Medicina Principios Siglo XIX

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  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

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    L > i * x  ¿¿ \   l< l >   X  h í Í ¿ ? ¿ H c1¿ M £ Í >T -

    Federico Pérgola Buen os A ires 

    Mnqmetn  en yeso cíe H ip ól i to Vieytes, 

    ''S :' \ : a :c t r i o ele 

    Ag r i c u l t u r a . I n d u st r i a y Comer c i o ”.

    poco más de una década de

    la Revolución de Mayo, y a es-

    casos años de la Declaración

    la Independencia de las Provincias

    Unidas del Río de la Plata, nuestros

    compatriotas trataban de diferenc iarse

    de la época de la dominación hispáni-

    ca. Lo habían hecho los héroes de

    Mayo, apenas producida la Revolu-

    ción, en los aspectos culturales y edu-

    cacionales y, como podremos apreciar,fueron profundizándolo ta l vez en un

    intento de alejarse de todo lo que fuera

    influencia española los que los siguie-

    ron en la función pública. Así se podrá

    evaluar, en todo lo referente a la medi-

    cina, que varió de un sentido domésti-

    co y con gran contenido mágico (1), a

    aspectos entroncados con la ciencia

    europea vigente en ese momento.

    Prolegómenos periodísticos

    El 1 de abril de 1801, en plena

    época de dominación hispánica y muy

    poco antes de la primera Invasión In-

    glesa al Río de la Plata, surgió en Bue-

    nos A ires el primer periódico de apari-

    ción regular del Virreina to: el Te lég ra - 

    fo Me rc a nt il , Rural, Po lític o e Histo   

    rio g ráfic o d e l Río de la Plat a ,  cuyo di-

    rectorpropietario fue el coronel Fran-

    cisco Antonio Cabello y Mesa. Perso

    HISTORIA N- 98

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    naje controvertido, Oalván Moreno,

    refiriéndose a su personalidad, dice:

    "asi llegó un día, procedente de la tie-

    rra legendaria de los Incas, un espa-

    ñol inquieto y novelero, [...] quien a

    poco de sentar sus reales en la tran-

    quila Buenos Aires, empezó a lucubrar

    la fantasía de crear una sociedad lite-

    raria y fundar un periódico. Y, comolo proyectó, lo hizo" (2). Nac ido en

    Extremadura (España), en 1764, no fue

    una persona muy aceptada por el en-

    torno, aunque no se puede desmere-

    cer su empuje. C uriosamente, en el

    mismo año de su nacimiento, apare-

    cieron en Buenos A ires, con un

    intervalo aproximado de un mes,

    cuatro gacetas manuscritas entre

    cuyas noticias destac amos citas

    nada halagüeñas para la profe-

    sión médica. Rivera (3) mencio-

    na que otros atisbos fueron unas

    hojas noticieras que vieron la luz

    entre 1759 y 1760.

    En esa época, los temas mé-

    dico s una medic ina

    embrionaria, más fantasiosa que

    utilita ria surgían en las páginas

    del Te lég ra fo  como demostración

    elocuente que todo lo que se co-

    munica relacionado con la salud

    concita el interés general. Hoy,

    ya hace poco más de una déca-

    da , lo s p e rió d ic o s de laposmodernidad incorporaron

    una sección permanente sobre

    temas médicos con el afán de

    atraer lectores, aunque esta prác-

    tica haya sido común en todos

    los tiempos. No era ninguna no-

    vedad: dos siglos atrás, la astu-

    ta visión económica de Cabello

    y Mesa ya lo había hecho. Te-

    nía experiencia y oropeles, una

    década antes había editado la

    primera publicación periódica sudame-

    ricana: el Dia r io C urio so , Erud ito , Eco - 

    nómico y C om erc ia l   de Lima (Perú) (4).

    La infección dominaba la patolo-

    gía de esa etapa de la vida de Bue-

    nos A ires y, como tal, la mayor parte

    de los consejos médicos del Te lég ra fo  

    se dirigían en ese sentido. El tétanos

    era un enfermedad terrible, que noperdonaba la vida, sobre todo al pro-

    ducto de los partos. El 29 de noviem-

    bre de 1801, cuando faltaba medio

    siglo para que se formulara la teoría

    microbiana, aparecía esta noticia:

    "Real Orden: Sob re que se aplique a

    . , Núm. i . 4

    - t e l e g r a f o   M e r c a n t i l   |i*>

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    los recién nac idos el aceyte de palo

    en el corte del cordón umbilical como

    preservativo del mal de los siete días".

    Aunque la noticia procedía de Cuba,

    y la sustancia también era denomina-

    da como aceite de Copayba o "aceyte

    de Canima r", el inicio de la misma

    daba cuenta de que tenía indicación

    ofic ial. El protomédico Antonio CruzFernández daba fe de la utilidad de

    la terapéutica (5).

    En los números siguientes de este

    periódico, una partera que se identifi-

    caba como madame  Sansón, aconseja-

    ba el baño d iario del lactante ("aunque

    el ombligo no haya caído"); que se los

    abrigara de acuer-

    do con la estación,

    y señalaba lo per-

    nicioso de las fajas

    ("estos crueles y

    bárbaros envol-

    torios"). Aconseja-

    ba evitar lo s

    zahumerios y los humos en las habita-

    ciones de los niños. El sentido común

    señalaba conductas que tanto costó im-

    poner. Sin embargo, el tino de los con-

    sejos hizo dudar que, en el seudónimo,

    no se ocultara algún médico importan-

    te de la época.

    El 12 de julio de 1802, con la fir-

    ma del padre Sexismundo, aparece un

    trabajo sobre la Sangre de Dragón, "ellicor del árbol de ese nombre" (Cro ton  

    suc c irrub rus),  al que le concede efec-

    tos beneficiosos para detener hemorra-

    gias. El traba jo es simila r al del padre

    ¡esuifa Pedro de Montenegro, cuya

    obra sob re plantas medic inales, fue

    bautizada por Trelles como Mate r i a  

    Méd ic a M ision e ra   (ó).

    Otro a rtículo relacionado con te-

    mas sobre la salud, exótico desde su

    mismo título, aparece en el número si-

    guiente: Rem ed io el más e fic a z co ntra  

    la p ic a d ura de Vívo ra , nuevam ente  

    descubier to.  La panacea para el acci-

    dente no era otra que una taza o más

    de caldo de carne de caimán. Con la

    siguiente acotación: "si no se la halla

    fresca, son útiles algunos huesos, cás-

    cara o conchas de ese animal" (7).

     También se publicaron en variosde sus números las características y

    los efectos benefic iosos de las aguas

    curativas que se atribuyeron a la plu-

    ma de Tadeo Haenke, científico que

    llegó a Sudamérica en la expedición

    de Alejandro Ma laspina. C arrazzoni

    (8), en consonancia con los que afir-

    man los historia-

    dores Laurio

    De stéfa ni y

    Dona ld C utter,

    atribuye la obra a

    los marinos Felipe

    Bauza y José de

    Espinosa y Tello,

    integrantes de ese mismo grupo. Las

    aguas termales del Curato de Yura ha-

    bían sido examinadas con todos los

    conocimientos científicos de la época.

    El ó de mayo de 1801, el Te lég ra - 

    fo   recomendaba a través del vecino

    uruguayo Pedro J uan Fernándezcómo

    prevenir una viruela de evolución gra-

    ve. Sugería emplear la va riolizac ión,

    es decir, la inoculac ión de la mismaviruela a partir de un enfermo que

    transcurre con una forma leve. De tal

    manera se pretendía que también fue-

    ra una afección leve en el receptor. No

    siempre era a sí pero, evidentemente,

    se trataba de una versión empírica de

    una vacuna con virus atenuados. El

    autor de la carta nos da la pauta del

    valor de la información escrita cuando

    solic ita su publicac ión en estos térmi-

    nos: "[...] que al verlo de letra de mol

    ^ (pa ¿e//o y Q / fíe ía .' a ,n e á/ia ño /  

    in q u ie to y n o v e le ro  

    HISTORIA N9 98

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    Lf l MEDICINA EN LOS PRIMEROS AÑOS DE LA INDEPENDENCIA

    de y que lo dice V. (a quien hoy lo

    tienen estas gentes, como un Oráculo)

    se podrá conseguir mucho". El proce-

    dimiento era peligroso y el informante

    tan autoritario que se animaba a ex-

    presar que "la ignoranc ia, la supersti-

    ciosa ignorancia, ese vil monstruo, que

    con los ojos vendados procura destruir

    todos los establecimientos que meditala sabiduría". Toda esta diatriba termi-

    naría cuando la vacuna, traída a las

    costas americanas por el médico a li-

    cantino Franc isco Balmis, que partió

    desde La Coruña (España) con 22 ni-

    ños inoculados brazo a brazo, arribó

    finalmente al Río de la Plata (8, 9, 10).

    Cuando ya era inminente el cese

    de esta publicación, aparece en Bue-

    nos A ires, el I o

    de setiembre de

    1802, el Sem ana- 

    r io de Ag ric u ltu ra ,

    Ind ust ria y C om er- 

    c i o .  C omienza

    con el Prospecto,

    que firma Vieyfes,

    y es expresión

    de rigo r por otra parte de su futura

    labor, ya esbozada en el título. J uan

    Hipólito Vieytes nació en San Antonio

    de Areco (Prov. de Bs. As.), el 12 de

    agosto de 1762, y estudió en el Real

    Colegio de San C arlos. Al surgir la

    patria desempeñó diversas misiones

    ofic iales pero, su mayor labor, con un

    afán patriótico, lo desarrolló en su pe-

    riódico. Fue, quizá, el visiona rio que

    estableció el futuro económico de nues-

    tro país. "Desde sus columnas, duran-

    te cinco años, eleva la voz en defensa

    de un porvenir político y económico al

    que se anticipa con profético sentido

    de los acontecimientos. Ve lejos. Su

    conocimiento de las posibilidades de

    nuestra tierra y su fe en un sistema en

    el que el hombre puede desempeñar

    libremente su actividad, hacen de él

    una personalidad de inapreciable gra-

    vitación en los prolegómenos de la

    Revolución de Mayo" (11).

    Superando los años de nuestra

    emancipación, a través de publicacio-

    nes efímeras unas, con mayor vigen-

    cia otras, tribuna s políticas algunas, elmensaje sobre la salud ha sido el fer-

    mento que nutrió a muchas de ellas

    para conseguir y mantener a los lecto-

    res expectantes y con la esperanza de

    encontrar alivio para sus males, o bien,

    con un sentido menos dramático, para

    informarse sobre temas de gran atrac-

    ción, como son los del cuerpo y la men-

    te. El Sem a na rio ,  dirigido por un crio-

    llo, tampoco pudo

    escapar a ello.

    Nunca podrá

    desestimarse la la-

    bor informativa

    del periodismo,

    cuya cualidad

    más destacable es

    su agilidad, pero

    esa misma condición hace vulnerable

    la persistenc ia de las rea lidades que

    proclama a través del tiempo, sobre

    todo si éstas parten del conocimiento

    científico que siempre tiene verdades

    provisorias. Los que conllevan la mi-

    sión de informar, por otra parte, ob-viamente deben ocuparse de la salud,

    puesto que es un problema inherente

    a la vida del hombre.

    En el Sem a na rio   se destacan dos

    noticias sobre temas de la salud. El 16

    de enero de 1805, en su número 122,

    aparece con un extenso título una

    teoría colonial sobre el origen del bo-

    cio: Diserta c ión p hísica so b re la c ausa  

    de los c oto s, ó de a q ue l la fa st idio sa  

    en fe rme da d llam ad a en ca ste llano p a- 

    re caf -ma n ^ a / d a de ca m a de   

    Aova c ie raw /

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    Ir m e d i c i n o   e n   l o s   p r im er o s   a ñ o s   d e   l r   In d e p e n d e n c i a

    p era ; en contextac ión a la c onsulta que  

    sob re este pa rt ic u lar me hace un am i- 

    go vec i no de la C iudad de Ju juy   (12).

    La otra, copiada de antiguos cuentos

    orienta les, vio la luz el 4 de abril de

    1804, con este epígrafe: De la ima g i- 

    nac ión co nside ra da como c ausa y re- 

    me d io de la s en fe rmed ad es de l cuer- 

    po . Exem p lo de la s tres go tas.  Es unfranco remedo del poder de la suges-

    tión en la curación de diversos trastor-

    nos no siempre graves, como en este

    caso, que se trata del cansancio y la

    intoxicación (13, 14).

    La Abeja Argentina: primera  

    revista porteña

    "En el orden del tiempo, la prime-

    ra revista aparecida en el Río de la

    Plata d ice C utolo, fue La Ab e j a A r- 

    gent ina ,  fundada en 1822. A través

    de sus amarillentas páginas, se pue-

    den observar 'los afanes, las preocu-

    paciones y los gustos de las inteligen-

    cias mejor dotadas de la generación

    de 1810, que tornaron factible la ha-

    zaña de la libertad en la vastedad

    de medio continente ame rica no', ha

    manifestado el oculto prologuista del

    tomo sexto de la Bib lio t ec a de Ma yo , 

    que se enc argó de re im p rimirla ,

    magna obra de cuyo equipo hemosformado parte, y en quien debe re-

    conocerse como autor de aquellas pá-

    ginas al académico don Ricardo

    Picc irilli" (15).

    Pillado, refiriéndose a 1822, dice

    que " ' La A b e j a Argen t i na '    es el mejor

    oenódico de los publicados en el año"

    (16). Por su parte, Frizzi de Longoni

    , sintetizando lo que a continua-

    ción desarrollaremos, expresa: "Los 15

    números de La Ab e j a A rge n t ina   son

    modelo de erudición para su tiempo.

    Cuestiones de las más diversas pero

    todas de sugestivo interés ilustran sus

    páginas. A una 'Historia Médica de

    Buenos A ires', escrita por el Dr. Juan

    Antonio Fernández, siguen a rtículos

    relativos a la medicina de particular

    atracción sobre todo como prolonga-

    ción de la obra que Rivadavia rea liza-ba desde su ministerio de Go bierno.

    El decreto del 9 de abril de 1822, que

    reglamentaba la medicina, es apoya-

    do por los hombres de la Soc iedad en

    esa serie de artículos relativos a esta

    materia, en los que se discuten los te-

    mas vinculados al arte de curar, como

    es el tratar de convencer al vulgo rea-

    cio y recalcitrante de los innumerables

    beneficios que proporcionaba la ad-

    ministración de la vacuna. Una intere-

    sante sección bajo el rubro 'Enferme-

    dades del mes', destaca los males más

    comunes en las distintas épocas del

    año, observación importante para la

    obra de medicina preventiva. El decre-

    to sobre el traslado de los cementerios

    dispersos en el centro de la c iudad a

    extramuros como lo era entonces el con-

    vento de los recoletos, merece también

    un erudito y profuso estudio sobre el

    destino que la humanidad ha dado a

    sus muertos y sobre la conveniencia de

    alejarlos de los centros más densos de

    la población."

    Las característica s de la misma,

    transcurrida s dos décadas de que se

    imprimieran los dos periódicos mencio-

    nados con anterioridad, difieren total-

    mente en contenido. Todos los traba-

     jos, en sus distintas d isc iplinas, tienden

    a mostrar la fuente y tratan de mante-

    ner una gran seriedad. No se encuen-

    tran las desatinada s noticias médicas

    que se leen en el Te lég ra fo  y en el Se- 

    mana r i o .  Es que desde entonces, co

    HISTORIA N9 98

    W   8

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    6/15

    y  K m». i < l a * . t , Fo l . u 

    ^ ,m »t + * * t C*+—w * »+*+9**»*+** ** * * t+C9nn+* i 

    SEMANAR IO  

    D E

     AGRICULTURA, INDUSTRIA T COMERCIO.

    ''*•*•******•***••••*••*•#«*««•••*«•»**»•**«•*

    * D* hoy MitrcoW» »*4c 

      Sejuiembra4t 

      iBot5*0*0>*4>”̂

  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

    7/15

    La  m e d i c i n a   e n   l o s   p r im er o s  a ñ o s   d e   i r   I n d e p e n d e n c i a

    las clases ilustrad as de la ciudad y lle-

    go, también, a las del interior del país.

    Asimismo se conoc ía de su existencia

    en el exterior debido, sobre todo, a

    las numerosas citas de trabajos publi-

    cados en países europeos. Cutolo ex-

    presa que "comenzaba ya a ma-

    nifestarse el canje de las publicacio-

    nes", índice elocuente de que se procu-raba mayor comunicación médica con

    los principales centros de salud.

    A inicios de 1823, la Soc iedad Li-

    teraria procedió a elegir a los nuevos

    redactores. Estos fueron: Vicente López

    y Planes, Manuel Moreno y J osé Va-

    lentín Gómez. Los dos últimos se reem-

    plazaron, por sus renuncias, por Igna-

    cio Núñez y Antonio Sáenz, respecti-

    vamente. Los vientos de 1823 no eran

    favorables para la

    nueva p ub lic a -ción: perdió su re-

    gularidad (la re-

    vista no apareció

    en abril), se redu-

     jo la tirada a 200

    ejemplares, y sur-

    gió una critica de sus mismos redacto-

    res. En efecto, "se quejaba Ignacio

    Núñez de que la política no había sido

    mayormente tratada en La A be ja ,  aun-

    que reconocía que el asunto era bas-

    tante escabroso, por la desconfianza

    o por el temor que inspiraban a lossocios de la corporación. A pesar de

    ello, manifestaba que el patriotismo es

    una calidad que uniforma a todos los

    miembros del cuerpo, identificados en

    un sentimiento firme por la independen-

    cia nacional y por la libertad del gé-

    nero humano. No dejaba de hacer re-

    saltar que se había ¡lustrado bastante

    la cuestión que preocupaba en el Pla-

    ta sobre los problemas acaecidos en-

    tre las provinc ias y Portugal por la vio-

    lenta incorporac ión de los orientales

    aquel reino, y decía que la Sociedad

    había atacado ese acto con un vigor

    que la honraba" (19).

    En 1821, se había fundado la Uni-

    versidad de Buenos A ires, donde la

    influencia de Bernardino Rivadavia fue

    preponderante. Sus ¡deas también de-

    ben haber impregnado a La A b e ja  quereprodujo páginas del jurista y pensa-

    dor inglés J eremías Bentham. Rivadavia

    tuvo a este último como su máximo

    mentor, y su relac ión epistola r fue su

    amigo en su estancia europea es clá-

    sica y muestra una gran devoción.

    Pic c irilli, con respecto a una de estas

    comunicaciones, expresa: "La carta de

    Rivadavia enunciaba una labor de di-

    latado cometido. O bras del ministerio

    continuadas en la

    Presidencia ocu-parían el espíritu

    del estadista en

    los días de la for-

    mación pública

    como aquellos de

    la vida privada,

    allá en el 'Deposito de las Artes' ¡unto

    al librero Ackermann. Reforma eclesiás-

    tica y militar, capiteles para la cáte-

    dra, gabinete de física , laboratorio de

    química, partidas de libros, instrumen-

    tal de c irugía, material de hidráulica,

    despuntaban las rea lizac iones de losaños de oro de la carrera pública [...].

    El procer dejó incumplida la obra le-

    gislativa del filósofo en la medida que

    los principios resultaron foráneos al sen-

    timiento de la colec tividad..." (20). Las

    propuestas rivadavianas están cercanas

    al espíritu de La Ab e j a Arge n t ina ,  que

    culminó con la publicación de sus 15

    números. Dentro de la diversidad de

    sus artículos, entre ellos uno referido a

    nuestra frontera interior, destacamos los

    2® (dAÍ/ceJ-a- C& lvc jenttA ia :  

    u/n- m ocíelo- ele e-md ieíán- 

    HISTORIA N9 98

    HO 

  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

    8/15

    La   MEDICINA €N IOS PRIMEROS AÑOS DE LA INDEPENDENCIA

    ántales

    ociedadn vigo r

    -̂5 'Q

    se"'-

    Z.KJ‘. LO5

    CC5 D5

    de economía política. Nuestro interéspor los de medicina queda satisfechapor el permanente tratamiento de es-tos conocimientos.

    Los temas de medicina en La Abeja Argentina

    Los temas médicos, con las carac-terístic a s que lo s d iferenc ia ba n

    netamente de los del Te lég ra fo   y delSem an a rio ,   faltaron solamente en elnúmero 11, del 15 de febrero de

    1823. En todos los demás se observó

    la influencia suponemos de uno desus redactores, médico y quien seríauno de los miembros de la cercana fu-tura creación de la Academia de Me-dicina: Manuel Moreno. Es probable

    que haya sido él quien redactó unaespecie de introducción titulada Me d i-  c ina. O rig e n y estad o de esta c ienc ia  

    en Buen os A ire s   (21). El autor de estanota dedica más de una página a exal-tar las figuras de Cosme Argerich yAgustín Eusebio Fabre, a quienes nodeja de admirar y llamar maestros.

    Emite sus juicios sobre los discípu-los, las sociedades y las ciencias, que

    resulta interesante transc ribir: "Pero lasescuelas abandonan al principio de sucarrera los disc ípulos que ellas mismas

    han formado; y aunque éstos puedanconsiderarse como ramos de un solotronco, que se han nutrido con unos

    mismos princ ipios, y se han instruido

    con una misma doctrina, los frutos queellos producen son por lo común ente-ramente diferentes; estos serían deltodo perdidos á la ciencia, si no secomunicasen mutuamente los resultados

    nuevos ó extraordinarios de la obser-vación particular; en una palabra las

    escuelas no hacen más que conservar

    el depósito de las ciencias; aumentarloy perfeccionarlo es obra de otra clasede institución, tales con las sociedades.

    "Las cienc ias, ha dicho un escritor,son la imagen del movimiento: querer

    estacionarlas, es pretender apagarlas;

    para que este movimiento continúe, esindispensable que muchos hombres re-

    unidos lo sostengan, y que ¡untandoen un sólo foco todo su saber, avalo-

    ren con justicia los hechos y los pensa-mientos nuevos, los estudien bajo to-das sus relaciones, y los sometan á d is-cusiones imparciales y detenidas con

    genio y con opiniones diferentes.

    "Una soc iedad de medic ina espues muy necesaria para adelantar lasluces que la escuela propague."

    La apertura de nuestra medicina a

    la ciencia europea es manifiesta: "Las

    ¡deas de Magendie, de Bichat, deRicherand, de A libert, de Pinel, de Tenard, de O rfila &c. Hacen la base

    de nuestros cursos y de nuestras lec-ciones d iarias."

    Finalmente, el autor señala quebajo el título de Med i c i n a    "publicare-mos en este periódico algunas obser-

    vaciones acerca del influjo de nuestroclima sobre el hombre sano, y sobre

    el hombre enfermo, recordaremos elcumplimiento de las reglas de hygienepública y privada que más se descui-

    den por el gobierno, y por nuestrosconciudadanos; publicaremos mensual-mente las enfermedades que se hayan

    presentado el mes anterior, haremos unexamen crítico de su naturaleza y plan

    de curación, referiremos los resultadosde nuestra propia observación, quesobre cualquier objeto de medicina

    merezcan atención, rebatiremos los erro-res populares, y procuraremos, olvidan-

    do en cuanto sea posible el lenguagepropio de la ciencia, hacernos enten

    - -HISTORIA Ne98

    / / /

  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

    9/15

    I f l MEDICINA EN IOS PRIMEROS AÑOS DE IR INDEPENDENCIA

    der del pueblo". Queda más que explí-

    cito que quien escribe es un médico,

    con buena formación científica.

    Esta declaración también nos per-

    mite aseverar que en La Ab e ja Arge nt i- 

    na   se publican las primeras noticias so-

    bre medicina y, de tal forma, aunque

    no con exclusividad, podríamos asignar-

    le la categoría de la primera revista cien-tífica médica en el Plata.

    El número siguiente (22) comienza,

    efectivamente, con el título Med i c i n a , 

    y con unos párrafos que creemos no

    muy logrados: "Las ciencias son como

    las plantas parásitas. Ellas no pueden

    nacer, y propagarse sino bajo el influjo

    del go bierno". A continuación relata la

    constitución de la Academia de Medici-

    na. El gobierno, muy interesado en el

    asunto dice el auto r nombró una co-

    misión de cinco profesores para que

    eligiesen a los res-

    tantes. Estos invita-

    ron a insc ribirse a

    todos aquellos que

    a sí lo desea ran:

    35 lo hicieron. Re-

    sultaba excesivo y

    se determinó que

    los miembros fue-

    ran 15 en total. El 18 de abril de 1822,

    con la presencia del M inistro de Go-

    bierno y de Relaciones Exteriores, se dio

    por establecida la Academia.En esa misma entrega se incita a

    las autoridades a que procedan a eli-

    minar a los perros vagabundos, en re-

    lación con la aparición de un brote de

    rabia. Refiere que a esta gravísima

    enfermedad no se la conocía en el país

    hasta 1807, fecha en que la expedi

    c'án nglesa mandada por Sir Samuel

    Achmuthy, desembarcó en Montevideo.

    Muy probablemente con ellos llegó a l-

    gún perro afectado por el mal. La muer-

    te casi inevitable de quien fuera mor-

    dido por un can rabioso, generaba la

    terrible cauterizac ión de la herida . Asi-

    mismo hace saber sobre una terapéuti-

    ca, sin fundamento a la luz de los co-

    nocimientos posteriores anunciada por

    un médico italiano.

    Meteorología y salud

    Como se había informado, pasan

    revista al estado del tiempo, y a ¡as

    enfermedades padecidas por la pobla-

    ción. "A un verano húmedo y lluvioso

    en exceso, en que se han padecido

    muchas calenturas adinámicas y ató-

    xicas ¡nerviosas y pútridas), ha sucedi-

    do un otoño sin llubias (s/c) [...] Los

    astmáticos (sic) han sufrido paroxismos

    muy largos y peligrosos; y los catarros

    de esta estación

    se han presentado

    con un carácter

    nervioso, así que

    ellos han termina-

    do sin expectora-

    ción, y se han cu-

    rado con el opio."

    El e jem p la r

    del 15 de junio de 1822 (23), es pró-

    digo en noticias sobre los temas de

    salud. No le había ido mejor a los

    porteños en el mes que había termina-do: las toses convulsivas tomaron un

    c ariz alarmante, y se observaron mu-

    chos casos de reumatismos, catarros y

    anginas. Además del epígrafe carac-

    terístico de Med i c i n a ,  aparece un ex-

    tenso título que dice: Tu ssis c o nv ulsiva  

    (pe rtusis) c urada p o r la vac una De la  

    Au ro ra de Fila d e l f ia o c tub re 29 1821 . 

    Es evidente que el procedimiento que

    aplic ó el doc tor J ohn Archer, de

    Maryland (Estados Unidos), sin el ri

    Gley-emiau  e/n//iam en eí

     / ie r¿od tsm .o. / to víeño 

    HISTORIA N9 98

  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

    10/15

    I f l MCOICINn €N LOS PRIMEROS AÑOS D€ LA lND€P€ND€NCIA

    científico que

    esa época

    gor del método

    se desconocía en

    arroja una observac ión sin va-

    lor. Otro de los apartados se ti-

    tula Vacuna   (24), y se refiere a

    la comunicación del agente en

    Buenos Aires de la Real Socie-

    dad J enneriana (aquí está men-

    cionada como de Vacuna), sitaen Londres. Recomienda que se

    vacune a los niños cuando estén

    exentos de erupc iones y

    escoriaciones y que, cuando la

    hayan recibido en esas condicio-

    nes, se repita el procedimiento.

    Mucho más extenso es el

    tema desarrollado entre las pá-

    ginas 151 y 157, del número

    de julio (25), con el subtítulo de

    Hyg iene púb l i ca Cemen te r i os , 

    donde obviamente se ocupa de

    estos últimos. El autor historia el

    cuidado y enterramiento de los

    cadáveres en la antigüedad. Es la p ri-

    mera parte de otro artículo que apare-

    cerá en el siguiente número. En efecto,

    en el N° 5, del 15 de agosto de 1822,

    prosigue el tema de los cementerios,

    con el deliberado propósito de fundar

    otro camposanto. Aduce que el Cemen-

    terio del Norte, ubicado en la Recoleta,

    destinado "á rec ibir cinco cadáveres

    diarios, que por un cálculo aproxima-

    do debe dar nuestra población, debellenarse de ellos al cabo de poco tiem-

    po" (26). La teoría de las miasmas

    como productoras de enfermedades,

    que tanto tiempo perduró, no escapa-

    ba al higienista de la época, que así

    se expresaba: "Si es conveniente se-

    parar los cementerios de las ciudades,

    es por la misma razón necesario pro-

    hib ir la construcc ión de ed ific ios en sus

    inmediaciones; sus habitantes se expon-

    drían a la infección; y por otra parte,

     Ju liá n Segundo de Agüero fue uno de los 

    redactores de “La Abeja Argen tina”.

    ellos impidiendo la renovación de la

    atmósfera podrían causar males de tras-

    cendencia general.

    "La hora en que deben abrirse los

    sepulcros no es tampoco indiferente.

    Muchos filósofos han querido, que esta

    operación no sea permitida sino al

    añochecer o al sa lir la a urora, época

    en que la atmósfera reúne menos ca-

    lor y h umedad, y en que las exhuma-

    ciones se harán con menos riesgo ."La frase pintoresca llegará casi al

    final: "Algunos médicos reprueban la

    costumbre de plantar árboles en los

    Cementerios, porque ellos, dicen, re-

    tienen los vapores de los sepulcros, y

    se oponen a la circulación del aire:

    pero estos inconvenientes parecen de-

    masiado exagerados."

    En la remesa siguiente (27), ade-

    más de anunciarse el decrecimiento y

    la benignidad de las toses convulsivas,

    HISTORIA Ne 98

  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

    11/15

    I b  m e d i c i n a   e n   i o s   p r im er o s  a ñ o s   d e   i r   In d e p e n d e n c i a

    y algunos esporádicos casos de virue-

    la, vuelve La Ab e ja  a considerar casos

    de higiene pública, y en este caso lo

    hace con las cárceles. El autor de la

    nota clama por un mejor trato a los

    presos. Relata el horror que observó

    al ab rir un ca labozo: "Yo temí sofo-

    carme por el insoportable hedor, que

    él despedía. Eché la vista sobre su

    negra profundidad, y no descubrí más

    que un montón de paja, sobre el que

    no se percibía ningún ser vivo. A mi

    voz, cuyo acento procuré hacer suave

    y consolador, vi sa lir del cieno mismo

    una cabeza de muger, que levantán-

    dose apenas, parecía separada de

    su cuerpo [...] hundido en la basura

    [...] y que la falta de vestido la ha-

    bía obligado a buscar en la inmundi-

    cia un a b rig o

    contra el rigor dela estac ión..."

    El número de

    setiembre de ese

    año está dedica-

    do, en lo referido

    a la salud, a los

    Pe lig ro s á que se  

    exp one n la s m a d res que no c ría n á 

    su s hijo s,  tal es su título. C onstituye un

    alegato encendido a favor de la lac-

    tancia materna, señalando como lo

    expresa el epígrafe la serie de in-

    convenientes y afecciones que acarreanegarle al lactante su alimentación na-

    tural. Remeda en forma sucinta las

    cartillas para las futuras mamás que

    publicara, un siglo después, el pedia-

    tra y político Delio Aguilar.

    Auge de la hidroterapia

    El número 8 (28) también asigna

    un gran espacio a la medicina. Esta

    nota se encuentra entre las páginas

    317 y 323 de La Ab eja ,   y relata la

    acción de los baños. Estaba pronto a

    inicia rse, en esa época en Europa , el

    auge de la Hidroterapia o balneo-

    terapia, una de las terapéuticas alter-

    nativas puesta en marcha por Priessnitz,

    Rausse y Kneipp. De la lectura del tra-

    bajo surge un entramado entre las

    aguas termales, la balneoterapia y el

    disfrute de las playas de la ribera. En

    la introducción se aclara lo siguiente:

    "Los baños en la medicina son consi-

    derados ó con relación a su tempera-

    tura, ó á las propiedades del líquido

    en que se hacen. En otros términos:

    pueden ser de agua, y entonces hay

    sólo que atender al grado de calor en

    que ésta se halla; ó puede ser en agua

    impregnada con

    otras substancias,como sal, y otros

    ingredientes mine-

    rale s, ó hierva s

    (sic) que hayan

    comunicado al

    agua su calidad

    aromática y emo-

    liente; de cuya especie, es la que se

    describe en el número 7 de nuestro Re-

    gistro estadístico, la del arroyo de San-

    tiago en la Ensenada, y el Río Negro

    en la Banda O rienta l. Estos últimos se

    llaman b años m ed ica les,  y hubo tiem-po en que se preparaban por el arte,

    aunque ya casi se han dejado entera-

    mente. De las dos primeras espec ies,

    la segunda se distingue con el nombre

    de baños minerales."

    Luego asigna varios párrafos a as-

    pectos del baño, frío, que contrapone

    al caliente que "debilita y relaja. El

    produce efectos totalmente c ontrarios,

    excepto cuando es muy caliente, y

    cuando la inmersión en el agua se con

    © i n f lu e n c i a d e ¿ 

    ñem / iv- íodw e / a s a / u d 

    HISTORIA Ng 98

  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

    12/15

    tinúa por largo tiempo". Hace una ex-

    tensa revisión de los tipos de baños:

    templado, ardiente, en el río, en el

    agua de pozo o cisternas de Buenos

    Aires. Un Río de la Plata no contami-

    nado daba pie para esc ribir esto: "El

    baño del río en Buenos A ires pertene-

    ce en el verano, que es cuando se usa,

    á la clase de baño caliente. La natura-

    leza de nuestro río, extendido en una

    inmensa playa, y lo retirado que suele

    hallarse de la orilla , obliga al

    que se baña á caminar regular-

    mente un espacio considerable

    antes de hallar fondo suficiente.

    Esto, según se ha dicho a nterior-

    mente, lejos de ser nocivo, como

    suponen vulgarmente, es prove-

    choso; porque balanzea la ac-

    ción del aire sobre el cuerpo, y

    compensa por lo desabrigado

    del río. Pero intimidando en par-

    ticular al otro sexo, hace que las

    señoras se sometan a una inmer-

    sión insufic iente. El agua y el

    aire están en grados muy diver-

    sos en cuanto á su capacidad

    de conductores de calor: el agua

    es un buen conductor de calor;

    pero el aire es un mal conduc-

    tor. La persona pues media su-

    mergida no permuta con igual-

    dad su temperatura con los dos

    cuerpos diferentes con que sehalla en contacto. Si con uno

    parte suavemente su calor; el

    otro, ó se lo arrebata enorme-

    mente, ó se lo deja intacto."

    En el número siguiente (29), de di-

    ciembre, toma un c ariz más terapéuti-

    co. Menc iona los efectos de la nuez

    vómica en el tratamiento de la perle-

    sía (como vocablo común, agotamien-

    to muscular; para la medicina, paráli-

    sis, especialmente con temblor), como

    también la extracción química de la

    cinchonina y de la quina, aunque de

    estas últimas nada dice de sus efectos

    medicinales.

    Pero aún no terminan las informa-

    ciones de este tipo: se señalan los efec-

    tos del sulfato de quinina sobre la fie-

    bre, la invención de un aparato (en

    Estados Unidos) para vaciar el estóma-

    go cuando se han ingerido sustanc ias

    noc ivas y, finalmente y como es habi-

    tual, las enfermedades del mes anterior,

    donde se da cuenta que han aumenta-

    do los casos de cólicos abdominales y

    dolores gástricos. En ese año se habían

    vacunado a 2113 individuos.

    Comienza el segundo y último año

    de La Ab e ja ,   y los temas médicos no

     Las preponderantes ideas de B ernardino  

     Rivadavia.

    HISTORIA N9 98

  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

    13/15

    Ln MEDICINA EN LOS PRIMEROS AÑOS DE LA INDEPENDENCIA

    cesan ni disminuyen. Es más, como

    podremos apreciar transcriben textos

    médicos dando seguridad a la sugeri-

    da influencia de la Academia de Me-

    dicina. El número 10, del 15 de enero

    de 1823, con el subtítulo de Enferme- 

    da de s de l mes a nte r io r , nos depara

    algo muy caro a nuestro interés por

    conocer el estado de la salud de lapoblación de Buenos A ires en los años

    posteriores a la Independencia. El au-

    tor de la nota, atribuyendo su origen

    a los calores de diciembre, explica

    que se comenzaron a observar pa-

    cientes con petequias (que es un sig-

    no y no una enfermedad), y otros con

    anginas gangrenosas. Vuelve a ba-

    sarse en la teoría de las miasmas:

    "la s emanaciones de los pantanos y

    demá s lug a re s

    inmundos han

    sido generalmen-

    te una de las cau-

    sas más bien co-

    nocidas de esta

    a ng ina ..." Sigue

    d e sa rro lla n d o

    este tema, y hace un diagnóstico dife-

    rencial con las aftas, que dicen que

    son frecuentes en otoño e invierno y

    ciertamente benignas.

    La otra afección que comenta es

    la hidropesía (también un signo y un

    síntoma y no una afección), que expe-rimentó un aumento extraordinario de

    todo género y de todas las cavidades",

    lo que hace suponer que conocían su

    exacto significa do que involucraba a

    los edemas, la asc itis y el derrame

    pleural.

    En marzo de ese año, en su núme-

    ro 12, las noticias sob re medicina

    abandonan su carácter telúrico. Con

    e subt'rulo de Dolores de cabeza y  

    a p o p lejía ,  se indica a continuación que

    el tema está Estractado de una obra  

    de m ed ic ina in t itu lad a, e l La b ra do r so- 

    bre do lores de ca be za &c . , por lo cual

    carece de interés para esta reseña. En

    el número 13 se repite idéntica circuns-

    tancia. Se trata de la Ob se rvac ión de  

    un niño que ha d a d o seña les de p u- 

    ber tad a la ed ad de d ie z y ocho me- 

    ses.  La endocrinología actual diagnos-ticaría una pubertad precoz y busca-

    ría la causa de ese desorden glandu-

    lar. Sin embargo, la observación mé-

    dica de octubre de 1817 correspon-

    de a un niño que vive en Franc ia.

    Admiten que el mes de abril no ha

    sido de los peores en enfermedades

    de la población, aunque se han pre-

    sentado casos de tétanos y de reu-

    matismo.

    En el número

    14 (30), se infor-

    ma que, a princ i-

    pio del mes mayo,

    se produjeron en

    el Monte de C as-

    tro, localidad si-

    tuada a tres le-

    guas de la ciudad, casos de pústula

    maligna, enfermedad en esa época

    conocida como "mal del grano", que

    no era otra que el carbunclo del ga-

    nado, posteriormente denominada án-

    trax. "[...] La pústula maligna se dejó

    ver á fines de abril sobre el ganadovacuno, de cuya especie murieron al-

    gunos individuos; que el contagio

    pasó de estos á los hombres, y que

    en distintas épocas fueron atacadas

    cuatro personas". De ellas, una había

    muerto. La causa de la epidemia, tal

    como la llaman, la atribuyen al hedor

    nauseabundo de un mataderos de ye-

    guas "que se deja sentir a distancias

    considerables".

    En cuanto a las enfermedades del

    (3it/ier¿or¿

  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

    14/15

    I n MEDICINA EN LOS PRIMEROS RÑOS DE IR INDEPENDENCIA

    mes anterior, el panorama resulta de-

    cepcionante: a la viruela (que persiste

    porque se mantendría la resistenc ia a

    la vacunación) se le agregó una epi-

    demia de varicela.

    El último número de La Abe j a  

    Argen t ina ,  refleja el interés que se pone

    en sus páginas por la medicina, que

    refuerzan la tesis de que se trata de laprimera revista c ientífica médica, y

    dedica del folio 223 hasta el 233 a

    ese tema. C omienza con La hygiene  

    de las pa rid a s, y asombra por las cos-

    tumbres de la medicina doméstica de

    la época. Proscribe la ingestión de vino

    y licores fuertes que presumen otorgar

    vigor para el parto; aboga por evitar

    las maniobras violentas tratando de

    apurar el nacimiento; señala la conve-

    niencia de cambiar de cama después

    del parto y lavar

    las zonas puden-

    das con un coci-

    miento de malva o

    semillas de lino, y

    ninguna otra sus-

    tancia aromática;

    indica evitar las

    fa jas muy ajusta-

    das y el vendaje de los pechos; preci-

    sa mantenerse encamada hasta el cuar-

    to o quinto día. Se ocupa del régimen

    de visitas, recomendando las de su

    sexo, y prohíbe "severamente el uso

    de las funciones conocidas con el nom-

    bre de los O leos en los primeros días

    después del parto".

    Otra de las comunicac iones es so-

    bre un Nuevo desc ub r im ien t o ana tómi- 

    co. Se trata de la red de vasos linfáticos

    hallados por Vicente Follmann, direc-

    tor del a nfitea tro ana tómic o de

    Heidelberg (Alemania), en el intestino

    grueso de diversos animales.

    Finalmente, con el título de Varie- 

    dades,  se establecen los rasgos bio

    gráficos de F. Antomarchi, médico ita-

    liano, autor de láminas anatómicas dei

    cuerpo humano, al que dedica un con-

    siderable número de páginas.

    La Ab e ja A rg en t ina   reflejó con cla-

    ridad la bipolaridad que todavía hoy

    aprec iamos: la medicina c lásica, en

    busca siempre de la verdad c ientífi-ca, siempre tan escurrid iza, y por otro

    lado, las dificultades de la higiene pú-

    blica, con la falta de limp ieza indivi-

    dual, la reticencia a la vacunación, y

    las ¡deas peregrinas sobre la enfer-

    medad.

    Pero en este inic io de la tercera

    década del siglo XIX, flotaba en el

    ambiente el empeño de los hombres

    de Mayo de buscar las bases en las

    "c ienc ias d uras'", que le darían un

    mayor grado de

    credibilidad a la

    medicina. Dice

    G arc ía Belsunce

    que "es indudable

    que a pa rtir de

    1822 la química

    ocupó un lugar

    de preferencia en

    los desvelos de Rivadavia. Comenza-

    ron a comprarse aparatos, productos

    químicos y metales para reemplazar a

    los ya vetustos y probablemente de-

    teriorados del C olegio San C a rlo sexistentes. Parece que una nueva com-

    pra habría realizado Carta Molina an-

    tes de embarcarse a Buenos A ires.

    Otro gran impulsor de la Química fue

    Manuel Moreno para quien 'el estu-

    dio de la Química es exigido para la

    Medicina en todas las Universidades

    modernas...' Desde su cátedra trabajó

    incansablemente por dar a los alum-

    nos una formación teóricopráctica en

    la materia" (31).

    QP " /   "¿Las cce/nciaA auraá

    dct/ría-n cre d ihó/ td a d a i 'a 

    m ed ic ina 

    HISTORIA N9 98

    H 7

  • 8/18/2019 Medicina Principios Siglo XIX

    15/15

    1 Pérgola F: El p ensam iento mágico en  

    la med icina c olonial argent ina.  Bue-

    nos Aires: edición del autor. 1966.

    2 Galván Moreno C: Los Direc to res del  

    Co rreo Arge nt ino.  Buenos Aires: edi-ción oficial. 1943.

    3 Rivera A: "El periodismo colonial en

    el Río de la Plata". Farol. 3 (N° 3):

    34, marzo de 1960.

    4 Pérgola F: "Bicentenario del primer

    periódico de Buenos Aires. Atisbos

    bonaerenses sobre temas de la sa-

    lud". Rev ista Fund ac ión Fa c ultad de  

    Me d icina de Bueno s A ire s (UBA).  11

    (N° 42): 4748, diciembre de 2001.

    5 Pérgola F: "Las noticias sobre medi-

    cina en el primer periódico de Bue-

    nos A ires". El Día Méd ic o .  Buenos

    Aires. 34: 444,1962.

    6 Pérgola F: "Un antecedente médico

    bibliográfico en el Río de la Plata".

    La Nación.  Buenos Aires, I o de di-

    ciembre de 1963.

    7 Pérgola F: "Curas milagrosas en el pri-

    mer periódico argentino". La Nación.

    Buenos Aires, 16 de junio de 1963.

    8 Ruiz Moreno A: Introducción de la  

    vac una en Am éric a (Expe d ic ión  Balm is],  Buenos Aires: Publicaciones

    de la Cátedra de Historia de la Me-

    dicina. Vol. XI, tomo II. 1947.

    9 Molina ri J E: "Introducc ión de la va-

    cuna en Buenos A ires". Sur. Noviem-

    bre y diciembre de 1930.

    C =é"gc la F: "La oposición a la vacu-

    na 'enejada en el periódico colo-

    nia O rien ta c ión Méd ica .  Buenos

    A ires. 11: 250,1962.

    11 La Nación.  Buenos A ires, 12 de

    agosto de 1962.

    12 Pérgola F: "G iorna lismo e medicina:

    una teoría dell'epoca coloniale sulla

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    HISTORIA Ng 98