Momentos

Momentos

Angel Orrite Jiménez

www.librosenred.com

Dirección General: Marcelo PerazoloDirección de Contenidos: Ivana BassetDiseño de cubierta: Emil IosipescuDiagramación de interiores: Federico de Giacomi

Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, su tratamiento informático, la transmisión de cualquier forma o de cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, registro u otros métodos, sin el permiso previo escrito de los titulares del Copyright.

Primera edición en español - Impresión bajo demanda

© LibrosEnRed, 2005Una marca registrada de Amertown International S.A.

ISBN: 1-59754-084-6

Para encargar más copias de este libro o conocer otros libros de esta colección visite www.librosenred.com

7

Como tantas madrugadas

Como tantas madrugadas, como tantas,con el sol sumergido en la vacía oquedaddel negro omnipresente.Con los gestos aturdidos por los sueñosaún presentes, recién aireados, solapados,recurrentes.¡Pequeños sentimientos del ayer!¡Recursos del recuerdo del pasado!

Como tantas madrugadas, como tantas,una dulce inmensidad escarcha,con la luna blanca refl ejo de blanca helada,con sus seres deambulando, tiritando, empapados del rocío,suplicando luz en su panel vacío,refl ejados en su gélida mirada.

Como tantas madrugadas, como tantas,atmósfera triste, hermosa y solitaria,donde los secretos más profundos se adivinan,donde estallan las falacias más extrañas,donde se alza la verdad, dura y concisa,la verdad que más aterra,la verdad que más nos duele,el saber que no sé nada.

Como tantas madrugadas, como tantas.

8

El loco

¡Dicen que estás loco!Que tus reacciones son raras, extrañas,como dominadas por una fuerza inapelable,exterior, implacable, que no cesaen instante alguno.¡Dicen que estás loco! Que bebes por beber, que nunca dices nada,que tu semblante irradia una mezclaexplosiva de asco y amargura,de odio apenas contenido.¡Dicen que estás loco! Que por tu boca sólo existen monosílabos,que tu sonrisa está desdibujada, maltrecha.Que tus labios dibujan un cierto horror indefi nido.Tus ojos, un tanto desorbitados.¡Dicen que estás loco!,¡sí, loco!Mas lo que nunca dicen es:¡Que tu locura se debea la locura de todos!

9

Frío

¿Qué ocurre?

Una ausencia, un disparate, un sueño, un lugar,un resquemor, un vacío, un pero, una fatalidad.¿Una estrella que se apaga?, un no sé, un nada más,un sentido sin sentido, un dolor, un vale ya.

¿Qué pasa?

Ni se sabe ni se entiende, ni se ocupa ni preocupa,despropósitos, anhelos, desesperanzas, refl ejos,sentimientos adormecidos, sin calor, espesos,angustias quietas, ¿estúpidas o expertas?–Yo que sé, ¿y tú? –¡Ah! Yo no sé nada.

¿Qué sucede?

Tal vez algo, tal vez no, tal vez nunca sucede algo.Puede que no suceda lo que uno quiere, puede,Tanto puede, tanto no,Tanto hielo y tanto frío, bajo cero, ¡Igual no!,Pequeñas tormentas tenuesque ahogan el corazón.

10

La cueva de los perniciosos

Año 2000, y pico...Y el sibilino hombre de las bolsas se adueñó del mundo.Y hombres programados deambulaban en programados trabajos.Y hermosísimas cacerías de lobos se controlabandesde el potente ordenador central.Y se recomendaban prácticas lecturas para lapráctica competencia diaria de las ciudades.¿Y el poeta? ¿Qué le sucedió al poeta?El poeta asustado lloraba en la cueva de los perniciosos.¿Y el amor? ¿Qué le sucedió al amor? Sólo se programó el amor al sexo y, por fi n,el dolor de amor se extinguió.El aire de las urbes más claro, más limpio.Un gran retroceso en la contaminación.Coches eléctricos conducidos por eléctricos animalesfelizmente programados por el informático en circulación.Enormes fábricas de construcción de árboles depolietileno para jardines, parques, avenidas;y todo al mejor postor.¡Qué hermosa decoración! La educación también mejoró.Por fi n los niños aprendían jugando.

11

Claro, aprendían jugando informática en su ordenador.Las mujeres incrédulas se frotaban los ojos,no se lo creían, la igualdad de sexos un hecho real.¡Su supuesta esclavitud abolida!¡Reales sus posibilidades de inserción social! Y todo a cambio de una sola cosa,¡su maternidad!Deliciosas cadenas de gorditos bebés probetasen espera de asignárseles un hogar.¡Qué perfección, qué armonía, que sincronía!¿Y Dios?¿Qué ocurrió con Dios?Observó, apuntó, y corrigió;y con sus nuevas correcciones viajó a otro universoa comenzar de nuevo una nueva creación.¿Y el poeta?¿Qué le sucedió al poeta?El poeta asustado continuaba llorando en la cueva de los perniciosos.

12

Anoche

¡Pobre Luna! ¡Qué pálida se encuentra!¿El Sol?El Sol amarillo vómito.¿Qué ocurre? ¿Qué pasa?¿Porqué los astros están de mala cara?Pobrecillos, sus enormes ojos loabarcan todo en la distancia.¡Qué pena! ¡Qué lástima!¡Qué desgracia!La Luna le cuenta al Sol que anoche,mientras tú soñabas en la placidez detus sábanas sueños de feliz infancia,la agonía la aniquilaba.Entre sus sábanas, miles de sueños fi nalizaronen la noche helada.Los búhos se alimentaron de enormes ratas.El hombre sin cama murió de frío, y al otro:otro acechaba.Miles de cuchillos pasearon por la oscura nocheen espera de una carne amiga donde blandamentealojarse, para de su pantalón asir unasdiminutas esferas con extrañas inscripciones.Varios patos se ahogaron.No ocurrió en el lago, no;sucedió en estúpidas latas.

13

Miles y miles de cerdos chillaban enaullido último pendidos de extraños garfi osen fábricas extrañas.¡Y sin piel! –la Luna gritaba–.¡Hasta para el último sueño lesquitaron las sábanas!La Luna contaba y contaba...El Sol se extrañó cuando la Luna le habló queincluso hubo un muerto que gemía lastimosamente.Lloraba despacio, entre huesos.En el epitafi o de su tumba borrosamente se leía: JESÚS, el hijo de...Al rato sus sollozos lentamente amainaron, losnoctámbulos gusanos de los columbarios comenzaron el efi ciente trabajo.¡Millones de gusanos trabajando en todoslos sepulcros del globo terráqueo!En la sabana, la Luna escuchó aullidos infernalesde vegetarianas cebras con carnes rasgadas porlas afi ladas dentaduras de varias leonas enloquecidas de hambre y sangre.En la ibérica península, ibéricos lobos desgarraban yengullían la ibérica carne de cabras ibéricas.Y en el jardín de casa un escorpión pirataun botín portaba en su boca demoníaca!¡Una hormiga alucinada!Y en el jardín de otra casa un hombrepirata un botín portaba en su alma demoníaca.¡El amor sincero y bello de una mujer despistada!Y en el jardín de otra casa una mujer pirataun botín portaba en su demoníaca alma.¡El cariño de una confi ada familia enamorada!Y los astros,¡hartos ya de vida humana!,

14

emprendieron viaje eterno por el inacabado espacioen busca de otras noches.¡De noches más sagradas!

15

La misma pregunta

Una nueva noche,una nueva Luna,el mismo hombre, yla misma pregunta.Un nuevo amor,una nueva hembra,el mismo ser, yla misma pregunta.Un nuevo bebé,una nueva vida,el mismo amor, yla misma pregunta.Una nueva muerte,un nuevo fracaso,la misma falsa, yla misma pregunta.Una nueva pregunta.¿Una nueva pregunta?–No, perdón;la misma pregunta.

16

Por la senda

Por la senda del vacíose ahogan mil corazones,corazones sin sentido,sin sentido, como el mío.Entre paredes de silenciosintuyen felicidad,felicidad que se tornaen pensamientos,no más.Por instantes una luz.¡Una luz en el camino!Dibujada sonrisa en el almaque al segundo muere.¡Maldición!Destino.

17

La noche de mis sentimientos

¡Se adueñó de nuevo la noche de mis sentimientos!, andaban un tanto aturdidosen la oscuridad de un Sol apagado,adormecido, timorato,cobarde, siniestro.Soñaba con astros sin luz,con rocas sin forma, con seres sin tez, con fl ácidos hombres de escaso talento.Oía el dolor de gentes sin nombre, ¡aullidos callados que se oyen adentro! Mujeres chillonas, varones chulescos,vacíos humanos, ¡espacios tremendos!Pero espanté la noche del dolor interno,y muy atento, quedé quieto...Se escucharon las risas de un niño en el mar de la esperanza,Adiviné las caderas de una mujer con tacones en el oleaje de una playa mental,Un hombre besó a una mujer en el pico de la luna,un arpegio se intuyó en la trastienda de una historia de amor,y huracanada volvió una pasión violeta, casi olvidada...Observé con belleza crecer margaritas en los sentimientos de una tierra soleada, y al fi nal, como siempre, fl uyó la vida... y de nuevo la noche desapareció en el amanecer.

18

El amigo

Aquel hombre acudió a mí con la mentirautilizando lo que supuse una amistad,tan sólo demostró una profunda mezquindadcon los años y avatares de la vida.Durante un lustro me aturdió con pantomimasaprovechando mi infantil felicidad,mas cuando en edad madura tuve de él necesidadlas únicas respuestas que acudieron fueron evasivas.Aquel pobre hombre perdió un amigoque con el tiempo observó su condiciónde mezquino, astuto y mentiroso.Sólo espero que jamás cuente conmigopara forzar con el engaño alguna situación,pues dos, en verdad, sería penoso.

19

El abrazo

Anoche revolví tu corazón desesperado,Mudo, roto,quieto,siempre solo.Desempolvé la amargura encallecida,tenaz, incrustada,dilatada con los siglos,enarbolada a golpes de victoria,enardecida y loca.Restauré el afecto disipado,olvidado con los años, enterrado tras batallas de la vida,oscurecido de miedoy sordo.Y en la noche ciegasin mediar palabra nos palpamos,ardiente choque enamorado,nos unimos en carnoso abrazoy lloramos,lloramos por el mundoen llanto milenario.

20

El canario dichoso

A veces siento como siente aquel canario,que adormecido en su jaula eterna espera un momento al que cantar,un ruido para aullar, una señal, ¡No más!,sin saber muy bien porqué o a qué se debe esa demostración de ímpetu, de fuerza sin dirección, de pequeño intento de belleza,de qué sé yo.¿Es tan sólo un grito adornado de pureza?,¿No será un intento de expansión?,¿O simplemente es el peso de la Luna en las gélidasnoches del invierno interno?¡Qué importa! Siempre fue así.¡Basta de explicaciones a todo!Cantó cuando quiso cantar,dormitó cuando quiso dormitar y al fi nal murió, sin respuestas,porque siempre, al fi nal,se muere.

21

Hoy la vi de nuevo

Hoy la vi de nuevo.Desperté, alcé la vista, yobservé la habitación aplastada por ella.Salí a la calle, pisé el asfalto y miré;también estaba allí.Los edifi cios apenas sostenidos por su peso,las gentes agotadas,inundadas en su profundo abismo.El cielo y la tierra ni se hablaban,el mar se hundía en su desesperación.Paseando me fi jé en un perro,intenté llamarlo,pero el denso aire atrapó mi voz.Al fi n, otra imagen, la imagen del amor.Con ella pretendí darle un poco de calor al Sol,pero el pobre se enfrió.Me examiné y temblaba, tenía frío.De nuevo su temperatura apagó mi corazón.¡Un día más mi rostro marchito sumergido en sus senos!¡Un día más mi alma desechaentre sus brazos!¡Un día más habías vencido!Maldita tristeza.

22

Extraño

Nada,nada de que hablar,ni una sonrisa cómplice,ni una mirada tierna,ni una triste muecade intento último.Nada,espacio impenetrable,células ariscas a la comunicación,rojo semblante de ignorancia,de feliz indiferencia.Nada,cuerpo extraño de cartón dibujado sin sentimientos,locos silencios aullandoun por favor,una diminuta sensaciónde amor.Nada, nada, nada...¡Tan sólo pequeñas lágrimasoyendo en mi corazón!

23

No ocurre nada, nada sucede

No ocurre nada, nada sucede.Un día sin importancia,un día sin trascendencia,una abúlica jornada paraun ser sin transparencia.Tan sólo unos muertos –nacimientos másen un estúpido girar,en un bobalicón retorno.No ocurre nada, nada sucede.El niño llora por su juguete,el adulto por su ambición, yel viejo por su futura muerte.Tan sólo un día más sin importancia,sin trascendencia.No ocurre nada, nada sucede.El alcohólico en su taberna,la prostituta en su callejón,el ejecutivo en su maleta, yel poeta en su corazón.

24

Todo sin importancia, sin trascendencia.No ocurre nada, nada sucede.El águila surca el cielo, yen su surcar una blanca paloma muere.Blanca paloma que aniquiló a cientosde gusanos enclenques.El hombre camina en la vida, yen el camino,por doquier las angustias fl orecen.¡El humano nació sin suerte!Mas no ocurre nada, nada sucede.La Luna sigue en el cielo,el cielo sobre la Tierra, yla Tierra alimentando los huesos de nuestras muertes.¿Y Dios el creador? ¿Y Dios el omnipresente? El pobre, agotado en la creación,continúa sin verse.Mas no ocurre nada, nada sucede.Tan sólo un día más.¡Un día más ausente!

25

Por la calle principal

Por la calle principal sube la niña,cuatro años suben por la calle principal.Por la calle principal,sola,sube la niña.Cuatro años,solos,suben por la calle principal.La niña sola lleva la cara sucia.¡Suciedad de cuatro años por la calle principal!¡Niña!, ¡niña!, ¡harapienta!¿Dónde vas?–Voy a la puerta del amorpor si les sobra un cacho de pan.¡Niña!, ¡niña!, ¡desdichada!¿Y tu mamá?–Mi mamá murió, y con ella se acabóla bondad de los demás.La niña cumplió diez años,diez años de honda soledad,diez años suplicando tras lapuerta del amor porun pedazo de pan.

26

La niña, cansada del dolorde llamar y de llamar,se sentó acurrucada trasla puerta del amor;en su portal.Como adulto, triste rostro,grave gesto y frío delágrimas en su cuerpo.¿Qué culpa tiene la niña, qué culpa tiene?Al fi n la puerta se abre, y la niña un mendrugo coge,mas observa que el amorsu puerta cierra, yde nuevo desespera, yde nuevo desespera.Levanta su alma al cielo,pregunta por sus pecados, yansía la respuesta del porqué de sus diez años.¿Qué culpa tiene la niña?¿Qué culpa tiene, qué culpa?Con la frente cabizbaja y andando en su soledad;la niña de los diez añossube por la calle principal.¡Por la calle principal suben truncadossesenta años de difícil felicidad!

27

No soy culto

no soy culto, ni pretendo;pero comprendo lo innecesario del talentopara escuchar los aullidos graves de vuestros lamentos...sólo soy el triste cantor que muere por su corazón.

28

Sirenas

Sirenas de canto adormecidorepletas de gotas en caudal,ríos de mar enloquecido,gritos que acechan sin piedad.Canales de denso sufrimientoarrastran deseos de libertad,serpentean doloridos los caminos,caminos que acaban en el mar.Juventudes maltrechas a codazos,hombres pintados a mitad,embalses que al fi n languidecenen jaulas de cemento y cal.Sirenas de ronca melodíavestidas con traje del lugar,oscuros llantos de día,y de noche lágrima cristal.

29

Es una depresión

Cuando despertéis de madrugada, ylas estrellas negras veáis:¡No pensad! ¡Abajo los pensamientos negativos!Es una depresión.Cuando en la mañana la campana del despertador suene, ymecánicamente al absurdo trabajo acudáis:¡No pensad! ¡Abajo los pensamientos negativos!Es una depresión.Cuando al compañero os dirijáis, yos conteste con sarcasmo hiriente:¡No pensad! ¡Abajo los pensamientos negativos!Es una depresión.Cuando os ahoge la atmósfera agresiva, ypor las calles con gestos os aplasten:¡No pensad! ¡Abajo los pensamientos negativos!Es una depresión.Cuando la ternura y el amor se disfracende egoísmo y puro sexo:¡No pensad! ¡Abajo los pensamientos negativos!Es una depresión.Cuando observéis ilustres visones paseando coquetamente ante arrodillados mendigos:¡No pensad! ¡Abajo los pensamientos negativos!Es una depresión.

30

Cuando el cura por nuestro Dios habla, ya sus cristianos engaña:¡No pensad! ¡Abajo los pensamientos negativos!Es una depresión.Cuando preguntas profundas os acudan, ypeligre vuestra feliz monotonía:¡No pensad! ¡Abajo los pensamientos negativos!Es una depresión.Cuando comprendáis, ya viejos, que vuestros hijosrespiran los tristes vicios ya impuestos por lasociedad de nuestros hechos:¡No pensad! ¡Abajo los pensamientos negativos!Es una depresión.En el enfrentamiento último de la vida, la muerte,y ante la cobardía de la presencia de lo desconocido,no alterar vuestras actitudes al gritar:¡Pensad! ¡Pensad! ¡Por Dios, pensad!

31

Ha llegado la hora

Ha llegado la hora.El momento no espera,la personalidad se transforma,muere el poeta.Ha llegado la hora.El hombre acecha al hombre,la mentira triunfa,el odio se expande,el amor se corrompe.Ha llegado la hora.Los animales mueren,el Sol se apaga,las gentes lloran,la Luna se esconde.Ha llegado la hora.El caracol vuela,las nubes andan,el tiburón no ataca,el niño no juega.Ha llegado la hora.Los espíritus apestan,las carnes fl orecen,los amigos huyen,las amistades perecen.Ha llegado la hora.

32

Cielo negro,mar gris,monóxido de aire,nadie feliz.Ha llegado la hora.Ha llegado la hora.–¡Por Dios, calla! –¿La hora de qué?¿Qué sucede, qué sientes?–Un dolor inmenso en el alma.¿Será la muerte?

33

Soñé en silencio

¡Soñé en silencio que tras las brumas habría un Sol,que no se ahogaría nadie en el vaivén de las mareas, que los repechos no serían soledades, sólo piedras...que las piedras no se usarían contra tanques, ni los tanques contra sueños de sirenas!¡Soñé en silencio que tras la tempestad y el viento llegaríala Luna remando tras un horizonte de mar en calma, con una brisa suave de amor, cuya fragancia inundaría los recodos más oscuros de las calles del pensamiento humano!¡Soñé en silencio que tras la lluvia y la tormenta, mágicamente,se adivinaría en el cielo un arco iris repleto de sentimientos en todo su esplendor,coloreada de verde la tristeza, la amargura de amarillo,y la muerte violeta!¡Soñé en silencio...!¡Soñé en silencio...!

34

Sueño

Silencio.No oyes nada; quietud.Murmullo lejano de latidos ajenos,casi nada...Residuos del pensamiento que desvanecen entre las sábanas,pequeños reductos de efímera vida. Rumores internos despiertan reduciendoel cerebro a órgano latente,a vago intestino superior.Diminutos ruidos del otro ego;son los dueños.Escucha, escucha, son cientos.La máquina sé auto renueva,Sé auto conserva, se preparapara el diario circo de las mañanas.Así tendrás más vida para luchar.Así tendrás más vida para alcanzar;para alcanzar, a su fi n, la muerte.Escucha, escucha, algo falla.Ese ruido insistente está avisando,algo va mal.¡Ah, claro!, son los años.–¿Y esa descarga eléctrica?No sé, tal vez las tensiones del día,

35

tal vez el mandato póstumo dela célula agradecida.Tal vez no sea nada, simplemente nada.Y lentamente los ruidos van pausando.Ahora es uno, ahora dos.Ahora uno, ahora dos.Ahora...Ahora, un sopor se adueña de mi yo,un sopor se va adueñando.Es el letargo diario,es el letargo necesario de la vida.Es el...

36

Un profundo soniquete

Acecharon las campanascon profundo soniquete,choque que hiela el alma,choque denso de muerte.Tras el aire enmudecido graves recuerdos emergen,recuerdos de corta vidaque marchitó para siempre.Hombres de gestos negros,lagrimosas mujeres dolidas,y armonía de pensamientos en la oscura melodía.En la atmósfera, aún ardiente,salpica el cura oraciones,oraciones que se fundencon el féretro caliente.Caliente de amor y ternuraacabó aquel niño sus días,días en que ya no vería:La Vida...Sucesión de desventuras.

37

Vida

¡Tiempo!; ¡cauce!; ¡río!Sí, los años siguen su cauce lento entre orillasde problemas para terminar en el mar de la muerte.Mar inmensa, cementerio de siglos.Atrás quedó la infancia con sus continuos juegosen las montañas, con su continuas ansias de saltoy rápido movimiento.¿Y la adolescencia?Cauce seguro, rápido, mente clara.Lástima que el envidioso hombre de las desembocadurasa la adolescencia presas insalvables aplicara.Presas de cañones, fusiles, armas.Presas de honor pestoso, uniforme, nada.Presas de odio, soberbia, vanidad y patria.Al abrir la presa la adolescencia desparramaba.¡Desparramaba lágrimas!¡Rojas lágrimas el cauce llenaban!¡Basándose en presas adultos!¡Adultos de sed de venganza!El camino del río por madurez andaba.¡Camino único!, ¡sin posibilidad de varianza!Triste sino el del agua, el del río, el del hombre.¡Hasta los peces lloraban!Triste sino, triste sino...¡Camino único a único destino!

38

Y toda una vida

Y toda una vida...Y otra, y otra, y otra...Y todos sufriendo;y todos anhelando con la inconsciencia de la ignoranciael pequeño hecho, el súbito rayo perecedero de la felicidad.Y esperando y esperando...Desesperando en la espera de la tormenta benefactora,ante los gemidos quietos de sed de amor.Truena, truena, truena...Cae una gota; se dispersa, se disipa entre vaporesabundantes de odio, y huye a la nada.Los gemidos se sublevan, y gimen en fantasmagóricoaullido al cielo su sed.¡Su sed por Dios!¡Y sólo beben lágrimas saladas!Y al fi nal mueren de sed...¡Sedienta vida de amor!Sedienta vida, sedienta.Y todos sueñan...Sueñan en sus sufrimientos sueños azules,celestes cielos de mar dulcede frescas aguas que a la sed ignoren,sueños de cataratas de amor,despistados sueños que

39

no sepan que tan sólo sueños son.Y todos despiertan...Y en la vigilia de la nochelos lamentos gritos son,los cielos, vacíos espacios,vacíos espacios entre tú y yo.

Y toda una vida...Y otra, y otra, y otra...Mas del otro lado de mi espaciouna sonrisa leve se dibuja.Un esbozo imaginario del cariño,un atisbo de agua purifi cadora,un atisbo de esperanza para midesesperanzada espera de labenefactora tormenta.Un boceto deseado del amor.una dulce lágrima a absorber,unas suelas para el camino,un abrigo para el frío,un amor para el vacío.Una uña, un dedo, una mano,un brazo, un cuerpo, un alma, un ser. Un ser amigo para toda una vida...Y otra, y otra, y otra...Mi mujer.

40

Ya no hay nada

Ya no hay nada que contar,todo está dicho...Ya no hay nada que decir,a nadie importa...Ya no hay nada que sentir,todo está hecho...Ya no hay nada que hacer,todo es lo mismo...Ya no hay razón para vivir,todo está muerto...Ya no hay razón para morir,así vivimos...Ya no hay sentido,ya no hay amor,ya no hay verdad.Ya no hay...–Amigo, ¿y la esperanza?¿La esperanza de qué?–La esperanza del hay,la esperanza del habrá,la esperanza del hubo, yante todo, y sobre todo,la esperanza de que no hayanmás desesperanzados como tú.

41

El abuelo

¡Qué hermosura! ¡Qué silvestres campos rememora mi desmemoriada memoria!¡Tierna infancia!¡Alegre vida!Por la senda de los limoneros en fl or,Uno,que fui yo, con su viejo amigo la vida atravesaba.Con su viejo amigo,con su viejo abuelo. ¡Almas separadas tan sólo por el tiempo! ¡Ingrato tiempo!¡Dulce corazón de azúcar,nobles sentimientos próximos al fi n!¿Recuerdas aquella enorme vaca con los astros pintadosen su tersa piel?¿Recuerdas la verde alfalfa que en ramillete me dabaspara que yo, asustado, le ofreciera su diaria golosina?¿Y los naranjos, y las fl ores?¿Y aquellas mariposas endiabladas encarcelándonos en saltarín e inquieto círculo?¿No te acuerdas abuelo?¿No te acuerdas de aquel niño entusiasmado de aquel

42

primaveral verano?¿No hueles la humedad del nocturno rocío?¿No ves aquella nube de blando algodón surcar elcielo como cometa en momentáneo descanso?

¿No lo ves abuelo?, ¿no lo ves?No te preocupes, no te preocupes;yo miraré por los dos.Ahora veo más claro abuelo, mucho más claro.¡Siento en el recuerdo un torrencial fl uir de ternura!¡Una belleza interna que engrandece el aire, que aplacael olor intenso del estiércol!Una serena sabiduría fabricada a golpes de vida yrebosante de amor que amansa al niño más intrépido!Ahora veo más claro abuelo, mucho más claro.¡Ahora veo a mi abuelo!¿Y tú?¿No te ves abuelo?¿Por qué?¿Qué te pasa? ¿dónde estás?No,abuelo, no.No me lo digaspor favor.¡No me digas que tu cuerpo ya no siente!¡No me digas que tus ojos ya no ven!¡No me digas que tu olfato ya no huele!¡No me digas, no,no me digas por favorque tu presentela marca lleva de la muerte!

43

A mi hijo

Le llaman Vitalidad,la vida rebosa en su rostro infatigable,sensiblemente terco, cariñoso, saludable.Sus luceros brillan con la luz más deseable,la luz intensa del amor, de la verdad, de lo adorable.Son sus carcajadas un sinfín de notas musicales,la composición más bella del músico más grande,el recuerdo de que existe lo importante,algo por lo que luchar, algo por lo que seguir,algo que te obliga a no querer abandonarte.

Le llaman Vitalidad,

de sus poros surge una fuerza incontestable,cuando gruñe, ¡como gruñe el indomable!,no descansa, no para, no pierde ni un minuto, ni un instante.En ocasiones exaspera al más paciente,al padre más amable.Es ansioso, exigente y muy afable,pero exige lo que ofrece,arrechuchos y achuchones,besuqueos y carantoñas,contactos y complicidades,sus virtudes destacables.

44

Le llaman Vitalidad,con su alegre rostro de sonrisa,con sus nervios y caricias,con su amor, ¡vaya delicia!,con sus pícaras pericias,con sus llantos y sus risas,con sus pifi as sin malicia,con su genio y con sus riñas:

Se llama Mario Orrite Román.

45

Amiguita mía

Quiero que el tiempo se pare, amiguita mía.Quiero que el tiempo no pase.Que el goteo de los segundos no transforme tu divino gesto, tu sonrisa abierta.Que las grietas no aparezcan en tu cara, yque tu sabia ignorancia no se conviertaen degenerada fatuidad.Quiero que no sientas lo que yo siento.Que mis pensamientos no los pienses,que no sepas lo que creo saber.Que tu espalda esté libre de carga, ytu juego sea el de siempre, amiguita mía,el de siempre.Que tu llanto se deba a los juguetes,el dolor a las muelas, yel fracaso a los deberes.Que la belleza clara de tu alma no se tiñade las enseñanzas de tus padres.Que el carnoso corazón que portasno se enfunde del vacío.Que tu rostro ardiente no se quiebreestupefacto ante cuerpos rígidos, sin sentido.Quiero que siguas siendo mi amiguita, amiguita mía.Que tu hermosa dentadura no oscurezca,que el brillo de tus ojos no perezca, y

46

que la generosidad de tu amor no se enturbieen el olor de la ambición.¡Quiero que el tiempo se pare, amiguita mía!¡Quiero que el tiempo no pase!Tan sólo eso amiguita mía,hija mía.

47

Tal vez sean...

¿Quién es? ¿Quién es aquel individuo extraño que enseña sus dosdientes negros de hastío en pérfi da sonrisa?¿Quién es aquella mujer deforme,aquel bulto sospechoso de grasa que chirríaa un par de enanitos abúlicos?¿Y aquel cuervo con corbata a rayas, lentescolor oro y maletín olor negocios?¿Y aquel niño que ya le empieza a doler la pena?Parecen órganos en la distancia de la soledad.Parecen piedras de piel a fuera.Parecen traviesos gremlins en la oscuridad de nuestras vidas.Parecen, parecen, parecen...Tal vez sean, tal vez no.Tal vez sean simples humanos sumergidos en el pozo de la miseria.Tal vez sean diminutos cuerpos en la inmensidaddel aire atrapados en agónica existencia.Tal vez sean infi nitas sucesiones de dolor,de angustia y desesperación.Tal vez sean tal vez no.

48

Quizás anhelen cariño en su pequeño corazón.Quizás su angustia fuera la mitad entre dos.Quizás deseen, incluso, repartir un trozo de dolor.Tal vez quieran, tal vez no.Tal vez sean semejantes, –¿semejantes?–, a mi yo.Tal vez sean, tal vez son.

49

Pareja

Y tú eras tú,y yo era yo.Y los dos una pareja,ni tú, ni yo.Y ambos esperando en la impacienciael ni tú ni yoimaginado por los dos.Y nuestro espacio en implacable guerra,sin tregua, en lucha tensa porel dominio del combatiente amigo,en lucha eterna por la vanidad y el egoísmo,en lucha fi era sin fi n, y sin principio.¡Lucha existencial, cruzada de sexos!Y de repente, un casual armisticioen nuestra guerra sin fi nal.Las energías agotadas,la mente rota,la razón quebrada, y el corazón a locas.Mas de improviso una pregunta toma cuerpo,mas de improviso una pregunta surge al cielo, ypreguntas:–¿Hasta cuando?Y te contestas:–Hasta la próxima.

50

¡Siempre igual!

De la espera surgió el nervio.Del nervio, la impaciencia.Esta engendró advertencias;de aquí rápido a las molestias,que provocaron, ¿como no?,reticencias,ausencias,y en su camino,inevitables carencias.Las carencias aplastaron el amor,y el nuevo espaciolo llenaron de dolor.El dolor aplastó lo aplastado,quebró lo ya quebrado,y coloreó de opaco la esperanza.¡La esperanza de que algún día la espera generaraotra sucesión de sucesos!¡Y siempre igual!

51

Qué satírica es la vida

Qué satírica es la vida...cuando las más sabias palabras son silencios, cuando las pasiones más ardientesdormitan en deseos,cuando las bajezas y miserias humanas...en la tele, y en directo.

Qué satírica es la vida,cuando observas el mundoensimismado por la estética, cuando la belleza ni se ve,se lleva dentro.

Qué satírica es la vida...Cuando la mirada es quien habla,Cuando el sexo simplemente lo realizandos corazonesque se palpan sin tocarse,que ni escuchan ni se ven,simplemente se AMAN.

Qué satírica es la vida...Porque es el amor quien une las almaspero con un hilo invisible,con un hilo fuerte, pero muy delicado:

52

El SENTIMIENTO.Qué satírica es la vida...Cuando todos hablan y hablan,y simplemente,hablan...

53

El ruiseñor

El autobús acelera, los motores rugen,las fábricas columnas negras escupen, ylas gentes desesperan.Mas en la lejanía se adivina el breve rumordel continuo canto del ruiseñor...El peatón desespera, por el tubo de escape el conductor su odio expande,y las penosas ciudades se quejan.Mas en la lejanía se adivina el breve rumordel continuo canto del ruiseñor.Los hombres a sus barrotes acuden,acompañados de su soledad se encierran, ydía a día, sus corazones rebosan tristezas...Tristezas que por su bien eluden.Mas en la lejanía se adivina el breve rumordel continuo canto del ruiseñor.El cielo enferma del pulmónporque respira el aire que el hombre creó.La Tierra nuestra empapa su dolorcon el continuo llanto del Padre Sol.La luz virginal de las estrellas débil llegapor la coraza de humo negrode la atmósfera de tierra.Las ratas cantan su canción de cunaa sus nuevos hijos nacidos

54

en la bruma oscura.Mas en la lejanía se adivina el breve rumordel continuo canto del ruiseñor.Mas en la lejanía se adivina el breve rumordel continuo llanto del ruiseñor.

55

La plaza sombreada

Verano de aire fundido...Se adivinan espejismos en la plaza sombreada...Un oasis de fuentes, fragancias, y vegetales repeinados se adueñan del sentido...La ciudad dormita...Desaparecen los ruidos entre aromas de sirenas, y hablan los canarios salpicando entre sus cantos las cascadas...Al otro lado, un banco,y en su madera, un ser arrugado hace repaso...repaso de tiempos perdidos,repaso de silencios olvidados,repaso de momentos no vividos,repaso, porque aún sin sentirlo,tal vez mañana,él también será espejismode plaza sombreada.

56

Diferentes payasos

Risitas, miradas lascivas,doblez de herida, ypalabras;palabras hediondas de ira.Suciedad de egoísmo,de egoísmo fi no;de aquél con que Dios nos marcó en el destino.Repugnantes olores,olores a envidia;envidia hacia aquélcon la mente aún erguida.Corazón cenagoso,de amor expectante,hastiado del lodoque inunda sus carnes.Cerebro aturdido,de paz anhelante,rebosante de horrorante ciertas señales.Hombres, mentiras,relaciones, envidias,diferentes payasosen la misma vida.

57

Haches mudas

Soy amante de los acentos, de las agudas tildadas,del corazón y del sentimiento,de las graves serenas,como esperanza y espera,de esdrújulas poderosas,que explotan fuertes y hermosas,de los puntos suspensivos,que dan suspense y respiro,de las comas, de los guiones, de las comillas, de los renglones,soy amante de vocales y consonantes que mezcladas con unapizca de sal dan color a dos ojosenamorados.Soy amante de palabras, de silencios,de amoríos y de recuerdos....Pero lo que nunca amaré, nunca,es la hache muda instalada en las relaciones.Es la hache muda que no se sabe donde habita y que se esconde, es traicionera, sibilina, siniestra, y no se oye,disimula que no está, pero existe insistente ahogando nuestros corazones.

58

Se equivocan

¿Se equivoca el rojo cuando colorea la rosa?...¿Se equivoca la Luna cuando se posa en tus labios?...¿Acaso se equivoca el silencio de dos miradas enamoradas?...¿Y las palabras nunca dichas, también se equivocan?...no, no se equivocan,difícil es engañar un corazónaunque mientan juntas dos almas.

59

Ya no hay mayo en mis adentros...

Ya no hay mayo en mis adentros;sólo viento; sólo cactus;sólo estepa; sólo frío...¡Invierno eterno!Monotonía y tristezaen las arenas de mi desierto.Ya no hay rosas en mis versos;sólo quejas; sólo llantos;sólo espinas; sólo espasmos;¡Desesperanza helada!Ilusiones; fantasíasquebradas en desfi laderosde realidades blancas.Ya no escucho melodías;Sólo tiempo; sólo voces;sólo escarcha; sólo negro;¡Oscuridad al alba!Tinieblas... tormentas secasde amor y de agua.Ya no entiendo lo que pasa;Ya no pasa lo que entiendo;Solo siento lo que siento...Espesuras... oquedades...Silencios... vacíos...¡Oleajes rotos en los mares míos!

60

Reflejo

¿Y esa mirada muerta?–Tan sólo es un refl ejo.Refl ejo de nuestra vidaque observan sus dos luceros.¿Y esa ingrávida mueca?–Tan sólo es un recuerdo.Recuerdo de risa bellade tiempos que no volvieron.¿Y esa extraña fi gura?–Tan sólo es un cuerpo.Cuerpo ya muy azotadocon golpes de pena dura.¿Y ese cómico conjunto?–Tan sólo es un hombre.Hombre entre hombres desecho, Y cosido con hilo oscuro.¿Y esta estúpida canción?–Tan sólo es un refl ejo.Refl ejo del hilo oscuroque atenazó al corazón.

61

Desfiles de negros nubarrones

Desfi le de negros nubarrones...Arboledas mecidas en el viento...Interminables paseos de hombresy mujeres aturdidos, con las angustias hacia dentro...Refl ejos de gotas por el fi rmamento de las lágrimas...Luces de neón, deseos de silencios...Superfi cie...Añoranza...Soledad...Nostalgia...Peticiones de amor...Vacíos repletos...Solicitudes mudas de morir sintiendo...

62

El rey

Soy el rey del disimulo...El príncipe de la mueca disimulada...El marqués de la diplomacia sibilina...El noble de la doblez...El gran conde de la oquedad,del oscurantismo coloreado,del silencio petrifi cado,del recelo y del recato,del sentimiento sin sentido,del trato plastifi cado,del dolor siempre adornado.Soy arena entre las olas...Una espina entre las rosas...Entre luces, siempre sombra...Soy un bache del camino,Un fi nal, tras un destino,Como gato agazapado,Siempre alerta, y asustado...Soy la nada entre el bullicio...Soy el fuego sin oxígeno,Soy el mar, soy el aire...Soy la tierra, soy la tarde...Soy refugio en el retiro

63

Soy...Soy...Soy...Soy un hombre,¿Sólo un hombre?...– Sólo un hombre sin agallas,sólo un hombre sin sentido.

64

El insoportable

No soporto los silencios densos,los atardeceres del alma, las auto mentiras piadosas,los recovecos cobardes,las falsas verdades,los escondrijos del sentimiento,los turbios estanques en el amor,la mirada escondida, las realidades supuestas,los reparos al corazón,LA MENTIRA....No soporto el autoengaño,el que fi nge no sentir,el que hiela un sentimiento,el interior acomodado,el corramos un tupido velo,el no pasa nada,el te quiero pero no...,el no te quiero pero sí...,no soporto no podersoportar el peso de tanta tiniebla,de tanta añoranza, de tanta falacia...

65

Aunque siempre existe un hilotendido al que amarrarse...Sólo hay que observar, y dejarse...aunque a veces haya quecruzar un océano de vacíos, o de mares...

66

Nada es igual...

Nada es igual...Amainaron los grandes oleajes, las pasiones huracanadas que todo arrasan...Los tiempos de climas extremosdonde emergen los corazones entre sentimientos,siempre alertas ante el fuego enamorado...Nada es igual...Silencio frustrado... Pensamientos ahogados en el agridulceestanque de la nostalgia...Deseos de amor que marchitancon las fl ores en el invierno de la quietud.Nada es igual...Sólo escarcha...Sólo niebla...Sólo distancia...Desierto sin arena... Tristeza...

67

A veces...

A veces se adivinan perfumesen las tristezas del alma...A veces las olas rompen enenmudecidos corazones rocosos,pero expectantes...A veces la lluvia es tan densa que derramalágrimas entre rostros atónitos, lánguidos, nostálgicos de amor...A veces, muchas veces, no hay nada...Un nada negro, que todo lo invade...Que todo lo llena, que todo lo agota...A veces, muchas veces, todo esa repleto...Terriblemente repleto...Vacío eterno...

68

Delirio nocturno

Arrecia el viento, la oculta noche surge por los matorralesoscurecidos en el misterio, el camino estrecha, y continúastu monótono silbar.Una fi gura en la lejanía, una forma difusa, un contorno sinMirada, sin pensamiento.Tal vez un hombre que no conoces, un rostro sin nombre.Tal vez un animal herido por el día, tal vez un asesino.Y continúas tu nervioso monótono silbar.Las hierbas crujen en el camino como órgano aplastado.Algún insecto trastornado fi ja su sepultura en los zapatosdespistados.Es el destino.Alzas la mirada, no ves nada.¡Cerrada noche en que la que afl oran delirios escondidos!El pensamiento crea, reprime, crea de nuevo, y reprime cada vez menos.Se escuchan pisadas seguras, es la fi gura.Se acerca con aplomo y contienes la respiración, tus sentidosalerta a la menor señal.Es el instinto de supervivencia.Fuerzas la retina y fi jas tu observar en la masa que va surgiendo de la nada.Por momentos parece la muerte con su azada, por momentosuna ilusión visual.Se acerca con la indiferencia de la seguridad y saluda.¡Es un labriego!

69

Un labriego camino de la cena por el atajo diario.Sonríes ridículamente y saludas.Relajas la tensión y te mofas de tu calenturienta imaginación.–¡Qué terrible es el miedo!–Una simple señal y se desencadena un mecanismo internoadormecido por la sociedad creada, un primitivo estado de alerta, de ataque-defensa.Un estado del que toma parte activa cada una de nuestras células,una conciencia de vida superior a la normal.Del recuerdo comienzan a surgir imágenes de miedos anclados en tu subconsciente.El miedo al padre, el miedo a la Iglesia, el miedo al sexo,el miedo a Dios, y el más terrible de todos los miedos creados por la educación, el miedo a uno mismo.Entre divagaciones sobre si el origen del miedo es debido a laeducación o es producto innato al hombre continúas tu paso, ya más seguro, por el camino oscuro.Poco a poco aceleras el ritmo de tu caminar con la sensación placentera de alcanzar el objetivo próximo de tomar una copaen el bar de cada noche con los rostros conocidos del tiempo.Serpenteas por la senda, subes, bajas, escuchas los ruidos de la vida silenciosa de la noche, y al fi n, aparecen entre la nieblalas primeras luces de la acomodada seguridad.Un hondo suspiro vacía las entrañas, y en uninstante te adentras en el día simulado.De nuevo comienzas a ser el otro tú entre otros.Saludas al del quinto que apenas te oye en sus ansias deDormitorio, y te diriges a calentar el cuerpo mojado por el rocío de la Luna.

70

Es tarde, pero el bar comienza ahora a vivir su verdaderaagitación.Los campesinos acabaron la dura jornada y comienzan a olvidarla encharcados en alcohol y cartas.Entre el parloteo de las mesas truenan risas apagadas, pensamientos ocultos, miradas angustiadas y mentiras piadosas.De una esquina se abalanza una mirada que pregunta:–¿No juegas?, siéntate hombre.Sientas y, sin opción, la joven camarera trae la copa diaria, lacopa amiga.Ganas, pierdes, bebes, ganas, pierdes, bebes, y los sentidos van distorsionando los contornos.Las fi guras se entremezclan, y del espacio se apoderan caries,Gusanos, risas confabuladas, amígdalas en proceso de putrefacción, ondas amenazantes dirigidas expresamente contra tu persona, contra tu fatídico descubrimiento.Presientes que no son los mismos de siempre, es todouna fábula representada para el engaño,una falsa satánica de seres endemoniados que intentanrealizar algún extraño proceso contigo, algúnsacrifi cio atroz.La neblina se espesa, los sentidos casi pierden elvínculo con la realidad.En supremo esfuerzo observas la mesa, tieneseis copas de coñac.–¡No puede ser!, sólo bebí dos.–¿Que intentan, qué pretenden?Llamas a la camarera y preguntas la cuenta.Palpas la maldad de sus labios cuando escuchascomo dice con malicia seis copas, seis.

71

Por detrás se acerca un hombre sumergido en la doblez,toca tu hombro, y sobrecogido vuelves la cara angustiada.–¿Llevas fuego?Pero sólo ves el fuego en sus ojos, el fuego del más allá.Miras alrededor y todos los ojos confl uyen en tu persona,te escrutan, se mofan de tu miedo, saben tus pensamientos, ysus miradas son cómplices.Nerviosamente sacas monedas de tu pantalón para pagarlas seis copas, seis.Se las das a la camarera y quedas petrifi cado ante el contacto leve de su piel, ante la temperatura de su mano.–¡Está fría!La miras y sabes que sabe lo que sabes.–¡Está muerta!No terminas de pensar estas palabras cuando los rinconesdel pueblo se inundan y espesan con las campanadas quecantan a los muertos.De la Iglesia fl uye al tiempo un hedor frío a tumba,un hedor que recorre las calles y se para en tuolfato, en tu olfato aterrorizado.De nuevo diriges la vista a los presentes, y te siguenobservando con la tétrica cara de quién observa aun ser al que se le escapa el hilo de la vida.Hablan en voz inaudible con gestos macabros yrostros helados.Una gélida señora se acerca, lleva un cuchillo enlas manos, el delantal ensangrentado,inundado de calientes gotas de sangre.Viene directamente hacia ti, viene con una calmaSospechosa, y, cuando los cuerpos casi tocan, para.–La vuelta señor.La atmósfera pesa, el espacio se achica y, dejandoel dinero y la chaqueta, sales despavorido cual sihuyeras del mismísimo Lucifer.

72

Finas gotas de lluvia empapan tu temblor mecánico.Deambulas por las calles y tu cerebro apacigualentamente.Las campanas cesan su metálico sonido y el silencioreina a tu alrededor.El corazón va amainando en su acelerado palpitar, yuna imperceptible sonrisa comienza a dibujarse entrelos labios.–¡Qué locura!–¡Tan sólo era una cocinera tratando de devolverme eldinero de sobra!–¡Vaya espectáculo!–Bueno, mañana volveré e inventaré alguna excusa a miestúpido comportamiento.Continúas paseando sin rumbo entre las calles dormidasen espera del despertar del Sol.La lluvia continúa su invariable caída, limpiando tuFrente, por fi n, de los últimos residuos que en ellaquedan del calor del miedo.Con la paz como aliada, y entre los sueños de loshabitantes adormecidos, diriges el paso fi rme haciael dulce hogar donde espera tu mujer con lacena preparada.Entras al portal, escuchas sollozos nítidos en la puerta del primero. A la entrada se observa un nutridogrupo de hombres con grave gesto, y cara de circunstancia,que conversan con solemnidad.Del interior surgen quejas lastimeras y nerviososllantos de histéricas mujeres.

73

Te acercas.–¿Qué ha sucedido?–La hija de la panadera se electrocutó en el baño.–Sí, al menos eso dicen.–La verdad es que no se sabe, comenta un gordo de lacioscabellos, yo también he oído que ha sido un suicidio.–Puede ser, el padre ya no sabía que hacer con ella, estaba hecha una golfa de cuidado.–El otro día en la panadería le gritaba a su padreque o la dejaba en paz o se mataba.–Pobre chica, la verdad es que no andaba muy bien dela cabeza.–En fi n, una verdadera desgracia. ¡Tan joven!, no somos nadie.Entre comentarios y suposiciones observas una continuaagitación en la habitación interior.Viejas y más viejas desgastan sus cuerdas vocales enberridos programados en el tiempo.En un rincón, una niña de dulce apariencia lagrimea Desconsoladamente, llora hacia adentro.–Es su hermana pequeña –escuchas a tu espalda.Te aproximas con intención de consolarla, retiras susmanos del rostro, y lentamente su dolorida faz vaadquiriendo una sonrisa leve.Una sonrisa al principio apenas dibujada, una sonrisaprogresiva que poco a poco convierte el dulce rostroen la misma imagen del diablo.Quedas subyugado a su mirada, hipnotizado, incapazdel más mínimo movimiento y en instantánea lucidezcomprendes quién causó la muerte de la hermana.Intentas huir, pero tus pies parecen estar clavadosen el suelo.

74

De dentro emana un chillido brutal, un chillido deultratumba que hiela hasta los huesos.–Es mi madre, está destrozada –dice la niña con unsarcasmo que golpea todos los miembros del cuerpo.Al fi n consigues dar un paso, y te adentras pormorbosa curiosidad al último lecho de la fallecida.Fantasmagórico su rostro, con la quietud que sóloda la muerte.Su cuerpo aún caliente, con pequeños reductos de vidabatiéndose en quijotesca lucha contra el destino.¿Y sus ojos?¡Entreabiertos!, intentando aún observar el tragicómicoconjunto generado ante su lecho.La madre, a sus pies, emitió un nuevo aullido guturalque terminó por azorar los ya enturbiados nervios.Le das el pésame con palabras inaudibles y marchasde aquel refugio de la muerte.En tu puerta se dibujan los brillantes ojos de ungato, dos inmensas perlas clavadas en tu cuerpo.Aumentado tu ya profundo odio por aquellos animales egoístaste acercas con sigilo, y le propinas un puntapié quele hace rodar las escaleras entre gemidos de dolory de amenaza.Abres la puerta, todo está oscuro, tu mujer ya duerme,debe ser tarde.Del dormitorio, al fondo del pasillo, llega una luztenue. Te acercas en silencio, como lo haría un gato, ysin el menor ruido te aseguras de que efectivamenteduerme.

75

–¿Qué miedos tendrán las mujeres que duermen, como los niños, con la luz encendida?¿Por qué ese miedo a la oscuridad, a la soledad?¿Qué terribles acechos imaginan, qué peligros invisibles adivinan?Entre preguntas comes la grasienta cena, consistenteen morcillas, pan, vino y embutidos variados.Vas un tanto bebido, el día ha sido extraño, pero el vino es el mayor acercamiento que tienes al cristianismo y bebes la botella completa.Entre vaso y vaso recuerdas el trayecto hasta la casa y los raros sucesos que medio imaginaron tusneuronas caprichosas.–¡Es increíble de lo que es capaz la mente con unestímulo exterior!¡Cualquier tontería desencadena una sucesión deimágenes que nos lleva hasta una momentánea locura!¿Serán los locos seres que no han sabido volverde cualquier estupidez imaginaria sin importancia?Entre divagaciones alcoholizadas, mecánicamente, fi jasla vista en el calendario que regalaron a tu mujeren la panadería y observas con estupor que hoy es eldía 1 de Noviembre.–Por eso sonarían las campanas de la Iglesia conaquel hedor a muerte.Te sumerges en la memoria y aparece aquel niño enel mismo día que hace cuarenta años fuiste tú.Está atemorizado, sabe que es el día de los difuntos,y las velas están ardiendo en su casa en honor a losmuertos queridos.

76

Desea apagarlas, pero teme el castigo de los espíritus de la familia.No quiere dormir solo, sus hermanos le contarontenebrosas historias de apariciones fantasmalesdeseosas de descanso eterno.Se dirige al dormitorio de los padres y balbucea:–Mamá, tengo miedo.–No seas tonto, hijo.–Venga, lárgate a tu habitación y déjate detonterías –exige el patriarca con severidad.Después se dirige al dormitorio de la hermana, y la despierta.–Tengo miedo, ¿puedo dormir contigo esta noche?–No, que hace mucho calor y das muchas vueltas.Resignado vuelve a su habitación y, tiritando,se esconde bajo las mantas en espera de que eldía, con su luz, acueste las ánimas inquietas enel cementerio.Un trueno te transporta al presente, un relámpagoatraviesa el aire e ilumina por instantes la noche entera.Te levantas dispuesto a recoger la mesa, pero estástorpe y en el equilibrio observas que el alcoholsigue su curso.Apagas las luces y diriges tus pasos al baño.De la cocina aparecen y desparecen mínimos destellos.Abres, y cuatro velas encendidas queman infatigablementesu cera.–Otra igual.

77

Las llamas suben y bajan acompasadamente, por momentosparecen apagar, por momentos extenderse.Crean extrañas penumbras en los rincones sosegados.De improviso, una cucaracha se aventura a cruzar ante tu vista.Se apresura al verte, pero tu pie se abalanza con rapidez y del contacto surge un crack hueco y fétido.Con la cara satisfecha vas al cuarto de baño, haceslo que se hace antes de dormir y ansioso de sueñoentras en el dormitorio donde duerme con placidezotro cuerpo, tu mujer.Minuciosamente la observas arruga a arruga con latranquilidad de no ser descubierto.La palpas con suavidad y no reacciona, se encuentrasumida en el profundo letargo de cada día.–¡Cómo pasan los años!–¡No parece la misma que conocí con aquella frescuraque la vida apaga!–Aquélla con la franca sonrisa, los labios carnosos, ylos ojos seductores que nunca daban nada.–¡Qué tiempos!Entre tanto te acuestas y apagas la luz.El techo no está fi jo, la lámpara se balancea y las ventanas sufren extrañas transformaciones.¡Tan sólo la cabeza mantiene su posición invariable!Diriges la mirada al cuerpo conocido que a tulado duerme, no varía, no se mueve.Su faz está pálida, de una palidez exagerada.Todo comienza a dar vueltas alrededor con mayor celeridad,incluso los pensamientos.

78

De tus ojos nacen y mueren diminutas estrellas que sóloaparecen a la vida por un instante, por un efímeromomento provocado por un ebrio.Ella continua pálida.–Demasiado pálida.De nuevo la tocas, no se inmuta.Una abrumadora sensación se apodera súbitamente del alma,una imagen fi ja su residencia en la frente.Sí, la palidez de la muerte, el rostro blanco de la hijade la panadera, sus heladas mejillas, sus ojos extraviados,su quietud exagerada.Escrutas de nuevo el vecino cuerpo con gran agitacióninterior.Está blanca, blanca como la nieve.La tocas y casi hielas, se encuentra fría como un sepulcro.En su aura presientes la rigidez de su cuerpo.–¡No puede ser, no puede ser!–¡Está muerta, está muerta!Todo se remolina, tu yo se embriaga y difumina en untorbellino que todo lo diluye.–¡Está muerta, está muerta! –repites hasta que sus ecosllegan a la última vena de tu cuerpo.Te abalanzas a besarla por última vez en los gélidoslabios que tanto calor te dieron.Los aprietas con la fuerza de un loco, y en tu demenciate parece escuchar un leve quejido.Apartas azorado, y compruebas con sorpresa como el cuerpose te abraza, te besa, y da media vuelta.Quedas petrifi cado, no sabes si estallar de alegría omorirte en tu miseria.

79

Enloquecido comienzas a divagar sobre el alcohol, la hijade la panadera, el calendario, las velas, y todo coincide.Poco a poco vas adueñándote de la situación y riendode tus febriles pensamientos.Las risas se convierten en carcajadas sonoras que invadenla habitación.–¡Es increíble!–Cuando lo cuente mañana a los amigos van a creer queles estoy tomando el pelo.–¡Parece todo un chiste de mal gusto!Las carcajadas se convierten en satisfecha felicidad,como si hubieras ganado un juicio a la muerte.Con la tranquilidad de un hombre feliz te disponesa comentarle a tu mujer los excesos de la mente.La besas en el cuello, gime, y con cuidado la despiertasconfi ado para hacerla partícipe de tu feliz momento.Con dulzura y armonía la cabeza gira, mas de repente:¡Un grito sordo recorre todos los rincones de la noche!¡Un grito que estremece hasta los huesos!¡Tu mujer, cierto, cierto!¡Mas su rostro sonríe con las cavidades de los ojos huecos!Intentas correr, no puedes.Estás inmóvil, atenazado, acerca su cara, quiere besarte.En la oquedad de sus ojos dormitan los gusanos, uno asoma,otro esconde.Notas ya cercano el contacto de su piel y chillas enfebrecidoen tu angustia.Entre sacudidas y gritos de terror, abres los ojos.Es de día.Al fi n consigues volver la cabeza y por la puertaaparece radiante y fresca tu mujer.–¡Hola, cariño!–¿Te traigo el desayuno a la cama?

Índice

Como tantas madrugadas 7

El loco 8

Frío 9

La cueva de los perniciosos 10

Anoche 12

La misma pregunta 15

Por la senda 16

La noche de mis sentimientos 17

El amigo 18

El abrazo 19

El canario dichoso 20

Hoy la vi de nuevo 21

Extraño 22

No ocurre nada, nada sucede 23

Por la calle principal 25

No soy culto 27

Sirenas 28

Es una depresión 29

Ha llegado la hora 31

Soñé en silencio 33

Sueño 34

Un profundo soniquete 36

Vida 37

Y toda una vida 38

Ya no hay nada 40

El abuelo 41

A mi hijo 43

Amiguita mía 45

Tal vez sean... 47

Pareja 49

¡Siempre igual! 50

Qué satírica es la vida 51

El ruiseñor 53

La plaza sombreada 55

Diferentes payasos 56

Haches mudas 57

Se equivocan 58

Ya no hay mayo en mis adentros... 59

Refl ejo 60

Desfi les de negros nubarrones 61

El rey 62

El insoportable 64

Nada es igual... 66

A veces... 67

Delirio nocturno 68

Editorial LibrosEnRed

LibrosEnRed es la Editorial Digital más completa en idioma español. Desde junio de 2000 trabajamos en la edición y venta de libros digitales e impresos bajo demanda.

Nuestra misión es facilitar a todos los autores la edición de sus obras y ofrecer a los lectores acceso rápido y econó-mico a libros de todo tipo.

Editamos novelas, cuentos, poesías, tesis, investigacio-nes, manuales, monografías y toda variedad de conteni-dos. Brindamos la posibilidad de comercializar las obras desde Internet para millones de potenciales lectores. De este modo, intentamos fortalecer la difusión de los auto-res que escriben en español.

Nuestro sistema de atribución de regalías permite que los autores obtengan una ganancia 300% o 400% mayor a la que reciben en el circuito tradicional.

Ingrese a www.librosenred.com y conozca nuestro catá-logo, compuesto por cientos de títulos clásicos y de auto-res contemporáneos.