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LOS CONTENIDOS REFERIDOS A ESTE TEMA ESTÁN SUJETOS A LAS LEYES DE COPYRIGHT. QUEDA, POR LO TANTO,

PROHIBIDA EXPRESAMENTE SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL SIN EL CONSENTIMIENTO EXPLÍCITO DE SUS

PROPIETARIOS LEGALES

Introducción: Modernismo y 98

El Modernismo: definición      Estilo       Líneas      Temas      Autores       Rubén Darío       Juan Ramón Jiménez        Manuel Machado  

La Generación del 98       Introducción       Concepto de generación       Precedentes       Nómina       Ideología       Estilo       Temas       Unamuno       Pío Baroja       Antonio Machado

Introducción

    El primer problema con el que nos encontramos al encarar el estudio de la literatura española en el siglo XX es el del término que debemos emplear para designar a los autores del final del siglo XIX y del primer decenio del siglo XX (realmente, desde 1885 a 1914). Dos términos se suelen usar: Modernismo y Generación del 98. Además, existen otros autores que no podemos incluir bajo ninguno de los nombres anteriores. Intentaremos clarificar estas cuestiones:

     -A finales del siglo XIX España vive una grave crisis general: el sistema político (turnismo; conservadores y progresistas) no funciona; se acrecientan los desfases sociales (proletarios y campesinos frente a alta burguesía); comienzan a surgir los primeros conflictos sociales violentos... Ya a finales del XIX un grupo de intelectuales propugnó una serie de medidas concretas para solucionar los problemas del país: los "Regeneracionistas": Joaquín Costa: "despensa y escuela" y F. Giner de los Ríos, con la Institución Libre de Enseñanza. En la misma línea se encontraba el escritor Ángel Ganivet.     -La situación del país se agudiza con la independencia, en 1898, tras varios años de guerra, de Cuba y Filipinas, últimas colonias de España. El "desastre" provoca cuantiosas pérdidas económicas y humanas. Surge también entonces un grupo de escritores preocupados por los problemas del país, por el "Tema de España". Son los hombres de la Generación del 98. Azorín propuso el nombre en la serie de artículos titulada Clásicos y modernos, en 1913. Se

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refería, en general, a todos los escritores jóvenes; opta por el término "Generación del 98" debido a  la carga despectiva que se le daba al término modernismo. Pero no se trata de una diferenciación entre dos grupos. Esto, con frecuencia, ha sido olvidado en estudios posteriores.

    -Pero junto con los autores preocupados especialmente por la problemática nacional, conviven otros. Son los habitualmente llamados modernistas, autores que, partiendo de un resentimiento contra su época, buscan nuevos cauces de expresión alejados de los habituales, que asocian a la Burguesía. Juan Ramón Jiménez definía al Modernismo como un "gran movimiento de entusiasmo y libertad hacia la belleza", hablaba de una "tendencia general", no meramente literaria. Para él el Modernismo era una cuestión de actitud (y lo afirmaba en 1935, en el periódico La Voz, de Madrid). El Modernismo no es un simple movimiento estético, es el estilo de una época (Schulman), de unos autores que aúnan ética y estética, intentando crear un nuevo lenguaje distinto del burgués. También aparece a finales del siglo XIX.     -La frontera entre ambos movimientos -si es que existe-es borrosa. La crítica, tradicionalmente, ha estado dividida: -Pedro Salinas distingue claramente: El Modernismo es un movimiento de poetas y el 98 de ideólogos. El Modernismo busca la Belleza y el 98 la verdad. Los modernistas son cosmopolitas, frente a los noventayochistas que son "concentrativos", preocupados por España. El Modernismo es sintético (síntesis de diversos movimientos estéticos), frente al 98 que es analítico (de los problemas de España). El Modernismo, por último, es una literatura de los sentidos, frente al 98, que es una literatura de ideas. -Guillermo Díaz-Plaja es el que más férreamente ha defendido la diferenciación (e incluso la oposición): nos habla de "una radicalmente opuesta actitud ante la vida y ante el arte". Ha sido la opinión mayoritaria hasta hace poco. En esta línea, Donald Shaw estudia (en 1977) a la G.98 como un "grupo unificado" y distinto de los modernistas. -Federico de Onís encabeza la opinión contraria. Para él (en 1934) "El modernismo es la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu que inicia hacia 1883 la disolución del siglo XIX". -Rafael Ferreres ve una gran afinidad entre 98 y Modernismo: influjo del Simbolismo, de Rubén Darío. -Ricardo Gullón opina que dividir 98 y Modernismo es falsear la realidad de la existencia de un movimiento lírico común. -J.Carlos Mainer opina que el 98 no es sino la forma peculiar española de la crisis universal de fin de siglo. El 98 sería la faceta nacional del Modernismo.-La opinión más asentada en la actualidad la podemos extraer de un reciente estudio de Enrique Rull, que comienza dando ya por unánimemente aceptado que "el Modernismo es un movimiento literario y cultural de amplio espectro dentro del cual, como característica de uno de sus momentos y fenómeno particular, aparece la llamada Generación del 98". No debemos olvidar que

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Azorín incluye entre los miembros de su generación al propio Rubén Darío, y que declara que todos son llamados, despectivamente, "modernistas".     La huella modernista, pues, está presente en todos, principalmente en el terreno del lenguaje (sobre todo a A. Machado y a Valle-Inclán). Además, la principal característica del Modernismo es esta: la preocupación por los aspectos formales, la búsqueda de nuevos caminos para lograr la Belleza.     Si optamos por la diferencia, sería difícil establecer una nómina diferenciada. Valle-Inclán entraría, de pleno derecho, en ambos movimientos, muestra inequívoca de los puntos en común que existen entre ellos. En la misma situación está Antonio Machado (1ª obra modernista; 2ª noventayochista). Aún así, se podrían establecer dos subgrupos, uno claramente modernista (Rubén Darío, ante todos; M.Machado, Villaespesa, Marquina) y otro noventayochista, con unas características que lo diferencian y matizan (más que separarlo) de Rubén Darío (Unamuno, Baroja, Maeztu, Azorín).     Si dividimos el Modernismo en sus dos tendencias principales (Parnasiano y Simbolista) se puede esclarecer la situación: 98 y Modernismo Simbolista están bastante cercanos. El problema es que, generalmente, se asocia al Modernismo con una de sus tendencias, la parnasiana, desfigurando la visión global de los acontecimientos.

El Modernismo: definición

     El Modernismo es un movimiento literario que busca la renovación artística; se da gran importancia al cuidado de los aspectos formales. Los modernistas son partidarios del "arte por el arte"; se evaden de los problemas del Hombre.      El Modernismo se inspira en dos movimientos del siglo XIX: el Parnasianismo y el Simbolismo.

 El Parnasianismo es un movimiento iniciado por T.Gautier que pretende conseguir la "obra bien hecha". Es una tendencia formalista, partidaria del arte por el arte, con gran uso de los recursos formales. Tratan temas clásicos y exóticos.

El Simbolismo pretende encontrar la realidad que se esconde tras las apariencias; para ello hay que crear un lenguaje nuevo, mediante el uso de símbolos. Para los simbolistas la poesía es el arte de la sugerencia. Es una poesía de corte intimista. Los principales simbolistas fueron Baudelaire, Verlaine y Mallarmé.

     El Modernismo español debe más al Simbolismo que al Parnasianismo.      Los temas preferidos por los modernistas son los exóticos e intimistas.

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Estilo modernista

     Se basa en las siguientes características, de clara raís romántica:

*Afán de originalidad. *Búsqueda de la perfección formal. *Uso abundante de recursos retóricos: aliteraciones, simbolos, sinestesias... *Aumento de la adjetivación. *Renovación métrica: se recupera el verso alejandrino; se usan también el dodecasílabo y el eneasílabo. Se escriben poemas basados en la métrica latina. *Renovación estrófica: sobre las bases estróficas tradicionales se efectúan algunas modificaciones: sonetos en alejandrinos, con serventesios en vez de cuartetos...

Líneas del Modernismo

     El Modernismo tiene dos líneas temáticas principales, una que extrae los temas de la exterioridad sensible (imágenes legendarias, exóticas, paganas, del mundo clásico: Modernismo Parnasiano) y otra que los busca en la intimidad del poeta (optimista o, fundamentalmente, melancólica y angustiada: Modernismo Simbolista). Con frecuencia se ha tenido por Modernista sólo la primera línea, cuando es esta segunda la más fructífera.

Temas Modernistas

 Los temas fundamentales son:

a) La soledad, motivado por un rechazo de la sociedad vulgar. Es un tema de clara raíz romántica. La melancolía, la angustia, la tristeza son sentimientos centrales en los poemas modernistas (que se reflejan en paisajes otoñales, nocturnos, crepusculares). b) El escapismo. Ante el disgusto con el mundo, el poeta huye. Es la postura más parnasiana. La evasión se produce en el espacio (lugares exóticos) o en el tiempo (medievo, Renacimiento, siglo XVIII, mitología clásica...) El poeta crea una "torre de marfil" donde se refugia. c) El cosmopolitismo. Es un aspecto más del deseo de evasión. Además, aporta a los modernistas un sentido aristocrático. París será la capital del Modernismo. d) Amor y erotismo. Aparecen poemas de amor delicado y, frente a ellos, otros de intenso erotismo: los primeros, de amor imposible; los

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segundos, de desenfreno, motivados por una actitud antisocial y amoral (búsqueda del escándalo). e) Temas americanos. No va en contra del cosmopolitismo: se trata de una evasión más hacia el pasado legendario, hacia los mitos indígenas. En Hispanoamérica esta línea será básica (siempre están muy preocupados por su propia identidad). f) Lo hispánico. Este tema se acentúa (sobre todo en Hispanoamérica.) al advertir el auge de los Estados Unidos. Se reivindica lo español frente  a los valores culturales de la civilización yanqui.

Autores modernistas

 En Hiapano-América: José Martí y Rubén Darío.  En España:Salvador Rueda, Manuel Machado, Antonio Machado (1ª), Juan Ramón Jiménez (2ªetapa) y Valle-Inclán (1ªetapa).

RUBÉN DARÍO

Vida

 Nació en Nicaragua en 1867. Fue un hombre cosmopolita; viajó por toda Europa y América. Los excesos le llevan a la muerte en 1916.

Obras

 Es el creador y principal representante del Modernismo. Sus obras fundamentales fueron:

*Azul (1888). Es el libro iniciador el Modernismo parnasiano en la Literatura hispánica. Destaca por la renovación métrica, la sonoridad, el cuidado de lo formal... Se dan en él todos los rasgos propios del Modernismo. *Prosas profanas (1896). También pertenece al Modernismo parnasiano. Destaca en los aspectos formales. Es muy conocido el poema "Sonatina". *Cantos de Vida y Esperanza (1905), obra en la que ya abundan temas serios, hondos, a veces muy amargos. Destacan varios poemas: "Juventud, divino tesoro" y "Lo fatal". También trata temas españoles. Muy conocida es la "Oda a Roosevelt", en la que se critica el imperialismo de los Estados Unidos.

Estética

     Es el principal modernista. Lleva al máximo todos los postulados de este movimiento (originalidad, renovación métrica y estrófica,

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perfección formal, elevado número de figuras retóricas...). Su figura es fundamental el la lírica española de este siglo.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Vida y personalidad

     Nació en Moguer en 1881. Procede de una familia acomodada. De joven se traslada a Madrid a "luchar por el Modernismo". A la muerte de su padre le sobrevino una fuerte crisis psicológica (normales en él). Se casó con Zenobia Camprubí en 1916, fecha que coincide con un cambio en su poesía. Se exilió con la guerra civil. En 1956 se le concedió el premio Nobel de Literatura. En las mismas fechas muere su mujer. Juan Ramón murió en 1958.      Tuvo un carácter fuertemente pesimista, con tendencia a la depresión (era muy aprensivo).      Juan Ramón es un ejemplo de persona completamente dedicada a la Literatura toda su vida la dedicó a la poesía; revisaba continuamente sus escritos. Declaró que le gustaría poder revisar todos sus escritos en el momento de su muerte.

Concepción poética

 Para Juan Ramón la poesía es:

*Belleza (expresión de lo bellos; fue muy exigente; eso le lleva a ser un poeta minoritario: dedicaba sus obras "a la minoría siempre"). *Conocimiento: concibe la poesía como una forma de profundizar en el auténtico ser de las cosas, en su esencia más íntima. *Deseo de Eternidad: hacer algo eterno, perdurablemente bello. El poeta se hace eterno al escribir, ya que vive en la memoria de las gentes.

Etapas

 La obra de Juan Ramón atreviesa por varias etapas, que él mismo señaló:

1) Poesía sencilla, de raíz becqueriana: Arias Tistes (1903) 2) Poesía modernista:Sonetos espirituales. En  Platero y yo (1914) se observa ya una suavización del Modernismo.. 3) Poesía desnuda: depuración del estilo: Diario de un poeta recién casado (1916), Eternidades, Piedra y cielo.... 4) Última etapa (1936-58): poesía pura, hermética, difícil: Destaca Dios deseado y deseante y En el otro costado, que incluye el poema en prosa "Espacio".

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MANUEL MACHADO

Vida

     Nació en Sevilla en 1874. Junto con su hermano Antonio escribió algunas obras teatrales de éxito y ambos compartieron la vida bohemia y literaria de París a finales del siglo XIX. Visitó Francia en multitud de ocasiones. Allí trabajó como traductor de francés. En España compaginó sus actividades como poeta, dramaturgo, crítico teatral y bibliotecario

Obras

    Teatro:La Lola se va a los puertos (1929) (verso), La duquesa de Benamejí (1932) (prosa-verso).     Poesía: Alma (1900), La fiesta nacional (1906), El mal poema (1909), Cante hondo (1912), Ars moriendi (1921).

Estilo

     Sus versos muestran un claro interés por lo español: el pasado heroico, los toros, el flamenco. Es una poesía dominada por la estética, con ciertos toques de decadentismo y derrotismo. Su mejor obra, sin dida, es Alma, obra que se incluye en la línea del Modernismo parnasiano, de versos brillantes y de expresión muy cuidada. Se le puede considerar un autor virtuoso, pero la falta de un fondo en sus obras hace que su valor sea limitado.

 LA GENERACIÓN DEL 98 

Introducción

     A finales del siglo XIX España vive una grave crisis general: el sistema político (turnismo; conservadores y progresistas) no funciona; se acrecientan los desfases sociales (proletarios y campesinos frente a alta burguesía); cominezan a surgir los primeros conflictos sociales violentos... Todo se agudiza con la independencia, en 1898, tras varios años de guerra, de Cuba y Filipinas, últimas colonias de España. El "desastre" provoca cuantiosas pérdidas económicas y humanas. Surge también entonces un grupo de escritores preocupados por los problemas del país, por el Tema de España". Son los hombres de la Generación del 98.

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Concepto de Generación

 

 Se considera como generación literaria al conjunto de hombres próximos por su edad con similares problemas e inquietudes. Deben cumplir una serie de condiciones (según el concepto de Generación del historiador alemán J. Petersen):

*Entre el mayor y el menor no debe haber más de quince años de diferencia. *Formación intelectual semejante. *Presencia de un "jefe" o guía. *"Acontecimiento generacional" que los aúne. *Rasgos comunes de estilo, opuestos a los de la generación anterior.Si analizamos estas circunstancias en los hombres del 98, vemos lo siguiente: *Nacen entre 1864 (Unamuno) y 1875 (A.Machado). *Todos ellos proceden de la Burguesía y adoptan una actitud anti-burguesa en su primera etapa. *Son de provincias y se incorporan a la vida literaria madrileña (menos Unamuno, que tuvo muchos contactos con ella). *Poseen una formación autodidacta; casi todos llegan a la Universidad, aunque disienten de la educación que allí se les ofrece (de ahí su autodidactismo: buscan completar su formación por otras vías). *Participan en algunos actos comunes: viaje a Toledo, visita a la tumba de Larra, homenaje a Baroja por la publicación de Camino de perfección, protesta por el Nobel a Echegaray (aquí también participan Rubén, Marquina, Villaespesa...). *El acontecimiento que les une sería el desastre del 98. La guerra sirve como detonante de una situación que, posiblemente, se hubiese dado a conocer de todas formas. La guerra no creó la Generación, no hizo literatura. Sí consiguió que estos autores se decantasen, dentro del movimiento estético general (el Modernismo) por su vertiente más sobria. El país no estaba para retoricismos ni para excesos, ni siquiera formales. *No es clara la existencia de guía: ¿Nietzsche? ¿Schopenhauer? ¿Unamuno? Salinas habla de que "el Führer (jefe) está presente precisamente por su ausencia", es decir, por la necesidad que existía de tener un caudillo. *El escepticismo y el pesimismo son también rasgos comunes. Les preocupan los temas religiosos y existenciales (influencia de los filósofos Nietzsche y Schopenhauer) y, sobre todo, el "Tema de España": descubrir la esencia de lo español, la clave de sus problemas. Y ello desde un punto de vista subjetivo. Su paisaje preferido será el de Castilla, reflejo de las angustias y esperanzas individuales. *Hay coincidencias en su estilo:

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 *Admiración por Larra, Quevedo y Cervantes. La obra de este dará lugar a múltiples ensayos (Vida de don quijote y Sancho,...). *Sobriedad, concisión. Oposición al retoricismo decimonónico. El estilo es el del Modernismo en su veta más sobria, más concisa (Salinas). Se da más importancia a la idea que a su expresión. Antirretoricismo. *Subjetivismo en todos sus escritos; especialmente significativo en las descripciones de los paisajes. *Innovaciones en los géneros literarios: la nivola de Unamuno o los intentos de renovación del teatro (las innovaciones también son algo muy modernmista...)     En el grupo del 98 se pueden advertir dos posturas bien diferenciadas que se desarrollan a lo largo de su existencia: Una primera etapa de juventud, luchadora y revolucionaria y una segunda etapa de madurez idealista.      En su juventud Unamuno fue afiliado del PSOE; Maeztu, anarquista, al igual que Azorín. Baroja tenía posturas ideológicas similares, pese a no militar activamente.      Unamuno será el primero en declarar su abandono de las preocupaciones económicas y sociales para propugnar la necesidad de "modificar la mentalidad de nuestro pueblo". Baroja, Azorín, Maeztu (grupo de los 3)... irán llegando a posturas conservadoras.      Antonio Machado y Valle-Inclán seguirán evoluciones inversas a los anteriores.

Prcedentes

    Ya a finales del XIX un grupo de intelectuales propugnaronuna serie de medidas concretas para solucionar los problemas del país: los "Regeneracionistas": Joaquín Costa: "despensa y escuela" y F. Giner de los Ríos, con la I.L.E.      Otro precedente fue el escritor Ángel Ganivet. Y, si seguimos hacia atrás, mostraron su preocupación por España hombres como Larra, Cadalso, Quevedo, Cervantes...

Nómina del 98

     Pertenecen al Grupo del 98 Unamuno (el "líder"), Azorín, Baroja y Maeztu (el llamado "grupo de los tres", que se dan a conocer a partir de 1901). Además podemos incluir a Valle-Inclán y a Antonio Machado, aunque con reservas, ya que siguen una evolución ideológica opuesta a los anteriores.

Ideología

     En estos autores se pueden observar unas inquietudes comunes: les preocupan los temas religiosos y existenciales (influencia de los filósofos Nietzschey Schopenhauer) y, sobre todo, el "Tema de

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España": descubrir la esencia de lo español, la clave de sus problemas. Y ello desde un punto de vista subjetivo. Su paisaje preferido será el de Castilla, reflejo de las angustias y esperanzas individuales.      En los primeros autores del grupo se ve una evolución hacia posturas más conservadoras en su madurez. Machado y Valle-Inclán tienen una evolución opuesta.

Estilo

 Es difícil también encontrar un estilo común para todos estos autores. Podemos destacar lo siguiente:

*Admiración por Larra, Quevedo y Cervantes. La obra de este dará lugar a múltiples ensayos (Vida de don quijote y Sancho,...). *Sobriedad, huída (sobre todo en la prosa) del recargamiento formal. Eso no quiere decir que no cuidaran la forma. *Subjetivismo en todos sus escritos; especialmente significativo en las descripciones de los paisajes. *Innovaciones en los géneros literarios: la nivola de Unamuno o los intentos de renovación del teatro (el esperpento de Valle-Inclán quedaría al margen de lo que entendemos por Generación del 98).

Temas

 *Temas religiosos y existenciales

      El Existencialismo, como corriente filosófica, surge en el siglo XX. pero cuenta con importantes precedentes ya a finales del siglo XIX (Schopenhaur, Nietzsche, Kierkegaard). Y la angustia, el pesimismo y la preocupación por los problemas del hombre han sido temas vitales para algunos de nuestros mejores escritores.       La crisis social, económica y científica que se produce a finales del siglo XIX da lugar a nuevas filosofías que reniegan de la razón.       "Angustia" es una palabra clave que nos sirve para indicar el sentimiento que invade a los hombres del 98. Se hace presente en Machado, Unamuno (San Manuel Bueno, Martir, o Niebla), Azorín (La Voluntad) y Baroja (El árbol de la ciencia).       Esta angustia les lleva a plantearse problemas religiosos. Baroja se declarará siempre ateo y fiel a su "dogmatofagia". Baroja y Maeztu, desde un escepticismo y agnosticismo juvenil, pasarán a profesar, en su madurez, la fe católica. Y en Unamuno asistimos a una lucha agónica, a una tragedia íntima (y literariamente muy fructífera): la lucha entre la razón y la necesidad, entre la Nada y Dios.

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 *El Tema de España

      Es uno de los temas favoritos de los miembros del 98, especialmente de Unamuno. Su preocupación por España le llevó a continuos viajes por sus tierras y a una constante meditación sobre su historia y su presente. En estos viajes se mezclan dolor y amor, visión de la pobreza y el atraso del país y, por otra parte, exaltación lírica de las costumbres y el paisaje. Sobre todo, el paisaje de Castilla, receptora de su amor a España. Como el resto de los miembros del 98 vio en Castilla la esencia del alma española, atraído por su austeridad, su recidumbre y su capacidad para sugerir algo más de lo que captan los sentidos.       Las meditaciones sobre la Historia se encaminan a descubrir los valores de la patria y las raíces de los problemas presentes. Pero por debajo de la historia externa (reyes, héroes...) existe en Unamuno un especial interés por la "intrahistoria", la vida de "los millones de hombres sin historia" con cuyo trabajo se construye  la auténtica realidad histórica.       Denuncia los males presentes y ataca especialmente la "ramplonería", la "trivialidad" y el "espectáculo deprimente" en que se ha convertido el país, adhiriéndose a -en palabras de Azorín- "una España eterna y espontánea", surgida de sus gentes y de su historia. Este amor a España se combina con un deseo de europeización, de apertura al viejo Continente, en busca siempre de lo mejor para la nación. El españolismo de Unamuno está fuera de toda duda. "Me duele España", llegó a afirmar, declarándose "un español sobre todo y ante todo"(Niebla).       En este marco apenas esbozado se inscriben ensayos como En Torno al Casticismo (1905), Por Tierras de Portugal y España (1911) y Andanzas y Visiones Españolas (1922). En una de sus obras fundamentales, Vida de Don Quijote y Sancho (1905) interpreta la obra de Cervantes como expresión de la esencia española.       Pero a partir de esta obra comienza una preocupación inversa y Unamuno sustituye su antiguo empeño de "europeizar España" por el de "españolizar Europa", pensando que España puede limitarse a ser reserva espiritual del mundo moderno. También aboga por la necesidad de nuevos quijotes que, con su locura, den vitalidad al mundo.

MIGUEL DE UNAMUNO

Vida y personalidad

 Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864- Salamanca, 1936) es uno de los escritores más interesantes de nuestro siglo. Interesante por la profundidad filosófica de su obra, por su hondura religiosa y por su

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originalidad literaria. Debido a esto su obra es conocida y estudiada por toda la crítica mundial.  Su producción abarca los distintos géneros literarios: escribió novela, poesía, ensayos, cuentos, artículos periodísticos, teatro... Y en todos se dejan ver sus preocupaciones filosóficas, sin relegar nunca lo literario. Su importancia es tal que algunos críticos hablan de él como el líder o jefe de la Generación del 98.  En su juventud militó en el socialismo, al que abandonó tras una crisis religiosa en 1897. Adopta, a partir de entonces, una actitud individualista ante la vida.  Fue catedrático de griego de la Universidad de Salamanca y posteriormente rector de la misma, siendo expulsado en 1912. Debido a su carácter polémico, a su aliadofilia durante la Primera Guerra Mundial y a su republicanismo declarado, fue desterrado durante la Dictadura de Primo de Rivera (1924-1930). Fue diputado durante la República. Posteriormente, a causa de sus desavenencias con este régimen apoyó el Alzamiento, del que acabó renegando también. Fue confinado en su casa y su entierro fue utilizado políticamente por el falangismo.

Obra

 La obra de Unamuno supone la primera manifestación del existencialismo cristiano heterodoxo. Toda ella es una expresión de su personal lucha con la muerte. Como autor repite una y otra vez idénticos temas con distintos enfoques: trágico, burlesco, angustiado...  El pensamiento de Unamuno no es sistemático, ya que ello hubiera limitado la libertad de su discurso (habría sido un filósofo, no un literato), basado en la contradicción y la paradoja.

Unamuno y la "Nivola"

 La novela fue para Unamuno, ante todo, un medio para expresar su filosofía. Excepto en la primera (Paz en la Guerra) y en la última (San Manuel Bueno, mártir), no encontramos en las novelas centrales descripciones, ni escenografía, ni datos circunstanciales de ningún tipo. Lo importante en ellas es el nudo del relato.  El escritor intenta enfrentarnos con la íntima realidad de un hombre que desnuda su alma ante nosotros, prescindiendo de todo lo que pueda distraer al lector de lo verdaderamente importante: el interés del relato en el que se nos muestran las pasiones humanas en toda su crudeza. De ahí la tensión que se desprende de la narración, lo que hace, también, que ninguna de sus novelas sea muy larga. Podíamos decir que en la novela unamuniana apenas hay introducción, ni desenlace; todo en ella es nudo, es decir, conflicto.   "Desprendámonos de lo social, de lo temporal, de los dogmas y de las costumbres de nuestro hormiguero. Va a desaparecer un hombre: todo está ahí" (Cómo se hace una novela)

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 Las novelas de Unamuno se parecen muy poco a las que se escribían en su época. Algunas de sus peculiaridades se encuadran dentro de las tendencias innovadoras propias de la novela contemporánea que apenas tenían eco en nuestro país. Por eso ciertos críticos pusieron objeciones a su inclusión dentro del género novelesco. Unamuno las llamó nivolas, nombre irónico con el que proclamaba su desprecio por la crítica miope y su resistencia a cualquier tipo de encasillamiento.

Etapas en la obra de Unamuno

1)Hasta 1897, su principal crisis religiosa.          -En torno al casticismo (ensayo).          -Paz en la guerra (novela).        Etapa progresista  y socialista. También aparece la preocupación por la inmortalidad. Época de "europeización". Fe en la ciencia y el progreso. Supremacía de lo colectivo sobre lo individual.

2)De 1897 a 1914.          -Del Sentimiento trágico de la vida (ensayo).          -Amor y pedagogía (novela)     Obsesión por el tema religioso. Concepto negativo del progreso. Angustia; lucha entre razón y fe (=voluntad de creer). Preocupación por la inmortalidad.

3)De 1914-1936.          -Niebla.           -San Manuel Bueno, mártir.

    Tema principal: el problema de la personalidad. Inmortalidad. Contradicción entre el yo histórico (el yo público, la "persona como personaje") y el yo íntimo (el verdadero ser interior). ¿Cuál es el yo auténtico? ¿La imagen que se ofrece al exterior? ¿El yo interior?. El tema, ya presente en Niebla, se desarrolla en  San Manuel Bueno, mártir. Es el drama de don Manuel Bueno: la contradicción entre su vida pública (el "serlo") y su vida interior (el "serse"), su yo íntimo, necesitado de esperanza.

 PÍO BAROJA

     Se dedicó Baroja casi exclusivamente a la novela, género en el que su huella ha sido considerable en escritores posteriores como Cela, Martín Santos o Aldecoa. El mismo Baroja indicó las dos posibles divisiones de su obra: bien por trilogías, bien por etapas cronológicas. Según este segundo criterio, se pueden distinguir dos momentos, antes y después de 1912. El primero es de marcada creatividad y bastante variedad, e incluye las mejores obras del autor. En Camino

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de perfección (1902) y El árbol de la ciencia (1911) logró, a través de sus dos protagonistas -Fernando Osorio y Andrés Hurtado-, arquetípicas etopeyas (=descripción de las costumbres y rasgos morales de un individuo) generacionales que han recibido con posterioridad multitud de análisis por parte de la crítica.  Para Baroja, la novela es un "género abierto". De ahí que, con frecuencia, carezcan del planteamiento clásico de "exposición-nudo-desenlace". En consecuencia, son novelas más de personaje que de acción. El contexto exterior, lo cotidiano, lo social, queda supeditado al personaje.      Debemos, en último lugar, desterrar la idea de "estilo descuidado" que pesa sobre Baroja. Ya Azorín salió en su defensa. Enrique Rull nos habla de que "su prosa puede servir de modelo de espontaneidad y vitalidad".

ANTONIO MACHADO

Vida

     Nace en Sevilla en 1875. A los ocho años se traslada a Madrid. Visitó en varias ocasiones París, donde conoció la obra de los simbolistas franceses (Verlaine). Fue catedrático de francés en Soria (donde se casó co Leonor) hasta la muerte de su mujer. Posteriormente fue a Baeza (Jaén). Fue un firme partidario de la República y debió exiliarse a Francia (Colliure) donde murió en 1939. Su carácter se fue haciendo más radical con la edad.

La Poesía de Antonio Machado

     Múltiples han sido los intentos de encasillar la poesía de Machado. clásico, romántico contenido, noventayochista puro, modernista-simbolista... La crítica ha descubierto la presencia de numerosos influjos presentes en la poesía machadiana. Es patente en él el influjo de Bécquer y de los autores simbolistas.  Machado fue un innovador, sobre todo en los aspectos formales (búsquedas de estrofas propias, sobre todo la silva-romance; empleo del símbolo). Los temas que trata son los de siempre: preocupación por el ser, el tiempo, la muerte y Dios; resignación ante la vida; la vida como sueño.      Lo mejor de la obra de Machado se encuentra en sus dos primeros libros: Machado se inicia en el Modernismo Simbolista. A este estilo pertenece su primera obra, Soledades, Galerías y otros poemas, publicada en su versión definitiva en 1907. Allí trata los temas de el paso del tiempo, la melancolía, Dios y, sobre todo, la muerte, una constante en su obra. Destacan algunos símblos, como la tarde o la fuente, en los que se encierra el concepto del tiempo de Machado.      Su segunda obra de importancia la publica en 1912: Campos de

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Castilla, obra característica del 98, donde, a los anteriores, se une el tema de Castilla; descripciones subjetivas de paisajes, actitud crítica (atraso y pobreza de la tierra castellana, denuncia de los problemas del país...). También apreciamos hermosas composiciones dedicadas a su mujer, Leonor, donde el paisaje toma un papel fundamental al mostrarse, a través de él, la sensibilidad y el estado de ánimo del poeta.      En poemas posteriores se irá acrecentando la crítica social. Por todo esto, Machado se convirtió en el poeta favorito de los poetas de posguerra, sobre todo por su segunda obra, ejemplo del compromiso de un poeta con su tiempo. Hoy en día se está revalorizando la poesía intimista de su primera época.      También escribió prosa (Juan de Mairena) y teatro (junto con su hermano Manuel: La Lola se va a los puertos

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Introducción

 Pasados los primeros años del siglo XX comienza a surgir una nueva generación de escritores con una sensibilidad distinta y unos enfoques intelectuales más rigurosos que los hombres del 98. La crítica ha denominado a este nuevo grupo los "novecentistas", término acuñado por Eugenio D'Ors, o Generación de 1914, por el nexo que supone para ellos la primera guerra mundial.  El grupo está formado por una serie de pensadores, novelistas y poetas, entre los que destacan José Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna, Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró.  Tanto la generación del 98 como la del 14 comparten preocupaciones y convicciones frente al ochocientos y, más concretamente, frente a la Restauración. Pero a finales de la primera década del presente siglo las primitivas pequeñas disenciones entre ambos grupos comienzan a convertirse en grandes diferencias. Ortega declara superada la época del nietzscheanismo puro; combate a Maeztu y a Unamuno. Se declara abiertamente en contra de la insociabilidad en la lectura moral de Baroja.  La nueva actitud novecentista se observa claramente en Pérez de Ayala, que deja a un lado la denuncia y el lamento y se propone actuar de una manera práctica. Los componentes de esta generación son conscientes del papel político que debe desempeñar la intelectualidad, tanto en la investigación de la realidad del país como en la defensa del avance liberal.  Resulta muy significativo el discurso de Ortega en el Teatro de la Comedia, en marzo de 1914, a modo de presentación de la nueva generación, que se define sin ambiciones personales, austera, privada de maestros hispánicos, nacida a la reflexión de 1898 y desde entonces triste, pero sin concesiones a los tópicos del patriotismo.Uma generación, en suma, que no gritará y que piensa en primer lugar en las minorías. Tendencias similares se dan en Francia, Inglaterra, Alemania e Italia: se trata de la ascensión de las élites intelectuales juveniles al poder y la denuncia de la "literatura caduca" y de la "política de los viejos".  El postulado vital de esta generación, enunciado por Ortega, sostiene que hay que emprender una cultura biológica, con sentido deportivo y festival de la vida. Este vitalismo se ve presente en los miebros de esta generación: Miró, D'Ors, Pérez de Ayala y, muy especialmente, Gómez de la Serna. El vitalismo es proyectado sobre el tema que más

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perocupa a los novecentistas: el Tema de España. "Hay que rehacer la Historia de españa hasta en sus últimos postulados". En esta línea trabajan Américo Castro, Madariaga, Sánchez Albornoz, Marañón...  Los novecentistas no tienen como meta la transformación política del país (a la que, sin embargo, también prestarán atención), sino la mutación del individuo, siendo imprescindible para ello una amplia formación estética; de ahí la perocupación de esta generación por los temas literarios; sus disquisiciones sobre los géneros y sobre el arte en general; sus intentos de encontrar nuevas formas de novela y poesía, la búsqueda incesante de nuevos lenguajes...

Nómina

 Groso modo, podemos establecer la siguiente nómina:

-Pensadores:             José Ortega y Gasset             Eugenio D'Ors             Manuel Azaña -Novelistas:             Ramón Pérez de Ayala             Gabriel Miró             Ramón Gómez de la Serna             Wenceslao Fernández Flores             Benjamín Jarnés Por su intelectualismo e interés por el lenguaje, también podemos incluir aquí a Juan Ramón Jiménez.

 Estos autores no forman, sin embargo, un grupo compacto. Podemos hablar de un "clima intelectual distinto" (Tuñón). Díaz Plaja define el novecentismo mediante dos negaciones:              -Lo que no es ni Modernismo ni Noventayocho              -Lo que no es todavía Vanguardia (a veces, muy difícil de delimitar).

Ideología. - Reformismo burgués en lo político - Búsqueda de un nuevo tipo de intelectual, con una sólida preparación universitaria. - Reacción contra actitudes decimonónicas, incluyendo en el XIX a noventayochistas y modernistas. - Europeísmo, frente el casticismo del 98 - Elitismo.

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Estética. - Antirromanticismo. Fervor por lo clásico - Huida del sentimentalismo. - Pulcritud, distanciamiento, equilibrio ("deshumanización") - Literatura para minorías. - Intelectualismo. - Búsqueda del "arte puro". - Preocupación por el lenguaje (que es lo que más une entre sí a los novecentistas, lo que permite hablar de ellos como grupo). Se huye de lo fácil, de la monotonía. se busca la "obra bien hecha".

José Ortega y Gasset.

 No podemos entrar a estudiar con detenimiento a esta figura, uno de los principales pensadores de nuestro siglo. Fundó, entre otras la Revista de Occidente, tribuna de la intelectualidad española. También participó activamente en la formación de la "Liga de Educación Política" y, junto a Pérez de Ayala y Marañón, en la "Agrupación al Servicio de la República".  Nos interesa destacar, muy brevemente, sus ideas acerca del arte, ideas que tendrán bastante repercusión en la literatura de su época. Estas teorías están expuestas, principalmente, en su libro La deshumanización del Arte. Esta obra pretende realizar una descripción fenomenológica de la Vanguardia en España. El arte moderno, nos dice, "no sólo es impopular, sino que es también antipopular; siempre tendrá a las masas en contra". El arte moderno divide a los receptores en minoría-élite capaz de entenderlo y gustarlo y mayoría incapacitada. Esta mayoría aboga por el arte del siglo XIX, arte puramente referencial. La minoría, por contra, encuentra el arte anterior demasiado humano; se le debe despojar de su humanidad. Ortega llama la atención sobre nuestro "asco a lo humano en el arte", como en las figuras de cera. Ese acto, explica, es "un respeto a la vida y una repugnancia a verla confundida con el arte, con una cosa tan subalterna como es el arte". Lo que intenta el arte moderno es colocar al arte en el lugar que le corresponde, no ya por encima de la vida, sino subordinado a ella. Así, la vida deja de vivirse como algo subordinado a otra cosa, ya sea el arte, la ciencia o el estado.

La Novela Novecentista.

     En un principio podemos distinguir dos grupos de escritores en esta época: los que siguen escribiendo en una línea cercana a la del

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realismo decimonónico y los que realizan una narrativa innovadora, algunos de los cuales entroncarán con las Vanguardias.      Nos interesa aquí destacar a los escritores de esta segunda línea. Y entre ellos los principales serán Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró. Gran influencia tendrá la figura de Ramón Gómez de la Serna, pero más en el terreno de la poesía. Todos estos autores suponen una superación de los patrones o esquemas narrativos anteriores (la eterna lucha del escritor, huir de la monotonía y la repetición) aunque cada uno por un camino distinto: el lirismo (Gabriel Miró), la ironía o el humor (Ramón Gómez de la Serna, Wenceslao Fernández Flores), el intelectualismo (Pérez de Ayala) o la deshumanización.

Wenceslao Fernández Flores

    Es uno de los denominados "novelistas menores" de esta generación, debido a la "mala prensa" que tiene la literatura humorística, subgénero literario rara vez valorado. Ideológicamente era conservador a la vez que escéptico con las creencias tradicionales, ideas ambas difícilmente compatibles pero que, sin embargo, se dan en este autor.      Merecen destacarse obras como Volvoreta (1917), sentimental e irónica, de las más logradas, o El secreto de Barba Azul (1923). Las siete columnas (1926) es una ingeniosa sátira de los "pecados" de la sociedad. Los hombres consiguen que el demonio destruya los siete pecados capitales, y los efectos son terribles: sin avaricia nadie desea trabajar; sin lujuria disminuyen los índices de natalidad; sin soberbia nadie lucha por mejorar... Ante este panorama se pide al diablo que devuelva a la Humanidad los siete pecados capitales, convertidos así en las siete columnas que dan título a la obra. El bosque animado (1943) es su última obra importante. Se desarrolla en una "fraga' o bosque gallego y es destacable por su belleza y por el lirismo de su prosa. Podemos considerarlo como un claro precedente del Realismo mágico hispanoamericano, que cuenta con otros antecesores entre los autores gallegos (así, Gonzalo Torrente Ballester)

Benjamín Jarnés

    Benjamín JArnés es otro de los novelistas injustamente olvidados de esta generación. Comienza su obra con El profesor inútil (1926), novela de escasa acción, con más interés por sus intelectualismo y su lirismo. La misma línea sigue en otras obras como Locura o muerte de nadie (1929). Se propuso "elevar el nivel del arte por los arduos caminos de la inteligencia, por los delgados caminos de la sensibilidad"

Ramón Gómez de la Serna (1988-1963).

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     Ha sido considerado, y no sin razón, el "padre de la Vanguardia en España". Su importancia dentro de la evolución de la literatura española de este siglo es vital. Su concepción estética y sus "greguerías" son imprescindibles para la formación de la imaginería de la Generación del 27. Se ha dicho que sin Ramón no se explicaría la metáfora del 27, procedente de sus greguerías.      Su vida y obra son una constante ruptura con lo establecido, con las convenciones. Dar conferencias vestido de torero o celebrar banquetes en quirófanos fueron algunas de sus excentricidades. Este carácter excéntrico caracteriza también su literatura.      La base de su producción es la greguería, frase o apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: "Humorismo + Metáfora = Greguería".  Como novelista Ramón rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho (1927). No podemos olvidar El Novelista (1924), historia de un autor en busca de motivos para sus novelas, que supone un tremendo derroche de argumentos y de imaginación. El doctor inverosímil (1921) narra la historia de un médico que cura con chistes.

Gabriel Miró (1879-1930).

 Es uno de los autores fundamentales de la Generación del 14. La crítica lo ha considerado como epígono del 98, como autor del 14, como cubista... el "rótulo" que mejor le va es el de experimentador, y por su cuidado por la expresión, por la palabra y por los nuevos caminos que abre lo podemos considerar autor del 14. Es un estilista exquisito, a veces incomprendido, ya que se encara su obra desde la óptica de la novela tradicional, a la que supera continuamente. Fue descalificado por el mismo Ortega y Gasset, y, sin duda, esta opinión ha pesado mucho.  Destaca Miró por su temperamento voluptuoso, por su sensibilidad exacerbada y por su excepcional capacidad de captar sensaciones: luz y color, aromas, sonidos, colores... Debido a su lirismo Dámaso Alonso lo denominó "gran poeta en prosa". su dominio del lenguaje es absoluto. La belleza formal es lo que prevalece en sus obras, pasando la acción a ser algo secundario.  Destacaremos sus obras Nuestro Padre San Daniel (1921), y El obispo leproso (1926), que forman un bloque.  Transcurren en Oleza (trasunto de Orihuela), representación de un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende rescatar. La acción es mínima. Lo fundamental es la creación de ambientes y de personajes. Miró aspira a captar la vida monótona y asfixiante de una comunidad cerrada. En la obra se desarrolla un enfrentamiento entre los que viven dominados por la idea del pecado y los que están abiertos a la felicidad y al disfrute humanos. Los primeros reprimen toda alegría por ser pecaminosa; sólo la amargura es hija de la virtud. Miró critica la tragedia de las personas que tienen este sistema de valores. Pero

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es una crítica indirecta, que se desprende de los acontecimientos. En la obra se oye siempre la voz impasible del narrador, que rara vez realiza juicios de valor. Por eso estas obras han sido malinterpretadas.  Las cerezas del cementerio (1910) y El abuelo del rey (1915) son otras obras importantes.

Ramón Pérez de Ayala (1880-1962).

 Estamos ante el más claro representante de la novela intelectual. Nació en Oviedo; estudió con los jesuitas, cuyo influjo le marcó negativamente en lo religioso pero positivamente en cuanto a su formación intelectual, sobre todo su conocimiento de la antiguedad clásica. En 1928 fue nombrado miembro de la Real Academia.  Su primera obra es lírica, La paz del sendero, pero su fama le llegará como novelista, terreno en el que logra sus éxitos principales. Comienza escribiendo en una estética noventayochista para pasar después a la novela "intelectual". A. Amorós divide su obra en tres etapas:   1) Tetralogía que narra la vida de Alberto Díaz de Guzmán, personaje barojiano, "alter ego" del autor. Tinieblas en las cumbres (1907) es la primera de las cuatro, obra de excesiva artificiosidad. A.M.D.G. es la segunda, de marcado acento antijesuítico. La Pata de la raposa (1912) es menos humorística. Es también biográfica y es el estudio de una mente torturada, un viaje intelectual en busca de identidad. Troteras y danzaderas (1913) completa la tretalogía. Aparece en ella una visión de la bohemia literaria del Madrid de principios de siglo, con alusiones a personajes reales.  Pérez de Ayala pretende en estas obras "reflejar la crisis de la conciencia hispánica desde principios de este siglo". La crítica está dividida a la hora de enjuiciar este objetivo ayalino: para Amorós, Pérez de Ayala sólo consigue reflejar crisis individuales.  Para otros, sí refleja la crisis general.   2) "Novelas poemáticas de la vida española", publicadas en 1916 en un solo volumen formado por tres relatos. Desaparece lo autobiográfico y ganan terreno las ideas. Están considerads como novelas "puente" entre las dos etapas principales.   3)En 1921 comienza su última y más lograda etapa. La acción disminuye; los personajes encarnan ideas o actitudes vitales. Abundan las disquisiciones sobre política, moral, estética. En ellas se intenta buscar una armonía o principio ordenador de un universo de contrarios. Estructuralmente las obras se basan en un relativismo perspectivista: la realidad se bifurca; de todo se nos da dos visiones. Su mejor obra, quizás, es Belarmino y Apolonio (1921). Es la historia de amor fustrado entre dos jóvenes que debieron separarse en su juventud. Se reencuentran al cabo del tiempo. El es un sacerdote, ella una prostituta. Pero los auténticos protagonistas son Belarmino y Apolonio, zapateros, padres de los dos amantes. El uno, filósofo. El

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otro, dramaturgo. Cada uno encarna una visión distinta del mundo. De cada hecho se nos dan dos visiones: es el método perspectivista. Para Pérez de Ayala la mayor verdad será la que contenga el mayor número posible de puntos de vista. Al final se produce la reconciliación entre personajes y estructuras.

 En el terreno de la técnica, el perspectivsmo es la principal aportación de Pérez de Ayala. Bifurcación de la realidad, de los capítulos, de las columnas de texto. En cuanto a su estilo, es denso, con una hábil mezcla de ironía y gravedad, así como de palabras cultas y populares, siempre intentando conseguir una precisa transcripción de su pensamiento, de sus paradojas, de su complejidad.  

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Aplicación del concepto de Generación.

 Si algún grupo de autores merece el nombre de Generación, sin duda

es éste. Pese a las precauciones que hay que tener, podemos

considerarlos como grupo compacto, si bien con variedades muy

notorias dentro de ellos (lo cual es lógico). El grupo lo forman Pedro

Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente

Aleixandre, Federico García Lorca, Luis Cernuda y Rafael Alberti.

Algunos críticos incluyen también a los malagueños Emilio Prados y

Manuel Altolaguirre.

 Estrictamente estamos ante un Grupo generacional (el nombre

"grupo del 27" ha sido muy usado por la crítica; también se les ha

dado otros menos afortunados).

  *Todos nacen en un período menor a 15 años: desde 1891 (Salinas)

a 1905 (Altolaguirre).

  *Formación intelectual semejante: la mayoría son universitarios,

algunos llegan a ser profesores (Salinas, Guillén, Alonso...). Casi todos

pasaron por la I.L.E.

  *El acontecimiento generacional que les une (aunque muchos ya

estaban unidos) fue la celebración del tricentenario de la muerte de

Góngora, con unos actos de reivindicación del poeta cordobés (cuya

obra "difícil" aún no había sido redescubierta). Se oponen a los que no

reconocían el talento de Góngora ("meada" en la Academia).

Colaboran en las mismas revistas (Revista de Occidente, Litoral). De

1920 a 1936 sus vidas están muy unidas.

  *No hubo caudillo (algunos hablan de Juan Ramón, pero no parece

claro, pese a su gran influencia).

  *No se alzan contra nada (son muy respetuosos con la tradición

literaria española).

  *No existe un único estilo, aunque en todos se ve el deseo de

renovar el lenguaje poético y a veces coinciden en su trayectoria,

aunque cada uno mantiene un estilo muy personal

(afortunadamente). Para todos la poesía es algo muy serio, que hay

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que trabajar bien, buscando siempre la perfección formal y

conceptual. Por eso Góngora es el modelo común.

Afinidades estéticas.

 En los autores del 27 es muy significativa la tendencia al equilibrio, a

la síntesis entre polos opuestos:

 *Entre lo intelectual y lo sentimental. La emoción tiende a ser

refrenada por el intelecto. Prefieren inteligencia, sentimiento y

sensibilidad a intelectualismo, sentimentalismo y sensiblería

(Bergamín)

 *Entre una concepción romántica del arte (arrebato, inspiración) y

una concepción clásica (esfuerzo riguroso, disciplina, perfección).

Lorca decía que si era poeta "por la gracia de Dios (o del demonio)"

no lo era menos "por la gracia de la técnica y del esfuerzo".

 *Entre la pureza estética y la autenticidad humana, entre la poesía

pura (arte por el arte; deseo de belleza) y la poesía auténtica,

humana, preocupada por los problemas del hombre (más habitual

tras la guerra).

 *Entre el arte para minorías y mayorías. Alternan el hermetismo y la

claridad, lo culto y lo popular (Lorca, Alberti, Diego). Se advierte un

paso del "yo" al "nosotros". "El poeta canta por todos", diría

Aleixandre.

 *Entre lo universal y lo español, entre los influjos de la poesía

europea del momento (surrealismo) y de la mejor poesía española de

siempre. Sienten gran atracción por la poesía popular española:

cancioneros, romanceros...

 *Entre tradición y renovación. Se sienten próximos a las Vanguardias

(Lorca, Alberti, Aleixandre y Cernuda poseen libros surrealistas;

G.Diego, creacionistas); próximos a la generación anterior (admiran a

Juan Ramón, Ramón, Unamuno, los Machado, Rubén Darío...);

admiran del XIX a Bécquer (Alberti, ("Homenaje a Bécquer") Cernuda

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"Donde habite el olvido"...); sienten auténtico fervor por los clásicos:

Manrique, Garcilaso, San Juan, Fray Luis, Quevedo, Lope de Vega y,

sobre todos, Góngora.

Etapas en la evolución.

1)Hasta 1927:

 -Influjo de Bécquer y del Modernismo. Pronto aparecen las primeras

Vanguardias. A la vez y, por influjo de Juan Ramón, se orientan hacia

la "poesía pura": "Poesía pura es todo lo que permanece en el poema

después de haber eliminado de él todo lo que no es poesía"(Guillén).

Se depura el poema de todo lo anecdótico, de toda emoción que no

sea puramente artística. Para ello usan mucho la metáfora. Esta

poesía es bastante hermética y fría.

 También lo "humano" les influye, sobre todo a través de la lírica

popular (Alberti). La sed de perfección formal los lleva al clasicismo,

sobre todo de 1925 al 27. Incluso podemos hablar de una fase

"gongorina".

2)De 1927 a la Guerra Civil.

 Comienza a notarse cierto cansancio del puro formalismo. Se inicia

un proceso de rehumanización (más notorio en algunos autores, pero

presente en todos). Se dan las primeras obras surrealistas

(radicalmente opuesto a la poesía pura). Pasan a primer término

nuevos temas, más humanos: el amor, el deseo de plenitud, las

frustraciones, las inquietudes sociales o existenciales... Nace la

revista Caballo verde para la poesía, de Palo Neruda (1935), donde

aparece el "Manifiesto por una poesía sin pureza".

 Algunos poetas, debido a sus inquietudes sociales, se interesan en

política (en el favor de la República, fundamentalmente).

3)Después de la guerra.

 Lorca muere en 1936. El grupo se dispersa:

 a)En el exilio Guillén escribe Clamor, obra en la que se aleja de la

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poesía pura. Aparece el tema de la patria perdida.

 b)En España quedan sólo D.Alonso y V.Aleixandre., que hacen poesía

angustiada, existencial (Hijos de la ira, 1944).

 PEDRO SALINAS

 Nace en 1892 en Madrid. Profesor universitario en Sevilla, Murcia,

Cambridge, Boston... Muere exiliado en Boston en 1951. Los tres

elementos básicos de su creación son "autenticidad, belleza e

ingenio". El ingenio permite ahondar en los sentimientos y acercarse

así a lo absoluto, superando las anécdotas concretas. Es un autor

perfeccionista, pero de gran sensibilidad. Es el principal poeta del

amor de su generación.

 Podemos distinguir tres etapas en su producción:

 1)Hasta 1932. Poesía pura bajo el influjo de Juan Ramón Jiménez.:

Presagios (1929), Fábula y signo (1931) 

  2)1935-1939  . Poeta del amor. Amor antirromántico (no es un

amor atormentado ni sufrido). El amor supone un enriquecimiento de

la vida y la persona, confiere sentido al mundo. La voz a ti debida

(1933) y Razón de amor (1936) (algo más pesimista, aparecen los

límites del amor)

 3)Tras la guerra. Libros de poemas en lo que se observa una lucha

entre su fe en la vida y los signos angustiosos que ve a su alrededor.

El Contemplado(1946) y Todo más claro (1949).

 JORGE GUILLÉN

 Nace en Valladolid en 1893. Como Salinas, fue profesor universitario

(Sevilla, Oxford, Murcia). En el exilio estuvo en EE.UU. y en Italia.

Regresa a Málaga, donde muere en 1984. Recibió el premio

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Cervantes en 1977.

 Guillén es el máximo representante de la poesía pura dentro de su

Generación. En sus poemas se observa una estilización de la realidad,

una depuración hasta quedarse con lo más esencial de las cosas. Su

estilo está al servicio de dicha depuración. Posee un lenguaje muy

elaborado, muy selectivo, que renuncia al efectismo: una poesía fría

(sobre todo en un primer contacto), difícil, pero de gran calidad

artística.

 Guillén domina a la perfección las estrofas clásicas, sobre todo las

décimas y los sonetos.

 Guillén concibe su obra como un todo, al que da el nombre de Aire

nuestro. Se incluyen cinco ciclos, entre los que destacan Cántico

(1919-1950), Clamor (1950-1963) y Homenaje (1967).

 En Cántico se recogen poemas escritos desde 1919 a 1950. Son 300

poemas en total. La obra es una expresión del entusiasmo de su autor

ante el mundo. "El mundo está bien hecho". La vida es hermosa por el

simple hecho de ser vida. "Ser. Nada más. Y basta. Es la absoluta

dicha." Cántico es un "sí" a la vida, un deseo de vivir "más". Es, pues,

una visión antirromántica del mundo. Canta Guillén al amanecer y al

mediodía; prefiere la primavera. El amor no es sufrimiento, sino cima

del vivir.

 En Clamor, "Tiempo de historia", Guillén da un giro: se observa una

protesta ante los horrores y las miserias del momento histórico. El

poeta es optimista, pero no por ello deja de ver los defectos del

mundo: "Este mundo del hombre está mal hecho". El poeta se alza

contra el dolor. También aparece el tema de Epaña: la guerra, el

exilio, la dictadura.

GERARDO DIEGO

 Nació en Santander en 1896. Catedrático de Lengua y Literatura en

diversos institutos. Premio Cervantes en 1979. Murió en Madrid en

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1987.

 Gerardo Diego sorprende por la variedad en su poesía. Variedad de

temas, de tonos, de estilos. Afirmaba que "yo no soy responsable de

que me atraigan simultáneamente el campo y la ciudad, la tradición y

el futuro; de que me encante el arte nuevo y me extasíe el antiguo;

de que me vuelva loco la retórica hecha, y me torne más loco el

capricho de volver a hacérmela -nueva- para mi uso particular e

intransferible". Cultiva, pues, tanto poesía clásica y tradicional como

vanguardista.

 Entre otras, escribe El romancero de la novia (1918), Imagen (1918-

1925), Versos humanos (1918-1924), donde reúne algunos grandes

sonetos... Su mejor obra "clásica" es Alondra de verdad, de 1941.

 G.Diego es la mejor imagen de la síntesis entre tradición y

renovación. Es un gran maestro del arte de versificar, a lo que añade

sensibilidad y sabiduría.

DÁMASO ALONSO

 Nace en Madrid en 1898. Profesor universitario de gran prestigio. Fue

director de la Real Academia. Premio Cervantes en 1978. Muere en

1991 (?)

 Está considerado como el principal crítico de la Generación del 27.

Sus estudios de Estilística son muy apreciados. Como poeta está a

menor nivel que sus compañeros de Generación. Comenzó dentro de

la poesía pura, pero su mejor obra, sin duda, es Hijos de la ira (1944),

obra fundamental en la posguerra española. Es una obra de "poesía

desarraigada"; el mundo "es un caos y una angustia; la poesía una

frenética búsqueda de ordenación y de ancla". Es una poesía

existencial, pues. Hijos de la ira es un grito de protesta contra las

injusticias, el odio, la crueldad. El poeta pregunta a Dios sobre el

sentido de tanta podredumbre. Es una obra escrita en versículos.

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 VICENTE ALEIXANDRE

 Nace en Sevilla en 1898. A los dos años es trasladado a Málaga y en

1909 a Madrid. Dedicó toda su vida a la poesía (su salud precaria le

impidió trabajar). Recibe el premio Nobel en 1977. Muere en 1984.

 Su obra está muy influida por el surrealismo (Cernuda dijo de

Aleixandre que era el mayor poeta que había dado este movimiento).

En 1931 define la poesía como "clarividente fusión del hombre con lo

creado", "aspiración a la unidad"; "Poesía es conocimiento" (antes

que belleza; las palabras no son bonitas o feas, simplemente

necesarias); "el poeta es una conciencia puesta en pie hasta el fin".

 Destacan sus metáforas visionarias. Usa el verso libre y, en general

podemos decir que es una poesía "difícil" (en menor grado en su 2ª

etapa).

 Su obra suele dividirse en tres etapas:

 1)Visión pesimista del hombre: imperfección, dolor, angustia,

fragilidad. Aleixandre envidia al vegetal, al mineral insensible. Desea

volver a la tierra, fundirse con la Naturaleza y participar de la unidad

de ésta. Destacan los libros Ambito (1924), La destrucción o el amor y

Sombra del paraíso.

  La destrucción o el amor (1932-33). La pasión amorosa se confunde

con una pasión por la muerte liberadora. Grandes poemas amorosos.

  Sombra del paraíso (1939-1943) es su obra cumbre. El poeta

imagina un edén libre de sufrimiento y de muerte.

 2)Abandono del surrealismo. El hombre se ve ahora positivamente.

La solidaridad lo engrandece. El poeta se funde con el pueblo y se

convierte en su voz. El hombre no está solo. Historia del corazón

(1945-1953)

 3)Poemas de la consumación (1968) supone un nuevo giro en la

poesía de Aleixandre. Añora la juventud y canta, entre trágico y

sereno, la consumación de la existencia. El estilo es más escueto y

denso, con toques surrealistas.

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FEDERICO GARCÍA LORCA

 Nació en Fuentevaqueros (Granada) en 1898. En 1919 ingresa en la

residencia de Estudiantes de Madrid. Becado por ella, de 1929-30

viaja a Nueva York. De vuelta a España, funda un grupo teatral

universitario, "La Barraca" (1932) para difundir el teatro clásico

español. Es fusilado en 1936.

 Su personalidad tiene dos facetas contrapuestas: de un lado, era

optimista y vital; de otro, pesimista, angustiado, íntimamante

frustrado (se sentía marginado).

 Destaca como poeta y dramaturgo. Veremos su primera faceta. Es un

poeta muy riguroso, en él se aúnan inspiración y técnica. En su poesía

aparecen unidas la pasión y la perfección, lo humano y lo

estéticamente puro, lo popular y lo culto. Sus principales obras son:

 Poema del Cante Jondo (escrito de 1921-24; publicado en 1931). Es

el libro de "la Andalucía del llanto"; Lorca expresa su dolor ante la

vida a través de los cantes de nuestra tierra.

 Romancero Gitano (1924-27; publicado en 1928). Fue un gran éxito.

Lorca se preocupa por los hombres marginados y sus tragedias.

Aperece el tema del destino trágico del hombre.

 Poeta en Nueva York (1929-30) refleja el impacto que la gran ciudad

produjo en Lorca. Se advierte el ahogo y la rebelión contra un mundo

deshumanizado. Los temas del libro son el materialismo, la esclavitd

del hombre por la máquina, la injusticia social... Una parte está

dedicada a los negros (también marginados, como los gitanos). Es un

libro donde lo social adquiere gran importancia: el poeta sintoniza con

todos los hombres que sufren. Es una obra surrealista, escrita en

versos libres.

 Llanto por Ignacio Sánchez Megías (1935) es una gran elegía a la

muerte del torero amigo.Fusión magistral de lo popular y lo culto.

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 Sonetos del amor oscuro, once sonetos que destacan la maestría de

Lorca.

 RAFAEL ALBERTI

 Nació en el Puerto de Santa María en 1902. Estudió con los jesuitas.

De allí irá a Madrid en 1917. En 1925 recibe el Premio Nacional de

Literatura por su obra Marinero en Tierra (ex-aequo con G.Diego).

Afiliado al P.C., abandona España al concluir la guerra civil.

Reside en París, Argentina y Roma. En 1977 regresa a España. En

1983 recibe el Premio Cervantes.

 En la obra de Alberti se da una gran variedad de temas, tonos ( del

humorístico y juguetón al angustiado) y estilos (poesía pura,

tradicional, barroca, vanguardista). En 1931 descalificó toda su poesía

anterior, llamándola "poesía burguesa" y se dedicó a hacer poesía

"revolucionaria".

Etapas en su obra (no siempre cronológicas):

 1)Lírica neopopular:

  Marinero en Tierra (1924). Nostalgia del mar y su tierra natal.

 2)Barroquismo y vanguardismo.

  Cal y canto (1926-27). Gongorino y futurista a la vez. Gran dominio

de la técnica.

  Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929).

Dedicado a las figuras del cine mudo.

 3)Surrealismo: Sobre los ángeles (1927)

  Responde a una crisis religiosa y vital del poeta. Es, quizás, su obra

maestra. Está escrita en versos libres, cortos al principio,

progresivamente mayores (versículos).

  El poeta se ve sin luz para siempre, expulsado del paraíso perdido.

Va errando por un mundo caótico y sis sentido. Los "ángeles"

simbolizan la crueldad, la tristeza, la desesperanza, la muerte...

 4)"Poesía civil". Poesía social y política, revolucionaria.

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 El poeta en la calle (1930-31) Es una poesía de urgencia, a veces

buena, a veces panfletaria.

 LUIS CERNUDA

 Nace en 1902 en Sevilla. Allí fue alumno de P.Salinas. Partidario de la

República, se exilia en 1938. Viaja por G.Bretaña y Estados Unidos y

muere en México, en 1963.

 Soledad, dolor, sensibilidad... son notas características de la

personalidad de Cernuda. Su descontento con el mundo y su rebeldía

se deben, en gran medida, a su condición de homosexual, a su

conciencia de ser un marginado. Admite ser un "inadaptado".

 Su obra se basa en el contraste entre la su anhelo de realización

personal (el deseo) y los límites impuestos por el mundo que le rodea

(la realidad). Es una poesía de raiz romántica. Los temas más

habituales son la soledad, el deseo de un mundo habitable y, sobre

todo, el amor (exaltado o insatisfecho).

 Posee Cernuda un estilo muy personal, alejado de las modas. En sus

inicios toca la poesía pura, el clasicismo y el surrealismo, pero a partir

de 1932 inicia un estilo personal, basado en un triple rechazo:

 -De  los ritmos muy marcados (uso fundamental de versículos).

 -De la rima.

 -Del lenguaje brillante y lleno de imágenes: desea acercarse al

"lenguaje hablado, y el tono coloquial" (lenguaje coloquial que

esconde una profunda elaboración.

Obra.

 Desde 1936 Cernuda reune sus libros bajo un mismo título: La

realidad y el deseo, que se va engrosando hasta su versión definitiva,

en 1964. Esta obra está formada por varios ciclos:

 1)Inicios: poesía pura (Perfil del aire, 1924-27) y clásica -garcilasiana-

(Égloga, elegía y oda, 1927-28)

 2)Surrealismo: Un río, un amor, 1929; Los placeres prohibidos, 1931.

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 3)Su obra capital es Donde habite el olvido (1932-33), con un

lenguaje ya propio; es un libro desolado y triste, tremendamente

sincero.  En esta línea se sitúan Invocaciones (1934-35), que incluye

el poema "Soliloquio del farero", sobre el tema de la soledad.

 Después de la guerra continúa con su línea de depuración estilística,

y trata temas como el de la patria perdida, recordada con añoranza o

rechazada. Persiste su amargura.

 En prosa escribe Ocnos (1942) evocación de Andalucía.

La Posguerra

 

 Situación socio-económica y cultural

   La Guerra Civil provoca un corte muy profundo con la tradición anterior: quedan rotas o abandonadas las tendencias renovadoras y experimentales impulsadas por Baroja, Unamuno o Valle-Inclán. Ni siquiera las propuestas más próximas de Pérez de Ayala, Miró o Jarnés tienen continuadores. Parece como si la novela de posguerra entroncara con el realismo del XIX, tendencia que ya se había manifestado en los años inmediatos de pre-guerra (Sender), pero cuyos frutos habían desaparecido de la circulación por causa de la censura. Una serie de datos nos ayudan a configurar este panorama:

-Aislamiento cultural. -Falta de maestros (muertos o en el exilio). -Censura (incluso al 98, al 68...). Incluso "doble censura" (eclesial y política). -Auge de las traducciones (W.S.Maugham, Pearl S. Buck...) para llenar el hueco editorial. -Novela evasiva (Carmen de Icaza) o de Guerra: García Serrano

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escribe La fiel infantería (1943), exaltación de los vencedores, pero que fue censurada por motivos morales.

    Para el estudio dividiremos este amplio periodo en distintas etapas: Realismo tremendista (1939-1950), Realismo social u objetivo (1951-1962) y superación del realismo (1962-1975). Por último, estudiaremos alguno de los autores más importantes que han surgido en los últimos años. Esta división no puede ser estricta, ya que hay autores que van evolucionando (y nos los encontraremos en diversas etapas) y otros que se escapan a todo tipo de encasillamiento.

La narrativa española de los 40: el realismo tremendista

 

     Aunque, con relación al periodo de guerra, se amplían los temas tratados, estos son aún, en palabras de Martínez Cachero,"años de convalecencia".      Si por estos años la vida cultural está cargada de notas triunfalistas, de deseos de evasión (en el teatro, principalmente) y de retornos al formalismo clásico (poesía), pronto aparecerá una literatura inquietante y hasta cargada de angustia: una poesía desarraigada (Blas de Otero, G. Celaya); novelas como La Familia de Pascual Duarte de Cela (1942) o Nada de Carmen Laforet (1945)... En esta línea, domina un enfoque existencial que suele ser producto de las posguerras.      Sin embargo, tras el malestar vital, tras las angustias personales, percibimos unas raíces sociales concretas, aun cuando los autores no tuvieran intención social patente, cosa que tampoco permitía la censura.      Esta época viene marcada por la desorientación, los múltiples tanteos (realismo barojiano; novela psicológica, heroica, poética, simbólica...) en busca de un cauce por el que pueda transcurrir una literatura acorde con los momentos que se viven. La desorientación es aún mayor si recordamos la desconexión con el pasado inmediatamente anterior: se "secuestran" las obras sociales de "preguerra", se desconocen las obras de los exiliados; la novela deshumanizada está muy lejos de los dramáticos momentos que se viven... Parece que sólo Baroja conecta con las preocupaciones de estos autores.      Cela, con La familia de Pascual Duarte, agria visión de realidades míseras y brutales, inaugura el tremendismo: selección de los aspectos más duros de la vida. Tuvo un enorme éxito, y la fórmula se repitió hasta el abuso: no sólo en la obra de Cela, comienzo y cumbre de la tendencia, encontramos ese desquiciamiento de la realidad en un sentido violento o esa sistemática presentación de hechos desagradables e incluso repulsivos; hubo muchos seguidores: carga tremendista, en mayor o menor grado, hay en Delibes (La sombra del

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ciprés es alargada, si bien con una honda religiosidad) o Ana María Matute (Los Abel). Otros desvirtúan rápidamente el género (se "esperpentiza"). A finales de la década se pide moderación.      Las crueldades de la guerra civil, tan recientes, tan difíciles de olvidar, contribuyen a dicha moda. Moda que, según Tomás Borrás, no respondía a "delectación por lo morboso, sino a propósito revulsivo".      Típico de esta novela será el reflejo amargo de la vida cotidiana, desde un enfoque existencial. Por eso los grandes temas son la soledad, la inadaptación, la frustración, la muerte. Abundan los personajes marginales y desarraigados, desorientados y angustiados. Todo ello revela un malestar que, en última instancia, es "social", aunque para algunos críticos no se pueda hablar de "novela social", sino "parasocial" (Gil Casado), puesto que lo que caracteriza a esta novela no son los problemas sociales en sí sino su transposición a la esfera de lo personal.  Como conclusión digamos que la situación de la novela en estos inicios de la posguerra era ya esperanzadora e incluso satisfactoria. Pese a la guerra, el exilio, la incomunicación, la censura, la escasez de papel y la sobra de traducciones, pese a la falta de maestros-modelos y de críticos orientadores, pese al desprestigio de lo estético, el género echó a andar (Martínez. Cachero): surgen escritores que alcanzarán diversa fortuna; hay lectores y editores; se fomentan los premios-concursos (Nadal). Al cabo de no muchos años el panorama había evolucionado claramente. La generación del medio siglo no partirá ya del cero absoluto.

 

Autores

 

 Camilo José Cela. Considerado el iniciador del tremendismo (La familia de Pascual Duarte, (1942). Esta obra fue el gran acontecimiento novelístico de la posguerra, debido, en gran parte, al vacío existente. Se trata de un experimento violento y amargo. La novela ilustra una concepción del hombre: criatura arrastrada por la doble presión de la herencia y del medio social. Pascual es un infeliz que casi no tiene otro remedio que ser, una y otra vez, un criminal. Cela , en esta obra, se revela ya como un hábil constructor del relato y un magistral prosista. Destaca por su manejo de los recursos lingüísticos, por el uso de léxico rural, por la fuerza de sus descripciones, por la maestría de los retratos...

 

 Carmen Laforet: Nada (1945) es su principal novela; es la historia de una muchacha que ha ido a estudiar a Barcelona, donde vive con sus familiares en un ambiente sórdido de mezquindad, de histeria, de ilusiones fracasadas, de vacío, rodeada de personas desquiciadas por la guerra, y que al acabar el curso viaja a Madrid "sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor". Por primera vez tras la guerra,

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una parcela irrespirable de la realidad contemporánea, de lo cotidiano, quedaba recogida implacablemente con un estilo desnudo, de trazo firme y con un tono desesperantemente triste.

 

 Miguel Delibes es considerado como el máximo representante del realismo intimista. Nos habla de tristeza y frustración en La sombra del ciprés es alargada (Premio Nadal, 1947), pero les opone una resignación religiosa. es una novela con gran preocupación humano-psicológica, bellas descripciones del paisaje y estilo expresivo en los diálogos.

Otros autores destacados son Antonio de Zunzunegui, Rafael García Serrano, G. Torrente Ballester o Ignacio Agustí.

La narrativa española de los 50: el realismo social

 

     "Hacia 1951 la literatura española, andadas ya las trochas del tremendismo, dio un giro a su intención y empezó a marchar por la senda del realismo objetivo", escribe Cela. Este decenio supone un enriquecimiento de nuestro panorama novelesco. Siguen publicando autores de la época anterior (los denominados novelistas de la "promoción de 36": Cela, Delibes...) pero se producen unos hechos significativos que nos permiten hablar de nueva etapa. En 1954 ("año inaugural", para Sobejano) coinciden cinco títulos importantes: El fulgor y la sangre, de Aldecoa; Los bravos, de Fernández. Santos; El Trapecio de Dios, de Ferrer-Vidal, Juegos de manos, de J. Goytisolo y Pequeño teatro, de A.M. Matute. En 1956 aparece El Jarama, de Sánchez Ferlosio: la corriente está consolidada. La mayoría de los críticos (así Sanz Villanueva) retrasan el inicio de esta época a 1951, año de la publicación de La Colmena, de Camilo José Cela. y La noria, de Luis Romero. También se citan como iniciadoras dos obras de Delibes: El camino (1950) y Mi idolatrado hijo Sisí (1953).      Asistimos a unos profundos intentos de renovación, favorecidos por las circunstancias históricas: progresiva incorporación de España a la órbita internacional tras el anterior aislamiento; tímida liberalización intelectual y primera apertura de diálogo con los exiliados; evolución socio-económica del país (migraciones campo-ciudad); entrada de un multitudinario turismo extranjero; posibilidad de viajar fuera y de conocer una literatura diferente...      Se produce el surgimiento de una nueva generación de narradores. Aunque entre ellos existan sustanciales diferencias, comparten unos comunes supuestos ideológicos y participan de preocupaciones temáticas y formales semejantes. Su propósito es ofrecer el testimonio de un estado social desde una conciencia ética y cívica. Además pretenden que la literatura sirva de revulsivo político (literatura como arma política), aunque son pocos los que

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adoptan una postura extrema y la mayoría insiste en los condicionamientos artísticos de la obra literaria.      El relato suele ser objetivista (a veces conductista: Sánchez Ferlosio, García Hortelano), con influencias de las técnicas cinematográficas. Con esta técnica se pretende, además de adoptar una nueva posición narrativa, eludir, en cierta medida, la censura. Así la literatura cumple (o pretende cumplir) también el papel de dar unas informaciones que los medios de comunicación de la época ocultan.      En cuanto a los precedentes se han señalado el neorrealismo italiano (sobre todo el cinematográfico: Vittorio de Sica -El ladrón de bicicletas, 1948- o el primer Visconti), algunos escritores americanos (Dos Passos, Steimbeck, Hemingway, Faulkner) y, en menor medida, el noveau roman francés. Entre los españoles, los críticos han hablado de los influjos que ejercen Galdós y Baroja (aunque no todos los estudiosos coinciden) y la admiración que despierta Machado.      Dentro de la generación (llamada generación del 55 o del medio siglo) es posible distinguir una tendencia neorrealista y otra social. En la primera la crítica es más velada; posee caracteres humanitarios y puede considerarse  como una primera fase de la novela político social. A esta tendencia pertenecen Ignacio Aldecoa, Fernández Santos, Sánchez Ferlosio, Ana Mª Matute o Carmen Martín Gaite. Los escritores sociales son, entre otros, Caballero Bonald, García Hortelano, Juan Goytisolo, Luis Goytisolo, Alfonso Grosso, Juan Marsé...  También se produce una oscilación entre el lirismo subjetivo (Matute) y la objetividad despersonalizada (El Jarama, de Sánchez Ferlosio), y los mismos escritores van de una línea a la otra (así Sánchez Ferlosio en Alfanhuí). Y la división casi angustiosa entre el "yo" y el mundo, entre la realidad y el ensueño, está siempre en el corazón mismo de los relatos de Juan Goytisolo.      En cuanto a las técnicas narrativas, dos son los procedimientos que se emplean: el objetivismo (testimonio escueto, sin aparente intervención del autor; el grado extremo será el conductismo: limitarse a registrar la pura conducta externa de individuos o grupos y a recoger sus palabras, sin comentarios ni interpretaciones) y el realismo crítico, que es una denuncia de desigualdades e injusticias desde posturas dialécticas. Por esta línea puede llegarse a una mayor o menor distorsión de la realidad, pues ya no se trata de reproducirla, sino de explicarla, poniendo al descubierto sus mecanismos más profundos, y no sólo reflejar lo aparente (objetivismo). Aquí es decisiva la influencia de los americanos: la crudeza y distorsión de W. Faulkner, el retrato colectivo de J. Dos Passos, la denuncia social de Steinbeck, el dramático descontento de Hemingway... Aunque las divergencias teóricas son claras, en la práctica es más difícil establecer diferencias.

 

 Temas

 

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 Los temas capitales de estos novelistas son la infructuosidad, la soledad social y la guerra como recuerdo y sus consecuencias. Salen a la España de los caminos en busca del pueblo perdido (en el esfuerzo estéril y el aislamiento: J. Goytisolo en Campos de Níjar) y alguno vuelve a la ciudad para encontrar otra parte del pueblo perdido (en el apartamiento de grupos y clases). Los protagonistas viven su soledad no de un modo individual, sino social: barrios, círculos, grupos... Es una soledad engendrada por la desconexión entre ricos y pobres, trabajo y capital, campo y ciudad, pueblo y Estado. La razón última de esa soledad está en la división de los españoles, recrudecida por la guerra.(Ninguno de los novelistas ha escrito novelas sobre la guerra, pero en sus obras aparece como referencia, como trasfondo lejano, recuerdo o antecedente determinador.)  En la temática destaca un desplazamiento de lo individual a lo colectivo: la sociedad española se convierte en tema narrativo. Los principales campos temáticos son:

 -La dura vida del campo: Los bravos, de Jesús Fernández Santos (1954), Dos días de setiembre, de Caballero Bonald (1962). -El mundo del trabajo, con las relaciones laborales: Central eléctrica, de López Pacheco (1958). -El mundo urbano, abarcando un amplio panorama (La Colmena, de Cela, 1951) o presentando el mundo de los suburbios y mostrando solidaridad con los humildes. -La burguesía: Juegos de manos, de J. Goytisolo (1954).

    En general predominan los ambientes de intemperie: campo, mar, aldeas, arrabales...(Sobejano).  

     El tiempo de la acción de estas novelas suele ser la actualidad, como corresponde al común intento de iluminar el presente. El espacio y el tiempo suelen concentrarse para conseguir una historia modélica. Modélico resulta también el personaje, concebido desde supuestos muy maniqueos, poco analizado en su dimensión psicológica.  

     El estilo se caracteriza por una deliberada pobreza léxica y por una tendencia populista a recoger los aspectos más superficiales de los registros lingüísticos populares o coloquiales. Pero no podemos decir sin más que estemos ante un estilo descuidado, pues en bastantes obras se muestra un notable interés por lo formal: hay que huir tanto de la tradicional idea de la "pobreza léxica" como de la exageración de Sobejano: "el propósito de renovación es considerable". Estos autores aportaron novedades, pero el contenido en ellos adquiere prioridad y a él se subordinan las técnicas elegidas; se antepone la eficacia de las formas a su belleza; y, desde luego, se rechaza la pura experimentación o el virtuosismo.

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 Autores

 

 CAMILO JOSÉ CELA. En La Colmena (1951), retrato fiel -aunque incompleto- de una tristísima realidad presidida por el sexo, el hambre y el miedo, como tres dioses implacables, comparece el Madrid de los cuarenta a través de un nutrido censo de personajes (160), sin que ninguno posea entidad de protagonista. Cela es el novelista omnisciente que crea y manipula a su antojo seres y situaciones; los personajes se retratan hablando, pero el autor contribuye con palabras propias: no es una actitud conductista; el humor y una ternura soterrada se lo impiden. La novela está en el límite entre lo existencial y lo social, pero como claro precursor de la novela social de los cincuenta, aporta "tres notas estructurales: la concentración del tiempo, la reducción del espacio y la protagonización colectiva"(Sobejano).

 

 MIGUEL DELIBES. El camino (1950), Las Ratas (1962) o Mi idolatrado hijo Sisí (1953) son obras de este periodo; las dos primeras de ambiente rural; la tercera narra la vida de las costumbres y la mentalidad de la burguesía provinciana. Caracterizan a Delibes unas dotes excepcionales de narrador, una insuperable capacidad para reflejar tipos y ambientes y un seguro dominio del idioma, que le permite acertar en los más variados registros, sobre todo en la autenticidad del habla popular.

 

 JUAN GOYTISOLO.  Está considerado por la crítica como el escritor más importante de la generación nueva por la amplitud y significación de su obra (Sanz Villanueva); es el portaestandarte del realismo crítico, pero su evolución le ha llevado hasta una nueva vanguardia narrativa. La crítica ha distinguido en él tres periodos:

-Tiene un primer periodo de interpretación poética de la realidad: Juegos de Manos, 1954 (despiadada visión de la juventud burguesa); Duelo en el Paraíso, 1955 (sobre unos niños que, influidos por las circunstancias bélicas, juegan a la guerra). En ella destacan unos evidentes impulsos líricos que el autor reprimirá para conseguir un realismo más estricto. -A continuación, una postura crítico-social (La Resaca, 1958, novela, o Campos de Níjar, libro de viaje). -Por último, en una tercera fase intenta dar una visión global del ser de España (cultura, religión, tradición). Esta etapa se inicia con Señas de identidad (1966) (cfr. infra).

     Esta evolución se produce debido a la constante autoexigencia del autor, que le ha llevado a sorprendentes cambios tanto en la temática de sus obras como en la técnica, en la realización artística de las mismas. Ha pasado desde el más puro testimonialismo, seco y austero hasta la renovación más audaz.

 

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 RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO. El Jarama está considerada como la más clara representante novela del conductismo (aunque esta opinión también es puesta en duda por algunos). La novela carece de protagonista; se cuenta un día de ocio de unos jóvenes. Posee escaso interés argumental: salvo el triste incidente final, apenas pasa nada: los personajes charlan, se divierten, comen, se aburren...; carece incluso de tema. El autor se limita a transcribir los distintos momentos de aquel día con una precisión desusada. Y todo esto nos hace entrar en un penoso aunque no siempre bien advertido drama de nuestro tiempo: la alienación de la vida cotidiana, reflejada en la alegre insustancialidad de aquellos jóvenes; su vacío, su vulgaridad.       En la novela domina casi por completo el diálogo. En la parte descriptiva aflora un escritor muy cuidadoso que puebla el relato de imágenes, comparaciones... y que interpreta los hechos, por lo que desaparece el conductismo puro.       El Jarama presenta una acertada configuración del personaje colectivo, una técnica cinematográfica y una transcripción eficaz del lenguaje hablado coloquial, pero bastante elaborado. También destaca la cuidadosa estructuración: alternancia de dos centros generacionales: orillas del Jarama y la venta; al final se funden en una (la venta) salvo el episodio de la muerte de Lucita.       La obra posee un significado simbólico: oposición mundo joven-mundo adulto, aburguesado y conformista. Los que no se acomodan pierden a uno de ellos (los jóvenes que se quedan en la orilla).También ha sido destacada la condensación del tiempo: toda la novela abarca dieciséis horas.

La renovación de las técnicas narrativas en los años 60: la superación del realismo

 

     Los años 60 son años de cambios importantes en España en los aspectos económico y cultural. El cambio político no llegará hasta 1975, pero la transformación en la novela se había producido bastante antes. "Una vez más, la literatura se había anticipado" (Ángel Basanta).      Se considera 1962 como la fecha de inicio de esta nueva etapa en la narrativa española. Se publican Tiempo de Silencio, de Luis Martín Santos y La Ciudad y los perros, de Mario Vargas-Llosa, iniciándose el llamado "Boom de la narrativa hispanoamericana". Tras ciertas reticencias, puede decirse que las nuevas formas se imponen hacia 1966-67; el Realismo social es un movimiento ya acabado, con epígonos de escasa importancia. El cambio se vio impulsado tras la incorporación de figuras consagradas de la generación del 36 (Cela, Delibes) y del 50 (Goytisolo).      Se dan unas circunstancias históricas nuevas: desarrollo económico (España, potencia industrial); aumento de los contactos

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con el exterior; cierta flexibilidad en la censura (Ley de Prensa de 1966), aunque siguen prohibiéndose algunas novelas (Goytisolo, Marsé...)      Los factores literarios serán mucho más determinantes para explicar el cambio de rumbo novelístico: hay un cansancio de los lectores hacia la novela social, demasiado preocupada por los aspectos críticos y que va abandonando progresivamente el interés por la elaboración formal. El mismo Goytisolo lo reconocía: "supeditando el arte a la política rendíamos un flaco servicio a ambas: políticamente ineficaces, nuestras obras eran, para colmo, literariamente mediocres; creyendo hacer literatura política, no hacíamos ni una cosa ni otra". La Literatura se muestra ineficaz como arma para transformar el mundo.      En opinión de Martínez Cachero, la irrupción de la novela hispanoamericana y el conocimiento de la obra de autores exiliados contribuyen al florecimiento de esta nueva etapa.      Para Joaquín Marco la nueva narrativa es el fruto del "desengaño", que alcanza a contenido y expresión; la nueva novela tenderá hacia el formalismo y el expresivismo lingüístico, que se manifiesta en "una revalorización de la imaginación (A. Cunqueiro), una atención hacia el estilo (Delibes, Goytisolo), un cuidado por la estructura (Marsé, Benet), una manera poemática (Matute)".      El término que más fortuna ha hecho para denominar a este periodo es el de Novela Estructural, acuñado por Sobejano: "La denominación que yo le doy, novela estructural, podría ser aceptable teniendo en cuenta estos tres aspectos: el relieve de la estructura formal (disposición de las partes en una figura que se presenta como nueva), la indagación de la estructura de la conciencia personal (habitualmente del protagonista), y la exploración de la estructura del contexto social. Novela estructural quiere decir que la estructura está, en este tipo de novelas, más acentuada, formal y sistemáticamente, que cualquier otro elemento".      La obra narrativa sufrirá una serie importante de transformaciones (e incluso destrucciones) en todos sus elementos: acción, personajes, punto de vista, estructura... Se adoptan técnicas nuevas; se diluyen los límites entre géneros. El afán renovador es total, afectando a todos los elementos narrativos: autor y punto de vista; tratamiento de la anécdota; estructuración; personajes; personas narrativas; diálogos; tipos de monólogo; descripciones...

 Autores

 

 JUAN MARSÉ. En 1966 publica Últimas tardes con Teresa. Es una obra aún de contenido social: crítica de la burguesía catalana, representada en este caso por la juventud universitaria. Con Si te dicen que caí (1973) completó su amarga visión de la posguerra barcelonesa, en los barrios pobres de la ciudad.

 

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 JUAN BENET se consagra como creador de un vasto ciclo novelesco localizado en el espacio mítico de Región. En opinión de Ángel Basanta, "desde Volverás a Región (1967) y Una meditación (1970) hasta Saúl ante Samuel (1980), que en muchos aspectos constituye la culminación de la saga regionata, la narrativa de Benet, considerada por algunos como paradigma de la modernidad, es un intento de comprender la ruina y la soledad de unos lugares y unas gentes perfilados como una alegoría de la España contemporánea y de su historia". Benet rechaza toda imitación de la realidad y se dedica, en su incesante renovación formal, a la destrucción de los elementos tradicionales del relato (acción, personajes, espacio, tiempo...).

 

 CAMILO JOSÉ CELA. San Camilo, 36 (1969) es un ininterrumpido monólogo interior escrito en segunda persona autoreflexiva, situado en Madrid en los días de inicio de la Guerra Civil. Sólo se recoge lo más sórdido y obscuro: la violencia, la deformidad y, sobre todo, el sexo. En la obra se encuentran tres grandes unidades: la vida nocturna de Madrid, con abundantes situaciones sexuales; pesadillas y monstruos subjetivos en estado de formación (se está gestando algo horrible) y el nacimiento de esos monstruos (que simbolizan el odio y la Guerra Civil que estalla en esos momentos). Oficio de Tinieblas 5 continúa en esta línea de innovación.

 

 MIGUEL DELIBES llega a la cumbre de su narrativa con Cinco horas con Mario (1966), obra formada por una introducción y una conclusión que enmarcan un largo monólogo interior de una mujer que vela a su marido recién fallecido. Dos sentimientos se debaten en su interior: la culpabilidad por un adulterio (deseado pero no cometido) y la frustración, porque considera que su marido la ha postergado injustamente. En opinión de A. Basanta, "se consigue reflejar el tradicional enfrentamiento entre las dos Españas, en este caso representadas por un honrado intelectual liberal y su esposa, quien, desde su ideología y conducta conservadora, dirige a su difunto marido un largo soliloquio lleno de reproches acerca de todos los asuntos en los que ambos no pudieron entenderse".

 

 JUAN GOYTISOLO se une a este nuevo rumbo de la novela con Señas de identidad (1966). Su estructura es muy compleja; en ella se dan todas las innovaciones posibles: cambios de punto de vista, disertaciones, monólogos interiores, textos periodísticos, de folletos turísticos, de informes policiales; frases en francés, alemán o inglés; ruptura de la línea y escritura en versículos; páginas enteras sin signos de puntuación; superposiciones y entrecruzamientos de planos temporales distintos... Todo ello posee una motivación clara: la búsqueda del personaje-autor de su propia identidad y, a la vez, revisión del pasado nacional: de su historia, su cultura, sus tradiciones. Esta línea continúa en Reivindicación del conde don

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Julián (1970) y Juan sin Tierra (1975), formando la trilogía de "La destrucción de la España sagrada".

 

 GONZALO TORRENTE BALLESTER alcanza la fama con La saga/fuga de J.B. (1972), en la cual se lleva a cabo la parodia de la novela experimental y la recuperación del arte de contar historias en la novela. "Como Cervantes en el Quijote, Torrente logró en La saga/fuga una original síntesis de realismo y fantasía, restaurando así el pacto narrativo con el lector, alejado de tanto discurso carente de interés" (Basanta).   José Bastida es el protagonista; siempre tuvo deseos de ser otro. Aprovecha una invitación para asistir a una grotesca Tabla Redonda que existe en la ciudad de la que es maestro (Castroforte del Baralla); es convocado porque conocía muy bien la ciudad y la historia de los Jota Be; el profesor desata su imaginación y va venciendo con sus invenciones a las personalidades más ilustres de Castroforte.

 

 LUIS MARTÍN SANTOS. La principal novedad en Tiempo de Silencio no está en los temas (frecuentes en la narrativa de su época: la vida de los pobres y de las clases medias, la fisonomía de la ciudad, la abulia de las gentes), los personajes o el argumento. Está en el nuevo planteamiento discursivo propuesto por su autor, en el uso de técnicas narrativas innovadoras (frente a la escasez de recursos de la novela social), siempre puestas al servicio de una intencionalidad crítica. La novela de los años anteriores se preocupaba cada vez más por el contenido, olvidando o relegando a un segundo plano las técnicas, los aspectos formales. Contra esto reacciona M.Santos. Así, conectamos con los novelistas intelectuales del Novecentismo (Pérez de Ayala). El relato se ofrece a un lector que debe interpretar los hechos y extraer sus conclusiones personales. Estamos ante un texto libre dirigido a un lector libre, activo.   Martín Santos es deudor, en gran medida, de la obra de Joyce, Ulysses, punto de partida real para la composición de Tiempo de Silencio.   Martín Santos continúa  la revolución narrativa iniciada por Joyce, aunque con intención diferente, y por otros caminos. MARTÍN SANTOS acude al empleo de una variada gama de voces y puntos de vista. En el relato aparecen las tres personas narrativas; el enfoque objetivo alterna con el subjetivo. Son escasos los capítulos donde no se da la narración omnisciente que permite al narrador, además de contar, enjuiciar los hechos.  

Los novelistas del 68

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     Coincidiendo con el auge de la novela experimental, aparece una nueva generación de narradores. Son los novelistas nacidos y educados en la posguerra, en los años de restricciones, que vivieron la rebelión contra el franquismo en las protestas universitarias del 68 (inspiradas en el Mayo francés). A estos novelistas también se les ha designado como Generación del 66 (ley de prensa) o del 75 (fin de la dictadura, publicación de muchas de sus obras). Pero parece más aceptable la fecha de 1968 (Basanta), ya que todos estos autores estaban en la Universidad por estas fechas y sus personalidades se estaban formando.      Estos autores empiezan a publicar entre 1968 y 1975. Las primeras obras están claramente bajo el influjo de la novela estructural de los 60. En estas mismas fechas se empieza la recuperación de los elementos tradicionales del relato (Torrente Ballester: La saga/fuga de J.B.), y estos autores contribuirán más tarde al asentamiento de esta tendencia. En un primer momento reniegan de la novela social, defienden la novela basada en la investigación de la estructura y el lenguaje y abordan problemas del hombre considerado en su individualidad, aislado de la realidad colectiva (Sanz Villanueva). Las primeras obras de los autores del 68 contribuyen a aumentar el ambiente de novedad que se vivía (José María Guelbenzu: El mercurio, 1968). Otros autores significativos son Félix de Azúa, Manuel Vázquez Montalbán o José María Vaz de Soto.      Posteriormente se produce una reflexión serena sobre el arte de la novela y se deja de lado el experimentalismo puro, recuperándose elementos tradicionales del relato, aunque sin olvidar los logros (no pocos) conseguidos por la novela estructural. En este nuevo rumbo intervienen autores que forman la segunda oleada generacional: Eduardo Mendoza, José María Merino y Juan José Millás; M.Vázquez Montalbán se une a esta tendencia.      Tres novelas fundamentales, de tres generaciones distintas, han contribuido a la llegada de esta "nueva" fórmula narrativa: La saga/fuga de J.B. (1972, TORRENTE BALLESTER), que parodiaba las novedades experimentales y se recuperaba la herencia cervantina de novelar; Escuela de mandarines, de MIGUEL ESPINOSA (1974), de menor fama, pero en la que también se ve una vuelta a los pilares tradicionales del relato, y La verdad sobre el caso Savolta (1975), de EDUARDO MENDOZA, que conjuga magistralmente la intriga tradicional con diversas técnicas experimentales: folletín, parodias del estilo periodístico, de documentos judiciales, de discursos políticos... La obra va desde un principio experimental (recortes breves, inconexos aparentemente, sin orden cronológico) hasta un final lineal propio de la novela policíaca, con una reconstrucción casi detectivesca de los hechos que antes quedaban sin explicar; hemos pasado desde la experimentación a la recuperación de la intriga y del relato lineal. Y en una sola novela. Con esta obra consigue el Premio de la Crítica, siendo el primer novelista del 68 galardonado. En sus demás obras alterna novelas menores, casi intrascendentes (El

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misterio de la cripta embrujada; El laberinto de las aceitunas) con otras de mayor envergadura: La ciudad de los prodigios (1986) y La isla inaudita (1989), que no alcanzan, en su conjunto, la calidad de su opera prima. El año del diluvio (1992), es una historia de amor entre una religiosa y un terrateniente; podemos calificarla como obra irregular, con momentos muy logrados. También ha escrito una obra de teatro (Restauración), estrenada con éxito y una novela por entregas (Sin noticias de Gurb). En 1996 publica Una Comedia ligera, historia de un dramaturgo barcelonés que, entrando en la madurez de su vida, se ve involucrado en un crimen y debe recorrer los diversos estratos de la Barcelona de la posguerra para demostrar su inocencia. Usa la técnica del discurso directo narrativizado y destaca por la magistral mezcla de estilos, desde el más culto al más vulgar; acierta Mendoza en la descripción de ambientes: el mundo teatral, la alta burguesía catalana, los bajos fondos... 

    Su última novela es La aventura del tocador de señoras, donde vuelve a recuperar al narrador-detective de El misterio... en una magnífica novela de humor, parodia e intriga que ha merecido unánimes elogios de crítica y lectores.

    

    En esta época que venimos estudiando se inicia también la producción de uno de los escritores más prolíficos y polémicos de la actualidad: Francisco Umbral (Madrid en 1935). Umbral residió durante su infancia y adolescencia en Valladolid y en 1961 se trasladó a Madrid. Entre sus títulos principales destacan: Balada de gamberros (1965), El giocondo (1970), Memorias de un niño de derechas (1972), Carta abierta a una chica progre (1973), Diario de un snob (1974), Las ninfas (1975; premio Nadal), Mortal y rosa (1975), considerada por la crítica como su mejor novela y reeditada con gran éxito en 1995, Mis paraísos artificiales (1976), El hijo de Greta Garbo (1982), Trilogía de Madrid (1984), La belleza convulsa (1985), Nada en domingo (1988), El día que violé a Alma Mahler (1988), Crónica de esa gente guapa (1991), libro de sátira social, Leyenda del césar visionario (1991; premio de la Crítica), Las señoritas de Aviñón (1995)... Ha publicado también biografías literarias sobre Lorca, Valle-Inclán, Larra y Gómez de la Serna; ensayos (España cañí, 1975; La fábula del falo, 1985 ; El fetichismo, 1986; Las palabras de la tribu, 1994), un Diccionario para pobres (1977), un Diccionario cheli (1982) y un Diccionario de literatura (1995).

    Umbral es autor de una vasta obra periodística, ensayística y narrativa, incisiva, expresiva, irónica y lírica; reclamándose discípulo de Larra, Valle-Inclán, González Ruano y Gómez de la Serna, ha desarrollado un lenguaje inimitable y particularmente efectivo, abundante en hallazgos propios y elementos del habla popular estilizados. Ha escrito en gran parte de las revistas y periódicos españoles, generalmente con secciones fijas que le han consagrado como uno de los grandes autores de periodismo literario del país. La

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política, la vida social y cultural, la infancia, el erotismo y Madrid son los temas recurrentes de una producción en que se difuminan los límites entre el articulismo, las memorias, la sátira de chispeante y corrosivo sarcasmo, la novela y la historia, con toques de la picaresca, Los Episodios de Galdós y El ruedo ibérico de Valle-Inclán. En el año 2000 recibió el Premio Cervantes.

La novela española actual (1976-2004)

 

     El fin de la Dictadura, la Restauración monárquica y la llegada de la Democracia abren un nuevo periodo en nuestra Historia. El ambiente de libertad -ahora sí, total-, la desaparición de la censura y el acercamiento a Europa (ingreso en la C.E.E.) son hechos relevantes de esta nueva etapa. Existe un mayor conocimiento de la cultura europea y, a la vez, nuestra cultura es más conocida fuera de nuestras fronteras.      El fin de la censura sirvió para clarificar el panorama de la novela española: se publican en España obras prohibidas y editadas en el extranjero (Goytisolo, Marsé); textos inéditos o mutilados aparecen ahora en su integridad (Martín Santos; Vaz de Soto); se recupera la narrativa de los exiliados (algunos reciben importantes premios literarios: Sender, Francisco Ayala, Rosa Chacel); se traducen obras extranjeras antes prohibidas.  Los primeros años de la Democracia traen un auge de la novela política (J. Semprún: Autobiografía de Federico Sánchez), pero en seguida empiezan a diversificarse enormemente los temas; se cultivarán todas las tendencias narrativas posibles. A este panorama tan variado contribuye la coexistencia de distintas promociones: la del 36 (Cela, Delibes, Torrente), del 50 (Goytisolo, Marsé), la del 68 (Vaz de Soto, José Mª Guelbenzu, Vázquez Montalbán, E. Mendoza...) y los novelistas de los 80, entre los que destacamos a Rosa Montero (1951), Jesús Ferrero (1952), Justo Navarro (1953), Julio Llamazares (1955), Antonio Muñoz Molina (1956), etc. Estos autores del 80 siguen, por lo general la tendencia de los autores de 68; en sus obras se produce una búsqueda de la universalidad (cosmopolitismo en hechos, escenarios, maestros), a veces a costa de ignorar lo propio en favor de lo ajeno. En algunas de sus últimas obras (Muñoz Molina: El jinete polaco, Premio Planeta 1991) se produce un retorno a lo español, a la búsqueda de nuestras raíces inmediatas (olvidadas por la Historia oficial anterior) y a la profundización en la esencia y los orígenes del ser español actual. 

 

 Tendencias en la novela española actual

 

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 Existe una variedad enorme de temas y una calidad bastante elevada en muchas de nuestras últimas novelas. Esto hace que cada vez sea más difícil clarificar el panorama y establecer tendencias unificadoras. La mezcla de cuatro generaciones narrativas, la llegada de autores exiliados, el auge de los premios literarios y el boom editorial dificultan enormemente la tarea. Intentaremos agrupar los autores y obras en las principales tendencias reconocidas por la crítica (Sanz Villanueva; Basanta):

 

 La metanovela. Consiste en incluir la narración misma como centro de atención del relato ("novela especular") La novela se vuelve sobre sí misma; el texto narrativo ofrece el resultado final y a la vez el camino que ha llevado a él; se cuenta una novela y también los problemas planteados en su creación. Es un ejemplo claro de literatura dentro de la literatura. En esta línea nos encontramos obras como:   -Fragmentos de apocalipsis (1977) de G.T.Ballester, en la que se insertan tres planos: diario de trabajo del narrador; narración fantástica y crítica autoreflexiva de la propia escritura.   -Novela de Andrés Choz (1976), de José María Merino. Destaca también Merino en las narraciones breves (El viajero perdido)   -Fabián (1977), de Vaz de Soto.   -Papel Mojado (1983), El desorden de tu nombre (1988), de J.José Millás.   -Julián Ríos: Larva (1983) y Poundemonium (1988).

 

 Novelas poemáticas o novelas líricas. Novela poemática es la que aspira a ser un texto creativo autónomo, acercándose al poema lírico (Sobejano). Se produce una tendencia a la concentración máxima, no imitación de la realidad, personajes insondables, mitos, símbolos, lenguaje más sugerente que referencial.   -La isla de los jacintos cortados, (1980) de G.T.Ballester.   -Mazurca para dos muertos (1983), de Cela.   -Los santos inocentes (1981), de Delibes.   -Makbara (1980) y Las virtudes del pájaro solitario (1988), de Goytisolo.   -La lluvia amarilla (1988), de Julio Llamazares. Su última novela es Escenas de cine mudo (1994).

  -Madera de Boj (1999) de Camilo José Cela.

 

 Novela histórica. Desde distintos puntos de vista: fabulación imaginaria del pasado, proyección del pasado sobre el presente, aprovechamiento de la Historia para indagaciones intelectuales y ejercicios de estilo.

Edad Media:    -En busca del unicornio (1987),Juan Eslava Galán.                           -El manuscrito carmesí (1990), de Antonio Gala. Siglo de Oro    -Extramuros, (1978), de Jesús Fernández Santos.

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Siglo XX          -Octubre, Octubre (1981), de José Luis Sampedro;                           -La verdad sobre el caso Savolta (1975)                            -La ciudad de los prodigios (1986), de Eduardo Mendoza. Guerra Civil     -Beatus ille  de Muñoz Molina.                           -Herrumbrosas lanzas (1983-86) de Juan Benet.                           -Jinetes del alba, de Jesús Fernández Santos.

  Novela de intriga. Se potencia la intriga por medio de esquemas policíacos y otros procedimientos de la novela negra. A este auge contribuyó el éxito de El nombre de la rosa (1980), de Umberto Eco, donde se combinan lo intelectual, lo histórico y lo policíaco. En esta línea ya se encontraba La verdad sobre el caso Savolta, o la serie Carvalho de M.Vázquez Montalbán, en la que sobresale, entre otras, La soledad del mánager (1977). Destaca un escritor de la última generación, galardonado ya con el Premio de la Crítica, Nacional de Novela o Planeta: Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956), con dos novelas fundamentales: El invierno en Lisboa (1987) y Beltenebros (1989). El jinete polaco (1992) lo confirma como uno de los mejores narradores actuales. Aquí la intriga policíaca ha desaparecido para construir una novela rica, compleja, de un estilo poderoso y brillante en donde todas las piezas encajan a la perfección. En 1993 publica una interesante colección de cuentos (Nada del otro mundo); aparece a continuación El dueño del secreto (1994), novela breve en la que se narra un intento fallido de derrocar el régimen franquista a finales de los años 60 . En  Ardor guerrero, una memoria militar (1995), rememora su paso por la mili. En 1997 publica Plenilunio, donde regresa al género de la novela negra para  contar la investigación del asesinato de una niña. Fue bien acogida por la crítica, aunque no alcanza las cotas de El jinete polaco. En 1999 publica Carlota Fainberg, novela breve, obra en la que un pusilánime profesor de literatura en una universidad norteamericana narra la historia que sobre la misteriosa Carlota Fainberg le refiere un viajante español con quien coincide en una sala de espera de un aeropuerto. El protagonista tendrá la oportunidad, a continuación, de desvelar el misterio de esta mujer en una inminente visita a Buenos Aires, lugar de residencia de la mujer. La obra mezcla ironía y misterio, dentro del estilo habitual del autor. Su última obra, Sefarad (2004) definida por el autor como "novela de novelas" supone una recuperación de historias de destierros y desarraigos acontecidos durante el siglo XX.

     Enorme popularidad ha alcanzado Arturo Pérez Reverte desde la publicación de El maestro de esgrima (1988), a la que han seguido El club Dumas, La tabla de Flandes o Territorio comanche (1994), inspirada esta última en los conflictos de la ex-Yugoslavia. En 1995 publica La piel del tambor, obra ambientada en Sevilla, lugar en el que un sacerdote enviado desde El Vaticano, debe investigar unos misteriosos crímenes que suceden en una Iglesia casi en ruinas, "una

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iglesia que mata para defenderse". Es una obra bastante tópica  en cuanto a su ambientación: al parecer, en Sevilla sólo hay gitanas, toreros frustrados, curas y gentes de la alta nobleza. En 1996 publica El Capitán Alatriste, historia de un soldado en la España barroca. Se concibe como la primera de una serie de ocho novelas con los mismos  protagonistas; la segunda entrega (Limpieza de sangre) se publica en 1997 y la tercera (El sol de Breda) para la campaña navideña del 98-99. En el 2000 publica, primero en internet y después en "soporte tradicional", El oro del rey. El valor fundamental de Pérez Reverte reside en su habilidad para dosificar la intriga; estilísticamente son obras pobres, de escaso valor, donde prima la trama sobre cualquier otra cosa.

 

 Destaquemos también al madrileño Javier Marías (1951). Su obra, traducida a distintos idiomas, ha obtenido varios premios literarios tanto en España como en el extranjero, entre ellos el premio Herralde de Novela (1986) y el premio de la Crítica (1993). Como traductor ha recibido el premio Nacional de Traducción (1979).  Marías recurre habitualmente a un narrador protagonista que relata en primera persona, y a la mezcla de narración y reflexión, combinación que le permite dar saltos temporales y establecer un juego entre pasado, presente y futuro; en estos tres momentos, parecen repetirse las mismas situaciones con personajes semejantes. En Todas las almas (1989), el recuerdo de un profesor de sus años de estancia en Oxford inmoviliza un período de tiempo como si se tratase de una fotografía. En ese mundo, surgen asociaciones que permiten al narrador recordar a personajes próximos y tener la sensación de que todo está relacionado por razones desconocidas. Corazón tan blanco (1993) presenta los temas más característicos del autor: el azar, como instrumento de un destino que juega con los individuos en un mundo marcado por la muerte, el amor, las amistades, las traiciones y las lealtades. La intriga, generada por un hecho fortuito o por el recuerdo de un suicidio, da pie a la creación de la sensación de misterio que rodea al protagonista y a su familia. También Mañana en la batalla piensa en mí (1994) se construye sobre una intriga desencadenada por la casualidad. En Negra espalda del tiempo (1998), Javier Marías plantea cómo toda narración convierte un hecho en ficticio, pues ya no constituye el hecho en sí, sino la visión del que narra. De esta manera, la literatura llega a ser más convincente que la realidad, y por ello, muchas veces el lector confunde al narrador con el autor, ya que le atribuye a uno experiencias del otro.

   El caso más espectacular de la novela actual lo supone Luis Landero (1948), que con su primera obra (Juegos de la edad tardía, 1989) consiguió el Premio Nacional y el Premio de la Crítica. En 1994 publica su segunda obra, Caballeros de Fortuna, novela en la que se narra la vida de cuatro personajes distintos que poco a poco van confluyendo hasta un curioso final. Destaca en la caracterización de los personajes, con momentos memorables. Su última obra hasta la

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fecha es El mágico aprendiz, de 1999. En 2004 publica una colección de relatos, Entre líneas: el cuento o la vida.   Es de destacar el caso del joven Juan Manuel de Prada, que salta a la fama con la publicación de Coños (1995), libro de relatos breves. Tras una nueva incursión en la narrativa corta (El silencio del patinador), escribe Las máscaras del héroe (1996), novela larga muy bien acogida por la crítica, en la línea de la novela histórica ambientada en el primer tercio del siglo XX. Se consagra así como uno de los novelistas más prometedores de nuestra Literatura actual. Su éxito se ve refrendado en 1997 con la obtención del premio planeta por la obra La Tempestad, donde incluye rasgos de la novela policíaca. La obra se desarrolla en Venecia, a donde el protagonista acude para contemplar el cuadro de Giorgone La tempestad, que da título al libro. Al llegar presencia un crimen (contempla la muerte de un famoso falsificador de cuadros) y se ve envuelto en una trama detestivesca. Como es habitual en Prada, su estilo mezcla el registro más culto con coloquialismos y apreciaciones rompedoras. La crítica internacional lo reconoce como una de las más firmes promesas de la narrativa actual. Su premio planeta La Tempestad no alcanza el nivel de la obra anterior, y a duras penas mantiene la tensión en las 100  primeras páginas, para decaer posteriormente. Las esquinas del aire (2000) narra la investigación que un novelista principiante hace sobre la polifacética poetisa Ana María Martínez Sagi. Su última obra, Desgarrados y excéntricos (2004) es una biografía (no siempre verídica) de autores olvidados del primer tercio del siglo XX. Entre ellos aparecen algunos de los retratados en Las máscaras del héroe, como Pedro Luis de Gálvez o Armando Buscarini.   Intriga y humor se unen en la primera novela del ovetense Tino Pertierra (¿Acaso mentías cuando dijiste que me amabas, 1997), que nos presenta una historia de desengaño amoroso desde el punto de vista masculino: un fotógrafo, de enorme éxito con las mujeres, sufre su primer rechazo: la mujer con la que vive y mantiene una relación estable, una modelo, lo abandona de repente. La obra nos relata las peripecias del protagonista que se debate entre recuperar su pasado de conquistador o volver a vivir con su chica.

 No todo se agota en estas líneas. La crónica novelada o la novela realista son otras tendencias que se siguen en la actualidad. También es destacable el caso de los poetas que hacen incursiones en la novela: es el caso del gaditano Felipe Benítez Reyes (Premio Nacional de Poesía en 1996), con Humo (1994), premio Ateneo de Sevilla, obra en la que destaca el estilo cuidado, las comparaciones y las metáforas; en 1998 publica su última novela, El novio del mundo, magnífica.

Bibliografía  

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BASANTA, Ángel: La novela española de nuestra época, Madrid, Anaya, 1990.   LÁZARO, Fernando. y TUSÓN, V: Literatura del siglo XX, Madrid, Anaya.   MARTÍNEZ CACHERO, J.Mª: La novela española entre 1936 y 1980, Madrid, Castalia. 1985.   SANZ VILLANUEVA, S: Historia de la novela social española (1942-1975), Madrid, Alhambra, 1980. 2 vols.   SOBEJANO, Gonzalo: La novela española de nuestro tiempo, Madrid, Prensa Española, 1975.   Suplementos culturales y literarios de prensa periódica.

histórico

 Este periodo viene determinado por la revolución de 1868, que añade nuevas inestabilidades al final del siglo. Asistimos, sucesivamente, al gobierno de Amadeo I, a la 1ª República y a la Restauración borbónica; aun así, no se solucionan los problemas del país.

     Sociedad: Dos grupos sociales serán los más influyentes:

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 -Una Burguesía capitalista, que se afianza; políticamente se vuelve conservadora, sobre todo tras la aparición de los movimientos obreros. -Surgen los movimientos obreros; Marx publica su Manifiesto comunista en 1848: a España llega en 1872; el P.S.O.E. es fundado por Pablo Iglesias en 1879.     Filosofía: Varias son las filosofías que se desarrollan en esta época:  -El Positivismo nace como ideología opuesta al Romanticismo. Sólo se admite como verdadero lo descubierto mediante la observación rigurosa y la experimentación; por tanto, se rechaza la especulación pura. -El Determinismo, según el cual el destino del hombre está marcado por su herencia genética y por la influencia del medio social en el que se desarrolla su vida. -El Krausismo, que estudia lo específico de cada nacionalidad; rechaza el autoritarismo. Da importancia a la unión del espíritu con la naturaleza. Adquirirá más importancia a inicios del siglo XX. -El Marxismo, primer movimiento obrero que busca la lucha de clases y la revolución obrera para acabar con el injusto mundo burgués.

Los orígenes de la novela en el siglo XIX

    Tradicionalmente se ha tenido a Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber), con La gaviota (1849) como la primera novelista del siglo. Hoy en día se investiga (Zavala) la aparición de la novela por entregas (en la línea del francés Eugène Sue), de gran auge hacia 1830. Wenceslao Ayguals de Izco (María, la hija de un jornalero) es el autor más destacable.     Fernán Caballero entronca con Estébanez Calderón en su forma de ver Andalucía (marco de su obra). Es una defensora del Antiguo Régimen que altera la realidad para defender sus tesis. En su novela abunda el diálogo y los personajes están poco definidos (son personajes-tipo, heredados del costumbrismo). Sus obras más importantes fueron La gaviota,Elia (1849), Clemencia (1852) y La familia de Alvareda (1849). La gaviota es una obra (por primera vez) absolutamente contemporánea (su acción se sitúa en 1848) y realista (hasta donde el Romanticismo lo permitía, según Rodríguez Luis). Está considerada como "prerrealista".

Auge de la narrativa a partir de 1868

     Para Lucien Goldman, la nueva clase social (burguesía) requiere un nuevo tipo de estructura literaria: la novela: racionalización del Universo sobre un individuo, el protagonista.

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     I.Ferreras distingue tres momentos: Prerrealismo, Realismo y Naturalismo.

  -El Prerrealismo: parte de una visión dual de la sociedad, la política y la moral (hay "buenos" y "malos"). Todo queda mediatizado por esta punto de vista. Aparecen frecuentes juicios de valor en la obra. El realismo prescindirá de ello. -El Realismo es más objetivo y menos ejemplificador. Ofrece una visión más amplia y abierta de la realidad. Se observa un "ansia de totalidad". Se desprende de la visión dual; desaparecen los personajes paradigmáticos, las lecciones de moral, las "tesis". Esta novela nacerá a raíz de la revolución del 68 (una vez asimilada), en la década de los 80-90. Recordemos la definición de Stendhal sobre la novela: un espejo que se pasea a lo largo del camino y refleja lo que se encuentra (sea elevado o miserable, moral o inmoral...) Hay un intento de objetividad, de no enjuiciar los hechos. +Los temas serán muy variados: toda la realidad del momento: política, proletariado, caciquismo, bajos fondos, mundo rural, infidelidad conyugal, vida en los conventos... +En cuanto a la técnica narrativa, estas obras presentarán descripciones minuciosas; se dedicará especial atención a la ambientación.El auge del realismo se produce en Europa antes de 1860 (salvo en rusia -Dostoievski, Tolstoi- que será más tardío): en Francia destacan Henri Beyle, Stendhal (Rojo y negro, 1830; La cartuja de Parma, 1839), H.Balzac (Comedia humana, 85 novelas); G.Flauvert (Madame Bovary, 1857); en Inglaterra, Dickens publica Oliver Twist en 1838 y David Copperfield en 1849. En España, estamos ante otro fenómeno de "frutos tardíos": debemos esperar a la década de los 70.

-El Naturalismo es un concepto difícil de deslindar del Realismo. Se considera La desheredada (Galdós, 1881) su primera manifestación. Consiste en una visión de los aspectos más sórdidos de la vida; una expresión cruda de la sociedad española. Trata de explicar al hombre por su fisiología y de interpretar el comportamiento humano como producto de aquella (Taine). Es una literatura comprometida y progresista, que frecuentemente choca con los gustos del público (incluso Alarcón o Pereda) y, por consiguiente, de los editores.     El Naturalismo surge con la obra del francés Émile Zola (París, 1840-1902). Zola nos dice que el escritor naturalista no sólo debe observar la realidad (eso ya lo hacen los realistas), sino experimentar. Se trata de una novela escrita con carácter impersonal (el novelista debe desaparecer), con un enfoque determinista (el medio -en una doble vertiente, fuerza de la herencia y medio social- determina a los hombres). Para desarrollar todas estas ideas teóricas, Zola escribe un ciclo de 20, novelas, entre 1871 y 1893, bajo el título de Los Rougon-Macquart. Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio; intenta Zola plasmar todos los aspectos de la vida y el comportamiento humano. En este ciclo se representan con detalle e incluso con crudeza, diversos "ambientes sociales del París popular

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(La taberna, El vientre de París), de la vida provinciana (La conquista de Plassans), de la mina (Germinal), del campesinado (El desastre), etc." (Rdgz. Marín).     Las ideas de Zola son difundidas en españa por la Pardo Bazán ("La cuestión palpitante") que hace una defensa del escritor francés, si bien se muestra en contra de alguna de sus afirmaciones: no cree en el determinismo y piensa que la pasión o el sentimiento no se rigen por las mismas leyes que "la caída de la piedra".

 Para concluir, podemos comentar las ideas de W.Pattison, que hace la siguiente clasificación:

  Naturalismo/Realismo   Jóvenes/Mayores

 Progresistas/conservadores (Galdós y Palacio Valdés escaparían a esta clasificación.)

    La crítica viene agrupando últimamente a los autores principales de este período dentro de la llamada Generación del 68 (J.I.Ferreras). Sería más preciso, siguiendo a Pattison, dividir dos grupos: los mayores (Alarcón, Pereda, Valera -y Galdós, por edad) y los jóvenes (Pardo Bazán, Clarín, Palacio Valdés -muy distinto- y Blasco Ibáñez). Ideológicamente podríamos decir que Galdós y Palacio Valdés deben intercambiarse en esta clasificación. Las características "generacionales" son:

 -Tienen una misma conciencia de clase; similares formas de pensar, ver, entender, razonar... Desde distintas ópticas, todos creen en el progreso y la educación. Podíamos distinguir entre librepensadores y católicos. -Parten de un dualismo prerrealista y alcanzan la totalización realista. Al final, se verán tentados por el Naturalismo. -Son fundamentalmente optimistas en sus inicios y, progresivamente, más pesimistas. -Aspiran a dar cuenta de la sociedad española y explicar y demostrar sus resortes internos. -Formalmente, el narrador-tipo (bien cronista, bien omnisciente) interfiere en la acción, comenta, moraliza, sugiere al lector lo que debe pensar de los hechos y los personajes. Nos detendremos en la obra de los tres grandes novelistas del siglo:

 Benito Pérez Galdós (1843-1920)

  Nació en Las Palmas de Gran Canaria (1843). Hizo sus estudios de Derecho en Madrid; pronto comenzó a escribir novelas, muchas ambientadas en esta ciudad. Tuvo éxito, aunque con el tiempo fue muy criticado. Murió en 1920. Ideológicamente evoluciona desde el

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liberalismo progresista hasta posturas cercanas al socialismo.   Obra: Además de 20 obras de teatro, escribió más de un centenar de novelas. Veamos las más importantes:

*Los Episodios Nacionales, 5 series de 10 novelas cada una (la última, 6), en las que intenta ofrecer una visión novelada de la Historia de España en el siglo XIX. Es una obra documentada y objetiva, en la que sabe unir lo individual (novelesco) y lo social (histórico). *Las primeras novelas aún no consiguen la perfección; son obras de tesis: se parte de una idea prefijada que hay que demostar. Están dentro de un estilo prerrealista. Destaca Doña Perfecta. *A partir de 1880 comienza la publicación de las "Novelas españolas contemporáneas", 24 obras en las que Galdós alcanza la plenitud. Destacan Fortunata y Jacinta (1886-87), su obra más lograda, Miau (1888), Nazarín (1895) y Misericordia (1897).El estilo de Galdós es claramente realista; realiza unos profundos estudios sicológicos y sociales. Sus novelas están perfectamente documentadas, pero su estilo, espontáneo y vivo, no se pierde nunca. Algunos le criticaron su descuido estilístico. Pese a esto, su fama va en aumento; junto con Cervantes y su coetáneo Clarín está considerado uno de los mejores novelistas de nuestra literatura.

 Leopoldo Alas, Clarín (1952-1901)

      Clarín, al igual que Galdós, escribe desde una facción de la burguesía, pero contra las aberraciones de la burguesía, Aparte de una serie de cuentosy de la novela, Su único hijo (1890), Clarín es, sobre todo, el autor de La Regenta (1884), sólo comparable en profundidad, complejidad e intención a las mejores obras de su amigo Galdós.       Clarín concluye La Regenta a los 34 años de edad, con el convencimiento, según sus palabras, de haber conseguido "una obra de arte". La historia es conocida: En Vetusta (nombre bajo el que se esconde Oviedo) vive don Fermín de Pas, que abre la novela recorriendo con su catalejo los pormenores de la ciudad. Joven, apuesto y ambicioso, de Pas es el magistral de la Catedral, con aspiraciones más altas. Al iniciarse la obra, don Fermín recibe un encargo muy especial: debe convertirse en confesor de doña Ana Ozores, mujer del antiguo regente de la Audiencia, conocida, por ello, como la Regenta. Entre ellos se establecen relaciones de amor-amistad, plagadas de matices. El triángulo lo completa Álvaro Mesía, donjuán de Vetusta, que desea conquistar a la Regenta, única mujer virtuosa que aún no se ha rendido a sus pies. Para ello contará con la ayuda de todo el pueblo, que desea ver caer a doña Ana.       La obra se divide en dos partes fundamentales: los 15 primeros capítulos son primordialmente descriptivos: conocemos, a través de las opiniones del narrador omnisciente, la ciudad y sus habitantes,

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uno a uno. Entramos en la compleja psicología de los personajes principales: Fermín se mueve entre la obediencia a su madre (con un no superado complejo de Edipo), la ambición eclesiástica, el amor a Ana y el temor al qué dirán. Doña Ana es fiel esposa, ciudadana ejemplar, religiosa, enamoradiza; se siente atraída por Álvaro y Fermín, aunque, generalmente, se niega a reconocerlo. Quizás el más claro de los personajes principales es Álvaro, menos matizado, menos complejo.       Los 15 capítulos finales son más narrativos. Prima ahora el desarrollo de los acontecimientos: D.Álvaro consigue sus propósitos; don Víctor, el Regente, muere tras un duelo con Álvaro; Ana es abandonada por todos, menos por Frígilis, incansable amigo de su esposo. El final es desolador. Doña Ana queda en el suelo de la catedral, despreciada por todos, incluso por Celedonio "el acólito afeminado, alto y escuálido", que, al ver desmayada a la Regenta siente el deseo miserable de besarla en los labios. Ana se despierta; "había creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo".       Si el Naturalismo se destaca por el análisis psicológico de los personajes, no cabe duda de que Ana Ozores es una personalidad compleja y contradictoria que ha sido reflejada a la perfección por el autor.       La Regenta ha sido denominada "novela de la frustración", por la sensación de fracaso vital que deja en los lectores (Rodríguez Marín); otros han hablado de la novela de todo un pueblo, Vetusta; todos los estamentos sociales quedan reflejados.       Si la historia (compleja, matizada, bien construida) es uno de los mayores logros de la obra, no debemos olvidar el estilo de Clarín: Alas busca siempre la palabra precisa, la frase adecuada y perfecta; pocas expresiones sobran en esta obra medida y pensada, cumbre del Naturalismo español.

 Juan Valera (1824-1905)

     Juan Valera nació en Córdoba. Era de familia ilustre y eso le permitió obtener una buena educación. Fue diplomático en diversos países europeos y americanos. Lázaro Carreter lo define como "un hombre de mundo, refinado, epicúreo y enemigo de excesos. Ideológicamente, fue un liberal moderado, tolerante y elegantemente escéptico en cuanto a lo religioso".      Fue antes crítico que escritor. No publicó hasta los 50 años. Ha sido considerado como el máximo representante del arte por el arte (Montesinos). Su realismo es moderado: rechaza, por un lado, los excesos fantasiosos o sentimentales de la novelística romántica; sus obras poseen una ambientación precisa y los personajes son verosímiles. Pero, por otra parte, elimina los aspectos más desagradables de la realidad: Podemos hablar, pues, de cierto toque

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esteticista, idealizador. No es extraño que declarase que, si la realidad es desagradable, el escritor debe "mentir para consuelo" de sus lectores.      Sus mejores hallazgos, en cuanto al contenido de sus obras, reside en los análisis psicológicos que realiza de sus personajes, sobre todo de los femeninos.      Se mostró contario a las novelas de tesis, aunque en sus obras se puede apreciar la tendencia a demostrar una de ellas: en el conflicto entre el deseo y los impulsos humanos frente a los convencionalismos (sobre todo religiosos), vencen siempre los primeros: la vida, la pasión se anteponen al pseudomisticismo (Pepita Jiménez) y la mojigatería (Juanita la Larga).      En cuanto al estilo, la crítica coincide afirmar que el suyo es el más cuidado de entre todos los escritores realistas (debemos exceptuar a Clarín). Busca la sencillez; se decanta por la selección. De ahí los importantes aciertos estilísticos que apreciamos en sus obras.

 PEPITA JIMÉNEZ

    La mejor obra de Valera es, sin duda, Pepita Jiménez (1874). Su originalidad reside, en primer lugar, en el tono epistolar inicial (con un epílogo de narración directa). Los puntos de vista se entrecruzan; la estructura está muy bien cuidada.      La obra está escrita en tres partes: "Cartas de mi sobrino", "Paralipómenos" y "Epílogo: cartas de mi hermano".      El autor nos presenta la obra como si fuese un manuscrito que él encontró entre los papeles de un deán de una catedral andaluza. Nos explica que cambiará los nombres de los protagonistas, algunos aún vivos. Esta técnica (llamada "del manuscrito encontrado") tiene su origen en El Quijote: el autor, para dar verosimilitud a su obra, dice no ser el inventor de la misma, sino que la encontró ya escrita. Así, la trama adquiere visos de ser auténtica.      La obra posee multitud de puntos de vista; se consigue así crear un relato rico y variado; al principio, sólo conocemos lo que el protagonista desea, pero poco a poco (en las dos últimas partes) se nos completa la visión de los hechos, aclarando ciertas "lagunas" que, por verosimilitud, no podían ser cubiertas en la parte epistolar.  A partir de la segunda parte, domina la omnisciencia de Valera, que selecciona los acontecimientos y maneja a la perfección su mundo creado.

    1) Cartas de mi sobrino.

     Es una colección de cartas que el sobrino del deán, el seminarista Luis de Vargas, manda a su tío durante su estancia en la casa de su padre, en un pueblo andaluz. Su padre, el cincuentón Pedro de Vargas, es el cacique del pueblo, muy respetado, pero que llevó una vida poco recomendable. Por esta razón envió a su hijo a los doce años a estudiar y ser educado con su tío el deán. La madre de Luis (muy querida por este), al parecer, no fue muy bien tratada por

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D.Pedro, aunque este se arrepintió al final.     Luis ha decidido ser sacerdote; posee una vehemente vocación, pero poco profunda, según se comprobará. Ya ha tomado los votos menores y, a su vuelta a la ciudad, se ordenará, momento que espera con gran fruición. Por su juventud (22 años), ha debido conseguir una dispensa papal para ordenarse antes de la edad normal.     Al llegar al pueblo Luis descubre que su padre pretende a la joven viuda de 20 años Pepita Jiménez, que parece desdeñarlo, como ya ha hecho con muchos otros pretendientes. Pepita es una mujer de extraordinaria belleza, rubia y refinada, de piel blanca y que cautiva desde un momento al joven Luis. Estuvo casada con un viejo de ochenta años, muy rico, D.Gumersindo, con el que vivió tres años hasta su muerte. Después murió su madre y quedó sola con una gran fortuna, soportando algunas habladurías. Su matrimonio, piensa Luis, fue, ante todo, un acto de compasión para con el viejo Gumersindo. Es una mujer elegante (mucho para ser de pueblo-en esto Valera muestra una actitud un poco desconsiderada hacia las gentes de pueblo). Se codea con lo mejor del pueblo: el médico, el cacique, el viejo vicario... todos acuden a la tertulia que ella organiza en las tardes primaverales. Allí comienza a ir el joven Luis.     Luis empieza a fijarse en Pepita como su posible futura madrastra. Pero poco a poco, a tenor de las descripciones que de ella hace al deán, se va enamorando. El deán se lo advierte a Luis en una carta al que este hace mención (sólo conocemos las cartas de Luis al deán, no las respuestas), pero este se defiende, diciendo que sólo ve en ella un reflejo de la belleza divina. Pretende, así, despejar las dudas del deán. Además, y para contento de su padre, decide aprender a montar a caballo, para evitar las burlas de su primo, Currito. Intenta justificarlo por la vía religiosa (quizás, de misionero, le hiciese falta. Es muy habitual que Luis lo explique todo "a lo divino").     Pero, en efecto, Luis se va enamorando de Pepita, y así lo reconoce (19 de mayo: "Es cierto: ya no puedo negárselo a usted"). Luis se mortifica, hace penitencia, siempre intentando olvidar a Pepita, pero parece imposible. Descubre en ella miradas ardientes de amor (aunque a veces le parece que es presunción suya, que ella no lo mira así). Se convence de que esas miradas son verdaderas. Un día se dieron la mano al saludarse (por primera vez), y a partir de entonces lo hacen siempre al llegar y al despedirse, sintiendo en este acto un gran placer, mezclado con turbación. Cada vez más, Luis declara que "siento que me resbalo y me hundo", y por eso decide huir, aunque no lo hace. desea no ir más a casa de Pepita, pero no puede dejar de hacerlo. Consigue estar una semana sin ir, y se aplacan un poco sus pensamientos. Pero su padre y Antoñona (criada de Pepita) le insisten para que vuelva a la tertulia. Va muy temprano (6 de junio) y se encuentra a Pepita sola. Se dan la mano largamente. Él la mira con severidad. Ella comienza a llorar. Luis se enternece y la besa. El vicario llega (no los ve) y todo queda ahí.     Luis sigue pensando que aún se puede remediar todo: decide marcharse el 25 de junio. Pide a Dios que haga que Pepita lo olvide.

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Aquí, con un tono desesperado ("¡Qué herida y qué lastimada mi alma!"), concluye la primera parte.

 Observamos en esta parte la habilidad de Valera para ir mostrando la lenta evolución psicológica del protagonista: la pasión amorosa se abre paso, luchando contra los propósitos religiosos del joven. Debemos entender que la vocación de Luis está, a estas alturas, seriamente debilitada; por ello es esperable lo que sucederá a continuación.

2) Paralipómenos.      Parece ser que esta segunda parte (narrativa, en tercera persona, y de la que Valera ha suprimido algunas partes) está escrita por el deán (así opina el editor) que, sabedor de lo que pasa, decide completar el relato a partir del día 23 de junio, seis días después de la última carta. Esta ambigüedad en cuanto al autor "real" del relato vuelve a añadir verosimilitud a la obra (nada más real que incluso el editor desconozca datos, ya que así aparenta no ser él el auténtico creador).     En esta parte se nos cuenta que Pepita descubrió su amor a Antoñona y que esta, sin que su ama lo supiese, decide ayudarla; de ahí las visitas que hace a D.Luis.     Pepita recibe al vicario y le cuenta lo que pasó entre ella y el seminarista. Confiesa todo lo que ha hecho por él: abandonar el luto, organizar las tertulias, ponerse hermosa, mirarle provocativamente...) El vicario la convence, aparentemente, para que se sacrifique y lo olvide, y se va contento. Ella, al momento, se desploma llorando.     Mientras tanto, Luis sigue decidido a olvidar, pero sobre todo por razones sociales: ¿qué pensarán de él el obispo, el deán -incluso el papa, que firmó la licencia para que se ordenase tan joven-? ¿qué pensarán las gentes del pueblo? Él, el "santo", enamorado de la misma mujer que ama su padre. Eso sería un escándalo inadmisible. Y Luis vuelve a disfrazar su renuncia con motivos religiosos.     Currito invita a su primo Luis al casino y van los dos. Allí conoce al conde de Genazahar, calavera y jugador que insulta en público a Pepita (a la que debe dinero y que lo rechazó como pretendiente). Luis intenta defenderla, pero nadie hace caso del "sermón" del "curita". Abochornado, se va. Vuelve a su casa y llega Antoñona, que lo cita a las diez con Pepita, para que no se marche sin hablar con ella. Acepta. Se va y da un paseo por los alrededores del pueblo. Es víspera de san Juan; hay fiesta. A las 10:30 llega y habla con Pepita (ésta había pedido a una figura del niño Jesús que tenía que no se llevase a Luis). Discuten acaloradamente. Hablan de su amor y lo difícil que es. Ella dice que "amo en usted no ya sólo el alma, sino el cuerpo, y la sombra del cuerpo, y el reflejo del cuerpo en los espejos y en el agua, y el nombre, y el apellido, y la sangre, y todo aquello que le determina como tal don Luis de Vargas: el metal de la voz, el gesto, el modo de andar, y no sé qué más diga". Luis sigue decidido a renunciar, pero cuando ella se aleja de la habitación llorando, Luis la sigue a la alcoba. Al cabo de un largo rato, Luis sale cabizbajo. Pepita

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sale tras él y acaban de nuevo besándose, y deciden unirse para siempre.     A las dos de la mañana Luis abandona la casa de Pepita y va al casino para vengar el honor de su recién prometida. Gana todo el dinero del conde de Genazahar a las cartas y este le pide fiado. Luis le acusa de mal pagador y se baten en duelo. Luis es herido en un brazo pero hiere de gravedad al conde en la cabeza y vence.     Tras varios días de reposo por la herida, Luis se lo cuenta todo a su padre, que ya, por las habladurías del pueblo, lo sabía. Además, había logrado la ayuda de Antoñona, y, según confiesa en una carta a su hermano el deán, él mismo favoreció los encuentros de los jóvenes, y era el primero en desear la boda de ambos, que se celebró en el plazo de un mes.     El deán reconoce que la vocación de  Luis no era tan fuerte como se pensaba y que gracias a Dios se había descubierto a tiempo.3) Epílogo. Cartas de mi hermano.      El editor recoge fragmentos de cartas que D.Pedro manda al deán en los cuatro años siguientes a la boda. Se cuenta el fin de otros personajes de la obra:     Currito se casó con una rica labradora.     El conde pagó parte del débito y prometió pagar el resto.     El vicario murió en olor de santidad.     Económicamente, todo favorece a los Vargas. El joven matrimonio tiene un hijo y hacen viajes por Europa. A pesar de que a veces Luis recuerda con nostalgia lo que podía haber sido su vida como sacerdote, llega a la conclusión de que "se sirve a Dios en todos los estados y condiciones", especie de "moraleja" final de la obra.Para Zavala, la obra exalta al hombre por el que propugnaba el Krausismo. Baquero Goyanes critica la falta de lucha interna de los personajes. Ferreras elogia su psicologismo y su buen estilo.

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