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MNÈME – PENÍA * (Bocetos para una zoología perruna) * mnème: memoria, facultad de recordar. penía: pobreza, indigencia, penuria.

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paratexto a una voz

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MNÈME – PENÍA * (Bocetos para una zoología perruna)

* mnème: memoria, facultad de recordar. penía: pobreza, indigencia, penuria.

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La vergüenza de ser un hombre, ¿hay acaso alguna razón mejor para escribir?

Gilles Deleuze.

Prolegómeno: estas páginas confeccionadas pretenden convertirse en su propio espejo – nuestro espejo de cartón – a medida de que dicha lectura establezca las correspondencias aquí propuestas, medite sus enunciados como si emanaran desde el exterior (una exhortación) y otee sobre el pavimento o sitio eriazo con igual interés por el cual se consulta un texto eminentemente sabio. Enunciado a modo de ejemplo; Cuerpo sobre un cuerpo – deviene perro.

Has dejado tras de ti la mordedura el sello herido en mi carne

carne que es espíritu

Supongamos una ficción para nuestro cómodo entendimiento: he aquí un

escritor impaciente – porque es caso ridículo el que no lo sea – en medio de la ciudad, a

la búsqueda de un tema, motivo, un próximo proyecto. De los seres humanos, exclama,

mucho se ha dicho ya. Y, mientras se encuentra enfrascado en esos perfumados

pensamientos (281), atraviesa a campo raudo un roñoso animal cuadrúpedo. Ambos se

observan, sin reconocerse aún. Pero la ventaja del escritor es que ha encontrado a su

personaje y sólo le basta establecer toda una escena narrativa para él. Es allí donde

surgen las dificultades: desde la descripción física de su objeto, pasando por los

vericuetos que acompañan al cuadrúpedo animal (histórico, geográfico, clínico, etc.)

Obviamente, las dificultades se tornan hasta incontenibles si decide establecer una

relación empática con el animalesco ser (¿cómo expresar esa solidaridad? ¿desde dónde

hacerla emerger? ¿de los recuerdos? ¿de lo inmediato?). Y, de pronto, casi en virtud de

suerte caprichosa que sólo la naturaleza nos puede brindar, el escritor se encuentra preso

de su tema, expuesto a las mismas dificultades que su víctima figura. Decide, sin otro

recurso, intentar hablarle: sólo un ruido inarticulado emana de un puntiagudo hocico –

del ficticio escritor. No hay sílabas comprensibles, ausencia del silabario cotidiano, pero

también del extranjero; idioma inentendiblemente radical no-griego, no-latín, no-

europeo, no-nahuác, no-aymará, no-mapudungún. Hasta aquí, la ficción, puesto que el

escritor ha descubierto, al precio de una carencia, otro lenguaje, otro código y otra

lógica. Ha abolido, por un momento, el linde circunferencial (su cómoda estancia

llamada lengua), como si el cuadrúpedo se liberara también de sus límites, su casa, sus

amos, sus collares…(125 y d).

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(281) El escritor LADRA (si su pérdida cotidiana la siente como pérdida).

El escritor AÚLLA (si su pérdida cotidiana la siente como una gracia).

… si el escritor abandona su confianza

en la lengua cotidiana, y adquiere una

“otra” articulación, la de ese perro, sus

proposiciones son desde ahora no-

lógicas: son estéticas.

Denominaremos aquí como proposición

estética a una formulación diferencial e

intensiva del sentir. Diferencial, en el

sentido serial de sus términos, sus

eslabonamientos, sus descentramientos y

divergencias que no apuntan ni a una

totalidad ni centro (principio estético de no-

identidad, multiplicado al infinitoa).

Intensiva, en el sentido de sus efectos

producidos por la conjunción de sus

términos, si no medibles, al menos

sensiblesb.

a “Es preciso que cada uno de los términos de una serie, ya de por sí diferenciada, se situé en una relación variable con los demás términos, y constituya de ese modo otras series desprovistas de centro y convergencia (…) Se sabe que la obra de arte moderna tiende a realizar esas condiciones (abandonando) el dominio de la representación para convertirse en experiencia.” (G. Deleuze: Diferencia y repetición. P. 119). b Hablamos aquí de las energéticas (concentradas o desplegadas) propias de la materialidad de una obra artística – Borges señalaba, respecto a la relación entre medio y expresión, saber desesperar el material.

(…) diríamos que el arte no elabora un perro fenoménico o formal, sino que selecciona – dentro de la dispersa gama de perros posibles – los elementos de su perro. El resultado es claramente un perro que no se asemeja a ningún otro. No por eso decimos que el perro estético no tiene realidad (como un perro sensible o lógico), sino todo lo contrario: ese perro funda la realidad misma en cada perro escrito, pintado, fotografiado, esculpido o musicalizado.

“Ese era su nombre” (Sogol ↔Logos)

(pág. 125)1 Comúnmente lo estético ha quedado reservado como simple operación lógica o facultad de juzgar estética – Platón y Kant, como esos dos perros olfateando el frasco de lo bello (281). La proposición lógica se guarda de arriesgar la identidad, donde la concordancia entre imagen y su modelo (significante/significado) impera bajo la representación. En el juicio de tipo estético, aún cuando no estamos determinando un objeto (no juzgo la existencia de ese perro, sino el afecto de agrado o desagrado producido en mí), sólo lo realiza un sujeto idéntico a su sentir, en la facultad representativa llamada imaginación. La proposición estética aspira, por el contrario, a la presentación única, génesis diferencial de todas sus series y, por ello, extraña y sorpresiva para el sujeto que vive dicha experiencia.c

1 Juan Luis Martínez: La nueva novela. c Una experiencia como tal no es la certificación de aquello que percibo y que, con posterioridad, rememoro en el pensamiento, sino que es ese instante en el cual queda abandonada la conciencia frente a un acontecimiento que discontinua, que fuerza a detener la cadena de causalidades y efectos. Ese sería, según pensamos, el sentido fuerte de toda presencia (llamar a un fox – terrier, por ejemplo, por su nombre SOGOL).

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MATERIALES MENESTEROSOS

“Dada la opacidad de los materiales, sólo el simple cartón otorga un esplendor deslumbrante al contacto con la luz. En consecuencia, una casa de cartón es el albergue por excelencia de todos los perros callejeros.”d

312. Ma chienne.

J'ai donné un nom á ma douleur et je l`appelle « chienne » - elle est aussi fidéle, aussi importune et

impudente, aussi divertissante, aussi intelligente que tout autre chien - et je, puis l'apostropher et passer sur elle mes mauvaises humeurs comme le font d'autres avee leurs chiens, leurs domestiques et leurs femmes. (Le he dado un nombre a mi dolor, y lo he llamado “perro” – es tan fiel, tan inoportuno e imprudente, como divertido e inteligente que cualquier otro perro (144) –; lo domino y descargo sobre él mis malos humores. En el fondo como otros con sus perros, sus domadores y sus mujeres.”2)

Bastaría una experiencia inmediata para confutar una proposición lógica

cuando opera sobre el espacio de un zoológico: desterradas de su hábitat natural, las

especies son puestas en cautiverio, obligadas a permanecer en determinados lugares –

en apariencia, provistos de una re-presentación análoga a su origen (como sabana para el

león, como pantano para el cocodrilo, etc.) Así también los conceptos mentales, presos

en la performática cerrada de sus sistemas. La proposición estética realiza otra

operación en lo zoológico: se trata de liberar, romper el cautiverio de la idea por medio

de la inmersión diferencial y sensible de todos sus códigos existentes:

lenguaje = logos = L L

Así, un perro no es símbolo del dolor, sino las condiciones dolorosas de cada perro

son las que se multiplican y se encarnan en éste, en el perro y en quienes fueron sellados con

una herida, un moretón, un tajo (una mordedura de perro también es una experiencia singular,

pocos instantes antes de la privación general).

En pocas líneas, le daremos logos a ese perro que ha huido de la

insoportable circularidad humana

d ¿Quién sería capaz de renunciar a todo, a cambio de una linterna y un trozo de cartón? Asumir esta peligrosa duda no es otra cosa que desplazarse más allá del mísero reino de la necesidad (perrito al que eliminaremos su circunferencia. 125) 2 Friedrich Nietzsche: La Gaya ciencia. Traducción de una traducción de Pierre Klossowski.

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INDICACIONES DE “CARÁCTER”

(pág. 281)

“Compañero de mi triste vida; te asemejas al público, a quienes no hay que presentarles nunca delicados perfumes que lo exasperen, sino porquerías cuidadosamente escogidas.”3

(pág. 144)

L

“Canto a los perros calamitosos, ya sea los que van errantes, solitarios por los barrancos sinuosos de las inmensas ciudades, ya sean los que le dijeron al hombre abandonado, con ojos parpadeantes y espirituales: Tómame contigo, y con nuestras dos miserias puede ser que hagamos una especie de felicidad.” 4

3 Charles Baudelaire: Oeuvres complètes. 4 Deuda aquí, de las citas y referencias tan menos importantes que aquella contraída con nuestros perros pobres, los callejeros y desamparados. Tiñosos, raquíticos y extremadamente lastimeros, levantan sus ojos cual “exigencia muda e implorante” (la expresión es de Derrida). Exigencia de la limosna, la vergüenza de sentirse hombres, tal como lo vivencian diversas páginas baudelerianas: “Esta exigencia muda e implorante de la mirada, pero tanto más imperiosa, imperiosa como la ley, adopta la figura del animal, a la vez demasiado humana e inhumana (deuda que endosa Derrida con Nietzsche): el perro maltratado. El pobre es un perro de la sociedad, el perro es la alegoría fraternal de la pobreza social, del excluido, del marginado (…) El poeta es ese animal, aquel animal, el hermano de

“El perro simboliza el aspecto sombrío de la complexión melancólica. Por otro lado, se hacía hincapié en el olfato (281) y en la perseverancia de este animal, que así proporcionaba una imagen del investigador y pensador infatigable.”

(Walter Benjamin: El origen del drama barroco) EL SECRETO DE PENÍA: Una de las variantes del mito dice que, durante la relación íntima entre Penía y Poros, la primera emitió un ladrido quejumbroso instante apenas del nacimiento de Eros, su legítimo hijo. Somos sus vástagos pobres, los abandonados, correteados y, dada nuestra facultad imitativa – herencia de nuestro padre Recurso – inventamos el lenguaje para asirnos con el hermano separado (véase esquema siguiente y 312).

Era de su predilección que el viejo callejero indicara con títulos extravagantes los diversos caracteres para sus piezas pianísticas. Escúchese los Preludes flasques pour un chien, percibiendo en sus notas el caminar, no del perro, sino del autor. (Lectura recomendada: Erik Satie: Cuadernos de un mamífero).

aquel animal cuyo destino comparte.” (Derrida, J: dar (el) tiempo. La moneda falsa. Pp. 141-142).

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(1988-2008).