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Mini Va Al Colegio

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EL BARCO DE VAPORMini va al colegioChristine Nostlinger

La llaman sólo Mini. Pero en su partida de nacimiento pone Herminia.

Mini es muy delgada. Y muy alta. Es tan alta como su hermano Moritz. Y eso que él es dos años mayor que ella.

Muchas veces, Mini se enfada con algunas personas desconocidas que le preguntan tonterías.

A Mini, eso le molesta muchísimo. La pone realmente furiosa.

Y Xandi, que va con ella a la guardería, le dice siempre: Pues MINI significa pequeño, y MAXI, grande.Y la abuela se lleva siempre las manos a la cabeza y exclama:

Hasta le ha preguntado al médico si no hay algunas pastillas para dejar decrecer. Y Daniela le grita siempre a Mini desde la casa vecina:

Y también se ofende cuando Moritz la llama: — Larguirucha! Pero Mini hace como si no le importara. Se toca la frente con el dedo índice y le grita a Moritz: — No seas tan tonto, enano! Y a la abuela le dice siempre:

Deberías estar contenta detener diez centímetros de nieta más que las demás abuelas! Pero, en realidad, a Mini le gustaría ser más bajita.¡ O, al menos, más

gordita! A Mini no le sienta bien la ropa que venden en las tiendas. Cuando le está bien de ancho, Mini tiene este aspecto:

Cuando le está bien de largo, ¡la pinta de Mini tampoco es mejor!

Mini tampoco sabe muy bien si tiene que alegrarse porque va a ir al colegio. A veces piensa: «Ya va siendo hora de ir al colegio. Ya he pasado bastante tiempo en la guardería». Pero luego piensa: «Estar sentada en silencio, con la boca cerrada y atendiendo siempre, ¡debe de ser muy aburrido!». Cuando Mini ve a Moritz fastidiado, haciendo los deberes, se alegra de no ir al colegio. Cuando su hermano vuelve gritando que la profesora ha sido otra vez «mala y cruel» con él, a Mini hasta le da miedo el colegio. Sólo le entran ganas de ir cuando alguien exclama asombrado:

— Cómo? ¿Tan mayor? ¿Y todavía no va al colegio?

Pero Mini tiene además otro problema relacionado con el colegio. No sabe muy bien a cuál ir. Donde vive Mini hay dos colegios. Uno está en la plaza del Caracol. Otro, en la calle del Escarabajo.

Moritz va al colegio del Caracol.

Todos los niños de la guardería van a ir al colegio del Escarabajo. Pero papá y mamá quieren apuntar a Mini en el colegio del Caracol. Porque Moritz ya va allí. Y porque el camino hasta ese colegio no es peligroso. Mini sólo tendría que bajar por su calle y cruzar únicamente dos callejuelas estrechas. ¡En el camino hasta el colegio del Escarabajo hay dos cruces sin semáforos! Mini comprende que sería mejor ir al colegio del Caracol. Pero preferiría estar en clase con sus compañeros de la guardería y no con niños desconocidos. Y, por eso, no le resulta fácil decidirse. Todos los días, su madre le pregunta: — A qué colegio quieres ir?

Y Mini contesta: — Mañana te lo diré. Y cuando, al día siguiente, su madre se lo vuelve a preguntar, Mini responde de nuevo lo mismo. Pero, un día, su madre le dice: — Hoy tienes que decidirte! Mañana es el último día de inscripción. Mini exclama: — No puedo decidirme! — Entonces, déjalo en manos de la suerte — le aconseja Moritz. — Y cómo? — pregunta Mini. — Así — dice Moritz. Y mete una canica roja y otra azul en una caja. Luego explica: Después trae un gorro de lana y se lo mete a Mini hasta la barbilla. Para que no pueda ver nada. Sujeta la caja delante de Mini y dice:

Mini mete la mano en la caja y saca la canica roja. Papá y mamá se ponen muy contentos. Gritan: — La suerte nos ha dado la razon

Pero Mini no se alegra. Nada más sacar la canica roja de la caja, se da cuenta de que el colegio del Escarabajo sería mejor. Piensa: «Me dan menos miedo dos cruces sin semáforos que los niños que no conozco!». Pero no se atreve a decirlo en voz alta. ¡Porque no se puede tentar a la suerte! Al día siguiente, Mini va con su madre a inscribirse en el colegio del Caracol. Suben al primer piso. A la Dirección. Al ver a la directora. ¡Mini se queda

totalmente entusiasmada con ella! Y es que la directora le dice: — tiene un pelo rojo muy bonito! Y también: — Espero que seas más buena que tu hermano mayor! Y: — Entonces, volveremos a vernos en otoño. ¡Que lo pases muy bien este verano! No dice ni una sola palabra sobre lo «super larga» que es Mini. Mini estaba convencida de que

la señora directora le habría gritado horrorizada: — Jesús y María! ¡Esta niña tan alta podría estar ya en tercero! Al llegar a casa, Mini le cuenta entusiasmada a su padre lo simpática que es la directora del colegio. Moritz opina: — Sí, sí, la vieja no está mal, pero ¡no da clase! Las dos maestras de primero sí que son horribles. La Star es terriblemente severa. Y la Smecal es terriblemente injusta. — No le escuches! — dice mamá. — Está exagerando! — dice papá. Pero Mini hace más caso a su hermano que a sus padres. Moritz conoce el colegio mucho mejor que ellos. Sus padres sólo van allí cuando es día de visita.¡Moritz va todos los días! A veces, Mini se despierta a medianoche y se pregunta: «Me tocará la maestra severa o la injusta?». Luego, siente en la tripa una sensación muy extraña; la misma que tendría si en la habitación hubiera dos fantasmas.

Mini se imagina perfectamente a las dos maestras. A la severa se la imagina así:

A veces, Mini sueña con el vestido que se pondrá el primer día de clase. ¡Eso sí que son pesadillas! La abuela le dijo un día:

Pero no le dio más detalles.

A la abuela le gustan mucho las sorpresas. Pero cuando se trata de vestidos, Mini siempre se lleva sorpresas desagradables. A la abuela le chiflan los volantes y los lazos, las puntillas y los botones brillantes. Y Mini odia los volantes y los lazos, las puntillas y los botones brillantes. Tiene la esperanza de que no le dé tiempo de terminar el vestido antes del primer día de clase. La abuela no es muy rápida cosiendo.

Pero el domingo anterior al primer día de clase llega la abuela con el vestido nuevo. ¡Y es aún peor de lo que Mini se temía!

Moritz casi se hace pis en los pantalones de tanto reírse. Grita: — Pareces un repollo con lazo! Pero la abuela no lo oye porque en ese mismo momento mamá dice muy fuerte: — Oh, qué bonito! Y papá exclama: — Precioso! Cuando la abuela ya se ha ido a su casa, Mini se quita el vestido, lo tira en un rincón y grita: — Me parece muy mal que hayáis fingido que os gustaba el vestido! Papá y mamá responden: — No queríamos molestar a la abuela. Y es que la abuela se ofende muy fácilmente. Cualquier tontería le molesta. Y no es del tipo de personas que se callan.

Se lamenta, suelta unas lagrimitas. Y hasta le duele la cabeza. Papá y mamá intentan convencer a Mini para que al día siguiente se ponga el vestido. Le piden: — Anda, no hagas que la abuela se enfade! Mini exclama: — No me pienso poner ese vestido! De pronto, Moritz grita: — Tengo una idea! Se la explica y los tres se quedan entusiasmados. El lunes, a las ocho y media en punto, llama la abuela a la puerta. Mini la abre. Con el vestido puesto

—Precioooooooooso! — grita la abuela, y aplaude encantada. Entra en casa y añade: — Ves,Mini? Seguro que nadie llevará un vestido tan elegante. ¡Pareces una princesa! Y entonces, todo sucede muy deprisa. Moritz sale de la cocina con una gran taza llena de cacao, corre hacia ellas y grita: — Hola, abuelita! Mamá sale del cuarto de baño y tropieza con un patín que está en el suelo justo delante de ella.Empuja a Moritz, que pierde el equilibrio y se cae.

Empuja a Moritz, que pierde el equilibrio y se cae. El cacao sale disparado: un poco mancha la pared y el resto aterriza en el vestido de Mini.

Papá sale del dormitorio y se lamenta:

Y así Mini puede ponerse los pantalones vaqueros y su camiseta favorita sin que la abuela se moleste. Se va al colegio con su madre y con la abuela. Moritz va diez pasos más atrás. Les ha dicho: — Yo no soy un bebé! No necesito que me acompañen. Mamá lleva un gigantesco cucurucho

lleno de chucherías. La abuela lleva otro gigantesco cucurucho lleno de chucherías. — Qué voy a hacer con doscucuruchos? — refunfuña Mini. Mamá le explica: — Yo no tengo la culpa de que la abuela haya traído un cucurucho. La abuela le explica: — Yo no tengo la culpa de que tu madre no me escuche. Hace semanas que le dije que yo te prepararía el cucurucho. No es verdad del todo. A Mini le gusta mucho el cucurucho que le ha comprado mamá. Pero piensa: «Lo del cacao sobre el vestido ya ha sido suficiente para la abuela. Si ahora no quiero su cucurucho, empezará a dolerle la cabeza». Además, Mini está preocupada por otras cosas. Lo realmente importante ahora es si le tocará la maestra severa o la injusta. Lo sabrá cuando lleguen a la puerta del colegio. Allí tiene que haber dos listas: una de1.0 A otra de 1.° B. En ellas estarán escritos los nombres de los alumnos y de la maestra. Así se lo explicó la directora cuando fueron a inscribir a Mini. A Mini le palpita con fuerza el corazón, y le tiemblan las rodillas, y le zumban los oídos, y le crujen las tripas cuando llega con mamá y la abuela a la puerta del colegio. Pero allí no hay dos listas, sino tres. — Han formado una tercera clase — explica mamá. Se pone las gafas y estudia la lista. Luego, dice: — Tú estás en primero C. Y tu maestra se llama Bibi Huber. — Quién es Bibi Huber? — le pregunta Mini a Moritz, que ya ha llegado al colegio

— Bibi Huber? — responde Moritz sacudiendo la cabeza. — . ¡No conozco a nadie que se llame Bibí Huber! Para a una niña que en ese momento va a entrar en el colegio y le dice: — Eh, Lore! ¿Conoces a una maestra que se llama Bibi Huber? — Debe de ser nueva! — contesta Lore. Mini piensa: «Qué más puede ser además de severa e injusta?». Se le ocurre:

malhumorada, gruñona, regañona, seria, criticona, a vinagrada, malvada, antipática y fastidiosa. Mini piensa: «Habría sido mejor que fuera severa e injusta!». Se agarra a la mano de su madre. Quiere decirle que por nada del mundo está dispuesta a entrar en ese colegio. Pero Moritz la agarra de la otra mano, la arrastra dentro y le dice: — Vamos, bebé gigante, te enseñaré tu clase! No sabes distinguir una A de una B y una C. ¡Pero Mini sí llega a eso!

Mamá y la abuela corren tras Moritz y Mini. ¡Con los dos cucuruchos! — Ten cuidado! La abuela va a empezar a llorar — dice Moritz — También 1o hizo en mi primer día

de clase. ¡Llora de emoción! Porque comienza la etapa seria de tu vida. Moritz se vuelve, señala una puerta junto a la que pone en letras grandes 1.0 C y dice: — Tienes que entrar ahí!¡Mucha suerte, larguirucha! Mamá le pone a Mini su cucurucho en los brazos. La

abuela le pone a Mini su cucurucho en los brazos. Moritz sube corriendo al primer piso. Allí está su clase. Mamá dice: — Te esperaremos en la calle, delante del colegio! Y, efectivamente, la abuela empieza a gimotear y a Sollozar en su pañuelo: — ¡Comienza la etapa seria de tu vida!

Mini entra en su clase tropezando. Echa un vistazo alrededor. Todavía no ha llegado la maestra. Pero ya

hay muchos niños sentados en las mesas. Todos llevan cucuruchos llenos de chucherías.¡Sólo uno cada niño, naturalmente! La clase no es como se la ha descrito Moritz. el decía que en cada clase había tres filas de mesas: la fila de la ventana, la fila del centro y la de la puerta. Y que los niños se sentaban en esas filas alineados de dos en dos.Pero las mesas están desordenadas. Y siempre juntas una con otra, de forma que se sientan dos niños frente a otros dos. Hay cinco grupos de mesas. En otro no hay nadie. Minino sabe si debe sentarse con los dos niños o en las mesas vacías. Tres están ya ocupados. En uno hay dos niños.

Entonces se da cuenta de que, además de ella, hay otra niña de pie. Una niña muy bajita. Está junto a la pizarra. ¡Y no lleva cucurucho!

Mini mira hacia la puerta dela clase. No hay rastro de su madre ni de la abuela. Así que se dirige hacia la niña bajita y le dice:

— Gracias! — contesta la otra, tomando el cucurucho de la abuela — Yo tenía uno. Pero se lo ha comido nuestro perro. Se ríe: — Se lo ha comido con papel brillante, lazos y todo! Mini dice: — Yo soy Herminia, pero me llaman Mini. La niña bajita dice: — Yo soy Maximiliana, pero me llaman Maxi. Luego, Maxi señala los caramelos que se ven bajo el papel de celofán y pregunta: — Se pueden comer ya?

- Mini contesta: — Sólo se pueden comer en el recreo. Y ahora no es recreo, me parece. — No, me parece que no — dice Maxi riendo

— ¡No puede haber un recreo antes de empezar! — No conozco a ningún niño — dice Mini. — No es verdad! — responde Maxi — ¡Me conoces a mí! — Es cierto! — dice Mini. — Nos sentamos juntas? Mini asiente con la cabeza: — En la mesa vacía? — pregunta. — Mejor allí! — dice Maxi, y señala las mesas donde hay dos niños.

— Querrán ellos? — pregunta Mini. — Tienen que estar contentos si queremos nosotras — dice Maxi, y lleva a Mini hasta allí. — Yo soy Maxi y ésta es Mini — les dice a los niños. Mini se sienta corriendo en una silla. No le gusta estar de pie junto a niños desconocidos. No quiere que la examinen «todo lo larga» que es. — Cómo os llamáis vosotros? — pregunta Maxi.

Un niño dice: yo me llamo Paul El otro niño dice: yo soy Bastil. Entonces suena el timbre del colegio, y ¡la maestra entra en la clase! ¡A Mini se le abren mucho los ojos!¡La maestra no tiene aspecto de malhumorada, seria, gruñona o regañona, criticona o avinagrada!¡Ni tampoco de malvada, antipática o fastidiosa!¡La maestra Bibi Huber es encantadora! Tiene los ojos muy azules y brillantes, el pelo rubio lleno de rizos, y algunas pecas en su nariz respingona. Y en su boca hay una ancha sonrisa. Éste es el aspecto de la maestra:

Se sitúa en el centro de la clase, se inclina hacia delante y dice: — Soy Bibi Huber, y he estado todo el verano esperando con impaciencia el momento de conoceros.

Y luego añade: — Me he aprendido todos vuestros nombres de memoria y tengo curiosidad por saber a qué niño corresponde cada nombre. — Pues adivínelo! — grita el niño que se sienta justo enfrente de Mini. La maestra mira a su alrededor, arruga la frente, piensa un poco y exclama: — Tú eres Paul Mader! Paul se queda con la boca abierta y asiente con la cabeza. — He tenido suerte! — dice la maestra. Pero como muy pocas veces

No comete un solo error. Dice los veinte nombres correctamente. Mini es la última. Porque se apellida ZIPFEL.Y porque la maestra se ha

¿Por qué está tan asombrada? ¡Porque no es la más alta de la clase! Un niño y una niña son un poquito más altos que ella. Dos niños y dos niñas son igual de altos que ella.

Y Mini piensa que si de veinte niños, siete son «súper largos», entonces es normal ser «larguirucho». Y

después de pensar eso, los ojos se le vuelven a poner en su sitio y ya no se le tuercen más. Muy contenta, le dice a Maxi: — El cole es súper! — Por supuesto! — responde Maxi. Luego, todos los niños de la clase de 1.0 C salen corriendo a buscar a sus madres y a sus abuelas, que los están esperando en la calle. Mini y Maxi corren también en medio del grupo. Y Maxi le dice a Mini: — A partir de ahora somos amigas! Y Mini añade: — ¡Somos amigas para siempre!

también en medio del grupo. Y Maxi le dice a Mini: — A partir de ahora somos amigas! Y Mini añade: — ¡Somos amigas para siempre! Cuando llegan a la puerta del colegio, la abuela se a balanza sobre Mini. — Bien, ¿qué tal te ha ido? — le pregunta. Por suerte, ya ha dejado de llorar. — Ésta es mi amiga! — Dice Mini. Maxi le da la mano a la abuela. — Oh, eres una pequeña muy dulce! — exclama la abuela, y da palmadas entusiasmada. Mini se agarra con fuerza a Maxi y dice