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Modulo de estudio 8
Semana:
LA COLONIA (1598-1810)
EL FRACASO EN LA GUERRA durante el siglo anterior (1598) obligó en los
primeros años del siglo XVII a establecer una línea fronteriza en el río Biobío. En adelante,
los indios permanecerían libres y los españoles no intentarían penetrar más allá de la
frontera. Los españoles sólo podrían avanzar según las circunstancias favorables para ello,
es decir a través de un acuerdo entre las partes litigantes. Esta nueva estrategia fue puesta
en práctica por el nuevo gobernador -que sucedió a Martín García Oñez de Loyola-, el
capitán Alonso de Ribera, experimentado militar que había alcanzado prestigio en las
guerras europeas en Flandes.
Gracias a las gestiones de Ribera se logró que la corona crease un ejército profesional y
permanente en Chile. Para ello fue necesario destinar cada año una elevada suma de dinero,
conocida como el Real Situado, que se enviaba desde las arcas virreinales del Perú. Gracias
a esta innovación se consto con una fuerza eficaz que garantizó la mantención de la línea
fronteriza. Esta situación guerrera, ahora financiada por el estado, determinó que siguiesen
viniendo a Chile destacamentos militares formados de aventureros españoles pobres,
dispuestos a ganarse la vida de cualquier modo. Si bien se cree que ellos fueron el
componente sustantivo del ejército, los historiadores no han subestimado la participación
del grupo mestizo en dicha actividad bélica. Al respecto destaca el profesor Sergio
Villalobos: “ los mejores soldados eran los mestizos chilenos por ser muy sufridos y
conocer el ambiente de la lucha.” 1
El dinero enviado desde el Perú para mantener el ejército era un estímulo para la economía
chilena, ya que a través de él se adquirían alimentos, animales y toda clase de recursos para
la guerra. Sin lugar a dudas esta dependencia tuvo un impacto importante en las relaciones
1 Sergio Villalobos. Para una meditación de la Conquista. Santiago, Editorial Universitaria. 1980. p 135.
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comerciales entre ambas las colonias. Pero a pesar de este financiamiento estatal, la guerra
no terminó, ya que los destacamentos del ejército continuaron penetrando en la Araucanía
con el fin de tomar indios prisioneros, que eran vendidos como esclavos a los estancieros de
más al norte, principalmente de la zona central y La Serena. Estas acciones de rapto eran
llamadas malocas, y fue un importante medio de ingreso para oficiales y soldados, ya que a
través de la venta de los indígenas, se podía obtener altas sumas de dinero que mejorase su
precaria situación. Este interés por aprisionar a los indígenas explica en gran parte la
continuación de la guerra.
Los indios, por su parte, atacaban los puntos fronterizos para vengar agravios o robar
ganado y otras especies. Ellos mismo llamaban malones a estos asaltos. Las causas
judiciales, presentes en Archivo nacional, son un buen instrumento para reconocer el
carácter de estas incursiones que ondularon hasta entrado el siglo XIX. Por ejemplo, señala
la causa de abigeato ( o robo de animales) contra Pablo Aniñir:
“Se le pregunta cual es, (la causa del robo) responde por haber bendido unos caballos
de Isidoro Baeza... un caballo color mulato cuyo caballo lo hurtó acompañado con
Feliciano Llanriquef, quien hurto otro caballo de la misma propiedad(...) responde que en
el mes de junio el mismo día de San Juan del presente año como a la media noche...
responde que al momento de tomar los caballos se montaron en ellos y fueron alojar ha
orillas del río claro... que hay tomaron marcha hasta la orilla de la laja de donde se
apartaron tomando cada uno su dirección”.2
De esta manera la lucha se prolongó en pequeños encuentros que se reactivaban cada año
durante la primavera y el verano. Generalmente durante el invierno cesaban las
hostilidades.
Con el propósito de mantener tranquilos a los Araucanos y concertar condiciones de paz,
los gobernantes celebraban con ellos grandes reuniones en algún lugar cercano a la frontera.
2 Archivo Judicial de Penco. Legajo número 16, pieza 57.
3
En estos casos el gobernador era acompañado por otras autoridades y grandes grupos de
tropa. Los caciques acudían con sus hombres, aún desde puntos lejanos.
Durante varios días el gobernador conversaba con los caciques y se llegaba a algún
acuerdo. Luego seguían demostraciones del poder bélico de ambas partes y todo concluía
con largas comilonas y alegría general. A pesar de estos intentos de paz, los parlamentos no
producían los resultados esperados, ya que no pasaba mucho tiempo antes de que las
hostilidades comenzaran. Es así, que se destaca durante este sistema de tregua, una serie de
grandes levantamientos generales de la tierra, como los ocurridos durante los años 1723-
1726, y el ocurrido durante 1766 y 1771.3
Es por esto, que la corona española como la Iglesia se preocuparon por difundir el
cristianismo entre los indígenas. Con este objetivo se establecieron misiones en los
territorios araucanos más próximos a la ciudad de Concepción. A través de ellas se buscó
enseñar los principios básicos del cristianismo para realizar la “tarea civilizadora”. En
algunas localidades los indígenas aceptaban a los padres misioneros, pero a pesar de esto
los resultados fueron muy modestos, como lo demuestra los levantamientos ya
mencionados.
La guerra se prolongó entonces, durante mucho tiempo a través de estallidos periódicos. A
pesar de estos altercados, se cree que durante este periodo, de alguna manera se
estabilizaron las relaciones bélicas. En gran medida ayudo el establecimiento de la línea
fronteriza que permitió que los españoles (y mestizos) habitaran la zona permanentemente,
y así, se pudrieran establecer relaciones comerciales con los indígenas. Por ejemplo:
“Los habitantes del sur de Chile, en el trato con los indígenas de ultracordillera obtenían
sal, caballos, pieles, ponchos y plumas de avestruz..... para los Pehuenches, el comercio
3 Holdenis Casanova. Las rebeliones Araucanas del siglo XVIII. Temuco, Ediciones universidad de la Frontera, 1987, p. 11.
4
tuvo gran importancia, porque llegaron a depender grandemente de los productos
introducidos por los españoles que transformaron sus necesidades y modos de vida”.4
Estas relaciones y contactos relajaron de alguna medida la vida bélica en la zona, que se
manifestó durante el siglo, como un lugar de indisciplina y caos. A esta zona dirigieron sus
asentamientos, principalmente, los vagabundos, ladrones y parias del sistema español. Esto
explica que en la zona también se establecieran las grandes cárceles y el destierro de los
que cometían crímenes a la moral. Así se destaca que la zona mantuviera un carácter
marginal (fronterizo) hasta entrado el siglo XIX, ya que no hay que olvidar que el avance
de la “civilización ” a estos lugares se produce una vez que la Araucanía es pacificada en la
década de 1880. Esto nos permite comprender el destierro a estos lugares de Mariquita
Alvarez, mujer acusada de amancebamiento en 1820. En esta misma fecha, el vicario
general del Obispado de Concepción, don Jacinto Gonzáles Barriga, envió al intendente de
la provincia, el siguiente documento sobre su castigo:
“Uno de los mayores males que necesita del mayor remedio... es el adulterio... soy de
sentir que si alguna mujer pública o prostituta admite 70 libres, tal vez es digna de
laudatoria, y la que no, si admite a un casado, en virtud de los males que ocasiona, debe
ser quemada. Creo señor que si a mis atribuciones o jurisdicción correspondiera juzgar
tamaño crimen... aplicaría esta pena... No pido señor que Ud. Las mande a aprender a la
plaza ( a las adulteras que denunciaba)... pero sí suplico a V.S. con todo mi encarecimiento
las haga salir de aquí a la mayor distancia, desterradas como lo merecen...”5 y los lugares
donde estas mujeres se dirigieron fueron a los asentamientos más allá de la línea del Biobío.
La sociedad...
4Sergio Villalobos. Vida Fronteriza. Madrid, Editorial Mapfre,1992, p. 308. 5 Archivo de la Intendencia de Concepción, Talcahuano, 27 de octubre. Citado por Gabriel Salazar en: Labradores, peones y proletarios: Formación y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XIX.. Santiago, Editorial LOM, 2000, p.289.
5
La Aristocracia: Desde los años de la conquista valdiviana comenzó a formarse en el
país un grupo aristocrático dueño del poder y la riqueza. Un grupo selecto de
conquistadores y sus descendientes se apropiaron de las tierras y tuvieron el usufructo de
las encomiendas, que les permitían trabajar los lavaderos de oro y el campo. Con esos
medios lograron acumular algunas riquezas que transmitieron a sus herederos.
En el siglo XVII surgieron nuevas familias ligadas al comercio, los cargos públicos y
militares que se unieron a las viejas familias. Entre estos grupos predominaron inicialmente
los españoles, pero luego los criollos ( que eran sus descendientes) adquirieron
importancia: las tierras, las casas y las encomiendas pasaron a sus manos; quedando los
españoles ligados principalmente a los cargos oficiales y en menor medida al comercio.
Este grupo criollo poseía además la alta cultura y estaba ligado con la iglesia y el ejército.
Su órgano representativo, como se ha mencionado, fue el cabildo, cuyos cargos detentaba,
y a través del cual hacia oír su voz y defendía sus intereses. 6 Es por esto, una vez, que se
gesta el proceso de emancipación, este fue uno de sus principales organismos de
instrumento político.
El Bajo Pueblo: indio, mestizos y negros: El denominado bajo pueblo esta
integrado por la suma de estos tres componente raciales, y muchas veces es difícil
distinguir sus diferencias en forma clara. Por ejemplo los mestizos de más al sur, por lo
general, mantuvieron costumbres más cercanas a la identidad mapuche. En cambio los
indígenas del norte se fueron mestizando y adoptando costumbres de los españoles. Para
agruparlos, los historiadores, los han unificado bajo esta denominación de bajo pueblo, ya
que ellos, en sus diferentes formas de mestizaje, comparten la categoría marginal al
sistema español de conquista, en el cual sólo existía la categoría de indígenas
encomendados y españoles blancos. Sobre ellos, la legislación española estableció una serie
de cédulas para regular sus ocupaciones y costumbres. Así:
6 Cfr. Menphis número 6.
6
“A los individuos de nacimiento irregular, por ejemplo, de oscuro origen social, o de
dudosa reputación moral, o de ocupación deleznable, les fue prohibida la adquisición de
encomiendas. En 1549 una cédula real dictaminó que los ‘hombres ilegítimos’ no podían
ocupar cargos públicos sin un permiso especial de su majestad. En 1552 se decretó que los
que desempeñaban un oficio manual no podían ser corregidores de indios. Ni podían ser
oficiales de policía. Ni vivir en los pueblos de indios. No podían ser investidos como
sacerdotes o monjas, a menos que obtuviesen una autoridad especial”.7
Estas características de marginales al sistema los llevaron a ocupar las zonas periféricas de
la ciudad patricia (o mundo colonial). Es por esto, que los encontramos viviendo en la zona
fronteriza del sur, así también como en los valles “desolados” del Norte Chico. Durante
todo el periodo colonial, y entradas las décadas de la Republica, los mestizos o el bajo
pueblo se caracterizaron por presentar formas de sociabilidad marginales (alternativas) a la
norma; de ahí que hayan sido identificados muchas veces como vagabundos, por su
ocupación esporádica y no sujeta a un asentamiento estable y asalariado. Como los ha
identificado Mario Góngora:
“El vagabundo anda fugitivo y sin ocupación, se esconde en la cordillera o en los lugares
despoblados del llano, muchas veces con una mujer. El rapto de mujeres y el concubinato
son de lazos conexos al vagabundaje, en buen número casos. El vagabundo no se presenta
en las reuniones de milicias ni asiste a la misa dominical”.8
Sus costumbres marginales también los llevaron a enfrentarse con las autoridades
coloniales, que a mediados del siglo XVII, durante el periodo Borbón, los busco normar.
Para constar esto sucesos las causas judiciales del periodo son un instrumento de primer
orden, que nos permite reconocer su modo y costumbres de vida. Transcribiremos una
causa, que de alguna forma da constancia de estos sucesos:
7 Gabriel Salazar. Op,cit., p. 27. 8 Mario Góngora. Vagabundaje y Sociedad Fronteriza en Chile Siglos XVII-XIX.. Valparaíso, Editorial Universitaria de Valparaíso, 1980, p. 337.
7
Archivo judicial de Petorca civiles (piezas sueltas)
Legajo: n°15, causa 41
1782-1782.
Demandante de oficio
Demandado : Rojas Nicolás por desacato a la autoridad policial. Don pedro Nolasco
Humea, capitán de caballería del regimiento.
“Por cuanto hoy día tres de marzo de mil setecientos ochenta y dos años. Entre once y
media de la noche andando de ronda acaeció que hallando a uno a fuera de una ramada
contra un cerquito le pregunte que hacía y quién era, me respondió era fulano Gonzáles
dueño de una ramada y habiéndolo yo preguntando quién estaba adentro me respondió que
nadie, lo que al retirarme viole salir a un hombre que se iba ramada como que iba para
adentro a un corral que ahí Gonzáles tenía: al instante mande a abrir un Portillo al cerco,
por si acaso e entre en su seguimiento, y habiéndolo encontrado en un rincón de ahí le
pregunte que quién era y me respondió que era el Diablo, y tirándome una piedra escape
milagrosamente de ella y diciéndole que se diese preso me dijo que que preso ni que
Diablo, que no se daba; y haciendo ademán de buscar pesca al suelo para volverme a
tirar. Acometí para él poniéndole la espada al pecho y viéndole que le diese no le pude
conseguir antes tiró a saltar para un lado en donde lo agarraron los que me acompañaban
y lo hice amarrar; y habiéndome informado que en el Hierro viejo andando el juez
comisionado don León Antonio Parraz de ronda le había hecho frente cargando al dicho
jueza palos: debía se mandar y mando que pongan preso en la cárcel y le tomen sumaria
información de los hechos y costumbres de este sujeto, quién dijo que se llamaba Nicolás
Novoa al tenor de este auto que envié de cabeza de proceso; y par que semejante delito
tenga el más severo castigo del presente en esta población, se levantara en ocho días mes y
año autorizando con lo mismo. Presente efecto de esto que doy fee.”
Por mí y ante mí, Juan de Dios firma pedro Nolasco Jiménez.
La cultura...
8
La enseñanza de las primeras letras fue establecida desde los primeros años de la conquista.
Los conventos y algunos maestros particulares abrieron escuelas que llevaron una
existencia precaria. Gracias a la importante labor de las órdenes religiosas se debió,
también, la creación de establecimientos de nivel medio; el más famoso de estos fue el
Convictorio de San Francisco Javier, regentados por lo jesuitas. Cuando su orden fue
expulsada ( 1778) de los dominios del rey de España, por cuenta de la corona se abrió el
Convictorio Carolino. En este establecimiento estudiaron gran parte de los criollos que
posteriormente conducirán el proceso de la independencia, como Los hermanos Carrera:
José Miguel y Luis, como también Manuel Rodríguez.9
Los estudios de mayor categoría eran los que conducían al sacerdocio.10 Los dominicos y
jesuitas llegaron a establecer estudios superiores de Teología en las llamadas universidades
pontificias en sus respectivos conventos de la capital.
Esta situación, de un predominio eclesiástico de la cultura, cambió en el último siglo
colonial, cuando la apertura de la Real Universidad de san Felipe -a instancia del grupo
criollo- dio acceso a los estudios superiores a jóvenes que no esperaban seguir el
sacerdocio. Los más cotizados eran los de Teología y de Derecho, y el más alto grado que
se podía alcanzar era el de doctor.
9 Cfr. Ricardo Latchman. Manuel Rodríguez. Santiago, Editorial del Pacífico, 1967, p. 34. 10Sergio Villalobos y Patricio Estélle. “La colonia Siglo XVII.” En: Sergio Villalobos, Osvaldo Silva, Fernando Silva y Patricio Estrelle. Historia de Chile. Santiago, Editorial Universitaria, 1980, p.175.
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