Mayo - Junio de 1938. MEMORIAL - cesim.cl memorial/1930-1939/1938/mayo-junio 1938.pdf · Wedly de la República Francesa; Mayor Piloto Aviador Severo ... el curso de su carrera

Mayo - Junio de 1938.

MEMORIALDEL

EJERCITO DE CHILEPublicación bimestral

Se publica bajo la Dirección del Estado Mayor del Ejército

Oficinas: Moneda 1356-Teléf. Auto 85193

Director, Tte. Coronel Sr. Carlos Asenjo L.

Año XXXI. N.º 156. ler. Semestre.

SUMARIO:SECCION EDITORIAL.

Pág.

1.—Homenaje a Arturo Prat 3612.—La Esmeralda 362

Adictos militares.

SECCION GENERAL.

Instrucción y doctrinas militares.

3.—Una opinión más sobre el paso regular.—Por el Capitán VíctorChávez D. 363

Organización militar.

4.—El Comando Unico.—(Necesidad de su organización desde el tiempo

de paz).—Por Arturo Fuentes R 373

Táctica y estrategia.

5.—Máxima militares de Napoleón 385

(a la vuelta)

SUMARIO:

(de la vuelta)

6.—La Caballería francesa en la Guerra Mundial (1914-18).—Por el Ge-neral Audibert.—Traducción de Arturo Fuentes Rabé.—(Revistade Caballería francesa)

Historia y geografía.

7.—La capacidad guerrera de los araucanos.—(Sus armas y métodos mi-litares) .—Por Ricardo E. Latcham

Armamentos.

8.—Material de Guerra Brandt.—(Granadas de fusil para tiro curvo yrasante)

Cultora militar.

9.—¿Cómo educar nuestra juventud.—Por el General Weygand.—Traduc-ción del "Memorial"

10.—Meditación sobre la Guerra.—Por el Conde H. de Keyserling

Cultura general.

11.—Curso de Economía Política.—Por el Dr. don Daniel Martner.—(Con-tinuación)

12.—La Paz y la Guerra.—Jor José Enrique Rodó

Actualidades sobre la Guerra.

13.—El conflicto chino-japonés.—Por el Tte. Raúl Aldunate Ph14.—Costo de guerra que puede soportar el Japón.—Por Tokuji Uchiyama.15.—Fundamentos de estrategia y táctica japonesa

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MEMORIAL DEL EJERCITOCONDICIONES PARA LA SUSCRIPCION.

INTERIOR DEL PAIS.

Por un año . . . $ 24.00Por un semestre 12.00Por un año (Para Alféreces y Suboficiales de Ejército) 12.00Número suelto del año 4.00Número suelto atrasado 5.00

EXTRANJERO.

Por un año $ 50.00Por un semestre . 25.00Número suelto del año 5.00Número suelto atrasado ....... 6.00

Los pagos pueden hacerse en sellos chilenos de correo de$ 0.20 o mayores, por giro postal, letra o giro internacional, etc.a la DIRECCION DEL MEMORIAL DEL EJERCITO en el Es-tado Mayor del Ejército.

ADVERTENCIAS.

Los colaboradores deben remitir sus trabajos a más tardarhasta el día 20 de cada mes. En general estos serán publicadospor orden de llegada, pero la Dirección se reserva el derecho deseleccionarlos según su actualidad y clase de materias.

Los trabajos deberán ser escritos a máquina con dos espa-cios por lo menos, y con un ancho margen al costado izquierdo.Al final, el autor colocará su firma. El Memorial no se haceresponsable por las ideas emitidas. Los originales no serán de-vueltos.

La Dirección del Memorial publicará, además, semestralmenteuna obra para la "Biblioteca del Oficial", a la cual tendrán de-recho gratuito los suscriptores de ese semestre.

A fin de evitar entorpecimientos en la remisión de la revistay volúmenes de la Biblioteca, es de interés para los suscriptores,avisar oportunamente sobre su verdadera residencia, unidad oguarnición en el caso que la dirección puesta por la Dirección delMemorial, no fuera la correcta.

Las nuevas suscripciones semestrales deben ser renovadas enenero y junio de cada año, de acuerdo con la Orden del Comandoen Jefe del Ejército (Sec. I. N.º 8, del 3. I. 934., B|O. N.º 2, pág.62). Junto con la remisión de la cuota, se enviará una lista de loasuscriptores.

CAPITAN DE FRAGATA DON ARTURO PRAT

Cuadro al óleo existente en la Escuela Naval

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(187

9)

Adictos militares.

El Memorial del Ejército se complace en dar un afectuoso sa-lado de bienvenida y desearles una feliz estancia en nuestra patria yen el seno de la oficialidad chilena al distinguido General y Jefessuperiores, que por sus respectivos Gobiernos han sido designadosAdictos Militares en nuestro país: General Brigadier Sr. José Luis"Amezcua de los Estados Unidos Mexicanos; Tte. Coronel Sr. JulioWedly de la República Francesa; Mayor Piloto Aviador SeveroPulido Ortiz de los Estados Unidos Mexicanos y Mayor Jorge de lapuente de la República de Bolivia.

General Brigadier Jasé Luis Amezcua.(México)

En 1910 ingresó al ColegioMilitar de Chapultepec.

A fines de ese año se in-corpora al Ejército Revolu-cionario Libertador (Cam-paña de 1910-1911).

Al término de las hostili-dades, se integra a la Escue-la Militar de Tlalpan D. F.y obtiene el grado de Sub-Tte. en el Arma de Caballe-ría en 1913.

A partir de esta fecha, ob-tiene sucesivamente los gra-dos de Teniente 1.º a Gene-ral Brigadier (1924) todospor mérito de guerra.

Participó como figura mi-litar sobresaliente en lasguerras intestinas de Méxicodurante el período 1910-1924, habiendo tomado par-te en cinco batallas y veinti-cinco combates y accionesmenores.

En el Ejército de su patria ha desempeñado importantísimasfunciones como: Sub-Jefe y Jefe de E. M. en Brigada y Divisióny Jefe del Depto. de Aeronáutica Militar.

En 1930 enviado por su Gobierno, ingresó al Curso Regularde la Escuela de Guerra de Torino (Italia) en donde, después? debrillantes calificaciones obtuvo el Diploma de Estado Mayor.

En 1937 fué designado Agregado Militar a la Embajada deMéxico en Washington D. C.

En el curso de su meritoria carrera ha sido distinguido conespeciales menciones y condecoraciones.

Teniente Coronel de Infantería Sr. Julio Wedly.(Adicto militar y aéreo).—Francia.

El 4 de agosto de 1914 seincorpora al Ejército de supatria, cono oficial activocon el grado de Teniente enel 31 Batallón de Cazadoresa pie.

Hasta el año de 1918 parti-cipa en la Guerra Europea:1914 a 1916 en Francia,1917-18 en Oriente y 1918en Francia hasta el fin delas hostilidades.

Durante la guerra fué he-rido 4 veces. Por su compor-tamiento sobresaliente fuécitado tres veces.

En 1924 después de pres-tar servicios en Algería yLos Alpes ingresa a la Es-cuela Superior de Guerra yrecibe el título de oficial deEstado Mayor.

A continuación, despuésde prestar valiosos serviciosen unidades y altas repar-ticiones del Ejército, obtie-ne sucesivamente los gradosde Mayor y Teniente Co-ronel.

Este Jefe, de exclarecidos méritos, fué honrado, además, elaño 1937, con la designación de Oficial de la Legión de Honor.Posee también otras valiosas condecoraciones.

Mayor Piloto Aviador señor Severo Pulido Ortiz.(México)

Como Cadete de la EscuelaMilitar tomó parte en elcombate de Aljibes en 1920.Reintegrado más tarde a di-cho establecimiento, recibelos despachos de Sub-Te-niente de Infantería el año1922.

En 1923 se distingue enlos combates de Jalapa, Lla-no Grande y Esperanza con-tra los revolucionarios. Porsu meritoria acción en estascampañas es ascendido aTeniente.

Al año siguiente comandasus aguerridas tropas en di-versos otros combates contralos insurrectos.

Ingresa a continuación ala Escuela de Aviación y enel año de 1927 después decursar brillantemente los es-tudios, obtiene el título deTeniente Piloto Aviador.

En las campañas contra los revolucionarios (1925, 1927 y 1929)actúa como aviador y Comandante de Escuadrilla.

A principio de 1930 fué honrado con el nombramiento de Di-rector de la Escuela de Aviación de San Luis, importante puestoque dejó al ser designado Adicto Militar en nuestro país.

Este meritorio Oficial ha recibido diversas distinciones duranteel curso de su carrera.

Mayor Jorge de la Fuente.(Bolivia).

Ingresó al Colegio Militarel año 1921.

Después de cursar sus es-tudios en dicho Estableci-miento fué nombrado Sub-teniente el año 1926.

A partir del 15 de setiem-bre de 1932 tomó parte acti-va e importante en numero-sas acciones en la Guerradel Chaco.

Comandó sucesivamenteuna Compañía de Infante-ría, Batallón y Regimiento.

Por su sobresaliente com-portamiento fué citado tresveces en la Orden del Díade la II. Div. y II. Cuerpode Ejército.

Ha prestado además, es-pléndidos Servicios en el Co-mando Superior del Ejérci-to Boliviano; en el InstitutoGeográfico y como oficial deplanta y profesor en la Es-cuela Militar.

Ha sido honrado con la Condecoración "Orden del MéritoMilitar en el grado de Oficial" y la "Medalla de Guerra".

Una opinión sobre el paso regular.Por el Capitán Víctor Chávez D.

Preámbulo.—Análisis del problema a la luz de lacrítica y de nuestras posibilidades.—Consideracionesde orden militar-psicológico.—Conclusiones.

Dos interesantes artículos de autores militares de presti-do en la Institución, se han pronunciado con unanimidad depareceres en «El Memorial del Ejército» y en la «Revista deplantería» sobre la supresión del paso regular.

Las ideas acogidas en las publicaciones a que se haceinferencia—muy respetables, por cierto—entregan al terrenodel debate y del estudio un problema digno de especial consi-deración.

Nos encontramos en presencia de un tópico de palpitanteactualidad, doctrinario y psicológico que, por su importanciay trascendencia, invita a meditar y a darle todo el alcancemerece

No se trata, pues, de aceptar o rechazar a priori los con-ceptos emitidos sobre esta materia, sino de aportar nuevas

ideas que puedan contribuir a la mejor dilucidación del proble-ma planteado y de dar a nuestra oficialidad estudiosa del

Arma, la ocasión de pronunciarse sobre cuestión tan fundamen-tal. Se deben oír muchas otras opiniones hasta llegar a formar

un veredicto ; éste ha sido—según entiendo—el objetivo de losseñores Coroneles Arroyo (1) y Barrios (2), al dar publicidad

a sus respectivos artículos de colaboración.(1) "EL PASO REGULAR", Revista de Infantería (Noviembre-Diciembre

Me 1937).(2) "SUPRESIÓN DEL PASO REGULAR EN LA INFANTERÍA", Me-

norial del Ejército (Julio-Agosto 1937).

364 MEMORIAL DEL EJERCITO

Hecha esta salvedad, procede ahora una pregunta,: ¿ Con-viene o nó suprimir el paso regular en nuestra infantería,?Antes de dar una respuesta negativa o afirmativa, es menes-ter primeramente estudiar los factores en contra y a favor de lareforma proyectada.

Entre las razones de mayor fuerza invocadas en apoyo dela supresión del paso regular se han hecho valer, principal-mente, las siguientes a) que este ejercicio rutinario y de meraformalidad no corresponde a la conformación física de nuestropueblo ni a las posibilidades tácticas de nuestra infantería; b)que es «el último resabio de una escuela que se caracterizó porla excelencia de las presentaciones, y por el escasa desarrollode la instrucción de combate y sus modalidades»; c) que elactual período de concripción militar limitado a 9 meses nomi-nales se ve mermado en 54 horas útiles de trabajo, duranteel lapso de enseñanza de los reclutas, por la práctica de estamarcha de presentación que no se utiliza en el campo de bata-lla ; y c) que actualmente en el Arma de infantería sólo lasunidades de fusileros conservan el paso regular.

¿ Qué hay de verdad sobre esto ? Hagamos un balancede juicios y principios dentro del terreno de las justas propor-ciones (exigencias actuales de nuestra infantería y necesidadde levantar su espíritu de arma) y nos convenceremos de quela tesis sustentada está lejos de la realidad.

A mi modo de ver, la supresión del paso regular no sejustifica ni como un medio tendiente a simplificar la instruc-ción de infantería ni como un recurso que permita ahorrar tiem-po en beneficio de la instrucción de terreno o de combate. Vea-mes por qué.

Antiguamente, cuando la «escuela en su lugar» y la «es-cuela en movimiento» ocupaban en las directivas y programasde instrucción de las tropas, un sitio preponderante en cuantoa tiempo y a espacio, la enseñanza del paso regular o de«parada»—siguiendo métodos añejos y anacrónicos—se efec-tuaba, como se recordará, en forma tan sistematizada y cons-tante que le restaba largas horas del día al servicio práctico,Las distribuciones diarias del tiempo (horarios) consultabanuna hora, por lo menos, para esta instrucción.

¿Quién no recuerda, en años anteriores, haberse ejerci-tado como cadete o haber dirigido después—corno oficial ins-tructor de reclutas—al conscripto en la práctica del paso regu-lar, lentamente y por tiempos, a fin de obtener, según decían

UNA OPINION SOBRE EL PASO REGULAR 365

los antiguos instructores, el mejor desarrollo de la pierna y lacorrección estricta en todos sus detalles? En. aquel entonces«nuestros regimientos usaban guerrera (waffenrok) y casco conpunta, y desfilaban impecablemente. ¡Era una bella época! Ylos que la conocimos, añoramos con melancolía el espléndido«drill» de aquellas unidades, cuyas líneas o columnas parecíanmodeladas por hilos invisibles. La clásica Parada del 19 im-presionaba hondamente al público espectador» (3).

Los tiempos en su incesante marcha hacia el progreso yselección de métodos y sistemas de guerra han cambiado eimpuesto un «orden de urgencia» en la instrucción y educa-ción del soldado. Y ese orden de urgencia exige adoptar lobueno de los nuevos principios y conservar lo viejo, que seade utilidad; así es como se llega a la perfección natural de

las cosas.Por eso, ante el imperativo de nuevas exigencias de laépoca, con plazos más reducidos de conscripción y empleo demodernos procedimientos de combate, fueron modificándose di-rectivas y programas y reduciéndose paulatinamente las horassemanales consagradas al paso regular, hasta dedicársele hoy

(3) Coronel Sr. César Arroyo, artículo citado.


un mínimum de tiempo, compatible con el desarrollo intensivode las otras instrucciones. Simplificando procedimientos deenseñanza y utilizando racionalmente el tiempo, el paso regularse ha estado practicando en estos últimos años—en que la téc-nica del combate es la finalidad primordial del servicio militar-en forma que no reste horas a las materias fundamentales dela instrucción. Así pues, la enseñanza de este ejercicio, sibien ha sido limitada en sus exigencias, permite obtener, conun mínimum de esfuerzo, un rendimiento aceptable en la pre-sentación de las tropas. Con este fin se aprovechan, fuera de 10ó 15 minutos diarios que exige el programa, las salidas cotidia-nas al servicio (marchas a los campos de ejercicio, de tiro, etc.,las formaciones de cuartel, etc.), que se prestan para estas prác-ticas en forma conveniente y provechosa.

* * *

Veamos ahora, dentro del orden especulativo psicológíco,la conveniencia que hay de mantener el paso regular en nuestrainfantería, como un medio de cohesionar moralmente al sol-dado, de mantener latente el espíritu del Arma y el interésdel público espectador de las grandes presentaciones militaresen los días patrios.


Un ejército, especialmente su infantería, es el exponentemás genuino de la raza, y necesita—desde la paz—fortificarlos complejos psicológicos de la disciplina que, en la «parada»,

encuentran su máxima expresión.Los ejercicios colectivos a voz de mando, los desfiles en

celebración de efemérides nacionales y las ceremonias militaresperiódicas con finés de divulgación cívica e histórica, tiendena desarrollar las «asociaciones por contigüidad» y de quehabla Le Bon, y constituyen una poderosa base para instruc-ción y educación del soldado: son un valioso resorte discipli-nario que actúa como fuerza de exaltación patriótica o ideali-zación en el profesional militar.

No se trata, y entiéndaseme bien, de crear un régimenau trance de domesticación educativa militar de los caracteresni de volver al militarismo extravagante y presuntuoso de épo-cas pasadas de la historia, en que la actividad profesional deciertos ejércitos pretorianos, corrompidos por la molicie se re-ducía—en el orden doctrinal-formalístico—a rangosas y ener-vantes presentaciones de opereta con que se rendía pleitesía yvasallaje a un Nerón o un Tiberio; sino, a darle todo el pres-tigio que la ciudadanía de un país reclama, por generaciónespontánea, para sus fuerzas armadas o de defensa en los díasde grandes remembranzas nacionales.

Cada arma componente de un ejército tiene sus caracte-rísticas técnicas y genéricas que le crean un «espíritu de arma»con su modalidad corporativa tradicional que le es propia ex-clusivamente y que por antonomasia—si pudiéramos decirlo—constituyen el orgullo más legítimo de todos sus miembros.Así por ejemplo, a la caballería la singulariza su espécimen cor-porativo, organización, cadencias de marcha y métodos de ac-ción que dan realidad tangible y positiva al binomio «caballo»y «caballero». A la artillería, mezcla de caballería y de armatécnica, la caracteriza su estructura orgánica especial y natu-raleza típica de existir en la instrucción y en el combate, comoengranaje indispensable de un ejército de operaciones. Igual leocurre al arma de ingenieros que, por su complejidad de elemen-tos y misiones diversas en el campo de batalla, tiene modalida-des substanciales en cuanto al empleo técnico y posibilidadestácticas. Y la infantería, carne del pueblo generoso y «expre-sión guerrera de Ja masa», de la muchedumbre organizada,necesita, desde la paz—como preparación del espíritu para laguerra—fortificar los complejos psicológicos del soldado, que ledan cohesión, energía, marcialidad y precisión. No se concibeuna infantería sin estas condiciones fundamentales.


Consecuentes con estos conceptos, los principales ejércitosdel mundo, sin apartarse del principio de que la finalidad de lainstrucción militar es la preparación del hombre para la luchaarmada (técnica de combate), asigna a las formas militaresdel soldado y a las manifestaciones externas de la disciplínaen general, un coeficiente apreciable de preocupación y exi-gencias por parte del mando.

Los italianos han adoptado últimamente el «paso de pa-rada» alemán, con pequeñas modificaciones que ellos han dadoen llamar el «paso romano».

El relevo de la guardia en Unter den Linden (Berlín),la imponente revista militar anual en Buckingham Palace (Lon-dres), las tradicionales festividades en el colegio militar deWest-Point y el desfile en celebración del Armisticio bajo elArco de Triunfo en París, hablan con demasiada elocuenciadel valor de estos argumentos en la formación del espíritucívico y militar de la juventud. No darles su importancia.sería olvidar o desconocer las lecciones de la historia y laexperiencia.

Las ostentosas presentaciones militares de Francia, In-glaterra, Alemania, Italia, Japón, Unión Soviética, E. E. U. U.de Norte América y otras naciones, hacen revivir antiguostiempos de esplendor cívico, que se alzan en esta época dolo-rosa de la decadencia moral de las razas, como un alerta o esti-


mulo al espíritu de hegemonía nacional en cada pueblo o nacio-nalidad. La prensa y revistas lo dicen claro y el cine lo pre-gona a la faz del mundo entero en estos «momentos estelaresde la humanidad» : cada ejército exhibe sus soldados llenos deorgullo patrio, compitiendo en vistosidad, en gallardía, en entu-siasmo bélico, frente a la ciudadanía que siempre vibra anteel espíritu militar de la nacionalidad; pero también siempreexigente en exterioridades y formas de presentación. Esto quea primera vista parece fuera algo sin gran importancia, seimpone como una verdad incuestionable e incontrovertible antela evidencia física de la vida y simplista mentalidad de lasmultitudes.

La estética—ley del buen gusto y dé la armonía en lasformas, porque conduce a lo perfecto y hermoso—es indipen-sable observarle escrupulosamente en una formación o revistamilitar. Tiene la estética, como principio de belleza, poderosoinflujo en la educación militar y en la formación del carácterdel soldado: se le acerca, individual y colectivamente, al con-cepto de disciplina externa o de las formas, que es la base dela disciplina moral o del espíritu.

Todos los soldados—sean latinos, sajones, asiáticos, etc.,como célula de la multitud homogénea (ejército), se parecenen lo místico y físico y se suman en la acción que se convierteen potencia creadora; ¡son colectivistas en lo espiritual y obransiempre en la práctica como unidad activa y funcional. A pri-mera vista, el soldado, semeja un autómata; pero, en los mo-mentos culminantes de la prueba, sus corazones se impresionanpor un mismo ideal, sus sentidos se orientan hacia un mismoobjetivo y sus capacidades se afinan por idénticos medios.

Las nacionalidades y sus ejércitos que deben reconstruirseen lo moral en esta época del llamado «materialismo histórico»,necesitan formar su propia filosofía cívica, el potencial ideo-lógico que cultiven la tradición como herencia del pasado.

De lo anterior se infiere, que es nuestra obligación comoprofesionales, fortalecer los viejos valores militareis de la Ins-titución: disciplina, jerarquía, espíritu patrio.

La teoría de la superioridad étnica que pregonara Vas-concelos para el mejoramiento de las nacionalidades de América,cabe aplicarla al presente caso, a nuestra muchedumbre mili-tar, por la explotación inteligente que sepamos hacer de ciertasformalidades exteriores de la disciplina, tendiente a conseguiruna superioridad como método, como sistema de instruccióny educación militar.


De lo expuesto en este breve estudio de aportación a lamateria debatida, se desprenden, como premisas, las siguientesconclusiones:

1.° Debe mantenerse el paso regular en nuestra infante-ría, como un medio de fortalecer su espíritu de arma, cuyoscomplejos psicológicos se vigorizan en la paz, bajo el impul-so benéfico de las «asociaciones por contigüidad», de que yase ha hablado.

Nuestros reglamentos, que dan importancia primordial ala preparación del hombre para la guerra, consagran, no obs-tante, como principio sine qua non que junto al soldado comba-tiente, debe existir también el soldado de fila, disciplinado einstruido en la práctica de los ejercicios y formalidades delorden cerrado, bases de exactitud y escrupulosidad en la ejecu-ción de los detalles.

A este respecto, la «Directiva para la Instrucción en elEjército», correspondiente al año militar en curso, en su Art. 9,con firme lógica, prescribe:


«Flexibilidad, energía y precisión de movimientos son con-«diciones esenciales de toda buena presentación, individual o«colectiva. A mantenerlas contribuyen, principalmente, la edu-«cación física y la escrupulosa fiscalización de todas las lactivi-«dades del servicio diario (formaciones del régimen inter-«no, etc.).

«Por medio de la educación de cuartel se debe despertar«el orgullo por la buena presentación, que se manifiesta en las«formas exteriores y en las relaciones de los subalternos con los«superiores, y el respeto por el uniforme, que no admite la

«más leve ofensa, ¡sin que ella sea sancionada con energía».2.°—Debe difundirse a manera de doctrina en el Arma,

el principio de; que en un ejército moderno, es únicamente lainfantería la que representa el mayor coeficiente de energíaracial, de ciudadanía y, por consiguiente, de mayor fuerzapsicológica para hacer invencible a la Nación en los momentosde prueba, como lo demuestran las históricas etapas de laConvención y del Terror en la revolución francesa, las jor-nadas decisivas de la Guerra Franco-Prusiana en 1870, delconflicto Turco-Búlgaro, de la Guerra Italo-Turca, de la Gue-rra del Pacífico, de la Guerra Ruso-Japonesa, de la Guerra Eu-ropea 1914-18 (operaciones en la Prusia Oriental y batallas deVerdún, Lorena, del Iser, del Ipres, del Artois, del Mame, etc;etc.), de las acciones militares en el Chaco; y, por último, losepisodios sangrientos de la actual Guerra Civil Española y elconflicto Chino-Japonés.

Cito a este respecto, para dar mayor fuerza a mis razona-mientos con que he querido apoyar la tesis que sostengo sobrela materia, él siguiente acápite del interesante artículo «LA IN-FANTERIA, COMO EXPRESION GUERRERA DE LA MASA»que publica la «Revista Nacionale Militare».

«Es deseable también se le dé bastante impulso formalis-«tico al adiestramiento. En el mundo militar, en realidad, la«forma es substancia. Si bien con el formalismo no se ganan«las batallas,resulta sofístico sostener lo contrario. Un rígido y«bien entendido formalismo militar, contiene en germen altos«valores militares y valores de «estilo».

«Es erróneo creer, que las tropas más valientes sean tam-«bién las más desordenadas.

«En el Cuerpo de Ejército de Asalto, constituido y coman-«dado por el General Grazioli en 1918 se hallaban reunidos«numerosos de los más valientes soldados del ejército: pues«bien, ese soldado era el más formalista del Ejército. Fué en el«Cuerpo de Asalto, que por primera vez se introdujeron impo-


«nenies desfiles de masas, el saludo a viva voz con el puñal al«grito «a noi», etc.

«Esos espirituosos soldados montaban guardia y desfila-«ban como granaderos de Federico II, y se les consideraba al-«tamiente.

«Los democráticos dicen y repiten hasta el cansancio que«el carácter italiano no tolera el formalismo rígido y falso.«Nuestros granaderos en el Sarre, superaron en presentación y«rigidez militar, a las más escogidas tropas británicas.

«El arma del sacrificio taciturno, la de los Carabineros«Reales, es modelo de presentación y de bien entendido y rígi-«do formalismo.

«La presentación militar, significa en toda circunstancia«pleno y absoluto dominio de sí mismo; es fuente creadora de«carácter.

«Esperamos ver pronto adoptado para nuestras tropas un«paso de parada» y mayormente estilizadas todas las manifes-«taciones militares exteriores, dentro y fuera del servicio».

De lo precedente puede deducirse, como lo entreverá éllector, que en la infantería están reflejadas—alguien lo ha di-cho—«LAS VIRTUDES Y CARACTERISTICAS PSICOLOGICASDE CADA PUEBLO», y estas virtudes se consigue desarrollarlascon estímulos que robustezcan los complejos psicológicos delsoldado: el paso regular es uno de sus medios.

V. Ch. D.Cap.

El Comando único.(Necesidad de su organización desde el tiempo de paz).

Por Arturo Fuentes Hallé.

Estudio del Comando único Francés.

Estimamos de interés presentar un estudio que se refiere ala organización del Comando Unico, organismo que está llama-do a ejercitar su acción desde el tiempo de paz.

Las grandes potencias extranjeras, después de compenetrar-se de su necesidad, han implantado ya tal sistema y las que nohan solucionado satisfactoria y positivamente este problema detanta actualidad, lo abordan con amplitud de criterio, a fin dellevarlo a la práctica en forma y en época oportunas.

Francia, inspirada en el ejemplo alemán y llenando una ne-cesidad cuya realización "sentía flotar en la atmósfera" hizofrente a tan delicado problema y lo llevó a feliz término, con-forme lo presentamos al final de esta exposición.

El Japón e Italia, dados sus sistemas de gobierno, de hechotienen establecido, desde el tiempo de paz, este Comando Unicodestinado a coordinar la acción de los distintos Comandos dentrode las necesidades y las exigencias que se derivan de la integri-dad nacional.

Posiblemente, Inglaterra más que ningún otro país, sientala necesidad de adoptar tal sistema, si se acepta que de la per-fecta coordinación de sus distintos servicios directivos, se des-prende la tranquilidad y seguridad de su Imperio dentro delconcierto de vida de sus múltiples colonias y vías marítimas.

Países sudamericanos, Argentina entre ellos, hacen frentea esta nueva necesidad y los Estados Mayores abordan el pro-blema y lo presentan a la consideración de la Nación, ya sea enartículos de prensa, destinados a la apreciación pública o en es-tudios de índole confidencial que debe conocer la superioridadrespectiva.

Ultimamente, el Coronel de Estado Mayor argentino, señorJorge B. Crespo, ha venido ¡sosteniendo una periódica exposi-ción de prensa referente a este problema y propone la "Orga-nización del Alto Mando" en la siguiente forma. "De ahí la or-ganización colectiva que damos al Alto Mando Militar: al for-


marlo con un Generalísimo y con los tres Jefes de Estado Mayorrepresentantes de cada uno de los medios y modalidades de ha-cer la Guerra: Ejército, Marina y Aviación. Porque nuestrospropósitos, al constituirse el Alto Mando a base de los tres Es-tados Mayores indicados, tienden además, a simplificar el nú-mero de los órganos del sistema y a evitar la creación de otroEstado Mayor General, como han hecho en otros países. Esti-mamos, pues, que los tres Estados Mayores son suficientes parallenar, además de las funciones particulares de la respectiva ins-titución, las que les pueda corresponder como parte integrantede un organismo superior técnico. Por estas y otras causas más,es que hemos creído también conveniente desligar a esos EstadosMayores de las tareas de movilización que concentramos en otronúcleo también de alta categoría: el Estado Mayor de Moviliza-ción General.

La acción de aquel organismo superior es substancialmente.directriz en tiempo de paz y ejecutiva en tiempo de guerra.Trae aparejada la organización de los grandes comandos: los deCUERPO DE EJERCITO para el Ejército; los de COMANDOSDE ESCUADRA para la Marina y el Comando de las FuerzasAéreas.

EL ALTO MANDO, los GRANDES COMANDOS y los órga-nos superiores del sistema, el Jefe del ESTADO MAYOR de MO-VILIZACION, el INTENDENTE GENERAL DE LA GUERRA,están llamados a constituir también un CONSEJO DE ALTOMANDO MILITAR; de funcionamiento periódico y con finalida-des de consulta y de coordinación; semejantes a los que se hanadoptado en muchas instituciones armadas de tierra, de la mari-na y del aire de otros pueblos; muy necesario entre nosotros, don-de no ha existido nada parecido al respecto. La presidenciade este consejo debe ser conferida al Ministro de Estado enla Secretaría de la Guerra, porque no sólo deben tratarse cuestio-nes de técnica militar, sino también, las de carácter administrativo,las del personal y demás".

Como se puede ver, todos los países basan la existencia delComando Unico en la necesidad de coordinar la acción de las dis-tintas fuerzas y mecanismos bélicos que deben ponerse en acciónen una futura campaña.

Se trata pues, de organizar este alto y responsable puesto di-rectivo, desde el tiempo de paz a fin de que su acción se prosigasin interrupción y sin tropiezos, durante el período de moviliza-ción y a través de la campaña.

Que el Comando Unico es necesario durante el período de lasoperaciones, es materia que ya no se discute. La Guerra Mundialpresentó tal problema y las propias exigencias de la campaña lo

EL COMANDO UNICO 375

resolvieron como de necesidad absoluta y sin que fuera suscepti-ble de discusión. Bien conocidas son las resistencias del Alto Co-mando inglés para aceptar la subordinación de Francia en loscampos de batalla. Lloyd George y M. Clemenceau mantuvieronsus propios puntos de vista y sólo llegaron a un acuerdo, cuandola campaña así lo exigió, atendiendo a la presión que sobre ellosejercitaba el plan del Mariscal Foch. "Realizando así, dice el Ge-neral Tournes René en la Historia de la Guerra Mundial, un sis-tema de Comando Unico que desmorona de un solo golpe en la vis-pera de la ofensiva alemana, 14 de marzo, todo lo que penosamen-te habían realizado, porque se encuentran incapaces de resistir ala coalición de susceptibilidades políticas y nacionales y a la pre-sión de dos Comandos en Jefes que no quieren tolerar una auto-ridad superior a la de ellos. Lloyd George, empeñado en la ideade la ofensiva contra Turquía, negó al General Haig los refuer-zos que le solicitaba, negativa que más tarde había de hacersesentir cruelmente en las batallas de Francia. Clemenceau intervie-ne arrebatadamente en la preparación de las grandes unidadesrespecto a la guerra de movimiento. Por la incomprensión de losGobiernos en la cuestión del Comando Unico, Haig y Petain lle-van una parte de responsabilidad".

La creación del Comando Unico desde el tiempo de paz, basasu razón de ser en la inmensa responsabilidad que pesa sobre loshombros de quien la ejercite, si se considera que este alto Jefe nosólo debe reunir las condiciones de un gran estratega, sino también,las de un cerebro que domine desde el tiempo de paz, las tareasde carácter administrativo y de organización general que estánintimamente ligadas a la Dirección de la Guerra.

Durante el desarrollo de la Campaña del 79 contra el Perú yBolivia se ha palpado en carne propia todo el mal que acarrea lapresencia de un elemento extraño al Ejército, en la Dirección delas operaciones, elemento que, sin base alguna, opinó en MateriaMilitar e hizo cumplir órdenes que resultaron un fracaso.

No criticamos la presencia y la inmiscuición de este elementope ORDENO y OPINO sobre una materia que le era desconoci-da y cuyos puntos de vista fueron apreciados erróneamente.

Esta crítica la ha hecho la Historia.Solo nos concretamos a señalar los hechos, por lo demás, muy

propios a los hombres y a la época, a fin de fortalecer la base so-bre la que sustentamos la razón de la existencia del Comando Uni-co desde el tiempo de paz, organismo que, en la Dirección de la


Guerra, descarta de hecho la intromisión de todo elemento extra-ño que debe actuar y lleva la responsabilidad de la conducción delas operaciones y la prosecución de la Campaña.

La Campaña de la Sierra en la citada guerra, nos proporcio-na algunos ejemplos relacionados con los perjuicios que signifi-ca, en las Operaciones Militares y en la Dirección de la Guerra laintromisión de un elemento que sólo se escuda con el sello de "Con-sejeros irresponsables".

Tan peligroso elemento se desplaza de hecho con la presen-cia del Comando Unico desde el tiempo de paz, organismo de ab-soluta responsabilidad tanto en la elaboración del plan de las fu-turas operaciones militares, como en la acción de carácter admi-nistrativo, de coordinación y técnico, que constantemente debedesarrollar junto a las esferas del Gobierno.

Algunos épocas y algunos hechos:31.I.1881. Discrepancia de opiniones de carácter militar en-

tre el Ministro de la Guerra en Campaña, Don Francisco Vergaray el General Baquedano.

El Comandante en Jefe piensa que no es oportuna la reduc-ción de las fuerzas de ocupación, y da sus razones.

La opinión del Ministro, reforzada con la emitida por los "De-legados del Gobierno en Campaña", no sólo no armoniza con loque piensa y razona el Comando en Jefe, sino que se deja de la-do tan autorizada opinión y se ORDENA proceder de acuerdo conlo resuelto por el elemento extraño a las filas.

Consecuente con la adopción de tal temperamento, el GeneralBaquedano regresa a Chile junto con las tropas repatriadas. Esreemplazado por el General Saavedra quien, poco tiempo después,lo es por el General don Pedro Lagos.

Apreciada desde Santiago la Situación de Guerra, en muy po-co tiempo da como resultado el regreso a Chile y el relevo de lossiguientes Jefes militares y Consejeros Civiles: Baquedano, So-tomayor, Saavedra, Velásquez, etc.; Dávila, Larraín, Godoy, Al-tamirano y A. Guerrero.

Segunda expedición a la Sierra.I.I.1882. En noviembre de 1881, el Cuartel General en Lima

manifiesta no ser partidario de iniciar la Expedición y presentalas razones en que fundamenta su resolución.

El Gobierno en Santiago, asesorado por sus Consejeros y De-legados CIVILES en Campaña, ORDENA terminantemente quelas operaciones se inicien el 1.º de enero.

Por segunda vez se presenta el elemento civil ordenando, encuestiones netamente del resorte militar.

Al regreso de su Expedición, Lynch, llegado a Lima, tuvo co-mo principal objeto, presentar a los Delegados Civiles y, por su


intermedio al Gobierno en Santiago, las dificultades que se presen-taban y la inutilidad que existía en proseguir la campaña en elinterior.

Pero Lynch fué desautorizado en sus apreciaciones de ordenmilitar y ATROPELLADO EN SU AUTORIDAD y tuvo que so-meterse a las decisiones de las altas esferas del Gobierno.

Ante la inutilidad y el fracaso de la Expedición, previsto deantemano por la autoridad militar, se delibera entre el CuartelGeneral de Lynch y los Delegados civiles del Gobierno, sin que sellegue a ninguna conclusión, por lo que se hace necesario consultaral Presidente Santa María.

Un estudio que tenemos a la vista, refiriéndose a esta consul-ta al Presidente, dice: "A su penetrante mirada de Estadista nopodía escapar que la culpa de los FRACASOS HABIA QUE ACHA-CARLA MAS A LA INEPTA INTROMISION DE LOS CIVI-LES, QUE A LA INCAPACIDAD DE LOS SOLDADOS. "Poreso, su contestación a la pregunta tiene todos los caracteres deuna evasiva: no puede apreciar la situación desde tan lejos y dejaque tan grave asunto sea resulto en acuerdo de Lynch y Novoa".

La presencia del Comando Unico, desde el tiempo de paz,junto a las esferas del Gobierno, absorve y resuelve este teje ymaneje civil, que es lógico proceda envuelto con el ropaje polí-tico al que está acostumbrado y no con la casaca guerrera llama-da a llenar las necesidades de índole militar que les son descono-cidas.

Habrá personas que estimen resuelto este problema crean-do el Comando Unico junto con la iniciación de las operaciones.Estimamos que tal procedimiento es erróneo y no resuelve ni lle-na la necesidad que presentamos.

Entre nosotros; de hecho se presenta el Comando Unico entiempos de guerra, organismo que llevará el sello netamente es-tratégico y sin que le sea posible abarcar las otras actividadesque hemos presentado, sea por falta de práctica o sea porque só-lo las conoce superficialmente.

Nada debe improvisarse durante el período de las operacio-nes; todo debe estar previsto y haber sido materia de un estu-dio minucioso y reposado.

La improvisación es sinónimo de gastos extraordinarios, de-sorientación, desorden y fracasos.

La tarea que debe aceptar el Comando Unico desde el tiempode paz, es de envergadura tal, que su sombra debe extenderse so-bre problemas cuyos horizontes alcanzan hasta actividades queparece no tuvieran contacto con las necesidades militares.

M. del E. 2.


El avance prodigioso de la mecanización y, muy especial-mente de la aviación hacen pensar que las guerras del futuropresentarán características no soñadas y acontecimientos ines-perados. En esta incógnita habrá que pensar desde luego, a finde estar preparados para combatir sus efectos, resolverlos y neu-tralizarlos cuando sea necesario.

La seguridad de los países no puede descansar ni en los pac-tos firmados ni en los compromisos contraídos. Solo la fuerzase impondrá a la voluntad y la razón será razón cuando esté apo-yada por el poder.

Las grandes potencias manejan los destinos del mundo y sonellas las que acaban de señalar principios que se apartan, en ab-soluto, de las normas porque se rige el Derecho Internacional.Sólo presentan, la razón de la necesidad o de un fin por alcan-zar, apoyándose en el Derecho que se levanta amparado por lafuerza, sistema que tiende a imponer el principio destinado ahacer real una necesidad o a llenar una ambición.

¡Se nos podrá decir que si las grandes potencias1 han llevadoa la práctica el sistema de Comando Unico en tiempo de paz, obe-dece a que ellas tienen que hacer frente a grandes y futuros pro-blemas de carácter internacional e interno que no se presentaránen los países Sud-americanos.

En verdad, no tenemos colonias que mantener bajo nuestrocontrol ni fuera del territorio guarniciones que sea necesarioreforzar o repatriar en épocas de dificultades diplomáticas.

Aunque de índole distinta, nuestros problemas tienen gransimilitud.

Si estudiamos nuestros futuros campos de operaciones, laconfiguración geográfica del país, la imperiosa necesidad de ase-gurar las distintas vías de comunicaciones, tanto terrestres comomarítimas, a fin de garantir el abastecimiento guerrero que ven-ga hacia el país o la seguridad de los convoyes marítimos y losdesembarcos de tropas en playas lejanas, surge nítida la necesi-dad de que exista un cerebro responsable que asegure la perfec-ta coordinación que garantice el empleo de la Marina, de la Avia-ción y del Ejército.

El mejor comprobante de estas razones, nos lo dan nuestraspropias campañas. Los lejanos campos de operaciones del nor-te han presentado desembarcos difíciles y convoyes marítimoscuya seguridad ha sido peligrosa y expuesta.

Las campañas modernas exigirán, tanto para nosotros comopara los países de mayor potencialidad bélica, la necesidad dela perfecta coordinación entre las distintas actividades de carác-ter militar y entre los diferentes Altos Comandos de las fuerzasarmadas, coordinación que debe emanar de un Comando Unicoresponsable.


No quiere esto decir que, tal organismo vaya a ejercitar suacción invadiendo atribuciones que le son propias a cada una delas armas: sería un error causante de perjuicios graves e irre-parables .

Cada arma tiene sus principios tácticos y sus propios obje-tivos estratégicos; invadir este campo de acción sería perjudicialy tal invasión se apartaría de los principios en que descansa lanecesidad del Comando Unico. Ellos llevan el sello de la segu-ridad nacional y sólo tienen por meta la defensa y la integridadde la Patria.

Respecto a la organización interna del Comando Unico entiempo en paz, como también a la labor que se refiere a Coor-dinación que debe existir entre los distintos organismos desti-nados a asegurar el mejor éxito de la acción directiva; ambas sonmateria de un estudio de carácter técnico militar que no nos co-rresponde.

A manera de ilustración general, a continuación presentamosel trabajo que, sobre esta materia, realizó el Alto Comando fran-cés y el esquema que muestra la Coordinación del Comando Uni-co en Tiempo de Paz, tal como acaba de organizarse en aquel país,de acuerdo con el Decreto presentado al Consejo de Ministros porM. Daladier, Ministro de la Defensa Nacional y de la Guerra.(Tomado de L'Ilustration de 5.III.38).

Hacia el Comando Unico.

Como erróneamente se ha escrito tantas veces, el Decretoenviado al Consejo de Ministros por M. Daladier, Ministro de laDefensa Nacional y de Guerra, no tiende a organizar ni organi-za el Comando Unico en Francia.

Sólo significa una etapa importante que tiende a crear elComando Unico en tiempo de paz.

Necesidad de la existencia de este Comando.

La experiencia derivada de la Gran Guerra prueba que, engran parte, la victoria está subordinada a la unidad del ComandoSupremo.

A pesar de los principios que los impulsaban a no admitirla subordinación de sus Ejércitos, los ingleses terminaron poraceptar la autoridad del Mariscal Foch.

Es evidente que se hace indispensable que un Jefe coordi-ne la acción de las diferentes agrupaciones del Ejército, cuandolas operaciones de guerra se desarrollan en distintos teatros bé-licos.


A cada Comando de estas agrupaciones le corresponde re-solver los problemas estratégicos que son propios al cuadro de sucampo de acción. Pero, dentro de una escala superior, escala decarácter nacional, existen objetivos de capital importancia, delos cuales, el principal de todos, es la obtención de la victoria.

La resolución de este problema de tan gran magnitud, se havisto complicada con el prodigioso desarrollo que ha alcanzadola aviación en los últimos tiempos.

Es indudable que la aviación puede tener sus propios obje-tivos pero, en gran parte, también está destinada a permanecercomo una poderosa auxiliar de la Marina y, especialmente, delEjército terrestre, de quien recibirá importantes misiones estre-chámente ligadas a las operaciones de tierra, misiones de destruc-ción que deben cumplirse sobre objetivos lejanos, misiones deexploración, de reconocimiento, etc.

En cierta forma, la aviación podrá desarrollar "su guerra",pero será una guerra a la cual no podrá hacer frente ella solar:"no es suficiente la destrucción de la aviación enemiga para ob-tener una decisión definitiva".

Por último, si los países beligerantes tienen colonias o debenasegurar los aprovisionamientos marítimos, en ciertos casos par-ticulares, la acción de la Marina también puede quedar subordi-nada a la acción de un Comando en Jefe.

Pero debe entenderse bien claro (sería absurdo aceptar oconcebir en esta forma el Comando Unico) que el Comandante enJefe interviene, aún indirectamente, en las operaciones navales,

Por otra parte, debe considerarse el caso en el cual el Co-mandante en Jefe estime de necesidad asegurar la marcha y seguro arribo a su destino de algunos convoyes o tambien, la deemprender una operación lejana con tentativa de desembarco.

En ambos casos, es evidente que la Marina recibirá instruc-ciones y misiones cuyos resultados interesarán a todo el país.

Hay dos casos típicos en los cuales, durante un tiempo de-terminado, por lo menos una parte de la Marina recibirá una mi-sión directa del Comando Superior. En los momentos de una mo-vilización general, antes que nada, será necesario repatriar el—XIX— Cuerpo de Ejército de guarnición en Algeria. A conti-nuación, habrá necesidad de asegurarle a Francia su aprovisio-namiento de combustible líquido, o sea el transporte de petróleodesde Mossoul. La mecanización, sea que se trate de carros, ca-miones, aviones o barcos, necesitan de un consumo considerablede aceite natural, bruto o refinado. La misión de asegurar parael país el aprovisionamiento del petróleo, entrará en los dominiosde la gran estrategia y será uno de los roles más importantesdentro del cuadro del Comando Unico.


El ejemplo Alemán.

Sin lugar a dudas, es en la organización de esta tarea dondela improvisación se presenta con mayores peligros. Con la crea-ción del Comando Unico en el período de crisis, se corre el ries-

go de hacer frente a grandes dificultades que sólo el tiempo escapaz de vencer; desgraciadamente, la guerra, tal cual se pre-senta, descansa en principios que no deben descartarse y uno deellos, de gran valor, se refiere al factor tiempo que debe ser de-bidamente considerado.

Los alemanes lo han comprendido en todo su valor puestoque, han sido los primeros que en el mundo han organizado sóli-damente el Comando Unico en tiempo de paz.

Los Ministros interesados son, al mismo tiempo, Jefes de losEstados Mayores Generales.

El General von Blomberg es Ministro de la Defensa Nacio-nal A su lado trabaja una especie de gran Estado Mayor Imperialque estudia los problemas estratégicos y organiza el plan de guerradentro del cuadro de la Nación.

Del General von Blomberg depende directamente el Ministrode la Guerra General von Fritsch, Jefe del Estado Mayor Gene-ral del Ejército; el Almirante Roeder, Jefe de Estado Mayor Ge-

neral de Marina, Ministro de Marina y el General Goering Mi-nistro del Aire, Jefe del Estado Mayor del Aire.

Se subentiende que en caso de movilización general la eco-nomía nacional queda automáticamente bajo el control del Mi-nistro de la Defensa Nacional.

En la solución dada por los alemanes al problema del Coman-do Unico, no solamente se trata de la tarea de la coordinación, si-no, más efectivamente, del Comando Unico desde el tiempo depaz.

La solución francesa.

Respecto a Francia, más que la verdadera subordinación aun solo Jefe, se trata de coordinar la acción de los tres Ministe-rios de la Defensa Nacional.

Por lo demás, hace tiempo que esta idea se sentía flotar enel espacio.

M. André Tardieu, Presidente del Consejo en 1932, nombróMinistro de la Defensa Nacional a M. Pietri. Pero parece queen aquella época era demasiado temprano para proceder a unareforma de esta naturaleza. Poco más tarde se presentó al Ma-riscal Petain, entonces Ministro de la Guerra y partidario decidi-do del Comando Unico, el proyecto de nombrar al General Wey-gand que era Vice Presidente del Consejo Superior de la Guerra,para el puesto de Comandante en Jefe. Este proyecto tampoco lo-gró realizarse.


El rol del General Gamelin consistirá esencialmente en es-tudiar el empleo del conjunto de las fuerzas armadas del país,dentro de cuadro de la gran estrategia. Se trata de preparar elplan de operaciones y el plan de movilización.

Un órgano recientemente creado constituirá una rama delEstado Mayor que trabajará bajo la dirección del Jefe del Es-tado Mayor de la Defensa Nacional. Este organismo constituyela Comisión de Estudio de la Defensa Nacional, cuyo Jefe deEstado Mayor de la Defensa Nacional —con el concurso del Ge-neral Gamelin— es por derecho Vice Presidente. (El Ministrode la Defensa Nacional es el Presidente).

Desde el punto de vista administrativo, corresponde al Se-cretario General del Ministerio de la Guerra el derecho de con-trol sobre la administración y la contabilidad de loe Ministeriosde Marina y del Aire.

Por último, una de las reformas más importantes que con-sulta el nuevo Decreto, es la coordinación de los programas dearmamento, de construcción y de fabricación.

El Comité permanente de la Defensa Nacional secunda al Je-fe de Estado Mayor de la Defensa Nacional quien, por lo demásno ejerce su acción de una manera general sino que en conjuntocon una Delegación del Ministro de la Defensa Nacional.

El rol de este Comité consistirá esencialmente en ocuparsede cuestiones técnicas, preparar los pedidos de créditos para laconstrucciones y nuevos materiales y vigilar la ejecución de lospedidos.

Tal Comité comprende al Secretario General del Ministro dela Defensa Nacional y de la Guerra y a los Directores de fabri-cación de armamentos, construcciones navales, artillería naval,producción aeronáutica y pólvoras.

El conjunto de las medidas que acaban de ser tomadas porM. Daladier es, como se vé, mucho menos estrecho que el siste-ma instaurado hace ya varios años, en Alemania.

Debe comprenderse claramente, pues este detalle tiene cier-ta importancia, que no es precisamente el Jefe de Estado MayorGeneral de Ejército, quien debe ser el Jefe de Estado Mayor Ge-neral de la Defensa Nacional pero, uno de los tres Jefes de losEstados Mayores Generales es quien acumulará las dos funcio-nes, como las ejercita en la actualidad el General Gamelin.

En tiempo de Guerra.

Unicamente la experiencia permitirá juzgar en todo su valorel esfuerzo que acaba de ser realizado.

Lo que por el momento no se puede decir es, si se debe que-dar con la solución actual o si será, necesario que el Jefe de Esta-do Mayor de la Defensa Nacional renuncie a toda otra función


y sea el verdadero Comandante en Jefe desde el tiempo de paz.Por otra parte, tampoco es dable saber si en el futuro habrá

necesidad de reemplazar a los comités existentes, sea de un ladopor un verdadero Estado Mayor de la Defensa Nacional y sea deotro por un Secretariado General.

Por el momento, lo que se puede pecisar sin lugar a dudas,es la organización del país en tiempo de guerra.

Los Jefes de Estados Mayores Generales de la Marina y delAire dirigirán las acciones que son de su resorte, de acuerdo conel Jefe de Estado Mayor General de la Defensa Nacional. El Jefede Estado Mayor del Ejército quedará junto al gobierno y tendrála dirección del conjunto que permanece y se mueve dentro dela Patria estratégica. Por último, el Mayor General de los Ejér-citos Franceses ejercitará el comando de las tropas combatien-tes.

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Máximas militares de Napoleón.

IV. PARTE.

(Continuación)

BATALLA DE FRIEDLAND(Cuadro de Horacio Vernet. Museo de Versalles)

XXXVIII.

Las plazas fuertes no son menos útiles para la guerradefensiva que para la ofensiva. Verdad es que no puedenpor sí solas detener un ejército; pero son un excelentemedio para retardar, embarazar, debilitar e inquietar aun enemigo vencedor.

Los sucesos brillantes de las potencias aliadas en la campañade 1814, han dado a muchos militares una idea falsa del valorreal de las plazas fuertes. Las masas formidables que atravesaronel Rhin y los Alpes en esta época, permitieron dejar numerosos des-tacamentos que bloquearon las plazas fuertes que cubren las fron-teras de la Francia, sin que el ejército que marchaba sobre la ca-


pital perdiese su superioridad numérica: así es que este ejército,pudo obrar sin temor de ver amenazada su retirada. Más, en ningu-na otra época de la historia de la guerra, se han visto los ejércitosde todas las potencias de la Europa, marchar combinados y anima-dos de un mismo deseo para obtener un sólo resultado; el cordónde fortalezas que rodea la Francia no podía menos de hacer el pa-pel pasivo que ha hecho durante esta campaña. Me parece muy im-prudente el creer que se puede atravesar impunemente una fron-tera defendida por numerosas plazas de guerra, y combatir deján-dolas a la espalda, sin haberlas previamente sitiados, o a lo menos,bloqueado con fuerzas suficientes.

XXXIX.

No hay más que dos medios de asegurar el sitio de unaplaza, el uno consiste en comenzar por deshacer el ejércitoenemigo que cubre la plaza, alejarle del campo de opera-ciones, y arrojar sus reliquias a la otra parte de algúnobstáculo natural, ya sea de montañas o ya de un granrío; vencida esta primera dificultad, es menestercolocar un ejército de observación detrás de este obs-táculo natural, hasta que estén concluidos los trabajosde sitio y tomada la plaza. Más, si se quiere tomar ésta ala vista de un ejército de socorro sin arriesgar una bata-lla, es menester estar provisto de un tren de sitio, tenermuniciones y víveres para el tiempo que se calcule debedurar éste, y formar sus líneas; de contravalación y cir-cunvalación, aprovechándose de las localidades, como al-turas, bosques, pantanas, inundaciones. No habiendo en-tonces necesidad de mantener ninguna comunicación conlas plazas de depósito, no se trata ya sino de contener elejército de socorro; en este caso, se forma un ejército deobservación que no le pierda de vista, y que barreándoleel camino de la plaza, tenga siempre tiempo para llegara sus flancos o a su retaguardia, si el enemigo lograseocultar un día de marcha; finalmente, aprovechándosede la líneas de contravalación, se puede emplear una partedel cuerpo sitiador para dar batalla al ejército de socorro.Por lo cual, para sitiar una plaza a la vista de un ejér-cito enemigo, es necesario cubrir el sitio con líneas decircunvalación. Si el ejército es bastante fuerte para quedespués de haber dejado delante de la plaza uncuerpo cuadruplo de la guarnición, tenga todavía tantogente como el ejército de socorro, puede alejarse más deuna jornada de marcha; pero si este destacamento es in-ferior en número, debe colocarse no más distante delsitio que una pequeña jornada militar, a fin de poder

MAXIMAS MILITASES DE NAPOLEON 387

replegarse sobre sus líneas o recibir socorros en caso deataque; si los dos ejércitos de sitio y de observación reu-nidos , no son superiores sino iguales en número al de so-corro, el ejército sitiador debe permanecer todo en laslíneas, o cerca de ellas, y ocuparse en los trabajos delsitio, para llevarle adelante con toda la actividad posible.

Cuando se sitia una plaza, dice Montecucuilli, no se debe tratarde situarse en frente del punto más débil de la plaza, sino en el másfavorable para establecer el campo y ejecutar los proyectos que sohan formado. Esta es también la máxima del mariscal de Berwick:enviado en 1706 a Niza para ponerle sitio, se determinó a atacarpor el lado de Montalban, contra los consejos de Vauban, y aúncontra las órdenes del rey; no teniendo a su disposición sino unpequeño ejército, debió empezar por asegurar su campamento; locual consiguió construyendo reductos en las alturas, de manera quequedase barreado el espacio comprendido entre el Var y el Paillonque apoyaban sus flancos. Por este medio se puso a cubierto de unasorpresa; porque teniendo el duque de Saboya la facilidad de de-sembocar de improviso por la garganta de Tende, era necesario que©1 mariscal pudiese reunir sus fuerzas para salir rápidamente alencuentro del enemigo, y atacarle antes que hubiese tomado posición;obrando de otra manera la inferioridad de sus fuerzas le hubieraobligado a levantar el sitio.

Estando el mariscal de Sajorna sitiando a Bruselas con, sóloveintiocho mil hombres, contra una guarnición de doce mil, recibióaviso de que el príncipe de Valdeck reunía sus acantonamientospara hacer levantar el sitio. No teniendo bastantes fuerzas para for-mar un ejército de observación, vino el mariscal a reconocer uncampo de batalla a orillas del riachuelo de Voluwe, y dió todas lasdisposiciones necesarias para que su ejército se dirigiese allí rápi-damente, en caso que el enemigo Se aproximase; de este modo, seponía en disposición de recibir al enemigo, sin interrumpir los tra-bajos del sitio.

XL.

Feuquiere ha dicho que no se debe nunca esperar alenemigo en líneas de circulación. Es un error;nada puede ser absoluto en la guerra, y no se debe re-probar en todos los casos el partido de esperar al ene-migo en las líneas de circunvalación.

Durante el sitio de Monsen en 1691, el príncipe de Orange reu-nió su ejército, y avanzó hasta Nuestra Señora de ¡Hall, mostrandointención de socorrer la plaza. Luis XIV, que mandaba este sitio enpersona, tuvo un consejo de guerra, para deliberar sobre lo que ha-


bría que hacer en caso que el príncipe de Orange se aproximaste; elmariscal de Luxemburgo fué de parecer que se permaneciese en laslíneas de circunvalación, y este parecer fué adoptado por el consejo.El mariscal sentaba como principio que cuando el ejército sitiadorno es bastante fuerte para guardar todo el ruedo de la circunvala-ción, debe salir de las líneas para ir a combatir el enemigo; perocuando hay fuerza suficiente para acampar en dos líneas en derredor de la plaza, vale más aprovecharse de un buen atrinchera-miento ; tanto más, cuanto por este medio no se interrumpe el sitio.

En 1658, estaba el mariscal de Turena sitiando a Dunkerquey tenía ya abierta trinchera, cuando el ejército español, a las ór-denes de Don Juan de Condé y Hocquincourt, se presentó a la vistade aquella plaza, y tomó posición junto a las Dunas, a una leguade las líneas del sitiador. Turena tenía la superioridad del número,y sin embargo, se decidió a salir de las líneas, pero este mariscal te-nía todas ;las ventajas sobre su enemigo, porque éste carecía deartillería y su Superioridad en caballería le era inútil, pues el te-rreno no era favorable para esta arma; era, pues, de mucha impor-tancia el derrotar al ejército español antes que tuviese tiempo paraatrincherarse y recibir su artillería. Todas las combinaciones delmariscal de Turena quedaron justificadas con la victoria que con-siguieron los franceses en esta batalla.

El mariscal de Berwick, al sitiar a Filipsburgo en 1733, teníaque temer que el príncipe Eugenio de Saboya viniese a atacarleantes de concluir el sitio, con todas las fuerzas del imperio; despuésde haber dispuesto las tropas destinadas al sitio, formó el mariscalcon el resto de su ejército un cuerpo de observación destinado ahacer frente al príncipe Eugenio, ya quisiese atacar el ejército ensus líneas, ya hacer una diversión sobre el Mosela o sobre el altoRhin. Habiéndose presentado el príncipe Eugenio a la. vista delejército sitiador, algunos oficiales generales no fueron del parecerde esperar al enemigo en las líneas, sino salirle al encuentro y ata-carle. Sin embargo, el mariscal de Berwick, que pensaba como elduque de Luxemburgo, que un ejército que puede defenderse portodas partes con buenos atrincheramientos, no puede ser forzado,persistió en mantenerse en sus líneas. La experiencia hizo ver queeste era también en sentir del príncipe Eugenio; porque no osó ata-car los atrincheramientos, lo que no hubiera dejado de hacer, sihubiese tenido la esperanza de forzarlos.

XLI.

Los que proscriban las líneas de circunvalación, y todoslos socorros que el arte del ingeniero puede suministrar,se privan sin motivo de una fuerza y de un medio auxi-liar que nunca es perjudicial, antes casi siempre útil, yfrecuentemente indispensable. Sin embargo, es menester

MAXIMAS MILITARES DE NAPOLEON 389

confesar que los principios de la fortificación de campa-ña necesitan ser mejorados; esta parte importante delarte de la guerra no ha hecho ningún progreso desde losantiguos; aún se puede asegurar que es en el día, inferiora lo que era, hace dos mil años. Se debe, pues, alentar alos oficiales de ingenieros, a que perfeccionen esta parteimportante de su arte, y la pongan al nivel de las otras.

El que es inferior en número, ha dicho el mariscal de Sajorna,no resistirá detrás de los atrincheramientos, cuando el enemigo em-plea todas sus fuerzas para romper por algunos puntos; el que es igualen fuerza, tampoco resistirá; el que es superior no tiene necesidadde ellos; ¿a qué fin, pues, se ha de tomar el trabajo de hacerlos?Sin embargo, a pesiar de esta opinión, de que los atrincheramientosson inútiles, el mariscal de Sajonia ha hecho muchas veces uso deellos.

En 1797, habiéndose presentado los generales Provera y Hohen-zollern para hacer levantar el sitio de Mantúa, donde estaba ence-rrado el mariscal Wurmser, se vieron detenidos por las líneas decontravalación de San Jorge; este ligero obstáculo bastó para dara Napoleón el tiempo suficiente para llegar a Rívoli con el fin defrustrar la empresa de aquellos generales. Napoleón creía tambiénque, por haber despreciado la precaución de atrincherarse por me-dio de líneas, hubo que levantar el sitio en la campaña precedente.

XLII.

Cuando las circunstancias no permiten dejar una, guar-nición suficiente para defender una ciudad fortificadadonde se podría tener un hospital y almacenéis, se debe ala míenos, hacer todos los esfuerzos posibles para ponerla ciudadela a cubierto de un rebato o de una sorpresa.

Ningún temor inspiran algunos batallones desparramados enuna ciudad; pero encerrados en el recinto estrecho de una ciudade-la, imponen respeto. Así que, me parece necesaria esta precaución,no sólo en las plazas de guerra, sino dondequiera que se han for-mado almacenes y depósitos de heridos; a falta de ciudadela, se de-be elegir un barrio de la ciudad que sea más a propósito para ladefensiva, y atrincherarse en él de manera que se pueda poner lamayor resistencia posible.

XLIII.

Una plaza fuerte no puede proteger la guarnición ydetener al enemigo sino durante un cierto tiempo; pasadoeste y destruidas las defensas de la plaza, la guarnición


tendrá que rendir las armas. Todos los pueblos civilizadoshan estudo de acuerdo sobre este punto, y no ha habidonunca discusión sino sobre lo más o menos que debe de-fenderse un gobernador antes de capitular. Hay sin em-bargo generales, y Villars es uno de ellos, que piensanque un gobernador no debe nunca rendirse; sino que enel último extremo debe hacer saltar las fortificaciones, yaprovecharse de la oscuridad de la noche para abrirsepaso por en medio del ejército sitiador. En el caso en queno sea posible volar las fortificaciones, se puede siempreSalir con la guarnición y salvar los hombres. Los coman-dantes que han adoptado este partido se han unido a suejército con las tres cuartas partes de la guarnición.

Los franceses en 1705, sitiados en Haguenau por el conde deThungen, no se veían en estado de sostener el asalto. No pudiendoel gobernador Peri, que se había distinguido con una vigorosadefensa, tener esperanza de conseguir capitulación sin rendirseprisionero de guerra, se resolvió a abrirse paso con las armas en lamano para salir de Ja plaza. A fin de segurar el secreto de su em-presa, engañar al enemigo y conocer al mismo tiempo el ánimo delos oficiales subalternos, reúne Peri un consejo de guerra, en queanuncia que está determinado a morir en la brecha; en seguida, sopretexto del extremo en que se halla, hace a toda la guarnición estarsobre las armas; y por la noche, después de haber dejado sólo algu-nos soldados para que tiroteasen desde la brecha da orden a la guar-nición de ponerse en marcha, y sale de Haguenau silenciosamente.El más feliz suceso coronó esta audaz resolución, y Peri llegó aSavern sin haber sufrido la menor pérdida. En lo tiempos moder-nos, son dos gloriosas defensas la del general Massena en Génova,y la de Palafox en Zaragoza. El primero sale con armas y equipajesy todos los honores de la guerra; el segundo no se rinde sino despuésde haber sepultado su guarnición bajo los escombros de la ciudad,que defiende de casa en casa hasta que el hambre y la muerte ha-cen de absoluta necesidad el rendirse. Este sitio tan honroso paralos franceses como para los españoles, es uno de los más memorablesde ¿a historia de la guerra: Palafox ha hecho ver, durante este sitio,todo lo que se puede esperar de la obstinación y del valor para pro-longar la defensa de una plaza fuerte. La verdadera fuerza estáen la voluntad: así es que, en mi sentir, cuando se trata de nombrarun gobernador, se debe tener menos consideración a sus talentos quea su carácter; porque sus partes más esenciales son el valor, la per-severancia y el rendimiento patriótico; debe sobre todo, estar do-tado del talento de infundir entusiasmo y ardimiento, no sólo a laguarnición, sino también a toda la población de la plaza; sin locual, por grande que sea el arte con que se hayan multiplicado lasobras defensivas, se verá la guarnición reducida a capitular, des-pués de haber sufrido el primero o a lo más, el segundo asalto.


XLIV.

Las llaves de una plaza valen por lo menos tanto comola libertad de su guarnición, cuando está resuelta a nosalir sino libre; por lo cual, es siempre más ventajosoconceder una capitulación honrosa a una guarnición queha hecho una resistencia vigorosa, que exponerse a lostrances de un asalto.

El mariscal de Villars ha dicho que el gobernador de una plazade guerra, no debe nunca alegar como excusa de su capitulación, quequiere conservar las tropas del rey. Toda guarnición que mostra-se firmeza, no será prisionera de guerra; porque no hay general que,seguro de entrar a una plaza por asalto, no quiera más cenceder unacapitulación, que aventurarse a perder mil hombres para rendirgentes obstinadas.

XLV.

La infantería, la caballería y la artillería no puedenpasar la una sin la otra; deben, pues, estar acantonadasde manera que puedan siempre socorrerse en caso desorpresa.

Un general, ha dicho Federico, debe poner toda su intenciónen asegurar la tranquilidad de sus acantonamientos, a fin de queel soldado, libre de toda inquietud, pueda descansar de sus fatigas?.Para conseguir este objeto, se debe cuidar que las tropas puedanrápidamente formarse en un terreno reconocido de antemano; quelos generales" estén con sus divisiones o brigadas, y que el serviciose haga en todas partes con exactitud.

El mariscal de Sajonia es de opinión que no conviene apresu-rarse a salir de sus acantonamientos; sino esperar que el enemigose haya aniquilado con marchas, a fin de echarse sobre él con tro-pas frescas, cuando las suyas están ya fatigadas. Creo sin embargo,que sería arriesgado el considerar esta opinión como una máxima;porque hay muchas circunstancias en que toda la ventaja está dela iniciativa, sobre todo, cuando, habiéndose visto el enemigo pre-cisado a extender sus acantonamientos por la escasez de víveres, sele puede atacar antes que haya tenido tiempo de reconcentrar susfuerzas.

XLVI.

El método de interpolar pelotones de infantería con lacaballería, es vicioso y no ofrece sino inconvenientes. Lacaballería pierde su movilidad; embarazada en todos susmovimientos, se ve privada de su impulsión; la infantería


misma está comprometida, porque al primer movimientode la caballería, queda sin apoyo. La mejor manera deproteger la caballería es apoyar su flanco.

Lo mismo siente el mariscal de Sajorna: la, debilidad añeja aesta orden basta por sí sola, dice este jefe, para intimidar a lospelotones de infantería, porque conocen que son perdidos si lacaballería es derrotada; por otra parte, la caballería que habíacontado con el socorro de la infantería, y que apenas haga un mo-vimiento algo precipitado la verá desaparecer, se llenará de turba-ción y aturdimiento. El mariscal de Turena y los generales de sutiempo han dispuesto alguna vez sus tropas de esta manera; perome parece que esto no bastaba para empeñar a un autor modernoa presentaría como ventajosa en sus "Consideraciones sobre elarte de la guerra". Mucho tiempo há, que este orden no está en uso;y desde la invención de la artillería ligera, juzgo que es hasta ri-dículo el proponerle.

XLVII.

Las cargas de caballería son igualmente buenas encualquier tiempo que se den, ya sea al principio, al me-dio, o al fin de la batalla; deben darse todas las vecesque es posible hacerlo, sobre los flancos de la infanteríaespecialmente, cuando ésta se halla empeñada de frente

El archiduque Carlos, hablando de la caballería, recomiendadirigirla en masa al punto decisivo, cuando ha, llegado el momentode aprovecharse de ella, esto es, cuando puede atacar con certezade buen éxito. Como la caballería por la vivacidad de su paso puedeobrar sobre toda la línea en un mismo día, el general que la mandadebe, en cuanto sea posible, reunirla en grandes masas y evitar eldividirla en destacamentos demasiado numerosos. Cuando la natu-raleza del terreno permite emplear la caballería en todos los puntosde la línea, es entonces ventajoso el formarla es columna detrás dela infantería, en una posición desde donde pueda fácilmente diri-girse a donde quiera que el caso lo exija. Si la caballería tiene quecubrir una posición, debe estar colocada bastante desviada paraalcanzar en una carrera las tropas que viniesen a atacar esta posi-ción. Si está destinada a cubrir el flanco de la infantería, debetambién por el mismo motivo, estar colocada a cierta distanciaSiendo el efecto de la caballería puramente ofensivo, se debe tenerpor regla el formarla a una distancia suficiente del punto en quedebe empeñarse en la refriega. En cuanto a la reserva de caballeríano debe ser empleada, sino al fin de una batalla, ya para completarel triunfo, ya para proteger un movimiento de retirada. Napoléóndice que en la batalla de Waterloo la caballería de la guardia que


formaba su reserva, entró en la refriega contra sus órdenes; y sequeja de haberse visto privado, desde las cinco de la tarde, de esteauxilio que bien empleado le había asegurado tantas veces la vic-toria.

XLVIII.

A la caballería toca coronar la victoria, seguir el al-cance al enemigo, e impedirle de rehacerse.

Es de la mayor importancia, que un general, ora vencedor, oravencido, tenga algunos escuadrones de caballería de reserva, ya paraaprovecharse de la victoria, ya para asegurar la retirada; porquemuchas veces se ha visto que batallas decisivas han sido de pocoprovecho para el vencedor, por cuanto, carecía de caballería parallevar adelante sus triunfos, y quitar a sus adversario la posibilidadde rehacerse. Cuando se persigue a un ejército en retirada, a susflancos principalmente, es a donde se deben dirigir las masas decaballería, si son suficientes para cortarle la línea de retirada.

XLIX.

La artillería es más necesaria a la caballería que a loinfantería, porque la primera no, vuelve los fuegos querecibe, y no puede pelear sino al arma blanca. Para re-mediar este inconveniente se ha inventado la artilleríaligera o de a caballo. La caballería debe siempre tenerconsigo sus baterías, ya sea que ataque, ya que perma-nezca en posición, o bien se rehaga.

La artillería ligera es una creación de Federico; el Austriano tardó en introducirla en sus ejércitos, pero de una manera im-

perfecta. Hasta el año 1792 no fué adoptada esta arma en Francia,donde rápidamente se la hizo llegar al punto de perfección en quese halla actualmente. Son inmensos los servicios que han hecho du-rante las guerras de la revolución; y se puede decir de alguna ma-

nera que ha dado otra forma a la táctica, puesto que por su movi-lidiad puede trasladarse con rapidez a todos los puntos en que laartillería puede producir un efecto decisivo.

Napoleón ha dicho en sus Memorias que una batería que sigueal enemigo a la prolonga, que le domina y bate oblicuamente, puedetener una influencia decisiva en la victoria; así, pues, fuera de quela artillería ligera es' necesaria, para asegurar los flancos de la ca-ballería y preparar el buen éxito de una carga por medio del efecto

que produce la metralla, estas dos armas deben también estar juntapara trasladarse rápidamente a los puntos en que es ventajoso es-

tablecer baterías. La caballería en este caso encubre la marcha dela artillería, protege su colocación, y la defiende de los ataques delenemigo.

M. del E. 3.


L.

Así en marcha como en posición, la mayor parte dela artillería debe estar con las divisiones de infanteríay caballería; el resto debe colocarse de reserva.

Cuanto mejor es la infantería, tanto más importante es apoyar-la con baterías para economizarla; es también necesario que la ar-tillería anexa a las divisiones marche delante, porque esto influyeen la parte moral del soldado, el que ataca con más confianza cuandoestá seguro de que los flancos de la columna están cubiertos con laartillería. La reserva de esta última, debe ser empleada en un mo-mentó decisivo y en gran masa, porque entonces, es difícil que elenemigo ose emprender nada contra ella; porque apenas hay ejem-plo de que una batería de sesenta cañones haya sido tomada poruna embestida de infantería o una carga de caballería a no ser queno tuviese apoyo y estuviese en el caso de ser fácilmente flanqueadao rodeada.

LI.

Las baterías deben colocarle en las posiciones másventajosas, y lo más adelante que sea, posible respecto aios líneas de la infantería y de la caballería, pero notanto que puedan verse comprometidas Es bueno quelas baterías dominen tanto sobre la campaña, cuantotiene de alto la plataforma; es menester que estén des-cubiertas a derecha y a izquierda, de manera que susfuegos puedan ser dirigidos a todos lados.

Puede citarse como un ejemplo la batería de dieciocho cañonesque cubría el centro del ejército ruso en la batalla de Moskwa (Bo-rodino). Su colocación en un mogote que dominaba en todas direc-ciones, le daba tal fuerza que ella sola bastó para tener indeciso pormucho tiempo el ataque vigoroso que hicieron los franceses por laderecha de los enemigos. Dos veces rota la izquierda del ejércitoruso, otras tantas volvió a recobrar su primera posición, girando enderredor de esta batería como si fuese su eje. Atacáronla los fran-ceses por diferentes veces y con una intrepidez sin igual, y al fin seapoderaron de ella, pero después de haber perdido algunos de loscuerpos más escogidos y a los generales Montbrun y Caulincourt;la toma de esta batería influyó de una manera decisiva en el movi-miento retrógrado de la izquierda del ejército ruso. Se puede tam-bien citar el efecto terrible que en la campaña de 1809 produjeronlas cien piezas de artillería de la guardia que dirigió el generalLauriston en la batalla de Wagrain contra la derecha del ejércitoaustríaco.


LII.

Un general debe evitar el meter su ejército en cuartelesde refresco o descanso, cuando tiene la facilidad de reu-nir almacenes de víveres y forraje, y satisfacer de estemodo las necesidades del soldado.

Una gran ventaja que resulta de tener el ejército en un campo,es que se puede con mucha más facilidad dirigir el espíritu de latropa y mantener en ella la disciplina. El soldado acantonado seentrega gozosamente al reposo, y aficionándose demasiado a estegénero de vida, teme volver a entrar en campaña: lo contrario su-cede en un campo, donde el tedio y una disciplina severa le hacendesear que se habra luego la campaña, a fin de interrumpir la uni-formidad del servicio con las variados acontecimientos que presentala guerra. Un ejército acampado está, por otra parte, más a cubier-to de una sorpresa que en sus acantonamientos, cuyo defecto escasi siempre el ocupar un espacio de terreno demasiado extenso.

En el caso en que haya precisión de tomar acantonamientos,el marqués de Fouquieres encarga mucho que se elija un campo enel frente de la línea, y que a menudo se reúna en él las tropas, yade improviso, para averiguar si el servicio se hace con vigilancia,ya con el sólo objeto de reunir los diferentes cuerpos.

LIII.

Un buen general, buenos cuadros, buena organización,buena instrucción, disciplina severa, hacen buenas tropas,sin meter en cuenta la causa por que pelean. Sin embar-go, el fanatismo, el amor de la patria, la gloria nacional,pueden inspirar grandes sentimientos a soldados jóvenes.

Esto me parece más aplicable a los soldados que a los oficiales;porque no siendo la guerra una cosa natural al hombre, es forzosoque los que discuten sus causas sean impelidos a hacerlo por unapasión cualquiera que sea. Es necesario mucho entusiasmo, muchoafecto y rendimiento de las tropas hacia el Jefe que las manda, paraque un Ejército haga cosas grandes en una guerra en que no tieneningún interés; se halla esto bastante probado por la flojedad conque obran ordinariamente las tropas auxiliares, cuando no sonarrastradas por el ascendiente que sobre ellas ejerce su general.

LIV.

Cuando una nación carece de cuadros y de un prin-cipio de organización militar, difícilmente podrá orga-nizar un ejército.

MEMORIAL DEL EJERCITO

Es una verdad incontestable, sobre todo, cuando se trata deun ejército destinado a combatir según el sistema de las guerras demodernas, en que el buen éxito depende principalmente del orden,de la exactitud y de la rapidez de las maniobras.

LV.

La constancia en soportar las fatigas y las privaciones,es la primera cualidad del soldado; el valor no es másque la segunda. La pobreza, las privaciones y la miseriason la escuela del buen soldado.

El valor no es privativo del veterano; el recluta lo tiene también,pero más momentáneo; con el hábito del servicio y con las muchascampañas, adquiere el soldado aquel esfuerzo que hace soportar sinquejarse las fatigas y las privaciones de la guerra; la experiencia leenseña entonces a suplir lo que le falta; se contenta con lo que puedeproporcionarse, porque sabe que no se consigue un buen resultado sinopor medio de una perseverancia sostenida. Napoleón podía decircon razón que la miseria es la escuela del buen soldado, porqueno hay nada comparable con la desnudez y la miseria del ejércitode los Alpes, cuando tomó él su mando; así como nada se puedecomparar con los triunfos brillantes que obtuvo con este mismoejército en la primera campaña de Italia. Las tropas que vencieronen Montenotte, Lodi, Castiglione, Bassano, Areola y Rívoli, pocosmeses antes veían desertar, por no tener víveres, batallones enteros,cubiertos de andrajos.

LVI.

Cinco casas hay de que no conviene nunca separar alsoldado: su fusil, sus cartuchos, su mochila, sus viverespara dos días as lo menos, y su herramienta de gastador.Redúzcase su mochila al menor volumen que sea posible,si se juzga necesario, pero que e1 soldado la tenga siem-pre consigo.

Es una fortuna que Napoleón haya reconocido la ventaja dedar a los soldados una herramienta de gastador; porque su auto-ridad servirá para contrarrestar a los que ridiculizan a cuantoshan propuesto lo mismo. Una hacha ciertamente no embarazarámás al soldado de infantería, que el sable que inútilmente lleva allado, y le será mucho más útil. Las que se distribuyen por compa-nía ,y con que en campaña se hace por fuerza cargar a los paisanos,no tardan en perderse; así es que cuando es necesario acampar,muchas veces es muy difícil hacer leña y abarracarse, por falta deinstrumentos necesarios. Al contrario, dando un hacha como parte

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del armamento del soldado, se verá siempre obligado a tenerla con-sigo; y un jefe de cuerpo, ya quiera atrincherarse en una aldea, yaestablecer barracas en un campo, no tardará en palpar las ventajasde esta innovación. Una vez adoptada el hacha, acaso se conocerála necesidad de dar azadones y palas a algunas compañías, y sobretodo, se echará de ver cuan ventajoso será entonces, el atrincherarsemás a menudo.

En las retiradas, particularmente es muy importante atrin-cherarse, cuando se ha llegado a una buena posición: un campoatrincherado no sólo facilita a un ejército perseguido los mediosde rehacerse, sino que tiene además, la ventaja de que si está for-tificado de tal modo que el enemigo no se resuelva a atacarlo, nodejará esto de dar tono a, la parte moral de las tropas que padecemucho en una retirada, y proporcionar al general en jefe, recursospara volver a ponerse sobre el pie de guerra ofensiva, aprovechán-dose de las primeras disposiciones viciosas que vea tomar a su ad-versario, se sabe que Federico, en la campaña de 1761 circunvaladopor los dos ejércitos de rusos y austríacos cuyas fuerzas reunidaseran cuadrúpedes a las suyas, salvó sin embargo su ejército, atrin-cherándose en el campo de Buntzelvitz.

LVII.

Es menester inducir a los soldados, por cuantos me-dios sean posibles, a que permanezcan en el servicio; locual se conseguirá fácilmente, mostrando mucho aprecioa las soldadas viejos. Sería también conveniente aumen-tar la paga en proporción de los años de servicio, por-que se comete una gran injusticia en no pagar más a unveterano que a un recluta.

Algunos escritores modernos han propuesto, por el contrario,que se abrevie la duración del servicio, a fin de hacer militar suce-sivamente a toda la juventud; pretenden obtener por este medioalistamientos en masa de gente ejercitada y capaz de rechazar conbuen éxito una guerra de invasión. Por brillante que parezca aprimera vista semejante sistema de fuerzas militares, creo sin em-bargo, que puede ser combatido con fuertes argumentos: en primerlugar, el soldado fatigado del servicio minucioso de guarnición ydel yugo de la disciplina, no tendrá mucho gusto en volver a co-menzar muy luego que haya recibido su licencia; tanto más, cuan-to que después de haber servido el tiempo prescrito, creerá haberllenado los deberes de todo ciudadano para con su patria; restituidoa sus hogares, se casa, toma un estado, pierde rápidamente el espí-ritu militar, y queda, bien pronto inhábil para la guerra. Al con-trario, el soldado que sirve mucho tiempo, se aficiona a su regimien-to como a una nueva familia; olvida el yugo de la disciplina, se


habitúa a las privaciones de su estado, y acaba por hallar agradablesu existencia. Casi todos los oficiales que han hecho la guerra co-nocen la diferencia que hay entre los soldados viejos y los nuevos,ya para soportar las fatigas de una larga campaña; ya para ata-car con la sangre fría que acompaña al verdadero valor, o pararehacerse cuando un cuerpo ha sido rechazado y desordenado.

Montecuculli ha dicho que se necesita tiempo para disciplinarun ejército, aún más para aguerrirle, y mucho más para hacer sol-dados viejos. Por esto recomienda que se haga mucho aprecio delos guerreros viejos, que se conserven con mucho empeño, y que setenga siempre en pie bastante número de ellos. Me parece, pues, queaún no es bastante aumentar la paga del soldado a proporción deJos años de servicios, sino que sería necesario además, darle una señalde distinción que le asegurase privilegios susceptibles de alentarlea encanecer bajo las banderas, y sobre todo, a encanecer con honor.

La caballería francesa en la guerra mundial.(1914-18).

General Audibert.

Traducción de Arturo Fuentes Rabé.

(Revista de Caballería Francesa).

A simple vista parece un anacronismo hacer hincapiéen un artículo que se refiere a las formas de empleo dela caballería en una guerra terminada hace 19 años.

Pero cuando se han vertido ideas fundamentales, comolas que integran el trabajo en cuestión, éstas no pierdensu oportunidad.

Y al respecto, al publicarlo la Revista Francesa deCaballería en su último número, dice textualmente en unexordio.

"Un notable estudio escrito en 1915, sobre el empleo dela caballería en la explotación del éxitos, ha caído en nues-tras manos. Este trabajo no fué publicado en su tiempo.Hoy se presenta, más que en otra época, de absoluta ac-tualidad, en consideración a los problemas que sujiere".

"La Revista de Caballería se hace un deber en pibli-carlo, dejando al autor la plena responsabilidad de lasopiniones emitidas, segura que por su carácter crítico,despertará reflexiones de sumo interés".

El autor se extiende en interesantes consideracionessobre el combate de la caballería desmontada. Este asun-to que cautivó a los técnicos de diversos Ejércitos queextraían las lecciones de la Gran Guerra, también tupoun amplio eco entre la estudiosa oficialidad chilena deesa noble Arpia. Pero acontece además, que entre noso-tros, este problema ha sido debatido 26 años antes de losestudios que presenta el General Audibert, en un intere-sante artículo publicado, en el Méniorial por el SargentoMayor de caballería Sr. Francisco J. Flores (volumenN.º 2 del 1.º de marzo de 1899, pág. 43) —Archivo delEstado Mayor del Ejército— y que se transcribe a con-tinuación.


Además, en nuestra historia tenemos también antece-dentes anteriores relacianados con el empleo de la caba-llería desmontada.

El Capitán español de lanzas Diego de Vivanco, esecri-biendo en 1653, después de haber servido 14 años en elEjército de Chile, dice —refiriéndose a los araucanos:"su caballería es la mejor que se conoce, por ser fuertesy buenos hombres a caballo, que los hay muchos y seprecian de serlo desde su niñez. Las fracciones que con-curren a los combates no llevan consigo más bastecime-tos que una balsa de harina tostadas de maíz, con la quese sustentan durante campañas de 20 a 30 días".

"Los araucanos comprendieron otra gran verdad tác-tica que practicaron muchos años antes de que los ejér-citos europeos hubiesen pensado en tal aplicación; fuéésta la utilidad de la infantería montada que daba a susejércitos una movilidad que dejaba desbaratados y per-plejos a los españoles. No tenían tren de bagaje ni parquede artillería que les entorpecieran sus movimientos".

"Todos los guerreros iban morntados. Podían por con-siguiente presentar batalla cuando y donde quisieran,y a la primera seña de derrota, retirarse con suma, rapi-dez, sin que el enemigo pudiera darles alcancen".

"Llegado el momento de combatir, desmontaban losque servían de infantes, dejando sus caballos a cargode los muchachones que especialmente llevaban para esteobjeto".

A la elevada consideración de los lectores, presentamos.estos estudios de origen legendario, pero siempre deactualidad.

La Dirección.

I.— Exposición.

1) Muchas opiniones, y entre ellas, las de aquellos que te-nían absoluta fe en la eficacia de su arma, dicen y repiten quela caballería (francesa) nada ha hecho en la Guerra Mundial yque parece ser inepta para desempeñarse en un rol de importan-cia. Pero aún no se habla de suprimirla, sin embargo, ha surgi-do la idea de hacerlo. ¡Cuántos de nuestros más fervientes ydestacados caballeros, desesperando ya de tener una actuacióndefinida y brillante, han decidido o piden ser pasados a otrasarmas!

Tal temperamento y errada apreciación, revisten un gravepeligro, no para el arma en si misma, sino, para el éxito de con-junto en la lucha emprendida y para llegar a obtener la decisión

LA CABALLERIA FRANCESA EN LA 401

con la que se debe subordinar al enemigo a nuestra voluntad;problema grave y de suma importancia que sólo será resuelto conel concurso de la Caballería.

2) Es muy difícil que la Caballería pueda adaptarse a unsistema de guerra para la cual no ha sido preparada. Existenenormes diferencias entre la teoría y la práctica; entre el sistemade las guerras del pasado y el de hoy día. Los trabajos anterioresaparecen inútiles ante el desarrollo previsto de las operacionesque se han visto interrumpidos por los acontecimientos y que nopresentan con bastante claridad el buen resultado final del con-flicto .

¿Es esta Guerra, acaso, diferente de las otras en su forma;y por qué razón?

La caballería, ¿presenta el mismo valor relativo que tuvo enépocas pasadas, con relación a las otras armas?

En verdad, ¿ cuál es la realidad y cuál sería el medio más se-guro y expedito que le permitiera salir del atolladero en que se en-cuentra ?

Tales son los importantes y claros problemas que se lepresentan y que reclaman una pronta solución.

3) Las reflexiones que preceden tienen por objeto mostrar,a grandes líneas, el rol que corresponde a la caballería, presentan-do lo que ella no ha hecho, tratando de demostrar lo que puedehacer, a lo que está llamada y puede realizar mediante una orga-nización y preparación adecuadas que la capaciten para cumplircon su verdadero e importante rol.

Este estudio comprenderá cuatro partes: Las ocasiones per-didas.— Los servicios prestados.— ¿Ha terminado el rol de la Ca-ballería?.-— Lo que queda por hacer.

II.— Las ocasiones perdidas

a) Causas de los primeros fracasos.Como todas las Guerras; la Gran Guerra ha comenzado por

movimientos, maniobras y encuentros.Junto con el primer choque fuimos rechazados, ¿por qué?

l . º .Desde el comienzo, la preparación previa del enemigole aseguró, con respecto a nosotros, una superioridad numéricaque puede apreciarse en el doble.

2.º.—Las fuerzas materiales, intelectuales y morales de Ale-mania giraban en torno a la preparación de una guerra que, pornuestra parte, habíamos descuidado en absoluto, con la tareaque nos significaba el cambio constante de reclutamiento, la faltade créditos suficientes para mantener los cuadros y la economíaque se dejaba ¡sentir en las armas y municiones. En una palabra,descuidando completamente la preparación para una guerra queestimábamos no debía estallar.


Debemos declararlo: no estábamos listos ni preparados.3.º.—La nueva escuela táctica puesta en práctica entre nos-

otros, había transtornado todas las antiguas ideas y principios deseguridad, (Doctrinas Napoleónicas) haciendo que el ataque pri-mara por sobre todo otro principio. Ciegamente se aceptaba laidea de la ofensiva y se pretendía ignorar la defensiva.

La una y la otra tienen su valor claro y definido; desgracia-damente, demasiado tarde nos vinimos a dar cuenta de ello. Laciencia había conducido a pensar que las viejas verdades tác-ticas: la seguridad, concentración de las fuerzas, maniobra, ata-que con superioridad de fuerzas y la sorpresa, ya no tendrían va-lor.

Con los fusiles y cañones de que disponíamos, nos conside-rábamos tan fuertes y seguros, que sólo nos bastaría marchardesplegados para alcanzar el éxito perseguido. Con tal concep-ción, las reservas resultaban inútiles; faltaría el tiempo para em-plearlas. Sólo necesitábamos la acción del conjunto. Tal fué laconcepción y la forma como hicimos frente al enemigo, quienbasaba su acción en la maniobra estratégica. ¡ Defensiva en Lo-rena!.— ¡Ofensiva en Bélgica!.— Resistencia en el frente, mo-vimientos de ala. Combinación de todas las formas tácticas y es-tratégicas del combate.

Para las sorpresas, suprimimos las vanguardias. Se descon-fió de la Caballería y se cometió el error de exigirle pocas in-formaciones. A pesar de ello, la Caballería informó constante-mente, pero no se la escuchó y no se la consideró. Esta fué lacausa de que se marchara a ciegas y se llegara, muchas veces, aestrellarse contra organizaciones defensivas, a caer en trampas oa ser presa de emboscadas.

Fué así como junto con el primer choque obtuvimos comoresultado el aniquilamiento, las sorpresas y las desbandadas, fac-tor que se hizo sentir con mayor fuerza entre aquel elemento en-tusiasta que pensaba alcanzar la victoria en forma fácil y en me-dio de canciones guerreras.

El desorden y la desmoralización llegan a su colmo, cuandose deja sentir el peso de los obuses alemanes.

Resultado: retroceso hasta el Marne.b).—La retirada: fase de la Caballería.

La retirada, es una de las fases principales de la Caballe-ría .

¿Qué hace nuestra arma?.— ¿Cubre la retirada?.— ¿Retar-da la marcha del enemigo?.— ¿Permite que nuestras tropas to-men alientos y descansen para que puedan recuperar sus fuer-zas y levanten sus decaídos espíritus?

De ninguna manera.Para que retarde la marcha del enemigo obligándolo a que

sólo efectúe medias etapas, es necesario ofrecerle resistencia, esdecir, debe recurrirse al combate a pie.

LA CABALLERIA FRACESA EN LA 403

Pero la Caballería ignora que es capaz de hacerlo, por desco-nocer el poder de sus armas de fuego. Retrocede como las otrasarmas; con mayor rapidez aún, en puntos determinados, espe-cialmente cuando se encuentra en el ala flanqueante a la cualrodea, y dobla las etapas sobre la ruta de Bélgica a París.

Nada hace para incomodar al adversario, tampoco alivia ennada a la propia infantería y aniquila inútilmente sus caballos.No obtiene otro resultado que el de probarse ella misma su inu-tilidad como arma montada, en una guerra moderna que se pre-senta demasiado mecanizada.

Sin embargo: "RETARDAR", ¡qué magnífico es el rol quetiene al alcance de su mano!

Sabía acaso la Caballería lo que era y significaba la acciónretardatriz ?

Retardar es ganar tiempo. Es poner en manos del Coman-do el factor que le permita combinar una maniobra, recoger susfuerzas para llevarla a la práctica, ser el más fuerte en el puntoelegidos, atacar por sorpresa.

¿Efectuó esta ¡maniobra la Caballería? La efectuaron lastropas ?

¡No!Un día, cansado ya el Ejército de retroceder y apreciando

que toda etapa hacia atrás disminuía las probabilidades del buenéxito, prescindió de la Caballería y dió media vuelta.

El resultado de tal resolución fué "el milagro del Marne".c).—Victoria.

Por fin la Caballería siente sonar su hora. Las columnas enretirada se escurren por sobre todas las rutas que conducen aAlemania.

¿Qué se hace ahora necesario para asegurar este éxito, paratransformar la retirada en derrota, la derrota en desastre?

Es preciso que la victoria se explote sin tardanza, se impo-ne la persecución. Es el momento de pifiar los talones del ene-migo, hostilizarlo sin tregua en su marcha, recoger los rezaga-dos, apoderarse de las retaguardias, ganarle los flancos paraobligar a que las columnas abandonen los caminos y separar lasunidades que aún conservan sus formaciones, presionarlo hastalograr el rompimiento de todo enlace táctico y obtener que lastropas se diseminen sin formación alguna sobre los distintos ca-minos cortándoles toda retirada posible. Preparar la acción pa-ra caer sobre sus espaldas, cortándole loe puentes y toda vía queles facilite la marcha.

¿Qué ha hecho nuestra Caballería en presencia del cuadroprecedente?

No ha creído en la victoria.Ha vacilado dos días antes de iniciar su avance y ha avánza-

do presa de gran timidez retardando constantemente su marcha,detenida por los tiros de fusil de los rezagados.


No ha mordido, ni despedazado, ni estrangulado a su presa.Le ha dado tiempo para que busque refugio en su nueva guarida,las trincheras, donde se hace fuerte y donde aún permanece.

¿Qué causa ha dado origen a esta nueva situación?Para efectuar una buena persecución, hay necesidad de fijar

resistencias que permitan llevar a la práctica la maniobra pro-puesta. Es necesario apoderarse de los puentes, tomar tal vi-llorrio, cruzar a través de tal bosque y tener presente que el fuegosólo se ataca con el fuego.

La Caballería ignoraba aún que era capaz de resistir pie atierra. Se contentaba con seguir desde lejos y buscando siem-pre puertas que estuvieran abiertas.

Cuando las encuentra, no se resuelve a cruzarlas a fin de re-balsar la retaguardia del enemigo y tomar sus líneas desde losflancos o por la retaguardia, ayudada por la infantería que la si-gue muy de cerca, arma que debe mantenerle la puerta abiertaa fin que la Caballería pueda profundizar su avance hacia la es-palda del enemigo.

Pero para los jinetes resulta arriesgado y peligroso empe-ñarse en esta tarea desconocida bajo el estampido del cañón y delas otras armas de fuego del adversario.

Sólo el combate a pie permitirá abordar estos problemas, sis-tema que la Caballería aún ignora en absoluto.

En tal forma y por tales razones se perdió la más hermosa delas ocasiones estratégicas que se ofreció a la acción de la Caballe-ría.

d).—Las Trincheras.Hasta el momento, la Guerra se desarrolla como las Guerras

del pasado: Guerra de movimiento.De tal sistema de combate hubieran resultado: las combina-

ciones, las maniobras, los ataques, las resistencias, las marchas conacciones secundarias y principales, esfuerzos sobre un punto de-terminando, sorpresas y rupturas, aniquilamiento, explotación deléxito, persecución.

Tales fueron las Campañas de Italia y Rusia y, especialmen-te, la Campaña de Francia.

Como en los casos anteriores, si la Caballería hubiera podidoadaptar sus procedimientos a las nuevas exigencias que presenta-ban los armamentos, es indudable que hubiera podido jugar suverdadero rol de maniobras. La maniobra es el medio que permi-te llegar al ataque en las mejores condiciones.

En estas circunstancias es cuando se da comienzo al segundoperíodo de la Guerra: La Guerra de trincheras.

Este nuevo e inesperado sistema, trastorna todo lo que se ha-bía esperado y se tenía concebido.

En suma: ¿Qué es la Guerra de trincheras?


Es la reacción del enemigo batido que, al no ser perseguidoy hostilizado, tiene tiempo suficiente para preparar y acondicio-nar una línea fortificada de defensa.

Tal inesperado procedimiento, sumado al valor defensivo quepresenta la trinchera nos detiene y nos sorprende.

¡Hemos descubierto la "fortificación de campaña"!¿Acaso no conocíamos ya, desde tiempos pasados, el valor de

la trinchera ? No sólo teníamos conocimiento de ella desde los tiem-pos romanos, aún de fecha anterior a esta época.

Pero, estábamos cegados por el elemento impulsivo que pre-dicaba el ataque y no escuchamos las opiniones de aquellos quehablaban de defenderse y organizar posiciones.

¿Trincheras? ¿No las pusimos en práctica el año 70?También nos las presentaron los turcos, los boers y los rusos.

Las trincheras tuvieron vida, porque faltó la persecución. ¡ Que laCaballería confiese su falta y haga su "mea culpa"! Que la ar-tillería confiese también sus errores; la trinchera pudo robuste-cerse, porque no se tuvo ni dispuso con la oportunidad debida yen momento necesario de los proyectiles que debieron atacarla,para destruirla y facilitar el avance.

III.—Servicios prestados.

a) La maniobra por la izquierda.Aún se podía maniobrar por la izquierda; el terreno se presen-

taba libre. Sólo se tentó la maniobra cuando se comprendió la im-posibilidad de vencer atacando el frente. A este movimiento se leha llamado impropiamente "la carrera hacia el mar".

En realidad fué lo que se hizo, pero no era ese el objetivoque se buscaba.

Lo que en realidad se pretendía, era ganar en ligereza al ad-versario, a fin de ganar su ala y envolverlo.

Desbordar y envolver: maniobra.¿Cuál era el arma a quien correspondía esclarecer, conducir,

preceder y prolongar la maniobra?.— La caballería.En verdad, tal operación no podía resultar, sino era prepara-

da; por la caballería, la que, en escalón avanzado, debió presen-tarse sobre el flanco del adversario.

b) Ataques a pie.Fué lo que trató de efectuar la caballería. Pero, al querer

verificarlo, se estrelló con la maniobra opuesta de la caballeríaadversaria, la que se empeñaba en ganar tiempo a fin que losCuerpos de Ejército pudieran llegar al punto por alcanzar. Lacaballería adversaria llenó ampliamente su misión poniendo enacción el combate a pié, sistema al que estaba acostumbrada des-de hacía tiempo.


La caballería francesa recibió la orden de atacarla, emplean-do, también, el combate a pie.

Del cumplimiento de esta orden resultaron los combates enlas calles al Oeste de Lille, donde las dos caballerías se neutra-lizaron y donde Marwitz llenó su rol.

Los Cuerpos alemanes llegaron y prolongaron el frente.La caballería francesa circunda Arras y alcanza hasta el

mar, impidiendo así, que el enemigo desborde las líneas france-sas por el Norte. Después remonta sobre Yprés.

c) Acción retardatriz.Si este movimiento se hubiera ejecutado diez días antes, tai-

vez hubiese permitido ganar la línea del Lys, en Bélgica, y ro-dear a Marwitz por el Norte.

La ejecución de esta maniobra fué soñada por muchos Je-fes de caballería. Así procedió Murat inundando las llanurasdel Saale antes de Jena, con lo que dió comienzo a la triunfalpersecución del año 1806.

Desgraciadamente, cuando se la dejaba en libertad de ac-ción, la caballería había demostrado que solo se movía a tontas ya locas. Reabilitada ante la opinión después de haber empleadoBUS ataques a pie, fué arrojada hacia Ypree, Roulers, Cortemark.

El Ejército alemán de Amberes llegaba a grandes pasos.Sin embargo la caballería logró retardar, débilmente, su

marcha, lo que permitió que el Ejército francés de Flandes pu-diera llegar y establecer su frente sobre el Yser.

Esta acción retardatriz, de algunos días solamente, auna-da a la cooperación que la caballería prestó en la Batalla deFlandes, permitió que las unidades francesas y británicas pudie-ran resistir frente a fuerzas dobles y salvar lo que aún quedaba deBélgica.

Sin esta acción, Dunkerque, insuficientemente organizado,al igual que Boulogne y Calais, estaban perdidos.

El ala izquierda francesa, tomada de frente, por el flanco yla retaguardia, no hubiese podido asirse, sino a las colinas delArtois y, posiblemente, en el Somme.

Se debe, pues, a la caballería, el que se haya podido conser-var la línea del Yser, mantener la existencia de Bélgica, cubrirlas comunicaciones inglesas y salvar el Artois y la Picardía.

Tal resultado, de inmenso valor, sólo fué posible obtenerlomediante la acción del arma montada.

Tan importante servicio, único y apreciable prestado poresta arma hasta el momento, se debe únicamente al combate apie que se supo combinar con la rapidez, capacidad de fuego ycapacidad de movimiento.

d) La superioridad moral.Con la ejecución de las acciones expuestas, nuestra caballe-

ría justifica ampliamente el derecho a su existencia. Pero hay


más; existen otras acciones que se desconocen y que es necesariopresentar para que puedan apreciarse en su justo valor.

Los encuentros iniciales de la Campaña, los reconocimien-tos en fuerza (Pelotones, Escuadrones) en que se puso a pruebael coraje sin ejemplo de nuestros oficiales de fila y de nuestrossoldados. Con su decisión y energía, el jinete francés logró to-mar sobre el jinete alemán un ascendiente de tal magnitud, queno ha sido superado jamás por ninguna unidad a caballo.

A ello se debe que, a pesar de su inferioridad numérica, lacaballería francesa tomó sobre su rival una superioridad moralenorme. ¿Habrá que atribuir a este factor el partido de no acep-tar sino el combate a pié tomado por la caballería alemana?

¿Por qué, frente a nuestra caballería, se renuncia a la ac-ción a caballo y la acción sólo se circunscribe al combate a pie?

Por principio, siempre se renuncia a aquello que se es in-capaz de hacer.

Si la caballería alemana ha renunciado al combate a caballo,es porque ha comprendido que siempre será batida.

Otra consecuencia de esta apreciación lo muestra la caba-llería adversaria mostrándose timorata en sus operaciones; siem-pre evita el avance audaz que debe preceder a sus maniobras.

Si no hubiera temido empeñarse con nuestra caballería, lamarcha sobre París debió efectuarla en "Escalón avanzado" y.en la extrema derecha del Ejército alemán. Allí colocada, cuan-do esta derecha alcanzó Creil, hubiese podido entrar en París.

Tal fué la acción lógica que debió emprender,e) La estagnación.

Después de las acciones anotadas, la caballería permaneceinactiva. Descansa o se va a las trincheras. Los caballos no pres-tan utilidad alguna. Tal vez se pregunta si volverá a servir paraalgo. Quizás si compara sus ambiciones con la realidad.

Nada se ha realizado de todo aquello que se había prepara-do desde hace cuarenta años!

Es entonces cuando ciertos caballeros, aquellos que fueronlos más partidarios de la táctica audaz, del ataque a caballo; enmedio del trastorno de sus ideas, están listos para rechazar losprincipios en que descansa el buen éxito de su arma y para acep-tar, en cambio, que el armamento moderno y perfeccionado co-mo el fusil, la ametralladora y el cañón obligarán a que la ca-ballería abandone su forma táctica de combate a caballo paracircunscribir su acción al solo combate a pie.

IV. ¿Ha terminado el rol de la caballería?

a) El balance del pasado.¿Tienen la razón aquellos que abandonan la empresa des-

pués de haberla iniciado? ¿Acaso la Caballería ha perdido supuesto en la Guerra moderna?


Si pasamos una rápida mirada por sobre los acontecimien-tos precedentes, podemos deducir la siguiente conclusión: si enel transcurso de la actual Guerra se hubiese sabido emplear de-bidamente a la Caballería, es indudable que hubiera prestado ser-vicios de un valor incalculable y, posiblemente, los acontecimien-tos se hubiesen modificado a favor de Francia. Se hubieran ob-tenido informes más completos de la maniobra alemana por elNorte y, efectuando el arma montada la lógica y necesaria acciónretardatriz, de hecho habría impedido que el enemigo llegara aamenazar París.

También pudo cubrir la retirada francesa después de los fra-casos en Bélgica.

Tuvo ocasión de participar con buen éxito en la Batalla delMarne, empeñándose en los intervalos y en puntos determinados.

También se le presentó la espléndida oportunidad de perse-guir después de la victoria, introducirse en las vías abiertas quedejaban las columnas del Ejerció alemán en retirada, separar lasmasas, aislarlas, dejándolas en situación de ser batidas alternati-vamente .

Maniobrando por masas en el ala adversaria, se le presenta-ba la ocasión de rodear audazmente la izquierda alemana, amena-zando sus lineas de retirada.

Desgraciadamente, nada hizo dentro del cuadro que se expo-ne . Le hubiera sido preciso combinar la acción a caballo con laacción a pie y . . . aún ignoraba el poder de su fuego, desconfia-ba en la estabilidad de su tropa a pie y no estaba absolutamentecompenetrada del valor incomparable de sus jinetes.

Junto a la inconsecuente inacción que le anotamos, tambiénpresenta una actividad que debe reconocérsele como brillante,cuando, durante el período de cobertura, combate brillantementea la caballería alemana y le impone un saludable respeto a su ar-mas.

Se mantiene luchando y con ello gana el tiempo necesariopara que el Ejército inglés pueda llegar a Bélgica.

También combate contra las fuerzas alemanas que marchan alo largo de la costa y se bate en retirada, de Roulers a Ypres, has-ta que entran en línea los primeros Cuerpos del 8.º Ejército.

Durante veinte días y, como la mejor infantería, se mantie-ne en el frente de batalla y da tiempo para la llegada de dos-cientos cincuenta mil hombres que neutralizaron el esfuerzo delos quinientos mil alemanes sobre el Yser.

Gracias a la Caballería, Yprés figura como una de las gran-des fechas en la historia de Francia.

Avanzando un poco en los acontecimientos, Tolbiac, Bouvi-nes, Denain y Valmy representan el fracaso de una nueva y for-midable invasión germana.


Estimando que la Caballería sólo hubiese concretado su ac-ción a lo que se deja de manifiesto, derecho sobrado tiene a la es-timación y al reconocimiento general.

La Historia le acordará algo más.Estos hechos justifican la vida de la Caballería y la confian-

za que en ella debe depositarse. Dentro del estagnamiento for-zado a que la condenan los acontecimientos, debe permanecer tran-quila y a la espera de los espléndidos días que tiene por delante.Pero debe reaccionar y ocupar el tiempo de su inactividad en lapreparación de sus futuras actividades.

d) El error.Desgraciadamente, se ha podido constatar que al arma mon-

tada se le han presentado oportunidades numerosas y frecuente-mente decisivas que no supo coger y explotar, presentándose enpuntos donde pudo actuar con toda oportunidad, pero que no su-po aprovechar por no haber sabido obrar oportuna y convenien-temente .

Con frecuencia se le ve maniobrando en forma espléndiday estratégicamente, pero, tácticamente, es incapaz de maniobraren igual forma. Tenía y sentía la necesidad de emplearse, perole faltaba la resolución para servirse y emplear todos sus mediosde combate. Predominó en ella el principio del empleo a caballo.Es el fuego quien debe comenzar la acción abriendo el camino que,después, debe continuarse a caballo.

El combate a pié es necesario si se quiere forzar la primeraresistencia. Al enemigo se le encuentra siempre junto al abrigo ytras las medidas de precaución que ha levantado para su resguar-do.

Se hubiera podido forzar muchas puertas que se encontrabanmal o débilmente cerradas, pero, la educación recibida hasta elmomento no permitía pasar por aquellas partes donde se dejabasentir el tiro del fusil o el tableteo de las ametralladoras.

Educación errada, debemos confesarlo, que nos ha mostradogestos muy bellos pero gestos inútiles.

Debe manifestarse que toda maniobra tiene por principioconducir la tropa hacia el punto más ventajoso y conveniente, perotambién debe entenderse que toda maniobra resulta nula si nose termina por la acción táctica, el combate, donde se aprovechala superioridad de la propia situación para batir al adversario,

c) La hora de la Caballería volverá.Las ocasiones perdidas no volverán a presentarse; pero nace-

rán y surgirán nuevas; basta que la Caballería lo quiera paraque ellas se presenten. Es indudable que la situación ha cambiado.Nuestra propia inercia ha permitido que el vencido del Marne ha-ya transformado la Guerra de movimiento en una Guerra inmó-

M. del E. 4.


vil, aferrándose en las partes que ha conquistado dentro del terri-torio de Francia. Se han sacrificado millares de vidas y se debetener confianza en el porvenir. Debe perfeccionarse el ataque.Debe efectuarse con la reunión de todas las armas y dentro de unperfecto acuerdo.

Se ha estimado que el avance se pudo efectuar a tiro de ca-ñón a fin de economizar vidas humanas; pensando que la Guerrapuede hacerse a base de economías. ¡Tal se desprende de la "Ba-talla de artillería", durante el invierno del 14-15, en la Champag-ne. El adversario fué aplastado, pero.. . permaneció en sus hoyos,de acuerdo con el consejo que le dictaba BU experiencia.

Para desalojarlo, se comprendió que había necesidad de apro-vechar el enorme efecto moral que causa un bombardeo poderoso,seguido del ataque de la infantería que pone en juego la bayoneta,el machete y la bomba. El ataque logró abrir la brecha.

Los efectos de este éxito marchan con suma rapidez y la oca-sión se pierde a causa que las reservas avanzan muy lentamente ydemoran en llegar.

La experiencia es costosa, pero ella demuestra que siempreson aplicables las viejas doctrinas.

Mientras exista la Humanidad, existirán las Guerras. TodaGuerra se resolverá por Batallas y la victoria descansará en elmejor empleo del conjunto de las tres armas: el arma que lanzaa grandes distancias, el arma de choque que destruye y el armade la rapidez y la movilidad que termina la acción dispersando,persiguiendo y aniquilando.

En la "Batalla de la Artillería" se obtuvo el resultado quese esperaba de la conmoción y destrucción y, como no hubo ex-plotación del éxito, todo el trabajo resultó nulo.

Es indispensable que se terminen y exploten los resultadosdel combate y es la Caballería quien asume el importante papelde desorganizar y perseguir.

No se vió que este principio se practicara en el Marne, ni enArras, ni sobre diez otros puntos que se presentaron al arma mon-tada . La reacción la obligará a hacerlo mañana, dentro de un mes,posiblemente más tarde. Pero el día tendrá que llegarle y, con elimpulso que le ha dado la experiencia, ella sola se sentirá y serácapaz para llenar esta tarea: "terminar y explotar", tarea quetiene que cumplir si se desea terminar la Guerra.

d) A aquellos que no creen.Muchos son los que se han desorientado ante la novedad que

presentan tan adversos procedimientos y si aceptan que la in-tervención de la Caballería es necesaria, se hacen la pregunta desi la Caballería puede aún salir de sus actuales dificultades, pormedio de un rompimiento.

Ante el hecho; que se presenta, tanto hoy como ayer, porprincipio, debe romperse el dispositivo del adversario, desarticu-


liando sus fuerzas y quebrando su voluntad. Consumado lo másdifícil, será posible batir en detalle las rotas agrupaciones del

conjunto.No es, pues, ninguna novedad lo que nos salta a la vista.

Tanto en ésta como en las otras Guerras, el éxito táctico se haobtenido en dos formas: mediante el ataque de alas, que no es;posible en la actualidad dado a que nos apoyamos en el mar, y en

la neutralidad, y mediante el ataque central, único que queda anuestra disposición.

Este último puede alcanzar resultados favorables, los acon-tecimientos lo han indicado muchas veces.

Cuando se es dueño de la situación, siempre existen y se pre-sentan momentos oportunos, que son fugaces y que es necesarioaprovechar. Lo han demostrado todos los grandes ataques: LesEsparges, Porthos, Neuve Chapelle, Arras.

Son ocasiones que deben atraparse con toda decisión, conabsoluta energía y con la mayor rapidez, todas propiedades ab-solutas del arma montada.

Las Objeciones.

1.º.—Los pesimistas objetan que hubo muy bellas ocasionesy que se las dejó pasar y dicen, ¿volverán a encontrarlas la Ca-ballería?

Indudable que sí. Basta únicamente que se quiera. La rup-tura es posible. Veinte hechos lo han demostrado. Unicamentees necesario que se pase por sobre las próximas brechas abiertas.

Es todo lo que se necesita para continuar la Guerra de Mo-vimiento, de sorpresa, de persecución, de maniobra. Hay nece-sidad de pasar al otro lado del muro que nos inmoviliza, paraencontrar la Guerra que la Caballería reclama y necesita. LaGuerra donde la Caballería, instruida y fortificada por la expe-riencia, asumirá su verdadero papel y sobresaldrá en el desem-peño de su noble rol.

2).—Se ha dicho que la brecha ha sido abierta en condicio-nes excepcionales. No es exacto. En todas partes donde se haatacado en fuerzas y por sorpresa, se ha conquistado la posición.Si no se ha obtenido un éxito mayor, fué porque no se le calculóen su verdadero valor y porque no se estaba preparado y listopara explotarlo.

El rompimiento de la puerta no constituye una excepción,bien al contrario; es el lógico resultado de toda operación prepa-rada a base de la combinación de las fuerzas junto a la sorpre-sa, rapidéz, resolución y audacia.

3).—Los tímidos manifiestan que, si Be logra pasar el obs-táculo, el avance será detenido y el audaz embotellado.


Error de psicología; resulta más fácil ampliar un éxito con-seguido, que llegar a obtenerlo. Pero, esta ampliación imponeuna condición: proceder con toda rapidéz, dejando de lado todofactor que pueda retardarlo. Debe irse de lleno a la desmorali-zación del adversario, precipitando los acontecimientos destina-dos a sembrar el pánico en sus filas a fin de neutralizar los efec-tos del armamento perfeccionado.

4).—Después de conseguido el primer objetivo, aparece unnuevo problema: surgirán nuevas lineas de resistencia poderosa-mente organizadas. ¿Se contará con la fuerza y los medios paraefectuar un nuevo ataque?

Si antes de seguir adelante se piensa de esta manera, signi-fica colocar el éxito en la balanza del fracaso.

Sólo hay que tener una divisa: romper, ensanchar, penetraren la brecha, barrer la retaguardia en el campo de batalla, iniciarla persecución inmediata, llevarla a fondo, sin detenerse, inun-dar los caminos, llegar hasta los puestos que la línea haya orga-nizado a retaguardia, ganar en su marcha de aproximación a lainfantería enemiga y llegar hasta los puntos por alcanzar antesque ella pueda cooperar.

Para cumplir con esto último, sólo se necesita: primero, serel más fuerte sólo un momento y, segundo, ser el más rápido.Ninguna imposibilidad teórica impide que se unan estos dos fac-tores. Sólo queda la obligación de probar su utilidad práctica:preparar la futura acción, querer y atreverse.

5).—Lo que queda por hacer.A).—Reflexiones antes de la acción.

a).—Fin de Batalla: el asalto.1).—Hace ya un año que ambos adversarios están frente a

frente. En todas partes las trincheras se enuentran a muy cor-tas distancias, a distancias de asalto: 50, 30, 20 metros.

Las alambradas, ametralladoras, granadas de mano y el ca-ñón, ¿han impedido que se lleve a cabo el último asalto? Posible-mente este último asalto ha sido ya dado y debe, para que seacoronado por el éxito, prolongarse hasta las baterías a fin deenmudecerlas y, guardando el terreno conquistado, abrir en elfrente una gran avenida que no esté batida por los obuses.

2).—La noción de este impulso hasta más allá de las bateríases reciente. Pero aún no ha sido lo suficientemente establecido;de aquí que resulten nulos tantos esfuerzos. Esta nueva necesi-dad se presenta en el desdoblamiento de las líneas de resisten-cia : la infantería sobre una primera posición, artillería muy aretaguardia, colocada detrás de la cresta que sigue y vigilan-do por medio de sus observadores colocados en primera línea.

Hasta el momento se han confundido las posiciones de laartillería y de la infantería; de un solo impulso se las obligaba aabandonar sus reductos.


Deduciendo de estos hechos, bien pudo creerse que era su-ficiente llegar hasta las posiciones de la infantería para después,'seguir adelante. Pero el poder de la artillería y el perfecciona-miento de sus métodos de tiro han dado la voz de alarma, bar.rriendo el camino de la infantería, la que se ha visto obligada adetenerse para respirar.

Sin embargo, para obtener el triunfo hay necesidad de se-guir adelante; es preciso que el ataque de la infantería semejela superficie del mar; una ola detrás de la otra, hasta llegar alas baterías. Sólo entonces será posible efectuar la perforación.

3).—La fase actual debe ser considerada como la última dela Batalla. No Be trata de una Guerra nueva, solamente estamosenredados en una Batalla abortada, en la cual, la preparacióndel ataque se ha eternizado por falta de munición.

La toma de contacto, la aproximación y el combate mismo,son hechos consumados. Se está a distancia de asalto, último ac-to que queda por efectuarse.

Nada existe que pueda tergiversar las ideas: la fortifica-ción es más fuerte de lo que se quisiera, el asalto guardará rela-ción con ellas y será más duro. Por su parte, la preparación se-rá de una potencia tal, que romperá todas las resistencias, tantomorales como materiales.

La artillería asestará su golpe de "ariete" y la puerta ce-derá . La infantería franqueará esta brecha y la abrirá en toda suamplitud.

Será entonces cuando la Caballería llevará su empuje hastamás allá, empuje de fondo al que seguirán las otras armas, paraque la marcha adelante se prosiga con todas las fuerzas reuni-das.

b).—Condiciones preliminares.1).—Para que el ataque tenga éxito, es necesario que se ter-

mine con la acción de la Caballería y para ello deben tenerse pre-sente algunas consideraciones de importancia.

2).—Condiciones materiales.El frente presenta sectores donde resulta inútil tentar el pa-

saje. A causa de la acción constante de los obuses, el terreno sepresenta accidentado en tal forma que, aunque se abra la bre-cha, no podrá ser salvada por la Caballería con la rapidéz que esindispensable.

Hay, pues, necesidad de elejir como punto de ataque aque-lla parte del terreno que no presente otro obstáculo natural queel de la trinchera misma y sus defensas accesorias. Por lo ge-neral se le encontrará en todas aquellas partes del frente dondeno se hayan librado luchas o combates violentos.

Para que la Caballería avance con la rapidez necesaria, espreciso que las pistas que tenga que salvar sean preparadas conla mayor rapidez. Este trabajo corresponde efectuarlo a las com-


pañías de ingenieros que deben estar equipadas con tal objeto.A los zapadores de la Caballería se les mantendrá en las filastanto tiempo como sea posible a fin de emplearlos posteriormen-te en resolver aquellas dificultades que se presenten después dehaber roto el obstáculo que impide la pasada.

Las pistas y las líneas telefónicas se extenderán hasta lasprimeras líneas de trincheras francesa, punto donde permanece-rán los trabajadores encargados de prolongarlas. (Tantos equi-pos como rompimientos se efectúen, y tantos grupos de equiposcomo pistas hayan de construirse o arreglarse). Este personaltrabajará simultáneamente en todas partes, y deberá suprimirlas primeras dificultades en un tiempo mínimo (20 a 30 minutos).

Para que la Caballería pueda efectuar su movimiento haciaadelante se tendrá presente que es factor de capital importanciael que tiende a suprimir o evitar todo fuego que esta Caballeríapueda recibir dentro del desfiladero que debe franquear. Enconsecuencia, hay que limpiar la zona de terreno (un compar-timento) donde el enemigo haga actuar infantería, ametralla-doras y donde los observadores de artillería se preseten a lavista directa.

La Caballería puede tentar el avance, pero sin lograrlo, enaquellos corredores que se encuentran batidos por un fuego sis-temático .

¿Es posible fijar la extensión del hueco necesario?No; pero puede llegarse a una conclusión sobre las exigen-

cias mínimas que son indispensables.Por parte de la infantería, en el sentido de la profundidad,

es necesario que pueda llegar, sin detenerse, hasta las bateríasadversarias de tiro rápido y silenciarlas, tanto para asegurar laocupación más o menos segura y eficaz de las trincheras conquis-tadas, como para permitir el seguro movimiento de las tropasde apoyo (infantería y caballería).

En cuanto al ancho del corredor previsto, depende especial-mente de los accidentes y foma del terreno. En un terreno abso-lutamente plano, bastará un corredor de seis a ocho kilómetrospara que se le pueda cruzar por el centro, sin tropezar con lasráfagas de fuego hechas por las baterías laterales.

Unir el éxito a la conquista de ocho kilómetros del frenteadversario, prácticamente equivocadora a declararlo imposible,pues, dada la extensión del terreno, no se podrá obtener la victo-ria con un solo golpe. Por otra parte, el éxito obtenido en diver-sos ataques, tampoco realizaría la condición de sorpresa que esindispensable.

Hay necesidad de circunscribir la acción a un espacio de te-rreno reducido, (2, 3, 4 klms.) montar el ataque para apoderarsede todas las alturas longitudinales y quedar dueño absoluto detal terreno. Sólo entonces se le podrá invadir y hacer pasar la


caballería que, de parte del enemigo, sólo recibirá un fuego sinprecisión alguna. Después, la velocidad del avance será el me-dio que le permita llegar al fin propuesto, antes que el adversa-rio se haya rehecho, pueda organizarse y emplear el fuego porráfagas de su artillería.

3).—Condiciones morales.Para obtener buen éxito, el ataque preparatorio debe efec-

tuarse por sorpresa, accionando con mayor fuerza sobre la partemás débil. A pesar de la necesidad que existe de emplear efecti-vos considerables, nunca debe descartarse la sorpresa; la fuerzano tiene su verdadero valor, sino cuando es empleada sobre unpunto débil. Sólo la astucia permite realizar esta acción.

Las tropas encargadas de tal operación, sólo a última horadeben llegar al punto de ataque, y los distintos cuadros necesitanhaber estudiado a fondo la acción por realizar. Para no denun-ciar intempestivamente sus intenciones, la artillería efectuarásus reglajes dentro de la mayor prudencia y no poniendo en ac-ción sino una por cada cuatro o seis de sus piezas.

Para asegurar y sacar el mayor provecho del efecto causadopor la sorpresa, es necesario que el ataque de la infantería, pode-rosamente preparado y secundado, sea impulsado con la mayorrapidez, lo que le significa la condición del éxito táctico sin grandespérdidas. También procurará desmoralizar al adversario dentrodel sector elegido y, haciendo desaparecer los primeros peligros,permitirá el empleo rápido y provechoso de la caballería.

El ataque más provechoso no es aquel en que se obtiene unmayor número de bajas, sino aquel cuya acción rápidamente lle-vada ,hace que el adversario pase bruscamente de la confianza aldesorden y a la confusión. Esta depresión provoca le desmoraliza-ción con la que, el defensor pierde todos los medios que le per-miten reaccionar de inmediato.

La desmoralización se obtiene por el empleo EN RAPIDEZ delas fuerzas antes que por el empleo de las fuerzas en lo que se re-fiere al poder que ellas representan.

De ello se desprende que: el obstáculo por vencer en la zonade fuego, no el obstáculo en sí mismo, sino que es la resistenciaque opone el enemigo en el momento preciso.

La primera condición necesaria que aparece para la acciónde la caballería, es el éxito táctico del ataque de la infantería. Eldebe abrir un hueco en toda la profundidad de la zona fortificada,en un tiempo suficientemente corto y donde el obstáculo pasivoes constante, para que el enemigo no tenga tiempo de constituirnuevas reservas con las tropas desmoralizadas de la primera lí-nea.

c).—Condiciones de la acción de la Caballería.1.º.—La ocasión.La progresión debe ser metódica; es decir, reflexionada, acep-

tada, organizada, articulada, apoyada y continuada.


Metódicamente, no quiere decir marcha lenta y por actos se-parados. No se debe pensar ni ordenar: hoy llegaré hasta tal pun-to y hasta tal otro mañana. No es el caso de considerar el avanceen tal forma frente a la situación que se describe, no. Se debe irtan lejos como lo permita la ocasión, pero ordenar y efectuar elavance en conjunto y dentro de una acción combinada. Jamásen una acción aislada que carecería del poder necesario y resulta-ría peligrosa.

2).—Objetivo: el adversario.El ataque de la Caballería debe avazarse como una cuña en el

seno de la zona enemiga, apoyando la cabeza en sus flancos y, eltodo, junto al apoyo de la infantería que debe seguirla.

No se trata de alcanzar objetivos topográficos, que sólo ser-virán para coordinar las acciones, orientarlas y articularlas en-tre sí. El objetivo por alcanzar debe ser las tropas adversarias,único factor de importancia, puesto que se trata de batir tropas yno de batir kilómetros.

Para batir al adversario, ningún momento se presenta máspropicio que aquel en que se le encuentra deshecho, desmoralizado,desamparado y en desorden.

Si se deja pasar esta ocasión, significa el fracaso de hoy y eldesastre de mañana.

3).—La sorpresa.Si se quiere tener plena confianza en el buen éxito de una

aventura semejante, es preciso recordar que la rapidez y la sor-presa son las que han generado, tanto en el pasado como en el pre-sente y darán también en el futuro, el germen que desarrolla laelevación de la moral. Ninguna arma como la Caballería posee ymaneja estos factores.

Si hasta la fecha el arma montada no ha puesto en juego es-tas características, ha sido porque sólo ha confiado en su podercombativo con perjuicio directo para el provecho y rendimientoque pueden darle sus otras cualidades.

4).—Ver más allá del éxito obtenido.Los últimos ataques han demostrado la posibilidad de una

ruptura, pero de este hecho no se ha sacado todo el provecho ne-cesario. Defecto de escuela, experiencia de las maniobras: enrealidad, no se había estudiado el ataque.

Sólo se estaba sujeto a la idea que emanaba del primer gra-do : LO QUE SE HARA EN PRIMER MOMENTO sin llegar aprofundizar aquella del segundo grado: LO QUE SE HARA si seobtiene el resultado esperado para ir todavía más lejos, abarcarel tercer grado: EN QUE FORMA contestará el enemigo y QUERESPUESTA ES CONVENIENTE DARLE.

No se puede continuar haciendo escuela en tal sentido; mien-tras la experiencia instruye, debe aceptarse que también instru-ye el enemigo. Cada nueva tentativa de ataque se estrella contra


una mayor preparación. Al demostrarle la incapacidad para ven-cerlo, se le presentan sus propias debilidades y se le señala laforma de remediarlas.

Se impone la necesidad de reflexionar maduramente antesde eprender una nueva acción. Prever todas las posibilidadespara no volver a ser sorprendidos por los acontecimientos. Porel contrario, se debe ser capaz de obrar de inmediato y en el senti-do de la acción general para correr y llegar más allá del primeréxito obtenido.

d) Táctica del ataque (caballería).1).—Paso de las trincheras.Si las condiciones preparatorias para el ataque se han rea-

lizado, (ser dueños del terreno elegido), el paso de las trinche-ras no es sino una cuestión de mecanismo.

El terreno accidentado se cruza lo más rápidamente posible,por las pistas preparadas, las unidades unas a continuación delas otras. Se marcha sin interrupción y se desemboca más allá pa-ra volver a las formaciones en los puntos que lo permitan, mien-tras que las antenas de operación (reconocimientos, patru-llas, vanguardias) ganan campo adelante para ver lo que todavíaes posible de hacer.

La acción que debe emprender a partir de este momento, eslo que importa definir. Desembocar al final del corredor nosignifica nada; lo que debe hacerse después, eso es todo. Solose hará lo que se pensó hacer, lo que se acordó realizar.

La artillería de las Divisiones de Caballería no tendrá queintervenir para ayudarla a salir de su corredor; permanecerá so-bre sus ruedas listas para correr adelante y cooperar a la ac-ción del arma montada.

El movimiento hacia adelante será exclusivamente apoya-do por la artillería del ataque en las condiciones previstas y re-glada hasta en sus menores detalles.

La artillería del ataque debe:a) cubrir y flanquear el movimiento de la caballería mien-

tras esta salva la zona fortificada.b) después, apoyar sus movimientos sobre los primeros

objetivos (mediante los observadores lanzados sobre la posiciónconquistada).

El empleo de la artillería de las Divisiones de caballería, susmisiones, su posible emplazamiento, su movimiento; deberán serprevistos y estudiados con toda minuciosidad.

Es evidente que esta artillería será un elemento que, loantes posible, deberá llevarse sobre la posición conquistada.

2).—Los objetivos.Efectuada la salida, ya no se tratará de ir sobre un objetivo

topográfico, sino de obran directamente contra el enemigo. Siéste se mantiene firme sobre el campo de batalla, la caballería


debe proceder contra sus reservas y su artillería, correrá des-pués, a las puertas de retaguardia del campo de batalla y las ce-rrará, para evitar la salida de los que huyen y para impedir laentrada de los refuerzos.

Si detrás de la línea rota no se encuentra sino en vacío, (sor-presa), es evidente que queda por cumplirse la segunda parte de.la misión emprendida.

Finalmente, si se dispone de una caballería suficiente o si laimportancia de un objetivo preciso lo exije, (embarque o de-sembarques), estas fuerzas se dividirán en dos partes a fin deacudir simultáneamente a las dos acciones: terminar y profun-dizar .

A menos que se trate de una misión especial de este últimogénero, la caballería debe prepararse para trabajar en la reta-guardia del campo de batalla a fin de hacer frente a la resis-tencia que deberá aniquilar.

La dirección y el objetivo topográfico, no serán sino indica-ciones que le servirán como medios para orientar la acción de lasunidades en el sentido que se desea. Se marchará hacia el obje-tivo barriendo, sin esquivarlas, todas las dificultades que se pre-senten .

Sólo se persigue un fin: batir al enemigo. Interesa aprove-char el momento favorable y oportuno en que éste, atacado yarrollado, comienza a desmoralizarse. Es la hora y el momentomagnífico en que la caballería debe saltar sobre su presa y des-pedazarla con toda energía y decisión.

Antes que nada, atacará a la artillería, cuyos sirvientes yguardia quedan sin seguridad en los primeros momentos de laruptura del frente. También es un objetivo precioso la infante-ría que huye, la que está en movimiento, Ja que llega y la queaún se mantiene penosamente en sus posiciones.

No debe descuidar a la caballería adversaria.La regla general aconseja proceder por orden lógico; correr

primero hacia lo más necesario, después hacia lo más productivo.3).—La articulación.Cada División recibe un sector de acción, dentro de este sec-

tor escoge, cada una, sus objetivos sucesivos.Buscará el contacto con los elementos vecinos, a fin de coo-

perar a su acción en caso sea necesario y si las circunstancias lopermiten. Esta solidaridad está destinada a prolongar el éxitoobtenido y facilitar la ulterior progresión del conjunto.

Dentro de la confusión que producirá la ruptura de la lí-nea, la caballería se esforzará por prolongar la brecha abiertahacia loe flancos. Algunas fracciones seguirán a lo largo de laslíneas telefónicas a fin de cortarlas, y correrán después hacialos puestos de Comandos y Cuartel General para tratar de to-marlos. En una palabra; la masa de caballería hará "explosión"


desde el momento en que se haga presente y procederá en talforma que sea capaz de rubricar inmediatamente los éxitos al-canzados y prolongarlos a lo largo de la zona de desmoralizacióncreada por el feliz resultado del ataque.

En el primer salto, la masa se articulará en agrupamientosde combate que constituirán la masa central con guardias "pe-riféricas" que impulsarán sus ataques sobre todos los objetivos asu alcance.

El Grueso, en formaciones anchas, constituye un depósito defuerzas desde donde partirán, según sean las necesidades, loenuevos ataques, o hacia donde se incorporarán las agrupacionesque hayan terminado su obra. Tal sistema permitirá la prose-cusión de la acción principal.

Terminada esta primera tarea, un segundo salto conduciráa un segundo compartimento del terreno, donde se proseguirá latarea en igual forma.

La progresión debe ser metódica y rápida y la acción de lacaballería puede compararse con los movimientos de un pulpoque extiende sus tentáculos por sobre todas las presas que en-cuentra, para no abandonarlas sino hechas pedazos o completa-mete aniquiladas y exhaustas.

4).—Progresión por acciones tácticas.¿Deben atacarse o seguir adelante, esquivándolas, las posi-

ciones ocupadas y los puntos de apoyo defendidos?Tal es el punto delicado de la cuestión.Para las tropas que tienen, un objetivo preciso: "ir a tal

puto para cumplir tal misión", no cabe ninguna duda; no haydesentendimiento posible, debe amarrarse a todas las resisten-cias. Es necesario seguir adelante con toda energía, llegar has-ta el fin que se persigue, ya sea empleando la astucia o pasandopor la fuerza si ello es necesario.

Para el caso más general y para aquella tropa cuya misiónes la de terminar y explotar a su máximum el éxito obtenido, esevidente que el objetivo principal es aquel que tiende a aniqui-lar a todo enemigo que se presente, hasta ponerlo fuera de com-bate.

1.—Tomar prisioneros, tanto a los individuos aislados comoa las pequeñas fracciones.

2.—Desorganizar las tropas que aún se conserven en Orden.3.—Sobrepasar o penetrar en las resistencias, con toda ener-

gía y rapidez.4.—Perseguir a la fracción enemiga contra la cual se obra,

molestorla y sobrepasarla en los puntos de pasaje obligado, tra-tando de capturarla con un solo "golpe de red".

5.—Continuar la acción durante la noche con aquellos órga-nos que sea posible adelantar, (pequeños destacamentos de perse-cución) los que, mediante una presión constante, permitirán que


la masa de la Caballería, desde las primeras horas de la mañana,pueda proseguir la tarea que se ha impuesto.

5).—Las resistencias.En el cumplimiento de su tarea, la Caballería se encontrará

con la resistencia presentada por las tropas que están a cargode loe puntos de apoyo, bosques y aldeas, desde donde recibiráfuego.

¿Debe atacarlas? ¿Será necesario dejarlas de lado para pro-seguir el avance?

Por principio, debe atacarlas. Estas tropas forman parte delenemigo que debe destruirse; son grupos adversarios que, al reci-bir refuerzos, harían peligrar el avance de la Caballería, pues lasepararían y aislarían de la infantería que la sigue.

La acción del arma montada es la prolongación de la acciónde esta infantería, por eso sigue sus pasos a fin de apoyarla. Eseste lazo de unión de las dos armas el que permite y facilita lasolución de las dificultades.

Todo punto de apoyo del adversario que se encuentre sobrela ruta de marcha, debe ser estudiado y atacado. (Fijar la ma-niobra, es decir, tomarlo de flanco o por la retaguardia). Si elenemigo es fuerte y resiste, resultará inútil insistir, bastará man-tenerlo en combate con tres, cuatro, cinco secciones y esperar lallegada de la infantería.

¿Y si se encuentra una línea de puntos de apoyo?Se tratará de romperla.Si los puntos de resistencia están alejados y si el terreno se

presta, (caminos intermediarios), atraer la atención con ataquesenvolventes exteriores sobre los dos puntos de apoyo entre loscuales se quiere pasar. Atraída la atención y la acción del ene-migo hacia sus flancos, fuera de la dirección principal del ata-que central, se le dará impulso al ataque principal, sea a caballosea a pie, según el caso, para tomar los dos puntos de apoyo fija-dos en los flancos o en la retaguardia por la línea interior y seles hará saltar.

Si se cae sobre una línea continua, es preciso romperla. Seprocederá como queda indicado, pero el ataque central debe es-tar debidamente apoyado.

Finalmente, si el terreno se presta para ello, será interesan-te lanzar un ataque apoyado por el fuego de las carabinas y siem-pre que el enemigo no esté seriamente atrincherado. Con tal pro-cedimiento se terminará, en la mejor forma y lo más rápidamen-te posible, la vigorosa acción ofensiva que se haya entablado apie.

6 Progresar sin detenerse.La progresión continuará por muchos días y siempre segui-

da de cerca por la infantería que tomará bajo su responsabili-dad la parte más delicada. Por ninguna razón las fuerzas ene-


migas deben quedar en situación de poder romper el enlace deestas dor armas, poniendo en juego las fracciones que han que-dado a retaguardia y puedan afectuar un fuego de barrera en-tre la caballería y la infantería que la sigue.

El arma montada sorprende, hostiliza, desorganiza y desmo-raliza ; en esta forma puede extender su acción bastante lejos,para ello es necesario que la infantería marche pisándole los ta-lones y la sostenga (sostener quiere decir servirle de apoyo ode punto hacia donde pueda replegarse con seguridad).

Unicamente el estrecho enlace entre las dos armas permiti-rá la feliz solución de las dificultades.

En esta forma se efectuó la persecución de 1806.Así debe efectuarse la de 1915.. . o la de 1916.7).—Unidad de acción.Como antes, ahora y más tarde, una sola idea principal e

incesantemente perseguida: una masa UNA, a las órdenes deUNO SOLO, para aplicar esta idea.

Pero una masa llena de vida, vibrante, articulada; un orga-nismo con un solo cerebro: el Jefe; un cuerpo: el Grueso. El to-do con sus miembros: las agrupaciones de combate; —con ma-no para atrapar: las guardias; con sus órganos de investigación:los dedos que palpan (seguridad cercana, patrullas y reconoci-mientos de combate)— los oídos que escuchan: seguridad a lar-ga distancia, los ojos que ven: descubierta.

El organismo humano es el más perfecto que existe; es a éla quien debemos imitar en las organizaciones de conjunto don-de actúan los individuos, para poder tener la mayor perfecciónen la acción general.

Si no se desea que los gestos degeneren en el ridículo, haynecesidad de mesurarlos.

¿Cuál puede ser el ancho de la zona de acción de una Divi-sión? Para que las Brigadas puedan coordinar sus acciones conla precisión debida, se hace indispensable no espaciarlas en zo-nas mayores de 1.500 a 2.000; lo que da una zona de acción nomayor de seis kilómetros. Es dentro de esta zona de acción don-de la Caballería debe obrar si no quiere ser tomada bajo un efi-caz fuego de las baterías colocadas sobre los flancos de su ejede marcha.

Generalmente recibirán sus objetivos particulares cada unade las tres Brigadas, de una División; ello sólo significa una for-ma momentánea de la progresión del conjunto, puesto que noatacarán en forma aislada, sino en un solo empuje simultáneo:.Para que el éxito de una sea aprovechado por las otras, las Bri-gadas terminan por juntarse y obedecer a una misma voluntad,trabajando sobre la línea que señala la misma acción principaly listas para contenerse, cuando sea necesario, sobre el eje de laDivisión, para correr detrás del triunfo de la idea principal.


Tal es la idea que debe primar por sobre toda otra conside-ración .

e).—Condiciones de una ofensiva.1).— Existe una base precisa en la cual fundamentarlos es-

tudios, los trabajos, las reflexiones; un cuadro dentro del cualhay que moverse. Tal base es la Instrucción del General Coman-dante en Jefe, de fecha 18 de junio, que queda resumida en lassiguientes líneas:

2).— Caballería para terminar.La infantería consigue romper y, aún, alcanzar la línea de

la artillería. Llega el momento en que esta tropa sufre una deten-ción, porque la infantería no puede explotar más lejos y con ma-yor rapidez el éxito de su triunfo inicial.

Explotación ¡ es a la caballería a quien incumbe conocer ypreparar esta acción!

3).— La intervención es posible.En la retaguardia de las organizaciones: terreno libre, las lí-

neas preparadas, pero no ocupadas.Si se quiere encontrar nuevamente la característica de la

Guerra de campaña, deben fraquearse las líneas detrás de la in-fantería. Por do tanto, aproximar la caballería a la distancia deintervención. Antes que nada, la caballería de las vanguardiasde las Divisiones.

4).— Preparación.Instrucción:—Ejercitarse en el paso rápido de las trincheras trastor-

nadas y en desorden.—Creación de pistas: equipos de brechas (zapadores) y de

destrucción (granaderos).—Formaciones apropiadas.—Destrucción de la artillería.—Servicio contra las ametralladoras enemigas.Preparación práctica.—Conocimiento del terreno. (Fotografías, croquis, recono-

cimientos, noticias, trincheras, centros, baterías.)Las órdenes deben indicar:—Misión de la caballería.—Conducción del ataque.—Objetivos lejanos.Preparación material.—Pistas a través de las trincheras.—Enlaces telefónicos.—Equipos de brechas (zapadores) listos al pié de la obra.5).— Ejecución.1.— Caballería de Cuerpo (o vanguardia de las Divisiones).

Unidades: articuladas en la proximidad del frente, al abrigo dela vista, listas para intervenir. (5 a 10 minutos de trote).


Apenas la infantería haya efectuado la ruptura, orden deavanzar. (Señal)

Los Comandantes de las primeras Unidades han seguido laacción desde un puesto de observación.

Formaciones de aproximación con relación al fuego y al te-rreno.

Pasaje de las trincheras, desembocar, pasar a la infantería,a.— Objeto:

Facilitar a la infantería el ensanchamiento de la brechaabierta donde las Divisiones de caballería podrán penetrar,(permitirles desembocar al otro extremo).b.— Medios:

Dirigirse a los objetivos (artillería, ametralladoras, infan-tería) .

Proceder como mejor lo aconsejen las circunstancias y se-gún se presenten: provocar la confusión, sembrar el pánico, des-truir lo que se encuentre a mano.

Ocupación de loe puntos de apoyo.II.— División de caballería.—Plan de conjunto.—Visar los objetivos; algunos pueden estar a grandes dis-

tancias .—Repartición de los objetivos entre las Divisiones de caba-llería, con las instrucciones del caso.Los objetivos pueden ser:

—Rapidez y sorpresa.—Atreverse y correr el riesgo.—Pasar; cualquiera que sea el ancho de la brecha.—Irrumpir sobe la retaguadia del campo de Batalla. Todas

las hipótesis deben ser previamente estudiadas.

E P I L O G O .

Ha sido necesario que avancemos hasta 1918 para que poda-mos ver a la Caballería en la plena explotación de sus éxitos, talcomo lo había previsto en 1915 el autor de este ensayo.

En los momentos actuales, la prueba ha sido llevada a lapráctica, en forma magistral, por el General Jominot-Gambetta

1. Baterías lejanas2. Refuerzos3. Estados Mayores.

4. Destrucción de nudos telegráficos5. Destrucción de líneas férreas6. Almacenes.

—El personal.

—El material.


en Macedonia en la acción de Uskub y en Siria, en la Batalla de"Hauran, por la fogosa caballería del Mariscal Allemby. AmbosJefes han demostrado que las victorias no son decisivas, sinocuando una arma móvil viene a explotar los primeros éxitos ob-tenidos, poniendo en práctica su empuje, su lijereza y rapidez deacción.

¿ Qué hubiera sucedido en Francia si los alemanes, en suofensiva de Marzo, hubieran explotado la inmensa ventaja ob-tenida, inundando la Santerre cuatro días antes, no con su in-fantería, sino con una poderosa y audaz caballería que hubieratenido por eje a Amiens?

¿Y si después de su ataque al "Chemin des Dames" en vis-ta que la progresión se amarraba a las dificultades del Tarde-nois, una caballería lanzada sobre Meaux, hubiera ocupado laimportante vía férrea de París a Chalons?

Finalmente: ¿Dónde hubiéramos terminado la Guerra, si elarmisticio no hubiera detenido las operaciones el 11 de Noviem-bre a las 11 de la mañana, cuando la IV. División de caballeríacomandada por el General Levigne-Delville, vanguardia delCuerpo de caballería Robillot, acababa de apoderarse de Gram-mont, a treinta kilómetros de Bruselas y sólo encontraba el va-cío delante de sus patrullas?

Allí también, como en Ulskub, como en Damas, era sólo laexplotación la que debía dar la victoria decisiva. Era la mar-cha al Meusa, al Rhin, al Elba, a Berlín, donde se hubiera fir-mado una paz más sólida que en Versailles.

Sin la explotación, a fondo, de la victoria efectuada por elarma móvil, se pueden ganar batallas, pero no se termina la Gue-rra.

LA CABALLERIA EN EL COMBATE 425

Asunto principal en el arte militar es la importancia quemuchos oficiales dan al combate a pie en los ejercicios doctrina-les de la caballería; como quiera que ha sido grande el entusias-mo que ha despertado el alcance y precisión de las armas de fue-go, que ha venido ha robustecer el poder de las tropas montadasen casi todos los ejércitos modernos.

Opiniones hay que sostienen que la caballería, pié a tierra,puede hoy presentarse a la infantería sin grandes temores, y lle-vando todavía la ventaja de poder obrar con rapidez sobre elfrente y los flancos de su adversario con solo echar mano de suscaballos para moverse en demanda de las posiciones que cuadrenmejor a sus propósitos.

Los que tales opiniones sustentan, arriban, naturalmente, ala conclusión de que, en cierto modo, la caballería es ya un armaindependiente, capaz de lanzarse en cualquier aventura, paratener el placer de cubrirse, ella sola, con las palmas de la victo-ria o asumir por su cuenta. . . las responsabilidades de una de-rrota.

Esta manera de pensar y ver las cosas halaga, sin duda, elamor propio de los que quisiéramos que nuestra arma fuera, nola mera auxiliar de la infantería, sino un factor capaz de obrarcon entera independencia, para asumir un papel principal y nosecundario en las escabrosas contingencias de una batalla. Por-que siempre será mayor mérito medirse con el enemigo desde elprincipio hasta el fin de los combates, que una vez señaladas lasposiciones del adversario, pasar a tomar colocación a retaguardiapara esperar allí, observando por los flancos, una circunstanciaque le permita dar pruebas de que se halla presente; o, en la ma-yoría de los casos, esperar que se (pronuncie la victoria, para salirveloz a coronarla.

Pero, al lado de los que dan grandísima importancia a lapresición y alcance de la carabina y, por consiguiente, el combatea pie, hay otros que miran desdeñosamente esta nueva faz conque la caballería puede presentarse al enemigo, y no pocos quepiensan que hay peligro en inculcar la jinete la idea de que le esfácil medirse a pié con el soldado de infantería, porque, dice elel Príncipe de Hohenlohe, "desde el momento en que el jinetellegue a admitir que puede combatir sin su caballo, esta idea da-ñará de seguro el verdadero espíritu de su arma. El principio de

M. del E. 5.

LA CABALLERIA EN EL COMBATE A PIE.

Por el Sargento Mayor de Caballería don Francisco J. Flores.


la asociación íntima del caballo y del jinete se altera, y el amordel hombre por su animal se debilita".

Con todo, unos y otros están de acuerdo en que el combatea pie de la caballería no puede proscribirse en absoluto, porqueocasiones habrá en que es posible obtener de él positivas venta-jas.

¿Cuándo ocurrirá esto?

En varias circunstancias, siendo una de las que más ventajaofrece, cuando se está a la defensiva y ha tenido la caballeríatiempo para atrincherarse. "En este caso, dice el ya citado autorde las "Cartas sobre la caballería", el combate a pie le serviráprincipalmente para engañar al adversario y ganar tiempo, por-que el enemigo que recibe balas que vienen del borde de una al-dea o de un desfiladero, no puede discurrir inmediatamente sitiene delante de sí infantería o caballería pie a tierra. Su cabezase detiene, la marcha se suspende. Hace reconocer la posición y es-tima imprudencia lanzarse a ciegas sobre ella, por lo cual resuel-ve rodearlas y principia a desplegarse; pero en este momento pue-de suceder que la caballería haya tenido tiempo de volver a mon-tar y desaparecer, y antes que el adversario engañado vuelva a to-mar el orden de marcha, pueden transcurrir horas enteras".

A este propósito recuerda el mismo autor que en la guerrafranco-prusiana, el 6 de Agosto de 1870 el teniente Dulac, en po-sición sobre el cerro Kaninchenberg, cerca de Torbach, detuvo consus dos escuadrones a toda la 13.ª división alemana, y en Dieu-louard, en el momento en que un destacamento de infantería fran-cesa llegaba por ferrocarril a ocupar este importante desfiladero,los dragones de la guardia, desplegados en tiradores y ocultos enlas viñas, hicieron creer al adversario que este punto estaba yaocupado por la infantería alemana, haciéndole tomar nuevamenteel tren y alejarse sin intentar un ataque serio.

En este caso, la acción de la caballería que engaña a un ene-migo poderoso haciéndolo creer que se trata de fuerzas numero-sas, puede tener gran influencia en el éxito de futuras opracio-nes, o en hechos que debieron o pueden tener lugar inmediata-mente.

Es, pues, de importancia suma que en ocasiones como de lasque se ha hecho mención, la caballería proceda rápida y enérgica-mente, para obtener, en el menor tiempo posible, las mayores ven-tajas.

Debe tener presente en el fuego a pie, sobre toda otra consi-deración, que midiendo sus fuerzas con la infantería, no podrá ja-más empeñarse en un combate de duración, porque en ningún ca-so dispondrá de más de cuarenta cartuchos por hombre.

LA CABALLERIA EN EL COMBATE A PIE 427

En la bandolera en uso en nuestra caballería, pueden llevar-se, como máximum, cuarenta y cuatro, si mal no recordamos.

Pero a la causa expresada debe agregarse aún que la infan-tería estará siempre más ejercitada en el tiro y más en poseciónde la discipina del fuego, que observada con conciencia por el sol-dado en la guerra moderna, le da manifiestas ventajas sobre unadversario atalondrado que, a media jornada, ha agotado ya to-das sus municiones.

Y el soldado de caballería no debe pensar en que, una vez em-peñado el combate, sus municiones han de ser reemplazada, por-que, como con mucha experiencia lo dice el autor de las "Cartassobre la caballería", éste es un problema que la misma infante-ría no ha resuelto aún.

No es difícil deducir de lo expuesto que, si la caballería seencuentra en ocasiones en la necesidad de batirse a pie, no debenunca olvidar que ese papel lo desempeña excepcionalmente, yque, sus armas principales son y serán siempre el caballo, la as-tucia y la energía. Porque la independencia que, respecto de lainfantería, le ha dado el arma de fuego, es bien relativa y sobretodo muy momentánea.

El uso no muy moderado de esa libertad, cuando opera ais-ladamente y a largas distancias de la infantería, podrá condu-cirla a un descalabro si no se toman en cuenta, con tino y habi-lidad, las circunstancias en que solo le será dado usar del comba-te con probabilidades de éxito.

El jefe de la caballería no olvidará —si el ataque que lleve escontra infantería— que el soldado de esta arma tiene en susmanos un fusil de mayor alcance que la carabina, dispone parael combate de mayor número de municiones, y es, sobre todo, unsoldado que se bate en condición normal, usando de todas lastretas que le ha dado la práctica del ejercicio en orden cerradoy abierto. En pocas palabras, tendrá, en la mayoría de los ca-sos, ventajas más positivas que el soldado de caballería.

Waldor de Heusch, hablando del combate a pié de la caba-llería, expresa su opinión en su obra "Consideraciones sobre latáctica del porvenir" en conformidad a la del Príncipe de Ho-henlohe:

"El gran poder del fuego, dice el distinguida profesor belga,conduce a ciertos autores a recomendar ese combate en numero-sas circunstancias y, con este objeto, ciertos generales desearíanque el sable fuese fijado en la silla en lugar de que cuelgue delcinturón, para que el jinete tenga mayor facilidad para bajardel caballo y maniobrar a pie. Hoy se ha pronunciado la fraseinfantería montada. Pero no es prudente hacerse ilusiones res-pecto de una arma de doble empleo.

Por mucho que se haga, las cualidades de un buen jinete yde un buen infante será difícil desarrollarlas simultáneamente,


y la doble instrucción que se dé será siempre en detrimento deuno u otro papel".

Por cierto que en Europa, donde esto se ha discutido en li-bros y folletos, no todos piensan como los autores citados. EnAlemania, en Francia, en Bélgica, etc., las opiniones se encuen-tran al respecto divididas.

Donde la importancia exagerada del combate a pié es asun-to que ya no admite discusión es en Rusia, que cuenta con 51 re-gimientos de dragones, armados con fusil y bayoneta.

Pero esta caballería sui generis no pasa de ser, para una granmayoría de tácticos europeos, una infantería montada, con grandes ventajas, sin duda, sobre la verdadera infantería, pero queaún no han sido experimentadas. Y para usar de una arma dedoble empleo como son los dragones, cuya importancia es pantantos, discutible; se necesita disponer de los recursos caballa-res de Rusia, que pasan de veintitrés millone de animales, encon-trándose en Siberia casi un caballo por habitante.

Así se explica que ese extenso país, disponga en tiempo depaz 635 escuadrones de 150 hombres cada uno, que le dan un efec-tivo de más de 95.000 jinetes.

Pero esa cifra respetable de dragones no ha alarmado a lospaíses limítrofes, porque los que se preocupan de la caballería,no ven la importancia que allí se le atribuye como caballería yponen en duda su brillante papel de arma desmontada.

La capacidad guerrera de los araucanos.Sus Armas y Métodos Militares.

Por Ricardo E. Latcham.

Síntesis del Memorial,

I.—Condición de los araucanos antes de la conquista española.

El grado de capacidad de una tribu, nación, o raza, no se esti-ma por el estado moral o cultural en que se encuentra en un mo-mento dado, porque eso generalmente obedece a ciertos factoresde otra naturaleza.

Cuando un pueblo se halla más o menos aislado, en una tie-rra de abundancia natural, siempre existe la tendencia a perma-necer en estado estacionario, y el mayor o menor progreso dependeen gran parte de la facilidad de sustentarse. Para salir de eseestado precisan nuevos factores que vengan a dar impulso a lasactividades latentes; por ejemplo, una escasez de alimentos, uncambio de clima o la invasión de otros pueblos.

En cuanto a los araucanos, a la entrada de los españoles losencontramos perfectamente adaptados a los medios en que vi-vían. El territorio ocupado por ellos, era de naturaleza abun-dante para una población no muy densa (no tomamos en cuentalas cifras de algunos de los cronistas, cuyo objeto era aumentary ensalzar, las proezas de los españoles) ; abundaba en productosnaturales, que proveían de una alimentación nutritiva y variadaa los pobladores, pero cuya recolección impedía las grandes aglo-meraciones de gente en zonas reducidas.

En los distritos donde escaseaban los productos naturales,se dedicaban a una primitiva agricultura, cosechando ciertoscreales para pasar el invierno.

La constitución social de los araucanos se basaba en la fami-lia. Cuando crecía ésta y se hacía demasiado numerosa para elfácil sustento del grupo en el lugar habitado, se apartaban lasramas menores, y buscaban nuevas localidades en que estable-cerse en condiciones favorables para sus necesidades. Estos gru-pos mantenían relaciones estrechas con los originarios y el conjun-to de ellos formaba la tribu. Por eso vemos en toda época, que


los araucanos se hallan repartidos en pequeñas agrupaciones,más o menos alejadas unas de otras, ocupando cada una al te-rritorio que requerían sus necesidades y modo de vivir.

No se puede deducir de esto, que eran poco capaces de pro-gresar : obedecían simplemente a la ley natural del menor esfuer-zo, y su sistema económico estaba perfectamente adecuado a losmedios en que se encontraban.

Igual cosa se puede decir en cuanto a sus cualidades y capa-cidad militares. La evolución de éstas depende primariamentedel número y calidad de los enemigos contra quienes es precisoluchar, y luego, del poder de asimilación de nuevos métodos,cuando la necesidad los hace obligatorios o provechosos.

Miremos por un momento los posibles enemigos de los arau-canos antes de la llegada de los españoles, para poder estimar elgrado relativo de adelanto o de atraso militar en que se encon-traban. Por el sur, moraban los chilotes y los cuncos, pueblospacíficos. A pesar de ser numerosos, no podían ser enemigos te-mibles para los araucanos, que los miraban con desprecio. Por ellado de la cordillera habitaban, durante ciertas épocas del año,tribus nómades de las pampas de la otra banda, como los puel-ches, pehuenches y poyas, pueblos más atrasados, menos consis-tentes y numéricamente inferiores a ellos. Por el norte, se en-contraban pueblos más domésticos y de una cultura superior, nomuy guerreros, y que fueron fácilmente dominados tanto por losincas como por los españoles. Durante el último período, tam-bién tenían las tropas y guarniciones peruanas; pero parece quedespués de la primera embestida no se produjeron entre los dosbandos encuentros de importancia, conformándose cada cual conguardar sus fronteras.

Por el lado de la costa, no tenían enemigo que temer. De mo-do que sólo por dos fronteras pudo llegar alguna amenaza deenemigos extraños; por el norte y por el oriente. Por este últi-mo lado, jamás tendrían que sostener una guerra formal, sinocuando más, malones repentinos de tribus aisladas y poco nume-rosas contra parcialidades fronterizas determinadas, que seríanrepelidos o vengados por los pobladores de la zona amagada.

El norte era la única frontera expuesta a invasiones deimportancia; pero, en cuanto sabemos, antes de la invasión incai-ca tampoco sería muy amagada. Con la llegada de los peruanos,cambió la probabilidad; pero al parecer, no se tradujo en hechosreales, después del primer ensayo, cuando la invasión fué con-trarrestada por las tribus fronterizas.

Po lo tanto, se puede deducir claramente que antes de la lle-gada de los españoles, no existían razones para una mayor cohe-sión entre los diversos grupos araucanos; sino que al contrario,todas las condiciones naturales conducían a la segregación delas parcialidades y su subdivisión en grupos poco numerosos e

LA CAPACIDAD GUERRERA DE LOS 431

independientes. Indudablemente existirían muchas peleas y gue-rras intertribales, como siempre sucede entre pueblos de pocacultura; pero en ningún caso, una guerra formal y prolongada, yte reducirían a una serie de ataques sorpresivos y represalias depoca importancia que cesaban ante un peligro común.

Por lo general, no se presentarían peligros de carácter na-cional y en las guerras con sus vecinos, como ya hemos dicho,bastaría la reunión de los pobladores de las fronteras amagadas,y pocas veces tendrían necesidad de solicitar socorro de otrasparcialidades. En consecuencia, no hubo entre ellos una organi-zación que permitiese reunir grandes unidades de combate en untiempo relativamente corto, ni un mecanismo que hiciese posibleaprovisionar y apertrechar un gran ejército durante una campa-ña prolongada. Cada guerrero llevaba consigo sus propias armasy provisiones, cuantas consideraba necesarias para la expediciónen que tomaba parte, que, por lo general, se reducía a una rápi-da entrada a sangre y fuego al territorio enemigo y una no me-nos rápida salida. Tal era la situación del pueblo araucano cuan-do entraron los primeros españoles.

II.—Las nuevas condiciones que tenían que afrontar losaraucanos con la entrada de los españoles.

Con la llegada de los españoles a Chile, estas condicionescambiaron para los araucanos y se les presentó una serie de nue-vos problemas imprevistos, que tendría que producir un cam-bio absoluto y repentino en su régimen militar y de la econo-mía política. Es nuestra tarea ver como afrontaron esta situacióny de qué medios se valieron para combatirla.

Hasta entonces los araucanos, como todos los pueblos ameri-canos, eran exclusivamente infantes, y no conocían el caballo.Más aún, la fauna del país no presentaba ningún cuadrúpedo degran tamaño. El mayor que ellos conocían era el "chilihueque"

"llama" y el "guanaco", animales inofensivos. Con toda pro-babilidad ignoraban la existencia de otros mayores.

Cuando de repente se encontraron delante de monstruos queles alcanzaban en pocos saltos y les atrepellaban sin compasión,pisoteándoles con sus herrados cascos, se puede imaginar cual se-ría su sorpresa y espanto. Ni su experiencia ni su valor le servíanen este trance. Su armamento resultó ineficaz, su formación, omás bien, su falta de formación regular, porque peleaban entropel, les hacía una fácil presa para el nuevo y terrible enemi-go.

Si agregamos a esto que, tanto los caballos como sus jine-tes, iban forrados con relumbrantes armaduras, contra las cua-les no hacían mella las pobres armas indígenas, es fácil concebircuan terroríficos aparecían ante los ojos de los atónitos indios.


Un segundo elemento aumentó el supersticioso terror de losaraucanos: las armas de fuego; no tanto por el estrago que cau-saban, que en los primeros tiempos no habrían de ser muy gran-des, cuanto por el efecto moral que producirían en un enemigoignorante. Su estruendo, las llamaradas que vomitaban, y supoder (para los indios sobrenatural) de matar a la distancia, sincausa visible y aparente sembraron entre ellos el espanto. In-mediatamente atribuyeron a los españoles, atributos sobrehuma-nos, creyendo que disponían del rayo y del trueno, y hasta du-daron si fuera lícito o prudente lidiar contra ellos.

Puestos en contacto inmediato con sus nuevos enemigos yviendo el pobre resultado de sus armas contra las aceradas forni-turas con que éstos se cubrían, más debieron de convencerse quetenían que habérselas con seres superiores.

Vendrían a completar su desengaño las armas ofensivas delos invasores, que segaban sus cuerpos desnudos o semi desnudoscon sus acerados filos y contra los cuales no tenían defensa ade-cuada .

Bien ha comprendido la situación el insigne historiador donCrescente Errázuriz, quien, en un párrafo que no podemos dejarde citar, dice: "Las armas blancas, la lanza y sobre todo la es-pada, que nunca abandonaba el soldado, diestramente manejada,eran las que llevaban el desorden y muerte a las filas enemigas.Pero la verdadera superioridad del conquistador se hallaba enla caballería. Hombres casi cubiertos de fierro, invulnerables pa-ra las armas arrojadizas del indígena, eran, principalmente en losprincipios, irresistibles".

Vemos entonces que en los comienzos de la conquista, ni lasarmas ofensivas, ni las defensivas de los indígenas eran capacesde oponer resistencia a los españoles, quienes, si es verdad lucha-ban como titanes, lo hacían con: un mínimum de peligro. Peroesto no lo sabían los araucanos, y después, sabiéndolo, no se ame-drentaron . A pesar del supersticioso terror a los nuevos elementosque debían de afrontar, su natural valor y fiereza no les permi-tieron acobardarse, y vez tras vez, no obstante sus tremendaspérdidas y el poco daño causado en las filas enemigas, se lanza-ron animosos a la pelea, contando por bien empleado el día si con-seguían la muerte o cautiverio de siquiera un español.

Y luego tuvieron que hacer frente a un nuevo elemento, nomenos imprevisto que los ya mencionados. Los españoles prin-cipiaron a levantar fortificaciones, artilladas, y protegidas ade-más con suficiente número de arcabuces y mosquetes. En oca-sión de gran peligro, se retiraban al abrigo de sus muros, dondepara los indios era doblemente peligroso y difícil intentar ven-cerlos.

Para comprender el grado de preparación que pudieron ha-ber tenido los araucanos, para afrontar elementos tan nóveles y,


tan terribles para ellos, es preciso tener en cuenta lo que hemosdicho más atrás. Marino de Lobera, quien se encontró presentecasi desde los primeros tiempos de la conquista, resume la situa-ción admirablemente, cuando refiere la primera entrada que hizoPedro de Valdivia a las provincias de Itata y Bío-Bío. Dice:"Todos estos (los indios) no habían visto en su vida español al-puno, ni otra persona forastera, excepto al capitán Gómez deAlvarado que había llegado diez leguas de allí en tiempo de DonDiego de Almagro. Por esta causa estaban los indios muy poco onada diestros en cosas de guerra, ni tenían otra cosa que les die-se avilantez para acometer, más que su natural ánimo y feroci-dad : aunque ésta en parte les era detrimiento, pues los hacíaabalanzar sin orden y concierto a cosa que jamás en su vida ha-bían experimentados". También da una breve relación del encuen-tro que tuvo Gómez de Alvarado con ellos en Renogüelén. "Elnúmero de los indios era excesivo: su esfuerzo y fuerzas aventa-jadas ; su arrobamiento y ánimo temerario; pero su experiencianinguna en tal modo de pelear. No estaban hechos a entender congente de a caballo; no cursados en escaramucear en campo raso;no diestros en evadirse, y defenderse del golpe de la espada, ypunta de la lanza; entraban y salían como gente brutal y arrojada,abalanzándose de la misma suerte que si la hubieran con otrosbárbaros como ellos".

Góngora Marmolejo, hablando del mismo combate, escribe:"Allí ,se juntaron grande número de naturales, comarcanos a aquelterritorio, para pelear con él. Después de haberlos desbaratado,como gente que venía sin orden, ni escuadrón, sino tendidos poraquella campaña rasa, que son grandes los llanos que por allíhay".

Como se ve, antes de la entrada que hizo Pedro de Valdivia,en 1546, cuando llegó hasta el Bío Bío, los araucanos habían te-nido un solo encuentro con los europeos; y no tenían ni organi-zación, ni formación regular de batalla, ni tampoco armas ade-cuadas para hacer frente al invasor. Cada uno entraba a combatea su modo y abandonaba el campo cuando creía conveniente.

Por eso, cuando Valdivia avanzó, no reunieron un gran ejér-cito, sino que cada cacique juntó sus guerreros y salió a cerrar-le el paso, a medida que avanzaba. En Quilacura, ocho mil indiosle presentaron combate y a pesar de su falta de organización ledieron bastante que hacer para librarse de ellos, retirándose losindios sólo después de haber perdido a su capitán y doscientos delos suyos. Valdivia mismo confiesa que "pelearon muy recia-mente, y estuvieron fuertes al pie de dos horas en un escuadróncomo tudescos".

Comprendió Valdivia que con las fuerzas que llevaba se ex-ponía inútilmente y resolvió retirarse a Santiago hasta que pu-diera emprender la conquista en mejores condiciones,


¿Cuáles serían las armas que usaban los araucanos antes detentar suerte con los españoles? Muy poco sabemos de seguro.Ninguno de los cronistas da detalles al respecto, y sólo pode-mos entresacar algunos datos aislados de los documentos de unaépoca posterior.

Sabemos que en Copiapó y en Santiago usaban "lanzas lan-gas, dardos arrojadizos, arcos de flechas, hondas y macanas yotras armas ofensivas; y también algunas defensivas de muy re-cios cueros de animales" y que, además, algunos de los de San-tiago usaban "porras de armas de metal (cobre) con púas deextraño artificio, lanzas cortas y picas en abundancia". Pero al-gunas de estas armas, especialmente las porras con cabeza de co-bre o de bronce, serían introducidas por los peruanos. ¿Cuántasde estas armas se conocerían al sur del Maule? Difícil es preci-sarlo .

Cuando volvió Valdivia en 1550 las condiciones eran dife-rentes . Los indios, preparados para una invasión que ya erainevitable habían cambiado radicalmente todo su sistema de gue-y modificado considerablemente su armamento.

Sin embargo, algunos pocos datos nos quedan. Las prime-ras noticias son las de la batalla de Renogüelén con las fuerzasde Gómez de Alvarado. Dice Marino de Lobera que venían losindios en gran número, "seis escuadrones formados con gran su-ma de flecheros y piqueros".

Sabemos por la relación del viaje de Pastene en 1544 quelos indios de Carelmapu usaban hondas y flechas.

Fuera de estos datos no hemos podido hallar otros; pero escasi seguro que usarían la maza o macana que en toda época erael arma favorita de los araucanos. No podemos decir tanto res-pecto de las lanzas, que después llegaron a ser su principal defen-sa contra la caballería, y guardamos cierta reserva en cuanto alas picas, que no son armas usuales de tribus bárbaras que pe-lean a pie en terrenos boscosos, porque en sus malones intertri-bales, serían más bien un estorbo y no un elemento provechoso deataque.

Respecto de sus armas defensivas nada sabemos y todo loque se diga es mera conjetura.

No encontramos la misma dificultad respecto de las armascon que hicieron frente a los españoles en 1550, durante la se-gunda expedición de Valdivia al sur. Todos los cronistas abun-dan en detalles de esta época aún cuando las noticias que danson contradictorias.

Sospechamos que algunas de las armas usadas por los indiosdurante el principio de esta campaña, les eran extrañas y adop-tadas por primera vez en vista de las nuevas necesidades que sepresentaban al tener que luchar con un enemigo, cuyo poder ofen-sivo y defensivo, era algo a que antes no estaban acostumbrados,


Como hemos dicho, es probable que habría que incluir entreestas las lanzas y las picas.

Los coseletes, adargas, petos y otras armas defensivas se-rían, posiblemente, adoptados por primera vez en esta ocasión,como protección contra las armas blancas de los españoles, lascuales en realidad eran el más temible de los nuevos elementosen acción.

No insistimos en este punto, porque en el Perú, y aún, en elnorte del desierto de Ata cama, se usaban armas defensivas dediversas clases, y puede haber llegado la costumbre hasta losaraucanos.

Debe recordarse que los indios no conocían el uso de los me-tales, y no tenían ningún arma cortante, las que vieron por pri-mera vez cuando se pusieron en contacto con los españoles. Esprobable que hasta entonces sus armas hubieran sido de dos ca-tegorías : arrojadizas como la flecha, el dardo y la honda, y con-tundentes como la macana y maza.

Por sus espías y por indios fugados de las provincias domi-nadas, tuvieron los araucanos constantemente noticias exactasde cuanto hacían los españoles y su propósito de radicarse en elpaís y no volver al Perú como lo había hecho Almagro. Supie-ron también que tan luego como se encontrasen en situación pro-picia, proseguirían la conquista. Vieron recelosos, la llegada deMonroy con nuevas tropas, y la salida de Valdivia a raíz de esteacontecimiento. No se engañaron con la fácil victoria que habíanconseguido, sino que principiaron a prepararse para la gran lu-cha, postergada pero inevitable.

La llegada de tres barcos, uno en pos de otro, les advirtióque el enemigo ya tenía abierto un nuevo camino por dondetraer socorros, y si hasta entonces hubieran pensado que las mu-chas penalidades sufridas por los españoles los harían abandonarsu proyecto de radicarse en el país, verían frustrada esa espe-ranza .

Las correrías de Villagrán al (sur del Maule, el establecimien-to de un fortín en esta misma región, la sujeción de los indios alnorte de dicho río, la reconstrucción de la ciudad incendiada ylos terribles castigos inflingidos a los rebeldes de las provinciascentrales, todos eran indicios seguros de que los españoles sehabían resuelto a quedarse.

Sin embargo, como hasta entonces el invasor no había he-cho ninguna tentativa para extender su dominio al territorio delos araucanos, estos cayeron en un principio que al igual de losincas, les tendrían miedo y establecerían sus fronteras en el Maule.

La expedición de Valdivia en 1546 vendría a sacarles de esteerror. Comprendieron las tribus fronterizas que la seguridaden que vivían era falsa y que pronto llegaría el día en que se ve-rían seriamente amenazados. No se dejaron engañar con el via-


je del gobernador al Perú; los españoles quedaban, y su núme-ro crecía poco a poco a pesar de algunos descalabros.

La vuelta de Valdivia con nuevas tropas y sus prolongadospreparativos para otra expedición al sur, de que tenían noticiasexactas, les era señal segura de que ya se aproximaba el día enque tendrían que medir sus fuerzas con el enemigo.

Los cuatro años que mediaron entre una y otra expediciónno eran perdidos para ellos: idearon nuevas armas, más apropia-das para la jornada que iban a emprender: ejercitándose en sumanejo hasta quedar bien diestros; confederándose las tribusfronterizas; organizaron sus ejércitos; eligieron sus capitanes ygenerales y concertaron los medios para una rápida concentra-ción en el momento en que sus espías les anunciasen el peligro.

"No estaban los enemigos dormidos en este tiempo— diceMarino de Lobera— porque de muchos años antes estaban per-suadidos de que los españoles habían de hacer aquella conquista;pues habían visto que su designio no era otro sino gobernar todala tierra; y así estaban prevenidos, y habiéndose comunicado, yconcertados todos los de aquellas provincias, como son las de Nu-be (Nuble) ; Itata, Reno-güelén, Guachimávida, Mareande, Gual-qui, Penco y Talcahuano. De suerte que, apenas habían salido losespañoles de la ciudad de Santiago, cuando ya los bárbaros te-nían noticias de ellos cuya entrada les hizo poner luego en ar-mas, acudiendo todos a oponerseles".

Por eso, cuando Valdivia llegó por segunda vez al Itata, en-contró al enemigo preparado, con grandes ejércitos en pie deguerra, bien armados y disciplinados y con una formación queno había visto en la vez anterior, y desde que pasó el Maule,siempre tuvo sobre sus flancos enemigos invisibles, que seguíansus pasos espiando sus movimientos, y esperando un momentooportuno para coger a cualquier incauto que se separase un pocode la fila.

A medida que avanzaba hacia el Bío Bío, más numerososllegaron a ser los grupos de enemigos que le seguían sin presen-tar combate, pero en constante acecho, estudiando el número, ca-lidad, el movimiento y disposición de la tropa. Esperaban quese detuviera y formara su campamento para poder atacar ven-tajosamente cuando estuvieran menos preparados.

Por fin llegó al valle de Andalién, cerca de Penco, donde ensu viaje anterior había resuelto fundar la nueva ciudad. Allíformó su campo e hizo sus preparativos para una estada prolon-gada. Había tenido ya varias escaramuzas con los indios y qui-tándolos gran cantidad de ganado y maíz con que mantener suejército mientras construía el fuerte que tenía proyectado.

Viendo llegado el momento y reunido ya un gran ejército,resolvieron los indios atacarle. Acordaron llevar a cabo el asal-to de noche, calculando que en la obscuridad sería más difícil


que maniobrara la caballería, y si anduviesen con tino y suerte,podrían tomar el campamento desprevenido. No les salió tanbien como esperaban, porque los españoles estaban sobre avisoy preparados; pero como dice Góngora Marmolejo, "fué un her-moso encuentro y batalla para de noche" y poco faltó para queles saliese bien.

Pero no se desanimaron por este fracaso de sus planes einmediatamente principiaron los preparativos para dar otra ba-talla de mayores proporciones. Viendo que los españoles cons-truían un fuerte en Penco, y pensaban radicarse en esa locali-dad, los indios de Arauco y Tucapel se plegaron al movimientoy unidos a los itatenes, formaron un gran ejército, que los cro-nistas hacen variar entre veinte y cuarenta mil hombres. Indu-dablemente estas cifras son exageradas, pero sirven para demos-trar que ya estaba despierta y organizada la nación araucana.

Todos los escritores militares están de acuerdo en alabar lascualidades guerreras de los araucanos desde estos primeros en-cuentros. Valdivia mismo, hablando de la batalla de Andalién di-ce: "en treinta años que peleo con diversas naciones e nunca taltesón he visto en pelear como estos tuvieron contra nosotros.Estuvieron tan fuertes que en el espacio de tres horas, no puderomper un escuadrón con ciento a caballo". En otra parte lescompara a tudescos, y en otra todavía habla de estos toros.

Los compañeros de Valdivia en sus informaciones de servi-cios y otros documentos están acordes en sus apreciaciones so-bre el orden, pujanza, tesón y valentía desplegada por los arau-canos en estos primeros encuentros. Algunos dicen que son másbravos que alemanes, otros que ni en Flandes ni en Italia habíanvisto tanta resistencia y coraje.

¿Qué juicio debemos formar entonces respecto de la capa-cidad guerrera de los araucanos? Los vemos, a comienzos de laconquista, sin organización ni cohesión, mal armados y peor dis-ciplinados, llegando en tropel desordenado al ataque desbara-tados con relativa facilidad. Pocos años más tarde, habiendo to-mado conciencia de las nuevas condiciones que tenían que afron-tar, los hallamos con una buena organización, reunidos en ejérci-tos poderosos, con armas más adecuadas y con una táctica y em-puje que llamaban la atención y causaban la admiración de suscontendores; en otras palabras, en el corto espacio de cuatroaños habían refaccionado todo su sistema militar.

Por nuestra parte, lo consideramos asombroso; sobre todo,si se toma en cuenta que aquí se trata de un pueblo bárbaro, co-locado en condiciones absolutamente nuevas para ellos y que es-ta evolución no fué el resultado de una larga experiencia y estu-dio de otros métodos, sino el fruto de una cuidadosa observaciónde hechas a que se aplicaba un ingenio intuitivo.


III.—Las armas y métodos guerreros de los araucanos.

Veremos ahora cuales eran las armas de que se servían losaraucanos y cuales los métodos puestos en práctica por ellos pa-ra producir resultados que ponían en peligro a las tropas espa-ñolas, victoriosas en medio continente.

En la batalla de Andalién, según Góngora Marmolejo, usa-ron gran cantidad de flechas, muchas lanzas, "y macanas gran-des, (que es tan larga una macana como una lanza jineta, y enel lugar donde ha de tener el hierro, tiene una vuelta de la mis-ma madera, gruesa, a manera de codo, el brazo encogido, conéstas dan grandes golpes) y porras tan largas como las macanas,y en el remate traen la porra, que es tan gruesa como una bolagrande de jugar a las bolas".

Valdivia menciona lan lanzas que dice eran de 20 a 25 pal-mos (de 4 a 5 metros) y también las dos clases de armas con-tundentes mencionadas por Góngora Marmolejo, que llama ga-rrotes y mazas.

Las porras de Marmolejo y las mazas de Valdivia serían, anuestro modo de ver, las piedras perforadas, que se encuentranen tanta abundancia al Sur del país, enastadas en un largo palo.Hemos visto dos de estas piedras enastadas; pero no podemosasegurar su empleo, ni hemos encontrado cita que compruebaplenamente esta opinión. Ercilla habla de martillos, mazas y bas-tones, pero no dá mayores detalles, de modo que no sabemos siuna de estas armas representaría el objeto de que hablamos.

De la macana, llamada por los araucanos "loncoquilquil",o rompecabeza, González de Nájera da la siguiente descripción:"la cual arma es una asta de madera densa y pesada (general-mente de luma o temo), de largueza de quince palmos, poco máso menos, y tan gruesa como la muñeca, con una vuelta al cabo dehasta palmo y medio, que va ensanchando hacia el remate cuandoun palmo, y gruesa como dos dedos, modo de tabla en cuya vueltaforma un codillo que es la parte con que de canto hace el golpe yhiere, y así se valen de ella los indios en las trabadas peleas, y par-ticularmente donde se defiende mucho algún enemigo, porque entales tiempos llega el macanero, y con un golpe que le alcanza;concluye con él y le echa a una parte por armado que esté; por-que siendo esta arma como es, de dos manos, levantada en altoy dejada caer con poca fuerza que sea, ayudado su peso, comoqueda atrás la vuelta que dije, y va el codillo adelante, corta elaire y asienta tan pesado golpe donde alcanza, que no hay celadaque no abolle, ni hombre que no aturda y derribe; y aun es tanpoderosa esta arma, que se ha visto algunas veces hacer arrodi-llar a un caballo, y aun tenderlo en el suelo de un solo golpe".

Los arcos que usaban los araucanos eran cortos, no pasabande un metro de largo, y reforzados en sus espaldas, con nervios


de animales, o tiras de barba de ballena. No sabemos de que ma-dera se fabricaban, pero no fataban muchas muy elásticas y apropósito en los bosques del sur. Las flechas raras veces pasa-ban de 50 cm. de largo; eran de colihue y tenían puntas de pe-dernal o de hueso, siendo más comunes estas últimas, según Gon-zález de Nájera, quien dice: "las más comunes son unos husillosde hueso de hasta un jeme de largo, redondos, lisos y agudos co-mo punzones y algunos con arponados dientes, difíciles de sacarde las heridas. Otras traen de las mismas cañas, cuyos arponeso lengüetas dejan de industria delicados y frájiles, porque rom-piéndose, se quedan en las heridas a causa de ser enconosas; y fi-nalmente, todas las puntas engastadas de manera en sus astas,que con facilidad se despiden y quedan donde entran. Destas fle-chas traen bien provistos sus carcajes, aunque unos indios quellaman Puelches, que habitan en las faldas de la Cordillera, lastraen hincadas en el tocado que usan a modo de turbante, he-cho de madejas de lana de varios colores. No usan los indios deChile en común, de yerba en sus flechas, salvo los Puelches que hedicho, pero son poco, nocivos por lo que toca a la yerba".

Diremos que los carcajes de los indios se hacían general-mente de cuero, a veces de mimbre, y tanto ellos, como sus arcosy flechas, los pintaban de diferentes colores adornándolos deotras maneras.

Usaban diferentes clases de dardos o javelines. No sabemossi usaban estólica (tiradera) como hacían los indios de Mapochosegún Marino de Lobera; pero lo que consta es que manejabancon maestría cierta clase de dardo liviano que arrojaban a grandistancia, y otro más pesado que reservaban para los encuen-tros y choques directos de escuadrón a escuadrón, o como diceel autor que acabamos de citar: "cuando se iban abalanzando aellos para ejecutar su coraje con denuedo: iban blandiendo laslanzas y levantando los brazos para descargarlos con ímpetu enlos cristianos". Más adelante hablando del desembarco de Pas-tene en Lavapié dice: "Llegó la gente de refresco con bravos ala-ridos tirando dardos y flechas y crugiendo las hondas".

Los Puelches de la región de la cordillera también usabandardos o lanzas arrojadizas, hondas y flechas, porque en el ata-que del valle de Mague en 1577, cuando el capitán Cosme de Mo-lina sufrió una seria derrota, los indios "comenzaron a echar tanespesa lluvia de piedras, flechas y dardos de caña brava tosta-da.., que en breve desbarataron a los españoles y a los indiosamigos, haciéndoles efectuar una rápida y desastrosa retirada.Estos Puelches acostumbraban envenenar las puntas de sus fle-chas.

Tanto las hondas como los dardos fueron usados por los in-dios hasta principios del siglo XVII, pero parece que después del


saqueo de las ciudades de la frontera estas armas arrojadizasfueron poco a poco abandonadas.

Algunos autores, fundándose en el aserto de Valdivia deque los indios "no pelean con piedra", ,han creído que no usa-ban hondas; pero en contra de esta opinión hay numerosas citasde otros cronistas.

En la relación del escribano Juan de Cárdenas, del viaje dePastene en 1544, dice, que al salir en tierra en Lepilmapu el 18de Julio, vieron "hasta doce indios e indias, algunos de ellos contiraderas en las manos".

Años más tarde, los araucanos mataron seis españoles en undesembarco que hizo el mismo marino en Lavapié, con flechas dar-dos y hondas.

En el asalto del fuerte de Penco en 1550, dice Marino de Lo-bera, "No se puede imaginar el espectáculo horrendo que huboaqueste día donde el crugir de las hondas, volar de las flechas,llover de los dardos, entre las muchas piedras que caían etc."

Hablando del mismo asalto Pérez García, en su Historia deChile dice: "con plumajes en las cabezas, largas picas y lanzasy flechas y el acierto de sus hondas que en nada inferiores a losmallorquines hacían llover una lluvia de piedras sobre los es-pañoles no sin algún estrago. "

Ercilla también hace mención de las hondas, como tambiénlo hacen Marino de Lobera, Pedro de Oña y Suárez de Figueroa.Estos últimos tres mencionan que don García Hurtado de Men-doza fué herido en la cabeza con una piedra de honda, mientrasobservaba el orden que traían los araucanos en el asalto al fuertede Bío Bío.

No cabe duda, entonces, que entre las armas empleadas porlos araucanos a principios de la conquista, se encontraba la hon-da.

Hemos dicho que es problemático si empleasen la lanza y lapica antes de la llegada de los españoles, pero sea esto como fue-re, desde los principios de la campaña de Valdivia llegaron acontarse entre sus principales armas. Los lanceros se formabanen dos filas: la primera armada de picas o lanzas cortas de 4 o5 metros y la segunda con otras más largas, que variaban entre 6y 8 metros.

Esta doble hilera de lanzas formaban una barrera bastanteformidable contra los ataques de la caballería, que raras veceslogró romperla a la primera embestida. Detrás se colocaban losflechadores y entremezclados con los lanceros, los indios arma-dos de macanas y mazas, cuya principal tarea al comienzo de labatalla era de aturdir y amedrentar los caballos.

Por carecer de metal, los araucanos formaban las puntas desus lanzas, de madera dura, semicarbonizada a fuego, para au-


mentar su dureza y resistencia. Las puntas se fijaban en largasastas de colihue a la vez liviana y tenaz.

Es claro que tales lanzas no podrían producir mucho perjui-cio contra las aceradas armaduras de los invasores y era por eso,que los indios se empeñaban tanto en procurarse las armas de losespañoles, espadas, puñales, etc., que eran convertidos luego enpuntas de lanzas.

Estas eran las armas ofensivas con que contaban los arauca-nos al principio de la campaña de 1550, pero que fueron aumen-tadas y modificadas a medida que la experiencia o las necesida-des de la guerra lo aconsejaban.

Unos pocos años más tarde Ercilla da la siguiente lista:

Las armas de ellos más ejercitadasSon picas, alabardas y lanzones,Con otras puntas largas enastadasDe la facción y forma de punzones;Hachas, martillos, mazas barreadas,Dardos, sargentas, flechas y bastones,Lazos de fuertes mimbres y bejucos,Tiros arrojadizos y trabujos.

Algunas destas armas han tomadoDe los cristianos nuevamente agora,Que el continuo ejercicio y el cuidadoEnseña y aprovecha cada hora,Y otras según los tiempos inventadoQue es la necesidad grande inventora".

Posteriormente según Alonso de Ovalle usaron las siguien-tes: "picas, alabardas, lanzones, hachas, martillos, mazas ba-rreteadas, dardos, saetas, arcos, flechas y bastones, lazos de ner-vios y fuertes miembros (mimbres) y tiros que arrojan piedra".

"La caballería pelea con lanza y adarga, el cual uso deben alespañol de quien lo ha aprendido y habido los caballos que hoytienen, que antes de su llegada a aquel país no tenían esta espe-cie, ni el hierro de que ya tienen algunas armas; pero suplían es-te defecto con cierto género de madera, dura y de tal calidad queal rescoldo del fuego se tuesta y endurece y sirve casi como sifuera acero".

Como se ve, esta lista no hace más que copiar la de Erci-lla.

Tales eran las armas de los araucanos cuando comenzaronla campaña contra los españoles, armas que fueron aumentadasy modificadas a medida que la experiencia lo aconsejaba o quelas necesidades de la guerra lo pedían, como más adelante ve-remos .

M. del E. 6.


Sus armas defensivas todavía no habían asumido para ellosla importancia que más tarde tuvieron. Usaban coseletes, o másbien, pecheras de cuero duro, en que llevaban pintados sus tó-temes o insignias, los que más tarde transferían a sus escudos oadargas cuando comenzaron a usarlos.

También se servían de celadas o cascos, formados de cuerosde animales, convenientemente forrados o acolchados, y a vecesaun no sacaban el cráneo de los animales cuyos cueros tusaban, de-jándolos con la dentadura completa para inspirar miedo a susenemigos.

Valdivia al hablar de su presentación dice:"Venían en extremo muy desvergonzados, en cuatro escua-

drones de la gente más lucida e bien dispuesta que se ha vistoen estas partes, e más bien armada de pescuezos de carneros eovejas, y cueros de lobos marinos, de infinitos colores, que eranen extremo cosa muy vistosa y grandes penachos, todos con ce-ladas de aquellos cueros, a manera de bonetes grandes de clé-rigos, que no hay hacha de armas, por acerada que sea, que hagadaño al que las trajere".

Góngora Marmolejo dice que venían "armados con unos pe-dazos de cuero de lobo marino cudrio y grueso, que a manera decoracinas les defendía el hueco del cuerpo".

Suárez de Pigueroa dice: "Eran las armas de ciertos cuerosde lobos marinos, que endurecidos y crudos llegan a tener la su-perficie de naturaleza de concha. Píntanlas con diversos colores"y adórnanlas con diferentes divisas". Agrega que Tucapel lle-vaba una concha por celada.

Las armas defensivas mencionadas por Ercilla en "La Arau-cana" son las siguientes:

"Tienen fuertes y dobles coseletesArma común a todos los soldadosY otros a manera de sayetes,Que son, aunque modernos, más usados;Grevas, brazales, golas, capacetesDe diversas hechuras encajadosHechos de piel curtida y duro cueroQue no basta ofenderle el fino acero".

Alonso de Ovalle dice: "Usan de fuertes y duros cosele-tes, peto, espaldar y faldones y una a manera de fallete, grebas,brazaletes, golas, capacetes, morriones y celadas de diversas he-churas, hecho todo esto de cuero de toro crudio, que después deseco queda casi tan impenetrable como armas de acero".

Estas armas eran, por lo general, bastante ineficaces contrael armamento de los españoles, y fueron la causa porque lograbantan poco éxito, a pesar de la valentía y empuje de los indios. Pero,

LA CAPACIDAD GUERRERA DE LOS... 443

la guerra efe buena maestra cuando se trata de un pueblo indó-mito. Constantemente probaron nuevos ardides y lo que no pu-dieron conseguir por fuerza numérica, a menudo lo lograban porastucia y buena táctica. Comprendiendo su impotencia contra lacaballería en los llanos, procuraron llevar la guerra a los terre-nos quebrados y boscosos, donde los caballos no podían maniobrary donde en caso de dorrota, huían con facilidad; inventaronademás numerosas tretas para deshacerse de ellos. Cavaban ho-yos en que plantaban estacas y después cubrían de ramas y tie-rra: derribaban árboles en los desfiladeros y caminos obligados,y armaban emboscadas en los pasos de los ríos; levantaban for-talezas en puntos estratégicos, donde el enemigo no los podíaatacar sino en condiciones desventajosas, y donde no podían uti-lizar su caballería. Cuando creían que por cualquier motivo lesconvenía presentar combate en una localidad accesible a los ca-ballos, se protegían con palizadas o árboles derribados, delantede los cuales abrían fosos y hoyos para dificultar la llegada.

Estas cosas no las usaban antes de verse envueltos en estaguerra y son una prueba elocuente de los rápidos avances quehicieron en el arte militar, una vez que tuvieron que afrontar se-riamente el problema.

FRANCIA

Material de guerra Brandt.

Granadas de fusil para tiro curvo y rasante.

Las granadas de fusil "Brandt" pueden ser lanzadas no sola-mente en tiro curvo, para alcanzar objetivos cubiertos, sino tambiénen tiro rasante con objeto de aprovechar las ventajas de ese tirocuando el caso lo exija, y si la situación lo requiere, pueden igual-mente dispararse de arriba hacia abajo.

Las últimas experiencias (1914), aseguran un alcance, para es-tas granadas de 600 metros aproximadamente.

Su precisión es buena, lo mismo que su eficacia, y su empleoes muy sencillo pues sólo requieren el tromblón para ser lanzadas,en consecuencia, no complican la tarea del combatiente de primeralínea ni perjudican su movilidad.

Por sus posibilidades pueden ser empleados contra:Objetivos cubiertos.Objetivos a descubiertos (trapas, etc., enemigas marchando al

ataque, contra los cuales el tiro rasante es superior al curvo).Las aspilleras, los abrigos, las ventanas de las casas (combate de

trincheras, de localidades, etc.).Contra los objetivos, en montaña, que se encuentran en un pla-

no inferior a la posición ocupada por el tirador.La precisión es buena ya que, a la distancia de 400 metros, el

cono de dispersión es de 12 x 6 metros, aproximadamente.La eficacia es notable; gracias a su fragmentación en nume-

sos cascos que perforan, hasta la distancia de 10 metros del punto deexplosión, siluetas de abeto de 4 centímetros de espesor.

Su lanzamiento se ejecuta, con cualquier fusil o carabina, dis-parando un cartucho normal de estas armas; para cuyo efecto bas-ta equiparlas con un tubo de lanzamiento (tromblón) en la extre-midad del cañón del arma.


Lámina N.° 1.

Lanzamiento de la granada en tiro curvo, desde el fondo de una trinchera.

Lámina N.º 2.

Lanzamiento de la granada en tiro curvo, detrás de un parapeto y apoyando laculata del arma en el suelo

MATERIAL DE GUERRA BRANDT 447

Lámina N.º 3.

Lanzamiento de la granada en tiro rasante por un tirador en posiciónarrodillado.

Lámina N.º 4.

Lanzamiento de la granada en tiro rasante por un tirador tendido.


Lámina N.º 5.

Tirador sobre el techo de una habitación.

Lámina N.º 6.

Tiro en montaña.


Elemento que se coloca y se quita con extrema rapidez, pudien-do dejarse colocado, sin ningún inconveniente, sobre el arma duranteel tiro con cartucho de guerra.

El empleo del cartucho normal para lanzar la granada tieneuna gran importancia. En efecto, existen numerosos modelos de gra-nadas de fusil que son lanzadas por medio de un cartucho especialsin bala; ahora bien, al cometer un error tomando un cartuchonormal, lo que es fácil en las armas actuales y que utilizan cargado-res, y dado el estado psicológico del combatiente en muchas circuns-tancias, las consecuencias serían funestas.

La seguridad de la granada es absoluta, tanto en su transportecomo en las manipulaciones. En efecto, provista de su espoleta conseguro puesto, puede ser lanzada contra un yunque, de una alturade 8 metros sin que funcione.

La sensibilidad de la granada al ser disparada es muy grande,su funcionamiento es seguro e instantáneo, no importa la distan-cia ni la naturaleza del terreno; su percusión sobre el agua estágarantizada.

La garantía de su funcionamiento, al herir el objetivo, no per-mite al adversario servirse de ella para devolverla al enemigo, arro-jarla lejos, ni siquiera abrigarse contra sus efectos.

Los fusileros-granaderos la transportan en morrales especialesque contienen doce alvéolos para otras tantas granadas y el tromblón.

Las granadas de fusil "Brandt" son de tres clases: explosiva,fumígena y de ejercicio.

Datos numéricos.

Granada.Peso de la granada cargada y cebada .. . 500 gramos.Peso de la carga explosiva 50 "Alcance máximo con el fusil 500 mts. aprox.Alcance máximo con la carabina 600 mts. aprox.

Tubo de lanzamiento. (Tromblón).

Peso (con aparato de alza) 600 gramos.Largo 150 a 175 mm. según

el arma.Diámetro 28 mm.

Las láminas núms. 10, 12 y 13 representan la granada, eltromblón y la manera de armarla en el mismo.


Lámina N.º 10.

Fig. 1.—Vista exterior. Fig. 2.—Corte. Fig. 4.—Vista interior. Fig. 3.—Alza.Fig. 5.—Vista superior.


Lámina N.º 11.

Manera de colocar el trorntolón en el fusil.


Lámina N.º 12.

Fig. 10 y 11

Manera de enchufar la

granada en el trombon

Figs. 12 y 13

La granada enchufada en

el tromblón, total o par-

cialmente, según la distan-

cia de tiro.

¿Cómo educar a nuestra juventud?

Por el General Weygand,de la Academia Francesa.

(Traducción por el Memorial del Ejército).

I. PARTE (Continuará)

De la formación de la juventud depende el porvenir del país.

No hemos conocido una época tan llena de inquietudescomo la nuestra. Nadie desconoce la gravedad del momentoni la importancia que tiene, para los destinos de Francia,la orientación que tomarán definitivamente las grandes ten-dencias ideológicas, los sentimientos y los apetitos que sedespiertan en la actualidad, manteniendo a la masa en un pe-ríodo de equilibrio inestable sobre cuya duración sería aven-turado pronunciarse.

Estas reflexiones son aplicables tanto a lo que aconteceen el interior cuanto en el exterior. Más allá de nuestras fron-teras hay naciones cuyo exacerbado nacionalismo sustenta idea-les de una imperiosa necesidad de expansión, de una orgullo-sa exaltación de la raza, de, supuestos derechos a la domina-ción y de una mística de la revolución universal; idealesque las mantienen unidas y en un estado constante de movili-zación moral y material. En el interior, hoy más que nunca,existe la desunión de los franceses y es inexplicable que muchosde ellos se hayan dado a la tarea de entregar al país, desar-mado material y moralmente, a empresas que amenazan nues-tro patrimonio de territorio y de civilización.

Estamos en presencia de problemas urgentes cuyas so-luciones inmediatas dependen talvez de la fuerza y de la ener-gía del Estado, pero cuya solución para el porvenir, reside in-discutiblemente en la calidad de nuestra juventud.

De lo que ella es y de lo que ella será depende la suerte denuestro país.

Se discute ansiosamente sobre el valor de las actualesgeneraciones. Los pesimistas y los optimistas, basándose enel ejemplo de sus vecinos, las comparan desventajosamente


con las de otro tiempo o exaltan sus innegables cualidades.Los unos y los otros tienen razón porque los jóvenes maldirigidos justifican todos los temores; instruidos en debida for-ma justifican todas las esperanzas. La vida militar de muestraespecialmente la buena voluntad con que los jóvenes soldadoscumplen su deber, para el cual, muy a menudo, están m¡alpreparados.

La juventud será lo que de ella hagan sus educadores.¡Ella es, al mismo tiempo, muy fuerte y muy débil.! Con suvivacidad de cuerpo y de espíritu, pura y entusiasta, necesitaapasionarse, cree con facilidad, desea admirar y sabe indignar-se. Su espíritu y su corazón son páginas en blanco en las cualesdeben escribir los que tienen la misión de perfeccionarla: lospadres, los maestros y el Estado. Su sensibilidad es tal que laspalabras, los (ejemplos y las impresiones se gravan en ellaperennemente.

¿ No conservamos todos, en lo más profundo de nosotrosmismos, el recuerdo agudo de ciertas palabras o de ciertos ejem-plos que, en la infancia, nos llenaron de admiración y de entu-siasmo y que han tenido una profunda influencia en la eclosiónde nuestra personalidad?

Decir que la formación de la juventud influye más quenada en la suerte de un país, equivale a enunciar una verdadindiscutible. Afirmar que esta formación debe ser nacional sideseíamos que los sacrificios desplegados y la ¡sangre derramadano se pierdan, es también una verdad del mismo género.

Porque Francia no ha (adoptado un verdadero sistema deEducación Nacional.

Una voz muy prestigiosa se ha alzado para decirlo, la deun conductor de hombres humanos y enérgicos, el ilustreMariscal Petain quién, por la reconstitución moral que operó ennuestro ejército el año 1917, se demostró, indudablemente, comoel más grande de los educadores de nuestro tiempo. Sus pala-bras, que merecieron la más franca aprobación de su auditoriotuvieron una inmensa repercusión en toda la Francia.

La emoción despertada fué indescriptible. Algunas mani-festaciones públicas y el desarrollo de congresos en que algunosprofesores asumieron una actitud francamente antinacional laaumentaron.

La gravedad del mal ya es considerable. Si no se lepone pronto remedio, los esfuerzos más entusiastas, los másacertados y, aún, los más costosos serían estériles porque secorrería el riesgo de encontrar el desaliento en el alma de losque deberían aplicarlos.

¿COMO EDUCAR A NUESTRA JUVENTUD? 455

A pesar de la dificultad y de la complejidad de los problemasque ella subentiende, esta cuestión debe ser abordada clara ysinceramente, analizando las cosas tales cuales son. Nuestrorespeto por los profesores, por los educadores y por la noblezade su misión nos pondrá a salvo de toda generalización in-justificada. Durante más de cien años nuestro cuerpo de profe-sores ha sido considerado, en el, extranjero como el mejor delmundo. Finalmente, nadie olvida cuantos profesores se comporta-ron heroicamente en los campos de batalla y cuantos de ellosdieron ejemplo de las virtudes más sublimes del soldado y,como después cumplen al mismo tiempo sus deberes de edu-cadores y de oficiales de reserva en forma distinguida y ani-mados de inmensa fe patriótica.

CAPITULO PRIMERO.

Educación e Instrucción

Estas dos materias son inseparables.Los moralistas, los profesores, los escritores, los estadis-

tas y todos los que se han preocupado de determinar él objeti-vo que debe alcanzarse con la enseñanza de la juventud, hanestado de acuerdo para colocar en primera línea la necesidadde formar hombres. Desean, según la feliz fórmula de un dis-cípulo de Le-Pley, jóvenes formados no tanto para ser «hom-bres de profesión», sino para hacer «profesión de hombres»,ésta es, ante todo, una cuestión educacional.

Se puede afirmar, ¡sin ir muy lejos, que la instrucción sin laeducación no valdría nada y, aún, podría dar frutos contrariosal bien de¡ la patria y de la humanidad, mientras que la edu-cación, aún sin instrucción, sería provechosa para el biencomún. No es frecuente encontrar entre los trabajadores de latierra o del taller personalidades semi analfabetas cuya elevaciónde pensamientos y recta conducta sean dignos de admiración.¿Estos sólo han tenido educadores, tal vez los más humildes,pero de! todo punto de vista, son dignos del título de hombres?

Nuestra época se! enorgullece justificadamente de los pro-gresos de las ciencias y de la difusión del saber. ¿ Se ha mejo-rado por esto la calidad del hombre...? Sería aventurado afir-marlo. Refiriéndonos solamente a las naciones civilizadas, laúltima guerra dió ocasión a algunas de ellas para afianzar esteprogreso por un refinamiento de la barbarie. La vida diariapública o privada nos ofrece el espectáculo de brutalidades, decrímenes, y de continuos escándalos: en nuestra vecindad hay


hombres que ¡se confiesan culpables de los más flagrantes aten-tados contra la justicia y contra la dignidad de la persona huma-na. NO, EL HOMBRE NO SE HA PERFECCIONADO.!

Sin hablar de civilizaciones más antiguas, las civiliza-ciones griegas y latinas nos han dejado obras inmortales quenos ilustran todavía: ellas produjeron filósofos y moralistas queabordaron todos los problemas del destino humano. Y despuésel cristianismo iluminó al mundo con su doctrina de amor yde paz. El hombre llegando tarde a un terreno muy antiguo ga-nará siempre siendo modesto. El orgullo lleva fácilmente alhombre moderno a hacer tabla rasa del pasado, a despreciar lasexperiencias de sus abuelos, a hacer mofa de la sabiduría deayer, a la cual Francia debe su grandeza, piara ir a buscar ins-piración en aquellos países que tienen interés en amenguarla.

El francés de nuestro tiempo debe ser formado, desde sujuventud y más tarde a pensar y obrar de acuerdo con la ideade qué su deber fundamental le obliga a no desperdiciar los bie-nes legados por las generaciones que le han precedido. Quincesiglos han dado vida a la Francia actual. Pensemos en cuantossacrificios de inteligencia y de corazón, de energía, de perseve-rancia y, también, de buena voluntad, se han desplegado panaque se forme y exista nuestra patria cuya desaparición o sim-ple decadencia transformaría la paz del mundo.

«El progreso necesario» es un bello ideal en el orden moral.Pero no nos sintamos acercados a él por un teléfono, o poruna máquina calculadora o por un avión; no confundamosel progreso material con la civilización. No creamos que todaevolución, aún indispensable, como la que impone la máquina,representa un progreso efectivo. Esto sería hermoso, si unageneración entregara la antorcha a la siguiente con la satisfac-ción de haber desarrollado la evolución indispensable y sinhaber desperdiciado nada del patrimonio moral y nacional quese les legara.

Por lejanas que puedan aparecer estas cuestiones de lainstrucción y de la educación, ellas pertenecen a la esencia mis-ma de la materia y es inútil abordarlas, si no se las quiere exa-minar con altura de miras.

Poco después de nuestros desastres de 1870, se organizótotalmente la enseñanza del país; la Francia entena se puso depie para impulsar la formación de los niños en cuyos corazo-nes había aumentado el amor patrio en razón directa delos sufrimientos soportados. El maestro de escuela prusianohabía ganado la guerra. Había que colocar a la ciencia en unprimer plano; ella proporcionaría, a nuestro país, los hombres


instruidos y patriotas que necesitaba y sería, al mismo tiempo,la gran moralizadora.

Al mismo tiempo, los reformadores excluían la religiónde la enseñanza, sentando el principio de la neutralidad religiosa,Esto hecho capital no puede ser pasado en silencio. Esto fuéuna gran desgracia.

Excluir la religión de la enseñanza, es decir, uno de losfundamentos de la civilización esencialmente cristiana de Fran-cia privarse de sus luces, de sus disciplinas y de su espíritude caridad, cuando se trata de formar seres llamados a viviren una sociedad en que la existencia de las masas se ha hechotan difícil y se, han engrandecido los deberes de las clases altas,es una determinación casi injustificable.

Sin ir más lejos, en este aspecto de la cuestión, diremossolamente! que, al menos, es indispensable la libertad de ense-ñanza en homenaje al derecho sagrado que tienen los padresa formar sus hijos, de acuerdo con sus creencias y que la neu-tralidad religiosa debe ser observada con mayor escrupulosidaden la escuela oficial que en ninguna otra parte.

Por otra parte, se ha hecho más compleja, más difícil yelevada la tarea del personal docente, pués, se le ha privado delapoyo moralizador de la religión.

Los fundadones de la escuela moderna, los Paul Bert, losJules Ferry no se han desentendido de esta cuestión. Considera-ban en toda su grandeza la misión del maestro y las grandesresponsabilidades que ella sub entiende. En términos más cla-ros, han sentado las reglas que se deben seguir, especialmen-te en el orden moral. Dirigiéndose a los maestros Jules Ferrydecía: «Sois el auxiliar y, en algunos casos, el reemplazantedel padre de familia. Hablad en consecuencias a su niño en laforma que desearías se hablara al vuestro, con la mayor reserva,pués estáis expuestos a despertar un sentimiento del cual nosóis arbitro. Si titubeáis para saber hasta dónde podéis lle-gar en vuestra enseñanza moral, preguntáos si, en concien-cia, no está entre vosotros un hombre honesto que pueda es-candalizarse con lo que váis a decir. Si es así, absteneos.Todo escrúpulo es poco para dirigirse a cosa tan delicada ysagrada como la conciencia del niño».

Por ¡su parte, Paul Bert colocaba, en primer término, elculto a la patria, desarrollado por la enseñanza de la historiay por él conocimiento de los deberes que sub entiende.

Después, las cosas han cambiado. Con frecuencia los padreshan debido obrar para obtener el reemplazo de algunos maes-tros que habían olvidado estas preciosas directivas. ¿Dóndeestamos entonces?...

M. del E. 7.


CAPITULO SEGUNDO.

¿En qué consiste la instrucción de los franceses?

A falta de una educación orientada en el sentido moraly nacional ¿la instrucción ha producido al menos los resulta-dos que se esperaban? ... ¿Nuestros niños están mejor instruidos,mejor preparados para las diferentes carreras o empleos quelos esperan en la vida civil?...

Enseñanza primaria.

Aún no es permitido afirmarlo. Es un hecho conocidoy muchas veces divulgado en las revistas pedagógicas y en lagran prensa que todavía existe una gran cantidad de hombressin instrucción, a pesar de los grandes sacrificios que duran-te cincuenta años ha afrontado el país. El porcentaje de anal-fabetos ha disminuido en grandes proporciones ya que de un15% en 1877 ha descendido al 4% más o menos. En todo caso,Francia se encuentra todavía, en este sentido, en un estado deinferioridad con respecto a varios países de la Europa.

Pero a estos analfabetos que no han recibido ningunaenseñanza se agregan a la masa de aquellos que en los regi-mientos se les llama semi-analfabetos. Poco después de la in-corporación de un contingente, los conscriptos que no poseenun diploma ni el certificado de estudios primarios, son exami-nados con el objeto de establecer su verdadero grado de ins-trucción y a fin de que sus jefes puedan prepararlos para losservicios que estén más de acuerdo con sus conocimientos. Es-te examen comprende un dictado, algunas operaciones de arit-mética o problemas sencillos y algunas materias elementalessobre historia o geografía de Francia o sobre nuestras grandesinstituciones administrativas y públicas. Este examen permitedarse una cuenta exacta de los resultados obtenidos en laescuela.

He aquí los resultados obtenidos, como término medio,en los últimos cuatro años, en un número apreciable de regio-nes militares: mientras que la cifra de los analfabetos abso-lutos se fija entre un tres por ciento (30%) y cuatro por ciento(4%), el de los analfabetos verdaderos varía según las regio-nes, entre un 19 y un 20% o sea, para ambas categorias, untotal de 22% a 3 1 % . Se constata, además, en el curso de lavida regimentaría, que más o manos la cuarta parte de losjóvenes eximidos do este examen por la posesión del certifi-cado de estudios no demuestran grandes ventajas sobre losanteriores. En consecuencia, es dable estimar en un 30% o


la proporción de los analfabetos en el conjunto de losgentes. El mal que denunciaba Jaurés, en la Cámara, elMarzo de 1912, no ha disminuido. «El 36% de la juventudte país, decía, a pesar de la acción de vuestras leyes estádebajo de la instrucción mínima, aún la más modesta; undebe recibir educación regimentaría; de ellos un granero, porque no sabe leer ni escribir y los otros, porque sula informe e inútil equivale a la ignorancia, si aún no es

Este grado de ignorancia se demuestra en las siguienteses escritas por un Comandante de Regimiento:«Sin detenerse más de lo necesario en crasos errores indi-ales es inexplicable que algunos conscriptos hayan podi-do escribir que la República se había proclamado, en Franciaaño 1914 o que Alsacia pertenecía a Francia después depara no citar absurdos mayores (descubrimiento del serum

a la rabia atribuido a Sully o al Mariscal Lyautey: Japón,a, Dinamarca clasificadas como colonias francesas; el Marrío francés; Enrique IV y el Mariscal Petain condu-

jerón juntos la guerra en 1914, etc.).Es necesario recalcar especialmente la deficiencia de laslestas relacionadas con la instrucción cívica. Aquí no sede conocimientos teóricos más o monos útiles en la vida;

pscripto debe ser un elector después del servicio y úebe-bber que, los consejeros municipales no son nombrados porpide, ni por los ayudantes, ni por sí mismo, ni por loslores, ni por el prefecto; que los diputados no son elegidoslos consejeros generales, ni por los senadores, ni por losministros, etc. (estas respuestas se reciben muy frecuentemen-te. Este es un grave problema para una democracia y mereceial atención.Generalmente se invoca esta excusa ¡ es natural que elripto haya olvidado en el curso de algunos años de tra-lo que aprendió en la escuela.Esta justificación es inadmisible, por cuanto, se trata deInés simples e indispensables que no se borran cuando hanrealmente adquiridas. Sería conveniente, tal vez, una mayorpcia en la obligación escolar, pero esto no influiría en laenseñanza dada; esto es deseable, pero no resuelve la cues-Al mismo tiempo la prolongación de la escolaridad plan

diversos problemas, especialmente para las masas de niñosenecientes a las familias de agricultores o de obreros, cuyación sólo se podrá encontrar una vez que se terminen lasexperiencias que se están realizando.


Enseñanza secundaria.

¿La enseñanza secundaria ha alcanzado su objetivo?El concenso general no es éste. Los jefes de empresas, de in-dustrias, de casas de comercio, bancos, etc. se quejan de laescasa aptitud dé los jóvenes bachilleres para escribir unacarta, para redactar un informe o verificar una rendición decuentas con orden y claridad, en un lenguaje correcto y, conuna ortografía impecable.

Los profesores de las diversas facultades hacen afirma-ciones análogas. He aquí la apreciación de uno de ellos publi-cada en la prensa: «Lo que desconsuela a los examinadoresa fines de año, es que en realidad, desempeñan las funcionesde síndicos de un fallido.» En efecto, para ellos, se trata deconstatar la falencia de la enseñanza secundaria y del bachi-llerato. Estamos obligados a confesar que los años de estudio nohan proporcionado a los franceses el bagaje de conocimientosindispensables para desempeñar un papel honroso en la vida.En consecuencia, nuestros jóvenes contemporáneos, poseen unainteligencia escasa. Pero son las víctimas inocentes de mé-todos pedagógicos absurdos. So pretexto de mejorar los estu-dios y de hacerlos, en consecuencia, más eficaces se han re-cargado inútilmente los programas; el bachillerato se ha he-cho a tal punto enciclopédico que un profesor o examinadorno se encuentra en condiciones de afrontar con éxito las dife-rentes pruebas que comprende. Se ha sacrificado la calidada la cantidad y se ha pensado que los candidatos a bachille-res, serían mejores mientras más supieran. El resultado es uncaos de conocimientos inciertos y heterogéneos a la vez.

«SEGUN MI CONCEPTO NO HAY ERROR MAS GRAVEQUE ESTE DEL METODO».

Se podrían multiplicar las citas recogidas en las fuentesde las revistas pedagógicas.

En el ejército los resultados obtenidos con motivo del in-greso a la Escuela Superior de Guerra son del mismo género.

En el curso de los últimos años, el número y la extensiónde las materias que comprenden los programas escolares nohan cesado dé aumentarse, deseando cada uno que la enseñanzade su especialidad no tenga vacíos, ¡ como si todo se pudieraenseñar y todo se pudiera aprender! Con la aplicación de estosmétodos se obliga a los jóvenes, bien capacitados muchas veces,a trabajar hasta media noche y aún hasta las primeras horasde la mañana y parte de los días Domingo. Algunos deellos sé fatigan tanto que, algunas semanas antes del término


fe un trimestre, se preguntan si tendrán las fuerzas para tra-bajar así hasta el interrogatorio final; ¡régimen funesto, tantopara el cuerpo cuanto para el espíritu!...

CAPITULO TERCERO.

¿Y la educación?

El mal que es conveniente remediar en materia, de edu-ación es mucho más grave todavía a causa de su profundidady de sus consecuencias.

Formemos una raza sana La educación física.

La causa de la educación física no puede silenciarse. Sepuede encontrar exagerada la fórmula de Spenoer «Ser unaación de buenos animales es la primera condición de la pros-peridad nacional». Pero la indiferencia del francés por loque es educación y cultura física, no ha mejorado nuestra raza;no se desconocen los progresos debidos a la práctica de los de-portes y de las competencias deportivas bien comprendidas.Ellas han desarrollado, afortunadamente, en los deportistas elamor al esfuerzo, el compañerismo y la franqueza, contribu-yendo también a estrechar las relaciones de nuestra juventud conla de otras naciones. Continuamente la prensa publica fotografíasde nuestros atletas en acción, los cuales evocan la belleza y laarmonía de las antiguas estatuas. Pero estas son excepcio-nes. Para convencerse de esto, basta observar a nuestro alre-dedor; ¡cuántos hombres jóvenes carecen "de esbeltez, de flexi-bilidad, cuántos pasos torpes y dorsos encorvados!...

En nuestro sistema de educación se ha perdido de vistala adquisición por la masa de la salud y del vigor físico. Enla edad del crecimiento y de la pubertad, los niños y los ado-lescentes pasan todo el día sentados en locales mal iluminadosy mal ventilados, curvados sobre sus libros y sobre sus cua-dernos. He aquí un testimonio oficial llevado al Senado porun antiguo Ministro de Educación Nacional: ¿Quién se preocu-pa de la raza?... y, sin embargo... ¿Qué consejero general pue-de salir de nuestros consejos de revisión sin quedar profunda-mente alarmado?... ¿Cómo puede engrandecerse una nacióncuando está afectada en su vida física al extremo que estaré,la nuestra mañana si es que ya no lo está en el presente?...

No hay duda, de que la educación física figura en los pro-gramas. Pero ¿qué resultados serios se pueden esperar de laslecciones demasiados cortas, pues deducido el tiempo que em-


plean los alumnos en vestirse y desvestirse, ellas sólo tieneunos cuantos minutos de duración?... Personas de buena volu-tad han insinuado una reforma; todas las mañanas de la se-manas serían dedicadas a las clases intelectuales y las tardesa las prácticas de la educación física o a las clases al al airelibre.

Sería difícil, sobre todo en las ciudades, aplicar riguro-samente este sistema, pero, muy provechosamente nos podría-mos inspirar en él.

¿Es un imposible instalar en las proximidades de cadaescuela o de cada sector escolar un campo de juegos y de entre-namiento con todas sus comodidades?... En los campos o enlas pequeñas ciudades, la creación de estos estadios no presen-taría dificultades en cuanto al espacio. En las grandes ciudadesel problema es de más difícil solución, pero no constituye unimposible; para no hablar sino de París, el emplazamiento delas antiguas fortificaciones no está todavía totalmente ocupa-do y en el mismo corazón de la ciudad se encuentran verdade-ras estepas donde vegetan una flora y una fauna indigna denuestra capital y que felizmente, podrían ser reemplazadas porcampos de juegos y de deportes; finalmente, sería aconsejabletrasladar a la perisferia de la ciudad algunos liceos o colegiosque hoy día ocupan locales estrechos e inconvenientes.

A DECIR VERDAD, LA EDUCACION FISICA NO EXISTEEN FRANCIA; está todo en vías de creación; esta creación exigeterrenos, maestros y reclama de los preceptores rurales, el gustoy las aptitudes especiales que en la actualidad sólo poseen excep-cionalmente. Esto es, como se ha dicho muy bien, «UNA REVO-LUCION NECESARIA. Para desarrollarla es necesario que seasigne a la educación física una parte aprecitable de los centena-res de millones que se destinan a las grandes obras. Esta esuna herramienta nacional de primer orden.

La instrucción premilitar

La complejidad de los rodajes y de las máquinas de losejércitos modernos, hacen indispensable la organización de unaenseñanza que prepare directamente para el servicio militar.

Recordaremos brevemente lo que son nuestras actualesinstituciones.

La «Preparación Militar Superior» es dirigida por un cua-dro militar; su objeto es formar oficiales de reserva; funcionanen forma que satisface su misión, pero su acción sólo se hacesentir en la juventud intelectual.


La «Preparación Militar Elemental» a cargo de organismosde buena voluntad, sostenidos y dirigidos oficialmente, otorgabrevets de diferentes categorías que conceden algunas venta-jas en el momento de la incorporación al servicio. Pero fuerade la asiduidad a la «Preparación Militar Superior» de losjóvenes que pertenecen a las escuelas universitarias, más o me-nos cuatrocientos—obligatoria únicamente para ellos, toda estapreparación es facultativa. En esta forma, sólo se extiende ala octava parte del contingente, con resultados poco satisfac-torios.

Las necesidades nos obligan a organizar esta preparaciónen forma obligatoria y con la extensión debida, a fin de que debuenos resultados. Una preparación militar obligatoria y enér-gicamente apoyada por el gobierno, daría espléndidos resulta-dos en vista de las aptitudes notables de nuestro pueblo. Losesfuerzos perseverantes del Estado Mayor tienden a organi-zarla.

La preparación elemental sería dada en los establecimientosde enseñanza, en las sociedades y en los centros militares delos campos y de las guarniciones, por militares en servicio acti-vo o de reserva y comprendería o un período de campaña oun número determinado de horas de trabajo.

La preparación superior. dada en las escuelas en que elnivel de los estudios es suficientemente elevado, duraría dosaños y por medio de un concurso final, daría paso a las situa-ciones de oficial o de suboficial de reserva. El proyecto contem-pla sanciones que es indispensable codificar y aplicar rigu-rosamente.

Puede ser que esto dificulte la adopción, pero es necesariomantenerlas so pena de que las disposiciones adoptadas produz-can resultados ilusorios.

En el extranjero la obligación no es solamente un princi-pio, sino una realidad.

CAPITULO CUARTO.

Como se forma la juventud en el extranjero.

Cuando se estudia lo que sucede en el extranjero, sobretodo en éstas cuestiones en que al estado corresponde la acciónprincipal, inmediatamente nos asalta la idea de agrupar a unlado los países de régimen dictatorial y a otros los que gozande un régimen liberal. En los países que más se oponen al ser-


vicio militar obligatorio—Gran Bretaña y Estados Unidos—elEstado o la iniciativa privada, han atendido en forma seria yeficaz la preparación de la juventud para cumplir sus deberespatrióticos. Es preciso citar especialmente y rendir homenajea las instituciones militares de Suiza, país en que el patriotis-mo de los habitantes ha comprendido perfectamente, que unejército dé milicias no puede ser ¡superior al conjunto de reclu-tas instruidos de antemano.

Es una constatación que es conveniente hacer resaltar.Los grandes países, los más azotados por la guerra y las cri-sis consecutivas y, por consiguiente, los que deberían empren-der una obra más profunda de reconstrucción, Rusia, Italia yAlemania son justamente los que han dado mayor importanciaa la formación de su juventud. Sus gobiernos dictatoriales,deseosos de regenerar sus pueblos, proporcionándoles un ideal,no han encontrado un mejor medio que comenzar la obra desdesus cimientos, concediendo un lugar preponderante a la edu-cación moral y patriótica de la juventud.

En cada uno de estos países el esfuerzo es considerable;la educación física, moral y profesional del niño y del adulto,graduada según las edades, se desarrolla integralmente. Veremosmodo de describir suscintamente su mecanismo y espíritu, a finde establecer sus rasgos esenciales.

En Rusia.

En Rusia la preparación militar y política se desarrolladurante los 19 y los 20 años. Comprende dos grados: un gra-do elemental destinado a los obreros de las fábricas, que sedesarrolla fuera de las horas de trabajo, comprendiendo, ade-más, la estada de un mes en campaña; un grado superior espe-cial para los estudiantes a los cuales se les exige, como requisitoindispensable para recibir su título, 240 horas anuales de pre-paración militar.

Pero antes de esta preparación militar, una sociedad par-ticular, la «OSAWIAKHIM», que cuenta con trece millones desocios, ha tomado a su cargo la. educación nacional de losjóvenes mayores de 14 años. Ella se encarga de prepararloscomo buenos tiradores y forma pilotos de aviación, marinos,jinetes, etc. Y en general, especializa a los jóvenes tomando encuenta su posible empleo en el ejército. Antes de esto, los niñosmenores de 14 años, agrupados en la asociación «LOS AMIGOSDE LA OSAWIAKHIM» han aprendido los rudimentos de laenseñanza anteriormente indicada. El número de niños y dejóvenes que así se forma es considerable, Se cultivan en ellos


las cualidades de buena presentación, de abnegación, de leal-tad, de moralidad. Se exalta el esfuerzo y se cultiva la emula-

ción. Se ponen en juego medios poderosos para perfeccionar laenseñanza técnica profesional; estudio de los principios y apli-cación de la electricidad y de la mecánica, de la arquitectura,pintura, arreglo de parques de atracción y de reposo, donde severifican juegos y deportes y, se enseñan los cantos y las dan-zas de la antigua Rusia.

Desde el punto de vista militar, la juventud es, preferente-mente, orientada hacia la aviación y bacila todo lo que con ellase relaciona: artillería de defensa antiaérea, defensa aéreadel territorio. Esta educación que enseña al ruso a vivir colec-tivamente y desarrolla en él la afición por el deporte; la radiodifusión extendida a los ciudadanos en las ciudades más aparta-das, que los habitúa a oir conferencias y los saca de su aislia-miento, son medios muy provechosos para la vida en comúnque lleva el conscripto en el cuartel, haciéndolo sentirse comoen su propia casa.

La doctrina política oficial es que Rusia, sumida por elZarismo en una ignorancia afrentosa, está en vías de llegara ser la nación más moderna. El resto del mundo es represen-tado como poblados de gentes ávidas, esclavizadas por la tira-nía del capitalismo y admiradores de las instituciones de laRusia soviética. Sin pretender que los resultados sean desdetodo punto de vista notables, algunos extranjeros ilustres, admi-tidos a visitar sus organizaciones, han visto en ellas alumnosllenos de buena voluntad, de convicción y de entusiasmo. Segu-ramente, ellos sólo han visto lo que se les ha querido mostrar.

El gran empeño de los dirigentes es, al parecer, hacer lle-gar lo más rápidamente posible a los empleos a las generacio-nes que no hayan conocido ni el régimen zarista, ni los ensa-yos del comienzo del régimen, en una palabra, aquellas genera-ciones cuyo espíritu no haya sido falseado y cuya energía nohaya sido lesionada. Dándose cuenta de que el país no puedevivir sin una clase dirigente se esfuerzan por reconstituir laque ellos hicieron desaparecer; pero los dirigentes no se fa-brican en serie. Por encinta de todo, la juventud es educadaen el principio de que debe estar lista para sacrificar su cuer-po y su alma al régimen soviético que, en vez del Zar, hapasado a ser el símbolo y el apoyo de un nacionalismo ardientee incontrarrestable.

En Italia.

En Italia, la organización fascista encuadra al individuodesde la edad más tierna hasta su muerte.

Hasta los 8 años, el niño italiano que estudia en los esta-blecimientos del Estado, pertenece obligatoriamente a la acción


preparatoria de los «Hijos de la Loba». De 8 a 14 añosperíodo consagrado a su formación moral y física, se hace«Balilla» ; primero «Balilla Excursionista» y después «Bali-lla Mosquetero.» Cuando cumple doce años, se le entrega unpequeño fusil.

De 14 a 18 años el adolescente es «Vanguardiero». Conti-núa su preparación moral y deportiva y comienza su preparación militar; ejercicios en orden cerrado, marchas y tiro.

Estas dos organizaciones cuentan con efectivos impon-tes: 2.400.000 Balillas; 2.000.000. de Vanguardieros. Estándirigidos por el Inspectorado pre y post-militar y por el GabineteNacional de Balillas. Están encuadradas en la Milicia Fascis-ta Nacional.

Cuando el joven cumple 18 años, está obligado a formarparte de la «Juventud Fascista». Es enrolado, además, seacual fuere su procedencia escolar, en una agrupación de pre-paración militar, ya sea en los «Cuadros Juveniles de Combate»o en la «Milicia Universitaria».

Recibe entonces en el cuadro de la Milicia Fascista Nacio-nal, a la cual el ejército presta su concurso después de dos años,una instrucción militar individual o el comienzo de una ins-tracción de especialidad.

El brevet obtenido en los Cuadros Juveniles de Combate,comparable a nuestro brevet de preparación militar elemetal,da derecho a una reducción del servicio en las primeras clases.

El brevet de la «Milicia Universitaria», análogo al de nues-tra Preparación Militar Superior, sub entiende para sus tenedo-res, la promoción al grado de sub-teniente o de aspirante.

Los resultados son muy satisfactorios y el Comando Italia-no piensa suprimir la instrucción de reclutas en el cuartel. Enenero de 1935, llamando a las «divisiones ligeras», a la élite dela preparación militar, el Comando estimó que se podría redu-cir a 12 meses el tiempo de servicio de estas unidades. Esesta una experiencia en marcha.

Un viajero que volvía de Italia nos ha narrado una escenaque presenció en Roma hace algunos años. En una ceremoniaen qué debía presentarse el Duce, los «Balillas» practicaban unservicio análogo al que practican generalmente nuestros scouts.El tiempo era frío y lluvioso. La madre de uno de estos niños,inquieta al saber que se encontraba a la intemperie e inmóvil,envió a alguien para traerlo a su casa. El Balilla se defendió;el deber le obligaba a quedarse. El mensajero se fué, pero comoen ese momento se sintiera un frío glacial, volvió con mayorinsistencia. El niño no aceptó abandonar su puesto, sino cuandorecibió la orden de su jefe, un poco más tarde, una vez cumplí-da su misión.


Se puede preguntar si una substitución tan completa de lafamilia por el Estado y el encuadramiento precoz de los niñosno presenta graves inconvenientes. Pero los resultados son: ladisciplina y la pasión de servir anima a toda la juventud. Seconstata en ella una solaridad ardiente y fraternal.

El carácter moralizador del régimen, ha encendido la féy la abnegación y ha despertado en cada uno, el ideal incon-trarrestable de la grandeza. Un pueblo entero acepta sacrifi-cios económicos considerables y sacrifica su bienestar y formacon fervor detrás de su rey y del generador de su alma.

(Continuará).

Meditación sobre la guerra.Por el Conde H. de Keyserling.

El primer motivo de matar que emerge en los albores de laconciencia diurna es el de la pura embriaguez de sangre. Recuerdolos halcones que en mi niñez criaba: paradisíacamente inocentes,vivían en libertad al lado de otras aves que los consideraban tam-bién inofensivos, hasta que un día y a medias casualmente, mata-ban por vez primera un ser vivo. Desde aquel instante nada podíaretenerlos, pues la embriaguez de sangre se había despertado en ellos.Pero no asociaban inmediatamente el hecho de matar con el de ali-mentarse. De este modo, la acción consciente de matar comenzó enel hombre con aquello que llamamos guerra; con el hecho de ma-tar por matar. La primera cacería fué una guerra. Primariamente,el hecho de matar era ajeno a toda consideración utilitaria. El hom-bre primitivo abrigaba exactamente el mismo sentimiento que todavíahoy incita a los verdaderos cazadores. El hecho de comerse la presa,ocupó en la conciencia primitiva el mismo lugar que más tarde elde comerse la víctima sacrificada al dios.

El carácter elemental y primario de la embriaguez de sangreexplica efectivamente por que en toda la historia aparece aquéllaenlazada a las primeras ideas religiosas: desde el punto de vistade la conciencia religiosa naciente, toda muerte violenta era, origi-nariamente, una inmolación. Y todavía hoy, el verdadero soldadoconsidera, por inconsciente que sea, el hecho de matar en la gue-rra, como un sacrificio humano. De otro modo no lo distinguiríatan puramente, y por una tan auténtica vivencia interna del ase-sinato; instintivamente funde en una sola visión el sacrificio de símismo y la inmolación de los demás. Desde él punto de vista delsacrificio se nos hace también comprensible el valor primitivo. Nisiquiera los animales más valientes son realmente valientes. Suce-de simplemente que en lugar de ceder a la presión de una fuerzamayor externa ceden a la de una fuerza mayor interna que, conrelación a su conciencia, es, sin embargo, tan exterior como la otra.Pero con la embriaguez de sangre despierta simultáneamente elimpulso al sacrificio. La efusión de sangre intensifica de por síel sentimiento de la vida, sin que en este grado evolutivo se hagaaún apenas diferencia entre que sea la sangre propia o sangreajena la vertida. Y así también el instinto de combate, es secunda-


rio y no primario, e incluso, desde el punto de vista de los bajosfondos, un fenómeno tardío. Primero fué la voluntad de sacrificiosangriento, y sólo luego la voluntad de combate. El combate comofin, en sí sólo se hace posible cuando en la conciencia predominael juego, sobre la realidad, y tal primacía supone la preexistencia deuna facultad de representación determinante. Pero los estados pri-mordiales, obscuros, sordos y ciegos, en los que todavía hoy hundensus raíces todos los motivas más profundos, no saben nada del jue-go. Les son propias todas las tinieblas de la gravedad. Precisamen-te en este sentido es en el que se califica de sombríos a los déspotas.Y tal es justamente la razón de que la Rusia Soviética sea tan ho-rrendamente seria. Nada más disparatado que imaginar cosmogo-nías partiendo del estado de la infancia; el estado de la infanciaes paradisíaco y no infernal; pero en el principio fué el mundo abi-sal. Por ello, el asesinato existió antes que el combate frente afrente, sólo que en el asesinato no se veía ningún mal. Y por ellose mató antes a los seres inermes que a los capaces de defensa, Elcombate surgió primeramente de la fuerza mayor de la situación,sea que él atacado se defendiera o que el hombre se viese atacado.Por ello es también perfectamente lógico que la caza, que hoy en-tusiasma al hombre de presa tanto como en las épocas glaciales, sea,esencialmente, un asesinato. Y la guerra moderna, en la que el ata-cado se halla propiamente indefenso ante las armas de su agresor,es, literalmente, una regresión al estado original. Así se explica queel soldado auténtico no la sienta como un contrasentido, aunquedestruye todos los conceptos de la caballerosidad valederos aún ha-ce pocos decenios.

Las consideraciones que anteceden explican que en la tradi-ción no aparezca asociado jamás el hecho de matar con ideas re-pulsivas o malignas. La primera muerte de que el hombre fué au-tor no se halló para su conciencia bajo el signo de la utilidad. Notuvo su raíz en el carnivorismo, y sólo la tuvo en la ferocidad encuanto también las fieras conocen la embriaguez de sangre. Todo elacento primitivo recae sobre el puro incremento de vida que la efu-sión de sangre condiciona,y como la idea de matar va aparejada ala del sacrificio de la propia persona, claro está que en el prototipodel guerrero ha de predominar lo noble. Caín mató a Abel por azar,como mis halcones por vez primera a un ser viviente. Más, de aquelhecho nació en el acto la embriaguez de sangre, y ya todos los su-cesores de Caín fueron guerreros. Nada más disparatado ni máserróneo que imaginarse a los primeros hombres conforme al modelode nuestros criminales. Todavía hoy apenas hay criminales entrelos primitivos. Sus muertes son, fundamentalmente, inmolaciones.

Pero claro está que los más terribles demonios del mundo abi-sal de la noche de la Creación se apresuraron a explotar la situa-ción creada por la embriaguez gratuita de sangre. El miedo original

MEDITACION SOBRE LA GUERRA 471

adra la voluntad de aniquilamiento absoluto para garantizar lalia seguridad. Engendra el ansia de poseer los bienes ajenos.en una primera transferencia, engendra la crueldad: el tortu-debe gustar hasta las heces, superar y anular con ello, el mie-ncoercible que el torturador experimenta en la parte abisal deer. Pero el hambre primordial exige muerte y conquista, saqueoestruoción, sin término, como otros tantos medios para lograrpropia supremacía; allí donde llega a predominar se desvanecento de bello encierra la embriaguez de sangre. En la parte abi-de su ser cada uno quiere incorporarse todo lo ajeno, vivo onimado, y exige el universo entero, como heredero universalmismo. Pero el universo no se le somete, y de este modo, nace,o reacción primaria a toda resistencia, un deseo de represaliase transforma en ansia de venganza cuando la memoria es te-del mismo modo que la voluntad normal de poseer siemprese exacerba, en igual caso, hasta convertirse en codicia. Todobre acoge con júbilo en su mundo abisal la desaparición de cual-er vida ajena con la que no se halla identificado. La concienciactiva, determinante, bien sea primitiva, como en los pueblos sal-es, o secundaria, como en la guerra moderna, no ofrece en esteto ningún problema especial. El mundo abisal experimenta laaparición de toda vida ajena como un incremento de la propia.tentativa de justificar todo el sufrimiento del mundo por la di-del gozoso heredero, que representa siempre al porvenir, seríaempresa más sensata que todas las tentativas conocidas de jus-

ar el Mal. Tan profundamente arraigada está aquella aspira-a la supremacía universal, que su discusión, implícita ya encrecimiento ajeno, despierta fácilmente el ansia de venganza.

ndo los franceses clamaban: " ¿ Venganza por Sadowa ?'' sien-así que la derrota de Austria no les atañía en absoluto no podíancalineados de absurdos, sino de primordiales. De aquí el pate-

auténtico de la venganza en toda la historia primitiva. No sea de resentimiento, esto es, de rencor por la propia impotencia,tampoco de ansia de venganza, o sea, del estado de ánimo de aque-que se sienten demasiado débiles para reaccionar rápida y

rtamente y demasiado poco seguros de sus propios fundamen-mentos internos para soportar moralmente un desplazamiento desfavo-rece de las circunstancias externas; se trataba de aquello por loJehová se llamaba a sí mismo un "-dios celoso". Quienquierase atreva a reconocer poder alguno distinto del mío — pensa-- merece la muerte.En esta pretensión del hambre original hallamos la segundaprimordial del Derecho; la primera estaba en la seguridad

seguida por medio de la propiedad, tal como la exige el miedonal. Primariamente, el Derecho no tiene nada que ver con lacia, pues no reposa en la comparación, sino en la autoafirma-


ción incondicionada. De aquí el derecho a la guerra, derecho máshonrado que todo lo que pretende conciliar las reivindicaciones detodos. La moderna tendencia a justificar la guerra refleja el con-flicto entre la conciencia incondicionada del Derecho, que ha deposeer todo aquel que lucha por sí, con su propia vida como puesta,y la teoría, hija del espíritu. Y de ello resultan, naturalmente ladureza y la crueldad de toda nueva creación jurídica. Más, parala comprensión de los fundamentos abisales lo principal es recono-cer que ningún concepto jurídico nacido de un sentimiento de jus-ticia de origen espiritual puede ser aplicado en este terreno. Y tan-to menos cuanto más "avanzado" es un estado de cosas. El hechode que la gran guerra haya sido incomparablemente más bestialque cualquiera guerra entre caníbales, se halla perfectamente de acuerdo con la naturaleza de las cosas. Cuanto más significa la inteligencia,o lo que es lo mismo, cuanto más domina la idea de finalidad, tan-to menos ha de ser el papel desempeñado por la embriaguez gra-tuita de sangre y tanta más fuerza ha de afluir a los demonios delmundo abisal. Las consecuencias de la guerra mundial represen-tan particularmente una expresión más pura del hambre y el mie-do originales que, en la época legendaria, las luchas de los Titanes.El sentido más hondo de la crisis mundial, iniciada más que pro-vocada por el terrible unísono de toda la orquesta humana que fuéla guerra mundial, es el de haber constituido un combate entre elmiedo -original y el hambre original, y ello es un estado de pure-za» no alcanzado jamás desde las edades míticas. Las masas todashan adquirido conciencia del poder de la técnica y de que podránvivir mejor de lo que viven. No se resignan ya a aceptar la tierracomo un valle de lágrimas, y el hambre original las empuja conviolencia elemental hacia adelante. Pero al mismo tiempo se exas-pera el miedo original como expresión de la conciencia de la faltade seguridad. Ahora bien; el miedo original determina, ante todo,la actitud de los que poseen, los cuales quieren conservar a todacosta la seguridad de que gozan. Y como sienten obscuramente lavanidad de todo esfuerzo en tal sentido, despierta también en ellosel hambre primordial bajo la forma de un ansia de ganancias faltade todo escrúpulo, fenómeno que constituye la causa principal dela fantástica falta de honradez de la post-guerra, hasta el punto deque los presidios de todos los países albergan hoy principalmentegentes que antes pasaban por ser especialmente "decentes". Losbajos fondos removidos emergen a la superficie como polarizaciónde los intereses capitalistas y socialistas, como voluntad de "secu-rité a tout prix" la cual rige a Francia en primera línea, y comovoluntad de anular todo derecho en nombre del hambre original,voluntad esta última que, la Rusia soviética encarna con la preci-sa claridad matemática de una imagen simbólica primordial. Perolos motivas económicos desencadenan por su parte la voluntad de


guerra. Pues cuando toda seguridad desaparece, los jóvenes se venimpulsados hacia la milicia, ya que al soldado y sólo a él le es lí-cito robar cuando tiene hambre. Y por esta misma razón se hacetanto más espantosa una guerra cuanto más se prolonga y crece másla miseria de los combatientes. En la lucha a la desesperada, elhombre llega casi a abdicar su calidad de ser perteneciente al mun-do cenital y conserva sólo un subsuelo infernal. También de estaverdad nos ofrece los modernos destinos del mundo una clara ilus-tración.

Análogos horrores, aunque de proporciones menos amplias,acontecieron en la tierra siempre que el mundo abisal fué removidoy emergió con eruptiva violencia en la superficie. Y estallaron siem-pre que se creyó justificado' matar, porque la embriaguez de san-gre, originalmente noble, contagia, en una lenta difusión incoerci-ble, estratos cada vez más profundos de lo inconsciente. La equidad,en el sentido de un reconocimiento del derecho de los demás a lavida, sólo existió al principio, como una transacción entre afines,donde no se planteaba la cuestión de una posible eliminación. Encuanto tal cuestión llegó a plantearse, por ejemplo en las disputaspor la sucesión al trono, el hermano mató con toda naturalidad alhermano y el hijo al padre. La asombrada pregunta de una brasi-leña cuando hablábamos del problema del asesinato (muy agudiza-do en su país), me demostró hasta qué punto es natural para laconciencia primaria el aniquilamiento de aquello que coarta la vi-da: "¿Pero acaso no le complacería a usted que otro hombre cuyavida le estorbase dejara sencillamente de existir?" Hube de reco-nocer que tal sería evidentemente también para mí la solución másconforme con mis instintos. Los emperadores bizantinos que se de-sembarazaban en el acto de todo importuno, padecían seguramentede menos complejos que los europeos actuales. E incluso en un Ca-lígula, que deseaba que todos los romanos tuvieran una única cabe-za para poderla cortar de un solo golpe, emergía tan sólo un de-seo generalmente humano, si bien exacerbado. Aquel instinto quequiere devorarlo todo debe de sentir una suprema dicha al poderdecirse: Sólo yo existo ya en el mundo.

No sé de nada más superficial ni más disparatado que las re-flexiones en las que hombres desarraigados, demasiado civilizados,fundan sus esperanzas de una humanidad mejor. Cuando los fon-dos abisales son negados, sus energías, represadas, acaban por abrir-se paso con multiplicada violencia desvastadora, como ya lo han de-mostrado horrendamente la guerra mundial y la revolución mundial.Y cuanto más se refiere al espíritu lo que no pertenece a él, máshorroroso es el cuadro, más abominable la mentira y más terriblelas consecuencias. Sólo cuando los combatientes reconocen sincera yM. del E. 8,


primariamente su voluntad de matar, su odio, su instinto de repre-salia y su embriaguez de sangre, puede lo noble determinar en úl-tima instancia e imponerse en el resultado final. Todos los conducto-res militares de alma grande y noble, sabían que hacían el mal encuanto ejercitaban el derecho a la guerra; su grandeza consistiósiempre en que tomaron sobre sí su dharma de la culpabilidad comoKrishna lo impuso al indeciso Ardschuna. Aquellos que poseían pro-funda conciencia de dicho mal y, sin embargo, lo hicieron — y noaquellos otros que quisieron mitigar ilógicamente su horror — fue-ron adorados como jefes por sus soldados, y, en muchos casos, vene-rados luego como santos por la humanidad. Correlativamente, lasguerras que más odios han sembrado han sido aquellas a las que sereconoció como lo que realmente eran y que por ello mismo fueronluego espontáneamente silenciadas o condenadas en la paz, cosatanto más fácil cuanto que, todo "derecho a la guerra" es criminaldesde el punto de vista de la paz, ya que reposa exclusivamente enla violencia. Más, cómo, por otra parte, el instinto de violencia es' uninstinto normal, sólo que perteneciente al mundo abisal y no al ce-nital, y muere con el logro de la satisfacción, el mero hecho de noexistir, puede ya provocar un olvido orgánico. El sentimiento de es-ta verdad hace que las guerras de las tribus guerreras primitivas nodejen casi nunca tras de sí amargos sentimientos. Y sólo por la per-fecta comprensión que de ella muestra, es por lo que, tan escasorencor se guarda a Inglaterra, por grande que sea la consecuentedureza con la que siempre ejerce el derecho a la guerra. La fatali-dad de Francia es ser la nación que menos comprende tal verdad.Toda victoria de las armas francesas provoca en Francia un renaci-miento de la antigua creencia en el juicio de Dios que la victoria en-carnaría, siendo así referido a valores espirituales lo que sólo referi-do al mundo abisal puede tener un sentido y una justificación. Deaquí la capacidad que de suscitar odios entraña la idea exclusiva-mente francesa de que la "paix par le respect des traites" es algomoralmente ideal. Ningún tratado impuesto por la fuerza encarnójamás el menor derecho moral. Generalizando, puede incluso afir-marse que la mayoría de las injusticias de la Historia provienen deesta desdichada amalgama de la Justicia con el Derecho.

Ahora bien: dondequiera haya sido la guerra la que ha sentadolas bases de una relación jurídica, no puede hablarse en absoluto delibertad determinante. Desde el punto de vista de la libertad, lacoerción por la violencia es siempre un crimen. Fué siempre, pues,en tales casos, el mundo abisal, ajeno y hostil al espíritu, el que im-puso temporalmente su sello al mundo cenital, transformando el pai-saje como una erupción volcánica. Y este proceso únicamente puedejustificarse ante la conciencia espiritual y moral, por el hecho deque el mundo abisal forma parte integrante y necesario del hombrey no puede ser perdurablemente reprimido. De aquí la simpatía que


entraña el espíritu guerrero ingenuo: el más cruel de los guerrerospuede ser, por lo demás, un santo, como lo fué el caucasiano Scha-mil, que consideraba ingenuamente como un mandamiento de Diosla supresión cruenta de todos los enemigos. Pero en cuanto la con-ciencia espiritual trata de justificar lo que no pertenece al espíritu,el hombre se convierte en un demonio. Lejos de negar como invero-símiles las atrocidades achacadas a todos los pueblos participantes enla guerra mundial, creo probables todas las que se han contado y aúnotras peores. Cuanto mayores son los remordimientos de concienciaque a un guerrero inspira su oficio, tanto más malvada será la formaen que llegue a emerger a la luz su mundo abisal. Desde el punto devista del espíritu, la guerra sólo puede justificarse por el reconoci-miento de la necesidad del Mal, justificación que no es una justifi-cación moral. Mencionaré las siguientes consideraciones: En estemundo, el mejor de los posibles, sólo el espíritu del Mal crea cam-bios radicales que a veces implican abiertamente el Bien. Además,también en los dominios propios del Mal rige una especie de justiciaen cuanto que la coerción violenta y la opresión aceran a los vencidoscuando éstos conservan alguna vitalidad. Tal circunstancia no tienenada que ver con la llamada "justicia inmanente"; reposa en unaley biológica que, a mi saber, ha sido Hans Much el primero en for-mular: la de que todo "menos" es compensado, no por el "más"estrictamente necesario, sino por un múltiplo del mismo, razón porla cual las dificultades son fundamentalmente propulsoras del cre-cimiento.

En consecuencia, todas las ventajas inmediatas de la guerrapertenecen al dominio biológico y nunca al dominio espiritual omoral y biológico exclusivamente desde el punto de vista del mundoabisal que desarrolla en él su ciego impulso. Por eso es, desde unprincipio un contrasentido querer justificar la guerra aunque sólosea en el plano del mundo cenital biológico. La guerra no es un bañode acero. No conduce a una supervivencia de los más aptos, sinoprecisamente de los más ineptos. Y en el sentido de la substituciónde una raza humana por otra, supuestamente mejor, es absoluta-mente ineficaz, salvo en el caso extremo del exterminio literal, sólomuy raras veces conseguido. De la guerra mundial puede decirsehoy, en 1938 que incluso en el sentimiento destructivo ha sido total-mente inútil. A pesar de las bajas que hubo de causar, hay ya, engeneral, más hombres que antes de ella, más medios de produccióny más productos de consumo; la miseria actual depende exclusiva-mente de la falta de adaptación de las ideas a los hechos. Todo hom-bre actual, incluso entre los vencidos, no puede por menor de man-tener, en cuanto es un ser dotado de instintos y tendencias, una ac-titud positiva ante la guerra mundial, pues debe a ella su modo deser y toda su posibilidad de existencia determinada, cuya desapari-ción no puede desear puesto que es la premisa de su identidad. Todo


superviviente y todo hombre después nacido es un heredero gozoso,por mezquina y detestable que la herencia sea. Muertes, pérdidas defortuna y desplazamientos de poder hay también, desde el punto devista individual, en la paz, exactamente como en la guerra, y entrelos muchos millones de hombres que participaron en la guerra, ape-nas a unas cuantas decenas concernían personalmente los pretendi-dos fines de la misma. De los horrores y abominaciones de la guerrasaben tan poco los que han llegado a la edad adulta después de laconclusión de la paz, que su actitud ante la guerra es hoy exacta-mente la misma de sus mayores de 1913. Y lo más curioso es, quehasta los que participaron en la guerra no la recuerdan ya realmen-te, y desde luego no en el sentido de una vivencia cuya acción per-dura. Fué tan horrible, que su recuerdo es reprimido, análogamentecomo nadie evoca el de las horas que pasó en la clínica del dentista.El inmenso éxito de venta que alcanzaron bruscamente hacia 1929todos los libros de guerra, en los que hasta entonces nadie había pa-rado atención, demuestra que, precisamente en tal fecha se habíaconsumado ya el olvido de la guerra.

Un escritor ha aprehendido profundamente el sentido de estasúltimas observaciones y lo ha expuesto con grandiosidad: Balzac ensu "Colonel Chabert". El autor de la "Comedia Humana" describeen esta novela la tragedia íntima del héroe napoleónico superviviente,tragedia que consiste en que de la ordenación natural de su vida, consus valores y sus motivos, nada, pero absolutamente nada, subsisteen la paz. Entre el mundo de la guerra y el mundo de la paz no exis-te la menor continuidad, y de este modo, el hombre adaptado a unode ambos estados tiene que fracasar en el otro. Pese a todas las apa-riencias, no es, en el fondo, cierto que la guerra sea la continuaciónde la política con otros medios. Pertenece a un plano absolutamentedistinto, tiene todas sus raíces en el mundo abisal ciego y, consi-guientemente, carece en sí de todo fin posible y de todo posible ideal.El soldado mercenario es el prototipo del guerrero. Quienquiera quellegue a adquirir una profunda conciencia de esta inconmensurabi-lidad abisal entre las normas del mundo abisal y las del mundo ceni-tal, se horroriza, más aún que de las abominaciones de la guerra, dela ceguera de sus ideólogos. Al término de una guerra desencadena-da por fines materiales, lo único que el hombre puede hacer es ol-vidar. Asi tampoco es, desgraciadamente, verdad que la guerra mun-dial, que inició la mecanización de la guerra, haya llevado "adabsurdum" la guerra como tal. Por el contrario, ha sido en ella don-de la guerra, tal como es y con toda la orquesta de instintos que lahace posible, ha llegado a ser una vivencia. Pero ya esta circuns-tancia representa un enorme progreso, y sólo por ella no fué quizásla guerra completamente vana. Por primera vez se ha dado cuenta lahumanidad de que la guerra no es esencialmente idealismo, valor,disciplina, camaradería y sacrificio gozoso, sino martirio, miedo, ho-


rror, mentira y engaño, destrucción y violencia. Para mí el resulta-do más atroz de la guerra mundial no ha sido la ruina que tras sídejó, sino la idealización acrecentada de la guerra en el ánimo dela mayoría de los jóvenes que no participaron en ella. Cosa que nin-gún idealismo explica y cuya razón necesaria y suficiente está enel hecho de que los hombres han llegado a una insensibilidad antedi-luviana. Pero el verdadero sentido insensato de la guerra no lo en-carna en modo alguno el caudillo, sino el combatiente anónimo. Yasí, el primer monumento conforme a sentido a un guerrero ha sidoel que nació espontáneamente de lo inconsciente de todos los pueblosparticipantes en la guerra mundial: el monumento al Soldado Des-conocido.

El mundo abisal, encarnación del Mal, vive en la guerra unaexistencia legal. Siempre que el estadio de la ingenua embriaguez desangre, sólo por ingenua bolla, queda sobrepasado, pasan a ser elhambre original y el instinto de represalia sus más profundos y úl-timos motivos. Si tales demonios no vivieran, eternamente despier-tos, en las últimas profundidades, toda guerra de naciones sería,incluso teóricamente, inconcebible. ;, De qué proviene entonces que laconciencia de la humanidad se niegue aún hoy día a aceptar estaverdad? Ello depende de la trágica y monstruosa paradoja que laguerra encarna como fenómeno del mundo abisal. El guerrero, queha de estar preparado en todo momento a hacer y a padecer algo ho-rroroso, es el hombre alegre y despreocupado por excelencia. Real-mente y no sólo por reputación. Y la conciencia irreflexiva no refle-ja en modo alguno la guerra como lo que esencialmente es. En la par-te más baja del ser su concepto despierta la idea de una disciplinaincondicionada; en un nivel más elevado, la de un cálculo de puraclaridad matemática; y. por último, todavía hay. a pesar de la ex-periencia de la guerra de máquinas y gases tóxicos, se cree ver susentido en el juego caballeresco que nunca fué en esencia; en aqueljuego cuya alma es el sentimiento del honor. Hasta tal punto se creeasí, que el soldado desconocido se sacrifica con plena, convicción porel jefe supremo, y sólo aquello que para este último significa la gue-rra sobrevivir luego en la memoria como esencia y sentido de lamisma.

¿ Cómo es esto posible ? Consideremos los diversos puntos en sulógica sucesión.

El guerrero puede y debe ser despreocupado, porque como gue-rrero adopta las normas del mundo abisal, ciego e indiferente a.matar o morir. Tal adopción, sin remordimiento alguno de con-ciencia, de las normas del mundo abisal, actúa por otro lado, comouna liberación, pues con ella cesan todas las inhibiciones que, par-tiendo del mundo cenital, impiden al mundo abisal vivir exhausti-vamente su vida. De este modo, incluso la misma disposición a lamuerte produce una liberación interior. Más por su parte, la coer-


ción bajo la cual vive el soldado corresponde a la norma del mun-do abisal y no la contradice. Tal norma ignora la libertad, y el he-cho de forzar y ser forzado es peculiar a su naturaleza. Lo que sicontradice su esencia es la previsión y la responsabilidad, cosaambas de las que precisamente se descarga al soldado. Son siem-pre sus superiores los que deben saber lo que rebasa las necesida-des inmediatas, de las que también son por entero responsables,y esta extrema irresponsabilidad, juzgada desde el punto de vistadel individuo que la experimenta, sólo tiene su límite en el jefesupremo del ejército. Por último, el guerrero está seguro de veratendidas, sin colaboración alguna por su parte, sus necesidadesmateriales, siendo así, de todos los hombres, el que menos sufre delmiedo original, el cual no se refiere primariamente a la muerte,sino al hambre. Desde el punto de vista de los instintos, el soldadoes el hombre que goza de mayor seguridad, siendo también así, elmenos expuesto al miedo, razón por la cual está psicológicamentejustificado esperar más valor del soldado que del hombre civil.Además, la masa, que en tiempo de guerra ejerce una sugestión ili-mitada, experimenta una liberación interna por la desaparición ca-si absoluta del sentimiento de inferioridad, pues en la guerra elhombre más inepto durante la paz vale exactamente lo mismo, si nomás, que el más apto. Como el General Crozier dijo muy bien undía, "no hay malos soldados, «sino tan sólo malos jefes". Por últi-mo, en la guerra, todo el mundo abisal puede vivir exhaustivamen-te su vida. De la existencia del guerrero forman también parte in-tegrante la bebida, el juego, el amor y la aceptación transitoria dela suciedad. Pero también el lado bello de la vida instintiva y pri-mordial puede expandirse libremente en la guerra. Esta parte denuestro ser quiere agitadas correrías y escaramuzas, porque elmúsculo crece con el ejercicio: el hambre original se manifiesta co-mo desprecio de la muerte; desaparece toda aspiración a la segu-ridad y con ella toda avaricia y florece la capacidad de un amorque se muestra generoso con una divina despreocupación. Y comotoda fuerza existente despierta en los demás el eco de fuerzas aná-logas, también las muchachas más desdeñosas e inaccesibles de or-dinario se entregan dichosas, en tiempo de guerra, a todo aquelque creen un héroe. También ellas quieren sacrificarse, y compa-rado con el don de la vida, ningún otro parece excesivo. Además,por estar hermanado con la muerte, el amor en presencia de lamuerte procura una suprema voluptuosidad. El cuadro de cuantofavorece la despreocupación queda completado por aquel mecanis-mo psíquico merced al cual, toda acentuación provoca una coacen-tuación y una superacentuación de su antítesis. Precisamente por-que la existencia del guerrero es pura vida abisal, desempeña el mun-do cenital en la conciencia un mínimo papel. Lo que de repulsivo;hay en el oficio de la guerra conduce a una acentuación exclusiva,


de lo bello, del canto, la música, el juego y el cultivo de los noblessentimientos de grupo. El contrasentido racional de la modalidad delo abisal propulsa por su parte la despreocupación. La ciega hambreoriginal, el instinto de triunfo y de represalia, la ciega embriaguezde sangre y la ciega voluptuosidad de la muerte ajena, se justificanpor sí mismos en este plano. Pero todo esto es imposible de compren-der. ¿Para qué, pues, pensar? Partiendo de aquí podemos ya afir-mar definitivamente que, cuanto más racionalizado se halla un mun-do, tanto más lógica es una guerra contradictoria de todas las nor-mas espirituales y morales.

En la cuestión de la disciplina actúan factores distintos. A pri-mera vista, su significación en la guerra parece verdadera parado-ja. Son los instintos indomados y los más salvajes los que hacen po-sible en general la guerra. ¿ Y se nos presenta como un triunfo abso-luto Sobre la naturaleza? La paradoja existe realmente; pero, noobstante, también la disciplina tiene precisamente en el mundo abisalsus fundamentos. Sus normas características son la coerción y la vio-lencia ; sólo la libertad le es totalmente ajena. Por lo demás, la dis-ciplina opera, desde el principio al fin, con el miedo, que es la cua-lidad primaria de la vida primordial. Y esta última quiere ser for-zada y no decidir por si misma, lo mismo que en su último fondoquiere ser violentada la mujer. La precisa adaptación de la discipli-na militar al mundo abisal queda demostrada por el hecho de quetransforma efectivamente a los hombres, actuando de fuera a den-tro, y por la complacencia que los mismos experimentan en la parteabisal de su ser cuando se ven quebrantados y sojuzgados por la dis-ciplina, lo mismo que el niño agradece el castigo merced al cual sehace posible dominar sus malas tendencias y ser bueno. Más el hechode que todo soldado vea en la disciplina, una vez que la misma ha lle-gado a saturar su cuerpo y su sangre, un ideal, depende de que ladisciplina no sólo ata, sino que también libera. Encadenando al mun-do abisal y diciplinando lo que en sí es indisciplinable por el espí-ritu, abre camino, simultáneamente, a la expansión independientede las energías espirituales. Es absolutamente exacto que es precisoaprender a obedecer para saber mandar. Por esta razón, también to-do camino hacia la perfección espiritual comienza con la ascesis, es-to es, con el ejercicio y la disciplina. El hombre perfectamente dis-ciplinado, dentro del plano de lo disciplinable, es, precisamente porlo mismo, el más libre. El hecho de que la disciplina sea generalmen-te considerada como el alma del oficio de la guerra demuestra quesu contenido espiritual significa más para la conciencia que su fun-damento. De este modo, el oficio de soldado no es sólo el camino dela libertad en el sentido de la libre expansión de lo abisal, que es loúnico que hace posible la actividad guerrera, sino también en el sen-tido de la liberación del espíritu. Para el hombre que no ha alcan-zado una suprema altura no hay ningún otro camino que pueda con-


ducirle a la libertad espiritual. E incluso no hay ningún fin espiri-tual asequible superior al de llegar a ser disciplinado "en general".Precisamente en el terreno espiritual son muy pocos los llamados apasar del grado de sargento. De aquí el entusiasmo que la dicciplinamilitar inspira ulteriormente a la mayoría de los que han experimen-tado personalmente sus efectos. Y por esta misma razón la discipli-na sobrevivirá como una técnica probada, aún cuando la guerra lle-gue a ser suprimida un día.

El hecho de que para el estratega sea la guerra pura matemáti-ca no depende tan sólo de la imposibilidad de conseguir de otro mo-do resultados decisivos en el manejo de las masas, sino que tienetambién hondas razones vivas. Conforme a la ley de polaridad, eloficial superior pasa instintivamente de la pura determinación porel mundo abisal a la pura intelectualidad. Honradamente, ve tansólo en la guerra el movimiento de las banderitas sobre el mapa, yen los sacrificios humanos una substracción aritmética. Pero preci-sámente la inhumanidad que así se revela, demuestra la fuerza de lavida primordial que actúa y determina subterráneamente. Hay muypocos generales que no repriman en sí mismos una ardiente volup-tuosidad ante la idea de la sangre vertida, y por ello mismo, la su-perconpensan con la frialdad del cálculo.

La última paradoja de la guerra es lo que definitivamente laennoblece. En un plano era el que reina la furia más bestial y secalcula fríamente, el motivo que en la conciencia decide en últimainstancia es lo más lleno de alma, más subjetivo y más personal quehay sobre la tierra, y, al mismo tiempo, lo más espiritual, en cuan-to sólo referido a algo incomparable y único puede tener un sentido:el honor. El honor personal decide en última instancia precisamenteallí donde la persona carece de todo valor como hecho real. El honores infundable e indemostrable. El honor carece en absoluto de baseinstintiva, puesto que nada tiene que ver esencialmente con la vani-dad, el amor propio o el instinto de posesión y de poderío. El honorno tiene tampoco base intelectual, pues la inteligencia tiene que com-parar y el honor es lo absolutamente incomparable y mora más alláde toda relación imaginable. Aquel que busca su sentido, por pocoque sea, en la ''consideración", en el juicio de los demás, yerra porcompleto en su apreciación. El concepto del honor es algo tan pu-ramente espiritual que ni las épocas exclusivamente intelectuales,ni las puramente determinadas por el instinto, pueden aprehendersu sentido. En este aspecto es el honor el exponente primero y másnoble de aquella profundidad humana que tiene sus raíces en el mun-do abisal. Primero fué el honor de las mujeres. De la conciencia dela unicidad y también de la conciencia del valor absoluto, dependeque la mujer se sienta deshonrada cuando la toma un hombre al queella no se ha dado. Inmediatamente después, como primer albor del


honor masculino, surgió la. conciencia del honor guerrero. El cualllegó luego a ser determinante en sí e independiente de todo motivoy todo fin por el que pudiera combatirse. Y desde entonces se pre-supone que quien combate, incluso contra su íntima convicción, nohace, cualesquiera que sean las circunstancias, más que defender suhonor.

Curso de Economía Política.Por el Dr. don Daniel Martner

Profesor de Ciencias Económicas de la Universidad de Chile.

(Continuación).

El origen de la formación de la asociación de empresas seencuentra más que todo en los perjuicios que tan a menudoocasiona la libre competencia de ellas. Se ha estimado que losempresarios ¡pueden intervenir de modo eficaz en la regulaciónde la producción, asociándose y evitando con ello toda desfavo-rable competencia. Han formado sindicatos, que en Alemaniareciten también el nombre de «cartelas», y que son asociacio-nes del empresarios que persiguen el fin de regular en comúnla producción y el consumo de sus artículos, evitando la com-petencia, pero permaneciendo independientes. Se forman paradeterminar las cantidades de producción, las zonas de venta ylos precios. Claro está que si los sindicatos persiguen estospropósitos, se prestan para ser organizados únicamente cuandolas empresas ofrecen artículos en masa o cuando venden mate-ria prima, cosas ambas en que no hay mayores diferencias enlos productos. De aquí se desprende que cuanto más especiali-zados sean éstos, tanto menos se prestan para la cartelización.Han formado también fusiones, que en los Estados Unidos deNorteamérica reciben el nombre de «trusts», y que son asocia-ciones de empresarios de una rama de producción que pasan aformar una nueva empresa, bajo una nueva administración;los empresarios pierden aquí su independencia, y la competen-cia se evita en forma más acanillada aun que en el caso an-terior: el «trust» principal de ese país es el «United StatesSteel Corporation».

Estas asociaciones de empresas tienen sus ventajas y des-ventajas: a las ventajas que ofrecen de evitar la competencia, seoponen las desventajas de fijar precios de monopolio, general-mente subidos. En ningún país se protege a los «trusts», por-que encarecen la vida. Toman el nombre de «pools» cuandotales asociaciones se basan en la reglamentación de los precios.Se llama a «coasolidaciones» cuando se basan en la fusión com-pleta de las empresas. Toman el nombre de «holding trusts»cuando se fundan en la autonomía nominal de las empresas y


en la concentración de ellas en una nueva sociedad que posea lamayor parte de las acciones de cada una de ellas; estos «hol-ding trusts» son especialmente combatidos. So habla de «con-sorcios» cuando hay unión pasajera do empresarios o de per-sonas con el fin de realizar un negocio: son asociaciones deocasión; los Bancos se suelen unir en consorcios para teneruna mayor capacidad de capitales y disminuir los riesgos: mu-chos empréstitos son tomados por consorcios bancarios.

Hay en casi todo el mundo la tendencia a agrupar o con-centrar las fuerzas productivas: esta tendencia ha sido lla-mada Iey de concentración.

Los sistemas de explotación.

En su aspecto técnico, los tratalistas diferencian la pe-queña explotación y la grande explotación en las empresas in-dustriales. Las características de la grande exploración son:1.°) abundante producción, por razón de los fuertes capitalesinvertidos; 2.°) producción destinada al consumo nacional ouniversal; 3.°) gran división del trabajo, distinguiendo al per-sonal según sus aptitudes; 4.°) producción por medio de má-quinas poderosas; 5.°) separación del trabajo del empresarioy de los obreros, dedicandose el primero sólo a la direccióntécnica y comercial, y los segundos a las labores de elabora-ción; 6.°) existencia de especulación en la compra y venta delos productos (especulación legítima). Las características dela pequeña explotación son, a. la inversa: 1.°) escasa produc-ción; 2.°) producción destinada sólo al consumo local; 3.°)escasa división del trabajo; 4.°) producción con herramien-tas; 5.°) poca diferencia entre el empresario y los trabajado-res; 6.°) falta de especulación en la compra y venta de losproductos (es decir, ausencia de la posibilidad de aprovechar-se de ocasiones en que se puede adquirir la materia prima encondiciones más ventajosas).

Penetrando al terreno de la práctica en materia de explo-taciones industriales, hay que observar que en la agricultura seforma la pequeña explotación en todos aquellos casos en queel campesino trabaja sólo con los miembros de su familia ygeneralmente para el consumo propio. Se puede constatar tam-bién una explotación mediana, o sea, cuando el hombre de cam-po trabaja no sólo con los miembros de su familia, sino, ade-más, con algunos extraños, obteniendo un exceso de producciónque destina al mercado. En cambio, la grande explotación apa-rece en todos aquellos casos en que el agricultor se dedica delleno a producir para el mercado, dando preferencia a los ar-tículos que originan el mayor rendimiento económico posible.

CURSO DE ECONOMIA POLITICA 485

¿Cuál de los ¡sistemas de explotación es mejor en la agri-cultura? La experiencia nos dice que el rendimiento relativoes mayor en las pequeñas explotaciones que en las grandes.La razón está en que, con la división de la propiedad agrícola,aumenta el número de brazos al servicio del suelo; aumentan-do el número de brazos, aumenta la producción. En la crianzade ganado, la estadística arroja cifras considerablemente mayo-res, de existencia, en la pequeña propiedad, que en la grande,tomando en cuenta naturalmente la magnitud de cada una. Lacausa está en la esmerada vigilancia y en el cuidado que eldueño pone en el ganado.

A los países de gran número de pequeñas explotacionesagrícolas pertenecen Francia y Alemania. En esos lugares hayvasta subdivisión de la tierra: en Francia existen alrededorde 6 millones de explotaciones agrícolas; en Alemania, 5 mi-llones 600 mil, siendo en ambos países de pequeños propietariosla gran mayoría de las explotaciones.

En Chile hay sólo 147.000 propiedades agrícolas. Elelecto que esta escasa subdivisión del suelo trae consigo es laescasa producción agraria nacional: decimos escasa porque engeneral, apenas alcanza para el consumo nacional y porque conuna mayor división se podría aumentar de modo muy consi-derable. La crítica económica está de acuerdo, claramente, enque en esta materia es menester favorecer la división. Tam-bién el Estado contribuye a ello dictando leyes en tal sentido,como, por ejemplo, la de colonización nacional, de 1934, ac-tualmente en vigencia, que favorece la subdivisióm mediante laparcelación de terrenos que adquiere la Caja de Colonización.Hay, sin embargo, mucho que hacer todavía al respecto.

En Alemania, nos dicen las estadísticas que el promedio deanimales vacunos por kilómetro cuadrado. asciende a 85,5 enterrenos de 2 a 20 hectáreas de extensión, y a 56,9 en terrenos

'de 20 a 100 hectáreas; puercos hay 77,4 por kilómetro cua-drado, en propiedades de 2 a 20 hectáreas, y 39,2 en propie-dades de 20 a 100 hectáreas.

Por lo demás, las publicaciones nos hacen ver el incre-mento que han ido tomando las pequeñas explotaciones agrí-colas y la disminución que han ido experimentando las gran-des: en 1907 había en ese país 228.456 propiedades de 20a 100 hectáreas, y en 1925 sólo 199.815; en las otras exten-siones ocurría lo mismo.

Debemos decir, además, que la gran propiedad agrícolatiene sus ventajas, pero son de menor alcance: desde luego, ha-bría que reconocer que la división del trabajo se puede hacermás efectiva en éstas que en aquellas; fuera de esto hay que


reconocer que el gran propietario dispone, en general, de ma-yores recursos para propiciar los adelantos técnicos en la ex-plotación: sabemos, por ejemplo, que la crianza de animalesfinos se hace, por lo regular, en las grandes explotaciones. Encuanto a la utilización de maquinaria moderna, que parecieraque sólo los grandes propietarios pudieran hacerla, hay quesaber que hoy por hoy la organización de cooperativas agrí-colas ha posibilitado la disposición de tales elementos tambiénpor el pequeño propietario.

En la industria ocurre lo contrario, o sea, que hay latendencia a la grande explotación. La pequeña, que ocupa deuna a cinco personas, se presenta entre los artesanos. La grandeexplotación, que ocupa 50 hombres o más, se halla en lasfábricas. La grande explotación produce relativamente más quela pequeña: en Alemania había hace diez años 32.759 gran-des explotaciones industriales, en tanto que cincuenta añosatrás existían sólo 9.481. En cambio, en 1880, había 2.175.857pequeñas explotaciones, y en 1930, 1.600.000. El número depersonas ocupadas en la grande explotación industrial fué de7 millones en 1930, en tanto que en 1880 fué sólo de tres mi-llones .

¿ Cuál es la razón de este fenómeno inverso ? Los motivosson muchos: los principales están en los beneficios que ofrecela posibilidad de una mayor división del trabajo; también enlos beneficios que trae consigo la acumulación y concentra-ción del capital.

La organización de la producción agrícola.

La agricultura tiene en la Economía, como se sabe, latarea de suministrar, con él cultivo del suelo y la crianza deganado, la materia prima vegetal y animal que ha menester elhombre para la satisfacción de sus necesidades de alimenta-ción, vestido y habitación. Por este hecho se coloca la agricul-tura en situación de ser el fundamento sobre que descansa lavida económica.

Bosquejados los problemas de la organización general dela producción, trataremos en seguida de caracterizar la organi-zación de la producción agrícola, de la producción minera y dela producción industrial.

Por lo que respecta a la constitución agraria, y haciendoun poco de historia, diremos que a causa de que el derecho depropiedad territorial y la libertad de explotación económica es-taban limitados por el orden jurídico general hasta fines delsiglo XVIII y principios del XIX, en los países más civilizados


el campesino no tenía independencia personal ni económica.Partidarios de los derechos de propiedad eran casi exclusiva-mente los dueños de un número más o menos reducido de ex-tensiones. El mayor derecho que podía tener un campesino erala posesión de un terreno gravado por algún señor, disponiendogeneralmente sólo del derecho do cultivar el terreno. Los de-rechos de dominio de las posesiones ¡señoriales y las obligacio-nes que tenían los campesinos para con sus dueños constituyenla esencia de la constitución agraria hasta la primera mitaddel último siglo en diversos países de Europa. La idea de lalibertad del derecho de propiedad territorial y de la posesióndel campesino fué abriéndose paso con el convencimiento deque existía un malestar social y de que era menester incre-mentar la producción, en interés de la comunidad. Así nacierontambién las ideas de la igualdad y de la fraternidad, y se formóuna aspiración incontrarrestable por la proclamación de los de-rechos del hombre.

Hay que constatar, sin embargo, que en Inglaterra esadependencia del campesino con respecto a las grandes pose-siones señoriales había cesado ya en los siglos XV y XVI, pa-sando el primero a ser un mero arrendatario de terrenos. Pe-ro en Francia, en Suecia, en Noruega y en otros países, seregula tal situación recién en el siglo XVIII. En Rusia se habíaformado una servidumbre completa y general que vino a eman-ciparse en parte en virtud de leyes de 1858, 1861 y 1866. Elfin principal que se perseguía era, en el fondo, el de obtener ladivisión de los dominios, aboliendo la dependencia con respec-to al gran señor. Razones de orden económico aconsejaban talprocedimiento. El país que actuó con mayor energía fué Fran-cia, cuya Asamblea Nacional acordó con fecha 4 de Agosto de1789 abolir totalmente el sistema feudal. Diez años después seprocedió a quemar los títulos de las deudas. El Código de Na-poleón proclamó definitivamente la libertad de la propiedad te-rritorial, no reconociendo desigualdades de ninguna especie enlos derechos civiles. La Alemania terminó con la constituciónagraria feudal bajo la presión de los movimientos populares de1848.

El efecto que. tuvo todo esto sobre el campesino, indivi-dualmente considerado, fué, sin duda, de gran progreso: muchosde los trabajadores pasaron a ser señores. Pero la liberacióntrajo también como consecuencia la formación del obrero decampo, es decir, del operario no obligado al terreno, casi comoen los tiempos de la servidumbre.


El latifundio.

El problema de la división de la propiedad agrícola, plan-teado ya, ha preocupado constantemente a los países, ya que laexcesiva concentración de la propiedad en pocas manos, ofre-ce desventajas para el desarrollo de la economía nacional. Lacalidad de propietario agrícola fomenta, por otra parte, los sen-timientos patrios y desarrolla el amor a la tierra, lo que puedeverse, por ejemplo, en "Francia mejor que en ningún otro lugar.De ahí que el Estado se interesa en que el mayor número po-sible de ciudadanos se haga propietario. El estado no puedemirar con buenos ojos la existencia de latifundios, esto es, deterrenos cuya extensión utilizable o explotable sobrepase loslímites de la capacidad de trabajo del dueño. Claro está queaquí se trata sólo de grandes superficies de terreno suscepti-bles de cultivo racional.

El latifundio y sus desventajas no pueden existir en tie-rras inadecuadas al cultivo. En los países de la Europa Centraly occidental, en que la población es muy densa, se considerancomo excesivas extensiones de terrenos que para nosotros sonmás o menos reducidas, contemplándoselas como latifundios quedeben combatirse. La disminución de los latifundios se debeal aumento de la población, del trabajo, del cultivo y de la cul-tura general, de manera que la magnitud de ellos disminuyea medida que aumentan estos factores de progreso. En Italia ha-bía, en la antigüedad, latifundios dé tal magnitud que consti-tuían una verdadera amenaza gara los intereses de la nación,ya que en vez de campesinos nacionales ocuparon esclavos ennúmero tan subido, que la población de los campos hubo de huira las ciudades. Un escritor latino llamaba la atención a que loslatifundios eran la causa de la decadencia de Italia («latifundíaperdidere Italiam», Plinio).

En Italia, en España y en Francia, gran parte del terri-torio nacional fué de mano muerta durante la Edad Media:pertenecía a la nobleza y a la Iglesia. Había interés en que laspropiedades se mantuvieran siempre en manos de los herede-ros, pues el poder y las influencias de orden político se ba-saban principalmente en la posesión. En los tiempos modernosla situación cambia, sin que esto quiera decir que la posesiónterritorial no tenga aún una gran influencia de orden político.Pero hay que reconocer que la industria y el comercio que ad-quieren cada día mayor desarrollo, prometen superior rendi-miento, de modo que la posesión de terrenos agrícolas pierdemás y más en interés. El latifundio tiende a hacerse cada vezmás escaso, no sólo legalmente, sino que en la práctica.


Sin embargo, en Inglaterra se repite el fenómeno medioe-val, y el terreno se mantiene en gran parte en manos de unospocos lores, que lo arriendan y subarriendan. Buscando unarazón de este fenómeno, la encontramos en las facilidades quedió el poderoso y rápido florecimiento de la industria en laeconomía inglesa, lo que tuvo por consecuencia la emigracióninterna de gran parte de la población de los campos hacia lasciudades. Tal circunstancia y la dictación de las leyes que fa-vorecieron la adquisición de la propiedad por parte de los se-ñores, dieron por resultado el acumulamiento de ella en pocasfamilias. El Duque de Richmond, en Escocia, ha poseído 97.000hectáreas de terreno, lo que se considera sencillamente comofabuloso en un país de población tan densa como ése.

A la propiedad latifundiaria está ligado el problema delausentismo, pues el dueño no puede encontrarse en todos lospuntos de su propiedad para ponerse en contacto con sus tra-bajadores. De esto emanan dificultades no sólo para la pro-ductivilidad, sino que para la tranquilidad: si en lugar del pro-pietario va el administrador o el arrendatario, los males semanifiestan claramente. El ideal sería que el propietario traba-jase siempre su terreno, ya que así éste será más productivo.

La división de la propiedad.

El ausentismo se ha ido combatiendo con la división dela propiedad, porque así el número de propietarios es mayor yla atención más esmerada. Concentración extrema de terre-nos ha habido en Irlanda, en donde el territorio ha estado enmanos de un número relativamente pequeño de dueños. Laexplotación se hace, sin embargo, como si hubiese gran divi-sión territorial, lo que proviene del sistema de arrendamientopuesto en práctica, en que mediante subarrendamientos suce-sivos se llega a un cultivo de parcelas en "tal cantidad que laexcesiva subdivisión provoca en ocasiones verdaderos trans-tornos económicos y sociales. Sabido es que a mediados delsiglo pasado emigró gran parte de 1a población de ese país comoconsecuencia del mal tratamiento dado por los arrendatariosgenerales a los subarrendatarios y a la circunstancia de haberaparecido una enfermedad en la papa, lo que hizo disminuir laproducción y dejó a los habitantes en la miseria.

Desastres como el mencionado se subsanan cuando allado de esas pequeñas explotaciones, cuyo producto alcanza sólopara él consumo propio o arroja un exceso no muy cuantioso,

M. del E. 9.


existen otras mayores en donde el campesino encuentra opor-tunidades de trabajo en caso de escasez o malas cosechas, oen donde pueda desempeñar una industria derivada.

El efecto que tuvo aquella emigración fué la concentraciónde los pequeños terrenos. Claro está que en lugares donde elcultivo agrícola se toma como una ocupación secundaria, comoocurre en los alrededores de las ciudades o en las cercanías delos grandes centros industriales, los desastres indicados no exis-ten. Una gran subdivisión de la propiedad tiene aquí una do-ble ventaja: el cultivo intensivo y el descanso del obrero queactúa en la fábrica, el cual, en su pequeña extensión de culti-vo encuentra otro ambiente y varía de ocupación, retemplandosus fuerzas físicas y espirituales. De aquí se desprende la con-veniencia que hay en que las grandes explotaciones industria-les se establezcan, en la medida de lo posible, en los campos,y de modo que los trabajadores puedan obtener pequeños te-rrenos .

En páginas anteriores nos hemos referido a las ventajas ydesventajas de la pequeña y de la grande explotación agrícola.En general, dominan las ventajas de la pequeña explotación, yen casi todos los países se nota una marcada tendencia a lasubdivisión territorial: con ello se logra aumentar la poblacióny aumentar la producción.

Ocurre con extraordinaria frecuencia que el dueño noposee condiciones para dirigir la producción, en tal caso tienedos caminos: o recurrir al administrador o recurrir al arrenda-tario. Si se vale de un admistrador, que por cuenta del dueño sehaga cargo de las labores, tropezará en la mayoría de los casoscon el inconveniente de que tal empleado no tiene interés deci-dido en el superior rendimiento del terreno. Si se vale de unarrendatario, tropezará con los inconvenientes que se derivandel hecho de que éste querrá obtener el máximum de utilidadcon el minimum de sacrificios, por lo cual no atenderá las me-joras, no renovará las plantaciones, no ejecutará—en fin—todasaquellas labores que conservan o aumentan el valor de la pro-piedad, y ello no sólo es perjudicial para el dueño sino quetambién para la colectividad entera. Si el contrato de arren-damiento no es a largo plazo, el arrendatario hará probable-mente una explotación de «rapiña», como se llama en algunospaíses europeos al cultivo que se realiza sin consideración a lasmejoras o al trabajo racional. Ventajas sobre la elección deladministrador habrá cuando se celebre un contrato de arrenda-miento a largo plazo, porque entonces el arrendatario tendráinterés en la rentabilidad permanente de la explotación. El sis-tema de arrendamiento ha tomado gran desarrollo: hasta la


guerra de 1914 estaba entregado en arriendo en Inglaterra el84% de la superficie cultivable; en Alemania el 7 5 % ; en Bél-gica el 49%; en Holanda el 4 l%, en Francia el 35%.

En Alemania se produjo en 1919 un movimiento demo-crático socialista que condujo a la creación de instituciones decolonización, de utilidad común, instituciones que adquieren elderecho de preferencia en la compra de toda propiedad agrí-cola superior a 25 hectáreas de extensión. Es una manera decombatir la formación de los latifundios y la institución delfideicomiso, causa esta última de la formación de aquellos.El fideicomiso se desarrolló como forma extrema de favoreci-miento hereditario: de ordinario tomó el carácter de mayo-razgo, en cuanto el que heredaba el bien, libre de toda deuda,era el hijo mayor de la familia, sin que los hermanos tuviesenotro derecho que la exigencia de una renta equivalente al valorque le correspondía. A veces tomó el carácter de minorazgo yde señorazgo, en que respectivamente heredaban, en idénticascondiciones, el hijo menor o él miembro de mayor edad de lafamilia. El objeto perseguido era de conveniencia social para elfideicomisario. El mantenimiento de una gran propiedad agrícolao latifundio, obtenido por el fideicomiso tiene las desventajaspropias del ausentismo, de la falta de cultivo, y de la privaciónque experimentan las demás clases en la explotación agrícola,salvo el caso del arrendamiento de la propiedad. La institucióndel fideicomiso pierde de día en día la protección jurídica deantaño. La Constitución alemana de 1919 dice en su artículo155: «La división y él cultivo del suelo será vigilado por la,autoridad en forma que no permita abusos. Los terrenos cuyouso sea necesario a la satisfacción de las necesidades de la ha-bitación, del fomento de la colonización, del fomento de la agri-cultura pueden ser expropiados. Los fideicomisos quedan aboli-dos y la explotación del suelo constituye un deber del dueñopara con la comunidad».

La paz y la guerra.Por José Enrique Rodó.

Querer la paz por incapacidad para la guerra; querer la pazpor el sentimiento de la propia debilidad, por el temor de la supe-rioridad ajena es condición miserable de los pueblos que no tienenen sí mismos la garantía suprema de su persistencia y de su dig-nidad .

Querer la paz por comprenderla hermosa y fecunda; quererla paz con la voluntad altiva del que tiene conciencia de sus fuer-zas y reposa tranquilo en la confianza de que lleva en su propiobrazo la potestad fidelísima que le tutela y escuda, es la condiciónde los pueblos nobles y fuertes.

Para desear eficazmente la paz, es menester la aptitud parala guerra. Los pueblos débiles no pueden proclamar la paz comoun ideal generoso, porque para ellos es, ante todo, un interés egoís-ta, una triste necesidad de su desvalimiento. Sólo en los labios delfuerte, es bella y gloriosa la afirmación de la paz.

Vergüenza es que un pueblo se habitúe a que le llamen "dé-bil", o a llamarse "débil" a sí mismo. No hay pueblo débil sinoel que se rebaja voluntariamente a serlo; porque la fortaleza de lospueblos se mide, no por la capacidad para la agresión, sino por sucapacidad para la defensa, y cada pueblo encuentra infaliblementeen la medida de sus recursos materiales, los medios proporcionadospara su defensa, cuando él pone de suyo el elemento fundamentalde su energía y de su previsión.

Desconoce su deber para consigo mismo y para con la obra so-lidaria de fundar el orden y la paz estable en el mundo, el puebloque no cuida de mantener su fuerza material en proporción rela-tiva al desonvolvimiento de su riqueza y Se su cultura.

Cuidar de la propia fuerza material, no significa sólo, ni prin-cipalmente, aumentar la importancia numérica de los ejércitos, nilos acopios de sus parques. Significa, ante todo, educar, mejorar,intensificar la instrucción de las armas; realizarla por el prestigiodel saber y la virtud; vincularla, cada vez más estrechamente, con elpueblo; hacerla para él, objeto indiscutido de amor y de orgullo;reconocer su significado social, y señalarle, en el armónico conjun-to de las energías nacionales, el puesto que ella merece.

Glorifiquemos en el soldado al hombre de las tradiciones heroi-cas, al rudo artífice de la patria guerrera; pero es necesario quenos habituemos a ver también en él, a uno de los hombres del por-venir, a uno de los tipos representativos de la patria adulta y flo-reciente.

El conflicto chino-japonés.Por el Tte. R. Aldunate Ph.

(Continuación).

Situación económica del Japón.

La economía japonesa está dominada por dos grandes y pre-ponderantes trusts: el de los Mitsui y el de los Mitslibúshi.

Económicamente, la familia Mitsui, es la más poderosa delImperio. Su auge comercial data del siglo XVII y hoy controlamás de doscientas sociedades industriales y bancarias con un capi-tal total superior a 240 millones de libras esterlinas (1).

El trust de los Mitsui, fué el promotor de la penetración indus-trial en China y actualmente posee cuantiosos intereses en el Man-chukúo donde explota las más productivas minas de carbón y envarias provincias de la China misma, donde ha hecho fuertes in-versiones.

Los Mitsubúshi, cuyo poder económico se extiende tambiénhasta China, poseen en Manchuria intereses enormes en minas deacero y en múltiples factorías e industrias.

Antes de iniciarse las recientes operaciones en China, no de-mostraban estos trusts japoneses entusiasmo alguno por dicha cam-paña. No confiaban en el éxito por medio de una victoria rápida,factor indispensable que evitaría consecuencias económicas a laPatria.

Esta reticencia de los grandes dirigentes del capitalismo japo-nés, frente a la paz armada y a la guerra, crea un profundo cismacon los puntos de vista expansionistas y guerreros de la juventudmilitar socialista-nacionalista y es un factor que conviene siempreconsiderar, al examinar la política internacional nipona, ya que los»capitalistas poseen y mueven poderosas influencias.

Lógicamente, que el triunfo de las armas japonesas, daría unnuevo y mayor impulso al predominio japonés en la industria ycomercio de la China, lo que traería una beneficiosa repercusión

(1) Una compañía naviera perteneciente a una de estas grandes firmas nipo-nas, posee 133 barcos que alcanzan en total a 760,000 toneladas, sobre los 1millones del tonelaje total del país.


para el país pero, por otro lado, las sistemáticas destrucciones efec-tuadas por los chinos en todas las fábricas, minas e industrias man-tenidas por capitales japoneses en su territorio, unidas al boicottanti-nipón, presentan, en todo caso, un grave perjuicio para loscapitales de la metrópoli (2).

Mientras la banca, el alto comercio y la agricultura, en el Ja-pón, están en manos de estos trusts financieros que obtienen ga-nancias fabulosas, las clases populares viven en el abandono máscompleto, en forma miserable y primitiva.

El personal de las Instituciones Armadas, poseedor de unacultura más vasta y en constante contacto con el pueblo, cuando no,perteneciente a las clases populares, posee un espíritu abiertamentesocialista y con fundadas razones de solidaridad de clases, odia aestos "pulpos" capitalistas, como los denomina generalmente ensus conversaciones.

Por una lado, se alza soberbia y llena de ideales la juventuddel Ejército como enemiga declarada del capitalismo y por otro,mueven sus influencias los grandes dirigentes de la banca, el altocomercio y las industrias, sólidamente unidos en contra del predo-minio militar.

El presupuesto de guerra de 1936, a consecuencia de la presiónde la juventud militar y del complementario asesinato político pararealizarla prácticamente, alcanzó el alto porcentaje del 48,7% delpresupuesto total de la Nación. En 1937 había subido, poco antesde la iniciación de las operaciones en China, al 53,8%.

Uno de los más notables financistas del Japón y gran Ministrode hacienda del Imperio, Takahashi, sostuvo pocos años ha, que laeconomía japonesa no podría soportar una deuda pública superiora 10 mil millones de Yen. Pagó con la vida el 26 de febrero de 1936su oposición a las aventuras guerreras en el exterior.

Como consecuencia inmediata del absoluto dominio de la castamilitar, esa suma fué sobrepasada y alcanzó a la colosal cantidadde doce mil millones de Yen hasta el término del año 1937, la quees enorme si se considera que, las entradas totales de la Naciónson sólo 13 mil millones.

(2) Con respecto a la inversión de capitales extranjeros en China, las esta-dísticas más completas señalan a Gran Bretaña como la nación con más inte-reses alcanzando más o menos a 1,200 millones de dólares, principalmente en bonosdel Estado, empresas comerciales y ferrocarriles.

Después de Inglaterra, es el Japón quien tiene mayores inversiones, con untotal de 1,140 millones de dólares, especialmente en empresas industriales.

Para completar la suma de 3,000 millones a que ascienden en total los capitalesextranjeros invertidos en China, es necesario agregar además a Rusia, EstadosUnidos y Francia, entre los fuertes inversionistas.

Según una estadística recientemente publicada por una revista americana, loscapitales norteamericanos en China, sólo alcanzan a 150.000,000 y los de Rusiaa cerca de 300.000,000 de dólares.

EL CONFLICTO CHINO - JAPONES 497

El déficit del movimiento comercial, es serio. En los primerosseis meses del presente año de 1938, el exceso de las importacionessobre las exportaciones se calcula que alcanzará a 618 millones deYen.

La guerra apenas ha comenzado y ya se considera que el pre-sente año comercial del Japón, será peor aún que el del terremotode 1924.

Para las fuerzas armadas, esta reciente campaña en China,entraña el deseo de justificar la necesidad de mantener un Ejércitofuerte, después de los últimos abrumadores triunfos de los' partidospolíticos que manifestaron por intermedio de las urnas, su discon-formidad con la intromisión de los militares en los negocios pú-blicos.


La propaganda de las fuerzas armadas para convencer al pue-blo de que es indispensable su desarrollo y predominio, es desembo-zada. Se pudo ver en Nagoya, en la más grande Exposición Anualde Industrias del Japón, (1937) un enorme pabellón del Ejército,en donde todo estaba orientado en forma de llevar al ingenuo grue-so publico a la convicción de que el Japón estaba desarmado y ro-deado de enemigos.

En uno de los salones de la Exposición se había colocado unenorme mapa-mundi en el que aparecían, por momentos, escuadri-llas de aviones y escuadras navales, cuyos bombardeos iluminabancon rápidos destellos, todas las islas niponas. Se hacían partir estasunidades desde Rusia, China, Europa, Estados Unidos y se veíaaún grupos de aviones procedentes de Sud-América v hasta deChile...

Se exalta en esta forma la desconfianza de la masa popularhacia el exterior, con el objeto de elevar la fuerza de su patriotismo.

Sin poseer conocimientos comerciales, resulta difícil formarseun concepto cabal de las condiciones en que se desarrolla la indus-tria japonesa, sin embargo, hay algunos puntos que son fácilmenteapreciados.

Los productos de la industria japonesa son, generalmente, encada detalle, copia fiel de modelos extranjeros (especialmente ame-ricanos). Salta de inmediato a la vista que, a pesar de su gran la-boriosidad, su capacidad de creación, es muy limitada.

Como potencia industrial, domina en la competencia mundial.Sus precios son muy bajos, posibilitados por la mano de obra quese paga a precios bajísimos.

El 55% de la población del Japón vive de las labores agrícolasy sólo 25% de las industrias y el comercio. El resto son emplea-dos, profesionales, etc.

Las horas de trabajo son, puede decirse, ilimitadas: el japonéslabora, vende o compra a toda hora y todos los días del año, ya queno existen en el Japón los domingos como días festivos. En algunosgrandes almacenes y oficinas más modernas, se ha implantado lajornada de 10 a 12 horas, cerrándose solamente los días 8, 18 y 28de cada mes.

El 90% de la población japonesa habita en casuchas de maderay papel.

El hombre del pueblo vive continuamente explotado por unapoderosa minoría y labora incansablemente, siempre la misma tie-rra, manufacturando el mismo producto a fin de obtener un pocode pescado y un pedacito más de madera o papel para arreglar sucasa.

Para el Estado no hay conveniencia política ni económica enlevantar el nivel cultural del pueblo, ni tampoco en mejorar sushabitaciones ni su alimentación. No le conviene despertarlos. Tansólo así, se explica el control extricto establecido sobre los libros,


fotografías, films o personas que puedan demostrarle que existe enotras partes del mundo, gente que trabaja menos y vive mejor,obreros que tienen tanto obligaciones como derechos.

Sin embargo, Se advierte una creciente inquietud de clases. Loscampesinos y trabajadores están descontentos y agitados, ya queson ellos los que sufren en más ruda forma las consecuencias de laguerra.

Si la guerra se prolonga, no sería difícil que el Japón cayeravencido en sus propias paredes interiores.

RAPH.

Infantería japonesa pasando un río


E1 Japón potencia militar.

"La causa principal de las victorias japonesas hasido y es su moral".

General Kuroppatkine.

Es este un tema demasiado vasto y serio para ser desarrolladoen pocos renglones, pero valga, en todo caso, como una simple im-presión de un viajero que trató, imparcialmente, de formarse unaopinión.

Ha sido considerado el Japón, junto con Gran Bretaña, Fran-cia, Italia, Alemania, Estados Unidos y la Unión Soviética, comouna de las potencias militares de primera magnitud en el mundo.Se. le ha pintado aún, como un país peligroso por sus miras a lahegemonía mundial.

Desafortunadamente, en los civilizados tiempos que corren, unaNación vale sobre todo, por su capacidad guerrera, reflejo de suvitalidad y situación económica. Bajo este aspecto, el Japón repre-senta un valor efectivo.

Sus cruceros, según modelos ingleses y americanos, son exce-lentes. Su aviación progresa ostensiblemente. Sus fuerzas armadasque contaban, al iniciarse la guerra de China, en el año 1937, con456,000 hombres en tierra (17 divisiones.) y 80,000 en la Marina (1)han evolucionado con regularidad, adoptando los armamentos másmodernos y aprovechando especialmente las experiencias alemanaso francesas. Para el Asia, puede considerarse el japonés, como unGran Ejército.

Un técnico que conoce a fondo las instituciones armadas nipo-nas, nos ha trasmitido sus preciosas y sorprendentes observaciones.Existe en ellas una seria infiltración y aún arraigo de las ideascomunistas-socialistas. A pesar de esto, ni este factor ni la politi-quería han logrado destruir la férrea disciplina ni el espíritu desacrificio de la oficialidad y tropa.

Sin embargo, en cuanto a las ideas tácticas y estratégicas, laevolución no ha sido suficiente. Existe indicisión y lentitud en lasresoluciones y en la ejecución de las órdenes.

Estima que todavía se encuentra en uso tanto en el Alto Co-mando, como en las tropas, la táctica de antes de la guerra mun-dial. Además, los Comandos subalternos no están acostumbrados nicapacitados para resolver, por sí solos, en ningún momento. Nota-ble influencia tienen esto, el bajísimo nivel cultural del ciudadanoy sus facultades intelectuales no desarrolladas todavía para la ra-pidez de comprensión y resolución.

(1) China puede movilizar dieciocho divisiones, de las cuales, seis instruidaspor alemanes y con armamento moderno. En total 2.500,000 hombres.


En las maniobras, puede admirarse la resistencia física a todaprueba de los soldados, pudiendo palparse, especialmente esto enlas marchas de largo aliento.

Pero, a pesar de ello, no son capaces, ni el soldado ni el oficialsubalterno, de resolver nada por iniciativa propia. Las tareas decampaña, su ejecución y aún su resolución, son conocidas en Jasmaniobras, por ambos bandos, con gran anterioridad y estudiadasdurante largos meses antes de los ejercicios. Cada hombre sabe co-mo deberá proceder en cada situación, minuto y kilómetro. Estemétodo llega a límites inconcevibles, nos informa ese mismo oficialextranjero, conocedor a fondo de las virtudes y defectos de lasinstituciones armadas del Japón.

Finalmente, nos decía, "¿de qué sirve un ejército que va fu-rioso a la lucha, dispuesto a morir hasta el último hombre, cuandoen la guerra moderna, con una ametralladora puede darse de bajaa un Regimiento entero? El primer impulso puede ser un triunfo,el segundo también, pero ¿y si el enemigo resiste?".

La guerra moderna ha hecho cambiar totalmente el sentido delvalor y del heroísmo. Es de mucho más importancia para un país.conservar con vida sus hombres que tener miles de héroes tendidosen el campo de batalla.

Reflector chino


Los oficiales y tropas japonesas tienen una divisa única: "ladisciplina debe ser inflexible para poder estar seguros del triunfo".

Existen algunos detalles muy sugestivos. Las tropas mantienenuna idéntica formación antes, como durante el combate. Los huecosproducidos por las bajas, son llenados por los hombres que llegan delas filas de más atrás. Si el ataque es rechazado, éstas líneas se re-hacen muy pronto siendo reemplazados automáticamente los muer-tos, con precisión y absoluta regularidad.

Desde los ejercicios de tiempo de paz, se ve funcionar esta má-quina humana en forma que realmente impresiona. Las Compañíasmarchan serenas una detrás de la otra, siguiendo ciegamente a susJefes, sin pensar en cosa alguna que no sea el objetivo que se pro-ponen.

Si el enemigo rompe el fuego a distancias superiores a 1,500 ó1,600 metros, imperturbables continúan su avance. Cuando los ofi-ciales creen llegado el momento oportuno, las tropas se lanzan re-sueltas al ataque.

Todos y cada uno de los soldados japoneses, saben que ya cuan-do la línea enemiga comience a ceder y romperse, sus compañerosque vienen más atrás, les ayudarán a ensanchar la brecha y pasa-rán todos.

Con respecto a la artillería, emplean métodos muy poco com-plicados. Ayudan a la infantería cuando tienen blancos visibles,sin restringir sus fuegos a un punto o sección determinada.

El deseo ardiente de las tropas japonesas, es el de llegar alcuerpo a cuerpo, con fiereza y absoluto desprecio por la vida.

Han sido enseñados, desde la paz, a contemplar la muerte enel combate, como una gran satisfacción, no instruyéndoseles sobrolos efectos del fuego, ni mencionándoseles jamás los porcentajesde bajas.

Se familiariza al soldado con la idea del desprecio de la viday se le lleva a la convicción de que su misión única y primordial,es la de morir cumpliendo con su deber, ya sea junto al yunque detrabajo o sobre el campo de batalla.

RAPH.


El Ejército japonés, escuela de heroísmo.

Las Preceptos Imperiales.

Muy de mañana se inician las labores diarias. A las 5.30 entodos los cuarteles, con nielo en invierno y pegajosa lluvia tibiaen verano, los conscriptos comienzan el trabajo.

Previamente, antes de salir del dormitorio, se les concede uncuarto de hora para la lectura de los Preceptos Imperiales.

Al recogerse, a las nueve de la noche, con piadosa devoción,vuelven, a concentrarse en su lectura.

Es la palabra de fuego de su Majestad Imperial, el EmperadorMeiji, Restaurador del poder al Trono y organizador del Ejércitomoderno japonés (1).

Impreso copiando exactamente la caligrafía del texto original,inculca en los soldados las virtudes básicas de la organización mili-tar japonesa "lealtad, valor, patriotismo, desprecio del yo, obe-diencia, modestia, moralidad y honor".

Escribe el Emperador Meiji, refiriéndose a los soldados y anombre de sus ciento veintiún predecesores que gobernaron el Ja-pón por espacio de mil quinientos años y en representación deaquellos que le sucedan en el trono:

"Colocamos Nuestra confianza en vosotros, como si fueráisNuestras piernas y Nos debéis mirar, con todo respeto, como vues-tra cabeza",

"Recordar siempre que el deber pesa más que la montaña yque en cambio, la muerte, es más liviana que una pluma".

"Aquellos que aprecian el verdadero valor, harán de la bon-dad su primer pensamiento y además tratarán de ganar el afectoy estimación de los demás".

"Las armas, son la personificación material de vuestro Diosy Mikado, respetadlas y cuidadlas".

"La felicidad, significa cumplir la palabra empeñada y la rec-titud, cumplir con el deber".

"Si no hacéis de la sencillez vuestro objetivo principal, ostransformaréis en afeminados y frivolos y tomaréis el gusto por ellujo y la extravagancia. Llegaréis además, a ser egoístas y avarosalcanzando hasta el último grado de la ignominia, a tal punto, queni vuestra lealtad ni vuestra bravura os servirán para salvaros deldesprecio del mundo".

Y siguen los Preceptos Imperiales: '' Antes debemos transfor-marnos en cadáveres, que caer con vida en poder del enemigo". "ElSupremo Bien lo constituye el morir por la Patria: haceos dignosde esta grandiosa recompensa".

(1) El Mikado Meiji, subió al poder en 1867, a los 15 años de edad. Gobernódurante 44 años y murió en 1911, después de contemplar la victoria de las armasniponas sobre Rusia y dejar al Imperio lanzado por el camino del progreso.


"Si no obráis con la sinceridad del corazón, las palabras y losactos, no son sino apariencias exteriores y no sirven de nada. Quevuestro corazón sea sincero y os aseguramos que triunfaréis aúnen las mayores empresas".

Finalmente, terminan los Preceptos del Mikado con estaspalabras:

"Por lo demás, estos artículos constituyen el Gran Camino delCielo y de la Tierra, el que sin titubear es la ruta que debéis, seguirpara dar cumplimiento a las leyes universales de hegemonía mun-dial".

Antes de entrar a una batalla, el soldado japonés ofrece a sumejor compañero, unos sorbos de "saké" deseándole muy ceremo-niosamente que la muerte lo escoja pronto, inspirándose en el pre-cepto fundamental de su patriotismo: '' Morir por el Emperador, esel más grande honor a que un soldado pueda aspirar".

La bandera, en las instituciones armadas del Japón, simbolizala presencia del Emperador.

Nido de ametralladora (Japón).


Chiang Kai Shek.

En la aldea de Ning Po, provincia de Honan, el año de graciade 1887, se abrían los rasgados ojos de Chiang Kai Shek.

'Hijo de un modesto vendedor de sal, vivió su juventud riendoy jugando entre el polvo y lodo de las callejuelas de su ciudad natal.

Siguiendo las sugestiones de su hábil y dominadora madre,contrajo nupcias a los 15 años con una simpática muchacha, la dul-ce y sencilla Mao. De acuerdo con las costumbres orientales ruandocomenzó a ascender por el camino del triunfo y la prosperidad, se-separó de ella, dándole una conveniente pensión, pana buscar unanueva compañera que le pudiera ser más útil en el cumplimientode sus bastas ambiciones.

En 1921, la madre de Chiang Kai Shek moría en la prosperidad.Sus funerales, para orgullo y tranquilidad de su alma y de la desu hijo revistieron solemnes caracteres.

Los primeros pasos en la vida del futuro leader de la Chinason bastantes obscuros. Es aún fama de que su nombre figuró va-rias veces entre gente de muy dudosos antecedentes..

La verdadera iniciación de la carrera política de Chiang KaiShek, tuvo lugar en Tokyo, foco en aquella época de las actividadesrevolucionarias chinas, impregnándose de las nuevas ideas nacio-nalistas.

M. del E. 10.


Reintegrado a su patria, el joven oficial ingresó al círculo delos allegados al Doctor Sun Yat Sen, el Padre de la República, lo-grando pronto distinguirse por su talento.

En seguida, reconocidas sus sobresalientes condiciones por elKuo Ming Tang, fué enviado a Rusia para perfeccionar sus conoci-mientos militares.

De regreso de los Soviets, fué nombrado Director de la Aca-demia Militar de Wampoa. Se destacó allí como entusiasta propa-gador del nacionalismo y como forjador de la conciencia profesionaly ciudadana de la oficialidad de la Nueva China.

El ascendiente que adquirió sobre sus subalternos., le permitióa continuación, dirigir las victoriosas huestes del Kuo Ming Tangcontra el tambaleante gobierno de Peking. Valiéndose de sus ague-rridas y valientes tropas, así como de una inteligente propaganda,desmoralizó y despedazó muy pronto a sus enemigos.

Era ahora necesario cimentar la nueva República. Los. Sovietshabían proporcionado una decidida ayuda al Kuo Ming Tang, peroen realidad, ambos se miraron siempre recelosamente, en esperadel momento propicio para aniquilar a su contendor.

Chiang Kai Shek comprendió que si no daba el golpe primero yde inmediato, China sería tragada por el oso soviético.

Rompió violentamente con los Soviets, declaró al comunismofuera de la ley, expulsó a Borodín y Galén, y a los funcionariosconsulares soviéticos masacrando a miles de rojos rebeldes.

Aún el único hijo de su primer matrimonio, debió partir re-pentinamente a Moscú, donde atacó desde las tribunas soviéticas asu padre.

Vuelta la calma, el victorioso caudillo estudia sus planes dereconstrucción de la China. Sin embargo, sus enemigos lo atacanrudamente y en el propio seno del Kuo Ming Tang, se le tilda deburócrata y aún, se le tacha de servir de instrumento al capitalis-mo. Con gesto espectacular y decidido, renuncia entonces a títulosy prebendas e indignado se dirige al Japón.

Es en las hermosas y románticas tierras del loto donde habríade conocer a sus más fiel colaboradora: Mei Ling Sung.

Podría decirse que se abre ahora para el aventurero y am-bicioso caudillo, un nuevo capítulo de su vida.

"Carácter Hermoso", Mei Ling, es una encantadora muchachanacida en Shangay en 1898 y ha recibido cuidadosa educación enios Estados Unidos.

Desde ahora, su hábil esposa lo acompañará con sus consejosy lo empujará y ayudará a ascender a los peldaños más altos dela gloria y el poder.

Mei Ling pertenece a la hoy poderosa familia de los Sung.Cuando Chiang Kai Shek pretendió la delicada mano de "CarácterHermoso", su madre la astuta viuda del prestamista y usureroCarlos Sung, impuso sus condiciones.


Chiang, tuvo que abrazar la religión cristiana y disponerse acooperar con los hermanos de su nueva esposa.

Los hijos de Carlos Sung, fueron cinco y todos han alcanzadopreponderante situación en su Patria: la mayor de las hermanas,Ching Ling, "Carácter Alegre" es la viuda del doctor Sun Yat Sen,el fundador de la República. Por sus ideas abiertamente comunistas,estuvo siempre en malas relaciones con su hermana Mei Ling y consu cuñado el Mariscal Chiang.

El tercero de los miembros de esta familia, T. L. Sung, es el Ge-rente General de la "China Developement Finance Corporation",poderosa institución comercial china.

Ai Ling, "Carácter Amoroso", es la esposa del rico banqueroH. H. Kung, Ministro de Finanzas y descendiente directo del másgrande sabio del Asia: Kung Fu Sius.

Finalmente T. V. Sung, es el "hermano malo" de las familiaschinas. Es él quien hace negocios turbios y el que, cada cuanto tiem-po, para "salvar la cara" (1) de sus familiares y de los cuatrootros honorables hermanos, cae preso previa repartición de sus ga-nancias entre toda la familia.

Su nueva situación de cuñado del difunto ídolo de las masas,Sun Yat Sen y de miembros de la poderosa familia Sung, ayudarongrandemente al ambicioso General.

Lleno de entusiasmo, regresa con su esposa a China y tomaresueltamente las riendas del Kuo Ming Tang.

Vencidos sus enemigos dentro del partido Kuo Ming, enprendeuna rápida campaña militar y política hacia el Norte de China.

Domina rápidamente a quien se oponga a su voluntad. AúnChang Sue Liang, el Pequeño Mariscal, revoltoso caudillo del Nor-te de China, tiene que transformarse también en su aliado.

Emprende entonces su famosa persecución de los comunistas,cuyo resultado fué la confinación de los rojos a los extramuros dela Mongolia Exterior.

Para formarse una idea del ascendiente del Mariscal ChiangKai Shek sobre sus compatriotas, es interesante conocer los detallesdel bullado secuestro del Generalísimo, ocurrido a fines del año 36.

Este acontecimiento ha tenido una honda repercusión sobre lasituación política china y servirá además, para darse cuenta de lacomplicada forma en que se desarrollan los acontecimientos polí-ticos del Asia.

(1) "Salvar la cara" en China es algo muy importante y especial. No sólosignifica salvar el prestigio, sino dejar en claro la viveza y facilidad de cada cualpara triunfar en la vida. El chino guarda celosamente "su cara" y se siente felizen cualquier triste circunstancia, si ha salvado la cara, así como puede llegara la desesperación, si la pierde.


El dramático secuestro del Generalísimo Chiang Kai Shek porel General Chang Sue Liang, apodado el Pequeño Mariscal, ocu-rrió en los momentos en que aquél venía de debelar la rebelión de lasfuerzas rojas de Mongolia Interior, que invadieron la provincia deSuiyuan en noviembre de 1936 y en circunstancias que concurríaa revistar las guarniciones de la provincia limítrofe de Shansi.

En Sian Fú, capital de la provincia de Shansi fué sorprendiday asesinada casi toda la escolta de Chiang Kai Shek, herido el mismoy hecho prisionero por un golpe de audacia del General ChangSue Liang (el Pequeño Mariscal). Su aprehensor era el apasionadohijo del famoso General Chang So Ling, caudillo de Manchuria yencarnizado enemigo de los invasores nipones.

Al levantarse en armas en la provincia de Kwansi, Chang SueLiang, exigió al gobierno nacionalista, que declarara la guerra alJapón como única condición, de obtener el rescate del leader nacio-nalista General Chiang Kai Shek.

Después que el Gobierno de Nanking ejerció numerosas e im-portantes influencias políticas en las que tuvo actuación muy im-portante la propia esposa del Mariscal, Madame Chiang Kai Shek,cedió Chang Sue Liang, dejando en libertad al leader.

A los pocos días se presenta el propio Chang Sue Liang, a pe-dir que se le imponga una sanción por el acto ignomioso cometidoen contra del "Venerable Mariscal". Es sometido a Consejo deGuerra, condenado, reducido a prisión y luego perdonado por ChiangKai Sec.

¿Qué hay en el fondo de toda esta comedia y tragedia, con.muertos y heridos y actuaciones tan incomprensibles? En primerlugar, el gusto innato chino por lo sensacional, complicado y tea-tral, obligan a juzgar todo esto en distinta forma de como nuestrosojos occidentales lo ven. En seguida, las mil razones de orden polí-tico o internacional que puedan haber motivado el rapto, embrollanaún más el asunto.

Oyendo muchas y variadas explicaciones de extranjeros conlarga residencia en China, merecen figurar entre las más acertada3la versión de que el Pequeño Mariscal, a pesar de su oposición alimperialismo japonés, había sido sobornado por el Gobierno deTokyo, para secuestrar y asesinar al Caudillo y enemigo más irre-conciliable y peligroso, de las ambiciones imperialistas niponas.

Asustado el Gobierno japonés, dice esta versión, ante la cons-ternación que el secuestro causó en China toda, no se atrevió a darel paso definitivo de liquidarlo.

Otra versión más oriental y no por eso menos posible, es lade que, registrados los bagajes personales de Chiang Kai Shek, el Pe-queño Mariscal encontró un libro de Memorias donde quedaban demanifiesto las ideas y contornos futuros de la política del Dictadory donde, entre otros puntos de su Programa Nacionalista, se veían los


bien madurados planes de oposición sistemática y enérgica al im-perialismo japonés.

Emocionado e impulsado, según esta versión, por el más puropatriotismo, Chang Sue Liang, después de compenetrarse de lasideas y espíritu nacionalista de su prisionero, habría ido, contrito,a postrarse y sollozar a los pies de Chiang Kai Shek, solicitando hu-mildemente el perdón.

Ambas versiones aunque completamente opuestas, son perfec-tamente verosímiles, dada la venalidad y falta de escrúpulos de losfamosos caudillos chinos y el instinto por el secreto, drama y mis-terio de los habitantes de las Tierras de Han.

Depués del "affaire", el prestigio del Dictador quedó incólumey aún enaltecido. Había ''salvado la cara".

Cuando China supo que Chiang Kai Shek estaba secuestrado, deuno a otro confín el terror se apoderó de todos los ciudadanos. Suúltima esperanza de salvación, el hombre fuerte del país estabapreso, herido y quizáis si ya fusilado. El supremo ideal de una Chi-na nueva, unida, disciplinaria y fuerte que pudiera algún díaoponerse a los invasores, se perdía.

En realidad, fué esta la prueba definitiva del ascendiente y dela situación que había logrado Chiang Kai Shek entre sus connacio-nales. Ni uno sólo de Sus rivales sojuzgados, ni uno solo de susGenerales, se atrevió a sacudir el yugo y revolucionarse aprove-chando la espléndida ocasión de encontrarse el Dictador prisionero.

Muy por el contrario, funcionarios y militares, hicieron saber alPequeño Mariscal su indignación y disconformidad con los aconte-cimientos.

Con este lamentable incidente, quedó plenamente demostradoque un cambio definitivo se había operado en la situación políticade China: la Vieja Cathay había encontrado a su Amo.

En realidad, el movimiento de la Nueva Vida, inteligenteamalgama de la ideas de Sun Yat Sen, con ideas confucianas y na-cionalistas, había apasionado y electrizado a las masas, haciendoaumentar en forma avasalladora la popularidad del Generalísimo,su propulsor.

Brillantemente secundado por su esposa, Chiang Kai Shek ha-bía emprendido la reconstrucción y nueva organización de la China,imponiendo el orden, abriendo caminos, prolongando ferrocarriles,suprimiendo el bandidaje, dando nuevo impulso a la instrucciónpública y sobre todo, creando fuerzas armadas disciplinarias yeficientes.

En realidad, el Generalísimo habría predicado la necesidadde prepararse para la guerra, pero al mismo tiempo, esperar toda-vía antes de lanzarse a guerrear.

Sabía el astuto Chiang que las fuerzas armadas chinas no es-taban todavía en condiciones de resistir una invasión japonesa,pero que, soportando algunas arbitrariedades, un día llegaría en


que la China se impondría como potencia en el continente asiático.El Japón comprendió también este peligro y se lanzó al

ataque.Chiang, el ídolo de su pueblo, ha tenido que ir a esta guerra

con la certeza de ser arrollado militarmente.Sin embargo, conoce bien la historia de su Patria y la psicolo-

gía de sus connacionales y cree en el triunfo final.China se niega a ser satélite japonés en el sistema de Estados

del Extremo Oriente, por su arraigada convicción de que el papelde dirigiente en el Asia le pertenece a ella, por más incapaz quesea por el momento de hacer efectiva su supremacía. No desea quesu antiguo discípulo, Se transforme hoy en su maestro.

Chiang Kai Shek es la esperanza de la China. El país confía ensu caudillo y le da todo su entusiasmo y vigor y el Mariscal confíaen aquella vieja sentencia confuciana: "Cathay, es como el agua:hace poca resistencia pero ahoga al que la desafía demasiado".

RAPH.

Costo de guerra que puede soportar el Japón.Por Tokuji Uchiyama.

Redactor Jefe de "The Oriental Economist".

"Suponer que la gran obra de reformar enteramente a los ele-mentos antijaponeses en China, puede llevarse a cabo sin dificultad,es un craso error. Pero si esta dura labor no es realizada en nuestrotiempo, tendrá que serlo, en condiciones mucho más difíciles, en lapróxima generación o durante la vida de nuestros descendientes.Por lo tanto, cualesquiera que sean las dificultades, pensamos debuena gana en acometer esta empresa en la época actual, y lle-vemos a cabo nuestro propósito, cueste lo que cueste". Esto dijoel Príncipe Fuminaro Konoye, en un pasaje de su discurso, con elcual, como Primer Ministro se dirigió a la nación japonesa, por me-dio de la radio, desde el Salón de Reunión Pública del Parque deHibiya, en Tokio, en la noche del 11 de septiembre del año pasado.Decir que tal punto de vista es ampliamente comprendido y asen-tido por el pueblo japonés, creo que es suficiente para que al mis-mo tiempo se presume a qué conclusión he de llegar en el presenteanálisis.

Sin embargo, puede ser sumamente difícil que tal actitud seajustamente apreciada por los pueblos de otras naciones. Pero hastaqué punto puede llegar la decisión mental, y qué forma de expre-sión es posible suponerle en la práctica, son cuestiones que es ne-cesario exclarecer por los términos de ciertos hechos materiales.Vale la pena tentar este exclarecimiento.

El Príncipe Konoye, hablando hace pocos días, dijo categórica-mente que las cosas han ido tan lejos, que es inevitable un aumentode los impuestos. En realidad, las rentas públicas japonesas, antesde que se produjese el incidente en el norte de China, arrojabanya cifras deficitarias. El perfecto desarrollo económico de la na-ción, si tal cosa hubiera sido posible, demandaba una reduccióngradual de sus gastos excesivos. Ahora, que fuertes gastos de gue-rra deben salir del Tesoro Nacional, es obvio que el aumento de losimpuestos tendrá que ser llevado a cabo, tarde o temprano, para equi-librar la situación. El asunto es saber que nuevas fuentes sujetas atributación tiene el Imperio, para determinar el monto de los gastosde guerra que puede sufragar.


En primer lugar, yo deseo considerar el movimiento de los in-gresos de la nación en los años recientes, aunque sólo sea mediantecálculos aproximados. El Departamento de Estadística del Gobier-no, como resultado de investigaciones hechas en 1930, consigna unacifra aproximada de 10.000 millones de yenes, por concepto de in-gresos totales de la nación en ese año. En relación con esta cifra,las rentas públicas ascendieron en 1928, a 12,500 millones de yenes,y en lo más profundo de la depresión comercial de 1932, a 9.000 mi-llones de yenes. Por consiguiente, es razonable suponer con exactitud,que la cifra correspondiente a 1937, fluctúe entre 14,000 y 15,000 mi-llones de yenes. Comparados con los de los años 1928 y 1932, los in-gresos de la nación en 1937, indican incrementos de 1,500 a 2,500 mi-llones de yenes y de 5.000 a 6.000 millones de yenes, respectivamente.

Las rentas públicas de origen tributario del Gobierno Central,totalizan 916 millones de yenes en 1928 y 696 millones de yenes en1932. El rendimiento esperado en el corriente año (1937), es de1,250 millones yenes. Admitiéndola con respecto al incremento de latributación efectuado en 1937, esa cifra arroja aumentos de sólo 334millones de yenes y 554 millones de yenes, comparada con los años1928 y 1932, respectivamente.

Si se reduce el costo de la vida al mismo plano del año 1928, elJapón aún tiene capacidad suficiente para un incremento de la tri-butación que puede extenderse a mil y dos mil millones de yenes. Siel nivel de vida desciende al límite que prevaleció en 1932, el puebloes capaz de soportar impuestos adicionales hasta el monto de 4.000 a5.000 millones de yenes.

Realmente, en la práctica, sería difícil elevar los impuestos a loslímites máximos, sobre todo si los acontecimientos no han conducidoa la nación a extremos que justifiquen la necesidad de adoptar esamedida, hacendaría. Pero, en caso de que la situación general empeo-rase, y fuese necesario elevar los impuestos al grado máximo, todosaquellos que están enterados de las condiciones de la vida, prevale-cientes en el mundo, en el año 1932, comprenderían que si se disponeel incremento de la tributación, las condiciones de vida del pueblojaponés serían aún relativamente más placenteras que las del mundoen aquella época.

Aún cuando los gravámenes que pesan sobre la nación japonesafuesen incrementados en 1.000 millones de yenes, la totalidad de losimpuestos equivaldría solamente al 15 por ciento del ingreso totalde la nación. Sería una proporción algo más baja de la que preva-lece en el Reino Unido o en los Estados Unidos de Norte América.Una imposición adicional de 2.000 millones de yenes estaría en pro-porción no peor que aquella del Reino Unido.

Si se fija en el 3,5 por ciento el tipo de interés y la redencióndel capital en una vigésima parte, la emisión de los bonos puede as-cender a 23.500 millones de yenes, contra un aumento de los im-

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puestos por valor de 2.000 millones de yenes. Si la imposición pú-blica fuese aumentada a 5.000 millones de yenes, el empréstito na-cional podría ser elevado a 58.800 millones de yenes. Teóricamente,pues, el pueblo nipón es capaz de soportar gastos de guerra de talmagnitud.

Hasta ahora, el actual incidente chino-japonés ha obligado aextraer del tesoro nacional solamente 2,500 millones de yenes. Estacuantiosa suma podía haber sido cubierta únicamente por mediodel aumento de la tributación. En tal caso, el pueblo tampoco ha-bría juzgado sus gravámenes excesivamente pesados. Por lo mis-mo, este tipo de gastos de guerra positivamente no sería causa de untemor, en verdad, injustificado, no obstante de que la contienda pue-de ser prolongada.

Además, apenas sería necesario hacer frente a los gastos de gue-rra, por completo, con las fuentes tributarias. Contra el costo calcu-lado de 2.500 millones de yenes, el Gobierno ha agregado tributosque ascienden solamente a 100 millones de yenes. Es cierto que mien-tras esta alteración en la tributación demuestra que es inadecuadoun ingreso adicional de 500 millones de yenes sería suficiente porcompleto en cualquiera eventualidad, pudiendo subvenir el sosteni-miento de la campaña de la misma manera que ha sido conducidahasta hoy. Esa suma, sin embargo, no constituiría agotamiento exce-sivo de los recursos del país, lo que debe estar muy claro para quienesté enterado del desarrollo del Japón en los años recientes.

Aún cuando- los recursos del país son todavía tan cuantiosos,hay, sin embargo — lamentable es decirlo — algunos recelos nacien-tes motivados por el temor de que pueda comprometerse la posicióndel Imperio, con respecto a los pagos al exterior, por la simple razónde que el Gobierno pudiera dejar de hacer uso efectivo de los mediosfinancieros a su disposición, y de que, debido a tal caída parcial delmecanismo, la economía de la nación estuviese sujeta a un choqueviolento. Desde luego, es difícil imaginar que el Gobierno y quienesdirigen los asuntos del Estado, sean tan mal aconsejados como paraincurrir en semejante error que podría ocasionar una catástrofe ala nación.

Hasta ahora la balanza internacional de pagos ha ido de malen peor. Se piensa que cualquier medio proyectado para combatirla situación, puede ser demasiado tardío para evitar un ulteriorcolapso del cambio con el extranjero. Yo no estoy de acuerdo con tansombríos puntos de vista. La verdad es que el exceso de las impor-taciones sobre las exportaciones, se eleva aproximadamente a 800millones de yenes. También es cierto que si se ha pagado aproxima-damente 400 millones de yenes por medio de embarques de oro y elsaldo de muchos millones de yenes hay que liquidarlos con remesasadicionales de oro, el beneficio previsto recientemente bajo la Cuen-ta Especial del Fondo en Oro se agotaría.

514 MEMORIALES DEL EJERCITO

Pero, en primer lugar, la citada suma de 800 millones de yenesincluye algo así como 300 millones de yenes por concepto de com-pras especulativas, hechas en previsión de restricciones sobre elcambio y otras disposiciones oficiales. Todas estas compras son teni-das en el país como sobrantes en forma ya sea de materias primas ode mercaderías manufacturadas. Si, por esta razón, se adopta unapolítica apropiada de control del comercio extranjero, que lleguehasta dictar medidas para disponer de tales stocks, el exceso de lasimportaciones sobre las exportaciones necesariamente sería reducidoen forma proporcional. En segundo lugar, la balanza de pagos delJapón, correspondiente a los meses próximos está contemplada conel fin de que se produzca oportunamente un cambio favorable. Re-gularmente, el saldo desfavorable parece reducirse a un total de 200millones de yenes, aproximadamente, por el mismo período: del año.En tercer lugar, desde que existe la posibilidad de que las deman-das crecientes de materiales de guerra aventajen los dos citados fac-tores de influencia benéfica, el exceso de las importaciones sobrelas exportaciones en el año en curso, puede llegar, después de todo,a 800 millones de yenes no obstante que es difícil que la cifra se ele-ve tanto.

Si este monto hubiera que cubrirlo completamente en metálico,el stock de oro del Gobierno se agotaría, como queda dicho anterior-mente. Pero justamente la nación aún tiene reservas cuantiosas enmoneda extranjera. Según los informes del Ministerio de Hacienda,el monto de las obligaciones en moneda extranjera en poder de ja-poneses a fines de abril de 19'37, llegaba a 390 millones de yenes,de los cuales 262 millones de yenes estaban representados por emi-siones de países entre los cuales no está Manchukúo. Los depósitoshechos en moneda extranjera, ascendieron a 166 millones de yenes ylos adelantos en moneda extranjera fueron de 159 millones de yenes,arrojando el total de 325 millones de yenes de la antigua paridaden oro. Si se hace el cálculo al tipo de cambio corriente, estos valo-res representan aproximadamente 1.700 millones de yenes. Por me-dio de procedimientos legales, todo ese monto puede ser transferidoal Estado para que disponga de él con libertad.

Aún cuando no está en claro qué proporción de estas reservaspuede ser movilizada, si sólo fuera posible tomar el 20 por cientosujeto a pronta operación, no menos de 300 millones de yenes, esta-rían disponibles, además, la nueva producción de oro puede sercalculada en 150 a 200 millones de yends cada año.

Mediante la movilización de estos magníficos recursos, será po-sible sostener el cambio con el exterior en el año próximo, aun cuan-do la desfavorable balanza de pagos del país no mejorara. Y si,mientras tanto, se ponen en práctica disposiciones aconsejadas porla prudencia, será posible impedir cualquier peligro. Hay bastantetiempo, también, para establecer el control de la situación. En el

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norte de China y en algunos mercados cercanos de Shanghai, se pue-den realizar pronto algunas explotaciones provechosas para la eco-nomía del Japón. Asimismo se debe esperar el incremento de las ex-portaciones al norte de China. A excepción del retroceso temporal-mente sufrido en la balanza de pagos al exterior, la estructura eco-nómica del Imperio está libre de cualquiera falla de consistencia,siquiera fuese de carácter local.

Fundamentos de Estrategia y Táctica Japonesas.

El autor de este artículo publicado en el principal maga-zine militar de la Unión Soviética, Alejandro Svechin, es unescritor militar de nota.

Los puntos principales de su artículo están expuestos enun estudio crítico publicado en Rouski Invalide (N.° 104), pe-riódico militar ruso, que aparece irregularmente en París.

Esos puntos, en resumen, son como sigue: La doctrina mi-litar japonesa es diferente a la de los ejércitos del continente,ni puede ese ejército ser medido bajo un concepto europeo. Enlos ejércitos europeos, así como en los Estados Unidos, seacostumbra, cuando se habla de las fuerzas armadas, llamarlosel Ejército y la Marina. Pero el Japonés siempre se refiere asus fuerzas armadas como la Marina y el Ejército, demostran-do de este modo, que ellos basan su defensa nacional, primero enla Armada.

Los papeles respectivos de las Fuerzas Armadas del Japónpodrían ser invertidos si su defensa nacional no dependiera entan sumo grado de su estrategia naval, es decir, si lograra for-mar un ejército en el continente asiático, reclutado con loscontingentes que viven ahí (como los Coreanos, Mongoles, etc.).

Esto, sin embargo, ha demostrado hasta ahora ser una em-presa difícil.

Como la posición geográfica del Japón explica el papelpreponderante de su armada, así también esta condición de-termina el poder relativo y la naturaleza especial de su fuerzaaérea. No estando financieramente en situación para moderni-zar completamente su ejército y colocado en la necesidad deelegir entre la motorización extensiva de su ejército y el rápidodesenvolvimiento de su fuerza aérea los Japoneses decidieronla cuestión en favor de la aviación. Al parecer considerándoseamenazados en dos frentes, mar y tierra, y comprendiendo queuna fuerza aérea puede emplearse en ambas partes, el Japónprefiere desarrollar su fuerza aérea primero y la motorizacióndel ejército después.

La naturaleza especial de la aviación japonesa consisteen que ha desarrollado una flota aérea que en su mayor parte


está formada de aeroplanos livianos, cuyo propósito es unaestrecha cooperación táctica con las fuerzas terrestres (asícomo navales).

Parece que los Japoneses no tienen mucho interés enla acción independiente y decisiva de poderosos escuadronesaéreos, desde que los centros vitales políticos y económicos delos posibles adversarios del Japón (excluyendo a China) estántan lejos que se encuentran virtualmente fuera de su alcance.

La motorización y mecanización del ejército japonés, aúncuando considerado de importancia secundaria en comparaciónal desenvolvimiento de la aviación, ha hecho no obstante pro-gresos considerables.

La doctrina militar japonesa pone más confianza en laacción y maniobra hábil de la infantería que en el fuego de laartillería. La experiencia de la Guerra Mundial, afirma, nopuede aplicarse en una guerra de carácter asiático, siendo im-probable que ahí pueda presentarse una situación en AsiaOriental igual que la de la Guerra Mundial en. Europa.

Considerando la naturaleza física del teatro de guerraAsiático y confiando en la superioridad de la maniobra sobrela técnica, los Japoneses situados ante el dilema de resolversea gastar en el aumento de su artillería o en la construcción deuna red de ferrocarriles o caminos principales estratégicos (po-siblemente el Sr. Schevin tiene en la mente el desarrollo inten-sivo de la red en Manchuria), deciden la cuestión en favor dela creación de una posición estratégica ventajosa en el futuroteatro de guerra. Con respecto a esto, un detalle en la organiza-ción del ejército Japonés es sintomático. Una división de in-fantería japonesa que se compone de 48 compañías (comparadocon el número normal de 27 compañías en una división euro-pea), tiene el mismo número de piezas de artillería que unadivisión europea. En otras palabras, los Japoneses están pre-parados para hacer frente a un enemigo que tiene más artille-ría. Habría que observar, sin embargo, que hasta ahora la in-fantería japonesa no ha sido sometida al fuego de los cañonesde gran calibre, como los usados en la Guerra Mundial.

Actualmente, a causa del conflicto Chino-Japonés (el cual,en el momento en que escribo dura ya largos meses), se pre-senta una oportunidad para comprobar las opiniones del Sr.Schevin respecto a la táctica japonesa.

El empleo de aviones de bombardeo por los japoneses ensu lucha con los chinos, confirma completamente las declara-ciones del Sr. Schevin respecto a la estrecha cooperación entreaviación e infantería.

FUNDAMENTOS DE ESTRATEGIA Y 519

Pero, por otra parte, el hecho de que la infantería japonesaen dos acciones presentadas (captura de Wanping y la ocupa-ción de la ciudad y estación ferroviaria de Nankow), no inicióel avance contra las posiciones chinas hasta que éstas no fuerondestruidas por obuses de gran calibre (las de Nankow destruídascon cañones de sitio) sirven para demostrar que los Japoneses,a lo menos en las mencionadas batallas, contaron más bien conel efecto del fuego poderoso de la artillería que con una hábilmaniobra.

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Mayo - Junio de 1938. MEMORIAL - cesim.cl memorial/1930-1939/1938/mayo-junio 1938.pdf · Wedly de la República Francesa; Mayor Piloto Aviador Severo ... el curso de su carrera