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MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS - 1 - Mirande, Jacqueline Arturo Y Los Caballeros De La Tabla Redonda

Mirande, J - Arturo y Los Caballeros

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Arturo y los Caballeros

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  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 1 -

    Mirande, Jacqueline

    Arturo

    Y

    Los Caballeros De La Tabla Redonda

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    Indice

    Arturo .................................................................. 3 El Nacimiento De Arturo .......................................................... 4

    Arturo Llega A Ser Rey ........................................................... 5

    El Matrimonio De Arturo ......................................................... 6

    Los Caballeros De La Tabla Redonda ........................................ 7

    Perceval El Galo ................................................... 9 Perceval Y El Caballero Bermejo ............................................ 10

    Perceval Se Hace Caballero .................................................... 12

    Perceval En El Castillo De Blancaflor ..................................... 13

    Perceval En El Pas Del Rey Pescador ................................... 16

    Perceval Y El Orgulloso De La Landa .................................... 18

    Vuelta Al Lado De Arturo ....................................................... 20

    Lancelot Du Lac ...................................................23 Llegada De Lancelot A La Corte Del Rey Arturo ...................... 24

    La Infancia De Lancelot ......................................................... 25

    Lancelot En El Guardin Doloroso .......................................... 27

    Galehaut, Seor De Las Islas Lejanas .................................... 31

    El Valle Sin Retorno ............................................................. 33

    La Traicin De Morgana ........................................................ 35

    La Muerte De Arturo Y Lancelot............................................. 36

    Quieres Saber Ms? ...........................................38 Origen De Las Leyendas ........................................................ 39

    Los Personajes, Lugares Y Objetos De Las Leyendas .............. 40

    El Mundo De La Caballera, Feudal Y Cristiana ...................... 41

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    Arturo

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    El Nacimiento De Arturo

    Un hombre extrao, llamado Merln, viva en el reino de Bretaa, de esto

    hace muchsimo tiempo. Se le llamaba el Encantador, pues posea cientos de

    poderes, todos ellos extraordinarios. Conoca el pasado, predeca el porvenir, poda

    tomar no importa qu apariencia, levantar una torre por alta que fuera, caminar

    sobre un estanque sin mojarse los pies, hacer surgir un ro, un castillo, un paisaje...

    En fin, Merln el Encantador era un mago.

    Tena mucho aprecio al rey de Gran Bretaa, Uter Pendragn, a quien haba

    ayudado a reconquistar su trono, despus de que el traidor Voltiger le hubiera

    expulsado de l.

    Un buen da, el rey decidi casarse. Dio una gran fiesta en su castillo de

    Camelot, en el Pas de Gales.

    Todos los seores de los alrededores acudieron con sus esposas e hijas.

    Entre ellos estaba el duque de Tintagel y su mujer, la bella Igerne. Desde

    que el rey la vio, se enamor de ella locamente.

    Pero la bella Igerne quera a su marido y el rey se desesperaba

    mortalmente. Llam a Merln en su ayuda y le expuso su tormento.

    -Seor -dijo Merln-, si os ayudo, vos me daris lo que os solicite, ahora o

    ms adelante, sea lo que sea?

    El rey lo prometi.

    Entonces Merln hizo preparar los caballos y parti con l hacia el castillo

    de Tintagel.

    Cuando llegaron a la vista de la muralla fortificada ya era tarde. Haba

    cado la noche, oscura, sin estrellas ni luna.

    Merln cogi una mata de hierba y orden al rey frotarse la cara. l

    obedeci y vio con estupor cmo sus rasgos y su cuerpo se haban convertido en

    otros absolutamente parecidos a los del duque de Tintagel!

    Todos fueron engaados: los centinelas que, creyendo reconocer a su seor,

    bajaron el puente levadizo, los sirvientes de armas, los criados y... la bella Igerne

    que, tomndolo por su marido, pas la noche con l. El rey, ms enamorado que

    nunca, parti por la maana. Ahora bien, la semana no haba acabado cuando se

    conoci la muerte del duque.

    Haba muerto en combate esa misma noche, cuando la bella Igerne le haba

    credo de vuelta.

    Por eso, ella se qued muy asombrada, pero no se atrevi a confiarlo a

    nadie. Desde ese momento qued viuda; el rey entonces pidi su mano. Ella

    acept. No obstante, por honestidad, ella le cont cmo una cierta noche muy

    sombra haba credo ver a su marido.

    El rey sonri, pero ella le cont que de aquella noche extraa iba a nacer un

    nio.

    En aquel momento el rey suspir, pues no poda revelarle su superchera.

    Entonces decidieron guardar en secreto este nacimiento.

    Un nio naci.

    Merln, entonces, se present ante el rey y le record su promesa.

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    El mago quera llevarse al nio. El rey se lo dio. Merln se lo confi a uno

    de los ms nobles caballeros del reino, Antor. Su propia esposa lo amamant al

    mismo tiempo que a su propio hijo, Keu.

    El nio fue llamado Arturo y nadie sospechaba el fabuloso destino que le

    esperaba.

    Arturo Llega A Ser Rey

    Arturo tena diecisis aos y viva todava con Antor, que le educaba como

    a su propio hijo, cuando muri el rey Uter Pendragn.

    El reino qued sin heredero y una tierra sin dueo no vale nada! Los

    grandes barones, como no se ponan de acuerdo sobre la eleccin de un nuevo Rey,

    mandaron llamar a Merln para pedirle consejo.

    -Dinos a quin escoger! Tienes nuestra confianza.

    Merln, despus de haber reflexionado respondi.

    -Pronto ser Navidad. Reunid para esta fiesta a todos los nobles del reino y

    esperad el signo que Dios os enviar.

    As pues, la vspera de Navidad todos se reunieron en Logres, alrededor del

    arzobispo. Antor haba acudido con Arturo y su hijo Keu.

    Cada uno de ellos esperaba el signo que Merln haba anunciado. Entonces,

    la maana de Navidad, todos vieron delante del portal una gran piedra cuadrada.

    Venida de dnde? Nadie lo saba! Unos decan: Del Cielo!, otros: Del

    Diablo!

    El arzobispo se aproxim. Una espada estaba clavada en la piedra hasta la

    cruz1 y en su empuadura

    2 llevaba grabado en letras de oro: El que pueda

    sacar la espada ser Rey. Todos los nobles comenzaron a disputar para saber quin sera el primero

    en intentar la empresa, tan fcil como pareca! Pronto quedaron desengaados.

    Ninguno pudo sacar la espada.

    Los jvenes miraban burlones a sus mayores.

    -Por qu no probamos tambin nosotros? -pregunt Arturo.

    Se le permiti hacerlo. Arturo avanz hacia la piedra. Agarr la espada.

    Tir. Sali tan fcilmente como si hubiera estado clavada en mantequilla.

    Todos miraban estupefactos. La hoja de la espada brillaba como un montn

    de velas encendidas. Llevaba grabado su nombre: Excalibur. Los nobles barones, recuperados de su asombro, grueron: cmo era

    posible que este hombrecito, que ni siquiera era todava caballero3 y cuyo

    nacimiento era oscuro, fuese el mismo designado por el Cielo?

    El arzobispo les apacigu.

    -Esperemos hasta la fiesta de la Candelaria.

    1 Reborde que se encuentra entre la hoja y la empuadura y que sirve para

    proteger la mano 2 Parte de la espada situada al principio de la hoja que se coge con la mano para

    sujetarla 3 Seor de noble cuna, que tiene tierras propias, admitido en la orden de la

    Caballera

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    Hubo que rendirse a la evidencia: tan slo Arturo poda sacar la espada

    clavada en la piedra.

    El signo del Cielo estaba claro. Pero los nobles no cedan todava.

    Pidieron a Arturo aplazar la ceremonia de la coronacin4 que le hara Rey

    hasta Pentecosts5. De esa manera, pensaban, tendran tiempo para juzgarle.

    Aconsejado por Merln, que haba permanecido cerca de l, Arturo acept.

    Se comport tan generosamente que se granje la estima de todos los

    nobles barones que, no pudiendo encontrar en su persona el menor defecto,

    debieron inclinarse ante l.

    Entonces, Merln revel el secreto de su nacimiento y cmo le haban

    elegido sin saber que era hijo del difunto Rey. La satisfaccin fue grande para

    todos.

    Arturo fue coronado Rey la maana de Pentecosts. Teniendo la espada

    Excalibur asida con ambas manos, la elev y jur hacer reinar sobre la Tierra, en la

    medida de sus fuerzas, la paz, la lealtad y la justicia.

    El Matrimonio De Arturo

    Bien pronto, el juramento hecho el da de su coronacin fue puesto a

    prueba.

    El rey de Carmlida, Lodagan, fue atacado tradoramente por su vecino, el

    temible Claudias de la Dserte.

    Lodagan estaba viejo y las fuerzas de los dos ejrcitos eran desiguales. Era

    de temer que fuera vencido.

    Sin embargo, Arturo dudaba si dejar su tierra para socorrer a Lodagan.

    Pero Merln, del que no poda prescindir por lo mucho que apreciaba su consejo, le

    convenci para que le prestara ayuda.

    As pues, Arturo parti acompaado de Merln y de cuarenta caballeros.

    Llegaron a Carmlida cuando empezaba el combate. Se advertan las

    primeras avanzadillas6 enemigas y el humo de los incendios. Merln despleg su

    pendn7 bordado con las figuras de una tortuga y un dragn que pareca escupir

    llamas. Arturo y sus compaeros se lanzaron a la batalla.

    Las lanzas chocaban, las espadas golpeaban los yelmos y escudos. Se

    creera escuchar el fragor de una tormenta!

    Los hombres de Lodagan pronto estuvieron en mala situacin. El mismo

    Rey cay a tierra, con su caballo muerto de un golpe de venablo. Los enemigos le

    rodeaban. Estaba perdido! Pero Merln vigilaba. Dio un silbido. Se levant un

    violento viento que hizo arremolinarse una oleada de polvo que ceg a los

    soldados de Claudias, los cuales huyeron y, para completar la derrota, el dragn

    pintado sobre el pendn de Merln se puso a escupir verdaderas llamas sobre las

    tiendas enemigas que en seguida se abrasaron.

    4 Ceremonia por la que la Iglesia confirma la soberana del rey

    5 Fiesta cristiana celebrada el sptimo domingo despus de Pascua

    6 Grupos de exploradores que se adelantan al grueso de las tropas de un ejrcito en

    campaa 7 Bandera de un seor en la guerra

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    Despus de esta victoria, el rey Lodagan condujo a Arturo, sus cuarenta

    caballeros y Merln hasta su palacio. Su hija, la bella Ginebra, estaba all para

    recibirles.

    A ella le gust Arturo desde el primer momento en que le vio. Y l, por su

    parte, no poda apartar la mirada de sus trenzas rubias y sus ojos risueos.

    Merln, que conoca el porvenir, sonri divertido. Saba que aquellos dos

    pronto se haran novios y que la bella Ginebra sera Reina al lado de Arturo. Lo

    cual sucedi despus de un tiempo.

    Un bello da de verano, delante de todos los barones de los dos reinos

    reunidos, los nobles, los burgueses y el pueblo, Ginebra se cas con Arturo. Se

    bail al son de los violines, de las flautas y de los caramillos8. Se consumi un

    gran festn. El vino corri a raudales. Fue una hermosa boda, que la gente record

    durante mucho tiempo.

    Los Caballeros De La Tabla Redonda

    Algn tiempo despus de su matrimonio con Ginebra, el rey Arturo decidi

    dar una fiesta el da de Pentecosts. Invit a todas las personas de su Corte y a

    todos los caballeros, acompaados de sus esposas e hijos.

    Incluso acudieron personajes de los reinos vecinos, porque el renombre de

    Arturo era muy grande. Y grande tambin su curiosidad! Pues el rey Arturo haba

    dicho que en ese da seran escogidos los doce caballeros admitidos a ocupar plaza

    alrededor de la famosa Tabla Redonda.

    Esta mesa era un regalo de Merln y, en una poca donde todas las mesas

    eran alargadas, sorprenda su forma redonda. Esta forma permita que no existiera

    cabecera de mesa ni puestos ms humildes9 y todos se sentaban como iguales. A

    unos, la mesa les recordaba el crculo que formaban alrededor de su Rey los

    guerreros celtas10

    de los primeros tiempos; a otros, la redondez del Sol y la Luna.

    Merln lo explicaba muy bien. Y todos, reunidos al lado del Rey en este da

    de Pentecosts, le escuchaban relatar el porqu de esta tabla y la maravillosa

    historia del Grial.

    El Grial era una copa misteriosa que haba contenido la sangre de Cristo y

    que Jos de Arimatea haba legado al rey Bron y a sus descendientes.

    -El Grial est en ese pas -precis Merln-. En el reino del rey Pescador.

    Pero l no confiar la copa ms que a aquel que haya sabido encontrar su morada y

    respondido a las preguntas que le plantee. Slo un caballero, superando a todos los

    dems en honor y en lealtad, la conseguir. l se sentar entonces en el lugar

    decimotercero de esta mesa, que quedar sin ocupar hasta su llegada.

    Apenas haba terminado de hablar cuando sobre cada uno de los doce

    asientos apareci un nombre en letras de oro. Slo en el lugar decimotercero no

    haba nada escrito.

    8 Flauta compuesta de una sola caa horadada de agujeros

    9 El seor se instalaba en la cabecera de la mesa y los ms humildes al otro lado.

    La mesa, as, simbolizaba el respeto por la jerarqua 10

    Los celtas fueron un grupo de pueblos del siglo X al III antes de Cristo, cuya

    civilizacin se extenda por el sur de la Europa del Oeste

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    As, por vez primera aquel da, ocuparon los caballeros de la Tabla

    Redonda su lugar alrededor de la tabla, presidida por el rey Arturo. A partir de este

    momento se les conocera por este nombre.

    Poco despus, con gran tristeza del rey, Merln dej la Corte para siempre.

    Se iba a vivir a la Pequea Bretaa, en el bosque de Broceliande, junto al hada

    Viviana, a la que amaba. Ella haba aprendido de l ciertos encantamientos que la

    retenan prisionera en un crculo mgico. l hubiera podido romperlo, pero no

    quiso hacerlo y permaneci cerca de ella hasta su fin.

    En cuanto a los caballeros, uno tras otro intentaron la aventura y partieron

    en busca del rey Pescador y del Grial.

    La reina Ginebra haba encargado a cuatro clrigos del reino escribir sus

    aventuras.

    De esa manera entraron en la leyenda las hazaas de los ms clebres de los

    caballeros de la Tabla Redonda: Perceval el Galo y Lancelot du Lac.

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

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    Perceval El Galo

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    Perceval Y El Caballero Bermejo

    La primera vez que fue a la Corte del rey Arturo, Perceval era un buen

    mozo, hermoso de rostro y de noble cuna, pero medio salvaje.

    En efecto, su madre le haba educado en una aislada casa solariega del Pas

    de Gales sin decirle ni una palabra sobre la caballera y sin dejarle ver a un solo

    caballero (tanto tema que muriese en combate como haba sucedido con su padre

    y sus dos hermanos!). Pero un da, cuando cazaba en el bosque, encontr una tropa

    de caballeros que pertenecan a la Corte del rey Arturo.

    Perceval les contempl, primero boquiabierto, despus maravillado por sus

    espadas, sus armaduras y por lo que relataban de la Corte del Rey, todo ello cosas

    que hasta ese momento l desconoca.

    No tuvo ms que una idea: parecerse a ellos y partir l tambin a la Corte

    del rey Arturo.

    Su madre no pudo retenerle y cedi. Le prepar una gruesa camisa de pelo

    de cabra que ella misma haba tejido y unos calzones a la moda de Gales, a los que

    aadi un sayo y una capucha de cuero de ciervo. Despus le abraz llorando.

    -Hermoso hijo -dijo ella-, mi dolor por veros partir es muy grande. Nadie

    duda que el rey Arturo os tomar a su servicio y os dar las armas con las que tanto

    sois. Pero, cuando tengas que usarlas, cmo lo haris? No demasiado bien y eso

    me da miedo. Seris muy poco diestro, pues no se puede saber lo que no se ha

    aprendido...

    La madre dio un suspiro y continu

    -Sin embargo, escuchad. He aqu mis tres recomendaciones: honrad a las

    damas, seguid los consejos de los hombres experimentados y buenos, y rogad a

    Dios para que os conceda el respeto de todo el mundo y os conceda una buena

    muerte.

    El caballo estaba ya ensillado. Perceval abraz a su madre y parti.

    Cabalg desde la maana hasta el declinar del da y pas la noche en el

    bosque. Cuando despert vio a un carbonero conduciendo un asno. Le detuvo.

    -Cul es el camino ms corto para llegar a Camelot, el pas del rey Arturo?

    El carbonero se lo indic y Perceval lo sigui. Pronto pudo ver, dominando el mar,

    un bello y fuerte castillo. Un caballero sala de l, llevando en la mano derecha una

    copa de oro y en la izquierda su lanza y su escudo.

    Vesta una armadura bermeja11

    completamente nueva. A Perceval le gust

    mucho y, en su inocencia, pens que si se la peda al rey, la obtendra.

    Y todava ms ingenuamente le dijo al caballero:

    -Voy a la Corte a pedir al Rey vuestras armas.

    El caballero se puso a rer, pero Perceval se haba ido ya.

    En un santiamn lleg a la sala donde los caballeros estaban sentados

    hablando y bromeando. Slo el rey Arturo, sentado en el extremo ms lejano de la

    mesa, permaneca silencioso y pensativo.

    11

    De plata y recubierta de un bao de oro un poco rojo

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 11 -

    Perceval, ignorando las costumbres, avanz, todava montado en su

    caballo, y llev a la bestia tan cerca del Rey que ste, despertado de sus

    pensamientos, contempl a este joven desconocido que le saludaba, mirndole con

    sus ojos claros. El Rey vio que iba vestido a la moda de los galos y calzado con

    gruesos borcegues12

    . Por armas slo llevaba dos venablos. De pronto alrededor de

    la mesa, todos empezaban a burlarse de l.

    Cortsmente, el rey dijo:

    -Sed bienvenido. Si no respondo adecuadamente a vuestro saludo es porque

    la pena me impide hablar. Mi peor enemigo, el caballero Bermejo, ha venido aqu,

    me ha amenazado abiertamente y ha tenido la loca audacia de coger mi propia

    copa y volcar sobre la reina Ginebra todo el vino que contena!

    -Si es el caballero que he encontrado delante de la puerta y que se va con

    vuestra copa -dijo Perceval-, dadme sus armas, pues yo quiero ser el caballero

    Bermejo!

    Esto produjo muchas risas. Y Keu el senescal13

    , hermano de leche14

    del rey

    Arturo, siempre un poco celoso, agrio y presto a burlarse, dijo muy alto:

    -Id a quitrselas, amigo! No esperis! Son vuestras!

    Perceval no comprendi que se burlaba de l, pero el rey se enfad:

    -Keu! Os lo ruego! Os encanta decir cosas molestas. Para alguien de

    vuestra categora eso no est bien. Este muchacho puede ser de noble cuna y si no

    tiene an buenos modales, puede adquirirlos y llegar a ser un hombre de pro!

    En este momento Perceval repar en una bella joven sentada a la mesa y,

    recordando el consejo de su madre, le present sus respetos. Ella se ech a rer

    mirndole. Le pareca un poco loco, pero como lo encontraba hermoso, le dijo:

    -Si vives mucho tiempo, mi corazn me dice que en todo el vasto mundo

    ningn caballero te superar!

    Habl tan alto que todos pudieron escucharla y ella se ri de nuevo.

    Resulta que ella no haba redo desde haca seis aos. Keu, muy irritado

    con sus palabras, se abalanz y con la palma de la mano le dio un golpe tan fuerte

    que la tir al suelo. Al regresar a su lugar advirti la presencia del bufn del rey,

    que sentenciaba:

    -Siempre lo he dicho: esta chica no reir hasta el da en el que se encuentre

    con aquel que ser el campen de toda la caballera!

    El bufn estaba de pie cerca de la chimenea. Keu, lleno de clera y de

    despecho, le lanz de una patada al fuego. El bufn chill, la joven llor... y

    Perceval se march, sin ni siquiera un consejo y sin esperar ms, en busca del

    caballero Bermejo.

    El caballero haba posado la copa sobre una piedra gruesa y estaba sentado

    a su lado, esperando combate y aventura. Desde el momento en que Perceval le

    vio, le grit:

    -El rey Arturo os ordena que me deis vuestras armas!

    El caballero Bermejo mir de arriba abajo15

    a Perceval y dijo con

    desprecio:

    -Eres t el campen que l ha encontrado para defender su causa?

    12

    Calzado de tela o de piel, que cubre el pie y la parte inferior de la pierna 13

    Gran oficial real 14

    Se dice de los nios que, habiendo sido alimentados por la misma nodriza, son

    educados juntos 15

    Con desdn

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 12 -

    -Dejad al instante las armas -grit Perceval encolerizado- o yo os las

    arrebatar!

    Entonces el caballero levant con las dos manos su lanza, para abatirla

    sobre Perceval quien, en el mismo instante, lanzaba sobre l uno de sus venablos,

    que dio al caballero Bermejo en la cabeza, le derrib y le dej muerto en el sitio.

    Perceval le quit su armadura, se la coloc de mala manera, pues no tena

    la costumbre de cubrirse con un yelmo, ni de ponerse una cota de malla, ni de

    atarse las espuelas, ni, incluso, de ceirse la espada. Fue preciso que un caballero

    del rey Arturo, que haba salido del castillo para ver la escena, le ayudase. Perceval

    le agradeci su ayuda, y despus le dio la copa de oro:

    -Llevad al Rey su copa y saludadle de mi parte. En cuanto a la muchacha

    que ha sido golpeada, decidle que si puedo volver para vengarla -y se march.

    Cuando el caballero devolvi su copa al Rey y relat el combate, hubo

    muchas exclamaciones entre los que se sentaban en torno a la mesa. Y el bufn,

    muy contento, exclam:

    -El muchacho volver y Keu pagar bien caro la patada que me dio y la

    bofetada que propin a la muchacha. Ya veris, le romper el brazo derecho.

    Keu estaba tan lleno de clera que hubiese querido matar al bufn all

    mismo. Pero se contuvo a causa del Rey, que deca con tono desolado:

    -Qu pena haber dejado marchar a ese muchacho sin ni siquiera conocer su

    nombre! Ignora todo sobre las armas pero, si se le hubiera enseado el empleo de

    la lanza, del escudo y de la armadura, qu buen caballero habra sido!

    Perceval Se Hace Caballero

    Despus de haber matado al caballero Bermejo, Perceval no perdi el

    tiempo vagabundeando por el bosque.

    March derecho hacia adelante y lleg a un lugar descubierto a la orilla de

    un ro. All haba un castillo de hermoso aspecto, rodeado de muros y flanqueado

    por cuatro fuertes torres.

    Al frente haba un puente levadizo, que cumpla fielmente su misin:

    durante el da era puente, por la noche puerta cerrada. Un hombre de aspecto

    seorial vestido de armio16

    se paseaba por el puente.

    Perceval, recordando el segundo consejo de su madre, avanz hacia l y le

    salud.

    Comenzaron a hablar. Aquel noble, que se llamaba Gornemant de Goort, se

    hizo amigo del joven Perceval. La ignorancia que ste tena en materia de caballe

    ra le conmovi y decidi ensearle a servirse de sus armas, a cuidar de su lanza, a

    espolear y contener a su caballo, a combatir con la espada... En definitiva, a llegar

    a ser un perfecto caballero.

    Durante un mes entero hosped a Perceval en su casa, pero apenas despus

    de tres lecciones se maravillaba de verle tan gil y tan bien dotado.

    A Gornemant le hubiera gustado retenerle ms tiempo, pero Perceval era

    joven y la aventura le tentaba. Entonces, su anfitrin decidi que antes de su

    marcha Perceval sera armado caballero17

    all mismo y por l.

    16

    Piel blanca, manchada de puntos negros 17

    En la Edad Media cuando un joven noble era hecho caballero (armado

    caballero) reciba las armas y un equipo, mediante una solemne ceremonia

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 13 -

    Le hizo ponerse camisa y calzn de fina tela de lino, calzas teidas en rojo

    de brasil18

    y una saya de tela de seda violeta tejida en la India.

    Perceval se visti con estos ropajes, en lugar de los trajes groseros que

    antes llevaba.

    Despus Gornemant se agach y le calz la espuela derecha, como manda

    la costumbre para armar a un caballero. Seguidamente tom la espada, la levant

    sobre su hombro y le dio el espaldarazo19

    diciendo:

    -Yo os otorgo la orden de caballera que no tolera ninguna bajeza. No

    matis a vuestro adversario vencido si l os suplica gracia! Guardos de hablar

    demasiado, ayudad a hombre, dama o seorita que encontris en desamparo y no

    os olvidis de rogar a Dios por vuestra alma!

    -Mi madre ya me haba hablado como vos lo habis hecho -dijo Perceval.

    -En lo sucesivo, decid que estos consejos los habis recibido del que os ha

    armado caballero.

    Y haciendo el signo de la cruz sobre Perceval, Gornemant aadi:

    -Que el Seor os preserve y os gue! Estis impaciente por partir. Id, pues,

    y adis.

    Perceval En El Castillo De Blancaflor

    Perceval cabalg todo el da por el bosque solitario. All se encontraba

    como en su casa, mejor que campo a travs.

    La noche estaba cayendo cuando advirti la presencia de un castillo

    imponente y bien emplazado, pero fuera de cuyos muros no se vea ms que agua y

    tierra desolada.

    Perceval cruz un puente tambaleante y llam con el puo a la puerta.

    Una muchacha delgada y plida apareci en la ventana.

    -Quin llama?

    -Un caballero que pide hospitalidad para pasar la noche.

    La muchacha desapareci y cuatro hombres de armas de pobre aspecto

    vinieron a abrir la puerta. Perceval les sigui a travs de calles desiertas, bordeadas

    de chozas y casuchas a punto de hundirse. No haba ni molinos para moler, ni

    horno para cocer, ni rastro alguno de hombre o mujer, tan slo dos conventos

    abandonados...

    Llegaron a un palacio cubierto de pizarra. Un criado llev el caballo a un

    establo sin grano ni heno, con apenas un poco de paja...

    Otro condujo a Perceval hasta una hermosa sala, donde dos hombres de una

    cierta edad y aire afligido vinieron a su encuentro.

    Una joven les acompaaba. Sus ojos eran alegres y claros, sus cabellos, de

    un rubio dorado, flotaban sobre su espalda, iba cubierta con un manto prpura20

    18

    rbol del que se obtiene un tinte de color rojo, parecido al de las brasas, y que

    ha dado nombre al pas de Amrica del Sur, donde es abundante 19

    Golpe dado con la hoja plana de la espada, sobre el hombro, que acompaa a la

    ceremonia de armar caballero 20

    Tela teida en rojo vivo, smbolo de riqueza o de un alto rango social

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 14 -

    oscuro, estrellado de vero21

    y ribeteado de armio, que no poda estar ms rado!

    Ms bella que esta joven no la hubo jams. Su nombre era Blancaflor.

    Tom a Perceval de la mano y le condujo a una sala alargada con el techo

    artesonado y le rog que se sentase a su lado, sobre el lecho cubierto de brocado22

    .

    -Aceptad nuestra casa tal como es. Aqu nada abunda, desgraciadamente.

    Vos ya lo veis. En total slo tenemos seis hogazas de pan, que un santo hombre, el

    prior, que es mi to, me enva para la cena de esta noche. Ninguna otra provisin,

    salvo un corzo que uno de mis monteros23

    mat esta maana.

    Dicho esto, mand que se pusiesen las mesas. Todos se sentaron y la

    comida fue breve.

    Perceval se fue a acostar, con hambre todava en el estmago. Pero como

    las sbanas eran muy blancas, la almohada blanda y la colcha de rica tela, en

    seguida se durmi. Fue despertado por unos sollozos que sonaban muy prximos a

    su rostro. Sorprendido, vio a Blancaflor llorando, de rodillas, delante de su cama,

    con un corto manto de seda escarlata echado sobre el camisn.

    -Bella dama, qu sucede? Por qu habis venido aqu?

    -No me juzguis mal. Estoy desesperada. He aqu que el senescal de

    Clamadeu des Des, el prfido Anguingueron, nos tiene sitiados. Ya no quedan ms

    que cincuenta caballeros de los trescientos que tena mi guarnicin24

    . Los otros han

    perecido o estn prisioneros. Nuestros vveres, vos los habis visto, estn agotados.

    No quedar ni para alimentar a una abeja! Maana rendiremos el castillo y yo ser

    entregada con l. Pero no me cogern viva. Antes me matar. Esto es lo que he

    venido a deciros.

    La astuta saba bien lo que haca. Ningn caballero podra resistir or

    impasible semejantes palabras. Perceval exclam:

    -Secad vuestras lgrimas, hermosa amiga. Maana yo os defender!

    Retar a combate singular25

    a Anguingueron el senescal y le matar!

    Al da siguiente por la maana pidi sus armas y se visti, mont a caballo

    y sali del castillo. Anguingueron estaba entre los sitiadores, sentado delante de su

    tienda. Vio venir a Perceval, se arm y salt a la silla de montar gritando:

    -Vienes a buscar la paz o el combate?

    -Responde primero: Qu haces en este lugar? Matar caballeros y asolar la

    tierra?

    -Quiero que el castillo se rinda, y tambin a la joven.

    -Vete al diablo, t y tus palabras!

    Perceval baj su lanza y los dos adversarios se precipitaron el uno sobre el

    otro a toda la velocidad de sus caballos. El combate fue largo y furioso, pero, al

    fin, el senescal se vio derribado sobre el suelo, gritando:

    -Piedad! Tratadme con indulgencia! No seis cruel!

    Perceval record el consejo del sabio Gornemant y dud.

    -Si tienes un seor, envame a l -sigui diciendo el senescal-. Le relatar

    tu victoria y, a causa de ella, aceptar que l decida mi suerte.

    21

    Piel de marta cebellina, pequeo mamfero que se cra en Rusia 22

    Rica seda bordada con hilos de oro y plata 23

    Oficial encargado de organizar la caza mayor en el bosque o en el monte

    (montera). 24

    Tropas que se sitan en una plaza para asegurar su defensa 25

    Combate entre una sola persona y un solo adversario

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 15 -

    -En tal caso, irs al pas del rey Arturo. Saludars al Rey por m, hars que

    te muestren a la joven que fue golpeada por Keu por haberse redo al verme. Te

    entregars prisionero a ella y le dirs que espero no morir antes de haberla

    vengado!

    Perceval volvi al castillo entre las aclamaciones de los sitiados y

    Blancaflor le am desde ese momento. Sin embargo, Clamadeu, creyendo que el

    castillo haba sido tomado, acudi llevando con l cuatrocientos caballeros y mil

    infantes. Pronto se desenga! Entonces, usando una treta desleal, ocult a sus

    hombres, no mostrando ms que veinte caballeros con los cuales atac. Perceval y

    los hombres de Blancaflor -seguros de vencer, puesto que eran ms numerosos-

    abrieron las puertas y cargaron. Pero apenas se crean victoriosos cuando apareci

    el grueso de las tropas de Clamadeu.

    El combate se volvi entonces demasiado desigual. Fue preciso replegarse

    hacia el castillo. Acosados, perseguidos con gran saa, cerraron las puertas a los

    asaltantes. Milagrosamente lograron hacer caer una de ellas sobre las gentes que

    estaban debajo. Hiri y mat a todos los que alcanz en su cada! Clamadeu

    reprimi su clera y renunci a proseguir. Para qu continuar haciendo morir a

    sus hombres cuando, maana, el hambre obligara a los sitiados y a Blancaflor a

    rendirse? As pues, levantaron las tiendas para acampar.

    Pero, ese mismo da, un gran viento arrastr sobre el mar un barco de

    comerciantes cargado de trigo, vino, tocino salado, huevos y cerdos prestos a ser sa

    crificados. Atrac intacto, justo delante del castillo. Se puede imaginar la alegra

    de todos! Los comerciantes, que una vez a salvo su cargamento hacan un buen

    negocio vendindolo, y los sitiados que pudieron al fin comer!

    Clamadeu estaba loco de furor. De momento era intil confiar en rendir el

    castillo por el hambre, continuar el sitio no servira para nada.

    Decidi enviar un mensaje al castillo: propona al caballero de la armadura

    bermeja, que haba vencido y hecho prisionero a Anguingueron, su senescal, un

    combate cara a cara. El encuentro fue fijado al da siguiente antes del medioda.

    Perceval acept, a pesar de las splicas de todos y los ruegos de Blancaflor

    -entremezclados con besos, pues los dos comenzaban a amarse intensamente!

    Al da siguiente, a la hora convenida, solos en el campo de batalla,

    Clamadeu y Perceval se enfrentaron con la lanza y despus a espada.

    Al fin, Clamadeu tuvo que declararse vencido y, lo mismo que su senescal,

    acept las condiciones.

    Tom a su vez el camino de la Corte del rey Arturo. Lleg cuando la reina

    Ginebra, el Rey y toda la Corte volvan de or la misa -pues estaban en

    Pentecosts-. Tambin estaban Keu, la muchacha de la hermosa risa y el bufn.

    Anguingueron, que haba llegado la vspera, corri delante de su seor para

    recibirle. Los dos volvieron a contar las proezas del caballero de la armadura

    bermeja -cuyo nombre desconocan- y transmitieron su mensaje concerniente a la

    muchacha de la hermosa risa y a Keu.

    El bufn salt de alegra, repitiendo su vaticinio:

    -Yo lo dije: desgracia para Keu! El caballero le romper el brazo y la

    clavcula y durante medio ao tendr que llevar el brazo colgando de su cuello!

    Keu bramaba de clera. Al rey Arturo le apen no haber sabido conservar

    en su Corte a este muchacho galo, desconocido y medio salvaje que haba llegado

    a ser, en tan poco tiempo, tan buen caballero. Durante este tiempo, Perceval viva

    unos das de extraa dulzura cerca de la bella Blancaflor, que haba puesto el amor

    en su corazn. Y si l lo hubiera querido, ella le habra dado todas sus posesiones.

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 16 -

    Pero l deseaba volver junto al rey Arturo.

    Le prometi tantas veces que regresara que Blancaflor, muy triste, termin

    por dejarle marchar.

    Perceval En El Pas Del Rey Pescador

    Perceval haba caminado todo el da sin encontrar persona alguna para

    indicarle la ruta, y la noche iba a caer muy pronto. Al descender una colina, lleg

    hasta un ro. El agua pareca profunda y rpida y l no se atreva a meterse para

    cruzarlo. En ese momento vio una barca que descenda por la corriente. En ella

    estaban sentados dos hombres. De repente, se pararon en medio de la corriente y

    anclaron slidamente la barca. El que estaba delante pescaba con caa y estaba

    cebando su anzuelo con un pececito. Perceval, desde la orilla, les salud y les

    pregunt:

    -Hay algn vado o un puente sobre este ro?

    -No -respondi el pescador-, que yo sepa en veinte leguas, ni ro arriba, ni

    ro abajo existe ni siquiera una barca lo suficientemente fuerte para pasar un

    caballo.

    -En nombre de Dios -dijo Perceval muy compungido-, decidme, os lo

    ruego, dnde podr encontrar un albergue para la noche?

    -Soy yo -dijo el pescador- quien os albergar esta noche. Subid por esta

    brecha26

    y cuando lleguis a lo alto, veris delante de vos, en un pequeo valle, la

    casa que yo habito cerca del ro y de los bosques.

    Perceval le obedeci, pero llegado a lo alto del cerrillo no vio nada ms que

    el cielo y la tierra. Furioso, se puso a maldecir al pescador desleal que le haba

    contado un embuste!

    De repente todo apareci: el pequeo valle y lo alto de una torre cuadrada

    flanqueada por dos torrecillas con una vivienda delante. Perceval, muy contento,

    corri hacia ella, sin volver a tratar al pescador de tramposo, desleal y mentiroso!

    Apenas haba llegado sobre el puente levadizo cuando cuatro criados

    vinieron hacia l. Dos le quitaron su armadura, el tercero se llev su caballo para

    darle forraje y avena. El cuarto le puso sobre los hombros un manto escarlata

    recin estrenado y le gui hasta una gran sala donde brillaba un fuego de troncos

    secos que proyectaba una llama clara. Un hombre con el cabello casi blanco estaba

    sentado sobre una cama. Indudablemente era el seor del lugar, el pescador de la

    barca.

    -Amigo -dijo a Perceval, que le saludaba-, os ruego disculpis mi

    descortesa, pero no puedo levantarme para recibiros pues mis movimientos son

    muy dificultosos. Aproximaos sin temor, sentaos cerca de m y decidme de dnde

    vens.

    La conversacin se generaliz.

    Mientras ellos hablaban, entr un criado llevando una espada que tendi al

    anciano.

    -Vuestra sobrina, la rubia y bella, os enva este presente. El que forj esta

    espada no hizo ms que tres, y no forjar ms, puesto que ha muerto. Ella os ruega

    que se la regalis al que os parezca ms digno de llevarla.

    26

    Abertura hecha en un muro o en un bosque (como en este caso).

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 17 -

    All mismo, el anciano le entreg la espada a Perceval.

    -Deseo que vos la tengis, amigo. Tomadla.

    Perceval le dio las gracias y tom la espada. Era ligera para su tamao,

    forjada de un acero duro, con el puo de oro y una vaina de orifrs27

    de Venecia.

    Un arma soberbia.

    De repente, a la claridad del fuego que iluminaba la sala, Perceval vio a un

    joven salir de la habitacin vecina. Llevaba una lanza resplandeciente de blancura.

    Una gota de sangre brillaba en su punta y resbalaba hasta la mano del joven.

    Cruz la sala pasando delante de Perceval y su anfitrin y desapareci.

    Perceval debi de contenerse para no preguntar, tan extrao le resultaba este

    espectculo. Pero record el consejo de Gornemant de Goort: quien no sabe

    contener su lengua, faltar a menudo a las leyes de la cortesa. As pues, continu

    mudo.

    Poco despus, de la misma habitacin vecina, salieron dos hermosos

    hombres llevando, cada uno, un candelabro de oro donde lucan diez velas. Detrs

    de ellos marchaba, lentamente, una joven muy bella, ricamente vestida. Llevaba

    entre sus manos una copa de oro guarnecida de piedras preciosas que brillaban

    como un sol.

    El extrao cortejo pas tambin delante de la cama donde estaban sentados

    Perceval y el seor del lugar; despus desapareci. Perceval, cada vez ms

    asombrado, debi esta vez esforzarse para no preguntar nada. Pero se contuvo por

    miedo a parecer descorts, ya que su anfitrin no le daba ninguna explicacin.

    Pens que al da siguiente preguntara a los habitantes del castillo.

    La comida, servida inmediatamente, se compuso de platos exticos y de los

    mejores vinos. Para la velada se ofreci una profusin de dtiles, higos, nuez

    moscada, granadas al clavo, pasta de jengibre de Alejandra, acompaados de

    nuevos vinos a la guindilla, sin miel ni pimienta.

    Perceval estaba maravillado. No estaba acostumbrado a semejantes

    manjares!

    Despus de haber conversado largamente, el anciano dijo:

    -Amigo, es la hora de acostarse. Vos dormiris aqu, cuando os convenga.

    Yo regresar a mi habitacin, pero es preciso que me lleven. Yo no puedo

    moverme solo.

    Cuatro hombres robustos cogieron por las cuatro puntas el cubrecamas

    sobre el cual estaba sentado y se lo llevaron.

    Perceval qued solo con dos criados que le ayudaron a desvestirse y le

    llevaron a la cama. Durmi hasta el amanecer.

    Pero cuando abri los ojos, no vio a nadie cerca de l, se visti solo, tom

    sus armas, toc en vano en varias puertas, todas cerradas. Llam en voz alta.

    Ninguna respuesta. Sali de la sala, busc su caballo, lo encontr ensillado -ni

    palafrenero, ni criado-. Todo el castillo pareca extraamente vaco de habitantes.

    El puente levadizo estaba bajado. Perceval mont en el caballo, tom su escudo y

    su lanza y parti, preguntndose dnde podan estar todas las gentes que l haba

    visto la vspera!

    Observ sobre un sendero huellas de caballo, todava frescas, y las sigui

    pensando encontrar a los que buscaba.

    27

    Bordado en oro

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 18 -

    Se intern en el bosque, siempre siguiendo las pisadas. De repente vio, bajo

    un roble, a una muchacha que lloraba. Ella levant los ojos, le contempl y se

    asombr:

    -Parece que habis pasado una buena noche, vuestro caballo est limpio y

    cepillado. Sin embargo, en veinticinco leguas a la redonda no hay una sola casa.

    -Os equivocis, hermosa. Hay una cerca de aqu y excelente!

    Empez a relatar lo ocurrido, pero a las primeras palabras, la muchacha le

    interrumpi.

    -As pues, vos habis sido husped del rico rey Pescador, que fue herido en

    una batalla y perdi el uso de sus piernas. l no puede ms que, por distraerse,

    hacerse llevar en una barca para pescar sobre el agua. De ah le viene el nombre.

    Os ha hecho un gran honor recibindoos.

    Mir a Perceval.

    -Decidme, habis visto la lanza que tiene la punta ensangrentada?

    -Cierto, s; la he visto.

    -Habis preguntado por qu sangraba?

    -He tenido buen cuidado de no hacerlo.

    -Dios! Habis hecho muy mal! Y la copa llamada Grial, la habis visto?

    Llevada por una joven a la que seguan dos criados llevando un candelabro lleno

    de velas?

    -He visto todo eso.

    -Habis preguntado quines eran y adnde iban?

    -Ni una palabra ha salido de mi boca.

    -Oh, Dios! Cmo os llamis, amigo?

    -Perceval el Galo.

    -Desde ahora os tendrn que llamar Perceval el infortunado. Es por vos por

    quien lloro. No habis hecho esas preguntas! El Rey hubiera vuelto a tener el uso

    de sus piernas y vos hubierais entrado en posesin del Grial. No puedo deciros

    ms, ni sobre la lanza, ni sobre la copa. Otro os ensear. Adis!

    Se puso otra vez a llorar bajo el roble y Perceval prosigui su camino hacia

    la Corte del rey Arturo.

    Perceval Y El Orgulloso De La Landa

    Por el sendero que segua Perceval, un poco ms adelante, marchaba un

    caballo tan delgado que no tena ms que cuero sobre los huesos. Sus crines

    estaban rapadas y sus orejas cadas. Pareca no poder ir muy lejos.

    Sin embargo, llevaba a una muchacha. Desgreada, sin manto ni velo, la

    piel quemada por el sol y la nieve. Iba vestida con una ropa recosida por seis sitios,

    agujereada en otros. A pesar de eso, todava le quedaban restos de una gran

    belleza.

    Perceval corri hacia ella.

    -Hermosa, que Dios os proteja! Cmo estis en tan triste estado?

    Ella baj la cabeza y dijo muy bajo:

    -Huid y dejadme en paz! Os digo que huyis!

    -Yo huir? Por qu? Quin me amenaza?

    -El Orgulloso de la Landa. Si os encuentra aqu, os matar por haberme

    dirigido la palabra.

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 19 -

    No haba terminado su frase cuando el Orgulloso, saliendo del bosque y

    levantando una nube de polvo y arena sobre ellos, gritaba:

    -Ay de ti, que te has detenido cerca de esta muchacha! Vas a morir! Pero

    antes de matarte, te quiero explicar por qu la trato as y por qu le inflijo esta

    vida. Yo la amaba ms que todo en este mundo, mas, un da que haba salido a

    cazar y ella haba quedado sola en un pabelln, un muchacho galo pas, le pidi un

    beso -ella lo confiesa diciendo que fue a la fuerza y que no haba pasado nada ms-

    . Quin la creer? Yo no! No tendr ni vestido nuevo, ni buen caballo, ni techo, y

    se alimentar de lo que crezca en el bosque, hasta que yo encuentre a ese

    muchacho, le obligue a confesar y le mate.

    Perceval haba escuchado con mucha atencin. Bruscamente, se acord de

    un pabelln donde un da l haba, en efecto, besado por sorpresa a una muchacha.

    sta se haba mostrado muy irritada. La miseria y el hambre la haban cambiado

    tanto que no la haba reconocido.

    Por su parte, cmo podra ella imaginar, bajo la armadura bermeja de este

    hermoso caballero, en cota de cuero de ciervo y camisa de camo, a aquel

    muchacho galo?

    -Amigo -dijo Perceval-, ella os ha dicho la verdad. Soy yo quien le rob ese

    beso. Por sorpresa. Fue todo lo que hice. Creedme. Perdonadle la penitencia. Ella

    ha pagado bastante caro.

    -O sea, confiesas! -grit el Orgulloso loco de clera-. Mereces la muerte!

    -La muerte no est tan cerca de m como t piensas! -replic Perceval,

    embargado tambin por la clera.

    Sin tardanza se lanzaron uno sobre el otro con tal violencia que sus lanzas

    volaron en pedazos y los dos cayeron del caballo. Se levantaron en seguida y

    sacando sus espadas se lanzaron furiosos golpes. Al fin, el Orgulloso de la Landa

    le tuvo encima y pidi clemencia.

    -Otrgale, lo primero, clemencia a tu amiga -orden Perceval-. Ella no ha

    merecido ser tratada como t lo has hecho. Puedo jurrtelo!

    El Orgulloso de la Landa, que amaba a la joven ms que a la nia de sus

    ojos, dijo:

    -Yo he sufrido tanto como ella por lo mal que lo pasaba y estoy dispuesto a

    reparar el mal causado.

    -Hacedla baar y reposar despus, hasta que recupere su plena salud.

    Despus, bien adornada y vestida, llevadla al rey Arturo. Saldale en mi nombre y

    ponte a su servicio.

    La misma tarde, el caballero hizo baar a su amiga y en los das siguientes

    la rode de tantos cuidados que recobr toda su belleza. Entonces partieron los dos

    a Camelot, donde el rey Arturo tena su Corte.

    Ese da haba una fiesta y la reina Ginebra se encontraba al lado del Rey. El

    Orgulloso de la Landa la salud y cont su historia. Todos escuchaban con gran

    atencin. Gauvain, el sobrino del rey, sentado a su derecha, exclam:

    -Quin es este joven hombre que ha vencido con las armas a un caballero

    como el Orgulloso de la Landa? En todas las islas del mar, ninguno puede

    compararse a l!

    -Querido sobrino -respondi el Rey-, vos estis desde hace poco en mi

    Corte. No conocis la historia de este muchacho galo que mat de un golpe de

    venablo al caballero Bermejo en el bosque de Quinqueroi. Ignoro todo de l,

    incluso su nombre. Pero no esperar ms tiempo para salir en su busca y no

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 20 -

    reposar dos noches seguidas en el mismo lugar mientras no le haya visto, si est

    vivo, en el mar o sobre la tierra.

    Desde el momento en que el Rey hubo hablado, todos los miembros de la

    Corte supieron que no haba otra posibilidad que ponerse en camino.

    Vuelta Al Lado De Arturo

    Febrilmente, se reunieron provisiones y bagajes, tiendas y pabellones,

    mantas y almohadas y el rey Arturo dej Camelot, seguido de sus barones y de la

    Reina, a su vez, rodeada de sus damas.

    Cuando lleg la noche se alojaron en una pradera en la linde de un bosque.

    A la maana del da siguiente, la nieve recubra el suelo. Perceval, levantado

    temprano segn su costumbre, haba vuelto a tomar el camino. La casualidad le

    llev derecho a la pradera nevada donde el rey acampaba con su Corte.

    Estaba todava bastante lejos de las tiendas, cuando advirti el vuelo de

    ocas salvajes. Huan delante de un halcn que surcaba el aire para atacarlas. Una

    de ellas se desorient, el halcn la derrib a la tierra y despus volvi a volar.

    Perceval acudi. La oca estaba herida en el cuello. Sangraba. Tres gotas de

    sangre enrojecan el blanco de la nieve. A la llegada de Perceval, se ech a volar.

    l, apoyado sobre su lanza, miraba la sangre y la nieve: volva a ver el rostro de

    Blancaflor, el rojo de sus labios y la blancura de su cutis. Pensando eso olvid

    dnde estaba, soando con aquella a la que amaba, y as transcurrieron las horas.

    Se hizo completamente de da. Los escuderos, saliendo de sus tiendas, vieron a

    Perceval perdido en sus ensueos. Creyeron que dormitaba.

    El Rey Arturo todava estaba acostado. Sagremor, uno de los caballeros de

    su escolta, le despert:

    -Seor, fuera, en el campo, hay un caballero que dormita sobre su caballo.

    El Rey orden que lo trajeran en seguida. Sagremor se arm, cogi su

    caballo y lleg hasta donde estaba Perceval.

    -Amigo -dijo Sagremor-, es preciso que vengis a la Corte.

    Perceval, todava en su ensueo, no vea ni entenda. No se movi, ni

    respondi.

    Sagremor repiti su consejo en vano. A la tercera vez, se enfad y grit:

    -Vendris por vuestro gusto o a la fuerza!

    Y, reculando en el campo, lanz su caballo en direccin a Perceval.

    Brutalmente arrancado de sus pensamientos, este ltimo se lanz a su vez. El

    choque fue tan violento que la lanza de Sagremor se rompi y cay. Su caballo

    huy y volvi al campamento ante los ojos de las gentes que se levantaban y salan

    de sus tiendas.

    Keu se burl de Sagremor ms fuerte que nadie. Tanto que el Rey, irritado,

    le dijo:

    -Id vos mismo! Veremos si vos nos trais a ese caballero desconocido!

    -Seor -dijo Keu-, yo os lo traer, quiera o no quiera, y ser preciso que nos

    diga su nombre.

    Perceval continuaba contemplando las gotas de sangre sobre la nieve,

    pensando en Blancaflor y olvidando el resto.

    Keu, armado y a caballo, le grit desde lejos:

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 21 -

    -Vasallo28

    , llegaos al Rey! O lo pagaris caro!

    Perceval, oyendo que le amenazaban, corri hacia Keu espoleando su

    montura. Keu golpe tan violentamente que su lanza vol hecha aicos como si

    estuviera hecha de corteza. Pero Perceval, golpeando en lo ms alto de su escudo,

    le desmont. Keu cay sobre una roca, se disloc la clavcula y se rompi el brazo

    derecho como si fuera madera seca!

    Se desvaneci por el dolor y su caballo volvi trotando hacia las tiendas.

    Al verle sin su dueo, todos se inquietaron.

    Se encontr al senescal desvanecido y Perceval apoyado de nuevo sobre su

    lanza y enfrascado en sus sueos...

    El herido fue llevado a la tienda del Rey que le reconfort lo mejor que

    pudo y le confi a un mdico muy experto. Gauvain, el sobrino del Rey, recin

    llegado a la Corte y que era joven y alegre, adems de caballero corts29

    por

    excelencia, le dijo al Rey:

    -Seor, no es justo que un caballero se permita, como estos dos lo han

    hecho, arrancar de sus pensamientos a otro caballero. Podra ser que est pensan

    do en su amiga y por ello sufra? Si me lo permits, yo ir a mi vez a buscarle y

    tratar de traroslo.

    Obtenido el permiso del Rey, Gauvain se march. El sol comenzaba a

    fundir la nieve manchada de sangre y Perceval despertaba lentamente de su

    ensueo de Blancaflor.

    Gauvain se aproxim y dijo con calma:

    -Vengo, enviado por el Rey, que os ruega vayis a hablarle.

    -Para eso, ya han venido dos -respondi Perceval-. No les he seguido

    porque tena delante de m el rostro de mi amiga, la bella que no quera dejar. Pero,

    decidme es, pues, la Corte del rey Arturo la que est all? Y Keu el senescal?

    -S, y vos acabis de luchar contra l. Le habis roto el brazo derecho y

    desviado la clavcula!

    -He aqu, pues, vengada la joven que l haba golpeado.

    Gauvain se estremeci de sorpresa.

    -Oh! -dijo-, sois vos el que el Rey busca entre todos! Cul es vuestro

    nombre?

    -Perceval, y el vuestro?

    -Gauvain.

    Perceval, muy alegre, exclam:

    -He odo hablar de vos y estoy dispuesto a seguiros. Me sentira orgulloso

    de que vos seis mi amigo!

    -Yo tendra todava ms placer que vos!

    Y he aqu el uno en los brazos del otro!

    Desde el campo se haban seguido sus movimientos y visto su alegra. De

    todo ello, los caballeros llevaron la nueva al Rey:

    -He aqu vuestro sobrino Gauvain, que regresa con el caballero. Los dos

    tienen el aspecto de sentirse muy contentos!

    Y cada uno salt fuera de su tienda para ir a su encuentro.

    28

    Hombre que sirve a un seor, que a cambio le da la posesin de unas tierras

    para su mantenimiento 29

    En la Edad Media, la literatura corts exalta sutilmente el amor. Un caballero

    corts es un caballero que se comporta segn los principios del amor refinado e

    ideal

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 22 -

    El mismo Rey se levant a fin de recibirles.

    -Muchas gracias, hermoso sobrino, y vos, amigo, sed bienvenido. Cmo

    debo llamaros?

    -Mi seor -dijo Perceval inclinndose-, tengo por nombre Perceval el Galo.

    -Oh, Perceval! Cmo he deplorado el no haberos retenido en mi Corte

    cuando os vi por primera vez! Mas, he sabido de vuestras hazaas y odo la

    prediccin: la muchacha y el bufn no se han equivocado, vos habis confirmado

    sus profecas. Y, por mi parte, vos no partiris nunca ms!

    Perceval cumpli por algn tiempo el deseo del rey Arturo. Se hizo

    caballero de la Tabla Redonda, como su amigo Gauvain.

    Pero la pena le atormentaba. Ahora conoca la historia de la lanza

    misteriosa y de la gota de sangre goteando en su punta: era la que haba traspasado

    el costado de Cristo sobre la Cruz. En cuanto al Grial, la copa santa que haba

    recogido la sangre del Cristo, deseaba conquistarla ms que nadie en el mundo.

    Para lo cual era preciso volver a encontrar el pas del rey Pescador y esta

    vez, hacer las preguntas.

    En cuanto pudo, parti. Pero el castillo donde haba dormido aquella noche

    haba sido creado por un encantamiento. Simplemente, haba desaparecido.

    Perceval se obstin vanamente en su busca. Vag por el mundo,

    defendiendo a las damas, deshaciendo encantamientos, combatiendo a peligrosos

    malhechores y a pjaros-hada.

    Regresaba algunas veces para participar en los torneos o para guerrear al

    lado del rey Arturo. Despus reemprenda la bsqueda del Grial, sin llegar jams a

    encontrarlo.

    Fue, durante una de sus ausencias, cuando se present en la Corte un joven

    llamado Lancelot du Lac. Sus aventuras iban a igualarse a las de Perceval y, a su

    vez, entrara en la leyenda de los caballeros de la Tabla Redonda.

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 23 -

    Lancelot Du Lac

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 24 -

    Llegada De Lancelot A La Corte Del Rey Arturo

    Un da que el rey Arturo cazaba en el bosque con su sobrino Gauvain, Keu

    el senescal y varios caballeros, vieron avanzar hacia ellos un extrao cortejo. Las

    monturas de los caballeros que lo componan, sus armaduras, sus vestimentas, todo

    era de un blanco brillante de nieve. Escoltaban a un joven y una dama30

    igualmente

    vestidos de blanco y ambos de una gran belleza.

    La dama, al ver al Rey, avanz hacia l y le salud. El Rey respondi

    cortsmente a su saludo y le pregunt quin era.

    Ella dijo con una misteriosa sonrisa:

    -Me llaman la Dama del Lago. Vos me habis conocido bajo otro nombre,

    pero no es sta la cuestin. Yo os traigo a este joven para que vos le hagis

    caballero, cuando l lo pida. l ya tiene sus armas.

    El Rey estaba, a la vez, sorprendido de la peticin y curioso por saber quin

    podra ser la Dama del Lago. No obstante, acept. La Dama, sin aadir nada ms,

    se despidi brevemente del joven y se march escoltada por sus caballeros.

    El Rey confi al recin llegado a su sobrino Gauvain, quien, despus de la

    caza, le llev a su casa e intent averiguar algo ms, pero en vano. El joven no

    respondi a ninguna pregunta. Pero despus de la comida que haban tomado

    juntos, le pidi tranquilamente ser armado caballero al da siguiente, ya que era la

    fiesta de San Juan y el rey Arturo deba ese da armar varios caballeros.

    Gauvain protest. La preparacin, normalmente, era larga. Poda durar

    hasta dos aos y l, en un solo da... Pero el joven se limit a repetir:

    -Yo no tengo necesidad de ninguna preparacin. Estoy dispuesto.

    Y puso tanta tenacidad que al fin, Gauvain cedi. Le condujo hasta el Rey.

    Fiel a la promesa hecha a la Dama del Lago, Arturo acept -despreciando todas las

    reglas- armar caballero al da siguiente a este sorprendente joven.

    Segn era la costumbre, pas la noche en oracin y meditacin. Al da

    siguiente, en la iglesia ms grande de la ciudad, acudi a arrodillarse cerca del altar

    junto a los otros. Y delante del rey Arturo prest, en voz alta, juramento de

    fidelidad.

    El rey le fue dando, una a una, las piezas de su armadura, las cuales eran de

    una gran belleza: blancas y plateadas.

    La ltima parte de la ceremonia -la entrega de su espada a los nuevos

    caballeros- tena lugar en la gran sala del castillo. La reina Ginebra y las dems

    damas de la Corte tenan curiosidad por ver finalmente a ese misterioso joven del

    que, desde la vspera, todo el mundo hablaba. Quin era? Cmo se llamaba? De

    dnde vena? Nadie lo saba! Cuando apareci, enfundado en su armadura blanca,

    que resaltaba su cabello rubio y su belleza, todas las miradas se fijaron en l con

    admiracin.

    Pero l no vea ms que a la reina Ginebra. En el mismo instante en que la

    vio, haba quedado perdidamente enamorado de ella.

    Y al instante tambin, jur que ella sera su dama. Ella sola.

    30

    Nombre dado a toda mujer de familia principal y noble nacimiento

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 25 -

    Ahora bien, sucedi que en la confusin de la ceremonia, el Rey haba

    olvidado devolver su espada al nuevo caballero. El joven no la reclam. l no

    quitaba los ojos de la Reina. El banquete comenzaba cuando, de repente, lleg un

    mensajero que, sin aliento y cubierto de polvo, se ech a los pies del Rey:

    -La Dama de Nohaut me enva a pediros socorro. Est en gran peligro, su

    tierra devastada, su castillo sitiado. No le queda ms que una esperanza: su

    enemigo propone un combate singular entre uno de sus hombres y el caballero que

    ella elija. Del resultado de esta prueba depender su suerte. As que os suplica que

    designis al que consideris el mejor caballero, porque el combate ser rudo.

    Sintiendo que le aludan, el caballero blanco -a falta de saber su nombre-

    avanz vivamente hacia el Rey y dijo:

    -Yo ir.

    -Vos sois demasiado joven -respondi el Rey-, demasiado inexperto. Os

    harais matar por nada.

    Pero el caballero insisti tanto que finalmente el Rey, otra vez, cedi.

    Al momento de partir con el mensajero, se postr a los pies de la Reina,

    que se haba retirado a sus habitaciones. Puso una rodilla en tierra y dijo:

    -No quiero marchar sin deciros adis y sin pediros que aceptis ser mi

    dama. El rey Arturo ha olvidado ceirme la espada. Hacedlo vos y yo, Lancelot du

    Lac, juro estar siempre a vuestro servicio.

    La Reina, emocionada, tom la espada que le tenda y complet la

    ceremonia para armarle caballero. Lancelot se reuni con el mensajero y parti

    hacia el castillo de la Dama de Nohaut.

    Sin embargo, la Reina pensaba:

    -Lancelot du Lac... Este es pues su nombre... Un nombre extrao... De

    dnde viene? Y quin es realmente?

    Esta era una larga historia que haba comenzado haca quince aos.

    La Infancia De Lancelot

    Quince aos antes, en la Pequea Bretaa, en una sombra noche, el rey

    Ban de Bnoic y su mujer, la reina Helena, llevando al pequeo Lancelot y

    acompaados de un solo escudero, huan sobre un camino de tierra a travs de los

    pantanos. Escapaban de su reino asolado por las tropas victoriosas de su terrible

    enemigo, el rey Claudias de la Dserte. Acababan de dejar en secreto el ltimo

    castillo que no haba cado en poder de su enemigo.

    Ban de Bnoic iba a pedir ayuda al rey Arturo, su soberano31

    , que hasta ese

    momento no haba respondido a ninguna de sus llamadas. Cabalgaron toda la

    noche. Por la maana temprano, antes de la hora en que cantan los gallos, se

    encontraron en medio de un espeso bosque, delante de un calvero donde haba un

    lago.

    La reina Helena, agotada, se detuvo para reposar al borde del lago con el

    nio Lancelot, que dorma. Mientras el escudero vigilaba los caballos, el rey Ban

    quiso ver por ltima vez su castillo.

    31

    En el sistema feudal, el rey o seor que tena dominio sobre el resto de reyes o

    seores de un pas o territorio

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 26 -

    Cerca de all haba un cerrillo bastante elevado. Subi a lo ms alto y, una

    vez all, vio con espanto y dolor altas llamas enrojecer el cielo: el castillo, cado en

    las manos de Claudias, arda.

    El rey, que era anciano y haba sufrido ya demasiados disgustos, no pudo

    soportar este ltimo. Cay en tierra y muri.

    El escudero, inquieto por no verle regresar, trep a su vez a la colina y,

    descubriendo al Rey muerto, lanz gritos de dolor.

    La reina Helena los oy y se levant llena de angustia. Dudaba en dejar al

    beb solo, pero l dorma tranquilo y el lago tena tal aspecto de sosiego que se

    decidi. Deposit al pequeo Lancelot en la hierba y corri hasta la colina.

    Cuando vio al Rey tendido en tierra, comprendi la desgracia que acababa

    de ocurrir y se desvaneci de dolor. El escudero consigui reanimarla. Ella llor

    durante un momento, despus, pensando en su hijo, que haba quedado solo, volvi

    deprisa al borde del lago.

    Una mujer muy bella, vestida de blanco, se llevaba al nio apretado contra

    su corazn y se sumerga con l en el agua del lago.

    La Reina, desesperada, estuvo a punto de perder la razn y se retir a un

    convento, lejos del mundo. Cmo podra saber ella que la tan bella dama de

    blanco, que acababa de llevarse a su hijo, no era otra que el hada Viviana, tan

    amada antao por Merln? l haba desaparecido, pero ella continuaba viviendo

    siempre joven y bella -porque era un hada!- en ese reino acutico encantado que

    era el lago. Lancelot pas con ella una infancia dichosa, ignorando quin era y el

    drama que haba vivido su madre.

    La Dama del Lago -como ella se haca llamar- le amaba y velaba para que

    recibiese la educacin que mereca un hijo de Rey. Aprendi incluso a leer -lo que

    era raro en aquellos tiempos!

    Lancelot lleg a ser un bello adolescente de rostro seductor, gil de cuerpo

    y que destacaba en todos los juegos. Robusto y lleno de gracia a la vez, manejaba

    ya la lanza y la espada como un verdadero caballero. Amaba la caza y la danza y

    cada tarde, la Dama del Lago le llevaba rosas frescas recogidas y trenzadas en

    corona, generalmente rojas, el color del amor.

    Pero lleg un da en que a pesar de los compaeros que ella le haba dado, a

    pesar de los torneos, las justas32

    y la caza, Lancelot se aburra. Quera ir a la Corte

    del rey Arturo y ser armado caballero. Acababa de cumplir dieciocho aos.

    La Dama del Lago se puso triste, pero lo disimul. Hizo preparar un yelmo

    blanco como la nieve, la espada, el escudo... todo el equipo de un futuro caballero.

    Despus le dijo a Lancelot:

    -Vais a dejar el lugar de vuestra infancia y no podris volver aqu jams. Os

    he educado, pero yo no soy vuestra madre. Algn da sabris el nombre de

    vuestros padres y os sentiris orgullosos, pues sois hijo de Rey. Vais a vivir largas

    y, algunas veces, dolorosas aventuras, pero yo estar siempre cerca de vos, sin que

    os enteris, y os ayudar en vuestra bsqueda.

    Estas misteriosas palabras sorprendieron un poco a Lancelot, pero era

    demasiada la alegra que senta por partir junto al rey Arturo. La Dama del Lago

    hizo ensillar los caballos blancos y ella misma se visti de armio. Despus,

    escoltados por jinetes, Lancelot y ella dejaron el reino del Lago, para encontrar al

    rey Arturo que estaba ese da de caza...

    32

    Combate singular con lanza y caballo

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 27 -

    Y si ella no revel entonces al Rey su verdadero nombre de Viviana -bajo

    el cual, l la haba conocido- fue por un resto de malicia: pues haba estado, en otro

    tiempo, muy celosa de la amistad que Merln tena por Arturo.

    Lancelot En El Guardin Doloroso

    Llegado al castillo de la Dama de Nohaut, Lancelot venci al caballero

    enemigo, al precio de una ligera herida que le retuvo algunos das en ese lugar.

    Ahora bien, mientras estaba reposando, la Dama del Lago le hizo llegar tres

    escudos blancos, mediante una de las doncellas de su squito, llamada Saraide.

    Eran del mismo blanco brillante que el resto del equipo de Lancelot y los

    tres tenan el mismo tamao y la misma forma.

    Slo les diferenciaba el nmero de cintas rojas que los atravesaban: el

    primero tena solamente una, el segundo dos y el ltimo tres.

    -El que no tiene ms que una banda -explic Saraide- os dar, adems de

    vuestra fuerza, la de otro caballero. El que tiene dos bandas os dar la fuerza de

    dos caballeros y el que tiene tres, la de tres caballeros. La Dama del Lago os pide

    que os sirvis de ellos sin dudarlo, segn el uso que os sea necesario. Porque antes

    de volver a la Corte del rey Arturo vais a vivir grandes aventuras, en las que

    podris demostrar vuestro valor.

    Lancelot tom los escudos y dio las gracias a Saraide, a la cual haba tenido

    gran placer en volver a ver. Ella le cont muchas novedades de la Dama del Lago

    y de las gentes de su Corte.

    Desde el da siguiente, a pesar de los ruegos de la Dama de Nohaut -que

    hubiera querido conservarle cerca de ella ms tiempo-, Lancelot dej el castillo.

    l no amaba ms que a la reina Ginebra y slo a ella quera mostrar de qu

    hazaas era capaz. Caminando a travs del bosque, Lancelot lleg una maana a

    las puertas de una ciudad que dominaba un imponente castillo. La ciudad pareca

    rica y, sin embargo, pesaba sobre ella un extrao silencio. Las calles estaban casi

    desiertas y los raros habitantes con los que se cruz, parecan tristes y abatidos.

    Detuvo a una muchacha que llevaba un cntaro de agua y le pregunt la

    razn.

    -Forzosamente -respondi ella- sois extranjero en este pas para ignorar los

    maleficios que Brandis le Feln hace pesar sobre nosotros. El castillo que veis le

    pertenece. Se le llama El Guardin Doloroso, pues, entre sus muros, estn

    prisioneros gran cantidad de nobles caballeros que han intentado librarnos de l.

    Ninguno ha podido conseguirlo, pues el castillo est muy bien defendido. Ninguno

    ha podido, siquiera, flanquear la primera puerta. Ay! Quin nos librar?

    -Yo!

    La muchacha le mir tristemente:

    -Vos sois demasiado joven para morir. Marchaos de aqu!

    Pero Lancelot avanzaba ya hacia la primera puerta. El puente levadizo baj

    sbitamente y diez caballeros armados se lanzaron al encuentro de Lancelot.

    El combate fue terrible y dur casi todo el da. Lancelot debi utilizar el

    primero de los tres escudos para llegar a ser dueo de la situacin, pero al fin lo

    consigui.

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 28 -

    Cuando cay la noche, la primera puerta haba sido abatida. Los habitantes

    de la ciudad haban contemplado el combate con angustia. Llevaron a Lancelot a

    descansar. Comenzaban a abrazar una pequea esperanza...

    Al da siguiente, al alba, avanz hacia la segunda muralla. Por la puerta,

    sbitamente abierta, nuevamente diez caballeros se lanzaron sobre l.

    Pero l les golpe tan rudamente que retrocedieron en desorden hacia el

    interior del castillo empujndose para volver a pasar la puerta.

    Ahora bien, Brandis haba hecho colocar encima de esta puerta una gran

    estatua de bronce que representaba a un caballero, smbolo de su poder.

    De un golpe de su lanza, Lancelot la hizo tambalearse y caer en tierra. En

    su cada, mat a un caballero. Los otros se vieron perdidos y huyeron espantados.

    Pero, por desgracia, en medio del tumulto, Brandis el Feln pudo tambin

    huir. Los habitantes se desconsolaron, pues, a causa de ello continuara la

    maldicin que les martirizaba! A menos que... el caballero vencedor aceptase

    quedarse durante cuarenta das en la ciudad, sin salir de ella.

    Era pedir demasiado -bien lo saban- a un hombre en busca siempre de

    emociones y aventuras, que permaneciera ocioso, con los pies arrimados a los

    morillos33

    !

    As que se preguntaban cul sera la mejor manera de conseguir retenerle.

    Resulta que cerca del castillo exista un curioso cementerio. Cada abertura del

    muro que lo rodeaba estaba coronada con un yelmo de caballero.

    Intrigado, Lancelot fue all y vio que bajo cada uno de los yelmos se

    encontraba una tumba, en la que se lea la inscripcin: Aqu yace Fulano de Tal y

    he aqu su cabeza.

    Mas, al lado, haba otras tumbas ms bien extraas. Ningn yelmo las

    remataba y llevaban grabados los nombres de caballeros todava vivientes.

    Varios de estos nombres los conoca de la Corte del rey Arturo. La

    inscripcin estaba redactada en futuro: Aqu reposar Fulano de Cual... Lancelot

    qued un momento contemplndolas. Despus avanz hacia el centro del

    cementerio. All haba una gran losa de metal, adornada con oro y pedreras. Tena

    inscritas estas palabras: Slo el que haya liberado El Guardin Doloroso

    podr levantarme. Entonces sabr de quin es hijo. Sbitamente, una voz de mujer se elev detrs de Lancelot:

    -Brandis el Feln ha intentado muchas veces levantar esta losa. Jams lo

    consigui!

    Lancelot se volvi bruscamente. Qu haca all Saraide, la doncella de la

    Dama del Lago, que le haba entregado los tres escudos?, no se haba ido, pues?

    Ella sonri ante su asombro.

    -Ni un solo instante os he dejado. Pero vos no lo sabais. He recibido esta

    orden de la Dama del Lago. Levantad esta losa, no sois vos el vencedor?

    Lancelot se agach, empu la losa por uno de los bordes donde se

    estrechaba y, sin esfuerzo, la levant. Entonces vio estas palabras: Aqu

    descansar Lancelot, hijo del rey Ban de Bnoic. Hijo de un Rey... La Dama del Lago se lo haba dicho antao. Pero ahora

    saba de qu Rey... un Rey muerto, un reino perdido...

    Dej caer la losa. Saraide dijo entonces dulcemente:

    33

    Piezas metlicas colocadas en las chimeneas para sostener los leos. Esta

    expresin significa aqu: quedarse al lado del fuego cmodamente

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 29 -

    -La Dama del Lago me ha encargado que os cuente cmo el rey Ban,

    vuestro padre, perdi su reino y por ello muri.

    Ella le explic toda la historia, que hizo que Lancelot estuviera todava ms

    intrigado. Por qu el rey Arturo, tan buen soberano, no haba acudido en socorro

    de su padre?

    Ignoraba que el Rey haba olvidado esta antigua falta, aunque, bien pronto,

    un ermitao34

    se la recordara.

    Lancelot tom la costumbre de ir a reflexionar a menudo a este extrao

    cementerio, donde los muertos compartan el terreno con los vivos.

    Durante este tiempo, la nueva de la liberacin de El Guardin Doloroso

    haba llegado hasta la Corte del Rey. Y todos exclamaron:

    -Quin ha llevado a cabo la singular hazaa?

    -Un caballero desconocido -fue la nica respuesta que pudo dar el

    mensajero.

    El rey Arturo, por saber ms sobre lo sucedido, envi a aquel lugar a su

    sobrino Gauvain y a algunos caballeros.

    Cabalgaban confiados cuando Brandis el Feln, que les vigilaba, les cay

    encima por sorpresa y les hizo prisioneros a todos.

    El rey Arturo mont en clera y decidi ir l mismo al castillo de El

    Guardin Doloroso. La reina Ginebra y toda la Corte le acompaaban. Cuando

    llegaron delante del castillo, Lancelot estaba en el cementerio. Sumido en sus

    ensoaciones no advirti su presencia. Los guardas del castillo, no habiendo

    recibido rdenes, rehusaron dejar entrar al Rey y a su escolta, los cuales tuvieron

    que dar la vuelta.

    Cuando Lancelot se enter, se desesper. Por su culpa, la reina Ginebra -a

    la que amaba locamente- se haba visto rechazada del castillo que l acababa de

    conquistar! Cmo se hara perdonar cuando lo supiera?

    En seguida hizo ensillar su caballo y, a pesar de las splicas de los

    habitantes, parti a todo galope hacia el bosque para intentar alcanzar al rey y su

    escolta.

    Pero, qu direccin tomar?

    Un ermitao sala en ese momento de su choza, Lancelot le interrog y se

    enter a la vez de la cautividad de Gauvain y la trampa que Brandis se dispona a

    tender al rey Arturo.

    La desesperacin de Lancelot aument al saber que, por su culpa, la reina

    Ginebra estaba en peligro. Se precipit hacia el lugar del bosque donde Brandis

    preparaba su emboscada. Cuando le tuvo a la vista, se lanz sobre l, la espada en

    alto, consigui tirarle a tierra e iba a cortarle la cabeza cuando Brandis le record

    que tena a Gauvain prisionero. Su muerte traera consigo la de Gauvain. Por el

    contrario, si Lancelot le dejaba la vida, l prometa liberar a todos sus prisioneros.

    El rey Arturo, que llegaba con su escolta, intervino tambin. Lancelot cedi

    y liber a Brandis.

    Entonces partieron todos para El Guardin Doloroso, cuyas puertas, esta

    vez, se abrieron ante Ginebra y Arturo. Lancelot no haba tenido tiempo de

    quitarse el yelmo y nadie le haba reconocido.

    Tampoco nadie le vio partir, algunas horas ms tarde, cuando el festn en

    honor del Rey y de la Reina se desarrollaba en la gran sala del castillo.

    34

    Religioso que vive retirado en un lugar desierto

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 30 -

    Y cuando el rey Arturo quiso al fin conocer la casa y el nombre del

    caballero que haba llevado a cabo tales hazaas, no se le pudo encontrar. Haba

    desaparecido.

    Para Lancelot siguieron unos das de solitario vagar. Iba rumiando sus

    pensamientos lo mismo que si fueran hierbas amargas y meditando con qu hazaa

    podra reparar su falta respecto a Ginebra.

    Una maana un caballero le abord:

    -No sois vos el que liber de Brandis a El Guardin Doloroso?

    -Soy yo, en efecto.

    -Entonces seguidme, deprisa. Pues la reina Ginebra, por traicin, es

    retenida prisionera en ese castillo. Ella os ha hecho buscar por todo el reino, pues

    slo vos podis liberarla!

    Lancelot, por fin, tena el medio de reparar su falta. Sigui al caballero.

    Llegados a El Guardin Doloroso, no vieron ms que a gentes llorando y gimiendo

    por la brusca partida del caballero desconocido que les dejaba vctimas de los

    sortilegios de Brandis.

    Lancelot, impaciente por liberar a la Reina, no prest atencin a sus

    palabras.

    Una vez los caballos en la cuadra, Lancelot sigui al caballero hasta una

    puerta de cobre que cerraba la torre central del castillo. El caballero la abri,

    diciendo:

    -La Reina est ah.

    Lancelot se precipit. La puerta cay sobre l, cerrada. A su vez l estaba

    prisionero. Por detrs de una ventana enrejada de hierro, apareci un rostro y una

    voz dijo:

    -Perdonad nuestra pobre estratagema, seor caballero. La Reina de ninguna

    manera est prisionera. En realidad, parti de aqu hace largo tiempo. Pero

    nosotros queramos veros volver para que cesen los encantamientos que sufrimos.

    Si vos os quedis aqu cuarenta das...

    Lancelot, muy contento por saber a la Reina fuera de peligro, exclam

    riendo:

    -Es demasiado tiempo para m! No existe otro medio?

    -Estn las llaves de los encantamientos -dijo la voz, dudando-, pero es muy

    grande el peligro de ir a buscarlas...

    -Dejadme salir -orden Lancelot-, yo ir a buscarlas.

    Se le liber y se le gui hasta la entrada de un subterrneo.

    All penetr, espada en mano.

    Unos gritos horribles le detuvieron, entrecortados por gemidos que helaban

    la sangre, que hacan temblar; despus el suelo vacil, unos fulgores le

    deslumbraron, olores repulsivos casi le ahogaban, pero l continu avanzando.

    De repente se encontr frente a dos caballeros de bronce que, con un gesto

    mecnico levantaron y abatieron sus espadas, cruzando sus hojas como mayales35

    y, tan prximos, que ni una mosca hubiera podido pasar entre ellos.

    Lancelot blandi su espada por encima de las estatuas y, sosteniendo con

    las dos manos su escudo sobre la cabeza, para protegerla, se lanz. Recibi un

    corte en la espalda que casi le hizo caer, pero consigui pasar, metindose bajo las

    espadas. Los gritos aumentaron y le ensordecan, los vapores asfixiantes se

    35

    Herramientas agrcolas usadas para batir cereales, compuestas por dos

    bastones cuyos extremos estn atados con correas

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 31 -

    convirtieron en un humo espeso que rodeaba un enorme pozo que ocupaba todo el

    paso. Otra estatua mecnica con un hacha en la mano se hallaba detrs. Un

    gigantesco caballero! Cmo pasar?

    De un golpe, Lancelot salt por encima del pozo y cay sobre el caballero,

    al que arrastr en su cada. Consigui empujarle hasta el borde y precipitarle

    dentro.

    Lancelot estaba al borde de sus fuerzas cuando, al fin, dos puertas se

    abrieron delante de l. Una joven cubierta de velos le tenda dos llaves diciendo:

    -Esta abre la columna de bronce y esta otra el cofre de los encantamientos.

    Con una mano que temblaba un poco, Lancelot abri la una y el otro. Del

    cofre salieron entonces treinta espritus diablicos que mantenan el castillo bajo

    sus encantamientos. Daban alaridos y se arremolinaban alrededor de Lancelot, que

    cay desvanecido.

    Cuando volvi en s, todo estaba en calma y tranquilo. Las estatuas, el

    puente y el subterrneo haban desaparecido. l estaba tendido en un jardn, donde

    cantaban los pjaros.

    A partir de aquel da, El Guardin Doloroso tom el nombre de El

    Guardin Alegre. Pero sus habitantes, a pesar de lo mucho que suplicaron, no

    pudieron conservar a Lancelot entre ellos. Estaba demasiado impaciente por volver

    a ver a la reina Ginebra.

    Galehaut, Seor De Las Islas Lejanas

    Lancelot se diriga en pequeas jornadas hacia la Corte del rey Arturo,

    soando con la reina Ginebra y con las hazaas que quisiera llevar a cabo para

    complacerla. Cul no sera su sorpresa cuando se enter de que Galehaut, seor de

    las Islas Lejanas, haba decidido apropiarse del reino del rey Arturo!

    Se haba apoderado de su mente la loca idea de poseer treinta reinos. Por

    qu treinta? Nadie lo saba! Hasta ese momento, Galehaut se haba contentado

    con su reino de Sorelois, rico y poblado.

    Por lo dems, era un hombre valiente y un peligroso enemigo. Mas sus

    tropas eran numerosas y el rey Arturo estaba expuesto a ser vencido.

    Lancelot lleg justo a tiempo para la ltima batalla. Para no ser reconocido

    se visti con una armadura negra -hasta entonces siempre haba vestido de blanco-

    y se lanz en medio de la refriega. Combati con tanto furor que las tropas de

    Galehaut se replegaron.

    El mismo Galehaut quiso conocer a ese caballero negro, cuya valenta le

    haba privado de la victoria. Sali en su busca y le invit a su tienda tan

    cortsmente que Lancelot no pudo rehusar. Los dos hombres hablaron y trabaron

    amistad. Hasta el punto de que Lancelot acept pasar la noche en el campo de

    Galehaut.

    Cuando esto fue conocido en el ejrcito del rey Arturo, la confusin fue

    grande y la reina Ginebra se desesper.

    Pensaba: Si el caballero negro nos abandona, maana Galehaut nos

    vencer. Y todos pensaban como ella.

    Durante ese tiempo, Galehaut, para demostrar mejor su admiracin y el

    deseo que tena de llegar a ser su amigo, exclamaba con entusiasmo e imprudencia:

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 32 -

    -Tengo por vos tanta admiracin que estoy presto a concederos todo lo que

    me pidis! Yo os lo juro.

    -Vos no debis prometer nada que no podis cumplir! -respondi Lancelot

    sorprendido.

    -Aun as, podis creerme. Soy conocido como el ms leal de los caballeros.

    Cenaron y se acostaron. Durante la noche, Galehaut oy a Lancelot gemir y

    llorar pues, incluso en sus sueos, pensaba en la reina Ginebra y en el amor

    imposible que por ella senta.

    Pero, cuando por la maana Galehaut intent preguntarle sobre las razones

    de su tristeza, respondi:

    -No es nada. Un sueo.

    Despus, aadi:

    -Recordis la promesa que me hicisteis ayer tarde?

    -Cierto, amigo! Pedid! Si est en mis manos, lo tendris!

    -Id al combate, pero cuando estis a punto de vencer al rey Arturo,

    proponedle la paz y poneos en sus manos, renunciando con ello a conquistar su

    reino. En cuanto a m, yo no os combatir hoy y me quedar a vuestro lado.

    Al principio, esta peticin dej a Galehaut estupefacto, despus dijo:

    -Os lo haba prometido. As que proceder como me lo peds.

    Y mantuvo la palabra. En el momento en que las tropas del rey Arturo iban

    a ser definitivamente vencidas, se vio al caballero negro hacer un signo. Galehaut

    se lanz hacia el Rey, que se encontraba con la cabeza baja, bajo el peso de la

    derrota y le miraba tristemente.

    Entonces, bajo la incrdula mirada de todos, Galehaut salt del caballo e

    hinc la rodilla delante del Rey, pronunciando con fuerte voz estas increbles

    palabras:

    -Seor, vengo a hacer justicia y, para reparar el perjuicio que os he hecho,

    invadiendo vuestras tierras, yo me someto a vuestra gracia.

    El rey Arturo le levant y le dio un largo abrazo, aceptando con alegra el

    homenaje as ofrecido.

    Era la paz! Todos rean y aplaudan.

    La reina Ginebra se preguntaba quin es ese caballero negro capaz de obrar

    tal milagro.

    Interrog a Galehaut, pero l guard silencio, pretendiendo que el

    misterioso caballero haba abandonado ya el campo. La Reina no le crey e insisti

    en encontrarse con l. Cuando lo supo, Lancelot suspir:

    -He hecho la promesa de no presentarme ante ella hasta que mis hazaas

    me hayan hecho digno de ello.

    -Dejadme hacer a m, amigo -dijo Galehaut-, yo arreglar ese encuentro sin

    que tengis que romper vuestra promesa.

    Hacia el final del da, la Reina fue a una pradera un poco alejada del

    campo. Por all corra un riachuelo. Sobre una de sus riberas estaba Lancelot. No

    llevaba entonces su armadura negra y Ginebra le reconoci. Camin hacia l,

    Galehaut, que le acompaaba, murmur:

    -l es el caballero negro.

    Despus les dej solos. Lancelot estaba tan turbado que apenas poda

    hablar. Pero cuando la Reina le pregunt:

    -Para complacer a qu dama habis llevado a cabo tantas hazaas?

    Reveladme su nombre. Yo soy vuestra Reina.

    l sonri.

  • MIRANDE, JACQUELINE ARTURO Y LOS CABALLEROS

    - 33 -

    -Sois vos misma. No he jurado que vos serais mi dama el da que me

    ceisteis la espada?

    La Reina, turbada por la declaracin de este amor y la belleza de Lancelot

    murmur:

    -Soy vuestra amiga y por ello siento una gran alegra. No quiero volver a

    veros triste.

    Le bes. Despus, como la noche se aproximaba, Lancelot volvi a pasar el

    ro y regres al campo de Galehaut.

    Se encontraron varios das seguidos en la pradera y eran dichosos. Pero

    lleg el momento en que Galehaut decidi volver a sus tierras de Sorelois.

    Lancelot confi entonces a la Reina que haba decidido acompaar a su amigo.

    Estaba deshecho por la idea de tener que dejar a Ginebra, pero saba que su amor

    era imposible. Y el rey Arturo acababa de hacerle caballero de la Tabla Redonda!

    Nuevas aventuras le esperaban.

    El Valle Sin Retorno

    A partir de ese momento, Lancelot reparti su tiempo entre largas estancias

    en Sorelois, junto a Galehaut, y breves viajes a la Corte del rey Arturo -casi

    siempre para participar en torneos, donde era invariablemente el vencedor-. All

    gan la reputacin de mejor caballero del mundo, incluso entre sus iguales36

    de la

    Tabla Redonda, cuyas hazaas, sin embargo, eran famosas.

    Algunas veces, se lanzaba a solitarias cabalgadas, en busca de aventuras y

    de hazaas en bosques perdidos y mgicos, en combates de justicia o de liberacin.

    Se mostraba siempre fiel a su juramento de caballero que aceptaba que si uno de

    entr