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Menendez Pelayo y la Literatura Hispanoamericana (Con motivo de la celebraci6n del centenario del nacimiento de D. Marcelino). Hablar de Menendez Pelayo y la literatura hispanoameri- cana es naturalmente hablar de su famosa Antologia de poetas hispano-americanos (1893-1895) o lo que es lo mismo, de su Historia de la poesia hispanoamericana (1911-1913), recopila- ci6n corregida y aumentada de los pr6logos de la anterior. Se- ria pretencioso tratar de decir algo nuevo sobre este trabajo ya definitivamente consagrado por la critica; y lo que aqui apun- taremos no es mas que una recordaci6n de lo que todos conocen. Menendez Pelayo presenta su Antologia como un encargo que le ha hecho la Real Academia Espafiola para unirse a la conmemoraci6n del cuarto centenario del descubrimiento de America y estrechar los vinculos con el Nuevo Mundo hispinico. Espafia pasa hacia la 6poca del centenario por un periodo de gran decaimiento espiritual y material como resultado de un si- glo de dificultades internas, la perdida de su influencia exterior y la revoluci6n cubana. El encargo ofrecia al patriotismo de D. Marcelino una ocasi6n de perlas para reconfortar los animos es- pafioles recordando que no todas sus glorias eran del pasado, pues todavia su lengua y su cultura estaban dando ricos frutos en America. La Antologia puede considerarse, de este modo, como una expresi6n mis del vehemente afin de defensa e ilus.

Menendez Pelayo y la Literatura Hispanoamericana

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Menendez Pelayo y la LiteraturaHispanoamericana

(Con motivo de la celebraci6n delcentenario del nacimiento de

D. Marcelino).

Hablar de Menendez Pelayo y la literatura hispanoameri-cana es naturalmente hablar de su famosa Antologia de poetashispano-americanos (1893-1895) o lo que es lo mismo, de suHistoria de la poesia hispanoamericana (1911-1913), recopila-ci6n corregida y aumentada de los pr6logos de la anterior. Se-ria pretencioso tratar de decir algo nuevo sobre este trabajo yadefinitivamente consagrado por la critica; y lo que aqui apun-taremos no es mas que una recordaci6n de lo que todos conocen.

Menendez Pelayo presenta su Antologia como un encargoque le ha hecho la Real Academia Espafiola para unirse a laconmemoraci6n del cuarto centenario del descubrimiento deAmerica y estrechar los vinculos con el Nuevo Mundo hispinico.Espafia pasa hacia la 6poca del centenario por un periodo degran decaimiento espiritual y material como resultado de un si-glo de dificultades internas, la perdida de su influencia exteriory la revoluci6n cubana. El encargo ofrecia al patriotismo de D.Marcelino una ocasi6n de perlas para reconfortar los animos es-pafioles recordando que no todas sus glorias eran del pasado,pues todavia su lengua y su cultura estaban dando ricos frutosen America. La Antologia puede considerarse, de este modo,como una expresi6n mis del vehemente afin de defensa e ilus.

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traci6n de la Hispanidad que impulsa toda la obra del gran cri-tico. Asi, en la introducci6n, despues de afirmar que la lenguaespafiola y la inglesa pueden aspirar a ser llamadas clasicas porser las de los mayores pueblos colonizadores modernos, conclu-ye: "La literatura britanica cnriquece su caudal propio no s61ocon el caudal de la literatura norteamericana, sino con el queya comienza a cobrar brios en Australia. Nosotros tambien de-bemos contar como timbre de grandeza propia y como algo cu-yos resplandores reflejan sobre nuestra propia casa, y en partenos consuela de nuestro abatimiento politico y del secundariopuesto que hoy ocupamos en los negocios del mundo, la conside-raci6n de los cincuenta millones de hombres que en uno y otrohemisferio hablan nuestra lengua y cuya literatura no podemosmenos de considerar como parte de la nuestra. Ocasi6n bienadecuada para estrechar estos lazos de origen y comin idiomanos ofrece hoy la solemne conmemoraci6n de aquel maravillosoy sobrehumano acontecimiento, merced al cual nuestra lengualleg6 a resonar prepotente desde las orillas del Bravo hasta laregi6n del Fuego". 1

En realidad Menendez Pelayo habia iniciado su labor deacercamiento hack Hispanoamerica y sus escritores desde mu-cho antes de la publicaci6n de la Antologia: habia hecho figu.rar a varios de estos escritores en Horacio en Espafa (1870) ycon muchos habia mantenido correspondencia desde muy tem-prano. En un interesantisimo epistolario reunido por D. En-rique Sanchez Reyes2 figuran cartas de unos cien correspon-sales hispanoamericanos y un pufiado de respuestas de D. Mar-celino. Abarcan casi todo el periodo de la vida literaria del cri-tico y firman junto con figuras menores la flor y la nata de losescritores y eruditos de un medio siglo: Icazbalceta, Miguel A.Caro, Restrepo, Cuervo, los Amunitegui, Mitre, Montalvo, Pe-dro Henriquez Urefia, Groussac, Palma, Valencia, G6mez Ca-rrillo, Dario, Chocano, Zorrilla y San Martin, Obligado, etc. Nohay mejor documento para apreciar el inmenso prestigio y la

1 Antologia, Ma'drid, 1927, I, pgs. iii-iv.2 Enrique Sinchez Reyes, "Menendez Pelayo y la Hispanidad, Corresponden-

cia entre Menendez Pelayo y escritores hispano-americanos", Boletin de la Biblio-teca de Menendez Pelayo, XXVII (1951), niims., 1, 2, 3 y 4. Este trabajo ha sidotambibn publicado en libro.

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influencia de D. Marcelino en Hispanoambrica por esos afios.Por regla general, todos le dan el titulo de maestro, le pidenconsejos sobre sus investigaciones o creaciones y se manifiestanencantados con el estimulo o el reconocimiento que e1 les otor-ga por carta o en libro. Jizguese por dos de sus mas eminentescorresponsales: Pedro Henriquez Urefia y Dario.

Pedro Henriquez Urefia dice a D. Marcelino en una cartafechada en 1909, o sea, cuando 61 mismo se destacaba como elmaestro indiscutible de la influyente generaci6n mexicana delCentenario: 3 "Personalmente juzgo deber mio manifestarlela admiraci6n que he tenido siempre por Ud. Mas que admira-ci6n dir6 devoci6n. Desde mi adolescencia, el nombre y las obrasde usted han sido para mi objeto de recordaci6n diaria y tratoconstante: esta devoci6n existen desde que lei, a raiz de la muer-te de mi madre, la poetisa dominicana Salome Urefia de Hen-riquez, el juicio que usted formul6 sobre ella en el pr6logo a laAntologia de poetas hispano-americanos. No extrafiari usted,por tanto, lo que le digo: a ningin critico, en nuestra lengua oen cualquier otra, he leido tanto como a usted." 4

He aqui lo que apunta el critico don Jos6 Maria Cossio ensu articulo "Ruben Dario y Menendez Pelayo": 5 "Creo quemerece recogerse la efusiva admiraci6n que el gran poeta nica-ragiiense sinti6 siempre por Menendez Pelayo. Fue Rub6n Da-rio harto mis generoso y comprensivo con aquella generaci6n,que aquella Espafia contemporAnea suya con 61. Castelar, Vale-ra, Campoamor, Nifiez de Arce, la Pardo Bazin merecieron a supluma elogios tan discretos y elegantes, como ineptas habiande ser las censuras a su obra po6tica por los que se considerabana si mismos celadores de la gloria de aquellos escritores. Peroentre todos ninguno le mereci6 tanta menci6n entusiasta comoMen6ndez y Pelayo. Ni creo -y era natural que asi sucediese-que tuvo en tanto la amistad de otro alguno como la de nues-tro sabio poligrafo." El Sr. Cossio recuerda a continuaci6n lasentusiastas paginas que Dario dedic6 al maestro en su Auto-

3 Este juicio es de D. Alfonso Reyes, en Los dos caminos, Madrid, 1923,pag. 125.

4 En Enrique Sanchez Reyes, op. cit., pag. 150." En Boletin de la Biblioteca de Menendez Pelayo, VIII (1926), nim. 4,

pgs. 316-319.

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biografia, a raiz de conocerle personalmente en su primer viajea Espafia (1892); y las admirables semblanzas que traz6 de e1en Espaia contempordnea, en su segundo viaje (1898). Menen-dez Pelayo, por su parte -apunta el Sr. Cossio- ya habia re-conocido al gran poeta en 1892, con estas palabras de la Antolo-gia: "Una nueva generaci6n literaria se ha levantado en la Ame-rica Central, y uno por lo menos de los poetas ha demostradoserlo de verdad."6 Y afios mas tarde, en la Historia d'e la poe-sia hispano-americana, explicaba en la misma nota: "Claro es-ta que se alude al nicaragiiense don Ruben Dario, cuya estrellapo6tica comenzaba a levantarse en el horizonte cuando se hizola primera edici6n de esta obra en 1892. De su copiosa produc-ci6n, de sus innovaciones m6tricas y del influjo que hoy ejerceen la juventud intelectual de todos los paises de lengua caste-llana, mucho tendra que escribir el futuro historiador de nues-tra lirica"7 Cabe tambien recordar la famosa an6cdota de lagaita gallega. En una tertulia alguien arremetia contra Darioy sus innovaciones m6tricas, especialmente contra su acentua-ci6n del endecasilabo. D. Marcelino prob6 que esa forma era lade la castellanisima gaita gallega, recitando la letrilla: Tantobail6 con el ama del cura...

La labor de acercamiento de D. Marcelino no dej6 de encon-trar escollos. Algunos, como Montalvo, se opusieron a sus ideasfilos6ficas o sociales; otros como Groussac, combatieron susideas criticas, se recuerda la controversia entre Groussac y D.Marcelino sobre el autor de la segunda parte del Quijote, lla-

mada de Avellaneda. 8 Pero D. Marcelino se habia propuestoseriamente ganar voluntades, estrechar vinculos; y la cortesia yecuanimidad con que trat6 a sus pocos contradictores hispano-americanos -actitud que contrasta con la fogosidad con que tra-t6 a los de casa en La ciencia espaiola- termin6 por ablan-dar a los mis espinudos. V6ase, por ejemplo, c6mo le escribeel "heterodoxo" Montalvo desde Paris en 1887: "iC6mo piensatisted, sefior don Marcelino, que yo habia de aspirar a la apro-

6 Antologia, I, p~g. clxxxi. Cita del Sr. Cossio.7 Historia de la poesia hispano-americana, Madrid, 1911, I, pag. 211. Cita

del Sr. Cossio.8 Vase E. Sanchez Reyes, op. cit., pigs. 358-359.

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baci6n filos6fica de usted, con ideas y doctrinas tan opuestasa las suyas, como son las que profeso y estampo en mis libros?Ya es mucho que usted haya aprobado y aplaudido la forma li-teraria de ellos, segin me lo hace saber... A pesar del lugareminente que usted ocupa entre los sabios y los literatos, haytanta sencillez, tanta modestia y llaneza en su carta, que mehe animado a alargar mi contestaci6n... Cualquiera ocasi6n esbuena para poner la verdad en su punto, y la que hoy se me ofre-ce es muy oportuna para manifestar a usted la gran estimaci6nque le tengo como su mis sincero admirador."9

Entre los corresponsales hispanoamericanos de D. Marce-lino hay uno de especial interns para la historia de la Antologia:D. Miguel Sanchez Pesquera. Este poeta y magistrado venezo-lano residente en Puerto Rico conoci6 a D. Marcelino en un via-je a Santander donde juntos esbozaron el proyecto de esa obraunos diez afios antes de que D. Marcelino la llevara a cabo solo.De vuelta a Puerto Rico, el Sr. Sanchez Pesquera le envi6 unabreve bibliografia de las antologias poeticas mias generales hastaentonces publicadas en Hispanoamerica, junto con una largan6mina de los autores que a su parecer deberian incluirse en lanueva. Es interesante anotar que tambi6n el Sr. Sanchez Pes-quera consideraba este proyecto un buen medio de acercamien-to entre Espafia e Hispanoamerica.o0 Se ve, pues, que el inte-res de D. Marcelino en la literatura hispanoamericana databade mucho antes de la publicaci6n de la Antologia, o sea, que es-ta obra no naci6 de un puro impulso momentineo, con motivode la celebraci6n del Centenario. Asi tambien lo asegura D. En-rique Sanchez Reyes: "Antes de presentarse a las oposicionesde Historia Critica de la Literatura Espafiola (D. Marcelino)estaba ya en relaci6n con escritores de Hispano-Am6rica; en elprograma de oposiciones [1878] 11 recalc6 la necesidad de es-tudiar, como formando parte de la literatura espafiola, las de lasnaciones que tienen nuestra misma lengua en el Nuevo Mun-do; en la primera edici6n de su Horacio en Espana da cuenta y

e En E. Sanchez Reyes, op. cit., pig. 251.10 V6ase E. Sanchez Reyes, op. cit., pegs. 135-142.11 V6ase este programa de Miguel Artigas, La vida y la obra de Menendez

Pelayo, Zaragoza, 1949, pig. 67 y sig.

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juzga a varios poetas, traductores o imitadores del vate venu-sino en esas naciones; y finalmente, como se vera ojeando esteEpistolario recien conquistada su citedra trat6 de escribir conel eminente critico colombiano Miguel Antonio Caro, una Lite-ratura Espafiola con toda la amplitud que 61 sefialaba en su pro-grama de oposiciones, y proyectaba tambien una Antologia depoetas hispano-americanos con su amigo y erudito venezolano,sefior Sinchez Pesquera."12

Las antologias generales o regionales que el Sr. SanchezPesquera citaba a D. Marcelino eran: Amdrica podtica (1846)de Juan Maria Guti6rrez -la primera y la mis famosa antes dela de Men6ndez Pelayo-; Lira americana (1865) de RicardoPalma -comprende s61lo poetas de Chile, Peru y Bolivia-; Poe-sias de la Amdrica Meridional de Anita Wittstein -casi ente-ramente copiada de la obra de Gutierrez-; Parnaso Peruano-Chileno-Boliviano (1871) de Jos6 Domingo Cort6s, que el autorrefundi6 en otra Amdrica podtica (1875); y la Biblioteca uni-versal (1879 ?) de Juan de Dios Peza, dos tomitos de poetassudamericanos. A esta lista pueden agregarse algunos titulosmss como Poetas de habla espafiola y Biblioteca de Beristain,y numerosisimos Parnasos o Liras de cada pais hispanoamerica-no. En la introducci6n de la Antologia D. Marcelino dirA deesos trabajos: "su m6rito no estA en raz6n directa con su abun-dancia", 13 exceptuando si la obra de Juan Maria Guti6rrez,-que admira con algunas reservas- es para 61 la mas completa,la mejor informada, la de mejor gusto, pero algo desigual enalgunos paises y ya atrasada.

Aunque est6ticamente mediocre, esta ingente producci6nantol6gica tiene un valor innegable: revela la gran atenci6n quela critica hispanoamericana ya habia dedicado a su propia lite-ratura antes de D. Marcelino o Valera (en Cartas americanas),hecho que corresponde al movimiento de emancipaci6n intelec-tual proclamado primero por Cecilio del Valle y D. Andr6s Be-1lo y luego poderosamente impulsado por el Romanticismo consu programa antiespafiolista y valorizador de lo nacional y ame-

12 E. Sanchez Reyes, op. cit., pag. 8.13 Antologia, I, pig. xii.

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ricano.14 Desgraciadamente nuestra critica del siglo XIX nobrill6 por su buen gusto, le falt6 un firme criterio est6tico, valo-rativo. En lo que si vol6 a bastante altura fue en la historiogra-fia, especialmente en la bibliografia y la biografia. Ahi dio susmejores frutos -se recuerdan los fundamentales trabajos deIcazbalceta, Juan Maria Gutierrez, los Amunitegui, Medina.Pero tratindose de juzgar, nuestros criticos, si eran romanticos,confundian el valor est6tico con el nacionalismo o continenta-lismo; y si eran neoclasicos, no iban mas ally de los consabidoscartabones ret6ricos. S61o muy a fin de siglo comienza a adqui-rir nuestra critica un criterio valorativo seguro, bajo la influen-cia del positivismo de Taine y del psicologismo de Sainte-Beuve.15

De ahi la significaci6n de la Antologia de Men6ndez Pela-vo para la historia de la critica hispanoamericana: por primeravez se estudiaba nuestra lirica en forma exhaustiva y con un cri-terio que iba mucho mas ally de las f6rmulas de escuela o dela pura historiografia con que hasta entonces la habia encaradoesa critica; un amplio criterio a la vez cientifico o tecnico y va-lorativo, el mismo con que D. Marcelino habia revolucionadola critica espaniola de su siglo.

Esta criteriologia deriva directamente de la concepci6n delhecho estetico y del arte que sostenia D. Marcelino.' 6 Elhecho est6tico es para e1 una sintesis indivisible de elementosempiricos, concretos y determinados, designados con el t6rminomateria; y de valores espirituales y libres, llamados forma. Ma-teria es, asi, todo contenido del hecho estetico o de la obra ar-tistica que de un modo indirecto o directo tiene su origen en laexperiencia. Puede ser llamado material artistico: sonidos, pala-bras, colores, etc., el contenido ideol6gico: concepciones, teorias;o el contenido afectivo o volitivo; acciones, emociones, pasio-

14 Vease Jose Luis Martinez, La emancipacidn literaria de Mexico, Mexico,1955, pigs. 7-55.

15 Vease Alberto Zum Felde, Indice critico de la literatura hispano-americana.El ensayo y la critica, Mexico, 1954, lib. II, cap. III.

16 Para mayores detalles, nuestro estudio M. Menendez Pelayo's Theory of

Art, Aesthetics, and Criticism, University of California Publications in Modern

Philology, vol. 28, nim. 6 (1950).

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nes, etc. La forma no es simplemente lo que se designa con elt6rmino expresi6n literaria, diseho, composici6n o forma exter-na, sino algo "mis intimo y profundo", "una funci6n espiritualpor excelencia". Esta funci6n ha sido descrita por MenendezPelayo de varias maneras: el acto de creaci6n; el sello que el es-piritu imprime a la materia; la idealizaci6n o depuraci6n de larealidad material o el descubrimiento del ideal escondido en lamateria. De ahi su definici6n de la naturaleza del arte: es unaactividad eminentemente espiritual que consiste en idealizar larealidad concreta de la naturaleza y la vida o realizar el ideal,los valores universales, que esta realidad encierra. Todo verda-dero arte es, pues, a la vez realista e idealista; y el verdaderoartista se conoce en que puede, por asi decirlo, perderse en larealidad concreta de la naturaleza y la vida, el mundo en queexisten los individuos, para descubrir lo que hay en ellos de uni-versal y eterno. Cuando esto ocurre, quieralo o no el artista,sus creaciones adquieren el valor de simbolos, alcanzan idealidado universalidad sin perder por eso la vitalidad de criaturas decarne y hueso. Tal es la concepci6n llamada del realismo espa-ifol que defiende Menendez Pelayo, en compafiia con la mayoriade los criticos espafioles de su 6poca, contra la est6tica del Na-turalismo de Zola. 7

Respecto de los fines del arte, Menndez Pelayo es parti.dario de la teoria del arte por el arte dentro de las limitacionesimpuestas por su concepci6n del hecho est6tico. En cuanto for-ma o creaci6n, el arte es liberrimo, porque asi lo es el espiritudel artista; nadie puede imponerle normas en este sentido, niobligarle a servir tesis o ideologias. El material artistico, en cam-bio, como elemento empirico y determinado, queda sometidoa leyes cientificas y reglas tecnicas.

De ahi tambien la concepci6n de la critica que sostiene yaplica D. Marcelino: la critica debe atender tanto al aspectomaterial y espiritual del hecho estetico, combinando para ellolos m6todos empiricos del historiador y el tecnico de la litera-

17 Para mis detalles, nuestros estudios "Juan Valera's Theory of Art for Art'sSake", Modern Language Forum, XXXV (1950); y "Theory of Spanish Realismin Mili and Revilla", Modern Language Quarterly, vol. 14, nim. 5 (1953).

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ESTUDIOS

tura con los procedimientos valorativos del hombre de gusto,el esteta y el fil6sofo. En la Antologia esta doble criteriologiacientifico-t6cnica y est6tico-valorativa se anuncia asi: "La poe-sia hispano-americana es en verdad riquisima, pero la Acade-mia ha creido conveniente encerrar la colecci6n en limites muyestrechos, dando entrada inicamente a lo mis selecto, sin guiar-se en esta selecci6n por ningin criterio de escuela o secta lite-laria, sino por aquellos principios de buen gusto universalmenteadoptados en la critica moderna, por aquella especie de est6tica

perenne que (salvo extravios pasajeros) canoniza en todo tiem-

po lo bueno y execra lo malo, y por aquella doctrina t6cnica,

que menos sujeta a error que las disquisiciones puramente metafisicas sobre el arte, conduce a resultados seguros aunque mo-destos en lo que toca a la forma exterior de las composiciones,dentro de cada tiempo, de cada g6nero y de cada lengua." 8

El criterio t6cnico aludido en la cita anterior resulta ser

principalmente hist6rico y ret6rico. Dentro de las limitacionesque Men6ndez Pelayo se propuso en su investigaci6n -estudias6lo la lirica y los autores no vivos en 1892- la Antologia eshasta hoy la historia mis completa del periodo estudiado; y enel terreno de la exegesis y de la literatura comparada, en la in-dagaci6n de las relaciones de nuestra lirica con la espafiola, eu-ropea y latina, tal vez agota la materia. Un brillante ejemplo esel estudio definitivo que dedica a Bello y sus fuentes clasicas.

El criterio ret6rico, con sus categorias sobre generos, com-posiciones, rima, m6trica, dicci6n, etc., lo ejerce D. Marcelinocon la fruici6n y minuciosidad caracteristicas de la 6poca. Estees tal vez el aspecto de su critica que menos interesa al lectormoderno, tan poco pagado de ret6rica, y el que ha movido a masde un critico a tildar de "acad6mico" a D. Marcelino. Pero hay

que tener cuidado: pese a su desbordado entusiasmo por la re-

t6rica, D. Marcelino no cae nunca en las rigideces del academis-

mo, nunca confunde al puro virtuoso de la t6cnica con el ver

dadero poeta, ni niega a 6ste sus m6ritos por sus descuidos t6cnicos.

18 Antologia, I, pig. v.

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R E V IS T A I B E R OA M E R IC A N A

Por lo que hace al criterio est6tico de la Antologia, el m~idecisivo e impresionante es la inmensa facultad interpretativa,el juicio critico de D. Marcelino -aquello que D. Alfonso Reyes considera la corona de la critica, lo que no se adquiere mediante ningfin m6todo, no se compra ni se vende y que pone aD. Marcelino al lado de los mayores criticos de todos los tiem-pos, desde Longino a Croce, pasando por Dante, Coleridge,Sainte-Beuve, De Sanctis, Arnold, Pater, Brandes y Baude-laire .

Las coordenadas dentro de las cuales se mueve el juicio deD. Marcelino son, por supuesto, las de su propia teoria delhecho est6tico y del arte. Asi, como defensor de la teoria delarte por el arte, por regla general no deja que sus conviccionessociales, politicas o religiosas intervengan en la recta aprecia-ci6n est6tica de la obra; y cuando no puede mas y se descargacontra el antiespafiolismo o el anticatolicismo de algin granpoeta, es siempre despues de haberle pesado con toda justiciasus meritos esteticos. Por ejemplo, condena duramente los poe-mas revolucionarios de Heredia, pero proclama su genio lirico:"Del Heredia poeta revolucionario queda mis la mal6fica in-fluencia que la poesia misma... Todo americano de gusto, pormuy resabido que est6 de los odios fraticidas cuya semilla es-parci6 Heredia y cuyos frutos de maldici6n hemos visto des-pues, tiene que confesar que los versos mms endebles de Here-dia son sus versos politicos." iHeredia "es ante todo poeta desentimiento melanc6lico y exaltaci6n imaginativa, combinadacon un modo propio y peculiar suyo de ver y sentir la naturaleza. En este punto no tiene rival en Am6rica." 20 Y del mis-mo modo, aunque Menendez Pelayo no perdona a Bello el an-tiespafiolismo de la segunda parte de su Alocuci6r a la Poesia(la mediocridad de esta parte es "justo castigo de un malo ydescastado impulso" 21, consagra al gran venezolano un estu-dio insuperable. Son muy contados los casos en que el espafio-lismo o el catolicismo de Menendez Pelayo oscureci6 su juicio:no comprendi6 ni quiso comprender a Lizardi, cuyo Periquillo

19 Alfonso Reyes, La experiencia literaria, Buenos Aires, 1942, p~gs. 106-107.20 Antologia, II, xvi-xvii.21 Ibid., II, cliii.

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Sarniento 61 llama Sarmiento y ni siquiera ley6 antes de juzgara su autor de "ingenioso aunque chabacano escritor, cuya im-portancia es mis bien hist6rica y social que propiamente lite-raria", 22 tampoco comprendi6 al liberal Ignacio Ramirez; y,en cambio, escribi6 toda una pigina ditirambica al cat6lico ti-rano poetastro Garcia Moreno.

El concepto idealista-realista del arte que sostiene Menen-dez Pelayo interviene activamente en su juicio de varias ma-neras. Asi, reproduce con placer el credo est6tico de EstebanEcheverria, muy cercano al suyo: "La poesia no miente niexagera... La forma artistica esti como asida al pensamiento,nace con 61, lo encarna y le da propia y caracteristica expre-si6n... La poesia consiste principalmente en las ideas, y el ver-dadero poeta idealiza siempre... Idealizar es substituir a la tos-ca e imperfecta realidad de la naturaleza el vivo trazado de laacabada y sublime realidad que nuestro espiritu alcanza." Yagrega Men6ndez Pelayo: "El poema de La Cautiva se presen-ta como ensayo y primera muestra de este credo est6tico, tannoble y elevado." 23 De su mismo concepto idealista-realistadel arte deriva tambien el principio mas general sentado potrMenendez Pelayo para la valorizaci6n de la originalidad po6ticade America: la bisqueda de esta originalidad en los elementospropios del paisaje nativo, 24 principio que D. Alfonso Reyesconsidera un gran acierto y que a 61 mismo inspir6 varios tra-bajos,25 pero que desgraciadamente habria llevado a D. Mar-celino a la falsa ecuaci6n exotismo = americanismo portico. 6

Finalmente, su concepto idealista-realista del arte, reforzado porsu propia temprana formaci6n en la poesia neoclasica, hace aMenendez Pelayo algo estrecho con el romanticismo y definiti-vamente adverso al naturalismo y al-simbolismo. El romanticis-mo, segfin 61, aparte de su excesiva libertad formal, es falsamente realista porque busca el ideal en un mundo imaginario,incontrolado por la realidad concreta de la naturaleza y la vida;

22 Ibid., I, lxxxvi.23 Ibid., IV, clxx.24 Ibid., I, ix.25 A. Reyes, Los trabajos y los dias, Mexico, 1945, pigs. 45-47.2o A. Reyes, Capitulos de literatura espadola, l serie, Mexico, 1939, pig. 211.

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REVISTA IB EROAMERICAN A

ademis, a menudo desecha la belleza por lo feo o lo grotesco.El naturalismo es falsamente realista porque disocia la realidadde los elementos ideales inherentes a ella y busca deliberadamen-te lo feo est6tico y moral. Y en el simbolismo todo es licenciade forma, oscuridad y decadentismo. Habria sido interesante sa-ber lo que Men6ndez Pelayo pensaba del modernismo, perodesgraciadamente su Antologia se cierra precisamente cuandoeste movimiento comenzaba a cobrar vigor en Hispano-america.Pero por lo que sabemos sobre su juicio de Dario es de suponerque, como le ocurre con los rominticos, su exquisito sentido dela poesia siempre termina por sobreponerse a sus conviccioneste6ricas para reconocer a un gran poeta, cualquiera que sea suescuela. Es ese sentido literario, esa insuperable facultad inter-pretativa, aun mais que su gigantesco esfuerzo de reconstrucci6nde nuestro pasado po6tico, lo que hace de la Antologia un mo-numento en la historia de nuestra critica.

Por supuesto la Antologia no carece de limitaciones y erro-res; a medida que avanza, la investigaci6n especializada recti-fica este o aquel dato o juicio.2 7 Pero hasta ahora no haynada que se le compare en nuestra critica, como no sea la An-tologia de la poesia espaiola e hispano-americana (1934) de DFederico de Onis, que reanuda el estudio de nuestra poesia apartir de donde la dej6 D. Marcelino. 28 La mejor nuestra dela vitalidad de la Antologia de Menendez Pelayo es su presen-cia en todo tratado posterior de nuestra literatura. En todosse advierte alguna huella de sus ideas, de sus categorias, de susjerarquias. Y la mayor consagraci6n del genio de D. Marcelinoen nuestras tierras es la admiraci6n, el verdadero culto que otrogran critico, discipulo suyo en la juventud, D. Alfonso Reyes,le ha rendido constantemente a lo largo de toda su carrera lite-raria. Renovadas veces lo ha Ilamado "incomparable maestrode la critica y sabiduria espaiola", 29 "sumo maestro de isa

27 Ver, por ejemplo, los que sefiala Fernando Alegria en La poesia chilena,Mexico, 1954, pig. 286, nota n6m. 30.

28 V6ase John A. Crow, "Historiografia de la literatura iberoamericana", Re-vista Iberoamericana, II, n6m. 4 (1940).

?9 Alfonso Reyes, El paisaje en la poesia mexicana, Mexico, 1911, pig. 4.

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ESTUDIOS

critica hispana",3 0 "sumo e indiscutible maestro de todo hu-manismo espatiol",3" y, como ya lo apuntamos, lo clasificaentre los mayores criticos del mundo.

MANUEL OLGUINUniversity of CaliforniaLos Angeles

0o Alfonso Reyes, De viva voz, M6xico, 1949, pag. 77.31 Id., Los trabajos y los dias, Mexico, 1946, p~g. 45.

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