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Nuevas formas de leer, nuevas oportunidades para el libro
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Hugo Martínez Alvarado
PRESENTACIÓN:
Una visión optimista para el
futuro del libro y la lectura.
En unos años más las bibliotecas
dejarán de tener libros impresos
en sus estanterías. En similar
forma a como lo hacen los
grandes museos del mundo, las
colecciones de las obras literarias
serán guardadas en seguras
bodegas desde donde serán
extraídas con fines de exhibición
o para eventos destinados a que
las nuevas generaciones,
conozcan la forma como han
evolucionado los soportes y
formatos de la narrativa, la
poesía y la comunicación.
¿Y qué pasará con los espacios
físicos donde hoy se almacenan
los libros impresos? Se
transformarán en salones para la
lectura, el debate, el
intercambio de experiencias
lectoras y el encuentro entre
generaciones de autores,
editores, coleccionistas y
lectores. Las estanterías serán
reemplazadas por sillones y
cafeterías, junto con
innumerables puntos de acceso
para conectar diversos
dispositivos que permitan leer.
Esta transformación va a ser
gradual, pero será inevitable. En
otras palabras, las Bibliotecas
que persistan en utilizar sus
superficies para mantener
almacenados libros impresos se
transformarán inexorablemente
en bodegas pulcras y solitarias.
También este cambio se
producirá en las Bibliotecas de
los Centros Escolares, las que se
transformarán en nuevos centros
de recursos para el aprendizaje
donde el bullicio de niños y niñas
buscando e intercambiando
información, remplazará el
acostumbrando silencio de los
salones de lectura. Las pantallas
de computadores y tabletas
cambiarán los ficheros de
referencia bibliográficas y las
bibliotecarias y bibliotecarios se
transformarán en educadoras(es)
activas(os) que formarán a las
nuevas generaciones en el
desarrollo de hábitos asociados al
análisis y selección de
información.
Evolucionará la labor de las
editoriales y se desarrollarán
nuevos modelos de negocios,
asociados a perfeccionar la oferta
literaria y masificar el acceso a
nuevos grupos de lectores. La
autoedición (cuando el autor se
transforma en su propio editor,
corrector de estilo, diagramador
y distribuidor de su obra), será
una alternativa adicional para los
que buscan autores y estilos
emergentes e innovadores.
Los canales de venta de los
actuales libros impresos
modificarán sus giros comerciales
dramáticamente (como ya está
sucediendo con las grandes
cadenas de librerías en Estados
Unidos y Europa). En sus vitrinas
persistirán los libros impresos con
sus tapas duras, pero en sus
contratapas se encontrarán
hipervínculos presentados en
códigos de realidad aumentada
que permitirán acceder desde un
teléfono inteligente u otro
dispositivo móvil a la lectura del
primer capítulo del texto,
elementos destacados por
lectores que están leyendo este
título, recomendaciones de otras
obras similares o del mismo
autor, formatos disponibles y
enlaces a suscripción de avisos
personalizables relacionados con
el libro seleccionado (por
ejemplo, recibir un mensaje de
texto en caso que se produzcan
descuentos). Dentro de las
librerías, la cafetería será un
espacio distintivo donde la
calidad del espacio de encuentro,
descanso y lectura será tan
importante como la calidad de la
oferta literaria disponible. Los
dependientes se especializarán
en comprender los intereses de
los lectores, los invitarán a
probar diversos dispositivos de
lecturas y les presentarán los
Nuevas formas de leer, nuevas oportunidades
para el l ibro
Las pantallas de computadores y tabletas cambiarán los ficheros
de referencia bibliográficas.
nuevos formatos enriquecidos y
convergentes de literatura, les
presentarán nuevas experiencias
de intercambio con otros lectores
y ofertarán planes de suscripción
de acuerdo a los hábitos de
lectura de cada persona.
¿Es esta una visión demasiado
optimista del futuro del libro y de
su entorno?
Posiblemente. Pero no se basa en
elementos adivinatorios
subjetivos ni esotéricos, sino que
en dos supuestos básicos que
permiten sostener imágenes de
futuro optimistas y atractivas y
que serán desarrollados a
continuación.
Pero también considera una
amenaza que potencialmente
puede entorpecer
significativamente una etapa de
crecimiento y desarrollo positivo
para el libro en los próximos
años, a no ser que se desarrollen
oportunidades de convergencia e
integración de las diversas
oportunidades emergentes.
Este artículo, finaliza con algunas
propuestas para educadores y
padres, con el objetivo de
provocar en las generaciones
adultas un protagonismo
fundamental en el futuro del
desarrollo del libro.
PRIMER SUPUESTO:
Leer no es una opción, es una
necesidad.
En su reconocido trabajo sobre
las Inteligencias Múltiples (1983),
el psicólogo estadounidense
Howard Gardner asegura que los
seres humanos poseemos diversos
tipos de inteligencias ampliando
definitivamente lo que
tradicionalmente se valoraba
como concepto de inteligencia
única. Una de estas es la
“inteligencia lingüística”, la que
se define como “esa forma de
inteligencia que nos da poder
para usar las palabras y para
aprender distintos lenguajes e
idiomas. Es la capacidad de
pensar en palabras y de utilizar
el lenguaje para comprender,
expresar y apreciar significados
complejos...las competencias
propias de la inteligencia
lingüística son hablar, saber,
escuchar, leer y escribir.1”
El lenguaje escrito es una
actividad distintiva de la
naturaleza del hombre y de la
mujer. Desarrollar esta habilidad
(o inteligencia) es parte del
crecimiento y desarrollo de la
personalidad y genera
competencias instrumentales que
facilitarán el desarrollo de
nuevas habilidades e intereses.
¿Cómo están desarrollando esta
inteligencia lingüística las nuevas
generaciones de lectores?
Se suele responder a esta
pregunta con las categorías de las
antiguas generaciones de
lectores, olvidando que la lectura
es también una actividad social,
evolutiva y contextualizada. No
leemos hoy como leíamos hace
cien años, ni lo haremos igual en
los próximos cien años.
Los lectores del siglo veintiuno,
leen y escriben mucho más que
sus predecesores. Pero lo hacen
de forma mucho más diversa,
enriquecida y compleja. Las
nuevas generaciones producen y
consumen información de
1 H. Gardner, La teoría de las
inteligencias múltiples. Fondo de Cultura Económica, México, 1987.
diversas formas y en diversos
formatos, muchos de los cuales
requieren de producciones de
textos que consideran
ciertamente nuevos estilos
literarios que aún no reciben un
nombre estandarizado, pero que
ya están vigentes en el chat, en
la mensajería de textos de los
teléfonos móviles o en los
comentarios de las redes
sociales.
Cuando un adolescente está
comunicándose efectivamente
con siete o más receptores en
paralelo y en forma concurrente
en ambientes de chat y
mensajería instantánea, ¿no está
desarrollando su inteligencia
lingüística? Ciertamente los
estilos narrativos, la ortografía y
la sintaxis de estos escritos,
distan mucho de nuestros
modelos convencionales, pero es
innegable que el objetivo
comunicacional se logra.
El consumo de información es hoy
día, enriquecido por diversos
formatos. Conviven y convergen,
junto con el texto, el hipertexto,
las imágenes, los sonidos, el
vídeo y las diversas capas de
comentarios y textos que
complementan el texto original.
El método de lectura no es
necesariamente lineal (como
suele ser definido y diseñado por
los autores de los textos), sino
que es aleatorio y se vincula a los
intereses y motivaciones del
lector, más que el propósito con
que el autor diseñó el texto de
estudio, el libro de referencia o
la narración literaria.
Las nuevas generaciones leen y
escriben desarrollando
naturalmente su inteligencia
lingüística, pero lo hacen de una
forma diferente.
Una consideración importante a
esta premisa, es que el mundo de
los jóvenes del siglo XXI es mucho
más letrado, que el mundo de los
jóvenes de la era predigital, en
que la producción de textos se
limitaba en gran parte a los
trabajos escolares y en que el
acceso a la lectura, se definía por
el número de libros que se leían
al año.
Leer es y seguirá siendo una
necesidad, lo que está cambiando
es la forma de satisfacerla.
SEGUNDO SUPUESTO:
Plataformas, formatos y
dispositivos: nuevas
oportunidades para la lectura.
Todo lo que sea posible de
digitalizar, se digitalizará tarde o
temprano. Los libros también.
Pero esto no es ni será inmediato
ni automático.
El libro impreso es una gran
tecnología. Su costo es bajo en
relación a las actuales
tecnologías de transferencia de
contenidos, es seguro, no
requiere de energía adicional
para su funcionamiento ni de
redes de telecomunicaciones de
banda ancha para entregar todas
las prestaciones prometidas. No
se descalibra, no pierde
parámetros de su configuración ni
requiere capacitar a los usuarios
para que saquen provecho de sus
funcionalidades.
Sin embargo, la tecnología del
libro impreso está siendo
remplazada por lectores
electrónicos u otros dispositivos,
que llevarán a un porcentaje
importante de los textos impresos
a la estantería de los objetos
clásicos de la era pre digital.
Para que esto ocurra, los
dispositivos de lectura
electrónica (e-readers) deben
cumplir con las mismas
funcionalidades del texto impreso
y además, agregar valor a la
experiencia de lectura de los
usuarios.
En otras palabras, el libro digital
debe emular eficientemente todo
aquello que es posible realizar
con un libro impreso como
entregar una diagramación
agradable a la vista, pasar
páginas, marcar el punto de
lectura y volver al mismo, etc.
Pero estas funcionalidades, no
son suficiente argumento para
justificar la migración al mundo
digital remplazando a la actual y
estable tecnología analógica.
Los fundamentales y más
significativos argumentos, son
aquellos que agregan valor a la
experiencia del lector y que
justificarán el cambio de formato
y el enriquecimiento o
modificación positiva de hábitos
en la experiencia lectora.
En este sentido, es posible
identificar una escala de nuevas
oportunidades, funcionalidades,
servicios y atributos que
acompañan la digitalización del
libro.
Los primeros son aquellos que
aportan simplicidad y comodidad
a la experiencia lectora.
Ejemplos de estos atributos son
la disminución del peso, la
posibilidad de gestionar y
acceder a múltiples títulos desde
un mismo dispositivo, la opción
de mantener un respaldo de la
biblioteca personal en forma
virtual, etc. corresponden a una
primera agrupación de atributos
que diferencian
significativamente la experiencia
digital con la analógica. En este
mismo nivel están las ventajas
asociadas a la disminución en el
consumo de papel, tinta y otros
componentes que generan un
negativo impacto ecológico.
En un segundo nivel están
aquellas ventajas comerciales
que ofrecen una mayor diversidad
de oferta de títulos, tiempo de
distribución y obviamente,
menores precios y mejores
condiciones para el lector (y
consumidor final). En este ámbito
aparecen nuevos modelos de
negocios, que podrían remplazar
en un futuro próximo la rutina de
pagar por los libros, por un
modelo de suscripción a servicios
de lectura que permitirán al
lector acceder a bibliotecas
infinitas y diversas de títulos con
la sola limitación del tiempo que
el interesado disponga para leer.
En un tercer nivel están las
posibilidades de incrementar la
experiencia lectora a través de
nuevos medios de comunicación.
Por una parte están los libros
enriquecidos (enhanced books)
que incorporan al texto, recursos
multimediales e interactivos,
donde la experiencia lectora
empieza a acercarse a la
experiencia de un espectador de
una película cinematográfica con
la posibilidad de intervenir en los
ambientes de las escenas y en
algunos casos, en la trama misma
de la historia. Un ejemplo mas
complejo de este mismo nivel, lo
representan las emergentes
experiencias transmediáticas,
que vinculan en forma
sincronizada diversos medios que
convergen en el desarrollo de una
misma narrativa o experiencia.
Esta funcionalidad ya está
disponible en el mundo de los
videos juegos que sincronizan la
partida o una sesión del juego
desde la consola, el computador
o un teléfono inteligente.
También es posible conocer
experiencias de este tipo en
estrategias de marketing o
fidelización de clientes, para la
promoción de programas de
televisión o nuevas películas. En
poco tiempo más, será posible
experimentar nuevos géneros
literarios en los que el desarrollo
de narrativa se vinculará a
diversos medios y fuentes de
provisión de contenidos.
Un cuarto y por ahora último
nivel, es la incorporación de la
dimensión social en la
experiencia lectora. Leer con
otros y en red permitirá
intercambiar ideas, comentarios,
análisis y críticas de la misma
forma como hoy lo realizan
clubes de lectores que se reúnen
periódicamente a socializar las
experiencias de sus miembros.
Los alcances que puedan agregar
el uso de redes sociales en la
lectura, podrían tener efectos
insospechados en el desarrollo
del hábito lector, especialmente
por aquellos grupos que no se
sienten naturalmente atraídos
por la lectura. Otros impactos
también podrían observarse en
las estrategias de los autores
para enfrentar su proceso de
creación. Las tendencias,
comentarios de los lectores en
red, como así mismo la
información que se obtenga de
las actividades, intereses, tiempo
de dedicación, horarios de
lectura y todo aquello que sea
objeto de seguimiento digital
seguramente influenciará las
decisiones creativas que hoy por
hoy, los autores toman sin
considerar opiniones o
antecedentes externos.
Los textos digitales ya están
disponibles y compitiendo por
ganarse un lugar en el mundo de
la lectura. Sin embargo, aún hay
muchas más funcionalidades,
servicios y prestaciones que estos
nuevos formatos podrán ofrecer y
que a su vez generan nuevas
oportunidades para el lector y
para el futuro del libro.
AMENAZAS Y PROPUESTAS:
Convergencia, ambientes y
oportunidades para la
innovación.
La evolución del libro digital
tiene probablemente como mayor
amenaza a su predecesor, el libro
impreso. Sobretodo, porque
ambos formatos tienden a verse
como enemigos que se remplazan
y anulan al encontrarse en el
mismo tiempo y lugar.
Los lectores que defienden a los
libros analógicos, tienden a ver al
libro digital como una amenaza a
los atributos que le dan
significancia y trascendencia al
acto lector. Vislumbran riesgos a
la libertad creativa de los autores
al incorporar las redes sociales en
la retroalimentación a los autores
y consideran que los nuevos
modelos de negocios podrían
verse más influenciados por el
desarrollo tecnológico y los
intereses de la industria digital,
que por el desarrollo de la
cultura y las artes.
Adicionalmente, consideran que
la experimentación de la lectura
interactuando con hojas de papel
está rodeada de elementos
emocionales, que no serán
posibles de experimentar en una
pantalla electrónica.
Los lectores que prefieren los
formatos digitales tienden a ver
al libro impreso como un símbolo
de era pre digital, que limita las
posibilidades y experiencias del
lector del siglo veintiuno. No
conciben que el acceso a la
lectura siga dependiendo de los
canales de distribución
tradicionales y costosos junto con
dañar el ecosistema como fruto
de la explotación de las materias
primas asociadas al papel y la
imprenta.
Ambos extremos, como en todo
orden de cosas, no son una buena
oportunidad para el desarrollo de
la lectura y la expresión escrita.
Un proceso más sostenible
debiera considerar etapas de
convivencia y ampliación de
oportunidades, por sobre la
tendencia a marginar y extremar
las posiciones respecto al mundo
digital y analógico.
Las oportunidades de lograr
converger ambos mundos,
ofrecen mejores expectativas que
enfrentarlos.
¿Cómo puede converger el libro
digital con el libro impreso?
Básicamente, esto será posible en
la medida que los valores
agregados de ambos formatos se
complementen y entreguen una
experiencia enriquecida al
usuario final: el lector.
Aunque incipientes, las
experiencias de vincular la
lectura analógica con el
intercambio de experiencias a
través de redes sociales ofrecen
un buen ejemplo de
convergencia. Se trata, en este
caso, de ofrecer plataformas que
permitan a los lectores acceder a
información complementaria y de
valor relacionada con los títulos
de su interés, al mismo tiempo
que suscribirse a servicios que
permitan intercambiar
experiencias con otros lectores.
Las recomendaciones que se
reciben de muchas librerías en
línea son fruto de esta
convergencia, al basarse en
hábitos de consumo que permiten
identificar y validar perfiles de
lectores, que a su vez posibilitan
recomendaciones personalizada
en base al comportamiento de
muchos usuarios.
Un poco más sofisticados son los
ejemplos de integración
transmediática que vinculan la
experiencia del lector (desde un
formato impreso o digital) con
ambientes digitales donde es
posible interactuar con
contenidos interactivos
relacionados con la narrativa del
texto original. Una novela
policial, por ejemplo, podría
considerar la suscripción a una
red social dinámica en la que
algunos personajes publican e
intercambian sus experiencias en
forma paralela a los
acontecimientos narrados en el
texto. Es posible además, que
lector pueda ser parte de la
resolución del conflicto
planteado en el texto, a través
de las decisiones e interacciones
que este tenga con los personajes
del libro en la red social.
Pero donde probablemente la
convergencia de ambos mundos
cobrará más valor, será en las
innovaciones que se produzcan en
el momento de la creación
literaria. En unos pocos años más
presenciaremos la llegada de una
nueva generación de autores
(nacidos y formados en el mundo
digital), que incorporarán nuevas
propuestas de escritura y
producción literaria en que la
integración de formatos, el
involucramiento activo de los
lectores y el aprovechamiento
integro del conjunto de
oportunidades del formato digital
permitirán el arribo de nuevos
conceptos de lo que llamaremos
libro.
OPORTUNIDADES PARA LA
EDUCACIÓN:
Nuevas formas de leer, nuevos
recursos para el aprendizaje.
Probablemente es aún muy
temprano aún para hacer
comparaciones y llegar a
conclusiones que nos permitan
comprender cabalmente los
efectos, que las nuevas formas de
leer y escribir tendrá en las
nuevas generaciones. Sin
embargo (y mientras los expertos
se ponen de acuerdo), se debe
reconocer que muchos jóvenes se
sienten más cómodos expresando
sus ideas, emociones y opiniones
en mensajes abreviados,
emoticons o símbolos y en frases
de 140 caracteres, que en
ensayos u otros estilos narrativos
tradicionales. Lo que no
necesariamente significa, que
estén siendo eficientes en la
selección del medio de
comunicación ni en la
construcción del mensaje.
Tampoco la mayor diversidad de
estilos de comunicación escrita,
asegura un mejor desarrollo de
las competencias y habilidades
que implica obtener un adecuado
nivel de inteligencia lingüística.
En otras palabras, la
disponibilidad de formatos
digitales y de nuevas formas de
lectura, no tiene por qué suponer
un impacto positivo automático
en el desarrollo de una mejor
comprensión lectora de las
nuevas generaciones. Aún más, se
corre el riesgo de incrementar la
brecha entre quienes
comprenden lo que leen (y que
tendrán más fuentes de
conocimiento y lectura
disponible) y los que no
comprenden lo que leen (a
quienes la diversidad de formatos
les generará mayores
complejidades).
Sin embargo, las nuevas
oportunidades de lectura son
también oportunidades para la
generación de nuevos ambientes
de aprendizaje que generen
nuevos recursos para el desarrollo
de los componentes de la
inteligencia lingüística.
Una primera oportunidad, está
asociada a la motivación que
genera en las nuevas
generaciones el uso de recursos y
tecnologías digitales en el
proceso de creación de textos
escritos y en el refuerzo del
desarrollo de la comprensión
lectora. Desde los niveles
iniciales, es posible incorporar en
la experiencia lectora formatos
de libros enriquecidos que
despierten con mayor facilidad,
el interés por la lectura y la
exploración de nuevos contenidos
y estilos narrativos y literarios.
En los niveles más avanzados de
la escuela, el acceso a formatos
digitales que incorporen recursos
que complementen y faciliten la
experiencia de comprensión
lectora al desarrollo lector,
también pueden facilitar la
adquisición de hábitos y
destrezas asociadas a la lectura.
Una segunda oportunidad está
asociada a la incorporación de
variables y recursos sociales en la
incorporación de los nuevos
lectores al mundo literario. Los
positivos impactos del
aprendizaje entre pares y
reforzados por una interacción
permanente para la generación
de nuevas destrezas, son también
aplicables al desarrollo de la
comprensión lectora y el interés
por el libro. Para esto es
necesario diseñar e implementar
espacios de intercambio que
vinculen emocional y
personalmente a cada lector,
evitando que la participación de
los estudiantes genere
mecanismos de control o
evaluación sumativa que
perjudiquen la reputación o
interés de los lectores. El diseño
de experiencias de lectura en red
o social, debe ser planificado
para promover positivamente la
identidad y estilo lector de cada
uno de los participantes.
Dependiendo del nivel escolar,
estas estrategias pueden
considerar crear comunidades en
los que los estudiantes se
apoderen de un personaje
literario y proyecten sus
características e intereses en el
mundo virtual de una red social.
Otras posibilidades son utilizar
herramientas de escritura
compartida para generar finales
alternativos de las historias o
narraciones, factibles incluso de
publicar en Internet o enviar al
autor original.
CONCLUSIONES FINALES:
Oportunidades y urgencia por aprovecharlas.
El mundo del libro está cambiando en sus formatos, mecanismos de distribución, recursos asociados a su
creación y difusión, entre muchos otros componentes que están modificando el concepto tradicional del libro y
la lectura.
Y definitivamente, va a seguir cambiando.
A pesar de la incertidumbre que pueda generar el contexto cambiante y dinámico en la evolución del libro, hay
componentes de la experiencia literaria que permanecen y trascienden los formatos de impresión, distribución o
estrategias comerciales.
Esta migración del texto impreso al mundo digital conlleva nuevas oportunidades para los creadores, lectores y
educadores. Aprovecharlas representa el mayor valor agregado posible de incorporar a este proceso.
En definitiva, el desarrollo de las nuevas oportunidades del libro está asociado a las posibilidades que ofrezcan
los nuevos formatos y tecnologías disponibles, pero por sobre todo, al aprovechamiento de estos nuevos recursos para favorecer a su vez, a las nuevas formas de leer.