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mi nombre es Domingo (cuento) carabajo

Mi nombre es domingo

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Page 1: Mi nombre es domingo

mi nombre es Domingo

(cuento)

carabajo

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Sí. Domingo. Qué se puede hacer un día domingo. Nada. O todo. Lo que te de la gana. Si tenés la plata. Como si comerte al domingo fuera tan apetecible como no saber qué comer o a dónde ir. Sí. Yo hago lo que se me da la gana. A la hora que quiero y de la manera que me guste. Me gusta aburrirme. Porque eso es señal de que no estoy haciendo nada. ¡Me ¨ encanta ¨ no hacer nada!. Porque si hago algo piensan que soy lunes, miércoles o hasta viernes. Pero no. ¡Já!. ¡Aguante Domingo! ¡Y mirá que te la tenés que bancar, he!. ¡Usar la inteligencia! Conozco muchos que mueren un domingo. Porque se les va el tiempo. Y no saben que el tiempo es Oro. Sí, Oro. Ella estaba un sábado por ahí y yo me la traje. Yo: Domingo. El sábado da para pensar que uno puede hacer miles de cosas en esos dos días. Arrancan bien. Pero el domingo se tiene que acabar y el límite es la medianoche. Allí ya podés encomendarte a ser el mismo nabo de todos los lunes. Para cuando te despiertes. Casi rezás por volver a ese estado tan original que dura cinco días. Porque los lunes sí que tenés que ponerte las pilas. ¡A toda hora!. ¡La semana te parece tan inacabable cuando comienza que se parece a el infinito!. ¡Es trascendente!. ¡Inmortal!. Es ser importante de nuevo. Hacer algo. Tomarte todo en serio. Ser capaz de cualquier sacrificio. Inventar las leyes que determinan tus propósitos. Subirte al tren el auto o el colectivo e ir hacia algún lado. ¡¡TRABAJAAAR!! La velocidad es desmesurada. El vértigo infalible. La mejor solución. El mandato de encomendar al destino. Con suerte llegar. La atención en cada detalle. Y a no equivocarse. Azúcar, sal y pimienta. Pero yo soy Domingo. Por eso dicen que estoy loco. Que no respeto las leyes de tránsito. Que manejo mal. ¡Animaaaaaal!………, me gritan los que pasan……….. ¡mirá por donde váaaaaas!, agregan. Entonces miro el almanaque del que gritó y le respondo con un saludo gracioso: ¡adiós, lunes!; ¡lindo día ¿no, martes?!, ¡felicidades, amigo miércoles!; ¡que lo parióooo jueeeves... cómo se te veeeee!, y finalmente: ¡che, viernes, no te agrandés que te falta poco! Y llega el sábado. Y entonces lunes martes miércoles jueves y viernes me preguntan que qué hacer. ¡Yo soy Domingo, claaaro!. Un sábado la conocí a Oro, ya lo dije. Y aprendí lo que era ser domingo ¡AL DIA SIGUIENTE!.