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n Doctor en Lima «Y tú, amable Salvany, que por obedecer las órdenes de un Rey, te has expuesto a tantos peligros por mar y tierra, entra a reposar de ellos, ocupando un asiento entre los esclarecidos Doctores de esta Universidad». Estas palabras de Hipólito Unanue pronunciadas durante el discurso de investidura como doctor a Josef Salvany po- nen de manifiesto el reconoci- miento otorgado por sus colegas de Ultramar. Era un 30 de noviem- bre de 1806 en una sesión solem- ne de la Universidad de Lima. Unanue le invitaba a tomarse un respiro, conocedor del arrojo de- rrochado en el cumplimiento de su misión. Mientras tanto, en Ma- drid, donde había llegado en el mes de septiembre, Balmis era re- cibido como el héroe de una gran hazaña médica. Infancia, juventud y formación Salvany, bautizado como Joseph, Joan, Sebastiá, nació en Barcelona el 19 de enero de 1774. Sus padres fueron Joseph Salvany Rojas (ci- rujano) y Mariana Salvany Lleo- part. Estudió dos años de Gramá- tica (1784-1786) y dos más de La- tinidad, Retórica y Poesía (1786- 1788), a los que siguieron tres cur- sos de Filosofía en el Real Colegio del Convento de San Agustín de Barcelona (1789-1791). En octu- bre de 1791 se examinó de Latini- dad, Lógica y Física en el Real Co- legio de Cirugía de Barcelona y siendo aprobado se matriculó, cursando estudios en este centro hasta 1796 donde pasó con sobre- saliente el examen final en 1797 convirtiéndose en licenciado en Cirugía. Cirujano militar Salvany inició su carrera militar como cirujano interino en el 4º Batallón del Real Cuerpo de Guar- dias Walonas (1797), pasando después al Regimiento de Infan- tería de Irlanda (1799) y finalmen- te sirvió en el 5º Batallón de Infan- tería de Navarra (1801). Su salud comenzó a darle problemas e in- tentó sin éxito acceder a un puesto de cirujano en alguna facultad. En julio de 1803 fue nombrado Ciru- jano del Real Sitio de Aranjuez. Fue entonces cuando se involucró en el proyecto de la Expedición al reunir los requisitos siendo selec- cionado por la Junta de Cirujanos. Por tanto no fue elegido por Bal- mis, aunque tenían perfiles co- munes, los dos provenían de un ambiente familiar de cirujanos, eran militares, tenaces y con sen- tido de la responsabilidad. Como ya hemos contado, Salvany y Bal- mis permanecieron juntos hasta que la expedición se dividió un periodo de apenas cinco meses. Salvany es para muchos el héroe desconocido y esforzado que no obtuvo el reconocimiento en vida, y tampoco disfrutó del éxito que sí obtuvo Balmis. La personalidad de Salvany Siempre valoró en positivo el tra- bajo de sus compañeros, se mos- traba próximo a la población india a la que consideraba «protectora y acogedora» y se preocupaba por conocer sus costumbres. Por don- de pasó recibió muestras de cola- boración y afecto, como las de Mutis, Belomo, Dávalos, Devotti o Unanue, quizá este último la más contrastada ya que le apadrinó en el momento más feliz de su viaje, la obtención del grado de Doctor. Salvany leyó una tesis médica so- bre «la vacuna como profiláctico de la viruela» y otra física sobre el «calor de la materia». Es obvio que podía disertar sobre la vacuna, pero lo que llama la atención son sus observaciones sobre el clima de los Andes, prueba de su interés en la observación de los entornos por donde viajó. Unanue hablaba de su buen carácter, «la honesti- dad de tu porte y la dulzura de tu trato son unos argumentos irresis- tibles de la moral de tu alma». Entre la fragilidad y la perseverancia Una constante en la corta vida de Salvany fue su lastimosa lista de padecimientos. En los inicios de su carrera (1798) se infectó de tuber- culosis, y al año siguiente, tras ser nombrado cirujano del Regimien- to de Irlanda solicitó un permiso para «tomar las aguas de San Hi- lario para recobrar su salud». Sal- vany tenía 25 años. Dos años des- pués exponía que «he sufrido una grave enfermedad en Extremadu- ra y he quedado con exceso de de- bilidad e inapetencia por padecer tercianas», y solicitaba una exce- dencia. Salvany había contraído la malaria. A pesar de todo, empren- dió un largo viaje hacia un conti- nente desconocido para él y lleno de riesgos. Al poco de iniciar la Ruta del Sur dio indicios de debi- lidad, y en el naufragio que sufrie- ron en el río Magdalena perdió el ojo izquierdo «a causa de una flu- xión que le sobrevino». Atravesan- do los Andes se dislocó una muñe- ca que debía conservar inmovili- zada, «no quedándole otro uso de ella que el de vacunar y escribir». El mal de altura asociado a la tu- berculosis le afectó los pulmones y sufría frecuentes hemoptisis. En enero de 1807, llegando a Chilca, padeció un «fuerte garrotillo» o dif- teria en la garganta que minó más su salud. En Santiago de Almagro sufrió un fuerte cólico y rigurosas tercianas. En diciembre de 1807 se agravó su estado en Arequipa y, tras un reconocimiento, le certifi- caron que su estado «se confundía con la apoplejía por la intermiten- cia de su pulso y por la respiración estertorosa precedida de movi- mientos convulsivos y el síncope en su cesación presentaba un es- pectáculo de horror». Los faculta- tivos le recomendaron interrum- pir su viaje que sería demasiado penoso y fatigado. Salvany solicitó una vacante que le fue denegada. En abril de 1809 otro certificado fe- chado en La Paz dice que «padecía diversos ataques en el vientre, pe- cho y cabeza, pudiendo ocasionar- le un accidente mortal, sería con- veniente a su existencia fijar su re- sidencia en un clima templado, sano y seco». No fue así. Salvany fa- lleció el 21 de julio de 1810 en Co- chabamba, condenado a vacunar, como le despidió Unanue: ¡Cuan- tas tormentas has sufrido por mar y tierra para librarnos de la viruela! «Se continuará...». José Tuells CÁTEDRA BALMIS DE VACUNOLOGÍA. UNIVERSIDAD DE ALICANTE Bicentenario Balmis Bicentenario Balmis Bicentenario Balmis Bicentenario Balmis Capítulo 22 /Subdirector de la expedición, Salvany recibió de Balmis la orden de propagar la vacuna por América del Sur. Allí cumplió con creces una difícil misión que le costó la vida. Una de sus mayores alegrías fue doctorarse en Lima. Como buen ilustrado, fue un hombre polifacético que ejerció como médico, meteorólogo, periodista y estadista. Apadrinó la tesis de Salvany como cate- drático de la Universidad de San Mar- cos de Lima. Participó en el proceso de independencia de Perú como congre- sista y redactor de la Constitución, fue editor del influyente Mercurio Peruano y fundó la Escuela de Medicina de San Fernando. Su obra más conocida es Ob- servaciones sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en especial el hombre, donde intenta ex- plicar las causas climáticas de las en- fermedades en Lima al más puro estilo hipocrático. José Hipólito Unanue (1755-1833) Josef Salvany, el vacunador que atravesaba tormentas Pueden hacernos llegar preguntas que intentaremos contestar en [email protected] José Hipólito. INFORMACIÓN Autógrafo de José Salvany. INFORMACIÓN Cultura y Sociedad INFORMACIÓN DOMINGO, 30 DE JUNIO, 2019 72

misión que le costó la vida. Una de sus mayores alegrías fue ...Unanue hablaba de su buen carácter, «la honesti-dad de tu porte y la dulzura de tu trato son unos argumentos irresis-tibles

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Page 1: misión que le costó la vida. Una de sus mayores alegrías fue ...Unanue hablaba de su buen carácter, «la honesti-dad de tu porte y la dulzura de tu trato son unos argumentos irresis-tibles

nDoctor en Lima«Y tú, amable Salvany, que porobedecer las órdenes de un Rey,te has expuesto a tantos peligrospor mar y tierra, entra a reposar deellos, ocupando un asiento entrelos esclarecidos Doctores de estaUniversidad». Estas palabras deHipólito Unanue pronunciadasdurante el discurso de investiduracomo doctor a Josef Salvany po-nen de manifiesto el reconoci-miento otorgado por sus colegasde Ultramar. Era un 30 de noviem-bre de 1806 en una sesión solem-ne de la Universidad de Lima.Unanue le invitaba a tomarse unrespiro, conocedor del arrojo de-rrochado en el cumplimiento desu misión. Mientras tanto, en Ma-drid, donde había llegado en elmes de septiembre, Balmis era re-cibido como el héroe de una granhazaña médica.

Infancia, juventud y formaciónSalvany, bautizado como Joseph,Joan, Sebastiá, nació en Barcelonael 19 de enero de 1774. Sus padresfueron Joseph Salvany Rojas (ci-rujano) y Mariana Salvany Lleo-part. Estudió dos años de Gramá-tica (1784-1786) y dos más de La-tinidad, Retórica y Poesía (1786-1788), a los que siguieron tres cur-sos de Filosofía en el Real Colegiodel Convento de San Agustín deBarcelona (1789-1791). En octu-bre de 1791 se examinó de Latini-dad, Lógica y Física en el Real Co-legio de Cirugía de Barcelona ysiendo aprobado se matriculó,cursando estudios en este centrohasta 1796 donde pasó con sobre-saliente el examen final en 1797convirtiéndose en licenciado enCirugía.

Cirujano militarSalvany inició su carrera militarcomo cirujano interino en el 4ºBatallón del Real Cuerpo de Guar-dias Walonas (1797), pasandodespués al Regimiento de Infan-tería de Irlanda (1799) y finalmen-te sirvió en el 5º Batallón de Infan-tería de Navarra (1801). Su saludcomenzó a darle problemas e in-tentó sin éxito acceder a un puestode cirujano en alguna facultad. Enjulio de 1803 fue nombrado Ciru-jano del Real Sitio de Aranjuez.Fue entonces cuando se involucróen el proyecto de la Expedición alreunir los requisitos siendo selec-cionado por la Junta de Cirujanos.Por tanto no fue elegido por Bal-

mis, aunque tenían perfiles co-munes, los dos provenían de unambiente familiar de cirujanos,eran militares, tenaces y con sen-tido de la responsabilidad. Comoya hemos contado, Salvany y Bal-mis permanecieron juntos hastaque la expedición se dividió unperiodo de apenas cinco meses.Salvany es para muchos el héroedesconocido y esforzado que noobtuvo el reconocimiento envida, y tampoco disfrutó del éxitoque sí obtuvo Balmis.

La personalidad de SalvanySiempre valoró en positivo el tra-bajo de sus compañeros, se mos-traba próximo a la población indiaa la que consideraba «protectoray acogedora» y se preocupaba porconocer sus costumbres. Por don-de pasó recibió muestras de cola-boración y afecto, como las deMutis, Belomo, Dávalos, Devotti oUnanue, quizá este último la máscontrastada ya que le apadrinó enel momento más feliz de su viaje,la obtención del grado de Doctor.Salvany leyó una tesis médica so-bre «la vacuna como profilácticode la viruela» y otra física sobre el«calor de la materia». Es obvio quepodía disertar sobre la vacuna,

pero lo que llama la atención sonsus observaciones sobre el climade los Andes, prueba de su interésen la observación de los entornospor donde viajó. Unanue hablabade su buen carácter, «la honesti-dad de tu porte y la dulzura de tutrato son unos argumentos irresis-tibles de la moral de tu alma».

Entre la fragilidad y la perseveranciaUna constante en la corta vida deSalvany fue su lastimosa lista depadecimientos. En los inicios de sucarrera (1798) se infectó de tuber-culosis, y al año siguiente, tras sernombrado cirujano del Regimien-to de Irlanda solicitó un permiso

para «tomar las aguas de San Hi-lario para recobrar su salud». Sal-vany tenía 25 años. Dos años des-pués exponía que «he sufrido unagrave enfermedad en Extremadu-ra y he quedado con exceso de de-bilidad e inapetencia por padecertercianas», y solicitaba una exce-dencia. Salvany había contraído lamalaria. A pesar de todo, empren-dió un largo viaje hacia un conti-nente desconocido para él y llenode riesgos. Al poco de iniciar laRuta del Sur dio indicios de debi-lidad, y en el naufragio que sufrie-ron en el río Magdalena perdió elojo izquierdo «a causa de una flu-xión que le sobrevino». Atravesan-do los Andes se dislocó una muñe-ca que debía conservar inmovili-zada, «no quedándole otro uso deella que el de vacunar y escribir».El mal de altura asociado a la tu-berculosis le afectó los pulmonesy sufría frecuentes hemoptisis. Enenero de 1807, llegando a Chilca,padeció un «fuerte garrotillo» o dif-teria en la garganta que minó mássu salud. En Santiago de Almagrosufrió un fuerte cólico y rigurosastercianas. En diciembre de 1807 seagravó su estado en Arequipa y,tras un reconocimiento, le certifi-caron que su estado «se confundíacon la apoplejía por la intermiten-cia de su pulso y por la respiraciónestertorosa precedida de movi-mientos convulsivos y el síncopeen su cesación presentaba un es-pectáculo de horror». Los faculta-tivos le recomendaron interrum-pir su viaje que sería demasiadopenoso y fatigado. Salvany solicitóuna vacante que le fue denegada.En abril de 1809 otro certificado fe-chado en La Paz dice que «padecíadiversos ataques en el vientre, pe-cho y cabeza, pudiendo ocasionar-le un accidente mortal, sería con-veniente a su existencia fijar su re-sidencia en un clima templado,sano y seco». No fue así. Salvany fa-lleció el 21 de julio de 1810 en Co-chabamba, condenado a vacunar,como le despidió Unanue: ¡Cuan-tas tormentas has sufrido por mary tierra para librarnos de la viruela!«Se continuará...».

José TuellsCÁTEDRA BALMIS DE VACUNOLOGÍA.UNIVERSIDAD DE ALICANTE

BicentenarioBalmis

BicentenarioBalmis

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BicentenarioBalmis

Capítulo 22 /Subdirector de la expedición, Salvany recibió de Balmis la orden de propagar la vacuna por América del Sur. Allí cumplió con creces una difícilmisión que le costó la vida. Una de sus mayores alegrías fue doctorarse en Lima.

Como buen ilustrado, fue un hombrepolifacético que ejerció como médico,meteorólogo, periodista y estadista.Apadrinó la tesis de Salvany como cate-drático de la Universidad de San Mar-cos de Lima. Participó en el proceso deindependencia de Perú como congre-sista y redactor de la Constitución, fueeditor del influyente Mercurio Peruanoy fundó la Escuela de Medicina de SanFernando. Su obra más conocida es Ob-servaciones sobre el clima de Lima y suinfluencia en los seres organizados, enespecial el hombre, donde intenta ex-plicar las causas climáticas de las en-fermedades en Lima al más puro estilohipocrático.

José HipólitoUnanue

(1755-1833)

Josef Salvany, el vacunador que atravesaba tormentas

Pueden hacernos llegar preguntas queintentaremos contestar [email protected]

José Hipólito. INFORMACIÓN

Autógrafo de José Salvany. INFORMACIÓN

Cultura y Sociedad

INFORMACIÓNDOMINGO, 30 DE JUNIO, 201972