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larissa-martinez-rutmann
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La muerte es una traición de Dios.
No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando) ya te dije que el mundo es incontable.
Acá hay tres clases de gente: la que se mata trabajando, las que deberían trabajar y las que tendrían que matarse.
Un torturador no se redime suicidándose, pero algo es algo.
Yo no sé si Dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda.
Con Biblia, Talmud, Corán y Tora siempre habrá un Dios para apoyar la guerra
En ciertos oasis el desierto es sólo un espejismo.
Un sociólogo norteamericano dijo hace más de treinta años que la propaganda era una formidable vendedora de sueños, pero resulta que yo no quiero que me vendan sueños ajenos, si no sencillamente que se cumplan los míos.
Yo no sé si dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda.
Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.
Pasan misiles ahítos de barbarie globalizados
Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida
Los sentimientos son inocentes como las armas blancas
La mariposa recordará por siempre que fue gusano
Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio
Cada suicida sabe dónde le aprieta la incertidumbre
No hay alegría más alegre que el prólogo de la alegría
No sé tu nombre, sólo sé la mirada con que me lo dices
Quién lo diría, los débiles de veras nunca se rinden
Cómo disfrutan en un bando y en otro los asesinos
Si el corazón se aburre de querer para qué sirve
En la razón sólo entraran las dudas que tengan llave
Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida
Patrias de nailon, no me gustan los himnos ni las banderas
Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo
Qué linda época aquella en que decíamos revolución
No es muy inteligente ni sensible y gozará despreocupadamente de la vida; vivirá sin enterarse de su insignificancia, y ésta es una variante, acaso la única posible, de la felicidad.
Me jode confesarlo, pero la vida es también un bandoneón.