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Monedas y Medallas Españolas

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MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS

DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (España)

MONEDAS Y MEDALLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA / editado por MartínAlmagro-Gorbea — Madrid : Real Academia de la Historia, Gabinete de Antigüeda-des, 2006. — 136 p. : il. en col. y n. ; 30 cm. — (Bibliotheca Numismática Hispana;4. Monedas y medallas españolas).

D. L.: M. 5.735-2007. ISBN: 978-84-95983-84-8.

1. REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (España). Gabinete de Antigüedades.2. MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS.I. Almagro-Gorbea, Martín. II. Título.

061.12:75.074(460.27M)737.1(460)(083.82)

© REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

I.S.B.N.: 978-84-95983-84-8Depósito Legal: M. 5.735 - 2007

Fotocomposición e impresión:TARAVILLA

Mesón de Paños, 6. 28013 Madrid

Portada: Cincuentín laminado en el Ingenio de Segovia en 1623 conservado en la Real Academiade la Historia.

Esta obra forma parte del Programa de colaboración de la REAL ACADEMIA

DE LA HISTORIA con las Fundaciones «BANCO BILBAO VIZCAYA

ARGENTARIA», «RAMÓN ARECES», «CAJA MADRID», «TELEFÓNICA,«RAFAEL DEL PINO», «ALSTOM», «DELOITTE» y «MAPFRE»

MADRID

2007

editado por

MARTÍN ALMAGRO-GORBEA

MONEDAS Y MEDALLAS

ESPAÑOLASDE LA

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIAGABINETE DE ANTIGÜEDADES

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

COMISIÓN DE ANTIGÜEDADES

Presidente: Excmo. Sr. D. José M.a Blázquez MartínezVocales: Excmos. Sres. D. José M. Pita Andrade, D. Martín Almagro-Gorbea

y D. Francisco Rodríguez Adrados

PUBLICACIONESDEL

GABINETE DE ANTIGÜEDADES

BIBLIOTHECA NVMISMATICA HISPANA 4

CONSEJO CIENTÍFICO

Presidente:Prof. Dr. JOSÉ MARÍA BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, de la Real Academia de la Historia

Secretario y editor:Prof. Dr. MARTÍN ALMAGRO-GORBEA, Académico Anticuario de la Real Academia de la Historia

Vocales:Prof. Dr. JUAN MANUEL ABASCAL PALAZÓN, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y Catedráticode Historia Antigua de la Universidad de Alicante.Dr. MIGUEL BELTRÁN LLORIS, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y Director del Museode ZaragozaProf. Dr. ALBERTO CANTO GARCÍA, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y Profesor deArqueología de la Universidad Autónoma de MadridProf.a Dr.a FRANCISCA CHAVES TRISTÁN, Académica Correspondiente de la Real Academia de la Historia y Profesorade Arqueología de la Universidad de SevillaProf. Dr. PERE PAU RIPOLLÈS, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y Profesor de Arqueologíade la Universitat de València

Esta obra se ha llevado a cabo gracias al Convenio deColaboración para el año 2006, suscrito entre la Comuni-dad de Madrid (Conserjería de Cultura y Deportes) y laReal Academia de la Historia.

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ÍNDICE

ÍNDICE

PRESENTACIÓN, por Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón ..................................................... 9

LA COLECCIÓN DE MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LAHISTORIA.............................................................................................................................................. 11Martín Almagro-Gorbea

LAS MONEDAS HISPÁNICAS ............................................................................................................ 23Pere Pau Ripollès y Juan Manuel Abascal

LAS MONEDAS VISIGODAS ............................................................................................................. 41Jesús Vico Monteoliva

LAS MONEDAS ANDALUSÍES ........................................................................................................... 59Alberto Canto García

LAS MONEDAS HISPANO-CRISTIANAS .......................................................................................... 75Juan Cayón Herrero y Adolfo Cayón Herrero

LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS ............................................................................................................ 93Martín Almagro-Gorbea

ÍNDICES ................................................................................................................................................ 1151. ONOMÁSTICO ................................................................................................................................ 1172. LUGARES ....................................................................................................................................... 1233. MATERIAS ...................................................................................................................................... 1274. LÁMINAS ....................................................................................................................................... 1315. FIGURAS ........................................................................................................................................ 131

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ÍNDICE

La Real Academia de la Historia, autorizada por el Rey Felipe V por Real Cédula de18 de Abril de 1738, es una institución que tiene por objeto fomentar el estudio de laHistoria de España y contribuir a salvaguardar su patrimonio cultural. Desde su crea-ción, esta ambiciosa tarea se ha entendido siempre con amplitud de miras, por lo que,junto a los estudios históricos basados en documentación escrita, también se han valo-rado otros «monumentos», como los restos arqueológicos y, de manera muy especial, lasmonedas y medallas, al considerarlas testimonio directo de la Historia. De acuerdo coneste concepto de la Numismática y de la Medallística, ya formulado por los eruditos dela Ilustración, la Real Academia de la Historia, siguiendo una feliz iniciativa del ReyFernando VI, comenzó a formar en 1750 una Colección de Medallas procedentes dealgunas donaciones de la Corona, de particulares y de compras que, desde entonces,han seguido enriqueciendo la colección hasta nuestros días.

En la actualidad, la colección comprende más de 40.000 monedas y 2.000 meda-llas. En estos últimos años, dentro de la labor de renovación del Gabinete de Antigüe-dades en que se custodian, han merecido una particular atención. La principal tareadel Gabinete de Antigüedades en estos años ha sido la de catalogar y publicar todassus colecciones, entre las que las monedas y medallas ofrecen un interés singular, tantopor su significado histórico como por la atracción creciente que suscitan en la sociedadactual. Este trabajo se ha hecho contando con el apoyo general de instituciones oficia-les y de numismáticos particulares y profesionales, quienes con toda generosidad, hanpuesto sus conocimientos al servicio de esta empresa de tan alto significado cultural.Colaboración tan eficaz, que debería ser imitada para llevar a cabo otros empeños si-milares, ha permitido clasificar, catalogar y publicar todas las monedas y medallas quese conservaban en la Real Academia de la Historia, algunas de ellas del mayor interéshistórico y artístico, lo que constituye un hecho señalado para la Numismática españo-la. Simultáneamente, se ha celebrado un ciclo de conferencias, en el que han partici-pado varios especialistas. Los textos de las conferencias del ciclo, organizado con el éxitoque era de esperar por el Académico Anticuario, se recogen en este volumen sobre Las

PRESENTACIÓN

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MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

monedas y medallas de la Real Academia de la Historia. Queda constancia en estaobra, y en los trabajos anteriores que han permitido llevarla a cabo, del empeño con-tinuo de la Real Academia de la Historia por valorar el pasado y cuanto a él concierneen el rico Patrimonio Cultural de España, en el que monedas y medallas deben ocuparel destacado lugar que les corresponde, como ya supieron valorar con tanto aciertonuestros predecesores de la Ilustración.

GONZALO ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN

Director de la Real Academia de la Historia

INTRODUCCIÓN

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LA COLECCIÓN DE MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLASDE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

MARTÍN ALMAGRO-GORBEA

Anticuario Perpetuo de laReal Academia de la Historia

La Real Academia de la Historia, dentro de sus actividades habituales, ha organizado del 2 al6 de abril de 2006 un ciclo de conferencias dedicado a las MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLASDE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.

La finalidad pretendida era la de dar a conocer una parte esencial de la colección de más de42.000 monedas y medallas que posee la Institución, recogidas desde 1750, colección que reflejael interés surgido durante la Ilustración por la Historia de España. Por ello, ésta era también unabuena ocasión para contribuir a divulgar las importantes colecciones que custodia la Academiaentre quienes desean conocer nuestro Patrimonio Cultural.

En efecto, a partir del Renacimiento, monedas y medallas se han considerado como valiososdocumentos históricos. De acuerdo con esta idea que hizo suya la Ilustración para «ilustrar laHistoria de España», la Real Academia de la Historia creó un Gabinete de Antigüedades con suNumario o Monetario, a cuyo frente puso a un académico con el cargo de Anticuario. En con-secuencia, estas conferencias pretendían contribuir a que se comprenda mejor el valor de mone-das y medallas como verdaderos documentos de la Historia de España, procurando, al mismotiempo, facilitar el conocimiento de sus colecciones numismática y las vicisitudes de la historiade la propia Academia.

Como es bien sabido, las monedas y medallas son pequeños lingotes de metal de fácil difu-sión. Desde la invención de la moneda por los jonios en la Grecia oriental hacia el siglo VIIa.C., han servido como valiosos instrumentos de propaganda y de prestigio de quien las emitía,lo que les confiere un gran valor histórico. Pero, además, las monedas y, en especial, las meda-llas pueden ser magníficas creaciones artísticas, en algunos casos obra de los mejores escultoresy grabadores.

Monedas y medallas han sido siempre valiosos objetos de colección, práctica desarrollada desdeel Renacimiento por papas, príncipes y reyes, aristócratas y humanistas, como hicieron casi todoslos Anticuarios de esta Institución, noble tradición que todavía cultivan numerosas gentes en laactualidad. Por este motivo, la Numismática es, entre los estudios históricos, uno de los camposque cuenta con más fieles seguidores, pues combina el interés histórico con el artístico e, inclu-so en nuestros días, también con el económico. Este coleccionismo, en ocasiones de gran alturacultural, ha contribuido poderosamente a valorar este importante campo de nuestro PatrimonioHistórico, que se conserva compartido entre instituciones públicas y colecciones privadas.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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Además, este ciclo era también la oportunidad de dar a conocer al público un acontecimientotan significativo como el que en este año 2006 se ha finalizado la catalogación y estudio detodas las piezas españolas, tarea llevada a cabo durante estos últimos años y que ha dado lugara la publicación del Catálogo de Monedas y Medallas Españolas de la Real Academia de la Histo-ria en cinco extensos volúmenes, hecho que constituye en sí mismo un verdadero hito en losestudios numismáticos de nuestro país1.

EL GABINETE DE ANTIGÜEDADES Y EL NUMARIO DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

No es tarea fácil resumir aquí con brevedad ni qué es el Gabinete de Antigüedades y suNumario2 ni las vicisitudes de su historia.

La finalidad primordial del Gabinete de Antigüedades, como su nombre indica, era la custodiade los objetos que integraban estas colecciones. Inicialmente estaban al cuidado del Secretario dela Academia, pero, al crecer su número, en especial en la colección de monedas, se decidióestablecer el oficio de Anticuario el 16 de Septiembre de 1763. Este cargo sigue siendo en laactualidad el responsable de los fondos del Gabinete, un cargo ocupado, desde entonces, por lasmás importantes personalidades de la Arqueología Española, mucho de ellos cultivadores de laNumismática, como Antonio Delgado, Manuel Gómez Moreno o Joaquín María de Navascués, pornombrar alguno de los casos más ilustres.

La figura esencial en los años iniciales de la colección fue Miguel Pérez Pastor3, quien seocupó con eficacia de clasificar los fondos, ordenarlos y redactar el catálogo, por lo que en 1763fue nombrado Anticuario «por haberlo coordinado, aumentado y custodiado». Su fallecimiento, pocotiempo después, prácticamente coincide con el nombramiento de don Pedro RodríguezCampomanes como III Director de la Real Academia de la Historia en 1764.

La labor de este ministro ilustrado en el Monetario fue muy significativa, aunque nunca sededicara personalmente a los estudios numismáticos, pero ha sido uno de los mejores organiza-dores de la colección de monedas y medallas de la Academia, que recibió un impulso definitivodurante su dirección4.

Prueba de ello es que hacia el final de su mandato, en 1796, el número de piezas delNumario alcanzaba las 12.000, tras haberse adquirido importantes colecciones, como las delMarqués de la Cañada, el Conde de Saceda, el Marqués de Belsunce y otras diversas. Además,la Academia tenía a gala que su colección era una de las más importantes y la mejor estudiadade España, sólo aventajada en número por la de la Biblioteca Real. Este hecho lo confirman lasnumerosas medallas de oro, plata y bronce publicadas en 1817 en la obra titulada Colección deretratos de los Reyes de España, aunque sus principales ejemplares se perdieron durante laInvasión Francesa.

1 El Catálogo de Monedas y Medallas Españolas constituye la parte II del Catálogo del Gabinete de Antigüedades de la RealAcademia de la Historia, formado por los volúmenes II.1.1. J. M. Abascal y P. P. Ripollés. Monedas Hispánicas. Madrid,2000; II.1.2. A. Canto, J. Vico y F. Martin Escudero. Monedas Visigodas. Madrid, 2002; II.1.3. A. Canto, T. Ibrahim y F.Martín Escudero. Monedas Andalusíes. Madrid, 2000; II.1.4. J. Cayón. Monedas Hispano-cristianas. Madrid, 2006 (en pren-sa) y II.3.1. M. Almagro-Gorbea, M. C. Pérez Alcorta y T. Moneo. Medallas Españolas. Madrid, 2006.

2 Sobre el Gabinete de Antigüedades, puede verse M. Almagro-Gorbea (ed.), El Gabinete de Antigüedades de la Real Acade-mia de la Historia, Madrid, 1999. Para el Numario conservado en el Gabinete, véase, además de los estudios recogidos alinicio de los Catálogos de Monedas y Medallas citados en la nota anterior, M. Almagro-Gorbea, «El Gabinete de Antigüe-dades de la Real Academia de la Historia. Pasado, presente y futuro», y F. Chaves, «El monetario de la Real Academia dela Historia», en M. Almagro-Gorbea (ed.), op. cit., p. 15-173 y 222-224 y J. M., Abascal, «La colección de monedas y medallas»,en Tesoros de la Real Academia de la Historia, Madrid, 2001, p. 99-104. Es muy interesante y rico en noticias el resumenrealizado en el catálogo de la documentación del Numario, F. Martín Escudero, A. Cepas y A. Canto, Archivo del Gabinetedel Numario. Catálogo e índices, Madrid, 2004, p. 11-56.

3 Véase la biografía de D. Miguel Pérez Pastor y Molleto y la de los restantes anticuarios en M. Almagro-Gorbea, El Gabi-nete de Antigüedades, op. cit. en nota 2, Apéndice I, p. 121-165.

4 Sobre la labor de Pedro Rodríguez Campomanes en el Numario de la Real Academia de la Historia, véase A. Canto et al.,2004, op. cit., nota 1, p. 41 s.; una visión general en M. Almagro-Gorbea, «Pedro Rodríguez Campomanes, un “anticuario”de la Ilustración», Campomanes y su tiempo (catálogo de exposición), Madrid, 2002: 103-116 y «Pedro Rodríguez Campomanesy las «antigüedades», Campomanes en su II Centenario, Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón (coord.), Madrid, 2003, 117-159.

INTRODUCCIÓN

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Además, en 1791, Campomanes dio unas ejemplares Observaciones hechas por el Sr. Directorpara la formación del catálogo de las monedas que conserva la Academia y los nuevos Estatutosde la Real Academia de la Historia, aprobados en la Junta 21 de septiembre de 1792, reconocenla creación del Gabinete de Antigüedades formado desde algunos años atrás y especifican laespecial responsabilidad del Anticuario para con las monedas y medallas.

En efecto, en estos Estatutos de 1792, al reconocer la Academia la personalidad del Gabinetede Antigüedades, indican que «El oficio de Anticuario será perpetuo y ha de recaer en individuoque tenga particular conocimiento de las antigüedades, principalmente de la Numismática». Enellos igualmente se señala que «El gabinete de medallas y demás antigüedades, debe existir en la

COLECCIÓN DE MONEDAS Y MEDALLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

1751 Fernando VI dona una apreciable colección de monedas, que dan inicio al Gabinete de Antigüe-dades

1763 La Real Academia de la Historia instituye el cargo de Anticuario1765 La Real Academia de la Historia auspicia la Historia Metálica de España, desde Ataulfo hasta

Carlos III1769-1777 Adquisición de las colecciones del Marqués de la Cañada, del Conde de Saceda y del Marqués

de Belsunce1796 D. Manuel Trabuco y Belluga, Deán de Málaga, lega su colección de monedas

1800 D. Joaquín Traggia, Anticuario Perpetuo, dona su colección de monedas

1803 Cédula sobre Instrucción sobre el modo de recoger y conservar los monumentos antiguos, que se des-cubran en el Reyno, baxo la inspección de la Real Academia de la Historia

1811 Desaparición de las monedas y medallas de oro y plata, por manos avaras durante la Guerrade Independencia

1817 Publicación de la Colección de Retratos de los Reyes de España1817 Ingreso de monedas visigodas del tesoro de La Grasa (Reus, Tarragona)

1830 Proyecto de un Museo de Antigüedades en la Real Academia de la Historia, con cátedra de Nu-mismática

1833 Real Orden de 24 de Agosto para que la Casa de la Moneda entregue un ejemplar de cada acu-ñación

1847 Compra del medallón o Disco de Teodosio, que publica Antonio Delgado

1848 D. Juan Bautista Barthe lega a la Academia su colección de monedas

1848 D. Antonio Delgado, Anticuario Perpetuo, de 1848 a 1867

1851 D. Antonio Fernández de Córdoba dona una colección de 823 monedas de Oriente

1856 Institución de una Cátedra de Numismática en la Escuela Superior de Diplomática

1866 D. Lamberto Janet cede a la Academia 50 doblas de oro «de la banda»

1891 D. Francisco Caballero Infante y D. Celestino Pujol y Camps donan su colección de moneda árabe

1915 El Excmo. Sr. Marqués de Saltillo dona su colección de Medallas Españolas.

1923 D. Francisco de Laiglesia dona 134 monedas, medallas y sellos de Carlos V

1925 D. Adolfo de Herrera y Chiesanova dona su biblioteca de Numismática

1973 D. Alejandro Lifchuz donación una colección de sextercios romanos

2003 Dña. Clotilde Gorbea Urquijo dona la colección de medallas de D. Martín Almagro Basch

2003 D. Juan Cayón dona 54 medallas españolas, en memoria de Dña. Teresa Herrero Juez

2003 D. Adolfo Cayón dona 167 medallas españolas, en memoria de Mª A. del Consuelo FernándezRubio

2005 D. Jesús Vico dona la primera dracma de Roma acuñada en Hispania y otras monedas

2006 D. Rafael Rodríguez Moñino lega su colección de 30 monedas de oro, 218 de plata y 25 me-dallas

2006 D. Emilio García Gómez lega su colección de medallas

2006 D. Enrique Blanco Arroyo hace donación de su colección de monedas hispánicas y clásicas

2000-2006 Publicación del Catálogo de Monedas y Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia

FIGURA 1.—Cuadro de efemérides del Numario de la Real Academia de la Historia.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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casa de la Acada. pero sus llaves estarán en po-der del Antiquario, quien recibirá por inventarioqto. hubiere de su inspección, y será responsablede ello». Los Estatutos de 1792 también indicabanque una de las labores esenciales del Anticuarioera la catalogación y publicación de las coleccio-nes del Gabinete de Antigüedades, en especial lasmonedas: «Será de su obligación colocar las mo-nedas que posea la Academia, o que nuevamentese adquieran, en sus respectivas series, explicar susleyendas, inscripciones y signos, formar índices ycatálogos, así de las medallas como de las demásantigüedades que junte la Academia».

Desde su fundación, a pesar de que las prin-cipales piezas en metales preciosos de la Colec-ción se perdieron en la Invasión Napoleónica, laReal Academia de la Historia ha sido la princi-pal sede de estudios numismáticos de España,con figuras como Antonio Delgado y otros insig-nes numismáticos y, gracias a generosos mece-nas y donantes, la colección se ha enriquecidoy sigue viva, hoy más que nunca.

No es éste el lugar de hacer una historia, aun-que sea breve, de la colección de monedas y me-dallas de la Real Academia de la Historia, aun-que en el Gabinete de Antigüedades siempre se

consideró de particular importancia su rico Numario. El indudable interés de esta colección demonedas y medallas se acrecienta por la muy rica documentación conservada sobre ellas, reco-gida en el Catálogo del Numario5. Esta documentación hace referencia a donaciones y comprasde colecciones numismáticas, así como a la ordenación y catalogación de las mismas y tambiénconserva noticias de la procedencia de muchas piezas, incluyendo estudios y noticias de hallaz-gos y atesoramientos (fig. 1).

Sí se puede recordar que el Gabinete de Antigüedades se inició en 1751 al recibir una «apre-ciable» colección de monedas regalada por Fernando VI, siendo su función fundamental su estu-dio y custodia. En este interés de Fernando VI por la Numismática resulta patente el influjo delP. Alejandro Panel, S.J., llegado a España en 1738 para ser preceptor de los infantes y del futurorey Fernando VI, ya que era versado en Numismática y había publicado diversas obras sobreeste tema, por lo que había sido nombrado conservador del Gabinete Real de medallas en laBiblioteca Real, a imitación del existente en la corte francesa. Además, según parece deducirsede la documentación conservada, fue el P. Panel quien personalmente habría diseñado los arma-rios de roble o burós en que se han conservado las monedas hasta la actualidad (fig. 2)6.

Pocos años después, en 1763, se instituyó el cargo de Anticuario, a imitación del existente enla Academia Francesa, se redactó el primer Catálogo y se encargaron 6 burós de roble de estiloCarlos III para guardar las piezas en su debido orden. Las monedas fue la principal preocupa-ción del Anticuario desde la creación de este oficio en 1763, aunque sólo el 31 de Marzo de

FIGURA 2.—Monetario o buró de estilo Carlos III, paraconservar las monedas y medallas del Numario de la

Real Academia de la Historia.

5 Véase F. Martín Escudero, A. Cepas y A. Canto, op. cit. en nota 2. La documentación del Numario ha sido posteriormenterecogida en publicación digital en DVD, M. Almagro-Gorbea (ed.), Real Academia de la Historia. Archivos de Arqueologíay Patrimonio Histórico, Madrid, 2003. Esta documentación es también accesible por Internet a través de la página webhttp://www.cervantesvirtual.com/portal/antigua/arqueologia.shtml

6 El sobrio estilo Carlos III con rocallas de los burós del monetario es propio de mediados del siglo XVIII. Hay referenciasa que el 6 de agosto de 1751 se compró un monetario y otro documento del 6 de abril de 1771 indica la compra deotros dos armarios más, por los que se pagaron 60 doblones al ebanista madrileño Joseph García Ramírez el 2 de Enerode 1772. M. Almagro-Gorbea, en J. Maier, Real Academia de la Historia. Antigüedades. Siglos XVI-XX. Madrid, 2005, p. 36 s.

INTRODUCCIÓN

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1775 pasaron a su cargo las llaves del monetario, hasta entonces custodiadas por el Secretario.Con anterioridad, parece desprenderse de algunas alusiones que las monedas se guardaban ini-cialmente en la casa del Director y, también, en la de alguno de los académicos. El motivo eraque la Academia carecía de edificio de su propiedad, por lo que se reunió en la Biblioteca Realhasta 1785, cuando, gracias a Carlos III, pasó a disponer de un local en la Casa de la Panadería,en la Plaza Mayor.

Miguel Pérez Pastor fue el I Anticuario, nombrado en 1763 tras haber ordenado las monedasel los burós citados, cada uno con 64 gabetas o cajones que contenían, a su vez, bandejas con40 piezas cada una, como se evidencia en los dos volúmenes iniciales de su Discurso y Catálogode el Monetario de la Academia, fechado a partir de 1759 (fig. 3). Pero en esos años tambiéndebió utilizar el recién creado Gabinete, antes de ser desterrado por Carlos III, el Marqués deValdeflores, autor de importantes obras de Numismática Española de su época7 y pocos añosdespués realizaron en él los primeros estudios de numismática hispano-árabe Miguel Casiri, JoséBanqueri y el Anticuario José Antonio Conde, autor de las Memorias sobre las monedas árabes,principalmente sobre las que fueron acuñadas en España bajo los príncipes musulmanes8.

Los donativos regios parecen haberse repetido en reinados posteriores y a ellos se añadió lacompra de piezas y de diversas colecciones en cantidades apreciables. Un memorial elevado aCarlos III hace referencia a un «copioso monetario», noticia que recoge Antonio Capmany en 17969.Este autor señala la compra de las colecciones del Marqués de la Cañada en 1766 y del Condede Saceda y, en 1768, el ingreso de monedas procedentes de colecciones de los jesuitas expul-sados por Carlos III. Capmany también indica que, en 1796, el Numario contaba ya con 200monedas de plata y 2000 de cobre celtibéricas, 800 coloniales y 17 godas; de las árabes, 55 deoro, 462 de plata y 846 de cobre, no indicando el número de cristianas. De Macedonia, tenía 40ejemplares de oro, plata y cobre, de los Seleúcidas, 52, y 30 de los Ptolomeos, etc. De Grecia,400 de los tres metales y de Roma, 600 republicanas o «consulares», y de las imperiales, 157 deoro, 1000 de plata y 1000 grandes bronces, 600 medianos y 1500 pequeños, además de «50medallones griegos y latinos». También existían monedas de diversos países de Europa, especial-mente de Rusia, lo que da idea de la importancia de la colección, que sumaba unas 12.000monedas, incluidas las duplicadas. Además, en esos años se incrementaron las donaciones, comolas del Deán de Málaga, D. Manuel Trabuco y Belluga, en 1796 y la de D. Joaquín Traggia,Anticuario Perpetuo, hacia 1800.

Durante esa segunda mitad del siglo XVIII tuvo una importante repercusión en las coleccionesdel Numario la participación de la Real Academia de la Historia en la política emprendida porFernando VI y Carlos III para desarrollar una escuela española de grabadores de monedas ymedallas10. Gracias a esa actividad de la Academia, se recibían modelos y pruebas de monedas ymedallas que acabaron conservadas entre sus colecciones, tarea que, teóricamente, parece haberperdurado hasta muy avanzado el siglo XIX. De los trabajos de catalogación en esos años de lasegunda mitad del siglo XVIII y de las adquisiciones existe también buena documentación, comola hay sobre el conflicto surgido con el Anticuario José de Guevara Vasconcelos por su falta deatención hacia el Numario, que le acarrearía su cese como Anticuario en 1798.

Esta floreciente etapa de la segunda mitad del siglo XVIII se vio truncada por la InvasiónNapoleónica, durante la cual, en circunstancias no del todo aclaradas, parece ser que, probable-mente hacia 1811, debieron desaparecer las mejores piezas entre ellas, las monedas y medallas deoro y plata, incluyendo diversos centenes y cincuentines y otras piezas señeras de la Colección.

Aureliano Fernández-Guerra, casi 75 años después, todavía se lamentaba diciendo «...Hace masde un siglo que poseía ya la Academia riquisima colección numismática, de sumo precio en an-

7 Luis José Velásquez, Ensayo sobre los alphabetos en letras desconocidas… de España, Madrid, 1752 y Conjeturas sobre lasmedallas de los Reyes Godos y Suevos de España, Madrid, 1759.

8 A. Canto, T. Ibrahim y F. Martín Escudero, op. cit, nota 1, p. 18 s. J. A. Conde fue también el autor de unos Apuntes parauna disertación sobre monedas celtibéricas, que quedaron inéditos.

9 A. de Capmany, «Breve noticia del privilegio, y progresos de la Real Academia de la Historia», Memorias de la Real Aca-demia de la Historia I, 1796, p. CV-CXI.

10 E. Villena, El Arte de la Medalla en la España Ilustrada, Madrid, 2004, p. 85 s. y 116 s.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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FIGURA 3.—Catálogo del Monetario, por Miguel Pérez Pastor, Madrid, 1759.

INTRODUCCIÓN

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tiguas medallas griegas de oro, y en medallones de tan precioso metal y de plata, conmemorativosde faustos sucesos propios y extraños. De tan precioso tesoro hizo conocedor al público en 1796, yesto sirvió para que entrasen á saco manos avaras durante la guerra de la independencia por tanestimable caudal, y para que una colección de primer órden, viniera á serlo de tercero ó cuarto».Pero en la documentación contemporánea a los hechos sólo consta que se enajenaron parte delos bienes de la Academia, pues el 7 de junio de 1811, el Anticuario (José Antonio Conde) dacuenta haber tenido una conferencia con los Sres. Martínez Marina y Fernández Navarrete acer-ca de las monedas duplicadas del monetario y, en la Junta de 25 de octubre, Francisco MartínezMarina informó que ya se habían vendido piezas «duplicadas» del monetario por valor de 18.000reales de vellón, una cantidad ciertamente importante, por lo que bajo esta supuesta venta depiezas «duplicadas» se pudo esconder la desaparición de los mejores ejemplares de la Colección.

En años posteriores la colección se iría incrementando progresivamente, pero ya sin el ritmoinicial y la falta creciente de fondos para adquisiciones ha supuesto que buena parte de la co-lección se haya formado a base de donaciones hechas por los propios académicos, los corres-pondientes y otros benefactores.

Durante el reinado de Fernando VII hubo iniciativas acertadas, como la propuesta de la RealAcademia de la Historia de crear un Museo de Antigüedades que debería contar con cátedras deNumismática y otras enseñanzas sobre la Antigüedad, lo que refleja el interés por potenciar lascolecciones y darles una utilidad. También en 1817 se ingresó un importante conjunto de mone-das visigodas del tesorillo de La Grasa, hallado entre Reus y Tarragona, que supuso un notableincremento de este tipo de piezas. Los anticuarios de esos años también eran conocedores de laNumismática, como José Sabau, autor de una Memoria sobre la excelencia del estudio de lasmonedas antiguas y de su utilidad para la historia, que fue su discurso de ingreso en la Acade-mia en 1823.

Es interesante señalar cómo, en cumplimiento de una Real Orden de 24 de Agosto de 1833,a partir de esa fecha y durante gran parte del siglo XIX, la Casa de la Moneda, en especial la deMadrid, enviaba a la Real Academia de la Historia pruebas de las monedas y medallas que emitía,pero también consta el ingreso de piezas de la de Barcelona. La Academia intervenía con suopinión en la selección de los tipos, lo que ha contribuido a acrecentar la colección, al menoshasta los nuevos tipos adoptados tras el Gobierno Provisional de 1868.

En los años centrales del siglo XIX cabe citar al también Anticuario D. Juan Bautista Barthe.Había presentado un índice numérico ordenado por series y legó su colección a la Academia, quepublicó D. Antonio Delgado. Éste último desempeñó el cargo de Anticuario entre 1848 y 1867 ysupuso un nuevo periodo de actividad e incremento de las colecciones del Numario, dirigido poresta famosa figura, una de las más importantes de la Numismática Española. Además, fue el autorde las dos obras máximas de la Numismática Española en el siglo XIX. Sus Estudios de numismá-tica arábigo-hispana, obra cuya publicación había iniciado la Academia, por desgracia, quedó in-édita hasta nuestros días11 y también fue el autor del Nuevo método de clasificación de las mone-das autónomas de España, que finalmente se publicaría en Sevilla12, aunque las xilografías para suedición inicial por la Academia se conservan en el Gabinete de Antigüedades.

De esos años también es el ingreso, en 1851, de 823 monedas adquiridas en Oriente por D.Antonio López de Córdoba, cuya colección particular se dispersó al venderla poco antes de sumuerte, y, en 1866, D. Lamberto Janet donó una colección de 50 doblas «de la banda» que hoyenriquecen el Numario.

A partir de Antonio Delgado, el Gabinete de Antigüedades se convierte en el principal centrode estudio de la Numismática Española. Por él pasan y trabajan figuras tan eminentes de lageneración de fines del siglo XIX como D. Francisco Caballero Infante y D. Celestino Pujol yCamps, que al interés de sus estudios añadieron la generosa donación de sus colecciones demoneda árabe. Pero también la colección sirvió para Alois Heiss, en su estudio sobre monedas

11 A. Delgado, Estudios de numismática arábigo-hispana (Antiquaria Hispanica 8), A. Canto y T. Ibrahim, eds., Madrid 2001.12 A. Delgado, Nuevo método de clasificación de las monedas autónomas de España, Sevilla, 1871-1876.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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visigodas e hispano-cristinas13, a Álvaro Campaner, Jacobo Zóbel de Zangróniz, Celestino Pujol yCamps, Francisco Codera, Antonio Vives y Escudero y Antonio Prieto y Vives, una pléyade denumismáticos que cabría finalizar con el gran especialista en la medalla española, Adolfo de Herreray Chiesanova. De esta actividad dan testimonio obras como La Moneda Hispánica de AntonioVives y Escudero, publicada por la Real Academia de la Historia entre 1924 y 1926 y otros muchosestudios de estos autores publicados en el Boletín de la Real Academia de la Historia. Un testi-monio todavía más elocuente del ambiente de esa época es el que Adolfo Herrera legó a la RealAcademia su rica biblioteca de Numismática, al igual que Francisco Caballero Infante y CelestinoPujol y Camps habían donado en 1891 sus colecciones de moneda árabe.

A inicios del siglo XX Juan Catalina García y López publicó el Inventario de Medallas españo-las que posee la Real Academia de la Historia14, un breve catálogo de las 428 entonces existentes.Durante esos años se produjeron nuevos ingresos. En primer lugar, de esa época son los fre-cuentes envíos de monedas dirigidas al entonces Anticuario y pocos años después Director de laAcademia, el P. Fidel Fita (1848-1913). Pero también se incrementó el Numario con donacionesimportantes, como la de Medallas Españolas del Excmo. Sr. Marqués de Saltillo, D. Miguel Lassode la Vega y la Colección de monedas y medallas de Carlos V de D. Francisco de Laiglesia15,estas últimas casi todas reproducciones. De fecha más reciente es la magnífica colección desextercios de los emperadores romanos de D. Alejandro Lifchuz16 y diversas colecciones de me-dallas, entre las que destacan las entregadas el año 2003 por D. Juan R. Cayón y las selectasmonedas antiguas donadas por D. Enrique Blanco Arroyo en 2006.

Este conjunto de monedas y medallas se ha estructurado para su clasificación y estudio endiversos apartados, que, para su publicación, se corresponden a las distintas subseries del Catá-logo de Monedas y Medallas de la Real Academia de la Historia. La Serie II.1, de Monedas Espa-ñolas, está formada por las subseries 1, Monedas hispánicas; 2, Monedas Visigodas; 3, MonedasAndalusíes y 4, Monedas Hispano-cristianas. A su vez, en la serie II.3, Medallas, se integra lasubserie II.3.1, Medallas Españolas17.

Aunque no es la ocasión de analizar la colección, debemos señalar que ésta comprende 3792monedas hispánicas, 69 visigodas, 3738 andalusíes, 4125 hispano-cristianas y 1141 medallas espa-ñolas (fig. 4). El resto lo componen 989 griegas; 20392 romanas, 364 bizantinas y 3567 monedasde diversos países extranjeros, predominando las europeas e islámicas, además de 534 monedasde bronce chinas y 1761 medallas extranjeras. Pero todavía mayor interés si cabe ofrece la ricadocumentación conservada sobre la Colección, que le da una especial relevancia y personali-dad18.

Más difícil es definir qué características conforman la personalidad de la Colección de mone-das y medallas de la Real Academia de la Historia. En primer lugar, hay que reconocer que setrata de una colección importante, pero no tanto por la calidad y cantidad de sus monedas ymedallas, sino por algunas peculiaridades que ofrece.

Resulta evidente que es una colección de estudio, en la que se ha procurado reunir un ejem-plar de cada tipo, aunque sin interesarse por reunir las piezas especialmente bien conservadas,despreciando los duplicados que se conservaban aparte o se intercambiaban por otras monedas.La colección ha servido para el estudio de los mejores numismáticos españoles desde mediadosdel siglo XVIII, como el Marqués de Valdeflores, José Antonio Conde, Antonio Delgado, AloisHeiss, Jacobo Zóbel, Francisco Codera, Celestino Pujol, Antonio Vives y Escudero, Adolfo deHerrera, Manuel Gómez Moreno, Joaquín M.a de Navascués y un largo etcétera de otros autores.

13 Descripción general de las monedas hispano-cristianas desde la invasión de los árabes, Madrid, 1865-1869, y Descriptiongénérale des monnaies des Rois Wisigoths d’Espagne, Paris, 1872. Véase A. Canto, F. Martín Escudero y J. Vico, op. cit. nota1, p. 23.

14 Boletín de la Real Academia de la Historia, XLVII, 1-3, p. 152-229.15 GN 1923/1.16 Donada el 7 de Diciembre de 1973.17 Para los correspondientes catálogos, véase la nota 1.18 Véase F. Martín Escudero, A. Cepas y A. Canto, op. cit. nota 2.

INTRODUCCIÓN

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Por otra parte, es una colección histórica, pues se trata de una de las colecciones más anti-guas de España, por no decir de las más antiguas de Europa, que ha conservado su personali-dad hasta nuestros días. Otra característica es que su procedencia corresponde, en gran medida,a donaciones regias en sus etapas iniciales, tradición que ha perdurado posteriormente con nue-vas donaciones privadas, que prosiguen en nuestros días, pues su especial carácter hace quesiempre se haya nutrido de donaciones y aportaciones particuales, desde su fundación hastanuestros días. Además, aunque no es una gran colección por número e importancia de las pie-zas, sobretodo a causa de las pérdidas durante la Invasión Napoleónica, es evidente que en to-das las series posee piezas de gran calidad e importancia, algunas de ellas únicas, a lo que sesuma una muy rica documentación, que complementa y enriquece las piezas conservadas.

Por todo lo dicho, la colección de monedas y medallas de la Real Academia de la Historiadebe considerarse como una colección de indudable importancia y fundamental en el PatrimonioHistórico y Cultural de España.

Este hecho explica que, en estos últimos años, dentro del proceso de renovación del Gabine-te de Antigüedades, la Real Academia de la Historia ha realizado un gran esfuerzo para estudiary publicar sus colecciones. En esta tarea han participado los mejores numismáticos españoles,tanto oficiales como profesionales particulares. Gracias a su esfuerzo, se ha finalizado el Catálogode Monedas y Medallas Españolas19 (fig. 5). De este modo la Real Academia de la Historia pasaa ser la pionera entre las instituciones españolas en publicar íntegramente sus colecciones, sien-do una de las muy pocas que lo han logrado a nivel mundial. Este esfuerzo debe entendersecomo un gran servicio a los investigadores y al público, pues la publicación es el medio máseficaz para poner a disposición de todos, y para siempre, este rico patrimonio de la Historia.

FIGURA 4.—Composición del Numario de la Real Academia de la Historia.

19 Vid. supra, nota 1.

Medallas Extranjeras1761

Extranjeras3567

No clasificables1976

Hispánicas3792

Visigodas64

Andalusíes3738

Hispano-cristianas4125

Medallas Españolas1141

Grecia915

Roma20392

Bizantinas364

Chinas534

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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Antes de finalizar estas líneas a modo de introducción, quiero hacer una muy breve referenciaa la estructura de este ciclo de conferencias.

La Real Academia de la Historia, con este ciclo de conferencias, pretende contribuir a divulgarla importancia de la Numismática y dar a conocer su Colección de Monedas y Medallas a todoslos que están interesados en estas joyas de nuestro Patrimonio Cultural, por ser verdaderos do-cumentos de la Historia de España.

El presente ciclo de conferencias se ha estructurado de acuerdo con las características de laColección y, en consecuencia, del Catálogo de Monedas y Medallas recientemente publicado, porlo que el tema de cada conferencia coincide con el de cada uno de los volúmenes y los confe-renciantes son todos autores de los mismos.

Todos los conferenciantes son brillantes numismáticos españoles y, al haber participado en larealización de los distintos volúmenes del Catálogo, son quienes mejor conocen la Colección.Pero hay dos aspectos que merece la pena resaltar. Uno, es que se trata tanto de numismáticos«profesionales», esto es, dedicados al comercio de monedas y medallas, como de estudiosos yprofesores de Numismática, pues unos y otros tienen a esta ciencia como referencia y, desde susrespectivas actividades, la sirven y prestigian. Otro aspecto importante es que todos ellos lo hanhecho con la mayor generosidad, lo que debe constar para la Historia en justo homenaje a sumemoria.

Como destacados especialistas, han sabido utilizar las valiosas piezas del Numario de la RealAcademia de la Historia para ilustrar, cada uno a su modo, una interesante y atractiva visión dela Historia de la Moneda Española, a través de la cual se refleja la Historia de España, desde lasprimeras acuñaciones prerromanas hasta las medallas actuales.

De las Monedas Hispánicas se han ocupado el Prof. Dr. Pere-Pau Ripollés, Profesor de Numis-mática de la Universidad de Valencia y el Prof. Dr. Juan M. Abascal, Profesor de Historia Antiguade la Universidad de Alicante. Ambos son Académicos Correspondientes de la Real Academia dela Historia y han sido un verdadero apoyo del Gabinete de Antigüedades en las labores de surenovación.

Las Monedas Visigodas son analizadas por D. Jesús Vico. También es Académico Correspon-diente de la Real Academia de la Historia y es uno de los más prestigiosos numismáticos profe-

FIGURA 5.—Catálogos de Monedas y Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia.

INTRODUCCIÓN

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sionales, como director de la casa J. Vico, S.A. Sin lugar a dudas, es probablemente el mejorespecialista en monedas visigodas y es también un asiduo colaborador del Gabinete de Antigüe-dades, al que ha hecho generosa donación de alguna de las piezas señeras de la Colección.

Sobre las Monedas Andalusíes se ocupa el Prof. Dr. Alberto Canto, Profesor de Numismática dela Universidad Autónoma de Madrid y Correspondiente de la Real Academia de la Historia. Esotra figura indiscutible en su campo, la Numismática Andalusí o Hispano-árabe, y puedeconsiderársele como uno de los más genuinos representantes de la nueva generación denumismáticos que ha renovado en la Universidad la larga tradición española de estos estudios.

De las Monedas Hispano-Cristianas se ocupan otros dos reconocidos especialistas, los herma-nos D. Alfonso y D. Juan Cayón Herrera. Ambos son numismáticos profesionales de otra de lascasas más prestigiadas de Numismática Española, Cayón Subastas, colaboradora y mecenas delGabinete de Antigüedades. El tema que abordan es de particular importancia para la Historia deEspaña y la valoración de su Patrimonio, pues ese periodo comprende las series más universalesde las acuñaciones españolas, cuando nuestra moneda se convirtió en la primera de circulaciónverdaderamente universal.

Por último, como Académico Anticuario y coautor del Catálogo de Medallas Españolas, meocupo de las Medallas Españolas, uno de los campos más olvidados del rico Patrimonio CulturalEspañol. A su interés numismático añaden que, además de ser documentos que conmemoranacontecimientos y personajes históricos, son obras significativas de la Historia del Arte, en oca-siones de gran calidad, pues algunas han sido realizadas por los mejores artistas de cada época.Por ello, constituyen un muy digno remate de este ciclo sobre la Numismática Española.

Antes de finalizar, es obligado expresar mi agradecimiento, como Académico Anticuario a to-dos los que han participado en este ciclo de conferencias, han contribuido a su éxito y hanfacilitado su publicación.

En primer lugar, al numeroso público asistente, cuyo interés y apoyo constituyen el principalestímulo del enorme esfuerzo que para la Real Academia de la Historia ha supuesto la cataloga-ción y estudio de la Colección de Monedas y Medallas, cuya finalización ha sido el motivo paracelebrar este ciclo de conferencias.

Igualmente, es obligado expresar el agradecimiento de la Real Academia de la Historia a to-dos cuantos, personas e instituciones, han colaborado en esta labor desde que, en 1997, se ini-ciaron las labores de inventario de las colecciones conforme cuanto prescriben sus Estatutos.

Tampoco quiero dejar de agradecer una vez más a todos los compañeros de la Real Acade-mia de la Historia, en especial a su Director, D. Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, su con-tinuo apoyo y ayuda en la reactivación del Gabinete de Antigüedades, así como su confianza alencargarnos la organización de este ciclo de conferencias y, en su día, hace ahora diez años, elhabernos encargado de la renovación del Gabinete de Antigüedades.

Por último, es una satisfacción expresar públicamente mi admiración personal y el reconoci-miento institucional a todos los conferenciantes, que son también, los autores del Catálogo deMonedas y Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia. Su eficaz labor, resaltada por sudesprendida generosidad, marcará un hito en varios sentidos en la larga Historia de la Numismá-tica Española. Gracias a ellos, esta Institución se puede gloriar de ser la única en España y delas pocas en el mundo que tiene todos sus fondos publicados, que es, en la práctica, la mejory casi la única manera eficaz de ponerlos a disposición del público para siempre.

Pero además, quiero insistir en que esta tarea ha sido llevada a cabo por una feliz conjunciónde estudiosos y profesores de Numismática y de numismáticos profesionales, unos y otros al serviciode esta bella Ciencia. En este sentido, la Real Academia de la Historia resulta una vez más pio-nera, al haber sabido potenciar el estudio de nuestro Patrimonio Histórico de acuerdo con sutradición de trabajo, aunando esfuerzos públicos y privados, todos ellos con el fin de valorar ydifundir la rica Numismática Española, cumpliendo así cuanto prescriben sus Estatutos fundacionales.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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LÁMINA 1.—As de Seks (Almuñécar, Granada), del siglo II a.C., con cabeza de Heracles-Melqart y atunes.Donación de D. Enrique Blanco Arroyo, 2006/15/17. (Escala: 3,5×).

Pere Pau Ripollés y Juan Manuel Abascal LAS MONEDAS HISPÁNICAS

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LAS MONEDAS HISPÁNICAS

PERE PAU RIPOLLÈS

Universidad de Valencia

JUAN MANUEL ABASCAL

Universidad de Alicante

EL MONETARIO Y LOS ESTUDIOS HISTÓRICOS

Hablar de las monedas hispánicas de la Real Academia de la Historia es hacerlo de la inves-tigación histórica en España de los últimos tres siglos. Si la colección refleja con fidelidad losavatares históricos y políticos de la antigüedad peninsular desde el contacto con el mundo grie-go hasta el final de la romanidad, su formación acusa también la historia de otro período denuestra historia, el de los movimientos ilustrados del siglo XVIII, las actividades bélicas de co-mienzos del XIX y el desarrollo de la ciencia española bajo tutela institucional en la segundamitad de esa centuria.

Las gavetas que durante varios siglos han preservado la colección albergan recuerdos cente-narios de nombres legendarios en los estudios numismáticos, epigráficos e históricos que nutrie-ron, ordenaron y publicaron ese magnífico legado al que sumaron sus contribuciones cientosde correspondientes y aficionados que consideraron obligado ayudar a formar ese monetarioque, desde la óptica del siglo XIX, debía ser la prueba científica de la historia antigua penin-sular.

La colección de la Academia alberga hoy casi 4.000 monedas hispánicas de época antigua,que se distribuyen de forma bastante equilibrada, pues están presentes la mayor parte de lascecas y dentro de éstas un número muy elevado de emisiones, todo lo cual denota el ánimo yel éxito de la Academia y de sus donantes de crear una colección representativa de la numismá-tica antigua de Hispania.

Los 3742 ejemplares existentes en la colección cubren todas las etapas de la historia antiguade Hispania, aunque muestran importantes desequilibrios numéricos que guardan relación conlos lugares de hallazgo de las piezas, con la extensión de la red de correspondientes que envia-ron las piezas a lo largo de más de dos siglos y con los procesos de intercambio de ejemplaresrepetidos a los que luego aludiremos.

Tan importante como la colección en sí misma es la documentación conservada, que permiteanalizar tres fenómenos de similar trascendencia para entender hoy lo que es el monetario, esdecir, la importancia de las donaciones y de las adquisiciones, la línea maestra que rigió durantedécadas el proceso de formación de la colección y el importante esfuerzo de catalogación lleva-do a cabo.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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Respecto al primer asunto, las donaciones y adquisiciones que permitieron formar el moneta-rio, la Real Academia de la Historia conserva un riquísima documentación, reunida en el Archivodel Gabinete del Numario y en los legados documentales que conserva la Biblioteca.

Entre los muchos textos que se podrían citar a este respecto, merece citarse por su interésuno de los más antiguos que han llegado a nosotros (RAH-9-7567-I-3). Se trata de una cartaanónima a Enrique Flórez (1702-1773) comunicándole la recogida de diversas monedas enSegobriga; aunque se encuentra muy deteriorada y quemada en el margen izquierdo, es de unextraordinario valor para conocer las aportaciones al Numario de la Academia y al GabineteNumismático que Enrique Flórez organizó en la Universidad de Alcalá de Henares (Vallejo 2001,429-439); el comunicante, tras describir las piezas que ha recogido in situ, dice: éstas remitiré enla primera ocasión que de esta villa pase persona a esa. Tengo hecho el encargo para que recojanlas monedas y cosas curiosas que encuentren y esta prevención está hecha también por parte deInfantas, el Canónigo de Toledo y los Teatinos de Villarejo. Infantas, a quien se cita en el texto,es Juan Antonio de las Infantas, el primer organizador del monetario de Alcalá y luego canónigoen Toledo.

En la segunda mitad del siglo XVIII el ritmo de ingreso de piezas fue muy importante merceda la existencia de colecciones dispersas que irían entregándose a la Academia. Incluso se llega-ron a elaborar listados trimestrales para controlar esos ingresos; para calibrar su importancia bas-te decir que sólo el tercer trimestre de 1817 ocupa 22 pliegos de texto (RAH-9-7567-II-4 y 5) conlas monedas recogidas en el trimestre desde S. Juan de 1817 hasta el 24 de septiembre del añomismo.

Las numerosas evidencias documentales de aquellos años tienen, además, un valor añadido,pues permiten documentar la llegada a la Academia de algunas piezas que se conservan en elmonetario. Aunque no siempre es posible relacionar cada una de las monedas con uno de estosescritos, se puede citar a título de ejemplo un texto anónimo de 1771 en que se ilustra el únicosemis de Clunia que posee hoy la Academia (Catálogo n.o 3706); el texto, genéricamente deno-minado Dibujos de monedas romanas y de los Reyes de Aragón (GN-1771-4 (4)), contiene variasláminas; en el ángulo inferior izquierdo de una de ellas se reconoce sin dificultad esta pieza. Deestos años, concretamente de 1773, son las piezas y noticias enviadas por el Conde de Lumiares(GN-1773-11/1) de ejemplares de monedas hispánicas descubiertas en Valencia y Alicante, una delas regiones que, junto a Andalucía, mayores aportes hizo al monetario.

El ritmo de recepción de monedas hispánicas cobraría fuerza en el siglo XIX gracias a lapresencia en la Academia de algunas de las figuras claves en los estudios históricos sobre laPenínsula Ibérica, que se ocuparon de reunir especialmente aquellas piezas que más interés podíantener para sus investigaciones. Entre los diversos nombres que se podrían citar aquí nos queda-remos con tres: Aureliano Fernández-Guerra, Eduardo Saavedra y Fidel Fita.

Aureliano Fernández-Guerra (1816-1894) fue testigo de excepción de casi un siglo de la histo-ria de España; literato y amigo de literatos, autor teatral, periodista, investigador incansable en elmundo de las antigüedades, editor, crítico, etc., etc., no hay parcela del saber humanista de sutiempo en que no aparezca implicado de una u otra forma. Como miembro de la Academia ycomo su anticuario de 1867 a 1894 contribuyó de forma importante a la formación del monetario;sus estudios privilegiaron las inscripciones y las monedas como prueba inequívoca de los argu-mentos históricos y sus notas y manuscritos están plagados de referencias monetarias. Afortunada-mente su legado documental ha llegado íntegro hasta nosotros, repartido entre la Biblioteca de laAcademia (RAH-9-7363 a 7390; Abascal-Cebrián 2006, pp. 221-249) y el archivo familiar (Miranda2005). Aunque todos esos documentos tienen un valor histórico incalculable, citaremos por su interéspara el monetario una ficha de circa 1866-1870 (RAH-9-7364-94g) con dibujos de dos de las po-cas monedas que conocemos de la ceca de TOLE (Fig. 1), la romana Toletum (Toledo).

Por su cuidada metodología merece ser citado Eduardo Saavedra y Moragas (1892-1912), unIngeniero de Caminos, Canales y Puertos cuya actividad al servicio de la Compañía de los Ferro-carriles del Norte le permitió desarrollar su afición a la arqueología recogiendo las antigüedadesque iban apareciendo en la apertura de las nuevas vías ferroviarias. Eso explica la redacción de

Pere Pau Ripollés y Juan Manuel Abascal LAS MONEDAS HISPÁNICAS

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FIGURA 1.—Aureliano Fernández-Guerra, ficha de hacia 1866-1870con dibujos de dos monedas de TOLE (RAH-9-7364-94g).

la fantástica Memoria titulada Descrip-ción de la vía romana entre Uxamay Augustobriga, que le valió el pre-mio del concurso convocado por laAcademia en 1861 y su ingreso en lamisma aquel año (Fig. 2). El interésde esta Memoria, al margen de laminuciosa planimetría que la acom-paña, radica en la presentación jun-to a la misma de un cajoncito demadera que contenía, conveniente-mente clasificadas e identificadas ensu lugar de hallazgo, las monedasdescubiertas durante sus explora-ciones en este antiguo camino. LaMemoria y el monetario adjunto seconservan hoy en el Gabinete de An-tigüedades de la Real Academia de laHistoria (n.o antiguo 11-2-6/n.o 27) yconstituyen la prueba del rigor conel que se trabajó en esa segundamitad del siglo XIX.

El tercero de los personajes a que hemos hecho referencia es el jesuita Fidel Fita (1835-1918),anticuario y luego Director de la Academia, que consagró su vida a los estudios de historia deEspaña (Abascal 1999), especialmente en la antigüedad, actividad que compatibilizó con su laborpastoral y su alto interés por los estudios hagiográficos.

De la mano de Fita llegaron a la Academia muchas monedas, unas a través de correspondien-tes que generosamente las enviaron, otras gracias de las gestiones hechas para que las piezasobtenidas en hallazgos casuales se depositaran en Madrid. Aún conserva la Academia algunas delas cajas en las que, como valores declarados y teniendo como destinatario a Fita, llegaron lasmonedas a la institución (Fig. 3).

Hasta finales del siglo XIX la prioridad en la formación de la colección fue el tener al menosun ejemplar de cada uno de los tipos acuñados en la historia de España. Esto se consideraba

una forma de contribuir al co-nocimiento histórico como lopodía ser el estudio de las ins-cripciones o de las fuentes lite-rarias y podía servir como so-porte a los estudios de historialocal, que tanta fuerza cobraronen aquellos años, contribuyen-do a materializar las señas deidentidad de villas y ciudades,como se hizo con los meda-llones que decorarían la facha-da del Ayuntamiento de Cádiz(Fig. 4), obtenidos a partir delas monedas antiguas de la ciu-dad en 1828 (GN-1828-1/4).

Por eso no se hablaba gené-ricamente de «colección de mo-nedas» sino de monetario, lo

FIGURA 2.—Eduardo Saavedra, Descripción de la vía romanaentre Uxama y Augustobriga. 1861.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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FIGURA 3.—Cajas para el envío de monedas a Fidel Fita.

que equivalía a decir «repertorio» o «muestrario» numismático, que es realmente lo que se estabaformando.

Ese criterio selectivo aparece ya en la petición que la Academia elevó a Pedro Cevallos Gue-rra, Primer Secretario de Estado con Carlos IV (1764-1840) para que accediera a la entrega en1804 de las monedas duplicadas del Monetario de los Estudios Reales. (RAH-11-8055-20b). Nofue un ejemplo único de tal tipo de actuaciones y en todas las instituciones regían en aquellosaños los mismos criterios selectivos.

Ya en la época de José Antonio Conde como Anticuario se consideraba que las piezas dupli-cadas eran un estorbo en el monetario. En un papel suelto que conserva el archivo de la Aca-demia, Conde dice que la cifra total de piezas guardada en el monetario era de 12.874 monedas(RAH-11-8252-8); y añade: duplicado e inútil más de otro tanto. A lo largo del resto del siglo XIXaún llegarían a la Academia diversas ofertas de permuta y adquisición de monedas duplicadas(RAH-11-8871-6, de 1835).

Buena prueba de esa distinción de las series duplicadas es el Catálogo del monetario elabo-rado en 1785 por José Guevara Vasconcelos (GN-1785-6/1), que al referirse a las monedas hispá-nicas dice: Una parte se han colocado como monedas duplicadas; otras duplicadas se ha colocadojunto a la serie principal para poder documentar mejor el tipo. Otra parte de las duplicadas se hacolocado en la serie de pueblos griegos y latinos que no forman parte del presente catálogo.

Ejemplo de la misma práctica es el que a mediados del siglo XIX, en 1840, el anticuario JuanBautista Barthe (GN-1840-2/2) llamara la atención sobre el hecho de que la donación de AntonioNavarrete incluyera un ejemplar de una moneda de Caesaraugusta no conocida hasta la fecha(Cat. n.o 3293), mientras se limitaba a recontar simplemente el resto del legado. Otro tanto sepuede decir de una carta de 1863 de Antonio Delgado sobre la donación Gómez Morales, en laque destaca que en el monetario ya había ejemplares similares a las nuevas piezas recibidas,pese a lo cual debía agradecerse el obsequio (GN-1863-5/1).

LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA EN EL DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO NUMISMÁTICO

Hasta mediados del siglo XX, la Real Academia de la Historia desempeñó una labor muy im-portante en la evolución del conocimiento numismático en España. Como ha señalado M. Almagro-

Pere Pau Ripollés y Juan Manuel Abascal LAS MONEDAS HISPÁNICAS

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Gorbea, durante dos siglos la Academia de la Historia fue la principal institución en la que sedesarrollaron este tipo de estudios en nuestro País (Almagro-Gorbea, 2004, 10).

El Archivo del Gabinete Numario, editado por F. Martín, A. Cepas y A. Canto (2004), desvelasu importante labor en el control, recuperación y documentación de la información numismáticaque se venía produciendo en España, contribuyendo de forma decisiva en el avance científico yen la configuración de la Numismática como disciplina histórica. Tanto fue así que, poco des-pués de su fundación en 1735, la Real Academia de la Historia declaró la conveniencia de for-mar una colección monetaria y desde entonces ha tenido la firme decisión de reunir una com-pleta representación de este tipo de piezas.

La importancia cuantitativa de los documentos de la Antigüedad que la Real Academia de laHistoria comenzaba a custodiar, de los que un nutrido número estaba formado por monedas,hicieron necesario que en 1763 se creara el cargo de Anticuario (Almagro-Gorbea, 1999, 20-24,50-55; RAH Acta de la Sesión de 16/9/1763), cuyo desempeño casi siempre ha recaído en unapersona con conocimientos de las antigüedades, especialmente de las monedas, pues entre laslabores que tenía encomendadas se encontraba la de ocuparse del numario, tal y como se explicitaclaramente en los Nuevos Estatutos de la Real Academia de la Historia (15/11/1792, art. 66).

Durante el siglo XVIII, la mayor parte de las personas que tuvieron un papel destacado en lainvestigación numismática y epigráfica estuvieron vinculadas a la Real Academia de la Historia.De las tres principales figuras que desarrollaron y publicaron en España estudios numismáticosdurante este siglo —el Padre Enrique Flórez, el Marqués de Valdeflores y el Conde de Lumiares—el primero fue quizás el que mantuvo una relación menos estrecha con la Academia, pero no asílos otros dos. De ambos destaca el Marqués de Valdeflores, cuyo trabajo sí que puede enmarcarsede lleno en la vida de la Institución, como se desprende no sólo del desarrollo de sus tareascomo Académico, recopilando documentos antiguos de España y emitiendo informes (GN 1751/9;1752/1) (Fig. 5), sino también por la divulgación de los resultados de sus estudios, pues la obra

FIGURA 4.—José Eduardo Riquelme de Murcia, Dibujos de diez monedas de Cádiz de las que se han sacadomedallones para decorar la fachada del Ayuntamiento de Cádiz en 1828 (GN-1828-1/4).

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“Ensayo sobre los alphabetos de las letras des-conocidas”, como señala su frontispicio fue im-presa por orden de la misma Academia, en1752, para ofrecérsela a Su Majestad el ReyFernando VI. La obra, como deja bien paten-te su título, no pretendió ser un corpus de lasmonedas acuñadas en la Península Ibérica,tarea realmente difícil en la época, por cuan-to que, si bien ya existía un suficiente núme-ro de colecciones de monedas “autónomas”,que pudieran contribuir a completar una vi-sión amplia del conjunto monetario hispano,todavía existían muchas dudas sobre la iden-tificación, atribución y localización de bastan-tes emisiones y, además, en muchos casos, elinterés se centraba en las emisiones extra-pe-ninsulares (sobre esta época, véase Mora, 1998,especialmente 67-75).

Fue precisamente ese objetivo, el de con-tar con una nutrida y completa colección demonedas, como documentos absolutamente ne-cesarios para desvelar los enigmas históricosplanteados en la época e ilustrar la Historiade España, lo que llevó a la Real Academia aformar su propio numario. Éste fue conside-rado como un instrumento de trabajo impres-cindible, que pudiera ser consultado en eltranscurso de todas aquellas investigaciones

que pudieran promoverse, razón por la cual existió una preocupación constante por estableceruna ordenación del material que fuera lógica y de fácil consulta, como se desprende, por ejem-plo, de las consideraciones metodológicas de P. Rodríguez Campomanes (GN 1791/2).

El lugar central que ocupó la Real Academia de la Historia en relación con los estudiosnumismáticos, no sólo durante el siglo XVIII, sino también hasta mediados del siglo XX, se de-bió a una suma sinérgica de hechos y principios. En primer, lugar se debe destacar el firmeconvencimiento que la Real Academia tenía sobre el singular papel que las monedas desempeña-ban en el conocimiento de la Historia de España; en segundo lugar, la Real Academia de laHistoria era un centro de discusión y de destino de un flujo de información numismática consi-derable, lo cual la llevó a mantener una incesante labor en este campo, mediante catalogaciones,informes y críticas; y, en tercer lugar, a la posesión de una colección monetaria que debía serordenada, catalogada y ampliada.

Todas estas circunstancias fueron las que, a lo largo de su existencia, propiciaron una atrac-ción y una estrecha vinculación de las personalidades con mayor proyección nacional e interna-cional en el campo de la Numismática con la Real Academia de la Historia, y motivaron su in-tervención, si bien es cierto con diferentes grados de implicación, en la gestación de los doscorpora de estudio, sistematización y clasificación de la monedas antiguas de Hispania más im-portantes de cuantos se han publicado en lengua española hasta época reciente.

El primero de ellos fue Antonio Delgado, elegido Supernumerario en 1846 y Anticuario entrelos años 1848 y 1867. Delgado publicó en el atardecer de su vida el libro Nuevo Método deClasificación de las Medallas Autónomas de España (1871-1876), de enorme repercusión en elárea de la numismática antigua de Hispania, por cuanto que fue el primer corpus exhaustivo deestas acuñaciones en lengua castellana, rellenando un vacío enorme; se imprimió poco despuésde que un amigo y tertuliano suyo, A. Heiss, publicara otro en lengua francesa, en 1870.

FIGURA 5.—Informe de L. J. Velázquez sobre de unlote de monedas de época romana (GN 1751/9).

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La elaboración de un catálogo exhaustivo de las emisiones antiguas de Hispania, sólo podíaser llevado a buen término por una persona con una excelente preparación humanística y unamente clarividente, que, además, tuviera contacto y conocimiento de las colecciones más impor-tantes existentes en la época. En este sentido se puede decir que la redacción de los diversoscatálogos de colecciones de monedas que hizo a lo largo de su vida constituyeron estadios des-tacados o, si se prefiere, ensayos y bases preliminares en la redacción de su obra maestra, elNuevo Método (Mora Serrano, 2004, 283-288).

En este sentido, es evidente la importancia de la experiencia y del conocimiento acumulado alo largo de los años por Delgado. En 1849 catalogó los fondos de la colección monetaria delPalacio Real; en 1852 tuvo acceso a la colección de García de La Torre (1852), en cuyo catálogoparticipó redactando la parte de las monedas islámicas; se ocupó de la clasificación de las mo-nedas de una de las más importantes colecciones privadas de la época, la del diplomático suecoGustav D. Lorichs, redactando y publicando en 1857 el catálogo que debía servir para su venta;y, como colofón y tarea propia de su cargo de Anticuario, catalogó las colecciones de monedasromanas, antiguas de Hispania (GN 1862/7) (Fig. 6) y las Arábigo-Hispanas (GN 1862/8 (7)) dela Real Academia de la Historia. Todos estos trabajos le obligaron a plantearse, en el caso de lasmonedas antiguas de Hispania, cuál era la mejor presentación para este tipo de materiales, cómoagruparlos en función de la presunta localización de las diferentes cecas, a las que dedicó uncorto comentario como introducción antes de comenzar la descripción de las monedas, y a uti-lizar la bibliografía más adecuada, de la cual da una muestra de su dominio en la censura delProntuario escrito por Don José de Viu (GN 1854/5(1)).

Los conocimientos que Delgado adquirió con el estudio, clasificación y publicación de variasextensas colecciones monetarias, unidos al empeño de formar en la Real Academia de la Historia

FIGURA 6.—Páginas del catálogo descriptivo de las monedas antiguas de Hispania conservadas en la RAH,redactado por A. Delgado, en 1862 (GN 1862/7).

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una colección de monedas en la que estuvie-ran representadas todas las diferentes emisio-nes acuñadas en España, contribuyeron a queDelgado pudiera llegar a ser una de las po-cas personas que tuviera una visión global yexhaustiva de la producción monetaria de laPenínsula Ibérica. Su extensa formación y elconcepto de autoridad en materia numismáti-ca que encarnaba fue lo que llevó al ministe-rio de Fomento a encargarle la redacción desendas obras, una sobre Monedas Autónomasy otra sobre Monedas Arábigas (GN 1864-1866/1(1)). Problemas de tipo presupuestario moti-varon que ninguna de las dos obras llegarana publicarse según estaba previsto, ya que unaversión de la primera se estampó en Sevilla,en tres volúmenes, a cargo del CírculoNumismático de dicha ciudad, en 1871, 1873y 1876. Por lo que respecta a la segunda obra,Monedas Arábigas, también encargada por elMinisterio de Fomento y que tampoco llegó apublicarse, a pesar de que se encontraba enun avanzado estado de elaboración (de ella seconservan en la RAH planchas y pruebas), hasido publicada recientemente por la Real Aca-demia de la Historia, más de un siglo despuésde su muerte, bajo la cuidada edición de A.Canto y T. Ibrahim (2001).

De esta época, el Gabinete de Antigüedades conserva una colección de xilografías de mone-das antiguas de Hispania, en diferentes estados de ejecución de grabado; algunas de ellas fueronutilizadas, aunque sólo fuera en pruebas. Es posible que estas xilografías deban relacionarse conalgún proyecto malogrado de A. Delgado, quizás con ese que el ministerio de Fomento le encar-gó sobre Monedas Autónomas.

No se puede cerrar el breve recorrido por el siglo XIX sin mencionar a Jacobo Zobel deZangróniz, amigo y discípulo de Delgado, como él mismo puso de manifiesto en la dedicatoriade su libro Estudio Histórico de la Moneda Antigua Española (1878). Aunque vinculado a laAcademia, en la que no llegó a ocupar la plaza para la que había sido elegido en 1878, fueCorrespondiente desde 1892 y se conservan diversos informes que emitió; su proximidad a lainstitución fue mucho menor, siendo publicada su obra más importante en Barcelona y Madrid,pero sin ningún nexo con la Academia.

La otra persona a la que vamos a referirnos, A. Vives y Escudero, fue el autor de una de laspublicaciones más brillantes de la Real Academia de la Historia en el campo de la Numismática.A. Vives y Escudero era, en 1894, una persona con destacados conocimientos de la Numismá-tica, como lo demuestra el hecho de que siendo Académico Correspondiente fuera propuestopara que formara parte, en calidad de Secretario y Ponente, de la Comisión constituida conel propósito de redactar un nuevo catálogo del Numario de la Real Academia de la Historia(GN 1894/1(2)) (Fig. 7).

La persona de Vives destacó por la calidad científica, la solidez de su trabajo y la repercusiónde sus estudios sobre la numismática de época antigua e islámica. En lo que al mundo antiguode Hispania concierne, Vives redactó y publicó, no sin dificultades y con alguna ayuda, el catá-logo de clasificación más importante, que ha sido de obligado uso y referencia hasta casi la ac-tualidad: La Moneda Hispánica (1924-1926) (Fig. 8). Si esta obra, que fue el fruto de toda una

FIGURA 7.—Minuta de oficio en la que se propone aA. Vives formar parte de la comisión que ha de redactar

el catálogo del monetario de la Academia.

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vida en contacto con las monedas y de ungran esfuerzo, llegó a materializarse fue poruna firme decisión de la Real Academia de laHistoria ya que, a propuesta del académicoAdolfo Herrera, la Corporación Literaria acor-dó la conveniencia de disponer de un corpusde moneda antigua de Hispania adecuado alos nuevos tiempos (Vives, 1926, VIII).

La elaboración de esta obra fue encargadaa A. Vives, quien desde hacía tiempo no sólodestacaba por sus conocimientos numismáticos,sino también por su capacidad para llevar acabo este proyecto. Vives disponía de unanutrida colección de improntas monetarias quehabía estado reuniendo de forma constante alo largo del último cuarto del siglo XIX y alque le había dado forma de álbum, como erahabitual en la época. Éste, contenía comocuerpo central la colección del valencianoRafael Cervera y Royo (Mora, 1997, 175-207),con adiciones de los tipos que faltaban pro-cedentes, básicamente, del monetario del Mu-seo Arqueológico Nacional y de la colecciónde don Pablo Bosch, aunque también recurrióa otras colecciones, como la de J. Botet y Sisópara rellenar los vacíos que todavía existían.Con este material redactó un Manual de Mo-neda Hispánica que presentó, sin éxito segúnrelata el propio Vives, a un concurso, en 1907(Vives, 1926, VIII).

En el prólogo de La Moneda Hispánica elpropio Vives narra que a partir de 1912 co-menzaron los trabajos de recopilación de vaciados de las mejores monedas de cada tipo, elegi-das de entre las colecciones que había visto y que continuaban estando accesibles; a las ante-riormente citadas, ahora pudo añadir las de Jordana y Sánchez de la Cotera (García-Bellido, Garcíade Figuerola, 1986).

Los principios empíricos que presidieron su método de trabajo le llevaron al examen continuoy pertinaz de las monedas, así como a la búsqueda de la mayor objetividad posible a la hora deexponer el material numismático. De su trabajo destaca la iniciativa de reproducir las monedas,en la medida de lo posible, mediante vaciados de escayola, lo cual suponía una novedad en lainvestigación y el coleccionismo español, que todavía estaba utilizando las improntas como for-ma casi exclusiva de registro monetario. Con esta nueva forma de documentación Vives tuvocomo propósito ofrecer una mayor imparcialidad a la hora de presentar las pruebas materiales,pues el lector siempre podría cotejar la descripción con la realidad, no con un dibujo o con unaimpronta. El uso de vaciados de escayola en la investigación monetaria, como un método fide-digno de registro y documentación, se encontraba plenamente extendido en las instituciones másadelantadas de la época con fondos monetarios, como la Bibliothèque nationale de France o TheBritish Museum.

Una serie de vicisitudes de muy diversa índole, personales, políticas y sociales retrasaron laredacción y la impresión de la obra, que se hizo por fases; la decisión de editarla se tomó enmarzo de 1914 (RAH-9-6411-62), los primeros presupuestos datan de mayo de ese año (RAH-9-6411-68 y 69) y en 1917 ya se había finalizado la estampación de las láminas, pero el texto de

FIGURA 8.—Portada del prólogo del libro de A. Vives,La Moneda Hispánica, publicado por la Real

Academia de la Historia, en el año 1926.

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su análisis y descripción sólo vio la luz en 1924, poco tiempo antes de que A. Vives falleciera(19/05/1925), sin darle tiempo a completar la redacción del Prólogo. Ante esta situación la RealAcademia de la Historia encomendó a Manuel Gómez-Moreno que se encargara de que se fina-lizara el proyecto que en su día la Academia encargó a Vives, aunque de forma póstuma, lo cualtuvo lugar en 1926.

El trabajo de Vives, encargado y patrocinado por la Real Academia de la Historia, es una muestrade que las apuestas pertinaces y a largo término pueden llegar a producir beneficios inconmen-surables, pues la obra de Vives ha constituido un hito histórico y ha sido, durante setenta años,catálogo de referencia esencial en la numismática antigua de Hispania.

LA COLECCIÓN EN LA ACTUALIDAD

En los informes y escritos diversos de los Sres. Académicos encontramos repetidas veces quelas monedas son un documento de trabajo para el conocimiento e ilustración de la Historia deEspaña. En este sentido deben entenderse las opiniones de personas tan relevantes como L. J.Velázquez (GN 1751/9), M. Pérez Pastor (GN 1759/2 (2)) o P. Rodríguez Campomanes, quien enun informe (GN 1791/2 (3)) escribía que el monetario era un “depósito muy precioso en sí, unornamento de la Nación y un fecundo apoyo de la verdad histórica”. Los principios que emanande las opiniones de estas personas tan destacadas en la vida de la Academia han sido los quehan venido auspiciando todas las actuaciones encaminadas a la formación de su numario, me-diante compras, intercambios, donaciones y legados.

El numario de la Real Academia de la Historia constituye en la actualidad una de las coleccio-nes más importantes de moneda antigua conservadas en España. Ha sido publicada íntegramentepor P. P. Ripollès y J. M. Abascal (2000), con la colaboración de los especialistas más destacadosde las universidades y centros de investigación españoles. Contiene 3742 piezas que se distribu-

FIGURA 9.—Contenido de las monedas antiguas de Hispania en el Numario.

indeterminadas100 = 2,6 %

griegas6 = 0,15 %

fenicio-púnicas402 = 10,3 %

latinas Ulterior115 = 2,95 %

ibéricas Ulterior414 = 10,6 %

ibéricas yceltibéricas801 = 20,6 %

provincialesromanas

2015 = 51,8 %

falsas39 = 1 %

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yen de forma bastante equilibrada entre casi todas las cecas que estuvieron activas en Españadurante la Antigüedad. En la colección de la Real Academia de la Historia la proporción de pie-zas acuñadas con anterioridad y con posterioridad al emperador Augusto (figs. 9 y 10) es similara las que encontramos en otros monetarios ingleses, franceses o suecos. Esta distribución no re-presenta necesariamente el volumen de emisión monetaria real de cada unos de los dos grupos,porque los monetarios tratan de poseer, por lo menos, una pieza por tipo, lo cual provoca, amenudo, que una ceca con un reducido volumen de emisión, pero con notable variedad de di-seños esté más representada que otra que acuñó gran cantidad de piezas, pero con menor diver-sidad de tipos. En este sentido, tenemos la impresión que la moneda acuñada en Hispania du-rante el período pre-imperial lo fue en cantidades superiores a la imperial.

Las monedas del numario de la Academia efectivamente ilustran la Historia de España. Elconjunto de monedas acuñadas en las colonias griegas de Emporion y Rhode está modestamenterepresentada, lo cual se explica no sólo por su rareza, sino también por su metal, ya que al serde plata no fue un tipo de moneda propensa a ser donada. En estas colonias griegas fue dondese produjeron las primeras emisiones en la Península Ibérica; ambas, pero especialmente Emporionfue un importante centro de difusión de influencias griegas entre los iberos. En el orden mone-tario debemos resaltar la gran repercusión quealgunas de sus emisiones (Fig. 11) tuvieron en-tre los nativos, especialmente durante la II Gue-rra Púnica, pues fueron imitadas con leyendasmuy diversas, en griego e ibérico, legible o no.

La presencia de los cartagineses y la contien-da militar, que motivó una abundante circulaciónde moneda, en un territorio en el que en lamayor parte de sus habitantes sólo en escasa me-dida habían visto lo que era una moneda, sedocumenta en el numario de la Academia con

FIGURA 10.—Reparto administrativo de las emisiones provinciales romanas en el Numario.

FIGURA 11.—Dracma de Emporion. Primera mitaddel siglo III a.C. (Catálogo, n.o 2) (2×).

ceca incierta6 = 0,3 %

falsas5 = 0,24 %

Lusitania137 = 6,8 %

Baetica688 = 34 %

Tarraconense1184 = 58,6 %

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las piezas que éstos acuñaron ennuestro territorio para pago del ejér-cito que debía contribuir a ejecutarun programa de conquista de carác-ter helenístico. Los diseños denotanel estilo de la época y el mensajepolítico y religioso que queríantransmitir los cartagineses (Fig. 12).

La mayor parte de las monedasque conforman el monetario de laAcademia pertenecen al período quese inicia con la presencia de losromanos, pues fue bajo su dominiocuando la Península Ibérica comen-

zó gradualmente a integrarse en el uso monetario en un proceso desigual en el tiempo y en elespacio entre la costa mediterránea y el interior.

La diversidad de pueblos que habitaron la Península Ibérica, se refleja en parte en la escrituraque utilizaron. De los testimonios epigráficos monetales se deduce que la lengua y la escriturafenicio-púnica fue ampliamente utilizada en un número relativamente elevado de ciudades yasentamientos localizados estratégicamente a lo largo de la costa mediterránea meridional (lám. 1),hasta una época tan tardía como el reinado de Tiberio en Abderay el de Claudio en Ebusus. Este grupo de acuñaciones es bastantenumeroso y contiene piezas singulares. Los tipos reflejan lasdivinidades que formaban parte del panteón religioso de cada unade las diferentes ciudades (Fig. 13), pero al mismo tiempo señalanlos intereses económicos que tuvieron sus habitantes.

Con la presencia de los romanos Hispania comenzó un lentopero imparable proceso de monetización. Un número elevado deciudades de la Ulterior comenzó a emitir moneda desde un mo-mento bastante temprano, pero utilizaron la escritura latina a dife-

rencia de lo que sucedió en otros lugares de la Penín-sula Ibérica, donde la presencia de los romanos pareceque favoreció el desarrollo de algunas característicasculturales propias. Sus diseños y sus pesos medios fue-ron bastante menos uniformes que en la Citerior. Pue-den servir de ejemplo las emisiones de Ilipa (Fig. 14),Carmo o las de Urso.

En la Ulterior, no todas las ciudades, sin embargo,utilizaron el latín como lengua vehicular, al menos noen exclusividad, pues además de la escritura púnica yaseñalada, en algunas localidades situadas en la Alta

Andalucía, como Obulco y Castulo (Fig. 15), utilizaronuna variedad de escritura ibérica, que conocemos conel nombre de Meridional. Ambas acuñaron una enormecantidad de monedas, reflejando con ello una impor-tante monetización de los habitantes de su territorio, coneconomías vinculadas a la agricultura y a la minería. Elelevado volumen de moneda que estas ciudades emi-tieron, junto con una mayor vinculación de los Sres.Anticuarios con el territorio que en la Antigüedad ocu-pó la provincia romana Ulterior debe explicar la eleva-da cantidad de monedas que de esta demarcación está

FIGURA 12.—Dishekel hispano-cartaginés.Hacia los años 237-227 a.C. (Catálogo, n.o 8) (2×).

FIGURA 13.—Unidad de bronce deMalaca. Siglo II a.C. (Catálogo,

n.o 267).

FIGURA 14.—As de bronce de Ilipa. Siglo II a.C.(Catálogo, n.o 422).

FIGURA 15.—Unidad de bronce de Castulo.Primera mitad del siglo II a.C.

(Catálogo, n.o 672).

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presente en el Numario, pues más de dos tercios de ellosprocedían de Andalucía (Almagro-Gorbea, 1999, 50-55).

En la Citerior las características monetales de sus emisio-nes fueron diferentes a las de la Ulterior y muestran una granpotenciación de su idiosincrasia cultural, que no pudo pro-ducirse más que por la tolerancia de Roma hacia sus mani-festaciones, siempre y cuando no alteraran sus planes deexplotación provincial. En el territorio más oriental la escritu-ra será la ibérica, como en Arse, Kelse o Iltirkesken (Fig. 16)y se mantendrá en uso en la mayor parte de las ciudadeshasta mediados del siglo I a.C.

Pero una de las características más particulares de las emisiones de la provincia Citerior es laemisión de denarios, de los que la colección de la Real Academia de la Historia está muy biennutrida, debido a la incorporación de diversos hallazgos y a constituir un tipo de moneda quese acuñó en cantidades bastante apreciables. Estas monedas, acuñadas siguiendo el patrón deldenario romano, han sido vistas durante un largo tiempo como una muestra de la moneda queutilizó Sertorio para financiar a su ejército durante la guerra de los años 80-72 a.C., especialmen-te las que se emitieron en la ciudad de Bolskan, por ser en ella donde Sertorio estableció sucapitalidad en Hispania. Esta percepción ha sido motivada, básicamente por el contenido de lostesoros que sus propietarios no pudieron recuperar por haber fallecido durante los difíciles años

de la guerra. Pero en la actualidad comenzamos adisponer de estudios monográficos de algunas de lascecas que integran la composición de estos tesoros,como son Arekorata y Turiasu, y la información queproporcionan alteran sustancialmente el panorama quehasta ahora se presumía como cierto. De los traba-jos de M. Gozalbes (2002) y de P. Otero (2002) sedesprende que las cecas anteriormente mencionadas,Turiasu (Fig. 17) y Arekorata, cuya presencia en lostesoros ocultos durante la época de las guerrassertorianas es bastante cuantiosa, ya habían desarro-llado toda o casi toda su producción de denarios,

dado que monedas procedentes de todos o casi todos lo cuños utilizados para emitirlas estándocumentados en los tesoros que se fechan en el último tercio del siglo II a.C. o muy a comien-zos del I a.C.

Una vez finalizado el conflicto sertoriano, todo parece indicar que la producción monetaria enla Península Ibérica se redujo considerablemente hasta el inicio del principado de Augusto, aun-que probablemente menos de lo que hasta ahora venimos considerando, pues cuando se estudiauna ceca a fondo no es difícil encontrar evidencias que permiten ir rellenando este vacío. Deesta época, el numario de la Real Academia de la Historia contiene una apreciable representa-ción y de todas ellas merece la pena destacar una pieza que se enmarca dentro de ese reducidonúmero de monedas que ejemplifican lo que estamos diciendo: se trata de un as emitido por losediles de la colonia de Saguntum (Fig. 18). Ciertamente, estapieza y otras similares que estaban conservadas en coleccio-nes privadas tenían fuera del cospel parte de la leyenda yen alguna de las que era legible había sido alterada. Fueprecisamente la moneda con leyenda retocada la que cono-ció e ilustró A. Heiss (1870, lám. XXVIII-18); en ella la palabraabreviada AED se acompañó de una abreviatura inventadaCVR, dando lugar a múltiples elucubraciones sobre la supuestaexistencia de aediles curules en Saguntum, en un momentoanterior a la obtención del estatuto jurídico de municipio. Sin

FIGURA 16.—Unidad de bronce deIltirkesken. Mediados del siglo II a.C.

(Catálogo, n.o 1.098).

FIGURA 17.—Denario de Turiasu. Siglos II-I a.C.(Catálogo, n.o 1.444) (2×).

FIGURA 18.—As de Saguntum.Hacia la década de los años 40-30 a.C.

(Catálogo, n.o 1.033).

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embargo, la existencia de otras piezas con una leyenda máscompleta ha permitido conocer que Saguntum, en torno ala década de los años cuarenta, obtuvo el estatuto jurídicode colonia (Ripollès y Velaza, 2002).

Por lo que se refiere a las monedas de la serie hispano-romana, el monetario contiene algo más de 2.000 ejempla-res, entre los que se encuentran algunos de una extraordi-naria calidad.

Globalmente considerada, la colección cumple con losrequisitos que establecieron quienes durante más de dossiglos se ocuparon de su formación; es decir, sirve a la historia de España recogiendo un elencode las principales emisiones de las diferentes ciudades y, al mismo tiempo, ilustra con claridad laevolución del sistema político y el proceso de formación de colonias y municipios.

Emerita es la mejor representada de las cecas lusitanas, con más de un centenar de ejempla-res. Gran parte de ellos pertenecen a emisiones de época de Tiberio que conmemoran la funda-ción de la ciudad bajo el principado de Augusto el año 25 a.C.; la imagen de las puertas deentrada a la colonia con un arquitrabe en el que figuraba el nombre de la nueva ciudad llegó aser todo un referente del proceso de fundación de nuevos núcleos urbanos en época augusteay, especialmente, de la desmovilización de efectivos militares tras las campañas militares en elnorte de Hispania.

Ese proceso de fundación de nuevas ciudades fue representado de forma repetida en lasmonedas de Caesaraugusta, otra de las colonias de tiempos augusteos y la ceca hispana conmayor volumen de emisiones.

En sus monedas aparece representado ocasionalmente un pontífice que con ayuda de unayunta de bueyes marca los límites del pomerium de la ciudad (Fig. 19), el surco sobre el quehabría de construirse la muralla, que constituye el principal nexo en el proceso fundacional conla leyenda de la fundación de Roma por parte de Rómulo. En este caso se trata de una monedadel reinado de Calígula en la que aparecen también citados los nombres de los duunviros, losmagistrados urbanos bajo cuyo mandato se acuñó esta magnífica pieza cuyo reverso resume deuna parte el nombre oficial de la ciudad en las abreviaturas CCA y de otra su forma de gobiernomediante duunviros.

Uno de los criterios en la formación de la colección fue el reconocer todos los tipos de ma-gistraturas y cargos con que se habían regido las ciudades hispanas de época romana. Las ins-cripciones conocidas en muchos casos desde el Renacimiento se hacían eco de duunviros y ediles,pero también de cuatorviros y de prefectos, por lo que aquellas piezas que probaban esa diver-sidad institucional reunían el máximo interés. La evidencia de la prefectura urbana se hacía evi-dente en las monedas de la colonia Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), que están presentes en elmonetario; de la misma ciudad hay una muy buena representación de las emisiones duunviralesde época augustea, no faltando las acuñadas entre los años 5 y 3 a.C., durante el consulado XIIde Augusto (Fig. 20), que contienen en el reverso, convenientemente abreviado, el nombre com-pleto de la ciudad, colonia Victrix Iulia Celsa.

La numerosa serie de Celsa, bien representada en la colección de la Academia con más decien ejemplares, incluye también uno de los tipos más polémicos para la historia antigua de España

por la presencia en su reverso de un magistrado de nom-bre L(icinio) Sura; recuérdese que Lucio Licinio Sura fue unade las personalidades de mayor prestigio político en la Romade comienzos del siglo II d.C. y que, aunque se aceptanormalmente su origen en Tarragona, esta moneda es unade las piezas necesarias para suponer que la familia proce-día del valle del Ebro.

Pero sin duda alguna, la ciudad hispano-romana mejordocumentada en el monetario es Carthago Nova, la actual

FIGURA 19.—As de Caesaraugusta deépoca de Calígula. 37-41 d.C. (Catálogo,

n.o 3.334).

FIGURA 20.—As de Celsa de época deAugusto. 5-3 a.C. (Catálogo, n.o 3.159).

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Cartagena, con más de 250 piezas que prácticamente cubrentoda su etapa antigua. De todas ellas, las más comunes enel monetario de la Academia y en el resto de las coleccio-nes son los ases y semises de los primeros tiempos augusteoscon reverso representando los atributos pontificales (Fig. 21).Esta emisión de Carthago Nova no contiene el nombre dela colonia pero tradicionalmente se vincula a las emisionesde esta ciudad en razón de la frecuencia de sus hallazgos yde la mención de los duunviros quinquenales, aquellos queejercieron su mandato en el año en que era necesario re-novar el censo urbano. Probablemente estamos ante una de

las más populares monedas de todo el sudeste peninsular en época augustea, hoy presente entodos los hallazgos al sur del Júcar y en su día una pieza de uso cotidiano y familiar entre loshabitantes de estos territorios. En su reverso, rodeados por los nombres de los magistrados, seencuentran los símbolos del pontífice máximo; no en vano esta moneda se ha relacionado conla muerte de Lépido el año 12 a.C., momento en que Augusto pasó a ser pontífice máximo deRoma.

En el monetario de la Academia se encuentranpiezas de casi todas las regiones peninsulares queemitieron moneda, aunque destacan especialmentelas de la antigua provincia Tarraconense, en laque había un mayor número de corresponsalesque hacían llegar las piezas a Madrid. Con fre-cuencia, esos envíos tenían carácter repetitivo enlo que se refiere a los tipos, como ocurría conalguna de las donaciones o adquisiciones de co-lecciones, pero a lo largo de más de dos siglosde formación del monetario hubo ocasión deacceder a ejemplares de muy buena calidad y no demasiado corrientes en los hallazgos arqueo-lógicos ocasionales.

Es el caso de la ceca de Osca (Huesca), sólo representada por 14 ejemplares, que tiene el inte-rés de presentar algunas piezas de extraordinaria calidad como un as de sus primeras emisiones(Fig. 22) cuyo anverso contiene los apelativos abreviados de la ciudad, urbs victrix, flanqueando elcaracterístico retrato masculino de corte romano, mientras el reverso mantiene aún la figura del ji-nete lancero a caballo propio de las series indígenas; esa mezcla entre la tradición iconográfica dela antigua ceca de Bolskan y los nuevos patrones que se imponen desde poco antes de los tiem-pos augusteos se observa bien en el empleo del exergo para contener el nombre de la ciudad.

No siendo numerosas en la colección, el poco más de medio centenar de monedas de Iliciincluyen algunos de los más hermosos ejemplares de la serie. Esta relativa escasez de monetariode la antigua colonia ilicitana choca si tenemos en cuenta que desde el siglo XVIII tenemos noticiasde hallazgos ocasionales en aquel lugar que, con cierta frecuencia, se enviaron a Madrid y con-cretamente a la Academia.

Los ases tiberianos de la colonia, poco más de unatreintena, incluyen ejemplares de muy buena calidad de dosseries de especial trascendencia histórica. La primera de ellaspresenta en el anverso las iniciales del nombre de la ciudad,colonia Iulia Ilici Augusta, el que resultó de su reorganiza-ción definitiva hacia el año 26 a.C. (Alföldy 2003, 35-57),flanqueando un altar en el que se lee SAL AVG (Fig. 23), unaclara referencia a la Salus Augusta como evidencia del plenofuncionamiento del culto imperial en la colonia en época deTiberio (14-37 d.C.).

FIGURA 21.—As de Carthago Novade Augusto. Hacia el año 12 a.C. (?).

(Catálogo, n.o 2.705).

FIGURA 22.—As de Osca. Quizá anterioral 27 a.C. (?). (Catálogo, n.o 3.197).

FIGURA 23.—As de Ilici, de épocade Tiberio (14-37 d.C.).(Catálogo, n.o 2.938).

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En esta ciudad se acuñaron también unos curiosos asesen cuyo reverso, en exergo, aparece la leyenda IVNCTIO;sobre ellas, dos figuras togadas se estrechan la mano a am-bos lados de un thymaterio; el anverso lo ocupa la efigie deTiberio y su titulatura completa (Fig. 24). Esa iunctio, unión,simbolizada en el apretón de manos, no puede ser otra cosaque una alusión a la concordia existente entre los dos ma-gistrados (duunviros) que simultáneamente regían la ciudad;nadie pondría en duda que entre dos magistrados existía laconcordia durante su ejercicio, pero si en Ilici llegaron a

simbolizarlo en una moneda es porque, probablemente, no siempre había sido así.El monetario contiene una buena serie de piezas contra-

marcadas que ya dimos a conocer exhaustivamente en sumomento (Ripollès y Abascal 2000). Entre ellas no podíanfaltar los ases de época de Tiberio de Saguntum cuyo re-verso ocupa una nave, una alusión directa al protagonismoque tenían los puertos de la Hispania romana y a la inten-sa relación con el mar de esta ciudad (Fig. 25).

Y para terminar con esta presentación de piezas signifi-cativas de la colección de monedas hispánicas haremos re-ferencia a una moneda de Clunia de época tiberiana que,si no única, sí contiene elementos de una especial relevan-cia. En el anverso se reconocen el rostro del emperador y sus títulos, mientras que el reversoestá presidido por la figura del toro que se generaliza en las emisiones del valle del Ebro y dealgunas ciudades fuera de este territorio.

Pero lo verdaderamente importante de esta moneda y de muchas de estas acuñaciones deClunia son sus contramarcas, los signos impresos después de la emisión propiamente dicha, queservían sin duda para facilitar la circulación de los ejemplares fuera de su ámbito geográfico otemporal habitual. En este caso, como es corriente en la ciudad, la contramarca del anverso esun jabalí corriendo hacia la derecha, mientras que en el reverso se representa únicamente lacabeza de ese jabalí.

El jabalí es una de las figuras clásicas del repertorio de los pueblos célticos, especialmentefrecuente en ámbitos de la Galia, y ligada también a las formas religiosas del área geográficapeninsular en que se ubica Clunia. Por eso, el que sobre una moneda de época romana aparez-ca estampado este jabalí debe considerarse una clara referencia a la fuerza de las tradicionesindígenas en la región.

En este punto parece obligado recordar las palabras de Tácito cuando se refirió a la procla-mación como emperador de Galba, precisamente en Clunia, el año 68 d.C. Dice Tácito que conesa proclamación imperial en Hispania se desveló el gran secreto del Imperio, es decir, que sepodía llegar al trono imperial desde fuera de Italia y sin pertenecer a una familia con tradicióndinástica.

En la práctica, para las élites locales de ascendencia indí-gena como las que gobernaban en Clunia, esto suponía laapertura de un horizonte de infinitas posibilidades de pro-moción en el que, obviamente, no hacía falta renunciar a lasseñas de identidad, esas mismas señas de identidad que enforma de jabalí desfiguran la cabeza del emperador en susemisiones monetales.

FIGURA 24.—As de Ilici, de épocade Tiberio (14-37 d.C.).(Catálogo, n.o 2.958).

FIGURA 25.—As de Saguntum de época deTiberio (14-37 d.C.), con contramarcaDD en reverso. (Catálogo, n.o 2.989).

FIGURA 26.—As de Clunia, de época deTiberio (14-37 d.C.), con contramarcas

en anverso y reverso. (Catálogo,n.o 3.711).

Pere Pau Ripollés y Juan Manuel Abascal LAS MONEDAS HISPÁNICAS

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LÁMINA 2.—Tremis de Chindasvinto de Mave (Aguilar de Campoo, Palencia), procedente del Tesorode La Grassa (Reus, Tarragona). Donación de D. Jaime Barcalli, 1818/11/28. (Escala: 6×).

Jesús Vico Monteoliva LAS MONEDAS VISIGODAS

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LAS MONEDAS VISIGODAS

JESÚS VICO MONTEOLIVA

Académico Correspondientede la Real Academia de la Historia

La colección de monedas visigodas de la RealAcademia de la Historia, publicada en 2002 porel Gabinete de Antigüedades (fig. 1)1, es, porsu número, la más reducida de las coleccionesde numismática hispánica de dicha Institución.Pero por su personalidad histórica, es de enor-me importancia, ya que documenta y represen-ta un periodo histórico, la corona gótica, iniciode una Hispania como país independiente, consoberanía propia y origen y prólogo de la mo-narquía asturiana y de las posteriores monar-quías cristianas peninsulares.

Para entender la moneda visigoda, debemoshacer unas breves consideraciones sobre la tra-yectoria histórica del pueblo visigodo.

Desde el siglo I a.C., se producen migracio-nes masivas procedentes del norte de Asia alnorte de Europa, debido principalmente a ladureza del clima, para desde allí, avanzar haciael mediodía y occidente, empujando a migracio-nes anteriores y pueblos autóctonos hacia cli-mas más cálidos (mapa 1)2.

El pueblo godo procedía de Escandinavia ydurante siglos avanzó hacia el Sur, asentándoseprimero en la costa meridional del Báltico, en-tre el Oder y el Vístula, ocupando después del200 las estepas del Norte del mar Negro y con-

1 J. VICO MONTEOLIVA, A. CANTO GARCÍA y F. MARTÍN ESCUDERO: Monedas Visigodas, Catálogo del Gabinete de Antigüedadesde la Real Academia de la Historia, II.1.2, Madrid, 2002, en adelante citado como MVRAH. A esta publicación pertenecentodas las imágenes de libros y documentos que aparecen en este artículo.

2 Mapa de las Invasiones y territorios de asentamiento de los pueblos germanos, siglos IV-V, en H. KINDER y W. HILGEMANN:Atlas Histórico Mundial, tomo I, Madrid, 1980, p.118.

FIGURA 1.—Catálogo de las Monedas Visigodas de laReal Academia de la Historia, publicado en 2002.

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virtiéndose en uno de los principales enemigos del Imperio Romano, siendo el pueblo que másveces intenta traspasar sus fronteras.

A principios del siglo IV, las diferentes tribus que componían el pueblo godo se dividen endos pueblos, los ostrogodos, que ocuparían las estepas entre el Dniester y el Don, y los visigodos,que harán lo propio con las tierras entre el Danubio y el Dniester, continuando con sus incur-siones en territorio romano.

El decadente Imperio Romano de la segunda mitad del siglo IV, con evidentes síntomas derelajación, debilidad y falta de disciplina en su ejército, amenazado por la irrupción hostil de unnuevo pueblo, el más salvaje de todos, los hunos, procedente de las estepas de Tartaria y de lasorillas del mar Caspio, admite a los visigodos como federados, acogiéndoles en las despobladastierras de Moesia, comenzando entre ambos pueblos una relación de amor-odio, alianzas yenfrentamientos que, en definitiva y para el tema que nos ocupa, dará como resultado que co-nozcan las ventajas y la calidad de vida de una civilización superior, como era la romana. Apartir de ese momento, su obsesión pasó a ser vivir como los romanos, imitándoles hasta en eldiseño de sus monedas.

En el año 395, muerto Teodosio el Grande, Alarico es proclamado primer rey de los visigodos.Ese mismo año se divide el Imperio en Oriente (Arcadio) y Occidente (Honorio) y nace Atila, elfuturo “azote de Dios”, rey de los Hunos. A principios del siglo V, entre los años 412 y 415,siendo rey Ataulfo (410-415), los visigodos entran en Hispania por primera vez y allí iban apermanecer durante 3 siglos3.

Además de la circunstancia anteriormente expuesta, los visigodos copian la moneda romanapara que sea admitida allá por donde fueren, ya que desde que cruzan el Danubio hasta que seestablecen definitivamente en Hispania, anduvieron 40 años por diversas provincias romanas, elIlírico, Italia y Galia4.

MAPA 1.—Mapa de las migraciones de los pueblos bárbaros.

3 Ataulfo fue el primer monarca visigodo en controlar parte del territorio hispano y también el primero en morir en él, yaque fue asesinado en Barcelona en el 415.

4 Hay que recordar que Alarico fue el protagonista del gran saqueo de Roma en agosto del 410, la primera vez que laantigua capital imperial era despojada de sus riquezas, siendo el botín tomado en esta ocasión el origen del legendariotesoro real visigodo. Después, se produjo el primer asentamiento “legal” de este pueblo en la Galia durante el reinado de

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Las monedas visigodas deimitación parece que comien-zan a acuñarse entre los rei-nados de los hermanos Teo-dorico II (453-466) y Eurico(466-484)5, es decir, en eltercer cuarto del siglo V. Elperfil de cualquiera de estosdos reyes, es el idóneo paraque esto ocurriese, aunquepor diferentes motivos, Teo-dorico II es el rey amigo deRoma6 y Eurico el primer reyprácticamente independientede cualquier poder exteriorromano7. Pero, sobretodo,hay que reconocer a este reyque dio un toque de moder-nidad y civilización al pueblovisigodo, creando un cuerpo legislativo, el Código de Eurico, donde se fundían tradiciones yderecho germanos y romanos, que permitirá que los visigodos sean gobernados por algo másque costumbres orales, dándoles identidad y personalidad propias, por lo que el gran San Isidorode Sevilla dejó escrito que “bajo este rey los godos comenzaron a tener leyes escritas, pues antesse regían sólo por usos y costumbres”8.

Las monedas visigodas, al igual que las de otros pueblos bárbaros, son en un principio imi-taciones más o menos burdas de monedas romanas de oro de la época, es decir, sólidos áureosde 4’54 grs. y tremisses o 1/3 de sólido de 1’513 grs., pertenecientes al sistema monetarioConstantiniano, como puede verse en un sólido áureo de Valentiniano III (425-455) y otros dosde imitación a nombre del mismo Emperador (fig. 2). Estas monedas visigodas no necesariamen-te fueron acuñadas en Hispania, ya que lo pudieron ser también en Aquitania o el Mediodíagalo, en esos momentos, el centro del poder visigodo, cuya capital era Toulouse (mapa 2)9. Aesta época corresponden, por ejemplo (fig. 3), un tremissis de Justino I (518-527) y tres imitacio-nes visigodas a nombre de Anastasio (491-518), Justino I y Justiniano I (527-565).

Hacia el año 570, en tiempos de la corregencia de los hermanos Liuva I y Leovigildo (568-573), la moneda visigoda adquiere personalidad propia, aunque continúa utilizando los patrones

FIGURA 2.—Sólido áureo de Valentiniano III (425-455)y dos imitaciones a su nombre. (Escala: c. 1,5×).

Walia (415-418), tras pactar con Constancio (416), que les convirtió en sus aliados, siendo su primera misión acabar conlos vándalos silingos, alanos y suevos que se encontraban en Hispania ilegalmente. Las victorias visigodas en Hispaniallevaron a modificar este primer pacto (foedus) y en 418 se les permitió asentarse de forma definitiva y con total autono-mía interna en las provincias de Novempopulonia y Aquitania Secunda (418), es decir, en la zona comprendida entre elLoira y Burdeos.

5 Hijos de Teodorico I (418-451), que aliado con el patricio romano Aecio, luchó contra los hunos de Atila, derrotándolesdefinitivamente en los Campos Cataláunicos (20 de junio de 415), donde murió defendiendo al Imperio, del que se sentíaparte integrante.

6 Teodorico II llevó a cabo una política totalmente prorromana, interviniendo en Hispania contra los bagaudas (454) y,sobretodo, para frenar el expansionismo de los suevos (456-457), además de promocionar al trono imperial al senadorEparquio Avito (456), antiguo colaborador de Aecio y buen amigo de la Casa de los Baltos. Teodorico II tenía comoobjetivo conseguir más influencia en Hispania y durante los años de su gobierno animó a parte de su pueblo a asentarseen diversas zonas peninsulares e incluso pasó a ejercer una importante influencia sobre el reino suevo de Galicia.

7 Eurico se aprovechó de la crisis final del Imperio de Occidente y aumentó la extensión de su reino galo hacia el Nortey el Este; primero pactó con Julio Nepote (475), consiguiendo que le reconocieran como frontera los ríos Loira y Ródano,y luego se apropió de la zona de Provenza al Sur del río Durance (476). Al mismo tiempo, empezó la ocupación efectivade Hispania en el 469, que culminó años después con el dominio de toda la Tarraconense, además de mantener guarni-ciones permanentes en localidades tan importantes como Mérida, por lo cual se le consideró el “primer rey de Hispania”.

8 J. ORLANDIS, Historia del reino visigodo español. Madrid, 1988, p. 112. Este Código será la base para posteriores desarrolloslegislativos, como la famosa Lex Romana Visigothorum que publicó su hijo Alarico II (506) y años después Leovigildo(568-586) hará de él una completa revisión y actualización, dando como resultado el llamado por ello Codex Revisus.

9 Mapa de los reinos germanos a finales del siglo V en la Europa Occidental, en F. HAYT, Atlas de historia universal y deEspaña, Madrid, 1989, p. 59.

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FIGURA 3.—Tremissis de Justino I (518-527) e imitaciones visigodas a nombre de Anastasio (491-518),Justino I y Justiniano I (527-565). (Escala: c. 2×).

MAPA 2.—Reinos de los pueblos germanos en el Occidente de Europa.

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de Roma y Bizancio. Se abandona la acuñación del sólido y desde entonces sólo se labrarántremisses, pero con un flan más fino y por lo tanto de mayor diámetro. En este periodo transicional,podemos establecer 4 grupos de monedas (fig. 4).

Al primero corresponde un tremissis o triente a nombre de Justiniano I, probablemente acuña-do en Ispali, con la victoria en reverso y leyenda más o menos degenerada de VICTORIAAVGVSTORVM, manteniendo la leyenda de ceca de la moneda bizantina original, CONOB, com-puesta por las tres primeras letras de CONSTANTINOPLA y las dos primeras de OBRYZUM, esdecir, oro fino.

En la segunda, aparecen leyendas sin ningún sentido, ya que pertenece a una serie de copiasde copias hechas por abridores de cuño que probablemente no sabían ni leer ni escribir.

En la tercera cabe incluir un tremis en cuyo anverso sigue figurando el nombre del Empera-dor de Bizancio10 y en el reverso y ésta es una gran novedad, el nombre del rey visigodo contítulo, es decir, LIVVIGILDVS REGIS.

Había tres funciones que eran exclusivas de un Emperador, la fundación de ciudades, lapromulgación de leyes y la acuñación de moneda de oro a su nombre. El cuarto tipo de mone-da es una clara expresión de soberanía, ya no de facto, sino de iure. En ella vemos que hadesaparecido el nombre del Emperador de Bizancio, pasando el del rey Leovigildo (que gobier-na en solitario del 573 al 586) al anverso. En el reverso, INCLITVS REX y continúa la victoria yla leyenda más o menos degenerada CONOB. La acuñación de esta serie, hacia el año 576, coincidecon la presentación de Leovigildo ante sus fieles, en trono y con vestimenta real, por lo quesupone el final del reconocimiento de dependencia de los Emperadores de Bizancio por partede los visigodos11.

FIGURA 4.—Tremisses del periodo transicional. (Escala: c. 2×).

10 Dado que lo importante de estas monedas era que apareciera el nombre del emperador como símbolo de que los visigodosreconocían la superioridad de la autoridad imperial, es indiferente el nombre concreto que aparece en ellas, de hecho esrelativamente habitual que el emperador al que se hace referencia ya hubiera muerto hacía años.

11 Las fuentes nos hablan de que Leovigildo organizó todo un nuevo ceremonial en la corte de Toledo que recordaba entodo al bizantino, un símbolo de la nueva situación de total independencia del reino visigodo, que Leovigildo completaráfundando ciudades (Reccopolis), legislando (Codex Revisus) y acuñando moneda de oro con su nombre, como unos añosantes había hecho por primera vez entre los reinos germanos el rey franco Teodeberto (534-548), un hecho tan excepcio-nal que aparece incluso recogido en la obra del historiador bizantino Procopio de Cesárea sobre la Guerra Gótica (bell.goth.,III,33), que lo define como algo absolutamente extraordinario y una usurpación intolerable de los derechos exclusivos delEmperador.

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Después de estas seriestransicionales, entramos enlos tipos que se van a repe-tir hasta el final de la monar-quía toledana y que, aunqueya tienen personalidad pro-pia, siguen copiando motivosde la moneda bizantina. Lostipos de anverso serán elbusto del rey, en diferentesmodalidades, de frente, deperfil, con o sin corona, lacabeza de Cristo, o los bus-tos del rey y su herederoasociado al trono, sujetandouna cruz. Los tipos de rever-so serán, básicamente, la vic-toria, también el busto delrey o una cruz en diferentesformas, habitualmente sobregradas, imitando las monedasdel bizantino Tiberio II Constantino (578-582) (fig. 5).

El tremis RAH n.o 2 a nombre de Leovigildo, con torso de frente y cabeza girada a derecha,contiene una leyenda muy interesante, DN LIVVIGILDVS REX, es decir DOMINVS NOSTERLIVVIGILDVS REX. La legitimidad de los monarcas visigodos es claramente dual, por una parte,son reyes de su pueblo y por otra su gobierno sobre Hispania tiene como base legal el foedusfirmado con el legítimo gobernante de este territorio, que no es otro que el Emperador romano,el Dominus Noster, que de hecho le nombra su delegado y representante en un territorio con-creto y por lo tanto los hispano-romanos le deben obediencia a través de esta delegación. Cuan-do Leovigildo rompe los últimos vestigios formales de subordinación al Imperio, es lógico queasuma este título, ya que con él se iguala al Emperador y de hecho se convierte en el herederode su poder legítimo en Hispania a ojos de los hispano-romanos. En el reverso, cruz sobre gra-das. En él vemos por primera vez el nombre de la ceca visigoda, en este caso EMERITA, seguidode la palabra VICTORIA, que sin duda hace referencia a la ocupación por los ejércitos de Leovigildode la católica Emérita, que había tomado partido por su rebelde hijo Hermenegildo12. Por lo tanto,podemos datar este tremis en el año 582.

En el segundo tremis, R.A.H. n.o 1, vemos busto de frente, nombre y título del rey en anver-so, es decir, LEOVIGILDVS REX. En reverso, epíteto IVSTOS referido al rey y leyenda de ceca,ELVORA. Esta tipología será la más abundante durante toda la monarquía visigoda, permanecien-do desde Leovigildo hasta Recesvinto. El origen de este tipo parece ser la asociación al tronopor Leovigildo de su hijo Recaredo I13, con los retratos de ambos monarcas, quedando el tipoinmovilizado durante más de un siglo, hubiera o no rey asociado.

FIGURA 5.—Tremisses del reino visigodo de Toledo con busto del rey o unacruz, habitualmente sobre gradas, imitando las monedas del bizantino

Tiberio II Constantino (578-582). (Escala: c. 2×).

12 Sin entrar en detalles en el complejo tema de esta rebelión y en sus muy especiales acuñaciones hay que decir queHermenegildo, asociado al trono en 573, se rebeló contra su padre poco después de casarse con la católica princesafranca Ingunda (579), teniendo como base de su poder la Bética, siendo apoyado por la tradicionalmente rebelde aristo-cracia hispanorromana de la zona, con la que se congració al convertirse al catolicismo. Leovigildo preparó lentamente sureacción, en 582 tomó Mérida y, desde allí, pasó a cercar Sevilla (583), donde Hermenegildo sólo recibió ayuda del reysuevo Mirón, que fue derrotado y se retiró a Galicia. En 584 Leovigildo entra en Sevilla y persigue a su hijo, que serefugia en Córdoba. Tras fracasar en su intento de conseguir ayuda de los bizantinos, Hermenegildo se rinde y es con-ducido prisionero a Valencia y luego a Tarragona, donde sería asesinado (585).

13 Recaredo fue asociado al trono junto a su hermano Hermenegildo en 573, pero su condición como único heredero deltrono sólo se consolidó tras la derrota definitiva del primero en 584 y debió ser a partir de este momento cuando em-pezó a acuñarse esta tipología del doble busto.

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Hacia el 653, Recesvinto (649/653-672) resta-blece el tipo Leovigildiano de busto a derecha ycruz sobre gradas que vemos en el tremis de laR.A.H. n.o 50, con topónimo TOLETO y queperdurará hasta el final de la monarquía, aunquealternando con otros tipos.

Ervigio (680-687), hacia el 680 o poco después,introduce un nuevo diseño, con marcada influen-cia religiosa, en el que aparece el busto de Cris-to de frente con nimbo crucífero y cruz sobregradas en reverso, que fue copiado y sensible-mente mejorado por el bizantino Justiniano II(685-695) pocos años después14 (fig. 6). Por pri-mera vez aparece en la moneda visigoda unbusto que no representa al rey, sino a Cristo, sinduda como ejemplo de la política del rey quebuscaba gobernar con el apoyo de los obisposy legitimar su poder como “ungido del Señor”,

como puede verse en las resoluciones del XII Concilio de Toledo (681), pretendiendo el reyaparecer como campeón de la ortodoxia y promotor de la unidad religiosa. Esta es una de laspoquísimas innovaciones en cuanto a diseño se refiere, de los visigodos.

Un tremis del reinado asociado de Egica y Witiza15 ofrece en el anverso los bustos enfrenta-dos de ambos monarcas con una cruz entre ellos, el nombre de Egica y el título de rey y laleyenda abreviada IN DEI NOMINE (fig. 7). En el reverso, el nombre de Witiza y las mismasleyendas abreviadas que en anverso y como motivo principal, el nombre de la ceca en monogra-ma, en este caso ISPALI. Esta es la otra innovación en cuanto a diseño aportada por los visigodos,ya que la ceca en monograma se encuentra aveces en moneda griega y romana, pero nun-ca como motivo principal. Esta moneda nosestá contando que, al no haber ley de suce-sión hereditaria, ésta era electiva, por lo queel rey elegía a su sucesor en vida, lo asociabaal trono y lo incluía en sus monedas para in-formar al pueblo que había un sucesor y quiénera, ya que no había otros medios de difusión.Esta circunstancia ocurre también en monedasde Bizancio, pero no lo encontramos en las deotros pueblos bárbaros16.

FIGURA 6.—Tremis. (Escala: c. 2×).

FIGURA 7.—Tremis del reinado asociado de Egica yWitiza, cuyos bustos aparecen enfrentados con una

cruz entre ellos en el anverso. (Escala: c. 2×).

14 Esta importante novedad tipológica precede en unos pocos años a la muy conocida inclusión de esta figura religiosa enla moneda bizantina por parte de Justiniano II (685-695) hacia el 692-695, considerada generalmente como la primerarepresentación de la imagen de Cristo en una moneda, que no es sino la plasmación en imágenes de las decisiones sobretemas iconográficos (representación de la figura de Cristo en el arte) tomadas tras la condena del Monotelismo (en Roma679 y Constantinopla 680/681) y completadas en el Concilio de Constantinopla (691/692) denominado Quinisextum o Trulano.Más datos en Ph. GRIERSON: Catalogue of the Bizantine coins in the Dumbarton Oaks Collection, Washington, 1993, vol.2/2, pp. 568-570 y en Ph. GRIERSON y M. BLACKBURN: Medieval European Coinage.1. The Early Middle Ages (5th-10th centuries),Cambridge, 1986, pp. 51-52.

15 El rey Egica (687-702) asoció al trono a su hijo Witiza hacia el 694/695, asignándole un gobierno regional (Galicia), paraluego llamarle a Toledo para recibir la unción regia el 15 de octubre del 700 e iniciar con él un verdadero gobiernoconjunto del reino.

16 La sucesión al trono fue el principal problema político del reino visigodo. Tras la extinción del linaje real de los Baltosa la muerte de Amalarico (531), conseguir el trono se convirtió en la obsesión de los grandes magnates y no dudaban enasesinar, conspirar o aliarse con extranjeros para conseguirlo. Tras el fracaso de crear una dinastía en la familia de Leovigildo,el problema del acceso al trono se convirtió en el principal del reino, por ello se reguló definitivamente en el IV Conciliode Toledo (633) mediante la oficialización de la elección pacífica del rey por los magnates del reino. Pero esta normativafue escasamente respetada tanto por los nobles, que se rebelaban frecuentemente, como por los propios monarcas, queintentaban forzar la sucesión hereditaria asociando al trono a uno de sus hijos, imitando lo que hacían los emperadores

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Centrándonos en la colección de monedavisigoda de la Real Academia de la Historia,diremos que su reducido número no significaque carezca de importancia, ya que como he-mos visto, el reino visigodo tenía un numera-rio monometálico y, aunque en una primeraépoca acuñan sólidos, desde Leovigildo hastaAchila17 sólo labran tremisses. La emisión demoneda, era, como hemos visto, más una ex-presión de soberanía y prestigio y un elementopublicitario o medio de difusión que la nece-sidad de fabricar un medio de pago, ya queseguían utilizando un numerario romano tan abundante que los visigodos podían haber pasadoperfectamente por la historia sin haber acuñado moneda. Otro testimonio de la utilización de lamoneda como medio de difusión es este tremis de Recaredo II (621)18, R.A.H. n.o 22 (fig. 8), quea pesar de que sólo reina unas semanas, quizás días, se emiten monedas a su nombre en 6ciudades distintas.

Otro ejemplo de esta utilización puramente propagandística son las acuñaciones a nombre deIudila y Suniefredo, dos rebeldes a la autoridad real que no consiguieron acceder al trono, peroque, tras rebelarse, lo primero que hicieron fue acuñar moneda como signo inequívoco de sobe-ranía, por lo que su existencia prácticamente sólo la conocemos por las monedas que acuñaron19.

En la actualidad se conservan en monetarios públicos y privados de todo el mundo, millonesde monedas romanas y griegas, cientos de miles de monedas bizantinas, pero sumando todos losejemplares de moneda visigoda conocidos, no se superarían los 10.000, por lo que la cantidadde piezas existentes en el monetario de la Real Academia de la Historia, 54 ejemplares auténti-cos20, está razonablemente proporcionada con la de otras series, siendo, por cantidad y por laproporción de piezas de especial relevancia que alberga, una de las 10 mejores colecciones delmundo en instituciones públicas. Además, tras el lamentable expolio del Museo Arqueológico Na-cional de Madrid durante la Guerra Civil, en que desapareció la más importante colección demoneda visigoda que había en España, es una de las tres más importantes de nuestro país, juntocon las del Instituto de Valencia de Don Juan y la del Gabinete Numismático de Cataluña.

FIGURA 8.—Tremis de Recaredo II (621),Catálogo R.A.H., n.o 22. (Escala: 2×).

bizantinos. Hay que recordar que en Bizancio tampoco existía ley de sucesión y los gobernantes intentaban asegurar unasucesión dinástica a través de la asociación al trono de uno o varios familiares, siendo el principal medio de informar ala sociedad de ese hecho la acuñación de moneda a nombre de los nuevos coemperadores, convirtiéndose este métodoextraordinario de sucesión por asociación en una costumbre, en especial entre los Heráclidas, siendo también el modeloelegido por los monarcas visigodos para intentar hacer hereditaria la corona. Las primeras asociaciones al trono en laEspaña visigoda de las que tenemos noticias se dan en la segunda mitad del siglo VI, son las de Liuva I con su hermanoLeovigildo y las de éste con sus hijos Hermenegildo y Recaredo. Posteriormente conocemos el caso de Suintila (621-631),que asoció al trono a su hijo Recimero, hecho que fue incluso aplaudido por San Isidoro, pero que no tuvo consecuen-cias debido a que unos años después Suintila fue destronado por una revuelta nobiliaria, muestra de que los magnates noaceptaban de buen grado la sucesión hereditaria. De todas estas asociaciones no nos ha llegado ningún documento numismático,por lo que hay que esperar a la segunda mitad del siglo VIII para que un nuevo monarca, el enérgico Chindasvinto (642-653), coloque en la moneda el nombre de su hijo y rey asociado, Recesvinto (649), junto al suyo, compartiendo ambosel poder hasta la muerte del primero (653) y sucediéndole el segundo de forma pacífica. El último ejemplo de estasasociaciones al trono es el ya comentado de Egica y Witiza.

17 Tras la derrota y muerte de Rodrigo ante los musulmanes (711) los visigodos tuvieron un último monarca, Achila, queacuñó moneda en el Noreste hispano, en concreto en la Tarraconense y en Narbona.

18 Hijo del rey Sisebuto, probablemente fue asociado al trono por su padre siguiendo la tendencia «imperializante» de lamonarquía visigoda y parece ser que era muy joven cuando accedió al poder y murió poco tiempo después que supadre, como él en extrañas circunstancias.

19 Iudila (hacia 631-633): Es muy probable que perteneciera a la facción que apoyaba a Suintila y que se opusiera a lasambiciones regias de Sisenando, formando un núcleo de resistencia en la zona Suroeste del reino. Las fuentes oficialesreconocen una gran inestabilidad en el reino entre el 631 y el 633, hasta que Sisenando consiguió consolidar totalmentesu posición y convocar el IV Concilio de Toledo. De estas fechas es la ocultación del famoso tesoro de La Capilla, conmás de 1.000 trientes áureos, que seguramente pertenecían a un miembro de la alta nobleza partidario de Iudila. Suniefredo(hacia 700-701/2): Prócer rebelde contra el rey Egica que, aprovechando el malestar reinante por las epidemias de pestey la creciente tensión social, consiguió hacerse con el control de la urbe regia durante un tiempo, acuñando en ellamoneda a su nombre en Toledo.

20 Leovigildo (2), Recaredo I (14), Liuva II (1), Witerico (3), Sisebuto (1), Recaredo II (1), Suintila (7), Sisenando (3), Chintila(4), Tulgan (2), Chindasvinto (10), Recesvinto (3), Ervigio (1), Egica (1), Witiza (1).

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El Reino Visigodo, estaba dividido en seisprovincias (mapa 3): Baetica, Carthaginensis,Gallaecia, Lusitania, Narbonensis y Tarraco-nensis. Sorprende la enorme cantidad de ta-lleres monetarios o cecas activas que había enel reino visigodo, especialmente en Galicia yen la Lusitania Bracarense, pues, hasta la fe-cha, conocemos 100, de las cuales 30 estánpresentes en la colección de la Real Acade-mia de la Historia. Esta abundancia de talle-res monetarios plantea una enorme dificultadpara su identificación y localización. Afortuna-damente, cada provincia acuña en todas suscecas con un estilo propio perfectamentedistinguible, aunque a veces localidades limí-trofes de otra provincia pueden seguir eseestilo, lo que nos permite situar una ceca delocalización incierta en una zona determinada.

La colección de la Real Academia de la His-toria, contiene 18 piezas de singular importancia, 11 de ellas únicas y 7 de las que no se cono-cen más de 3 ejemplares.

Los ejemplares únicos son los siguientes (fig. 9 a 12):

N.o 4, Recaredo I (586-601), Tarraco (fig. 9). Único ejemplar conocido con tipología de laCarthaginense, en lugar de los tipos propios de la Tarraconense. Donada a la Academia en 1786por el capitán del regimiento de Mallorca, D. Enrique García.

Las otras 10, proceden del hallazgo de La Grassa y fueron donadas a la Real Academia de laHistoria en 1817 por D. Jaime Barcalli.

N.o 20, Witerico (603-610), Lauruclo (fig. 9). Taller incierto de la Gallaecia ubicado probable-mente en la comarca orensana de Valdeorras y en la calzada que unía Braga con Astorga, en la

vía XVIII del itinerario de An-tonino. Es el único ejemplarconocido con este topónimo.

N.o 27, Suintila (621-631),Astorica, Astorga, León (fig.9). La antigua Asturica Au-gusta, sede de los asturesaugustanos. Única monedaconocida con este topónimo.La mayoría de los autorescoinciden en identificar Asto-rica y Asturie como la mismaceca ya que Asturica Augustaera la capital de Asturie. Enel Catálogo de Monedas Visi-godas de la Real Academia dela Historia nos permitimosplantear una incógnita a estaidentificación de ambas leyen-das para una misma ceca y

MAPA 3.—Reino Visigodo, dividido en seis provincias:Baetica, Carthaginensis, Gallaecia, Lusitania, Narbonensis

y Tarraconensis.

FIGURA 9.—Monedas únicas de la colección de la Real Academia de la His-toria: Recaredo I de Tarraco; Witerico de Lauruclo y Suintila de Astórica

(Catálogo RAH, n.o 4, 20 y 27). (Escala: 2×).

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FIGURA 10.—Monedas únicas de la colección de la Real Academia de la Historia:Sisenando, Chintila y Tulgan (Catálogo RAH, n.o 30, 34 y 38). (Escala: 2×).

FIGURA 11.—Monedas únicas de la colección de la Real Academia de laHistoria: Chindasvinto, de las cecas de Mave, Saldaña y Orense (Catálogo

RAH, n.o 39, 40 y 43). (Escala: 2×).

localidad, habida cuentade la diferencia de gra-fía entre una y otra, queno se puede considerarcomo una evolución delnombre del taller, alhaber emitido con elnombre de Asturie, Re-caredo I y Chindasvintoy con el nombre de As-torica Suintila que cro-nológicamente, reinóentre ambos. Por ello, laubicación de Astoricano ofrece dudas, peroquedaría por definir aqué localidad correspon-de el topónimo de Astu-rie, que entendemos quepuede referirse a algunapoblación de los astures

tramontanos que habitaban el norte de la cordillera cantábrica.N.o 30, Sisenando (631-636), Narbona (fig. 10). Es el único ejemplar conocido con esta com-

binación rey-ceca, aunque hay noticias confusas de la existencia de otro ejemplar en la colecciónreal de Isabel II, del que desconocemos su paradero o incluso si realmente existió.

N.o 34, Chintila (636-639), Mave (fig. 10). Taller de la Cartaginense, situado al sur de Aguilarde Campoo, a orillas del Pisuerga, con muy poca producción y en el que se acuña sólo a nom-bre de 4 reyes.

N.o 38, Tulgan (639-642), Laetera (fig. 10). Pagus de la diócesis de Braga, actual Ledra, en elConcejo de Mirandela. Conocemos 1 ejemplar de Witerico, 3 de Sisebuto, 1 de Suintila y éste deTulgan.

N.o 39, Chindasvinto (642-653), también de Mave (fig. 11 y lám. 2).N.o 40, Chindasvinto, Salda-

nia (fig. 11), actual Saldaña, enPalencia. Ciudad de origen in-dígena situada en la fronteracon Cantabria, conquistada porLeovigildo probablemente du-rante la campaña del 574.

N.o 43, Chindasvinto, Au-rense. Actual Orense (fig. 11).En esta pieza se puede apre-ciar el más puro estilo de laspiezas labradas en Gallaecia.

N.o 45, Chindasvinto, Frau-cello (fig. 12). Topónimo delocalización incierta. Probable-mente se trate de una parro-quia sufragánea de la Diócesisde Astorga.

N.o 47, Chindasvinto, Petra(fig. 12). Piedrafita, en León,

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parroquia de la Diócesis de Astorica, menciona-da como PETRA SPERANTI en las listas de losConcilios de Braga.

Existe una gran cantidad de documentación so-bre la colección en los Archivos del GabineteNumario, la Comisión de Antigüedades, Actas deSesiones de la Real Academia de la Historia yfondos de la Biblioteca. Todo ello ha permitidoel rastreo y recopilación de datos sobre la proce-dencia de casi todos los ejemplares, lugares dehallazgos y otras noticias relacionadas no sólo conlas monedas visigodas de la Real Academia de laHistoria, sino también con otras colecciones pú-blicas y privadas. Pocas colecciones monetarias ogabinetes numarios estarán en posesión de unaporte documental semejante21.

La mayoría de las piezas proceden de hallaz-gos de los siglos XVIII y XIX. La labor llevada acabo por la Real Academia de la Historia en eldesempeño de sus funciones de salvaguarda del Patrimonio español queda en relieve por el aciertode sus miembros y colaboradores en la adquisición, gestiones e intervenciones que condujeron ala paulatina formación de este monetario. No olvidemos que, en esa época, todavía los gober-nantes o la administración no se habían hecho cargo de la defensa del patrimonio histórico yque los únicos guardianes eran instituciones no gubernamentales, como la Real Academia de la

Historia en España y coleccio-nistas y estudiosos, de formaaislada.

La primera noticia de la serievisigoda la encontramos en do-cumentación del Gabinete Nu-mario con fecha de 1751 (fig.13), donde se citan 21 piezas delhallazgo de Garrovillas, Cáceres,remitidas a la Real Academia dela Historia por el Marqués de laEnsenada, devolviéndose 7 deellas por estar duplicadas22. Nue-vas noticias sobre este asunto,las encontramos en las memoriasde la Real Academia de la His-toria de 179623.

En 1817 se produce la apor-tación más importante al mone-tario de la Academia con la do-nación por parte de D. Jaime

21 Buena parte de esta interesante documentación está publicada en el Apéndice del Catálogo de las Monedas Visigodas,donde se registran, extractan o publican un total de 271 documentos que nos detallan la historia de la Colección.

22 Datos sobre este hallazgo (realizado en 1731) y donación de parte de las piezas a la R.A.H. en MVRAH, Apéndice Docu-mental n.o 1, 15 y 129.

23 “Noticia histórica de la Real Academia de la Historia. Principio y Formación del Monetario”, en Memorias de la Real Aca-demia de la Historia, tomo I, Madrid, 1796, pp. CV-CVI.

FIGURA 12.—Monedas únicas de la colección de laReal Academia de la Historia: Chindasvinto, de lascecas de Fraucello y Petra, Piedrafita (Catálogo RAH,

n.o 45 y 47). (Escala: 2×).

FIGURA 13.—Documento de 1751 referente a 21 piezas del hallazgo deGarrovillas, Cáceres, remitidas a la Real Academia de la Historia por el

Marqués de la Ensenada.

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Barcalli, canónigo de la Santa iglesia catedral de Tortosa, de 22 monedas procedentes del hallaz-go de La Grassa, en Tarragona. Existe una documentación muy amplia sobre este caso24. Al pa-recer, el Tesoro fue encontrado en una viña en diciembre de 1816, dentro de un recipiente ojarrita de bronce de uso litúrgico (fig. 14), cuyo contenido era de unas 800 monedas visigodas,de las que 200 fueron vendidas en Barcelona y 600 fueron a parar a un platero de Reus. D.Jaime Barcalli tuvo noticias del asunto cuando ya habían sido fundidas unas 400. Pidió examinar-las y, dando noticia de ello a la Real Academia de la Historia, adquirió 22 piezas de especialrelevancia, 10 de ellas únicas, procediendo seguidamente a su donación. D. Jaime Barcalli fuenombrado miembro correspondiente de esta Real Academia. A su vez, también dió noticias deeste hallazgo D. Jose María de Cabanes25, quien donaría el recipiente donde fueron encontradasy que, tal y como había ocurrido con Barcalli, la Real Academia le nombró miembro correspon-diente de la misma. La importancia de este hallazgo y su penosa conservación llevó a la Acade-mia a encargar un informe al entonces Anticuario, José Antonio Conde, que realizó un gran tra-bajo, donde además de dar precisiones sobre determinadas piezas, hace una encendida defensade la integridad de los hallazgos monetarios y sus palabras sobre la responsabilidad de las auto-ridades, los mecanismos de compensación y recompensa de los hallazgos fortuitos (o no), no haperdido nada de su valor y conserva su vigencia, como puede verse en este extracto: “... Lasabiduría del Govierno debería prevenir y evitar la ocultación, ruina y acabamiento de estos pre-ciosos restos de la antiguedad, ordenando premios competentes generosos o a lo menos justos a losinventores y manifestadores de estos hallazgos, quantas preciosidades de esta clase de monumen-tos ha hecho desaparecer la codicia por temor de las leyes fiscales demasiado avaras y malenten-

FIGURA 14.—Documentación de D. Jaime Barcalli y jarrita litúrgica que conteníael tesoro de La Grassa, en Reus, Tarragona.

24 Sobre este hallazgo ver X. BARRAL I ALTET, “Contribución al estudio de la circulación monetaria de los Visigodos: El hallaz-go de La Grassa (Tarragona)”, Actas I Congreso Nacional de Numismática, Zaragoza 1972; Numisma 120-131 (1973-1974),pp. 331-350, y La circulation des monnaies suèves et visigothiques. Contribution à l’histoire economique du royaume visigot,Munich, 197, pp.117-124. Además existe numerosa documentación en la Academia, citada en MVRAH pp.43-50, y el textodel propio J. BARCALLI, “Informe sobre un hallazgo de monedas visigodas ocurrido en Tarragona. Contestación de JoséAntonio Conde”, en Memorias de la Real Academia de la Historia. Tomo VI, Madrid, 1821.

25 J. M.a CABANES, Disertación sobre las ochocientas monedas de oro halladas en el año 1816 en el partido de Grassa, provin-cia de Tarragona. Ms. 15 páginas. en el Archivo de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. Otra copia en laAcademia de la Historia. Fondo Fita 9-7567 (33-2) II, 1.

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didas!, el valor especifico de oro uplata suele ser muí poco y la im-portancia de tales monumentos an-tiguos es incalculable para conoci-mientos y luz de la historia de lospueblos y de las artes de cada tiem-po: es mui fácil representar y sub-tituir igual masa y cantidad metá-lica por preciosa que sea, la de undeposito de los que alguna rara vezsuele ofrecer la fortuna, pero esciertamente imposible el restituir alas artes y a la historia de los pa-sados tiempos una pieza de oro uplata que se derrite...” 26.

En 1829 se produce el Hallaz-go de Jerez de los Caballeros, enBadajoz, de 24 monedas de Leo-vigildo y Recaredo, de las que 5llegan a la Real Academia de laHistoria27.

Además de estas importantes in-corporaciones, podemos destacar lacomplicada adquisición de la colec-ción del Marqués de la Cañada en1770, existiendo abundante docu-mentación sobre otras donacionesy adquisiciones e incluso sobre al-guna operación de cambio. Como ejemplo de estas operaciones tenemos la documentación dedon Antonio Mateos Murillo28, que en 1785 informó a la Junta (1 de abril) que “...havía cambia-do dos monedas de oro de Recaredo y Recesvinto acuñadas en Toledo que existían en el Moneta-rio de la Academia duplicadas por otras del propio metal del que careciamos, batidas en Méridapertenecientes a Sisenando y Recesvinto“ 29.

Al igual que otras partes de este monetario, la serie visigoda ha sido objeto de diferentesintentos de catalogación. Los primeros trabajos en los que se utilizan las monedas visigodas dela Real Academia de la Historia son las obras de Luis José de Velázquez (fig. 15) y del padreFlórez en el siglo XVIII y, en el XIX, las de D. Aureliano Fernández Guerra, Anticuario de laReal Academia de la Historia, Alvaro de Campaner y especialmente, Alois Heiss, que aunque nocompleto (fig. 16), hace algo parecido al primer catálogo de la colección30, del que la Real Aca-

FIGURA 15.—Obra de Luis José de Velázquez, Marqués de Valdeflores,sobre las monedas visigodas.

26 Ver texto completo en MVRAH, apéndice documental n.o 92, cuya lectura tuvo lugar el 21 de agosto de 181827 Más datos en MVRAH, pp.50-53, donde se cuenta con detalle las numerosas peripecias que tuvieron que seguir estas

monedas hasta que por fin cinco terminaron en la Real Academia de la Historia, una por donación directa y otras cuatrocedidas por el rey Fernando VII.

28 Antonio Mateos Murillo tuvo en la Academia los cargos de Censor (1758, 1774-1787), Tesorero (1787-1791) y fue, además,el primer Bibliotecario (1787-1791)

29 Ver texto en MVRAH, apéndice documental n.o 13 y 195.30 L. J. VELÁZQUEZ DE VELASCO, Congeturas sobre las medallas de los reyes Godos y Suevos de España. Málaga, 1759; E. FLÓREZ,

“Tratado de las monedas de los Reyes godos”, Medallas de las Colonias, Municipios y Pueblos antiguos de España hastahoy no publicadas, tomo III, Madrid, 1773; A. FERNÁNDEZ GUERRA Y ORBE (Manuscrito), Los visigodos no tuvieron sistemasmonetarios peculiares en España, aceptando para el comercio y contratación la moneda romana y bizantina, 1873, basede la posterior publicación con Eduardo Hinojosa de la Historia de España desde la invasión de los pueblos germánicoshasta la ruina de la monarquía visigoda, Madrid, 1891; A. CAMPANER Y FUERTES (1866), “Descripción de algunas monedas

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FIGURA 16.—Publicación y plancha de cobre para una lámina de la obrade Aloïs Heiss, Monnaies des... Rois Wisigoths d’Espagne, Paris, 1872.

demia de la Historia conservalas planchas de cobre utilizadaspara la impresión de las lámi-nas. Las publicaciones más com-pletas de los fondos de la co-lección las harían, ya en el sigloXX, Mateu y Llopis en 1936 yGeorge Miles en 195231.

La edición en 2002, por ini-ciativa del Académico Anticua-rio, D. Martín Almagro Gorbea,del Catálogo de “Monedas Visi-godas” conservadas en el Gabi-nete de Antigüedades, cuya au-toría tuve el honor de compartircon D. Alberto Canto García yDña. Fátima Martín Escudero,supone la realización de la obradefinitiva sobre la serie visigodadel monetario de la Real Acade-mia de la Historia, en la que,además de una minuciosa cata-logación, se publica toda la in-

formación de carácter historiográfico encontrada y se aportan los resultados de análisis de mi-croscopía electrónica realizados a todas las monedas auténticas o falsas, con objeto de ofrecer lainformación más completa posible.

Al hablar de monedas visigodas, es inevitable hacerlo también de sus falsificaciones. Ademásde los 54 tremisses visigodos auténticos, la colección de la Real Academia de la Historia alberga15 piezas falsificadas32.

La enorme simplicidad y sencillez de diseño, unido a su escasez, hace que la moneda visigodahaya sido y siga siendo una de las series más falsificadas de la historia de la numismática. Bastapara ello comparar un tremis de Roderico (710-711) auténtico y tres falsificaciones distintas, dosdel siglo XIX y una del XX (fig. 17), de las que la primera de ellas, es la R.A.H. n.o 69.

La simplicidad de la que hablábamos, hace que la moneda visigoda nos de muy pocos datospara comprobar su autenticidad. Mateu y Llopis, escribía “el primer problema que encontramosal estudiar la moneda visigoda es el de las falsificaciones”33 y D. José Amorós, director del Ga-binete Numismático de Cataluña y también especialista en la materia, fue más explícito, al decir“en las monedas visigodas hay que hacer cuatro grupos, auténticas, auténticas dudosas, falsas yfalsas dudosas”34.

Los grandes especialistas no se han puesto de acuerdo en muchos casos sobre la autenticidadde determinadas monedas (fig. 18). Un tremis de Witterico (603-610), acuñado en Córdoba, R.A.H.n.o 18, fue condenado por Heiss y rehabilitado acertadamente por Beltrán Villagrasa y GómezMoreno. Otro a nombre de Recaredo (686-601), ceca de Barcelona, R.A.H. n.o 60, fue bendecido

godas no conocidas por el P. M. Enrique Flórez”, Memorial Numismático Español, Tomo I (1866), “Descripción de algunasmonedas godas no descritas o dibujadas hasta ahora”, Memorial Numismático Español, Tomo III (1872-1873); A. HEISS,Description générale des monnaies des Rois Wisigoths d’Espagne, Paris, 1872.

31 F. MATEU Y LLOPIS, Catálogo de las monedas previsigodas y visigodas del Gabinete Numismático del Museo ArqueológicoNacional, Madrid, 1936; G. C. MILES, The Coinage of The Visigoths of Spain. Leovigild to Achila II, New York. 1952.

32 Amalarico (1), Agila (1), Leovigildo (2), Hermenegildo (1), Recaredo I (2), Liuva II (2), Sisebuto (1), Chindasvinto (1),Chindasvinto-Recesvinto (2), Recesvinto (1), Rodrigo (1).

33 MATEU Y LLOPIS, Catálogo..., op. cit., p.395.34 J. AMORÓS, “Rectificaciones”, Numisma, 8 (1953), pp. 6-16.

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por Heiss, Mateu y Llopis y Miles, puesto en duda por Beltrán Villagrasa y ha resultado ser fal-sificado35.

Esto es sólo un pequeño ejemplo de la disparidad de criterios que ha habido y que indica laenorme dificultad que entrañaba la expertización de moneda visigoda, con los pocos medios quetenían estos ilustres investigadores para poder efectuar un dictamen y que no eran otros que lavista, el tacto y la comparación con otras piezas de procedencia no dudosa, como puede ser unhallazgo.

El avance de la tecnología ha hecho que cadavez las monedas falsificadas sean más fieles a lasauténticas, pero este avance tecnológico tambiénnos ha proporcionado nuevos métodos de detec-ción de monedas espúreas, que aún sin ser con-tundentes en la mayoría de los casos, unidos a lossistemas tradicionales, nos permiten diferenciar lasfalsificaciones con un mayor índice de aciertos y,en muchos casos, con absoluta rotundidad.

Estas nuevas técnicas, microscopía electrónica debarrido y analizador de energía dispersiva de rayosEDX, las hemos aplicado a todas y cada una delas monedas visigodas de la Real Academia de laHistoria para contrastar su autenticidad o falsedady los resultados están publicados en la obra36.

Al hablar de moneda falsa, hay que hacer dosgrupos totalmente distintos: la moneda que se fal-sificó en la época para ser utilizada como mediode pago y la fabricada modernamente para enga-

FIGURA 17.—Tremis de Roderico (710-711) auténtico y falsificaciones del siglo XIX y del XX. (Escala: 2×).

35 Bibliografía concreta sobre los debates de falsedad-autenticidad en las fichas de cada una de estas monedas en MVRAH.36 Ver especialmente las páginas 77-82, donde aparece el análisis metálico detallado (oro, plata, hierro, cobre) de las 69

piezas que componen el Catálogo.

FIGURA 18.—Monedas visigodas de la Real Academiade la Historia de autenticidad discutida

(Catálogo, n.o 18 y 60). (Escala: 2×).

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ñar a investigadores, colec-cionistas o comerciantes. Enla imagen de la figura 19 sepueden ver 3 monedas falsasde época, Recaredo (586-601)-Monecipio, Liuva II (601-603)-Ispali y Egica (687-702)-Cesaragusta.

Esa simplicidad de diseño,de la que hablábamos antes,preocupó ya a los gobernan-tes visigodos ante la más queprevisible posibilidad de quesu numerario fuese falsifica-do, hasta el punto de dedi-car 5 leyes a esta prácticadelictiva en el Liber Iudicio-rum, última recopilación le-

gislativa de la España visigoda, hecha en el reinado de Recesvinto (653-672) y que perduraría enla España medieval con el nombre de Fuero Juzgo 37. Se sancionaba con severidad a quien acu-ñara moneda falsa, amenazando con la tortura y premiando la delación38. Aún así, no consiguie-ron su propósito.

El segundo grupo, lo componen las monedas fabricadas en época moderna, también de for-ma fraudulenta, imitando monedas auténticas, pero ya no para utilizarlas como medio de pago,sino para engañar a quien desea estudiarlas o poseerlas como un elemento histórico o un biende colección.

La proliferación de falsificaciones, portanto, va íntimamente ligada a la demanda.La publicación del libro Conjeturas sobre lasmedallas de los Reyes Godos y Suevos enEspaña en 1759, por D. Luis José Veláz-quez, impulsó el coleccionismo de mone-da visigoda y, por consiguiente, la fabrica-ción de falsificaciones, que se acrecientacon la publicación de la obra del padreFlórez en 1773, Medallas de las Colonias,Municipios y Pueblos antiguos de España,de cuyas láminas son copiadas y falsifica-das muchas monedas, la mayoría de formaincorrecta, por tener como modelo los fal-sarios dibujos y no piezas originales, almismo tiempo que fabrican fantasías ymonedas imposibles, como los dos tremissesde plata R.A.H., n.o 55 y 56 (fig. 20), deAmalarico (511-531) y de Agila (549-555),

FIGURA 19.—Monedas falsas de época de Recaredo, Liuva II y Egica.(Escala: c. 2×).

FIGURA 20.—Falsificaciones del siglo XVIII de Amalaricoy de Agila (Catálogo R.A.H., n.o 55 y 56). (Escala: 2×).

37 Este código fue promulgado en 654, siendo revisado y ampliado en tiempos de Ervigio y una última versión del mismo,la Vulgata, fue publicada durante el reinado de Egica.

38 Libro VII, Título VI “De los que falsan el oro e la plata e facen la moneda”. Ley I: Que los siervos deven ser tormentadoscontra sos sennores que corrompen moneda; Ley II: De los que falsan la moneda e los sólidos; Ley III: De los que falsanel oro; Ley IV: Si el orebze furta alguna cosa del oro o de la palta quel dan; Ley V: Que ningun omne refuse la monedaderecha. Edición del Fuero Juzgo en Latín y Castellano cotejado con los más antiguos y preciosos códices por la Real Aca-demia Española, Madrid, 1815.

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FIGURA 21.—Falsificaciones del siglo XIX de Recaredo, Sisebuto y Chindasvinto-Recesvinto. (Catálogo, n.o 61, 64 y 67). (Escala: 2×).

quienes, como es sabido,no acuñaron monedas a sunombre. Estas dos fantasíasson del siglo XVIII y estánreferenciadas en el Acta deJuntas de la Real Academiade la Historia de 14 de Mayode 178439.

La gran producción demoneda falsa se realiza enla segunda mitad del sigloXIX y básicamente en Sevi-lla. Falsarios locales, al pa-recer operarios de la reciénclausurada Fábrica de Mo-neda de Sevilla (1869), quese habían quedado sin tra-bajo, en connivencia conjoyeros de la plaza del Pan,que se encargaban de ven-derlas, producen una grancantidad de moneda falsificada. A esta época, corresponden tres ejemplares que pertenecen a laReal Academia de la Historia (fig. 21). Recaredo (586-601)-Tirasona, Sisebuto (612-621)-Toleto yChindasvinto-Recesvinto (649-653)-Ispali.

Es digno de comentario, que ninguna de las falsificaciones de la colección fue adquirida porla Real Academia de la Historia, todas provienen de donaciones40.

39 MVRAH, apéndice documental n.o 189.40 Queremos señalar que muchos de los datos que hemos manejado en este trabajo son inéditos, producto de la investiga-

ción del equipo que está elaborando el Corpus de la Moneda Visigoda, Madrid, 2006. Por ello, es de justicia expresarlesmi reconocimiento, muy especialmente, a Macu Cores y a José María de Francisco.

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LÁMINA 3.—Dinar de Hisam II de Al-Andalus, del año 390 H / 999 de JC,con el nombre de Almazor. (Escala: 5×).

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LAS MONEDAS ANDALUSÍES

ALBERTO CANTO GARCÍA1

Universidad Autónoma de Madrid

La secuencia cronológica de este ciclo de conferencias me lleva, ineludiblemente, a hablar dela moneda hispanoárabe, según la denominación clásica o andalusí, tal y como la conocemoshoy en día. Y, sin duda, esta etapa de la numismática española es una de las más ricas y fecun-das de nuestra historia, así como algo intrínsecamente hispano, por mucho que se discuta.

Es verdad que está, en su práctica totalidad, escrita en árabe, que recoge lemas religiososislámicos, nombres y genealogías de dinastías españolas y norteafricanas, que representa la ima-gen política de unos estados, poderes o estructuras sociales que, en suma, se alejan de lo quese entiende son la esencia o raíces de esta nación (tema delicado muy en boga, por cierto); sinembargo veo tan lejos de un hispano-romano a un visigodo recién llegado en el siglo VI comoun miembro del yund del ejercito omeya del siglo VIII.

Y sin embargo toda una pléyade de los mejores especialistas españoles que sobre monedaislámica han existido, académicos de esta casa en su casi totalidad, nombres como Antonio Del-gado, Francisco Codera, Antonio Vives, Antonio Prieto o Jorge de Navascués siempre resaltarony defendieron la «españolidad» de esta rama de la numismática, su utilidad para nuestra historia,fuente única para ella en algunos casos o su originalidad que ha hecho de nuestra nación uncaso único en la historia numismática de los países europeos occidentales; a pesar de ello, toda-vía, se puede ver en algunos ámbitos (incluso científicos) como se sitúa a la moneda andalusídentro de la moneda oriental, caso de Congresos Internacionales de Numismática por ejemplo ypara más inri celebrados en España.

No cabe duda que esta interpretación y asignación cultural debe mucho a la influencia extran-jera, en general y anglosajona en particular, pero no es menos cierto que ya se encuentra decapa caída y cada vez, más los estudios de las manifestaciones artísticas o arqueológicas de paísesque son o han estado bajo dominio islámico, tienden a entroncarse dentro de las realidadesgeográficas y sociales de cada estado o entidad territorial, alejándose del tópico de «arte o mo-neda islámica», denominación que se nos antoja imposible de aplicar a nuestro entorno: ¿Quienhablaría de un arte o moneda cristiana aplicada a todo el occidente europeo medieval, de lossiglos VIII al XV, por ejemplo?

Por lo tanto entendamos a la moneda andalusí como una manifestación artística, histórica, culturalsin más, desarrollada en la península ibérica, eso sí, a lo largo de unos convulsos siglos de es-

1 Deseo agradecer a mis colegas Tawfiq Ibrahim, Correspondiente de la Real Academia de la Historia, y a la Dr.a FátimaMartín Escudero, Prof.a de la Universidad Complutense, autores conmigo del catálogo de Moneda Andalusi de la RealAcademia de la Historia, Madrid, 2000, su esfuerzo, ayuda y colaboración en el estudio de la colección andalusí de laReal Academia de la Historia.

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tablecimiento y formación de modelos sociales, fracasados unos, estables otros, que han ayudadoa conformar la realidad que hoy somos.

Con estos precedentes vamos a hacer una breve revisión de los principios que caracterizan ala moneda islámica para entenderla, mejor si cabe, en su desarrollo en la Península Ibérica.

La moneda islámica es producto de dos influencias básicas, la de los dos grandes imperioscon los que el nuevo estado islámico tuvo que enfrentarse en sus primeros momentos de exis-tencia: por un lado el modelo de la moneda bizantina, con el solidus de oro como monedaemblemática y sus monedas de bronce personalizadas en el follis y sus divisores; estas monedasfueron las utilizadas, después, copiadas y finalmente sustituidas por algo nuevo por los omeyas,por una moneda epigráfica. Lo mismo acaecería con la moneda del Imperio sasánida, la drahmade plata, que se convierte en el modelo de la moneda en dicho metal. Así el dinar, el dirhamy el fals o felús tienen sus orígenes en estos precedentes. Con ellos se cobraron los tributos yse fijaron las indemnizaciones y pagos que servían para mantener el nuevo estado y ellas son lasherramientas económicas que acompañan la expansión del nuevo imperio y la adquisición denuevos territorios como será el caso de Hispania.

El cambio radical, lo que ha hecho tan inconfundible a la moneda árabe islámica ha sido laadopción en época del califa Abd al-Malik de un modelo, un diseño totalmente epigráfico re-nunciando a la imagen figurada, que como hemos visto, estaba presente en sus primeras versio-nes. Este modelo, más canónico, mas puramente islámico, debe enmarcarse dentro de la dialéc-tica ideológica y propagandística que se sucede entre los basileos bizantinos y los omeyas.

Así en el momento de conquista de Hispania por los omeyas, sus modelos de moneda sonlos aprehendidos en el transcurso de su discurrir desde el medio oriente hasta el norte de África,es decir, esencialmente bizantinos. De ahí la secuencia conocida como moneda transicional, untipo de moneda emitida por los nuevos gobernantes en lo que se iba a llamar al-Andalus, unamezcla de diseños y tipos bizantinos con leyendas en latín, bilingües en latín y árabe antes deque la moneda reformada llegara a nuestra península; aquí radica una de las novedades de lamoneda andalusí, su total rechazo a cualquier adaptación del modelo monetario existente, elvisigodo, cuya desaparición será fulminante y radical, sin ninguna pervivencia ni solución decontinuidad.

LOS ESTUDIOS DE MONEDA HISPANO-ÁRABE EN ESPAÑA

La Real Academia de la Historia ha estado vinculada de forma estrecha al desarrollo de losestudios sobre la lengua y la cultura árabe española y, muy en especial, sobre la moneda islámicaen España. Sorprende el hecho de que muy poco o nada se había recogido con anterioridad alsiglo XVI sobre este campo, condicionado es de suponer, por la confrontación dura y constanteque se mantenía con los señores de la Sublime Puerta, los Otomanos, empeñados en defenderla supremacía política militar del Islam en el Mediterráneo y en Centroeuropa; y ahí, en esa pugna,el Reino de España se empeñaba en mantener una presencia militar y humana en los enclavesy fortalezas del Norte de África, desde Ceuta hasta Buyia o Mers al-Qabir, posesiones que en,algunos casos llegaron hasta el siglo XVIII y en otros hasta nuestros días.

Lo más sorprendente es que en ese ambiente de presencia en África todo lo relativo a lacultura, la lengua y el pasado árabe-español quedara en una situación de olvido u abandono,salvo honrosas excepciones

Sin embargo el paulatino desarrollo del interés por el arabismo y por las monedas hispano-árabes o andalusíes condujo, de manera natural, a que se formara una colección en el monetariode la Real Academia de la Historia Ahora bien, no se trata de una colección cualquiera. Sin dudano es la más numerosa del país ni, quizás, la mejor en calidad o selección de materiales. Peropuede afirmarse que se trata de una de las colecciones más antiguas preservadas hasta nuestrosdías con escasas modificaciones desde su inicio y con una masa de información sobre ella sin parangónen ninguna otra, quizás la más antigua y sin duda, en este momento una de las mejor estudiadas.

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Su formación puede rastrearse documen-talmente desde el siglo XVIII, en 1750, con ladonación de Fernando VI2; el momento demayor afluencia de monedas parece correspon-der a la segunda mitad del siglo XIX, aunquetodavía en los primeros años del siglo XX, seregistran incorporaciones importantes, comoveremos más adelante3.

A pesar de la evidente españolidad de lasmonedas andalusíes los problemas derivadosde la lengua en ellas escrita y ciertas consi-deraciones ideológicas hicieron que esta seriefuera un objeto de colección menos deseadoque las romanas, hispánicas o medievales cris-tianas. A este respecto podemos considerarla cita recogida por Delgado sobre un comen-tario epistolar entre un literato español yTychsen, el gran numísmata alemán en 1793:

«nadie que yo sepa, ha escrito en Es-paña de propósito sobre las monedasarábigas, y se encuentran pocas, porquesi son de plata se funden, si de vil metal,las gastan los campaneros»4

Por ello adquiere más importancia la polí-tica impulsada por Pedro Rodríguez de Campo-manes de potenciar los trabajos en epigrafíay monedas árabes con vistas a una futuramonografía, una disertación, en la terminolo-gía del XVIII que debería incluir las láminas y tablas de ilustraciones necesarias, empresa querecaería en la figura de Miguel de Casiri. Y para ello recaba la ayuda en forma de donaciones,depósitos, préstamos de piezas para su estudio, en fin de toda la ayuda que los miembros de laAcademia, repartidos por todo el territorio, pudieran aportar, petición que a lo largo de los añossiguientes hace afluir un caudal de información continuo, variables, desigual, desde ejemplaresde nulo valor hasta donaciones de dinares de gran importancia, como la hecha por FranciscoCaballero Infante en 18865.

Así pues entre 1759 y 1790, Campomanes es el responsable de sentar las bases de un métodode catalogación, ordenación y descripción de las piezas andalusíes, con el objetivo de realizar unDiscurso y Tablas de medallas Árabes labor a la que Casiri dio comienzo pero no fin, ajustándo-se a las normas definidas por Martín de Ulloa y de la Torre-Guiral, en forma de Monedas Ára-bes, dibujadas y puestas en caracteres Árabes Asiáticos, traducidas a el Idioma latino con notasHistórico-Críticos-Chronológicas6. Sin embargo este proyecto, como hemos dicho, del que se lle-garían a grabar planchas de las monedas no llegó a ver la luz. Empezaba a vislumbrarse unproblema clásico de la primera etapa de la moneda hispano-árabe (cuyos secuelas han llegado anuestros días, en algunos casos): los especialistas en lengua árabe, en ocasiones sin ninguna for-

2 El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia. ed. Almagro-Gorbea, Martín. Madrid, 1999, pp. 85 y ss.3 Así las colecciones de moneda árabe de D. Francisco Caballero Infante y D. Celestino Pujol y Camps, en Almagro-Gorbea,

Martín (1999). pp. 91, nota 109; o la incorporación parcial del famoso tesoro de Belalcázar, vid. Canto García, Alberto yMartín Escudero, Fátima: «El hallazgo de Belalcázar (Córdoba): nuevas aportaciones», Qur†uba 5, 2000, pp. 27-40.

4 Delgado Hernández, Antonio: Estudios de Numismática Arábigo-Hispana, Madrid, 2001, p. 17.5 Martín Escudero, Fátima, Cepas, Adela y Canto García, Alberto: Archivo del Gabinete Numario. Catálogo e Índices, Madrid

2004, p. 23.6 Martín Escudero, Fátima et alii (2004), p. 40.

FIGURA 1.—Plancha de cobre para el estudio de D. MiguelCasiri, conservada en la Real Academia de la Historia.

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mación numismática o de análisis histórico, son los responsables del estudio de las monedas porsu habilidad con el idioma aunque con evidentes carencias metodológicas para el estudio de ladisciplina.

LAS PERSONAS

Es verdad que las colecciones no las forman las Instituciones sino las personas; son ellas lasque definen, impulsan y dan carácter a sus colecciones. Las venidas, donaciones, cesiones ocompras de monedas lo son, en gran medida según la forma de actuar de los Directores, Anti-cuarios, Académicos, Correspondientes o beneficiarios que han hecho de su esfuerzo y constan-cia el medio para dotar a la Academia de su colección. Y por ello no podemos menos quecongratularnos de la secuencia de personajes que han ido participando en esta empresa, en loque atañe a la moneda andalusí. Cabe destacar la importancia que la moneda andalusí había idoadquiriendo gracias a una sucesión de Anticuarios vinculados con la numismática en general ycon estas monedas en particular; es una tradición que los Anticuarios estén sólidamente forma-dos en numismática ya que las monedas constituyeron desde el comienzo una parte muy sustan-cial del Gabinete de Antigüedades.

Ya en 1796, José de Guevara y Vasconcelos en su informe sobre la formación del Monetariode la Real Academia al mencionar las monedas andalusíes de la colección decía:

«La Academia ha tenido un particular cuidado en adquirir cuantas monedas Árabes ha podi-do y así poseer un prodigioso número de ellas= esto es cerca de 50 de oro, más de 400 de plata ymas de 800 de cobre. Gran parte de ellas no son legibles por su mala conservación, y las mas sonpoco útiles por que no expresan el año en que se acuñaron, ni más que la fórmula de que usanordinariamente los Mahometanos así en el principio de sus escritos como en los monumentos pú-blicos que es una sentencia del Alcoran. Entre las que expresan el año y por esta razón son útilespara ilustrar la cronología hay muchas mal conservadas, pero como no pocas son duplicadas,triplicadas, etcetera de un mismo califa Rey, o dynastia se han separado las mas bien conservadaspara ordenar las respectivas series (...)»7

Sin embargo en 1796 Joaquín Traggia, el Anticuario, mencionaba que «Esperando la Acade-mia que felices circunstancias proporcionasen la adquisición de otras monedas Árabes con quetal vez pudiesen completarse las esperadas series no ha tenido por conveniente publicar aun lasque dexo interpretadas e ilustradas con notas eruditas el expresado Academico Don Miguel deCasiri»8.

Corresponde por orden cronológico y, tras la mencionada intervención de Casiri, a José Banqueri,ya en los primeros años del siglo XIX, hacerse cargo de los listados y organización de la mone-da andalusí aunque su trabajo se centra más bien los listados y no en fichas o cédulas tan de-sarrolladas como lasque hemos mencionado. Sin embargo no pudo concluir, alejado de Madrid,sus trabajos a pesar de los requerimientos de la Real Academia «No olvidando el encargo especialque tengo de acabar de interpretar las medallas árabes que sean útiles para fijar la cronología delos Reyes mahometanos españoles, procuraré continuar en Tortosa este trabajo empleando los ratosque me deje libres la asistencia a mi Iglesia: á cuyo propósito me llevo las monedas árabes que yatengo medio examinadas»; a los requerimientos de la Institución sobre el estado de sus trabajoresponderá Banqueri con un «Estado de las medallas Árabes últimamente explicadas» en el que«se señalan, por una estrellita al margen, las medallas de que deben abrirse laminas (...) y de las49 o 50 abiertas anteriormente y explicadas por el difunto Académico el señor Don Miguel Casiri(...). y todas compondrán una serie más seguida ó menos incompleta, que las que han publicadoAdler y Nani en sus respectivos Museos» (fig. 1).

7 Martín Escudero, Fátima et alii (2004), p. 17.8 Martín Escudero, Fátima et alii (2004), p. 47

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Que el trabajo no avanzaba al ritmo desea-do queda de manifiesto por la labor desarro-llada por José Antonio Conde (Anticuario losaños 1803 a 1820)9, a quien corresponde serel responsable de la primera monografía «mo-derna» sobre moneda andalusí, Memoria sobrelas monedas árabes, principalmente sobre lasque fueron acuñadas en España bajo los prín-cipes musulmanes10. La vinculación de Condea otros trabajos de índole histórica relaciona-dos con al-Andalus supusieron un incremen-to en la riqueza de interpretación que la nu-mismática andalusí iba a adquirir. A pesar deello su «huella numismática» no es muy pro-funda pues poco o nada dejó relacionado conla ordenación y catalogación de la colección.

Entre 1820 y 1846 las monedas árabes que-dan a cargo de dos académicos con conoci-mientos de árabe, Francisco Antonio González,Bibliotecario de la Real Biblioteca y FedericoGuillermo Lembke aunque, a pesar de su evi-dente valía y catalogación de piezas aisladasy algún conjunto, no se aporte nada decisivopara la formación del catálogo.

D. Antonio Delgado y Hernández (1848-1867), es el personaje clave para la compren-sión del desarrollo de los estudios de moneda andalusí en el siglo XIX. Su figura descolla por suimportante labor en tantos y tan variados ámbitos de la política, la administración local y regio-nal y la cultura11, sobre todo, a partir de su vinculación a la Real Academia de la Historia12.

Hay algo que destaca sobre manera y es el hecho de que haya sido, al parecer, un «converso»tardío a la numismática islámica. Su aprendizaje con Pascual de Gayangos le permitió, en breve,comenzar sus trabajos sobre este campo de la numismática13.

Si bien sus publicaciones de moneda islámica no fueron muy abundantes, reducidas al hallaz-go de Consuegra14 y los catálogos de las colecciones de García de la Torre15 y de Gustave Danielde Lorichs16, si lo fue su actividad en el Monetario del Gabinete de la Real Academia de la Histo-ria. Los materiales dejados para la preparación de su magna obra titulada, Numismática Hispano-Árabe como comprobante de la dominación islamita en la Península, depositados en la Acade-mia (fig. 2), son buena muestra de ello, así como las planchas litografíadas o las pruebas de im-prenta de las primeras hojas de la citada obra. Por no hablar de las tablas de existencia de monedas

19 Sobre su figura vid. Canto García, Alberto y Ibrahim, Tawfiq: Moneda andalusí en la Alhambra. Sevilla, 1997, p.88 y unadetallada biografía en Almagro-Gorbea, Martín (1999). Pp. 128-132.

10 Conde, José Antonio: Memoria sobre las monedas árabes, principalmente sobre las que fueron acuñadas en España bajolos príncipes musulmanes. Madrid, 1817, que fue su disertación al entrar como Supernumerario el 15 de enero de 1802.Memorias de la Real Academia de la Historia, X, Madrid, 1885.

11 Pocos ejemplos hay de una implicación tan profunda y personal con el desarrollo de los asuntos públicos y de los ava-tares que, tal implicación, supusieron para D. Antonio Delgado Hernández, a lo largo de su vida.

12 Sobre la actividad de Don Antonio Delgado en la Real Academia de la Historia vid. Almagro-Gorbea, Martín (1999). Pp.139-142.

13 Fabié, Antonio M.a: «Necrología«, B.R.A.H., 1, pp. 409-422.14 Delgado Hernández, Antonio «Clasificación de las 173 monedas de plata árabes encontradas en Consuegra», Memorial Histórico

español, Tomo I. Madrid 1851, pp. LV-LVI.15 Description des monnaies espagnoles et des monnaies ètrangéres...composant le Cabinet Monetaire de Don José García de la

Torre. por J. Gaillard, Madrid, 1852.16 Catalogue des monnaies et des medailles antiques du Moyen Age et des temps modernes composant le cabinet numismatique

de Mr. Gustave Daniel de Lorichs. Madrid, 1857.

FIGURA 2.—Prueba de una lámina de la obra deD. Antonio Delgado sobre moneda arábiga.

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en colecciones, la organización de las series o los estudios parciales sobre dinastías. Toda esta masade material justifica los comentarios realizados por F. Codera sobre su persona e influencia:

«... a quien con razón puede llamarse el fundador de la ciencia numismática enEspaña, en especial de la arábiga...»17.

La edición de esta obra inédita de Delgado, por la Real Academia de la Historia, ha añadidomás fama y ha hecho justicia, tardía pero justicia al fin y al cabo, a esta figura señera de laarqueología y la numismática españolas y en especial de la moneda andalusí.

Juan de Dios de la Rada y Delgado (1901)18 de quien, a pesar de su corta estancia en elcargo, no se puede olvidar como responsable del primer catálogo sobre monedas publicado porel Museo Arqueológico Nacional de Madrid, que resultó ser el de las monedas arábigas, publica-do en 1892, con una estrecha colaboración y participación de Antonio Vives Escudero y de Fran-cisco Codera y Zaidín19.

Joaquín M.a Navascués y de Juan (1957-1975) ha sido el último Anticuario de una larga sagade especialistas en numismática y, en su caso, también añadía una especial devoción por la monedahispano-árabe20. De su paso por el Gabinete de Antigüedades y su contacto con la serie andalusídebe proceder el último proceso de reorganización de los materiales selectos, previo al proyectoactual21.

Hemos mencionado a aquellos miembros de la Academia que desempeñaron el cargo deAnticuarios y que mantuvieron una estrecha relación con la Numismática andalusí; sin duda otrosha habido que, sin ser especialistas en el tema que nos ocupa, han preservado la colección yfavorecido su estudio22.

De igual manera no se puede dejar en el olvido a otros miembros de la Real Academia de laHistoria que han desempeñado un papel de capital importancia en los estudios de numismáticaandalusí y cuya huella se puede percibir, en mayor o menor medida, en los materiales de lacolección23.

Así, vinculados a la Real Academia de la Historia, se encuentran y sobresalen las figuras delos académicos Francisco Codera y Zaidín24, (1879-1917) decano en 1917, Antonio Vives Escudero(1901-1925) y Antonio Prieto y Vives (1929-1939), estas tres personas han sido consideradas, conrazón la «triada capitolina» de la moneda andalusí. Crecida y formada a la sombra, lejana, de lafigura de Antonio Delgado y en pleno contacto con los representantes más importantes de lainvestigación europea sobre moneda oriental sobra cualquier mención sobre su aportación a lamoneda andalusí, pues tanto en los informes emitidos a la Real Academia, como por las múlti-ples publicaciones (sobre todo en el caso de Codera) realizadas en el Boletín de la Real Acade-mia de la Historia se puede rastrear su intensa vinculación con el Gabinete25, por no citar susmonografías clásicas.

Cada uno de ellos, desde un punto de aproximación diferente fueron construyendo un edifi-cio científico de una envergadura extraordinaria; si de Francisco Codera es fácil recordar sussoberbios estudios de determinadas dinastías o personajes basándose en el testimonio numismáticoo la secuencia de los hallazgos publicados por él, utilizados para la elaboración de su estudiose historia de al-Andalus, de Antonio Vives, más parco en sus publicaciones, destaca su papel

17 Codera y Zaidín, Francisco, Tratado de Numismática Arábigo-española. Madrid, 1879. Pp. XVIII.18 Almagro-Gorbea, Martín (1999). Pp. 146-148.19 Rada y Delgado, Juan de Dios de la: Catálogo de monedas arábigas españolas que se conservan en el Museo Arqueológico

Nacional. Madrid, 1892.20 Su paso por el Museo Arqueológico Provincial de Córdoba le puso en estrecho contacto con este material, como lo de-

mostró en la serie de artículos publicados en la revista Numario Hispánico.21 Almagro-Gorbea, Martín (1999). Pp. 158-160.22 D. Manuel Gómez Moreno, D. Luis Vázquez de Parga, D. Jose M.a Blázquez, entre otros.23 Martín Escudero, Fátima: «El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia: la colección de moneda His-

pano-Árabe», Actas 1er. Congreso Int. Museología del Dinero, Madrid (2000).24 Sobre la figura de Codera véase el magnífico estudio de M.a J. Viguera Molins en la reedición de F. Codera y Zaidín,

Decadencia y desaparición de los Almorávides en España, Pamplona 2004.25 Canto García, Alberto y Ibrahim, Tawfiq (1997), pp. 87-92.

Alber to Canto García LAS MONEDAS ANDALUSÍES

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como coleccionista, su formación de la mejor colección privada de moneda andalusí que ha existidoen este país, su preservación de otras grandes colecciones anteriores y su decisiva participación(junto con Codera) en los primeros pasos del Museo Arqueológico Nacional que, con el tiempo,albergaría su colección, por no mencionar su catálogo de monedas hispano-árabes insustituíblehasta la fecha26. Por su parte Antonio Prieto y Vives, nuestro último ejemplo de brillante ingenie-ro, hombre de ciencias, cuya investigación en humanidades (al igual que acaeció con E. Saavedra)le hizo alcanzar merecida fama; sólo el destino, aciago, impidió que vieran la luz sus trabajosdefinitivos, de madurez, y no sólo sobre la moneda andalusí sino sobre la islámica en general.

Estas tres personas han constituido la base, la columna vertebral de la numismática de al-Andalus desde el último cuarto del siglo XIX hasta nuestros días; su huella ha sido tan impor-tante que aspectos fundamentales de su obra como los repertorios de Vives y de Prieto no hansido superados hasta la fecha, aunque algo se haya hecho en tiempos recientes pero la deudacontraída y su aportación ha sido tan grande que sólo de forma muy lenta y pausada se intentanir superando sus logros27; parece imposible que se pueda repetir, por desgracia, una generaciónsemejante de investigadores tan estrechamente relacionados entre sí y compartiendo información,documentación en un esfuerzo común.

LAS MONEDAS ANDALUSÍES EN EL GABINETE DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Los hallazgos 28

El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia contiene una rica, muy ricainformación relacionada con los hallazgos de monedas. Los hallazgos de monedas, término fríobajo el que se oculta (nada mejor dicho) una de las fuentes primarias de la numismática, abas-tecedor de monedas, los tesoros, los ocultamientos son la fuente de aprovisionamiento básica eindispensable de la arqueología y de las colecciones, rodeada de un halo de misterio y de le-yenda y sujeta a los azares e imponderables de su descubrimiento ya sea casual, forzado, enexcavación o perdida su información para la posteridad en muchos otros casos.

Constituye un axioma en la ciencia numismática que el valor de un conjunto monetario, teso-ro, hallazgo, depósito, etc..., es mayor que la suma de sus componentes, es decir la informaciónque se puede extraer del análisis del conjunto es mucho más enriquecedora e interesante que laparcialidad del mismo, por más que siempre, como vamos a ver, puedan existir piezas únicas ode especial importancia que destaquen dentro de un conjunto.

Si en ocasiones esta falta de información aplicable a los hallazgos recientes nos plantea pro-blemas de interpretación dudas e incertidumbres qué decir de los conjuntos descubiertos hace100 o 200 años. Pero he aquí que este es un apartado donde la labor del Gabinete de Antigüe-dades de la Real Academia de la Historia se ha manifestado de forma impecable. La documen-tación recogida y la información que nos proporciona ha supuesto una mina de datos y de pis-tas para recomponer conjuntos desaparecidos o para la atribución a determinados hallazgos delas piezas depositadas en esta y en otras colecciones. En este sentido la información documentalha subsanado y rellenado las lagunas que la ausencia de método arqueológico (características deotros momentos) había propiciado en este tipo de hallazgos. Ya en 1791 Campomanes decía sobrela moneda árabe. «...que en tan gran número se hallan en España, y de que hasta ahora se hahecho tampoco uso» 29.

26 Ya se ha hablado en este ciclo del expolio de la colección visigoda del Museo Arqueológico Nacional en 1936; otro tantose podría decir de lo que afectó a la serie hispanoárabe del citado Museo que albergaba la mejor colección del mundode esta especialidad.

27 Codera y Zaidín, Francisco: Tratado de numismática Arábigo-española, Madrid 1879; Vives y Escudero, Antonio: Monedasde las dinastías Arábigo-Españolas. Madrid, 1893 y Prieto y Vives, Antonio: Los Reyes de Taifas. Estudio histórico-numismáticode los musulmanes españoles en el siglo V de la Hégira (XI d. de J.C.). Madrid, 1926.

28 La información sobre esta apartado ha sido extraída de Martín Escudero, Fátima et alii (2004), pp. 57-79.29 Martín Escudero, Fátima et alii (2004), p. 58.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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En buena lógica es de justicia decir que la percepción o el concepto de la formación de lascolecciones ha variado, y mucho, con el tiempo por lo que el criterio actual no es el que seaplicaba hace uno o dos siglos; aún así el cuidado y esmero con el que se recogió la informa-ción, en algunos casos, ha permitido recomponer conjuntos de indudable importancia. De igualforma se podía hablar de los cambios estructurales que en la gestión del Patrimonio Históricoespañol se aplicaron desde el último tercio del siglo XIX que fueron mermando el papel primor-dial que tenía la Real Academia en este campo.

Y sin embargo ya a comienzos del XIX tanto José Conde como Antonio Delgado realizaríandos precisiones puntuales sobre el tema de los hallazgos de plena validez en nuestros días; enel caso del primero de ellos, Conde, manifestaba en 1818:

«...la sabiduría del Gobierno debería prevenir y evitar la ocultación, ruina y acabamiento deestos preciosos restos de la antigüedad, ordenando premios competentes generosos o alo menos justosa los inventores y manifestadores de estos hallazgos, quantas preciosidades de esta clase de monu-mentos ha hecho desaparecer la codicia por temor de las leyes fiscales demasiado avaras ymalentendidas! El valor específico de oro u plata suele ser mui poco y la importancia de talesmonumentos antiguos es incalculable para el conocimiento y luz de la historia de los pueblos y delas artes de cada tiempo: es mui fácil representar y substituir igual masa y cantidad metálica porpreciosa que sea, la de un depósito de los que alguna rara vez suele ofrecer la fortuna, pero esciertamente imposible el restituir a las artes y a la historia de los pasados tiempos una pieza deoro u plata que se derrite...»

El segundo, Delgado, hacía una precisión, relacionada con moneda romana, pero válida en suaspecto metodológico ara cualquier etapa de la numismática:

«...y después deduciendo importantes investigaciones de los tesorillos encontrados de algunos añosa esta parte, fijando la época en que fueron enterrados, para deducir son mas modernas aquellasque no se encuentran en los mismos; y el grado de antigüedad de cada una de las descubiertaspor la señales que hubiesen en ella dejado su curso anterior entre las manos. El resultado ha sidoun curioso sincronismo, que augura llegará en breve el día en que puedan colocarse cronológica-mente. Así con la ayuda de los historiadores clásicos, pueden aclararse muchos puntos históricoshasta ahora poco conocidos. Esta es la razón por la que he cuidado de fijar la procedencia deaquellas monedas que han venido al Gabinete durante mi conservaduría»

Los hallazgos de moneda árabe recogidos por la documentación del Gabinete Numario inclu-yen, por orden cronológico los siguientes:

Pinos Puente 1 30, en Granada, realizado a finales del siglo XVIII, con medio millar de dirhamesdel emirato omeya de Córdoba, del cual llegarán al monetario unas 169 monedas; al pare-cer el resto del conjunto debió integrarse en la Real Biblioteca.

Pinos Puente 2, en Granada, de comienzos del siglo XIX, 1801, de dirhames nazaríes, sin quesepamos número de las monedas que lo componían.

Beniarrés (Alicante), hacía 1804, compuetso por más de dos centenares de dirhames almohadesanónimos. Puesto que el Gabinete tenía abundantes ejemplares de los mismos no manifes-tó interés en ellos, salvo que hubiera novedad o variante en ellos.

Corral Rubio, Castillejo (Albacete), en 1830, se habla de unas 30 monedas de oro, de las quetres llegarán donadas a la Real Academia identificada una de ellas, como un dinar de HisamII, por lo que debe tratarse de un conjunto de monedas califales.

Barcelona, hacia 1833; este hallazgo, del que conocemos más las circunstancias de su disper-sión que las de su contenido, resulta esclarecedor en algunos aspectos: un recipientecerámico, una ollita, incrustada en una pared de una casa, repleta de «pequeñas bolitas deoro» que se utilizan para jugar por los niños, pero que una vez probadas por los joyeros

30 La numeración otorgada a estos hallazgos de Pinos Puente lo es para evitar confusiones entre los dos procedentes delmismo lugar.

Alber to Canto García LAS MONEDAS ANDALUSÍES

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resultaron de una ley de 23 con 3/4 quilates, es decir casi oro puro, junto con monedasque por la descripción hecha sería dinares y medios dinares almohades.

Marbella, Málaga, en 1837, de nuevo la vasija de barro con más de medio millar de monedasde plata dirhames. Sólo hay información de dos monedas una de ellas omeya oriental y laotra de Abd al-Rahman I,del año 169 H./ d.C. Por ello parece un conjunto del emiratoomeya independiente de Córdoba, aunque la presencia de la moneda omeya oriental sus-cita dudas e interés sobre el nivel de presencia de ejemplares de este tipo en el conjunto.Por desgracia no se dispone de más información al respecto.

Niebla, Huelva, hacia 1838, llegan a la Real Academia 39 monedas de un conjunto de más de6000 dirhames almohades anónimos, incluyendo alguna moneda de la taifa almohade deal-Mutawakil ibn Hud. Al final de la revisión de 5227 monedas envíadas se encuentran lasya citadas anónimas almohades a nombre del Mahdi, almohades a nombre de Abd al-Muminibn Ali, de los taifas almohades como Al-Watiq ibn Muhammad ibn Hud y alguna piezaanterior de Ali ibn Muyahid Iqbal al-Dawla de Denia y Baleares. Este conjunto demuestracomo la revisión detallada de los hallazgos suele conducir a encontrar monedas de mayorinterés dentro del mismo, aunque haya que revisar miles de piezas iguales.

Atalaya, Cuenca, hacia 1840, aparece «una olla... con gran cantidad de estas monedas», que sevendieron para ser fundidas. De ellas, siete, llegarían a la Real Academia y se estimó, porJosé Conde, ser califales sin más precisión.

Consuegra, Toledo, 1850; se trata de un conjunto califal estudiado por Antonio Delgado y elprimero del que existe una relación detallada puesto que sería publicado por el mismo enel Memorial Histórico Español, siendo uno de los primeros hallazgos andalusíes publicadoscon detalle con nombres, cecas y fechas31.

Hospital Militar de Zaragoza, 1858; es un de los grandes hallazgos de dinares realizado en elsiglo XIX, del que queda cierta constancia. No se sabe, con detalle, su número exacto,composición, etc..., pero del mismo cierto número de monedas acabaron en la Real Acade-mia, unas adquiridas y otras donadas por el correspondiente Gómez de Arteche y Lombillo.Este conjunto ha sido objeto de un detallado estudio, reconocimiento e identificación depiezas publicado por Fátima Martín Escudero identificando con precisión los ejemplaresdepositados en la Real Academia. Estamos hablando de algunas de las monedas más im-portantes depositadas en esta colección como la que es portada y colofón del catálogo deMonedas andalusíes de la Real Academia, el dinar de Mundir II al-Tuyibí de la taifa deZaragoza del año 420 H./ 1029 d.C.

Judería de Almería, 1865, monedas de oro sin ninguna información sobre su identidad, aun-que seis piezas son donadas a la Real Academia.

Paredes, Cuenca, 1874, un espectacular hallazgo de monedas califales, más de seis mil ejem-plares, de los que seis monedas fuerona parar a la colección de la Academia.

Teatro Molina, Murcia, de nuevo una ce-rámica repleta de monedas de oro, delas que se hacen improntas de 21 mo-nedas de 16 tipos distintos; al parecereran almorávides puesto que, se dice,que Francisco Codera revisó los calcosy leyó cecas y años. Sin embargo nin-guna información se encuentra sobreesta documentación.

Belalcázar, Córdoba, 1897, un gran hallaz-go de monedas taifas de casi un millar

31 Delgado y Hernández, Antonio: «Clasificación de las 173 monedas de plata árabes encontradas en Consuegra», MemorialNumismático Español, I, 1851, pp. lv-lvi.

FIGURA 3.—Al-Andalus, Anónima, Felús s.f.(Catálogo n.o 95). (Escala: 2×).

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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de piezas, de las que 227 fue-ron remitidas a la Real Acade-mia, estudiadas por Codera ymás adelante por Prieto y Vi-ves. De ambos se conservancuidada hojas de improntascon las monedas32.

Como puede verse la infor-mación es irregular, algunoshallazgos están muy bien do-cumentados y otros son sim-ples menciones de los quepoco o nada se puede ex-traer; sin embargo la impor-

tancia de algunos de ellos es fundamental para la colección de la Real Academia y para la monedaandalusí. Debemos tener en cuenta que sólo se han preservado para la investigación y el cono-cimiento general cuatro hallazgos de dinares de época califal a lo largo de más de dos siglos;sin duda ha habido muchos más pero o no han llegado a público conocimiento, o han sidodispersados de manera inmediata. Por ello la importancia extraordinaria que ha tenido la Acade-mia al preservar lotes de material como el del tesoro de Zaragoza. Si consideramos que la másgrande colección española, en su momento, la del Museo Arqueológico Nacional pudo haberrecibido parte de los materiales de estos hallazgos, vía intercambios, adquisiciones, la integraciónde la colección Vives, etc.., pero quedo mutilada de forma irremediable en 1936, la importanciade esta colección y su aporte documental se incrementa.

LA COLECCIÓN 33

Aunque el estudio sobre su formación, procedencia de piezas, hallazgos y demás informaciónde carácter historiográfico se llevará a cabo, es de esperar que de forma detallada, en un próxi-mo volumen se pueden destacar algunos datos sobre la misma.

La mayor parte de las piezas, salvo el le-gado inicial de formación de la colección, seincorporan bien en forma de conjuntos o depiezas individuales que han llegado a la RealAcademia de la Historia a través de diversasdonaciones, realizadas por los académicos omediadas por ellos; se puede rastrear su pre-sencia o procedencia en estudios de miem-bros de esta real institución, publicados enforma de monografías34, artículos en los quese informa sobre conjuntos en los que seinsta a la Academia a su adquisición35, o so-bre donaciones ya realizadas36; además de en

32 Codera y Zaidín, Francisco: «Tesoro de monedas árabes descubierto en Belalcazar», Boletín de la Real Academia de laHistoria XXXI, (1897) pp. 449-457, véase Canto García y Martín Escudero (2002), pp. 27-40.

33 Canto García, Alberto; Ibrahim, Tawfiq y Martín Escudero, Fátima: Monedas Andalusíes, Madrid 2000.34 Delgado Hernández, Antonio: La Historia de la Numismática Hispano-árabe como comprobante de la dominación islamita

en la Península. (Manuscrito depositado en la Real Academia de la Historia); Vives (1893).35 Delgado (1851); Codera (1897). p. 449. y ss.36 Codera y Zaidín, Francisco: «Monedas árabes donadas a la Academia por D. Francisco Caballero Infante.» B.R.A.H., Tomo

VII. Cuaderno VI. Diciembre, 1885. Pág. 358 y ss.; «Donativo de monedas árabes hecho a la Real Academia de la Historia

FIGURA 4.—Al-Andalus ‘Abd al-Rahma-n I al-Da-jil, Dirham, 154H./770 d.C.(Catálogo, n.o 563). (Escala: 2×).

FIGURA 5.—Al-Andalus, Hisam II al-Mu’ayyad, Dinar,391H/1000 d.C. (Catálogo n.o 1296). (Escala: 2×).

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la documentación depositada en laReal Academia de la Historia, estudiosinéditos sobre la colección o parte deella, sobre su procedencia, adquisi-ción...37

La colección estaba organizada porel conjunto de los materiales que po-dríamos denominar «selectos» guardadosen los armarios monetarios del sigloXVIII38 por un lado y lotes de mate-rial almacenados en otros armarios delGabinete de Antigüedades por otro.

Toda el material ha sido digitalizadoy organizado en una base de datos in-formática en la que, junto con la información histórica se recoge la documental slobre su proce-dencia y lote al que fue asignado a su entrada en la Real Academia de la Historia, al tiempoque se incluye la imagen de la moneda; de esta forma se ha preservado la información proce-dente de las agrupaciones originales junto con el nuevo orden de catalogación.

El orden del catálogo actual es por el que las monedas están guardadas en los nuevos mone-tarios adquiridos al efecto, al tiempo que se conserva toda la información documental que acom-pañaba a las monedas en su ubicación original.

La colección ha sido organizada según las divisiones clásicas de la moneda andalusí, desde laconquista hasta los nazaríes de Granada. Aquellas piezas que, formando parte de la colección losautores hemos entendido corresponden a talleres orientales (algo frecuente en feluses del mo-mento de la conquista) serán incorporadas al siguiente volumen de moneda no-andalusí.

COMPOSICIÓN DE LA COLECCIÓN

Periodo Número de Número demonedas catálogo

Conquista: 557 1-557Emirato: 420 558-977Califato: 395 978-1372Revolución de Córdoba: 76 1373-1448Taifas: 889 1449-2337Almorávides y sus taifas: 89 2338-2426Almohades y sus taifas: 1188 2247-3435Nazaríes: 297 3436-3732Inclasificables: 6 3733-3738

Dentro de las diferentes secciones se puede comprobar que existe una desigualdad notableentre ellas, algo lógico si nos atenemos al proceso de formación de la colección: en unos casos,recibe donaciones y legados de diferente tipo (ya sean pequeños conjuntos o material recolecta-do de forma y procedencia diversa), mientras que, en otros casos, se trata de la incorporaciónde hallazgos (total o parcialmente).

FIGURA 6.—Al-Andalus, Al-Qasim I ibn Hammud, al-Ma’mun,Dirham, 410H/1019 d. C. (Catálogo n.o 1453). (Escala: 2×).

por don Francisco Caballero Infante.» B.R.A.H., Tomo X. Cuaderno I. Enero, 1887. Pág. 17 y ss.; «Monedas árabes regala-das a la Academia por el señor D. Celestino Pujol, académico de número.» B.R.A.H., Tomo X. Cuaderno V. Mayo, 1887.Pág. 435 y ss.;»Monedas árabes donadas por el señor D. Celestino Pujol, académico de número.» B.R.A.H., Tomo XII.Cuaderno IV. Abril, 1888. Pág. 325 y ss.

37 Sobre la documentación, existente en la Academia sobre el hallazgo de Belalcázar realizada por Antonio Prieto y Vives,vid. Canto García y Martín Escudero (2002), pp. 27-40.

38 Almagro-Gorbea, Martín (1999). Pp. 87, fig. 71.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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Estas incorporaciones puntuales hacenque, en determinados momentos, exista unaamplia y surtida representación de algúntipo de monedas como ocurre en el Califatocon la inclusión del tesoro de Consuegra39,en las Taifas con el hallazgo de Belalcázar40

o el conjunto de dinares de Zaragoza41, ellote de dinares almorávides o en épocaalmohade con un conjunto de dirhamesque, sin duda forman parte de un hallazgo.

Anteriormente había comentado lasdonaciones a la colección que no han ce-sado en el tiempo y, como ejemplo deello, son las recientes incorporaciones pro-

cedentes de los legados de Céspedes del Castillo, un dirham de Abd al-Rahman II de al-Andalusdel 224 H./838 d.C. (Vives 170) y otro de la misma ceca de Hisam II del 379 H./989 d.C. (Vives510) y la Rodríguez Moñino.

Sobre todo, en el caso de este último, ha supuesto la venida de una variada serie de dinaresque incluyen dentro del Califato Omeya de Córdoba a tres dinares de Abd al-Rahman III dececa Al-Andalus del 321 H./933 d.C. (Vives 376), uno de la misma ceca del año 333 H./944 d.C.(Vives 399) y un dirham de madinat al-Zahra del 347 H./958 d.C. (Vives 441); un dirham deAl-Hakam II, de la misma ceca del 355 H./965 d.C.; de Hisam II, dos ejemplares, ambos de Al-Andalus, uno del 380 H./ 990 d.C. (Vives 511) y otro del 387 H./997 d.C. que (corresponde altipo Vives 529) bastante raro puesto que no se conocían dinares de este año y disposición hastala publicación de una pieza semejante en el Tesoro de Badajoz por Prieto y Vives en 1934; dehecho Miles sólo cita, por referencia, la moneda mencionada por Prieto y con posterioridad seconoce algún ejemplar más, presente en el hallazgo de la calle Cruz Conde de Córdoba, porejemplo, depositado en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid; de Sulayman al-Musta’in,acuñado en Madina al-Zahra, uno del año 400 H./1009 d.C. (Vives 695).

Dentro de los almorávides cuatro dinares de Ali b. Yusuf, uno sin ceca ni fecha legible portener las orlas recortadas, otro de Agmat del 494 H./1100 d.C. (Vives 1475) y dos de Almería delos años 515 H./1121 d.C. (Vives 1646) y 522 H./1128 d.C. (Vives 1653) y un quirate, sin ceca nifecha (Vives 1774).

De los Almohades un dinar de Abu HafsUmar al-Murtada, de Madina Ceuta (Vives2081) y un dirham anónimo, sin ceca ni fe-cha (Vives 2088)42.

LAS PIEZAS MÁS DESTACADAS

Destaca la pieza número 1049, un dinar deAbd al-Rahman III, del año 340 H./951 d.C.,puesto que los dinares de este califa son muyescasos (con excepción de los de los años331-332 H./942-943 d.C., a nombre del pre-

39 Delgado (1851)40 Vid. Canto García y Martín Escudero (2002), pp. 27-40.41 Martín Escudero, Fátima: «Sobre el hallazgo de dinares del Hospital militar de Zaragoza (1858)» Actas el XI Congreso Na-

cional de Numismática, Zaragoza (2002), p. 257-268.42 A ello habría que añadir una rara moneda moneda Persa de Nasir al-Din Kajar 1264-1314/1848-1896, un fracción de Kran,

acuñado en Tehran.

FIGURA 8.—Medina Zaragoza, Mundir II ibn Yahya ibnMundir al-Tuyibi, Mu’izz al-Dawla, al-Mansur, Dinar,(42)3H./1031 d.C. (Catálogo n.o 2169). (Escala: 2×).

FIGURA 7.—Medina Cuenca, Yahya II ibn Isma il ibn Yahyaal-Ma’mun, al-Qadir, Dirham, XXXH (Catálogo n.o 2164).

(Escala: 2×).

Alber to Canto García LAS MONEDAS ANDALUSÍES

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FIGURA 9.—Tortosa, Muqatil al-Fata al-Saqlabi, Mu’izz alDawla, Sayf al-Milla, Dirham (Catálogo n.o 2231). (Escala: 2×).

FIGURA 10.—Denia, ‘Ali ibn Muyahid,Iqbal al-Dawla, Fracción de Dinar s.f.

(Catálogo n.o 2240). (Escala: 2×).

fecto de ceca Qasim), pero más aún losde la última década de su reinado, debi-do a la pérdida del control del Norte deÁfrica, a causa de la presión de losfatimíes que interrumpen la llegada delmetal aurífero, aspecto que influye en lamisma calidad de las emisiones de estemomento.

Con su hijo y sucesor, al-Hakam II, sereanudan las emisiones en oro, produc-to del éxito de su política norteafricana,como puede verse en este dinar (n.o

1169), del año 358 H./968 d.C., en el queademás aparece, por primera vez en una moneda andalusí, el nombre del hayib Ya’far. En eldinar del año 360 H./970 d.C., (n.o 1183), aparece el nombre, en el reverso, de Amir, MuhammadIbn Abi Amir el futuro Almanzor, que desempeña, en este momento, el cargo de sahib al-sikka.

En otros dinares, (n.os 1122, 1291 y 1296), de Hisam II, el último califa, aparece Amir que yaejerce el poder real en el Califato (lám. 3), como también está presente en los dirhames comouno del 392 H./1001 d.C. (n.o 1309, fig. 5).

La pieza n.o 1359 es algo peculiar por tratarse de unafracción de dirham, acuñada en el Norte de África, y quefue registrada como única y procedente de la colección dela Real Academia de la Historia por Vives en el siglo pasa-do43.

Dentro del efímero segundo reinado de Hisam II 400-403H./1010-1013 d.C., la colección guarda el rarísimo dirham delaño 402 H./1011 d.C. (n.o 1440), cuya distribución epigráficaera desconocida en la serie de la plata44.

Algo semejante ocurre con los rarísimos dinares deSulayman al-Musta’in del año 404 H./1013 d.C., el segundo

de ellos, con la presencia del nombre Qind, considerado por Prieto como uno de los gobernan-tes independientes en los momentos finales del gobierno de Sulayman al-Mustáin era pieza únicacomo registra Vives como procedente de la colección de la Real Academia de la Historia (n.os 1444y 1445)45; todas estas piezas proceden del hallazgo de Zaragoza.

Dentro del periodo de las taifas califa-les existen dos fracciones de dinar deldesconocido personaje Ibn Hamam/Tammam (n.o 1447-1448).

De los Hammudíes destaca el dinarúnico del año 411 H./1020 d.C. de Al-Qasim I ibn Hammud al-Ma’mun (n.o

1453, fig. 6), citado por Prieto46 (de nue-vo del tesoro de Zaragoza) y el dinar,también único y procedente del año 418H./1027 d.C. de Yahya I ibn Hammud, al-Mu’tali (n.o 1458)47; hemos corregido la

43 Vid. Vives (1893) n.o 679 pp. 490 y Vives y Escudero, Antonio: Monedas de las dinastías Arábigo-españolas. Láminas.Madrid, 1998. N.o 679, pp. 63.

44 Prieto Suplemento, n.o 9; Variante de Vives 703-707 y Prieto 13-14.45 Vid. Vives (1893), n.o 801, pp. 495 y Vives Láminas (1998), n.o 801.46 Prieto (1926), n.o 66.47 Vives (1893), n.o 774, Vives Láminas (1998), n.o 774.

FIGURA 11.—Medina Mallorca, Abd Allah al-Murtada, Dirham,483H/1090 (Catálogo n.o 2253). (Escala: 2×).

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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atribución de esta pieza porquecomo puede verse en las Láminas deVives esta moneda presenta una de-coración en la parte superior del an-verso, donde debería ir la primeraparte del nombre Qasim. El tipoVives 775 presenta esta anomalíapero se trata de un dirham. Tam-bién es de reseñar otro dinar del 424H./1032 d.C. (n.o 1463)48.

Los Amiríes de Valencia tienen unraro ejemplar de dirham del año446 H./1054 d.C. (n.o 1982) emitidopor Abd al-Aziz ibn Abd al-Rahman

ibn Abi Amir al-Mansur, con una configuración atípica y que figura en las láminas de la obrainédita de D. Antonio Delgado. como procedente de la Real Academia de la Historia, y puedecomprobarse que se trata de la misma pieza49.

De los emires de Zaragoza, destaca una serie de dinares, sin duda procedentes de un hallaz-go, el ya mencionado del Hospital Militar de Zaragoza, de excepcional rareza e importancia. Yaen su momento aparecen como únicos en la obra de Vives y, en la actualidad, lo siguen siendo.En concreto podemos citar de Yahya ibn Mundir I ibn Yahya at-Tuyibi al-Muzzaffar el único dinardel 417 H./1026 d.C.50 (n.o 2166); similar por su importancia son los dinares de Mundir II ibnYahya ibn Mundir at-Tuyibi, acuñados en Zaragoza, dos en el año 420 H./1029 d.C. y otro en el423 H./1031 d.C. (n.os 2167, 2168 y 2169), presentes todos ellos de la colección de la Real Aca-demia de la Historia (fig. 8).

Del referido tesoro de Zaragoza es una de la pieza más destacables de la colección, el dinar(n.o 2170) batido nominalmente a nombre de Hisam III por los Tuyibies de Zaragoza, en el que MundirII reconoce a Hisam III al-Mu’tad bi-llah en lugar del nominal Abd Allah; Vives recogió dos ejempla-res, uno de la Real Academia de la Historia y otro en la colección de Francisco Codera51.

Del periodo Hudí en Zaragoza destaca el dirham considerado único por Vives (n.o 2177)52.De primordial importancia, por

ser pieza única hasta la fecha, es eldirham de Ahmad ibn MuhammadIzz ad-Dawla de Alpuente (n.o 2229),única moneda conocida de este go-bernante y ceca y que, además, llegóa la Real Academia procedente delos depósitos de la Fábrica Nacio-nal de Moneda y Timbre53.

De Hasan ibn Muyahid, como su-blevado frente a su padre, existe eldirham (n.o 2241), recogido comoúnico el ejemplar de la Real Aca-demia de la Historia por Vives54.

48 Prieto (1926), n.o 85j.49 Vives (1893), n.o 1067, Vives Láminas (1998), n.o 1067. Vid. Rodríguez Lorente, Juan José e Ibn Hafiz Ibrahim, Tawfiq: Aporta-

ción a la Numismática Hispano Musulmana. Las láminas inéditas de Don Antonio Delgado. Madrid, 1985. Lám. XIII, n.o 11.50 Vives (1893), n.o 1134, Vives Láminas (1998), n.o 1134. Prieto (1926) n.o 222b.51 Vives (1893), n.o 1138, Vives Láminas (1998), n.o 1138, en donde puede verse que se trata de dos monedas con el mismo

esquema decorativo y posiblemente del mismo cuño.52 Vives (1893), n.o 1168, Vives Láminas (1998), n.o 1168.53 Prieto (1926), n.o 350; Almagro-Gorbea, Martín (1999), pp. 92, fig. 78.54 Vives (1893), n.o 1325, Vives Láminas (1998), n.o 1325; Prieto (1926), n.o 204.

FIGURA 12.—Sevilla, ‘Ali ibn Yusuf, Dinar, 520H./1126 d. C.(Catálogo n.o 2386). (Escala: 2×).

FIGURA 13.—Murcia, Muhammad ibn Sa’ad, Dinar, 561H./1165 d.C.(Catálogo n.o 2422). (Escala: 2×).

Alber to Canto García LAS MONEDAS ANDALUSÍES

73

Existe un grupo de monedas, pertene-cientes al hallazgo de Belalcázar (n.os 2288-2299) que desde su publicación por Code-ra55 se han atribuido al reino de Almería;esta asignación no puede mantenerse pordiversos criterios y por ello las hemos ubi-cado dentro de la serie de monedas anó-nimas de época de las Taifas del siglo XI56.

Para época de los almorávides existe enla colección de la Academia un conjuntoamplio de dinares, casi con toda probabili-dad procedentes (la mayoría de ellos) deun mismo hallazgo, que incluye numerososejemplares de Granada año 517 H./1123 d.C. (n.o 2349), Algeciras año 508 H./1114 d.C. (n.o 2361),Sevilla años 518 H./1124 d.C. (n.o 2381) y 520 H./1126 d.C. (n.o 2386, fig. 12)57.

De la serie de los almohades y sus taifas, destaca, sobre todo, la moneda de Al-Mutawakkilibn Hud, (n.o 3432), el dirham inédito y único de la ceca de Granada, que puede ser interpre-tada como la primera moneda batida por Muhammad ibn Nasr, el fundador de la dinastía nazaríque, durante un breve periodo de tiempo, reconoció nominalmente la autoridad de Al-Mutawakkilibn Hud de Murcia (fig. 15).

La desaparición del reino de Granada supone el ocaso de la moneda andalusí; las monedas,los documentos arqueológicos de al-Andalus de carácter histórico más abundantes, fuentes deinformación económica primaria, repertorio inagotable de nombres, genealogías, cecas, cargos ymensajes religiosos y políticos, indispensables para el conocimiento de la historia de al-Andalus,se fueron olvidando, se perdieron en la noche de los tiempos; hemos visto, de forma abreviada,su rescate como testimonio de nuestra historia que ha ido indisolublemente unido a la historia

de esta Institución y sus miembros que, siempre alo largo de más de dos siglos y medio, considera-ron que la moneda de al-Andalus era y es parte in-disoluble de nuestra historia.

Ahora, por fin se está dando conclusión a uno delos objetivos primordiales de la Institución, la publi-cación de los catálogos de su Monetario, algo quede nuevo convierte a la Real Academia de la Histo-ria en una referencia y caso único dentro de losorganismos e instituciones que velan por la protec-ción del Patrimonio Histórico Español.

FIGURA 14.—Sin ceca, Yaqub Yusuf, Dinar, s.f.(Catálogo n.o 2432). (Escala: 2×).

55 Codera (1897).56 Al no estar recogidas en ninguna de las obras de referencia (ya sea en Vives (1893), Prieto (1926) o Miles, George C.,

The Coins of the Muluk al-Tawaif, New York, 1952, las hemos asignado los números de referencia que utilizó Codera ensu citado trabajo. vid. Canto García y Martín Escudero (2002) con todas las referencias a este tipo de monedas aparecidasen hallazgos más recientes.

57 Vives (1893), n.o 1615, 1636, 1660 y 1663.

FIGURA 15.—Granada, Al-Mutawakkil ibn Hud,Dirham, s.f. (Catálogo n.o 3432). (Escala: 2×).

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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LÁMINA 4.—Maravedí de oro de Fernando I de León (1157-1188). (Escala: 4×).

Juan Cayón Herrero y Adolfo Cayón Herrero LAS MONEDAS HISPANO-CRISTIANAS

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LAS MONEDAS HISPANO-CRISTIANAS

JUAN CAYÓN HERRERO

ADOLFO CAYÓN HERRERO

Casa Cayón de Numismática

No es una tarea sencilla la que pretenden estas líneas, que intentan, nada menos, que resumirdiez siglos de la compleja historia numismática de España.

Para ello, como punto de partida para la Edad Media, hemos de tener en cuenta el contextohistórico, resaltando tres factores de importancia por su interés y por su incidencia en la Numis-mática:

• La atomización feudal, que implica poca actividad económica, ya que ésta esencialmente sebasaba en el trueque, a lo que se añadía la ausencia de un sistema monetario unificado ycentralizado.

• La Reconquista, no sólo por los grandes gastos que requería llevar a cabo dicha empresa,sino por los movimientos migratorios y de frontera, así como el progresivo flujo de la rique-za hacia el norte cristiano.

• El acervo o substrato histórico y cultural, entendiendo por tal el conjunto de hábitos y cos-tumbres arraigados en la Península Ibérica desde la Roma bajo imperial, más los visigodos ymusulmanes, como se puede ver en los capítulos dedicados a los respectivos períodos enesta misma obra. En especial al inicio de la Edad Media, las monedas de los períodos ypueblos citados eran ampliamente aceptadas y se usaban, prácticamente, en todos los terri-torios peninsulares.

Durante los siglos VIII y IX de la Alta Edad Media, el Imperio Carolingio rige Occidente yalcanza su máximo esplendor. El chrismón típico carolingio, asociado al nombre del KAROLVSen monograma crucífero, pasó a ser símbolo habitual en la amonedación de toda Europa. ElImperio Carolingio gozaba de un sistema monometálico en plata, unificado y duodecimal. Sumoneda por excelencia era el dinero (de 1’5-1’8 gramos y 22 milímetros de diámetro) y su divi-sor, el óbolo (1/2 dinero).

Alfonso II (791-842) sustituyó el sistema visigodo monometálico en oro por el carolingio deplata. Sin embargo, a todo Imperio le llega el momento de la debilitación y disgregación. Esteepisodio se reflejó en la moneda a través de la degeneración de la misma con una pérdida depeso, una reducción del módulo y, naturalmente, una rebaja de la plata. Fue entonces cuando seproducen las primeras concesiones de fabricación en la zona de la Marca Hispánica, en el nor-deste peninsular. En ella aparecen las primeras emisiones peninsulares hispano cristianas, comoel dinero de tipo carolingio acuñado en Gerona con el tipo habitual: cruz equilátera dentro degrafila en el anverso y chrismón en el reverso. Las concesiones de fabricación de moneda van

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surgiendo a lo largo de todo el siglo X (Ausona,Gerona, Barcelona, Besalú, Cardona, Rosellón,etc.), pero hasta el siglo XI no se generalizan yextienden al resto de la Península, siendo losreinos de León y de Navarra los primeros enhacerlo. Como ejemplo, cabe señalar un dinerodel conde Ramón Borrell (992-1015), acuñado enBarcelona, pues este personaje fue el primero enincluir su nombre, RAIMS, en las piezas queemitía, como se puede leer en el anverso de lacitada pieza.

Al llegar a pleno siglo XI, hay que destacar elarraigo del derecho de regalía; entendido como el derecho exclusivo del soberano para acuñarmoneda. Constituye una clara expresión del poder, además de una formidable vía de ingresos yun mecanismo eficaz para la difusión de un mensaje y propaganda.

También hay que tener en cuenta el contexto histórico, ya que, como consecuencia de laaparición de los reinos de taifas árabes y de las parias o tributos que pagaban los soberanosmusulmanes a los cristianos, a lo que se añadían los servicios que los taifas contrataban a sobe-ranos cristianos, se produce un gran flujo monetario musulmán al norte cristiano. El dinar, deoro, era ampliamente aceptado, a pesar de los prejuicios religiosos. De hecho, se conserva docu-mentación en la que se demuestra que el Conde Ramón Borrell acordó recibir un pago de cienpiezas de oro diarias más dos dinares por soldado en expediciones militares para las que fuecontratado, además de incluir el botín de guerra.

En líneas generales, se sigue el modelo carolingio y hay poca acuñación en la Península Ibé-rica, aunque podemos destacar tres datos relevantes:

• En Aragón nace la moneda jaquesa, muy popular y de gran aceptación.• Se incluye el busto del monarca en el anverso de la moneda y también es habitual reducir

la cruz insertando motivos florales, como en el anverso de un cornado de Sancho IV acu-ñado en Burgos, donde se muestra el busto del soberano con corona.

• Por otro lado, hay abundante acuñación en los territorios del Nordeste, más avanzados des-de un punto de vista numismático, ya que en ellos comenzaron las primeras emisiones, conalguna peculiaridad digna de mención, como las acuñaciones de Ramón Berenguer. Este condede Barcelona, continuando con el modelo carolingio, llegó a acuñar también oro, lo querompe, aunque no generaliza, el monometalismo del sistema vigente en la Europa de esosaños. Estas monedas se denominan mancusos, como el acuñado en Barcelona que formaparte del numario de la Real Academia de la Historia (fig. 1). En él se puede apreciar cómoesta acuñación imita la imagen de los dinares musulmanes, aunque en estas monedas laleyenda árabe normalmente resulta casi ilegible. Además, en la leyenda, se incluye el nom-bre, COMES RAIMVNDVS, es decir, conde Ramón Berenguer IV.

El arte románico se impone y alcanza su protagonismo durante el siglo XII y su influenciatambién se percibe directamente en el arte y en el estilo de las monedas.

En Castilla se produjo un cambio importante, pues aparece el sistema bimetálico de oro yplata baja o vellón (fig. 2). En líneas generales, las monedas de plata baja o vellón, habitualmen-te, suelen ofrecer en el anverso el busto del monarca, de frente o perfil, y en el reverso conti-nuará la cruz de tradición carolingia.

La amonedación áurea surge por necesidad económica, política y religiosa, al ir ganando fuerzalos reinos cristianos a lo que se suma que, con la entrada de los almohades en la Península, separalizó el flujo de monedas de oro al norte cristiano que se ha mencionado. Un bello ejemploes un maravedí de Alfonso VIII (1158-1214) de clara tipología y mimetismo árabe (fig. 2), aun-que, junto a la leyenda árabe, el soberano incluye las iniciales de su nombre, ALF. Además, esta

FIGURA 1.—Mancuso de oro de Ramón Berenguer IV(954-1076) (2×).

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moneda ofrece un mensaje de alto contenido religioso cristiano, frente al islámico de las mone-das árabes en las que se inspira, pues en el inicio del anverso puede leerse: PRÍNCIPE DE LOSCATÓLICOS, ALFONSO, HIJO DE SANCHO, AYÚDELE DIOS Y PROTÉJALE... y en el final delreverso: ...EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL ESPÍRITU, SANTO EL QUE CREYERA Y FUERABAUTIZADO SE SALVARÁ.

Estos maravedís —nombre, por cierto, derivado de almorávide— supusieron un nuevo siste-ma de cuenta, que derivaría en la dobla o doble dinar almorávide.

Por otro lado, hay que destacar un hecho relevante a efectos numismáticos, ya que, además dela multiplicidad de cecas, que es habitual en este período, se comienza a incluir en la moneda elnombre, la abreviatura, las iniciales o el símbolo parlante de la ceca que acuña cada ejemplar, nor-ma que, a partir de entonces, ya nunca desaparecerá de la moneda, convirtiéndose en un elementoesencial de la misma. Normalmente se trata de una letra, como la B para Burgos o una leyenda,como IACOBI para Santiago de Compostela, pero también puede ser un signo, parlante o no.

Antes de dar por finalizada esta rápida visión sobre la moneda de este período, hemos de des-tacar una de las piezas del monetario de la Real Academia de la Historia por su importancia yrelevancia numismática. Se trata de una de las primeras acuñaciones áureas con tipología hispanocristiana y caracteres propios, pues se aparta de la tipología que copiaba la moneda musulmana(fig. 3). Es el rarísimo maravedí de Fernando II (1157-1188). En el anverso se lee FERNANDVXDEI GRACIA REX. El tipo presenta el busto del soberano a izquierda con corona, portando cetroy espada; simbología clara de ostentación del poder (corona y cetro) y de la lucha cristiana quesuponía la reconquista. En el reverso muestra un león a derecha, símbolo parlante del territorioque regía Fernando. Debajo del león, se leer claramente LEO, marca de la ceca de León, un motivoque acabamos de señalar constituye un elemento característico introducido a partir de esta épocade manera permanente en las monedas (lám. 4).

Durante el siglo XIII seconstata cómo la moneda deCastilla evolucionó siguiendoun proceso económico queindica su fuerte vinculacióncon la política monetaria y lafiscal de la época. Consecuen-cia de este hecho es la mo-neda forera, un tributo cobra-do por el soberano a cambiode cumplir el compromiso deno alterar la moneda queemitía en exclusividad, es

FIGURA 2.—Maravedí de oro de Alfonso VIII (1158-1214) (2×).

FIGURA 3.—Dinero de Fernando II de León (1157-1188) (3×).

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FIGURA 4.—Croat de plata de la ceca de Barcelona,acuñado por Fernando el Católico (2×).

decir, por su derecho de regalía an-tes citado, ya que la alteración de laley producía inflación y graves per-juicios económicos.

Pero este compromiso era frecuen-temente incumplido por casi la tota-lidad de monarcas, que llegaban has-ta utilizar la moneda como unaherramienta fiscal recaudatoria. Dehecho, a primeros del siglo XVII, elpadre Juan de Mariana publicó unaobra de notable relevancia histórico-numismática, De Monetae mutatione,en la que denuncia la utilización frau-

dulenta de la moneda como mecanismo expropiatorio y confiscatorio por parte del soberano,por lo que llegó a plantear que este hecho podía constituir un motivo para su derrocamiento.Esta obra inspiraría los pensamientos liberales que conforman parte de la llamada Escuela deSalamanca, de donde bebió la hoy viva Escuela Austriaca de pensamiento económico.

También es interesante señalar otros hechos relevantes en el siglo XIII. Uno son los importan-tes cambios en la moneda que se suceden en Castilla, que dieron como resultado un nuevosistema monetario de carácter trimetálico. Con Alfonso X se extendió la moneda fiduciaria, esdecir, aquella cuyo valor intrínseco es menor al de su valor extrínseco o nominal. Por otra parte,como ya se ha apuntado, se produjo la evolución del maravedí a la dobla de oro. Entre ambostipos de moneda, la de oro y la fiduciaria, había un nicho que se pretendía cubrir con unamoneda de plata representativa.

En el Reino de Aragón, que comprendía el Condado de Cataluña y los demás territorios deesa Corona, es el croat la moneda de plata que rellena ese vacío. Su creación se debe a PedroIII de Aragón (1276-1285), quién creó un tipo que perduraría hasta Fernando el Católico, al quecorresponde el croat de la colección del Numario de la Real Academia de la Historia a nombrede Fernando V de Aragón, antes de ser Fernando el Católico (fig. 4). En el anverso se grabó elbusto del soberano, con una leyenda en la que puede leerse FERNANDUS D G REX. En el re-verso observamos el tipo específico para los croats, con una cruz equilátera, que constituye unaclara reminiscencia carolingia de influencia francesa, y, en los cuarteles, roel o alianza y tres puntos.Estos símbolos sintetizan el compromiso, representado por el roel o alianza, de cumplir la ley detres dineros, a lo que aluden los tres puntos, por lo que es una clara referencia al cumplimientode la exigencia de buena moneda que le permitía demandar el pago del tributo o moneda forera.

En la siguiente centuria, que ya corresponde al siglo XIV, se observa cómo Castilla va a con-seguir un sistema trimetálico estable y sostenible. Por un lado, proliferan las acuñaciones de ve-llón, con diversos nombres y valores (blanca, cruzado, dinero, noven, cornado...), que traeráncomo consecuencia, a finales de siglo, un aumento notable en la masa monetaria. Un ejemplode estas acuñaciones es el noven de Alfonso X acuñado en Toledo, que ofrece la marca de cecaT situada debajo del castillo. Otro ejemplar, de tiempos de Juan I, es una blanca, llamada delAgnus Dei. Este ejemplar gozó de gran aceptación y popularidad por el mensaje religioso quecontenía, ya que hace alusión al cordero de San Juan Bautista.

En la plata, dando cobertura al vacío más arriba comentado, nace el real con Pedro I (1350-1369), con un peso aproximado de 3’4 gramos y 23-24 milímetros de diámetro, que pasó a predo-minar en el sistema monetario español hasta la llegada de la peseta en 1868. Estos reales y medioreales fueron monedas frecuentes, como las piezas de Pedro I, Enrique II, Juan I, Enrique III yEnrique IV que conserva el monetario de la Real Academia de la Historia. En ellas se advierte confacilidad la evolución en las leyendas y en las coronas, en especial al comparar las acuñacionesde soberanos del mismo nombre, que preferían distinguirse con diferentes iniciales. Pero, además,

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hemos de advertir que en lugar delbusto, se solía incluir la inicial oiniciales del rey, como afirmaciónde quién era el soberano y quiénostentaba el poder, vinculando, aúnmás si cabe, la soberanía a la per-sona individual del rey.

Dentro del trimetalismo al quese ha hecho alusión, junto al vellóny la plata, cerrando el sistema, apa-rece la dobla de oro, acuñación rei-na de la Edad Media con un pesoaproximado de 4’6 gramos, de laque se conocen diversos tipos.

Un ejemplo es la dobla de busto coronado de Pedro I o dobla de cabeza. Otro es un caste-llano de Enrique IV, con marcada propaganda reivindicativa de sus territorios, ya que, por unlado, el anverso, ofrece el castillo, por Castilla, y por el otro, el reverso, un león rampante, porLeón, que puede ir sin corona en las piezas acuñadas por Alfonso X o con corona en las deAlfonso XI, Pedro I y Enrique IV. La Real Academia de la Historia posee un ejemplar de lasllamadas Enrique de la silla alta (fig. 5), con una carga propagandística notable y muy apropiadaal momento, ya que, como veremos más adelante, aquellos años fueron una etapa de alta ten-sión política. El trono o silla alta es signo evidente reivindicativo de su poder. De este tipo,también conocemos los llamados Enrique de la silla baja, siendo los primeros en los que seaprecia una clara evolución del arte gótico final en los pináculos del trono y los motivos deco-rativos. Otro tipo de dobla es la llamada dobla de la banda (fig. 6). Estas monedas ofrecen en el

FIGURA 5.—“Dobla de la silla alta”, de Enrique IV (2×).

FIGURA 6.—Colección de “doblas de la banda” de Juan II, donada a la Real Academia de la Historiapor D. Lamberto Janet, en 1866.

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reverso (a excepción de los castellanos) los emblemas herál-dicos de los soberanos y la marca de ceca, en caso de quese muestre, marca que normalmente puede verse situadaarriba o en la parte inferior.

La Real Academia de la Historia posee una bandeja contreinta y seis doblas de la banda que fueron donadas a laAcademia por don Lamberto Janet en 1866 y que forman unnotable conjunto muy destacable dentro de su Numario (fig.6). Esta colección es una magnífica representación de la doblacastellana, acuñación áurea por excelencia de la Edad Mediaque da idea de la fuerza económica de Castilla. En ella están presentes distintas cecas, ademásde variantes de cuños, ya sean por leyendas, diferencias leves de estilo o por la situación de lamarca de la ceca.

Este breve repaso realizado permite observar el cambio producido desde los inicios de lasacuñaciones cristianas de la Península Ibérica, representadas por las primeras emisionesaltomedievales en los territorios del Nordeste, hasta las bajomedievales, en las que se constata eldesarrollo económico y político adquiridos por Castilla, convertida en esa época en el reino máspoderoso y en el centro y motor de los estados de la Península Ibérica. Este hecho se refleja tam-bién en la Numismática, ya que con un sistema trimetálico estable y sostenible, una moneda rei-na, la dobla, y otras dos de gran aceptación, el real (fig. 7) y la blanca, Castilla pasó a estar muypor delante del resto de territorios. De la moneda de estos últimos, poco más se puede señalar,ya que en ellos, a diferencia de Castilla como centro económico y político peninsular, había másbien escasez de moneda. Un dato destacable es, sin embargo, la unificación del sistema áureoaragonés con el nacimiento del florín, con marcada influencia de los modelos franceses e italia-nos, en relación con los cuales se desarrollaba la economía de la Casa de Aragón, como bien puedeapreciarse en el académico ejemplar (fig. 8).

Las luchas y la inestabilidad política en la Península Ibérica van a marcar el siglo XV casi porcompleto, hasta la llegada de Fernando e Isabel. Inestabilidad acrecentada por las tensiones conPortugal y, también, por las distintas luchas de las líneas sucesorias y de los Trastámara.

En Castilla, abundaban las emisiones áureas, apareciendo incluso piezas de 20 y 10 doblas, ycontinuó extendiéndose el real. Además, se produjo una proliferación de cecas, por la extensióndel territorio y el avance de la Reconquista y, sobre todo, por el exceso de licencias para acuñarmoneda. Como consecuencia de dicha proliferación y de la inestabilidad política aparecen grancantidad de monedas falsas, de lo que no fue ajeno el episodio bélico ocurrido entre Enrique IVy Alfonso (1465 y 1468). La situación de la moneda falsa llegó a ser tan preocupante que Enri-que IV solicitó del Papa que se decretará la excomunión para los falsificadores de moneda, in-tentando obtener así una solución al mismo.

Dos hechos cabe destacar dentro del monetario español de esa época. Uno es que Juan IIfue el primer rey que incluyó el ordinal en la leyenda, SECVNDVS. Otro hecho notable es que,a causa de la creciente inflación, el maravedí se convierte en una nueva moneda de vellón conEnrique IV. Este monarca, al final de su reinado, reorganizó nuevamente la política monetaria

retirando licencias de acuñación e intentando ordenarlas emisiones bajo un sistema más estable, especialmenteen los vellones. Un ejemplo es la blanca de 2 maravedísde Enrique IV acuñada en Segovia, en la que se ve elacueducto debajo del castillo como símbolo parlante dela marca de ceca.

Para finalizar con la Edad Media en estas breves ideasque aquí se exponen, podemos indicar que con Enri-que IV, en 1474, suele darse por finalizado el periodode la Edad Media desde un punto de vista numismático.

FIGURA 7.—Real de Enrique II,de la ceca de Toledo.

FIGURA 8.—Florín aragonés de Juan I,de la ceca de Tortosa (1387-1396) (2×).

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Los Reyes Católicos representanen la Historia de España la unifica-ción de los distintos territorios yreinos bajo un único monarca, gra-cias a la unión surgida del matrimo-nio de Fernando e Isabel, pero aúnsiguió habiendo leyes propias encada territorio. Su reinado supuso launión de Castilla, incluyendo Grana-da y las Indias, Aragón, que englo-baba Valencia, Mallorca, Cataluña,Aragón, Cerdeña, Sicilia y Nápoles,y que se completó con la incorporándose más tarde de Navarra en 1512.

Como premisa, conviene advertir el continuismo del sistema trimetálico que se ha descritomás arriba: en oro se acuñaba la dobla o el castellano (fig. 9), en plata, el real, pero en vellónhabía mucha variedad. En líneas generales, en su tipología, las monedas ofrecen los cuarteles decastillos y leones, como muestran dos piezas tan significativas como un real acuñado en Segoviay un castellano de los Reyes Católicos que forma parte del monetario de la Real Academia de laHistoria (fig. 9).

Un hecho trascendental en la historia de la Numismática Española es la reforma que se llevaa cabo el 13 de junio de 1497, la llamada Pragmática de Medina del Campo, por el lugar dondese dio. Dicha Pragmática potenciaba la imagen de unidad política de los territorios con unasimbología específica: por un lado, el escudo cuartelado de Castilla, León, Aragón y Sicilia, unién-dose luego Granada tras su conquista; por el otro, el yugo y las flechas, como símbolos parlan-tes de Y(sabel) y F(ernando) y las iniciales coronadas de los nombres de los reyes. Esta simbologíaabarcaba todos los tipos monetarios para los tres metales del sistema.

En el oro surge, como nueva moneda, el excelente de la Granada, que supuso el abandonodefinitivo de la influencia musulmana, al poner punto y final a la acuñación de la dobla. En laplata, previendo los primeros efectos del metal americano, su cotización se fijó a 34 maravedís,buscando la estabilidad y sostenabilidad. Por último, en el vellón, se rebajó la plata y se estable-ció la blanca o medio maravedí como la pieza base.

A la muerte de Isabel surgen ciertas tensiones políticas, llegando a aparecer acuñaciones deJuana y Felipe y de Juana y Carlos. Pero, en todo caso, se mantuvo la continuidad del sistemaimplantado por los Reyes Católicos.

Con los Austrias, la política matrimonial de los Reyes Católicos trajo como consecuencia laampliación de los territorios con la inclusión de la Casa de Borgoña, que comprendía los PaísesBajos y el Franco Condado, los feudos imperiales, entre los que destacaba el Milanesado, a losque se añadiría en tiempos de Felipe II la herencia de Portugal. De hecho, desde entonces, puedehablarse de una monarquía pluriestatal, cuyo epicentro era Castilla.

Las tensiones y dificultades políticas iniciales de Carlos I (1516-1556), así como el hecho dedestacar la importancia histórica de los Reyes Católicos y los episodios históricos tan relevantesvividos como el final de la Reconquista y el descubrimiento de las Indias, empujaron al Empe-rador a optar por un continuismo de tipos y leyendas en las monedas. Es decir, emitió monedasa nombre de los Reyes Católicos, como el doble excelente acuñado en Segovia en tiempos deCarlos I siguiendo la Pragmática de los Reyes Católicos, cuyo anverso ofrece los bustos confron-tados con la marca de la ceca de Segovia en la parte superior, un espléndido acueducto, y laletra K, del césar Karlos, debajo, entre los bustos.

El emperador Carlos V también tuvo que dar una solución a la masiva exportación de mone-da castellana a Francia, al tener ésta peor ley, pues se introducía en España desplazando a la

FIGURA 9.—Castellano de los Reyes Católicos (2×).

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propia, por lo que reguló la situación y creó una nuevamoneda, el escudo. Un ejemplo es el escudo acuñado enSegovia a nombre de Juana y Carlos, tipo en el que des-taca la inclusión, por primera vez, de la leyenda de rever-so HISPANIARVM REGES, que pasó a ser característica delas acuñaciones españolas hasta el siglo XIX (fig. 10).

Por último, es obligado señalar cómo la notable mejorade las técnicas para obtener la plata tras el descubrimien-to y explotación de las riquísimas minas de Potosí yZacatecas, potenciaron enormemente la labra de plata, que

sustituyó al oro en la circulación mercantil internacional, convirtiéndose la moneda española enla primera moneda de circulación verdaderamente universal. Se crearon, entonces, los múltiplosde 2, 4 (fig. 10) y 8 reales, este último con un peso de 27 gramos. La famosa pieza de 8 realeso duro se convertirá en la moneda por excelencia de la numismática española y perdurará hastamás allá de la mitad del siglo XIX.

Por lo tanto, hemos de notar que ninguno de los duros y medios duros a nombre ReyesCatólicos fueron acuñados por los Reyes Católicos, sino que lo habrán sido por Carlos I oFelipe II.

FIGURA 11.—Dibujo de la moneda aragonesa de 100 ducados de oro de 1528,conservada en el Cabinet de Médailles, de Paris.

FIGURA 10.—Moneda de 4 reales a nombrede Juana y Carlos acuñada en Méjico.

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Felipe II (1556-1598) llevó acabo otra reforma monetaria importante, al promulgar en 1566 lallamada Pragmática de la Nueva Estampa en la que se recogen los nuevos tipos que debían in-cluir las monedas, tipos que son clara propaganda de la Monarquía y de su poder territorial. Porun lado, el del anverso, muestra el escudo con las armas de Castilla, León, Aragón, Sicilia yGranada en la parte superior y, en la parte inferior, las de Austria, Borgoña antigua y moderna,Brabante, Flandes y Tirol, añadiéndose más tarde Portugal.

Hay que destacar también que a partir de entonces comienzan a acuñarse los múltiplos de 2y 4 escudos, evidentemente piezas labradas en oro, como la pieza de 2 escudos de la Casa Viejade Segovia, del ensayador D o la pieza de 2 maravedís de la llamada Casa Vieja segoviana quemuestra la marca de ceca en ambas caras, con marca de ensayador D superada de o. Otra mo-neda de 8 reales de Sevilla, ofrece la marca de ensayador D en forma de cuadrado situado enel tercer cuadrante del reverso.

El Numario de la Real Academia de la Historia posee una excelente colección de moneda ara-gonesa de este periodo de la Numismática Española, que está formada por algunas piezas deinterés excepcional.

Además, la Real Academia conserva una interesante documentación relativa a estudios dedica-dos a la moneda aragonesa, en los que hacen referencia a ejemplares de la colección y a piezasextraordinarias de las que se tenía noticia, como el dibujo de la pieza de 100 ducados de oroacuñado en 1528. Este interesante documento, ya publicado en alguna ocasión, da razón de cómose tomó copia directa de la magna pieza en 1772 con permiso de su propietario, que entoncesera el Conde de Bearn. En la actualidad, dicho magnífico ejemplar se conserva en el Cabinet deMédailles de la Biblioteca nacional de París, donde lo he podido estudiar recientemente junto ami padre, Juan R. Cayón. La pieza es espectacular, con un tamaño superior a los 8 centímetrosde diámetro y un peso de 25 doblones (fig. 11).

La colección también cuenta con una estupenda muestra de monedas de la ceca de Zaragoza,piezas siempre escasas y raras (fig. 12). Por ejemplo, cabe citar el medio duro de Juana y Carlos,hija y nieto de los Reyes Católicos, acuñado en 1547 (fig. 12,a). Otra pieza puede ser el rarísimomedio duro de Felipe V de 1707, año del que se conocen sólo piezas de 8 y 4 reales (fig. 12,d).Por último, vale la pena detenerse en dos piezas singulares. La primera (fig. 12,b), es un duro o

FIGURA 12.—Duros y medios duros de la ceca de Zaragoza: a, de Carlos y Juana de 1547; b, semejantepero con la fecha 1556 arreglada; c, de Felipe III (II de Aragón) de 1611; d, de Felipe V de 1707.

a b c d

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pieza de 8 reales acuñado por Felipe III, II de Aragón, cuyo reinado transcurrió de 1598 a 1621.La fecha que aparentemente muestra esta pieza, 1556, que se tenía hasta el momento por única,es una mistificación, con el error de haberse confundido a Felipe II de Castilla con su hijo Fe-lipe II de Aragón (III de Castilla), ya que se han alterado los tres últimos dígitos de la fecha, talcomo se ha puesto en evidencia al acometer el estudio del Catálogo de las Monedas Hispano-Cristianas de la Real Academia de la Historia, actualmente en curso. Tomás Dasí, en su esplén-dida obra Estudio de los Reales de a Ocho (vol. II, pág. 51) no hacía mención alguna a estafecha, aunque, sin embargo, sí hablaba de otra de 1566, de la que ya dudaba de su autentici-dad. El hecho no debe considerarse excepcional, pues en las colecciones del siglo XIX era ha-bitual realizar este tipo de alteraciones o mistificaciones, bien para cubrir un hueco o bien parainventar rarezas o plasmar rumores o fantasías monetarias. Hay que significar que la pieza no esfalsa, es un original que ha sido manipulado y que en nada desmerece el magnífico numario dela Academia; al revés, le concede un curioso detalle numismático.

El otro ejemplar es un duro u 8 reales de Felipe III, II de Aragón, del año 1611 (fig. 12,c). Setrata en nuestra opinión de un ejemplar similar al anterior, el pretendido 1556. Sin embargo, ladiferencia a destacar entre ellas, además de la manipulación comentada, es que este ejemplar fuefundido mientras que el citado de 1556 fue acuñado. Es muy peculiar este hecho dentro delmonetario español, en el que convivían piezas acuñadas y fundidas. Habitualmente, la pieza fun-dida debiera darse por falsa; sin embargo, en relación al duro de Zaragoza de 1611, hay piezasfruto de la fundición que, entendemos, deben tenerse por originales, ya que fueron realizadas,con total seguridad, en la propia ceca o casa de moneda, utilizándose los troqueles originalespara proceder al vaciado de las piezas fundidas, que bien pudieran haberse comercializado enfecha posterior a la mostrada en su impronta.

La razón de la coexistencia de ambas técnicas debe tener como causa la necesidad de aumen-tar el circulante rápidamente, lo que no debe excluir la posibilidad de que se trate de un simplefraude, ya sea de exclusiva responsabilidad de los trabajadores de la ceca o por orden de lapropia autoridad. Probablemente fuesen ambas razones; pero, en todo caso, como el peso de lapieza fundida es inferior en 5 gramos al peso que debiera tener por ley, ya que tan sólo pesa22 gramos, su uso suponía un fraude para quien la tuviera por ocho reales.

En el reinado de Felipe II destaca la creación de la más importante casa de moneda, el RealIngenio de Segovia, que merece una especial mención.

La intención de este rey era utilizar un sistema que limitara e impidiera, en la medida de loposible, la merma que sufría el numerario, pues las monedas españolas de la Edad Moderna noeran, hasta el momento, más que recortes de metal de forma poliédrica irregular y, por lotanto, susceptibles de ser recortados en detrimento de su valor, lo que pasaba fácilmente inad-vertido debido a esa irregularidad. Para evitar este cercén había que conseguir labrar monedascompletamente redondas (sin ángulos o pliegues), cuya forma permitiera de inmediato notar surecorte.

El Archiduque Fernando I de Austria, primo de Felipe II, le regaló una serie de molinos parala acuñación de moneda redonda, de los que se conserva el documento con la relación de lamaquinaria y del equipo enviado desde la ceca de Hall, en el Tirol. Aunque el envío de estamaquinaria se hizo en 1584, las primeras pruebas no se realizan hasta 1586, acuñándose unasmuestras de cobre, sin fecha, que se repartieron entre los pobres de la ciudad, de las que hoyen día sólo conocemos un ejemplar.

En el proceso del nuevo Ingenio, la estampa de la moneda correspondiente se grababa enunos rodillos que se hacían girar por medio de la fuerza del agua del río Eresma, quedandoestampada de esta manera la imagen en el riel del metal correspondiente que pasaba entre ellos.A continuación, un sacabocados, basado en trazas de Leonardo da Vinci y también movido porel agua, recortaba la moneda perfectamente redonda.

La secuencia del proceso del Ingenio era simple, como ilustran los grabados conservados enla Real Casa de la Moneda-Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, en los que se documenta el

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molino de agua que movía toda la maquinaria y la tira de metal, en este caso de cobre, con elcorrespondiente alveolo producido tras sacar el sacabocados la moneda. Aunque ésta es una tirade tiempo de Felipe IV, podemos ver, a lo largo de todo el riel, los puntos de tracción alrededordel tipo que desde el siglo XVI son característicos de la casa y que servían para facilitar el des-plazamiento del mismo a través de los rodillos. El producto así obtenido, verdaderamente ex-traordinario, sitúa el resultado de esta suerte de labra entre las monedas más brillantes de lanumismática mundial. El Ingenio era capaz de acuñar las tres suertes o tipos de metal: cobre,plata y oro.

La técnica empleada en el Ingenio supuso un paso de gigante al producir monedas de grancalidad (fig. 13), en especial si se comparan con una moneda acuñada con el sistema tradicionalde martillo, como la de 8 reales de la colección de la Academia.

Además, las piezas del Ingenio fueron las primeras monedas españolas en llevar fecha acom-pañando a la indicación del valor y al símbolo parlante de la ceca, el acueducto o “la puente”,

FIGURA 13.—“Cincuentín” laminado en el Ingenio de Segovia en 1623.

FIGURA 14.—“Centén” o pieza de cien escudos de oro de 1633, desaparecida de la Real Academiade la Historia durante la Invasión Napoleónica.

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como se decía en la época, símbolo que se venía usando desde tiempo de Enrique IV (vid.supra).

Sin duda alguna, la obra cumbre no sólo de la numismática del Ingenio sino de toda la nu-mismática española es la amonedación de los célebres cincuentines y centenes, en plata y oro ycon valor de 50 reales y 100 escudos, respectivamente. Su laminado se inició en tiempo de FelipeIII prolongándose hasta bien entrado el siglo XVII ya en tiempos de Carlos II. Estas monedas sehacían por encargo cortesano o de gentes privadas, pues unas veces se acuñaban a petición delmonarca para hacer regalos o pagos importantes, por ejemplo, a labores de espionaje, mientrasque otras acuñaciones se autorizaban a los ricos comerciantes sevillanos, que recibían oro y pla-ta de América en cantidad ingente, cuya labra gustaban encargar en valores altos más que enmoneda menuda.

El centén o moneda de oro de 100 escudos tiene un diámetro aproximado a los 8 centímetrosy un peso de unos 335 gramos. Su valor 100 (escudos) aparece a la derecha del escudo y “lapuente” y la inicial del ensayador R, por Rafael Salván, a su izquierda. En la actualidad los ejem-plares conocidos no son más de cinco o seis, contando el Museo de la Casa de la Moneda deMadrid y sendos ejemplares más del Museo Arqueológico Nacional, pues desgraciadamente, losejemplares que poseía la Real Academia de la Historia se perdieron en la Francesada (fig. 14).

Sin embargo, por fortuna, la Academia conserva una de estas espléndidas monedas. Se tratade un cincuentín o 50 reales de plata acuñado en 1623. La fecha de 1623 es una de las másinteresantes por las circunstancias en que se labró, por lo que, con todo acierto, figura comoportada de esta obra (fig. 13).

La serie de 1623 acuñada en el Ingenio de Segovia es una de las acuñaciones modernas mejordocumentadas y más interesantes. Esta moneda es, seguramente, la más evocadora de la historianumismática española. Se laminó con motivo de la visita del Príncipe de Gales a España, el fu-turo Carlos II de Inglaterra. No es necesario aquí recordar la visita secreta del Príncipe a la Cortede España a mediados de marzo de 1623, que concluyó con los acuerdos matrimoniales condoña Ana de Austria de septiembre del mismo año, que, finalmente, no se llevarían a cabo. El4 de ese mismo mes, pocos días antes de la firma de dichos pactos, el rey dio orden de proveeral Ingenio de oro y plata para labrar las distintas suertes con motivo de la visita que haría lacorte inglesa camino de Santander desde donde regresaría a Londres.

La plata, en cantidad de 100 kilos, fue labrada la tarde del 11 de septiembre en presencia derey, el Príncipe de Gales, el Conde Duque de Olivares, el futuro duque de Buckingham, el con-de de Monterrey y el cardenal Zapata. Ciertamente, la visita del rey y el príncipe Carlos al Inge-nio está plagada de anécdotas, todas ellas sabrosísimas, como la pelea de Buckingham y Olivareso la entrega al Príncipe Carlos de una bandeja de piezas de 50 reales como la que conserva elNumario de la Real Academia, que éste tuvo a bien arrojar a los presentes con gran regocijo,quedando, como dicen las fuentes, “contentísimo con todo ello”. El ejemplar que conserva elMonetario debe ser, por lo tanto, parte del presente del rey de España al príncipe Carlos deInglaterra con motivo de la firma de los acuerdos matrimoniales que, como se ha indicado,quedaron en nada.

El reinado de Felipe III se caracteriza por la aparición de una moneda de oro llamado 8 es-cudos u onza, que ha sido elemento cambiario en todo el mundo hasta bien entrado el sigloXX. Esta moneda ofrece un marcado cambio estilístico desde tiempos de Felipe III, a las de épocade Carlos III y Carlos IV, y su estilo (tipo numismático) se mantuvo hasta la última de las mo-nedas áureas acuñadas en España, las 100 pesetas de Alfonso XIII, que podría considerarse comosu equivalente a fines del siglo XIX. Pero, a pesar de esa continuidad en los tipos, con el bustoen el anverso y el escudo en el reverso, reinado tras reinado se fue produciendo una rebaja enla ley del metal que los reyes imponían a los empleados de las cecas bajo juramento de secretoy sanción de graves penas si se daba noticia.

En este tiempo se inicia, además, uno de los mayores quebraderos de todos los reinados en lamoneda, ya que del vellón, la moneda de cobre más o menos aleada con plata, sufrió desde

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entonces constantes devaluaciones y revaluaciones, nosólo con cambios variados en los tipos y las leyes, sinocon interesantes resellos que llegan a deformar porcompleto el disco del ejemplar que los sufre, comomuestran algunos casos exagerados conservados en elNumario (fig. 15).

Como ya se ha señalado, el Ingenio de Segoviaintrodujo en 1586 la moneda redonda, “en redondo”como entonces se conocía. Pero tan sólo tres cuartosde siglo después aparece de manera habitual esa mo-neda redonda fuera del Ingenio y sólo en la peque-ña de cobre, la usada para el menudeo, pues la plata y el oro se seguían labrando sobre cospelesirregulares. También en esas fechas aparece por vez primera el retrato del monarca en las nue-vas monedas de cobre. Estos primeros retratos de riguroso perfil de Felipe IV nos recuerdan losque pintara al rey Diego de Velázquez, muerto en 1660, el mismo año en que estas monedascomienzan a labrarse, tanto en las monedas acuñadas a martillo, cuya labra se inicia el 29 deenero de 1661, como en la nueva moneda de busto laminada en el Ingenio (labra iniciada el 22de noviembre de 1660). En muchas ocasiones, las monedas eran muy toscas, lo que facilitaba laaparición por doquier de falsificaciones, todavía más burdas que sus modelos, como alguna con-

servada en la colección de la Academia.La grave crisis económica del reinado de

Carlos II obligó a la creación de una nueva, be-lla y delicada moneda en octubre de 1686 llama-da María o Marieta (fig. 16), que fue diseñadapor un religioso de Jaén a quién no se ha podi-do llegar a identificar. La moneda, que tenía unvalor de 8 reales, llegaba a pesar como si fuerade 6 reales al verse mermado su peso hasta un25 por ciento. El tipo del reverso ofrece el ana-grama mariano, lo que no debe considerarse ca-

sual, pues Mariana era el nombre de la Reina Madre y, en 1671, se había declarado festivo elSanto Nombre de María en todos los reinos del último de los Austrias.

El reinado del primero de los borbones, Felipe V, también supuso, como en tantos otros as-pectos, una auténtica revolución en la numismática hispana, pues se llevó a cabo el cambiomonetario más ambicioso de la historia moderna, alcanzando sus efectos a todas las cecas, tantopeninsulares como americanas.

En las décadas de 1720 y 1730 se promulgaron una serie de leyes a efectos de conseguir quetoda la moneda hispana fuera de forma redonda. Felipe V fue el primer monarca que lo consi-guió, poniendo fin a más de siglo y medio de merma en las monedas recortadas.

Los primeros ensayos para obtener la moneda redonda se realizan en plata en el verano de1709, como documentan las pruebas que se encargaron a la familia Barbúa del Ingenio de Segovia.Sin embargo, el proyecto les superó, ya que ambosartistas, suegro y yerno, se excusaron diciendo que notenían costumbre de “echar cabezas”, esto es, de gra-bar cabezas, pues ésta era la primera moneda circu-lante de plata que mostraba un busto desde tiemposde Enrique IV. En efecto, resulta evidente la tosque-dad y rudeza del busto abierto por talladores españo-les en esta moneda, si se compara con la mucho máselegante y técnicamente mejor resuelta salida de manode un abridor francés venido a la corte (fig. 17), que

FIGURA 15.—Pieza de vellón reselladapor 8 maravedís.

FIGURA 16.—“María” de 1687, acuñada en Segovia.

FIGURA 17.—Moneda plata de Felipe V acu-ñada en Madrid en 1709.

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FIGURA 18.—Cliché paramoneda de 8 maravedísde Carlos III de 1770.

se labró en un taller sito en lo que hoy es el edificio del Monte dePiedad en la plaza de Celenque de Madrid.

Felipe V llevó a cabo cambios sustanciales en la presentación de lostres metales, que fueron tan destacados que los reinados de Luis I yFernando VI, en líneas generales, suponen una política continuista.

Hay que esperar a mayo de 1772 para que aparezca otra modifica-ción. Carlos III decretó entonces una pragmática sanción por la que semandaba unificar las labras en los tres metales bajo un mismo tipo, quemostraría el busto del rey a partir de un modelo creado por el graba-dor Tomás Francisco Prieto, que era grabador general de las Casas deMoneda. Estos tipos serán prácticamente iguales en América y en la Pe-

nínsula, lo cual convierte a esta reforma en una de las más destacables del monetario hispano.Prieto era una poderosa personalidad y fue un grabador extraordinario, que además había crea-do un año antes, en 1771, la Escuela de Grabado que tan estrecha relación guardará con la RealAcademia de la Historia, como más adelante se indica.

La citada ley es de 1772, pero el Numario de la Academia conserva un cliché con el retratodel monarca con fecha de 1770 (fig. 18), por lo que esta pieza es, a nuestro juicio, el primerejemplo del contacto directo y estrecho que, a partir de entonces, mantuvieron la Academia dela Historia y el Departamento de Grabado de la Casa de la Moneda de Madrid en los siglosXVIII y XIX. Desde entonces fue la Academia de la Historia la encargada de emitir los pertinen-tes informes sobre los modelos que la Casa de la Moneda le hacía llegar para la emisión defuturo numerario. Una vez ejecutado el proyecto de dicho modelo, la Academia guardaba en suMonetario una serie de monedas acuñadas con especial esmero, piezas que, entre los numismáticos,se conoce con el nombre de muestras (fig. 21 y 22). Son bellísimas piezas, que permiten contodo detalle la delicada labor de los abridores de cuyo, el arte de la pieza y el cuidado puestoen su acuñación.

El comienzo del siglo XIX y los turbulentos años de la Francesada introdujeron el numeral deJosé Bonaparte, que está representado en el Numario tan sólo por unos pocos ejemplares, entreellos una pieza de 8 maravedís de cobre y una rarísima prueba del troquel de un medio real(fig. 19). Característico de este reinado es la simplificación de los escudos de los reversos, que-dando divididos en seis cuarteles: Castilla, León, Aragón, Navarra, Granada y las Indias, con eláguila en el centro como símbolo de la familia Im-perial y Real de Napoleón.

En estos años también se acuñaron monedas deplata durante la ocupación en la ceca de Barcelonacon un nuevo valor, de una (fig. 20), de dos y me-dia y de cinco pesetas. Se debe destacar su interésya que son las primeras emisiones con dicha deno-minación, que ha perdurado en la moneda españolahasta la reciente introducción del euro en el año 2002.

Además, otra modificación notable fue la susti-tución de los valores de 8 reales y de 8 escudos,en uso desde el siglo XV y XVI, por los 20 y320 reales, respectivamente, medida adoptada porFernando VII.

La Academia conserva la muestra que la Casa deMoneda hizo llegar con las iniciales DG en la parteinferior del reverso, lo que denota su procedencia delDepartamento de Grabado de la Real Casa (fig. 21).A partir de esta moneda de 20 reales de 1833 apare-

FIGURA 19.—Prueba de troquel de medio realde José I (2×).

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ce en las monedas la leyenda en el canto, innovación debida a que se acuñaba por medio de lavirola, un invento de Juan Pedro Droz que se hizo de uso común a partir de entonces.

Con la reina Isabel II se introdujeron numerosas modificaciones en las monedas, pues esteperiodo se caracteriza por los más de once tipos diferentes utilizados en los dos sistemas mone-tarios del reinado isabelino: el real y el escudo. Estos cambios han quedado documentados enbuena medida en el Numario de la Real Academia, ya que la Reina dictó una disposición paraque la Casa de la Moneda de Madrid enviara un ejemplar de todas las monedas y medallas acu-ñadas a la Real Academia de la Historia. Las muestras que se conservan en el Monetario sonexcepcionales (fig. 21 y 22). De la mayor importancia numismática es la muestra del 50 céntimosde peso de 1863 acuñado en Madrid para su circulación en Filipinas, que debe tenerse comouna de las monedas modernas más raras del monetario de la Casa (fig. 22).

A partir de Isabel II, desaparece de las monedas las iniciales de las cecas como indicativo dellugar de acuñación, pasando a utilizarse un sistema de estrellas en el reverso que indicaban ellugar de labra, dependiendo del número de puntas que éstas presentaran: de seis puntas paraMadrid, de cinco para las acuñaciones madrileñas que circulaban en Manila (fig. 22) o estrellasde tres puntas la correspondiente a Segovia.

La última reforma que merece la pena comentar es la adopción de la peseta como base delsistema monetario en octubre de 1868. Previamente al correspondiente decreto, se elevó una con-sulta a la Real Academia de la Historia sobre “los atributos de carácter nacional que deben figu-rar en los nuevos cuños”. Ésta formó una Comisión al efecto, integrada por Salustiano Olózaga,Aureliano Fernández-Guerra, Cayetano Rosell y Eduardo Saavedra, que, con fecha 6 de noviem-

FIGURA 20.—Peseta de plata, con su etiqueta del siglo XIX.

FIGURA 21.—Duro de muestra de Fernando VIIde 1833, con la marca DG.

FIGURA 22.—50 céntimos de pesode Isabel II de 1863 para circular

en Filipinas.

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bre de ese año dio la siguiente opinión acer-ca del tipo de anverso de las nuevas pesetas:“la comisión (de la Academia) ha decididoproponer para la figura de España la matro-na recostada en los Pirineos, rodeada delOcéano, con los pies en el estrecho, la ramade oliva en la mano y la diadema en la cabe-za” aunque recomienda eliminar el conejo quesí aparecía en las monedas del emperadorAdriano y que sirvió como modelo de ésta“por no parecer que corresponda a la digni-dad del asunto”.

Este breve repaso, reducido casi a la anécdota, da noticia de las acuñaciones peninsulares.Pero no se debe olvidar que en América se venía acuñando con regularidad desde comienzosdel siglo XVI una ingente masa monetaria. Durante decenas de años, desde el siglo XVI al XVIII,ciudades tan distantes como Santiago de Chile o Madrid pasando por Guatemala, Méjico o Poto-sí, acuñaron moneda al mismo tiempo.

Hasta 1732, a las deficiencias técnicas que imposibilitaban la acuñación en redondo, habíaque añadir la penuria técnica, de medios y espacios con los que se debía labrar en aquellascecas. Como ejemplo, se puede poner la pieza de 4 reales (fig. 10) acuñada en Méjico a prin-cipios del siglo XVI, que se realizó en la antigua residencia de Hernán Cortés, en situacióntan penosa que los oficiales de la casa mostraron en repetidas ocasiones su disgusto ya quelos transeúntes hacían desde la calle agujeros en las paredes de barro y robaban monedas apuñados.

También conviene destacar algunas acuñaciones especiales. Durante el siglo XVIII se acuñóen la ceca de Potosí una serie de monedas con forma de corazón, hoy muy raras y únicas conesta forma en la numismática mundial. Su explicación debe encontrarse en la imaginería religio-sa, pues se colgaban de las imágenes a modo de exvoto. Sin duda alguna, estas peculiaresacuñaciones tienen que ver con la profunda devoción que Felipe V tuvo al Sagrado Corazón deJesús, y que le llevó al puntode pedir al papa Benedicto XII,en 1727, la declaración de undía de precepto en su honor.La Academia posee un conjun-to extraordinario de monedasen forma de corazón (fig. 23).

Otro detalle notable de lasacuñaciones americanas hayque situarlo en 1732, momen-to en el que se adoptó unnuevo tipo que perduró hasta1771, que se conoce comoduro columnario (fig. 24). Estamoneda llegó a alcanzar lamáxima consideración en elcomercio internacional por sufiabilidad y puede considerarse—ahora sí— como la primeramoneda de circulación univer-sal. Prueba de ello son losejemplares con pequeños rese-

FIGURA 23.—Duro en forma de corazón, quizásvotivo, acuñado en Potosí.

FIGURA 24.—Duro con dos columnas y leyenda “Plus Ultra”,origen del símbolo Z.

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llos chinos que los comercian-tes y banqueros orientales im-ponían al duro español paravalidarlos en su curso. El duroespañol, en su forma columna-ria o de busto, adoptado, comose ha señalado, en 1772 entiempo de Carlos III, fue am-pliamente aceptado en Asiahasta entrado el siglo XX. Suimportancia fue tal que las co-lumnas de Hércules con el le-ma “Plus Ultra”, tipo creado porLuigi Marliano para el CésarCarlos V hacia 1514, se trans-formaron, con los años, en elsímbolo Z del dólar americano,que es la simplificación de lasdos columnas con la leyendaen torno “Plus Ultra” que ofrecenestos reales de a 8 (fig. 24).

Y como broche final a estasreferencias a la moneda americana, parece oportuno incluir un rarísimo duro realizado por en-cargo del Comandante Antonio Quintanilla en el fuerte de la isla chilena de Chiloé, último terri-torio español en América del Sur que se mantuvo fiel a la corona hasta 1826. Esta moneda ra-rísima, de la que el Monetario de la Real Academia de la Historia conserva un ejemplar (fig. 25),fue fundida en los talleres del fuerte y es la última de la larga serie de piezas de los famosos 8reales españoles, cerrándose así más de tres siglos de historia numismática en América.

BIBLIOGRAFÍA

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sulmanes hasta el siglo XV. Madrid, 2002.HEISS, A. Descripción General de las Monedas Hispano-Cristianas desde la invasión de los árabes. Zaragoza,

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Segovia, 1928.VV. AA. Temario didáctico del Curso de Experto Profesional en Filatelia y Numismática de la Universidad

Nacional de Educación a Distancia. Madrid, 2005.

FIGURA 25.—Duro acuñado en la isla chilena de Chiloé en 1826.

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LÁMINA 5b.—Boceto de la Medalla de Premio José Echegaray firmado por Bartolomé Maura y Fontaner.Donado por Doña M.a Cruz Pérez Alcorta, 2003/6/6. (Escala: 2/3).

LÁMINA 5a.—Medalla del Premio José Echegaray de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.Donada por dicha institución el 1907/6/20. (Escala: 1×).

Martín Almagro-Gorbea LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

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LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

MARTÍN ALMAGRO-GORBEA

Académico Anticuariode la Real Academia de la Historia

La Real Academia de la Historia ha reunido durante 250 años una colección de más de 40.000monedas y 2.500 medallas, por haberse considerado estos objetos, desde su fundación en tiem-pos de la Ilustración, como documentos históricos del mayor interés, por lo que han constituidoun de los fondos de la Institución más apreciadas en todos los tiempos.

Cuando tuve el honor de hacerme cargo del oficio de Anticuario en 1997, una de mis inquie-tudes fue ordenar y publicar las colecciones de antigüedades, conforme prescriben nuestros Es-tatutos. Para ello, mi primera labor en el Gabinete de Antigüedades fue hacer un recuento de lacolección de monedas y medallas, que me hizo comprender que, para alcanzar el objetivo depublicarlas conforme recogen los Estatutos, debía recurrir a la colaboración de buenos especialis-tas, que me brindaron su inestimable y generoso apoyo, que siempre he agradecido. La tarea hasido ardua, pero puede decirse que se ha logrado el objetivo.

Para el estudio de las medallas, D. José M.a Blázquez Martínez, mi antecesor como Anticuario,me recomendó ponerme en contacto con Dña. María Cruz Pérez Alcorta, discípula de Prof. Joa-quín M.a de Navascués, con quien había trabajado en la Colección para realizar su Tesis Docto-ral. Su disposición fue total y se hizo cargo del Catálogo de Medallas.

Sin embargo, el trabajo resultó más complejo de lo previsto, pues la revisión del Gabinetede Antigüedades aportaba continuamente nuevas piezas, a las que se añadían las nuevas adqui-siciones y los bocetos, troqueles, pruebas, jetones y una abundante documentación, todolo cual exigía aunar esfuerzos para publicar el Catálogo sin excesiva demora. A ello se brin-daron, igualmente de forma generosa, la Dra. Teresa Moneo y el Dr. José M.a Vidal y tam-bién tuve que implicarme yo personalmente, lo que me ha permitido valorar uno de los cam-pos más desconocidos y de los más interesantes de nuestro Patrimonio Histórico. La labor con-junta realizada, en ocasiones ardua, pues ha durado un largo quinquenio, ha constituido, almargen del esfuerzo, un motivo de satisfacción, ya que se ha visto recompensada con la publi-cación del Catálogo de Medallas Españolas 1, que se ha sumado a otros catálogos de meda-llas publicados en fechas recientes2, que han venido a renovar los repertorios de inicios del

1 M. Almagro-Gorbea, M. C. Pérez Alcorta y T. Moneo. Medallas Españolas. Madrid, 2006. Por comodidad, en las citasy referencias se alude a ella simplemente como Catálogo y las medallas se indican simplemente con su número quehace referencia a su numeración en el citado Catálogo. El texto de esta conferencia se basa en el estudio realizado porM. Almagro-Gorbea en la Introducción de dicho Catálogo, p. 15-37.

2 M. Ruiz Trapero, J. de Santiago, J. M.a de F. Olmos y M.a de M. Roto, Catálogo de la Colección de Medallas Españolas delPatrimonio Nacional I-III, Madrid, 2003; M. Cano, Catálogo de Medallas Españolas. Museo del Prado, Madrid, 2006.

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siglo XX3, lo que evidencia el creciente interés hacia estos bellos documentos históricos porparte de estudiosos y coleccionistas.

Es siempre justo, y más en esta oportunidad, practicar el adagio latino suum quique tribuere.Por ello, quiero hacer constar públicamente mi agradecimiento y felicitación a las personas cita-das, quienes, con su saber y esfuerzo, han hecho posible esta labor. Pero en ellas, de modo sim-bólico, también quiero reconocer el apoyo de cuantas personas e instituciones han posibilitadoeste servicio a la Academia y al Patrimonio Histórico y Cultural Español. Por todo ello, como AcadémicoAnticuario de la Real Academia de la Historia, es para mí una gran satisfacción presentar aquí,aunque sea de forma somera, esta Colección de Medallas Españolas tras su estudio y catalogación.

Medalla es una palabra de origen italiano derivada del latín metallum, que la Real AcademiaEspañola define como una “pieza de metal batida o acuñada, comúnmente redonda, con algunafigura, inscripción, símbolo o emblema”. A partir del Renacimiento se usó para designar tanto amonedas antiguas como a medallas conmemorativas.

Las medallas forman un apartado especial de la Numismática, denominado Medallística, y,aunque no son monedas de curso legal, ofrecen el interés de ser documentos históricos conme-morativos de personajes y acontecimientos y, al mismo tiempo, son creaciones artísticas, queconstituyen un interesante capítulo de la Historia del Arte4.

La medalla es una de las geniales creaciones del Renacimiento italiano (fig. 1). Su invenciónse debe al artista Antonio Pisano (1395-1455), más conocido como el Pisanello 5. La obra dePisanello y de sus seguidores tuvo un amplio eco tanto en Italia como al Norte de los Alpes,pues servía para exaltar la imagen de poder de príncipes, papas y reyes, al aunar a su bellezaun pretendido origen clásico de la Antigüedad, que ennoblecía su función al proseguir la tradi-ción conmemorativa y propagandística de la moneda romana. Además, su facilidad de difusión yde reproducción potenció su uso como elemento de propaganda entre las elites renacentistas6.

FIGURA 1.—Medalla de Antonio Pisano, el Pisanello, con busto de Alfonso V de Aragón, como rey de Nápolesy águila repartiendo despojos entre sus poyuelos (Catálogo, n.o 1) (a 3/4 de su tamaño).

3 A. Herrera y Chiesanova, Medallas de Proclamaciones y Juras de los Reyes de España, Madrid, 1882; A. Vives y Escudero,Medallas de la Casa de Borbón, de D. Amadeo I, del Gobierno Provisional y de la República Española (Catálogo de la RealBiblioteca IV), Madrid, 1916.

4 M. Bernhart, Medaillen und Plaketten, Braunsweig, 1966, p. 3 s.; M. Jones, The Art of the Medals, London, 1979; S. K.Scher (ed.), The Courrency of Fame: Portrait Medalls of the Renaissence (catálogo de exposición), New York, 1994.

5 R. Chiarelli, L’opera completa del Pisanello, Milano, 1972; G. De Lorenzi, Medaglie dell Pisanello e la sua cerchia, Firenze, 1983.6 Para el origen de la medalla, puede verse un buen resumen en J. Gimeno, “La medalla”, en Medallas y otras “curiosida-

des” relacionadas con la moneda (ciclo de conferencias del Museo Arqueológico Nacional), Madrid, 1993, p. 5 s.

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En consecuencia, las meda-llas suelen ofrecer un retratopor el anverso, como elemen-to exaltador del magnate repre-sentado, y, por el reverso, es-cenas alusivas a sus hechos ocualidades, para contribuir a sufama y su perduración histórica.

El Renacimiento supo prose-guir la tradición de la monedaantigua y valorar la capacidady la fuerza que ofrecen lasimágenes grabadas en un dis-co de metal como es la mo-neda, por lo que retomó estasideas del mundo clásico en lamedalla, cuyas dos caras permiten un discurso gráfico complementario y de gran poder de co-municación y de fácil difusión.

Este hecho fue intuitivamente comprendido y desarrollado en la Antigüedad por los artistasgriegos, que llevaron la moneda a cumbres de belleza nunca más vuelta a alcanzar, como lasfamosas de Evainetos de Siracusa y sus contemporáneos7, pues los abridores de cuño griegoslograron plasmar y transmitir con un lenguaje de inigualada belleza sus mensajes de propagandaideológica y política.

Esta práctica se generaliza y difunde entre los monarcas helenísticos a partir de Alejandro Magno,los Seleúcidas, Ptolomeos y demás monarcas helenísticos, comprendidos también los Bárquidasen Hispania 8. Todos ellos asociaron su retrato a la moneda para difundir su carácter heroicodivinizado como elemento de propaganda política de la persona que encarnaba el poder. Estamisma idea, asimilada por las elites dirigentes de Roma en los dos últimos siglos antes de Cristo,pasó a ser la clave iconográfica de todas las acuñaciones del Imperio Romano, alguna de cuyasemisiones especiales, como los medallones y contorniati 9, puede considerarse el precedente einspiración directa de la medalla del Renacimiento como elemento de propaganda, de cultivo delretrato personal y de conmemoración de los hechos en su reverso.

Esta tradición pasó de las cortes del Renacimiento a las elites y monarquías absolutas del Barrocoy, retomada por Napoleón, perduró a lo largo de todo el siglo XIX prácticamente hasta que segeneralizan los anuncios impresos y los posters a inicios del siglo XX. Sólo tras la II Guerra Mun-dial los nuevos medios de transmisión gráfica de ideas a través de imágenes en movimiento,como el cine y la televisión, han hecho que la medalla pierda gran parte de ese cometido ideo-lógico que ostentaba desde el Renacimiento, pasando a ser un medio más de expresión artística.

Pero a la función de la medalla para transmitir mensajes políticos se asocia una especial ca-pacidad para reflejar gustos sociales y corrientes artísticas, mejor que otras obras de arte, por loque la Colección de Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia es tanto fiel reflejo dela Historia de España como de la evolución de sus gustos artísticos.

CARACTERÍSTICAS E HISTORIA DE LA COLECCIÓN DE MEDALLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

La Colección de la Real Academia de la Historia está formada por 2500 medallas. De éstas, lamayor parte son medallas españolas, más de 1200 tras las últimas adquisiciones y en ellas tradi-

FIGURA 2.—Medalla “en estampa” de la Real Academia de la Historiade Fernando VI.

7 L. O. Th. Tudeer, Die Tetradrachmenprägung von Syrakus in der Periode der signierenden Künstler, Berlin, 1913; G. E. Rizzo,Monete greche della Sicilia, Roma, 1946; Kraay, C. M. y M. Hirmer, Greek Coins, New York, 1966, p. 288 s., lám. 33.

8 G. M. A. Richter, The Portraits of the Greeks, London, 1965, p. 253 s., fig. 1706 s.; N. Davis y C. Kraay, The HellenisticKingdoms: Portraits Coins and History, London 1974.

9 A. Alföldi y E. Alföldi, 1976: Die Kontorniat-Medaillons, Berlin.

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cionalmente se incluyen las de los territorios peninsulares e isleños, las tierras americanas y filipinasy los restantes dominios que formaban la Corona de España.

Además, la Colección de la Real Academia de la Historia se enriquece con otros elementos deinterés, que por este motivo han sido igualmente incluidos en el Catálogo de Medallas de la Ins-titución10. Por ejemplo, la Academia posee algunas medallas grabadas “en estampa” (fig. 2), utili-zadas en el siglo XVIII para decorar libros por medio de grabados en dulce, generalmente rea-lizados por los mismos grabadores de medallas. También hay bocetos de medallas encargadaspor la Academia o donados a ésta por sus autores, troqueles, en su mayoría de la Academia, yuna pequeña colección de jetones de los Austrias, que eran piezas de pago monetiformes parauso interno en la Casa Real. Por último, el elemento más característico es la rica documentaciónsobre la Colección, que permite en muchos casos conocer su procedencia e, incluso, averiguaren ocasiones quienes fueron los autores, algunos hasta ahora desconocidos, de los que se hanidentificado hasta 337, sin contar las numerosas piezas anónimas11.

No resulta oportuno hacer aquí la historia del Monetario de la Real Academia de la Historia,aunque sí se pueden resumir algunas características y comprobar cómo las etapas de su forma-ción coinciden de hecho con los principales periodos de la Historia de España (fig. 5).

Prácticamente, la mitad de las piezas procede de los fondos de la propia Academia, en muchoscasos originariamente regalos regios. Según la documentación conservada, la Colección de la RealAcademia de la Historia se comenzó a reunir en tiempos de Fernando VI, gracias a una copiosadonación de este rey. Parece evidente que el interés real debió estar influido por el P. AlejandroPanel, S.J., un jesuita francés antiguo preceptor de rey y los infantes muy versado en Numismáti-ca, quien diseñó los monetarios o burós de roble conservados hasta la actualidad y que habíaorganizado la colección de la Biblioteca Real, a imitación de la existente en la corte francesa.

FIGURA 3.—Distribución por reinados de las Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia.

10 Catálogo, Apéndices II a VII.11 Catálogo, p. 641 a 646.

Alfonso V2=0,2%

Fernandoel Católico

1=0,1%

Felipe I2=0,2%

Carlos I41=5%

Felipe II18=2%

Felipe III7=1%

Felipe IV7=1%

Carlos II12=2%

Felipe V16=2%

ArchiduqueCarlos2=0,2%

Luis I22=2%

Fernando VI69=8%

Carlos III112=13%

Carlos IV122=14%Fernando VII

96=11%

Isabel II118=13%

GobiernoProvisional

4=0,4%

Amadeo Ide Saboya1=0,1%

Carlos VII1=0,1%

Alfonso XII44=5%

Alfonso XIII75=8%

II República4=0,4%

Francisco Franco73=8%

Juan Carlos I41=5%

Martín Almagro-Gorbea LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

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El origen regio de estaColección acrecienta su inte-rés, pues a él se debe labuena serie de piezas deProclamación y Jura, uno delos tipos de medalla máspeculiares del Imperio Espa-ñol y el que muchas de lasmedallas de la colección es-tén a flor de cuño, ya quedebieron llegar a la Acade-mia como documentos histó-ricos por regalo regio.

La formación de la Colec-ción a partir de Fernando VIexplica la abundancia y cali-dad de piezas de la Casa deBorbón, que representa casiel 60 % del total, y la esca-sez de medallas de los Aus-trias, paliada por la donaciónde la Colección Laiglesia en el siglo XX (fig. 3).

En los años iniciales de su formación hay que destacar la figura de Miguel Pérez Pastor, nom-brado en 1763 como I Anticuario de la Real Academia de la Historia por su clasificación de lasmonedas y medallas de la Institución, aunque falleció poco después. Su muerte prácticamentecoincide con el nombramiento de Pedro Rodríguez Campomanes como III Director de la RealAcademia de la Historia en 1764.

La labor en el Monetario de Campomanes, como ministro ilustrado que era, resultó muy efi-caz, pues, aunque no parece que se dedicara personalmente a los estudios numismáticos, hasido uno de los mejores organizadores que ha tenido la Colección. Como repetidas veces se haseñalado, hacia el final de su mandato, en 1796, el número de piezas alcanzaba las 12.000, trashaberse adquirido importantes colecciones, entre otras, las del Marqués de la Cañada, el Condede Saceda y el Marqués de Belsunce, siendo la más importante de España tras la de la BibliotecaReal y la mejor estudiada, como lo confirman las medallas de oro, plata y bronce utilizadas parailustrar la obra Colección de retratos de los Reyes de España 12 (fig. 4).

Esta brillante etapa inicial de los Borbones de la segunda mitad del siglo XVIII se vio trunca-da por la Invasión Napoleónica. En esos turbulentos años de la Francesada, probablemente en1811, desaparecieron las medallas de oro y plata y otras piezas señeras de la Colección, quizásbajo el subterfugio de haberse vendido como “duplicados”. Por ello, Aureliano Fernández-Guerratodavía se lamentaba así: «...Hace mas de un siglo que poseía ya la Academia riquisima colecciónnumismática, de sumo precio en antiguas medallas griegas de oro, y en medallones de tan precio-so metal y de plata, conmemorativos de faustos sucesos propios y extraños. De tan precioso tesorohizo conocedor al público en 1796, y esto sirvió para que entrasen á saco manos avaras durantela guerra de la independencia por tan estimable caudal, y para que una colección de primer órden,viniera á serlo de tercero ó cuarto».

La normalidad se restableció durante el reinado de Fernando VII, pero ya sin los medios dela etapa precedente. Las donaciones de esos años descienden a entre 20 y 30 piezas por dece-nio, gracias a la Colección del Marqués de Saltillo, donada a inicios del siglo XX (fig. 5). En esos

FIGURA 4.—Lámina de la Colección de retratos de los Reyes de España;medallas de bronce sustituyen a las de oro y plata desaparecidas

de la Real Academia de la Historia.

12 Anónimo, Colección de retratos de los Reyes de España¸… y diseño de todas las monedas acuñadas en los respectivos rei-nados desde Felipe III hasta Carlos III,… según los originales que en los años de 1773 guardaba la real Academia de laHistoria… Madrid, 1817.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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años centrales del siglo XIX son significativas las donaciones de la Casa de la Moneda en cum-plimiento de una Real Orden de 24 de agosto de 1833, situación que se mantiene bajo Isabel II,que en buena parte coincide con el buen hacer del Anticuario Antonio Delgado.

Durante el sexenio revolucionario (1868-1874) se produce un marcado hiato en el número depiezas ingresadas, pero en la Restauración se vuelve a alcanzar el número de ingresos anterior,hasta llegar a la crisis de 1898. A fines del siglo XIX e inicios del XX destaca la labor de D.Adolfo Herrera y Chiesanova, gran especialista en medalla española, que debió estimular el úni-co catalogo de estos fondos, publicado por el Anticuario Juan Catalina García y López en 1905,y que donó a la Real Academia de la Historia su magnífica biblioteca especializada en Medallística.

A partir del siglo XX el ingreso de medallas baja a tan sólo 10 a 20 por decenio, con unafuerte disminución durante la Segunda República y la Guerra Civil. Sin embargo, a lo largo delsiglo XX se donaron algunas colecciones particulares de indudable importancia (fig. 6), como lade Medallas Españolas del Marqués de Saltillo, en 1915, esencial para los fondos del siglo XVIIIy XIX; en 1923, D. Francisco de Laiglesia legó la de monedas, medallas y sellos de Carlos V y,en 1925, el gran estudioso de la medalla española, D. Adolfo Herrera Chiesanova, donó a laAcademia su biblioteca numismática y sus papeles de estudio.

Desde entonces, la Colección de Medallas Españolas de la Academia se ha incrementado gra-cias a generosas donaciones particulares, que, por fortuna, han aumentado en estos últimos años,reflejo indudable de la revitalización del Gabinete de Antigüedades. Destacan por su importancialas colecciones “Teresa Herrero Juez” y “M.a Antonia del Consuelo Fernández Rubio”, ofrecidaspor D. Adolfo y D. Juan R. Cayón en 2003, con más de 200 medallas actuales. Ese mismo añoingresó la colección de D. Martín Almagro Basch donada por Dña. Clotilde Gorbea Urquijo yalgo más recientes son las de D. Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón y de D. José Ángel SánchezAsiaín. Tras publicarse el Catálogo de Medallas en 2006, ya han ingresado nuevas piezas, graciasa los legados de D. Rafael Rodríguez Moñino y de D. Emilio García Gómez.

Estas y otras donaciones han paliado la disminución de ingresos a partir de la primera mitaddel siglo XX, cuando decrecieron hasta menos de 20 piezas por decenio. Gracias a las nuevasadquisiciones, entre los años 1950 y 1970 el número de medallas oscila entre 70 y 80 piezas por

FIGURA 5.—Número de medallas/año de cada reinado en la Colección de la Real Academia de la Historia.

Martín Almagro-Gorbea LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

99

decenio, lo que ha cambiado la tendencia a que la Colección de Medallas de la Real Academiade la Historia se convirtiera en una colección cerrada de carácter histórico.

Estas y otras donaciones han hecho que la Colección de la Real Academia de la Historia seauna colección viva al servicio de la Historia de España, que conserva la memoria de hechos ypersonajes históricos representados en las medallas, pero asociada a la de sus donantes, comotestimonia el Catálogo de Medallas Españolas recientemente publicado.

LA MEDALLA ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LA COLECCIÓN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Ya se ha señalado que la función esencial de la medalla es la de transmitir mensajes políticosy también que tiene una capacidad para reflejar gustos sociales y corrientes artísticas mayor quemuchas otras obras de arte, por lo que la Colección de Medallas de la Real Academia de la His-toria constituye un fiel reflejo de la Historia de España y de la evolución de sus gustos artísticos.

Desde este punto de vista, se pueden diferenciar varias etapas en la medalla española quecoinciden, en gran medida, con los principales períodos de la Historia de España en los últimos500 años: su introducción a mediados del siglo XV en el reinado de Alfonso V de Aragón, suauge en el siglo XVI durante los reinados de Carlos V y Felipe II, cuya actividad en este aspectoes la propia de monarcas del Renacimiento, el inicio del Barroco bajo los Austrias Menores, elinflujo de la medalla italiana y francesa bajo el reinado de Felipe V, la creación por Fernando VIy Carlos III de la escuela medallística española, la tendencia al estilo academicista a lo largo delsiglo XIX hasta la caída de Isabel II, la renovación modernista durante la Restauración, fase queprosigue hasta la II República y, finalmente, la continuidad al inicio del Gobierno de Franco y lairrupción de nuevas formas en el último tercio del siglo XX que perdura hasta la actualidad. Porlo tanto, las modas, temas y mensajes de las medallas transmiten la evolución de la Historia deEspaña con gran fuerza gráfica y expresiva.

FIGURA 6.—Principales colecciones y donaciones de Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia.

ColecciónFernández Rubio

113=11%

Real Academiade la Historia

572=52%

Colección Herrero Juez54=5%

Colección Sánchez Asiaín13=1%

Colección Gonzalo Anes15=1%

ColecciónAlmagro Basch

53=5%

ColecciónMarqués de Saltillo

94=9%

Colección Laiglesia29=3%

Casa de la Moneda38=4%

Donaciones aisladas94=9%

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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La creación renacentista de Antonio Pisano a mediados del siglo XV tuvo muy pronto eco enEspaña, pues alguna de sus obras más señeras fueron dedicadas a exaltar a Alfonso V de Aragón(1416-1458) como rey de Nápoles, aunque en la corte de los Reyes Católicos apenas se cultivóhasta la llegada de Carlos V.

La Colección de la Real Academia de la Historia contiene dos significativas piezas de AlfonsoV de Aragón y I de Nápoles (fig. 1), que son copias antiguas, pero no originales (n.o 1 y 2).Interesante por su iconografía es una galvanoplastia del magnífico retrato de Fernando el Católi-co (n.o 3), obra anónima de un autor posiblemente italiano, así como el doble retrato de Felipeel Hermoso y su hijo Fernando I de Bohemia, obra realizada hacia 1527 al ser coronado Fernan-do I como rey de Hungría (n.o 4-5), por lo que se ha atribuido a un autor austríaco o a unseguidor de Hans Daucher, de Ausburgo.

Carlos V, como hombre del Renacimiento y Emperador del Sacro Imperio, se sintió atraídopor las medallas y comprendió su interés artístico y de exaltación personal, lo que contribuyódefinitivamente a afianzar en Europa, más que en España, la tradición de emitir medallas siguien-do la moda del Renacimiento italiano. Los principales medallistas italianos y alemanes estuvierona su servicio para enaltecer su persona y sus hechos.

Los fondos de la Academia contiene una buena representación del reinado de Carlos V (n.o 6-47) gracias a la “Colección Laiglesia”, aunque muchas de las piezas, como señala el acta notarialde donación, están catalogadas como reproducciones de medallas, lo que evidencia que fueronrecogidas por su interés iconográfico, no con criterios de coleccionista. En la Colección estánrepresentados artistas alemanes con su expresionismo realista, como Hans Krafft (n.o 7), autor deuna medalla cuyo diseño se atribuye a Alberto Durero, Hans Schwarz (n.o 6, 9), Mathes Gebel(n.o 11-12, 29, 31?), Konrad Osterer (n.o 15?), Hans Reinhart (n.o 16-17, 23, 24?, 32, 34), LudwigNeufahrer (n.o 21), Hans Bolsterer (n.o 24, 31) y el flamenco Jacob Jonghelinck (n.o 39-45, 61),que representa el triunfo del Renacimiento italiano en la medalla centroeuropea.

Entre los artistas italianos descuella Leone Leoni (n.o 19, 22, 25-28, 30, 35, 38, 46), figuraestrechamente vinculada a la iconografía del Emperador y de su familia. Pero también hay piezasde Giovanni Bernardi (n.o 10, 13), Pastorino di Siena (n.o 20) y, quizás, de Giovanni Cavino(n.o 33).

Felipe II heredó de su padre la política “medallística” (n.o 48-66), con obras de grabadorestan afamados como Pompeo Leoni (n.o 55, 60) o Jacopo Nizzolla da Trezzo. Este último es elautor de muy bellas creaciones (n.o 48, 51-54, 59, 65-66), entre las que destaca una copia de lamedalla de Felipe II y el carro de Apolo (n.o 48) y otra de la de su primera mujer, María Tudor,como Reina de Inglaterra (n.o 52-54), que constituye una de las más bellas piezas del siglo XVI,probablemente realizadas en 1555 para conmemorar su matrimonio, aunque solo uno de los tresejemplares de la Academia parece ser original (n.o 52). Otras medallas de Felipe II son obra deGianni Paolo Poggini (n.o 49, 56), Annibale Fontana (n.o 62-63), Francesco Novellini (n.o 50) yGiovanni Melone (n.o 57-58).

El número de medallas/año durante los Austrias es bajo (fig. 5), pues, salvo Carlos V (n.o 6-47), que alcanza casi 1 medalla/año gracias a la “Colección Laiglesia”, los restantes reinados os-cilan entre un 0,44 medallas/año de Felipe II (n.o 48-66), un 0,30 con Felipe III, un 0,29 bajoFelipe IV (n.o 74-80) y un 0,37 de Carlos II (n.o 81-93).

Junto a los retratos reales, hay otros de personajes, siguiendo esta tradición tan propia y ex-tendida en el Renacimiento. Entre estas medallas cabría destacar la espléndida pieza del ingenie-ro y matemático Juanelo Turriano de hacia 1550 (fig. 7), cuya autoría se discute entre Jacomo daTrezzo y Pompeio Leoni (n.o 59). Además, junto a copias de las medallas de Honorato Juan (n.o

60), el Duque de Villahermosa (n.o 61), Fernando II de Ávalos (n.o 62) y del arquitecto Juan deHerrera (n.o 65-66), son de señalar las de María de Aragón (n.o 46), hija del Rey Católico casadacon Alfonso II de Ávalos, la interesante medalla, por su gusto tan “clásico”, del Virrey de NápolesPedro Álvarez de Toledo vestido “a la romana” (n.o 47) y la del Gobernador de Milán, Gabrielde la Cueva (n.o 64), de Pietro Paolo Galeotti, piezas que dejan ver cómo la medalla ilustra lafisonomía y el carácter de los personajes históricos.

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Los Austrias menores están peor representados. Sus medallas suponen la continuidad del sigloXVI, con muy leves indicios de estilo barroco. Sin embargo, destaca la magnífica pieza anónimade Felipe III con el león defendiendo la Fé (n.o 68) y de Felipe IV, junto a algunas obras delartista italiano Rutilio Gacci (n.o 76-77), la preciosa medalla de su Proclamación en Sevilla, en laque se le representa como Hércules Hispano (n.o 74).

La segunda mitad del siglo XVII coincide con el auge de la medalla barroca, que pasó a con-vertirse en un elemento esencial de la propaganda en los conflictos políticos de la época, si-guiendo la tendencia a abandonar la técnica fundida del Renacimiento y preferir acuñacionesque permitían emisiones más amplias y cuyos finos grabados resultaban más adecuados para ilustrarlas batallas y acontecimientos que se conmemoraban.

Un buen ejemplo es la medalla de 1669 de Carlos II (n.o 84). Su reverso ofrece una vista dela ciudad de Ostende, con su puerto y fortificaciones, obra del afamado medallista flamenco JohnRoettiers, que también trabajó para la corona de Inglaterra, pues los grabadores de esa épocagozaban de estima internacional. Es una de las primeras medallas españolas de la colección gra-badas en hueco y acuñadas, técnica que pasó a ser habitual a partir de entonces, pues su mayorperfección y facilidad de fabricación contribuía a su función como elemento de propaganda enlas rivalidades del siglo XVIII.

Esta técnica es la adoptada por las medallas del Archiduque Carlos de Austria, generalmentede gran belleza y buena técnica, aunque, lógicamente, están poco representadas en la Colecciónde la Academia, dada el carácter pro-borbónico de la Institución. Una de Giuseppe Hortelani, de1703, representa a la Justicia y la Paz besándose (n.o 94), alusión a los derechos del Pretendientea la Corona de España, pero también se conserva una copia en plomo de la conmemorativa delsitio de Barcelona de 1706 (n.o 95), que representa a Felipe V huyendo ante el ataque del Duquede Marleburgo.

Las medallas de la Real Academia de la Historia de este periodo corresponden a diversosgrabadores de los distintos territorios de la Corona, pero predominan los italianos, como RutilioGaci (n.o 76-77), Giulio de Grae o Giulio de Grenné (n.o 71-73, 75), J. M. Pirix (n.o 80), GabrieleFlorius (n.o 93), Giovanni Hamerani (n.o 88-92) y Zeli (n.o 85), además del flamenco John Roettiers(n.o 84) y de Charles-Jean-François Chéron, innovador de la medalla francesa (n.o 86, 87).

Durante toda la Casa de Austria prosiguió el auge de las medallas dedicadas a personajes dela nobleza, siguiendo la tradición del Renacimiento, costumbre que se verá interrumpida durante

FIGURA 7.—Medalla de Juanelo Turriano, con la Fuente de las Ciencias, por Jacomo Nicola da Trezzo,c. 1550 (Catálogo, n.o 59).

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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FIGURA 8.—Medalla de Juan Tomas Enríquez de Cabrera Toledo, Conde de Melgar,con la liberación de Génova en 1684 (Catálogo, n.o 93).

la Monarquía Ilustrada del siglo XVIII, prueba de la profunda interrelación entre medalla, socie-dad e ideología. Virreyes y personajes relacionados con Italia dejaron plasmados en hermosasmedallas sus efigies, que revelan su carácter, mientras que los reversos aluden a su política o asus hechos más destacados (n.o 46-47 y 59-66). Características de los inicios del siglo XVII es lamedalla anónima de 1616 del Arzobispo de Toledo D. Bernardo de Sandoval (n.o 69), pero des-tacan las de virreyes de Sicilia y Nápoles y otros gobernantes de Italia, como la del VII Condede Lemos (n.o 70), tres de Giulio de Grae de 1618, que representan a D. Pedro Girón, III Duquede Osuna (n.o 71-73), la magnífica del Duque de Montalvo con la Justicia en el reverso (n.o 80),y, ya de tiempos de Carlos II, las del Marqués de Velada, de 1675 (n.o 86-87), cinco ejemplaresde la de Giovanni Hamerani con el Cardenal Potocarrero (n.o 88-92) y la del Conde de Melgar(fig. 8), defensor de Génova contra Luis XIV en 1684 (n.o 93). Basta con ver y comparar losdistintos retratos para comprender de inmediato la evolución de los gustos y de las modas a lolargo del siglo XVII, desde la sobria vestimenta de la Casa de Austria a los ampulosos vestidosy grandes pelucas inspiradas en la corte francesa.

El advenimiento de la Casa de Borbón supuso un profundo cambio en la Corte de España,que se reflejo de inmediato en sus medallas13. A partir de Felipe V, éstas ofrecen un nuevo es-tilo, más acorde con la medalla europea barroca surgida en la segunda mitad del siglo XVII,cuyo cenit representa la Histoire Métallique de Luis XIV14, ejemplo de propaganda política de lostriunfos y hechos del Rey Sol, que marcó toda la medallística europea a partir de esta fase delBarroco.

Las medallas de Felipe V de Borbón, Fundador de la Academia, reflejan este cambio, quealcanza su apogeo durante los Borbones de la segunda mitad del siglo XVIII. Bajo Felipe V,durante la Guerra de Sucesión, trabajan diversos artistas, como hace años observó Pérez Alcorta15.Unos son italianos, como Giuseppe Ortolani (n.o 94), Andrea Giovine (n.o 106) o Maria AntonioDe Gennaro (n.o 104-105), autor de la bella medalla con la estatua ecuestre del Rey en Nápoles(fig. 9); otros, de origen francés, como Ferdinad de Saint-Urban (n.o 107, 114), autor de la me-

13 F. Gimeno, “El Barroco y la Medalla en España”, La medaglia barroca in Italia e in Europa (Atti del terzo convengo internazionaledi studio sulla storia della medaglia), Udina, 1981, p. 148-178; E. Villena, El Arte de la Medalla en la España Ilustrada,Madrid, 2004, p. 15 s.

14 Médailles sur les principaux événements du règne de Luis le Grand, avec des explications historiques par l’Academie royaledes Médailles et Inscriptions, Paris, 1723; J. Jaquiot, La médaille au temps de Louis XIV, Paris, 1970; M. Jones, Medals of theSun King, London, 1978; id., op. cit. n. 47, p. 75 s.

15 M. C. Pérez Alcorta, “Medallistas italianos que trabajaron para Felipe V”, Actas de las I Jornadas de Arte, Madrid, 1982,p. 102-108.

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dalla de Neptuno sobre el mapa de las Dos Sicilias, para realzar el predominio marítimo de Es-paña, pero también hay obras del medallista alemán Philipp Heinrich Müller (n.o 95).

Otro hecho destacable es que a partir de Felipe V se desarrollan las conocidas emisiones deProclamación y Jura, que son las series más características de la medalla española (fig. 21)16, talcomo más adelante se indica. Estas series alcanzan a lo largo del siglo XVIII su apogeo, hasta elpunto de ser las más abundantes de cualquier reinado y de dar lugar a dos fenómenos anóma-los en la Colección. Uno es que Luis I es el rey que ofrece la proporción más elevada de me-dallas acuñadas por año, que cuadruplican las de Carlos IV, el reinado más fecundo en esteaspecto (fig. 5). Otro es que las medallas de proclamación explican el aumento espectacular deemisiones al inicio de cada reinado, que llegan a alcanzar las 100 en el año inicial del reinadode Carlos IV, como manifestación de esta costumbre extendida por todo el Imperio Español.

Como consecuencia, a partir de los Borbones, en especial de Fernando VI a Carlos IV, au-menta el número y calidad de las medallas, prueba del interés de la Corona por éstas y, enconcreto, por la Colección de la Academia (fig. 3). A esta época corresponden casi 300 ejempla-res, sin contar las valiosas piezas desaparecidas en la Francesada, lo que suponen el momentode auge de la Colección, tanto en cifras absolutas por monarca, como en el número de meda-llas/año acuñadas (fig. 5). Las 23 medallas de Felipe V superan en número a las de cualquier reyde la Casa de Austria, incluido Carlos V y se pasa de cifras inferiores a 0,5 medallas/año a prác-ticamente 2 medallas por año de reinado y 20 medallas por decenio. Tras el breve reinado deLuis I, la tendencia se reafirma con Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, que representan el pe-riodo de mayor auge de la medalla española (fig. 5).

La segunda mitad del siglo XVIII ofrece otras dos características dignas de mención. Una esque desaparecen las medallas personales de miembros de la nobleza, las humanidades o las artes,cuyo uso se había extendido ampliamente durante la Casa de Austria, en especial bajo Carlos II.La única excepción es la medalla de 1763 de Luis de Velasco y Vicente González, que en reali-dad es una medalla de premio conmemorativa de la defensa del Castillo del Morro en Cuba (n.o

299-300), pues la medalla personal ya no vuelve a realizarse hasta Godoy (n.o 442-443, 450), sibien a lo largo del siglo XIX alcanzará su apogeo.

Otra característica de mayor trascendencia fue la creación de las medallas de premio, institui-das a partir de mediados del siglo XVIII dentro de la política ilustrada de Carlos III para fomen-tar las artes y el trabajo. El éxito de este tipo de medalla se evidencia en que ha proseguidohasta la actualidad y que fueron adoptadas por las sociedades económicas, también creadas pordicho monarca.

FIGURA 9.—Medalla conmemorativa de la llegada de Felipe V a Nápoles en 1702, con su escultura ecuestrey alegoría de la ciudad, obra de María Antonio de Gennaro (Catálogo, n.o 104).

16 A. Herrera, 1882, op. cit. n. 3; J. R. Medina, Medallas de Proclamaciones y Juras de los Reyes de España en América,Santiago de Chile, 1917 (reed. 1973, Boston, Mass.).

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Pero el hecho más trascendental de la medallística del siglo XVIII fue el desarrollo de unaescuela española de grabadores como consecuencia de la política de utilizar la medalla comoelemento de propaganda familiar y política de los Borbones, directamente inspirada en la citadatradición de Luis XIV.

Fernando VI creó la Escuela Nacional de Grabadores en Hueco, que supuso la aparición degrandes medallistas españoles, entre los que destaca Francisco Prieto (1716-1782)17. Formado enFrancia, Prieto adoptó la técnica del grabado en hueco y, siguiendo el modelo francés, la icono-grafía de las medallas se elaboraba en las academias teniendo muy en cuenta la voluntad real, loque explica el destacado papel de la Real Academia de la Historia y el estilo clasicista de estascreaciones. Además, de manera progresiva, también se sustituyó el Latín por la Lengua Castellanay la V vocálica por U en las inscripciones a partir de Carlos III, proceso relacionado con lasnuevas teorías sobre la divulgación lingüística y cultural que defendía el P. Benito Feijoo.

El principal ejecutor del impulso dado a la medalla tras la importante reforma de la Casa dela Moneda por Carlos III fue Francisco Prieto18. De este magnífico grabador la Academia poseediversas pruebas (fig. 10), como la de la “medalla de premio” de las Escuelas de Artillería de1750, con el busto de Fernando VI con peluca, banda y toisón y un mortero o un cañón en elreverso (n.o 194-199) y las de la de Bellas Artes de San Fernando, de 1753, con la representa-ción de San Fernando ataviado como un rey barroco (n.o 201-208). De Prieto hay más de 30piezas en la Colección (n.o 194-209, 237-241, 292-297, 299-303, 306-307, 318-320), además deun espléndido boceto de lacre (n.o B-1; fig. 11), diseños, grabados y medallas en estampa (fig.2) de gran interés (n.o E-1, E-2), a los que se añaden los de su discípulo Jerónimo Antonio Gil(E-3, E-6, E-9, B-5, B-6, T-1), Gregorio Ferro (n.o B-2, B-3, B-4) y Fernando Selma (n.o E-5, E-7).Todas estas piezas, en especial las pruebas y bocetos, confirman el importante papel de la RealAcademia de la Historia junto a la de San Fernando en la materialización de la política medallísticade los Borbones.

Entre todas las creaciones de ese momento de plenitud de la medalla española es difícil des-tacar un ejemplo. Por su significado y por ser obra de Prieto y de su discípulo Gil, cabe señalarla medalla conmemorativa de la colonización de Sierra Morena, de la que la Academia guarda elboceto (n.o 306). Ofrece un busto de Carlos III, hecho por Prieto, con leyenda alusiva a PaterPatriae, de claro influjo clásico y su reverso, obra de Gil, muestra, en primer plano, a Españasobre un podio, representada con los atributos de Minerva, rodeada de la Agricultura y la Indus-

FIGURA 10.—Bocetos de las medallas de premio instituidas por Fernando VI para la Academia de Artilleríay la Real Academia de San Fernando, obra de Francisco Prieto (Catálogo n.o 197 y 205).

17 Cl. Bedat, “El grabador general Tomás Francisco Prieto (1716-1782)”, Numisma 42-47, 1960, p. 107-136; E. Villena, 2004,op. cit. n. 10, p. 85 s., 116 s.

18 J. Gimeno, “La Fábrica de la Moneda, 1700-1987”, en M. Crusafont, J. Marín de la Salud, J. Vico (dirs. y coords.), IIIExposición Nacional de Numismática, Monedas en la Historia. Antecedentes de las Autonomías españolas, Madrid, 1987, p.169-180; VVAA, Carlos III y la Casa de la Moneda (catálogo de exposición), Madrid, 1988.

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tria con sus correspondientes atributos, conun paisaje al fondo de olivares y de unayunta de bueyes labrando que confirman, porsu finura y precisión de gravado, la calidadtécnica alcanzada en la medalla barroca y suinspiración académica clasicista.

La Academia también conserva otros bo-cetos y medallas en estampa y algunas prue-bas curiosas, como la medalla de Carlos IVniño (n.o 289-290), obra del francés JacquesLaveau, de la que existía documentación,pero que hasta la publicación del Catálogoera desconocida. Este discípulo del afamadomedallista flamenco Jacques Roëttiers ganó en1760 el concurso de grabado en hueco dela Real Academia de San Fernando y fuenombrado Académico de Mérito, sin que seconozca más obra suya en España. Otra esla única prueba, hasta ahora también desco-nocida, de unas medallas de Sigerico y Turis-mundo que deben corresponder a la Histo-ria Metálica de España, desde Ataulfo aCarlos III (n.o 547a-c). Esta idea, auspiciada por la Academia en 1765, no debió prosperar, perotodas estas raras piezas, como la prueba de Premio al Valor de Manuel Rodríguez (n.o 298),todas ellas inéditas hasta la reciente publicación del Catálogo, confirman el señalado papel de laReal Academia de la Historia en la política medallística borbónica.

Además de Francisco Prieto, hay que destacar la figura de Jerónimo Antonio Gil (1721-1798)19,igualmente bien representado (n.o 291, 305-306 (R), 308-314, 321, 326-327, 329, 404-408, 411-412, 416-423, 425-426, 429-430, 432-433, 435-436, 438-441, NL-50, E3, E-6?, E-9, B-5, B-6, T-1y T1A). Este gran medallista, discípulo de Prieto, contribuyó a la creación de la Academia de SanCarlos de Méjico, desde donde generalizó por el Nuevo Mundo esta fase de esplendor de lamedalla española, aunque por los extensos territorios de América siguieron trabajando grabado-res locales, como Rafael Nazábal (n.o 402), y continuaban las emisiones de estilo popular en lasmedallas de Proclamación.

Entre las obras de Jerónimo Antonio Gil destacan la medallas realizadas en Méjico, como laespléndida dedicada a Carlos III tras su muerte por la Real Academia de San Carlos de Méjico(n.o 329) y la de Carlos IV y María Luisa de Parma con la impresionante estatua ecuestre erigidaen la Plaza Mayor de dicha ciudad, conocida como “el Caballito” (n.o 439-441). Además, la Aca-demia conserva un importante troquel, el de la Medalla de Premio de la Real Academia Española(n.o T-1).

Junto a Francisco Prieto y Antonio Gil, está bien representado en la Colección Pedro Gonzálezde Sepúlveda (1744-1815), discípulo de Prieto que comienza a trabajar en tiempos de Carlos IV(n.o 347-348), aunque fue más famoso su hijo Mariano, ya en la primera mitad del siglo XIX,pues introdujo el innovador invento de J. P. Droz para acuñar el canto (n.o 444-445, 447-449).Junto a ellos cabe citar a Antonio Saa (n.o 315-317, 387-388?, 389), Manuel Peleguer (n.o 322?,328, 379-380, 395-398, 496) o a Ignacio Valls (n.o 142-143, 223), quien acuñó las medallas deproclamación de Fernando VI y de Carlos III en Barcelona, piezas que completan el panoramade la medalla española ilustrada, que constituye un inicio esplendoroso de la medalla española.

Para completar el panorama, hay que resaltar como, en el cambio de siglo, vuelven a aparecerlos primeros ejemplares de medallas de personajes, que inician el amplio desarrollo de este tipo a

FIGURA 11.—Boceto en lacre para una medalla de Carlos III,por Francisco Prieto (Catálogo, n.o B-1).

19 F. Fuentes Rojas, Jerónimo Antonio Gil y sus contemporáneos (1784-1808), México.

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lo largo del siglo XIX. Ejemplo son lamedalla de Nicolás de Azara, obra de1796 del italiano V. Cocchi (n.o 442)y las de Manuel de Godoy (n.o 443 y450), de 1801 y 1807 respectivamen-te. Estas últimas, por otra parte, rom-pen con la tradición barroca y puedenconsiderarse como la primera manifes-tación del Neoclasicismo en la meda-lla española por su estilo e iconogra-fía, con evidente inspiración en las deNapoleón20, por ser obras de los gra-badores franceses Jean-Pierre Droz yJean-Henri Simon, que ya asocian el

retrato, ahora desnudo, del anverso a una leyenda con láurea en el reverso.La Invasión Napoleónica supuso una profunda crisis para la Academia, como para toda Espa-

ña. Entre 1790 y 1810 disminuye el número de medallas en la Colección, en la que no hay nin-guna medalla de José I, el Rey Intruso, detalle que no debe considerarse casual, pues debeinterpretarse como una verdadera damnatio memoriae. Además, hacia 1811, desaparecieron lasmejores piezas del Monetario, probablemente robadas como tantos otros objetos del PatrimonioEspañol durante la Francesada.

Tras esos convulsos años, los reinados de Fernando VII (n.o 452 a 547) y de Isabel II (n.o

548 a 665) trajeron interesantes novedades en el campo de la medalla, tanto cualitativas comocuantitativas, como se refleja en la Colección. Prosigue el número y acumulación de medallas/año de los reinados anteriores, si bien en cantidad algo inferior (fig. 5). El promedio de meda-llas/año de reinado desciende a poco más de 3 y el de medallas por decenio oscila entre 20 y40 piezas. Tras Isabel II, el Sexenio Revolucionario, entre 1868 y 1874, supuso una nueva cesura,pues los sucesivos periodos del Gobierno Provisional, del reinado de Amadeo I e, incluso, lasemisiones del pretendiente carlista, Carlos VII de Borbón, fueron, además de breves, cortas ennúmero de ejemplares, que apenas alcanzan 1 por año.

La posterior Restauración, durante el reinado de Alfonso XII e inicios del de Alfonso XIII,supuso para la Colección una etapa de continuidad respecto a la primera mitad del siglo XIX. Elnúmero de medallas/año de reinado alcanza con Alfonso XII las 4 piezas/año y el de medallaspor decenio sigue oscilando entre 20 y 40 piezas, como en la fase anterior al Sexenio Revolucio-nario. Sin embargo, parece advertirse a fines de siglo una cierta crisis, quizás relacionada con ladel 98, pues se evidencia a inicios del siglo XX una clara disminución de los ingresos, cuandodejan de alcanzarse las cifras de las dos centurias precedentes.

El siglo XIX se caracteriza por la disminución de las medallas de proclamación, que práctica-mente desaparecen con dicho siglo, pues para la de Alfonso XII, en 1875, se emitieron en Bar-celona y La Habana (n.o 673 y 674), mientras que de la Proclamación de Alfonso XIII en 1902,sólo hay de Madrid (n.o 741). Durante este siglo XIX es característico el auge de las medallasconmemorativas y de personajes, así como de las de premio, que alcanzan en esta centuria sumáximo desarrollo como expresión de los nuevos gustos de la sociedad liberal y burguesa quese iba implantando en España. Pero el hecho más característico de la medallística del siglo XIXdesde un punto de vista estilístico es la profunda evolución desde el gusto clasicista neoclásicode los decenios iniciales al Art Nouveau en los años de transición al siglo XX21.

Buen ejemplo del Neoclasicismo son las medallas con corona de laurel en torno a la leyenda.Este influjo neoclásico tan característico de la medalla napoleónica resulta patente en la bella

FIGURA 12.—Medalla de Francisco Prieto conmemorativa de lasColonias de Sierra Morena (Catálogo, n.o 306).

20 L. Bramsen, Médailleur Napoleón le Grand, Copenhague-Paris, 1909-1918; A. L. Millin y J. Millingen, Histoire métallique deNapoleón I (1802-1815), Paris, 1854 (2 ed.); M. Jones, op. cit. n. 3, p. 100 s.

21 J. Gimeno, “La medalla española del siglo XIX: propuestas para una revisión de la problemática”, Archivo Español de Arte250, 1990, p. 243-261.

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medalla de Félix Sagau con-memorativa de las Cortes deCádiz de 1812 (n.o 470-471)o en la emitida en 1829 conmotivo de la declaración deCádiz como “puerto franco”,que ofrece a Fernando VIIa caballo, uno de cuyosejemplares se conserva ensu estuche original de épo-ca (n.o 540). La citada me-dalla de las Cortes de Cádiz(fig. 13) es un buen ejem-plo de medalla neoclásica:el anverso ofrece el bustolaureado de Fernando VII yel reverso, dos guerreros desnudos que representan a España y América, sosteniendo sobre dosmundos un libro abierto de la Constitución Política de la Monarquía Española, inscripción queprosigue en el exergo, Promulgada en Cádiz a 19 de marzo de 1812. El nuevo estilo neoclásicoque aparece con Fernando VII sustituye a un estilo de tradición barroca propio de las medallasiniciales de su reinado (n.o 452-468), alguna de las cuales también ofrecen un peculiar gustopopular, como la de la acción del Monte de las Cruces, obra de Francisco Gordillo de 1810(n.o 469), autor que poco después, hacia 1814, ya adopta el nuevo estilo neoclásico llegado poresos años a América (n.o 488), donde también lo cultivó Pedro V. Rodríguez (n.o 494-495).

El estilo neoclásico se adaptó muy bien a las medallas académicas, lo que explica su perdu-ración hasta muy avanzado el siglo XIX, en obras eclécticas y bastante frías. Pero, junto a laevolución estilística, hay que destacar el aumento de medallistas españoles, en número muy su-perior al de etapas precedentes, pues el hecho más característico del siglo XIX es la aparición denumerosos artistas, tanto franceses como españoles, que atienden la creciente demanda de la so-ciedad civil. Bajo Fernando VII cabe citar a Pedro García Aguirre (n.o 460-463, 483), FranciscoGordillo (n.o 386, 464, 468-469, 488-489) o Félix Sagau (n.o 470-471, 485, 540-543), cuya obraprosigue con Isabel II (n.o 580-581, 615, B-8, B-9), junto a autores franceses como RaimondGayrard (n.o 503-504?), Jean-Jacques Barre, autor de sendas medallas de un perfecto estiloneoclásico sobre el Restablecimiento y la Jura de la Constitución en 1820 (n.o 508, 509), una deellas en colaboración con Armand Auguste Caqué (n.o 509, 717), además de Andrieu H. dePuymaurin (n.o 514), Eduardo Léveque (n.o 577) o Joseph Arnold Pingret (n.o 595-601).

Entre todos estos medallistas, destacan los grabadores de la Casa de la Moneda, donde trabajaronMariano González de Sepúlveda, bajo Carlos IV (n.o 444-445, 447-449), Fernando VII (n.o 519-528, 530-539) e Isabel II (n.o 576?, 579, 583) y otros como Féliz Sagau, Bartolomé Corominas(n.o 632) y Luis Marchionni (n.o 606, 626-627, 633-640, 645-647, B-10). Estos grabadores, comodirectores del Real Departamento de Grabado y Máquinas de la casa de la Moneda, hicieronllegar a la Real Academia de la Historia las pruebas de las medallas y de las monedas que seacuñaban, según lo previsto en una Real Orden de 24 de agosto de 1833, donaciones que hancontribuido a enriquecer la colección tanto de piezas de la ceca de Madrid, documentadas entre1833 (n.o 581) y 1868 (n.o 666-667), como de Barcelona (n.o 548, 588, 590, 594, 605 y 610-612), tradición que se ha mantenido, aunque con mucha irregularidad, hasta fechas actuales(n.o 730, 735, 739-741 y 743).

Bajo el reinado de Isabel II destacan también grabadores franceses, como Luis-Charles Bouvet(n.o 607, 609, 628), pero el número de españoles aumenta, alguno de ellos muy notables, comolos hermanos Miguel y Lorenzo Jubany (n.o 589-590, 591-592, 602-604), Antonio Casals y Tintoré(n.o 612, 619-622), Atanasio Carrasco (n.o 658-661, 722, 691), José Esteban y Lozano (n.o 672,694, 704) y Eduardo Fernández Pescador (n.o 623, 652, 662, 667, 707, 728).

FIGURA 13.—Medalla conmemorativa de la Promulgación de la Constituciónde Cádiz en 1812, por de Félix Sagau (Catálogo, n.o 470).

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De este reinado hay piezas notables y bien conocidas, como la del Sitio de Bilbao en 1836,que muestra a la Reina niña con su madre, Doña María Cristina (n.o 577), o la del nacimiento deAlfonso XII en 1857, obra de gran calidad de Antonio Casals (n.o 620-622). Pero del reinado deIsabel II es referencia obligada la magnífica Medalla de Premio de la Institución (fig. 14), diseñode José Picado sobre un modelo anterior de Manuel Camarón. La grabó Féliz Sagau, aunque lamedalla fue realizada en oro de 22 quilates que repujó el orfebre real José María Sánchez Pes-cador, por lo que en ellas intervinieron los más afamados artistas de mediados del siglo XIX.Muestra una bella figura de la Historia alada escribiendo sobre un escudo apoyado en una co-lumna rota, bajo la que se agazapa un conejo. La composición resulta equilibrada y transmiteuna evidente sensación de belleza, aunque sea algo fría por su puro estilo académico. Esta medallala obtuvo Cayetano Rosell por su Historia Naval de Lepanto y, a su muerte, fue donada por suhija Dña. Germana Rosell a la Academia, que conserva toda la documentación sobre esta esplén-dida pieza única. Posterior, ya de 1860, es la simple y bella medalla de premio de la Real Aca-demia de la Historia de Luis Marchioni, grabador oficial de la Casa de la Moneda, de la que laInstitución conserva varios ejemplares (n.o 634-640) y el boceto (n.o B-10).

Ese mismo grabador hizo la bella medalla de España (n.o 666-667) y las nuevas monedas de1, 2 y 5 pesetas del Gobierno Provisional, inspiradas en las monedas con Hispania recostadaacuñadas por Adriano, lo que se debe interpretar como una perduración tardía del clasicismoacadémico, ya que fue informada por la Academia de la Historia. Junto a estas piezas, hay queseñalar la de Amadeo de Saboya (n.o 670), obra de José García Morando, y la del pretendienteD. Carlos VII (n.o 671), de estilo mucho más sobrio y que testimonian y reflejan los convulsosacontecimientos de esos años.

El estilo académico neoclásico de la primera mitad del siglo XIX fue dando paso a estilos máseclécticos con apenas influjos del Romanticismo, paraculminar la centuria un Modernismo bastante eclécticoseguido del Art Nouveau en la transición al siglo XX22.

Esta etapa produjo muy bellas y grandes medallas,tanto oficiales como particulares. Entre ellas destaca lade Proclamación de Alfonso XII en Barcelona (n.o 673),obra ecléctica pero muy bella de Jaime Escriu en el an-verso y Pablo Vidal en el reverso, que parece lejana-mente inspirada en la de Carlos V de Durero. Otras pie-zas muy conocidas son las muy similares de Gregorio

FIGURA 14.—Medalla de Premio de la Real Academia de la Historia de 1853, ganada por D. Cayetano Rosell,donada a la Academia por su hija, Dña. Germana Rosell, obra de Félix Sagau y José María Sánchez Pescador

(Catálogo, n.o 615).

22 J. Gimeno, La medalla modernista, Barcelona, 2001.

FIGURA 15.—Medalla de José de Zorrillautilizada para propaganda de pastillas

para la tos (Catálogo, n.o 724).

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Sellán con los rostros de la pareja real para conmemorar las sucesivas bodas del Rey con Maríade las Mercedes, en 1878 (n.o 680-684) y con María Cristina de Habsburgo, en 1879 (n.o 685-692). De Maximino Sala (n.o 695, 697-702, 705, 711, T-2) es una nueva medalla encargada porla Real Academia de la Historia en 1881 para conmemorar el II Centenario de Calderón de laBarca (n.o 697-701), en cuyo anverso aparece la Historia escribiendo sobre una imagen del Tiempoen forma de viejo, de factura un tanto rebuscada, cuyo troquel, que se conserva (n.o T-2), sereutilizó posteriormente como Medalla de Premio hasta 1932, ya durante la II República (n.o 776-777, 779-780, 784-787, 790-791).

En esta nueva fase, que coincide con la Restauración y prosigue con Alfonso XIII, aparecenmedallas firmadas por editores, como los Hermanos Feu (n.o 711, 714, 716, 722, 724, 776-777,779-780 784-787, 790-791), la familia Masriera (n.o 736, 767), los Hermanos Faci (n.o 752-753,762) y los Talleres Vallmitjana, que siguen trabajando en la actualidad (n.o 755, 760, 814, 818-819, 824, 834?, 842, 849, 861, 888). La generalización de la medalla hizo que ésta se llegara ausar como propaganda comercial (n.o 724), prueba de su popularidad y del creciente bienestaralcanzado bajo la Restauración, pero, también es una clara evidencia del largo recorrido de estemedio de expresión, propio de papas y reyes en el Renacimiento, que había pasado a ser objetode la incipiente propaganda comercial en la Europa industrial de fines del siglo XIX. Un buenejemplo es una medalla del afamado dramaturgo y poeta José de Zorrilla utilizada para anunciarunas pastillas para la tos (fig. 15). En este sentido, la medalla, al igual que la lectura, elcoleccionismo de antigüedades y objetos de arte o, en un sentido más amplio, la educación, esun magnífico reflejo del acceso creciente de áreas cada vez más amplias de la población al dis-frute de medios en otras épocas exclusivos de la elite.

El largo reinado de Alfonso XIII representa una nueva etapa, tanto para la medalla españolacomo para la Colección de la Real Academia de la Historia, con un esplendor sólo comparableal de las mejores creaciones del siglo XVIII. Tras el Modernismo, cuyos temas se adaptan bien aldesarrollo industrial, el Art Nouveau encuentra en la medalla un magnífico campo de expresión,en el que trabajan artistas de fama reconocida.

Bartolomé Maura es el más famoso medallista y el mejor representado en este periodo (n.o 729-732, 735, 739-741, 743, 749-751, 754, 757, 766, 775, B-11). A él corresponde medallas tan cono-cidas como la del Premio Nóbel José Echegaray (lám. 6), de la que se conserva el boceto (n.o B-11), o la conocida medalla del IV Centenario del Descubrimiento de América, que sigue elcaracterístico estilo historicista de la época (n.o 729-732) y otras medallas oficiales o conmemora-tivas de personajes destacados. También en esos años realizan medallas escultores tan reconocido

FIGURA 16.—Medalla de Don Álvaro de Bazán por Mariano Benlliure, conmemorativa de la erecciónde su monumento en Madrid en 1891 (Catálogo, n.o 728) (Escala: 1/2).

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FIGURA 17.—Medalla de oro del Homenaje a Marcelino Menéndez y Pelayo en 1910,obra de Lorenzo Coullaut donada por el Conde de la Viñaza (Catálogo, n.o 763).

como Mariano Benlliure, cuyas obras son características de esos años aunque alguna de sus crea-ciones alcanzaron la posguerra (n.o 796-797). Son obra suya la medalla conmemorativa del monu-mento al Marqués de Santa Cruz de Mudela (fig. 16), cuya autoría confirma la documentación dela Academia (n.o 728), o la de la Inauguración de la Casa de Velázquez (n.o 784). También enesos espléndidos años trabajan Enrique Noney (n.o 714, 718) y Agustín Querol (n.o 755) y com-pletan este rico panorama figuras como Eusebio Arnau, autor de la fina medalla que conmemorala visita de la reina María Cristina a la Exposición Universal de Barcelona de 1888 (n.o 719) y lade la muerte de Emilio Castelar en 1899 (n.o 736), Aurelio Cabrera, que firma un boceto de me-dalla de José Ramón Mélida (n.o B-12), que no debió llegarse a acuñar, y José Capuz (n.o 769). ALorenzo Coullaut se debe la medalla de oro (fig. 17), del Homenaje a Marcelino Menéndez Pelayo(n.o 763-764) y la de José de Echegaray (n.o 770-772), además de diversos autores modernistascatalanes (n.o 759, 760). Igualmente, destacan entre las piezas de esos años las medallas de oro,plata y bronce de la inauguración del ferrocarril de Manila en 1891, con Alfonso XIII niño, “elPelón”, regaladas en un estuche de época por el Ministro de Ultramar (n.o 725-727).

Desde el punto de visa artístico, la Segunda República es una fase de continuidad en la medalla.De esta época, la Colección sólo conserva las Medallas de Premio de 1931 y 1932, que reutilizanel cuño de Maximino Sala de 1881 (n.o 790-791) y una obra de Josep Clará, la medalla conme-morativa del Centenario de la Restauración de la Universidad de Cataluña (n.o 793). De esosaños debe ser también el magnífico retrato de Hugo Obermaier (fig. 18), recia creación de hacia1940 de un artista alemán o suizo no identificado (n.o 789). Igualmente, durante la Guerra Civil,en 1938, conmemoró la Real Academia de la Historia su II Centenario con una medalla cuyarealización da idea de las dificultades de la época (n.o 794-795), pero la disminución de piezasingresadas refleja la crisis política de España y de la propia Academia.

A partir de la Segunda República desaparecen las medallas de proclamación y del rey y sufamilia, aunque las medallas conmemorativas, de personajes y de premios igualan o superan lasde etapas anteriores. El número de medallas por decenio se reduce a 7, lo que indica la tenden-cia durante el siglo XX a estancarse la Colección (fig. 5)

Ya bajo Francisco Franco, cuyo retrato es raro que aparezca en medallas, como la conmemo-rativa de los XXV Años de Paz (n.o C-78), prosiguen algunos grabadores de la etapa anterior,como Mariano Benlliure (n.o 796-797), Ángel Ferrant (n.o 815-816) o el valenciano Enrique GinerCanet (n.o 790, 795, 827, 829), a los que sucede un estilo por lo general muy ecléctico y frío,aunque también hacen medallas otros escultores de renombre, como Juan de Ávalos (n.o 843) oEnrique Pérez Comendador (n.o 798-799, 810, 845-846, B-19 a B-21), del que se conservan losbocetos de alguna de sus obras, como el de la medalla de Elías Tormo de 1943 (n.o 798) y dela del I Centenario de Menéndez Pidal (n.o 845-846, B-20 y B-21).

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FIGURA 18.—Medallón con el retrato de Hugo Obermaier(Catálogo, n.o 789) (a 1/3 de su tamaño).

El desarrollo y la creciente apertura apartir de 1950 se refleja en la aparición tí-mida de nuevas tendencias hacia 1960, alinicio de manera muy marginal, como enla obra de José Carrilero (n.o C-59 a C-62),Pancho Laso (n.o C-102), Francisco LópezHernández (n.o C-103 a 106) y otros auto-res de esa generación. En efecto, a partirdel 1960 se produjo una gran eclosión deartistas, comparable a la generación deFrancisco Prieto y sus discípulos en el si-glo XVIII o a la del modernismo a fines delsiglo XIX, renovación en gran parte debi-da a D. Luis Ángel Durán, Director de laFábrica Nacional de Moneda y Timbre, ase-sorado por D. Fernando Gimeno, Directordel Departamento de Medallas. Esta reno-vación se tradujo en la edición de grannúmero de piezas que denotan un deseode apertura a nuevas corrientes cultivadopor numerosos artistas, aunque esta evolu-ción también suponía considerar la meda-lla casi exclusivamente como un elementode expresión artística, más que como medio de conmemoración histórica como lo había sido hastaentonces, lo que representaba, de hecho en este sentido, el final de casi 500 años de historia.

Figuras como Fernando Jesús (n.o 827, 828, 837, 856, 866, C-73 a C-101), los hermanos Fran-cisco (858 y C-103 a C-106) y Julio López Hernández (872, 881, 889, 909, 911, C-107 a C-111).Son autores de las mejores medallas oficiales todavía en nuestros días, como la del Juramentodel Príncipe Felipe (fig. 19) como Heredero de la Corona en 1986 (n.o 911). Dichos artistas,

FIGURA 19.—Medalla del Juramento de Felipe de Borbón y Grecia como Príncipe Heredero (Catálogo, n.o 911).Donación del Congreso de los Diputados (a 2/3 de su tamaño).

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junto a Manuel Prieto (C-127, C-137), Fernando Somoza (n.o 844, C-146 a C-160), autor de laoriginal medalla conmemorativa de la exposición “La Mujer en la Medalla” en 1968 (n.o 844),Ramón Ferrán (n.o C-66 a C-69) (fig. 20) y toda una pléyade de otros brillantes medallistas, cu-yas obras conserva la Academia gracias a una generosa donación de los hermanos Adolfo y JuanR. Cayón (n.o C-1 a C-167), siguen a partir de esos años tendencias actualizadoras, que han abiertola medalla española hacia nuevos caminos.

FIGURA 21.—Tipos de medallas de la Colección de la Real Academia de la Historia.

FIGURA 20.—“Fecundidad”, de Ramón Ferrán (1959). (Catálogo, n.o C-69). Donación Adolfo y Juan R. Cayón.

Personajes89=10%

Premios93=10%

Proclamaciónen España227=25%

Proclamaciónen Europa

19=2%

Proclamaciónen América

90=10%

Reales46=5%

Familia Real76=8%

Conmemorativas268=30%

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FIGURA 22.—Medallas de Proclamación y Jura de los Reyes de España(Catálogo n.o 67, 74, 96, 141, 234, 337 y 464, 573 y 674).

1, Felipe III en Granada, 1599. 2, Felipe IV, Sevilla, 1621.

3, Felipe V, Cádiz, 1700. 4, Luis I, Yucatán, 1724.

5, Carlos III, Granada, 1780.

6, Carlos IV, Cuenca, 1789.

7, Fernando VII, Veracruz, 1808.

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En esta última etapa, la Real Academia de la Historia había dejado de acrecentar sus coleccio-nes al no recibir donaciones oficiales desde inicios del siglo XX, como corroboran sus archivos.Pero este hecho se ha visto compensado con creces por recientes donaciones como la citada,que han logrado que esta gran colección histórica de la Medalla Española siga viva y a disposi-ción de todos (fig. 3 y 5).

Resulta también revelador analizar cómo esta forma la colección, pues ayuda a resumir suscaracterísticas y a obtener una visión de conjunto (fig. 21). Las medallas más numerosas e inte-resantes son las 336 Medallas de Proclamación y Jura, el 37 % del total (fig. 22). La Academiaposee un conjunto numeroso y de gran interés por su significado político y social, ya que fue-ron emitidas tanto por instituciones oficiales como por particulares.

Este tipo de medallas se inició bajo los Austrias en Europa, pudiendo quizás considerarse comoprototipo teórico la medalla conmemorativa de la coronación de Carlos V como Emperador enBolonia en 1530 (n.o 10). Pero esta idea se extendió a algunas ciudades de España, como indica elejemplar de Proclamación de Felipe III en Granada en 1599 (n.o 67). A partir de los Borbones,periodo del que la colección conserva ejemplos muy interesantes y casi un centenar de piezasamericanas, estas medallas alcanzan su auge y se generalizaron por toda América, donde se siguie-ron acuñando hasta la pérdida de Cuba y Puerto Rico en 1898, para desaparecer tras la última medallade Proclamación, que se puede considerar la de Madrid de Alfonso XIII de 1902 (n.o 741).

El segundo grupo son las Medallas Conmemorativas, 268 en total, un 30 % del total de laColección. Hacen referencia a hechos muy diversos, desde efemérides de la familia real a otras dela Historia de España e, incluso, a acontecimientos particulares. Otro grupo importante son 46 Me-dallas Reales y 76 dedicadas a la Familia Real, un 5 % y un 8 % del total respectivamente, puesdesde el Renacimiento la medalla ha servido para exaltar a la elite gobernante y a su familia.

Las Medallas de Personajes se inician en el Renacimiento como una de sus grandes creacio-nes. Pero su generalización y mayor auge corresponde sobretodo al siglo XIX. La Colección posee89 ejemplares, un 10 % del total. Este tipo de medallas prosiguió durante toda la Casa de Aus-tria, para desaparecer bajo el despotismo de los Borbones del siglo XVIII y se renueva con lasociedad liberal y burguesa a partir del siglo XIX, haciéndose cada vez más popular hasta laactualidad, aunque con cierta tendencia a decrecer en los últimos años.

El último grupo son 93 Medallas de Premio, que suponen otro 10 % del total. Su inicio co-rresponde al reinado de Carlos III, dentro de la política reformista de los ministros ilustrados,interesados en fomentar el progreso del país. Su auge se alcanza ya en el reinado de Isabel II y,tras la Restauración borbónica, prosiguen durante el siglo XX hasta nuestros días.

Por todo lo expuesto, la Colección de Medallas de la Real Academia de la Historia ofrece unaindudable personalidad, dada su formación, la excepcional documentación de sus piezas y susignificado, al margen del indudable valor de muchos de sus ejemplares, por lo que constituyeun documento histórico en sí misma y uno de los importantes tesoros del Patrimonio CulturalEspañol que conserva la Institución.

La Colección de Medallas de la Real Academia de la Historia sigue hoy viva gracias a las ge-nerosas donaciones que la incrementan cada día y a quienes con sus trabajos contribuyen a co-nocerla mejor, pues la apertura y disponibilidad al estudio sigue siendo su principal característi-ca, desde sus momentos fundacionales. De este modo, aunque esta colección de medallas nosea de las más numerosas y ricas, sí es una de las mejor estudiadas y conocidas y de las másvariadas en su composición, como evidencian los numerosos medallistas identificados.

Por ello, estas líneas no pueden finalizar sin agradecer una vez más a todos tanto esasdonaciones como la colaboración recibida. En este sentido, la Real Academia de la Historia reco-noce el generoso esfuerzo realizado conjuntamente por estudiosos y profesionales, gracias al cualse ha logrado publicar toda su histórica Colección de Monedas y Medallas Españolas, cumpliendoseasí sus Estatutos y devolviendo a la Colección su función de estudio originaria. Por ello, los apoyosrecibidos constituyen un gran estímulo y un ejemplo a seguir, además de que contribuyen tam-bién a acrecentar el interés general hacia la Numismática y la Medallística y a su valoración comouno de tantos tesoros de nuestro rico Patrimonio Histórico.

ÍNDICES

117

Índices LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

1

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Abascal, Juan Manuel: 20, 23, 32.Abd Allah al-Murtada: 71.Abd al-Malik: 60.Abd al-Mumin ibn Ali: 67.Abd al-Rahman I: 67, 68.Abd al-Rahman II: 70.Abd al-Rahman III: 70.Abu Hafs Umar al-Murtada: 70.Achila: 48.Adler, Jacob Georg Christian: 62.Adriano: 90, 108.Aecio: 43.Agila: 54, 56.Agmat: 70.Aguirre, Pedro García: 107.Ahmad ibn Muhammad Izz ad-Dawla: 72.Alarico II: 42.Alejandro Magno: 95.Alfonso I, Rey de Nápoles: Véase Alfonso V.Alfonso II, Rey de Asturias: 75.Alfonso V, Rey de Aragón: 94, 96, 98, 99, 100.Alfonso VIII, Rey de Castilla: 76, 77.Alfonso X, Rey de Castilla y León: 78, 79.Alfonso XI, Rey de Castilla y Léon: 79.Alfonso XII, Rey de España: 80, 96, 98, 106, 108.Alfonso XIII, Rey de España: 86, 106, 109, 110, 114.Al-Hakam II: 70, 71.Ali ibn Muyahid, Iqbal al-Dawla: 67, 71.Ali ibn Yusuf: 70, 72.Almagro Basch, Martín: 12, 98, 99.Almagro-Gorbea, Martín: 11, 27, 54, 93.Almanzor: Véase Muhammad Ibn Abi Amir.Al-Mutawakil ibn Hud: 67, 73.Al-Qasim I ibn Hammud al-Ma’mun: 69, 71.Álvarez de Toledo, Pedro: 100.Al-Watiq ibn Muhammad ibn Hud: 67.Amadeo I de Saboya: 96, 98, 106, 108.Amalarico: 47, 54, 56.Amir: Véase Muhammad Ibn Abi Amir.Amorós, José: 54.Ana de Austria, Reina de Hungría: 86.Anastasio: 43, 44.Anes y Álvarez de Castrillón, Gonzalo: 10, 21, 98,

99.

Apolo: 100.Aragón, María de: Véase María de Aragón.Arcadio: 42.Archiduque Carlos de Austria: Véase Carlos de

Austria, Archiduque.Arnau, Eusebio: 110.Augusto: 33, 35-37.Ataulfo: 12, 42, 105.Atila: 42, 43.Ávalos, Fernando II de: 100.Ávalos, Juan de: 110.Azara, Nicolás de: 106.

Banqueri, José: 15, 62.Barbúa, Familia: 87.Barcalli, Jaime: 49, 52.Barre, Jean-Jacques: 107.Barthe, Juan Bautista: 12, 17, 26.Bearn, Conde de: 83.Belsunce, Marqués de: 12, 13, 97.Beltrán Villagrasa, Pío: 54.Benedicto XII: 90.Benlliure, Mariano: 110.Bernardi, Giovanni: 100.Blanco Arroyo, Enrique: 12, 18.Blázquez Martínez, José M.a: 64, 93.Bolsterer, Hans: 100.Bonaparte, José: Véase José I Bonaparte.Bosch, Pablo: 31.Botet y Sisó, Joaquín: 31.Bouvet, Luis-Charles: 107.Buckingham, Duque de: 86.

Caballero Infante, Francisco: 12, 17, 18, 61.Caballito, El: 105.Cabanes, Jose María de: 52.Cabrera, Aurelio: 110.Calderón de la Barca, Pedro: 109.Calígula: 36.Camarón, Manuel: 108.Campaner, Alvaro de: 18, 53.Canto García, Alberto: 21, 30, 54, 59.Cañada, Marqués de la: 12, 13, 15, 53, 97.Capmany, Antonio: 15.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

118

Capuz, José: 110.Caqué, Armand Auguste: 107.Carlos de Austria, Archiduque: 96, 98,101.Carlos I, Rey de España: 12, 18, 81, 82, 83, 91,

96, 98, 99, 100, 103, 108, 114.Carlos II, Rey de España: 87, 96, 98, 100-103.Carlos II, Rey de Inglaterra: 86.Carlos III, Rey de España: 12, 14, 15, 86, 88, 91,

96, 98, 99, 103-105, 112, 114.Carlos IV, Rey de España: 26, 86, 96, 98, 103, 105,

107, 112.Carlos V (de Alemania): Véase Carlos I.Carlos VII de Borbón: 96, 98, 106, 108.Carrasco, Atanasio: 107.Carrilero, José: 111.Casals y Tintoré, Antonio: 107, 108.Casiri, Miguel de: 15, 61, 62.Castelar, Emilio: 110.Cavino, Giovanni: 100.Cayón Herrera, Adolfo: 21, 75.Cayón Herrera, Juan: 21, 75.Cayón, Adolfo: 13, 112.Cayón, Juan R.: 13, 18, 83, 98, 112.Cepas, Adela: 27.Cervera y Royo, Rafael: 31.Céspedes del Castillo, Guillermo: 70.Cevallos Guerra, Pedro: 26.Chéron, Charles-Jean-François: 101.Chindasvinto: 48, 51, 54, 57.Chintila: 48, 50.Clará, Josep: 110.Claudio: 34.Cocchi, V.: 106.Codera y Zaidín, Francisco: 18, 59, 64, 65, 67, 68,

72, 73.Conde, José Antonio: 15, 17, 18, 26, 52, 63, 66,

67.Constancio: 43.Corominas, Bartolomé: 107.Coullaut, Lorenzo: 110.Cristo: 46, 47.Cueva, Gabriel de la: 100.

Dasí, Tomás: 84.Daucher, Hans: 100.De Gennaro, Maria Antonio: 102.Delgado, Antonio: 12, 13: 17, 18, 26, 28, 29, 30,

59, 63, 64, 66, 72, 98.Droz, Jean-Pierre: 89, 105, 106.Durán, Luis Ángel: 111.Durero, Alberto: 100, 108.

Echegaray, José: 109, 110.Egica: 47, 48, 56.Enrique II, Rey de Castilla: 78, 80.Enrique III, Rey de Castilla: 78.Enrique IV, Rey de Castilla: 78, 79, 80, 86, 87.Enríquez de Cabrera Toledo, Juan Tomás: 102.

Ensenada, Marqués de la: 51.Eparquio Avito: 43.Ervigio: 47, 48, 56.Escriu, Jaime: 108.Esteban y Lozano, José: 107.Eurico: 43.Evainetos: 95.

Faci, Hermanos: 109.Feijoo, Benito: 104.Felipe de Borbón y Grecia: 111.Felipe I el Hermoso, Rey de Castilla: 81, 96, 98,

100.Felipe II de Aragón (III de Castilla): 84.Felipe II, Rey de España: 81-84, 96, 98, 99, 100.Felipe III, Rey de España: 86, 96, 98, 100, 101, 112,

114 (Véase también Felipe II de Aragón).Felipe IV: 85, 87, 96, 98, 100, 101, 112.Felipe V, Rey de España: 9, 83, 87, 88, 90, 96, 98,

99, 101-103, 112.Fernández de Córdoba, Antonio: 12.Fernández Guerra, Aureliano: 15, 24, 53, 89, 97.Fernández Navarrete, Martín: 17.Fernández Pescador, Eduardo: 107.Fernández Rubio, M.a Antonia del Consuelo: 12, 98,

99.Fernando el Católico: 78, 80, 81, 96, 98, 100.Fernando I, Rey de Austria: 84, 100.Fernando I, Rey de Bohemia: Véase Fernando I de

Austria.Fernando I, Rey de Hungría: Véase Fernando I de

Austria.Fernando II, Rey de León: 77.Fernando V, Rey de Aragón: Véase Fernando el

Católico.Fernando VI, Rey de España: 9, 12, 15, 17, 28, 61,

88, 89, 95-98, 103-107, 112.Ferrant, Ángel: 110.Ferro, Gregorio: 104.Feu, Hermanos: 109.Fita, Fidel: 18, 24, 25.Flórez, Enrique: 24, 27, 53, 56.Florius, Gabriele: 101.Fontana, Annibale: 100.Franco, Francisco: 96, 98, 110.

Gacci, Rutilio: 101.Galba: 38.Galeotti, Pietro Paolo: 100.Gales, Príncipe de: Véase Carlos II de Inglaterra.García, Enrique: 49.García de la Torre: 29, 63.García Gómez, Emilio: 12, 98.García Morando, José: 108.García y López, Juan Catalina: 18, 98.Gayangos, Pascual de: 63.Gayrard, Raimond: 107.Gebel, Mathes: 100.

119

Índices LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

Gennaro, María Antonio de: 103.Gil, Jerónimo Antonio: 104, 105.Gimeno, Fernando: 111.Giner Canet, Enrique: 110.Giovine, Andrea: 102.Girón, Pedro: 102.Godoy, Manuel de: 103, 106.Gómez de Arteche y Lombillo, Tomás: 67.Gómez Morales: 26.Gómez Moreno, Manuel: 12, 18, 32, 54, 64.González, Vicente: 103.González de Sepúlveda, Mariano: 105, 107.González de Sepúlveda, Pedro: 105.González, Francisco Antonio: 63.Gorbea Urquijo, Clotilde: 13, 98.Gordillo, Francisco: 107.Gozalbes, M.: 35.Grae, Giulio de: 101, 102.Grenné, Giulio de: Véase Grae, Giulio de.Guevara Vasconcelos, José de: 15, 26, 62.

Hamerani, Giovanni: 101, 102.Hayib Ya’far: 71.Heiss, Alois: 17, 18, 28, 35, 53, 54.Hermenegildo: 46, 48, 54.Hernán Cortés: 90.Herrera y Chiesanova, Adolfo de: 12, 18, 31, 98.Herrera, Juan de: 100.Herrero Juez, Teresa: 12, 98, 99.Hisam II al-Mu’ayyad: 68, 66, 70, 71, 72.Honorato Juan: 100.Honorio: 42.Hortelani, Giuseppe: 101.

Ibn Hamam/Tammam: 71.Ibrahim, Tawfik: 30.Infantas, Juan Antonio de las (Canónigo de Toledo):

24.Ingunda: 46.Isabel I la Católica, Reina de España: 80, 81.Isabel II, Reina de España: 50, 89, 96, 98, 99, 106-

108, 114.Iudila: 48.

Janet, Lamberto: 12, 17, 79, 80.Jesús, Fernando: 111.Jonghelinck, Jacob: 100.Jordana: 31.José I Bonaparte: 88, 106.Juan Carlos I, Rey de España: 96, 98.Juan I, Rey de Castilla: 78, 80.Juan II, Rey de Castilla: 79, 80.Juana I la Loca, Reina de Castilla: 81-83.Jubany, Lorenzo: 107.Jubany, Miguel: 107.Julio Nepote: 43.Justiniano I: 43-45.Justiniano II: 47.

Justino I: 43, 44.

Krafft, Hans:100.

Laiglesia, Francisco de: 12, 18, 97-100.Laso, Pancho: 111.Lasso de la Vega, Miguel: Véase Saltillo, Marqués de.Laveau, Jacques: 105.Lembke, Federico Guillermo: 63.Lemos, VII Conde de: 102.Leonardo da Vinci: 84.Leoni, Leone: 100.Leoni, Pompeio: 100.Leovigildo: 43, 45. 46, 47, 48, 50, 53, 54.Lépido: 37.Léveque, Eduardo: 107.Lifchuz, Alejandro: 12, 18.Liuva I: 43, 48, 54.Liuva II: 56.López de Córdoba, Antonio: 17.López Hernández, Francisco: 111.López Hernández, Julio: 111.Lorichs, Gustavo Daniel.: 29, 63.Luis I, Rey de España: 88, 96, 98, 103, 112.Luis XIV, Rey de Francia: 102, 104.Lumiares, Conde de: 24, 27.

Marchioni, Luis: 107, 108.María, Santo Nombre de: 87.María Cristina de Borbón, Reina de España: 108.María Cristina de Habsburgo-Lorena: 109, 110.María de Aragón: 100.María de las Mercedes, Reina de España: 109.María Luisa de Parma, Reina de España: 105.María I Tudor, Reina de Inglaterra: 100.Mariana de Austria, Reina de España: 87.Mariana, Juan de: 78.Marleburgo, Duque de: 101.Marliano, Luigi: 91.Martín Escudero, Fátima: 27, 54, 59, 67.Martínez Marina, Francisco: 17.Masriera, Familia: 109.Mateos Murillo, Antonio: 53.Mateu y Llopis, Felipe: 54.Maura, Bartolomé: 109.Melgar, Conde de: 102.Mélida, José Ramón: 110.Melone, Giovanni: 100.Menéndez Pidal, Ramón: 110.Menéndez y Pelayo, Marcelino: 110.Mers al-Qabir: 60.Miles, George: 54, 70.Mirón (rey suevo): 46.Moneo, Teresa: 93.Montalvo, Duque de: 102.Monterrey, Conde de: 86.Muhammad Ibn Abi Amir: 71.Muhammad ibn Nasr: 73.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

120

Muhammad ibn Sa’ad: 72.Müller, Philipp Heinrich: 103.Mundir II al-Tuyibí: 67, 70, 72.Muqatil al-Fata al-Saqlabi: 71.

Nani, Jacobo: 62Navarrete, Antonio: 26.Navascués y de Juan, Joaquín Mª: 12, 18, 64, 93.Navascués, Jorge de: 59.Nazábal, Rafael: 105.Neptuno: 103.Neufahrer, Ludwig: 100.Noney, Enrique: 110.Novellini, Francesco: 100.

Obermaier, Hugo: 110, 111.Olivares, Conde Duque: 86.Olózaga, Salustiano: 89.Ortolani, Giuseppe: 102.Osterer, Konrad: 100.Osuna, III Duque de: 102.Otero, P.: 35.

Panel, Alejandro, S. J.: 14, 96.Pedro I, Rey de Castilla: 78, 79.Pedro III, Rey de Aragón: 78.Peleguer, Manuel: 105.Pelón, El (Alfonso XIII, niño): 110.Pérez Alcorta; Mª Cruz: 93, 102.Pérez Comendador, Enrique: 110.Pérez Pastor, Miguel: 12, 15, 16, 32, 97.Picado, José: 108.Pingret, Joseph Arnold: 107.Pirex, J. M.: 101.Pisanello: Véase Pisano, Antonio.Pisano, Antonio: 94, 100.Poggini, Gianni Paolo:100.Potocarrero, Cardenal: 102.Prieto, Manuel: 112.Prieto, Tomás Francisco: 88, 104-106, 111.Prieto y Vives, Antonio: 18, 59, 64, 65, 68, 70, 71.Procopio de Cesarea: 45.Pujol y Camps, Celestino: 12, 17, 18, 61.Puymaurin, Andrieu H. de: 107.

Qasim, Prefecto de ceca: 71.Qind: 71.Querol, Agustín: 110.Quintanilla, Antonio: 91.

Rada y Delgado, Juan de Dios de la: 64.Ramón Berenguer IV: 76.Ramón Borrell: 76.Recaredo I: 46, 48-50, 53, 54, 56, 57.Recaredo II: 48.Recesvinto: 46, 47, 48, 53, 54, 56, 57.Recimero: 48.Reinhart, Hans: 100.

Rey Sol: Véase Luis XIV.Reyes Católicos: 81-83, 100 (Véase también Fernan-

do I e Isabel I).Ripollés, Pere-Pau: 20, 23, 32.Roderico: 54, 55 (Véase también Rodrigo, Don)Rodrigo, Don: 48, 54 (Véase también Roderico).Rodríguez, Manuel: 105.Rodríguez, Pedro V.: 107.Rodríguez Campomanes, Pedro: 12, 13, 28, 32, 61,

65, 97.Rodríguez Moñino, Rafael: 12, 70, 98.Roëttiers, Jacques: 105.Roettiers, John: 101.Rosell, Cayetano: 89, 108.Rosell, Germana: 108.

Saa, Antonio: 105.Saavedra y Moragas, Eduardo: 24, 25, 65, 89.Sabau, José: 17.Saceda, Conde de: 12, 13, 15, 97.Sagau, Félix: 107, 108.Sahib al-sikka: 71.Saint-Urban, Ferdinad de: 102.Sala, Maximino: 109, 110.Saltillo, Marqués de: 12, 18, 97, 98, 99.Salván, Rafael: 86.San Fernando: 104.San Isidoro: 43, 48.San Juan Bautista: 78.Sánchez Asiaín, José Ángel: 98, 99.Sánchez de la Cotera: 31.Sánchez Pescador, José María: 108.Sancho IV, Rey de Castilla: 76.Sandoval, Bernardo de: 102.Santa Cruz de Mudela, Marqués de: 110.Schwarz, Hans: 100.Sellán, Gregorio: 109.Selma, Fernando: 104.Sertorio: 35.Siena, Pastorino di: 100.Sigerico: 105.Simon, Jean-Henri: 106.Sisebuto: 48, 50, 54, 57.Sisenando: 48, 50, 53.Somoza, Fernando: 112.Suintila: 48-50.Sulayman al-Musta’in: 70, 71.Suniefredo: 48.Sura, Lucio Licinio: 36.

Tawfiq, Ibrahim: 59.Teodeberto: 45.Teodorico I: 43.Teodorico II: 43.Teodosio el Grande: 42.Teodosio, Disco de: 12.Tiberio II Constantino: 46.Tiberio: 34, 36, 37, 38, 38.

121

Índices LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

Tormo, Elías: 110.Trabuco y Belluga, Manuel: 12, 15.Traggia, Joaquín: 12, 15, 62.Trezzo, Jacomo Nicola da: 100, 101.Tulgan: 48, 50.Turismundo: 105.Turriano, Juanelo: 100, 101.Tychsen, Oluf Gerhard: 61.

Ulloa y de la Torre-Guiral, Martín de: 61.

Valdeflores, Marqués de: 15, 18, 27, 32, 53, 56.Valentiniano III: 43.Vallmitjana, Talleres: 109.Valls, Ignacio: 105.Vázquez de Parga, Manuel: 64.Velada, Marqués de: 102.Velasco, Luis de: 103.Velázquez, Diego de: 87.Velázquez, Luis José de: Véase Valdeflores, Marqués de.Vico Monteoliva, Jesús: 12, 20, 41.

Vidal, José M.a: 93.Vidal, Pablo: 108.Villahermosa, Duque de: 100.Viñaza, Conde de la: 110.Vinci, Leonardo da: 84.Viu, José de: 29.Vives y Escudero, Antonio: 18, 30, 31, 32, 59, 64,

65, 68, 71, 72.

Walia: 43.Witerico: 48-50, 54.Witiza: 47, 48.

Yahya I ibn Hammud: 71.Yahya ibn Mundir I: 72.Yahya II ibn Isma: 70.

Zapata, Cardenal: 86.Zeli: 101.Zóbel de Zangróniz, Jacobo: 18, 30.Zorrilla, José de: 108, 109.

123

Índices LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

2

ÍNDICE DE LUGARES

Abdera: 34.África: 60.África del Norte: 60, 71.Aguilar de Campoo: 50.Al-Andalus: 60, 63, 64, 68-70, 73.Albacete: 66.Alcalá de Henares: 24.Algeciras: 73.Alicante, provincia de: 66.Almería: 67, 70, 73.Alpes, norte de: 94.Alpuente: 72.América del Sur: 91.América: 81, 86, 88, 90, 91, 105, 107, 112, 114.Andalucía: 24, 34, 35.Aquitania Secunda: 43.Aquitania: 43.Aragón: 76, 78, 81, 83, 88, 100.Arekorata: 35.Arse: 35.Asia: 41, 91.Astorga: 49, 50.Astorica: 49, 50.Asturica Augusta: 49, 51.Asturie: 49, 50.Atalaya (Cuenca): 67.Augusta Emerita: 36.Augustobriga: 25.Aurense: 50.Ausburgo: 62.Ausona: 76.

Badajoz: 53.Baetica: 46, 49.Baleares: 67.Báltico: 41.Barcelona: 30, 42, 52, 54, 66, 76, 78, 88, 101, 105-

108, 110.Belalcázar: 67.Beniarrés: 66.Besalú: 76.Bética: Véase Baetica.Bilbao: 108.Bizancio: 45, 48.

Bolonia: 114.Bolskan: 35, 37.Borgoña: 83.Brabante: 83.Braga: 49-51.Burdeos: 43.Burgos: 76, 77.Buyia: 60.

Cádiz: 25, 107, 112.Caesaraugusta: 26, 36, 56.Campos Cataláunicos: 43.Cantabria: 50.Carbona: 50.Cardona: 76.Carmo: 34.Cartagena: 37.Carthaginensis, Provincia: 49, 50.Carthago Nova: 36, 37.Caspio: 42.Castilla: 76-81, 83, 88.Castillejo: 66.Castillo del Morro (La Habana): 103.Castulo: 34.Cataluña: 78, 81.Celenque, plaza de (Madrid): 88.Celsa: Véase Victrix Iulia Celsa: 36.Centroeuropa: 60.Cerdeña: 81Ceuta, Madina: 70.Ceuta: 60, 70.Chiloé: 91.Citerior, provincia: 34, 35.Clunia: 24, 38.Colonia Iulia Ilici Augusta: 37, 38.Constantinopla: 47.Consuegra: 67.Córdoba: 46, 54, 67, 69, 70.Corral Rubio (Albacete): 66.Cruz Conde, Calle de (Córdoba): 70.Cuba: 103, 114.Cuenca: 67, 70, 112.

Danubio: 42.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

124

Denia: 67, 71.Dniester: 42.Don (río): 42.Dos Sicilias, Reino de: 103.

Ebro: 36, 38.Ebusus: 34.Emerita: véase Augusta Emerita: 36, 46.Emporion: 33.Eresma: 84.Escandinavia: 41.España: 12, 14, 15, 19, 20, 26, 27, 33, 48, 56, 60,

61, 63-65, 69, 81, 86, 96, 97, 100-102, 105-107,110, 111.

Europa: 41, 43, 44, 59, 75, 100, 109, 114.

Filipinas: 89.Flandes: 83.Francia: 81, 102, 104.Franco Condado: 81Fraucello: 50, 51.

Galia: 38, 42, 43, 46, 47, 49.Gallaecia: 49, 50.Génova: 102.Gerona: 75, 76.Granada: 66, 69, 73, 81, 83, 88, 112, 114.Grecia: 11.Guatemala: 90.

Habana, La: 106.Hall (Tirol): 84.Hispalis: Véase Ispali.Hispania: 12, 23, 33, 34-36, 38, 41-43, 46, 60, 95.Huelva: 67.Huesca: 37.

Ilici: Véase Colonia Iulia Ilici Augusta.Ilipa: 34.Ilírico: 42.Iltirkesken: 35.Indias: Véase América.Inglaterra: 100, 101.Ispali: 45, 56, 57.Italia: 38, 42, 102.

Jaén: 87.Júcar: 37.

Kelse: 35.

La Grasa (Reus): 12, 17.Lauruclo: 49.Ledra (Mirandela, Portugal): 50.León: 49, 50, 76, 77, 79, 81, 83, 88.Lepanto: 108.Loira: 43.Londres: 86.

Lusitania Bracarense: 49.Lusitania: 49.

Madina al-Zahra: 70.Madrid: 25, 30, 37, 34, 48, 57, 64, 67, 70, 87-90,

106, 107, 114.Málaga: 12, 15, 67.Mallorca: 49, 71, 81.Manila: 89, 110.Mar Negro, Norte del: 41.Marbella: 67.Marca Hispánica: 75.Mave: 50.Mediodía galo: 43.Mediterráneo: 60.Méjico: 90, 105.Mérida: 43, 46, 53.Milán:100.Milanesado: 81.Mirandela (Portugal): 50.Monecipio: 56.Monte de las Cruces (Méjico): 107.Murcia: 72, 73.

Nápoles: 81, 94, 100, 102, 103.Narbona: 48.Narbonensis, Provincia: 49.Narva: 62.Navarra: 76, 81, 88.Niebla: 67.Novempopulonia: 43.Noven: 78.

Obulco: 34.Océano: 90.Oder, río: 41.Orense: 50.Oriente: 12, 17.Osca: 37.Ostende: 101.

Países Bajos: 81Paredes: 67.París: 82.Península Ibérica: 30, 33-35, 48, 59, 63, 75, 76, 80,

88.Petra: 50, 51.Piedrafita: 50, 51.Pinos Puente: 66.Pirineos: 90.Pisuerga: 50.Plaza del Pan (Sevilla): 57.Plaza Mayor (Madrid): 15.Plaza Mayor (Méjico): 105.Portugal: 80, 81, 83.Potosí: 82, 90.Provenza: 43.Puerto Rico: 114.

125

Índices LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

Reccopolis: 45.Reus: 12, 17, 52.Rhode: 33.Ródano: 43.Roma: 35, 36, 36, 37, 42, 43, 45, 47, 75, 95.Rosellón: 76.

Saboya: 108.Sacro Imperio: 100.Saetera: 50.Saguntum: 35, 36, 38.Salamanca, escuela de: 78.Saldania: 50.Saldaña: 50.Santander: 86.Santiago de Chile: 90.Santiago de Compostela: 77.Segobriga: 24.Segovia, Casa Vieja de: Véase Casa Vieja de

Segovia.Segovia: 4, 80-82, 83, 86, 87, 89.Sevilla: 17, 30, 43, 46, 57, 72, 73, 83, 101, 112.Sicilia: 81, 83.Sicilia, Virrey de: 102.Sierra Morena: 104, 106.Siracusa: 95.Sublime Puerta: 60.

Tarraco: 49.

Tarraconensis, provincia: 37, 43, 48, 49.Tarragona: 12, 17, 36, 46, 52.Tartaria: 42.Tirasona: 57.Tirol: 83, 84.Toledo: 24, 46-48, 53, 67, 78, 80, 81, 102.Toletum: 24.Tortosa: 52, 62, 71, 80.Toulouse: 43.Turiasu: 35.

Ulterior, provincia: 34, 35.Urbs victrix (Osca): 37.Urso: 34.Uxama: 25.

Valdeorras: 49.Valencia: 20, 24, 46, 72, 81.Velilla de Ebro: 36.Veracruz: 112.Victrix Iulia Celsa: 36.Villarejo: 24.Vístula: 41.

Yucatán: 112.

Zacatecas: 82.Zaragoza: 36, 67, 70, 72, 83.

127

Índices LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

3

ÍNDICE DE MATERIAS

Academia de Artillería: 104.Agricultura, La: 104.Águila de Napoleón: 88.Águila de San Juan: 81Alanos: 43.Almohades: 69, 70, 73.Almorávides: 69, 70, 73, 77.América, Descubrimiento de: 109.Amiríes: 72.Anticuario (Académico): 11-13, 15, 17, 25, 26, 28,

53, 54, 62-64, 93, 97, 98.Antigüedad: 27, 33, 34, 94, 95.Aragón, Casa de: 80.Arqueología española: 64.Art Nouveau: 106, 108, 109.Arzobispo de Toledo: 102.Astures augustanos: 49.Austria, Casa de: 81, 83, 87, 97, 100, 101-103,

114.Austrias Menores: 99, 101.Austrias: Véase Austria, Casa de.

Bagaudas: 43.Baltos, Casa de los: 43.Bárbaros: 42, 47.Bárquidas: 95.Barroco: 95, 99, 102.Biblioteca Real: 63, 66, 96, 97.Bibliothèque nationale de France: 31, 83.Bizancio, Emperador de: 45.Bizantinos: 46, 60.Blanca del Agnus Dei: 78.Blanca: 78, 80, 81.Boceto de lacre: 104, 105.Boceto de medalla: 96, 104, 109, 110.Borbón, Casa de: 97, 102, 103, 104, 105, 114.Borbones: Véase Borbón, Casa de.Borgoña, Casa de: 81British Museum: 31.

Cabinet de Médailles: 82, 83.Califato Omeya de Córdoba: 69, 70.Cartagineses: 33, 34.Casa de Austria: Véase Austria, Casa de.

Casa de Borbón: Véase Borbón, Casa de.Casa de la Moneda de Barcelona: 17.Casa (y Fábrica) de la Moneda de Madrid: 12, 17,

72, 84, 86, 88, 89, 98, 99, 104, 107, 111.Casa de la Moneda de Sevilla: 57.Casa de la Moneda Vieja de Segovia: 83.Casa de la Panadería: 15.Casa de Velázquez: 110.Casa J. Vico, S.A.: 21.Castellano: 79, 81.Cátedra de Numismática: 12Cayón Subastas: 21.Ceca incierta: 33.Ceca lusitana: 37.Centén (100 escudos): 85, 86.Céntimos de peso: 89.Cincuentín (50 reales): 4, 85, 86.Círculo Numismático de Sevilla: 30.Cliché para 8 maravedís: 88.Codex Revisus: 43, 45.Código de Eurico: 43.Colección Celestino Pujol y Camps: 61.— de retratos de los Reyes de España: 12, 97.— Francisco Caballero Infante: 61.— Francisco Codera: 72.— Francisco de Laiglesia: 98, 99.— García de la Torre: 63.— Gonzalo Anes y Álvarez de Castillón: 98, 99.— Gustavo Daniel de Lorichs: 63.— J. Botet y Sisó: 31.— Jordana: 31.— Laiglesia: 97, 100.— M.a Antonia del Consuelo Fernández Rubio: 98,

99.— Marqués de Saltillo: 97, 98, 99.— Martín Almagro Basch: 98, 99.— Pablo Bosch: 31.— Real de Isabel II: 50.— Sánchez Asiaín, José Ángel: 98, 99.— Sánchez de la Cotera: 31.— Teresa Herrero Juez: 98, 99.— Vives: 65, 68.Compañía de los Ferrocarriles del Norte: 24.Concilio de Braga: 51.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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Concilio de Constantinopla: 47.Concilio de Toledo (IV): 47, 48.Concilio de Toledo (XII): 47.Condado de Cataluña: 78.Congreso de los Diputados: 111.Conquista árabe: 69.Constitución de Cádiz: 107.Constitución, Jura de: 107.Contorniati: 95.Cornado: 76, 78.Cortes de Cádiz: 107.Croat: 78.Cruzado: 78.Cuatorviros: 36.De Monetae mutatione: 78.Denarios (de la Citerior): 35.Departamento de Grabado y Máquinas, Real: 88, 107.Departamento de Medallas: 111.Derecho de regalía: 76.Descubrimiento de América, IV Centenario del: 109.Dinar (fracción de): 71.Dinar (medio): 67.Dinar: 60, 66-68, 70-73, 76, 77.Dinero: 75, 77, 78.Dirham, fracción de: 71.Dirham: 60, 66-72.Dobla: 12, 17, 77-81.Dracma (de Roma): 12.Drahma: 60.Ducado (múltiplo de 100): 82, 83.Duro (medio): 83.Duro «de corazón»: 90.Duro columnario: 90, 91.Duro: 82-85, 87, 88, 89, 90, 91.Duunviros: 36, 38.Duunviros quinquenales: 37.

Edad Media: 75, 79, 80.Edad Moderna: 84.Ediles: 36.Emirato de Córdoba: 67, 69.Emisiones extra-peninsulares: 28.Emisiones hispano cristianas: 75.Emisiones provinciales romanas: 33.Enrique: Véase Dobla.Epigrafía árabe: 61.Escritura ibérica meridional: 34.Escritura ibérica: 35.Escudo de a 2: 83.Escudo de a 4: 83.Escudo: 82, 89.Escudos (pieza de 100): Véase Centén.Escudos de a 8: Véase Onza.Escuela de Artillería: 104.Escuela de Grabado: 88.Escuela (económica) Austriaca: 78.Escuela (económica) de Salamanca: 78.Escuela medallística española: 99.

Escuela Nacional de Grabadores en Hueco: 104.Escuela Superior de Diplomática: 12.España, Figura de: 90, 104, 108.Euro: 88.Excelente (doble): 81.Excelente de la Granada: 81

Fábrica Nacional de Moneda y Timbre: Véase Casade la Moneda.

fals: Véase Felús.Falsificaciones: 54, 56.Familia Imperial (de Napoleón): 88.Fatimíes: 71.Fé, La: 101.Fecundidad, La: 112.Felús: 60.Florín: 80.Follis: 60.Francesada: 86, 88, 97, 103, 106 (véase también

Invasión Napoleónica).Fuente de las Ciencias: 101.Fuero Juzgo: 56.

Gabinete Numismático de Cataluña: 48, 54.Germanos: 44.Gobierno de Francisco Franco: 99.Gobierno Provisional de 1868: 17, 96, 98, 106, 108.Godos: 42.Grabado en hueco: 104.Grabador General de las Casas de Moneda: 88.Guerra Civil: 48, 98, 110.Guerra de Independencia: 12.Guerra de Sucesión: 102.Guerra Gótica: 45.Guerra Mundial, Segunda: 95.Guerra Púnica, Segunda: 33.

Hammudíes: 71.Heráclidas: 48.Hércules Hispano: 101.Hércules, Columnas de: 91.Hispania, Figura de: 108.Histoire Métallique: 102.Historia de España: 11, 25, 28, 32, 37, 81, 95, 99,

114.Historia del Arte: 21, 94.Historia Metálica de España: 12, 105.Historia, Figura de la: 108, 109.Hudíes: 72.Hunos: 42.

Imitaciones visigodas: 43, 44.Imperio Carolingio: 75.Imperio de Occidente: 42, 43.Imperio en Oriente: 42.Imperio Español: 103.Imperio Romano: 42, 43, 95.Imperio Sasánida: 60.

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Índices LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

Industria, La: 104.Ingenio de Segovia, Real: 84-87.Instituto de Valencia de Don Juan: 48.Invasión Francesa: Véase Invasión Napoleónica.Invasión Napoleónica: 12, 15, 19, 97, 106. Véase

además Francesada.Islam: 60.Itinerario de Antonino: 49.

Jetones de los Austrias: 96.Jinete lancero a caballo: 37.Justicia, La: 101, 102.

Latín: 104.Láurea: 106.Lengua Castellana: 104.León (heráldica): 77, 79.Lex Romana VisigothorumLeyenda árabe: 76.Leyenda bilingüe (latín y árabe): 60.Leyenda en canto: 89.Leyenda en latín: 60.Liber Iudiciorum: 56.

Mahdi: 67.Mancuso: 76.Maravedí (medio): 81Maravedí: 76-78, 80, 83.Maravedís (pieza de 2): 83.Maravedís (pieza de 8): 87, 88.María (moneda): 87.Marieta: Véase María.Medalla: 18, 25, 93-114.— barroca: 101, 102, 105.— conmemorativa: 94, 106, 112, 114.— de la Familia Real: 112, 114.— de personajes: 101, 103, 106, 112, 114.— de premio: 25, 103-105, 108-110, 112, 114.— de Proclamación y Jura: 97, 101, 103, 105, 106,

108, 111-114.— en estampa: 95, 96, 104.— extranjera: 18, 19, 99, 101, 107.Medallas Autónomas de España: 28.Medallista: 100, 107.Medallística: 94, 95, 98, 104, 105, 114.Medallón: 15, 25, 95, 111.Minerva: 104.Ministerio de Fomento: 30.Modernismo: 108, 109, 111.Moneda andalusí: 12, 15, 18, 19, 21, 29, 59-73.— aragonesa: 83.— bizantina: 18, 19, 48, 60.— de países extranjeros: 15, 18, 19.— de Roma: 15, 19, 66.— falsa: 32, 33, 54-57, 80.— fiduciaria: 78.— forera: 77, 78.— griega: 15, 18, 19, 32, 48.

— hispánica: 12, 18-20, 23-39, 48.— hispano-árabe: Véase Moneda Andalusí.— hispano-cristiana: 18, 19, 21, 59, 75-91.— jaquesa: 76.— visigoda: 18, 19, 20, 41-57.Monetario de Alcalá de Henares: 24.Monetario de los Estudios Reales: 26.Monetario del Museo Arqueológico Nacional: 31.Monetario del Palacio Real: 29.Museo Arqueológico Nacional: 48, 64, 65, 68, 70, 86.Museo de Antigüedades: 12, 17.Museo de la Casa de la Moneda de Madrid: 86.Musulmanes: 75.

Napoleón: 88, 95, 106.Nazarí: 69, 73.Neoclasicismo: 106-108.Nóbel, Premio: 109.Nuevo Mundo: Véase América.

Óbolo: 75.Omeyas: 60.Onza: 86, 88.Ostrogodos: 42.Otomanos: 60.

Patrimonio Histórico-Cultural de España: 11, 20, 21,66, 73, 94, 106, 114.

Paz, La (alegoría): 101.Peseta: 89, 108.Pesetas (pieza de 100): 86.Pesetas (pieza de 5): 88.Peso: 89.Plus Ultra: 91.Pontífice máximo: 37.Pragmática de la Nueva Estampa: 83.Pragmática de Medina del Campo: 81.Premio Nóbel: 109.Ptolomeos: 95.

Quirate: 70.

Real (medio): 88.Real de a 2: 82.Real de a 4: 82, 90.Real de a 8: Véase Duro.Real de vellón: 17.Real, múltiplos de: 82, 82, 88, 90 (véase también

Duro).Real: 78: 78, 80, 81, 89.Real Academia de Bellas Artes de San Fernando:

104, 105.Real Academia de San Carlos de Méjico: 105.Real Academia Española: 105.Reales (pieza de 20): 88.Reales (pieza de 320): 88.Reconquista: 75, 80, 81.Reino visigodo: 46, 48, 49.

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

130

Renacimiento: 36, 94, 95, 99-101, 109, 114.República Española (Segunda): 96, 98, 99, 109, 110.Resellos chinos: 91.Restauración Borbónica: 98, 99, 106, 109, 114.Reyes de Aragón: 24.Reyes Godos: 56.Reyes Suevos: 56.Romanos: 42.Romanticismo: 108.Rómulo: 36.

Sagrado Corazón de Jesús: 90.Segunda República: 98.Seleúcidas: 95.Sexenio Revolucionario: 98, 106.Sextercio: 12, 18.Sistema bimetálico de oro y vellón: 76.Sistema monometálico en oro: 75.Sistema monometálico en plata: 75.Sistema trimetálico: 78-81.Sólido: 43, 45, 60.Suevos: 43, 56.

Tácito: 38.Taifas, Reinos: 69, 70, 76, 73.Tesoro de Atalaya: 67.— de Badajoz: 70.— de Barcelona: 66.— de Belalcázar: 61, 67, 69, 70, 73.— de Beniarrés: 66.— de Capilla: 48.— de Consuegra: 63, 67, 70.— de Corral Rubio: 66.— de Garrovillas: 51.

— de Jerez de los Caballeros: 53.— de la Calle Cruz Conde, Córdoba: 70.— de La Grassa: 49, 52.— de la Judería de Almería: 67.— de Marbella: 67.— de Niebla: 67.— de Paredes: 67.— de Pinos Puente 1: 66.— de Pinos Puente 2: 66.— de Zaragoza: Véase Tesoro del Hospital Militar

de Zaragoza.— del Hospital Militar de Zaragoza: 67, 68, 72.— del Teatro Molina, Murcia: 67.Tiempo, El: 109.Toledo, Arzobispo de: 102.Trastámara, Casa de: 80.Tremis: 43-48, 54.Triente: Véase tremis.Troquel: 96, 105, 109.Troquel, Prueba de: 88.Tuyibíes: 72.

Ultramar, Ministro de: 110.Universidad Autónoma de Madrid: 21.— de Alcalá de Henares: 24.— de Alicante: 20, 23.— de Alicante: 23.— de Cataluña: 110.— de Valencia: 23.

Vándalos silingos: 43.Vellón: 76, 78, 80, 81, 87.Visigodos: 42, 45, 47, 48, 75.

Xilografía (de monedas antiguas de Hispania): 30.

131

Índices LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

5

ÍNDICE DE FIGURAS

Cuadro de efemérides del Numario de la Real Academia de la Historia ........................................ 13Monetario o buró de estilo Carlos III, para conservar las monedas y medallas del Numario

de la Real Academia de la Historia .................................................................................................. 14Catálogo del Monetario, por Miguel Pérez Pastor, Madrid, 1759 ..................................................... 16Composición del Numario de la Real Academia de la Historia ........................................................ 19Catálogos de Monedas y Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia ........................ 20Aureliano Fernández-Guerra, ficha de hacia 1866-1870 con dibujos de dos monedas de TOLE

(RAH-9-7364-94g) ................................................................................................................................. 25Eduardo Saavedra, Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustobriga. 1861 .............. 25Cajas para el envío de monedas a Fidel Fita ....................................................................................... 26José Eduardo Riquelme de Murcia, Dibujos de diez monedas de Cádiz de las que se han

sacado medallones para decorar la fachada del Ayuntamiento de Cádiz en 1828(GN-1828-1/4) ....................................................................................................................................... 27

Informe de L. J. Velázquez sobre de un lote de monedas de época romana (GN 1751/9) .......... 28Páginas del catálogo descriptivo de las monedas antiguas de Hispania conservadas en la RAH,

redactado por A. Delgado, en 1862 (GN 1862/7) .......................................................................... 29Minuta de oficio en la que se propone a A. Vives formar parte de la comisión que ha de redac-

tar el catálogo del monetario de la Academia ................................................................................ 30Portada del prólogo del libro de A. Vives, La Moneda Hispánica, publicado por la Real Acade-

mia de la Historia, en el año 1926 .................................................................................................. 31Contenido de las monedas antiguas de Hispania en el Numario .................................................. 32

4

ÍNDICE DE LÁMINAS

LÁMINA 1.—As de Seks (Almuñécar, Granada), del siglo II a.C., con cabeza de Heracles-Melqarty atunes. Donación de D. Enrique Blanco Arroyo, 2006/15/17 .................................................. 22

LÁMINA 2.—Tremis de Chindasvinto de Mave (Aguilar de Campoo, Palencia), procedente delTesoro de La Grassa (Reus, Tarragona). Donación de D. Jaime Barcalli, 1818/11/28 ........... 40

LÁMINA 3.—Dinar de Hisam II de Al-Andalus, del año 390 H/999 de JC, con el nombre deAlmanzor ............................................................................................................................................... 58

LÁMINA 4.—Maravedí de oro de Fernando II de León (1157-1188) ................................................. 74LÁMINA 5a.—Medalla del Premio José Echegaray de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y

Naturales. Donada por dicha institución el 1907/6/20 ................................................................. 92LÁMINA 5b.—Boceto de la Medalla de Premio José Echegaray firmado por Bartolomé Maura y

Fontaner. Donado por Doña M.a Cruz Pérez Alcorta, 2003/6/6 .................................................. 92

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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Reparto administrativo de las emisiones provinciales romanas en el Numario ............................ 33Dracma de Emporion. Primera mitad del siglo III a.C. (Catálogo, n.o 2) ..................................... 33Dishekel hispano-cartaginés. Hacia los años 237-227 a.C. (Catálogo, n.o 8) ................................... 34Unidad de bronce de Malaca. Siglo II a.C. (Catálogo, n.o 267) ...................................................... 34As de bronce de Ilipa. Siglo II a.C. (Catálogo, n.o 422) .................................................................. 34Unidad de bronce de Castulo. Primera mitad del siglo II a.C. (Catálogo, n.o 672) .......................... 34Unidad de bronce de Iltirkesken. Mediados del siglo II a.C. (Catálogo, n.o 1.098) .......................... 35Denario de Turiasu. Siglos II-I a.C. (Catálogo, n.o 1.444) ............................................................... 35As de Saguntum. Hacia la década de los años 40-30 a.C. (Catálogo, n.o 1.033) ............................. 35As de Caesaraugusta de época de Calígula. 37-41 d.C. (Catálogo, n.o 3.334) ............................. 36As de Celsa de época de Augusto. 5-3 a.C. (Catálogo, n.o 3.159) .................................................. 36As de Carthago Nova de Augusto. Hacia el año 12 a.C. (?). (Catálogo, n.o 2.705)..................... 37As de Osca. Quizá anterior al 27 a.C. (?). (Catálogo, n.o 3.197) .................................................. 37As de Ilici, de época de Tiberio (14-37 d.C.). (Catálogo, n.o 2.938) .............................................. 37As de Ilici, de época de Tiberio (14-37 d.C.). (Catálogo, n.o 2.958) .............................................. 38As de Saguntum de época de Tiberio (14-37 d.C.), con contramarca DD en reverso. (Catálogo,

n.o 2.989) ....................................................................................................................................... 38As de Clunia, de época de Tiberio (14-37 d.C.), con contramarcas en anverso y reverso.

(Catálogo, n.o 3.711) ..................................................................................................................... 38Catálogo de las Monedas Visigodas de la Real Academia de la Historia, publicado en 2002 .... 41Mapa de las migraciones de los pueblos bárbaros ........................................................................... 42Sólido áureo de Valentiniano III (425-455) y dos imitaciones a su nombre ................................ 43Tremissis de Justino I (518-527) e imitaciones visigodas a nombre de Anastasio (491-518),

Justino I y Justiniano I (527-565) ................................................................................................ 44Reinos de los pueblos germanos en el Occidente de Europa ........................................................... 44Tremisses del periodo transicional ..................................................................................................... 45Tremisses del reino visigodo de Toledo con busto del rey o una cruz, habitualmente sobre

gradas, imitando las monedas del bizantino Tiberio II Constantino (578-582) ...................... 46Tremis .................................................................................................................................................. 47Tremis del reinado asociado de Egica y Witiza, cuyos bustos aparecen enfrentados con una

cruz entre ellos en el anverso ....................................................................................................... 47Tremis de Recaredo II (621), Catálogo R.A.H., n.o 22 .................................................................... 48Reino Visigodo, dividido en seis provincias: Baetica, Carthaginensis, Gallaecia, Lusitania, Narbo-

nensis y Tarraconensis ......................................................................................................................... 49Monedas únicas de la colección de la Real Academia de la Historia: Recaredo I de Tarraco;

Witerico de Lauruclo y Suintila de Astórica (Catálogo RAH, n.o 4, 20 y 27) .......................... 49Monedas únicas de la colección de la Real Academia de la Historia: Sisenando, Chintila

y Tulgan (Catálogo RAH, n.o 30, 34 y 38) ................................................................................. 50Monedas únicas de la colección de la Real Academia de la Historia: Chindasvinto, de las cecas

de Mave, Saldaña y Orense (Catálogo RAH, n.o 39, 40 y 43) .................................................. 50Monedas únicas de la colección de la Real Academia de la Historia: Chindasvinto, de las cecas

de Fraucello y Petra, Piedrafita (Catálogo RAH, n.o 45 y 47) .................................................. 51Documento de 1751 referente a 21 piezas del hallazgo de Garrovillas, Cáceres, remitidas

a la Real Academia de la Historia por el Marqués de la Ensenada ......................................... 51Documentación de D. Jaime Barcalli y jarrita litúrgica que contenía el tesoro de La Grassa,

en Reus, Tarragona ....................................................................................................................... 52Obra de Luis José de Velázquez, Marqués de Valdeflores, sobre las monedas visigodas .............. 53Publicación y plancha de cobre para una lámina de la obra de Aloïs Heiss, Monnaies des...

Rois Wisigoths d’Espagne, Paris, 1872 ............................................................................................... 54Tremis de Roderico (710-711) auténtico y falsificaciones del siglo XIX y del XX ......................... 55Monedas visigodas de la Real Academia de la Historia de autenticidad discutida (Catálogo,

n.o 19 y 60) ................................................................................................................................... 55Monedas falsas de época de Recaredo, Liuva II y Egica ................................................................. 56Falsificaciones del siglo XVIII de Amalarico y de Agila (Catálogo R.A.H., n.o 55 y 56) .............. 56Falsificaciones del siglo XIX de Recaredo, Sisebuto y Chindasvinto-Recesvinto. (Catálogo,

n.o 61, 64 y 67) ............................................................................................................................. 57Plancha de cobre para el estudio de D. Miguel Casiri, conservada en la Real Academia de la

Historia ........................................................................................................................................... 61

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Índices LAS MEDALLAS ESPAÑOLAS

Prueba de una lámina de la obra de D. Antonio Delgado sobre moneda arábiga ......................... 63Al-Andalus, Anónima, Felús s.f. (Catálogo n.o 95) .............................................................................. 67Al-Andalus ‘Abd al-Rahma-n I al-Da-jil, Dirham, 154H./770 d.C. (Catálogo n.o 563) ..................... 68Al-Andalus, Hisam II al-Mu’ayyad, Dinar, 391H/1000 d.C. (Catálogo n.o 1296) ........................... 68Al-Andalus, Al-Qasim I ibn Hammud, al-Ma’mun, Dirham, 410H/1019 d.C. (Catálogo n.o 1453) ...... 69Medina Cuenca, Yahya II ibn Isma il ibn Yahya al-Ma’mun, al-Qadir, Dirham, XXXH (Catá-

logo n.o 2164) ....................................................................................................................................... 70Medina Zaragoza, Mundir II ibn Yahya ibn Mundir al-Tuyibi, Mu’izz al-Dawla, al-Mansur,

Dinar, (42)3H./1031 d.C. (Catálogo n.o 2169) ................................................................................ 70Tortosa, Muqatil al-Fata al-Saqlabi, Mu’izz al Dawla, Sayf al-Milla, Dirham (Catálogo n.o 2231) ..... 71Denia, ‘Ali ibn Muyahid, Iqbal al-Dawla, Fracción de Dinar s.f. (Catálogo n.o 2240) ................ 71Medina Mallorca, Abd Allah al-Murtada, Dirham, 483H/1090 (Catálogo n.o 2253) .................... 71Sevilla, ‘Ali ibn Yusuf, Dinar, 520H./1126 d. C. (Catálogo n.o 2386) .................................................. 72Murcia, Muhammad ibn Sa’ad, Dinar, 561H./1165 d.C. (Catálogo n.o 2422) .............................. 72Sin ceca, Yaqub Yusuf, Dinar, s.f. (Catálogo n.o 2432) ...................................................................... 73Granada, Al-Mutawakkil ibn Hud, Dirham, s.f. (Catálogo n.o 3432) ................................................. 73Mancuso de oro de Ramón Berenguer IV (954-1076) .................................................................... 76Maravedí de oro de Alfonso VIII (1158-1214) ................................................................................. 77Dinero de Fernando II de León (1157-1188) ................................................................................... 77Croat de plata de la ceca de Barcelona, acuñado por Fernando el Católico ................................... 78“Dobla de la silla alta”, de Enrique IV ............................................................................................. 79Colección de “doblas de la banda” de Juan II, donada a la Real Academia de la Historia por

D. Lamberto Janet, en 1866 ......................................................................................................... 79Real de Enrique II, de la ceca de Toledo ......................................................................................... 80Florín aragonés de Juan I de Tortosa (1387-1396) ......................................................................... 80Castellano de los Reyes Católicos ....................................................................................................... 81Moneda de 4 reales a nombre de Juana y Carlos acuñada en Méjico ......................................... 82Dibujo de la moneda aragonesa de 100 ducados de oro de 1528, conservada en el Cabinet

de Médailles, de Paris .................................................................................................................... 82Duros y medios duros de la ceca de Zaragoza: a, de Carlos y Juana de 1547; b, semejante pero

con la fecha 1556 arreglada; c, de Felipe III (II de Aragón) de 1611; d, de Felipe V de 1707 ....... 83“Cincuentín” laminado en el Ingenio de Segovia en 1623 ............................................................. 85“Centén” o pieza de cien escudos de oro de 1633, desaparecida de la Real Academia de la

Historia durante la Invasión Napoleónica ................................................................................... 85Pieza de vellón resellada por 8 maravedís ....................................................................................... 87“María” de 1687, acuñada en Segovia ............................................................................................. 87Moneda plata de Felipe V acuñada en Madrid en 1709 ................................................................ 87Cliché para moneda de 8 maravedís de Carlos III de 1770 ........................................................... 88Prueba de troquel de medio real de José I ....................................................................................... 88Peseta de plata, con su etiqueta del siglo XIX ................................................................................. 89Duro de muestra de Fernando VII de 1833, con la marca DG .................................................... 8950 céntimos de peso de Isabel II de 1863 para circular en Filipinas ............................................ 89Duro en forma de corazón, quizás votivo, acuñado en Potosí ...................................................... 90Duro con dos columnas y leyenda “Plus Ultra”, origen del símbolo Z .......................................... 90Duro acuñado en la isla chilena de Chiloé en 1826 ......................................................................... 91Medalla de Antonio Pisano, el Pisanello, con busto de Alfonso V de Aragón, como rey de Nápoles

y águila repartiendo despojos entre sus poyuelos (Catálogo, n.o 1) ........................................... 94Medalla “en estampa” de la Real Academia de la Historia de Fernando VI ................................ 95Distribución por reinados de las Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia ......... 96Lámina de la Colección de retratos de los Reyes de España; medallas de bronce sustituyen

a las de oro y plata desaparecidas de la Real Academia de la Historia .................................... 97Número de medallas/año de cada reinado en la Colección de la Real Academia de la Historia ........ 98Principales colecciones y donaciones de Medallas Españolas de la Real Academia de la

Historia ........................................................................................................................................... 99Medalla de Juanelo Turriano, con la Fuente de las Ciencias, por Jacomo Nicola da Trezzo,

c. 1550 (Catálogo, n.o 59) ............................................................................................................ 101Medalla de Juan Tomas Enríquez de Cabrera Toledo, Conde de Melgar, con la liberación de

Génova en 1684 (Catálogo, n.o 93) ............................................................................................. 102

MONEDAS Y MEDALLAS ESPAÑOLAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

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Medalla conmemorativa de la llegada de Felipe V a Nápoles en 1702, con su escultura ecuestrey alegoría de la ciudad, obra de María Antonio de Gennaro (Catálogo, n.o 104) ................ 103

Bocetos de las medallas de premio instituidas por Fernando VI para la Academia de Artillería yla Real Academia de San Fernando, obra de Francisco Prieto (Catálogo n.o 197 y 205) ....... 104

Boceto en lacre para una medalla de Carlos III, por Francisco Prieto (Catálogo, n.o B-1) ......... 105Medalla de Francisco Prieto conmemorativa de las Colonias de Sierra Morena (Catálogo,

n.o 306) .......................................................................................................................................... 106Medalla conmemorativa de la Promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812, por de

Félix Sagau (Catálogo, n.o 470) ................................................................................................... 107Medalla de Premio de la Real Academia de la Historia de 1853, ganada por D. Cayetano

Rosell, donada a la Academia por su hija, Dña. Germana Rosell, obra de Félix Sagau y JoséMaría Sánchez Pescador (Catálogo, n.o 615) .............................................................................. 108

Medalla de José de Zorrilla utilizada para propaganda de pastillas para la tos (Catálogo,n.o 724) .......................................................................................................................................... 108

Medalla de Don Álvaro de Bazán por Mariano Benlliure, conmemorativa de la erección de sumonumento en Madrid en 1891 (Catálogo, n.o 728) ................................................................. 109

Medalla de oro del Homenaje a Marcelino Menéndez y Pelayo en 1910, obra de Lorenzo Coullautdonada por el Conde de la Viñaza (Catálogo, n.o 763) ............................................................ 110

Medallón con el retrato de Hugo Obermaier (Catálogo, n.o 789) .................................................. 111Medalla del Juramento de Felipe de Borbón y Grecia como Príncipe Heredero (Catálogo,

n.o 911). Donación del Congreso de los Diputados .................................................................... 111Tipos de medallas de la Colección de la Real Academia de la Historia ........................................ 112“Fecundidad”, de Ramón Ferrán (1959). (Catálogo, n.o C-69). Donación Adolfo y Juan R. Cayón ... 112Medallas de Proclamación y Jura de los Reyes de España (Catálogo n.o 67, 74, 96, 141, 234,

337 y 464, 573 y 674) ........................................................................................................................ 113

ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EL DÍA 2 DE FEBRERO DE 2007

FESTIVIDAD DE NTRA. SRA. DE LA CANDELARIA,

EN LOS TALLERES DE IMPRENTA TARAVILLA,

MESÓN DE PAÑOS, 6,

28013 MADRID