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LA RESURRECCIÓN DE JESÚS: ACTO DEL AMOR DE DIOS P A S T O R A L D E L A C O M U N I C A C I Ó N PROVINCIA ECLESIASTICA DE TLALNEPANTLA Periódico Católico Provincial Ejemplar Catorcenal Domingo 17 de Abril de 2011 Donativo $ 5 Año 3 No. 75 EDICIÓN ESPECIAL

Mensajero 75

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Periodico Catorcenal de la provincia eclesiastica de Tlalnepantla

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Page 1: Mensajero 75

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS: ACTO DEL AMOR DE DIOS

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Periódico Católico Provincial • Ejemplar Catorcenal Domingo 17 de Abril de 2011 Donativo $ 5 Año 3 No. 75

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Año 3, Num. 75 Domingo 17 de Abril de 2011

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Semana 3DIRECTORIO

Obispos Fundadores

Mons. Carlos Aguiar R.

Arzobispo de Tlalnepantla

Mons. Ricardo Guízar D.

Arzobispo de Tlalnepantla

Emérito

Mons. Guillermo Ortiz M.

Obispo de Cuautitlán

Mons. Héctor Luis Morales Sánchez,

Obispo de Nezahualcóyotl

Mons. Luis Artemio Flores C.

Obispo de Valle de Chalco

Mons. Onésimo Cepeda S.

Obispo de Ecatepec

Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez

Obispo de Texcoco

Mons. Guillermo Francisco Escobar

Galicia

Obispo de Teotihuacán

Mons. Francisco Ramírez N.

Obispo Auxiliar de Tlalnepantla

Mons. V. René Rodríguez G.

Obispo Auxiliar de Texcoco

DIRECTOR GENERAL

Mons. Luis Artemio Flores Calzada

DIRECTOR EN TURNO

Pbro. Mariano Isaías Montiel Acosta

COLABORADORES

Equipo de la Pastoral de la

Comunicación de la Provincia

Eclesiástica de Tlalnepantla.

Mensajero es una publicación catorcenal de

la Provincia Eclesiástica de Tlalnepantla.

Se distribuye en la Arquidiócesis

de Tlalnepantla, y en las Diócesis

de Cuautitlán, Ecatepec, Texcoco,

Teotihuacán, Netzahualcóyotl y Valle de

Chalco

Queremos conocer tu opinión,

envíanos un email a:

[email protected]

Consulta nuestra edición en línea:

www.tierradeenmedio.org.mx

Registro en trámite

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de descanso, lo hagan en estos días, pero sería injusto no tomar en cuenta que también para nosotros estos días son santos y tenemos que buscar momentos para participar en la celebración de la Insti-tución de la Eucaristía del jueves por la tarde, la celebración de la pasión y muerte del Señor que ge-neralmente se ce-lebra por la tarde del viernes y la vigilia pascual del sábado por la noche.

La Semana San-ta no se contrapo-ne con el descanso y las vacaciones. Es verdad que el cuerpo necesita relajarse, tal vez un poco de más reposo, de dormir mejor, de levantar-se tarde, de ir a la playa; pero, ¿Qué le vamos a dar al espíri-tu? éste no necesita descanso, por el con-trario necesita alimentarse y llenarse, para lo cual le hará muy bien que participemos en las reflexiones de la Semana Santa, las cuales las podemos encontrar en cualquier lugar a donde vayamos de descanso; o bien si nos quedamos en casa. No olvidemos, las vacaciones son para el cuerpo, más no para el espíritu.

Bien valdría la pena revisar nuestra vida a la luz del Misterio Pascual, centrado en el mandamiento del amor, la entrega por los demás y la alegría de la resurrección. ¿Porqué no reflexionar, si lo que estamos haciendo de nuestra vida está motivado de amor hacia quienes nos rodean: familia, trabajo y amigos? ¿Si realmente nuestras relaciones son desinteresadas y en ellas bus-camos servir a los demás, antes que ser ser-vidos? ¿En lo que hacemos, estamos dando la vida?, o simplemente lo hacemos con indiferencia. Y lo más importante ¿somos hombres y mujeres de esperanza? o fácil-

LA SEMANA SANTA

Llegó la primavera, entró el calor y con ello también la Semana San-ta, -que por cierto en este año hizo su entrada muy tarde, pues

hacía muchos años que no sucedía así-. Con la Semana Santa comienzan las

vacaciones. Ya podemos imaginar cuanta alegría para los escolares que dejan dos semanas las aulas. Los padres de familia estarán pensando qué hacer con los chicos durante este tiempo.

Seguramente ya la familia hizo planes para esta semana, muchos tendrán opor-tunidad de visitar a sus seres queridos, so-bre -todo quienes no viven cerca de ellos-; otros, habrán hecho ya su reservación en algún lugar de descanso, con tantas alter-nativas que hoy se tienen. La mayoría, pre-fiere quedarse en casa- en donde con toda seguridad se tiene el mejor descanso-, sobre todo para quienes viven en las grandes ciu-dades, como es el caso de casi todas nues-tras Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Tlalnepantla, en donde se utilizan muchas horas para desplazarse de un lugar a otro.

Otros, se preparan a recibir a todos los paseantes: hoteles, agencias de viajes, cen-trales de autobuses, terminales aéreas. To-dos hemos tenido la experiencia de unas vacaciones y sabemos muy bien lo que estas significan, pues el fin es descansar, pero, muchas veces las tan ansiadas vaca-ciones se convierten en verdaderas odiseas.

La realidad es que durante este tiem-po hay mucho movimiento, tanto de per-sonas como de dinero. Ojalá que para quienes durante este tiempo tomarán su merecido descanso todo vaya conforme a lo planeado.

Pero, Semana Santa no solo significan vacaciones, pues el centro de este tiempo es la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, es decir, el momento central de nuestra fe, en torno al cual se organiza la vida de la Iglesia.

Esto quiere decir que nosotros los ca-tólicos tenemos que organizar también nuestras vacaciones en torno a este acon-tecimiento, o mejor dicho, celebrar la se-mana mayor y también descansar. Puede ser muy justo que quienes no pueden salir en otro tiempo del año a tomar unos días

mente nos decaemos y nos dejamos vencer.¿No les parece que podríamos sacarle

mucho provecho a estos días?, pues si so-lamente utilizamos este tiempo para que el cuerpo se dé su descanso y lo que sería peor si lo dejamos que abuse con los exce-sos, ciertamente que las vacaciones no ha-brán cumplido con su objetivo y en lugar de retornar con más ganas para seguir nuestra vida diaria, necesitaremos más descanso.

Si por el contrario hacemos el esfuerzo para fortalecer nuestro espíritu, aunque vengamos cansados, sacaremos fuerzas para continuar adelante con todo las exi-gencias de la vida diaria.

¡Ánimo, Cristo ha resucitado, demos vida a nuestros días de descanso!

Felices fiestas pascuales, felices vacaciones.

+ Mons. Guillermo Francisco Escobar G.Obispo de Teotihuacán

LAS VACACIONES Y EL DESCANSO

NO CONTRAPONE

Había una vez un pueblo de luciérnagas. Habitaba la fal-da de un cerro en medio del bosque, con claros para sus

juegos y muchos matorrales para guarecer-se durante el día además de las tormentas. Muy lejos de allí, al otro lado del valle os-curo y misterioso, brillaba otra luz. Lejana y, sin embargo, tremendamente presente, aquella luz parecía tener vida propia. No era de la misma calidad que la de los insec-tos. Era una luz viva. Aunque permanecía siempre en el mismo lugar. Atraía pode-rosamente la mirada y hasta la curiosidad de nuestro pueblo de diminutas lumina-rias. Su existencia y el misterio de su bri-llo en la noche tenia intrigadas a todas las luciérnagas. Habían surgido varias teorías para explicarla. Algunas se basaban en el miedo. Otras, en cambio, se burlaban de ella llegando hasta faltarle al respeto. Mu-chos la veneraban, como se reverencia lo desconocido pero fascinante. Alguna vez había que tomar la decisión. Entonces se convino en convocar una asamblea gene-ral. Allí se discutió muchísimo y hasta se aventuraron hipótesis nuevas, tratando de conciliar posturas irreductibles. Pero na-die quedó satisfecho. Quizá lo único que quedaba en claro era que alguien tendría que arriesgarse. Varios propusieron a va-rios. Finalmente, se levantó la luciérna-ga más inteligente. Ella iría a ver y luego contaría la verdad. Solo pedía que, para posibilitar su retorno, la noche del regre-so todas tuvieran sus luces encendidas al

máximo. Como era inteligente, temía ex-traviarse en el tenebroso valle intermedio. Y partió. Con la vista clavada en su objeto, le fue fácil orientarse. Atravesó la oscuri-dad, dándose cuenta de que esta era cada vez menos densa a medida que se aproxi-maba a la luz. Y llegó. Un amplio ventanal del castillo estaba abierto ante ella dando entrada al gran salón en cuyo centro ardía un enorme cirio. El resplandor era intenso que tuvo que cerrar sus ojos para no que-dar deslumbrada. Con gran precaución, comenzó a volar alrededor de la llama a la máxima distancia posible, pegada a las paredes del lugar. Su asombro crecía a cada instante. Realmente aquella luz era maravillosa. No solamente brillaba, como lo hacían las de las luciérnagas, sino que alumbraba y deslumbraba. Su riqueza lu-minosa era tanta que se derramaba sobre cada objeto y lo convertía en brillante. Las arañas de cristal del techo, las porcelanas de las estanterías, los adornos de las corti-nas y el lustre de los muebles, todo partici-paba de ese regalo de la llama y ella recibía sus formas y sus colores.

Después de ver todo, y con los ojos lle-nos de aquel espectáculo, salió del castillo rumbo a su pueblo. Al principio se orientó por pura memoria, pero poco a poco se le fue haciendo visible el resplandor de sus hermanas que le alumbraban el regreso. A su llegada contó con lujo de detalles todo lo visto. Sobre todo había quedado fascinada por aquella luz que tenía tanta riqueza que se derramaba sobre todas las cosas y permi-

tía verlas, distinguirlas y reconocerlas. Res-pondió a todas las preguntas que se le hicie-ron y lo único que logró fue que aumentara en su pueblo la fascinación y el ansia de co-nocer en profundidad la verdad de aquella luz. Porque ella solo había visto. No había tocado, no había sentido, no podía decir en verdad nada sobre la luz misma. Solo podía informar sobre sus efectos.

Se hacía necesario insistir. Y esta vez se ofreció la más valerosa. Ella iría y trataría de acercarse a la llama para saber qué era. Orientada como su amiga, y en especial por los datos que aquella le trajera, sobre-voló el valle tenebroso poniendo proa ha-cia el castillo. Entró por el gran ventanal y, tras imitar a su predecesora, hizo alarde de su coraje y comenzó a acercarse a la llama. Comenzó a sentir su calor. Constato que le comunicaba vida, fuerza, energía. Se sintió revitalizada y con nuevos bríos. Se le fue el frío que traía de su largo vuelo. Le pareció renacer. Y llena de alegría por su descubrimiento, se lanzó hacia la oscuri-dad de la noche rumbo a su pueblo, que la esperaba ansioso.

Su llegada conmocionó a todos. Su en-tusiasmo era tal que ella misma parecía hacer partícipes a sus compañeras de aque-llo que había logrado asimilar de la llama viva, fuente de calor y de energía. Casi no necesitaba explicar lo que sucedió. Diría que irradiaba ella misma lo vivido. Y esto, en vez de calmar la ansiedad y fascinación de las luciérnagas, terminó por plantearles con fuerza inusitada la pregunta:

RELATO PASCUAL: DIOS ES FUEGO

DE AMOR

¿Quién es esa luz?A esta pregunta, la valerosa no podía

responder. Ella podía hablar de los efectos sentidos, del valor y de la vida. Pero no te-nía experiencia de la llama misma. A pesar de su coraje, no había animado a tocar. Te-mía entregarse a algo que podría haberla consumido.

Pero la pregunta estaba planteada y ha-bía que responderla. ¿Quién se ofrecería?

En medio del silencio se escuchó una voz chiquita. Era la de la soñadora.

¡Voy yo!El asombro fue mayúsculo. Nadie la

tomaba demasiado en serio en el pueblo de luciérnagas. Tenía un lenguaje tan ima-ginativo que cuando quería explicar algo: casi nadie la entendía. ¡Vaya a saber qué explicación traería a su regreso!

Y partió. Partió derecha fascinada por la luz. Entró por el ventanal con los ojos dilatados clavados en la llama viva. Y se dejó seducir. Desde el lejano pueblo solo se vio un pequeñísimo estallido de luz. Y allá se quedó ardiendo, unida para siem-pre a la llama que no se consume, asume. Nunca regresó para traer respuestas. Está allá generando preguntas.

Desde entonces, en el pueblo de luciér-nagas se sabe que algo de ellas les manda mensajes de luz desde la llama viva. Entre ellas sigue habiendo inteligentes y valero-sas. Y estoy seguro de que seguirá habien-do soñadoras.

Autor: (Mamerto Menapace)

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Año 3, Num. 75 Domingo 17 de Abril de 2011

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Semana4 5

Con la celebración del Domingo de Ramos, o entrada triunfal de Jesús a Jeru-salén, comenzamos propiamente la celebración de la Semana Santa, la cual, tiene como momento culminante la celebración del Triduo Pascual, entre el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección.

Desde hoy nuestra mirada se centra en Jesús de Nazaret, con un toque paradójico, aunque el camino inicia con algarabía, vivas, hosannas, etc., no podemos olvidar que termina con la muerte de Jesús en la cruz. Veamos un poco más de cerca:

Comenzamos con la entrada de Jesús a Jerusalén en donde es recibido de manera jubilosa, ahí, Jesús es rey humilde, rey de paz, aquel a quien se esperaba, el Mesías de Dios ha llegado y es reconocido con diversos títulos, por ejemplo Jesús es el Señor: «El Señor los necesita» (Mt 21,3); Jesús es el Rey «He aquí que tu Rey viene a ti» (Mt 21,5); Jesús es Hijo de David «Hosanna al Hijo de David» (Mt 21,9); Jesús es el Ben-dito «Bendito el que viene en el nombre del Señor» (21,9); Jesús es el profeta «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea» (Mt 21,11). Aún más, se le reconoce también con acciones lo que explica los gestos de los mantos y las ramas en el camino, junto con las aclamaciones públicas. Se trata entonces de contestar una pregunta ¿Quién es Jesús de Nazaret? Por tanto, apunta a la confesión de fe en Jesús, y en consecuencia, a decirnos por Él.

Contrariamente a las expresiones de vivas nos vamos adentrando poco a poco en el oscurecimiento del juicio, del atropello de la violencia, que nos ponen frente al acontecimiento cruento y despótico de la cruz. acogida y rechazo, reconocimiento e

En la Misa Crismal, en la que el Obispo concelebra con los presbíteros y ben-dice el Santo Crisma y demás óleos, es considerada una de las principales manifestaciones de la plenitud del sacerdocio y del Obispo y un signo de la estrecha unión de los presbíteros con él.

La reforma posconciliar ha atribuido a la Misa Crismal el clima de una verdadera fiesta del sacerdocio ministerial al interno de todo el pueblo sacerdotal, y orienta la atención hacia Cristo, cuyo nombre significa, “ungido”. Del sentido cristológico de la unción cris-mal deriva el principio constitutivo de la consagración de los fieles y consecuentemente el nombre de cristianos. La unción del Espíritu Santo, recibida por Jesús en la encarnación y en la teofanía del Jordán, es participada por todos los miembros de la Iglesia por medio del bautismo y de la confirmación.

La Misa Crismal, por lo tanto, es la manifestación de la Iglesia: cuerpo de Cristo or-gánicamente estructurado, que en los varios ministerios y carismas expresa, por la gracia del Espíritu Santo, los dones nupciales de Cristo a su esposa peregrina en el mundo. La liturgia de la bendición de los óleos explicita el simbolismo de la “Iglesia Ungida” por el poder del Espíritu Santo y precisa el sentido sacramental.

La bendición del Santo Crisma, le da el nombre de Misa Crismal a esta celebración que tiene lugar en la Iglesia Catedral. El rito de la bendición de los óleos, subraya el misterio de

SE INICIA CON VIVAS Y SE TERMINAEL DOMINGO DE RAMOS:CON LA MUERTE EN LA CRUZ

Por: P. Edgar J. Cruz Arauz

ignorancia, amor, odio, alegría, duelo, lealtad e indiferencia. Hoy, la liturgia nos coloca de frente a nuestra salvación, es decir, de cara a la cruz asumida por Jesús, signo de la verdadera victoria.

Para nosotros los cristianos se trata de descubrir la gran revelación de Dios acom-pañando a Jesús. Todos somos llamados a realizar el camino que nos conduce al paso, es decir, a la Pascua, a la experiencia real de libertad interior e exterior, a la experiencia de vida nueva y eterna, a la Pascua liberadora, esa que nos conduce a adentrarnos a una dinámica transformadora de vida y salvación existencial y eterna.

El camino de Jesús es el camino de la cruz, camino que comienza con la procesión de ramos, con la cual expresamos nuestra decisión de iniciar también nosotros el pro-ceso personal de configuración con Cristo a través de la pasión, de la muerte y de la Resurrección.

Festejamos al Dios que nos ha liberado por medio de nuestro hermano Jesús, por eso vale la pena gritar con toda la Iglesia, que nuestro Mesías y Señor está en medio de nosotros, por eso decimos: ¡Hosanna en el cielo! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna al Hijo de David! Como también vale la pena, cuando llegue el momento hacer el silencio reflexivo que nos conduce a creer que Dios nos ama incon-dicionalmente y nos ha dado a lo que el más ama a Jesús su Hijo unigénito para morir por nosotros en la cruz, signo de vida y comunión, entre la trinidad y nosotros, sus hijos amados.

MISA CRISMAL;

la Iglesia como sacramento global de Cristo que santifica cada realidad y situación de vida.Por esta razón, junto con el Santo Crisma, son bendecidos también el óleo de los cate-

cúmenos, para vencer el mal en vista de los compromisos bautismales y el óleo de los enfer-mos, para la unción sacramental de aquellos que en la enfermedad, completan aquello que falta a la pasión salvadora de Cristo. Así, de la Cabeza se difunde en todos los miembros de la Iglesia y se expande en el mundo el aroma de Cristo.

Inmediatamente después de la homilía del Obispo se lleva a cabo la renovación de las promesas sacerdotales. Esta solemne liturgia se ha convertido en la ocasión para reunir a todo el presbiterio en torno al propio Obispo, exaltando el valor del sacerdocio ministerial. Los textos bíblicos y las oraciones de esta misa evidencian y exaltan esta realidad. Aparece así, junto al compromiso de fidelidad de los presbíteros a su misión sacerdotal, la natura-leza profética del sacerdocio ministerial del Nuevo Testamento llamado, como Cristo, “ a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos” (Lc 4,18). Si el ministerio presbiteral está ligado esencialmente a la Eucaristía, es verdad que este ministerio converge con la Eucaristía pri-mero que nada con el anuncio del Evangelio y encuentra en ella toda la amplitud y profun-didad de su dimensión profética.

Pbro. Lic. Israel Antonio Romero Tirado

PLENITUD DE VIDA

CONSAGRADA

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Semana6 7

En la mañana de este día, o en días previos, en todas las catedrales de cada Dió-cesis, el Obispo reúne a los sacerdotes en torno al altar y, en una misa solemne, se consagran los Santos Óleos que se usan en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los Enfermos.

La consagración de los óleos se celebra precisamente este día, para indicar que todos los sacramentos nos relacionan con el Misterio Pascual de Jesús y que todos los sacra-mentos tienen su culmen y su Centro en la Eucaristía.

Ya en la misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena.

Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía, para guiarnos en el camino de la salvación. Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa, Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y comprometámonos a servir a nuestros hermanos.

El lavatorio de pies, es uno de los ritos, en donde nuestro Señor Jesucristo nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe. Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio. Debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como servidores unos de otros.

En México, los Obispos, han establecido que el Jueves Santo sea el día de la caridad. El objetivo de esto no es llevar a cabo una colecta para los pobres, sino el impulso de seguir el ejemplo de Jesús que compartió todo su ser. Nos podemos ayudar a través de la campaña de la caridad que desarrolla la Pastoral Social en la Iglesia Católica en México.

El Jueves Santo es uno de los días de la Semana Santa en la que adoramos a Jesús Eucaristía con el rito de la Traslación del Santísimo Sacramento, es decir, con una pro-cesión eucarística solemne, en donde se traslada al Santísimo Sacramento acompañado de cantos de adoración hasta un monumento previamente preparado para su exposición y adoración, recordando las palabras del Señor Jesús “Velen para que no caigan en ten-tación”.

Se acostumbra después de la Misa vespertina, hacer un monumento para resaltar la Eucaristía y exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles. La Iglesia pide dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, además de acompa-ñarlo en la oración del huerto y reflexionar con ÉL en lo que sentía: su miedo, la angustia ante la muerte, la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus monumentos. Este es un día solemne en donde el Señor Jesús nos enseña las virtudes de la obediencia, la generosidad y la humildad.

EL JUEVES SANTO SE CELEBRA: LA MISA CRISMAL, LA ÚLTIMA CENA, EL LAVATORIO DE PIES, LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA Y DEL SACERDOCIO

JUEVES SANTO:

La Eucaristía es el centro de nuestra vida espiritual, sabemos que Jesús está real y verdaderamente presente con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad bajo las es-pecies del pan y del vino. Así lo dijo a los apóstoles con las palabras de consagración que ahora repiten los sacerdotes en la Santa Misa, este es mi cuerpo..., esta es mi sangre..., hagan esto en memoria mía.

Por eso, nosotros sabemos que al visitar el sagrario nos disponemos al encuentro personal, frente a frente con el mismo Cristo, que siempre nos espera dispuesto a escu-char nuestras alegrías, penas, planes y propósitos.

Nuestro propósito de este día y para siempre, puede ser el de prepararnos cada día para recibir mejor la Sagrada Eucaristía, asistir con mayor disposición a la Santa Misa para aprender las enseñanzas de Cristo, o tal vez, visitar con más frecuencia el sagrario aunque sea un minuto. Son muchas las devociones eucarísticas, vivirlas y fomentarlas, es la mejor manera de tratar al Señor, de hacer crecer nuestro amor por Él y de llevar a otros hasta su presencia.

Una de las costumbres que se suele conservar es la visita de las siete iglesias o siete templos, donde se acostumbra llevar a cabo una breve oración en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con nosotros. Esto se hace en siete templos diferen-tes y simboliza el ir y venir de Jesús en la noche de la traición. Es a lo que refieren cuando dicen “traerte de Herodes a Pilatos”.

Es el día en que conmemoramos la institución del don del sacerdocio, ya que en Cristo Jesús somos una Iglesia Santa, una comunidad consagrada, un pueblo sacerdotal. Esta nuestra vocación nos llena de alegría y nos revela la altísima dignidad de todos los cristianos. Sin embargo, existen algunos hombres a los que el Señor eligió, y conti-núa eligiendo, para participar en un modo particular en su misma misión sacerdotal, y así prestar un servicio en este pueblo santo. ¡Pero qué locura la de Dios! ¿Cómo pudo confiar una misión tan noble, a criaturas de barro? ¡Qué extraña lógica es esta! Usar lo que es débil para confundir a los fuertes. Querer que personas tan pobres puedan abrir sus insondables tesoros. Confiar que el sencillo tenga algo que decir al sabio. Pretender que el frágil sostenga hasta al robusto. Sin embargo, así le pareció bien. Y aunque hayan pasado casi dos mil años, con tantos aciertos y desaciertos, existe aún un ejército de hombres que se ofrece a este ministerio. Cada sacerdote sabe que su vocación nació allí, en aquella última cena. Todos reconocen que son indignos para cumplir una misión tan elevada, pero confiando en la gracia inagotable de Dios hoy renuevan el deseo de ser instrumentos en las manos del Señor.

Sugerencias para vivir esta fiesta: Dedicar un tiempo a la adoración a la Eucaristía así como hacer la visita de las siete casas, orar por los sacerdotes, ayudar a los pobres.

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Año 3, Num. 75 Domingo 17 de Abril de 2011

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Semana98 Año 3, Num. 73 Domingo 20 de Marzo de 2011

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En este día la Iglesia celebra la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo en la cruz. La celebración litúrgica se celebra por la tarde y consta de tres partes: Liturgia de la Palabra, donde se lee la pasión del Señor, la adoración de la cruz (donde Cristo nos obtuvo la salvación) y la comunión.En la piedad popular, en todas partes se celebra el Santo Viacrucis (camino de la cruz) y tiene una gran relevancia, el sermón de las siete palabras que Cristo pronunció desde la cruz antes de morir, palabras atestiguadas en el Santo Evangelio.

LAS SIETE PALABRAS DE CRISTO EN LA CRUZOración: Señor Jesús estamos pendientes de tus últimas palabras, pronunciadas desde la cruz, son palabras empapadas con tu sudor y con tu sangre. Las últimas palabras de un moribundo jamás se olvidan. “Tú eres la palabra eterna que se hizo hombre”, para transmitirnos un mensaje divino con palabras humanas, habla Señor que tus siervos escuchan.

VIERNES SANTO

Primera Palabra: “PADRE PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HA-CEN” (Lc. 23,24).Jesús ha sufrido su pasión en silencio, le han cometido una gran injusticia, los sumos sacerdotes y los fariseos manipularon al pueblo para que pidieran su crucifixión, Pilato por cobardía lo condenó, un soldado lo abofeteo injustamente, los soldados se burlaron, lo escupieron, lo azotaron, lo coronaron de espinas, Judas uno de sus discípulos amados lo traicionó, Pedro lo negó, los demás lo abandonaron. Jesús rompe su silencio y se dirige a su Padre: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, si, mira a tu redentor clamando perdón para sus enemigos, su sangre derramada no clama venganza como la de Abel, sino perdón y misericordia, Él es coherente con lo que nos había enseñado:”amen a sus enemigos y rueguen por los que los persiguen” (Mt.5, 44)Ahora yo te invito, si hay alguna persona que te ofendió, se burló de ti, te gritó, te traicio-nó, piensa en él (ella) y llévalo (a) a los pies de Jesús y dile por su nombre: “En el nombre del Señor yo te perdono que Dios te bendiga” y experimentaras la paz, que Dios da a quien sabe perdonar y podrás decir en el Padre Nuestro: “Padre perdona nuestras ofen-sas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

VIERNES SANTO

Segunda Palabra: “YO TE ASEGURO QUE HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO” (Lc.23, 43).Jesús fue contado entre los malhechores, el llevó el pecado de muchos e intercedió por los rebeldes (cf. Is. 53,12). “uno de los malhechores colgados le insultaba ¿no eres tu el Cristo? Pues ¡Sálvate a ti y a nosotros!, pero el otro le respondió diciendo: ¿es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo he-mos merecido con nuestros hechos; en cambio este nada malo ha hecho y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino, Jesús le dijo: yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23,39-43).Contempla a tu Redentor ofreciendo desde la cruz el paraíso al ladrón arrepentido, Jesús vino a buscar a los pecadores, perdonó a Pedro, a María Magdalena, a la mujer adúltera, buscó la oveja pérdida, hizo fiesta cuando el hijo regresó. Jesús ofrece su vida, su sangre para el perdón de los pecados. Jesús nos revela el inmenso amor de Dios que no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva. Querido hermano (a) hoy te invito acércate a Cristo tu Redentor, Él está dispuesto a perdonarte, entrégale tu pecado en el Sacramento de la penitencia y Él está dispuesto a entregarte su Santidad. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

Tercera palabra: “MUJER AHÍ TIENES A TU HIJO, luego le dice al discípulo: AHÍ TIENES A TU MADRE y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” ( Jn. 19,26-27).Jesús antes de morir en la persona de Juan, nos entregó a María su madre como nuestra madre. “María la llena de gracia” (Lc. 1,28), “la bendita entre las mujeres” (Lc. 1,42). En su seno purísimo el Hijo de Dios se hizo hombre, la que mejor meditó y puso en prácti-ca la Palabra de Dios, Jesús antes de morir nos da a María, como nuestra madre.Como el discípulo amado, que recibió a María y la llevó a su casa, tu también querido hermano (a), lleva a María a tu casa e imítala en su bondad, humildad y obediencia a la voluntad del Padre, ella como buena madre está siempre a tu lado y en tus penas te dice como a Juan Diego: ¿Qué te aflige?, ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?, ¿No estás bajo mi cuidado y protección?.

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+ Mons. Luis Artemio Flores CalzadaObispo de Valle de Chalco

VIERNESSANTO

VIERNES SANTO

Cuarta palabra: “DIOS MIO, DIOS MIO ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO? (Mc. 15,34).“Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: “Eloí ,Eloí ¿lema sabactaní? que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?Jesús se hizo en todo semejante a nosotros menos en el pecado, experimentó el dolor, la angustia. En Getsemaní “comenzó a sentir pavor y angustia y les dice: mi alma está triste hasta punto de morir…velen, y oren…..¡Abba Padre! todo es posible para ti; aparta de mí esta copa, pero no se haga lo que yo quiero sino lo que quieras tu” (cfr. Mc. 15, 33-38). Ahora en la cruz, Jesús vuelve a sentir tristeza, dolor, soledad y se dirige a su Padre en una súplica confiada: “Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?. Jesús expe-rimentó en la cruz todo el dolor humano, el dolor del hombre que se destruye a sí mismo y destruye a otros, vio el rostro del blasfemo, del drogadicto, del asesino, del violador, del que mata a sangre fría, del que causa tanto dolor entre sus semejantes y suplicaba por todos los inocentes: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?En la vida hay muchos porqués, ¿Por qué murió mi hijo?, ¿Por qué ese accidente en que perdieron la vida muchos?, ¿Por qué tanta violencia?, ¿Por qué tantas muertes?, ¿Por qué tantos abusos e injusticias? Porque el hombre ha quitado a Dios de su corazón, y cuando quita a Dios de su corazón se vuelve contra sí mismo y contra su hermano, se convierte en un destructor, en un violento que va sembrando muerte por todos lados;

pero Jesús tiene poder de cambiar los corazones de los hombres y de hacer de ellos crea-turas nuevas, si alguna vez has fallado ¡vuélvete a Dios! También si has experimentado el dolor, el sufrimiento, la soledad, no te desesperes, acércate confiado a Cristo y dile ¡Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado? Y experimentaras consuelo, entrégale tu dolor y experimentaras paz, Jesús nos dice: ¡Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados y yo los aliviaré! (cfr. Mt. 11, 28).Quinta palabra: “TENGO SED”El creador de los mares, de los ríos, de los manantiales, tiene sed, pide un poco de agua. ¿Estarías dispuesto a dársela? El ha perdido mucha sangre, tiene sed. El que habló con la samaritana: “Si supieras quien te pide de beber tu le pedirías a él y el te daría agua que salta hasta la vida eterna” (cf Jn. 4,10) en el monte de las bienaventuranzas Jesús dijo: “bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia” (Mt. 5,6), en otro pasaje nos dijo: “todo aquel que os de de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa” (Mc. 9,41), “tuve sed y me disteis de beber” (Mt. 25,35).Si, Cristo tiene sed de amor, de paz, de justicia, para que haya vida digna entre los hom-bres, el quiere nuestra felicidad, por eso pide un poco de agua, el agua es signo de vida ¿Estarás dispuesto a darle a Cristo y a tus hermanos un poco de agua? El te dice: tengo Sed de que haya amor en las familias, justicia y paz en nuestro México. Acércate a Jesús y Él también saciará tu sed con agua viva.

Sexta Palabra: “TODO ESTA CUMPLIDO” ( Jn. 19,30).Después de los momentos difíciles que pasó Jesús en la cruz, su rostro se iluminó, lleno de satisfacción, por su mente pasó el programa que el Padre Dios le había encomendado: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Lc. 4, 18-19). La Palabra de Cristo: “todo está cumplido”, es una palabra de satisfacción por el deber cumplido. Cristo obediente al plan de Dios “se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil. 2,8) “he aquí que vengo, pues de mí está escrito en el rollo del libro, a hacer oh Dios tu voluntad” (Heb. 10,7).Esta es la voluntad del que me ha enviado, que no pierda nada de lo que Él me ha dado, sino que lo resucite el último día” ( Jn 6, 39)Cristo vino a rescatarnos del pecado y a devolvernos la vida eterna, “tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna” ( Jn 3, 16), Cristo ha cumplido la obra de la redención que el Padre le encomendó, no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos y Cristo la dio.Te invito para que la vida que Dios te ha dado se desarrolle siempre haciendo la volun-tad del Padre, para que cuando llegué el final de tu vida con mucha satisfacción puedas decir: ¡Todo está cumplido!, Padre he cumplido la misión que me encomendaste.

Séptima Palabra: “PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU” (Lc 23, 46).“Era ya cerca de la hora sexta cuando al eclipsarse el sol, hubo obscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del santuario se rasgo por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: en tus manos encomiendo mi espíritu y dicho esto expiró”. (Lc 23, 44-46)La última palabra del Señor es para su Padre. Jesús desde que llega a este mundo nos enseña a comunicarnos con Dios, Él se pasaba noches enteras en oración y ahora en los momentos decisivos, en el momento de pasar de este mundo al Padre su última palabra fue: “Padre en tus manos encomiendo mí espíritu”Querido hermano (a) saliste de las manos de Dios, tienes una chispa divina, te pareces a Dios porque fuiste creado a su imagen y semejanza, por ello necesitas entrar en co-munión con Dios, él es tu fuerza y tu refugio en el está la fuente de la vida y el éxito de tu misión. Cuando Dios te creó te infundió un hálito de vida (espíritu), no olvides que la vida que tienes es un don de Dios y cuando llegue el final de tu vida, entrégasela al Señor con ple-na libertad como Jesús: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”, Padre tu me diste la vida y yo te la regreso; “si vivimos para el Señor vivimos y si morimos para el Señor morimos, así que, ya vivamos ya muramos del Señor somos” (Rom 14, 8)

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Sabes: ¿Porqué Dios ha mandado a su Hijo?, ¿Por-qué te ama?. La Resurrec-

ción de Cristo que impactó al mundo entero, fue un tremendo acto de amor de parte de Dios. Y los que fueron testigos de esto se hicieron sus fieles seguidores, hasta la muerte, se hicieron cris-tianos. Dice el papa Benedicto XVI en la encíclica Deus Cari-

tas Est: “No se comienza a ser cristiano por una

decisión ética o una

gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo hori-zonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”… y esto le sucede a todo aquel que se en-cuentra a Jesucristo Puedes creer o no esto que he-mos anunciado. Puedes pensar que los apóstoles han sido los mentirosos más grandes del mundo o que el cristianismo es el fraude más espectacular de todos los tiempos, que a ti nadie te salva, es más, que tú no nece-sitas ser salvado de nada, porque

tú eres bueno. Si es así en-tonces como dice

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO: LA COMUNIDAD CRISTIANA VELA JUNTO AL SEPULCRO.

Por: Padre José Mar.

SÁBADOSANTO Día del silencio:

La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos

dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae, pero de una manera especial centraré mi reflexión en el Sábado Santo

¿Qué celebramos los católicos el Sábado Santo? “Jesús yace en su tumba y los apóstoles creen que todo se acabó. Todo el día sábado su cuerpo descansa en el sepulcro”. Podemos decir con certeza que durante el día del sábado, como una viuda, la Iglesia llora la muerte de su Esposo. La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muer-te y aquél “descenso a los infiernos” – al lugar de los muertos – que confesamos en el Credo y que prolonga la humillación de la cruz, manifestando el realismo de la muerte de Jesús, cuya alma conoció en verdad la separación del cuerpo y se unió a las restantes almas de los justos. La característica esencial del Sábado Santo es la ausencia del Señor, ya que se recuerda su muerte no hay Eucaristía (Sacrificio de la Misa) ni se recibe la co-munión –a no ser el caso de viático es decir en peligro de muerte-. Es imposible celebrar la Eucaristía por que el Señor no está, hoy ha muerto... Es el día del si-lencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz “¿por qué me has abandonado”?- ahora él calla en el sepulcro. Descansa: “consummatum est”, “todo se ha cumplido”. Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. “Fulget crucis mysterium”: “resplandece el misterio de la Cruz.” El sábado es el día en que experimentamos el vacío. Es un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor: “se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande” ( Job. 2, 13). Eso sí, no es un día vacío en el que “no pasa nada”. Ni un duplicado del vier-nes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo donde puede bajar una persona. Y jun-to a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como Él. El sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del viernes y la resurrección del domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cro-nológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado: “...Se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta so-meterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero”.El sábado santo es un día de oración junto a la tumba esperando la resurrec-ción. Es día de reflexión y silencio. Es la preparación para la celebración de la Vigilia Pascual.

Pablo comamos, bebamos, que mañana moriremos. Pero si es verdad que Jesucristo resucitó entonces deberíamos saltar de alegría porque hay uno que te vuelve a la vida, que te libera, te saca de ese hoyo profundo en que te encuentras, te hace entrar en la paz, en la justicia. Las palabras que San Pablo dirige a los corintios en su primera carta: “Y si Cristo no ha resucitado, tanto mi anuncio como la fe de ustedes no tienen sentido. Resulta incluso que seríamos fal-sos testigos de Dios, porque estaríamos dando falso testimonio contra Él al afirmar que resucitó a Jesucristo, y siendo así que si los muertos no resucitan, tampoco a Él lo resucitó. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado” (1 Co 15, 14-16)… Si los muertos no resucitan, comamos, bebamos, que mañana moriremos” (1ª Co,15,32). Hablaré de alguien que se ha levantado de la tumba, de uno que ha regresado del panteón, del único ser en toda la historia de la humanidad que ha regresa-do de la muerte, Cristo. … Y Volviendo a las palabras de San Pa-blo si la resurrección de Jesús fue un engaño, si eso en realidad no sucedió entonces nuestra fe es inútil. Entonces el cielo no existe, la vida eterna es la mentira más grande que se haya inventado y… por lo tanto hagamos lo que queramos que al fin moriremos.

Pero la VERDAD que hoy anunciamos es que Jesucristo fue levantado de la muerte, El Padre lo resucitó.

ACTO DEL AMOR DE DIOS

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Semana 1514

Comenzaremos viendo qué creyeron los apóstoles, Pedro que ha sido testigo de esto dice: “Entonces Pedro, poniéndose de pie junto con los once, levantó la voz y declaró solemnemente: … (Hech 2,14)… Israeli-tas, escuchen: Jesús de Nazaret fue el hom-bre a quién Dios acreditó ante ustedes con los milagros, prodigios y señales que realizó por medio de Él entre ustedes, como bien lo saben. Dios lo entregó conforme al plan que tenía previsto y determinado, y ustedes, valiéndose de los impíos, lo crucificaron y lo mataron. Dios, sin embargo, lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, pues era imposible que esta lo retuviera en su poder…”(Hech 2, 22-24)A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello so-mos testigos todos nosotros. El poder de Dios lo ha exaltado, y Él habiendo reci-bido del Padre el Espíritu Santo prome-tido lo ha derramado, como ahora lo están viendo y oyendo.” (Hech 2, 29-33) . “se-pan, pues, con plena seguridad todos los israelitas que Dios ha constituido Señor y Mesías a este Jesús, a quién ustedes cruci-ficaron” (Hech 2, 36) Pedro dice claramente y nosotros somos testigos de que Dios lo resucitó. De que Dios ha cumplido su promesa, lo que con juramento le había prometido a David era una realidad, ahí estaba Jesús el Mesías es-perado y en ese momento era declarado Señor de la muerte y de la vida. Hoy Je-sucristo hace cosas estupendas en nuestra vida y no lo reconocemos, lo hemos ma-tado, no creemos que Él haya resucitado, y en efecto, vivimos como si Jesucristo es-tuviera muerto, y un muerto poco o nada puede hacer por nosotros, más bien nada. Por eso cuando te digo que Jesús es capaz de transformar tu vida, de hacer de ti un hombre distinto, un hombre feliz, de qui-tarte los grilletes que llevas puesto, te que-das tan sorprendido, no me crees. Y tan no creemos que Dios resucitó a Jesucristo que muchos católicos, en Semana Santa, solo vamos al vía crucis y nos olvidamos de la Vigilia Pascual, del hecho ¡más grandio-so de la historia!, la noticia ¡más increíble de todos los tiempos!, Jesucristo ¡resuci-tó! hermanos, está vivo. Por eso decía San Agustín: “No es gran cosa creer que Cristo murió; porque esto también lo creen los paganos y judíos… La fe de los cristianos es la Resurrección de Cristo” (1)

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO:

Mateo que es un testigo de este acontecimiento dice: “Ustedes, no teman; sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí, ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el sitio donde estaba puesto. Vayan en seguida a decir a sus discípulos: ha resucitado de entre los muertos y va camino de Galilea; allí lo verán. Eso es todo” (Mt 28, 5-7). Ya no tengamos miedo, Jesucristo ha vencido a la muerte, es el único. Y esto es la garantía de que podemos confiar en Él. Una noticia tan impactante como esta no era posible callarla: “vayan en seguida a decir a sus discípulos: ha resucitado de entre los muertos”. Hay que decirles a todos que Jesús está vivo, que nos está esperando para llevarnos al Padre. Hoy el Señor viene por ti, si tu quieres puedes verlo. ¿Qué hizo que estos pocos espantados, vencidos, derrotados, acobardados se lanzaran a todos los confines del mundo conocido a anunciar esta noticia? Los Apóstoles son los testigos de esta nueva realidad, para los hombres de todos los tiempos. La vida de Pedro, Pablo, Mateo, Lucas fue totalmente transformada. Pedro después de haber negado a su maes-tro, no había quién pudiera callarlo. Pa-blo después de ser un perseguidor de cristianos se con-vierte en el apóstol de los gentiles. La fe de los que vengan después se apoya en el testimonio de es-tos primeros hom-bres. Pedro después de haber visto a su Maestro resucitado no tiene ya ningu-na duda, él es capaz de dar su vida y así es, ustedes saben que Pedro mue-re crucificado en Roma por anunciar a Jesús:“Pedro y los apóstoles respon-dieron: hay que obe-decer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados ha re-sucitado a Jesús, a quién ustedes ma-taron colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado a su de-recha como Príncipe y Salvador, para dar a Israel la ocasión de arrepentirse y de obtener el perdón de los pecados. No-sotros y el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen somos tes-tigos de todo esto” (Hech 5, 29-32) Hoy, ¡alégrate! por-que esta puede ser la mejor noticia que hayas escuchado en mucho tiempo, hay alguien que puede hacer esto por ti, porque Él es el Jefe, todo es posible para Jesucristo.Cuando en la Escritura se dice: Jesucristo ha venido a perdonar los pecados, es lo mismo que decirte: viene a liberarte de la muerte. Imagínate a un esclavo, este hombre no es dueño de su vida, su vida la controla otro, este otro le dice que hacer, y si no obedece lo mata, este hombre realmente vive en la muerte, en el sin sentido. Pero alguien arriesgan-do su propia vida, va y lo libera, este hombre es libre nuevamente, su vida le pertenece. ¿Tú eres esclavo? las drogas hacen contigo lo que les venga en gana, dices tantas men-

tiras que éstas han tejido una red alrededor de ti, no puedes escapar, la envidia te tiene atrapado, la flojera e irresponsabilidad han puesto esposas a tus manos, te sientes en una celda… pues te digo que alguien quiere liberarte, que tu salvador es Jesucristo, pero solo si tu quieres. Para los apóstoles la resurrección no es un hecho que pasa, ni siquiera un suceso que les marca. Es una realidad presente en ellos. El Resucitado vive y está entre ellos. En primer lugar les he transmitido la enseñanza que yo mismo recibí, a saber: que Cristo murió por nuestros pecados, tal como lo dicen las Escrituras; que fue sepultado; que re-sucitó al tercer día como lo dicen también las escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los Doce. Después se hizo presente a más de quinientos hermanos de una vez; la ma-yoría de ellos viven todavía y algunos ya entraron en el descanso. En seguida se hizo pre-sente a Santiago y, luego, a todos los apóstoles. Y, después de todos, se me presentó tam-

bién a mí, el que de ellos nació como un aborto”.(1ª Co 15,3-8)Muchos fueron testigos, y entre ellos Pablo que ha experimenta-do como su vida ha dado un giro, cuando se ha en-contrado con Jesu-cristo resucitado… “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? pregunto: ¿Quién eres Señor? y la voz: Yo soy Jesús, a quien tu persi-gues levántate y entra en la ciudad, allí se te dirá que hacer” (Hech 9,4-6) Pablo, el gran fariseo que cum-plía la ley mejor que nadie, que se sentía bueno, descubre que sus méritos y servicios no son de los que valen ante Dios, que su fe es más bien fanatismo, descubre que es un pecador violen-to y rebelde, pero conocer a Jesús lo ha transformado, sabe que Dios lo ha perdonado y que lo ha elegido. Jesucristo quiere aparecerse tam-bién ante ti, quiere que te enteres que está vivo, que no se quedo en la tumba, que tu vida puede ser transformada como la de Pablo, que esto no es una

fantasía, es verdad. El catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó. Todas las verdades, incluso las más difíciles de comprender por el ser humano, encuentran su comprobación porque Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad como Dios Nosotros como los apóstoles te decimos “que somos testigos”. Que hemos venido a pre-sentarte a Jesús para que lo conozcas, a invitarte a participar de la libertad, de la alegría, de la esperanza, del amor, que da su persona.

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO:

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