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MIERCOLES DE CENIZA EL HOMBRE-POLVO La Cuaresma según San León Magno es “un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana”. Simbólicamente recuerda los cuarenta días de Moisés en el Sinaí, los cuarenta años del pueblo israelita en el desierto y los cuarenta días de Jesús en el desierto. Ya en la "Didaché", de finales del siglo I d. C, se habla de las prácticas penitenciales cristianas. Esas prácticas penitenciales y "religiosas" han estado siempre presente en la vida de la Iglesia, y lo continúan estando. Según las épocas y las costumbres de los pueblos, esas prácticas eran más rigurosas o menos, más numerosas o más reducidas. Cuando, hoy en día, leemos sobre las penitencias de los monjes irlandeses o los gestos penitenciales de los hombres medievales, nos causan sorpresa y pensamos que eran exageradas; pero no parece ser que en esas épocas y lugares pensasen de la misma manera que nosotros. En nuestro tiempo la Iglesia ha atenuado las prácticas penitenciales prescritas, como el ayuno y la abstinencia, o la penitencia impuesta por el sacerdote en el sacramento de la reconciliación. Pero a la vez no ha dejado de indicar otras prácticas de penitencia más acordes con nuestro tiempo y sobre todo la penitencia interior, es decir, de nuestras pasiones de orgullo, de vanidad, de deseo de tener y dominar, de la concupiscencia de la mente y del corazón, del afán de aparecer...Esta es la penitencia que sin duda alguna más agrada a Dios y además la que más nos beneficia espiritualmente a nosotros, pues nos conduce a desprendernos de nuestro yo y de todo aquello en que el yo ocupa el lugar primero, incluso respecto al mismo Dios. Porque, ¿qué sentido tiene macerar el cuerpo, cuando el corazón está podrido de egoísmo? ¿Es la penitencia de nuestro egoísmo y de nuestro orgullo la que más practicamos los cristianos? En la parroquia, en la familia, en la escuela, hay que ir enseñando poco a poco a los niños y adolescentes este tipo de penitencia, en la que reside el verdadero sentido de la penitencia cristiana. En los siglos VIII y IX la imposición de la ceniza se unía, en el contexto litúrgico, a la penitencia pública. Antes, no existía la penitencia privada en un confesionario. Antes tanto

MIERCOLES DE CENIZA

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MIERCOLES DE CENIZAEL HOMBRE-POLVO

La Cuaresma segn San Len Magno es un retiro colectivo de cuarenta das, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebracin de las solemnidades pascuales con la purificacin del corazn y una prctica perfecta de la vida cristiana. Simblicamente recuerda los cuarenta das de Moiss en el Sina, los cuarenta aos del pueblo israelita en el desierto y los cuarenta das de Jess en el desierto.

Ya en la "Didach", de finales del siglo I d. C, se habla de las prcticas penitenciales cristianas. Esas prcticas penitenciales y "religiosas" han estado siempre presente en la vida de la Iglesia, y lo continan estando. Segn las pocas y las costumbres de los pueblos, esas prcticas eran ms rigurosas o menos, ms numerosas o ms reducidas. Cuando, hoy en da, leemos sobre las penitencias de los monjes irlandeses o los gestos penitenciales de los hombres medievales, nos causan sorpresa y pensamos que eran exageradas; pero no parece ser que en esas pocas y lugares pensasen de la misma manera que nosotros. En nuestro tiempo la Iglesia ha atenuado las prcticas penitenciales prescritas, como el ayuno y la abstinencia, o la penitencia impuesta por el sacerdote en el sacramento de la reconciliacin. Pero a la vez no ha dejado de indicar otras prcticas de penitencia ms acordes con nuestro tiempo y sobre todo la penitencia interior, es decir, de nuestras pasiones de orgullo, de vanidad, de deseo de tener y dominar, de la concupiscencia de la mente y del corazn, del afn de aparecer...Esta es la penitencia que sin duda alguna ms agrada a Dios y adems la que ms nos beneficia espiritualmente a nosotros, pues nos conduce a desprendernos de nuestro yo y de todo aquello en que el yo ocupa el lugar primero, incluso respecto al mismo Dios. Porque, qu sentido tiene macerar el cuerpo, cuando el corazn est podrido de egosmo? Es la penitencia de nuestro egosmo y de nuestro orgullo la que ms practicamos los cristianos? En la parroquia, en la familia, en la escuela, hay que ir enseando poco a poco a los nios y adolescentes este tipo de penitencia, en la que reside el verdadero sentido de la penitencia cristiana.

En los siglos VIII y IX la imposicin de la ceniza se una, en el contexto litrgico, a la penitencia pblica. Antes, no exista la penitencia privada en un confesionario. Antes tanto la confesin como la penitencia eran pblica. Aquel da se expulsaba a los "penitentes" de la iglesia. Y este gesto repeta, de alguna manera, aqul otro de Dios arrojando a Adn y Eva, pecadores, del paraso... En esta perspectiva se colocan las palabras del Gnesis que se refieren precisamente a este episodio: "Con el sudor de tu frente comers el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te sacaron; pues eres polvo y al polvo volvers... Y el Seor Dios lo expuls del jardn del Edn, para que labrase el suelo de donde lo haba sacado" (Gn 3, 19s).

La imposicin de la ceniza va a introducirse en la liturgia slo en el siglo X, convirtindose con el ayuno en las prcticas fundamentales de la penitencia.

La ceniza tiene desde sus inicios el objetivo de recordar nuestra terrenalidad (Gn 2,7). No somos Dios, como pretendieron serlo Adn y Eva al aceptar el consejo de la serpiente. Y la serpiente sigue tan suelta como el egosmo personal y social de pensar slo en intereses particulares por encima de Dios y de los hermanos. Son cuarenta das para morir a todo aquello que nos impide resucitar con Cristo a la vida compartida con los dems.

"El hombre-polvo" quiere decir el hombre que se ha alejado de Dios, que ha rehusado el dilogo, que ha sido echado de su casa, que ha rechazado el dinamismo del amor para caminar siguiendo una trayectoria de desilusin y de muerte. "El hombre-polvo" es el hombre que se opone a Dios, da la espalda a su propio ser y se condena a la nada. Pero en este dramtico itinerario de alejamiento y visitacin, existe la posibilidad del retorno. Retorno al origen.

En lugar de precipitarse hacia la tumba, es posible cambiar de direccin -he ah la conversin- y volver a la fuente. "Acurdate que eres polvo y como polvo volvers... a Dios". Con tal que lo quieras. Ser como barro en manos del Alfarero, de modo que pueda ser moldeado nuevamente. Ya, en este momento. Me vuelvo tierra y me confo al constructor para que me rehaga del todo. Me he equivocado. He perdido el camino de la vida. He perdido el reino. He comprometido incluso a los otros en mi pecado (todo pecado es un pecado "pblico" con consecuencias desastrosas para toda la comunidad eclesial). Es justo que se me ponga a la puerta.

Pero, a la vuelta de la esquina, vuelvo a condicin de... polvo. O sea, de materia prima. Y l se inclinar an sobre este polvo para darle el aliento de vida. As mi "nada" es tocada por la plenitud divina. De la ceniza salta una chispa de vida. Y ahora la sutil capa de polvo ya no puede ocultar el esplendor del rostro de un hijo de Dios.

Por eso, la Cuaresma es un tiempo de conversin, un tiempo de reconstruccin, de dejarnos hacer de nuevo. La Cuaresma es una pregunta que entra en nuestro corazn para cuestionarnos precisamente esto: Estoy buscando a Dios, buscando la gloria humana, estoy buscando la comprensin de los dems? A quin estoy buscando?

Una pregunta que tenemos que atrevernos a hacer en este camino que son los das de preparacin para la Pascua; la ceniza cae sobre nuestras cabezas, pero cae sobre nuestro corazn? Esta pregunta se convierte en un impulso, en un dinamismo, en un empuje para que nuestra vida se atreva a encontrarse a s misma y empiece a dar valor a lo que vale, dar peso a lo que tiene.

El camino de Cuaresma va a ser purificar el corazn, quitar de l todo lo que nos aparta de Dios, todo aquello que nos hace ms incomprensivos con los dems, quitar todos nuestros miedos y todas las races que nos impiden apegarnos a Dios y que nos hacen apegarnos a nosotros mismos. Estamos dispuestos a purificar y cuestionar nuestro corazn? Estamos dispuestos a encontrarnos con Nuestro Padre en nuestro interior?

En este inicio de la Cuaresma, tenemos que lanzarnos una mirada introspectiva y reconocer nuestro pecado. Y, al mismo tiempo, mirar hacia Dios, nuestro Padre, y reafirmar nuestra confianza en su amor. Hoy, la imposicin de la ceniza sobre nuestra cabeza ser esta seal de reconocimiento. Ser como decir: somos dbiles, somos pecadores, no acabamos de salir de esta situacin, de este estado.

Cada uno de nosotros tenemos que proponernos hacer de esta Cuaresma un verdadero paso adelante en la vida cristiana. Reconociendo el propio pecado, poniendo toda nuestra confianza en Dios, esforzndonos de verdad en el seguimiento de Jesucristo. Para llegar llenos de gozo a la Pascua.