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Antonia MereéLa Argentina en mi memoria
•TRINI BORRULl
Resulta imposible hablar de danza española sin citar el nom
bre de la genial Antonia Mercé. Fue la gran renovadora
del baile español, no obstante que siempre se interesó por
investigar las genuinas raíces de la danza española.
Mucho se ha escrito sobre el arte de esta gran bailarina en to
no panegírico, laudatorio y poético por los más destacados críti
cos y escritores universales, especializados en danza. Es curioso
observar que en sus artículos escasea el análisis crítico de 10 es
trictamente dancístico y técnico; eluden el informe sobre la téc
nica de su baile y es que ella, cuando bailaba, se transformaba en
bailarina y actriz, única en estas dos facetas. Huyó del automatis
mo. Sus grandes conocimientos técnicos desaparecían durante
sus actuaciones, no obstante hallarse presentes. Sabía bien que la
técnica es fundamental pero no el único elemento de la danza.
Me considero privilegiada. Tuve la suerte de verla bailar. Fue
una sola va., en 1934, en el Teatro Barcelona de la capital cata
lana. Fecha clave en mi vida, toda va. que yo sentía una gran
inclinación por el baile pero no estaba en mi proyecto de vida
alcanzar la profesionalidad. Al finalizar su actuación me hallaba
tan impresionada que despertó en mí una vocaci6n. Quedé in
mersa en un destino: la esencia de mi trayectoria artística.
En 1936 yo vivía con mi familia, en Madrid. Las circuns
tancias políticas y los acontecimientos bélicos nos obligaron
a abandonar nuestros hogares un día a las seis de la madruga
da. Por 10 general, el que abandona su hogar en situaciones
críticas se lleva consigo s610 aquello que material o moralmen
te es 10 más entrañable para él. Lo único que me llevé con
migo en aquella ocasión fue el programa de la actuación de
Antonia.
Antonia Mercé nació el4 de septiembre de 1890. Hija de
Manuel Mercé, vallisoletano, profesor y coreógrafo del Teatro
Real de Madrid, y de Josefa Luque, de Córdoba. Antonia naci6
durante una gira artística de sus padres por la república Argen
tina y de allí su apodo, La Argentiruz. A los cuatro años comenzó
a recibir lecciones de música y un año después ingres6 en la
Escuela de Danza del Real Conservatorio, bajo la dirección de
su padre como maestro. A los once a.ños ya formaba paree del
cuerpo de baile. A los doce llevaba clases en el nservatorio de
Música pues su padre quería que estudiase nro, ya que tenía
una gran voz. Antonia Mercé no estaba muy con(, rme y puso
condiciones: cantaría pero también bajl rf . A 1 muerte de su
padre, Antonia dejó el Conservatorio y se enrregó p r mpleto
a su verdadera vocaci6n, la danza.
Su tiempo fue el de las variedades, que h n c:xi tido hasta
el año 37. En aquel tiempo las bailarin t ní n que nc r y
bailar y Antonia Mercé tuvo que acceder a esta mod lidad. e
butó de telonera en el Teatro Apolo de M drid. n Barcelona
pasó por los escenarios del Arnau. el D rado, én oncere.
Con ella alternaban otras artistas como La Forn rina, Raquel
Meller, La Argentinita, Pastora Imperio y otras artistas de este
género. En Barcelona, el entusiasmo por las areistas de vari!th
llevaba a compositores e intelectuales, como Enrique ranados,
Enrique Morera, Angel Guimerá. Santiago Rusiñol, Ramón
Casas, Valle Inclán, etcétera, a componer y escribir canciones de
dicadas a sus musas, piezas que luego se popularizaban a través
de los escenarios de esta modalidad. Antonia Mercé actuó en
sucesivas temporadas interpretando números mixtos, en los que,
naturalmente, destacaba el baile.Me ha parecido pertinente hacer destacar la letra de uno de
los cuplés de la épo:ea:
Como estaba enfadada, de una patada, le puse todo
el cu, curucú, curucú, todo el cuerpo morado
y si dice la gente que yo no soy valienteque pase por aquí, quiriquí, quiriquí, con la mar de cuidado
el alpiste pa los canarios, pa cadetes en Valladolid,
las libreas pa los lacayos y los chicos guapos, para mí.
Antonia tenía una formación intelectual y poseía una sen
sibilidad distinta del ambiente que la rodeaba. Incluso anatómi
camente era distinta: sus características fisicas no coincidían con
la "estética" de una época en que las señoras eran rollizas y encor-
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setadas. Antonia era muy estilizada pues pesaba 46 kilos y me
día 1.66 metros. Su belleza emanaba de su ser interior y así fue
durante toda su vida. Dicen que no era bella pero en escena res
plandecía. Había algo muy especial en sus ojos, en su maravillosa
sonrisa, en sus manos que, al moverlas, parecían palomas volando.
Los brazos al bailar eran como un evento. Resultaba preciosa.
Antonia presenúa que se podían crear otros estilos en la dan
za española; elevar el baile español a un gran nivel coreográfico.
Sabía que sus números no eran los rutinarios de la enseñanza en
academias de baile, los cuales formaban bailarinas "autómatas".
Se decidió y recorrió toda España para documentarse no sólo so
bre bailes e indumentaria; también examinó y registró la forma
de caminar de los nativos de cada provincia española y extranjera,
puesto que ella incorporó también en su repertorio bailes forá
neos: La can'ñosa de Filipinas, Bai/.ecito argentino, Cuba de Al
béniz, entre otros.
Bailaba el estilo cubano con chancletas, como se baila en
Cuba, y apenas movía la cadera: hacía solamente una insinua
ción. Los hombros suelen llevarlos las cubanas, para bailar, muy
descubiertos; ella manejaba un pafiuelo rojo cubriendo sus hom
bros. Al final de la danza, antes de desaparecer de escena, dejaba
caer el pañuelo para mostrar los hombros. Alicia Alonso guarda
su gran admiración por Antonia Mercé. En un libro comenta:
Recuerdo particularmente una danza cubana que bailó Anconia
Mercé, No me imaginé que lograra en una danza cubana algo tan
diferente a lo que se había bailado antes. Fue para mí una gran
lección pues sin interpretar la danza cubana pura, mediante una
estilización, ofreció la esencia de nuestros bailes. En afios pos
teriores, siempre que he reatado de estudiar d valor expresivo de un
gesto, la síntesis teatral que puede darse en un movimiento, me heacordado de Antonia Mercé.
Antonia, tras estudios y giras,
regresó a Madrid, instaló un estudio
de danza y empezó a ensayar y a pre
parar un programa de bailes como
solista, acompañada solamente por
un pianista y un escritor, los cuales
cubrían las mutaciones y el cambio
de vestuario. El pianista era Luis GaIvé y el escritor, gran admirador de
ella, Federico García Sanchís. Este
último preparó y realizaba unas cor
tas charlas sobre Antonia y la danza,
las cuales lo convertirían en el me
jor charlista universal sobre la danza
española.
Los tres comenzaron una gira
de recitales. En Valladolid vio bailar
a un joven que zapateaba sobre una
tapa metálica. Antonia había descu
bierto a su pareja de baile: Vicente Es
cudero.
Según Vicente Escudero, fue Antonia Mercé en la vida una
persona encantadora. Poseía una simpatía que asustaba y su
bondad era sólo comparable a su arte. Pero en su trabajo tenía
un temperamento fuerte y severo. Recuerdo que -afirma Es
cudero- mientras ensayábamos un pasaje del Amor brujo, al
verme sentado, descansando en un rincón, me dijo con el acen
to duro que la caracterizaba:
-Vicente, ¿qué haces ahí? ¡Ala!, a ensayar.
-Pues ahora no ensayo, ¡eah! Además, a mí no me hace
falta ensayar, respondí.
Después -termina Escudero- me contaron que había
comentado: "Este Vicente es un demonio. Ha conseguido ponerme nerviosa. Siempre ensaya de cualquier manera y el caso
es que cuando sale al escenario cae siempre como los gatos,
de pie."
y cuenta otra anécdota. Tenía que actuar en París con el ba
llet Amor brujo pero Antonia Mercé bailaría como solista, ade
más de Amor brujo, dos danzas. Cuando se enteró Vicente Es
cudero que él sólo participaría en la obra de De Falla, le dijo al
representante Melkel: "Estoy harto de no hacer más que pam
plinas de mudo en ese ballet, limitándome a andar de un lado
para otro por el escenario en esa pantomima tan larga." Enterada
Antonia Mercé de lo dicho por Vicente, fue a verle y le dijo:
-¿Qué ha pasado con Melkel?
-Nada, ¿no se lo ha dicho a usted?
-Sí, y por eso he de decirte que andar por el escenario esmás difícil que bailar.
Antonia Mercé y Vicente Escudero trabajaron juntos un pri
mer programa de bailes y lo presentaron en el Teatro Comedia
de Madrid y allí apareció el hombre que más hiw por la danzaespañola, el gran organizador artístico Amoldo Melkel. Éste pre
sentó a la insuperable pareja por todos los escenarios del mundo,
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alcanzando un rotundo éxito, incluso en Rusia. Tal vez Anronia,
asimismo, vio los ballets de Diaghilev y se acentuó con más fuer
za su deseo de elevar la veta creativa del ballet español. Antonia
entonces decide crear una compañía de ballet español y hace que
la intelectualidad tanto española como extranjera (pintores, com
positores, escenógrafos, etcétera, sus más fervientes y devotos
admiradores) esté dispuesta a colaborar con ella.
Como afirma el escritor Manuel Caballero Bonald, con An
tonia Mercé lA Argentina se abre un ciclo artístico fundamental
en los anales de la historia de la danza académica. Consigue la
renovación de la danza española actual incorporando la música
de autores clásicos como Falla, Albéniz, etcétera.
El baile de Antonia Mercé no era forzado; no lo era ni aun
en las danzas emotivas, dolorosas, trágicas pues el dolor moral se
exterioriza en movimientos convulsivos pero no brutos. Casi to
das las que bailan el Amor brujo, al final, en la Danza delfuego,se tiran al suelo desesperadas y llevan la danza a un extremo del
terror. Pero debe ocurrir todo lo contrario: no existe temor en una
danza ritual de invocación porque es el personaje el que domina.
Sí sobreviene miedo, terror, pero sólo en la danza del terror. la
protagonista cae extenuada ante el poder del espectro que la arro
ja al suelo.
Antonia bailaba con estilos muy marcados. Poseía una flexi
bilidad que le permitía interpretar todos los estilos tan peculiares
de la danza española y que ella, con su emotividad, transmitía al
público. Era una vinculación y un reflejo de sentimientos. Hasta
sus mutis, al finalizar cada danza, eran característicos. Sólo ella
asumía la forma extraordinaria de caminar al salir de escena.
El estilo de danza de Antonia Mercé era muy difícil por
original. Primero incorporaba su personaje al lenguaje de la danza;luego creaba formas y pasos valiéndose de la técnica que, según
su opinión, debía olvidarse en el escenario (en esto han coinci
dido creadores famosos como Noverre, Fokine, Béjarr).
Las castañuelas eran una parte sustancial de su arte, su ha
bilidad, su prodigio hasta hoy insuperados por La nitidez de ma
tices y arpegios, pianísimas carretillas, casi eléctricas, y musica
Lidad increíble. La variación de Los sonidos de sus castañuelas
era un diálogo con La música. Ella enseñó a Las castañuelas a can
tar en un idioma de carretillas y arpegios casi humano.
Antonia Mercé buscaba y supo encontrar el verdadero va
lor de nuestro arte. No se apartó nunca de la savia popular; para
ella totÚJ era elite si contenía un valor expresivo. Tenia una aspira
ción estética necesaria para no caer en la Falsedad del estilo que
ella transmitía sin intención de impactar. Bailaba para ella. No
Le importaba el éxito ni el fracaso, sólo quería bailar.
Antonia combinó en la danza lo eficaz, que es la técnica, con
lo tradicional, con el folclor, y con lo étnico, como el flamenco.
Cuando Antonia pasaba por Madrid se reunía con los mejores
elementos del flamenco, que bailaban y tocaban en su honor; al
final, era ella quien bailaba lo más dificil del estilo flamenco. Lasflamencas se asombraban, aplaudían, la besaban y omproba
ban que La gran bailarina era también como el! ,bailaora.La Argentina recorrió el mundo elevand el reconocimien
to de su exigentes núcleos del arte. Ofició ante los públicos más
intelectuales y exigentes. Fue condecorada por varios gobiernos.
Los escritores La calificaron como "la mujer alma" y "paloma men
sajera de la danza". En el Museo del Teatro de Barcelona hay una
sala que cobija varios trajes, fotograBas, condecoraciones como la
Orden de Isabel la Católica y la Legión de Honor. esta última
concedida por Francia.
La Argentina estaba, desde hada mucho tiempo. senten
ciada: padecía crisis cardiaca. Los médicos le habían aconseja
do tournées más espaciadas y más descanso físico. Aunque era
muy metódica en su vida privada, la danza era su razón de ser;
no le importaba el tiempo que durase. Se dio el caso de que en
un programa de catorce bailes, ella bailara treinta y dos. El pia
nista se había retirado, no sólo de la escena sino también del
teatro; los aplausos no cesaban. Gracias, dijo dla. pero no puedo
bailar más, mi acompañante ha partido. ¡Sin música, sin músi
ca!, gritaba el público. Sonrió y... danzó nuevamente.Decidió descansar en su villa "Miraflores", cerca de Bayo
na, pero con"la idea de incorporar danzas vascas en su repertorio
y rogó al padre José Antonio Donostia, musicólogo, que la ase
sorase sobre este tema.Un sábado, 18 de julio de 1936, el religioso le anunció
que en San Sebastián habían preparado en su honor un festival
de danzas vascas. Esa tarde, acompañada por Donostia y el pia
nista Galvé, después de ver a los vascos, se sintió. muy feliz, ra
diante. Al regresar a Bayona se enteró del inicio del levanta
miento militar. Entró en su casa y sólo atinó a exclamar: ¿qué me
pasa?, y cayó muerta. Su cuerpo descansa en el cementerio de
Neully, en París.•
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