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METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE ESTUDIO PARA EL ALUMNADO DE SECUNDARIA Página 1 de 38 FRANCISCO JAVIER QUINTANA TORET FRANCISCO JAVIER QUINTANA TORET FRANCISCO JAVIER QUINTANA TORET FRANCISCO JAVIER QUINTANA TORET METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE ESTUDIO PARA EL ALUMNADO DE SECUNDARIA Y DE BACHILLERATO PARTE SEGUNDA METODOLOGÍA AVANZADA (BACHILLERATO) 2010

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introducción el método científico

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FRANCISCO JAVIER QUINTANA TORETFRANCISCO JAVIER QUINTANA TORETFRANCISCO JAVIER QUINTANA TORETFRANCISCO JAVIER QUINTANA TORET

METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE

ESTUDIO PARA EL ALUMNADO DE

SECUNDARIA Y DE BACHILLERATO

PARTE SEGUNDA

METODOLOGÍA AVANZADA

(BACHILLERATO)

2010

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Esta obra, por tener un carácter y una finalidad educativa, carece de intención comercial o lucrativa. Por lo tanto es deseo de su autor que cualquier miembro de la comunidad educativa pueda usarla libremente y sin restricciones en cualquier proceso de enseñanza y aprendizaje. No obstante, se apela a la honestidad de los potenciales usuarios y, en el caso de descargarla o vincularla, que respeten la autoría de la misma.

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FRANCISCO JAVIER QUINTANA TORET

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ALUMNADO DE SECUNDARIA Y DE BACHILLERATO

PARTE SEGUNDPARTE SEGUNDPARTE SEGUNDPARTE SEGUNDAAAA

METODLOLOGÍA METODLOLOGÍA METODLOLOGÍA METODLOLOGÍA AVANZADAAVANZADAAVANZADAAVANZADA

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Í N D I C E

Página

Introducción 7

FICHA 22ª: La bibliografía 9

FICHA 23ª: Trabajar en la biblioteca 11

FICHA 24ª: La técnica de las fichas 13

FICHA 25ª: Las fichas bibliográficas 15

FICHA 26ª: Las fichas de contenido 17

FICHA 27ª: El trabajo escolar. Introducción 19

FICHA 28ª: Estructura de los trabajos 23

FICHA 29ª: La elaboración del trabajo 27

FICHA 30ª: El trabajo. Aspectos formales 31

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INTRODUCCIÓN El libro digital METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE ESTUDIO PARA EL ALUMNADO DE SECUNDARIA Y BACHILLERATO. PARTE PRIMERA, llevaba como subtítulo «METODOLOGÍA BÁSICA». Quien haya consultado aquella obra recordará las razones que se expusieron para justificar la introducción de un amplio repertorio de recursos didácticos para el aprendizaje de técnicas del trabajo intelectual de base en la educación secundaria. No creo necesario volver a repetirlas aquí y, por ello, solo subrayaré una observación que desde la perspectiva de mis años de docencia me permite elevar a la categoría de evidencia. Me refiero, como podrá intuirse, a la generalizada carencia de una sólida competencia metodológica entre el alumnado que cursa este nivel educativo. Es de lamentar que tales carencias se prolonguen en el bachillerato, nivel para el que se ha pensado este segundo libro. El amplio catálogo de herramientas metodológicas que deben usar los jóvenes estudiantes de secundaria, en el caso de aplicarse de forma cotidiana tras su comprensión y asimilación, puede ser muy útil para mejorar los resultados académicos. Sin embargo, por encima del objetivo anterior, que sin duda es lícito, existe un argumento más importante aún: su aprendizaje resulta ya imprescindible para empezar a construir esa competencia que se perfila como esencial entre la ciudadanía del siglo XXI y que denominamos, acertadamente, “aprender a aprender”. Una frase a la que podríamos añadir… y “durante toda la vida, de forma autónoma y responsable”. No nos extenderemos en esta idea aunque sería pertinente reflexionar sobre su trascendencia e implicaciones. Si la educación moderna aspira a dotar al individuo que se está formando de unas habilidades personales que le permitan afrontar con éxito el reto que supone vivir en un mundo que se transforma a un ritmo vertiginoso, fundamentalmente para adaptarse a los nuevos contextos laborales que se derivan de esos cambios, no cabe duda de que ese objetivo es una meta educativa insoslayable para los jóvenes estudiantes de secundaria y bachillerato. Una prioridad que para muchos educadores y pedagogos sería incluso más importante que los propios conocimientos científicos de cada área de conocimiento o disciplina. Aludimos al dominio de las capacidades operativas o metodológicas, en el sentido literal del término, que permitirían al alumnado que culmina la educación secundaria asumir en adelante la profundización, ramificación y actualización de esos conocimientos mediante el autocontrol de su propio aprendizaje. Esta es la profunda filosofía pedagógica que subyace en la expresión antes mencionada de aprender a aprender y que el actual sistema educativo engloba bajo el epígrafe de las competencias básicas. Naturalmente, el aprendizaje de tales competencias metodológicas y técnicas de estudio tiene que ser secuenciado y desarrollado de forma progresiva. Pensemos que el alumnado que llega a la educación secundaria en el primer curso lo hace con apenas doce años y, si culmina los estudios postobligatorios del bachillerato, saldría con una edad muy cercana a la mayoría de edad. En ese lapso de tiempo la evolución psicológica es intensa y la madurez personal para afrontar operaciones cognitivas cada vez más complejas experimenta una progresión significativa. Semejante evidencia obligó desde un principio a reflexionar sobre la adecuada adaptación de los contenidos de aprendizaje metodológico a los diferentes tramos de edad.

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Esa es la razón fundamental que determinó la separación de los recursos didácticos que se exponen en el blog, denominado asimismo como METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE ESTUDIO PARA EL ALUMNADO DE SECUNDARIA, en dos grandes bloques. El primero de ellos, bajo el título de “metodología básica” reuniría las destrezas operativas más elementales del estudio y el aprendizaje. Tales herramientas se han articulado desde una perspectiva progresiva de tal manera que cada técnica se convierte en la plataforma para aprender la siguiente y, en esa secuencia, cada una de ellas entraña un creciente grado de complejidad. Las fichas individuales que responden a ese perfil primario puede encontrarlas el visitante del blog en las primeras secciones, se identifican porque el encabezado que encierra su título identificativo está coloreado en azul y, por último, han sido agrupadas en el anterior libro digital. Este segundo libro, cuyo subtítulo es «METODOLOGÍA AVANZADA», reúne en cambio un conjunto de contenidos que, por su complejidad están pensados preferentemente para el alumnado del bachillerato. En esencia gravitan todos ellos en torno a los principios elementales del trabajo científico, un aprendizaje metodológico que considero fundamental en los estudios de la educación secundaria postobligatoria. Esta puntualización personal no supone ni implica un rechazo categórico a su introducción en nivel educativo precedente. En absoluto. De hecho, los trabajos escolares son muy habituales durante todos los cursos de la ESO y en ellos, de forma más o menos explícita, se pretende familiarizar a los alumnos y alumnas con algunos principios del método científico y los rudimentos de la investigación. No obstante, la separación expresa que hemos introducido, y que se materializa mediante su inclusión en un libro digital diferente, obedece a una razón que merece la pena argumentar para que sea comprendida. El nivel de los contenidos metodológicos que se incluyen en esta segunda parte es un tanto elevado. Por ello, para ayudar a establecer la diferencia entre las fichas básicas del primer libro y las avanzadas que presentamos en esta segunda parte, tanto en el blog como aquí, se identifican visualmente por el color violeta de los correspondientes títulos. En efecto, las técnicas relacionadas con la búsqueda y organización bibliográfica, los procedimientos para vaciar en fichas la información contenida en esa bibliografía y, finalmente, las pautas para desarrollar un trabajo científico podían haberse expresado en unos términos más simples. Posibilidad que se barajó antes de elaborar el recurso. Al final, sin embargo, decidí optar por un enfoque más elevado y completo pensando que podía ser de gran utilidad para el alumnado del bachillerato en su tránsito a estudios superiores. La complejidad de segundo este libro es presumible y, por ello, se ha intentado paliar mediante una evidente exhaustividad que obedece sin duda a una finalidad claramente didáctica. Pienso que los retos deben afrontarse antes que eludirlos y mi labor docente descansa en ese axioma pedagógico. La inferencia lógica implica que la ayuda para superar tales retos debe extremarse tanto en intención como extensión. La apuesta quizás sea arriesgada y estoy dispuesto a reconocer que sea incluso hasta contraproducente. Pido disculpas si tal eventualidad se produjera y solo esgrimiré como atenuante que semejante decisión se ha tomado con la mejor de las intenciones educativas. Torre del Mar, mayo de dos mil diez Francisco Javier Quintana Toret

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FFIICCHHAA NNºº 2222

LLAA BBIIBBLLIIOOGGRRAAFFÍÍAA

Aunque en los estudios de educación secundaria el uso de las técnicas bibliográficas será mínimo o inexistente, el alumnado del bachillerato ya debe familiarizarse con esta técnica fundamental del trabajo científico. La metodología relacionada con la bibliografía, como todos los campos del conocimiento, ha experimentado una transformación radical tras la revolución provocada por las TIC.

Denominamos Bibliografía al conjunto de publicaciones escritas -bajo cualquier tipo de formato y condición (libros, artículos, actas de congresos, etc.) que existe sobre cualquier campo del conocimiento humano. Como podrá comprobarse fácilmente el paso primero que debe realizarse en un trabajo científico sobre cualquier materia es, precisamente, conocer todo el saber acumulado hasta el momento sobre ese campo de conocimiento. De lo contrario, un especialista podría perder miserablemente su tiempo investigando algo que ya está investigado. Ahora bien, por Bibliografía también hay que entender, en una segunda y no menos importante acepción, el método riguroso para saber acceder a la totalidad de esas publicaciones sobre cualquier especialidad.

Es evidente que el alumno preuniversitario no necesita manejar de forma exhaustiva la bibliografía existente sobre las diferentes asignaturas, pero sí debería, al menos, conocer la técnica bibliográfica y tener la capacidad para preparar con rigor científico un trabajo de síntesis. Por ello, es conveniente aprender algunas técnicas elementales para reunir información bibliográfica sobre cualquier tema.

Tal como se indicaba al principio de esta ficha, la búsqueda de información ha cambiado de forma sustancial tras la creación y ampliación de Internet, la proliferación de diferentes motores de búsqueda (como Google, por citar un ejemplo), y la facilidad para acceder a infinitas plataformas. Los sitios Web de cada especialista facilitan asimismo la búsqueda de información sobre el área de su especialidad, orientan la ampliación de conocimientos y contienen importantes repertorios bibliográficos. Con todo, no estará de más recordar algunas técnicas que, aunque hayan pasado a estar digitalizadas, mantienen las mismas pautas que cuando estaban en soporte papel. A saber:

1. En primer lugar, existen repertorios bibliográficos que son documentos (antiguamente libros especiales o revistas) en los que se recopilan todo lo publicado hasta el momento sobre una materia. La disponibilidad de este material era dificultosa en el pasado (puesto que prácticamente se circunscribía a las bibliotecas universitarias), hoy en día, en cambio, aplicaciones informáticas como la española Dialnet, permiten perfeccionar estos instrumentos con dos rasgos esenciales: A) su constante actualización con la inmediata incorporación de cualquier novedad publicada; B) la facilidad de consulta desde el ordenador personal tras registrarse como usuario.

2. Mucho más fácil es acceder a la segunda fuente de información bibliográfica: los

diccionarios enciclopédicos y diccionarios especializados. En estas obras, que son

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de gran utilidad para tener una primera aproximación a un tema, por regla general cada artículo suele terminar con una bibliografía sobre la cuestión. La diferencia radica en que los diccionarios enciclopédicos, por abordar todas las ramas del saber, son mucho más generalitas y, por ello, tratan con menor profundidad los campos de conocimiento. Por el contrario, los diccionarios especializados, se limitan a una sola materia (historia, economía, física, geología, etc.) y por lo tanto son más profundos, tanto en el contenido como en la información bibliográfica. Lo que Dialnet es al repertorio bibliográfico, Wikipedia representaría la misma función entre los diccionarios enciclopédicos. Sin embargo, no debemos olvidar que no es un material elaborado solo por especialistas sino construido libremente y de forma colaborativa por toda la red social. Ello supone la coexistencia de artículos cuya calidad científica es muy heterogénea.

3. Cualquier materia del conocimiento humano suele estar condensada además en unos

libros básicos, de carácter elemental pero integrales, elaborados por especialistas en la materia con rigor científico. Son los indispensables manuales. El manual nos ofrecerá siempre una visión global sobre el campo temático de nuestra investigación, aunque sin ser exhaustivo. Es habitual, además, que el manual disponga de una bibliografía general muy útil para iniciarse en un área de conocimiento.

4. Las obras generales son parecidas a los manuales en cuanto dan una visión completa

sobre una materia pero se diferencian en cuanto a la profundidad y extensión de la visión de síntesis pues, son más amplias y en su confección intervienen muchos especialistas. Por último, suelen incorporar una bibliografía bastante completa y actualizada sobre cada aspecto de la materia analizada. Aquí radica, pues, la gran utilidad de estas obras.

5. Las revistas especializadas son el medio principal para actualizar, es decir, renovar,

el conocimiento bibliográfico sobre cualquier campo del conocimiento humano y, por ello, todas las disciplinas científicas (historia, medicina, economía, matemáticas, química, etc.) cuentan con sus respectivas revistas. En ellas, a través de artículos que escriben los expertos de una materia se difunden los nuevos descubrimientos, se revisan las ideas mediante la crítica colectiva y se dan visiones muy profundas sobre aspectos muy concretos. Estos artículos de alto nivel, al estar realizados mediante el método científico, incorporan en las notas a pie de página una información bibliográfica valiosísima. Muchas ya se editan de forma electrónica y por lo tanto el acceso a las mismas es cómodo e inmediato.

Gracias a la incorporación de la informática a todos los campos de la ciencia cada vez es más frecuente poder acceder sin restricciones a la información bibliográfica sobre cualquier tema que deseemos investigar.

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FFIICCHHAA NNºº 2233

TTRRAABBAAJJAARR EENN LLAA BBIIBBLLIIOOTTEECCAA

La información bibliográfica que vayas reuniendo para la realización de un trabajo de síntesis o de investigación debes registrarla en las correspondientes fichas bibliográficas, cuya confección se explicará en otra ficha de esta colección. Es muy importante que te acostumbres desde el principio a utilizar ese método provechoso e, incluso, a iniciar la realización de tu fichero de materia.

Una vez reunida la bibliografía se planteará el arduo problema de encontrarla,

consultarla y extraer de ella la información relevante para la realización de nuestro trabajo. Para ello, a pesar de que la revolución de la TIC nos permite entrar en la Gran Biblioteca Virtual que es Internet, no obstante, todavía existe una parte de la información, en forma de libro tradicional, que sigue almacenado en las bibliotecas y, por lo tanto, es indispensable tener acceso a estas instituciones.

Las bibliotecas, que pueden ser públicas (como las municipales), del centro educativo

donde estudias (las más fáciles y recomendables si están bien dotadas), o bien más especializadas (como las de las Facultades Universitarias).

La localización de la bibliografía en una biblioteca se realiza a través de los ficheros que se dividen en dos grandes secciones:

• Fichero alfabético de autores. • Fichero sistemático de materias.

Tras consultar el primero de ellos, podrás saber si la obra buscada se encuentra o no en la

biblioteca. Si tienes la suerte de hallarla, es muy importante no anotar inmediatamente la signatura bibliográfica de la obra. La signatura de un libro es un conjunto de datos que te remiten al lugar exacto de la biblioteca donde se encuentra el libro buscado; datos que pueden constar de letras, números, o ambas cosas a la vez.

Es muy importante, asimismo, saber que en casi todas las bibliotecas, junto al fichero

alfabético de autores, puede existir otro no menos interesante: el fichero sistemático de materias. Aquí los libros también se ordenan de forma alfabética pero agrupada previamente por materias o disciplinas científicas. El criterio de clasificación que pretende englobar a todas las ramas del saber humano suele ser una norma internacional denominada C.D.U. (Clasificación Decimal Universal) en la que cada ciencia tiene un dígito identificativo.

En el cuadro que incluimos en la parte posterior de esta ficha te presentamos los dígitos

que identifican a cada área de conocimiento y creación. Son los siguientes:

CLASIFICACIÓN UNIVERSAL DECIMAL DE MATERIAS (C.D.U. )

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0 OBRAS GENERALES Y BIBLIOGRAFÍA 5 CIENCIAS PURAS

1 FILOSOFÍA 6 CIENCIAS APLICADAS

2 RELIGIÓN 7 ARTES, JUEGOS Y DEPORTES

3 DERECHO, ECONOMÍA y C. SOCIALES 8 LITERATURA

4 FILOLOGÍA Y LINGÜISTICA 9 GEOGRAFÍA E HISTORIA

A su vez, cada uno de esos grandes campos se subdivide en segmentos cada vez más especializados y que se registran en la clasificación mediante la adición de un nuevo dígito. Por ejemplo, dentro del Apartado 9, que representa a la Geografía y la Historia, el número 9.3 sería la Historia griega y romana. A título ilustrativo te presentamos la primera subdivisión del apartado 9 del C.D.U.:

SUBDIVISIÓN DE LA GEOGRAFÍA Y LA HISTORIA EN EL C.D .U. 9.0 CIENCIAS HISTÓRICAS AUXILIARES 9.5 HISTORIA DE ASIA

9.1 GEOGRAFÍA Y VIAJES 9.6 HISTORIA DE ÁFRICA

9.2 BIOGRAFÍA Y GENEALOGÍA 9.7 HISTORIA DE AMÉRICA DEL NORTE

9.3 HISTORIA GRIEGA Y ROMANA 9.8 HISTORIA DE AMÉRICA DEL SUR

9.4 HISTORIA DE EUROPA 9.9 HISTORIA DE OCEANÍA Y POLARES

Como podrás comprobar, a medida que vamos añadiendo nuevos dígitos se introducen otros factores de concreción y así sucesivamente.

Lo verdaderamente importante es que conozcas la existencia de este fichero por materias puesto que es una vía más para completar tu información bibliográfica. En efecto, después de consultar el fichero de autores de la biblioteca y comprobar los libros disponibles, siempre debes ojear en el fichero de materias el campo donde se incluye tu tema porque podrías encontrar algunas obras adicionales de interés.

Esta labor de búsqueda bibliográfica está informatizada en la práctica totalidad de las bibliotecas y, por ello, en vez de manipular las los antiguos ficheros almacenados en muebles, bastará con sentarse ante el ordenador y teclear los nombres y títulos de las obras.

Una vez localizada materialmente la bibliografía disponible en una biblioteca (es

decir, la sala y estantería concreta donde está el volumen) tendrás que extraer la información que buscas mediante la aplicación de la técnica de las fichas de contenido, que se explicará en otro documento de esta colección. Sin embargo, no olvides nunca antes de trabajar con un libro algo esencial y básico: siempre debes consultar previamente y con detenimiento el índice de la obra puesto que te remitirá a la parte del libro que necesitas, sin lecturas innecesarias.

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FFIICCHHAA NNºº 2244

LLAA TTÉÉCCNNIICCAA DDEE LLAASS FFIICCHHAASS

En los cursos inferiores de la educación secundaria es poco frecuente que los alumnos

deban consultar gran cantidad de libros; casi siempre es suficiente con el de texto. Sin embargo, ya en los cursos superiores y, más aún, durante el bachillerato comienza a ser usual la preparación de temas de síntesis o de investigación, cuya elaboración requiere la consulta de varios libros.

Hoy en día, gran parte de los trabajos pueden realizarse buscando la información en

esa Gran Biblioteca Virtual que es Internet mediante cualquier motor de búsqueda. No obstante, cuando leemos un documento de texto, ya sea en un libro de papel o en un archivo “pdf”, casi todos los estudiantes suelen anotar las informaciones que van extrayendo de forma desordenada y sin criterio de organización.

Si la lectura se lleva a cabo de forma tradicional, es decir, en soporte papel y

realizando de forma simultánea el preceptivo subrayado de las ideas más significativas, es un error escribir las anotaciones en folios sueltos o en una libreta. Semejante sistema es espontáneo pero a largo plazo entraña bastantes desventajas.

Así pues, frente a la acumulación de notas en cuadernos u hojas sueltas, los alumnos

en general, y de forma inexcusable los que cursan Bachillerato en particular, deberían acostumbrarse a recoger la información en fichas y a confeccionar, posteriormente, los consecuentes ficheros: el bibliográfico y el de contenidos. Las ventajas que entraña la práctica metodológica del sistema de fichas son a largo plazo muy provechosas. Reflexionemos sobre esta cuestión: 1. Las fichas, al ser piezas individuales, permiten una clasificación flexible de la

información recopilada tras la lectura de cualquier texto escrito puesto que son posibles varios criterios de ordenación, así como la modificación constante de los mismos sobre la marcha. Por el contrario, si escribimos las notas de una lectura en folios, resulta imposible hacer modificaciones.

2. Su manejo es fácil y rápido ya que las fichas pueden sacarse de su lugar y situarlas donde

más convenga; se pueden intercalar con otras nuevas o incluso eliminar las inservibles. Es, en definitiva, un sistema abierto de información que puede actualizarse constantemente.

3. Alumnos y alumnas que se acostumbra a este sistema metodológico refuerzan de forma

casi inconsciente los hábitos de ordenamiento, tan imprescindibles en cualquier tipo de trabajo intelectual.

4. La adopción de este sistema desde la etapa preuniversitaria -debería iniciarse y ponerse en

práctica desde el Bachillerato- permitirá al alumnado comenzar la elaboración gradual y acumulativa de un instrumento de consulta y trabajo, útil para toda la carrera universitaria o estudios superiores.

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5. Dicha utilidad se materializará en la confección del fichero bibliográfico, que es el

conjunto ordenado de fichas en las que aparecen los datos identificativos de todos los libros y artículos que se vayan leyendo a lo largo de la vida profesional.

6. En cuanto al fichero de contenidos, que reúne las fichas en las cuales hemos ido

asentando la información, datos y notas extraídas de las lecturas, nos permitirá conservar siempre las ideas fundamentales de cualquier texto que hayamos leído, evitando de esta manera nuevas búsquedas, olvidos o relecturas innecesarias.

7. De todo lo expuesto hasta aquí se desprende que al trabajar con fichas debemos,

asimismo, aprender a elaborar los correspondientes ficheros. Si no hacemos una correcta clasificación de los mismos estaremos desaprovechando gran parte del esfuerzo que supone la confección de las fichas de contenido.

8. El fichero debe considerarse como un medio fundamental de trabajo que, por ser una

herramienta profesional para toda la vida, debemos organizar desde el principio de manera cuidadosa y reflexiva.

¿Cómo es una ficha?

Las fichas son formatos de cartulina, inferiores al A-4, cuyas dimensiones son

variadas. Existen pues fichas de diferentes tamaños y cada una de ellas es útil para una función específica. Por lo tanto es muy importante saber emplear en cada caso la correcta. En el cuadro de abajo te presentamos los formatos más habituales en las papelerías, así como la finalidad principal de cada una de ellas: No obstante, te aconsejamos la utilización de los formatos UNE, que son las medidas normalizadas internacionalmente y que son siempre divisiones del A 4. Si tenemos en cuenta que el A 4 tiene unas dimensiones de 210 x 297 mm., las fichas que se originan tras sucesivas divisiones son las siguientes:

A7

A7

A6

A4 = 210 x 297 mm.

Si consideramos que este rectángulo representa un

A4, las Fichas se generan tras las

sucesivas divisiones de este A4, tal como se

indica en las columnas de la derecha.

A4 = 210 x 297 mm.

Al dividirse por 2, crea:

A5 = 148 x 210 mm. Al dividirse por 2, crea:

A6 = 105 x 148 mm.

Al dividiese por 2, crea:

A7 = 74 x 105 mm. A5

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FFIICCHHAA NNºº 2255

LLAASS FFIICCHHAASS BBIIBBLLIIOOGGRRÁÁFFIICCAASS

Aunque en los estudios de educación secundaria el uso de las técnicas bibliográficas será mínimo, o inexistente, el alumnado del bachillerato ya debe iniciarse en el uso y confección de las fichas bibliográfica. Las fichas bibliográficas sirven para registrar los datos identificativos de cualquier publicación o texto escrito que hayamos consultado, ya sea un libro, un artículo de enciclopedia o de revista, la noticia de un periódico, etc. Recuerda pues que, desde ahora, todas tus lecturas deberían empezar con la confección de su correspondiente ficha bibliográfica, la cual pasará inmediatamente a engrosar el correspondiente fichero bibliográfico. Deben confeccionarse en soporte de cartulina y en tamaño A6 (14´8 x 10´5 cms.). Aunque pueden elaborarse de forma muy completa y con gran acumulación de datos (es el caso de las que puedes consultar en las bibliotecas públicas), a nuestras primeras fichas personales les bastarán estos:

GORTAZAR ECHEVERRIA, G. y CRUZ VALENCIANO, J. CÓMO ESTUDIAR HISTORIA. Guía para estudiantes Editorial VICENS-VIVES, Barcelona, 1986, 2ª ed.

←←←← Apellidos y Nombre del autor o autores ←←←← Título de la obra ←←←← Subtítulo de la obra (si lo tuviera) ←←←← Editorial, Lugar, Año y nº de edición.

Las anotaciones que escribiremos en una ficha bibliográfica, pese a su simpleza, están

regidas por una serie de reglas que, por ser bastante minuciosas, resumiremos a continuación: 1. ¿DÓNDE OBTENER LOS DATOS?

Nunca debes copiarlos de la cubierta del libro (la pasta dura) sino en las primeras páginas del interior (que se denomina portada). La razón es muy simple: a menudo en las cubiertas se simplifica el título y se omiten los subtítulos y, por otra parte, los datos de edición completos solo están disponibles en el interior.

2. APELLIDOS Y NOMBRE DEL AUTOR O AUTORES: Se sitúan en la parte superior izquierda de la ficha. Primero, los apellidos (y en mayúsculas), después, el nombre (en minúscula menos la letra primera) ya sea completo o abreviado. Si existieran varios autores, sus nombres se separan por punto y coma (;), menos el último que irá precedido de y. Si fueran muchos los autores, puede simplificarse con la expresión AA.VV . o VV.AA . (que significa varios autores).

3. TÍTULO Y SUBTÍTULO DE LA OBRA: Debe colocarse en el centro de la ficha y, preferentemente, con un tipo de letra distinto (cursiva) que si escribimos a mano podemos sustituir por el subrayado. Título y subtítulo (si lo hubiere) siempre se copiará de la portada interior del libro y nunca de la cubierta.

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4. DATOS EDITORIALES:

Se anotan en la parte inferior de la ficha y son los siguientes: Editorial, Ciudad donde se editó, Año de edición y nº de edición. Si faltara algún dato debe quedar constancia mediante estas abreviaturas: (s/l) = no consta la ciudad; (s/e) = no consta el año de edición. Si la obra tuviera varios tomos y entre el primero y el último hay fechas diferentes, anotaremos el año del primer tomo y el del último separados por un guión.

5. FICHAS DE ARTÍCULOS DE REVISTAS Y DE OBRAS COLECTIV AS: Para estas obras, las instrucciones dadas para el autor y el título no cambian. No obstante, el nombre de la revista va “entrecomillada” y, además, debe anotarse el año de la publicación (entre paréntesis) y, muy importante, los números que corresponden a la primera página y la última del artículo. He aquí un ejemplo: RAMPOSTT, A ., El resumen como instrumento de aprendizaje, "Textos", nº 8, (1996), pp. 79-106. Si la publicación forma parte de las Actas de un congreso, el fichado es muy similar y la única precaución a tener en cuenta es que el nombre del congreso va “entrecomillado”:

FERNÁNDEZ LÓPEZ, S., La Fortaleza y taba de Bentomiz, en "Andalucía en el tránsito a la Modernidad, Servicio de Publicaciones de la Diputación provincial, Málaga, 1991, pp. 41-46. Este mismo sistema puede servirnos para citar el artículo de un especialista dentro de una obra colectiva, pero con la salvedad de que el nombre de la obra general no va entrecomillado sino dentro de un paréntesis y seguida del nombre del director o coordinador de la obra. Por ejemplo: PINDER, J., Europa en la economía mundial. 1920-1970, (vol. VI de la Historia Económica de Europa, dirigida por C.M. Cipolla), Editorial Ariel, Barcelona, 1980, 1ª ed., pp. 335-390.

6. FICHAS DE DOCUMENTOS DIGITALES Y ON-LINE ALOJADOS E N LA RED: APELLIDO/S, Iniciales del nombre. (año). "Título". Revista [unidad de contenido + tipo de soporte]. [Fecha de consulta]. <URL>. He aquí un ejemplo: RAU, A. (1999). "Lo digital se acerca a lo literario. Notas sobre la aplicación de conceptos informáticos en la escritura de textos literarios". Hipertulia. Revista Espéculo [artículo en línea]. [Fecha de consulta: 8 de febrero de 2004]. <http://www.ucm.es/info/especulo/hipertul/Lit/digiEs.htm>

7. ANOTACIONES PARTICULARES: Son fundamentales. Para redactarlas puede aprovecharse el reverso de la ficha y allí anotar cualquier información relevante relacionada con la obra: biblioteca, signatura, etc.

El último paso es ordenar nuestras fichas, tanto las presentes como las futuras en un fichero bibliográfico (son cajones con separadores alfabéticos y pueden adquirirse en las papelerías). Aunque existe un código internacional para clasificar libros, en un fichero personal esa precisión no tiene mucho sentido. Mucho más útil será anotar en las pestañas de los separadores nuestras propias etiquetas.

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FFIICCHHAA NNºº 2266

LLAASS FFIICCHHAASS DDEE CCOONNTTEENNIIDDOO

Las fichas bibliográficas (una por libro) solo contienen los datos de identificación de esa obra (autor, título, editorial, año, etc.) y, opcionalmente, podemos anotar en el reverso del A6 de cartulina alguna anotación complementaria. El siguiente paso es leerla para extraer la información y los conocimientos que buscamos en dicha obra. Aunque todos hemos anotado al principio de forma desordenada y en cualquier libreta u hojas sueltas, un estudiante que quiera iniciarse en la metodología del trabajo científico tiene que abandonar lo más pronto posible esa anarquía. El sistema más racional es aprender a usar las fichas de contenido que reúnen la información extraída de un texto escrito después de su lectura y del insoslayable subrayado. Son realmente las piezas valiosas con las que trabajaremos no sólo en un momento puntual sino en el futuro. Por ello deben confeccionarse con gran cuidado y esmero ya que el esfuerzo será rentabilizado a largo plazo. Existen dos tipos de fichas de contenido, aunque se alternan al leer y extraer información de una obra. A saber: 1. LAS FICHAS DE RESUMEN O EXTRACTO:

Son aquéllas en las que, con nuestras propias palabras, resumimos el contenido de un pasaje del libro (que puede ser desde unas cuantas líneas hasta varias páginas del mismo). Ese trozo lo consideramos importante pero su extensión no aconseja una copia literal. Al redactar una ficha de resumen hay que tener en cuenta estas precauciones:

• La parte superior de la ficha se utiliza para anotar (de forma abreviada puesto que para los datos completos tenemos ya confeccionada la ficha bibliográfica), el autor y el título de la obra, subrayado; así como otras indicaciones clasificatorias personales que nos puedan ser útiles.

• En el cuerpo central de la ficha de contenido escribiremos el resumen personal que

hemos realizado del pasaje leído. Si consideramos oportuno introducir junto a las ideas del autor apreciaciones críticas personales, siempre debe quedar estrictamente diferenciado el pensamiento del autor y el nuestro. Para ello, nuestras opiniones deben ir entre corchetes. Por ejemplo:

En la Edad Media la concepción del planeta experimentó un retroceso respecto al conocimiento del mundo clásico pues muchos autores creían en un mundo plano [lo cual es falso pues la Tierra es esférica]…

• La parte inferior izquierda de la ficha se usa para anotar la primera y la última página de la obra leída que contiene el fragmento que hemos resumido.

• Cuando la idea fundamental de una obra está expuesta a lo largo de muchas páginas y de

forma reiterada, junto al dato anterior puede añadirse el latinismo passim que significa "en todas partes”.

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• La clasificación de las fichas de contenido puede emplear los mismos criterios usados en

el fichero bibliográfico, es decir, combinando pautas cronológicas o temáticas. Evidentemente, también podemos usar un criterio alfabético. Serán necesarias, sea cual sea el criterio de catalogación, fichas divisorias en cartón con pestañas para marcar las subdivisiones pertinentes.

• Tanto el fichero como las fichas son un trabajo muy personal, por lo que el manejo ha de

quedar reservado al propietario, ya que sólo él sabe como están ordenadas. 2. LAS FICHAS DE REFERENCIA O LITERALES.

Son aquéllas en las que transcribimos literalmente frases o párrafos enteros de un libro o artículo y que previamente hemos subrayado, entendiendo que su importancia es excepcional. Debemos tener en cuenta estos consejos:

• Una precaución importante es el no proceder a hacer fichas de referencia a lo largo de una primera lectura. Conviene leer una parte extensa del texto o todo un capítulo para poder apreciar y seleccionar lo que realmente vale la pena copiar literalmente. De lo contrarío copiaríamos fragmentos que pueden ser resumidos fácilmente en fichas resumen.

• De la misma forma que en las fichas de resumen, también en éstas la parte superior de la

ficha se utiliza para anotar, de forma abreviada el autor y el título de la obra, subrayado, así como otras indicaciones personales.

• En el cuerpo central de la ficha se escribe el texto que hemos extraído y subrayado del

libro. Ahora bien, como se trata de una referencia literal, debemos copiarlo tal como aparece en el texto, sin modificación alguna, y además "entrecomillado".

• Las citas literales deben iniciarse con tres puntos suspensivos delante si arranca su

contenido de otro fragmento anterior (es decir, empezamos a copiar en medio de una frase); también han de cerrarse con tres puntos suspensivos si cortamos la frase antes de que finalice en un punto; finalmente, deben llevar los puntos suspensivos en su interior si suprimimos palabras o fragmentos.

• En el caso de que alguna de las palabras suprimidas en un texto que estamos copiando

literalmente queramos sustituirla por otra, al ser una alteración del original, debemos ponerla entre corchetes. Por ejemplo: [taxonomía].

• La trascripción ha de ser exacta, incluso cuando existan faltas o errores en lo copiado.

Sólo está permitido en caso de error introducir junto a la palabra o frase equivocada la palabra latina sic entre paréntesis: (sic).

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FFIICCHHAA NNºº 2277

EELL TTRRAABBAAJJOO EESSCCOOLLAARR.. IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN

En las asignaturas que conforman el currículum de la ESO, y más aún en el Bachillerato, es frecuente que el profesor disponga la realización de un trabajo, ya sea individual o colectivo, sobre alguno de los temas programados en el curso. También resulta habitual, por desgracia, que los alumnos y alumnas aborden la realización de los mismos sin la más mínima planificación metodológica, limitándose a copiar literalmente de una enciclopedia, tradicional o electrónica, o de cualquier otro libro lo que encuentren sobre el tema, pero sin ningún criterio previo de selección crítica ni articulación. Hay que erradicar desde el principio ese generalizado error y debes acostumbrarte desde el inicio de tus estudios a realizar los trabajos académicos con rigor científico y metodológico.

Se distinguen, en términos generales, dos tipos de trabajos: los de síntesis o de

exposición y los de análisis o de investigación. Los alumnos de educación secundaria y de bachillerato abordan, fundamentalmente, los primeros ya que la investigación científica es una labor intelectual compleja, que requiere una preparación metodológica profunda, más propia por ello de los niveles universitarios. Así pues, nos centraremos principalmente en los primeros, sin descartar los otros. Un trabajo se síntesis se caracteriza esencialmente porque ofrece una visión de conjunto sobre un tema concreto y, para ello, recurre a una bibliografía seleccionada, pero no a materiales de primera mano. No obstante, su finalidad puede ser múltiple:

• exponer con claridad y sencillez los rasgos fundamentales de un tema. • ampliar los conocimientos de ese tema mediante la profundización y desarrollo de

aspectos sectoriales que no se han tratado suficientemente en la clase.

• integrar en una visión global aspectos que a menudo se analizan de forma independiente y, por tal motivo, dificultan el conocimiento integral de un tema.

• orientar al alumno en el uso de la bibliografía (finalidad particularmente importante

en los estudios de bachillerato).

• desarrollar las capacidades de crítica, análisis, síntesis, sistematización y exposición.

• propiciar la maduración en el método de investigación a un nivel básico.

Para la correcta realización del trabajo escolar, ya sea de síntesis o de investigación, si

realmente queremos que nos sirva como una experiencia de aprendizaje e introducción a la metodología científica, debemos seguir estas recomendaciones de forma ordenada:

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A. ELECCIÓN DEL TEMA.

Lo ideal sería que el alumnado eligiese el tema del trabajo porque no existe mayor motivación que investigar sobre algo que nos interesa. Sin embargo, a veces el tema es impuesto por el profesor con el objeto de centrar los núcleos de interés, evitar reiteraciones, adaptar el trabajo a las posibilidades reales de tipo instrumental (existencia de bibliotecas, disponibilidad de libros especializados, etc.), facilitar la orientación bibliográfica o evitar esfuerzos innecesarios. Ante la elección, hay que evitar tanto el abarcar temas excesivamente amplios como aspectos muy puntuales. En el primer caso, la magnitud de la información puede desbordarnos y, en el segundo, el problema radicaría en las dificultades para acceder a una bibliografía especializada. Por otra parte, debemos valorar antes de la elección nuestros conocimientos previos sobre el asunto. Finalmente, como recomendación práctica, en estos niveles educativos de la secundaria y el bachillerato, el alumnado debería abordar la realización de sus primeros trabajos con los recursos realmente disponibles (biblioteca escolar o municipal, conexión a Internet, etc.). B. RECOPILACION DE LA BIBLIOGRAFÍA.

El primer paso de una investigación consiste, lógicamente, en conocer lo que se ha estudiado ya sobre el tema, es decir, buscar la bibliografía. Para ello existen diferentes procedimientos, sin embargo, en estos trabajos de iniciación la búsqueda de información debe limitarse sencillamente a explorar los fondos disponibles en la biblioteca donde trabajarás y en los recursos de Internet. En caso de ser obligatorio el uso de los fondos de una biblioteca, sigue estos pasos: 1º. Repasa el Fichero de Materias y registra el repertorio de obras relacionadas con tu tema,

anotando la signatura y localizándolas en el anaquel correspondiente. Si no hubiera fichero de materias ten presente que los volúmenes de una biblioteca suelen ordenarse en estanterías temáticas. Dirígete pues a aquella en la que se inserta tu trabajo y haz el repaso de forma visual.

2º. Una vez seleccionados los libros que presumiblemente te pueden ser útiles, haz una

primera exploración de los mismos. Para ello es fundamental leer atentamente el índice. Recuerda que esta parte de un libro te informa, aunque sea de forma muy genérica, si aborda el tema de tu investigación y en qué apartado se centra. Nunca es necesario leer un libro entero para buscar datos si antes hemos analizado con calma su índice.

3º. Olvídate de los libros inútiles y elabora una ficha bibliográfica solo de aquellos que

aportan información sobre el tema. Ten la precaución de anotar (a lápiz y en el reverso de la ficha, por ejemplo), tras analizar el índice, el capítulo o apartado de tu interés.

4º. Una primera aproximación a los temas de trabajo puede encontrarse en los Diccionarios

Enciclopédicos, ya sean en formato tradicional o electrónico. No dejes de consultarlos y, si el artículo es extenso y de calidad, fíchalo y úsalo como fuente bibliográfica.

5º. Si utilizas información de portales y páginas Web consultadas en la red, aunque guardes

copia de esos ficheros, has de seguir el mismo procedimiento descrito en los apartados

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precedentes. Acostúmbrate a examinar la información digital con visión crítica y selectiva. Por supuesto, erradica el inútil vicio de copiar y pegar. Con esas prácticas no aprenderás nada.

C. ESTUDIO DE LA BIBLIOGRAFÍA.

Una vez recopilada la bibliografía y localizados los volúmenes en la biblioteca donde trabajarás, debes empezar la lectura de los libros y sacar notas de los mismos mediante la técnica de las fichas de contenido. Al principio suele pecarse de exceso y se toman más notas de las necesarias, sin embargo, con la práctica irás adquiriendo una capacidad instintiva de selección y síntesis. Acostúmbrate a resumir el contenido de varias páginas con objetividad y rigor en fichas; diferencia lo que son datos objetivos e informativos, que puedes sintetizar con tus propias palabras, de las opiniones e interpretaciones personales que hace el autor sobre esos hechos. Estas opiniones deben ir entrecomilladas en fichas de referencia. Para clarificar las diferencias entre ambas debes consultar las fichas nº 25 y 26.

Cuando hayas reunido un número suficiente de fichas con sus anotaciones procura releerlas constantemente para dividirlas en grupos diferentes. Tales divisiones o agrupamientos son muy importantes pues se corresponderán, aunque todavía sea de una forma provisional y rudimentaria, con los diferentes apartados que conformarán la estructura del trabajo. Es por ello una labor que implica con mucha frecuencia continuas modificaciones. Cada agrupamiento debe ir precedido de una ficha divisoria con pestaña donde anotes el apartado o subapartado del tema que analizan.

D. FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS. Asimismo, a medida que lees y relees la información bibliográfica, puedes incluir junto a

la clasificación de las fichas las ideas personales o hipótesis que se te vayan ocurriendo conforma profundizas en el conocimiento del tema. Asimilar de forma crítica la información científica supone ir formando un criterio ante las diferentes interpretaciones que hacen los expertos. Recuerda además que a menudo esas interpretaciones son polémicas y antagónicas. Por otra parte, las opiniones de los demás deben propiciar la construcción de tus propias hipótesis.

Es muy importante que redactes tus hipótesis personales y no te fíes de la memoria. Con

frecuencia, lamentablemente, algunas interpretaciones valiosas sobre el tema investigado se pierden por no tener en cuenta esa precaución. Para ello puedes usar el mismo formato de ficha de contenido pero hay que diferenciar claramente éstas de aquéllas. Una solución podría ser el uso de una fichas especiales donde registrarás tus ideas personales y, a tal efecto, es recomendable enfatizar tus apreciaciones escribiendo esas fichas con un color llamativo, rojo por ejemplo. De esa manera será fácil distinguir de un vistazo estas fichas de hipótesis personales de las procedentes de lecturas bibliográficas.

A medida que avances en la lectura y engroses el volumen de fichas de contenido y de

hipótesis, es más que probable que las primeras agrupaciones vayan ampliando en

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subdivisiones más específicas. Esa continua reclasificación del material bibliográfico casi anuncia ya los distintos subapartados del trabajo.

En cuanto a las fichas bibliográficas, deben clasificarse aparte por orden alfabético para

localizarlas con rapidez. E. PRODUCCIÓN DE CONCLUSIONES. Es la consecuencia lógica de todo trabajo científico, alcanzar unos resultados que están vinculados a los objetivos propuestos y a las hipótesis (que serán ratificadas, modificadas o rechazadas) sobre las que descansa y se articula la investigación. No obstante, la formulación de conclusiones es una operación que solo podrá realizarse al final del esfuerzo desarrollado puesto que requiere el continuo análisis y revisión de los materiales manejados en el trabajo. Por ello esta fundamental sección solo podrá abordarse al final del proceso.

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FFIICCHHAA NNºº 2288

EESSTTRRUUCCTTUURRAA DDEE LLOOSS TTRRAABBAAJJOOSS

Cualquier trabajo intelectual, ya sea de síntesis o de investigación, debe estar organizado de forma lógica. La exposición anárquica y embrollada de las ideas es uno de los peores defectos de cualquier tarea científica, en consecuencia, es fundamental aprender a estructurar con rigor cualquier tipo de trabajo académico. Así pues, considerando la enorme importancia que tiene esta fase vamos a estudiarla con cierta amplitud. En opinión de los expertos en metodología científica, la estructura general de un trabajo científico tendría que incluir los siguientes elementos:

ESTRUCTURA DE LOS TRABAJOS CIENTÍFICOS

SECCIONES CONTENIDO

1. NOMBRE DEL AUTOR

2. TITULO DE LA OBRA

3. DEDICATORIA Hoja en la que el autor dedica su obra a una persona, varias, o a una institución.

4. ÍNDICE GENERAL Registra las divisiones del trabajo con indicación de la página donde empieza cada una.

5. PRÓLOGO Presentación de la obra al lector, realizada por una persona ajena al autor.

6. ABREVIATURAS Habitual en los trabajos de investigación para citar revistas, colecciones documentales

7. INTRODUCCIÓN El autor fija los objetivos, las dificultades y la metodología del trabajo.

8. CUERPO DEL TRABAJO Se desarrollan con argumentos y pruebas las Ideas fundamentales del trabajo.

9. CONCLUSIONES Es un balance entre objetivos y resultados; también se perfilan futuras investigaciones.

10. NOTAS Son muy importantes en un trabajo científico. En ellas se fundamentan las afirmaciones mediante citas bibliográficas y pruebas documentales que permiten sustentar hipótesis.

11. APÉNDICES Son documentos -escritos, gráficos, estadísticas, etc.- que apoyan las hipótesis.

12. ÍNDICES ALFABÉTICOS Sirven para localizar ideas, conceptos, lugares o personajes dentro de la obra.

13. BIBLIOGRAFÍA Recoge de forma ordenada las publicaciones científicas que abordan el tema analizado.

El carácter inicial que tienen los trabajos realizados por el alumnado del bachillerato, exime, obviamente, del desarrollo de una estructura tan completa como la expuesta en el cuadro anterior. Por ello te proponemos como guía básica para organizar un trabajo de síntesis la siguiente estructura, mucha más sencilla:

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1º. TÍTULO:

La elección correcta de un título para un trabajo no es tan fácil. En la medida de lo posible debe ser claro (evitando expresiones imprecisas, equívocas o extravagantes), comprehensivo (es decir, que resuma bien el contenido del trabajo) y, por último, breve. Sólo en caso de necesidad debe añadirse un subtítulo. 2º. INTRODUCCIÓN:

Es la parte inicial de una obra y debe cumplir el objetivo de preparar de forma correcta al lector para comprender el contenido de la misma. Toda introducción tiene que responder con claridad a la pregunta "¿de qué se trata?" pero presentando el tema como un problema. Con ello se pondrán de relieve los diferentes aspectos que se tratarán en el cuerpo del trabajo, donde se intentará dar respuesta y solución a cada uno de ellos. En realidad, lo que hacemos en este apartado de nuestro trabajo es aplicar el método científico que consiste en:

a) Plantear un problema como algo que necesita solución. b) A partir de ese conflicto se proponen diferentes hipótesis explicativas que serán

expuestas y analizadas críticamente para comprobar su validez.

c) Depuradas las hipótesis válidas con pruebas y argumentos, presentamos nuestra solución al problema: es la tesis.

3º. CUERPO DEL TRABAJO (dividido en capítulos):

Podemos considerarlo como la pieza fundamental de la obra ya que aquí tenemos que demostrar con argumentos, datos, pruebas -y a través de un desarrollo lógico y organizado- lo que planteábamos en la introducción. El cuerpo de un trabajo científico debe estar bien estructurado, es decir, dividido en una serie de apartados principales y en subapartados secundarios, que no han de ser muy numerosos pues de lo contrario harían el esquema demasiado confuso por la excesiva fragmentación. Aunque es difícil dar normas estrictas sobre la estructuración de un trabajo, pues éstos pueden ser de naturaleza muy variada y presentarse con múltiples extensiones, no obstante, es recomendable que éste cuente en principio con los siguientes elementos:

a) Una primera división en grandes apartados que serán los capítulos del trabajo. b) Una segunda división, interna, de cada capítulo en varios apartados menores que son

los epígrafes.

Es muy importante que los capítulos tengan un título correctamente elegido puesto que de esa manera contribuiremos a clarificar las ideas. Asimismo, tanto éstos como los epígrafes, han de ir numerados para una rápida localización de los contenidos. También es aconsejable que todas las divisiones de la obra sean, en la medida de lo posible, de una extensión homogénea. Por otra parte, en la exposición de un tema, ya sea de investigación como de síntesis, el autor tiene que renunciar a formular cualquier tipo de hipótesis o tesis que no resulte plenamente satisfactoria. Hay que saber distinguir, y expresar de forma escrita dicha

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distinción, dejando bien claro lo que son ideas principales, las que son secundarias y, finalmente, los ejemplos ilustrativos. Prescindamos de aquella información recopilada pero que no encaja en el tema de nuestro trabajo. Los datos de una cuestión que al final resulten accesorios no deben incluirse en el texto escrito sino que han de relegarse a las notas: de esta manera mantendremos la claridad en el trabajo. 4º. NOTAS:

A veces se denominan notas a pie de página porque en muchos trabajos científicos aparecen en la parte inferior de cada página, generalmente con un tamaño de letra pequeño y están numeradas. No obstante, también pueden ir reunidas en un apartado individualizado del trabajo, opción esta mucho más cómoda. Su finalidad es en todo caso sacar del texto de cualquier obra científica las informaciones incidentales o colaterales para dejar el discurso de cada capítulo concentrado en el desarrollo de lo esencial y, por último, las notas pretenden hacer más legible el cuerpo del trabajo. En consecuencia, podemos utilizarlas para muchos cometidos. A saber:

a) Indicar la fuente documental o la bibliografía sobre la que apoyamos una afirmación. b) Ampliar la información sobre un aspecto secundario de nuestro trabajo pero que no

deja de ser interesante.

c) Remitir a la consulta de otra parte del trabajo donde ya desarrollamos con amplitud una cuestión.

d) Para aclarar nombres propios, localización de elementos geográficos, términos

especializados, etc.

Como en todo, hay que ser moderado y oportuno: no es admisible usar las notas para realizar afirmaciones o indicar datos que son obvios y fácilmente comprobables en cualquier manual. La más frecuente de todas las notas es la bibliográfica, es decir, aquélla en la que citamos, cuando hacemos uso de las opiniones o afirmaciones de un autor, su nombre y la obra donde ha expresado esas hipótesis, con indicación exacta de las páginas. En el caso de que incluyamos en la nota una cita literal, recuerda que ésta ha de ir "entre comillas". Tanto en un caso como en otro, siempre se copiará la referencia bibliográfica completa (como en las fichas) pero de forma seguida. Por ejemplo: 12. BRAUDEL, F., La Historia y las Ciencias Sociales, Madrid, 1982, 6ª ed., pág. 74.

Las notas deben numerarse siempre pero, en función del tamaño que adquiera el trabajo, podremos hacer esta operación separándolas por capítulos, o bien de forma continuada desde el principio hasta el final de la obra. 5º. APÉNDICES:

Es muy frecuente que en un trabajo científico se incluyan materiales documentales que sirven para ilustrar, corroborar, completar o fundamentar los argumentos desarrollados a lo largo del mismo. En esos apéndices puede incluirse un material muy heterogéneo: gráficos,

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mapas, organigramas, fotografías, textos escritos, etc. Cuando este repertorio documental es muy abundante, resulta aconsejable acumularlo al final del trabajo, detrás de las conclusiones, e incluso dividirlo en secciones. Por ejemplo:

APÉNDICE DOCUMENTAL

Apéndice 1º: textos

Apéndice 2º: gráficos

Apéndice 3º: mapas

6º. CONCLUSIONES:

Son la consecuencia natural de los trabajos científicos, pero muy especialmente de los de investigación. En este apartado final ofreceremos al lector un compendio de los resultados obtenidos: no un resumen de todo el desarrollo anterior, sino unas deducciones fundamentales que se desprenden de lo analizado en el cuerpo del trabajo.

Las conclusiones han de ser significativas, relacionadas con el planteamiento

problemático que formulamos en la Introducción y estar vinculadas, en la medida de lo posible, con el contexto en el que se desenvuelve nuestro trabajo. También se pueden vincular con la problemática científica general de la disciplina y, en este caso, habría que señalar la evolución experimentada por esa problemática para concluir con el estado actual de la cuestión. Es también aconsejable subrayar los aspectos del tema insuficientemente explicados por la propia disciplina científica y, por lo tanto, abiertos a nuevas interpretaciones. También pueden señalarse aquellas cuestiones que son polémicas y dividen a los especialistas. 7º. BIBLIOGRAFÍA:

En este apartado último del trabajo presentaremos, ordenada en forma de lista alfabética, la relación de libros, revistas y artículos que hemos leído para la realización de la obra. También podrán incluirse otras obras que hemos conseguido fichar sobre el tema, aunque no hayamos podido consultarlas, pero que se consideran importantes en la materia. Para la confección de la Bibliografía, tal como se ha indicado anteriormente, ordenaremos el listado de autores de forma alfabética, separando todos los datos por comas y los citaremos de forma correlativa de esta manera:

BIBLIOGRAFÍA

ÁLVAREZ, M. y otros (1988), Métodos de estudio, Ed. Martínez Roca, Barcelona.

BROWN, W. (1975), Guía del estudio efectivo, Ed. Trillas, México.

CASTILLO CEBALLOS, G . (1979), Aprender a estudiar, Ed. Mundo Cristiano, Madrid.

APELLIDOS Y NOMBRE DEL AUTOR

(en mayúsculas)

AÑO DE EDICIÓN

TÍTULO DE LA OBRA EN CURSIVA

(minúscula)

EDITORIAL Y LUGAR

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FFIICCHHAA NNºº 2299

LLAA EELLAABBOORRAACCIIÓÓNN DDEELL TTRRAABBAAJJOO

Hasta ahora los pasos dados para abordar la realización del trabajo escolar han sido los siguientes: 1) Buscar la información sobre el tema mediante la recopilación bibliográfica. 2) Extraer lo sustancial de esa bibliografía tras la lectura del material y recopilándolo en

fichas de contenido. 3) Diseñar las partes esenciales de la estructura que ha de tener nuestro trabajo mediante la

propia organización de las fichas de contenido.

Así pues, hemos llegado a un punto decisivo en la organización de cualquier trabajo científico: su elaboración. Puede decirse que todo lo acometido anteriormente era una preparación para afrontar la producción literaria de nuestra obra. En esta ficha expondremos las técnicas que deben manejarse para ir elaborando el trabajo científico. En la siguiente profundizaremos sobre las normas que deben tenerse en cuenta para la presentación formal de dicho trabajo.

La elaboración de una obra científica se fundamenta en la progresiva realización de guiones de trabajo, que son, como su nombre indica, una especie de borradores donde se marcan de forma provisional, aunque cada vez más ajustadas, las directrices y líneas argumentales de nuestro trabajo. Después vendrá la redacción del mismo, con lo cual ya le daremos la forma definitiva. Antiguamente, los guiones se realizaban escribiendo en un papel de formato grande (como el A4) y casi siempre de manera manuscrita. Cada guión se correspondía con cada una de las partes del trabajo. Las TIC han modificado profundamente la forma de redactar tanto los guiones como el texto definitivo pues, es obvio, que un procesador de textos agiliza de forma significativa ese proceso y facilita las revisiones. Sin embargo, siempre es aconsejable recurrir a la elaboración de los guiones, uno de carácter general para toda la obra y varios específicos para cada capítulo o apartado de la misma, si queremos clarificar nuestras ideas. 1. EL GUIÓN GENERAL DE LA OBRA.

Para realizar este borrador de la estructura global de nuestro trabajo, la tarea inicial consistirá en el repaso exhaustivo de todos los materiales recopilados y así poder fijar, de la manera más exacta posible, el objetivo del mismo y delimitar su campo de estudio. Es muy importante que en esta fase, ya sea en un documento electrónico o si lo prefieres en una libreta pequeña, se anoten todas las ideas que al respecto vayan surgiendo, aunque luego sean desechadas. No te fíes de la memoria, a veces, buenos planteamientos que surgen tras reflexionar sobre un tema de trabajo se pierden por no haberlos registrado de forma escrita.

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Cuando hayas repasado el material y consultado las notas, es muy recomendable elaborar cuadros sinópticos, de llaves o numéricos, en los que aparezcan las divisiones y subdivisiones de la obra (capítulos, epígrafes, etc.). A tal efecto, te servirá como punto de partida la clasificación que hicieras en su día de las fichas de contenido, la cual era ya de hecho un esbozo rudimentario del guión. Sin embargo, a cada una de esas divisiones tienes que añadirle ahora un título, aunque en el primer momento sólo sea aproximado, y un número para articular bien las diferentes partes del trabajo. 2. LOS GUIONES DE LOS CAPÍTULOS O APARTADOS.

Cuando esté casi cerrado el guión general de todo el trabajo, tendrás que empezar a desarrollar con mayor extensión y precisión lo que vas a tratar en cada capítulo. Para ello confecciona igualmente guiones de cada parte de la obra. Relee, pues, la información recopilada para ese capítulo, establece un primer borrador con divisiones y subdivisiones, reforma el guión o incluso refórmalo por completo si fuera necesario cuantas veces sea necesario y, si el trabajo es muy extenso, confecciona en hojas aparte guiones particulares para cada epígrafe. En ellos ya puedes incluir, aunque de forma sumaria y mediante símbolos (como las flechas, uso de diferentes colores, etc.) los siguientes elementos:

• HIPÓTESIS DE TRABAJO • DATOS

• ARGUMENTOS Y RAZONAMIENTOS PARA DEFENDER CADA

IDEA

• DEDUCCIONES Y CONSECUENCIAS

3. LA REDACCIÓN.

Con la redacción llegamos finalmente a culminar nuestro esfuerzo. En esta fase crítica, pues recuerda que de aquí saldrá el producto acabado tal como lo presentaremos al juicio crítico del lector o del profesor, debes tener en cuenta algunas recomendaciones esenciales. A saber:

a) La redacción del documento se realizará en formato estandarizado, como el A4), siendo aconsejable que se escriba o imprima por una sola cara.

b) No empieces a redactar sin haber resuelto previamente las cuestiones problemáticas que

planteaba ese capítulo. Por lo tanto, es fundamental que el tema del apartado esté con antelación bien delimitado y el guión de trabajo cerrado, aunque luego sobre la marcha se imponga alguna modificación.

c) Antes de comenzar a escribir repasa bien el guión. Evitarás pérdidas de tiempo y

ahorrarás esfuerzos inútiles.

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d) Hazte a la idea de que un trabajo difícilmente se redacta de un sólo tirón. Lo más

probable es tener que recurrir a varias redacciones a través de las cuales irás corrigiendo y perfilando el texto definitivo. Es más, releer de forma continua y repetida lo que ya hemos escrito es la única forma segura de detectar errores.

e) En las sucesivas redacciones no olvides nunca corregir las faltas ortográficas y de estilo

que vayas descubriendo.

f) En la primera redacción concéntrate sobre el contenido de la obra, es decir, en incorporar lo esencial: datos, argumentos, deducciones, etc. Prácticamente debes limitarte a enlazar debidamente los distintos puntos que tiene el guión, rellenándolos con la información necesaria, y por ello puedes prescindir del estilo. En esta fase todavía puedes redactar de forma muy sucinta.

g) Por el contrario, en las sucesivas redacciones, una vez incluida la información que da

contenido al trabajo, tienes que ir puliendo continuamente el contenido del discurso y su estilo. Ahora procede cambiar el orden de algunos párrafos siempre que con ello gane en claridad el texto escrito.

h) Redacta de forma simultánea el texto del capítulo y sus correspondientes notas. Es una

precaución importante para evitar despistes y confusiones.

i) Recuerda siempre que las citas literales de un autor, tanto en el texto como en las notas, deben ir "entrecomilladas" y si rompes la frase has de utilizar corchetes y puntos suspensivos: […].

j) Subraya las frases principales que desees destacar pero con mucha moderación.

Asimismo has de subrayar en el texto (o bien escribir con letra cursiva si tienes ordenador) las palabras expresadas en idioma distinto.

k) Si en el texto escribes el nombre de un autor, hazlo con letra minúscula (Francisco

Rodríguez Adrados) pero en las notas debes hacerlo con mayúsculas (RODRÍGUEZ ADRADOS, F.) poniendo primero los apellidos y después el nombre.

l) Normalmente, la Introducción y las Conclusiones se dejan para redactarlas al final.

m) Es muy útil y provechoso someter el trabajo a la consideración de otra persona para que

revise críticamente su contenido, aunque ello te obligue posteriormente a introducir modificaciones. No seas soberbio y acepta las opiniones y correcciones de los demás.

n) El estilo de una obra científica ha de reunir una serie de características insoslayables y,

entre ellas, la más importante de todas es la claridad expositiva y la coherencia lógica de la argumentación. Así pues, el estilo empleado en su redacción se caracterizará por las cualidades que se exponen en el cuadro siguiente:

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1º. Claro:

Elige con cuidado las palabras y para ello consulta siempre un diccionario. Es la única garantía para comprobar siempre el significado exacto de las mismas. Evita en la medida de lo posible los tecnicismos y no uses abreviaturas equívocas.

2º. Sencillo:

Nada de florituras ni metáforas difíciles ni expresiones rimbombantes. No emplees frases largas ni construcciones sintácticas excesivamente complejas si no tienes un dominio depurado del lenguaje.

3º. Preciso:

Hay que buscar la exactitud y evitar la ambigüedad. Utiliza con parquedad los adjetivos calificativos, elimina los superfluos y no abuses de los superlativos. Rehuye la repetición reiterada de las ideas. Mantén en todo momento el rigor lógico en las exposiciones, argumentaciones y deducciones.

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EELL TTRRAABBAAJJOO.. AASSPPEECCTTOOSS FFOORRMMAALLEESS

Es frecuente que un trabajo bien construido inspire repulsa en el profesor que ha de calificarlo cuando la presentación es deficiente. Así pues, el alumnado de secundaria y sobre todo el de bachillerato tiene que conocer y usar con solvencia los aspectos formales en la presentación de cualquier documento escrito. Así pues, es necesario recordar algunas normas elementales sobre este asunto: 1. Acostúmbrate a utilizar siempre formatos de papel normalizado, cuyas dimensiones se han

acordado internacionalmente para racionalizar la edición de textos. En consecuencia, abandona cualquier otro tipo de papel que no sea el universal A-4 (210 x 297 mm).

2. Regla de oro: respeta siempre amplios márgenes sin escribir en los cuatro lados del papel.

Estos márgenes no sólo deben aparecer en los trabajos sino que también, tal como se ha explicado, en tu libreta personal. Aunque el grosor de los márgenes puedes modificarlo según las necesidades de cada trabajo específico, procura por lo menos respetar:

2´5 cms. arriba, abajo y a la derecha; 3 o 3´5 cms. en el margen izquierdo del A-4.

La superficie de escritura de un papel nunca es la totalidad del mismo sino el espacio resultante tras quitar los márgenes. Norma que has de acostumbrarte a mantener siempre, incluso en las notas manuscritas en folios o en tu libreta. Para que se entienda mejor, observa este dibujo en el que la zona coloreada representa el espacio del papel donde se puede escribir, tras quitar los márgenes.

3. Es inexcusable ya en el bachillerato presentar los trabajos elaborados con un procesador de

texto. 4. Es recomendable escribir o imprimir el papel por una sola cara, no obstante, los

procesadores de texto permiten hacerlo fácilmente por el anverso y el reverso. De esa manera ahorraremos papel y reduciremos el impacto medioambiental.

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5. Finalmente, todo trabajo científico debería contener de forma casi obligatoria las partes que se indican a continuación y se presentarían de esta manera:

1º. CUBIERTA.

Es lo primero que vemos en un trabajo (por ello puede que no sea de papel sino de cartulina u otro material más rígido y actúa como las tapas). La cubierta puede reproducir en su totalidad, o sólo en parte, los datos de la PORTADA. En cualquier caso al menos debe incluir: NOMBRE(S) DEL AUTOR(ES), TÍTULO DEL TRABAJO Y AÑO. 2º. HOJA EN BLANCO.

Esta hoja se cuenta a la hora de paginar el trabajo pero su número, que es el 1, no se escribe. 3º. PORTADA.

Es una pieza muy importante pues debe incluir, desde arriba hacia abajo, los siguientes datos:

NOMBRE (S) DEL AUTOR (ES)

TITULO DE LA OBRA

SUBTÍTULO (si lo tuviera)

PÁRRAFO DE PRESENTACIÓN

AÑO

Esta misma hoja puede utilizarse para la cubierta ya que contiene los datos básicos de

identificación (autor, título de la obra y año), aunque en tal caso hay que suprimir el párrafo de presentación. La portada también debemos contarla para el cómputo de la paginación aunque su número tampoco se escribe. En cuanto al Párrafo de presentación es simplemente una indicación sobre la justificación normativa que explica la realización del trabajo. Como en tu caso será casi con toda seguridad una actividad ordenada por el profesor de una asignatura concreta, es suficiente que utilices la palabra trabajo con indicación de la materia curricular a la que pertenece, el curso y, opcionalmente, el profesor que dispone su elaboración. Por ejemplo:

Trabajo de investigación científica sobre la población andaluza en la Edad Moderna. Asignatura

de Historia de España (2º de Bachillerato). Profesor D. Juan Páez Blas.

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4º. INTRODUCCIÓN.

Ya hemos indicado los aspectos que debe tratar toda introducción. En cuanto a los rasgos formales de este apartado de la obra sólo indicar que, al final del texto de la misma y varios espacios en blanco más abajo, debe registrar: a) a la izquierda: LUGAR Y AÑO; b) a la derecha: NOMBRE(S) y APELLIDOS DEL AUTOR(ES).

La Introducción es la primera hoja de la obra que lleva escrito el número de la página -que escribiremos en el centro del margen inferior del papel, o bien en el extremo derecho-, número que no es el 1 sino el que corresponda tras contar todas las hojas hasta ahora utilizadas en el trabajo. Suele escribirse con números romanos aunque, por comodidad, puede utilizarse ya desde aquí la numeración arábiga. 5º. ÍNDICE 0 SUMARIO.

Aquí se recogerán todas las partes y divisiones que tiene el trabajo, desde el principio hasta el final, indicando la página donde empieza cada una de ellas. Empezará por la Introducción, después se indicarán los nombres de cada Capítulo (y de los epígrafes si los tuviera), las Notas de cada capítulo, el Apéndice (si lo hay) y la Bibliografía. El índice puede situarse inmediatamente después de la portada, o bien al final del trabajo. En todo caso esta página se confeccionará cuando el trabajo esté terminado puesto que no podrás anotar el número de la página donde empieza cada capítulo y epígrafe hasta que hayas paginado la totalidad de la obra. 6º. CUERPO DEL TRABAJO DIVIDIDO EN CAPÍTULOS.

A partir de la hoja del Capítulo I la numeración de las páginas se escribirá siempre con números arábigos. Un tipo de números que se mantendrá ya hasta el final del trabajo.

Si la obra se divide en capítulos, el inicio de cada uno de ellos debe recoger en la parte superior del papel, con letra grande y de trazo grueso la palabra CAPÍTULO y el número del mismo. Debajo, con el mismo tipo de letra, el título de dicho capítulo. Más abajo, dejando bastantes líneas en blanco (cinco por lo menos), comenzará el texto. Siempre que se inicie un párrafo en el texto debes sangrar la primera palabra, es decir, no empezar en la misma línea del margen izquierdo, sino desplazar la primera palabra del párrafo al menos cinco espacios a la derecha. Comprueba, a título ilustrativo, cómo en el párrafo que se inicia abajo con la palabra Por, ésta se encuentra sangrada.

Por otra parte, si dentro del capítulo incluyes otras divisiones (epígrafes), éstos han de ir numerados, pero con números arábigos, y escritos con letra de trazo grueso o negrita. Los epígrafes no se sangran, empiezan en el mismo margen izquierdo. Entre el final de un epígrafe y el inicio del siguiente deja siempre varias líneas en blanco para que la separación sea clara.

En el texto del capítulo irás disponiendo las llamadas de las notas. Es decir, cada vez que incluyas una información significativa o bien la opinión de un autor, ya sea referencial o mediante cita textual, debes registrar la procedencia bibliográfica en el apartado de las Notas.

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Para ello introducirás en el texto de forma ordenada tantos números como notas necesites, bien incluidos entre paréntesis (1) o bien mediante un numerito muy pequeño que imprimen fácilmente los procesadores. He aquí ¹ un ejemplo. Si la cita fuera textual, es decir, por la importancia de la idea decides copiar literalmente la frase de un autor, entonces no olvides nunca que tales citas textuales van siempre “entrecomilladas". Además es aconsejable escribirlas en letra cursiva, o en su defecto, subrayadas. La cita textual puede ir incluida dentro de un párrafo, pero si es muy extensa y de gran trascendencia, se recomienda separarla del texto y crear con ella un párrafo especial, que para diferenciarlo de tu redacción, tendrá un margen mayor, se mecanografía a un solo espacio y, además, va en cursiva. Observa el ejemplo siguiente:

pero la economía del reino nazarita de Granada dependió en gran medida del comercio exterior puesto que esa fuente de ingresos resultó desde el siglo XIV indispensable para financiar los gastos del estado musulmán. Sin embargo el control de los intercambios comerciales no estaba en manos de las autoridades sino que fueron los comerciantes italianos los que organizaron el circuito mercantil otorgando a Málaga un protagonismo indiscutible. Ello explica que:

“…los mercaderes de Génova convirtiesen el puerto malagueño en base fundamental de operaciones comerciales y englobasen los productos del emirato en sus complejas organizaciones…” (7)

← El texto del capítulo está escrito con un tipo de letra más grande. ← La cita literal está sangrada, escrita en cursiva y con una letra más pequeña. El número remitirá a la Nota 7ª de ese capítulo y allí se citará el libro de donde procede.

7º. NOTAS DEL TRABAJO.

Cada capítulo del trabajo irá seguido de una o varias hojas con sus correspondientes Notas. Éstas se numeran de forma independiente, es decir desde la 1 hasta donde lleguen, en cada capítulo. No obstante, cuando el trabajo sea monográfico y su extensión reducida, se permite agrupar todas las notas al final del último capítulo o apartado del trabajo. Sólo en este caso se numerarán de forma correlativa (es decir, que si el Capítulo 1 acabara con la nota nº 15, la primera nota del Capítulo II debe ser la nº 16) Para redactar las notas ten presente estas normas: a) Las citas extraídas de un libro, un artículo de revista, ponencia de un Acta o cualquier otra

obra colectiva, han de registrar todos los datos que se anotaron en la ficha bibliográfica, y separados por comas. A saber:

• APELLIDOS (en mayúscula) y NOMBRE DEL AUTOR (completo pero en

minúscula, o abreviado).

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• AÑO DE EDICIÓN, cuyo número se escribe dentro de un paréntesis. • TÍTULO DEL LIBRO o DEL ARTÍCULO (en letra cursiva o, en su defecto,

subrayado), si fuera revista o Acta de Congreso el nombre de la revista o de las Actas se escribe "entrecomillado".

• después, y por este orden, EDITORIAL y CIUDAD DE EDICIÓN.

• finalmente, la página o páginas (abreviadamente, p. o pp.) donde se encuentra la

información o cita textual que hemos reproducido.

b) Si se cita una página Web o cualquier tipo de documento digital, las normas que se deben tener en cuenta son las siguientes:

• APELLIDO/S, Iniciales del nombre. (año). "Título". Revista [unidad de contenido + tipo de soporte]. [Fecha de consulta]. <URL> Ejemplo: RAU, A. (1999). "Lo digital se acerca a lo literario. Notas sobre la aplicación de conceptos informáticos en la escritura de textos literarios". Hipertulia. Revista Espéculo [artículo en línea]. [Fecha de consulta: 8 de febrero de 2004]. <http://www.ucm.es/info/especulo/hipertul/Lit/digiEs.htm>

c) Si tras citar una obra en una nota, en la siguiente vuelves a citarla otra vez, no es

necesario repetir los datos arriba indicados. Basta con escribir las siguientes abreviaturas latinas:

• Id., (la misma obra y la misma página, por lo cual no se anota el número).

• Ibid., (la misma obra, pero otra página) seguida de p. (página) y su número.

d) Cuando vuelve a citarse en una nota más alejada al mismo autor y la misma obra,

tampoco es necesario repetir los datos bibliográficos que registramos la primera vez. Basta con escribir tan solo los apellidos y nombre del autor (en mayúsculas) y dentro de un paréntesis el año de edición de la obra.

e) Si citas varias obras de un mismo autor es suficiente con indicar los apellidos y el nombre

del autor, seguido (entre paréntesis) del año de edición de la obra, así como la página o páginas.

8º. HOJA CON EL TÍTULO DE APÉNDICE (si lo hubiere)

Una obra científica incluye con frecuencia al final de la misma una sección de apéndices. Aquí se ordenan documentos de todo tipo y naturaleza que se consideran como pruebas fundamentales sobre las que descansan las proposiciones y fundamentaciones del trabajo. Si el Apéndice incluye documentos heterogéneos, debemos poner el nombre en plural (APÉNDICES) y debajo especificar la característica de cada uno de ellos. Por ejemplo:

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APÉNDICE I. TEXTOS APÉNDICE II. MAPAS APÉNDICE III. GRÁFICOS

9º. APÉNDICE(S).

Cada documento del Apéndice debe estar encabezado por un número y su título identificativo. Por ejemplo:

Doc. 1: Título II de la Constitución Española de 1978. Artículo 1. Doc. 2: Real Decreto 2341/89 de 25 de Agosto de 1969.

En el supuesto de que se incluyan documentos de distinta naturaleza, debemos

numerarlos de forma autónoma cada uno de ellos, y además es aconsejable separar los que pertenecen a cada grupo mediante una hoja (que se cuenta pero cuyo número no se escribe) en la que escribiremos el tipo de documento que incluye ese apéndice (textos, mapas, gráficos, fotografías, estadísticas, etc.). 10º. BIBLIOGRAFÍA.

Incluirá la relación de obras consultadas para la realización del trabajo científico, ordenadas alfabéticamente (y asimismo aquéllas que hemos fichado porque son indispensables, aunque no hayamos podido acceder a ellas).

Para repasar las normas que regulan las citas bibliográficas en un trabajo científico, es

conveniente consultar la ficha nº 25. 11º. HOJA DE CIERRE EN BLANCO.

Detrás de la Bibliografía, o bien tras el índice en el caso de que éste se ubique al final de la obra, es conveniente situar una hoja en blanco que cierra el trabajo. Por último, una vez ordenado éste siguiendo la articulación que acabamos de exponer, ha de encuadernarse de forma sencilla. Si se trata de una opúsculo breve con pocas páginas es suficiente el sistema de fundas de plástico y varilla lateral para presionar las hojas, que puedes encontrar en cualquier papelería. Si por el contrario se trata de una pieza más abultada, entonces es recomendable la encuadernación con tapas de cartulina y sistema de gusanillo que realizan en la mayoría de las copisterías.

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Este libro digital fue compuesto en el mes de abril del año dos mil diez.

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El autor es Licenciado en Geografía e Historia y Doctor en Historia Moderna de España por la universidad de Málaga. Ha realizado dos estudios de máster en el Instituto Técnico de Estudios Aplicados, uno sobre dificultades del aprendizaje y otro sobre pedagogía terapéutica. Actualmente es profesor de educación secundaria en un instituto de la provincia de Málaga.