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Verdades de la fe, pág. 201
PAUTAS DE ORACIÓN Fraternidad Misionera
“Verbum Dei”
“Mira la obra de tus manos: Cristo crucificado.”
11.03 Oración personal sobre el pecado de los cercanos a la Pasión de Jesús.
Introducción: Vamos a introducirnos en esta verdad de fe,
dejando que la Palabra de Dios nos ilumine a través de los diferentes personajes
bíblicos; amigos, enemigos de Jesús. Vamos a contemplar a cada personaje en sus
gestos, actitudes hacia Jesús ¿cómo ellos estando tan cerca de él actuaron como
actuaron? Y la reacción de Jesús frente a cada uno de ellos, que no fue otra más
que seguirles amando hasta el extremo, él permanece fiel en la cruz hasta el último
momento, no se detiene ante las ofensas de su gente y decide dar la vida por cada
uno de ellos. Jesús en la cruz transforma la violencia, el orgullo, envidia, cobardía,
indiferencia, etc. que es por lo que está siendo crucificado, todo eso queda destrui-
do en la cruz por su Amor sin límites, en la cruz está el poder del amor que vence,
que parece débil, frágil, tonto; pero es el grito profundo de Jesús a su pueblo:
“Te amo Judas, te amo Pedro, Te amo Pilato… te amo mi pueblo ele-gido”, te amo a ti que no escuchas mi voz y sigues enfrascado en tus razones súper-reales para pasar por encima del amor por despecho o por miedo a complicarte la vida. ¡Te amo! Pero ¡cómo me gustaría que descubrieses lo que te lleva a esta ruptura conmigo! Simplemente para que fueses más feliz luchando por la verdad que solo encontra-ras cuando arriesgues la vida para ganar la Vida... ¡Ven conmigo, sí-gueme, no tengas miedo a nadie!”
¡OS AMO PUEBLO MIO!
Lo que Jesús pretende en la cruz ahora es seguir gritando al pueblo de hoy ¡Os
amo pueblo mío! A ese pueblo que le crucifico y eligió que lo mataran. Como
pueblo, masa siempre resulta una realidad difícil en la que definirse no es fácil,
porque pareciera que lo que dice la mayoría es la verdad. Este pueblo de Israel
donde muchos lo siguieron, escucharon, quedaron sanos, etc., hasta querían pro-
clamarlo Rey pero talvez para asegurarse un futuro cómodo y sin preocupaciones
(Jn 6,15) y poco después murmuraban de él (Jn 6 41-42). El pueblo le quería cono-
cer pero no entendían su lenguaje, no captaban la presencia divina, lo que Jesús les
quería manifestar, se quedaban con los gestos externos, no veían más allá de lo que
Jesús les mostraba. Dudaban lo proclamaban Mesías, luego por la persuasión de
los sumos sacerdotes proclamaban su crucifixión, se dejaron persuadir, manipu-
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lar. Ahora cuanta persuasión, manipulación por parte de los políticos hacia el pue-
blo, y entre nosotros también ¿cuánto persuadimos para que nuestras ideas primen
y salga yo ganando? En esas pequeñas cosas, cotidianas y ordinarias de la vida.
¡Cuanta! manipulación para que los otros terminen haciendo lo que yo digo, a
veces sin darnos cuenta. El pueblo hizo lo que los fariseos, sumos sacerdotes que-
rían, y era desparecerlo y lo lograron. El pecado del pueblo, la ignorancia; es el
reconocimiento de su propia identidad, el pueblo no sabe quién es, Israel era el
pueblo elegido de Dios para la salvación, el Mesías, el salvador estaba allí con
ellos, el Reino estaba cerca entre ellos, pero ellos ni cuenta desconocían profunda-
mente quienes eran, Jesús estaba pero no lo reconocieron ¿Qué les impedía al pue-
blo reconocerlo, ir más allá? El pueblo vivía según las necesidades del momento,
el placer, queriendo tener soluciones rápidas e inmediatas y es lo que habla el papa
Francisco de tentación de la inmediatez: querer tener todo ya, a la orden del día.
No esperamos. Israel no espero, ellos querían un salvador que actuara como ellos
querían, guerrero, violento, etc. Jesús se presentó como un signo de contradicción a
lo que ellos esperaban y eso no les gusto y prefirieron sacarlo, desparecerlo. Y
ahora ¿qué espera el pueblo? ¡ Si mi pueblo esperara en mí!, si supieran que
siguen siendo mi pueblo elegido.. Dejarían de enfrentarse pueblo contra pueblo,
hermano contra hermano.
¡OS AMO FARISEOS, MAESTRO DE LA LEY,
SACERDOTES!
¿Quiénes formaban el pueblo? Estaban las autori-
dades, los fariseos, maestros de la ley, sumos
sacerdotes. Personas elegidas por Dios, que habían
recibido un encargo de velar por el bienestar del pueblo, de con-
ducirles hacia la verdad de la revelación de Dios, hasta el conocimiento de su iden-
tidad, pero no hacían lo que Dios les confiaba, sino que actuaban como decía el
profeta Ezequiel 34, 1-6 “En lugar de cuidar, apacentar, se servían de ellas…”.
La cultura del aprovechamiento, personas elegidas para hacer el bien, personas
con conocimiento de las Sagradas Escrituras, los mandamientos, etc., por eso se
creían buenos y justos Lc 18,9-14 “El Fariseo, en pie, oraba consigo de esta ma-
nera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injus-
tos, adúlteros, ni aun como este publicano”; no aceptaban ser corregidos. Cum-
plían escrupulosamente la ley por fuera pero su corazón estaba lejos de la Verdad,
del Amor. Dios no quiere solo gente cumplidora y apegada a la ley porque eso
separa a las personas, y no ayuda a forjar un corazón misericordioso, porque co-
rremos el riesgo de quedarnos solo en lo externo ¿Qué hizo, que dejo de hacer? ¿lo
hizo bien lo hizo mal?, etc. y no miramos el corazón de las personas; 1 Samuel
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16,7 “ Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exte-
rior, pero el SEÑOR mira el corazón”, es lo que hacían los fariseos estaban tan
pendiente de cómo se hacían las cosas externas; Jesús decía; IS 29,13“ Por cuanto
este pueblo se me acerca con sus palabras y me honra con sus labios, pero aleja
de mí su corazón, y su veneración hacia mí es sólo una tradición aprendida de
memoria.” cuando Jesús se acerca a estos fariseos pone en evidencia su falta de
vida, amor y les contrasta la vida. Jesús se acerca nuestra vida para hacernos ver la
luz verdadera, por eso pone en evidencia nuestras faltas, no para juzgar, ni para
descartar, sino para ayudarnos a corregir e ir por sus caminos, para los fariseos
esto era un estorbo para sus planes, no escucharon profundamente las palabras
de Jesús y no se dejaron corregir, les pudo más su imagen, su prestigio frente a los
demás y creían equivocadamente que no necesitaban ser corregidos y lo que hicie-
ron fue sacarle del medio y buscaban de todo para hacerlo caer y desparecerlo Lc
22,1-2 “Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley no encontraban la
manera de hacer desaparecer a Jesús, pues tenían miedo del pueblo”. No esta-
mos lejos de lo que vivían estas personas a veces evitamos relacionarnos con per-
sonas que nos dicen la verdad, o escuchar más a profundidad la Palabra que es la
que nos pone en Verdad.¡ Que terquedad! de estos hombres que buscaban por
todos los medios acusaciones falsas contra Jesús. ¿cómo se mueve nuestro mundo
de hoy? Por querer que prevalezcan nuestras ideas individualistas y no damos paso
al bien común, al bien de todos, es más fácil y des complicado ir yo solo o con los
que se acercan a lo que yo pienso, no buscamos el dialogo, creemos que es imposi-
ble llegar a algo aunque pensemos diferente. Estas personas querían hacer el bien
pero no se daban cuenta que estaban haciendo el mal, estaban ciegos algo no les
permitía ver más allá. Oían a Jesús pero no le escuchaban profundamente y no
discernían en sus palabras, no creían que Jesús era el Mesías. No le creyeron a
Jesús, pusieron por encima la ley más que el Amor. ¡Qué triste! hasta donde les
llevo todo esto que llegaron a convencer al pueblo y a sobornar al poder civil para
que tome la decisión de ejecutar a Jesús. ¿Hasta dónde les llevo la falta de escucha
profunda y el discernimiento en las Palaras de Jesús? Personas llamados a guiar al
pueblo hacia Dios y se convierten en guías ciegos que en vez de guiar hacia la
vida, guían hacia la muerte al pueblo, conduciéndolos, llevándoles a pedir la muer-
te de Cristo.¡ que tristeza más grande ¡. No dejaron que Jesús se acerque y hable a
su corazón, pusieron barreras que les impidió que las Palabras de Jesús llegaran
más fondo en su corazón. ¿Qué me está impidiendo ahora que la Palabra de Dios
toque más a profundidad en mi vida?
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¡OS AMO MIS APOSTOLES!
La cruz fue también un grito de amor profundo a su apóstoles, también sus elegi-
dos, a los que el Padre le confió. Los apóstoles, sus amigos que le siguieron muy
de cerca, quienes lo dejaron todo y le acompañaron, le escucharon, fueron testigos
de sus obras, de la misión que realizaba y disfrutaban de estar con él y tenían gran-
des deseos de conocerle, de conocer la Padre, les atraía su vida, pero también había
algo que ellos que no llegaban a comprender del todo, no llegaban a asimilar en la
práctica cuando Jesús les decía “convertíos” ¿qué significaba esto? O cuando les
decía “comer el pan de la vida” “el hijo del hombre tiene que padecer, morirá
y resucitara al tercer día” “los primeros ser los últimos” “no he venido a ser
servido sino a servir”, “ si te golpean pon la otra mejía” .. Todas estas palabras
que Jesús anunciaban el mensaje del Amor, un amor diferente a lo que se escucha-
ba, se vivía, algo que iba contra corriente, pero todo esto para vivirlo suponía una
conversión de mente, pensamiento. Algo que al escucharlo atrae, pero hay que
asimilar, pasar por el corazón, dejar que Jesús convierta nuestro corazón, forma de
pensar, nueva forma de ver las situaciones, no es fácil y no lo fue para sus apósto-
les no alcanzaban a asimilar estas palabras profundas de Jesús y no porque no
querían, sino porque algo tenía que pasar para que pudieran dar ese paso, por eso
Jesús tenía que pasar por la cruz para que se dieran cuenta de lo que les estaba
hablando.. Pues no es lo mismo oír que escuchar, para oír basta el oído físico y
escuchar va más allá supone poner atención, comprender y asimilar lo que se me
dice, poner más esfuerzo por lo que ellos no llegaron a similar el sufrimiento de
Jesús, su entrega radical lo que tenía que padecer para que ellos vean algo nuevo.
En cuanto empieza a suceder el padecimiento de Jesús, ellos entran en la duda y
huyen se quedaron en la superficialidad del mensaje y terminaron dejándolo solo.
¿Qué pasa ahora con nosotros oímos o escuchamos? ¿Cómo nos damos cuenta que
escuchamos? Cuando va bien todo creo en sus palabras y cuando algo va mal o
empieza a fallar ¿sigo escuchando, creyendo y siendo fiel a sus palabras? En el
dolor y en el sufrimiento nos suponen una escucha más profunda a Dios, el pueblo,
las personas ¿porque no creen? Porque les cuesta ver el mundo que esta como esta,
ver sus familias.. Y creen que Dios no hace nada. Pero no nos damos cuenta que
nos falta aprender a escuchar a Dios, dejar que Jesús nos hable de estas realidades
y veremos cómo cambia todo, como cambia nuestra mirada pesimista en una mira-
da de esperanza. Jesús sabía y conocía la realidad de sus apóstoles que no iba a ser
fácil que comprendieran, pero él lo sigue dando todo por cada uno de ellos para
sacarlos de la superficialidad e introducirlos en la verdad plena, por la que desea
que nos introduzcamos también nosotros.