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MI CREDO PERSONAL. Primero lograr el éxito en casa. Buscar y merecer la ayuda divina. Nunca te comprometas con la deshonestidad. Acuérdate de las otras personas implicadas, y; escucha a ambas partes antes de juzgar. Pide consejo a otros. Defiende a los que no están presentes. Sé sincero pero terminante. Desarrolla una nueva habilidad cada año. Planifica hoy el trabajo de mañana. Lucha mientras esperas. Mantén una actitud positiva. Conserva el sentido del humor. Sé ordenado en tu persona y en el trabajo. No temas a los errores; teme sólo la ausencia de respuesta creativa, constructiva y correctiva a esos errores. Facilita el éxito de tus subordinados. Escucha el doble de lo que hables. Concentra todas tus habilidades y

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MI CREDO PERSONAL.

Primero lograr el éxito en casa.

Buscar y merecer la ayuda divina.

Nunca te comprometas con la deshonestidad.

Acuérdate de las otras personas implicadas, y;

escucha a ambas partes antes de juzgar.

Pide consejo a otros.

Defiende a los que no están presentes.

Sé sincero pero terminante.

Desarrolla una nueva habilidad cada año.

Planifica hoy el trabajo de mañana.

Lucha mientras esperas.

Mantén una actitud positiva.

Conserva el sentido del humor.

Sé ordenado en tu persona y en el trabajo.

No temas a los errores;

teme sólo la ausencia de respuesta creativa,

constructiva y correctiva a esos errores.

Facilita el éxito de tus subordinados.

Escucha el doble de lo que hables.

Concentra todas tus habilidades y

todos tus esfuerzos en la tarea que tienes entre manos,

sin preocuparte por el próximo paso que des.

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CREDO NICENO-CONSTANTINOPOLITANO

Ícono del Emperador Constantino I y los Padres del Primer Concilio

Ecuménico con el texto de la primera parte del Credo.

El Credo Niceno-Constantinopolitano (llamado también

el Credo Niceno, el Símbolo de la Fe, el Pistevo (del

griego que significa “creo”), o simplemente el Credo) es

el credo formulado en los primeros dos Concilios.

El símbolo Niceno-Constantinopolitano surge por la

necesidad de la Iglesia de establecer claramente todo

aquello en lo que debe creer cualquier bautizado.

Además se establece para tener una referencia en contra de las ideas heréticas

que surgían a cada momento. Es establecido en los concilios de Nicea y

Constantinopla, a mediados del siglo IV d. C. Se definió por los Santos Padres de

ésos dos concilios, que tuvieron lugar en Nicea y Constantinopla, respectivamente,

para combatir varias herejías, sensiblemente el arrianismo, elapolinarismo,

el macedonianismo o pneumatomaquianismo, y el quiliasmo.

ORÍGENES

Algunos escolares creen que el Credo promulgado por el Primer Concilio

Ecuménico se basó en un credo primitivo de bautismo usado en Palestina (el

Credo de los Apóstoles), aunque otros lo piensan más probable que se originó de

un credo promulgado temprano en A.D. 325 en Antioquía, un supuesto “Credo

Siriano.”

El Credo de hoy se formuló de dos etapas, y el que se recita actualmente en la

Iglesia Ortodoxa refleja las redacciones y añadiduras hechas en el Segundo

Concilio Ecuménico. Algunos siglos después, la Iglesia Católica Romana trató de

cambiar el credo unilateralmente por añadir la cláusula filioque. Ésta diferencia era

una de las causas del Gran Cisma entre Roma y Constantinopla.

La Iglesia Copta tiene una tradición que San Anastasio de Alejandría, cuya

teología fue importantísima durante el concilio, fue el autor del Credo aunque fue

sólo un diácono en ese momento.

TEXTO DEL CREDO NICENO-CONSTANTINOPOLITANO

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Creo en un solo Dios Padre, Todopoderoso,

Creador del Cielo y de la Tierra, de todo lo visible e invisible.

Y en un solo Señor, Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios,

nacido del Padre antes de todos los siglos;

Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero; nacido, no creado;

Consubstancial al Padre, por Quien todo fue hecho.

Quien por nosotros, los hombres,

para nuestra salvación, descendió de los cielos,

y se encarnó del Espíritu Santo y de María Virgen y se hizo hombre.

Crucificado también por nosotros bajo Poncio Piloto, padeció y fue sepultado.

Y resucitó al tercer día conforme a las Escrituras.

Y subió a los Cielos y está sentado a la Diestra del Padre.

Y otra vez ha de venir con gloria,

a juzgar a los vivos y a los muertos y Su Reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de Vida,

que procede del Padre y del Hijo,

que con el Padre y el hijo recibe la misma adoración y gloria

y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica.

Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero. Amén.

Nota: El Credo que se recita hoy en la alabanza Ortodoxa emplea la primera

persona singular creo en lugar de la primera persona plural como se promulgó en

los concilios.