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MITOLOGÍA EN TORNO A PLUTÓN Y SUS LUNAS Ángel Campos El ser humano desde la antigüedad ha nombrado a los cuerpos celestes con sus mitos. Así, las sagas mitológicas han ocupado sectores del cielo con cierta coherencia. Los nombres de sus dioses, héroes y criaturas fabulosas han sobrevivido como constelaciones hasta nuestros días. Las leyendas de Orión y Escorpio; de Perseo, Andrómeda, Pegaso y Cefeo entre otras llenan los cielos del mismo modo que los planetas y otros cuerpos del sistema solar son un muestrario de los dioses grecorromanos que a su vez han dado lugar a los días de la semana en las lenguas que evolucionaron del latín. Al hilo de esta tradición era de esperar que fueran también bautizados los últimos astros descubiertos del sistema solar: Plutón en 1930 por Clyde Tombaugh, discípulo de Percival Lowell quien consagró una parte de su vida a la búsqueda del planeta X y en cuyo honor fue bautizado con las iniciales de su nombre y apellido respectivamente, Caronte en 1978 por James W. Christy y las nuevas lunas Nix e Hidra en 2005 en el curso de la preparación de la misión New Horizon que llegará a Plutón en 2015. Los nombres mitológicos aplicados a estos cuatro cuerpos celestes guardan una estricta relación entre sí en las diversas narraciones mitológicas. Plutón (Hades en la mitología griega, hijo de Crono y Rea y hermano de Zeus) era el rey de los infiernos o del inframundo, un lugar circundado por los ríos Aqueronte y

Mitología en torno a Plutón y sus lunas

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Notas mitológicas de Ángel Campos.

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MITOLOGÍA EN TORNO A PLUTÓN Y SUS LUNAS

Ángel Campos

El ser humano desde la antigüedad ha nombrado a los cuerpos celestes con sus mitos. Así, las sagas mitológicas han ocupado sectores del cielo con cierta coherencia. Los nombres de sus dioses, héroes y criaturas fabulosas han sobrevivido como constelaciones hasta nuestros días. Las leyendas de Orión y Escorpio; de Perseo, Andrómeda, Pegaso y Cefeo entre otras llenan los cielos del mismo modo que los planetas y otros cuerpos del sistema solar son un muestrario de los dioses grecorromanos que a su vez han dado lugar a los días de la semana en las lenguas que evolucionaron del latín. Al hilo de esta tradición era de esperar que fueran también bautizados los últimos astros descubiertos del sistema solar: Plutón en 1930 por Clyde Tombaugh, discípulo de Percival Lowell quien consagró una parte de su vida a la búsqueda del planeta X y en cuyo honor fue bautizado con las iniciales de su nombre y apellido respectivamente, Caronte en 1978 por James W. Christy y las nuevas lunas Nix e Hidra en 2005 en el curso de la preparación de la misión New Horizon que llegará a Plutón en 2015. Los nombres mitológicos aplicados a estos cuatro cuerpos celestes guardan una estricta relación entre sí en las diversas narraciones mitológicas.Plutón (Hades en la mitología griega, hijo de Crono y Rea y hermano de Zeus) era el rey de los infiernos o del inframundo, un lugar circundado por los ríos Aqueronte y Estigio. Allí se dirigían las almas de los muertos para ser juzgadas y enviadas por sus buenas obras al frondoso Elíseo acariciado por la brisa embalsamada del Céfiro o por sus malas acciones al Tártaro , prisión fortificada por un triple muro y rodeada por el río de fuego Flagetón. El dios del inframundo, impulsado por un celibato impuesto por su fealdad, por la espantosa morada donde habitaba y por su mal carácter recurrió al violento rapto de Proserpina (Perséfone), la hija de Ceres (la diosa griega Deméter ). Cuando supo lo ocurrido, la diosa corrió rauda hasta la orilla del río Aqueronte para rogar por la liberación de su hija, pero nadie podía regresar de los infiernos si había comido allí. Sin embargo a Proserpina que había comido un grano de granada le fue permitido regresar a la tierra, aunque debía pasar con su raptor una tercera parte del año. Otra historia mitológica lo relaciona con

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Hércules (Heracles hijo de Zeus) quien hirió a Plutón en su intento por entrar en los infiernos, su herida fue tan grave que hubo de ser curada por Péan con un bálsamo tan mágico que hizo sanar rápidamente la herida. El dios romano de los infiernos era representado a menudo con una corona de ébano en alusión a la negrura de su tenebroso reino, presentaba un rostro descolorido con marcadas cejas y mirada amenazante, solía portar en su mano derecha un cetro y el casco, regalo que los cíclopes le dieron y le otorgaba el don de la invisibilidad.

Carón o Caronte es el viejo, feo, interesado y mal encarado barquero que transporta las almas si le pagan el óbolo del pasaje para conducirlas ante Mercurio ( el Hermes griego ) o golpea los cuerpos que aún no han recibido sepultura o a aquellos que no pueden pagarle. Este genio de la muerte conduce la barca pero son las almas quienes reman, tan sólo Hércules (Heracles) de camino a los infiernos fue capaz de hacerlo remar tras arrebatarle la percha y propinarle una severa paliza. Tras este episodio, Caronte fue encadenado durante un año por haber permitido la entrada a un ser vivo a los infiernos. En las pinturas etruscas es representado como un demonio con alas, una maza y unos cabellos poblados de serpientes.

Nix es la diosa de la noche y curiosamente la madre del barquero Caronte. Es hermana de las tinieblas infernales (el Erebo) y reside más allá del país del Atlas. En la teogonía de Hesiodo es hija de Caos y está asociada al sueño (Hipno), a la discordia (Éride), a la vejez (Geras), al sarcasmo (Momo) y a las hijas del crepúsculo vespertino (las Hespérides) entre otras nociones abstractas.

El grupo lo completa la Hidra de Lerna, hija de Tifón y Equidna. Fue criada por Hera bajo un plátano cerca de la fuente de Amimone y muerta por Hércules quien con su emponzoñada sangre envenenó sus flechas. Se la representa como una gigantesca serpiente policéfala que custodia la entrada al

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inframundo. El número de sus cabezas según autores oscilaba entre cinco y cien y se creía que la cabeza central era inmortal; sin embargo Hércules pudo cortarla y sepultarla bajo una roca.

Notas mitológicas publicadas en el libro de vv. aa. Nunca perder lección pp.157,159 y 185. Ediciones Santa María de Alarcos. Ciudad Real 2007. ISBN: 978-84-690-5511-3.