Mazzuca-Neurosis Obsesiva en Lacan

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  • 7/28/2019 Mazzuca-Neurosis Obsesiva en Lacan

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    Prrafos seleccionados del libro de Mazzuca, R., Seminario: La elaboracin

    freudiana de la neurosis obsesiva: 6. La elaboracin Lacaniana. - En Cizalla del

    cuerpo y del alma. La neurosis de Freud a Lacan, Berggasse 19, Buenos Aires,

    2006.

    La clnica de Lacan no es siempre la misma. Hay una primera clnica, al

    comienzo de su enseanza, que produce un retorno a las estructuras

    freudianas: neurosis, psicosis, perversin. Es una clnica de las modalidades del

    deseo y de las estructuras subjetivas. Pero Lacan transforma sus categoras

    clnicas al final de su enseanza. Junto con una nueva concepcin del sntoma

    introduce la diferenciacin entre sntoma y sinthome, y de este modo, se

    bosqueja una clnica de los goces y los tipos de sntoma. Llamamos a la

    primera clnica: clnica del deseo, es decir, del deseo insatisfecho (histeria),

    imposible (neurosis obsesiva) y prevenido (fobias). Son modalidades de

    constitucin y funcionamiento del sujeto, modos de ser sujeto. En tanto elsujeto es efecto de la estructura. (Diagnosticar estructura psictica no es

    equivalente a diagnosticar psicosis). La otra clnica, la del goce, es una clnica

    del sntoma en el sentido y definicin que asume este concepto en la ltima

    parte de la obra de Lacan. La clnica del deseo es una clnica del sujeto y una

    clnica del Otro, puesto que el deseo se plantea siempre como social, en tanto

    el Otro forma parte de la estructura del deseo (el deseo es el deseo del otro).

    En la clnica del goce, por el contrario, el sntoma no es social, es autista. Esto

    nos lleva a distinguir sntoma de sinthome, entendiendo por sinthome cuando

    el sntoma esta puesto en una funcin de anudamiento que articula el goce

    autista en la relacin con el Otro.

    La demanda y el deseo en la relacin del sujeto con el Otro:

    La agresividad del obsesivo debe entendrsela no como un impulso en bruto

    para destruir al otro, sino que est formulada verbalmente, articulada en unanhelo de muerte. Se trata del deseo de la muerte del Otro, y aun de la

    demanda de muerte del Otro. De este modo, la ambivalencia obsesiva queda

    planteada, en trminos de demanda, como una demanda de muerte del Otro y

    una demanda de amor que va en el sentido exactamente contrario, ya que el

    amor tiene el efecto de hacer existir al Otro. Este es el callejn sin salida de la

    estructura obsesiva: es irresoluble; en la medida en que se trata de dos

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    trminos contradictorios se impone la lgica de la imposibilidad, la satisfaccin

    de uno impide el cumplimiento del otro. Se trata de un movimiento de

    oscilacin, de columpio. La demanda de muerte requiere ser formulada en el

    lugar del Otro, en el discurso del Otro. El hecho de que este Otro sea el lugar

    de la demanda implica en efecto la muerte de la demanda. La demanda no

    puede formularse sino con los significantes que existen previamente en elOtro, de all que el sujeto dependa del Otro tanto para satisfacer la necesidad

    como para disponer de los significantes de la demanda. Esta imposibilidad en

    el registro de la demanda se reencuentra tambin en el deseo del obsesivo,

    cuando desea la muerte del Otro, ya que se dirige a destruir al Otro pero,

    estructuralmente, requiere del lugar del Otro para sostenerse como deseo.

    Qu espera el obsesivo? La muerte del Amo. De qu le sirve esta espera? Se

    interpone entre l y la muerte. Cuando el amo muera todo empezara. El

    obsesivo no asume su ser-para-la-muerte, est en suspenso. Esto es lo que hayque mostrarle.

    Este anhelo de muerte se combina con la posicin temporal del obsesivo: la

    espera y la postergacin. El obsesivo encuentra en el Otro a su amo y, como un

    esclavo, vive esperando su muerte. Esta posicin de espera es una coartada

    del obsesivo para no comprometerse con su deseo. Evita el acto. La desviacin

    hacia el pensamiento del gasto de energa destinado al actuar, constituye la

    esencia de la obsesin.

    Creer que el impedimento proviene del Otro, no es el nico medio que usa el

    obsesivo como coartada ante el deseo. Tambin usa la creencia en su propia

    impotencia. Cultiva su impotencia: cree que no puede, para postergar su

    deseo, o para evitar encontrarse con el deseo del Otro. Y cuando este deseo es

    el deseo del Otro sexo, cultiva la sospecha de su homosexualidad. Las

    fantasas de homosexualidad en el obsesivo son siempre coartadas para

    aliviarse de la angustia en el encuentro con el deseo del otro en las relaciones

    con el Otro sexo. Tiene una funcin imaginaria de coartada exactamente en el

    mismo sentido que la espera de muerte del amo. Interpretarla en la cura comohomosexualidad latente, y no como fantasma usado como justificacin, es ya

    legitimarla y entrar en el juego de la coartada obsesiva.

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    La reduccin del deseo a la demanda:

    Otra manera de evitar el deseo del Otro, es reducir el deseo a la demanda.

    Hacerse pedir, ordenar, etc.; de ah que el obsesivo viva pidiendo permiso y

    hacindose autorizar por el Otro. O a la inversa, espera sus prohibiciones, y

    hace de la prohibicin misma el objeto de su deseo. De este modo, resulta un

    deseo cuyo cumplimiento es imposible, pero no extinguido. Es su modalidad de

    sostener el deseo: un deseo a distancia para que ese deseo subsista. Se hace

    pedir por el otro y se ocupa en satisfacer la demanda del otro. Al obsesivo le

    encanta que le pidan, dice Lacan. Son distintas maneras de hacer existir o

    sostener a un Otro consistente. Porque el Otro es siempre inconsistente por

    desear, no se puede ser amo del deseo. Por eso el obsesivo puede ir ms lejos,

    adems de querer reducir el deseo del Otro a demanda, puede querer hacer

    que el Otro deje de desear.

    El regalo y el desafo contribuyen a mantener consistente al Otro de la

    demanda. El desafo se relaciona con una conducta del obsesivo que es la

    hazaa o la proeza dirigida al reconocimiento del Otro. El rival imaginario no es

    el que cuenta, sino el Otro, el tercero, aquel para quien el sujeto acta y al

    que, como espectador invisible, le ha sido adjudicado el papel de registrar la

    hazaa.

    En el caso del hombre de las ratas, existe una cadena de las palabras, que

    Lacan ubica en el eje simblico del esquema L: remite, por una parte, a la falta

    de fe que presidio el matrimonio de su padre (que hace resonancia en el plan

    matrimonial desencadenante de la neurosis), y por otra parte, al abuso de

    confianza con el camarada militar con quien el padre quedo en deuda por el

    dinero prestado y no devuelto (que hace eco en las vicisitudes de la

    imposibilidad del pago de los quevedos). Ambas, como mito individual, forman

    parte del texto del gran delirio de las ratas con que el sujeto llega a la consulta

    de Freud.

    En el eje imaginario se reconocen las figuras idealizadas del padre y de la

    mujer, amados y odiados a la vez. Ambas cadenas se cruzan, y en la trama de

    los fantasmas se conjugan en una pareja de imgenes narcisistas, la sombra

    del padre muerto y el ideal de la dama de sus pensamientos.

    Freud cuando interpreta apunta a la cadena simblica y, al deshacer su

    eficacia, obtiene el resultado de hacer caer la trama imaginaria de la neurosis.

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    Mientras en la histeria se promueve el lugar del Otro como lugar del deseo, el

    obsesivo promueve la relacin con el objeto como condicin absoluta del

    deseo; el fantasma.

    Vivir en un mundo hecho con significantes, tiene que ver con los actos: no hay

    otro cumplimiento del deseo que no sea en los actos, a menos que sea

    cumplimiento alucinatorio como en el sueo o una satisfaccin fantaseada.

    El objeto anal es el primer soporte de la subjetivacin porque es aquello por lo

    cual el sujeto es requerido a manifestarse como sujeto, es decir, que tiene que

    entregar lo que es como resto irreductible a lo simblico. Pero, para darlo en

    las condiciones adecuadas, tiene que comenzar por retenerlo, contra la accinde la necesidad y del goce de expulsarlo. De aqu que la forma plena del deseo

    en el nivel anal, surge como deseo de retener, y est ligada inicialmente a la

    inhibicin de la funcin corporal y del goce que esta implica.

    Este mismo desplazamiento del objeto anal como don, para detener al sujeto

    antes de la angustia de castracin, se produce en la estructura obsesiva

    tambin en el nivel escpico bajo la forma de la imagen. Si el amor toma para

    el obsesivo esa forma exaltada de amor idealizado que representa una

    negacin de su deseo, es porque l cree que lo que se ama de l es su imagen,que la da al otro.