313
MIRADAS ARTÍSTICAS SOBRE LA PANDEMIA PROGRAMA UNIVERSITARIO DE ESTUDIOS SOBRE DEMOCRACIA, JUSTICIA Y SOCIEDAD (PUEDJS-UNAM) (COMPILADOR)

Miradas artísticas sobre la pandemia

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Miradas artísticas sobre la pandemia

MIRADAS ARTÍSTICAS SOBRE

LA PANDEMIAPROGRAMA UNIVERSITARIO DE

ESTUDIOS SOBRE DEMOCRACIA, JUSTICIA Y SOCIEDAD

(PUEDJS-UNAM)(COMPILADOR)

Page 2: Miradas artísticas sobre la pandemia

MIRADAS ARTÍSTICAS SOBRE LA PANDEMIA

Page 3: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 4: Miradas artísticas sobre la pandemia

MIRADAS ARTÍSTICAS SOBRE LA PANDEMIA

PROGRAMA UNIVERSITARIO DE ESTUDIOS SOBRE DEMOCRACIA, JUSTICIA Y SOCIEDAD

(PUEDJS-UNAM)(COMPILADOR)

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Page 5: Miradas artísticas sobre la pandemia

Primera edición, 2021

[Primera edición en libro electrónico, 2021]

Miradas artísticas sobre la pandemia / comp. del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y So-cie dad, UNAM. — México : FCE, PUEDJS, UNAM, 2021

239 p. : ilus., fots. ; 19 × 11 cm — (Colec. Tezontle)ISBN: 978-607-16-7084-7 (FCE)978-607-30-4268-0 (UNAM)

1. Narrativa mexicana 2. Poesía mexicana 3. Ensayo 4. Li-teratura mexicana – Siglo XXI 5. Arte – México – Siglo XXI 6. Coronavirus (covid-19) – Aspectos sociales 7. Pandemias – Siglo XXI I. Ser.

LC PQ7297 Dewey M868 M415

Distribución mundial en españolEDICIÓN NO VENAL • PROHIBIDA SU VENTA

Diseño de forro: Neri UgaldeImagen de portada: Juan Francisco Díaz, Los sin nombre

D. R. © 2021 Universidad Nacional Autónoma de MéxicoPrograma Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y SociedadTorre UNAM-Tlatelolco, Piso 13, Ricardo Flores Magón 1, 06995, Ciudad de Méxicowww.puedjs.unam.mx

D. R. © 2021 Fondo de Cultura EconómicaCarretera Picacho-Ajusco, 227; 14378 Ciudad de Méxicowww.fondodeculturaeconomica.comComentarios: [email protected]. 55-5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN (UNAM) 978-607-30-4268-0ISBN (FCE) 978-607-16-7084-7ISBN (UNAM, electrónico-PDF) 978-607-30-4602-2ISBN (FCE, electrónico-PDF) 978-607-16-7170-7

Hecho en México • Made in Mexico

Page 6: Miradas artísticas sobre la pandemia

5

ÍNDICE

Prólogo, John M. Ackerman 9Memoria de un concurso lleno de esperanza,Rogelio Laguna y Astrid Navarro 15

I. El mundo cambió

2020. Del otro lado del espejo, Gloria G. Herrera Mendoza 27Una bitácora no planeada, Ana Sofía Villalobos García 35Miedo sobre Covid-19: signifi cados (soneto con estribillo y acrósticos), Osfelip Bazant 42¡Libertad en la pandemia!, María Julieta Cruz Nieto 44Cuarentena en un país extraño, Annette Angélica Rivera Vera 45Uno, Eduardo Sabugal Torres 67Las tres pandemias, Laura Olimpia Martínez Ramírez 78El desamor en tiempos de Covid-19, María Angélica Contreras Jiménez 85Los duelos de la pandemia, Rosario Pinelo 93Contacto, Raúl Mendoza Justo 100Desconsuelo, Arturo Sarmiento Tamayo 109

Page 7: Miradas artísticas sobre la pandemia

6

II. Los que pueden quedarse en casa y los que no

Crónica de una combatiente, Carlos Eduardo Chávez Ortega 113Moneta, Mariana Gómez Vargas 115Cuando los marginales somos centrales, José Arreola 121

III. Remedios para la soledad

Remedios para la soledad, Diego Alonso Sánchez Tec 131Manual para el encierro, Emma del Carmen Martínez Yanes 144

IV. El tiempo pasa distinto

Mi ciudad, Jonathan Martín Abrego Camacho 151El tiempo en pausa. Un ensayo sobre nuestra forma de habitar el tiempo en la pandemia,Xicoténcatl Servín 153De diciembre a la fecha, Karla Cruz Torres 161Nueva crisis, nuevos miedos: una lectura de “Los nuevos miedos” de Marc Augé, en tiempos de Covid-19, Carla Jiovanna Ruiz Juárez 167Encuentro y retorno, Bladimir Tapia Neri 172Producción del espacio público y comunitario en el contexto de las afectaciones críticas. Un ejercicio colaborativo, Aguazal Producciones (Valeria Caballero y Helena Braunstajn) 174La espera, Ángela Atenas Sánchez Camacho 187

Page 8: Miradas artísticas sobre la pandemia

7

V. Saldremos adelante

Desde el cristal, Gilberto Villegas López 201Cuando todo esto acabe, voy a conquistarte,Juan Francisco Muñiz 203Volveremos, Ricardo Javier Guzmán García 205Procesiones de color, Francisco Glen Chávez 208En el encierro y la distancia, Raymundo Pérez González 210

Índice de ilustraciones 213Semblanzas 217

Cuentos infantiles

Abuela torbellino, Ernesto Miranda Meléndez IEl día que los astronautas salvaron al abuelo, Litzy Aguirre, Anyer Hernándezy Edson Flores (ilustraciones) VLos niños del Covid19, Emelyn Domínguez Jiménez y María Luna Mesén (ilustraciones) XVIII

Ilustraciones y fotografías

I. El mundo cambió XXXI II. Los que pueden quedarse y los que no XXXIX III. Remedios para la soledad XLVII IV. El tiempo pasa distinto LV V. Saldremos adelante LXII

Page 9: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 10: Miradas artísticas sobre la pandemia

9

PRÓLOGO

JOHN M. ACKERMAN1

Vivimos tiempos difíciles. El encierro literalmente privatiza nuestra vida social al mandarnos a nuestras casas y, simultáneamente, la digitalización de nuestros contactos humanos va acabando con nuestra privacidad. Los niños y los jóvenes ya no acuden a la escuela y los adultos nos vamos aislando unos de otros.

Mientras, se van empoderando cada vez más las grandes empresas digitales, emporios empresariales globales como Facebook, Twitter y YouTube, que si bien nos ofrecen una interconectividad sin preceden-tes también lucran con nuestros datos personales y controlan el flujo de información por medio de algorit-mos que responden más a sus intereses comerciales que al interés público y humanitario.

Pero a pesar de todo, a pesar de la deshumanización a la cual estamos sometidos en este nuevo contexto pandémico, somos humanos, respiramos, creamos, y transformamos. Y nuestra humanidad solamente puede explayarse y consolidarse en sociedad, en comunidad y a partir de la solidaridad y el trabajo en conjunto.

1 Director del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Page 11: Miradas artísticas sobre la pandemia

10

Así que hay que mantenernos juntos, con sana distancia desde luego, para celebrar la creatividad humana y la expresión artística ciudadana. Con este libro buscamos abrir una ventana de esperanza y ofre-cer una oportunidad para una catarsis colectiva, un gran abrazo colectivo desde la UNAM, desde el Fondo de Cultura Económica y Tierra Adentro, para todos los mexicanos y todas las mexicanas.

La crisis sanitaria y la cuarentena afectan a la hu-manidad en la dimensión emocional y psicológica, lo cual puede llevar a estados anímicos en las personas, familias y comunidades. Por eso son tan importantes los mecanismos de contención, mitigación, reparación y rehabilitación ante los efectos psicosociales de una pandemia, y de ahí la relevancia de este libro que surge del gran concurso “Miradas artísticas sobre la pandemia. De la paranoia a la solidaridad” organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre De-mocracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM y que generó las obras incluidas en el magnífico libro que el lector tiene en sus manos. Se trata de una búsqueda de la preservación de la vida a partir de la solidaridad, la prudencia y la calma, lo cual permite un pensamien-to claro y un espíritu abierto de trabajar unos y otros por el bien común.

Tal y como destacó el subsecretario de Salud del Gobierno Federal, el Dr. Hugo López-Gatell, durante la inauguración de la exposición pública en la Estación Pino Suárez del Metro de la Ciudad de México de las obras contenidas en este volumen, en contextos difí-ciles como el actual es muy importante “abrazar la vida, como muchas otras generaciones en la historia de la humanidad. De ahí la trascendencia del concurso y de la exposición, pues convoca lo mejor de la sociedad

Page 12: Miradas artísticas sobre la pandemia

11

mexicana en diversos ámbitos sociales y culturales, así como la capacidad de los pueblos de resistencia ante situaciones adversas y en favor de la esperanza y del consuelo”.

En el mismo evento, Rabindranath Salazar, subse-cretario de Desarrollo Democrático de la Secretaría de Gobernación, compartió que las obras “buscan captar lo que las personas, todos como sociedad, estábamos viviendo, sintiendo en este adverso momento, sin precedentes en nuestra historia contemporánea, refle-jando incertidumbre, temores, pero de igual forma los valores que distinguen al pueblo de México, como la solidaridad, la esperanza, así como una creciente co-rresponsabilidad social”.

Todos estos aspectos, agregó Salazar, “más allá de su inmanente valor artístico y cultural, conllevan la noble construcción de nuestra memoria colectiva de manera gráfica y sensible, abonando así a la unidad nacional ante este enorme reto que nos sorprendió en 2020 con esta crisis sanitaria, la más grande y la más retadora en la historia reciente de nuestra huma-nidad”.

Iniciativas como la exposición, dijo Salazar, “son detonantes indiscutibles de las causas más nobles a favor de México y que gracias a la sensibilidad y talen-to de cerca de 700 artistas participantes, nos ofrecen un aliciente, una fuente de optimismo y empatía, re-cordándonos a todas y a todos los mexicanos que es precisamente nuestro espíritu solidario el gran escudo que ha permitido a lo largo de la historia que salgamos siempre adelante de enormes dificultades”.

En el mismo encuentro, Eduardo Villegas, coordi-nador de Memoria Histórica y Cultural de México de la Presidencia de la República, destacó que la manera

Page 13: Miradas artísticas sobre la pandemia

12

más extraordinaria de la humanidad de enfrentar sus neurosis es a partir del arte, y que lo hecho por la UNAM con el planteamiento de “abrazando a la vida” ha sido precisamente confrontar el encierro a partir de una salida necesaria: la escritura, la fotografía, la expresión plástica. “Se ha tratado de encontrar en el encierro un modo de expresión ante el terrible momento que en-frenta la humanidad”, señaló Villegas.

Guadalupe Valencia, titular de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, celebró la exposición reali-zada en el “museo más grande” de la Ciudad de Méxi-co, el Metro, y advirtió la necesidad de revisar nuestra relación con el planeta y el abuso contra la naturaleza para identificar de qué manera pudimos provocar esta pandemia.

También reflexionó sobre la importancia de nuestro cuerpo y del nuevo etiquetado y normas para los produc-tos alimenticios. “Hay que sacarle ganancia a esto: es una gran tragedia, pero puede ayudar a reinventarnos y a relacionarnos más armónicamente con la naturaleza y hacernos más corresponsables entre nosotros”.

Adriana Castillo, directora general de Acervo Cul-tural de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, señaló que las obras suscitan alegría por la “gran can-tidad de miradas acerca de la pandemia, caminos de apertura al otro que al mismo tiempo hacen referencia a nosotros mismos. Todas estas miradas son artísticas, porque su fin es expresar y comunicar la amplia gama de emociones que nos ha provocado la actual circuns-tancia que vivimos.

“Son arte, en la medida que buscan alcanzar al prójimo. Se trata de miradas que construyen experien-cias abiertas en las cuales los demás, los otros, nos reconocemos y construimos un nosotros. En los tra-

Page 14: Miradas artísticas sobre la pandemia

13

bajos de esta exposición encontramos sendas para transitar y aproximarnos sin temor y sin prejuicios al otro, a mi semejante que ha sido aislado, reducido a estar la mayor parte del tiempo en su casa, alejado del bullicio callejero.”

Cabe recordar que la convocatoria que hizo la UNAM en el contexto de la llegada de la pandemia por Covid-19 a México aglutinó aproximadamente 700 obras inscri-tas, con una destacada participación de jóvenes, dado que la emergencia sanitaria cambió la manera de vivir y provocó que surgieran miles de historias.

El Programa Universitario de Estudios sobre Demo-cracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es una iniciativa nueva, llena de energía, de creatividad, de empuje y de compromiso. Desde el PUEDJS, buscamos combinar la investigación científica del más alto nivel con un intenso trabajo de vinculación y divulgación hacia la comunidad universitaria y la sociedad en general.

En el PUEDJS queremos salir de la torre de marfil para sacudir las conciencias y participar en la construcción de soluciones prácticas a los grandes problemas nacio-nales que nos afectan a todos y a todas.

Cuando llegó la pandemia y la cuarentena muchos sentíamos que el mundo empezaba a desmoronarse en pedazos.

¿Cómo salir de la torre de marfil estando cada quien en su casa?

Este libro y el concurso de arte ciudadano y popu-lar que lo alimentó son un sueño hecho realidad.

Page 15: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 16: Miradas artísticas sobre la pandemia

15

MEMORIA DE UN CONCURSO LLENO DE ESPERANZA

ROGELIO LAGUNA1

ASTRID NAVARRO2

¿Cómo vamos a narrar en el futuro lo que ha signifi-cado vivir en medio de una pandemia global? ¿Cómo vamos a explicar nuestras pérdidas, la incertidumbre, los meses de espera, el anhelo de que todo vuelva a ser cómo antes?

La pandemia nos ha transformado. En términos individuales y colectivos nos enfrentamos a preguntas y dilemas que jamás pensamos tener que resolver. Antiguos miedos volvieron a acecharnos y nos vimos en la necesidad de echar mano de nuestra mejor capa-cidad de ser creativos, de adaptarnos rápidamente, de mantener la esperanza, y a veces también hemos te-nido que aprender a dejar ir…

El 27 de febrero de 2020 se detectó el primer caso de Covid-19 en nuestro país. A partir de entonces hemos vivido una serie de cambios que nos han aleja-do de la vida que conocíamos, rodeados de nuestros seres queridos y de la vida colectiva, a una “nueva normalidad” en la que el cubrebocas oculta nuestros rostros, donde litros y litros de gel pasan por nuestras

1 Académico del PUEDJS de la UNAM.2 Coordinadora del concurso “Miradas artísticas sobre

la pandemia” del PUEDJS de la UNAM.

Page 17: Miradas artísticas sobre la pandemia

16

manos y en la que, como nunca antes, dependemos de la virtualidad. Una virtualidad que ha venido en muchos casos a salvarnos de la soledad absoluta, pero en la que faltan los abrazos y el apretón de manos fraternal con nuestros semejantes.

En la pandemia vimos que el ritmo de la vida cam-bió y que el tiempo pasa distinto. Las calles lucen vacías, los tumultos han disminuido. Algunos trabajan desde casa, otros salen y encuentran una ciudad semidesier-ta con un nuevo rostro. Se trata de una pausa extraña en medio del tiempo vertiginoso con el que el mundo se ha movido por casi un siglo. ¿Qué hacer con esta pausa?

En la primera parte del 2020 México llevó a cabo una larga jornada de distanciamiento social que bus-có mitigar los contagios y proteger a las personas más vulnerables. Los meses se hicieron largos. Conforme pasaban los días, las personas experimentaron una gran incertidumbre sobre el futuro, debieron reorga-nizar sus vidas y, lo que resultaba más difícil, aceptar la lejanía con los seres queridos: amigos y familiares, con quienes no habría que reunirse en un periodo indefinido.

En ese contexto de espera e incertidumbre surgió el concurso “Miradas artísticas sobre la pandemia. De la paranoia a la solidaridad”, organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la UNAM. Se trataba no solamen-te de continuar con las actividades universitarias, sino de buscar abrir un diálogo que permitiera reflexionar y plasmar cómo se estaba viviendo la pandemia en nuestro país. Se convocó al público en general a pre-sentar diversas obras, “miradas artísticas” que mos-traran quiénes éramos en este inesperado contexto.

Page 18: Miradas artísticas sobre la pandemia

17

Las participaciones se organizaron en siete categorías: fotografía, ilustración, video, cuento, ensayo, poesía y crónica.

Al llamado de “Miradas artísticas sobre la pandemia” respondieron cientos de mujeres y hombres que eli-gieron la ruta del arte para compartir sentimientos, temores y esperanzas de lo que se vivía en esta crisis sanitaria. Se recibieron casi 700 obras rebosantes de experiencias, relatos e imágenes provenientes de todos los rincones del país. Con ellas se conformó una gale-ría virtual que fue visitada por más de 400 mil personas de todo el mundo y que dejaron miles de comentarios que entablaban un diálogo con las diversas obras y que iban permitiendo el surgimiento de puntos de encuen-tro, el intercambio de perspectivas y la construcción de una solidaridad colectiva que por fortuna nos ha sostenido en las horas más oscuras.

Un concurso, sin embargo, no puede estar comple-to sin la premiación de aquellas propuestas que desta-can por su calidad técnica y por su capacidad expresi-va. Para la elección de las obras ganadoras de nuestro concurso se integró un jurado conformado por espe-cialistas, reconocidas voces comprometidas con las causas sociales y la creatividad humana:

• Dr. John M. Ackerman, director del PUEDJS.• Dra. Beatriz Gutiérrez Müller, investigadora de

tiempo completo del Instituto de Ciencias Socia-les y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

• Biol. Iván Trujillo Bolio, director de TV UNAM.• Dr. Gerardo de la Fuente Lora, profesor e inves-

tigador de tiempo completo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Page 19: Miradas artísticas sobre la pandemia

18

• Antonio Helguera Martínez, caricaturista de La Jornada y Proceso.

• Pedro Valtierra Ruvalcaba, director general de la agencia Cuartoscuro.

• L. C. C. Ángel Figueroa Perea, director general de Divulgación de las Humanidades de la Coor-dinación de Humanidades de la UNAM.

• Ing. Luis Gutiérrez Padilla, subdirector de la Dirección General de Atención a la Comunidad de la UNAM.

Tras largas sesiones de deliberación, los resultados del concurso se dieron a conocer en una emotiva ce-remonia en vivo a través de las redes sociales el 30 de junio de 2020. El jurado premió a aquellas obras que además de demostrar una admirable calidad artística y creativa también nos hacían visible aquello que como sociedad hemos sentido ante la pandemia, tanto el miedo como las ganas de afirmar la vida y seguir ade-lante, aun en un escenario desfavorable. A continuación se enumeran las obras premiadas:

FOTOGRAFÍAPrimer lugar: Zurisaddai González González, Volar desde adentroSegundo lugar: Patricio Oseguera Garibay, Paseo de la Reforma en cuarentenaTercer lugar: Denisse Alejandra Michel Ponce, La vida por la ventana

Mención honorífica: Daniel Alejandro Durón, Preocu-pacionesMención honorífica: Mario Olarte Martínez, La suerte de abajo

Page 20: Miradas artísticas sobre la pandemia

19

Mención honorífica: Yahaira Ilse Urzúa, A través de la ventana

ILUSTRACIÓNPrimer lugar: Karen Lizbeth Fernández Sánchez, Mi-lagrito mexicano: la solidaridadSegundo lugar: Frida Yael Ibáñez Cárdenas, SISU

Tercer lugar: Karla Ricárdez “Chila Killa”, Floreciendo en casa

Mención honorífica: Querén Eréndira Amador Medina, Juntos siempre

VIDEOPrimer lugar: Mitzy Iraís Noguez Morán, Miradas in-ternasSegundo lugar: Alejandro Castillo, SaldremosTercer lugar: Cristina Pérez Standelmann Santos, Pandemia de libros

Mención honorífica: Ulises Manuel Hernández, Todo va a estar bienMención honorífica: Laura Nieto Sanabria, Encerrada

POESÍAPrimer lugar: Bladimir Tapia Neri, Encuentro y retornoSegundo lugar: Osfelip Bazán, Miedo sobre Covid-19: sig nifi cadosTercer lugar: Arturo Sarmiento Tamayo, Desconsuelo

Mención honorífica: María Julieta Cruz Nieto, ¡Libertad en la pandemia!

Page 21: Miradas artísticas sobre la pandemia

20

CRÓNICAPrimer lugar: Rosario Pinelo, Los duelos de la pan-demiaSegundo lugar: Ana Sofía Villalobos García, Una bitá-cora no planeadaTercer lugar: Annette Angélica Rivera Vera, Cuaren-tena en un país extraño

Mención honorífica: Raúl Mendoza Justo, ContactoMención honorífica: Jonathan Martín Abrego Camacho, Mi ciudadMención honorífica: Carlos Eduardo Chávez, Crónica de una combatiente

ENSAYOPrimer lugar: Diego Alonso Sánchez Tec, Remedios para la soledadSegundo lugar: Emma del Carmen Martínez Yanes, Manual para el encierroTercer lugar: José Arreola, Cuando los marginales somos centrales

Mención honorífica: Xicoténcatl Servín, El tiempo en pausa. Un ensayo sobre nuestra forma de habitar el tiempo en la pandemiaMención honorífica: Aguazal Producciones, Producción del espacio público y comunitario en el contexto de las afectaciones críticas. Un ejercicio colaborativoMención honorífica: Carla Jiovanna Ruiz Juárez, Nue-va crisis, nuevos miedos: una lectura de “Los nuevos miedos” de Marc Augé, en tiempos de Covid-19

Page 22: Miradas artísticas sobre la pandemia

21

CUENTOPrimer lugar: Ángela Atenas Sánchez Camacho, La esperaSegundo lugar: María Angélica Contreras Jiménez, El desamor en tiempos de Covid-19Tercer lugar: Emelyn Domínguez Jiménez, Los niños del Covid19

Mención honorífica: Mariana Gómez Vargas, MonetaMención honorífica: Ernesto Miranda Meléndez, Abue-la torbellinoMención honorífica: Litzy Aguirre y Anyer Hernández, El día que los astronautas salvaron al abuelo

En el mes de noviembre de 2020 se inauguró una exposición itinerante en las estaciones Pino Suárez, Mixcoac y Zapata del Metro de la Ciudad de México, que contó con la generosa colaboración de la Coordi-nación de Memoria Histórica y Cultural de México de la Presidencia de la República, la Secretaría de Hacien-da, la Secretaría de Gobernación, el Gobierno de la Ciudad de México y el Sistema de Transporte Colecti-vo Metro. Esta exposición titulada “Miradas artísticas sobre la pandemia. Abrazando a la vida” incluyó 168 obras de nuestro concurso y ocupa un espacio de 100 metros lineales. En la ceremonia de inauguración, llevada a cabo el 26 de noviembre en el Museo de la Ciudad de México, destacó la participación del Dr. Hugo López-Gatell, vocero del Gobierno de México en el combate a la pandemia.

La amplia participación, la respuesta en redes y el seguimiento en los medios de comunicación nos dicen que no sólo se logró el objetivo de invitar a la reflexión

Page 23: Miradas artísticas sobre la pandemia

22

y a la expresión de lo que vivimos en medio de la pan-demia, sino que se ha creado un registro que conser-vará en la memoria quiénes fuimos en la pandemia y cómo entre todos construimos un mensaje de esperan-za que, sin duda, nos sacará adelante.

Este libro se suma también al propósito de compar-tir y construir un diálogo colectivo, erigir puntos de solidaridad y comenzar a construir una narración común de una época que, sin duda, será un parteaguas en la historia de la humanidad.

Incluimos en este volumen tanto las obras gana-doras de “Miradas artísticas sobre la pandemia. De la paranoia a la solidaridad” como aquellas participacio-nes que destacaron en nuestra galería por su capacidad de comunicar aquello que sentimos y pensamos ante la llegada de este virus. En las cinco secciones del libro: “El mundo cambió”, “Los que pueden quedarse en casa y los que no”, “Remedios para la soledad”, “El tiempo pasa distinto” y “Saldremos adelante” ofrecemos un panorama sobre diversos aspectos de la pandemia: su llegada, la desigualdad social que quedó al descubierto, las inquietudes personales y el aislamiento que muchas personas enfrentaron, el cambio en la vida colectiva y en la percepción del mundo y, por supuesto, el afán de no dejarnos vencer y de continuar.

Los textos e imágenes que hemos reunido tienen como común denominador expresar cómo el nuevo coronavirus trajo consigo una ruptura en la continuidad de nuestras formas de vida. Cómo esto marcó profun-damente el curso de nuestro tiempo individual y co-lectivo. Además, nos recuerdan que la pandemia hizo evidente que no todos estaban en igualdad de condi-ciones. Una sociedad desigual vivía también de mane-ra desigual el nuevo estado de cosas. Era cierto, para

Page 24: Miradas artísticas sobre la pandemia

23

evitar la propagación del virus había que quedarse en casa. Pero ¿qué pasaba con aquellos que por necesidad económica o por trabajo debían salir de sus hogares? El rostro de vendedores ambulantes, policías, trabaja-dores de la salud o de la limpieza seguía observándose en las calles mientras otros podían permanecer en resguardo.

No se olvida tampoco que aunque la pandemia despertó en las personas muchos miedos y preocupa-ciones, también fomentó un impulso a cuidar al otro, a cuidarnos entre todos y todas para evitar la enferme-dad. Despertó el reconocimiento hacia todos aquellos héroes y heroínas anónimos que enfrentaron al virus en la primera línea y que hicieron posible que las ins-tituciones fundamentales de la sociedad siguieran operando.

Las “miradas artísticas” nos dicen que aun en la distancia, juntos somos más fuertes. Hemos aprendido que juntos podemos construir la esperanza. Se ha hecho patente la necesidad de tejer nuevas redes co-munitarias que nos permitan enfrentar ésta y cualquier situación que nos haga vulnerables.

Compartimos contigo este mensaje de esperanza. Esperamos que lo disfrutes.

Page 25: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 26: Miradas artísticas sobre la pandemia

I. EL MUNDO CAMBIÓ

Page 27: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 28: Miradas artísticas sobre la pandemia

27

2020. DEL OTRO LADO DEL ESPEJO

GLORIA G. HERRERA MENDOZAObra seleccionada, Crónica

Cuando comenzó el año, tuve el presentimiento de que algo importante podía pasar. Primero me llamó la atención que fuera el año 2020; el mismo número re-petido dos veces, que se puede leer igual de izquierda a derecha o viceversa, lo que los expertos llaman pa-líndromo. De hecho, lo mismo sentí cuando presencié la llegada del año 2000. Son sucesos especiales, que no todas las personas pueden atestiguar. Además, tu-vimos un día extra en el mes de febrero, peculiaridad que se repite cada cuatro años, o sea, dos más dos, conocido como año bisiesto. Algún significado especial habría en ello, pues el número dos representa la dua-lidad. La conciencia y la inconsciencia, lo personal y lo social. También simboliza la empatía, la adaptabili-dad, la unión y la solidaridad. Al menos eso dicen los que estudian los números desde un aspecto místico.

En lo personal, yo relaciono esta curiosa secuencia numérica con el espejo. Objeto usado para el arreglo personal, que por su capacidad para reflejar imágenes, ha inspirado leyendas y creencias que le atribuyen poderes sobrenaturales. Existen muchos mitos sobre los espejos, como aquel que dice que ellos tienen el poder para mostrar acontecimientos del pasado o del

Page 29: Miradas artísticas sobre la pandemia

28

futuro. Conozco una historia donde el mundo de los humanos y los espejos estuvo comunicado en épocas remotas. Cualquiera podía entrar o salir por un espejo de pared, uno de mano o incluso de un trozo de ellos. Resulta que un hermoso tigre atravesó desde un espe-jo hacia el palacio de un emperador. El gobernante lo mandó a enjaular y los habitantes del otro lado se enojaron porque para ellos era sagrado. Esto desató una mortífera guerra. Al final ganaron los humanos, gracias a un hechizo que encerró por siempre a los seres que vivían del otro lado del espejo.

Esta leyenda es de China, país donde se originó el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19, mejor conocido como “coronavirus”, que tiene en jaque a la humanidad. Y siguiendo con mis especulaciones misteriosas, me parece simbólico que surge justo en el año regido por la rata (según el calendario chino), animal que la cultura occidental relaciona con la pes-te y otras enfermedades. Coincidencia desafortunada, casualidades que se enlazan en mi mente, con cierta tendencia al pensamiento mágico. Aunque yo apelo más a la ciencia. Pero está en mi ADN cultural. ¡Así somos los mexicanos!

Lo cierto es que la pandemia no es culpa de nadie; pudo empezar en cualquier lugar del planeta o punto del tiempo. La historia de la humanidad lo confirma. Es bueno estudiar la historia, para tener memoria y conciencia de nuestro sitio en el Universo, ya que aún oculta secretos y fuerzas que no podemos controlar. Y si bien la humanidad los va desmadejando con la ciencia, todavía nos aterra enfrentar lo desconocido. Así es el nuevo coronavirus, algo nuevo, que no sabemos cómo descifrar ni combatir; porque a pesar de nuestro descubrimientos y avances científicos, no obstante

Page 30: Miradas artísticas sobre la pandemia

29

nuestra tecnología veloz y multifuncional, seguimos siendo la especie más vulnerable de la Tierra.

De ahí que una mañana cualquiera nos despertamos con la noticia de que la humanidad estaba indefensa ante un enemigo común. Y que su ejército invasor se multiplica exponencialmente de forma silenciosa e invisible. Pero no lo creímos, seguimos con nuestras vidas, como si no pasara nada. Así inició una nueva guerra que, como todas las guerras, ha hecho sufrir a los más débiles: los que no tienen hogar, los que no tienen servicios médicos, trabajo, vivienda, educa-ción, enfermos crónicos, adultos mayores, mujeres en proceso de gestación y, en consecuencia, niños y niñas. ¡Aunque casi todos han sido las víctimas de esta en-fermedad, sin distinción de raza, nacionalidad o clase social!

Y mientras nuestro planeta continuó danzando alrededor de la estrella que lo alimenta con luz, la especie humana, su huésped más invasivo, paralizó casi por completo su actividad depredadora. “¡Quéda-te en casa! —nos dijeron— ¡Para protegerte, para salvarte de una enfermedad que envenena tus pulmo-nes! ¡Y que es producto de no cumplir con las más elementales normas de higiene!”.

Nos llegaron olas furiosas de información y resultó muy difícil distinguir las falsas de las verdaderas. Entre escépticos encomendados a Dios, teorías conspiranoi-cas, voceros apocalípticos y curanderos fraudulentos, nos aturden por razones políticas con visiones catas-trofistas o minimizaciones de la pandemia. Se detienen las clases y mandan a casa a los estudiantes. Cierran cines y centros culturales. Se cancelan conciertos masivos y eventos deportivos. No se puede ir al gim-nasio o pasear en los parques con las mascotas. Paran

Page 31: Miradas artísticas sobre la pandemia

30

las fábricas y oficinas. Ya no hay tráfico ni tumultos en el transporte público. La incertidumbre flota en el aire. El temor corrió las persianas. Cesó el movimien-to, el bullicio, la alegría ¡Y cambió la vida como la conocíamos!

Ha pasado un día, otro y otro más. Y al correr de las semanas, comenzamos a mirarnos al espejo, sin ma-quillaje, sin prisa, sin vanidad. Confrontados con nues-tro reflejo, quien nos mira fijamente sin titubear. Mos-trando lo que somos, no lo que imaginamos ser. Ese es otro poder que se le atribuye: exhibir la verdadera naturaleza del ser. Él ve a través de nosotros. Nos es-cucha en silencio y se guarda nuestros secretos. Y ante su presencia inasible nos cuestionamos: ¿qué estoy haciendo?, ¿cuál es el papel que estoy desempeñando durante esta emergencia?, ¿cómo voy a sentirme cuan-do todo pase?

Y entonces debemos decidir si del otro lado del espejo queremos encontrar un rostro sereno o uno agobiado. Si deseamos vernos reflejados como personas entusiastas o pesimistas. Elegir entre un ser intoleran-te y controlador, o uno que sabe convivir con diversas formas de ser y de pensar. Estando a solas, ¿dejaremos que el aislamiento siembre tristeza y soledad?, ¿o de nuestra fortaleza florecerá una sonrisa de confianza?

¿Y qué pasará con quienes no tienen casa? ¿O los que tienen que salir para ganarse el pan de cada día? Como doña Julia, la ancianita que sobrevive con la venta de dulces en el puesto de la esquina. O don Ge-naro, quien se gana la vida boleando zapatos para dar estudio a sus tres hijos. También con Lulú, la chica empleada del minisúper, madre soltera de una nena de 6 años con dislexia.

Será que en vez de duplicar la realidad, ¿podrá el

Page 32: Miradas artísticas sobre la pandemia

31

espejo, como dice otra leyenda, ser un portal para mostrarnos otras realidades? Como la del migrante centroamericano: de andar incesante por caminos de indiferencia. La del campesino humilde, que se vino a la ciudad porque se quedó sin tierra para sembrar. La de la mujer transgénero, que ficha en un antro para sostener el tratamiento de VIH de su novio. O del joven indigente y adicto, que hoy limpia parabrisas pero soñaba con ser músico. Ellos son la cara oculta de un espejismo: la política del libre comercio y la competi-tividad. Donde importa el dinero de las ganancias, no las personas. Una enfermedad más cruel y letal que esta pandemia.

Ante la amenaza de la Covid-19, lo peor y lo mejor de las personas se han manifestado. Mientras doctores, enfermeras y todo el personal médico se encuentra en los hospitales salvando vidas, otros cometen viles actos de agresión y discriminación en su contra, muestra de estupidez inaudita. ¿Cuántos de los que estamos en casa, tendríamos la empatía, el valor y la fortaleza espiritual para atender a un enfermo, arriesgando nuestra propia salud? Ellos merecen nuestra gratitud y admiración. Los otros, que no ven más allá de sus narices, nuestro desprecio y el castigo de la ley.

Sin embargo, lo maravilloso de este país tan desigual y contrastante es que siempre hay alguien con ganas de ayudar a otros. Personas con cualidades del núme-ro dos. De los que están dispuestos a rifársela por un amigo, familiar o vecino. No falta el acomedido, que le echa la mano a un perfecto desconocido. En ocasiones, cuando sucede una gran tragedia como ésta, nos unimos y salimos a las calles. Lo mismo a picar piedra que a repartir despensas. Nos volvemos la madre, el herma-no, la amiga del compatriota. Hacemos cocinas comu-

Page 33: Miradas artísticas sobre la pandemia

32

nitarias o transportamos a quien lo necesite, ya sea en automóvil o en bicicleta. Eso se llama solidaridad y también es parte de nuestro ADN como mexicanos, aunque a veces se nos olvida.

Ahora mismo hay gente que lleva comida al perso-nal de salud en los hospitales o que hacen colectas para comprar equipo de protección sanitaria. Porque en tiempos de crisis hay que abandonar el egoísmo. La vida es como un rompecabezas: somos parte de un gran todo donde cada pieza fue creada para unirse a otra y en conjunto formar la unidad. Por eso, los que apoyan, los que cooperan, los que defienden, los que se ocu-pan, los que consuelan, los que agradecen y por su-puesto, los que aman al prójimo: son quienes reflejan el rostro verdadero del mexicano.

Creo que los seres humanos, al igual que el Narciso del mito griego, nos enajenamos con nuestra propia imagen o la de aquello que creemos ser. Absorto en la contemplación de sí mismo, Narciso se arrojó a las aguas y murió. A los seres humanos nos está pasando lo mismo: estamos ensimismados, atrapados en una idea egoísta de la vida. Pero el hombre es interacción y relación: necesitamos empatía porque sin los demás no hay auténtica vida. Aunque la narrativa de la cul-tura global del neoliberalismo ha permeado a nuestras mentes en las últimas décadas, nos fue alineando hacia el individualismo y el egoísmo. En contraposición, sucesos como esta pandemia de Covid-19 sacuden nuestra conciencia y nos recuerdan que unidos somos más fuertes y mejores personas.

Encerrados y asustados lo hemos descubierto. Y también que no sabemos qué hacer con nuestro tiempo libre porque pocas veces lo tenemos. Al estar en nuestro hogar, talentos y defectos que no teníamos

Page 34: Miradas artísticas sobre la pandemia

33

ni idea salen a flote. Observamos más a nuestros seres queridos; el brillo en sus ojos, la sonoridad de su voz o su luminosa sonrisa nuevamente nos sorprenden. Algunos volvimos a escucharnos, incluso sin hablar. Percibimos las carencias afectivas o afianzamos lazos amorosos con nuestros seres queridos. Valoramos más lo que tenemos y no lo que nos falta. Y así como re-mendamos alguna prenda de vestir, lo hicimos con la memoria: mirando el viejo álbum de fotografías en papel Kodak nos sentimos agradecidos por los buenos momentos.

Son innegables las trágicas consecuencias de esta pandemia. Se han perdido vidas y se vive mucho su-frimiento. También daños colaterales, como en la economía, que afectarán por un largo tiempo nuestra calidad de vida. Mas tengo confianza en que saldremos adelante, pues creo en la moraleja de mi leyenda favo-rita sobre los espejos. En ella, un ser humano, como usted o como yo, una noche mientras contemplaba el cielo le llegó una revelación: descubrió que él o ella era Luz, al igual que las estrellas, y supo entonces que toda la materia también lo es. Esta gran verdad cambió la percepción de la vida de este ser humano y mirando a su alrededor se vio a sí mismo en todas las cosas: en cada ser humano, animal, vegetal o elemento de la tierra. Entonces comprendió todo y cuidó sus acciones, palabras y pensamientos, a fin de que reflejaran cosas buenas para el Universo, y así alcanzó la paz.

Ojalá cuando termine esta obligada pausa en nues-tras vidas por culpa del coronavirus, encontremos una luz en donde todos y todas estemos reflejados. Así tanto dolor, tantas pérdidas y sacrificios no serán en vano. Hay que honrar la vida de quienes lamentable-mente la perdieron por la pandemia. Así como la

Page 35: Miradas artísticas sobre la pandemia

34

nuestra, que tenemos la oportunidad de seguir vivos y convertirnos en mejores personas. Espero que, cuando todo pase, del otro lado del espejo encontremos el rostro verdadero del espíritu humano.

Page 36: Miradas artísticas sobre la pandemia

35

UNA BITÁCORA NO PLANEADA

ANA SOFÍA VILLALOBOS GARCÍASegundo lugar, Crónica

Este año ha iniciado muy extraño, siento en mis entra-ñas que no va a ser ordinario. Hoy, 3 de enero de 2020, a las 7:00 horas, me encuentro en una camilla en el hospital, esperando una operación inevitable, pensan-do en que todo el tiempo es tamos cambiando, pero solemos evitar verlo para mantener nuestra cordura.

Dos horas después de estar en el quirófano y que extrajeran mi vesícula exitosamente, estoy en el cuar-to, sedada, escuchando la televisión sin tener claridad absoluta: “Se anuncia la Tercera Guerra Mundial”. Pareciera que entré a una cápsula del tiempo, a una dimensión catastrófica y energéticamente diferente.

Todo marcha de manera tan incierta y pareciera que estamos en estado de caos. Muchos nos graduamos este año y no tenemos idea de qué haremos. Se sabe que en China se está desatando una pandemia, las personas que hace un año te estaban acompañando, ya no están contigo… No cabe duda de que el tiempo es incierto y yo sólo estoy rezando porque todo marche conforme a mis planes.

Hoy, 9 de marzo de 2020, decido hacer el paro. Decido desconectarme de mi mundo para que mis amigos

Page 37: Miradas artísticas sobre la pandemia

36

hombres sepan qué es estar sin nosotras un día, que ese día puede convertirse en semanas, meses, años… En Guadalajara tiembla alrededor de las 18:00 horas y me siento invicta. El mundo tiembla ante nuestra ausencia, pienso. Quién iba a decir que este día nos estaba preparando para la incertidumbre que se venía.

Cuando menos lo esperamos, este viernes empe-zaron a cancelar clases: “siguiendo las recomenda-ciones del gobierno del estado y de la Organización Mundial de la Salud, se suspenden las clases a modo virtual debido a la pandemia del coronavirus (Co-vid-19)”. Puede que sólo sea como la influenza AH1N1, sólo es hasta que pase Semana Santa… No es tan grave como dicen… O al menos son las cosas con las que me mentalizo para tranquilizarme y no volver-me loca.

El fin de semana comienzan a cancelarme trabajos, a suspender mis actividades. “El coronavirus no es un juego y quiero que lo entiendan”, lo dicen mis maestros de danza. Intento mantener la calma, pero no dejo de pensar en que todo se está cayendo y no sé si soy lo suficientemente fuerte para levantarlo.

Día 1 de cuarentena: Decido ponerme metas, el encie-rro es inevitable y sólo me queda acatar las reglas… Así que, ¿por qué no ponerme metas específicas para no desperdiciar estos cuarenta días de aislamiento? Voy a hacer ejercicio diario, ponerme a dieta, ver todas esas series que tengo pendientes, dormir temprano, volver a bailar, hacer proyectos personales…

Cuando menos lo espero, tengo un pizarrón lleno de muchas actividades que yo sé muy en el fondo de mi ser que no voy a terminar, pero sigo esperanzada en que sí las voy a hacer. Agenda: así todo se va a or-

Page 38: Miradas artísticas sobre la pandemia

37

ganizar mejor, tengo que ser productiva y no dejar que la cuarentena me gane.

Primer día de clases en línea: Todos estamos confun-didos con las plataformas, dudando de la capacidad de nuestros profesores para enseñar, pero también com-prendemos que es la primera vez en la que todos nos vemos en la necesidad de usar forzosamente el internet.

Mis clases de danza también se trasladaron a estas plataformas y no deja de sentirse extraño el no bailar con mis amigos de hace siete años…

Esta semana la libré, me siento muy productiva y así tiene que ser durante cuarenta días, así como los retos de 30 días para generar hábitos. Todo va a salir conforme al plan, sigo pensando…

Día 8 de cuarentena: “Nuestras juntas van a ser vir-tuales”, me dicen mis colegas. No me permito entrar en pánico y creo que van a ser más productivas… Pero no dejo de pensar en que voy a extrañar a todas las personas que veo a diario.

Me he sentido cansada de estar frente a la compu-tadora todo el tiempo, mis amigos han sentido miedo, muchos de ellos han tenido que cerrar sus negocios… Yo no puedo tener miedo, yo tengo todo. Afortunada-mente vivo con mis papás y no me falta nada, no puedo tener miedo… No puedo tener miedo.

Día 13 de cuarentena: Voy a ir a la tienda naturista, voy a comprar velas aromáticas, necesito relajarme y no puedo permitirme entrar en crisis. Mi ansiedad se vuelve más frecuente, me muerdo las uñas constante-mente, y los labios también, mi energía es intermiten-te y mi insomnio aparece casi a diario.

Page 39: Miradas artísticas sobre la pandemia

38

Día 15 de cuarentena: Llevo días hablando con un chico que me agrada mucho, tengo muchas ganas de verlo e infringiremos la ley por unas horas… Sólo un par de horas…

Llega a mi casa a las 15:45 horas, justo como lo había planeado, al entrar me regala una sonrisa since-ra y le pido que se cambie de ropa para que esté limpio dentro de mi casa, una petición que nunca le había hecho a alguien. Comimos, platicamos, nos comparti-mos y sólo había dos cosas seguras: nos gustamos y es la última vez que nos veremos durante la cuarentena. Olvidamos las recomendaciones de “la sana distancia” y nos abrazamos fuerte. Se fue.

Día 18 de cuarentena: La Semana Santa nunca había sido tan tranquila y tan similar a mis días anteriores; he dormido como si un tráiler hubiese pasado encima de mí, me encuentro cansada y mis pensamientos rumiantes no me han dejado descansar. Mi paladar ha cambiado: ya me gusta el café.

Día 20 de cuarentena: Mis amigos están perdiendo la cabeza, todos nos volvemos locos. Sentimos una ur-gencia rotunda de volver a vernos las caras, de sentir-nos. Me siento con la responsabilidad de escucharlos y ayudarlos, ellos también me preguntan cómo estoy, pero les muestro mi máscara creada para esos momen-tos: estoy bien, ahí vamos. Mi hermana regresa a vivir con nosotros.

Día 27 de cuarentena: Comunicado oficial de mi uni-versidad: “El semestre se terminará en línea”. Comu-nicado oficial del gobierno federal: “La cuarentena se extiende hasta el 31 de mayo”. Estas frases resultan

Page 40: Miradas artísticas sobre la pandemia

39

ser más esperadas de lo pensado, por más que ya sabía que esto duraría más, tenía la pequeña esperanza de que todo esto terminara en 15 días…

Día 30 de cuarentena: Todos estamos hartos y ansiosos, el chico que me gusta me dejó de hablar, ¿dejé de importarle?

Las tareas se acumulan, el cansancio es inevitable, lo único que quiero es dormir. Mi ansiedad se ha con-vertido en depresión. Empecé a dibujar para encontrar otra forma de “relajarme”, cuando yo sé que es para distraerme de mis mil demonios.

Día 38 de cuarentena: ¿Todo lo que he estado hacien-do en estos días tendrá frutos? ¿Y si la cuarentena dura hasta el 2021? ¿La tercera Guerra Mundial es biológica? ¿El virus se les salió de las manos? ¿La Tierra está reclamando su limpieza? ¿El Krakatoa hizo erupción? ¿El fin del mundo se acerca? ¿Los marcia-nos llegaron ya?

Día 40 de cuarentena: Hoy se acaba la cuarentena y seguiremos en cuarentena, a pesar de que la palabra cuarentena signifique “40 días”. ¿Estamos rompiendo las leyes de la naturaleza o ellas están rompiéndonos? Quiero un abrazo, quiero salir a bailar, quiero tocar la piel de la persona que me gusta, quiero reír con mis amigos, quiero llorar y sólo puedo hacer lo último.

Día 41 de no cuarentena: Todo se derrumba, mis pla-nes parecen haber sido hechos en vano. Ya no he en-contrado la motivación para hacer ejercicio ni para comer sano, tampoco he querido ser productiva y sólo quiero dormir. Mi danza me hace sentir insuficiente,

Page 41: Miradas artísticas sobre la pandemia

40

soy insuficiente. En este gran mundo soy diminuta, he tocado fondo.

Comienzo a llorar, a chillar, me encuentro incon-solable y nadie puede reparar el daño que me estoy haciendo a mí misma. Me siento sola, nunca había sentido tanta necesidad de estar con alguien, me sien-to dependiente de las personas y sólo quiero salir.

Le marco a una amiga, le digo todo lo que siento. No me había permitido decirle a alguien todos mis miedos, mis emociones, mis sentimientos. Finalmente me quité la máscara y me muestro como la persona vulnerable que soy.

Día 42 de no cuarentena: Estoy casi segura de que la cuenta de los días la llevo mal, las metas que me puse no están cumplidas en su mayoría y por más que in-tento estar de buen ánimo, me he dado cuenta de que estoy desganada.

“El día 15 de mayo se dará a conocer la posible fecha de normalidad en las actividades diarias”. Leo y mi rayito de esperanza brilla poquito, sabiendo que esto puede ser a finales de mayo, a finales de julio, a finales de octubre, a fin de año.

El día de hoy, día cuarenta y tantos, me enfrento a mí misma y me doy cuenta de que no controlo nada. La vida fluye y sigue su cauce, olvidamos que formamos parte de un mundo con naturaleza y con personas.

No le pertenecemos a nadie, pero necesitamos del otro, la tecnología nos ha salvado y nos ha hundido al mismo tiempo. Todo lo que nos importa al parecer no es tan importante.

El aislamiento nos ha dejado ver en los monstruos individualistas en los que nos hemos convertido, abu-sando del consumo y olvidándonos de los demás. Si

Page 42: Miradas artísticas sobre la pandemia

41

bien dicen por ahí, siempre es necesario el caos para llegar a la calma. La balanza está encontrando su equi-librio, así como nosotros.

Día 43 de no cuarentena: Me encuentro sentada escri-biendo sobre mis pensamientos caóticos, esperando que alguien pueda identificarse conmigo.

Suelo ser una persona que aconseja a los demás y en este momento tengo algo que decirme:

Esto va a acabar cuando menos lo esperes, el tiempo

no te pertenece. Si bien, es bueno tener un plan, hay

que estar preparados para los imprevistos porque uno

nunca sabe lo que la vida depara.

Dile a tus cercanos que los quieres, que los amas

mucho, abrázalos fuerte en cuanto los veas. Amar es

lo que necesito, amarme a mí y amar a los demás.

Cuida lo que tienes y lo que recibes, así como lo

que das. Los recuerdos es lo único que se queda con

nosotros para siempre.

Mientras tanto, seguiré contando los días, dormiré y volveré a comenzar un día más…

¿Día 44…?

Page 43: Miradas artísticas sobre la pandemia

42

MIEDO SOBRE COVID-19: SIGNIFICADOS(SONETO CON ESTRIBILLO Y ACRÓSTICOS)

OSFELIP BAZANTSegundo lugar, Poesía

“¿Por qué estás, Mundo, en esta situación?”

Hoy desde mi ventana te pregunto,

Con más mentes en mi mente, en conjunto,

Viendo calles sin almas en acción.

Y no encuentro ninguna información

—de radio o tele, la internet

Adjunto— que me consuele

Sobre dicho asunto, sin

Mancha o sombra, sino

Precisión.

“¿Es cierto, Mundo, que hoy

Estás difunto por un novato ser

Sin compasión?”

Y oigo, al instante, pues, de contrapunto:

“¡NO el VIRUS, pero, su

Provocación de todo lo

Que pasa al mismo punto,

Y NO el MIEDO, aunque sí la incomprensión!”

Page 44: Miradas artísticas sobre la pandemia

43

—¿Verdad? ¿Ficción? Aquí resalto, en junto—:

1. Control Ovni: Virus Internacionalmente Disper-

sado -1nédita9andemia

2. Casa Obligatoria, Viviremos Indeterminadamente

Distanciados -1nmediata9revención

3. ¡Cuidémonos Obrando Variablemente Irregular

Desinfección! -1ndividual9ulcritud

4. Cardiopatías, Obesidad, Viejitos, Inmunopresión,

Diabetes -1nsuficiencia9ulmonar

5. ¿Cuántos Óbitos Vendrán Incrementando

Diariamente? -1ndeseables9ésames

6. Compras Opulentas Visualizan, Incitan, Determi-

nan -1nnecesarios9roductos

7. Construcción Orbicular: Virus Inteligentemente

Decodificado -1nmuno9lobulina

8. ¡Con Optimismo Venzamos Ínfimas Dolencias!

-1nmunológicas9eleas

Page 45: Miradas artísticas sobre la pandemia

44

¡LIBERTAD EN LA PANDEMIA!

MARÍA JULIETA CRUZ NIETOMención honorífica, Poesía

No me siento libre,

Soy presa en mi casa,

Nada que equilibre,

Todo lo que pasa.

Covid no destruyas mi infancia,

Los niños no queremos la distancia,

El miedo se respira en las calles,

Las ciudades solas como valles.

Extraño jugar y a mis amigos,

Varios días en cuarentena,

El culpable es el coronavirus,

Tomo té de yerbabuena.

Me pregunto, ¿volveré a ser feliz?

Comer palomitas de maíz,

Ver películas en el cine,

Eso o algo que me anime.

No pierdo la esperanza,

Que se acabe la pandemia,

El saberlo me entusiasma,

Te deseo libertad, apremia.

Page 46: Miradas artísticas sobre la pandemia

45

CUARENTENA EN UN PAÍS EXTRAÑO

ANNETTE ANGÉLICA RIVERA VERATercer lugar, Crónica

Aún no sé si esta historia comenzó cuando a alguien se le ocurrió comer una sopa de murciél ago o cuando estaba con mi mamá en la Plaza de Armas de Arequipa en Perú y recibí el mensaje de una amiga argentina que decía: “Yo creo que es mejor que te vuelvas a México, en Argentina todo está cerrado y ya han dicho que van a cerrar fronteras”.

Llevo ya varios años siendo una entusiasta de los viajes, pero nunca hubiera imaginado que un día me quedaría varada en otro país en plena contingencia sanitaria, preguntándome cuando podría volver a casa, extrañando México más que nunca y enfrentándome a la xenofobia que puede provocar una pandemia.

CAMBIO DE PLANES

El 11 de marzo, cuando recién llegábamos a Paracas, en Perú, después de haber visto el atardecer en la playa, leí la noticia de que el Lollapalooza de Argenti-na se pospondría para evitar el incremento de contagios de Covid-19. Este festival de música había sido la ex-cusa para al fin conocer Sudamérica y tenía los boletos

Page 47: Miradas artísticas sobre la pandemia

46

comprados desde octubre. Había pasado los últimos meses trabajando para ahorrar para el viaje y tenía comprados los boletos de avión de Santiago de Chile a Buenos Aires, así que volver a México en ese momen-to no era una opción, estaba decidida a seguir con el viaje y usar esos boletos. El itinerario era: Perú, Bolivia, Chile, Argentina y tal vez Brasil. Es hasta ahora, mes y medio después, que me entero de que ese día (11 de marzo) la OMS decretó el estado de pandemia.

CIERRE DE FRONTERAS

La mañana del 15 de marzo mi mamá y yo llegamos en un autobús nocturno a Arequipa, Perú. Para enton-ces, llevábamos 12 días en Perú y todo había estado totalmente normal, sin restricciones para viajar o realizar turismo. Llegamos al hotel, salimos a almorzar, recorrimos la ciudad, apartamos un tour para el cañón del Colca para el día siguiente y fuimos por chocolate caliente a un restaurante con vista a la Plaza de Armas. Al atardecer el cielo se tornó rosa y después morado, nunca había visto algo así, no era un atardecer normal, parecía salido de una película de fantasía, era hermo-so e imponente a la vez.

El plan era dormir temprano para despertar apro-ximadamente a las 2 am y tomar el tour, así que nos fuimos al hotel justo después del atardecer. Me prepa-raba para dormir cuando recibí una notificación de un grupo de viajeros de Facebook, fue así como me ente-ré de que el presidente de Perú acababa de anunciar el cierre de fronteras. Traté de buscar información al respecto, pero todas las noticias decían cosas diferen-tes. Un amigo de Lima me mandó un mensaje para

Page 48: Miradas artísticas sobre la pandemia

47

avisarme del anuncio y me dijo que teníamos 24 horas para poder movernos dentro de Perú pero que él reco-mendaba que nos quedáramos en Arequipa. Unos minutos después el encargado del tour me avisó que se cancelaba.

En ese momento decidí que no tenía caso quedarnos en Perú y empecé a buscar vuelos a México. Sólo en-contré uno que salía de Lima y por alguna extraña razón que aun no entiendo, hacía una escala en Estados Unidos y nosotras no llevábamos nuestras visas ame-ricanas, así que ese vuelo no era una opción. Le pre-gunté al guía si sabía exactamente a qué hora cerrarían fronteras porque en algunas noticias decían que cerra-ban a las 0:00 de esa misma noche y en otras que a las 0:00 de la noche siguiente. Él me puso en contacto con una experta en vuelos internacionales y ella me dijo que las fronteras cerrarían el día 16 de marzo a las 3 pm. Le expliqué que queríamos salir de Perú antes de que cerraran fronteras y me informó de unos autobuses que salían a las 2 am hacia Puno y de ahí podríamos tomar un autobús a La Paz, Bolivia. Para entonces ya habían dado las 11 pm, empacamos rápi-damente y preparamos unos sándwiches para el viaje. La chica de recepción del hotel nos pidió un taxi y nos dirigimos a la central de autobuses con la esperanza de alcanzar lugar en el autobús de las 2 am.

25 HORAS PARA HUIR

Llegamos a la central de autobuses a la 1 am del 16 de marzo, nos quedaban 25 horas para salir de Perú. Lo primero que hice fue preguntar de dónde salían los autobuses de las 2 am a Puno y me señalaron que

Page 49: Miradas artísticas sobre la pandemia

48

entrando a la izquierda. Resultó que había varios au-tobuses con diferentes horarios, el más próximo era el de la 1:30 que al final salió pasando de las 2. Era muy diferente a los cómodos autobuses Cruz del Sur que habíamos estado tomando en todo el viaje, pero está-bamos felices de ir en él. Era la segunda noche seguida que pasábamos en un autobús y el cansancio era de-masiado, pero aun así dormir fue imposible por los nervios, por el frío, y por el camino lleno de baches, curvas y terracería.

Sabíamos que había un autobús que salía de Puno hacia La Paz a las 7:30 am y se suponía que lo alcan-zaríamos, pero llegamos casi una hora después. De todas formas corrí hacia el mostrador a preguntar si saldría otro autobús. La encargada me dijo que no y que tampoco había salido el de 7:30. Ella parecía can-sada y enojada, así que me abstuve de hacer más preguntas. Nos dirigimos a otro mostrador y ahí nos dijeron que podíamos tomar un colectivo hacia Des-aguadero que es una localidad ya perteneciente a Bo-livia, aunque el colectivo realmente deja a los pasajeros justo antes de cruzar la frontera.

“PREFIERO QUEDARME VARADA EN BOLIVIA QUE EN PERÚ”

Las opciones para cruzar la frontera eran caminar con las maletas o tomar un bicitaxi. Tomamos el bici-taxi que nos llevó al área de migración donde nos to-maron la temperatura y sellaron la salida de Perú en nuestro pasaporte. Cambiamos los soles peruanos por pesos bolivianos y volvimos a subir al bicitaxi que cruzo un puente para llevarnos al área de migración del lado de Bolivia donde nos volvieron a tomar la

Page 50: Miradas artísticas sobre la pandemia

49

temperatura y nos hicieron firmar un documento donde afirmábamos no tener síntomas de Covid-19 ni haberlos tenido en los 14 días anteriores.

Había una fila como de 30 personas y tardamos casi una hora en pasar a que nos sellaran la entrada. Plati-qué con un español que no podía volver a su país y no sabía adónde ir. Me preguntó por qué habíamos deci-dido ir a Bolivia y le respondí: “prefiero quedarme varada en Bolivia que en Perú, porque al menos Bolivia no la conozco”. Él ya había viajado por Bolivia y Perú, y me dijo que el preferiría Perú, pero había llegado a Bolivia con la esperanza de encontrar un vuelo hacia otro lado. La expresión en su cara cuando dijo que preferiría estar varado en Perú me preocupó un poco.

Al pasar al sello de pasaporte, me preguntaron cuántos días planeábamos quedarnos, dije que cinco porque el plan era cruzar el país en un tour y llegar a Chile. “Le voy a poner 30 por si acaso” dijo el de adua-na y selló mi pasaporte. En retrospectiva, eso debió haber sido una señal de que muy pronto cerrarían fronteras y era muy probable que todos los que está-bamos entrando en ese momento no lograríamos salir.

AFERRADA ES MI TERCER NOMBRE

Eran aproximadamente las 2 pm cuando llegamos en un colectivo al municipio El Alto en La Paz, a primera vista me recordó mucho al Estado de México; con muchos cerros repletos de viviendas y mucha conta-minación, sólo con la diferencia de los teleféricos y la altura de más de 4 000 metros sobre el nivel del mar. Encontramos un café-internet y entramos para revi-sar horarios de autobuses y decidir si nos íbamos a

Page 51: Miradas artísticas sobre la pandemia

50

quedar esa noche en La Paz o tomaríamos un autobús. Yo estaba aferrada a ir al Salar de Uyuni porque ése era el motivo por el cual habíamos incluido a Bolivia en el itinerario.

Mi mamá me pidió que buscara vuelos a México. Resultó que ella todo el tiempo había pensado que la intención de ir a Bolivia era tomar un vuelo a México, mientras que para mí se trataba de ir al Salar y tratar de apegarnos al itinerario inicial lo más que pudiéramos; clásico problema de comunicación entre madre e hija.

Todos los vuelos a México de los siguientes días eran extremadamente caros. El único precio decente que encontré era para el 24 de marzo, pero este vuelo hacía escala en Santiago, así que no estaba segura si sería cancelado. Después del susto de los precios, de-cidimos ir a Uyuni y tomar un tour de un solo día para ver el Salar y después dirigirnos a Santa Cruz en auto-bús (más o menos 20 horas) y esperar ahí hasta el 24 para poder tomar el vuelo.

UYUNI

A las 8 pm del día 16 de marzo, tomamos el autobús de La Paz a Uyuni. Fue nuestra tercera noche conse-cutiva en un autobús, el lado positivo fue que no tuvi-mos que pagar noche de hospedaje y llegaríamos a Uyuni en la mañana con tiempo para tomar el tour al Salar. El autobús era de 2 pisos y los asientos eran reclinables y cómodos.

Después de un viaje de 9 horas, llegamos a Uyuni a las 5 am del 17 de marzo. Bajamos del autobús y todo estaba oscuro, no era una terminal, era la esquina de una calle. Comenzaba a preocuparme porque no tenía

Page 52: Miradas artísticas sobre la pandemia

51

idea de a dónde ir ni qué hacer cuando una chica de unos 18 años se nos acercó y nos preguntó si queríamos ir a una cafetería a desayunar en lo que abrían las agencias de tours. Inmediatamente dijimos que sí y la seguimos.

Caminamos algunas calles arrastrando nuestras maletas en la oscuridad y el frío. La cafetería estaba en el tercer piso de un edifico que parecía ser un hos-tal, antes de subir nos presentó a una señora que es dueña de una agencia de tours y ella nos ofreció un tour al salar de 2 días. Como el vuelo que queríamos era hasta el 24 de marzo, decidimos tomarlo.

¿Y SI MEJOR HACEMOS LOS 3 DÍAS?

A las 8 am llegó la señora del tour para informarnos que había la posibilidad de hacer el tour de 3 días, sin llegar a Chile, pero visitando todas las lagunas, geiseres y hasta las aguas termales. ¡Era el tour del itinerario original! La única diferencia era que lo haríamos al revés para llegar a tiempo a la reserva antes de que la cerraran, y en el último día iríamos al salar y nos re-gresarían a Uyuni. Me emocioné muchísimo porque después de todo sí podría ver todo lo que quería. Mi mamá me vio tan emocionada que inmediatamente aceptó. Parecía perfecto porque de todas formas ya teníamos planeado volver a México hasta el 24.

Iniciamos el tour a las 9 am porque ya estábamos las 6 personas y necesitábamos aprovechar el tiempo al máximo. El grupo se conformó por dos alemanas, una pareja de un francés y una belga, el conductor que también le tocó hacerla de guía, mi mamá y yo. ¡Lo otros viajeros llevaban más de dos meses viajando por

Page 53: Miradas artísticas sobre la pandemia

52

Sudamérica! Viajamos en una camioneta 4x4. Atrás de nosotros iban al menos otras dos camionetas ha-ciendo el mismo tour.

EL ESPEJO MÁS GRANDE DEL MUNDO

El 18 de marzo fue el segundo día del tour, el día en el que al fin visitamos el salar de Uyuni, también cono-cido como el espejo natural más grande del mundo. Llegamos un poco después de las 5 pm porque el guía manejó rápido y todos hicimos un esfuerzo por no tardar demasiado en cada parada.

El Salar estaba impresionante, inmenso, no le veía fin y no paraba de maravillarme al ver los reflejos del cielo, las nubes y el sol en él. No sabía dónde iniciaba el piso, es uno de los lugares más hermosos que he conocido. Era inevitable pensar que había valido la pena salir huyendo de Perú y haber pasado 3 noches seguidas en autobuses. Nos quedamos ahí a ver el atardecer y fue maravilloso. A todos les dio frío y se subieron a la camioneta a contemplar los colores y reflejos desde ahí, pero yo estaba fascinada con el paisaje y no sentía el frío, sólo quería grabar las imá-genes en mi memoria para siempre.

¿NOS DARÁ TIEMPO DE HUIR ESTA VEZ?

Cuando íbamos camino al hotel de sal, el guía nos dijo que la presidenta acababa de anunciar el cierre de fronteras. Una vez más no había información concisa de cuánto tiempo teníamos para salir, mi celular no tenía señal y no había wifi en ningún lado. El guía me

Page 54: Miradas artísticas sobre la pandemia

53

prestó su celular para buscar información, autobuses y vuelos. Lo que encontré decía que el 19 de marzo (el día siguiente) era último día para salir, entrar a Bolivia y moverse dentro del país, pero ya habían implemen-tado restricciones de movilidad que indicaban que estaba prohibido circular después de las 6 pm. En ese momento ya no podíamos ir a ningún lado. Las otras camionetas que estaban haciendo el mismo tour que nosotras ya habían sido detenidas por la policía por circular después de las 6 pm; no lograron llegar al Salar y estarían detenidos por 8 horas.

Busqué vuelos para el día siguiente y la opción era tomar un vuelo de Uyuni a Santa Cruz o a La Paz y de ahí a México o Brasil, pero el guía y el dueño del hotel aseguraban que el aeropuerto de Uyuni estaba cerrado. Tratamos de llamar para preguntar, pero no hubo res-puesta. No había forma de llegar a otro aeropuerto a tiempo para tomar un vuelo. Poco a poco se iba vol-viendo claro que esta vez no lograríamos salir del país antes del cierre de fronteras. En verdad no queríamos quedarnos en Uyuni, pero nuestros compañeros de tour estaban tan calmados y resignados a quedarse varados que nos transmitieron paz. Era muy chistoso porque yo les preguntaba toda ansiosa “¿no van a tratar de irse de Bolivia?” Y me respondían con toda la calma del mundo “No, ¿por qué nos iríamos? Aca-bamos de llegar”. Estaban mucho más aferrados que yo a seguir con su viaje por Sudamérica.

Al día siguiente el guía nos avisó que los autobuses seguirían funcionando hasta el 20 de marzo y que ya nos habían reservado boletos para ir a Sucre. Al ter-minar el tour, nos quedamos en un hostal muy cerca de la terminal de autobuses para poder tomar el auto-bús en la madrugada del día siguiente. Reservé 3 noches

Page 55: Miradas artísticas sobre la pandemia

54

en un Airbnb, la reserva fue inmediata y me hicieron el cargo a la tarjeta. Unas horas después recibí un mensaje de la anfitriona preguntándome de dónde veníamos y en qué lugares habíamos estado. Sabía que me hacía esas preguntas como precaución por lo del virus, así que le respondí y empecé a buscar más op-ciones de hospedaje por si me cancelaba la reservación, pero no la canceló ni me volvió a escribir. Al día si-guiente antes de salir del hostal le mandé un mensaje diciéndole que ya íbamos en camino y más o menos a qué hora llegaríamos.

El viernes 20 de marzo salimos en el autobús de las 5 am de Uyuni hacía Sucre junto con las alemanas del tour. Llegamos a Sucre a las 11 am. En la descripción de la casa de Airbnb decía que estaba a 15 minutos del centro de la ciudad, pero en realidad estaba a más de media hora, en una zona descuidada en las partes altas de la ciudad. Era una casa grande donde la familia rentaba cuartos a turistas para que tomaran clases de español, había un portón café en el que estuvimos tocando casi por 15 minutos y nadie salió.

Dos jóvenes llegaron con bolsas de compras y abrie-ron el portón, les dije que teníamos una reservación y, en un español muy limitado, uno de ellos trató de explicarme que eran huéspedes. No tenía la paciencia para su español, así que le respondí en inglés y ya me pudo explicar que la dueña no estaba. En eso llegaron otras dos personas, nos dijeron que eran maestros de español y nos invitaron a pasar.

Le llamaron a la dueña de la casa y cuando llegó nos dijo que me había mandado un mensaje ese día para decirme que no nos podría recibir porque no quería arriesgar a su familia ni a los huéspedes que ya tenía. Yo no pude ver el mensaje porque ya íbamos en

Page 56: Miradas artísticas sobre la pandemia

55

camino y el autobús no contaba con wifi. Resultó que, aunque me había mandado ese mensaje, no había cancelado la reservación, así que las 3 noches seguían pagadas. Al final tuvimos que quedarnos porque ya era muy tarde para cancelar.

Ese mismo día al fin se me ocurrió ver si la Emba-jada de México en Bolivia nos podía ayudar. Para en-tonces ya habían mandado un avión a Perú para de-volver peruanos y rescatar mexicanos varados. En la página de Facebook de la embajada acababan de pu-blicar que todos los mexicanos varados debían llenar un formato, lo llené y al otro día nos hablaron por te-léfono para preguntar cómo estábamos y pedirnos que tuviéramos paciencia y que estaban trabajando en una forma de sacarnos de Bolivia.

MEDIDAS EXTREMAS

El 21 de marzo se anunció la cuarentena total en el país. Nosotras nos enteramos por el radio del autobús en el que íbamos hacía el centro. Las nuevas medidas fueron:

• Las farmacias y hospitales atenderán con norma-lidad.

• Sábados y domingos está prohibido salir de casa, a quien se le encuentre en la calle será arresta-do por la policía y podrá estar en detención por 8 horas.

• Un miembro por familia podrá salir a abastecer-se de las 7 de la mañana hasta el mediodía, de acuerdo con el número de su carnet.

• Todos los mercados atenderán de lunes a viernes hasta el mediodía.

Page 57: Miradas artísticas sobre la pandemia

56

• El trasporte público y privado quedan suspendi-dos.

• Se aplican diferentes bonos: Bono familia, Ca-nasta Familiar, etc.

• Las fábricas, centros de producción y el tras-porte de productos de la canasta familiar seguirán funcionando.

Los días siguientes fueron muy monótonos, añora-ba una guitarra y un libro para sentir que hacía algo productivo. Sólo tenía mi diario de viajes y trataba de escribir en él todos los días, pero a veces Netflix se interponía. Los únicos otros huéspedes eran un chico de Inglaterra que hablaba un poco de español y una alemana que estaba comenzando a aprender este idio-ma. Ella me cayó bien desde el principio, pues era divertido platicar con ella porque compartíamos me-morias de viajes y la frustración de no poder continuar conociendo Sudamérica. Ambas habíamos renunciado a nuestros trabajos para viajar y ahora estábamos desempleadas y varadas en un país con medidas extre-mas donde el pánico aumentaba día con día y se podía sentir la xenofobia. Incluso dentro de la casa el am-biente era pesado. La dueña nos miraba como con cautela y molestia y les había indicado a sus hijos que no se nos acercaran. El único más o menos amable era el esposo.

POR MI CULPA, POR MI GRAN CULPA…

El 27 de marzo Alemania envió un avión a Bolivia para repatriar a sus ciudadanos. Mi nueva amiga alemana se fue en ese avión y los días de cuarentena se tornaron

Page 58: Miradas artísticas sobre la pandemia

57

más aburridos. Un día antes de irse me contó que cuando le avisaron del vuelo, en lugar de emocionarse se enojó y lloró porque no sabía qué hacer; una parte de ella quería quedarse y esperar a que todo pasara para seguir viajando, pero no podía arriesgarse a per-manecer varada por meses en un lugar tan feo como en el que estábamos.

La mayoría del tiempo me sentía culpable y no podía evitar pensar que si no me hubiera aferrado a ir al Salar tal vez hubiéramos podido volver a México, pero mi mamá me decía que no era mi culpa, que ella también había decidido tomar el tour y que había va-lido la pena. Y la verdad es que sólo recordar la her-mosura del Salar me ayudaba a relajarme y dejar de culparme un poco.

Solo la idea de toparme a la dueña de la casa me generaba ansiedad, ya no aguantaba sus miradas vigi-lantes y sus reproches por cualquier cosa. Me asomaba por la ventana antes de salir de la habitación para asegurarme de no toparme con ella, pero estábamos todos encerrados en la misma casa y era inevitable encontrarnos de vez en cuando y tener que intercam-biar saludos y sonrisas hipócritas.

DE MEJORES LUGARES ME HAN CORRIDO

El martes 31 de marzo salimos a comprar comida porque mi pasaporte termina en 3 y podría entrar al mercado central. Los martes estaba permitido salir a gente cuyo documento de identidad terminara en 3 y 4, la verdad es que no revisaban en la calle, pero sí para entrar al mercado.

Cuando volvimos al Airbnb, la dueña nos preguntó

Page 59: Miradas artísticas sobre la pandemia

58

a dónde habíamos ido, le dije que al mercado central y entonces empezó a decir que no le gustaba que sa-liéramos porque no sabía con cuánta gente nos había-mos cruzado y podíamos llevar el virus a su casa. Se puso histérica y terminó corriéndonos. Esa noche ya estaba pagada, así que teníamos que irnos al día si-guiente. Mi mamá le dijo que no teníamos a dónde ir y que ni siquiera había taxis para llevarnos a otro lado con las maletas. Yo no podía creer lo que estaba pasan-do ¿Cómo podía alguien ser tan inhumano? Mi mamá estaba en shock, vi su cara de angustia y supe que tenía que hacer algo, después de todo yo nos había metido en ese lío. Le dije a la señora que, si el proble-ma era que le daba miedo que saliéramos, podíamos dejar de salir, pero que no nos corriera (no podía creer que estaba rogando por seguir dándole nuestro dinero y seguir en esa horrible casa). Cuando le dije eso la desarmé por completo, ya no había excusa para correr-nos, así que todo parecía estar de vuelta en la norma-lidad. Cabe mencionar que no había ni un solo caso confirmado en Sucre. Eso se lo dije a la señora para tratar de calmarla, pero seguía repitiendo que la situa-ción era grave y había que ser muy muy cuidadosos. Unos días después apareció el primer y único caso: era una persona que logró entrar ilegalmente a la ciudad porque las fronteras municipales ya estaban cerradas, pero lo aislaron inmediatamente y no pudo contagiar a nadie.

La cuarentena ya había sido extendida hasta el 15 de abril y yo ya estaba harta; no me imaginaba 15 días más en esa casa con esa señora que nos odiaba. Le mandé mensaje a los de la Embajada para informarles lo que había pasado y uno de ellos se comunicó con la señora para calmarla y pedirle que nos tuviera consi-

Page 60: Miradas artísticas sobre la pandemia

59

deración, pero resultó peor: la señora le dijo que sólo podríamos quedarnos si le pagábamos 3 dólares más al día. Pero después trató de aprovecharse de la situa-ción y pidió 7 dólares más. Hicimos cuentas por los 15 días que quedaban de cuarentena y decidimos irnos. No sabíamos a dónde ni cómo, pero no podíamos seguir ahí. También nos había puesto reglas como no poder bañarnos diario ni jalarle al baño cada vez que lo usá-ramos porque no quería que le incrementara el cobro de agua. Lo incongruente es que el gobierno había suspendido el cobro de servicios como agua y luz. Su avaricia y ganas de molestar eran ya demasiado obvias.

¡SÍ HAY GENTE BUENA!

En plena desesperación empecé a hacer varias publi-caciones en grupos de viajeros y en uno de “Mexicanos en Bolivia” pidiendo ayuda. Personas de muchas na-cionalidades me escribieron tratando de ayudar, dán-dome consejos, recomendando hostales, dándome teléfonos de lugares en renta y hasta de vehículos autorizados para el transporte. Una mexicana que vive en La Paz me escribió diciendo que conocía gente en Sucre y que les pediría que nos ayudaran.

En la noche encontré un hostal en el centro a buen precio y ¡con desayuno incluido! Ahora sólo faltaba asegurar que estuviera funcionando. Encontré su pá-gina de Facebook y mandé un mensaje para preguntar si estaba abierto y si seguiría funcionando durante la cuarentena. Los encargados del hostal me respondieron muy rápido diciendo que sí y hasta me ofrecieron un descuento. Ya sólo faltaba ver cómo trasladarnos, pero en definitiva todo comenzaba a mejorar.

Page 61: Miradas artísticas sobre la pandemia

60

El 1 de abril fue el último día de ansiedad y estrés en Sucre. Nos levantamos temprano para empacar, pese a que aún no teníamos como trasladarnos. Eso me estresaba, así que le pedí ayuda a la Embajada, pero ellos no nos ayudaron. Empecé a dudar sobre nuestra decisión de irnos, pero mi mamá me dijo que era lo mejor y que lo íbamos a lograr aunque tuviéramos que arrastrar nuestras cosas hasta el centro. Obviamente no nos íbamos a ir sin unas deliciosas empanadas salteñas de la señora de la casa vecina, así que corrí a comprar unas y de paso le pregunté si conocía algún transporte autorizado que nos pudiera llevar. Ella no conocía ninguno, pero se ofreció a guardar nuestras maletas para que pudiéramos irnos con las mochilas y la despensa y volver al otro día por las maletas. Le agradecí mucho y corrí a decirle a mi mamá. Dejamos las maletas en casa de la señora de las empanadas y emprendimos nuestro camino a la tierra prometida (el hostal en el centro). En el camino, unos policías se apiadaron de nosotras y nos ayudaron a cargar el garrafón de agua y una bolsa de despensa. Llegamos al hostal pasando el toque de queda, pero no hubo problema.

“NO ESTÁN SOLAS”

Al llegar al hostal, lo primero que nos dijo la dueña fue “Bienvenidas”; casi lloramos en ese momento, después de 11 días de haber estado en un lugar en donde nues-tra presencia se consideraba un peligro, no había pa-labras para explicar lo bonito que se sentía que nos dijeran eso. El ambiente era totalmente diferente: es-taban asando carne para comer todos juntos en el

Page 62: Miradas artísticas sobre la pandemia

61

patio y ya estábamos invitadas. Había 3 voluntarios: uno de Hong Kong, uno de Argentina y uno de Brasil. El último se convertiría en un amigo muy querido y el motivo de que ahora siga aprendiendo portugués. También había 3 huéspedes: 2 chicos de Corea y un señor de 77 años de Serbia. El señor tenía siempre las mejores historias de viajes, ¡Ha visitado 85 países!

Ese día en la noche, la mexicana que vive en La Paz me llamó por WhatsApp para decirme que su esposo había contactado a un amigo que vive en Sucre y que el amigo nos había conseguido precio especial para renta de un departamento y estaba dispuesto a com-partir su comida con nosotras en caso de que necesi-táramos. No sabía que hacer porque ya estábamos en el hostal, pero era hermoso sentir tanto apoyo, así que le agradecí mucho y esperé la llamada del señor de Sucre. Me llamó unos minutos después y me dijo que podíamos ir a ver el departamento al día siguiente y que había logrado que nos dejaran rentarlo sólo 15 días. Nos dijo que lamentaba mucho la mala experien-cia que habíamos tenido, pero que no estábamos solas y que nos iba a apoyar en todo lo que pudiera.

El jueves 2 de abril fuimos a ver el departamento en la mañana porque el precio de la renta era muy bueno y nos convenía más que el hostal. Llegamos a un edificio muy grande y bonito con un patio y un jardín muy grande con muchos árboles. Ahí nos recibió el señor que nos había recomendado con la casera porque él renta en un departamento del edificio; nos invitó a desayunar y resultó que también es cristiano. Platicamos sobre cómo toda esta situación nos ha acercado más a Dios. Se portó superamable y nos re-pitió que no estábamos solas. Nos contó que él trabaja en Sucre, pero su familia vive en Santa Cruz. Él también

Page 63: Miradas artísticas sobre la pandemia

62

trató de volver a casa para la cuarentena, pero ya no pudo salir de Sucre.

El departamento era amplio, con dos recamaras, dos baños, cocina y sala comedor. Decidimos que nos mu-daríamos al día siguiente y el señor nos dijo que podía-mos mientras dejar nuestras maletas en su departamen-to para no tener que llevarlas al hostal y luego volver a sacarlas. Le agradecimos mucho por todo y nos fuimos por las maletas a casa de la señora de las empanadas. Empezamos a caminar con las maletas ya muy cerca de las 12 pm, pero no nos asustaba que nos detuviera la policía porque en caso de que lo hicieran no les iba a quedar más que ayudarnos con las maletas. En realidad queríamos que nos detuvieran para que tuvieran que ayudarnos, pero creo que olieron nuestras intenciones porque, aunque muchos carros de policía pasaron a lado nuestro, ninguno se detuvo a preguntar porque andá-bamos en la calle después del toque de queda.

CLAVEL BLANCO

Cuando volvimos al hostal la dueña nos preguntó por nuestras maletas y con mucha pena tuvimos que de-cirle lo del departamento. Nos dijo que le hubiéramos comentado antes lo del precio, que ella podría habernos ofrecido el mismo precio. Ella había sido tan amable que me sentí mal por irnos y también estaba el detalle de que en el departamento no tendríamos wifi y lo necesitábamos para estar en contacto con la embajada, así que después de un buen rato de pensarlo decidimos quedarnos en el hostal con el nuevo precio rebajado. Y fue una de las mejores decisiones que tomamos en todo el viaje.

Page 64: Miradas artísticas sobre la pandemia

63

El viernes 3 de abril fuimos por nuestras maletas para ahora sí llevarlas al hostal, le agradecimos otra vez al señor y él dijo que estaba feliz de que hubiéramos logrado un mejor precio en el hostal. Me parecía in-creíble que habíamos pasado de estar en un lugar en donde nos sentíamos tan rechazadas a de repente tener opciones y gente queriendo ayudarnos. Mi concepto de Bolivia y su gente cambió mucho ese día.

Los siguientes 18 días en el hostal Clavel Blanco se pasaron volando, entre escuchar las historias del señor de Serbia, tener maestro de portugués, aprender a hacer empanadas argentinas, noches de juegos en el patio con todos los varados y la hija de la dueña, y jugar con las mascotas del hostal: un conejito hermoso llamado Jojo que se comía todos los restos de verduras y un perrito juguetón llamado Crypto que iba a rascar la puerta de mi habitación cuando quería que jugara con él. Estaba muy feliz de haber llegado al Clavel Blanco; por fin el versículo bíblico que dice “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Roma-nos 8:28) adquirió sentido. Sí, había sido increíblemen-te estresante salir del Airbnb y cruzar la ciudad con equipaje, pero ahora estábamos en un lugar increíble donde el ambiente era tranquilo y los días se pasaban rápido, donde la dueña y su hija son un amor de perso-nas y siempre nos hicieron sentir como en casa.

LA DESPEDIDA

El viernes 17 de abril recibí una llamada de la Emba-jada, era la noticia que habíamos estado esperando: ¡Al fin nos repatriarían a México! El avión de la Fuer-za Aérea Mexicana llegaría el martes 21 de abril al

Page 65: Miradas artísticas sobre la pandemia

64

aeropuerto de Santa Cruz trayendo bolivianos que se habían quedado varados en México y para regresar con 84 mexicanos desde Bolivia. En el vuelo, haríamos una escala en Lima para recoger más mexicanos y llegaría-mos a la CDMX en la noche. También la embajada en-viaría transporte para llevarnos desde el hostal hasta el aeropuerto de Santa Cruz. No lo podía creer; me quedé sin palabras, sólo podía pensar en lo mucho que iba a extrañar el hostal, la gente, a Jojito, a Crypto y hasta el país que alguna vez pensé odiar.

El lunes 20 de abril los coreanos y el de Hong Kong organizaron un almuerzo de despedida y prepararon dumplings al vapor y fritos, ¡les quedaron deliciosos! Almorzamos todos juntos en el patio como el día en que llegamos al hostal, con la diferencia de que ahora no éramos unas extrañas recién llegadas: ahora cono-cían nuestras historias y nosotras las de ellos. Nos tomamos fotos grupales y subimos a empacar.

La Van llegó por nosotras 5:45 pm. Dos amigos del hostal nos ayudaron a bajar las maletas y llegó la te-mida despedida; entre abrazos y buenos deseos logré contener las lágrimas, pero fue muy difícil seguir ha-ciéndolo cuando la dueña nos volvió a abrazar y nos dijo “vayan orando en el camino, digan el Salmo que me enseñaron. Las vamos a extrañar mucho, que Dios las bendiga”. Ella también es cristiana y en alguna ocasión le habíamos recomendado decir el Salmo 91 antes de dormir.

AGRIDULCE

Hubo días en los que estaba segura de que el día que lograra salir de Bolivia sería de los más felices de mi

Page 66: Miradas artísticas sobre la pandemia

65

vida, y si me hubieran dicho que el día que la Van llegara por nosotras para llevarnos al aeropuerto iba a llorar al ver cómo la dueña del hostal se asomaba des-de la puerta y esperaba a que la Van desapareciera por la calle, no lo hubiera creído por un segundo. Pero así fue, me sentí triste cuando al fin nos fuimos porque había logrado encontrar la felicidad en una situación complicada, me había encariñado con personas que no esperaba conocer y con una ciudad que ahora se siente como un segundo hogar. Aprendí a valorar más que nunca cuando alguien me dice “Bienvenida” y cuando comparten sus historias, risas y recetas sin importar la nacionalidad o incluso el idioma. El senti-miento al irme era agridulce, no lo podría describir de otra forma.

Primero pensé que esta pandemia estaba sacando lo peor de la humanidad, pero acabé dándome cuenta de que también está sacando a la luz lo mejor de todos. Aún me parece surreal que una mexicana a la que nunca he visto se haya movilizado para ayudarnos y que un señor boliviano al que no conocía nos haya invitado a desayunar, haya pedido favores para que nos rentaran un departamento a precio especial y estuvie-ra dispuesto a compartir su comida con nosotras por toda la cuarentena. Siempre voy a recordar cuando nos decían “no están solas”. Quiero aferrarme a la huma-nidad y solidaridad que me hicieron sentir, a lo agra-decida que estoy con Dios por habernos mandado a personas que nos enseñaron valentía, porque se nece-sita ser valiente para ayudar a dos desconocidas en plena contingencia, en medio del pánico y la xenofobia.

Me di cuenta de que siempre hay bondad, incluso en situaciones impensables y en momentos de contin-gencia mundial; aunque el miedo trate de dominarnos,

Page 67: Miradas artísticas sobre la pandemia

66

tenemos que aferrarnos a nuestra humanidad y tratar a los demás como queremos ser tratados, sin importar las circunstancias. Creo que si en tiempos de pandemia en un país extraño mi mamá y yo logramos encontrar esperanza, apoyo y amor en personas que no conocía-mos, en definitiva, hay esperanza para la humanidad.

Page 68: Miradas artísticas sobre la pandemia

67

UNO

EDUARDO SABUGAL TORRESObra seleccionada, Crónica

I

Hoy mi madre se enteró de la muerte de su hermana por Covid-19, allá en Cancún. En cuanto supe corrí a verla, aún en contra de las indicaciones de mi herma-na mayor que me había prohibido visitar la casa de mis padres. Abrió la puerta papá, como si ya me esperara. Le pregunté por mamá y dijo que estaba bien, seguía en su cuarto. En el patio platiqué un rato con mi padre, tratando de alejarme lo más posible; tiene 74 años y es hipertenso, me daría pánico q ue se contagiara.

Poco después, en la cocina, tomándome una taza de café, mi mamá contó de forma atropellada y trunca lo que había sucedido. Sus ojos se le llenaron de lágri-mas y yo, impotente, sabiendo que no debemos abra-zarnos ni besarnos, me mantuve lejos de ella, recarga-do en el fregadero, parado ahí, estúpidamente, con mi taza de café en la mano. Pasaron segundos eternos, ella seguía sentada en la mesa del comedor, llorando por su hermana. Intenté dar consuelo inútilmente con mis palabras, pero éstas parecían caer imperceptiblemen-te, como partículas inertes, en el piso de la cocina. Mi madre recuperó el aire para decir más; el marido de

Page 69: Miradas artísticas sobre la pandemia

68

mi tía seguía internado, en completo aislamiento, muy probablemente contagiado e ignorando la muerte de su esposa. Mis primos, al parecer, no habían podido ver aún el cuerpo de su madre.

Todo aquello me parece extraño, lejano, intento tranquilizarme de forma egoísta, pensando que en Quintana Roo, según las noticias, hay más casos de contagio que aquí en Puebla. Pienso también (y me avergüenzo por hacerlo) que al ser Testigos de Jehová y no haber interrumpido sus reuniones dominicales, pese a la Jornada Nacional de Sana Distancia, mis tíos fueron más propensos al contagio. Me descubro pen-sando eso y me detengo: es ruin culparlos. Miro mi taza de café nuevamente, ya vacía. No quiero permanecer más tiempo en casa de mis padres, les pido la lista de las cosas que quieren que compre en el supermercado y me despido abruptamente, aún sintiéndome tonto en medio del duelo de mamá. Al salir intento decirle con la mirada que la quiero. Salgo de ahí, los transeún-tes llevan tapabocas y pasean a sus perros en aquel fraccionamiento. Manejo rumbo a mi casa pensando en lo cercano que parece ahora el virus, me distraigo, equivoco la ruta, aprovecho para dirigirme al super-mercado.

Al llegar a la tienda, un guardia de seguridad se coloca en frente de mí y reacciono por instinto; mi miedo al contagio y el cuidado extremo que he inten-tado tener para alejarme de la gente me hacen eludir-lo fácilmente, como un gato que no quiere ser tocado. Cuando me doy cuenta de que el guardia me sigue ya es demasiado tarde; estoy adentro, camino más rápido. Él se quita el cubrebocas para repetirme, esta vez de forma más audible, que no puedo entrar sin cubrebocas. Yo le digo que es ridículo, que el virus también se

Page 70: Miradas artísticas sobre la pandemia

69

contagia por los ojos. Él insiste, son medidas de segu-ridad, él sólo cumple órdenes. Yo le digo, agitado y contrariado por la irrupción de su presencia, que es una medida ridícula, que ya el subsecretario, el doctor Hugo López-Gatell, ha dicho que no debíamos sentirnos protegidos por esa cosa. Él me mira extrañado, me da la impresión de que no entiende nada de lo que digo, alega como disco rayado que son disposiciones de la empresa. Yo digo que es anticonstitucional, la palabra suena rara en mi boca y más aún en sus oídos, pues se me queda mirando como si estuviera mirando a un loco. Para entonces ya hemos avanzado varios metros, discutimos elevando la voz, yo siempre intentando guardar mi sana distancia, pidiéndole que se aleje, que me puede contagiar.

La escena me daría risa de no ser algo grave, él mismo no sabe si perseguirme por toda la tienda o no, si volverse a colocar el tapabocas que trae en la papa-da o no. Amenaza con llamar a la policía, saca un walkie-talkie y se comunica con no sé quién. Trato de apurarme, sólo llevo los productos que puedo cargar con las manos, cajas de leche, latas de frijoles, galletas, tortillas de harina. Me siento perseguido, los demás clientes me miran como un apestado, ¿acaso soy el único en todo el supermercado que no porta cubrebo-cas?, al parecer sí.

Intento apurarme, hago malabares con los produc-tos que están a punto de caerse de mis brazos. Pienso que por huir del guardia no me puse gel antibacterial. Las miradas de los demás son condenatorias, como si yo fuera un enfermo confirmado, portador de la muer-te. Mi paranoia crece, siento que en un cuarto lleno de cámaras siguen puntualmente todos mis movimientos, que me están grabando; me llevarán preso, pienso

Page 71: Miradas artísticas sobre la pandemia

70

estúpidamente, o me tirarán al suelo y me golpearán, me subirán a una patrulla esposado, me contagiaré en los separos donde habrá muchos infractores como yo, amontonados.

Llego, sudando, a la caja rápida, que en realidad se aprecia lenta. En el piso hay grandes marcas en forma de X que señalan los puntos donde debemos pararnos los clientes para asegurarnos de que estamos debida-mente distanciados. El guardia que me ha perseguido y del que según yo me había librado, ahora está ahí mirándome de frente, otra vez, esperándome. Para mi tranquilidad, me indica discretamente que pase a la caja de la esquina, le hace una seña a la cajera para que me reciba, se trata de la caja para mujeres emba-razadas, discapacitados y adultos de la tercera edad.

Salgo confundido del supermercado, ¿por qué si el uso del cubrebocas no es una medida eficaz algunos asumen que debe ser obligatorio? Mi sentido común no logra disipar el sentido de culpabilidad que siento. Al subirme al auto, lavo rápidamente mis manos con gel y pienso en lo que acaba de pasar; me siento tonto y respiro. Reviso la lista, faltaron muchas cosas, no compré ni la tercera parte de lo que necesitan mis padres. Vuelvo a ver la escena de la cocina: mi madre sentada en la mesa, con sus setenta años a cuestas, un poco encorvada, llorando por su hermana y con lista de víveres en sus manos, temblando absurdamente.

II

Voy a otra cadena de supermercados, aún no consigo un cubrebocas, aprovecho una distracción del tipo que custodia la entrada. Muchos de estos establecimientos

Page 72: Miradas artísticas sobre la pandemia

71

no pagan impuestos al gobierno o violan los derechos de sus trabajadores, pero se dan el lujo de imponer medidas casi de terror por cuenta propia. Sé de mu-nicipios donde decidieron que habría ley seca, alcal-des enloquecidos que hablaron de toque de queda, restricción de horarios, como si el virus los tuviera, y cercos espontáneos de civiles supersticiosos que en algunas comunidades hicieron que se cerraran las fronteras o se golpearan a los que se atrevían a salir a las calles.

En esta empresa, al parecer, aún no han impuesto el uso riguroso de cubrebocas, miro en los pasillos a otros clientes que no lo portan. De cualquier forma, me apuro. Faltan pocas cosas para completar la lista del mandado, un cartón de huevo con doce piezas, brócoli y toronjas. Camino como si lo hiciera contra reloj; las toronjas están feas, pienso que mejor eso lo debería comprar en la verdulería que está cerca de mi casa o esperar al fin de semana para ir al mercado. Así ayudaría a la economía local. Sí, lo decido, dejo las toronjas feas. En la lista decía claramente toronjas rosas y éstas eran más bien amarillas, con manchitas cafés. Sólo hay cartones de huevo de veinticuatro piezas y a un precio exagerado. Ojalá y los denuncien ante la Profeco, pienso, éstos aprovechan la contingen-cia para subirle el precio. Busco los mentados floretes de brócoli como un enajenado, no los encuentro. Le pregunto a un empleado dónde encontrarlos; desde su tapabocas y con una voz apagada, alcanzo a entender, a dos metros de distancia, la palabra congelados. Re-corro los congelados, no los encuentro. Mi obsesión por llevarles exactamente todo lo que me anotaron en la lista pronto desaparece, me siento frustrado. Corro, pago, miro a la señorita de la caja detrás de un acrílico

Page 73: Miradas artísticas sobre la pandemia

72

transparente, como si fuera la criatura incomunicada de un acuario.

Las pantallas de los teléfonos celulares, de las com-putadoras, de las tabletas, son también las paredes de nuestros acuarios improvisados, jaulas especulares de criaturas en cautiverio. Me da miedo que detrás de esos acrílicos y cristales líquidos se esparza el otro virus, el de las noticias falsas, el del odio, el del golpismo.

Pienso en El ángel exterminador de Buñuel, la película de la que hablaré la próxima semana, vía te-lefónica, en un programa de radio. Una clase social atrapada en su casa, dándose cuenta de lo insuficiente que resulta el dinero y los lujos, cuando el afuera ace-cha. Este virus que ha encerrado surrealistamente a la gente en sus casas recuerda la pared invisible que se-para, en la película de Buñuel, a los veinte comensales de la alta burguesía de la realidad exterior. El virus actúa como una cortina invisible, casi abstracta, que nos separa del resto, como los monitores, que también nos convierten en axolotls cortazarianos, atrapados en el aislamiento.

Sin embargo, pienso, este aislamiento lo vivimos todos de forma muy distinta. Debe de haber puentes para decirnos y comunicarnos este aislamiento. Los personajes de Buñuel sufren porque se sentían inmunes, completamente libres, todo poderosos, mucho tiempo antes del confinamiento. No dejo de pensar en aquellos que trajeron en un inicio el virus a nuestro país, después de haber ido a esquiar al extranjero. Los personajes de Buñuel sufren porque son individualistas, porque piensan en todo lo que no están pudiendo hacer en ese momento allá afuera, lejos de esa mansión convertida en cárcel. En cambio, la gente trabajadora, como los meseros, cocineros y sirvientas, que al inicio de la

Page 74: Miradas artísticas sobre la pandemia

73

película sospecha que algo malo pasará, se salvan jun-tos. Hablaré de esa película por el aniversario luctuoso de Gabriel Figueroa, que se celebra el 27 de abril, pero pienso en la maravillosa sincronicidad entre aquel filme y nuestra realidad actual.

¿Cuándo saldremos a la calle nuevamente?, ¿cuán-do recuperaremos con normalidad eso que estábamos haciendo? Las clases, un programa de radio, pegar ladrillos en un muro. Veo los ojos miedosos de la caje-ra, allá, lejos, perdidos detrás del acrílico protector, únicos elementos humanos en un rostro cubierto por un gran tapabocas. Agradezco en silencio, de nuevo, el gel al salir de la tienda, en un acto casi ritual, de conjuro; gel antibacterial frotado en las manos insis-tentemente, entre los dedos, en el dorso, en las muñe-cas, imaginando que uno va matando los millones de virus que hay en el billete y las monedas que nos acaban de dar.

Lo que antes nos unía, hoy nos separa: el amor por el prójimo hoy se traduce en un distanciamiento físico y no dejo de pensar en esa paradoja. Pienso que a todo distanciamiento también le corresponde un acerca-miento y entonces me gusta imaginar una unión soli-daria invisible, como el virus, que nos mantendrá a flote. En otras circunstancias, como en los sismos devastadores que hemos vivido, ya ha aparecido esa cercanía, cívica, emocional, psicológica y espiritual. Tiene que volver a aparecer, me digo.

III

Al regresar a mi casa, circulo por el bulevar en donde está la Universidad. Hace poco más de un mes aún daba

Page 75: Miradas artísticas sobre la pandemia

74

clases ahí. Extraño la dinámica presencial de las aulas, el café matutino, el ruido del gis en el pizarrón. También paso, a unos metros de ahí, por el Hospital del Niño Poblano, que, por la reconversión hospitalaria, pronto será considerado un hospital Covid, es decir, vendrán decenas, o quizá centenas, de personas que necesitarán hospitalización y probablemente una cama de terapia intensiva o un ventilador. La gente del barrio lo ha tomado bien. Afortunadamente no veo elementos de la Guardia Nacional resguardando las instalaciones o algún operativo excepcional, todo luce normal, tam-poco sé de agresiones a enfermeros o enfermeras, aunque a unos vecinos que trabajan ahí ahora los he visto caminando sin sus uniformes.

Pienso en todos ellos, hombres y mujeres que eli-gieron hace mucho esa profesión, pensando que su lucha sería contra las enfermedades, que eligieron ese trabajo a pesar de los riesgos y que lo hicieron porque pensaron que valía la pena, que la sociedad se los agradecería. Ahora, absurdamente, tendrán que salir de los hospitales con miedo, no a los virus y bacterias, sino a otros humanos, con sus ropas guardadas cuida-dosamente en sus mochilas, con miedo de que los re-conozcan como trabajadores de la salud y también con el miedo de llevar el virus a sus casas, donde viven sus hijos, sus padres y sus parejas. Paso por ahí y los ima-gino como soldados que nos defienden estoicamente, en silencio. Pienso en lo ingratos que estamos siendo, que hemos sido, con todas y todos ellos.

Llego poco antes de las siete a mi casa, justo a tiempo para ver la conferencia de prensa del Dr. López-Gatell. Al llegar al conjunto habitacional en donde vivo, veo el parque iluminado, franqueado por la mancha marrón que forman el montón de casas de

Page 76: Miradas artísticas sobre la pandemia

75

interés social. En el centro del parque alcanzo a ver a muchos niños jugando, corren en la cancha de bás-quetbol detrás de un balón. Un poco más allá, unas niñas pasean a sus perros, los miran jugar y desenredan de cuando en cuando las correas. Otros más platican en los columpios y pasamanos. También hay adultos, un señor fuma recargado en un poste, una pareja em-puja una carriola, tres adolescentes caminan alrededor de la cancha sobre el andador. Un grupito de niños y niñas ruedan sobre el pasto, luego se paran y se persi-guen, se empujan, ríen y gritan.

Yo no puedo dejar de pensar en la sana distancia, distancia vital que no están guardando; aquí no hay calcomanías de cruces en el piso como en el supermer-cado para marcar la distancia que deberían de guardar entre ellos, y seguramente bastaría con que uno de ellos estuviera infectado para que todos lo estuvieran en unos cuantos días. Pero ¿por qué es tan difícil que-darse en casa? Me enojo primero con todos ellos, me gustaría con un altavoz repetirles que deben quedarse en sus casas, que no salgan más, pero luego vuelvo a sentirme mal, quién soy yo para juzgar. Después de todo yo también vengo de estar afuera de mi casa, de ir al supermercado, de visitar a mis padres. Pienso en la información que emite el gobierno con exactitud cien-tífica, diario, con expertos y sin embargo hay un sector de la población ensordecido y enceguecido. ¿Cómo hacer que la información fluya, baje, se disperse, mu-cho más rápido que las tonterías que llegan por el WhatsApp? ¿Cómo contrarrestar a los colaboracionis-tas del virus? ¿Cómo cerrar filas? ¿Cómo ser más fuertes que nuestros miedos y los falsificadores?

En la noche, antes de dormir, cansado, pienso en lo liberador que puede ser el sueño en estos días. Al ini-

Page 77: Miradas artísticas sobre la pandemia

76

cio de la epidemia soñé con árboles, que unían sus raíces en lo profundo para resistir el viento sobre una tierra hostil, árida. Me desperté consciente de ese hermoso signo que el sueño me dio. Hoy particular-mente quisiera soñar de nuevo algo reparador. Pero el virus, que no descansa, mañana nos traerá nuevas cifras y mi tía estará en ellas y también muchas per-sonas que no conozco.

Cierro los ojos, imagino la escalada de los números negros, pero me tranquiliza pensar que también muchas mujeres y hombres que no conozco están ahora mismo colocándose sus uniformes y saliendo a trabajar; des-conocidos que están revisando y adecuando instala-ciones hospitalarias y que están sanitizando mercados y oficinas públicas, parques y edificios; personas que están alistándose para el plan DN-III-E colocando filtros sanitarios y puestos de control, midiendo la tempera-tura a los automovilistas, regalando gel antibacterial y kits de limpieza, haciendo caretas y cubrebocas, rega-lando toneladas de comida para personas que lo nece-sitan; servicios de taxi para el personal médico; perso-nas ofreciendo servicios gratuitos de todo tipo vía remota y acudiendo a donar sangre; y finalmente quienes poniendo su conocimiento científico y tec-nológico al servicio de la nación, construyendo res-piradores artificiales, creando personajes como Susa-na Distancia, haciendo infografías y replicando la información oficial y útil cuidan a otros quedándose en sus casas.

Me recuesto sobre mi cama. Algo dentro de mí vibra, respiro y agradezco poder hacerlo, pienso en los alveo-los dentro de mis pulmones, en lo frágil que es esta unidad orgánica y al mismo tiempo misteriosa y per-fecta. Pienso en el cuerpo social, en lo extraño que

Page 78: Miradas artísticas sobre la pandemia

77

resulta pensarnos como parte de él, sabernos parte de ese tejido, esas cavernas laberínticas, esos vasos co-municantes, esas superficies que forman algo más grande, mucho más grande que nosotros; ni el tú ni el yo, un nosotros que es uno. Pienso en mi novia, en mis padres y en mis hermanas, quienes también respiran, y que deben de estar en sus camas con la misma in-certidumbre y pensamientos similares rondando en sus cabezas. Pienso que en estos momentos su salud es la mía y viceversa, que su aire es el mío y que ma-ñana, más allá de las cifras y más allá de las ausencias que nos dolerán, algo, algo muy fuerte, habrá crecido entre nosotros y nos sabremos uno.

Page 79: Miradas artísticas sobre la pandemia

78

LAS TRES PANDEMIAS

LAURA OLIMPIA MARTÍNEZ RAMÍREZObra seleccionada, Crónica

En febrero las noticias parecían lejanas. Un nuevo virus apareció, no era bursátil, ni tecnológico, ni ambiental, tampoco político. O eso creíamos. Una cepa de coro-navirus mutó y encontró la incubadora perfecta en el ser humano. Se apersonó. Se formó su propio carácter y pronto se volvió trending topic. Desplazó a otras grandes amenazas convirtiéndose en el enemigo nú-mero uno del mundo. Pocas son las características que se saben de este virus, pero de lo que sí tenemos cer-teza es que ha trastocado hasta las entrañas la vida que hasta ahora nos parecía normal. Desde China se tras-ladó a las Europas —o esa es la teoría— y veíamos estupefactos cómo el Primer Mundo colapsaba. Inima-ginable. Indescriptible. Demoledor.

En México, la primera fase fue casi como un suspi-ro, escuchábamos que los casos eran aislados, impor-tados. Que la cuarentena estricta era para las personas contrayentes de la enfermedad. Sin embargo, la Covid-19 se propaga rápido y nos lleva una ventaja de 14 días en lo que se manifiesta públicamente, si es que lo hace. Es sigilosa, silenciosa, hábil.

Seguíamos en marzo cuando se decretó la fase dos y con ello el llamado al confinamiento voluntario, ge-

Page 80: Miradas artísticas sobre la pandemia

79

neralizado y masivo. Se cancelaron actividades en escuelas, centros de trabajo y espacios públicos. Se pospusieron, se postergaron, casi como la vida misma. En medio de la desconfianza, el miedo, la zozobra e incertidumbre sobre la existencia del coronavirus y su letalidad, todas y todos debíamos quedarnos en casa. Pero la realidad mexicana es muy diferente a otras experiencias mundiales: quienes pueden, se guardan. Quienes tienes los medios y las condiciones, se guar-dan. Es decir, muy pocos.

El barrio no se guarda. No puede guardarse. En mi unidad el señor de los cocoles sigue pasando puntual-mente a las 6 pm, grita y vuelve a gritar. Ya casi nadie le abre la puerta. Carmen sigue sacando su puesto al que llegamos algunos vecinxs para abastecernos de queso, huevo, jamón y lácteos en general. Y ahí se rumorea: “Eso nomás les da a los ricos, no se junte con ellos y no le pasa nada. Ellos que pueden viajar y luego nos traen sus bichos o vaya a saber qué enfermedad”. Otro dice “¡Qué va, si esto es cosa de Obrador, de su gobierno! No hace nada bien y quiere taparle el ojo al macho”.

Quienes pueden se guardan. Pero Carmen, que es la mera jefa del hogar, sabe que sin sus ingresos la familia simplemente no se alimenta. Sale religiosamen-te de lunes a sábado de 11 am a 5 pm. Con lluvia, calor extremo, dolor de espalda, con enfermedad y con o sin pandemia. Además, como la mayoría de las mu-jeres en este país (76.4% según INEGI) que tiene doble jornada laboral y destina 39 horas semanales de trabajo no remunerado, llega a casa y tiene que lavar, hacer de comer, revisar tareas de les hijes, porque, como la SEP adelantó el periodo vacacional, los morros están en casa.

Page 81: Miradas artísticas sobre la pandemia

80

Algunos claro, sobre todo los que tienen quién les eche un ojo mientras los padres trabajan. Los que no, andan a la buena de Dios, jugando entre los andadores. A veces escucho sus risitas por mi ventana. Carmen está un poco incrédula, yo creo que lo prefiere así para no salir con miedo a trabajar, miedo a enfermar o contagiar a los suyos porque ahí sí sería catastrófico. ¿Cómo que quédate en tu casa?

Luego está Lupita, quien a sus 68 años acaba de vencer el cáncer de mama. Los que vamos a comprar a su tienda conocemos el drama de sobra. Tiene 3 hijos, uno anda en el gabacho, otro no se sabe bien dónde anda, pero le dejó al nieto y el tercero se en-ganchó con las drogas. Este último va y viene de cana y, al igual que el nieto cuando no le roba productos le quita el dinero de lo que vende. Ya lo hemos denun-ciado varias veces, incluso por violencia, pero ella les otorga el perdón. “Familia es familia”, dice. Como la guerrera que es, se siente inmune al corona. Dice: “Ya qué más me puede pasar”. A ella ya nada la vence. Me queda claro. Excepto el hambre y el miedo de no jun-tar los pesos necesarios para pagarle al proveedor de Coca-Cola.

A don Gil yo le cálculo unos 70. Es albañil, plome-ro, electricista y hasta jardinero si hace falta. Todos los días va y viene en bici desde Chalco. Es famoso en la CTM de toda la vida. Confiable, chambeador y soli-dario. Va al día, como los 43 millones de pobres en este país que no tienen ingresos fijos ni seguridad social. No entiende muy bien por qué hay que quedarse en casa. Los gastos no paran, no se guardan, no se conge-lan. Anda con cubrebocas, eso sí, por recomendación de su esposa. Tocando puertas, como nunca antes había pasado, buscando trabajitos. Sabe que ya no lo

Page 82: Miradas artísticas sobre la pandemia

81

contratan ni a destajo por su edad y, como casi todo mundo anda temeroso del virus, la gente mejor se posterga los arreglos no necesarios. Don Gil forma parte del 56.7% de la población mexicana que trabaja en la informalidad, pero sostiene con su trabajo a la mermada y fracturada economía nacional.

Nunca se sabe si la Covid-19 es una herramienta conspiracionista de las potencias mundiales que se disputan el poder político o recursos económicos, si es cosa del gobierno, una cortina de humo para distraer-nos de lo realmente importante o si sólo les da a los ricos, como dicen aquí, porque al parecer a nadie del barrio le ha dado. Y si le da pues ni modo, habrá que apechugar. Por lo pronto siguen saliendo la seño de los elotes, las quesadillas y la de los postres. Claro que no venden como hace 2 o 3 semanas, pero no tienen tiempo de asociarlo a la pandemia. No hay cabeza para nada más que no sea tener certeza de que mañana podrán alimentar a les hijes, ver sanos a los padres y abuelos y aguantar vara, para que no llegue ese mo-mento de romper el cochinito (si lo hay) para ir al Simi u otro doctor porque alguien en casa se enfermó.

La Susana Distancia aquí parece ajena, al igual que el hashtag #QuédateEnCasa, el mensaje es lejano y poco efectivo. Aquí en el barrio vivimos de primera mano la desigualdad, esa brecha histórica e histrióni-ca donde las condiciones son diametralmente distintas incluso entre departamentos. Y puede que aquí no se conozca mucho sobre conceptos teóricos, pero sí exis-te la claridad de que quedarse en casa es para los ricos, para los medianamente ricos o los menos pobres.

No terminábamos de reflexionar e intentar adap-tarnos a esta nueva realidad tan abrupta y abrumado-ra cuando el camino a la fase tres de la contingencia

Page 83: Miradas artísticas sobre la pandemia

82

sanitaria se completó. Ya el distanciamiento social se nota. El mensaje llegó, el miedo y la angustia se recru-decieron y, ahora sí, parece que va en serio. La cua-rentena se prolongó y la incertidumbre también. Lo veo en el rostro de Carmen, Lupita y don Gil; ellos se resisten, subsisten, aguantan hasta donde más se pue-da. Lo siento en el ambiente denso y silencioso de las madrugadas que antes se opacaban por los sonideros de la cuadra. Para ellos sus actividades son esenciales, pero no para el Consejo de Salubridad General que además lo sabe y tiene que establecer criterios para lograr aplanar la curva de contagios. Ponderar. Intentar salvar la economía. Intentar salvar la mayor cantidad de vidas ¿Habrá un punto de equilibrio? Los temores se profundizan.

Mientras, las noticias son confusas, impera la desinformación, los vecinxs comparten cadenas en WhatsApp que siempre resultan ser falsas. En medio de tanto golpeteo mediático y político es difícil man-tener la mente clara y aún más difícil transmitirlo. Pero hay que hacerlo, hay que refutar las fake news y la desinformación de boca en boca o más bien de chat a chat. Porque eso siembra y cultiva el pánico que es sumamente peligroso justo cuando todas las personas nos sentimos vulnerables ante lo que no podemos ver, solucionar o combatir frontal, individual y rápidamente, como este sistema capitalista nos tiene acostumbrados.

Estamos preparados para la acción inmediata que nos arroja resultados medibles, a considerar necesaria una cadena de consumo que actualmente es altamen-te cuestionable. Consideramos privilegios o concesio-nes aquellos que deben ser derechos. Todo esto cambió. Está cambiando. Tiene que cambiar. Ahora tenemos

Page 84: Miradas artísticas sobre la pandemia

83

que optar sí o sí por detenernos, dejar de pensar que saldremos adelante de esta pandemia solxs, aisladxs y asumir esta crisis como es: un proceso largo, lento, claroscuro y tenebroso, pero con la posibilidad de permitirnos repensar cómo habitamos este sistema-mun-do. Pensar e idear otra realidad posible donde dejemos de ser rehenes de nuestra propia muerte programada.

Es cierto, el virus se ha llevado a miles y no sabe-mos a cuántos más se llevará. En contraste, el sistema económico neoliberal nos ha asesinado lenta y cruel-mente durante años, pero nada nos había detenido como hoy, nada nos había hecho reconocernos como humanamente iguales como lo hace la Covid; hay hasta quienes creen que esta enfermedad es “demo-crática” porque lo mismo se lleva a ricos y pobres. Yo sostengo que no es así. El reconocimiento de la dife-rencia, de las diferencias estructurales, es fundamen-tal si queremos y aspiramos no sólo a sobrevivir a esta pandemia, sino a hacerlo en mejores condiciones de vida o tener la claridad para luchar por ello. Para todxs, todo.

La Covid-19 ha hecho visible lo cotidiano. Las desigualdades, tangibles. De la violencia y el racismo una posible arma. De la pobreza, un apocalipsis. Del estancamiento y la parálisis, un movimiento alterno.

Desigualdad, violencia y pobreza son nuestras tres pandemias que, por el contexto, tienden a potenciali-zarse aún más con la peste del SARS-CoV-2. Sin embar-go, para la cura de esta enfermedad podemos hacer uso —además de la respuesta inmunológica— de tres po-derosas herramientas: colectividad, solidaridad y coo-peración.

Ahora que en el barrio las problemáticas nos aque-jan a todxs, colectivizar cuidados, alimentos, informa-

Page 85: Miradas artísticas sobre la pandemia

84

ción útil han servido para sobrellevar la cuarentena. Cualquier acto solidario por mínimo que parezca, ahora nos fortalece. Compartir un plato de sopa con el vecino, hacerle las compras a la persona adulta mayor que está sola y no puede salir por el riesgo. Hacerle saber a tu amiga, o a la chica que vive dos pisos arriba de ti, que no está sola, que reconoces la situación de violencia que atraviesa y te las ingenias para echarle una mano.

Sí, este mensaje también viene desde el Estado, pero él no lo materializa, no lo vuelve vivencial, ni tampoco político. Entre más conscientes seamos de la profunda inequidad, desigualdad, del dolor y de las injusticias que existen, mejores armas tendremos para afrontar lo que queda y lo que viene. Resistámonos a seguir tratando a las personas fallecidas a causa de Covid-19 como una simple estadística, no naturalicemos (como lo hemos hecho con la violencia) la muerte. Hagamos vida, abracemos la otredad, no como amena-za sino como realidad. Politicemos las diferencias para que pronto podamos convivir desde la empatía. Huma-nicemos nuestras acciones individuales y colectivas. Que se imponga no una necesidad de estado de excep-ción, vigilancia descontrolada y medidas punitivas, sino la urgencia de crear comunidad (virtual, por el momento), acciones de concientización, del sentido de cuidado, pero desde nosotrxs para nosotrxs. Fomen-temos la esperanza, pero también, y al mismo tiempo, el pensamiento crítico.

Page 86: Miradas artísticas sobre la pandemia

85

EL DESAMOR EN TIEMPOS DE COVID-19

MARÍA ANGÉLICA CONTRERAS JIMÉNEZSegundo lugar, Cuento

Me despertó el tintineo del monitor que estaba detrá s de mí. Volví a cerrar los ojos. Quería sumirme de nuevo en el sueño, pero esta vez escuché con mayor claridad el constante subir y bajar de las válvulas. A la vista, aún después de parpadear varias veces. Todo era confuso.

Agudicé el oído esta vez. Sólo distinguí un discreto burbujeo. Me quedaba aún el olfato. Nada. En realidad sí había algo, no podía olerlo, pero lo sentía, ese pe-queño aire. Esa sensación un tanto dolorosa que iba desde mi nariz, pasaba por mi garganta y se instalaba cerca del corazón.

Irradiaba lo que pensé era la luz del sol. De pronto distinguí una enorme sombra, casi como la de un as-tronauta. “Estás muy enferma, ¿puedes decirme tu nombre?”, soltó la voz delicada pero firme de una mujer dentro de un traje blanco, sin dejar de mirar los monitores.

En mi cabeza un sinfín de cuestionamientos no me permitía esbozar ni siquiera un enunciado simple. Sólo salió de esos labios partidos y lacerados con costras un quejido apenas audible, cuando introdujo en ese pe-queño tubo transparente un líquido hacia mi torrente sanguíneo. Dolió.

Page 87: Miradas artísticas sobre la pandemia

86

Me puse en alerta. Intenté incorporarme. Manotear. “Tranquila, estás en un hospital. No te haremos daño. Es más fácil que TÚ nos mates a nosotros. Tienes Co-vid-19”, espetó la mujer, mientras se disparaban los pitidos en un monitor de la cortina contigua y ella con destreza, a pesar de ese estorboso traje blanco, corría a la par que gritaba desesperadamente: “¡Código azul! ¡Código azul!”.

Un zumbido se instaló en mis oídos. Miraba a todos correr en la misma dirección. Dejé de escuchar y por primera vez observé con más detenimiento mi cuerpo postrado. Centré mi atención en cómo la mascarilla de oxígeno se empañaba una y otra vez.

El dolor en el pecho se intensificó. Me costaba respirar. No comprendía si era la enfermedad física o aquella desolación en el alma que existía desde antes de estar aquí. Esa que empezó todo. Esa que rompió como una ola mi mundo. En esa pequeña fracción de segundo mis ojos desbordaron llanto, como si mi cuer-po estuviera tan lleno de él que fuera imposible con-tenerlo.

Me extrañó la sensación de las lágrimas sobre mis mejillas. Había pasado tanto sin sentir realmente. Sin pensar. Entonces, un brutal aturdimiento conmocionó mi cerebro. Los recuerdos vinieron a mi mente uno tras otro.

Se interpuso un silencio genuino. Una pausa en este universo. La mente se conectó en una frecuencia dis-tinta. Sin datos, sin sonido, sin movimiento. De pron-to surgió una repetición al infinito de imágenes inconexas. Sangre. Manos. Cabello. Le siguieron con fiel claridad los gritos desesperados, sentí su respiración agitada casi alcanzándome, y a lo lejos unos pies descalzos sorteando sin éxito los charcos.

Page 88: Miradas artísticas sobre la pandemia

87

El monitor delató al pulso. Mi cuerpo temblaba. La presión subía. Ahora no son imágenes ni sonidos. Es la percepción pura de los sentidos. Conexiones de neuronas que arrojan un pálpito que sube de intensidad una y otra vez. No hubo más. “Ya no podemos contro-lar la fiebre”, se escuchó a lo lejos nuevamente esa voz.

“Covid-19”. En aquel delirio se repetía esa palabra. No sabía su significado, pero lo recordaba bien. Lo había leído muchas veces en los puestos de periódicos del centro de la CDMX. Algunas otras veces, mientras el organillero interpretaba sus peculiares melodías, los religiosos hablaban del fin del mundo por culpa de ese “Covid”.

Otros tantos ofrecían cubrebocas a todo el que pasara a la par que gritaban “bara bara, llévele llévele pa’l Covid-19”. Mientras que nosotros, el grupo de indigentes, al que en ese momento no sabía desde cuándo ni por qué pertenecía, tomábamos el sol en las bancas de la Alameda, contentos de haber encontrado comida en la basura, así que a quién le importaba qué era la “Covid”.

Con el cuerpo hecho un guiñapo, en medio de esa fría sala de hospital, poco a poco mis recuerdos volvían. Aunque la voz, por más que me esforzaba, no lograba hacerla aparecer. La muda me llamaban los de la calle, ese grupo que me adoptó, quizá como una mascota, quizá por lástima.

Recuerdo que eran cuatro: el Tuti, el Bairon, el Chimuelo y la Abuela. La noche de mi llegada justo terminaban de acomodar sus cartones, harapos y co-bijas para dormir, en la medida en que la lluvia se los permitía, cuando pasada la una de la mañana, una sombra tambaleante se acercaba en su dirección sin cambiar de rumbo. Yo.

Page 89: Miradas artísticas sobre la pandemia

88

El Tuti, que padecía Síndrome de Down, señalaba sin parar de gritar “un zombie, un zombie”. Todos voltearon, un tanto impresionados y confusos por el aspecto de “eso” que se movía ya sin tanto equilibrio, pero que no paraba de acercarse.

Estaban sentados, mirándome con tanta perplejidad, que apenas tuvieron tiempo de encoger las piernas y meter las manos para protegerse cuando les caí encima. Se levantaron asustados y cada uno adoptó su posición de ataque, pero relajaron su instinto en cuanto miraron. Sí, la desnudez de mi cuerpo, pero sobre todo, la san-gre que cubría gran parte de mi piel blanca.

“Nos va a comer el zombie”, gritó de nuevo el Tuti. Con un gesto breve la Abuela lo hizo callar, se acercó lentamente y con cuidado, se aseguró de que estuviera viva. Al corroborarlo, les pidió a los otros traer más harapos para taparme. “Hay que hacerle un lugar, mañana que despierte veremos qué hacer”, sentenció la lideresa del grupo. Pasaron casi dos días para que “la Zombie”, como al principio me apodaron, pudiera abrir un ojo; el otro no pude abrirlo por más que in-tentara, la hinchazón no me lo permitió.

No podría decir cuáles fueron las razones exactas para que me dejasen entrar al grupo, pero hasta el Bairon, que era el menos sensible, me ayudaba a bus-car comida cuando era mi turno, porque eso sí, igual que todos, tuve que colaborar hurgando en la basura y en la recolección de cartón.

Tampoco puedo decir que era una parte medular en el clan, porque aunque lo intentaba constantemen-te, no podía emitir una palabra y mucho menos evocar algún recuerdo que pudiera explicar qué me había sucedido.

“Debió ser una madriza. No hay de otra”, teorizaba

Page 90: Miradas artísticas sobre la pandemia

89

el Chimuelo, con su peculiar sonrisa, cada vez que, sentados a un costado de Bellas Artes, se preparaba para mirar el espectáculo de los payasos que tanto nos hacía reír. Pese a que yo no hablara, se las ingeniaban para incluirme en casi todo. Me sentía como en casa, pero también buscaba mis momentos de soledad, por-que aún sin encontrar respuestas en ellos, en aquellos silencios me gustaba imaginar y escuchar mi voz, aunque sólo fuera en mi mente.

Me sentaba en algún sitio de la calle Madero. La luz del sol me resultaba fortificante, aunque al levantar el rostro los rayos intensos ponían al descubierto la piel verdosa e incluso negra de algunas partes de mi piel. Intentaba disimularlo con el gorro de mi sudadera morada, descolorida y sucia, estampada con pequeñas manchas de cloro, pero algunas veces los transeúntes que se percataban de mi existencia, me miraban con desconsuelo y otras con desagrado.

Con el pasar de los días, ya sin los moretones, me acostumbré a la vida de indigente, dejé de preocupar-me por mi pasado. De alguna forma me sentía libre en esa calle peatonal. Mi calle de la paz. Me vibraba el corazón al escuchar a Caifanes o a Soda Stereo. No me hacía gracia el reguetón, pero lo olvidaba al posar mi vista en cómo la Torre Latino tocaba las nubes de al-godón y el viento las hacía correr lejos. Otras veces me colaba en la exposición de formar palabras con letras al azar en el Atrio de San Francisco.

Ese era mi mundo. Me resultaba mágico, porque aunque un mar de gente siempre deambulaba, para mí era como si sólo existiese yo. Hasta que se hizo real. Primero acordonaron mi calle y sus alrededores. Los autos desaparecieron. Era divino escuchar las aves en vez de los cláxones. Luego la gente dejó de caminar

Page 91: Miradas artísticas sobre la pandemia

90

por el centro. El cielo se despejó y había silencios prolongados. Ya nadie cruzaba el Eje Central. No en-tendíamos qué ocurría, quizás era cierto el rumor sobre el fin del mundo. Y nosotros, los indigentes, nos sen-timos dueños de la ciudad.

Se escucharon los rayos. Me deterioraba con rapi-dez. Pronto una lluvia torrencial hacía parpadear las luces. El dolor era intenso. El oxígeno dolía cada vez más, desde que pasaba por mi nariz hasta que sucum-bía en mis pulmones, como si se clavaran en mi espal-da un puño de navajas. Tronó de nuevo el cielo y el relámpago iluminó la noche.

Clareó mi memoria también. Esa pieza le daba sentido a todo. Entonces, mi cuerpo que se negaba a que el alma sufriera, comenzó a convulsionar. Esa súbita actividad eléctrica en mi cerebro liberó los re-cuerdos estancados de la forma más vivencial posible.

Los médicos intentaban frenar los espasmos. La mente llevó al cuerpo, o quizá al revés, a aquella habi-tación oscura del departamento. Ahí estaba yo, mirán-dome en retrospectiva. En esa tarde lluviosa en la que te conocí a fondo por primera vez.

Tenía la maleta hecha. Me había bastado la discusión de la noche anterior para decidirlo, recién terminaba la carta que explicaba mi partida. Estaba triste, pero firme a mis convicciones. Me alisté y me miré al espejo: me sequé la pequeña lágrima en el rabillo del ojo, desvanecí un poco el rubor en las mejillas y dejé el rostro descu-bierto al atar en una coleta el cabello negro y largo.

Abriste la puerta. Nos miramos fijamente en el pasi-llo que lleva a la sala de estar. Luego fingiste no ver la maleta. Ambos sabíamos lo que significaba, así que di el primer paso, pero tú ya tenías planeada tu jugada. Pri-mero fueron las súplicas y al ignorarlas, te enfureciste.

Page 92: Miradas artísticas sobre la pandemia

91

Tras la tercera patada dejé de escuchar tus insultos y apenas distinguía tu sombra. De un puñetazo para-lizaste mis cuerdas vocales y dejé de pedir ayuda. Por un instante, me miré en un espacio y tiempo distintos. Seguía en el hospital, pero podía verte, con el rostro salpicado de sangre. Mi sangre. Ahora sabía por qué huía. Quería salvar mi vida. Ahora lo recordaba.

Dolió profundo, intenso, real. No tus golpes. Ni recordarlo todo. Dolió una explosión dentro mí. De esas en que necesariamente algo cambiará y lo sabes. Aquél estruendo en mi cuerpo me dio fuerza, pero al mismo tiempo me quitaba la respiración.

Me sentí en una transformación intempestiva. No entendía si me debilitaba o me fortalecía. A ojos cerra-dos confié en lo segundo. Empezaba a sentirme revi-talizada, cuando se desataron unas sacudidas impetuo-sas en mi cuerpo. Una. Dos. Tres veces. El corazón me dio de tumbos. Sentí frío. Dejé de escuchar.

Y cuando menos lo creí estaba de pie: fuerte, altiva, segura. La mujer que siempre fui con labios de carmín. Lista para dejar salir una tormenta contenida. Escuché mi voz, primero entrecortada, poco a poco más firme. Necesitaba decírtelo. Gritarte a la cara. Palabra tras palabra:

“No importa cuánto lastimaste mi templo, ni cómo te apoderaste de mi piel. No importa cómo forzaste esta boca, ni cómo inhalaste hasta mi último aliento. No importa cuánto desnudaste este cuerpo, ni cómo te robaste mi tibio calor”.

“No importa cómo te abriste paso sobre mí, ni cómo lograste mancharme de ti. No importa cuánto te sen-tiste dueño de mí, ni cómo te embriagaste de mi aroma. No importa cómo me cubriste de ti, ni cómo por más que luché...no paraste”.

Page 93: Miradas artísticas sobre la pandemia

92

“No importa cuánto me clavaste tus garras, ni cómo te divertía verme llorar. No importa cómo gozabas con mi dolor, ni cómo creías que así me tenías. No impor-ta el púrpura de mis hombros, ni lo adolorido de mis muñecas, ni siquiera las huellas de tus dedos en mi ser y mucho menos las cicatrices del ataque”.

“No importa el golpe que me dejó sin fuerzas, ni el ardor en las mejillas tras abofetearme, ni siquiera la sangre que corría de mi nariz y mucho menos haber quedado casi inconsciente. ¿Sabes por qué nada de eso importa?”

“Porque a pesar de tomar mi cuerpo, no te acercas-te ni un milímetro a mi alma. Porque a pesar de robar mis besos, mi corazón no estuvo a tu alcance. ¿Sabes por qué nada de eso importa? Porque aun sintiéndome sucia soy capaz de mirar a mis adentros y saber que nada realmente te perteneció, que mi esencia está aquí recuperándose”.

“¿Sabes por qué nada de eso importa? Porque a pesar de que fui frágil, hoy soy más fuerte que ayer, porque a pesar de que eres una cruel pesadilla, hoy más que nunca creo en mis sueños. Y sé que estás al acecho. Sé que buscas todo eso por lo que no importó, porque tú y yo sabemos que aunque tomaste este cuerpo, yo nunca fui tuya”.

A lo lejos, en la pequeña estación de enfermeras, en el radio una voz de terciopelo sentencia: “No tenemos dónde ir, somos como un área devastada. Carreteras sin sentido. Religiones sin motivo. Cómo podremos sobre-vivir... Siempre seremos prófugos”. Entonces alguien interrumpe, casi en suspiro: “Cuánta razón tenía Cera-ti, se acaba de ir la indigente. Hora del deceso, 21:45”.

Page 94: Miradas artísticas sobre la pandemia

93

LOS DUELOS DE LA PANDEMIA

ROSARIO PINELOPrimer lugar, Crónica

1

Diana miraba por la ventana cómo pasaba la vida frente a sus ojos. El del gas desde muy temprano; las combis con su característico sonido al acelerar para pasar los topes de la calle; el tamalero; la basura, to-cando la campana varias veces al día; la gente en su agitado ir y venir; las risas de los niños; el panadero con el pan. Un desfile interminable que no disminuía ni por la noche, porque entonces salían los vendedo-res de todo tipo de antojitos. La verbena cotidiana. Para la mujer que acababa de perder su empleo los días se habían vuelto interminables desde el 23 de marzo, y parte del tiempo lo ocupaba en mirar por la ventana, pues ya no podía salir tanto como le hubiera gustado.

Debido a la emergencia sanitaria, la actividad había empezado a disminuir; las escuelas, museos y cines habían cerrado en la Ciudad de México. Así lo decían las noticias, pero de este lado de la zona conurbada nada cambió, al principio.

El supermercado cercano estaba más lleno sin ser quincena. Y la gente que acudía, como si fueran días

Page 95: Miradas artísticas sobre la pandemia

94

festivos, llevaba todo tipo de botanas: bolsas de chi-charrones, pan, jamón, helado, refrescos.

El mercado tampoco mostraba muchos cambios, sólo había más niños con sus padres y hasta con los abuelos, como en vacaciones. Muchos vecinos incluso hacían fiestas que duraban hasta la madrugada.

Diana era una mujer de complexión delgada, baja de estatura y bastante aprensiva, cumpliría 57 años en estas fechas y por primera vez lo haría encerrada en casa. Habían hecho planes para su festejo, pero ante la emergencia todo se canceló y ella no pudo evitar sentirse frustrada. “Lo que me faltaba”, pensó, “una pandemia”.

Los primeros días escuchaba las noticias a diario para saber cómo avanzaba el virus por el mundo. Leía las notas en Facebook y se reía con los memes. Después poco a poco las abandonó porque notó que la ansiedad que padecía desde hacía unos años empezaba a mani-festarse de nueva cuenta.

Lo supo también porque, después del cierre de su empresa, su ánimo empezó a decaer. Se sentía angus-tiada, triste, sin ganas de nada y además le preocupa-ban muchas cosas: su economía, su hijo y esposo que tenían que seguir saliendo a trabajar, su madre…

Pero también fue porque las medidas de higiene recomendadas se volvían más restrictivas, creándole paranoia: que si desinfectar con cloro, que si bañarte al regresar de la calle, que lavar toda la ropa expuesta…

En la segunda semana de abril se sintió más triste y ansiosa. No hubo procesión ni misas en su colonia; por primera vez el Viacrucis de Iztapalapa se transmi-tió por televisión en solitario. No fue igual para ella, que esperaba con singular gozo estas fechas. Sintió que algo le faltaba.

Page 96: Miradas artísticas sobre la pandemia

95

Empezó a salir a hacer las compras para escapar del encierro; quería ver a la gente caminar por la calle. Eso le traía un poco de calma. Aunque también un poco de temor. No quería estar muy cerca y las personas insistían en estarlo. “¡Rayos!”, pensaba. Una que otra incluso estornudó o tosió a unos centímetros. Después de eso se sentía enferma, con la garganta irritada. “Esta gente no entiende, ¡por Dios!”. Las tachaba de ignorantes y necias. Pero al llegar a casa respiraba profundo y se repetía: “No pasa nada, es mi ansiedad”, concluía.

Los días se hicieron eternos, y más cuando al es-cuchar las noticias supo que el encierro se prolongaría hasta junio. “¡No podremos festejar a mi madre!”, suspiró; porque tenía esperanza de que todo termina-ra para entonces. Y además ¡tenía tantas cosas que resolver!

Le angustiaba el futuro, sin trabajo se sentía incom-pleta. Empezó a dormir mal, a despertar varias veces en la madrugada, angustiada. También a estar de mal-humor durante el día. O a veces se entristecía al re-cordar que al terminar todo esto ella no tendría a dónde regresar a trabajar. Se sentía enojada.

Y más con aquellos que, sin nada que hacer en la calle y teniendo la posibilidad de quedarse en casa, an-daban en la fiesta prolongándole a los demás el encierro. Pero quizá en su interior los envidiaba por ser tan in-conscientes. Hablaba y hablaba con su hija de la situación diaria, pero tuvo que darse cuenta de que eso no hacía sino intoxicar su ambiente. Que los que salían sin nece-sidad de hacerlo, que aquellos que no podían evitarlo, o de los demás que sus empresas no los habían dejado encerrarse. La situación era difícil para todos.

En medio de todo el caos una noticia triste llegó a su vida; llegó temprano, con un timbre triste, agudo y

Page 97: Miradas artísticas sobre la pandemia

96

prolongado del teléfono: uno de sus sobrinos había muerto. Estaba enfermo del corazón desde hacía un tiempo, pero había salido adelante. Sin embargo, esa mañana de miércoles simplemente se fue mientras platicaba con su esposa.

2

Diana no lo tomó bien. Se quedó pasmada, se sintió en-ferma. Quiso estar sola para llorar, para pensar, para re-cordar. Quería correr e ir con su familia, con su hermana, con su madre, unirse en un solo abrazo. Saber. Pero no podía hacerlo y sólo se quedó quieta, sentada junto a la ventana, acariciando a uno de sus muchos gatos.

La cercanía con el felino le trajo tranquilidad y empezó a entender que bajo estas circunstancias la familia no podría reunirse. Lloró silenciosamente sin-tiendo cómo las lágrimas escurrían por sus mejillas. No las secó, no quiso hacerlo. Y tuvo que esperar, tuvo que conformarse con ver los WhatsApp en el grupo familiar, con los comentarios de desaliento. Ver cómo las emociones se transformaron en emoticones y la voz en palabras que intentaban transmitir el sentimiento de la pérdida. Ese día todo se detuvo. Hizo lo cotidiano en automático, la comida, su aseo.

Para entonces las medidas se habían hecho más rigurosas. El país estaba en la fase 2 de la pandemia. Las concentraciones de personas estaban limitadas y la familia no pudo reunirse. Lo más triste fue que todos querían ir a despedirlo y no pudo ser. En medio del dolor, hubo que tomar decisiones. Solo los más jóvenes acudirían al velorio. Faltaron muchos, porque los adultos mayores y los enfermos crónicos eran varios.

Page 98: Miradas artísticas sobre la pandemia

97

Con el fin de respetar los protocolos de sana distancia implementados por la Secretaría de Salud para prote-ger a los más vulnerables.

Todo cambió. Incluso el período de espera en la cremación, fue mayor que en tiempos normales. Y el Rosario, ese ritual que permite reunir a la familia do-liente en la oración para lograr un poco de alivio, también fue distinto.

Gracias al uso de la tecnología, muchos de los fa-miliares pudieron estar presentes en la transmisión en vivo de la levantada de cruz y en el último Rosario. Para Diana ese fue un momento único porque aún a la dis-tancia pudo orar por su sobrino, siguiendo el ritmo de los ahí presentes que lloraban mientras guardaban la cruz de cal y rosas en una caja. Ellos no podían, oírla pero eso no le importó porque en su corazón ella sabía que él sí. Además aunque estuvieran lejos unos de otros, los sentimientos de todos estaban conectados.

Con la despedida de su sobrino llegó la fase 3 de la pandemia, la más crítica, y las medidas se agudizaron. El mercado local antes tan visitado implementó el uso riguroso de cubrebocas y gel antibacterial, prohibien-do además la entrada con niños y mascotas.

La gente empezó a usar el cubrebocas a regañadien-tes, pero no impidió que la mayoría siguiera reunién-dose en la calle o en sus casas para organizar fiestas con música hasta las primeras horas de la mañana.

3

Diana ya no quiso pensar en el futuro. La repentina muerte de su sobrino —al que apenas había visto para festejar la llegada del Año Nuevo— la hizo hacer un

Page 99: Miradas artísticas sobre la pandemia

98

alto y llegar a una conclusión: “Las cosas se resolverán en su momento”.

Ahora estaba doblemente triste, ansiaba ver a su madre y a sus hermanos. También a sus sobrinos para abrazarlos. Empezó a ver a la pandemia no como una calamidad, sino como un proceso de duelo, del que podía salir fortalecida si aprendía las lecciones que quería enseñarle.

No tenía poder sobre las decisiones de los demás. Pero si sobre las de ella.

Notó que había abandonado sus rutinas de zumba, yoga y tai chi, que antes practicaba con empeño, y que en su momento la habían ayudado tanto. Después del cierre de la empresa en la que laboró por más de 30 años, le había costado trabajo retomarlas. Así que decidió empezar de nuevo.

La emergencia no tenía fecha para terminar. Se decía que hasta fines de mayo, pero no era una certe-za. Decidió tomárselo con calma. Tenía muchas cosas que hacer en casa: limpiar, lavar, organizar documen-tos, estar con la hija más tiempo, hablar con su hijo y con su madre por teléfono o videollamada —aprove-chando las maravillas de la tecnología—, leer, escribir, sonreír…

Porque contra todo lo negativo, había cosas positi-vas por las cuales ser feliz. Por ejemplo la alegraba saber que la naturaleza se estaba recuperando de la huella humana: podía ver imágenes de los mares limpios y azules; de animales deambulando sin temor por lu-gares donde antes no se hubieran acercado; de un cielo azul libre de contaminantes; pero lo mejor para ella fue ver cómo un colibrí había elegido su jardín para hacer su nido. Ese jardín que durante mucho tiempo no había dado sino unas pocas papayas un

Page 100: Miradas artísticas sobre la pandemia

99

tanto desabridas y un limón que tardó años en florear. Ahora pronto daría frutos.

El ave empezó por hacer visitas esporádicas como buscando algo. Diana incluso elaboró un bebedero para que pudiera tomar agua azucarada, el cual ignoró to-talmente. Por varios días el colibrí sólo se posaba en alguna ramita y observaba. Después sin más empezó a llegar varias veces al día y fue cuando la mujer descu-brió el objetivo.

A la pequeña ave le llevó apenas unos días tejer su nido en una de las ramas del árbol de limón. Lo hizo con pequeñas ramitas y pelo de gato, sin prisas, sin ayuda. A Diana la asombró su paciencia y entereza. Había leído que estos pajaritos necesitan comer cada diez minutos, pues gastan demasiada energía debido a lo rápido de su aleteo. Ella no sabía dónde comía, sólo que iba y venía varias veces al día, con apenas unos minutos de descanso. Fue maravilloso ver cómo tejía con su pico la cuna de sus crías, y cómo ahora empo-llaba dos diminutos huevos, mientras se quedaba toda la noche inmóvil bajo las ramas, impasible ante el viento y las lluvias, que ya habían empezado a llegar.

Gracias a una breve investigación supo que las crías tardarían entre 14 y 23 días en nacer. Quizá para me-diados de mayo, cuando a decir de los especialistas podría estarse saliendo de la etapa crítica de la pandemia.

Diana sabía que esa era una buena señal, muy buena, porque había escuchado algunas leyendas en torno a los colibríes y la mayoría coincidía en señalar que estos diminutos pajaritos son portadores de buenas noticias. Y ella tenía esperanza de que así fuera. Con-fiaba en ello.

Page 101: Miradas artísticas sobre la pandemia

100

CONTACTO

RAÚL MENDOZA JUSTOMención honorífica, Crónica

Julieta Sacbé nació en el agua. Nació en casa, como se hacía antes. Al salir del vientre de Verónica, mi esposa, Julieta quedó inmersa en el agua, en la pequeña alber-ca que habilitamos para su nacimiento. Verónica me pidió que estuviera detrás de ella para que se apoyara, en medio de mis piernas. La sentía cansada por el trabajo de parto de más de doce horas. Pese a ello, al ver salir a la bebé, nos envolvió una enorme alegría. De inmediato, con ayuda de la partera, Julieta tuvo su primer contacto fuera del agua, su primer contacto en este mundo, en el regazo de mamá. Julieta Sacbé abrió los ojos, nos miró y, acto seguido, después de un silen-cio, lloró.

Allí estaban mi suegra, mi cuñada y mi otra hija, Angélica, quienes apoyaron a Vero en el último tramo de las contracciones. Llenos de asombro, reímos, llo-ramos, respiramos: Julieta Sacbé sin duda percibía esa energía de quienes la esperaban desde hace nueve meses. Acaricié su cabeza mientras su mamá la abra-zaba, aún con el cordón umbilical latiendo. Afuera del cuarto, mi cuñado, mis sobrinos, los tíos y tías, aguar-daban contentos al haber oído el llanto. Uno a uno pasó a verla, a darle la bienvenida. La nieta y sobrina de-

Page 102: Miradas artísticas sobre la pandemia

101

seada, la hija esperada era ya una realidad. Minutos después, envuelta en sus primeras cobijas, comenzó el ritual; Julieta pasó a tener contacto con los brazos de cada uno de los presentes, más de uno con nerviosismo y otros más con lágrimas de dicha la cargaron, la abra-zaron y besaron en una especie de bienvenida a la comunidad, a la humanidad, al universo.

A partir del 15 de marzo de 2020, Julieta no ha podido volver a tener contacto con el clan. Estamos en cuarentena. Día treinta.

La idea del parto en agua era justo para eso, para tener un parto humanizado, para que una vez que naciera Sacbé no pasara de manera inmediata a una mesa fría a ser revisada y llevada a un cunero hasta esperar la recuperación de mamá; más de un ginecó-logo había pronosticado cesárea obligada. El parto en agua nos garantizaba eso: tener el primer contacto fí-sico con Sacbé, hacer un trabajo de parto tranquilo, sin cesárea, pausado, tenerla cerca, sentirla, hablarle. Y así fue.

Durante casi seis meses nuestra casa ha sido el lugar de encuentro. Amigos y familiares han llegado a testificar el milagro de la vida, la bendición de la que hemos sido partícipes, además de observar y descubrir, y sobre todo asegurar, el parecido que tiene Julieta a mí. Bueno eso dicen.

Desde los primeros días, mi cuñado y su familia, conocidos como los “Chepes” (José Manuel el líder, Verónica mi cuñada, Josep el hijo mayor e Isaías el hijo menor ), Mamá V, como le dicen a mi suegra Verónica Romano (sí, son tres Verónicas) y el abuelo Don Ar-mando han estado cerca y al pendiente del desarrollo de Julieta; al avance en su peso, al crecimiento de su cabello, a la primera sonrisa, a su ropa y a su alimen-

Page 103: Miradas artísticas sobre la pandemia

102

tación. Por lo menos cinco días a la semana todo ello ha sido tema de conversación. Haciendo un fl ashback, como en el cine, esta gran familia ha sido cómplice de haber arropado a Julieta desde antes del nacimiento, querida y tocada desde la pancita han sido acompa-ñantes de miedos, de esperanzas, de sueños, aliados en la fiesta de revelación del sexo del bebe, en el baby shower y el bautizo. A este último, por cierto, llegaron los Torres, los Romanos, los Mendoza, los Justo, los Bautista y los Lavoignet como en tiempos recientes no se había visto.

“Por algo fue festejada en demasía”, dice la mamá de Julieta, “si hubiera estado embarazada en esta cua-rentena me cuelgo de la lámpara”, “adiós seguimiento de embarazo en Ciudad de México”, “adiós curso psi-coprofiláctico”, “adiós parto en agua”. Se vuelcan los miedos y ansiedades del trauma del coronavirus.

El primer paso lo dimos entre el 12 y 14 de marzo, las noticias ya anunciaban que los adultos mayores estaban en riesgo de contraer el virus. Verónica Roma-no, la abuela materna, era quien nos apoyaba en el cuidado de Sacbé, por lo menos cuatro días a la sema-na. Julieta Sacbé a los cuarenta días entró a la guarde-ría del IMSS.

Para la abuela, Julieta se había convertido en su consuelo, en su alegría, las mil posibilidades, de tras-cender y/o tal vez resarcir, como todos, un pasado que no entendemos cuando es presente. Tejerle vestidos, comprarle diademas, preocuparse por llegar temprano a la guardería y tener el privilegio de ser la primera en abrazarle y consentirla con su cariño. Se habían con-vertido en una rutina en esos meses, aunque realmen-te para ella no era rutina, sino que era la vida misma.

Como padres veíamos a Julieta empatizar con la

Page 104: Miradas artísticas sobre la pandemia

103

abuela. Fueron creando su propio código de costumbres durante el día: las mamilas, las horas de sueño, el baño, el tiempo para reír y para cantarle. Ella misma hacia una reflexión en torno al abuelo Armando: “cada que viene a verla le hace fi esta, le habla como bebe, y le hace desfi guros para hacerla reír”. Tal vez se refería a que el cuerpo se transforma para dar paso a un len-guaje gestual y único que comunica y que sólo los abuelos pueden dar, expresar, sentir e interpretar.

El 14 de marzo mi esposa angustiada y preocupada habló con Mamá V para decirle que habría que cuidar-se, que habría que hacer caso al Dr. Gatell, que tomá-ramos la recomendación sugerida, que era por su bien, que a sus 60 años podría ser un riesgo que se traslada-ra a casa, que el lunes ya no viniera, que podríamos contagiarla; pues ambos trabajábamos y, al estar en contacto con muchas personas, nos convertía en fac-tores de riesgo. Yo escuchaba el diálogo que por unos instantes parecía monólogo. Mamá V se quedó en si-lencio, no alcanzaba en ese momento a comprender qué le estábamos pidiendo. Solo se oyó llanto detrás del celular y un “los voy a extrañar, los amo”. Mamá V quedó inconsolable. Fuimos a dormir, o tal vez sólo cerramos los ojos esa noche para pensar e intentar entender qué era lo que se venía.

Verónica y yo intentamos organizar las tareas la-borales para poder regresar por Julieta a la guardería y ya no salir por la tarde, a menos que sucediera algo urgente.

Al pasar una semana, se anuncia la segunda fase de la pandemia y con ella las medidas de distanciamiento social “Quédate en casa”, lo que implica el cierre de escuelas. A Verónica en su colegio le dan salida y tra-bajo en casa; Julieta Sacbé estará a su cuidado. La

Page 105: Miradas artísticas sobre la pandemia

104

guardería también cerraría y eso tiene fuertes impli-caciones con su segundo espacio de vida social. Con las educadoras, en particular, las de la sala A de me-nores de seis meses ha establecido un lazo y aprendi-do diversas cosas; rutinas, horas de vigilia, de sueño, juegos de estimulación temprana, horarios de alimen-tación que, aunque no pareciera relevante, se hacen notar en sus frecuentes reportes, en un registro colo-cado en la recepción, donde se indica que avances ha logrado en el día, desde mirar un objeto, seguirlo, poner atención, escuchar la música, hasta el reconocimiento de sus voces y rostros. En pocos meses nos ha regala-do esa expresión maravillosa en los bebés que es la sonrisa y que está presente en su llegada a la guardería como en la salida.

La familia Chepe hasta esos momentos del mes no podía comprender cómo será dejar de ver a Julieta. Casi todos los días después de sus respectivos trabajos venían a la casa a saludarla, cagarla, dormirla, hablar-le, sonreírle, a estar con ella y de paso a cenar para contar las anécdotas del día, tomar una cerveza y hacer de cada visita una fiesta. Julieta por su parte corres-ponde con su alegría al verlos llegar, su sonrisa, su quietud en sus brazos y su paz.

Por ahora todo se ha esfumado.¿Cómo construir una primera infancia sin vínculos

familiares? Hace una semana vinieron los Chepes, respetando la sana distancia querían ver a la niña. Ellos se quedaron en la entrada del pequeño jardín de la casa y Julieta y su mamá desde la puerta saludaban. Con esos grandes y oscuros ojos, Julieta Sacbé intentaba entender qué pasaba; vi su carita tratando de identifi-car a quienes del otro lado se esforzaban por hacerla reír, con muecas, voces, diálogos para bebés, lenguaje

Page 106: Miradas artísticas sobre la pandemia

105

gestual, pero no, Julieta no sonrió. ¿Acaso estará olvi-dando los rostros? ¿Qué pasa con su memoria? ¿Qué puede registrar? ¿Con qué se queda?

No puedo dejar de pensar, aunque guardando las distancias, las lecturas en clase de psicología del des-arrollo sobre el impacto emocional en niños que habían sido privados de contacto social, como Víctor el niño de L’Aveyron o los experimentos con monos privados del contacto físico. Recordaba también la historia de Mowgli de Kipling. ¿Cómo nos marcará esta falta de con-tacto social? ¿En el futuro se podrá ver este registro en algún lugar de nuestro cerebro? Como cuando en la corteza de los árboles los especialistas pueden ver si fueron años de lluvia o sequía, o como en las rocas el geólogo puede ver los sucesos críticos de la formación de la tierra. Yo me imagino que este aislamiento en Julieta dejará una huella emocional que habrá que ayudar a sanar.

Los días de encierro inevitablemente te llevan a pensar en la muerte ¿Qué pasaría si fuera yo quien enfermara? A mis 46 años, con hipertensión, estoy en riesgo. Hace un mes murió mi compadre, compañero y amigo de trabajo, después de seis meses de haber sufrido un asalto violento y quedado en silla de ruedas, víctima de esa violencia heredada. Y ahora con esta pandemia me asaltan nuevamente esos pensamientos ¿Cómo dejar arregladas y en orden las cosas de esta vida? ¿Cómo cerrar ciclos? ¿Cómo pedir perdón? ¿Cómo ser mejor persona? ¿Cómo no dañar? ¿Cómo vivir cada día sin pendientes que me agobien y tratan-do de hacer lo mejor en lo que me toca? No ver crecer a Julieta me aterra. Vivo hoy dos momentos mágicos: la vida con una hija (Angélica) de 17 años con todos los pormenores que trae la edad, la toma de decisiones

Page 107: Miradas artísticas sobre la pandemia

106

universitarias y el amor, y por otro lado, Julieta el inicio de la vida, la crianza en tiempos de pandemia y de un planeta que necesitamos mejorar. ¿Me dará tiempo? ¿Nos dará tiempo? Con esas preguntas duer-mo un día y el otro también.

A pesar del miedo uno agradece que todo esto nos acerque a las personas que uno aprecia. La pandemia es el tema cotidiano; el preocuparnos por la salud del otro ha sido una conversación que antes no se daba, preguntar por su presión, por el seguimiento de su diabetes, por su alimentación y por sus alergias. Ello va siendo un tema que a pesar de la distancia y a través del teléfono y correo nos acerca, nos hace vernos sen-sibles al otro y reconocernos vulnerables y finitos, con necesidades de salud, con una familia a nuestro alre-dedor y con preocupaciones, y no tanto como el jefe, el maestro, el licenciado, el compañero de rutina en el trabajo, al que antes no veía y no reconocía.

Hoy es el día 39 de cuarentena. No salir, no tener contacto, trae consecuencias, Verónica y yo discutimos. A ella le preocupa mi salud y yo violenté una regla. Me doy cuenta de que es necesario respirar, que no estamos hechos para el aislamiento, que lo que no se mueve se muere.

Vero y yo cada noche como un ritual nos sentamos a ver la conferencia del Dr. Hugo López-Gatell. Nos emociona su comportamiento, su saber. Como un bailarín de ballet sobre hielo, sortea preguntas. Ágil en la interpretación, es nuestro punto de seguridad. No sería igual dormirse sin esa conferencia. A veces Sacbé se sienta y observa la pantalla; me gusta imaginar que comprende y espera las palabras del Dr. López-Gatell que anuncian el fin de la cuarentena. Me imagino que dirá: “Buenas noches. Son las diecinueve horas. Esta-

Page 108: Miradas artísticas sobre la pandemia

107

mos en Palacio Nacional de México. Vamos a iniciar la conferencia diaria sobre la situación de Covid, la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 en México. A partir de los datos que hoy hemos presentado y por la gran participación de la ciudadanía, de su compor-tamiento y solidaridad, se levanta la cuarentena. Con precaución, vayan y abracen a sus seres queridos”. Como cuando se va la luz y regresa, en cada colonia, en cada barrio se escucharán aplausos, gritos de alegría, risas, habrá llanto, habrá fiesta en el corazón.

Julieta Sacbé sonreirá ya con huellas inequívocas de su primer diente. Mamá V llamará para hacernos saber que llegará el día de mañana a ver a su muñeca. Don Armando no esperará, llegará esa misma noche. Verónica dará gracias a Dios, la abrazará fuerte, yo le besaré y le escribiré un pequeño cuento, para que, cuando aprenda a leer, con sorpresa pueda conocer lo que le tocó vivir de bebé. Después hablaré a los Chepes y con Angélica para abrazarnos con el alma.

Seguro estoy de que la gente que me rodea será solidaria. Resarciremos y tejeremos juntos. Tendremos nuestros encuentros, contactos, abrazos y risas pen-dientes. Julieta volverá a reconocer a cada uno. Y con cada uno, encaminaremos a Julieta a una mejor fami-lia, a una mejor sociedad, más humilde, más cuidado-sa, más solidaria y más crítica.

Se llama Sacbé porque en maya significa camino blanco y esos caminos blancos para los mayas unían lo sagrado. Que así sea, que cada contacto con Julieta Sacbé sea camino que nos congregue a ser mejores personas, que los espejos en los que nos vimos refleja-dos en esta cuarentena los trabajemos de manera personal y social

Me gusta pensar que cada contacto físico y emocio-

Page 109: Miradas artísticas sobre la pandemia

108

nal en Julieta quedará grabado, registrado en su me-moria, como la corteza en los árboles y la huella en las rocas. El reto será que la huella del afecto, de la sen-sibilidad, del contacto con el otro, del amor, sea más ancha, mucho más ancha que la de la cuarentena, más nos vale que así sea, porque no habrá más tiempo.

¿Qué hora es? Son las siete, me dice Vero, ya em-pezó la conferencia.

Page 110: Miradas artísticas sobre la pandemia

109

DESCONSUELO

ARTURO SARMIENTO TAMAYOTercer lugar, Poesía

Cuando sientes que las fuerzas te abandonan, cuando

duele... Y no puedes más llorar…

Cuando aquella brasa dentro de tu pecho no te deja ni

siquiera respirar…

Cuando no tiene sentido ya la vida, cuando un rayo te

ha partido a la mitad...

Cuando es grande y muy profunda aquella herida...

Que por ella ya no puedes ni sangrar...

Cuando ves que todo acaba y se derrumba, y tú sientes

que ni Dios tiene piedad, cuando todo alrededor

parece tumba...

Y la noche cae trayendo soledad...

Cuando miras hacia el cielo y no hay estrellas, y las

flores ya no pueden perfumar...

Cuando todo son quebrantos y querellas, y del sueño ya

no quieres despertar...

Cuando piensas que el Señor te ha abandonado y en el

alma ya no queda voluntad...

Page 111: Miradas artísticas sobre la pandemia

110

Cuando todo, todo, todo, te ha fallado...

Y la senda ya no puedes encontrar...

Busca adentro... muy adentro… de tu pecho,

Y la fuerza de tu ser... revivirá...

Y levantándote cual Fénix... por derecho...

A ese infame sino adverso… ¡VENCERÁS!

Page 112: Miradas artísticas sobre la pandemia

II. LOS QUE PUEDEN

QUEDARSE EN CASA

Y LOS QUE NO

Page 113: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 114: Miradas artísticas sobre la pandemia

113

CRÓNICA DE UNA COMBATIENTE

CARLOS EDUARDO CHÁVEZ ORTEGAMención honorífica, Crónica

4:00 am, se activa la alarma, mi madre sal e lentamen-te de su cama, desactiva la alarma y prende la luz. Afuera los grillos cantan y uno que otro perro ladra frenético a quién sabe qué. Intercambia la piyama por un pantalón blanco que acompaña con una filipina del mismo color. Su maquillaje no le falta. Cerca de las 5 de la mañana sale a prisa a tomar el primero de los 3 transportes que la aguardan. Por calles apenas alum-bradas anda con miedo, ya no sólo de los feminicidios, sino también de los crímenes de odio que la emergen-cia sanitaria por el coronavirus ha despertado en la población hacia el personal de la salud.

Sube al camión, las cabezas se ladean, como que-riendo rehuir de la presencia del otrora ángel percibi-do ahora como demonio. Encuentra en la parte de atrás un asiento libre, así permanece todo el camino a pesar de que muchos van de pie, junto a ella nadie se sienta. Lo mismo ocurre en el siguiente transporte. En el ter-cero no pasa eso porque le negaron la subida. A pesar de que el sol ha comenzado a salir, su semblante es oscuro, triste, la blancura se ha tornado grisácea. A lo lejos se aprecia otra enfermera. Antes de que ella llegue, el olor a cloro de su ropa da los buenos días por ella.

Page 115: Miradas artísticas sobre la pandemia

114

Mi madre se entera, por voz de la otra enfermera, que, al estar esperando el camión junto a su casa, una per-sona que dice no conocer le lanzó, desde un auto, cloro sobre su ropa. Quisiera abrazarla, pero no puede, las indicaciones sanitarias son claras. Eso no importa, su palabra la envuelve y la apapacha.

Al ver hacia la avenida, y contra toda esperanza, descubre un auto de colores rojos y dorados que se de-tiene. Es un hombre mayor que lleva por protección un tapabocas de color azul, desobedece las indicaciones de la Secretaría de Salud, pero “pues hay que comer, seño-rita”, dice cuando le pregunta lo otra enfermera que por qué no está en su casa. “Súbanse, señoritas, yo las acer-co al hospital”. El tiempo las impulsa a subir, hay que llegar a tiempo, los enfermos no paran de llegar. Les ofrece gel antibacterial, dichosas aceptan.

Se acercan al hospital. Ellas insisten en pagar. El hombre se niega, “ya es demasiado con lo que están haciendo por todos nosotros”. Agradecidas bajan del auto. “Sigan combatiendo, mis guerreras, que esta batalla no la podemos perder”, les dice el señor, para luego cerrar la puerta y alejarse junto con la desespe-ranza y el temor.

Alegre se aleja el hombre. No sólo llevó a las enfer-meras a un hospital. No, además de eso, les regresó la esperanza y les dio una razón más para combatir a esa enfermedad, pues en los tiempos del coronavirus cual-quier muestra de apoyo o de gratitud es un aliciente que nos acerca a ganar la batalla. Y es que, ya sea por dicha o desdicha, la pandemia nos ha permitido cono-cer la maldad de la humanidad, pero también su bondad.

Page 116: Miradas artísticas sobre la pandemia

115

MONETA

MARIANA GÓMEZ VARGASMención honorífica, Cuento

Hoy desperté con un poco de flojera. Intenté abrir mis ojos, pero parece que están pe gados. No quiero ir a trabajar y mis hijos secundan la idea. “Hoy no vayas, casi todos están en casa, tú también quédate...”. No es así de fácil, si no salgo hoy nos veremos muy apretados con los gastos mañana, eso y no tendré mucha gasolina, que por cierto es la materia prima para este trabajo.

Por fin me levanté, me bañé, desayuné y busqué algunas monedas que me sirvieran para dar cambio a los pasajeros y sí, los niños tienen razón, casi todos están en casa y por ese casi es que todavía salgo. Mien-tras revisaba las monedas encontré una “especial”, bueno así les dice mi hija a las monedas que parecen nuevecitas, como recién salidas de la fábrica, bien bri-llosas. Mi hija las guarda como amuleto y por un tiem-po las conserva, las guarda en una alcancía de monedas “especiales” y después de un tiempo las deja salir a recorrer el mundo. A veces tengo la impresión de que les da algunos consejos antes de sacarlas, pero en esta ocasión no se la di a guardar. Esta moneda de golpe salió a recorrer el mundo.

Mis compañeros diabéticos, hipertensos, las que están embarazadas y los que tienen hijos pequeños

Page 117: Miradas artísticas sobre la pandemia

116

pueden quedarse en casa, yo no cumplo ninguna de esas características, así que me toca presentarme en el consultorio lista para atender a todos los que lleguen.

El trabajo en el hospital siempre es así, demandan-te, cansado, movido y estresante. Pese a todo, me encanta. La situación en el mundo hoy es muy crítica, el personal encargado de la salud está muy solicitado.

Hoy es un buen día. Tomé un taxi para llegar tem-prano. El sol ya está iluminando todo a su alcance. “Que tenga buen día y cuídese”, me dijo el chófer mientras bajaba del auto y recibía mi cambio, un bi-llete y tres monedas. Cuí-de-se. Hoy más que nunca resuenan esas palabras en mi cabeza; no son sólo una despedida cordial, es un consejo. “Si me cuido yo, te cuido a ti y juntos nos cuidamos…”, el slogan de estos días.

No siempre llego tan temprano, pero hoy quería orar con mis compañeros, aquellos que confiamos en la omnisciencia y omnipotencia de Dios. En estos días vivimos una situación que ocupa y preocupa a muchos alrededor del mundo, algunos hemos decidido pedir ayuda extra.

Me siento como si fuera mi primer día de trabajo, nerviosa, pero también me siento fuerte, me siento feliz, me siento hermosa, me siento viva.

El semestre en la universidad iba genial, en mi úl-timo examen de cálculo saqué 9, está vez sí tenía todas mis tareas al corriente y llegaba temprano a las clases. Ahora sigue casi genial, aunque mi rutina ha cambiado un poco. Sigo llegando temprano, pero a la plataforma para la clase y envío al mail de mis profes las tareas y exámenes.

Eso de tomar clases en línea no está tan mal, es más, todo se ve muy normal. La última clase un com-

Page 118: Miradas artísticas sobre la pandemia

117

pañero dijo que llevaba galletas para vender y compar-tió la pantalla para ofrecer galletas de Minecraft. Hace unos días me invitaron a colaborar para reconstruir toda la facultad y el anexo con Minecraft. Utilizamos bloques de cobblestone, sandstone y stone bricks para hacer paredes, pasillos y escaleras lo más parecidos a los de nuestra escuela. Le mostré a mi hermana el resultado y empezó a reírse, no tuve que decir nada, de inmediato reconoció el lugar, eso me hace pensar que elegimos los materiales más parecidos que el ser-vidor podía ofrecer.

Entre las clases en línea, tareas, memes, challenges, limpiar, ver películas y comer se me han ido las sema-nas. A veces tengo la impresión de que el mundo no es tan grande y que no estamos tan lejos uno del otro. Todo el tiempo estamos creando contenido, en mo-mentos de incertidumbre usamos la risa para aliviar la tensión, seguimos subiendo información y reaccionan-do a lo que vemos.

Eventualmente he salido a hacer algunas ¡compras de pánico! Bien, no son compras de pánico, sino que vamos por cosas para la despensa. Aunque un poco vacías las calles, el súper sigue puertas abiertas. Fui el viernes pasado, la fila para las cajas era impresio-nante, respiré profundamente para llenarme de pacien-cia y después de un largo rato llegué a la caja, pagué y guardé todo en una bolsa. Mi cambio fueron dos mo-nedas una de diez y otra de cinco. La de cinco está súper padre parece que da brillo por sí misma.

Un día antes de que se declarara la segunda fase de la pandemia, fui a trabajar como cada día. Subí al transporte y llegué mucho más rápido que cualquier otro día. Incluso me tocó ir sentada y había varios asientos libres. Desde hace una semana que las clases

Page 119: Miradas artísticas sobre la pandemia

118

en las escuelas se han suspendido de manera presencial y en muchos trabajos les han pedido que se queden en casa, pero yo todavía voy.

A la hora de la comida salí a caminar, ya han ce-rrado varios negocios, así que no tenía muchas opcio-nes. Llevé un libro y cinco galletas de avena de buen tamaño, muy ricas, tienen pequeños trozos de choco-late y arándanos que les dan un toque delicioso. Yo misma las preparé siguiendo una receta que encontré en internet.

Me senté en una banca, comí una galleta y, mientras la masticaba, miré alrededor: todo tan tranquilo, nada parecido a cualquier otro día, nadie corriendo a x o y lugar, ningún estudiante caminando lento de regreso a casa en compañía de amigos, ningún vendedor de papas, ni congeladas, sólo estamos unos cuantos.

Un hombre sordo se acercó a mí y me dio una tarjeta con una pequeña leyenda, eso junto con la gesticulación de su rostro y el movimiento de sus ma-nos me hicieron entender que estaba vendiendo las tarjetas, el precio yo lo determinaba. Aunque hubiera querido comprar no podía, conmigo llevaba las galletas y el libro, pero ninguna moneda. Ojalá conociera un poco de LSM, pero con las señas la mejor sonrisa que pude dibujar en mi cara le intenté decir que no podía comprar, pero podía invitarle una de mis deliciosas galletas y aceptó.

Estaba a punto de abrir mi libro cuando otra per-sona se acercó a mí. Esta vez era una mujer, vestía un suéter azul marino y una falda tableada color gris. En sus manos cargaba una bolsa negra de gran tamaño, llena de servilletas bordadas. Servilletas de tela blanca, su bordado no parecía de hilo para bordar, era más como un tipo de fino estambre de colores brillantes,

Page 120: Miradas artísticas sobre la pandemia

119

los diseños eran flores. Me intentó vender alguna de sus servilletas, una vez más dije que no llevaba dinero para comprar. Ella me insistió diciendo que no había vendido nada en todo el día porque había muy poca gente en la calle, pero en verdad no podía, entonces me dijo que si podía cooperar con alguna moneda para comprar algo de comer y no es que no quisiera es que no había ni una moneda en la bolsa de mi pantalón. Le dije que no tenía más que unas galletas de avena que yo misma había preparado, le invité a comer con-migo y aceptó.

La señora se sentó junto a mí en la banca y, mien-tras comíamos las pocas galletas que tenía, platicamos de los eventos de salud mundial que hasta la fecha son la noticia del día, compartimos nuestros temores, la conversación tuvo un giro y comenzamos a hablar de nuestras familias y “nuestros pueblos”. Bueno, toda mi vida he radicado en la Ciudad de México, pero ella vive en un lugar cercano a Toluca donde hablan otomí. Después nos despedimos y cada una se levantó de la banca para continuar con su camino.

Resiliencia también es escuchar al otro, vaciar los temores y hablar de las cosas o la gente que nos anima cada día. Resiliencia también es sentarse con alguien a tomar un respiro y compartir una galleta para agarrar fuerzas y seguir. De esa experiencia ya han pasado dos semanas y desde entonces he estado en casa. He salido unas veces para comprar alimentos.

Ayer salí a la calle para hacer unas compras y en el suelo brillaba un pedazo de metal reluciente. Era una moneda casi perdida entre el polvo. Llegué a casa lavé mis manos, limpié la moneda y mis compras. Justo hace unos días leía que en algunas culturas se regalan monedas como una forma de desear buena

Page 121: Miradas artísticas sobre la pandemia

120

fortuna y bienestar al otro, por eso algunos guardan monedas como amuleto de buena suerte. No conozco a la persona que tenía esta moneda antes de mí, pero lo voy a considerar como un regalo que habla de un buen augurio para los días por venir.

Page 122: Miradas artísticas sobre la pandemia

121

CUANDO LOS MARGINALES SOMOS CENTRALES

JOSÉ ARREOLATercer lugar, Ensayo

El barrio tiene 40 colonias. Algunas, donde se ubican las avenidas consideradas principales, no lucen tan mal de a tiro. Acá todos los caminos te llevan al palacio municipal; a su alrededor hay mucho comercio: una abarrotera grande, unas salas de cine, una famosa parroquia con el nombre del compa indio que se co-municó con la Virgen de Guadalupe y al que han ido blanqueando para que entrara al negocio eclesiástico. Hay también un hospital general, un Tecnológico Uni-versitario privado, una pastelería La Esperanza, un banco, una clínica del IMSS, un Coppel, un Elektra, el Soriana y varios lugares para echar la chela. No tan lejos están las oficinas de CFE y el súmmum del progre-so conocido como Sendero, aunque ha tenido varios nombres. Allí hay, como en todos los malls que se respeten, un área de comida rápida, un cine, área de juegos, otro Coppel, tiendas de ropa y de muebles, un Walmart, un Toks y todo luce, cómo no, bien mono. Cerquita del Sendero está un Aurrerá, una clínica del ISSEMYM, un campus de la UAEM, un Cecytem y varios lugares para echar la chela. Así visto, con sus avenidas principales alumbradas y remozaditas, Valle de Chalco se muestra bien cool: educación, comercio, trabajo y

Page 123: Miradas artísticas sobre la pandemia

122

recreación, todo cerquita, todo juntito. Pero gran par-te de esa realidad oculta, cómo no, otra realidad más cruda, ruda y con menos glamour.

* * *

Mi Valle de Chalco, constituido como municipio en el mero 1994 (el año del asesinato de Colosio, de la crisis económica más aguda de México y del levantamiento zapatista en el sur de nuestros suelos), pilar del pro-yecto salinista cuyo slogan decía “Solidaridad, unidos para progresar”, forma parte del cinturón de miseria en la zona oriente pegada a la ciudad monstruo. Valle de Chalco Solidaridad, el nombre oficial del barrio, es primo hermano de Neza. Se trata de uno de esos luga-res dormitorios: una buena parte de sus habitantes nomás llega a descansar y luego al trabajo o a la escue-la. Y se entiende: el empleo “mejor” pagado no anda por acá, sino en la Ciudad de México; quienes van a la chamba gastan más o menos 30 varitos de pasaje, nomás de ida... así que hay que sumarle la vuelta. Para llegar al trabajo la inversión de tiempo es, según la distancia, no menor a una hora, pero hay quienes se hacen hasta tres, nomás de ida... así que hay que su-marle la vuelta. Las mismas cuentas de gasto en dine-ro y tiempo deben hacerse para aquellos que salen a estudiar a la UAM, a la prepa, al Poli, a la vocacional, al CCH... a CU.

* * *

Muchas calles de distintas colonias no cuentan con pavimentación, especialmente las más alejadas del palacio municipal y de reciente nacimiento. En días de viento, el terregal es impresionante y hace estragos

Page 124: Miradas artísticas sobre la pandemia

123

en los techos de cartón y lámina; en días de lluvia el lodazal no acaba nunca. No hay drenaje y el servicio de agua potable es mínimo. El transporte escasea y la luz también. Existen poquísimas escuelas de nivel básico que pelean por no sucumbir en tales condiciones. Esas colonias están como suspendidas en el tiempo: así era todo el municipio, antes de llamarse como se llama, allá por los años finales de los ochenta y prin-cipios de los noventa del siglo XX. Son las favelas valle-chalquenses, sinónimo de olvido entre el olvido.1

* * *

Con el “problemita” de la pandemia las avenidas del barrio lucen, ciertamente, más vacías. No tanto como se debería en la crisis actual. La gente sale, se reúne, compra y come en los locales que permanecen abiertos. El señor de la pollería dice, con un gesto preocupado, que las ventas bajaron y en puerta está el pago de la renta, la luz, el agua y otro largo etcétera. Él es parte de la banda que sí tiene chamba y que está en edad de tenerla. Si los datos del INEGI en 2010 no mienten, la población económicamente activa andaba por ahí de 31 755 personas y de ellas la mitad se dedicaba al comercio que va de lo formal a lo informal.2 El señor

1 Para una radiografía del municipio puede consultarse la tesina de Violeta García Ramos, El papel de la política social en México: entre la pobreza y el olvido, “análisis descrip-tivo sobre la evolución del Pronasol a Oportunidades en el municipio de Valle de Chalco Solidaridad”, UNAM, México, 2019. Disponible en <http://132.248.9.195/ptd2019/ju-nio/0790231/Index.html>. Consultado el 21 de abril, 2020.

2 Véase INEGI, “Indicadores de Valle de Chalco Solidari-dad”. Disponible en <https://www.inegi.org.mx/app/indica-dores/?t=0070&ag=15122#D00700060>. Consultado el 19 de abril de 2020.

Page 125: Miradas artísticas sobre la pandemia

124

del pollo es de esos “privilegiados” que tiene, por es-fuerzo descomunal de toda su familia, un modesto negocio propio ya establecido. ¿Y la banda que no? En el barrio día a día hay —había— tianguis, unos grandes, unos pequeños. Ahora con la pandemia ya no todos los días son de tianguis. La banda se quedó sin ese ingre-so, pero no se arredra y va y le busca porque si no, ¿cómo vive? O sea que necesita salir de casa que, no pocas veces, es rentada. Y por habitar un lugarcito, ya se sabe, se cobra. Un cuarto, así anunciado, cuesta entre los 900 y los 1 200 pesos, sin internet y con baño compartido por otros arrendatarios; el agua y la luz se cobran aparte. Un departamento, depende de la zona, va de los 2 000 a los 3 000 pesos con servicios incluidos, o sea baño propio, regadera, agua, luz e internet. Qui-zá, dicho así, no suena tan de a tiro mal, pero sucede que, según los datos del Informe Anual sobre la situa-ción de Pobreza y Rezago Social de Sedesol y el Cone-val, “en 2010, 134 177 individuos (58.3% del total de la población) se encontraban en pobreza, de los cuales 106 235 (46.2%) presentaban pobreza moderada y 27 942 (12.1%) estaban en pobreza extrema”. ¿Se entiende la necesidad de salir aunque no se quiera? A decir del INEGI,3 en 2015 éramos 396 157 vallechal-quenses, o sea que, como la tendencia no ha cambiado, casi 60% del vallechalquerío vivimos en pobreza, en cualquiera de sus modalidades.4

* * *

3 Informe Anual Sobre La Situación de Pobreza y Reza-go Social 2010. Disponible en <https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/42759/Mexico_122.pdf>. Consulta-do el 19 de abril de 2020.

4 INEGI, op. cit.

Page 126: Miradas artísticas sobre la pandemia

125

En cuanto a la salud, el informe citado de Sedesol y Coneval señala lo siguiente: “en el mismo año, el porcentaje de personas sin acceso a servicios de salud fue de 50%, equivalente a 114 961 personas”. Así que la mitad de los vallechalquenses ni siquiera podemos decir aquello de que lo importante es que hay [servi-cios de] salud.5 ¿Y si esto lo pensamos para todo el país? ¿Y si no olvidamos a los culpables de esta situa-ción a nivel nacional?

* * *

Los datos del INEGI de 2015 apuntan que el promedio de años escolares cursados es de 8.5, es decir, cerca de concluir la secundaria. Hay pocos centros culturales y las bibliotecas están en anemia perpetua.6 La ma-yoría de los espacios dedicados a la cultura son inde-pendientes y aunque su labor es no sólo titánica y profunda tienen, por desgracia, muy poca incidencia entre los miles que somos.

* * *

Cuando el 17 de abril el conductor de televisión Javier Alatorre dijo lo de que las cifras del Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, eran “irrelevantes” y llamó, “con todas sus palabras”, a no hacerle caso, lo hizo porque, aunque nos pese, el gran duopolio televisivo sigue siendo el canal de “información” de muchos millones de personas. No se trató, simplemente, de un error sino de un verdadero ataque cuyo fin, irrespon-

5 Informe Anual Sobre La Situación de Pobreza y Reza-go Social 2010.

6 INEGI, op. cit.

Page 127: Miradas artísticas sobre la pandemia

126

sable a todas luces, fue generar todavía más caos en esta crisis.7 Alatorre les hablaba a los suyos —aquellos que no están de acuerdo con tener pérdidas millonarias y sí a favor de proteger sus ganancias sin importar la vida de los mexicanos—, pero también a los nuestros, al vallechalquerío de todo el país. ¿Cómo, entonces, convencernos de no hacer caso al “periodista” del no-ticiero y sí, en cambio, al buen López-Gatell? ¿Cómo entonces combatir también la pandemia de la desinfor-mación y la mentira cuando lo más importante es que la Covid no avance y, por eso, no avance la muerte?

* * *

En medio de la pandemia, entre el caos de la crisis y perdiéndonos en las cifras del aumento de casos con-firmados y los decesos a causa de la Covid-19, los marginales pasamos a ser centrales porque, se dice, municipios como éste representan un grave peligro, una zona de riesgo, un hormiguero de mortandad. Y somos centrales porque, se dice con preocupación, desde acá, por la movilidad, las condiciones insalubres y otros asegunes, podemos contagiar a los nuestros con más facilidad, pero también a aquellos con los que lejos del barrio se convive. Somos centrales porque, oh desdicha, la crisis covideana nos ha puesto en la mira no por lo que éramos y somos, sino por lo que podemos provocar y ser. ¿Y antes de la Covid-19 no existíamos?, ¿antes no éramos centrales porque en el póker de la vida de por sí estábamos destinados a ser ignorados?, ¿antes solamente éramos datos de delincuencia y peligrosidad

7 “Javier Alatorre ataca a Hugo López Gatell”. Disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=UnPvFmJFl68>. Consultado el 22 de abril de 2020.

Page 128: Miradas artísticas sobre la pandemia

127

social?, ¿antes no éramos más que los marginales de los que se podían hacer chistes sobre el canal de agua sucia, las inundaciones y la violencia?

* * *

Es cierto que, como ocurre en varios lugares del país, una parte de la población no “cree” en la Covid-19, pero ante eso la reacción ha sido o la burla o el regaño. La burla porque no poca gente cree en la virgencita more-na o en San Judas, pero no en el virus; el regaño porque, en lugar de hacer caso, desdichados inconscientes, in-tentan sobrevivir incluso en condiciones todavía más complicadas de las que de por sí ya hacen difícil la existencia. Hay que burlarnos menos y querernos más. Hay que regañarnos menos y entendernos más. Y para este tema, como en muchos otros, hay que saber deba-tir con el barrio y compartir con él lo que hemos apren-dido con un poquito menos de soberbia y en mayor pie de igualdad.

* * *

La historia de México es también la historia de los marginales, es la historia del vallechalquerío de todas nuestras tierras. Al margen de la historia oficial, vivimos. Los marginales, aunque a los poderosos que nos con-dujeron a esta situación les mal pese, somos centrales. Nomás por no morir, que ya mucho mérito tiene en un país como México, hoy se habla de nosotros. Y, no se dude, saldremos adelante a pesar de las mentiras, el odio y el egoísmo de quienes se preocupan por sus empresas y riquezas y no por aquellos que las hacen producir. Y saldremos adelante, porque, entre otras cosas, los marginales sabemos resistir.

Page 129: Miradas artísticas sobre la pandemia

128

FUENTES CONSULTADAS

García Ramos, Violeta, El papel de la política social en México: entre la pobreza y el olvido, “análisis descriptivo sobre la evolución del Pronasol a Oportunidades en el municipio de Valle de Chalco Solidaridad” (Tesina), UNAM, México, 2019. Dispo-nible en <http://132.248.9.195/ptd2019/junio/ 0790231/Index.html>. Consultado el 21 de abril, 2020.

Informe Anual Sobre La Situación de Pobreza y Re-zago Social, 2010. Disponible en <https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/42759/Mexico_122.pdf>. Consultado el 19 de abril, 2020.

INEGI, “Indicadores de Valle de Chalco Solidaridad”. Disponible en <https://www.inegi.org.mx/app/indicadores/?t=0070&ag=15122#D00700060>. Consultado el 19 de abril, 2020.

Page 130: Miradas artísticas sobre la pandemia

III. REMEDIOS

PARA LA SOLEDAD

Page 131: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 132: Miradas artísticas sobre la pandemia

131

REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

DIEGO ALONSO SÁNCHEZ TECPrimer lugar, Ensayo

INTRODUCCIÓN

La siguiente recopilación de reme dios, consejos, cuen-tos y menjurjes para la soledad es traída a usted “cua-rentoso” lector para aliviar (o como me gusta decir “re-sanar”) esas molestias causadas por la contingencia que trae a nosotros el encuentro directo con uno mis-mo, y también por la cuarentena claramente, pero principalmente por mirarse a la cara y enfrentarse (no de manera violenta, sino frente a frente) con ese ser que vemos en el espejo. Cabe señalar que si bien estas letras tienen especial dedicatoria a aquellos que se encuentran en soledad, no tema tomárselo en serio aunque se encuentre rodeado de gente, que como ya veremos, existen muchos tipos de soledad. Por último, es importante distinguir el significado de “remedio” que en primera instancia podría entenderse como algo ubicado muy en el centro, es decir, algo neutral (desde la mirada de este miope autor suyo) aunque como definición el diccionario nos regala estas palabras:

1. Acción de remediar (dar una solución a un daño, un problema u otra cosa).

Page 133: Miradas artísticas sobre la pandemia

132

2. Medio o medida que se toma para evitar o repa-rar un daño.

Queda claro el objetivo de un remedio, sin embar-go estas letras no alcanzan a abrazar en su totalidad la palabra, ya que este texto no pretende dar “una solu-ción”, “evitar” o “reparar” la soledad. Más bien, como mencioné anteriormente, busca un punto medio, uno que construya puentes y nos permita (en la cabida de las posibilidades de cada uno) transitar la soledad. Dicho esto, este texto bien podría llamarse “transitan-do la soledad” o “el justo medio de estar solo”, incluso “consejos para una sana soledad”. Dejo a su criterio, justo lector, el decidir el título que más le complazca una vez termine de leer las distintas propuestas/suge-rencias/consejos que aquí le regalo. Sin más que agre-gar le deseo de todo corazón, amable lector, una pron-ta y saludable re-unión con su soledad.

ANTES DE EMPEZAR

La soledad es un acontecer de lo más singular, ya que hablamos de percibir la ausencia, cosa que podría re-sultar de lo más contradictoria. Es decir, si algo no se encuentra presente, si no existe, ¿cómo es posible saber que no está? Como solía preguntarme un maes-tro ¿cómo haces para saber aquello que desconoces?

Lo inventamos a través de muchas formas de ha-cer y vivir. Lo mismo ocurre con la soledad, la inven-tamos. Desde ahí podríamos entender la soledad como un ejercicio imaginario donde proyectamos una rea-lidad distinta a la que vivimos. Podríamos tomar esto como algo negativo, como una completa negación (y

Page 134: Miradas artísticas sobre la pandemia

133

como dice Jorge Bucay, de ahí nacen las patologías mentales).1 Sin embargo, si ya estamos en el juego de la imaginación (de la locura como sugiere Hugo Hiriart)2 podemos transmutar esta significación y encontrar en el malestar (en el problema) la cura (la solución, como nos invita a reflexionar Bruno Munari).3

Entonces, al hablar de identificar nuestra soledad, me refiero a mirar con honestidad nuestro interior para revelar aquellas mentiras que nos hemos autoim-puesto. Sólo tú, paciente lector, eres capaz de enten-derte, así que te invito a mirarte y redescubrirte. No temas ignorar, cambiar, regalar o quemar lo que estás por leer, que al fin y al cabo son fruto de la soledad de un loco.

Ahora hablemos de aceptar la soledad pero antes paremos un momento y dejemos algo claro. Nadie está solo realmente. Algo que me ha enseñado la ciencia es que existe el espacio entre átomos, es decir que no estoy totalmente conectado conmigo, pero de alguna forma me mantengo unido. Ese vacío entre átomos crea la unión entre mis células, de la misma forma que me une a mi hogar, a mis amigos y al mundo. Incluso jus-to ahora, atento lector, me une a ti a través de estas letras. Esto quiere decir que todos estamos juntitos, como en una enorme ensalada (diría Galeano)4 y que realmente aquellos que amo están a mi lado, justo ahora. Esto bien podría estar al inicio y te hubiera ahorrado la lectura hasta aquí (pero estoy solo y quie-

1 Jorge Bucay, Cuentos para pensar, Océano, México, 2016.

2 Hugo Hiriart, El juego del arte, Tusquets, México, 2015.3 Bruno Munari, ¿Cómo nacen los objetos?, 2ª ed., Gus-

tavo Gili, México, 2016.4 Eduardo Galeano, El libro de los abrazos, Siglo XXI,

México, 1993.

Page 135: Miradas artísticas sobre la pandemia

134

ro que me acompañes), así que, contradiciendo lo dicho, aun así existe la soledad, quizá porque inventamos la palabra “soledad” o quién sabe por qué, pero no voy a negar que es algo que se siente (y se siente regacho), así que aceptemos el hecho de que estamos solos y al mismo tiempo no, a ver qué pasa.

Por último, no olvides que puedes pedir ayuda. Hasta este punto podría decirte que eres capaz de lidiar con la soledad tú solo (contradictoriamente). Sin em-bargo, hay que tener el corazón abierto y ser valientes para aceptar/entender que en ocasiones la vida nos supera y no tiene nada de malo pedir ayuda a un ami-go, a un familiar, a un desconocido o a un profesional. Valiente lector, como seguro lo leerás más adelante, la compañía es un gran regalo y remedio para la soledad, no temas pedirla. Es por esto (entre otras razones) que esta recopilación incluye consejos y demás cuentos de amigos y otros seres que espero te aporten tanto como a mí. Disfruta.

REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

Tener plantas. Dicen los intelectuales que la compañía es el mejor remedio para la soledad y no están equivo-cados. Acompañarnos de vida es sin duda un gran re-medio, sólo hay que recordar (y ésta es parte del en-canto del remedio) la responsabilidad que es tener una vida a nuestro cargo. Éste es un buen punto para re-flexionar sobre lo que significa tener; como las perso-nas, las plantas necesitan de muchos cuidados, alimen-tación, tiempo, cariño, trabajo e incluso disciplina. Tener plantas implica (entre tantas cosas) poner nues-tra vida en equilibrio con la de otro.

Page 136: Miradas artísticas sobre la pandemia

135

Fuera de todas las posibilidades (que como sabes, te invito a explorar) aquí te comparto algunas que podrías intentar para construir un vínculo más fuerte y profundo con tus plantitas:

1. Charla con ellas. Encontrarás que hablar es un tema recurrente en este texto y, con mayor razón, descubrir todo lo que tenemos que decir es una de las más grandes aventuras que pode-mos disfrutar. Hay tantas maneras de comuni-carnos como palabras, como personas, y las combinaciones son infinitas.

2. Cultivar. Como hombre, jamás sabré lo que se siente traer al mundo otra vida, al menos no desde mis entrañas. Ahí es donde entra el bello acontecer de cultivar; acompañar una vida a este mundo es un ejercicio precioso que te in-vito a intentar, aprender y sobre todo reflexionar.

Respira. Pasos para sobrevivir un ataque de an-siedad; 1. No entre en pánico (tan rápido). 2. Siénte-se en el suelo con las piernas recogidas, imitando la posición de un feto. 3. Respire profundamente rete-niendo el aire unos segundos. 4. Saque el aire por la boca. 5. Vuelva a repetir el paso 3 y 4 constantemen-te. Funciona mejor el remedio si se concentra en el presente y hace a un lado sus preocupaciones. Se dice que después de intentarlo varias veces empieza a funcionar. No se rinda. (M. Concepción Trejo)

¿Sabías que hay un mar inmenso dentro de ti? Si no me crees, siéntate en un lugar cómodo, tapa una fosa nasal —inhala—, cambia, tapa el otro lado sol-tando el que estaba apretado —exhala—, ¿lo oíste? Una vez más, respira por esa misma fosa (fosa sig-

Page 137: Miradas artísticas sobre la pandemia

136

nifi ca hoyo profundo), tapa y exhala por la otra ¿ves? Te dije que estaba ahí, puedes repetir esto varias veces. Ahora respira por ambas fosas nasales, jalan-do el aire desde tu garganta; imagina que el centro de tu tráquea demanda aire y movimiento, como si con tu boca cerrada quisieras empañar un vidrio. Una vez más el mar está ahí, con todo su silencio y su música. Eres la fuerza del mar, sólo que no te acordabas. (Carolina Ríos)

Llorar. Es un gran remedio para éste y otros malestares ya que su misma naturaleza lo vuelve un acontecer bello y efímero. Tratándose de la soledad, llorar es de lo más eficiente, ya que nadie se dará cuenta, así que si usted es una persona orgullosa puede perder cuida-do al respecto. Como aquel viejo dicho “si un árbol cae en medio de la nada...”. Usted ni siquiera notará que llora, pero sí sentirá un árbol menos en ese solitario bosque.

La mejor manera para mí de reparar esa soledad es un perrito (mascota) y el bienestar mental y físico que te genera hacer ejercicio (actividad física). Son las cosas que más me funcionan en general hablan-do dentro y fuera de una pandemia. La limpieza siempre es mi terapia para todo, si me he sentido mal o perdida en algún punto me pongo a limpiar y a ordenar, sacar cosas que ya no quiero, etc. Algo que escuché muy trillado en esta pandemia es “la única salida, es hacia dentro”, como humanos sien-to que no nos damos esa oportunidad nunca, de estar solos, de conocernos, de escucharnos, de sen-tirnos, etc. Y pienso que es lo más IMPORTANTE y el punto clave de poder estar bien en muchos aspectos: que la soledad no te llegue de golpe y tenga repercu-

Page 138: Miradas artísticas sobre la pandemia

137

siones malas en tu salud mental y en tu inteligencia sentimental. (Renata Ramírez)

Comer. Esta actividad se suele relacionar con “llenar vacíos”, así que si encuentras que tu soledad se vincu-la a un vacío, puede ser que esta sección te interese. Debes saber, discreto lector, que la comida es algo que amo, pero debo hacer una importante aclaración; es distinto la comida a la acción de comer. Dicho de otro modo, no todo lo que es comida se come y no todo lo que se come es comida (debo agregar la genial nota que me hace el auto corrector de Word, sugiriendo que “no todo lo que se come es comido” porque claro que no todo lo que uno engulle es digerido y procesado para nutrir al cuerpo). Alimentar a nuestro cuerpo es fundamental para re-sanar la soledad (principalmente porque sin él no podríamos hacerlo), por lo que es muy importante reflexionar qué comemos. Además de vitaminas y mi-ne rales, alimentamos nuestro cuerpo de contenido; música, videos, personas, emociones, sensaciones, etc. En fin, algunas sugerencias para “mejorar tus hábitos alimenticios”:

1. Comer acompañado. La mayoría tenemos telé-fonos con cámara, puedes llamar a alguien y comer virtualmente juntos. Ahora, la compañía no siempre tiene que ser perceptible con los sentidos; puedes imaginar estar con alguien, incluso charlar. Si se te dificulta puedes utilizar una foto, ponerla frente a ti.

2. Preparar el lugar. Tener compañía es un bello regalo. Inventa un pequeño ritual que responda a lo que estás haciendo. Dicen los arquitectos que el espacio es una invención y claro que

Page 139: Miradas artísticas sobre la pandemia

138

tienen razón. Podemos comer en donde sea, pues un comedor sólo es otro lugar inventado: la cocina, la sala, el cuarto. Cualquier lugar es bueno porque cualquier lugar se puede volver un hogar, un espacio de sanación para uno, dos (o más). Este punto bien podría llamarse “Crea el lugar”, ya que trata de que inventes lo nece-sario para recibir al otro.

Tomarte una tarde para ti mismo, cocinar algo, ver una peli o serie que te guste y un vinito o una chela ¡ahh! te hará sentir mejor. (Rodrigo Piña)

Preparar un té. Debo ser honesto al decirte (como acabas de leer) que cualquier bebida que te regales puede ser un gran remedio. Sin embargo, trataré de enfatizar el hecho de “preparar” la bebida, en este caso, un té. Cuando hablo de preparar, me refiero a ese pequeño ritual que toma hacer-té. Hervir agua es rela-tivamente sencillo gracias a la modernidad en que vi-vimos, pero prender fuego es sin duda una gran expe-riencia de creación. Añadir hierbas, o algún otro ingrediente, es algo que en otras épocas podríamos llamar alquimia (dicen que la química/alquimia nació en la cocina). Sé consciente del hecho que ocurre frente a ti: “transformas” la materia para crear algo nuevo, un regalo único.

Leer. Dice el maestro Cervantes que la lectura causa divertimento y nos lleva a otros mundos.5 Vaya, no por nada el Quijote se volvió loco de tanto leer libros de

5 Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso Don Qui-jote de la mancha parte, Real Academia Española, Alfagua-ra, Madrid, 2016.

Page 140: Miradas artísticas sobre la pandemia

139

caballería y por eso salió al mundo a vivir sus propias aven turas. Nosotros no podemos salir al mundo a vi-vir aven turas por ahora, pero leer nos puede llevar a imaginarlas, a desprendernos un poco de este ocioso exilio que nos creamos. Te invito a volvernos locos, a imaginar, a soñar y a creer que otras realidades son posibles y, si quieres, a:

Escribir. Para mí, ésta es una de las actividades más recreativas que existen. Cuando era niño me ensañaron a escribir (como a ti supongo, con planas y repeticio-nes), pero no me ensañaron a plasmar lo que pienso/siento. Por un lado, lo veo como algo bueno, no creo que nadie nos pueda enseñar eso de verdad, para mí eso es parte del viaje de cada uno. Sin embargo la monotonía sistémica con la que aprendí, me causo un “repele” a las letras. Fue hasta hace poco que me di cuenta de que con ellas puedo decir lo que está dentro de mí. No por nada de aquí nace este pequeño ecosis-tema llamado “Remedios para la soledad”, que no sólo han ayudado a verme, sino a acercarme a otros para saber cómo les va con este tema. Lector, si de algo te sirve, escribe lo que sientes, compártelo o quémalo, es tu decisión. Siempre es tu decisión.

Con los hábitos que tenías generabas las endorfi -nas que necesitabas para lograr tus tareas. A mis estudiantes los animo a crear nuevos hábitos que les ayude a crear esas endorfi nas que les faltan, truquear su mente. Al fi nal el cuerpo funciona con químicos y las endorfi nas son creadas por el cuerpo a la hora de hacer ejercicio, masturbarse, tener sexo o jugar un videojuego; cualquier cosa que genera una sensación de logro. (Miguel Aguilar)

Page 141: Miradas artísticas sobre la pandemia

140

Mueve tu cuerpo. En nuestro cuerpo ocurren un mon-tón de cosas todo el tiempo; células nacen y mueren, de hecho dicen que cada cierto tiempo todas nuestras células son nuevas. La vida es un bello acontecer que siempre está en movimiento, y cuando deja de mover-se, muere. Me pasa durante esta cuarentena, que no me dan ganas de levantarme de la cama. Esos días suelen ser geniales, pero muy aburridos, y solitarios (qué maravillosa época vivimos, que nos deja poder no hacer nada un día completo... privilegio que no todos tienen). Cuando logro pararme y preparar el desayuno, barrer las hojas, limpiar... recuerdo la belleza del mo-vimiento y me lleno de energía. Dice la maestra Cris-tina Medellín que toda danza es expresión corporal, pero no toda expresión corporal es danza.6 La principal diferencia se encuentra en el significado. La danza es movimiento, que es vida. Pienso en eso a la hora de hacer mis actividades... y entonces, todo se vuelve una magnifica danza de mí para mí.

Retorno a la infancia. Haz una lista de las cosas en tu vida que no tienen respuesta, hazlo de forma clara. Puedes preguntarte cualquier clase de cosa, como ¿qué hacer para no estar triste?, ¿qué pasa si un brócoli fuese tan grande como un árbol?, ¿si somos polvo de estrellas está sucio el universo?, no sé, eres libre, escribe lo que desees. Si eres uno de los afortu-nados que le tocó estar en contingencia con un niño pequeño, acércate a él/ella, si no (lo siento, yo tam-poco), puedes llamarle a uno o de lo contrario sién-tate contigo, imagina lo que eres, pero que a veces no recuerdas; tu niño/a. Pregúntale todas esas cosas locas que normalmente no te explicas, quizás tengas

6 Ana Cristina Medellín Gómez, Manual de danza y expresión corporal, Edición de autor, México, 2015, p. 17.

Page 142: Miradas artísticas sobre la pandemia

141

que aguantar la distracción constante y seguramen-te las respuestas concretas, pero sin duda alguna habrás encontrado más de una forma para transitar la resolución a esas preguntas. Magia pura. (Caroli-na Ríos)

Dormir. Ésta es una de mis actividades favoritas, prin-cipalmente porque no tienes que hacer nada, y la sa-biduría de tu cuerpo se hace cargo de todo. En fin, algunos consejos para dormir mejor:

1. En lugar de utilizar tu almohada de forma habitual, colócala encima de ti, al mismo tiempo que ayu-da a tu postura, sentirás el gentil peso de “otro” sobre ti (no como ese terrorífico peso de un ente que te impide moverte).

2. Si cuentas con más de una almohada, utiliza la segunda para abrazarla. Puedes rellenarla de prendas para aumentar su volumen al igual que esto brinda un aroma humano que te hará sen-tir acompañado.

3. Habla en voz baja, como si contaras un secreto, platica contigo sobre lo que sientes, lo que hi-ciste en el día o lo que quieras.

Engaña a tu cerebro. Cuando he estado sola en mi casa lo que hago es hablarme en voz alta, plati-carle cosas a mi perrito, poner música y bailar frente al espejo. Retarme a hacer cosas que me cues-tan trabajo hacer (para crear nuevos hábitos). (Lau-ra Sánchez)

Por último (y no por eso menos significativo) te regalo este consejo que la vida me acaba de regalar. Ayuda a los demás. Tal vez te pase como a mí, al olvi-

Page 143: Miradas artísticas sobre la pandemia

142

darnos olvidamos al otro. Cuando nos encerramos en nuestros propios problemas perdemos de vista que en el mundo hay muchas personas que también la están pasando mal (muchas veces peor).

Yo en lo personal no lo he visto como soledad porque mi estilo de vida no ha cambiado en casi nada, hasta me sirvió para tomarme un break de la cham-ba y pues ahora convivo más con mis viejitos. (Ale-jandro Sánchez)

Nada nos coloca tanto en el presente como hacernos presentes en la vida de los demás. No tengas miedo en preguntar si hay algo que puedas hacer, si están bien, si necesitan ayuda. Hay quienes dicen que no se puede dar lo que no se tiene, y por sabio y verdadero que pueda ser este dicho (o sentencia breve, como diría Don Quijote), como seres creativos que somos, creo que podemos crear ese impulso por aportar en la vida de los demás. Participa en la vida, ayuda a ayudarte ayudando. Amigo, sol(dad)o en definitiva vivimos una época poco usual, una crisis como nunca antes se había visto (no porque sea singularmente singular, sino que simplemente este momento no se había dado nunca en la historia) y como todo momento de la vida, exige de nosotros todo nuestro ser, nuestra atención y nuestro amor.

Ya corren por ahí millones de letras, videos, ensayos, publicaciones y demás contenidos que dicen qué hacer, qué pensar, qué decir o qué sentir... Sé crítico, piensa y siente con co(razón). Descubre qué cosas has dejado olvidadas, en soledad, atrévete a vivir la experiencia inaudita de conocerte, de vivirte y de vivir al otro una vez que todo esto termine, incluso de una buena vez, que todo momento es bueno para sanar.

Page 144: Miradas artísticas sobre la pandemia

143

Estemos solos juntos

quizá de esa forma

remediemos la soledad.

Consejo oculto: gratitud. Ser agradecido es un rega-lo que no sólo se les puede dar a los otros, también a uno mismo, obsequio que nos trae al presente, al acon-tecer de la vida. Con todo mi afecto y cariño, agradezco a todas las personas que hicieron y hacen posibles estas letras que hoy te dono, solitario lector, con la esperanza de acompañarte en esta realidad y, con suerte, resanarla.

FUENTES CONSULTADAS

Bucay Jorge, Cuentos para pensar, Océano, México, 2016.

Cervantes Saavedra, Miguel de, El ingenioso Don Qui-jote de la mancha parte, Real Academia Española, Alfaguara, Madrid, 2016.

Galeano, Eduardo, El libro de los abrazos, Siglo XXI, México, 1993.

Hiriart, Hugo, El juego del arte, Tusquets, México, 2015.Medellín Gómez, Ana Cristina, Manual de danza y

expresión corporal, Edición de autor, México, 2015.Munari, Bruno, ¿Cómo nacen los objetos?, 2ª ed.,

Gustavo Gili, México, 2016.

Page 145: Miradas artísticas sobre la pandemia

144

MANUAL PARA EL ENCIERRO

EMMA DEL CARMEN MARTÍNEZ YANESSegundo Lugar, Ensayo

Se presenta ante usted el Manual para el encierro nú-mero 2020, editado en la Ciudad de México, ideado y compuesto únicamente por las mejores mentes millen-nials de la famosísima editorial “ME QUEDO EN CASA”, entre cuyos textos más reconocidos se encuentran “YOGA EN LAS MAÑANAS” y “SON POBRES PORQUE QUIEREN”.

El presente Manual para el encierro número 2020 lo ayudará a usted, persona muy abierta, a meter en un cajón sus emociones, ansiedades, temores y demás para convertirse en un pionero de la productividad hogareña (no vaya a ser que alguien más lo opaque). Al guardar dichas sustancias tan nocivas, usted podrá llegar a un encierro eficaz y fructífero, el cual, le aseguramos, no se verá afectado por su amor propio o cuidado mental.

Por favor, siga las instrucciones al pie de la letra. No nos hacemos cargo de ningún daño ocasionado a la integridad física, mental y/o emocional del usuario.1

1 Efectos secundarios: depresión, suicidio, baja autoes-tima, abstinencia sexual, disfunción eréctil, vómito, ansiedad, ataques de pánico y, en casos muy severos, la muerte. Si siente irritación en los ojos consulte de inmediato a un médico. Déjese fuera del alcance de los perros, gatos, o cualquier ser viviente sin mayor dignidad.

Page 146: Miradas artísticas sobre la pandemia

145

1. Camarón que se duerme no produce, camarón que no produce, se pudre: No intente dormir, dormir es para los que viven soñando. Usted, persona muy abierta, levántese de la cama y trabaje, trabaje, trabaje, trabaje, hasta que los ojos de dolor se adormezcan. El insomnio y los nervios altos son la clave para combatir la Covid-19.

2. El veneno más dañino es la estabilidad de la realidad: Ingiera más sustancias de lo habitual. Si lo que usted está buscando es un despertar creativo e intelectual, jamás lo encontrará den-tro de esas cuatro paredes. ¡Abra usted su pro-pio universo! ¡Qué importa lo que digan los psiquiatras! ¡Beba alcohol, fume marihuana, inhale cocaína! Habremos de encontrar en las drogas aquella dimensión que nos separa de la realidad.

3. El amor en tiempos de la Covid-19: Si usted tiene pareja (y desde lo más profundo de nues-tros corazones esperamos que no sea así), evite la comunicación a toda costa. Aquellos que dicen que la comunicación es la base de toda relación humana, es porque aún no conocen el silencio. Además, si usted quiere ser productivo, una máquina de poder computacional, debe alejarse por completo de las emociones humanas: ¡Que muera la empatía! ¡Que muera la sensibi-lidad! El egocentrismo es la vitamina C de la última generación.

4. El corazón de la madre es la jaula del niño: Si usted tiene hijos (y desde lo más profundo, profundo, profundo, de nuestro corazón espe-ramos que no sea así), entreténgalos con cualquier

Page 147: Miradas artísticas sobre la pandemia

146

aparato de último modelo para cerrar sus bocas (puede consultar todos nuestros aparatos an-ti-molestias externas en nuestra página web: (www.manualdelencierro/quehacer-sitengo-hijos ynomedejantrabajar.com.mx) y déjelos que solos acudan a sus emociones. Usted no tiene por qué hacerse cargo de nadie que no sea usted mismo.

5. Si quiere trabajadores creativos, no les dé tiem-po para jugar: ¡No tenga tiempo libre! ¿Qué está haciendo? ¿Acaso quiere fracasar? Para ser el mejor y más productivo ser humano debe relle-nar su cerebro de recalentado mental. Escucho bien: ¡Recalentado mental! Si usted desea di-vertirse, trabaje. Si desea llorar, trabaje más. Si desea dormir, trabaje el triple. Todos estos deseos no son más que estrategias impuestas por el gobierno (ahora reinado por el virus Covid-19 AKA Hugo López-Gatell) para que cuando usted tenga ocio y piense en sus emociones sea una presa más fácil.

6. RECUERDE: Las emociones son lo que hace al hu mano débil. Pregúntese ahora: ¿Es usted un hu mano débil? ¿Verdaderamente quiere tiempo libre?

7. La caja puede dejar de ser estúpida si sólo cam-bia de canal: Vea solamente televisión de paga. No caiga en falsas acusaciones: ¡El cine de arte es la herramienta del engaño! Si a usted se le ocurre pensar más de lo recomendado, olvidará trabajar. La televisión de paga (o programas pagados) le acreditan exactamente el tipo de idiotez que usted, persona muy abierta, nece-sita para cerrarse.

Page 148: Miradas artísticas sobre la pandemia

147

8. “Deja de pensar en la vida y resuélvete a vivir-la”, Paulo Coelho: ¡Ni se le ocurra leer! La lectura es el mal que nos aleja de nuestras ocu-paciones humanas. Si quiere leer y necesita ver letras a través de sus párpados, le recomen-damos que solamente haga lecturas de AU-TOAYUDA. Puede encontrar nuestros mejores libros de autoayuda en el siguiente enlace: www.librosdeautoayudaparanocaerenlaliteratura.com. Si está muy desesperado, puede darse el gusto de leer a Paulo Coelho como una aportación extra a su vida en el encierro.

9. Escoba que no se gasta, casa que no se limpia: No limpie su hogar. Si usted teme que el virus invada su alma y su espacio, recuerde que éste enfurece con la limpieza. Si usted, persona muy abierta, deja que el virus tome conciencia de que usted es su aliado, no se le acercará. No lave platos, no limpie, no barra, mucho menos se le ocurra usar gel antibacterial. El bicho encuentra un hogar en los lugares empolvados y bien sa-bemos que un hogar no se destruye.

Si usted sigue estos pasos al pie de la letra, le ga-rantizamos, no encontrará falla alguna en su nueva vida como encerrado. Y, quién sabe, quizá cuando todo esto termine, no quiera volver a salir.

Page 149: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 150: Miradas artísticas sobre la pandemia

IV. EL TIEMPO

PASA DISTINTO

Page 151: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 152: Miradas artísticas sobre la pandemia

151

MI CIUDAD

JONATHAN MARTÍN ABREGO CAMACHOMención honorífica, Crónica

Mi ciudad con eterno insomnio, ¿qué te pasa que te encuentro tan callada? Tú que siempre estás contenta hoy no me dices nada, tú que siempre le so nríes al visitante hoy le volteas la cara, diciéndole quédate en tu casa. Mi ciudad, refugio del sabio y del perdido, del rico y del mendigo, del tranza y del amigo, hoy sólo tus calles son testigos de un obligado olvido. Acostum-brada estás al ruido, a la alegría de tus hijos que andan por tus entrañas, de San Cosme a Pantitlán, de Tacuba al Peñón, de Tepito a la Escandón, en el metro o en camión a patín o de aventón, escuchando una canción, platicando de fútbol o del kilo de limón. Mi ciudad, concubina del borracho, del poli corrupto, del mucha-cho, del galán o el que está gacho, del godín y el ma-marracho, del paisano y del gabacho se ha quedado entre penumbras, vacía y triste vigilando.

Mi ciudad es la más buena, hoy está en cuarentena, y nos embriaga la pena, de mirar la luna llena, tan redonda y tan serena sólo a través de la ventana. Hoy como Poncio ella se lava las manos y les pide a sus hijos que lo hagan para volver a abrazarlos. Mi ciudad inquieta quiere volver a ver por sus inolvidables calles al poli mordelón, al cura santurrón, al junior compra-

Page 153: Miradas artísticas sobre la pandemia

152

dor, al vago fumador, al poeta soñador, al viejo jugador, al albañil albureador, al chavo fortachón, al mecánico jalador, al taxista valedor, al niño juguetón, pero todos sin infección.

Mi ciudad, mi querida ciudad, mi eterna ciudad, no te dejes vencer por la terrible enfermedad, tú que derrotaste al invasor extraño en la noche triste más feliz que tuviste, tú que te levantas con más fuerza cada vez que te sacude un terremoto, tú que soportas inundaciones y contaminación, sequías y corrupción, no te dejes vencer por la infección. Iza orgullosa tu bandera por los hospitales dónde luchan tus guerreros y guerreras modernos vestidos de blanco arriesgando la vida como los antiguos aztecas para calmar la sed de los dioses.

Mi ciudad, mi romántica ciudad, mi auténtica ciu-dad que vendes recuerdos y regalas amores, que ofre-ces pasiones y compras colchones o algo de fierro viejo que venda. Nuestro idilio no tendrá fin, pronto volveremos a reír, a escuchar juntos las sabrosas risas de los niños en un jardín, las notas melancólicas de una vieja canción que sale de un organillero un medio día rojo en la Alameda. Pronto volveremos a escuchar las voces graves de un mariachi tequilero en tu plaza Garibaldi un viernes sensual, pronto volveremos a encontrarnos en esa eterna trajinera en Xochimilco un domingo caluroso, pronto correremos juntos por tu inconmensurable bosque de Chapultepec. Pronto, pronto, pronto.

Page 154: Miradas artísticas sobre la pandemia

153

EL TIEMPO EN PAUSA. UN ENSAYO SOBRE NUESTRA FORMA DE HABITAR EL TIEMPO EN LA PANDEMIA

XICOTÉNCATL SERVÍNMención honorífica, Ensayo

Entonces comprendíamos que nuestra

separación tenía que durar y que no

nos quedaba más remedio que

reconciliarnos con el tiempo. Enton-

ces aceptábamos nuestra condición

de prisioneros, quedábamos reduci-

dos a nuestro pasado, y si algunos

tenían la tentación de vivir en el

futuro, tenían que renunciar muy

pronto, al menos, en la medida de lo

posible, sufriendo fi nalmente las

heridas que la imaginación infl ige a

los que se confían a ella.

Albert Camus, La peste.

En medio de esta pandemia el tiempo parece retroce-der, estar en pausa, ir más lento. No, no es el tiempo el que se ha hecho más espeso ni más duradero, somos nosotros los que nos hemos detenido. Como si toda esta situación fuera un filme de acción o tragedia, el mundo se ha detenido de su marcha normal, le hemos puesto pausa a este largometraje que nos tiene a todos

Page 155: Miradas artísticas sobre la pandemia

154

pendientes de su curso. Y es que, hoy ya no nos preo-cupa tanto el virus que ha iniciado la pandemia, hoy lo que nos preocupa es el tiempo.

Ante algunas semanas de aislamiento voluntario u obligatorio, uno de los principales cuestionamientos que hoy nos preocupa es, ¿cuánto durará todo esto?, ¿cuánto tiempo más de mi vida consumirá este inde-seable virus?, ¿cuánto tiempo falta para regresar a la “normalidad”? El tiempo que hoy resulta ser el ápice de nuestra atención, parece demorarse más, parece que ha adquirido una duración diferente. Muchas per-sonas han cambiado por completo su rutina diaria, los despertadores han dejado de sonar, la prisa hoy pare-ce estar en pausa, detenida. Y tal como afirmaba Camus, “no nos queda más remedio que reconciliarnos con el tiempo”.1

La expresión de Camus sugiere la recuperación de un tiempo perdido, un tiempo al que le habíamos de-clarado la guerra, al que habíamos puesto en conflicto con nuestra propia vida. ¿Cuál es ese tiempo con el que, como nos sugiere Camus tenemos que reconciliar-nos? ¿Cuál es aquel tiempo perdido que hoy, en mo-mentos de pandemia vuelve a susurrar a nuestros oídos?

Aunque hoy nos parezca distinto, el tiempo sigue siendo el mismo, sin embargo, lo experimentamos como si fuera otro. En estos días, en los que hemos acotado el número de actividades y hemos desacelerado nues-tro andar, casi sin pensarlo ni percibirlo, nos hemos enfrentado al estruendoso silencio y quietud de la vida. Dimensiones temporales que siempre habían estado ahí, pero se encontraban envueltas bajo la extenuante rapidez y el ruido agobiante de nuestras vidas. Lo que

1 Albert Camus, La peste, Editores Mexicanos Unidos, México, 2017, p.166.

Page 156: Miradas artísticas sobre la pandemia

155

experimentamos de una manera distinta no es el tiem-po propiamente, sino el propio ritmo de nuestras vidas.

La pandemia nos ha llevado a un aislamiento del mundo en donde nos hemos encontrado con la percep-ción de la quietud, el reposo y la lentitud. La rapidez en la que estábamos inmersos nos había cejado de esta transitoriedad del tiempo, de esta duración temporal. ¿Cómo se enfrenta una sociedad de la hiperactividad a la quietud, el reposo y la lentitud que supone el ais-lamiento si no está acostumbrada a ello?, ¿cómo apa-rece este nuevo ritmo temporal en la percepción del tiempo de una sociedad acostumbrada a la prisa y lo momentáneo?

El brinco repentino de la hipercinesia al reposo ha contribuido al aumento de alteraciones mentales y emocionales en una sociedad que de por sí ya los pa-decía.2 Patologías como ansiedad, insomnio, miedo y depresión hoy parecen surgir con mayor fuerza. Esto es así porque hemos brincado repentinamente de una percepción temporal a otra sin estar preparados para ello. Hemos pasado de la percepción de la aceleración a la quietud impuesta por una repentina pausa en nuestra vida, hemos pasado de una “falta de tiempo” a un “demasiado tiempo”. ¿No resulta paradójico que lo que antes provocaba estas patologías era la percep-ción de la aceleración de nuestra vida y hoy lo esté provocando la quietud y la lentitud del tiempo? Hoy habitamos la quietud, el reposo y el silencio sin haber-los cultivado. Simplemente llegaron repentinamente

2 El termino de hipercinesia hace referencia a la hipe-ractividad de nuestra sociedad. En psicología el término se refiere a una forma de inquietud psicomotriz que se expre-sa principalmente a través de cierta agitación o inquietud incontenible.

Page 157: Miradas artísticas sobre la pandemia

156

como consecuencia del virus. Hubiese sido totalmente distinto si nuestra sociedad estuviera acostumbrada a experimentar estas esferas temporales.

Las formas más sutiles de existencia tienen que aprenderse a cultivar, conllevan tiempo. De este modo, la quietud y el aislamiento que nos fueron impuestos por el virus y que llegaron repentinamente se transfor-man en algo totalmente opuesto, se experimentan como una forma de coacción. Revocan nuestra antigua per-cepción del tiempo y nos hacen experimentar un tiempo distinto al cual no estábamos acostumbrados. Esta pausa que hoy todos experimentamos ha puesto en manifiesto lo sometidos que estábamos ante los imperativos de una sociedad del rendimiento,3 bajo las normas de la productividad y el consumo, ante el de-rroche de nuestra vida a manos de un tiempo sin sig-nificación ni sentido.

Es verdad que nuestra percepción temporal ha cambiado, por lo menos momentáneamente, pero esto se debe también a que le hemos prestado mayor aten-ción al discurrir de nuestra vida a través del tiempo. Hemos puesto mayor atención al desenvolvimiento de este en tanto experiencia subjetiva y no ya en referen-cia a las actividades del trabajo y la vida hiperactiva que no consumía. El “vivir pausado” que la pandemia nos ha impuesto, nos coloca en la incertidumbre del tiempo, aunque sabemos que todo tendrá que recupe-rar su curso natural hoy nos sentimos brevemente en pausa sin saber realmente cómo actuar ante esta du-ración temporal, ante las circunstancias de estar en-

3 Para entender más a fondo este concepto, son intere-santes las reflexiones que hace el filósofo surcoreano Byung-Chul Han. Cf. Byung-Chul Han, La sociedad del cansancio, Herder, Barcelona, 2017.

Page 158: Miradas artísticas sobre la pandemia

157

cerrados con nosotros mismos sin huir al tiempo vacío y fugaz de nuestros aparatos digitales.

La vorágine del mundo digital en nuestra vida nos ha atado a un tiempo carente de significación. Los aparatos digitales han capturado gran parte de nuestro tiempo, entregándonos en gran medida a un tiempo fugaz. “Matar el tiempo” es una expresión que nos condena a nosotros mismos; quien quiere “matar el tiempo” en realidad se está condenando a sí mismo, pues el tiempo no está en ninguna realidad externa, el tiempo deviene en nosotros mismos, lo vivimos.

Estar frente a una pantalla compulsivamente no presupone ningún habitar el tiempo, sino una huida fugaz de la soledad, brincar el aburrimiento.4 La ena-jenación de las series, la fugacidad de las redes sociales y el torrente masivo de información nos alejan aún más de nuestro propio tiempo, más bien contribuyen a aumentar la incertidumbre y el miedo debido al exceso de información y la enorme cantidad de noticias falsas.

Hoy tenemos más tiempo para pensar en nosotros, pero por complicado que parezca este “demasiado tiempo” nos arroja a fantasmas temporales. Nos vuelca sobre el pasado y nos transporta hacia el futuro. Por eso surgen con mayor fuerza patologías mentales y colapsos emocionales sumadas al hecho mismo del encierro. La depresión está relacionada íntimamente con el pasado, con todo aquello que fue, con todo aquello que pude haber hecho y no hice. La ansiedad por el contrario está íntimamente relacionada con el

4 El aburrimiento ha sido catalogado por diversos pen-sadores como un estado de ánimo capaz de abrir la posibi-lidad para una actividad reflexiva y creativa. Prácticamente hoy nos aterra aburrimos, no permitimos explorar esta di-mensión del tiempo sin huir de prisa a las múltiples distrac-ciones que hoy tenemos a la mano.

Page 159: Miradas artísticas sobre la pandemia

158

futuro, con todas las proyecciones, deseos y anhelos por lo que vendrá. No nos alojamos nunca en el mo-mento presente, en lo que está ocurriendo aquí y ahora. Vivir en el futuro en un contexto de aislamien-to nos condena, como afirmaría Camus, a soportar las heridas que la imaginación inflige.

Es entendible que este suceso nos lleve a pensar en lo que vendrá después de la pandemia, en cómo nos recuperaremos de todo esto, en cómo saldremos de esta crisis. Pero si quedamos prisioneros de estos pen-samientos, quedamos condenados a un presente lleno de miedo y ansiedades, lleno de angustia y desdicha. Experimentar la quietud y el reposo del tiempo supone saber habitar el presente, ser conscientes de su trans-currir sin quedar prisioneros del pasado ni del futuro.

No hay crisis o tragedia que nos exima de enfren-tarnos directamente con nuestra verdad primordial: la experiencia del acaecimiento repentino de la muerte. La cual se reduce también a una cuestión temporal. Nos aterra pensar que la muerte nos llegue a destiem-po. Todos imaginamos o por lo menos deseamos una muerte tranquila, serena, a tiempo. Llegada nuestra vejez es que nos sentimos preparados para morir, ¿esto es en realidad así? ¿Estamos alguna vez preparados para morir? Si nunca nos preocupamos por tener una vida tranquila, serena, a tiempo, ¿cómo podríamos tener una muerte consciente, tranquila y serena?

La pausa que nos ha traído esta pandemia puede ser un momento perfecto para recuperar aquella noción del tiempo perdida, para aprender a cultivar el silencio y la quietud en nuestras vidas. Lo que está ocurriendo en estos momentos nos afecta a todos de distintas maneras, no sólo a un nivel individual, sino que las verdaderas repercusiones sociales serán vistas a largo plazo. Sin

Page 160: Miradas artísticas sobre la pandemia

159

embargo, la mejor manera de prepararnos para el futuro es ocuparnos del presente. Tenemos que prepararnos para lo que vendrá, pero debemos hacerlo desde la consciencia de nuestro presente porque es aquí en don-de reside únicamente la existencia. Debemos ser cons-cientes de que el acontecimiento de la vida se encuentra únicamente en el instante en el que estamos viviendo, es en el aquí y ahora en donde reside nuestra realidad.

El virus llegó sigilosamente y se expande a través de lo más sutil de los humanos: nuestro afecto. Nunca nos habíamos hecho tan conscientes de lo necesario y vital de nuestro contacto con los otros. Pero el distan-ciamiento al que nos ha obligado el virus puede supo-ner también una forma de cercanía. La distancia del otro y de lo otro, supone también una cercanía a no-sotros mismos, un momento oportuno para regresar a ese lugar abandonado, para regresar a nuestro único y verdadero refugio: nuestro propio interior.

Quizás esta pausa nos lleve a comprender lo im-portante que resulta aprender a cultivar el silencio, la quietud, volver a nosotros mismos. Reconciliarse con el tiempo —como sugiere Camus— significa reconci-liarse con la experiencia del tiempo en la que se hace posible experimentarse así mismo, escucharse y sen-tirse, y que involucra necesariamente volver al mo-mento presente. Significa volver a cultivar las formas primigenias de nuestro tiempo, reencontrar el vaivén natural de nuestro devenir. El encuentro con este tiempo significa en un sentido más pr ofundo reconci-liarse consigo mismo, con su presente, su pasado y su futuro. Reconciliarse con los fantasmas que desbordan en ocasiones nuestra vida.

Reconciliarse con el tiempo, finalmente, supone reconciliarnos con la actualidad, con todo lo que está

Page 161: Miradas artísticas sobre la pandemia

160

pasando, con las circunstancias de nuestro presente. Aceptar el hecho de que este virus nos ha devuelto un tiempo perdido, una percepción del tiempo consumida por nuestra actual forma de vida hiperactiva. El virus nos ha devuelto la percepción de quietud, de serenidad, de silencio.

Tales hechos debieran hacernos reflexionar a fondo y adquirir consciencia plena de los desequilibrios y cam-bios que estamos ocasionando en la naturaleza, de lo interconectados que estamos con nuestro planeta y con las distintas formas de vida y que, su bienestar supone también el nuestro. De la fragilidad de nuestros sistemas políticos y económicos ante crisis como ésta. Es momen-to para pensar que, si queremos sobrevivir a los cambios repentinos y caudalosos de la naturaleza, tenemos que empezar a reflexionar sobre una verdadera solidaridad global, sobre nuestra cooperación como especie y sobre nuestra responsabilidad y compromiso con nuestro pla-neta y todos sus habitantes. Pues quizá la única forma de estar preparados para un futuro incierto sea reconci-liarnos con el tiempo, aprender a estar en silencio, escu-charnos, sentirnos y al mismo tiempo, sentir al otro.

FUENTES CONSULTADAS

Camus, Albert, La peste en Obras maestras: Albert Camus, Editores Mexicanos Unidos, México, 2017.

Han, Byung-Chul, La sociedad del cansancio, Herder, Barcelona, 2017.

———, El aroma del tiempo. Un ensayo fi losófi co sobre el arte de demorarse. Herder, Barcelona, 2015.

Page 162: Miradas artísticas sobre la pandemia

161

DE DICIEMBRE A LA FECHA

KARLA CRUZ TORRESObra seleccionada, Crónica

La s memorias me parecen ahora tan lejanas, unas veces me parecen una fantasía, otras los despojos de un sueño. El tiempo se me ha ido de entre las manos, implacable, imperioso, infatigable. Apenas era diciem-bre. Recuerdo aún sus mañanas frías y calladas, los dedos temblorosos y los pies adormilados, una salpi-cada de agua fría por las mañanas era más que sufi-ciente para abrir los ojos.

En verdad me parece un sueño distante, unas cuan-tas palabras en la radio que parecían describir ficciones, notas aisladas en los noticieros que parecían sacadas de una novela, recuentos de muertes que parecían noticias falsas, en diversos medios se hablaba ya de un brote de coronavirus en la distante China. Incluso hacíamos bromas entre compañeros de la oficina en la cena de año nuevo “Y el murciélago, ¿a qué hora lo sirven?” o “Ni que fuéramos chinos, ¡pendejo!”. Todos reíamos, disfrutábamos la cena y compartíamos nues-tros mejores memes sobre el coronavirus. Iniciado 2020, los meses avanzaron vertiginosamente y, a esca-sos días de junio, se siente se han ido en un parpadeo.

Durante todo enero, Julia no reparó en vocear la información más relevante sobre el coronavirus en el

Page 163: Miradas artísticas sobre la pandemia

162

mundo, se mantuvo fiel a su compromiso de mante-nernos informados aún contra nuestra voluntad. Pero, quién podría culparla, debíamos estar enterados. Des-pués de todo, la oficina corporativa se encontraba en China, y en los correos se nos notificaba del progresi-vo proceso de aislamiento por el que debían pasar nuestros colegas en el este asiático.

Por momentos el fantasma de la inicialmente lla-mada gripe porcina de 2009 rondaba. Supongo que la mayoría aún lo sentía así. Yo era entonces una adoles-cente, recuerdo que se cancelaron las clases de secun-daría y las medidas a nuestro retorno parecían un tanto exageradas. Pero lo cierto es que uno alcanza a vislumbrar el caos que se avecina hasta que pasa. Se-guramente no fui la única que se imaginaba que esto sería de nuevo como el 2009, unas cuantas semanas y luego a regresar a la normalidad.

Cuando empezaron a incrementarse las cifras de infectados y muertos en otras regiones fuera de Asía, la situación parecía un tanto más grave. Los privilegia-dos que iríamos a Panamá la primera semana de febre-ro, ya no nos sentíamos tan privilegiados; esa barrera invisible que uno se crea para mantener el peligro alejado se sentía cada vez más endeble, al menos yo así lo sentía, no era la única.

Lo platiqué varias veces con Fernanda en nuestra hora de comida, la creciente preocupación y la de nuestras familias ante el riesgo del contagio en el ae-ropuerto. Yo en realidad nunca había estado en uno, mi entusiasmo era más fuerte que el miedo, pero Fer-nanda insistía en que debíamos cancelarlo, negarnos a asistir, al menos comprar cubrebocas y de ser posible ir en traje aislante. Quizá su miedo venía de las llama-das diarias que le hacía su madre desde Francia para

Page 164: Miradas artísticas sobre la pandemia

163

decirle que no fuera al viaje, o quizá su hermana, es-tudiante de medicina en España, le había confiado algo que yo ignoraba.

Al final, con temores e incertidumbres compartidas, el viaje se llevó a cabo tal como estaba programado. Me había preparado para un escenario un tanto más dramático, pero la verdad, en los aeropuertos, sólo unas cuantas personas llevaban cubrebocas. Durante el abordaje muchas personas miraban con desconfianza a quienes denotaban algún rasgo asiático, no he de negar que yo también mostraba cierto recelo.

Verónica y yo lo contamos después como una anéc-dota de sobreviviente, pero cuando por unos minutos nos quedamos atascadas en la zona de bebidas junto a los sanitarios, tratábamos de mantenernos lo más ale-jadas posible de una mujer asiática que quedó varada junto a nosotras. No sé si fue mi imaginación, pero parecía que Verónica contenía la respiración, lo del traje aislante parecía entonces una magnífica idea. Recordé una escena de la última película de zombis que miré y así empezaba, me reí histérica conmigo misma.

Nadie lo decía en voz alta, pero se temía que la dueña de la empresa y su esposo, ambos residentes en Hong Kong, pudieran estar contagiados y a su vez contagiar a los miembros de las cinco oficinas latinoa-mericanas reunidas. Ellos eran los convocantes, quién podría negarse a estrechar sus manos, rehuir de un abrazo si la actividad lo ameritaba, sentarse en su misma mesa si era requerido. Tras retornar al país y mantenernos en vilo durante los 14 días siguientes, respiramos aliviados de no habernos contagiado, aún con los abrazos fraternales, con las convivencias ma-tutinas y nocturnas, con las noches de fiesta y las ac-tividades compartidas, no sucedió.

Page 165: Miradas artísticas sobre la pandemia

164

Cuando alguien estornudaba dentro de la oficina se gritaba en coro “coronavirus”, una suerte de conju-ro para que al bromear se mantuviera alejada la enfer-medad. Recordar el rostro de la jefa cada que alguien mencionaba el tema del coronavirus y los muertos en China lo hacía sentir más real, la preocupación de su mirada, la forma en que se acariciaba las manos, saber que ya había contagios registrados en Estados Unidos y en Brasil, eso nos confirmaba su existencia. Incluso los escépticos ya dudaban.

A finales de febrero se anunciaba en México el primer contagio, al poco tiempo casos reportados en el Estado de México. Coronavirus era el tema de las mañanas, del mediodía y de las tardes, entre líneas podía escucharse el eco de un “estamos jodidos”, que nadie pronunciaba, aún hacíamos bromas, aún reíamos, pero cada uno ya se preocupaba a su manera.

Me rehusaba a saludar de beso en la oficina, no faltaba quien se ofendía. Incluso procuraba la distan-cia con los jefes que habían realizado un viaje a Mon-terrey a mediados de febrero. Si desde ese momento hubieran presentado a Susana Distancia, tal vez no me habrían tachado de exagerada, pero en realidad eso ya no importa.

Lo que para mí significó home offi ce en marzo, luego de declarada la pandemia mundial y la segunda fase en México, para otros significó despidos, cese de sus actividades y temor. No se me borra la tristeza en la cara de doña Rita cuando supo que dejaríamos de asistir a la oficina. “Sí, ustedes pueden trabajar desde casa, pero yo sin trabajo ¿qué voy a hacer?”, nos re-clamaba angustiada cuando nos mostrábamos felices de poder aislarnos.

La verdad ninguno pensaba en la señora de la lim-

Page 166: Miradas artísticas sobre la pandemia

165

pieza cuando exclamábamos jubilosamente que nos mandaran a trabajar desde nuestras casas, en algunos casos más por pereza que por preocupación al contagio. Su miedo era totalmente fundado, cómo haría ella para ganarse la vida y poder comprar alimentos que al me-nos nosotros nos garantizábamos con nuestras quin-cenas, ni asegurada está la pobre, a ella le pagan por semana. Trabajar para recibir un pago, eso es lo indis-pensable para ella.

Me sentí un tanto más aliviada cuando la vi el 13 de abril, última vez que fui a la oficina por la caja de cubrebocas que nos obsequió la empresa y un monitor que necesitaba. Supe que ayudaba en una tienda de conveniencia que está en la parte baja del edificio, una de esas tiendas que nunca cierran. Ella sigue expuesta al contagio, pero de no trabajar quién se responsabili-zaría de ella. Ese día le di unos cuantos pesos que llevaba encima y luego pensé que pude haberle rega-lado también unos cubrebocas; yo tendría menos ne-cesidad de salir y ella los necesitaría todos los días. Poco vale lamentarme, un dejo de egoísmo me aborda cuando pienso que en realidad nada de esto es mi culpa.

Del mes de abril recuerdo muy poco. Algunas veces me invade la locura y me siento a punto de perder la cabeza. En las horas de trabajo trato de mantenerme enfocada. A veces parece que las paredes se estrechan y que el aire se acaba, pero responder correos, hacer llamadas y mantenerse en contacto con los compañe-ros de la oficina ayuda a no pensar tanto.

Durante las tardes trato de plasmar el caos de mi cabeza en letras, intento dibujar, mirar una serie o dedicarme a alguno de mis tantos hobbies, pero cada día cuesta trabajo sentir que ayuda en algo quedarse

Page 167: Miradas artísticas sobre la pandemia

166

en casa, sobre todo cuando hay niños jugando en la calle, grupos de jóvenes tomando en la esquina, tran-seúntes por doquier, es como si mi ventana sólo fuera una pantalla por la que veo pasar la vida.

Me he cuestionado mucho últimamente el haberme ido a vivir sola. me he planteado la posibilidad de re-gresar con mis padres, al menos en lo que dura la contingencia, pero sería un tanto injusto. ¿Qué tal si soy uno de esos casos asintomáticos y sin querer por-to el virus y los contagio?

Mi padre ha tenido antes problemas respiratorios, dolores en el pecho y dificultad para respirar. No sería capaz de ponerlo en riesgo. Mi madre con sus múltiples males también podría estar propensa. Ni qué decir de mi hermano, aunque él se enferma poco, me preocupa que su sistema inmune no estuviera preparado para resistir semejante enfermedad. Por ahora me he de conformar apoyándoles con un poco de dinero. Prefie-ro que sea así, aunque ellos maldicen que se estén restringiendo los tianguis donde venden. Yo agradezco que aún no puedan salir. Sé que aún corren riesgo cuando sale alguno de ellos a comprar alimentos, pero al menos me tranquilizo pensando que están un tanto más seguros, que no deben preocuparse por temas de dinero, que podré verlos una vez que todo esto termi-ne, podré abrazarlos. Eso espero.

Page 168: Miradas artísticas sobre la pandemia

167

NUEVA CRISIS, NUEVOS MIEDOS: UNA LECTURA DE “LOS NUEVOS MIEDOS” DE MARC AUGÉ, EN TIEMPOS DE COVID-19

CARLA JIOVANNA RUIZ JUÁREZMención honorífica, Ensayo

El antropólogo francés Marc Augé declara que “ahora más que nunca, el mundo tiene miedo”1 y esa cita toma un significado especial en el contexto por el que esta-mos atravesando: una pandemia de tal escala qu e el mundo no había visto en al menos un siglo, después de todo, y según palabras del mismo autor, “el miedo es contagioso”.2

Usando la premisa anterior, esta reflexión retoma la obra de Augé de 2015, titulada Los nuevos miedos, que expone las formas que toman los miedos sociales contemporáneos, así también se presenta en el libro una certera, pero aterradora visión del futuro del mun-do en crisis. Así, podemos establecer que este texto pretende dar forma y sentido de los cambios por los estamos pasando, pues en verdad el futuro, según Augé, ya nos alcanzó, así también se pretende analizar cómo esta ocasión extraordinaria representa una esperanza para transformar nuestra realidad social. Empecemos pues, como un primer paso, por observar nuestro en-torno inmediato.

El miedo contemporáneo está plagado de nuevos

1 Marc Augé, Los nuevos miedos, Paidós, México, 2015.2 Ibid.

Page 169: Miradas artísticas sobre la pandemia

168

fantasmas. Estos fantasmas son las sombras de nuestras antiguas instituciones, creencias y formas de organi-zación. Tales espectros recorren el mundo entero, llenándonos de incertidumbre, pesar ante la idea del presente/futuro. Éstos son los Nuevos Miedos, que dan paso a males modernos crónicos, como el estrés, la ansiedad y la depresión. Estamos presenciando una realidad en donde nuestras antiguas formas de inte-grarnos como sociedad, y adquirir sentido como indi-viduos se desintegran dejándonos a la merced de la incertidumbre del futuro.

Los nuevos miedos llegan hasta nosotros todos de golpe, acechándonos desde las pantallas móviles o tal vez fijas, pero siempre como miradas omnipresentes en el transcurso de nuestras vidas, presentando cada día incontables casos, tantos nuevos horrores de la pandemia que se acumulan, se multiplican, hasta que las cosas más simples pierden el sentido.

Para poder hacer sentido de este aparente sinsen-tido se puede comenzar por mirar algunos de los fe-nómenos que surgen, y establecer un cierto hilo con-ductor en algunas de las historias que se observan: la falta de empatía. Ésta es una constante entre los re-latos de la pandemia que alimentan nuestros fantasmas, nuestros miedos. Es así, que contando con este hilo conductor de la trama de nuestros males crónicos podemos centrar la mirada en uno de los horrores específicos que Augé identificó en su obra: El miedo al otro, a la exclusión. Pero, ¿cómo es que surge este nuevo miedo?

Se puede comenzar por analizar la estratificación social durante la era de los Nuevos Miedos que, según Augé, divide a la comunidad global en tres clases:

Page 170: Miradas artísticas sobre la pandemia

169

• La oligarquía. El segmento con el mayor poder adquisitivo, equivalente en otro marco a la bur-guesía o a la clase alta.

• Los consumidores. Que representa a las clases medias, a las poblaciones objetivo de los aparatos publicitarios

• Los excluidos del sistema. Se definen por lo que no tienen, por su aparente incapacidad para ser consumidores (o productores) activos. En una organización en la que el consumo es el motor, los no consumidores son empujados a los már-genes.

Sin embargo, en tiempos de crisis como éste, la distinción entre el estrato de consumidores el de los individuos excluidos es más y más delgada, en ocasio-nes fluida. El miedo de pasar —ser parte— a estar afuera, de ir y venir, es un fantasma que pesa en la vida de los individuos, sin importar su lugar en el estrato, pues se está consciente que es una batalla constante que así se gana o se pierde: el futuro sólo ofrece incer-tidumbre, sobre todo para los sujetos que, a causa de la contingencia, han sufrido la pérdida súbita de la habilidad para producir y consumir, una especie de retiro obligado. El individuo, ante este horror deshu-manizante de convertirse en un otro, un excluido emprende una lucha brutal para resistirse, en ocasiones tomando decisiones que se oponen al bienestar común, e incluso al bienestar individual, un comportamiento antisocial, así llamado por las ciencias de la conducta: tales son las consecuencias de un sistema que se ali-menta de la desigualdad.

Así, podemos ver que nuestros miedos se intercalan, se potencian, reproduciendo las jerarquías sociales,

Page 171: Miradas artísticas sobre la pandemia

170

reproduciendo el modelo de exclusión. Pero, ¿cómo podemos avanzar, superar este modelo?

Pues, volviendo a la propuesta de Augé, éste nos ofrece pautas para la restauración de los vínculos y es en estos tiempos de pandemia que se presenta una brillante oportunidad para tal rescate. El libro habla del hecho de que sólo un escenario de corte cuasiapo-calíptico, de escala global, superará lo que el autor llama “El régimen de los miedos: El terror o el pánico de uno es un simple motivo de preocupación para los otros”.3

También habrá que agregar que las herramientas tecnológicas que tenemos a nuestra disposición nos pueden permitir conectar con los sentires y vivires ajenos como jamás se hubiera sido pensado. De esta manera, únicamente en el contexto en donde uno pueda asumir los miedos del otro como suyos, a ma-nera masiva, se podrá comenzar a ver al prójimo no como un otro, un excluido, sino como un igual y podrá crearse un ambiente propicio para la solidaridad y la colaboración.

Así, este panorama, por más oscuro y difícil que pa-rezca, nos ofrece la oportunidad, ahora más que nunca de “reconstruir lo simbólico”,4 reconstituir los vínculos que nos unen, repensar la forma en la que nos organi-zamos como sociedad. Citando a Augé: “(la historia) si no conseguimos vivirla todos juntos, si excluimos de ella a una parte de la humanidad, no podremos domi-narla, y nos hundiremos en la violencia junto a aquellos a los que habremos excluido”.5

La meta, por sacarino que parezca, es forjar un

3 Ibid.4 Ibid.5 Ibid.

Page 172: Miradas artísticas sobre la pandemia

171

futuro en común, sentirnos parte, sin excluir, sin deshumanizar, en la que encontremos nuevas formas de estar cerca. Al final, la historia ya la estamos vi-viendo todos.

FUENTES CONSULTADAS

Augé, M. (2015). Los nuevos miedos. Ciudad de Méxi-co: Paidós.

Page 173: Miradas artísticas sobre la pandemia

172

ENCUENTRO Y RETORNO

BLADIMIR TAPIA NERIPrimer lugar, Poesía.

I

Salir a la calle,

Calle honda,

Indeleble calle,

Líneas que se curvan,

Calle visceral,

Donde cruzan los sueños,

De albores tristes

Y tardes remotas,

Llena de voces,

De ángeles geriátricos

Que piden auxilio.

II

Salir a desempacar la sombra,

A deambular el hambre,

Andar sin frac, con el alma a tientas

Reconocien do el laberinto.

Todo vibra en silencio;

Page 174: Miradas artísticas sobre la pandemia

173

Como las moscas olfateando el manso testuz,

O la metrópolis de hormigas obreras,

Se oye el céfiro cantar de la marea

Y no hay huellas relamiéndose en las olas.

No pugna la primavera su estacional,

No revientan los geranios,

No despunta la esperanza de agua lúbrica. Se fueron

sin decir adiós;

Puerto abandonado, puerto de pérgolas

Y almendros agrios,

Puerto astillado por la sequía.

III

Se oye entre murmullos,

“saldremos del vado”

Se respira el viento del mañana,

Volverán aquellos días

De furor y dicha,

Regresaran en parvada los que se fueron a

Empollar la riqueza,

En la plaza colonial redoblaran las campanas,

Se escuchará entre murmullos extranjeros:

“this is life, we return to paradise”

Page 175: Miradas artísticas sobre la pandemia

174

PRODUCCIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO Y COMUNITARIO EN EL CONTEXTO DE LAS AFECTACIONES CRÍTICAS. UN EJERCICIO COLABORATIVO

AGUAZAL PRODUCCIONES(VALERIA CABALLERO Y HELENA BRAUNSTAJN)

Mención honorífica, Ensayo

Desde el aislamiento obligado en el mes de marzo de 2020, se produjo una inflexión en las prácticas que hemos estado realizando como Aguazal Producciones en el campo comunitario de arte y cultura; nuestro trabajo se ha puesto en crisis.1 Distanciamiento social, clausura de actividades en el espacio público, restric-

1 En Aguazal Producciones nos hemos dedicado a rea-lizar proyectos y acciones que adquieren sentido a partir del desarrollo de vínculos con distintas comunidades, en-tendiéndolas como un ente vivo que se transforma y genera sus propias dinámicas. En su mayoría, nuestros proyectos se dan en un entorno analógico off-line, es decir, los reali-zamos cuerpo a cuerpo. Su objetivo, con tonalidades, mati-ces y contenidos específicos, es el intercambio de experien-cias, técnicas, percepciones y saberes dentro de procesos creativos colaborativos: experimentar el proceso creativo en colectividad. Actualmente estamos profundizando en el ámbito de la diversidad de capacidades (discapacidades, como normalmente se denominan). Nos distanciamos de la retórica de la inclusión y la integración, porque sabemos que todas y todos contamos con esquemas de percepción diferentes y entendemos que las personas con “discapacidad” son quienes muy a menudo nos incluyen en su mundo y nos enseñan a experimentarlo con otras sensibilidades, intui-ciones y potencialidades, que pueden transformar nuestras relaciones individuales, colectivas e incluso materiales. (Las fotos de este texto son de Aguazal Producciones. Más infor-mación en: <www.aguazal.com>.)

Page 176: Miradas artísticas sobre la pandemia

175

ciones de interacción directa entre las personas, reu-bicación y escasez en las oportunidades laborales, amenaza de un colapso económico a nivel global y, sobre todo en términos individuales, miedo de com-partir con el otro y la otra, miedo al contagio.

Es lógico pensar que se seguirán haciendo y diver-sificando los mecanismos de inmunización, tanto al nivel local como global, con la proliferación y fortaleci-miento de los límites y las fronteras individuales, terri-toriales, nacionales cada vez menos permeables. Queda preguntar: ¿qué pasará con el espacio público, ya de por sí cada vez más privatizado? ¿Qué pasará con las relaciones en su multiplicidad de manifestaciones co-lectivas, comunitarias y sociales? Si bien, no se pueden evitar los distintos niveles de inmunización y métodos de barrera, consideramos que es de vital importancia seguir alimentando los mecanismos comunitarios, las prácticas de solidaridad y las producciones colectivas en las que un lenguaje posible reinvente el tacto y el intercambio afectivo.

Page 177: Miradas artísticas sobre la pandemia

176

El proceso de la globalización acelerada está per-diendo el piso y todo indica, sin afán de ser adivinas apocalípticas (¡tantas adivinaciones, tantas prediccio-nes para el futuro!), que tendremos que trabajar desde un enfoque situado en nuestros ámbitos locales, recrear y fortalecer nuestros vínculos cercanos y resignificar los espacios de colaboración y cuidado, a pesar de las dificultades que esos tiempos nos imponen.

En este sentido, nos situamos en la incertidumbre, sin espejismos y promesas engañosas de un futuro mejor, sabiendo que dar cabida a la incertidumbre nos hará más fuertes y sensibles para enfrentar el desaso-siego sobre lo que sigue. Y que la crisis en la que están actualmente inmersos los trabajos colaborativos, par-ticularmente nuestro trabajo basado en el “cuerpo a cuerpo”, nos demanda una creatividad y una proximi-dad con mayor calidad y calidez.

Desde las actuales interacciones interpersonales mediadas por la tecnología y en relación con el trabajo que desarrollamos, surgen más preguntas: ¿cómo es-tablecemos un vínculo en la dimensión virtual, online, en la pantalla? ¿Se les puede llamar vínculos? ¿Cómo son las afectividades que se desarrollan en estos entor-nos? ¿De qué manera podemos seguir generando prácticas continuas que atraviesen las pantallas y que adquieran sentido comunitario?

Siguiendo con este discurrir de la reflexión, desde las contingencias y crisis del espacio público y comu-nitario, en este escrito (sin poder liberarnos de las pantallas) proponemos un ejercicio de escritura colec-tiva que entrelaza diversas reflexiones sobre la impor-tancia del contacto y la interacción física con el pro-pósito de crear un espacio público textual.

Nosotras impulsamos este ejercicio lanzando la

Page 178: Miradas artísticas sobre la pandemia

177

pregunta: “En un par de frases, lo primero que se te ocurre: ¿por qué es importante para ti el contacto fí-sico y la proximidad con otro cuerpo, otra persona?”. Convocamos a varias personas de diferentes profesio-nes a contestar, nos remitimos a algunos autores con reflexiones relevantes para el tema, y el espacio em-pezó a configurar un con-texto. Su carácter fragmen-tario, el ir y venir de las ideas de las y los participantes, abre distintos campos respecto a la pregunta detonan-te. Es sólo el inicio, esperamos que el ejercicio tome fuerza y se integren más contribuciones.

Patricia Aguilar, psicoanalista: “La proximidad es

fundamental porque es a través de la voz, la presencia

con la mirada, el olor y el tacto, que el homínido se

humaniza. Ese trazo que deja huella en el cuerpo, a

Page 179: Miradas artísticas sobre la pandemia

178

través de la voz y del tacto, así como la estructura que

le da el lenguaje, subjetivan. Pero, además, la mirada

de la presencia y la estructura del lenguaje que la inter-

preta y la muestra, es la que moldea los contornos, que

desencadena producciones de la química en el espesor

corporal. Todo ello sólo por el estado de incompletud e

inconclusión con la que el ser humano nace y que lo

coloca en una posición de demanda o de ser demanda-

do de amor con respecto de los otros. Esto inaugura el

lazo social. Ese lazo que como acontecimiento e histo-

ria de una vida, inaugura también el deseo y, ¿qué es el

deseo ese que impulsa la vida sino la necesidad de re-

petir esa vivencia de ser colmado por el otro? Necesidad

destinada al fracaso en tanto es el motor del deseo

imposible de colmar para garantizar su existencia. El

otro siempre está imaginado, pensado, anhelado. Cuan-

do se dice ‘presencia’ se refiere a la necesidad, de la

extraordinaria capacidad que tienen los sujetos con sus

cuerpos de generar un vaivén que los vivifique”.

Para este pensar sobre lo que inaugura el lazo social, es inevitable remitirnos a lo que Roberto Esposito entiende como antónimos: comunidad-inmunidad, que en términos estrictos, no pueden excluirse del todo, pero guardan una relación tensa de negación mutua. Su rastreo etimológico arroja que en immunitas hay un refugiarse en un único sí mismo, sin capacidad ni voluntad de extenderse a su afuera; hace referencia a lo propio. Mientras, communitas se refiere a lo común, es “un circuito de donación recíproca”, el don de sí por la falta, la grieta, el trauma (miedo, muerte), lo que nos mantiene juntos, lo que cohesiona la comunidad. Las palabras de Esposito se pueden leer hoy con una vigencia escalofriante:

Page 180: Miradas artísticas sobre la pandemia

179

No creo que el espíritu de los tiempos sea el cierre del

pensamiento de la comunidad. Por el contrario, pienso

que nunca como hoy se requiere una reactivación del

mismo. ¿Qué otra cosa significan, de qué otra cosa

hablan sino de la cuestión de comunidad, de su ausen-

cia, pero también de su exigencia, esos cuerpos, esos

rostros, las miradas de millones de hambrientos, de

deportados, de refugiados, cuyas imágenes, desnudas

y terribles, se deslizan por nuestras pantallas televisi-

vas desde todos los rincones del mundo? ¿Y no es

todavía la comunidad —la relación, nuestro cum, no-

sotros como cum— aquello que reclama todo naci-

miento y todo encuentro, incluso el más anónimo, el

más cotidiano, el más aparentemente trivial?2

Héctor Guerrero, fotógrafo: “Quizá porque al man-

tener contacto físico con otra persona, podemos esca-

par un poco de nosotros mismos y automáticamente

comenzamos a compartir. Compartir tiempo, compar-

tir ideas, una mirada, lo que sea. Y eso le da mucho

sentido a la vida humana”.

El encuentro cuerpo a cuerpo genera un espacio de intimidad, como le ha llamado Luhmann, que a su vez implica una inevitable incomunicabilidad (imposibili-dad de intercambio de información).3 Ahí se vive la experiencia que se comparte corporal, sensorial y emocionalmente que no se puede transformar en mera información. Este espacio de intimidad no se opone al espacio público; no es un espacio privado (concepto

2 Roberto Esposito, Comunidad, inmunidad, biopolíti-ca, Herder, Barcelona, 2008, p. 88.

3 Niklas Luhmann, Sistemas sociales. Lineamientos para una teoría general, Anthropos, Barcelona, 1998, pp. 213-216.

Page 181: Miradas artísticas sobre la pandemia

180

neoliberal que implica una supuesta propiedad privada en el ámbito de la subjetividad); el espacio de intimidad es lo que produce el espacio público y viceversa; no hay dualismo ni antagonismo alguno entre ellos. El espacio público está hecho de los espacios íntimos, experiencias compartidas incomunicables que se rozan en el transporte público, que se afectan en los inter-cambios cotidianos de “Hola, ¿cómo estás?”; en donde el contacto físico siempre (no sólo ahora) es un prin-cipio de incertidumbre. Incertidumbre repleta de todas las posibilidades. Justo en este punto es donde los procesos creativos en colectividad y corporalidad cobran relevancia por ser esa experiencia que ha roto sus propios límites individuales, aunque sea en la incomu-nicabilidad. Regresando a las tecnologías y dicho lo anterior, la pregunta sobre si se puede reducir un cuerpo a mera información (por ejemplo, una imagen en la pantalla): hay una parte significativa de experien-cia vital-corporal que se pierde con tal reducción.

Ambar Luna, coreógrafa: “Para mí el tacto es un re-

conocimiento de existencia. Existo y hago que existan

lxs otrxs porque tenemos un cuerpo que siente. Tocar

y ser tocada por otra persona es un acto de confianza

e intimidad, así sea efímera (como cuando bailo con

un/a desconocidx). Es a través de mi piel que descubro

el mundo”.

Zaira Espíritu, antropóloga: “La piel, el cuerpo que

ésta reviste, es la frontera entre el nosotros y los otros.

De la piel hacia afuera no podemos controlar, sólo

podemos —desde nuestro cuerpo— interpretar, sentir,

resistir o transformar lo que en nosotros deja y provo-

ca el contacto con el mundo. La proximidad con otros

Page 182: Miradas artísticas sobre la pandemia

181

cuerpos nos permite construir un imaginario del propio;

así como nos enseña, pero afortunadamente también

nos lleva a desaprender y recrear, nuestra corporalidad

hecha no sólo de carne, sino de memorias, de afectos,

de toques, e incluso de historias familiares y culturales.

El vínculo con otros cuerpos nos permite explorar el

amor, el placer, el dolor, el límite, la transformación y

la reconstrucción. Ante la soledad y falta de contacto

con otros, la noción de lo corpóreo tiende a alimentar-

se desde lo mental, estos momentos están cargados

de una introspección que nos nutre; pero el hambre,

el sueño, el placer de un sabor sobre nuestra lengua, el

recuerdo de un contacto que nos enchina la piel, el ca-

lor y el agua fría cayendo sobre nuestras cabezas nos

regresan a nuestra corporalidad y nos invitan a recobrar

el contacto con el primer cuerpo: el nuestro. Andemos

descalzos, hagamos que nuestra mesa en el desayuno

llene nuestros ojos y paladar de un placer estético,

toquemos nuestro rostro, abracémonos a nosotros

mismos para después regresar al mundo con un cuer-

po resignificado y cargado de amor.

Y por otro lado, el concepto de proxémica lo cono-

cí en antropología y me gustó mucho, lo comparto. Se

conoce como proxémica la parte de la semiótica (cien-

cia que estudia el sistema de signos empleado en la

comunicación), que está dedicada al estudio de la or-

ganización del espacio en la comunicación a través de

las relaciones de proximidad, de alejamiento, etc.,

entre las personas y los objetos durante la interacción,

las posturas adoptadas y la existencia o ausencia de

contacto físico. La proxémica ha sido desarrollada en

1968 por el antropólogo estadounidense Edward Hall,

quien examina la manera en que las personas ocupamos

el espacio y la distancia que guardamos entre nosotros

Page 183: Miradas artísticas sobre la pandemia

182

al comunicarnos. Ésta puede variar según nuestro in-

terlocutor sea una audiencia, un conocido, un amigo

o una persona especialmente querida que, como cabe

suponer, es la más cercana”.

Y del otro lado de la proximidad, está el distancia-miento social, “su-sana distancia”. Del latín “distantia”, “distare” que significa “la cualidad de estar lejos”. También se refiere a “un intervalo, intermedio o tra-yecto de lugar o tiempo que media entre dos cosas o un hecho”. Desigualdad, discrepancia o diferencia notable entre un elemento, cosa y otra. Desafecto, frialdad, desvío, separación, lejanía y distanciamiento entre personas. La locución adverbial “a distancia” que funciona por correspondencia a través de los medios sin necesidad de presencia física de los que interviene”.4

El elemento aglutinante principal de la comunidad es de índole afectiva y podemos suponer (desde la esperanza, siempre tan escurridiza) que el afecto per-siste a pesar de la distancia física, este intervalo, in-termedio o trayecto que separa las personas. Situarnos y situar nuestro trabajo en este intervalo (por el mo-mento de duración indefinida), en este trayecto (el espacio que se supone “sano”) en un intermedio tec-nológico necesario para la conexión; en estas circuns-tancias que en realidad siempre existían, pero con otros matices (siempre hay una distancia, una medio de comunicación, un dispositivo, como lenguaje, cámara, teléfono), ahora adquiere este énfasis sobre la distancia e incertidumbre por encima de todos los demás con-tenidos posibles.

4 “Distancia”. Disponible en <https://definiciona.com/distancia/>. Consultado el 23 de abril, 2020.

Page 184: Miradas artísticas sobre la pandemia

183

¿Podríamos entonces pensar en crear una estética de incertidumbre y potencializar esa cualidad de estar lejos? Distanciarse, ¿adquirir perspectiva? Brecht lo empleaba en su metodología teatral e ideológica: el conocido “efecto V” (del alemán Verfremdungseffekt)5 o el “efecto de distanciamiento” que evitaba la identi-ficación emocional del público con el personaje y la trama para crear un espacio del pensamiento crítico en el público y los actores.

Nosotras queremos dirigir, aparte de un pensamien-to crítico, una afectividad crítica; la que emerge desde el distanciamiento y conduce a unas acciones críticas, es decir, transformadoras. La afectividad crítica que no sólo nos identifica unas con las otras para que suframos jun-tas, la que no nos pone única y pasivamente en el lugar del otro (empatía tradicionalmente entendida), sino, al

5 Rafael Negrete Portillo, “El distanciamiento brechtiano”, Mito. Revista cultural. Disponible en <http://revistamito.com/el-distanciamiento-brechtiano>. Consultado el 20 de abril, 2020.

Page 185: Miradas artísticas sobre la pandemia

184

poner nuestra afectividad (capacidad de ser afectados) en crisis, nos genere la acción de transformación.

Vicente Estrada, psicólogo: “Por dos cosas: el mundo

puede conocerse a través del cuerpo de alguien más.

Conociendo su historia y presenciando que estragos

han dejado esas experiencias en el cuerpo, uno puede

saber cómo interactúa el mundo con nosotros. La se-

gunda es que, como humanos modernos, es decir, dadas

nuevas características recién adquiridas, el compren-

der la naturaleza humana se ha convertido en una

tarea permanente y de suma importancia. Toda mani-

festación artística se conduce en esa línea. Tal empre-

sa puede ser llevada a cabo completamente sólo a

través de experimentar el Cuerpo del Otro”.

El cuerpo tiene una espacialidad, una materialidad, una historicidad. Para Judith Butler la materialidad del cuerpo (trabajada en muchas de sus obras) depende de un proceso de materialización que se concreta con el tiempo, produciendo fronteras, fijación y superficie. Este proceso es efecto de un poder (o varios) que se ejerce continuamente. También para Foucault los cuerpos no existen como meros elementos biológicos o materiales, sino que su existencia siempre está atra-vesada por un sistema político. En este sentido, el trabajo “cuerpo a cuerpo” implica operar y movilizar las superficies y fronteras, abordar los efectos de di-versos poderes, vernos y sentirnos como agentes polí-ticos activos, asumir todas las implicaciones de esta materialidad que nos alberga.

Elizabeth Ross, artista visual: “Siempre he sido ermi-

taña y eso significa que desde niña he preferido la

Page 186: Miradas artísticas sobre la pandemia

185

soledad. Sin embargo, eso no quiere decir que no ne-

cesite del amor y el cariño, del toque y el abrazo. De

hecho soy muy tocona yo. Cuando estoy con alguien

que estimo le abrazo, acaricio, busco el mutuo apapa-

cho. Voy de un lado al otro, del calor a lo frío, por lo

que estar confinada, o simplemente vivir sola, no me

afecta en demasía. Tocar a mi gato me conforta cuan-

do necesito otra piel. Pero sí que añoro el abrazo y el

amor de mis hijos, sí que muero por abrazar a mi

nieta Saya. Y por ahora Doufu, Doudou (gato) es mi con-

tacto físico con el otro”.

Pasando por lo público, político e histórico y de nuevo a lo íntimo para regresar a la pregunta inicial: ¿Por qué no nos basta con vernos e interactuar en los dispositivos tecnológicos? Nuestro instinto gregario, el deseo de cuidado mutuo y el amor hacen que necesi-temos el espacio físico para el encuentro con los hu-manos, animales y plantas; saber y sentir que la vida depende de nosotras, que interdependemos. Porque la

Page 187: Miradas artísticas sobre la pandemia

186

flor es bella y no basta con verla en una pantalla, hay que cuidarla. El amor tiene que ver con la vida, el cuidado y la proximidad. Hoy, más que nunca, hay que buscar diversas formas de proximidad, solidaridad, creatividad y colaboración para producir espacios públicos y comunitarios renovados y reforzados. Por el momento, con su-sana distancia.

Ciudad de México, a 27 de abril, 2020

FUENTES CONSULTADAS

“Distancia”. Disponible en <https://definiciona.com/distancia/>. Consultado el 23 de abril, 2020.

Esposito, Roberto, Comunidad, inmunidad, biopolí-tica, Herder, Barcelona, 2008.

Luhmann, Niklas, Sistemas sociales. Lineamientos para una teoría general, Anthropos, Barcelona, 1998.

Negrete Portillo, Rafael, “El distanciamiento brechtia-no”, Mito. Revista cultural. Disponible en <http://revistamito.com/el-distanciamiento-brechtiano>. Consultado el 20 de abril, 2020.

Page 188: Miradas artísticas sobre la pandemia

187

LA ESPERA

ÁNGELA ATENAS SÁNCHEZ CAMACHOPrimer lugar, Cuento

Despierto. Es la segunda semana de marzo. Son las tres treinta de la mañana. Enseguida voy a la cocina. Guar-do unos frijolitos en el único recipiente que tengo junto con cuatro tortillas. Son para mi esposo, quien se despide y se va al trabajo. Veo el cielo por la venta-na, hay muchas estrellas iluminándonos, no parecen tan lejanos como en realidad lo están.

En las noticias hablan de un virus que está enfer-mando a la gente por todo el mundo, que tendremos que quedarnos en casa. Desde hoy quisiera que nos quedá-ramos en casa, pero no podemos, es un día importante. Me preocupo por mi niño, me da miedo que algo le pase. A mi esposo ya le dijeron en su trabajo que, si hay epidemia, aunque sea a escondidas, pero que no van a dejar de trabajar. Espero que a sus jefes se les tiente el corazón. Después de este día haré lo posible por no salir y cuidarnos a los tres. Compraré suficiente jabón para limpiar todo constantemente.

Me siento a un lado de mi hijo, le hablo bajito para que se despierte. Tiene cita en el seguro. Lo levanto. Me dice:

—Mamita, déjame dormir más horas. Tengo mucho sueño. Me he portado bien. Me siento cansado.

Page 189: Miradas artísticas sobre la pandemia

188

Me duelen sus palabras. No le respondo, no porque no lo escuche; lo hago porque si se me quiebra la voz y lloro me agotaré, y necesito fuerza para llevarlo.

Lo ayudo a sentarse y a ponerse su ropa, intento hacerlo lentamente para no lastimarlo, porque le due-len las articulaciones por la quimioterapia. Le pregun-to si quiere comer, me dice que no, que tiene nauseas. Machaco unos frijoles, se los pongo a un bolillo y le unto mayonesa. La cubro con un pedazo de papel de estraza de las tortillas. Aquí nada se desperdicia. Guar-do el papel para reusarlos en el baño, para recados, como servilletas o para envolver comida. Guardo la torta en mi bolsa del mandado junto con una botella con un poco de té de manzanilla.

Le pregunto a mi hijo si puede caminar un poquito. Me dice que sí. Son treinta minutos caminando a la parada del autobús. Todavía parece de noche. Miro hacia el cielo y alcanzo a ver una estrella fugaz, recuerdo cuando era joven. Tenía un novio que me gustaba mucho. Un día me quedé a caminar todo el día con él. Nos subi-mos a la azotea de una casa en construcción que estaba cerca de la suya. Se había hecho de madrugada. Pasó una estrella fugaz, en mi mente pedí un deseo: que Al-berto y yo nos casáramos. Me gustaba en serio, quería pasar la vida entera con él. Volteó y me preguntó si había pedido un deseo, le dije que no, que se me había olvidado. No le quise decir la verdad, dicen que así ya no se cumplen los deseos. Sí le dije que estaba enamo-rada de él, que ojalá que todas las noches fueran así de bonitas como esa, que no existieran las mañanas, que la noche se hiciera para todo el día. Me sonrió, me dijo que si le daba unos besos. Se los di. Después comenzó a tocarme. Me sentí cómoda, enamorada, y lo hicimos. Me dolió, pero no aminoraba la dicha que sentía.

Page 190: Miradas artísticas sobre la pandemia

189

Amaneció, me acompañó a mi casa. Iba tarareando una canción que me gustaba. Eran las seis de la maña-na. Me despedí de él. Abrí la puerta y entré de puntitas de la sala a mi cuarto. Mi papá llevaba sin volver cuatro días, para nosotros era normal, sabíamos que estaba de borrachera en borrachera. Mi mamá ni se había dado cuenta que yo no estaba, se la pasaba trabajando todo el día. Llegaba agotada, lo que menos podía era cuidar-me a mí o a mis tres hermanos. El mayor —que tenía casi quince años—, seguía los pasos de mi padre, se la pasaba gritándole a mi madre y pidiendo dinero para poder irse a seguir bebiendo. Con el tiempo nos ente-ramos de que no sólo bebía, sino que se ponía no sé qué cosa en la mano; la olía y la olía, quedaba drogado.

Al día siguiente fui a la secundaria. Les conté lo que sucedió a mis dos amigas. También estaban emociona-das. Me preguntaban detalles, se los dije. Sentía felici-dad de recordarlo. En la tarde fui a buscar a Beto a su casa, me dijeron que no estaba. No quise molestar más y me fui a mi casa. Al día siguiente volví, nadie me abrió. Un día después lo mismo. Comencé a preocu-parme. Pasaron dos semanas sin tener noticias de él hasta que mi mamá me mandó al mercado. Mientras caminaba iba pateando las piedras que encontraba en el camino. Veía mis zapatos rotos y sucios por el polvo, mis calcetas blancas se veían grises, mis rodillas tenían varias cicatrices y se veían negras por la mugre. No había caído el agua justamente un par de semanas atrás, hasta creí que era un aviso de mala suerte.

Cuando llegué al mercado fui como siempre al puesto de doña Julia, la saludé. Me vio feo, era tía de una de mis amigas. Me dijo que ya no anduviera de loca, que fuera una persona decente. Me sentí apenada. Mientras seleccionaba la verdura que había encargado

Page 191: Miradas artísticas sobre la pandemia

190

mi mamá —como si la pena no hubiera sido suficien-te—, en ese mismo pasillo venía Beto, agarraba fuer-temente la mano de una muchacha como de trece años, embarazada. Se pasó de largo, no me miró. Pedí la cebolla, los jitomates y los chiles. Me temblaban las piernas, quería llorar. La tía de mi amiga me dijo que yo tenía la culpa de que eso pasara, por ser una mu-chacha fácil. Agarré las bolsas, pagué. Me fui a mi casa. Cuando llegué puse las bolsas sobre la mesa y me fui corriendo para subirme a la litera. Lloré y lloré; no sé si uno o dos días, sentí que fueron semanas.

Después de eso no quise saber de novios. Pasé toda la secundaria queriendo encontrar a alguien que me quisiera, pero sin buscarlo, tan sólo pensando que un día llegaría. Seguía platicando con mis amigas y, aunque me había enojado con Martha por platicarle a su tía, no le dejé de hablar, aunque ya no le contaba nada personal.

Pasé un par de años así, hasta el segundo año de prepa, que conocí a Jaime. Nunca me gustó, sin em-bargo, era un muchacho tranquilo y muy trabajador, y eso para mí tenía un peso más importante. No le gustaba ir con sus amigos a beber, pues su padre tam-bién era alcohólico. Nos gustaba charlar, también disfrutábamos de nuestro silencio, no nos incomodaba. Lo quería. Quedé embarazada de Salvador al medio año de relación. Le puse así porque él me salvó, me sacó de la casa de mis padres.

Mi hermano mayor había convencido a otro de mis hermanos para drogarse. Mi papá un día ya no volvió. La casa me parecía de un color opaco y gris, muy tris-te. Me preocupaba mi hermana menor, pero no podía ayudarla. El día que me fui, me despedí de ella, se puso a llorar y me imploró que no la dejara sola. Le dije que

Page 192: Miradas artísticas sobre la pandemia

191

no podía. Me pidió que la llevara. Jaime me dijo que no tenía dinero para ayudar a mi hermana, que apenas y le alcanzaba para la renta y que tenía que comenzar a juntar para el día que tuviéramos a nuestro bebé. Ese día sentí que dejé un pedazo de mi corazón con ella. Me dolía hasta los huesos dejarla, sin embargo, no quería continuar viviendo en esa casa. Hace cinco años que no la veo, sólo sé que huyó con un hombre que le prometió llevarla al extranjero. Todos los días le rezo a la virgen para que la cuide.

Me dice mi niño que ya no aguanta. Ya lo había visto cansado desde un par de cuadras atrás. Sé que se esfuerza mucho, a veces no sé de dónde saca tantas fuerzas. Lo cargo. Seguimos en el recorrido. Llegamos a la parada del autobús. No tarda en pasar el transpor-te que va completamente lleno. Subimos y nos juntamos lo más que podemos al tubo que está en la entrada. Bajo a mi niño, le digo que se sujete fuerte de mí. Me abraza y se recarga en mis piernas, siento su cuerpo frágil y cansado apoyarse. Sostengo su cabeza con una mano; con la otra, sujeto fuertemente el tubo del camión y pongo presión con mis dos piernas para intentar mantener el equilibrio.

Veo a los pasajeros del autobús, casi todos durmien-do. Los pocos que van despiertos muestran en sus rostros el hartazgo de la rutina, hastío de las largas jornadas laborales, el cansancio de viajar horas hacia el trabajo. Observo a una joven con audífonos que mira hacia afuera de la ventanilla, lleva su uniforme verde de la secundaria. Ella no está aquí, le veo una tenue sonrisa, pareciera que va fantaseando, tal vez esté enamorada. Enfrente de la muchacha van dos chicos con su uniforme de la primaria, por su estatura supon-go que han de ir en sexto. Los dos dormidos, uno con

Page 193: Miradas artísticas sobre la pandemia

192

la cabeza en la ventanilla, el otro con la boca abierta y la cabeza hacia atrás. Me pregunto qué sueñan, si mi hijo soñará con las mismas cosas cuando vaya en ese mismo año. Me pregunto cómo se verá cuando tenga esa edad. Miro a un señor mayor, usa un cubrebocas. Agarro mi chal que llevo en la bolsa, se lo pongo alre-dedor del cuello a mi hijo mientras le digo que se cubra la boca si ve mucha gente. No quiero que le entre ningún virus.

Ya han pasado cuarenta y cinco minutos, hemos llegado a la estación del metro. Entramos entre la multitud de gente. Vuelvo a cargar a Salvador, él recar-ga su cabeza en mi hombro. Camino un largo pasillo, esquivo a la gente, doblo a la derecha, no me doy cuenta en qué momento, pero llego a las escaleras, las subo. Observo a todos abalanzándose para entrar al vagón. Espero pacientemente. Avanzo entre la multitud para poder abordar uno de los vagones. Observo el suéter tejido de una señora, se parece a uno que me hizo mi abuela cuando tenía cuatro años. Algunos días la recuerdo. La vida era más fácil antes de su muerte. Mi padre nunca superó la pérdida de su madre, comen-zó a beber diario. Antes sólo tomaba en fiestas, era el bufón que decía cosas graciosas. Luego todo cambió. Se acabaron los chistes y las carcajadas.

Me dirijo al vagón de las mujeres. Pasa un vagón, pasan dos, pasan tres, hasta al cuarto logro subirme. Pongo de pie a mi hijo. Se quita su gorrito que le tejí, porque le causa comezón, es de lana —lo único que tenía para hacérselo—, luego le da mucho frío y pre-fiere dejárselo. Me vuelve a sujetar fuertemente. La señora robusta que va sentada en el asiento especial lo ve, hace una mueca de preocupación, pero no se quita. Intento no juzgarla, no sé si ella también se sienta mal

Page 194: Miradas artísticas sobre la pandemia

193

y por eso necesite apoyarse en algo. Recuerdo a mi madre, ella nunca tuvo en quién apoyarse y nunca se dio por vencida. Tenía tantas ganas de verla, pero seguía trabajando sin descanso, mis hermanos estaban en la mis ma situación y ahora metiendo a sus amigos a la casa. Mi madre desaparece para no lidiar con ellos, cada vez que la he buscado no la encuentro.

Salvador nació pesando más de tres kilos. Era un niño sano, no teníamos mucho para darle, aunque lo importante nunca le faltó. Dos semanas después de su cumpleaños número tres lo desperté para que desayu-nara, no quiso levantarse, me dijo que le dolía todo el cuerpo. Lo dejé unos días, pensaba que tal vez era gripa. Con las semanas comenzó a empeorar. Lo tuve que llevar al seguro. Un viacrucis de siete meses para su diagnóstico, tres meses más para comenzar su tra-tamiento, y se me ha hecho una eternidad en quimio-terapias. Beto se buscó dos trabajos para solventar los gastos. Si bien no teníamos que pagar médicos, el traslado de los dos había subido considerablemente lo que gastábamos; además del dinero extra que necesi-tábamos en comida especial y tratamientos para su piel con sus constantes dolores y alergias. Hacíamos todo lo posible para ahorrar en otras cosas. Beto y yo sólo comíamos frijoles y tortillas. Algunas veces nos alcanzaba para comprar bolillo. Cuando había un di-nerito extra compraba verduras y huevo, quería man-tenernos fuertes, necesitábamos estarlo para nuestro pequeñito. Cada vez que subíamos a un autobús de-seaba con todas mis fuerzas que los choferes no le cobraran a mi niño, ya tenía cinco años. Algunos aceptaban, otros no. Nunca usé su enfermedad para mendigar o que no nos cobraran. No quería que mi hijo causara lástima.

Page 195: Miradas artísticas sobre la pandemia

194

Yo también trabajaba, vendía cosas por catálogo. Entre hacer la comida, limpiar la casa, lavar los trastes y la ropa, los días que caía agua, ir con las vecinas a recoger sus pedidos, llevar a Salvador con el doctor y cuidarlo los días que se sentía mal; no podía tener un trabajo estable. Sólo veía a mi esposo por las noches; cenaba y se dormía. Aunque faltaba dinero en la casa, no hablábamos del asunto. Hacíamos lo que podíamos. Lo único que nos decíamos eran palabras de aliento, nos dábamos ánimo. Al final, cada noche decíamos: “Esto es por nuestro hijo”. Y era cierto. Los dos, que buscamos salir de nuestros hogares violentos, sin una dirección fija, ni planes, ni dinero; teníamos algo, una razón para continuar: Salvador, quien nuevamente, nos volvía a salvar de la vida misma.

Observo a la gente que entra y sale por la puerta de atrás. Entra un señor que lleva una corbata colori-da con dibujitos. Me pregunto en dónde venderán ese tipo de corbatas. Es tan distinta a todas las que he visto, lo hace lucir diferente. Comienzo a fijarme en los detalles de las personas, las pulseras, los aretes, los lunares, las agujetas, los botones, los prendedores, las uñas pintadas, el color de cabello y la ropa, pero nada ha llamado tanto mi atención como la corbata del señor.

Ocho estaciones después, hemos llegado. Salimos del vagón con prisa. Caminamos hacia fuera de la es-tación. Vuelvo a cargar a Chavita. Casi sin darme cuenta ya voy entrando al hospital, como si el tiempo entre el metro y el hospital no hubiera pasado. Voy con la enfermera a los incómodos trámites. Entre tanto, de reojo veo que se desocupa un asiento. Volteo para avisarle a mi hijo que corra para sentarse. No es nece-sario que lo diga. Varias señoras van corriendo al asiento, Salvador se apresuró tanto que termina por

Page 196: Miradas artísticas sobre la pandemia

195

sentarse primero que ellas. Una señora casi lo quita, se detuvo en el último segundo, no sé si por la vergüen-za de que la viéramos o porque tuvo un último segun-do de cordura antes de empujarlo. Prefiero pensar que es la última opción. Después de quince minutos termi-no el papeleo. Voy al asiento mientras veo una sonrisa de mi niño mientras mueve los pies. Me dice:

—Logré sentarme antes que todos. Soy más rápido.—Lo eres —le digo.Lo cargo, me siento y lo acomodo. Le digo que

puede dormirse, que ha hecho un trabajo igual de formidable que el de su padre. Sonríe con más ímpetu. Se recarga en mí. Lo abrazo lo más fuertemente que puedo. Le beso la frente. Suspira. Volvemos a esperar.

Sentadas a un lado, observo a una madre con su hija. Le acaricia su cabeza y le pregunta a la niña de qué tamaño va a querer dejarse el cabello cuando le crezca. La niña le dice que tan largo que le llegue has-ta los pies, que se quiere hacer trenzas y otros días lo quiere dejar suelto. No tengo el atrevimiento de decir-le algo, pero en mi mente deseo que así sea. La imagi-no corriendo y jugando junto con mi hijo. Los dos en el parque haciendo construcciones en la tierra, colum-piándose, bajando por la resbaladilla. Me los imagino sucios de tanto jugar. Su madre y yo platicando mien-tras les preparamos el baño para limpiarlos. Las dos secando, peinando y desenredando sus cabellos. Veo a nuestros hijos comiendo helados, el de ella verde, de pistache; el de mi niño multicolor, de napolitano.

Pasaron dos horas, Salvador se despierta, me dice que tiene hambre. Saco de mi bolsa la torta que hice antes de salir de casa. La divido a la mitad. Se chorrean un poquito los frijoles, limpio con el papel de estraza. Comemos lentamente los dos. Le doy del té de man-

Page 197: Miradas artísticas sobre la pandemia

196

zanilla. Se termina ambos y se vuelve a dormir. Un sueño profundo lo envuelve. Le agarro su manita para darle un beso. Vuelvo a colocar la mano encima de él, lo hago con cuidado para que no se despierte.

Mientras duerme comienzo a preocuparme, no quisiera escuchar malas noticias. Observo el cansancio en el rostro de todos los que están en la sala de espera. Probablemente así luzca también, no me he percatado de ello, no acostumbro a mirarme en el espejo. Así está bien, mi imagen no es importante en este momento. Ya tendré tiempo para arreglarme, y si no llega el tiem-po, recordaré que mi cabello enmarañado, mi cara cansada y sin maquillaje han sido por la mejor de todas las razones: el amor. Creo que todos en esa sala lo sabemos. Si no lo saben, ojalá que un día alguien se los haga saber.

Comienzo a planear un día de campo, no importa lo que pase. Será cuando termine lo del virus. Nos vamos los tres a un parque. Llevaré un mantel que tengo y lo pondré en el pasto, encima mi bolsa del mandado, la azul con blanco. Beto con mucho esfuer-zo juntó dinero para comprarme unos zapatos nuevos, porque los míos ya se están rompiendo. Postergaré la compra y con ello compraré arroz, papas, chorizo, huevo, rajas y tortillas para hacer unos tacos. Haré agua de limón. Tiene mucho que no salimos. Nos hace mucha falta ver la naturaleza, respirar el aire fresco, tocar el pasto, sentir la tierra entre los dedos. Acostar-nos, observar el azul del cielo, cubrir nuestros rostros con los brazos mientras observamos un tenue halo de luz solar.

Quiero preguntarle a mi esposo si hacemos un pastel, hace mucho que no celebramos cumpleaños. A mi niño le gusta mucho el de chocolate y le hemos

Page 198: Miradas artísticas sobre la pandemia

197

quitado el azúcar, pero una vez al año no hace daño. No me quedaré con las ganas de ese gusto. Adornaré la casa con globos, aunque sea poquitos. Cuando lle-guemos del parque será una fiesta sorpresa, por todas las que nos han faltado, por todo lo que no hemos sa-lido a pasear, por todo lo que no hemos disfrutado, por todo nuestro esfuerzo, por nosotros y por nuestro hijo. Tendré tiempo para planearlo todo, porque hoy, al volver de casa, no expondré más a mi hijo. Estará en casa.

Son las once de la mañana. Súbitamente, sale una enfermera y grita un nombre:

—Salvador Rodríguez Hernández.Me levanto hacía la peor de las esperas, los minutos

de camino hacia el consultorio, y, sobre todo, los se-gundos cuando el doctor responda si el cáncer ha desaparecido. Mientras caminamos me mira, le digo que no importa lo que pasé, todo estará bien.

Page 199: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 200: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

Page 201: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 202: Miradas artísticas sobre la pandemia

201

DESDE EL CRISTAL

GILBERTO VILLEGAS LÓPEZObra seleccionada, Poesía

Y de pronto todo se detuvo,

Y de pronto todas las puertas se cerraron, Los hubo

Aquellos que se negaron,

Los hubo aquellos que se burlaron.

También estuvieron los que dudaron, Los otros que el

miedo propagaron, Los hubo de todos y para todos.

Un día las puertas se cerraron, Las pantallas fueron

las ventas,

Donde todos, sin distinción de edades, Sus vidas

expusieron frente a un ruedo.

La gente al principio rio, Al principio no pensó,

Bailaron, cantaron, incluso planearon, Pues el mundo

es líquido y todo pasa.

Luego los días pasaron, Y la puerta no se abrió,

El encierro a las personas transformó, La violencia

de a poco los consumió.

La crisis de sus mentes se apoderó, La incertidumbre

los gobernó,

Page 203: Miradas artísticas sobre la pandemia

202

El miedo creció,

Uno a otro se violentó.

Luego intervino el Estado,

Pero ya nadie le creía, ya no había confianza. Y la

vida afuera aparentaba ser la misma…

Y la crisis se avecinó,

Y a los grandes monstruos al descubierto dejó,

Las cosas materiales perdían su valor,

Afuera… afuera el mundo vaciló.

Y desde mi ventana observo,

Observo a mis iguales volviéndose salvajes.

Observo a mis iguales en una lucha constante…

Conozco de sociedades que decaen pasada el alba,

Pero a pesar de la noche amarga,

Resurgen de entre las flamas.

Por ello guardo la esperanza de que al final, Cuando

la luz vuelva a brillar,

La sociedad un nuevo rumbo tomará,

Y bailarán, y cantarán, y reirán, y vivirán…

Page 204: Miradas artísticas sobre la pandemia

203

CUANDO TODO ESTO ACABE, VOY A CONQUISTARTE

JUAN FRANCISCO MUÑIZObra seleccionada, Poesía

Cuando todo esto acabe voy a conquistarte, Porque

has abusado del poder para crear excusas perversas

Y hacer del poder que te delegamos, una política del

miedo

¿Quiénes necesitan de gobiernos así?

*

Cuando todo esto acabe voy a conquistarte,

Porque en el confinamiento florecen las necesidades

más básicas y no las que nos impone

un comercio injusto

¿Cuántas necesidades son creadas?

*

Cuando todo esto acabe voy a conquistarte,

Porque entendimos que la libertad y la justicia social

son pilares interdependientes en que se funda

un solo puente.

¿Quiénes necesitan radicalismos?

*

Page 205: Miradas artísticas sobre la pandemia

204

Cuando todo esto acabe voy a conquistarte, Porque el

calor del encierro y las sequías, nos exigen hoy

Defender la vida y medio ambiente.

¿Será el cambio climático una ficción?

*

Cuando todo esto acabe voy a conquistarte,

Porque entendimos que en tiempos tan horribles

es aún más horrible no cuestionarse,

no indignarse, no involucrarse.

¿Cuándo todo esto acabe, quiénes quieren

reencontrarse?

Page 206: Miradas artísticas sobre la pandemia

205

VOLVEREMOS

RICARDO JAVIER GUZMÁN GARCÍAObra seleccionada, Poesía

Cómo debo sentirme. Si extraño mis rumbos a pie.

Cómo sentir, al ver la plaza acordonada.

La historia en pausa en las banquetas.

Ni está el balón —sol pobre—, que apenas hace un mes

a patadas cañoneaba los portones entre risas.

No niego haber sentido el miedo (Pues es natural

y soy humano) Sincronizado a la polémica política;

alguna s plataformas como brazo armado.

Es que en algunas pantallas el pánico está de oferta.

Para rellenar los huecos que el encierro escarba,

porque el siniestro hasta la crisis vende.

No oculto que me he acabado un plato de uñas.

Los días con la cara enterrada entre las palmas.

Memorizando la sintomatía multiplicaba los insomnios.

Cuando los ojos por las paredes se resbalan.

No tuve más, que replegarme al pensamiento

¿Es que la primavera se quedó esperándonos?

Page 207: Miradas artísticas sobre la pandemia

206

Y luego escucho que cantan desde los balcones.

Esperanza

Voces que no conozco en lugares que no he pisado.

Como una mano que vence las brumas del espanto.

Y miro los cielos sin humo con sus nubes

imparables. Y esas voces abolen el discurso

timorato.

Y escucho a las aves nítidas atravesando los horarios.

Libres de mesura. Reclaman los nidos, como una

promesa. Como un atril en los cables inauguran

las mañanas.

Y frente a mí, por la ventana, imponen la primavera.

Y pienso en la vida afuera, el verde retomando

el mundo. Aunque el año parece tambalearse,

aún es certero el futuro. Y pienso en ti y los tuyos,

y yo y ellos, y todos juntos.

No dejemos que el temor se instale en la familia, más

que un miembro, como un muro.

Y no olvides a aquellos cuyo hogar es su presidio,

O al que clava la rodilla y reza. A quien da vueltas

la cabeza

O al que duerme sometido.

No todo el que padece, así lo ha decidido.

No olvidemos la música entre los callejones.

Ni aquellos nombres nuevos.

Ni los rostros por montones.

Page 208: Miradas artísticas sobre la pandemia

207

Vamos a minar el miedo, Vencer al demonio en turno.

Pinta los nuevos paisajes, esculpe las nuevas fuentes.

Acaba la torre de libros

pendiente

la cita con el espejo, porque también se la deben.

Descansa del cálculo exhaustivo del tiempo. Piensa

en los héroes, en hospitales insomnes. Tantos

rostros, tantos nombres.

Las ovaciones sinceras, y las sirenas, como adioses.

No olvides, más limpias que nunca. Nuestras manos

al unirse de nuevo, anidarán amores.

Y volveremos. Con ese algo que ya germina entre

nosotros. Y brotará imparable.

¿Puedes decirme que se acabaron los asombros?

No, el cine y su fin del mundo, poco saben

del nosotros. Tú no olvides, “Volveremos”.

Y yo voy a esperar, yo te espero a ti y a todos.

Por cariño, ya veremos, volveremos a darnos la mano

Prometamos abrazos sin saber un nombre.

Sin saber decirnos “¡Hola!”.

Todos serán “hermana”-”hermano”.

Page 209: Miradas artísticas sobre la pandemia

208

PROCESIONES DE COLOR

FRANCISCO GLEN CHÁVEZObra seleccionada, Poesía

Como procesión en luto,

El silencio inunda de tristeza la avenida,

Las calles que anduvimos,

Las calles que pisamos.

El viento invade las aceras

Dando vuelcos que si bien,

Nunca se ven,

Sí se sienten en las cabelleras despeinadas

De los niños que hoy no están,

De los viejos que hoy no están,

De la gente que hoy no está

¿Dónde está la gente?

Se preguntan las palomas,

Se preg unta el perro negro

Que perseguía bicicletas,

Veloces bicicletas, audaces bicicletas

La lluvia invade las aceras,

Golpea las bardas de los edificios apagados,

Nadie corre, nadie existe

No se ven,

Page 210: Miradas artísticas sobre la pandemia

209

Son invisibles,

Pero están ahí,

Estamos ahí,

Confinados,

Con la fe de que todo estará bien,

Con la fe de que saldremos nuevamente

Y haremos procesiones de colores

Y el viento silbará muchas canciones…

Y el viento nos despeinará otra vez.

Volverá la lluvia

Y las palomas volarán

Y los perros seguirán persiguiendo bicicletas,

Veloces bicicletas, audaces bicicletas.

Page 211: Miradas artísticas sobre la pandemia

210

EN EL ENCIERRO Y LA DISTANCIA

RAYMUNDO PÉREZ GONZÁLEZObra seleccionada, Poesía

Entre el encierro y soledad nos encontramos

La distancia fue un consejo

Uno que seguir, uno que traería bienestar

¿Cómo sobrevivir a todo ello?

A toda esta vorágine de situaciones complicadas

Que acrecientan el miedo y sentimientos

adversos

Hoy reflexiono al respecto y

Miro a mi alrededor

Y puedo observar todo con otra mirada,

distinto, más abierto

Hoy te veo, ¡más radiante que nunca!

Escucho tu risa, esa ris a que inunda una

habitación

Conversamos y no pierdo detalle alguno de

tu voz

Ya no hay barreras, sólo la distancia

Aquella aconsejada y que estoy dispuesto

a pagar

Porque es una muestra de mi amor por ti

Porque es una muestra de que me importas

Hoy valoro los más ínfimos pormenores

De todo a mi alrededor

Page 212: Miradas artísticas sobre la pandemia

211

Y estoy consciente de todo lo que me perdí

Hoy miro hacia afuera admirado porque la belleza

No sólo se encuentra allá, a lo lejos…

El encierro me ha traído más que miedo

e individualidad

Él me ha acercado a ti, me acercó a mí.

Page 213: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 214: Miradas artísticas sobre la pandemia

213

ÍNDICE DE ILUSTRACIONES

CUENTOS INFANTILES

Ernesto Miranda Meléndez, Abuela torbellinoLitzy Aguirre, Anyer Hernández y Edson Flores (ilus-traciones), El día que los astronautas salvaron al abueloEmelyn Domínguez Jiménez y María Luna Mesén (ilustraciones), Los niños del Covid19

ILUSTRACIONES Y FOTOGRAFÍAS

1. Yahaira Ilse Urzúa, “A través de la ventana”. Men-ción honorífica, Fotografía.

2. Irma Reyes Almanza, “Frágil frontera de la realidad”.3. Lucía Jeannette Flores Mejía, “Enfrentan virus sin

casa, agua y jabón’”.4. Yasmin Guadalupe Pech, “¿Qué podemos hacer?”.5. Julio César Colín, “¡Quédate en casa!”.6. Gabriel Guevara, “Quédate en casa”.7. Amanda Rodríguez, “Abrazo”.8. Rodolfo Esquivel, “Cabeño y su perro”.9. Natalia Blanco, “Volveremos a abrazarnos”.

Page 215: Miradas artísticas sobre la pandemia

214

10. Mario Olarte Martínez, “La suerte de abajo”. Men-ción honorífica, Fotografía.

11. Juan Francisco Díaz, “Los sin nombre”.12. José Miguel Martínez, “Si puedes...”.13. Elizabeth Martínez, “El privilegio de estar en cua-

rentena”.14. Yeraldine Medellín, “Los olvidados por el Covid-19”.15. Abril García, “En memoria”.16. Hugo Borges, “Preservando la vida”.17. Aldo Agreda, “Hermanos en pie de lucha”.18. Rabelo Díaz, “Cuando la necesidad es mayor al

miedo por la enfermedad”.19. Erick Iván del Castillo, “Agua y jabón”.20. César Alain Torres, “En busca de algo”.21. Zurisaddai González González, “Volar desde aden-

tro”. Primer lugar, Fotografía.22. Denisse Alejandra Michel Ponce, “La vida por la

ventana”. Tercer lugar, Fotografía.23. Lilian Hernández, “Interiorizar la existencia”.24. Sofía Maas, “Foránea exiliada”.25. Arnoldo Fuentes, “Los extraño”.26. Adriana Vázquez, “Tarea en tiempo de aislamiento”.27. Clara Montaño Bautista, “Contraste”.28. Brenda Muñiz, “Te extraño”.29. Daniel López Echeverría, “Esperanza en el confi-

namiento”.30. Miriam Ramos, “Poder reír, en momentos difíciles”.31. Patricio Oseguera Garibay, “Paseo de la Reforma

durante la cuarentena”. Segundo lugar, Fotografía.32. Alfredo Arellanos Juárez, “Y de pronto se acordó”.33. Juan Carlos Toriz Ruiz, “De cabeza”.34. Nahum Moreno, “Juntos podemos”.35. Ophelia Muñoz, “Más tiempo con mamá”.36. Leonora Flores, “El caos le cambió el ritmo al caos”.

Page 216: Miradas artísticas sobre la pandemia

215

37. Frida Yael Ibáñez Cárdenas, “SISU”. Segundo lugar, Ilustración.

38. Alejandro González, “Día del Niño 2020: Infancia en tiempo de Covid”.

39. Karen Lizbeth Fernández Sánchez, “Milagrito mexicano: la solidaridad”. Primer lugar, Ilustración.

40. Daniel Alejandro Ramírez Durón, “Preocupaciones”. Mención honorífica, Fotografía.

41. Diana Chavira, “México en manos de la ciencia”.42. Sofía Landgrave, “Inmerso en las sombras”.43. Axel Courcelle, “Conductores”.44. Carina Favela, “Libre”.45. Malely Linares, “Grietas de esperanza”.46. Fernanda Quio, “Primera línea de defensa. Nosotros”.47. Sara María Gálvez, “La confección del cuidado”.48. Querén Eréndira Amador Medina, “Juntos siempre”.

Mención honorífica, Ilustración.49. Katia Hernández, “De 2 a 3 caídas”.50. Mauricio Galicia, “Pandemia también es vida”. 51. Karla Ricárdez “Chila Killa”, “Floreciendo en casa”.

Tercer lugar, Ilustración.

Page 217: Miradas artísticas sobre la pandemia
Page 218: Miradas artísticas sobre la pandemia

217

SEMBLANZAS

Aguazal Producciones (CDMX, 2018) es una confluen-cia de distintos campos culturales que realiza in-vestigación y producción de proyectos de arte con-temporáneo, a partir de la construcción y el cultivo de vínculos comunitarios, y desde el intercambio de saberes, acciones y afectos. En 2019 realizó mul-ti_contacto. Creación y diversidad funcional, cuyo resultado fue la radionovela El rosario deshojado con personas ciegas, débiles visuales y normovisua-les en colaboración con el Centro Cultural de Espa-ña y la Secretaría de Cultura de la CDMX.

Querén Eréndira Amador Medina (CDMX, 2001) cursa el tercer semestre de la carrera de Diseño y Comu-nicación Visual en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Ha estudiado ballet, jazz, tap, piano y foto-grafía, con recitales tanto en México como en Es-tados Unidos, donde cursó algunos años de su educación. Maestra de inglés con especialidad en niños.

Litzy Aguirre (Morelos, 2001) y Anyer Hernández (Mo-re los, 2001) estudiaron la carrera técnica de labo-

Page 219: Miradas artísticas sobre la pandemia

218

ratorista clínico en el CBTiS núm. 194 y CBTiS núm. 76, respectivamente. Actualmente, cursan la licencia-tura de Médico Cirujano y Partero en el Instituto Politécnico Nacional. Independientemente de su gusto por las ciencias biológicas, Anyer se dedica al deporte y acondicionamiento físico. Por su parte, Litzy ha demostrado un gran desempeño en las ciencias exactas y ha participado en múltiples concursos enfocados a las matemáticas.

Alfredo Arellanos Juárez (CDMX, 1976) siendo hijo del reconocido director de fotografía Alberto Arellanos, inicia una carrera en cine en 1992 al participar como foto fija en diversas películas de la época, posicionándose como director de fotografía e ini-ciando en 2017 como productor independiente de la compañía PROFILMARE. Ha producido más de 18 películas, mismas que ha dirigido y fotografiado.

José Arreola (CDMX, 1982) es doctor en Estudios La-tinoamericanos por la UNAM. En 2018 obtuvo mención honorífica en el VIII Concurso de Tesis de Posgra-do sobre América Latina o el Caribe convocado por el CIALC-UNAM por la tesis doctoral “Ernesto Guevara, el Che. Un estudio de su literatura”. Tam-bién en 2018 resultó ganador del concurso de en-sayo a 50 años del 68, convocado por el Centro Cultural Tlatelolco de la UNAM. Textos suyos han sido publicados en el suplemento cultural La Jor-nada Semanal. Ha impartido clases como profesor de asignatura en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y actualmente es docente en el Tecnológico Universitario del Valle de Chalco (TUVCH).

Page 220: Miradas artísticas sobre la pandemia

219

Osfelip Bazant (1990) es egresado de la carrera de Lengua y Literatura Modernas Portuguesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Además de la creación literaria, se dedica a la docencia y corrección de estilo. Siente gran atracción por la poesía clásica y por autores como Petrarca y Eliza-beth Barrett. Ha sido ganador de “Mirando hacia delante”, 2019, y “Calzando tus zapatos aprendí”, 2020, en categoría de sonetos de “Concursos lite-rarios en español”, y obtuvo mención honorífica en el 38º concurso literario de la Universidad de So-rocaba, 2019.

Natalia Blanco (Saltillo, 1990) es artista visual y dise-ñadora. Su tema principal es la identidad norteña que la rodea. Es creadora del proyecto #amores-amorypunto, un movimiento comunitario de inter-vención callejera que visibiliza y crea conciencia sobre la diversidad y el respeto a las personas. Con su pieza “La Revolución del Color” fue acreedora al primer lugar en la XI Bienal de Plástica Joven Arte Nuevo de la Región Laguna del noreste mexi-cano en 2019, y con “Hombres muy hombres” fue seleccionada en el XL Encuentro Nacional de Arte Joven 2020 en Aguascalientes. Cuenta con exposi-ciones individuales y colectivas, así como murales e intervenciones urbanas en diversas ciudades de México y el extranjero. Además, es fundadora y directora del proyecto independiente La Panorámi-ca Editorial.

Hugo Borges (Mérida, 1980) estudió la licenciatura en publicidad en el Centro Universitario Interamericano en Mérida. Estudió Fotografía Profesional en el Ins-

Page 221: Miradas artísticas sobre la pandemia

220

tituto Superior de Arte Fotográfico de Buenos Aires. Es fotoperiodista para Telesur y AFP. Ha participado en diversos concursos de fotografía, obteniendo becas para exposiciones individuales y colectivas. Es miem-bro creador del colectivo Covid Península, el cual muestra a la pandemia dentro del sur de México.

Diana Chavira (Estado de México, 1994) es licenciada en Bioquímica Diagnóstica y maestra en Ciencias Bioquímicas por la UNAM. Estudia el doctorado en Ciencias Bioquímicas en la misma universidad y realiza proyectos de investigación científica en el Instituto Nacional de Medicina Genómica. Además de la ciencia, a Diana le gusta entrenar box y estu-diar idiomas, disfruta de la crianza y preservación de aves y está interesada en desarrollarse en el ámbito de la divulgación científica.

Francisco Glen Chávez es licenciado en Letras Hispá-nicas y maestro en CSH, ambas en la UAM. Es profe-sor de Literatura Universal y Literatura Mexicana e Iberoamericana en la Escuela Nacional Prepara-toria. Ha participado en diversas publicaciones para la UNAM y la UAM. Se desempeña también como mú-sico profesional, carrera con la cual ha grabado dos materiales discográficos con canciones de su auto-ría. Gracias a esto se ha presentado en diversos festivales masivos junto a grandes personalidades del mundo de la música. Ha realizado continua-mente talleres de creación literaria y composición de canciones en la ENP.

Carlos Eduardo Chávez Ortega (Cuautitlán Izcalli, 1997) estudia la licenciatura en psicología en la

Page 222: Miradas artísticas sobre la pandemia

221

UAEM. Realiza sus prácticas profesionales en la Je-fatura de la Mujer en el municipio de Zumpango. Sus principales áreas de interés en el ámbito de la lec-tura y escritura son aquellas que abordan la temá-tica LGBT+, la historia, el género y la poesía.

Julio Cesar Colín (CDMX, 2000) estudia la licencia-tura en Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Se de-dica aficionadamente a la pintura, la fotografía y el video. Su obra ha sido premiada, expuesta y reco-nocida en importantes recintos de la Ciudad de México, así como en el extranjero. Fue galardonado con el Premio de la Juventud de la Ciudad de Mé-xico 2020 al mérito artístico.

María Angélica Contreras Jiménez (CDMX, 1986) es-tudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Actualmente, trabaja en el área de Recursos Hu-manos del IMSS. La escritura y la meditación son dos pilares para la expresión de su universo interno. Encuentra en la soledad y la música una fuente invaluable de inspiración.

Axel Courcelle inició su carrera artística en 2017 con la exposición fotográfica de Tema Libre del Cole-gio de San Ildefonso. Desde entonces, ha partici-pado en diversas exposiciones colectivas en la Ciudad de México, entre ellas “Paralela” en Aguar-diente Galería. Asimismo, ha colaborado en mues-tras de arte en centros de cultura y recreación como “The Real Under” y “México+Me”, exposición co-lectiva de artistas mexicanos llevada a cabo en Dublín, Irlanda.

Page 223: Miradas artísticas sobre la pandemia

222

María Julieta Cruz Nieto (Chihuahua, 2013) es estu-diante, escritora y pintora. Cursa la primaria. En 2020 obtuvo el primer lugar en el concurso “Haga-mos un Cuento”. Seleccionada para ser publicada en el concurso “Decamerón 2020” por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Sus autores favoritos son Oliver Jeffers y Antoine de Saint Exupéry. Dentro sus intereses se encuentra promover los derechos de las niñas y los niños.

Erick Iván del Castillo (Torreón, 1989) es arquitecto por la Universidad Autónoma de Coahuila, estudió pintura de forma autodidacta y actualmente traba-ja en proyectos arquitectónicos enfocados al diseño de imagen y paisaje urbano. Ganó el Premio Muni-cipal de Juventud 2014 por su trabajo en el arte con jóvenes. Ha colaborado en proyectos del con-sejo Visión Metrópoli del IMPLAN-Torreón.

Emelyn Domínguez Jiménez (Coatzacoalcos, 1988) es egresada de la licenciatura en Ciencias de la Co-municación, ha laborado en medios de comunica-ción impresa, televisiva y radial. De igual forma ha incursionado en la Comunicación Gubernamental en el departamento de prensa de su localidad. Es autora de un libro de superación personal, El viaje de César (2020), distribuido en formato impreso y digital.

Rodolfo Esquivel (La Paz, 1998) estudió Artes Visuales en la Universidad Mundial campus La Paz. Ha par-ticipado en diversas exposiciones colectivas, como “Tzompantli” en el Consulado General de México en Guangzhou, China, y fue seleccionado en la IX

Page 224: Miradas artísticas sobre la pandemia

223

bienal de artes plásticas Carlos Olachea Boucsiéguez, al igual que en la exposición Fotosensible edición 2018. Es ganador del concurso de mural científico COSCYT 2017, participó como ilustrador en el libro Este viento de mar gigante, editado por la Univer-sidad Mundial, y ha obtenido premios en otras disciplinas como cuento y poesía.

Carina Favela es licenciada en antropología, fotógrafa autodidacta y empresaria. Obtuvo el Premio Diosa de la Luz categoría Glamour por trayectoria y por-tafolio, primer lugar en el concurso del Salón de la Foto Guadalajara; reconocimientos del periódico La Unión de Morelos y Mujeres Empresarias como fotógrafa y directora de portadas; tercer lugar en el concurso Temas en Imágenes de la revista Temas Antropológicos de la Universidad de Yucatán. Su trabajo se seleccionó en revistas especializadas de fotografía como Cuartoscuro, Fotozoom y PHOTO. Participó en exposiciones colectivas en México y realizó cinco individuales, tres en México y dos en Francia. Fue editora de la revista Consentidos. Columnista en la revista Somos Fotógrafas. En 2007 fundó la empresa de servicios fotográficos CF Stu-dio, donde es directora y fotógrafa.

Karen Lizbeth Fernández Sánchez (CDMX, 1998) es-tudió la licenciatura de Arte y Diseño de la Univer-sidad Nacional Autónoma de México, ENES campus Morelia. Sus medio principales son la ilustración a través del bordado, la gráfica, la pintura y medios digitales. Ha participado en múltiples exposiciones colectivas e individuales dentro de México, a me-nudo participa en ferias de arte y diseño y también

Page 225: Miradas artísticas sobre la pandemia

224

cuenta con presencia en residencias artísticas de muralismo, land art y litografía. Vive y trabaja en la ciudad de Morelia.

Leonora Flores (CDMX, 2000) es artista visual y antro-póloga. Estudia la licenciatura Antropología Social en la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha cursado diversos diplomados en fotografía, artes visuales y técnicas de impresión. Participado en diversos proyectos de difusión artística, como con la revista Punto en Línea de la UNAM. Leonora en-cuentra en la narrativa gráfica un medio para com-partir, comunicar y generar diálogos sobre proble-máticas contemporáneas.

Lucía Jeannette Flores Mejía es egresada de la licen-ciatura en Ciencias de la Comunicación con espe-cialización en comunicación política por la UNAM, y se dedica a la fotografía desde hace 7 años. Actual-mente, es fotógrafa para El Financiero y es funda-dora de Obturador MX. Formó parte de la exposición “La mirada, la cámara, la luz y la fotografía desde nosotras” que reunió a tres generaciones de foto-periodistas que se expusieron en las rejas de Chapul-tepec. También fue seleccionada para exponer en la primer bienal Internacional de Fotoperiodismo de Sinaloa.

Juan Francisco Muñiz (1984) es ciudadano del mundo, con gran interés y vocación desde su adolescencia por la poesía. Trabaja en un poemario denominado Un Corazón Cíborg Para la Humanidad, y en una novela corta llamada: El Cielo en una Pastilla.

Page 226: Miradas artísticas sobre la pandemia

225

Sara María Gálvez es licenciada en Ciencias de la Co-municación por la UNAM. Ha participado en proyec-tos de cine y fotografía independientes. Algunas de sus obras fotográficas han sido expuestas en distin-tos recintos de la capital (Museo Nacional de las Culturas Populares-INAH, Metro de la CDMX, Cen-tro Cultural del México Contemporáneo, REPSA-UNAM y Mi croteatro México). Cuenta con algunas publi-caciones de cine, entre ellas, el guion literario “La caja negra” en el libro titulado Sur de la editorial Jíbaro, así como, un artículo sobre Luis Buñuel en la Revista El ojo que piensa de la Red de Investiga-dores de Cine (Redic).

Abril García (CDMX, 1986) estudió la licenciatura de Di seño Gráfico en la Facultad de Estudios Superio-res Acatlán. Obtuvo una presea en el Certamen “Envase y embalaje”, organizado por la AMEE (Aso-ciación Me xicana de Empaque y Embalaje). Actual-mente se desempeña como Diseñadora Sr. en la empresa Oscar Hackman. Le gusta la fotografía y la música. Fortaleció sus conocimientos de fotogra-fía en sus primeros años de experiencia laboral al lado de los fotógrafos mexicanos Mao Carrera y Manuel Escareño.

Mariana Gómez Vargas (CDMX) estudió la licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales en la UNAM. Actualmente se encuentra investigando y redactan-do su tesis de licenciatura con el tema de patrimo-nio industrial. Interesada en la difusión cultural y conservación del patrimonio cultural. A manera de pasatiempo escribe cuentos y participa en un pod-cast narrando cuentos de diversos autores.

Page 227: Miradas artísticas sobre la pandemia

226

Zurisaddai González González es egresada de la ca-rrera de Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Desarrolla proyectos fotográficos independientes y escribe secretos en sus tiempos libres. Ha partici-pado en diversas exposiciones colectivas, entre las que destacan: Encuentros en el Museo Nacional de la Acuarela, Generación en Metro Copilco, así como la presentación de su fotolibro Biomas en el Museo UNAM Hoy.

Alejandro González, mejor conocido como Celaya, es un artista plástico mexicano con estudios en Ar-quitectura por la UNAM. Se tituló con la tesis ‘Vivienda progresiva en San Gregorio, Xochimilco’ aportando su proyecto para la reconstrucción de una vivienda afectada por el sismo del 19S. Alumno invitado en 2014 por el Politecnico di Torino en Turín, Italia, para participar en el taller interdisciplinario de ‘Riqualificazione della città consolidata’. Su último trabajo comprende una colaboración con el artista sanmiguelense Alejandro Trejo para un mural en el restaurante La Bikina en la CDMX.

Ricardo Javier Guzmán García (Xalapa, 1990) estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Ve racruzana. Actualmente se desempeña como traductor y corrector de estilo. En 2016 obtuvo el primer lugar en el Certamen Nacional de Poesía José Emilio Pacheco con el poemario De la grieta. Ha recibido diversos reconocimientos por su participa-ción en convocatorias de artes visuales y literatura.

Katia Hernández (Mazatlán, 1987) es ingeniera bioquí-mica con maestría en Ciencias Ambientales. Su

Page 228: Miradas artísticas sobre la pandemia

227

vocación son las artes plásticas y visuales. Desde 2016 realizó múltiples cursos de pintura, dibujo y grabado en el CEART y el IPBA bajo la dirección de artistas locales y nacionales. Cuenta con una ex-posición individual y 24 exposiciones colectivas (22 nacionales y 2 internacionales), destacando la Trienal de Arte Gráfico y el concurso 20 de noviem-bre edición 2019, realizadas en Cuernavaca y San Luis Potosí, respectivamente. Actualmente labora en las Escuelas de Iniciación Artística Asociadas como maestra de artes plásticas.

Lilian Hernández (CDMX, 1987) estudió Diseño y Co-municación Visual en la UNAM. Actualmente es fotó-grafa independiente y cofundadora de Brigada Infor-mativa Altavoz, medio independiente formado desde 2012. Su trabajo se ha enfocado principalmen-te en los movimientos sociales en México y la bús-queda del amor por los cuerpos naturales femeninos y la relación con las emociones. Además de fotógra-fa, es diseñadora gráfica y le gusta la pintura y el bordado; asimismo, es emprendedora de un pro-yecto de comida saludable que comenzó en el 2020.

Gloria G. Herrera Mendoza (CDMX, 1962) desde joven simpatizó con el movimiento de izquierda y explo-ró diversas actividades culturales: cursó talleres y participó en obras de teatro con Amanda Obregón y el grupo independiente TECLA. Fue promotora cultural en la UVYD-19 de Septiembre y con Jorge Pantoja. También promovió a Nina Galindo y otros artistas rupestres. Escribe y publica, en su blog personal, poesía y textos cortos sobre su cotidiani-dad como ama de casa, madre y ciudadana.

Page 229: Miradas artísticas sobre la pandemia

228

Frida Yael Ibáñez Cárdenas (CDMX, 2000) estudia la carrera de Diseño y Comunicación Visual en la Fa-cultad de Diseño en Xochimilco de la Universidad Nacional Autónoma de México. Le gusta y practica música, canto, baile y deportes como la natación. Ha hecho pequeños diseños para microempresas especializados en el deporte, como equipo de na-tación o crossfi t.

Sofía Landgrave (CDMX, 1999) es estudiante de Filo-sofía en la FFYL de la UNAM y voluntaria en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. Ha participado en eventos como Hagamos un Milagro de por aire 2014. Es miembro activo del Taller “La imagen del Rinoce-ronte” (TIR) y del Seminario de Poesía y Filosofía Antigua (Sepofi) de la FFYL.

Malely Linares es periodista, fotógrafa y licenciada en Ciencias Sociales por la Universidad Distrital Fran-cisco José de Caldas, es maestra en Estudios Lati-noamericanos y especialista en Negociación y Ges-tión de Conflictos Políticos y Sociales por la UNAM. Es doctorando en Estudios Latinoamericanos (UNAM) y en Educación y Comunicación Social en la Uni-versidad de Málaga. Sus principales líneas de inves-tigación son: Estado y sociedad: instituciones, procesos políticos y movimientos sociales en Amé-rica Latina; procesos de paz como construcción social y la cultura en la formación de identidades.

Sofía Maas (CDMX, 1995) estudió Desarrollo Territorial con especialización en gestión ambiental en la ENES-UNAM en León. Actualmente se desempeña como asistente de dirección en la Ruta de la Seda. Ha

Page 230: Miradas artísticas sobre la pandemia

229

participado en diversos concursos de Guanajuato y nacionales, como el Encuentro Nacional de Jóve-nes Creativos organizado por el Injuve en 2018. Ha apoyado en diversos diplomados, voluntariados y prácticas de investigación en Michoacán, Guana-juato y Oaxaca. Ha colaborado en diversas revistas locales de autores emergentes como Revista Golfa y El Blog de los Estudiantes de la UNAM.

José Miguel Martínez (CDMX, 1998) es estudiante de la licenciatura en Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, así como de la licen-ciatura en Ciencias Políticas en la UAM Iztapalapa. Es flautista desde temprana edad, ha participado en conciertos de música mexicana en diversos eventos culturales. Le apasiona el fotoperiodismo, ve en la fotografía un medio por el cual visibilizar y dejar constancia de las problemáticas sociales que enfrentamos en la actualidad.

Laura Olimpia Martínez Ramírez (Guanajuato, 1992) es politóloga feminista. Estudió Ciencia Política en la UAM unidad Iztapalapa. Se desempeña como defen-sora de derechos humanos y acompaña procesos que buscan justicia, verdad y memoria. Hace investigación con perspectiva de género, escribe para vivir, vive para escribir. Apasionada de la fotografía y la poesía.

Emma del Carmen Martínez Yanes (CDMX, 1996) es escritora, ensayista y poeta. Sus temas giran alre-dedor del feminismo y la crítica social. Es cofun-dadora del colectivo poético “Tinta Verde”. Ha publicado en medios impresos y digitales tales como: “Lammadame”, “Pórtico”, “La Barraca”, “Rigor Mor-

Page 231: Miradas artísticas sobre la pandemia

230

tis”, “Féminas”, y “Mundo nuestro”. Fue ganadora del segundo lugar en el concurso “Miradas artísticas sobre la pandemia: de la paranoia a la solidaridad” del PUEDJS con su ensayo lúdico “Manual para el encierro”. Fue seleccionada para trabajar como escritora en el proyecto “Voces tras la tela”, que busca expresar de manera artística la desaparición forzada en México, su texto fue mostrado a manera de exposición en la galería Lago Tanganica 67.

Yeraldine Medellín (Acayucan, 1997) es estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Euro Hispanoamericana de Xalapa, Veracruz. Colabora con diversos colectivos femi-nistas, así como en proyectos de fotografía docu-mental, dentro de su comunidad. Además de las ciencias sociales, se mantiene vigente en el activis-mo en diferentes causas sociales. Considera a la fotografía un medio importante de expresión y concientización social.

Raúl Mendoza Justo (CDMX, 1973) estudió psicología en la UNAM, Facultad de Estudios Superiores Iztaca-la. Desde hace 22 años reside en la región de Te-huacán Puebla, realizando trabajo comunitario en una organización civil en la región Mixteca. Impar-te clases en universidades en las áreas de psicología social y educativa. Colabora como coordinador educativo del Museo del Agua. Agua Para Siempre en la difusión de una cultura para el desarrollo sustentable integral.

Denisse Alejandra Michel Ponce (Torreón, 1983) estu-dió en la Universidad Iberoamericana la Carrera de

Page 232: Miradas artísticas sobre la pandemia

231

Diseño Industrial, titulándose con la tesis Cómo montar un taller de joyería de plata; ha tomado cursos de cerámica, joyería de plata, fotografía y un curso en Emprendedores Torreón. Trabaja en Dise-ño de Joyería en Rodio Chapa de Oro. Le gusta la expresión plástica y disfruta mucho captar con su cámara momentos especiales que representen algo significativo en su vida y la de su familia.

Nahum Moreno (CDMX, 1985) es ilustrador y artista de cómic, egresado de la carrera de Diseño de la Comunicación Gráfica (UAM-X). Colabora para una amplia gama de proyectos de animación, cinema-tográficos, editoriales y culturales. Fue director de arte en Abismal, cortometraje de animación en VR (GIFF, VR Fest y Shorts México 2017). Fue selec-cionado oficial del concurso de cartel “Invitemos a leer” para la FILIJ 39 y en el proyecto “40 artistas en cuarentena” de la imprenta S. A. R. A. Ha par-ticipado en exposiciones colectivas en México, España y Japón.

Brenda Muñiz (Oaxaca, 1994) estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad José Vasconcelos de Oaxaca. Le gusta la fotografía y escribir. En 2019 participó en el concurso “Te creo en corto” orga-nizado por el DIF, en el que desempeñó los papeles de producción y actuación. Ese mismo año también contribuyó con un artículo de opinión en la segunda edición de la revista Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP), asimismo colaboró con la revista Puerto Libre en la Feria de libro en 2016. Actualmente se desempeña como community manager político.

Page 233: Miradas artísticas sobre la pandemia

232

Ophelia Muñoz (CDMX, 2014) es estudiante de prima-ria en la escuela Estado de Guanajuato. Hija de un diseñador gráfico y una pedagoga, creció inmersa en libros de dibujo y pintura. A los cuatro años mostró inclinaciones por el dibujo, en especial por la técnica de acuarela. Ha tomado algunos cursos en línea. En ocasiones busca a sus personajes en las formas de las nubes.

Mario Olarte Martínez (CDMX, 1991) estudió la carre-ra técnica de auxiliar fotógrafo, laboratorista y prensa en la UNAM. En 2018 tuvo su primera expo-sición individual con el título: Chiapas: la identidad rebelde, en la que documentó a la comunidad tzel-tal zapatista de La Garrucha en la Selva Lacandona. Desde 2019 colabora en el suplemento cultural “Ojarasca” de La Jornada.

Patricio Oseguera Garibay (CDMX, 2000) es estudiante del tercer semestre de cinematografía en la Univer-sidad de la Comunicación, y músico por la Facultad de Música de la UNAM. Fundó y dirige Amech Films, mediante la cual ha realizado varios proyectos audiovisuales, entre los que destacan Recuerdos de un eclipse, documental disponible en FilminLatino, La piña y la manzana, videos comerciales y cor-porativos para marcas como Santa Clara, Armo Diseño, Agrega+, y videoclips para Franco Paolo Ciangherotti, PrimoSon y Mexfutura.

Yasmin Guadalupe Pech (Mérida, 1997) se certificó como conferencista en la Embajada Business Inno-vation Institute of America Laboratory de Mérida, Yucatán. Estudió danza clásica en la “Academia de

Page 234: Miradas artísticas sobre la pandemia

233

Danza Raque”. Estudia Artes Visuales en la Facul-tad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán. Dio su primera conferencia, titulada La magia de tu voz, a través de un webinar en 2020. Presentó una conferencia en el evento virtual “He-rramientas SIN LÍMITES para hablar en público”. Participó en la exposición de obras de arte para el evento “Vísperas de la noche blanca” en la Galería 37 en 2019. En 2015 se presentó como cuerpo de baile y productora de vestuario en la obra En los huesos de La Catrina.

Raymundo Pérez González (CDMX, 1982) estudió Trabajo Social en la UNAM. Se desempeña como empleado en el ramo de servicios. Ha colaborado en prácticas escolares trabajando con jóvenes en diversos temas, que van desde la prevención de las drogas hasta la orientación vocacional en ins-tituciones de nivel primaria y secundaria en la CDMX.

Rosario Pinelo (CDMX, 1963) estudió Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Colabora para la revista digi-tal teatroydanza.com y administra la página Visi-tando Museos en Facebook. Ha sido reportera de la fuente cultural en medios como la revista Tiempo Libre y el Canal 11. Fue guionista de Televisión Educativa del IPN y coordinadora editorial de la revista de danza DCO. Además de escribir, disfruta el baile, el yoga y el tai chi.

Fernanda Quio (Estado de México, 2001) es egresada de la Escuela Nacional Preparatoria Número 2 “Eras-

Page 235: Miradas artísticas sobre la pandemia

234

mo Castellanos Quinto”. Cursa la carrera de Diseño y Comunicación Visual de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Ha participado en diversas con-vocatorias para la categoría de arte y diseño. Además del dibujo digital, gusta de la técnica de acuarela, los perros, la historia y la música en inglés.

Daniel Alejandro Ramírez Durón (1998) realizó sus estudios profesionales de Ingeniería en Sistemas Computacionales en el Tecnológico de Saltillo. Se desempeña como Tester en la Compañía “Introid Inc.” en Ramos Arizpe, Coahuila. En 2019 obtuvo el tercer lugar en el concurso de fotografía “Agua para todos” y Mención Honorífica en el concurso “Mirada Crítica a los Alimentos que Consumimos”.

Miriam Ramos (CDMX, 2001) estudia la carrera de Di-seño y Comunicación Visual en la Facultad de Arte y Diseño. Ha participado en dos concursos de foto-grafía. Quiere mezclar la fotografía y la animación además de tener un gusto por la cultura oriental. Sus directores de cine favoritos son Guillermo del Toro, Tim Burton y Hayao Miyazaki.

Irma Reyes Almanza es mexicana, pintora y grabadora. Realizó la Licenciatura en Educación Artística en Morelia. Inició sus estudios formales de dibujo, pintura y grabado en 1979, en el Taller Escuela de Artes Plásticas Manuel Pérez Coronado de Uruapan. Ha expuesto individual y colectivamente en varias ciudades de México, Estados Unidos, Alemania, Uruguay, Corea del Sur, Argentina y Chile. Desde 1980 es docente en el área de dibujo, pintura y grabado en instituciones educativas y en diversos

Page 236: Miradas artísticas sobre la pandemia

235

proyectos de artes para niños de educación especial, en situación de calle y en comunidades.

Karla Ricárdez “Chila Killa” (Oaxaca, 1991) es una artista visual egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. Se dedica a la escultura, ilustración y piezas de bor-dado contemporáneo. Ha recibido premios por parte de la Facultad de Bellas Artes de la Universi-dad Autónoma de Querétaro, impartido talleres de verano en la ENPEG “La Esmeralda” y expuesto su obra en diversos lugares como el Museo Regional de Querétaro; la Biblioteca Vasconcelos, la Galería metropolitana, la Galería Central de Centro Nacio-nal de las Artes y en las áreas abiertas de Antara Fashion Hall en CDMX.

Annete Angélica Rivera Vera (Puebla, 1992) estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Trabaja en su primera novela. Además de la literatura le gusta la fotografía y tocar el piano. Fue estudiante becada en la Universidad de Groningen. Ha dedi-cado gran parte de los últimos años a viajar y a escribir sobre sus experiencias.

Carla Jiovanna Ruiz Juárez (Torreón, 1990) estudió Sociología en la Universidad Autónoma de Coahui-la. Es auxiliar de investigación en proyectos inde-pendientes y colabora con el Departamento de Investigación e Intervención Socioambiental de la Universidad Autónoma de Coahuila. Se hizo acree-dora de la beca Financiarte en 2009. En 2013 fue coautora del libro “Propuestas para desarrollar capital social entre las organizaciones de la sociedad

Page 237: Miradas artísticas sobre la pandemia

236

civil”. Participó como columnista para el diario Milenio Laguna en la sección “Género en su Tinta” y como ponente en diversos congresos nacionales.

Eduardo Sabugal Torres (Puebla, 1977) es escritor de cuento y guion, maestro en Lengua y Literatura Hispanoamericana. Catedrático en la coordinación de Filosofía y Literatura y en la de Ciencias de la Comunicación, en la Universidad Iberoamericana Puebla. En 2010 la Secretaria de Cultura del Esta-do de Puebla publicó su primer libro de cuentos, Involuciones. Su segundo libro Liquidaciones se publicó en el 2012 en el Fondo Editorial Tierra Adentro. Ganador en 2014 del 14vo Concurso Nacional de Cortometraje del Imcine. Es productor de radio, y colaborador de varias revistas dedicadas a la crítica literaria. Actualmente cursa el doctora-do en literatura hispanoamericana en la BUAP, con un estudio sobre la figura del proletariado en la literatura mexicana del siglo XX.

Ángela Atenas Sánchez Camacho (Puebla, 1986) rea-lizó sus estudios en bibliotecología y estudios de la información en la UNAM. Se ha especializado en la historia y estudio del libro antiguo. Ha participado en la investigación de diferentes proyectos edito-riales como De libros ingeniosos y un manuscrito de la Biblioteca Palafoxiana (2018). Becaria del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Puebla (2019-2020). Seleccionada en el concurso internacional de arte COVID-19, con-vocada por la Fundación Matilde Tamayo de Bar-celona y Wentworth Norton. Seleccionada en la exposición internacional de arte Poética del Color

Page 238: Miradas artísticas sobre la pandemia

237

en la galería Víctor Humareda Gallegos Puno de Perú.

Diego Alonso Sánchez Tec (Querétaro, 1992) estudió la licenciatura en diseño industrial en la Universi-dad Autónoma de Querétaro, al igual que la Maes-tría en Creación Educativa. Actualmente se desem-peña como profesor en la misma universidad en las facultades de Ingeniería y Bellas Artes. Amante de la poesía y las letras, además de ser entusiasta de los videojuegos, la fotografía, el teatro y cualquier otro espacio donde acontece la expresión.

Arturo Sarmiento Tamayo (Tlaxcala, 1949) estudió para ingeniero mecánico naval y para ingeniero geógrafo en la Heroica Escuela Naval Militar de Antón Lizardo, Veracruz. Se graduó como Guardia-marina del Cuerpo General de la Armada de México en el año de 1973. Actualmente está retirado de la Armada de México. Uno de sus libros favoritos es un compendio de poemas de Homero de Portugal, Manuel Acuña, Juan de Dios Peza, Salvador Díaz Mirón, Amado Nervo, Sor Juana Inés de la Cruz, entre otros. Radica en un ranchito a una hora de Morelia.

Xicoténcatl Servín (CDMX, 1994) estudió filosofía en la UNAM. Realiza una investigación sobre posthuma-nismo para su proyecto de maestría. Además de dedicarse a la filosofía es ensayista y escribe poesía, género en el que ha sido distinguido en diversos premios nacionales. Sus principales intereses prác-ticos y filosóficos se orientan al pensamiento orien-tal, en especial en el pensamiento budista.

Page 239: Miradas artísticas sobre la pandemia

238

Bladimir Tapia Neri (Puerto Vallarta, 1994) estudió la licenciatura de psicología en el Centro Universita-rio de la Costa. Cuenta con un diplomado orienta-do a la psicología forense. Ha participado en diver-sos eventos de poesía realizados en su localidad, además de ser colaborador en la revista de autores emergentes Piensa libre. En 2018 obtuvo el tercer lugar de poesía en el concurso Letras saladas. Será incluido en la antología poética Cauces de la mano de Biblioteca los mangos en honor a la riqueza ecosistémica de la región.

Juan Carlos Toriz Ruiz (CDMX, 1977) es músico auto-didacta. Participó en varios proyectados musicales siendo el más destacado el grupo de rock Vacas Flacas. Dirige su propio proyecto de difusión cul-tural llamado RadioTregua, en internet y en dife-rentes plataformas digitales, dándole difusión a proyectos artísticos.

Cesar Alain Torres (CDMX, 1992) estudió artes digita-les, multimedia y fotografía. Desde niño tuve mucho interés en el medio del cine y arte. Ha realizado cursos de cinematografía en el Cenart.

Yahaira Ilse Urzúa (Guadalajara, 1997) estudió psico-logía en la Universidad de Guadalajara. Estudia un posgrado en arteterepia con enfoque humanista avalado por la asociación de psicólogos de la pro-vincia de Córdoba, Argentina. Ha participado en exposiciones de fotografía y pintura.

Adriana Vázquez (CDMX, 1989) estudia el último año de la carrera de Arte y Diseño, en la ENES plantel

Page 240: Miradas artísticas sobre la pandemia

239

Morelia. Su formación incluye varios talleres en la Academia de San Carlos. Participó en la Exposición Colectiva en la Casa cultural José Ma. Velasco y en la exposición” Dibujo de la Figura Humana” en el Cen-tro de la Juventud Arte y Cultura Futurama. Co la boró en el 6to taller móvil de gráfica tradicional FAD Taxco.

Ana Sofía Villalobos García (Guadalajara, 1997) estu-dió la licenciatura en gestión cultural en el Institu-to Tecnológico de Estudios Superiores de Occiden-te. Actualmente trabaja de manera independiente como gestora de proyectos artísticos y culturales en su ciudad. Ha participado en concursos de ora-toria estatal, quedando dentro de los primeros lu-gares. Le gusta practicar las danzas populares mo-dernas, además de escribir.

Gilberto Villegas López (Nicolás Romero, 2001) es un joven interesado en los fenómenos políticos y so-ciales. Actualmente es estudiante de Ciencias Po-líticas y Administración Pública en la UNAM. Ha participado en distintos proyectos sociales, mode-los parlamentarios y en concursos literarios, como el Concurso Caminos de la Libertad para Jóvenes. Además de la poesía, le apasiona la filosofía y prac-tica violín.

Page 241: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

I

ABUELA TORBELLINO

ERNESTO MIRANDA MELÉNDEZMención honorífica, Cuento

Page 242: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

II

Page 243: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

III

Page 244: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

IV

Page 245: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

V

EL DÍA QUE LOS ASTRONAUTAS SALVARON AL ABUELO

LITZY AGUIRRE Y ANYER HERNÁNDEZILUSTRADO POR EDSON FLORES

Mención honorífica, Cuento

Page 246: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

VI

A to

dos

los

astr

onau

tas

que s

igue

n lu

chan

do p

ara

salv

ar e

l mun

do y

aq

uello

s qu

e se c

onvi

rtie

ron

en

estr

ella

s.

Page 247: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

VII

Hac

e 3 s

eman

as m

i abu

elo

com

enzó

a

sent

irse

muy

mal

, no p

odía

re

spir

ar y

me a

sust

é muc

ho.

Mi m

amá

habl

ó in

med

iata

men

te a

l ho

spita

l y a

los

poco

s m

inut

os

llega

ron

unos

para

llev

árse

lo.

¡Hol

a! M

e lla

mo

Edu

y es

tá es

la h

isto

ria

del

día

que

los

astr

onau

tas

salv

aron

a m

i ab

uelo

.

Page 248: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

VIII

Mam

á di

ce q

ue n

o son

ast

rona

utas

per

o a m

í m

e gus

ta c

reer

que

sí, s

u tr

aje

es b

lanc

o co

mo

la n

ieve

, y ll

evan

más

cara

s es

peci

ales

par

a qu

e no

veam

os s

u ca

ra.

Pero

todo

s lo

s dí

as le

escr

ibo

cart

as…

Los

aastr

onau

tas s

e lle

varo

n al

ab

uelo

al h

ospi

tal y

des

de en

tonc

es n

o lo

hem

os v

isto

.

Page 249: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

IX

A v

eces

qui

sier

a se

r G

ab,

a ve

ces

quis

iera

ser

un

aastr

onau

ta

para

abr

azar

al a

buel

o y d

ecir

le

que v

uelv

a a

casa

.

En el

edi

fici

o vi

ve G

ab, é

l es

aastr

onau

ta,

todo

s lo

s dí

as s

e va

muy

tem

pran

o y ll

ega

muy

tard

e; m

amá

le d

a m

is c

arta

s pa

ra

que s

e la

s de

al a

buel

o.

Page 250: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

X

La a

buel

a y

yo s

alim

os to

das

las

tard

es a

l

balc

ón p

ara

darl

e gra

cias

a lo

s aas

tron

auta

s c

uand

o vu

elve

n a

casa

.

Page 251: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XI

La a

buel

a di

ce q

ue a

lgun

as p

erso

nas

conf

unde

n a

los

astr

onau

tas

con

mon

stru

os

y le

s tie

nen

mie

do, m

i pap

á es

una

de

esas

per

sona

s, ta

l vez

le h

ace f

alta

cr

eer e

n lo

s sú

per h

éroe

s.

Los

aastr

onau

tas s

on b

ueno

s,

ello

s cu

idan

al a

buel

o par

a qu

e vu

elva

a c

asa

y ta

mbi

én n

os

cuid

an a

nos

otro

s.

¡¡Loos

ast

rona

utas

son

ssu

perhh

éroe

s

ssalv

ando

el m

undo

!

Page 252: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XII

¡¡Los

ast

rona

utas

han

salv

ado a

l abu

elo!

Hoy

hab

lam

os p

or v

ideo

llam

ada

con

el a

buel

o, lo

s aas

tron

auta

s nos

di

jeron

que

vue

lve

dent

ro d

e 4 d

ías

y es

o m

e pon

e muy

feliz

.

¡Por

fin

podr

é abr

azar

lo!

Page 253: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XIII

El a

buel

o nos

dijo

que

hay

muc

hos

aastr

onau

tas e

n do

nde e

stá,

que

todo

s lo

s dí

as lo

cui

dan

y si

mpr

e est

án a

l pe

ndie

nte d

e él.

Le d

ijo a

mi p

apá

que n

o er

an

mon

stru

os y

no

debi

a

preo

cupa

rse .

Page 254: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XIV

Por p

rim

era

vez

vi a

mi p

apá

feliz

con

lo q

ue d

ecía

n lo

s

aast

rona

utas

y co

n lo

que

dec

ía el

abu

elo,

tant

o qu

e

él m

e ayu

dará

a h

acer

un

cart

el p

ara

ello

s.

La a

buel

a y

mi m

amá

hará

n ot

ro c

arte

l y u

n pa

stel

par

a da

rle l

a bi

enve

nida

a m

i abu

elo.

Page 255: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XV

Falta

n 2

días

par

a qu

e el a

buel

o vu

elva

,

¡est

oy m

uy fe

liz!

H

oy d

ecid

í hac

er u

na c

arta

, es

la u

ltim

a ca

rta

que e

scri

bo p

ero n

o es

par

a el

abu

elo;

es

para

Gab

y to

dos

los

astr

onau

tas…

Page 256: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XVI

¡G

racias

por

ser m

is su

perh

éroe

s!

Page 257: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XVII

El abue

lo se fu

e con lo

s astron

autas

y volvio

a casa

, feliz, r

adiant

e bril

lando

cual co

meta a

lucinan

te.

Otros n

o vuelve

n, a mi

me gu

sta cree

r que

se fue

ron con

los ast

ronaut

as par

a conve

rtirse e

n estre

llas,

aquella

s que ve

o desd

e mi ba

lcón,

aquella

s que to

das las

noche

s bril

lan a l

o lejos

en la o

scurida

d.

Brilla,

brilla,

brilla,

cual co

meta,

Brilla,

brilla,

brilla c

ual est

rella…

El día q

ue los

astrona

utas sa

lvaron

al abue

lo.

El abue

lo se fu

e con lo

s astron

autas

y volvió

a casa

, feliz, r

adiant

e bril

lando

cual co

meta al

ucinant

e.

Otros n

o vuelve

n, a mi

me gu

sta cree

r que

se fue

ron con

los ast

ronaut

as par

a conve

rtirse e

n estre

llas,

aquella

s que ve

o desd

e mi ba

lcón,

aquella

s que to

das las

noche

s bril

lan a lo

lejos en

la oscu

ridad.

Bri

lla, bri

lla, bri

lla, cua

l comet

a, Bri

lla, bri

lla, bri

lla cua

l estrel

la…

Page 258: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XVIII

LOS NIÑOS DEL COVID19

EMELYN DOMÍNGUEZ JIMÉNEZ ILUSTRADO POR MARÍA LUNA MESÉN

Tercer lugar, Cuento

Page 259: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XIX

Existió una vez un planeta que agonizaba, ya no tenía

suficiente oxígeno, su aire estaba contaminado, sus ríos

y mares llenos de basura. Sus animales estaban murien-

do, sus pulmones que eran los árboles fueron arrancados

de raíz para construir grandes ciudades.

Page 260: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XX

Sus habitantes intentaban en un último esfuerzo mejorar

sus hábitos, reciclando, cuidando el agua, eliminando

bolsas de plástico y desechables de sus vidas, pero era

tarde, seguía enfermando de gravedad.

Page 261: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXI

Un día el planeta ya no pudo aguantas más —¡Cof,

cof!— una estruendosa tos hizo salir de sus entrañas un

virus que se esparció por el aire en gotitas de saliva.

Extrañamente, los animales podían soportarlo. Ellos los

transportaban sin sufrir consecuencias, pero pronto pasó

a los humanos y rápidamente se extendió de persona en

persona. Lo llamaron coronavirus.

Page 262: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXII

La gran mayoría de la población comenzó a enfermar.

Los más fuertes soportaban las fiebres, falta de aire,

dolores de cuerpo; los débiles tenían que ser atendidos en

los hospitales. Los humanos tuvieron que resguardarse;

mientras los superhéroes se pusieron batas blancas

para salir a la batalla.

Page 263: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXIII

Coronavirus buscaba a los niños y los ancianos que

eran los más valientes para poder infectarlos. Si alguien

enfermo les daba la mano o un beso, sería suficiente

para enfermarlos y vencer. Entonces, los papás para

protegerlos los escondieron.

Page 264: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXIV

Se cerraron las escuelas, los parques y las plazas.

No se podían celebrar los cumpleaños. En las casas

se jugaba y se hacían tareas.

Page 265: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXV

Todos tenían que quedarse escondidos y lavarse

las manos varias veces al día para matar al virus,

el agua y el jabón eran la mejor arma.

Muchos no podían permanecer en casa,

así que enfermaron y enfermaron a sus familias

sufriendo las consecuencias, tal como le pasaba

al planeta, los pulmones de los humanos

no resistían el mal del coronavirus.

Page 266: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXVI

Las personas tuvieron que detener su ritmo de vida,

dejaron sus trabajos, de salir a las calles, se ponían

máscaras azules para no ser reconocidos por el malvado

coronavirus. Entonces, cuando pararon fábricas,

comercios, transportes, el planeta comenzó

a sentirse mejor.

Page 267: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXVII

Los árboles florecieron, el cielo volvió a ser azul, el aire

estaba limpio, los animales eran libres y aparecían en

las calles, sin tráfico, sin ruido, sin personas. Ahora los

humanos podían ver a los animales desde su ventana.

Los ríos y los mares de nuevo eran transparentes y

llenos de vida marina. ¡El mundo estaba sanando!

Page 268: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXVIII

Hubo personas que dieron su vida por pelear contra

el coronavirus. Su sacrificio sirvió para que los humanos

se dieran cuenta de la importancia de cuidar su planeta,

de cambiar sus hábitos para que éste no volviera

a enfermar. El planeta estaba feliz porque

al menos por ahora estaba ¡vivo!

Page 269: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXIX

Poco a poco el malvado virus comenzó a debilitarse con

la fuerza de la sana distancia y la buena higiene de los

humanos. Trabajando juntos lo vencieron y los niños

regresaron sin miedo a sus escuelas y a jugar

a los parques con sus amigos.

Los niños nunca olvidarían que fueron valientes héroes

el día en que simplemente “se quedaron en casa”.

FIN

Page 270: Miradas artísticas sobre la pandemia

CUENTOS INFANTILES

XXX

Cuando la pandemia se esparció por todo el mundo,

hubo un sector de la población que fue encerrado

por semanas: los niños.

Muchos pequeños no entendían la magnitud

del problema; algunos pasaron sus cumpleaños

en aislamiento, sin su familia ni sus amigos,

con la ilusión de fiestas que habían planeado

por meses que fueron suspendidas.

Se crearon tutoriales, escritos ilustrados para

explicarles la emergencia, pero todos eran muy técnicos,

con explicaciones que no estaban en el lenguaje de los

más pequeños, ni en su imaginación, que no dejaban

una huella en el corazón de quienes representan

el futuro de la humanidad.

Así surge el cuento corto Los niños del Covid19.

Si dejas la vida de una persona

mejor que como la encontrares

es suficiente para dejar un legado.

AUTOR DESCONOCIDO

Page 271: Miradas artísticas sobre la pandemia

I. EL MUNDO CAMBIÓ

XXXI

1. Yahaira Ilse Urzúa, “A través de la ventana”.

Mención honorífica, Fotografía.

Page 272: Miradas artísticas sobre la pandemia

I. EL MUNDO CAMBIÓ

XXXII

2. Irma Reyes Almanza, “Frágil frontera de la realidad”.

3. Lucía Jeannette Flores Mejía,

“Enfrentan virus sin casa, agua y jabón'”.

Page 273: Miradas artísticas sobre la pandemia

I. EL MUNDO CAMBIÓ

XXXIII

4. Yasmin Guadalupe Pech, “¿Qué podemos hacer?”.

Page 274: Miradas artísticas sobre la pandemia

I. EL MUNDO CAMBIÓ

XXXIV

5. J

uli

o C

ésar

Col

ín, “

¡Qu

édat

e en

cas

a!”.

Page 275: Miradas artísticas sobre la pandemia

I. EL MUNDO CAMBIÓ

XXXV

6. Gabriel Guevara, “Quédate en casa”.

Page 276: Miradas artísticas sobre la pandemia

I. EL MUNDO CAMBIÓ

XXXVI

7. Amanda Rodríguez, “Abrazo”.

8. Rodolfo Esquivel, “Cabeño y su perro”.

Page 277: Miradas artísticas sobre la pandemia

I. EL MUNDO CAMBIÓ

XXXVII

9. Natalia Blanco, “Volveremos a abrazarnos”.

Page 278: Miradas artísticas sobre la pandemia

I. EL MUNDO CAMBIÓ

XXXVIII

10.

Mar

io O

lart

e M

artí

nez

, “L

a su

erte

de

abaj

o”. M

enci

ón h

onor

ífic

a, F

otog

rafí

a.

Page 279: Miradas artísticas sobre la pandemia

II. LOS QUE PUEDEN QUEDARSE EN CASA Y LOS QUE NO

XXXIX

11. Juan Francisco Díaz, “Los sin nombre”.

Page 280: Miradas artísticas sobre la pandemia

II. LOS QUE PUEDEN QUEDARSE EN CASA Y LOS QUE NO

XL

12. José Miguel Martínez, “Si puedes...”.

13. Elizabeth Martínez,

“El privilegio de estar en cuarentena”.

Page 281: Miradas artísticas sobre la pandemia

II. LOS QUE PUEDEN QUEDARSE EN CASA Y LOS QUE NO

XLI

14. Yeraldine Medellín, “Los olvidados por el Covid-19”.

15. Abril García, “En memoria”.

Page 282: Miradas artísticas sobre la pandemia

II. LOS QUE PUEDEN QUEDARSE EN CASA Y LOS QUE NO

XLII

16.

Hu

go B

orge

s, “

Pre

serv

ando

la v

ida”

.

Page 283: Miradas artísticas sobre la pandemia

II. LOS QUE PUEDEN QUEDARSE EN CASA Y LOS QUE NO

XLIII

17. Aldo Agreda, “Hermanos en pie de lucha”.

Page 284: Miradas artísticas sobre la pandemia

II. LOS QUE PUEDEN QUEDARSE EN CASA Y LOS QUE NO

XLIV

18. Rabelo Díaz, “Cuando la necesidad es mayor

al miedo por la enfermedad”.

Page 285: Miradas artísticas sobre la pandemia

II. LOS QUE PUEDEN QUEDARSE EN CASA Y LOS QUE NO

XLV

19. Erick Iván del Castillo, “Agua y jabón”.

Page 286: Miradas artísticas sobre la pandemia

II. LOS QUE PUEDEN QUEDARSE EN CASA Y LOS QUE NO

XLVI

20. César Alain Torres, “En busca de algo”.

Page 287: Miradas artísticas sobre la pandemia

III. REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

XLVII

21.

Zu

risa

ddai

Gon

zále

z G

onzá

lez,

“V

olar

des

de a

den

tro”

. Pri

mer

luga

r, F

otog

rafí

a.

Page 288: Miradas artísticas sobre la pandemia

III. REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

XLVIII

22. Denisse Alejandra Michel Ponce, “La vida por la

ventana”. Tercer lugar, Fotografía.

Page 289: Miradas artísticas sobre la pandemia

III. REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

XLIX

23. Lilian Hernández, “Interiorizar la existencia”.

24. Sofía Maas, “Foránea exiliada”.

Page 290: Miradas artísticas sobre la pandemia

III. REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

L

25. Arnoldo Fuentes, “Los extraño”.

Page 291: Miradas artísticas sobre la pandemia

III. REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

LI

26. Adriana Vázquez, “Tarea en tiempo de aislamiento”.

27. Clara Montaño Bautista, “Contraste”.

Page 292: Miradas artísticas sobre la pandemia

III. REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

LII

28.

Bre

nda

Mu

ñiz

, “Te

ext

rañ

o”.

Page 293: Miradas artísticas sobre la pandemia

III. REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

LIII

29. Daniel López Echeverría,

“Esperanza en el confinamiento”.

Page 294: Miradas artísticas sobre la pandemia

III. REMEDIOS PARA LA SOLEDAD

LIV

30. Miriam Ramos, “Poder reír, en momentos difíciles”.

Page 295: Miradas artísticas sobre la pandemia

IV. EL TIEMPO PASA DISTINTO

LV

31. Patricio Oseguera Garibay, “Paseo de la Reforma

durante la cuarentena”. Segundo lugar, Fotografía.

Page 296: Miradas artísticas sobre la pandemia

IV. EL TIEMPO PASA DISTINTO

LVI

32. Alfredo Arellanos Juárez, “Y de pronto se acordó”.

33. Juan Carlos Toriz Ruiz, “De cabeza”.

Page 297: Miradas artísticas sobre la pandemia

IV. EL TIEMPO PASA DISTINTO

LVII

34. Nahum Moreno, “Juntos podemos”.

Page 298: Miradas artísticas sobre la pandemia

IV. EL TIEMPO PASA DISTINTO

LVIII

35. Ophelia Muñoz, “Más tiempo con mamá”.

Page 299: Miradas artísticas sobre la pandemia

IV. EL TIEMPO PASA DISTINTO

LIX

36. Leonora Flores, “El caos le cambió el ritmo al caos”.

Page 300: Miradas artísticas sobre la pandemia

IV. EL TIEMPO PASA DISTINTO

LX

37. Frida Yael Ibáñez Cárdenas, “SISU”. Segundo lugar,

Ilustración.

Page 301: Miradas artísticas sobre la pandemia

IV. EL TIEMPO PASA DISTINTO

LXI

38.

Ale

jan

dro

Gon

zále

z, “

Día

del

Niñ

o 20

20: I

nfa

nci

a en

tie

mpo

de

Cov

id”.

Page 302: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXII

39. Karen Lizbeth Fernández Sánchez, “Milagrito

mexicano: la solidaridad”. Primer lugar, Ilustración.

Page 303: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXIII

40.

Dan

iel A

leja

ndr

o R

amír

ez D

uró

n, “

Pre

ocu

paci

ones

”. M

enci

ón h

onor

ífic

a, F

otog

rafí

a.

Page 304: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXIV

41.

Dia

na

Ch

avir

a, “

Méx

ico

en m

anos

de

la c

ien

cia”

.

Page 305: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXV

42. Sofía Landgrave, “Inmerso en las sombras”.

43. Axel Courcelle, “Conductores”.

Page 306: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXVI

44.

Car

ina

Fav

ela,

“L

ibre

”.

Page 307: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXVII

45.

Mal

ely

Lin

ares

, “G

riet

as d

e es

pera

nza

”.

Page 308: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXVIII

47. Sara María Gálvez, “La confección del cuidado”.

46. Fernanda Quio, “Primera línea de defensa. Nosotros”.

Page 309: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXIX

48. Querén Eréndira Amador Medina, “Juntos siempre”.

Mención honorífica, Ilustración.

Page 310: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXX

49. Katia Hernández, “De 2 a 3 caídas”.

Page 311: Miradas artísticas sobre la pandemia

V. SALDREMOS ADELANTE

LXXI

50. Mauricio Galicia, “Pandemia también es vida”.

Page 312: Miradas artísticas sobre la pandemia

LXXII

51. Karla Ricárdez “Chila Killa”, “Floreciendo en casa”.

Tercer lugar, Ilustración.

Page 313: Miradas artísticas sobre la pandemia

Cuando la pandemia y la cuarentena empezaron, parecía que el mundo se iba a desmoronar. Para algunos el aislamiento trastocó lazos afectivos; para otros la necesidad de salir de casa se

volvió una auténtica pesadilla. A pesar del dolor y de la incertidumbre, no hemos dejado de pensar y luchar por los otros, de crear, amar y transformar. Las obras incluidas en este libro son una muestra de la creatividad humana y representan una mirada de esperanza que se sobrepone al miedo.

Esta compilación surgió del concurso “Miradas artísticas sobre la pandemia. De la paranoia a la solidaridad”, organizado por el PUEDJS de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es una búsqueda para preservar la vida a partir de la solidaridad, el amor y los cuidados, la cual brinda un espíritu abierto para el bien común. Este libro ofrece una oportunidad para una catarsis colectiva.

El Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM es una iniciativa nueva, llena de energía, creatividad y compromiso, que sueña con la posibilidad de alcanzar verdaderos procesos de democracia en México. Busca combinar la investigación científica del más alto nivel con un intenso trabajo de vinculación y divulgación hacia la comuni-dad universitaria y la sociedad. Su objetivo es sacudir conciencias y participar en la construcción de soluciones prácticas a los grandes problemas nacionales.