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Mística Desasimiento según san Agustín De los tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan (Tratado 4: PL 35, 2008-2009). ¿Qué es o que se nos ha prometido? Seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. La lengua ha expresado lo que ha podido; lo restante ha de ser meditado en el corazón. En comparación de aquel que es, ¿qué pudo decir el mismo Juan? ¿Y qué podemos decir nosotros, que tan lejos estamos de igualar sus méritos? Volvamos, pues, a aquella unción de Cristo, a aquella unción que nos enseña desde dentro lo que nosotros podemos expresar, y, ya que por ahora os es imposible la visión, sea vuestra tarea el deseo. Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves todavía, mas por tu deseo te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento de la visión. Supón que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo que van a darte; entonces tenderás la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cuán grande es lo que vas a meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. Así Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones. Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmado. Ved de qué manera Pablo ensancha su deseo, para hacerse capaz de recibir lo que ha de venir. Dice, en efecto: No quiero decir con esto que tenga ya conseguido el premio o que sea ya perfecto; yo, hermanos, no considero haber ganado todavía el premio. ¿Qué hace, pues, en esta vida, si aun no has conseguido el premio? Solo una cosa busco: olvidando lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que veo por delante, voy corriendo hacia la meta para conseguir el premio de la asamblea celestial. Afirma de sí mismo que está lanzado hacia lo que ve por delante y que va corriendo hacia la meta final. Es porque se sentía demasiado pequeño para captar aquello que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre.

Mist Agus Desasimiento

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Un excelente lección sobre el desasimiento existencial para el culmen de la contemplación

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Mist Desasimiento

Mstica Desasimiento segn san AgustnDe los tratados de san Agustn, obispo, sobre la primera carta de san Juan (Tratado 4: PL 35, 2008-2009).

Qu es o que se nos ha prometido? Seremos semejantes a l, porque lo veremos tal cual es. La lengua ha expresado lo que ha podido; lo restante ha de ser meditado en el corazn. En comparacin de aquel que es, qu pudo decir el mismo Juan? Y qu podemos decir nosotros, que tan lejos estamos de igualar sus mritos?Volvamos, pues, a aquella uncin de Cristo, a aquella uncin que nos ensea desde dentro lo que nosotros podemos expresar, y, ya que por ahora os es imposible la visin, sea vuestra tarea el deseo.

Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves todava, mas por tu deseo te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento de la visin. Supn que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo que van a darte; entonces tenders la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cun grande es lo que vas a meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. As Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchndola, la hace capaz de sus dones.Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmado. Ved de qu manera Pablo ensancha su deseo, para hacerse capaz de recibir lo que ha de venir. Dice, en efecto: No quiero decir con esto que tenga ya conseguido el premio o que sea ya perfecto; yo, hermanos, no considero haber ganado todava el premio.

Qu hace, pues, en esta vida, si aun no has conseguido el premio? Solo una cosa busco: olvidando lo que queda atrs y lanzndome hacia lo que veo por delante, voy corriendo hacia la meta para conseguir el premio de la asamblea celestial. Afirma de s mismo que est lanzado hacia lo que ve por delante y que va corriendo hacia la meta final. Es porque se senta demasiado pequeo para captar aquello que ni el ojo vio, ni el odo oy, ni vino a la mente del hombre.Tal es nuestra vida: ejercitarnos en el deseo. Ahora bien, este santo deseo est en proporcin directa de nuestro desasimiento de los deseos que suscita el amor del mundo. Ya hemos dicho en otra parte que un recipiente, para ser llenado, tiene que estar vaco. Derrama, pues, de ti el mal, ya que has de ser llenado del bien.

Imagnate que Dios quiere llenarte de miel; si ests lleno de vinagre, dnde pondrs la miel? Hay que vaciar primero el recipiente, hay que limpiarlo y lavarlo, aunque cueste fatiga, aunque haya que frotarlo, para que sea capaz de recibir algo.

Y as como decimos miel, podramos decir oro o vino; lo que pretendemos es significar algo inefable: Dios.

Y cuando decimos Dios, qu es lo que decimos? Esta sola slaba es todo lo que esperamos. Todo lo que podamos decir est, por tanto, muy por debajo de esa realidad; ensanchemos, pues, nuestro corazn, para que, cuando venga, nos llene, ya que seremos semejantes a l, porque lo veremos tal cual es.