Galileo no deseaba participar de

aquellas decisiones puramente domésticas. Todo el mundo respetó esa sabia

postura del Hijo del Hombre.

Y al atardecer del miércoles 17 de julio, sentados en torno al Galileo, en el

silencio de la playa de Saidan, Andrés fue refiriendo el cometido de cada cual, “a

partir de esos momentos o cuando el rabí lo estimase conveniente”. Jesús

escuchó, visiblemente complacido. Y ese día nació –oficialmente– la

organización de los doce.

Page 280: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

285

De común acuerdo, Andrés fue elegido “jefe” de todos ellos.

Simón Pedro y los Zebedeo integrarían la “tabbah”, una especie de

“guardia personal” que protegería al Maestro en todo momento o, al menos,

mientras permaneciese en contacto con la gente. Esa guardia había quedado

formada, sin querer, en la boda de Caná cuando los tres rodearon al Maestro

ante los atosigantes invitados.

Felipe quedó responsabilizado de los asuntos domésticos. A Felipe le

encantaba la cocina y el dinero. Era un buen intendente.

El “oso” recibió una de las responsabilidades más incómodas. Nadie

quería y se echó a suertes. Debería estar al tanto de las necesidades de las

esposas e hijos de cada discípulo. Eso significaba verificar con regularidad en

Nahum, Saidan, Kursi y Tariquea cómo andaban de dinero, e informar sobre

cualquier enfermedad o incidente de importancia. El “oso” se resignó,

sencillamente.

Mateo fue designado administrador general, dada su larga experiencia

con el dinero. Sería el responsable de la tesorería. Los discípulos le otorgaron el

poder de suspender las predicaciones, cuando fuera necesario, para retornar a

los trabajos y abastecer, así, la “bolsa común”. Aceptó encantado.

Los gemelos de Alfeo eran un caso aparte. Fueron nombrados “chicos de

los recados”. Ayudarían a todos, y en lo que fuera necesario. No dijeron que no,

y tampoco que sí. En realidad, nunca decían nada.

Con Tomás hubo problemas, nadie sabía qué hacer con él. El cometido fue

sometido a sorteo. A Tomás le encantó. La suerte quiso que se ocupara de la

planificación de los alojamientos y de los viajes propiamente dichos. Cuando

llegara el momento (es decir, en la vida de predicación del Maestro), Tomás

debería prever dónde dormir y qué rutas seguir. Dijo conocer bien los garitos y

tabernas del “yam”…

El Iscariote fue designado “pagador”. Se encogió de hombros. Lo traía sin

cuidado. Estaría a las órdenes de Mateo Leví. Pagaría lo que le ordenase.

Debería confeccionar informes semanales de los gastos, pero nunca cumplió.

Page 281: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

286

Judas terminó dando cuentas a Andrés. Con Mateo, el recaudador, casi no tuvo

trato. Para el Iscariote era “basura”.

Y durante las discusiones, mientras Andrés trataba de organizar el grupo,

Judas no se cansaba de preguntar sobre lo que él estimaba vital en la naciente

organización: “¿Dónde ocultarían las armas?”.

Nadie supo responder, salvo Simón el Zelota. El guerrillero aconsejaba

hacerlo en el fondo de las embarcaciones. Convenía anclarlas en el “yam”, no

muy lejos.

La elección del trabajo de Simón el Zelota fue la más laboriosa. Desde el

primer momento quiso ocuparse del entrenamiento de los discípulos. Conocía el

manejo de la espada y había participado en diferentes refriegas con los

“malditos kittim”. También pretendió organizar los arsenales de armas y la

coordinación con el resto de los ejércitos... Llegó a proponer, incluso, un plan

para rescatar a Yehohanan.

Andrés tuvo que aplacar el entusiasmo del guerrillero. Y le hizo ver que

esos asuntos no eran competencia del “jefe”. Finalmente, como pudo, lo

contentó con un “trabajo provisional”. Eso dijo. El Zelota se ocuparía del

esparcimiento de los discípulos y del Maestro, “mientras viajaban”.

A Simón se le quedó cara de idiota. Pero aceptó. “Es otra forma de elevar

la moral de la tropa”, manifestó.

En definitiva: fue responsabilizado de los juegos y diversiones durante los

viajes.

El Maestro los contempló, uno por uno, y les preguntó si estaban de

acuerdo. Asintieron.

Y el Maestro pasó a otro asunto no menos espinoso: el trabajo y las

familias. Dijo haberlo pensado bien. Y manifestó lo siguiente:

El nuevo período de enseñanza, que empezaría, prácticamente, ese

atardecer del miércoles 17, se prolongaría durante meses. No dijo cuántos.

Jasón sabía que les hablaría y educaría a lo largo de lo que quedaba del año:

Page 282: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

287

algo más de cinco meses. Pues bien, durante ese tiempo alternaría trabajo y

enseñanza.

Simón el Zelota lo interrumpió: “Querrás decir entrenamiento de la

tropa…”.

El Maestro sonrió, divertido, y asintió con la cabeza. ¿Qué otra cosa podía

hacer?

En suma: dedicarían una o dos semanas al mes al trabajo, y el resto a las

“clases”.

Y rectificó sobre la marcha: “Mejor dicho, al adiestramiento de la

tropa…”. El Zelota, muy serio, asintió en silencio. Juan Zebedeo y el Iscariote se

dieron por satisfechos.

Formarían tres grupos y se dedicarían, fundamentalmente, a la pesca.

Jesús lo dijo con claridad: abandonaría el astillero y acompañaría a sus hombres.

Todos aplaudieron la decisión. Pescarían de noche. Una parte de las ganancias

pasaría a un fondo, destinado a los futuros viajes de predicación. Otras dos

partes se dedicarían al mantenimiento de las familias y al pago de las comidas

en la casa de los Zebedeo, respectivamente.

Jesús sometió a votación estas proposiciones y todos se mostraron de

acuerdo.

El viejo Zebedeo se negó a cobrar por las comidas y cenas de Jesús y de los

discípulos. Salomé estuvo una semana sin dirigir la palabra a su marido…

Finalmente, por decisión del Hijo del Hombre, el grupo guardaría un

segundo día de descanso a la semana. Todos quedaron asombrados. Ese día

sería el miércoles. Y el Maestro aclaró: “La dedicación a la buena nueva requiere

un gran esfuerzo. Ese día os entregaréis, especialmente, a la voluntad del Padre.

No hacer nada –ya lo veréis– cuesta mucho…”.

El resto de la jornada, el Maestro lo dedicó a comentar otro problema, no

menos delicado. Habló de las autoridades civiles, religiosas y de ocupación (los

“kittim”) y dejó muy claro que no deseaba disputa con nadie. Nada de críticas a

Antipas…

Page 283: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

288

“Si consideráis que los gobernantes deben ser censurados –añadió,

rotundo– dejadme a mí ese trabajo… Y atención… ¡Nada de críticas a los ‘kittim’

y mucho menos al César!”

El Iscariote y el Zelota se mostraron en desacuerdo, pero Jesús insistió:

“Mi reino no es de este mundo…”.

El Iscariote volvió a preguntar acerca de Yehohanan y el Maestro replicó

con lo de siempre: “Permite que Ab-bá y su gente hagan su trabajo…”. Judas no

quedó conforme.

Al día siguiente, jueves 18 de julio, el Hijo del Hombre puso manos a la

obra, de nuevo. E inició una segunda tanda de enseñanzas, pero empezando

prácticamente de cero.

Cuando salían a pescar dormían hasta las doce o la una del mediodía.

Después se reunían en el caserón de los Zebedeo y Jesús hablaba. Cuando se

refería a Ab-bá era incansable, tenaz e imaginativo. Los discípulos seguían sin

entender. La idea de un Yavé colérico estaba muy arraigada en sus corazones y

no era fácil reemplazarlo por un Padre bondadoso que nos habita, que espera

(hagamos lo que hagamos) y que, sobre todo, regala inmortalidad.

Y fue alternando las “clases” sobre la naturaleza del Padre Azul, con las

del reino invisible y alado, que también habita en nuestro interior, “aunque no

lo sepamos”. Se cansó de repetirlo: no es un reino material. No es algo físico,

aunque es la realidad de realidades.

Él estaba allí para despertar al mundo a la buena nueva: ¡Estamos

salvados porque siempre lo estuvimos! ¡Dios no es lo que dicen y, mucho

menos, lo que venden!

“Estoy aquí para revelaros la naturaleza del Padre. La única posible.

Vosotros, ahora, como el resto del mundo, padecéis de oscuridad… Una

oscuridad provocada por otros… Pero, confiad. Vuestro Destino es espléndido.

Estoy aquí para enjugar las lágrimas de la humanidad… ¡Dejad de llorar por

vosotros mismos!... ¡Es hora de alzar la vista!... ¡No estáis solos ni perdidos!…

Mi Padre me ha enviado para retirar el velo del miedo… No sabéis dónde estáis,

ni por qué, pero eso no importa ahora. Sabed que sois de Él y a Él retornaréis.”

Page 284: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

289

Los discípulos lo miraban, incrédulos.

Pasados unos días, el Hijo del Hombre cambió de táctica.

Antes de iniciar cada enseñanza, los discípulos que fueron seleccionados

en primer lugar se ocuparon de hablar con los últimos. Se reunían en la “tercera

casa” y los seis primeros trataban de poner en pie lo que el Maestro les había

enseñado. Discutían, intercambiaban ideas y se presentaban de nuevo ante

Jesús con más y más preguntas. No sirvió de gran cosa.

El Galileo, cada dos o tres días, se retiraba a las colinas cercanas y lo hacía

en solitario. Mejor dicho, con Zal. Salomé permitió a Jesús que el perro volviera,

pero le hizo prometer que cuidaría de él. Y así fue.

Fue éste un período en que los íntimos no aprendieron mucho,

aparentemente, pero sí empezaron a sentir afecto por el Hijo del Hombre. Jesús

conversaba en privado con todos ellos, excepción hecha de Judas Iscariote. Y los

discípulos terminaron confesándole preocupaciones, miserias y sueños. El

Maestro descendía con ellos a la playa y allí caminaban y caminaban. Fue así

como abrieron los corazones el Hijo del Hombre.

Uno de esos apacibles días –el jueves 25 de Julio–, sentados en la “tercera

casa”, el Maestro hizo una advertencia histórica. Observó a los discípulos

detenidamente y, sabiendo lo que decía, manifestó: “Pensad bien lo que voy a

comunicaros… La buena nueva que os anuncio, y que seguiremos anunciando,

debe ser vuestro único mensaje”. Los discípulos se miraron, sin comprender.

“No es mi deseo que os desviéis, predicando a propósito de mí, o de mis

actos… No os desviéis… No caigáis en la tentación de organizar cultos sobre mi

persona… No soy yo el importante, sino Él.”

Y dirigió el dedo índice izquierdo hacia la frente.

“¿Comprendéis?”

Algunos dijeron que sí, por puro compromiso. Obviamente, era muy

pronto para que alcanzaran a entender tan proféticas palabras. Y prosiguió con

dulzura: “… Sois humanos, pero mi deber es recordároslo ahora… Cuando llegue

el momento, proclamad la buena nueva. Proclamad quién es el Padre y cuál es

Page 285: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

290

vuestro verdadero futuro… Decidle a la gente que existe un reino invisible y que

todo está dispuesto para el bien. No os entretengáis en crear leyendas, dogmas,

o jerarquías. La buena nueva no necesita templos, sino mensajeros…”.

Él, entonces, desvió la mirada y buscó a Jasón. E insistió, despacio,

recalcando las sílabas: “Men-sa-je-ros… Men-sa-je-ros…”.

Años más tarde, tras la muerte del Hijo del Hombre, estas palabras

provocarían el primer cisma en la naciente iglesia. Pedro y parte de los doce

empezaron a predicar a propósito de la figura de Jesús de Nazaret y de su

resurrección, olvidando el verdadero mensaje. Felipe, Andrés, Bartolomé,

Tomás y Simón el Zelota sí recordaban esta manifestación y se distanciaron de

Simón Pedro y del resto.

Jesús no tenía prisa. Jamás se alteraba y siempre dejaba que sus

discípulos hablasen y se vaciasen. No discutía cuando se enzarzaban con los

temas habituales: arsenales, armas, ejércitos, generales del Mesías, reparto de

tierras de los impíos, reparto del botín… Después, cuando estaban agotados y

guardaban silencio, proseguía… Sí los corregía en otros asuntos: su Padre y el

reino invisible y alado. No permitía errores respecto a la bondad de Ab-bá.

“Estáis sentados en sus rodillas –decía–. Ésa es la revelación que os hago.

¡Olvidad el fuego, la cólera y la frialdad de Yavé! Mi Padre no es así. Eso es lo

que debéis comunicar al mundo… ¡Sois inmortales por regalo divino!... ¡Sois

hijos de Dios! ¿Qué más necesitáis? Mirad a vuestros hermanos como a

hermanos, porque lo son.”

Fue Mateo, el publicano, el primero que empezó a despertar al nuevo

orden.

El 26 de julio, viernes, empezaron a llegar noticias de Yehohanan. Se

difundieron rápidas por el “yam”. Eran confusas. Hablaban de un traslado del

Bautista al sur, al mar de la Sal (actual mar Muerto). También había rumores

relacionados con sus seguidores, pero nadie sabía si las persecuciones de

Antipas eran ciertas o no.

El Maestro escuchó todas las versiones y guardó silencio.

Page 286: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

291

El Iscariote, muy irritado, no dejaba de incomodar al Galileo con su

pregunta habitual: “¿Harás algo por él?”. Andrés le respondió, pero Judas le dio

la espalda.

Al día siguiente, sábado, el lago recibió otra noticia. Juan Zebedeo, al

conocerla, escupió, indignado. Acababa de llegar a Cesarea un nuevo

gobernador romano. Su nombre era Poncio…

Y fue esa tarde del 27 de julio del año 26 cuando sucedió algo que obligó

al Maestro a revelar sus planes a los íntimos. Estaban en la playa de Saidan. En

breve, con la caída del sol, empezaría el domingo. Una vez concluida la jornada,

Jesús y los doce embarcarían y pasarían la noche en el “yam”, pescando. Cada

noche de trabajo, el Maestro alternaba con un equipo. Esta vez tocaba con el

grupo de los Zebedeo.

Los discípulos estaban inquietos. Hablaban entre ellos. El Iscariote alzaba

los brazos. Discutían. Jesús y Jasón jugaban con Zal cerca de las embarcaciones…

Y de pronto, Pedro, Judas Iscariote y Santiago Zebedeo se separaron del

grupo, avanzando hacia el Galileo. El resto de los discípulos quedó expectante.

Jesús miró a los discípulos y aguardó.

Fue Simón Pedro quien tomó la palabra. Estaba nervioso.

“Bueno, Señor… En realidad, éstos y yo… Verás –prosiguió Pedro–, quiero

decir que hemos estado hablando y…”

Jesús sonrió levemente y siguió a la expectativa.

“Quiero decir que hemos hablado… Y nos preguntamos si ha llegado el

momento de entrar en el reino… Hemos discutido la cuestión –continuó Simón

Pedro–, pero no terminamos de entender…”

El Hijo del Hombre animó a Pedro: “Y bien…”.

“Pues eso, rabí, que no sabemos…”

“¿No sabéis qué?”

Page 287: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

292

“No sabemos si anunciarás el nuevo reino en Nahum o si lo harás en la

Ciudad Santa (Jerusalén)…”

“Comprendo…”

“Por otra parte –Pedro dudó–, por otra parte, éstos y yo… Éstos y yo

hemos hablado sobre la cuestión que nos preocupa, y que preocupa a nuestras

familias…”

El Maestro sabía muy bien a qué se refería el fogoso discípulo. Pero

esperó…

“Hablo de los puestos que ocuparemos cuando se establezca el reino…”

Pedro sintió alivio. Al fin lo había dicho…

“¿Puestos? ¿Qué puestos?”

“Generales, gobernadores, procuradores…, ya sabes.”

“Y tú, Pedro, ¿qué quieres ser?”

“Gobernador del ‘yam’. Eso dice Perpetua, mi mujer…”

“¿Perpetua?”

“Es que las mujeres quieren saber…”

Jesús se puso serio y cortó en seco: “¿Por qué os escudáis en las

mujeres?”.

Simón Pedro trató de continuar con las demandas, pero el Maestro no lo

permitió. Levantó la mano izquierda y reclamó a los que esperaban en la orilla.

Los discípulos se aproximaron. Cuando los tuvo a todos reunidos, señaló a

Simón Pedro y aclaró: “Pasaré por alto lo que ha dicho vuestro hermano…”.

Algunos bajaron las cabezas, avergonzados. Bien sabían de qué hablaba… Y

añadió: “¿Hasta cuándo tendré que ser paciente con vosotros?”.

Pedro intervino.

“Los Zebedeo quieren acaparar puestos…”

Page 288: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

293

“Eso no es cierto –clamó Juan Zebedeo, rojo de ira–. Nosotros lo

conocemos mucho antes que vosotros. Es justo, por tanto, que aspiremos a

puestos más altos…”

“Así es”, sentenció su hermano Santiago.

“Pero todos vamos a pelear por ese reino…”

La aclaración del Iscariote fue apoyada por el Zelota. El resto se mantuvo

expectante.

“¿Cuántas veces os he dicho que mi reino no es visible?”

Jesús habló con suavidad, pero con firmeza.

“… No estoy aquí para sentarme en el trono de David. No estoy aquí para

conducir ejércitos, ni para hacer política, ni tampoco para ocuparme de asuntos

materiales… ¿Por qué no lo entendéis?”

Era la primera advertencia del Maestro sobre el no menos delicado asunto

de la política.

“Sois mensajeros de un reino espiritual…” Seguían sin entender.

“Algún día –más pronto de lo que suponéis– me representaréis en el

mundo. Debéis hacerlo tal y como yo os he pedido. Hablad de mi mensaje, no

de política. Revelad al mundo quién es Ab-bá, pero no os mezcléis en los

asuntos mundanos. No he venido a cambiar el orden social, económico o

político. No es mi cometido. Si hiciera algo así, mañana, el devenir del propio

mundo, terminaría con ese orden…”

Miró a Jasón con intensidad. Él si sabía de qué hablaba.

“… En verdad os digo que es más importante crear esperanza que

bienestar. Amigos míos, oídme: mi reino no es de este mundo… No he venido a

modificar leyes, ni a cambiar gobernantes, ni tampoco a bendecir o a condenar

sistemas políticos o económicos… Estoy aquí para hacer la voluntad del Padre.

Ése deberá ser el gran objetivo de cada hombre y de cada mujer. Ése es mi

mensaje. Eso es lo que quiero que transmitáis al mundo.”

Los doce quedaron estupefactos.

Page 289: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

294

Jesús rogó que se sentaran a su alrededor. Y habló con toda franqueza,

exponiendo sus planes inmediatos. Trabajarían y recibirían enseñanza durante

los próximos cinco meses. Para enero, si era la voluntad de Ab-bá, se lanzarían a

los caminos y proclamarían el nuevo reino.

Todos se mostraron conformes.

Pedro quiso levantarse y pronunciar unas palabras, pero Tomás se

adelantó: “No sabemos qué es ese reino, rabí, pero no importa. Estamos

contigo… ¡Vamos!”.

Jesús los abrazó, uno por uno. El Iscariote fue el único que no le devolvió

el abrazo.

“Ahora vayamos a pescar... Mañana os haré pescadores de hombres.”

El Galileo, feliz, minutos después partía en una de las lanchas. En una de

ellas navegaban los Zebedeo, los gemelos Alfeo y el Maestro. En la segunda,

Felipe, el “oso”, Tomás y Judas. En la tercera, Andrés, Simón Pedro, Mateo y el

Zelota.

Y pasaron los días…

El sábado 3 de agosto, Jasón retornó a Saidan, luego de una ausencia de

casi dos semanas. Salomé lo recibió con los brazos abiertos. Y lo puso al día. El

Maestro se hallaba en la playa, con Zal. Jesús continuaba con las enseñanzas, y

los discípulos, al parecer, con su dura cerviz. Además de obstinados, no

comprendían.

Jasón dejó sus cosas en su habitación y se encaminó al lago. Ardía en

deseos de ver al Galileo. Y se encontraron en la playa.

Jesús pasó a contarle sus planes inmediatos. Deseaba que Jasón lo

acompañase. Al día siguiente iniciaría una nueva experiencia con los íntimos.

Mejor dicho, con dos de los discípulos. Caminaría con la pareja por la orilla del

“yam” y permanecería dos semanas lejos de Saidan. Después trabajaría unos

días. Acto seguido, y por espacio de otras dos semanas, repetiría la aventura con

una segunda pareja de discípulos. Y así sucesivamente. En total, alrededor de

tres meses.

Page 290: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

295

Esa noche, antes de la “clase”, Andrés hizo el sorteo. La primera pareja

que acompañaría a Jesús fue la formada por Santiago Zebedeo y Judas Alfeo,

uno de los gemelos. “Vaya pareja –pensó Jasón–. Uno habla poco y el otro no

habla.”

Mientras durase la ausencia, los discípulos se ocuparían de sus trabajos;

fundamentalmente de la pesca.

Al día siguiente, 11 de agosto, domingo, partieron con las primeras luces.

Zal los acompañaba.

Pasaron de largo por los pueblos y las aldeas. Sólo se detenían en las

casas y en las granjas aisladas.

Jesús buscaba cualquier excusa para establecer contacto con los

habitantes. Un día era el agua, otro cómo llegar a no se sabía dónde, otra, la

sombra de un árbol… La cuestión es que se las ingeniaba para conversar con los

lugareños y entrar en las casas hasta la cocina…

Oía sin cesar. Escuchaba a todo el mundo. No importaba si eran jóvenes o

viejos, libres o esclavos, niños o adultos, hombres o mujeres. Oía y lo hacía

como si fuera lo último en su vida. Se mezclaba con todos. Preguntaba por los

problemas de cada uno, por los enfermos, por la pesca o por las cosechas… Se

sentaba en la última choza del último poblado y dejaba que las moscas se lo

“comieran vivo”. Todo con tal de saber de la familia de pordioseros y

desheredados que habitaba el lugar. Jugaba con los más pequeños, los sostenía

en brazos, ayudaba a limpiar las infecciones de los ojos, consolaba a los que

nada tenían, sonreía al que nadie sonreía, ayudaba en el acarreo de agua, partía

leña, cocinaba para todos, repartía lo poco que quedaba en los petates, cantaba

con los paganos, ayudaba a limpiar corrales y establos, bebía de la jarra común y

comía en la misma olla…

Los discípulos escuchaban y observaban, desconcertados. No sabían por

qué hacía todo aquello.

Jesús evitaba las aglomeraciones. Huía de las ciudades. Sólo buscaba lo

pequeño, lo perdido, lo aparentemente miserable; en definitiva, lo humano…

Page 291: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

296

En esas dos semanas, el Maestro no pronunció un solo discurso. No dijo

quién era, ni tampoco lo que pretendía. Se limitó a buscar el contacto con sus

semejantes, a permanecer a su lado (a ser posible escuchando), a reír con ellos,

y a apreciar las pequeñas-grandes cosas.

Jasón eligió un término, en arameo, para definir la actitud del Maestro. Lo

describe, aunque con dificultad: “´im”. La traducción sería “en compañía de”.

Hacer “´im” era una de las máximas aspiraciones de un Dios encarnado. Hacer

“´im” era beber y dar de comer al mismo tiempo. El Hombre-Dios “bebía” de los

demás y “daba de comer”, aunque sólo fuera con la mirada. Él experimentaba

con el contacto directo y personal y se llenaba, al tiempo que derramaba.

Jesús prosiguió así lo que había iniciado años antes (beber de sus

criaturas), pero en la compañía de los que serían sus embajadores. Y durante

esas dos semanas, y en las restantes, el Hijo del Hombre se dedicó por entero a

este contacto personal. Hizo “´im” sin cesar. Se mezcló con lo último, leyó en el

último de los corazones, dio de comer a lo último, abrazó a lo último. Se hizo

uno con lo último, y fue el último. Más exactamente, fue el último entre los

últimos.

Él no lo dijo nunca, pero Jasón lo supo: hacer “´im” era ejercer la más

importante virtud de un Hombre-Dios: la misericordia.

El miércoles 21 de agosto de ese año 26, se encontraban en una granja

perdida, al norte de Hipos, cerca de la costa oriental del “yam”. Era un lugar

apestoso, dedicado a la crianza de cerdos. La gobernaba una familia “a´rab”.

Eran todo menos afectuosos. Y era comprensible. El trabajo los esclavizaba.

Todo el día entre cerdos, con barro hasta los tobillos, moviendo piaras por las

colinas, apestando a todas horas, siendo rechazados por los judíos y

despreciados por los gentiles. Eran la escoria de la escoria.

Y el Maestro decidió quedarse en la granja un par de días.

Hbal, el padre del clan, era un anciano con los síntomas de un Alzheimer

avanzado: desorientación espacio-temporal, afasia total, alteraciones motrices,

incontinencia de esfínteres, nula memoria y agresividad casi permanente.

Page 292: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

297

Lo mantenían atado a una cerca, con una cadena de tres metros. No

podían soltarlo. Si se veía libre, terminaba huyendo y desaparecía. Ya había

sucedido en varias oportunidades. Él trabajó y levantó la granja, hasta que

empezó a sufrir olvidos terminando por no reconocer a nadie ni a nada. Ahora lo

llamaban Hbal (“locura”) porque consideraban que uno o varios espíritus

malignos habían entrado en él y lo mantenían sometido.

Jesús no dudó en acercarse al pobre hombre. Le advirtieron que era

violento, que golpeaba con las manos, con la cabeza o con los pies. Nada de eso

ocurrió.

El anciano se limitaba a mirar al Maestro, y a repetir una y otra vez: “La

luz…, la luz…, la luz…, la luz…”. Jasón quedó maravillado.

El Hijo del Hombre no se separaba de Hbal. Lo trataba con una dulzura

interminable. Lo abrazaba. Tomaba sus manos y las besaba. Le acariciaba la

espalda y, sobre todo, le silbaba. Al oír los silbidos, Hbal sonreía.

El Maestro se ocupaba de desnudarlo y de lavarlo. Y lo hacía con una

ternura conmovedora. La gente de la porqueriza dejaba las tareas y acudía a

contemplarlos. Y se llevaban las manos a la cabeza, desconcertados.

Para que Hbal bebiese o comiese, el Maestro colocaba frente al anciano

una jarra de agua, o un plato con verduras o pescado. Y silbaba.

Mano de santo. Hbal bebía y comía.

Los discípulos no se atrevían a acercarse. Hbal era un endemoniado. El

Hijo del Hombre no trató de convencerlos de nada. El ejemplo era más

elocuente que todos los discursos.

Santiago Zebedeo y Jasón habían olvidado que ese día era el aniversario

del Galileo…

Al atardecer, al tiempo que preparaba la cena, Judas Alfeo se presentó

ante el Hombre-Dios y le hizo entrega de un obsequio.

En esos momentos, Jasón recordó las palabras de Jesús: “Nadie es inferior

a nadie…”.

Page 293: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

298

No sabían cómo Judas lo supo, pero era lo de menos. El caso es que lo

tuvo presente e hizo las delicias del rabí, quien recibió el envoltorio con

sorpresa. Miró al tartamudo y los rostros de ambos brillaron de felicidad.

“Es pa-pa-pa-pa…”

“Lo sé –se adelantó el Galileo–. Es para mí.”

“Eso…”

Y Jesús se apresuró a retirar el lienzo negro que envolvía el regalo.

¡Oh! El Maestro se puso en pie. Los contempló de un lado y del otro. Trató

de averiguar si le iban bien. Perfectos. Y abrazó al Alfeo, dándole las gracias.

Eran unos pantalones persas, en seda azul, ajustados a la altura de los

tobillos. Eran frescos y holgados. Alrededor de la cintura, bordada en oro,

aparecía una frase en “a´rab”. El Maestro vistió los “persas” hasta que

regresaron a Saidan. Recogía la túnica roja a la altura de los riñones y presumía

de pantalones, otra de las modas que hacía furor en buena parte de la cuenca

mediterránea.

La cena de cumpleaños fue sabrosa. Judas Alfeo se esmeró. Como buen

pescador era también un cocinero aceptable. Preparó pato asado, relleno de

cáscaras de naranjas, gajos de mandarinas, miel, canela, zumo de limón, sal en

abundancia, ajos, cebollas cortadas en daditos y pimienta negra.

Jesús de Nazaret alzó el cáliz de metal con el vino, y pronunció su brindis

favorito: “¡Lehaim!”.

Y todos replicaron: “¡Por la vida!”.

Jesús se levantó y solicitó disculpas. Tenía que silbar a Hbal.

El sábado 24, regresaron al caserón de los Zebedeo. Por el camino, el

Señor recomendó a los discípulos un par de cosas. No debían hablar de

Yehohanan, ni tampoco de su encarcelamiento. Era importante. Santiago y

Judas Alfeo lo prometieron. Tampoco era bueno que comentaran el asunto de

Caná. Rodaban demasiados rumores, y todos falsos. Y les dijo: “Hablad siempre

de lo que estéis seguros. De las mentiras se ocuparán vuestros enemigos…”.

Page 294: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

299

Cuando el resto de los discípulos preguntó en qué había consistido la

experiencia, ni Santiago ni el Alfeo supieron qué decir, pero algo estaba claro en

sus corazones: amaban un poco más a aquel Hombre tan singular y entrañable.

Lo mismo sucedió con Jasón…

Durante tres días, el Maestro se tomó un respiro. Salía a pescar con sus

hombres o se retiraba a las colinas cercanas. Allí hablaba con el Padre.

En la noche del lunes 26, el Maestro decidió acompañar a sus hombres al

“yam”. Y provistos de antorchas, hicieron una excelente captura.

Jasón los esperó en la playa. A su lado estaba Zal y el amanecer…

Llegaron felices. El botín ascendió a un total de 750 peces, entre las tres

embarcaciones. E iniciaron el ritual acostumbrado: el Maestro y algunos de los

discípulos procedieron a ordenar las piezas (por especies y por tamaños). Otros

se afanaron en el baldeo de las cubiertas.

Jasón se inclinó sobre los peces y los contempló, maravillado. Sólo

conocía algunas especies. Y el Maestro, pendiente, se brindó, encantado, a

despejar dudas. Y fue enumerando los nombres de los más sobresalientes. Y en

eso, Juan Zebedeo se aproximó e interpeló al Hijo del Hombre: “¿Por qué

pierdes el tiempo con este griego?”.

Jasón se quedó de piedra. El Galileo se puso serio. Contempló al Zebedeo

y éste, no satisfecho, volvió a la carga: “Es un rico desocupado… No sé qué pinta

a nuestro lado. No sé por qué le das tantas explicaciones. Que pague si quiere

saber…”.

El Maestro se aproximó al molesto Juan y depositó las manos sobre los

hombros del discípulo. Y dijo suavemente, pero con firmeza: “Este griego es un

‘mal´ak’… Guárdate de lastimarlo. Él dará a conocer mi mensaje cuando llegue el

momento…”. Hizo una pausa y añadió: “Y será más fiable que ninguno… Amigo

Juan, no corrijas, para que nunca seas corregido. No difames, para que no te

difamen. No siembres oscuridad… Todos sois superiores a todos… Nadie es

inferior a nadie… No juzgues porque es tan peligroso como dormir de pie…”.

Page 295: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

300

Y el miércoles 28 de agosto, Jesús partió con la segunda pareja: los

Simones (Pedro y el Zelota). Jesús era muy respetuoso con los sorteos.

Fueron directamente a la región de Kefar Zemaj, al sureste del mar de

Tiberíades. También era tierra de porquerizos.

Pedro empezó la aventura entre protestas. Aquella gente, en su mayoría,

eran paganos (casi todos árabes). “¿Por qué empezar el anuncio de la buena

nueva en tierra de puercos? ¿Qué pasaba con la Ciudad Santa? ¿No era mejor

anunciar el reino entre los elegidos?”

Al Maestro no le gustaba repetir las cosas. Las anunciaba y daba por

hecho que todo el mundo había comprendido. Con los íntimos no era así. Jesús

se vio en la necesidad de insistir una y otra vez en lo mismo. Y así lo hizo en ese

momento con Simón Pedro. La reprimenda no sirvió de nada. Pedro continuó

criticando. Cuando vio al Hijo del Hombre haciendo “´im”, perdió de nuevo el

control y lamentó “la pérdida de tiempo, de dineros y de esfuerzo”. “Esta gente

no sabe manejar la espada. ¿Qué haremos con ellos?”.

El Galileo continuaba con lo suyo, pendiente de los más desfavorecidos.

El Zelota, más despierto, interpretó el “´im” como una especie de ensayo

general. No iba desencaminado…

“Un buen líder –pregonaba– sabe cuándo embarrar las sandalias…”

Y el guerrillero dedicaba parte del día a recorrer las regiones en las que

paraban, a la búsqueda de escondites donde ocultar, en su día, las armas de la

revolución. Pedro, viendo que Jesús se dedicaba a los niños y pordioseros,

cambió de táctica. Se fijó en el compañero y emprendió una campaña de críticas

hacia él.

El sábado 7 de septiembre del año 26, se aproximaron a un pozo ubicado

a los pies de una ladera. En lo alto se distinguían dos o tres chozas.

Jesús decidió hacer un alto y bebió agua.

Y en eso, bajo un sofocante sol, vieron descender de la colina a una

anciana y a un niño de cuatro o cinco años. Eran árabes. Al verlos, la mujer se

Page 296: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

301

detuvo y dudó. Llevaba dos cubos de metal en las manos. Necesitaba llenar los

cubos y terminó aproximándose al pozo. El niño traía un tercer recipiente. Ella

saludó en árabe, y Jesús y el Zelota respondieron, también en árabe. La mujer se

apresuró con su trabajo y también llenó el recipiente del pequeño. Se despidió

lacónicamente e intentó levantar los pesados cubos. Lo logró con dificultad. Dio

un par de pasos, pero tuvo que soltar los recipientes en el suelo. El niño

marchaba detrás, también apurado. Los cubos que acarreaba la mujer podían

pesar unos diez kilos…

Jesús dejó el petate al pie del pozo y avanzó, decidido, hacia la anciana.

La mujer hizo un segundo ensayo. Ninguno de los discípulos se movió. Era

árabe y, para colmo, mujer…

El Maestro solicitó que dejara los cubos, cargó el agua y caminó hacia las

chozas.

La anciana permaneció en silencio, confundida. Jasón se acercó al niño e

intentó ayudarlo con el cubo. La abuela no lo permitió. Colocó el recipiente

sobre la cabeza y siguió los pasos del Galileo.

Y allí quedaron los tres, desconcertados.

El Maestro pasó el día en las chozas. Era una familia de pastores.

Cuidaban cerdos y cabras. Sumaban unos cincuenta árabes.

Y Jesús se interesó por sus vidas, por sus ilusiones (casi nadie sabía qué

era eso), por lo que tenían (casi nada), y por lo que esperaban poseer (algún

cerdo más y que las cabras pariesen bien). No habló del Padre ni del reino

invisible y alado. No hubieran comprendido. Se hallaban en el nivel en que se

hallaban…

Pero el Hijo del Hombre disfrutó con lo poco que había. A cambio, Él dejó

un rastro de luz, unas caricias más que oportunas y una sensación de bienestar.

Nadie subía jamás a aquella colina… Esa noche, Pedro preguntó: “Rabí, ¿por qué

has ayudado a esa mujer? Tú sabes que era sábado…”.

“Pedro, el mismísimo Ab-bá, si hubiera estado ahí, hubiera roto el

‘shabat’ para auxiliarla…” Pero los Simones no captaron el mensaje.

Page 297: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

302

Y así fueron transcurriendo los días, entre broncas, “localización de

referencias” por parte del Zelota, y contactos directos y personales del Hombre-

Dios con sus criaturas, “las más modestas de su universo”, según Él.

Y Pedro y el Zelota tuvieron que reconocer que Jesús era distinto. Amaba

lo que nadie amaba. Oía a los sin voz. Acariciaba a los apestosos. Miraba a los

ojos a los ciegos. Jugaba con los bastardos. Aprendía de los inútiles. Compartía

el pan con los impuros y reía con los sordos y con los mudos. Y Jasón también

aprendió lo suyo. Desde entonces se fijó más en las personas, las tocó, las

escuchó. Nadie es superior a nadie…

El lunes 9, de regreso a Saidan, decidieron acampar a orillas del lago.

Habían cenado. Pedro, que seguía con las pullas, preguntó al Hijo del

Hombre, con un mal disimulado sarcasmo, señalando al Zelota: “Maestro,

¿cuántas veces debo perdonar a este borricón?... ¿Quizá siete veces, como para

llegar limpio al ‘shabat’ (sábado)?”.

Jesús conocía bien los torpes pensamientos de su amigo, y por qué

preguntaba semejante cosa. Miró intensamente a Simón Pedro y éste se puso

rojo. El Zelota había palidecido. Pero tuvo el buen tino de no replicar a la

provocación de su compañero.

“No digo siete veces, Pedro… ¿Sabes que el camino hacia el reino de mi

Padre empieza, justamente, en el perdón?”

El Maestro alisó la arena roja y negra de la playa y dibujó un 7. Después

dibujó la letra “yod” (equivalente al número 10) y continuó hablando: “‘Ayin’

representa la humildad…”.

“Ayin” era la letra hebrea que resultaba de multiplicar el 7 por el 10.

“… Pues bien, Pedro, bebe en la humildad, en el 70, para ser capaz de

perdonar… El perdón te abrirá todas las puertas. La humildad es un río de vida.

Lánzate a él…”

Y el Maestro insistió: “No digo siete veces, Pedro, sino setenta veces

siete… el perdón debe ser ejercido como el comer o como el dormir… Perdona

setenta veces siete y rejuvenecerás”.

Page 298: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

303

Pedro quedó con la boca abierta. Y el Zelota intervino: “¿Qué es más

importante, Señor, perdonar o saber olvidar?”.

El Galileo lo miró con complacencia. Y agradeció con la mirada que el

Zelota supiera perdonar las inconveniencias de Pedro.

“Si eres humilde, Simón, perdonarás, si eres compasivo, perdonarás

setenta veces siete… Si eres humilde y compasivo, quiere decir que eres

inteligente. En consecuencia, olvidarás setenta veces siete.”

“No has respondido a la pregunta –terció el guerrillero–. ¿Debo elegir?

¿Perdonar u olvidar?”

“Lo he hecho Simón, he respondido… Pero lo haré de nuevo. Perdona

siempre. Después, si lo deseas, guarda el recuerdo de la ofensa, pero que no te

devore el rencor. Eso no sucederá si has perdonado de verdad…” Miró a los

discípulos con infinita piedad y proclamó: “La memoria está libre de pecado.

Guarda lo bueno y lo malo, sin mancillarse. Por eso será lo único que os llevéis

tras la muerte… No dudes, Simón. Perdona y serás testigo de otro prodigio del

Espíritu: tu enemigo, o aquel que te haya ofendido, se alejará de ti,

misteriosamente. Y lo más importante: tú beberás paz hasta saciarte…”.

El Zelota no pudo contenerse y planteó de nuevo la “necesidad de

organizarse políticamente”. El Maestro lo dejó hablar. Finalmente, con

resignación, recordó que no estaba allí para “llenar bolsillos, sino corazones”.

“Estoy aquí para hacer la voluntad de Ab-bá. No para hacer vuestra

voluntad, ni tampoco la mía. Somos heraldos de lo invisible. No lo cambiéis por

lo humano. Dejad que el mundo resuelva sus asuntos. Limitaos a señalar el

camino que, inevitablemente, recorrerá cada ser humano, después de su

peregrinaje por la vida. Eso es lo importante.”

Siguieron en blanco. Eso nada tenía que ver con el Mesías ni con la

liberación del pueblo elegido.

“Rescatad al mundo de la oscuridad y dejad que él solo se libere del

resto.”

Page 299: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

304

El miércoles 11 de septiembre del año 26, regresaron a Saidan. Jesús se

concedió su habitual respiro. Jasón ocupó esos tres días en tareas personales y

en una visita rápida a Nazaret. Ruth continuaba muy enferma. Y recordó las

palabras del Maestro: “No es un enfermedad de muerte…”.

Y el domingo 15, Jesús partió con la tercera pareja formada por Felipe de

Saidan y Tomás. Medio pueblo salió a despedirlos.

En esa ocasión se adentraron en la ciudad de Tariquea, por pedido de

Tomás. El Galileo complació al discípulo, siempre y cuando la visita a su familia

fuera breve. Y así fue. Tomás pudo abrazar a sus cuatro hijos…

El martes 17, abandonaron Tariquea y se dedicaron a recorrer la costa sur

del “yam”, siempre lejos de Bet Yeraj, de la ciudad de Kinneret, o de Senabris.

(El ingreso a esas poblaciones llegaría más tarde.)

Jesús reanudó los acostumbrados contactos directos y personales con el

pueblo y así fue hasta el domingo 29 de septiembre, fecha de retorno a Saidan.

Fue una experiencia cómoda y benéfica. Felipe y Tomás eran otra historia.

Felipe era encantador, divertido y espontáneo, pero apegado al dinero y sin un

gramo de imaginación. Pasaba las horas mirando un denario de plata, que jamás

usaba. Era su amigo y confidente. “¿Me abandonarás?”, le preguntaba Felipe…

Felipe discutía con el Hijo del Hombre sobre el tema.

“Este denario –decía Felipe– es mi mejor amigo…”

“Sólo es dinero, Felipe…”

“¿Hay algo más importante?”

Jesús lo miró, incrédulo.

“Dime, Felipe, ¿para qué sirve el dinero?”

Felipe contempló a su “amigo”, el brillante y limpísimo denario de plata, y

lo paseó de una mano a la otra, al tiempo que replicaba, ufano: “Lo compra

todo…”.

Page 300: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

305

“Todo, no. El dinero no sirve cuando no hay salud. El dinero no engaña a

la muerte. Tampoco te regala un solo pensamiento… Si adoras el dinero, no

prestarás la debida atención a la belleza, y mucho menos a tus semejantes. Tu

cabeza sonará como una olla repleta de ases. El dinero es niebla en el corazón.”

“Eso lo dice el que no lo necesita…”

“Tengo algunos años más que tú, Felipe, y he viajado más. Concédeme un

mínimo de credibilidad… Yo te diré para qué sirve el dinero…”

Felipe esperó, algo escéptico. No sabía que estaba hablando con un

Hombre-Dios…

“… El dinero ha sido inventado para dos cosas…”

“¿Sólo para dos? Podría mencionarte doscientas…”

“Para ayudar y para divertirse. No olvides que el dinero no es un invento

humano. Alguien, muy arriba, lo pensó antes que vosotros. El dinero es bueno

para socorrer a tus semejantes, no importa en qué circunstancias. Después, si

eres inteligente, lo emplearás en ti mismo: en tu propia diversión.”

“Además –agregó el Galileo–, ¿por qué aprecias tanto algo que no podrás

llevarte al ‘otro lado’...?”

Felipe no comprendió. La expresión usada por el Maestro la había

planteado Eliseo en el monte Hermón.

“¿El otro lado? ¿Te refieres a la China?”

“No, Felipe –el Maestro sonrió–, más lejos…”

“¿Más lejos? Imposible. China es el fin del mundo.”

“Cuando mueras, cuando pases al ‘otro lado’, el dinero se quedará aquí.

Recuerda: sólo cargarás con los recuerdos. La muerte no es lo que crees, Felipe.

El cuerpo se queda aquí. Sólo es una túnica vieja. No podrás cargar nada, salvo

la memoria. Felipe, hazme caso: en el reino de mi Padre no necesitarás dinero.

Utilízalo ahora, porque así está ordenado, y saca provecho, pero no olvides lo

que te he recomendado: los demás y tú. Sólo eso justifica el dinero. El dinero

sirve para medir y para medirte. En los cielos no hay medidas; en consecuencia,

Page 301: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

306

no hay dinero. Empléalo como una herramienta. Con el martillo, o con la red,

obtienes lo necesario para tu sustento. Pues bien, eso es todo. No te arrodilles

ante él; no compres dignidad con unas monedas. No lo persigas y el dinero te

buscará. No implores riquezas a los cielos. Hay asuntos más importantes…”

Esa noche, la falta de sal en la sopa de Felipe sirvió de pretexto para airear

un tema del que nunca habían hablado: la imaginación. Jesús dijo: “La

imaginación es como la sal. La sopa la tiene o no la tiene… La imaginación se

desarrolla y se ejercita, al igual que el cuerpo y la mente, pero no debemos

engañarnos… La imaginación es un don. Es la sal de la inteligencia”.

Jasón entendió que la imaginación aparece con el sujeto, de la misma

manera que se nace rubio o con los pies planos. Beethoven tuvo ese don y supo

ejercitarlo. Miguel Ángel, igual. Los cielos le entregaron imaginación y él la

moldeó y la pintó.

“En consecuencia, nadie debe ser culpado por carecer de imaginación…

Ab-bá es santo porque disfruta de la máxima imaginación… En verdad os digo

que no es el poder lo que distingue al Padre, sino su capacidad imaginativa. La

creación entera aspira a parecérsele…”

Como era usual, Jesús tuvo ocasión de hacer “´im” y Felipe y Tomás se

limitaron a observarlo. No hubo más.

El sábado 28 de septiembre del año 26, retornaron a Saidan. Felipe y

Tomás no aprendieron mucho, de momento, pero amaron un poco más al Hijo

del Hombre. Era una delicia escucharlo o, simplemente, contemplarlo.

El jueves 3 de octubre, Jesús emprendió una nueva aventura. En esa

oportunidad con Juan Zebedeo y Jacobo Alfeo. Zal se quedó en el caserón, al

cuidado de Abril.

¿Destino? Nadie sabía. Juan insistió, pero el Hijo del Hombre repetía:

“Confía… deja que el Padre haga su trabajo”.

Se dirigieron al sur, por la costa, y a buen paso. Se detuvieron en la aldea

de chabolas de Kursi. Jacobo deseaba ver a los suyos. Almorzaron y continuaron

en dirección sur. Y en cuestión de hora y media (hacia las 14 horas) el grupo dejó

Page 302: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

307

atrás el cauce del río y trepó a lo alto de una meseta. Allí se detuvieron. El lugar,

de unos cinco por seis kilómetros, estaba absolutamente alfombrado de verde.

El verde de miles de viñedos.

Caminaron alrededor de media hora, siempre entre viñas, hasta que

empezaron a oír unos ladridos. El Maestro ralentizó el paso. Al poco, apareció

una gran casona, de piedra negra y volcánica. La protegían cinco perros, atados

con cuerdas.

Se mantuvieron a una prudencial distancia. Al instante se presentó el

capataz. Y con una señal, ordenó silencio a los perros. Obedecieron. E invitó a

los visitantes a acercarse.

Se hallaban frente a la hacienda “Yehuda”, propiedad de la familia del

mismo nombre. Eran fariseos, pero de la rama ultraortodoxa. Se trataba de una

familia inmensamente rica. La mitad de la Gaulanitis era suya.

El Maestro solicitó trabajo.

El capataz replicó con una negativa. Los puestos de vendimiadores

estaban cubiertos. Los Yehuda tenían la costumbre de contratar con mucha

antelación. En este caso, los recolectores eran griegos. Ellos también se

ocupaban del cuidado de la plantación; la uva, de hecho, era de origen griego.

El Galileo quedó pensativo.

Y el capataz aportó una solución. Podían participar en la limpieza de las

letrinas y de los lagares.

El Maestro no dudó. Aceptó.

Y, sin más, tras acordar la paga (un denario al día), el hombre los condujo

entre las viñas, hasta llegar al campamento de los referidos griegos. El lugar,

también rodeado de viñedos, se hallaba a cosa de mil metros de la casona.

Juan estaba pálido. El Zebedeo sabía muy bien lo que le esperaba.

El campamento lo integraban diez grandes tiendas, una cocina de madera,

y dos letrinas, también construidas con tablas. Cada letrina era un gran cajón,

con un pozo excavado en el suelo. En los boquetes depositaban sendos calderos

Page 303: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

308

de metal en los que todos debían defecar, obligatoriamente. Los Yehuda eran

intransigentes. Ningún pagano podía contaminar, con sus “impurezas”, la tierra

judía. Estaba prohibido, incluso, que los griegos orinasen fuera de las letrinas.

Algunos de los gentiles eran contratados como “vaciadores” (recorrían las viñas

con cubos y recogían la orina de los vendimiadores. (Las mujeres no

participaban de la vendimia.) Una vez llenos, los calderos de las letrinas eran

sacados y transportados a lomos de asnos. Recorrían tres o cuatro kilómetros,

hasta los poblados de Eli y Zaki, respectivamente. Allí vendían la orina y los

excrementos como abono.

Jasón echó a temblar…

El capataz les asignó una de las tiendas, donde dejaron los petates, y los

condujo al sur de la casona principal. Allí, excavados en la roca calcárea, se

alineaban tres grandes lagares, con las correspondientes prensas y barricas de

roble. El trabajo del grupo consistiría en limpiar letrinas y lagares. El capataz

explicó cómo hacerlo. Era simple…, y muy desagradable.

Con los lagares no había problema. Se hallaban cubiertos de yeso y de

piedra y eso facilitaba las cosas. La faena consistía, básicamente, en el encalado

de paredes (a base de una lechada de cal a la que se añadía sulfato de cobre) y

en la limpieza de suelos. Todo era cuestión de acarrear agua limpia, y de forma

constante. Los envases de madera se limpiaban con sal común, previamente

disuelta en agua hirviendo.

Juan Zebedeo tampoco dudó. No aceptó compartir una tienda con los

“malditos griegos, cómplices de los ‘kittim’” y, mucho menos, “limpiar los

excrementos de los paganos”. Miró a Jasón, muy enfadado. El Maestro no

replicó. Siguió con lo suyo, deshaciendo el petate. El Zebedeo terminó cargando

el saco de viaje, escupió de nuevo entre las sandalias de Jasón y salió de la

tienda con prisas. Por el camino fueron cayendo maldiciones y escupitajos…

El Hijo del Hombre, Jacobo Alfeo y Jasón trabajaron en las letrinas y en los

lagares durante nueve días. Jasón, al principio, vomitó. Jacobo se cubría el

rostro con un lienzo y ayudaba con gran coraje. Jamás protestó o se lamentó.

Era un hombre sencillo y admirable. El Maestro hacía la faena cantando.

Page 304: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

309

Trabajaba en esa desagradable tarea con el mismo entusiasmo que en el

astillero o con las redes, en el “yam”.

Por las tardes, regresaban al campamento y el Maestro tenía tiempo para

asearse, y para conversar, en “koiné”, con los griegos. Era una esponja.

Preguntaba y preguntaba. Se interesaba por las familias, por las viñas, por el

salario, por sus ilusiones y proyectos… La gente terminaba tomándole cariño.

Con el gemelo casi no habló. Jacobo llegaba rendido. Cenaba algo y se

acostaba. Jasón resistía, pero el sueño terminaba venciéndole. Más de una vez

fue despertado por el Galileo. Jasón sólo tuvo una palabra para calificar el

comportamiento del Hijo el Hombre: admirable. Fue, con seguridad, el trabajo

más repugnante que llegó a hacer.

El viernes 11 de octubre del año 26, fueron reclamados por el capataz.

Hubo varias bajas entre los vendimiadores por un brote de gastroenteritis. Y los

tres se unieron a la cuadrilla de recolectores.

El Maestro continuó trabajando con la misma sonrisa. Tan pronto hacía de

“vaciador”, corriendo de un lado a otro con el cubo para la orina, como cortaba

racimos, o engrasaba las tijeras de sus compañeros. Con la uva tenía un

comportamiento único. Limpiaba con delicadeza, hablaba con los granos, los

contemplaba al trasluz, los clasificaba, separaba los estropeados, uno a uno, y

les cantaba… llenaba los cestos de mimbre, lentamente, hasta la mitad,

evitando que el peso pudiera deteriorar los racimos. Jasón le preguntó dónde

había aprendido, y el Galileo, sonriente, exclamó: “He viajado mucho, querido

‘mal´ak’.”

Al regresar al campamento, el Galileo se ocupaba de los enfermos. Seguía

haciendo “´im”…

El Maestro se hizo popular por sus canciones.

El miércoles 16, concluida la vendimia, regresaron a Saidan.

Juan Zebedeo los recibió con frialdad. Nadie preguntó, aunque todos

sabían que había ocurrido algo extraño. El gemelo Jacobo se mostró discreto y

prudente, como siempre.

Page 305: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

310

Faltaban dos parejas: las formadas por Bartolomé y el Iscariote, y Andrés

y Mateo Leví.

Tres días después, Jesús dio las órdenes oportunas. Partirían.

Y el domingo 20 de octubre, bajo un intenso aguacero, el Maestro, el

“oso”, Judas Iscariote, Jasón y Zal abandonaron el caserón de los Zebedeo.

Nadie, salvo el Galileo y Andrés, conocía el destino de aquellos expedicionarios.

Felipe, el intendente, los obligó a cubrirse con gruesos capotes de cuero

de camello, que hacían más llevadera la lluvia.

Caminaron hacia el sur, por la costa, siguiendo el curso del río Kanaf.

Entre ese río y el Zaji, había un sector de lagunas y riachuelos. En total,

24 kilómetros cuadrados de lagunas, bosques y vegetación acuática. La zona era

conocida como los “pantanos de Kanaf” o simplemente Agam (lagunas). Jasón

contó 16, muchas intercomunicadas. Los bosques eran espesos. Y las sendas

entre lagunas eran casi invisibles, camufladas por plantas acuáticas.

En cuestión de una hora, a pesar del diluvio, alcanzaron un claro en el que

se alzaban dos chozas de cañas y juncos. Las chozas se hallaban perdidas en

mitad de un “bosque” de juncos de laguna. Allí se instalaron. Y durante dos

semanas, recorrieron el resto de las lagunas y de los bosques. Era una región

habitada por cazadores de gansos y de cisnes.

Fueron dos semanas de lluvias y de apacible contacto con la naturaleza.

El dueño de la mayoría de las chozas, Gelal (Piedra labrada), los recibió

con los brazos abiertos. Era un viejo conocido de Jesús y de algunos de sus

discípulos. El Maestro lo ayudó en el astillero cuando las cosas no le iban bien

en los pantanos. Ahora, vivía de la captura de gansos y cisnes.

Jesús los acompañaba, pero nunca participaba en la caza. Los gansos eran

vendidos en Nahum y alrededores.

Con los cisnes se esmeraban. Tenían que ser capturados vivos, sin daño.

De lo contrario no había negocio. Generalmente eran comprados por patricios

romanos y por judíos adinerados.

Page 306: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

311

El “oso” de Caná disfrutaba con esas cacerías. Judas Iscariote puso mala

cara cuando supo que se quedarían dos semanas en aquel lugar, “olvidado de la

mano del Santo”. Pero siguió con el grupo, en silencio y con gesto despreciativo.

Odiaba a los galileos en general, y a los habitantes de los pantanos en particular.

Al atardecer se guarecían en sus chozas, cenaban de prisa y se apretaban

en la choza de Gelal, dispuestos a oír las mil historias que contaba “Piedra

labrada”. Jesús era como un niño, se lo pasaba en grande escuchando esas

historias. Escuchaba y hacía preguntas. Le encantaban esas fantasías, y las vivía.

Bartolomé también participó, y de qué forma. Cada noche presentaba

historias de todos los colores y tamaños. Jesús se quedaba con la boca abierta, y

Jasón más aún.

A Judas no le gustaba Bartolomé. Le parecía poco serio. En realidad, no le

gustaba nadie, empezando por el Maestro. Una mañana, aprovechando la

ausencia del “oso”, el Iscariote se acercó a Jesús y criticó el comportamiento de

su compañero, tachándolo de “frívolo e indigno”.

Jesús escuchó en silencio.

“… Además –remató Judas– está físicamente imposibilitado para caminar.

Deberíamos prescindir de él para la proclamación de la buena nueva…”

El Maestro le paró los pies sin contemplaciones: “¡Cuidado, Judas!... No te

tomes atribuciones que no tienes. Nadie debe juzgar a su hermano…”.

“Pero Bartolomé no es serio. Cuenta historias falsas…”

“El Padre no exige sólo seriedad. Te equivocas, Judas. La vida, y la vida en

el nuevo reino, es alegría… Deja a tu hermano en paz y haz bien tu trabajo. Eso

es todo.”

Judas, pálido, se alejó de la laguna. El Iscariote nunca olvidó el reproche

del Hijo del Hombre. Era rencoroso y fue sumando lo que estimaba como

afrentas a su dignidad.

Bartolomé sufría de várices. Eso lo hacía renquear al caminar, pero no era

cierto que se hallaba imposibilitado para la marcha. Judas exageraba. Y a pesar

Page 307: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

312

de ello, el “oso” fue uno de los discípulos que más caminó. Tras la muerte del

Galileo se opuso a las ideas de Pedro y se dirigió al este. Murió en la India.

Esa mañana del 30 de octubre, miércoles, cuando Judas se alejó, Jasón se

atrevió a interrogar al Maestro sobre un asunto que lo tenía desconcertado.

¿Por qué Jesús insistía en no juzgar? Lo proclamó con Juan Zebedeo y

ahora con el Iscariote. El Maestro escuchó con atención y animó a Jasón a

caminar por la orilla.

“Tus hermanos cumplen un papel… A eso han venido… ¿Por qué juzgar lo

que desconoces?”

“No comprendo…”

“Querido ‘mal´ak’, trataré de aproximarme a la verdad…”

Eso lo entendía. No era fácil encontrar las palabras justas.

“Nada es lo que parece. Nada es lo que creéis. No estáis aquí para lo que

suponéis…

“¿Y para qué estamos en la vida? Dijiste que la vida es una cadena de

experiencias, más o menos…”

El Galileo sonrió.

“Más o menos… La vida es una experiencia… La vida es una experiencia lo

suficientemente importante como para que no se vea sujeta al azar.”

“¿Quieres decir que todo está programado?”

“Algo así…”

“Entonces, la libertad humana…”

El Galileo se puso serio, pero no respondió de inmediato. Continuó

caminando entre los juncos. De pronto se detuvo. Frente e Él se abrían dos

senderillos. Y preguntó: “¿Cuál crees que debo escoger: el de la izquierda o el de

la derecha?”.

“No sé…”

Page 308: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

313

Y eligió el que huía por la izquierda. Tres pasos más allá se detuvo de

nuevo, miró a Jasón y declaró: “Nada es azar. Quizá llegues a creer que has

escogido el sendero de la izquierda porque así lo has decidido. No eres tú quien

elige, y sí lo eres”.

“No entiendo…”

“La casualidad no existe. Son los sabios los que se escudan en ella.”

Llevaba razón. En el siglo XX son los científicos los que más utilizan ese

vocablo. Lo que no cuadra con sus ideas es falso o casual.

“¿Por qué dices que soy el que elige, pero no…?”

“Tú eliges…, antes de asomarte a la vida. Después, ya en la materia, crees

que eres libre porque caminas por la izquierda o por la derecha…” Jesús sonrió

con cierta amargura.

“No eliges porque ya lo hiciste.”

“¿Y por qué soñamos con la libertad?”

“Porque la vida está magistralmente diseñada.”

“Yo no recuerdo haber elegido nada…”

“Claro…”

“¿Cómo que claro?”

“Pues eso… Te lo estoy diciendo. La vida es un prodigio de imaginación. Si

lo recordaras, nada sería igual…”

Jasón no veía claro el planteamiento del Maestro, pero lo aceptó. La

libertad es un bello sueño.

“¿He respondido a tu pregunta?... ¿Por qué no debes juzgar a tu

hermano…? Juzgar no es justo ni ético. ¿Qué sabes sobre lo que ha escogido tu

hermano y por qué? Todos cumplen un papel. Todo está ordenado.”

“¿Y si alguien es torturado y ejecutado injustamente?”

Page 309: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

314

“No juzgues, ‘mal´ak’. También el mal juega un papel. Así está concebido

en la imperfección. Ni siquiera al ‘otro lado’ seréis juzgados… No lo olvides: el

orden es muy rígido. Nada es lo que dicen. Nada es lo que venden. Todo es

infinitamente mejor de lo que habéis supuesto.”

“Pero el mal…”

“El mal no procede del norte, como declara Jeremías (el profeta se refería

a un desastre que desde el norte asolaría a los moradores de esas tierras,

refiriéndose a la destrucción de la Ciudad Santa y al destierro de los judíos a

Babilonia en el año 586 a. J.). Yo he venido a cambiar eso…”

E hizo una declaración histórica: “… El mal acompañará al ser humano

hasta que los ángeles rebeldes sean juzgados. El mundo, entonces, retornará a

la luz”.

“¿Quieres decir que el mal, tal y como lo entendemos, tiene los días

contados?”

“No tengas la menor duda, ‘mal´ak’. Nada es para siempre.”

“¿Cuándo será eso?”

Jesús volvió a sonreír con picardía, pero no contestó, al menos, con

palabras. Se alejó unos pasos y buscó un barrizal. Jasón fue tras Él. Partió un

junco, se colocó en cuclillas frente al barro, y empezó a escribir en arameo. Lo

que leyó Jasón fue: “Pregunta al tercer ‘mal´ak’”.

Y se alejó, divertido. La laguna terminaría borrando la frase.

“¿Quién será el tercer mensajero?”, se preguntó Jasón.

Regresaron a Saidan el sábado 2 de noviembre de ese año 26. Todo

continuaba igual.

Y el miércoles 6 de noviembre, partieron hacia la última aventura en el

“yam”. La pareja la formaban el tranquilo Andrés y Mateo Leví, el publicano.

Mateo sería el primero de los discípulos que comprendió el mensaje del Hijo del

Hombre. Pasarían dos semanas en la costa occidental del “yam”.

Page 310: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

315

Esa mañana desembarcaron en la zona de En Sheva, hoy conocida como

Tabja o “lugar de las siete fuentes”. En Sheva se encontraba entre las

poblaciones de Ginnosar, al sur, y Nahum, al norte. Era un espléndido jardín en

el que brotaban tres fuentes principales y numerosos manantiales satélites que

surtían a Nahum, y a un complejo laberinto de acequias, así como a la más

importante concentración de molinos harineros del lago. Jasón contó nueve. En

el centro del gran jardín, entre palmerales, huertos y árboles frutales llegados

de medio mundo, se abría una gran piscina octogonal, que recogía las aguas de

un venero espectacular. Era un manantial de agua sulfurosa, que afloraba a

27 grados Celsius.

En el jardín de En Sheva se elaboraba la harina para buena parte del

“yam” e, incluso, para Jerusalén. Junto a los molinos harineros se alzaban otros,

destinados al aserrado de madera, la trituración de la aceituna y la uva, y

también a la molienda de pimienta.

En Sheva tenía fama por el pan: hogazas de trigo, de centeno, de cebada y

de una mezcla de pan negro y blanco, que en ocasiones lo cocían con pasas, con

nueces, o con miel y almendras.

Tanto el Maestro como los discípulos conocían el lugar y a su gente.

Les dieron autorización, y el grupo acampó muy cerca de la piscina de

agua sulfurosa. Jesús sabía… Aquellos baños, a veintisiete grados Celsius, fueron

una bendición.

Allí permanecieron hasta el sábado 9. Jesús hizo “´im” a placer. Convivió

con la gente y trabajó como molinero y como panadero. Cuidó de las muelas de

piedra. Engrasaba las espigas de hierro, limpiaba el grano, pasaba la harina por

los cedazos y la cernía al son de su canción favorita: “Dios es ella”. Terminó

paleando en los hornos.

Supo de los problemas de todos. Jesús de Nazaret era un maestro a la

hora de escuchar. En aquel tiempo, como ahora, nadie escuchaba a nadie.

Andrés fue cómplice de Jesús en esos menesteres del contacto directo y

personal. El discípulo creía en esa estrategia, y lo demostró a lo largo de su vida.

Page 311: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

316

Ayudaba en todo y era siempre el primero en sentarse a los pies de Jesús y

escuchar.

Mateo parecía más triste de lo normal. Colaboraba, pero siempre que

podía se retiraba a un rincón, cabizbajo.

El sábado 9, levantaron campamento y se trasladaron a un kilómetro de

En Sheva, hacia el sur. La zona seguía siendo un próspero jardín. El Maestro y

Andrés decidieron que la laguna Minnim, a orillas del “yam”, era el lugar

adecuado para acampar.

Se hallaban relativamente cerca de la vía Maris, la calzada romana que

rodeaba el mar de Tiberíades. Entre dicha calzada y el “yam”, alguien, con gran

sabiduría, había dispuesto decenas de “invernaderos”, en los que cultivaban

todo tipo de flores, al estilo de las plantaciones del valle del Jordán. La totalidad

de los “invernaderos” era propiedad de Herodes Antipas. Herodías, la esposa

del tetrarca (amo y señor de la Galilea y la Perea), era una de las principales

“clientes”.

Los “jammá” eran cuidados por un ejército de campesinos, la mayor parte

de origen etrusco, dirigido por un anciano matrimonio, procedente del valle de

Fiora, en Italia.

Jesús pasó muchas horas con ellos, trabajando y dialogando. El

matrimonio amaba las flores por encima de todo, y en especial, los iris. Ambos

eran expertos en hibridación. Vivían como sus flores: al día. Jamás hablaban del

futuro. “Eso es un invento de Roma”, decían. Jasón llegó a contar más de cien

especies del género “Iris”. Habían logrado cruzas que proporcionaban colores

asombrosos: bronce, burdeos, frambuesa, naranja púrpura y veinte tonalidades

de azul.

El Maestro trabajó también en los “invernaderos” y supo de las penurias

de los campesinos.

Con el matrimonio, en una oportunidad, el Maestro se dejó llevar por la

intuición y habló sobre la belleza y la inteligencia de Ab-bá a la hora de crear.

Fue un monólogo excepcional. Todos quedaron con la boca abierta y

gratamente sorprendidos. No, todos no…

Page 312: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

317

Jasón reparó en Mateo Leví. Estaba sentado cerca del Maestro. Los ojos

azules estaban húmedos y sus labios aleteaban ligeramente.

El Maestro prosiguió, entusiasmado, y, de pronto, Mateo se vio asaltado

por un llanto incontenible. Jesús se detuvo. Todos miraron al discípulo. Andrés,

solícito, echó el brazo sobre los hombros del “gabbai”, tratando de consolarlo.

Le preguntó a su amigo cuál era el problema, pero Mateo bajó la cabeza y gimió

desconsolado.

El publicano, finalmente, terminó confesando. Jesús hablaba y hablaba de

la maravillosa “bellinte” (belleza e inteligencia) del Padre en toda su creación,

pero él no podía apartar de su mente la imagen deforme y vencida de Telag, su

hijo con síndrome de Down.

“¿Dónde está la ‘bellinte’ en alguien así? Telag es un endemoniado…”

Jesús replicó, negando con la cabeza.

Pero Mateo, con la vista baja, no lo vio. Y relató cómo el niño envejecía

por momentos, y cómo todo el mundo huía de él. Por aquella casa, en Nahum,

había peregrinado lo mejorcito de los “rofés” o “auxiliadores” (médicos), y no

digamos el gremio de los brujos, caldeos, echadores de cartas, astrólogos,

hechiceras y demás tunantes. Mateo llevaba gastada una fortuna, inútilmente.

Le recomendaron de todo para curar a Telag: polvo de hormigas; cenizas de las

pezuñas de los onagros; respirar aliento de palomas; mirarlas a los ojos días

enteros; criarlas en la casa como si fueran reinas; que Telag durmiera en

contacto con un perro pequeño; que comiera polluelos de halcón; carne de

víbora, desollada, con gran cantidad de agua y aceite de oliva; carne de

serpiente cascabel; bilis verde de víbora y, muy especialmente, que bebiera

sangre de cobra, macerada con miel… Estaba desesperado.

Cuando Mateo se calmó, Jesús insistió: “Tu hijo no es un endemoniado…”.

El publicano seguía sin prestar atención al Hijo del Hombre.

“Sé que todo se debe a mis muchos pecados…”

“Mateo –el Galileo levantó el tono de voz–, Telag no es consecuencia de

tus culpas…”

Page 313: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

318

El publicano miró a Jesús e intentó comprender.

“Nadie puede ofender al Padre, aunque lo pretenda…”

Mateo, Andrés y el matrimonio etrusco no entendieron. No importaba.

Jesús continuó.

“Telag forma parte de los designios de Ab-bá”

“Entonces –musitó el publican–, ¿qué es?, ¿por qué ha nacido así?”

El Maestro repitió, y con énfasis: “Telag no es un endemoniado, ni

tampoco la consecuencia de tus muchos pecados… ¿Tus muchos pecados…? –

sonrió el Maestro y añadió–: con los dedos de una mano podría contarlos…”.

“¿Qué es Telag?”, preguntó Mateo.

“¡Un ‘guibôr’!”

Jesús usó el hebreo, no el arameo. “Guibôr” significa “héroe”.

Todos miraron a Jesús, perplejos.

El Maestro leyó en la mente de su desdichado discípulo: “No me burlo,

Mateo…”.

“Lo sé, rabí, pero no entiendo… ¿Telag es un héroe?”

Y Jesús procedió a explicar lo que había avanzado en los pantanos de

Kanaf: eliges antes de nacer…

“¿Cómo puede ser que alguien elija una cosa así?”, musitó Mateo.

“En el reino del espíritu –proclamó Jesús– hay leyes y razones que la

materia ignora… Ellos escogen encarcelarse en sí mismos y viven una dramática

experiencia… La más dramática… ¿Entiendes por qué los llamo héroes?”

El Hijo del Hombre se apresuró a declarar: “Esos héroes, además,

multiplican el amor, allí donde están, y allí por donde pasan. Nadie ama tanto

como el que ama a una de estas criaturas…”.

Rectificó: “Nadie ama tanto como el que ama a una de estas maravillosas

criaturas…”.

Page 314: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

319

Mateo, atónito, dejó de sollozar.

“Mateo, nadie ejerce la generosidad, y el amor puro, como lo hacen los

padres y los cuidadores de estos seres… irrepetibles.”

“Sí, hijos míos… Telag, y los que son como él son en realidad héroes…

Hace falta mucho valor para llevar a cabo un trabajo de esta naturaleza… Ellos

también construyen el mundo, y con amor puro. Mateo, no mires sólo las

vestiduras de Telag… Aprende a mirar el interior de las personas. La lectura no

es la misma…”

El Maestro observó intensamente a Mateo y preguntó: “¿Crees ahora que

Telag es una ‘bellinte’?”.

Jesús prosiguió, con la voz quebrada por la emoción: “Arrodillemos el

alma cuando estemos en presencia de un ‘guibôr’… Son la admiración de los

cielos”.

Mateo y Andrés estaban pensativos, muy pensativos…

“¡Confiad!... La belleza de Telag es infinitamente mayor que la de un iris.”

Mateo se alzó y, sin mediar palabra, abrazó al Galileo, y el discípulo lloró

de nuevo… de alegría… Todos lloraron.

Y el sábado 16 de noviembre, el grupo regresó a Saidan.

El Maestro continuó enseñando y pescando. Los doce ardían en deseos de

salir a los caminos y proclamar la buena nueva.

“Todo a su momento – decía–. Conviene esperar la voluntad de Ab-bá.”

El mes de diciembre fue tranquilo. Y así terminó ese año 26…

BIENAVENTURANZAS

El 12 de enero de ese año 27 de nuestra era, domingo, a eso de la hora

quinta (once de la mañana), recién llegado del “yam”, el Maestro reunió a los

Page 315: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

320

doce e hizo un gesto para que Jasón se uniera a ellos. Su perro Zal quedó en el

caserón de los Zebedeo.

Nadie sabía adónde se encaminaban.

Desembarcaron en Nahum y, en silencio, dejando la población, se

dirigieron hacia el noroeste. Al poco, ascendían por una colina.

El cielo se nubló, de repente. Y empezó a soplar el viento, fuerte y

silbante. Quizá lloviese.

Los discípulos hacían comentarios, pero nadie conocía las intenciones del

Maestro, quien siguió ascendiendo en cabeza.

Hacia las 13 horas alcanzaron la cumbre. Jesús dejó que sus hombres se

recuperasen. Luego solicitó que se sentasen en la hierba. Formaron un círculo en

torno a Él. Jasón permaneció de pie, por detrás del círculo.

El Maestro esperó unos segundos. El viento agitaba la blanca túnica. La

temperatura había descendido. Todos se cubrieron con los mantos. El Galileo

portaba, como siempre, su ropón color vino. Miró a sus discípulos, uno por uno,

con especial ternura. Jasón también recibió el regalo de aquella mirada color

miel. No tardaría en llover.

Finalmente, el Hijo del Hombre, anunció: “Ha llegado la hora… Deseo

proclamaros mis embajadores…”.

Los íntimos se miraron unos a otros.

Y Jesús continuó: “Hermanos míos, ha llegado la hora del reino… Os he

traído aquí para que sintáis, de cerca, la presencia de Ab-bá”. Miró fugazmente

a Jasón.

“A partir de hoy, seréis distintos… Quiero que proclaméis mi mensaje con

fidelidad… Quiero que proclaméis el mensaje del Padre con fidelidad. En

especial cuando yo no esté. Olvidad los asuntos terrenales. Olvidad las

rivalidades. Olvidad quién es más y quién es menos. Todos sois superiores a

todos… No lo olvidéis… Sois hijos de un Dios.”

Se detuvo. También el viento quedó quieto.

Page 316: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

321

“¡Sois inmortales por expreso deseo de Ab-bá! ¡Sois inmortales, hagáis lo

que hagáis, y penséis lo que penséis…!”

Los discípulos lo miraban, incrédulos.

“Olvidad prohibiciones. Olvidad dogmas. Olvidad la política.”

Jesús y Jasón cruzaron otra mirada. Jasón comprendió…

“¡Olvidadme, incluso! ¡Olvidad mi persona, si lo deseáis, pero no dejéis

que el olvido ahogue el mensaje del Padre!”

“Nunca te olvidaremos, Maestro… –protestaron por lo bajo Pedro y Juan

Zebedeo–. ¿Y cuál es ese mensaje?”

Jesús lo había repetido decenas de veces. Pero volvió sobre ello: “El Padre

no es lo que dicen… ¡Sois sus hijos! ¡Sois inmortales por naturaleza! A eso he

venido: despertad a los dormidos, hablad de la inmortalidad a los que sufren la

oscuridad de la ignorancia, liberad a los oprimidos de espíritu, cargad los

corazones de alegría, respetad todas las opiniones, no vendáis…”.

El rostro de Jesús se iluminó.

“Este reino invisible y alado del que os hablo es el reino que añora la

humanidad, desde siempre y para siempre… En verdad os digo que ese reino

llegará. Vosotros, ahora, sois los primeros heraldos. No os apartéis de lo que

predico…”

Pedro estalló: “¡Nunca, rabí! ¡Jamás nos apartaremos!”.

“Buscad el nuevo reino en vuestras mentes y el resto llegará por

añadidura.”

Entonces, el Maestro habló de algo que dejó perplejos a los doce, y para

lo que Jasón no halló explicación: “En verdad os digo que ese reino está tan

cerca que uno de vosotros no morirá hasta que no lo haya visto…”.

Por último, hizo un nuevo anuncio de su muerte, pero ninguno captó las

palabras del Galileo: “Y cuando me haya ido: difundid mi mensaje…”.

Page 317: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

322

(Lamentablemente, no tuvieron en cuenta sus palabras. Cuando el

Maestro murió, Pedro y una parte del grupo renegaron del mensaje…, y

terminaron fundando una Iglesia.)

Los discípulos seguían sentados e hicieron algunos tímidos comentarios

entre ellos. No sabían de qué hablaba el rabí.

A lo lejos, relampaguearon algunas culebrinas.

El Maestro prosiguió. Solicitó a los discípulos que se colocaran de rodillas,

y así lo hicieron.

Acto seguido, en mitad de un sonoro silencio, elevó el rostro hacia las

nubes, entornó los ojos y murmuró algo, al tiempo que alzaba los brazos y

presentaba las palmas de las manos.

Instantes después, el Hijo del Hombre caminó hacia Judas Iscariote,

colocó las manos sobre la cabeza de éste y, sin tocar los cabellos, dejó que

corrieran los segundos.

Y el Maestro comenzó a cantar. Fue un cántico suave, melodioso y lleno

de misterio.

“Cuando regrese…, querido Judas, tu dignidad será restablecida…”

El Iscariote se removió inquieto. No comprendió. Nadie entendió. Jasón

tampoco…, entonces.

Jesús se dirigió a Tomás. Situó las manos sobre la cabeza del discípulo y

volvió a entonar un cántico, al tiempo que dirigía los ojos al cielo: “Cuando

regrese…, querido Tomás, tú serás el profeta…”.

Después pasó al primero de los gemelos, y volvió a cantar: “Cuando

regrese…, querido Jacobo, tú serás…”. Cuarto discípulo: el segundo gemelo:

“Cuando regrese…, querido Judas, tú anudarás los pactos…”.

A continuación llegó frente a Simón el Zelota y repitió la imposición de

manos, cantando: “Cuando regrese…, querido Simón, nada permanecerá

oculto…”.

Page 318: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

323

Mateo fue el siguiente: “Cuando regrese…, querido Mateo, el mundo será

del Padre…”.

Seguía tronando en la lejanía. Los cumulonimbos se aproximaban

peligrosamente.

“Cuando regrese…, querido Bartolomé, lo valioso flotará a simple vista…”

Y le tocó el turno al intendente: “Cuando regrese…, querido Felipe, habré

vencido para siempre…”.

Santiago Zebedeo dejó hacer a su amigo.

Jesús colocó las largas manos sobre la cabellera del “hijo del trueno”, alzó

la mirada hacia las nubes y volvió a sus cánticos.

Una fuerte tronada se desplomó sobre la colina. Y empezó a llover

mansamente. Nadie logró oír a Galileo.

Jesús permaneció con el rostro encarado a los cielos. Y el agua fue

iluminándolo.

El Maestro, sin prisa, se desplazó hacia Juan Zebedeo y repitió la

imposición: “Cuando regrese…, querido Juan, el mundo será anclado en la luz…”.

Todos estaban empapados.

Y el rabí se colocó frente a Simón Pedro.

“Cuando regrese…, querido Pedro, tú me precederás…”

Pedro miró a su alrededor, buscando que alguien le explicara. Nadie lo

hizo. Nadie supo de qué hablaba el Maestro.

Y llegó frente a Andrés. Situó las manos sobre la cabeza del primero de los

seleccionados y cantó, feliz: “Cuando regrese…, querido Andrés, no habrá

palabras, ni tampoco explicaciones…”.

Otro trueno merodeó cerca.

Y el Maestro, con las ropas y el cabello chorreantes, salió del círculo y se

dirigió a Jasón. Éste, instantáneamente, se arrodilló e inclinó la cabeza. Y el

Page 319: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

324

Galileo situó las manos muy cerca de sus blancos cabellos. Jasón notó la energía

que emanaba de aquel Hombre.

Y el Maestro cantó, con ímpetu: “Cuando regrese…, querido ‘mal´ak’

(mensajero), la noche se retirará y seré venerado como el Divino…”.

En esos instantes, todo se volvió azul: la lluvia, la colina, las nubes, las

ropas, los rostros… Fueron segundos. Todo era azul…

Dejaron de oírse los truenos, dejó de oírse el viento y el ruido de la

lluvia… Y todos experimentaron una indescriptible sensación de paz y de

ingravidez. Todo parecía flotar en derredor.

Los discípulos recordaron las palabras del rabí: “… Os he traído aquí para

que sintáis, de cerca, la presencia de Ab-bá”. Instantes después, el azul

desapareció.

Dejó de llover. Las ropas estaban secas. Los discípulos se miraron

desconcertados. ¿Cómo era posible? Y todos se abrazaron… Quizá era la hora

nona (tres de la tarde).

Las nubes se retiraron y la luz se dejó caer sobre la colina.

Los íntimos se sentaron de nuevo.

Y el Maestro habló así: “Ahora, amigos míos, ya no sois como los demás…

Ahora sois embajadores de un reino invisible y alado… Debéis comportaros

como tales. Sois como esos seres maravillosos que conocen la gloria del Padre y,

sin embargo, renuncian a ella, y acuden en auxilio de las criaturas del tiempo y

del espacio…”.

Jasón quedó atónito. Jesús lo buscó con la mirada e hizo un guiño de

complicidad. Seres descendentes. Seres que lo tienen todo, que viven en la

perfección y que, no obstante, aceptan “descender” a la materia…, para

socorrer, aliviar y dirigir a muchos… Operación “Misericordia”. Jesús conversó

en detalle sobre ello con Jasón…

Los doce seguían con las miradas extraviadas. No entendían.

Page 320: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

325

Y el Señor continuó: “Algunas de las cosas que estoy a punto de

desvelaros os parecerán duras… Es la ley del nuevo reino: nada se consigue

durmiendo…”.

“En breve os enviaré para que retiréis la venda de los ojos del mundo…

Atended mi mensaje: ¡fuera el miedo!... ¡El que hace la voluntad de Ab-bá no

volverá a caminar en tinieblas! Cuando encontréis a mis hijos afligidos,

habladles con ánimo y decidles lo siguiente.”

“Bienaventurados los que saben leer el arco iris, porque ellos están en el

camino.”

“Bienaventurados los que son perseguidos por causa de su rectitud,

porque de ellos es el reino de los cielos.”

“Bienaventurados los que viven la soledad del alma, porque ellos han

recorrido la mitad del camino.”

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados los hijos

de Dios.”

“Bienaventurados los que no temen, porque ellos han hallado a Dios en su

mente.”

“Bienaventurados seréis cuando os maldigan y os persigan y digan toda

clase de mal contra vosotros, falsamente, porque grande será vuestra

recompensa en el reino.”

“Bienaventurados los que saben, y callan, porque ellos serán

ensalzados…, algún día.”

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán

misericordia.”

“Bienaventurados los que eligen nacer en la imperfección, porque ellos

serán doblemente recompensados.”

“Bienaventurados los que sufren el luto, porque ellos serán consolados.”

“Bienaventurados los buscadores de la verdad, aunque no la encuentren,

porque ellos serán recompensados con la búsqueda.”

Page 321: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

326

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán el Espíritu.”

“Bienaventurados los que no buscan felicidad, porque ellos serán hallados

por la felicidad.”

“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios

mucho antes.”

“Bienaventurados los que no mienten, porque a ellos no les importa que

los engañen.”

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra como

heredad.”

“Bienaventurados los que se entregan a la voluntad de Ab-bá, porque

habrán encontrado la verdad.”

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de rectitud, porque ellos

serán saciados.”

“Bienaventurados los que se aman a sí mismos, porque habrán empezado

a amar a los demás.”

“Bienaventurados los humildes y los pobres de espíritu, porque de ellos

son los tesoros del reino.”

“Bienaventurados los que desaprenden, porque ellos renacen.”

(Estas “Bienaventuranzas” son el célebre “sermón de la montaña”. En

realidad, de la colina, con sus correspondientes variaciones.)

Y el Maestro continuó hablando.

En síntesis, esto es lo que Jasón acertó a oír:

“Vosotros sois la sal de la tierra… No perdáis nunca la curiosidad y la

confianza…”

“Vosotros sois la luz del mundo… Una ciudad asentada en un monte no se

puede esconder… Brillad e iluminad a las gentes… Que digan: son especiales…”

“Os envío al mundo para que me representéis pero, sobre todo, para que

gritéis mi mensaje: el hombre es hijo de un Dios.”

Page 322: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

327

“Confiad en el Padre. No resistáis las injusticias por la fuerza. No os

vendáis al poder, si vuestro prójimo os golpea en la mejilla derecha, poned

también la izquierda…Sufrid, antes que pleitear entre vosotros…”

“No utilicéis el mal contra el mal… No respondáis a la injusticia con la

venganza.”

Los discípulos oían, asombrados. No era eso lo que algunos creían ni lo

que pretendían. Roma merecía el peor de los castigos…

“Y yo os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian,

bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os ultrajan.”

El Iscariote hizo ademán de levantarse y abandonar el grupo, pero Andrés

lo obligó a permanecer sentado. El Maestro se dio cuenta, pero prosiguió.

“Y haced todo aquello que creáis que yo haría por vosotros.”

Se detuvo unos segundos, contempló a los doce y, alzando la voz, reiteró:

“¡Sois hijos de un Dios!... Se os ha entregado la luz. Regaladla, de la misma

forma que vosotros la habéis obtenido gratuitamente. No vendáis. Limitaos a

mostrar… Que cada cual decida.”

El Maestro buscó a Jasón con la mirada y proclamó: “Es más importante

insinuar que convencer… Dejad que el Padre haga su trabajo”.

“No cometáis el error de quitar la mota del ojo de vuestro hermano

cuando haya una viga en el vuestro. Retirad primero la viga, para poder

despejar la mota…”

Mateo Leví fue el único que asintió con la cabeza. El recaudador

empezaba a tomar ventaja sobre el resto. Era más despierto y sensible.

“Vivid sin miedo. Junto al Padre, nada os faltará. No temáis. Él está

dentro, en vuestras mentes…”

Tampoco captaron la gran verdad. Aunque Jesús había hablado de la

“chispa divina” que nos habita, ellos seguían anclados en el Yavé colérico y

enojado. ¿Cómo no vivir atemorizado en una sociedad tan rígida y legalista

como la judía?

Page 323: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

328

“Habéis oído que se ha dicho: si el ciego conduce al ciego, ambos caerán

al abismo. Si queréis guiar a otros hacia el reino invisible y alado de mi Padre,

debéis caminar en la luz… Escuchad mis palabras y, sobre todo, mantenedlas

cuando yo me haya ido.”

“No perdáis el tiempo con los que no desean oír… No arrojéis lo santo a

los perros… No echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y

después os despedacen.”

“Estad atentos. Muchos falsos profetas vendrán a vosotros vestidos como

corderos. Son lobos…”

“Por sus frutos los conoceréis… Lo importante no es lo que dice el ser

humano, sino lo que hace.”

Respiró hondamente y concluyó: “Más aún: lo importante ni siquiera es

eso. Lo importante es lo que siente…”.

Jasón sintió admiración y gratitud.

Ahí terminó la enseñanza. A una señal del Maestro, los doce se levantaron

y descendieron la “colina de las bienaventuranzas”.

Por el camino discutieron. Jesús marchaba en solitario, en cabeza, con sus

típicas zancadas. No hubo forma de que se pusieran de acuerdo. Daba la

sensación de que hubieran asistido a sermones distintos.

Esa noche, tras la cena en el caserón de los Zebedeo, el Maestro hizo un

anuncio: en una semana viajarían a la Ciudad Santa.

“Ha llegado la hora. Despertemos al mundo…”

Jesús mantenía el cáliz de metal entre los dedos. Contempló a sus

hombres y comprendió que estaban confusos.

Andrés, finalmente, resumió el sentir general: “Maestro, no acertamos a

entender tus palabras sobre el reino…”.

“Encontráis difícil mi mensaje porque tratáis de construir mis enseñanzas

sobre lo ya establecido. ¡Despertad! Es preciso que desaprendáis para renacer…

Os lo he dicho.”

Page 324: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

329

Los discípulos prestaron toda su atención, pero no fue suficiente.

Y el Maestro insistió: “La buena nueva no puede ser acomodada a lo que

ya existe. ¡Desaprended! Os lo pondré más fácil. No estoy aquí para destruir,

sino para iluminar y refrescar la memoria del hombre. Habéis olvidado quienes

sois, de dónde procedéis y hacia dónde os encamináis, inexorablemente…”.

“¡Inexorablemente!”, subrayó el rabí.

“¿Hacia dónde vamos, Señor?”

La pregunta del “oso” de Cana, Bartolomé (o Natanael) conmovió al

Galileo. “Hacia el Padre, hacia la perfección…”

“¡Inexorablemente! –volvió a repetir–. Os lo pondré más fácil aún…

Abandonaos a la voluntad de Ab-bá y se hará la luz en vuestras mentes…”

“¿Así, sin más?”

“Así, Bartolomé, sin más.”

“Maestro, si tienes algún nuevo mandamiento, nos gustaría oírlo.”

Era Simón Pedro. Y el Galileo se lo dijo: “No juzgues jamás. Os lo dije”.

La conversación se animó y el callado Santiago Zebedeo propuso algo:

“Maestro, ¿qué debemos enseñar a la gente sobre el divorcio?”.

“No he venido a legislar, ni para caer en la tentación de modificar los

asuntos mundanos. Si lo hiciera, el natural devenir de la sociedad lo rectificaría.

Lo que es bueno hoy, no tiene por qué serlo mañana…”, manifestó el Maestro,

mirando intensamente a Jasón.

Santiago seguía colgado en la duda y Jesús lo percibió. Pero fue Tomás, en

trámites de divorcio, quien le salió al paso al Maestro: “¿Qué tiene que ver el

Santo, bendito sea su nombre, con el matrimonio?”.

El Galileo esbozó una pícara sonrisa.

“En realidad, nada… De hecho, Tomás, en el nuevo reino no hay

matrimonio, ni tampoco lazos familiares.”

“Entonces no hay suegras…”

Page 325: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

330

La ocurrencia de Pedro fue muy aplaudida.

“Tampoco suegras –admitió el Hijo del Hombre–, ni padres, ni

hermanos…”

“En otras palabras –resumió Tomás–: el matrimonio no es sagrado…”

“Es un pacto humano”, replicó Jesús. Y añadió mordaz: “¿Por qué os

empeñáis en pisarle la cola a Dios?”.

Lo miraron con la boca abierta. Sólo Él hablaba del Padre con semejante

desparpajo. Sin embargo, era un desenfado agradable, no rechinaba.

“Tropezáis con mis enseñanzas porque interpretáis el mensaje

literalmente. Mirad más allá de las palabras. El mensaje es más importante que

yo… No me imitéis. No luchéis con el mundo. Despertadlo. Con eso es

suficiente.”

Dudó, pero lo dijo: “Si no estáis de acuerdo, dejadlo ahora…”. Lo

contemplaron, perplejos.

Jesús guardó silencio y continuó acariciando el cáliz. Zal, su perro, se le

aproximó, introdujo la cabeza entre el brazo y el costado izquierdo y empezó a

lamer las barbas de su amo. Los “besos” del perro fueron un mudo reproche a

los íntimos.

El Galileo acarició las orejas de Zal y siguió con los ojos bajos. Se sentía

solo. Los discípulos cambiaron impresiones y Pedro habló en nombre de todos:

“Maestro, seguiremos contigo… Estamos preparados para pagar el precio…”.

Dudó, miró al resto, y Andrés lo animó con las manos para que siguiera.

“Quiero decir, Señor –señalando la copa–, ¡beberemos contigo ese cáliz!”

El Maestro, tras un denso silencio anunció: “En ese caso, si deseáis ser mis

discípulos, seguidme…” Y añadió: “A partir de ahora, cuando hagáis limosna,

hacedlo en secreto. Que vuestra mano izquierda no sepa lo que hace la

derecha… Cuando oréis, apartaos a solas con el Padre, y habladle de tú. Huid de

las oraciones hechas y vacías. Manifestad vuestros deseos e inquietudes. Ab-bá

os escucha siempre. Él está en el interior… Lo lleváis a todas partes… Y recordad

Page 326: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

331

igualmente que el Padre sabe lo que necesitáis, incluso, antes de que lo

solicitéis… Huid del ayuno… No acumuléis riquezas. Dejad que el Padre haga su

trabajo…”

“La lámpara del cuerpo es el ojo… Si vuestro ojo es generoso, todo

vuestro cuerpo será luz. Si vuestro ojo es mezquino y egoísta, vuestro cuerpo se

llenará de oscuridad…”

Tomás preguntó: “Señor, ¿debemos seguir compartiéndolo todo?”.

“Sí, Tomás. Es preciso que seamos una gran familia. Ahora sois

embajadores del reino y eso significa trabajo en exclusiva. Como sabéis bien,

ningún hombre puede disparar dos arcos a la vez. No podéis servir a Ab-bá y al

dinero. O uno u otro…”

Pedro, impulsivo como siempre, gritó el nombre de Ab-bá.

El Maestro sonrió y terminó su exposición: “En ese caso, permaneced

tranquilos. No os preocupéis de la comida o del vestido. El Padre sabe… Buscad

primero el reino de Dios. Cuando encontréis la puerta, comprobaréis,

maravillados, que el resto se os entregará por añadidura, y antes de que lo

solicitéis…”.

A Mateo le brillaban los ojos.

Aquel Ser tan especial sabía transmitir confianza…

Jesús acarició de nuevo la cabeza de Zal y comentó: “Miradle. No sabe

que es un perro, pero confía en su amo. Y yo, lo sabéis, estoy pendiente de él…”.

Asintieron.

“Pues bien, si Dios cuida, y tan amorosamente, de una criatura como Zal,

¿cómo no va a ocuparse de vosotros, que valéis infinitamente más que un

perro?”

Juan Zebedeo intervino y preguntó algo que todos sabían. “Maestro,

¿quién es mi prójimo?”

Jesús no cayó en la trampa.

“Mira a tu alrededor…”

Page 327: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

332

“¿Roma es mi prójimo?”

El Iscariote y el Zelota aguardaron, impacientes.

“Juan –replicó el Hijo del Hombre con resignación–, no me verás tomar

partido en las disputas políticas, sociales, económicas o militares… No he venido

a eso, y lo sabes…”

“Pero, Maestro, Roma…”

El Maestro no permitió que siguiera. Y zanjó la cuestión: “Mi trabajo es

sembrar esperanza. He venido a este mundo a revelar al Padre Azul y a

despertar una memoria dormida: sois inmortales… ¿Recuerdas? ¡Sois hijos de

un Dios y, en consecuencia, físicamente hermanos!”.

El Iscariote no pudo contenerse: “¡Roma esclaviza!”.

“Judas, sed astutos como serpientes e inocentes como palomas…”

“Os envío como corderos entre lobos...”

Lo contemplaron sin saber a qué se refería.

“Os envío a un mundo que vive en tinieblas. Permaneced atentos… Aun

así, vuestros enemigos os conducirán ante los jueces y os condenarán…”

Guardó silencio un par de segundos y concluyó: “Algunos de vosotros

seréis ajusticiados…”.

Ninguno se dio por aludido. Realmente no sabían…

El Zelota se animó y, venciendo la timidez, preguntó al Maestro: “¿Somos

todos los hombres hijos de Dios?”.

“Si, Simón…”

“¿También los ‘kittim’?”

“También los romanos. A eso he venido, querido Simón, a proclamar la

buena nueva: los seres humanos, incluso los malvados, son hijos de Ab-bá. Ése

es mi mensaje.”

Page 328: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

333

Y Juan Zebedeo volvió a preguntar: “Maestro, ¿qué es el reino de los

cielos? ¿Cómo es posible que unos miserables, como los ‘kittim’, estén llamados

a ese reino?”.

Jesús negó con la cabeza, desaprobando la pregunta del Zebedeo. Pero

respondió.

“Todos los hombres y mujeres, amigo Juan, cumplen un papel en la vida.

Tú, ahora, no lo entiendes. Sé humilde y acepta que Ab-bá es antes y más que

tú…”

Esta vez fue Juan quien negó con la cabeza.

“El reino de los cielos se basa en tres cosas esenciales –prosiguió el Hijo

del Hombre–: reconocimiento de la soberanía del Padre, aceptación de la

filiación ente las criaturas y ejecución del principio de principios: ‘que mi

voluntad sea tu voluntad’...”

Los miró, uno por uno, y proclamó rotundo: “Éste es el mensaje que

quiero que transmitáis a los hombres”.

Así terminó aquel imborrable domingo 12 de enero…

El viernes 17 de enero del año 27, el Maestro volvió a sorprenderlos. Al

día siguiente, con las primeras luces, ascenderían nuevamente a lo alto de la

colina de las Bienaventuranzas. No dio explicaciones. Nadie entendía nada. Lo

único concreto era que partirían el domingo 19 de enero, y en dirección a la

Ciudad Santa, siempre por el valle del Jordán. Allí, en Jerusalén celebrarían la

fiesta de la Pascua. Pero eso sería en abril… Faltaban casi tres meses.

El sábado 18, Mateo Leví y Simón el Zelota, que residían habitualmente en

Nahum, se unieron al resto del grupo y emprendieron el camino hacia la colina.

Hacia la tercia (nueve de la mañana), coronaron la cumbre. El Maestro solicitó

que los doce se sentaran, en círculo, y así lo hicieron.

Jesús, en el centro, los fue contemplando uno a uno, al tiempo que

acariciaba una pequeña bolsa que colgaba de las cuerdas que hacían de cinto.

Luego comenzó a caminar dentro del círculo y recordó a los discípulos el

mensaje que deseaba que transmitieran al mundo. No dijo nada nuevo, excepto

Page 329: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

334

un par de frases: “… Y cuando llegue el momento, cuando tengáis que hablar, no

os preocupéis de lo que tenéis que decir… El Espíritu que os habita hablará por

vosotros…”.

Jasón entendió que se refería a la “chispa”. Los discípulos, sin embargo,

no comprendieron. El Maestro fue deteniéndose delante de cada uno de los

discípulos. Llamaba a cada cual por su nombre y preguntaba si deseaba

proseguir en aquella aventura. Todos respondieron afirmativamente, aunque no

sabían de qué hablaba. Dos horas después, el Galileo dio por concluida la

enseñanza y rogó que se arrodillaran. Los doce se miraron los unos a otros.

Tampoco comprendían… Jesús, entonces, alzó los brazos y dirigió la mirada

hacia el azul del cielo. Y proclamó con gran voz: “Éste es el momento de vuestra

consagración a la voluntad de Ab-bá…”.

“¡Padre, recíbeme!... Me consagro a ti ahora y para siempre…”

“¡Padre, recíbeme!... Consagro mi voluntad a la tuya, aunque no

comprenda…”

“¡Padre, recíbeme!... Sé que me habitas… Me arrodillo y proclamo tu

‘bellinte’… Llévame de la mano.”

El Maestro fue colocándose frente a cada uno de los íntimos, y recitando

la misma oración.

Finalmente, el Maestro llegó frente a Jasón, que estaba observando fuera

del círculo y proclamó la fórmula de la consagración a la voluntad de Ab-bá…,

con una sutil variante: “¡Padre, recíbeme! Me consagro a ti ahora, en el tiempo,

Y mañana, en el no tiempo. ¡Padre, recíbeme! Consagro mi voluntad a la tuya,

Aunque no comprenda. ¡Padre, recíbeme! Sé que me habitas. Me arrodillo y

proclamo tu ‘bellinte’. Llévame de la mano”.

Desde entonces, Jasón repitió esa oración con frecuencia; en especial, en

los momentos difíciles. Terminada la ceremonia, Jesús animó a sus hombres a

que se alzaran. Y echó mano de la pequeña bolsa de hule. Los miró divertido

porque sabía de la curiosidad de los discípulos. Abrió la bolsita y extrajo parte

del contenido, sin decir ni mostrar nada. Caminó despacio hacia el Iscariote y lo

Page 330: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

335

depositó en la mano izquierda del discípulo. Después lo abrazó y declaró:

“¡Bienvenido!”.

Y sonriendo, repitió la operación, uno por uno. Al llegar frente a Jasón,

modificó el orden. Primero lo abrazó, y con fuerza. Jasón sintió su energía,

atravesándolo, como un fuego blanco sin principio ni fin. Notó un nudo en su

garganta. Y Jesús le susurró: “¡Bienvenido…, aunque tú ya estabas!”.

Después, feliz, abrió su mano derecha y depositó en ella una piedra azul,

perfectamente circular, bellísima, de unos dos centímetros de diámetro.

Jesús no dio explicaciones. Era su estilo. Cada cual debía descubrir el

sentido o la simbología de la gema. Jasón descubrió después que era una piedra

conocida como iolita. En la actualidad se conoce también como dicroíta o

cordierita. También supo que, en la antigüedad, los vikingos usaban la iolita

como un filtro. En los días nublados buscaban el sol con dicha gema y eso les

permitía orientarse.

Todos recibieron el mismo tipo de piedra preciosa. Todos quedaron

consagrados a la voluntad de Ab-bá. Vencida la tarde, regresaron a Nahum.

Cuando se disponían a embarcar rumbo al barrio pesquero de Saidan, se

encontraron con Zaku, la esposa de Felipe, y Perpetua, la esposa de Simón

Pedro. Interrogaron a Jesús. “¿Qué era eso de una larga gira hasta la Ciudad

Santa? ¿Qué sería de sus hijos?”

“Regresaremos… Confiad en el Padre”, les dijo el Maestro.

Mateo Leví intervino. Hizo un aparte con las mujeres y les dijo que no

tenían nada que temer. Había dinero suficiente para costear el viaje. En los

últimos seis meses, la pesca había proporcionado más de 500 denarios de plata

de beneficio. Con eso resistirían y ayudarían a las familias en apuros. Las

mujeres no se fueron muy convencidas…

A raíz de ese incidente, ya en el caserón de los Zebedeo, los discípulos

plantearon la necesidad de disponer un sistema de correos que los mantuviera

informados sobre las respectivas familias y sus necesidades. Andrés propuso

que el servicio de correos fuera organizado y dirigido por David Zebedeo, el

Page 331: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

336

hermano de Juan y de Santiago. Fue aprobado por unanimidad. Fue así como

nació el cuerpo de mensajeros que tanta ayuda proporcionó en la vida pública

de Jesús y, especialmente, en los aciagos días de la Pasión y Muerte del

Maestro.

Y llegó el increíble domingo 19 de enero del año 27. Todos gritaban, todos

corrían. Jasón buscó al Maestro. No lo halló. Nadie supo darle razón. Felipe

había situado frente a la puerta del caserón un carro de cuatro ruedas, cubierto.

Medio pueblo volvió a concentrarse en los alrededores. Todos decían conocer el

verdadero y secreto objetivo de aquel viaje: clamar contra Roma durante la

festividad de la Pascua. Parte de los extranjeros que acampaban regularmente

en la playa se hallaban también a las puertas del caserón. Felipe dispuso dos

grandes tiendas de pieles de cabra (una negra y otra blanca), los aparejos

necesarios para el montaje, pértigas, cuerdas, pieles de repuesto y víveres para

tres meses. Jasón diría que para seis…: arroz, lentejas, garbanzos, alubias, carne

salada en abundancia, pescado ahumado, dátiles de diferentes tipos, langostas

cocidas (saltadoras), cacharros de cocina, fuelle para alimentar el fuego, una

gran plancha, abombada, para la cocción de pan, dos parrillas de hierro para el

asado, trece lucernas de barro (con la consiguiente reserva de aceite de oliva,

frascos con los aceites esenciales y los remedios que “recetaba” Felipe,

sombreros de paja, frutos secos, quesos, y las “estrellas” de la expedición:

Tiberia y Cleo, dos gallinas ponedoras, tipo guinea. Hacia la hora quinta (las

once de la mañana), Felipe procedió a la enésima revisión del carro y de los

petates de sus compañeros. Jasón pudo observar, envueltas en un lienzo, quince

“gladius” de doble filo. Amarrada al carro, aparecía la “Chipriota”, la cabra de

Felipe. Estaban todos. Y allí congregados, vitorearon a los discípulos: “¡Abajo

Roma!”.

Fue Andrés quien se percató de la ausencia de Jesús. Nadie lo había visto

en toda la mañana. ¿Qué sucedía? ¿Dónde estaba el Maestro? En el caserón

nadie sabía nada. Zal tampoco se hallaba en el lugar. Todos los discípulos se

movilizaron. Andrés se dirigió a la playa. Jasón fue tras él. No tardaron en

descubrir a Zal. Se hallaba en la orilla, con las patas delanteras sobre la borda de

una de las embarcaciones embarrancadas en la arena. Ladraba y agitaba la cola

con insistencia.

Page 332: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

337

En el interior de la barcaza, Jasón distinguió la alta silueta del Maestro.

Estaba sentado, con la cabeza baja. No parecía prestar atención a los

preocupantes ladridos de su perro. Andrés y Jasón se miraron. Algo pasaba. Se

colocaron frente a Él, pero no reaccionó. Vestía la túnica blanca. A su lado, en el

fondo de la lancha, perfectamente doblado, aparecía el manto. Algo más allá

descansaba el petate. Zal seguía ladrando, intuía algo. Él sabía que estaban allí y

ni siquiera saludó.

“Señor, todos te esperan”, dijo Andrés. El Galileo no replicó. Continuó con

el rostro hundido y oculto por los cabellos. “Señor, hoy es el día grande y

triunfal. Debemos ir…”, insistió Andrés.

Jesús, entonces, levantó la cabeza, apartó el pelo del rostro y los

contempló en silencio. Jasón sintió un escalofrío. El Hombre-Dios lloraba. Era un

llanto sereno y continuado. Las lágrimas resbalaban y se precipitaban entre la

barba. Zal empezó a gemir. Andrés, espantado, dio un paso atrás. Luego, se

rehízo y, con voz quebrada, preguntó: “Maestro, ¿quién te ha ofendido? Dímelo

y le arrancaré el corazón…”.

Jesús no acertó a replicar. El llanto lo ahogaba. Se secó las lágrimas y, al

poco, intentó dibujar una sonrisa. Lo consiguió a medias.

“¿Qué te hemos hecho, Señor?”, insistió Andrés.

El Maestro negó con la cabeza. Las palabras seguían sin obedecer.

“Por favor, rabí, ¿qué te sucede?”

El Hijo del Hombre se hizo con el control. Las lágrimas desaparecieron y

una sonrisa fue iluminándolo. Finalmente, exclamó: “Poca cosa, Andrés…

Sucede que estoy triste”.

Y el Maestro explicó el porqué de su tristeza: era la primera gira de

predicación, pero nadie de su familia carnal había acudido a despedirlo. Así de

simple. Ni Andrés ni Jasón supieron qué decirle. La familia del Maestro, en

efecto, se hallaba lejos, y en su contra.

Jesús fue breve en la explicación. Saltó a tierra y Zal se precipitó hacia Él y

la emprendió a lengüetadas con su amo. Jesús agradeció el afecto del perro

Page 333: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

338

acariciando con fuerza la cabeza y el bello manto color estaño. Luego les sonrió,

les guiñó un ojo y proclamó, decidido: “¡Vamos!... ¡Despertemos al mundo!”.

Y se dirigieron hacia las escaleras que conducían a la zona trasera del

caserón. Al ver a Jesús, los vítores arreciaron. “¡Abajo Roma!” El Maestro

amarró en la cabeza la habitual cinta blanca, sujetando los cabellos, y se dispuso

para la marcha. Y en eso se presentaron algunos de los forasteros que

acampaban en la playa. Deseaban unirse a la “marcha contra Roma”. Así la

definieron. El Galileo trató de hacerles ver su error. Aquello no era una marcha

política, pero los acampados no escucharon. Y la expedición se puso en

movimiento. Felipe guiaba las mulas, acompañado por los gemelos. Salomé y las

hijas lloraban. Los amigos y familiares los acompañaron durante un trecho.

Necesitaron toda la jornada para alcanzar la segunda desembocadura del río

Jordán. Aquello fue la locura. La gente salía al paso y vitoreaba a Jesús y a los

discípulos. No importaba que no los conocieran. Eran importantes… Los íntimos

saludaban y correspondían. Los vecinos los abrazaban y le proporcionaban de

todo: pan recién horneado, vino, pollos, flores… El más feliz era Felipe… el carro

iba a rebosar.

PRIMERA GIRA DE PREDICACIÓN

Al llegar a En Gev, hacia la hora nona (tres de la tarde), las mulas dijeron

basta. Demasiado peso. Felipe y el Iscariote entraron en el poblado y buscaron

un segundo carro y otras dos mulas. Hicieron el trasvase de víveres y la

expedición continuó camino.

Esa noche durmieron en las afueras de Bet Yeraj, uno de los núcleos

urbanos de un conjunto de ciudades y pueblos entrelazados, que sumaban más

de cuarenta mil habitantes.

Jesús hizo un aparte con Tomás para planificar el itinerario del día

siguiente. Al poco, el discípulo anunció que el Maestro deseaba acampar en las

proximidades del río Artal, en el meandro Omega, el lugar de su bautismo.

Page 334: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

339

Al día siguiente, lunes 20 de enero del año 27, la marcha se reanudó y el

grupo cubrió los casi cuarenta kilómetros en poco más de siete horas. En la

lejanía se alcanzaba a ver al grupo de seguidores que acampaba en la playa de

Saidan. Se detuvieron en la aldea de Ruppin y tras abastecerse de lo

imprescindible, cruzaron el río Jordán, adentrándose en el paraje conocido

como Omega. Se trataba de un gigantesco meandro, en forma de herradura, de

unos 700 metros de diámetro. Lo formaba del Artal, uno de los afluentes del

Jordán.

El Galileo abandonó la senda que cruzaba el bosque y se dirigió a la orilla

derecha del Artal. Se hallaban en el extremo opuesto al lugar donde se celebró

la ceremonia del bautismo del Hijo del Hombre, el 14 de enero del año 26.

El Maestro dio las órdenes oportunas y Andrés, tras inspeccionar la zona,

indicó que podían descargar los carros. Allí permanecerían dos semanas. Y

Felipe y el resto se afanaron en el montaje de las dos tiendas y en la

organización del campamento. Jesús y la “tabbah” (su escolta personal) fueron

asignados a la tienda blanca. Judas Alfeo, el tartamudo, los acompañaría.

Andrés se ocupó personalmente del sorteo y todos aceptaron. En la tienda

negra dormiría el resto. Judas Iscariote se negó a compartir alojamiento con

Mateo y eligió dormir al raso, entre los árboles. Jasón hizo lo mismo, por

considerar que era preferible mantener cierta distancia con el grupo.

Jesús se desnudó y se lanzó a las aguas del Artal. Esa noche, a la hora de la

cena, el Maestro hizo una serie de aclaraciones a sus hombres.

“En primer lugar –e insistió varias veces–, nada de predicar en público.”

Los discípulos se mostraron contrariados, pero el Maestro continuó: “Nada de

críticas…, a nadie”. Lo repitió tres veces.

“Instalar el reino de mi Padre en el corazón del hombre no es fácil…”

Y el Galileo llamó la atención sobre algo que sabían de sobra: se hallaban

en la Decápolis; aquello no era el territorio del tetrarca, pero Antipas disponía

de ojos y de oídos en todas partes. Debían permanecer atentos a las

indicaciones de Andrés, el jefe.

Page 335: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

340

En esos momentos (primera vigilia de la noche), observaron luz al otro

lado del bosque. Algunas antorchas iban y venían… Los “gladius” continuaban

en el carro, por expreso deseo de Andrés.

“Llegado el momento –continuó el Maestro–, yo me ocuparé de las

críticas.”

Al día siguiente, martes, vieron que las antorchas pertenecían al centenar

de extranjeros que seguía al Maestro desde Saidan. Habían acampado junto a

las lajas. Se entrevistaron con Andrés y se comprometieron a respetar el

aislamiento del campamento de los doce. Se quedaron donde estaban.

Jesús tomó a Zal y se perdió en lo más espeso del bosque. Antes, había

aleccionado a Andrés sobre lo que debían hacer y, a eso de las nueve de la

mañana, una veintena de seguidores solicitó al jefe que los instruyera sobre el

reino. Era lo previsto por el Hijo del Hombre. Y los discípulos, por parejas,

fueron situándose sobre las lajas negras. Al principio conversaron en pequeños

grupos (no más de veinte).

Jasón asistió a casi todas las “enseñanzas”.

En un primer momento, aunque las explicaciones de los discípulos no se

ajustaban al mensaje del Maestro, todo discurrió con discreción. Hablaban,

incluso, en voz baja. Todo era temor. Los discípulos observaban a los extranjeros

y trataban de averiguar quién de ellos podía ser espía de Roma, de Antipas, o de

los “santos y separados”.

Las “enseñanzas” giraban y giraban sobre las ideas de siempre: Jesús era

el Mesías prometido, la liberación de Israel era cuestión de días, ellos eran los

futuros gobernantes del mundo, el dinero correría como las aguas del Jordán, el

resto de las naciones se arrodillaría ante el trono de David, los ejércitos de Israel

impondrían el orden y la paz y Jesús llevaría a cabo grandes señales y

prodigios… Solo acertaron en esto último.

Y, poco a poco, las “enseñanzas” fueron caldeándose, el tono fue

elevándose –en especial el de Pedro y Juan Zebedeo– y aquellos “discretos

grupos” terminaron en pie, gesticulando y pisándose las palabras unos a otros.

Page 336: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

341

Andrés tuvo que intervenir una y otra vez, calmando los ánimos y recordando

las sugerencias del rabí.

Al atardecer, Jesús regresó al campamento y escuchó atentamente a los

suyos. Y lo hizo con una exquisita paciencia. Después les dio a entender que ése

no era el camino. Él no era el Mesías del que hablaban los profetas. Su reino no

era de este mundo. Él traía otro tipo de esperanza, más hermosa y duradera…

Fue inútil.

El miércoles 22, según acordado por todos, fue destinado al descanso.

Jesús permaneció en el campamento. Y el Zelota, tras el desayuno, sorprendió a

todos. Él se ocupaba de los juegos y diversiones y los hizo disfrutar de lo lindo.

Jesús, el primero. Jasón nunca imaginó al Hijo del Hombre, en taparrabo,

corriendo detrás de una pelota de trapo, gritando y animando a sus

compañeros.

Un buen número de seguidores se acercó al claro y aplaudió muchas de

las jugadas.

Tras un largo baño el Zelota dispuso una nueva distracción: el

“harpastón”, un rudimentario rugby. En esta ocasión los equipos se vieron

incrementados por voluntarios del público. Y Jasón empezó a ver cosas raras.

Jesús fue empujado numerosas veces de forma desmedida y fue derribado

violentamente en varias oportunidades.

Aquellos individuos resultaron familiares a Jasón. Esa misma tarde llevó a

cabo una gira de inspección por la zona de las lajas y comprobó que estaba en lo

cierto. El número de seguidores aumentó sensiblemente. Llegaban a todas

horas. Procedían de la Perea y de la Judea. Eran familias completas. Jasón

reconoció a muchos simpatizantes del Bautista. La mayoría estimaba que el

verdadero Mesías era Yehohanan. Que Jesús era un impostor.

La jornada, sin embargo, terminó tranquila. Jesús empezó a reírse de sí

mismo y de su aparente torpeza. Se miraron con Jasón en varias ocasiones y

ambos supieron de los pensamientos del otro. Pero ninguno dijo nada. Nadie

sospechó… Simón el Zelota fue felicitado.

Page 337: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

342

El jueves 23 de enero, el Maestro se retiró con Zal al interior del bosque y

los discípulos ocuparon la mañana, y parte de la tarde, en la “enseñanza” a los

pequeños grupos.

Todos se vieron sorprendidos. El número de curiosos y seguidores seguía

multiplicándose. Jasón sumó alrededor de quinientos. Esto obligó a los íntimos a

aumentar el número de los oyentes. Y se registraron las discusiones habituales.

Además, los seguidores del Bautista no tardaron en dar la cara e imprecaron a

los atemorizados discípulos. Jasón pudo oír dos reproches fundamentales:

Primero: ¿Por qué Jesús no hacía nada a favor de Yehohanan? ¿Por qué

permitía que siguiera en prisión? ¿Por qué no utilizaba su supuesto poder para

liberarlo?

Segundo: ¿Por qué los discípulos del Galileo no bautizaban?

Los íntimos no supieron qué responder y prometieron contestar al día

siguiente. Pero no hubo respuesta. Andrés visitaba a sus compañeros y

recordaba, constantemente, la necesidad de no entrar en roces con nadie. Las

súplicas se cumplieron a medias. Pedro y Juan Zebedeo aceptaban entrar en

disputas a la mínima.

A la noche, tras oír las cuestiones planteadas por los seguidores del

Bautista, el Hijo del Hombre simplificó la cuestión: “Os lo he dicho muchas

veces: estamos aquí para anunciar la inmortalidad del alma y cambiar el rostro

de Yavé. Dios es nuestro Padre. Eso es lo que debéis responder. Lo demás son

asuntos mundanos, y es mi Padre quien se ocupa de ello.”

El resto de la semana pasó sin cambios importantes.

El viernes 24, mientras cenaban, el Hijo del Hombre se dedicó a hablar de

un asunto de especial importancia: lo ocurrido durante los 39 días de retiro en

Beit Ids, no muy lejos del meandro Omega. Explicó, muy por encima, las

decisiones tomadas en la colina y lo que Él llamaba “At-attah-ani”: el proceso

integrador de las naturalezas humana y divina del Galileo. Todos se quedaron en

blanco. No les cupo. Jasón tampoco entendió gran cosa.

Page 338: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

343

El domingo 26, se registró un eclipse de sol moderado. Los discípulos se

mostraban inquietos. “Algo grave amenaza”, decían.

Durante la cena, Jesús escuchó los comentarios sobre el eclipse. Y de

pronto, Bartolomé, el “oso” de Caná, preguntó: “Maestro, ¿qué son las

estrellas?”.

Para la mayoría de los judíos de aquel tiempo, el firmamento era una

extensión “sin sentido”. Algo creado por Dios, que no estaba al alcance del

hombre, ni tampoco de su comprensión. Otros creían que, en especial durante

la noche, era el “balcón de los muertos”. Allí brillaban las almas de los que

habían fallecido y merecían la recompensa divina.

“Nada es lo que parece. La realidad no es lo que creéis… La realidad

depende de la mente del observador…” Y continuó: “Imaginad un hermoso pez

azul, encerrado en una pecera de cristal. Imaginad la visión de ese pez. ¿Tiene

algo que ver con vuestra visión del mundo?”.

Algunos respondieron negativamente. Otros no sabían.

“Y, sin embargo, las dos visiones son reales…”

Discutieron. Hasta esos momentos, nadie se había cuestionado la visión

de un pez… Jesús dejó que se vaciaran y luego preguntó: “¿Quién tiene razón: el

pez o vosotros? ¿Cuál es la realidad?”.

“Ambas, rabí”, apuntó tímidamente el “oso”.

El Maestro asintió con la cabeza. Y añadió: “En verdad os digo que hay

tantas realidades como mentes”.

Santiago de Zebedeo se decidió a participar en el diálogo: “¿Quiere eso

decir, Maestro, que el Padre, bendito sea su nombre, es una realidad que nos

envuelve?”.

Jesús lo contempló maravillado. No pudo definirlo mejor.

“Algo así, querido Santiago, algo así…”

“¿Y dónde vive ese Padre Azul? – preguntó Felipe–. Porque se supone que

tiene una casa…”

Page 339: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

344

El Galileo no respondió al intendente. Seguía pensando en la pregunta de

Santiago. Y murmuró, casi para sí: “No es la carne, ni la sangre, quien te ha

revelado esa verdad, sino mi Padre… Él nos envuelve, al igual que el mundo

envuelve al pez…, pero el pez no lo sabe”.

Felipe insistió preguntando si el Padre tenía casa…

“¿Casa?”

“Si, casa como nosotros… Ya sabes: cuatro paredes y un techo…”

“Claro, Felipe. Ab-bá dispone de casa, aunque también tiene millones y

millones de otras casas…”

“¿Cómo es eso? –terció Mateo, intrigado–. ¿Tiene millones de casas? ¿Y

para qué tanto gasto?”

Jesús sonrió conmovido.

“Cada mente es su casa; os lo he dicho.” Se refería a la “chispa” que nos

habita. “Él os habita desde los cinco años…”

“Pero, ¿cómo es su casa-casa?”, insistió Felipe.

“¿Vive en una de esas estrellas?”, trató de ayudar el “oso”.

“Sí y no… Esas estrellas que estáis viendo, y muchísimas más, son mi

reino.” Quedaron boquiabiertos. No le creyeron.

“Os lo he dicho: mi reino no es de este mundo. Yo soy el Príncipe y

Creador de ese gran imperio. Pero sólo soy un Príncipe. Hay otros miles y miles

de príncipes, exactamente igual que yo. Y cada uno gobierna un reino

diferente.”

Estaban mudos. Jasón entendió a medias. Algo habían hablado al

respecto. Él, Jesús de Nazaret, es el Príncipe, Creador y Dios de un universo

(podríamos decir que de una galaxia: la nuestra). Pero hay millones y millones

de galaxias, cada una con un Dios. Y por encima de esos miles de príncipes o

dioses, estarían otros dioses, más notables, como puede ser el caso del Padre

(Ab-bá), el Hijo, y el Espíritu de la Verdad, entre otros.

Page 340: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

345

(De acuerdo con esta jerarquía, Jasón entendió que Jesús no sería el Hijo,

tal y como lo interpreta la teología, sino uno de los “nietos” del Padre.)

“Pero, ¿cuál es su casa?”, volvió a repetir Felipe.

“Más allá, querido Felipe, hay una isla…”

El Maestro señaló el firmamento y continuó: “Por detrás de esas estrellas,

en el centro del universo de los universos, hay una isla de luz. Ahí vive Ab-bá.”

“¿El Padre es un náufrago?”, preguntó Bartolomé.

“En cierto modo sí…”

“Pero, ¿cómo es esa casa? ¿Tiene puertas? ¿Tiene ventanas? ¿Hay

jardines? ¿Llegaremos a ella algún día?”, insistía Felipe.

“No puedo describirla, de la misma manera que tú no puedes describir tu

realidad al pez azul. Debe bastarte mi palabra. Es infinitamente mejor de lo que

imaginas…”

“Entonces, tú has estado allí, en la isla…”

“Si, Bartolomé, conozco el lugar. Existe. Es tan real como ese fuego o

como los árboles que nos cobijan. Y llegarás a Él a su debido tiempo…”

“¿Cuánto tiempo?”

“Cuando mueras dejarás de experimentar el tiempo. Sencillamente,

llegarás…”

“¿Haga lo que haga? ¿Sea bueno o malo? ¿Cumpla o no cumpla los

mandamientos?”, preguntó Mateo Leví.

Jesús se limitó a asentir con la cabeza y aclaró: “Eres inmortal y, por tanto,

doblemente feliz…” Jasón no comprendió bien esas palabras.

“Así que tú eres un Dios pequeñito…”

“Sí, muy pequeño, en comparación con el Padre…”

“Estoy viendo a un Dios –intervino Mateo con acierto–. Dime, rabí, ¿cómo

puedo ver a Ab-bá, del que tanto hablas?”

Page 341: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

346

“No puedes, de momento…”

“¿Por qué?”

Los ronquidos de Pedro marcaron el final de la conversación.

“Mañana te diré por qué no puedes verlo…”

Mateo aceptó y también el resto. Estaban rendidos.

Jasón estaba de acuerdo con el Maestro: hay infinitas formas de

contemplar la realidad y, probablemente, todas son ciertas. Lo había aprendido

de la física cuántica. Su realidad no tiene nada que ver con la de la física clásica.

Y, no obstante, nadie puede negar ni la una ni la otra.

El lunes 27 de enero, cuando desayunaban, Mateo recordó al rabí la

pregunta que había quedado pendiente la noche anterior. Jesús dejó de ordeñar

la cabra, depositó el cubo con la leche en la hierba y pidió al discípulo que lo

acompañara. Medio campamento, curioso, se fue tras ellos.

Jesús buscó un claro. El día era espléndido: cielo azul y sol joven y

radiante.

“Te dije que no puedes ver al Padre, de momento, ¿recuerdas?”

Mateo asintió y entonces replicó Jesús: “Mira el sol. Contémplalo…”.

“No puedo, Señor. Me ciega.”

“Pues recuerda, Mateo: el sol sólo es un humilde servidor de Ab-bá. Si te

resulta difícil contemplar el sol, ¿cómo podrías mirar a su Creador?” Mateo

quedó satisfecho.

La vida continuó su curso y el número de seguidores siguió creciendo,

hasta el punto que el día de asueto, miércoles, debió ser suspendido. No daban

abasto. Todos deseaban saber. Los discípulos hablaban y enseñaban a su

manera. El 31, viernes, Jasón contó un millar de personas. Allí había de todo:

fieles seguidores del Maestro, vendedores de mil pelajes, farsantes, discípulos

del Bautista, confidentes, aprovechados y desocupados procedentes de los

cuatro puntos cardinales.

Page 342: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

347

Andrés estaba asustado, y tenía razón. El Maestro siguió con su rutina.

Cada mañana desaparecía con Zal. “Necesitaba conversar con el Padre.”

Y llegó el fatídico sábado 1 de febrero del año 27.

Serían las tres de la tarde. Felipe, los gemelos y Jasón se hallaban

preparando la cena.

De pronto, se presentó Bartolomé. Llegó tambaleante. Gemía. La túnica,

siempre impecable, aparecía manchada de sangre. Caminó unos pasos y terminó

derrumbándose. Sangraba por el mentón y por la nariz. Le faltaban algunos

mechones en la barba.

“¿Qué sucede?”, lo interrogó Felipe.

“¡Es la guerra! –musitó–. ¡La guerra!”

Y el “oso” señaló en dirección de las lajas negras. Y perdió el sentido.

Felipe corrió hacia el carro, en búsqueda de sus remedios y aceites

esenciales.

Los gemelos emprendieron la carrera hacia la orilla en la que se hallaban

las mencionadas lajas. Jasón fue tras ellos. Al alcanzar el campamento de los

seguidores se oían gritos. Todo era confusión. Al llegar al Artal, Jasón quedó

atónito. Se peleaban con bastones, piedras y cacharros de metal. Un numeroso

grupo de seguidores del Bautista aparecía en mitad de las aguas, golpeando sin

piedad a los discípulos. Eran treinta o cuarenta contra ocho. Pedro y el resto se

cubrían las cabezas como podían. El Zelota se defendía a las patadas. Andrés

recibió golpes y golpes, como los demás.

Los gemelos entraron en el tumulto y, como pudieron, arrastraron a sus

amigos. Huyeron a la carrera, tropezando y maldiciendo. Pedro tuvo que ser

asistido por su hermano. Cojeaba. Y las piedras volaron. La mayoría se estrelló

contra los troncos de los “davidia”.

Y el grupo se perdió en la arboleda.

En el campamento de los doce, el espectáculo era desolador. Los

discípulos gemían y lloraban caídos sobre la hierba. Felipe pedía explicaciones y

Page 343: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

348

el “oso”, algo recuperado, hablaba de provocación. Los seguidores de

Yehohanan insultaron al Maestro y a su familia. “Aquellos bastardos –dijo–

llamaron ramera a María, la madre.” Entonces empezó la trifulca. Pedro no

consintió la afrenta y arremetió contra algunos de los fanáticos del Bautista.

Después se formó la pajarraca. Los esfuerzos de Andrés y de los otros, para

calmar los ánimos, no sirvieron de nada.

Cuando Andrés vio al Iscariote y al Zelota con los “gladius” en las manos,

perdió los nervios. Se encaró con los discípulos y les arrebató las espadas,

llamándolos “inconscientes”.

Finalmente, al atardecer, se presentó el Galileo, con Zal. Se hizo un espeso

silencio. El panorama era dramático: cabezas vendadas, magulladuras, restos de

sangre…

Jesús vio y escuchó. Después, sin preguntas y sin reproches, fue

acercándose a cada uno de los heridos. Los acarició y los consoló. Todos, en

mayor o menor medida, quedaron perplejos. El Maestro pudo reprenderlos.

Ellos sabían hasta qué punto le repugnaba la violencia. Sin embargo, Jesús se

comportó con dulzura.

El Maestro cambió impresiones con Andrés y con el intendente, y el jefe

dio una escueta orden: “¡Nos vamos!”.

Las tiendas fueron desmontadas y Pedro fue obligado a subir al carro. Con

la primera vigilia (hacia las 10 de la noche), el grupo se puso en movimiento y se

alejó de Omega.

Nadie se percató de la huida; porque de eso se trataba: una huida en toda

regla. La primera de una dramática serie…

Se dirigieron al sur. Al amanecer, habiendo recorrido 43 kilómetros, el

grupo llegó a Damiya, en la confluencia del río Jordán con el río Yaboq. El Galileo

recomendó que la expedición se dirigiera al otro lado del Jordán.

Fue así como aparecieron en el llamado vado de las Columnas, a poco más

de 300 metros de Damiya, en territorio de Antipas (la Perea). Felipe detuvo el

Page 344: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

349

carro cerca de la “playa de los guijarros”. El lugar estaba desierto. Todos estaban

rendidos y muertos de sueño.

Andrés solicitó instrucciones y el Maestro solicitó calma. Nada de tiendas,

por el momento. Y todos se tumbaron a dormir un rato. Andrés había

establecido turnos de vigilancia. Le tocaba a Felipe cuando, de pronto, Pedro

saltó del carro. Se acercó a Andrés y, con lágrimas en los ojos, le comunicó que

abandonaba a los embajadores del reino. Pedro lo puso en antecedentes y le

dijo que su decisión “había sido largamente meditada…”. Nadie logró

convencerlo. Cargó su petate y, arrastrando la pierna derecha, se encaminó por

el sendero de tierra roja, en dirección a Damiya.

En cuestión de segundos, Judas Iscariote, el Zelota y Juan Zebedeo se

hicieron con sus respectivos sacos y se fueron tras los pasos de Pedro.

Era la primera gran crisis del colegio apostólico.

Andrés hundió la cabeza entre las manos y comenzó a sollozar. Todos

estaban consternados. Nadie supo qué hacer. El Maestro dormía, feliz. Así

continuaron hasta bien entrada la tarde.

El Hijo del Hombre terminó despertando. Echó un vistazo a su gente y

supo que algo sucedía. Andrés, el jefe, se adelantó y lo puso al corriente. Jesús,

serio, dio un par de órdenes: harían noche en el vado, pero nada de tiendas.

Convenía pasar desapercibidos.

Esa noche, Jesús trató de animar a sus compañeros. No era fácil…

“Confiad… Confiad… el Padre sabe. Todo, en la vida, sucede por algo

bueno…, incluso lo malo.”

Jesús sabía y eligió permanecer en el vado de las Columnas. La estancia en

el lugar se prolongó durante tres semanas. No levantaron tiendas. Jesús se

dedicó a pasear, y a meditar, siempre en la compañía de Zal y de uno de los

discípulos. Tras lo sucedido en el Artal, Andrés se negó a que el Galileo se

alejara solo del vado. Y se fueron turnando, incluyendo a Jasón.

Las provisiones fueron menguando, pero Andrés prohibió acudir al

mercado de Damiya. Resistirían.

Page 345: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

350

Al atardecer se reunían en torno al fuego y cambiaban impresiones,

mientras degustaban las últimas lentejas y la escasa carne salada. Carecían de

pan, pero se acostumbraron.

A lo largo de una de esas cenas, salió a relucir el tema de la violencia.

Nadie mencionó lo ocurrido en Omega, pero ¿qué opinaba el Maestro?

Y Jesús explicó por qué sentía aquel rechazo natural hacia cualquier tipo

de violencia (física o verbal): “Utilizar la violencia –resumió– es bajar escalones

hacia lo más primitivo del ser humano… Sólo en la imperfección hay violencia…

Cuando regreséis a la realidad, todo esto os parecerá un mal sueño. Y se

extinguirá, lentamente. Vuestro paso por el mundo será prácticamente

olvidado…”.

“Pero, Maestro –intervino Andrés–, ¿cómo cambiar eso? ¿Cómo terminar

con la violencia? El hombre nace con ella… el hombre es una criatura violenta…”

“Es cuestión de tiempo, Andrés. La violencia procede del miedo. Vosotros,

ahora, debéis intentar cambiar eso. La confianza en el Padre debe sustituir al

miedo. Sólo así eliminaréis la violencia.” Y continuó…

“No hay viejos soldados; sólo viejos desconcertados… El camino hacia la

luz no pasa por la guerra. El soldado no es la manifestación más noble de la

humanidad; en todo caso, su cara más oscura… Sólo los muertos presencian el

término de la guerra (según Platón); pues yo os digo que ni eso. La guerra no

enriquece el acervo humano; sólo lo llena de rapacidad… La guerra es la peor de

las amnesias… el mejor guerrero es el que no sabe guerrear… No sé de ninguna

guerra que haya contribuido a la justicia, y mucho menos a la paz… La guerra

cansa antes de empezar… Tras una guerra no hay vencedores… Me repugna lo

que llaman la moral combativa… La guerra lo ensucia todo, empezando por la

mirada. Si los generales contemplaran el firmamento con el corazón, no habría

más guerras… Ninguna guerra es santa… Con la guerra no se gana nada que no

se tuviera, y se pierde todo lo que se tenía… Hablar de la fortaleza moral en la

batalla, cuando menos, es cínico… Guerra y ética son irreconciliables… Si un

militar estuviera contra la guerra es que ha trascendido la oscuridad… Las causas

primarias de las guerras quedan olvidadas por las victorias…”

Page 346: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

351

El 26 de febrero, miércoles, empezó a llegar gente al vado de las

Columnas. Eran cuarenta o cincuenta seguidores del Hijo del Hombre.

Acamparon en la playa de los “guijarros blancos” y se dirigieron a Andrés,

interesándose por el Galileo.

Jesús se hallaba en el bosque, acompañado por Mateo. Andrés, a la

carrera, salió en búsqueda del rabí. Esa noche, por segunda vez, emprendieron

la huída. Antes de partir, Jesús aconsejó a Andrés que tomara el carro y se

dirigiera al “yam” a la búsqueda de su hermano y de los “desertores”. Tomás lo

acompañaría. Felipe repartió las escasas provisiones y, sigilosamente, como

delincuentes, se dirigieron hacia el sur. Andrés y Tomás se encaminaron hacia el

norte. Se encontrarían en la casa de un tal Kbir, en la aldea de Betania, cerca del

Jordán (no confundir con la Betania cercana a Jerusalén).

Cada hora, más o menos, descansaban. El viaje, de unos 37 kilómetros,

fue relativamente rápido y sin tropiezos. A un kilómetro del Jordán, se presentó

la aldea de Betania. Todo era barro rojo, cañas, polvo, suciedad, moscas en

racimos, perros famélicos, árabes de ojos profundos y lloriqueos de niños. El

Maestro cruzó la población y se dirigió a las afueras. Allí, entre palmeras, se

alzaba la hacienda de Kbir, un árabe, viejo conocido del Maestro. Hicieron

amistad en uno de los viajes secretos del Galileo.

Se acomodaron en la parte de atrás de la casa, entre palmeras. Era una

hacienda enorme, con manantiales propios.

Jesús habló a solas con el “a´rab”. Y durante dos días, Kbir les mostró sus

posesiones. Sus dátiles eran exportados a medio mundo. Tiberio y Antipas los

exhibían permanentemente en sus mesas. Sólo su hacienda producía más de

cien toneladas de dátiles por año.

El sábado 1 de marzo, Jesús anunció a Andrés su deseo de abandonar la

hacienda y de retirarse unos días para meditar y entrar en conexión con Ab-bá.

Andrés aceptó, con la condición de que el Maestro fuera acompañado, en todo

momento, por uno de sus íntimos. Por sorteo, le tocó a Mateo. Al salir, el Hijo

del Hombre le hizo un gesto a Jasón, para que fuera con Él. Y a eso de la tercia

Page 347: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

352

(nueve de la mañana), abandonaron Betania, sin despedidas. Kbir no se extrañó.

Ya conocía el singular comportamiento de su amigo, el rabí de Galilea.

Jesús caminó, alegre. Rodearon Jericó. La vegetación fue desapareciendo

y continuaron caminando unos ocho kilómetros, hasta que el Maestro se

detuvo. Señaló uno de los peñascos y comentó: “¡Ánimo!... Ahí dormiremos…”.

Estaban en mitad de la nada. Y, resignados, Mateo y Jasón fueron tras Él.

Hacia la nona (tres de la tarde), coronaron, al fin, la cima de aquel suplicio.

Sudaban y respiraban con dificultad. El Maestro parecía como nuevo. Caminó,

decidido, hasta el centro de la planicie que formaba la cumbre del Makkuk.

Lo primero que distinguió Jasón fue una familia de pequeños árboles, de

unos cinco metros de altura. Aquello era un milagro… Pero no lo había visto

todo.

El Maestro se acercó a los árboles, dejó el petate en el suelo, y se arrodilló

frente a un grueso caño de agua. Mateo y Jasón corrieron. Estaban sedientos. Y

vieron que no era uno, sino dos caños de agua. ¿De dónde salía aquel

manantial? Brotaban en una roca pelada y formaban una piscina natural.

Jesús los animó a que se refrescaran y así lo hicieron.

La cena fue inolvidable: dátiles, queso, pollo frito en miel y pasas de

Corinto, otra de las debilidades del Hijo del Hombre. Además, estrellas… El

Maestro respondió a las preguntas de Mateo. ¿Por qué estaba allí?

“He subido aquí para conocer la voluntad de Ab-bá…”

“Pero, ¿cómo lo haces?”

“Me aíslo y escucho.”

El domingo 2 de marzo del año 27, el alba se presentó radiante. Jesús se

aseó en la piscina, desayunó algo, anudó la cinta blanca alrededor de la cabeza,

y se alejó con Zal. Al poco, se volvió y gritó: “¡Shalôm!” (Paz).

A eso de las cuatro de la tarde, los amigos del Maestro vieron que se

acercaba un grupo de diez hombres. No estaban armados. Saludaron, cordiales.

Cinco eran orientales. El resto, caucásicos. Hablaban entre ellos en “koiné”

Page 348: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

353

(griego internacional). Todos vestían de blanco. Los orientales pidieron permiso

a la montaña para pisar la cumbre. Después preguntaron si podían acercarse al

agua. Mateo les dijo que el agua era de todos. Sonrieron, hablaron entre ellos,

bebieron, se refrescaron y se sentaron alrededor de la piscina. Abrieron los

sacos de viaje y extrajeron verduras desconocidas, que ofrecieron a los amigos

de Jesús.

Así supieron quiénes eran y a qué se dedicaban. Los blancos eran griegos,

misioneros pitagóricos. Viajaban por el mundo, contando las excelencias

pitagóricas y de su filosofía.

Los orientales explicaron que eran monjes-ascetas-deportistas-guerreros-

filósofos, con una pasión vital: las montañas. No sabían por qué se habían

detenido en ese risco pelado. Eran taoístas. Buscaban desesperadamente una

fórmula que les diera la inmortalidad. La muerte los ponía nerviosos. No sabían

qué había al otro lado y, además, dudaban de que hubiera algo…

Y con el ocaso, llegó el Maestro. Mateo lo había organizado todo: cena en

común, fuego en común, conversación en común y estrellas en común. Mateo

hizo las presentaciones y, sencillamente, compartieron la espartana cena. Los

pitagóricos y los taoístas –que viajaban juntos por comodidad– preguntaron qué

hacían aquellos tres “locos” en lo alto del Makkuk.

Jesús respondió y dijo que eran heraldos.

“¿Mensajeros de quién?”

Y el Maestro habló de Ab-bá, de su carácter y naturaleza benéficos, del

regalo del alma humana, de su inmortalidad (pasara lo que pasase), de la

hermandad entre los hombres (base de todo planteamiento ético) y del

formidable destino de la humanidad.

Los extranjeros permanecieron en el Makkuk dos días más. Estaban

entusiasmados, y Jesús de Nazaret mucho más. Continuó hablando sobre el

reino invisible y alado, la necesidad de vivir (por encima de todo), y hacerlo

siempre en presente (el futuro no existe), y sobre todo, habló de lo más

importante y benéfico: la consagración a la voluntad del buen Dios, el Número

Uno.

Page 349: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

354

El miércoles 5 de marzo, regresaron a la Betania del Jordán.

Sorpresa. Andrés y Tomás habían hecho su trabajo: allí estaban los

“desertores”… Pedro, al ver al Maestro, corrió a su encuentro, se lanzó a los pies

y, entre lágrimas, solicitó perdón. El Zelota también se arrodilló ante el Hijo del

Hombre. Juan Zebedeo y el Iscariote se mantuvieron a distancia, con los rostros

bajos.

Jesús se apresuró a levantar a los discípulos y, sin palabras, los abrazó.

Después se reunió con Juan y Judas, y los abrazó igualmente. El rostro de Jesús

estaba radiante. Sus amigos habían vuelto…

Desde el día siguiente, 6 de marzo, hasta el 28, viernes, el Galileo se

dedicó a dos labores básicas: trabajar y enseñar.

Al alba se dirigía a los palmerales y allí escalaba los estípites, trabajando

en la polinización y en la recogida de la cosecha tardía. Se desnudaba y, en

taparrabo, sin cuerdas, subía ágil a la corona. Allí derramaba polen o cortaba los

dátiles, uno a uno, y se los pasaba a sus compañeros. Los discípulos lo

acompañaban y ayudaban. Era una forma de pagar la generosa hospitalidad de

Kbir para con Él y para con los doce.

Después del trabajo, durante la cena, el Maestro se reunía con los

embajadores del reino y proseguía las enseñanzas.

Jesús habló varias veces de lo sucedido en el Hermón durante el verano

del año 25. Explicó quién era en realidad y cómo fue consciente de su divinidad

cuando cumplió 31 años. Y fue el “oso” quien más preguntó sobre los ángeles

rebeldes que descendieron sobre el Hermón para interrogar a Jesús (nunca para

tentarlo, según sus palabras).

El Maestro explicó que los ángeles rebeldes se hallaban “sujetos a

dominio” y que llegaría el día en que serían juzgados. “Ese día –afirmó– será de

especial gozo para los mundos que se rebelaron… Ese día, las humanidades

regresarán a la luz y conocerán un prolongado período de paz…”.

“¿Y cuándo será ese juicio?”, preguntó Bartolomé.

Page 350: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

355

El Maestro dirigió una mirada a Jasón, y dijo: “Cuando el pueblo que

anduvo en la oscuridad vea una gran luz… Entonces, querido ‘mal´ak’, será el

momento de mi regreso”.

Bartolomé intervino: “¿Tu regreso?”.

“Sí, Bartolomé –manifestó el Galileo sin dejar de mirar a Jasón–, pronto os

dejaré…”

“¿Y regresarás?”

“Eso he dicho.”

Repitió la frase: “Cuando el pueblo que anduvo en la oscuridad vea una

gran luz…, entonces será el momento de mi regreso”.

Y se recreó en dos palabras, llenando el hebreo de énfasis: “Or Gadol”

(“Gran luz”).

Las palabras usadas por el Hijo del Hombre eran de Isaías (9, 1).

Los últimos días en la hacienda de Kbir fueron intensos. Terminaba el

período de aislamiento. Jesús habló varias veces de la Ciudad Santa. La fiesta de

la Pascua se aproximaba. El reino alado e invisible estaba cercano. El Maestro se

disponía a inaugurarlo.

Bartolomé y Mateo plantearon a Jesús un tema de gran calado. A

propósito de las enseñanzas de los misioneros cínicos que habían pasado por allí

días pasados, estaban algo confundidos. “El hombre puede salvarse, si lo desea

–decían–, pero el resto de las escuelas filosóficas no dice eso.”

“¿Salvarse? ¿Salvarse de qué?”, insistió el Galileo.

“Salvarse de la ‘gehenna’…”

La “gehenna” era un basurero existente al sur de la ciudad de Jerusalén,

siempre ardiendo y siempre habitado por la escoria de la sociedad.

Representaba el infierno: un lugar de condenación al que iban las almas de los

pecadores (sobre todo paganos).

Page 351: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

356

“No habéis comprendido en qué consiste la buena nueva… El hombre no

necesita ser salvado. Su alma es inmortal por expreso deseo de Ab-bá. Estoy

aquí para revelar a ese Padre maravilloso y benéfico. Estoy aquí para destapar lo

que está oculto. No debéis preocuparos por la salvación. Antes de ser, ya erais…

Sólo pretendo que corráis la voz: abandonaos en las manos del Padre; eso es

todo…”

No comprendieron o entendieron a medias.

Y llegó el 31 de marzo, lunes. Nada más amanecer emprendieron camino

hacia la Ciudad Santa.

¡Jerusalén, al fin!

Fueron 25 kilómetros y un viaje cómodo, sin prisa.

Entraron en Betania, la cercana a Jerusalén, poco después del mediodía.

Jesús se detuvo en la hacienda de Lázaro, su amigo de la infancia, el que

años después sería resucitado. Lázaro, tras la bienvenida, convenció a Jesús para

que se quedara en la hacienda. Es más: suplicó para que el Maestro y los suyos

celebrasen la próxima fiesta de la Pascua en su casa. Y fue más allá: propuso al

Maestro que Betania fuera el cuartel general del grupo mientras Jesús

permaneciera en la zona. Jesús terminó aceptando.

Betania se hallaba muy cerca de Jerusalén. Si se tomaba el camino más

largo, desde la hacienda hasta la puerta de la Fuente, al sur de la Ciudad Santa,

la distancia era de quince estadios (alrededor de 2800 metros). Eso se podía

caminar en treinta minutos, aproximadamente.

El martes 1 de abril del año 27 fue dedicado al descanso. Jesús habló

mucho con Lázaro y sus hermanas.

Betania era una población que no superaba los dos mil habitantes. Las

casas de piedra labrada ponían de manifiesto el poder adquisitivo de sus

moradores. Los alrededores eran un continuo verde, integrado por bosques de

higueras, sicomoros ancianos y palmeras jóvenes y prometedoras. Al igual que

Nazaret, Betania disponía de una “ciudad troglodítica” a sus pies. Decenas de

Page 352: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

357

grutas se extendían por el subsuelo y en los alrededores. En ellas guardaban

grano, aceite, higos y dátiles.

Bartolomé, Felipe y Jasón decidieron hacer un recorrido por el lugar.

Felipe los condujo a una de esas cavernas, ya que conocía al propietario. Se

trataba de un hombre que fabricaba aceites esenciales, y “algo más”, vendía

prótesis de todo tipo: patas de palo y de bronce que disponían de artilugios y

engranajes que permitían el movimiento del pie o de la pierna completa; brazos

y manos articulados, dientes de ternero para reemplazar a los que se perdían,

ojos de cristal y de marfil (algunos con capilares de alambre de oro), narices

postizas, orejas de cera e, incluso, penes de madera, de todos los tamaños, que

se sujetaban mediante correas. Era una “ortopedia” muy estimada por judíos y

gentiles.

Y de Betania se encaminaron a Bet-Fagé, el poblado más cercano, ubicado

a cosas de ochocientos metros. Al parecer, allí se trapicheaba con la carne de los

sacrificios. Tal vez el puñado de casas era la tapadera de algunos de los negocios

de las castas sacerdotales. Felipe acudió con la idea de comprar carne (la mejor),

y a buen precio.

El miércoles 2 de abril, Jesús quiso dar una sorpresa a sus íntimos. Dejaron

a Zal en la hacienda de Lázaro y se encaminaron hacia la Ciudad Santa. Todos

conocían Jerusalén, a excepción de los gemelos Alfeo.

A mitad de camino, al llegar a la altura de un cerro, en la ladera norte, se

extendía un importante cementerio judío. Entre las tumbas y las piedras que

señalizaban las sepulturas había un buen número de operarios que estaban

blanqueándolas. Los escrupulosos judíos lo hacían para que los peregrinos

vieran el cementerio a distancia y lo evitaran, no contaminándose. Si pisaba el

cementerio, el judío quedaba impuro. Eso significaba que su cordero no era

aceptado en el día de la Pascua. Obviamente suponía una pérdida de dinero

para las castas sacerdotales… Jasón recordó una expresión dicha por el Maestro,

en más de una ocasión: “Sepulcros blanqueados…”.

Semanas antes de la fiesta, por orden del Gran Sanedrín, las casas de

Jerusalén eran saneadas y encaladas. Los muebles viejos eran tirados a la

Page 353: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

358

“gehenna” y las fachadas y ventanas, adornadas con flores y con toda clase de

pájaros cantores. Los funcionarios del Templo y de Antipas inspeccionaban cada

barrio y daban el visto bueno a las posadas y casas de albergue. Las calzadas,

caminos y puentes eran reparados, todo a favor del peregrino…, y del dinero del

peregrino.

Al dejar atrás el cementerio y salir de uno de los recodos del camino, la

vieron… Los gemelos se detuvieron, impresionados. Todos lo hicieron. Jesús

tenía los ojos brillantes. Jerusalén apareció ante ellos, como un león tumbado al

sol.

Las murallas, azules, alcanzaban treinta y cuarenta metros de altura. Un

humo blanco y espeso se levantaba en el centro del Templo. Era el humo de las

ofrendas.

Un mar de tiendas se repartía a uno y otro lado de la senda. Cientos, quizá

miles de improvisados albergues, casi todos confeccionados con pieles de cabra,

eran otro signo de la proximidad de la Pascua. Allí convivían en paz miles de

judíos llegados de la diáspora, y con la santa obligación de gastar un diezmo de

sus ganancias anuales en la festividad que se aproximaba.

El Maestro no se entretuvo y se dirigió a la puerta de la Fuente, una de las

más concurridas de Jerusalén. Allí los esperaba lo habitual, pero multiplicado

por diez: una nube de mendigos, falsos mendigos, lisiados, falsos lisiados,

tunantes, simuladores profesionales, contrahechos, ciegos y falsos ciegos…

El Maestro sabía de la picaresca y se deshizo, hábil, del gentío. Y se

adentraron en el “Akra” o barrio bajo. La ciudad estaba formada por una serie

de suaves colinas, rebajadas por las sucesivas invasiones (Jerusalén fue

conquistada y destruida veinte veces). Una depresión dividía la ciudad en dos

mitades: la zona alta y el barrio bajo. En la alta vivía la gente adinerada. Allí se

alzaba el impresionante Templo, terminado de construir por Herodes el Grande,

la fortaleza Antonia (sede de los “kittim”), y el soberbio palacio de Herodes,

entre otros edificios oficiales. Cada zona disponía de sus propios mercados,

barrios artesanales, baños públicos, sinagogas, teatros y un hipódromo de

195 metros de longitud.

Page 354: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

359

Y Jesús, decidido, prosiguió por las callejas de la ciudad baja. Aquello era

un entramado diabólico de callejuelas y callejones sin salida. El barrio palpitaba.

La gente guisoteaba en las puertas de las casas, gritaba por cualquier cosa,

discutía por nada y arrojaba las aguas residuales por los ventanucos. Había que

estar muy atento. Todo era suciedad, gatos esquivos, colores difuminados por

los estrechos pasadizos, humos, interiores tenebrosos, ratas enormes, como de

la familia, niños sucios, matronas sin dientes, ropa tendida entorpeciendo el

paso, lloriqueos, más falsos mendigos, artesanos, vendedores de cielos y tierras,

adivinos de ojos vidriosos, burros perdidos, sudor y más suciedad. Jerusalén era

una de las ciudades más sucias del mundo conocido. Las mujeres barrían, pero

los excrementos de las caballerías y los desperdicios iban a parar al vecino, y

vuelta a empezar.

Jasón no se equivocó: Jesús se dirigía al Templo.

Por fin desembocaron en el atrio de los Gentiles. Aquel lugar contrastaba

con la suciedad de Jerusalén. Todo brillaba. El suelo del atrio, de mármol blanco,

jaspeado, era pura nieve. El sol brillaba a pleno. Había cientos de peregrinos que

iban y venían, curiosos y asombrados. Señalaban los pórticos, las columnatas,

las puertas, los arcos, la fortaleza Antonia y, sobre todo, el oro y la plata,

presentes en todas partes.

El Maestro permaneció quieto. Los discípulos lo rodearon, mudos y

atónitos. Flavio Josefo se quedó corto. “El edificio más extraordinario que puede

verse bajo el sol” (Antigüedades, XV, 412).

El Templo ocupaba la quinta parte de la superficie total de Jerusalén:

245 metros de ancho por 428 metros de largo. El Maestro explicó a los suyos las

características más importantes del lugar donde se hallaban. Y fue comentando

otros detalles, como si de un moderno guía turístico se tratara. Habló de

Salomón, el constructor del primer Templo (año 1000 a. J.); después se refirió a

las sucesivas destrucciones y a la más devastadora, la llevada a cabo por los

persas (586 a. J.), que terminaría con el exilio de 42.000 judíos en Babilonia. En

la construcción participaron más de 18.000 operarios, de todas las

especialidades, muchos de ellos llegados desde Fenicia, de Roma, de Grecia, de

Egipto e, incluso, de China y de la India. El oro y la plata utilizados hubieran

Page 355: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

360

llenado cientos de carretas, hasta formar una hilera de 16 kilómetros. (Éste fue

el tesoro que robó el general Tito tras la destrucción de Jerusalén, en el año 70.)

El Maestro señaló a sus pies y comentó que “lo que no se veía en aquel Templo

era tan importante, o más, que lo que se veía”: el subsuelo se hallaba cruzado

por un laberinto de túneles que conducían, desde el “lugar santo”, en el centro

del Templo, a las diferentes puertas. En total, unos 15,7 kilómetros de galerías.

Varias de ellas llevaban a la cámara del tesoro.

Hacia las 13 horas, decidieron entrar al santuario. Los paganos no tenían

acceso al interior del Templo. Grandes letreros grabados en piedra o pintados

en rojo, lo advertían. Jasón quedó esperando sentado en los escalones. Y al

poco, un par de levitas pasaron a su lado y comentaron entre ellos: “¡Malditos

paganos! Yehohanan tenía razón… Lástima que Antipas lo haya ejecutado…”.

Jasón quedó desconcertado.

El humo, el tufo a carne quemada, los balidos y los mugidos de los

animales, aterrorizados, llevaron a Jesús a abandonar el lugar. Lucía un

semblante serio, casi descompuesto. Se sentó en el último peldaño y

permaneció en silencio, con la cabeza baja. Estaba triste. Y fue Judas Alfeo, el

tartamudo, quien logró rescatar al Galileo de sus reflexiones. Hizo un esfuerzo y

preguntó lo que flotaba en el corazón de casi todos sus compañeros: “Maestro…

¿Está el Pa… pa… pa… pa… dre ahí, en el San… san… san… san… to de los Sant…

san… san… san… san… tos?”.

Algunos de los íntimos lo fulminaron con las miradas. Otros los llamaron

ignorante. Jesús, entonces, levantó la cabeza, y solicitó calma.

“Amigo Judas, el Padre del que os hablo prefiere vuestras mentes a esta

suntuosidad y a esta vanidad de vanidades.”

Sonó a blasfemia. El Iscariote se levantó, ofendido, y se alejó.

Faltaba una hora para el ocaso cuando entraron en la casa de Lázaro.

Los siguientes días fueron tranquilos. Jesús y los discípulos ayudaban en

las tareas del campo. Después de la puesta del sol, mientras cenaban, el Galileo

enseñaba y respondía a las preguntas de los íntimos o de la familia.

Page 356: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

361

Jesús no volvió a pisar la Ciudad Santa hasta el histórico y funesto jueves

10 de abril. Los discípulos sí visitaban Jerusalén. Lo hacían casi a diario.

Llegaron noticias de Saidan y de Nahum, y también de las familias de los

Alfeo, y de los hijos de Tomás, en Tariquea. Andrés resumió la situación: “Se

agota el dinero…”.

Mateo, el jefe, y el Iscariote celebraron varias reuniones y adoptaron

medidas. Jesús se mantuvo al margen. Una vez terminada la Pascua, Bartolomé,

el “oso”, debería regresar al “yam” y tomar buena nota de la situación. Si era

necesario, con la aprobación del rabí, volverían a las redes y trabajarían durante

un tiempo. “El reino invisible y alado podía esperar…”

PRIMER DISCURSO “OFICIAL” EN JERUSALÉN

El miércoles 9 de abril, gran día, se celebraba la fiesta de la Pascua, la

solemne “hag ha-pesah”. Conmemoraba la milagrosa salida de los judíos (en

realidad eran clanes beduinos) de las tierras de Egipto, cuando el ángel del

Señor sobrevoló (pesah) las casas de los israelitas y respetó a los primogénitos,

terminando la vida de los hijos mayores de los egipcios. Para los ortodoxos era

el comienzo de la nación judía. El pueblo hebreo se puso en movimiento y fue

dirigido por Yavé a la tierra de promisión. También era conocida como fiesta de

la libertad y fiesta de los panes ácimos.

Jesús de Nazaret, todos los discípulos y Jasón celebrarían esa Pascua en

Betania, en casa de Lázaro, junto con sus hermanas, Marta y María.

Al atardecer, Lázaro y el resto salieron al exterior y contemplaron la

puesta de sol. Eran casi las 18 horas. Había llegado el momento: ¡Ya era Pesah! Y

todos se abrazaron y felicitaron.

Jesús vestía la túnica blanca. Marta batió palmas y ordenó que todos se

sentaran en torno a la gran y señorial mesa.

Page 357: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

362

Y llegó el momento en que Marta dio la orden para que se sirviera el

“zeroa”, el cordero. Era el símbolo del milagro de Yavé, que evitó el sacrificio de

los hijos de los judíos…

Al llegar al Maestro, uno de los siervos trató de proporcionarle una

hermosa ración, pero el Hijo del Hombre la rechazó amablemente.

El sirviente no supo qué hacer. Miró a Lázaro, luego a Marta, la señora de

la casa.

Se hizo un silencio bien cargado. ¿Por qué Jesús rechazaba la carne de

cordero? ¿No estaba a su gusto?

Felipe, al darse cuenta, le preguntó al Maestro si deseaba otro trozo. Al

negar con la cabeza, Felipe le preguntó si se encontraba mal. Y el Maestro

respondió: “Estoy bien… El cordero, supongo, está exquisito… Me he prometido

a mí mismo no celebrar ninguna Pascua con la carne de cordero…”.

Lázaro continuó con la narración de la historia de la Pesah y, poco a poco,

los allí reunidos fueron animándose y devorando la cena. El Maestro sólo comió

el “jaroset”, una mermelada deliciosa compuesta de manzanas, nueces y vino y

algo de pan. Fueron apuradas las cuatro copas de vino, obligadas también por la

tradición, y el ambiente se volvió festivo. Naturalmente, terminaron cantando.

(Cada copa de vino representaba una promesa de Yavé: “Yo os sacaré de le

esclavitud… Yo os libraré de la servidumbre… Yo os redimiré, con el brazo

extendido… Yo os tomaré como mi nación…”)

Al final, Marta situó en un extremo de la mesa una bella copa labrada en

cristal rojo y azul, llena de vino, destinada al profeta Elías, “por si regresaba”.

Era otra de las costumbres de la Pascua.

Ninguno de los presentes había comprendido que Elías debía preceder la

llegada del Mesías libertador. Esa era la razón de la copa. Pero ese Mesías no

llegará jamás. (Las escrituras fueron modificadas. Fue en el año 1980 a. J.

cuando el príncipe Malki Sedek de Salem mencionó la llegada de un gran

hombre que liberaría a las gentes de las tinieblas espirituales. Nada tenía que

ver con un libertador político… Malki Sedek lo llamó Hijo del Hombre.)

Page 358: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

363

De pronto, Santiago Zebedeo dirigió la palabra al Maestro y lo hizo con

valentía: “Rabí, nos has enseñado que no estás aquí para cambiar la Ley y

tampoco las enseñanzas de los profetas, pero al negarte a comer el cordero

pascual, ¿no estás incumpliendo esa Ley?”.

Jesús contempló al Zebedeo con ternura.

“Dices bien –replicó el Maestro–. No he venido para modificar el espíritu

de la Ley…”

Hizo una breve pausa y preguntó: “¿Sabéis cuál es el espíritu de la Ley?”.

Se miraron, pero tenían demasiado vino encima. Nadie respondió.

“Os lo diré: ama a tu prójimo como a ti mismo… Más aún, ámate a ti

primero, para poder amar después a tu prójimo… Ése es el espíritu de la Ley –

proclamó Jesús–. Eso no será cambiado. El resto es añadidura…”

“¿A qué te refieres con añadidura?”, terció el Zelota.

“Los tiempos de los sacrificios, de los holocaustos y de esa liturgia

sangrienta han pasado.” Y añadió: “La buena nueva que os anuncio no necesita

templos, ni animales degollados, ni liturgias, ni tampoco incienso, ni golpes de

pecho, ni carne quemada, ni siquiera sacerdotes… Todo está en el interior”.

Algunos lo miraron, espantados. Aquello sonaba a blasfemia.

E intervino Bartolomé: “Pero, Maestro, la idea del sacrificio en las

Sagradas Escrituras equivale a la sustitución…”.

El “oso” hablaba con razón. Para la ortodoxia judía, la esencia del

sacrificio era la sangre, según consta en el Levítico (17,11). La sangre era

entregada a cambio de la vida del sacrificador. Fue Yavé quien introdujo la idea

de sustitución.

“Sé lo que dice el salmista –replicó el Galileo, que conocía bien los textos

sagrados–: ‘Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y

cubierto su pecado…’”

Jesús invocaba el salmo 32. Y continuó: “Dichoso el hombre a quien Yavé

no le cuente el delito…”.

Page 359: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

364

Asintieron, satisfechos. Pero el Hijo del Hombre no había terminado:

“Pues en verdad os digo que todo eso pertenece a la historia remota…”.

Se miraron unos a otros. ¿Qué quiso decir?

Jesús lo aclaró: “Nadie puede pecar contra la Divinidad…”.

El olor a blasfemia continuaba en el ambiente. Pero el Maestro no

retrocedió: “En verdad os digo que podéis pecar contra el hombre y, lo que es

peor, contra vosotros mismos…, pero nunca contra el Padre”.

“Yo, ahora, os ofrezco un yugo ligero. Hacer la voluntad de Ab-bá es la

verdadera Pesah. ¿No os habéis dado cuenta de que la palabra ‘sacrificar’

(‘hiqriv’) también se puede usar para decir ‘acercar’ (‘qerev’)? Acercaros con

amor a vuestro prójimo y la unidad con Ab-bá se os dará por añadidura.”

Tenía razón. En hebreo, la palabra “hiqriv” tiene como principal acepción

“sacrificar” y como tercera, “acercar”.

“El verdadero ‘corban’ (‘sacrificio’) es la aproximación al Padre… ¡Y Él ya

está en vosotros! ¿Comprendéis por qué digo que la auténtica Pesah (Pascua) es

Ab-bá? Acercaos a Él y habréis inmolado el mejor de los sacrificios… Os recuerdo

el salmo del rey David: ‘…Mi bien es estar apegado a Dios’.”

Muy probablemente, ninguno de los discípulos (salvo Mateo) se aproximó

al profundo sentido de las palabras del Galileo.

Desde ese día, el Maestro no probó el cordero durante la festividad de la

Pascua. Fue otra forma de abrirle la puerta al futuro…

Jesús se retiró con un breve y cordial “buen provecho”.

Y allí continuaron los comensales, bebiendo y discutiendo sobre lo dicho.

La reunión se prolongaría varias horas.

El jueves 10 de abril (año 27) fue una fecha histórica que marcaría la vida

pública del Galileo…

Cuando Jesús se presentó en la cocina, Felipe y Bartolomé trajinaban de

aquí para allá, limpiando y preparando el desayuno. El resto dormía.

Page 360: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

365

El Maestro, como tenía por costumbre, ordeñó a la cabra “Chipriota”.

Se sirvió el desayuno y expresó el deseo de acudir al Templo.

Los discípulos lo miraron y preguntaron si debían despertar a los otros

diez. El Maestro negó con la cabeza, y ahí terminaron las dudas.

Tras el desayuno, Jesús de Nazaret, Felipe, Bartolomé y Jasón

abandonaron la hacienda y se encaminaron hacia Jerusalén.

El camino fue rápido y sin tropiezos. Pasada la tercia (nueve de la

mañana), dejaron atrás el túnel e ingresaron en el atrio de los Gentiles.

Los pórticos y la explanada se hallaban a rebosar. Era la fiesta grande y la

gente acudía, feliz. En breve se iniciaría el primer holocausto de la jornada.

Jesús casi no habló durante el camino. Nadie supo qué se proponía.

Jasón observó muchos fariseos entre los visitantes y peregrinos.

El Maestro dirigió los pasos hacia la explanada norte del atrio, y los

discípulos y Jasón lo siguieron, en silencio.

Había patrullas de policías del Templo, de cinco en cinco, siempre

armados con garrotes, y vigilantes.

Y al llegar a la altura de la puerta principal del santuario, el Hijo del

Hombre se detuvo unos instantes. Miró hacia el Templo y, acto seguido,

ascendió por los catorce escalones, y lo hizo a zancadas, de tres en tres.

Al llegar a lo alto se quedó quieto unos segundos, de espaldas a sus

amigos, frente a la balaustrada de separación, y mirando al interior del referido

santuario.

El Maestro terminó girando sobre los talones y les dio la cara. Entonces

elevó el rostro hacia el azul del cielo y cerró los ojos. Estaba pálido.

Felipe comentó que Jesús casi no había cenado y pensó que no se sentía

bien. Rebuscó en el zurrón y extrajo una naranja, limpia y reluciente.

Los peregrinos, intrigados, empezaron a detenerse y a preguntar a Felipe

y al “oso”: “¿Quién es aquel hombre? ¿Qué hace?”.

Page 361: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

366

El Maestro se hallaba en lo alto de las gradas, completamente solo. Y fue

alzando los brazos, con las palmas de las manos extendidas. Jasón sabía. Estaba

orando.

En cuestión de minutos, el lugar se llenó de gente. Todos preguntaban.

Y sonaron las trompetas. El primer sacrificio colectivo de animales estaba

a punto de empezar.

Los mugidos de terror no tardaron en oírse. Después se escucharon

cánticos. Después se vio el humo.

El Maestro continuaba en la misma posición, con el rostro encarado al

cielo. La túnica blanca caía dulcemente, proporcionándole majestad.

“¿Quién es? –preguntaban los policías–. ¿Está loco?”

Unos decían que era Yehohanann (Juan Bautista), resucitado. Otros

hablaban de Elías, que se había “presentado” en mitad de la fiesta de la

Pascua…

Se acercó una segunda patrulla.

Cesaron los cánticos y se extinguieron los mugidos y los balidos de los

animales degollados.

Jesús bajó los brazos y miró al gentío.

¿Qué tenía aquella mirada? Los peregrinos quedaron como hipnotizados.

El Maestro, en efecto, acusaba una intensa palidez. Y Felipe, ascendió,

veloz, por los catorce peldaños de mármol. Se situó frente al rabí y depositó la

hermosa naranja en la mano izquierda del maestro. Después, sin mediar

palabra, regresó junto al “oso”.

Y el Galileo, sin dejar de mirar a los allí congregados, acarició la naranja

con ambas manos. Así permaneció unos segundos, eternos.

Finalmente, dejó oír su voz poderosa y clara, en el costado oriental del

atrio.

Page 362: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

367

¡Era la primera vez que Jesús de Nazaret hablaba –“oficialmente”– en

público! ¡Y lo hacía en el corazón de la ortodoxia judía!

Nada fue casual…

“¡Amigos…!”

El silencio se espesó. El rostro del Galileo recuperaba su luz. “¡Amigos,

estoy aquí para celebrar con vosotros la nueva Pascua!” Algunos de los

peregrinos rompieron el silencio: “¿Qué dice?… ¿A qué nueva Pascua se

refiere?... ¿Quién es éste?”.

La policía del Templo seguía atentísima y dispuesta a intervenir. De

momento se limitaron a escuchar.

“He sido enviado para revelar lo que permanece oculto… Os traigo una

buena nueva…”

Siguió incorporándose gente. Ya no cabía un alma en aquel sector. Había

más de quinientas personas.

“¿Enviado por quién? –preguntaban los peregrinos–. ¿Enviado para qué?”

El Maestro no respondió a ninguna de las cuestiones…, pero contestó

todas.

“Ab-bá no es miedo!... ¡No es venganza!... ¡El Padre no es sangre

derramada!... ¡No es fuego, ni tampoco espada!... ¡No es cólera!... ¡No es

premio ni castigo!... ¡No es justicia!...”

Estaban desconcertados. Aquel Hombre no gritaba y, sin embargo, todos

lo oían. Aquel Hombre parecía saber de qué hablaba. Su voz era segura.

Penetraba hasta lo más íntimo.

“¡Ab-bá es amor!... El Padre no lleva un libro de cuentas con vuestros

errores y vuestras buenas acciones!...”

Algunos se percataron de la insólita intencionalidad de aquel Hombre y

clamaron: “El Santo, bendito sea su nombre, es la justicia… ¿Quién es ese

sujeto?... ¡Blasfemo!”.

Page 363: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

368

Jesús prosiguió.

“He sido enviado para despertaros…”

Y la gente replicó: “Ya lo estamos, estúpido!... ¡Mira el sol!... ¡Vete a tu

casa a dormir la borrachera!”.

Entonces, el Hijo de Hombre señaló hacia el santuario y proclamó algo

que fue igualmente malentendido, y que hizo enrojecer de ira a muchos de los

presentes: “¡Mirad bien!...”.

La gente siguió la dirección del dedo índice izquierdo del rabí. Indicaba el

interior del Templo.

“¡El Padre no está ahí!”

El silencio se desplomó sobre los cientos de judíos. Los policías se

miraban, sin saber qué hacer.

Y el Galileo repitió, con énfasis: “¡No está ahí!... ¡Está aquí!...”.

Y dirigió el índice izquierdo a la frente.

Un murmullo de desaprobación se levantó como una ola.

Al señalar el santuario, el Hijo del Hombre se estaba refiriendo,

inequívocamente, al Santo de los Santos, el lugar más sagrado del Templo y de

las creencias religiosas judías.

No era una blasfemia (Jesús jamás ofendió a nadie). Tenía razón: el

“Debir” o Santo de los Santos estaba vacío. Siempre lo estuvo. Y también dejó

en el aire un formidable verdad, prácticamente desconocida para aquellas

gentes: el Padre habita en la mente del ser humano (desde los cinco años de

edad, aproximadamente, cuando el/la niño/a toma su primera decisión moral).

Obviamente, los peregrinos no entendieron ni admitieron.

Y lo llamaron “blasfemo” e “hijo del señor de las moscas” (Belzebú).

Algunos lo reconocieron: “Es el carpintero loco de Nahum… Convirtió el

agua de Caná en vino… Todavía siguen borrachos…”.

Las risas y los improperios se mezclaron.

Page 364: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

369

Dos levitas se destacaron entre el gentío, iniciaron el ascenso de las

gradas y se dirigieron hacia el Galileo. Cruzaron ante Él, continuaron hacia la

balaustrada y se perdieron en el interior del santuario.

Jesús no se inmutó. Y continuó su discurso.

“¡Os traigo esperanza!... El Padre no está ahí, sino en vuestro interior… ¡Él

os ama!... ¡Él espera!... ¡Él sabe!... ¡Él no distingue razas ni credos!... ¡Él no

entiende de hombres libres o esclavos!... ¡No importa si sois judíos o paganos!...

¡No importa si sois ricos o pobres, hombres o mujeres, jóvenes o ancianos,

buenos o malos, enfermos o sanos!... ¡Al Padre no le interesa vuestro

pasado!...”

La multitud estalló de nuevo y lo interrumpió.

“¡Loco! ¡Blasfemo!...”

Y la gente coreó estos calificativos. Los puños se alzaron amenazadores.

Felipe y el “oso”, lívidos, no sabían si huir o permanecer al pie de las

gradas. El Maestro seguía acariciando la bella naranja…

“¡Estamos en sus rodillas!... ¡Sois hijos de un Dios!... ¿Es que no

comprendéis?... ¡Estamos sentados en las rodillas del mejor de los Padres!...”

“¡Maldito blasfemo!... ¿Cómo te atreves hablar así del Santo, bendito sea

su nombre?...”

Los fariseos se situaron en primera fila e increparon al Galileo con furia.

Los levitas intentaron calmarlos.

“¡No temáis! –prosiguió el Hombre con gran dulzura–. Os anuncio que

existe un reino, del que procedo, y que no alcanzáis a ver con los ojos de la

carne, pero al que regresaréis inexorablemente… ¡Esta es la buen nueva!... ¡Sois

inmortales por expreso deseo del Padre!...” Y recalcó: “¡Inmortales!... ¡Sois hijos

de un Dios y, en consecuencia, hermanos!... ¡Levantad los corazones!...

¡Confiad!...”.

En eso, regresaron los policías del Templo. Aparecían acompañados por

sacerdotes y otros levitas. Jasón reconoció a uno de los jefes de sección de los

Page 365: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

370

policía: una tal Ben Bebay, famoso por su crueldad. Los sacerdotes casi no se

fijaron en el Maestro. Pasaron ante Él con prisa y se reunieron con los levitas

que aguardaban al pie de las escalinatas. Eran sacerdotes ordinarios, con las

túnicas de lino blanco y fino, los largos cintos de color rojo y azul y los turbantes

igualmente inmaculados. Ninguno estaba calzado. Hablaron, discutieron,

señalaban al Galileo y volvían a discutir.

“A partir de ahora –proclamó el Maestro–, todo es nuevo… Todo es

distinto… Todo es esperanza… ¡Sois hijos de un Dios!... ¡Salid de la oscuridad!...

Estoy aquí para daros la mano… He venido para que la humanidad recupere lo

que es legítimamente suyo… ¡Confiad!...”

Los peregrinos, ofuscados, siguieron insultando al rabí.

“¡Blasfemo!”

Sacerdotes y levitas trataban de ponerse de acuerdo, pero no lo lograban:

¿Lo detenían?, ¿lo expulsaban del Templo?, ¿lo conducían ante los jefes de

sección? ¿Lo apaleaban allí mismo?

A Felipe le temblaban las piernas… ¡Dios mío!

Jasón en ese momento reparó en un detalle: se hallaban a 10 de abril

(año 27). ¡Faltaban tres años, casi exactamente, para la condena, allí mismo, en

Jerusalén, del Hijo del Hombre! Jesús fue “juzgado” (¿) por el Gran Sanedrín en

la madrugada del 6 al 7 de abril del año 30. ¿Casualidad?

Varios de los levitas corrieron de nuevo al interior del santuario. Los

“santos y separados”, rabiosos, continuaban levantando el puño contra el

Maestro y clamando para que fuera arrestado.

Fue en esos instantes, mezclado entre los peregrinos, cuando Jasón perdió

de vista al rabí. Fueron segundos. Cuando miró a lo alto de los catorce peldaños,

el Maestro ya no estaba allí. Acertó a verlo cuando se dirigía tranquilo hacia el

túnel. Y desapareció entre los que entraban y salían. En el suelo, en el lugar que

había ocupado el Galileo, solitaria y brillante, quedó la naranja que había

acariciado todo el tiempo. Fue como un símbolo…

Page 366: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

371

Jasón acababa de asistir a una “declaración de principios” del Hombre-

Dios. Ésa era su filosofía y su hermoso y revolucionario mensaje. Pero nadie

comprendió. Ése sería el contenido principal de su vida pública, pero muy pocos

tendrían acceso a él.

Y lo peor, además de incomprendido, el Hijo del Hombre empezaba a ser

odiado.

Aquel jueves 10 de abril del año 27 fue el principio del fin…

Jasón retornó a Betania. Felipe y Bartolomé hacían como que hacían algo.

Les preguntó por el Maestro, pero no supieron informarle. Tampoco

mencionaron lo ocurrido a sus compañeros.

Poco antes del ocaso, llegó el Maestro. Presentaba un rostro amable y

sereno. Dijo haber caminado mucho, que ascendió al monte de los Olivos y se

dejó perder en los bosques de higueras de Betania y Bet-Fagé. No parecía

afectado por el incidente en el Templo.

Felipe y el “oso” no preguntaron nada, entendiendo que Jesús estaba

cansado. Y así era. El Galileo cenó algo, hizo bromas con los suyos y se retiró a

descansar.

El lunes 14 de abril, se produjo una novedad. Un mensajero se presentó

en la hacienda. Fue inevitable. La noticia de la estancia de Jesús en Betania

terminó filtrándose.

El mensajero había sido enviado por Anás, el que fuera sumo sacerdote.

Anás era pariente de Salomé, la esposa del Zebedeo padre. Jesús conoció a Anás

tiempo atrás, en su juventud, y por mediación de Salomé. Pues bien, el ex sumo

sacerdote deseaba entrevistarse con Él.

Como sospechaban Felipe, Barolomé y Jasón, la invitación tenía mucho

que ver con lo manifestado por el Maestro en el Templo, en la mañana del 10 de

abril.

El Galileo fijó la reunión para el viernes 18 de abril.

Page 367: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

372

Jesús no se veía apurado ni tampoco nervioso. Se comportó como

siempre. Siguió enseñando a los suyos, y retirándose a los bosques, en la

compañía de Zal, el perro color estaño.

Y el 18 de abril, sin prisa, Jesús y los discípulos (Felipe y los gemelos se

quedaron en la hacienda de Lázaro) se encaminaron hacia Jerusalén. La casona

de Anás se levantaba cerca de la puerta de Sión. (En aquel lugar, años después,

se registraría la cuádruple negación de Pedro…)

Entraron en el jardín y aguardaron. Anás se presentó al poco. Tenía

sesenta y siete años y un Parkinson que había dado ya la cara. Uno de los

siervos colocó una silla a la sombra y Anás se sentó con dificultad y algunos

gemidos. Otro de los siervos acudió con un gran abanico de plumas azules. Un

tercer siervo se arrodilló y depositó una jofaina de plata a los pies de Anás.

Llenó el recipiente de agua, arrojó un puñado de sal gruesa en el líquido, y tomó

los pies del anciano introduciéndolos en la “palangana”.

El Maestro y los discípulos continuaron de pie, rodeando al ex sumo

sacerdote.

Anás –cuyo nombre en arameo significa “castigo”– fue directo a lo que le

interesaba: “¿Es cierto lo que me han contado?”.

Y sin esperar respuesta pasó a mencionar lo que “le habían contado”, que

no era más que las afirmaciones públicas de Jesús en el atrio de los Gentiles, el

10 de abril pasado.

Anás entre otras preguntas, mencionó: “¿Te has atrevido a manifestar

que el Santo, bendito sea su nombre, no es justo?”.

Jesús intervino con seguridad y firmeza. Fue la única vez que participó en

el interrogatorio: “Donde hay amor no es necesaria la justicia…”.

El anciano continuó con el interrogatorio.

El Maestro, con los ojos fijos en los de Anás, no movió un músculo.

“Seré indulgente… En consideración a Salomé y a nuestra vieja amistad, te

daré una oportunidad para que te retractes… Te ordeno que te presentes ante

Page 368: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

373

los notables del Sanedrín, y solicites perdón, humildemente, por tus

blasfemias… Ellos te impondrán el castigo correspondiente…”

Era la primera acusación formal de las castas sacerdotales contra el Hijo

del Hombre. Si el cargo de blasfemo prosperaba, el Sanedrín podía condenarlo a

muerte. Eso contemplaba la Ley.

Y Jesús replicó, con dulzura: “Amigo, no he cometido ningún error…”.

Anás se destapó, tal y como era: “Si te niegas, si no te arrepientes, yo

mismo ordenaré que te detengan…”.

Jesús lo interrumpió: “No podrás hacer nada sin el consentimiento del

Padre”.

“¿Sabes lo que hacemos con los profanadores?”, preguntó Anás, rabioso.

Se refería a los castigos mencionados en las Sagradas Escrituras, especialmente

el Levítico y el Deuteronomio.

Silencio. El Galileo ni se movió.

Y Anás comenzó a recordarle: “¿Sabes que puedo azotarte?... ¿Sabes que

puedo enviarte al destierro?... ¿Sabes que puedo “cortarte” (esto significaba

que, además de terminar con la vida del profanador, la pena por “cortadura” se

extendía al resto de la familia. Toda ella quedaba salpicada por la vergüenza y

podía ser igualmente ejecutada)?... ¿Sabes que el Santo, bendito sea su nombre,

puede hacer caer sobre ti las epidemias de Egipto?... ¿Sabes que puedo solicitar

a Roma que te crucifique?... ¿Sabes que puedo destruir a los tuyos?...”.

El anciano, colérico, ante el sostenido silencio de su supuesto amigo, se

puso en pie y torpe, fue a caer de bruces, sobre las lozas del patio. La palangana

de plata rodó por el pavimento y, como una burla del Destino, fue a detenerse

frente a las barbas de Anás. Allí repiqueteó unos segundos y, finalmente, quedó

quieta.

Ni uno solo de sus siervos acudió en su ayuda.

Jesús fue el primero en reaccionar.

Page 369: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

374

Se inclinó sobre el dolorido ex sumo sacerdote e intentó prestarle ayuda.

Anás lo rechazó con malos modos y ordenó que desapareciera de su vista.

La servidumbre, finalmente, lo levantó.

Jesús abandonó el jardín, pero, antes de cruzar el umbral de la puerta, se

volvió hacia Anás y declaró: “Te he ofrecido la luz, pero has elegido el miedo…”.

Giró sobre los talones y salió de la propiedad. Los discípulos lo siguieron,

atropelladamente.

Ese atardecer, en Betania, el Maestro explicó a los suyos lo ocurrido en la

histórica mañana del 10 de abril, en el Templo.

Los íntimos entendieron a medias.

El ex sumo sacerdote era un individuo poderoso, con influencia en el Gran

Sanedrín y en las castas sacerdotales en general. Era saduceo. Eso significaba

que no deseaba complicaciones con el poder establecido (Roma).

Andrés, Santiago Zebedeo, Felipe y Bartolomé opinaron que era mejor

cumplir las exigencias de Anás.

Pedro, Juan, el Zelota y Judas Iscariote se opusieron. No aceptaban doblar

la rodilla ante aquella “sanguijuela”.

Jasón no comprendió lo dicho por el Hijo del Hombre.

Tomás, Mateo y los gemelos Alfeo no dijeron nada.

“Dejemos que el Padre haga su trabajo…”, se limitó a comentar Jesús.

El “oso”, desviando el tema, planteó una interesante pregunta a Jesús:

“Maestro, ¿por qué has respondido a “Castigo” (Anás) de esa manera?”.

“¿Cuál diríais que es el peor enemigo del hombre?”

Discutieron. No hubo forma de aunar criterios: la envidia, la codicia, el

orgullo, la idolatría… Tomás, misógino, aseguró que era la mujer. Pedro

aprovechó la oportunidad y señaló a su suegra.

Page 370: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

375

Una vez que sus hombres expusieron sus argumentos, Jesús proclamó: “El

gran enemigo del ser humano es el miedo”. Y añadió: “Estáis aquí para

proclamar la buena nueva: el miedo ha terminado”.

Lo miraban, estupefactos.

“¡Sois inmortales!... Aquel que confía, aquel que se entrega a la voluntad

del Padre, nunca más volverá a experimentar a ese tirano…”

“¿Te refieres a Anás?”

“No, Bartolomé, estoy hablando del miedo, el gran tirano del hombre…”

“Estamos sentados en las rodillas del Número Uno… Es imposible

temer…”

Jesús correspondió con una espléndida sonrisa a Mateo; él si comprendió.

“Pero si no tengo miedo –intervino Santiago Zebedeo–, ¿en qué me

convierto? No es eso lo que dice la Ley…”

“Mirad al niño… Confía plenamente en su padre. No hay miedo en él. Eso

es lo que pido y lo que quiero que solicitéis al mundo: ¡No más miedo! ¡Estáis en

las rodillas de un Dios! ¡No más miedo!”

“¿Y qué sucederá con mis muchos pecados? … ¿Cómo sabré que el Padre

me ha perdonado?”, preguntó Felipe.

El Galileo procedió a contar una parábola.

Habló de un judío que escribía sus pecados en un libro. En ese mismo rollo

tomaba nota de los pecados cometidos por Dios contra él y contra su familia y

amigos.

Los discípulos oían, atónitos.

Y llegó el Kippur (el día del perdón). Entonces, el judío en cuestión tomó el

libro, lo abrió y, dirigiéndose a Dios, exclamó: “Hoy nos ha llegado la hora a los

dos… Tú, mi Dios, y yo, repasaremos las cuentas… Aquí tienes la lista de mis

pecados, y la lista de los tuyos: las tristezas y desgracias que has ocasionado a

Page 371: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

376

mi familia, a mis amigos y a mí mismo… Si calculamos, tú me debes más que yo

a ti…”.

Bartolomé, el “oso” de Caná, asintió con la cabeza, divertido.

Y Jesús terminó: “Pero como hoy es el Kippur, el día en que cada uno debe

hacer las paces con el vecino, yo te perdono…, si tú accedes a perdonarme”. Fin

de la parábola.

Y el Maestro preguntó: “¿Qué opináis del judío que perdonó a Dios?”.

Unos lo llamaron “irreverente”, otros “blasfemo”. Mateo lo llamó

“estúpido” y añadió: “Pierde su tiempo… Por lo que nos has enseñado, nadie

tiene capacidad para ofender a Dios”.

Fue el único que comprendió. Y el Maestro sentenció de nuevo: “Anás

prefiere el miedo a la luz…”-

VISITAS A LA DOMUS DE FLAVIO

En los dos días siguientes, los mensajeros no dejaron de llamar a las

puertas de la casa de Lázaro. Jasón contó nueve. Traían invitaciones para Jesús

de Nazaret. Todo el mundo quería conocer al Hombre que había desafiado a los

corruptos sacerdotes del Templo de Jerusalén.

No era exacto. Jesús no desafió a nadie. Pero los bulos se apoderaron de

la Ciudad Santa. Las invitaciones –“a comer” y “a pasar el día”– procedían de

notables de las finanzas, de ricos saduceos, de miembros destacados de la

hermandad de los “santos y separados”, y también de judíos y paganos curiosos,

que no tenían mejor cosa que hacer.

Jesús estudió cada pergamino, pero no decidió inmediatamente. Se

reunió varias veces con Andrés y parlamentaron.

Los discípulos, intranquilos al comprender que el Galileo no cumpliría lo

ordenado por Anás, decidieron montar guardia a las puertas de la hacienda de

Page 372: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

377

Lázaro. Lo hicieron a espaldas del Hijo del Hombre, y armados con los “gladius”

(espadas romanas). Se turnaban.

El Maestro lo supo, pero dejó hacer.

Finalmente, el Hombre-Dios tomó una decisión. Visitaría, únicamente, la

casa de un tal Flavio, un judío de origen griego, conquistado por la helenización,

e incircunciso.

La visita tendría lugar el lunes 21 de abril.

Algunos de los íntimos protestaron cuando el Maestro no se hallaba

presente. Pedro, Judas Iscariote y el Zelota fueron los más contumaces. No

deseaban rozase con Flavio, un “judío de atrio” (al no estar circuncidado, no

tenía acceso al Templo) y, además, homosexual reconocido. El Levítico, en ese

sentido, era rotundo: “Si alguien se acuesta con varón, como se hace con mujer,

ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre

ellos. El que tiene relación sexual con varón ha de ser lapidado”. Pedro y los

“contumaces” elevaron una protesta a Andrés y éste, siempre responsable, la

trasladó al rabí.

Jesús hizo solo un comentario: eran libres de acompañarlo a la casa de

Flavio.

Jesús jamás entraba en polémica, y dejó el asunto en manos de Andrés.

Juan Zebedeo no se pronunció. Él sabía muy bien por qué… El resto se

encogió de hombros.

Y el lunes 21, como fue previsto, Jesús y la mitad del grupo se dirigieron a

la Ciudad Santa. Pedro, el Zelota, el Iscariote, Felipe y los gemelos

permanecieron en la hacienda.

La casa de Flavio se alzaba cerca del hipódromo y de la muralla que

cruzaba la ciudad de este a oeste, dividiéndola en los referidos barrios. Al

parecer, Flavio, dada su naturaleza de “judío de atrio”, no era bien mirado por

los ricos habitantes del barrio alto. Ésta era la razón por la que tuvo que edificar

su propiedad en la ciudad baja, más propia de gente plebeya.

Page 373: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

378

Llegaron poco antes de la sexta (mediodía).

La casa de Flavio era una “domus tiberiana”: una mansión con decenas de

habitaciones, unidas entre sí, en la que vivían la familia y la servidumbre. La

domus tenía más de mil metros cuadrados. Era suntuosa, llena de luz, de

mármoles, de pinturas…

La visitaron a lo largo de diez días. Hasta que los sorprendió aquel fatídico

miércoles 30 de abril…

Flavio salió a recibirlos a la puerta.

Estaba sorprendido. Había pensado que Jesús no aceptaría la invitación.

Flavio era un hombre relativamente joven (tendría la edad de Jesús), de

baja estatura y con unos ojos verdes deslumbrantes. Era atlético, siempre

bronceado, pero calvo. Usaba peluca, dos y tres a lo largo del día, según el

humor y las circunstancias.

Se presentó ante el grupo con una amplia y larga túnica transparente. Era

un hombre sin pudor. Las uñas, impecables, igualmente cambiaban de color

según las circunstancias. Siembre aparecía enjoyado. Era un hombre

inmensamente rico.

Disponía de un buen número de empresas, a cual más extravagante.

Compraba y vendía obras de arte y presumía de haber formado la primera

sociedad judía de cobro de morosos (muy de moda en aquel tiempo en el

imperio romano). Los empleados de Flavio aparecían casi desnudos en las calles

de Jerusalén y seguían de cerca al moroso, cantando canciones en las que el

estribillo recordaba al deudor y la deuda no saldada. La tortura del mal pagador

era tal que terminaba abonando la deuda. Flavio llevaba comisión.

Pero el gran negocio del judío helenizado era la usura. Los préstamos eran

sangrantes. Flavio cobraba el treinta por ciento de interés, y en plazos

asfixiantes. La Ley prohibía estos abusos, pero nadie cumplía. En definitiva,

estaban ante un individuo tan envidiado como odiado y temido.

Flavio, feliz, fue guiándolos por la enorme casa. Quedaron deslumbrados.

En cuanto a las obras de arte, no se sabía por dónde empezar. Las había de todo

Page 374: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

379

“el mundo conocido”… pinturas, estatuas, obras de arte en madera, oro, plata,

piedras preciosas y más. Jesús se detuvo en numerosas ocasiones ante las

referidas obras de arte y preguntaba y preguntaba, interesándose por toda

suerte de detalles. El “oso” también preguntaba, especialmente por la leyenda

de cada pieza. Flavio estaba encantado. Al fin encontraba gente sensible…

La visita al “museo” terminó con una invitación al triclinio, el salón

comedor, para disfrutar de un refrigerio ligero. El anfitrión, ante las dudas de

algunos discípulos, explicó que sólo se trataba de pan mojado en vino, con algo

de ajo y de sal. Delicioso. Jesús se chupó los dedos.

Y Flavio aprovechó el respiro para dar las gracias al Maestro por su

generosidad. Andrés no comprendió, y Flavio aclaró: “No todo el mundo, en

Jerusalén, está dispuesto a pisar esta casa…”.

Andrés recuperó el hilo de la conversación: “¿Por qué dices que no todo el

mundo, en Jerusalén, está dispuesto a pisar esta casa?”.

Era obvio, pero el anfitrión lo aclaró: “Por mis obras de arte…”.

Y Flavio recordó a los discípulos lo que decía la Ley judía al respecto:

prohibidas las imágenes. El Maestro escuchó atentamente.

(El Éxodo es inflexible: “… No tendrás otros dioses fuera de Mí. No te

harás esculturas ni imágenes de lo que hay arriba en el cielo y abajo en la tierra

y en las aguas debajo de la tierra (…) pues Yo, el Eterno, tu Dios, soy Dios celoso

que castiga en los hijos los pecados de los padres hasta la tercera y cuarta

generación de quienes me aborrecen…”)

Cuando Flavio concluyó, el Galileo expresó un pensamiento generalizado

en buena parte de la nación judía: “De eso hace mucho… –y redondeó–: Los

tiempos cambian…”.

Y dirigiéndose al sorprendido Flavio, proclamó: “Yo te anuncio, amigo,

que existe un reino invisible y alado en el que la belleza lo ocupa todo…”.

“Pero Moisés dijo…”

Page 375: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

380

“Insisto, Flavio: eran otros tiempos. Moisés quedó justificado para evitar

la idolatría. Hoy, en cambio, no hay que mirar la letra de la Ley, sino su espíritu…

En verdad te digo, amigo Flavio, que en ese reino sólo se adora la belleza… En

ese reino magnífico, al que llegaréis, solo se adora al Padre, la máxima

belleza…”

“Quieres decir…”

“Quiero decir que llegará el día –y dirigió la mirada hacia Jasón– en el que

los hombres sabrán apreciar el arte y nadie se rasgará las vestiduras ante una

imagen de mármol, de madera o de oro… En verdad te digo, Flavio: todo es

‘bellinte’…”

“¿‘Bellinte’? ¿a qué te refieres?”

Jesús le explicó. “Bellinte” = belleza más inteligencia de Dios a la hora de

crear…

“¡Un Dios Azul!”

“¿Sabes qué religión practica el Padre?”

Todos quedaron asombrados ante la pregunta. Juan, finalmente, dijo: “El

Padre, naturalmente, profesa la religión judía…”.

El Maestro sonrió pícaro y replicó: “El Padre practica la religión… ¡la

religión del arte!”.

Los discípulos protestaban. Jesús no hizo comentarios. Flavio empezó a

iluminarse y susurró: “Necesito saber más cosas de ese Padre. Tú no estás aquí

por casualidad…”.

Las visitas a la domus de Flavio se prolongaron durante diez días. Juan

Zebedeo no volvió a la casa, salvo en una ocasión. Mirar todo aquello era

pecado.

Por la domus desfilaron numerosos judíos y paganos, todos notables y

todos curiosos. Los rumores sobre Jesús de Nazaret continuaban rodando, ¡y a

qué velocidad!

Page 376: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

381

Las amenazas de Anás, el ex sumo sacerdote, no tardaron en filtrarse, y el

pueblo empezó a hacer apuestas. El prestigio del Maestro entre la gente

sencilla, que odiaba a los corruptos sacerdotes, se elevó considerablemente.

Los discípulos, por consejo de Pedro, redoblaron la guardia a las puertas

de la hacienda de Lázaro.

La mayor parte de los que acudían a conversar con el Galileo eran

notables temerosos que no deseaban ser vistos en público con el Maestro. Era

comprensible. El Hijo del Hombre había sido acusado de blasfemia, y nada

menos que por las castas sacerdotales… Era el sacerdocio el que movía los

dineros en la Ciudad Santa y en el resto del territorio. A nadie le interesaba

ponerse a mal con aquellos sujetos.

Jesús conocía estas circunstancias y, aún así, recibió a cuantos se

presentaron en la domus. Fue amable y discreto. Jamás preguntó nombres. Se

limitaba a observar a sus interlocutores y a responder las preguntas.

Habló con claridad sobre el Padre Azul y sobre su nueva y revolucionaria

visión de Dios. Fue valiente. No atacó las ideas de los judíos, pero dejó a los

visitantes con una sana duda.

La mayoría no lograba comprender. Al igual que los discípulos, se hallaban

anclados a ideas ancestrales, a cual más oscura y pesada. No era fácil cambiar la

filosofía de un Yavé justiciero y vengativo por la de un Padre benéfico, que,

además, regala inmortalidad.

Algunos notables, escandalizados, no volvieron.

Jesús habló también del reino invisible y de la necesidad de “leer” el

espíritu de la Ley: el amor a cuanto nos rodea, pasando primero por el amor a sí

mismo.

Las preguntas fueron constantes. Todos deseaban saber. Casi todos se

sentían insatisfechos. La rigidez de la ley mosaica era tal que no permitía mirar

el interior del individuo. Jesús los animó. Solicitó, una y otra vez, que

“desaprendieran”. Era la clave. La búsqueda de Dios y, en definitiva, de la

felicidad, es una cuestión personal, una experiencia única, que nadie vivirá por

Page 377: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

382

otros. No importa cómo hacerlo. Lo que cuenta es el resultado: hallar al Padre,

saber que somos sus hijos y, en consecuencia, que somos –físicamente–

hermanos.

Lo repitió sin cesar: Ab-bá regala vida y regala inmortalidad. Pase lo que

pase. Hagamos lo que hagamos. Digamos lo que digamos. Seamos buenos o

malos. Todo está medido. Todo obedece a un orden benéfico, aunque no

estemos capacitados (ahora) para entenderlo.

Y solicitó, simplemente, que lo pensaran.

“¡Soltad amarras!... Navegad hacia el nuevo reino!... ¡Apresuraos!... ¡No

perdáis el tiempo escrutando la letra de la Ley!... ¡El Padre está en vuestro

interior!... ¡Él os guiará!... ¡Es el mejor piloto!”

En esos días se formularon muchas preguntas. Algunas de ellas:

Sobre Dios: referidas a los profetas, que hablaban de un Yavé celoso,

destructor, que odia a los impíos y es implacable con los que no cumplen con la

Ley y lo enseñado por el Maestro: un Dios Padre bondadoso, que no lleva

cuentas y que regala sin solicitar.

El Maestro respondió así: “El Padre es inmutable… Nunca cambia. Es el ser

humano el que modifica la percepción de Dios. Antes era necesario un Dios de

justicia. Ahora se avecina un tiempo de amor. Hoy estamos más cerca de la

verdad, de la misma forma que el anciano está cada día más próximo a la

realidad… Yo os anuncio una nueva concepción de ese Dios grande y benéfico. Él

me envía…”. Entendieron a medias.

Le preguntaron cómo estar seguros de que era un enviado y de que ese

reino invisible existe.

Jesús respondió: “Todos lo habéis comprobado alguna vez. Cuando la

verdad se acerca, algo se estremece en el interior. El corazón tiembla, aunque

no sepamos por qué… Es como el enamoramiento. No hay palabras. Se siente.

Está ahí, aunque resulte difícil describirlo… Con el nuevo reino sucede lo mismo.

Cuando se pone un pie en él, todo cobra sentido”.

Y concluyó con una frase: “Aquel que ama a su prójimo…, me practica”.

Page 378: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

383

Flavio, aprovechó el momento y le preguntó sin tapujos: “¿Maestro, has

estado enamorado?”.

“No en el sentido tradicional.”

Flavio dudó, preguntando cómo era posible. Le dijo a Jesús que era

extraordinariamente atractivo y que no podía creerle.

Jesús sonrió, pero no dijo nada.

“¿Es que te gustan los hombres, como a mí?”

“No, Flavio –respondió Jesús con delicadeza–, no me gustan los hombres,

en el sentido que tú le das… Querido amigo, no he venido al mundo para

suscitar descendencia, aunque estaría en mi derecho. Estoy aquí para lo que ya

sabes: para despertar al ser humano…”

“¿Y alguna mujer, u hombre, se han enamorado de ti?”

Jesús desvió la mirada hacia Jasón. Éste captó su impotencia. Nadie

parecía entender sus palabras. Pero Jesús fue sincero, como siempre.

“Una vez, sí…”

“Una vez, ¿qué?”

“Ocurrió que una mujer se enamoró de mí…”

“¿Podrías hablarnos de ella?”

Fue la única vez que el Maestro se negó a responder. Jasón conocía el

nombre y la historia de esa mujer: Rebeca, de Nazaret… Flavio comprendió y

aceptó la negativa.

El jueves 24 de abril, aparecieron en la domus dos viejos conocidos.

Llegaron como el resto, intrigados y curiosos. También lo hicieron a escondidas;

al menos al principio… Uno era Nicodemo, el escriba y fariseo. El otro era José

de Arimatea.

Y se sentaron, a diario, cerca del Galileo, pendientes de sus gestos,

palabras y silencios. Y nuevamente, Jesús sembró la semilla de la duda. Era un

primer y prometedor paso.

Page 379: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

384

Fue a partir de aquel lunes 28 de abril cuando los rumores se precipitaron.

La hacienda de Lázaro se volvió un manicomio. Todo el mundo decía saberlo de

buena tinta. Todos hablaban del inminente arresto del Galileo por parte de la

policía del Templo. “Los levitas ya están en Betania”, gritaban.

Falso.

Lázaro, desesperado, le propuso al Maestro que huyera a la Galilea, o bien

a la ciudad de Filadelfia, al otro lado del Jordán. Él tenía amigos en esa región de

la Decápolis. El poder de Anás y de los sacerdotes no llegaba tan lejos.

Jesús oyó los consejos, pero no hizo comentarios.

El Zelota y Juan Zebedeo, ayudados por Pedro, trazaron un plan de

defensa de la hacienda, con dos o tres “rutas de evacuación”. Huirían a la

Decápolis.

Al día siguiente, martes 29, mientras desayunaba, el Maestro dejó en

claro que visitaría de nuevo la domus de Flavio, en la ciudad baja de Jerusalén.

Los discípulos trataron de disuadir a Jesús, pero Él, apurando el cuenco de leche

caliente, no dijo una sola palabra. Luego, salió por la puerta de atrás de la cocina

y desapareció.

Jesús acudió, puntual, a la cita con Flavio y con los curiosos y notables

habituales. Y departió con ellos con absoluta normalidad.

En un momento, Flavio preguntó a Jesús sobre el tiempo, sobre el porqué

del envejecimiento…

Jesús respondió con lo que Él tantas veces llamaba una “aproximación a la

verdad”: “¿Por qué te preocupa el tiempo, si en verdad eres inmortal? Envejecer

es dar pasos hacia la eternidad. Deberías sentirte feliz… No trates de controlar al

tiempo. ¡Disfrútalo!... Sé que lo haces. Sé que vives el momento. Ésa es la

verdadera sabiduría… No trates de analizar lo que no puedes comprender…,

ahora. El tiempo es una criatura del Padre, otra más… El tiempo está creado con

dos objetivos: empapar la materia y permitir que tú te asomes a él. Eres un

nacido al tiempo… ¡Experimenta la vida y el tiempo! Hazlo porque ninguno de

Page 380: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

385

los dos regresará… Cuando lleguéis al reino invisible y alado, no habrá tiempo.

Esa criatura se quedará abajo… Deja que el Padre te sorprenda…”.

Flavio terminó perdido, pero se agarró a una de las informaciones del rabí

y preguntó: “¿No hay tiempo después de la muerte? ¿No hay tiempo en el

‘she´ol’?”.

(El “she´ol” o “seol”, para los judíos, era el mundo de ultratumba. El

cuerpo y el alma no se separaban, sino que juntas viajaban a ese lugar remoto,

frío y oscuro, que guarda cierto parecido con el infierno de los católicos. Y allí las

almas permanecían durante un tiempo.)

Jesús prescindió de la sonrisa que habitualmente le acompañaba y

declaró: “Ese lugar, amigo Flavio, no existe…”

Todos quedaron desconcertados. Y el Maestro precisó: “¿Pensáis que un

Padre Azul y benéfico es capaz de imaginar un lugar como ése? ¿Creéis que un

Ser que practica el arte condena a sus hijos a las tinieblas o al fuego eterno?”.

Jasón, siempre presente y acompañando al Maestro para dar testimonio

como su “mal´ak” (mensajero), hace un paréntesis en el relato para hacer una

aclaración.

“Son falsas todas las frases sobre el infierno atribuidas al Maestro. Pienso,

por ejemplo, en Mateo (23,33 y 25,41). En el primero de los versículos, el Galileo

dice, supuestamente: ‘¿Cómo vais a escapar a la condenación de la ‘gehena’?’

(refiriéndose a los fariseos). En el segundo, el evangelista escribe: ‘Entonces dirá

también a los de su izquierda: apartaos de mí, malditos, al fuego eterno

preparado para el Diablo y sus ángeles’…”

Falso. Jesús de Nazaret jamás pronunció palabras así.

Cierro paréntesis.”

El Maestro comprendió. Era demasiado bello y demasiado complejo para

gente amarrada a las leyes mosaicas. Tenía que ir paso a paso.

Y dejó que Flavio siguiera preguntando.

“Entonces, según tú, no debo temer a Duma…”

Page 381: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

386

Duma era una criatura (parecida a un ángel), cuyo cometido era tomar el

alma del ser humano y arrojarla al infierno.

“No debes temer…, a nadie.”

“Pero he sido pecador. Soy pecador… –rectificó–. ¿Qué será de mí tras la

muerte?”

“¡Vivirás!”

Flavio abrió la boca, perplejo. El Hijo del Hombre recuperó la sonrisa y

prosiguió, volcando toda incertidumbre: “Nadie te juzgará por lo que tú has

elegido”.

“¿El Santo, bendito sea su nombre, no me juzgará?” Jesús rió, divertido.

“Ni lo verás…”

“¿Cómo es eso?”

“La carrera hacia el Paraíso, al encuentro con Ab-bá, es un largo viaje…

lleno de sorpresas… Todas buenas.”

Algunos de los notables rechazaron las afirmaciones del Hombre-Dios.

Jesús lo captó e insistió.

“Tras la muerte, nadie juzga a nadie… Al despertar veréis que todo es

correcto.”

“¿Y qué dices de los impíos?”, preguntó uno de los notables.

“Allí no existe esa diferencia.”

“¿No hay malos?”

“No.”

Aquel ”no” fue inmediato. Cayó como una tonelada de mármol sobre el

ánimo de los presentes. Jesús, en determinados momentos, era implacable.

“¿Despertar? ¿A qué te refieres?”

“La muerte sólo es un sueño… A eso me refiero.”

Page 382: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

387

La vuelta a Betania fue tranquila.

Los ánimos en la hacienda se habían sosegado, relativamente. Judas

seguía afilando espadas. Nadie preguntó ni hizo comentario alguno. Andrés

había llamado la atención a todos.

Y clareó el miércoles 30 de abril del año 27.

Jesús manifestó su deseo de volver a la domus de Flavio. Andrés, junto

con los demás discípulos, encontró la solución que contemplaba que el Maestro

fuera y volviera, pero siempre bajo la atenta vigilancia de la “tabbah”, la guardia

seleccionada por ellos mismos, formada por los hermanos Zebedeo y por Pedro.

La escolta no debería perderlo de vista.

Jesús, como era habitual, no intervino en estos asuntos domésticos.

Naturalmente, la “tabbah” caminaría a su lado, y fuertemente armada. El

resto permanecería en la hacienda, atento a cualquier contingencia. En caso de

extrema gravedad –“si los levitas aparecían por Betania”–, parte del grupo

buscaría a Jesús. Se reagruparían en “La Selva”, la finca de Kbir, en la Betania del

Jordán. Ésos eran los planes, de los cuales Jesús nada sabía…

Hacia la hora quinta (once de la mañana), Jesús y sus acompañantes

llegaron a la casa de Flavio.

Pedro y Juan Zebedeo decidieron permanecer en la puerta…, “vigilando”.

Además, Pedro y Juan no deseaban entrar a la domus por las imágenes allí

reunidas y por el hecho de que Flavio era un homosexual reconocido

públicamente. Si entraban, pecaban, y eso representaba el abono de un dinero

al Templo. Cada mirada a una imagen prohibida se consideraba pecado…

Santiago, más sensato, sí acompañó al Maestro al interior de la domus.

Allí esperaba una sorpresa desagradable…

Nicodemo, José de Arimatea y otros diez notables de Jerusalén discutían

acaloradamente. Flavio escuchaba, pálido. Nicodemo llevaba la voz cantante,

señalando el pergamino que Flavio sostenía en su mano izquierda.

Page 383: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

388

Nadie correspondió a los cordiales saludos del Galileo. El Maestro se dio

cuenta al instante, pero aguardó. Y Nicodemo, con voz insegura, se dirigió al

Hijo del Hombre y expuso el problema: La tarde-noche anterior, el Gran

Sanerdín se había reunido para discutir lo acaecido en el atrio de los Gentiles en

la mañana del 10 de abril. Anás estuvo presente. Discutieron sobre las

supuestas blasfemias de Jesús y llegaron a un acuerdo. La resolución, según el

escriba y fariseo, miembro también del citado Sanedrín, se hallaba escrita en el

documento que portaba Flavio.

Nicodemo animó a Flavio para que entregara el rollo al Maestro. Flavio

alargó el brazo y depositó el pergamino en las manos del Hijo del Hombre. Su

peluca azul temblaba… Todo era silencio.

Jesús desenrolló el pergamino y procedió a su lectura. Lo hizo tranquilo.

Una vez leído, permaneció con el rostro grave. Paseó la mirada entre los

notables y todos, sin excepción, bajaron los rostros. La mayoría había estado

presente en la referida asamblea.

Finalmente, el Galileo pasó el pergamino a Santiago Zebedeo. Éste lo leyó

con avidez, pero no hizo comentarios. Y, súbitamente, se alejó hacia la puerta

de entrada, con el pergamino en mano.

Un par de minutos después, entró la “tabbah”, al completo. Los tres se

situaron alrededor del Maestro, como protegiéndolo. Pedro terminó la lectura y

le pasó el rollo a Juan.

“¡Bastardos!”

Nicodemo señaló: “Está firmado por 53 de los 72 miembros del Sanedrín.

19 nos hemos negado a firmar semejante despropósito”.

“¿Qué debemos hacer?”, preguntó Santiago Zebedeo.

Jesús se sentó en uno de los divanes. Estaba pálido. Y se inició una nueva

discusión. Los únicos mudos eran el Maestro, Flavio, Santiago Zebedeo y Jasón.

Éste, finalmente, se acercó a Juan Zebedeo y le solicitó el rollo. Y leyó atónito:

“Año 3787 del Santo, bendito sea…

Page 384: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

389

Los que entregan su nombre, tras considerar la santa Ley, estiman que

Jesús, constructor de barcos en Nahum, debe comparecer ante este sagrado

tribunal para dar cuenta de sus pecados contra el Santo, bendito sea su nombre.

Esta corte movilizará los medios necesarios para que la Ley sea satisfecha

y el tal Jesús, hijo de José, sujeto a dominio.”

Al final del escrito se leía: “He´tec” (copia).

Al pie aparecían los nombres de los 53 sanedritas que estaban de acuerdo

con la orden de caza y captura de Jesús. La primera “carga oficial” contra el dócil

y maravilloso Jesús de Nazaret.

“Sujeto a dominio”, según Nicodemo, en la jerga jurídica del Sanedrín y

las autoridades religiosas judías quería decir que el detenido podía ser

torturado, desterrado o ejecutado. Cualquiera que se negase a colaborar con el

Sanedrín, o entorpeciera su labor, quedaba “sujeto a dominio”.

Los notables, sin excepción, suplicaron al Maestro que abandonase la

ciudad de inmediato. No había tiempo que perder. La policía del Templo lo

buscaría (si no lo estaba haciendo ya).

Jesús y su grupo salieron de la domus por una puerta lateral y con grandes

precauciones. Pedro se situó a la cabeza, con la mano izquierda

permanentemente en la empuñadura del “gladius”. Los Zebedeo caminaban por

detrás del Hijo del Hombre. Jasón cerraba la comitiva.

Nadie habló en el viaje de regreso a Betania. Jesús parecía tener prisa.

En la hacienda se actuó con diligencia. El Maestro celebró una reunión con

Lázaro y con Andrés. Todos aguardaban, impacientes. Por último, el jefe de los

íntimos reclamó a Felipe, y lo dispusieron todo para la marcha.

Fue entonces cuando Judas se acercó a Andrés y exigió que lucharan. El

jefe le contestó: “¿Pretendes que doce espadas se enfrenten a doce mil

bastones?”. Todos se pusieron de acuerdo. Huir era más inteligente…

HUYENDO SIN CESAR

Page 385: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

390

Y con el ocaso, poco después de las 18 horas, entre abrazos, la pequeña

expedición se puso en marcha. Lázaro, sus hermanas y la servidumbre dijeron

adiós entre lágrimas.

Era la enésima huida…

En el camino, Andrés le explicó a Jasón que Jesús no deseaba

enfrentamientos de ningún tipo. Tenían que alejarse de Jerusalén y buscar

refugio en zonas en las que no tuviera competencia el Gran Sanedrín.

Y huyeron sin cesar. No hicieron otra cosa en casi seis meses. Se

establecieron guardias. Se levantaba el campamento cada poco. Volvían a huir,

siempre con el temor de la aparición de los levitas, y vuelta a empezar…

Atravesaron las regiones de Belén, Hebrón, desierto de Judá, Samaría,

monte Gilboá, mar de la Sal…

Jesús, acompañado siempre por Zal, siguió enseñando a los suyos y

conversando con Jasón.

Y llegó octubre. Jasón recibió la visita de su fiel compañero de viajes, el

negro Tarpelay, en el campamento en el Gilboá. Llevaba días buscándolp. Kesil,

su siervo y el de su amigo Eliseo, lo reclamaba.

El Galileo y los íntimos se disponían a marchar a la cercana Decápolis. Era

un lugar “neutral”, bajo la tutela de Roma, en el que la policía del Templo de

Jerusalén no tenía competencia. Era, por tanto, una zona segura.

Ante la insistencia de Tarpelay, Jasón no tuvo más remedio que

abandonar Gilboá y dirigirse al “yam”. Cuando Jesús supo de este cambio de

planes, llamó aparte a Jasón y comentó: “Confía, ‘mal´ak’, confía siempre…

Ahora regresa al lago. Después vuelve, e infórmame…”.

Sonrió y se alejó hacia lo alto del monte. Ab-bá lo esperaba.

Jasón llegó a la ínsula de Nahum, lugar en el que Eliseo había alquilado

una habitación. Allí estaba, en un camastro, enfermo. Padecía un mieloma

múltiple: un cáncer de las células plasmáticas. Uno de los peores cánceres.

Page 386: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

391

Jesús se hallaba en la Decápolis.

El 1 de noviembre, Jasón y Tarpelay divisaron la blanca aldea de Nazaret,

al pie del Nebi. María, la madre de Jesús, Miryam, Santiago y el resto se

alegraron de verlo. Ruth, la menor, continuaba enferma.

Permaneció con ellos varios días.

La familia conocía las amenazas de Anás y sabía de la orden de caza y

captura de su Hermano. Los correos establecidos por David Zebedeo como jefe

funcionaban aceptablemente. La madre y los hermanos del Galileo estaban al

tanto, igualmente, de los meses de permanente fuga y del odio del Sanedrín.

María lloró amargamente. Y recordó sus vaticinios: si su Hijo no

abandonaba aquellas locas ideas, todos sufrirían. Era preciso que se ajustara a la

Ley y a los profetas. Era el Libertador político de Israel. Sus hermanos estaban

preparados, se unirían a Él de inmediato. Sólo tenía que reconocer su

equivocación.

Santiago, el hermano de Jesús, se mostró especialmente duro. Se sentía

marginado y celoso. Acusó al Hijo del Hombre da “insensato y de llevar a la

ruina a muchas familias”. Miryam asentía. El marido, Jacobo, no dijo nada.

Amaban al Maestro, pero no comprendían aquella actitud.

El 5 de noviembre, Jasón se despidió de la Señora y de su gente. Volvió al

“yam” y se dedicó a acompañar a Eliseo durante dos meses.

Al caserón de los Zebedeo, en Seidan, siguieron llegando noticias del

Maestro y de los doce. Continuaban en la Decápolis, sin novedad.

EL FIN DE YEHOHANAN, EL BAUTISTA

El 5 de enero del año 28, Jasón tomó sus cosas con el objetivo de localizar

al Maestro y pedirle que hiciera algo para ayudar a Eliseo. Decidió dirigirse al

mar de la Sal (actual mar Muerto) y consultar al dueño del torreón. Raisos –ese

era su nombre– se alegró de verlo y dijo saber de la triste suerte de Jesús y del

Page 387: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

392

grupo, pero no tenía ni idea de su paradero. De todos modos, prometió

averiguarlo en unos días. Y allí Jasón se encontró con un viejo conocido: Atar, el

afeminado maestro de ceremonias que había organizado la boda de Caná, que

le preguntó qué hacía en ese lugar. Jasón le dijo la verdad. Por su parte, Atar se

hallaba en Maqueronte como “maître” de la fiesta de la conmemoración de la

subida al trono de Herodes Antipas, tetrarca de la Galilea y la Perea.

Esa noche, mientras cenaban, Raisos tuvo una buena idea. En

Maqueronte se hallaba Nakebos, capitán de la guardia de Antipas y hombre de

confianza del tetrarca. Quizá él sabía del actual paradero de Jesús de Nazaret.

El sábado 10 de enero, Jasón acompañó a Raisos y sus siervos a lo alto del

cono sobre el que se alzaba el palacio-fortaleza de Antipas: Maqueronte. Y allí

quedó, junto con Atar. Al acercarse a la piscina, Jasón quedó asombrado ante lo

que veían sus ojos. Atar le dijo: “No te extrañes. Llevan cinco días de fiesta”.

Jasón calculó unos cien invitados, la mayoría árabe. Otros parecían

funcionarios al servicio de Roma y del tetrarca. También había saduceos, con sus

sedas y linos lujosísimos, y comerciantes. Roncaban. Casi todos estaban

borrachos. Tres mujeres se bañaban, desnudas, en las aguas de la alberca. El

persa Atar divisó a Nakebos al otro lado de la sala y guió a Jasón por el

pavimento alfombrado de vómitos. También estaba borracho.

Fue entonces cuando Jasón se fijó en una mujer. Vestía una túnica de hilo,

transparente, que dejaba ver su piel aceitunada y sus pequeños pechos. Era

árabe (de Edom), descendiente de Esaú. Lucía un cabello rubio, escandaloso,

teñido, con amplias ondas. Las uñas de manos y pies aparecían amarillas. Los

párpados, cejas y labios hacían juego en un azul dorado. Un toque de malaquita

verde animaba los pómulos. En esos momentos tenía treinta y seis años de

edad. Era hermosa… Lo más deslumbrante era el collar: una gargantilla trenzada

en oro, con engastes ovales de nácar. Entre nácar y nácar, prismas de

esmeraldas.

Sí, era Herodías, la esposa de Antipas. A su lado, en el mismo diván,

reclinada, había otra mujer, más joven. Jasón la miró y Nakebos, que estaba a su

Page 388: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

393

lado, le comentó: “No te metas ahí… Salomé es hijastra de Antipas –y bajando la

voz añadió–: Todo el mundo sabe que le gusta…”.

Salomé era hija de Herodías y de otro Herodes, hermanastro de Antipas.

(El evangelista Marcos comete un error al identificar al marido de Herodías con

Filipo, rey de la Gaulanitis. El verdadero marido de Herodías fue otro Herodes,

hermanastro del referido Filipo.)

Salomé era atractiva, sin más. No era muy alta. Rubia, con cabellos

ondulados hasta los hombros. Los ojos eran bellos: achinados, dulces, de un

marrón lánguido. Pecas en las mejillas y la nariz, una nariz algo gruesa y con una

sonrisa rápida y traviesa. En ese año 28 tenía diecisiete años de edad. Aparecía

prácticamente desnuda, como la madre. Siete gasas, de colores, colgaban de la

estrecha cintura. El sexo estaba depilado. Las orejas, pintadas de amarillo,

hacían juego con la melena.

De pronto, entró un contingente de soldados, armados hasta los dientes.

Formaron pasillos desde la puerta del palacio al diván en que se encontraban

Jasón y Nakebos. Llegaba Antipas. Todos guardaron silencio. El esquelético

Antipas vestía túnica de lino hasta los pies, con una piel de guepardo sobre los

hombros, fajándole la cintura. Lucía una peluca blanca hasta la nuca. El perfume

era mortificante. La máscara de malaquita del Sinaí, que cubría las úlceras y

costras del rostro, cuello y manos, no le permitía demasiada expresividad. Los

ojos, enrojecidos, denotaban falta de sueño y demasiado “legmi” (licor). Llevaba

una cadena de oro que daba tres vueltas al cuello, adornada con formas de

hojas de hiedra, todas de oro repujado.

Nakebos sirvió “legmi” a su señor y éste, complacido, alzó la copa para el

brindis. Luego le susurró algo al oído. Nakebos llamo al persa Atar y éste, que

tenía todo preparado, llamó a los cinco nubios, altos y bellísimos, que

esperaban con sus timbales para dar inicio a la danza.

Y sonaron los timbales… Salomé, de pronto, se alzó y comenzó a danzar.

Los invitados suspiraban. La guardia gala olvidó su trabajo y permaneció

pendiente de aquel cuerpo desnudo e insinuante. Y Salomé, con toda intención,

incrementó el ritmo, acercándose al diván de Antipas. El hombre la devoraba

Page 389: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

394

con la vista. Nakebos sirvió otra copa para su señor y para sí. Herodías seguía los

movimientos de la hija. Disfrutaba… La danza fue importada de los desiertos

árabes. Era un baile sensual y seductor. La mirada de Salomé fue, únicamente,

para Antipas. Ella sabía… y mostraba sus encantos sin el menor pudor. Los

comensales estaban perplejos. ¿Por qué Salomé bailaba así ante el tetrarca? Ella

continuó danzando, esta vez moviendo sus pechos ante el rostro de Antipas. El

tetrarca, codicioso y sensual, aproximó los labios al pezón derecho de la mujer.

Herodías dejó de llevar el ritmo. Estaba lívida. Pero cuando Antipas se disponía

a succionarlo, Salomé se echó atrás, y el tetrarca, confundido, perdió el

equilibrio derrumbándose sobre el pavimento. Nakebos se apresuró a

levantarlo, y todo volvió a la normalidad. Antipas, verde y borracho, volvió a

sentarse en el triclinio. Salomé se fue alejando, los tambores fueron

apagándose. Finalmente, Salomé se lanzó, de espaldas, a la piscina. Los

comensales la vitorearon y aplaudieron a rabiar.

Herodías continuaba seria. Su mirada hacia Antipas era incendiaria. Éste

se inclinó sobre Nakebos, su hombre de confianza. Susurró algo. Nakebos fue

hacia la piscina y habló con Salomé brevemente. Acto seguido, Nakebos se

dirigió hacia el triclinio de Herodías. Ella le susurró otras palabras al oído.

Nakebos dio media vuelta y retornó junto al tetrarca.

Lo sucedido fue que Antipas solicitó a Salomé que volviera a bailar para

él… Si lo hacía, le regalaría un marido que podría escoger entre los presentes.

Salomé envió a Nakebos a su madre. Ella decidiría. Herodías lo había pensado.

Después, le dijo a Nakebos que transmita a Antipas: “Salomé bailará para ti si

antes me traes la cabeza del loco Yehohanan… en una bandeja de plata”.

Antipas miró a su esposa con desprecio. Después, sin titubear, ordenó al capitán

que procediera.

Nakebos, junto con sus hombres, se dirigió al oscuro torreón. Y se

lanzaron escaleras abajo. Yehohanan se hallaba encadenado al tobillo izquierdo,

gritando y gritando: “¡Llegará el día en el que tropezarán los soberbios y todos

los que obran maldad!...”.

Nakebos dio la orden a uno de los suyos. El muchacho galo desenfundó la

espada y estoqueó a Yehohanan. El hierro penetró por el costado izquierdo.

Page 390: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

395

Muerte inmediata. Serían las tres de la tarde. (La misma hora en que falleció el

Maestro, pero veintisiete meses antes.) El mismo mercenario decapitó al

hombre tendido en el suelo. Agarró la cabeza por la cabellera y la levantó a la

vista de todos.

Nakebos dio la orden y todos ascendieron con prisa. Al salir de la torre

negra, dio la orden de que trajeran una bandeja de plata, como lo había

ordenado la Señora.

Nakebos entró al salón con la bandeja entre sus manos y la depositó

frente a Antipas. Éste, al verla, vomitó sobre ella y ordenó que fuera llevada a

quien la había solicitado. El capitán de la guardia gala obedeció. Depositó la

bandeja en el suelo, frente al triclinio de Herodías. Salomé miró la cabeza con

frialdad. Herodías observó la cabeza en silencio durante algunos segundos.

Luego, se alzó y caminó hasta colocarse sobre la bandeja. Recogió ligeramente

la túnica transparente, se situó de cuclillas y orinó sobre los restos de

Yehohanan. Antipas aplaudió, todos aplaudieron. Acto seguido, Herodías indicó

a la servidumbre que recogieran la bandeja y que la siguieran. La mujer caminó

hasta el pozo de las “niñas” (arañas muy venenosas) y ordenó que lo abrieran.

Lo destaparon y Herodías hizo una señal. El esclavo que sostenía la bandeja

volcó el contenido y lo arrojó al interior del pozo. Herodías se asomó al pozo de

las arañas, escupió y clamó: “A todos se los llevará el viento ardiente de Yavé…

¡Y ha empezado por ti!”.

Era una frase de Isaías. Yehohanan la utilizaba contra Antipas y contra

ella. Herodías la recordaba y añadió: “¡‘Hara´im’!” (excremento humano).

Era uno de los insultos favoritos del Bautista.

Ella escupió por segunda vez y gritó: “¡De parte de la ‘dusara’!”

(adoradora de dioses paganos).

La mujer de Antipas estaba al corriente de los epítetos hirientes que le

había dedicado el Anunciador. Era su venganza.

Era el sábado 10 de enero del año 28 de nuestra era.

Al día siguiente, la noticia de la muerte de Yehohanan corría por la región.

Page 391: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

396

¡HA LLEGADO LA HORA!

Jesús y su gente se hallaban en el meandro Omega, cerca de la ciudad de

Pella. Acababan de llegar. Procedían de la Decápolis. Seguían huyendo. El Gran

Sanedrín juró venganza. Capturarían al Maestro, fuera donde fuese y costara lo

que costase…

Antes del crepúsculo del lunes 12 de enero, Jasón llegó al río Artal, o el

meandro Omega. Allí estaba el Maestro y su gente. Hacía dos meses y medio

que no lo veía.

Jesús estaba más flaco y desmejorado. Las canas había aparecido en la

cabellera color caramelo. Sabían de la ejecución del Bautista. Judas Iscariote se

mantuvo apartado. Nunca perdonó al Hijo del Hombre que no hubiera hecho

algo por Yehohanan.

De pronto, el Galileo salió al encuentro de Jasón. Lo tomó del brazo y lo

llevó lejos de los íntimos. Y allí, lo miró a los ojos y le dijo: “El mal de tu

hermano Eliseo no es de muerte… ¡Confía!”.

Andrés y el resto pusieron al corriente a Jasón de lo ocurrido durante su

ausencia: de sus andanzas por la Decápolis, las permanentes huidas, los recelos,

la llegada de los correos con las noticias del Sanedrín y de las familias… No

predicaron en público. Jesús se limitó a las enseñanzas en privado.

Esa noche, tras la cena, el Maestro se dirigió a los íntimos y anunció:

“Yehohanan ha muerto… No esperemos más”.

Los discípulos estaban sorprendidos.

Y Jesús proclamó con fuerza y con seguridad: “¡Ha llegado la hora…!

¡Anunciaremos el reino abiertamente!... Preparadlo todo. Mañana regresamos

al ‘yam’…”.

Habían pasado un año fuera de sus casas… La mayoría se alegró. Otros

mostraron dudas. ¿Qué significaba que “anunciarían el reino abiertamente”?

Page 392: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

397

Era el peor de los momentos. Herodes Antipas se había crecido con la

ejecución del Bautista. Las castas sacerdotales los perseguían con saña. Si

aparecían en la Galilea, o en Jerusalén, los atraparían… Jesús no dijo nada y se

retiró a descansar.

El martes 13 de enero del año 28 de nuestra era, al alba, el grupo se puso

en marcha.

Jesús fue fiel a la decisión adoptada en las colinas de Beit Ids: esperaría a

que se cumpliera el Destino de Yehohanan. Ahora todo era distinto… Empezaba

una nueva época para el Hombre-Dios: la auténtica vida de predicación.

REGRESO AL MAR DE TIBERÍADES: INICIO DE LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS

El grupo llegó a Saidan antes del ocaso. Jasón tomó una decisión: si los

Zebedeo lo autorizaban, trasladaría a Eliseo al caserón. Su amigo estaba muy

grave. Propuso pagar la estancia de su compañero y de Kesil, pero rechazaron la

sugerencia. Y esa misma noche, Eliseo fue trasladado al palomar. Estaba en

estado de coma. La vida se le iba. Jesús supo de la estancia de Eliseo en el

caserón pero, inexplicablemente, no aceptó verlo. Jasón se sintió perplejo y

dolido. Muy dolido. Fue torpe. El Maestro sabía…

El miércoles 14 de enero, llegó Pedro. Discutió con Salomé, la esposa del

viejo Zebedeo, y con las hijas. Hablaba de Amata, su suegra. Decía que se estaba

muriendo. Jesús estaba allí y escuchaba. En eso llegó su esposa, Perpetua,

llorando y confirmando las palabras de Pedro. Todos corrieron hacia la casa de

Pedro, a las afueras de Saidan. Jesús fue con ellos y también Jasón.

En la humilde casa se reunió medio pueblo. Pedro era querido en la aldea,

pero Amata y Perpetua lo eran mucho más. La suegra se hallaba en el nivel

superior. El Hijo del Hombre ascendió los peldaños de piedra y se arrodilló al

lado de Amata.

La gente murmuraba: “Es el profeta de Nahum…”.

Page 393: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

398

Amata, una anciana de unos cuarenta y cinco años de edad, estaba

tendida sobre una estera de paja, cubierta con unas mantas. Tiritaba. Tenía

fiebre muy alta. Rondaba los 40 grados. El Maestro tomó sus manos, las acarició

y le dedicó palabras de consuelo. Felipe, el intendente, llegó presuroso. Vivía

muy cerca. Ordenó a Perpetua que dejara la casa, tanta gente en un lugar tan

exiguo no era saludable… Pedro ayudó a su mujer y poco a poco, entre

protestas, la parroquia fue retirándose. Felipe se situó junto al Galileo y empezó

a colocar lienzos mojados en agua sobre la frente de la anciana. “Fiebres

malignas –dijo–. No es la primera vez”. Jasón dedujo que Amata estaba en plena

crisis de malaria. Finalmente, Jesús se alzó y caminó hacia los peldaños. Al pasar

al lado de Jasón, lo miró intensamente y susurró: “Tampoco es una enfermedad

de muerte…”. Le guiñó el ojo y se alejó de la casa. Felipe, con una infusión de

esencia de artemisa, uno de sus tantos “remedios” aprendido de los sabios de

su querida China, solucionó el problema, en parte. El antitérmico hizo lo suyo y

la fiebre descendió. Pedro y Perpetua lloraban en un rincón. Jasón regresó al

palomar, junto a su amigo. Por la ventana, vio al Maestro paseando por la orilla

del “yam”, solo. Zal corría a su lado.

Al ocaso, Pedro irrumpió de nuevo en el caserón. Saltaba, gritaba, lloraba,

abrazaba a todo el mundo. Salomé trató de interrogarlo, pero Pedro era incapaz

de articular una sola palabra. Finalmente, la mujer lo sujetó por los hombros

con fuerza y le preguntó qué era lo que pasaba.

“¡Un milagro!”

Salomé no comprendía e insistió con su pregunta.

“¡Lo ha hecho! –balbuceó el discípulo señalando hacia su casa–. ¡El

Maestro lo ha hecho!... ¡Él lo ha hecho!... ¡Ha curado a mi suegra!... ¡Está viva!”

Los allí reunidos seguían sin comprender mucho, pero decidieron correr

hacia la casa del discípulo. Pedro se dejó caer sobre el pavimento, entre

lágrimas.

La vivienda se hallaba prácticamente vacía. Perpetua y Felipe atendían a

Amata. La anciana se encontraba sentada en los peldaños de acceso al nivel

superior. Al verlos, sonrió. Estaba bebiendo de un cuenco sopa caliente. Jasón

Page 394: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

399

interrogó a Felipe y éste negó con la cabeza. Allí no hubo ningún milagro. La

crisis experimentaba altibajos. Pedro confundió la mejoría con un prodigio

llevado a cabo por el rabí.

Y en eso, vieron llegar a Pedro, que continuaba eufórico proclamando que

había sido un milagro. “¡Después de Caná, Amata…!” Y escapó de la casa

airando el supuesto prodigio. Andrés, su hermano, no pudo calmarlo.

El vecindario no tardó en ingresar de nuevo en la vivienda. Contemplaba a

Amata y se retiraba, contagiada por la euforia de Pedro. La aldea se convirtió en

un manicomio. Todo el mundo corría y gritaba el milagro del constructor de

barcos de Nahum. Cerca de las doce de la noche, pasados los efectos de la

artemisa, Amata cayó en otra tiritona. Lo dicho: no hubo prodigio (al menos en

esos momentos).

La realidad, sin embargo, no se impuso. El bulo siguió circulando, ¡y a qué

velocidad…!

Al día siguiente, jueves 15 de enero, los rumores se dispararon. Fue la

comidilla del “yam”. Todo el mundo sabía o estuvo allí, en la casa de Pedro, el

pescador. Todo el mundo aseguraba que Amata fue “rescatada de las tinieblas

por el constructor de barcos”. Algunos, incluso, mencionaban la palabras

“resurrección”.

Y empezó a llegar gente a Saidan.

Por supuesto, la suegra de Pedro no mejoró, o lo hizo en ocasiones gracias

a la ayuda de Felipe. Pedro, avergonzado, se quitó de en medio. Se excusó y se

dedicó a la pesca en solitario.

(Tres de los cuatro evangelistas hacen mención de la “curación de la

suegra de Pedro”. No fue así. Es probable que tanto Marcos –entonces un niño–

como Lucas –ni siquiera conoció al Maestro– se dejaran influenciar por las

narraciones de Pedro.)

Sea como fuere, lo cierto es que el incidente con la suegra de Pedro

terminaría desembocando en un hecho extraordinario y único en la historia de

la humanidad.

Page 395: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

400

El viernes 16, Amata empeoró. Felipe le dio nuevas dosis de artemisa y la

malaria retrocedió. Nada de esto fue estimado por los cientos de curiosos y de

enfermos que siguieron llegando a la aldea. Era la segunda vez que Saidan

resultaba tomada por gente de todo tipo y condición. Acampaban en las calles,

en la playa, junto a la fuente, en las azoteas, en los patios, en el camino que

conducía a Nahum y a Kursi, en los huertos y a orillas del río Zají. Estaban en

todas partes. Y como siempre, junto a enfermos de verdad, gente necesitada de

consuelo, surgieron falsos cojos, falsos ciegos, falsos leprosos, vendedores,

tunantes y fulleros. Muchos se acurrucaron frente a la puerta principal del

caserón de los Zebedeo. Allí permanecían día y noche, suplicando e implorando

el nombre del Maestro. Solicitaban el perdón de los pecados y la sanación de

sus cuerpos. Había alrededor de dos mil personas. Jesús, inteligente, se retiró a

las colinas con Zal. No quiso que nadie lo acompañase.

Esa noche durmió afuera.

MULTITUDINARIA SANACIÓN EN SAIDAN

Y llegó el increíble sábado 17 de enero del año 28.

El día amaneció nublado. Continuaba llegando gente por el norte, por el

sur e, incluso, por mar. Allí se reunieron judíos y gentiles, ricos y pobres,

esclavos y hombres libres, enfermos y sanos, incrédulos y crédulos, amigos del

Maestro y enemigos enconados, confidentes y familias que deseaban pasar un

sábado “distinto”. El número de tullidos, ciegos y dolientes de todo tipo

resultaba difícil de evaluar. Eran cientos… La aldea era un lamento.

Caminando por la aldea, Jasón se encontró con personas que había

conocido en sus viajes con el Maestro: un barbero tuerto con 27 dedos y su hija

tetrapléjica; las leprosas de Fenicia, una familia “a´rab” traía a un anciano atado

con una cuerda, que vivía en una granja de cerdos, al norte de Hipos; el anciano

enfermo de Alzheimer. Y al caminar hacia el norte, Jasón recibió una agradable

sorpresa: Assi, el esenio, responsable del “kan” ubicado en el lago Hule, en la

alta Galilea, se hallaba acampado a las afueras de Saidan, cerca de las viviendas

Page 396: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

401

de Felipe y Pedro. Se abrazaron. También había oído maravillas sobre Jesús y la

increíble curación de la suegra del discípulo. “Algo” que no supo explicar lo puso

en movimiento. Reunió a la totalidad de enfermos del “kan”, más de sesenta, y

caminó hacia el “yam”.

Jasón recordaba a muchos de ellos: un niño sordomudo, un “mamzer”

(bastardo) de unos diez años, ahijado de Assi; Tinieblas, el hombre de confianza

de Assi. Silencioso, con su larga túnica roja hasta los pies, y con la cabeza

siempre cubierta. No mostraba el rostro ni tampoco las manos debido a la

hipertricosis lanuginosa congénita (abundancia de pelo duro y recio) que lo

cubría y que le proporcionaba un aspecto terrible. Tinieblas seguía ocupándose

de todo y de todos. Jasón no vio a Aru, el negro tatuado que resultó

misteriosamente sanado por el Hijo del Hombre el 17 de septiembre del año 25,

cuando descendían del monte Hermón y se detuvieron en el citado “kan” de

Assi. Aquel muchacho sufría una dolencia que, en nuestro tiempo, recibe el

nombre de “amok”: “lanzarse furiosamente a la batalla”. Era un hombre

agresivo que estaba encadenado a una de las chozas del “kan”. El médico

esenio, siempre de blanco inmaculado, siempre humilde y bondadoso, estaba

allí porque deseaba beneficiar a su gente. Y se salió con la suya…

Jasón regresó al caserón hacia la nona (tres de la tarde). Los discípulos –a

excepción de Pedro y Mateo Leví– se hallaban reunidos en el comedor (“tercera

casa”). Discutían agitadamente. El tema capital era el gentío que esperaba en la

aldea. ¿Qué debían hacer? Juan Zebedeo, el Zelota y el Iscariote argumentaban

que la situación los beneficiaba. Si el Maestro hacía el prodigio y sanaba a tanta

gente, el Sanedrín mordería el polvo, y no tendría más remedio que

reconsiderar la orden de busca y captura. “Y Jesús sería proclamado rey…”

Andrés, el “oso” de Caná y Tomás se mostraban escépticos. Santiago Zebedeo

habló poco, pero con cordura: “Pase lo que pase, las castas sacerdotales

alimentarán el odio contra el rabí…”. En definitiva, más leña al fuego. Los

gemelos miraban en silencio, pero no entendían bien. Felipe tenía la cabeza en

otro lugar: Si el Maestro lo decidía, si deseaba que esos cientos de forasteros

fueran alimentados, ¿de dónde sacaría el dinero para la comida? Juan hizo un

gesto, despreciativo, y el resto continuó con el asunto de la sanación. Tenían

que convencer al Hijo del Hombre para que curase a la multitud… “No, eso sería

Page 397: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

402

nuestro fin… Lo ideal es huir de nuevo… El Sanedrín nos localizará y será la ruina

de todos nosotros. Esperemos al rabí.”

Finalmente se dieron cuenta de algo que estimaron grave: el Maestro se

hallaba, en solitario, en alguna de las colinas que rodeaba a la aldea. Había

aclarado que no deseaba compañía. “Tenía que conversar con Ab-bá, a solas…”,

eso había dicho.

De pronto, los gemelos se alzaron y susurraron a Andrés, el jefe, que

querían ir a pescar. Bartolomé, el “oso”, se incorporó también y se unió a los

pasos de los Alfeo. Jasón optó por acompañarlos. Antes, pasó por el palomar, a

fin de visitar a Eliseo, que estaba acompañado por Abril, una de las hijas de

Salomé. Su amigo estaba muy próximo a su fin. Todo indicaba que no pasaría de

aquella noche. Jasón dudó, pero finalmente decidió salir de aquel lugar. El

Destino tiró de él. Y hacia la hora décima (las cuatro de la tarde), con el cielo

borrascoso, embarcaba con Tomás, el “oso” y los gemelos Alfeo en una de las

lanchas de los Zebedeo.

Bogaron durante una hora y anclaron a dos millas al oeste de Saidán y a

otras tantas de Nahum. Cuando estaban por iniciar la faena, Jacobo Alfeo

reclamó la atención general, señalando el cielo, hacia el norte. Entre las nubes,

sobre Nahum había aparecido una luz azul celeste metálica. No era una estrella.

Era una luz no muy grande. Parecía un boquete en las nubes. A los pocos

minutos, Judas Alfeo, señalando hacia el oeste, dijo: “¡O-o-o-o-otra!...”. En

efecto, sobre Saidán, también entre los cumulonimbos, vieron clarear otra “luz”

azul, gemela de la anterior. La única diferencia era que esta última, situada

sobre la aldea, palpitaba… ¡Tenía vida o lo parecía! Y se hizo un silencio extraño

y sonoro. ¿Qué estaba pasando? De la “luz” parada sobre la colina partió una

especie de relámpago blanco que fue a impactar en la segunda “luz”. No hubo

trueno. Los discípulos miraban entre asustados y perplejos. De pronto,

procedentes de la “luz” que palpitaba sobre Saidan, comenzaron a descender,

lentamente, millones y millones de puntos luminosos azules. El “oso” empezó a

llorar. Y la “nube” azul se precipitó sobre la aldea y alrededores… en segundos,

Saidan se volvió azul, un azul celeste, clarísimo. Jasón había visto anteriormente

esa luminosidad… El fenómeno duró unos minutos, quizá tres. Y tan

Page 398: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

403

súbitamente como se presentó, así se extinguió. La oscuridad los cubrió y

regresaron los sonidos naturales del lago. Comenzó a llover. Nadie quería

pescar. Era mejor volver al puerto.

Saltaron a tierra a eso de las siete de la tarde. Todo parecía tranquilo en

Saidan. Algunas lucernas brillaban en las casas. La gente había huido con la

lluvia. Jasón se acercó a la zona trasera del caserón. Pero “algo” tiró de él, una

vez más. El portalón estaba atrancado y buscó una puerta lateral. Salió, y nada

parecía haber cambiado. Los acampados en las calles se protegían del agua

como podían: con ropones, canastos, tiendas improvisadas… Oyó risas y

cánticos, pero siguió camino. Al doblar una de las esquinas, tropezó con un

grupo de judíos. De pie y bajo la lluvia, tenían las manos y los rostros elevados

hacia la negrura del cielo y entonaban la “plegaria” por excelencia: las

diecinueve “Shemoneh esreh”, la oración obligada cada día a todo varón mayor

de edad (a partir de los doce años y medio). Sorteó a unos y otros y llegó hasta

la fuente. “Alguien” guiaba sus pasos. Finalmente, Jasón se encontró con la niña

tetrapléjica moviéndose naturalmente y sonriendo. El “a´rab” tuerto que

conoció con veintisiete dedos no sufría polidactilia. Las manos eran normales. Y

lo miraba con los dos ojos, ¡no con uno! Por detrás, Jasón vio llegar a un grupo

de mujeres. Vestían de rojo y se cubrían la cabeza. Eran diez. Las conocía: eran

las leprosas de Fenicia. ¿Dónde estaba la lepra? ¡Dios! Jasón, con un pánico que

no supo entender, sin mediar palabra, escapó a la carrera. Corrió sin rumbo. La

gente sonreía. Todos cantaban. Todos lloraban y se abrazaban. Oyó palmas y

vítores al Santo… Jasón tropezó y cayó. Alguien se apresuró a ayudarlo. Era un

hijo del anciano que malvivía en una granja de cerdos, al norte de Hipos. Lo

condujo hasta una improvisada tienda de pieles de cabra. Allí, sonriente, lo

invitó a pasar. Lo que vio dejó perplejo a Jasón: el anciano comía y conversaba

con sus hijos y parientes. ¡No era posible! El hombre sufría de un Alzheimer

avanzado. Vivía atado. No recordaba ni reconocía a nadie, incontinencia de

esfínteres, agresividad permanente, trastornos en el lenguaje y alteraciones

motrices eran lo cotidiano en la vida de aquel infeliz. Jesús lo había tratado

tiempo atrás con gran ternura. Cuando Jasón preguntó, el hijo que lo había

auxiliado resumió: “Ese hombre, Jesús, al que conocimos en la granja, ha

Page 399: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

404

arrojado a los demonios que lo consumían…”. Jasón se rindió. Permaneció un

tiempo con aquella gente, observando la “bellinte” de Dios.

Ese poder afectó a más de seiscientas personas. Según el cálculo de Jasón,

seiscientos ochenta y tres judíos y no judíos fueron sanados Puede que más…

No importó el tipo de patología. Fueron sanados en segundos. Así de sencillo.

Aquella mañana del domingo 18 de enero (año 28) pasará a la historia

como la más grande cura de humildad de Jasón. Somos nada, en las rodillas de

un Dios…

La totalidad de los enfermos del “kan” del lago Hule resultó igualmente

curada. Paralíticos cerebrales, oligofrénicos, autistas… Cuando Jasón llegó al

campamento, Assi lloraba en un rincón. Comprendía menos que Jasón. Tinieblas

aparecía limpio. Había conseguido un espejo de bronce y se miraba

constantemente. Pero seguía ocultando el rostro y las manos bajo la túnica roja.

Necesitaba tiempo, como todos. El niño sordomudo oía, pero necesitaba que le

enseñaran a hablar.

Vencida la mañana, Jasón regresó al caserón. Pasó por la casa de Pedro.

Amata había sido curada. De Pedro, ni rastro… Las calles terminaron

convirtiéndose en una fiesta. Y continuaba llegando gente. Las noticias sobre el

formidable acto de poder y de misericordia volaron por el lago, y más allá del

“yam”.

Para más sorpresa, Jasón se encontró con un matrimonio con un hijo

pequeño, a los que había conocido cuando fueron a ver a Yehohanan, con la

ilusión de que lo curase. El niño tenía las piernas paralizadas y sufría un

importante déficit neurológico, con pérdida del control intestinal y de vejiga. No

sabía andar, pero había superado la paraplejia inferior o crural que lo consumía.

Eran de Nahum. El padre explicó que acudieron a Saidan cuando escucharon los

rumores sobre la curación de Amata, la suegra de Pedro. “Estamos aquí por

casualidad…” Jasón rió para sus adentros. ¿Casualidad?

Pero la jornada no había terminado. Jasón entró al caserón a eso de las

13 horas, agotado. Jesús no estaba. Los discípulos, igualmente agotados, habían

terminado por retirarse a sus respectivos alojamientos. En la “tercera casa”

Page 400: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

405

permanecían Andrés, desesperado por la ausencia de su hermano, Mateo Leví

con su esposa y un niño que dormía en sus brazos y que Jasón no conocía.

Preguntó por Pedro, pero Andrés no pudo dar muchas explicaciones. “Es burro

como nadie –manifestó el jefe–. Dice que la culpa del error es suya y no ha

vuelto por aquí, ni tampoco por su casa… Sabemos que sale a pescar y que

duerme, incluso, en la barca… Ya se le pasará…” El resto de la familia de los

Zebedeo tampoco estaba en el caserón. Jasón aprovechó la presencia del

prudente Andrés para preguntarle sobre lo ocurrido en el atardecer del día

anterior, mientras se encontraba en el lago. Andrés sonrió y le saltaron las

lágrimas. Alzó los brazos y la túnica resbaló, dejando la piel al descubierto. ¡La

psoriasis que padecía había desaparecido! Las uñas aparecían intactas y

brillantes. Telag, el hijo con síndrome de Down de Mateo, ya no era un

“endemoniado”… El Maestro había echado al espíritu inmundo que lo habitaba.

Mateo no habló de casualidad. Era especialmente inteligente y sensible. ¡Dios!

Lo mismo ocurrió con el resto de los discípulos, excepción hecha de Tomás,

Bartolomé y los gemelos de Alfeo, que no recibieron la “luz azul”. Tomás siguió

con el estrabismo en el ojo izquierdo, el “oso” siguió sufriendo de várices y los

Alfeo mantuvieron el ligero retraso mental. En cuanto a Jasón… Era su Destino,

ya que le aquejaba la misma enfermedad que a Eliseo, pero en menor medida.

Andrés relató a Jasón cómo ocurrieron los hechos. Al poco de su partida

con Tomás, Bartolomé y los Alfeo, Jesús regresó al caserón. Le preguntaron qué

debían hacer, pero no respondió. De pronto oyeron una música. Era el hermano

de la joven tetrapléjica que habían conocido tiempo atrás, y que tocaba la

flauta. Jesús se levantó y salió de la sala. Al poco regresó, con una flauta en las

manos, la misma que le había regalado aquel muchachito. Salió en busca del

joven y se sentó a su lado. Y tocaron juntos. Cuando dejaron de tocar, alguien,

entre la multitud, clamó: “¡Rabí, di una sola palabra y la salud volverá a

nosotros!... ¡Ten piedad!”. El Maestro se puse en pie y contempló a la gente…

No dijo nada. La multitud estalló en una súplica colectiva. Levantaban las

manos, rogaban, lloraban… Entonces aparecieron aquellas lágrimas en los ojos

del rabí. Después se presentó aquella luz azul entre las nubes… Todo se volvió

azul: las casas, la calle, la gente, la ropa, los animales, las manos, los pies…

¡Nevó azul! Y después empezó a llover y el gentío se volvió loco. ¡Estaban

Page 401: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

406

curados! ¡Los cojos y los paralíticos caminaban! ¡Los ciegos de nacimiento

veían!... ¡Los leprosos!... La gente golpeaba la puerta. Reclamaba a Jesús…

Querían nombrarlo rey y ponerlo al frente de los ejércitos de liberación de

Israel…

El Hijo del Hombre sintió piedad por sus criaturas. Y su corazón se puso

del lado de los que imploraban. Jasón imaginó su pensamiento: “Si fuera la

voluntad del Padre…, desearía que mis hijos quedaran sanados”. Y la infinita

compasión del Hombre-Dios hizo el prodigio. Al instante, la “gente” al servicio

del Padre se puso en movimiento y actuó: fueron curadas entre seiscientas y

setecientas personas.

Jesús fue el primer sorprendido. No fue su poder ni su sabiduría los que

hicieron el prodigio, sino su inagotable piedad. ¿Cuántos prodigios hizo Jesús de

Nazaret que jamás fueron conocidos? ¿Cuánta gente se benefició de su ternura?

El atardecer del sábado 17 de enero (domingo para los judíos), fue uno de

los momentos más notables en la vida del Hombre-Dios y, probablemente, para

la humanidad.

Los evangelistas sólo dedican unas escasas y torpes líneas.

Después del relato, Jasón se dirigió hacia el palomar. ¡Recordó a Eliseo!

Ingresó en su habitación y al no verlo, pensó que había muerto. Sin embargo, al

asomarse por la ventana, lo vio caminando junto al Maestro, a orillas del “yam”.

¡Eliseo estaba sanado! Fue corriendo hacia ellos, tropezó y cayó de bruces. Zal

empezó a ladrar y Abril, Kesil y Eliseo fueron en su ayuda. El Maestro levantó su

mano izquierda, agitándola en señal de saludo. Jasón no supo explicarlo, pero

en su mente sonó una palabra: “¡Confiad!”.

El consejo fue para él y para el hipotético lector de estas memorias…, por

supuesto.

(Por razones de salud, Jasón no pudo continuar acompañando al Maestro.

En su lugar, la milagrosa sanación de Eliseo permitió que éste lo reemplazara en

la misión que ambos habían convenido.)

Page 402: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

407

Eliseo regresa al caserón de los Zebedeo el domingo 1 de febrero del año

28. Lo acompañaba su fiel criado Kesil. Al preguntar por el Maestro, Salomé y las

hijas le informaron que Jesús había partido hacía casi dos semanas en la

compañía de sus discípulos y un nutrido grupo de gente. No sabían exactamente

su destino. Tal vez Rimmón, tal vez Nazaret. A Saidan llegaban decenas de

personas día a día con la intención de que Jesús los curase. La noticia de la

masiva curación en el atardecer del 17 de enero se había extendido por todo el

país. La playa y las calles se hallaban prácticamente tomadas por familias

enteras.

Eliseo regresó a Nahum, a la ínsula de Si. Meditó y decidió partir hacia

Rimmón esa misma mañana. Ordenó a Kesil que contratara un carro de cuatro

ruedas, cubierto. Y partieron. Al dejar atrás Tiberíades y llegar a una zona

llamado Mizpa, se encontraron dentro de un mar de chabolas. Era la “ciudad de

los mamzerîm”, los bastardos. A derecha e izquierda del camino, surgieron miles

de chabolas de paja, adobe, paredes de estiércol, cañas, maderas podridas y

sacos negros. Era un horror. El hedor era insoportable. Se taparon el rostro,

pero aún así, las montañas de excrementos y basura atacaron sin piedad.

Algunos de los estercoleros ardían y el humo borró la senda. En ambas

márgenes de la ruta se apostaban decenas de hombres, mujeres y niños,

ansiosos por atrapar lo que fuera. Eran seres esqueléticos y andrajosos. Se los

comían las moscas. Por lo que Eliseo averiguó tiempo después, aquellos

desgraciados vivían, prácticamente, de lo que sustraían a las caravanas.

Saltaban sobre las caballerías y robaban hortalizas y fruta. Y lo peor es que se

disputaban lo robado, enzarzándose en crueles peleas. Los más pequeños se

arriesgaban entre las patas de las mulas y de los onagros y trataban de recoger

los excrementos calientes de las caballerías. También se los disputaban entre

ellos. ¿Cómo era posible aquello, a dos escasos kilómetros de la floreciente

Tiberíades?

Un “mamzer” o bastardo era lo último de lo último en la hipócrita

sociedad judía de aquel tiempo. Y todo procedía de Yavé. “El bastardo no será

admitido en la asamblea, ni siquiera en su décima generación”, rezan la

Sagradas Escrituras. Sólo los “am-ha-arez” se hallaban por debajo de los

bastardos. Eran también la escoria del pueblo. Según los doctores de la Ley, los

Page 403: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

408

“am” habían robado las tierras de Israel cuando los judíos fueron desterrados a

Babilonia en el año 486 antes de Jesús. Tanto los “mamzer” como los “am-ha-

arez” eran considerados “pecadores sin posibilidad de redención”.

Curiosamente, formaron parte de los seguidores del Maestro. Y eran unas

25.000 almas…

Hacia las cuatro de la tarde divisaron Rimmón. Su verdadero nombre era

Bet Rimón o la Casa de Rimón. Era una aldea de piedra negra volcánica, situada

al pie de una colina. Todo eran huertos y bosques. Pero Eliseo y Kesil llegaron

tarde. Según la gente del lugar, el “loco de la naranja” y sus seguidores habían

permanecido varios días en las proximidades de la aldea. Después se fueron con

su locura en dirección a Jodfat (Jotapata), a cosa de seis o siete kilómetros.

Eliseo conversó con los paisanos y averiguó que Jesús se había dirigido a los

humildes campesinos y les había hablado, “con palabras luminosas”, de un reino

invisible al que accederían después de la muerte. Uno de los discípulos, a los

que llamaban “roca” (Pedro), les dio un discurso sobre el Mesías que acabaría,

de una vez por todas, con los malditos “kittim” (romanos).

Al día siguiente, lunes 2 de febrero, Eliseo y Kesil llegaron a Jotapata, una

aldea de treinta casas de piedra. Preguntaron, y todos indicaron hacia el norte.

A medio kilómetro distinguieron un árbol grande y espectacular. Lo llamaban el

“árbol serpiente” por su parecido a una bola de ofidios. Allí encontraron a varios

discípulos del Maestro y a un centenar de seguidores. Habían acampado al pie

de la centenaria higuera. Allí Eliseo también halló a una decena de seguidores

del Bautista. Le pareció extraño, sabiendo de las grandes diferencias entre los

pensamientos del Maestro y de Yehohanan. Aquello no podía terminar bien…

Eliseo buscó al Galileo entre aquella gente, aunque no lo encontró. Pero,

para su sorpresa, se encontró con tres viejos conocidos. Uno era Aru, el negro

tatuado del kan de Assi, que fue curado por Jesús. Lo acompañaba Sitio, un

homosexual que habían conocido en la posada de Qazrin, al norte de la Galilea.

El homosexual había escuchado las maravillas que se contaban sobre el

carpintero y constructor de barcos de Nahum, y lo buscó. Y lo hizo de la mano

de Aru. Con ellos estaba Yu, el chino, el carpintero jefe del astillero de los

Zebedo, en Nahum. Al ver a Eliseo, Yu se alzó y, cálido y sonriente, lo abrazó. Y

Page 404: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

409

le dijo que temporalmente había dejado todo –familia y trabajo– para seguir al

Maestro.

Una hora más tarde llegaron los restantes discípulos. Procedían de la

aldea, cargando provisiones. Y hacia la décima (las cuatro de la tarde) se

aproximó el Maestro. Descendía de las colinas. El Galileo sonrió a Eliseo y alzó la

mano izquierda en señal de saludo. Luego se unió al grupo de sus discípulos.

Al día siguiente, 3 de febrero, Eliseo se dedicó a pasear entre el centenar

largo de seguidores y curiosos que acampaban en las inmediaciones de la

higuera considerada sagrada por los pobladores de Jotapata. Entre aquellos

judíos, Eliseo descubrió gente rara. Una decena de estos seguidores –o

supuestos seguidores del Maestro– se dedicaba a interrogar al resto. Lo hacían a

todas horas y siempre con un objetivo último y bien disimulado: ¿era Jesús un

enemigo de Roma? No parecía importarles la palabra o los prodigios del

Maestro. ¿Eran confidentes? Quizá. Y pensó en el Sanedrín, en Herodes Antipas

y, por supuesto en Roma. Los espías en aquel tiempo eran legión.

Los discípulos, por su parte, estaban eufóricos. La curación masiva en

Saidan fue el triunfo de los triunfos. Gritaban: “Es el principio del reino del

Mesías”. Proclamaban el inminente y definitivo final de la ocupación romana en

la sagrada tierra de Palestina. “Seremos ministros y generales –decían– y

echaremos al mar a esos pederastas… Nadaremos en oro…” El Galileo escuchaba

en silencio, pero seguía a lo suyo, imperturbable. Yu, el chino, lo apuntaba todo.

Y lo hacía en chino. Viajaba con sacos y sacos de rollos.

Esa mañana, a eso de la quinta (las once de la mañana), Jesús fue a

sentarse al pie de la higuera. Los discípulos se acomodaron en los primeros

lugares. Los gemelos y Felipe, responsables de la cocina, se mantuvieron a cierta

distancia.

Zal se tumbó a los pies del Galileo. Eliseo permaneció por detrás de los

seguidores.

El Maestro, entonces, dio los buenos días y se dispuso a hablar. De

pronto, Felipe llegó apurado y entregó al Maestro una naranja. Eliseo

comprendió por qué los habitantes de Bet Rimmón se refirieron a Jesús como

Page 405: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

410

“el loco de la naranja”. La costumbre la estrenó Felipe el 10 de abril del año 27,

cuando el Maestro pronunció su primer discurso en el Templo, en Jerusalén. El

asunto se mantuvo como una simpática costumbre. Eliseo sabía que la naranja

es el símbolo del “rayo luminoso que no cesa”: el “aktis-inos”… Como decía el

Maestro, quien tenga oídos que oiga…

“Estoy aquí por voluntad de Ab-bá, el Padre Azul que gobierna y sostiene

los siete grandes universos… Él me ha enviado para refrescar la memoria de este

atormentado mundo. He venido para disipar la oscuridad de los corazones… He

nacido para que recordéis que existe la esperanza…” La gente no entendía. Yu

copiaba todo, asintiendo con la cabeza.

“… Vengo del Padre y a Él regresaré en breve… El que me ve a mí ve

también a Ab-bá…”

La gente lo miraba, desconcertada, y algunos murmuraban: “Ha perdido el

juicio”. Jesús intentó explicar que Yavé, el dios de la Biblia, “era agua pasada”. Y

se centró en el reino invisible de su Padre. Lo definió como un lugar al que

accedemos tras la muerte.

“Todos… T-o-d-o-s… entraréis en ese reino… Hagáis lo que hagáis y

penséis lo que penséis… A eso he venido. Para recordaros que seréis felices

algún día.”

“¿Se pagan impuestos en ese reino invisible?”, preguntó alguien con

ironía.

“En el reino de mi Padre –respondió el rabí– no hay dinero. En ese reino,

se trabaja por amor…”

“¿Un reino sin dinero en el que se trabaja por amor? ¿De qué hablas? Yo

no quiero trabajar por amor –terció otro de los confidentes–. ¡Quiero mi

salario!”

“Pero, ¿dónde está ese reino?”, preguntó otro.

“En todas partes –manifestó Jesús sin perder la compostura–. Pero, sobre

todo –y señaló su cabeza– en vuestro interior.”

Page 406: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

411

La gente se enfureció. No entendían y lo que era peor, tomaron al

Maestro por loco.

“¿Cómo puede ser eso? –intervino otro–. Si casi no sé cómo llegar a mi

casa, ¿cómo pretendes que entre en mi cabeza?”

Entre las risas de algunos y los puños en alto de otros amenazando al

Maestro con gritos de “¡Blasfemo!”, Jesús dejó de hablar. Era evidente que

muchos de aquellos individuos estaban allí no como seguidores del rabí, sino

para divertirse o algo peor. Los supuestos confidentes eran los que más

gritaban. El Maestro se alzó y, en silencio, con el rostro grave, cruzó entre los

vociferantes energúmenos y se alejó hacia las colinas. Zal fue tras Él.

Jesús de Nazaret seguía cosechando fracasos. Muy pocos entendían su

mensaje…

Hacia las 17 horas, el Maestro se presentó en el campamento ubicado en

el “árbol serpiente”. Se lo notaba de buen humor. Muchos de los supuestos

seguidores optaron por recoger sus cosas y desaparecer. Quedaron muy pocos,

quizá una treintena. Pero los espías no se movieron. Y surgió un diálogo

interesante como consecuencia de una serie de preguntas formuladas por

Bartolomé, el “oso” de Caná: “Rabí, ¿qué es la oración? ¿Para qué sirve? ¿Cómo

debemos rezar? ¿Qué diferencia hay entre rezar y adorar?”.

“La oración –respondió el Galileo– es una forma de hablar con el Padre

Azul. Sirve para divinizar lo humano. Cuando rezas, querido amigo, eres

consciente de que te encuentras sobre las rodillas de un Dios. Y Él, Ab-bá, te

sonríe, te diviniza… Pero no os equivoquéis –continuó el rabí con entusiasmo–.

Rezar no es solicitar cosas materiales…”

Lo miraron, perplejos. Y Juan Zebedeo lo interrumpió: “¿No debemos

pedir salud?”.

El Maestro negó con la cabeza y aclaró: “Todo eso está contemplado en tu

‘tikkún’ (contrato). La oración no te salvará de los problemas lógicos de la vida,

ni te proporcionará salud. Lo que hayas elegido antes de nacer se cumplirá

inexorablemente, reces o no reces”.

Page 407: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

412

“¿Y qué tenemos que solicitar?”, le preguntó Pedro.

“No tienes por qué pedir nada. Orar, os lo he dicho, es una manera de

conversar con la Divinidad. Cuando hablas con un buen amigo, ¿qué haces? ¿Te

pasas el tiempo pidiéndole cosas?” Todos respondieron que no.

“Pues eso… Siéntate en las rodillas del Padre Azul y abre tu corazón.

Muéstrale cómo eres en realidad. Háblale de tus sueños, de tus deseos… O no le

hables. Donde hay amor, no se necesitan las palabras. No tienes por qué decir

nada. Siente a Dios, sin más. Él sabe porque está dentro de ti.”

“Os lo he dicho muchas veces –prosiguió Jesús con dulzura–. Él entra en

vosotros –y señaló su cabeza– y ahí permanece y permanecerá. Cuando paséis al

otro lado, la ‘nitzutz’ (la chispa) terminará fundiéndose con vuestra alma.”

Bartolomé insistió: “Dices, rabí, que orar es hablar con el Padre Azul.

Pero, entonces, ¿qué hacemos con las ‘shemoneh’?”.

Las “shemoneh esreh” eran las diecinueve plegarias obligatorias que

debía rezar todo judío, tres veces al día. Eran, básicamente, bendiciones. Y al

final, se solicitaba a Yavé “la restauración de la soberanía nacional judía, la

reunión de los dispersos, la destrucción de los impíos (Roma), el premio de los

justos y el envío del Mesías libertador”.

“No aburráis a Dios –resumió el rabí–. Mi Padre no necesita de esa

recitación, como tampoco os exige ayunos o penitencias. Todo eso es

consecuencia de la mente retorcida del hombre. Estáis aquí para vivir. No

añadáis sufrimiento al sufrimiento propio de la existencia.”

Y precisó: “Rezad en secreto. No lo hagáis en grupo. La oración es un acto

íntimo, como hacer el amor o dormir. Y no juzguéis a la hora de rezar. No

juzguéis nunca”.

“¿Cuál es la mejor oración?”, se atrevió a intervenir Sitio.

“Hacer la voluntad de Ab-bá. No te canses de ponerte en sus manos…”

El Maestro guardó unos segundos de silencio y levantó la vista hacia las

estrellas. Después, el rabí pronunció una frase que debería ser grabada en

Page 408: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

413

piedra, para la eternidad: “Cuando te pones en las manos del Padre Azul, el

universo maquina a tu favor…”.

Tomás alzó la voz y preguntó: “¿Si rezo, me salvaré?”.

“No, Tomás –contestó el Maestro–. La oración no te salvará porque ya

estás salvado.”

Y gritó: “¡Eres inmortal!... ¿No lo comprendes? Tu alma jamás morirá. Eres

inmortal por expreso deseo de Ab-bá…, hagas lo que hagas o digas lo que

digas”.

Yu, el chino, escribía y lloraba.

“Pero Maestro –advirtió el “oso”–, la Ley dice que debemos pedir perdón

a Yavé por nuestros muchos pecados…”

“También lo hablamos. Ningún hombre está capacitado para ofender a

Dios. No reces para solicitar perdón. Si has ofendido a tu hermano, acude ante

él y hazle saber que estás equivocado. Si te ofendes a ti mismo, reconócelo. Con

eso es más que suficiente. La oración, os lo he dicho, es algo más grande y

sublime. No la enturbiéis con asuntos menores.”

“Dice la Ley –explicó Andrés– que, al cumplir con las ‘shemoneh’,

alargamos la vida. ¿Estás de acuerdo?”

“No, querido amigo. Eso es otro invento humano. Por mucho que reces no

añadirás una ‘yod’ (letra hebrea) a tu vida. La oración no retrasa la muerte y

tampoco la adelanta. Morirás cuando llegue el momento…, que tú mismo has

fijado.”

“¿Es mejor el que más reza?”, preguntó Mateo Leví.

“No. Nadie es mejor que nadie. No lo olvides.”

Mateo se sintió reconfortado. Algunos discípulos no lo aceptaban. Su

pasado reciente como recaudador lo convertía en un “pecador”.

“En todo caso, es más inteligente el que hace la voluntad de Ab-bá”,

agregó Jesús. Y aclaró: “Rezad, sobre todo, por los que os maldicen… Rezad

siempre, y no solo en los malos momentos… Rezad para llenar la copa del

Page 409: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

414

alma… Al rezar, ya estáis adorando… Después de orar, espera: mi Padre te

sorprenderá… No recéis por la extensión de mi mensaje: practicadlo”.

Al terminar la conversación, el lugar se vio impregnado, como en otras

ocasiones, con un intenso y agradable olor a mandarina. Se miraron extrañados.

Estaban a 810 metros de altitud. Allí no se daba ese fruto. Y Eliseo recordó lo

dicho por Jasón: cuando el Hijo del Hombre derramaba ternura y amor, el sitio

se llenaba de una fragancia que recordaba el perfume de la mandarina.

Al amanecer del miércoles 4 de febrero del año 28, Jesús y el mermado

grupo de seguidores –no sumaban más de cuarenta– se pusieron en camino

hacia Zabulón, ubicada a cosa de seis o siete kilómetros. Era otro núcleo urbano

minúsculo –de unas tres mil almas– rodeado de viñedos y de olvido, mucho

olvido… Por allí solo pasaban las caravanas de burreros, y con prisas. Pero el

Maestro no se detuvo. Y continuaron caminando a través de olivares, trigales y

espléndidos bosques con su fauna. Dejaron atrás las aldeas de Arraba, Hanna,

Lotem, Sallamá y Ammón, entre otras. Eran poblaciones de piedra negra y con

habitantes de rostros quemados por el sol y por la desesperanza.

Hacia la sexta (doce del mediodía) divisaron su destino: la aldea de

Ramma, patria del profeta Samuel, sobre una colina. Rodeada de olivares y

muchas colinas satélites. A sus pies bramaba un río rápido y de aguas cristalinas,

llamado Shezor. El Galileo detuvo sus largas zancadas y dedicó unos minutos a la

contemplación del paisaje. El grupo, agradecido. Estaban rendidos. Jesús de

Nazaret escogió un pequeño valle, cercano a la aldea y al río, y así se lo hizo

saber a Andrés, el jefe de los íntimos. El paraje era especial para judíos y

gentiles. Una enorme roca presidía el estrecho valle. Era la mitad de una esfera

de piedra. Los lugareños la llamaban “guimmel” o “revelación”. Aseguraban que

cayó del cielo. Los campesinos llegaban hasta la piedra, prendían candelas y

pedían favores a “guimmel”.

Al poco, Jesús se encaminó hacia la aldea. Lo acompañaban Pedro y los

hermanos Zebedeo, Juan y Santiago, la guardia personal del Maestro. Eliseo fue

tras ellos. El Maestro dedicó cuatro horas a hacer “´im”: entraba en las casas,

conversaba con la gente, se interesaba por sus necesidades y anhelos, en

definitiva, compartía sus vidas. Se interesaba por todo: enfermedades,

Page 410: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

415

nombres, animales, dineros, proyectos… La gente respondía perpleja y

agradecida. Nadie, nunca, llegaba a aquel paraje remoto preguntando por sus

problemas. Jesús se olvidó, incluso, de comer. Se hacía querer.

Con la puesta de sol regresaron a la “guimmel”. Juan Zebedeo traspasó

varias veces con su mirada a Eliseo y escupió a sus pies en dos ocasiones. Se

repetía la historia vivida con Jasón… eran dos malditos paganos. En el

campamento, Eliseo conversó con Yu y le brindó la información que requirió.

Ése era el trato: intercambiar datos sobre la persona y enseñanzas del Maestro.

Al día siguiente, jueves 5 de febrero del año 28, hacia la quinta (once de la

mañana), se acercó a la piedra “guimmel” un venerable anciano. Parecía rondar

los ochenta años. Vestía de blanco inmaculado. Tenía un bastón negro y unas

barbas nevadas que llegaban hasta el pecho. Dijo llamarse Hipías y ser griego.

Había dedicado su vida al estudio de la filosofía. Dijo ser devoto de Zenón de

Citio, nacido en el siglo IV antes de nuestra era, y fundador de un movimiento

intelectual muy de moda en aquel tiempo: el estoicismo. Preguntó por el

Maestro. Deseaba conversar con Él. Sabía de sus enseñanzas y deseaba

contrastarlas con las suyas. Andrés lo recibió, escuchó con atención y le rogó

que esperara. Al poco se presentó Jesús. Se saludaron, y en griego iniciaron una

sabrosa conversación. Fue el anciano el que habló al principio. Y el Maestro y un

reducido grupo de discípulos y seguidores del Bautista se acomodaron alrededor

del viejo filósofo. Eliseo permaneció cerca, atento. Felipe se acercó apurado y

entregó una naranja al Maestro. Luego retornó a sus quehaceres con los Alfeo.

Hipías hizo un resumen de las enseñanzas que practicaba: creía en un Dios

Razón que sostenía y gobernaba el mundo y las estrellas, defendía la existencia

del alma y su inmortalidad y consideraba –como Zenón– que dicha alma vivía

prisionera en el cuerpo. Era su destino. La vida –para los estoicos– era esfuerzo

continuo. Esa tenacidad podía conducirlos a la virtud y a la sabiduría. Por

supuesto, intentaban vivir en armonía con la naturaleza y buscaban –

desesperadamente– la hermandad entre los hombres. Al terminar su

exposición, preguntó al rabí: “Zenón, nuestro fundador, y Crísipo, uno de sus

alumnos, sostienen que la muerte es la separación del alma y el cuerpo. ¿Qué

opinas?”.

Page 411: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

416

“Dices bien –contestó el rabí–. El alma, al morir, viaja lejos… Pero no se

disuelve, como predicó Zenón… En cuanto al cuerpo, es cierto que se pudre y

desaparece, pero no regresa a la vida, como defendía tu maestro. Cuando

mueras, tendrás otro cuerpo…, distinto.”

Uno de los discípulos de Yehohanan lo interrumpió: “Pero, Maestro, ¿qué

es la muerte?”.

“Despertar… Morir es despertar”, replicó el Maestro con una seguridad

pasmosa.

Sonaron murmullos de desaprobación. Las ideas de los ortodoxos judíos

sobre la muerte eran otras. Ellos pensaban que, a los tres días del fallecimiento,

un ángel se hacía cargo del alma del difunto y la trasladaba al “seol”, un lugar

oscuro y remoto (en el centro de la Tierra) donde “ni siquiera llegaba la cólera

de Yavé”.

“Si el alma no se disuelve – preguntó Hipías–, ¿qué pasa con ella?”

Jesús se alzó y empezó a pasear entre los que escuchaban. El anciano

también lo hizo. Y llegó más gente… Eliseo intuyó que el Maestro buscaba las

palabras adecuadas. Jasón tenía razón cuando aseguraba que uno de los

grandes problemas del rabí era la “aproximación a la verdad”. Era muy difícil

encontrar las palabras exactas. ¿Cómo describir lo que es indescriptible?

“El alma es un regalo del Padre Azul o del Dios Razón, como le gustaba

llamarlo a Zenón y, por supuesto, de origen divino. En consecuencia, el alma es

indestructible.”

Hipías escuchaba, atónito. Las palabras del rabí lo hacían vibrar…

“Zenón se aproximó a la hora de describir el alma –remachó Jesús–, pero

se quedó corto… El alma no es razón, inteligencia o calor, como defendía

vuestro fundador, y tampoco llega al hombre a los catorce años. Llega antes,

mucho antes…”

Tomás, el bizco, no lo dejó terminar: “¿Qué forma tiene?”.

Page 412: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

417

Jesús buscó con la mirada a Andrés, se acercó a él y le susurró algo al

oído. Andrés se alzó y se dirigió al campamento. Al poco volvió con una bolsa

azul y la depositó en las manos del rabí. Jesús la abrió y extrajo un bello cáliz de

metal. Era la copa de acero que le habían regalado en las bodas de Caná. Jesús

alzó el cáliz y dejo que lo contemplaran. Finalmente explicó: “No es así,

exactamente, pero imaginad una copa como ésta. Eso es el alma… Mientras

estáis vivos –prosiguió sin dejar de pasear–, el alma, la copa, se va llenando con

lo bueno y con lo malo…”.

Se detuvo ante Hipías y matizó: “Pero el alma no es razón, ni tampoco

inteligencia, y mucho menos calor… El alma es una criatura maravillosa que no

habla ni razona. Se llena, eso es todo”.

Juan Zebedeo no pudo contenerse y estalló: “Maestro, ¿los ‘kittim’

(romanos) tienen alma?”.

“Exactamente igual que tú.”

El griego intervino: “No comprendo… Si el alma no es la razón, ¿qué es?”.

“Te lo he dicho: una criatura inmortal y deslumbrante que ahora, en esta

vida, no estás capacitado para comprender. Ni tú ni nadie. El alma, en realidad,

eres tú… escondido. El alma es tu personalidad, que un día, cuando pases al

‘otro lado’, se mostrará en toda su belleza. Es tu auténtico YO.”

El Maestro miró a Eliseo, sonrió y precisó: “Con mayúsculas…”.

“¿Y vivirá, viviré, para siempre?”, preguntó Hipías emocionado.

“La palabra ‘siempre’ –respondió Jesús– no es la adecuada. En el reino de

mi Padre no existe. Allí no hay tiempo. ‘Siempre’ requiere un principio…, que en

el ‘otro lado’ no es posible. En verdad te digo, amigo Hipías, que lo que te

aguarda no puede ser descrito con palabras…”

Los ojos del anciano se humedecieron. Se acercó al Maestro y lo abrazó.

Algunos preguntaron qué diferencia había entre alma y pensamiento. El

Maestro se dio cuenta de la confusión reinante. Y habló así: “La mente forma

parte de vuestro cuerpo. Con ella pensáis. Pero la mente no es el alma. No es

Page 413: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

418

inmortal. Ha sido creada para ayudaros a caminar. Cuando el hombre muere, la

mente desaparece, al igual que la carne y los huesos”.

Y prosiguió: “A la edad de cinco años, aproximadamente, el Padre Azul

envía la ‘chispa’ a la mente del hombre”.

Utilizó la palabra aramea “nitzutz”. Podría ser traducida como “chispa”,

aunque no en el sentido de destello luminoso. La traducción más cercana sería

“vibración” u “oscilación”.

“Es el gran regalo de Ab-bá –continuó sonriente–. Es el espíritu de Dios,

que desciende sobre la carne, sobre lo más primitivo…”

Varios discípulos del Bautista se levantaron muy enfadados y lo calificaron

de blasfemo. Dieron media vuelta y se alejaron. Hipías trató de suavizar la

situación y aplaudió la valentía de Jesús.

“En verdad os digo que sois la envidia de los ángeles. Ellos no tienen

derecho de recibir la ‘nitzutz’.”

“¿Crees que la muerte debe dejar indiferente al hombre? –preguntó

Hipías–. ¿O tiene que temerla?”

“La muerte, estimado amigo, es un invento genial de la Divinidad. Es la

forma menos mala de abandonar la carne. Es la forma de llamar a la puerta en

el reino de los cielos. No la temas, pero tampoco la busques. Llegará cuando

tenga que llegar; es decir, cuando tú lo hayas dispuesto…”

Jesús dejó a los oyentes con la boca abierta. Después agregó: “Eres tú,

antes de nacer, quien programa la vida que quiere vivir, incluida la muerte”.

“¿Se puede abandonar el mundo sin necesidad de morir?”, preguntó el

anciano filósofo.

“En verdad te digo que sí… En verdad te digo que ha habido hombres y

mujeres que lo han conseguido. Pero, para dejar esta vida sin probar la muerte,

se necesita una condición: que tu alma se identifique con la ‘nitzutz’, que sean

una sola criatura. No es fácil…”

Page 414: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

419

“Zenón dice –comentó el griego de las barbas blancas– que existe un

infierno y que las mansiones de los piadosos están separadas de las de los

impíos, y que aquellos habitan en regiones tranquilas y agradables… Los impíos,

en cambio, purgan sus penas en lugares tenebrosos y horrendos torbellinos de

cieno.”

“El Padre Azul –mi Padre– es un ser de amor. Jamás podría concebir un

infierno. Si así fuera, la creación se le habría ido de las manos.”

Entonces clamó victorioso: “¡Levantad el ánimo!... ¡Para eso he venido al

mundo!... ¡Confiad!... ¡Sois hijos de un Dios amoroso y azul!... ¡Nada malo

sucederá tras la muerte!... Os lo he dicho: no importa lo que hagáis… ¡Sois

inmortales!...”.

“¿Y después de la muerte?”, preguntó Bartolomé, el “oso” de Caná.

“Regresaréis a casa… Este mundo no es vuestra verdadera casa. Aquí

estáis de paso. La vida es una aventura… ¡Disfrutad de la vida!... ¡De cada

instante!... El ‘después’ no importa… ¡Está asegurado! Para eso he venido: para

sembrar la esperanza. No sois lo que creéis ni lo que dicen los demás…”

El Maestro siguió conversando durante dos horas. De registrar todas sus

palabras, no habría libros en el mundo que pudieran contenerlas. Y al oscurecer,

Hipías se despidió del rabí. Tenía lágrimas en los ojos.

El viernes 6 de febrero del año 28, Hipías había regresado junto al

meteorito. Tenía nuevas preguntas para el Maestro.

“¿De dónde vengo, Maestro?”

“De la imaginación del Padre Azul… En este mundo –aseguró el rabí– hay

dos clases de personas…”

“Buenas y malas”, se adelantó Hipías.

“No –corrigió Jesús–, seres que ascienden (la mayoría) y seres que

descienden. Los primeros, los que ascienden, son imaginados por Ab-bá por

primera vez. Aquí nacen. Tienen por delante un largo, larguísimo camino. Su

destino final es el Paraíso… Y tampoco… Su final está más allá del Paraíso. En

Page 415: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

420

cuanto a los seres descendentes –añadió el Maestro–, tampoco estáis en

condiciones de entenderlo. Son como ángeles”

El rabí dudó. Las palabras no lo ayudaban.

“Otros son Dioses… Dioses que buscan experiencia o que desean probar la

imperfección…”

“Pero ¿cómo es eso?”, intervino Andrés, tan confuso como el resto.

“La materia, el lugar en el que ahora estáis viviendo, es pura

imperfección. Así fue imaginado por el Padre Azul. Pues bien, los Dioses que

acompañan al Padre, por múltiples razones, deciden bajar a la imperfección y

probarla. Prueban el tiempo, el dolor o la soledad. Otros ingresan en el mundo

en misiones específicas: para traer la esperanza, para abrir las mentes o señalar

el camino… Es la misericordia, que desciende.”

“¿Quieres decir –planteó Santiago Zebedeo– que, entre nosotros,

camuflados, hay Dioses?”

“Dioses y príncipes –redondeó el Galileo–. Pero vosotros, en efecto, no

estáis en condiciones de descubrirlo. Es la ley del reino de mi Padre.”

Y Jesús fue más allá: “Yo soy uno de esos Dioses… He nacido en el mundo

para retirar el velo del miedo. Estoy aquí por encargo del Padre Azul. Soy su

enviado”.

Volvieron los recelos. Jesús estaba diciendo que Él era un Dios encarnado.

La gente puso mala cara. Hipías siguió con las preguntas.

“Maestro, ¿por qué estoy aquí?, ¿por qué he nacido?”

“Te lo he dicho: si eres una criatura ascendente, para experimentar. Si

fueras descendente, para cumplir un trabajo o, quizá, para experimentar.”

“Y ¿cómo puedo saber si soy ascendente o descendente?”

“Pregunta a tu ‘nitzutz’, a tu ‘chispa’…”

“No termino de entender –terció Tomás–. ¿Qué se supone que tiene que

experimentar un Dios, que lo sabe todo?”

Page 416: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

421

“La experiencia es insustituible. Los Dioses, efectivamente, lo conocen

todo, pero eso no significa que tengan experiencia en determinados asuntos.

Por ejemplo: en la imperfección. Tú puedes saberlo todo sobre el mar de

Tiberíades (peces, corrientes, vientos, etc.), pero, hasta que no te sumerjas en

él, no sabrás realmente qué es el ‘yam’.”

“¿Y qué se puede aprender en la imperfección?”, insistió Tomás.

“Asomarte al tiempo es una experiencia única. De donde vienen los

Dioses, no hay tiempo. ¿Comprendes? Además, puedes experimentar la risa, la

belleza de la imperfección, la soledad compartida, la incomprensión, el amor y

el desamor, el buen vino, la lectura, el odio, mis palabras, la ansiedad ante el

olvido, el miedo a no saber quién eres, la oscuridad en la memoria, el error no

deseado, la maldad inimaginable, la amistad que sustituye al amor, la

enfermedad que somete… Son cadenas y cadenas de experiencias.”

“¿Estás diciendo, Maestro, que en el ‘más allá’ no hay risa?”, preguntó el

“oso” de Caná.

“La risa, en el reino de mi Padre, es interior, y por tanto, más gratificante.

Os lo he dicho: aunque imaginéis el reino, siempre os quedaréis cortos. No hay

palabras.”

“¿Y hacia dónde se supone que voy?”, interrogó de nuevo el filósofo.

“Hacia el Paraíso. También te lo dije. Pero eso sucederá más tarde…”

El Galileo percibió que sus palabras no eran exactas e intentó rectificar:

“Tengo un problema. Mis palabras no se ajustan a la verdad. Después de la

muerte no hay tiempo. En consecuencia, tu ingreso en el Paraíso no ocurrirá

‘más tarde’. Sucederá.”

Tampoco entendieron.

“¿Qué es el Paraíso?”, demandó Mateo Leví.

“Las palabras –matizó el rabí– amarran mi corazón. Siento no poder

expresarme como deseo. Es la ley. Los secretos del ‘más allá’ están delicada y

minuciosamente guardados. Pero haré un esfuerzo. El Paraíso es la casa del

Page 417: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

422

Padre Azul y de los Dioses que lo acompañan y complementan. Es un lugar físico

donde habitan los infinitos, donde nacen la fuerza, la inteligencia y la

misericordia. Allí viven todas las realidades imaginables. No puedo detallar más

qué es el Paraíso, de la misma forma que –por mucho que lo intente– no podría

explicarle a Zal qué es la palabra.”

Luego, el Maestro explicó que hay dos tipos de verdades: la absoluta, a la

que el hombre no tiene acceso (en vida), y las parciales.

“¿Podrías imaginar qué es una criatura sin principio ni fin? ¿Podéis

comprender que haya siete Dioses en uno?”

Nadie sabía de qué hablaba.

“Eso sería la verdad absoluta –manifestó Jesús, rotundo–. Pero no estáis

capacitados aún, para asumirla. La verdad absoluta os aniquilaría. No es el

momento de descubrirla. Ni siquiera de intuirla. Debéis proseguir un largo

camino hacia la santidad, con vuestra propia personalidad. Si la verdad total se

presentase ante vosotros (si el Padre Azul te saliera ahora al encuentro), tu ‘yo’,

tu personalidad, dejaría de progresar. La luz del buen Dios es tal que terminarías

anulado. Dale tiempo al no tiempo. En consecuencia, no hagáis caso de los que

dicen poseer la verdad absoluta. Mienten.”

Y el Maestro matizó: “Ahora sólo tienes acceso a las verdades parciales o

limitadas, las verdades que yo os ofrezco. Es la ley…”

“¿Cómo sé que estoy haciendo la voluntad del Padre Azul?”, se interesó

Hipías.

“Es fácil. Lo sabrás por el grado de amor a tus semejantes.”

“Pero –se volvió el griego–, ¿cómo puedo amar al que me calumnia?”

“Precisamente porque lo desconoces todo sobre él. Nadie sabe nada

sobre el ‘tikkún’ (contrato) de los demás. Odiar, además, no es económico ni

rentable. Pierdes tu valioso tiempo y no conduce a nada bueno. Todo está

ordenado para el bien, aunque no lo comprendáis. Todo.”

“Y si Dios es bondad –manifestó el Zelota–, ¿por qué consiente el mal?”

Page 418: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

423

Jesús contestó con una frase que tampoco comprendieron.

“¿Crees que Ab-bá es responsable de la lluvia? No estáis en condiciones

de abarcar los planes de la Divinidad y mucho menos su intencionalidad. El mal

forma parte del juego en determinados lugares, no en todos… Confiad.”

Y, dirigiéndose a Hipías, dijo: “Allí donde tú terminas…, ahí empezamos

nosotros”.

Cuando el griego se hubo retirado, los discípulos reprocharon al Maestro

que hubiera tenido tanta paciencia y consideración con el filósofo. Juan

Zebedeo fue uno de los más combativos.

“La verdad es tolerante –replicó el Galileo–. No la temáis. La intolerancia

es la máscara de los inseguros. Los hombres y mujeres que hacen la voluntad del

Padre Azul no huyen de la crítica constructiva. No tienen miedo.”

Tras desayunar, el sábado 7 de febrero del año 28, el rabí se preparó para

visitar la aldea de Ramma. Los discípulos habían comentado algo acerca de una

familia con niños que caminaban en cuatro patas. El Zebedeo los llamó “infieles

y bastardos”. Pero Jesús mostró interés por visitarlos. El Zebedeo se tiraba de

los pelos… El campamento se revolucionó y empezaron las apuestas. Los judíos

–hombres, mujeres y niños– apostaban por cualquier cosa. Era una tradición.

Para ello usaban la palabra “conam”. Unos hacían “conam” a que Jesús sanaría a

los muchachos que caminaban a cuatro patas. Otros hacían “conam” por lo

contrario. Tomás, el bizco, lideró las apuestas.

Y a eso de la tercia (nueve de la mañana), la comitiva se dirigió hacia la

aldea. Eliseo vio a los espías, murmurando contra Jesús porque estaban en el

“shabat” (sábado) y los ortodoxos no permitían que se caminase más de dos mil

codos (el codo equivalía a cuarenta y cinco centímetros, y a cincuenta y dos si se

tomaba a Ezequiel como referencia). La aldea estaba a novecientos cincuenta y

tres metros. Andrés se encogió de hombros… hecha la ley, hecha la trampa. Con

el “erub” se solucionaba el problema: sólo dejaban comida cada dos mil codos.

Ese lugar se consideraba el domicilio del sujeto. Desde allí podía caminar otros

dos mil codos… La obsesión de las castas sacerdotales con el sábado era

enfermiza. He aquí algunos ejemplos: en el “shabat” no podían sacar la mano

Page 419: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

424

fuera de la casa (para hacer el trabajo de coger algo); no podían sentarse en la

peluquería; no podían ir al baño (y menos aún si la persona estaba estreñida);

no podían transportar una aguja de sastre; no podían salir a la calle con la pluma

de escriba detrás de la oreja; no podían matar piojos; no podían leer a la luz de

una lámpara (eso significaba que, previamente, tenían que desplegar el trabajo

de encender la lucerna); no podían comer con una menstruante; no podían

poner a remojo tinta o colorantes; no podían poner cepos para cazar; estaba

prohibido vender a los paganos (lo que fuera) o ayudarlos a cargar las

caballerías; estaba prohibido entregar vestidos a los bataneros para su limpieza;

no podían freír carne, cebollas o huevos; no podían atizar el fuego si sólo había

prendido una parte del leño; tenían prohibido encender una lámpara de aceite

con madera de cedro; no podían apagar la llama de la lucerna; no podían poner

un huevo al lado de una caldera, ni romperlo sobre un paño o enterrarlo en la

arena (para que se cueza); estaba prohibido echar especias en una sartén u olla

que hubiesen sido retiradas del fuego; no podían transportar una lucerna vieja

(la nueva, sí); una vez retirada la olla del fuego, no podían cubrirla con el fin de

que conservase el calor; no podían atar las patas de los camellos; el asno no

podía salir con el cencerro; las gallinas no podían salir con cintas en las patas; la

vaca no podía salir a la calle con las ubres cubiertas; la mujer no podía salir con

lazos en la cabeza o con hilos de lana; el hombre no podía salir en sábado con

sandalias que hubieran sido cosidas a aguja; estaban prohibidos los amuletos…

La lista de prohibiciones era interminable y ridícula.

Jesús entró en la granja de los “carneros”, pero lo hizo en solitario. La

escolta aguardó en el exterior, junto a la puerta. El resto esperó en las cercanías

de la casa. Dos horas más tarde se abrió el portalón y apareció Jesús con uno de

los “carneros” en brazos. Era un niño pequeño. El Maestro tenía los ojos

enrojecidos. Había llorado. Detrás asomó el resto de la familia, con la madre a la

cabeza. Sonreía, feliz. Pero los cuatro adolescentes que caminaban a cuatro

patas seguían igual, sin cambios. Y Tomás palideció. Perdió lo apostado. No

hubo milagro. Jesús solicitó que les proporcionaran algo de comida, dejó al

pequeño en el suelo, y regresó junto al meteorito. Ya en el campamento, el rabí

explicó que se había limitado a conversar con la familia, interesándose por sus

vidas. Alguien, tímidamente, preguntó por qué no los había curado. Y el Galileo

Page 420: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

425

resumió lo decidido en la aldea beduina de Beit Ids, durante su retiro: “No haré

prodigios salvo que sea la voluntad de Ab-bá”.

Eliseo aprovechó esa noche para plantear a Yu, el chino, algunos asuntos

que ignoraba. Él era seguidor de Confucio y, sobre todo, del taoísmo. ¿De dónde

procedía aquella filosofía? Yu habló, entusiasmado, de Lao-Tse, pero manifestó

que, en realidad, la sabiduría del filósofo chino no era suya. Había sido

impartida por unos misioneros extranjeros, llegados, precisamente, desde

Palestina. Mostraban una bandera con tres círculos azules y concéntricos.

Dijeron ser discípulos de Malki Sedec, príncipe de justicia. Era un hombre

blanco, muy alto, con los cabellos albinos y los ojos intensamente azules. Nunca

parpadeaba. No tenía familia. Nadie supo de dónde vino. Y se proclamó

precursor del Hijo del Hombre…, “Bar Nasa”. Estos misioneros enseñaron que

existe un Padre Dios, misericordioso, que regala el alma inmortal. Lo llamaron

“Dao”. Y dijeron que el hombre, al morir, vuela hacia el Dao. El destino era algo

previamente trazado, del que ninguna criatura humana puede escapar. El

primitivo taoísmo coincidía con muchas de las enseñanzas del Maestro: la

bondad genera bondad; es mejor dar que recibir; la muerte es el regreso al

hogar; Dios no lucha, pero siempre gana… Lamentablemente, con el paso de los

siglos, esas enseñanzas quedaron degradadas y la genial filosofía se convirtió en

un enjambre de dioses y diosecillos que habitan en el interior del cuerpo

humano. Los taoístas buscaban la inmortalidad de la carne, consumiendo para

ello toda suerte de sustancias. Yu estaba entusiasmado con las enseñanzas del

Maestro. Eran idénticas a lo proclamado por los misteriosos misioneros hacía

dos mil años. Por eso lo dejó todo…

Esa noche, Eliseo se acercó a la cocina del campamento. Y entró en

conversación con Felipe, el intendente, a propósito de las setas que habían

recogido en los bosques cercanos. A raíz de ello, Felipe le propuso que trabajara

con él en la cocina. Sólo eran tres, con los Alfeo, y no daban abasto. Eliseo

aceptó encantado. Y pasó a ser el tercer pinche en la campaña de Jesús de

Nazaret.

El domingo 8 de febrero del año 28, tras el desayuno, Andrés, el jefe de

los doce, dio las órdenes oportunas para emprender un nuevo viaje. El Maestro

Page 421: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

426

se puso en cabeza, con Zal, y avanzaron hacia el noreste. Eran cuarenta

personas. Todos varones: Jesús y los íntimos, los doce discípulos de Yehohanan,

diez “espías”, Yu, Sitio, Aru, Kesil y Eliseo. Esa vez conocían el destino: Irón, a

cosa de cien estadios (unos 17,5 kilómetros). Y se internaron en las montañas de

la alta Galilea. Bartolomé viajaba con Kesil, en el carro alquilado por Eliseo.

Hacia el mediodía avistaron el lugar. Irón era una población mestiza,

fronteriza con Fenicia, pujante, idólatra y cercana a un río llamado “el pequeño

Merón”. El pueblo tenía su sinagoga y allí vivían unas diez mil almas. A medio

kilómetro se distinguía un volcán apagado. Allí había varias minas de cobre, la

principal riqueza de Irón. Los obreros salían cargando grandes cestos y los

descargaban sobre las reatas de mulas y onagros. Las caravanas ascendían

penosamente hasta el filo del cráter, yendo después hacia el sur, en dirección a

los hornos de fundición. Allí transformaban el mineral en toda clase de

artilugios, armas y enseres domésticos.

Una vez instalado el campamento, Jesús decidió visitar las minas. Lo

acompañaron Pedro y los hermanos Zebedeo, la escolta. Eliseo decidió unirse a

ellos. Una vez en el volcán, el Maestro descendió hasta la caldera, se entrevistó

con uno de los capataces y solicitó trabajo. La escolta no salía de su asombro. El

rabí fue aceptado, trabajaría como picador. Salario: dos denarios al día –de sol a

sol– y una hogaza de pan negro y una cebolla. De regreso, los íntimos

discutieron… no entendían nada. Jesús se alejó con sus típicas y largas zancadas.

A la hora de la cena, el rabí se dirigió a los presentes y dejó claro que,

durante un tiempo indeterminado, se dedicaría a trabajar en el cobre. Los

discípulos –por parejas– visitarían las casas de Irón y se interesarían por los

problemas y necesidades de sus habitantes. Era lo habitual, pero protestaron.

No entendían por qué Jesús tenía que descender a ese “infierno” solo. Pedro

protestó varia veces, pero la decisión estaba tomada. Antes de acostarse en el

carro, Eliseo envió a Kesil ante el Galileo para preguntar si podía acompañarlo al

volcán. El Maestro dijo que sí.

El lunes 9 de febrero del año 28, Jesús y Eliseo se presentaron en la

caldera poco antes del alba. Jesús no tardó en entablar conversación con

algunos de los mineros. Casi todos eran fenicios. Paganos. Era incansable. Hizo

Page 422: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

427

“´im”, según su costumbre. Preguntó y preguntó. Algunos desconfiaron, pero el

rabí supo ganárselos. Sus preguntas no encerraban malicia alguna y el tono era

sincero y agradable. Le abrieron sus corazones. Casi todos estaban allí como

consecuencia de las deudas. Sólo aspiraban a pagar y a regresar a sus casas.

Trabajaron en la mina de sol a sol: casi once horas. El Maestro golpeó la

pared a razón de treinta o cuarenta mazazos por minuto. Eliseo sumó alrededor

de cuarenta y cuatro viajes desde el muro hasta la caldera del volcán, cargando

el mineral. Estaban molidos.

Los discípulos contaron. Les había ido relativamente bien. Aquella gente

sólo estaba interesada en el dinero. Soñaban con el dinero y vivían para el

dinero. No les creyeron cuando anunciaron la existencia de un reino invisible en

el que se trabaja gratis y por amor.

El martes 10 de febrero del año 28, el Maestro y Eliseo acudieron a la

mina y todo se desarrolló sin contratiempo. Terminaron igualmente

machacados.

Pero el Destino los sacó del volcán. Al regresar al campamento, en lugar

de rodear Irón, el Galileo caminó por el centro de la población, curioseando. Las

casas, casi todas de una planta, eran de piedra. Puro basalto. Las puertas

permanecían abiertas, incluso de noche. ¿Quién hubiera pensado en robar a

quienes nada tenían? Y de pronto, de una choza próxima, salió un individuo.

Reconoció a Jesús, corrió a su encuentro y gritó: “¡Rabí…, rabí!”.

El Galileo se volvió. El hombre se cubría con un manto. Su rostro

permanecía oculto. Los vecinos, al verlo, se levantaron y cerraron la puerta con

violencia. El individuo, muy flaco, se arrojó a los pies del Galileo y empezó a

besar las sandalias. Jesús hizo ademán de retirarse, pero el hombre se abrazó a

las piernas del Hijo del Hombre. El Maestro casi se cae.

“Rabí –estalló al fin–, tus discípulos han hablado de un reino maravilloso…

Yo quiero entrar en ese reino, pero antes necesito que me limpies…”

Levantó la cabeza, y se descubrió. ¡Era un leproso! La cara y las manos

aparecían deformadas. El muchacho –tal vez tendría veinte años– no tenía

acceso a ningún lugar público. Era la ley. Los leprosos vivían, prácticamente, de

Page 423: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

428

la caridad. A veces formaban colonias –para defenderse–, pero casi siempre se

los veía merodear, solitarios, en los estercoleros o en las cuevas. De ahí que

solicitara que Jesús lo limpiara.

El Galileo, desconcertado, permaneció en silencio. Y el joven empezó a

gemir y a llorar. Sólo repetía: “¡Rabí, límpiame!... ¡Límpiame!... ¡Límpiame! De

pronto, el Maestro se inclinó y acarició los cabellos del leproso. Después tomó al

muchacho por los brazos y lo alzó, al tiempo que decía, casi para sí: “Lo quiero…

Quedas limpio”.

Al instante, la calleja se iluminó. Todo se iluminó. Fue un relámpago azul,

¡sin trueno! No había tormenta. El azul celeste lo cubrió todo: piedras, suelo,

ropas, caras, manos, perro… Fue un azul como el que cubrió la aldea de Saidan

el día de la curación masiva. El Galileo no se inmutó. Contempló al joven y

ordenó: “No hables con nadie de lo que te ha ocurrido… Preséntate ante los

sacerdotes y ofrece el sacrificio que ordena Moisés”.

Después lo abrazó con ternura y terminó perdiéndose en la oscuridad con

sus típicas zancadas. Eliseo se acercó al muchacho y lo examinó

minuciosamente. ¡Las deformidades habían desaparecido! ¡La piel lucía limpia y

suave como la de un bebé! ¡Ni rastro de lepra! ¿Cómo lo hizo?

El joven no obedeció la recomendación del rabí. Y, pasado el primer susto,

empezó a saltar de alegría. Lloraba, gritaba, aporreaba las puertas y declaraba

que el carpintero de Nahum lo había sanado. La gente, desconcertada, lo

contemplaba y corría en todas direcciones, avisando al resto del barrio. En

minutos, aquello fue la locura…

Al llegar al campamento, Eliseo vio al Maestro tranquilamente sentado

junto al fuego. Al pasar a su lado, Jesús llevó el dedo índice izquierdo a los labios

y solicitó su silencio. Eliseo asintió con la cabeza. Cenó algo y permaneció un

buen rato observando al Hijo del Hombre. ¡Qué extraña criatura! ¡Qué inmenso

poder! ¡Cuánta piedad! Y repasó los rasgos del Galileo que siempre le llamaron

la atención: no rehuía ninguna cuestión, salvo los asuntos relacionados con la

política; respondía a todas las preguntas (no importaba su naturaleza); se

distanciaba cuando deseaba estar solo; jamás se despedía de nadie (afirmaba

Page 424: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

429

que “despedirse es morir un poco”; utilizaba el “hasta luego”); nunca se

disculpaba; nunca tenía prisa, aunque su vida discurría a gran velocidad; jamás

le vio pedir perdón; nunca solicitaba consejo en asuntos de importancia; cuando

se disponía a permanecer en algún lugar –y por cierto tiempo– revisaba su

petate con minuciosidad; una cinta enrollada en la cabeza significaba “larga

caminata”; disponía, únicamente, de dos túnicas: una roja y la de “lujo” (blanca,

tejida por María, su madre); Jesús siempre caminaba a la izquierda de la gente

(cerca del corazón); nunca esperaba a nadie; jamás cerraba las puertas; nunca se

lo vio mirarse a un espejo, salvo cuando se afeitaba o se cortaba el cabello;

nunca cortaba flores; no participaba en las cacerías; no polemizaba; era zurdo;

eructaba y tenía gases, como todo el mundo, y se limpiaba la nariz con las hojas

de los árboles…

Esa noche fue agitada… La noticia de la sanación del joven leproso voló

por Irón y la gente –una verdadera multitud– rodeó el campamento. No

sirvieron las buenas palabras de Andrés. Los vecinos querían ver, tocar,

conversar con el “carpintero prodigioso”. Todas las familias tenían un enfermo,

un tullido o una deuda por satisfacer… Los gritos, empujones y protestas

pusieron en alerta a los discípulos, que recogieron las tiendas a la carrera.

Bartolomé se escondió en el carro, junto con Kesil y Eliseo, y escaparon como

pudieron. Y siguieron huyendo, sin rumbo fijo, y en mitad de la oscuridad. Aquél

parecía el Destino del Hijo del Hombre: huir, huir constantemente. Los

discípulos, de nuevo, no comprendían la actitud del Maestro. Para ellos era el

Mesías prometido y libertador. ¿Por qué huía?

Se detuvieron en Gush Halav (Giscala), otra pequeña localidad. Allí

pasaron dos días. Nadie los molestó. La gente de Irón los olvidó. Los discípulos –

a requerimiento del rabí– hicieron tímidos intentos por conectar con los

habitantes y predicar. No lo lograron. Los campesinos no estaban para

sermones, la cosecha de aceituna había sido mala.

Pasaron por la vieja Qazrin y terminaron acampando cerca de Corazim,

junto al río del mismo nombre. Era el domingo 15 de febrero del año 28. Allí

transcurrirían cinco días. Corazim era casi una ciudad, con algo más de diez mil

habitantes. Era negra por fuera y por dentro. Se asentaba en la ladera de una

Page 425: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

430

colina. Los habitantes eran granjeros, ganaderos y artesanos del cuero. Las casas

eran cubos de piedra negra, basáltica, la roca más abundante en la región. En su

momento aquella zona había sido una cadena de volcanes. Los habitantes eran

gente sin sentimientos, con una única obsesión: el dinero. Mayoritariamente

eran judíos.

El Maestro y Andrés eligieron un antiguo dolmen, de unos cuatro o cinco

mil años, como zona de acampada. El río estaba muy cerca.

Al día siguiente, lunes 16, amaneció nevado. Hacia el mediodía, el

Maestro se encaminó hacia Corazim. Todos lo siguieron. Eliseo solicitó permiso

a Felipe y fue tras ellos. Jesús cruzó las calles nevadas y buscó la sinagoga. Los

niños que correteaban entre la nieve les lanzaron bolas. Jesús replicó con otros

tantos bolazos. Era incansable e infantil, como los muchachos. Al llegar, fue a

sentarse en lo alto de la escalinata, de espaldas a la misma. En las manos

acariciaba una hermosa naranja. Algunos paisanos, curiosos, fueron

acercándose. Cuando lo estimó oportuno, el Galileo se dirigió a los presentes y

lo hizo con decisión y dulzura. Y habló de lo que sus íntimos ya sabían: el Padre

Azul, el reino invisible que nos aguarda tras la muerte, la presencia de Ab-bá en

la mente del hombre y de la mujer (e insistió en lo de la mujer), el regalo del

alma inmortal y la esperanza. Intentó convencer a los rústicos campesinos y

pastores: debían confiar. No estaban allí por casualidad. Todo obedecía a un

orden. “El Padre Azul conoce a cada hijo… Está en el interior”.

La gente no entendió gran cosa. Y aburrida, terminó por alejarse. Algunos

preguntaban: “¿Quién es ese loco?”. Fue un fracaso. Otro… Y empezó a nevar.

La prédica fue suspendida y regresaron al campamento. Esa tarde, los íntimos se

enzarzaron en una nueva polémica. “Jesús tenía que hacer prodigios. Ése era el

camino…” Eso defendía la mayoría. Era la única forma de controlar e interesar al

pueblo. Jesús no presenció las discusiones. Se alejó con Zal a las colinas.

Al día siguiente, el Maestro volvió a la plaza de la sinagoga. Y al otro, y al

otro… Sólo cosechó fracasos. Los campesinos se burlaban de Él y de sus extrañas

palabras. “¿Puedes convertir estas piedras en denarios de plata?” Las

enseñanzas terminaban con insultos mutuos. Los íntimos estallaban y

recriminaban la actitud de los paisanos. Éstos, a su vez, los mandaban “a

Page 426: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

431

pasear” y exigían que se fueran con la música a otra parte. Resultado:

bastonazos, patadas, puñetazos, más insultos, gritos y maldiciones. El bueno de

Andrés, jefe de los discípulos, lloraba de impotencia. El Galileo terminaba

huyendo de la explanada, arrastrado por la escolta formada por Pedro y los

hermanos Zebedeo. El resto escapaba con toda suerte de moratones y más de

una herida en la cabeza. Felipe se desesperaba y se multiplicaba. Sus ungüentos

fueron de gran ayuda. Jesús, pálido, guardaba silencio o se dirigía a los olivares.

La situación era difícil.

“Es mejor volver a casa –decían derrotados– a vivir de esta manera, sin

honor y sin futuro. ¿Nos hemos equivocado? –se preguntaban–. ¿Es éste el

Mesías esperado?” Juan Zebedeo clamaba que no estaban en un error. En suma:

al llegar la noche del martes 17 de febrero del año 28, la moral del grupo se

hallaba bajo mínimos.

El miércoles 18, fue otro día angustioso. Nevaba despacio pero

intensamente cuando el rabí se sentó de nuevo en las escalinatas de la sinagoga.

Aquel Hombre era inasequible al desaliento. Los discípulos tomaron posiciones

en las escaleras, como siempre. Eliseo se situó en el umbral de la puerta de la

sinagoga. Desde allí tenía una excelente perspectiva de la plaza.

Todo fue más o menos bien –con las risas e insultos habituales por parte

de los campesinos y de los íntimos– hasta que se presentaron unos mozalbetes.

No tendrían más de quince años… Eran seis. Se burlaron, descaradamente, de

las enseñanzas del Galileo. Se colocaron al fondo, de pie. Uno de ellos cargaba

una canasta.

El rabí acarició la naranja que le había proporcionado Felipe, y empezó a

hablar de la vida después de la muerte. La voz era cálida y templada. Transmitía

oxígeno y esperanza. Los mozalbetes empezaron a silbar. El Maestro intentó

continuar, y los silbidos arreciaron.

“… No temáis –alzó la voz el rabí–. Allí no seréis juzgados… Nadie es

juzgado…”

Los jovencitos pensaron que Jesús recriminaba su actitud y pasaron de los

silbidos a los insultos, puño en alto.

Page 427: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

432

“… No temáis –insistió el Galileo–. Seguiréis vivos.”

El griterío apagó la voz de Jesús. Juan Zebedeo, rojo de ira, se levantó y se

fue hacia los mozalbetes. Santiago fue tras él, precipitadamente. Lo siguieron el

Iscariote y el Zelota. Todos, como de costumbre, iban armados con las espadas

de doble filo. Juan la emprendió a empujones con uno de los muchachos. Y lo

llamó de todo. Los jovenzuelos reaccionaron con idéntica violencia. Y los golpes

se repartieron a partes iguales. Andrés, Mateo Leví y Bartolomé intentaron

separarlos y poner paz. Fue inútil. Las patadas y cabezazos dejaron a uno de los

jóvenes fuera de combate. Entonces llegaron otros parroquianos. Eran veinte o

treinta. Y se unieron a los mozalbetes. Aquello fue una pelea salvaje y desigual.

Los íntimos retrocedieron. El Maestro, pálido, se alzó y contempló en silencio la

lamentable escena. El Iscariote fue el primero en enseñar su “gladius”. Y

amenazó a los atacantes con el hierro. El Zelota lo imitó y los aldeanos se

detuvieron. Fue en esos momentos cuando varios jóvenes introdujeron las

manos en la cesta y lanzaron su contenido contra los discípulos y contra el

Maestro. ¡Eran huevos!... ¡Huevos podridos! Uno de ellos impactó en el rostro

de Jesús. El rabí permaneció inmóvil. Y dejó que el huevo se deslizara por la

mejilla derecha y se detuviera en la barba. Luego, descendió las escalinatas y,

veloz, con sus largas zancadas, se perdió entre las callejas. Los íntimos, a una

orden de Andrés, dieron media vuelta y se alejaron tras los pasos del rabí de

Galilea. Una lluvia de piedras los persiguió.

Al ingresar en el campamento, todo era confusión, gritos y malos modos.

Jesús y Zal se hallaban en las colinas, según su costumbre. El Iscariote y el Zelota

hablaban de desertar. Juan Zebedeo los llamó cobardes. Poco faltó para que

llegaran a las manos. Andrés y Santiago se interpusieron y suplicaron paciencia.

Todo se arreglaría. Pedro, a voz de grito, exigió que su hermano Andrés

parlamentara con el Galileo. “Es preciso que el Maestro cure a otro leproso…”

Yu y Sitio no salían de su asombro. Y las peleas se prolongaron hasta el ocaso.

Cuando Jesús retornó al dolmen, todos guardaron silencio. Pero él sabía lo que

anidaba en los corazones de aquellos hombres…

Al alba del jueves 19, el campamento se movilizó, bordeando el lago (mar

de Tiberíades). Al alejarse de la ciudad de Corazim, Juan Zebedeo escupió sobre

Page 428: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

433

el camino. Estaba muy enfadado. Soltó la sandalia izquierda y golpeó con ella la

tierra que cubría la senda. Juró no volver a “aquella desgraciada ciudad”. Y

siguió con las maldiciones: “¡Ay de ti, Corazim!... Porque si en Tiro y en Sidón

(Fenicia) se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, tiempo ha que

en sayal y ceniza se habrían convertido…”.

Juan Zebedeo desvariaba. En Corazim no se había producido ningún

prodigio. Y continuó con la cantinela: “El día del juicio habrá menos rigor para

Tiro y para Sidón que para ti…”.

Su hermano Santiago tiró de él sin contemplaciones, pero Juan continuó

hablando solo y maldiciendo a lo que se le pusiera por delante: “¡Ay de ti,

Nahum (Cafarnaúm)!... ¿Hasta el cielo te vas a encumbrar?... Y yo te digo: ¡hasta

el infierno te hundirás!...”.

¿Qué tenía que ver Nahum en aquella desastrosa gira de predicación? Lo

dicho: Juan Zebedeo deliraba. El Maestro, en cabeza de grupo, no supo de esos

insultos y maldiciones.

(Aunque Jesús jamás maldijo a Corazim, ni a ninguna otra población, esas

palabras aparecen en el evangelio de Mateo.)

Con el sol en el zenit alcanzaron Ma´on. Se trataba de una aldeíta próxima

a las ciudades de Tiberíades y Hammat. Ma´on se dedicaba a la agricultura.

Abastecía, sobre todo, las mesas de Herodes Antipas y del Gran Sanedrín de

Jerusalén. Las hortalizas eran espectaculares. Las cebollas parecían cabezas de

niños. Una serie de pequeñas lagunas la acompañaban en una vida plácida y

monótona, que nadie deseaba cambiar. La pesca era excelente. Los granjeros

dominaban también el arte de la construcción de toneles de madera. Los

exportaban al “yam”.

Allí permanecieron tres días y medio, en la orilla de una laguna azul

llamada Peres. Nadie los molestó. Fueron días de descanso y reflexión. Los

ánimos se apaciguaron. Nadie predicó ni visitó las chozas de la aldea. En la

noche, la gente se reunía a los pies del Maestro y se armaban coloquios

interesantes. El domingo 22 de febrero del año 28, el fogoso Pedro dejó caer

Page 429: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

434

una pregunta clave: “Maestro, ¿por qué es tan difícil entender a Dios?, bendito

sea su nombre…”.

“¿Podrías beberte el “yam”?”

Pedro negó con la cabeza, horrorizado. Todos negaron. Y el rabí prosiguió:

“¿Podríais entender que el Padre Azul no se mueve y, sin embargo, reside en

cada uno de vosotros?”.

Yu y el resto permanecían con la boca abierta.

“¿Podríais comprender que en un solo Dios hay siete Dioses?”

“¿Podríais asimilar que Ab-bá no es un varón y tampoco una mujer?”

“¿Qué es, entonces?”, intervino Tomás.

“Luz…”

“¿La luz piensa?”, gritó Felipe desde la cocina.

“La luz es la vida”, respondió el rabí, pero no entendieron.

“¿Podríais entender que esa luz piensa en todas las direcciones?”

“¿Podríais comprender que yo soy uno de sus muchos nietos?”

Todos estaban perdidos, claro está. Y el Zelota preguntó: “¿El Padre,

bendito sea su nombre, tiene nietos?”.

“Cientos de miles…”, respondió Jesús sonriendo.

“¿Podríais asimilar que en el Paraíso –su casa– coinciden todas las

realidades imaginables: presentes, pasadas y futuras?”

Bartolomé, el “oso”, era incorregible. Y preguntó: “¿Hay negros en el

Paraíso?”.

Jesús se puso serio y replicó: “No, en el Paraíso no hay negros, ni

orientales, ni blancos… En el reino del Padre Azul no hay razas, ni sexo, ni ricos

ni pobres, ni sabios o tontos, ni judíos o gentiles…”.

“¿No hay sexo?”, clamó Tomás, desolado.

Page 430: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

435

“No es necesario –aclaró el rabí–. Allí, la felicidad tiene otra cara… La

verdadera felicidad es el resultado de conocer la Verdad.”

Miró a los íntimos y comprendió que no lo seguían. Y añadió: “Esa

felicidad tiene un sabor espiritual. Pero ahora, vosotros no estáis capacitados

para intuirla”.

Y siguió respondiendo a la pregunta inicial: ¿por qué es tan difícil

entender a Dios?

“¿Podríais comprender que en ese reino espiritual del que tanto os hablo

no hay tiempo?”

“¡Qué aburrido!”, lamentó el “oso”.

“Querido Bartolomé –replicó el Galileo–, en verdad te digo que, en ese

reino, nadie se aburre.”

“¿Trabajaremos?”, planteó Mateo Leví.

“Mucho y bien…”

Se levantaron murmullos de desaprobación. Pero Jesús continuó, feliz:

“Trabajaréis en lo que realmente os guste…”.

Sitio seguía con la boca abierta, desconcertado.

“¿Podríais describir la grandeza de uno solo de los siete superuniversos

que rodean el Paraíso?”

El Maestro se levantó, tomó una rama y dibujó algo en la esponjosa tierra,

junto a la hoguera. Trazó siete círculos en racimo, y otro más pequeño en el

centro.

“El Padre Azul gobierna estos superuniversos. Ése es el reino del cual os

hablo y que tendréis que cruzar después de la muerte…”

“¿Y el círculo del centro?”, aventuró el Zelota.

“El Paraíso. Final del viaje… Fin del viaje, de momento…”

Eliseo entendió que Jesús –una vez más– utilizaba símiles. ¿O no?

Page 431: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

436

“¿Podríais comprender –prosiguió– que los Dioses no tienen principio ni

final?”

“¿Cuántos Dioses hay?”, gritó Felipe.

“¡Miles!...”

Los discípulos negaban con la cabeza. “Ha perdido el juicio…”

“¿Podríais imaginar a un Dios Madre?”

Seguían perdidos. Sus palabras los desbordaban.

“¿Cómo es el Paraíso?”, le abordó Andrés.

“No hay palabras… Es la grandeza, la belleza y la Verdad absolutas.”

“Pero, ¿qué forma tiene?”, presionó el “oso”.

“Recuerda una isla… Una isla de luz que no se mueve. Allí llegaréis, como

os digo, a su debido tiempo…, sin tiempo. Allí abrazaréis al Padre Azul, no

antes.”

“¿No veré a Dios, bendito sea su nombre, cuando muera?”

La pregunta de Mateo Leví recibió un silencioso y negativo movimiento de

cabeza del Maestro. Eso fue todo. Y cada cual interpretó como pudo o como

supo.

“¿Podéis imaginar la nada? ¿Podéis imaginar que esas estrellas que veis

son parte de mi reino?”

“¿Tú eres el rey?”, le preguntó Sitio.

“Lo soy… Yo he creado esos luceros.”

Algunos levantaron la mirada. Tampoco entendieron. Para los judíos, las

estrellas eran los ojos de los difuntos, que se asomaban a la Tierra. Gentiles e

impíos moraban en el “seol”, en lo más profundo del mundo.

“¿Has estado en el Paraíso?”, preguntó tímidamente el Zelota.

“Sí…, muchas veces. Por eso sé de qué hablo.”

Page 432: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

437

“¿Cómo de largo es el camino hacia el Paraíso?”, preguntó Yu.

“No podrías medirlo con palabras ni con números.”

“¿Y dónde vive el Padre Azul?”, insistió Bartolomé.

“Ab-bá tiene su morada, naturalmente, pero también habita en ti. Ya lo

hemos hablado. Yo diría que se siente feliz en tu mente.”

“¿Cuál es el verdadero nombre de Dios?…, bendito sea su nombre.”

La pregunta de Mateo Leví quedó en el aire. El Galileo se puso de pie y dio

por terminada la tertulia. Intentar describir a Ab-bá era un esfuerzo

humanamente imposible.

“Mañana –anunció– partiremos hacia Caná…”

La pequeña caravana llegó a Caná el 23 de febrero del año 28, poco antes

del mediodía. Acamparon a las afueras de la aldea, que en aquel tiempo sumaba

alrededor de mil ochocientos habitantes. Casi todos se afanaban en el cultivo

del granado y de la aceituna. Caná era famosa por sus enormes granados. Las

casas, encaladas, se hallaban en lo alto de una colina. Los bosques de robles,

terebintos, olivos y algarrobos se perdían en los horizontes, entre otras colinas

menores.

Kesil procedió a montar las tiendas y Eliseo, según su costumbre, exploró

los alrededores. Caná aparecía rodeada de numerosos huertos, organizados en

terrazas escalonadas. Allí crecían también el trigo y la cebada. Los campesinos

los trabajaban sin descanso. Infinidad de niños se asomaron al campamento,

todos con los cráneos afeitados y las miradas limpias y curiosas.

El Maestro pernoctaría en la casa de un viejo amigo: Meir, el “rofé” o

médico de Caná. Se conocían de antiguo.

La gente de Caná recordaba muy bien el prodigio llevado a cabo por el

Galileo el 27 de febrero del año anterior. El hecho había dado la vuelta al país.

Al saber que Jesús se hallaba de nuevo en Caná, los campesinos trataron al

grupo con especial cariño. El Maestro impartió unas sencillas órdenes: los

discípulos –por parejas– dedicarían las jornadas a visitar las viviendas de la

Page 433: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

438

aldea, interesándose por los quehaceres y sueños de los moradores. Y hablarían

de la buena nueva y del Padre Azul. Y empezó a llegar gente al campamento.

Traían pan, hortalizas y pollos. Felipe se frotaba las manos.

Durante dos días, todo fue bien. Sin banderas…

Pero el miércoles 25 de febrero, hacia el mediodía, se presentó en el

campamento un reducido grupo de hombres. Procedían de Nahum. Uno de ellos

dijo llamarse Tito. Era de la nobleza. El hombre habló primero con Andrés y le

expuso la razón de su visita. Los discípulos lo conocían de vista. Acto seguido, el

jefe de los íntimos se acercó al rabí, que estaba en la cocina, y explicó el porqué

de la presencia de aquella gente. “Tiene un hijo muy grave –manifestó Andrés–

Desea que lo cures…”

Jesús siguió batiendo huevos. Al principio no dijo nada. Pero el tal Tito era

hombre tenaz y no esperó la respuesta del Hijo del Hombre. Se acercó al

Maestro y suplicó: “Tú puedes hacerlo… Mi hijo se muere. ¡Ayúdame, Señor!...”.

“¿Qué tiene?”, intervino Felipe.

“Las fiebres…”

El Galileo, entonces, dejó de batir y, dirigiéndose al entristecido hombre,

exclamó: “¿Cuánto tiempo tendré que tener paciencia? El poder de Dios está en

medio de vosotros, pero, si no veis prodigios, os negáis a creer…”.

Tito no le dejó terminar. Se arrodilló a los pies de Jesús y lloró. Jesús,

conmovido, colocó las manos sobre los hombros del noble.

“Yo sí creo, Señor –consiguió decir Tito–, pero ven al ‘yam’ y ayuda a mi

hijo… Se muere.”

El rabí no respondió. Bajó la cabeza y así permaneció un rato. Tito,

desconsolado, gemía y suplicaba: “¡Ven, te lo ruego!... ¡Mi hijo se muere!”.

Los íntimos hacían gestos y aseguraban –sin palabras– que el Maestro

sanaría al hijo del noble. Era lo que esperaban. Una nueva curación les

devolvería el ánimo…

Page 434: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

439

Jesús alzó el rostro y, con un hilo de voz, le dijo al lloroso padre: “Regresa

a tu casa… Esa enfermedad no es de muerte”.

Tito secó las lágrimas e hizo ademán de sacar algunas monedas. Jesús

negó con la cabeza. Y el hombre hizo una reverencia y dio media vuelta,

alejándose. No volvieron a verlos. El grupo regresó al “yam”. Ahí quedó el

asunto.

Esa tarde-noche, Meir, el “rofé” de Caná, se unió a la cena y posterior

tertulia.

“Ayer, en Ma´on –arrancó el “oso” de Caná– nos hablaste de la

imposibilidad de comprender al Padre Azul. No me resigno. Tiene que haber

alguna forma de describirlo…”

Jesús inspiró profundamente y contempló el firmamento.

“¿Cómo puedo describir lo indescriptible? La mente humana no está

preparada para ello…, todavía.”

“Hablaste de siete Dioses en uno –se interesó Mateo Leví–. ¿Cómo puede

ser eso?”

Jesús negó con la cabeza. Las palabras le cortaban el paso.

“El Padre Azul –exclamó–, aun siendo uno, son muchos… Es todo lo que

puedo decirte. Confía en mí.”

“Dios, ¿sabe que es infinito?”, habló el “rofé”.

“Lo sabe.”

“¿Sabe que es perfecto?”, insistió Meir.

“Lo sabe. Él ve el final desde el principio.”

“Entonces –resumió el auxiliador– no hay nada nuevo para Él.”

“Nada”, declaró el Maestro.

“¡Qué vida tan aburrida!”, lamentó Felipe.

Page 435: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

440

“No, allí arriba –y todos miraron hacia las estrellas– hay muchas

creaciones en proyecto…”

“¿De qué hablas?”, se interesó Mateo Leví.

“Más allá de esas estrellas –intentó explicar el Galileo– hay otras

estrellas… Pues bien, más allá de las últimas estrellas, está la nada. Pero la nada

también es propiedad de Ab-bá. Y algún día, vosotros, cuando alcancéis el

Paraíso, seréis los nuevos Dioses que transformarán esa nada…”

Estaban asombrados. ¿Cómo podía estar tan seguro?

“Os lo dije. He estado allí, en el Paraíso, en su presencia. Lo sé de buena

tinta… Sé lo que piensa el Padre Azul. Además, hablo con Él cada día, cuando me

retiro a las colinas.”

“Define al Padre, bendito sea su nombre, con dos palabras –presionó el

Zelota–. Sólo con dos...”

“Amor simétrico…”, replicó el Maestro al instante, sin pensarlo.

Y dirigiéndose a Yu, que escribía frenéticamente, suplicó: “Escribe amor

con mayúsculas… AMOR”.

“Dios, bendito sea su nombre, ¿se arrepiente de algo?”

Jesús supo que lo planteado por Juan Zebedeo estaba envenenado. Juan

pensaba en el diluvio universal. Según la Sagradas Escrituras, aquella inundación

estuvo provocada por la maldad de los hombres. Y Dios –dice la Biblia– se

arrepintió de haber creado la raza humana. El Maestro penetraba en los

pensamientos… Y sutilmente, le hizo ver a Juan que las cosas no fueron como las

cuentan los textos sagrados (mejor dicho, supuestamente sagrados). Dios no se

arrepiente de nada de lo que hace o proyecta. Todo es bueno, aunque parezca

lo contrario. Sencillamente, no entendían. No estaban en condiciones de

abarcar la grandiosidad divina. El mal forma parte del juego, pero no es el fin.

Entonces intervino Meir.

“¿Y qué pasa con los ángeles caídos? Si eran perfectos, ¿cómo pudieron

equivocarse?”

Page 436: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

441

“Sólo hay una perfección absoluta: la del Padre Azul. El resto es una

santidad (perfección) relativa.”

“¿Qué será de ellos?”, presionó el “rofé”.

“Si los rebeldes no se arrepienten, serán aniquilados.”

“¿De dónde ha salido Dios?”, planteó Mate Leví.

“Sorpresa…”

Allí terminó la desconcertante tertulia. Todos se retiraron. Jesús, de la

mano de Meir, se dirigió a la case del “rofé”. Allí pernoctaría.

Al día siguiente, 26 de febrero del año 28 de nuestra era, empezaron a

circular las noticias: el hijo de Tito, el noble de Nahum, se hallaba bien. Había

sido sanado por el Maestro. Eso pregonaban los que llegaban a Caná. La alegría,

entre los discípulos, fue total.

(Al mes siguiente, cuando regresaron a Saidan, Eliseo decidió visitar a Tito

en su domicilio, en Nahum. Lo acompañaron Felipe y Kesil, su fiel criado. Según

explicó el hombre, hacia la séptima, una de la tarde, del miércoles 25 de

febrero, cuando el rabí pronunció aquellas palabras, “Regresa a tu casa… Esa

enfermedad no es de muerte”, su hijo recuperó el sentido y la fiebre

desapareció. Según Tito, Jesús de Nazaret lo curó. Felipe examinó al muchacho y

preguntó por el tratamiento recibido y examinó una de las infusiones. Era

esencia de artemisia, una planta medicinal que se usaba habitualmente como

antitérmico. Felipe la conocía y la usaba mucho. Bajaba la fiebre, en particular la

producida por el mosquito que transmitía la malaria. Según el intendente, eso

era lo que había tenido (y tenía) el hijo del noble de Nahum: malaria. La dosis de

artemisia hizo su efecto, pero en cualquier momento podía producirse la

recaída. Para Felipe, por tanto, no hubo prodigio.)

La cuestión es que ese jueves 26 de febrero del año 28, empezó a llegar

gente a Caná, atraída por los rumores sobre la curación del hijo del noble. Jesús

se convirtió no ya en un “hacedor de maravillas”, sino en un vidente “que

sanaba a distancia”.

Page 437: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

442

Hacia la nona (tres de la tarde) se congregaron en los alrededores del

campamento más de quinientas personas. Eran familias completas que

mostraban objetos pertenecientes a los enfermos: sandalias, taparrabos,

pañolones, vasos de cerámica, cualquier cosa que hubiese estado en contacto

con el doliente. Levantaban lo que fuere sobre sus cabezas y gritaban a Jesús

que los curase. No importaba que el enfermo estuviera en Nahum, en Migdal o

en Kursi. Al principio, los discípulos se felicitaban. “Aquello funcionaba”, se

decían. Volvían los viejos tiempos de gloria y poder. El Maestro, sensato, se

retiró discretamente a las colinas. Eliseo lo vio venir. Kesil y Felipe lo

advirtieron, y también Andrés: aquello no podía terminar bien. Demasiada

gente y demasiados nervios… Después de las súplicas y las lágrimas aparecieron

las exigencias y las amenazas. Gritaban con el puño en alto y demandaban una

curación masiva, como la ocurrida en Saidan. Los discípulos, atemorizados, no

supieron qué hacer.

Antes del ocaso, hacia la décima (cuatro de la tarde), Felipe distinguió a la

distancia el pelaje casi plateado de Zal. Y advirtió a Andrés. Los Zebedeo

corrieron al encuentro de Jesús. El consejo del jefe de los íntimos fue que el rabí

evitara el campamento y se escondiera, de momento, en la casa de Meir, el

“rofé”. Pero la multitud se dio cuenta y los persiguieron… Aquello se estaba

complicando.

Al anochecer, Pedro, Simón, el Zelota y el Iscariote se deslizaron

sigilosamente hasta el caserón del “rofé”. Eliseo fue tras ellos. Lo siguieron Sitio

y su inseparable negro tatuado: Aru.

La casa de Meir era enorme, de muros negros y gruesos. Cultivaba rosas.

Los íntimos lograron ingresar al caserón por una de las puertas laterales. La

multitud –a esas horas, casi un millar de personas– se hallaba acampada frente

al jardín de las rosas. Judas y el Zelota montaban guardia frente a la pequeña

puerta, con los “gladius” desenvainados. En el interior todo era preocupación.

Jesús conversaba con Meir en uno de los rincones. Los hermanos Zebedeo los

acompañaban en silencio. El Maestro no parecía preocupado. El “rofé”, en

cambio, mostraba una gran palidez. Su rostro aparecía serio. La servidumbre

entraba y salía, muy alterada. Traían noticias del exterior.

Page 438: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

443

“Esa gente –comentó el ‘rofé’ con razón– es capaz de todo… En cualquier

momento pueden echar la puerta abajo. ¿Qué podemos hacer?”

Jesús se limitaba a escuchar. Y el anciano médico sugirió dos posibles

soluciones: salir y curar a la gente o escapar… Juan Zebedeo se mostró

partidario de la primera opción. Eso beneficiaría al grupo. Eso dijo. Santiago,

como casi siempre, permaneció mudo. Jesús negó con la cabeza. No quería oír la

palabra milagro…

“En ese caso –sentenció Meir– habrá que pensar en la huída. Esa gente –y

señaló hacia el exterior– no se irá con las manos vacías. Esperaremos… Cuando

esa gente se duerma, podrás huir de Caná.”

Juan Zebedeo intervino de nuevo. El plan consistía en disfrazar al rabí con

ropas de mujer… Alguien de la servidumbre sugirió que lo mejor y más seguro

era que “esa mujer apareciera embarazada”. El Maestro escuchaba, atónito.

Sitio, Aru y Eliseo oían, más atónitos aún. Pedro dijo que sí con la cabeza.

Santiago se mantuvo mudo. El Galileo no sabía si reír o llorar.

“¡Genial!”, exclamó Juan Zebedeo.

Y de pronto, las miradas se clavaron en Sitio. Antes de que tuviera tiempo

de huir, Juan y la servidumbre –a una señal de Meir– se lanzaron sobre el

desconcertado homosexual y lo desnudaron. De nada sirvieron las protestas.

Desnudaron al rabí. Los tímidos lamentos fueron como zumbidos de moscas en

los oídos de Juan y el resto. Nadie le prestó atención. Pedro se hizo cargo de la

túnica roja del Maestro y los criados amarraron varias mantas a la cintura del

Galileo. Después lo vistieron con el sayal de seda verde de Sitio. La vestimenta le

quedaba algo corta, pero no importó. Y a eso de las dos de la madrugada, uno

de los siervos anunció que todos dormían.

Era el momento. El plan era simple: deslizarse en silencio entre el gentío,

alcanzar el campamento y escapar; huir de Caná, y lo más lejos posible. Pero,

cuando se disponían a salir de la casa, Juan Zebedeo reparó en un “detalle”: ¡la

barba! ¡Pardiez! Nuevas carreras, más agitación… Y el paciente Hijo del Hombre

fue afeitado –a toda prisa– por el “rofé”. Eliseo quedó de piedra. El auxiliador

paseó la lucerna a corta distancia del rostro de Jesús, y aceptó el rasurado,

Page 439: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

444

medio satisfecho. No había tiempo que perder. El Maestro parecía otro. En el

mentón lucía un hoyuelo.

Y a eso de las tres de la madrugada consiguieron huir. Cruzaron entre el

gentío, sin tropiezo. Sitio, envuelto en una manta, los seguía gimoteando. Al

alcanzar el campamento, y descubrir al rabí, Andrés casi se desmaya. Retiraron

el disfraz y el simulacro de embarazo y el Galileo saltó al carro de Eliseo. Kesil se

hizo con las riendas y preguntó: “¿Adónde?”. “Al sur…”, replicó el rabí desde el

interior.

Huyeron hacia ninguna parte.

Cuando hubieron recorrido unos cinco kilómetros –no lejos de Nazaret–,

el grupo se detuvo. Nadie los seguía. El rabí descendió del carro y aconsejó que

descansaran. Al alba del 27 de febrero del año 28, reanudaron la marcha hacia

el sur. Dejaron atrás Dabburiya y la ciudad amurallada de Naín. Luego pasaron

por Endôr o En Dôr, una mísera aldea: puro ladrillo encalado, moscas enormes y

niños desnudos, decenas de niños correteando sobre escombros y basuras.

Permanecieron allí un día y medio. El sábado 1 de marzo del año 28, Jesús visitó

la aldea y se dedicó a hacer “´im”. Pasó la jornada de casa en casa y de corral en

corral. Escuchó a grandes y pequeños. Consoló a todos. Almorzó con los más

necesitados. Repartió lo poco que tenía y derramó algunas lágrimas.

El domingo 2 de marzo del año 28, levantaron campamento. A tres

kilómetros de Endôr, se detuvieron al pie del monte Tabor. (Los cristianos,

equivocadamente, lo llamaban la “montaña de la transfiguración”. Pero ese

suceso tuvo lugar más al norte, en la montaña sagrada del Hermón.)

Jesús expresó su deseo de subir a la cumbre. Los confidentes y los

seguidores de Yehohanan decidieron no participar. Felipe y los gemelos no

tuvieron más remedio que quedarse. El resto se unió al Maestro y, luego de algo

más de una hora de ascenso, alcanzaron la cumbre. Era una explanada, casi

circular, de mil doscientos metros de diámetro. La cima aparecía alfombrada por

un manto de sílex. Entre los habitantes del llano corría una leyenda que hablaba

de una potente luz que descendía, en la noche, con frecuencia, en la cima del

monte, iluminando la colina y los alrededores “como si fuera de día”. Esta gente

Page 440: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

445

llamaba al Tabor la “montaña de la luz”. En uno de los extremos se distinguían

algunas grutas y los restos de un templo pagano. Bartolomé habló del dios Baal

Hadad.

Al atardecer, descendieron del Tabor.

El lunes 3 de marzo, partieron, dejando atrás los pueblos de Kadoorie y

Hanot Taggarim, con sus inmensos trigales, y se encaminaron hacia la ruta que

unía Cesarea y Tiberíades. En Ilaniyya hicieron una pausa, comieron algo y

continuaron hacia la aldea de Shomer. Eliseo quedó asombrado. Sus pobladores

eran rubios, con los ojos especialmente azules. Y hacia el mediodía, divisaron a

lo lejos la “ciudad de los mamzerîm”. Cruzar aquel infierno siempre era

problemático. Andrés y los íntimos parlamentaron. Consideraron que no era

necesario. Era preferible tomar un desvío, a la izquierda de la senda principal,

caminar hasta Arbel, y desembocar en el “wadi” de las Palomas, muy cerca del

“yam”. Pero el Maestro tenía otros planes… Se acercó a Andrés, el jefe, e hizo

un aparte con él. Andrés regresó con los íntimos e impartió algunas órdenes. La

“tabbah” (la guardia personal de Jesús) salió apresuradamente detrás del rabí.

Éste se encaminaba hacia el “infierno” con sus largas zancadas. El resto tomó el

desvío hacia la referida población de Arbel. Kesil siguió al grupo y Eliseo fue tras

el Galileo. El grueso de la comitiva debería reunirse con Jesús, con Pedro y con

los hermanos Zebedeo a las puertas de la ciudad de Migdal. Allí esperarían al

Hijo del Hombre.

El Maestro conocía el lugar y lo conocía bien. Sin dudar, sorteó el

laberinto de chozas, de cañas, de barro, de trapos podridos y de troncos de

árboles. Eliseo se pegó a la escolta. Pedro y los Zebedeo caminaban tras el rabí.

El humo negro de las fogatas –aquí y allá– hacía irrespirable el ambiente.

Numerosos niños desnudos, cubiertos de pústulas y de una mugre oscura,

jugaban y correteaban sobre interminables charcos de aguas negras en los que

flotaban nubes de moscas e insectos. Las madres lavaban la ropa muy cerca, en

esos mismos ríos de aguas residuales. Tuvieron que sortear montañas de

escombros y basuras en las que corrían ratas como liebres, perseguidas por

hombres y perros escuálidos. Las cazaban, se sentaban en los estercoleros, y las

devoraban vivas, allí mismo. El Maestro no se inmutó. Juan Zebedeo vomitó.

Page 441: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

446

La marcha se prolongó casi una hora. Eliseo calculó que la población

podría superar las veinte mil almas. En aquel lugar, además, se había refugiado

lo peor de los ladrones y asesinos del país. Algunos recogían barro y

excrementos y los lanzaban al paso del grupo. El Maestro continuó, impasible.

Entraron en un simulacro de mercado. La fruta, podrida, se apilaba en el suelo.

Bueyes y corderos abiertos en canal –sangrantes y cubiertos de moscas–

colgaban de pesadas vigas por las que se deslizaban hileras de ratas. El olor a

carne putrefacta era insoportable. Y los vendedores gritaban la mercancía en

varios idiomas. Eliseo resbaló un par de veces en los charcos de sangre

coagulada. Los perros merodeaban y, al menor descuido, saltaban sobre las

porciones de carne. Niños devorados por los piojos dormitaban en los brazos de

mujeres esqueléticas, de miradas vacías o resignadas. Muchos de aquellos

infelices acudían a diario a ciudades como Migdal y Tiberíades y trabajaban –

clandestinamente– en toda suerte de oficios “inmundos”: recogían excrementos

por las calles, vaciaban letrinas públicas o privadas, lavaban ropa, transportaban

a los muertos y los amortajaban, cazaban ratas y las vendían (una docena por

dos ases), expurgaban a los pobres y a los ricos, acarreaban ladrillos para las

obras, curtían pieles o cortaban los cordones umbilicales. Si la sombra de un

bastardo se proyectaba sobre un judío, el “mamzer” podía ser apaleado. No

pisaban las sinagogas y tampoco tenían derecho a la enseñanza. Muchas

parteras asesinaban a los bastardos nada más nacer. ¿Qué sentido tenía vivir en

semejante miseria?

El Galileo, finalmente, se detuvo frente a una de las chabolas de barro y

paja. Antes de entrar, se dirigió a los discípulos y rogó que permanecieran en la

puerta. No dio explicaciones. Juan Zebedeo exploró los alrededores. Todo era

basura y moscas. Volvió a vomitar. Santiago lo atendió, pero Juan lo rechazó con

brusquedad. Muy irritado, no entendía por qué estaban allí, “entre tanto

pecador”. Pedro estaba pálido entre esos “ladrones” y “basura”. Santiago

intentó calmarlo. Estaban allí para proteger al Maestro; para nada más. Así pasó

una hora. Y apareció el Maestro. Detrás de Él, en la puerta de la chabola, se

presentó un anciano de escasa estatura y delgadez extrema, con una larga barba

teñida en verde rabioso. Era el jefe de los bastardos. Se llamaba Ja´im (Vida). Se

ocupaba de impartir justicia entre los “mamzerîm” y de organizar aquel caos.

Page 442: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

447

Jesús se despidió del anciano y abandonaron el lugar. Poco después se

reunieron con el grupo en las puertas de la ciudad de Migdal, a orillas del

“yam”, tal y como acordaron. Estaban a ocho escasos kilómetros de Nahum,

pero Andrés estimó que era más prudente acampar allí mismo.

Al día siguiente, martes 4 de marzo del año 28 regresaron a Nahum. El

rabí sugirió a su gente que descansara y que volviera a sus trabajos habituales.

Nada de prédicas…

“Disfrutad de vuestras familias, y confiad en el Padre Azul… Hasta luego…

Paz.”

El rabí embarcó en el muelle de Nahum y se dirigió al caserón de los

Zebedeo, en Saidan. Eliseo y Kesil pernoctaron en la ínsula de Si, cerca del

puerto de Nahum.

El 5 de marzo, miércoles, Eliseo y Kesil acudieron a Saidan. Los ánimos, en

efecto, estaban más calmados. Nadie había olvidado la curación masiva, pero la

gente se hallaba centrada en sus obligaciones. Y buscaron un lugar donde vivir.

En el caserón había demasiada gente para el gusto de Eliseo. Felipe fue de gran

ayuda. Aconsejó el alquiler de una casita, muy próxima a la suya y a la de Pedro.

Una habitación con dos niveles; la típica casa judía.

Jesús dedicó aquellos días a pasear en solitario por las colinas cercanas. Al

alba abandonaba el caserón de los Zebedeo y regresaba poco antes del ocaso.

Zal lo acompañaba casi siempre. Juan y Pedro desobedecieron las instrucciones

del Maestro y, por la tarde, se reunían con el pueblo en la playa de Saidan y

predicaban la buena nueva. Hablaban del reino invisible, del Padre Azul y, sobre

todo, del Mesías “rompedor de dientes”. “Roma –decían– tiene los días

contados.” Tuvieron escaso éxito. La gente solicitaba ver al Maestro y

demandaba prodigios como el de Caná o el de la curación masiva. Eliseo de vez

en cuando visitaba las casas de Pedro y de Felipe. Pedro tenía tres hijos: Fenicia,

de 8 años, Tebar (Frágil), de seis, porque siempre estaba enferma, y Telat, de

meses, porque fue el tercero. Perpetua, su esposa, no estaba muy de acuerdo

con la “loca aventura de seguir al Maestro”. Amata, la suegra, era una “anciana”

de cuarenta y cinco años. Felipe, el intendente, casado con Zaku, pasaba más

Page 443: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

448

tiempo en su “ma´badâ”, su laboratorio, que en la casa. No tenían hijos, pero sí

seis hermanos, de Felipe, todos solteros. Eliseo pasó muchas horas en aquel

laboratorio, además de dedicarse al estudio de las algas del lago.

El viernes 21 de marzo, Jesús se trasladó a Tiberíades en la única

compañía de los Zebedeo. Objetivo: reunirse con los seguidores del Maestro en

la referida ciudad ribereña. Celebraron dos reuniones. En ambas, el rabí habló

del reino invisible y alado, del bondadoso Ab-bá y del espléndido futuro que nos

aguarda tras la muerte. Entre los seguidores se encontraban los parientes de

Chuza, uno de los funcionarios de Herodes Antipas, el hijo de Herodes el

Grande. Las enseñanzas tuvieron lugar en la casa de Chuza y Juana, su esposa,

ambos devotos del Hombre. Compartían su filosofía sobre la inmortalidad del

alma. Y fue Chuza, en su calidad de administrador, quien informó a Antipas

sobre el reino invisible que predicaba Jesús. Chuza lo dejó claro: “Ese reino no es

político”. Eso, al parecer, tranquilizó a Herodes…, hasta cierto punto. Entre los

consejeros y funcionarios a su servicio, había gente que odiaba al Maestro. Eran

esbirros del Gran Sanedrín y de las castas sacerdotales. Eran realmente

peligrosos.

En la segunda reunión, celebrada el sábado 22 de marzo, sucedió algo

asombroso. A eso de la sexta (mediodía), se presentó en el cielo azul una gran

luz. Tenía forma de espada. Fue vista por miles de personas. Allí permaneció

hasta el atardecer. Algunos se maravillaban y aseguraban que se trataba de una

“merkabah” o carro volante, mencionados en las Sagradas Escrituras. En ellos

volaban los ángeles de Yavé. Otros se lamentaban y cubrían las cabezas con

ceniza, gritando que estaban ante una señal de los cielos: algo terrible se

aproximaba.

El sábado 29 de marzo del año 28, Jesús se retiró temprano a las colinas.

Hacia la nona (tres de la tarde) hubo cierta agitación en la aldea de Saidan.

Felipe salió de su casa y, a la carrera, hizo señas a Eliseo para que lo siguiera. Al

entrar al caserón de los Zebedeo, los discípulos rodeaban a dos individuos. Uno

era alto, gordísimo, con los ojos maquillados en rojo y el pelo teñido en un rubio

casi platinado. Vestía una túnica blanca, hasta los tobillos, y unas filacterias

negras en la frente y en el brazo izquierdo. Se trataba de Yehudá ben Jolí, el

Page 444: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

449

archisinagogo de Nahum. Era prestamista, dueño de medio pueblo y miembro

activo de la hermandad de los fariseos. Al otro lo llamaban Repas (“pisotear”)

porque era capaz de vender a su madre por dinero. Su verdadero nombre era

Tarfón. Era funcionario de la sinagoga, verdugo, responsable de la limpieza y

confidente de Jolí. En suma: dos individuos poco recomendables…

Jolí se dirigió a Andrés, el jefe de los íntimos, y el resto escuchaba con

atención: “Mangus, uno de los centuriones de la fortaleza romana de Nahum,

me ha visitado y me ha rogado que me ponga en contacto con vuestro rabí…

Tiene un ayudante enfermo –prosiguió Jolí–, muy enfermo… Tiene fiebres

malignas… Quiere (necesita) que Jesús lo cure”.

Tuvieron que esperar. El Galileo no se encontraba en el caserón. Y

Salomé, la dueña de casa, y las hijas se desvivieron por atender a los “ilustres”

visitantes. Hacia la décima (cuatro de la tarde), se presentó el Maestro.

Presentaba el rostro lleno de luz. ¿Cómo lo hacía? ¿Qué era lo que ocurría en

esos retiros, en las colinas?

Jesús recibió a los responsables de la sinagoga con una gran sonrisa. Se

besaron en las mejillas y se sentaron. Y Jolí repitió el recado de Mangus, el

centurión romano. El ayudante era un “optio”, una especie de sargento. Lo

llamaban Corax.

“Maestro, acude a la fortaleza, Mangus te necesita…”

“¿Por qué?”

“Su ayudante se muere –replicó Jolí–. El centurión ha financiado parte de

la construcción de nuestra sinagoga. Le debemos mucho…”

“¡Vamos!...”, contestó el Maestro sin pensarlo y con decisión.

Y se encaminaron hacia Nahum. Por el camino se unieron otros curiosos.

Al alcanzar la fortaleza romana –ubicada al norte de Nahum– eran treinta

personas. Allí había varios centinelas y uno de ellos se acercó, desconfiado. Jolí

explicó al centinela la razón de su presencia. Deseaba hablar con Mangus, el

centurión. El soldado entendió y se dedicó unos segundos a inspeccionar a los

allí congregados. Después ordenó que esperaran, y se perdió dentro del cuartel.

Page 445: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

450

Al poco reapareció en la puerta. Lo acompañaba un “optio” del centurión, quien

volvió a interrogar a Jolí sobre el motivo de aquella inusual concentración de

gente frente a la guarnición. El tono no era cordial. Jolí volvió a repetir la

cantinela. El “optio” no contestó y se limitó a pasear delante del grupo,

inspeccionándolo. Dos soldados lo escoltaban a corta distancia. Y de pronto,

uno de los mercenarios descubrió la espada que ocultaba Juan Zebedeo bajo el

manto. Otro mercenario fue a destapar los “gladius” que escondían el Iscariote

y Simón, el Zelota. La presencia de espadas no gustó al suboficial, pero no

preguntó. El uso de armas no estaba prohibido en la Palestina de Jesús, pero

puso en alerta a los romanos. Además, uno de los centinelas reconoció a Simón

el Zelota, y sabía de sus “inclinaciones” terroristas. El “optio” dio media vuelta y

se dirigió al portalón. Cuando estaba a punto de entrar en la fortaleza, se volvió

y, dirigiéndose a Jolí, le gritó que iba a consultar y que esperara allí.

Así pasó más de media hora. El Maestro no hizo comentario alguno. Jolí

escupía maldiciones contra los romanos. No entendía a qué venía tanta

desconfianza… Finalmente, se abrió la puerta y apareció el suboficial. Traía una

tablilla encerada en las manos. Cinco soldados tomaron posiciones en el

portalón y cinco rodearon al suboficial. Aquello era muy raro… El sargento se

situó ante Jolí y comenzó a leer: “Señor, no te molestes en entrar…”.

Allí detuvo su lectura, al darse cuenta de que no estaba leyendo el

mensaje a la persona indicada por Mangus. Y preguntó quién era Jesús… el

carpintero.

El Maestro respondió y el “optio” caminó hasta Él. Alzó de nuevo la

tablilla y replicó: “Esto dice Mangus, centurión…”.

“Señor, no te molestes en entrar a la fortaleza, pues no soy digno… Sé que

puedes decir una palabra y mi siervo sanará…” El “optio” miró a Jesús y esperó

una respuesta.

“¿Cuál es la palabra?”, preguntó el suboficial.

Eliseo se dio cuenta de la situación. Mangus intentó evitar problemas. Y

envió al “optio” con un mensaje.

Page 446: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

451

Jesús se volvió hacia los suyos y comentó con una sonrisa: “¡Cuánta fe la

de este pagano!”.

Y sin más, dio media vuelta y se alejó de la guarnición. Allí quedó el

suboficial, con la tablilla en las manos y cara de idiota. Todos se dispersaron.

Eliseo permaneció allí por unos minutos. El “optio” le dio la espalda y caminó

hacia el portalón. Fue en esos instantes cuando lo sorprendió aquel relámpago

azul, sin trueno, idéntico al que había presenciado en Irón. Podía ser la primera

vigilia de la noche (las 18 horas). El suboficial y los centinelas miraron al cielo,

sorprendidos… no había nubes. Eliseo, sabiendo lo que estaba sucediendo, se

alejó también, rumbo a Saidan.

Al día siguiente circularon dos noticias por el lago. Kesil acudió a Nahum y

las confirmó. La primera hablaba de la curación del ayudante del centurión. Las

fiebres malignas habían desaparecido. Felipe mostró sus dudas. El segundo

rumor fue más interesante: Mangus, el centurión de la clase “prior”, había

recuperado súbitamente el habla. Al parecer, este veterano soldado padecía un

mal incurable –¿cáncer de garganta?– que le impedía hablar con normalidad. Su

voz era cavernosa y arrastrada.

Eso fue lo sucedido el 29 de marzo del año 28. (El relato de los

evangelistas no coincide con lo ocurrido.)

Al día siguiente, domingo 30 de marzo, partieron hacia Jerusalén. Jesús

deseaba celebrar la fiesta de la Pascua en la Ciudad Santa. Jesús se colocó en

cabeza, con Zal, después los íntimos y, finalmente, Felipe, con un carro cubierto

bien surtido y “la Chipriota” amarrada al mismo. Bartolomé hizo el viaje en el

carro de Eliseo. Había hecho amistad con Kesil.

Descendieron sin prisas por la margen izquierda del río Jordán.

Recorrieron cuarenta y ocho kilómetros, hasta que llegaron a la milenaria

ciudad de Jericó. Era el 31 de marzo del año 28. Acamparon junto a las

poderosas murallas de casi veinte metros de espesor. La ciudad formaba un

óvalo de casi 1840 metros. Alrededor de Jericó todo eran plantaciones de

bálsamo y palmeras. Miles de palmeras.

Page 447: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

452

Los campesinos entraban y salían sin cesar de la ciudad y, como era de

esperar, preguntaban al grupo quiénes eran. Y la noticia se filtró: era el séquito

de Jesús, el carpintero y constructor de barcos de Nahum, el “hacedor de

maravillas”, el que convirtió el agua en vino en Caná, el sanador, el Mesías

prometido… Y empezó a llegar gente. Al atardecer, Eliseo calculó más de mil

personas. Andrés, preocupado, preguntó al Maestro qué debían hacer. ¿Huían

de nuevo, amparados en la oscuridad? El Galileo solicitó calma. Por la mañana

hablaría a la multitud.

Esa noche, Sitio y Aru, el negro tatuado, se despidieron del Hijo del

Hombre y de los íntimos. Habían tomado la decisión de viajar a Egipto. “Ahora –

dijeron– la esperanza va con nosotros…” A la mañana siguiente, el grupo los vio

alejarse hacia el sur.

A primera hora del 1 de abril del año 28, Jesús tomó su naranja y dirigió

unas palabras a la muchedumbre. Andrés le dijo al Maestro que esa gente sólo

buscaba diversión y espectáculo. Deseaban que los curase y poco más. No debía

perder el tiempo con ellos. Pero el rabí aprovechó la ocasión para “refrescar la

memoria de los dormidos”, como los llamaba. Y anunció un mudo mejor –en los

cielos, tras la muerte–, un Padre Azul benéfico y amoroso, que nada tenía que

ver con el viejo y vengativo Yavé, y la realidad del alma, inmortal por naturaleza,

regalo de ese Padre de los Cielos. Casi todos eran campesinos. Nadie parecía

comprender las palabras de Jesús. Todos reclamaban un prodigio. Otros

miraban al cielo y solicitaban pan. Otros se reían con descaro. Pero Jesús

hablaba y hablaba.

En un momento, Andrés se dirigió hacia la cocina, acompañado de dos

mujeres. Una era anciana, la otra más joven. Allí estaban Felipe, los gemelos,

Eliseo y Judas Iscariote. Andrés señaló a las mujeres a los encargados de la

cocina y luego se alejó para volver al lado del Maestro y de la multitud.

Las mujeres alcanzaron la cocina y la anciana, al descubrir a Judas, abrió

los brazos y corrió hacia él, al tiempo que gritaba: “¡Hijo, hijo mío!...”.

¡Era Amidá, la madre del Iscariote! Podía rondar los setenta años. Tenía

una mirada azul, dulcísima, y el rostro cubierto de pecas. La familia de Judas

Page 448: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

453

vivía en Jericó. Su padre, Simón, era un rico comerciante. Pero cuando Judas se

unió al grupo del Bautista, la familia lo desheredó. Eliseo recordó el relato de

Jasón: cuando Amidá contaba cuarenta años de edad, llegó a la ciudad un

extraño caldeo, un adivino. Y vaticinó que Amidá daría a luz un hijo “que moriría

antes que su padre”. Lo llamó “el hombre del cáliz”. Judas nació a los nueve

meses de la predicción, en junio del año -4. El padre consideró que no era hijo

suyo y sí del maldito caldeo y despreció a Judas y a la madre. En definitiva, un

niño rechazado por el padre y mimado por la madre. Creció en la más absoluta

soledad. Era tímido y desconfiado. A los ocho años fue violado por un integrante

de una patrulla romana. De ahí su odio hacia los “kittim”.

El Iscariote, al reconocer a su madre, le dio la espalda y continuó

bebiendo en el tazón de barro. La mujer, desolada, bajó los brazos y cayó de

rodillas. Y empezó a gemir y a suplicar: “¡Judas… mi querido niño!…”. La mujer

joven se acercó a Amidá e intentó consolarla. Felipe tomó un poco de agua y se

la ofreció a la madre de Judas. Pero ella no pudo beber. Estaba rota. Y siguió

suplicando y llorando. El Iscariote terminó alzándose, dejó el cuenco en la mesa,

y se alejó, ignorando a su madre…

Hacia las cuatro de la tarde del viernes 2 de abril del año 28 de nuestra

era, el Maestro y sus íntimos alcanzaron la aldea de Betania (no confundir con la

Betania del Jordán). Era una población de escasos mil habitantes. Pero sucedió

que, a partir de Jericó, la muchedumbre que se había instalado al pie de las

murallas o que rodeaba el campamento del Maestro se movilizó como por arte

de magia. Y siguió al grupo de Jesús a cierta distancia. Eliseo calculó unas dos

mil personas. Los discípulos discutían. El rabí, en cabeza, según su costumbre,

no participó en las polémicas. Pedro, Juan, Simón el Zelota y el Iscariote eran

defensores declarados de la multitud. “Eso representa poder y prestigio”,

decían. Andrés, Tomás, Mateo Leví y el “oso” de Caná mostraban sus dudas. Las

multitudes siempre eran fuente de problemas. Andrés solicitó templanza.

Lázaro y las hermanas –Marta y María– recibieron al grupo con sorpresa

(no lo esperaban) y con entusiasmo. Eran amigos desde la infancia. Eran ricos.

Su padre les había dejado extensos olivares y viñedos, así como la casa en la que

Page 449: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

454

vivían y otras propiedades en Jerusalén y en la vecina Bet Fagé, la aldea de los

sacerdotes.

Entraron en la hacienda y el gentío, poco a poco, fue instalándose frente a

la reja que servía de puerta principal. Andrés salía y observaba, y regresaba a la

casa visiblemente preocupado. No se equivocó. Al poco, algunos individuos

empezaron a reclamar la presencia de Jesús. Gritaban su nombre y exigían que

curase a los enfermos. Algunos discípulos se frotaban las manos… Jesús era un

líder, era el Mesías que arrojaría a los “kittim” al mar. Otros consultaron a

Lázaro: en caso de necesidad, ¿por dónde huir? Lázaro trató de tranquilizarlos.

Afuera, algunos seguidores intentaron saltar la reja. La servidumbre tuvo

que usar palos y agua hirviendo. Los gritos de dolor se mezclaban con las

maldiciones. Y la muchedumbre empezó a lanzar piedras contra la casa. Andrés

consultó con Lázaro y con el rabí. Aquello tenía mala pinta. La historia volvía a

repetirse. Decenas de hombres, mujeres y niños terminaron apretándose al otro

lado de la reja. Suplicaban, extendían los brazos, lloraban, exigían, amenazaban

con incendiar la casa… Andrés, pálido, actuó con decisión. Y una vez que

oscureció, Jesús y los íntimos caminaron hasta el fondo de la finca. Allí, frente a

una gran muela de molino que cerraba la tumba familiar, el Maestro y el resto

se despidieron de Lázaro. Y huyeron por una puerta lateral, amparados por la

noche. Destino: la ladera oeste del monte de las Aceitunas o monte de los

Olivos. Según Felipe, el huerto, llamado “Getsemaní”, era propiedad de un

fariseo, seguidor del Maestro: Simón, el leproso. Kesil, Zal y la Chipriota se

quedaron en la hacienda de Lázaro.

Getsemaní era un olivar de menguadas dimensiones, todo él cercado por

un murete de piedra de un metro de altura. Allí permanecieron tres semanas.

Felipe y los gemelos plantaron las tiendas de campaña y el resto encendió

el fuego y siguió discutiendo. Jesús escuchó en silencio durante más de una

hora. ¿Qué debían hacer? Cenaron y, finalmente, el Maestro fue claro y

rotundo: “Nada de predicar en público, de momento”.

De vez en cuando, bajaban a la casa de Lázaro, siempre a escondidas y

durante la noche, o paseaban por la Ciudad Santa.

Page 450: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

455

Durante aquellos días, el Maestro se mostró especialmente cauto. No

deseaba problemas. El gentío frente a la casa de Lázaro terminó dispersándose.

Nadie sabía dónde se ocultaba el rabí de Galilea.

El domingo 4 de abril del año 28, recibieron una visita especial. Abner, el

que fuera el segundo de Yehohanan, se presentó en el campamento de

Getsemaní. Lo acompañaban los doce seguidores del Bautista, con los que

habían compartido la última gira por la Galilea.

Abner era samaritano, pequeño de estatura, pero de talante aguerrido. Lo

llamaban “ari”, el león. Había vivido en Sebaste, en Samaría, pero, al conocer al

Bautista, lo dejó todo y se unió al predicador. Eso fue en marzo del año 25. La

muerte de Yehohanan fue un duro golpe para el pequeño gran hombre. Pero, al

saber de los prodigios del Maestro, decidió llegar hasta Él e informarse. Su

aspecto era desagradable. Padecía una grave periodontitis, con la pérdida de

casi todos los dientes. Era un esqueleto andante, con las uñas siempre negras,

largas y descuidadas. Los piojos se lo comían. Se pasaba el día rascándose la

sucia y enredada cabellera. Para colmo, la voz parecía una flauta. Sin embargo,

todo el mundo lo quería. Era comprensivo, dulce y de extrema amabilidad.

El Maestro se ausentó de Getsemaní. No regresaría hasta la puesta del

sol. Pedro se mostró nervioso. No le gustaba que el rabí permaneciera solo.

Pero la orden de Jesús fue clara: “Debo ocuparme de los asuntos de mi Padre”.

Punto final. Eso significaba que nadie debía escoltarlo.

Tras los saludos de rigor, Abner y los suyos se sentaron en torno a la

hoguera. Andrés y el resto los acompañaron. Sólo Felipe y los gemelos

permanecieron al margen, ocupados en la cocina. Los discípulos de Jesús y del

difunto Bautista hablaron de muchos asuntos. Eliseo escuchaba las

conversaciones de ambos grupos. En realidad eran disputas, agrias disputas. Los

seguidores del bautista defendían a ultranza el bautismo. Era el reconocimiento

del arrepentimiento previo. Para los íntimos del Galileo, el bautismo no era

prioritario. Después pasaron al ayuno y a la necesaria penitencia. Jesús no era

partidario de ninguno de los dos asuntos. Según sus palabras, “el ayuno no tenía

nada que ver con el Padre Azul y mucho menos el castigo corporal”. Los

seguidores de Yehohanan no aceptaron la postura de los íntimos. Y los ánimos

Page 451: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

456

se fueron incendiando. Andrés y Abner tuvieron que intervenir más de una y

más de dos veces. Y al plantear el asunto capital –¿era Jesús el Mesías

prometido?–, de las voces y los insultos se pasó, lamentablemente, al cuerpo a

cuerpo. Abner y los suyos defendían que el verdadero Mesías había sido el

Bautista. Jesús era un intruso y un aprovechado. Juan Zebedeo la emprendió a

patadas con los seguidores del Bautista y la pelea se generalizó. Rodaron por el

suelo. Pedro se quemó en la hoguera y casi todos terminaron con heridas y

moratones. Felipe y los gemelos intentaron separarlos, pero sólo recibieron

bastonazos.

Abner y los seguidores del Bautista abandonaron Getsemaní entre

insultos y amenazas cruzadas. Por supuesto, no regresaron al campamento.

Cuando el Maestro se presentó en Getsemaní, nadie quiso hablar de lo

sucedido. Todos bajaron la cabeza y siguieron con las lentejas. Pero Jesús

escuchó el silencio, vio los moratones y supo lo ocurrido. No dijo nada. Cenó

algo, muy poco, y se retiró a la tienda. Eliseo volvió a preguntarse: ¿Cómo lo

hace?, ¿cómo consigue penetrar en la mente de los demás?

El sábado 10 de abril del año 28, Jesús acudió al Templo. Según los

rumores que corrían por la ciudad, la afluencia a la fiesta de la Pascua, en ese

año, superaba los cien mil peregrinos. Es decir, la población de Jerusalén se

triplicaba, como poco. Casi no se podía dar un paso. Andrés repetía, a voz de

grito: “¡No os separéis!”.

Y a eso de la quinta (once de la mañana) caminando por la zona norte del

atrio de los gentiles, Juan Zebedeo tomó al Maestro aparte y le susurró algo al

oído. Jesús dijo que sí con la cabeza y ambos se dirigieron hacia la llamada

puerta Probática. El Zebedeo se volvió e indicó a Andrés que esperasen. Y el

grupo, cansado, eligió sentarse en las escalinatas que rodeaban el Santuario.

Eliseo, intrigado, fue tras ellos. Al dejar atrás la Probática, descendieron y allí,

muy cerca se levantaba un complejo de piscinas al que llamaban Beza´tha. Se

hallaba abierto a todo el mundo. Había dos piscinas grandes y tres más

pequeñas. Las aguas eran rojas –sulfurosas– y calientes. En el subsuelo existían

varios manantiales de aguas termales. De vez en cuando, unas dos o tres veces

al día, las aguas ascendían con fuerza, provocando remolinos burbujeantes. La

Page 452: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

457

llamaban “agua santa”. La creencia popular aseguraba que un ángel bueno

descendía sobre las piscinas y las hacía burbujear. El que entraba en el agua en

aquellos momentos lograba curarse. El problema es que nadie sabía cuándo

bajaba el ángel y en que piscina removía las aguas. Naturalmente, la supuesta

“agua santa” era acarreada hasta el Templo y vendida a buen precio. Otro

negocio de la casta sacerdotal… La gente se la llevaba a casa y la daba a beber a

los enfermos.

Las piscinas aparecían repletas de hombres; sólo hombres. Las mujeres no

podían acceder al recinto. Allí había cojos, mancos, ciegos, tullidos y, sobre

todo, enfermos mentales: paralíticos cerebrales, gente que hablaba sola, que

hacía extrañas muecas, que se golpeaba el rostro con ambas manos y que

sonreía a todo y a todos sin motivo aparente.

Por lo que pudo averiguar después Eliseo, a través de Felipe, Juan

Zebedeo intentaba ablandar el corazón del Maestro y lograr así un milagro. De

esa forma –suponía Juan– la ciudad se rendiría a sus pies y Jesús sería

reconocido como el Mesías esperado.

Juan señaló a los dolientes y planteó al rabí: “Maestro, observa a esta

gente… Mira cómo sufre… Dime, ¿podemos hacer algo por ellos?”.

El Hijo del Hombre entendió la treta de Juan y le respondió: “Juan, ¿por

qué me tientas?... No debo hacer lo que me pides, a no ser que sea la voluntad

de Ab-bá. Pero, les hablaré”.

Jesús, entonces, dirigió unas palabras al centenar de enfermos y tullidos.

Pero no lo comprendieron y lo trataron de loco. En esos momentos, las aguas de

una de las albercas comenzó a agitarse. Hubo un gran revuelo, olvidaron al

Maestro y se alzó un griterío, mientras tropezaban unos con otros para

conseguir llegar a la piscina.

“Vamos…, antes de que las cosas empeoren”, dijo Jesús al Zebedeo.

Y retornaron al Templo.

(Sobre esto, Juan hace su relato en su evangelio. Una vez más, los sucesos

no sucedieron así.)

Page 453: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

458

Fue inesperado. El domingo 11 de abril del año 28, Abner –el león– se

presentó de improviso en el campamento de Getsemaní. Llegó solo. El Maestro

se hallaba en su habitual paseo por las colinas próximas. Buscó al jefe de los

discípulos. Se arrodilló ante él y solicitó perdón por el nefasto comportamiento

de su grupo la semana anterior. Andrés, conmovido, lo obligó a levantarse y lo

abrazó. Y lo mismo hicieron los restantes discípulos, excepto Juan Zebedeo. Se

negó a abrazarlo y olvidar absurdos rencores. El pequeño gran hombre

desayunó con los íntimos y luego se despidió. Eliseo se las arregló para

acompañarlo. Abner agradeció el gesto y se encaminaron hacia la ciudad de

Jerusalén.

Desde aquella breve cima, la llamada Ciudad Santa se ofrecía al

caminante como un “ciervo acostado en las colinas”. La luz de la mañana

blanqueaba las murallas, pintando de rojo y amarillo los miles de pequeñas

casas cúbicas que se derramaban a uno y otro lado del Tiropeón, una depresión

que dividía la metrópoli de forma natural: el barrio o ciudad alta y la baja. En

total, aproximadamente algo más de cinco mil casas, con una población

estimada en veinticinco mil habitantes. Finas columnas de humo azul le daban

vida al paisaje. Agazapados en la muralla oeste se distinguían los palacios de

Herodes y de los Asmoneos. Y en lo alto de la ciudad, el Templo y su eterna

compañera negra: la fortaleza Antonia, base de la cohorte romana. El oro y la

plata chispeaban desde los palacios. Hablando y hablando, al cruzar la puerta de

la Fuente, Abner y Eliseo se toparon con un ejército de pordioseros, cojos y

ciegos. Hacían tintinear sus cazos y escudillas, a la espera de unas monedas.

Abner, comprendiendo la ignorancia de Eliseo, lo agarró de la túnica y tiró de él,

haciéndole ver que “aquella tropa eran pícaros redomados”. Y se aventuraron

en un laberinto de callejuelas y callejones que trepaban hacia el barrio alto.

Eliseo nunca vio tanto desorden. Y el bueno de Abner decidió mostrarle la

Jerusalén que muy pocos conocían.

Primero visitaron un mercadillo en el que sólo se vendía algodón. Eliseo

quedó asombrado. ¡El algodón era azul y rojo! Preguntó cómo lo obtenían, pero

los sirios que manejaban el negocio sonrieron, pícaros, y se negaron a

informarle. Poco después aparecieron en un pórtico oscuro y remoto. Abner

invitó a Eliseo a “examinar” la mercancía, en silencio. Y Eliseo leyó: “Remedio

Page 454: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

459

infalible… Mezclar miel con sosa y excrementos de cocodrilo… Aplicar a la

vagina, penetrando el producto hasta el fondo, donde se inicia la uña”. Eliseo

miró a Abner, desconcertado. Si, estaban en el mercado del aborto. Un negocio

prohibido por la Ley judía. Allí había más “material” expuesto. Decocciones de

perejil, en multitud de variantes. Bastaba con ingerir la infusión y el aborto se

registraba en horas, según las brujas que lo vendían. Vino tinto de Chio,

convenientemente preparado. El varón debía untarlo en el pene, antes del

coito. “Diafragmas” de múltiples tamaños, procedentes de la India. Consistían

en cáscaras de cítricos, previamente “embrujados” por “sabios y caldeos”. La

mujer la introducía en la vagina. “Infalible”, según los vendedores. Tripas de

gato de diferentes tamaños y colores (que actuaban como preservativos) y toda

suerte de artefactos mecánicos para provocar la muerte del feto.

Eliseo salió del zoco asombrado y horrorizado. Recorrieron otro mercado,

en el que sólo se vendían “cerillas”. Las importaban de Italia, la mayoría de

Sicilia y Felamona. Se trataba de pajuelas de centeno de diez centímetros,

totalmente cubiertas de azufre fundido. Para incendiarlas había que utilizar el

pedernal o aproximarlas a una llama. Eliseo compró algunos paquetes, que

obsequió a Felipe.

Descendieron nuevamente hacia el barrio bajo y Abner condujo a Eliseo

hasta una plazoleta. En un extremo habían levantado una tarima de un metro

de altura. En ella –de pie– se agrupaban diez hombres y mujeres totalmente

desnudos, con gruesas cadenas en los tobillos. ¡Eran esclavos! Un hombre con

pantalones persas y un látigo en la mano izquierda pregonaba la “mercancía”.

Eran huidos de la justicia, capturados en Fenicia. Eran negros y jóvenes. El

individuo se aproximó a una de las mujeres –casi una niña– y acarició sus

pechos, anunciando el precio de salida: veinticinco denarios de plata. La gente

congregada empezó a pujar. La muchacha fue adjudicada en diecisiete denarios:

el salario de medio mes de trabajo de un “felah” o campesino. Soltaron las

cadenas y fue empujada hacia el comprador. Eliseo salió de la plaza con el

estómago revuelto. ¿Por qué el Maestro no acudía a lugares como ése? ¿Por

qué nunca hablaba de la esclavitud? Y se propuso interrogarlo sobre el asunto.

Page 455: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

460

Continuaron caminando y llegaron a una zona –en las murallas y en los

muros del palacio de Herodes– donde aparecieron infinidad de grafitis. Algunos

decían: “Poncio, ‘cattivo’ (Poncio, el malo)”, “Poncio, esclavo de Sejano”,

“Poncio, vuelve a tu casa”, “Maldito Sanedrín, arderás en el ‘seol’”, “Vivan los

zelotas”, “Judas de Gamala no ha muerto”. “Soldado (refiriéndose a los

mercenarios romanos o ‘kittim’), ¿tu vida vale diez ases?”. Esa era la paga diaria

de un “kittim”. Eliseo contó medio centenar de grafitis, a cual más ácido, en

especial con las fuerzas romanas de ocupación.

Hacia las tres de la tarde se nubló y empezó a llover. Abner, entonces,

indicó a Eliseo un edificio. Allí se refugiaron. ¡Sorpresa! El lugar era una

“escuela”… muy especial. Abner conocía el sitio. Era amigo del “director”. Lo

llamaban Hóled, que en arameo quiere decir “comadreja”. El tal Hóled lo saludó

efusivamente. Abner presentó a Eliseo, quien recibió dos besos en las mejillas.

El individuo los invitó a visitar sus dominios. La “escuela” disponía de varias

salas. En la primera, un grupo de desarrapados recibía “lecciones” de una

anciana desdentada. Se trataba de simular posesiones diabólicas. La mujer se

lanzaba al suelo con violencia, hundiendo el vientre y escupiendo espuma.

Torcía los ojos y hacía muecas, lanzando alaridos insoportables. Al terminar

sacaba un trozo de jabón de la boca, con el que simulaba los espumarajos.

Hóled la felicitó. Después, los “alumnos” la imitaron con mejor o peor suerte…

En la siguiente “aula” trabajaban con toda suerte de heridas. Las

ulceraciones las simulaban con una planta a la que añadían grasa arsenicada.

Las pústulas eran “pintadas” en el rostro, brazos, piernas y vientre. El falso

enfermo se colocaba en puertas y esquinas estratégicas e intentaba mover la

compasión de los peregrinos. Los habitantes de la ciudad ya los conocían y

pasaban de largo. En esa misma sala se cubrían el cuerpo con harina, sangre de

animales y barro, y se hacían pasar por leprosos.

En la tercera sala estaban los “herniados”. Utilizaban tripas de animales.

Las rellenaban con agua y las introducían por el ano, consiguiendo que

arrastraran por el suelo. El “enfermo” levantaba los harapos y mostraba su

“mal”, suplicando una limosna. La gente de buen corazón se compadecía,

naturalmente, y entregaba uno o dos ases.

Page 456: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

461

En la última estancia les mostraron a los falsos mudos, a los falsos cojos y

mancos y a los no menos falsos ciegos. Todo tenía su truco. A los “mudos” les

enseñaban a doblar la lengua y a emitir gruñidos indescifrables. Siempre había

alguien que picaba… Los “ciegos” tenían que permanecer horas con los ojos en

blanco. El capítulo de los cojos y tullidos era sorprendente. Los obligaban a

ocultar la pierna en una prótesis de madera o a esconder y amarrar las manos

bajo las túnicas. Un “cojo” podía obtener del orden de 20 ases al día. La mitad

era para la “escuela”. Tampoco faltaban los falsos jorobados y falsas

embarazadas. Simulaban con mantas. Los jorobados obtenían una buena tajada

de los supersticiosos judíos. Tocar la joroba –decían– traía buena suerte. Y el

simulador se dejaba acariciar a cambio de unas monedas.

Todo, en la “escuela de los pícaros”, estaba minuciosamente organizado:

los disfraces, los lugares a los que acudir, las señales que se pasaban uno a otro

en caso de peligro; la mendicidad en solitario o en grupo; cómo robar la bolsa de

un peregrino mientras otros colegas lo distraen; cómo deshacerse de las

prótesis o de las “heridas” en caso de proximidad de la guardia de Antipas, o de

los levitas, policías del Templo… Entre ellos, por supuesto, había categorías:

maestros, soldados, aprendices, vigilantes y patrones. Hóled era uno de los jefes

de la “mafia” de los mendicantes y pordioseros.

El 13 de abril, martes, Jesús fue invitado a cenar en la casa de un rico

fariseo llamado Simón, alias “el leproso”. Era el propietario del huerto de

Getsemaní, donde el grupo había instalado el campamento. La lepra, curada

años atrás, lo marcó con el referido apodo.

El rabí solicitó que lo acompañara la escolta habitual: Pedro y los

Zebedeo. Además, invitó a Eliseo con un escueto “acompáñame”.

La casa de Simón, en Betania, era espléndida. Una mansión rodeada por

un cuidado jardín. El dueño de casa los aguardaba en la puerta. Los besó, uno

por uno, y los invitó a entrar en una sala enorme que hacía las veces de

comedor. Eliseo contó veinte divanes alrededor de una mesa en forma de “U”.

El invitado de honor –Jesús de Nazaret– se hallaba en el centro.

Page 457: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

462

De pronto, los criados abrieron una de las puertas. Por el jardín llegaba

una serie de individuos. Caminaban en hilera y vigilados por la servidumbre.

Eran mendigos. Eran hombres y mujeres, diez en total. Santiago le explicó a

Eliseo que se trataba de una vieja costumbre, practicada, sobre todo, por los

“santos y separados” (fariseos). Cuanto más importante era la cena, más

desarrapados… Los pobres se posicionaron, de pie, a lo largo de una de las

paredes y esperaron en silencio.

Simón hizo un gesto y los músicos comenzaron a tocar. Y empezaron a

servir la cena. El Maestro conversaba apaciblemente con Simón. Fue al servir el

segundo plato cuando Simón y el resto de los invitados empezaron a lanzar

chuletas hacia los mendigos. Éstos –bajo la severa mirada de los criados– se

apresuraban a recogerlas, comiéndolas o guardándolas entre los harapos. El

Galileo no participó en la humillante costumbre. Miró a Eliseo. Su rostro

aparecía serio. Pedro y Juan sí lanzaron carne a los pies de los infelices. De los

diez mendigos invitados, uno no se movió de su sitio. Mejor dicho, una… Al

parecer era una conocida prostituta. Regenteaba un burdel de alta categoría. La

apodaron “Sop” (eternidad) porque sabía proporcionar placeres “eternos”.

Santiago no estuvo de acuerdo con la presencia de la mujer en la cena. “Es un

insulto”. Eso dijo. Y aseguró que Sop había oído hablar de la buena nueva

predicada por el Maestro y que prometió cerrar su negocio. Pero el discípulo

dudó. Sop llevaba más de treinta años en la prostitución. Era una mujer gruesa y

no muy agraciada. Su aspecto era el de una anciana.

De pronto, Sop caminó unos pasos y fue a situarse a los pies del diván del

Maestro. Ocultaba algo entre las ropas. Juan Zebedeo, alertado, se puso en pie.

Pero el rabí levantó la mano izquierda e indicó a Juan que se calmara. Algunos

siervos interrogaron a Simón con la mirada. El anfitrión no supo qué decir.

Conocía a la prostituta, pero aguardó. La mujer, entonces, abrió un frasco de

cristal y vertió el contenido sobre los pies del Hijo del Hombre. Y un intenso

perfume llenó el recinto. Era una esencia de nardo, procedente de la India y

costosísima. Aquel frasco –con un contenido de medio litro de esencia– podía

costar cerca de trescientos denarios de plata. Con eso se podía dar de comer a

miles de personas… Sop miró a Jesús, y éste, sencillamente, la iluminó con una

sonrisa. No hubo palabras. La prostituta frotó los pies desnudos del rabí y lo

Page 458: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

463

hizo con delicadeza. El silencio en la sala era total. Pedro miraba con la boca

abierta. Minutos después, concluido el masaje, la mujer se inclinó y secó los pies

con la espesa mata de pelo negro. Al levantar el rostro, Sop tenía lágrimas en los

ojos. El Maestro se sentó sobre el diván (la costumbre era tumbarse sobre el

lado derecho y tomar el alimento con la mano izquierda), y fue a colocar la

mano derecha sobre la cabeza de la mujer. Y, tras ser acariciada los cabellos, la

prostituta se puso en pie, dio media vuelta y salió del comedor.

Al momento surgieron murmuraciones. Los invitados decían: “El Maestro

no sabe quién es esa mujer… De haberlo sabido no hubiera consentido… ¡Qué

vergüenza!...”.

Simón se mostró de acuerdo y añadió en voz baja: “Si este Hombre es un

profeta, ¿cómo es que no sabe que Sop es una mala mujer?”.

El Galileo, al lado, escuchó las palabras del anfitrión. Y, dirigiéndose al

fariseo, comentó: “Simón, tengo algo que decirte…”.

“Dime, rabí…”

“Te contaré algo. Un prestamista tenía dos deudores. Uno le debía

cincuenta denarios y el otro quinientos. Ninguno de los dos podía pagar. El

prestamista, entonces, decidió perdonarlos.”

Los invitados seguían la parábola con atención. Pero mostraron su

disconformidad. Eso no pasaba entre los prestamistas judíos… “¿Quién

consideras –prosiguió el Galileo– que lo amó más?”

“Aquél al que más se le perdonó”, coincidieron todos.

“Habláis con sabiduría”, manifestó el rabí.

Y, señalando hacia la puerta por la que había desaparecido la prostituta,

añadió, dirigiéndose a Simón: “Entré en tu casa como invitado de honor y nadie

lavó mis pies… Esa mujer, agradecida, los ha bañado con sus lágrimas y me ha

ungido con un perfume caro… ¿Qué quiero decir con esto?”.

Todos miraron al rabí, desconcertados.

Page 459: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

464

“… Muy simple, Simón –concluyó Jesús–. Los muchos pecados de esa

mujer han sido perdonados… Amó mucho y mucho le ha sido perdonado. Pero,

ojo, al que ama poco…, poco le será perdonado.”

“¿Quién es este Hombre –murmuraba el fariseo– para perdonar los

pecados de nadie?”

En aquel tiempo, los únicos capacitados para perdonar los pecados (o

supuestos pecados) eran los sacerdotes, previo pago…

Jesús se levantó y se despidió de todos. Al llegar a la puerta, se volvió y,

dirigiéndose al anfitrión, proclamó: “Conozco tu corazón… Sé que está dividido

entre la luz y la oscuridad… Te puede el miedo, y te puede porque no te has

entregado al Padre de los Cielos… Pero sé que entrarás en la luz…”.

Esa noche, en Getsemaní, el “oso” de Caná hizo una pregunta al rabí:

“¿Por qué el Padre Azul, bendito sea su nombre, permite el mal?”.

“Sí –intervino Tomás–. ¿Por qué tanto dolor, tanta sangre derramada,

tanta muerte, tanta hambre y tanto maldito romano?”

“A ti te gusta jugar a los dados, Tomás… En verdad te digo que si el placer

es deseable, y lo es, en este mundo tiene que existir el dolor… Sólo así sabrás

distinguir y saborear. Sólo así evaluarás, de verdad, la pequeña porción de

felicidad a la que puedes tener acceso en esta vida.”

“¿Después de la muerte hay placer?”, preguntó Mateo Leví.

“No hay palabras, Mateo… No estás capacitado para entenderlo. Ni tú ni

nadie. No ahora. Lo que verás tras la muerte no puede ser definido. Después,

tus ojos y sentidos cambiarán. Confía…”

“Sigo sin entender –porfió el “oso”–. Si Dios, bendito sea su nombre, es

tan grande y poderoso, ¿no le duele tanta injusticia y horror?”

“Claro que le duele, Bartolomé. Él está en tu interior…,

permanentemente. P-e-r-m-a-n-e-n-t-e-m-e-n-t-e…”

“No entiendo – declaró el “oso”–, no entiendo…”

“Dime, ¿el valor es bueno?”

Page 460: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

465

Todos dijeron que sí.

“Entonces, el hombre debe crecer en un ambiente hostil… Si el valor es

bueno y necesario, el ser humano debe desenvolverse en un mundo lleno de

problemas y decepciones. Sólo así podrá educarse en la audacia. Sólo así sabrá

qué es el valor… Pero eso no significa que el Padre sea amante de la violencia o

las dificultades. El ser humano es lo más bajo de la creación y tiene que

aprender desde lo más bajo… Después, tras la muerte, todo esto será un lejano

y difuso sueño.”

Tomás negó con la cabeza y declaró, sincero: “Tampoco entiendo… Los

niños mueren. ¿Qué culpa tienen ellos? ¿Qué aprende un bebé que fallece a las

pocas horas de nacer?”.

Eliseo observó al Maestro. Las palabras y los conceptos lo limitaban. Ése

fue su gran problema en la Tierra…

“Confía, Tomás… Todo está ordenado para el bien, aunque ahora no lo

comprendas. Decidme –continuó–, ¿la esperanza es buena?”

Asintieron.

“Pues bien –replicó–, la vida, en ese caso, tiene que ser un río de

continuas decepciones.”

“Decidme –prosiguió–, ¿la lealtad es aconsejable?” Nadie dudó. Y Él

afirmó: “Pues bien, si eso es así, el mundo tiene que ser un pozo lleno de

traidores”.

“Decidme, ¿la humildad es buena? Sí lo es… En consecuencia, la vida tiene

que ser una permanente demanda de honores y reconocimientos.”

Santiago de Zebedeo intervino por primera vez: “Rabí, ¿es malo hacer

bien tu trabajo?”.

“No, Santiago, no confundas mis palabras. No he dicho eso. Está bien

hacer tu trabajo, y hacerlo un poco mejor cada día. Pero no busques la vanidad.

Ella, de todas formas, te rondará. Aquí, en este mundo, aprenderás a no caer en

esa trampa. Es muy fácil vestir el ego. Lo difícil es desvestirlo.”

Page 461: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

466

Y añadió: “Decidme, ¿la verdad es deseable?”.

Lo miraron con asombro.

“Si –respondió el Maestro–, la verdad es deseable. Por eso conviene que

el hombre viva en un mundo sembrado de errores y falsedades.”

Y allí concluyó la tertulia a la luz de la hoguera…

En esos días de abril del año 28, el Hijo del Hombre fue invitado a otras

cenas y tertulias en la ciudad de Jerusalén. La orden de caza y captura por parte

del Sanedrín seguía en vigor, pero ninguno de los grandes prebostes se atrevió a

solicitar la detención del Galileo. Las castas sacerdotales, los fariseos, saduceos

y escribas estaban convencidos de que el Maestro tenía algún tipo de acuerdo

con las autoridades romanas, o quizá con Herodes Antipas. De ahí que no le

molestaran.

Eliseo asistió a una de esas cenas por invitación del Maestro. Se celebró el

domingo 18 de abril, en la domus de Flavio, el judío de origen griego,

conquistado por la helenización, cada vez más intensa y generalizada en la

Palestina de Jesús. Flavio era rico y homosexual declarado, doblemente odiado

por los notables de Jerusalén.

A la cena acudieron otros seis judíos, también helenizados e igualmente

homosexuales. Jesús aparecía distendido, feliz y dispuesto a responder a lo que

planteasen. La cena fue deliciosa… Flavio era un “mariposón” culto y refinado.

Y empezó la tertulia. El anfitrión planteó a Jesús la primera duda:

“Maestro, ¿el universo es un simple accidente?”.

“No, Flavio… Es un trabajo de creación del Padre Azul, del que ya

hablamos en su momento. El universo está sujeto a la voluntad del Creador.

Todo ocurre porque Él lo dispone así. Nada es casual. Y dado que Ab-bá es amor,

sus creaciones son siempre buenas. Más aún: son siempre amorosas.”

“¿Estás diciendo –intervino uno de los invitados– que las catástrofes

naturales son consecuencia del amor de ese Dios?”

Page 462: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

467

“No confundas la creación con sus consecuencias… ¿Piensas que el Padre

Azul es responsable de la lluvia que te moja?”, respondió Jesús con suavidad a la

pregunta malintencionada.

“Dime, rabí –terció otro de los judíos–, ¿la naturaleza es la representación

del buen Dios?, bendito sea su nombre…”

“La naturaleza, querido amigo, simboliza lo perfecto y lo imperfecto, pero

nunca a Dios. El Padre Azul es irrepresentable para la mente humana.”

“Entonces –intervino Flavio–, ¿no debemos adorar a la naturaleza?”

“No, Flavio… Adorar la belleza es una pérdida de tiempo. Adora mejor al

que la ha creado… La belleza hay que disfrutarla, no adorarla…”

“Dios, ¿tiene barba, como dicen?”

“No, amigo –replicó Jesús con una sonrisa–. Ab-bá, aunque Padre, no es

un ser humano. Por más que lo intentes –y señaló una de las estatuas que

adornaban el comedor–, no podrás transmitir una sola idea a ese trozo de

mármol. Pues bien, en verdad te digo que la distancia entre el Padre Azul y tú es

infinitamente más grande que entre esa estatua y cualquiera de nosotros.

Aunque quisiera, no podría explicarte cómo es Él. Acepta mi palabra. Yo lo he

visto…”

La afirmación del Galileo cayó como un jarro de agua fría entre los judíos.

Aunque helenizados, todavía conservaban las raíces de la filosofía mosaica. Para

la mayoría de los judíos creyentes, Yavé era un varón. Eso nadie lo discutía.

“¿Tú has visto a Dios?, bendito sea su nombre…”, planteó Flavio.

“Lo he visitado con frecuencia.”

Las caras eran un poema. Uno de ellos se levantó y, tras dar las gracias al

anfitrión, se despidió educadamente. Otros dos le imitaron.

“Lo que dices –prosiguió Flavio– podría costarte muy caro…”

“Lo sé –reconoció el Maestro–, pero la Verdad tiene un precio.”

Page 463: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

468

“Eres valiente –añadió el anfitrión–. Actúa con cautela… Un profeta

muerto no sirve de nada.”

“Si Dios, bendito sea su nombre –preguntó otro invitado–, es infinito,

¿dónde termina?”

“Dios no termina, de la misma manera que no empieza. ¿Puedes tú

decirme dónde empieza y dónde concluye cualquiera de tus miradas?”

“¡Qué difícil…!”, resumió el anciano.

“Sí, difícil para el hombre, la más primitiva de las criaturas del Padre Azul.

Pero ya crecerás… Tu futuro es espléndido.”

“Dime cómo es Dios –se arriesgó Flavio–. Utiliza una sola palabra.”

“Luz”, contestó el Maestro al segundo.

“¿Luz?”

“Sí, luz que piensa.”

“¡Oh!... Me cuesta comprender…”

“No trates de entender al Padre Azul. ¡Siéntelo!... ¡Ámalo!...”

“¿Tiene Dios, bendito sea su nombre, exterior?”

“¿Tiene la luz exterior?”, replicó Jesús sonriente.

“Me pierdo…”, lamentó Flavio.

“Claro –concedió el Galileo–. Tu mente es una casa muy grande…, pero no

es Jerusalén. Espera a volver a tu verdadera casa, el reino invisible del que

procedes… Entonces no te sentirás perdido.”

Flavio se refirió entonces a la fiesta de la Pascua y a los sangrientos

sacrificios de animales en el Templo. Le repugnaba aquella costumbre. Y

preguntó al Hijo del Hombre su opinión. Jesús fue rotundo: “Mi Padre no

necesita la sangre para calmar su ira… Mi Padre no conoce la ira. Esos

derramamientos de sangre son propios de religiones primitivas. Mi Padre es

amor, os lo he dicho. El mejor regalo que podéis hacerle es aceptar su voluntad.

Page 464: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

469

Que mi voluntad sea la tuya… Los Dioses se estremecen cuando ven esos

rituales sangrientos. Es repugnante”.

“¿Y qué sucede si me entrego a la voluntad del Padre Azul, como tú lo

llamas?”

“El universo se pone a tu servicio… De pronto te llenarás por dentro…, y

por fuera. ¡Ensáyalo!... ¡Es gratis!”, respondió sonriente el Maestro al invitado

más viejo.

Finalmente surgió un asunto que quemaba a los presentes: la

homosexualidad. ¿Cuál era la opinión del Galileo?

“No conviene juzgar –respondió el Maestro– aunque te asista la razón.”

“Pero ¿es bueno o malo? Los fanáticos de los tirabuzones (se refería a los

fariseos) nos odian y persiguen…”

El rabí tomó una bella naranja –reluciente–, la paseó de una mano a otra y

la levantó a la altura de sus ojos, color miel. Todos la contemplaron,

expectantes. Entonces, preguntó: “¿Encontráis algún defecto en este fruto?”.

“No –replicaron al unísono–. Es perfecto y dulcísimo.”

“En verdad os digo que el Padre Azul tiene más cuidado a la hora de

imaginar al hombre que a una bella y apetitosa naranja…”

“Pero…”

Jesús salió al paso de Flavio: “Amigo mío…, Ab-bá no comete errores”.

(La respuesta pudo entenderse así: ya que el Padre no es ni masculino ni

femenino, el alma, la esencia del ser humano, igualmente, no es masculina ni

femenina.)

Así terminó esa deliciosa cena.

El sábado 24 de abril del año 28, abandonaron el huerto de Getsemaní y

se dirigieron hacia el “yam” o mar de Tiberíades, en el norte. Tras despedirse de

Lázaro y su gente, el grupo avanzó hacia Jericó y el río Jordán.

Page 465: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

470

Al alcanzar la ciudad de Jericó sucedió algo extraño. Hacia el mediodía,

seis judíos se presentaron ante Andrés, el jefe de los discípulos. Kesil y Eliseo

escucharon la conversación, casi sin querer. Uno de los individuos dijo llamarse

Tebar. Habló en nombre del resto y dijo que deseaban entrar a formar parte de

la familia del Maestro. Andrés escuchó, observó a los seis y rogó que esperasen.

Cada uno de los sujetos cargaba un saco de viaje, sospechosamente iguales:

todos amarillos.

Ese mismo sábado, poco antes del atardecer, llegó al campamento David

Zebedeo, jefe de los correos. Llegó procedente de Jerusalén. Lo acompañaban

dos de sus mensajeros. Conversaron con Andrés y luego con el rabí. A la hora de

la cena, el Maestro informó a los hombres. Según David, el Sanedrín había

celebrado una reunión secreta –la enésima– en la tarde del viernes 23 de ese

mes de abril; es decir, poco antes de la partida del grupo de Getsemaní. En ella

discutieron qué hacer con el maldito carpintero y constructor de barcos de

Nahum. Finalmente, decidieron desempolvar la orden de caza y captura contra

el Galileo. Pero necesitaban pruebas y testigos de las blasfemias. Y decidieron

nombrar a seis espías (todos ellos fariseos) para que se infiltraran entre los

seguidores de Jesús y tomaran buena nota de sus infracciones. Deberían

seguirlo a todas partes y recoger las palabras y despropósitos que sirvieran para

condenarlo y ejecutarlo. El maldito Jesús debía morir lapidado.

Juan Zebedeo reaccionó con ira, desenfundando la espada y jurando

matar a esos “miserables”. El Zelota lo apoyó. El Galileo solicitó calma y rogó

que lo dejaran hacer. Todos dijeron que sí, menos Juan y el Zelota.

Jesús de Nazaret insistió, mirando a los ojos de Juan Zebedeo: “Yo me

ocuparé de esos confidentes…”.

El 27 de abril, martes, alcanzaron Damiya. Dejaron atrás la población y el

Maestro –siempre en cabeza– buscó el caminillo de tierra roja que

desembocaba en el río Yaboq, afluente del Jordán. El Maestro recomendó la

playa de los guijarros blancos como el lugar ideal para levantar las tiendas. Y así

se hizo.

Page 466: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

471

Pero, de pronto, empezó a llegar gente. Y al ocaso, Andrés y el resto se

vieron desbordados por un par de centenares de seguidores o supuestos

seguidores del rabí de Galilea. Y lo mismo sucedió al día siguiente, y al otro… El

jueves 29 de abril del año 28, Eliseo sumó más de dos mil personas repartidos

por la playa de los guijarros blancos y alrededores. Jesús fue amable con todos.

Por la mañana se sentaba en la orilla del río y hablaba del Padre Azul, del gran

futuro que aguardaba a todos y de la vida después de la muerte. Muchos

lloraban, agradecidos. Otros se quedaban en blanco. “¿De qué habla este

loco?”, preguntaban.

El viernes 30 de abril, la cosa fue a peor. Siguió llegando gente. Eran más

de tres mil… Allí había de todo, como siempre: gente necesitada de consuelo,

enfermos, pícaros de todos los pelajes, espías a decenas, desocupados que sólo

buscaban diversión y milagros. Y las prédicas del Maestro empezaron a ser

interrumpidas. Surgieron los silbidos, las risas, los insultos –“carpintero loco”

era el más suave– y las exigencias. “Los enfermos son lo primero” –

demandaban–. ¡Cúralos!”… Y los colocaban en primera fila, empujándose unos a

otros y peleándose. El Maestro tuvo que abandonar el río y refugiarse en su

tienda. No lo permitieron. Y el gentío terminó aplastando el campamento. Los

espías tomaban nota de todo.

Andrés dio una orden escueta: “¡Vamos!... ¡Recogedlo todo!”.

Y ese viernes, hacia la hora décima (cuatro de la tarde), huyeron,

literalmente. Consiguieron una ligera ventaja, y se detuvieron al anochecer en

las cercanías de una aldea mínima llamada Khiraf. Los íntimos se mostraban

nerviosos. Aquello era incontrolable. ¿Qué debían hacer? El Maestro, tranquilo,

no se pronunció. Y Andrés animó a su gente: “Regresemos al ‘yam’… Allí

decidiremos”.

El sábado 1 de mayo al amanecer, prácticamente a oscuras, se pusieron

en movimiento. Pero, al clarear, surgió el primer problema. Los espías

empezaron a murmurar. “No está permitido caminar en sábado”, decían. Y

tomaban nota de la supuesta infracción del Galileo y de su gente. Jesús,

marchando a la cabeza, como siempre, no se enteró de nada. Pero Andrés era

listo. Y ordenó a los gemelos que procedieran con el “erub”. Y allí fueron, a la

Page 467: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

472

carrera, depositando la hogaza de pan cada dos mil codos. Los espías, al

percatarse de la maniobra, echaban pestes. Juan y Pedro se reían. La estúpida

ley mosaica no había sido infringida…

Hacia la nona (tres de la tarde) se registró otro incidente. Al cruzar un

campo de cebada, algunos discípulos sintieron hambre y echaron mano de las

espigas de grano sólido y generoso. Los espías –atentos– se dieron cuenta y

corrieron hacia Andrés, denunciando a Pedro: “¿Es que no sabes que es ilegal

machacar grano en sábado?”.

Andrés se defendió y defendió a su hermano: “Tenemos hambre… ¿Desde

cuándo es pecado comer en sábado?”.

“Ellos los trituraron en las manos –argumentó Tebar–. El Maestro no lo

aprobaría…”

Andrés se encogió de hombros y siguió su camino. Y Tebar con el resto,

indignados, alcanzaron al rabí, explicándole lo sucedido. Jesús soltó la cinta

blanca que le cubría la frente, se secó el sudor y manifestó: “Sois celosos

guardianes de la tradición, pero ¿no leísteis en las Escrituras que David entró en

el Templo y comió los panes de la proposición?”.

Los espías palidecieron. Y el Maestro prosiguió: “Hacéis bien en defender

el sábado, pero cuidad mejor de la salud de vuestros semejantes. Yo os declaro

que el sábado fue hecho para el hombre y no al revés”.

Los espías, furiosos, fueron anotando las palabras del rabí. Y murmuraban

entre ellos. Jesús, entonces, lanzó una advertencia: “Sé que estáis aquí para

vigilar mis palabras…”.

Tebar bajó los ojos, avergonzado. Pero el Galileo no había terminado.

“Si es así, si estáis aquí para vigilarme, yo proclamo, solemnemente, que

el Hijo del Hombre es también amo del sábado. Yo soy amo del sábado…”,

repitió Jesús.

Tebar, rojo de ira, se rasgó la túnica y gritó: “¡Blasfemo!... ¡Blasfemo!”.

Y el coro de confidentes lo secundó, con los puños en alto: “¡Blasfemo!”.

Page 468: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

473

El Maestro no se inmutó. Volvió a colocar la cinta blanca en sus sienes y,

dando media vuelta, prosiguió el camino hacia el norte con sus típicas y largas

zancadas. Zal lo seguía muy de cerca.

Al atardecer, Andrés decidió acampar en la aldea de Gesher, a nueve

kilómetros del mar de Tiberíades. En principio, nadie los seguía. Pero a la

madrugada –hacia las tres– oyeron voces. El gentío los alcanzó. Andrés consultó.

Todos se mostraron de acuerdo: era peligroso caminar en la oscuridad y, sobre

todo, con esa multitud amenazante pisándoles los talones. Decidieron esperar al

alba.

Y al amanecer de aquel 2 de mayo del año 28, antes de que pudieran

reaccionar, varios miles de personas rodearon las tiendas, reclamando la

presencia del rabí. Andrés y los íntimos protegieron la entrada a la tienda de

Jesús. Y aparecieron los “gladius”. Pero el gentío no se echó atrás. Querían ver al

“hacedor de maravillas”. Querían tocarlo. Necesitaban –exigían– que curase a

sus enfermos y tullidos. Andrés intentó dialogar. Imposible. Y empezaron a volar

insultos y maldiciones (en todos los sentidos).

Alguien, astutamente, abrió la tienda del Maestro por la parte de atrás. Y,

cuando el rabí se disponía a huir, los fanáticos se dieron cuenta y aplastaron –

literalmente– la tienda de pieles. Y rodearon al Hijo del Hombre. De las súplicas

de sanación pasaron a los insultos, a las amenazas y a los empujones. Acusaron

al Galileo de “traidor” y de querer escapar… Y empezó una lluvia de piedras.

Jesús, pálido, no opuso resistencia. No pronunció una sola palabra. No

protestó. No se defendió. Y los fanáticos, envalentonados, siguieron con los

empellones y con las injurias. Una de las piedras impactó en la frente del

Maestro y provocó una herida. La sangre le cubrió el rostro. Zal, amarrado a una

de las tiendas, ladraba con desesperación. En esos instantes, Judas Iscariote se

abrió paso entre la confusión y, espada en mano, trató de sacar al Maestro del

tumulto. No lo consiguió. Los energúmenos lo arrollaron, pisotearon el “gladius”

y lo patearon con saña. El Iscariote escapó a gatas, aullando de dolor. Eliseo

observaba, atónito. Los individuos, furiosos, echaron mano de la túnica roja del

rabí y la arrancaron, troceándola con rabia. Después le tocó al “saq” o

taparrabo. Y el Maestro quedó desnudo, a merced de aquellos fanáticos. De una

Page 469: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

474

patada en el bajo vientre lo derribaron. Jesús se torció de dolor. Eliseo pensó

que lo mataban… Pero no. En esos críticos instantes aparecieron Andrés y el

resto de los íntimos. Portaban antorchas. Y golpearon a los más cercanos con las

teas, incendiando las vestiduras. Los fanáticos retrocedieron entre gritos y

lamentos. Pedro y los Zebedeo alzaron al rabí y cargaron con Él, desapareciendo

entre los árboles. Eliseo salió a la carrera tras ellos.

Algún tiempo después entraron en la ciudad portuaria llamada Degania, al

sur del “yam”. La gente miraba, asombrada. ¿Quién era aquel individuo –

desnudo y ensangrentado– que corría como un gamo? ¿Quiénes eran los sujetos

–armados con espadas– que lo acompañaban con tantas prisas? Al llegar al

puerto, Juan Zebedeo señaló un barco. Estaba soltando amarras. Y sin dudarlo,

corrieron hacia él, saltando sobre la cubierta. Y el barco empezó a navegar.

Minutos después, cientos de enfurecidos individuos se agolpaban en el muelle,

clamando con los puños en alto. Algunos gritaban: “¡Sabemos dónde vives!”.

Aquel barco era todo blanco… Mástiles, velas, cubierta y hasta las

vestiduras de la tripulación… ¡Era el “mot”! ¡El barco de la muerte! ¡El barco que

transportaba a los difuntos en el mar de Tiberíades! El patrón –fenicio– no

preguntó. Dio por sentado que eran parientes, rezagados y un tanto raros, de

alguno de los tres cadáveres que trasladaba a Nahum. El “mot” era un barco

pagano y su tripulación también. Eran los únicos que podían tocar los cadáveres.

Para distinguirlo de lejos y evitarlo, la embarcación fue pintada de blanco, el

color del luto de los judíos.

Alguien cubrió al Maestro con una manta blanca y siguieron navegando

hacia el norte. Al mediodía desembarcaron en Nahum. Desde allí caminaron a

Saidan, el barrio pesquero de la populosa Nahum o Cafarnaúm. Cada cual se

retiró a su casa. No estaban los ánimos para más.

Al día siguiente, lunes 3 de mayo, llegó el resto. Y esa misma mañana,

Kesil acompañó a Eliseo a Nahum. Visitaron uno de los mercados populares.

Eliseo revisó el surtido de túnicas y compró una hermosa, de lino, confeccionada

en Palmira, teñida en un rojo vivísimo. Al atardecer se presentó en el caserón de

los Zebedeo. El rabí se encontraba en las colinas, en la compañía de su perro. Se

arriesgó, y sin decir palabra, subió a la habitación del Maestro. Empujó la puerta

Page 470: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

475

y entró. Echó una rápida ojeada y terminó depositando la túnica fuego sobre la

cama.

El viernes 7 de mayo del año 28, Jesús reanudó las “clases” en el caserón

de los Zebedeo. Tras la cena, los discípulos se reunían en la “tercera casa” y

preguntaban y preguntaban. Eliseo entró en la estancia y permaneció en el

fondo, en silencio. El Maestro lo vio, sonrió, y dejándolo todo, se puso en pie y

caminó hacia él. No hubo palabras. Abrió los grandes y cálidos brazos y lo

envolvió en un abrazo sin fin. Eliseo estaba sorprendido. ¿A qué obedecía aquel

gesto? Y recordó el regalo que había depositado sobre su cama. Notó su

corazón. Bombeaba con fuerza. Y el Maestro regresó a su asiento. En el

ambiente quedó flotando aquella interminable sonrisa. Juan Zebedeo puso mala

cara. ¿A qué se debía la deferencia para con el “maldito griego”? El rabí no dijo

nada. Eliseo tampoco.

Eliseo asistió a varias “clases”. Conocía las enseñanzas: Padre Azul,

inmortalidad del alma, vida después de la vida, necesidad de confiar, principio

“Omega” y el gran futuro del ser humano tras la muerte…

En una de aquellas rondas de preguntas, Bartolomé planteó una cuestión,

que le había sugerido Tebar, el jefe de los espías que trabajaban para el

Sanedrín.

“Rabí, ¿por qué nunca ayunamos?”

“Dime, ¿ayunan los amigos del novio en una boda?” El “oso” negó con la

cabeza. Y Jesús prosiguió: “En verdad os digo que el novio, el Hijo del Hombre,

está ahora con vosotros… Pero llegará el momento en el que será muerto… Ese

día, los amigos llorarán y ayunarán…”.

Lo miraron sin comprender. ¿A qué se refería?

El Maestro volvía a anunciar su crucifixión. Faltaban veintidós meses. Y

ninguno de los presentes supo de qué hablaba. Y el Maestro fue más allá: “Orar

es bueno. Ya lo hablamos. Pero ayunar no es una práctica en el reino del Padre

Azul”.

Page 471: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

476

Todos estaban desconcertados. El ayuno era sagrado para la religión

judía. Lo practicaban con regularidad y, en especial, cuando estimaban que

habían cometido un pecado.

“El ayuno no es necesario en el reino de mi Padre porque, entre otras

razones, allí no necesitaréis comer y beber… El ayuno sirve hoy a las almas

cándidas… Vuestro cuerpo será distinto… no habrá desechos… El alimento que

recibirán en ese reino será diferente. Repito: allí no hay desechos, ni sexo, ni

tampoco impurezas…”

Tomás casi se desmaya.

“No puede ser –argumentó con un hilo de voz–. ¿No hay sexo? Me niego a

entrar en ese reino… ¡No hay comida! ¡No hay sexo!... ¿Qué hay?”

El Maestro alzó la voz por encima de las risas: “Cada orgasmo puede durar

lo que tú desees…”.

Los contempló, divertido, y cambió de asunto. Y todos comentaban: “Sí,

queremos entrar en ese reino, donde los orgasmos pueden no tener fin…”.

Eliseo se ausentó un par de semanas y al regresar a Saidan, el martes 25

de mayo del año 28, se encontró con una sorpresa. En su ausencia, los discípulos

habían montado un “hospital” de campaña. La idea fue de David Zebedeo,

hermano de Juan y Santiago, el hombre que había puesto en marcha los

eficacísimos correos. Fue instalado en la playa, frente al caserón de la familia.

David era un gran organizador. Alineó las tiendas –107 en total– y dispuso un

excelente sistema de abastecimiento de agua. La capacidad oscilaba entre mil y

mil quinientas personas. Saidan y Nahum estaban asombradas. Cada día,

decenas de individuos acudían al “hospital” y comprobaban el buen hacer de los

auxiliadores o “rofés”.

David Zebedeo era algo más joven que Santiago. Rondaba los treinta

años. Era rápido de pensamiento. Discreto. Muy valiente. Imperturbable y

generoso. Entendió el mensaje de Jesús y creyó en su resurrección antes que

ninguno. Los evangelistas no lo mencionan… Ni siquiera Juan, su hermano.

Page 472: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

477

Los gemelos Alfeo se convirtieron en sus ayudantes. Estaban en todas

partes. Atendían la cocina, trasladaban a los enfermos, levantaban las tiendas

de pieles, se ocupaban de los suministros y, sobre todo, consolaban a los

dolientes. Fueron ejemplares.

Al hospital llegó toda suerte de enfermos. Jesús los visitaba una o dos

veces por semana. Y recorría las tiendas, conversando con todos ellos. La

paciencia de aquel Hombre era inagotable. Escuchaba sus lamentos, acariciaba

sus manos y rostros y les dedicaba palabras de ánimo. Muchos eran judíos.

Otros habían llegado desde Fenicia, desde el Tigris e, incluso, desde Egipto.

Todos solicitaban la sanación.

Los íntimos se habían organizado de la siguiente manera: una vez a la

semana salían a pescar y el dinero obtenido con la venta de la pesca era

destinado al mantenimiento del hospital. Todos colaboraban. De esta forma,

David Zebedeo podía costear la comida, las medicinas y el sueldo de los

auxiliadores. Los enfermos no pagaban.

Durante el día, el rabí se alejaba y permanecía en las colinas próximas. A

veces marchaba solo, y otras se hacía acompañar por una pareja de discípulos.

Jesús dedicaba todo su tiempo a la “conexión” con el Padre Azul. En ocasiones,

los íntimos halaban de algo extraño: “El Maestro –decían– se transformaba…

Los rasgos de la cara cambiaban… Se llenaba de luz”. Pero no sabían explicar el

porqué. Era como si hablase con alguien, aunque allí no había nadie.

Otra de las labores de los íntimos fue la creación de una escuela de

predicadores o evangelistas de la buena nueva. Surgió casi de forma

espontánea. Mucha gente, entre los enfermos, deseaba saber en qué consistía

el “reino invisible y alado” del que tanto hablaban… Y los discípulos se

organizaron para instruir a los que solicitaban la información. Por las tardes se

reunían en el hospital y los íntimos explicaban la buena nueva. Eliseo se sentó

junto a los interesados. Se sintió decepcionado. Ninguno de los discípulos –a

excepción de Mateo Leví– había entendido las palabras del Galileo. Oyó toda

suerte de despropósitos: “Roma será aniquilada… Era cuestión de días o

semanas… La ley y la religión judías se extenderían hasta el fin del mundo… Los

paganos trabajarían para los hebreos… Palestina alcanzaría el triunfo que

Page 473: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

478

merecía… Todos serían ricos… Y Jesús de Nazaret conduciría los ejércitos

victoriosos… Él era el Mesías anunciado en las Sagradas Escrituras”. Jesús acudía

a la flamante escuela una o dos veces por semana y respondía a las preguntas

de los “aspirantes al reino”. Pero se negó a hablar del Mesías.

Aquello se prolongó durante cinco meses: desde el 3 de mayo hasta el 3

de octubre del año 28 de nuestra era.

Ante el asombro de Eliseo, Tebar y los restantes confidentes del Sanedrín

fueron aceptados en la escuela de los evangelistas. Fue de risa. Todos sabían

que eran espías… Las preguntas de los infiltrados eran ácidas y ridículas.

Por el hospital pasaron personajes curiosos. Alguno de ellos fueron:

Elman, un médico sirio que llegó atraído por la fama del Maestro. Decía curar

con el poder de las manos. Terminó siendo el “rofé” director del hospital. Assi,

el esenio, el “rofé” del “kan” del lago Hule. Vestía siempre de blanco

inmaculado y en el pecho lucía la “haruta”, una hoja de palma de latón que lo

acreditaba como médico o auxiliador. También estaba Hasok (Tinieblas), el

“hombre lobo”, curado en aquella histórica sanación masiva en Saidan. Temah,

un egipcio que decía curar con masajes en los pies. Aseguraba que el cuerpo

humano está reflejado en cada pie. Aliviaba toda suerte de dolores con unos

sabios masajes. Ajonegro, un beduino de Moab, llamado así porque toda su

medicina se basaba en el ajo negro. Con él llevaba a cabo toda suerte de

infusiones. Conseguía excelentes resultados. Los Asclepios, un grupo de médicos

griegos que decían curar por el poder de sus manos y sometían a los pacientes a

continuas y prolongadas sesiones de sueño. Vivían rodeados de ayudantes

denominados “therapeutai”. Arba, que fue, sin duda, el “médico” más popular

en el hospital de la playa de Saidan. Decía ser interpretador de sueños. En su

tienda había siempre una larga cola de interesados.

El viernes 24 de septiembre, el Maestro notificó a sus íntimos que, al día

siguiente, hablaría en la sinagoga de Nahum. Y así fue. A la hora quinta (once de

la mañana) del sábado 25 de septiembre se inició la ceremonia. Eliseo y Kesil se

acomodaron en la galería de los prosélitos, en la parte superior de la sinagoga.

El Maestro habló sobre la alegría que representa hacer la voluntad del Padre

Azul. Y explicó –una vez más– cómo el universo maquina a favor del hombre o

Page 474: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

479

mujer que toma esa decisión. Los jefes y dignatarios de la sinagoga se removían,

inquietos, y murmuraban entre ellos. Lo llamaron “blasfemo”.

Al finalizar se reunieron en el pórtico. Decenas de curiosos, enfermos y

lisiados trataron de aproximarse al rabí. Gritaban y suplicaban que los sanase.

La “tabbah” (la escolta) se interpuso y bregó para que mantuvieran una

distancia. Y en mitad del revuelo Eliseo fue a coincidir con Tebar, el jefe de los

espías del Sanedrín. Hablaba –nervioso– con uno de los lisiados, un individuo de

unos sesenta años. Presentaba la mano derecha paralizada y en forma de garra.

El ojo derecho aparecía medio cerrado. Lo llamaban Sehit (literalmente “mal

hecho”). Era albañil. Vivía en Nahum. Sus luces eran escasas. Tebar decía:

“Háblale… Pregúntale si es lícito curar en sábado o si tienes que esperar a

mañana…”.

El albañil se abrió paso hasta la “tabbah”, levantó la mano “seca” y, a voz

en grito, repitió lo que le había dictado el fariseo. El Maestro solicitó silencio. Y

Sehit repitió la pregunta: “Rabí, ¿es lícito curar en sábado?... ¿O tengo que

esperar a mañana?”.

Jesús solicitó a la escolta que lo dejaran pasar. El albañil se colocó junto al

Galileo y éste preguntó: “Dime, buen hombre, si tuvieras una oveja y ésta

cayera en un pozo durante el sábado, ¿qué harías? ¿La rescatarías aunque fuera

sábado?”.

El Maestro sabía que el albañil había sido aleccionado por los fariseos. Y el

de la mano en garra respondió: “Sí, rabí…, la rescataría”.

“Sé por qué habéis enviado a este hombre ante mí –continuó Jesús– . Sé

que buscáis perderme. Sé que queréis acusarme de blasfemo…”

Se hizo un silencio total. Tebar palideció. Y el Maestro, alzando la voz,

sentenció: “En el fondo de vuestros corazones, estáis de acuerdo conmigo:

salvarías a la oveja aunque fuera sábado. Y yo os pregunto: ¿Qué es más valioso:

un hombre o una oveja? En verdad os digo que está permitido hacer el bien en

sábado…”.

Page 475: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

480

Jesús se inclinó hacia Sehit y, en mitad del silencio, tomó la mano seca

entre las suyas. Y exclamó: “Y ahora, para que sepas que está permitido hacer el

bien en sábado, te ordeno: ¡Extiende tu mano!”.

Podría ser la hora nona (las tres de la tarde). Un relámpago azul

sorprendió a todos. ¿Qué estaba pasando? No había nubes, ni tormenta, ni

trueno. Y la intensa iluminación cubrió el lugar. El albañil lanzó un grito. ¡Podía

mover los dedos!... Eliseo percibió un suave resplandor amarillo en la mano,

pero se extinguió rápidamente. También el ojo derecho parecía sano, sin cicatriz

alguna.

Cuando el gentío se percató de lo sucedido, estallaron los gritos. Y

espantados, contemplaron al Maestro. Jesús continuaba en silencio y con el

rostro grave. Los discípulos estaban tan sobrecogidos como el resto. Y, en

segundos, los enfermos y curiosos emprendieron una carrera sin orden ni

concierto, atropellándose los unos a los otros. Chillaban de terror. Algunos –los

menos– permanecieron a los pies del Galileo y suplicaban perdón por sus

muchos pecados. Otros lloraban o reían.

Tebar, entonces, histérico, gritó: “¡Blasfemo!... ¡Ha curado en sábado!...

¡Blasfemo! ¡Blasfemo!”.

Algunos empujaron al espía y terminaron derribándolo. Juan Zebedeo fue

uno de los agresores. Y, cuando se disponían a patearlo, el rabí intervino: “Os he

dicho que se debe hacer el bien en sábado… Lo que no he dicho es que hagáis el

mal en sábado”.

Tebar aprovechó el momento de confusión y desapareció a la carrera. El

Maestro no dijo nada y se alejó hacia el centro de Nahum. En el ambiente quedó

un intenso y agradable perfume a jazmín.

Al día siguiente, domingo 26 de septiembre, supieron que los espías del

Sanedrín –con Tebar a la cabeza– se habían trasladado a Tiberíades (no les

importó caminar en sábado) para denunciar a Jesús, el blasfemo que curaba en

sábado. Herodes Antipas, sin embargo, no les prestó atención. Chuza, el

funcionario de Antipas y amigo del Maestro, había informado previamente al

tetrarca de lo sucedido en el pórtico de la sinagoga de Nahum. En las jornadas

Page 476: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

481

siguientes se registraron agrias disputas entre los seis espías. Tebar estaba harto

del “blasfemo” y quería viajar a Jerusalén para informar sobre las “muchas

infracciones del Galileo”. Tres de los informantes no estaban de acuerdo. Es

más: reconocieron que Jesús de Nazaret podía ser el Mesías esperado. Y

solicitaron a Andrés que los bautizara. Tebar y los otros abandonaron Saidan,

furiosos…

Fue en esa última semana de septiembre del año 28 cuando vieron

aparecer en Saidan a un viejo conocido: Hipías, el anciano griego, discípulo de

Zenón. El antiguo estoico se había convertido en un ferviente seguidor del

Maestro. Pero no llegó solo. Viajó desde Ramma con un grupo de judíos. Eran

ricos y poderosos. Procedían de Alejandría, en la costa egipcia. Se reunieron con

Jesús y con Andrés en el caserón de los Zebedeo y propusieron al Maestro que

fundara y dirigiera una escuela de filosofía y un hospital en la citada y notable

población egipcia. Para empezar, los judíos mostraron seis grandes bolsas, con

un total de 14.400 denarios de plata. La escuela debería ser la más importante y

luminosa del Mediterráneo. El Galileo podía empezar de inmediato. Mateo Leví

se frotó las manos. Con ese dinero estarían en condiciones de hacer frente a

muchos meses de predicación. Jesús se retiró a las colinas y “consultó con su

Padre Azul”. A la vuelta –amablemente–, rechazó la jugosa oferta. “La voluntad

de mi Padre –dijo– es que siga donde estoy”.

El 28 de septiembre del año 28, uno de los correos de David Zebedeo trajo

una novedad, procedente de Jerusalén: un tal Abraham –fariseo rico– había

tomado la decisión de ingresar en el grupo de los creyentes en el reino invisible

y alado. Se hizo bautizar por Abner, que seguía predicando en la Ciudad Santa. Y

en agradecimiento, el poderoso Abraham donó todas sus posesiones y riquezas

a Jesús de Nazaret. El hombre era dueño de grandes rebaños de vacas y ovejas,

así como de haciendas en las que cultivaban la vid y el cereal. También disponía

de barcos de carga y numerosas empresas de burreros. La fortuna –según

constaba en el documento de cesión– ascendía a mil talentos (algo más de

catorce millones de denarios de plata). En 1973 equivalía a 1.200.000 dólares.

¡Jesús millonario!

Page 477: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

482

El grupo de los íntimos se frotó las manos. No más penurias. Y celebraron

una fiesta en el caserón de los Zebedeo. Los evangelistas, por supuesto, no

dijeron una sola palabra sobre la súbita y generosa herencia…

Aquel viernes 1 de octubre del año 28, hacia la nona (tres de la tarde), el

Maestro se hallaba en la “tercera casa”, el salón-comedor de la residencia de los

Zebedeo, donde se celebraban casi todas las reuniones importantes. Allí se

encontraban los íntimos y un grupo de aspirantes a la escuela de predicadores.

La sala estaba completa. Eliseo calculó unas setenta personas. Tras una serie de

consejos del Maestro y de Andrés, de cara a la inminente segunda gira de

predicación por la Galilea y parte de la Decápolis, Jesús entró en su tema

favorito: el Padre Azul. E insistió en un asunto que nunca quedaba claro para la

mayoría: cómo materializar el abandono en sus manos. El rabí insistió en que

era muy simple: “Imaginad a un bebé en las rodillas de su madre. Ésa es la

clave…”.

Tomás lo interrumpió: “Pero ¿cómo se hace? Ya estoy en las rodillas de mi

madre…”.

Las risas surgieron espontáneas. El Galileo disfrutaba con la ingenuidad

del incrédulo Tomás.

“… Si –repitió el discípulo–, ya estoy en las rodillas… ¿Y ahora qué? ¿Qué

hago?”

“Para desear hacer la voluntad del Padre Azul sólo tienes que abrir un

boquete en tu inteligencia… Permite que Él te ilumine… Insisto: abrid un

boquete…”, prosiguió Jesús.

En esos instantes oyeron unos golpes que procedían de la azotea. Pero el

Maestro continuó la prédica:

“… Abrid un boquete en vuestro corazón… Ése es el secreto a la hora de

hacer la voluntad de Ab-bá… Es fácil… ¡Desaprended!... ¡Abrid un boquete!”

Los golpes arreciaron. Jesús guardó silencio y miró hacia el techo. Todos lo

imitaron. Y continuó hablando del Padre Azul y de lo saludable que resulta

hacer su voluntad. Los martillazos se intensificaron. ¿Qué sucedía? Y los golpes

Page 478: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

483

se hicieron tan intensos y rápidos que el Maestro desistió. A los pocos minutos,

algunos cascotes cayeron en el centro de la sala. El Maestro dio un salto. Y

aparecieron unas manos. Eran tres hombres. Sin prisa, pero sin pausa,

procedieron a retirar las tejas cuadradas y el ramaje que cubría el terrado.

Aquello no parecía una reparación… Jesús guardó silencio y esperó. Todos

miraron desconcertados. En eso se presentaron Salomé, dueña del caserón, y

dos de las hijas, pero no pudieron pasar de la puerta. Demasiada gente. Y la

dueña, al ver el boquete en el techo, se puso a gritar: “¿Qué sucede? ¡Estáis

locos!... ¡Mi techo!”.

Los individuos continuaron abriendo el terrado. Juan Zebedeo se alzó y

empezó a maldecir a los que trabajaban en lo alto. Andrés pidió mesura.

Santiago Zebedeo, finalmente, consiguió apaciguar a su hermano.

Al poco, por un boquete de un metro de lado, vieron aparecer unas

parihuelas. Los tres hombres, provistos de cuerdas, las hicieron descender hacia

el centro del comedor. Salomé gritaba y gritaba, desolada: “¡Mi techo!...

¡Bandidos!... ¡Mi techo!...”.

Pero nadie le prestaba atención. Y en la camilla vieron a un hombre joven,

de unos veinte años. Era un vecino de Nahum. Se hallaba paralítico de ambas

piernas. En la niñez había sufrido una caída.

La camilla quedó a los pies de Jesús. Y se hizo un espeso silencio. Los

hombres del terrado, asomados, miraban curiosos.

El joven, entonces, apoyándose en los codos, se alzó ligeramente y se

excusó: “Rabí…, no quiero molestarte… He oído que abandonas Saidan… Rabí,

no me moveré de aquí hasta que me cures…”.

El Maestro sonrió, conmovido.

“Yo no soy como ésos. Yo no te abandonaré cuando me cures. Si soy

sanado, Señor, ingresaré en tu grupo de creyentes y te bendeciré y hablaré de

ese reino invisible y alado en el que creo…”

Salomé continuaba preguntando, preocupada por su techo.

Page 479: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

484

El Maestro, sorprendido y maravillado por la tenacidad de aquel joven

impedido, se inclinó hacia las parihuelas, tomó las manos del muchacho, y

exclamó de forma que todos pudieran oírle: “¡No temas! Tus pecados están

perdonados… ¡Confía en el Padre Azul!”.

Algunos de los presentes murmuraron: “¿Quién es éste que dice perdonar

los pecados? Sólo Yavé, bendito sea su nombre, puede hacerlo…”.

El Maestro escuchó los mordaces comentarios y, dirigiéndose a los que

murmuraban, proclamó: “¿Quiénes sois vosotros para juzgarme? En verdad os

digo que el Hijo del Hombre tiene potestad –en los cielos y en la tierra– para

perdonar los pecados…”.

Y volviéndose hacia el paralítico le ordenó con gran voz: “¡Levántate!...

¡Toma tu litera y regresa a casa!”.

Un segundo después –no más tarde–, la “tercera casa” se llenó de una luz

azul fortísima, que hizo daño en los ojos de los allí presentes. Era comparable a

un relámpago, pero azul y sin detonación. Salomé y el resto enmudecieron. No

había tormenta… Y la sala se llenó de un delicioso aroma a misericordia

(jazmín).

El joven, ayudado por el Galileo, se alzó y dio un paso y después un

segundo paso. Y al comprobar que podía mover las piernas, el joven de Nahum

se lanzó sobre Jesús, abrazándole con fuerza. El rabí respondió con otro abrazo.

Los murmullos fueron decreciendo y sólo quedó el silencio y el perfume a

jazmín. El abrazo fue largo. El joven lloraba y gemía. Andrés y Mateo Leví

ayudaron con dulzura al muchacho a cargar las parihuelas y le abrieron paso

entre los allí reunidos. Salomé estaba lívida. En lo alto quedaba un boquete de

un metro de lado…

Eliseo recordó lo mencionado por Jasón: “En ocasiones, la extraordinaria

misericordia del Hombre-Dios hacía el milagro. Bastaba que Jesús sintiera

piedad hacia alguien, y deseara sanarlo, para que su ‘gente’ (los ‘ángeles’ que lo

rodeaban de forma permanente) llevara a cabo el prodigio. Él era el primer

sorprendido. Así sucedió en Caná, con el vino, y en otros muchos lugares…”.

Page 480: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

485

INICIO DE LA SEGUNDA GIRA DE PREDICACIÓN

El domingo 3 de octubre del año 28, se pusieron en camino. Se inició así

una segunda gira de predicación. En esa oportunidad, por la Galilea y parte de la

Decápolis. El viaje se prolongó durante tres meses, concluyendo a finales de

diciembre del referido año 28. El grupo era numeroso. Lo formaban Jesús, los

doce, Yu, ciento diecisiete aspirantes a predicadores y otros simpatizantes.

Eliseo contó doscientas cinco personas.

El hospital de campaña fue desmantelado.

Alcanzaron la ciudad de Gamala, al este de Saidan, en un par de horas.

Gamla o Gamala era una ciudad de veinte mil habitantes. La mayoría era

no judía. Vivían del comercio, de las viñas y de la caza.

Instalaron el campamento a cien metros de las puertas de la ciudad y

Andrés trazó un plan básico de trabajo. Cada discípulo (Felipe y los gemelos

Alfeo se hallaban exentos por sus obligaciones en la cocina) se hizo responsable

del aprendizaje de diez evangelistas. Durante el día visitarían el pueblo o la

ciudad de turno y conversarían con la gente, predicando la buena nueva. En la

noche se reunirían con el Maestro e intercambiarían experiencias, planteando

preguntas. El Hijo del Hombre, por su parte, dedicaría las jornadas a sus

habituales retiros, en los que conversaba con Ab-bá, o bien visitaría las

poblaciones, haciendo “´im”.

En total, se detuvieron en once ciudades y en más de cuarenta aldeas.

Galilea, en aquellas fechas, sumaba doscientas cuatro aldeas, distribuidas en

una superficie de ciento once kilómetros (de norte a sur) por cincuenta y cinco

(de este a oeste), y quince ciudades fortificadas. La población superaba las

ochocientas mil almas. Era una tierra dorada, bendecida por Dios. Mirasen

donde mirasen, crecían la mies, el viñedo, los bosques o los árboles frutales. La

pesca abundaba en sus lagos y ríos y la caza era excepcional. El olivo y la

manzana abundaban en las regiones altas. Sus verduras eran cotizadísimas en

Jerusalén, siendo consumidas –únicamente– por las castas sacerdotales

Page 481: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

486

David Zebedeo, a petición de Jesús, mantuvo el servicio de correos. El

cuartel general siguió en el caserón de los Zebedeo, en Saidan. Eliseo llegó a

conocer cincuenta correos. Todos eran jóvenes y fieles. Si el asunto era urgente

o grave, los correos corrían por relevos (incluso en la noche). Cada mensajero

recibía un denario por día, y la comida.

El lunes 4 de octubre, llegó al campamento una anciana fenicia. Se

llamaba Tanit, como la diosa. Era viuda y rica. La acompañaba un cortejo de

cincuenta sirvientes. Vestía túnicas de seda que arrastraba por el suelo.

Aparecía siempre maquillada. Se presentó ante el jefe de los íntimos y exigió

que Jesús de Nazaret la curase. Andrés respondió en koiné (el griego

internacional): “¿Y cuál es tu mal?”.

La mujer alzó la túnica y dejó al descubierto unas piernas gruesas y

deformadas como patas de elefante. Los pies eran irreconocibles. Todo eran

bultos sanguinolentos. Ante el silencio de Andrés, la viuda hizo un gesto y uno

de los siervos depositó una bolsa a los pies del discípulo. Judas Alfeo la recogió y

se la entregó a Andrés. El jefe examinó el contenido. Eran monedas de plata.

Muchas…

“Tengo más –intervino Tanit con severidad–. Puedo pagar lo que el

Maestro me pida…”

Andrés devolvió la bolsa al criado y prometió a la mujer que lo consultaría

con el rabí. Pero el tono de la fenicia no agradó a Andrés. Y, en contra de lo

habitual, el prudente jefe no dijo nada al Señor. Tanit no se resignó. Y cada día,

al caer la tarde, se presentaba frente al jefe de los discípulos, mostraba sus

piernas ulceradas y exigía que el Galileo la sanase. Y se repetía la escena de la

bolsa, con los dineros. Andrés la devolvía y prometía que lo hablaría con el Hijo

del Hombre. La mujer los miraba con desprecio, daba media vuelta y se

refugiaba en su lujosa tienda. Y así un día tras otro… En cierta ocasión llegó a

ofrecer un talento (14.400 denarios de plata) por la curación. Judas Iscariote,

Pedro y el Zelota se enfrentaron a Andrés y lo acusaron de ocultar la

información al rabí. Pero Andrés se mantuvo firme. No deseaba molestar al

Galileo con un asunto tan desagradable.

Page 482: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

487

Y durante tres meses, el Maestro hizo “´im”. Entraba en las casas y

granjas. Conversaba con judíos y paganos, consolaba a los enfermos, compartía

la comida que le proporcionaba Felipe, repartía monedas entre los más

necesitados, se interesaba por los deseos de los ancianos, ayudaba en los

trabajos –sacaba agua de los pozos o colaboraba en los partos de los animales–

y, sobre todo, jugaba con los más pequeños. Para el Hijo del Hombre, cada ser

humano era una aventura única. Una aventura que sólo los Dioses

comprenden… Y Eliseo se preguntó: “¿Cómo es posible que un Dios Creador –Él

lo era– no conozca a sus criaturas? ¿Por qué necesitaba hacer ‘´im’?”.

El lunes 11 de octubre del año 28, se dirigieron a la costa oriental del mar

de Tiberíades. El “yam” se veía azul y plata. Dejaron atrás Kursi (Gerasa) y el

grupo se encaminó al sur.

Y a eso de la quinta (once de la mañana) divisaron el formidable puerto de

Hipos, el segundo en importancia en la costa este. Quedaron asombrados. Había

mucha agitación. Numerosos barcos entraban y salían. Era un centro de

importación y exportación; especialmente de ganado. Muy cerca, a doscientos

metros, se hallaba el barrio pesquero de Hipos, con unas treinta casuchas. Hacia

el interior –a dos kilómetros y sobre un cerro– descansaba la ciudad

propiamente dicha: Hipos o Susita, fundada en el siglo III a. J. Era un enclave

helenístico, vinculado al pacto de las ciudades estado de la Decápolis. La

población –alrededor de treinta mil habitantes– era mayoritariamente pagana.

Y el Maestro decidió acampar cerca del poblado pesquero. Luego, optó

por dar un paseo por el muelle más cercano. En mitad del muelle, entre

pescadores, descargadores, ánforas, amasijos de cuerdas y rebaños de corderos

que esperaban ser cargados, el Maestro se detuvo ante un grupo de pintores

ambulantes. Dibujaban a los visitantes por unas monedas. Uno de ellos era

especialmente bueno. Jesús, amante de la pintura, se detuvo frente a la obra del

que destacaba. Y la examinó con curiosidad y deleite. Como se recordará –

durante su primera juventud– había practicado el dibujo, algo severamente

prohibido por la religión judía. Era comprensible que se detuviera frente a los

cuadros y que preguntara al artista por la técnica y sus inquietudes. El pintor

respondió en koiné (griego internacional). Era un hombre de unos treinta o

Page 483: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

488

cuarenta años, calvo y con un enorme bigote blanco. Dijo llamarse Assur

(Assurbanipal), como el padre de los dioses fenicios. Era de origen hitita, de la

región de Nínive (actual Irak). Y el pintor preguntó al rabí si deseaba que lo

dibujara. Jesús sonrió, complacido, puso la mano izquierda en el hombro de

Assur y respondió negativamente.

Dos días después –el miércoles 13 de octubre–, el Maestro hizo “´im” en

el barrio pesquero de Hipos. Eliseo lo acompañó. Visitaron varias casas y, al

final, siendo la hora nona (las tres de la tarde), golpeó una de las puertas.

¡Sorpresa! Abrió Assur, el pintor del bigote blanco. Era su domicilio. Allí vivía

con su esposa y cinco hijos. Les permitió pasar y el Maestro conversó con él

durante más de dos horas. Hablaron de pintura, del mítico rey Assurbanipal, de

la gigantesca biblioteca creada por dicho personaje en el siglo VII a. J. y del

poema de Gilgamesh. El pintor era un hombre culto, pero la vida lo había

castigado “por sus muchos pecados”. Jesús le hizo ver que no tenía razón. “La

vida –aseguró el rabí– es una aventura que elegimos…, personalmente.”

A la mañana siguiente, jueves 14 de octubre, Eliseo acudió al puerto y

buscó al pintor. Assur se alegró al verlo. Había quedado sumamente complacido

con la visita de Jesús. Lo llamó “hombre grande y único, capaz de sacar

esperanza de las piedras”. Eliseo no dijo nada, pero le preguntó: “¿Podrías

dibujar al Maestro?”.

Assur sonrió malicioso y dijo que sí.

“Pero tendrías que hacerlo de memoria, Él no acepta posar…”

“Claro… puedo”, contestó Assur, acompañando la última palabra con el

gesto internacional del dinero.

“¿Cuánto pides?”

“Dos denarios…”

“¿Cuándo puedo pasar a buscarlo? Estoy de paso…”

“Ahora mismo, si quieres…”

Page 484: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

489

Y ante la sorpresa de Eliseo, Assur buscó entre un mazo de papiros.

Rescató uno de ellos y se lo mostró. ¡Era el Maestro! El papiro –aseguró Assur–

era de Biblos (la ciudad fenicia) y, en consecuencia, de la mejor calidad. Lo había

pintado al carbón, la noche anterior, tras la visita de Jesús a su casa. A Eliseo le

pareció sencillamente espléndido y delicado. El trabajo, en suma, de un gran

profesional. Pagó cuatro denarios, el doble de lo estipulado. E hizo feliz al pintor

y el pintor lo hizo feliz a él. Cuando Eliseo se alejaba, le preguntó: “¿Por qué lo

dibujaste?”.

“Nunca vi unos ojos tan luminosos y un corazón tan noble…”

Eliseo guardó el papiro en su saco de viaje y lo conservó como un gran

tesoro. Era el único retrato –extraordinariamente fiel– del Maestro vivo. El

Maestro jamás hizo comentario alguno. ¿Lo supo? Es muy posible…

Siguiente destino: la ciudad de Tariquea, al sur del “yam”, en la segunda

desembocadura del río Jordán. Partieron de Hipos el lunes 18 de octubre del

año 28, muy temprano. Hacia el mediodía, Andrés dio la orden de acampar. Lo

hicieron a una prudencial distancia de la ciudad, junto al río Jordán, entre un

bosque de álamos. Tariquea era una ciudad de tablas, trabajaba con las tablas y

sólo sabía hablar de tablas. Su principal industria era la fabricación de toneles

para toda suerte de pescado, toda clase de vinos y cientos de frutas. El pueblo

estaba acostumbrado al constante martilleo de los talleres.

Los primeros cuatro días fueron apacibles. Nadie molestó. Jesús se dedicó

a hacer “´ím” en la ciudad. El resto –los evangelistas– peinó los salones en los

que se trabajaba con los toneles y trataron de hablarles de la buena nueva, del

reino invisible y alado y del magnífico Padre Azul. Cosecharon algún éxito y

numerosos fracasos.

Y sucedió lo inevitable. Las noticias sobre las curaciones en la sinagoga de

Nahum y en el caserón de los Zebedo, en Saidan, volaron. Todos hablaban sobre

el hombre de la mano en garra y del joven paralítico que destrozó la azotea de

la “tercera casa”. Y el viernes 22 de octubre, empezó a llegar gente al

bosquecillo de álamos.

Page 485: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

490

Allí se reunieron decenas de enfermos de todo tipo, acompañados por

familiares y amigos, tullidos (auténticos y falsos), curiosos, desocupados y

pícaros. Por consejo de Andrés, se instalaron a un centenar de metros del

campamento.

A esas alturas de la vida pública del Maestro, el noventa por ciento de la

gente que lo seguía lo hacía por interés. El mensaje de Jesús les importaba nada

o muy poco. Eran las asombrosas sanaciones las que los movilizaban y los hacían

viajar desde las más remotas regiones. Allí había gente de Siria, de las islas

griegas, de Egipto, de Creta… En definitiva, en ese mes de octubre del año 28,

Jesús era popular –tremendamente famoso– gracias a sus prodigios. Los

prodigios, además, desembocaban en un nombre inevitable: el Mesías. Eso

decían las Escrituras: un superhombre llegará a Israel. Un superhombre que

limpiará a los leprosos y tullidos de sus males y pecados. Un superhombre que

arrasará ejércitos y elevará a la casa de David a lo más alto… Ése era el

Maestro…

El gentío –del orden de quinientas personas– se comportó dignamente.

Por la mañana, temprano, cincuenta o sesenta enfermos acudían cerca de las

tiendas, se sentaban en la tierra y esperaban a que apareciera el rabí. Por

delante se destacaba una mujer negra con un bebé de meses en brazos. El niño

presentaba una enorme deformación en la cabeza. De vez en cuando, en mitad

del silencio, levantaba a la criatura por encima de su cabeza y entonaba un triste

lamento en un pésimo arameo: “¡Rabí, piedad…!”.

El domingo 24 de octubre, empezó a llover. ¡Aquello fue una manta de

agua! Lógicamente, el Galileo permaneció en su tienda. El campamento se

convirtió en un barrizal. La lluvia era tan intensa que no se veía a dos metros.

Por supuesto, los enfermos no salieron de sus refugios, salvo una excepción: la

mujer negra. La muchachita, con el niño en brazos, se plantó frente al

campamento del Maestro, y allí permaneció, en silencio, bajo el diluvio. Cada

quince o veinte minutos alzaba al negrito sobre la cabeza y cantaba la habitual

“¡Rabí, piedad…!”. Felipe y los gemelos comentaban la situación. A todos se les

rompió el corazón. Pensaron que el bebé estaba muerto. Pero no. Como

consecuencia de la lluvia, el niño protestó y lloró desconsoladamente. La mujer

Page 486: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

491

lo levantó de nuevo por encima de la cabeza y clamó con gran fuerza: “¡Rabí,

piedad!... ¡Rabí, piedad!”.

Los discípulos no sabían qué hacer. ¿Avisaban al Maestro?

Y a eso de las nueve de la mañana, de pronto, se presentó el Hijo del

Hombre. La tormenta arreció. Jesús de Nazaret no dijo nada. Se quedó mirando

a la mujer y así permaneció unos minutos.

“¡Rabí, piedad!”

Y el Maestro, sin mediar palabra, se fue hacia la mujer. La cortina de agua

lo empapó. Resbaló un par de veces en el barro, pero continuó con sus típicas

zancadas. Felipe y Eliseo lo siguieron. Una culebrina rasgó las nubes y estalló

cerca. El estampido alertó a los seguidores y algunos se asomaron a las tiendas.

Fue entonces cuando vieron al rabí. Y algo más de una veintena de enfermos y

lisiados corrieron hacia la mujer negra. Algunos levantaban los muñones y

pedían misericordia. Jesús llegó hasta la muchacha y, sin mediar palabra, tomó

al bebé y lo abrazó, compasivo. Nueva culebrina y nueva detonación. Jesús no

habló. Simplemente permaneció abrazado al negrito, protegiéndolo del diluvio.

El niño dejó de llorar. La mujer tampoco dijo nada. Tenía los ojos enrojecidos

por el llanto. No se movió ni trató de arrebatarle al bebé. Parecía en estado de

“shock”. De pronto, el cielo se volvió azul. No fue el relámpago azul –sin trueno–

como había ocurrido en otras ocasiones. Esta vez fue una luminosidad uniforme,

muy azul, que abarcó todo el cielo. Y durante unos segundos, todo se volvió

azul: la lluvia, el campo, las tiendas, las ropas, las caras… ¡Todo azul! Luego, el

cielo recuperó el color habitual. Las nubes panza de burra seguían allí pero,

súbitamente, dejó de llover. Y se hizo el silencio.

El Maestro devolvió el bebé a la mujer… ¡Pardiez! ¡El cráneo era normal!

¿Cómo pudo sanarlo?

Acto seguido, también en silencio, el Hombre Dios giró sobre sus talones y

se alejó hacia su campamento. La mujer besó al bebé y se alejó hacia las tiendas

de los seguidores.

De pronto, Felipe reparó en un detalle: las ropas estaban secas. Eliseo

palpó su túnica negra y verificó que estaba totalmente seca. En cuanto al barro,

Page 487: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

492

ni rastro. La tierra se hallaba dura y compacta, como antes del diluvio. La

veintena de enfermos y tullidos que habían permanecido cerca de Jesús de

Nazaret empezó a gritar y a saltar. ¡Los mancos disponían de manos! ¡Los cojos

tenían pies normales y caminaban! ¡Los ciegos veían!

Todos gritaban y entonaban el nombre del Maestro. Y volvió a sonar un

grito de guerra: “¡Abajo Roma!”.

Y de pronto, al lógico alboroto de los sanados, se unieron los gritos de una

vieja conocida: ¡Tanit! La viuda fenicia se plantó en mitad del campamento y

reclamó la atención general. Los discípulos salieron, molestos, y quedaron

igualmente perplejos. La mujer levantó la túnica y mostró unas piernas delgadas

y sin deformaciones. La elefantiasis había desaparecido. A la mañana siguiente

trató de ver al rabí, pero éste había abandonado las tiendas, ocupado en su

habitual retiro con Ab-bá. A los pies de Andrés quedó una abultada bolsa de

cuero, con denarios de plata. Y Tanit montó en su carruajey desapareció.

Y las sorpresas continuaron. Esa mañana del lunes 25 de octubre del año

28, Eliseo acompañó a Felipe y a los gemelos Alfeo a Tariquea con el fin de

comprar víveres. Notaron que la gente corría y gritaba. Estaba muy excitada.

Circulaban rumores de todo tipo. En los mercados se decía que una “tormenta

azul” había caído sobre la ciudad y sanado a los enfermos, devolviendo el andar

a los paralíticos y la vista a los ciegos. “Fue una luz azul…, todo se volvió azul…,

después, los mancos tenían manos, los leprosos estaban limpios, a los cojos les

crecieron nuevos pies… El dueño de la taberna ‘El Pelícano Tartamudo’ ya no

tartamudeaba.”

Tras la “tormenta azul”, algunos de los íntimos también recuperaron la

salud: Judas Iscariote padecía un problema respiratorio, tal vez un asma

bronquial que, a partir de esa mañana, desapareció. El tímpano derecho de

Bartolomé, estallado en una pelea con los seguidores de Yehohanan (enero del

año 27 en el río Artal), se recuperó totalmente. No sucedió lo mismo con las

várices de su pierna izquierda.

¡El Maestro lo había hecho de nuevo! ¡Había llevado a cabo una curación

masiva! Pero los evangelistas no la mencionan…

Page 488: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

493

A la noche, en torno a la hoguera, uno de los evangelistas preguntó al

Maestro qué había sucedido. ¿Qué significaba aquella luminosidad azul? ¿Quién

sanó a tanta gente?

Jesús, con cierto aire de cansancio, volvió a explicar lo que sus íntimos ya

sabían: “Son muchos los ángeles que me acompañan, aunque vuestros ojos no

puedan verlos… Son miles y miles”.

En definitiva, eran “ellos” –los ángeles– los responsables de la tormenta

azul y de la masiva sanación en Tariquea y su entorno. Esto lo repitió varias

veces. Juan Zebedeo, Pedro y el Iscariote se negaron a aceptarlo. Felipe,

entonces, preguntó: “¿Cómo puede ser que donde no haya mano aparezca una

mano?”.

“En el reino de mi Padre todo es posible. Basta con desearlo. Pero no

puedo dar detalles. No hay palabras para explicarlo. No lo entenderíais… No lo

entenderíais.”

“No importa cómo lo hagas o quién lo haga… Entiendo, Maestro, que el

prodigio nace de tu misericordia…”, comentó Mateo Leví.

“Así es…”, agradeció Jesús al acertado comentario.

“¿Qué es para ti la misericordia?”, preguntó Tomás, el bizco.

“El sentido de la vida. No serás Dios si no eres misericordioso. La

misericordia es el amor, materializado, aplicado…, empaquetado. Es lo que

distingue a los Dioses.”

Era de suponer. La noticia de la nueva curación masiva, en Tariquea,

corrió veloz como el “maarabit”, el viento del oeste. Y el 27 de octubre,

miércoles, se reunió un gran gentío en los alrededores del campamento. Andrés

estuvo rápido. Esa noche –de acuerdo con el Galileo– recogieron las tiendas y,

amparados en el silencio y en la madrugada, huyeron. Aquél parecía el destino

del Hijo del Hombre: huir, siempre huir…

Al amanecer, se detuvieron en las cercanías de la ciudad de Gadara o

Gader. Se encontraban en la Decápolis, un territorio controlado por Roma, y

Page 489: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

494

formado por diez ciudades no judías. En todas ellas prosperaba el helenismo y,

en consecuencia, la belleza, la cultura y la tolerancia.

Fueron cuatro días de paz. Disfrutaron del paisaje y el tibio sol. Jesús no

se movió. No entró en la ciudad. Se limitó a pasear por los alrededores, en

solitario. Y al atardecer, tras la cena departía con el grupo, respondiendo a toda

clase de preguntas.

El 1 de noviembre del año 28, el grupo se movilizó. Levantaron el

campamento y caminaron hacia el oeste… Siguiente destino: Escitópolis. Ese

mismo día, lunes, divisaron la ciudad amurallada de Nisa. Éste era el verdadero

nombre de Escitópolis, también conocida como Bet She´an. Todos la llamaban

Nisa, en recuerdo del lugar mitológico en el que Dionisio fue criado por las

ninfas. Podría ser la nona (las tres de la tarde) cuando Andrés se detuvo al pie

de las enormes murallas de más de 20 metros de altura. Allí establecieron el

campamento.

Nisa era una de las grandes poblaciones de la Decápolis. Probablemente,

el núcleo urbano más activo de la región. Algunos hablaban de

100.000 habitantes. La fundaron los belicosos escitas en el siglo VII a. J. Era,

además, la única ciudad de la Decápolis al oeste del río Jordán. Eso significaba

un considerable tráfico de personas y cargas con la vecina Judea. Pero el gran

negocio de Nisa era la legión romana destacada en las inmediaciones y las

tierras arrendadas a los veteranos del ejército de Roma. Tras veinticinco años de

servicio, los soldados que sobrevivían tenían derecho a la “honesta missio”, la

licencia que les proporcionaba tierras, o a una compensación en metálico.

Muchos veteranos se habían establecido en esa región ejerciendo como

agricultores, ganaderos o comerciantes. Todos superaban los sesenta años de

edad. Para controlar la zona –tan cercana a los levantiscos judíos–, Roma había

emplazado un enorme “castro”, un cuartel de un kilómetro de lado, con

capacidad para cinco mil quinientos mercenarios y ciento veinte jinetes,

divididos en cuatro “turmae”. El referido “castro” se alzaba hacia el oeste, a

poco más de un kilómetro de Niza.

Durante los cuatro primeros días todo discurrió con relativa calma. Jesús

visitó la ciudad en la compañía de la “tabbah” y de Eliseo. E hizo “´im”, según su

Page 490: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

495

costumbre. Los evangelistas, por su parte, capitaneados por los discípulos,

recorrieron los principales barrios de Niza, intentando proclamar la buena nueva

del reino invisible y alado a los atareados y desconfiados paganos. La gente los

tomó por miembros de una secta y prestaron escasa atención a las palabras de

los predicadores. Se reían del Mesías y de sus supuestos poderes. La verdad es

que regresaban desmoralizados.

Eliseo quedó maravillado ante la belleza y esplendor de la ciudad.

Pasearon entre todo tipo de tiendas, que ofrecían las mercancías más

estrafalarias.

Desde bebedizos para hacer el amor durante toda la noche, hasta

muebles llegados de la India, comidas frías o calientes, o poemas de Homero.

Recorrieron el foro, curiosearon en los mercados y se asomaron a las “tabernae

veteres”, los locales de los prestamistas. Oyeron a toda suerte de charlatanes y

profetas. Pasaron frente a decenas de burdeles, ubicados a lo largo de una de

las calles. Las “burritas” eran sirias y egipcias. El bullicio era sofocante. El

Maestro conversó con panaderos, carniceros y revendedores. Y se mostró

interesado en sus problemas y angustias. En una de las plazas asistieron a un

litigio. Un pretor impartía justicia desde una silla curul. Al terminar, los esclavos

cargaron el trono de madera y se alejaron. En las basílicas contemplaron las más

variadas transacciones comerciales: allí se vendía y se compraba todo: desde

trigo hasta dientes de cocodrilo. Admiraron los templos dedicados a Vesta, a

Marte Vengador y a Venus Genetrix. El mármol y las maderas nobles espejeaban

por doquier. Vieron dos teatros al aire libre y uno cubierto, un hipódromo

espectacular y un canódromo. Supieron de termas públicas y privadas,

gimnasios y un “pecile” o supergimnasio con una piscina de cien metros y

pórticos dedicados a carreras de atletas. Eliseo sumó más de cien fuentes, a cual

más hermosa y sugerente. Pasaron ante una copia de la Academia de Atenas,

con un pequeño templo al dios Apolo y un “belvedere”, una torre que servía

como observatorio astronómico. Al norte de la ciudad fueron sorprendidos por

una isla artificial. La dedicaban a biblioteca y a salones para recepciones y

banquetes. A pesar del intenso tránsito, el caminar era relativamente fluido.

Ello se debía a la ausencia de carros, caballerías o ganado. Una disposición

Page 491: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

496

imperial prohibía la circulación de éstos durante el día. Sólo estaban autorizados

a ingresar en la ciudad en la noche.

Jesús regresaba al campamento agotado…, y feliz.

A raíz de una disputa muy seria entre Juan Zebedeo y una unidad de

caballería de los “kittim”, esa noche, en torno a la hoguera, Jesús sostuvo una

oportuna conversación con el grupo: habló sobre la ira y sobre la venganza. Juan

Zebedeo, puño en alto, había jurado vengarse de los odiados “kittim”.

“La ira –manifestó el Galileo– es la viva demostración del fracaso

humano… La ira equivale a falta de amor y, sobre todo, a falta de control.”

“¿Y qué hacemos con los odiados “kittim”?”, preguntó el Iscariote.

“Deja al Padre Azul que haga su trabajo –resumió Jesús–. Tus enemigos

también tienen una misión…”

Y prosiguió con el tema capital: “No os dejéis llevar por la ira. Es una

serpiente que asfixia y acelera el envejecimiento”.

“¿Quieres decir que si no nos enfadamos viviremos más?”, preguntó

Mateo Leví.

“Vivirás lo contratado, pero, sin ira, vivirás mejor, más apaciblemente. La

ira lleva al hombre a las cavernas y al desmantelamiento de la mente… La ira

obliga a enmudecer a la ‘chispa divina’… Mientras gritas, ella huye y se refugia

en lo más íntimo de tu pensamiento, donde no puedes llegar… Cuando te

tranquilizas, cuando vuelves a ser tú, la ‘nitzutz’ regresa y te ilumina… Recordad:

un hombre pacífico irradia luz. ¿Os habéis preguntado por qué?... La ira mata al

necio… Recordad: el sabio nunca pierde el control. Más aún: el verdadero sabio

utiliza la sonrisa para vencer… La rabia y el odio alimentan la ira y el

pensamiento pierde… No regaléis ira, de la misma forma que no regaléis

veneno… La ira multiplica los errores y provoca contiendas… La ira es la madre

de la venganza… Ambas nacen estériles…”

El Maestro se percató de la desolación del grupo –todos practicaban la

ira– e intentó animarlos: “Pero no os preocupéis… Ni la ira ni la venganza

Page 492: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

497

pueden pasar al ‘otro lado’… Son hierbas propias de este mundo. Escuchad a la

‘nitzutz’ (la chispa) y la ira se apagará como una candela”.

Los íntimos salieron fortalecidos del trance, pero Juan Zebedeo fue el más

combativo. “¡Venganza! –clamaba cuando el rabí se hallaba lejos–. ¡Venganza

contra Roma!”. Seguía sin entender el mensaje del Maestro.

Y el grupo dedicó las tres siguientes semanas a recorrer las fértiles

llanuras de Esdrelón. Se acomodaron a la orilla izquierda del río Quisón y

visitaron las modestas –y no tan modestas– poblaciones de Yizre´el, Daverat o

Dabarita y Megiddó. Recorrieron unos 85 kilómetros.

En Yizre´el permanecieron siete días. Era una aldea muy pequeña… no

llegaba a cien familias. Vivían del campo y para el campo. No tenían demasiadas

aspiraciones; en realidad, ninguna. Rezaban a diario para que el buen Dios los

recordara y les enviara las lluvias salvadoras o la luz que hacía madurar el grano.

Eso era todo.

El 22 de noviembre del año 28, lunes, el grupo se detuvo en Daverat o

Dabarita, al pie del monte Tabor. La aldea era insignificante: seiscientos

habitantes, mil ovejas y unas hortalizas fuera de lo común. Las cebollas eran

como cabezas de niños, un ajo alimentaba a una familia durante una semana,

las habas eran enormes, al igual que las calabazas y los granos de uvas. Eliseo

preguntó el porqué del tamaño excepcional de los frutos, pero no supieron o no

quisieron informarle. Los campesinos señalaban el cielo y aseguraban que la

fórmula les fue dada por los ángeles que volaban en los “merkabah” (carros de

fuego). Otros decían que el secreto lo trajo el faraón Ramsés II cuando pasó por

Daverat, mil trescientos años atrás.

Y saltó la polémica. El grueso de los discípulos afirmaba que aquellas

hortalizas eran otra señal que anunciaba la inminente llegada del Mesías

libertador. En el libro de Enoc, en efecto, hablaba de una “transformación de la

tierra”. Enoc decía que la “naturaleza se volvería desusadamente fructífera y

entre los hombres reinará la riqueza”, etc.

Tomás, el incrédulo, se reía y afirmaba que aquellos frutos gigantes eran

obra de Belzebú, el señor de las moscas. La cuestión es que la disputa

Page 493: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

498

desembocó en una pregunta al rabí. La formuló Bartolomé: “Maestro, ¿es cierto

que esas hortalizas son cosa del diablo?”.

“¿Por qué dices eso?”

“Llevamos días discutiendo, pero no hay forma de llegar a un acuerdo.”

“¡Olvidad a los diablos!... Ellos fueron derrotados. En el lugar donde están

ahora no tienen acceso a vuestro mundo. En consecuencia, esos frutos no

pueden proceder de su poder…”

“¿De dónde, entonces?”, intervino Tomás.

Jesús elevó la mirada hacia el firmamento y todos le imitaron. Entonces,

en tono solemne, sentenció: “¡Del amor!...”.

Tomás hizo un comentario a favor de Luzbel y Juan Zebedeo estalló y lo

calificó de “basura”. Y añadió: “¿Es que no temes a Dios, bendito sea su

nombre? ¡Irás al ‘seol’, maldito pagano!”.

“¡Olvidad a Yavé!... –intervino el Maestro–. ¡Fue una caricatura del Padre

Azul!... Yo he venido a cambiar eso. Estoy aquí, en el mundo, para revelar el

verdadero rostro de Ab-bá… Estoy aquí para mostrar el auténtico rostro y el

verdadero corazón del Padre Azul: ¡puro amor! ¿Qué hijo teme a un buen

padre? En verdad os digo que Ab-bá es lo contrario de Yavé…”

“Pero, Maestro, ¿por qué Yavé, bendito sea su nombre, es sanguinario y

cruel?”, cuestionó Mateo Leví.

“Fue otra época… Al principio, este pueblo era de dura cerviz… Se

necesitaban leyes y mano dura. Insisto… He venido a cambiar el rostro de Dios

y, de paso, la historia… Hasta ayer, todo era oscuridad y miles de dioses, a cual

más absurdo e ineficaz… Ahora os ofrezco la luz y, sobre todo, la esperanza.

Estáis aquí porque Ab-bá os ha imaginado. ¡Sois sus hijos!... ¡Vuestro futuro es

espléndido e inimaginable!... ¡Confiad!... A eso he venido: a traer la luz… No

todo está perdido… No todo es malo… Después del paso por la materia y la

imperfección, regresaréis a casa, al reino invisible y alado de mi Padre.”

Y gritó: “¡¡Confiad!!”.

Page 494: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

499

Todos estaban desconcertados y felices. Aquel Hombre-Dios transmitía lo

mejor que un hombre puede desear: seguir viviendo.

“Amar a Dios es más rentable que temerle –prosiguió–. Olvidad a Yavé.

¡Probad!... ¡Probad con el amor!”

Y continuó: “Os traigo un mandamiento nuevo: amad al Padre y

entregaos, como niños, a su voluntad…”.

Simón el Zelota desvió las palabras del rabí: “Maestro, ¿quién es el

general de generales en el reino invisible y alado?”.

“Veo que no comprendéis… Ese reino es una familia. Al Padre Azul se le

debe respeto y veneración, como a cualquier padre, pero allí gobierna el amor.

Dime, ¿quién manda donde hay verdadero amor? ¿Ella o él? En el amor, en el

auténtico, todos marchan de la mano.”

“¿Por qué el amor es tan importante?”, interrumpió Mateo Leví.

“Ahora, en la materia, donde vivís, no alcanzáis a comprender; no tenéis

perspectiva. Os falta información. Vuestra mente es limitadísima. No podéis

imaginar un reino en el que se respira amor. Vuestros cuerpos y almas, tras la

muerte, serán distintos y empezarán a estar capacitados para entender lo que

ahora os adelanto. El amor lo es todo en el reino al que ingresaréis tras el dulce

sueño de la muerte… Allí, el amor es acción. No confundáis el sentimentalismo

con el amor. El amor es el combustible que mantiene en orden lo creado. El

amor es la belleza que no cesa. El amor es infinito; no como el amor humano…

El amor es misericordia, de lo contrario, no sería amor… El amor es lo único que

no se puede dejar para mañana…”

“La gente no responde al amor…”, murmuró Mateo Leví.

“Porque no saben quiénes son –aclaró Jesús– ni hacia dónde se dirigen.

Os lo repito: yo he venido a cambiar eso. Estoy aquí para hacer crecer la

esperanza. No estáis perdidos. No estáis solos. Más allá no hay oscuridad. Todo

es luz. El reino de mi Padre es vuestra verdadera casa… Aquí estáis de paso y de

forma voluntaria.”

Page 495: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

500

Y estalló de nuevo: “¡¡Sois hijos de un Dios!!... ¡¡Aceptadlo!!... ¡¡Sois

hermanos!!”.

Y Jesús volvió al tema principal: el amor.

“Utilizadlo en vuestras vidas como si fuera dinero… Utilizadlo en cada

palabra, en cada silencio… Colgadlo de vuestros corazones y, sobre todo, de los

pensamientos. Desterrad la ira… Si utilizas el amor, vencerás, aunque creas que

has perdido. Construye desde y por el amor y tus obras resplandecerán. Invierte

en amor y el dinero te perseguirá…”

“A Roma no le gustarán tus palabras…”, comentó Juan Zebedeo.

“Ni a los romanos ni a los judíos –replicó Jesús–. Pero no os preocupéis.

Cuando hayan desaparecido unos y otros, el amor seguirá en pie. El amor vence.

El amor regresa. El amor busca. El amor no olvida. El amor te lleva de la mano. El

amor guarda y aguarda. El amor espera siempre… Enamórate y ensayarás la vida

eterna…”

Permanecieron en Daverat una semana.

El 29 de noviembre del año 28, lunes, iniciaron la marcha hacia Megiddó,

la ciudad amurallada y milenaria. La historia de la ciudad se remontaba al

siglo XIV a. J., cuando fue invadida por los faraones egipcios. La mencionan las

célebres cartas de Amarna, las inscripciones de Tutmosis III, Seti I y Sesac. Fue

Tutmosis III el que la convirtió en una fortaleza. Siglos más tarde, Salomón

reforzó las murallas, haciéndola inexpugnable. Meggidó era una mezcla de

razas, credos y supersticiones. El único dios verdadero era el dinero. Los cinco

mil habitantes se ganaban la vida como podían. Meggidó era una importante

base caravanera. Por allí transitaban fenicios, egipcios, mesopotámicos y

árabes.

Andrés seleccionó un lugar al pie de las murallas. Allí plantaron las tiendas

y allí permanecieron durante tres semanas.

Desde el primer día, el Maestro se mezcló con las gentes de Meggidó e

hizo “ím”. Todo le interesaba. Su curiosidad no tenía fin. Salía al alba y

retornaba a la caída del sol. Los discípulos hacían lo que podían, intentando

Page 496: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

501

convencer a los vecinos de que el dinero no era el único dios. Pero el éxito no

los acompañaba.

El 1 de diciembre, miércoles, sucedió algo aparentemente trivial…

Sería la quinta (las once de la mañana) cuando Jesús de Nazaret fue a

detenerse en una de las fuentes de la ciudad. Con Él marchaba la “tabbah” y

Eliseo. El rabí tenía sed. Se inclinó y bebió. Y de pronto, vieron caer en el

estanque un insecto verde y luminoso. Era enorme, un tipo de mantis. El insecto

se debatió, tratando de no ahogarse. El Maestro se percató de la apurada

situación de la mantis y, de inmediato, la tomó con la mano izquierda por la

parte posterior de la cabeza y la rescató del agua. Después la contempló unos

instantes –asombrado– y terminó depositándola en el suelo, al sol, invitándola a

seguir volando. El Maestro le guiñó un ojo a Eliseo y prosiguió su paseo por las

atestadas calles de Meggidó. Al poco, la mantis remontó vuelo…

Esa noche, tras las cena, Pedro preguntó al Galileo: “¿Por qué salvaste al

insecto?”.

“Fue mi obra buena del día…”, respondió sonriendo Jesús.

Y la tertulia derivó hacia el valor de lo pequeño; mejor dicho, de lo

aparentemente pequeño…

Jesús pronunció frases de gran calado: “Cuanto más sensible, más amante

de lo pequeño… Cuanto más amor, más deseos de permanecer en el interior,

con la ‘chispa’… Lo poco se saborea; lo mucho desborda… En lo pequeño está el

remedio para casi todo… Bebe sensaciones… No consideréis al mundo como un

valle de lágrimas; más bien como un yunque forjador… Estáis en lo pequeño –en

lo imperfecto– por propia voluntad; en consecuencia, no perdáis el tiempo

levantando el puño contra los cielos… No planifiques más allá de tu sombra…

Cada pequeña cosa es una gran verdad… El mejor mañana es el ahora… ¿Qué

importa que nadie te crea?... Firma la paz con el silencio… Practícalo cuando

nadie lo practica… Saborea el buen vino de cada minuto… Cuelga tu yo boca

abajo… Cuando puedas, cuelga una jaula de pájaros cantores en tu corazón…

Permite que los demás se equivoquen… No embistas… La alegría llegará cuando

Page 497: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

502

no la busques… No escales por la cuerda de la codicia: siempre resbala… No

busques maestros; la sabiduría te acompaña siempre: está en tu interior…”.

“Háblanos sobre el fragmento divino… ¿Cómo llega a la mente humana?”

Jesús, condescendiente, miró el firmamento y respondió a Bartolomé: “Es el

secreto de los secretos… Ni los ángeles lo conocen. Sólo el Hijo Eterno y el

Espíritu Infinito saben cómo el Padre Azul se fracciona y por qué. Pero lo

importante, querido Bartolomé, no es cómo ni por qué; lo que interesa es que la

‘nitzutz’ está ahí, en tu cabeza, desde los cinco años… Y te acompañará

siempre…, por toda la eternidad”.

“¿Y por qué no la oigo?”, reclamó Tomás.

“Porque la chispa susurra. Nunca grita. El Padre Azul jamás grita. Por eso

es tan importante el silencio. Para que la oigas…”

“¿Y qué dice? –terció Andrés–. ¿Qué susurra la ‘nitzutz’?”

La respuesta del Hijo del Hombre llegó en forma de canción: “¡Eres

inmortal!... ¡Eres mi hijo!... ¡Búscame!... ¡Estoy al final del camino!... ¡Confía!...”.

Y siguió la hermosa prédica: “… Aprende a lustrar tus pensamientos…

Procura que sean brillantes o que no sean… Aprende a dudar… Dudar es propio

de hombres inteligentes… Sólo los mezquinos y equivocados no dudan… Detrás

de la duda llega siempre una verdad parcial… La verdad absoluta te espera en el

Paraíso… Piensa bien y llenarás de oro tu alma… Escucha primero a la intuición;

después llegará la lógica… La intuición es otro regalo de Ab-bá… Vivir no quiere

decir acertar. Vivir es experimentar… Vivir lo bueno y lo malo para que después,

tras la muerte, nadie te lo cuente… Vive lo pequeño y descubrirás lo grande…

No prometas nunca; no es necesario: actúa… El mundo está sobrado de

palabras: necesita silencios… No os preocupéis por el azul del cielo; llegará el día

en el que os lo beberéis… Sed valientes: negociad con lo pequeño; merece la

pena… Lo pequeño te hará grande… Vive en aparcería con la humildad… Ventila

el alma con los cinco sentidos… Permite que la vista descubra tu propia luz…

Permite que el oído escuche tus pasos… Permite al olfato que huela la santidad

que te espera… Permite que el tacto siga dando envidia a los ángeles… Permite

al gusto que descubra nuevos horizontes… Mírate primero y aprenderás a

Page 498: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

503

mirar… ¿Deseas la libertad?: nada desnudo… No te excedas y mucho menos en

la cordura… La sensatez es deseable, pero está desértica… De vez en cuando

camina hacia atrás en los senderos de los sueños… Recupera deseos, aunque

sean infantiles… Si piensas como un niño, habrás madurado… Monta la vida a

pelo y disfrútala… Espera siempre lo imprevisto y sobrevivirás… Sazona cada

hora; ponle la sal justa… Pellizca la existencia sin miedo; es tuya… Recuerda que

nadie puede ser santo (perfecto) (aquí), pero sí las cosas… Humaniza lo

pequeño… Diviniza lo imperfecto… Aprende a mirar en cada ahora… La mirada

no miente… La mirada acaricia… La mirada enseña…”

El lunes 13 de diciembre del año 28, emprendieron la marcha hacia el

“yam” (mar de Tiberíades). Cubrieron los casi cincuenta kilómetros en cuatro

días. No había prisa. Y el 17, viernes, divisaron Betsaida Julias, al noroeste de

Nahum. Era la ciudad de Filipo, hermanastro de Herodes Antipas. Fue su gran

obra arquitectónica, junto a Cesarea de Filipo. La llamó Julias en honor a la hija

del emperador Augusto. Filipo, nacido en el año -4, era hijo de Cleopatra, una de

las muchas esposas de Herodes el Grande. Tenía tres años menos que el

Maestro. Había heredado los territorios que llamaban Panias, Traconítide,

Gaulanítide, Batanea y Auaranítide. Era un reino tranquilo y próspero.

La ciudad no era muy extensa, pero Filipo la había dotado de todas las

comodidades. Las murallas eran de piedra blanca. Las casas y los palacios eran

pequeños.

El grupo encabezado por el Maestro acampó al oeste, cerca de las

murallas, y al socaire de una enorme roca volcánica.

El domingo 19 de diciembre se presentaron dos correos de David

Zebedeo. Traían malas noticias. Procedían de Jerusalén. La curación masiva

registrada en la ciudad de Tariquea había alterado, un poco más, los ya

alterados ánimos del Sanedrín. Para colmo, la inesperada herencia recibida por

Jesús de parte de Abraham, el fariseo que se había pasado a las filas del

Maestro, conmovió –y de qué forma– a las castas sacerdotales. Trataron de

convencer a Abraham para que anulase la cesión, pero no lo consiguieron. Y por

último, según los mensajeros, la traición de los tres espías provocó un

cataclismo entre los “santos y separados” (fariseos). En esas últimas semanas,

Page 499: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

504

las reuniones de los fariseos, escribas y saduceos fueron constantes; más de

diez. “Hay que arrestar al impostor y ejecutarlo”, clamaban. Pero el continuo ir y

venir del Galileo hacía difícil la captura. Jesús y Andrés conversaron y se

mostraron de acuerdo: convenía extremar la prudencia y no provocar a los

sacerdotes. Y el miedo se instaló de nuevo entre los íntimos. Se suspendieron

las prédicas en público. Y el Maestro, siempre en compañía de la “tabbah”,

siguió haciendo “´im” en la ciudad de Betsaida Julias. Pedro era el más

asustadizo. Juan y Santiago de Zebedeo se limitaban a estar atentos y a corta

distancia de Jesús.

El domingo 26 de diciembre de ese año 28, llegó una visita inesperada.

Sobre la hora quinta (las once de la mañana), llegó con cuatro siervos que

cargaban la tradicional y célebre silla curul (el trono que servía para impartir

justicia). ¡Era Filipo, rey de aquellas tierras!

Era un individuo envejecido, estrecho y alto como una caña y ¡albino! El

cabello denso era pura plata. Lucía todas las arrugas del mundo y unas cejas

espesas e igualmente nacaradas. El bigote era blanco, largo y trabajado. Pero lo

más impactante era la mirada: azul transparente. Miraba de frente, sin miedo.

Caminaba descalzo. Sonreía por todo y en todo momento. No le preocupaba la

ropa. Vestía una sencilla túnica de lana, casi descolorida. No tenía escolta: Filipo

era muy querido por su pueblo. Era la excepción de la familia Herodiana. Sus

hermanos eran déspotas, crueles y miserables. Filipo era todo lo contrario:

humilde, magnánimo y pacífico. Su reinado –a pesar de sus coqueteos con

Roma– era suave y tranquilo. Sólo le interesaba leer y explorar, sobre todo las

profundidades del ser humano. De su padre, Herodes el Grande, sanguinario

como pocos, sólo heredó el afán por construir ciudades esbeltas y cómodas.

Andrés lo recibió con todos los honores. Y se excusó: el Maestro se

encontraba en las colinas, meditando.

Filipo tuvo que esperar dos horas. Pero no se sintió molesto. Al contrario.

Y aprovechó la ocasión para dialogar con los íntimos que se aproximaban a

saludarlo. Todos lo apreciaban, incluso el Iscariote. Filipo había conseguido que

sus súbditos no pagaran impuestos o abonaran lo mínimo. Y el rey preguntó de

todo: sobre la gira de predicación; hacia dónde se dirigían; ¿cómo fueron los

Page 500: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

505

últimos prodigios?... ¿Qué sucedió en Tariquea? ¿Era cierto lo de Caná? ¿Cuánto

dinero ganaba Jesús con los milagros? ¿Era verdad que sólo predicaba si tenía

una bella naranja en las manos? Andrés respondió a todo, a su manera.

Luego le tocó a Filipo. Era un explorador nato. Le fascinaban las

matemáticas. Seguidor de la obra de Arquímedes. Había leído a Parménides.

Le interesaba especialmente el concepto de infinito. Deseaba saberlo

todo sobre la eternidad. Su curiosidad era insaciable. Protegía los bosques como

nadie. Llamaba a sus árboles “sus hijos”. Y defendió otro gran sueño: sabía que

la uva crece mejor y más rápidamente si alguien le habla o si la acompaña la

música. En sus viñedos actuaban grupos de “susurradores” y de músicos. ¿Y qué

decir de su obsesión por los animales? Se hacía mil preguntas: ¿piensan?, ¿por

qué no ríen?, ¿tienen alma?, ¿de qué tipo?, ¿qué pasa con ellos después de la

muerte?, ¿hay ranas voladoras?, ¿por qué los delfines aman al hombre?, ¿por

qué los animales no mienten?

Filipo era un personaje fascinante… No viajaba sin su silla curul. En ella

impartía justicia, allí donde estuviera. La gente lo sabía y aprovechaba su

presencia para resolver toda suerte de pleitos. Poco después de la visita al

campamento se enamoró de Salomé, la hija de Herodías. Se casaron, pero no

tuvieron hijos. Murió tres años después que el Maestro, en el año 33.

Hacia la séptima (una de la tarde) llegó el rabí. Se saludaron cordialmente

y conversaron hasta la primera vigilia de la noche (puesta del sol). Los discípulos

se retiraron y el Maestro y Filipo hablaron sin testigos. Ni siquiera comieron.

Nadie supo qué temas trataron. El Galileo no comentó nada, salvo un pequeño

gran detalle: Filipo creía en el reino invisible y alado del Padre Azul y necesitaba

información. Jesús prometió dársela. A cambio, el rey sabio le garantizó

inmunidad en sus dominios. Podían predicar sin problemas. Nadie los

molestaría. Y si lo deseaba, el Maestro tendría protección armada, dinero y un

lugar en el que residir. Dentro de lo malo, fueron buenas noticias…

El 30 de diciembre, jueves, el grupo entró finalmente a Saidan. Los

recibieron como héroes. Fue el fin de la segunda y accidentada gira de

predicación. De los ciento diecisiete aspirantes a evangelistas, sólo resistieron

Page 501: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

506

setenta y cinco; el resto renunció y se fue a su casa. “Demasiado duro”, dijeron.

El Maestro –de acuerdo con Andrés– estableció dos semanas de descanso. Cada

cual se dedicó a lo que estimó conveniente: familia, trabajo, amigos…

El domingo 16 de enero del año 29 de nuestra era, apareció en Saidan el

pequeño gran hombre, Abner, y sus doce incondicionales. Abner había instalado

su cuartel general en Hebrón. Desde allí seguía predicando. Andrés lo invitó a

conversar y celebraron una larga y plomiza reunión en la que los veinticinco

discutieron sobre asuntos menores. Jesús se negó a participar en la asamblea,

tomó a Zal y se retiró a las colinas.

Al atardecer, cuando el Maestro entró en la “tercera casa”, donde se

hallaban reunidos los dos grupos, se hizo el silencio. Y la polémica se esfumó.

Jesús los contempló en silencio. Sabía qué anidaba en cada corazón.

Después se sentó junto a los litigantes y los observó con calma. No hubo

reproches. Algunos, avergonzados, bajaron la vista. Al cabo de unos segundos

de espeso e incómodo silencio, el Maestro dijo: “Mañana seleccionaremos a

diez mujeres para que colaboren en la difusión de la buena nueva”.

Pensaron que era una broma del Galileo. Pero no. Jesús hablaba en serio.

Al cabo de un minuto, la sala se convirtió en un gallinero. Todos gritaban. Todos

gesticulaban. Todos protestaban. Nadie hacía caso a nadie. Sólo Abner, Andrés,

los gemelos y Santiago Zebedeo siguieron impasibles y en silencio.

“¡Debemos agradecer a Yavé, bendito sea su nombre, que no nos haya

hecho mujer!”

La proclamación de Juan Zebedeo fue acogida con aplausos.

“¡La mujer es de nuestra propiedad! –gritó el Zelota–. ¿Por qué igualarla

al varón? ¡No es eso lo que dice Yavé, bendito sea su nombre!”

“¡Antes quemar la Ley que enseñarla a la mujer!”, sentenció Pedro.

El rabí permitió que se vaciaran. Protestaron y se lamentaron. El Galileo

se mantuvo sentado, serio y en silencio. Después, al retirarse, habló brevemente

con Andrés y con Abner y rogó que decidieran los diez nombres para el día

siguiente, lunes 17 de enero del año 29. Quedaron atónitos. La medida del Hijo

Page 502: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra

507

el Hombre no tenía precedente. Las críticas lloverían de todos lo sectores. Y así

fue…

Abner y Andrés permanecieron toda la noche barajando nombres. No era

fácil. Eliseo asistió a las negociaciones, desconcertado. Las mujeres casadas

fueron rechazadas, por razones obvias, aunque se eligió a una de ellas, de

sesenta años, y exenta de obligaciones familiares. Finalmente surgieron los diez

nombres. Se trataba de mujeres –según comentó Andrés– que se habían

distinguido por su gran trabajo y dedicación a los enfermos del hospital de

campaña, en la playa de Saidan.

Resuelta la delicada elección, y con la aprobación del rabí, David Zebedeo

y sus correos se ocuparon de localizarlas y escoltarlas hasta el caserón de los

Zebedeo. Los discípulos las recibieron con malas caras. Andrés y Abner pelearon

para que fueran aceptadas como mensajeros. El éxito, de momento, fue escaso.

Las broncas y el malestar entre los varones se prolongaron durante días. Pero lo

peor estaba por llegar.

Continúa en el tomo II

Page 503: Margarita Rebozov · 2020. 9. 23. · Margarita Rebozov Jesús de Nazaret Tomo I. 6 A nuestro Padre Celestial, para su mayor gloria. A Jesús de Nazaret, que encarnó en la Tierra