Los Derechos Humanos en la constitución política y en la actualidad

Durante la existencia del hombre, este siempre ha buscado un estado o gobierno que permita la convivencia en todo el sentido de la palabra. Como resultado se crearon los derechos humanos, una clase de acuerdo entre naciones el cual garantiza cierto número de características que permiten la existencia mínima de una persona como tal.

En la constitución política del 91 encontramos una cantidad inmensa de enunciados los cuales nos prometen una equidad y estabilidad propia de un ser humano, en ella podemos ver reflejado el deseo de crear un país tan perfecto que es seguro que jamás existirá.

Se nos asegura el trabajo, necesario para la estabilidad económica y social; la vida, la protección de nuestra integridad personal, libertad para elegir lo cual ratifica que Colombia es una república, imparcialidad en los juicios legales, un gobierno pendiente de su pueblo y un Estado capaz de hacer cumplir todas estas características.

Sin embargo con claridad vemos que esto NO ocurre, todos los días vemos en las noticias peleas, conflictos, agresiones, intolerancia, en una sola palabra…injusticias.

¿Por qué se da esto?

A pesar de que en nuestro país la constitución muestra innumerables enunciados en los cuales se da a entender que lo antes dicho no sucederá, nuestros gobernantes no tienen la capacidad de hacerla cumplir , lo triste es que no solo les es imposible hacerla cumplir en lo más mínimo sino que no les interesa hacerlo. Cada mes vemos 2 o 3 veces noticias alarmantes acerca de la corrupción de los alcaldes, gobernantes, miembros del parlamento, concejales, y todo tipo de personas con cargos importantes y relevantes en el manejo del país.

Todas estas personas cegadas por el deseo de dinero y poder olvidan la capacidad que tienen de cambiar la situación, los altos cargos de nuestra nación son cuestión de descendencia en los cuales solo se escuchan apellidos como Santos, Uribe, Pastrana, Castaño y muchos otros los cuales son de familias muy adineradas, todas ellas oligopolizando el manejo del país.

La peor parte es que si a alguna de estas personas se les “corre la teja” y hacen algo bueno por el país, los demás funcionarios ya corrompidos terminan con esa persona, pues esta ya no está en la “rosca” y representa una amenaza para la integridad de la corrompida tradición.

Tal es el punto de corrupción que esto ya se ha vuelto parte de la cultura nacional, el que “sapea” se muere, es una clase de camaradería ilógica en la cual se protege al malo solo por el hecho de que es malo “sapear”.

Esto se ve desde los comienzos de la vida colombiana, donde en un caso hipotético 5 niños están jugando futbol y uno de ellos patea el balón, seguidamente el balón pega en una ventana y la quiebra, todos salen corriendo y se esconden. Cuando ya se sienten seguros todos acuerdan no

decir quien fue en el caso de que alguien pregunte. Aquí comienza todo, se ve como un inocente daño provocado por un grupo de niños que no querían hacerle daño a nadie.

Luego llegan al bachillerato y la presión social es peor, nadie jamás dirá nada, ni quien copió en el examen, ni quien le tiro el papel al profesor, ni quien dañó el puesto. Así se va adquiriendo el vicio de quedarse callado por miedo a que los demás lo rechacen, y todo termina en el caso más común, en el cual todos vieron al ladrón corriendo por la calle pero nadie lo paró ni le hizo nada porque por la cuadra vive un amigo de ese ladrón y si yo “sapeo” al ladrón, su amigo me herirá, de cualquier manera, pero lo hará.

Todo comienza en el gobierno el cual se supone es la cúspide de la veracidad y la justicia en Colombia.

Cuando nos paremos a pensar un poco en Colombia como el país que merece ser nos daremos cuenta que ya es muy tarde para hacer algo.

No invito a un golpe de Estado ni nada por el estilo, solo insisto en hacer valer nuestros derechos y hacer que la constitución se cumpla, no importa en qué porcentaje, pues con el 1% bastaría.